poder y elites en santa cruz de la sierra - fernando prado, susana seleme, claudia peña

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Se plantea como objetivo general conocer la especificidad del ejercicio del poder y quiénes lo ejercen en Santa Cruz: las clases y sectores de clases dominantes y elites dirigentes, y las otras elites que les sirven. Al mismo tiempo, detectar las rémoras, falencias y debilidades que les son comunes, como sus potencialidades, fortalezas y el sentido de oportunidad histórica que han desarrollado.

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PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ

PODER Y ELITESEN SANTA CRUZ:

Tres visiones sobreun mismo tema

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CEDURE - CORDAID

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PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ

PODER Y ELITESEN SANTA CRUZ:

Tres visiones sobreun mismo tema

PRIMER ENSAYO:MARCO TEORICO SOBRE PODER Y ELITES

Susana Seleme Antelo

SEGUNDO ENSAYO:LA CONFORMACION HISTORICA

DEL PODER Y LAS ELITES EN SANTA CRUZClaudia Peña Claros

TERCER ENSAYO:PODER Y ELITES HOY: QUIENES SON

Y COMO EJERCEN SU PODERFernando Prado Salmon

(coordinador)

Santa Cruz de la Sierra2007

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CEDURE - CORDAID

PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ:Tres Visiones sobre un mismo temaSusana Seleme Antelo, Claudia Peña Claros, Fernando Prado Salmon

© Derechos reservados de los autores y de la presente edición de la Editorial Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio.

Depósito Legal: 8-1-1974-07ISBN: 99905-71-89-9

1era. Edición 2007, Editorial El País1000 Ejemplares

Cubierta: de Alejandro Ibáñez sobre una fotografía de la calle Libertad hacia nales de Siglo XIX

Impreso en Editorial EL PAÍSCronenbold Nº 6Telf.: (591-3) 334 3996 / 333 4104Casilla Postal: [email protected] Cruz de la Sierra

Impreso en Bolivia – Printed in Bolivia

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PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ

PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ:Tres visiones sobre un mismo tema

ÍNDICE

Presentación ...................................................................................................... 7

INTRODUCCIÓN GENERAL ...................................................................... 91. Justi cación y relevancia del tema .................................................. 92. Objetivos ............................................................................................. 10

PRIMER ENSAYO: .......................................................................................... 13MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL SOBRE PODER,CLASES SOCIALES, ELITES, ESTADO Y REGIÓNSusana Seleme Antelo ..................................................................................... 13

1. Poder, Estado y hegemonía .............................................................. 152. Las clases sociales y su estatuto teórico .......................................... 333. La teoría de las elites políticas y su rol en la construcción y gestión del poder ............................................................................ 464. La cuestión regional ........................................................................... 56

SEGUNDO ENSAYO: ..................................................................................... 69LA CONFORMACION HISTORICA DEL PODERY LAS ELITES EN SANTA CRUZClaudia Peña Claros ........................................................................................ 69

1. Nuestras preguntas e hipótesis de investigación .......................... 712. Retomando los períodos ................................................................... 733. Primer período: el letargo, de la fundación a nes del siglo XIX ........................................................................................ 754. Segundo período: el auge de la goma y la sucesiva pobreza ...... 935. Tercer período: del nacionalismo revolucionario hasta los ’80 ....................................................................................... 1086. Cuarto período: el neoliberalismo ................................................. 1257. Quinto período: la actual incertidumbre ..................................... 135

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TERCER ENSAYO: ........................................................................................ 147PODER Y ELITES HOY: QUIENES SONY COMO EJERCEN SU PODER Fernando Prado Salmón ............................................................................... 147Introducción .................................................................................................... 149

1. Poder, elites, estructura y superestructura ................................... 1512. Las bases económicas del poder en Santa Cruz ......................... 1583. La construcción de la superestructura (legal, político institucional, cultural e ideológica) para consolidar el bloque al poder ............................................................................ 1824. La estrategia para ejercer el poder ................................................. 200

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PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ

PRESENTACIÓN

Existe en Santa Cruz cierto difuso “pudor” para tratar los temas referidos al poder. No se habla de él, y si se lo hace, es en forma misteriosa y despectiva, haciendo referencia a los “grupos de poder” o como se usa hoy desde el gobierno, a la “oligarquía cruceña”.

Y sin embargo, conocer quién tiene el poder, cómo lo ejerce, qué in-tereses de ende y cuáles son sus objetivos, es importante para todos quie-nes debemos vivir bajo ese poder, sea que lo aceptemos o no.

Saber quiénes son los que realmente mandan y de dónde proviene su poder, ha sido siempre importante, ya sea que se comparta sus valores y objetivos, en cuyo caso no existe con icto sino sinergia entre quien man-da y el “mandado”, aceptándose esa “hegemonía”; o ya sea porque no se comparte el discurso y los valores de quienes tienen poder, en cuyo caso es de esperar la indiferencia de los dueños del poder, o peor, su drástico veto económico y social.

Para profundizar este importante tema, CEDURE, con el apoyo de CORDAID, invitó a tres conocidos investigadores, con quienes se sos-tuvieron innumerables e interesantes reuniones sobre el poder, las clases sociales y el rol de las elites en Santa Cruz, reuniones en las que cada uno aportó con conceptos e interpretaciones y profundizó más algunos concep-tos desde su propia visión y concepción ideológica. Estas reuniones sirvie-ron para ir de niendo en conjunto el tema del poder en Santa Cruz.

Fue así que concluidas las reuniones de trabajo, Susana Seleme Antelo se propuso elaborar un “estado del arte” sobre poder, Estado, clases y elites, que es el primer ensayo que presentamos, pensando que el mismo, además de ser un valioso aporte para muchos investigadores, es un buen marco teórico para los otros ensayos.

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El segundo ensayo nace porque Claudia Peña Claros asumió la responsabilidad de desarrollar un ensayo histórico sobre la evolución del poder desde la época de la colonia hasta nuestros días, considerando las formas y contenidos que asume el poder en los distintos períodos his-tóricos de la región.

El tercer ensayo, desarrollado por Fernando Prado Salmon, versa sobre quiénes ejercen el poder y cómo lo ejercen. Es más bien un análisis de coyuntura, concreto, y muy apegado a realidades que vivimos en forma cotidiana. Identi ca el poder y sus tentáculos “con nombre y apellido”, para decirlo metafóricamente.

De esta manera, tenemos “tres ensayos sobre un mismo tema”, tres ensayos que pueden ser leídos por separado, pues cada texto tiene su propia coherencia, pero con importantes sinergias entre los mismos, por lo que en este caso se cumple el principio sistémico de que uno por tres no da tres, sino cuatro.

Entonces, ¿cómo leer este libro?

Constatamos que los ensayos están organizados para ir de lo teórico a lo concreto, de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo real. Por ello, quien ama empezar desde la teoría, o desde lo general, para ir bajando a lo particular, lo leerá empezando con el ensayo de Susana, quien pre e-re empezar con cosas concretas para pasar después a la teorización de lo concreto, debe entonces leer el libro al revés. En todo caso, ¡lean los tres ensayos!

Fernando Prado SalmonCoordinador

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INTRODUCCIÓN GENERAL

1. JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA DEL TEMA

El equipo invitado por CEDURE – CORDAID para discutir el tema del poder en Santa Cruz consideró que la presencia de un nuevo bloque sociocultural indígena - mestizo en el poder guber-namental, con ideas de reivindicación social, indígena y popular en “tiempos de cambio y revolución” como los denomina el gobier-no del MAS, ha agudizado las contradicciones con la región. ¿Por qué? Porque Santa Cruz departamento y Santa Cruz de la Sierra ciudad, como cualquier otra sociedad del abigarrado1 mundo la-tinoamericano, mestizo, confuso y complejo por donde se lo mire, por origen, historia y desarrollo, factores imposibles de dejar de tomar en cuenta, si se quiere ver la totalidad y las parcialidades, parece más apegada a lo blanco-mestizo, y al capitalismo como sis-tema productivo. Santa Cruz ha aprendido a aceptar y valorar lo indígena regional como una defensa ante la inmigración indígena y mestiza andinas. Las visiones unidireccionales y sin mediaciones desde las miradas intelectuales y políticas andinas, así como las que provienen del oriente, inciden en un alto grado de con ictividad, que existe, pero con un evidente afán de aumentar y exagerar la tendencia a los clivajes y rupturas sociopolíticas y étnico-culturales, que muy poco aportan a la convivencia en la diversidad. Insistir en

1 Asumimos el término ‘abigarrado’ en la concepción dada por René Zavaleta Mercado: sociedades diversas, desiguales, pobres, dependientes, con superposición de distintos modos de producción: de autosubsistencia, precapitalista, capitalista, y hoy agregamos, con bolsones vinculados a la economía mundial globalizada. Esas desigualdades, asimetrías y superposiciones económicas, y su no resolución vía el reconocimiento a las diversidades y su inclusión, han impedido la conformación de un Estado nacional.

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ello, refuerza más bien la resistencia, desde los dos polos, frente al “otro” diferente.

Por ello se consideró que este estudio sería absolutamente relevante, desde todo punto de vista, y pertinente, en momentos que se juega el destino de la ciudad, de la región y de la nación. Son estos tiempos de in exión y crisis en los que se dará una recompo-sición territorial, política y social del poder a partir de la Asamblea Constituyente y la probabilidad del reconocimiento de las autono-mías departamentales.

La renovación del sistema político, con ese nuevo bloque en el poder estatal y gubernamental, está hoy enfrentada a múltiples contradicciones internas, lo que no es nada nuevo, pero también a contradicciones externas regionales, que tampoco son novedad. Y como ya dijimos en el libro Santa cruz y su gente: una visión críti-ca2, las regiones no son espacios vacíos, sino ocupados por hombres y mujeres de carne y hueso, con sus diversas visiones del mundo y sus respectivas cargas ideológicas. Cada uno de esos conceptos está relacionado al poder, al ejercicio del poder, a los diferentes tipos de poder, a las clases sociales y a las elites.

2. OBJETIVOS

Objetivo General:

Se plantea como objetivo general conocer la especi cidad del ejercicio del poder y quiénes lo ejercen en Santa Cruz: las clases y sectores de clases dominantes y elites dirigentes, y las otras elites que les sirven. Al mismo tiempo, detectar las rémoras, falencias y debilidades que les son comunes, como sus potencialidades, forta-lezas y el sentido de oportunidad histórica que han desarrollado. Se trata de investigar cómo actúan entre sí y frente al poder central, al

2 Seleme, Susana; Prado, Fernando; Prado, Isabella; Ledo, Carmen. Santa Cruz y su gente. Una visión crítica. Santa Cruz. ABC Producciones. Octubre 2005.

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que han combatido y combaten, y el comportamiento actual frente al nuevo bloque en el poder, que expresa diferentes visiones socio-culturales y marcada incidencia étnico cultural.

Con tal objetivo se plantea una investigación multidiscipli-naria, que parte de un Estado de la Cuestión sobre el poder y sobre el lugar desde dónde se ejerce el poder; acerca de las clases sociales y la teoría de las elites, para diferenciar las elites de las clases, secto-res dominantes (burguesía) y clase dirigente; y sobre las tendencias a la construcción de qué tipo de hegemonías. Cómo el ejercicio del poder en esas instancias se re eja en la vida cotidiana de la región y, en más de una ocasión, en todo el país.

Objetivos especí cos:

a) Estudiar el contexto de la estructura y superestructura en Santa Cruz de la Sierra, a partir de una mirada retros-pectiva en el tiempo y de un análisis de las instituciones públicas y privadas para detectar sus articulaciones, vín-culos, redes sociales, y/o contradicciones internas y con el Estado.

b) Describir la evolución y características de la estructura de dichas instituciones, la evolución de sus actividades económicas, políticas, institucionales, incidiendo en sus principales rasgos socioculturales, en el manejo del dis-curso, en la formación de los mitos, desentrañando sus dimensiones y sus proyecciones.

c) Analizar la homogeneidad de la estructura productiva tradicional post Revolución del 52, su imbricación - arti-culación con la naciente burguesía agropecuaria /agroin-dustrial, y su actual diversi cación en los sectores extrac-tivos y de servicios.

d) En un análisis de la formación socioeconómica, y a par-tir de la argumentación de la necesaria distinción entre clase dominante, dirigente y elite, identi car los brazos ejecutores de los intereses de clase y sectores de clase; la

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jerarquía de mandos de las clases y sectores de clase, y cómo se articulan a ellos las: i) elites políticas: los partidos políticos y el Comité Cívico, aunque no sea parte del siste-ma de partidos políticos. ii) elites intelectuales: los “pen-sadores / escribidores” que ponen en blanco y negro y hablan públicamente de la ideología económica, política, social y cultural de las clases dominantes o burguesía. iii) Las elites administrativas: la burocracia que ha servido desde los aparatos del Estado y los gobiernos de turno a los intereses dominantes cruceños.

e) Analizar del poder de la burguesía y las elites cruceñas en procesos - acciones que tienen un remate estatal, y si este remate resuelve algunas de las contradicciones entre el nivel local y el central, y al interior del mismo nivel local.

f) Detectar las vinculaciones de esos sectores con las empre-sas extranjeras del capitalismo globalizado, al que sirven los miembros de las elites profesionales intelectuales.

Esas son las tareas que nuestros invitados asumieron y cu-yos resultados presentamos a continuación, en los tres ensayos que conforman este libro.

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MARCO TEORICOY CONCEPTUAL:

PODER, CLASES SOCIALES,ELITES, ESTADO

Y REGION

Susana Seleme Antelo

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Primer Ensayo

MARCO TEORICO Y CONCEPTUAL:PODER, CLASES SOCIALES, ELITES,

ESTADO Y REGION

Susana Seleme Antelo

1. PODER, ESTADO Y HEGEMONÍA

“Si quieres entrar en un pentágonoy no lo logras por ninguno de los cinco lados,

busca el sexto”...Antiguo proverbio chino3

Anduvimos buscando ese sexto lado pues ninguno de los otros que se abrían, satisfacía la ansiedad de construir un estado del arte sin repetir lo ya sabido. Sobre esa base, además, ¿cómo in-troducir la naturaleza del poder y cómo ejercen el poder las clases y fracciones de clase burguesas? ¿Qué sentido tiene, en esta cons-trucción teórica, introducir el concepto de elites y por qué? Hacerlo para no repetir lo ya leído y sabido, pero rescatando ese saber con rigor académico y al mismo tiempo con creatividad, es el reto.

3 Citado por Pierre Bourdieu en La Reproducción. Ed. Laia. Dist. Fontamara. 1995. México.

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1.1. El poder

Según el Diccionario de la Lengua Española, Mijail Bulgakov (1891-1940) señalaba que “Todo poder es una violencia ejercida sobre la gente”, y no parece que ésta sea una de nición que rechace una gran mayoría, entre ellos, Joaquín Estefanía4 para quien poder signi ca dominio, imperio, facultad y jurisdicción que se tiene para mandar o ejecutar una cosa, imponer una voluntad sobre otras; pero ante todo superioridad, ya que todo poder sería una conspiración con-tra el débil, aunque si los más fuertes se imponen en un periodo, pueden llegar a estar entre los más débiles en el siguiente. Lo que cambia, según el escritor y periodista, son los poderes fácticos, es decir aquellos que cambian con el tiempo, entre los que se encuen-tran: la política, los hombres de las nanzas, los medios masivos de comunicación, los sindicatos, los patrones, los militares, la iglesia y, al nal de la lista, los ciudadanos, cuando castigan con su voto o su abstención.

La dinámica del poder se asienta en la capacidad de controlar las emociones, al igual que Jano, la deidad etrusco-romana con dos caras, quien custodia ambivalentemente las puertas de la tierra y del cielo, símbolos del principio y el n; una cara hacia al atardecer, y otra al amanecer: las dos caras contrapuestas, lo que permite una evaluación ambivalente, positiva y negativa. Para ejercer esta estra-tegia “bifronte” como la de Jano, el poder requiere de la capacidad de jugar con las apariencias y con las emociones; es decir, contar con la habilidad para controlar las emociones internas. El poder es ante todo “parecer” justos y decentes; agradables y sutiles pero as-tutos, democráticos pero arteros. En el juego del poder no se mide al hombre por sus intenciones, sino por el efecto de sus acciones.5

4 Estefanía, Joaquín. El Poder en el Mundo. Plaza & Janes: Barcelona, España. 2000. 5 Idem.

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Max Weber6, un clásico y además crítico de la teoría marxista, de ne el poder como la probabilidad de tomar decisiones que afec-ten la vida de otro(s) pese a la resistencia de éstos. En la medida en que el poder se ejerce por medio de la fuerza y la coerción, Weber distingue entre el mero ejercicio del poder y la relación de domina-ción. Todas las cualidades imaginables de un hombre y toda suer-te de constelaciones posibles pueden colocar a alguien en posición de imponer su voluntad en una situación dada. Según Weber, el concepto de dominación tiende a ser más preciso, pues sólo pue-de signi car la probabilidad de que un mandato sea obedecido de cualquier manera.

1.2. El ejercicio del poder

Para hacer que su poder sea efectivo, un individuo o un gru-po puede apelar a los temores, a sanciones físicas, al ejercicio de la persuasión, a la manipulación o al compromiso que los no-pode-rosos tienen con el “sentimiento del deber”. Algunos autores dis-tinguen en las relaciones del poder las que son asimétricas de las que exigen reciprocidad. Dentro de las primeras están la fuerza y la manipulación; dentro de las segundas la persuasión y la autoridad.7

Mientras que el poder que se ejerce por la fuerza tiene su sustento en la violencia, la manipulación es un poder que se ejerce ocultando las intenciones mediante un esfuerzo deliberado y exito-so de in uir en las respuestas de individuos o grupos, a los que no se les comunica explícitamente las intenciones del poderoso. Para Estefanía “Los hombres se sirven de palabras para ocultar sus verdaderos pensamientos y de los pensamientos para justi car sus injusticias”.8 Así, el poder se de ne como la capacidad de generar los medios para lograr un n, o la capacidad de imponerse en una relación entre dos

6 Weber, Max. Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales. Alianza Editorial. Buenos Aires. 2ª edición 1974, p. 43.

7 Wrong, D.M. Power its Forms, Bases and Uses, Harper Colophon Books. New York 1980, p. 26-28-31.

8 Estefanía, op. cit.

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sujetos o muchos. Desde esta perspectiva se habla de poder eco-nómico, ideológico y político, militar, social, religioso, entre otros, desde los cuales se manipula para obtener ventajas en cualquiera de esos campos de poder, o se concierta y acuerda mediante la per-suasión.

Debe entenderse por persuasión aquella forma de poder que intenta convencer mediante argumentos que se aceptan sólo des-pués de ser evaluados independientemente e integrados como base del comportamiento propio, tesis que se asemeja a la hegemonía en Gramsci.

3.3. El poder político se expresa en el Estado: los aparatos del Estado

Pero el poder político, que es lo que nos interesa, se ejerce desde una abstracción que llamamos Estado, en el que hay que ins-cribir la existencia de clases sociales, que analizaremos luego. Pero hay que hacer una diferencia sustancial entre el poder del Estado y los aparatos del Estado, es decir, entre las instituciones que cumplen las funciones de Estado o los intereses de una clase o varias clases del bloque en el poder. Ese poder en una formación social sólo se prolonga en el tiempo, si se reproducen las condiciones materiales de su reproducción, es decir, las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas. 9

Para los teóricos marxistas como Etienne Balibar, Louis Al-

thusser10, Martha Harnecker y otros de esa corriente de pensamien-to, empezando por el propio Marx, Engels y Lenin, “el Estado es una máquina para que una clase reprima y someta a otras clases”.11 Pero de hecho, el poder político del Estado no se ejerce directamente bajo la

9 Althusser. Louis, “Los aparatos ideológicos del Estado”, en La filosofía como arma de la revolución. Editado por Enrique de la Garza Toledo, Porrúa y UNAM, México, 1988. Pp 14-15.

10 Althusser, L .Para leer el Capital. Siglo XXI, Vigésimoprimera edición. México. 1988. 11 Harnecker, Martha. Los conceptos elementales del materialismo histórico. Siglo XXI.

Quincuagésima edición. México. 1985. P. 120.

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forma de la relación de la clase dominante económicamente sobre otra, sino por medio de un aparato especializado, al servicio de esa dominación de clase, en la que intervienen las elites que sirven a los intereses de la clase dominante, como se verá en el estudio de las elites. Son ellas (las elites) las que están en la cúspide de los aparatos del Estado, pero no tienen poder. Son las/los intermedia-rios del poder de la clase dominante, de una de sus fracciones o de varias, según la composición y el equilibrio que se haya logrado en el ejercicio del poder político del bloque en el poder para lograr el dominio de la estructura estatal. Según Balibar “De hecho el poder político de una clase dominante se ejerce por intermedio de un aparato especializado, colocado por encima de la sociedad (…). Las modalidades de este servicio son diferentes en las diferentes formaciones sociales.”12

Dicho de otro modo, el poder político de la burguesía no se ejerce directamente, sino indirectamente y, en ese sentido, el Estado capitalista, es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dominante no sólo justi ca y mantiene su dominio, sino que también logra obtener el consenso activo de los gobernados. Para ello, según estos autores marxistas, el Estado ejer-ce una triple función:

• la técnica – organizativa - administrativa; • la función represiva y • la función ideológica, siendo esta última la que asegura la adhesión inconsciente

de los individuos a los valores que de nen la estructura social y despliegan los mecanismos de la dominación social. Su reproduc-ción se realiza mediante la escuela, la iglesia, las instituciones, los medios masivos de información, entre otras. En las sociedades ca-pitalistas la función política estatal es ejercitada por la clase domi-nante burguesa.

12 Balibar, Etienne; Althusser, Louis. Para leer el Capital. Siglo XXI. Vigésimoprimera edición. México, 1988.

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1.4. El Estado en la periferia capitalista

Lo importante en este trabajo es analizar la organización es-tatal en la periferia capitalista para comprender la articulación entre las clases sociales, el Estado y los aparatos de Estado, que es desde donde se ejerce el poder. Lo que existe en la periferia capitalista es “(…) la yuxtaposición de lo económico y lo político típica de la sociedad burguesa, se expresa en un aparato burocrático y una “clase política”, des-ligados formalmente del intercambio económico, separados de los agentes de producción y dotados de una apariencia de neutralidad.”13

Lo que caracteriza a estos Estados es la hipertro a y la he-terogeneidad, la centralización y la dispersión que producen di -cultades funcionales secundarias, ya que “al abrirse el aparato estatal a las contradicciones sociales, la lucha de competencias se traslada a su interior, en forma abierta, como disputa entre intereses económicos con-trapuestos, o en forma solapada como permanentes rencillas entre los di-ferentes órganos de Estado. De la privatización de segmentos del Estado hay un sólo paso a la ‘feudalización’ de ciertos reductos o ciales. Así, los Estados de la periferia capitalista ofrecen la imagen de (…) poderes de un clan, de una minoría étnica o regional, o de una ‘ma a’, dejando de lado por completo el interés y la nalidad de los aparatos de Estado, y presentan instancias obsoletas que subsisten por la ley de inercia y que, como dijo Marx ‘taponan los poros de la sociedad’”.14

Si Marx estableció la relación entre poder y violencia a través de la lucha de clases, Weber 15 conceptualizó al poder como el mo-nopolio de la violencia legítima, es decir la capacidad de imponer la propia voluntad al comportamiento de otros: “El Estado es una comunidad humana que reivindica con éxito el monopolio del empleo le-

13 Everst, Tilman. El Estado en la periferia capitalista. Siglo XXI. Cuarta edición. México, 1987. P.168.

14 Idem. P 173. La composición de la frase de Marx es extraída de El 18 Brumario de Louis Bonaparte.

15 Weber. Op.cit. P. 196.

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gítimo de la violencia física en un espacio determinado”. Y Gramsci lo de nió como la articulación de la violencia.

Es necesario señalar que no se debe confundir poder del Es-tado con el gobierno. Una clase, o varias fracciones de clase de un bloque en el poder, pueden ser la clase dominante y tener-detentar el poder del Estado, pero recurrir a otras clases y capas sociales para desempeñar las labores del gobierno, es decir, el poder político desde los aparatos del Estado. El poder político puede llegar a tener una cierta autonomía frente al poder del Estado, ya que está sujeto a múltiples contradicciones, sometido a la correlación de fuerzas, si se trata de un bloque de clases en el poder, y también frente a las clases y sectores de clase ajenas al poder del Estado, que presentan batallas políticas, económicas e ideológicas contra hegemónicas a la dominación.

1.2. Poder y hegemonía

Para Gramsci, el teórico marxista italiano, “En política el error procede de una comprensión inexacta del Estado en su sentido pleno: dicta-dura más hegemonía”16. El Estado es “la sociedad política más la sociedad civil, vale decir, hegemonía revestida de coerción”17, lo que se traduce en la relación dialéctica entre la estructura y la superestructura, en un bloque histórico en el poder, en una formación económico-social determinada, sujeta a una cambiante correlación de fuerzas, pro-ducto de la lucha de clases e intraclase. “El Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justi ca y mantiene su dominio, sino que también logra obtener el consen-so activo de los gobernados”.18

La noción de “bloque histórico en el poder” de Gramsci tiene que ver con la hegemonía en su relación orgánica con las masas, 16 Citado por Christine Buci-Glücksmann en Gramsci y el Estado. Siglo XXI. Cuarta edición,

1979. México. Prólogo. P. 6.17 Gramsci, Antonio. Notas sobre Maquiavelo. Juan Pablo Editores. S.A. México, 1975. P. 165.18 Gramsci, Antonio. Op. cit. P.107.

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bajo una dirección intelectual (los intelectuales orgánicos) y moral, a partir de la cual esas masas se sientan permanentemente ligadas a sus organizaciones de clase. En esa relación orgánica entre el blo-que histórico y las masas, la hegemonía signi ca la formación de una voluntad colectiva nacional popular.

Gramsci no analiza la situación de los Estados periféricos en el sistema capitalista, pero intenta explicar el por qué del fracaso de la formación de dicha voluntad colectiva nacional popular en Italia. Y para eso recurre a Maquiavelo: para indagar qué fuerzas sociales impidieron allí la constitución de un Estado unitario, y cómo, en su tiempo, seguían impidiendo la lucha de la clase obrera por el nuevo Estado socialista. Gramsci tiene claro que “El moderno Príncipe, el mito príncipe, no puede ser una persona real, sino un organismo, un ele-mento complejo que tienda a concretar una voluntad colectiva reconocida y a rmada en la acción. Ese elemento complejo es el partido político.”19

Lo que Gramsci exploraba era una nueva estrategia de la re-volución, donde las masas fueran protagonistas de su propia libe-ración. La construcción de la hegemonía como dirección político-cultural no se identi ca con la fuerza, no se impone: se conquista, mediante una nueva política de alianzas. Sobre esa base se constru-ye la contra hegemonía a la dominación de clase burguesa.

La hegemonía para Gramsci no es un sistema formal cerra-do, absolutamente homogéneo y articulado. La hegemonía, por el contrario, es un proceso que expresa la conciencia y los valores or-ganizados por signi cados especí cos y dominantes en un proceso social vivido de manera contradictoria, incompleta y muchas veces hasta difusa. En otras palabras, la hegemonía de un grupo social equivale a la cultura que ese grupo logró generalizar para otros seg-mentos sociales.

19 Gramsci, Antonio. Notas sobre Maquivelo… op cit. Prólogo. P. 19.

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En Gramsci, la hegemonía es idéntica a la cultura, pero es algo más que ella, porque además incluye necesariamente una distribución especí ca de poder, jerarquía e in uencia. Como di-rección política y cultural sobre los segmentos sociales “aliados” in uidos por ella, la hegemonía para Gramsci, no es sólo consenso, también presupone violencia y coerción sobre los enemigos. Por último, la hegemonía nunca se acepta de forma pasiva, está sujeta a la lucha, a la confrontación. Por eso, quien la ejerce debe todo el tiempo renovarla, recrearla, defenderla y modi carla, de acuerdo a la correlación de fuerzas, intentando neutralizar a su adversario. Al re exionar analíticamente sobre las relaciones de poder y de fuer-za que caracterizan a una situación, Gramsci parte de una relación “económica objetiva”, para pasar luego a la dimensión especí ca-mente política y cultural donde se construye la hegemonía.20

1.3. Otras visiones

Pierre Bourdieu, uno de los más importantes sociólogos franceses contemporáneos, ha logrado sistematizar los conceptos de su teoría sociológica que hacen al ejercicio del poder en las no-ciones de: espacio social, campo de poder; habitus, diferentes tipos de capital y la reproducción social.

El espacio social es, para su creador, “un espacio de diferencias” o mejor dicho “una estructura de posiciones diferenciadas, de nidas, en cada caso, por el lugar que ocupan en la distribución de una especie parti-cular de capital” 21. Para Bourdieu, en ese espacio social de diferen-cias existen el capital económico, el capital cultural-informacional, el capital jurídico, el capital de fuerza física o de instrumentos de coerción, el capital simbólico, o de bienes simbólicos, entre otros.

20 Idem.21 Bourdieu, Pierre. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Ed. Anagrama.

Barcelona, 1997. Pp. 25-28.

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El capital, para Bourdieu, es lo que cada individuo posee o anhela poseer: cierta posición social (capital social); bienes materia-les (capital económico); capital heredado o patrimonial, gracias a la acción familiar directa, o conocimientos adquiridos desde la escue-la, que es donde tiene lugar la reproducción cultural de la domina-ción (capital cultural); o determinada valoración del mundo (capital simbólico). Entonces, los campos de la actividad humana se delimitan según prevalezca en ellos alguno de estos tipos de capital. En el campo del poder estos capitales se encuentran en tensión, ejercien-do presiones unos sobre otros.

Los tipos de capital se encuentran interrelacionados; así, por ejemplo, quien sea rico en capital económico, también lo será en capital social, ocupando una posición dominante tanto en el cam-po económico como en el social. El capital simbólico es, al parecer, el de más difícil adquisición, pues es imposible heredarlo, como el económico: se aprehende luego de un proceso de formación. El capital cultural se adquiere también durante la formación, informal o académica, pues se trata de los conocimientos que posee un indi-viduo, ya sea sobre una ciencia, un o cio, un arte o conocimientos generales.22

Bourdieu señala que cuando se hace referencia al capital sim-bólico se está hablando de las formas que adoptan los distintos tipos de capital cuando son reconocidos como legítimos. El capital puede existir en estado objetivado -libros, propiedades- o bien como en el caso del capital cultural, en estado incorporado al individuo a tra-vés del habitus o institucionalizado, como poseer un título escolar o profesional. De ahí que capital simbólico es cualquier propiedad a la que se con ere algún valor y que goza de reconocimiento co-lectivo. 23 En otras palabras, el capital simbólico se expresa en la capacidad de articular discursos que devienen representativos de la

22 Mercedes Ortega González-Rubio. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2005. Internet, abril 2007.

23 Bourdieu, Pierre. Razones prácticas. Op cit. Pp 108-112/160.

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sociedad en general. Se forma a partir de una cierta reconstrucción histórica y una cierta lectura de la realidad, que es aceptada por todos, o por la mayoría, que se la toma como cierta, es decir que se convierte en habitus. A partir de ese capital simbólico, se articulan los procesos políticos y sociales. El poder simbólico puede derivar en hegemonía.

El campo de poder “es el espacio de las relaciones de fuerza entre los diferentes tipos de capital o entre los agentes que están su cientemente provistos de uno de los diferentes tipos de capital para estar en disposición de dominar”.24 A su vez, Bourdieu de ne el habitus como “una sub-jetividad socializada (…) como encarnación de lo social (…) que permite entender y explicar la constancia de las disposiciones, gustos y preferen-cias (…) El habitus no es el destino que, algunas veces se ha creído ver en él. Siendo producto de la historia, es un sistema abierto de disposiciones, enfrentado de continuo a experiencias nuevas y, en consecuencia, afectado sin cesar por ellas. Es perdurable, pero no inmutable”25, por lo tanto se puede cambiar, modi car, dado que las relaciones humanas no son reacciones instantáneas y al azar, sino que responden a las a ni-dades de las prácticas de una misma clase, tomando en cuenta las condiciones económicas y sociales de producción y los habitus que origina.

Bourdieu a rma que el “Estado es el resultado de un proceso de concentración de los diferentes tipos de capital (…) concentración que, en tanto que tal, convierte al Estado en poseedor de una especie de metacapi-tal, otorgando poder sobre las demás clases de capital y sobre sus poseedo-res (...) que luchan particularmente por el poder sobre el Estado, es decir, sobre el capital estatal que da poder sobre las diferentes especies de capital y su reproducción (particularmente a través de la institución escolar)” 26 y como “el modo de reproducción hace que el capital vaya al capital y que la

24 Idem. Pp. 50-51. 25 Bourdieu, Pierre y Wacquant, Lioc J.D. Respuestas por una antropología reflexiva.

Grijalbo. México, 1995. Pp. 85-97.26 Bourdieu, Pierre. Razones prácticas. Op.cit. P. 99.

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estructura social tienda a perpetuarse (no sin experimentar unas deforma-ciones más o menos importantes).” 27

Otra visión sobre el poder político se puede encontrar en Hannah Arendt 28, quien invierte la relación clásica entre violencia y poder, ya que su punto de partida es la losofía clásica. Arendt in-siste en que “un espacio público político sólo puede generar poder legítimo en la medida en que sea expresión de las estructuras de una comunicación no distorsionada (...)”29 Para ello, aplica el modelo de la acción comu-nicativa, desde la intersubjetividad generada a partir de la praxis del habla, como el rasgo fundamental de la reproducción cultural de la vida. Arendt estipuló que donde hay violencia no hay poder, pues éste no está relacionado con la obediencia y el mando, sino que por el contrario es la capacidad de actuar concertadamente.

Para Arendt el poder es un n y la violencia, en cambio, un instrumento, por lo tanto, el poder, para ella, no constituye una re-lación medio- n como para Weber, sino que es una acción comuni-cativa orientada al consenso. En este sentido es que Arendt señala que la estructura del poder en sí mismo, lejos de ser un medio, es la verdadera condición que permite a un grupo de personas pensar y actuar en términos consensuales, distintos de categorías medio- n. Para el ejercicio del poder y fundamentalmente para su per-manencia, el poder necesita legitimidad, de ahí que Hanna Arendt, es enfática al señalar que, por el contrario, la violencia puede ser justi cable pero nunca legítima: “La violencia puede destruir al poder, pero de la violencia nunca podrá brotar el poder”.

Por su parte, Jürgen Habermas30, que como Arendt trabaja el modelo de la acción comunicativa intersubjetiva como el medio

27 Idem. P. 33.28 Arendt, Hannah. The Origins of Totalitarianism. Harcout Book, Between Past and Future,

The Viking Press, New York, 1976. Sixth edition. P. 93.29 Idem. 30 Habermas, Jürgen. Teoría y Praxis. Editorial Atalaya, Madrid, 1999. La acción Comunicativa.

Tomo I. Editorial Taurus. Madrid. España.

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que forma el mundo de la vida compartido intersubjetivamente, se pregunta si la conceptualización del poder de Arendt es utilizable para el análisis de las sociedades modernas, donde el ámbito de la praxis es muy inestable y necesita ser protegido. En principio, Habermas cree que es un error separar poder y violencia, y señala que esto sólo es posible porque Arendt establece al primero como un parámetro normativo de la política y no incorpora a su análisis el concepto de violencia estructural. Es decir, las barreras sistémicas que bloquean las comunicaciones y la capacidad de ciertos grupos de bloquear la percepción de otros grupos sobre sus propias limi-taciones.

Como se dijo en párrafos anteriores, la violencia para Hab-bermas es la capacidad de impedir que otros individuos o grupos perciban sus intereses. En este sentido, la violencia se encuentra en la adquisición del poder político.

1.7. Tipos de poder desde diferentes miradas

Max Weber, bajo una orientación positivista, presenta tres ti-pos de poder legítimo:

• Poder tradicional: tiene éxito porque cree en la sacralidad del soberano.

• Poder racional: cree en la racionalidad del comportamien-to conforme a las leyes.

• Poder carismático: cree en las dotes extraordinarias del jefe.

Muchos autores distinguen varias fuentes básicas de poder, o formas en que se puede incrementar la capacidad relativa para generar acciones, como una forma de ejercer poder.

• Poder militar. Este es el poder basado en el uso de o la in-tención del uso de la fuerza. Las personas con poder militar pueden forzar a otros a hacer lo que ellos digan. Esta categoría no incluye

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sólo a las instituciones militares, puede incluir otros usos de poder tales como el poder terrorista y algunas acciones criminales. El po-der militar puede oponerse al poder o cial o institucional, tal como en el caso de reglas militares versus reglas civiles.

• Poder productivo. La producción da la capacidad de par-ticipar en el mercado y en cualquier otro lugar. Mejorando la capa-cidad productiva se puede mejorar la capacidad de generar accio-nes.

• Poder económico, vinculado al anterior. En toda sociedad capitalista el poder es de quien posee el capital y los medios para reproducirlo. A este poder le corresponde una clase social, que es la burguesía en sus diferentes fracciones. Derivado de este poder económico, dialécticamente, está el poder sindical, que no puede existir sin aquel, y que lo enfrenta como fruto de la lucha de clases. También derivado de este poder económico formal, existen grupos sociales con poder, pero que no están en el poder, son de la eco-nomía informal: transportistas, comerciantes y pequeños producto-res.

• Poder nanciero. El dinero es un sustituto universal para las condiciones de satisfacción en el intercambio.

• Poder político – institucional. Lo conforman los políticos y su estructura que son los partidos. Son los gestores del poder, mas no los que poseen poder real. Son los mandados. Los mejores con-forman la elite política. En toda sociedad capitalista los políticos en el poder están representando los intereses de las clases en el poder. Como clase social, pertenecen por tanto a la pequeña burguesía o capas medias de la sociedad, salvo que utilicen el poder políti-co como mecanismo de acumulación de capital y se conviertan en burgueses, cosa que sucede muy a menudo: entran políticos y salen empresarios. En coyunturas de crisis, los miembros de la burguesía asumen directamente su defensa, como el caso actual del Comité Pro Santa Cruz.

• El poder social. Deviene de los privilegios derivados del origen de clase, que subsisten aún en el imaginario colectivo (el habitus ‘gente bien’, ‘de apellido’, los miembros de familias tradi-

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cionales) que conforman la elite social. La elite social representa el modelo de vida al que la mayor parte de la sociedad aspira, y desde este lugar contribuye a la construcción del discurso social y la cul-tura en tanto programa de vida que promete éxito en la medida en que el individuo se mantiene dentro del marco propuesto.

• El poder simbólico ideológico. Se expresa en el capital simbólico y en la capacidad de articular discursos que devienen representativos de la sociedad en general. Se forma a partir de una cierta reconstrucción histórica y una cierta lectura de la realidad, que es aceptada por todos (o por la mayoría) como cierta (habitus) y a partir de la cual se articulan los procesos políticos y sociales. El poder simbólico puede derivar en hegemonía.

• El poder o cial o autoridad institucional es una impor-tante fuente de poder. Una fuente de poder también es la autori-dad personal. Así como con la autoridad institucional, la autoridad personal se basa en el poder que otorga la comunidad. Hay dos factores muy relacionados a la autoridad personal; la seducción y la con anza. La seducción es un juicio que las personas hacen sobre alguien que aparece trayendo posibilidades para ellos.

• Otra fuente de poder son los discursos. Las personas que articulan ciertos discursos, adquieren la capacidad de generar las acciones asociadas a ellos. Las personas viven entre los horizontes de posibilidades que les permiten sus discursos y personas con dis-cursos diferentes tienen distintas capacidades de acción. El poder de los discursos está en la capacidad interpretativa del lenguaje. Este es el poder de las ciencias, de las ideologías, de las religiones, etc.

1.8. Concepciones de Estado desde la perspectiva de inte-lectuales bolivianos

Por su contribución al campo de las ciencias sociales y po-líticas en Bolivia, creemos pertinente remitirnos a intelectuales y pensadores como Carlos Montenegro, Rene Zavaleta Mercado, Sil-via Rivera y Luís Tapia, según la selección hecha por el Informe de

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Desarrollo Humano 2007 en Bolivia.31

Para Carlos Montenegro, uno de los intelectuales que deter-minó el contenido ideológico de los primeros años del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) con su obra Nacionalismo y Coloniaje 32 existen dos grupos antagónicos: “la nación y la antina-ción”. La primera es la energía, la libertad de existencia, la concien-cia; el bloque dominado, que no explota a la patria, y está confor-mado por clases populares, grupos y culturas especí cas, en unos casos, pero también por la autonomía de la entidad geográ ca y política. La antinación, en cambio, era el bloque dominante, la oli-garquía, los agentes del dominio colonial que trans eren la riqueza a otros Estados. La antinación es el sometimiento al capitalismo ex-tranjero, el profundo desdén a la nación y a sus clases populares y el aniquilamiento y disgregación de la nacionalidad. 33

En René Zavaleta Mercado encontramos la caracterización del “Estado aparente”, en el que no se ha producido la separación entre el Estado mismo y la sociedad civil. Y es aparente en dos sen-tidos: primero, porque la explotación se enmascara como igualdad; las clases sociales como individuos y la represión ideológica y la plusvalía, como ganancia.34 Ese Estado aparente, se contrapone al Estado capitalista moderno que implica, homogenización a través de procesos de igualación social y de democratización social y polí-tica. La noción de “sociedad abigarrada” es uno de los aportes más lúcidos de Zavaleta para caracterizar una sociedad del capitalismo periférico que ya vimos en el punto 1.4. de este capítulo. La so-ciedad abigarrada es la boliviana no articulada ni vinculada orgá-nicamente, en la que coexisten diversas temporalidades o tiempos históricos, con varias relaciones sociales y jurídicas de producción,

31 Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2007. IDH. El Estado del Estado en Bolivia. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La Paz. Bolivia. Pp. 129-134.

32 Montenegro Carlos. Nacionalismo y Coloniaje. La Paz. Ed. Juventud. 1984. 33 PNUD. IDH 2007. P. 30.34 Zavaleta Mercado, René. La formación de la idea nacional. Los amigos del libro. La Paz,

1990.

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con diversidad de formas políticas e historias en un mismo territo-rio. En otras palabras, la inexistencia de una sociedad articulada, de un Estado nacional o una nación construida en el tiempo.

Esa complejidad, en nuestro criterio, tiene otro componente: la ausencia de un burguesía que hubiera cumplido su papel histó-rico, como clase dominante y clase dirigente, acompañada de elites e caces y e cientes, en la construcción estatal, como constituyente social, a partir del reconocimiento de la cualidad pluriétnica, pluri-cultural y multilingüe de la sociedad boliviana. Ese reconocimiento era y es indispensable para construir un Estado Social y Democrá-tico de Derecho.

Siguiendo la corriente marxista, René Zavaleta Mercado se-ñala que “el Estado, aun en sus formas más arcaicas, existe ya cuando se dan la clase y su capacidad de coerción. Es decir, para que haya clase dominante, debe haber clases (aunque no sea todavía en el sentido moderno de clase) y, por otra parte, el aparato de coerción debe estar ya desprendido de la colectividad, por cuanto pasa a depender sólo de una parte de ella, de la clase dominante.” 35

De Silvia Rivera se rescata la fuerza del concepto de colo-nialismo interno para caracterizar las relaciones establecidas por el Estado. Ese colonialismo ha sido y es el modo de dominación que atraviesa los tres ciclos de la historia boliviana: el colonial, el liberal inaugurado en el siglo XIX y el populista tras la revolución del ’52, que se repiten simultáneamente a lo largo de la historia, con su im-pronta de exclusión, invasión y agresión a las formas de organiza-ción social, territorial, económica y cultural de los pueblos origina-rios indígenas, tanto del Occidente andino, como del Oriente. 36 El

35 Zavaleta Mercado, René. El poder dual en América Latina. Estudios de Bolivia y Chile. Siglo XXI. Colección mínima. México, 1974.

36 Rivera Cusicanqui, Silvia. La raíz: Colonizadores y colonizados. En Albó, X.; Barrios, F. (comps.). Violencias encubiertas en Bolivia. Cultura y Política. CIPCA-Aruwiyiri. La Paz. 1993.

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colonialismo interno, según Rivera, es el reciclaje de las estructuras coloniales con renovados esfuerzos de exclusión.

Para Luís Tapia, en la concepción zavaletiana de sociedad abigarrada en el Estado aparente, “existe un poder político que pre-tende tener validez en todo el territorio nacional de un país, en el que, sin embargo, existen varias formas de sociedad, es decir varias formas de relaciones productivas y diversidad de formas de vida política local que tie-nen mayor validez que el supuesto Estado nacional”. 37 Para Tapia, “uno de los rasgos, y una de las causas de las debilidades del Estado boliviano, es que éste no es la única estructura de autoridad en el país. Debajo de él existen varias estructuras de autoridad, que tienen mayor lealtad porque corresponden a la comunidad, a la cultura y a la historia de cada uno” 38 de los pueblos y culturas que conviven en el país.

Para los autores del Informe de Desarrollo Humano Bolivia 2007, El Estado del Estado en Bolivia, “El Estado es la expresión de un entramado y pugna de poderes entre elites, regiones y sectores.” 39

1.9. Nuestra perspectiva de análisis

¿Desde qué perspectiva abordaremos el análisis concreto en nuestro estudio sobre el tema del poder? Sin pecar de ortodoxos, pero tampoco de pragmáticos, este marco teórico, que creemos el más pertinente, utiliza un conjunto de conceptos y categorías mar-xistas: burguesía, clase sociales, lucha de clases, como instrumen-tos metodológicos para analizar la realidad que estudiamos. Ello no nos inhibe de recurrir a Gramsci, Bourdieu, Balibar, Althusser u otros como Zavaleta, para enriquecer este análisis, desde una pers-pectiva diferente, referida a tiempos contemporáneos. Y tampoco nos inhibe de recurrir a críticos como Weber, Popper y otros, por-

37 Tapia, Luis. La producción del conocimiento local: historia y política en la obra de René Zavaleta Mercado. Muela del Diablo. 2002.

38 Tapia Luis. Dimensión multicultural en la Reforma del Estado. Hacia un nuevo Estado en Bolivia II. Cuarto intermedio. Cochabamba, 2006.

39 PNUD. IDH 2007. P. 135.

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que asumimos que muchas de las realidades analizadas por estos académicos, contribuyen a tener una mirada holística sobre las cada vez más complejas relaciones de poder-dominación entre clases so-ciales e intraclases, en los Estados de la periferia capitalista a la que pertenecemos, y en este caso concreto a Santa Cruz.

2. LAS CLASES SOCIALES Y SU ESTATUTO TEÓRICO

“Si bien sólo unos pocos son capacesde dar origen a una política,

todos nosotros somos capaces de juzgarla”Pericles de Atenas 40

Seguimos en lo mismo: ¿cómo elaborar un estado del arte sobre la de nición de clases sociales, fracciones de clase y su auto-nomía relativa desde el campo político, ideológico y cultural frente a la estructura económica? Es decir, frente a las relaciones sociales de clases en el proceso de la producción de mercancías, sin caer en el facilismo de una recopilación de lo ya escrito sobre esas catego-rías. ¿Y desde esa perspectiva, cuáles sus articulaciones entre las clases dominantes, sus fracciones, con sus intereses respectivos, y los intereses de las otras clases?

Sin embargo, empiezo por lo obvio: ¿Qué son las clases socia-les en la teoría marxista? En la de nición de una clase social, según Marx “por su ubicación en el modo capitalista de producción ‘puro’, a nivel abstracto, existen dos clases fundamentales: la burguesía y el prole-tariado que establecen relaciones sociales de producción, por la forma en que se relacionan con los medios de producción en el mismo proceso de producción de mercancías”. Para Marx, “Las condiciones materiales son los soportes de las relaciones sociales”. Esas relaciones entre personas, que son la personi cación de categorías económicas, portadoras de determinadas relaciones e intereses, son la matriz del conjunto so-

40 Citado por Karl R. Popper en La sociedad abierta y sus enemigos. Parte 1. P. 21.

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cial. “La anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política”. 41

Vale decir, la burguesía es la propietaria de los medios de producción, ergo, de los instrumentos o medios de trabajo (maqui-naria) del proceso productivo, es decir, lo que concierne a las condi-ciones materiales de producción capitalista.

No obstante, sin la intervención del individuo, que concurre al mercado de trabajo para vender libremente 42 su fuerza de trabajo al capitalista, dueño del capital-dinero que comprará esa mano de obra-fuerza de trabajo y la convertirá en proletario asalariado, no habría proceso de producción capitalista. De ahí que se denomina estructura económica al conjunto de relaciones de producción. En cambio, sistema económico es el proceso económico global: pro-ducción, distribución, intercambio y consumo. 43

Para Pierre Bourdieu, la burguesía como clase social “… no se de ne por una propiedad (aunque se trate de la más determinante como el volumen y la estructura del capita)l; ni por una suma de propiedades (pro-piedades de sexo, de edad, de origen social o étnico-proporción de blancos y negros, por ejemplo, de indígenas y emigrados, etc., de ingresos, de nivel de instrucción, etc.); ni mucho menos por una cadena de propiedades orde-nadas a partir de una propiedad fundamental (la posición en las relaciones de producción en una relación de causa y efecto, de condicionante a con-dicionado), sino por la estructura de las relaciones entre todas las propiedades pertinentes, que con ere su propio valor a cada una de ellas y a los efectos que ejerce sobre las prácticas”. 44

41 Marx, Karl. El capital. Fondo de Cultura Económica. México DF, 1975. Tomo 1, Vo1. 8; T 1, Vol. 2. Pp. 710-712; 1975, 10-11-223-244.

42 Contradicción entre la libertad jurídica del hombre libre y sin ataduras, y la enajenación de su fuerza de trabajo al capital.

43 Marx, Carlos. Introducción a la crítica de la Economía Política. Epílogo. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1970. Primera reimpresión. Pp. 223-244.

44 Bourdieu, Pierre. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Ed. Tauros Humanidades. Madrid. España, 1988. P. 97-122.

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Karl Popper (1982, 294-298) uno de los más implacables crí-ticos del marxismo, no menos lúcido, señalaba que el enunciado marxista de que “la historia de todas las sociedades que han existido hasta el presente, es la historia de la lucha de clases” 45 debe ser tomada en cuenta como una sugerencia valiosa, que está relatada ya desde Platón en la historia de las ciudades-estado griegas, pero no exclu-siva de la discordia entre clases diferentes. Para Popper, “ la diver-gencia de intereses dentro de una misma clase … alcanza tal magnitud que la teoría marxista de las clases debe ser considerada de una peligrosa simpli cación de los hechos, aun cuando admitamos que el abismo que se-para a ricos y pobres entraña siempre una importancia fundamental … En cambio su tentativa de utilizar lo que podía llamarse ‘lógica de la situación de clases’ para explicar el funcionamiento de las instituciones del sistema industrial me parece admirable…”. 46

De ahí que la de nición de clase social a partir del modo de producción o de su determinación estructural, como totalidad abs-tracta, no puede ser tomada de manera mecánica, prescindiendo del análisis de las formaciones sociales, es decir, al margen de las determinaciones políticas, jurídicas e ideológicas de una sociedad históricamente determinada. En otras palabras, no sólo bastan las relaciones de producción para de nir una clase social, sino que se debe tener en cuenta las otras determinantes, además de las relacio-nes de distribución, circulación, cambio y consumo. (Marx:1975,10-11,235-244; Poulantzas:1976, 60-63; Harnecker: 1971, 221-250; Al-thusser: 1988).

Si bien en el análisis del modo de producción capitalista (MPC) en El capital, Marx habla de “determinación económica en última instancia”, sus escritos políticos47 rescatan la importancia de

45 Marx, Carlos. Manifiesto Comunista. Edicomunicaciones. Colección Cultura. Barcelona, 1999.

46 Pooper, Karl R. La sociedad abierta y sus enemigos. Ed. Paidós Ibérica. Barcelona, 1982. Pp. 297-298.

47 Desde La Miseria de la Filosofía pasando por La guerra civil en Francia, El Manifiesto Comunista, Grundrisse, El 18 Brumario de Luís Bonaparte, La ideología alemana.

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las determinaciones políticas e ideológicas, para la construcción del concepto de clase social: “El conjunto de las relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se alza una superestructura jurídica y política y a la que corresponden de-terminadas formas de conciencia social. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino su ser social lo que determina su conciencia… Los cambios que se producen en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura…: las formas jurídi-cas, políticas, religiosas, artísticas, o losó cas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia… ”. 48

En otras palabras del mismo Marx en el mismo texto, señala que “En todas las formas de sociedades, es una producción determinada y las relaciones engendradas por ellas, las que asignan a las otras produccio-nes y en las relaciones que engendran, su rango e importancia”, como se verá en la Formación Económico Social (FES).

2.1. La Formación Económica Social (FES)

La Formación Económica Social es una totalidad social con-creta, históricamente determinada. Es esa formación económica social, que de suyo es compleja porque en ella se articulan las de-terminantes económicas, ideológicas, jurídico- política- sociales- ét-nico culturales y las coyunturas políticas, en las que se expresan las luchas de clase. La articulación pasa por:

• la estructura económica en la que coexisten y se imbrican diversas relaciones de producción, pero una de ellas es la dominante y las demás subordinadas;

• una FES capitalista tiene una superestructura ideológica, que se condensa en el Estado, y que es también compleja ya que coexisten diferentes tendencias, pues responden a las diversas visiones del mundo. Sobre la base de la superes-tructura ideológica del Estado, fundamentalmente la fami-

48 Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la Economía Política. Prólogo. Op. Cit. P. 10.

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lia, la escuela y las religiones, la clase dominante construye su hegemonía, su sistema de dominación y reproduce las relaciones de clase y las estructuras sociales mediante la apropiación-distribución-manipulación-consumo del capi-tal cultural y su reconversión mediante el habitus (costum-bre-tradición). 49

• por último, está la superestructura jurídico-política, que responde, casi siempre, a los intereses de la clase domi-nante, de algunas de sus fracciones de clase, de alguna ex-presión políticamente desarrollada de la misma pequeña burguesía. 50

2.2. La burguesía y sus fracciones de clase

Las clases sociales son portadoras de determinadas estruc-turas, que es lo mismo que decir que ellas son efecto de esas es-tructuras. La burguesía, propietaria del capital-dinero que se trans-forma en mercancía en el proceso de producción, para convertirse nuevamente en dinero en el proceso de circulación-distribución y consumo de la mercancía, se descompone en varias fracciones de clase: burguesía industrial; agropecuaria, agroindustrial; comercial, nanciera y de servicios. De éstas, una tiende a dominar a las otras, sobre todo cuando se fusionan la fracción industrial con la fracción nanciera. La reproducción de su dominación, descansa en la re-producción ampliada de capital, por una parte, y en la reproduc-ción ideológica y cultural, por otra. 51

La articulación de las diferentes clases y fracciones de clase, en los niveles económicos, políticos, jurídicos e ideológicos, entre

49 Bourdieu, Pierre. Op. cit. p.17 y subsiguientes. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Ed. Tauros Humanidades. Madrid. España, 1988. Pp. 97-122.

50 Ejemplo: el actual Bloque en el poder, como se verá en los capítulos subsiguientes.51 La burguesía es la que ejecuta el ciclo de la reproducción ampliada del capital, que define

el sistema capitalista: capital-mercancía-capital incrementado, a través de la plusvalía. La reproducción ideológica y cultural, ha sido tocada en el acápite 1.6, cuando se habló de los diferentes tipos de capital según Pierre Bourdieu, en la cita # 35 y en el próximo acápite 2.5.

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el proletariado y la pequeña burguesía (capas medias) forman la estructura de clase en una FES. No siempre la dominación de una clase en la estructura económica lleva de suyo a que domine po-líticamente, pues ahí entran a jugar las determinantes históricas, jurídico-políticas e ideológicas que hacen al ejercicio del poder del Estado y de los gobiernos. 52

En este tema es importante diferenciar a cada una de las de-terminantes, para analizar a profundidad el ejercicio del poder de las clases sociales. Una clase dominante puede detentar el poder del Estado para reproducir su dominación, y sin embargo puede recurrir a otras clases para desempeñar las labores de gobierno. A éstas que manejan al aparato gubernamental se las suele llamar, con imprecisión “clase política”, porque detenta el poder político o cial, o “casta gobernante” o dirigente, que no es económicamente dominante y que más bien proviene de otros estamentos medios, que son lo que se conoce como pequeña burguesía, que veremos luego. Cuando el poder político es compartido por varias fraccio-nes de la burguesía o diferentes clases, estaríamos ante un bloque gobernante o bloque dominante, cuyas contradicciones serán inter-nas, es decir, entre los diferentes intereses de las clases y fracciones de clase en el seno de ese bloque, 53 sin excluir la contradicción bur-guesía - proletariado.

2.3. La pequeña burguesía

Está claro que es un error pensar que las únicas dos clases del sistema económico capitalista son la burguesía y el proletariado. El pequeño productor independiente, el campesino pequeño, chico y 52 El caso cruceño es un buen ejemplo de que no siempre donde está el poder económico está

el poder político, como se insistió tanto en años recientes. Esa percepción parte precisamente de una ortodoxa y simplista lectura de que al ser “la economía, la determinante en última instancia”, ella arrastra siempre a su seno las demás estructuras. Se hará el análisis del tema en los capítulos posteriores.

53 Por ejemplo, los conflictos en el frente de la Unión Democrática y Popular (UDP) 1982-1985, en el propio partido de gobierno, MAS; en la Alcaldía de Cotoca los últimos 3 años, y otros pactos de gobierno central y local.

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mediano, el artesano/a, profesores, abogados, artistas, escritores, profesionales burócratas, tecnoburócratas, intelectuales orgánicos o no, son las capas medias o pequeño burguesas que se encuentran entre el proletariado y la burguesía, también con fracciones de clase que distinguen su rango y su o cio. Muchos de ellos son, según Poulantzas, los asalariados no productivos.

Estas también llamadas capas medias o clase media, presen-tan actitudes ligadas a la distribución y al consumo, diferentes a clases y fracciones propensas a la innovación y el crecimiento eco-nómico. Se trata de que una parte relevante de grupos sociales no se estructura a partir de las condiciones que plantea un mercado de trabajo propiamente capitalista, sino que la diferenciación transcu-rre en torno a otros mecanismos societales. Esa pequeña burguesía que comprende a los microempresarios, profesionales y técnicos que trabajan por cuenta propia, correspondería a una de las clases – junto con el proletariado informal – que ha experimentado el ma-yor crecimiento durante la época de cambios desencadenada por las neoliberales a partir del Consenso de Washington.

Esa caracterización de los sectores medios, los vincula a ocu-paciones no manuales y burocráticas. Algunos autores distinguen54 al interior de los sectores medios urbanos, una clase media tradicio-nal y una clase media moderna, señalando que ésta última tiende a asociar sus intereses y comportamientos colectivos a los grupos privilegiados o dominantes.

De ahí que se asocia a la pequeña burguesía una actitud va-cilante e ideológicamente ambivalente hacia la lucha que libran la burguesía y el proletariado. Sin embargo, puede desarrollarse “una clase media e instruida” 55 con capacidad de generar consenso entre las clases, consenso sobre el cual reposan las instituciones vigentes,

54 Sémbler R., Camilo. Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios. CEPAL. División de Desarrollo Social. Santiago de Chile, diciembre de 2006. Pagina web. CEPAL.

55 Yourcenar, Magarite. Memorias de Adriano. Ed. Gallimard. Buenos Aires. Argentina, 1992. Pp. 103-175.

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de ahí que los gobiernos la privilegian como aliada importante para garantizar y reproducir el ejercicio de su poder. 56

En todo caso, la clase media es determinante, pues el Estado “se mantiene gracias a ella”. 57 Sin embargo, hay un tendencia que tiende a menospreciarla, puesto que se la responsabiliza de defen-der “el sistema” o mantenerlo. Y ello lleva a que se olvide a los hombres y mujeres que, desde su posición pequeñoburguesa han formulado las grandes ideas fuerza y liderado los procesos de cam-bio más importantes en la historia de la humanidad, ya sea con ideas de derecha o de izquierda, según la catalogación que se les ha asignado desde la Revolución Francesa, con todos los matices que tiene hasta hoy.

Hay que reconocer, si, que la situación de la pequeña burgue-sía se degrada paulatinamente por múltiples efectos de las políticas neoliberales, que incluyen una transferencia creciente de sus bene- cios al capital transnacional, que la empuja, ni siquiera a una pro-letarización, ya que el empleo productivo es cada vez más escaso, sino a la economía informal, también llamada economía popular. 58

Pero sus aspiraciones a una vida amable, a formar pareja y construir familia, tener trabajo estable y seguridad laboral, adquirir una vivienda propia y a educar a los hijos, son los componentes básicos del discreto encanto de la pequeña burguesía, tan vilipen-diada.

Es necesario hacer la distinción ente la situación de clase y posición de clase. La situación de clase, u origen de clase, está de-terminada por el papel que los individuos desempeñan en el proce-so de producción social y sus determinantes ya señaladas: económi-cas, jurídico-políticas, ideológicas y culturales. La posición de clase, 56 Marx, Carlos. Ver El 18 Brumario de Luís Bonaparte, La lucha de clases en Francia. . 57 Yourcenar, Margarite. Idem. 58 Corraggio, José Luis. Desarrollo humano, Economía Popular y Educación. Rei Argentina

S.A. Instituto de Estudios y Acción Social. Aique Grupo Editor. S.A. 1995. P. 160 –169.

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en cambio, se re ere a la “adhesión” a una clase o fracción de clase diferente, que puede no ser la de su origen-situación de clase.

2.4. El proletariado

Siguiendo la teoría marxista, el proletariado es junto con la burguesía una de las clases fundamentales del modo de producción capitalista, que requiere de la libertad democrática individual para que las/los obreros asistan libremente al mercado para vender su fuerza de trabajo. Una vez establecida la relación social de produc-ción con el burgués, que tiene el capital y los medios de producción, (capital-dinero) esa fuerza de trabajo vendida libremente en el mar-cado de trabajo, producirá las ganancias (plusvalía) que obtiene la burguesía con el trabajo de la clase obrera. Es decir, se trata de una base económica democrática y libre, en la que las personas produ-cen valores (mercancías) para uso de otros y para recibir valores de uso que necesita para sí, pero que no puede producir porque no tiene los medios de producción ni el capital para hacerlo.

Según Marx, hay otra clase vinculada al “proletariado” y es el “lumpen proletariado”, que tenían y tienen en común ser ciuda-danos “libres” y “comprables” en el mercado de trabajo. Sin embar-go, la diferencia especí ca es que los “lumpen proletarios” carecen de un interés de clase que los haga portadores de un sentido de clase en sí, y por eso no logran desarrollar una conciencia de clase ni tomar conciencia para ninguna cosa en absoluto. ¿Y por qué? Porque este “lumpen proletariado” está conformado por familias en situación de extrema pobreza, que no tienen una inclusión de-terminada en el proceso productivo, sea porque no la han obtenido o porque en la gran mayoría de los casos, la han perdido por una situación de desempleo crónico y su principal característica es la pérdida de la participación en organizaciones sociales y del disfrute de derechos sociales de todo tipo, que han alcanzado los obreros y profesionales sindicalizados.

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Pero el “lumpen proletariado” es potencialmente peligroso porque a todo lo anterior, se agregan conductas delictivas comunes y la ausencia o rechazo de participación en organizaciones sociales de una clase social y de una sociedad que no les ha dado oportu-nidad de constituirse en clase social, ni cabida, ni reconocimiento alguno. 59

2.5. Las clases sociales en Pierre Bourdieu 60 y Max Weber Similitudes y diferencias con el marxismo clásico

Para el sociólogo francés Pierre Bourdieu “en sociedades en que el débil desarrollo de la economía y, más precisamente de la industria sólo con ere a la burguesía industrial y al proletariado un débil peso funcio-nal, el sistema de relaciones entre la pequeña burguesía que suministra los cuadros administrativos del Estado y el inmenso subproletariado, formado por desocupados, trabajadores intermitentes de las ciudades y campesinos desarraigados, domina y determina toda la estructura de la sociedad”. 61

Las clases en Bourdieu representan un conjunto de agentes que ocupan posiciones semejantes, tienen prácticas y tomas de de-cisión semejantes. El concepto “clase” en Bourdieu remite a una ca-tegoría construida a partir de las posiciones que los agentes ocupan en el campo social. Es un recorte particular que realiza el investiga-dor social a partir del análiss del entramado multivariado que con-forma el campo social. Esta clasi cación se construye a partir de la identi cación de las posiciones que los agentes ocupan en relación al capital económico, simbólico, cultural, social, militar.

59 La mayor parte de las masas que actuaron en febrero de 2003 en Santa Cruz de la Sierra pueden ser catalogadas como lumpen proletariado. Otros ejemplos a nivel nacional y local: Guerra del agua, octubre 2003, San Julián en diciembre, enero 2007 en Cochabamba, enero 2007 en Camiri.

60 BOURDIEU, Pierre. La distinción. Criterios y bases sociales del buen gusto. Taurus. Madrid, 1998. Espacio Social y génesis de las clases, en Bourdieu, Pierre: Sociología y Cultura, Grijalbo, Mexico, 1990.

61 Bourdieu, Pierre. “Condición de clase y posición de clase”, en: BOURDIEU, Pierre et al., Estructuralismo y Sociología, Nueva Visión, Buenos Aires. P. 84.

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De ahí que, Bourdieu diferenciará entre clase objetiva y clase construida, pero a los nes de esta investigación sólo las menciona-mos, ya que su de nición no se ajusta al análisis de clase que hemos esbozado en las paginas precedentes. 62 Para Bourdieu, en la lucha por la imposición de la visión legítima del mundo social, los agen-tes poseen un poder proporcional a su capital simbólico, es decir, al reconocimiento que reciben de un grupo.

En Marx, en cambio, las relaciones de propiedad constituyen el eje del sistema de clases, como hemos visto. En este sentido, la dominación económica está unida a la dominación política. La clase dominante trata de estabilizar su posición imponiendo una ideolo-gía que legitime la dominación económica.

En Bourdieu no se encuentra tal jerarquización, pues la dis-puta por imponer una percepción del mundo no discrimina esferas: las incluye a todas por igual. En cambio, la inclusión del con icto –toda teoría de clases es una teoría del con icto social– como as-pecto constitutivo de las relaciones sociales y del análisis del campo social, posiciona a Bourdieu en el ámbito de la tradición marxista y como opositor de las corrientes estructural funcionalistas en las ciencias sociales. Comparte con el marxismo también la primacía (aunque no la determinación) del aspecto económico en la contitu-ción de las clases sociales. Aunque el concepto “capital económico” no se corresponde a la relación con los medios de producción de la teoría marxista, Bourdieu con ere un lugar central a la acumulación de bienes materiales para la traducción del poder en una visión del mundo que logra imponerse a otras.

Para Max Weber 63 la clase es un tipo de organización al igual que lo es el status y el partido, y es una característica objetiva. La importancia de los grupos de status, es que se basan en criterios di-ferentes a los de mercado (el espacio en donde se de nen las clases).

62 Bourdieu, Pierre. La distinción. Op.cit. 1998. P. 104.63 Weber, Max. La acción social: Ensayos metodológicos. Barcelona. Ed. Península, 1984.

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Las clases y los status tienden a estar muy vinculados por la propie-dad. Las clases y comunidades de status representan dos formas de distribuir el poder que pueden ser competitivas.

Weber tiene una concepción multidimensional de las clases, porque los géneros de propiedad que se pueden utilizar para obte-ner bene cios de mercado (clases propietarias y adquisitivas) son altamente variables y pueden producir muchos intereses diferen-ciados. Las posiciones de clase de los que carecen de propiedad se diferencian también en relación tanto con los tipos como con los grados de monopolización de las cuali caciones negociables en el mercado. En consecuencia, existen varios tipos de clases medias que se encuentran entre las clases privilegiadas y las clases despo-seídas.

2.6. Antonio Gramsci y el Bloque histórico

El estudio de las relaciones entre la estructura –base econó-mica- y la superestructura – el nivel jurídico, político e ideológico-, conducen al bloque histórico, concepto introducido por el italia-no Antonio Gramsci. El bloque histórico puede ser considerado como “el punto de partida para el análisis de cómo un sistema de valores –ideología, penetra, se expande, socializa e integra un sistema social”. 64 Para Gramsci, el punto esencial de las relaciones estructura-su-perestructura reside en el sujeto o los sujetos que realizan esa vinculación orgánica, en una situación histórica determinada. La vinculación orgánica entre esos dos niveles “la efectúan ciertos gru-pos sociales cuya función es operar no en el nivel económico, sino en el de la superestructura: los intelectuales”.65 Veremos luego cómo la función de operar en el nivel político, nos lleva al concepto de elite.

64 Pizzorno Alejandro. “Sobre el método de Gramsci”. En Cuadernos Pasado y Presente # 19. 2ª. Revisión- Córdoba, Argentina, 1970. P.50.

65 Portelli, Hugues. Gramsci y el Bloque histórico. Siglo XXI. México, DF, 1977. P. 9.

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Para Gramsci, los intelectuales no son una clase social pro-piamente dicha, sino que son grupos ligados a diferentes clases. “No existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene su propia capa de intelectuales o tiende a formársela”. 66 Dis-tingue dos tipos de intelectuales: los tradicionales, “una de cuyas características … es la de vincularse, en la esfera ideológica, a una catego-ría intelectual precedente a través de la misma categoría de conceptos” 67 ligados, a una clase que ha perdido privilegios frente a otras clases y fracciones emergentes, desde la sociedad civil y política, a la que de una u otra manera han dirigido siempre.

El otro grupo de intelectuales es el orgánico, según Gramsci, que surge de un cambio sociopolítico, que modi ca los términos de vida y de función social de muchos sectores, merced al surgimiento de una nueva clase, que en el desarrollo del estudio de las clases sociales en el sistema capitalista, corresponde a la burguesía y que, se presume, le corresponderá al proletariado efectuar un cambio total. En cualquier caso, como el actual en Bolivia, para que los nue-vos intelectuales orgánicos puedan establecer su hegemonía y la del nuevo bloque en el poder, deben absorber a los tradicionales o suprimirlos. Para el escritor italiano, la función del intelectual orgá-nico es homogeneizar la clase que representa.

Conclusiones

El estatuto teórico de las clases sociales en la actualidad, no se sujeta al esquema binario de la oposición tradicional por su re-lación–ubicación en el proceso económico de producción de mer-cancías: estructura: burguesía – proletariado, sino que se amplia a la superestructura a partir de las determinaciones políticas, jurídi-co-políticas, ideológicas, a la coyuntura política donde tiene lugar la lucha de clases y donde juegan un papel determinantes los inte-lectuales.

66 Gramsci, Antonio, Il Risorgimento, en Antología, Ed. Siglo XXI. México, 1970. P. 14.67 Gramsci, A. El Materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ed. Nueva

Visión. Buenos Aires. 1971. P. 157.

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Nuevas miradas sobre el tema, intentan integrar los niveles macro, mucho más generales y más abstractos, con los niveles mi-cro, directamente relacionados con los individuos. Siguiendo esta línea, intentan elaborar una estructura que de consistencia a las relaciones de clase en términos de intereses, experiencia vivida y capacidad colectiva. 68

Esa lucha con sus contenidos de clase, fracciones de clase y capas medias se amplía a las luchas étnicas, de género, derecho y respeto a las diferencias generacionales, territoriales, socio espacia-les, culturales, lingüísticas, medioambientales por la defensa los re-cursos naturales, por los derechos del niño-niña adolescente, por la libertad a la opción sexual, a la sexualidad, al placer, a los derechos reproductivos de las mujeres, entre otros. A ello se agrega el tema de las identidades de las clases sociales, como fenómeno de las mi-graciones masivas en todo el mundo, que hoy son una estrategia de sobrevivencia.

3. LA TEORÍA DE LAS ELITES POLÍTICAS Y SU ROL EN LA CONSTRUCCIÓN Y GESTIÓN DEL PODER

Empezaremos señalando que la in uencia de la teoría de las elites en los análisis políticos y sociológicos de los últimos decenios, fue dada como crítica a la teoría marxista de la política y de las clases sociales, producto de las deformaciones del marxismo por muchos que se autocali caron como “expertos”. 69

Las teorías de las elites abordan dos temas críticos. Uno se re- ere a la “elite políticamente dominante”, a la que se nombra como

68 Writgh, Ollin, “Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de la estructura de clases”. En: Teorías contemporáneas de la clases sociales. ED. Pablo Iglesias. Madrid, 1993. P. 17- 127.

69 Poulantzas, Nicos. Poder político y clases sociales en el estado capitalista. Siglo XXI ED. 13ª edición. Pp. 425 y subsiguientes.

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“elites políticas” o “clase política” y apunta a que, por las transfor-maciones del sistema capitalista, no podría hablarse de una “clase económicamente dominante” en el sentido marxista, pues existe una movilidad de grupos sociales que exigen otras explicaciones, y de ahí que se utiliza la expresión de “elite en el poder”, como vere-mos luego. El segundo tiene que ver con el aparato del Estado y la burocracia, a la que se atribuye un poder político como burocracia de Estado, sin ser una clase ni fracción de clase autónoma. 70

Elite, -como todas las palabras- se ha transformado a través

de la historia, adquiriendo diferentes acepciones. El término fran-cés Elite es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger). Con el paso del tiempo, adquirió más que todo un sentido comer-cial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el si-glo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. En un amplio sentido, se indicaba con esta palabra a quienes tenían las más altas aptitudes frente al promedio general y, en un sentido más restringido, se refería al grupo que Gaetano Mosca denominó “cla-se política”. Más tarde Wilfredo Pareto, hace una distinción entre “Elite no gobernante” y “Elite gobernante”, que ejerce el control efectivo del poder. En este sentido se suele asimilar elite a la “clase dominante” o a oligarquías.

Los teóricos clásicos de las elites, Mosca, Pareto y Michels -éste último centrado en la organización de los partidos políticos- fueron cali cados de “Maquiavelistas”. La visión maquiavélica lleva implícita la traslación de la conducta de un Príncipe a las ac-

70 Para Max Weber, entre las características identificadas en las sociedades para hacer factible el desarrollo del modelo burocrático están: En lo político: La burocracia es el cuadro administrativo que corresponde a la estructura de dominación legal. En lo económico: Implica el desarrollo de la economía monetaria, ya que las transacciones en dinero racionalizan la actividad económica, permiten presupuestar ingresos y gastos de manera sistemática. En lo administrativo: Facilita la realización de las numerosas y complejas actividades que aumentan cualitativa y cuantitativamente en las organizaciones. La eficiencia de la burocracia es superior a cualquier otra forma de administración.

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ciones de las elites políticas decisorias. Sin embargo, la verdadera importancia del elitismo clásico estriba, a nuestro entender, en el empeño que pusieron sus principales representantes en sentar las bases de una nueva forma de entender las ciencias sociales en ge-neral y, muy en concreto, la ciencia de la política, en la cual el con-cepto de elite política o de clase política (según el autor considerado variará la denominación) va a convertirse en el eje central de todo el razonamiento.

3.1. El origen de la teoría de las elites

La teoría de las elites tiene su punto de arranque en la cons-tatación, fácilmente observable, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría) y otros (los más) que obedecen y son gobernados, pero fundamentalmente como una crítica a la teoría marxista de las clases sociales y poder político. El fundamento de la teoría de las elites está, pues, en la oposición entre quienes detentan el poder, las elites, y los que no tienen poder, las masas, que son dirigidos por aquéllos.

Wilfredo Pareto: (1848-1923) ha sido quien ha dado al tér-

mino y a la noción de elite carta de ciudadanía en Sociología. En opinión de este autor, la elite está compuesta por todos aquellos que mani estan unas cualidades excepcionales o dan pruebas de aptitudes eminentes en su dominio propio o en una actividad cualquiera. En este sentido, para Pareto la elite está integrada por miembros “superiores” de una sociedad, por aquellos a quienes sus cualidades eminentes deparan poder o prestigio, y de ne la elite en términos muy parecidos a como la entiende el sentido corriente: le atribuye un valor cualitativo.

Por lo demás, a la luz de esta noción de elite es preciso com-prender la teoría de la “circulación de las elites” de Pareto. De acuerdo con esta teoría, la pertenencia a la elite no es necesariamen-te hereditaria: no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres. Se produce pues una incesante sustitución de elites

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antiguas por otras nuevas, salidas de las capas inferiores de la so-ciedad. Cuando tiene lugar esta constante circulación de las elites, se mantiene más rmemente el equilibrio del sistema social, en la medida en que esa circulación asegura la movilidad ascendente de los mejores espíritus. La circulación de las elites concurre al mismo tiempo que el cambio social, porque trae consigo a su vez la circu-lación de las ideas.

La de nición de Mosca (1848-1941). Gaetano Mosca cree que

la elite está compuesta por la minoría de personas que detentan el poder en una sociedad. Esta minoría es asimilable a una auténti-ca clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es pre-cisamente su organización, su estructuración. Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una elite dominante. Estos lazos o vínculos aseguran a la elite una unidad su ciente de pensamiento y la cohesión propia de grupos caracte-rísticos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la elite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la in uencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la elite. Para Mosca la elite no es totalmente homogénea, en realidad, está estrati cada y por eso cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de las demás. Este núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la elite: constituye una especie de superelite dentro de la elite. El liderazgo en cuestión presta a la elite una fuerza y e cacia mayores aún. Mosca concluye nalmente en la posibilidad de elaborar una explicación completa de la historia a partir de un análisis de las elites rectoras. La historia se le antoja como animada por los intereses y las ideas de una elite establecida en el poder.

El hecho innovador de Mosca y Pareto fue incidir en que un grupo minoritario del sistema social se encargara de dirigirlo y que esta minoría se distanciará y escapará del control de la mayoría. Por lo tanto, estos clásicos contrapusieron la elite a la parte de la

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población excluida de la misma, la no elite (elite vs. masa). Ambos autores identi can un grupo dirigente frente a otro que es dirigido, a un conjunto de personas que monopolizan el poder político frente al resto que se ve desposeído de él.

En líneas generales, subyacen dos grandes diferencias entre los dos representantes de la “Escuela italiana de los elitistas”. Por un lado, el concepto utilizado por ambos; elite (Pareto) y elite po-lítica (Mosca) es distinto. Pareto ve en el grupo dirigente, personas individuales que llegan a la cumbre por ser los mejores. Según él, aquéllos que tengan los méritos apropiados, serán capaces de as-cender. No obstante, no presupone ninguna cohesión entre aquéllos miembros de la elite que tengan los mismos residuos. Frente a este modelo individual abierto de elección de los mejores, se opone el modelo de Mosca, es decir la elite política. Aunque Mosca acepta el fenómeno de la dominación de la minoría como universal, su existencia depende del grado de institucionalización logrado; no se entiende su posterior reproducción si no es a través de las organi-zaciones burocráticas. Los miembros de la elite política no son los mejores en el sentido paretiano, sino que su acceso al poder depen-de de la educación, que es mediatizada por el origen social. El éxito de la elite política está condicionado a su capacidad para obtener una mayor integración social. Frente al individualismo de Pareto, el concepto de la clase política traduce mejor la cohesión entre los miembros de la misma y la conciencia de la propia posición del individuo en relación con el resto.

Por otro lado, se atisban ligeras disimilitudes en la interpre-tación de ambos autores de la obtención y el mantenimiento del poder por parte de las elites. Mientras que Pareto no presta aten-ción al posible papel que puedan jugar las condiciones sociales ambientales en la transformación y la “circulación” de las elites; Mosca, sin embargo, señala que el cambio del equilibrio de poderes en las sociedades democráticas puede in uir notablemente en su composición. No obstante, ninguno de ellos habla de clase sociales

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en términos marxistas, pese a que los escritos de Marx ya tenían, hasta nales del siglo XIX, adeptos y detractores.

3.2. Unidad o pluralidad de las elites

Las connotaciones ideológicas que aparecen en las teorías eli-tistas de los clásicos, han seguido marcando también los estudios más recientes sobre las elites, aunque con distintos matices y dife-renciaciones. En este sentido, ha existido toda una controversia, que data ya de varias décadas, sobre la con guración de la estructura de poder que caracteriza a las sociedades capitalistas modernas. El punto central de esta controversia radica en saber si las sociedades occidentales están regidas por una elite dominante que controla los principales mecanismos de poder económico, político e ideológico, o si, por el contrario, hay una pluralidad de elites, cuyo poder e in uencia se ven en la práctica contrastados y compensados entre sí, alcanzando de este modo algún tipo de equilibrio. Así, mientras unos hablan de “elite del poder” y de “establishment”, otros insisten en la existencia de “pluralismo político” y de “equilibrio de pode-res”. El primer punto de vista responde a lo que se ha venido en llamar la “teoría elitista”, el segundo viene siendo conocido como la concepción “pluralista-democrática”.

Entre los de la teoría “elitista”, están sin duda los estudios aparecidos en los años 50 de dos sociólogos americanos: F. Hunter y C. Wright Mills. El libro de Hunter, Community Power Structure, se centra en la estructura de poder de las comunidades locales, consideradas como un laboratorio de lo que sucedería en el nivel nacional. La principal conclusión de Hunter es que en la ciudad estudiada, Atlanta concretamente, el poder estaba en manos de un reducido número de líderes que controlaban los principales resor-tes decisorios en la vida de la comunidad. En un trabajo posterior, Hunter concluiría diciendo que “los hombres más in uyentes en la formación de la política nacional se encuentran en las grandes ciu-dades, manejando las grandes empresas corporativas y usando su

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in uencia para conseguir que el gobierno se mueva de acuerdo con sus intereses”. El tiempo ha demostrado que es difícil extrapolar al ámbito nacional los resultados obtenidos en la esfera local, y que tampoco pueden ser comparables los estudios de las corporaciones locales encuadradas en sistemas políticos diferentes.

Si los trabajos de Hunter levantaron fuertes reacciones en la comunidad académica americana, mayores fueron aún las que sus-citó la publicación por C. Wright Mills de su obra The Power Elite. En ella, Mills trata de demostrar que las grandes masas de la población americana están dominadas por un reducido número de gente que con guran la elite de poder en la sociedad americana: los propieta-rios y manager de las grandes corporaciones, los políticos, y los altos mandos militares; tres grupos que con uyen conjuntamente en las altas esferas de sus respectivas pirámides institucionales, forman-do una elite de poder con múltiples lazos e interconexiones entre sus miembros. Esta unidad de la elite de poder se apoya, según Mills, no sólo en las coincidencias estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino también en la acción directa que unos y otros llevan a cabo para coordinar sus actuaciones conjuntas, al igual que en toda la red de relaciones sociales que mantienen entre sí los miembros de cada uno de los sectores de la elite (idénticos orígenes sociales, relaciones familiares y personales, intercambio de individuos de las posiciones de un sector a otro, etc.). (Mills, 1956, p. 18 y 55).

Con Mills, ya no se habla de una clase de los mejores, ni tampoco de los elegidos; el elemento determinante es la estructura desde donde las personas actúan. Es importante hacer notar que sólo las personas que ejercen el poder durante cierto tiempo forman parte de la elite; se desprecia a aquellos que desempeñan el poder puntual o coyunturalmente. Como tesis, la elite del poder no era novedosa, pero los aportes de Mills están en caracterizar al poder como algo basado en relaciones dentro de una estructura social, a través de las altas posiciones y abandonar así la línea de las biogra-fías como base para el estudio de las minorías.

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Frente a estos planteamientos, los teóricos “democrático-plu-ralistas” han pretendido siempre que la realidad del poder en las sociedades occidentales no responde a un esquema unitario de una elite de poder que parece controlarlo todo. Según ellos, el poder no está de hecho tan concentrado como la teoría “elitista” parece indicar; existe una pluralidad de grupos in uyentes y de elites so-ciales, cada uno de los cuales ejerce su in uencia en determinados sectores especí cos, lo que impide que exista en realidad una única elite del poder.

La respuesta contra la concepción unitaria del poder se inició en los Estados Unidos con R. A. Dahl y su escuela. Su aproximación pluralista surgió como consecuencia del estudio de NET Avéni, ciu-dad norteamericana en la que analizó la composición de las elites locales. El examen histórico de los grupos dirigentes de la ciudad permitía aseverar que ningún grupo tenía la capacidad de contro-lar totalmente la comunidad. Es lo que estos autores han llamado el “equilibrio de poderes” característico de la sociedad democráti-ca. Para los teóricos pluralistas, el Estado, sujeto como está a una multitud de presiones diferentes, tiene como misión precisamente la de reconciliar los distintos intereses de unos y otros, tratando de mantener una cierta neutralidad y buscando de ordinario la so-lución de compromiso; única manera de poder tener una política democrática, competitiva y pluralista en las modernas sociedades industriales.

La reacción a estas teorías “elitistas”, se ha visto prolonga-da posteriormente por nuevos estudios como el de G.W. Domhoff en Estados Unidos y los de S. Aaronovitch y R Milliband. en Gran Bretaña, aunque desde perspectivas diferentes. Lo característico de estos estudios más recientes es que tratan de ligar la elite del poder a la clase dominante, a diferencia de los anteriores en los que el concepto de “elite” tiende a reemplazar al de “clase dominante” en el sentido marxista.

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Domhoff, por ejemplo, considera la elite del poder como “servidora de los intereses de la alta clase social; es su brazo eje-cutor”, en la medida en que son los miembros de esta clase alta quienes de nen la mayoría de las cuestiones políticas, forman las propuestas de política general del país y, en de nitiva, in uyen y dominan completamente al gobierno (Domhoff, 1968, p. 258).

En la misma línea, Aaronovitch, en su obra The ruling class, se centra fundamentalmente en ver cómo los capitalistas nancie-ros, como clase económica, dominan políticamente. En sus propios términos, “los capitalistas de las nanzas pueden describir verda-deramente cómo la clase dirigente toma las decisiones políticas y económicas a favor de sus intereses”. Lo que ciertamente ocurre en la sociedad inglesa, como trata de demostrar a lo largo de todo su estudio, es que, debido al control que los capitalistas ejercen sobre el Estado, “las decisiones que afectan al bienestar y a las propias vidas de millones de gente se toman sin discusión pública o control popular efectivo” (Aaronovitch, 1961, p. 134 y 160).

Por su parte, Miliband en The State in Capitalist Society, pre-senta un argumento central, apoyado en toda una serie de consi-deraciones teóricas y constataciones empíricas y es que en los regí-menes de las democracias occidentales una clase económicamente dominante gobierna a través de instituciones democráticas. Pero descarta la teoría de la pluralidad de las elites, o del equilibrio de poderes, pues reduce el Estado a un “espejo que la propia sociedad se pone ante los ojos” y así “en vez de servirnos de guía para la comprensión de la realidad, viene a ser una profunda ofuscación” (Miliband 1968. p3-23).

Según el autor británico, una clase dominante por su control sobre la vida económica de la sociedad, consigue también in uen-ciar las decisiones políticas en defensa de sus intereses especí cos de clase. La importancia de estudios como el de Miliband, estriba fundamentalmente en que demuestra la debilidad teórica del con-cepto de “elites” para explicar el funcionamiento de las sociedades capitalistas actuales, apuntando consiguientemente a la necesidad

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de acudir para ello, al análisis de las clases y de sus relaciones so-ciales, que tratan de ligar la elite del poder a la clase dominante, a diferencia de los anteriores en los que el concepto de “elite” tende-ría a reemplazar o eliminar al de “clase dominante” en el sentido marxista.

El criterio de distinción entre elite y clase estriba en el nivel de la actividad económica combinado con el modo de organización económica, es decir de las relaciones sociales de producción, según Miliband. Su crítica es importante en nuestro criterio, ya que resca-ta y señala la diferencia entre clase y elite, y apunta a que una teoría del Estado es una teoría de la sociedad y de la distribución del po-der en esa sociedad; que la importancia política de la concentración económica privada y su in uencia en el Estado es determinante.

Por tanto, desde la estructura se puede averiguar cómo se cumplen las distintas funciones de la dominación, la integración y la representación de los intereses sociales (Highley y Moore, 1981, p. 585). En de nitiva, a las elites les distingue su localización estra-tégica en las organizaciones institucionalizadas públicas y priva-das de la sociedad para la toma de decisiones, en democracia. Los grupos dominantes/dirigentes no ejercen el poder ni en el vacío ni desde la nada: se amparan en las organizaciones mediante las que el Estado y la sociedad se articulan: las elites (Hoffman-Lange, 1992, p. 19).

En conclusión, desde nuestra perspectiva: las elites no son la clase dominante. Sirven a los intereses de las clase y fracciones de su clase según donde tengan su ubicación en la organización de los aparatos del Estado o en la sociedad civil.

¿A cuál de esas formas de elites, se adecuan las elites cruceñas, partiendo de la diferencia entre clase y elite?

¿Se puede hablar, en términos gramscianos, que algunas de estas elites son el “intelectual orgánico” de la clase dominante cruceña?

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¿Cuál, si existe, un relativo grado de autonomía frente a la clase dominante?

¿Cuál la estructura de las contra elites?

4. LA CUESTIÓN REGIONAL 71

El sexto lado al que nos hemos referido al inicio de la se-gunda parte, capítulo I, nos remite a aquello de que “la anatomía el hombre es la clave de la anatomía del mono” 72, porque sólo ahora que se conocen las formas inferiores de lo que sucedió en esta región, es posible la comprensión holísta de la cuestión regional, transversal al desarrollo de la formación socioeconómica cruceña. Una mirada articulada, desmiti cadora, total, buscando la verdad bajo las apa-riencias, sin caer en particularismo alguno, es imprescindible para entender Santa Cruz. Hacer referencia a su pasado, para analizar las formas inferiores, es ir a las raíces de su presente y entender el despegue, su explosión, sus desafíos, sus proyecciones, sus debili-dades y sus con ictos.73 Y entre ellos, la cuestión regional.

Una región, según destacaba Ramiro Velasco “además de sus condiciones implícitas, está sobrecondicionda por los resabios de la disper-

71 Abordaremos el tema para no quedarnos en la definición de regionalismo como una doctrina política que defiende la distinción de una región dentro de un Estado, sin reclamar la completa independencia, como haría un partido nacionalista. O como un sentimiento de apego individual o colectivo a la región y cultura a la cual se pertenece por nacimiento. Y tampoco confundirla con el llamado “regionalismo abierto”, es decir, con procesos de creciente interdependencia económica a nivel regional, impulsados por acuerdos preferenciales de integración.

72 Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la Economía política. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1975. P. 251.

73 La región, pensada primero como contención y frontera contra los bandeirantes portugueses y los indios que habitaban esta zona, para preservar las ricas minas de Potosí, a la postre resultó no ser importante para la Corona española. Aquí no hubo oro, ni plata, ni pudo ser habido El Dorado. Tampoco fue importante para el “ser minero” de la república desde su creación en 1825, hasta más allá de 1952. De ahí la postergación de su desarrollo. La cruceña es una historia sorprendente, “patética y grandiosa en su sostenido heroísmo” (Roberto Levillier Prólogo a la Historia de la Conquista del Oriente Boliviano. Enrique Finot. Librería Editorial Juventud. La Paz - Bolivia. 1978), desde su fundación, “lejos de todas partes” y sus múltiples traslados, a los que Humberto Vázquez Machicado denomina

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sión colonial. En Bolivia, las regiones están compartimentadas dentro de un espacio geográ co de diferencias contundentes. El Estado centralista se erige como una superestructura vertical en medio de una sociedad nacio-nal cuasi incomunicada. Como los lazos de la unidad nacional son débiles, en la personalidad de las regiones se destaca nítidamente el sentido de ‘re-gionalismo’ matizado a veces de impulsos de autonomía (…) La ‘región’ no es sólo la expresión histórico-cultural de los agregados sociales, sino el espacio social donde los lazos de la producción y del modo de producir han forjado un sentimiento local de solidaridad económica”. 74 Es el caso de la tierra y su posesión, que fueron su vocación, no por elección sino por destino, desde los primeros tiempos de la Colonia, pues a falta de riquezas minerales, sólo le quedaron las tierras, origen de su riqueza actual. De ahí su fuerte vinculación a ella.

Para el historiador cruceño Isaac Sandoval Rodríguez “el pro-blema regional conlleva un contenido de lucha de clase, pues así como no puede darse una región desprovista de hombres de carne y hueso, de una población determinada, tampoco puede hablarse de un problema social en abstracto, como la lucha de unos pueblos contra otros.” 75 En ese sentido, Sandoval a rma que la matriz del proyecto regional se ubica en el conjunto de relaciones estructurales del sistema que “al condicionar un desarrollo desigual entre regiones, conlleva una latente con ictualidad entre grupos sociales dominantes en el centro y la periferia de la formación social nacional (...) se convierten en la razón causal explicativa (…)”. De

la “infancia andariega” de Santa Cruz (Vázquez Machicado, Humberto. Santa Cruz de la Sierra. Apuntes para su Historia. (Siglos XVI al XX). Obras Completas. Segunda Edición. P. 72). En el devenir histórico desde su fundación en 1561, hasta hoy, en más de 4 siglos, pasó Santa Cruz por una relación de permanente conflicto con el poder central, ya sea colonial o republicano, por el largo letargo periférico al que se vio restringida la región, “lejos de todas partes”. Cfr. Seleme, Susana; Prado, Fernando; Prado, Isabella. Santa Cruz y su gente. Una mirada critica. Imprenta ABC. Octubre 2005, y Capítulos III y IV de esta investigación.

74 Velasco, Ramiro. Comentario sobre “El Estado y la Región en La Paz”. En: El poder de las Regiones. Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social. Artes Gráficas El Buirte. Cochabamba. 2da. Edición, 1985. P. 86.

75 Sandoval Rodríguez, Isaac. La cuestión regional en Santa Cruz. En: El poder de las Regiones. Compilado por Fernando Calderón G. y Roberto Laserna. Ediciones Ceres – Clacso. Pp. 148-150.

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ahí que, las rivalidades regionales no pueden ser analizadas como si fueran luchas regionales en abstracto, sin tomar en cuenta las lu-chas que han sido en el pasado y son en el presente luchas de clase y sectores de clase y hoy, como nunca antes, con explosivos mati-ces étnicoculturales, independiente de la región en que vivan sus protagonistas, sometidos unos y otros a las características de las sociedades del capitalismo periférico.

Otro historiador e intelectual cruceño, José Luís Roca 76 señala que la historia de Bolivia no es la historia de la lucha de clases, sino “… más bien la historia de sus luchas regionales”, y que la constante de la historia de Bolivia “sigue siendo la lucha de sus clases dominantes”. Sobre el mismo tema se referirá Fernando Prado en el tercer ensayo, pero reiteramos que las luchas regionales no pueden ser analizadas como si fueran luchas en abstracto, sin tomar en cuenta a las clases y sectores de clase, y sin olvidar, sobre todo, las luchas del prole-tariado minero frente a la oligarquía minera primero, y su acción determinante en la Revolución Nacional de 1952, y luego frente a los regímenes militares.

En el marco de la tríada postergación – olvido – centralismo se deben buscar las raíces del con icto no resuelto, de baja o alta in-tensidad, de Santa Cruz con el poder central, lo que remite a la idea que tenía Ramiro Velasco del centralismo visto como el “producto de la estrechez política del sistema administrativo estatal (…)” y por lo tanto de una visión parcial de los nes de la nación; “es la impotencia estatal para contener a la nación” 77 y al ser social diverso que le da vida al país, y que se expresa no sólo en los con ictos con Santa Cruz, sino con otras regiones.

76 Roca, José Luis. Fisonomía del Regionalismo Boliviano. Ed. Los amigos de Libro. La Paz, 1980. Introducción. Pp. 9 y subsiguientes.

77 Velasco, Ramiro. Op. Cit. P. 88.

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Para autores como Rodríguez Ostria 78 “Desde cualquier ángu-lo, Santa Cruz era, pues, una región prescindible, un territorio al que los gobiernos bolivianos a menudo habían destinado –prueba suprema de su lejanía del poder- a ‘isla de con namiento’ de sus adversarios políticos (…) Salvo por pequeños detalles, Santa Cruz continuaba, al nalizar el siglo pasado (el autor se re ere al siglo XIX), manteniendo el espíritu y la for-ma material de una sociedad de frontera, a la manera en que había sido la-brada en sus orígenes españoles a mediados del XVII, cuando los coloniza-dores hispanos se asentaron en sus tierras, buscando el Paitití.” El mismo autor sostiene que “la inmensa mayoría de la población seguía asentada en el agro y viviendo casi al margen de la lógica mercantil, lo cual explica las características de una sociedad tradicional sin fuertes connotaciones mercantiles.” 79 Ya a principios del siglo XX, con el Memorándum de 1904, cuando los cruceños pedían ferrocarril para unir oriente con occidente y para vender sus productos a su mercado natural en occidente, en realidad pedían ser parte plena y no marginal de la comunidad nacional.

En ese marco de abandonos y olvidos surgen los llamados “regionalismos”, que para autores como el peruano José Carlos Ma-riátegui, en 1928, eran “la expresión vaga de un malestar y de un descon-tento” 80 como lo fueron las cruceñas hasta el Memorándum, cuando adquirieron formas orgánicas políticas y de protesta, bajo el mando de la descentralización. Siguiendo a Mariátegui, “el n histórico de una descentralización no es secesionista, sino por el contrario unionista. Se descentraliza no para separar y dividir a las regiones, sino para asegu-rar y perfeccionar su unidad dentro de una convivencia más orgánica y menos coercitiva. Regionalismo no quiere decir separatismo.” 81

78 Rodríguez Ostria, Gustavo. Poder Central y proyecto político regional, Cochabamba y Santa Cruz en los siglos XIX y XX. IADES- ILDIS 1993. P. 80.

79 Rodríguez Ostria, Gustavo. Capitalismo, Crisis de Mercado y Luchas regionales en Santa Cruz. Cuaderno de Debate Nº 1. Cooperativa Cruceña de Cultura. Editorial Punto y Coma. Santa Cruz, agosto 1986. P. 6-7.

80 Mariátegui, José Carlos. 7 Ensayos de interpretación de la Realidad Peruana. Empresa Editora Amuata. XXIII edición. Lima, Perú. P. 194.

81 Idem. P. 207.

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Para corroborar lo dicho sobre la cuestión regional, otros autores señalan que los regionalismos aluden a movimientos que buscan la descentralización del poder político o la transferencia de competencias desde un nivel alto a uno más bajo82. En ese orden, “Los movimientos regionalistas serán más fuertes si el Estado nacional se caracteriza por fuertes disparidades regionales y existen regulaciones que establecen transferencias nancieras desde las regiones más ricas a las menos ricas, y las primeras no son el centro político de la nación…”83 El mismo autor señala que la ine cacia de la capacidad del Estado para integrar a las regiones en su proyecto político “disminuyen los incentivos que los movimientos regionales pueden tener para seguir for-mando parte” del mismo. Y como no integra “a las elites regionales en el sistema de elites nacionales”, siempre estará latente “el desafío que su-ponen a la estructura de poder establecida” la presencia de otras elites, que pueden crear “competencias territoriales que no están separadas por fronteras”. 84 En el mismo trabajo Vila de Prado sostiene que “cuando crece la competencia en unidades territoriales que no están separadas por fronteras, gana credibilidad el argumento de que la autonomía política es necesaria para aumentar la competitividad económica.”

Esta a rmación apunta a un tema clave de nuestra investiga-ción: las elites, a las que anteponemos en forma articulada las clases sociales dominantes, ya sea en su versión tradicional o burguesa, para comprender mejor la cuestión regional, que no está exenta de la formación de la identidad como “algo construido”. Y asumimos la identidad como aquella denominación que “utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones productivas y repro-ductivas, la memoria colectiva y las fantasías, los aparatos de poder … la construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un contexto

82 Vila de Prado, Roberto. Los conflictos étnicos en sociedades divididas por culturas. Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales. Vol. 8, junio-diciembre 2002. Santa Cruz. P. 128.

83 Idem. 84 Idem. P. 129.

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marcado por las relaciones de poder” 85. Esos componentes han sido en el caso cruceño: i) lo geográ co (el oriente), ii) lo histórico (la historia de olvido hacia la región); iii) la cultura (lo “camba”) y iv) lo ideológico (la “cruceñidad”) para transformarlos en elementos homogenizadores de un poderoso andamiaje institucional e ideo-lógico, indispensable en todo análisis de la cuestión regional, vin-culada al poder.

85 Castells, Manuel. La era de la información. El poder de la identidad. Vol, 2. P. 29. Alianza Editorial. Madrid, mayo 1998. La cita de Castells nos parece de una valoración analítica extraordinaria, pues cualesquiera que sean las identidades, su construcción responde y ha respondido a las necesidades de las relaciones de poder, sin que ellas sean necesariamente satanizadas. En el caso cruceño ha contribuido además a crear “el orgullo de ser cruceño”, nacido en la tierra camba, con sentimiento colectivo de pertenencia a Santa Cruz, pero al mismo tiempo, sintiendo que Santa Cruz les pertenece.

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LA CONFORMACIÓNHISTÓRICA DEL PODER

Y LAS ELITESEN SANTA CRUZ

Claudia Peña Claros

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Segundo Ensayo

LA CONFORMACIÓNHISTÓRICA DEL PODER

Y LAS ELITES EN SANTA CRUZ

Claudia Peña Claros

1. NUESTRAS PREGUNTAS E HIPÓTESIS DE INVESTI-GACIÓN

A manera de introducción, parece necesario recordar las dos preguntas fundamentales que esta investigación pretende respon-der:

• ¿Cuáles son las bases ideológicas y las bases materiales que han sustentado el ejercicio del poder a lo largo de la historia cruceña?

• ¿De qué maneras ha ejercido su poder la clase dominante cruceña (o las clases dominantes cruceñas) a lo largo del tiempo?

Para responder a estas preguntas y antes de sumergirnos en la revisión bibliográ ca y la consulta de fuentes, nos posicionamos en las siguientes hipótesis de trabajo que guiaron la búsqueda:

• El ejercicio del poder varía en Santa Cruz a lo largo de su historia. Los mecanismos, la extracción social de los miembros de la clase dominante, y sus fracciones de cla-se, los discursos que justi can el orden social y constru-yen la hegemonía, etc., están en constante cambio, en una

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historia que corre paralela y forma parte de los procesos económicos y políticos que ocurren en la región y el país.

• El poder primero en Santa Cruz de la Sierra es el poder colonial, basado en la actividad agrícola sobre todo, el apellido, el origen y la posesión86 de la tierra, apenas mo-di cado por la República.

• El proceso de ‘construcción de identidad’ va unido a un esfuerzo conciente de la clase dominante en los últimos cincuenta años, para consolidar un poder regional frente al poder estatal central.

• El análisis histórico en Santa Cruz ha estado circunscri-to sobre todo a develar las luchas regionales frente a un Estado centralista, que no tomó en cuenta a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y sus alrededores hasta 1952. Pero el mismo descuido se reproduce en Santa Cruz en la insu- ciente recuperación e interpretación de los con ictos y desigualdades al interior mismo de la sociedad cruceña.

• Donde hay ejercicio del poder existe también resistencia, por lo cual cualquier intento de retratar el poder en Santa Cruz debe también tomar en cuenta los espacios en los cuales la resistencia se mani esta y reproduce.

• Estos espacios de resistencia tienden a ser ignorados o invisibilizados por la historia o cial; y los grupos mar-ginados del poder, al tener menor acceso a los espacios públicos de expresión actual (palestra política, periódicos y medios de información, edición masiva de documentos y libros) tienen menos posibilidades de registrar sus pro-puestas y reclamos y el accionar del poder regional.

Esta investigación no pretende recoger detalladamente hechos his-tóricos especí cos, sino más bien re ejar procesos sociales de me-diano y largo plazo. Si bien se centra en las características del ejerci-

86 La propiedad en sí es en gran parte tardía en Santa Cruz (post 52). Lo que predomina es la posesión de facto.

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cio del poder en Santa Cruz de la Sierra, para mejor entenderlo será preciso tomar en cuenta lo departamental, regional y nacional en cuanto contexto que in uye y es in uido por la relación de fuerzas en el espacio especí co que nos ocupa. Así, la mayor parte de este acápite está respaldado por fuentes de información secundaria, y en mucha menor medida por fuentes primarias.

2. RECORDANDO LOS PERÍODOS DE LA INVESTI-GACIÓN

Para efectos de organización, y siguiendo criterios de interés y profundidad del análisis, hemos dividido la historia cruceña en cinco periodos.

Primer periodo: el letargo (1561 – 1880).

Es decir, desde la fundación de la ciudad de Santa Cruz hasta el inicio del auge de la goma. Diferenciamos este periodo como una unidad, porque son años en que Santa Cruz de la Sierra sobrevive por fuera o de manera marginal a los ejes económicos y políticos nacionales, centrados en esa época alrededor de los minerales del occidente del país. Desde el Estado (colonial o republicano), la ciudad es vista como un enclave de frontera. Y en la ciudad, la vida transcurre lenta, con pocos o ningún cambio signi cativo a lo largo del tiempo, y constantemente enfrentada a la resistencia indígena y a la escasa mano de obra, lo cual limita también su desarrollo. Hacia 1850, sin embargo, la ganadería empieza a sobresalir como actividad económica.

Segundo periodo: El auge de la goma y la sucesiva pobreza (1880 – 1950).

Aquí veremos en primer lugar el periodo que abarca desde 1880 hasta 1920, lapso que dura el auge de la goma; y después su postrimería hasta 1950. No profundizaremos de manera especial en los procesos sociales y económicos impulsados a raíz de la Guerra

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del Chaco87, cuya importancia no desconocemos, pero que no in- uyó notablemente en la estructura de poder de Santa Cruz de la Sierra.

Tercer periodo: La modernidad y el nacionalismo (1950 – 1980).

Distinguimos en primer lugar las décadas de los 50 y 60; es decir, nacional con predominio del poder estatal central, la lucha por las regalías; y los años subsiguientes incluyendo la década de los 60, periodo de grandes cambios en Santa Cruz, en el cual el po-der regional se construye como institucionalidad cruceña actual, y se produce el despegue económico que persiste hasta hoy. Después, ya en los 70, el gobierno de Banzer, que a anza la in uencia directa de las estructuras cruceñas de poder en el aparato estatal; y el auge del narcotrá co y su posterior repliegue, que abarca también parte de los años 80. Este tercer periodo está considerado como unidad tomando en cuenta que el Estado adopta el nacionalismo como mo-delo económico y político, con períodos alternos de poder entre la región y el estado central.

Cuarto periodo: El neoliberalismo (mediados de los 80 al 2000).

Periodo marcado por el neoliberalismo impulsado por el Es-tado. En la década de los 80, planteamos que la sociedad cruceña desarrolla conciencia respecto al proceso de crecimiento y globa-

87 Esta periodización es muy parecida a la que propone Gerrit Koester (1983), quien señala: “Todo el lapso comprendido entre la mencionada traslación (en 1621) y los años 1950 está caracterizado por un crecimiento muy paulatino de la ciudad, debido principalmente a la falta de vías de comunicación en la región. Este desarrollo de Santa Cruz es interrumpido únicamente por un breve periodo de florecimiento, y es precisamente este mismo hecho el que hace posible dividir esta época de su historia económica y social en tres fases:- El tiempo del Coloniaje y la Era Republicana hasta fines del Siglo XIX.- El alza pasajera en las postrimerías del siglo y la siguiente recesión.- El crecimiento acelerado de la ciudad desde la Guerra del Chaco cuando fueron sentadas

las bases para la posterior expansión extremadamente rápida (…).” (pág. 19).

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lización que enfrentaba, y surge todo un movimiento de rescate y estudio referido a la identidad cruceña, que después desembocará en iniciativas que pretenden ‘defenderla’ y ‘fortalecerla’. A partir de los años 80 los capitales cruceños empiezan a ser invertidos en el resto del país, y también al revés: los capitales del interior del país adquieren presencia regional. Este cuarto periodo alcanza hasta el año 2000.

Quinto periodo: Las incertidumbres de hoy (del 2000 en adelante).

Es el momento actual, donde vemos el debilitamiento y fra-caso de los pactos políticos partidarios, y el surgimiento de nuevas propuestas de Estado, basadas en la construcción de una nueva ins-titucionalidad. Este periodo será analizado en un capítulo especí -co posterior.

3. PRIMER PERIODO: EL LETARGO

Fundación de la ciudad hasta nes del siglo XIX

La ciudad de Santa Cruz de la Sierra fue fundada como un punto de avanzada hacia otras tierras todavía desconocidas en bus-ca de las riquezas prometidas por la quimera de El Dorado. Alejada de Asunción y de Lima, centros de poder de aquél entonces, y no habiéndose encontrado los yacimientos de riquezas auríferas que se suponía existían en la región, la población española se ve obliga-da a dedicarse a la agricultura para poder subsistir. Empero, no son los mismos españoles quienes trabajan la tierra, sino la población indígena originaria sometida al imperio.

De este modo, la posesión de la tierra se erige como la prin-cipal fuente de poder en Santa Cruz y sus alrededores, y junto con ésta, el acceso a mano de obra indígena, siempre escasa88. Esto

88 Por la importante belicosidad de los pueblos indígenas, antes que por escasez de población, en un principio.

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coincide con el ordenamiento social prevaleciente durante la Co-lonia, donde la cesión de tierras y la institución de la encomienda eran parte de los privilegios otorgados a los conquistadores, como retribución por sus servicios a la corona española.

Al respecto y siguiendo a Lema89, Inturias a rma:

Las encomiendas se constituyeron a costa de la po-blación ‘chiquitana’ que fue fácil de capturar debido a sus divisiones internas intertribales. Desde un punto de vista demográ co, la encomienda y en general la convivencia con los españoles tuvo consecuencias ne-fastas para la población indígena: desde 1575 a 1620, la población encomendada pasó de 16.000 indios a 1.000. (Inturias; 2007: 9)

La hacienda tradicional cruceña se conforma sobre estas ba-ses, siendo las centrales la posesión de la tierra conquistada y la mano de obra indígena. El destino de las encomiendas fue también determinante.

Cuando las encomiendas dejaron de contar con mano de obra gratuita, decayeron. En su lugar empezaron a formarse las haciendas, se constituyeron entonces sobre la base de dos elementos fundamentales: la pro-piedad de la tierra en manos de españoles y posterior-mente mestizos, y el acceso a la mano de obra indíge-na. (Inturias; 2007: 9)

El mantenimiento de la tenencia de la tierra obedecía más que todo a criterios de seguridad frente a los distintos pueblos in-dígenas de la región, y a la necesidad de un abastecimiento más o menos constante de agua. De este modo, la productividad de la tie-rra no fue la preocupación central de los conquistadores. Además

89 Lema, Ana María (2001). Apuntes de historia de Bolivia. Mimeo.

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de la tierra, la producción dependía del trabajo indígena en calidad de esclavo, en una formación económica social que permitía y justi- caba dicha organización.

Seleme et al. (2005: 18) explican que aparte de los productos para el autoconsumo, durante la Colonia se empezó a expandir los cultivos de algodón y caña de azúcar, con miras al mercado de los centros mineros. Cera, hilados y cuero también eran comerciados en las minas.

Esos productos ‘exportables’ a otras regiones incidie-ron en un aumento de las labores agrícolas a pesar de que las condiciones para el comercio extraregional eran francamente disuasorias: las enormes distancias, la inexistencia de vías de comunicación, la escala limi-tada de producción y el bajo desarrollo tecnológico.

Si pudo existir esa oferta exportable se explica por la gran disponibilidad de tierras libres de renta, mano de obra indígena gratuita, modesto nivel de vida y de as-piraciones de aquellos encomenderos hacendados.

Durante la Colonia la caña de azúcar fue, entre los productos comerciados en los mercados mineros, el más importante. Koester (1983) informa que para 1629 existían 25 lugares donde se producía azúcar alrededor de la ciudad.

El mismo autor explica que no eran los mismos cruceños quienes realizaban el traslado y comercialización del azúcar en las minas, sino que más bien trasladaban el producto hasta Samaipata, punto a partir del cual ésta era negociada a comerciantes de Co-chabamba90, quienes se hacían cargo del resto del traslado hasta los lugares de venta nal.

90 Esto es importante para nuestro estudio, pues indica que la producción de la clase dominante en Santa Cruz no logró hacerse realmente esencial a nivel nacional en este periodo.

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El segundo producto en importancia en la región fue el al-godón, impulsado por las misiones jesuíticas, desde donde llegaba el algodón en hilo para ser comercializado en Santa Cruz, consti-tuyéndose la ciudad en centro colector para los productos de las misiones. Esta producción sin embargo, no incide en las relaciones de poder en Santa Cruz de la Sierra.

Hasta nes del siglo XIX, el principal mercado para los pro-ductos cruceños fue la región andina, y más especí camente los asentamientos mineros:

En esta época se puede considerar a Santa Cruz como principal centro de aprovisionamiento de los distri-tos mineros con productos de la agricultura tropical. (Koester; 1983: 20)

Santa Cruz recibía poca atención del Virreinato del Perú y del Virreinato de La Plata, compartiendo esta situación con todos los pueblos que se mantenían al margen del eje minero Potosí – Chu-quisaca – Oruro – La Paz, y que pugnaban por acceder a él a través de sus productos.

Además de la distancia que los separaba de los centros de poder, los españoles sostenían continuas luchas contra la población indígena, en muchos casos impulsadas por ellos mismos, con el n de poder conseguir más trabajadores para sus plantaciones, y sobre todo como fuente de ingresos, ya que el comercio de esclavos se consolidó como uno de los negocios más lucrativos, tal como a r-ma Koester (1983:14 – 15)

Mucho más importante que la agricultura y más lucra-tivo para los vecinos de la ciudad fue sin embargo el comercio con esclavos. Al fundarse Santa Cruz (la vie-ja) en el año 1561, los Corregidores solicitaron al Virrey la concesión de privilegios especiales para los vecinos en compensación por las condiciones de vida muy di-

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fíciles. Entre estos privilegios guraba el permiso de poder disponer de los aborígenes de la Encomienda para destinarlos a trabajos forzados en las minas de plata de Potosí. (...) En Santa Cruz (la vieja) la adquisi-ción de estos privilegios dio comienzo a una desmesu-rada cacería humana que no se limitaba únicamente a los territorios de la Encomienda. (...) Cerca de dos ter-ceras partes de la población oriunda de esta región fue desplazada así, de las tierras que circundaban a Santa Cruz (la vieja). De este modo en vez de la extracción de metales preciosos en la cordillera fue realizada aquí la exportación, muy lucrativa por cierto, de la mano de obra humana.

El mismo autor señala que al fundarse Santa Cruz, 40.000 indígenas poblaban el territorio adjudicado a la ciudad. En 1583 (22 años después), según un informe de la Audiencia de Charcas, la encomienda (que comprendía 60 km alrededor de la ciudad) estaba poblada por 9.000 indígenas solamente. Ese mismo año

(...) el número de “hombres” ascendía a 160 (...), de los que 65 eran vecinos y el resto soldados. Dentro de la ciudad vivían 3.000 indígenas, destinados a prestar servicios personales. (Koester, 1983: 15)

Estas cifras nos dan una idea del alto grado de violencia y con icto en que vivió la región en esos primeros años de existen-cia como territorio español. En primer lugar, la alarmante dismi-nución de la población indígena (que puede deberse no solamente a muertes, sino también a esclavización y emigración de la misma población para escapar del yugo español, pero que es, de cualquier forma, respuesta a una situación de violencia). Pero también está la gran cantidad de soldados, si comparamos su cantidad con la de “hombres” tomados en cuenta en el informe, que se trata supuesta-mente de población civil de cierto rango (vale la pena preguntarse si esta cifra incluye mujeres, y qué tipo de mujeres son consideradas

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‘contables’): para proteger a 65 vecinos tenemos entonces que era necesaria la existencia de 160 soldados, es decir, más del doble.

Por otro lado, tomando en cuenta que 3.000 indígenas eran necesarios para “prestar servicios personales” a 145 habitantes (en-tre soldados y vecinos), tendremos una idea más aproximada del tipo de relaciones que se establecían entre españoles, mestizos e in-dígenas. Si dividimos la cantidad de indios entre el total de vecinos y soldados, tendremos que cada uno de estos últimos disponía de más de veinte para su servicio personal.

El poder, a partir de la llegada de los españoles a estas tierras, nace como un poder colonial, de dominio de españoles sobre los pueblos originarios, basado en una superestructura que promul-gaba supremacía racial y religiosa, sometiendo a la población in-dígena a la esclavitud y la violencia, y a importantes procesos de aculturación y dominación91.

Este poder, apoyado en el marco político y jurídico de la co-lonia, sin embargo no tiene la base económica de la minería, como en el occidente, sino en la actividad agrícola, lo cual le da ciertas peculiaridades: la introducción y el manejo de primitiva tecnología de producción traída de España, combinada con las formas y los cultivos locales, además de toda una organización y jerarquización social basada en las labores que cada grupo cumple al interior de las haciendas.

Al nalizar la colonia, en 1825 nace la República de Bolivia después de más de catorce años de lucha independentista. Más allá de la victoria, la situación económica del nuevo país no es halagüe-ña:

91 Este tipo de organización social tiene efectos en lo económico (poco desarrollo del mercado interno, lento proceso de capitalización, etc.), en lo psicosocial y sociocultural (una estructura social basada en la supremacía de unos cuantos, que desvaloriza las culturas originarias y niega los derechos de la mayoría sometida, etc.).

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En la realidad, al ingresar a la vida republicana el país está arrasado por la guerra, con una industria muy debilitada, sin equipamiento ni inversiones y el área rural subsiste del autoconsumo. La depresión econó-mica que se había experimentado en los primeros años republicanos, a consecuencia de la guerra, prolonga el estancamiento productivo por más de medio siglo. (Canedo; 1997: 60)

La situación marginal de Santa Cruz persiste una vez instau-rada la República, manteniéndose ajena a los avatares políticos que se sucedían en el área minera y en los valles, pero también ajena al movimiento económico fruto del auge de la plata.

Canedo (1997) a rma que durante el siglo XIX los productos cruceños tienen un estrecho circuito mercantil en el resto del país, y que las técnicas rudimentarias que se utilizaban en la producción agropecuaria dejaban estrechos márgenes de ganancia. Por otro lado, las distancias que se debían recorrer hasta llegar a los mer-cados, además del mal estado de las rutas y el elevado costo del transporte92, restaban competitividad a la producción cruceña. Así, la estrechez económica en Santa Cruz no se debía exclusivamente a falta de apropiadas políticas públicas, sino también a tecnologías poco e cientes93.

En 1831, Alcides D’Orbigny describe la población en Santa Cruz, haciendo énfasis en los rasgos y costumbres de los descen-dientes de los españoles fundadores de la ciudad:

Los primeros, descendientes casi todos de los compa-ñeros de Ñu o de Chaves, por su alejamiento de las ciudades comerciales conservan hasta el presente la simplicidad de costumbres característica del siglo XVI

92 Para conocer cómo los costos del transporte duplicaban el precio final de los productos cruceños en los mercados andinos, ver Ostria Rodríguez, 1993.

93 cf. Rodríguez Ostria; 1986.

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y llevan al extremo su hospitalidad. (...) Su estatura es superior a la media corriente y sus rasgos, muy agra-dables; (...). Ocupan todos los empleos y en el campo se dedican a explotaciones agrícolas o cría de ganado. Las mujeres de esta clase son bonitas por lo general, de hermosa talla, llenas de gracia, amigas de los bailes y diversiones sobre todas las cosas. (...) (la mujer de esta clase) tiene la réplica pronta de las meridionales y una conversación tanto más vivaz por sentirse libres de las severas conveniencias (...). Dicen todo lo que piensan con el candor más original. (D’Orbigny, .... ; 1131)

De los mestizos, a rma que hay pocas diferencias en el modo de expresión: “por la soltura de maneras, regularidad y atractivo de ras-gos, vivacidad del lenguaje, nura y oportunidad de sus réplicas.” (Op. cit. 1131) Sin embargo, las diferencias entre una y otra clase estarían marcadas por las ropas: “Hombres y mujeres van descalzos y visten el traje sencillo de los campesinos” (idem, 1132), sin entrar en más deta-lles al respecto94. Las distancias sociales están también determina-das, en la Santa Cruz de 1830, por los trabajos que los miembros de las diferentes clases desempeñan. Para los mestizos, “toda clase de o cios y también trabajos rústicos” (idem, p. 1132). Las mujeres por lo general se dedican a labores de casa, y las jóvenes “recorren las calles vendiendo de puerta en puerta los productos de sus quintas o de su indus-tria personal, consistentes en pan fresco, repostería, cigarros, etc.”

Hasta este punto se hacen visibles las diferencias de géne-ro más comunes: las ocupaciones de los hombres son vistas como ‘trabajo’ socialmente relevante, mientras que las ocupaciones de las mujeres no. Los hombres de la clase dominante ‘ocupan todos los puestos’ y los varones mestizos ‘ejercen toda clase de o cios’. Las mujeres no ocupan puestos ni ejercen o cios, siendo las que ocupan

94 Se percibe en el explorador francés una cierta inclinación, tal vez producida por su propia extracción social, a no establecer relaciones con los indígenas habitantes de la ciudad, y a detenerse más en la descripción de la clase social dominante que en las otras, y más que en la de los indios sobre todo.

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el eslabón más alto de la jerarquía social las menos favorecidas en este sentido, porque no desempeñan ningún tipo de ocupación que les represente algún ingreso, aunque por otro lado tienen la subsis-tencia y el reconocimiento social asegurados.

Respecto a la propiedad de los medios de producción, D’Orbigny sostiene que los hombres de la clase dominante están en la posibilidad de lucrar de sus tierras, a través de ‘explotaciones agrícolas’ o reproducción de ganado. Respecto a los mestizos, el explorador habla de ‘quintas’, por lo cual se puede deducir menor extensión y capacidad productiva. Los productos resultantes son menores y son comercializados en la misma ciudad, sin posibilida-des de venta fuera del espacio inmediato a ella.

Pero también se perciben diferencias al interior del mismo género, basadas no sólo en la clase, sino también en la edad: las mujeres jóvenes descendientes de los fundadores de la ciudad van a la misa con vestidos de esta (siempre siguiendo a D’Orbigny), mientras que sus pares de treinta años en adelante “cuando no van vestidas de negro, se tocan con una mantilla de encaje negro y llevan una pollera del mismo color cuyo ruedo bordean anchas cintas de colores chi-llones” (idem, p. 1131). Entre las mestizas, el relato de D’Orbigny nos dice que las más jóvenes salen a vender productos y recorren las calles

charlando con todo el mundo; están al tanto de todo lo que sucede; sin atender a las diferencias de posición social, provocan a cada cual con una observación agu-da, le obligan a responder y así platican horas enteras sin parecer interesadas en lo más mínimo por el moti-vo de su paseo personal. (Idem, p. 1132)

De esta cita y de lo dicho anteriormente podemos intentar varias a rmaciones:

• alrededor de 1830 las mujeres mestizas tienen acceso casi irrestricto a ciertos espacios públicos de intercambio so-

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cial (la calle), en los cuales las diferencias sociales se a o-jan en el trato personal y directo;

• el trato al interior de cada clase social, y aún entre descen-dientes de españoles y mestizos, es descontraído, lleno de agudezas verbales entre varones y mujeres;

• esta soltura en el trato, sin embargo, no encuentra corre-lato en la ocupación de espacios sociales de decisión en lo que respecta a las diferentes clases sociales y a los géne-ros.

Respecto a los indios, el explorador francés anota que son escasos en Santa Cruz, al revés de lo que sucede en las misiones. En la ciudad trabajaban como sirvientes y nodrizas en las casas de los españoles. También podían ejercer o cios y compartían costumbres con los mestizos. No se dice nada respecto a la vestimenta de los indios. De las mujeres especí camente sólo se dice que al igual que las mestizas recogían agua del río por la tarde y que “Arrebujadas entonces con coquetería en sus rebozos blancos (especie de chal largo), re-presentan a la perfección las estatuas antiguas.” (Idem, p. 1132)

Es evidente cómo los comentarios estéticos de D’Orbigny respecto a las mujeres, su vestimenta y sus cuerpos disminuyen a medida que ‘desciende’ en la descripción de las distintas clases sociales que conforman la sociedad de ese entonces. Esta omisión también nos habla de la censura existente en aquellos tiempos res-pecto a la apreciación que era posible hacer de las mujeres de acuer-do a la pertenencia social del locutor y de las mujeres referidas.

La vida social de los descendientes de españoles es descrita con cierto detalle, pero lamentablemente no ocurre lo mismo con las costumbres, ocupaciones, responsabilidades y relaciones socia-les de los mestizos y los indios.

Creo que existen pocos lugares en que la vida transcu-rra con placidez mayor que en Santa Cruz. Se trabaja

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poco. Visitas y estas son las ocupaciones principales. (...) El cruceño95 ama su provincia, pero se preocupa muy someramente por todo lo que no le afecte de for-ma inmediata. (...) Los hombres leen poco; las mujeres, nada, y su casa, junto a los deberes sociales, bastan para ocuparlas. De manera que todos los temas de conversación giran en torno a cuestiones locales, redu-cidas a la llanura (...). (Idem, p. 1131)

D’Orbigny nos describe entonces una sociedad claramente diferenciada en lo social (en cuanto a clase, género y generación; y siguiendo criterios raciales), y en el acceso a la producción y al poder. La cruceña sería, en los años 30 del siglo XIX, una sociedad poco conectada con el Estado y sus avatares políticos (que resulta-ban ajenos a sus intereses inmediatos), y por lo tanto cerrada sobre sí misma. El explorador francés no hace referencia a la existencia de incomodidad o animadversión a la situación de la ciudad respecto del centro económico nacional96, lo cual nos permite deducir que el discurso del ‘olvido y abandono por parte del Estado nacional’ aún no había sido construido en la región, y que los miembros de la clase dominante aún no se mostraban interesados en participar de las vicisitudes políticas y económicas de la República. Este inte-rés será posterior, y se manifestará en periodos de crisis económica regional97.

95 Es interesante notar en este punto que el explorador francés ocupa el epíteto ‘cruceño’ al referirse a los miembros de la clase dominante durante los primeros años de la República, y no para referirse a las otras clases sociales (mestizos e indios), lo cual permite adelantar la existencia de ciertos discursos, identitarios o de pertenencia, en construcción.

96 “No tienen (...) diarios numerosos y una política general que se guste seguir; la literatura se conoce poco. El cruceño ama su provincia, peor se preocupa muy someramente por todo lo que no le afecte de forma inmediata. Cada quince días un correo le trae un diario de difusión mediana, que suele recorrer con indiferencia, puesto por la distancia al margen de las luchas políticas que desarrollan los serranos, nombre que se impone al resto de la población de la república.” (D’Orbigny: 1131)

97 Ver por ejemplo la coyuntura en la que surge el Memorándum de 1904, que es analizada en el periodo inmediatamente posterior.

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D’Orbigny nos muestra también una sociedad hospitalaria, donde las relaciones sociales ocupan un espacio importante de la vida cotidiana, privilegiándolas por encima de la lectura y la ins-trucción, sin embargo. El autor resalta el trato cordial y desinhibido entre varones y mujeres de distintas clases sociales. A pesar de ello, no deja de anotar las características en el trabajo, en la vestimenta, en los espacios sociales de intercambio, que marcan y delimitan las diferencias y los territorios según clases sociales.

En el trabajo “Movimientos indígenas en el oriente boliviano; caracterización de las tensiones en la Frontera en el siglo XIX”, Isa-bel Canedo profundiza en las relaciones de alteridad establecidas entre dos sectores de la sociedad de aquel tiempo: indios y blancos (grupos indígenas y la sociedad regional republicana naciente). La autora reconoce tres ejes que atraviesan las tensiones interétnicas durante el siglo XIX:

• el plano axiológico (referido a si la nueva República ad-mite o no a los ‘indios’ como parte de sí misma, y si los grupos étnicos quieren o no formar parte de la Repúbli-ca);

• el plano epistémico (las alianzas y pactos que se constru-yen y se quebrantan entre los grupos étnicos y la sociedad republicana, con base en diversos criterios); y

• el plano praxeológico (que se re ere a los procesos de asi-milación, identi cación, sumisión, indiferencia, respecto al que es visto como ‘otro’).

El impacto de la alteridad resulta en la desintegración de una sociedad (la indígena) en el proceso de trans-formación. La crisis reviste, sobre todo, las siguientes características étnico culturales:

• La desintegración, es decir la disolución de estructuras sociales tradicionales.

• La desapropiación por la pérdida de territorios, como efecto del arrinconamiento.

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• El desproporcionamiento por las limitaciones en el acceso a recursos.

• La desmoralización, la pérdida de identidad entre las nor-mas sociales y el comportamiento individual. (Canedo, 1997: 72)

Todas estas características también con rman la existencia de un proceso constante de pérdida de la diversidad cultural y de los conocimientos indígenas en toda la región que el poder cruceño administraba para sí.

En otro nivel de análisis, centrado en las relaciones sociales en la ciudad de Santa Cruz y sin profundizar en contradicciones ét-nicas, Reymi Ferreira toma el periodo de la segunda mitad de siglo, donde la situación parece haber cambiado98, y encontramos una Santa Cruz más despierta a la política, aunque al mismo tiempo atravesada por con ictos internos (Ferreira; 1997)99:

Llama la atención que 10 años antes de la Convención de 1880, en la ciudad de Santa Cruz, perdida en su ais-lamiento secular, periferia de un circuito económico, cuyo eje central era la minería, haya surgido un “Club” e (así también se le denominaba al partido) “igualita-rio”. (Ferreira, 1997; 25)

98 Al respecto falta investigar en las causas que provocan ese cambio, y en las condiciones históricas concretas que resultan en la creación del Club Igualitario.

99 Esta lectura histórica de una realidad diferente a la de D’Orbigny, que nos mostraba una Santa Cruz placentera y sin grandes conflictos internos, es realizada alrededor del movimiento igualitario liderado por Andrés Ibáñez, que despierta, o por lo menos refleja, conflictos que documentos históricos previos a esa coyuntura no muestran o invisibilizan. Como tema pendiente de mayor investigación y profundización queda la pregunta respecto a si conflictos y enfrentamientos internos de la sociedad cruceña capitalina ya habían tenido otros canales de expresión antes del surgimiento de los igualitarios y habían sido acallados, ignorados por la historiografía, o si no existieron del todo. Surge además otra pregunta: ¿qué posibilidades de dejar constancia hubiera tenido cualquier movimiento social semejante que no hubiera sido liderado por un miembro de la clase dominante cruceña?

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Para 1876, el Club Igualitario había logrado llevar represen-tantes propios a la Cámara de Diputados, y obtener el control del Municipio a través del voto popular. También resalta el hecho de que esta agrupación estuviera conformada por cruceños prestigio-sos, miembros de la élite local: “ (...) destacándose don Carlos Melquia-des Barberi, el Dr. Durán Canelas, Benjamín Urgel, Antonio V. Barba y otros.” (Ferreira, 1997; 27)

El surgimiento del movimiento igualitario, que cuestionaba las bases mismas sobre las cuales se erigía la sociedad cruceña, sólo puede entenderse como la consecuencia del debilitamiento de la “estructura tradicional de esa sociedad paternalista, el quiebre de la he-gemonía basada más en los apellidos, la sangre y los rangos que en ver-daderas fortunas, en el honor principalmente (...).” (Op. cit., 28) Todo este proceso se entiende mejor a la luz de lo recogido respecto a la divergencia de intereses dentro de una misma clase100, siguiendo el aporte de Popper.

Más adelante, el mismo Ferreira, con base en un ensayo de Romero Pittari101, detalla

(...) una de las causas del resquebrajamiento de la uni-dad de la sociedad patriarcal y semi feudal cruceña, que contribuyó a crear un ambiente propicio a la diso-lución societal fue el alto grado de mestizaje y diferen-ciación que aumenta la contradicción de por sí intensa. Asimismo, la economía semi feudal que se constituía incluso en una barrera para el salto a una economía más ágil, más democrática, más liberal. El tema de las castas, y el consecuente choque de castas sería lógica consecuencia de este fenómeno, aunque debe advertir-se que la maduración política del artesanado, mayoría de la población citadina pudo darse por las contradic-

100 Ver marco teórico precedente.101 Romero Pittari, Salvador. “Copetudos y sin chaqueta: la revolución de Andrés Ibáñez”.

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ciones de la clase dominante; no debe olvidarse que los principales dirigentes del partido igualitario eran parte de la “categoría”, es decir de la rosca exclusiva que dirigía los destinos de la región. (Op. cit., 28)

Tenemos entonces que hacia nes del siglo XIX se resquebra-ja la unidad de las viejas familias tradicionales cruceñas (oposicio-nes políticas, desigualdades de riqueza, matices raciales, a rma Fe-rreira), mientras que por otro lado, los artesanos inician un proceso de construcción de conciencia de clase de la mano de la revolución igualitaria de Andrés Ibáñez. De este modo también se ponían en duda principios estamentales, que limitaban el movimiento econó-mico y el comercio.

El discurso de Andrés Ibáñez, centrado en el ‘todos somos iguales’, nos habla de las contradicciones existentes al interior de la sociedad cruceña. Y las victorias electorales del Club Igualitario nos hablan de la existencia de grupos sociales disconformes con esa si-tuación, dispuestos a abrazar la causa igualitarista como una forma de superar las diferencias y jerarquías sociales existentes.

A pesar de haber sido fundado por personajes de la clase do-minante cruceña, son los miembros de este mismo grupo quienes apoyan y luego festejan públicamente la expedición militar puni-tiva enviada por el gobierno y que termina con el fusilamiento de Andrés Ibáñez (Ferreira, 1997).

Principales características de las relaciones de poder en este periodo

En este primer periodo destaca de la clase dominante su fun-cionamiento casi autónomo, con muy pocos lazos y controles de la autoridad colonial, lo cual la hace muy peculiar y contribuye des-pués, durante los primeros años de la República, a la vigencia de un poder total ejercido localmente, ante la casi ausencia del Estado nacional.

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Desde la llegada de Ñu o de Cháves hasta la época de la goma, la clase dominante fue la conformada por los españoles, y luego aquella conformada por los criollos descendientes de espa-ñoles (es decir, la escala social se justi caba en principios raciales), quienes basaban su poder en

a) la tierra y sus técnicas productivas,

b) la mano de obra indígena encomendada o mal remunera-da,

c) el posible monopolio de los canales de comercialización de esa producción cruceña dirigidos a los mercados mi-neros en el occidente del país, sobre todo Sucre y Potosí.

Respecto a las relaciones sociales al interior de las haciendas, Guadalupe Ábrego (en Cooperativa Cruceña de Cultura; 1986: 29) distingue entre trabajadores asentados (familias indígenas que tenían derecho a una vivienda y a trabajar una parcela a cambio de realizar los trabajos que el hacendado les pidiese; trabajadores apatronados (“se dedicaban a los servicios personales de la hacienda y estaban más es-trechamente ligados al dominio del terrateniente, los jefes de familia de este grupo se dedicaban mayormente a las labores productivas”); peones eventuales (provenientes de comunidades vecinas, pero reclutados a través de mecanismos coercitivos que ejercían autoridades locales a instancias de los hacendados); y mozos (que trabajaban por contrato y de manera libre, aunque “concluyendo por formar parte viva e inse-parable (...) que a veces se manifestaba hasta en la adopción del apellido del patrón, formaban con los demás trabajadores una especie de comunidad patriarcal que obedecía la autoridad del propietario.”)

Siguiendo el mismo texto de Ábrego, descubrimos que las relaciones de poder durante los primeros años de la república (y hasta nalizar este periodo por lo menos) estaban fundadas sobre todo en la reciprocidad antes que en relaciones asimétricas102:

102 Tal como se ha conceptualizado a ambas en el marco teórico precedente.

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El tipo de relaciones sociales de la hacienda tradicio-nal difería mucho de las de la parte occidental del país, pues por las características típicas de la región –escasez de fuerza de trabajo, abundancia de tierras y gran demanda de productos agropecuarios en la épo-ca en que Santa Cruz se relacionaba comercialmente con las regiones del sur del país y la Argentina- no podían repetirse las mismas condiciones de servilismo que predominaron en el régimen del pongueaje de las haciendas vallunas y altiplánicas. Si bien el régimen de explotación de la fuerza de trabajo descansaba en una serie de prestaciones y sujeciones, así como cas-tigos físicos (...), la subordinación de estos trabajado-res tenía muchos rasgos de una forma productiva (...) con rasgos paternalistas y prebendalistas donde los elementos ideológicos jugaban un papel importante. (Cooperativa Cruceña de Cultura; 1986:29-30)

En otro capítulo del mismo trabajo, Sanabria Fernández ex-plica la organización de la hacienda alrededor de la gura del pa-trón:

El personaje de un ‘establecimiento’ constituía una comunidad plenaria, de la que el patrón era jefe, árbi-tro y punto menos que pater familias. Las discusiones internas eran arregladas por él, y las relaciones fami-liares estaban bajo su tuición, mientras que la patrona tenía a su cargo las devociones y las obligaciones de la materia religiosa y se ocupaba alguna vez de la salud de los allegados. En los casos de uniones de facto entre los mozos de la comunidad, el patrón decía la última palabra. En los casos de paternidad dudosa era sólito que el párvulo llevase el apellido del patrón. (Coope-rativa Cruceña de Cultura; 1986:60)

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A pesar del monopolio del poder ejercido durante todo este periodo al interior de Santa Cruz, la fortaleza de la clase dominante cruceña menguaba hacia afuera: la comercialización de la produc-ción azucarera en los centros mineros estaba en manos de comer-ciantes cochabambinos, que funcionaban como intermediarios en-tre los productores cruceños (que les entregaban el producto en los valles de Cochabamba) y las minas del occidente. El segundo rubro agrícola en importancia, el algodón, era producido y re nado en las misiones jesuíticas mientras éstas existieron, lo cual convertía a la ciudad de Santa Cruz en un mero punto de paso de la mercadería. No se encontraron datos referidos a los canales y los bene ciarios del comercio de indígenas esclavos, que según Koester constituyó, durante la Colonia, la principal fuente de ingresos para los españo-les de la región.

La República no produce cambios signi cativos en la estruc-tura de clases y el ejercicio del poder. Santa Cruz se mantiene en el margen, obligada a regirse y abastecerse por sí misma. Vale la pena mencionar también que los primeros años de la República son conocidos como la época del caos, porque las luchas por tomar el poder entre caudillos desestabilizaban constantemente la gestión estatal, in uyendo seguramente en la capacidad del nuevo Estado para consolidar su presencia en el entonces extenso territorio na-cional.

Podemos concluir, por lo tanto, que en este primer periodo histórico no podemos todavía hablar ni de burguesía ni de proleta-riado, aunque sí podemos observar las bases de las estructuras de poder y los primeros pasos en cuanto a la construcción de la poste-rior hegemonía del actual bloque histórico en el poder.

Estamos pues ante un periodo que contiene los inicios de una particular distribución de capitales económico, cultural y simbóli-co, tal como fueran de nidos por Bourdieu, cuyo desarrollo y con-tinuidad evidenciamos incluso hoy.

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4. SEGUNDO PERIODO: EL AUGE DE LA GOMA Y LA SUCESIVA POBREZA

Es bien sabido que la política de los liberales, inaugurada por los conservadores, “trajo como consecuencia el acrecentamiento de los desequilibrios regionales debido a la marginación socio-económica de todo el Sur y el Oriente del país” (Ábrego, en Cooperativa Cruceña de Cul-tura; 1986: 32). Dentro del proceso mencionado, la inauguración de los ferrocarriles a Perú y Chile desde los centros mineros bolivianos puso en jaque a la economía cruceña, que perdió el mercado para sus productos. Con el ferrocarril ingresaron desde aquellos países productos y mercaderías con cuyos precios la estructura productiva cruceña no podía competir. Es en ese contexto de pérdida de merca-do que se produce el Memorandum de 1904.

Sin embargo, a pesar de esa situación de marginalidad, la economía cruceña se ve enormemente favorecida por el auge de la goma, que se inicia alrededor de 1880 hasta 1915. El caucho natural, extraído manualmente del árbol de la goma, originario de la Ama-zonia, era cada vez más requerido por Europa, ya que era la materia para elaborar goma sintética.

De esta manera Santa Cruz se desvinculó de la Región Andina encaminando sus actividades hacia el nuevo mercado de consumo. A partir de los años 80 del siglo pasado (siglo XIX) se inició una migración acelerada hacia la hylea alrededor de los a uentes bolivianos del río Amazonas, donde principalmente gente de Santa Cruz se dedicó a la recolección de goma. Su aprovisio-namiento con víveres se realizaba en gran parte desde Santa Cruz. (Koester; 1983: 21)

Se abre una nueva ruta de comercio en la región, destacán-dose los puertos uviales como el de Cuatro Ojos, desde donde se despachaba productos y mercaderías hacia los puestos de explota-ción gomera.

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Muchos cruceños, hasta entonces hacendados propietarios de tierra, se dedican a administrar la extracción y comercialización de la goma, relegando temporalmente a un segundo plano la ga-nadería y la agricultura. Si bien la ciudad de Santa Cruz no fue es-pecialmente importante durante este periodo, muchos recolectores de caucho utilizaron sus importantes ganancias en la compra de objetos suntuarios y en construcción de nuevas casas en la ciudad, cambiando así no sólo la sonomía urbana103, sino también en parte el imaginario social y las costumbres.

Koester a rma que durante el auge de la goma surge el pri-mer cine con instalaciones jas en Santa Cruz, y en 1913 se abre una sucursal del “Banco de la Nación Boliviana”. También se instala en la ciudad una máquina a vapor que permitía el funcionamiento de un aserradero y de un molino de trigo.

En contraste con esta repentina bonanza, está el reclutamien-to forzoso de la población indígena, que era llevada para trabajar en la ‘siringa’ en semi esclavitud, en un sistema de endeudamiento que le impedía gozar de un salario y retornar a su lugar de origen. A la larga, esto desembocó en el incremento de la escasez de mano de obra en las labores agrícolas, lo cual no tardó en ser un proble-ma para otros intereses regionales: los dueños de las haciendas y productores agropecuarios, que vieron cómo la escasez de mano de obra se hacía cada vez más álgida. Para contrarrestar estos efectos del auge de la goma, los agricultores y ganaderos cruceños crean el Centro de Defensa Social.

La contratación de peones para la explotación de la siringa se realizaba a través de artimañas y engaños; agentes de las empresas gomeras alistaban caravanas de hombres y los enviaban, prácticamente, como escla-vos al lejano Beni. (De la Fuente, Sanabria; 1990:15).

103 “Esta época dejó huellas duraderas sobre todo en la fisonomía del casco viejo cruceño, donde la hilera uniforme de casas bajas de la Época Colonial con sus corredores exteriores, tuvo que ceder el paso a mansiones ostentosas de varios pisos.” (Koester; 1983: 20 – 21)

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Siguiendo a Sandoval Rodríguez104, Sandoval Arenas et al. (2003) destacan la naturaleza coercitiva de las relaciones del trabajo de enganche, según la cual el trabajador debía ponerse al servicio del patrón hasta cancelar íntegramente lo adeudado.

Mas, como proceso explicativo de los cambios intra-regionales de las condiciones de trabajo, es bueno se-ñalar que la relación de ‘enganche’ cuenta con elemen-tos que pueden reputarse de capitalistas tanto por el jornal estipulado en los contratos, como por tratarse de una remuneración propia del trabajo a destajo (...) (Sandoval Rodríguez, 1994; citado en Sandoval Are-nas; 2003: 8, pie de página)

Pero el auge de la goma no atrae solamente a bolivianos, sino también a extranjeros, quienes son nalmente los que capitalizan para sí los réditos del auge gomero.

De mayor importancia fue, sin embargo, la consoli-dación de algunas casas importadoras alemanas que dominaron por mucho tiempo después de la época de la goma, en una especie de monopolio, el comer-cio exterior y gran parte de la agricultura regional. Los alemanes habían llegado originalmente como admi-nistradores o empelados de empresas gomeras a Santa Cruz, ampliando muy pronto las conexiones, una vez establecidas con su país de origen, a la importación de bienes de consumo no sólo para los recolectores del caucho sino en medida cada vez mayor para la ciu-dad y su área de in uencia. (De la Fuente, Sanabria; 1990:21)

Sobresale, entre todas las empresas alemanas, la Casa Ze-ller – Moser, con un capital de casi 5 millones de libras esterlinas.

104 1994. ‘El trabajo agrícola de temporada’. Investigaciones Jurídicas. Santa Cruz: UAGRM.

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Además de contar con varios vapores de ruedas en el río Mamoré, Zeller – Moser tenía sucursales en puntos claves de la ruta gomera: Guayaramerín, Riberalta, Trinidad, Cuatro Ojos, Puerto Suárez, etc. Otras empresas importantes surgidas en esa coyuntura favorable fueron la Casa Elsner y la Casa Schweizer, menores en capital y en importancia a la primera.

Una vez nalizado el auge de la goma por la estrepitosa caída del precio en el mercado internacional en 1914, la economía cruceña entra en una nueva recesión, que se extendería hasta la Guerra del Chaco, cuando es llamada a aprovisionar los frentes de batalla.

Sin embargo antes, a principios de siglo ya se habían sentido los primeros síntomas de la futura recesión: faltaba mano de obra y mercados. Rodríguez (1986) recurre a la prensa de 1901 para retra-tar la situación:

Tanto que en 1901 se calculaba que en los últimos años más de 20 establecimientos ‘cañavaleteros’ de primer orden habían desaparecido en las provincias Sara y Cercado, mientras la producción de hormas de azúcar se reducía a casi la mitad. (Rodríguez; 1986: 9)

Esta contextualización sirve para ubicar mejor el Memoran-dum de 1904, surgido en respuesta a las negociaciones referidas al Tratado de 1904 con Chile, que desembocan en la construcción de líneas férreas que permitan sacar el mineral por puertos chilenos, e introducir mercadería más barata que la producida en Santa Cruz. Así, no sorprende que este documento reclame la conexión a los mercados de occidente como “obligados y naturales de los pueblos del oriente”, exigiendo políticas proteccionistas del Estado hacia los pro-ductos de la región. La vinculación económica se haría integrando Santa Cruz a los mercados nacionales a través de la construcción de vías férreas entre esa capital y la ciudad de Cochabamba.

Pero más allá de la reivindicación misma, el Memorandum de

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1904 constituye un hito en la construcción del discurso regional, porque

• los intereses y reivindicaciones expresados en el docu-mento son presentados como expresión de toda la pobla-ción del oriente boliviano;

• el documento empieza a delimitar las temáticas de nego-ciación (o enfrentamiento) entre el Estado y la región;

• en ese sentido y en última instancia, construye a la región, la de ne, la delimita y la determina por enfrentamiento al Estado central;

• por último, parte del principio de que la expresión de la elite es la expresión de la diversidad social, y que los inte-reses de la elite cobijan los intereses del resto de la pobla-ción (en una prolongación de las relaciones paternalistas dominantes al interior de la sociedad cruceña).

Sin embargo, otra vez el ferrocarril le juega una mala pasada a la economía cruceña, ya que la inauguración del tramo Made-ra – Mamoré causa el ingreso masivo de mercaderías europeas y brasileras a la región gomera, desplazando así fácilmente a la pro-ducción regional. Este hecho, junto al ingreso de la goma asiática al mercado mundial, determinan el de nitivo n de aquella época de oro: comercio en bajada, bancos regionales quebrados, economía una vez más paralizada.

Poco quedó del auge de la goma para tiempos posteriores. La falta de visión y plani cación de la clase dominante había he-cho que los dineros recibidos fueran rápidamente malgastados en objetos suntuarios e improductivos, omitiendo emprendimientos dirigidos a fomentar la economía a mediano y largo plazo105.

105 Ver Sanabria Fernández, 1968. Apuntes para una historia económica de Santa Cruz. También Koester; 1983.

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Seis años después de la caída de nitiva del precio de la goma, nace el Partido Orientalista (1920), que se caracteriza por cobijar por igual a liberales y republicanos, en una visión más bien regionalista que reivindicaba descentralización administrativa, lo cual era un planteamiento regional nuevo, si tomamos en cuenta el Memoran-dum de 1904 y la posición regional anterior (que giraba alrededor de la inclusión regional a los ujos económicos mineros).

Entendemos que la constitución del Partido Orienta-lista estaba expresando un lento transformismo en la región, que conducía al abandono por los ‘intelectua-les’ de los partidos tradicionales y el cuestionamiento de su representatividad y capacidad de negociación frente al poder central. CITA REPETIDA MÁS ADE-LANTE

(...) Por lo cual ambos partidos (liberal y republicano) representaban también intereses sociales ligados a la supervivencia de la vieja sociedad y del proyecto eco-nómico oligárquico. Partidos que en el momento de crisis no pudieron presentar alternativa válida para encarar la reconstrucción de la región. (Rodríguez; 1983: 17)

Para entonces la economía cruceña estaba en plena crisis, profundizada aún más después de la inauguración del tramo de fe-rrocarril desde el occidente hasta Cochabamba (1917), permitiendo la entrada de azúcar extranjera y otras mercaderías hasta los valles cochabambinos, sustituyendo así lo que Santa Cruz le proveía hasta ese momento. Citando un artículo publicado en el periódico “La Ley” del 22 de junio de 1921, Rodríguez (1983) reproduce el pensa-miento de Cástulo Chávez, quien decía:

Hoy (...) todo el departamento de Santa Cruz no tiene más mercado que las provincias Sara, Cercado y War-nes; Ñu o Chávez y Chiquitos se proveen del Brasil

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y Cordillera en gran parte de la Argentina, el azúcar peruana y el arroz de distintas provincias del mundo llega hasta la provincia de Valle Grande (sic). (Rodrí-gauez, citando a Cástulo Chávez; 1983: 10)

A pesar de todo esto, Rodríguez (1983) propone que la crisis no afectaba a todos los rubros de la economía cruceña por igual. Los productores de alcohol, por ejemplo, gozaban de una ley de nacio-nalización del alcohol proclamada en 1918. Por otro lado, los alema-nes dueños de las casas comerciales ya mencionadas, que estaban dedicadas también a la producción de alcohol y a la producción pe-cuaria, venían de una tradición liberal contraria al proteccionismo. Sin embargo, “esto no quiere decir que los alemanes en tanto productores no estuvieran interesados en la expansión del mercado nacional.” (Rodrí-guez, 1983: 12)

El discurso regionalista, por tanto, no era todavía un discur-so uni cador de los múltiples intereses regionales. Sin embargo, el Partido Orientalista lideró, desde su fundación hasta su desapari-ción en 1930, la lucha regional. Fundado a partir del ‘Centro Juvenil de Acción Oirentalista’ por intelectuales liberales disidentes, de -nió su lucha no a partir de la nación boliviana, sino a partir de los intereses de la región.

Entendemos que la constitución del Partido Orienta-lista estaba expresando un lento transformismo en la región, que conducía al abandono por los ‘intelectua-les’ de los partidos tradicionales y el cuestionamiento de su representatividad y capacidad de negociación frente al poder central. (Rodríguez, 1983: 17) CITA RE-PETIDA

Es interesante notar que la revolución de 1924, que organizó una junta revolucionaria y duró dos semanas, fue impulsada por disidentes republicanos, por miembros del Partido Liberal, y por orientalistas. A pesar de formar parte de la clase dominante, vemos

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más bien que ésta estaba dividida y al parecer mayormente en con-tra de esa iniciativa:

El suceso iniciado el 1º de julio de ese año tuvo una duración de dos semanas y parece no haber gozado de amplia simpatía, por lo menos, en la ciudad de San-ta Cruz. (...) Parecida posición asumirán después los intelectuales cruceños Plácido Molina, Enrique Finot, Rafael Chávez Ortiz, etc. (Rodríguez, 1983: 18 – 19)

Después de estos intentos de sublevación contra el Estado, Rodríguez (1983) a rma que hacia mediados de la década de los 20, la explotación petrolera, el inicio de la construcción de la carretera Cochabamba – Santa Cruz, el transporte por vía aérea, modi carían “las condiciones económicas, frenando con ello las movilizaciones regiona-les” (p. 19)

Pasada la Guerra del Chaco, las reivindicaciones regionales resurgen, pero ya no como discurso corporativo, sino más bien como parte de una tendencia nacional en respuesta al Estado oligárquico. En este proceso es destacable el trabajo de ciertos intelectuales:

Este tránsito operado por la contribución de la genera-ción del 25 (...), estará facilitado por los componentes territorialistas y proteccionistas que en forma todavía nebulosa estaban presentes en la ideología regional cruceña de los años veinte. Esta nueva lectura social quedará a rmada por el sentimiento de pertenencia ‘racial, histórica, geográ ca’ a Bolivia transmitida por las obras de historiadores tales como E. Finot, Vásquez Machicado, Plácido Molina. (Rodríguez; 1983: 19)

Tenemos entonces que en este periodo se mani esta la sig-ni cativa producción intelectual de una elite que, desde el pensa-miento y las ciencias sociales, alimentan y de esta forma determi-nan el discurso regional. Este proceso (de conformación regional

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discursiva) junto a otros procesos políticos y económicos, resultará en la progresiva inclusión de Santa Cruz en el campo de poder na-cional y en las luchas que en su interior se dan.

La Guerra del Chaco fue determinante para el inicio de la inserción de la región cruceña al resto del país, ya que era impres-cindible para abastecer al frente de batalla. Así, se abrió la ruta Co-chabamba – Santa Cruz (todavía de tierra) y después, habiendo el Teniente Coronel Germán Busch llegado a la presidencia de Boli-via, determinó la vinculación ferroviaria de Santa Cruz con Brasil y Argentina, y se dictó la ley que reconocía el 11% de regalías a las regiones productoras de hidrocarburos. Aunque ambas medidas (ferrocarril y regalías) serían hechas efectivas años después, no cabe duda que fueron determinantes para el futuro de la región.

La fundación de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos en 1937 y su puesta en marcha, trajo mejoras a la economía gracias a la producción petrolera en el Chaco106.

Este segundo periodo, que hemos llamado ‘Auge de la goma y sucesiva pobreza’ también encierra otros hechos sin los cuales será difícil entender las relaciones de poder de ese tiempo y tam-bién las posteriores. De la Fuente y Sanabria rescatan la importan-cia de dos leyes que aseguran la tenencia de la tierra en las manos de los hacendados: en primer lugar, la Ley de Tierras Baldías (1886), y en segundo lugar la Ley Complementaria de 1905.

Estas leyes adjudicaban las tierras a título gratuito y además los dueños tenían la potestad de venderlas. Concluida la segunda década del presente siglo (XX) no quedó ninguna tierra sin ser ‘consolidada’ por su antiguo ocupante. (De la Fuente, Sanabria; 1990: 17)

Los dueños de las haciendas eran en ese tiempo también prácticamente dueños de los trabajadores indígenas, quienes eran 106 Prado et al.; 2006: 35.

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sometidos a castigos físicos en caso de desobediencia o negligencia en el trabajo. Los azotes y el castigo del cepo eran moneda frecuente en las haciendas cruceñas, justi cados por una ideología que soste-nía la superioridad racial de los descendientes de los españoles con-quistadores, y que era por otro lado respetada por las autoridades.

Cuando hablamos de las relaciones de poder al interior de la sociedad cruceña durante este periodo, es necesario tomar en cuen-ta la situación de los indígenas como grupo social importante de la misma. La masacre de Kuruyuki, ocurrida bien entrada la Repúbli-ca, en 1892, en este contexto, nos ayuda a plantear la situación de los indígenas como sector por fuera de la construcción de la nación boliviana, y que a pesar de ello constituía la principal fuerza de tra-bajo de la economía regional. El no reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas es la principal causa de su elevada morta-lidad y de la elevada migración, las cuales, como un círculo vicioso, perpetúa la escasez de mano de obra, de la que constantemente se quejaban los ganaderos y agricultores cruceños como uno de los principales obstáculos al crecimiento económico de la región.

Sin, embargo, la relación laboral de los patrones con los ‘mo-zos’ era algo mejor, ya que estaba regida por un salario, aunque aquí también se daban vínculos paternalistas.

El mozo y su familia vivían cerca del hacendado, lo nombraban padrino de sus hijos, y algunas veces hasta adoptaban su apellido. La mujer y los hijos del mozo ayudaban en la cosecha del café, el tratamiento del azúcar y, en algunos trabajos en la casa de hacien-da. (De la Fuente, Sanabria; 1990: 18)

A pesar de que el pago del salario fue adoptándose cada vez más en el área rural de Santa Cruz, también se recurría con fre-cuencia al sistema de deudas, a través del cual el patrón entregaba víveres y otros artículos a sus trabajadores, adquiriendo éstos una deuda que les resultaba imposible pagar, a pesar del trabajo realiza-

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do. Esta ‘deuda’ era incluso heredada por la familia del trabajador si éste moría.

Mientras tanto, en la ciudad capital de departamento, los ar-tesanos lograban formar un porcentaje importante de la población, que en este periodo empieza a organizarse y aglutinarse alrededor de los gremios y las mutuales107, que nacieron con intención de apo-yo mutuo y ayuda en casos de necesidad, enfermedad y muerte, pero que no tardaron en ser un importante vehículo de expresión política también, para desde allí convertirse, en algunos casos, en espacios de lucha de los trabajadores por mejores condiciones de vida y trabajo.

Los años 40 marcan el inicio de los cambios en Santa Cruz, todavía lentos y poco perceptibles en esta década, pero que en la siguiente década se desplegarán con toda su fuerza. El Plan Bohan, por ejemplo, es elaborado en los últimos años de este periodo, y se-ría decisivo en el desarrollo cruceño que ocurre a partir de 1952108.

El así llamado ‘Plan Bohan’ constituye un punto de in- exión en el progreso de Santa Cruz, y su contenido principal fue el siguiente:

1. Construcción de un sistema de caminos destinado a vincular las áreas productoras con las consumi-doras, priorizando dentro de este concepto la carre-tera Cochabamba – Santa Cruz.

2. Diversi cación y expansión de la producción agrí-cola, especialmente a través de la incorporación al cultivo de las tierras potencialmente ricas del de-partamento de Santa Cruz y de la ejecución de pro-yectos de riego en áreas seleccionadas.

107 Para ver más sobre este proceso, ver Cejis, 1991.108 Una materia pendiente es investigar cuál fue el impacto real del Plan en Santa Cruz, en esa

década, y cómo fue acogido y percibido en Santa Cruz.

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3. Impulso a la industria petrolera de modo de lograr un rápido incremento en la producción de crudo.

Al respecto, Carmen Dunia Sandoval et al. (2003) a rman que esta política integracionista recogía “los postulados lanzados por los intelectuales de la Sociedad de Estudios Geográ cos e Históricos de Santa Cruz en el Memorandum de 1904” (p. 16)

Principales características de las relaciones de poder en este periodo

El auge de la goma origina en Santa Cruz de la Sierra un importante proceso económico, que impulsa la producción gana-dera y agropecuaria para abastecer las explotaciones de goma más al norte.

Muchos ganaderos se dedican también a la producción en las estradas gomeras, o en su defecto dejan de ser ganaderos e invier-ten sus pequeños capitales en esa actividad, obteniendo importan-tes ganancias, que gastan luego en la ciudad cruceña.

El auge de la goma acerca a la clase dirigente agraria cruceña al mundo exterior, a la cultura europea sobre todo, que se toma entonces como el principal referente estético, provocando impor-tantes cambios en la arquitectura urbana.

Sin embargo, este acercamiento lo hace la clase dominante cruceña como simple consumidora de objetos suntuarios y no como productor o como exportador, lo cual impide la capitalización de la economía regional a mediano y largo plazo. Los principales bene- ciarios económicos del auge de la goma son empresarios extran-jeros, alemanes sobre todo, que llegan a la región atraídos por los altos precios internacionales.

Una vez pasado el auge de la goma, Santa Cruz debe en-frentar una fuerte recesión, al no haber habido una reproducción ampliada del capital.

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La explotación de la goma generó una fuerte inmigración eu-ropea y de medio oriente, que aporta con un know how importante, el cual le permite a su vez formar rápidamente parte de la clase dominante en Santa Cruz, y aún más, monopolizar en cierto grado el comercio y la agricultura, en el caso de la Casa Zeller – Moser por ejemplo, de propiedad de ciudadanos alemanes.

Las familias reconocidas de la sociedad cruceña, celosas de su pureza frente a los indígenas y los venidos del occidente, acep-tan sin embargo sin ambages a los migrantes extranjeros.

En este periodo cobran mayor protagonismo los artesanos, quienes agrupados alrededor de gremios y mutuales, cuestionan, con el apoyo de intelectuales provenientes de la clase dominante, el orden social establecido, y reclaman mejores condiciones de trabajo y reformas políticas.

Por otro lado, la creación del Partido Orientalista signi có el fortalecimiento de la conciencia regional, al agrupar sin distinción a liberales y republicanos, reivindicando ya no solamente mayores y mejores vínculos comerciales con el resto del país, sino también descentralización administrativa respecto al Estado central.

La situación de los pueblos indígenas se mantiene en la mis-ma explotación y exclusión del periodo anterior, inclusive agravada por los famosos enganches propios del auge de la goma.

Si bien la Guerra del Chaco no signi ca cambios importantes en las estructuras de poder, provoca sí un remezón del imaginario, al acercar la noción de nación a la región cruceña. Al mismo tiem-po, la guerra provoca cambios en la vinculación caminera de Santa Cruz, y la fundación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos signi cará el inicio del despertar económico de la región, que suce-de con más claridad en el siguiente periodo.

Las instituciones que se crean en este periodo son fundamen-talmente de dos tipos:

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• aquellas creadas como respuesta a políticas estatales libe-rales, con el objetivo de lograr protección para la produc-ción y economía de los terratenientes cruceños;

• aquellas creadas por artesanos y trabajadores urbanos, con el objetivo de luchar por relaciones sociales más equi-tativas, cuestionando las relaciones de poder imperantes y los principios de superioridad racial sobre los cuales éstas se basaban, y con el objetivo de prestar socorro y ayuda mutua a los a liados.

Tenemos entonces que la lucha por el poder se realiza en dos frentes:

• el de las relaciones Estado – región

• el de las relaciones laborales, incipiente todavía, pero ya organizada y pública.

Sin embargo, más allá de la lectura institucional, los hechos nos permiten reconocer otro frente de disputa, el cual se mani esta sobre todo en el área rural, pero que tiene también, sin duda, su manifestación (silenciosa, sí) en la ciudad de Santa Cruz, y es el de las relaciones interétnicas, referido sobre todo a la situación de ex-plotación de los indígenas en el sistema productivo regional.

Hacia nes de este periodo (durante los años 40 sobre todo) la hacienda tradicional empieza un lento proceso, de una economía basada en relaciones patriarcales y paternalistas, a relaciones asala-riadas; de la mano de una incipiente economía agroindustrial que tiende a la mejora tecnológica. Estas iniciativas privadas se verán truncadas por la política productiva del gobierno del MNR, centra-da en el Estado como principal agente económico, en el periodo que veremos a continuación.

La problemática de género no se mani esta en este periodo, participando las mujeres solamente en aquellos gremios correspon-dientes a las pocas ocupaciones que les eran socialmente permiti-

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das: la enseñanza escolar, sobre todo. Esto a pesar de su importante participación económica como artesanas, ‘sirvientas’ en los hoga-res, y comerciantes de productos por ellas mismas elaborados.

Para concluir el análisis de este periodo, consideramos perti-nente citar a Rodríguez, cuando habla de las respuestas regionales a las sucesivas crisis de mercado como ‘motivaciones episódicas’ que no logran articular una crítica de nitiva al Estado ni

“abordar correctamente el problema económico. Esto porque el mercado, apariencia fetichizada de un pro-ceso que ocurre detrás de él, no era el autor de la crisis, sino su expresión. En el fondo, el problema cruceño no provenía de la circulación, sino de la producción. Las limitaciones mercantiles regionales expresaban más bien el incipiente grado inferior de desarrollo capita-lista antes que la falta de vías de comunicación. Como comenzará a vislumbrarse en los años 40 cuando sec-tores dominantes cruceños empezaron a modernizar en sentido capitalista, las bases materiales de la región, la relación externa con el resto de la formación social pasaba también por una profunda transformación in-terna de Santa Cruz.” (Rodríguez; 1986: 30)

Este periodo también evidencia cómo, a lo largo de la prime-ra mitad del siglo XX (y desde antes también), los levantamientos y pronunciamientos contra el Estado central y su política liberal no logran siempre aglutinar a los diferentes sectores sociales, ni siquiera a la clase dominante en su totalidad. Sin embargo, tam-bién ocurre “la constitución de un proceso social, que (...) permitió más adelante y por sus particulares componentes la constitución de un nuevo bloque histórico regional”109, el cual se manifestará en el periodo que estudiaremos inmediatamente.

109 Rodríguez; 1986: 30

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5. TERCER PERIODO: DEL NACIONALISMO REVO-LUCIONARIO HASTA LOS AÑOS 80

En Santa Cruz, este tercer periodo es uno de grandes cam-bios, no sólo para la capital, sino para todo el departamento.

El cambio social y cultural que se produce luego es el más dramático, intenso y acelerado que la ciudad ha vivido desde su fundación. Introduce un proceso de modernización que irrumpe e inunda la cultura cruce-ña con la intensidad de un tsunami. (Waldmann; 2005: 5)

Esto se re eja claramente en los datos referidos a población y participación en el PIB (Producto Interno Bruto). Los resultados del Censo de 1950 establecieron que Santa Cruz de la Sierra tenía 42.746 habitantes. Hasta 1980, la población se había multiplicado a 750.000 habitantes. El crecimiento agigantado de la ciudad continúa incluso hasta hoy: 1.313 780 habitantes según el Censo 2001110. De ser un pueblo donde más o menos todos se conocían, Santa Cruz de la Sierra pasó a ser una de las ciudades más importantes del país, por la cantidad de población que cobija, y también por los ujos econó-micos que al interior de sus límites se desarrollan.

Si Santa Cruz en 1952 aportaba con apenas el 2,6% del PIB nacional, para 1980 esta cifra se había multiplicado a 18,1%, para alcanzar el 23,38% en 1986. A comienzos del siglo XXI, el departa-mento aporta con alrededor de la tercera parte del PIB nacional.

Los cambios que enfrentan los pobladores a lo largo de este periodo tienen que ver también con los sistemas productivos y las relaciones de producción, ya que en este periodo se pasa de una economía semifeudal precapitalista (basada en relaciones patriar-cales y paternalistas, donde el salario no formaba necesariamente

110 Actualmente la mancha urbana se extiende a lo largo de 6 municipios, haciendo confusa la delimitación de la misma.

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parte de ellas), a una economía agroindustrial volcada a los merca-dos de exportación, donde el salario es un aspecto central.

Todos estos cambios están directamente relacionados con el proceso de la Revolución Nacional, que en abril de 1952 coloca al partido del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)111 en el poder, iniciando así el periodo del nacionalismo revolucionario, que se extiende a través de los posteriores gobiernos dictatoriales (a partir de los años 60) hasta mediados de la década de los 80, cuando se asume el modelo neoliberal de Estado.

Podemos echarle una mirada a la doctrina del MNR, resumiendo las Bases y principios del MNR, publi-cados en junio de 1942 (...). Los males de Bolivia son atribuidos a enemigos extranjeros: los ‘barones del es-taño’ (los dos de origen boliviano se habrían, de cierta forma, expatriado) y los judíos. Por eso, el partido bus-ca el ‘consenso’ entre los bolivianos para eliminar los grandes monopolios y para que el comercio minorista quede exclusivamente en manos de los bolivianos; por otra parte, demanda que se dé n a la inmigración ju-día. La otra cara de esta xenofobia es un nacionalismo teñido de indigenismo, en nombre del cual las prerro-gativas del Estado deben ser ampliadas para que éste se convierta en el principal artí ce de la construcción nacional; un Estado donde el agente privilegiado es el individuo de raza indomestiza. (Lavaud; 1998: 29)

111 “El MNR se constituye entre 1936 y 1944. Su primer programa político se hace público en 1942. Incorpora diversos núcleos: una logia de excombatientes de la Guerra del Chaco (...), un círculo de periodistas e intelectuales reunidos en torno al periódico la Calle, harto virulentos en relación a los ‘barones del estaño’, y anti-imperialistas (...); y, en fin, un conjunto de abogados, profesores universitarios, altos funcionarios (...). Este grupo inicial es notablemente homogéneo: todos sus miembros –o casi todos- provienen de familias ya inmersas en la vida política y sólo 10 años separan a los mayores (...) de los más jóvenes (...).” (Lavaud; 1998: 28)

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El gobierno del MNR aplica el Plan Bohan elaborado en los años 40, el cual tenía como postulado principal la diversi cación de la economía nacional integrando el Oriente al resto de Bolivia. En los hechos, esta política estatal signi có en Santa Cruz la construc-ción de una importante red caminera que fue base, por ejemplo, para la creación de lo que ahora se denomina ‘área integrada’, y que se sitúa al norte de la capital departamental como un espacio importante de producción económica basada en la agroindustria, en las provincias Sara, Ichilo, Obispo Santisteban, Warnes y Ñu o de Chávez.

Por otro lado, la nalización de la carretera Cochabamba – Santa Cruz facilitó la ‘Marcha hacia el Oriente’, es decir el proce-so de migración, al mismo tiempo que posibilitó el traslado de la producción cruceña a las otras regiones del país. El ferrocarril hacia la Argentina, el que une Santa Cruz de la Sierra con Corumbá, y la construcción del puente sobre el río Grande aseguran, en este mismo periodo, la conexión internacional de Bolivia con Brasil y Argentina.

El gobierno del MNR apostó también por la diversi cación y expansión de la producción agrícola112, a través de créditos a la pro-ducción, otorgando facilidades para expandir la frontera agrícola, y ejecutando proyectos de riego. A través de YPFB se incrementó rápidamente la producción de crudo.

El Estado del 52 apoyó la migración hacia el Oriente en gene-ral y hacia Santa Cruz en particular. La intención fue ampliar el área cultivada del departamento y expandir la agricultura tradicional, con el n de asegurar la su ciencia alimentaria. Para los agriculto-res cruceños, la migración signi có también la posibilidad de dis-poner de una mayor cantidad de mano de obra, que hasta entonces había sido siempre escasa en la región, limitando así las posibilida-des productivas del área rural cruceña.112 El impulso a la producción agrícola también era una recomendación central del Plan

Bohan.

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Según el grado de intervención del Estado en los proce-sos migratorios, podemos diferenciar entre colonización dirigida, semi-dirigida, y espontánea. La migración espontánea fue de lejos la más importante: hasta 1966 casi la tercera parte de las familias de colonos llegaron al departamento cruceño de esta forma. Si bien los gobiernos militares de los 60 y 70 continuaron impulsando la migración hacia el oriente, la mayor parte de la migración se realizó de forma espontánea, y la mayor parte de la migración en general se realizó en ese periodo (60 y 70). En 1980, el 41,7% de la población de Santa Cruz de la Sierra era inmigrante.113

Al contrario de los sucedido en los valles y el altiplano, la Reforma Agraria de 1953 reforzó las relaciones de poder cruceñas, las cuales desde el Primer Periodo ya estaban centradas alrededor de la tenencia de la tierra y su consecuente explotación. En los años 60, el gobierno otorgó facilidades extraordinarias para impulsar la agricultura en tierras no trabajadas: los créditos bancarios a través del Banco Agrícola de Bolivia, y las facilidades para acceder a la propiedad sobre extensas áreas de tierra, provocaron además eleva-dos índices de deforestación y la revalorización de la tierra.

Grandes propiedades agrícolas se establecieron a la sombra de la Reforma Agraria, y también muchos pequeños productores recién migrados desde el occidente se establecieron en lo que vino a llamarse ‘colonias’. Esto último, sin embargo, no fue óbice para que la antigua estructura de poder se a anzara en la región.

En el panorama descrito, la ley agraria del 53 cayó como anillo al dedo de los potenciales agricultores. Estos no eran otros que los hijos y nietos de quienes protagonizaron la epopeya gomera, descendientes, a su vez, de los conquistadores de Mojos. A ellos se les brindó una nueva oportunidad de obtener tierra, otra vez a precio cero, (...) ahora se abrieron caminos (...), se destinaron sustanciales recursos públicos para el

113 Lavaud; 1998: 277.

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sector rural y, lo mejor de todo, el gobierno de Esta-dos Unidos, como una continuación del Plan Bohan, otorgó una generosa cooperación nanciera, técnica y administrativa al desarrollo de la agricultura cruceña. (Roca; 2001: 579)

A pesar de ello, no es de extrañar que, como sostienen San-doval et al. (2003), las relaciones económicas y sociales en Santa Cruz cambien a partir de la Reforma Agraria y la ‘marcha hacia el oriente’, ya que ambas medidas provocaron la transformación de la base de producción económica impulsando su modernización. Así, la misma Formación Económica Social debió adecuarse a los recientes cambios y a la diversidad de nuevos actores, nacionales y extranjeros.

Antes de la Reforma Agraria, la clase dominante cruceña (formada sobre todo por hacendados grandes propietarios de tierra descendientes de familias tradicionales, o por comerciantes – pro-ductores extranjeros llegados durante el auge de la goma) estaba apostando a una modernización liberal de las estructuras producti-vas, en un intento por enfrentar el marginamiento estatal114.

Al ponerse en práctica las políticas estatales del gobierno revolucionario del MNR (centradas en la fuerte participación es-tatal en la economía y las políticas de migración), el proceso agroin-dustrial impulsado por los hacendados cruceños perdió empuje y ellos mismos dejaron de ser hacendados agro-industriales para convertirse en meros suministradores de materia prima a los inge-nios azucareros del Estado. De esta forma se desintegra la hacien-da tradicional en Santa Cruz y surgen dos sectores completamente diferenciados: el agrícola y el industrial, basados ambos en el uso intensivo de capital y en el trabajo asalariado.

Este cambio, sin embargo, no signi có una signi cativa tras-lación del poder. A partir de la década de los 50, 114 Al respecto ver Ibarnegaray (op. cit.)

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Los empresarios de la agricultura y los de la industria compartieron el discurso hegemónico heredado de las luchas cívicas (1957 – 1959) y compartieron el poder económico regional con los empresarios de la banca y el comercio. (Sandoval et al.; 2003: 12)

(...) los campesinos colonos que provienen de los va-lles andinos no reciben sino pequeñas unidades, infe-riores o iguales a las 50 has. Progresivamente, la fron-tera agrícola se aleja de la aglomeración cruceña, de acuerdo a un esquema siempre constante: que favo-rece a los agricultores y la oligarquía local, como tam-bién a los familiares del régimen, en detrimento de los colonos. Si bien a nes de 1969, se han distribuido más de 8 millones de hectáreas con el pretexto de la Refor-ma Agraria (sólo 18% son redistribuciones), se puede constatar una enorme desigualdad en la repartición de las propiedades: los propietarios de 10.000 has. o más, que representan 4,79% del total, poseen 33,02% de la tierra (...). (Lavaud, 1998: 279)

Sandoval et al. (2003) reconocen dos etapas en la producción agropecuaria cruceña post Reforma Agraria, durante este periodo. La primera etapa está comprendida entre 1954 y 1960, y se caracte-riza por un fuerte apoyo gubernamental dirigido a cubrir las nece-sidades del mercado nacional. La segunda etapa, que va desde nes de los 60 hasta la década de los 70, se caracteriza por la orientación de la producción regional hacia los mercados internacionales, con-tando igual con apoyo estatal, sobre todo crediticio. Los principales rubros de exportación en este periodo son: algodón, azúcar y ma-dera.

La temprana coincidencia de intereses entre la clase domi-nante cruceña y el gobierno revolucionario (referida a la vincula-ción caminera, el apoyo estatal a la producción, la integración de los productos regionales a los mercados nacionales), se resquebraja

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pronto ante el intento de imponer políticas desde la sede de gobier-no. La Reforma Agraria y la colonización son entonces leídas como amenazas a la seguridad jurídica sobre la tierra.

Este temor hizo carne a pesar de que entre 1955 y 1970 la do-tación de tierras es relativamente poca (dos millones de hectáreas), sobre todo si la comparamos con el periodo 71 – 78, cuando se do-tan siete millones de hectáreas.

Este fenómeno se debe fundamentalmente a la crea-ción de las Brigadas Móviles del Consejo Nacional de Reforma Agraria que funcionaron entre 1968 y 1975, además de otros factores como la apertura de caminos hacia nuevas fronteras agrícolas cada vez más aleja-das; el mayor interés por la producción de carne (...); la falta de tierras libres en la región integrada aleda-ña a la capital (...). En el periodo del gobierno militar de Hugo Banzer, personas que nunca pensaron ni ser ganaderos ni agricultores, por favoritismo político, obtuvieron tierras que más tarde pusieron en venta. (Sandoval et al.; 2003: 46)

La segunda etapa de la producción agropecuaria cruceña, a la que hicimos referencia más arriba, inicia en los últimos años de los 60, cuando los precios internacionales del azúcar suben sig-ni cativamente, multiplicando el cultivo de caña de azúcar en el departamento e impulsando el circuito económico alrededor de los ingenios, que recibían apoyo crediticio del Estado115. La política proteccionista del Estado hacia la producción de azúcar también favoreció enormemente al sector agropecuario cruceño, en detri-mento de los intereses paceños.

Una vez vueltos los precios internacionales de la caña de azúcar a la normalidad, la región se sume en depresión económica,

115 Roca, José Luis; 2001: 582.

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porque el auge productivo se debe exclusivamente a coyunturas internacionales favorables, y no a ventajas competitivas ligadas a la capacidad o e ciencia productiva. Un cuadro similar se presenta luego con el boom del algodón hasta su caída, una vez más por el precio internacional, entre 1975 y 1980.

Otro factor determinante en el progreso cruceño durante este periodo es la producción de petróleo en el Chaco, por dos razones:

• En primer lugar, y como la más importante, están los in-gresos por concepto de regalías departamentales. La Ley que instituía el pago de 11% de regalías a las regiones pro-ductoras había sido aprobada durante la presidencia de Busch, pero es recién a nes de los años 50 que empieza su aplicación, después de una larga lucha de los sectores de la sociedad cruceña agrupados en torno al Comité Cí-vico.

• En segundo lugar está la política liberal que adopta Víc-tor Paz Estenssoro el año 1955116, entregando parte de la producción hidrocarburífera en manos privadas. Catorce empresas internacionales se instalan en Santa Cruz de la Sierra, y se desatan una serie de procesos económicos que potencian el mercado de servicios en Santa Cruz, re e-jándose un mayor movimiento económico en el mercado inmobiliario, de servicios educativos y en la oferta de re-creación.

La actividad petrolera en Santa Cruz adquiere importancia creciente, e in uye también en el cambio de los mecanismos de re-conocimiento y movilidad social. Servicios ‘modernos’ son deman-dados por los empleados de las empresas petroleras, a los cuales rápidamente se unen las familias de la clase dominante.

La arquitectura de la ciudad se modi ca y se moderniza, ex-pandiéndose la ciudad, surgiendo el mercado especulativo de la 116 A pesar del buen momento que vivía YPFB (ver Roca; 2001).

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tierra, y di cultándose la dotación de servicios básicos a toda la mancha urbana.

Entre 1955 y 1959 Santa Cruz vivió un periodo violento, de crisis constante, que re ejó el con icto región – Estado, pero al mis-mo tiempo la lucha por el poder entre distintas facciones de clase, y el a anzamiento de la imagen del Comité pro Santa Cruz como institución representativa de los intereses de la región.

(...) en los años 50, las elites cruceñas (nuevos empresa-rios, políticos de derecha, intelectuales), agrupadas en el Comité Cívico pro Santa Cruz, supieron movilizar a los habitantes de esa ciudad y, así, no sólo lograron obtener las regalías del petróleo sino, más aún, logra-ron apropiarse de la dirección de los asuntos locales durante dos años y, a la larga, librarse de las tenazas del gobierno más centralizado que jamás hubo en Boli-via. Debilitando el centro, sin duda alguna, Santa Cruz acelera la caída del MNR y, por lo tanto, contribuye a la inestabilidad política del país. (Lavaud; 1998: 271)

Durante la violenta crisis de 1955 – 1959, tres fueron los prin-cipales protagonistas:

1. El comando departamental del MNR, que intentaba con-trolar la región y asegurar la aplicación de las medidas gubernamentales, al mismo tiempo que respondía a dife-rentes caudillos, entre ellos el más recordado, Luis Sando-val Morón, que loteó propiedades cercanas a la ciudad y, apoyado en sus milicias, se enfrentó constantemente a los universitarios, a los empresarios y al movimiento cívico. Él mismo fue por su parte en diferentes oportunidades hostigado por las instancias centrales del MNR desde la sede de gobierno, en un intento por retener para el Estado el poder real en la región.

2. La elite cruceña reunida alrededor del Comité pro San-

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ta Cruz (hacendados tradicionales, nuevos empresarios, intelectuales, políticos de derecha, descendientes de los comerciantes alemanes), que reclamaba la aplicación de la Ley de Regalías, y que representaba al mismo tiempo los intereses de los empresarios agrícolas y las familias tradicionales, que temían perder preferencias y riqueza en medio del proceso revolucionario.

3. Y el partido político Falange Socialista Boliviana, que también representaba en buena medida los intereses de la clase dominante cruceña, y que respondía a diferentes caudillos de tendencia derechista. La FSB estaba constan-temente enfrentada al gobierno.

Además de protestar contra las dilaciones y maniobras del gobierno central, en Santa Cruz se produjo un en-frentamiento de proporciones entre el Comité Cívico liderizado por Melchor Pinto Parada, y el Comando Departamental del MNR a cuya cabeza se encontraba Luis Sandoval Morón. En medio de esos dos conten-dientes, y mimetizado en la Unión Juvenil Cruceñis-ta (grupo de choque del Comité) se ubicaba Falange Socialista Boliviana, partido de extrema derecha, más interesado en la caída del MNR que en la obtención de la Ley de Regalías.

De esa manera, mientras el Comité pro Santa Cruz lo-graba una masiva movilización ciudadana y presiona-ba en La Paz por la promulgación de la ley de regalías, Sandoval Morón llevaba adelante un programa de dis-tribución de tierras urbanas de propiedad municipal, o expropiaba otras que tenían propietarios legítimos, pero cuya extensión los convertía en latifundios urba-nos. Pese a sus defectos, excesos e improvisaciones, este líder regional del MNR abrió paso al moderno de-sarrollo urbano de la capital oriental.

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Durante esos años se produjo en Santa Cruz una pro-longada, aguda y violenta crisis de autoridad. Mien-tras entre 1955 y 1957, el poder lo ejercía el comando ‘moronista’, en los dos años siguientes pasó a manos del Comité bajo liderazgo de Melchor Pinto Parada. Por su parte, el gobierno central consideraba enemi-gos a ambos grupos, y enviaba expediciones represi-vas contra ellos. (Roca; 2001: 611)

Las organizaciones campesinas no existían en ese momento, y los tradicionales peones de las haciendas aún no habían desarro-llado conciencia social117, por lo cual se mantuvieron al margen de los con ictos sin construir una posición propia, aunque en reitera-das oportunidades los asuntos que se dirimían tenían directamente que ver con los sectores marginados de la sociedad.

Después, ya en la década de los 60, los militares toman el po-der del Estado entre 1964 y 1982, en medio de una constante inesta-bilidad política y social. Si bien hasta 1971 los diferentes gobiernos militares siguen la tendencia nacionalista del MNR, Hugo Banzer Suárez toma el poder en 1971 y reorganiza el Estado, con una im-portante anuencia de los empresarios, entre ellos los cruceños, y reprimiendo a los sindicatos.

Pero antes, líderes cívicos cruceños ya habían tomado parte en el gobierno de Barrientos, y es durante su mandato que se reor-ganiza el Comité pro Santa Cruz, que había sido desmantelado el año 1959 por el MNR, después de haber conseguido la aplicación de la Ley de Regalías, favoreciendo a las arcas departamentales.

El gobierno de Torres fue menos condescendiente con los in-tereses de la clase dominante cruceña, e intentó nacionalizar la in-dustria azucarera. Durante su presidencia hubo muchos con ictos por ocupación de tierras y los agricultores e industriales cruceños se declararon en contra del gobierno, y conspiraron en su contra. 117 Sandoval et al.; 2003.

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Contra el gobierno de Torres organizaron el golpe de Estado el Gral. Hugo Banzer Suárez, cruceño de nacimiento, y la oligarquía cruceña. Señala Lavaud (1998: 297):

Según Jorge Gallardo (ex ministro de Torres), el estado mayor de los conspiradores se reúne en Santa Cruz, desde nes de julio, con Bánzer y Mario Gutiérrez, jefe del partido falangista, a la cabeza. Una buena parte de los fondos necesarios para comprometer a los mi-litares con la conjura se recolecta en Santa Cruz, nota-blemente, en el seno del grupo de los descendientes germánicos.

Durante el golpe, paramilitares simpatizantes de Banzer ase-sinaron en Santa Cruz a dirigentes de la COD y de la FUL, y a tra-bajadores. Sin embargo, su gobierno gozó del respaldo de la nueva clase dominante cruceña:

En el año 1971, se produjo una coincidencia de intere-ses entre la burguesía minera, comercial y nanciera de La Paz, y la nueva burguesía industrial y agro-ex-portadora de Santa Cruz, lo cual viabilizó la dictadura banzerista (...). Esa convergencia fue la que posibilitó el golpe de Estado –iniciado en Santa Cruz- y el de-rrocamiento de Torres. (Carmen Dunia Sandoval et al.; 2003: 100)

El gobierno de Banzer contó, entre sus autoridades, con miembros de la clase dominante (un tercio de los ministros del ga-binete presidencial), marcando en este aspecto una diferencia con los anteriores, donde la presencia regional no había sido tan impor-tante. Esta tendencia se mantendría e iría en aumento en gobiernos posteriores.

Esta dictadura favoreció enormemente los intereses de los grupos de poder en Santa Cruz, a través de grandes concesiones de

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tierra a los correligionarios, prebendas, otorgación de créditos con facilidades, y devaluación de la moneda para favorecer la exporta-ción. Todo esto consolidó a la burguesía cruceña como clase en el poder.

El golpe de Luis García Meza terminó de desnudar la escandalosa penetración del narcotrá co en la socie-dad boliviana en general118. Los productores agrope-cuarios no ligados a la ilegalidad, se vieron rápida-mente perjudicados porque el narcotrá co les quitaba mano de obra, al mismo tiempo que enrarecía el inter-cambio comercial, debido a la necesidad de legalizar el dinero conseguido por fuera de la ley. Pero el narcotrá- co había tomado el Estado, y (...) la clase dominante en Santa Cruz se opuso al gobierno militar y congregó a los comités cívicos de otros departamentos para ha-cerle frente.

Durante ese gobierno, el Comité pro Santa Cruz tam-bién se opuso a la instalación de un ingenio azucare-ro en San Buenaventura y a la creación de un Comité Cívico Nacional, iniciativa proveniente del gobierno dictatorial.

En la década de los 70 el endeudamiento del Estado se multiplicó casi por cuatro, y la estructura económi-ca entró en crisis, la cual se manifestaría nalmente a principios de los 80 en toda su magnitud, una vez recuperada la democracia. En este panorama, la eco-nomía cruceña se ve favorecida con los créditos, al

118 “En Bolivia, en Santa Cruz, y en particular en la ciudad de Montero, por ejemplo, las implicaciones de la economía ilegal fueron significativas en la economía y política (…).” (Sandoval et al.; 2003: 125)

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mismo tiempo que aumenta su importancia en la eco-nomía nacional en general.119

Principales características de las relaciones de poder en este periodo

Este periodo marca una época de cambios acelerados en San-ta Cruz.

La población de Santa Cruz de la Sierra crece rápidamen-te, acelerada fundamentalmente por los ujos migratorios del área rural a la urbana, y del occidente al oriente del país. Esto provoca nuevas relaciones sociales, y la necesidad de incluir a los nuevos habitantes en un espacio discursivo al cual eran totalmente ajenos.

De una ciudad colonial, Santa Cruz pasa a ser una ciudad moderna, con sus servicios básicos gestionados desde la misma so-ciedad civil, en un proceso social de plani cación que es clave para el desarrollo de la región.

La reforma urbana y los procesos sociales y económicos des-piertan valoraciones sociales distintas, in uyendo también en el cambio del uso y valoración del espacio, y en la distribución del mismo.

La vida comunal, en el espacio público, se restringe cada vez más, y cobran mayor importancia los espacios íntimos, privados, de intercambio, individualizándose la vida cotidiana120.

Waldmann (2005) enumera los cambios que suceden en San-ta Cruz a partir de la revolución Nacional. En primer lugar está la movilidad espacial, expresada en la fuerte inmigración que reciben la ciudad y el departamento.119 Peña Claros, Claudia; Santa Cruz: movilidad social y poder a partir de la Revolución Nacional.

Documento elaborado para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 2006. Sin publicar.

120 Ver Koester (op.cit.), para los cambios en la arquitectura de la ciudad en este período.

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Asimismo, las nuevas oportunidades de movilidad so-cial posibilitan a personas pertenecientes a la clase baja el ascenso socioeconómico a los estratos sociales altos, lo que la estructura estamental había frenado hasta en-tonces. (...) En el ámbito económico y tecnológico se produce el cambio de un estilo de vida dominado por lo artesanal hacia uno sujeto a tecnologías modernas y mercados de consumo estandarizados. (...)

Además ingresan con los estilos modernos de vida las exigencias del concepto de ‘organización’ que exige del individuo su sometimiento a reglamentos, normas escritas y procedimientos burocráticos sujetos a una lógica objetiva y despersonalizada con el n de garan-tizar el funcionamiento de la organización de la cual el individuo participa. (...) En el ámbito económico son las reglas despersonalizadas de la demanda y la oferta con precios sujetos a estos criterios objetivos que susti-tuyen la ética personalizada del trueque. (Waldmann; 2005:5-6)

En cuanto a la presencia del Estado nacional en la región, Waldmann anota que este hecho novedoso obliga a los individuos a involucrarse con procesos organizativos que hasta ese momento habían sido trabajados y resueltos de manera informal, a la sombra de algún patrón o patricio urbano.

Nos referimos a los siguientes ámbitos: el orden social en general, antes de nido a través de la pertenencia a una familia, hoy además de eso constituido en el con-cepto de ciudadano con obligaciones y derechos frente al Estado; el ámbito de con icto, antes solucionado en la mayoría de los casos a través de peleas y vengan-zas y formas de justicia comunitaria, hoy sujeto a un procedimiento jurídico de acuerdo a normas legales establecidas por el estado de derecho; el ámbito del

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bien común, es decir de infraestructura urbana, como educación y salud, antes solucionado de manera per-sonal, basándose en redes de asistencia y responsabi-lidad familiar, caridad y lantropía, administrada por una oligarquía (...) ; y nalmente en el ámbito de la identidad, antes sujeta a un sentido de etnicidad tribal y hoy vinculada a la organización del Estado a través de un sentimiento de nacionalismo (...). (Waldmann; 2005: 6-7)

La participación regional en la economía nacional se hace cada vez más importante, gracias al fortalecimiento de las activida-des agropecuarias desde el Estado. La economía cruceña se integra a la economía nacional.

El movimiento económico que caracteriza este periodo, junto a los grandes cambios que vive la sociedad cruceña, hacen que las diferencias simbólicas que establecen las jerarquías sociales varíen también, abriéndose a los productos y servicios de un mundo cada vez más globalizado. Las modas extranjeras empiezan a llegar con mayor rapidez, y esta situación modi ca las costumbres, la dieta, las relaciones y las expectativas de los habitantes.

Las comunicaciones con el resto del país son más ágiles, y la política nacional in uye en la política local, integrándose así Santa Cruz a los procesos políticos más amplios.

Este periodo diversi ca la composición de la clase dominan-te cruceña: si bien los grandes propietarios de tierra mantienen su poder y prerrogativas, lo hacen gracias a:

• crecientes procesos de industrialización (fuertemente apoyados por el Estado),

• adaptación de las relaciones laborales a la lógica capitalis-ta,

• inserción en los mercados externos.

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Comparten el espacio de poder con empresarios de la indus-tria, y también con empresarios de la banca y el comercio, muchos llegados del occidente del país, atraídos por el proceso económico cruceño. Todos ellos adoptan como propio el discurso de las luchas cívicas, sobre el cual construyen los principales referentes de la cru-ceñidad, logrando así consolidar la hegemonía actual.

La Reforma Agraria no democratizó el acceso a la tierra en Santa Cruz, sino que más bien consolida una clase dominante te-rrateniente: el 2,7% de unidades productivas en Santa Cruz acapara el 72% de las tierras121.

Hacia nes del periodo, la importancia del sector agropecua-rio se reduce y despunta en cambio el sector terciario de la eco-nomía, en un síntoma de que ni la clase dominante agroindustrial ni el Estado lograban absorber la siempre creciente mano de obra desocupada.

La movilidad social se fortalece, y se relaciona a criterios que tienen que ver con niveles de profesionalización o conocimiento técnico, y ya no solamente con criterios referidos a pertenencia fa-miliar y tenencia de tierras, aunque éstos no dejan de ser impor-tantes.

El discurso cívico empieza a consolidarse como el discurso representativo de la región, y Santa Cruz empieza a construir su identidad regional en oposición a un Estado que desde entonces es interpretado como centralista, contrario a los intereses cruceños, y colla.

La década de los 60 es muy importante en cuanto a la insti-tucionalización de Santa Cruz: surgen las cooperativas de servicios, el Banco Santa Cruz, la Feria Exposición, el Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT), etc.

121 Sandoval et al.; 2003.

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La lucha por las regalías petroleras por un lado, la inversión pública y las políticas agroindustriales del gobierno por el otro, y la fuerte migración que recibe el departamento, por último, son los tres fenómenos que con uyen en los 50 y 60, impulsando, cada uno a su manera, el reconocimiento identitario cruceño, la formación de agrupaciones e instituciones que estruc-turan una posición y visión regionales, y el fortaleci-miento de las mismas.122

6. CUARTO PERIODO: EL NEOLIBERALISMO

El retorno a la democracia en 1982 marca un punto de in- exión en la historia boliviana. Sin embargo, la Nueva Política Eco-nómica dictada el año 1985 por el entonces Presidente Víctor Paz Estenssoro (líder histórico del MNR y de la Revolución Nacional de 1952), constituye no solamente un nuevo hito histórico, sino que también marca a fuego la vivencia de la sociedad civil respecto a la democracia.

El Decreto 21060, símbolo de la política neoliberal implan-tada por el Estado siguiendo tendencias mundiales y obedeciendo a presiones de los organismos internacionales, logra imponerse a pesar de una dura resistencia articulada sobre todo desde la Central Obrera Boliviana.

Los partidos políticos, que asumieron el protagonismo políti-co con el retorno de la democracia en detrimento de los militares, se abrieron a los empresarios, quienes a partir de la reforma neoliberal vieron multiplicada su incidencia en las políticas estatales.

La corriente modernizadora del sistema político bus-caba sustituir a las burocracias militares por burocra-cias civiles fuertemente ligadas a los grupos de poder económicos, o a la misma burguesía convertida a su

122 Peña; 2006.

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vez en democracia política y en partidos (...). Los em-presarios fueron la nueva burocracia política y organi-zada en la dirección del Estado (...). Los empresarios privados asumieron directamente el poder en el ga-binete, a partir del gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1985) (...). (Sandoval et al.; 2003: 169)

A nivel nacional y departamental, deben pasar tres años has-ta que los indicadores económicos empiecen a remontar la recesión que provoca la implantación del nuevo modelo económico. A par-tir de 1988, la economía cruceña cobra mayor peso en la economía nacional: si en 1988 el PIB departamental participaba con 25,77% en el PIB nacional, para 1992 esta participación se había elevado hasta el 27,11%123. A partir de entonces, la economía cruceña crece en promedio más que la economía boliviana en general, mostrando mayor dinamismo económico. Este periodo también muestra la cre-ciente importancia de la agropecuaria en la estructura productiva124 y en la economía departamental.

Para Santa Cruz, en lo económico, este periodo está determi-nado también por

• La internacionalización de su economía, a través del ac-ceso de la producción cruceña a los mercados de soya en los países miembros de la Comunidad Andina de Nacio-nes125. Las exportaciones de soya pasaron de 6,1 millones de dólares en 1980 a 99,4 millones de dólares en 1994.

123 Sandoval et al.; 2003: 154.124 “El sector primario, en promedio, aportaba con el 30%, la industria con el 20%, el sector

terciario, con el 50% del PIB.” (Sandoval et al.; 2003: 155)125 “Centrándonos en el caso de la soya, la superficie cultivada en 1988 fue de 70.000 hectáreas

en el departamento de Santa Cruz, lo que representa el 90,91% de la superficie cultivada a nivel nacional. Para 1994, la superficie cultivada en el departamento se había multiplicado por cuatro, llegando a 307.000 hectáreas, lo que representó el 97% a nivel nacional.” (Sandoval et al.; 2003: 157)

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• La penetración de intereses extranjeros (en muchos casos ligados a empresas transnacionales) en la propiedad de las industrias tradicionalmente cruceñas.

En síntesis, entre 1985 y 1993, el departamento de San-ta Cruz se destacó como líder en la economía nacio-nal, con una tasa de crecimiento promedio del 5,36% superior al crecimiento del Producto Interno Bruto de La Paz y Cochabamba y con una importante par-ticipación en los sectores productivos nacionales. Los indicadores sociales con rman esta tendencia, siendo la reducción de la pobreza mayor en el departamento que en el conjunto de Bolivia. (Sandoval et al.; 2003: 168)

A pesar del crecimiento económico registrado durante este periodo (basado en la agroindustria y la explotación de los hidro-carburos) y el siguiente (año 2000 al presente), el Informe de De-sarrollo Humano Santa Cruz 2004 (PNUD) resalta el hecho de que las características históricas del crecimiento económico cruceño se mantengan inalterables, concentrando los bene cios, en lo social, lo sectorial y lo territorial.

Este periodo también está marcado por los importantes u-jos de migración que recibe el departamento. Siguiendo la tenden-cia histórica, desde el área rural hacia las ciudades intermedias y hacia la ciudad capital sobre todo; y a consecuencia de la sequía en el Altiplano a mediados de los años ‘80, la inmigración reforzada de habitantes del occidente hacia Santa Cruz.

(...) dada la intensidad del proceso, no deben sorpren-der las di cultades que éste (el proceso de concentra-ción de los migrantes en torno a Santa Cruz de la Sie-rra) planteó a la conformación de la sociedad cruceña tanto desde el punto de vista cuantitativo –la presión de la población sobre los recursos naturales, el medio

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ambiente y los servicios básicos- como desde el pun-to de vista cualitativo –la capacidad de asimilación cultural de una población enfrentada a un proceso acelerado de modernización y complejización social-. (PNUD, 2004: 21 – 22)

Esta creciente y por ratos inmanejable complejización social pone, en los años 80, sobre la mesa del debate el tema de la iden-tidad cruceña. Sin duda impulsado también por las corrientes glo-balizadoras y las in uencias culturales de los medios masivos de información y entretenimiento, el debate alimenta columnas en los periódicos locales, artículos, seminarios y libros que, ante la ava-lancha de lo ‘diferente’ colocan frente al espejo a la sociedad cru-ceña, que intenta responder a las preguntas ¿qué somos? y ¿cómo somos?

Este proceso es crucial en la actual conformación de las rela-ciones de poder en Santa Cruz, ya que la misma está basada en la identidad cruceña como valor básico, y por lo tanto como fuente de la hegemonía de la clase dominante y sus fracciones de clase actuales.

El Comité pro Santa Cruz se coloca en el centro del debate y capitaliza para sí el discurso de la ‘identidad cruceña’.

Ya desde 1981, el Comité se compromete con el tema de la identidad, elaborando el marco de esta construc-ción. El año siguiente, la presidencia cívica de Percy Fernández abre la re exión sobre el contenido de esta identidad, en un mandato percibido como una brecha democrática en las prácticas y las preocupaciones de la institución.

(...) La renovación cívica se ilustra entonces por la vo-luntad de comprensión y delimitación de una identi-dad cruceña positiva, no-excluyente. El Comité valo-ra los ensayos y las publicaciones sobre la identidad,

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lanza y anima campañas de re exión alrededor de la pregunta ‘¿quiénes somos?’. Estas producciones le permiten al comité precisar y enraizar el compromiso regionalista, ligando el presente al pasado histórico, miti cado y heroico de la institución. Paralelamente, unas acciones concretas cimientan los fundamentos de un sentimiento de pertenencia regional. (Lacombe; 2006: 16)

En 1981 José Luis Camacho, entonces presidente cívico, des-empolva un decreto prefectural que ordenaba la iza de la bandera departamental junto a la nacional en los actos cívicos. Se declara el 24 de julio como ’Día de la bandera cruceña’. Las estatuas de Melchor Pinto Parada, Elfy Albrecht y de los unionistas Roca y Co-ronado son elaboradas y colocadas en sus ubicaciones actuales. La Federación de Fraternidades se forma a impulsos del Comité pro Santa Cruz en 1984, y es esta institución la que posteriormente ins-tituye el festival ‘Sombrero de Saó’ y el Día de la Tradición. En 1989 el Comité pro Santa Cruz edita cinco libros de historia regional, y uno de historia cívica, dirigido a los colegios.

¿Qué hace el Comité pro Santa Cruz al estimular es-tas diversas facetas de la construcción de la identidad? Por un lado construye lo cruceño, de niendo un mar-co en el cual la identidad cruceña puede buscarse e inventarse. Por otro lado, se constituye en defensor y representante legítimo de sus intereses. Este doble trabajo le asegura un espacio en el campo de la repre-sentación de los intereses cuando este campo se abre a nuevos actores que manejen lecturas diferentes (sin-dicatos, partidos políticos). (...) La construcción de la cruceñidad se hace entonces en el seno mismo del Co-mité pro Santa Cruz. (Lacombe; 2006: 19)

Es sintomático que toda esta efervescencia identitaria ocu-rra mayormente en la década de los 80, cuando el departamento

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y la ciudad capital reciben grandes oleadas de migrantes, hacién-dose de lejos los más visibles aquéllos llegados del occidente (los collas), despertando en no pocos cruceños el resquemor hacia los recién llegados. Tampoco podemos olvidar la in uencia que sobre la cultura local ejerció el hecho de la internacionalización de la eco-nomía cruceña, que empezó ya en los años 70. Otro factor es que la democracia obliga a las fuerzas políticas a un reacomodo y a un reaprendizaje del funcionamiento de la burocracia estatal en demo-cracia. Otro contexto subyacente al proceso de fortalecimiento de la identidad cruceña desde el discurso cívico regional, es la profunda crisis económica durante la primera mitad de la década de los ´80.

Tenemos entonces un contexto plagado de cambios, tanto en lo demográ co, social, cultural y político, donde el discurso que gira alrededor de la pregunta ‘¿qué somos?’ sirve para preservar, y en algunos casos construir e inventar, la especi cidad cultural a partir de la cual, en los siguientes años, se aglutinarán los diversos sectores sociales de Santa Cruz. Desde esa supuesta indiferenciada unidad, se hace posible el enfrentamiento y el cuestionamiento a la estructura centralista del Estado nacional.

También la economía del narcotrá co y la progresiva pene-tración de sus nuevos ricos en los más selectos ámbitos de la socie-dad cruceña conducen a repensar la identidad regional, sobre todo después de la trágica muerte del cientí co Noel Kempff Mercado, que llevó a expulsar a los recién llegados de los mencionados cír-culos.

En la sociedad cruceña, el narcotrá co había carco-mido muchas instituciones, incluyendo a los partidos políticos. Había una cierta aceptación no reconocida hacia ‘quienes traían dinero y progreso a los pueblos’, como en el caso de la ciudad de Montero, que creció desmesuradamente gracias a la fabricación de pasta base de cocaína. Sin embargo, la conciencia social con-tra el narcotrá co se manifestó luego de los trágicos

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sucesos de Huanchaca (....) en el mes de septiembre de 1986. El crimen impactó a la opinión pública y provocó una reacción de rechazo y censura social hacia el nar-cotrá co, que se expresó en el cambio de actitud de las elites ante el narcotrá co. Antes del asesinato de Noel Kempff, los ‘narcos’ eran aceptados y la elite política y empresarial compartía sus actividades sociales. (San-doval et al.; 2003: 151)

Este periodo también está marcado en Santa Cruz por la dis-cusión respecto a las logias y su cooptación de los espacios institu-cionales, sobre todo en las cooperativas de servicios públicos. Esta discusión era una lógica consecuencia del poder que estas institu-ciones secretas habían logrado acaparar para sus miembros. Ferreira (2000, citado por Sandoval et al.; 2003) sostiene que al reinstaurarse la democracia, los grupos de poder de Santa Cruz temen que el co-munismo se fortalezca y que los migrantes de occidente ‘avasallen’ la sociedad cruceña, por lo cual se refugian en estos grupos, que a partir de entonces funcionan en secreto.

La in uencia de las logias al interior de los cuadros directivos del Comité pro Santa Cruz ha sido un tema tocado por varios ana-listas y comentaristas cruceños a lo largo de los años. Esta in uen-cia es criticada en tanto se ejerce desde el anonimato, cooptando las instancias de elección de nuevos representantes, y determinando el rumbo del debate cívico.

En el periodo que nos ocupa surgen nuevos actores sociales, que vienen a sustituir de alguna manera al movimiento sindical, profundamente debilitado y desarticulado a raíz de la relocaliza-ción de los mineros y de la promulgación del Decreto Supremo 21060.

• Las juntas vecinales y los sindicatos de gremiales, emi-nentemente urbanos, y formados o animados en muchos casos por ex-mineros relocalizados que se habían trasla-dado a las ciudades. Los gremiales son los pequeños co-

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merciantes, generalmente migrantes, que tienen puestos en los diferentes mercados de la ciudad, o que son vende-dores ambulantes de una variedad casi in nita de artícu-los y alimentos. Estos ‘cuentapropistas’ se multiplicaron a raíz de la política neoliberal del gobierno, que provocó inestabilidad laboral y desempleo. Las juntas vecinales funcionan en los barrios periféricos o ‘marginales’ de la ciudad, generalmente engrosados también por las dife-rentes oleadas migratorias, y que encuentran en este tipo de organización una manera e ciente de incidir sobre los gobiernos municipales para lograr equipamiento básico.

• Los colonizadores, venidos del occidente del país, en un proceso migratorio del área rural a otra área rural. Logra-ron tener más fuerza y poder de convocatoria que los tra-bajadores zafreros, por ejemplo, que no dejaron de ser tra-bajadores estacionales. Los colonizadores se organizaron en sindicatos, gestionando la repartición de los lotes de tierra que les eran concedidos, y llegando con el tiempo a conformar zonas especí cas donde ejercen un poder casi absoluto.

• Los pueblos indígenas del Oriente boliviano, que prota-gonizaron la ‘Marcha por el Territorio y la Dignidad’ el año 1990, arrancando al Gobierno de Paz Zamora el re-conocimiento de sus derechos territoriales y el reconoci-miento de su validez como interlocutores del gobierno. Apoyada por diversas instituciones no gubernamentales, en 1982 se había establecido la CIDOB (Confederación de pueblos Indígenas de Bolivia) que logró la difícil tarea de agrupar en su seno a diversos pueblos indígenas alrede-dor de la reivindicación del reconocimiento estatal de los territorios indígenas como un derecho básico y como con-dición de supervivencia cultural. Los pueblos indígenas empezaron a recibir el reconocimiento de la sociedad civil a partir de la Marcha de 1990, y dos años después, cuando se recordaron los quinientos años del inicio de la conquis-

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ta española, el movimiento se fortaleció más todavía.

• Los Municipios, en primer lugar cuando se democratizó la elección de alcaldes y concejos municipales en los años ‘80, y en segundo lugar a partir de 1994, cuando se dicta la Ley de Participación Popular, que permite el acceso de todos los municipios del país a fondos públicos y descen-traliza la gestión municipal dándoles poder de decisión, de plani cación y control a los ciudadanos que antes no habían participado en la gestión pública.

(...) la responsabilidad en la ejecución de la inversión pública pasó prioritariamente a las prefecturas y los municipios del país: si antes de 1994 el 75 por ciento de la inversión se ejecutaba a nivel central, este porcenta-je pasó a ejecutarse a nivel descentralizado. (PNUD; 2004: 59)

Los sucesivos escándalos de los ‘narcovínculos’ serían con el tiempo un paso más hacia la deslegitimación de los partidos políti-cos como mediadores entre la sociedad civil y el Estado. El achica-miento del Estado a través de la capitalización, llevada adelante por el gobierno de Sánchez de Lozada a mediados de los 90, más allá de su fracaso como fuente generadora de crecimiento económico, minó también las bases sobre las cuales se apoyaba el poder político partidario: las prebendas.

Principales características de las relaciones de poder en este periodo

Tenemos entonces que en este periodo surgen nuevos acto-res (gremiales, juntas vecinales, colonizadores, pueblos indígenas, municipios) que a la larga serán los principales opositores de los sucesivos gobiernos126; mientras se debilita el movimiento sindical obrero, protagonista histórico de la Revolución de 1952.126 Con excepción de los municipios, que no jugaron un papel determinante durante la crisis de

2003. Como opositor al gobierno a nivel nacional, se debe tomar en cuenta al movimiento cocalero, formado por colonizadores y relocalizados mineros.

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La clase dominante, en su fracción empresarial, sigue vién-dose favorecida con las políticas públicas, que le permiten, en Santa Cruz, registrar un sostenido crecimiento económico.

La estructura productiva en Santa Cruz continúa girando al-rededor de la agroindustria y los hidrocarburos, aunque se suma a estas actividades el sector nanciero. Es común que una misma fa-milia tenga negocios y actividades en varios rubros al mismo tiem-po, diversi cando de esa manera sus intereses y posibilitando un ejercicio más amplio del poder.

A partir de los años 80 los capitales cruceños empiezan a ser invertidos en el resto del país, y también al revés: los capitales del interior del país adquieren presencia regional. Este cuarto periodo alcanza hasta el año 2000.

Las empresas se abren a capitales extranjeros e internaciona-les, y acceden a los mercados internacionales (sobre todo los mer-cados de la soya) favorecidos por los acuerdos arancelarios de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).

Santa Cruz se a anza así como el motor económico del país, logrando la hegemonía económica, y la demográ ca, debido a la migración.

Las elites empresariales copan los medios de información, fortaleciendo de esta manera el discurso hegemónico. Todo el pro-ceso que hemos seguido a lo largo de los distintos periodos, de con-formación del discurso regional, logra alcanzar su plenitud en este periodo, construyendo hegemonía regional, con base en un habitus que atraviesa casi todos los ámbitos de la vida cotidiana regional con el eje región – Estado, desde el cual se interpreta e incide sobre la realidad. Así, la expansión demográ ca y económica guarda pa-ralelismo con la de nitiva y signi cativa inserción de Santa Cruz en el espacio político nacional.

Se profundiza la brecha económica y social entre la clase do-minante y los sectores campesinos y urbanos marginales.

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En este periodo tiene lugar el fortalecimiento del discurso identitario cruceño, como una política ordenada y conciente desde el Comité pro Santa Cruz, que de esta manera se alza como el ‘vigía de la cruceñidad’, lo cual le permite acaparar un capital simbólico crucial en el periodo que veremos a continuación.

7. QUINTO PERIODO: LA ACTUAL INCERTIDUMBRE

Este periodo está determinado por un proceso de in exión y cambio que se hizo visible a partir de la Guerra del Agua sucedida en Cochabamba en enero del 2000. Este proceso se presenta como resultado del sistema democrático, las prácticas de los partidos po-líticos, y el sistema económico instaurados en nuestro país durante la década de los 80127.

El Informe de Desarrollo Humano en Bolivia 2002 propone los siguientes cinco rasgos centrales para caracterizar el actual pe-riodo:

1. El agotamiento de la democracia pactada, que si bien al-canzó e cacia gracias a los pactos político partidarios, no supo resguardar la legitimidad de los mismos, ni de las medidas gubernamentales que bajo ellos se dieron.

2. El fracaso del modelo neoliberal en cuanto a su gestión económica que, si bien equilibró los índices económicos, no logró un crecimiento sostenido, y mucho menos re-ducir los altos niveles de pobreza de la población, ensan-chando más bien la brecha entre ricos y pobres (concen-tración de la riqueza).

3. La deslegitimación del sistema democrático de partidos es consecuencia de un profundo malestar de la población respecto de la política partidaria y su gestión de la econo-mía nacional.

127 Aunque es pertinente también inscribirlo dentro de una tendencia global referida a la revalorización de lo local como resistencia contra los procesos globalizadores.

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4. El incremento de los con ictos, no sólo en cuanto a su número, sino también en cuanto a su desagregación, ex-presan el malestar social frente a la exclusión social y la incapacidad de los actores políticos para construir alter-nativas concretas y viables.

5. Las expectativas en torno a un sistema democrático trans-parente y mejores condiciones de vida, han sido posibili-tadas por las reformas del Estado que se dieron durante los años 90: Ley de Participación Popular, Reforma Educa-tiva, que signi caron no solamente mayor control social y descentralización, sino también aprendizaje democrático y empoderamiento de la sociedad civil.

Por otro lado, la internacionalización de la economía nacional (con la respectiva penetración de capitales extranjeros en el sector de hidrocarburos, y en menor medida en la agroindustria cruceña) y las nuevas fronteras entre el Estado y el mercado, y entre el Esta-do y las regiones, parecen promover

(...) un nuevo proceso de transformación en las relacio-nes Estado – región y probablemente un nuevo patrón de ocupación del espacio nacional que complemente el dinamismo económico y demográ co del eje central.

(...) los procesos de capitalización y de fusión de em-presas privadas con capitales extranjeros, coinciden con un cambio de escenario que pone en entredicho tanto los fundamentos estructurales del modelo agro-exportador cruceño como la viabilidad de una econo-mía urbana, terciarizada e informal, saturada. En lo sociopolítico, pareciera que la sociedad cruceña y sus instituciones son incapaces de dar cuenta de la diver-sidad sociocultural del departamento, (...). Santa Cruz se encuentra por lo tanto al centro del proceso de cri-sis, in exión y cambio por el que atraviesa actualmen-te el país. (PNUD; 2004: 32)

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Frente a esa necesidad histórica de mayor apertura y demo-cratización de las instituciones cruceñas para posibilitar la cons-trucción de una propuesta regional válida a nivel nacional, la crisis de octubre de 2003 (la ‘Guerra del Gas’) y la consecuente ‘agenda de octubre’128 han provocado recelo y descon anza en las elites cru-ceñas, quienes han cerrado sus posibilidades de liderazgo nacional al enarbolar un discurso centrado en

1. lo regional como enfrentado al Estado

La representación social del ‘ser cruceño’, que fue ma-nejada en octubre de 2003, surge de reivindicaciones políticas de los sectores representados en el Comité pro Santa Cruz (...) (y) se basa sobre todo en la diferencia-ción entre Bolivia (que encarnaría al Estado fracasado) y Santa Cruz (que encarnaría la región y cultura exito-sas), como principales categorías sociales opuestas.

Todo esto nos lleva a reconocer que la construcción social ‘identidad cruceña’ es el modo en que la bur-guesía y las elites cruceñas, a través del Comité pro Santa Cruz, se vincula a los otros sectores regionales y nacionales en el momento histórico actual. (Peña, Jor-dán; 2006: 155)

2. el modelo cruceño de desarrollo como baluarte de la ra-cionalidad y el progreso

3. el con icto Estado – región como el único con icto signi- cativo en la conformación histórica regional (tal como hemos sostenido al inicio de este capítulo: los estudios re-feridos a la historia de Santa Cruz privilegian los aconte-cimientos, procesos y personajes que se erigen en relación al vínculo Estado – región; no se ha estudiado con la mis-ma intensidad, por ejemplo, las luchas sociales al interior mismo de la sociedad cruceña, respecto a las relaciones

128 Que demandaba Asamblea Constituyente, referéndum del gas, y una nueva Ley de Hidrocarburos que nacionalice los recursos hidrocarburíferos.

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cotidianas entre mestizos e indígenas, respecto a la posi-ción social de las mujeres a lo largo de la historia cruceña, etc.)

4. las características de ‘lo cruceño’ como determinantes del crecimiento económico regional, despreciando ‘lo colla’ como sinónimo de caos y enfrentamiento.

Esta posición tiende a ignorar las contradicciones internas del proceso cruceño de crecimiento económico, restringiendo las posibilidades de crítica al interior de la sociedad regional, e invisi-bilizando al mismo tiempo la diversidad (social, económica, cultu-ral) que alberga Santa Cruz actualmente.

Esta ausencia de autocrítica podría estar en la base misma de las di cultades de Santa Cruz de la Sierra para tomar el rol he-gemónico nacional a mediano plazo, a pesar de que las variables demográ cas (continúa siendo la ciudad con mayor crecimiento poblacional) y económicas (aporta con 30% al PIB nacional, es la sede de las principales empresas transnacionales de hidrocarburos, tiene el mercado inmobiliario más grande del país) permiten pen-sar esa posibilidad.

A su vez, en lo político se observa la capacidad de rei-vindicación de los intereses regionales y de moviliza-ción frente al gobierno central.

(...) es en lo político donde se aprecian las mayores de-bilidades del departamento para consolidar sus logros en materia de desarrollo humano y competitividad, en la medida en que, históricamente, la fortaleza económi-ca y demográ ca del departamento no fue acompaña-da de liderazgos regionales consistentes. Actualmente, la brecha entre la debilidad político – institucional y la fortaleza de actores económicos transnacionales pare-ce haberse ampliado dramáticamente.

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Más aún, la frágil articulación entre equidad, competi-tividad e institucionalidad en el proceso de desarrollo de Santa Cruz condicionó constantemente los logros del departamento en materia de desarrollo humano a coyunturas favorables para su aparato productivo. (PNUD; 2004: 23)

Pero no depende solamente de las elites cruceñas el futuro de la hegemonía nacional. También depende, en gran medida y como uno de los actores principales actualmente, del partido Movimiento Al Socialismo (MAS), en función de gobierno desde enero de 2006. El ascenso del MAS fue otra consecuencia más de los cambios ge-nerados por la crisis de octubre. A pesar de no haber participado de las movilizaciones y los con ictos durante la crisis, el MAS supo ca-pitalizar la misma y tomar la bandera de los movimientos sociales para hacerse del poder en una elección presidencial histórica, que le dio el 53,7% de los votos en diciembre de 2005.

El mismo día los ciudadanos también votaron para elegir por primera vez a los Prefectos, resultando que solamente tres Depar-tamentos eligieran como Prefecto al candidato presentado por el MAS. Investido con el poder político nacional, pero forzado a com-partir el poder político regional/departamental, el Presidente Evo Morales se ha enfrentado en reiteradas ocasiones a los Prefectos que no le son a nes, es decir a los de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija, Departamentos éstos que votaron coincidentemente por el sí a las autonomías.

En la práctica, la verdadera oposición al gobierno se encuen-tra en los Departamentos del este del país, debido al desgaste que arrastran los partidos políticos desde octubre de 2003. Esta situa-ción también es resultado de esa misma crisis:

El Comité pro Santa Cruz gana legitimidad y representati-vidad a partir de octubre del 2003, enarbolando la bandera de la identidad cruceña para presentar reivindicaciones políticas al Es-

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tado central. Es sin embargo a partir del cabildo del 22 de junio de 2004, donde se lanza la Agenda de Junio (con once tareas donde la autonomía es la más importante), que el Comité pro Santa Cruz demuestra su gran poder de convocatoria y se erige como un inter-locutor válido frente al gobierno central.

A partir de entonces, varios cabildos posteriores (20 de enero de 2005 el segundo, y 15 de diciembre de 2006 el tercero, también llamado ‘cabildo del millón’) con rmarán la hegemonía del Comité en Santa Cruz, sobre todo en la ciudad capital, constituyéndose en las manifestaciones multitudinarias más grandes de la historia del país.

A pesar de ello, la opción por las autonomías departamenta-les gana solamente en cuatro de los nueve departamentos de Boli-via cuando se celebra el Referendum por la Autonomía, junto a la elección de representantes a la Asamblea Constituyente, en junio de 2006. La campaña gubernamental por el ‘no’ a las autonomías gana en los Departamentos a nes al MAS. A nivel nacional, ese partido es el que cuenta con más representantes en la Asamblea Constitu-yente.

La revisión de la Constitución Política del Estado y la redac-ción de un nuevo texto constitucional por parte de la Asamblea Constituyente, es una fuente actual de incertidumbre, sobre todo para la clase dominante, ya que el partido de gobierno mantiene un discurso contrario a sus intereses, siendo el tema tierra uno de los más problemáticos.

Este brochazo de la coyuntura actual no estaría completo si no abordáramos el tema de la alta con ictividad social y política en la que Bolivia se debate a partir de los cambios impulsados por la crisis de octubre de 2003, con ictividad que ha tenido matices dramáticos en varios ocasiones hasta hoy, haciendo suponer que el país se encontraba al borde de la guerra civil.

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Sin duda, la alta con ictividad re eja una lucha de clases por el poder, la cual se parapeta constantemente en discursos étnicos e identitarios, como estrategia de movilización colectiva. Este re-curso ha ido exacerbando las diferencias regionales y culturales, y los actores políticos han estado en no pocas ocasiones jugando sus posiciones y reivindicaciones al borde del estallido de la violencia civil.

Los intereses económicos de uno y otro lado han de nido a la problemática de la tierra como central en el contexto del debate nacional actual. La problemática de la tierra, que en Santa Cruz no fue resuelto de la misma forma que en el Altiplano con la Reforma Agraria (ver acápites anteriores), tiene que ver en esta región no so-lamente con redistribución económica, sino que toca el punto más álgido de la construcción regional del poder: como hemos visto, el modelo cruceño de desarrollo gira en torno a la propiedad de la tierra y lo que de ella se produce. También el poder simbólico y el reconocimiento social giran alrededor de la tierra como propiedad preciada a través de la cual escalar socialmente.

Por el otro lado, los pueblos indígenas reclaman la propiedad efectiva de sus territorios ancestrales, no como un bien de mercado, sino más bien como un espacio que les permite reproducirse econó-mica y culturalmente, de acuerdo a su propia visión y necesidades de desarrollo. Los colonizadores llegados del occidente (agrupados alrededor del Movimiento Sin Tierra, creado el año 2000 en el Cha-co) también reclaman su derecho a acceder a la tierra como ciuda-danos bolivianos.

Indudablemente, la victoria de Evo Morales ha signi- cado el empoderamiento de los pueblos indígenas largamente sometidos, como lo expresó Morales en su discurso de posesión. Pero esta victoria moral no es su ciente para acabar con uno de los problemas que quizás será el más virulento que tenga que enfrentar el gobierno de Morales: la lucha por la tierra (Gama-

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rra 2004: 48). La mayoría de la tierra aún está concen-trada en pocas manos: 76 mil empresarios poseen 22 millones de hectáreas, mientras que 78 mil pequeños propietarios sólo tienen 3 millones de hectáreas. A esto se añade el hecho de que sólo el 13% de las tierras bo-livianas ha sido saneada (Fundación Milenio 2005: 9). Uno de los desafíos más grandes de la nueva adminis-tración es conseguir el delicado equilibrio –si es que existiera– entre la distribución equitativa de la tierra y el respeto a la propiedad privada. (Colanzi; 2006: 10, sin publicar)

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PODER Y ELITESHOY:

QUIÉNES SON Y CÓMOEJERCEN SU PODER

Fernando Prado Salmon

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Tercer Ensayo

PODER Y ELITES HOY:QUIÉNES SON Y CÓMO

EJERCEN SU PODER

Fernando Prado Salmon

INTRODUCCIÓN

El ensayo de Susana Seleme, primero de este libro, ha deli-neado un marco teórico que compartimos, sobre el tema del poder en Santa Cruz, presentando el “estado del arte” correspondiente.

A partir de ese marco teórico están claramente identi cadas las principales categorías y conceptos a utilizar, como ser: ‘poder’, ‘clase social’, ‘fracción de clase’, ‘bloque hegemónico’, ‘clase domi-nante’, ‘elite’, y otros.

Claudia Peña, en el segundo ensayo, ha hecho un análisis histórico para entender cómo se forma, articula y ejerce el poder en Santa Cruz, desde los orígenes de la sociedad cruceña.

En este tercer ensayo trataremos de describir las actuales es-tructuras de poder, como sigue:

• En el punto 1 presentamos lo que en nuestra visión son los dos componentes que de nen el poder: la estructura

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económica o base129, y la superestructura que permite la reproducción de esa estructura económica, conformada por lo jurídico-político-institucional e ideológico.

• En el punto 2 presentamos la descripción y análisis de la estructura económica como base del poder en el caso es-pecí co de Santa Cruz.

• En el punto 3 estudiamos cómo está conformada la super-estructura jurídica, política, institucional e ideológica que garantiza la hegemonía de los grupos económicos domi-nantes.

• En el punto 4 estudiamos las varias formas de articula-ción entre la estructura económica y la superestructura institucional, que conforman una verdadera estrategia para ejercer el poder.

Las preguntas de la investigación

Entonces, las preguntas que nos hacemos sobre el poder son claras:

• ¿Cuáles son las bases económicas en las que se sustenta el poder económico actual? (poder económico)

• ¿Cuál es la actual composición del poder en la región? ¿Cómo está conformado el bloque en el poder? ¿Qué cla-ses y fracciones de clase participan y cuáles se le oponen? ¿Cuáles son los sectores subsidiarios o de apoyo? (poder político)

129 Algunas escuelas lo definen como “infraestructura”, término que en nuestro criterio puede prestarse a confusión, por lo que lo descartamos.

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• ¿Cuál es la red de instituciones que sustenta y reproduce ese poder? ¿Cómo se institucionaliza el discurso hegemó-nico actual? ¿A través de qué medios? (poder social)

• ¿Cuál es la cultura y el “discurso” del bloque en el po-der? ¿Cuáles son los mitos, la ideología, los símbolos y las ideas aglutinadoras? ¿Quiénes o qué grupos sociales son tenidos, por el discurso hegemónico actual, como los enemigos? (poder simbólico)

1. PODER, ELITES, ESTRUCTURA Y SUPERESTRUC-TURA 130

Recordando qué entendemos por poder

Abordamos el tema del poder hoy en Santa Cruz, utilizando los conceptos clave desarrollados en el primer ensayo, referidos al poder, el Estado y la hegemonía, siguiendo básicamente a textos de Marx, Weber, Bourdieu y Gramsci, y los conceptos de estructura y superestructura como los dos componentes de un determinado modo de producción, en este caso el cruceño.

Entendemos por poder la capacidad de hacer que otros ac-túen según nuestros requerimientos, o como dice Weber, la posi-bilidad de tomar decisiones que afecten la vida de otros, pese a su resistencia. También hemos visto el poder como una a rmación (un discurso que establece modos y normas) antes que como una nega-ción (a través de la prohibición). Siguiendo a Bourdieu, el poder es más un tipo de relaciones que construyen un determinado sentido, antes que una fuerza opresora.

130 Recordemos que entendemos por estructura, infraestructura o base, a la economía, mientras la superestructura es jurídica, política, institucional e ideológica. Si bien la base económica es la “determinante en última instancia” de los procesos, la relación entre ambas no es causal lineal ni de primacía, sino mas bien de interacción.

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Del discurso sobre la hegemonía, tomado de Gramsci, se de-duce que el poder no es algo estático, sino que va cambiando y recreándose. Cuando hablamos de poder, nos referimos siempre a relaciones dentro de una estructura social.

El poder se expresa en varios campos. Adecuando esas des-cripciones teóricas al caso especí co de Santa Cruz, proponemos hablar del poder económico, político, social y simbólico.

El poder económico se deriva de la estructura económica. Los otros tipos de poder corresponden a la superestructura (legal, política, institucional, etc.). Según nuestro marco teórico, en una sociedad de la periferia capitalista como la nuestra, el poder es el poder económico debidamente sustentado por una superestructura de apoyo. De esa forma, será un “poder sostenible” o poder con gobernabilidad.

En términos territoriales hablamos además de poder nacio-nal, poder regional y poder local, y este tema es importante porque como hemos visto, el poder regional131 ha estado casi siempre en-frentado al poder nacional.

Sin embargo, una cosa es tener poder y otra es estar en el poder, lo cual implica que fracciones o segmentos de clase o gru-pos sociales han construido un bloque hegemónico o bloque en el poder, a nivel regional, que es tal porque ha logrado armonizar sus intereses, concentrar el poder y gobernar a nombre de toda la sociedad, con la anuencia de ésta, mientras que otros grupos pue-den tener fragmentos o parcialidades de poder, pero que al no ser parte del bloque hegemónico, no se expresa en hegemonía sobre el conjunto de la sociedad.

131 Al decir “poder regional” no queremos decir que la región como tal tiene poder, nos referimos en realidad a los grupos que detentan el poder en la región.

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Esta lectura es considerando a la región cruceña como objeto de estudio, sin olvidar que a nivel nacional el MAS, como partido de gobierno ha logrado construir un bloque hegemónico basado en los sectores indígenas y populares, el mismo que ha asumido el control del Estado con un discurso y un contenido que di ere profundamente del de los grupos dominantes cruceños, estando esa distancia a la raíz del actual con icto entre esa dirigencia y las políticas de gobierno.

1er componente: El poder económico de la llamada “es-tructura”

En toda sociedad capitalista el poder económico es de quien posee el capital y los medios para reproducirlo. A este poder le co-rresponde una clase social, que es la burguesía. En nuestro país, el tema de clases, está entrecruzado con el tema étnico, por lo que hablamos de burguesía blanca, mestiza y/o chola.

De acuerdo a los datos del PIB regional por sectores, la acu-mulación de capital en Santa Cruz se da en los siguientes sectores de la actividad económica:

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Como podemos ver en el cuadro anterior, la actividad eco-nómica presenta un abanico muy diversi cado de actividades pro-ductivas, lo que a su vez genera muchos segmentos o fracciones de burguesía, que hacen complejo el análisis del poder, pues los intereses de estos segmentos no siempre coinciden, sobre todo en aspectos tácticos y/o coyunturales. Por ejemplo, pueden presentar-se con ictos entre exportadores e interesados en el mercado local y nacional.

Sin embargo, es fácil detectar los tres grupos que liderizan la creación de riqueza y por tanto de poder, con valores entorno a los 1.500 millones de Bs. cada una, y estas son: i) la actividad agro-pecuaria y agroindustrial; ii) la industria manufacturera; iii) el co-mercio, las nanzas, seguros y servicios a las empresas. Muy por debajo de esos valores, se encuentra la producción de gas y petró-leo. Luego veremos cómo estas tres actividades, en realidad están muy entrelazadas conformando grupos económicos muy fuertes e ideológica y culturalmente homogéneos.

Sin embargo, paralelamente a estos grupos económicos que conforman la llamada economía formal, existe una economía para-lela, informal o “popular” la cual se concentra en el comercio, sobre todo en mercados y centros comerciales y en el transporte. Estos dos sectores representan un elevado porcentaje del movimiento real y cotidiano de dinero en la economía urbana132. Esta economía informal está a su vez dividida en clases: grandes propietarios de medios de transporte o de negocios y puestos clave en los merca-dos, y decenas de miles de “trabajadores por cuenta propia”.

Esta “burguesía de origen popular”, si bien posee mucho ca-pital, como veremos mas adelante, no ha construido aún su “super-

132 Si pensamos sólo en el millón de boletos de micro que se expenden al día, que representan casi 5millones de dólares al mes o las compras en los 19 grandes mercados y su entorno de comercio callejero, nos daremos cuenta que hablamos de un movimiento importante de capitales.

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PODER Y ELITES EN SANTA CRUZ

estructura para la dominación”, y no es reconocida aún como parte del bloque de clase del poder regional.

2do componente: Los poderes que conforman la superes-tructura

Los poderes que mencionamos a continuación son los que contribuyen a crear hegemonía sobre la base del poder económico ya construido, y conforman lo que se denomina la superestructura. Detallaremos el poder político-institucional, el poder cívico, el po-der simbólico-ideológico y el poder social.

El poder político – institucional lo conforman quienes se de- nen como “políticos” y las estructuras en las que desarrollan su práctica política son los partidos. Son los que gestionan el poder estatal en sus diferentes aparatos y niveles, mas no los que poseen poder real, tal como ha sido a rmado en el marco teórico.

Pero aparte del aparato político hay instancias instituciona-les importantes del bloque en el poder, organizadas en un esquema de cooptación corporativa con inteligentes mecanismos de recono-cimiento y control social.

El peculiar “poder cívico”. En Santa Cruz, ante la crisis de los partidos que de una u otra manera protegían los valores e intereses empresariales y el llamado “proyecto cruceño”, que describiremos más adelante, y la debilidad de las nuevas estructuras políticas, el Comité Pro Santa Cruz ha asumido momentáneamente ese rol de protección, que hoy implica un rol de oposición al gobierno central, casi como un partido regional, sin ser un clásico partido del siste-ma.133

133 Esta situación no se dio en los momentos de auge de los partidos MNR y ADN, o en la época de Barrientos.

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El poder simbólico-ideológico, se apoya en el conocimiento de las elites intelectuales. Se expresa en la capacidad de articular dis-cursos que devienen representativos de la sociedad en general. Se forma a partir de una cierta reconstrucción histórica y una cierta lectura de la realidad, que es aceptada por todos (o por la mayoría) como cierta, y a partir de la cual se articulan los procesos políticos y sociales.

El poder social, que deviene de los privilegios derivados del origen de clase, que subsisten aún en el imaginario colectivo (‘gen-te bien’, ‘de apellido’, los miembros de familias tradicionales) que conforman la elite social o patricial.

2. LAS BASES ECONÓMICAS DEL PODER EN SANTA CRUZ (la estructura)134

Las actuales estructuras de poder en Santa Cruz son fruto de una continuidad histórica que no se ha dado en el resto del país, tal como hemos podido constatar en el segundo ensayo del presente li-bro. Sin embargo, el hecho de que se haya dado esa continuidad no quiere decir que los actores hayan sido necesariamente los mismos o que dichas estructuras no hayan evolucionado paralelamente a los procesos que vivía el país. Lo han hecho, como veremos más adelante.

Si ha habido continuidad,135 entonces nuestra hipótesis es que encontraremos rastros de su dominio en las etapas actuales, así como también una cierta continuidad en los troncos familiares que eran clase dominante y que lo siguieron siendo después del 52, aunque a ellos obviamente se sumaron y pasaron a ser mayoría los

134 La estructura o base económica es denominada originalmente por los teóricos del marxismo como “infraestructura”. No utilizamos ese término porque en el lenguaje actual esa palabra ha tomado un significado muy distinto, y no deseamos, por un purismo teórico, crear confusión.

135 La no aplicación de la Reforma Agraria en el oriente es uno de los factores que varios autores mencionan para explicar la continuidad de sus clases dirigentes.

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miembros de la nueva “burguesía nacional” que el proceso de la Revolución Nacional y la migración crearon.

Sin embargo, también es un fenómeno importante el empo-brecimiento, o mejor, el no enriquecimiento de apellidos de la bur-guesía patriarcal, que no supieron o no pudieron subirse al carro del desarrollo capitalista (es decir, que no pudieron adaptarse a las nuevas relaciones de producción, impuestas por modos modernos de producción), y obtuvieron sólo las rentas que sus bienes familia-res pudieron proporcionarles.

En todos los casos, y sin importar su origen, la clase dirigente cruceña tiende a presentarse y a organizarse, por lo menos en uno de sus componentes (el del empresariado diversi cado) como fa-miliar o “clánica”, sin que estas familias sean necesariamente “tra-dicionales”.

Sin embargo, haremos el análisis de las actuales estructuras sólo y a partir de cómo se han venido articulando a partir de los años 60, superadas las contradicciones políticas de la clase dirigente cruceña con el gobierno central del MNR, superación que marca su punto más alto en las excelentes relaciones que se crean con el Esta-do a partir del gobierno de Barrientos, es decir a partir de 1964.

Surgimiento y composición de los grupos empresariales (como clase y actor social)

Efectivamente, es a partir de los años 60 que se consolida una verdadera nueva burguesía cruceña, conformada por:

a) Familias tradicionales cruceñas que no se modernizan, sino que sobre la base de su actividad agropecuaria tradicional y sus bienes urbanos, simplemente se capitalizan como “rentistas”, aprovechando el fruto de la plusvalía de sus bienes familiares urbanos y rurales. Los servicios básicos que instala el Comité de Obras Publicas (COOPP) con las

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regalías durante la década de los años 60, o las carreteras al norte y al este, producen una impresionante plusvalía a favor de antiguos propietarios de casonas y quintas, o sea familias “propietarias” tradicionales. Estas familias se mantienen en la clase dirigente pero como rentistas, gra-cias a esa plusvalía.

b) Las familias tradicionales cruceñas que sí se modernizan, y adaptan sus relaciones de producción tradicionales a las nuevas relaciones con el mercado y las exigencias técnicas modernas. En poco tiempo, estas familias diversi can su actividad económica gracias también a su red de relacio-nes. En el sector agrícola, por ejemplo, se convierten en los grandes proveedores de materia prima para las nue-vas industrias estatales.

c) Familias cruceñas de origen popular, (pobres) modernizadas por su contacto con el “proyecto cruceño” o “la marcha hacia el Oriente”, que es la que introduce la presencia es-tatal, la presencia de empresas extranjeras, y la existencia de nuevos mercados para la producción regional. Los hi-jos de estas familias, casi siempre profesionalizados con mucho sacri cio, utilizan las oportunidades que se pre-sentan a partir de los años 60 para insertarse rápidamente en la economía de mercado que nacía con fuerza, pasando así a ser parte de la nueva burguesía.

d) Nueva burguesía que genera el poder político (el MNR, Ba-rrientos y Banzer), mediante la concesión de ventajas polí-tico - económicas de variado tipo, como los cupos, las li-citaciones, los contratos con el Estado, las tierras gratuitas y los créditos blandos. Son cruceños o migrantes. Son los llamados despectivamente “nuevos ricos”.

e) Burguesía “inmigrante” del resto del país y del exterior, que detecta el potencial de desarrollo y se traslada a Santa Cruz e invierte, entre los que hay un fuerte componente de capital de inmigrantes y descendientes de Europa y del Medio Oriente (libaneses, palestinos), normalmente dedicados al comercio y con muy bajo per l en la vida

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social local. La migración andina de capitales y empre-sarios, tuvo en el pasado como representantes apellidos como Romero Loza, Petricevic, Calvo, Bleyer, Arce y tan-tos otros, que invirtieron sobre todo en la actividad agro-pecuaria y agroindustrial y personajes de hoy, como Víc-tor Pacheco y otros, algunos de los cuales en la actualidad hacen inversiones urbanas de consumo popular, aprove-chando el enorme mercado urbano popular.

f) Profesionales locales y/o inmigrantes que siendo de clase me-dia, por medio de sus conocimientos, por no tener com-petencia a la cual enfrentarse en ese momento (años 60 y parte de los 70) y en una coyuntura de gran demanda de sus capacidades y especializaciones, se capitalizaron rápidamente y convirtieron además en empresarios. Es el caso de ingenieros, médicos, arquitectos y otros, que crean empresas constructoras, clínicas privadas, urbani-zaciones.

g) Empresarios y técnicos extranjeros de las trasnacionales, que surgen a partir de la capitalización. Mantienen un per l muy bajo y no parecen ser parte de un proyecto político o de búsqueda de hegemonía136, a no ser que decidan -jar su residencia en Santa Cruz,137 en cuyo caso buscan su inmediata articulación con los grupos de poder. A pesar de ello, y siguiendo los intereses empresariales transna-cionales, participan de los círculos sociales y lugares de encuentro de la clase dominante – clubes, por ejemplo- y ejercen cierta in uencia en instituciones como CAINCO, a través de las varias Cámaras.

Este análisis está demostrando la real heterogeneidad de la clase dirigente cruceña a partir de la consideración de sus oríge-

136 Aunque constantemente se hace referencia a la utilización de contactos personales con dirigentes o espacios de decisión cruceños, para dirigir hacia sus intereses las posiciones políticas de las instituciones regionales.

137 En muchos casos es el matrimonio con cruceña lo que impulsa a empresarios extranjeros a fijar su familia en Santa Cruz.

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nes, mostrando además que si bien hay un tronco originario que se mantiene (y es más pequeño de lo que pensábamos), el mismo se diversi ca mucho a partir de los años 60, con empresarios y capi-tales que no pertenecen al ámbito del poder tradicional. Hay pues, sobre el tronco original, una ampliación considerable, mayor a la que presumíamos al inicio del estudio, que con rma el carácter cos-mopolita de la sociedad cruceña.

Actividades económicas que generan riqueza (y poder)

El poder económico de la burguesía cruceña proviene de un complejo de actividades económicas que se han venido ampliando e integrando en el tiempo, y que podemos sintetizar en los siguien-tes rubros:

a) La actividad agrícola para el mercado local y para la expor-tación, gracias a la soya, es la que más aporta al PIB. Es la que de ne hoy a Santa Cruz como región agroindustrial. Representa el 17% del PIB regional para 2004138, confor-mando la burguesía agrícola, organizada en instituciones de productores agrupadas por la CAO que a su vez es parte de CAINCO, Cámara de Industria y Comercio. Esta actividad tiene una importante subdivisión entre los que exportan, y abrazan la apertura y la globalización como paradigmas (CADEX) y entre los que producen para el mercado interno. Las expectativas de estos dos grupos no siempre coinciden pero el control ideológico corresponde a los exportadores, a juzgar por las posiciones que éstos asumen.

La actividad agrícola originalmente fue muy tradicional, pues se basaba sólo en las ventajas comparativas de la tie-rra regalada y la mano de obra barata, pero posteriormen-te se moderniza y tecni ca, mejorando paulatinamente su productividad, aunque hay temores de que la manera como se usa la tierra, sin las adecuadas rotaciones, pueda

138 Anuario estadístico. INE, 2004.

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llevar a su rápido empobrecimiento. Por ello, la “estrate-gia departamental de desarrollo agropecuario” establece “la recuperación de tierras agrícolas y degradadas” como primer eje temático y “la mitigación de procesos de de-gradación ambiental en áreas actualmente bajo produc-ción agropecuaria”.139

La actividad agropecuaria cruceña se basa en un modelo de especialización productiva concentrada en la cadena de granos y cereales y la ganadería extensiva. El 70% de la super cie cultivada en el departamento está destinada a la soya.140

La importante actividad agrícola esconde también en su seno a grandes propietarios especulativos de tierras, pero por una cuestión de principios, de defensa de la propie-dad y la seguridad jurídica, las organizaciones de produc-tores no los han aislado y en los hechos estos personajes, cuya existencia se reconoce, han logrado camu arse entre los verdaderos productores y propietarios.

La actividad agrícola se ha reforzado permanentemente desde los años 60, atravesando fases de mecanización pri-mero, para cubrir la demanda nacional, diversi cando y ampliando luego sus actividades para la exportación y el procesamiento industrial.

Varias investigaciones consultadas han veri cado que, al lado de los establecimientos o haciendas de familias tra-dicionales, que ya tendían a la industrialización, se desa-rrollaba el comercio y la industria, actividades urbanas más rentables, y que desde comienzos de siglo estuvieron en manos principalmente de extranjeros. Recordemos a Zeller y Moser, Elsner, Schweitzer, Weitbrecht, etc. Pero a partir de los años 70, y ya desaparecidas las guras ex-tranjeras del comercio y la industria, los agroexportadores

139 Montenegro, Diego. Lineamientos para un modelo de desarrollo sostenible. Ministerio de Comercio Exterior, La Paz, 2003.

140 Montenegro, Diego. Una perspectiva del sector agrícola y forestal. CAINCO, Santa Cruz, 2005.

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cruceños y nacionales ganan mucho poder como grupo141, mediante las numerosas “empresas agropecuarias” que se generan primero en el área de la subregión integrada y luego en la zona soyera de Pailón.

b) La actividad pecuaria cruceña es la segunda del país, des-pués del Beni, con 1.9142 millones de cabezas de ganado, representando el 33% de la ganadería nacional. El Beni posee el 43.5% de cabezas de ganado.143 Esta actividad se encuentra en una promisoria fase de exportación de carne procesada en varias formas.

También la gura de la ganadería tradicional está cam-biando, de la del productor “campechano”, poco preocu-pado por la productividad y el mejoramiento, con menta-lidad extractiva, a la de la ganadería altamente tecni ca-da, con innovaciones sobre todo en genética, con mucha inversión de recursos de los otros sectores de la economía, como la banca. Esta actividad está muy bien coordinada y es complementaria con la ganadería beniana, según de-claraciones del ing. Oswaldo Monasterios, manteniendo además importantes nexos con el Brasil.

La actividad pecuaria es muy apreciada por el cruceño y con fuertes raíces en su historia. Es una actividad eco-nómica con “prestigio social” por ejemplo, para políticos retirados.144

Por otro lado, las instituciones que representan a los pro-ductores agrícolas y pecuarios, son espacios importantes de formación y proyección política regional, y nacional posteriormente. Los cargos dirigenciales en la CAO y las asociaciones de productores, por ejemplo, son requeridos

141 Grupo Andres Ibáñez. Poder y elites en Santa Cruz. Santa Cruz, 1980.142 Información divulgada por SENASIR eleva el hato regional a 2.2 millones de cabezas de

ganado.143 Datos de la ganadería anteriores a las grandes inundaciones del 2007.144 El periódico El Nuevo Día del 18 de marzo presenta una interesante entrevista: “Cinco

políticos de peso extrañan el poder”, en la que se verifica que cuatro de esos cinco están dedicados a la ganadería…

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no solamente por un interés gremial económico especí -co, sino también, y sobre todo, como un importante esla-bón en el camino hacia el poder político y simbólico. Baste citar nombres como José Guillermo Justiniano y Willy Ri-bera de la CAO, Freddy Teodovich y Antonio Franco de Fegasacruz y Diego Montenegro de ANAPO, entre otros. En síntesis, los ganaderos grandes, así como los agrope-cuarios, son importantes componentes del bloque en el poder.

c) La actividad forestal es un potencial enorme para la región y el país, pues de las 36 millones de hectáreas del depar-tamento, 16.5 son tierras forestales. Descontando áreas protegidas y desbosques clandestinos, quedan de 10 a 12 millones de hectáreas aprovechables con nes forestales. Hoy se trabajan menos de 5 millones de Has.145

Bolivia ocupa el 15º lugar en un ranking mundial de áreas forestales, aunque ocupa el 14º lugar en velocidad y can-tidad de pérdida anual de bosques.146 Según una publica-ción, 147 “cada día se deforesta 1.370 has y el 75% de esa eliminación ocurre en Santa Cruz”.

Esta actividad económica, que ha generado importantes fortunas cruceñas, presenta en los últimos años enormes áreas de bosques certi cados que facilitan la exportación y representan un gran potencial económico no sólo para grandes empresarios sino también para asociaciones loca-les de productores. Su potencial con icto político territo-rial será con el saneamiento de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO) o, según la nueva propuesta (en 2007), con las Entidades Territoriales Indígenas Originarias (ETIO).

d) El comercio de bienes y servicios representa una de las acti-vidades más tradicionales del capitalismo periférico (im-

145 Preston, Pattie. Los recursos forestales, una verdadera opción para el desarrollo regional, CAINCO, Santa Cruz, 2005.

146 The economist. Pocket World in figures. Londres, 2007.147 El Deber, 22 de abril de 2007.

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portación – exportación), y se moderniza luego a través de empresas de servicios so sticados y tecnológicos. Es la fracción de clase que da origen en 1915 a la Cámara de Industria y Comercio, principalmente por los grupos comerciales de origen europeo que se instalaron en Santa Cruz por la exportación de goma, el surgimiento de las primeras industrias y la importación de bienes suntuarios de Europa.148 Si analizamos la composición de los presi-dentes de la Cámara desde su fundación, veremos mu-chos apellidos europeos (sobre todo alemanes).149

Hoy esta actividad económica es muy fuerte, sólo el co-mercio de bienes representa el 4º rubro de importancia, con el 11.3% del PIB regional, y el 15% y 3er lugar si se incluyen los servicios. Esta actividad es la que ha conver-tido a Santa Cruz en el principal centro proveedor de bie-nes de consumo y de capital del país, y el principal centro educativo, con 15 universidades de variada calidad, ade-más de un naciente turismo especializado en los negocios y un mercado inmobiliario muy importante, que mueve decenas de millones de dólares.

Es también responsable de la innovación tecnológica que la economía abierta obliga a comprar para poder compe-tir, con todos sus servicios y apoyos especializados: infor-mática, gestión, marketing, plani cación, etc., sin haber abandonado sus actividades tradicionales de importación de bienes sobre todo para la actividad agropecuaria, que en una sociedad no industrializada sigue siendo una ac-tividad clave y productora rápida de enormes capitales, para quienes conocen sus “trucos”.150

148 La primera directiva de la cámara estuvo conformada por dos cruceños Pedro Vega y Elias Antelo y dos alemanes, Felipe Scheitzer y Adolf Weitbrecht.

149 El aporte alemán en la industria y el comercio está muy bien investigado por Gabriel Hollweg, en su libro sobre los alemanes en Santa Cruz.

150 El caso de Daher es representativo: libanés inmigrado con 5.000 U$, es hoy uno de los más grandes capitalistas, que amplía sus actividades comerciales a la inversión inmobiliaria y los medios de comunicación.

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Hoy Santa Cruz es el primer “puerto importador” de Bo-livia, y su aduana la que más recauda, alcanzando el 45% del total del país.151

Actualmente la CAINCO, institución que los agrupa, es un espacio político crucial en el proceso de construcción y mantenimiento del discurso hegemónico cruceño, al mis-mo tiempo que representa a los sectores económicos más activos de la región.

e) La actividad nanciera (bancos y cooperativas de ahorro) en manos de una burguesía nanciera, en parte cruceña y mitad del resto del país y el exterior, es especializada y de aceptable nivel, en constante contacto con los mercados transnacionales, y que abraza también los principios del liberalismo. Ha obtenido interesantes utilidades en los úl-timos años, al margen de las incertidumbres políticas152 y su actividad constituye el 4.4% del PIB regional.

El primer banco cruceño surge con capitales de la agroin-dustria.153 Pero hoy esta actividad está muy relacionada a capitales extranjeros de empresas transnacionales. Si se analiza en detalle la procedencia de los bancos “cruceños” casi siempre corresponde a una diversi cación de capita-les cuyo origen está en la actividad agropecuaria u otras, pues no existen grupos de larga tradición bancaria, como los que surgieron desde el siglo XIX en la zona andina del país con la actividad minera.

f) La industria se desarrolla a partir de miembros de familias tradicionales cruceñas y de familias inmigrantes (extranje-ras o bolivianas). Actividad pionera a inicios del siglo XX,

151 CAINCO, dato de 2004.152 El Deber, en una nota del 25 de marzo de 2007, informa que hay 3.845 millones de U$ en

depósitos, cifra record y resultado de altas tasas de crecimiento de los depósitos.153 Según una publicación de El Mundo del 19 de enero de 1982, la composición accionaria

del Banco de Santa Cruz en 1980 era la siguiente: Monasterio, 27.574 acciones, Kuljis, 17.623, Gasser, 16.988, Pareja, 12.661, Urenda, 12.054, Romero, 8.980, Wille Lemaitre, 4.058, Maracenbaum, 3.645, Roda, 3.259, Nieme, 1910, Aguilera 1.977, Bleyer, 1.077 y otros menores.

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debiendo recordarse la producción de alcohol de Hirtner, la cerveza de Peter Erlwein o el aceite de Carlos Sikerle. Hoy la industria se orienta sobre todo a la agroindustria, es decir procesa materia prima agrícola (azúcar, alcohol, cueros y tejidos de algodón) la que muestra particular di-namismo sobre todo en derivados de soya y caña de azú-car. En 2005 representa el 22.3% del PIB regional.154

Según Isaac Sandoval155 y Carmen Dunia Sandoval y otros156, el impulso a la industrialización que surgía des-de las haciendas tradicionales, que ya estaban empezan-do a procesar sus productos, fue detenido por el proceso de industrialización estatizante y desde arriba impuesto por el gobierno del MNR. Los industriales en ciernes se convirtieron así en proveedores de materia prima para las industrias estatales.

Hoy los industriales dedicados exclusivamente a la in-dustria son más bien pocos, teniendo por lo general in-versiones en otros rubros además del industrial. La in-dustria tradicional del azúcar, el alcohol, el cuero y los tejidos, junto a la moderna industria urbana, casi toda ella originada en iniciativas de extranjeros, tuvo un papel im-portante en la Santa Cruz de comienzos del siglo XX, sin embargo, fue perdiendo espacio frente al comercio y a los agroexportadores.157 Un nuevo auge industrial se vivió en los años 70, con el azúcar, el aceite, las desmotadoras de algodón, las textileras, el papel y los alimentos y bebidas.

g) A las anteriores, se suman actividades muy especializadas en el rubro de los hidrocarburos, cuya mayoría de miem-bros está formada por extranjeros, y unos pocos nacio-nales educados en universidades del exterior. Altamente tecni cadas, estas empresas miden sus actividades según

154 Datos INE, Op. Cit. Pulso.155 Sandoval, R. Isaac. Nación y Estado en Bolivia, Santa Cruz, 1999.156 Sandoval, Carmen Dunia, Santa Cruz, economía y poder. PIEB, CEDURE, UAGRM,

2003.

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patrones internacionales de calidad, y están altamente in uidas por las políticas públicas estatales y las uctua-ciones de los mercados internacionales. Por su carácter temporal, sus miembros no siempre tienen el tiempo para insertarse en la vida social de la clase dirigente, pues son funcionarios que rotan, pero sí lo hacen en las institucio-nes, como la cámara de hidrocarburos y en publicaciones especializadas.

El cuadro que presentamos a continuación, se ha construido a partir de los 3 sectores clásicos de la economía, mostrando las principales actividades de cada uno de ellos, y los eslabonamientos que presentan sus productos en los tres sectores, sintetizando así la estructura económica regional:

SECTOR ACTIVIDADES ECONÓMICAS

Fuente: elaboración propia en base a datos del anuario estadístico del INE

La burguesía cruceña que genera las actividades descritas, opera principalmente a través de grupos familiares diversi cados

PRIMARIO(extractivo)

Agropecuaria Forestal Petróleo y gas

SECUNDARIO(procesador)

Agroindustria:(Aceites, carnes, cueros)

MueblesPuertas y ventanas

Productos de refinación del petróleo

TERCIARIO(servicios)

Comercio de insumos, export. financiamientoServicio de apoyo

Diseñocomercialización exportaciónfinanciamiento

ComercializaciónServ. de apoyoexportación

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que empiezan, por lo general, siendo agropecuarios o comerciantes (las principales actividades de acumulación originaria, pues la in-dustrial no tuvo grandes éxitos, salvo el azúcar y el alcohol, muy ligadas a la agricultura). Pero a medida que estos grupos familiares se fortalecen económicamente, llegan a crear empresas de servicios especializados o a participar como socios en diferentes bancos y medios de comunicación (canales de televisión y medios impresos, sobre todo). Los representantes más preclaros de esta clase social, que integran su actividad con las ciencias sociales o la política, y difunden los valores de su clase, son llamadas sin mucha precisión académica “élites empresariales”.

Derivado de este poder económico, está el sindicalismo, que no puede existir sin el primero, al cual se enfrenta como fruto de una contradicción dialéctica. Santa Cruz presenta un sindicalismo particularmente débil en relación al sindicalismo en el resto del país. Este tema lo profundizaremos posteriormente.158

Paralelamente al poder económico formal descrito, existen grupos sociales con poder económico, pero que no participan del poder político y simbólico; son los grupos que se sustentan a través de la economía informal/popular: microempresarios, propietarios del transporte, gremialistas (comerciantes en zonas populares). Tie-nen poder económico (y cierto poder político restringido a sus rei-vindicaciones sectoriales especí cas), sin embargo, no forman parte del bloque en el poder o bloque hegemónico, ya que por razones culturales y sociales no han sido reconocidos ni incorporados aún como tales, y por tanto, no han construido sus discursos de inclu-sión y reivindicación cultural.

158 El importante trabajo de La Fuente y Sanabria, que citamos, muestra cómo Santa Cruz tuvo un vigoroso movimiento de mutuales a inicios de siglo, y un sindicalismo politizado entre los 30 y los 50, sobre todo ligado al POR y el MNR, hoy prácticamente desaparecido. La COD, su expresión organizada, está dividida, con un sector formando parte del bloque empresarial – cívico.

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El bloque hegemónico tiene su base en el poder económico que hemos descrito. Avanzamos como hipótesis que si bien son grupos diversi cados, los segmentos fuertes en las nanzas, (Ban-co Económico, Banco Mercantil Santa Cruz, Ganadero y otros), la agroindustria (empresas agropecuarias y las industriales IOL, SAO, Gravetal, FINO, etc.), sus instituciones y sus medios de comunicación son los que mantienen el liderazgo del bloque hegemónico en el poder regional, y son quienes se han asumido como los guardianes de la justi cación y reproducción de su poder y de su discurso he-gemónico.

Los grupos empresariales familiares diversi cados

Una de las características de los grupos que comienzan a conformar el poder cruceño, es su marcada tendencia temprana a la diversi cación. El empresario Daher159 atribuye esta característi-ca a la pequeñez del mercado, por lo que las actividades se saturan rápidamente y debe colocarse el capital en otros rubros, en manos preferentemente de un nuevo miembro de la familia.

Esta forma de articularse por familias, de los grupos econó-micos, fue ya descrita por el investigador Jean Pierre Lavaud en 1998:160

“Las élites cruceñas se distinguen debido a la alta integración de sus actividades. Cada miembro de esta neo-oligarquía depende en cierto modo de los demás: la industria se apoya en la agricultura, y la agroindustria ha vigorizado el comercio y las nanzas. Sus miembros más visibles se dedican a menudo en familia al conjunto de estas actividades”.

159 Entrevista de El deber a Abdalah Daher, 4 de marzo de 2007.160 Lavaud, Jean Pierre. El embrollo boliviano: turbulencias sociales y desplazamientos

políticos, IFEA – CESU – HISBOL, La Paz, 1998.

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Si tomamos como muestra los grupos económicos más cono-cidos, obtenidos al azar, sin pretensiones de ser exhaustivo y basa-do en información muy fragmentaria, (que eventualmente puede mejorarse) y casi todos ellos conformando grupos familiares, ana-lizaremos qué tipo de grupos de poder se han ido generando, a partir del análisis de su rubro de acumulación original de capital. El orden de sus actividades por sector trata de seguir, en lo posible, la secuencia real de las actividades en el tiempo:

Familias de origen extranjero:

Familia Roda, cuyo fundador era migrante español. Hoy las empresas son controladas por la tercera generación. La familia ini-cia sus actividades con Cristóbal Roda, hijo de español pero ya na-cido en Santa Cruz: incursiona en la agropecuaria, luego la madera, para continuar con la construcción y consolidarse con los materiales de construcción, es decir con la industria. Hoy el grupo incursiona además en comercio, industria cerámica, actividades inmobiliarias, diseño, construcciones y urbanismo.

Familia Kuljis: proveniente de Croacia. Mateo Kuljis, migran-te croata, se inicia con el comercio, luego se dedica a la curtiembre y la industria de alimentos; los hijos amplían las actividades a la agropecuaria, la industria de alimentos, del papel, las nanzas, los supermercados, la política y por último medios masivos de comu-nicación. Hoy es uno de los grupos familiares más fuertes.

Hnos. Wille: familia de origen alemán, importante en el desa-rrollo de la industria de almidones, papel y cerveza, además de -nanzas (banco de Santa Cruz) agricultura y comercio de vehículos.

Familia Marinkovic (Croacia): El padre inmigrante se conso-lida primero en la actividad agropecuaria, habiendo pasado la fa-milia hoy a la agroindustria del aceite, entre otras actividades, que manejan sus hijos ya nacidos en Santa Cruz.

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Familia Gasser (Bélgica): Comienza con la actividad agrope-cuaria, pasa a la industria del azúcar,161 luego al comercio y a la construcción.

Familia Daher (Líbano): Comercio importador en principio, luego rubro inmobiliario, construcciones, turismo, servicios, me-dios de comunicación.

Familia Abuawad: Agricultura, industria textil, madera.

Familias cruceñas:

Familia Monasterios: Esta familia cruceña inicia actividades en el transporte terrestre, pasa al comercio,162 a las importaciones, la ganadería, la agricultura, la política, las nanzas y también los medios de comunicación.

Familia Gutiérrez: Familia tradicional, ganadera en el Chaco, incursiona en la agricultura, luego en la industria azucarera.163 Hoy no trabaja como grupo familiar.

Familia Saavedra: Aunque no conforman un grupo, indivi-dualmente incursionan en servicios, nanzas, agricultura, política, ganadería, agroindustria.

Familia Parejas (asociados con familia Tuma): Comercio im-portador, servicios fronterizos, ganadería, industria del cemento, hotelería.

Familia Landívar, muy conocida en la actividad forestal, desde donde se diversi ca a la agricultura y los servicios.

161 Ingenio azucarero La Bélgica.162 Originalmente compras del Estado, derivadas de licitaciones, como el alcohol de Guabirá.163 Ingenio San Aurelio.

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Familias del resto del país a ncadas en la región:

Familia Roig: Se especializó en la explotación forestal y el pro-cesamiento de la madera.

Familia Romero: Surgió con la agricultura y la agroindustria. Hoy no opera como grupo.

Petricevic: Agricultura, ganadería, política, construcciones, industria algodonera, nanzas.

Familia Pacheco: Alimentos, educación técnica y superior, cen-tros de esparcimiento, medios de comunicación.

¿Qué conclusiones sacamos de esta descripción? a) En el primer grupo, conformado por inmigrantes extran-

jeros relativamente recientes y de origen europeo, predo-mina la inclinación a la industria, como es lógico, dado que provienen de países con mayor desarrollo industrial, y traen conocimientos que les permiten incursionar rápi-damente en esos rubros. Comercio, nanzas y medios de comunicación vendrán en un segundo momento, con las nuevas generaciones.

b) En el grupo de familias más “originarias” cruceñas, ve-mos que las primeras tienen origen en la actividad agro-pecuaria, no así las más “jóvenes” en las que vemos con sorpresa que son los servicios, la actividad nanciera y re-laciones con el Estado y con lo político (licitaciones, con-tratos, créditos, etc.) las que han marcado su formación de capital, y no sólo o no tanto su origen agropecuario.

c) El grupo empresarial “colla” fue el que incursionó con el tema del algodón y la ganadería, con tierras del Estado y créditos estatales, diversi cándose luego sobre todo a las nanzas.

d) El grupo del Medio Oriente se inicia con el comercio im-portador, para diversi carse luego sobre todo a las activi-

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dades inmobiliaria y forestal. Está en la memoria colecti-va la calle Florida con los Telchi, Dabdoub y Razuk, entre otros.

e) En casi todos los casos, pero sobre todo en los grupos fa-miliares, se constata un ciclo que, empezando con el sec-tor primario, termina en lo más so sticado del terciario, como son nanzas, servicios y medios de comunicación masiva.

f) En todos los casos, la tendencia es hacia la inversión mul-tisectorial o diversi cada, con tendencia hacia la terciari-zación avanzada.

g) Llama la atención la poca presencia de estos grupos fa-miliares en la industria de la construcción con empresas grandes dedicadas a ejecución de obras. Parece que éstas quedaron en manos de profesionales de clase media que hicieron escuela en el COOPP y crearon sus propias em-presas. También es evidente que son otros los grupos que incursionaron en empresas de servicios para la actividad de hidrocarburos, no formando parte esta actividad del “circuito” antes descrito.

La clase en el poder, por lo tanto, posee una estructura de gru-pos fuertes, homogéneos, clánicos, fuertemente interrelacionados y diversi cados, lo que les asegura una base económica indiscutible. Están en todas las actividades económicas urbanas y regionales, y como veremos después, lo están de manera organizada, con sus instituciones fuertes y su visión e ideología con gran penetración en los demás estratos de la región.

La burguesía de las grandes empresas constructoras

Cuando el COOPP comienza sus grandes obras, despues del 1965, tuvo muchas di cultades para conseguir empresas locales para contratar, por ello se generó un proceso acelerado de forma-ción de empresas contratistas locales, a partir de los mismos fun-cionarios que dejaban la institución para conformar empresas con-

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tratistas que movilizaron de esa manera internamente el capital de las regalías, que en esos tiempos, dado el tamaño de la economía cruceña, no era poco.

Estas empresas generaron una nueva burguesía, caracteriza-da por su carácter “técnico” y “racional”, que por ello cumplió un papel progresista frente a los sectores agropecuarios tradicionales, y que tuvo un importante papel en la modernización de la ciudad y la adopción de criterios de méritos profesionales para incorporar a jóvenes profesionales como técnicos ejecutores y luego como so-cios (Sigfrido Montero, Mariano Egüez, Rolando Aguilera, Máximo Ribera, Tito Justiniano, entre otros). En manos de algunas de estas empresas están hoy las obras de pavimentación de la ciudad y ca-rreteras a nivel nacional.

Papel de la burguesía del sector primario

Ya hemos dicho que la actividad primaria (agropecuaria y forestal) es sin duda uno de los pilares de la acumulación de capital y de formación de una burguesía, y en algunos casos, se diversi ca rápidamente hacia los otros sectores conformando los grupos ya mencionados. Pero algunos no lo hacen y son los que, organiza-dos en la CAO, FEGASACRUZ y Cámara Forestal, se mantienen en el sector, con posiciones más conservadoras por su ligazón con el tema de la tierra y las difíciles relaciones con el Estado. En este grupo coexisten por un lado los exportadores y por otro los que producen para el mercado interno.

La invisible mano de las petroleras y las capitalizadas

Si bien en términos económicos la actividad hidrocarburífera genera importantes ingresos al sector público de la región, no se percibe una “burguesía” visible que le corresponda. En la primera etapa, antes de la Ley de Hidrocarburos del 1º de mayo de 2006 los altos ejecutivos asistían a actividades socioculturales y tenían cierta presencia, nanciando una amplia gama de actividades, sobre todo

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socioculturales. Esta actividad ha disminuido y hoy tienen un per l algo más bajo, pero que con seguridad es momentáneo.

Los empresarios contratistas de estas empresas también tie-nen un per l bajo, actuando como empresarios sólo a través de CAINCO y la Cámara de Hidrocarburos en cuyos ámbitos tienen bastante in uencia sobre las posiciones que luego dichas institucio-nes asumen a nivel regional y nacional.

¿Quién maneja los ingentes recursos públicos?

El acceso de un grupo o fracción de clase a los recursos pú-blicos regionales y/o municipales determina un importante creci-miento de capital disponible y por lo tanto de poder para ese grupo, por los mecanismos de captación y/o apropiación directa e indi-recta que existen en el país. Tanto la Prefectura como la Alcaldía manejan anualmente montos en torno a los 100 millones de dólares cada una, lo cual para la economía de la región es un monto impor-tante.

Hoy en Santa Cruz estos recursos (que son regalías, IDH, Par-ticipación Popular e impuestos) están, en el caso de la Prefectura, bajo el control del movimiento cívico – autonomista – empresarial, sobre todo agropecuario y agroindustrial; y en las manos de movi-mientos ciudadanos ligados a grupos empresariales agroindustria-les y nancieros en el caso de la alcaldía de Santa Cruz de la Sierra, cada uno de ellos con sus respectivas élites profesionales.

La economía informal “burguesa”

Aunque hay mecanismos que los conectan 164, queda fue-ra del ámbito de control de la clase en el poder la enorme econo-mía informal que maneja el transporte, el comercio popular y los

164 Grandes importadores son quienes proporcionan bienes para la venta callejera y las importadoras de vehículos y repuestos proveen de herramientas de trabajo al transporte.

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mercados, grupos que “tienen poder pero no están en el poder” y corresponden a lo que Toranzo denomina la “burguesía chola” en el occidente, pero que se puede trasplantar al caso cruceño, como burguesía comercial y de servicios de extracción y naturaleza po-pulares.

A pesar de su poder económico,165 no son clase dirigente, porque no han construido su aparato social de aceptación, y son discriminados socialmente (por su origen étnico y/o de clase), pero sin embargo, tienen un gran poder económico y además político (como poder para ejercer presión en las calles), pues por su estruc-tura de microempresa, son decenas de miles de socios en cada una de esas actividades, organizados disciplinadamente en sindicatos, asociaciones, cooperativas, federaciones, confederaciones, etc. Su tarea pendiente es construir una superestructura política, ideológi-ca y cultural que les permita ampliar su in uencia sobre el conjunto de la sociedad, pues hoy están claramente supeditados a la visión que sugiere la clase empresarial. Se trata de una fracción de clase burguesa que no forma parte del bloque en el poder, debido a que no ha construido su propio discurso legitimador.

El papel de las elites en cada caso

Concebidas las élites como las representantes, constructoras y difusoras más lúcidas de las ideas, los intereses, la ideología y la cultura de las distintas clases y segmentos de clase que ya hemos descrito, su origen de clase en todos los casos es de “pequeña bur-guesía” o, en otros términos, son de “clase media intelectual”, es decir, no son poseedores de medios de producción, sino de conoci-mientos, tecnologías y manejo de símbolos.

165 Manejan casi todo el transporte público, con mas de 6.000 buses y 20.000 taxis, los mercados con más de 100.000 puestos de venta. Según datos de “Santa Cruz y su Gente”, publicado por CEDURE, el terciario ocupaba el 74% de la población urbana; de ese terciario, el comercio representaba el 84% y el transporte, el 47%, para el año 1995.

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Si bien las elites forman parte del discurso referido a la cons-trucción de la superestructura de sustento al poder de una clase dominante, pensamos que ayuda al desarrollo del trabajo adelantar algo sobre su composición y características, en función de la estruc-tura económica y de clases que hemos delineado:

En Santa Cruz se per lan nítidamente las siguientes elites:• Elite política: conformada por lo más graneado de los di-

rigentes de los partidos. Hoy esta elite está dispersa y desprestigiada, y no está cumpliendo papel alguno. Sus miembros se han dispersado para reciclarse en las agru-paciones ciudadanas o como “analistas políticos”, es de-cir, intelectuales especializados en política, o convertirse en empresarios con los recursos y facilidades obtenidas en la administración del Estado. Casi todos ellos, por haber pertenecido a los partidos que estuvieron en los varios gobiernos, (MNR, MIR, ADN) y por encarnar otra ideolo-gía, son hoy feroces críticos del actual gobierno del MAS, que los ha desplazado del poder.

• Elite cívica: categoría casi inexistente en otras sociedades, pero importante en Santa Cruz por el proceso histórico que hemos descrito. Esta elite está conformada por pro-fesionales liberales, empresarios y en algunos casos, di-rigentes de los poderosos gremios y otros. Es la que ha construido el discurso de la “cruceñidad” como paradig-ma fundamental de toda la estructura de dominación-persuasión ideológica. Se destacan en ella los “past-presi-dentes” de la institución, que dan la continuidad histórica a lo cívico.

• Elite cultural, en la que priman reconocidos intelectua-les como historiadores, artistas, investigadores, quienes en muchos casos son atraídos por la clase dirigente para “construir” toda la superestructura legal, política, cultu-ral que dará sustento a la dominación del bloque en el poder y sus distintas fracciones. En el caso de Santa Cruz, el OPUS DEI posee su propia elite, como apoyo al bloque

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de poder. Existe también un importante grupo de intelec-tuales que se consideraban de izquierda, pero que ante la agudización del con icto regional, han optado por reple-garse y formar parte del bloque hegemónico al cual ataca-ron en otros tiempos, aceptando el discurso de la unidad frente al enemigo externo y “postergando” sus análisis de clase, propios del marxismo al que pertenecieron.

• Contraelites, que existen porque no siempre los miem-bros de las elites descritas comparten el mensaje que se debe difundir. Se dan casos en los que elites “rebeldes” resguardan su autonomía respecto de las estructuras de poder y con su trabajo más bien alimentan proyectos al-ternativos. Esto se da en casi todos los tipos de elite que hemos analizado, y su presencia es marcada en las ONG, las universidades, centros de investigación (escasos, por cierto) y profesionales liberales, como veremos más ade-lante en el tema referido a lo institucional.166

En síntesis:

La base de la formación de capital de los grupos dominantes fueron en parte los enormes recursos naturales movilizados por el plan económico del 52, consistentes básicamente en tierras agríco-las, agricultura, ganadería, hidrocarburos y actividad forestal, com-plementados por actividades agroindustriales relacionadas al cue-ro, el azúcar y la madera, todas ellas actividades tradicionales pero que se potenciaron al tener abruptamente infraestructura, capital de operación y mercado primero nacional y luego internacional, y un capital humano que fue determinante para superar el retraso que aquejaba a la región.

166 El deber, en fecha 3 de abril del 2007, al relatar quiénes eran los sectores opuestos a la autonomía en los desórdenes producidos por la sesión de los asambleistas, dice: ”El ambiente estaba tensionado y la gente gritaba “autonomía” en contraposición con el comité cívico popular, los camireños partidarios del 10º departamento, seguidores del MAS y algunos asesores de las ONG que pedían autonomía indígena“.

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Los hacendados cruceños estaban ya encaminados, con mu-chas di cultades, a un proceso de industrialización de las materias primas agrícolas, pero ese proyecto liberal se cruzó con el proyecto estatal que los convirtió en proveedores de materia prima, gene-rándose un agudo con icto político entre gobierno y hacendados locales.

La actividad económica potenció a una parte de la clase di-rigente tradicional, la que logró engancharse bajo forma de grupos familiares a la nueva situación económica, pero sobre todo bene -ció a grupos nuevos, cruceños o derivados de la inmigración, que no pertenecían a la clase dirigente en la generación anterior, pero que acumularon rápidamente capital en la situación creada, y que son los más. Son los que el libro ya mencionado del grupo de estu-dios Andrés Ibáñez llama “los nuevos ricos”.

A esta base económica, llamémosla tradicional, se incorpora el capital que proviene del favor político del Estado central, que se concreta en cupos, tierra gratuita, créditos de favor, contratos, compras y varias otras formas no ortodoxas de acumulación, pero típicas de nuestros países. Este capital de origen poco ortodoxo, in-crementa los miembros de esta nueva clase dirigente.

La tendencia general ha sido la conformación de “clanes” fa-miliares que entre otras cosas han favorecido la concentración del capital, o evitado su dispersión, y han permitido la diversi cación muy temprana, teniéndose hoy grupos familiares que integran los tres sectores económicos: primario, secundario y terciario avanza-do.

Las empresas constructoras que manejaron los recursos de las regalías, y que se consolidaron a nivel nacional, como las coo-perativas de servicios públicos, más la actividad hidrocarburífera y la economía pública de la Prefectura y Alcaldía, reforzados por ingresos que entrega el gobierno central, se integran a la “torta” de recursos que maneja la moderna burguesía cruceña y que al mismo tiempo la sustenta.

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Diversi cada, dinámica, abierta al riesgo y relativamente competitiva en varios rubros, la burguesía cruceña tiene serios pro-blemas fuera de su propio ámbito de acción, entre ellos, los proble-mas políticos con el gobierno central, pues se presenta al país como un proyecto excesivamente liberal y empresarial, lo que invalida su discurso a nivel nacional, por lo menos en el actual contexto.

Aunque hay mecanismos que las conectan,167 quedan fuera de ámbito de su control, la enorme economía informal que maneja el transporte público, el comercio popular y los mercados, grupos que “tienen poder pero no están en el poder”. Son burguesía sin proyecto hegemónico, “taponeados” por una burguesía que ha lle-gado antes y ha creado sus propios símbolos y valores. Por no ser “de familias conocidas”, estas fracciones de burguesía popular no han tenido capital social para ser clase dirigente. Se los excluye, no por ser comerciantes, porque los comerciantes blancos tienen mu-cho poder, sino por ser “cholos” y tener di cultad de acceso a la acumulación de reconocimiento social. Decir “gremialista colla” o “micrero” tiene un dejo excluyente innegable.

Los problemas abiertos para la clase dirigente cruceña y sus aliados, son dos: su relación con el poder central, sobre todo hoy que coexisten dos proyectos políticos aparentemente divergentes, y el “congelamiento” de las contradicciones internas, que tarde o temprano deberán ser enfrentadas.

3. LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUPERESTRUCTURA (legal, político institucional, cultural e ideológica) PARA CONSOLIDAR EL BLOQUE AL PODER Y GARAN-TIZAR SU HEGEMONÍA

La construcción institucional y del discurso

De acuerdo a nuestro marco conceptual, no basta que una clase social posea el poder económico para que automáticamen-167 Grandes importadores son quienes proporcionan bienes para la venta callejera, y las

importadoras de vehículos y repuestos proveen de herramientas de trabajo al transporte.

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te sea la clase dirigente: es necesario que sobre esa base material construya su hegemonía, es decir, construya una superestructura cultural, social, política, jurídica e institucional que permita que sus intereses pasen a ser vividos como intereses de la sociedad en su conjunto.

Sostenemos que la burguesía cruceña ha tenido gran éxito en lograr esa hegemonía a nivel regional, habiendo construido po-derosos paradigmas aceptados y compartidos por muchos, y que se condensan en la construcción de una identidad: “la cruceñidad” como construcción discursiva, a partir de la identidad cruceña como base aglutinadora, que sirve, entre otras cosas, de apoyo para poder obtener reivindicaciones, prerrogativas, y políticas favorables del Estado, tal como lo ha de nido Manuel Castells168:

“Desde una perspectiva sociológica todas las identidades son cons-truidas. La construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones, la memoria colectiva, las fantasías personales, los aparatos de poder y las re-velaciones religiosas. Pero los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos estos materiales y los reordenan es su sentido, según las determinaciones sociales y los proyectos cultu-rales implantados en su estructura social. Propongo como hipótesis que, en términos generales quién construye la identidad colectiva y para qué, determina en buena medida su contenido simbólico para quienes se identi can con ella o se colocan fuera de ella (…). La construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un con-texto marcado por las relaciones de poder”.

Más adelante, Castells sostiene que hay tres orígenes para la construcción de identidad: identidad legitimadora, identidad de re-sistencia e identidad de proyecto. Pensamos que la identidad cruce-ña construida hoy ya no corresponde a la de resistencia (Santa Cruz es la región más rica del país), correspondiendo más bien a la iden-tidad legitimadora hacia adentro, tal como la describe Castells:

168 Castells, Manuel. La era de la información, Vol. III. P. 28. Alianza editorial, Madrid, 1999.

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“Identidad legitimadora: introducida por las instituciones domi-nantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominación frente a los actores sociales…”Aunque también presenta, en sus sectores más lúcidos (aun-

que no mayoritarios) una cierta carga de identidad – proyecto hacia afuera, es decir hacia el poder central nacional:

“Identidad proyecto: cuando los actores sociales, basándose en los materiales culturales de que disponen, construyen una nueva iden-tidad que rede ne su posición en la sociedad y al hacerlo, buscan la transformación de toda la estructura social…”La dirigencia cruceña, como vimos en la cuestión regional,

ha logrado consolidar como pilares de su accionar los paradigmas de la “modernidad” y la“ autonomía”. Sin embargo, no ha tenido el mismo éxito a nivel nacional, porque parece que ni siquiera se lo ha propuesto seriamente, aún hasta hoy.

Este capítulo tratará de mostrar cuáles son los elementos fun-damentales del marco institucional y de la cultura e ideología que han permitido articular y consolidar esa hegemonía en la región.

El poder político – institucional

Lo conforman quienes se de nen como “políticos” y las es-tructuras en las que desarrollan su práctica política son los partidos. Son los que gestionan el poder estatal en sus diferentes aparatos y niveles, mas no los que poseen poder real, tal como ha sido a rma-do en el marco teórico. Son los intermediarios entre el poder econó-mico y el poder político. Los mejores169 conforman la elite política.

En toda sociedad capitalista, los políticos en el poder estatal representan los intereses de la clase en el poder. Esto no se da en procesos de transición en los que momentáneamente la burguesía

169 ‘Los mejores’, es decir, los que tienen la capacidad para ser más efectivos siguiendo ciertas normas de comportamiento, ciertos modos de relacionarse y ciertos códigos propios del campo político en el que se desempeñan. Es decir, quienes obtienen resultados.

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como poder económico asume directamente el poder político, como sucede hoy a nivel regional,170 y ha sucedido en el pasado con el nivel nacional.

Como sector social, los políticos que luchan entre sí por el espacio estatal, pertenecen por tanto a la pequeña burguesía, (cla-se media) salvo que utilicen el poder político como mecanismo de acumulación de capital y se conviertan en burgueses, cosa que su-cede muy a menudo: entran como políticos a cumplir función de gobierno, y salen como empresarios. En coyunturas de crisis, ya dijimos que los miembros de la burguesía asumen directamente la defensa de sus intereses, entrando a la administración del Estado.

Pero aparte del aparato político, hay instancias institucio-nales importantes del bloque en el poder, que van desde las aso-ciaciones de productores, profesionales y gremiales, cooperativas, hasta las sociales, como las fraternidades, siempre organizadas por el poder de la clase dirigente dentro de un esquema de cooptación corporativa con inteligentes mecanismos de reconocimiento y con-trol social.

El peculiar “poder cívico”

En Santa Cruz, ante la crisis de los partidos (MNR, ADN, MIR, UCS) que de una u otra manera protegían los valores e intere-ses empresariales y el llamado “proyecto cruceño”, que describire-mos más adelante, y la debilidad de las nuevas estructuras políticas (PODEMOS y otras agrupaciones ciudadanas menores), el Comité Pro Santa Cruz ha asumido momentáneamente ese rol de protec-ción, que hoy implica un rol de oposición al gobierno central, casi como un partido regional, sin ser un clásico partido del sistema171, pero sí activo en el espacio de lucha por el poder político.

170 Es por ejemplo el caso de Branco Marikovic en el Comité pro Santa Cruz.171 Esta situación no se dio en los momentos de auge de los partidos MNR y ADN, o en la época

de Barrientos.

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Pero aún así, la burguesía cruceña ha hecho del Comité su estandarte y de ahí que éste acumula el poder que le con eren las clases dirigentes y por ende el poder simbólico de la defensa de la cruceñidad, como mito construido históricamente por las clases dominantes, como diría Bourdieu.

Pero también tiene poder político, pues sus propuestas y reivindicaciones buscan in uir sobre la organización del Estado y de las victorias conseguidas en ese sentido proviene su actual for-taleza, véase el caso de las regalías, la elección de prefectos y las autonomías.

Y tiene otro poder: poder patricial (lo explicamos al hablar del poder social) que aglutina a una elite patricial, la de los vie-jos patricios que también en algún momento han sido burguesía, (Gutiérrez, Franco, Aguilera, Mercado, Velasco, Moreno, Antelo, Sandoval y otros). Es en realidad una forma de poder simbólico.

Por último, tiene una “fuerza de choque”, que proporciona poder en las calles, pues la Unión Juvenil es su grupo para even-tuales agresiones físicas, función menor y esporádica pero que en determinados momentos puede marcar el punto de in exión en los acontecimientos y en la de nición de las crisis172. Hoy, este uso de la fuerza ya no es bien vista por gran parte del comiteísmo moder-no, el cual sin embargo relativiza su presencia e importancia, sin que hasta el momento haya habido un repudio formal, a pesar que sea cada vez más cuestionado por distintos sectores y movimientos sociales. Sin embargo, estos grupos tienen todavía sus defensores entre los sectores más tradicionales del Comité Cívico.

Por tanto, hoy su oposición al gobierno central, además de articularse alrededor de la ‘defensa regional’ que es política, por el contexto en el que se da, es también una oposición de clase, con to-dos los atributos de la clase burguesa y sus fracciones, que pugnan

172 Veáse los paros cívicos y al violencia ejercida en rotondas, barrios populares, etc. así como los hechos de octubre de 2003.

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entre sí por imponerse unas sobre otras. En otras circunstancias, su oposición al gobierno central ha sido por reivindicaciones económi-cas, como el caso de las regalías, aunque allí también jugó su rol la política, por la participación de FSB.

El poder simbólico ideológico

Se apoya en el conocimiento de las elites intelectuales. Se ex-presa en la capacidad de articular discursos que devienen repre-sentativos de la sociedad en general. Se forma a partir de una cierta reconstrucción histórica y una cierta lectura de la realidad, que es aceptada por todos (o por la mayoría) como cierta, y a partir de la cual se articulan los procesos políticos y sociales. El poder simbó-lico deriva en hegemonía (no siempre) y Santa Cruz presenta un ejemplo muy interesante de construcción de hegemonía por parte de los sectores empresariales, gracias a un discurso de defensa de intereses regionales que ha permeado en todos los sectores sociales. Reproducen su poder utilizando el poder cultural informacional (Bourdieu)173. Un componente de este poder simbólico ideológico son los medios de comunicación, completamente alineados con el pensamiento dominante, salvo obviamente los de propiedad esta-tal.

El poder social

Deviene de los privilegios derivados del origen de clase, que subsisten aún en el imaginario colectivo (‘gente bien’, ‘de apellido’, los miembros de familias tradicionales) que conforman la elite so-cial o patricial. La elite social representa el modelo de vida al que la mayor parte de la sociedad aspira, y desde este lugar contribuye a la construcción del discurso social y la cultura en tanto programa de vida que promete éxito, en la medida en que el individuo se mantiene dentro del marco propuesto.

173 Conviene aquí hacer referencia al ‘mito ideológico de la cruceñidad’ desarrollado por Arrieta y Seleme (ver Seleme et al., 1983.).

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Este poder social en Santa Cruz se limita a pocas familias y es relativamente poroso (en base a criterios económicos) mientras que en las sociedades más tradicionales de occidente se trata de grupos más cerrados, que aunque han perdido su base económica, persisten en no perder su posición en la escala social.

Obviamente que siempre hay un contrapoder que se constru-ye permanentemente para crear nuevos proyectos sociales, incluso desde este sector social. La historia muestra que hijos de la más rancia sociedad han sido importantes rebeldes y reformadores.

El cruceñismo tradicional

El poder económico de los terratenientes construyó en el pa-sado su hegemonía en el cruceñismo tradicional, de animadversión a “los collas,” quienes representaban para ellos al Estado lejano. Esta animadversión era producto del malestar y el descontento a los que hicimos referencia frente al poder central, que no tenía un proyecto económico para la región.

En la parte histórica Claudia Peña ha recogido citas que ha-cen referencia a que el descontento con el Estado central se incuba fundamentalmente en el siglo XX, fruto de las sucesivas crisis eco-nómicas que vinieron después de tiempos de bonanza. A ello se sumaba un cierto orgullo de su origen racial de “estirpe española” expresado en su himno y de un gran apego a la tierra. Quien reúne todos los requisitos es el hacendado: criollo y dueño de un poder local basado en la tierra y en lucha contra el lejano poder central. Estos simples elementos, junto a los rasgos paternalistas y autorita-rios, fueron su cientes para mantener por mucho tiempo la estruc-tura cruceña de dominación tradicional.

La construcción del nuevo cruceñismo

El desarrollo que llega después de los años 60 cambia, como hemos visto, las bases de la estructura económica y de los actores

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que la controlaban. Irrumpe la nueva clase dirigente, en la que ya no están sólo las familias terratenientes, sino que se incorporan a la clase dirigente los nuevos ricos, miembros de familias tradiciona-les pobres en ascenso, y de familias inmigrantes, que como nuevos productores agropecuarios, comerciantes e industriales, en su lucha por consolidarse internamente pero sobre todo frente al poder cen-tral, elaboran una estrategia que dio importantes frutos:

a) La creación de una instancia cívica, es decir ni partidaria ni gremial, que asuma la representación y defensa de la región frente al Estado (años 50).

b) La creación de instituciones locales (sobre todo cooperati-vas) para prestar los servicios básicos, (años 60) que exis-tían ya en otras capitales desde hace muchos años pero que el Estado no había suministrado aquí, por el carácter periférico de la ciudad, excluida sobre todo de la activi-dad económica exportadora.

c) Una estrategia institucional que llevó a la creación y/o potenciamiento de estructuras gremiales de productores y de profesionales (años 70).

d) La creación de estructuras secretas (logias) para controlar las instituciones que se crean, y reproducir su poder, for-malmente contra el poder colla, pero en los hechos tam-bién contra lo que, en el gobierno de la UDP se percibía como creciente poder de sectores populares politizados. Los peligros son “los collas y los comunistas” (1983). Son también los años en los que se retoma concientemente la “construcción de identidad”, proceso que hemos visto es permanente en la historia cruceña.

e) El apoyo en los partidos políticos, los cuales coinciden con los planteamientos ideológicos de esta nueva clase dirigente, por lo que se les encarga la representación de sus intereses a nivel nacional. En ese período, que coin-cide con el auge liberal, Santa Cruz apacigua su énfasis antiestatal, pues el Estado manifestaba coincidencia de visiones, objetivos e instrumentos.

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f) La renovación del discurso cruceñista, para adecuarlo a una realidad de fuerte inmigración y de tensas relaciones con el resto del país. Se acepta que cruceño es “quien vive y trabaja por Santa Cruz” y quien comparte “el modelo cruceño” tal como ha sido construido principalmente por CAINCO y que veremos más adelante.174

g) La crisis de los partidos a inicios del siglo XXI y el ad-venimiento de un gobierno claramente contrapuesto a su discurso, reabre la lucha regional cruceña, esta vez clara-mente conducida por sus élites empresariales.

h) A partir del año 2000 la clase dirigente cruceña, sintiéndo-se amenazada por la onda “indigenista” y de izquierda, sobre todo por la amenaza percibida en el tema de la pro-piedad de la tierra, base de la construcción de su poder, además de utilizar todo el aparato montado hasta la fe-cha, gana y usa dos instrumentos adicionales: los medios de comunicación, que controla totalmente, pues están en manos de grandes empresarios, y el poder político, la Pre-fectura, que se convierte en una nueva pieza importante de su poder.

i) Por su parte, el Comité Pro Santa Cruz, convertido en esta emergencia casi en un partido político, trata de ampliar sus bases sociales para involucrar a sectores populares, aprovechando divisiones ya existentes en todas ellas: in-dígenas, dirigentes vecinales, trabajadores.

j) La autonomía y los cabildos son los dos últimos meca-nismos de homogenización de esa base ancha de apoyo del cruceño al Comité pro Santa Cruz y a través de él, al sector empresarial que lo conduce. Ni duda cabe.

174 Aunque el contenido de la palabra cruceño sea un campo en constante lucha y definición, que se resuelve momentáneamente siguiendo coyunturas regionales y nacionales, donde la definición del ‘otro’ y la fuerza con que opera, influyen notablemente en la definición del ‘cruceño’.

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La estructura de sustentación del poder hoy

Hoy la superestructura creada por el poder económico, que es claramente poder hegemónico, se apoya en:

a) Algunos reciclados políticos agrupados en PODEMOS y otras agrupaciones menores, para cubrir el anco político administrativo.

b) El Comité Pro Santa Cruz como depositario mítico de la cruceñidad en el subconsciente colectivo y como mecanis-mo último que representa a la región, y cuyos valores y paradigmas coinciden con los de la clase dirigente, y más claramente, de sus empresarios, pues ellos han participa-do activamente en construirlos.

c) CAINCO es en este momento abiertamente el cuartel general del bloque y el principal generador de política, ideología y cultura. La cultura empresarial hoy es la cul-tura cruceña, o “modelo cruceño” que describiremos des-pués.

d) Los medios de comunicación son las eles correas de transmisión de la ideología dominante, con una uniformi-dad y disciplina donde no hay discrepancias, no porque estén necesariamente prohibidas, sino porque el fuerte enfrentamiento con un Estado centralista y de ideología de izquierda requiere de un frente interno muy sólido, sin suras. El modelo de dominación y hegemonía ha gene-rado una peligrosa “unanimidad”. No es “políticamente correcto” discrepar.

e) Las logias, que estuvieron casi desaparecidas en la déca-da de los 90 son de nuevo pieza importante del sistema, pues su penetración en fraternidades, clubes, cooperati-vas y gremios de profesionales y productores es la que garantiza la necesaria “unión” considerada como indis-pensable. Las logias son grupos de poder de la misma clase dominante, como hay en otras partes, bajo forma de “lobbys”. Su especi cidad es el haber escogido el ser se-cretas. Desde el análisis de clase, son parte de las elites y

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la burocracia que sirve y se sirve del poder de la burgue-sía y sus fracciones. Las logias no tiene más poder que la clase a la que sirven. Pero son distinguibles de los lobbys en tanto tienen una organización fuertemente jerárquica y reglamentada, además de que la disciplina y jerarquía forman parte importante de su cultura organizacional, es decir, no buscan la negociación ni el consenso: actúan de arriba hacia abajo. Exigen la obediencia.

f) Un comunicado publicado el día 14 de abril de 2007, de apoyo político a las autoridades del Beni y contra el go-bierno, se constituye casi en un “certi cado” de quienes conforman el bloque cruceño del poder: siendo un comu-nicado de fuerte tinte político, rman el comunicado la Prefectura, CAINCO, CAO (que es parte de CAINCO), ANAPO (que son parte de la CAO) Federación de em-presarios privados, Cámara Forestal, Cámara de expor-tadores y la Central Obrera Departamental reconocida y apoyada por el sector empresarial.

¿Quienes quedan todavía fuera de su ámbito?

Si bien el discurso de la clase dirigente ha alcanzado capilar-mente a amplios sectores de la sociedad cruceña, hay sin embargo sectores donde es resistido, como se puede veri car mediante un análisis de los comunicados de prensa, las declaraciones de diri-gentes y las entrevistas durante el año 2006. Hemos identi cado los siguientes sectores:

a) Sectores “duros” y politizados del partido de gobierno, o cercanos al mismo, con su discurso indigenista, popular y comunitario, con bases sobre todo en colonos y sectores de inmigrantes en barrios periurbanos, muchos de ellos con tradición sindical andina. En este grupo hay también profesionales de origen andino migrados a Santa Cruz y formados en las facultades de ciencias sociales de La Paz y El Alto.

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b) Sectores indígenas del oriente, que han tenido y tienen con ictos de tierra, agua u otros recursos con los mismos personajes que forman parte de las instituciones con po-der y representatividad en Santa Cruz, por lo que optan por rechazar el discurso cruceñista “o cial”. Se agrupan en distintas instituciones de carácter indígena, como la CIDOB y otras apoyadas por instituciones nacionales y ONGs.

c) Profesionales, intelectuales y técnicos con una visión dis-tinta, genéricamente “de izquierda” o socialdemócrata, y que conforman una contraélite crítica hacia las formas de manejo del poder regional, con simpatías hacia el tema indígena y las políticas de equidad y/o genéricamente populares y/o de izquierda, que en muchos casos han sido victimas de los años duros en los que el empresaria-do cruceño y sus instituciones aceptaron pasivamente las represiones políticas.

d) Funcionarios nacionales y extranjeros de algunas ONGs y organismos de cooperación, sobre todo europeos, que mantienen una visión crítica hacia la hegemonía empre-sarial sobre la sociedad cruceña, pues trabajan con para-digmas más avanzados socialmente, aunque en algunos casos no aplicables rígidamente a nuestra realidad.

e) Parte de los sectores de “gremialistas” (mas de 80.000 en la ciudad) que como grupo es pequeña burguesía y “lum-pen”, gremio “ otante” y por tanto con posiciones muy inciertas frente al poder nacional y regional. Como ya di-jimos, si bien económicamente y en conjunto conforman un importante bloque, sin embargo no poseen una visión propia, ni han identi cado con exactitud dónde residen sus intereses, por lo que normalmente están muy dividi-dos.

f) Sectores obreros y sindicales muy disminuidos y prác-ticamente invisibilizados por los medios masivos de co-municación, que han permanecido eles al sindicalismo

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fuertemente politizado de izquierda, concientes que el liderazgo hoy es indígena. Vale la pena mencionar la tra-dición primero mutual y luego sindical de Santa Cruz, detalladamente levantada por Carmen Elena Sanabria y Manuel La Fuente,175 quienes entre otras cosas presentan las listas completas de todos los dirigentes mutuales y sindicales desde los albores del siglo XX, destacando no-sotros que en ellos no existen apellidos alemanes ni an-glosajones, como sucedió con la industria y el comercio: todos son apellidos muy “cruceños” como Banegas, Bar-bery, Cabrera, Flores, Gutiérrez, Justiniano, Vaca, Román, etc.

Las reticencias de estos grupos frente al manejo de las élites son de origen heterogéneo, y más que oposición frontal al proyecto regional de la burguesía y las élites, cuestionan puntualmente lo que según ellos es el manejo y el carácter autoritario y excluyente que a veces asume. Las actitudes de la Unión Juvenil Cruceñista son muchas veces tomadas como ejemplo de ello.

Del cruceñismo tradicional al “modelo cruceño”

Ha habido una innegable evolución de los paradigmas y del discurso cruceño; del discurso de queja y lamento contra el aisla-miento y abandono del gobierno central, se pasó al reclamo por la descentralización (luego de nida como autonomía) porque se sentía que el gobierno central frenaba el desarrollo regional. En la actual situación, la discrepancia evidente es también sobre el mo-delo socioeconómico a adoptar para el país, pues la clase dirigente cruceña, de orientación capitalista liberal considera incompatible su desarrollo con la visión “redistributiva” y comunitaria del actual gobierno, visión que se puede consolidar en la Asamblea Constitu-yente.

175 La Fuente, Manuel y Sanabria, Carmen Elena. Luchas sociales y movimiento obrero en Santa Cruz. CEJIS, 1990.

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Ante las aparentes di cultades cruceñas para acceder al pro-ceso de autonomía, en la región se discuten dos posiciones: a) la de la separación del país, propugnada por los sectores más duros, normalmente radicales, no ligados a la actividad productiva, para quienes existen incluso motivos históricos para no pertenecer a Bo-livia; y b) la de quienes pacientemente habían venido re exionando sobre las características que había asumido la estructura productiva cruceña y detectaban en ella importantes potencialidades y éxitos, así como contradicciones entre esas características y la estructura del resto del país. Organizando esas características, y convirtién-dolas en los nuevos paradigmas, se presenta al país ya no una so-lución de autonomía sólo para Santa Cruz, sino un nuevo modelo de desarrollo, basado según ellos, en nuevos paradigmas válidos no sólo para Santa Cruz sino para todo el país, y que permitiría el desarrollo de todos los departamentos. Ese es el nuevo modelo cruceño de desarrollo, que, sostienen sus defensores, es el que el país debería adoptar por sus características de e ciencia y produc-tividad, ya demostradas en el Oriente. Demás está decir que ese modelo es en realidad el liberalismo con nuevo ropaje.

Este planteamiento, generado básicamente por las elites del empresariado en CAINCO, y entregadas al Comité Pro Santa Cruz como vehículo de socialización, es una cuidadosa construcción con-ceptual muy actualizada y a tono con los discursos de organismos internacionales, que está sustentada por sectores empresariales que creen posible que Santa Cruz lidere un proyecto nacional, es decir, creen poder construir a nivel nacional una plataforma de consenso como la que han logrado a nivel regional.

Esta nueva visión de país fue resumida por un trabajo de Fer-nando Prado como sigue:176

176 Prado, Fernando. Santa Cruz y el nuevo proyecto nacional: La construcción del país a partir de las regiones, mimeo, 2006.

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“Santa Cruz, no obstante sus seculares con ictos con el poder cen-tral, por el peso y la responsabilidad que siente sobre sus hombros y que se deriva de su vigoroso proceso demográ co y productivo, está dispuesta a aportar a una nueva visión de país con las siguientes características:1. Un fuerte énfasis en la actividad productiva, una ética y

una losofía de la producción, tan necesaria en países como el nuestro, en los que la colonia y la neocolonia han destruido la base económica tradicional, eliminado la capacidad autónoma de producir para bene cio de nosotros mismos. Esta capacidad y esta visión están vivas en nuestro oriente, y atrae a los boli-vianos de todas las latitudes.

2. Un vigoroso proceso de formación de ciudadanía, con los va-lores que vienen de los procesos de la modernidad en la clase media, hoy aceptados universalmente y que ha permitido que Santa Cruz aporte al país con una clase media urbana que desa-rrolla y de ende esos valores, y que se re ejan en un aporte no sólo a la economía sino también a la cultura, el arte y en general al desarrollo de las capacidades creativas de sus recursos huma-nos.

3. Santa Cruz puede aportar experiencias concretas de conviven-cia, de integración y de multiculturalidad, gracias al masivo proceso migratorio y a la consecuente apertura al mundo. Esta es una región en la que en los hechos, se convive y se construye país cada día.

4. Si bien nuestra región ha cometido graves errores en el manejo de los recursos naturales, que podían signi car la destruc-ción de nuestra base económica, gracias a planes como el PLUS, la experiencia de la Superintendencia Forestal y el manejo de áreas protegidas, entre otros, estamos aprendiendo el signi ca-do del desarrollo sostenible y ésas son experiencias válidas para todo el país.

5. Por herencia histórica, la nuestra es una sociedad estrati -cada pero con movilidad social, apoyada sobre todo en el éxito económico y sin la persistencia de apellidos tradicio-nales. Al tratarse de una sociedad relativamente abierta, las po-

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sibilidades de inclusión social son reales y no sólo discursivas. Santa Cruz puede ofrecer un modelo social con marcados rasgos de movilidad social, aún dentro de la rigidez de clases, que existe como en el resto del país y que es parte del sistema capita-lista adoptado.

De este rápido listado, se deduce que Santa Cruz tiene un aporte fundamental para el nuevo país que se quiere construir, y lo puede hacer a partir de su capacidad organizativa, su nivel técnico alcanzado, su estructura social permeable y su experiencia única de integración y convivencia de culturas que cooperan entre si. Santa Cruz es un elemento esencial de la nueva Bolivia.

Se formula pues la posibilidad de una sociedad abierta, mo-derna, cosmopolita y productiva, que al aceptar de buen grado las innovaciones habría sido exitosa en desarrollar un capitalismo pe-riférico pero relativamente integrado a la globalización, y que por ello se ha convertido en pocos años en líder de la economía nacio-nal.

Sin embargo, Santa Cruz también tiene debilidades deriva-das de su formación social, las mismas que deben ser tomadas en cuenta y fueron formuladas así: 177

“Esta sociedad tan orientada al mercado y a la producción, surgida en el giro de poquísimos años, muestra sin embargo una impor-tante debilidad: al potenciar unilateralmente su capacidad de socie-dad productiva y hacedora, ha descuidado acompañar esos impulsos con la re exión profunda y el conocimiento metódico de sí misma que sólo es posible con el desarrollo paralelo de las ciencias sociales: la sociología, la antropología, las ciencias políticas, la psicología so-cial, la gestión pública, las artes. Sus élites no han considerado que todo eso era indispensable y pensaron que más bien podía “venir después”.

177 Prado, Fernando. Las debilidades del modelo cruceño, mimeo, 2006.

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Posteriormente el autor se pregunta:

“¿Cuántos lósofos cruceños tenemos, que estén pensando a dónde va esta sociedad? ¿Cuántos antropólogos y sociólogos cruceños se destacan y están aportando signi cativamente? ¿Cuántos analistas políticos formados tenemos, que nos estén guiando en las decisiones políticas regionales y cuántos políticos cruceños tenemos con buena formación académica y de gestión? Los nombres son pocos, y quizá los tenemos, pero las rígidas estructuras del poder regional no les dejan el espacio necesario…”

Hoy que la in uencia económica y política de Santa Cruz sale de sus propias fronteras y exige nuevas de niciones y destrezas, nos encontramos con que debemos activar rápidamente los cono-cimientos y el capital humano su cientes para encarar las nuevas tareas, ya sea como parte de Bolivia, que es lo que la mayoría desea, sea para conformar un nuevo país, como propugnan algunos.

Ni la imponente producción agropecuaria, ni las capacidades empresariales - comerciales, ni la importante industria en torno a la moda, la cultura y el entretenimiento, ni el desarrollo turístico (con todo lo importante que son, económica y culturalmente), propor-cionarán capacidades para el análisis socioeconómico, sociocultural y la acción política y de gestión pública que Santa Cruz necesita desarrollar si quiere gobernar una región o un país.

El comentario citado continúa:

“Si nuestras actuales elites regionales piensan que se puede con-tinuar actuando intuitivamente, sin conocer las ciencias sociales, con el sólo entusiasmo o peor, con sólo el dinero, pecan de ingenuos. Debemos modi car drásticamente la orientación y capacitación de nuestros jóvenes profesionales para contar con cuadros y elites pre-parados en las ciencias sociales, y darles el espacio necesario, para terminar con la crisis de liderazgo en las ciencias sociales, políticas de Estado y su gestión. Los cruceños, que ya han demostrado visión

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de futuro, inteligencia y sensibilidad, estamos seguros que pueden hacerlo.”Quienes apuestan al nuevo modelo son sobre todo los secto-

res agroindustriales, industriales y nancieros; con dudas, los agro-pecuarios por los problemas no resueltos de la tierra y los mercados externos. Se oponen los sectores cruceñistas radicalizados de clase media, sin relación con la nueva estructura productiva y más bien anclados al rentismo y con fuertes motivaciones ideológicas, cultu-rales y de identidad. La actitud del gobierno y las clases sociales e ideología que lo sustentan serán fundamentales para las de nicio-nes que se vienen.

Vale la pena también mencionar los planteamientos del in-forme del PNUD sobre desarrollo humano en Santa Cruz, del año 2004178, pues el mismo dedica un amplio capítulo a Santa Cruz, en el que sostiene que la dirigencia cruceña se encuentra en un punto de in exión y de crisis, y para su superación plantea la “macroregión Este” como una estrategia de ocupación del territorio y de inclusión social consecuente. Se mani esta que el modelo cruceño es de base muy estrecha en cuanto a distribución de bene cios, debiendo ini-ciarse un amplio proceso de inclusión, no sólo social, sino también territorial, sin lo cual las limitaciones del modelo son evidentes.

Según otros observadores, el problema estructural es que el modelo cruceño está pensado como eso, como “cruceño” y por ello surgen las di cultades para que el resto del país lo haga suyo.

Los siguientes cuadros gra can lo dicho hasta ahora:

178 PNUD. Informe del Desarrollo Humano en Bolivia 2004. PNUD, 2004.

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4. LA ESTRATEGIA PARA EJERCER EL PODER

Por lo analizado hasta ahora, hay tres elementos que son los pilares de la estrategia de la clase dirigente cruceña, por lo menos desde los años 50 y que evolucionan en el tiempo; ellos son:

1) La relación de la región con el poder central2) La relación con los sectores populares3) El discurso de la identidad, la autonomía y el modelo cru-

ceño

SECTORES CONTRAHEGEMÓNICOS

• Algunas ONGs• Organizaciones de indígenas originarios

del oriente• Sindicatos campesinos• Juntas vecinales divididas• Trabajadores de la COD dividida• Movimiento Sin Tierra• Fracciones de gremialistas• Movimiento Al Socialismo (MAS) regional• Algunos sectores de profesionales jóvenes• Contraelites intelectuales de izquierda

SECTORES SUBSIDIARIOS O COOPTADOS

Medios de comunicación Juntas vecinales divididasTransportistas y gremialesCOD dividida Universidad estatal (parcialmente)Indígenas divididosPartidos políticosEXPRESIONES GREMIALES

DEL PODER

CAINCOCAOInstituciones gremiales sectoriales de productores (Anapo, Fegasacruz, etc.)Colegios profesionales

EXPRESIONES INSTITUCIONALESDEL PODER REGIONALPrefecturaComité Pro Santa CruzPartidos políticos tradicionalesCooperativas de servicios públicosLogiasFraternidades

BLOQUE EN EL PODERBurguesía agropecuariaBurguesía agroindustrialBurguesía comercial y de serviciosBurguesía financieraBurguesía industrial

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La relación de la Región con el Estado central (y sus impli-caciones ideológicas internas)

No se puede hablar de la clase dirigente cruceña o de la “di-rigencia”, sin hacer referencia a lo regional y a la relación región – Estado que han marcado su desarrollo desde los orígenes y que han determinado y reforzado los mecanismos de dominación den-tro de la región.

Estas relaciones entre la región y su clase dominante con el Estado central, aunque siempre con ictivas, lo han sido menos cuando existía visión e intereses comunes entre las clases dominan-tes altiplánicas y las del oriente, o entre el gobierno de turno y nues-tra clase dirigente. Es el caso de la presidencia de Banzer, con un aparato estatal que apoyaba a la dirigencia cruceña, o mejor, que era en parte manejado por esa dirigencia y una burguesía paceña que invertía en Santa Cruz. Sin embargo, estas relaciones han alcan-zado grados de fuerte enfrentamiento en períodos como el actual, en los que el proyecto de gobierno entra en fuerte contradicción con los intereses del proyecto hegemónico regional, que como hemos visto, es construido y conducido por su fuerte burguesía.

No podemos entender las con ictivas relaciones región - Es-tado sin profundizar lo que son sus dos componentes:

• la lucha regional, que presenta un frente único frente al Estado y

• la lucha de clases, que parte más bien del análisis de las contradicciones entre las clases sociales.

Este debate se desarrolló durante años en Santa Cruz entre dos importantes pensadores, el investigador Isaac Sandoval y el historiador José Luis Roca.

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Dice Sandoval, en la introducción de su profundo ensayo ‘Nación y Estado’179: “las contradicciones del Estado con las etnias, las regiones y las clases sociales son el problema nodal de la socie-dad boliviana, tanto para la re exión como para la práctica polí-tica”, marcando así la de nición de que las luchas regionales son sólo uno de los componentes de la historia y la formación social boliviana.

La posición de J.L. Roca pareció contradictoria por la polémi-ca frase con la que abre su libro sobre el regionalismo boliviano180: “La historia de Bolivia no es la historia de la lucha de clases. Es más bien la historia de sus luchas regionales”. Sin embargo, la aparen-te contradicción se matiza mucho cuando se profundiza el pensa-miento de Roca, quien sostiene en la obra citada:

“El impulso dialéctico de la sociedad boliviana hay que buscarlo en el con icto regional… claro que en el fondo no es sino un con icto interno de la clase dominante, pero dadas las peculiaridades carac-terísticas de Bolivia, éste adquiere la jerarquía de una contradicción principal”.

Y para que quede mas claro aún, en su página 12 sostiene:

“La historia de Bolivia sigue siendo la historia de sus clases domi-nantes. En vano se ha querido magni car la participación indígena en las luchas por la emancipación, los protagonistas fueron criollos ricos y mestizos latifundistas. Los indios fueron sujetos pasivos.”

Vemos también que este enfoque no soslaya la concepción de la lucha de clases:

“En este tipo de sociedad el enfrentamiento clasista está postergado por los intereses de la metrópoli donde sus agentes actúan a través

179 Sandoval Rodríguez, Isaac. Nación y Estado en Bolivia. s.ed.,Santa Cruz, 1991.180 Roca, José Luis. Fisonomía del regionalismo boliviano. Los amigos del libro, 1980.

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de los más variados mecanismos, siendo uno de ellos la lucha regio-nal… Ella se expresa en torno a una región del país que ve crecer su importancia debido a un auge económico vinculado a situaciones del comercio y la economía mundial…”

En síntesis, Roca no niega que las clases sociales existen y mueven la historia, pero sostiene que en el caso especí co de Boli-via, por su peculiar formación social, las luchas son entre las clases dirigentes de las regiones, arrastrando detrás de ellas a sus pue-blos. Corresponde en realidad al retraso del país, que no ha logrado conformar una burguesía nacional con claros objetivos comunes de clase, y por tanto tampoco una clase obrera que se le enfrente con otro proyecto de clase.

Sin embargo, el peligro que se crea es que esa situación per-manente está latente en esta aseveración de Isaac Sandoval, en la página 30 de la obra ya citada, en la que lo que debemos hacer es sólo sustituir la palabra “nación” por “región”, para entender el peligro que Sandoval identi ca cuando esta postergación de los con ictos de clase tiende a hacerse de nitiva:

“El discurso nacionalista (regionalista)181 no solamente es equívoco por la prescindencia de las clases en la construcción de la nueva formación social sino por los nes últimos que persigue: plantearse metafísica e ilusoriamente la desaparición de los con ictos sociales o creer que ellos se subsumen en los procesos del desarrollo nacio-nal” (regional).

Las discrepancias están pues en el énfasis y en los tiempos, más no en el fondo, es decir que las clases dominantes de las regio-nes, en esta etapa histórica y en nuestros países de capitalismo atra-sado, entran en contradicción entre sí o con el Estado, más que con

181 El parénteis es nuestro.

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sus clases sometidas, de manera que la lucha de clases se posterga y se convierte en lucha entre grupos hegemónicos regionales, con algunos que controlan el aparato estatal a su favor y otros no, y con algunos que, por el desarrollo de sus fuerzas productivas se sienten frenados por un aparato estatal centralizado y que favorece a una otra burguesía regional más atrasada.

Sin embargo, las aseveraciones anteriores deben ponerse en el nuevo contexto nacional, en el que el proyecto político del MAS, en el poder, no está jugando el rol tradicional en la relación Estado – región, sino que al plantear un discurso de clase y de etnia a nivel nacional, divide al empresariado y abre el discurso de clases, aún en las regiones aparentemente “homogéneas” en las que se insiste en la unidad.

En conclusión y en concreto, todo indica que la burguesía cru-ceña, ha logrado postergar los enfrentamientos de intereses inter-nos de la región, con su fuerza hegemónica y ha elaborado su pro-pio proyecto de país, en función de su propia visión y en base a los éxitos obtenidos, pero no cuenta con el aparato del Estado central para implementarlo, (sí cuenta con el aparato estatal regional: la Prefectura) ni con importantes fracciones de burguesía del resto de las regiones, aunque ha avanzado mucho, abarcando ya 4 depar-tamentos. Sin embargo, la creciente polarización política del país puede crear graves suras en esa estrategia, sobre todo en áreas rurales y de la periferia urbana de la capital.

La visión desde el gobierno central

Ya hemos visto que el gobierno central se encuentra imple-mentando un proyecto de desarrollo sobre bases que no son com-partidas por la dirigencia cruceña, con acentos de indigenismo, co-munitarismo, proteccionismo y marcada redistribución de la rique-za, incompatibles con el capitalismo liberal y globalizado cruceño.

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Desde el Gobierno central, esta relación Gobierno – Región es vista de la siguiente manera por el vicepresidente, Alvaro García Linera:182

“Es necesario llegar a un acuerdo con Santa Cruz, que construyó una economía de agricultura moderna en base a una vinculación especial entre su burguesía y sectores de capital externo. Incluso antes del modelo neoliberal, ya había en Santa Cruz una especie de neoliberalismo gestándose al interior del capitalismo de estado. En los 90 se acoplaron y convivieron con el proyecto económico neoliberal y con el sector exportador minero, ganando las élites cruceñas gravitación política en los ámbitos de decisión estatal, y aunque no lograron conducir el proceso – quizá lo hubieran hecho mejor – sí lograron imbricar sus intereses. Cuando el proyecto neoliberal entró en crisis, este sector empresarial que no había nacido con el neoliberalismo se vió desplazado de la toma de de-cisiones. La respuesta fue replegarse al ámbito de su hegemonía territorial, ya consolidada….”

Con referencia a la posibilidad de convivencia entre el mode-lo estatal y el desarrollado por Santa Cruz, García Linera sostiene:

“Santa Cruz ha construido un liderazgo político de resistencia que se ha atrincherado en la región y busca en la autonomía, un mecanismo para defender su economía vinculada al capital ex-terno y las exportaciones, está claro entonces que lo que tenemos que hacer desde el gobierno es incorporar a este sector al nuevo modelo de desarrollo que proponemos….”

La relación con los sectores populares

La base del discurso de la dirigencia cruceña se ha orientado siempre hacia “el enemigo externo”, el gobierno burocrático y andi-nocéntrico. Quedaba claro que requiriéndose de unidad, los proble-mas internos no serían encarados por la dirigencia ni el Comité Pro Santa Cruz, pues podían generar divisiones en el frente interno.

182 Semanario Pulso, del 25 al 31 mayo 2007.

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Los sectores populares lo saben, y aparentemente aceptan esta subordinación de sus temas y con ictos, temerosos de la vio-lencia simbólica y la censura. Efectivamente, el comité Pro Santa Cruz casi nunca ha intervenido en casos internos y en temas relacio-nados con los intereses de los sectores populares, peor si el con icto era con uno de los componentes del bloque dominante. El único caso que se ha veri cado es en el con icto con el gobierno sobre el precio del diesel, que afectaba al transporte público pero también… a la maquinaria de la agropecuaria, que funciona a diesel. Se dio una intervención que parecía una alianza de los agropecuarios con los intereses populares, pero los hechos demostraron que fue una simple coincidencia que se diluyó rápidamente en la que al nal los sectores populares no obtuvieron nada y fueron dejados a medio camino, por lo menos así lo manifestaron públicamente.

Sin embargo, ante el agravarse de las tensiones y sobre todo las necesidades internas, CAINCO ha iniciado un proceso de aproximación hacia los sectores populares, mediante cursos de ca-pacitación a microempresarios y donaciones en casos de desastres locales, pero ello siempre que no implique tomar partido por algu-no de los actores locales, para no romper el frente interno.

Continúa pues la política de la dirigencia cruceña de no inter-venir en con ictos internos, y más bien el tratar de aplacarlos, para-lelamente al proceso de utilización y apoyo de dirigencias paralelas en la COD, las juntas vecinales y los indígenas para enfrentar al Estado y lograr de él mayores bene cios y al nal, la autonomía.

La construcción de la identidad y el proyecto colectivo 183

En los últimos 20 años la dirigencia cruceña, con el apoyo de sus élites intelectuales, ha construido la cruceñidad como identidad

183 Utilizamos “construcción de identidad” en el sentido que le da Castells, y el término “proyecto colectivo” es el utilizado por Sergio Boisier y Federico Bervejillo, entre otros.

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regional, y el cruceñismo como el conjunto de rasgos, actitudes y valores que lo de nen.

La obra “Los cruceños y la cultura”, publicada en 1986184 en la página 325 y siguientes, presenta un interesante conjunto de la identidad del cruceño, en base a referencias de Alfredo Flores, Her-nando Sanabria y Herman Fernández, además del resultado tabu-lado de una encuesta con las diferencias de la identidad cruceña respecto a la identidad andina.

Estos tan conocidos rasgos de la identidad cruceña (sociable, extrovertido, hospitalario, frívolo, de palabra, desprendido etc.) son la materia prima para construir la cruceñidad, que se supone es la herramienta para preservar esa identidad.

Esta cruceñidad ha identi cado en la autonomía el meca-nismo fundamental para construir y ejecutar su propio proyecto colectivo, que en el caso cruceño, por los factores ya explicados, es un proyecto construido y liderado por los sectores empresariales, de ahí el mote de “oligárquico” con el que ha sido de nido en otras zonas del país, de distinta formación social, y en las cuales no existe este peculiar dominio casi total de su burguesía, como sucede en Santa Cruz.

El proyecto cruceño, o el modelo cruceño, como ha sido llamado por los ideólogos de CAINCO185 se presenta con las siguientes ca-racterísticas:

• Espíritu emprendedor• Busca la competitividad• Es solidario y con responsabilidad social• Es abierto al mundo y a la modernidad manteniendose

local (cuñapes de San Javier en EEUU, por ejemplo)184 Prado, Fernando y otros. Los cruceños y la cultura. Cooperativa Cruceña de Cultura, 1986.185 Ver documentos del Foro de desarrollo regional llevado a cabo en CAINCO el 30 de marzo

de 2007 y en especial el discurso del presidente de CAINCO quien habla de “desarrollo estilo cruceño”.

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• Convivencia empresario – trabajador (juntos empujamos en la misma dirección)

• Transforma sueños en realidades• Acepta el riesgo• Respetuoso de las leyes y de la democracia representativa• Uso sostenible de los recursos naturales• Unidad regional• Libertad individual

Sin duda este listado, tan marcado por los valores del libera-lismo y de la cultura empresarial, puede ser novedoso en el resto del país al cual se dirige (sobre todo en un país que ha descuidado la cultura productiva), pero no basta para de nir un proyecto co-lectivo pues le faltan aún las variables y de niciones sociales que le puedan dar sostenibilidad.

Aún con esta “modernidad” desde el punto de vista econó-mico, la dirigencia cruceña sigue siendo cali cada como conser-vadora, por sus posiciones frente al tema étnico y de clase, aunque haya sectores algo más abiertos, sobre todo en la burguesía indus-trial, comercial y de servicios, con importantes intereses en el terri-torio nacional.

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en el mes de Octubre de 2007 enlos talleres grá cos de Editorial EL PAÍS

calle José Cronenbold Nº 6Santa Cruz de la Sierra

Bolivia