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Download POETA EN NUEVA YORK - · PDF fileCuando se hundieron las formas puras ... a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas, ... y tragan pedacitos de corazón por las heladas

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  • Federico Garca Lorca

    POETA EN NUEVA YORK(1929-1930)

    A BEB Y CARLOS MORLA

    Los poemas de estelibro estn escritos en laciudad de Nueva York el ao1929-1930, en que el poetavivi como estudiante enColumbia University.

    F. G. L.

    POEMAS DE LA SOLEDAD EN COLUMBIAUNIVERSITY

    Furia color de amoramor color de olvido.

    LUIS CERNUDA.

    VUELTA DE PASEO

    Asesinado por el cielo,entre las formas que van hacia la sierpey las formas que buscan el cristal,dejar crecer mis cabellos.

    Con el rbol de muones que no cantay el nio con el blanco rostro de huevo.

    Con los animalitos de cabeza rotay el agua harapienta de los pies secos.

    Con todo lo que tiene cansancio sordomudoy mariposa ahogada en el tintero.

    Tropezando con mi rostro distinto de cada da.Asesinado por el cielo!

    1910

    (INTERMEDIO)

  • Aquellos ojos mos de mil novecientos diezno vieron enterrar a los muertos,ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,ni el corazn que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

    Aquellos ojos mos de mil novecientos diezvieron la blanca pared donde orinaban las nias,el hocico del toro, la seta venenosay una luna incomprensible que iluminaba por los rinconeslos pedazos de limn seco bajo el negro duro de las botellas.

    Aquellos ojos mos en el cuello de la jaca,en el seno traspasado de Santa Rosa dormida,en los tejados del amor, con gemidos y frescas manos,en un jardn donde los gatos se coman a las ranas.

    Desvn donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos,cajas que guardan silencio de cangrejos devoradosen el sitio donde el sueo tropezaba con su realidad.All mis pequeos ojos.

    No preguntarme nada. He visto que las cosascuando buscan su curso encuentran su vaco.Hay un dolor de huecos por el aire sin gentey en mis ojos criaturas vestidas sin desnudo!

    Nueva York, agosto 1929

    FBULA Y RUEDA DE LOS TRES AMIGOS

    Enrique,Emilio,Lorenzo,

    Estaban los tres helados:Enrique por el mundo de las camas;Emilio por el mundo de los ojos y las heridas de las manos,Lorenzo por el mundo de las universidades sin tejados.

    Lorenzo,Emilio,Enrique,

    Estaban los tres quemados:Lorenzo por el mundo de las hojas y las bolas de billar;Emilio por el mundo de la sangre y los alfileres blancos,

  • Enrique por el mundo de los muertos y los peridicos abandonados.

    Lorenzo,

    Emilio, Enrique, Estaban los tres enterrados:Lorenzo en un seno de Flora;Emilio en la, yerta ginebra que se olvida en el vaso,Enrique en la hormiga, en el mar y en los ojos vacos de los pjaros.

    Lorenzo,

    Emilio,Enrique,Fueron los tres en mis manostres montaas chinas,tres sombras de caballo,tres paisajes de nieve y una cabaa de azucenaspor los palomares donde la luna se pone plana bajo el gallo.

    Uno

    y unoy uno,

    Estaban los tres momificados,con las moscas del invierno,con los tinteros que orina el perro y desprecia el vilano,con la brisa que hiela el corazn de todas las madres,por los blancos derribos de Jpiter donde meriendan muerte los borrachos.

    Tres

    y dosy uno,Los vi perderse llorando y cantandopor un huevo de gallina,por la noche que enseaba su esqueleto de tabaco,por mi dolor lleno de rostros y punzantes esquirlas de luna,por mi alegra de ruedas dentadas y ltigos,por mi pecho turbado por las palomas,por mi muerte desierta con un solo paseante equivocado.

    Yo haba matado la quinta lunay beban agua por las fuentes los abanicos y los aplausos.Tibia leche encerrada de las recin paridasagitaba las rosas con un largo dolor blanco.Enrique,Emilio,Lorenzo.

  • Diana es dura,pero a veces tiene los pechos nublados.Puede la piedra blanca latir en la sangre del ciervoy el ciervo puede soar por los ojos de un caballo.

    Cuando se hundieron las formas purasbajo el cri cri de las margaritas,comprend que me haban asesinado.Recorrieron los cafs y los cementerios y las iglesias,abrieron los toneles y los armarios,destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.Ya no me encontraron.No me encontraron?No. No me encontraron.Pero se supo que la sexta luna huy torrente arriba,y que el mar record de pronto!los nombres de todos sus ahogados.

    TU INFANCIA EN MENTON

    S, tu niez ya fbula de fuentes.JORGE GUILLN.

    S, tu niez ya fbula de fuentes.El tren y la mujer que llena el cielo.Tu soledad esquiva en los hotelesy tu mscara pura de otro signo.Es la niez del mar y tu silenciodonde los sabios vidrios se quebraban.Es tu yerta ignorancia donde estuvomi torso limitado por el fuego.Norma de amor te di, hombre de Apolo,llanto con ruiseor enajenado,pero, pasto de ruina, te afilabaspara los breves sueos indecisos.Pensamiento de enfrente, luz de ayer,ndices y seales del acaso.Tu cintura de arena sin sosiegoatiende slo rastros que no escalan.Pero yo he de buscar por los rinconestu alma tibia sin ti que no te entiende,con el dolor de Apolo detenidocon que he roto la mscara que llevas.All, len, all, furia del cielo,te dejar pacer en mis mejillas;a11, caballo azul de mi locura,pulso de nebulosa y minutero,

  • he de buscar las piedras de alacranesy los vestidos de tu madre nia,llanto de media noche y pao rotoque quit luna de la sien del muerto.S, tu niez ya fbula de fuentes.Alma extraa de mi hueco de venas,te he de buscar pequea y sin races.Amor de siempre, amor, amor de nunca!Oh, s! Yo quiero. Amor, amor! Dejadme.No me tapen la boca los que buscanespigas de Saturno por la nieveo castran animales por un cielo,clnica y selva de la anatoma.Amor, amor, amor Niez del mar.Tu alma tibia sin ti que no to entiende.Amor, amor, un vuelo de la corzapor el pecho sin fin de la blancura.Y tu niez, amor, y to niez.El tren y la mujer que llena el cielo.Ni t, ni yo, ni el aire, ni las hojas.S, tu niez ya fbula de fuentes.

    II

    LOS NEGROSPara ngel del Ro.

    NORMA Y PARAISO DE LOS NEGROS

    Odian la sombre del pjarosobre el pleamar de la blanca mejillay el conflicto de luz y vientoen el saln de la nieve fra.

    Odian la flecha sin cuerpo,el pauelo exacto de la despedida,la aguja que mantiene presin y rosaen el gramneo tabor de la sonrisa.

    Aman el azul desierto,las vacilantes expresiones bovinas,la mentirosa luna de los polos,la danza curva del agua en 1a orilla.

    Con la ciencia del tronco y del rastrollenan de nervios luminosos la arcillay patinan lbricos por agua y arenasgustando la amarga frescura de su milenaria saliva.

  • Es por el azul crujiente,azul sin un gusano ni una huella dormida,donde los huevos de avestruz quedan eternosy deambulan intactas las lluvias bailarinas.

    Es por el azul sin historia,azul de una noche sin temor de da,azul donde el desnudo del viento va quebrandolos camellos sonmbulos de las nubes vacas.

    Es all donde suean los torsos bajo la gula de la hierba.A11 los corales empapan la desesperacin de la tinta,los durmientes borran sus perfiles bajo la madeja de los caracolesy queda el hueco de la danza sobre las ltimas cenizas.

    EL REY DE HARLEM

    Con una cucharaarrancaba los ojos a los cocodrilosy golpeaba el trasero de los monos.Con una cuchara.

    Fuego de siempre dorma en los pedernalesy los escarabajos borrachos de ansolvidaban el musgo de las aldeas.

    Aquel viejo cubierto de setasiba al sitio donde lloraban los negrosmientras cruja la cuchara del reyy llegaban los tanques de agua podrida.

    Las rosas huan por los filosde las itimas curves del aire,y en los montones de azafrnlos nios machacaban pequeas ardillascon un rubor de frenes manchado.

    Es preciso cruzar los puentesy llegar al rubor negropara que el perfume de pulmnnos golpee las sienes con su vestidode caliente pia.

    Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,a todos los amigos de la manzana y de la arena,y es necesario dar con los puos cerradosa las pequeas judas que tiemblan llenas de burbujas,para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,para que los cocodrilos duerman en largas filas

  • bajo el amianto de la luna,y para que nadie dude de la infinita bellezade los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.Ay, Harlem! Ay, Harlem! Ay, Harlem!No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,a to sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

    *Tena la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.Las muchachas americanasllevaban nios y monedas en el vientrey los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.

    Ellos son.Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanesy tragan pedacitos de corazn por las heladas montaas del oso.

    Aquella noche el rey de Harlem con una dursima cucharaarrancaba los ojos a los cocodrilosy golpeaba el trasero de los monos.Con una cuchara.Los negros lloraban confundidosentre paraguas y soles de oro,los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,y el viento empaaba espejosy quebraba las venas de los bailarines.

    Negros, Negros, Negros, Negros.

    La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,viva en la espina del pual y en el pecho de los paisajes,bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cncer.

    Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetasrueden por las playas con los objetos abandonados.

    Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,hecha de espartos exprimidos, nctares de subterrneos.Sangre que oxida el alisio descuidado en una huellay disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

    Es la sangre que viene, que vendrpor los tejados y azoteas, por todas partes,para quemar la clorofila de las mujeres rubias,para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabosy estrellarse en una aurora de tab