pocoserio especial muerte

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Con pequeño retraso de varios días. Pero seguimos peleando hasta la muerte! :D

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Page 1: Pocoserio especial muerte

Año 0Año 0

Edición muerteEdición muerte

México D.F.México D.F.

noviembrenoviembre

MMXIIIMMXIII

Page 2: Pocoserio especial muerte

2

Ahí está la muerte, justo ahí, a tu lado. ¿Ya la viste? Vuelve a

voltear, ahí está. Convendría que le ofrecieras un café o una cerveza,

ofrécele un pequeño regalo que trascienda todos los tiempos y los es-

pacios, eso podría gustarle. ¿Ya lo hiciste?, ¿te encontraste, como yo,

con que a ella no le importa? Permanecerá paciente, esperará tran-

quila y muda hasta que sea tu turno; entonces te irás con ella. Pero

antes la tendrás de compañera inseparable, cada que cruces la calle,

cada que veas una película, cada que comas ese platillo delicioso, ca-

da que bailes cualquier canción, cada que respires… ella está en to-

dos lados, ha dado pruebas.

La presente edición de Pocoserio está dedicada a ella, a la

compañera inseparable de cada ser vivo (no suena a poca cosa,

¿verdad?). Por eso es que nuestros distinguidos autores se han dado a la tarea de hablar de ella desde di-

versos puntos de vista, se han acercado a la orilla de la existencia y cada uno regresó con algo diferente;

aquí te presentamos lo que trajeron. También tenemos un viejo clásico local: hace algunos años nació No

More Zombies!, un cadáver exquisito (pieza artística construida por varios autores) sobre no-muertos en la

Ciudad de México, en esta edición podrás encontrar algunos capítulos de la misma. Si te gustan, querido (y

amado) lector, los seguirás viendo en nuestras publicaciones regulares.

Y nada, niños y niñas, ojalá que les guste esta primera edición especial. Un saludo de nuestras muertes

a las suyas.

EL EDITOR

(noviembre, 2013)

Obituario:

Aldo Pineda

César Morales

Daru Kodoku

Dian Sánchez

Pancho S. Contreras III

y Enrique Cruz

S

Editorial

¡Muere,

canalla!

Page 3: Pocoserio especial muerte

3

(UNA PÁGINA DE SILENCIO POR LOS VIVOS)

Page 4: Pocoserio especial muerte

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Pocoserio:

Revista de muerte

El chico era un pertinaz cretino, desde sus zapatos de charol irremediablemente descuidados, sus pantalones es-

colares entubados que le llegaban al tobillo, la camisa percudida con el cuello alzado, su cara alargada llena de granos

y jeta prominente, la sonrisa maliciosa y el fleco cubriéndole media cara, dejando sólo a la vista uno de sos pequeños y

brillantes ojos, hasta sus cejas depiladas formando unos bien definidos y estrechos arcos, que no hacían más recordar la

imagen de una caricatura mal hecha.

Ya antes había tenido “problemas” con él. Sólo bastaba que el profesor diera la espalda para escribir algo en

el pizarrón, para que se escuchara un golpe y un algo desplomándose en el suelo, al volver la vista el profesor veía un

muchacho retorciéndose en el suelo doliéndose las costillas con la respiración entrecortada mientras algunos compañeros

se reían, las chicas guardaban silencio y el cretino se acomodaba rápidamente en su asiento (al fondo del salón) hacien-

do la cara de “¿Qué pasó? ¿de qué me perdí?” menos convincente que puede haber en el mundo. En algunas ocasiones

no era necesario que el profesor diera la espalda, sólo era necesario que se descuidara un poco con la lectura para que

un proyectil se incrustara con moderada fuerza en el rostro de otro alumno; una vez el profesor lo sorprendió “es que

hace rato me había pedido goma de borrar” fue su explicación mientras acomodaba su liga en la muñeca a modo de

pulsera (era la liga más gruesa que hubiera visto el profesor hasta entonces), y cuando el profesor le reprochó por no

levantarse e ir a dársela en mano le respondió mordazmente: “es que no quería interrumpir su interesante clase, profe-

sor” .

¿Será así en todas las clases? se preguntaba el profesor, “es latoso pero inofensivo”, “no es tan mal muchacho”,

“es gracioso ¡cada cosa que se le ocurre!” decían las profesoras; “es un pinche mustio” , “no tiene futuro, salvo que se

meta a la política -dios nos libre-” , “es sólo un vago cualquiera” decían los otros profesores, al parecer sólo al él -el

profesor de historia- le parecía un alumno aborrecible al extremo, “bueno, pues creo que deberé limitarme a ignorarlo”

pensó el profesor, “al menos no se mete con sus compañeras... ni conmigo” concluyó.

Pese a esforzarse en ignorar al cretino, el profesor de historia no puedo evitar encontrar con los meses un extra-

ño patrón: todos y cada uno de los compañeros que habían sido agredidos, se ponían inquietos en sus asientos y pedían

ir continuamente al baño para poco después ausentarse un día y regresar con un justificante médico expedido por un

dermatólogo. La cosa se volvió clara y tomó mayor relevancia cuando accidentalmente uno de sus celebres ligasos para

“prestar la goma” fue a dar a la nuca de una de sus compañeras, el profesor de historia de inmediato alzo el reporte

con el prefecto y el asunto fue a dar a la subdirección, y a pesar de que la muchacha insistió en perdonar al cretino, el

subdirector lo sentenció a dos meses de detención y si en algún momento cualquiera de los profesores del instituto lo des-

cubría agrediendo de cualquier modo a algún alumno sería suspendido, llevado a consejo académico y como sus califica-

ciones eran francamente malas, seguramente sería expulsado.

Una semana después del incidente la alumna que recibió el gomazo fue dada de baja, se armó todo un escan-

dalo porque los padres de la chica reclamaron a la dirección la falta de supervisión y disciplina en cuanto al comporta-

miento de los alumnos, ese mismo día el profesor de historia fue a la oficina de la orientadora para enterarse de los

pormenores del caso: “al parecer ella contrajo una E-T-S dentro de las instalaciones” explico la orientadora muy conster-

nada “sí claro, una E-T-S que se cura en 9 meses” sentenció sardónico el profesor de biología. Sin embargo, el profesor

de historia sabía que bajo otras circunstancias la alumna se hubiera presentado un par de días después con un justifican-

te expedido por el dermatólogo. “De alguna manera u otra ese cretino debe ser el portador de una plaga, será mejor

evitar cualquier contacto directo con él” pensaba y repensaba el profesor de historia.

Page 5: Pocoserio especial muerte

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Esa tarde fue muy calurosa, los alumnos regresaban de la clase de educación física, y el aire dentro del aula

estaba notablemente viciado, los alumnos estaban sentados en sus mesabancos de una forma muy similar a como apare-

cen los relojes en la celebre obra de Dali La persistencia de la memoria, el aula misma era surrealista y el profesor, de

frente al grupo, agobiado por el calor y la falta de entusiasmo de los alumnos, se veía a si mismo como el filosofo de

Excursión en la filosofía de E. Hopper, y mientras leía descuidadamente un fragmento de acerca de las transformaciones

en América durante el siglo XVIII, escuchó un suave y desganado “ay” seguido de un “no estés chingando” el profesor

interrumpió la lectura y descubrió al cretino con su liga entre los dedos tan fresco y colorido como caricatura japonesa de

efectos epilépticos.

—Hey! qué pasó?, no recuerda que la semana pasada usted quedo bajo aviso que si volvía a sus costumbres

sería dado de baja?

—Es que, pues, usted no comprende profesor, usted no sabe nada...

—Qué manera es esa de dirigirse a un profesor?

—Pues las cosas como son profe.

—Bueno, si es lo que desea, guarde sus cosas y vayamos a la dirección.

—No! bueno... este... lo siento profesor, es que tengo hambre.

—Antes de educación física tuvieron su receso, que no haya comido no es mi problema ni el de su compañero, el

hambre no justifica su proceder.

—Pero... profe...

—No hay “pero” que valga.

—Profe! no! por favor no!

—Ya profe -se inmiscuyo un alumno —ya lléveselo, que lo corran.

—Sí, todo el tiempo na' mas ta' chingando —dijo otro.

—Ya la cagaste, ni modo, ya lárgate —y otro.

—Qué?! profesor! no va a decir nada, mire nada más que lenguaje están utilizando, debería correrlos a ellos y

no a mi —argumentó el cretino.

—Ya Callate!! —generalizado.

En ese momento el prefecto se asomó a la puerta, el profesor le informo lo ocurrido, los alumnos lo confirmaron y

bajo un silencio generalizado el cretino pasó de ser Naruto a ser Worker And Parasite. Antes de atravesar el umbral de

la puerta escoltado por el prefecto, el cretino dedico una mirada de rencor al profesor; apenas cerró la puerta el profe-

sor suspiro aliviado, todo el grupo se sintió extrañamente alegre y el resto de la clase fue tan agradable como la Ronda

Nocturna de Rembrandt. Al terminar la jornada, el profesor encontró una nota en su casillero ”cuando termine pase a

dirección, el director desea hablar con usted”. El profesor, ya se lo esperaba, sabía que era parte de la rutina burocráti-

ca, lo que no se esperaba, lo que no sabía, es que el director le tenía reservada una sorpresa.

Pocoserio:

Revista de muerte

Page 6: Pocoserio especial muerte

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Pocoserio:

Revista muerta

—No es secreto que usted le tenía ojeriza al muchacho, y coincido con usted en que es un cretino, además ya se

la teníamos sentenciada. No se preocupe profesor, el muchacho ya está practicante expulsado del instituto, sin embargo,

para hacerlo formalmente, sus tutores deben presentarse y firmar la baja, ahí es donde tenemos problemas. Verá, llama-

mos a su casa y nadie contesto, llamamos al trabajo de su padre y nos han dicho que estaba en junta y no lo podían in-

terrumpir, por lo tanto dejamos el recado de que se comunicara con nosotros a la brevedad. Mientras tanto el joven de-

be permanecer dentro de las instalaciones del instituto, para ser más exactos en el aula de detención, y ese es nuestro

problema, porque precisamente hoy, el prefecto, quien normalmente hace guardia en el aula de detención, tiene que

salir a la reunión anual de prefectos de institutos de educación secundaria y para sustituirlo pensamos en nada más y

nadie menos que usted, ya que todos los demás profesores y orientadores tienen clases en la tarde y usted es el único

que queda libre, además debe testificar. No piense que lo elegimos debido a su relación con el alumno, el ex alumno, y

mucho menos que es un escarmiento contra usted por ser tan paranoico.

—Bueno, señor director, la propuesta me sorprende...

—No es propuesta.

—La verdad creo que no se que decir.

—...naturalmente se le pagarán las horas extras -las que sean- con tarifa de día festivo, por la contingencia.

—¿El aula de detención es la que está al fondo del pasillo del cuarto piso?

—Sí, ésa es. Cuando llegué alguno de los tutores del cretino lo mando a llamar.

—Perfecto. ya sabe donde estoy, espero su llamado.

Antes de retirarse a su reunión sindical el prefecto le dio unas breves instrucciones al profesor y comenzó la espe-

ra, la ultima espera del profesor.

En el lapso de dos horas los demás alumnos se retiraron al terminar su castigo o cuando sus tutores se presenta-

ron, así que sólo quedaron el profesor y el cretino, este ultimo al fondo del salón sentando con la cabeza gacha y mo-

viendo la pierna como por un tic nervioso, el profesor estuvo a punto de decirle que se mantuviera quieto, pero pensó

que ya era algo innecesario; de pronto se dio cuenta que no podía seguir leyendo, la luz natural había desaparecido,

consultó su reloj, ya habían pasado cinco horas de detención, el profesor intuyó que algo no iba bien. Se levantó a en-

cender la luz.

—No van a venir.

—¿Qué?

—Mis padres no van a venir, no están en casa. Ya no están entre los vivos, jijijiji.

El profesor prefirió ignorar las palabras del cretino y siguió con su lectura, el silencio era claustrofóbico, y pudo

escuchar un ruido similar al de un insecto arrastrándose justo en el rincón donde estaba el cretino, el profesor alzo la vista

y examino esa esquina desde su lugar.

—Tengo hambre... profesor, tengo hambre.

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La mirada del muchacho era fría y hueca, sus brazos parecían tensos y su piel había adquirido una apariencia

algo rígida.

—Sí, incluso a mí ya me dio algo de hambre —respondió el profesor fingiendo naturalidad—. Voy a la cafete-

ría a comprar algo ¿quiere que le traiga algo?

no hubo más respuesta que una mirada fría.

—Yo invito...

—Bueno, quisiera una prostituta bien caliente y sucia, o una muchacha recién bañada.

se rió altaneramente el muchacho.

El profesor estuvo a punto de explotar pero se contuvo.

—¡Es usted un cretino!, un completo imbécil. Más le vale seguir aquí cuando regrese.

La cafetería se encontraba en el primer piso, mientras bajaba, el profesor no notó nada raro, pero cuando llegó

al primer piso y encontró la cafetería cerrada, descubrió que ciertamente las cosas no andaban en orden. Todas las au-

las estaban vacías, y reinaba una completa inmovilidad en el edificio. Rápidamente se dirigió a la dirección y la encontró

cerrada, fue a la entrada principal del instituto, forzó la puerta y encontró pegado un cartel “Las actividades del turno

vespertino están suspendidas por reunión general del sindicato”. conque reunión “GENERAL” del sindicato, pensó el pro-

fesor llenó de ira y subió las escaleras a toda velocidad, sin otra cosa en mente más que dejar retirarse al cretino que lo

tenía en esa situación e imaginar las cosas que ocurrirían al día siguiente cuando se topara con el director.

“Adelante. Puede retirarse” Dijo el profesor casi con descuido apenas cruzó la puerta. pero no hubo respuesta,

el cretino ya no estaba, pero si estaba su mochila. El profesor salió corriendo, buscó en todos los salones, en el baño, en

la bodega y en la azotea pero no había rastro de él. Qué remedio pensó y se dirigió al salón de detención para al me-

nos recoger sus cosas y retirarse. Al aproximarse al salón volvió a escuchar aquel extraño ruido como de insecto, pero en

esta ocasión era más fuerte. Con el corazón palpitante abrió lentamente la puerta y puso alerta sus sentidos, el aire era

nuevamente denso y húmedo, las lámparas estaban apagadas y apenas puso un pie dentro del aula el ruido cesó. Len-

tamente camino, examinando las filas de bancas vacías, intempestivamente alzó la vista al techo y... Nada. No había

nada en el techo. Un poco más relajado terminó el trayecto al escritorio, tomó su libro, lo guardó en su portafolios y

cuando estaba a punto de cerrarlo una voz gutural desde abajo del mueble lo sorprendió: “Profesor, le dije que tenía

hambre”. En el milisegundo que transcurrió desde la sorpresa hasta que esa masa insectoide se le pegara al regazo el

profesor pudo distinguir la cara del cretino. La sensación era de irritación, una irritación dolorosa que daban ganas de

rascar con las garras de un tigre, o tener dos toneladas de polvo de haba para contrarrestar la picazón, aun en la pe-

numbra el profesor pudo ver como el vientre de aquel ácaro horriblemente grande se inflamaba llenándose de su san-

gre. Antes de que la noche cayera completamente sobre él, el profesor pensó como reclamándole a su creador : “una

mujer vampiro hubiera sido genial, incluso un hombre lobo adolescente tendría algo de dignidad, ¡pero un CHICO LADI-

LLA!” luego sintiendo frió y una comezón inenarrable cerró los ojos y todo terminó.

Pocoserio:

Revista muerta

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Pocoserio:

Revista mortal

Te he comenzado porque ya no aguanto más, busqué consejo con Bog y me recomendó que dejara salir toda mi

frustración y enojo en tus páginas.

La gente me odia y me teme, me desprecia y me sataniza (je) ¿acaso no comprenden que soy parte de un todo?,

¿que no soy más que parte de un ciclo?

Ayer, visite a un hombre antes de... quebrarme, se llamaba Luis Carlos Mora Espinoza, tenía 89 años de edad, 75

de fumador, fui por él a un hospital; odio los hospitales, siempre encuentro a mis otros yo saliendo y entrando de una

sala a otra: Oncología, Urgencias, Cirugía, me deprime mucho cuando los veo paseándose por maternidad.

Luis Carlos dormía plácidamente después de no haber podido descansar por la tos en una semana. Quise salir de

ahí lo más rápido posible, así que lo desperté con cuidado y sólo le dije “vámonos ya”, asintió medio adormilado y nos

fuimos juntos pasando a su familia, que empezó a llorar en cuanto se dieron cuenta del sonido plano que el ECG emitía,

estoy acostumbrado a ello, entiendo que les duela, pero no siento que sea justo que me maldigan y me detesten tanto sin

siquiera intentar entenderme.

Diario, este mundo está rebosando de vida, no quiero decir que detesto la vida, pero me pregunto ¿los vivos en-

tenderán o siquiera son capaces de imaginarse lo que pasaría si dejáramos de hacer nuestro trabajo? Habría sobrepo-

blación, escasez de alimento, sufrimiento, enfermedades, más sufrimiento, gente intentado morir sin resultado alguno…

sería bueno que suplicaran por su muerte.

Lo que más me frustra es que no hay nada que pueda hacer para que me entiendan, para que sepan que siempre

estaré ahí con ellos, que no deben temerme, que no soy mala, que cuando llegue dejarán de sufrir y de hacer sufrir a los

suyos.

Hay veces en las que escucho que nos toman a la ligera “Ojalá se muera aquel que tanto me cae mal” o “Ojalá

se muera ese imbécil por haberme mentido” y ¿qué pasa cuando coincide su fecha de expiración con su deseo? Les viene

una terrible oleada de culpabilidad y horror. Yo sólo hago mi trabajo, pero ¡ah, no! siempre soy yo quien tiene la culpa.

A veces fungimos como forma de selección natural ¿puedes creer que ayer un sujeto saltó a la jaula de los leones

de un zoológico? Es increíble la capacidad de estupidez que tienen los humanos, me agradan más los animales, todo es

más simple con ellos, sólo son devorados por otro más grande o fallecen por una enfermedad, los más afortunados mue-

ren de viejos, no es como si los osos empezaran a saltar de cascadas por diversión y después se preguntaran por que se

mueren.

En fin, solo quería desahogarme y ya me siento mucho mejor, esta fue una buena idea.

Hasta mañana, querido diario.

Q u e r i d o d i a r i o . A l d o P i n e d a

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Pocoserio:

Revista mortal

Estoy loca. Bueno, la gente dice que estoy loca desde que tengo uso de razón pero nunca he entendido

por qué lo hacen. ¿Ser diferente implica necesariamente carecer de cordura? ¿Si no me visto o hablo o pienso o

amo como la mayoría entonces estoy loca? Soy feliz, ese es otro de los rasgos de los que carecen casi todos. Si

la felicidad es una consecuencia de mi supuesta locura, entonces asumo por completo mi pérdida de sentido.

La locura es el estado humano perfecto y definitivo. La locura es la capacidad innata que uno tiene para ver

cosas que otros no podrían ver aunque se esforzaran. Por eso siempre he considerado que mi locura es una ben-

dición, gracias a ella pude verlos.

Recuerdo que la primera vez que los vi fue de madrugada. Estaba observando, por tercera vez, una de

esas películas pretensiosas a las que nadie les entiende ni un poco, pero que los críticos adoran (porque nadie

les entiende ni un poco). Debió ser El libro de concreto o Bandada púrpura, no sé. Había una escena en la que

la protagonista se depila las piernas, con mucho cuidado, frente a un espejo monumental y ante la mirada ató-

nita de una niña de preescolar. El rastrillo barría lentamente la crema que la protagonista se había untado. La

lentitud de la escena me sumergió en un trance hipnótico. Nunca había tenido esa sensación de absoluta inmo-

vilidad. Mientras el rastrillo recorría con lentitud las hermosas piernas de la chica, yo me sentía más dentro de

esa habitación ficticia que dentro de mi propio departamento; estar así, tan plena como en ese instante, me col-

mó en todos los sentidos. “Esto deben sentir los monjes tibetanos”, recuerdo que pensé justo antes de sentir un

golpecillo en el empeine del pie derecho. Giré como si fuera a encontrarme con la razón del contacto, pero en-

tre las sombras de mi departamento no pude distinguir nada más allá de las figuras cotidianas. El miedo de que

algún animal se hubiera colado a mi departamento me llenaba de horror, así que prendí la luz tan pronto como

pude y hurgué entre los rincones con la ayuda de mi escoba. Nada. Pero ¿qué había sentido entonces? “Bah,

debió ser sólo mi imaginación”. Apagué la luz y continué con la escena de la depilación. No me fue difícil vol-

ver a hallarme en trance, la chica tenía talento para depilarse, de eso ni duda cabe. Porque no era fascinación,

ni siquiera podría pensar en sentir excitación ante ella, tampoco se trataba de un hábil juego de enfoques; no,

era sólo ella depilándose. Nada más.

Segundos antes de que la escena terminara sentí un nuevo contacto, pero ahora en la nuca. Fue como si

un animal del tamaño de un gato o un hurón pasara corriendo justo detrás de mí, el escalofrío fue inevitable.

Locura Quique Cruz

Page 10: Pocoserio especial muerte

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Pocoserio:

Revista Shuffle #3

Entonces repetí el procedimiento de la primera vez, ahora un poco más tranquila. Encendí la luz, hur-

gué con la escoba, me sentí tonta. Cuando estaba por volver a apagar la luz me pareció ver algo detrás de la

puerta de la cocina. Con mucho cuidado, y sin hacer ruido, me acerqué hacia la puerta. Una vez que estuve a la

distancia necesaria la empujé de golpe para espantar a cualquier animal que hubiera podido entrar. Pero en mi

cocina no habían animales: sobre la alacena estaba una especie de duende regordete que se paralizó al verme

(al igual que yo al verlo). No parecía que su cuerpo fuera sólido porque me parecía verlo flotar como en humo,

por momentos se hacía uno con las sombras. El espanto de ambos sólo era superado por nuestra mutua paráli-

sis, abrió la boca como para decir algo, pero no alcancé a escuchar nada. Porque desperté.

A partir de ese día mi vida cambió. Pequeños accidentes ocurrían a diario en mi departamento: chocaba

con muebles mal colocados, las puertas se me cerraban en la cara, resbalaba por escalones inexplicablemente

húmedos, el agua de la regadera quemaba algunas veces y helaba otras, todo tipo de cosas. Al cabo de una se-

mana me era imposible contar la cantidad de moretones, curitas, rasguños y quemaduras que tenía sobre la

piel. No sé cómo me acordé, semana y media después de mi avistamiento, de la leyenda que me contaba mi

abuela cuando yo estaba en básica. Ella decía que por la noche aparecían espíritus juguetones en algunas ca-

sas, bichos etéreos que movían las cosas y le jugaban bromas a la gente. Decía que éstos venían cuando algún

habitante de la casa estaba por morir, como un aviso. Vaya presagio, yo era la única habitante de mi departa-

mento. Busqué algo de información sobre aquella leyenda, no encontré más que algunas páginas nada serias o

sensacionalistas.

Nunca voy a olvidar mi segundo avistamiento. Debían ser como las cuatro de la mañana cuando me

decidí a acostarme, pero después de toda una jornada sin descanso mi cuerpo no tenía el mejor olor ni se en-

contraba del todo limpio; nunca me gustó dormir sucia. Preparé la tina y me metí en ella. La sensación cálida

al entrar al agua me relajó completamente, sentí los músculos destensarse suavemente. No tengo idea de cuán-

to tiempo permanecí relajada de esa forma, pero al rato el agua se enturbió, o esa era la impresión que me daba

desde adentro. El movimiento líquido me acariciaba las piernas, rozaba mis senos como los labios de un aman-

te delicado, la corriente me surcaba el cuerpo entero… Caí en cuenta, ¿de dónde venía este movimiento, este

excitante caos acuático? Antes de que pudiera seguir preguntándome acerca del movimiento inexplicable, el

flujo se intensificó, me atrapó en espasmos alucinantes. El agua se abría paso entre mi cuerpo y lo tocaba con

una maestría ignorada por la piel humana. Gritaba de placer, gemía, pataleaba, reía… lloré.

Después del orgasmo más intenso de mi existencia hubo paz. Tanta paz que mi cuerpo entero se deslizó

dentro del agua, no me resistí. La respiré con naturalidad y sin sorpresa, llenó mis pulmones en la culminación

de una ceremonia hermosa. En los últimos momentos alcancé a distinguir una sonrisa, era aquel duende regor-

Page 11: Pocoserio especial muerte

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Pocoserio:

Revista Shuffle #3

dete que encontré la primera noche, estaba como unido mágicamente al agua; abrió la boca como para decir

algo, pero no alcancé a escuchar nada, porque todo se volvió oscuro.

Somos espíritus alegres que viven de noche, porque fue de noche cuando el capullo se abrió y logramos

salir. Somos amor y vida que la gente no entiende, somos la magia de un éxtasis enloquecido. Somos el alma

de la ciudad, que a menudo llaman violencia. Somos la luz que más brilla en este pozo negro.

Gracias locura, soy feliz.

Page 12: Pocoserio especial muerte

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Pocoserio:

Revista zombi

Presenta

No More Zombies!No More Zombies!No More Zombies!

un cadáver exquisito de

Aldo Pineda

César Morales

Dian Sánchez

Jaime Roy Kiko

Zanli G. Kazoozly

y Quique Cruz

Page 13: Pocoserio especial muerte

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NO MORE ZOMBIES! (UN PRÓLOGO)

En 2010 los zombis ya eran un tema gastado, aparentemente ya se ha-

bía dicho todo al respecto. Sin embargo, los no-muertos, sirvieron como

el pretexto perfecto para que tres sujetos escribieran juntos en su blog co-

lectivo; su inquietud era, simplemente, usar la escritura para estrechar la-

zos como amigos. Sin embargo, se encontraron con una historia generosa

y con personajes con los que uno puede identificarse fácilmente, No More

Zombies! (que en ese tiempo todavía no tenía nombre oficial) se convirtió

para ellos en el mejor lugar para desarrollar una relación a distancia.

Un par de años después No More Zombies! Regresó gracias a poste-

rous.com, en esta etapa del cadáver nuevos autores se añadieron al rooster

de colaboradores; ellos dotaron de frescura y riqueza a la fórmula zombi.

Ambas etapas de No More Zombies! terminaron, pero ahora esperamos

que Pocoserio le sirva para tomar nuevos bríos y volver a levantarse con

ganas de comer carne viva.

Mientras eso pasa, mil gracias por estar aquí, disfruta el viaje.

Page 14: Pocoserio especial muerte

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Capítulo 1 “Avión”

—Agh! mierda, me volvió a matar, claro tenía que ser, pinche noob tuber, deja que cambie de clase y ahorita te chingo,

puto.

*yabai tomarenai tomaranai, hiru ni yoru ni asa ni Singing So Loud, suki na koto shiteru dake da yo Girls ...*

*Click*

—Agh, pinche celular, no puedo dejar la partida así como así, ese pinche noob tuber tiene que pagar…

*yabai tomarenai tomaranai, hiru ni yoru ni asa ni Singing So Loud, suki na koto shiteru dake da yo Girls go...*

*Click*

—Ah, no puede ser... ¿bueno?... sí, sí me interrumpes, estaba por sacar mi Chopper Gunner cuando me inte-

rrumpió tu llamada... seh, lo mismo de siempre, un noob tuber me enojó y pues me tuve que poner manchado...ya, ya,

¿oye para qué me hablabas?....¿ah sí? bueno, a ver qué puedo hacer...ok, mañana voy, nos vemos... *click* Pinche Artu-

ro, me interrumpe en lo más bueno del Modern Warfare, y ya acabó esta madre me lleva un caraj....

*Fuuuumm* *CRASHH*

(Mientras, en otro lado)

—Mientras tanto en otras noticias.... sí, en seguida, me comentan que hace unos momentos un avión de pasaje-

ros se acaba de estrellar en lo que antes fuera la estación del metro Aeropuerto, al parecer el vuelo 514 proveniente de

Toronto, Canadá, perdió el control justo antes de empezar las maniobras para el aterrizaje. El saldo hasta el momento es

incalculable ya que en su trayecto contra el suelo derribó un conjunto habitacional y peatones que circundaban la zona.

En este momento los bomberos intentan controlar el incendio que se ha desatado para proseguir con los intentos de res-

cate para salvar a los supervivientes del accidente.... Sí, parece que ya tenemos gente en el lugar de este terrible inciden-

te. Javier dime, ¿cómo está la situación?....

Page 15: Pocoserio especial muerte

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—Sí, Andrea, pues como ya comentabas, un avión proveniente de Toronto se acaba de estrellar en las inmedia-

ciones del metro Aeropuerto. Los bomberos ya están apagando el incendio y justo en este momento, como podemos ver,

los rescatistas hacen esfuerzos para abrir la deshecha compuerta de abordaje, están utilizando palancas para intentar

abrirla y.... ¡han logrado abrirla, Andrea! ¡Han logrado abrir la compuerta del avión! y ¡al parecer hay un sobreviviente!,

me es difícil ver por el humo, pero al parecer hay un sobreviviente en el avión, parece algo desorientado, se tambalea... y

¡oh dios mío, se ha caído del avión! ¡Se ha dado de lleno en el rostro contra el pavimento! Los rescatistas y los paramé-

dicos fueron de inmediato en su auxilio, vamos a intentar acercarnos más para... ¡hay otro sobreviviente que sale de la

puerta del avión pero está en llamas! ¡Esa persona se está incendiando y acaba de caer justo en donde calló la otra perso-

na! ¡Los bomberos han acudido a su auxilio y están apagando las llamas con mantas! ¡Dios santo que escena más horri-

ble acabamos de ver! Ya han terminado de atender al primer sobreviviente de este fatídico suceso y se está incorporando,

es un alivio que se encuentre en buenas condiciones y... ¡Dios santo, el hombre que acaban de salvar ataco y mordió en

el brazo a uno de los paramédicos! ¡El personal de rescate está haciendo lo posible por detener al hombre pero parece

que tiene mucha fuerza y no suelta el brazo del paramédico! ¿Que ching....? ¡agh.... nooooo, corta, corta la pinche trans-

misión! ¡Noooooo!

*squish**crack*

Page 16: Pocoserio especial muerte

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Capítulo 2 “Astrágalo”

—¡Puta madre!, ya no puedo más con estos culeros.

Las manos recorren con fuerza la cara, intentando desembarazarse de la frustración. Todo el cuerpo entumecido

por las innumerables horas de inactividad física... "2:45am". Al levantarse un punzante dolor en el pie derecho lo inmovi-

liza, "tal vez mamá sepa qué ponerme para que deje de doler"... la bocina mantiene un juego de intermitencias binarias a

manera de "tono de ocupado". A tirarse en el sofá de nuevo, un dolorcito nada más.

—A ver, cabrones. Round 2!- Daniel toma de nuevo el control y la matanza comienza: se siente como absorbido

por las ráfagas, la carga de municiones y las caídas espontáneas de soldados verdes y opacos. De repente el tedio viene,

los soldados genéricos le parecen tan aburridos que la frustración regresa, no le importa la victoria, la sensación de muer-

te ajena pronto se vuelve insípida... Detiene el juego y con la vista busca ayuda en los alrededores. Cuatro dedos de una

mano desconocida parecen darle la respuesta, de la mesa contigua toma esa caja que parece gritar "Left 4 Dead 2"...

La acción comienza, la sangre corre y a él la emoción por momentos no lo deja respirar. "Debe ser el asma". Sí,

pero no importa... sólo importa él, su cantidad de municiones y cubrirle la espalda a los compañeros que parecen mere-

cerlo. Una de ellos, de "nombre" MKlarizze18, le recuerda a Melissa... las tardes caminando por parques desconocidos y

cómo sentía siempre la impetuosa necesidad de protegerla, tenerla cerca para vigilar que nada malo le pasara. Luego se

fue: empacó, se despidió y se mudó al otro lado de la ciudad. Polanco. "Mel" en realidad lo amó, le encantaba su forma

de ver y de pensar la vida, que fuera tan "aparentemente" seguro de lo que pasaría y su condición física (con la que siem-

pre molestaba a sus amigas al compararlo con sus novios). Y él... jamás se sintió tan lleno como con ella, le fascinaba esa

perfecta combinación de frivolidad e inteligencia, inocencia y perversión, diversión y disciplina... todo. Hasta que se fue

y él comenzó a sentirse culpable, la vida se le fue con ella. Hoy vive 7 horas diarias frente a un monitor, fuma, su jefe

planea retirarlo prematuramente, su condición física es un asco y (por sobre todo) no puede evitar pensar en Melissa.

Sale de su letargo y recuerdos melancólicos gracias a la misma sangre que lo hizo entrar, MKlarizze18 gasta su

última carga de escopeta en la cabeza de un zombi. Están solos y pronto serán acorralados por los no-muertos en la esqui-

na del edificio, él sabe que el juego terminó para MKlarizze18 si no es capaz ayudarla...

—¡¿Qué más da?! Es sólo un juego.

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Un par de headshots (casi poéticos) le dan esperanza, granada fuera ("ahí están otros 4 estupidos hechos mier-

da"), AMMO (OK, tal vez lo logre), daño, daño, daño... Los últimos disparos de la escopeta y a sobrevivir con mag-

num, uno más, caen fácil pero de donde vienen salen muchos más, la espada ninja no basta para todos.

—QUÉ CARAJO ES ESO!? MIERDA, LO TENGO ENCIMA!!! Se terminó, lo siento Klarizze. Ok, suficien-

tes zombis por hoy, sólo quiero un poco de cerveza (click) y ver un infomerci...

Los ojos rojos abiertos en su máxima, la cerveza en el piso y: "…acaban de salvar ataco y mordió en el brazo

a uno de los paramédicos! ¡El personal de rescate está haciendo lo posible por detener al hombre pero parece que tiene

mucha fuerza y no suelta el brazo del paramédico! ¿Que ching....? ¡agh.... nooooo, corta, corta la pinche transmisión!

¡Noooooo! *squish**crack*"... y estática.

De súbito un rasguido en la puerta lo regresa a su realidad, la cerveza en el piso, el dolor en el tobillo...

"¿Quién es?", otro rasguido, "¡¿QUÍEN ES?!"... la bestia del otro lado de la puerta no parece dispuesta a detenerse y

rasga más fuerte, ante el grito sólo puede hacer lo obvio: ladrar.

—Maldición, Beck! me asustaste, pinche perro! —Creech, la puerta se abre y el perro entra tan veloz como

puede.

Los ojos rojos abiertos a su máxima, la cerveza en el piso, el sonido de la estática en el televisor, el recuerdo

de Melissa saliendo por esa misma puerta y: "YAAAAAAAAAAAAAAGHHH!!!" el grito de quien solía ser su ve-

cino, con la quijada desviada y uno de sus brazos hecho trizas, los ojos se encuentran y un nuevo grito de la bestia re-

cién nacida se escucha tan lleno de crudeza como el anterior. La noche acaba de iniciar.

— ¿Dónde está mi maldita pistola?

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Capítulo 3 “La noche solo está comenzando”

“Dónde está mi maldita pistola?" Eso es lo que Daniel diría si tuviera una, pero no es el caso. Instinti-

vamente cierra la puerta de golpe cortándole el paso al monstruo que antes fuera su vecino.

— ¿Que mierdas ha sido eso?, no puede ser, no es posible que haya zombis.

Los ladridos de Beck y los alaridos de la creatura que rasca la puerta del departamento inundan el de-

partamento mientras se acerca temeroso a la ventana.

Afuera gente huye despavorida de unos atacantes tambaleantes y violentos que muerden y desgarran a sus po-

bre victimas, no muy lejos de ahí una torre de humo se levanta a modo de ominoso presagio de muerte y des-

trucción.

—Debe ser una maldita broma, justo ahora mataba zombis en un videojuego y ahora han venido a co-

brar venganza —pensó para sí mismo.

Beck continuo ladrando a la puerta, mientras del otro lado el zombi continuaba con su frenética faena,

rascando y tacleando la puerta.

— ¿Y ahora qué hago?

________________________________________

— ¡Que la chingada! ¿Por qué puta madre no se mueren esos cabrones?

— ¡Yo que voy a saber! ¡Tú sigue disparando!

Una ráfaga de tiros se desato en el lugar del incidente, los zombies continuaban avanzando lenta pero

firmemente hacia sus atacantes, todos recibían los disparos de los revólveres como si de bolas de papel se tra-

taran, algunos daban en el pecho otros en el abdomen alguno otros daban en la cabeza y los monstruos se des-

plomaban en el suelo para no volver a levantarse.

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— ¡En la cabeza! ¡Disparen a la cabeza!

— ¡Me lleva la chingada se me acabo el parque! ¡Alguien deme balas!

Los inútiles policías no podían hacer nada para detener la horda de muerte que se abalanzaba sobre

ellos.

— ¡Retrocedan!

— ¡Pinches putos, que me den bal...aghhhh!

— ¡Ramón, pinches culeros!

Bam, bam, sonidos de disparos retumban por las calles mientras se llenan de gritos y de alaridos de

dolor y desesperación, la noche sólo está comenzando.

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Capítulo 4 “Mi mundo (mi turno)”

El sueño me está matando, trabajo como asno y aun así mi jefe es lo suficientemente avaro para mante-

ner el estigma social de los judíos, llevo casi 5 años trabajando para él y a pesar de todo no ha elevado mi suel-

do un solo peso, pero eso sí, sus clientes están satisfechos. Esta vez me ha enviado a Tijuana, quiere quedar

bien en las estúpidas revistas de sociedad parándose el cuello: “Mi despacho participa en el proyecto de casas

ecológicas autosustentables”, como si fuera él quien se mete a las construcciones, quien hace línea por línea

cada plano y quien tiene que lidiar con juntas, y empresarios cuyo dinero los hace creerse dioses de la arquitec-

tura a pesar de no saber nada. Pero sobre todo detesto viajar por la noche y en fin de semana, tengo tantas co-

sas que hacer, todo aquello que he venido postergando desde que comencé mi trabajó ahí. Mi consuelo es que

para 2012 el mundo terminará, jajá jajá , o al menos espero acabe para el pinche Cárdenas, y se preguntan por

qué Hitler se ensañó con los de su estirpe…

Me lleva la chingada, el boleto es para dentro de dos horas, no tendré tiempo de ir a casa por ropa lim-

pia, ni hablar, allá debe existir un Soriana, compraré un par de bermudas y playeras baratas; ya verás Cárdenas,

te voy al llevar a la quiebra con los viáticos.

Mmm… lo que faltaba, el estéreo del auto no sintoniza y… ¡No, me pasé, era en el retorno anterior,

agh, siempre me pasa algo! Bueno hay que tranquilizarse, lo principal es llegar a tiempo al vuelo. Ahora ¿qué

calle tomar? tal vez por Av. Oceanía, aquí no se permite vuelta a la izquierda. Vale, no hay patrullas. Mm…

Semáforo en rojo, no hay problema, Cárdenas “dispara” la multa. Creo que la suerte está de mi lado esta oca-

sión , no hay tráfico, ni patrullas , la utopía del caos, jajá pero ¡que demonios! (Los frenos se colapsan ante una

fogata enorme que se esboza kilómetros adelante, fuego que devora el aire, se toma de él y se eleva como si

quisiera alcanzar la luna llena del verano).

¿Qué está pasando? Ahí hay un par de automóviles, parece que es un accidente, iré a ver si puedo ayu-

dar en algo.

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Oiga, ¿está bien? (La puerta se abre, el individuo sale, está muy débil) ¿Cómo se siente?, ¿qué ha pasa-

do? (El accidentado no puede articular palabras, parece que lo atraviesa un dolor terrible en las entrañas) Lla-

maré a una ambulancia ( De repente el tipo vomita sobre mí, es un líquido ácido, rojo, brillante, casi encendi-

do, fluorescente a la luz de la avenida. ¡No! es mi camisa favorita de Zara, vale madre (El tipo emite quejidos y

se desmaya, segundos después vuelve en sí, se levanta , la mirada perdida, tiembla como si tuviera mucho frío,

sus ojos no me pueden mirar fijamente pero saben que estoy ahí . Como por instinto lanza una mordida, corro

y lo que antes fueran sus manos, ahora fríos instrumentos para dar muerte logran rozarme y rasgar mi camisa

favorita, eso no importa quiere mi vida también.) Corro hacia el auto, soy más rápido que el a pesar de todo y

en un segundo salgo del mundo en que estaba encerrado, mi mundo de egoísmo, la atmosfera se emite una es-

pecie de sosiego tenebroso. A la distancia alaridos, disparos, gritos de hombres, mujeres, y de yo qué demonios

sé. Es bueno saber cuándo huir, hago lo correcto, vuelta en “u” y: “Amigo, que Dios te ayude”, seguiré co-

rriendo en contra flujo hasta que encuentre un lugar seguro, mi gasolina se acabe o lo peor un auto me impacte,

cualquier muerte es mejor a comparación de permanecer ahí y ser devorado. El viaje se cancela. Dependo de la

suerte.

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(Dos nomás, ¡pero calaveras!)

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Ya se acercaba el día,

en que la parca salía,

siempre buscando una víctima,

o bien una simple co... mplacida.

Leyendo, jugando, y amando,

por no decir ma... nejando,

estaba nuestro editor,

cuando la parca maldita,

con él contactó:

—Ven pa'cá mi Quique,

que de ésta no te escapas,

ya los lectores están,

toditos en mi casa.

Quique muy audaz,

tomando un poco de valor

a la parca lanzó

la siguiente expresión:

—Muy bien “muerte” bendita,

si tú a mí me quieres llevar,

por los colaboradores tendrás que empezar.

Con Aldo Pineda, amable y astuta debes ser,

nada de lo que tú digas le podrá convencer.

Luego por Dian Sánchez puedes pasar,

a ella trabajo te costará hallar.

Después con Fanny Gutiérrez, la más joven, vas a ir;

debes jugar con ellos, pues ninguno fácil lo pondrá,

todos ellos son jóvenes, listos e irresponsables.

Ninguno su calavera publicará,

porque esperando me tienen

¡desde hace un mes ya!

La parca al oír tal declaración,

sólo un gesto exclamó:

—Para ti como editor,

la muerte sería redención,

sufriendo mejor estás en vida,

que conmigo allá en la sepultura.

Quédate con tus lectores,

y también con los colaboradores,

que sólo a la otra vida, uno me llevaré:

Por escribir está calavera,

a Daru me chingaré.

Ya finalizado está el escrito,

que Daru nos dejó,

riendo por lo menos un ratito,

al lector, lo aburrido le quitó.

Pocoserio:

¿Revista?

Daru Kodoku

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Estaba el tío Juan Carlos degustando roquefort

Vestía zapatos negros y, por supuesto, un traje Dior

Extendió una tarjeta, y muy amable me sonrió

Quería que le comprara un Château de 2002

—El que salió premiado —espetó, conocedor.

—La flaca por ti ya vino, y hace años que pasó

di de qué te sirve que te esté comprando alcohol.

—Es que allá no me gusta, hace mucho calor

y, para ser honestos, la bebida es lo peor

¡Ay!, y no sólo eso, se ponen bermuda y short.

Para mí no suena tan mal pasar la eternidad en Baha-

mas

Y que a la orilla del mar se sirvan piñas coladas

—Disculpa, casi lo olvido, también un serrano, por fa-

vor

que con un marisco más, seguro me da indigestión

No encuentro el atractivo si no es blanco esturión…

Harta de su diatriba

compré una botella de ron

Le puse pintura roja

Y etiqueta de importación

—¡Excelente!, ¡muy bien hecho!, dijo con gran emoción

Lo probó y lo quiso perfecto, no sabiéndolo impostor

—¿Cómo es que ahí sobrevives? inquirí con estupefac-

ción

—La verdad es que todo es nimio, estando ya con mi

amor.

Pocoserio:

¿Revista?

Calaverita (c)hic Dian Sánchez

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Pocoserio:

Revista Shuffle #3

ALGO ME DICE EL CUERPO,

que se va.

Que me deja, que “gracias por todo”.

Me repite, quedito,

que se terminó el camino.

Que “ya estuvo bueno”.

Adiós, hermano yo. Adiosito.

Le podemos dar un beso a la chica antes de que todo termine,

podemos liberar la tensión,

podemos fumarnos tu primer cigarro.

¿Quieres?

¡Qué vas a querer!,

si quisieras no te irías.

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COLABORADORES POCOSERIOS

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Pocoserio, Año 0 Número 3.5 Edición especial dedicada a la muerte. Fecha de publicación: 3 de noviembre de 2013. This work is

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Commons, 444 Castro Street, Suite 900, Mountain View, California, 94041, USA. Las opiniones expresadas por

los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Escrita, editada y publica-

da en México. Los personajes y situaciones representadas en esta publicación, son eso: una representación.

Cualquier relación con la realidad es mera coincidencia. No se ponga usted punk.

“Ya no hay más que decir, ya me tengo que ir, llegará el día quizá que haya merecido la pena de advertirte

de mí. Lamento hacerte sufrir, yo trate de seguir sin ti aunque esto me cuesta la vida a mí. Y por favor ya

no me digas nada, yo se que aun sigues enamorada, y es que me cuesta ser quien da la espalda, pero sabes

que es lo mejor. No he tenido valor para pedirte perdón, yo se que es cierto el rumor que te abandono y…”

“Lleva en el pecho una herida, va con su alma des-“Lleva en el pecho una herida, va con su alma des-

trozada, quisiera perder la vida y reunirse con su trozada, quisiera perder la vida y reunirse con su

amada.amada.

La quería más que a su vida y la perdió para La quería más que a su vida y la perdió para

siempre, por eso lleva una herida, por eso busca la siempre, por eso lleva una herida, por eso busca la

muerte.”muerte.”

José Alfredo JiménezJosé Alfredo Jiménez

http://www.youtube.com/watch?v=X_pWDuK4thY