philip roth nemesis

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EL PAÍS, martes 2 de noviembre de 2010 vida & artes 39 cultura De Philip Roth (Newark, 1933) se podría afirmar lo que dijo Borges a propósito de Quevedo: “No es un escritor, es una literatura”. Desde que publicó su cuarto libro, El Lamento de Portnoy (1969), se convirtió en uno de los referentes imprescindibles del panorama li- terario universal. Dentro de su vasta producción, hay varias obras de gran envergadura, como la serie de novelas protagoniza- das por su alter ego, Nathan Zuc- kerman, personaje más real que lo que da de sí la realidad, y que permitió a Roth llevar a cabo una serie de complejas exploraciones acerca del sentido del arte y de la vida. Sus seguidores (que en Espa- ña, donde le edita Mondadori, son legión) están de enhorabuena: Su última obra, Nemesis, recién pu- blicada en Estados Unidos, nos de- vuelve al mejor Roth tras una dé- cada de producción algo desigual y excesiva. O al menos así lo ha considerado la crítica del país. Uno de los mayores logros de Roth como narrador es que obli- ga a los lectores a adentrarse con él en regiones sumamente oscu- ras de la experiencia humana. Ello lo convierte en un narrador a quien puede resultar incómodo seguir. Se ha dicho de él que nadie ha explorado mejor en nuestro tiempo el misterio de la sexuali- dad. Otras cumbres de su arries- gada propuesta narrativa son El teatro de Sabbath (1995), Pastoral Americana (1997), y La mancha humana (2000). Aunque es cierto que en algunas novelas ha puesto a prueba las posibilidades técni- cas del arte narrativo, como en El pecho (1972) o La contravida (1986), la verdadera fuerza de Ro- th está en su capacidad para obli- garnos a mantener la mirada abierta en los momentos más du- ros que nos plantea a todos el reto cotidiano de la existencia. Así, en Patrimonio (1991), el protagonista (que puede o no ser el propio Ro- th) sostiene un duelo insoporta- ble con lo que significa ser testigo de la agonía y muerte de su pa- dre. Otro tanto hace, en distintos momentos de su obra, con la en- fermedad o la vejez. El reto es difí- cil porque al hacerlo logra alejar- se de lo que es en sí aborrecible y doloroso para trascenderlo a tra- vés del arte. No es que borre la distancia entre realidad y ficción, como se ha dicho, sino que nos sitúa en un punto en el que, desde la emoción, nos permite entender situaciones cruciales de la vida pa- ra las que no hay sino las palabras más elementales: el odio, el mal, el amor, la posibilidad de que el mundo y la historia estén gober- nados por el más absoluto sinsen- tido. Para afrontar la vida, cuan- do es difícil y en los momentos de esplendor, disponemos del arte. Sabiendo que es así, Roth no deja de escribir. Probablemente no po- dría hacerlo, aunque quisiera. La mancha humana (2000) su- puso la entrada de su obra en el siglo XXI. A partir de entonces, le- jos de ralentizarse, su productivi- dad se regularizó, con tí- tulos como El animal moribundo, La conjura contra América, Every- man, Sale el espectro, In- dignación y Humilla- ción. Aunque sus lecto- res parecían necesitarlo tanto como siempre, ca- bía preguntarse si el es- critor había llegado al lí- mite de sus posibilida- des. ¿Se estaba repitien- do? Llegó octubre de 2010, volvió a sonar su nombre, como cada otoño, entre los candidatos al Nobel. Una vez más, no se le concedió. Lo que sí llegó con la puntualidad de siem- pre fue una nueva novela, Neme- sis, y con ella la sorpresa. A Roth le queda mucho por decir. El tema de Nemesis es la epide- mia de polio que asoló Estados Uni- dos durante el vera- no de 1941, tal y co- mo afectó a la comu- nidad judía de Ne- wark, la ciudad na- tal del autor, escena- rio de su infancia, al que ha regresado re- petidamente en su obra. En Nemesis, Roth retoma un vie- jo tema, el de la pes- te, tratado anteriormente por Da- niel Defoe y Albert Camus. El tras- fondo, en este caso, es la II Guerra Mundial, con sus atrocidades. En su última entrega, Roth nos arras- tra a lo mejor de que es capaz el teatro de su imaginación, alcan- zando un virtuosismo del que só- lo son capaces los maestros de lo invisible. Al comentar la novela, el sudafricano J. M. Coetzee, gana- dor del premio Nobel de Literatu- ra, repara en una escena misterio- sa en la que se explica cómo cavar una tumba. Se trata de una lec- ción, señala Coetzee, tanto de vi- da como de muerte. Escribir es afrontar la muerte y aprender a vivir. Todo a la vez. El mejor Philip Roth está de vuelta Tras una década de producción excesiva y desigual, la crítica se rinde al último libro del escritor El nobel Coetzee ha destacado la “maestría” de ‘Nemesis’ En la vasta obra de Philip Roth (32 novelas en tres décadas) destacan algunas de los libros fundamentales de la narrativa estadounidense moderna. Su cuarto libro, El lamento de Portnoy, fue un clásico instantáneo. Luego llegarían, en los años setenta, las novelas de la serie protagonizadas por Nathan Zuckerman, como El escritor fantasma. Su obra captó la atención de una nueva generación de lectores con historias como El teatro de Sabbath (1995), que le valió el National Book Award o Pastoral Americana (1998), premio Pulitzer, que la revista Time escogió entre las 100 mejores novelas de tosos los tiempos. Cuatro ‘imperdibles’ EDUARDO LAGO El novelista estadounidense Philip Roth en 2001. / nancy crampton La obra, ambientada en la II Guerra Mundial, retoma el viejo tema de la peste

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Page 1: Philip Roth Nemesis

EL PAÍS, martes 2 de noviembre de 2010 vida & artes 39

cultura

De Philip Roth (Newark, 1933) sepodría afirmar lo que dijo Borgesa propósito de Quevedo: “No esun escritor, es una literatura”.Desde que publicó su cuarto libro,El Lamento de Portnoy (1969), seconvirtió en uno de los referentesimprescindibles del panorama li-terario universal. Dentro de suvasta producción, hay variasobras de gran envergadura, comola serie de novelas protagoniza-das por su alter ego, Nathan Zuc-kerman, personaje más real quelo que da de sí la realidad, y quepermitió a Roth llevar a cabo unaserie de complejas exploracionesacerca del sentido del arte y de lavida. Sus seguidores (que enEspa-ña, donde le editaMondadori, sonlegión) están de enhorabuena: Suúltima obra, Nemesis, recién pu-blicada enEstadosUnidos, nosde-vuelve al mejor Roth tras una dé-cada de producción algo desigualy excesiva. O al menos así lo haconsiderado la crítica del país.

Uno de los mayores logros deRoth como narrador es que obli-ga a los lectores a adentrarse conél en regiones sumamente oscu-ras de la experiencia humana.Ello lo convierte en un narrador aquien puede resultar incómodoseguir. Se hadicho de él que nadieha explorado mejor en nuestro

tiempo el misterio de la sexuali-dad. Otras cumbres de su arries-gada propuesta narrativa son Elteatro de Sabbath (1995), PastoralAmericana (1997), y La manchahumana (2000). Aunque es ciertoque en algunas novelas ha puestoa prueba las posibilidades técni-cas del arte narrativo, como en Elpecho (1972) o La contravida(1986), la verdadera fuerza de Ro-th está en su capacidad para obli-garnos a mantener la miradaabierta en los momentos más du-ros que nos plantea a todos el reto

cotidiano de la existencia. Así, enPatrimonio (1991), el protagonista(que puede o no ser el propio Ro-th) sostiene un duelo insoporta-ble con lo que significa ser testigode la agonía y muerte de su pa-dre. Otro tanto hace, en distintosmomentos de su obra, con la en-fermedado la vejez. El reto es difí-cil porque al hacerlo logra alejar-se de lo que es en sí aborrecible ydoloroso para trascenderlo a tra-vés del arte. No es que borre la

distancia entre realidad y ficción,como se ha dicho, sino que nossitúa en un punto en el que, desdela emoción, nos permite entendersituaciones cruciales de la vida pa-ra las que nohay sino las palabrasmás elementales: el odio, el mal,el amor, la posibilidad de que elmundo y la historia estén gober-nados por elmás absoluto sinsen-tido. Para afrontar la vida, cuan-do es difícil y en los momentos deesplendor, disponemos del arte.Sabiendo que es así, Roth no dejade escribir. Probablemente no po-dría hacerlo, aunque quisiera.

La mancha humana (2000) su-puso la entrada de su obra en elsiglo XXI. A partir de entonces, le-jos de ralentizarse, su productivi-dad se regularizó, con tí-tulos como El animalmoribundo, La conjuracontra América, Every-man, Sale el espectro, In-dignación y Humilla-ción. Aunque sus lecto-res parecían necesitarlotanto como siempre, ca-bía preguntarse si el es-critor había llegado al lí-mite de sus posibilida-des. ¿Se estaba repitien-do? Llegó octubre de2010, volvió a sonar sunombre, como cada otoño, entrelos candidatos al Nobel. Una vezmás, no se le concedió. Lo que sí

llegó con la puntualidad de siem-pre fue una nueva novela, Neme-sis, y con ella la sorpresa. A Rothle queda mucho por decir.

El temadeNemesis es la epide-mia de polio queasoló Estados Uni-dos durante el vera-no de 1941, tal y co-moafectó a la comu-nidad judía de Ne-wark, la ciudad na-tal del autor, escena-rio de su infancia, alqueha regresado re-petidamente en suobra. En Nemesis,Roth retoma un vie-jo tema, el de la pes-

te, tratado anteriormente por Da-nielDefoe yAlbert Camus. El tras-fondo, en este caso, es la II GuerraMundial, con sus atrocidades. Ensuúltima entrega, Rothnos arras-tra a lo mejor de que es capaz elteatro de su imaginación, alcan-zando un virtuosismo del que só-lo son capaces los maestros de loinvisible. Al comentar la novela,el sudafricano J.M.Coetzee, gana-dor del premioNobel de Literatu-ra, repara enuna escenamisterio-sa en la que se explica cómo cavaruna tumba. Se trata de una lec-ción, señala Coetzee, tanto de vi-da como de muerte. Escribir esafrontar la muerte y aprender avivir. Todo a la vez.

El mejor Philip Roth está de vueltaTras una década de producción excesiva y desigual, la crítica se rinde al últimolibro del escritor P El nobel Coetzee ha destacado la “maestría” de ‘Nemesis’

E En la vasta obra de PhilipRoth (32 novelas en tresdécadas) destacanalgunas de los librosfundamentales de lanarrativaestadounidensemoderna. Su cuartolibro, El lamento dePortnoy, fue unclásico instantáneo.Luego llegarían, enlos años setenta, lasnovelas de la serieprotagonizadas porNathan Zuckerman,como El escritor fantasma.

Su obra captó laatención de unanueva generaciónde lectores conhistorias como Elteatro deSabbath (1995),que le valió elNational BookAward oPastoralAmericana(1998), premioPulitzer, que larevista Time

escogió entre las 100 mejoresnovelas de tosos los tiempos.

Cuatro ‘imperdibles’EDUARDO LAGO

El novelista estadounidense Philip Roth en 2001. / nancy crampton

La obra, ambientadaen la II GuerraMundial, retoma elviejo temade la peste