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1 POEMAS Selección realizada por Pedro Ruiz y Juan Ignacio Bazoberri Malcom Lowry “El trueno más allá del Popocatépetl” Tusquets Editores. CON LOS OJOS ABIERTOS Qué parecido al Hombre es este hombre que se levanta tarde y mira los platos sucios de la cena y las botellas tristemente vacías. Todo lo consumido la noche anterior sólo queda un vaso lleno de una macabra tentaciónmientras se repetían estúpidas palabras amables. Qué parecido es al Hombre este hombre y su destino, todavía borracho tambaleándose mientras desayuna un ron de pésima calidad, guisantes y sardinas. LA ÚNICA ESPERANZA La única esperanza puesta en el próximo trago aunque si quieres puedes pasear un rato pero no hay tiempo para detenerse y pensar: la única esperanza está en el próximo trago. Inútil que tiembles en el último límite, y peor toda innecesaria palabrería: la única esperanza está allí, en el fondo de la copa que aguarda. BRASAS EN EL VIENTO Nuestras vidas no lo sabemos

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POEMAS

Selección realizada por Pedro Ruiz y Juan Ignacio Bazoberri

Malcom Lowry “El trueno más allá del Popocatépetl”

Tusquets Editores.

CON LOS OJOS ABIERTOS

Qué parecido al Hombre es este hombre que se levanta tarde

y mira los platos sucios de la cena

y las botellas tristemente vacías.

Todo lo consumido la noche anterior

—sólo queda un vaso lleno de una macabra tentación—

mientras se repetían estúpidas palabras amables.

Qué parecido es al Hombre este hombre y su destino,

todavía borracho tambaleándose

mientras desayuna un ron de pésima calidad,

guisantes y sardinas.

LA ÚNICA ESPERANZA

La única esperanza puesta en el próximo trago

aunque si quieres puedes pasear un rato

pero no hay tiempo para detenerse y pensar:

la única esperanza está en el próximo trago.

Inútil que tiembles en el último límite,

y peor toda innecesaria palabrería:

la única esperanza está allí,

en el fondo de la copa que aguarda.

BRASAS EN EL VIENTO

Nuestras vidas —no lo sabemos—

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son como cigarrillos encendidos

en un día de tormenta,

una brasa protegida del viento

por una mano cuidadosa.

Entonces arden hasta el final,

como ardieran aquellas deudas que nunca pagamos,

y se queman tan deprisa como la vida.

Uno querría encender otro, encender otra vida

que fuera menos dura que la anterior,

pero no es posible y el cigarrillo ya no tiene sabor

y lo único que podemos hacer es tirarlo.

POR EL PLACER DE MORIR

Duros son los tormentos de infierno

y las llamas de su terrible fuego,

sin embargo, los zopilotes volando contra el viento

son más hermosos que las gaviotas

planeando con la primera luz del sol,

o los abanicos moviéndose monótonos

en los asilos, tejiendo su destino de sueños,

una esperanza que jamás volará tan alto

como vuela el horror de vivir.

Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,

¿qué no haría la vida por el placer de morir?

Cesare Pavese “Trabajar cansa // Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”

Ed. Lautaro

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LOS MARES DEL SUR

Una tarde subimos, en silencio, la cuesta

de una colina. En la sombra del tardo crepúsculo

mi primo es un gigante vestido de blanco,

que se mueve tranquilo, con el rostro bronceado,

taciturno. Callar, es nuestra virtud.

Algún antepasado, debió estar muy solo

—un gran hombre entre idiotas o quizás un pobre loco—

para enseñar a los suyos tanto silencio.

Mi primo ha hablado esta tarde. Me ha preguntado

si subía con él: se ve desde la cumbre

en las noches serenas el reflejo del faro

lejano, de Turín: “Tú que estás en Turín…”

me ha dicho “…pero tienes razón. La vida se vive

lejos de la aldea: se aprovecha y se goza

y luego, al volver, como yo, cuarentón,

se encuentra todo nuevo. Las Langhe no se pierden”.

Todo eso me ha dicho y no habla italiano,

pero usa lento el dialecto, que, como las piedras

de esta misma colina, es tan áspero

que veinte años de idiomas y océanos distintos

ni lo han rasguñado. Y sube por la cuesta

con la mirada baja que yo he visto, de niño,

en los campesinos un poco cansados.

Veinte años ha andado recorriendo la tierra.

Se fue cuando yo era aún un niño cuidado por mujeres

y lo dieron por muerto. Después oí hablar de él

a las mujeres, como en un cuento, a veces;

pero los hombres, más graves, lo olvidaron.

Un invierno a mi padre ya muerto le llegó una postal

con una gran estampilla verdosa de naves en un puerto

y augurios de buena vendimia. Hubo un gran estupor,

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pero el niño crecido explicó ávidamente

que el mensaje venía de una isla llamada Tasmania

circundada por un mar más azul, feroz de tiburones,

al sur de Australia, en el Pacífico. Y agregó que sin duda

el primo se ocupaba de la pesca de perlas. Y guardó la estampilla.

Cada uno dio su parecer, pero todos

estuvieron de acuerdo en que, si no estaba muerto, moriría.

Después todos lo olvidaron y pasó mucho tiempo.

Oh, desde que jugaba a los pirata malayos

cuánto tiempo pasó. Y desde la última vez

que he bajado a bañarme a un lugar peligroso

y he seguido a un compañero de juegos sobre un árbol

quebrando bellas ramas y he roto la cabeza

de un rival y he sido golpeado,

cuánta vida pasó. Otros días, otros juegos,

otros sacudimientos de la sangre ante rivales

más elusivos: los pensamientos y los sueños.

La ciudad me ha enseñado infinitos temores:

una multitud, una calle me han hecho temblar,

un pensamiento a veces, espiado sobre un rostro.

Siento aún en los ojos esa luz burlona

de miles de faroles sobre el ir y venir de los pasos.

Terminada la guerra, el primo regresó,

gigantesco, como uno de los pocos. Y tenía dinero.

Los parientes decían por lo bajo: “En un año, no más,

ya se lo comió todo y vuelve a las andadas.

Los desesperados siempre mueren así”.

Mi primo tiene cara resuelta. Compró una planta baja

en la aldea y se mandó hacer un garaje de cemento

con el flamante surtidor de nafta en el frente

y en la curva sobre el puente bien grande un cartel de aviso.

Luego puso un mecánico dentro recibiendo el dinero

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y él paseó por todas las Langhe fumando.

Se había casado entre tanto, en la aldea. Tomó una muchacha

rubia y delgada como las extranjeras

que seguramente había encontrado a veces por el mundo.

Pero siguió saliendo solo. Vestido de blanco,

con las manos a la espalda y el rostro bronceado

de mañana paseaba en las ferias y con aire de sorna

contrataba caballos. Después me explicó,

cuando falló su plan, que su idea

había sido tomar todos los animales del valle

y obligar a la gente a comprarle motores.

“Pero el animal”, decía, “más grande de todos,

he sido yo al pensarlo. Debía saber

que aquí bueyes y hombres son una misma raza”.

Hace más de media hora que estamos andando. La cumbre está cercana,

alrededor aumenta siempre el rumor y el silbido del viento.

Mi primo se detiene de golpe y se da vuelta: “Este año

escribo en el cartel: —Santo Stefano

siempre ha sido el primero en las fiestas

del valle de Belbo— y que los de Canelli

digan lo que quieran”. Y retoma la cuesta.

Un perfume de tierra y de viento nos devuelve en la sombra,

hay luces a lo lejos: granjas automóviles

que se oyen apenas; y yo pienso en la fuerza

que me ha dado este hombre, arrancándolo al mar,

a las tierras lejanas, al silencio que dura.

Mi primo no habla nunca de los viajes que ha hecho.

Dice secamente que ha estado en tal lugar o en aquel otro

y piensa en sus motores.

Sólo un sueño

le ha quedado en la sangre: una vez navegó

como foguista en un barco de pesca holandés, el Cetáceo,

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y ha visto volar los arpones pesados del sol,

ha visto huir ballenas entre espumas de sangre

y seguirlas y alzarse las colas y luchar con la lanza.

A veces me habla de esto.

Pero cuando le digo

que él es de los afortunados que han visto la aurora

sobre las islas más bellas de la tierra

sonríe al recordar y responde que el sol

se alzaba cuando el día para ellos ya era viejo.

MANÍA DE SOLEDAD

Como algo de la cena en la ventana clara.

El cuarto ya está oscuro y puede verse el cielo.

Al salir, las calles tranquilas conducen

en seguida, al campo abierto.

Como y miro en el cielo —quién sabe las mujeres

que están comiendo a esta hora— mi cuerpo está tranquilo,

el trabajo aturde mi cuerpo y aturde a las mujeres.

Después de cenar, afuera, vendrán las estrellas a tocar

la tierra sobre la larga llanura. Las estrellas están vivas,

pero no valen estas cerezas, que como solo.

Veo el cielo, pero sé que entre los techos de herrumbre

alguna luz ya brilla y debajo hay rumores.

Un gran trago y mi cuerpo saborea la vida

de las plantas y de los ríos, y se siente separado de todo.

Un poco de silencio y cada cosa se detiene

en su lugar real, así como está detenido mi cuerpo.

Cada cosa está aislada frente a mis sentidos,

que la aceptan sin desconcertarse: un ruido de silencio.

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Puedo saber cada cosa en la sombra

como sé que mi sangre recorre las venas.

La llanura es un gran escurrirse de aguas entre las hierbas,

una cena de todas las cosas. Cada piedra y cada planta

vive inmóvil. Escucho a mis alimentos nutrirme las venas

de todo lo que vive sobre esta llanura.

No importa la noche. El cuadrado de cielo

me susurra todos los fragores, y una estrella diminuta

se debate en el vacío, lejana de los alimentos,

de las casas, distinta. No se basta a sí misma,

y tiene necesidad de muchas compañeras. Aquí en la sombra, solo,

mi cuerpo está tranquilo y se siente dueño.

DOS CIGARRILLOS

Cada noche es la liberación. Se miran los reflejos

del asfalto sobre las avenidas que se abren brillantes al viento.

Cualquiera que pasa tiene rostro y una historia.

Pero a esta hora ya no hay más que cansancio: millares de faroles

se ofrecen al que se detiene a encender un fósforo.

La llama se extingue sobre el rostro de la mujer

que me ha pedido un fósforo. Se extingue en el viento

y la mujer desilusionada me pide un segundo

que se extingue: la mujer ahora ríe sumisa.

Aquí podemos hablar en voz alta y gritar,

que ninguno nos siente. Alzamos la mirada

a las muchas ventana —ojos apagados que duermen—

y esperamos. La mujer se encoge de hombros

y lamenta haber perdido la bufanda de colores

que de noche le hacía de estufa. Pero basta apoyarse

en la esquina y el viento no es más que un soplo.

Sobre el asfalto extenuado ya hay una colilla.

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esta bufanda venía de Rio, me dice la mujer

que está contenta de haberla perdido, porque me ha encontrado.

Si la bufanda venía de Rio, ha pasado de noche

sobre el océano inundado de luz del gran trasatlántico.

Claro, noches de viento. Es el regalo de un marinero amigo.

Ya no está el marinero. La mujer murmura

que, si subo con ella, me muestra el retrato

rizado y curtido. Viajaba sobre sucios vapores

y limpiaba las máquinas: yo soy más hermoso.

Sobre el asfalto hay ahora dos colillas. Miramos el cielo.

La ventana allá arriba —me indica la mujer— es la nuestra.

Pero allí no hay estufa. De noche, los vapores perdidos

tienen pocos fanales o sólo las estrellas.

Cruzamos el asfalto del brazo, jugando a calentarnos.

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

esta muerte que nos acompaña

de la mañana a la noche, insomne,

sorda, como un viejo remordimiento

o un vicio absurdo. Tus ojos

serán una vana palabra,

un grito callado, un silencio.

Así los ves cada mañana

cuando sobre ti sola te inclinas

en el espejo. Oh esperanza querida,

ese día sabremos también nosotros

que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Será como dejar un vicio,

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como ver en el espejo

resurgir un rostro muerto,

como escuchar unos labios cerrados.

Descenderemos al abismo mudos.

George Trakl “Poemas”

Ed. Corregidor

MELANCOLÍA DEL ANOCHECER

El bosque que va creciendo muerto…

y a su alrededor hay sombras como setos.

Trémulo abandona el venado su refugio,

al tiempo que un arroyo se escurre quedadamente

y persigue helechos y piedras antiguas

y luce como plata entre guirnaldas de hojas.

No tarda en oírsele en negros barrancos…

Es probable que ahora brillen las estrellas.

La oscura llanura parece ilimitada,

aldeas dispersas, pantano y estanque,

y algo que aparenta ser una hoguera.

Un frío resplandor corre por las calles.

Se vislumbran movimientos en el cielo,

emigra una legión de aves silvestres

hacia las hermosas comarcas diferentes.

El ondulante junco sube y baja.

HUMANIDAD

Humanidad enfrentada a bocas de fuego,

un redoble de tambor, frentes de oscuros soldados,

marchas a través de brumas de sangre; resuena el negro hierro;

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desesperación, se hace la noche en los tristes cerebros:

he aquí la sombra de Eva, cacerías y el rojo dinero.

Nubes, la luz se abre paso, la Última Cena.

Habita en el pan y el vino un tierno silencio.

Y aquellos están reunidos en número de doce.

De noche gritan en sueños bajo las ramas del olivo;

Santo Tomás hunde la mano en la llaga.

MI CORAZÓN HACIA EL ANOCHECER

Al anochecer se oye el grito de los murciélagos,

dos negros caballos brincan por el prado,

el murmullo del arce colorado.

Ante el caminante surge la pequeña posada del camino.

Delicioso es el sabor del vino nuevo y de las nueces,

deliciosos el vértigo de la embriaguez en el bosque que oscurece.

Por entre las negras ramas suenan campanas dolientes,

gotas de rocío caen sobre el rostro.

GRODEK

Al anochecer retumban en los bosques otoñales

las armas mortíferas, en las llanuras doradas

y en los lagos azules, por los que un sol

sombrío rueda. La noche envuelve

a los guerreros moribundos, el salvaje lamento

de sus bocas despedazadas.

Pero sigilosamente confluyen hacia el pastizal

rojas nubes en las que mora un Dios colérico,

la sangre derramada y un frío lunar;

todos los caminos llevan a la negra podredumbre.

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Bajo el ramaje de oro de la noche y las estrellas

se tambalea la sombra de la hermana por la floresta silenciosa,

para saludar a los espíritus de los héroes, a las cabezas sangrantes;

mientras suenan quedas en los juncos las oscuras flautas del otoño,

¡oh, dolor arrogante! ¡Alatares de bronce!

La ardorosa llama del espíritu se alimenta hoy de un dolor más tremendo:

los nietos no nacidos.

Leopoldo María Panero “Poesía completa. 1970-2000)

Colección Visor de Poesía

PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT

Se diría que estás aún en la balaustrada del balcón

mirando a nadie, llorando.

Se diría que eres aún visto como siempre

que eres aún en la tierra un niño difunto.

Se diría, se arriesga

el poema por alguien

como un disparo de pistola,

en la noche, en la noche sembrada

de ojos desiertos, de ojos solos

de monstruos. Todos nosotros somos

niños muertos, clavados a la balaustrada como por encanto,

a la balaustrada frágil del balcón de la infancia, esperando

como sólo saben esperar los muertos.

Se diría que has muerto y eres alguien por fin,

un retrato en la pared de los muertos,

un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.

Pero a nadie le importan los niños, los muertos,

a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,

y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos, abrir los ojos hoy,

mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes, héroes en los ojos

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de un cine desesperado, y los dioses que matan a los hombres feroces,

los dioses más feroces que los hombres

los dioses crueles de la infancia, los dioses

de la inocente crueldad, pensabas, que se alimentan de ciegos

y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,

más que por alguien, para alguien, como un poema,

como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello

por lo que no hay infancia en este país desierto. Por ello también

por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa

belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,

y esa mudez en los ojos, esa belleza

sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.

Pero la vida sigue y te arrastras como ella,

la vida sigue como el puente de Eliot,

como un puente de muertos o un flujo

de sombras que se agarran

de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y

viven. Esa vida de que hablan

en el Infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,

los orgullosos sonámbulos disputando con sangre

una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.

Una basta tragedia que hacen

por navidades, los viejecitos, los difuntos,

con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,

rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,

desde entonces, esa raza

misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,

desde entonces, desde el día primero

en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,

desde que no hay tiempo sino destino y trazo

de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.

Quien es visto a quien cae en ese río sordo

es lo mismo, es un muerto

que se levanta día tras día para

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mendigar la mirada.

Porque todos llevamos dentro de un niño muerto, llorando,

que espera también esta mañana, esta tarde como siempre

festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos

algún día por fin su cumpleaños.

CORRECCIÓN DE YEATS

Dios me proteja de pensar como esos

hombres que piensan solos y

viven por ello de olvidar lo

que pensaron —porque

la mente no está sola y

Aquel

que canta la canción perdurable

demasiado la siente, demasiado.

Dios me proteja con más que su nombre,

Dios me proteja de ser un anciano

al que todos adulan y llamen

por el vacío de su nombre; oh, qué soy,

¿quién, si no puedo más,

que

parecer —por amor de cantar

entera la canción— siempre un loco?

Rezo—pues las palabras vacías se marcharon

sin ser oídas y sólo la plegaria queda

en pie— para que aun cuando tarde mucho

en morir y en escribir mi nombre

al fin sobre la lápida puedan

un día decir sobre ese frío

que no estuve loco.

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A FRANCISCO

Suave como el peligro atravesaste un día

con tu mano imposible la frágil medianoche

y tu mano imposible la frágil medianoche

y tu mano valía mi vida, y muchas vidas

y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.

Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida

porque eras suave como el peligro

como el peligro de vivir de nuevo.

EL LAMENTO DEL VAMPIRO

Vosotros, todos vosotros, toda

esa carne que en la calle

se apila, sois

para mí alimento,

todos esos ojos

cubiertos de legañas, como de quien no acaba

jamás de despertar, como

mirando sin ver o bien sólo por sed

de la absurda sanción de otra mirada,

todos vosotros

sois para mí alimento, y el espanto

profundo de tener como espejo

único esos ojos de vidrio, esa niebla

en que se cruzan los muertos, ese

es el precio que pago por mis alimentos.

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Joaquín Giannuzzi “Obra completa”

Ediciones del Dock

UVAS ROSADAS

Este breve racimo

de uvas rosadas pertenece

a otro reino.

Yace, sobre mi mesa,

en la fría integridad de su peso terrestre

mientras yo permanezco silencioso

imposibilitado

de oponer mi vida a su carnal exuberancia.

Casi con horror admiro allí

la dura tensión del agua

hacia la piel mortal

como una realidad insoportable.

He aquí un remoto acontecer:

todo transcurre del otro lado, fuera

del rumor insensato

de la existencia humana.

Comprendo que hay un límite

cuyo paso en el tiempo

me está vedado

de modo que el puro conocimiento

sólo acabe en la mera travesura de la mente.

Más allá está la misma tierra

a la que regresamos como extraños;

en el racimo de uvas rosadas yace

la imagen de otro regreso

y este enigmático existir

dulcemente en la rosa

tiende a cumplir el ciclo

que comenzó, radiante, en el verde lejano.

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Otros días transcurren

aquí, en otro espacio

que colmó la inutilidad

de una vida ocupada. Ajeno

a la región de las uvas permanece

mi estupor desalentado;

pero nunca la esperanza

tuvo mejor imagen que esto:

la travesía del límite

que da a lo secreto vendrá

de la misma costumbre de la luz

con que las uvas rosadas

van a entrar en la muerte.

MAÑANA EN LA PLAYA

Una opinión se derramó

frente al mecanismo del mar

pero referida a cosas distintas.

Mientras tanto, qué cielo libre; que combustión

la del planeta. Azules certezas no distribuidas

en el grupo humano bajo el sol

apretado a la arena. Cuerpos indistintos,

líquidos embotellados, sustancias inexplicables

y aisladas, sin poder sobre el conjunto. Era algo

como un drama cerrado,

una escena falsa en el campo solar.

Aquel sólido conjunto de materia original

no contaba con nuestra intervención.

Y estábamos allí,

equivocados de naturaleza,

aturdidos en una inmortalidad personal.

COMPRENDER LAS RELACIONES

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La sombra del vaso

se volvió azul sobre mi mesa. A un costado

la luz de la lámpara

revelaba su objetivo.

Todo estaba bien. Había allí una relación,

la suave corriente alterna

de una correspondencia natural.

No intenté nada en la quietud de la noche

como si en el azul de la sombra

se hubiera revelado

la paz de la materia y su equilibrio.

ESTE TIPO

Estoy sentado en el umbral de mi casa.

Miro pasar la gente, los autos, el país en este verano del 71

mientras me rasco los sobacos

mientras no me decido a salir a escena

renuncio a practicar un destino.

Mis bostezos son sorprendentes aun para esta época.

Soy un tipo que fuma, que se hurga los dientes,

que conoce el engaño mil veces aceptado.

Un tipo que está allí, simplemente,

mirando con estilo de perro,

sin poder elegir, con el conocimiento inerte

para toda causa que vaya más allá de la noche próxima.

Pero usted debe suponer que vale tanto como cualquier otro

si ahora hay héroes que están muriendo

para que este tipo viva realmente.

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Edgar Lee Master “Antología de Spoon River (Selección)”

Centro Editor de América Latina

BENJAMIN PANTIER

Juntos, en esta tumba yacen Benjamin Pantier, procurador,

y Nig, su perro, fiel, colega, consuelo y amigo.

Por el camino gris, amigos, niños, hombres y mujeres,

uno por uno abandonaron la vida, dejándome solo

con Nig como socio, compañero de cama, camarada en la bebida.

En la mañana de mis años conocí aspiraciones

y vislumbré el honor.

Luego ella, que me sobrevive, lazó mi alma

con un lazo que me fue desangrando hasta la muerte,.

y yo, en un tiempo fuerte de voluntad,

terminé quebrantado, indiferente,

viviendo en un cuarto detrás de una sombría oficina.

Debajo de mi mandíbula se apoya la nariz huesuda de Nig;

nuestra historia se pierde en el silencio. ¡Pasa, loco mundo!

MRS. BENJAMIN PANTIER

Sé que dice que enlacé su alma

con un lazo que lo fue desangrando hasta la muerte.

Y que todos los hombres lo querían

y que muchas mujeres le tuvieron compasión.

Pero suponte que eres realmente una dama,

y que tienes gustos delicados,

y te asquean el olor del whisky y la cebolla.

Y que el ritmo de la “Oda” de Wordsworth fluye en tus oídos,

mientras él va repitiendo, de la mañana a la noche,

partes como esa cosa vulgar: “¿Oh, por qué será orgulloso

el espíritu de los mortales?”

Y luego, suponte:

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eres una mujer bien dotada

y el único hombre con quien la ley y la moral

te permiten tener relaciones conyugales

justamente es aquel que te repugna

cada vez que piensas en eso —y piensas en eso

cada vez que lo ves.

Por esto lo eché de casa

a vivir con su perro en cuarto sombrío

detrás de su oficina.

FLATCHER MC GEE

Me quitó la fuerza minuto a minuto,

me quitó la vida hora tras hora,

me agotó como una luna febril

que debilita al mundo que gira.

Los días pasaban como sombras,

los minutos rodaban como estrellas.

Me quitó la piedad del corazón,

y la convirtió en sonrisas.

Ella era un poco de arcilla de escultor,

mis pensamientos secretos eran dedos:

volaron detrás de su frente pensativa

y la marcaron, profundo, con dolor.

Sellaron sus labios, y hundieron sus mejillas,

y agobiaron sus ojos con pesar.

Peleando como diablos

mi alma había entrado en esa arcilla.

No era mía, no era suya; ella

sólo la retenía, pero esas luchas

le modelaron un rostro que odiaba,

y un rostro que yo temía ver.

Cerré de golpe las ventanas, trabé los cerrojos.

Me escondí en un rincón; y entonces

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ella murió, y su espectro me siguió y me persiguió

durante toda la vida.

OLLIE MC GEE

¿Han visto caminando por el pueblo

a un hombre de ojos abiertos y rostro demacrado?

Es mi esposo, quien por secreta crueldad

jamás confesada, me robó mi juventud y mi belleza

hasta que al fin, arrugada y con dientes amarillos,

y quebrantado el orgullo y en vergonzosa humildad

me hundí en la tumba.

¿Pero qué creen que roe el corazón de mi esposo?

¡La vista de lo que fui, la vista de lo que hizo de mí!

Esto lo empuja ahora al lugar donde descanso.

En la muerte, por lo tanto, estoy vengada.

CHANDLER NICHOLAS

Todas las mañanas bañándome, afeitándome

y vistiéndome.

Pero nadie en mi vida que aprecie

mi refinada apariencia.

Todos los días caminar, y respirar hondo

para cuidar mi salud.

¿Para qué esta energía, sin embargo?

Todos los días mejorando mi espíritu

leyendo, meditando

pero nadie con quien intercambiar el saber.

Spoon River no es ágora, ni casa de cambios

para las ideas.

Buscando, pero jamás buscado;

maduro, amigable, útil, pero sin utilizar.

Encadenado aquí, en Spoon River,

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mi propio hígado menospreciado por los buitres,

¡y por mí devorado!

LYDIA PUCKETT

Knowlt Hoheimer huyó a la guerra

el día antes de que Curl Trenary

lo acusara ante el juez Arnett

por el robo de los cerdos.

Pero no fue por eso que se alistó.

Me sorprendió flirteando con Lucius Atherton.

Peleamos y le dije que jamás

se cruzara de nuevo en mi camino.

Entonces robó los cerdos y se fue a la guerra;

detrás de cada soldado hay una mujer.

Jacobo Fijman “Poesía completa”

Ediciones del Dock

CANTO DEL CISNE

Demencia:

el camino más alto y más desierto.

Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.

Roncan los extravíos;

tosen las muecas

y descargan sus golpes

afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;

dilatación vidriosa de los ojos

en el camino más alto y más desierto.

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Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco

a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?

¿A quién llamar desde el camino

tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero

y ahorca mi gañote

con sus enormes manos sarmentosas;

y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!

EL “OTRO”

Tarde de invierno.

Se desperezan mis angustias

como los gatos;

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se despiertan, se acuestan;

abren sus ojos turbios

y grises;

abren sus dedos finos

de humedad y silencios detallados.

Bien dormía mi ser como los niños,

¡y encendieron sus velas los absurdos!

Ahora el Otro está despierto;

se pasea a lo largo de mi gris corredor,

y suspira en mis agujeros,

y toca en mis paredes viejas

un sucio desaliento frío.

¡La Esperanza juega a las cartas

con los absurdos!

Terminan la partida

tirándose pantuflas!

Es muy larga la noche del corazón.

PUERTO

Amanecer de invierno.

Un puerto.

Ha roto su órbita un silbato

sobre los hombros de la bruma.

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Lamentación del mar

y cobres de los horizontes.

Se contraen las torres silenciosas;

beben las calles gritos

en sus campanas.

En las piedras

quiere tallarse el viento.

POEMA VI

Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.

Mi voz:

pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.

Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.

Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.

Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.

Hugo Mujica “Cuando todo calla”

Colección Visor de Poesía

VI

Hay una hendidura

en la palabra

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hendidura,

un desgarro donde

cada palabra calla,

donde todo callar crea;

es lo que en el decir es aliento

no sonido,

es donde en cada palabra

nos escuchamos revelados.

XXIX

Solo desde

lo que se arranca del todo

nace lo que nunca estuvo

(de la semilla que guardamos

crece apenas

lo que ya fuimos).

XXXIX

Saltar,

saltar de verdad,

es llegar hasta el abismo

desde que se saltó

no hay nada que saber

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salvo llegar a saberlo.

LXIV

Hay tajos

que son de amor

que nos abren un adentro;

hay tajos;

esos mismos tajos,

que nos salvan de nosotros:

que nos regalan su afuera.

XLVII

Siempre hay algo

que no llega a volverse carne:

no es que nos falte

es que nos excede.

La vida no cabe en la vida

por eso siempre,

en algún lugar, se nos parte.

XLIX

Al final no habrá final

habrá la entrega:

ese salto

sin orilla desde donde darlo,

ese saltar al vacío

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27

desde el que una vez

llegamos,

esa entrega

para la que nos fuimos

vaciando.

William Carlos Williams “Antología bilingüe”

Alianza Editorial

LA JOVEN AMA DE CASA

A las diez a.m. la joven ama de casa

merodea en batín tras las paredes

de madera de la casa de su esposo.

Yo paso solitario en el coche.

Al poco sale hasta la verja de nuevo

a llamar al del hielo, al pescadero, y espera

tímida, sin corsé, recogiéndose

mechones sueltos de pelo, y la comparo

con una hoja caída.

Bajo las sigilosas ruedas de mi coche

hay un crujido de hojas secas

mientras saludo y paso sonriente.

EL JOVEN LAVANDERO

Señoras, les ruego tengan paciencia

Con mi amigo Wu Kee: joven, ágil, con buena vista

Y bien proporcionado, sus músculos, se agitan

Bajo la fina camisa azul, y sus pies desnudos,

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En las sandalias de esparto, se elevan por los talones,

Se reubican y encuentran nuevas posturas sin cesar.

Por favor, las camisas de su marido que haya que lavar, a Wu Kee.

DESTRUCCIÓN ABSOLUTA

Fue un día gélido.

Enterramos a la gata,

después tomamos su caja

y le prendimos fuego.

en el jardín.

Las pulgas que se liberaron

de la tierra y del fuego

murieron de frío.

ESPERANDO

Cuando estoy solo soy feliz.

El aire es fresco. Un cielo

moteado y salpicado y herido

de color. Los falos encarnados

de las hojas del sasafrás

cuelgan ante mí en cúmulos

aglomerados en las grávidas ramas.

Pero cuando llego hasta la puerta de mi casa

y me dan la bienvenida mis hijos

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a chillidos felices

se me cae el alma a los pies.

Me quedo hecho polvo.

¿Acaso no quiero a mis hijos tanto

como a las hojas caídas?

¿O es que uno tiene que volverse imbécil

para llegar a viejo?

Parece como si la Aflicción

me hubiera puesto la zancadilla.

¡Veamos, veamos!

¿Qué es lo que había pensado

decirle a ella

cuando me ocurriera

lo que me acaba de ocurrir?

TENER HAMBRE ES SER GRANDIOSO

La hierba pequeña y amarilla de la cebolla,

primer síntoma verde de la primavera

en el asfalto de Manhattan,

si se arranca tal cual brota, a puñados,

se lava, trocea y fríe

en una sartén, aunque propensa a saber

un poco a tierra, si está bien cocinada

y se sirve caliente con pan de centeno

resulta el aperitivo perfecto con una cerveza…

y lo mejor de todo

es que crece en cualquier parte.

POEMA BREVE

Me diste una bofetada

pero tan dulce

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que sonreí

a la caricia

Juan José Hernández “Desiderátum. Obra poética”

Adriana Hidalgo editora

EL ENEMIGO

Sucede a veces

que voy cayendo lento

hacia mí mismo.

Ni triste ni contento

solo, a solas, conmigo.

Si miro alrededor

nada tiene sentido.

Un estéril sabor

borra la luz y crea

el exterminio.

Ventanas al jardín,

todo es fastidio

para mi estar perplejo,

desabrido.

Laberinto y espejo,

yo mismo mi enemigo.

UNA MAÑANA

Súbitamente, un día

mis ojos contemplaron

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la plenitud de una mañana,

su eternidad modesta

en la luz sosegada

de aquel verano, cuando

por la ventana

vi el patio conocido,

sus baldosas rosadas,

el verde de sus plantas,

sus helechos y dalias

como si despertaran

con limpidez brillante

en el deslumbramiento

primero de la infancia.

El tiempo se detuvo:

convertidas en soles

ardían las naranjas.

Y era como una herida

mi dilatado asombro

sin palabras, el empeño

imposible de aprisionar

aquella luz de gracia

fugitiva, dichosa, apasionada.

Porque al desvanecerse

en el olvido

volverá a mí mismo,

al patio indiferente de mi casa,

perdido el niño y la mañana mágica.

SUEÑO

A veces, por el portal

del sueño,

llego a una plazoleta

desolada y ruinosa.

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Un farol ilumina

la estatua de un guerrero

con los ojos vacíos

y una espada quebrada.

Sentado allí en un banco

yo no sé lo que espero

bajo el cielo estrellado

tan hondo que da vértigo.

En torno del farol, oscureciéndolo,

gira una nube de insectos del verano.

INSECTOS DEL VERANOS

Entre oscuros bostezos despertaron

sus máscaras de furia, de agudísimo espanto.

Hay una dura obscenidad que brilla

en el asco metálico de sus vientres hinchados.

Con sus agrias y finas mandíbulas de amante

devoran los sonidos del verano.

Amuletos de herrumbre

para la noche de esplendor cansado.

Entre luces maduras desentierran

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una quemada rosa de frascos.

La muerte tiene ruidos de cáscaras impuras.

Paul Éluard “Obras escogidas”

Editorial Platina

Te levantas el agua se extiende

Te acuerdas el agua se disipa

Eres el agua vuelta de sus abismos

Eres la tierra que echa raíces

Sobre la que todo se establece

Haces burbujas de silencio en el desierto de los ruidos

Cantas himnos nocturnos sobre las cuerdas del arco iris

Estás en todas parte suprimes todos los caminos

Sacrificas el tiempo

A la eterna juventud de la llama exacta

Que esconde la naturaleza reproduciéndola

Mujer tú das a luz un cuerpo siempre igual

El tuyo

Eres la semejanza.

SOLITARIO

Habría podido vivir sin ti

Vivir solo

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Quién habla

Quién puede vivir solo

Sin ti

Quién

Ser a pesar de todo

Ser a pesar de uno

La noche se ha adelantado

Como un bloque de cristal

Me mezclo con la noche.

TODAS POR UNA

Ella me dice cuando ha pasado el tiempo

De conocerla de conocernos

Llévame de la mano

Hacia otras mujeres

A nacimientos más banales

A lo más vivo de la semejanza

A la seguridad de ser

No soy acaso siempre la segunda

O la última? tengo los ojos

Menos ausentes que esa criatura fea?

Es mi corazón más invisible?

Mis manos son más tímidas mis manos?

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Llévame hacia la vida

Más allá de la verja

Que me separa de mí misma

Que divide todo menos mis cenizas

Menos el terror que tengo de mí misma.

ANILLO DE PAZ

He pasado las puertas del frío

Las puertas de mi amargura

Para venir a besar tus labios

Ciudad reducida a nuestra pieza

Donde la absurda marea del mal

Deja una espuma tranquilizadora

Anillo de paz sólo te tengo a ti

Tú me enseñas de nuevo qué es

Un ser humano cuando yo renuncio

A saber si tengo semejantes.

EL BESO

Tibia aún por las sábanas que anulas

Cierras los ojos y te mueves

Como una canción de todos los rincones

Toda sabor y fragancia

Atraviesas sin perderte

Las fronteras de tu cuerpo

Has saltado sobre el tiempo

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Y te veo mujer nueva

Revelada al infinito.

DISPUESTA A LOS BESOS DE LA RESURRECCIÓN

Pobre yo nunca vivir en la ignorancia

Yo necesito ver escuchar abusar

Escucharte desnuda verte desnuda

Para abusar de tus caricias

Por suerte o por desgracia

Conozco tu secreto de memoria

Todas las puertas de tu imperio

La de los ojos de las manos

De los senos y de tu boca

Donde todas las lenguas se disuelven

Y la puerta del tiempo abierta entre tus piernas

La flor de los veranos con labios de relámpagos

En el paisaje en donde la flor llora y se ríe

Siempre esa palidez como de perla muerta

Dando tu corazón separando tus piernas

Tú eres como el mar acunas las estrellas

Eres campo de amor tú unes y separas

A los amantes y a los locos

Eres el hambre el pan la sed la borrachera

Y la última unión entre sueño y virtud.

René Char “La palabra en archipiélago”

Poesía Hiperión

TEMBLAR

Esa parte nunca fijada, que en nosotros dormita, de donde

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brotará MAÑANA LO MÚLTIPLE.

La edad del reno, es decir, la edad del aliento ¡Oh cristal,

oh escarcha, naturaleza conquistada, por dentro en flor, por fuera

destruida!

Despreocupados, exaltamos y contrarrestamos justamente

a la naturaleza y los hombres. No obstante, terror, por encima de

nuestra cabeza el sol entra en el signo de sus enemigos.

La lucha contra la crueldad profana, ay, voto de hormiga

alada. ¿Será ella nuestra novación?

Al sol de invierno, unas pocas gavilles atadas y mi llama

en el muro.

Tierra en la que me duermo, espacio donde despierto,

¿quién vendrá cuando vosotros ya no estéis? (en qué me convertiré

tiene para mí un calor casi infinito)

EL INOFENSIVO

Lloro cuando el sol se pone porque te sustrae a mi vista y porque soy

incapaz de llevarme bien con sus rivales nocturnos. Aunque esté bajo

y ahora sin fiebre, arrancar todavía algún deseo a su fulgor moribundo.

Al partir te diluye en su oscuridad igual que el limo del lecho se deslíe

en el agua del torrente más allá de los escombros de las riberas destruidas.

Dureza y blandura, de nervio tan diferente, causan entonces efectos

similares. Dejo de recibir el himno de tu palabra; de repente ya no apareces

íntegra a mi lado; lo que aprieta mi mano no es el huso nervioso de tu

muñeca sino la rama hueca de un arbolillo cualquiera muerto y ya

aserrado. Ya no se pone nombre a nada, sino al escalofrío. Es de

noche. Los artificios que se encienden me sorprenden ciegos.

No he llorado de verdad más que una sola vez. Al desaparecer,

el sol había cercenado tu rostro. Tu cabeza había rodado a la zanja

del cielo y yo ya no creía en el mañana.

¿Cuál es el hombre de la mañana, y cuál el de las tinieblas?

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EL COMPAÑERO MORTAL

A Maurice Blanchot

La desafiaba, se adelantaba hacia su corazón, semejante a un boxeador

con dobladillo, alado y poderoso, muy en el centro de la geometría

atacante y defensora de sus piernas. Sopesaba con la mirada las cualidades

del adversario que se contentaba con ceder, atrapado entre una virginidad

agradable y su experiencia. Sobre la blanca superficie donde se desarrollaba

el combate, ambos olvidaban a los espectadores inexorables. Por el aire de

junio revoloteaba el nombre propio de las flores del primer día del verano.

Finalmente una ligera arruga recorrió la mejilla del segundo y se dibujó en

ella una raya rosa. La réplica brotó seca y consecuente. Con las corvas de

repente semejantes a ropa tendida, el hombre flotó y titubeó. Pero los puños

de enfrente no se aprovecharon de su ventaja, renunciaron a rematar. Ahora

las cabezas magulladas de los dos contendientes se balanceaban una contra

otra. En ese momento el primero debió de decirle adrede al segundo, al

oído, palabras tan perfectamente ofensivas, o apropiadas, o enigmáticas, que

de éste surgió rápido, total, preciso, un rayo que tumbó cuan largo era al

incomprensible combatiente.

Ciertos seres poseen una significación que nos falta. ¿Quiénes son?

Su secreto mora en lo más profundo del secreto mismo de la vida. Se acercan

a ella. Ella los mata. Pero el provenir al que así han despertado con un

murmullo, adivinándolos, los crea. ¡Dédalo del extremo amor!

EL PASO DE LYON

Vendré por el puente más distante de Bellecour, para que tengas tiempo

de llegar la primera. Me llevarás a la ventana donde viajan tus ojos, desde

la que saltan tus mercedes cuando tu libertad intercambia su luz con la de

los meteoros, permaneciendo la tuya y perdiéndose la de ellos. Con mis

sueños, con mi guerra, con mi beso, bajo la morera resucitada, en el descanso

de las hilanderías, me esforzaré por aislar tu conquista de un saber anterior,

distinto del mío. Consentiré en que el porvenir tenga que llevarte con

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codiciosos diferentes, pero sólo para que se cumpla la obra maestra.

Llama que rebasa su destino, que tan pronto me menoscaba como me

completa, emerges al punto cerca de mí, delfín, salamandra, y ante ti nada soy.

EL RIESGO Y EL PÉNDULO

A René Ménard

Tú que agrupas y pasas entre la risueña y el volatinero, sé aquél para quien la

mariposa toca las flores del camino.

Permanece junto a la ola en el segundo en que su corazón expira. Verás.

Sensible también a la saliva del ramo.

Ya sin elegir entre olvidar y aprender bien.

Que puedas guardar a tus amigos esenciales en el viento de tu rama.

Transporta el verbo la abeja fronteriza que, a través de odios o emboscadas,

va a depositar su miel en una nube que pasa.

La noche ya no se extraña del postigo que cierra el hombre.

Un poco de polvo que cae sobre la mano ocupada en trazar el poema

los fulmina, al poema y a la mano.

Aldo Pellegrini “La valija de fuego (Poesía completa)”

Editorial completa

EN VOZ BAJA

En voz muy baja

para poder atravesar la fragilidad de tu sueño

te haré la revelación de las formas

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te contaré la belleza

de lo que nunca se vive

las maravillas que nacen imprevistas de la intensidad

del ardor

te enseñaré a caminar con firmeza en la oscuridad

a iluminar los deseos

a investigar el secreto inmortal

las aventuras galantes alineadas por orden

cronológico

de la vigilia

las borrará el sueño que busca la mujer que todos

rechazan

la mujer que enciende su espíritu caída en las

maravillas del amor

Yo

despierto

predico la absurda técnica de la irresolución

inmóvil

en voz muy baja

te revelo

que el mundo es una graciosa mentira inventada por el

buen humor de los mártires.

CONSTRUCCIÓN DE LA DESTRUCCIÓN

Todo lo espero de las palabras. En su fiesta impalpable partiré

a la conquista de las puerta. La palabra vacilante como rata

ataviada de secretos. Y cuando las puertas se abren, la palabra

inicial hunde su punta de cobre en la aventura del acercamiento.

Entonces estallan las disputas. La palabra reveladora sumerge

su cuerpo resplandeciente en la oscuridad de la voz perdida.

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Ola rezagada que arrastra su agonía hasta la playa desierta. La

palabra es inútil. La agonía es inútil.

En el desorden de las palabras las manos como intrusas se

deslizan hasta la desnudez del instante. Predicadoras de nieve

restablecen la calma en el mundo de los tesoros perdidos en los

naufragios. Predicadoras que no quieren ser comprendidas.

El lenguaje es mi caracol privado. Allí oculto mi antigua marcha

vertical porque he perdido mi verdadera morada. Me sobrepasa

el coloquio entre el día y la noche y de pronto no sé de qué

oscura estirpe provenimos los hombres.

Amantes de fuego, predicadores de nieve, los reflejos me

preceden, las sombras me siguen. En ese largo camino en pos

de las palabras me descubro habitante del sobresalto y del

desorden.

Pero sobre todo bebedor. Bebo mi propia voz y navego contra

la corriente porque no me resigno a alejarme de mí mismo.

Costoso equipaje de la identificación. Estoy frente al espejo

como un cansancio de agua que se prolonga.

Qué fiesta de las palabras para la última noche del condenado.

El ruido intolerable de las señales que corroen las explicaciones.

El silencio de los acusadores y la feroz potencia de las palabras

que nadie se atreve a pronunciar.

Ya estoy al nivel de las palabras submarinas. No es necesario

explicar nada. Los significados mezclan sus inacabables tentáculos.

Los exploradores de la confusión se sumergen en vano.

Palabra fosforescente, alimento habitual de los crepúsculos.

Y los hombre se ciegan. Resplandor de la virginidad del verbo

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donde los templos se comunican su clamor de soledad. Los labios

resecos inician en los portales la creación de Dios. Ardid

de los nombres. Pero ni una sola palabra descifra la condición

humana.

Sombra de un socorro. Me salvas del aniquilamiento. El viento

atraviesa una casa deshabitada y descubre el silencio. Venido

de todas partes el viento recorre mi soledad y recoge ese silencio

que no quiere morir. Y así arrastra un exacto rumor que

temblará en la voz de los desconocidos. Así arrastra el rumor

de todos los hombres. Y el silencio andará por el mundo

transformando en la fuente íntima de los secretos.

EN FIN

Los ojos abiertos no ve

pero beben

Si posas la mano sobre tu párpado

se derrama el líquido de tu temblor

A la misma hora, siempre a la misma hora

sopla el viento de tu sonrisa

alimento cotidiano

de los vencidos

En el minuto exacto de tu llegada

la realidad se derrumba

entonces te detienes humildemente

Tu humildad es tu orgullo

náufraga del despertar

la oscuridad nos acerca

Has aprendido a llegar tarde

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ataviada de miedo, fugitiva del orden de la vigilia

la noche se prolonga más allá de las promesas

Has perdido el camino

la oscuridad nos aleja

los ojos tiene sed

de contactos.

DE PRONTO NIEVA

DE PRONTO nieva

¿en qué momento los ojos se ha vuelto viento

perpetuo?

soplo de luz sólo descubres la noche de las cosas

un río nace al atardecer

y arrastra barcas hasta el límite en que la

angustia se torna espera

un sol mentido

interminable

el presente se detiene el dolor más alto del verano

oh ávido navegante

sigilosamente muerto

en una distancia azul

das nacimiento a un dios que también busca la

muerte

Dylan Thomas “Poemas completos”

Ediciones Corregidor

LA FUERZA QUE POR EL VERDE TALLO IMPULSA A LA FLOR

La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor

impulsa mis verdes años; la que marchita la raíz del árbol

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es la que me destruye.

Y yo estoy mudo para decirle a la encorvada rosa

que la misma fiebre invernal dobla mi juventud.

La fuerza que impulsa el agua entre las rocas

impulsa mi roja sangre; la que seca los arroyos parlantes

vuelve cera los míos.

Y yo estoy mudo para contarle a mis venas

cómo la misma boca bebe del manantial de la montaña.

La mano que arremolina el agua del estanque

remueve las arenas; la que amarra las ráfagas del viento

iza mi vela de sudario.

Y yo estoy mudo para decirle al ahorcado

que el barro del verdugo está hecho de mi arcilla.

Los labios del tiempo sorben del manantial;

el amor gotea y se acumula, mas la sangre vertida

calmará sus pesares.

Y yo estoy mudo para decirle al viento en la intemperie

cómo ha trazado el tiempo un cielo entre los astros.

Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada

que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.

EN MI OFICIO O ARTE SOMBRÍO

En mi oficio o arte sombrío

ejercido en la noche silenciosa

cuando sólo la luna se enfurece

y los amantes yacen en el lecho

con todas sus tristezas en los brazos,

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junto a la luz que canta yo trabajo

no por ambición ni por el pan

ni por ostentación ni por el tráfico de encantos

en escenarios de marfil,

sino por ese mínimo salario

de sus más escondidos corazones.

No para el hombre altivo

que se aparta de la luna colérica

escribo yo esta páginas de efímeras espumas,

ni para los muertos encumbrados

entre sus salmos y ruiseñores,

sino para los amantes, para sus brazos

que rodean las penas de los siglos,

que no pagan con salarios ni elogios

y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.

HE ANSIADO ALEJARME

He ansiado alejarme

del siseo de la mentira desgastada

del incesante grito de los viejos terrores

que crecen más terribles cuando el día

traspasa la colina y entra en el mar profundo;

he ansiado alejarme

de la repetición de los saludos,

porque hay fantasmas en el aire

y en la página sonidos fantasmales

y un tronar de llamados y de notas.

He ansiado alejarme, pero temo,

alguna vida, aun intacta podría estallar

de la vieja mentira que arde sobre el suelo

y crepitando en el aire dejarme a medias ciego.

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Ni por el miedo antiguo de la noche,

el sombrero que se quita del pelo,

o los labios fruncidos en el teléfono,

me harán caer entre la pluma de la muerte.

No quisiera morir de todo esto,

la mitad es convención, la otra mitad mentira.

OH HAZME UNA MÁSCARA

Oh hazme una máscara y un muro que me oculte de tus espías

de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas

de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro,

una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los

[desnudos enemigos

hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa,

vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras

[soplada dulcemente,

dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble

para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores,

y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas

para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos

que otros traicionaron las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas

con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada.

Edgar Bayley “Antología personal. Poemas”

Centro Editor de América Latina

LA SARTÉN

una sartén poco usada

sirve a veces para estallar

el aceite y el huevo

para estrellar el blanco

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el rojo

el amarillo

por el calor de una llama

silenciosa

sirve el mango también

y el pulso de quien pone

en el plato el huevo embebido

en aceite y unas papas

una sartén usada solo en ocasiones

sirve para el huevo y las papas

y cuando la fregamos y lavamos

advertimos el riesgo de acordarnos

de embarcarnos de nuevo

en una sartén poco usada

LA CLARIDAD

Me ha tentado siempre la claridad

Y la claridad se me ha negado a veces

Como un pájaro que vuela en sueños

Y cae y sigue cayendo sin volar como peso muerto

Me ha tentado siempre la claridad

Especialmente la claridad de las hojas del saúco

También la claridad del guijarro

Y de las ramas del abeto

Y la rápida y voraz claridad de una salamandra

He querido tener claridad para mirar

Los terrones del campo recién removido

Y para mirar también el mismo arado

Y el agua que se desliza límpida por la acequia

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Claridad he querido para recorrer tantos sueños

Y glorias y poderes y dispersas situaciones y gentes

Y para estar en el aire sin ausentarme del fuego

Me ha tentado la claridad

De estar totalmente en cada flor

En cada herida o condena o semilla

He querido tener claridad para vivir

Y cuando al fin pude definir la claridad que yo buscaba

Advertí cuánto sueño y plumón y roja tierra

Y confusión y olvido hacen falta para comprender claramente

Y estar ahí con total lucidez sentado a la vera del camino

Avivando el fuego bajo el cielo y el polvo de las horas

Y como me ha tentado siempre la claridad

Aquella vez cuando bajo un abierto y extendido sol

Comenzaron a encresparse las aguas de la bahía

Hasta adquirir un tinte violáceo

Y un gran pájaro blanco surgió de repente entre las nubes

Batiendo sus alas y revoloteando suavemente a mi alrededor

Decidí que era el momento de arrojar estas palabras al mar

Porque la claridad que tanto he buscado

Solo está en algunos silencios

En algunos espacios en blanco

Antes y después de unas pocas y triviales palabras

ELLA SE PROLONGA

ella se prolonga en sus ojos y manos tendidos

hacia los trenes que pasan muy cerca

en el silencio batido incesantemente

por un sueño frío

por una fría locura sin amparo

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tú que sabes contar

y estás de pie

y en tu alma recompones el amanecer

y simulas el recuerdo

la unitaria claridad de los días sobrevenidos

sientes la presencia

de una memoria rota

de una sonrisa a la deriva

de unas manos

de un vuelo

de un breve valle que ardió en el ocaso

¿cómo decir que ya no está el fuego

y las paredes caen y pasa el viento entre las sombras?

tú puedes ser nombrado y miras simplemente

como un viajero más

hacia los altos

pero allí quedó

–es vano ocultarlo–

la sangre de trepaba el sol en el verano

allí quedaron tus ojos deslumbrados

y un alba común

anochecida

9.

en tu misma confianza

como un astro

como tus sueños

alrededor de mis palabras

mis ojos no cambian

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mi horizonte abre tus brazos

es esta claridad la que buscaba

esta ronda persuadida por el aire

Gottfried Benn “Poesía 1912-1920”

Alción Editora

PEQUEÑO ASTER

Un ahogado conductor de un camión de cervezas fue

alzado sobre la mesa.

Alguno le había atascado un aster oscuro-claro-lila

entre los dientes.

Cuando desde el pecho por

debajo de la piel

con un largo cuchillo

lengua y paladar extirpé,

debo haberla empujado, tanto que se deslizó

hacia el cerebro vecino.

Se la guardé en el tórax,

entre el aserrín,

mientras los cosían.

¡Que bebas hasta la saciedad dentro de tu florero!

Que descanses en paz,

pequeño aster.

HERMOSA JUVENTUD

La boca de una niña, que había yacido mucho

tiempo entre los juncos,

parecía tan mordisqueada.

Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba

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tan agujereado.

Finalmente, en una glorieta bajo el diafragma

se encontró un nido de ratas jóvenes.

Una pequeña hermanita yacía muerta.

Las otras vivieron a base de hígado y riñón,

bebieron la fría sangre y habían

pasado una hermosa juventud.

Y hermosa y rápida llegó también su muerte:

las lanzaron a todas al agua:

¡ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!

CIRCULACIÓN

La solitaria muela de una puta,

que murió desconocida,

llevaba una corona de oro.

Las demás fueron desprendidas,

como por un acuerdo secreto.

La arrancó el sepulturero,

la empeñó y se fue a bailar.

Porque, dijo,

sólo la tierra debe volver a la tierra.

RÉQUIEM

Dos en cada mesa. Hombres y mujeres

en cruz. Cerca, desnudos, y aún así, sin dolor.

El cráneo abierto. El pecho partido a la mitad.

Los cuerpos

engendran ahora por última vez.

Cada uno llena tres tazones: desde el cerebro hasta

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52

los testículos.

Y el templo de dios y el corral del demonio

ahora pecho a pecho sobre el fondo de un cubo

se ríen del Gólgota y del pecado original.

La sobre, en ataúdes. Solo recién nacidos:

pierna de hombre, pecho de niño y pelo de mujer.

Yo vi lo que engendraron dos que antes solían joderse

yacer allí, como si hubiera salidos de un cuerpo materno.

Fernando Pessoa “Antología poética”

Editorial Argonauta

Coronadme de rosa,

Coronadme en verdad

De rosas,

¡Rosas que se apagan

En la frente apagándose

Tan pronto!

Coronadme de rosas

Y de hojas breves.

Y basta.

AL MARGEN

¡Aprovechad el tiempo!

¿Pero qué es el tiempo, para que yo lo aproveche?

¡Aprovechar el tiempo!

Ningún día sin una línea…

El trabajo honesto y superior…

El trabajo en Virgilio, en Milton…

¡Pero es tan difícil ser honesto o superior!

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53

¡Es tan poco probable ser Milton o Virgilio!

¡Aprovechar el tiempo!

Arrancar del alma los bocados precisos –ni más ni

menos–

Para juntar con ellos los cubos ajustados

Que hacen grabados ciertos en la historia

(Y son ciertos también del lado de abajo que no se ve)…

Poner las sensaciones en castillo de cartas, pobre China

de las veladas.

Y los pensamientos en dominó, igual contra igual,

Y la voluntad en carambolas difícil.

Imágenes de juegos o de paciencias o de pasatiempos:

Imágenes de la vida, imágenes de las vidas. Imagen de la

Vida.

Verbalismo…

Sí, verbalismo…

¡Aprovechar el tiempo!

No tener un minuto que el examen de conciencia

desconozca…

No tener un acto indefinido ni facticio…

No tener un movimiento disconforme con propósitos…

Buenas maneras del alma…

Elegancia de persistir…

¡Aprovechar el tiempo!

Mi corazón está cansado como mendigo verdadero.

Mi cerebro está pronto como un fardo puesto al costado.

Mi canto (¡verbalismo!) está tal como está y es triste.

¡Aprovechar el tiempo!

Desde que comencé a escribir pasaron cinco minutos.

¿Los aproveché, o no?

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54

¡¿Si no sé si los aproveché, qué sabré de otros minutos?!

(Pasajera que viajabas tantas veces en el mismo

compartimiento conmigo

En el tren suburbano,

¿Llegaste a interesarte por mí?

¿Aproveché tiempo mirándote?

¿Cuál fue el ritmo de nuestro sosiego en el tren en

marcha?

¿Cuál fue el entendimiento que no llegamos a tener?

¿Cuál fue la vida que hubo en esto? ¿Qué fue esto en la

vida?)

¡Aprovechar el tiempo!...

¡Ah, déjenme no aprovechar nada!

¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias de tiempo o de ser!...

Déjenme ser una hoja de árbol, titilada por brisas…

El polvo de un camino, involuntario y solo,

El surco dejado en el camino por las ruedas hasta que

viene otras,

El trompo del pilluelo, que se va a detener,

Y oscila, en el mismo movimiento que el del alma,

y cae, como caen los dioses, en el suelo del Destino.

(…)

¡Duerme, vivir es nada!

¡Duerme, es en vano todo!

Si alguien halló el camino,

Lo halló en la confusión,

Con el alma engañada.

No hay lugar ni día

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55

Para quien quiere hallar,

Ni paz, ni alegría

Para quien, por amar,

En quien ama, confía.

Mejor donde las ramas

Sin ser tejen doseles

Quedar como quedamos,

Sin pensar ni querer,

Dando lo que no damos.

(…)

Todas las cartas de amor son

Ridículas.

No serían cartas de amor si no fuesen

Ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,

Como las otras,

Ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,

Tienen que ser

Ridículas.

Pero, al fin,

Sólo las criaturas que nunca escribieron

Cartas de amor

Son

Ridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía

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56

Sin darme cuenta

Cartas de amor

Ridículas.

La verdad es que hoy

Mis recuerdos

De esas cartas

Son

Ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,

Como los sentimientos esdrújulos,

Son naturalmente

Ridículos.)

Francisco Madariaga “Poesía argentina”

Editorial del Instituto

LA SELVA LIVIANA

1

El sonido de un tren que se ahoga en la catarata de

las hojas.

Al fondo de la selva liviana y los cocoteros se hunde

el nivel del llanto,

el peso entero de los sueños.

Peso entero del saco de perfume de la gracia.

Estoy entre la espada del paisaje y el ladrillo caliente

del olvido,

viajando con un ardor de joya y sangre.

Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva fiesta.

2

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57

A paladas, silbatos.

El tren se encierra en sí al borde de los esteros nocturnos.

Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran humedad de

la tierra,

al aire cálidamente eléctrico,

a los cisnes del negro vapor nocturno de la herida del

mundo.

LÁGRIMAS DE UN MONO

Yo quiero cautivar tu desesperación, oh mono adiós.

Tiemblas tanto en tus islas negras, oh mono adiós.

En los embarcaderos el color encendido en tus ojos

tiene tanta fe.

Oh mono, retén el equilibrio de tu asombro.

Yo ya tiemblo en tus islas, mono adiós.

Tu odio virginal es idéntico a cuando se cruza mi alma

con el mundo.

LOS RIELES VEGETALES

La imaginación arde envuelta en las ruedas de un tren desorientado.

Bananas y bananas caen al aire.

Una mujer desnuda a una escopeta en un templo,

roe lentamente en el anillo de su corazón.

Frutera de la desgracia, frutera del destino.

CARTA DE ENERO

1

Tengo ganas de leer algo hoy.

Me sangra la poesía por la boca.

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58

Yo era un estudiante y me adoraba la Naturaleza,

pero estaba olvidado,

me hería la plenitud del Universo,

y ahora te sacudo a ti, montes de cabellos rojos,

tierras paradas en aguardiente correntino,

grandes balsas de agua alojadas en la boca.

El pavor es celeste, el líquido terreno en fuego,

los pavos reales han sido capados por el sol,

y yo ando por la siesta:

provocador de las grandes fuentes sombrías,

alojado en la voluntad animal.

2

¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?

El mar es un cantor inseparable.

Pero tú tienes también llamaradas acuáticas, Tierra.

¡Acuarelas para quién sabe qué candor!

Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,

pero tengo coraje

y ese nativo puro que arroja los paisajes por la nariz.

Tengo un collar para todo lo que arde.

3

¿El alba guaraní gime en mi memoria?

¡Oh francés degollado por las aguas!,

en las ex bocas de las putas celestes del paisaje

desprendido.

Sin duda nadie cuida de mi memoria,

ni le selecciona parajes ardientes.

Nadie utiliza mi falta de elegancia

cuando expiro con la leche de las frondas sedientas.

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Yo no quiero cantar países natales,

sino medallas de carne de sol,

telas de la naturaleza,

conciertos de las tumbas salvajes

hijas de la ternura natural.

POÉTICAS

Rodolfo Alonso

MANERA DE DECIR

La poesía no es el huevo de Colon

La poesía no es contante ni sonante

Para muestra de la poesía no vale un botón

La poesía no es de buena fe, ni de mala

La poesía no es para uno de cada diez

La poesía no hace antesalas

La poesía no es consultorio sentimental

La poesía no es una agencia de turismo

La poesía no se jacta de serlo

Sólo el poema

ES

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60

ALREDEDORES

En poesía no se cambia porque sí

En poesía no hay premios menores

En poesía, el árbol es el bosque y deja ver

No hay medias palabras en poesía

En poesía se es, no se parece

En poesía se gana para sustos

En poesía toma y daca (y viceversa)

En poesía no se dan lecciones

En poesía uno se expone

En poesía se vislumbran lumbres

En poesía se abreva

En poesía, mar adentro

Puertas abiertas, en poesía

Y el corazón, fuego central, también de la boca para afuera

Y en el fondo la forma

Alberto Girri

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ARTE POÉTICA

Un elemento de controversia

que nos lleve a lo paradojal

tras cada línea, cada pausa;

la ambigüedad a expensas de la convención.

Una premisa constante, la duda,

indagando en la realidad,

buscándola fuera del contexto;

la materia a expensas del lenguaje.

Una síntesis intransferible y bella

con ánimos, bestias, escrituras,

profanados sub specie aeternitatis;

la imaginería a expensas de tormentos.

Una teología creadora de objetos

que se negarán a ser hostiles a Dios.

Nicanor Parra

MANIFIESTO

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Señoras y señores

Ésta es nuestra última palabra.

-Nuestra primera y última palabra-

Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores

La poesía fue un objeto de lujo

Pero para nosotros

Es un artículo de primera necesidad:

No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores

-Y esto lo digo con todo respeto-

Nosotros sostenemos

Que el poeta no es un alquimista

El poeta es un hombre como todos

Un albañil que construye su muro:

Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos

En el lenguaje de todos los días

No creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa:

El poeta está ahí

Para que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro mensaje.

Nosotros denunciamos al poeta demiurgo

Al poeta Barata

Al poeta Ratón de Biblioteca.

Todos estos señores

-Y esto lo digo con mucho respeto-

Deben ser procesados y juzgados

Por construir castillos en el aire

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63

Por malgastar el espacio y el tiempo

Redactando sonetos a la luna

Por agrupar palabras al azar

A la última moda de París.

Para nosotros no:

El pensamiento no nace en la boca

Nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos

La poesía de gafas obscuras

La poesía de capa y espada

La poesía de sombrero alón.

Propiciamos en cambio

La poesía a ojo desnudo

La poesía a pecho descubierto

La poesía a cabeza desnuda.

No creemos en ninfas ni tritones.

La poesía tiene que ser esto:

Una muchacha rodeada de espigas

O no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político

Ellos, nuestros abuelos inmediatos,

¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!

Se retractaron y se dispersaron

Al pasar por el prisma de cristal.

Unos pocos se hicieron comunistas.

Yo no sé si lo fueron realmente.

Supongamos que fueron comunistas,

Lo que sé es una cosa:

Que no fueron poetas populares,

Fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son:

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64

Sólo uno que otro

Supo llegar al corazón del pueblo.

Cada vez que pudieron

Se declararon de palabra y de hecho

Contra la poesía dirigida

Contra la poesía del presente

Contra la poesía proletaria.

Aceptemos que fueron comunistas

Pero la poesía fue un desastre

Surrealismo de segunda mano

Decadentismo de tercera mano,

Tablas viejas devueltas por el mar.

Poesía adjetiva

Poesía nasal y gutural

Poesía arbitraria

Poesía copiada de los libros

Poesía basada

En la revolución de la palabra

En circunstancias de que debe fundarse

En la revolución de las ideas.

Poesía de círculo vicioso

Para media docena de elegidos:

"Libertad absoluta de expresión".

Hoy nos hacemos cruces preguntando

Para qué escribirían esas cosas

¿Para asustar al pequeño burgués?

¡Tiempo perdido miserablemente!

El pequeño burgués no reacciona

Sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta:

Mientras ellos estaban

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65

Por una poesía del crepúsculo

Por una poesía de la noche

Nosotros propugnamos

La poesía del amanecer.

Este es nuestro mensaje,

Los resplandores de la poesía

Deben llegar a todos por igual

La poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros

Nosotros condenamos

-Y esto sí que lo digo con respeto-

La poesía de pequeño dios

La poesía de vaca sagrada

La poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes

Nosotros oponemos

La poesía de la tierra firme

-Cabeza fría, corazón caliente

Somos tierrafirmistas decididos-

Contra la poesía de café

La poesía de la naturaleza

Contra la poesía de salón

La poesía de la plaza pública

La poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.

Carl Sandburg

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DIEZ DEFINICIONES DE POESIA

1. Poesia es una proyeccion en el silencio de cadencias

ordenadas a romper ese silencio con definidas intenciones

de ecos, silabas, longitudes de onda.

2. Poesia es el diario de un animal marino, viviendo en

tierra, deseoso de volar en el aire.

3. Poesia es una serie de explicaciones de la vida, perdiendose

en horizontes demasiado rapidos para explicaciones.

4. Poesia es una busqueda de silabas para arrojarlas a las

barreras de lo desconocido y lo inconocible.

5. Poesia es el teorema de un panuelo de seda amarillo

anudado con acertijos, encerrado en un globo de colores

atado a la cola de una cometa volando en un viento blanco

contra un cielo azul en primavera.

6. Poesia es el silencio y la conversacion entre la raiz de

una flor que se debate bajo la tierra y el soleado capullo

abierto de esa flor.

7. Poesia es el aparejo de la paradoja de la tierra acunando

la vida y luego sepultandola.

8. Poesia es una inscripcion fantasma que dice como son

hechos los arcoiris y por que se van.

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9. Poesia es una sintesis de jacintos y bizcochos.

10. Poesia es el abrir y cerrar de una puerta, que deja conjeturando

a los que miran sobre lo que se ve por un instante.

Charles Bukowski

MANUAL DE COMBATE

Dijeron que Céline era un nazi

Dijeron que Pound era un fascista

Dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista.

Pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón

de fusilamiento

y mataron a Lorca

Le dieron electroshocks a Hemingway

(y vos sabés que se pegó un tiro)

y echaron a Villon de la ciudad (París)

y Mayakovsky

desilusionado con el régimen

y luego de una pelea de enamorados,

bueno,

también se pegó un tiro.

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Chatterton se tomó veneno de ratas

y funcionó

y algunos dicen que Malcom Lowry se murió

ahogado en su propio vómito

borracho.

Crane se tiró a las hélices

del barco o a los tiburones.

El sol de Harry Crosby era negro.

Berryman prefirió el puente.

Plath no encendió el horno.

Séneca se cortó las muñecas en la

bañera (es la mejor manera:

en agua tibia)

Thomas y Behan se emborracharon

hasta morir y

hay muchos más.

¿y vos querés ser un

escritor?

Es esa clase de guerra:

la creación mata,

muchos se vuelven locos,

algunos pierden el rumbo y

no lo pueden hacer

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nunca más.

Algunos pocos llegan a viejo.

Algunos pocos hacen plata.

Algunos se mueren de hambre (como Vallejo).

Es esa clase de guerra:

bajas por todas partes.

está bien, adelante

hacelo

pero cuando te ataquen

por el lado que no ves

no me vengas con

remordimientos.

ahora me voy a fumar un cigarrillo

en la bañera

y luego me voy a ir a

dormir

Un poema es una ciudad

Un poema es una ciudad llena de calles y cloacas,

llena de santos, héroes, pordioseros, locos,

llena de banalidad y embriaguez,

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llena de lluvia y truenos y períodos

de ahogo, un poema es una ciudad en guerra,

un poema es una ciudad preguntando por qué a un reloj,

un poema es una ciudad ardiendo,

un poema es una ciudad bajo las armas

sus barberías llenas de borrachos cínicos,

un poema es una ciudad donde Dios cabalga desnudo

por las calles como Lady Godiva,

donde los perros ladran en la noche y persiguen

la bandera; un poema es una ciudad de poetas,

muchos de ellos muy similares

y envidiosos y amargados...

un poema es esta ciudad ahora,

a 50 millas de ninguna parte

a las 9:09 de la mañana,

el sabor a licor y cigarrillos,

sin policía, sin amantes, caminando en las calles,

este poema, esta ciudad, cerrando sus puertas,

fortificada, casi vacía,

enlutada sin lágrimas, envejecida sin pena,

las montañas rocosas,

el océano como una llama de lavanda,

una luna carente de grandeza,

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una leve música de ventanas rotas...

un poema es una ciudad, un poema es una nación,

un poema es el mundo...

y ahora pongo esto bajo el cristal

para el loco escrutinio del editor

y la noche está en cualquier lado

y lánguidas damas grises se alinean

el perro sigue al perro al estuario

las trompetas anuncian los patíbulos

mientras los hombrecillos deliran sobre cosas

que no pueden hacer.

Alberto Girri

EN LA LETRA, AMBIGUA SELVA

1

El ritmo de lo escrito

es el ritmo del que escribe,

y el texto, el poema,

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72

en parte mecanismo verbal,

en parte sistema de correspondencias,

es con el mundo una sola entidad.

2

La forma equivale

a convicción interna,

y la letra la emplea con vistas

a proveer al mundo de significados,

y aun para el Significado,

y aun para subyugarlo

con el prejuicio de que la palabra

traduce y vierte lo ideado.

3

Lenguaje y estilo

penosamente edifican jerarquías,

y al lograrlo

el mundo queda en suspenso, extático,

aunque luego el producto se descompone,

su linaje se vulgariza,

suena escarnecido y degradado

como fofa, mustia potencia,

y las líneas mejores, las ejemplares

y musicales tiradas, apenas si sobreviven

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como detrás de un vidrio, burla y tedio,

¡oh pobre Olimpio!

4

¿Campos donde el que más despoja

es el que avanza?

¿Trampa y recompensa

para los que perseveran

enfermizamente atentos a apoderarse

de la utilidad atreviéndose

a lo banal absoluto de escribir

"Cierren esa puerta", o "Quisiera dormir"?

Cuanto trace la escritura

será interpretado, obtendrá respuesta,

como a los piadosos se les permite

orar según les plazca, convencidos

de que Dios escucha y lee

hasta las pisadas de una hormiga.

Leopoldo María Panero

S/T

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A ti lector, te ofrezco

las serpientes de mi boca

la amarilla

floración de mi boca

los huesos de la boca

la amarilla y oscura

floración del odio.

* * *

Oh el brazo cercenado

cuyo doble es el poema, ah la nada

que al poema por doble tiene

ah la palabra impura que todo sabe de rimas

y no de vida.

* * *

Nada hay ya turbio

nada hay ya

parecido a la vida

ni un muslo de mujer, ya ni una duda

nada hay ya

sino el poema como un pus, como una ortiga

cercenando mi mano.

René Char “La palabra archipiélago”

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75

LA MURALLA DE RAMITA (fragmentos)

Al consistir el designio de la poesía en hacernos soberanos

impersonalizándonos, rozamos, gracias al poema, la pleni-

tud de lo que solamente, estaba esbozado o deformado por

las bravuconadas del individuo.

Los poemas son incorruptibles trozos de existencia que

lanzamos a las fauces repugnantes de la muerte, pero lo

bastante alto para que , rebotando en ellas, caigan en el

mundo nominador de la unidad.

POR QUÉ VUELA EL DÍA

A lo largo del tiempo de su vida, el poeta se apoya en un momento

—si la circunstancia lo exige— en algún árbol, o mar, o talud, o

nube de cierta irisación. No está ligado al extravío de los demás.

Su amor, su comprensión, su dicha, tienen equivalentes en todos

los lugares a los que él no ha ido, a los que nunca irá, en las moradas

de los extraños a quienes no conocerá. Cuando le levantemos la voz,

cuando le instamos a aceptar intenciones que vinculan o invocamos a

su propósito a los astros, responde que él es el país de al lado, del cielo

que acaba de abismarse.

El poeta vivifica y luego corre al desenlace.

Al atardecer, a pesar de que en su mejilla hay hoyuelos de

aprendiz, él aparece como un transeúnte cortés que abrevia la despedida

para no perderse el momento en que el pan sale del horno.

Ezra Pound “Personae. Los poemas breves”

SALUTACIÓN SEGUNDA

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76

Fuisteis alabados, libros míos,

porque yo acababa de llegar del campo;

llevaba veinte años de retraso,

así que disteis con una audiencia preparada.

Yo no reniego de vosotros,

así que no neguéis vuestra progenie.

Aquí se alzan sin lemas rebuscados,

aquí están sin nada arcaico en torno a ellos.

Observad la irritación en general.

“¿Es ésta –dicen– la falta de sentido

que esperamos de los poetas?”

“¿Dónde está lo Pictórico?”

“¿Dónde está el vértigo de la emoción?”

“¡No! su obra primera era mejor.”

“¡Pobrecito, ha perdido sus ilusiones!”

¡Id, desnudas cancioncillas sin pudor,

id con el pie ligero!

(¡O con dos pies ligeros, si os apetece más!)

¡Id y bailad sin ninguna vergüenza!

¡Id y retozad impertinentes!

Saludad al serio y al pedante,

saludadlos con los pulgares en la nariz.

Aquí están vuestras campanillas y el confeti.

¡Id! ¡rejuveneced las cosas!

Rejuveneced incluso a “The Spectator”.

¡Id! ¡y soltad maullidos!

¡Bailad y haced sonrojarse a la gente,

bailad la danza del falo

y contad anécdotas de Cibeles!

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77

¡Charlad sobre la indecorosa conducta de los Dioses!

Levantadle las faldas a las remilgadas,

hablad de sus rodillas y tobillos.

Pero, sobre todo, acercaos a la gente práctica–

¡id! ¡tocad las campanas de sus puertas!

Decid que no trabajáis

y que vais a vivir eternamente.

ENCARGO

Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,

id también al neurótico, id al esclavo de los convencionalismos,

llevadles mi desprecio hacia sus opresores.

Id como una inmensa ola de agua fresca,

llevad mi desprecio hacia los opresores.

Hablad contra la opresión inconsciente,

hablad contra la tiranía de los que carecen de imaginación,

hablad contra las ataduras.

Id a la burguesa que muere de aburrimiento,

id a las mujeres de las urbanizaciones,

id a las horribles casadas,

id a aquellas que disimulan su fracaso,

id a las mal maridadas,

id a la esposa comprada,

id a la mujer impuesta.

Id a aquellos que tiene delicada lujuria,

id a aquellos cuyos deseos delicados se frustraron,

id como una plaga sobre la estupidez del mundo;

id con vuestro filo contra eso,

endureced las finas cuerdas,

llevad confianza a las algas y tentáculos del alma.

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78

Id de modo amistoso,

id hablando a las claras.

Ansiad encontrar nuevos males y un nuevo bien,

oponeos a toda forma de opresión.

Id a los acartonados por la edad madura,

a los que ya han perdido interés por todo.

Id a los adolescentes a los que ahoga la familia

–¡oh, que espantoso es

ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!

Es como una árbol viejo con brotes

y con ramas podridas que se caen.

Salid y desafiad a la opinión,

id contra esta servidumbre vegetal de la sangre.

Estad contra toda clase de propiedad hereditaria.

Nicanor Parra “Versos de Salón”

CAMBIOS DE NOMBRE

A los amantes de las bellas artes

hago llegar mis mejores deseos

voy a cambiar de nombre algunas cosas.

Mi posición es ésta:

el poeta no cumple su palabra

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si no cambia los nombres de las cosas.

¿Con qué razón el sol

ha de seguir llamándose sol?

¡Pido que se le llame Micifuz

el de las botas de cuarenta leguas!

¿Mis zapatos parecen ataúdes?

Sepan que desde hoy en adelante

los zapatos se llama ataúdes.

Comuníquese, anótese, y publíquese

que los zapatos han cambiado de nombre

desde ahora se llaman ataúdes.

Bueno, la noche es larga

todo poeta que se estime a si mismo

debe tener su propio diccionario

y antes de que se me olvide

al propio dios hay que cambiarle el nombre

que cada cual lo llame como quiera:

ese es un problema personal.

LA MONTAÑA RUSA

Durante medio siglo

la poesía fue

el paraíso del tonto solemne.

Hasta que vine yo

y me instalé con mi montaña rusa.

Suba, si les parece.

Claro que yo no respondo si se bajan

echando sangre por boca y narices.

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Joaquín Giannuzi “Obra completa”

POÉTICA

La poesía no nace.

Está allí, al alcance

de toda boca

para ser doblada, repetida, citada

total y textualmente.

Usted, al despertarse esta mañana,

vio cosas, aquí y allá,

objetos, por ejemplo.

Sobre su mesa de luz

digamos que vio una lámpara,

una radio portátil, una taza azul.

Vio cada cosa solitaria

y vio su conjunto.

Todo eso ya tenía nombre.

Lo hubiera escrito así.

¿Necesitaba otro lenguaje,

otra mano, otro par de ojos, otra flauta?

No agregue. No distorsione.

No cambie

la música de lugar.

Poesía

es lo que está viendo.

LA DISPERSIÓN

Sobre esta mesa he apoyado los brazos y la cabeza.

Piedad y desprecio por mi mundo. Los lugares comunes

de la materia que me rodea. Un lápiz, una caja

de fósforos, una taza de café, ceniza

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de cigarrillos sobre un desorden de papeles.

Cuánta desesperanza de poesía sin porvenir.

Y de pronto la certeza de que morir es apartarse de la mesa,

la noción de que todo se perderá.

Cada cosa se ausentará de la otra,

los objetos de quienes soy el centro dejarán de amarse.

Yo mismo, agonía volcada, volumen apretado al planeta

me veré arrojado por la ventana,

pedazo a pedazo, a trozos que se odian

hacia la fría unidad de la noche.

POESIA MINIMALISTA

La lapicera

La lapicera que no faltaba a la verdad,

por todas sus preocupaciones

terminó dentro del lavarropas.

Salió una hora más tarde y la tiraron

al secarropas junto con un par de ‘jeans’ viejos

y una camisa a cuadros.

Los días pasaron y ella permaneció

recostada tranquilamente sobre el escritorio

que estaba frente a la ventana.

Ella pensaba que estaba totalmente agotada.

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Sin convicciones. Sin voluntad.

Una mañana, poco antes del amanecer,

recuperó antiguas fuerzas

y escribió:

‘‘Los campos húmedos duermen

bañados por la luz de la luna’’.

Después de este esfuerzo

se quedó muy quieta,

nuevamente vacía, su utilidad

terminada.

Él la sacudió,

la golpeó sobre la tapa del escritorio.

La dejó a un lado.

Abandonó las pretensiones de hacerla trabajar

o casi todas.

Sin embargo

ella realizó un nuevo esfuerzo,

apeló a sus últimas reservas.

Esto es lo que escribió:

‘‘Un viento suave, y más allá del ventanal

los árboles flotan en el dorado aire de la mañana’’.

Él trató de hacerla escribir algo más,

pero eso fue todo. La lapicera

dejó de escribir, definitivamente.

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Él la puso con otras cosas inservibles

en el incinerador.

El tiempo transcurrió, días o meses,

y fue otra lapicera

una que todavía no había demostrado nada

la que con facilidad escribió:

‘‘La oscuridad se posa en las ramas.

Quedate muy quieto, no salgas de la casa,

quedate muy quieto...’’

Raymond Carver

Whisky and soda

soy llevado sobre circunferencias de acero

que ruedan sobre complacientes paralelas también de acero

chupo el cilindro forrado de papel

que contiene hojas picadas tostadas encendidas en la punta

bebo en la vasija de cuarzo traslúcido

este líquido compuesto de alcohol

mezclado con agua donde sube el gas en esferitas

esgrimo este otro cilindro de madera con eje de grafito

lo aplico sobre la celulosa blanca plana sumamente delgada

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alzo por fin mi repugnante corazón sobre las olas correctas de la técnica

y consigo decir te quiero

Baldomero Fernandez Moreno

La basura

Yo saco la basura a la calle

envuelta con papel y cuidado.

Quedan allí mezcladas, las sobras de la vida,

cáscaras del tiempo y recortes del alma.

Las dejo en la vereda con tristeza

porque son restos de fruta, de comida,

y de literatura

con las cuales

uno jugó a vivir, o se creyó existente.

Y también porque, acaso sin nosotros saberlo,

alguien nos haya envuelto

con papeles de cielo, con nubes de cuidado

y estamos a la orilla del universo

y nadie nos despide.

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Yo saco la basura, la dejo en la vereda,

y le digo: Adiós.

Jorge Calvetti

Zapatos

Finalmente ahora no me interesan los poemas me interesan

los zapatos los zapatos tristes. Me interesa la luz azul

que surge de ellos cuando una mujer gorda

camina hacia su hogar en el crepúsculo desde su zapatería.

Zapatos de televisión zapatos que he abandonado zapatos viejos!

éscribiendo hasta tarde en la noche bajo la luz

de botellas amarillas anteojos

lenguas colgando. El zapato marrón de la mañana

fuera de lugar en la medianoche en el salón de baile

con máscaras y violines. El zapato que yace

en el suelo como un niño que hace sumas

tiene aquí mi simpatía mi adulta simpatía

la sonriente luna en la ventana. El zapato del libro de cuentos

que nunca más será agraciado por ruedos de pantalones

yace en el bosque como un hongo de cuero

mientras cae la luz a través de los árboles como monedas pesadas.

Zapatos de juventud y vejez zapatos humanos

mas graciosos y con mas fines que un corcho que cae

mas bello que alguien atrapándolo.

Los zapatos en los pies de los esqueletos en la tumba

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los zapatos en los pies de los niños

los zapatos bajo la cama

como son pacientes los hemos obligado

a darse vuelta por donde vamos conversando durante kilómetros/

sin lograr hablarnos. Libros de sudor.

Libros de esfuerzo. La gastada caparazón

de colgar viajar correr y patear.

Apagadores de colillas. Fracaso de tobillos gruesos

al levantarse suspiran los cordones

como brazos muertos en las tardes los ojos

y ojales como ojos humanos la costura rasgada

el talón roto, las flores del durazno

cayendo como nieve sobre el zapato.

Rex Burwell

La carretilla roja

Tanto depende

de

una carretilla

roja

reluciente de gotas

de lluvia

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junto a las gallinas

blancas.

William Carlos Williams

La cortadora de césped

La cortadora se detuvo ya un par de veces, al arrodillarme

encuentro

Un zorrino acurrucado frente a las cuchillas

Ya muerto. Había hecho en el pasto alto su refugio.

Recuerdo haberlo visto antes, inclusive le dí de comer una

vez.

Ahora yo había injuriado su mundo ignoto

No había reparación. En nada iba a ayudar su entierro:

La mañana siguiente yo me levantaría y el ya no.

El primer día después de una muerte, la nueva ausencia

Es siempre la misma, debemos tener cuidado

De cada uno de nosotros y los otros, debemos ser buenos

Mientras todavía haya tiempo.

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Philip Larkin

Tu perro se muere

lo atropella una furgoneta.

lo encuentras a la orilla de la carretera

y lo entierras.

te sientes mal.

te sientes mal por ti mismo,

pero te sientes peor por tu hija

porque era su mascota

y lo quería mucho.

solía canturrearle

y lo dejaba dormir en su cama.

escribes un poema sobre ello.

lo titulas un poema para tu hija

y trata del perro al que atropella una furgoneta,

de cómo te ocupaste de él,

lo llevaste al bosque

y lo enterraste hondo, muy hondo,

y el poema sale tan bien

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que casi te alegras de que hayan atropellado

al pobre perro, si no, no habrías escrito

nunca ese poema.

entonces te sientas a escribir

un poema sobre la escritura de un poema

que trata de la muerte de ese perro,

pero mientras escribes oyes

a una mujer gritar

tu nombre, tu nombre de pila,

ambas sílabas,

y tu corazón se para.

dejas pasar un rato y vuelves a escribir.

ella grita de nuevo.

te preguntas cómo va a terminar esto.

Raymond Carver

Hormigas sobre naranja

Lo negro devorando al esplendor,

aullando silencioso,

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y silenciosamente devorado

por tanta maravilla

Rodolfo Alonso

El rostro de un candidato político en una valla publicitaria

Ahí está:

No demasiadas resacas

No demasiadas peleas con mujeres

No demasiados neumáticos desinflados

Nunca pensó en el suicidio

No más de tres dolores de muelas

Nunca se saltó una comida

Nunca estuvo encarcelado

Nunca estuvo enamorado

7 pares de zapatos

un hijo en la universidad

un coche que no tiene más que un año

pólizas de seguros

un césped muy verde

cubos de basura con tapa hermética

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seguro que le eligen.

Charles Bukowski

El dinero

Trabajé 16 horas en el camping y a las 8

de la mañana tenía 2.200 pesetas pese a ganar

2.400 no sé qué hice con las otras 200

supongo que comí y bebí cervezas y café con

leche en el bar de Pepe García dentro del

camping y llovió la noche del domingo y toda

la mañana del lunes y a las 10 fui donde

Javier Lentini y cobré 2.500 pesetas por una

antología de poesía joven mexicana que

aoarecerá en su revista y ya tenía más de

4.000 pesetas y decidí comprar un par de

cintas vírgenes para grabar cecil Taylor

Azimuth Dizzie Gillespie Charlie Mingus

y comerme un buen bistec de cerdo

con tomate y cebolla y huevos fritos y escribir

este poema o esta nota que es como un pulmón

o una boca transitoria que dice que estoy

feliz porque hace mucho que no tenía

tanto dinero en los bolsillos.

Roberto Bolaño

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Fumando espero

el último cigarrillo

el último fósforo

que fue sorprendido a último momento en el bolsillo

el fósforo que resolvió la situación

el fósforo que encendió el cigarrillo

el cigarrillo que se consume en tu mano

en tu mano sin ternura

tu mano rígida que sostiene a desgano el cigarrillo

tu mano incapaz

la misma que estrechó correctamente otras manos

la mano que te defiende

tu mano frente al mundo

atajándolo

el mundo contento y realizado

tu mano que todavía tiene todo por hacer

la mano que sólo quiere encender el último cigarrillo

con el último fósforo

Francisco Paco Urondo

Epicedio a Luisito

te pusiste en la boca una escopeta de dos caños

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apoyaste su culata en la pampa

y sorbiste de un solo trago el feroz mate de plomo

que portón en la nuca cómo salieron echando diablos los sesos

y la sangre y todo el dolor que habías comprendido y custodiado

entre huesos durante treinta años

eso pasaba en la nuca pero en la cara pasaba esto otro

la suave paz de tus labios

como hembra en varón

se reclinaban en la recia paz de tus bigotes

Cesar Fernandez Moreno

El puesto del gato en el cosmos

Uno siempre se equivoca cuando habla del gato.

Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana

el gato se ha planteado en el fono de los ojos

un posible fracaso en la noche cercana.

Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite.

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A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo

y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él.

¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola,

una motivación, un juicio o un conocimiento?

El gato es un acto gratuito del gato.

El que aventure una definición debería

proponer sucesivas negaciones al engaño del gato.

Porque el gato, por lo menos el gato de la casa,

particular, privado e individuo hasta las uñas,

comprometido como está

al vicio de nuestro pensamiento

ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.

Joaquin Gianuzzi

Los bares

Van Gogh los pintó en la espera de la noche

aunque con una luz más triste,

su emoción equivalía a un pájaro,

a una vieja recogiendo flores.

La ciudad nos obliga a estar con las manos

juntas a la espera de la noche.

Ellos, los bares,

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cuando la noche llega,

dejan el hombre a solas

tal un relieve egipcio contra el muro.

Son como esas personas

que cuentan más por su recuerdo

que por ellas mismas,

secretan un pasado fértil de su inútil presencia.

Patriarcales, se apagan del interior

igual que los sueños.

Y después, cuando los bares se iluminan

la ciudad se queda sola como el campo.

Arnaldo Calveyra

Hoteles

Son numerosos al borde la ruta

a la caída de la tarde,

llegar a eso de las siete,

los cerezos en flor se acuestan a esa hora,

esperar que las luces se enciendan

en el pañuelo de pueblo forastero,

jugar a encandilarnos y jugar

como cuerpos encendidos

juegan con cuerpos que se apagan

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-en verdad encendidos-,

Ir hasta la fuente del pueblo

que yace en su horizonte de bolsillo

a unos cincuenta metros de la huerta

no en procura del agua sino del posible poema

Arnaldo Calveyra

Tapa de cloacas

La belleza de las tapas de pozos -¿qué es eso?

como las golpeadas medallas del salvaje Gran Khan

Como piedras del calendario Maya, incopiable, indescifrable,

No como el viejo electrón, cazado y anotado

Consignado y esculturado para hacerlo girar

Pero marcándolo y caracoleándolo y embolsándolo y destrozándolo

Con el nombre de las grande compañías

(Dulce Belén, sonriente Estados Unidos.

Este artefacto inoxidable de mi calle

Estará después derretido a lo largo de los caminos donde yacera

Hacia un lado en la tumba del viejo mundo de hierro

Mordiendo hasta el abismo

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Con su fuerte misterio Americano con

Su obsoleta belleza.

Karl Shapiro