poesia clasica

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Poesía

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Balada tristeMi corazn es una mariposa,nios buenos del prado!,que presa por la araa gris del tiempotiene el polen fatal del desengao.De nio yo cant como vosotros,nios buenos del prado,solt mi gaviln con las temiblescuatro uas de gato.Pas por el jardn de Cartagenala verbena invocandoy perd la sortija de mi dichaal pasar el arroyo imaginario.Fui tambin caballerouna tarde fresquita de mayo.Ella era entonces para m el enigma,estrella azul sobre mi pecho intacto.Cabalgu lentamente hacia los cielos.Era un domingo de pipirigallo.Y vi que en vez de rosas y clavelesella tronchaba lirios con sus manos.Yo siempre fui intranquilo,nios buenos del prado.el ella del romance me sumaen ensoares claros:quin ser la que coge los clavelesy las rosas de mayo?Y por qu la vern slo los niosa lomos de Pegaso?Ser esa misma la que en los rondonescon tristeza llamamosestrella, suplicndole que salgaa danzar por el campo...?En abril de mi infancia yo cantaba,nios buenos del prado,la ella impenetrable del romancedonde sale Pegaso.Yo deca en las noches la tristezade mi amor ignorado,y la luna lunera, qu sonrisapona entre sus labios!Quin ser la que corta los clavelesy las rosas de mayo?Y de aquella chiquilla, tan bonita,que su madre ha casado,en qu oculto rincn de cementeriodormir su fracaso?Yo solo con mi amor desconocido,sin corazn, sin llantos,hacia el techo imposible de los cieloscon un gran sol por bculo.Qu tristeza tan seria me da sombra!Nios buenos del prado,cmo recuerda dulce el coraznlos das ya lejanos...Quin ser la que corta los clavelesy las rosas de mayo?.(Abril de 1918)

Cancin de la pequea muerte

Prado mortal de lunasy sangre bajo tierra.Prado de sangre vieja.Luz de ayer y maana.Cielo mortal de hierba.Luz y noche de arena.Me encontr con la muerte.Prado mortal de tierra.Una muerte pequea.El perro en el tejado.Sola mi mano izquierdaatravesaba montes sin finde flores secas.Catedral de ceniza.Luz y noche de arena.Una muerte pequea.Una muerte y yo un hombre.Un hombre solo, y ellauna muerte pequea.Prado mortal de luna.La nieve gime y tiemblapor detrs de la puerta.Un hombre, y qu? Lo dicho.Un hombre solo y ella.Prado, amor, luz y arena.

Cancin menor

Tienen gotas de rocolas alas del ruiseor,gotas claras de la lunacuajadas por su ilusin.Tiene el mrmol de la fuenteel beso del surtidor,sueo de estrellas humildes.Las nias de los jardinesme dicen todas adiscuando paso. Las campanastambin me dicen adis.Y los rboles se besanen el crepsculo. Yovoy llorando por la calle,grotesco y sin solucin,con tristeza de Cyranoy de Quijote,redentorde imposibles infinitoscon el ritmo del reloj.Y veo secarse los liriosal contacto de mi vozmanchada de luz sangrienta,y en mi lrica cancinllevo galas de payasoempolvado. El amorbello y lindo se ha escondidobajo una araa. El solcomo otra araa me ocultacon sus patas de oro. Noconseguir mi ventura,pues soy como el mismo Amor,cuyas flechas son de llanto,y el carcaj el corazn.Dar todo a los demsy llorar mi pasincomo nio abandonadoen cuento que se borr.(Diciembre de 1918)

Cancin para la luna

Blanca tortuga,luna dormida,qu lentamentecaminas!Cerrando un prpadode sombras, mirascual arqueolgicapupila.Que quiz sea...(Satn es tuerto)una reliquia.Viva leccinpara anarquistas.Jehov acostumbrasembrar su fincacon ojos muertosy cabecitasde sus contrariasmilicias.Gobierna rgidola faz divinacon su turbantede niebla fra,poniendo dulcesastros sin vidaal rubio cuervodel da.Por eso, luna,luna dormida!,vas protestandoseca de brisas,del gran abusola tiranade ese Jehovque os encaminapor una senda,siempre la misma!,mientras l gozaen compaade Doa Muerte,que es su querida...Blanca tortuga,luna dormida,casta Vernicadel sol que limpiasen el ocasosu faz rojiza.Ten esperanza,muerta pulida,que el Gran Lennde tu campiaser la OsaMayor, la ariscafiera del cieloque ir tranquilaa dar su abrazode despedidaal viejo enormede los seis das.Y entonces, lunablanca, vendrael puro reinode la ceniza.(Ya habris notadoque soy nihilista.)(Agosto de 1920)

Cantos nuevos

Dice la tarde: "Tengo sed de sombra!"Dice la luna: "Yo, sed de luceros!"La fuente cristalina pide labiosy suspira el viento.Yo tengo sed de aromas y de risas,sed de cantares nuevossin lunas y sin lirios,y sin amores muertos.Un cantar de maana que estremezcaa los remansos quietosdel porvenir. Y llene de esperanzasus ondas y sus cienos.Un cantar luminoso y reposadopleno de pensamiento,virginal de tristeza y de angustiasy virginal de ensueos.Cantar sin carne lrica que llenede risas el silencio(una bandada de palomas ciegaslanzadas al misterio).Cantar que vaya al alma de las cosasy al alma de los vientosy que descanse al fin en la alegradel corazn eterno.(Agosto de 1920)

Despedida

Si muero,dejad el balcn abierto.El nio come naranjas.(Desde mi balcn lo veo).El segador siega el trigo.(Desde mi balcn lo siento).Si muero,dejad el balcn abierto!.

El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entraas, viva muerte,en vano espero tu palabra escritay pienso, con la flor que se marchita,que si vivo sin m quiero perderte.El aire es inmortal. La piedra inerteNi conoce la sombra ni la evita.Corazn interior no necesitala miel helada que la luna vierte.Pero yo te sufr. Rasgu mis venas,tigre y paloma, sobre tu cinturaen duelo de mordiscos y azucenas.Llena, pues, de palabras mi locurao djame vivir en mi serenanoche del alma para siempre oscura.

El presentimiento

El presentimientoes la sonda del almaen el misterio.Nariz del corazn,que explora en la tiniebladel tiempo.Ayer es lo marchito.El sentimientoy el campo funeraldel recuerdo.Anteayeres lo muerto.Madriguera de ideas moribundasde pegasos sin freno.Malezas de memoriasy desiertosperdidos en la nieblade los sueos.Nada turba los siglospasados.No podemosarrancar un suspirode lo viejo.El pasado se ponesu coraza de hierroy tapa sus odoscon algodn del viento.Nunca podr arrancrseleun secreto.Sus msculos de siglosy su cerebrode marchitas ideasen fetono darn el licor que necesitael corazn sediento.Pero el nio futuronos dir algn secretocuando juegue en su camade luceros.Y es fcil engaarle;por eso,dmosle con dulzuranuestro seno.Que el topo silenciosodel presentimientonos traer sus sonajascuando se est durmiendo.(Agosto de 1920)

Elega

Como un incensario lleno de deseos,pasas en la tarde luminosa y claracon la carne oscura de nardo marchitoy el sexo potente sobre tu mirada.Llevas en la boca tu melancolade pureza muerta, y en la dionisacacopa de tu vientre la araa que tejeel velo infecundo que cubre la entraanunca florecida con las vivas rosasfruto de los besos.En tus manos blancasllevas la madeja de tus ilusiones,muertas para siempre, y sobre tu almala pasin hambrienta de besos de fuegoy tu amor de madre que suea lejanasvisiones de cunas en ambientes quietos,hilando en los labios lo azul de la nana.Como Ceres dieras tus espigas de orosi el amor dormido tu cuerpo tocara,y como la virgen Mara pudieras brotarde tus senos otra va lctea.Te marchitars como la magnolia.Nadie besar tus muslos de brasa.Ni a tu cabellera llegarn los dedosque la pulsen comolas cuerdas de un arpa.Oh mujer potente de bano y de nardo!cuyo aliento tiene blancor de biznagas.Venus del mantn de Manila que sabedel vino de Mlaga y de la guitarra.Oh cisne moreno! cuyo lago tienelotos de saetas, olas de naranjasy espumas de rojos claveles que aromanlos nios marchitos que hay bajo sus alas.Nadie te fecunda. Mrtir andaluza,tus besos debieron ser bajo una parraplenos del silencio que tiene la nochey del ritmo turbio del agua estancada.Pero tus ojeras se van agrandandoy tu pelo negro va siendo de plata;tus senos resbalan escanciando aromasy empieza a curvarse tu esplndida espalda.Oh mujer esbelta, maternal y ardiente!Virgen dolorosa que tiene clavadastodas las estrellas del cielo profundoen su corazn ya sin esperanza.Eres el espejo de una Andalucaque sufre pasiones gigantes y calla,pasiones mecidas por los abanicosy por las mantillas sobre las gargantasque tienen temblores de sangre, de nieve,y araazos rojos hechos por miradas.Te vas por la niebla del otoo, virgencomo Ins, Cecilia, y la dulce Clara,siendo una bacante que hubiera danzadode pmpanos verdes y vid coronada.La tristeza inmensa que flota en tus ojosnos dice tu vida rota y fracasada,la monotona de tu ambiente pobreviendo pasar gente desde tu ventana,oyendo la lluvia sobre la amarguraque tiene la vieja calle provinciana,mientras que a lo lejos suenan los clamoresturbios y confusos de unas campanadas.Mas en vano escuchaste los acentos del aire.Nunca lleg a tus odos la dulce serenata.Detrs de tus cristales an miras anhelante.Qu tristeza tan honda tendrs dentro del almaal sentir en el pecho ya cansado y exhaustola pasin de una nia recin enamorada!Tu cuerpo ir a la tumbaintacto de emociones.Sobre la oscura tierrabrotar una alborada.De tus ojos saldrn dos claveles sangrientosy de tus senos, rosas como la nieve blancas.Pero tu gran tristeza se ir con las estrellas,como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas.(Diciembre de 1919)

Elega a Doa Juana la Loca

Princesa enamorada sin ser correspondida.Clavel rojo en un valle profundo y desolado.La tumba que te guarda rezuma tu tristezaa travs de los ojos que ha abierto sobre el mrmol.Eras una paloma con alma gigantescacuyo nido fue sangre del suelo castellano,derramaste tu fuego sobre un cliz de nievey al querer alentarlo tus alas se troncharon.Soabas que tu amor fuera como el infanteque te sigue sumiso recogiendo tu manto.Y en vez de flores, versos y collares de perlas,te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.Tenas en el pecho la formidable aurorade Isabel de Segura. Melibea. Tu canto,como alondra que mira quebrarse el horizonte,se torna de repente montono y amargo.Y tu grito estremece los cimientos de Burgos.Y oprime la salmodia del coro cartujano.Y choca con los ecos de las lentas campanasperdindose en la sombra tembloroso y rasgado.Tenas la pasin que da el cielo de Espaa.La pasin del pual, de la ojera y el llanto.Oh princesa divina de crepsculo rojo,con la rueca de hierro y de acero lo hilado!Nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,ni el lad juglaresco que solloza lejano.Tu juglar fue un mancebo con escamas de platay un eco de trompeta su acento enamorado.Y, sin embargo, estabas para el amor formada,hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,para llorar tristeza sobre el pecho queridodeshojando una rosa de olor entre los labios.Para mirar la luna bordada sobre el roy sentir la nostalgia que en s lleva el rebaoy mirar los eternos jardines de la sombra,oh princesa morena que duermes bajo el mrmol!Tienes los ojos negros abiertos a la luz?O se enredan serpientes a tus senos exhaustos...Dnde fueron tus besos lanzados a los vientos?Dnde fue la tristeza de tu amor desgraciado?En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,tendrs el corazn partido en mil pedazos.Y Granada te guarda como santa reliquia,oh princesa morena que duermes bajo el mrmol!Eloisa y Julieta fueron dos margaritas,pero t fuiste un rojo clavel ensangrentadoque vino de la tierra dorada de Castillaa dormir entre nieve y ciprerales castos.Granada era tu lecho de muerte, Doa Juana,los cipreses, tus cirios;la sierra, tu retablo.Un retablo de nieve que mitigue tus ansias,con el agua que pasa junto a ti! La del Dauro!Granada era tu lecho de muerte, Doa Juana,la de las torres viejas y del jardn callado,la de la yedra muerta sobre los muros rojos,la de la niebla azul y el arrayn romntico.Princesa enamorada y mal correspondida.Clavel rojo en un valle profundo y desolado.La tumba que te guarda rezuma tu tristezaa travs de los ojos que ha abierto sobre el mrmol.(Diciembre de 1918)

La casada infiel

Y que yo me la llev al rocreyendo que era mozuela,pero tena marido.Fue la noche de Santiagoy casi por compromiso.Se apagaron los farolesy se encendieron los grillos.En las ltimas esquinastoqu sus pechos dormidos,y se me abrieron de prontocomo ramos de jacintos.El almidn de su enaguame sonaba en el odo,como una pieza de sedarasgada por diez cuchillos.Sin luz de plata en sus copaslos rboles han crecidoy un horizonte de perrosladra muy lejos del ro.Pasadas las zarzamoras,los juncos y los espinos,bajo su mata de pelohice un hoyo sobre el limo.Yo me quit la corbata.Ella se quit el vestido.Yo el cinturn con revlver.Ella sus cuatro corpios.Ni nardos ni caracolastienen el cutis tan fino,ni los cristales con lunarelumbran con ese brillo.Sus muslos se me escapabancomo peces sorprendidos,la mitad llenos de lumbre,la mitad llenos de fro.Aquella noche correl mejor de los caminos,montado en potra de ncarsin bridas y sin estribos.No quiero decir, por hombre,las cosas que ella me dijo.La luz del entendimientome hace ser muy comedido.Sucia de besos y arenayo me la llev del ro.Con el aire se batanlas espadas de los lirios.Me port como quin soy.Como un gitano legtimo.La regal un costurerogrande, de raso pajizo,y no quise enamorarmeporque teniendo maridome dijo que era mozuelacuando la llevaba al ro.

La luna pudo detenerse al fin

La luna pudo detenerse al fin por la curva blanqusima de los caballos.Un rayo de luz violenta que se escapaba de la heridaproyect en el cielo el instante de la circuncisin de un nio muerto.La sangre bajaba por el monte y los ngeles la buscaban,pero los clices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero calientepona grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.Era que la luna quemaba con sus bujas el falo de los caballos.Un sastre especialista en prpurahaba encerrado a tres santas mujeresy les enseaba una calavera por los vidrios de la ventana.Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco,que lloraba porque al albatena que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.Oh cruz! Oh clavos! Oh espina!Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxden los planetas!Como nadie volva la cabeza, el cielo pudo desnudarse.Entonces se oy la gran voz y los fariseos dijeron:Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.La muchedumbre cerraba las puertasy la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el coraznmientras la tarde se puso turbia de latidos y leadoresy la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros.Esa maldita vacatiene las tetas llenas de perdigones,dijeron los fariseos.Pero la sangre moj sus pies y los espritus inmundosestrellaban ampollas de lagunas sobre las paredes del templo.Se supo el momento preciso de la salvacin de nuestra vida.Porque la luna lav con agualas quemaduras de los caballosy no la nia viva que callaron en la arena.Entonces salieron los fros cantando sus cancionesy las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del rio.Esa maldita vaca, maldita, maldita, malditano nos dejar dormir, dijeron los fariseos,y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calledando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los sacrificiosmientras la sangre los segua con un balido de cordero.Fue entoncesy la tierra despert arrojando temblorosos ros de polilla.

La luna y la muerte

La luna tiene dientes de marfil.Qu vieja y triste asoma!Estn los cauces secos,los campos sin verdoresy los rboles mustiossin nidos y sin hojas.Doa Muerte, arrugada,pasea por sauzalescon su absurdo cortejode ilusiones remotas.Va vendiendo coloresde cera y de tormentacomo un hada de cuentomala y enredadora.La luna le ha compradopinturas a la Muerte.En esta noche turbiaest la luna loca!Yo mientras tanto pongoen mi pecho sombrouna feria sin msicascon las tiendas de sombra.

La oracin de las rosas

Ave rosas, estrellas solemnes!Rosas, rosas, joyas vivas de infinito;bocas, senos y almas vagas perfumadas;llantos, besos!, granos, polen de la luna;dulces lotos de las almas estancadas;ave rosas, estrellas solemnes!Amigas de poetasy de mi corazn,ave rosas, estrellasde luminosa Sin!Panidas, s, Panidas;el trgico Rubnas llam en sus versosal lnguido Verlaine,que era rosa sangrientay amarilla a la vez.Dejad que as os llame,Panidas, s, Panidas,esencias de un Edn,de labios danzarines,de senos de mujer.Vosotras junto al mrmolla sangre sois de l,pero si fueseis oloresdel vergelen que los faunos moran,tenis en vuestro seruna esencia divina:Mara de Nazaret,que esconde en vuestros pechosblancura de su miel;flor nica y divina,flor de Dios y Luzbel.Flor eterna. Conjuro al suspiro.Flor grandiosa, divina, enervante,flor de fauno y de virgen cristiana,flor de Venus furiosa y tonante,flor mariana celeste y sedante,flor que es vida y azul fontanadel amor juvenil y arroganteque en su cliz sus ansias aclara.Qu sera la vida sin rosas!Una senda sin ritmo ni sangre,un abismo sin noche ni da.Ellas prestan al alma sus alas,que sin ellas el alma mora,sin estrellas, sin fe, sin las clarasilusiones que el alma quera.Ellas son refugio de muchos corazonesellas son estrellas que sienten el amor,ellas son silencios que lentos escaparondel eterno poeta nocturno y soador,y con aire y con cielo y con luz se formaron,por eso todas ellas al nacer imitaronel color y la forma de nuestro corazn.Ellas son las mujeres entre todas las flores,tibios sancta sanctorum de la eterna poesa,neporis grandiosas de todo pensamiento,copones de perfume que azul se bebe el viento,cromticos enjambres, perlas del sentimiento,adornos de las liras, poetas sin acento.Amantes olorosas de dulces ruiseores.Madres de todo lo bello,sois eternas, magnficas, tristescomo tardes calladas de octubre,que al morir, melanclicas, vagas,una noche de otoo las cubre,porque al ser como sois la poesaestis llenas de otoo, de tardes,de pesares, de melancola,de tristezas, de amores fatales,de crepsculo gris de agona,que sois tristes, al ser la poesaque es un agua de vuestros rosales.Santas rosas divinas y varias,esperanzas, anhelos, pasin,deposito en vosotras, amigas;dadme un cliz vaco, ya muerto,que en su fondo, mustiado y desierto,volcar mi fatal corazn.Ave rosas, estrellas solemnes!Llenas rosas de gracia y amor,todo el cielo y la tierra son vuestrosy benditos sern los maestrosque proclamen la voz de tu flor.Y bendito ser el bello frutode tu bello evangelio solemne,y bendito tu aroma perenne,y bendito tu plido albor.Solitarias, divinas y graves,sollozad, pues sois flores de amor,sollozad por los nios que os cortan,sollozad por ser alma y ser flor,sollozad por los malos poetasque no os pueden cantar con dolor,sollozad por la luna que os ama,sollozad por tanto corazncomo en sombra os escucha callado,y tambin sollozad por mi amor.Ay!, incensarios carnales del alma,chopinescas romanzas de olor,sollozad por mis besos ocultosque mi boca a vosotras os dio.Sollozad por la niebla de tumbadonde sangra mi gran corazn,y en mi hora de estrella apagada,que mis ojos se cierren al sol,sed mi blanco y severo sudario,chopinescas romanzas de olor.Ocultadme en un valle tranquilo,y esperando mi resurreccin,id sorbiendo con vuestras racesla amargura de mi corazn.Rosas, rosas divinas y bellas,sollozad, pues sois flores de amor.