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Periodistas que iluminan nuestra historia Centro de Historia Municipal Alcaldía de Managua

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Periodistas que iluminan

nuestra historia

Centro de Historia Municipal

Alcaldía de Managua

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PERIODISTAS QUE ILUMINAN NUESTRA

HISTORIA

Centro de Historia Municipal

Alcaldía de Managua

Septiembre, 2004

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© Centro de Historia Municipal Alcaldía de Managua

Todos los Derechos Reservados

Levantado de Texto : María Raquel Bustos Valle

Cuidado de Edición: Roberto Fco. Sánchez Ramírez

Agradecimiento a : Dr. Jorge Eduardo Arellano, por haber autorizado que de su libro “Héroes sin fusil” se tomaran las biografías de Anselmo H. Rivas, Ri-goberto Cabezas, Juan Ramón Avilés, Gabry Rivas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y José Francisco Borgen. Biblioteca del Banco Central de Nicaragua “Roberto Incer Barquero”. Instituto de Historia de Nicaragua y Centro América de la UCA. Periodista Ignacio Briones Torres. Lucrecia Lacayo, hija de Leonar-do Lacayo Ocampo.

Diagramación : Leonel Hernández

Impresión : IMPRIMATUR Artes Gráficas

Hecho el depósito legal: Mag-0216-2004

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INDICEINTRODUCCIÓN 7

PRÓLOGO 9

ENRIQUE E. GOTTEL PERIODISTA Y PIONERO 23

FABIO CARNEVALINI CAGLIERO UN GARIBALDINO EN NICARAGUA 29

ANSELMO H. RIVAS: INTELECTUAL DEL CONSERVATISMO DECIMONÓNICO 35

RIGOBERTO CABEZAS Y SU VIGENCIA 39

JUAN RAMÓN AVILÉS Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL 51

GABRY RIVAS: PERIODISTANATO Y REPRESENTATIVO 55

JOSÉ FRANCISCO BORGEN: UNA VIDA A LA ORILLA DE LA HISTORIA 59

BIOGRAFÍA DE LEONARDO LACAYO OCAMPO MAESTRO Y FORJADOR DE PERIODISTAS 63

SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ (CHILO) 67

GAM FUE UNA GACELA DEL TRABAJO 77

OFELIA MORALES GUTIÉRREZ 87

PEDRO JOAQUIN CHAMORRO CARDENAL: VEINTE AÑOS DESPUÉS 91

ALBERTO MORA OLIVARES (1929-1974) 103

BIOGRAFIA WLLLIAM RAMÍREZ SOLÓRZANO 107

ACUERDOS DE ACTA DEL CONCEJO MUNICIPAL SOBRE LA ROTONDA DEL PERIODISTA 111

CONCEJO MUNICIPAL DE LA ALCALDÍA DE MANAGUA 2001-2004 112

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DIRECTIVA DE LA FUNDACIÓNPERIODISMO Y CULTURA “WILLIAM RAMÍREZ 113

HOMENAJE A RODOLFO TAPIA MOLINA 115

CENTRO DE HISTORIA 121

MUNICIPAL 121

ALCALDÍA DE MANAGUA 121

SEPTIEMBRE 2004. 121

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INTRODUCCIÓN

Mi relación con el pe-riodismo no ha sido

solo parte de mis responsa-bilidades como Alcalde de Managua. En la lucha por la liberación de Nicaragua, tuve asignadas también mi-siones de información y propaganda, fue cuando la prensa nacional e interna-cional me conoció como “Mauricio”.

Durante la guerra de agresión me desempeñaba como Ministro de Turismo, se me encargó la atención de los medios extran-jeros. Toda esa experiencia me ha permitido tener una mejor valoración de lo que significa la labor informativa, motivo por el cual, en mi gestión como Alcalde he dedicado todo el tiem-po que me ha sido posible para atender a los periodistas.

He dado el apoyo para dignificar al periodismo nacional a tra-vés de la Orden Municipal “Juan Ramón Avilés”. Asimismo inicié como Alcalde el reconocimiento a periodistas de origen extranjero, fue así que el 8 de septiembre del 2002 restaura-mos la tumba y rendimos homenaje a Enrique E. Gottel, en el cementerio San Pedro, un año después lo dedicamos a Fa-bio Carnevalini Cagliero y este año además de hacerle justicia a seis destacados periodistas nicaragüenses, inauguramos el monumento al periodista en la rotonda del mismo nombre.

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Cuando la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramí-rez”, me propuso el proyecto del monumento de inmediato di todo nuestro apoyo, iniciando porque el Concejo Municipal legalizara por decreto el nombre de la rotonda, comenzando el proceso de ejecución, el que dada la magnitud de la obra no pudo ser inaugurada el propio 8 de septiembre, “Día Interna-cional del Periodista”.

Culminamos el monumento material, queda pendiente el con-junto escultórico de Gottel y Carnevalini. Ha servido para for-talecer el monumento espiritual que como persona y Alcalde tengo hacia los periodistas. El monumento del aprecio y la gratitud. El monumento a quienes han reconocido nuestros lo-gros y ayudado con su crítica oportuna.

Herty Lewites

Alcalde de Managua

Septiembre 2004

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A manera de Prólogo

Los Iluminados soñadoresdel periodismo nicaragüense

** Los códices, Gottel, Carnevalini, Rigoberto Cabezas y Anselmo H. Rivas.

Mario Fulvio Espinosa

Cuenta Fernández de Oviedo que nuestros antepasados indí-genas registraban en sus códices que el universo existió cinco veces, y en cada una de esas etapas fue alumbrado por cuatro diferentes soles, siendo el quinto sol el que hoy nos ilumina.

Con ese talento mítico, tan natural y sencillo, los cronistas indígenas informaban que en esas cuatro etapas de cambio telúricos, la tierra se fue formando favorecida por cuatro ele-mentos que se formaron en cada uno de los ciclos: primero el agua, después el fuego, luego la tierra y por último el viento.

“Esos cambios –escribieron los sabios cronistas indígenas- ocurrieron

en el transcurso de millones de años, y en cada una de esas etapas surgieron seres humanos, plantas y animales cada vez más perfectos”.

Con esa revelación nuestros padres indios se adelantaron en varias centurias a los descubrimientos científicos de Darwin sobre la evolución de los seres humanos, a diferencia del Gé-

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nesis -y sobre todo de Adán y Eva-, en forma poética señala-ron en el Popol Vuh las peripecias que pasaron Tamagastad y Cippatónal para formar al hombre con diversos materiales.

Los cronistas españoles, que contemplaban al indígena desde su propia ignorancia, si bien registraron lo que ellos conside-raron conveniente, jamás entendieron la belleza de los códi-ces, la capacidad mítica imaginativa propia de la cultura de los comunicadores indios, y cegados por la codicia y por el fanatismo destruyeron con odio inquisitorial aquellos tesoros.

Un Memorial que reta la imaginación

Recordé aquellas maravillas del pensamiento mágico nacional cuando alguien me preguntó que si eran velas de regatas esas que se alzan hacia el cielo en el centro del Memorial de los Periodistas. Le dije: “Son velas, pero además todas las cosas que caben en tu imaginación”.

Porque bien pueden ser llamas libertarias que iluminan las sombras, o banderas de fuego para encender auroras.

También podrían ser medias lunas, como aquellas que Alá es-tampó en los lábaros que guiaron a las huestes de Mahoma en la lucha por lograr la identidad de los árabes.

Pueden ser gajos de naranja que proclaman la fértil creativi-dad del nicaragüense, a veces dolorosa, porque él no está en un lecho de rosas.

Pueden ser olas que al levantarse entonan la canción grave, eterna, palpitante del Padre Mar de Neruda.

Valgan estas imaginaciones para evocar con veneración y respeto el mérito de aquellos periodistas que desde los viejos

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tiempos de Netzahualcoyotl han hecho de la comunicación social o colectiva un apostolado para encontrar la senda de la libertad de pensamiento y expresión, derechos y valores in-dispensables para emprender la jornada hacia el desarrollo del bienestar humano.

Este solemne y bello Memorial, es la culminación de un proyecto concebido por la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramírez” para perennizar la memoria de aquellos que cincelaron en letras de imprenta luminosas la historia del Periodismo Nacional y que se entregaron sin ambiciones mez-quinas -enarbolando la honradez, el civismo, la ética y el pa-triotismo-, a la pasión de divulgar opiniones y noticias.

Concebido en esos términos enaltecedores, el proyecto del Memorial fue presentado ante la Comuna de Managua y apo-yado de manera unánime e incondicional por el Concejo Mu-nicipal y por el Alcalde de Managua, señor Herty Lewites. Se sometió a concurso el diseño resultando seleccionado el presentado por el arquitecto Glen Smoll.

Se han colocado las doce primeras placas para perennizar la memoria de igual número de periodistas notables del siglo pasado, siendo ellos Rigoberto Cabezas, Anselmo H. Rivas, Juan Ramón Avilés, José Francisco Borgen, Leonardo Laca-yo Ocampo, Gustavo A. Montalbán, Pedro Joaquín Chamo-rro, Gabry Rivas, Salomón “Chilo” Barahona López, Alberto Mora Olivares, Ofelia Morales Gutiérrez y William Ramírez.

Cada Primero de Marzo, Día Nacional del Periodista, y cada Ocho de Septiembre, Día Internacional del Periodista, se agre-garán otras placas conmemorativas y si llega a ser necesario podrán instalarse a lo largo del Paseo de los Periodistas, o sea la avenida que une el Memorial con la Pista Suburbana.

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Durante el mes de diciembre se colocará el conjunto escultó-rico que representa a don Enrique Gottel, fundador del moder-no periodismo nicaragüense, a lomos del burrito en el cual se trasladaba desde el Valle de Gottel hasta Managua para dis-tribuir su periódico “El Porvenir de Nicaragua”, del cual era impresor, director, reportero, redactor y distribuidor.

Al lado del señor Gottel estará la efigie de don Fabio Carne-valini, continuador de la publicación del “Porvenir de Nica-ragua” y el que enriqueció su redacción con las plumas de Rubén Darío, Manuel Riguero de Aguilar, Felipe Ibarra, Mo-desto Barrios, Bruno H. Buitrago, Francisco Gavidia, Marcel Blanchard, Jerónimo Ramírez y otros brillantes exponentes de la inteligencia Latinoamericana.

Ese conjunto escultórico está siendo elaborado por don Noel Flores escultor que ya tiene en su haber otras muchas obras que adornan diferentes edificios y lugares de Managua.

La noche negra del fanatismo

Pero, volviendo al intento de reseñar la histórica de nuestro periodismo, encontramos que desde sus inicios ha estado pla-gada por continuos atentados directos e indirectos contra la libertad de pensamiento y expresión. Cabe señalar, que du-rante la Conquista y la época Colonial las imprentas eran ins-trumentos de la iglesia que imponía en sus publicaciones el fanatismo del dogma y la amenaza de las penas del infierno.

Pero el fanatismo y el dogma son por su naturaleza asesinos del pensamiento libre y de la imaginación, de manera que po-demos asegurar que ambas épocas fueron la edad negra del medioevo europeo trasladado a Centroamérica, centurias de

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oscurantismo y de sometimiento corporal y espiritual. Rémo-ras que aún nos siguen perjudicando al impedir el desarrollo social y humano de nuestros pueblos.

Después de la declaración de Independencia en 1821, surgie-ron las oligarquías criollas y los periódicos vinieron a ser efí-meros voceros de los líderes políticos en contienda. Fiebres y chapetones, timbucos y calandracas, legitimistas y democrá-ticos, granadinos y leoneses, liberales y conservadores, todos ellos emitieron sus periódicos con la única mira de defender sus posiciones políticas.

Impresos de vida efímera

Debido a los constantes altibajos de las guerras intestinas esos periódicos fueron publicaciones efímeras, salían una o dos ve-ces y después desaparecían, eran de circulación local pues la enorme mayoría de nicaragüenses no sabían leer.

Poco podía progresar el periódico y la imaginación de los pe-riodistas en un ámbito de criterios políticos ortodoxos y dentro de marcos religiosos estrechos y oscurantistas. Sin embargo, entre los años 1829 y 1900 se publicaron –según las investi-gaciones del profesor Mauricio Pallaís Lacayo-, 367 periódi-cos, el 31,25 por ciento fueron impresos en León, el 22.42 por ciento en Managua y el 17.35 en Granada.

El primer periódico que se publicó en Nicaragua fue “La Opi-nión Publica”, salió a luz en León, el 9 de mayo de 1833. Entre otras cosas decía: “La guerra civil ataca a nuestra san-ta religión porque, 1 - Destruye la caridad, que es la piedra angular de ella, 2 – Porque da lugar a que se quebranten los mandamientos del decálogo y se infrinjan los preceptos de la

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iglesia y 3 - Porque disminuye la devoción y los fondos que hacen decoroso y majestuoso el culto”. Este periódico se pu-blico bajo el gobierno de don Dionisio Herrera y de él solo se publicaron, con mucha irregularidad, ocho ejemplares.

En 1835 nació el “Telégrafo Nicaragüense” –tenido por algunos como el primer periódico de Nicaragua-, fue bajo la administra-ción de don José Zepeda, su director fue el licenciado Gregorio Juárez, de ese periódico sólo se editaron cinco números.

A estos periódicos siguieron muchos otros, ente ellos “El Se-manario Necrológico de Nicaragua” (1837) “La Aurora de Ni-caragua”, “El Centinela de Nicaragua”, “La Centella” (1838), “El Articulista” (1839), “El Redactor Nicaragüense” (1840), que tuvo una vida de dos años, “El Mentor Nicaragüense” (1841), “El Boletín del pueblo”, “El Granadino”, “El ojo del pueblo” (1843), “El Águila de Nicaragua”, “El Clarín Oficial del Ejercito” (1844), “Registro Oficial”, “El Cometa de Nica-ragua” (1845).

En años posteriores “El Regenerador Nicaragüense”, (1847), “Gaceta del Supremo Gobierno” (1848), “El Noticioso” (1849), “El Guerrillero” (1850), “Gaceta Oficial de Nicara-gua” (1851), “El Clamor del Pueblo”, “El Boletín del Ejército Democrático del Estado de Nicaragua” y “El Defensor del Or-den” (1854), “Boletín de Noticias”, “Boletín Oficial” (1855) e incluso “El Nicaragüense” que comenzó a publicar el 20 de Octubre de 1855 el filibustero William Walker.

Con la misma carencia de periodicidad y limitadas posibili-dades de ampliar sus espacios de información y difusión si-guieron apareciendo otros periódicos tanto en León como en Granada.

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Primer salto de calidad

Con la aparición en 1865 de “El Porvenir de Nicaragua” el periodismo nicaragüense da su primer salto de calidad. Su editor, don Enrique Gottel con visión futurista lo mantiene en la palestra de la opinión publica centroamericana por más de veinte años. Por primera vez se publican anuncios y noticias de todo el mundo y el bisemanario -que tuvo una corta época como periódico diario-, mantiene corresponsalías con México y toda Centroamérica.

El camino marcado por Gottel es continuado por otro ilumi-nado, don Fabio Carnevalini, y la vida del periódico termina a medias en 1885, pues se fusiona con otro importante diario, “El Ferrocarril” y continua su existencia, sin que se conozca a ciencia cierta en que época dejó de existir.

Junto con “El Porvenir de Nicaragua” continúan publicándo-se muchos otros periódicos, entre ellos “El Registro Oficial” (1866), “La Actualidad” (1868), “El Clamor Nacional” (1869), “El Correo de Occidente” (1873), “La Aurora” y “El Eco de Occidente” (1874), “La Tertulia” (1875), “El Republicano” y “El Canal de Nicaragua (1876).

Segundo salto de calidad: el diarismo

** Rigoberto Cabezas y Anselmo Hilario Rivas

Cuenta el historiador Francisco Huezo que “en las primeras horas de una noche de invierno de 1883, se presentó en el cuarto de don Anselmo Hilario Rivas un viajero joven, pre-guntando por aquel, Vestía redingote azul, chaleco blanco, corbata de lazo, y sombrerito negro de paño. Llevaba bajo el

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brazo, en un maletín, pañuelos, cuellos, una camisa, un cepi-llo de ropa y otros objetos de uso personal.

“Después de las presentaciones de rigor, aquel joven que dijo llamarse Rigoberto Cabezas, le propuso a don Anselmo un ne-gocio a medias, la fundación de un diario para Nicaragua.

Era Rigoberto de apuesto porte, delgado, de estatura regular, cara ovalada coronada por mechones de cabellos negros, ojos inquisidores, nariz recta sobre un mostacho negro que ampa-raba una boca pequeña de labios finos.

Con pasión mística comenzó a exponer sus argumentos a Don Anselmo sobre las ventajas que presenta un diario sobre cual-quier otro tipo de publicación periódica.

“La vida moderna –argumentó-, no se explica sin el periódi-co diario, forma parte de su propio movimiento, es su propia alma. El diario es el libro del minuto, la información del mo-mento, de todo lo que ocurre en el mundo moral e intelectual. Su radio de acción es amplio, abarca a todas las ordenes y a todos los gremios. Es útil al sabio, al artista, al agricultor, al comerciante, al profesor, a la modista, a los artesanos. Cuando no da una noticia, da un consejo y marcha a la par del hombre en sus caídas y en sus triunfos”.

Como el señor Rivas argumentara que Nicaragua no estaba todavía preparada para el diarismo, porque su vida intelec-tual era escasa, escaso su movimiento social y político y por lo tanto escasos los temas para escribir, Rigoberto argumen-tó: “Natural es esa opinión tratándose de una empresa nueva, desconocida, que presenta grandes dificultades y que lucha, al iniciarse no más, con esa preocupación con que se reciben los propósitos a primera vista quiméricos e insuperables. Sin

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embargo, creemos que el Diario es posible, creemos que es una obra llana, hasta sencilla: natural en nuestras actuales circunstancias. Naturalísima por la altura que hemos alcan-zado en morales y materiales adelantos; él obtendrá grandes ascendientes porque viene a llenar un vacío, porque viene a satisfacer varias necesidades que le darán inmensa importan-cia política y social”.

“Que no sea un mito la libertad”

Como si analizara nuestra prensa actual, habló Rigoberto sobre la función del diario imaginado. “La competencia de un diario la constituye su Redacción que estará integrada por hombres que estén llamados por su experiencia y por sus luces a enca-minarnos por los senderos de la bienandanza. La organización del diario estará a cargo de hombres de serena imparcialidad y criterio, de altos y definidos propósitos, consecuentes con prácticas y avanzados principios regeneradores, en fin que sean honorables y conspícuos ciudadanos del país”.

“Será el diario –añadió-, un verdadero poder, un poder cons-tituido, un poder benéfico que pesará con sus opiniones en la balanza del criterio nacional y que dará bríos y alentará el desfallecido aliento de aquellos que ven con miedo el porvenir y con reserva la cosa pública.

“La palabra del diario será siempre la opinión de un conse-jo de personas que estarán poseídas de ciencia, patriotismo y rectitud y que harán del periódico una santa y grandiosa ins-titución; pretendemos que él quede elevado en una esfera de justicia incorruptible.

“El Diario fomentará el periodismo en Nicaragua y con el pe-riodismo la discusión, y con la discusión, la luz, irradiando en

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torno al axioma que ha debido surgir del choque de diferentes opiniones”.

Soñaba Rigoberto con hacer del diario un instrumento de cul-tura, “Si es de interés hará que el pueblo lea y que se acostum-bre a leer, que la lectura haga en él una segunda naturaleza.

“Conquistadas las masas para ese hábito –la lectura-, no sería un mito la libertad, no sería un negro porvenir nuestro mañana”.

Gratamente sorprendido quedó el señor Rivas al oír aquellas nuevas ideas, aquellas palabras hermosas que entrañaban una alta visión de las conquistas del espíritu moderno.

Le seducía la música de aquel concepto expresivo, el tono de sinceridad y de fe que daban un perfil de apóstol a aquel joven de mirada fulgurante y cabellos de ébano.

Ya no desconfiaba. Ya no dudaba del éxito. Aquella alta con-vicción se había infiltrado en su espíritu con el prestigio lumi-noso de la palabra.

Poco tiempo después –señala don Francisco Huezo- empeza-ba a publicarse bajo la dirección de ambos “El Diario de Nica-ragua”, fundador del diarismo en la Republica, y creación de Rigoberto Cabezas.

Aquel fue el segundo salto de calidad en la Historia del Mo-derno Periodismo Nicaragüense. Fue el resurgir de aquel pen-samiento mágico que animó el espíritu de aquellos indígenas antepasados nuestros.

Fue la reafirmación de que en nuestra Nicaragua existieron so-ñadores, que fueron comunicadores desde los viejos tiempos de Netzahualcoyolt.

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Por eso, este Memorial será un sitio de respeto y veneración hacia aquellos antepasados nuestros que pusieron las bases para que nuestro periodismo sea en la actualidad una institu-ción de prestigio que, según las encuestas, posee el más alto grado de credibilidad en comparación al resto de instituciones nacionales.

También será nuestro Memorial, cuando este bellamente arbo-rizado, un lugar de reposo, cultura y meditación para el goce de las nuevas generaciones de periodistas, que vendrán aquí como acudían las musas a la Fuente Castalia, a retomar el in-genio, el talento, la sabiduría y la magia mítica que un día fue gloria de nuestros indígenas antepasados.

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DOS INMIGRANTES DE GRATA RECORDACIÓN

“Dos extranjeros de grata recordación contribuyeron a la cultura del país, impulsando y dando nueva vida al periodismo naciente: un alemán Gottel y un italiano, Fabio Carnevalini”

Rubén Darío

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ENRIQUE E. GOTTEL PERIODISTA Y PIONERO

Roberto Sánchez Ramírez

“Nicaragua agradecida 1883” decía la lápida

que se colocó en la tumba de Enrique Gottel, en enero de 1883, ocho años después de su muerte, el once de enero de 1875. Monumen-to que se construyó en las afueras del cementerio San Pedro. Dicha lápida desapa-reció, igual que el recuerdo

del inmigrante alemán y hasta su tumba se dio por perdida durante muchos años. ¿Pero quién fue Gottel para merecer esa inscripción tan honrosa?

Enrique E. Gottel, nació en Danzig, Prusia (Alemania) en 1831. Muy joven emigró a los Estados Unidos. Cuando la fie-bre del oro, en California, dispuso hacer el viaje siguiendo la ruta por Nicaragua en la Compañía de Tránsito, propiedad de el Comodoro Cornelius Vanderbilt. Sin embargo se quedó en Rivas y en 1852 estableció un contrato con la Compañía para darle atención a los viajeros. Pionero había sido su compa-triota Hermann Dentsh, en la ruta de La Virgen, en el lago de Nicaragua a San Juan del Sur.

Debido a la pugna entre William Walker y Vanderbilt, Gottel perdió sus bienes en 1856 y quedó en la ruina. En 1861 or-ganizó de nuevo el servicio y ya para 1868 tuvo un socio, el

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General colombiano Pedro Ruiz Tejada, estableciendo nuevas rutas, pasando por Granada hasta llegar a Chinandega, mejo-rando los llamados “caminos reales”. En La Gaceta de Nicara-gua del sábado 17 de junio de 1865, hay un artículo referente a la Compañía de Diligencias. Al mismo tiempo fundó en Rivas el año 1865 un periódico “El Porvenir de Nicaragua” que apa-recía cada sábado, editado en español e inglés, sacando anun-cios comerciales.

EL VALLE GOTTEL

En la carretera al poblado de Veracruz, jurisdicción de Nin-dirí, a unos cinco kilómetros del Km. 14 de la carretera a Ma-saya, está el Valle Gottel, en empalme de la carretera que va a Managua, pasando por Las Jagüitas. Allí hay una pequeña es-cuela con un letrero donde se lee el apellido de Gottel, ignoro si se sabe en el lugar por qué se llama así.

El Presidente Fernando Guzmán, por decreto del 26 de Mar-zo de 1871, concedió a Gottel 195 manzanas de tierra, con el propósito de establecer un poblado modelo que tuviera un paradero de diligencias, brindar diferentes servicios, llegó a tener un hotel con alojamiento y restaurante. Algo muy avan-zado para su época, pero el proyecto de poblarla, sobre todo con inmigrantes, no funcionó. Gottel trasladó la imprenta que tenía en Rivas y “El Porvenir de Nicaragua” se convirtió en la expresión de las ideas liberales.

En un escrito del 12 de agosto de 1874, don Enrique expresa: “El Porvenir, será siempre enérjico sostenedor de los intereses del partido liberal Centroamericano; i cumplirá fielmente con su programa de ilustrar al pueblo; combatir la ignorancia, el

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fanatismo i los abusos; promover el bienestar de los cinco Es-tados en general i el de Nicaragua en particular”. Fue firme en sus ideas, respetuoso y humanista, aunque masón declarado construyó una iglesia católica y una escuela en el poblado de Nindirí.

AL RESCATE DE LA HISTORIA

Aprovechando que fue nombrado Cónsul de Guatemala en Ni-caragua, en 1873 Gottel pasó un año en aquel país, investigan-do y estudiando por su cuenta gran cantidad de documentos que están ahora en la biblioteca Bancroft, de la Universidad de Berkeley, en California, sin que existan copias en el país.

Gottel era tan apasionado del periodismo que como anécdota se cuenta que venía a Managua a distribuir el periódico, mon-tado en una burrita. Era curioso que Gottel escribiera bien el español a pesar que no llegó a dominar su habla. Fue su pe-riódico ejemplo de libertad de expresión. Era tan tolerante que permitía a sus adversarios escribir en su contra en su propio periódico. Luchó por la independencia del periódico y hasta los redactores discrepaban con las opciones de Gottel.

Además Gottel fue músico, autor de varias conocidas compo-siciones que se olvidaron a su muerte. Cita don Enrique Guz-mán en la biografía que escribió con fecha 1 de enero de 1883 que conoció a Gottel en 1854, en la escuela que tenía don An-selmo H. Rivas en Granada y que era “inteligente, alegre, ge-neroso, buen camarada en toda la extensión de la palabra, no era posible tratarle íntimamente sin sentir por él una estima-ción y afecto”. Así escribía uno de los mayores representantes del pensamiento conservador, autor del “Diario Íntimo”. Don José H. Montalbán, en su obra “Breves apuntes para la histo-

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ria del periodismo nicaragüense” dice que: “don Enrique E. Gottel es uno de los extranjeros que mayores bienes ha hecho en Nicaragua”.

Gottel publicó en “El Porvenir de Nicaragua” artículos toma-dos de periódicos extranjeros, en especial aquellos relaciona-dos con obras realizadas por inmigrantes alemanes. Se refirió a las investigaciones del Dr. Karl Hermann Berndt sobre las lenguas indígenas de Nicaragua, en especial el estudio en len-guas náhualt del Güegüense o Macho Ratón. También hizo publicaciones sobre Maximiliano V. Sonnenstern.

El 3 de mayo de 1874, Gottel dejó de publicar “El Porvenir de Nicaragua” y pasó la dirección a cargo del periodista de origen italiano, Fabio Carnevalini que comenzó a editarlo en Mana-gua. En el Instituto de Historia de Nicaragua y Centro Amé-rica de la UCA (IHNCA-UCA), se encuentran los siguientes números: 3 y 4 de 1866; 2-3-5-15-16-19 año 1867, alcances (extras) 11-7-10 del mismo año; 19-23-25-27-29-31-32-34-36-38-40-47-49-51 y 52 de 1868; 3-5-6 y 7 de 1869; 3-8-11 y 52 de 1874. Editados en inglés el 29 de 1866, el 1 y el 15 de 1867 y el 20 de 1868.

Gottel falleció el 11 de enero de 1875. Debido a sus ideas, le fue prohibido el entierro dentro de los muros del cementerio. Otro ilustre inmigrante de origen alemán, don Julius Bahlke, realizó una colecta para comprar un terreno al norte fuera del cementerio San Pedro. El día que se sepultó a Gottel, también se inició el llamado “cementerio de los extranjeros”, inaugu-rado oficialmente el 5 de enero de 1885. Fue algo injusto, pues Gottel, igual que otros distinguidos inmigrantes, dieron gran parte de su existencia por el progreso de Nicaragua. Gottel, fue un verdadero pionero.

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En La Gaceta del 16 de enero de 1875, en las páginas 30 y 31, se publicó una amplia crónica del funeral de Gottel. Se le califica de “activo, intelijente i laborioso; buen amigo, franco, leal y jeneroso; afectuoso, desinteresado i mui honrado, tal era Gottel, el amigo que la muerte no ha arrebatado”. Asistió al funeral el Presidente don Vicente Cuadra, acompañado de sus ministros, senadores y diputados. Dijeron discursos don Fran-cisco Deshon y el periodista don Fabio Carnevalini. Pese a la disposición negativa de las autoridades de la iglesia católica, el gobierno y el pueblo nicaragüense le expresaron su público reconocimiento.

Ocho años después de fallecido Gottel, intelectuales y perio-distas nicaragüenses presidieron un homenaje, en el que se inauguró un monumento a su memoria. Eso fue el 5 de enero de 1883. En su discurso Genaro Lugo dijo: “Agradezco de corazón a todos aquellos buenos nicaragüenses que apoyaron el cumplimiento de una deuda nacional. Para esa ocasión don Enrique Guzmán, refiriéndose a Gottel, escribió: “fue un hom-bre útil”.

La hermosa lápida y la columna trunca de la tumba desapare-cieron, igual que su recuerdo y hasta el sitio se dio por perdi-do hasta julio del 2001, cuando los trabajos de investigación histórica de la Alcaldía de Managua, permitieron ubicar el lu-gar exacto de la tumba, proceder a la restauración y puesta de la placa con la inscripción original: “Nicaragua agradecida 1883”. Con motivo del Día Internacional del Periodista, en septiembre del 2001, se le dedicó la conmemoración a Gottel, en el Cementerio San Pedro.

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FABIO CARNEVALINI CAGLIERO UN GARIBALDINO EN NICARAGUA

Roberto Sánchez Ramírez

“De buena inteligencia, con un juicio reposado, emitía casi siempre sus opiniones a favor de la justicia y sin des-cender al insulto que su sano corazón rehusaba”, publicó La Gaceta del 2 de abril de 1896, en el obituario dedica-do a don Fabio Carnevalini Cagliero, fallecido el día 25

de marzo y de quien también se expresó que: “prestó impor-tantes servicios a Nica-ragua, justo es, pues, que honremos su memoria”.

Si partimos que su llegada a Nicaragua fue en abril de 1856, tenemos que fueron 40 años de protagonismo de don Fabio en nuestra vida nacional. Como profesor en León, polémico pe-riodista, orador en todas las principales actividades sociales, políticas y hasta en funerales, incluyendo candidato a Alcalde de Managua, teniendo como oponente a José Santos Zelaya López, para el período de 1883. En esa ocasión casi se baten en duelo. Fue el inmigrante que más se destacó en su época.

Por referencia autobiográfica, sabemos que nació en Roma el 11 de enero de 1829. Fueron sus padres don Ángel Carnevalini y doña Julia Cagliero, familiar de Cardenal Cagliero, el primer Nuncio Apostólico que vino a Nicaragua, en 1913. Su padrino fue el famoso escultor Tenneranni, autor de varias obras que

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están en la Villa Borghese, en Roma y que tuve oportunidad de visitar en varias ocasiones, ignorando la relación con don Fabio Carnevalini Cagliero.

Combatió desde muy joven por la libertad de Italia. Estuvo en la proclamación de la República. Se enfrentó a los ejérci-tos europeos que llegaron a apoyar al Papa Pío IX y sufre la derrota. El 17 de julio de 1853 tuvo que marcharse de Italia. Pasó a Francia, luego a los Estados Unidos, hasta llegar a Ni-caragua donde participó en la Guerra Nacional contra William Walker. Es posible que en ese período recibió el grado militar de teniente - coronel que conforme decreto del 7 de diciembre de 1869 fue ascendido a coronel, según La Gaceta del 18 de diciembre de 1869.

En 1857 se radica en León y se dedica a la enseñanza, im-partiendo la materia de gramática latina. Compartió las aulas con personalidades de la época, como Máximo Jerez Tellería, Gregorio Juárez, Hemenegildo Zepeda, etc. Desde entonces es conocido por sus actitudes anticlericales, pese que tuvo diver-sos cargos en los diferentes gobiernos conservadores, en espe-cial del presidente Joaquín Zavala. Diez años residió en León, período en el que contrajo matrimonio con la joven de origen alemán, Virginia Lena, con quien procreó a Mistala, Alfredo, Julia, Ángel, Clelia, Elvira, Virginia, Angélica y Lucila. Los varones no dejaron descendencia y se perdió el apellido Car-nevalini.

Don Fabio participó activamente de las polémicas surgidas por la actitud reeleccionista del Presidente General Tomás Martínez Guerrero. Es cuando también apoya las ideas con-servadoras, difícil en un ambiente liberal como el de León. En 1867, bajo la presidencia del General Fernando Guzmán

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So-lórzano, es nombrado redactor de La Gaceta y traductor oficial del gobierno, ambos cargos eran de mucho prestigio y con-fianza por el acceso a los personajes y documentos oficia-les. Es cuando estrecha amistad con otro destacado inmigrante de origen alemán, don Enrique E. Gottel, fundador y director de El Porvenir de Nicaragua.

En 1869, es nombrado Comandante de Corinto. En La Gaceta del sábado 13 de noviembre aparece publicada una despedida firmada por don Fabio, al renunciar como redactor del periódi-co oficial. Es interesante leer que durante tuvo el cargo se es-forzó en “favorecer en cuanto me ha sido posible, los intereses de Nicaragua i de Centro América, lo mismo que sostener los principios liberales”. Agrega que “ser fiel al gobierno á quien sirve, es el principal deber de un empleado”. Dice al final “He sido el primer extranjero que ha tenido el honor de llevarle la palabra del Supremo Gobierno. Este honor he sabido, apre-ciarlo en alto grado”.

En 1873 viajó a Italia. Ese mismo año, el 14 de septiembre, aparece como directivo del Club Social de Managua junto con don Federico Solórzano y el Lic. Pascual Fonseca, quien fue Alcalde de la ciudad. El discurso principal lo pronunció el ex - presidente, General Máximo Jerez Tellería. Asistió el presi-dente don Vicente Cuadra. En 1875 es el orador en el funeral de Gottel, en enero en el cementerio San Pedro. Llegó a tener una gran influencia en la administración del Presidente Joa-quín Zavala, al extremo que se le señala de ser uno de los causantes de la expulsión de los sacerdotes jesuitas, en junio de 1881. Don Joaquín y don Fabio se emparentaron al casarse los familiares de aquel, Juan María y César Solís Avilés con Julia y Clelia Carnevalini.

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Desde antes de la muerte de Gottel en 1875, don Fabio se había hecho cargo de El Porvenir de Nicaragua. Primero se imprimió en Rivas, luego en el llamado Valle Gottel y con Carnevalini pasó a Managua, contribuyendo al desarrollo del periodismo nicaragüense con intelectuales como Anselmo H. Rivas, Ri-goberto Cabezas Figueroa, Pedro Ortiz, José Dolores Gámez, quienes motivaron y apoyaron a Rubén Darío. Tuvo don Fabio cambios en su forma de pensar, en lo que nunca cambió y le valió el respeto ciudadano fue en su honradez y rectitud. En 1887 fundó El Managüense, editado con su hijo Ángel.

En La Gaceta del jueves 14 de julio de 1887, se publica el acuerdo por el que se aprueba el acta de Asociación de la Com-pañía Aguadora de Managua. Ante el Escribano de la Repúbli-ca comparecieron Francisco Alfredo Pellas, natural de Italia y vecino de San Juan del Norte, mayor de edad, comerciante; General don Joaquín Zavala, don Pedro Rafael Cuadra, don Santiago Morales, abogado de Rivas, don Enrique Guzmán, don Gonzalo Espinoza, don Pablo Giusto, natural de Italia y marino, don Fabio Carnevalini, don Alberto Suhr, originario de Alemania e ingeniero mecánico. Era presidente don Evaris-to Carazo y Francisco Padilla, ministro de Fomento.

Don Fabio hizo la primera traducción de “La guerra de Ni-caragua”, escrito por William Walker. Impreso en 1884 en la imprenta de “El Porvenir de Nicaragua”. La mayor parte de su obra apareció en hojas sueltas que lamentablemente se han perdido. Es en La Gaceta que se pueden leer sus escritos. No queda nada de sus numerosos discursos. En 1885 asumió la di-rección del periódico Jesús Hernández Somoza. Don Fabio es nombrado director de la Imprenta Nacional. Uno de los mejo-res discursos que pronunció fue con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América.

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Don Fabio Carnevalini Cagliero fue pionero también para que los inmigrantes italianos merecieran respeto y sobresalieran en sus actividades económicas y sociales, formando conocidas familias, entre ellos don Antonio Belli, don Francisco Alfredo Pellas, Palazio, Frixione, Salerni, Mántica, Caligaris, Maren-co, Parodi, Picasso, Rappaccioli, etc. Muchos de ellos, don Fabio incluido, se nacionalizaron nicaragüenses y todavía sus apellidos tienen bastante figuración. Hace falta un mayor es-tudio sobre esta generación de inmigrantes que junto con otros de diferentes nacionalidades contribuyeron al progreso de Ni-caragua. En el caso de don Fabio el estudio más completo lo escribió otro italiano, Franco Cerutti.

Don Fabio Carnevalini Cagliero falleció en Managua el 25 de marzo de 1896, fue sepultado en el cementerio San Pedro. El gobierno y la sociedad nicaragüense le brindaron el merecido homenaje. Según referencia la tumba está al lado sur, frente al parque 11 de julio, lamentablemente el sitio no está ubicado. Por decisión de la Alcaldía de Managua y las principales aso-ciaciones de periodistas, el Día Internacional del Periodista del año 2002 fue en memoria de don Fabio. Libro 0006. Pág. Part. 0266.

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ANSELMO H. RIVAS: INTELECTUAL DEL CONSERVA-

TISMO DECIMONÓNICOJorge Eduardo Arellano

EDITORIALISTA, hombre público e historiador, nació

en Masaya -de padre mulato- el 3 de noviembre de 1826. Auto-didacta, se formó en las biblio-tecas granadinas de la época, princi-palmente en las de Pedro Chamo-rro y Pedro Rouhaud. «Frecuenta las tertulias que se forman en las casas ricas para

leer y co-mentar revistas y libros recién llegados», escribió Carlos Cuadra Pasos. Y así animaba, con su charla y guitarra, a los elementos de la fracción de la clase dominante ubicada en Granada, a la que serviría intelectualmente desde su nombra-miento de Jefe de Sección en el gobierno de Laureano Pineda.

En 1853 se le encomendó la redacción de la Gaceta y otro cargo: Traductor oficial. En 1854 sufrió la muerte de su her-mano Pedro, víctima de la guerra civil, y también la de su jefe y rector de conducta política: Fruto Chamorro. En esa guerra cae prisionero y es arrojado, con una barra asida a los pies, a un calabozo; allí lo rescata por una suma de dinero el caba-llero italiano Santiago Peccorini y se lo lleva a El Salvador. Dedicado al estudio en ese país, regresa en 1857 y trabaja en la primera administración del General Tomás Martínez. Funda

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ese año el semanario El Centroamericano y luego, en 1861, otro: La Unión Nicaragüense; redacta la Gaceta y escribe dis-cursos. Pero en 1862 se opone a la reelección de Martínez y es enviado al destierro. Seis años pasa en Cartago, Costa Rica, donde se entrega a la enseñanza y conoce a su futura esposa: una alemanita a la que había conocido en sus años de San Juan del Norte.

En 1867 se traslada a Managua, llamado por el Presidente Fer-nando Guzmán para ocupar un alto cargo y se transforma en ese gobierno, y en los de Vicente Cuadra y Pedro Joaquín Cha-morro en el Ministro por antonoma-sia; además del Ministe-rio de Guerra, Marina, Instrucción Pública y Obras Públicas -que dirige por un tiempo- es el canciller de las tres adminis-tracio-nes, a cuyos pensamientos y resoluciones infunde su expresión literaria. Nicaragua causa resentimiento al partido del sacrificado general Guardia, de Costa Rica, que inquieta al país con sus gestos dictatoriales. Pero don Anselmo, en la cúspide de su carrera política, consigue que Guardia llegue a Belén, Rivas, solucionando el conflicto. Igualmente, va a El Salvador y salva al General Tomás Martínez, prisionero de los partidarios de Barrios. Durante el período de Pedro Joaquín Chamorro, lleva dignamente el caso Eisentuck-Leal- ante la agresividad prepotente del imperio alemán- y, con el acceso al poder de Joaquín Zavala, pierde su hegemonía política y se realiza como escritor, periodista y parlamentario, represen-tando en los tres campos a su partido conservador tradicional. «El distanciamiento de don Anselmo en los últimos períodos conservadores -escribe Carlos Cuadra Pasos- es amistoso con Zavala, frío con Cárdenas y de franca oposición con Carazo y con Sacasa». En 1880 restablece la circulación de El Cen-troame-ricano y cuatro años más tarde funda, con Rigober-

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to Cabezas, el Diario de Nicaragua que se convierte, al poco tiempo, en El Diario Nicaragüense, durante varias décadas el diario de mayor reputación literaria del país. En 1889 se opo-ne, a la administración Sacasa y fue expulsado a Costa Rica.

Otra vez de regreso, con Zelaya en el poder, retoma la direc-ción de su diario para cuestionar ahora a la administración liberal. Por ello es perseguido, y sucumbe con su órgano de prensa. Retirado a impartir clases de literatura y francés en el colegio de su hija Francisca Berta Rivas, facilita su imprenta para la publicación de una hoja semanal que después aparece diaria: El Periódico. A continuación, se empeña en traducir del inglés y el francés, respectivamente, «De esclavo a catedráti-co» de Bucker T. Was-hington y -en prosa- «Cyrano de Berge-rac» de Edmundo Rostand. Los jóvenes le rodean y escuchan su palabra ilustrada, expansiva, amena. Fallece en Granada el 7 de mayo de 1904.

El más genuino representante intelectual del conservatismo de los 30 años, Anselmo H. Rivas sostuvo esta posición en los brillantes y serenos editoriales de El Diario Nicaragüense. Como heredero de la tradición oral, expresó el mismo punto de vista en su intento historiográfico Ojeada retrospectiva, se-rie de artículos sobre el desarrollo político nicaragüense en la primera mitad del siglo XIX. Polemista combativo, se distin-guió por su estilo castizo y elegante. «Admira -anota Carlos Cuadra Pasos-, como resultado de la educación literaria cla-sicista que tuvo en su juventud, el hecho de que este hombre tan vehemente, pueda, sin embargo, mante-ner en la discusión sólo el uso de frases ponderadas... Tras el seudónimo practica la sátira; pero su ironía es superficial y benévola y hasta risue-ña».

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RIGOBERTO CABEZAS Y SU VIGENCIA

Jorge Eduardo Arellano

En 1884 Y 1894, res-pectivamente, tuvieron

lugar dos hechos de indiscu-tible valor histórico: la fun-dación del primer diario y la llamada «Reincorporación de la Mosquitia». El uno de carácter cultural y el otro de índole político-militar. Pero ambos protagonizados por

un solo hombre: Rigoberto Ca-bezas (1860-1896).

Nacido en Cartago, Costa Rica, su padre fue el nicaragüense Diego Cabezas -hijo de un rivense y una masaya- y su madre la costarricense Josefa Figueroa. Educado en su ciudad natal, se distinguió muy pronto como lo que siempre fue: un comba-tivo periodista. Por eso el Presidente Guardia de Costa Rica lo deportó al penal de la isla San Lucas, en donde vivió unos me-ses hasta que su padre logró libertarlo. Entonces se marchó a Nicaragua, gobernada por el doctor Adán Cárdenas, uno de los presidentes progresistas del período de los «Treinta años».

A iniciativa de Cabezas, mientras se consolidaba el Estado nacional, surgió la empresa que financiaría la primera expre-sión de nuestro diarismo: El Diario de Nicaragua. Aparecido en Granada el primero de marzo de 1884 bajo la dirección de Anselmo H. Rivas (1826-1904) Y de Rigoberto Cabezas, con la separación de éste por razones políticas, se transformó -a

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los cuatro meses- en El Diario Nicaragüense que, con las inte-rrupciones de rigor, llegaría a editarse aún en la década de los cincuenta del siglo XX.

Ambos, pues, resultaron los fundadores del periodismo nacio-nal. Rivas, conservador y ecuánime; Cabezas, liberal y exal-tado; mas los dos próceres intelectuales, a pesar de que Cabe-zas conspiraría frustradamente contra el Gobierno del doctor Cárdenas, participando en el movimiento del 15 de agosto de 1884 y siendo expulsado el 7 de noviembre del mismo año. En Guatemala, país gobernado por el dictador liberal Justo Rufi-no Barrios, ejercería de nuevo el periodismo fundando otro diario: El Pueblo, de corta duración.

En el número 2 de ese órgano, que circuló el 26 de julio de 1885, Cabezas expresó uno de sus principios: el anti-militaris-mo. «Todo se resiente -escribía a los 25 años- con ese ejército, representante genuino de la fuerza; resiente el erario público, se resienten las instituciones republicanas... El cuartel ha sido hasta hoy el receptáculo de todas ineptitudes, de todas las iner-cias, de todas las hambrientas desesperaciones». Y agregaba: «Tiene mil y mil inconvenientes el militarismo; y es cierto que es el alma del despotismo, y que con él se oprime impu-nemente».

Pensamientos como éstos, de contenido democrático y confor-madores de una moral pública, abundan en sus artículos y en-sayos, con los cuales podría completarse un volumen capaz de ratificarlo como el escritor de primera calidad que fue; volu-men que se debiera comenzar a formarse con los cinco folletos que dio a luz. Mas él conciliaba la facilidad de la pluma y el espíritu de aventura y acción. Vivió en México, Estados Uni-dos y Cuba. Romántico social, impartía charlas a operarios de

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haciendas y a miembros de la Sociedad de Artesanos de Masa-ya, escenario de su historia sentimental con Josefa Plata.

Opositor al gobierno del doctor Roberto Sacasa, tomó partido el 11 de julio de 1893 con el liberalismo de León y el capita-lino de J. Santos Zelaya; de manera que tuvo amplia acogida en el régimen del último, lo que le permitió ejecutar el aconte-cimiento más importante de nuestra Nación-Estado durante el siglo XIX, después de la Guerra Nacional Anti-filibustera. Me refiero a la consolidación de la soberanía nicaragüense en todo el territorio, el cual fue un proceso remontado a los pioneros del Atlántico y a la política de los últimos presidentes de los «Treinta años», tuvo su momento significativo en la toma mi-litar de Bluefields el 12 de febrero de 1894, su confrontación directa en julio y el hecho culminante el 20 de noviembre del mismo año.

En esa fecha, los delegados de la Asamblea Mosquita reco-nocieron –en una convención- la soberanía nicaragüense, quedando <<bajo el amparo de la bandera de la República>>, exentos del servicio militar, con derecho del voto y el ejercicio de cargos públicos, la autonomía económica y la exención de impuestos. Este mutuo reconocimiento fue obra del régimen de Zelaya, pero se debe originalmente a la iniciativa de Rigo-berto Cabezas y de Carlos Alberto Lacayo, al esfuerzo de José Madriz y otras personalidades de la época.

En conclusión: la vigencia de Rigoberto Cabezas está a la vis-ta: prócer -es decir, constructor- intelectual y político. Y tam-bién patriota a carta cabal, amigo de la verdad y practicante de la honradez.

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BIOGRAFÍA DE RIGOBERTO CABEZAS

Ignacio Briones Torres

Originarios de Rivas y Masaya respectivamente, los esposos Francisco Cabezas y Asunción Alvarado se instalaron en Ri-vas el año de 1835. De este matrimonio nació don Diego Ca-bezas quien posteriormente se trasladó a Cartago, Costa Rica, en donde contrajo matrimonio con Josefa Figueroa.

Ahí en Cartago nació Rigoberto, hijo de Diego Cabezas y Jo-sefa Figueroa, el 4 de agosto de 1860.

Su Fe de Bautismo indica que su nom-bre completo era Rigo-berto Domingo de los Dolores.

Teniendo solamente 13 años de edad fundó una “sociedad se-creta” al estilo de las Logias Masónicas de la época, deno-minada “Friendship”, redactando él mismo los estatutos cuyo primer artículo establecía que quienes ingresaban a esa socie-dad debían mirarse como her-manos.

En 1881, Rigoberto Cabezas se traslada a vivir a Guatemala. Quienes le conocieron lo describen como un joven de “frente amplia y despejada, con el cabello partido por el lado izquier-do; boca regular, nariz aguileña, ojos vivos y escruta-dores.

En Guatemala gobierna el general Justo Rufino Barrios, consi-derado un adalid de la Unión Centroamericana.

Rigoberto lee a Rosseau, Voltaire, Diderot; pero su ídolo es Robespierre.

A finales de 1881 se traslada a El Salvador, y de ahí, en 1882 llega a Masaya. Desde esa ciudad escribe a don Anselmo H. Ri-

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vas proponiéndole la publicación de un periódico diario...”Un periódico -dice- que eduque al pueblo, que estudie los múlti-ples problemas que se presentan en el país que informe de lo bueno y lo malo que proceden los gobiernos, que haga oposi-ción honesta y respuesta”.

Don Anselmo le da una respuesta favo-rable; pero confiesa carecer de dinero para la empresa. Entonces Rigoberto se da la tarea de obtener los fondos y da cima a su propósito. Tiene 24 años de edad. DIARIO DE NICARAGUA aparece por pri-mera vez el 10. de marzo de 1884.

Pronto surgirían diferencias entre Rivas y Cabezas, especial-mente motivadas por ciertos ataques que el segundo formula en contra del ex-presidente Vicente Cuadra. Rigoberto explica la situación en el último número del Diario, correspondiente al 29 de junio de 1884.

Inmediatamente se da a la tarea de publicar otro periódico, aunque no diario, que se llamó “La voz del Pueblo”. En este periódico abre una dura pelea contra la administración del doctor Adán Cárdenas, quien termina expulsándolo de Nica-ragua/ El gobierno de Cárdenas hace publicar en “La Gaceta” del 25 de octubre de 1884 los motivos de la expul-sión.

El 14 de diciembre de ese mismo año, Rigoberto escribe a don Adán Cárdenas: “Mi expulsión fue un golpe dado a la libertad de imprenta, porque como Nicaragua entera lo sabe, lo que se que-ría conseguir era la desaparición absolu-ta del “Diario de Nicaragua”.

Por su parte, don Anselmo H. Rivas ha decidido seguir con el diario; pero le cambia el nombre, poniéndole El Diario Nica-ragüense.

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Del exilio guatemalteco, Rigoberto Cabezas es también expul-sado a México por el gobierno del general Lisandro Barillas, quien sucedió a Barrios en la presidencia.

De México, Cabezas viaja a Estados Unidos y luego a Cuba, en donde hace amistad de manera especial con el escri-tor cu-bano José María Marchand.

Regresa a Nicaragua en 1887 y consa-gra su tiempo a la for-mación de una organización de obreros, a quienes dicta char-las sobre política, economía e histo-ria . A los obreros les dice: “Ya es hora de despertar, de pensar, de adquirir con-ciencia de vuestra fuerza, de tener un propósito y de ir adelante”...

En -1888 el país comienza a agitarse enfrentado al régimen de Roberto Sacasa. Entretanto trata de dedicarse a la agricul-tura y la ganadería, Rigoberto Cabezas conspira. Así transcurren los años que van entre 1890 y 1893.

Convertido en Jefe revolucionario toma Boaco el 29 de abril de 1893. Luego trata de apartarse a la vida privada; pero no lo consigue.

Herido en Boaco es trasladado a Granada, donde convalece. Su segundo al mando es el general Carlos Alegría, combatien-te de San Jacinto.

El 11 de Julio de 1893, toma el poder el jefe liberal José San-tos Zelaya. Este nom-bra al señor Carlos Alberto Lacayo como Comisario de la Reserva Mosquitia en la Costa Atlántica. La-cayo acepta el nombra-miento condicionando su aceptación a que Rigoberto Cabezas sea nombrado su Secretario.

Rigoberto es nombrado Inspector de Armas de la Costa, el 23 de octubre de 1893. El 20 de noviembre de ese mismo año

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firma de decreto de reincorporación de la mosquitia, enfren-tándose de inmediato a un ultimátum inglés.

En 1895 funda en la imprenta “Bluefields Menssenger” -”La Gaceta del Norte”, que él mismo dirige. El periódico tiene como lema: constitución, trabajo, probidad. Ese mismo año, deja la Costa víctima de intrigas. Se instala en Masaya, reti-rándose de la política. Adquiere una pequeña finca a la que nom-bra “El Aventino” Ahí contrae el tétano y muere el 21 de agosto de 1896, a los 36 años de edad.

UN HISTÓRICO DISCURSO

El 22 de agosto de 1896, el Dr. Manuel Coronel Matus, pe-riodista, diplomático y político pronunció un discurso en los funerales del General Rigoberto Cabezas en Masaya, publica-do por La Gaceta del 26 de agosto de 1896, No. 21, de la cual tomamos el texto.

“El país está todavía bajo la impresión dolorosa que ha causa-do la prematura muerte del notable escritor distinguido patrio-ta, ocurrida en Managua el 21 del corriente.

No nos detendremos a narrar los méritos sobresalientes del señor Cabezas, porque son demasiados conocidos dentro y fuera de Nicaragua y porque á continuación reproducimos el discurso oficial pronunciado por el señor Doctor don Manuel Coronel Matus, Ministro de Relaciones Exteriores é Instruc-ción Pública, en el entierro del ilustre difunto, discurso que condensa las brillantes cualidades y altos merecimientos del ciudadano cuya pérdida lamentamos.

Queremos sí consignar que el Gobierno ha reputado como duelo nacional la muerte del General Cabezas, por los impor-

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tantes servicios que prestó a la Nación, en su calidad de Ins-pector General de la Costa Atlántica. Comisario y Gobernador é Intendente, y porque en él cifraba todavía Nicaragua, mu-chas legítimas esperanzas. Ha muerto de treinta y seis años, en pleno vigor físico, moral é intelectual, y ya había rendido copiosa labor patriótica; era pues fundado esperar de él nue-vos y más valiosos servicios.

El señor Presidente se hallaba en Granada, de paseo, cuando fue avisado de la muerte del señor Cabezas, é inmediatamente dispuso asistir con su Gabinete á los funerales, que estos se hi-ciesen de cuenta del Gobierno, y que los honores de ordenanza los tributara su Guardia de Honor.

El 22 se trasladó el Presidente á la ciudad de Masaya; hizo con sus Ministros la visita de pésame á la familia, y enseguida se organizó la procesión fúnebre, en el orden siguiente: el féretro llevado en hombros por los amigos del joven Cabezas, que se disputaban la honra de conducirlo a la última morada; los Secretarios de Estado, llevando los listones que pendían del ataúd; el Presidente de la República y los familiares del escla-recido muerto, presidiendo el duelo; una numerosa y distin-guida concurrencia á continuación; y cerrando la marcha, una Compañía de la Guardia de Honor con el Pabellón enlutado, y una pieza de artillería con su correspondiente escuadra.

Así desfiló el cortejo desde la casa mortuoria hasta la plaza de armas, en uno de cuyos portales hubo necesidad de suspender y disolver la procesión, por causa de la lluvia.

Presentamos el pésame a la familia del General Cabezas, en nombre del Gobierno y de la Nación que representa, y en tes-timonio de ello enlutamos las columnas del Diario Oficial. Es

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este también nuestro deber como periodistas, en recuerdo del diarismo nicaragüense y del brillante escritor de pluma can-dente engarzada en piedras finas.

No queremos terminar estas pocas líneas sin hacer mención de dos notas simpáticas en el cuadro lúgubre de la muerte de Cabezas. Primera, el desinterés, solicitud y consagración con que el Doctor Horacio Guzmán, Vice decano de la Facultad de Medicina, disputó á la muerte su ilustre víctima. Segunda, el interés que despertó en la sociedad de Masaya la enfermedad y asistencia de Rigoberto Cabezas, no obstante el retraimiento en éste que vivía, y la consternación general que causó su fa-llecimiento. Esto honra á Masaya, porque demuestra que sabe apreciar el mérito y la virtud, y le rinde desinteresado culto”.

DISCURSO

Leído por el Doctor Manuel C. Matus, comisionado por el Poder Ejecutivo, en los funerales del General Rigoberto Cabezas.

SEÑORES:

La patria por gratitud, el gobierno por deber vienen á honrar la memoria del General Rigoberto Cabezas; y tócame á mí en nombre de aquella y por comisión del segundo, hacer el elogio fúnebre de este ciudadano eminente, que supo con su energía y su talento ser el digno intérprete de la actual Administración para devolver á Nicaragua una rica parte de su suelo, que es emporio de comercio y puerta abierta sobre los mares para la comunicación universal.

Pocas palabras bastan á lamentar la pérdida de ese carácter en-tero al que sólo pudo quebrantar la muerte; de esa inteligencia

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superior que brilló como un sol tropical desde los primeros albores de la vida; de esa alma generosa que amó el deber y sacrificó en aras de la libertad; de esa constancia que recorrió todas las esferas del trabajo y no conoció los límites de la la-boriosidad; de esa virtud, humilde en el hogar, tierna al recla-mo de la madre, dócil a la voz paternal; pero altiva, soberbia y ruda en presencia de los despotismos ó cuando contemplaban la corrupción de las sociedades, la vileza de los hombres.

Su pluma fue azote, divino como el rayo, como él brillante y aniquilador. Lucía como la fúlgida luz de las nubes preñadas de electricidad; más hería siempre como el acero del ángel esterminador colocado á la entrada de ese otro paraíso, el de la verdad, la justicia, el derecho y la moral. Dar grandeza al pensamiento, novedad á la forma, brillo á las frases, sonoridad al lenguaje, ira á la al palabra, fecundidad al discurso y elo-cuencia al dicterio, era el don sobrenatural de Rigoberto Cabe-zas, escritor sin segundo en este género de la prensa política, después de la muerte de Juan Montalvo. El ilustre ecuatoriano heredó de Cicerón la pluma de las Catilinarias; Cabezas la he-redó del autor de los Siete Tratados.

Desde niño se encaró con los tiranos y vibró sobre sus frente la cólera de Dios. Por eso sufrió persecuciones sin cuento y castigos sin nombre; pero ni las unas ni los otros fueron capa-ces de mellar el temple acerado de su espíritu, que se mostró como el de José Mármol, Julio Arboleda, Ismael Cerna y otros tantos hombres indomables, en horas de amarga prueba, se-reno y fuerte para sobrellevar el martirio, sufrir la miseria y soportar la cárcel y el destierro. Sólo no pudo el bronce de su alma resistir al egoísmo social, á la abyección de los pueblos, á las tramas de insecto de los mendaces, á los rencores de la

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envidia, á las mordeduras aleves de la calumnia; y por eso muere apartado del bullicio del mundo, como un misántropo, sin más hogar que el de sus padres, sin más sociedad que la del campo, sin más amigos que sus libros, sin más religión que la del trabajo, sin más ideal que el desengaño.

¡Pobre amigo! Fuiste un atleta para lucha por la libertad y de-jas tu nombre como ejemplo á Centro América; fuiste valeroso y enérgico para legarle á tu patria un pedazo de sus entrañas, asociando tu nombre á un hecho culminante de su historia, la Reincorporación de la Mosquitia; más no pudiste sobrepo-nerte á la ola de las pasiones que te arrojó a la yerta playa del aislamiento, en medio de la cual has caído en el sepulcro, separado por la maledicencia de los que como yo te quisieron y admiraron.

Poco son los hombres como Rigoberto Cabezas, y por esa he-rencia fatal de la humanidad, de que lo bueno acaba pronto, perece en mitad de su carrera. De él podemos decir como un poeta indio de América: “le anocheció en la mitad del día”.

Era de la raza de los fuertes. Aquella breve campaña de 1894, en que derrotado improvisa en Ciudad Rama, una columna á la que infunde su bravura y con la que hace por el río una travesía inverosímil, toma por sorpresa El Bluff y por amago á Bluefields, le vuelve acreedor al grado de General sin haber sido soldado.

Pero sus verdaderas batallas las ganó en la prensa. Casi niño flajela a un tirano y da comienzo á su vida de periodista, si agitada, fecunda, de enseñanzas.

Recordemos que es el fundador del diarismo en Nicaragua, cuando no tenía veinticinco años de edad.

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En el cumplimiento de la ley divina que obliga al hombre á regar la tierra con el sudor de su frente para comer el pan, tuvo iguales, no tuvo superiores. Asiduo, infatigable, hizo con sus propias manos toda clase de labores, sin desdeñar á veces ni los instrumentos del artesano, ni el hacha del leñador, ni la azada del labriego, la muerte misma lo ha sorprendido en hu-milde cortijo pastando ganado y recogiendo su leche.

Digno modelo para la juventud ese joven pobre que se ilustra por su propio esfuerzo, que ama la libertad, padece y sufre por ella, que mantiene alta la frente, rígido el carácter é irrepro-chable la conducta, y que muere entregado á las más modestas faenas de la agricultura, como hijo amoroso, honrando la ve-jez de los padres, y como buen patriota, habiendo prestado á Nicaragua servicios relevantes.

La patria enluta su bandera en la que luce hoy una estrella co-locada por el ciudadano que lloramos; la prensa orlará de ne-gro sus columnas por el escritor sobresaliente que ha perdido; la amistad regará flores sobre la tumba temprana que se abre ahora; el Gobierno tributa honores á la memoria del patriota y nuestros anales los recogerán para recordarlo en la posteridad, que es el galardón de los buenos.

Masaya, 22 de Agosto de 1896.

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JUAN RAMÓN AVILÉS Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL

Jorge Eduardo Arellano

Si hubo un periodista que mantendría, a lo largo de

su existencia, la legitimidad de los principios liberales, ese fue Juan Ramón Avilés. Fiel a la causa de su partido, desde joven abordó asuntos históricos, sociales y econó-micos, influyendo notable-mente en la opinión pública

del país. De ahí que se le haya reconocido como uno de los más altos valores de su generación.

Nació en el barrio San Juan de Masaya el 7 de junio de 1886. Estudió en su ciudad natal, donde hizo circular un periódico manuscrito: «El alfiler». En 1905 pensaba editar una revis-ta literaria y establecer una biblioteca pública. Pero no logra sus propósitos y se dedica a diversos oficios como carpintería, hojalatería y tipografía, sin reprimir sus impulsos literarios, firmando versos y prosas con el seudónimo de El duque de alba.

A los veinte años se traslada a Managua para empeñarse «en la cimentación de la concordia, intelectual y sincera, de la ju-ventud», como lo escribía a Rubén Darío e1 21 de enero de 1907. Y esa labor la realiza con la fundación de importantes publicaciones periódicas: Letras (1914) y La Noticia ilustrada (1915). Desde el primero de julio de este año hasta su muerte

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dirige La Noticia, diario que mantuvo la hegemonía -durante varias décadas- en el periodismo nicaragüense.

Según su biógrafo Humberto Osorno Fonseca: «...de todas partes le llegaban mensajes de felicitaciones por sus artículos; en todas las ciudades y pueblos por donde pasaba lo saluda-ban con aplausos; era el invitado de honor de las fiestas de los obreros; las muchachas bellas de la sociedad gustaban tener en sus álbumes un pensamiento de oro y rosa con su autógrafo; era también el más entusiasta amigo de los deportistas». En un editorial, escribió Avilés:«Los primeros años de La Noticia los consagramos a cooperar con la mayoría del pueblo a dos objetivos determinados: liberar a la Patria de la intervención militar extranjera y liberar al pueblo de la dominación de una oligarquía reaccionaria que se conservaba en el poder contra la voluntad en potencia de la mayoría por la complicidad de esa intervención ...».

Liberal doctrinario, Juan Ramón Avilés justificó el pacto Sti-mson-Moncada e incomprendió la lucha de Sandino; pero no dejó de expresar un franco pensamiento anti - intervencionis-ta. Así lo refleja su ensayo «El caso de Nicaragua ante la con-ciencia de América», aparecido en Repertorio Americano (14 de Enero, 1928) de Joaquín García Monge, quien le tenía alta estima intelectual. En cuanto a su labor de difusión cultural, fue uno de los impulsores fundamentales de las promociones modernistas durante las tres primeras décadas del siglo XX. Como creador se le conoció calidades de prosista literario; in-cluso Rubén Darío, en El Viaje a Nicaragua, advirtió el decoro bizarro de sus prosas.

«El desorden, la amenaza contra el ciudadano, la guerra des-atada por la ambición, es lo que ha formado el cuadro en que

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la vida nicaragüense se ha movido. Y desde este punto de vis-ta, el ciudadano debe luchar contra toda opresión, virilmen-te, hasta lograr que las libertades públicas sean consagradas, porque mientras el despotismo no se elimine, no podrán orga-nizarse las fuerzas ciudadanas para la nueva independencia». Pero Avilés, al mismo tiempo, creía en otro deber: la defensa de la patria en la paz, con el trabajo, la posesión y el cultivo de la tierra. Sólo ellos, para él, eran «prenda de nacionalismo y promesa de prosperidad».

Fundador en México del movimiento «Acción Iberoame-ricana», nacido para contrarrestar el panamericanismo que promovían los Estados Unidos, Avilés fue testigo del interés norteamericano por la explotación de nuestros recursos natu-rales y por la intervención misma. Pero aceptó su cooperación para establecer en Nicaragua la paz y el sufragio, base de la democracia. Finalmente, Juan Ramón Avilés resumió su pen-samiento en estas líneas:«Para acometer la obra de libertad de la patria tenemos antes que lograr la libertad individual y para la soberanía nacional lograr antes la garantía humana». Y Osorno Fonseca afirmó: «No se hizo rico, pero tampoco vivía pobre, así tenían que ser las cosas, porque su alma, su trabajo y su dinero los había consagrado para el culto del liberalismo».

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GABRY RIVAS: PERIODISTA NATO Y REPRESENTATIVO

Jorge Eduardo Arellano

PERIODISTA nato, Ga-bry Rivas encarnó el tipo aventurero y picaresco del nicaragüense: listo, ávido e inteligente, dispuesto a em-prender iniciativas osadas. En 1910 editó el periódico manuscrito Si te pica y lue-go El Quetzal, ya impresos, ambos en Chinandega, don-

de había nacido el 31 de enero de 1890. Estudió en el colegio del cubano José María Izaguirre de Managua y en el Instituto Nacional de Occidente, sin llegar a bachillerarse; no obstante, obtuvo una beca para estudiar en Chile.

Allí, en compañía de otros nicaragüenses, practicó la inevi-table bohemia, conoció a Vicente Huidobro (fundador de la corriente poética de vanguardia: el creacionismo) y preparó un libro de versos: Sobre el sendero. Trabajó, al mismo tiempo, de reportero y cronista social. Pero se trasladó a California, donde fundó periódico. En Nicaragua, ya de regreso, participó activamente en las filas más tradicionales de su partido, ocupó una silla en el Congreso Nacional y luchó en la prensa, con excepcional energía, por la causa del mismo.

E1 2 de marzo de 1926 fundó La Prensa con Pedro Joaquín Chamorro Zelaya y Pedro Belli. Luego fue nombrado cónsul de Nicaragua en Buenos Aires. A su retorno, fue procesado

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por un acto político que protagonizó el 28 de agosto de 1925, permaneciendo 70 días en la Penitenciaría de Managua; con-dena que le fijó la Corte de Apelaciones de Granada. Salió libre, pues, el 5 de julio de 1928. Por mantener su beligerante actitud conservadora, fue expulsado con otros opositores en octubre de 1929, habiendo llegado a la Bahía de San Francisco con el fin de residir en los Estados Unidos.

Desde entonces, data su ingreso al cine en Hollywood que comprendió su participación en más de diez películas, inter-pretando papeles secundarios como empleado de hotel, chofer y preso. Al respecto, dejó escrito que en su entrevista con el productor cinematográfico que le dio trabajo, éste le preguntó si tenía experiencia como actor. «Mucha» -le respondió Gabry con aplomo-. «¿Dónde?» -le replicó el magnate-. «En Nicara-gua. Fui diputado durante tres legislaturas», terminó de desar-marlo el «nica» obteniendo una sonora carcajada de su nuevo patrón.

En 1932, ya en Managua, fundó el diario La Nueva Prensa que dirigió durante 19 años, desempeñando una importante labor periodística y consolidándose como una de las personalidades gestoras de opinión pública. Esa labor incluyó la edición en los 40 de un semanario humorístico que hizo época y no ha sido aún superado (Los Lunes de la Nueva Prensa), por contar con el equipo más brillante que hemos tenido en el siglo, enca-bezado por su hermano Gonzalo Rivas Novoa (GRN), Joaquín Pasos, el caricaturista Toño López, José Francisco Borgen y Manolo Cuadra.

Pese a sus oscilaciones políticas en relación con el dictador Anastasio Somoza García, se convirtió en uno de los perio-distas más representativos. Pero, por dificultades económicas,

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tuvo que vender La Nueva Prensa al Partido Liberal Naciona-lista y obtener el nombramiento para ejercer un segundo con-sulado en México. En el Distrito Federal estuvo dos años.

Enseguida retornó al periodismo, pero no al escrito sino al radial, fundando en Chinandega la Radio Panamericana. Para entonces, la lucidez y el dinamismo de su talento lo utilizaría únicamente -ya trasladado a Managua- para el florilegio oca-sional en sus programas radiales y los actos en que aparecía como maestro de ceremonias.

El Gabry de los recuerdos y viajes revividos en amena prosa íntima, el polémico y combativo, el comentarista penetrante de situaciones nacio-nales, el recreador de su propia y cercana realidad había desaparecido. Y sólo quedaba salvado, litera-riamente, en dos series unitarias: los artículos de 1942 a raíz de un viaje a México para tratarse unos pólipos en la cuerdas vocales y los comentarios de su único libro publicado: El Ser-món de la montaña (1945).

Los textos anteriores reducen la personalidad de Gabry Rivas, falle-cido en 1969 mientras ocupaba el consulado de Nica-ragua en Bélgica, cuyo desprendimiento humano opacó sus miserias también humanas y cuya generosidad hizo de él un amigo insustituible, de acuerdo al unánime testimonio de sus colegas.

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JOSÉ FRANCISCO BORGEN: UNA VIDA A LA ORILLA DE LA

HISTORIAJorge Eduardo Arellano

La mayoría de los hom-bres pasamos a la ori-

lla de la historia, pero al-gunos tienen el privilegio de hacerla y otros de revi-vir sus propias existencias inmersas en ella. Este fue el caso de José Francis-co Borgen, un periodista caballeroso y de estatura moral, que logró en sus úl-

timos años escribir y publicar sus memorias.

Chepe Chico -hipocorístico con que se le trataba cariñosamen-te-- nació en Masaya el 19 de marzo de 1909. Estudió con los hermanos de las Escuelas Cristianas en la Escuela Graduada No. 1 que regentaban junto al Instituto Pedagógico de Mana-gua. Mas su verdadera escuela fue la vida intelectual y bohe-mia de la capital de Nicaragua entre finales de los años 20 y principios de los 30.

A raíz del terremoto de Managua en 1931, trabajaba en el dia-rio La Nación, dirigido por Leonardo Montalbán, como co-rrector de pruebas y cronista de béisbol. Luego edita con Víc-tor Velarde La Semana y, más tarde, colabora en «Los Lunes de La Nueva Prensa», donde mantuvo secciones permanentes:

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«Historia de Nicaragua relatada a los chavalos nicaragüenses» y «Clínica de las musas».

También, entre otros diarios, laboró en La Estrella de Nicara-gua y en una emisora: La voz de la América Central. En 1941 editó el folleto Rubén Darío: radio-charlas para el pueblo.

Para Pablo Antonio Cuadra, Chepe Chico fue «un larguísimo diálogo de kilómetros y kilómetros de amistad: encuentros con uno de los pioneros de la radio, tertulias juveniles con un inquieto lector de literatura nueva, con un humorista, con el compañero de bohemia de Manolo Cuadra, con el amigo de Joaquín Pasos y de Toño López, con el comentador, con el gustador y, no pocas veces, excitado por la amistad y el licor, con el recitador de la voz reposada y sonora que reza para los amigos aquellos poemas de vanguardia».

En 1954 se incorpora a La Prensa, encargándose de la pági-na editorial que tamiza, equilibra y controla, convirtiéndose -desde entonces- en la tribuna y el baluarte más importante del periodismo nacional. Al mismo tiempo, crea una sección de «Ayuda al necesitado» que en 1956 le mereció el premio «Margenthaler» y mantendría durante varias décadas. Miem-bro del consejo editorial de La Prensa, falleció en Managua el 11 de abril de 1982.

A José Francisco Borgen, sin embargo, no le bastó la lucha diaria del cronista ni ejercitar tanto su fino instinto poético como su pasión por la música. Y decidió dejar testimonio au-tobiográfico: Una vida a la orilla de la historia que dejó de ser pasado para convertirse en perdurable presente.

Sobre esta obra anotó Fidel Coloma: «no todo es crónica polí-tica en este libro singular. También está la pequeña historia, la

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del tiempo largo. Ahí está su prolífica familia, que se proyecta en la figura admirable de don Max Borgen. Allí esas costum-bres provincianas de la capital, de pasear a caballo, de hacerle la visita a la novia, de cultivar músicas en tertulias, de cele-brar cumpleaños. Allí las costumbres populares, sobre todo de Masaya, otro de los grandes amores de Chepe Chico. Tiene unas páginas de antología, equiparables a la que José Coronel Urtecho dedica a las comidas nicaragüenses».

Y su colega Mario Alfaro Alvarado comentó: «Chepe Chico nos ofrece una visión viva, palpitante, del pasado inmediato, de lo que él vio y observó. Experiencias que hace llegar al lector con palabra fluida y prosa elegante, como un maestro de la palabra escrita; como verdadera testitura a nivel de en-tusiasmo, que a veces es inspiración y a veces nostalgia; pero siempre pensamiento lozano, narración honesta de los hechos, evocación emocional que toca el alma». Es decir, un testimo-nio propio de hombre cordial que siempre fue José Francisco Borgen.

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BIOGRAFÍA DE LEONARDO LACAYO OCAMPO MAESTRO Y

FORJADOR DE PERIODISTAS

Nacido el 3 de enero de 1908 en la ciudad de

León, Nicaragua. Sus pa-dres fueron Manuel Jeró-nimo Lacayo Balladares y Carmen Ocampo Rojas.

Casado con Ofelia Escobar Zuniga. Sus hijos son Sofía, Leonardo, Paulo Emilio, Lucrecia, Rafael y Ofelia.

Antes de laborar en Nicara-gua había sido corresponsal en Chicago, Illinois de el “Grafico de Managua” y colaborador de “Noticia Mundial” un semana-rio editado en español en esa misma ciudad en 1927.

Comenzó a trabajar como redactor deportivo de “La Prensa” de Managua el 23 de marzo de 1931, iniciando en el periodis-mo nacional con una pagina diaria de deportes donde escribía bajo el seudónimo de “DON”. Después de esas columnas fue él quien bautizo al Boer con el nombre de los “Indios”. Des-pués fue columnista de ese mismo periódico, estableciendo la columna “Al Compás de la Hora”, que se publico en primera pagina hasta diciembre de 1939.

El primero de enero de 1940 fundó como Jefe de Redacción, junto con Alejandro Bermúdez hijo y Adolfo Altamirano Browne, propietario del diario “La Estrella de Nicaragua” .

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En 1942 entro a formar parte del cuerpo de Redacción de “La Flecha” donde fue después sub-director y columnista.

En 1946 volvió como subdirector de la “Estrella de Nicara-gua”, hasta 1949, cuando entro en igual cargo a “Novedades” el primero de febrero de 1949. También trabajó para el diario “La Noticia”,

Fue también columnista de “Los Lunes de La Nueva Prensa” y colaborador activo en el diario del mismo nombre dirigido por Gabry Rivas y colaborador en diversos periódicos durante muchos años.

Asistió a varios congresos de La Sociedad Interamericana de Prensa y El Congreso de Redactores Deportivos durante los años 40. Cubrió como redactor deportivo las Olimpiadas de San Salvador en 1935 y Panamá en 1938, así como la Serie Mundial de Baseball Amateur efectuada en Caracas en 1944.

Fue el primer periodista que le dio la vuelta al mundo visitan-do China y Cuba en la época turbulenta de 1956, entrevistán-dose con varias personalidades y recibiendo varias condeco-raciones. Fue condecorado por el Gobierno del Brasil, Orden Estado del Sur de periodismo, con la orden Eloy Alfaro de Ecuador, de la Cruz Roja de Cuba y de la dirección de depor-tes de la Republica Dominicana.

Escribió el libro “Alas de Emocion” en 1962 donde coleccio-no sus crónicas sobre el viaje alrededor del mundo.

Fue columnista del diario “New York en Español” y fundó varios rotativos de Nicaragua. Fungió como Vice-Cónsul de Nicaragua en Los Ángeles, California y Nueva York, en los años 50.

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Trabajo primero para International News Service (INS), com-pañía que luego paso a United Press, convirtiéndose en United Press Internacional donde fue corresponsal durante 35 años.

Fue catedrático de la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN),donde fue profesor de varios periodistas como Ange-lita Saballos, Alvaro Montoya, Bayardo Arce, William Mon-tiel y Peña, Thelma Nidia Guerrero, Eligio Alvarez, Esperanza Bermúdez, Mario Fulvio Espinoza, Emigdio Suarez, Agustín Fuentes, Juan Maltez, Filadelfo Martínez, Trinidad Vásquez Chinchilla, El “teacher” Bonilla y muchos buenos periodistas. También fue maestro de los Talleres de Periodismo que estuvo situado del antigua Teatro Salazar media cuadra arriba.

Lacayo Ocampo fue el primer periodista que utilizó una rotati-va en Nicaragua, lo mismo que el teletipo y radio foto en UPI. En 1955 fue el primero en transmitir el servicio de noticias por televisión y por radio el baseball de las grandes ligas de los Estados Unidos.

También tuvo destacada actuación en la guerra de los San-dinistas y la Guardia Nacional. El alto ejecutivo de la UPI le reconoció con mención especial. Fue también reportero de la toma del Palacio Nacional en 1978. Creó las “Notas de Interés Humanos” transmitidas por Radio Mil.

Hasta el año 1985 fue corresponsal de la United Press Interna-cional (UPI) donde pasó a retiro por jubilación, siendo susti-tuido por su colega periodista Oswaldo Bonilla.

En 1980 le fue amputada una pierna por diabetes y desde su silla de ruedas continuó escribiendo y destacándose como un decano del periodismo.

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Durante 64 años se destaco como un periodista de alta ética profesional. Lacayo Ocampo repetía: “El periodista es como el lente de una cámara que capta lo que tiene que dar, la infor-mación es totalmente objetiva”.

El gran periodista, profesor de generaciones recibió el honor de haber sido declarado un año; “El mejor profesor de la Es-cuela de Periodismo” y recordaba con suma satisfacción la promoción que le dedico un grupo de estudiantes de perio-dismo, el diploma siempre lo conservó y exhibió con mucho orgullo. Ya en su retiro forzado el maestro siempre meditaba sobre lo que es la Libertad de Expresión, decía: “Esta no es una gracia sino un derecho inalienable del pueblo”. “La Liber-tad de Expresión no es para alcahuetear a los gobiernos sino para decides la verdad”, enseñaba el maestro.

Lacayo acampo siempre lucho contra la hora del cierre inclu-so el cierre de la propia vida. “No sabemos cuando llegara la hora del cierre. Esa ultima edición que es cuando se apaga la vida”. “La vida de un periodista esta ciertamente llena de sorpresas, emociones e inquietudes”. “Nos mantenemos en la batalla. Nos imaginamos ser un extraño domador de olas que salta encima de una tabla, que flota contra la rompiente y des-liza, zigzagueando de tumbo en tumbo con una sola pierna en la cresta de la ola”.

Padre ejemplar, hombre valiente, único y maestro de muchos, que inspirado siempre por su familia lucho por la vida y anheló dejar un legado imborrable en los corazones de los que lo conocieron así como fueron sus inquietudes en el campo de las letras.

Falleció el primero de Octubre de 1991.

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SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ (CHILO)

Mario Barahona

Salomón Barahona Ló-pez, (CHILO): periodis-

ta, escritor, artista, bohemio y sobre todo caricaturista, fue el menor de cuatro hi-jos: del matrimonio de doña Adelaida López Espinoza oriunda de Managua y don Cecilio Barahona Brenes, de Diriamba. Se casó con doña

Zoila Portocarrero y fue padre de 11 hijos.

“Chilo” como se le conoció popularmente por ser hijo de Ce-cilio (Chilo), nació en el viejo barrio de San Sebastián de Ma-nagua el 21 de Diciembre de 1904.Su formación educativa la tuvo en el colegio de los Hermanos Cristianos de la Salle y desde temprana edad manifestó vocación por el dibujo artís-tico que lo condujo a su consagración como uno de los cari-caturistas más grandes de su época en Nicaragua y América Latina.

El don de la caricatura lo manifestó de temprana edad, pues desde pequeño le gustaba observar los rasgos característicos de las personas para dibujarlos en forma caricaturesca. Una vez, en el colegio se vio en problemas de disciplina con un hermano cristiano, profesor suyo, porque una caricatura que le hizo despertó el hazmerreír de sus compañeros de clase y el

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inesperado resentimiento del maestro.

En 1921, a los 17 años, “Chilo” publica sus primeras caricatu-ras en el periodiquito “El Field” de Santos Ramírez. En 1922, el poeta Salvador Ruiz Morales lo llama a trabajar como cari-caturista en la revista Los Domingos y posteriormente La Di-rección del diario La Noticia lo invita a quedarse trabajando como caricaturista de planta y posteriormente como reportero de ese prestigioso rotativo.

Al respecto “Chilo” recordaba esa experiencia diciendo: “En mayo de 1925 don Ángel Maria Pérez y don Horacio E. Pérez, Gerente y Administrador respectivamente del diario “La No-ticia”, en ese tiempo, me dejaron como caricaturista de planta de ese diario, ganando cuarenta córdobas(oro en ese tiempo) con derecho a trabajos particulares. En esa época empezamos publicando una caricatura dominical, depues jueves y domin-go, hasta que establecimos la caricatura diaria, mas o menos en 1932 (1)... “Por esa época publiqué varios libros de carica-tura Eso fue por allá por los años 30. Escribí sobre la historia de la caricatura en Nicaragua y la Historia de la Ciudad de Managua”.(2)

Posteriormente, junto con su hermano Ernesto, que también era periodista, publicó la revista Pantalla, y en ella publicaba cari-

(1) Salomón Barahona, Historia de la Caricatura en Nicara-gua , Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documenta-ción. Pág. 75, Febrero- Abril, 1989. Biblioteca Armando Joya Guillén.

(2) pinceladas de la vieja Managua, Revista el País, Pág. 28, año III No. 27

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caturas de temas variados. Esa revista pronto fue cerrada por el gobierno por sus posiciones combativas en contra del fascismo y de la dictadura del gobierno de Anastasio Somoza García.

El origen de “Panchito y la Rana”

“Chilo” y el director del Diario La Noticia, Juan Ramón Aviles estaban interesados en la creación de un personaje caricatures-co que encarnara el pensamiento y la opinión del nicaragüense popular, para poner en él los comentarios críticos humorísticos del acontecer nacional e internacional y fue así que “Chilo” se inspiró en la precocidad y fisonomía de un muchachito de diez años de nombre Emigdio Mendoza que al parecer era una especie de Mafalda de Quino y el nombre de “Panchito” lo tomó del personaje popular «Panchito Managua», que había hecho historia en la ciudad capital.

Posteriormente surgió el deseo de tener una pareja femenina para que actuara con “Panchito” y la idea del nombre le llegó del dicho popular “picar la rana” y de una anécdota del humor popular que le ocurrió al propio “Chilo” en una fiesta en que sacó a bailar a una muchacha que cargaba el mote familiar de «las ranas», por lo cual los observadores de la calle riendo le gritaron que estaban bailando «Panchito y la Rana.»

Así surgieron de “Chilo” y del humor popular esos celebres personajes de la caricatura nicaragüense que por 42 años, fue-ron la referencia de la noticia de interés del periodismo ni-caragüense y los que marcaron la trascendencia popular de Salomón Barahona López.

“Chilo” continuó trabajando en la Noticia después de la muer-te de Juan Ramón Aviles hasta que el Dr. Leopoldo Navarro

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asumió el control de dicho diario y se puso a trabajar en su Editorial Chilo donde para cada Semana Santa editaba su pe-riodiquito El Testamento de Judas.

La versatilidad de su personalidad

Caricaturista, artista, escritor, historiador y bohemio

Como caricaturista Chilo se distinguió por su gran habilidad de dibujante del rasgo esencial de la forma, de la simpleza vi-gorosa de la línea que define el carácter, la expresión, el alma y la fisonomía del personaje que es evidenciado en lo mas sobresaliente de su ser.

La caricatura de Salomón Barahona era breve, rápida, fina, picante, incisiva, aguda, sin caer en la vulgaridad o la irre-verencia. En toda su obra se imponía el mensaje de denuncia en la forma desolada o desnuda, dicho en pocas palabras, o el “santo y seña” mudo incisivo, al mejor estilo chaplinesco. Al respecto el poeta Gullermo Rothschuh Tablada dice: “Los breves editoriales de Juan Ramón Aviles incomodaban al dic-tador que lo ha mandado a espiar y a matar. Pero le incomoda-ban más las fisgas cotidianas de “Panchito y la Rana”

De su gran habilidad para captar de primera impresión los ras-gos característicos de sus personajes, vale destacar el articulo del redactor de la Noticia en Corinto, Rigoberto Gutierrez a propósito de como hizo “Chilo” la caricatura del Comandante del Buque americano “Denver”, Capitán Wyman.

De sus obras de caricaturas se tiene toda la colección de los KariKatos de Panchito y la Rana que produjo durante mas de 42 años, los libros: PERSONAJES NICARAGÜENSE, publi-cado en 1955 y REUNIÓN DE PRESIDENTES EN PANA-

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MA que fue publicado en Managua un año después. También escribió el ensayo HISTORIA DELA CARICATURA EN NI-CARAGUA.

Como artista “Chilo” fue un excelente grabador en madera, antes del fotograbado sus “Karikatos” los grababa con buril en madera de madroño y de sus creaciones magistrales, el mu-seo del arte latinoamericano de Washigton tiene una muestra del personaje “la vaquita” de nuestro folklore..

También practicaba el dibujo artístico y en los años 60, en compañía de sus amigos pintores Ernesto Brown, Munkelito, Pérez Carrillo, Fernando Saravia, Anibal Garcia, César Ca-racas y otros, tenía un estudio llamado “Eda Prím” ubicado en el segundo piso del edificio de la Farmacia Managua, de la vieja Managua. Ese mismo estudio le sirvió de aula a los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la UNAN para sus clases de dibujo de modelos vivos.

A inicio de los años 50, en ocasión del primer centenario de ser Managua capital de la República Incursionó como histo-riador de dicha ciudad, haciendo el libro HISTORIA DE MA-NAGUA, con la colaboración del periodista Cesar Vivas R. Perteneció al circulo de notables que la Alcaldía de Managua conformó en los años 80 como Asociación de Historiadores de Managua.

En su vida social y hasta una edad muy avanzada cultivó la tertulia intelectual y bohemia, tanto con sus colegas, como con poetas, escritores, escultores, pintores, y músicos. De esos gru-pos podemos recordar a Manolo Cuadra, Cesar Vivas,Ernesto Brown, Rodofo Arana Sandigo, Juan Aburto, Francisco Gur-dian, Emilio Quintana, Nieve Andino, Edith Grón, Fernando

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Saravia, Fernando García «Duende Rojo», el maestro Luis A. Delgadillo, Emilio Rothschuh, Lolita Soriano, Julián N. Gue-rrero, Chabelita Palacios y otros. En esos círculos destacaba además de su amenidad de palabra, su caballerosidad con las damas, y sus cualidades para preparar comidas y bebidas espi-rituosas, siendo famoso su original y refinado cóctel o asados de criadillas o huevos de toro y sus tragos de aguardiente, cu-rados con hollejo de naranja dulce y ciruela.

Como gran gourmet de la comida típica nicaragüense era un buen conocedor de los restaurantes, comiderías, bares y can-tinas mas famosos de la Managua de sus tiempos y en las en-trevistas que como leyenda de la Managua del siglo pasado le hacían los periodistas del presente él recordaba: “Existia la costumbre de que después de las grandes fiestas sociales o particulares la gente iba a comer nacatamales donde « las Pijonas ». La mesa era la acera y ahí se sentaban a devorar el apetecible y siempre deseado bocado.”... después vinieron otros restaurantes famosos como el de la « Chumila »... ¡Ahí si que se comía bien! Estaba también el restaurante de Pedro « tuco»... servía muy buenas bocas. Las patitas de chancho que ofrecía Mario «Patón» eran tan suaves y gelatinosas que se les desbarataban a uno en la boca La mondonguería de la « Romualda » siempre estaba llena, si querías consumir un buen mondongo, ella era la mejor opción”

Por su prestigio internacional, en 1957 fue seleccionado por el gobierno de Los Estados Unidos de América como uno de los siete mejores caricaturistas de América Latina para hacer un recorrido de honor por los Estados de los Estados Unidos de Norte América, y tener un intercambiar de experiencias con los más notables dibujantes ( Cartoonistas) incluyendo a

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los de los estudios de Walt Disney y fue recibido en audiencia especial en el Departamento de Estado de ese país. La carica-tura que en esa ocasión le hizo al presidente de turno, Dwight Eisenhower, hizo merito par ser publicada en uno de los dia-rios mas prestigiados de Washigton.

Fue directivo, miembro fundador, de la Asociación de Repor-teros de Managua y uno de los principales promotores de las famosas Veladas de Los Chicos de La Prensa que anualmente organizaban los miembros de dicha asociación.

Nadador tiscapero y reverente de la naturaleza

Por su trabajo como periodista y sobre todo por la gran acep-tación social y política que tenían las caricaturas de Panchito y la Rana, Salomón Barahona fue un hombre muy popular y conocido en todo el país.

Por la proximidad de su local de trabajo con los mercado Cen-tral, San Miguel y Oriental, “Chilo” era un marchante muy conocido por todas las vendedoras de los mercados y de igual manera ocurría con las lavanderas de Tiscapa porque él fue un asiduo nadador de esa laguna hasta la edad de 90 años que dejó de llegar por los altos niveles de contaminación que tenia dicha lugar. A Tiscapa bajaba todas las mañanas acompañado de su perro y el grupo de amigos del club de Las Ranas de re-greso a su morada siempre llegaba con flores silvestres como el Cuasquito, la Capanilla de color azul violeta, y el Jalacate que cortaba en la Laguna para ponerlas de adorno en los flo-reros de su casa de Sajonia. “Chilo” era un fiel defensor de la Laguna y siempre protestó por el despale de sus laderas y por la contaminación de sus aguas

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De joven también nadaba en el lago Xolotlán y siempre la-mento públicamente su contaminación por las descargas de las aguas negras y la industria de la zona costera de la ciudad.

Fue un buen conocedor de la flora y fauna de la región y sobre todo de la botánica medicinal a la que recurría en muchas oca-siones para tratarse de algunas dolencias de su salud, que por cierto siempre fue muy buena. El afirmaba que los médicos eran mata sanos y que par estar sano había que hacer ejerci-cios, porque la función hace al órgano saludable. Su amor por la naturaleza la cultivo desde niño en las Sierras de Managua donde él llegaba a pasar vacaciones a la finca de una tía.

Reconocimientos y otras actividades

Medalla de Oro Guardia de Honor Rubén Darío,

Medalla de Oro de reconocimiento a su labor pública im-puesta por un circulo de amigos en ocasión de un homenaje Nacional de que fue objeto,

Miembro fundador de la Asociación de Artistas y Escritores de Nicaragua,

Profesor de caricatura de la primera Escuela de Periodismo de Managua que dirigió el Doctor Alfonso,

Medalla de oro Ciudadano del Siglo de Managua,

Autor de los «TESTAMENTOS DE JUDAS» que circulaban como periódico en Semana Santa atacando la Dictadura de los Somoza

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Fallecimiento

“Chilo” murió de viejo un 27 de Mayo del 2001 a la edad de 96 años, sus restos descansan en el Cementerio General de Managua y en su lapida le acompaña una caricatura de «Pan-chito y la Rana»poniéndole una ofrenda floral en su tumba.

A su entierro llegaron personas de todos los sectores sociales incluyendo gente humilde del pueblo y alguno que otro ma-nifestó que leyendo a «Panchito y la Rana » había aprendido a leer.

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GAM FUE UNA GACELA DEL TRABAJO

Por Gustavo A. Montalván Ramírez

Don Gustavo Adolfo Montalván Mejía, na-

ció para vivir fuertes emocio-nes inspirado en la velocidad del quehacer en las cosas, del amor al trabajo y la vida.

Su padre, don Juan Montal-ván, originario de Masaya,

fue un caballero de recia figura; su madre, doña Gregoria Me-jía, fue una india bonita que bajó de los cafetales de Diriamba, y se vino a vivir para siempre a la capital, Managua.

Oriundo de la ciudad de las flores, Masaya, su fecha natal la marcó el calendario un 23 de agosto de 1922, y desde entonces con el uso de razón, se propuso imponer marcas, lograr metas y vencer obstáculos.

Junto a su madre, “Goyita”, el niño Gustavito creció y se creó en casa de don Marcial Solís, quien lo matriculó en el Institu-to Monseñor Lezcano, centro escolar para niños de padres de pobres recursos económicos.

Guardó la fe en Dios, que le dio fortaleza para sí mismo y suficiente cariño para amar a su prójimo, hasta la hora de su muerte, un 17 de julio de 1985, día que se festejaba en Nicara-gua, el “Día de la Alegría”, a la una de la tarde.

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Su naturaleza humana le concedió el privilegio de la memoria para la captación de conocimientos, lo cual le valió el don polifacético del humanismo científico, apasionado de las cien-cias sociales, y convirtiéndose a la vez en un amante del de-porte de la vida.

Es dificil resumir aquí la historia de un campeón de los ejer-cicios de juventud. Hay seres que vienen a existir en los pará-metros del tiempo, capacitados a resolver problemas naturales y espirituales, predestinados a ser paradigmas de la sociedad y del mundo.

Entre uno de esos seres connotados se clasificó con buen su-ceso GAM, que responden a sus siglas de nombre y apellidos propios, que son patronímico de las generaciones presentes en el arranque de este tercer milenio.

El goce de su vida plena la desenvolvió en las décadas de los 30, 40 Y 50 del siglo XX. Su maestría la ejerció a mitad de siglo hasta el fin de su vida. Su humanismo se opuso en la práctica a la aberración de Hitler, y los efectos de la Segunda Guerra Mundial.

Su rostro mestizo y de bien parecido, atrajo las miradas de lindas jovencitas de la sociedad cuando espigaba los 17 años, después de ganar en competencias de atletismo en carreras de pistas planas, inclusive un maratón que partió de la Plaza de la República en dirección a la Calle del Triunfo, hasta terminar en el Parque de las Piedrecitas.

Sobresalió tanto en sus estudios de primara y secundaria que don Marcial Solís lo premiaba más que a sus propios hijos que estudiaban en el Instituto Pedagógico de Varones.

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En natación, venció a todos sus competidores varias veces, cruzando ida y vuelta la Laguna de Tiscapa, la Laguna de Jiloá y el Lago Xolotlán, cuando este último aún se le podía sumer-gir. Hizo espectáculos sin anunciarse con “clavados” desde lo más elevado de las ramas de frondosos árboles que crecían en las laderas de la Laguna de Tiscapa.

En las fiestas sociales, hizo alardes con estilos revolucionarios de bailarín legítimo en aquella época de los primeros años de los cuarenta. Enamorado de su pareja de catorce años, una lin-da chavala masayesa, Soledad Ramírez Masís (1929 - 1978), contrajo matrimonio civil en la ciudad de Managua, a fines de 1943. Yo sería el mayor de sus hijos, en 1944, GAM junior; me seguiría Alida Esther, en 1946, y Roberto Dudley, “Trapito (q.e.p.d.)”, 1948.

De mis padres Gustavo y Soledad, en mi infancia les leía sus cartas que ellos se hacían cuando mi padre viajaba fuera del país. Ambos eran calígrafos magistrales; los caracteres de sus manuscritos no tenían igualdad, pero la letra de mi padre era una letra bella que lo hizo muy famoso por largo tiempo. Hay personas que guardan algunos de sus manuscritos que el vien-to se llevó.

GAM senior, fue contratado por los Hermanos Cristianos de la Salle, hacia 1950, donde impartió clases de gimnasia y depor-tes. Los estudiantes del Instituto Pedagógico de Managua, le recuerdan con mucho cariño y nostalgia. Hizo mucha amistad con el hermano Hipólito, director de los deportes en ese centro de estudios. Ellos hicieron época.

GAM se inició en el periodismo a los 20 años, y fue un auto-didacta y enciclopedista sin jactancias.

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Asimismo pareó el deporte a su actividad profesional. En la década de los años 50, en la ciudad de Managua se constru-yó El Gimnasio Nacional, para fomentar los juegos de basket ball, con exhibiciones de equipos masculinos y femeninos, en horas de las tardes y las noches con iluminación eléctrica, muy populares en sus competencias en todo el país. El Gimnasio Nacional estaba situado una cuadra al sur, de donde fue la Lo-tería Nacional.

GAM actuó como director técnico de equipos masculinos y femeninos, entre ellos el equipo femenino de Masaya de “El Fénix”, que lo hizo campeón nacional. En la Academia Militar del “Campo de Marte”, entrenaba equipos de basket ball de la rama masculina.

Por estas razones fundó el periódico El Deportivo, que lo hizo muy popular, en los años cincuenta.

Trabajó como redactor de planta y reportero, en Flecha, de don Hemán Robleto; en El Gran Diario, del Dr. Adán Selva; el Diario La Prensa, del Dr. Pedro Joaquín Chamorro Carde-nal; La Noticia, de don Juan Ramón A vilés, segunda época, bajo la dirección de don Leonardo Lacayo Ocampo; Diario El Mundo, del Dr. Fernando Agüero Rocha, y otros.

Al lado del Dr. Pedro Joaquín Chamorro, que GAM hizo su mejor época en la vanguardia del periodismo nacional. Son testigos sus 25 años de trabajo profesional en el Diario La Prensa.

Aquí cultivó la amistad con don Pablo Antonio Cuadra (PAC). GAM estuvo de responsable del Diario La Prensa, a raíz del asesinato de Anastasio Somoza García, después del 21 de sep-

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tiembre de 1956, durante dos meses, luego de quedar reducido a prisión el Dr. Pedro Joaquín Chamorro, director del Diario La Prensa.

Aquí también creó la columna deportiva “Gotas y gotitas” por GAM. En las páginas deportivas impulsó muchas actividades, inclusive creó la columna “Con la Diosa Caisa” por GAM.

Por ejemplo, en Gotas y gotitas hablaba de todo, desde los de-portes hasta de la vida social. Recuerdo que una vez se refirió al deportista masayés, el joven de ese entonces Arnaldo Pas-quier que integraba uno de los equipos masculinos, campeo-nes de Basket Ball, a quien llamó el rey de los “Dos Puntos”, porque era diestro en anotar dos puntos de largo al encestar la bola.

El Dr. Arnaldo Pasquier, profesional ahora de la banca finan-ciera internacional y director actual del Banco Centroameri-cano de Integración Económica (BCIE), recuerda aquel gesto amistoso de GAM, que cuando se encontraba con Pasquier le saludaba haciendo “la V de la victoria”, en señal de aquellos gloriosos “Dos Puntos”.

Amante del ajedrez, lo cultivó toda su vida participando en la Olimpiada Mundial de Libia. A su regreso publicó una serie de reportajes sobre la República Popular de Libia y del Coro-nel Omar Kaddafy. Introdujo en Nicaragua los comentarios críticos del ajedrez internacional y llevó a efecto los torneos de categorías y la organización de la Federación Nacional de Ajedrez de Nicaragua (FENANIC).

Le respaldan sus diez años de servicio informativo en el ra-dioperiódico de Radio Informaciones, de don Rodolfo Tapia

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Molina, en Radio Mundial del fundador don Manuel Arana Valle; otros años en Radio Continental del Dr. Mariano Valle Quintero.

Otros años (1964 - 1968), en Radio Centauro, “Una voz de la cultura nicaragüense” bajo la administración de su fundador don Salvador Cardenal, y la dirección de Pedro Joaquín Cha-morro Cardenal. Aquí se difundieron las dos ediciones diarias de La Prensa en el Aire, de mediodía y de las 5 P.M., donde GAM fue Jefe de Redacción y de Información.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), le premió con una beca de dos años de estudios de Periodismo Avanzado Americano, (1957 - 1959), en la Universidad de Tulane, New Orleans, USA.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, lo invitó cinco veces a cubrir los lanzamientos de los vuelos espaciales del Programa Apolo, hacia los años de la década de 1960, en Cabo Cafiaveral, ahora Cabo Kennedy.

Por estos años, colaboró en la fundación de la Escuela de Pe-riodismo de la UNAN, junto al Dr. Enrique Porras, el Prof. Nássere Habed López, el Prof. Eduardo N. Matus y el Prof. Guillermo Castellón. Ganó cinco Diplomas consecutivos como “Mejor Catedrático de la UNAN”, entre los años 1963 - 1968.

De 1968 a 1970, GAM fue Jefe de Redacción del Radiope-riódico “La Verdad”, bajo la dirección de Francisco Carranza Chamorro y Joaquín Absalón Pastora, en Radio Mundial.

En los años siguientes, 1971- 1972, es director de su propio programa Noticiero “Al Día todos los Días”, en Radio Fabu-

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loso Siete, hasta el mes de diciembre del 72, en ocasión del terremoto de Managua. De 1973 a 1976, es Jefe de Redacción del Radioperiódico “Cuarto Poder”, en Radio Éxito, bajo la dirección de don Julio Armas.

De 1977 a 1979, es director de prensa en ABC Radio, bajo la dirección administrativa del Lic. David Raskosky, y el Lic. Octavio Sacasa. Aquí mismo, en los años 1980 - 1981, con-duce los noticieros del Sistema de Información y Televisión Sandinista (SITVS), originados desde ABC Radio, que pasó a propiedad interina de la Revolución Sandinista.

En la década de los años 80, fue director de Radio Deportes. Luego director de Noticieros de Radio Universidad.

Entre sus obras inéditas, se cuentan un Manual de Redacción con Introducción al periodismo de Rubén Darío, de 600 pági-nas que entregó al Ministerio de Educación. Historia del pe-riodismo radiofónico nicaragüense, que se encuentra extravia-do. Memorias de GAM, que dejó en manos de sus familiares.

Ganador del concurso sobre la Historia de Managua (1957). Ganador del concurso El Artículo Periodístico dedicado al hombre que llegó a la Luna (1961); Autor de Biografía de Er-nesto “Ché” Guevara (1972), de un mil ejemplares, en con-junto con el Dr. Adán Selva, edición destruida la noche del terremoto del 22 de diciembre de 1972.

En su libre ejercicio de la expansión del espíritu, fue un ca-tador ferviente del sumo de la caña y los derivados de la vid. Cabe señalar que entre sus virtudes, GAM no sufrió el pade-cimiento de la envidia, el egoísmo, la falsedad, la estocada, ni el mal prejuicio. Pero sí fue un hombre ameno, conversador insigne, dueño de una iniciativa propia para el trabajo intelec-

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tual, gozando de una vocación única con capacidad informati-va, investigativa e interactiva.

Fue amigo de todos y parejo hasta los confines de la lealtad. Fue un servidor de la sociedad nicaragüense. Admirador de Rubén Darío y José de la Cruz Mena. Desde su juventud apre-ció a estos dos grandes hombres de la Patria. Del uno decía de memoria los versos más románticos y extraordinarios; del otro, contaba la triste historia del músico que muere a orillas del río Chiquito.

Para el Centenario de Nacimiento de Rubén Darío (1967), or-denó a todos sus periodistas en Radio Centauro, a cubrir los eventos protocolarios, conferencias y entrevistas de los inte-lectuales nacionales y extranjeros.

Al mismo tiempo, afrontó los riesgos del 22 de Enero de 1967, cuando en las calles de Managua, la Guardia Nacional, bajo las órdenes de su director, Anastasio Somoza Debayle, sofocaba una manifestación (de la tendencia del Dr. Fernando Agüero Rocha, Presidente del Partido Conservador de Nicaragua), de ochenta mil personas que partió de la Plaza de la República, y un grupo de políticos liderados por el Dr. Pedro Joaquín Cha-morro Cardenal, quedaron sitiados en El Gran Hotel.

A la hora de su muerte, el padre jesuita, César Jerez, Rector de la Universidad Centroamericana (VCA) ofició una misa en cuerpo presente despidiendo a su amigo entrañable, con un reconocimiento de “sabio ejemplar”. La sociedad civil, el gobierno de la revolución, y el Ejército Sandinista, le rindie-ron homenajes en distintos actos, finalizando en la Casa “Al-varo Montoya” de la Asociación de Periodistas de Nicaragua (UPN).

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Sus restos mortales descansan en el Cementerio Occidental de la ciudad de Managua.

La familia del ilustre ciudadano y sus trece hijos, y en el mío propio, agradecemos por este medio a las autoridades civiles y militares, y a los amigos que le rodearon en vida, y que le supieron estimar y honrar.

Hacemos extensivo este agradecimiento, a la Fundación de Periodismo y Cultura “William Ramírez” y la Alcaldía de Managua (ALMA), que preside el Lic. Herty Lewites, por la nueva Rotonda de los Periodistas, donde se levantará un mo-numento con bustos representativos de gloriosos periodistas, entre ellos el del bien recordado GAM.

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OFELIA MORALES GUTIÉRREZ

Nació en la ciudad de Managua, el 26 de

septiembre de 1915, falleció el 10 de abril del 2003. Sus padres fueron Sra. Hipólita Morales y Sr. Juan Francis-co Gutiérrez, ambos autóc-tonos de Managua.

Verificó sus estudios de edu-cación primaria en la escue-la graduada estatal, Sagrado

Corazón de Jesús, después en el centro privado, colegio Santa Cecilia y últimamente en la Escuela anexa a la escuela Normal de Institutoras de la Divina Pastora. Todos los grados aprobados con nota mención honorífica por lo cual obtuvo beca para veri-ficar estudios para maestra de educación primaria en la Escuela Normal de la Divina Pastora.

Realizó sus estudios de bachillerato en el Instituto Miguel Ramí-rez Goyena. Inició su trabajo en 1934 en escuelas estatales duran-te cinco años, luego en el colegio Renovación, durante 33 años y últimamente en la escuela Marillac, dirigidas por religiosas.

Se jubiló en 1978 con 43 años de servicios. En 1961 inició estudios en la escuela de periodismo de la Facultad de Huma-nidades de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua UNAN, graduándose en 1965, en su segunda promoción. Le correspondió pronunciar en el acto, el discurso a nombre de sus compañeros.

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Ejerció el periodismo en los diarios La Flecha, La Noticia, La Prensa y El Nuevo Diario. También dirigió el boletín del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos durante el Gobierno Revolucionario, publicó en revistas de Nicaragua y Centroamérica.

Laboró en muchas organizaciones del país. Fue fundadora de la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua en 1946 a la cual sirvió en completa entrega durante 33 años. En su carác-ter de presidenta dirigió durante una semana la primera huel-ga de Magisterio Nacional en 1952, y después de una fuerte lucha con el Ministerio de Educación y el Congreso, pues ya habían aprobado el presupuesto Nacional, se logró el aumento de sueldo solicitado.

En 1962 cuando la volvieron a elegir presidenta de la Federa-ción encabezó la segunda huelga en la que además de aumento de sueldos se reclamaba otros puntos en pro de la Educación, el aumento fue del cien por ciento , en ese tiempo fue un gran estimulo para que la Escuela Normal se llenara de estudiantes. La Federación Sindical de Maestros de Nicaragua y los 15 Sindicatos afiliados, en reconocimiento a su labor acordaron medalla o diploma.

En representación de la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua, participó en Congresos de Maestros en Centro-américa, Panamá y Brasil. Delegada del Partido Liberal Inde-pendiente, en el Frente Patriótico. Estuvo ante las autoridades en Alemania Democrática y Rusia, durante el Gobierno Revo-lucionario y visitó España, Francia e Italia

Entre los reconocimientos recibidos están: Primera Maestra de Educación Primaria 1964, con medalla Presidente de la

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República, impuesta por el Presidente René Schick. Orden Miguel Ramírez Goyena, en 1986, durante el Gobierno Re-volucionario. Diploma como Ciudadana notable de Managua por la Comisión 2000. Placa por la Facultad de Humanidades de la Universidad Centroamericana y Movimiento de Acción Ciudadana.

Orden XX Aniversario de la Asociación Nacional de Educa-dores de Nicaragua ANDEN. Placa por la Unión de Periodis-tas de Nicaragua. Medalla de Unión de Mujeres de Nicara-gua. Placa de Bolsa de Mujeres. Medalla de oro y placa por la Asociación de Comunicadoras “ Ofelia Morales Gutiérrez”. Placa por Centro Nicaragüense de Derechos Humanos CENI-DH. Diploma de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana. Orden 150 Aniversario de haber sido elevada Managua a capital de Nicaragua, Con-cejo Municipal de Managua.

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PEDRO JOAQUIN CHAMORRO CARDENAL:HOMBRE DE PRINCIPIOS Y PASIONES

Jorge Eduardo Arellano

No puede reducirse Pe-dro Joaquín Chamorro

Cardenal a la dimensión de periodista. Por-que él, ante todo, fue heredero y epígono de una familia prócer y patri-cia, enquistada en las raíces de la República y que pro-dujo cuatro presidentes elec-

tos: Fruto (1853-1855), Pedro Joaquín (1875-1879), Emiliano (1917--1920) y Diego Manuel (1921-1923), además de dos encargados interinos del Poder Ejecutivo: Fernando (1860) y Rosendo (1923). Sin embargo, nunca fue integralmente con-servador, mucho menos oligarca, como señalaron sus detrac-tores.

Nacido en Granada el 23 de septiembre de 1924, estudió la primaria en el Instituto Pedagógico de Managua y la secun-daria en el Colegio Centroamérica de Granada. Bachiller en 1943, ingresó a la Universidad Central para estudiar Derecho, destacándose como dirigente estudiantil. Trasladado a Méxi-co, prosigue sus estudios hasta licenciarse en Derecho de la UNAM, obteniendo después el título de Doctor en Managua. Co-director del diario La Prensa de 1948 a 1950, ese año asu-

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mió la dirección. En 1954 fue juzgado por la llamada «rebe-lión de Abril», sufriendo dos años de prisión. En septiembre de 1956 fue arrestado de nuevo y juzgado con motivo de la ejecución del general Anastasio Somoza García. Después de seis meses de cárcel, es confinado al Puerto de San Carlos en donde se fuga a Costa Rica acompañado de su esposa Violeta. En 1952 trabaja en el diario Prensa Libre de San José, Costa Rica.

A principios de 1959 participa en la expedición de Olama y Mollejones, pero es capturado en junio del mismo año, pro-cesado y condenado a 9 años de prisión. Un año después sale de la cárcel a causa de una amnistía general. De 1966 a 1967 coordina la campaña cívica de la Unión Nacional Opositora (UNO) y funda el grupo CIVES de resistencia pacífica. El 23 de enero de 1967 es arrestado y 45 días después puesto en libertad, ya pasada las elecciones que llevaron a la presidencia al general Anastasio Somoza Debayle. En 1974 es electo Pre-sidente de la Unión Democrática de Liberación (UD EL), mo-vimiento pluralista. En 1975, aprovechando el espacio que le da la censura oficial sobre La Prensa, se dedica a la narración, escribiendo y publicando la novela corta Jesús Marchena, en 1976 Ritcher 7 y en 1977 El enigma de las alemanas, libro de cuentos. En noviembre del último año recibe en los Estados Unidos el premio de Periodismo «María Moors Cabot», otor-gado por la Universidad de Columbia y el l0 de enero de 1978 es asesinado.

Al margen de su valor histórico y político, el director-mártir de La Prensa contribuyó al desarrollo de la narrativa nicara-güense. En Jesús Marchena perfila un personaje popular, en torno del cual convergen historias de ricas connotaciones ora-les; en Ritcher 7 sondea la frustración nacional como horrible

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pesadilla, al mismo tiempo real e irreal, en el contexto del terremoto de 1972, logrando una radiografía de la capital; y en El enigma de las alemanas y otros cuentos (1977) demuestra su habilidad al asimilar el impacto de la lectura de Gabriel García Márquez.

Pero más de letras e ideas, Chamorro Cardenal era un hombre de principios y pasiones. Un líder sin carisma, pero que daba la cara en permanente e indoblegable actitud contestaria, acre-centada con el temple y el valor personal que poseía en grado sumo. Y esa actitud o acción política, una de las más intensas que haya vivido un dirigente de nuestro tiempo, la desarrolló entre dos organizaciones, a cuya fundación contribuiría más que nadie: UNAP (Unión Nacional de Acción Popular) en 1949 y UDEL (Unión Democrática de Liberación) en diciem-bre de 1974; movimientos que, concebidos como alternativas coyunturales, fracasaron. Si el primero no fue sino un juvenil intento de tendencia social demócrata, surgido durante la dic-tadura de Somoza I, el segundo articuló un bloque opositor dinámico que aprovechaba las experiencias de la UNO (Unión Nacional Opositora) de 1967.

En consecuencia, todo el protagonismo histórico de Pedro Joaquín, incluyendo desde luego su extraordinaria vitalidad testimonial, funcionó en el contexto de la «Somozagua» mo-derna, o más bien, del «somozato»: dinástico a partir de 1956, fortalecido con el desarrollismo de los años 60, obsoleto y descaradamente corrupto en los 70. De ahí que se considerase abanderado de la oposición real a ese sistema y combatiese la formal, «zancuda» o colaboracionista; un impugnador de la institu-cionalización de la mentira y del «monocultivo» políti-co desde su trinchera diaria: la página editorial de La Prensa.

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En esta página plasmó su ideología, vinculada a dos figuras cardinales de la segunda mitad del siglo XX: John Kennedy y Juan XXIII. Porque Pedro Joaquín era reformista tanto como ellos. En ese sentido, no creía en una insurrección sangrienta, sino en una revolución democrática de signo cristiano. Tam-poco en el socialismo marxista, que según él repartiría la mi-seria en Nicaragua, sino en una movilización cívica en la que participasen todos los sectores de la nación.

Pedro Joaquín planteaba la búsqueda de reformas -tanto en lo político como en lo socioeconómico- para lograr un desarrollo «con mayor contenido de justicia e igualdad». No veía en la sociedad, pues, un exclusivo instrumento de producción ma-terial. Por eso atacaría la tecnocracia del grupo «minifalda» que rodeaba a Somoza III en su primera administración, am-pliando esta sentencia de Pablo Antonio Cuadra: «no creas en la alianza del dinero con la ametralladora, porque heredarás a tus hijos, no el dinero, sino la ametralladora». Lo que deseaba era una restauración de la vida institucional y la práctica con-creta de los principios constitucionales, de los derechos civiles y sociales, la proyección pública de las empresas privadas, la consolidación de una clase media fuerte y orgullosa; en fin, una necesidad aún vigente: la «Revolución de la Honradez».

Acérrimo defensor de los derechos humanos -sobre todo de los más pobres- y de la libertad de prensa, denunciaba la co-rrupción administrativa en todas sus manifestaciones y el en-riquecimiento ilícito. Promovía la memoria del «general de hombres libres», pero también exaltaba la de «los hombres humildes»: Emiliano, olvidándose de su «lomazo» de 1925. Optaba por el Voto y no por la Bota, aunque ésta se la calzó, por cierta emergencia desesperada, en 1959. Mas no cuestionó

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el ejército de entonces, sino su origen interventor y su carácter pretoriano y partidario, aparte de condenar sus abusos delicti-vos e insistir en su «nacionalización» .

Propugnador de la República pluralista al final de sus días, la coyuntura lo condujo a tomar en serio una alianza con una fracción del FSLN, de la que era su prominente expresión pú-blica el «Grupo de los Doce», autollamándose «probable nú-mero trece». Pero su destino como mayor representante civil de la lucha anti-somocista ya estaba trazado, culminando con su asesinato. Mejor dicho: con su martirio que consti-tuiría el detonante de la caída del «régimen nefasto y vergonzoso» que repudió casi toda su vida.

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ALBERTO MORA OLIVARES (1929-1974)

Danilo Aguirre Solís

Si se quiere marcar un hito para la cari-

catura de Alberto Mora 01ivares, hay que seña-lar la introducción de la historieta en un medio escrito de circulación diaria.

Si se intenta profundizar en las características y mensajes de su obra, habrá que destacar en la figura de “Nicasio” la fisono-mía y la indumentaria del trotacalles y empleos emb1emáticos de los pobres de Nicaragua, a los que AMO agrega.. para in-mortalizar su caricatura, el espíritu crítico y permanente ironía del personaje, frente a las injusticias y su propia desgracia.

Alberto además alcanza a redondear la magnitud de su tra-bajo, cuando hace conjugar en “Nicasio” las particularidades físicas y manifestaciones de sus vivencias, con el alma noble y la ausencia de resentimientos y rencores para expresar con el humor de su protesta el drama de su clase.

No podía ser de otra manera, ya que ni la fama de su obra, ni su condición de artista, ni su rango medio en la escala laboral, le cambiaron nunca su proverbial humildad, su integración fa-miliar y social con sus pares y la permanente sonrisa con que diariamente enfrentaba el transcurrir de su vida.

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Alberto Mora Olivares nació en Granada el l0 de enero de 1929 y murió en Managua el 28 de junio de 1974. En su corta vida profesional le tocó vivir y trabajar en pleno auge de la dictadura somocista y comenzó su incursión en la caricatura para el Diario La Prensa en los años que esa dictadura devino en dinastía.

Así, sus primeros blancos en 1962 fueron contra “el rey lucho” aquel que dijo una vez que había estudiado para Presidente y consolidó sus creaciones en los años del “titular del ejecutivo”, designación con que Pedro J. Chamorro hacía resaltar la condi-ción de usurpador del poder de Anastasio Somoza Debayle.

Se afirmaba y en alguna ocasión lo admitió Somoza, que el dictador “gozaba”

con las caricaturas de AMO y hasta las coleccionaba. Los adu1adores de siempre quería hacer destacar el sentido del humor “del jefe”, al mismo tiempo que conceder1e al creador de “Nicasio” los límites éticos y estéticos de sus trabajos.

No fue comprobable si eso era efectivamente un gesto since-ro de Somoza, pero si podemos decir que nunca ese tipo de receptividad a la crítica sana fue un atributo del “titular del ejecutivo”.

De haber hecho Somoza un gobierno compatible con el humor crítico de AMO, los nicaragüenses nos hubiéramos ahorrado el saldo cruentísimo en sangre y destrucción para derrocado.

Alberto llegó a La Prensa con el expediente de dibujante pu-blicitario bajo el brazo. Así se había ganado la vida y así se le seguiría ganando en su nuevo trabajo, donde la caricatura fue un aporte adicional a sus labores cotidianas.

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Todos en el diario sin embargo, solo vinculaban su persona-lidad, con el trazo de sus muñecos y pocos reparaban que el extraordinario ser humano que los producía, hiciera otra cosa en el periódico que derrochar humor con sus dibujos.

Distinguir con un reconocimiento que perpetúe la memoria de Alberto Mora Olivares, es un gesto extraordinario de rescate histórico de la Fundación Periodismo y Cultura “William Ra-mírez” y de la Alcaldía de Managua.

Los méritos de AMO trascendieron las fronteras de Nicaragua y en 1972 le fue otorgado el premio Mergenthale de la So-ciedad Interamericana de Prensa y le fue expresamente anun-ciado que el premio lo obtenía frente a un nutrido número de concursantes del continente.

Si algo tendríamos que agregar sobre la obra de AMO y de ninguna manera en inferior escala jerárquica a las virtudes que hemos destacado, es la poesía escondida que contextualizaba sus dibujos, su humor, su crítica, y sus protestas, en las más genuina representación del nicaragüense típico de esa inmen-sa mayoría de desposeídos de la fortuna y abandonados a su suerte en los extremos del subdesarrollo y la pobreza.

La poesía le venía de casta, su padre José T. Olivares fue un creador artístico multifacético y está incluido en la antología de la poesía nicaragüense recogida por el poeta Julio Valle Castillo.

Si esta relación fue meramente genética, es por parte de su madre Josefina Mora Castellón, que Alberto completa la for-mación espiritua1 que ha de prodigarse en humildad y nobleza personal y en la proyección ético-crítica de sus caricaturas.

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El alma de Alberto Mora 01ivares se desbordaba en vigor para darse, para servir a su pueblo con su arte, vigor que desgra-ciadamente le faltaba a su condición física que no le permitió extender su genial creatividad ni acompañar por más tiempo a su María Luisa y a sus hijos a quienes consagró lo mejor de sus cariños y bondades.

El periodismo nicaragüense se ha enriquecido con notables caricaturistas.

“Chilo” Barahona corno precursor de la sistemacidad de sus dibujos y personajes en la prensa escrita. “Toño” López en la permanente sátira política con profundidad social. Róger en el desafío de la modernidad y los retos generaciona1es de los años 80 del siglo pasado.

A cada quien lo suyo, pero ante Alberto Mora Olivares hay que rendir el mayor de los respetos por los valores que nos legó y la más grande admiración por la originalidad y genia-lidad de su obra.

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BIOGRAFIA WllLIAM RAMÍREZ SOLÓRZANO

Rolando Cruz Castillo

William Joaquín Ra-mírez Solórzano na-

ció en Niquinohomo, Muni-cipio del Departamento de Masaya el 17 de agosto del año 1948. Sus padres el Ing. Alfonso Solórzano (falleci-do) y Adilia Ramírez Rivas.

El 11 de julio de 1970 con-trae nupcias con Epifania

Avendaña Sandino, Profesora y Periodista niquinohomeña, con la que procrea tres hijos, Amaru, Camilo y Aureliano. También fue padre de Egda Alejandra Ramírez Vélez, Brenda Ramírez López y William Alejandro Ramírez Palacios.

Su primaria la realiza en la Escuela Superior de Varones de Ni-quinohomo y su secundaria en la Escuela Normal de Varones “Franklin Delano Roosevelt” de Jinotepe donde egresa con honores como Maestro de Educación Primaria con especia-lidad en Educación Rural. Realiza sus estudios universitarios en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, donde obtiene el título de Periodista, graduándose con honores.

Trabajó como Periodista en Radio Centauro, Radio 590, fue Jefe de Redacción del Noticiero Extra de Radio Mundial hasta 1972. Funda junto con el Lic. José Esteban Quezada el Radioperiódico Sucesos; laboró para el Diario La Prensa hasta el año 1974.

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Ingresa al FSLN en 1969, siendo Redactor del diario La Pren-sa. Dirigente Estudiantil, es electo Presidente de la Asociación de Estudiantes de Periodismo y miembro del Centro Universi-tario de la Universidad Nacional (CUUN) como Responsable de Propaganda.

En 1975 que se traslada -utilizando el seudónimo de Aure-liano- a las montañas a luchar por la libertad de Nicaragua al lado del Frente Sandinista de Liberación Nacional, integrán-dose a la columna Guerrillera “Pablo Úbec1a” en la Cordillera Isabelia, en el noreste de Nicaragua Regresa a Managua en 1977 clandestinamente y herido de dos balazos.

En junio de 1979, forma parte junto con Joaquín Cuadra La-cayo y Carlos Núñez Téllez del Frente Interno que operaba en Managua. \tVilliam fue uno de los que dirigió el Repliegue Táctico a Masaya para el fortalecimiento de la lucha armada en la zona sur del país, Masaya, Carazo y Granada.

Desde 1979 se desempeña en diversos cargos dentro de la or-ganización del Ejército y Organismos del Ministerio del Inte-rior.

En 1980 fue nombrado Ministro de Instituto Nicaragüense de la Costa Atlántica, se traslada a Managua en 1985 donde des-empeña el cargo de Ministro de Transporte de la República de Nicaragua, también es nombrado Presidente de la Corpo-ración de Transportes del Pueblo (COTRAP) y en 1988 como director de la Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (ENABAS).

En 1988 es Delegado por el Gobierno para cubrir la emergen-cia del Huracán Juana que azotaba Bluefields.

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Fue distinguido por el gobierno revolucionario con el nombra-miento de Comandante Guerrillero, grado honorífico otorgado por el FSLN a los jefes de la guerra de liberación, también recibe la orden “Carlos Fonseca Amador”, la más alta Condecoración Partidaria del FSLN; La Unión Internacional de Periodistas re-conoce su labor entregándole la Orden “Julius Fucick”.

Electo diputado por el FSLN en las elecciones del 25 de febre-ro de 1990, ante la Asamblea Nacional por un período de seis años. En 1991 es electo miembro de la Asamblea Sandinista, en 1992 funge como Secretario Ejecutivo de la Bancada San-dinista en la Asamblea Nacional y en 1993 es electo Presiden-te de la Comisión de Energía, Transporte, Construcción y Co-municación de la Asamblea Nacional, en 1994 es Presidente de la Junta Directiva del Sistema Local de Atención Integral a la Salud (SILAIS) de la ciudad de Masaya.

En el deporte se destacó apoyando a la Federación Nicaragüen-se de Baloncesto (FENIBAL) donde fungió como Presidente de la misma; dirigió e impulsó los Torneos de Básquet “Carlos Ulloa in Memorian”, fue Presidente de la Junta Directiva del Equipo de Béisbol de la Costa Atlántica y los llevó al Cam-peonato en 1989, Presidió de la Junta Directiva del equipo de Béisbol San Fernando de la ciudad de Masaya; fue miembro de la Comisión de Ética y Disciplina de la Federación Nicara-güense de Béisbol Aficionado (FENIBA)

Creó la Fundación “Manos Amigas” y con ella logró la cons-trucción de escuelas, letrinas para los mas necesitados de los Municipios de Masaya; consiguió donaciones de equipos y medicinas para diferentes centros de salud, así como ayuda para los damnificados del maremoto en las costas del pacifico.

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Su anhelo era fundar una radioemisora y es 1996 que alcanza ese sueño y junto con su amigo de años José Esteban Quezada G. Funda Radio 580, a fin de ampliar la participación popular y el juego de las opiniones ciudadanas, perfil que distingue a la emisora. Dirige el programa Noticias y Comentarios, un programa de opinión, con libertad de expresión y en el cual participan personas con diferentes ideologías políticas y reli-giosas, siempre bajo el marco del respeto.

Regresa al Parlamento con el FSLN en el 2001 y en la Con-sulta Popular del Partido logra el 47% de votos de los electo-res del Departamento de Masaya; el mayor porcentaje a nivel nacional.

Es un hombre que habla alto y claro cuando se refiere a los problemas más sentidos del país.

En enero del 2001 se descubre que tiene células cancerigenas, es tratado en Managua, Cuba y los Estados Unidos.

Fallece un 10 de marzo del 2003, a las 3:30 de la tarde en el Hospital Monte España en Managua. Su cuerpo descansa en el Cementerio de Niquinohomo junto a los restos mortales de Fortunata Ramírez (su abuela materna).

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ACUERDOS DE ACTA DEL CONCEJO MUNICIPAL SOBRE LA

ROTONDA DEL PERIODISTA

Acta No. 56, Sesión Ordinaria No. 32 del Honorable Concejo Municipal de Managua. 28 de agosto del dos mil tres.

1. Se aprobó por unanimidad, pasar a estudio de la Comi-sión de Gobernabilidad, la solicitud presentada por la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramírez”, referente al cambio de nombre de la Rotonda Naciones Unidas por el de Rotonda del Periodista, y a que se le se-ñale sitio en donde se erigirá monumento a los periodistas Enrique Gottel y Fabio Carnevalini

Acta No. 57, Sesión extraordinaria No. 22 del Honorable Con-cejo Municipal de Managua, 3 de septiembre del 2003.

1. Se aprobó con 15 votos a favor y 1 abstención el dictamen de la Comisión de Gobernabilidad, relacionado a la soli-citud presentada por la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramírez” y su correspondiente Resolución Mu-nicipal, en cuanto a nombrar como Rotonda del Periodista, la que se encuentra ubicada en las cercanías a la Colonia El periodista y la construcción de dos monumentos a los periodistas Enrique Gottel y Fabio Carnevalini.

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Evertz Cárcamo Narváez Manuel Modesto Munguía

Vice Alcalde Secretario del Concejo Municipal

Concejales propietarios

Pedro Pablo Aguilar ArriolaMaría Auxiliadora Contreras Johana del C. Lira Luna Frank José González Morales Noel Francisco Escoto CarreroMaria Auxiliadora CanoRosa Emilia Guido GonzálezAlejandro FiallosMartha Ramírez de PalaciosAna Julia BalladaresMiguel Meléndez TreminioMartha Guillen de LizanoMarcia Onelia Sobalvarro GarcíaDenis Iván Alemán MejíaWilfredo DuranJuan Francisco Navas RobletoGuillermo Suárez Rivas

CONCEJO MUNICIPAL DE LA ALCALDÍA DE MANAGUA 2001-2004

Herty Lewites Alcalde de Managua

Concejales suplentes

Nelson González Moreno Héctor Danilo Núñez Pavón Cesar Augusto Aguilar Castro José Anastasio Leyton Pérez Humberto José del Palacio González Juana Estela Rivera Arnaldo Javier Altamirano H. Jasmina Mayorga DomínguezSusana Rodríguez Juana Arana Julio Cesar Granja Inocencio Velázquez María del Socorro Gómez Cortez Alcides Tobal Pedro Joaquín MatamorosAmada del C. Díaz Toledo

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DIRECTIVA DE LA FUNDACIÓN PERIODISMO Y CULTURA

“WILLIAM RAMÍREZ

Mario Fulvio Espinoza, Presidente

Manuel Eugarrios, Vicepresidente

Danilo Aguirre Solís, Tesorero

Rodolfo Tapia Molina, Fiscal

Rolando Cruz Castillo, Secretario

Carlos García Castillo, Vocal

José Esteban Quezada, Vocal

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HOMENAJE A RODOLFO TAPIA MOLINA

Alejandro Serrano Caldera

Este es una noche muy especial en que se honra a un perio-dista que honra al periodismo. Rodolfo Tapia Molina y Radio Informaciones son un símbolo sin dejar de ser una realidad cotidiana forjada a lo largo de cuarenta y siete años de trabajo continuo, objetivo y siete tico, para informar y formar la opi-nen de los nicaragüenses sobre los acontecimientos nacionales e internacionales.

Lo asiduo de la información y el apego a la objetividad que han hecho de Radio Informaciones una costumbre en la vida de los nicaragüenses, no han mutilado, sin embargo, ni la crea-tividad ni la imaginación, sin las cuales, ninguna labor capaz de contribuir a crear una conciencia nacional y una opinión pública, es posible.

Porque la objetividad no es letra muerta ni información con-gelada sin fluidez ni movilidad, sino punto de partida veraz a través del cual surgen los diferentes puntos de vista que for-man, por medio de las palabras, la perspectivas de los hechos. Y es que las palabras como las cosas tienen perspectiva y ella depende de cuando, como y donde se dicen y en esto, la parti-cipación de quien describe un acontecimiento y presenta una información, es insustituible.

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La objetividad, pues, pasa siempre por el sujeto que expresa y dice, y por los sujetos que escuchan y valoran. En esta rela-ción insustituible entre lo ocurrido, lo dicho y lo escuchado, se forman las noticias, se encarnan los hechos y se construye la intermediación entre el objeto y el sujeto, la razón y la rea-lidad.

Ese tejido hablado, escrito o visualizado, es el plano en el que las personas, sujetos de la información, se instalan, es el mun-do de las palabras y las imágenes que forman la realidad; es la verdadera realidad en que nos encontramos situados, pues nadie es testigo presencial de todos los acontecimientos de los que tiene referencia. El mundo del cual forma parte, es el mundo contado por los periodistas, es el medio, de ah¡ su nombre, que hace posible vivir lo que no vemos, sentimos, gozamos o padecemos.

De ahi la enorme responsabilidad del periodista que no solo informa y forma, que no solo construye opinión, que no solo traduce, deduce e induce la realidad a sus oyentes, lectores o espectadores, sino que construye esa realidad, que forja el mundo de referencias en el que todos estamos, de una u otra forma, instalados.

Para mi, como probablemente para cada nicaragüense en su respectiva situación, Radio Informaciones tiene una singular significación. Además de escucharla cotidianamente, si en al-guna ocasión olvido de sintonizar Radio Sandino a la una y treinta de la tarde, mi esposa Giovanna, Italiana de nacimien-to y nicaragüense de adopción me lo recuerda de inmediato. Radio Informaciones es para ella uno de los referentes de su nicaraguanidad.

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De esa manera se ha hecho habitual en nuestra casa, como estoy seguro en la de muchos nicaragüenses, la sentencia de Jaime Balmes con la se inicia el radioperiódico: ... “De la prensa resultan el amor y el odio, la paz y la guerra, la luz y las tinieblas, la verdad y el error, el bien y el mal ...” seguida de la marcha de De Souza, ¨Barras y Estrellas? Cuya música ha identificado retrospectivamente en el cine americano, las películas sobre la Guerra de Recesión de los Estados Unidos.

Todo ello ha formado el periodismo de Rodolfo Tapia Molina y construido esa institución que es Radio Informaciones, todo ello ha contribuido a enseñar y enseñarnos que el periodismo es ética, ethos, y que como tal está subordinado a los fines, objetivos y valores que regulan y definen sus límites y alcan-ces. En este sentido la ‚tica periodística se configura como un derecho y un deber.

Es un derecho en cuanto constituye un conjunto de atribucio-nes propias para el ejercicio del periodismo. El acceso a los lugares en que se genera la información, las facilidades que corresponden al periodista y que deben prestárseles para cum-plir con su cometido, el derecho al juicio crítico y a tomar posición ante los acontecimientos y las actuaciones, lo que implica el derecho a formar opinión y a influir con sus juicios y valoraciones, en los juicios y valoraciones que se forma la sociedad ante determinados hechos y conductas.

Es un deber en la medida en que está sujeto a la objetividad y ponderación que se requieren cuando se trasmiten informa-ciones y juicios de valor. Esta responsabilidad es muy grande sobre todo si se toma en cuenta el poder de los medios sobre la población, cuyas dimensiones son mayores todavía ante el he-

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cho que la inmensa mayoría de las informaciones las obtiene la sociedad, no en forma directa, sino a través de los medios. Como ya lo expresamos, la relación entre los sujetos y los acontecimientos, se produce siempre a través de la mediación que ejercen los mecanismos de información.

El otro factor que se debe considerar, es el impacto impre-sionante de la noticia a causa del gran desarrollo tecnológico que nos hace a todos virtualmente coetáneos y coterráneos, al achicarse el mundo en la “Aldea Planetaria” de la que habla Mac Luham.

Nada ni nadie ejerce tanta influencia; ni la escuela, ni el colegio, ni la Universidad, nada tiene tanta cobertura ni atañe a tantas personas como las informaciones que provienen de la radio, la televisión y la prensa escrita. La masa de acontecimientos que ocurren todos los días toma forma ante nosotros por la noticia, conocemos los hechos por medio del fenómeno informativo, la “realidad real” se nos presenta por la palabra hablada y escrita y sobre todo, por la imagen. El mundo para nosotros, en una gran proporción, es el mundo que vemos, oímos o leemos.

Imaginemos la enorme responsabilidad del periodista en tan-to creador de un universo para ser conocido. Constructor de mundos, verdaderos o falsos, fieles o distorsionados, buenos o malos, el informador es responsable de la información y de los efectos que ella produce.

“El hombre, dice Ernest Cassirer, no vive en un universo pu-ramente físico, sino en un universo simbólico. Lengua, mito, arte y religión son los diversos hilos que componen el teji-do simbólico”(1). El periodista contribuye notablemente a la creación de ese mundo simbólico.

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La responsabilidad del informador es enorme, aun y cuando parte de su responsabilidad personal se desplaza hacia el siste-ma informativo que surge de la revolución tecnológica, de los medios de comunicación, particularmente de la televisión.

“La palabra está distorsionada por la imagen. Todo acaba siendo visualizado...El acto de tele ver está cambiando la na-turaleza del hombre”...Estamos ante una nueva civilización fundada en la “primacía de la imagen, es decir, en la prepon-derancia de lo visible sin lo inteligible, lo cual lleva a un ver sin entender” nos dice Giovanni Sartori en su obre Homo Videns.2 Y Baudrillard, todavía más radical expresa que “la información, en lugar de transformar la masa en energía, pro-duce todavía más masa.”3

Pese a lo que se dice, la imagen no solo es proyección de for-mas en la pantalla del televisor, la imagen es también, y qui-zás sobre todo, imaginación, reconstrucción intelectiva por la magia de la palabra la que, como decía Heidegger, es la casa del ser. Las palabras dicen y sugieren, definen e insinúan pues, como ya dijimos, las palabras como las cosas tienen perspec-tiva y construyen no solo la conciencia y la opinión del sujeto que las escucha, sino también la forma plástica de lo dicho en la imaginación.

Radio Informaciones y la voz de su Director Rodolfo Tapia Molina, son reconstructoras de imágenes y de conciencia por la magia de la palabra, pero también son constructoras de his-toria, creadoras de imágenes, forjadoras de la imaginación. Por todo eso el homenajeado de esta noche merece nuestro aprecio, respeto y agradecimiento.

Gracias

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1 Ernest Cassirer. El Mito del Estado. Fondo de Cultura Económica. México. D.F.

2 Giovanni Sartori. Homo Videns. Editorial Taurus. España.

3 Citado por Giovanni Sartori. Ob Cit.

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Centro de Historia

Municipal

Alcaldía de Managua

Septiembre 2004.

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Periodistas que iluminan nuestra historia, terminó de imprimirse en Septiembre de 2004, con un tiraje de 1000 ejemplares, en los talleres de IMPRIMATUR Artes G r á f i c a s , f r e n t e a B a n c e n t r o B o l o n i a , Managua, Nicaragua Teléfono:(505) 2660957

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