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PK0Dr05DE[AC»A(fVIL 11/ LIBRERIA,SAliTARtM VALLADOÜD

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PK0Dr05DE[AC»A(fVIL

11/ LIBRERIA,SAliTARtM VALLADOÜD

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L E A U S T E D

SOY UN FUGITIVO D E J O A Q U I N R O M E R O - M A R C H E N T

(ALEJANDRO DE ESPAÑA)

N O ES UN LIBRO MAS. ES EL LIBRO DE LA T R A G E D I A DE MADRID

5 P E S E T A S

C U A T R O L I B R O S T R A N S C E N D E N T A L E S (DE LA COLECCIÓN P R O B L E M A S DE MI TIEMPO Y DE MI PATRIA)

Por el c a t e d r á t i c o M I S A E L B A Ñ U E L O S TÍTULOS PUBLICADOS:

1. - C I I E S T I O H E S P O L Í T I C O B I O L Ó G I C A S 2. BEüflLüCI0IIES POLÍTICAS V SELECClOll HUMAIIA 3. - U n n i D A D , PRESTIGIO V GRAHOEZA IIACIOIIAL l-IIIEnTALIGAD V P R O G R E S O H U M A N O

A 5 P E S E T A S

ESPAÑA, D E S P I E R T A P o r X. Y. Z.

U N L I B R O DE D O C T R I N A N A C I O N A L - S I N DI C A L I S T A

5 P E S E T A S

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GLORIA Y PROEZA DE LOS DE SAN QUINTIN

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Y

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EPISODIOS DE LA GUERRA CIVIL

P O R

L U I S M O N T A N

I L U S T R A C I O N E S D E «ITO»

GLORIA Y PROEZA DE LOS DE SAN QUINTÍN

E P I S O D I O N Ú M E R O 11

L I B R E R I A - A M A R E N - \ A i . L A D 0 L i x;

R . G G Z 2 Z

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E P I S O D I O S P U B L I C A D O S :

Núm. 1.—Cómo fué tomado el Alto del León. » 2.—Los centauros de España en el Puerto del Pico. » 5.—La conquista de Retamares por la columna de Castcjón.

» 4.—Asalto y defensa heroica del Cuartel de la Montaña. » 5 . - C ó m o conquistó Sevilla el General Queipo de Llano. » 6.—Tortura y salvación de Málaga. » 7.—Por qué fué rojo Madrid. » 8.—¡Guadalajara, heroica y mártir! » 9.—Martirio y reconquista de Vizcaya. > 10.—Bilbao rojo y Bilbao nacional.

i m p r e n t a C a s t e l l a n a - V a I I a d o I i d

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A l primer caballero de San Quintín, su Coronel don Francisco Volver de.

A los Tenientes Coroneles don Eze-quiel Náñez y don Enrique López Ur-quiza.

A l Comandante don Lázaro González.

A l Capitán don Gilberto Villar.

A todos los caballeros, en fin, del glo­rioso Regimiento de Infantería n . " 25, Jefes, Oficiales, clases y soldados de San Quintín, cuya gloria y proeza es testimo­nio de Castilla para España y para su Imperio.

¡Arriba España! ¡Viva el Caudillo!

Valladolid, Agosto 1937.

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• •

• .

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Episodios de la guerra civil, por Luis Montan

i I l u s t r a c i o n e s de < I T O » 3

6L0RIA V PROEZA BE LOS DE SAII Q ü i n i l l l

L O S D E S A N B E N I T O A la sombíra de lia añosa piedm dte Ik ática iglesia die San Benito,

en la ciudad de V-alladlalid!, capital de la Castilla madire y azul, latido e impulsot inicial del gloiriioso Movimiento salivador de España, reposa el cnartel, al quie la iglesila da

.El viejo ouariM' dle San Benito es, a Valladíxkl, lo- qiuie1 ila imagen, all mmanae, es lia feiadíoión siecnalar, el estuiohe dle los .neaueindos, lia caja dle tos soMadliiltos de la glbrioea in-fanteiría. E l ouartei de San Benito, guairila el tteBonx> die nmesltrios infan-tes, lo itomina y ouíltliva el impnlso y el ardimitenitO' de niuiestnos inían-tes. Ha devoción y la exaltación de muesíbros infantes.

Eos solidados d d ouairtel de San Benito, caüdeiooiranr las rúas vall i­soletanas y son, con los soldádos dle Faamiesk). y los añejos recueardos de Qa Academia dle Caballe¡rfa, su vida y tradición, militar. \ •

E l viejo' cuartid de San Benito, aloja a los bravos soldados de San Quintín, númecno 25; ellos son l)a resaiiltante de aquellos otros aguerri-

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dos infantes del 32 de línea, porque aquel modelo de Regimientos de infantería, aquel Isabel II , número 32, se ha transformado' en San Quintín, número 25; por eso los de San, Quiintin, nuevo impulso', nue­vo aliento, nuevo estilo azul, recogieron, sin embargo, las esencias mar­ciales, el vaior racial, la vieja ética de aquella vieja disdpliina del 32 de línea, que hizo exclamair, hace más de treinta años, al Capitán Ge­neral González Parrado : ((Para encontrar un precedente de instruc­ción, discipMna, limpieza, concepto de rectiitud e higiene capaz de oponer como igual al cuartel de San Benito de V¡alladO'lid y a su Re­gimiento de Isabel II, número 32, tendríamos que buscarlo entre los mejores cuarteles y regimientos alemanes».

S i esto dijo el Capitán General de Valladoilid, hace más de treinta años, a l coronel de entonces de Isabel II , bien podemos decir que los de San Quiintin, número 25 han mantenido sus tradiciones con honor y las han exaltado con el nuevo estillo de la gloria azul, para sostener a través de la Historia y del tiempo la tradición gloriosa de la gloriosa infantería española, modelo, en id mundo, de bravura, de acometividad y grandeza para saber morir.

No es posible contener en un Episodio' de la guerra civil española, lu dilatada historia de los soldados de San Benito; la pluma tiene que resignarse a un ligero trazo, sin aspirar a plasmar con caracteres defi­nitivos todo lo grande y todo lo heroico del coniteniidb de esta guerra c i v i l ; nosotros no estamos escribiendo la Historia de España, nos re-diucimos, nada más, que a la referenda de algunos de sus episodios más impresionantes.

E n atención a ello, nos está vedado dar más nombíes propios que los indispensables. Nos está vedado la glosa literaria. Hemos die su­jetarnos a la referencia rápida de aquellos hechos que más nos han impresionado'.

Y uino de ellos, de tos que ofrece dilatado espado para la admira­ción y gratitud nacional, es d coimporíamiento de los soldaditos de San Benito en esta cruzada de dolor y de gloria, de exaltación y de alegría.

Los caballeros de San Quintín, los infantes del Regimiento, número

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25, ham. toonadb parte en tadlois tos (hechos glbriiosos die la Santa Re-cooquista.

¡Gloria a la Infantería españolia! ¡Gloria a Ibs bravos infantes de San Quintín, númetnO' 25!

T O D O P O R L A P A T R I A

E i padire, nevadla de can.as la cabeza, niirabado por el' prestigio de los-años, mira al hijo aquel día inolvidable del 18 de Julio de 1936.

Por las calles de la madre ckudad de Valladoilid, s a l a de pecho en pecho illa emoción y la angustia. Los de San Quintín se han snmacfo al Movimiíento sialvador e imponen id orden en la vía pública. L a emo­ción ¡es tachonada por los ecos que revierten el tableteo de los disparos.

E l padre mira ai hijo mozo-, el hijo mozoi mira aü padre, mientras la santa madre castellana pone lam­parillas 3, la Santísima Virgen de las Angustias y reza porque España se salve y Dios guarde a sus series queridos.

Por las calles, himnos, vitares y tiros. E n los pechos, emoción, y exaltación en las almas. E l hijo mo­zo dice:

—Padre ¿no oyes cómo me está llamando la madre España?

Y el padre responde: —Hace rato que estoy oyendo la voz de la Patria llamando a to­

dos sus hijos fuertes, pero esperaba que tú la oyeses. —Pues hace rato que sai voz me da saltos en ed corazón.

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—¿Y qué baoes qvie no' acuides a la llamiada? —Padre, yo sabía que estol que yo si'enito, no era sólo mío. Lo

tenía dei caudal de su horemaia. Y entonoeis lia madre, a l (tiemjpo que se santigua y murmiura: «Gloria

al Padre, al Hijo y al Bapíriíiu Santo», diide: — Y de la mía, también es ese caudal. Y de la mía hijo. Yo sé

que sobre todas las madres está la Patria, que es madre de todos y tierra de Dios que no hay que oadbr a los que noi oomooen ni su santo nombre1. Y como oigo^ que la Patria te llama, uno mi voz a la de tu padre, y te diigO': ((Ve hijo mío, España te neoesita)).

Y entonces el padre, toma del brazo al hijo y salen de la casa gritanidio: ¡Viva España!

L a madbe oasitellana, queda sola ante ©1 oromo expresivo de la Virgen de las Augusitias. Enciendie una nueva lamparilla, prende una nueva oración y dice:

((Y bendito es iel íríuto die ibu vientre»

Bendice ai mió. Virgen Madre die todos los hijos y de todas Las madtaes de esos hijos, que mueren potr su Dios y por. su Patria.

((Y bemdlilto es el frutó) die ¡bu vieinitre»

Bendice al mío ((Y ruega. Señora, por nosotros pecadores»... E n los rezos se engarzan las lágrimas como diamantes para una

ooroma. Y la luz de las lamparillas emciende en1 los ojos de la madre luz nueva de fe y die devoción,.

Y en la calle, los de San Quíintíln, sosítienen tiroteos con el marxis­mo que no entiende de Dios, poirque no sabe de fe, parque nO' saben de devoíoión matarnaJl1, parque no entienden de familia. Y no saben de fervor ni die familia, porque se han deshiumíanizaido.

Sus instintos encuentran freno en los hijos de España y dique en los pechos henchidos como fuelles, con alientos de reivindlicaciones históricas d'e los bravos de España, que soai todóe sus hijos.

E l padre ha llegado con el mazo a la pueiítia dd1 ouartel de San Benita.

Y -dice el padre: —Este es tu nuevo hogar, hijo mío. Hazte digno dte él.

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—Poir él respeto que giuardb al nombre qu)e míe díó y por el en­tusiasmo que me enciende, seré dügno de este hogar, poique quiero seir digno' de España y de ulsted, padliie. .

— Y digno de la madrie, también. — Y digno de nulestoO' Dios y de ruuiesitra bandera. —'Este es tu hogar. Está es la Casa de España, porque de casas

como esta, salen los mejores hijos de la Patria. Y así es. Así será siempre. Tal vez por eso, de ahora en adelante,

en los ouiarteles Ha devoción da un grito sodemne: «Todo por la Patria».

; Y el hijo mozo, cruza la ática puerta del cuartel. Y el padre, frente a ella, enjuga umá lágrima de alegría. Y la madre, en casa, reza:

«Betnidájto es el fruto' de ifcu vieratre»

, E n San Benito. E n el cuartel de San Benito, de VaUádolid, como en todos los cuarteles de l a España Nacional del Caudillo-, elegido d(e todo un Dios para salivamos, el grito de lia devoción se ha plasmado sobre la ¡puerta, como síntesis dé todo on contenido religioso y excelso::

«Todo por lia Patria».

UNA PAGINA EN TODOS LOS CAPITULOS

E l Regimiento de Infantería de San Quintín, númeroi, 25, escribe una página en todos los capítulos de la gloriosa Reconquista española.

San Quintín es l a forja, el vivero fecundo de los infantes españo­les, gala y prez de los ejércitos salvadores.

San Quintín tiene representación en casi todos los 'frentes, y con San Quintín, Castilla se ve representadá. Castilla, que es gala racial, está en todas partes para su gloria. Y en todas partes, ofreciendo el latido de la Castilla azul, está BU Falange y sus soMaditos'de San Quintín, bravo exponente de la sin, par infantería española, asombro

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del mundo y ejemplo para las armas del mundo. E n España, toda la infantería es Tencio, porque toda esitá compuesta por caballeros y por hombres sin miedo, capaces de todas illas acometidas y de todos los im-pufeos, porque díe todos ellos puede forjarse un héroe y un ejemplo.

A lo largo de toda nuestra Historia, íía inifantoría española tiene una página luminosa en oadla ca-pítuíllo, y ütos de San Quintín en todos los capítulos de nuestra Re-conquisita tienen escritas páginas impereoeideaias. . Desde efl1 día 18 de Juíhio de 1936, en, que fuerzas de este Eegi-miento se lanzaron a las calles de Valladolidl a i grito de ¡Viva Es­paña!, la gloria no ha cesado do acariciar a los bravos muchachos de San Quintín. E n Valladoilád1, en la noche del 18 y día 19, coopenaron a íla toma de la Casa del Pueblo, Ayuntamileinto y Gobieimo civi l .

Los fusiles de San Quintín fue-ron de los primeros en apoyar el grito azul' de ¡Amiba España!

Después.. .

Aquellos mozos castellanos fueron dignos de Castilla. —Padre. L a Patria me llama. —Corre, hijo, corre a defenderla, que tu madre queda rezando

por tí, y yo, si mueres, sabré coger un fusil pana vengarte. Y eí mozo fué a la guenra por su voluntad y en el nombre del

Padire, del Hi jo y del Espíritu Santo, mienttoas ¡lia madoe se quedaba rezando y enoendiendb lamparillas para que Dios acompañase al1 hijo y He hiciera vencer...

E l d ía 21 de Julio de 1936, sale el primer Batallón de San Quintín, constituido por tres compañías de fusiles, una de ametralladoras y

...

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Sección d!e Trajismisiorues, a l ma-nido dlel coonanidíaiiite don Lázaro Gon­zález Outiérrez. A las veinticuatro botras, y en columna motorizada, emprendió la marcha hacia Villacastín, pa-ra formair parte áe las co­lumna mandada por ell entonces coronel Serrador, nombre que la His­toria ha d)e acaridar entre sus hijos predillectos.

SAN QUINTIN INICIA SUS JORNADAS

GLORIOSAS .

Sol de justicia. Y así tenía que ser el sol para miraríBe cara a cara. Sol de justicia, cayendo sobre la tierra encendida de sed justiciera.

Juflío, estío, un día 22 del Año Triunfail! dfe 1936, que ee inicia para la Historia con brillo y resplandor sin precedienltes.

Los infantes d'd 25 de línea, llegan al pueblb de Villacastín; es la una y media de la tarde; casi sin pararse, prosiguen su marcha has­ta San Rafael. E n el pueblb serrano les reciben desplegadas todas las banderas del optimismo, y dei entusiasmo.

E n todos los pechos laten con furia los corazones y en todos los ojos cuelgan con fíesta el prodigio de las lágrimas. Los hombres y lias mujeres empiezan a recuperar el1 aSto amor a la Paitria; se inicia el regreso a nuestra Historia y a nuestras tradiciones.

Las bayonetas de los de San Quintín brillan al sol. A las tres y cuarto de una tarde plomo, peñas arriba, los infantes de San Quintín se abren paso, protegidos por la preparación artillera. Núcleos dle la anti-España pretenden oponerse a su ímpetu desde las peñas que existen en lo alto del oenro.

L a voz que triunfa es ésta: —¡Adlelante muchachos! —¡Adelante! —¡Estamos subiendo a España y tenemos que dejarila arriba del

Alto del León! —¡Arriba España, muchachos!

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—¡Ainrilba! —¡-Araiba! E l sudor peda los irositros qiuie ipariecen tallados poir bumiiles de sol-.

Los pechos desnuidos e hinclhaidos como vielas de beirganítín. —¡Estamos subiendo a España! Y era vendad, España subía en- bnazos de los 'bravos de Castilla.

Si Castilla clavaba la bauideia de España en, el Alto del León, España qoiedába «amba» , y <A objietivo fundamental castellano se habría cumplido. Castilla tenía, que salvar a España, coloicándoála en lo más

. aflto d d Alto del León.

¡BÉn^ ^ ^ É ^ ^ ^ - M ^ t " 05 ^311*68 d'an suelta a su bra-( ^ ^ ^ • ^ T ^ j ^ ^ ^ " ^ , vura. Los infantes cantaun para

moiriir y vencen cantando. Bilen me-meice ia gesta un bello morir:

Cara al sol

con la camisa nueva...

Peñas arriba, titepan los infan-

f ^^^r^^f^W ^6'3' ^as^^a C0U1,cl™!Sta el Guadfeirra-ma para España.

Y eri esté instante azul y sofem-ne, bajo el solemne cielo azul

cíe aquel 22 de Julio imperecedero, cortan el délo las primeras alas de la traición. Los monstruos han echado a volar los pájaros negros de la infamia. Y los bravos infantes, cara al sol, tienen que aguantar él primer teiribffle bombardeo de la aviación al servicio^ de1 los facinero­sos d d Fuente popular.

Los infantes de España se pegan a las rocas, se arrastran por las jaras, se guardan entre los romeros y los tomillos, se funden con las peñas y silguen avanzando:

—¡Tenemos que subir a España a lo más alto!

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Y en ese sacroeanito afán, idie ootocar auriiba a Esipaña, siguen avan­zando baja las alas de la traición, de la infamia y de la muerte...

Y a las siete y media dle aquiellia tande del 22 dle Jiulio dte' 1936, iim-oia él primer ¡paso el primer Año TiriunfaL

Los bravois infantes de San Qulintín,. a las sáleite y meidlia en punto, coonan el Alto dJd León. Castilla se Iha clavadb allí y allí quedla, en ^ ' lo más afllto, dlavadla lia bandíeora die España.

España, esltá arriba...

CARTAS

DE UN SOLDADO

Quemidos padres: Estoy ooinfen-to. Muy. contento' makilne, y quiero llevarte toda mi aüegría. A pad're no iuace ifallta, parque él me dlijio a la puerta dleil cuatitell de San Benito: (ceslte es1 tu nuevo hogar, hazte digno ide ól». Y estoy cootento, ma-díre, porque he ¡entrado lan fuego y porque míe oreo digno' die mis heir-mainos dle armas.

Sí, he entrado en fuego. He subido al Alto del León detrás de la bandera de España.

Dicen que desde mañana, el Alto del León se llamará el Alto de los Leones. Y yo soy uno de ellos, madre.

Mi comandante, don Lázaro González, nos ha ofrecido su hermoso ejemplo de español. E l día 24, a las cuarenta y ocho horas de clavar la bandera en lo más alto de la Sierra de Guadarrama, nos io han herido.

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Al' día siguiente, día 25, se hizo cargo del mando del primer Batallón, que es el mío, el comandante don Carlos Lebamendia. Se­guimos firmes en el Alto del León, cubriendo la parte alta, denomi­nada de <(Las Piedras», del sector izquierdo del Este.

Durante el día 25, sostuvimos fuego nutridísimo con ed enemigo. Las escarpaduras de la tierra se cubren de puntos negros. Son como hormigas que trepan hacia nosotros. Nos deben triplicar, quintuplicar, qué sé yo, en número, pero no importa, estamos juramentados para no retroceder, y no retrocederemos. Les rechazamos en todos cuantos intentos de asalto pretenden.

Estaría bueno que hubiéramos llegado hasta aquí arriba para de­jarnos arrebatar esta cumbre por esa jauría.

E l día 26 nos envían otro comandante del Regimiento, al mando del primer Batallón; se llama don Nicolás Villalón. Durante todo si día nos dedicamos, como ayer, a cubrir las posiciones del día anterior, Por la noche sostenemos un vivo tiroteo, pero Dios está con nosotros. No tenemos bajas.

No quiero cansaros, queridos padres; sin embargo, sabed que estos días estamos sufriendo duro fuego de fusil y de ametralladora, y varios intentos del enemigo de acercarse a nuestra posición, lo recha­zamos siempre. E n vista de ello, el enemigo nos hace fuego de cañón y nos echa encima las alas de su aviación, que nos bombardea. No importa, no nos importa nada. Nos pegamos a la tierra y esperamos que escampe. Y escampa. Pretenden nuevos ataques y les rechazamos. Se dejan muertos muy cerca de nuestras posiciones. Todos sus inten­tos son vanos y sus escaladas inútiles. Les cogemos de arriba a abajo y les vemos caer como moscas bajo el flit.

Mañana creo que avanzaremos. Hasta la próxima, os abraza muy fuerte, vuestro

Hijo

28 Julio 1936.

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Hemos tenido, queridos padres, unos días muy movidos. Así dicen qme son ifos días en que umo está leoi todlas paaites y no pam em ningnna. Días muy movidos.

Y así fueron mis días. E n uno de los últimos d d mes de Julio, se nos unieron ocho sargentos, doce cabos y ciento diez y nueve sol­dados, con dos oficiales. Iniciamos el avance. E l enemigo hace mucha resistencia, y las fuerzas del sector derecho del Alto del León no pueden marchar todo lo de prisa que quisieran; sin embargo, avan­zan. Mi Batallón establece contacto con el Regimiento número 28, que formaba el ala izquierda del otro sector. Sufrimos un intenso tiro­teo, al que contestamos con toda energía, lo que da por resultado tomarle al enemigo tres ametralladoras.

Una compañía de reserva, al mando del capitán Rodríguez Zar­zuela, opera a la izquierda del sector, por observarse que el enemigo trataba de envolver la posición por la parte llamada de «Las Piedras», lo que no pudo lograr por la rápida maniobra de la compañía del capitán Rodríguez Zarzuela, que se descolgó hasta la barrancada e hizo retroceder al enemigo.

No os podéis figurar, queridos padres, lo que es la guerra. Si madre pudiera ver lo bonito que es esto, no pasaría ningún cuidado por mi . Parece, frente al enemigo, que no le puede a uno pasar nada. Se siente uno amparado por una superioridad que no sé cómo explicar, pero que nos coloca en situación de privilegio. Esto debe ser la idea, debs ser la santidad de la causa que defendemos, tal vez sea un milagro, pero es el caso que nosotros en los combates más duros procedemos sin pensar que tenemos un enemigo enfrente; procedemos como si las balas del otro lado no pudieran llegarnos. Nadie pensamos que pode­mos morir, a nadie se le ocurre la posibilidad de retroceder. Por eso España ganará esta guerra que sostiene contra los enemigos de su Re­ligión y de sus tradiciones. Ganará, porque a sus combatientes nos empuja un aliento divino que nos hace creer invulnerables.

E l día 5 de Agosto hicimos al enemigo varios prisioneros del Re­gimiento de Otumba, de Valencia.

Este Regimiento, según nos han dicho ellos mismos, apenas hace unos días desfilaba por la calle de Alcalá, de Madrid, entre un delirio

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— T« —

de puños €11 alto. Nos han dicho que da propia «Pasionaria» fué a esperarlos a la estación, y que se puso a la cabeza de la maniifestación que se formó en homenaje de los que llegaban.

Esltos chicos de Otumba dicen que les hemos hecho muchas bajas. He tomado parte en los primeros ataques a Navalperal; creo yo

que no tardará en caer este pueblo, feudo hoy de ese coronel rojo que le llaman Mangada. Y algo será ello, cuando le llaman así.

E n la carretera de Aldeavieja a Navalperal hemos dispersado al enemigo.

Os escribo desde Las Navas de San Antonio. Estad tranquilos; , las bafes de los «rojos» no me llegan. U n abrazo muy fuerte de vuestro

Hijo. 21 Agosto 1936.

* * *

Queridos padres: Sigo bien, y eso que como decimos por aquí, «ha habido tomate». ¡Qué bonita es la guerra cuando se hace pov santo amor de Dios y por la Santa causa de España.

Porque ahora resulta que los rojos, según nos dicen, luchan por Rusia. De manera que ya lo sabéis: España está sosteniendo una guerra contra Rusia en tennetno de España. Seigumamente que no hay otro caso igual en la Historia.

E l primero de Septiembre nos hemos incorporado al pueblo de Villacastín, juntamente con ia 4.a Compañía y la del Regimiento de Mérida.

E l día 10, después de varios días de preparación de servicios y estudio del terreno por el jefe del Batallón, que ha sido nombrado jefe de la columna de la izquierda, salimos con dos Compañías de fusiles, una de ametralladoras de Regulares de Larache, al mando del jefe de la edumna, comandante de dicho Tabor, don Leonardo Ropero, que se había preseñtado la noche anterior para tomar el mando de la co­lumna. Emprendimos la marcha a las cinco de la mañana. Una ma-

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It)

ñaina bonita dle Septiiieanjbiie. A íia caJbeza ée lia fuerza marchaba el comainidlainte dbin Eusebio Valle, ooíniooedbir dle los ejes dte la marcha.

L a 3.a Compañía, atravesando el Parque, al Este de E l Espinar, cón una secdón de Regulares a retaguardia y una sección de Ingenie­ros, avanzó por la Casa de los Gatos, por Peñalacasa y el camino forestal, para atacar los abrigos y defensas del enemigo.

Nosotros íbamos detrás dié los Reguliares, y aü llegar a/1 Pajair, pri­mer puesto dle mando del! Batallón, nos oolloccumos a la izquierda de dichas icompañías, puotegidos por la artillería propia, y avanzamos por entre1 Cios /diaros deTJ bosque de la Mata de San Blas. Noi podéis tener una idea de lio que- es este terrena. Cuesta mucho trabajo andar. D i ­cen líos técoícos quíe efe un terreno muy ((labrpto». Sin embargo', em-piieindiimos una marcha rápid'a has­ta llegar a la Cañada de lia cumbre, a Una oíltuira de 1.800 meteos.

E a puimera ooimpañía dieisp'legó por l a izquierda y se extendió, des­de la Cañada dle Ja cumbrei, por la divisoria de la Malta de San Blas, par atacar dle revés los abrigos del enemigo. ¡Cómo oorrían! yo lies v i comer en grandes masas, queridos padres. Fué entonces cuandb preso dfe unía gran alegría que jamás ha­bía senitido, preitenidí por mí mismo cortarlies la cacrem ooni mis bom­bas de mano-.

E n su huida se dejaron abandonados más de 150 paquetes de cha­lecos de abrigo.

Batimos a los que aún se resistían en los parapetos y abrigos cu­biertos, con granadas de mano y fuego de fusilería, facilitando ei

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acceso a la 3.* Compañía, que había pretendido detener el enemigo con bombas de mano y fuego de mortero.

E n este ataque, queridos padres, hubo um momento en que ci primer jefe del Batallón tuvo que ponerse en la primera fiila de tira­dores para dar su ejemplo y ánimo a sus subordinados, avanzando pistola en mano. Con jefes así no hay más remedio que comportarse como el quie mejoir, y si íes meoesaTio aCcanzar el gradO' dle héme, tam­bién se alcanza, porque el ejemplo heroico nos guía...

Tomamos al enemigo mucho material de guerra, dos ametrallado­ras, dos morteros de campaña, dos fusiles ametralladores, cinco mulos, un caballo, un teléfono, un aparato de luces, dos camillas, muchas municiones, elementos de curación y muchos chalecos, tabardos, man­tas y toda clase de víveres.

L a i.a Compañía desplegó entre esta posición y las rocas de la cañada de la cumbre, que ocupaba la 2.ft Compañía.

Una sección de ametralladoras reforzó el frente de la 2.* Compañía, y las otras seis máquinas ocuparon posición al flanco derecho de nues­tro Batallón, que luego prolongó la 4.a Compañía, por haberse exten­dido el frente, pues los Regulares recibieron orden de atacar los Arti-ñuelos y llegar hasta el Boquerón.

Hoy ha sido un día de triunfo para las armas españolas y para nuestro vallisoletano San Quintín. Hemos luchado y hemos vencido como siempre. Nuestra sección de ametralladoras y nuestros morteros hacen fuego desde la divisoria de Fuente el Pino, camino de Arteseros y alturas de Cueva Valiente...

Hemos luchado y hemos vencido. Las balas enemigas siguen sin alcanzarme... ¡ Bendito sea Dios! ¡ Arriba España! U n abrazo y mil besos de vuestro

Hijo. 10 Septiembre 1936.

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Y las balas enemigas, queridos padres, me alcanzaron. Pero no es nada, os lo juro, apenas siento que tengo un agujero en

el pecho. No es nada, tengo deseos de cantar. Lo único que me apesa­dumbra es vuestra inquietud, que yo os digo que no está justificada, y «mi forzoso apartamiento de los campos de batalla».

Antes de este contratiempo, su-fririd en Ja toma de Las Navas del Marqués, tuve opoll tuln£d(ad, d|e ver en Navalpeiral d!e Pinaaies el nefu-gio subterráneo que se había man­dado construir el tal Mangad'a.

E l miado no puiedle imaginar nada más perfecto. Aquello, como rae dijo uin perioidísta, era «el pa-íacio d|e Sla cobardía». L a defensa suibtenránea estaba ooinetruída a unos toes metros de prafuindidad, a base dle oetm-emito arañado. Ce-menlto sosteináido por vigas dle hierro de doble T, y enioilma uam capa de horanigón, otra dle adoquiníes y más hormigón. E n lias galerías aubte-nnairueias tenía inatlallado tóefono, eCiectricidíad y agua.

Decían los técnicos que en defensa aérea era de lo más moderno que se ha concebido.

Quiero escribiros largo para que veáis que esto del pecho ya no es nada; los primeros días s í ; los primeros días creí que iba a morir • me, y sentía abandonar el mundo sin haberos besado y sin poder ver el triunfo definitivo de España. Pero aquello pasó ; he venido a dar a un hospital de Tala vera de la Reina, donde he encontrado unas mon-jitas que tienen tus mismas manos, madre mía, para acariciar el dolor. Porque estas monjitas, como tú , cuando me caía en la calle de pequeño, más que curar acarician las heridas.

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Ahora mismo roe está regañando esta otra madre de aquí, porque te escribo tan largo, madre mía.

Me dice la monja que tengo que cuidarme para cuanto antes poder esitar a vuestro lado. Porque voy a estar a vuestro ladoi para siempre, porque... no quería decirlo tan pronto, por eso os hablaba antes de «mi forzoso» apartamiento de los campos de batalla. Y así tiene que ser, ya para siempre, poique además de mi herida del pecho, que ya

eátá sanandb, voy a . volver a vos­otros entre dos mullletias. Me han cortado ama piierma. Peax> he que­dado' muy bien. L a monijita me está enseñaindb a andlaar con las muCleltas. Con el mismo amor que tú pusiste en guiar mfe primeros pasos por Ja vadla.

Estoy propufesitioi para una re­compensa. Todlois mis jiefes me han fieCioitaidlo por mi oomportamíiento en ed freníte dle Madrid1. Bilen poca cosía es perder (una piieima por lias aitegnías que me lleva proporcio-nadlais.

Dicen mis jefes que van a pro­curarme una pierna artificial. Y la ítiermana me aseguoa que voy a que­dar muy ibilen. Ta l vez no pueda

correr detrás de los esclavos de Rusia con mis bombas de mano, pero digo yo que tal vez sirva para conducir un tanque o ir de bombar­dero en un avión.

Todos me dicen que sí serviré. Todos me aseguran que podre prestar nuevamente servicios a Es­

paña. Eso es lo único que ambiciono, lo único que pido a Dios. Yo sé que España gana su guerra de salvación, pero yo quiero

ganarla con España para España. Para mí España. Para ia España de mis amores. Azul , Imperial, eterna y como un faro de luz alum-

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brando al mumdo, porque nuestra España está ludhando por la paz del mundo, por la civilización y por la cultura.

Yo lo he oído esto a un capellán un día en Hoyo de Finares, y debe ser así...

La monjita me está regañando porque escribo mucho. L a obedezco y os envía el alma en un 'beso, vuestro

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Hijo. Talavera 12 Noviembre 1936.

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E l espíritu de esitte infante dfe San Quinitín, es eü espirita de un Regimiento, y su Regimienitlo es eO. aliento' impeaiial1 dle la Nueva Es­paña, el expoffiesn/te dlaro dle aquld, impuüsoi que está sobre la Historia con los moimbres de: efl Alto' del1 Leómi, L a Cañada, E l Herradón, San Bartolomé de Pinares, Santá Cruz dle Piinanes, Navalperal, Barraco, E l Tiemblo, Cebrerds, Valdemaquieda, Hoyo dle Pinares y Robüedio de Chávela.

Para la conquista de esítos pueblos, España tuvo que saltar los pueitos deíl Boquerón, Arrebatacapas, Pantano del Ailberche y Puer-to iddl Pico para lograr Arenas de San Pedro, Santa Cruz de Retamares, San Miaitín de Valdeigüesias y ViaSmaseida.

Sobre esas esoaipaduras, Castilla ganó su guerra para España. Sobre esa colosal allmobadilla,' Castilla hizo la filigrana de su en­

caje, que ha de acompañar all bordado' qüe la Historia ha de dedi-oaiila pama su roeClieve.

Castilla, por sus infantes, ganó para España el milagro de unas oonquisítas, que por lo inverosámiles parecen un sueñoi, y son, sin em­bargo, historia, que es l a más bella y la más verdad de las reaJidlades.

Caballecnos infantes de Castilla, loor a vuesltira gloria. Homenaje para vosotros. Devoción para vosotros. Admiración para vosotros...

Sois hijos predilectos dle la España Imperial, que vosotros empe-zásteis a edificar...

¡Loor y gloria para vuestras glorias y proezas, Jinfainites-de Castilla!

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E S E N C I A Y P R E S E N C I A

N i la glioTia ni ilks pnoezas de loe infantes de San Quintín, caben en las dimensiones de un folleito1. E l Regümiieinto de Sam Quintín, fra­gua de hombres, yunque de espíritus y espejo de lia raza, está pre­sente en casi todos los frentes, y por ello, la esencia de sus proezas, saltan d!e Guadarrama a Navalperal, de Navalperal a E l Espinar,

donde se cubren de gloria; de E l Espi­nar a San Ildefonso.

San Quintín, in-fanitería española, es uno de los más cia­rlos exponientes de nuestra maravillosa cruzada. E n la Ca­ñada, en Cebreros, en Navalperal, entre los conquistadoires de Hoyo de Pinares,

oontóbuye a la Liberación de Robledo de Ohaveüa y de las Navas del Marqués.

Már tarde, ios infantes de San Quintín, están presentes en Tala-vera de la Reina, en Toledo, en Valdemoijado,, en Oropesa, en N a -valcamero, en Navaliagamella, en Villanueva de la Cañada, en V i -Uanueva del Pardillo, en Valdemodillo, en Griñón, a lo largo y a lo ancho del' frente de Madrid. Es decir, en todos los nombres gloriosos que evocan triunfo de conquista o de permanencia, San Quintín, vier­te la esencia dle sus infantes y vive una página en todas las glorias y en todas las proezas, en todos los capítulos de la Historia de España que estamos escribiendo.

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E l pidmieo- Año Td/unfail, tieme sus me jomes gaias ein la presencia die los oaballemos infantes de San Quintín...

N o caben sus glioirias y proezas en las dknenisiones de un folleto-. San Quintín es un exponente precioso de la incomparable infante­

ría españoGa y precisa de una página en cada capítulo de la Historia, de esta segunda Reconquista; por dio, las dimensiones die un folleto no pueden contener el exponente de una infantería que ha de quedar, sobre ell! mapa del1 mundo, corno ejemplo de los ejércitos regulares.

S E G U N D O A Ñ O T R I U N F A L

E n el segundo Año Triunfal, los infantes de San Quintín dejan su huella en todas las rutas del centro y norte de la crmada.

San. Quintín hace aeitroceder al enemigo en tierras de la Alcairia. San Quintín trepa por las montañas vizcaínas y deja sobre lia His­

toria la toma de Archandia, gíloria y proeza de los infantes de San Quintín, que ha die permanecer sobre la Hisitoria, a través de todos ios tiempos.

Y fué, tal vez en Vizcaya, donde en un paréntesis de calma, los infantes de San Quintín, que distraían sus ocios guerreros en infantiles juegos, oyeron hablar de las proezas del Tercio. Fué entonces cuando un soldadito cetrino, encarándose con el camarada de los elogios, dijo:

—Donde vaya el Tercio va San Quintín. — ¿ Y eso? —-Pues que más da Tercio que San Quintín, si todos somos in­

fantería. —Pero ellos son fuerza de choque. —Toma, ¿y qué fuimos nosotros tantas veces si no fuerzas de cho­

que? ¿Qué más tiene un hombre que otro?, y en cuanto a entusiasmo y amor por ia Causa no creo yo que San Quintín ceda a nadie su puesto en la vanguardia de la vanguardia.

—Hombre, eso claro.

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—Pues siendo así, ¿qué más da Tercio que San Quintín? Creo yo que lo mismo sabremos morir por España unos que otros.

—Morir sí, desde luego. — Y dispuestos a morir, con igual coraje estaremos dispuestos a

vencer. Y estando dispuestos a morir y a vencer, que más da ser del Tmdto- que de San 'Quintín; sálerudb es­pañoles y haciendo honor a la Infan­tería, tenemos bas­tante.

Y así fiué; aü día sdlguJentie, en, lia toma de Archandla, el sol-dadliltO' cetrinio de Castlilla siupo vencer, pero también supo marár.

—Muero contento—dijo—porque he llegado y he venoido como uno d d Tercio. Y es que mis padres me hicieron nacer en Castilla.

Y murió el soldadito cetrino... España y Castilla son así...

E l soldadito cetrino que murió en Archanda queda sobre la his­toria como un exponente eterno de Castilla, de España y de la In­fantería...

Paz a los que murieron sobre la exaltación de la Santa Causa. Paz a los muertos y loor a sus memorias... ¡ Gloria y honor a los que cayeron por la Patria!

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VILLANUEVA DEL PARDILLO

E n la parda meseta de Castilla la Nueva, frente al Madrid cru­cificado por las hordas inciviles, Villanueva del Pardillo dormía bajo el sol apacible letargo.

No pasaba nada. Nadie se movía por este sector. «Cañoneos y ti­roteos» sin importancia, que eran como la gracia de la guerra en aquella inactividad obligada.

Los muchachos de San Quintín en Villanueva del Pardillo sentían envidia de sus camaradas de Archanda. U n día cualquiera estos ca-maradas se descolgarían de Vizcaya y caerían sobre tierras de Santan­der. Mientras tanto ellos no tenían otra cosa que hacer si no esperar contemplando a lo lejos al pobre Madrid crucificado en la meseta.

Hasta un día de Julio—<mes de ios grandes destinos españoles;— en que por l a línea del horizonte madrileño, los infantes de San Quin­tín que guarnecían Villanueva del Pardillo, vieron avanzar un mar negro y espeso. Una masa trepidante...

Ese día los «cañoneos y tiroteos» se convirtieron en una ofensiva como jamás se había conocido. Una ofensiva de una masa incontable de hombres, precedida de carros de asalto, tanques protegidos de un intenso fuego de artillería y de aviación.

Los infantes de San Quintín no se arredraron. —Hoy sí que vamos a tener tomate—dijo uno, y otro contestó: — Y a era hora.

Y la hora sonó en los relojes que vierten al tiempo las horas inmortales. Llegaba para los de San Quintín una hora larga, honda y gloriosa.

Aquella masa infernal avanzaba, avanzaba, entre el fragor impre­sionante de los carros de combate, los motores de lós aviones de bombardeo, un lujo de fuego de cañón y de ametralladora nunca igualado. -

—Estos vienen por Villanueva del Pardillo.

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— A lo mejor no vamos a querer nosotros. —-La duda ofende. —Muchos son en verdad y mucho aparato de material 'traen, pero

no vamos a asustarnos por eso. — Y a hemos «pasao» de la edad en que se nos asustaba con miedo. —Vienen en un número diez veces mayor al nuestro. —Mejor, así tocamos a más. —Claro, como tienen miedo no se atreven a venir solos. — Y se han traído a los rusos. E n este diálogo podemos recoger el espíritu del bravo Batallón de

San Quintín que guarnecía Villanueva del Pardillo. Los muchachos tenían orden de no disparar hasta que el enemigo

estuviera encima, para no desaprovechar los tiros. Por fin, la masa negra, espesa y trepidante, se acercó. Los heroicos de San Quintín rompieron el fuego con ráfagas de ametralladora.

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Del cielo les llovía metralla; temblaba la tierra llana de la meseta central. E l aire caliente era cortado por las imprecaciones, que que­daban como clavadas por los disparos sobre el azul del cielo. Tan terrible era el fragor, que aquel cielo claro, transparente, de cristal, parecía que habría de quebrarse roto en mil pedazos a causa de aque­lla trepidación de la tierra llana de Castilla la Nueva.

Pero no se rompía el cielo, ni la tierra, ni los pechos enardecidos. Todo lo grande y todo lo alto, estaba en pie frente aquella avalancha infernal.

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L a masa espesa, negra, aullante, se acercaba, se acercaba. Caíaa como muñecos, y los hombres, frente a los muñecos de Rusia, hincha­ban sus pechos desplegadas las banderas del entusiasmo y de la fe. Se sentían pegados a la tierra, clavados a la tierra que defendían, por­que los infantes de España saben bien que antes que retroceder hay que morir; por eso son los caballeros de la conquista; por algo en esta santa guerra de honor, de paz, de familia, de orden, de trabajo, de justicia, de libertad, de unidad y de grandeza, los caballeros de la Reconquista labraron en la piedra del friso de la historia un año triunfal, y siguen con los buriles sobre ía piedra, labrando el año se­gundo del triunfo, que éste sí que ha de ser definitivo en los destinos de Europa y de nuestro Imperio.

Y era en la tierra llana de la meseta donde se estaba jugando una de las más duras batallas que conocieron los tiempos.

E n aquella hora hisltórica en que Rusia aspiraba a dar su batalla, definitiva sobre el cerco de liberación que presiona a Madrid, valga la paradoja, el ímpetu, que es consustancial de nuestra raza, tenía que transformarse en permanencia. Y se transformó; los bravos infantes de San Quintín se convirtieron a la permanencia. Y no se movieron de sus posiciones de Villanueva del Pardillo, frente a una masa de monstruos esclavizados por Rusia y pertrechados con todos los ele­mentos de la guerra moderna.

—Hay que aguantar camaradas. No podemos permitir que se nos filtren por este sector, que pondría en peligro la posición de Navalcar-nero.

—Claro que hay que aguantar; a mí, al salir de mi casa, me dijo mi padre que prefería verme muerto a enterarse que había procedido como un cobarde.

— Y a mí me dijo mi madre que no tuviese cuidado dte nada, que ella se quedaba rezando por mí.

—Por mí os digo—replicó un cuarto—que a mí me han traído aquí y de aquí no me meneo. Tendrán que sacarme de aquí, y para eso tendrían que matarme primero, y eso de morir, como decía mi buen padre, es lo último siempre.

Y así un día y otro y otro. Temblando la tierra, 'lloviendo metralla.

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frente a los carros rusos, bajo un fuego cruzado de cañón y de ame­tralladora. Parecía que hasta el cielo iba a romperse.

Lon infantes de España, clavados en sus puestos, escribían con sus 'bombas de mano y su espíritu de epopeya otra gran página.

Allí, en tierras de Villanueva del Pardillo, no quedaban más que héroes, los hombres se habían transformado en ejemplos para las generaoiones venideras. Aquellos soldaditos oscuros, de San Quintín, se iluminaban para la posteridad.

Gran masa anónima, magnífica masa anónima que se incorpora a la historia en bloque. Chicos sanos de Castilla, labradores de la tierra del padre Duero, mozos de Tordesillas y de Simancas, estampa d¿ héroes.

E n esta guerra santa el último combatiente ha dado oportunidad para el juicio conitradictorio de la Laureada.

Tiembla la tierra, rueda por los cielos fragores de tormenta, llueve metralla, pero los defensores de Villanueva del Pardillo no se han movido.

Y así, un día y otro, y seis. A los seis días de aquella resistencia de Villanueva del Pardillo, de aquel tesón heroico, la España del Caudillo, genio de España para el mundo, vence en su más grande batalla de Brúñete. Con esta victoria extfaordinaria, donde se funden lo maravilloso y lo sorprendente, Rusia pierde su mejor oportunidad, y el cerco de Madrid, más firme que nunca, se ofrece al mundo como el más bello suceso táctico de la historia militar de todos ios tiempos.

Villanueva del Pardillo ha quedado en pie, y sus defensores, en pie también, sobre la gloriosa cruzada.

¿Qué debe España a esos seis días de resistencia en Villanueva del Pardillo? L a historia responderá algún día para gloria y ventura de los de San Quintín;

E n la apacibilidad de la retaguardia, por las calles señeras do Valladolid, capital azul del Movimiento, alma de Castilla, desfilan, a la sombra de la bandera roja y gualda, los de San Quintín.

Se para la gente, se levanta un bosque de brazos, suenan las cor-

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netas y los tambores. Pasa el Regimiento 25 de Infantería, resultante glorioso de aquel ejemplar número 32 de línea. A l borde de una acera un padre y un hijo saludan devocionalmente al paso de la bandera y de los soldados de San Quintín.

E l padre •extiende el brazo. E l hijo suelta una de sus muletas y dice al padre:

— ¿Te acuerdas de aquel día? Los ojos del viejo se condecoran de lágrimas. —Pues ese es mi Regimiento, padre.

¡Gloria y proeza de los de San Quintín! ¡ Gloria y homenaje a los caídos por .la Patria!. . .

E l próximo Episodio:

Defensa y martirio

de Santa María de la Cabeza

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L E A U S T E D

Hacía una nueva España EL PRIMER LIBRO DEL A L Z A M I E N T O NACIONAL, C U Y O 15 Y 16 MILLARES A C A B A M O S DE P O N E R A LA V E N T A

G U E R R A DE SALVACIÓN (DEL FRENTE DE MADRID AL DE VIZCAYA)

A C A B A D E A P A R E C E R

P o r F R A N C I S C O D E C O S S Í O A 5 P E S E T A S

D O S L I B R O S D„E V E R S O S

Romances de guerra y amor ( U N G R A N R O M A N C E R O D E L A G U E R R A E N E S P A Ñ A )

A 5 P E S E T A S

La muerte de El Algabeño (LA CAÍDA HEROICA DEL T O R E R O FALANGISTA)

P o r N. S A N Z Y R U I Z D E L A P E Ñ A

2,50 P E S E T A S

L I B R E R Í A S A N T A R E N

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SE H A P U E S T O A L A V E N T A

U N L I B R O S E N S A C I O N A L

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