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_________________________________________________________________________________ “Pepenadores en el tiradero de Peñasco, San Luis Potosí: Estrategias de organización, negociación y resistencia frente a cambios en la gestión de residuos sólidos municipales” T E S I S T E S I S Que para obtener el grado de Maestra en Antropología Social Presenta Carmen Himilce Macias Manzanares Director de tesis Mauricio Genet Guzmán Chávez San Luis Potosí, S.L.P. Septiembre, 2009

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“Pepenadores en el tiradero de Peñasco, San Luis Potosí:

Estrategias de organización, negociación y resistencia

frente a cambios en la gestión de residuos sólidos municipales”

T E S I ST E S I S

Que para obtener el grado de

Maestra en Antropología Social

Presenta

Carmen Himilce Macias Manzanares

Director de tesis

Mauricio Genet Guzmán Chávez

San Luis Potosí, S.L.P. Septiembre, 2009

Índice.

Agradecimientos.

Introducción. 1

1. Basura: problema ambiental y su manejo. 28

El manejo de los residuos sólidos en México. 44

Breve revisión cronológica del manejo de los residuos sólidos en el país.44

Gestión pública del manejo de los residuos sólidos municipales

y su normatividad. 48

Sistemas de aseo urbano: etapas, procesos y formas. 51

2. Dimensión privada y colectiva del manejo de la basura: participación del

sector privado e informal en la gestión de residuos sólidos. 59

Privatización de los servicios de aseo urbano. 60

El sector informal y el manejo de residuos sólidos. 66

3. Generación y gestión de los residuos sólidos en San Luis Potosí. 83

Breve revisión histórica de la gestión de los residuos sólidos en la capital de

San Luis Potosí. 88

Manejo municipal de los residuos sólidos. 92

La situación de la disposición final. El caso del tiradero de Peñasco. 99

4. Sitio de Disposición Final de Peñasco. 112

Antecedentes e historia. 114

Actores y su lugar de trabajo: el tiradero de Peñasco. 122

Operación del tiradero, el encuentro del gobierno municipal

y la empresa Vigue Relleno Sanitario. 133

La basura es pura vida: pepenadores laborando en el Sitio de Disposición

Final de Peñasco. 136

Rutinas y condiciones de trabajo. 139

Condiciones de trabajo: Oportunidades y riesgos. 159

Apropiación del espacio e interacción de los actores en el tiradero. 167

5. Encuentro de actores y arenas de conflicto: Organización e intereses colectivos,

frente a intereses del sector privado y la política municipal. 178

Sindicato Único de Pepenadores. Liderazgo y organización. 181

Participación y percepción desde la base de pepenadores. 198

Coordinación familiar y participación política. Entre el sindicato y

la base de pepenadores. El caso de los pepenadores de La Esperanza,

Villa de Zaragoza. 216

Interfaces críticas en la relación Pepenadores/Ayuntamiento/Empresa

privada. 228

6. Conclusión general. 275

Bibliografía 289

Cartografía. 295

Revisión en prensa. 295

Índice de tablas y cuadros.

I. Propuestas para el manejo de los residuos sólidos. 35

II. Formas de tratamiento de los residuos sólidos. 37

III. Lixiviado y biogás. 40

IV. Desechos domésticos peligrosos. 41

V. Sitios de disposición final. 41

VI. Manejo histórico de los residuos sólidos, el caso de Guadalajara. 45

VII. Etapas del sistema de Aseo Urbano. 52

VIII. Métodos de participación del sector privado en el manejo de los residuos sólidos. 61

IX. Scavengers. 67

X. Uniones de Recolección Voluntaria. 91

XI. Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V. 97

XII. Empresas particulares que participan en el manejo de desechos en

San Luis Potosí. 99

XIII. Analfabetismo entre los pepenadores del tiradero de Peñasco. 142

XIV. Materiales recuperados. 152

XV. Mecánica de compra del material. 153

XVI. Dinámica familiar del trabajo. 155

XVII. Reglamento del sitio de disposición final de Peñasco que se ubica

a la entrada del tiradero. 164

XVIII. Participación de la Iglesia Cristiana. 173

XIX. Beneficios que proporciona el líder. 183

XX. Zonificación. 184

XXI. Situación actual del Margarito Sánchez Silva. 191

XXII. Formas de reuniones. 192

XXIII. Desconfianza de los coordinadores. 197

XXIV. Festejos y celebraciones. 202

XXV. Efectividad del exlíder, Margarito Sánchez. 206

XXVI. El estilo de un líder de pepenadores. 214

XXVII. La Esperanza, Villa de Zaragoza. 217

XXVIII. Machismo en la comunidad. 220

XXIX. “Privatización” de los servicios de manejo de residuos sólidos. 253

XXX. Acuerdos firmados a propósito de la privatización. 264

XXXI. Hechos relevantes en el proceso de “privatización” de los residuos sólidos. 269

Índice de ilustraciones, diagramas y mapas.

1) Alternativas de tratamiento de los residuos sólidos. 40

2) Atribuciones respecto a los servicios de aseo público. 49

3) Vías de exposición a peligros generados por la basura. 53

4) Modalidades de participación del sector privado en la propiedad pública. 63

5) Ciudad de San Luis Potosí, 1970. 84

6) Ciudad de San Luis Potosí, 1993. 85

7) Ciudad de San Luis Potosí, 2005. 85

8) Vista de planta del proyecto. 106

9) Mapa de referencia para la ubicación del Tiradero de Peñasco. 114

10) Mapa de ubicación del Tiradero de Peñasco. 114

11) Representación del interior del Tiradero de Peñasco. 130

12) Organigrama de la Dirección de Ecología y Aseo Público. 135

13) Zona norte de la capital de San Luis Potosí contigua al Tiradero de 140

Peñasco

Agradecimientos.

Gracias a mi director de tesis, Mauricio Guzmán, por su paciencia, orientación y

soporte a lo largo de la tesis.

A mi madre, quien me ha inspirado para llegar hasta aquí y quien siempre me ha

apoyado en todos los proyectos que he emprendido en mi vida.

A mis compañeros y amigos, quienes nunca perdieron la fe en mí, me apoyaron y me

han enseñado a largo del trayecto.

A todas las familias de pepenadores que me acogieron y creyeron en mí, espero que

el proyecto les brinde recompensas.

Y a todo aquel que con su lectura y aportaciones ha ayudado a sacar adelante este

trabajo.

1

Introducción.

Mi primer acercamiento con los pepenadores de Peñasco fue a través de la prensa

local. Reseñas periodísticas que me revelaron un lugar completamente desconocido para

mí. Nunca me había cuestionado a donde terminan los desechos que producimos

diariamente los potosinos hasta que presté atención a las notas periodísticas. Descubrí que

en el tiradero municipal no sólo se confina la basura, sino que es un espacio laboral para

muchas personas que trabajaban separando materiales como el plástico o el metal para

poder subsistir, personas que en México conocemos comúnmente como pepenadores.

Lo que me atrajo inicialmente, fue la curiosidad en descubrir la importancia de esta

actividad en la economía familiar ¿qué tan importantes podrían ser los ingresos derivados

de la pepena? dado que en un primer momento me resultaba inconcebible que una actividad

de bajo perfil y bajo nivel de profesionalización pudiera solventar las necesidades básicas

ya no digamos de una familia sino del propio trabajador.

Más adelante me interesé por otros asuntos que fueron definiendo mi proyecto de

investigación, ¿en que medida la presencia de los pepenadores podía influir en las formas

de llevarse a cabo la recolección, la separación y en general la gestión de la basura? Atrás

de todo ello mi interés era descubrir las características de una actividad con evidentes,

aunque poco reconocidas, funciones ambientales. Para mí resultaba claro que los

pepenadores realizan en cierta forma lo que todos nosotros, generadores de basura

deberíamos hacer en nuestros hogares: separar y reutilizar.

Estaba convencida de su valor como gestores o bien, como prestadores de un

servicio ambiental en el sentido de que realizan una actividad necesaria que incumbe toda

una colectividad y que posibilita un mínimo de higiene en las ciudades y los hogares.

También valoricé su trabajo como un esfuerzo importante que hace la diferencia en un

2

sistema de manejo de los residuos sólidos municipales, que con todas las precariedades del

oficio, está formalmente establecido. Entonces comencé a visualizar a los pepenadores

como personas que reducen los volúmenes de basura en los vertederos y que los reintegran

al ciclo de producción consumo, reduciendo en cierta medida la explotación de recursos

primarios.

Más tarde la literatura me fue abriendo un panorama más amplio sobre el “mundo de

la basura”. Entendí los procesos que sigue la gestión de los residuos sólidos y como es que

estas personas han formado parte de estos procesos desde hace ya muchos años,

contemplados casi siempre como el último eslabón de una cadena, que por muchos años ha

sido de la total responsabilidad de las municipalidades. Comprendí como realizaban su

trabajo y las redes que entorno a éste se construían para poder reproducirlo. La literatura

especializada en el tema mencionaba sobretodo aspectos relativos a la organización gremial

y en forma un tanto sensacionalista, a la cultura de los pepenadores (comúnmente

nombradas mafias).

Esta revisión me permitió afinar mis preguntas y enfocar mi investigación. En primer

lugar me propuse conocer el mundo de los pepenadores desde cerca, como interactúan y se

desenvuelven entre sí y con otros actores en el propio espacio laboral, cómo se apropian de

él y cuáles son los códigos y normas tanto no escritas como escritas que pautan su labor

cotidiana. Este acercamiento básico, lo consideré como una puerta para profundizar más en

el funcionamiento político de sus formas de agrupamiento, representatividad y la

conformación de sus asociaciones. Esto fue importante en la medida que el tiradero de

Peñasco adquirió un valor prioritario en la agenda de la principal zona metropolitana del

estado de San Luis Potosí.

3

No solo comenzó a hablarse de modernizar o hacer más eficiente el servicio de

disposición, sino de privatizar y bajo esta perspectiva se abrió una franca incertidumbre

sobre el destino de los pepenadores. Mi pregunta central: ¿qué estrategias o acciones son

utilizadas por los pepenadores para defender y reivindicar su espacio laboral? ¿cómo

negocian al interior del propio gremio y al exterior con las autoridades gubernamentales?

¿cómo se daría la relación entre los pepenadores y los empleados de una empresa privada,

en caso de que está llegara a operar?

Al acercarme a la redacción final de esta tesis percibí que no era precisamente

familiaridad o lazos sólidos de amistad el producto de mis pesquisas en el basurero de

Peñasco. Todo lo contrario, los permisos que obtuve para entrar en las primeras etapas me

fueron definitivamente negados en la parte final del último periodo de trabajo de campo,

resultándome imposible continuar o profundizar mis observaciones de campo en este

espacio específico..

Bajo esta perspectiva el tiradero me pareció en cierta forma una muralla

infranqueable ¿qué se guardaba tan celosamente en el basurero? ¿por qué tanto sigilo

alrededor de despojos que nadie quiere? Tras varios intentos y tramites ante la Dirección

de Ecología y Aseo Público del Ayuntamiento de San Luis Potosí, área responsable del

vertedero, cada vez parecía más lejana la posibilidad de obtener un permiso para conocer

este sitio. Por parte de los funcionarios de la Dirección eran continuas las advertencias del

peligro que se corría en el tiradero debido a “la gente tan agresiva que trabajaba ahí (los

pepenadores)”. Además que mis peticiones siempre iban acompañadas de constantes

cuestionamientos: ¿por qué quiere entrar? ¿de qué se trata su trabajo? ¿para qué es esa

información?

4

Indudablemente, así me pareció, el tiradero de Peñasco es un lugar en el olvido o

mejor, bajo la sombra de la ciudadanía potosina, pero disputado, políticamente activo y

escenario complejo de actores diversos.

Un buen día, el entonces encargado de la Dirección de Ecología, fue sensible a la

curiosidad que yo tenía sobre los pepenadores, y me concedió (además de un par de

estudiantes interesadas por la legislación entorno a los residuos sólidos y una más en la

composición de los residuos sólidos generados en San Luis Potosí), una “visita guiada” a la

estación de transferencia y los sitios de disposición final que se encuentran bajo la tutela del

Ayuntamiento de San Luis Potosí.

En dicho recorrido visitamos como si se tratara de una deontología de la basura, la

estación de transferencia de los Salazares, ahí los camiones recolectores trasladan

diariamente su carga a los trailers que a su vez conducen los desechos hasta los sitios de

disposición final. Después fuimos al relleno sanitario de Santa Rita, el primero en su tipo en

el estado de San Luis Potosí. Un lugar muy “limpio” para ser un basurero. Era evidente que

el sitio contaba con procedimientos, condiciones de control para confinar la basura y el

tipo de personal que trabajaba simplemente se dedicaba a vigilar la entrada y el peso de los

camiones que ingresaban, o a la cobertura de la basura, pero aquí no se daba ninguna forma

de recuperación de materiales.

Por último llegamos al tiradero de Peñasco. Comparativamente, tras observar las

condiciones de trabajo del relleno sanitario de Santa Rita, el tiradero de Peñasco parecía un

lugar bastante caótico. El camino bordeado por enormes costales llenos de plástico,

muebles viejos, armazones de colchones, perros deambulando, trafico constante de

camiones recolectores y un centenar de pepenadores alrededor del área en la que

descargaban los camiones. Efectivamente, los pepenadores trabajaban en condiciones

5

precarias, en pleno sol, utilizando las manos para escarbar entre la basura, ni siquiera baños

había en el sitio y muy a pesar de estas condiciones, la primera imagen que vi al entrar al

sitio donde separaban los materiales fue a un grupo de jóvenes pepenadores muy

entretenidos jugando futbol.

Siempre y cuando no me deje llevar por mis impresiones iniciales, la labor de la

pepena implica siempre algo más que el cometido de selección, buenos sentidos (vista

olfato y tacto) para separar, etcétera. La pepena implica una postura corporal ante la vida,

una forma, un estilo y aunque esto no formó un eje de mi investigación siempre intenté

formular algunas respuestas sobre el valor cultural, específico de esta actividad en tanto

labor históricamente situada.

El Director de Ecología nos contó del proceso de trabajo en el tiradero, al que

recientemente se le habían hecho modificaciones. La transformación del tiradero en una

“estación de transferencia modificada”, en dónde ya no se confinaría más basura, sino que

simplemente se juntaría ahí para luego trasladarla al relleno sanitario de Santa Rita.

Además del diseño de un área, la plancha de pepena, donde descargaran los camiones para

que los pepenadores se pudieran acercar a pepenar. Igualmente la cuestión meramente

operativa, de cómo se organizan y dividen responsabilidades. Poco a poco fui descubriendo

una forma, una cultura, un estilo de vida estrechamente ligado a la basura.

El funcionario antes citado recordó la fuerte oposición que manifestaron los

pepenadores cuando se dejó de depositar basura “rica en materiales” en Peñasco para

confinarla en Santa Rita, los pepenadores se juntaron, organizaron e impidieron la entrada a

Santa Rita ¿por qué? Porque de estos camiones recuperaban desde chicles hasta latas de

comida, caducos, que por fuera vendían como productos en buen estado.

6

Más allá de lo anecdótico, lo que presencié me abrió la perspectiva a las

implicaciones de lo que dicen y hacen los diversos actores en el tiradero. Una imagen

ilustrativa: un camión recolector acababa de descargar la basura justo en medio de la

plancha de pepena. Casi instantáneamente una decena de pepenadores se acercaron con

bolsas o costales en mano a recoger todo tipo de materiales, desde botellas de plástico hasta

latas vacías de comida. Pronto terminaron de recoger los materiales que les eran útiles,

dejando un cúmulo de desechos que con cierta prudencia pudiéramos llamar inservibles, en

la plancha. Tan sólo dos mujeres seguían escarbando entre la basura, justo detrás de ellas

estaba el operador de una máquina, manejando un trascabo, esperando impaciente que las

mujeres terminaran de registrar el cúmulo de desechos. Trascurrieron varios minutos hasta

que la última mujer acabó de escoger los materiales, se hizo a un lado y el operador pudo

finalmente arrastrar el resto de la basura para recogerla. En ningún momento presionó a la

mujer, le llamó la atención o le hizo alguna observación, a pesar de que él era parte de la

“autoridad” en el tiradero.

Durante la visita, el Director aclaró que los pepenadores no eran empleados del

ayuntamiento, y como tal se podría esperar que la actitud hacia ellos fuera no tomarlos en

cuenta, o por lo menos ser más estrictos con ellos, pero al parecer existía una relación

bastante añeja y tolerante entre ayuntamiento y pepenadores, que especule gracias a la

situación que presencié.

Después de esta visita me di cuenta de que el trabajo de los pepenadores iba más allá

de la contribución ambiental. Con condiciones muy particulares de trabajo y una relación

compleja tejida entre ayuntamiento y éstas personas, me replanteé cuál era el lugar que

ocupaban los pepenadores y cómo es que se habían apropiado de este espacio tan particular,

el tiradero de Peñasco. Este entramado de relaciones construido entre los pepenadores y el

7

gobierno municipal, se fue dilucidando más claramente después de una revisión en la

prensa del año 2005, época en la que el tiradero se convirtió en “estación de transferencia

modificada”.

Desde su apertura hasta el tiempo que comprendió la administración municipal del

período 2004-2006, el tiradero había funcionado sin cumplir ninguna de las normas

oficiales en cuanto al manejo de los residuos sólidos. Pero por estos años, el gobierno

municipal comenzó a dar señas de preocupación por la condición ambientalmente riesgosa

del sitio. En este contexto, además de la transformación del tiradero de lugar de deposito a

estación de transferencia, había rumores que apuntalaban la privatización de los servicios

de tratamiento y disposición final. Se presentaron fuertes movilizaciones por parte de los

pepenadores, protestas ante Palacio Municipal en las que se exigía el establecimiento de

mesas de negociación con el gobierno local, lo que finalmente obligó al Ayuntamiento a la

firma de acuerdos en donde se garantizaba el respeto a su trabajo.

La problemática se manifestó con mucha claridad. Los pepenadores podrían resultar

oblicuos, desposeídos de fuerza y poder, sin embargo en los hechos reales, ellos han sido

claves y determinantes para ejercer o al menos negociar posiciones y sobretodo reivindicar

la defensa de su trabajo como un elemento de presión y presencia que no tan fácilmente

podría ser dispensada u obviada en una análisis político.

Fue en este momento cuando descubrí actores clave en el marco de la gestión de la

disposición final de los residuos sólidos municipales. Por una lado, el Sindicato Único de

Pepenadores, organización conformada por los separadores de material que laboran en el

tiradero de Peñasco; además del líder de la organización, quien los representa en todas las

negociaciones con el gobierno municipal. Comencé a reconocer a una organización con

características particulares. Sus agremiados son personas de origen semi-rural o de colonias

8

de la periferia de la ciudad, que poseían experiencias de vida compartidas entorno a la

pepena en una zona que por más de 30 años ha sido receptora de los desechos producidos

en el área metropolitana de San Luis Potosí.

Desde esta perspectiva los pepenadores son actores centrales en la gestión de los

residuos sólidos, en el proceso del tratamiento y disposición final, pero cuál es su

relevancia como actor político, cuál es su margen de maniobra, como inciden en la política

pública, cómo hacen llegar sus demandas. Mi mirada ya no sólo se centró en la gestión

ambiental, sino en un complejo entramado de relaciones construido a lo largo de los años.

En donde la organización y su representante, el líder, eran figuras siempre presentes en

momentos de disputa y conflicto con las autoridades municipales, o cualquier otro actor que

supusiera una amenaza para el mantenimiento de su fuente de trabajo. Fue por ello que en

una de las primeras versiones de mi proyecto de investigación, me ocupé en desentrañar la

figura del líder y su papel como intermediario entre pepenadores y el gobierno.

Un momento importante para mi trabajo fue un proceso que evidenció nuevamente

las reacciones tras la contratación de la empresa privada Vigue Relleno Sanitario S.A. de

C.V., para llevar a cabo el servicio y ante los cambios en la disposición final (y los riesgos

que esto implica para los pepenadores), esto a principios de la nueva administración

municipal (2007-2009). Que al igual que la situación vivida cuando se transformó el

tiradero en “estación de transferencia modificada” y las pequeñas iniciativas de

privatización de los servicios de aseo público, en esta ocasión se mostraron otras facetas de

la organización de los pepenadores: sus mecanismos de participación, negociación y su

forma de relacionarse con los demás actores que convergen en Peñasco para garantizar su

trabajo en el sitio.

9

Una vez iniciado el proyecto, me topé con toda clase de trabas por parte del

ayuntamiento, y ante un ambiente extremadamente cerrado y receloso a los extraños

entorno al tiradero de Peñasco. En ocasiones me pareció imposible superar, ya que al ser

Licenciada en Ciencias de la Comunicación tenía nula experiencia en trabajo de campo, por

lo que la aproximación a este medio fue una experiencia completamente nueva y desafiante

para mi.

La obtención de la información que posee el gobierno municipal sobre la situación

del tiradero de Peñasco y los pepenadores que laboran ahí fue escasa y de difícil acceso.

Siempre alegaron falta de registros, desconocimiento de iniciativas y proyectos pasados ya

que “cada administración se lleva su información una vez que acaba su gobierno”. Las

autoridades mostraron en más de una ocasión recelo para hablar abiertamente de otras

cuestiones que no fueran la “precaria forma de trabajo” de los pepenadores, sobre todo la

cuestión política que tocaba profundamente el porque de su situación en el tiradero de

Peñasco. Con una gran desconfianza, la pregunta constante era cuestionar cual era mi

intención de poseer tal información. La mayor parte de las veces había evasivas, largos

tramites burocráticos de solicitud de información que nunca se resolvieron o simplemente

negativas a mis peticiones echándole la pelotita a otras áreas del gobierno municipal o

incluso, a la empresa que entró a remediar el sitio de disposición final.

Desde un principio, me tuvieron literalmente en ascuas, esperando respuesta para

saber si me concedían o me renovaban los permisos que se me daban para la entrada al

tiradero, unas veces a causa de la ineficiencia administrativa de la Dirección de Ecología,

otras como una forma de restringir los avances en mi investigación y otras incluso como un

elemento más en el juego político que se da entre el ayuntamiento-la empresa y el líder de

los pepenadores, tal y como está registrado en el capítulo 5 de esta tesis.

10

Igualmente la empresa jugó su papel a través del permiso que me concedió

ayuntamiento, en el que se me condicionaba la entrada al tiradero siempre que guardara

ciertas recomendaciones como: “Con lo relacionado a las fotografías queda a consideración

de la administradora del sitio, lo anterior en virtud de existir tecnología y procesos

desarrollados por la empresa”. La empresa me negó la toma de fotografías bajo este

argumento, a pesar de que la tecnología y los métodos utilizados no tienen ningún carácter

innovador ni exclusivo que diferencie los procesos de disposición final a los de cualquier

otra empresa privada.

Al iniciar el trabajo de campo, y para mi beneficio personal, llegué a Peñasco sin

ningún prejuicio ni temor, a pesar de que familiares y amigos ponían cara de horror,

asombro y duda cuando les comentaba que asistiría diariamente. No se diga cuando para mi

segundo periodo de trabajo de campo les conté que me iba a vivir a una comunidad de la

cual provenían pepenadores que trabajaban en el tiradero de Peñasco. Los propios

pepenadores con los que luego entable muy buena relación me preguntaban con asombró

como fue que me animé a ir sola a un lugar como el tiradero, al que yo no conocía y que

incluso para ellos que les es familiar, es un ambiente tenso.

Me cuestionaban con curiosidad si nunca llegué a sentir miedo, por la inseguridad que

sufren diariamente en el tiradero. No sólo los pepenadores, los propios trabajadores del

ayuntamiento me platicaban constantemente de los pleitos que se suscitaban en este lugar, y

a los que ni ellos mismos podían frenar. No olvidaré una ocasión en la que conversando con

trabajadores del ayuntamiento y un policía municipal, afirmaban que estaban para

ayudarme en lo que se me ofreciera, si en alguna ocasión veía alguna cosa extraña lo tratara

“aquí con el señor (señalando al policía), él me indicaría qué hacer”. El policía me dijo

serio, “sí, tú dirígete conmigo y ya yo te digo para donde corras”. Se comenzaron a reír, tras

11

lo que el policía replicó que a él también se le irían encima así que los dos correríamos

juntos.

Cuando comencé el primer trabajo de campo, que abarcó de septiembre a diciembre

del 2007, me concentré en hacer visitas al tiradero de Peñasco, para conocer las condiciones

y el ambiente de trabajo, los actores que convergen en él y las relaciones que se tejen

entorno a este sitio. Lo que me permitió entender porque se insertaron en esta actividad y el

valor que le dan al trabajar específicamente en un sitio como lo es Peñasco. Las primeras

veces que acudí al tiradero, los pepenadores a los que me acercaba siempre trataba de

adivinar a que me dedicaba o que hacía en el tiradero: ¿y uste que viene a comprar? ¿es

hermana (cristiana)? ¿viene del DIF? Pocos son los que se interesan por ellos, con

excepción de los reporteros que esporádicamente sacan notas sobre la pepena, u otros como

los miembros de una iglesia cristiana que desde hace un par de años asisten a Peñasco para

predicar “la palabra de Dios”, o los muy ocasionales programas de instituciones

gubernamentales como el DIF o Salud Pública que han llegado a desarrollar actividades de

salud o higiene, aplicadas por breves periodos de tiempo y sin ningún seguimiento.

Las personas ajenas al tiradero iban una o dos veces al lugar, pero mi presencia

comenzó a ser constante. Una de las pepenadoras, tras casi dos años de habernos conocido

me dijo: “siempre prometen que van a regresar, pero no vuelven, pero tú te sigues

acordando de nosotros”.

Poco a poco los pepenadores se fueron acostumbrando a mi presencia. No sólo tuve la

oportunidad de ver como realizan su actividad en el tiradero y como era su convivencia en

este espacio, también me abrieron las puertas de sus casas, con la oportunidad de conocer

las dimensiones familiares del trabajo y su organización. Además de la observación directa,

apliqué entrevistas semi-estructuradas donde me explicaron cuestiones especificas de la

12

separación de material, así como su percepción del trabajo y de la organización a la que

pertenecen, el Sindicato Único. Por otro lado, en la observación directa hecha en el tiradero,

los trabajadores operativos tanto del ayuntamiento como de la empresa, se mostraron casi

siempre atentos y abiertos a contarme sus experiencias en el tiradero. En la asistencia

constante a este lugar fui descubriendo cómo esta diversidad de actores, con repertorios

culturales y generalmente proyectos disímiles entorno al tiradero, confluían y se

relacionaban cotidianamente.

Pero hubo barreras que nunca pude superar. La mayor parte de los encuentros que

tuve con el líder no fueron nada favorables, su desconfianza y posterior cerrazón no me

permitieron acercarme a él ni a su círculo intimo de colaboradores. A pesar de que yo me

había presentado directamente con él y le había comentado que era un trabajo de mi

escuela, e incluso tras otorgarme inicialmente su “autorización” para estar en el tiradero y

platicar con los pepenadores1. En un principio el líder parecía verme como una fuente de

más de apoyo (tanto material como moral), pero ante la neutralidad que adopté para no

perjudicar mi trabajo, la relación con el líder acabó por cerrarse. Por otro lado, creo que su

reacción fue natural ante una persona que iba diariamente al tiradero, platicaba con los

pepenadores, les hacía preguntas y parecía no dejar de hacerlas.

En la segunda estancia de trabajo de campo, que se extendió de junio a septiembre de

2008, la estrategia fue un poco diferente. Además de continuar por un breve período de

tiempo mis visitas al tiradero, traté de aproximarme a la organización a través de diferentes

perspectivas, una de ellas el núcleo familiar, elemento importante en el desarrollo de la

1 Los pepenadores que trabajan en Peñasco, como un regidor y algunos funcionarios de la Dirección de Ecología y Aseo Público me dijeron que acudiera con el líder para que él me diera su autorización para poder acceder al tiradero.

13

actividad de la pepena y a través del cual se van enrolando nuevos miembros al desarrollo

de la pepena en Peñasco. Opté por vivir en una de las comunidades de origen de los

pepenadores que trabajan en Peñasco: La Esperanza, Villa de Zaragoza2. Comunidad de

donde proviene un grupo nutrido de pepenadores, entre ellos dos de los coordinadores del

Sindicato Único de Pepenadores. Durante este período continué haciendo las entrevistas

semi-estructuradas y genealogías que me permitieron observar la particular dinámica de

trabajo familiar. Por otro lado, también traté de reconstruir la organización dentro del

Sindicato entrevistando al exlíder de los pepenadores. Con la información que recabé logré

ver una parte de la dimensión histórica de las relaciones que se tejían con el gobierno local.

La intención inicial fue hacer una historia de vida, pero al igual que el actual líder, creo que

hubo cierto nivel de desconfianza ante mis cuestionamientos3, por lo que las entrevistas no

pudieron ser extensas.

Esta estrategia me permitió tener diferentes visiones tanto de la participación de los

pepenadores en la organización, su percepción y desempeño, como de otros actores

(principalmente el ayuntamiento y el de la empresa privada Vigue), lo que a su vez me

permitió reconstruir la interacción entre los diversos actores entorno al tiradero desde

diferentes perspectivas (trabajadores de ayuntamiento, de la empresa, exlíder). Con la

información recogida fui matizando el proyecto, poniendo atención a la organización, su

proyecto y las estrategias puestas en marcha desde una perspectiva cotidiana, una

reconstrucción hecha a partir de los círculos familiares y la percepción de varios grupos que

2 La familia Fabián Carranza, junto con varios familiares tienen una añeja tradición en la labor de la pepena, ya que desde hace más de 30 años trabajan en tiraderos la capital del país.3 El exlíder de los pepenadores del tiradero de Peñasco aun sigue moviéndose en este ambiente, teniendo continuo contacto con el sector informal que maneja los residuos sólidos, incluso asesora a un grupo de pepenadores de un tiradero clandestino.

14

convergen en el tiradero, no exclusivamente desde la percepción de los círculos en las

cúpulas de poder.

A través de mi trabajo intenté dilucidar las formas de organización reveladas en las

relaciones de conflicto, principalmente en la disputa sobre el control de un recurso que la

sociedad en general desprecia, la basura, pero que para los pepenadores (al igual que otros

sectores), es una fuente importante de ingresos, entre otras cosas. Disputa que se ha

manifestado con mucha claridad en los últimos años, ahora que la iniciativa privada a

tratado de incursionar en el manejo de los residuos sólidos, poniendo en riesgo la garantía

del trabajo para los pepenadores. Panorama que se hace cada vez más complejo, los

pepenadores se han desarrollado sobre las bases de una cultura política que los ha

reconocido y ha reafirmado su lugar en el tiradero de Peñasco a cambio de apoyo al

gobierno local, pero ahora éste se ha hecho a un lado para permitir la entrada de otros

actores, frente a los que los pepenadores pueden tener un conflicto de intereses.

Propuesta teórica.

El sitio de disposición final de Peñasco desde su inicio ha funcionado como tiradero a

cielo abierto y a pesar de los discursos públicos, de las maniobras administrativas y de las

muy difundidas intenciones ambientalmente amigables, no se ha podido lograr un cambio

real bajo un modelo de confinamiento por lo menos acorde con las normas oficiales

relativas a la disposición final de los residuos sólidos.

En el tiradero de Peñasco intervienen actores e intereses diferenciados y

contrastantes, con distintas perspectiva acerca del propio sitio y su desarrollo. Entre los que

tienen un papel sobresaliente en el sitios se encuentran: por un lado el Ayuntamiento de San

Luis Potosí, que opera en el tiradero a través de la Dirección de Ecología y Aseo Público,

brazo administrativo y encargado de la operación del sitio mediante el Área de Rellenos

15

Sanitarios (ingenieros y empleados técnico-operativos); otro más es la empresa Vigue

Relleno Sanitario, S.A. de C.V. (integrada por el gerente de operaciones, pasando por

ingenieros responsables de la obra hasta trabajadores operativos); y uno más, los

pepenadores, grupos familiares e individuos varios, agrupados en el Sindicato Único de

Pepenadores y con la representatividad de un líder que negocia con los dos actores antes

mencionados.

En este campo de tensiones se puede especular que la convergencia de imágenes y

proyectos sobre el tiradero de Peñasco ha llevado a cierta construcción del propio sitio, a

partir del actuar de los actores que ahí convergen. El interés en particular de este proyecto

es centrarme en uno de estos actores: los pepenadores. El proyecto radica en cómo, en esta

convergencia de sentidos, los pepenadores actúan con agencian sobre el sitio, generando

estrategias que les permiten garantizar la reproducción de su trabajo, frente otros actores y

acciones que pueden ponerlo en riesgo.

Hay que destacar que la disputa entre actores se da sobre un bien público, entonces

la acción entorno a él resulta de un proceso eminentemente político, en el sentido que

Swartz, Turner y Tuden (1994) plantean dentro del enfoque procesual4. Por ello me apoyo

en conceptos usados por la antropología política, particularmente en el enfoque procesual

presentado por los autores antes citados, así como de la Teoría del Poder Social propuesta

4 Swartz, Turner y Tuden presentan algunas características para definir la política en la introducción de su obra Antropología Política (1994): a) … En primer lugar un proceso político es público más que privado. b) La segunda cualidad de la política es que tiene que ver con metas. c) Otro fin que es característico de la Política es lograr acuerdos relativos a asuntos públicos más que a asuntos privados. d) Una última gran característica de la política… ella involucra alguna clase de enfoque de poder -empleando el término poder en su sentido más amplio-.

16

por Richard N. Adams. Estos conceptos me ayudan a determinar procesos, acciones y

relaciones especificas dentro del campo de lo político entorno al tiradero de Peñasco.

Richard N. Adams construye su propuesta en base a la segunda ley de la

termodinámica, el principio de la selección natural, la ley de Lotka (que conjuga los otros

dos principios), y algunos principios de la física sobre sistemas abiertos alejados del

equilibro. Puntualizó esto, para entender el perfil de estudio que construye Adams y bajo

que términos lo hace. En su trabajo desarrolla una concepción del poder más amplia y

especifica para los propósitos de este trabajo. Él plantea que el poder social es la acción que

emprende el hombre (en términos de flujos energéticos) ejerciendo poder y control sobre su

medio a través de mecanismos autoorganizativos, para así lograr de manera efectiva su

supervivencia.

La teoría del poder social parte de un contexto en el que “los esfuerzos de un hombre

por ejercer influencia sobre otro (poder) son simplemente parte de un esfuerzo global

encaminado a enfrentarse con su medio ambiente y controlarlo, a fin de hacer más efectiva

sus posibilidades de supervivencia” (Adams, 1978, p 19). Para identificar estos procesos se

vale de una serie de conceptos, particularmente útiles en la esfera del análisis político.

De ello se desprenden conceptos que ayudan a descubrir el hilo conductor de los

intereses de los actores y las relaciones que entretejen entorno a los recursos significativos,

en este caso, la basura que llega al tiradero de Peñasco y que representa un elemento de

interés público, político, social y ambiental. Estos conceptos también abren la posibilidad

de observar las disputas por el control de éste recurso, y otros que derivan de las relaciones

que se entretejen entorno a la disposición final en Peñasco. Adams en principio destaca dos

conceptos, los tipos de ejercicio de poder según la base de la que partan (Adams en Varela,

1984, p. 40):

17

1. El poder independiente. El control y la toma de decisiones están en las mismas manos.

2. El poder dependiente. Cuando existe una separación entre el control y la toma de

decisiones. Este a su vez puede adoptar tres variantes:

a. Poder otorgado, cuando uno cede a otro un derecho (normalmente se

completa en una transferencia reciproca de derechos);

b. Poder asignado, cuando varios transfieren a uno el derecho a tomar

decisiones;

c. Poder delegado, cuando uno transfiera a varios ese derecho.

Asimismo destaca la figura de la unidad operante, como un conjunto “un agregado de

seres humano que comparten una preocupación adaptativa común con respecto al medio

ambiente” (Adams, 1978, p. 100). E identifica tres tipos de unidades operantes (Varela,

1984, p. 40-41):

1. Unidades fragmentadas (unidades agregadas y de identidad), los miembros que las

componen ejercen poderes independientes por separado.

2. Unidades coordinadas donde ya existe, además de los poderes independientes de los

miembros, un poder dependiente (poder otorgado pero que no involucra centralización

de poder). Coordinan sus actividades entorno a interrelaciones, interacciones y

actividades.

3. Unidades centralizadas, tienen un centro de decisiones colectivas ya sea una persona o

un subgrupo; se diferencian por el tipo de poder que poseen con tres subtipos:

a. De consenso. Centro de decisiones cuenta solamente con poder asignado que

le han transferido los miembros de la unidad. Tienen una debilidad: los miembros

pueden retirar el poder asignado y apoyarán al líder de acuerdo a sus necesidades,

impidiendo una centralización perdurable.

18

b. De mayoría. Su centro de decisiones cuenta, además del poder asignado, con

cierto poder independiente, que proviene de la mayoría de los miembros al ejercer

coerción sobre los miembros recalcitrantes a las decisiones centrales o de una fuente

externa. Estas unidades igualmente son frágiles ya que su centro principal cuenta

con poder dependiente (asignado o delegado) que le puede ser retirado a voluntad de

los miembros.

c. Corporadas. Su centro cuenta con una gran cantidad de poder, por lo que

tiene que delegarlo para ejercerlo, sin embargo no significa que el centro pierda el

poder que transfiere.

Además presenta otros dos conceptos analíticos que proporcionan un marco para el

análisis de las estructuras de poder que forman las unidades operante: dominio y niveles

(Varela, 1984, p. 41). Con el concepto de dominios expresa la existencia de relaciones

subordinantes-subordinado, mientras que con niveles refiere a las relaciones de

coordinación entre dos unidades operantes (Varela, 1984, p. 41). Existen dos tipos de

dominio de particular importancia en el desarrollo de estructuras de poder, y que se

distinguen según “las líneas de poder que relacionan al miembro de un nivel inferior con los

de los niveles superiores (Adams, 1978, p. 108):

• Dominios unitarios: los miembros de niveles inferiores existen básicamente dentro

de un monopolio de poder mantenido por un solo dominio de nivel superior.

• Dominios múltiples: en él los individuos de un nivel inferior tienen acceso al poder

de más de una unidad en los niveles superiores.

En cuanto a los niveles, estos se refieren a “las relaciones de coordinación entre dos

unidades operantes” (Varela, 1984, p. 41). Adams reconoce dos niveles:

1. De articulación. Donde existe una confrontación continua.

19

2. De integración. Producto de acuerdos culturales, funcionan como modelos que los

miembros de la sociedad vuelven a proyectar sobre la misma. Existen no sólo en la

mente de los miembros, también en la organización que ha sido construida en base al

modelo mental.

En cuanto a la percepción de ciertas pautas culturales en el dominio de lo político,

identificó otros conceptos útiles como la autoridad y la legitimidad. La autoridad

acompañaría al actor que está dotado de poder, en la medida que controla “ciertas formas o

flujos de energía”. Por su parte, legitimidad (según la terminología utilizada por Adams)

“es una potencialidad cultural acerca de una autoridad, una ley, un acto, o lo que sea, para

que se conforme con ‘los principios reconocidos o las reglas o las normas aceptadas’

(Webster’s Third Internacional Dictionary, 1966). Así pues, una cosa es legítima cuando la

gente conviene en que es de algún modo correcta, apropiada o como debe ser” Adams

(1983, p. 48). La autoridad dependería de la validación que le confieren las personas, pero

con base a evidencias de la existencia de un poder ejercido. Mientras que la legitimidad

depende del consenso de los actores con respecto a ciertos procesos o estatus políticos

(Adams, 1983). La autoridad y la legitimidad ayudan para reconocer más fácilmente los

actores que ejercen poder, toman decisiones y afectan directamente mediante sus acciones

el curso de la gestión de los residuos sólidos en el tiradero de Peñasco.

Los postulados de esta perspectiva igualmente contribuyen al análisis de la figura del

líder. Varela (1984, p. 52) discute sobre el concepto de intermediario político:

a) Pone en contacto dos unidades operantes que no están articuladas una con la otra,

b) En base al poder que le confieren ambas unidades.

20

Varela diferencia al intermediario político de otros actores políticos, con el rasgo

particular de que el primero recibe poder de dos unidades no articuladas. Mientras que otros

actores políticos que también median poseen otras características:

a) Los que al poseer poder independiente y superior a las dos unidades imponen a éstas sus

propias decisiones (mediación en base a su propio poder).

b) O a los que actúan como mediadores en casos de conflicto entre unidades (que ya están

articulados en un proceso disyuntivo).

A lo largo del presente proyecto problematizaré la caracterización del intermediario

político con algunas otras propuestas de la literatura política que discuten el papel de esta

figura. En general los conceptos de la teoría del poder social, aportan una amplia gama de

relaciones que intentan hacer evidente determinada cultura política, entendida como un

núcleo de valores, ideas y prácticas culturales que marcan cierta acción de los actores

dentro del ámbito de lo político.

Por otro lado, retomo la propuesta de James Scott y su análisis de relaciones entre

dominantes-dominados, para entender cómo es la relación y la generación de estrategias por

parte de los pepenadores frente a actores en posiciones de autoridad y poder. Uno de los

elementos metodológicos que retomo de esta propuesta es el contraste entre el discurso

público y el discurso oculto de dominados y dominadores como una manera para evidenciar

las discrepancias entre percepciones y acción de ambos, y así dilucidar las respuestas que se

perfilan desde la base de los pepenadores. Como afirma el autor. “Cada grupo subordinado

produce, a partir de su sufrimiento, un discurso oculto que representa una crítica del poder a

espaldas del dominado. El poderoso, por su lado, también elabora un discurso oculto donde

articulan las prácticas y las exigencias de su poder que no se pueden expresar abiertamente.

Comparando el discurso oculto de los débiles con el de los poderosos, y ambas con el

21

discurso público de las relaciones de poder, accedemos a una manera fundamentalmente

distinta de entender la resistencia ante le poder” (Scott, 2000, p. 21).

Scott utiliza el término de discurso público como “una descripción abreviada de las

relaciones explicitas entre los subordinados y los detentadores el poder” (2000, p. 24). Con

el concepto de discurso oculto define “la conducta ‘fuera de escena’, más allá de la

observación directa de los detentadores el poder” (2000, p. 28). La propuesta de Scott

permite dilucidar, dentro de la aparente armonía y aceptación de los grupos dominados ante

el grupo dominante, y el contraste de ambos discursos, ciertas respuestas de resistencia ante

el poder y el control que ejerce la clase dominante.

Por otro lado, la perspectiva teórica y metodológica centrada en el actor, que propone

Norman Long me permite tener una perspectiva amplia y matizada sobre las relaciones e

intereses que se dan sobre un lugar especifico como el tiradero de Peñasco, tomando en

cuenta una gama más flexible de relaciones de poder, puestas en práctica en el marco de la

vida cotidiana, por actores que se encuentran enrolados en proyectos diferenciados, y que se

hacen evidentes a través de procesos dinámicos. Una propuesta que permite contemplar al

poder en flujo y negociado, no meramente determinado por papeles, estructuras o

instituciones.

Dicha perspectiva confiere especial atención en la capacidad del actor como

participante activo en la creación y recreación de su realidad social. Aquí cabría aclarar el

sentido con el que se usa el termino actor. El concepto no hace referencia a un individuo

voluntarista ni meramente racional, que desempeña un papel unilateral o como un elemento

de la estructura de la sociedad. Su propuesta observa al actor (un individuo, institución u

organismo) construido y constructor de la realidad que lo atraviesa.

22

Por ello la importancia del concepto de agencia, que define como: “la capacidad de

conocer y actuar, y a la manera en que las acciones y las reflexiones constituyen prácticas

sociales que impactan o influyen en las acciones e interpretaciones propias y de los otros”

(Long, 2007, p. 442). La agencia implica:

a) La capacidad de conocer.

b) La capacidad de actuar.

Hay que tomar en cuenta que el actor se afana en encontrar significado a sus

acciones y experiencias, mediante una serie de recursos que van desde lo cognitivo hasta lo

emocional (asimismo se hace necesario prestar atención a los procesos organizadores y

ordenadores que efectúan los diversos actores) y que a su vez influyen en “las acciones e

interpretaciones propias y de los otros” (Long, 2007).

Para entender la forma en la que se enrolan los actores en diversos proyectos, es

oportuno tomar en cuenta que “… la agencia (y el poder) dependen de modo crucial del

surgimiento de una red de actores que llegan a ser parcialmente, aunque casi nunca por

completo, enrolados en el ‘proyecto’ de alguna otra persona o personas. La agencia,

entonces, implica la generación y uso o manipulación de redes de relaciones sociales y la

canalización de elementos específicos… a través de los puntos nodales de interpretación e

interacción” (Long, 2007, p. 50).

Aunque parezca obvia la aclaración, la acción social se desarrolla socialmente, es

decir, a través de las redes de relaciones que se generan en la vida cotidiana y a partir del

ejercicio organizativo. La acción social está marcada “por ciertas convenciones sociales,

valores y relaciones de poder” (Long, 2007, 108). La interpretación que hacen los actores

sobre la acción social, resulta también constreñida por estas cuestiones, pero no hay que

23

olvidar que el actor tiene capacidades que lo pueden llevar a actuar en marcos distintos a

los previstos (la vida social no es unitaria).

Es necesario contemplar la heterogeneidad de los repertorios culturales y las

percepciones sociales que poseen los actores para entender el resultado del cruce de estas

visiones y el impacto que generan sobre el actor y el medio en el que se desenvuelve. De

ahí la pertinencia y eficacia del concepto de interfaz social. “Una interfaz social es un punto

crítico de intersección entre los mundos de vida, campos sociales o niveles de organización

social en donde es mas probable encontrar discontinuidades sociales, basadas en

discrepancias, intereses, conocimiento y poder” (Long, 2007, p. 445).

Por otro lado, la propuesta centrada en el actor, y lo analizado por Long con respecto

a la idea que se ha construido entorno a la intervención planeada, me dan la oportunidad de

observar una forma de crear política y acciones que tienen como intención una mejora

ambiental, pero que repercuten sobre las condiciones de trabajo (y vida) de los

pepenadores. Con respecto al trasfondo ideológico que suele tener la idea de la intervención

hecha regularmente por el Estado, Long comenta “… la creencia de que la inyección de

contribuciones externas proporcionará una mejor solución a los problemas que los medios

ya existentes, y de ese modo se abren nuevas oportunidades y se mejora las condiciones de

vida y bienestar de la gente” (2007, p. 83). Esta idea tiene sus inconvenientes,

implícitamente conlleva a romper con el pasado (tanto con las perjuicios como con las

oportunidades) además de que borra del mapa a los actores que de una u otra forma se ven

implicados en estos procesos. Además hay que tomar en cuenta que los proyectos de

intervención llegan a ser "interiorizados" y significan diferentes cosas para los diversos

grupos de interés (Long, 2007).

24

El cruce entre estos conceptos de referencia, a ser analizados a través de la práctica

social situada en escenarios de interfaz social, me permiten dilucidar las formas en las que

se construye el conocimiento/poder y las repercusiones que esto tiene en la interpretación-

acción sobre el espacio del tiradero de Peñasco.

Organización de apartados.

La tesis está conformada por cinco capítulos y la conclusión final. A lo largo del

primer capítulo expongo brevemente la generación y el manejo de los residuos sólidos

municipales (no peligrosos), sus implicaciones sociales al ser uno más de los problemas

medio ambientales contemporáneos en el mundo. Intento explicar como la basura se ha

convertido en una problemática derivada de factores demográficos, culturales y del modelo

vigente de producción–consumo de la sociedad contemporánea. Exploro brevemente como

ha sido nuestra percepción y relación con los desechos, y como ha cambiado a lo largo del

tiempo y de acuerdo a contextos específicos. Sitúo las tendencias de manejo y tratamiento

de los residuos sólidos que se han propuesto a partir del siglo XX para darle una solución a

la problemática que han acarreado, así como la forma en la que han sido apropiadas las

propuesta por diferentes países, tanto industrializados como en vías de desarrollo. Para

finalizar, ubico esta problemática en el contexto mexicano, cómo se ha lidiado histórica,

jurídica y administrativamente con los desechos sólidos municipales.

En el segundo capítulo abordo la incursión del sector privado y el sector informal en

la prestación de los servicio de manejo de residuos sólidos. Las modalidades de

participación y los procesos en los que interviene el sector privado. Analizo las

implicaciones sociales, ambientales, económicas e incluso políticas que llevan a estos dos

sectores a participar en los sistemas de aseo. En cuanto al sector informal, expongo con

25

especial detalle la intervención de los separadores de materiales (pepenadores), en el

sistema de aseo urbano en México y las implicaciones políticas de su participación.

En el tercer capítulo trato el caso de la ciudad de San Luis Potosí, la generación y

manejo de los residuos sólidos en su contexto particular de expansión demográfica y

urbana. Hago una breve reseña de la forma en la que se ha gestionado los residuos sólidos

en la capital del estado, prestando especial atención a la forma en que las dos últimas

administraciones locales lidiaron con los residuos sólidos municipales. Igualmente hago

énfasis en la forma en que ha participado el sector informal en este rubro. Particularmente

recupero el proceso de disposición final en el tiradero de Peñasco: la transformación del

tiradero en “estación de transferencia modificada”, su operación, la afectación que generó

el cierre del relleno sanitario de Santa Rita en el proceso de confinamiento y las

correspondientes repercusiones en la disposición final en Peñasco, y la forma en que la

empresa Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V. incursionó en la remediación del tiradero

municipal de Peñasco.

En el capítulo cuatro concentro la descripción etnográfica sobre el tiradero de

Peñasco. En principio realizo una breve exposición histórica de este sitio y los lugares

donde se trabajó previo a la apertura de Peñasco, partiendo principalmente de los propios

relatos de los pepenadores. Describo las condiciones en las que se encuentra el sitio de

disposición final de Peñasco, las formas administración y operación del sitio, desde las

acciones del ayuntamiento, como de la empresa Vigue. Asimismo hay un apartado especial

en el que describo una de la áreas en las que se concentra la actividad de los pepenadores:

la plancha de pepena. Explico las condiciones y rutinas de trabajo de los segregadores de

materiales, así como la apropiación del espacio laboral. Finalmente, destaco la percepción

que los propios pepenadores tienen sobre las oportunidades y riesgos de la pepena.

26

En el quinto capítulo muestro los momentos de interfaz social que se presentan en el

encuentro cotidiano en el tiradero de Peñasco. Hago una revisión de la estructura,

organización y coordinación del Sindicato Único de Pepenadores, en particular la forma de

operación de ésta, que junto con el líder, son figuras clave en los escenarios de encuentro

con los demás actores. En otro momento examino la percepción y participación de los

pepenadores, el gremio, su organización y el desempeño del líder. Igualmente presento el

caso de una grupo de pepenadores provenientes de La Esperanza, Villa de Zaragoza: la

familia Fabián Carranza, con su caso trato de aportar la visión de un nivel intermedio, entra

la base y el círculo allegado al líder, además de mostrar una forma de organización familiar

del trabajo. Exploro el encuentro y las arenas de conflicto presentes entre los tres

principales actores que convergen en el tiradero, pepenadores-ayuntamiento-empresa, para

ello retomo primordialmente, el escenario que se presentó con la concesión de la

disposición final a la empresa Vigue, Relleno Sanitario, S.A. de C.V. en el 2007, durante el

periodo de esta investigación.

Hallazgos.

La gestión de los residuos sólidos municipales en San Luis Potosí no sólo depende de

la normativa o tendencias de manejo de los desechos, está fuertemente marcada por el

desempeño y los intereses de diversos sectores que intervienen en la gestión local de los

desechos.

Uno de ellos el sector informal, particularmente los pepenadores del tiradero de

Peñasco que a través de la agrupación en el Sindicato Único de Pepenadores y la

intermediación efectiva que ha hecho su líder, han podido negociar con las autoridades

responsables del sitio con el fin de asegurar su trabajo, lo que a su vez ha tenido

repercusiones en la forma que se proyecta la disposición final en el tiradero de Peñasco.

27

Asimismo su presencia, y persistencia en Peñasco, responde a una relación simbiótica

creada entre el gobierno municipal y el gremio, en la que por años éste ha aportado una

cuota de apoyo importante al ayuntamiento.

Otro actor significativo, que en los últimos años ha participado en la gestión de los

residuos sólidos municipales es el sector privado, específicamente la empresa Vigue

Relleno Sanitario en el confinamiento que se realiza en el tiradero de Peñasco. Su

intervención ha evidenciado formas, intereses y actores que han hecho una gestión

deficiente de los residuos sólidos municipales. Y sobre todo, ha desestabilizado la forma

por años legitimada del manejo de los residuo sólidos, construyendo un nuevo panorama de

incertidumbre para los procesos y actores que intervienen en la gestión.

El proyecto me permitió reconocer en la pepena una labor que recluta a personas que

han quedado fuera del trabajo formal-asalariado, y que se han apropiado de esta labor como

una estrategia de subsistencia. Una actividad menospreciada para las sociedades modernas,

pero altamente valorada por las personas que la practican, portadora de grandes beneficios

en la reproducción de la unidad doméstica, en el aspecto económico y familiar, de las

personas que la llevan a cabo.

28

Introducción capítulo I. Basura: problema ambiental y su manejo.

Actualmente hay una preocupación global más evidente por el medio ambiente. Los

gobiernos, las organizaciones civiles y los habitantes del mundo, en mayor o menor grado,

han tomado conciencia de los problemas que afectan a nuestro medio. Como se menciona

dentro del texto Diccionario de Medio Ambiente y materias afines, “contamino, luego

existo”. El autor afirma que incluso la propia naturaleza contamina, (en el caso de la

atmósfera presenta el ejemplo de las erupciones volcánicas), pero esta afectación puede

llegar a ser restaurada por la naturaleza (Ortega, 1999), a diferencia de otro tipo de

injerencia humana que llega a quebrantar el equilibrio ecológico.

El dominio de la naturaleza, y la relación que se gestó a partir de esta concepción,

aceleradamente dio paso a la sobreexplotación de los recursos naturales en aras de un

desarrollo económico y un “bienestar social”, que ni siquiera ha sido asequible a todos. El

desarrollo y la especialización tecnológica, el crecimiento industrial y el respectivo

crecimiento del consumo, acompañado de una explosión urbana5 mucho más acelerada de

lo que sus habitantes (y autoridades responsables de la urbanística) pueden asimilar, han

provocado un rompimiento de la relación estable que sosteníamos con la naturaleza.

La preocupación por el medio ambiente y su contaminación, se puede especular que

inició por la incertidumbre de su agotamiento o las pocas posibilidades de renovación

(sobre todo recursos como los hidrocarburos), y de ello lo que más llega a consternar es la

afectación que puede provocar en nuestra vida diaria. Un paso más allá en esta inquietud

5 La cuidad en oposición a la vida rural-agrícola, centro en el que se concentran los servicios y fuentes de empleo diversas (muchas de ellas de carácter industrial).

29

por el futuro del medio ambiente es la atención que se le ha prestado a recursos naturales

como la flora o la fauna, que también se han visto mermados.

A últimas fechas, nace de la conciencia de los graves, e incluso irreparables,

perjuicios que hemos infringido sobre la atmósfera, el agua, el suelo, la fauna, la flora y la

toxicidad desprendida de ciertas actividades que afectan al hombre. Uno de ellos es la

generación constante y exponencial de los desechos sólidos, que hemos descubierto pueden

causar deterioros a nuestra salud y a la contaminación del ambiente.

Es necesario precisar el sentido de los términos para hacer una distinción entre la

basura y residuos sólidos. “Un residuo sólido [diferenciándolo de los líquidos] es un

desecho, un sobrante, un producto derivado de la actividad social, productiva, comercial, de

servicios, pública o familiar” (Bernache, Bazdresch, Cuellar y Moreno, 1998, p. 32). La

basura denominaría lo inservible, mientras que el concepto residuo sólido refiere a un

material susceptible de ser reaprovechado (al evitar su mezcla con otros desechos o al ser

separado posteriormente), ser útil más allá del objetivo primario con el que fue hecho.

Para una mayor claridad debo señalar la diversidad de lo desechado por las

actividades humanas, que según su composición se le denomina residuos domésticos,

hospitalarios, industriales y peligrosos6, cada uno con un tratamiento especial y en los tres

últimos casos con especificaciones a las que se debe atender con mayor precaución debido

a su peligrosidad. Mi interés particular se centra en los residuos sólidos no peligrosos, los

desechos que se producen en hogares, comercios, oficinas o la industria y que son

6 A nivel internacional la distinción entre residuos peligrosos y no peligrosos es un tanto arbitraria de acuerdo a los estándares y la capacidad de gestión de las localidades alrededor del mundo. De acuerdo a la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente vigente en México se considera residuo peligroso a los materiales con características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables o biológico infecciosas.

30

incorporados a los sistemas municipales de manejo de residuos sólidos en su recolección,

traslado o confinamiento, es decir, residuos sólidos municipales (RSM).

Uno de los temas centrales en la agenda ambiental es la basura. En el presente

capítulo presentaré una breve síntesis de la basura como un problema específico de la

sociedad contemporánea, y su una gama de afectaciones. Exploraré cómo se ha abordado su

problemática desde diversos ejes, poniendo especial atención en la disposición final de los

residuos en el contexto mexicano. A los aspectos normativos se les llega a poner mayor

énfasis, sobre aquellos aspectos sociales, cotidianos y culturales, que afectan directamente

el rumbo y la aplicación de los primeros. Por lo que enunciaré los aspectos normativos,

administrativos y operacionales del manejo de los residuos sólidos, para más tarde

confrontarlos con una realidad específica y local como es el caso del tiradero de Peñasco

localizado en la capital de San Luis Potosí. Expondré algunas tendencias tecnológicas y

alternativas para lidiar con este problema creciente.

La intención es construir un marco contextual que permita entender los procesos del

manejo de la basura, qué acciones se llevan en marcha y cuáles son las miras para el

manejo de los residuos sólidos municipales en San Luis Potosí. Tener claro el sentido del

diseño, planificación y ejecución de acciones para el manejo de los residuos sólidos. Para

brindar un panorama más integral de cómo se insertan los pepenadores en el proceso que

recorre la basura.

1. Basura: problema ambiental y su manejo.

Es relativamente fácil imaginar a los antecesores primitivos del hombre vagando por

la tierra, recolectando, cazando, generando fuego, creando las condiciones básica para su

sobrevivencia. En su paso por el mundo el hombre ha dejado huellas materiales de las

actividades que realiza, no todas son muestras de la grandeza de antiguas civilizaciones,

31

como históricas obras arquitectónicas o de ingeniería. ¿Qué sucedía con los desechos

generados en las actividades diarias? La basura, entendida como aquello que se elimina o se

tira por no tener utilidad o haberla perdido, es algo consustancial al acto de consumo

humano y como tal ha estado presente a lo largo de su historia.

En el pasado la naturaleza de las prácticas, la tecnología rudimentaria, los hábitos de

producción y consumo de objetos mucho más simples (generalmente orgánicos), así como

condiciones específicas de adaptación al entorno, resultaban en una composición de

desechos mucho más fácil de manejar y degradar. Cotidianamente la reacción que se tiene

frente a la basura ha sido ocultarla y deshacerse prontamente de ella. Generalmente los

hombres, a pesar de la diversidad de culturas, contextos y el tiempo, han mantenido está

actitud frente a los desperdicios7. Al igual que su composición, nuestra manera de lidiar con

lo que desechamos ha ido cambiando.

De forma genérica, se puede reconocer que en el pasado los hombres se libraban de

sus desperdicios arrojándolos al mar, a terrenos despoblados o sencillamente quemándolos

sin el menor miramiento. Pero habría que advertir, no todo lo que para nosotros es basura

para nuestros ancestros lo era. Hay una actitud diferenciada (en tiempo-espacio, estatus y

contexto sociocultural) de lo que entendemos por basura como un objeto inútil, desechado.

En la antigüedad, la escasez de productos los hacía más valiosos, se “valorizaba” (Ortega,

1999) más desde las ropas hasta objetos decorativos, por el difícil acceso a los recursos y

porque representaba, asimismo, una fuente de ahorro familiar. El deshacerse de ellos

ocurría en una etapa tardía de su vida útil, a comparación de lo que sucede actualmente. 7 En algunas culturas las personas que se dedicaban a las tareas de limpieza o que estaban en contacto directo con los desechos, eran las de menor rango social, las impuras. Muchas de estas prácticas incluso han estado asociadas a las religiones como el judaísmo o el islam (Medina, 2007).

32

La limitada variedad de objetos y la dificultad de manufactura los hacían mucho más

preciados, y por lo tanto su desecho era con mayor prudencia. Por ejemplo, los antiguos

mayas reutilizaban desde cerámica rota hasta piedras de edificaciones, las que reusaban

como relleno en templos y otros recintos (Medina, 2007). Igualmente sucedía con los

desechos orgánicos, utilizados para otros fines, por lo que no eran basura, es decir materia

inservible. Como los aztecas, quienes empleaban los residuos orgánicos como fertilizante y

como alimento para un perro llamado izcuintli (Medina, 2007). La industrialización, y lo

que acarreó, en particular la especialización en las técnicas de producción y la manufactura

seriada, trajeron una nueva forma de asimilar los objetos y relacionarnos con ellos.

Eventualmente fue más fácil comprar un televisor que arreglar el descompuesto, desechar la

ropa vieja que reutilizarla.

Actualmente existen proyectos que aplican una planeación y diseño más

especializados para satisfacer la necesidad cada vez más compleja de lidiar con la basura.

Las acciones no se limitan a un confinamiento más conveniente, tratan de contemplar

integralmente las repercusiones del manejo de los desechos, para lograr metas mayores

como un desarrollo sustentable en un medio ambiente protegido y condiciones sanitarias

adecuadas.

A pesar de que la basura ha acompañado al hombre a lo largo de su existencia, en

años recientes se ha convertido en uno de los problemas ambientales más evidentes. La

basura ha cobrado una fuerte visibilidad, sobre todo para los habitantes de las urbes, por la

cantidad de productos que consumimos y que al final del día se convierten en desechos.

Este es un problema típicamente moderno, alentado por un desarrollo tecnológico que ha

facilitado la sobreexplotación del medio ambiente, la producción masiva y a gran escala de

33

productos más diversos y elaborados. Y sobre todo, porque este ciclo es complementado

con una actitud más abierta y anhelante al consumo.

El consumismo, ha sido impulsado por un poder adquisitivo más fuerte y reforzado

por un habito cultural ampliamente difundido. Como lo menciona el investigador Gerardo

Bernache (2006), las sociedades están inmersas en una cultura del consumo intensivo de

mercancías, donde se desecha para seguir consumiendo como parte de la lógica de la

producción industrial. La problemática de la generación de basura deriva de la producción

de grandes volúmenes de objetos, que además para su producción involucran materiales de

difícil o lenta degradación. Actualmente toda clase objetos nos han inundado, productos de

consumo cada vez más populares que incluso se han convertido en “elementos de

diferenciación social” (Bernache, 2006, p.76).

La percepción de lo que es desechable se ha flexibilizado (en ciertos contextos

sociales) mucho más, porque existe toda clase de productos a los que podemos recurrir

(dependiendo de que tan fácil nos resulta el acceso a su consumo). Ya no sólo nos regimos

por los criterios de utilidad, es decir, deshacernos de las cosas porque han perdido esta

cualidad, se han desgastado o degradado. El consumo de los objetos va de la mano de

cuestiones de estatus, estilos de vida, el valor que le conferimos a los objetos y la forma en

la que nos relacionamos con ellos. Esta actitud se traduce en una carga mucho más fuerte de

“desechos”. Los propios patrones de consumo también han determinado qué actitud

tomamos frente a la basura (Bernache, 2006). Por ejemplo, la tendencia a sobre empacar lo

productos desalienta el fomento de la cultura del reciclaje.

El crecimiento demográfico también ha contribuido a agravar la problemática. El

ritmo de crecimiento poblacional ha sido mayor en los últimos 60 años que en toda la

historia de la humanidad. Además existe una considerable aglomeración en las urbes,

34

producto del crecimiento demográfico y de la migración a las ciudades8, provocando una

concentración más evidente y preocupante de desechos en ciertas zonas.

Las dificultades que conlleva el manejo de la basura no sólo se limitan a solucionar

qué hacer con las grandes cantidades de desechos, también enfrentarse al cómo hacerlo,

cómo manejamos estos nuevos elementos, una composición muy distinta a la que hace 50

años tenía la basura. En el pasado la mayor parte de la basura estaba compuesta por

desechos orgánicos fácilmente biodegradables. En países subdesarrollados aún forman una

parte importante de los desperdicios (en países industrializados sucede a la inversa), pero

este porcentaje ha ido decreciendo en años recientes, la composición de los desechos

orgánicos ha sido desplazada por materiales cada vez más elaborados.

A mitad del siglo XX surgieron tendencias sobresalientes que propusieron un cambio

en la relación que veníamos sosteniendo con el medio ambiente como una prioridad social.

Y en el caso específico de los desechos y su manejo, la forma de ver y hacer las cosas

también se ha ido modificando paulatinamente: “Allá por los años ‘60 se planteó un

enfoque de ingeniería sanitaria: si había emisiones al aire o al agua por sobre la norma, se

proponían filtros o tratamientos de los efluentes. Si se trataba de residuos sólidos, se

proponía depositarlos sin cuestionar su volumen o su peligrosidad” (Duran, 1997, p. 26). A

partir de los ‘60 y ‘70, iniciaron las inquietudes acerca del daño que prácticas como ésta

causaban al ambiente. En estas décadas se comienza a reconocer los deterioros que pueden

causar los residuos sólidos, se analizan alternativas para promover tanto la eficiencia de los

servicios como la minimización de los daños. A partir de la Conferencia sobre el Medio

8 Para 1995, la mayor parte de los países de América y Europa concentraban el 50 por ciento o más del total de su población en ciudades (Seager, 2000).

35

Humano, organizada por la ONU en 1972, inicia la generación de leyes propiamente

ambientales, paralelamente en materia constitucional comienza a suceder lo mismo en

diversos países. En la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, se da a

conocer la Agenda o Programa 21, con una serie de objetivos para la adecuada

administración ambiental en el marco de un desarrollo sostenible.

En los años ’80 cobró especial atención el qué hacer con los residuos sólidos. Iván

Restrepo (1985) menciona que para los países del primer mundo resultaba en una

preocupación producto de los procesos industrializados que atentaban contra la naturaleza,

mientras que en los países subdesarrollados esta problemática era más bien resultado de la

pobreza y sus consecuencias, aspecto que se hizo evidente en la Cumbre de la Tierra. Al ser

reconocidos los perjuicios de los residuos, la propuesta se concentró en prevenir, minimizar

y evitar la generación de residuos, como la estrategia más adecuada para prevenir daños

(Duran, 1997). A mediados de los ‘90 a nivel internacional, las autoridades y los

organismos legislativos, preocupados por los asuntos ambientales, en los residuos sólidos

en particular, adoptaron una perspectiva integral, no sólo enfocada al manejo de los

residuos en sí mismos, sino con una visión amplia y extensa para analizar todos los

elementos que contribuyen y sobre los que repercute esta problemática.

I) Propuestas para el manejo de los residuos sólidos. Una de las propuestas más básicas para hacerle frente al asunto de la basura, se condensa

en las 3 R’s: reducir, reutilizar y reciclar (Restrepo, Bernache y Rathje, 1991). Severini (1995) incluye una cuarta R: reeducar, la educación ambiental contribuye a lograr un mejor manejo de los residuos sólidos y también su reducción.

Otro enfoque con los mismos elementos es retomado en la propuesta “jerarquía del manejo los residuos sólidos”, que sirve como guía para priorizar las opciones de manejo de los desechos. La guía de esta propuesta es la siguiente: “reducción de origen (reducción en la fuente), reutilización (retornabilidad/rellenamiento), compostaje y biodegradación, reciclaje, incineración con recuperación de energía, relleno sanitario” (Careaga, 1993 en Instituto Nacional de Ecología, 1999, p. 10).

Para la gestión ambientalmente adecuada de los residuos, tanto urbanos como industriales,

36

se formuló la llamada "política integral para la gestión ambientalmente adecuada de los residuos". Proyecto iniciado por la CEPAL con la cooperación técnica de la GTZ9 y el financiamiento del gobierno Alemán. El proyecto se llevó a cabo en seis países (Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile y Ecuador), dando como resultado el diagnóstico de la situación del manejo de los residuos en cada país. A partir de este diagnóstico la intención fue "asumir un enfoque holístico, sistémico y multidisciplinario" que permitiera formular una política eficaz y correcta para la gestión de los residuos sólidos (Instituto Nacional de Ecología, [INE], 1999, p. 10).

Un manejo integral y sustentable de los residuos sólidos busca eliminar los riesgos

derivados de la manipulación de éstos, reducir la generación de desechos, promover

alternativas para su tratamiento, hacer más eficientes y menos costosos los procesos e

involucrar a todos los sectores de la sociedad para poner en práctica soluciones más

adecuadas para la gestión de los residuos sólidos. De forma general, para brindar una

solución integral al manejo de los residuos es necesario la participación de los ciudadanos,

hacer concienteente a la población de que existen responsabilidades compartidas en la

generación y manejo de los desechos. En el plano técnico, se han perfeccionado formas de

tratamiento que existían en el pasado y se han generado modernos métodos para su manejo.

Además es necesaria la educación de la población sobre temas ambientales, y la

concientización del efecto que ciertas prácticas tienen sobre el entorno.

El contexto desde el que se trata de esgrimir con los desechos, marca importantes

diferencias en qué tipo de tratamiento es usado y cómo se aplica. En los países

industrializados o desarrollados se cuenta con conocimientos especializados, finanzas

suficientes, infraestructura y normatividades que alientan a un manejo más adecuado de los

residuos. Los punto frágiles dentro de estas sociedades serían otros, como la generación

desmedida de los residuos. En países en vías de desarrollado, la necesidad de atender estos

9 Empresa de cooperación internacional dedicada a promover el desarrollo sostenible con operaciones en todo el mundo (http://www.gtz.de/en/unternehmen/689.htm).

37

servicios se ha tenido que ajustar a las posibilidades (y voluntades), escasos medios con los

que se cuenta, sacrificando la vigilancia de algunas externalidades y teniendo como

prioridad simplemente prestar el servicio.

La mayor parte de la responsabilidad para la gestión de los residuos sólidos recae en

los gobiernos locales teniendo esto en mente es fácil distinguir el enorme compromiso que

tiene, comparado con la insuficiencia de instrumentos necesarios para hacerle frente. Las

características en cantidad y composición de residuos sólidos es igualmente disímil. En

términos generales existe una relación: a mayor el ingreso económico mayor la cantidad de

residuos generados. Además se puede distinguir que en los países del tercer mundo existe

un amplio sector que "depende de la basura". Millones de personas que tienen una fuente de

ingreso importante mediante la recolección informal o la recuperación de materiales

reciclables.

Uno de los pasos que podría considerarse anterior al manejo mismo de los residuos

sólidos y que forma parte importante en cualquier proyecto de manejo integral de éstos es la

reducción de los generadores de basura. Al respecto existe un principio que ya ha sido

adoptado en Estados Unidos y países de Europa, “el que contamina paga” (INE, 1999;

Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2001). La intención es que el

productor de los residuos adquiera la responsabilidad de los bienes que producen, como una

estrategia de compromiso compartido.

II. Formas de tratamiento de los residuos sólidos. La incineración han sido utilizada para recuperar energía, pero principalmente para

reducir la cantidad de residuos a confinar. El tratamiento térmico se da a través de varios métodos10, uno de ellos la incineración. Su mayor desventaja es que resulta ser controversial, 10 “La incineración es un proceso exotérmico que involucra la descomposición de materia constituida a base de carbono, en gases y cenizas, en presencia de oxígeno. La pirólisis es un proceso endotérmico que involucra la descomposición/volatilización de materia orgánica en combustibles gaseosos o líquidos y de un sólido carbonizado a altas temperaturas en

38

porque se tiene la percepción de que las emisiones que se generan son más dañinas en comparación al uso de otras estrategias, por ello se ha desarrollado tecnología que permita controlar las emisiones de gases que se desprenden de estas plantas de tratamiento. El tratamiento térmico es una solución costosa, por la inversión tecnológica que requiere el mantener estrictas medidas de control (SEMARNAT, 2001).

El compostaje es un tipo de tratamiento biológico que se vale de los residuos “húmedos” u orgánico, como comida, los desechos del jardín o el excremento de animales. Por vía aerobia se produce composta para fertilizar y acondicionar los suelos (Ortega, 1999). Su recuperación trae otros beneficios como la reducción de riesgo de producción de biogás o de lixiviado en los sitios de confinamiento. Para algunos de estos métodos, como la producción de composta o el reciclaje, la fuerza del mercado juega un papel decisivo para determinar su viabilidad, sin la demanda los productos, los procesos resultan improductivos e insostenibles, sin ni siquiera aportar una importante disminución a la reducción o eliminación de los residuos.

La reutilización, es una de las forma de tratamiento más antiguas. Consiste en la utilización de objeto con la misma finalidad para la que fue hecho pero excediendo el ciclo de vida útil con el que fue planeado. El reuso ayuda a disminuir los niveles de consumo de nuevas objetos, a pesar de que tarde o temprano se convertirán en desechos por su desgaste.

Otra opción es el reciclaje es un proceso que transforma objetos que eran desechos en materias primas para la producción de objetos nuevos.

El reciclaje no es un proceso nuevo, en la antigüedad se reciclaba telas, papel, métales

e incluso huesos, para ser precursores de objetos nuevos. Actualmente gracias a la oferta y

la demanda, así como a la introducción de modernos procesos de reciclamiento, materiales

como el cartón o papel, el vidrio, el plástico (el más popular el PET11) y los métales se

encuentran entre los principales materiales susceptibles de ser reciclados. Las ventajas que

aporta un proyecto de reciclaje planeado y correctamente llevado a cabo, van desde la

reducción de la carga de residuos que son confinados (y la prevención de una mala

disposición final), la prolongación de la vida útil de los vertederos, el decremento del gasto

en los servicios de recolección (si la separación se hace desde las fuentes de generación) y

confinamiento de los desechos. Igualmente la iniciativa privada obtiene recompensas, los

materiales reciclados disminuyen la presión del costo de las materias primas que la

ausencia de oxígeno. La gasificación es un proceso similar a la pirólisis en el que se adiciona oxígeno para producir combustibles gaseosos” (Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Ambientales [SEMARNAT], 2001, p. 37). 11 Poritereftalato, uno de los termoplásticos, los cuales “no sufren cambios en su estructura química durante su alentamiento y se pueden calentar y moldar cuantas veces se quiera” (Ortega, 1999).

39

industria ocupa12. Y por su supuesto, el medio ambiente también se ve beneficiado al

reducir la extracción de materias primas.

Escasos han sido los intentos del sector público por alentar a la población en la

separación de productos para el reciclaje. En el caso de Estados Unidos, en la primera mitad

del siglo XX, parecía más costoso el invertir en reciclar en comparación con el uso de

materias primas vírgenes. Únicamente en tiempo de guerra y posguerra, resultaba más

económico invertir en reutilizar material como una forma de cuidar y no destruir las

materias primas (Wolman, 1978). En países del primer mundo las iniciativas para promover

el reciclaje van incorporados a los programas de las municipalidades o por las legislaciones

federales. En ciudades de África, Asia o Latinoamérica, los programas de reciclamiento

resultan virtualmente inexistentes, en estos casos las propuestas para reciclar se dan desde

el sector privado, o bien, el sector informal (Medina, 2008).

El nivel de competencia que existe con las materias primas vírgenes es un

determinante en la pertinencia de la utilización de los subproductos separados, ya que hay

procesos de reciclaje más costoso o que emplean más recursos (energía o agua) para poder

utilizarlos como materia prima que los propios materiales vírgenes. En esta situación el

empleo del material reciclado no es una solución ambiental viable. En décadas pasadas

había sectores que tenía reticencia a utilizar materiales reciclados, pero si tomamos en

cuenta los beneficios que este aporta podemos afirmar que es una solución práctica en la

que todos podemos contribuir para disminuir la carga de desechos sólidos que producimos

diariamente.

12 “… el vidrio reciclado gasta menos energía para ser fundido que si se hace desde un material original… el aluminio es grandioso reciclarlo, porque sólo ocupas 5% de lo que necesitarías para procesarlo desde el origen… respecto al cartón kraft, se estima que 90% del que se produce es reciclado” (Castellanos, 2 de agosto de 2004, ¶ 39).

40

1) Alternativas de tratamiento de los residuos sólidos (elaboración propia).

A lo largo de la historia del hombre la práctica del entierro ha ofrecido los más bajos

costos de tratamiento, además de ser una alternativa relativamente sencilla e “higiénica”. La

disposición final sigue siendo el método más utilizado para el tratamiento de los residuos.

En nuestros días existe una preocupación urgente por dejar atrás las formas insensibles de

enterrar la basura, debido a los prejuicios que trae su incorrecta disposición final,

principalmente la generación de lixiviadoy biogás.

III. Lixiviado y biogás. Se le denomina lixiviado a “…la disolución en agua de una substancia alcalina” (Restrepo,

et al., 1991, p. 49), “el agua que se filtra en los desechos se impregna de numerosos elementos tóxicos y componentes químicos, así como también de microorganismos” (Lewis, 1991 en Severini, 1995). Los lixiviados pueden llegar, por medio de la filtración, a contaminar los mantos acuíferos adyacentes a los tiraderos.

El biogás es una “mezcla de metano y de óxidos de carbono que se desprenden en determinados procesos, como, por ejemplo, el tratamiento anaerobio de residuos urbanos” (Ortega, 1999, p. 51). El biogás contribuye al calentamiento global y puede ayudar a propiciar incendios.

Además, pesar de que los residuos sólidos municipales no contienen desechos

peligrosos, existen desechos que se encuentran en la basura municipal en pequeñas

41

cantidades, pero que son fuente de contaminación por su acumulación en los vertedero: los

residuos domésticos contaminantes y los sanitarios contaminantes. Los residuos sólidos son

potencialmente peligrosos, unos más que otros, y su mezcla también produce nuevos

sustancias, requiriendo atención en cada etapa de su manejo.

IV. Desechos domésticos peligrosos. Los desechos domésticos contaminantes “…se conforman por una variedad de productos

que contienen sustancias químicas tóxicas, corrosivas e inflamables en pequeñas dosis… Los desechos sanitarios son aquellos que contienen una presencia significativa de microorganismos patógenos que representan un riesgo para la salud pública” (Bernache, 2006, p. 45).

De lo que no cabe duda es de que cada vez la gente es más reticente a tener cerca de

sus hogares sitios donde se confinen los desperdicios, dificultando localizar áreas

pertinentes para la disposición final. Otro de los argumentos en contra del uso de vertederos

es que representan un desperdicio de recursos naturales, ya que se confinan residuos que

podrían ser reutilizados, reciclados o empleados para la producción de energía.

En nuestros días existen básicamente dos tipos de sitios de disposición final: los sitios

en donde se dispone de la basura simplemente enterrándola sin ninguna o escasa

planeación, control y monitoreo (como los tiraderos a cielo abierto); y por otro lado, los

lugares que contempla el uso de parámetros técnicos especializados, con un diseño,

planeación y control operativo antes, durante y después de su utilización (como los rellenos

sanitarios). De estos dos tipos deriva una gama de sitios que opera con características que

van de los tiraderos clandestinos hasta los rellenos sanitarios.

V. Sitios de disposición final. Una tipología con la que podemos identificarlos según sus características de diseño, construcción y operación en cinco tipos básicos es la siguiente:

a) El tiradero a cielo abierto. La forma más fácil para deshacerse de la basura. Su localización ha sido generalmente arbitraria y con pocos o nulos controles y monitoreo de actividades.

b) El relleno sanitario antiguo. Aquí los residuos se cubren diariamente con capas de arcillas y arenas, bajo la aplicación de diversas técnicas de nivelación, hasta saturar la capacidad del sitio. En esta etapa se cubre el predio con una gruesa capa de tierra y vegetación de algún tipo. No se cuenta con tubos para la ventilación de biogases. El lugar no tiene un

42

acceso controlado. c) El cuasi-relleno. Pretende ser un relleno sanitario, pero en realidad es un tiradero o

vertedero controlado, que en el fondo no cumple con las disposiciones básicas para funcionar adecuadamente como relleno sanitario. El control de ingreso de residuos es poco o nulo.

d) El relleno sanitario contemporáneo. Contempla el uso de parámetros técnicos especializados, un diseño, planeación y control operativo. Algunos elementos básicos implicados:

i. El estudio detallado del sitio de ubicación. ii. Instalación de una capa protectora impermeabilizante de materiales sintéticos o

arcillas en el fondo del sitio. iii. Instalación y mantenimiento de un sistema de recolección y tratamiento de lixiviados

y lodos tóxicos. iv. Instalación y monitoreo de una red de ventilación de los biogases que se forman en

los procesos de degradación de los residuos orgánicos (principalmente el metano). v. Establecimiento de un control estricto de los desechos que entran, cuidando que

éstos sean exclusivamente no contaminantes. e) Sitios para el confinamiento de residuos sólidos peligrosos. Sitios de disposición muy

especializados diseñados con el propósito de almacenar, temporal o definitivamente, los desechos peligrosos que provenientes principalmente de plantas industriales.

Restrepo, et al., 1991. El recubrimiento que se hace en algunas de estas modalidades de sitios de disposición

final tiene sus ventajas ya que la tierra ayudan a evitar que se acumulen roedores y moscas,

se escape algún residuo, reduce el riesgo de incendios, sirve de camino o base para los

vehículos que depositan; y una capa final ayuda a prevenir infiltración del agua (que

mezclada con los residuos favorece la generación de lixiviados), permite la plantación de

vegetación y no permite el uso de la misma superficie con otro propósito (Stone, 1978, p.

240).

Existen tendencias relativamente nuevas para los sitios de disposición final, como la

obtención de energía a partir del biogás que se desprende de los vertederos. Esta alternativa

requiere formar parte de un plan integral ya que para la producción del biogás se necesita

una mayor concentración de materia orgánica. En general, con las excepciones de los

rellenos sanitarios y sitios controlados, todos los lugares de disposición final de residuos

involucran riesgos. El confinamiento de los residuos sólidos es una cuestión que abarca

43

varias aristas. Las ciudades han crecido tanto que ya llegaron a las áreas de los antiguos

basureros. Nuevos asentamientos humanos se han construido en lo que anteriormente

fueron tiraderos, esta cercanía en cierta forma ha potencializado los riesgos a la salud

humana. Los basureros son fuentes de propagación de fauna nociva e infecciones de todo

tipo.

A pesar de que en los países en vías de desarrollo la generación de basura suele ser

menor y menos compleja en su composición, su gasto es más pesado por los bajos

presupuestos con que cuentan los gobiernos locales, en relación a los costos en personal y

en tecnología que son requeridos. Pero más allá del dinero, existen otras razones que

influyen en una gestión insuficiente de los residuos sólidos. Los países del primer mundo

cuentan con circunstancias que para ellos funcionan como ventajas: una administración

organizada, la visión para desarrollar proyectos a largo plazo, un adecuado marco jurídico,

espacio en el mercado para los desechos, control de los residuos sólidos en cada una de las

etapas, buena percepción y apoyo de la comunidad para alcanzar los programas

emprendidos, economía escalada y estabilidad política (Cointreau-Levine, 1994).

Medina (2008) menciona algunas de las estrategias que países de América Latina,

África y Asia ponen en práctica en el manejo los residuos sólidos, desde un alto grado de

centralización, en la que se generan propuestas estandarizadas que no alcanzan a distinguir

las necesidades especificas de cada ciudad; soluciones altamente burocratizadas y

jerarquizadas, sin la participación de las comunidades; carencia de tecnología propia y en el

caso de que se cuente con ella, es tecnología importada; la negación u omisión del sector

informal y contemplar al “sector formal” como única alternativa para llevar a cabo los

proyectos de manejo de residuos sólidos.

44

En el transcurso de nuestra historia reciente se han tomado medidas importantes,

desde la toma de conciencia hasta la puesta en marcha de leyes, proyectos y desarrollo

tecnológico. El ritmo de crecimiento demográfico y urbano, así como los problemas

pasados que hemos acumulado, hacen urgente crear medidas inmediatas, pero planeadas y

proyectadas hacia el futuro. A nivel mundial lo estudios, legislación y los acuerdos

internacionales han proporcionado el primer paso hacia una gestión de residuos sólidos

tendiente a proteger el ambiente y la salud, pero el mayor reto lo enfrentan las naciones

pobres que tienen el impulso indomable del crecimiento y al mismo tiempo cumplir con los

acuerdos. Hay impedimentos particulares del contexto local que les dificulta alcanzar los

acuerdos y al mismo tiempo satisfacer las necesidades de la sociedad.

El manejo de los residuos sólidos en México.

La situación que enfrenta México con sus residuos sólidos no es muy diferente a la

planteada a nivel mundial. “De acuerdo con los datos que nos proporciona el INEGI, para

1996 se generaban en el país diariamente cerca de 87 560 toneladas de residuos

municipales, en un año se acumularon casi 32 millones de toneladas en [el] México. En ese

año en México, el promedio per cápita de residuos era de 917 gramos, un crecimiento

importante desde 1992 cuando el promedio era de 766 gramos” (Instituto Nacional de

Estadística, Geografía e Informática, 1999, p. 215 citado en Bernache, 2006, p. 20). Se

calcula que en México, para el 2005 se producían diariamente unas 97000 toneladas de

basura (Secretaria de Desarrollo Social, 2006). México comprometido tanto a prestar un

mejor servicio de aseo público y a tomar medidas con miras hacia el futuro para remediar

los errores y prever que no se sigan cometiendo.

Breve revisión cronológica del manejo de los residuos sólidos en el país.

Las antiguas culturas que poblaron México tenían un sentido del manejo de los

45

residuos sobre todo con fines de higiene, “los Aztecas tenían un alto sentido de orden y

limpieza” (Medina, 2007, p. 23). Bajo el reinado e Moctezuma II se prohibió y penalizó

ensuciar y tirar basura, además, existían oficiales encargados de limpiar las calles. En el

texto Minimización y manejo ambiental de los residuos sólidos 3 (INE, 1999), se menciona

que existen registros de que los primeros sistemas de control de residuos sólidos

municipales en México comenzaron a funcionar en la época precortesiana.

VI. Manejo histórico de los residuos sólidos, el caso de Guadalajara. Un ejemplo lo reseña Bernache (2006) al exponer la situación que vivió Guadalajara en el

pasado. Comenta que desde el siglo XVIII existen reportes de la preocupación por parte de los gobernantes del manejo que se le daba a la basura como una cuestión de salud pública. Se propusieron una serie de providencias en las que se ordenaba a los habitantes de Guadalajara la limpieza de sus casas y su parte correspondiente de calle (Castañeda, 1998 en Bernache, 2006). “En 1764 se adquirió el primer carretón para la recolección de basura por parte del ayuntamiento… en 1768, se publicaron nuevas ordenanzas tanto para controlar los muladares de la ciudad, como para detener el uso indiscriminado que hacía la población del cauce del río San Juan de Dios para deshacerse de todo tipo de basura…” (Bernache, 2006, p. 154).

En ese mismo año se prohibió tirar basura en vía la pública. En la época no existían sitios de disposición final establecidos. Una de las medidas que se tomó fue que las carretas que entraran a la ciudad se llevaran una carga de basura para tirarla a las afueras, en lugares designados por las autoridades (socavones y barrancas). A finales del siglo XVIII existían los “remates de limpia”, subastas públicas para que el interesado se hiciera cargo de la limpieza, recolección y trasporte de la basura en áreas públicas de la ciudad por un tiempo corto y a cambio de un pago. Cuando el presupuesto del ayuntamiento no era suficiente, se cobraba a los habitantes una “propina” para poder prestar el servicio. Algunas veces se forman cuadrillas y se empleaba a los presos para realizar las faenas (Bernache, 2006).

Estas acciones revelan la urgencia de aumentar y mejorar el sistema de aseo público

alrededor del país debido a la demanda del servicio. Alentado a su vez por el crecimiento

poblacional que se dio a lo largo de los siglos y que se fue intensificando hacia los tres

últimos siglos. En Guadalajara, a principios del siglo XIX se hizo necesario aumentar el

ritmo de los trabajos de aseo.. A principios del siglo XX se seguían concediendo los

contratos para el aseo, pero el des-abasto en el servicio era persistente y se agravó. Rezago

que se ve reflejado en muchos de los sistemas de aseo urbano que implementa la

administración pública y que todavía no ha podido subsanar.

46

A nivel nacional, a inicios del siglo XX queda establecida oficialmente la

responsabilidad de las municipalidades para prestar de servicios de aseo público o limpia,

desde un principio con atrasos tecnológicos y una precaria cobertura de los servicios. Como

se menciona en el texto Minimización y manejo ambiental… (1998) fue hasta mediados del

siglo XX cuando se buscaron alternativas y acciones para el manejo de los residuos sólidos,

como el estudio del Ing. Miguel Ángel de Quevedo para sanear los barrios de la Ciudad de

México.

El gobierno federal actuó para responder a las necesidades de recolección y

disposición de los residuos sólidos. Así en 1964, la Dirección de Ingeniería Sanitaria

comenzó a formar parte de la Comisión Constructora e Ingeniería Sanitaria (CCISSSA), de

la Secretaría de Salubridad y Asistencia, incorporando el desarrolló tecnológico de

ingeniería para la generación de métodos eficaces de disposición de los residuos sólidos

(creando el primer relleno sanitario en Aguascalientes). Asimismo propició planes

integrales de recolección en algunas ciudades del país. En 1981, la CCISSSA dejó de

operar y parte de sus funciones fueron absorbidas por la Subsecretaría de Mejoramiento del

Ambiente (SMA).

El Consejo Técnico de la SMA inició un programa a nivel nacional de 1973 a 1976,

con financiamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

(PNUMA). Se dio asesoría para el manejo y disposición final de RSM en algunas ciudades,

además de brindar cursos de capacitación y de identificación de problemas con residuos

sólidos industriales. De 1970 a 1982, la Dirección de Ecología Urbana de la Secretaría de

Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP), elaboró normas técnicas para el

control de los residuos sólidos municipales. En 1982 con la creación de la Secretaría de

Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) el control de residuos sólidos urbanos se concentró

47

en la Subsecretaría de Ecología. A partir de 1983 esta dependencia inició el programa

RS100, para elaborar proyectos ejecutivos de relleno sanitario, se hicieron manuales de

diseño de rellenos sanitarios y de rutas de recolección. En 1992 desaparece la SEDUE y se

crea la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), de ella depende el Instituto Nacional

de Ecología (INE). Hoy en día la SEDESOL continúa brindando apoyo a los municipios

para que fortalezcan sus sistemas de aseo urbano.

La Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP), se

crea en 1994 incorporando al INE y demás órganos con injerencia en asuntos ambientales.

El INE desarrolla la normatividad de los residuos sólidos municipales. En 1996, promulga

la norma oficial mexicana NOM-083-ECOL-1996, “… que establece las condiciones que

deben reunir los sitios destinados a la disposición final de los residuos sólidos municipales”

(Diario Oficial de la Federación, 25 de noviembre de 1996). En el 2000, la SEMARNAP se

transforma en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, acogiendo al INE. En

2003, se aprueba la NOM-083-SEMARNAT-2003, en el siguiente apartado comentaré con

mayor extensión estas normas.

La preocupación por el manejo de los residuos sólidos tiene más de cuatro siglos

presente en nuestro país, principalmente respondiendo a una política de higiene, su

correspondiente repercusión en la salud pública, y el abastecimiento de un servicio que con

el paso del tiempo fue creciendo en demanda. La historia reciente sobre este tema ha

llevado la discusión a caminos que contemplan también los riesgos que corre el medio

ambiente si se presenta un mal manejo de los desechos. Los rezagos técnicos y financieros,

así como los nuevos desarrollos técnicos y las investigaciones internacionales han colocan a

México en una situación comprometida y al mismo tiempo apremiante donde además es

necesario tomar en cuenta aspectos de salud pública, equidad social y distribución

48

económica justa para enfrentar el futuro.

Gestión pública del manejo de los residuos sólidos municipales y su

normatividad.

Aún cuando la generación, manejo y confinamiento de los residuos es competencia

de toda la sociedad por ser co-responsable en la producción de residuos, la prestación de

los servicios de aseo urbano recaen en los niveles locales de gobierno. La prestación del

servicio público “no está regulada por ninguna disposición jurídica del orden federal, salvo

por el Artículo 115 Fracción III, Inciso c), de la Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos, en el que se declaran como competencia de los municipios la

prestación de servicios públicos municipales, incluyendo el servicio de limpia” (INE, 1999,

p. 110-111). Antes de que en los estados hubiera disposiciones jurídicas especificas en

materia ambiental, existían tan sólo leyes, reglamentos y órganos (como los bandos de

policía y buen gobierno municipales) con el propósito de delimitar y regular la correcta

consecución de los servicios públicos.

En México hay una preocupación relativamente reciente con respecto a la forma en la

que se dispone de los residuos sólidos en la sociedad. Un punto de particular preocupación

es la disposición final, por el daño inminente, latente y palpable que implica. A finales de

los ’80 varios estados comenzaron a emitir leyes con el objetivo de controlar, vigilar y

prevenir el daño al medio ambiente ocasionado por el manejo de los residuos sólidos. El

problema fue que no se buscó coordinar estas leyes con los reglamentos que en materia de

aseo público y limpia existían localmente, ocasionando (en algunos casos aún persiste)

descoordinación: municipios con autoridades separadas, una encargada de la protección

ambiental y otra encargada de prestar el servicio de aseo, provocando rivalidades entre

organismos.

49

Los congresos de cada entidad igualmente legislan sobre las facultades de los

ayuntamientos en la prestación del servicio. Los gobiernos estatales también cuentan con

autoridades administrativas que sirven como apoyo a los municipios sobre todo en materia

de desarrollo urbano. Los ayuntamientos, tienen reglamentos para regular el servicio, con

instituciones que se encargan de llevarlo a cabo y con autoridades como los regidores que

supervisan las actividades de cada servicio público.

2) Atribuciones respecto a los servicios de aseo público. Diagrama modificado con información extraída de Minimización y manejo ambiental de los residuos sólidos 3, 1999.

También está la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente

(LGEEPA), que da facultades al gobierno federal para emitir Normas Oficiales Mexicanas

(NOM) aplicables al manejo de los residuos. Actualmente existe la NOM-083-

SEMARNAT-2003 que establece “las especificaciones de protección ambiental para la

selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura y obras

complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo

50

especial (Diario Oficial de la Federación, 20 de octubre de 2004) 13.

Por su parte, la SEDESOL impulsó el Proyecto de Manejo Integral de Residuos en

varias ciudades de México, con la asesoría y financiamiento del Banco Mundial (Bernache,

2006), logrando identificar varios puntos problemáticos en la gestión de los residuos

sólidos municipales, además sentó las bases para la Ley General para la Prevención y

Gestión Integral de los Residuos Sólidos, publicada en el Diario Oficial de la Federación en

2003. La ley contempla la aplicación de los principios de valorización y responsabilidad

compartida por todos en la generación y manejo de los residuos sólidos. Con ella se mejoró

el contenido de la LGEEPA en materia de residuos sólidos. Dicha ley representa el eje

rector de la política medioambiental entorno al tema.

Hay que tener presente que el manejo de los residuos sólidos en nuestro país forma

parte de la gestión pública, una tarea que asume el Estado y que tiene características propias

para satisfacer las necesidades de la sociedad y procurar su bienestar. Al respecto de la

gestión pública o municipal Massolo (1991, p. 250, en Bernache, et al., 1998, p. 39) afirma

que ésta se refiere al “manejo y funcionamiento democrático, eficaz y eficiente de los

asunto públicos cotidianos: los consumos colectivos, el mejoramiento de las condiciones de

vida, la planeación del desarrollo urbano, la administración, el uso y destino de los recursos

económicos, la representación y la participación cívico-política plural…”. La historia

política de México da muestras de importantes rezagos en materia de gestión pública,

dando una nula gestión efectiva, democrática y comprometida.

Como lo menciona Ziccardi y Massolo (1991, en Bernache et al., 1998), la falta de

13 Esta fue un época importante en la que el ambientalismo en México a nivel institucional, ya que con acciones como la generación de las normas mencionadas, se estableció un reconocimiento sobre la preocupación en materia ambiental.

51

autonomía de las instancias gubernamentales dificulta las relaciones intergubernamentales y

las acciones puestas en práctica. La importancia reside en partir no sólo de leyes

desvinculadas, sino de la realidad de las instituciones, la urgencia de fortalecer y renovar, la

forma en la que se gestionan los servicios públicos, especialmente el manejo de los residuos

sólidos municipales. En nuestro país hay una preocupación por el medio ambiente que trata

de reflejarse en la regulación emitida en los últimos años. Los tropiezos se encuentran en la

práctica, al dejar a un lado los alcances reales de los ayuntamientos, para intentar seguir el

ritmo que la normatividad impuesta.

Hay todavía un espacio no cubierto entre lo que se debe hacer y los conocimientos,

medios y actores que participan localmente. Como lo hace Luciano D’Andrea al plantear al

reto que representa la gestión pública de los servicios urbanos “… el tema del control de los

servicios no se puede agotar en la evaluación de la eficacia o de la eficiencia, sobre todo

porque la gestión de los servicios resulta ser cada vez menos el resultado de un sistema de

tareas de responsabilidades jerárquicamente definidas y cada vez más el fruto de un

proceso complejo, en el cual entran en juego diferentes subjetividades políticas y sociales,

portadoras de una creciente y más diferenciada demanda de calidad de vida” (D’Andrea,

1991, p. 60).

Debemos enfrentar un sistema complejo construido no sólo por leyes, normas o una

mera administración pública, sino por la perspectiva confrontada de varios actores que

intervienen a nivel local. Actores que con sus respectivas visiones influyen, e inciden en la

toma de decisiones y las puesta en práctica de ciertas medidas en una realidad especifica,

como la situación local que se vive diariamente dentro del país.

Sistemas de aseo urbano: etapas, procesos y formas.

El servicio de limpia, también conocido como servicio o aseo urbano (SAU)

52

comprende básicamente la recolección, el trasporte y el entierro. En México, los sistemas

de aseo urbano comprenden típicamente: el barrido manual y mecánico, la recolección, el

trasporte, el tratamiento y la disposición final (INE, 1999).

VII. Etapas del Sistema de Aseo Urbano. El barrido manual o mecánico, se realiza por personas con herramientas como escobas o

maquinas especiales en calles públicas, principalmente de zonas céntricas o turísticas (INE, 1999). La recolección, consiste en recoger los residuos sólidos de los sitios en dónde se generan para

trasladarlos a los lugares de tratamiento, las estaciones de transferencia o los sitios de disposición final. En México cifras oficiales del INE revelan: “La cobertura [del servicio de recolección] en población servida promedio a nivel nacional se estima en 78%. Para las zonas metropolitanas se ha calculado en 95%, mientras que para ciudades medias entre el 70 y 85%. En áreas urbanas pequeñas se ubica entre el 50 y 70%” (INE, 1999, p. 94). Cálculos un tanto optimistas cuando observamos que las ciudades se han expandido geográficamente y colonias de reciente creación carecen de servicios públicos elementales.

Los sistemas de aseo municipal pueden también contar con estaciones de transferencia, lugares donde se hace el trasbordo de la basura, de los vehículos que la recolectan a trailers de gran capacidad que la llevan a los sitios de disposición final. Consisten en rampas o desniveles que permiten descargar, por efecto de la gravedad, los RSM de las unidades hasta las cajas de los trailers. Evitando que los camiones recolectores recorran largos trayectos desde los sitios de recolección hasta los sitios de tratamiento o confinamiento. Son de mucha utilidad en las ciudades grandes o de mediana extensión, ayudando a evitar el desgaste de los vehículos y mayores gastos en combustible.

El tratamiento, incluye una diversidad de procesos como la incineración, el compostaje, el reciclaje o reuso e incluso la producción de energía mediante la incineración o el biogás. En el caso de México ha habido incursiones en la producción de composta en ciudades como Toluca o Monterrey (INE, 1999), que no han funcionado y por lo tanto fueron cerradas. En otros casos se han instalado plantas que combinaban la separación de subproductos y generación de composta como Guadalajara (Bernache, 2006) y el Distrito Federal (INE, 1999), en estos casos, y con algunas modificaciones, permanece activa tan sólo para la separación de residuos destinados al reciclaje. Mucho del fracaso de estos proyectos se debe a las deficientes condiciones de las plantas, la organización del trabajo y la nula búsqueda de mercados.

La recuperación de materiales para el reciclaje o reuso no se lleva a cabo por el sector informal. En tiempos recientes las propias empresas y la industria, así como el sector privado dedicado al manejo de los residuos sólidos ha implementado métodos de separación de subproductos. “Se estima que en México, los materiales recuperados para su venta, representan del 5% al 10% de los RSM generados” (INE, 1999, p. 98). No existen reportes en México de plantas especializadas en incineración. En cuanto al aprovechamiento del biogás como fuente de energía, actualmente opera una planta de tratamiento en el municipio de Salinas Victoria, Nuevo León, administrada por SIMEPRODE (Sistema Integral para el Manejo Ecológico y Procesamiento de Desechos)14 y la

14 Organismo público descentralizado del gobierno del estado de Nuevo León, más información en http://www.ine.gob.mx/cclimatico/descargas/bioenergia_12_j_fernandez.pdf. “Este organismo atiende el proceso exclusivo de disposición final, dejando a la administración de los municipios la recolección y transferencia” (INE, 1999 p. 102). 15 “… operan desde el 19 de septiembre del 2003 la planta BENLESA para generar energía eléctrica a través de los desechos (Proyecto Monterrey I)“ (Gobierno de Nuevo León, consultado febrero de 2009, ¶ 2).

53

empresa privada Bioeléctrica de Monterrey, a través de Bioenergía de Nuevo León15. La disposición final, se refiere al confinamiento o entierro de los residuos sólidos.

Por muchos años en México se dispuso de los residuos sólidos de manera

despreocupada, utilizándose tiraderos a cielo abierto o tiraderos clandestinos (hoyos,

socavones o barrancas en las que simplemente se tiraba la basura, práctica que no ha sido

erradicada por completo). Para finales de los años ’90 en México el método más utilizado de

disposición final seguía siendo el tiradero a cielo abierto o rellenos controlados,

aproximadamente un 50 por ciento de los sitios de disposición final correspondían a éstos.

Hablar de la simple existencia (y persistencia) de los sitios sin control es preocupante, por los

daños que generan y sigue provocando a pesar de dejar de ser utilizados16 cuando se llenan.

Es importante señalar que en la mayoría de estos sitios, se encuentra una fuerte presencia de

personas que recuperan subproductos susceptibles de ser comercializados para su reciclaje.

En el siguiente capítulo profundizaré en la situación que se encuentran estas personas en los

tiraderos de nuestro país. Los sitios de disposición final se ubicaban en las periferias de las

ciudades, ahora con la expansión urbana, estos lugares se localizan muy cercanos a los

centros urbanos.

3) Vías de exposición a peligros generados por la basura (ilustración retomada de Oeltzchner y Mutz,

16 “…cualquiera de las formas de disposición en el suelo de residuos, genera un pasivo ambiental de a lo menos 20 años, el que debe monitorearse” (Szanto, 2007, ¶ 3).

54

2009, p. 81).

Uno de los principales factores que determina la forma en la que se manejan los

residuos México, es el gasto que conllevan17. Los municipios limitan o se niegan a cobrar

los servicios porque genera una mala imagen ante los ciudadanos, mientras que éstos

asumen que los impuestos que pagan cubren la prestación de este servicio (SEMARNAT,

2001). La falta de financiamiento y la pesada carga operativa que tienen los ayuntamientos,

provoca que los sistemas de recolección municipal sean apoyados por los denominados

sectores “formales” e “informales” de recolección. Dentro de los “formales” se encuentran

las empresas privadas que han comenzando a ofrecer algunos de los servicios del manejo de

residuos sólidos. “En los primeros años de la década de 1990, se inició la prestación de este

tipo de servicios mediante la participación de la iniciativa privada siguiendo la modalidad

de concesión” (INE, 1999, p. 92). En México se ha experimentado tanto situaciones

favorables como negativas al momento de concesionar los servicios. Ante ello las

autoridades competentes, como el Instituto Nacional de Ecología, se limitan a recomendar

que se consulte a expertos en el tema para tomar las decisiones adecuadas en la elección

más pertinente.

Las actuales condiciones que experimenta México demandan una creciente

necesidad por sistemas de aseo público más complejos y extensos. Los gobiernos

municipales se ven en una situación difícil, que apremia cubrir este servicio, y más allá de

su cobertura, tiene que prevenir las externalidades del manejo de los desechos.

17 “El manejo de 1.2 kilos que genera a diario cada habitante de la Ciudad de México y su área metropolitana cuestan al gobierno aproximadamente un mil quinientos millones de pesos anuales” (Castellanos, 2 de agosto de 2004, ¶ 4) que no le producen rendimientos al Gobierno. Mientras que “el costo del mantenimiento de las plantas de selección oscila entre 80 y 100 millones de pesos al año, de los cuales no se recupera nada” (Castellanos, 2 de agosto de 2004, en línea ¶ 21).

55

Conclusión capítulo I.

La relación que el hombre ha entablado con los desechos se ha modificado a la par

que los objetos han cobrado nuevos sentidos para nosotros. A partir de la expansión del

desarrollo industrial, se generó una manufactura más eficiente, con nuevos productos, más

fácil acceso a ellos, e incluso un aliento social y cultural a conseguirlos, alentando una

rápida obsolescencia de ellos, convirtiéndose entonces en desechos. A la par de este

crecimiento de la producción y el intercambio mercantil, el crecimiento demográfico

multiplicó esta mecánica de las cosas en muy poco tiempo. Ahora habrá que hacerse cargo

de lo que se desecha, de formas más complejas.

La situación ha llegado en un punto en que la multiplicación exponencial de estos

factores a puesto en crisis la relación que hemos entablado con los desechos. En años

recientes, la opinión pública, las instituciones públicas, la sociedad civil y la iniciativa

privada han volcado su preocupación por las afectaciones que el hombre ha provocado a su

medio ambiente y su propia salud, uno de estos temas es la contaminación generada por los

desechos sólidos. La cuestión va más allá de qué hacer con ellos, los esfuerzos que se

encaminan a limitar su generación, son puestos en marcha con gran dificultad en un mundo

donde el consumismo es alentado continuamente. Por ello, las alternativas se han volcado

en el qué hacer con los desechos y de qué forma. Uno de los esfuerzo de los gobiernos y

organismos internacionales ha sido promover la suscripción de acuerdos para reconocer la

gravedad del asunto, y que esto a su vez promueva la generación de leyes y normas para un

mejor manejo de los residuos sólidos.

Las últimas tendencias sobre el manejo de los residuos sólidos han tratado de orientar

las acciones tomando en cuenta elementos externos o indirectos entorno a la generación de

los residuos sólidos, es decir, una visión integral y holística entorno a ellos. Asimismo a

56

nivel técnico se han generado nuevos procesos y se han especializado métodos

antiguamente usados, para darle otras salidas al manejo de los residuos. Uno de los

inconvenientes surge cuando las propuestas y políticas intentan ser ejecutadas en naciones

como las llamadas del “Tercer Mundo”, que pueden retomar las guías, más a la hora de su

ejecutarlas se revelan las deficiencias y dificultades de ponerlos en marcha.

Uno de los impedimentos para los países en vías de desarrollo, específicamente en

México es el incumplimiento de las leyes. Un grave problema con el que se topa la

implementación de cambios en los sistemas de aseo urbano, es de carácter político, que

incide en la administración pública. El no cumplir (o hacerlo parcialmente) las leyes

responde a la contraposición de intereses particulares, la carente definición de las

responsabilidades de cada nivel de gobierno, la incapacidad de los gobiernos para el poder

ejercer los dictámenes y la ausencia de voluntad de las propias autoridades.

Se puede identificar la ineficacia de las autoridades, muy de la mano de las

características con las que operan los gobiernos a nivel local, quienes al fin y al cabo llevan

la mayor parte de la carga en cuanto al manejo de los residuos se refiere. La corta

permanencia en los puestos (en México la administración municipal dura tres años) además

de que los funcionarios pocas veces cuentan con el conocimiento especifico que requiere la

gestión de los residuos y una vez que llegan a adquirir el conocimiento y las capacidades

necesarias, son removidos de sus puestos. No se logra acumular conocimientos, estrategias,

ni acciones, se requiere entonces una integración total (contemplando el pasado, presente y

futuro) para que cualquier tipo de proyecto que se plantee se lleve a cabo plena,

eficazmente y a cabalidad.

Es necesario hacer hincapié en el papel que juegan los gobiernos locales,

particularmente en los países del “Tercer Mundo”, quienes administran los servicios de

57

aseo público y manejo de los residuos en condiciones precarias en comparación con la

demanda tan extensa de estos servicios. No tienen la capacidad para acceder ni a la

tecnología, la mano de obra capacitada, ni ningún otro tipo de adelanto que requiera para su

obtención una fuerte suma de capital. Otra debilidad presente en estas naciones es que no

hay apoyo a la investigación ni el desarrollo tecnológico orientados al medio ambiente18.

Además de que los programas que se implementan, con financiamiento de programas

internacionales, no ha contado con la capacidad institucional local para tomar rienda de

ellos. Asimismo cuestiones como el ordenamiento territorial y la educación ambiental, son

puntos clave en una propuesta de manejo integral de residuos sólidos, pero se han abordado

superficialmente a nivel local. En un plano más operativo, al contrario de lo que sucede en

países como los europeos, existe un profundo vacío en la responsabilidad que posee el

generador de los residuos.

En México aun existe una tendencia a centrar los esfuerzos en programas aislados o

en la prestación del servicios de aseo público, más que en proyectos preventivos de

reducción de desechos, de tratamiento y mucho menos en educación ambiental. Muchos de

los elementos en los que se planea hacer mejoras, a pesar de las tendencias, terminan

recayendo en el área técnica o financiera, contemplando escasamente las implicaciones

políticas y sociales que se involucran en ambos. Una solución común ha sido dejar todo o

parte del manejo de los residuos sólidos en manos privadas. En el caso de México “A la

fecha [finales de la década de los 90], 24 ciudades importantes han optado por privatizar

algún proceso en el manejo de los RSM… La recolección industrial y comercial es el

18 "El nivel de gasto en investigación y tecnología ambiental estimado es del orden de 2% del total del gasto de los gobiernos" (INE, 1999, p. 62)

58

proceso donde las empresas participan de forma recurrente, –representa 58% del total,

seguido del proceso integral con 18%...” (INE, 1999, p. 102).

Por otra parte, el ambiente político que ha vivido México desde el pasado siglo alentó

la participación del sector “informal”, que se ha convertido en gestor ambiental

involuntario, en el afán de perseguir una forma de sustento para ellos y sus familias. En el

siguiente capítulo revisaré dos actores que además del sector público, participan en el

manejo de los residuos sólidos: el sector privado y el sector informal.

59

Introducción capítulo II. Dimensión privada y colectiva del manejo de la basura:

participación del sector privado e informal en la gestión de residuos sólidos.

Desprendernos de los desechos es una actividad sencilla, cotidiana, y hasta hace poco

tiempo, considerada inocua para el medio ambiente. El camino que los desperdicios

recorren tras abandonar nuestros hogares, comercios o lugares de trabajo es un asunto al

que no prestamos atención o simplemente no nos interesa, porque al fin y al cabo es basura.

Como examiné en el capítulo anterior, las formas de manejo son muy diversas, así como su

gestión. El Estado ha sido el agente central que posee la mayor responsabilidad en estos

menesteres, pero al ser un proceso tan complejo, en él intervienen un entramado

heterogéneo de actores.

Las condiciones que viven los gobiernos locales en cuanto a recursos financieros,

tecnológicos y de personal, así como un clima político y social específico, han abierto las

posibilidades de participación a otros individuos en este rubro. Algo que puede destacarse

es que ante la necesidad de lidiar con la basura, ésta resulta otra veta del mercado, un

negocio atractivo para actores privados, ajenos a la gestión pública al menos como hasta

hace poco se pensaba que debería ser.

En el presente capítulo expondré dos actores que actualmente intervienen en el

manejo de los residuos sólidos en la zona metropolitana de San Luis Potosí: el sector

privado y el sector informal. Pondré énfasis en el contexto que experimentan los países en

vías de desarrollo, particularmente el caso de México, puesto que todo parece indicar, son

estos países los que enfrentan los mayores retos a la hora de prestar el servicio. Expondré

algunos casos específicos de intervención de cada sector, así como los retos y

oportunidades que cada uno ofrece. La intención es aclarar como se articulan dos visiones

distintas sobre el manejo de los residuos sólidos. Y como estos actores intervienen

60

directamente en la forma en que se desarrollan los procesos, a partir de las percepciones,

valores y objetivos particulares de cada actor.

2. Dimensión privada y colectiva del manejo de la basura: participación del sector

privado e informal en la gestión de residuos sólidos.

En el plano de la gestión pública hay tendencias actuales que proponen nuevas formas

de administración pública que respondan a la complejidad de demandas de la sociedad y a

los cambios continuos en ella, una evolución del “Estado omnipresente al Estado estratega”

(Hernández, 1994, p. 5). Estas perspectivas han favorecido la apertura de tareas exclusivas

del gobierno, a otros actores sociales, sociedad civil o iniciativa privada. A continuación

expondré los dos sectores principales que intervienen gestión de los residuos sólidos y la

forma en la que configuran su manejo.

Privatización de los servicios de aseo urbano.

A la intervención del sector privado en la prestación de servicios que en algún

momento ofreció el gobierno por ser públicos, se le conoce vulgarmente como

privatización. La privatización de la basura implica la transferencia de propiedad del sector

público al privado. “Por privatización, en un sentido amplio, se puede entender tanto el

fomento de la prestación privada de bienes y servicios públicos y la gestión privada de

empresas y organismos públicos, como la transferencia de propiedad y/o control de

empresa del sector público al sector privado” (Ortega, 2003, p. 209). Privatizar servicios

que tradicionalmente habían sido considerados como obligación naturalmente adquirida por

el Estado ha sido criticada por la opinión pública, pero se perfila como una alternativa

frente al adelgazamiento del sector gubernamental.

La participación del sector privado, en el manejo de los residuos, proporciona el

capital suficiente para poder dar soluciones rápidas y efectivas por medio (idealmente) de

61

un conocimiento más especializado y la posesión de infraestructura necesaria. Las

modalidades básicas de coparticipación del sector público y privado en este rubro son

(Cointreau-Levine, 1994 en Grierson & Brown, 1999): la contratación, la franquicia, la

concesión y la competencia abierta. En la contratación una o más empresas privadas

ofrecen el servicio (principalmente de recolección, trasportación o disposición final) bajo

un contrato con el gobierno.

VIII. Métodos de participación del sector privado en el manejo de los residuos sólidos. Contrato a plazo fijo. Adquisición mediante licitación.

Contrato

Entrega a la empresa de la operación de algunos de los servicios (recolección, aseo, estación de transferencia o disposición final). Contrato a largo plazo. Para construir una instalación. Permite a la empresa el aprovechamiento de un recurso del gobierno (los desechos) a través de su tratamiento.

Concesión

Posibilidad de conservar las instalaciones construidas o trasferirlas al gobierno. Monopolio a plazo fijo sobre una zona específica. Paga derecho de licencia al gobierno.

Franquicia

Recupera costos con tarifas cobradas directamente a usuarios. Empresas compiten libremente por ofrecer los servicios (recolección, reciclaje o disposición final). Particulares hacen pactan directamente los contratos con las empresas.

Competencia abierta

Gobierno emite licencias, monitorea y sanciona si es necesario. VIII. Cuadro de elaboración propia, información retomada de Cointreau-Levine (1994).

En la concesión el sector privado invierte, crea y controla la infraestructura,

regularmente por un período largo, el necesario para obtener ganancias de la inversión. A

cambio el gobierno concede el acceso a una parte de los desechos sólidos y prevé alguna

forma de pago. Puede surgir un momento en el que se transfiera la propiedad al gobierno, o

bien conservarlos. En este caso se debe tener claro y asentar los derechos-obligaciones de

cada parte. La concesión generalmente es usada para las estaciones de transferencia, el

desarrollo de sitios de disposición final, plantas de reciclamiento e incineradores

(Cointreau-Levine, 1994 en Grierson & Brown, 1999, p. 196).

En el caso de México la privatización del servicio de limpia no es posible por que la

62

Constitución Política determina que los municipios tendrán que prestar ese servicio

gratuitamente, entonces las formas en que la iniciativa privada participa suelen ser a través

de la concesión o el contrato. Los gobiernos son dueños de los desechos que se encuentran

dentro de su jurisdicción (tras la recolección y disposición), así que con la franquicia el

gobierno concede exclusivamente a una empresa la prestación de alguno de los servicios

dentro de una zona especifica. En este caso la empresa asume el costo del cobro y la

facturación de los usuarios, llegando a ser una opción más costosa que la contratación. La

franquicia es comúnmente utilizada para la recolección residencial, empresarial o industrial

(Cointreau-Levine, 1994 citado en Grierson & Brown, 1999).

En el caso de la competencia abierta, las municipalidades reconocen y otorgan

licencias que autorizan a un determinado número de empresas a proporcionar los servicios,

generalmente de recolección de desechos industriales. Los usuarios contratan el servicio

directamente con la empresa mediante una tarifa que le pagan a ésta. Por la dinámica de la

transacción, este esquema implica mayor costo que cuando el gobierno opera como

intermediario (como la contratación) (Cointreau-Levine, 1994 citado en Grierson & Brown,

1999). Otra forma de representar las modalidades la participación del sector privado en la

propiedad pública son: los contratos de prestación de servicios y de administración,

arrendamiento, COT (construir, operar y transferir) y concesión integral. Y en los que la

participación es:

63

4) Modalidades de participación del sector privado en la propiedad pública (información retomada de Brooke-Coewen 1997, Haarmever y Mody 1998, citado por Saade, 2005 en Córdova, Romo Sarabia y Díaz, 2006).

Los gobiernos de los países en vías de desarrollo utilizan como principal argumento la

deficiencia del servicio (generalmente cierto), para dejar entrar a la iniciativa privada en

este rubro. Las razones identificables son los incumplimientos, retrasos y deficiencias a la

hora de recolectar, transportar y disponer de los residuos. Como lo explica Cointreau-

Levine (1994) el sector público está en desventaja frente a los niveles de productividad del

sector privado ya que existe una fuerte y enraizada ineficacia burocrática y mano de obra

con “patrones de conducta tradicionales” solapados por los sindicatos y que los gobiernos

no pueden corregir. La autora agregar que “no es seguro que el hecho de ‘quebrar a los

sindicatos’ por medio de la privatización total sea la solución” (Cointreau-Levin, 1994, p.

20).

No sólo los sindicatos oficiales reproducen estas prácticas. En México, la gestión de

los residuos sólidos también se ha visto apoyada por organizaciones de recolectores

“voluntarios” y pepenadores. Asociaciones similares a los sindicatos tradicionales, que por

otro lado, han sido cooptadas por los gobiernos, principalmente a través del líder, para fines

electorales. Este es uno de los aspectos presentes en el caso del tiradero de Peñasco, en San

64

Luis Potosí, situación que abordaré a lo largo del capítulo cinco.

El insuficiente financiamiento es otro aspecto que ha limitado a los ayuntamientos. En

el caso de México se asigna poco presupuesto para la prestación de este servicio, agravado

por el pensamiento de que es un desperdicio de dinero y que no produce retribuciones,

dando mayor prioridad a otras obras que pueden tener un efecto inmediato o visible para la

ciudadanía (construcción de carreteras, drenaje, etc.).

Por otro lado, hay casos en los que la nómina de los trabajadores absorbe la mayor

parte de los presupuestos designados. Los gobiernos en países en desarrollo poseen equipo

y tecnología obsoleta, que representa un fuerte gasto, ya que su reparación es muy costosa o

en los casos en que se les tiene que suplir o reparar hay que pasar por largos trámites,

retrasándose la prestación del servicio. Las especificidades del servicio exigen que se esté

al pendiente de él las 24 horas del día, lo que reclama horarios flexibles, personal y

supervisión continua, situación que es difícil cubrir especialmente cuando las competencias

no son claras, ni existe el apoyo real por parte de los diferentes ordenes de gobierno para

llevarlas a cabo. Y sobre todo, el mayor obstáculo que tienen que afrontar es implementar

cambios en las formas tradicionales y arraigadas de operar los sistemas de aseo.

Cointreau-Levine en su texto Participación del sector privado en los servicios de

desechos sólidos municipales en los países en desarrollo, utiliza criterios que examinan

aspectos de eficacia administrativa y productiva para definir la pertinencia de la

participación del sector privado en el manejo de los residuos sólidos “la cuestión de si

conviene o no implicar al sector privado… debe examinarse desde la perspectiva de la

cobertura de servicios, eficiencia, confiabilidad, costo, economías de escala, equidad y

rendición de cuentas” (1994, p. 15).

Asimismo subraya la importancia de que haya competencia, ya que es uno de los

65

factores que interviene para determinar los costos y eficiencia de los servicios de manejo de

residuos, tanto para el sector privado como para el público. En cuanto a casos

documentados existen estudios hechos en países desarrollados como Inglaterra o Canadá

(McDavid, 1985), que afirman que la contratación del servicio de recolección fue más

barata que el servicio público, pero Cointreau-Levine asegura que aun no existen pruebas

de que el mismo fenómeno se repita en los países en desarrollo.

Igualmente es muy importante que exista el monitoreo y la rendición de cuentas por

parte de los gobiernos. Por un lado, si el sector privado participa en el ofrecimiento de un

servicio público, entonces debe de estar sujeto al principio de rendición de cuentas,

mientras que por otro lado, el Estado debe de fortalecer su papel de árbitro y fiscal. Este

elemento tendría que estar presente, sobre todo en los casos como el de la concesión donde

los contratos están pactados por períodos largos de tiempo, pudiendo alcanzar grandes

logros con la supervisión del gobierno como vigilante de un bien público19, o grandes daños

si no hay vigilancia para que se cumplan los contratos.

El sistema de aseo es un servicio altamente visible para la sociedad, por lo que tiende

a politizarse. Sucede que si el sector privado falla, el gobierno no asume la responsabilidad

y simplemente culpa a las empresas. La responsabilidad del gobierno en primera instancia

es hacer una evaluación previa para que no se susciten cambios continuos, provocando que

no haya un aprendizaje progresivo, se trunque el desarrollo de proyectos a largo plazo.

Igualmente la ausencia de una fuerte presencia del gobierno como vigilante induce a que el

sector privado vea la prestación del servicio meramente como una vía de ganancia de

recursos del erario público.

19 “Los bienes públicos (defensa nacional) son consumidos en conjunto por todos y no son exclusivos” (Cointreau-Levine , 1994, p. 15):

66

Uno de los asuntos más delicados que se identifica a la hora de incorporar empresas

privadas en el manejo de los residuos sólidos son las contrataciones concedidas por

compadrazgos o arreglos políticos y económicos. Estos contratos regularmente no mejoran

los sistemas de aseo, por las condiciones en las que se conceden, siendo el único objetivo

otorgar ventajas económicas a una empresa más allá de buscar la mejora del servicio.

El manejo de los residuos sólidos se convierte fácilmente en un elemento de disputa

pública. Una de las dificultades de la intervención de empresas privadas en el manejo de los

residuos, es su falta de compromiso social cuando sus intereses económicos se contraponen

a la conservación ambiental. Uno de los puntos más controversiales sobre la pertinencia de

la injerencia del sector privado se da “entre privilegiar el beneficio privado o la cobertura

social” (Córdova, Romo, Saravia y Díaz, 2006, p. 119-120).

La participación del sector privado no es un fin en sí mismo, sino una alternativa, uno

de los medios para alcanzar una mejora en el servicio del manejo de los residuos sólidos.

No se tiene que recurrir rápidamente al sector privado como única solución. Se debe

analizar la situación hacia el interior y ver si existen posibilidades de modificar solamente

los aspectos que no funcionan, pero para ello es necesario tener la voluntad política de

ejercer y sostener los cambios. Si no se cuenta con una visión integral de todo el proceso

por el que pasa el manejo de los residuos sólidos, se corre el riesgo de hacer ineficiente o

arbitrario el servicio y toda una política que repercute en el ecosistema y en el ser humano

(tanto quienes realizan el trabajo directo de manejo de los residuos como los pepenadores,

hasta las poblaciones aledañas a los tiraderos).

El sector informal y el manejo de residuos sólidos.

Las diferentes modalidades que el tratamiento de los desechos sólidos adopta en

países en vías de desarrollo, además de otros factores sociales como la pobreza y la

67

incapacidad para crear espacios laborales dignos, posibilitan que se incorpore a individuos

(diferentes del sector público y privado) en el manejo de los residuos sólidos: el sector

informal. Este sector es importante por la gran cantidad de personas que recluta. Se le

identifica como “informal” porque las actividades que realizan son de baja o nula

especialización y tecnificación, pero principalmente porque no gozan de seguridad social

(Adler Lomnitz, 1994) un sueldo fijo, servicios de salud gratuitos u oportunidad de acceder

a prestamos o financiamientos bancarios.

En cuanto a su participación en el manejo de los residuos sólidos, éstas personas son

continuamente identificadas como un grupo marginal y de extrema pobreza, con

condiciones de vida mínimas, percepción que en general es producto de la relación tan

estrecha que tienen con su material de trabajo, la basura.

Los trabajos relacionados con los desechos han sido considerados a lo largo de la

historia como una de las labores más denigrantes. La recuperación o manejo de residuos

sólidos, data de hace ya muchos años. En el siglo pasado el mercado del algodón (Rathje,

1993) y del papel (Medina, 2008) ya incorporaba materiales de desecho para la fabricación

de nuevos productos, pero hoy en día existe un mercado más o menos estable y reconocido

para los materiales recuperados de entre la basura, por lo que estas actividades se han

desarrollado en mayor medida en la era moderna, industrial.

IX. Scavengers.Medina en uno de los apartado de su libro The World’s Scavengers (2007), examina la situación histórica de estos actores, los “scavengers”. Forma genérica en el habla inglesa para denominar a todos aquellas personas del sector informal que participan en el manejo de los residuos sólidos. Estas personas, que alrededor del mundo y a través de los años han vivido o forjado una parte de su sustento dependiente de la basura. Como los traperos en Francia, llamados chiffonniers, que en 1760 recolectaban 2 kg de lino blanco por día, materia prima para hacer papel. O los vendedores ambulantes en Estados Unidos, peddlers, que durante los siglos XVIII hasta principios del siglo XX recolectaban materiales de basureros como trapos, metal o huesos que más tarde eran utilizados como materia prima para otros objetos (Medina, 2007).

68

A pesar de la percepción desfavorable de las formas de vida de las personas dedicadas

a estas actividades, recientemente hay mayor conciencia de que puede resultar un negocio

bastante lucrativo. Al respecto Medina (2002) comenta que un estudio realizado en Nuevo

Laredo, en la frontera con Texas, se encontró que recolectores informales ganaban cinco

veces el salario mínimo ganado en dicha ciudad20. Son un sector que surte de materias

primas a grandes industrias, vinculándose al “sector formal” (Medina, 2000). Florisbela dos

Santos y Wehenpohl, identifican el producto elaborado como una actividad legal, “sin

embargo, su producción y comercialización no lo son” (2001, p. 71), ya que no están

sujetas a ningún tipo de pago o contribución hacendaria, lo que a su vez favorece su

rentabilidad.

Estas personas están presentes en la recolección, el trasporte o en los sitios de

disposición final. Su fuente de ingresos son las aportaciones voluntarias (propinas), que los

usuarios les dan por recolectar su basura. Las camionetas de recolección voluntaria o

permisionarios, mediante el uso de pequeños carritos, triciclos, carretas jaladas por

animales, volandas o camionetas tipo pick ups o de redilas, recolectan los residuos sólidos

de colonias o establecimientos donde se tiene pactado que recojan la basura o donde los

sistemas de recolección municipales no llegan. Asimismo es habitual que a la par de esta

práctica (tanto los sistemas de recolección informales como los municipales o incluso los

privados) se lleve a cabo otra para obtener ingresos extra: la recuperación de materiales

susceptibles de ser reciclados para obtener ingreso extra. Actividad que se realiza durante la

20 “In Bangkok, Jakarta, Kanpur, Karachi and Manila, scavenging saves each city at least U. S. $ 23 million a year in lower imports of raw materials, and reduced need for collection, transport and disposal equipment, personnel and facilities. According to some estimates, Indonesian scavengers reduce the amount of wastes that need final disposal by one third, which has significant environmental and economic benefits” (Medina, 2002, p.13).

69

recolección o en el camino a los sitios de tratamiento o confinamiento.

Por otro lado, existen dentro de los scavengers, un sector importante que se encuentra

en varios de los países en vías de desarrollo21. Se estima que en México existen unos 15

000 scavengers (Frykman, 2006) a los que se les conoce como pepenadores22, palabra que

proviene del náhuatl y que quiere decir “elegir, reparar, juntar, recolectar, ordenar las cosas

que están dispersas, elegir lo mejor que queda” (Simeón, 1963 en Severini, 1995, p. 29). En

países donde no cuentan ni con la cobertura, el capital y tecnología para poder segregar

productos reciclables, los pepenadores (al igual que otros pre-pepenadores: recolectores,

barrenderos, carretoneros, entre otros) cubren esta función.

Los pepenadores separan mayormente materiales como el papel, el cartón, el plástico

(generalmente el PET), el vidrio y metales, que venden como materias primas para el

reciclaje. Generalmente viven cerca o en los propios tiraderos (Medina, 2000), ahorrando

en la transportación hasta sus lugares de trabajo, además que los basureros les ofrecen un

sitio para vivir y un trabajo que los mantiene cerca del hogar. Aunque se ha tratado de

erradicar estas formas de vida, dadas las deficientes condiciones de existencia23, hoy en día

ha sido imposible lograrlo.

A lo largo del mundo, en particular en los países en vías de desarrollo, hay

diferentes circunstancias que permitieron el surgimiento de este sector, desde las crisis

económicas como la Argentina (Dimarco, 2005) hasta el fuerte sistema de clientelismo 21 De acuerdo a datos de Medina (2002), el Banco Mundial estima que más del 2 por ciento de la población de los países del tercer mundo sobrevive recuperando materiales de la basura. Aunque la presencia del sector informal en este rubro no es exclusiva de los países del tercer mundo, también hay ejemplo de su presencia en América del Norte y Europa. 22 Según el país de origen Se les nombra de diferentes formas: cirujas en Argentina; buzos en Bolivia, Cuba, Costa Rica y República Dominicana; catadores en Brasil; cachureros en Chile; basuriegos en Colombia; chamberos en Ecuador; guajeros en Guatemala; segregadores en el Perú, hurgadores en el Uruguay y zabbaleen en Egipto. 23 En Estados Unidos se ha eliminado la presencia de personas externas a los sistemas formales de manejo de residuos sólidos.

70

auspiciado por el gobierno (Castillo, 1983). En esta mezcla heterogénea de factores

podemos encontrar algunos puntos de coincidencia: carencia económica fuerte por la falta

de espacios laborales formales, una ausencia de posibilidades del Estado y el mercado

para satisfacer el servicio de aseo público, fuerte autoorganización colectiva por parte de

este sector que los motivó a satisfacer sus necesidades de trabajo, además del indiscutible

aporte económico de la actividad. Entorno del sector informal dedicado a la recolección o

pepena, la autoorganización tiene un sentido de unión construido sobre lazos de

reciprocidad, cooperación y amistad (Adler, 1975; Assad y Buj, 1995; Auyero, 1999 en

Dimarco, 2005). En general el surgimiento de grupos del sector informal se da a través de

formas de organización compleja, con estructuras bien definidas y que han dado lugar a

uniones, sindicatos, incluso microempresas o cooperativas.

Algunas de las soluciones que se plantean tanto a su vida de carencias como en su

participación en la gestión de residuos sólidos, es su incorporación “formal” al sistema

(Escamirosa, Escobar, González, Herrera, Solís, Gutiérrez y Chávez, 2001; Wamsler,

2000). Existen posiciones encontradas sobre la pertinencia de la intervención del sector

informal en el manejo de los desechos sólidos. Igualmente se les ha contemplado como un

elemento que retrasa la consecución de los procesos (por ejemplo, las prácticas de

separación de subproductos demora las rutas de recolección) y como un grupo que inhibe la

implementación de nuevas formas de gestión de los residuos sólidos.

Aunque en los últimos años ha cobrado fuerza una tendencia de ver al sector informal

como un elemento a usar en beneficio de los sistemas de aseo y tratamiento. Pamela

Severini (1995) en su estudio La gestión de la basura en las grandes ciudades hace un

análisis comparativo entre la gestión de los residuos sólidos en la ciudad de Montreal y en

71

la Ciudad de México. En su texto hay un pequeño apartado en el que habla del los

pepenadores como el “sector informal” que contribuye a obtener casi los mismos resultados

de volumen de recuperación de material que en los procesos formales de separación

implementados en la ciudad de Montreal.

En algunas partes del mundo, principalmente sitios en África, America Latina y

Asia, se han dado proyectos para incorporar a grupos de pepenadores o recolectores en el

manejo de los residuos. Ellos participan ya sea en forma de pequeñas empresas o

cooperativas, como actores reconocidos por las autoridades, contribuyendo a hacer más

efectivos o simplemente más baratos los programas de recolección o de reducción de

residuos. Ejemplos los podemos encontrar en Brasil, Colombia, Filipinas, Indonesia

(Frykman, 2006), Egipto (Assad y Buj, 1995), India (Medina, 2000) y México

(Camarena, Castillo y Ziccardi, 1986). Donde además de ser organizaciones reconocidas

como gestores de los residuos sólidos, se han convertido en asociaciones que han tejido

lazos con instituciones formales, logrando adquirir asesoría legal, mejores precios para

los subproductos, préstamos y otros beneficios sociales como servicios de salud o becas

para sus hijos. En cada país las características de organización de cada cooperativa han

respondido a las necesidades particulares de cada agrupación y a los contextos en los que

se ha generado.

La incorporación al proceso “formal” de gestión de los residuos sólidos ha sido un

camino lleno de dificultades en las situaciones donde ha habido éxito, pero en la mayor

parte de los casos aun no se logra agregarlos completamente a la gestión de los residuos

sólidos. El camino a la integración de estos grupos en proyectos novedosos se torna

virtualmente imposible cuando se examinan las dinámicas sociales y políticas que les

dieron lugar, permitieron su estructuración y fortalecimiento. Una análisis más fino

72

descubre actores e interrelaciones complejas que van más allá del mero manejo de los

residuos sólidos, cuestión que trataré de exponer con el caso particular de la disposición

final en el tiradero de Peñasco.

Por un lado, existe un fuerte sentido de unión dentro de los grupos informales, que

los ha llevado a organizarse entorno a uniones, cooperativas o sindicatos. Este tipo de

organizaciones les permiten defender un trabajo que es altamente dependiente de otros

actores quienes tienen el control legitimo de los procesos de manejo de desechos. Un caso

típico y ampliamente revisado en la literatura es el caso de los segregadores en México.

En el libro Basura y Metrópoli, al revisar la situación de los pepenadores en México, los

autores los reconocen como gestores ambientales no por autoderminación, sino como

fruto de una urgencia por hacerse de una fuente de trabajo, esto los pone en un posición

de sometimiento ante actores o instancias como el municipio, concesionario, lideres,

patrones o sindicatos.

En esta estructura que se construye entorno al manejo de los residuos sólidos

municipales hay figuras muy identificables dentro del sector informal que se convierten

en piezas fundamentales para el “éxito” de la organización. Una de ellas es el líder, quien

opera como vínculo o intermediario entre el sector informal y el formal (Castillo, 1981;

Frykman, 2006). En el caso de México está ha sido una relación simbiótica, producto de

las relaciones histórico-políticas, alentadas por la cooptación y manejo del electorado

urbano en los años ‘50 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El líder recibe poder asignado de sus seguidores o subordinados a quienes

representa ante las autoridades. Los subordinados por su parte legitiman su autoridad al

concederle capacidad de interlocución y negociación. Uno de los casos más reconocidos

73

es el del líder Rafael Gutiérrez (Álvarez, 1998; Castillo, 1983; Frykman, 2006) quien

llegó a controlar el manejo informal de los residuos sólidos en el Distrito Federal,

comenzando como un pequeño líder de sección de uno de los tantos tiraderos que

existían, hasta llegar a ser diputado federal.

De acuerdo con la información disponible, este personaje se comportaba con un

auténtico cacique, el apoyo que le proporcionaban los pepenadores lo ayudó además a ser

un hombre acaudalado24 al acaparar la compra de los subproductos separados en los

tiraderos de la capital del país. Mientras que a los pepenadores les proporcionó casa,

trabajo y hasta entretenimiento, fomentando una “cultura del pepenador” (Frykman,

2006), que a su vez les brindaba cohesión social y un ambiente de reconocimiento propio

ante un exterior que los excluía.

A Rafael Gutiérrez se le conoce como el Rey o el Zar de la basura por la gran

influencia y control que tuvo sobre los sitios de disposición final en la Ciudad de México

y la separación de subproductos que se hacía en estos lugares, así como por el gran

ejército de pepenadores que estaban bajo su dominio e influencia25. Gutiérrez utilizó sus

conexiones para escalar peldaños en la política, y su eficacia puede ser explicada como lo

menciona Adler Lomnitz (1994) por las redes que creo tanto horizontal como

verticalmente. Este ejemplo nos ayuda a entender la forma en la que operan, a veces en

menor escala, las relaciones que se crean entorno al manejo de los desechos. El fuerte

24 “Before his death in 1987, his garbage empire was estimated to generate an equivalent of 70 000 USD daily” (Castillo 2004 en Frykman 2006, p.49). 25 “The source of his economic power was an area called Santa Cruz Meyehualco that served as a dump already in 1924. It was a large piece of land, 184 hectares in total, of which the dump itself covered 160 hectares. In 1960 there were 3181 persons working in the area, of which approximately 1500 lived there permanently. At this time, the dump was divided into four sections, each with a leader who was dueño de vidas y objetos of his section (Castillo 1990). It directly translates to ‘patron of lives and objects,’ which meant that he alone ruled over all workers and that all waste recovered within the section was considered his property” (Frykman 2006, p.47).

74

lazo de organización de estos grupos han proporcionado al gobierno una fuente

significativa de apoyo. Esto se dio en México por muchos años, lo que produjo una serie

de prácticas corruptas que en algunos casos parece imposible desterrar pues se encuentran

sólidamente arraigadas en la cultura política mexicana.

El artículo Las plantas de selección de basura de México, Distrito Federal:

escenografía de la modernidad, María José Álvarez Martín (1998) plantea la incapacidad

de una gestión moderna eficaz, producto no sólo de una inversión económica y tecnología

deficiente, sino también de una red de relaciones de tipo político y social que se mueven

entorno a intereses de determinados actores y que no permiten una eficiente realización

estos servicios. Analiza la relación entre el gobierno del Distrito Federal, la base de los

trabajadores de la basura y los líderes de los gremios; los dos últimos formarían un gremio,

que “encuentra su legitimidad en la tradición, en la historia que le ha hecho adquirir un

‘derecho’ sobre la basura, que es de tipo informal o no oficial” (Álvarez, 1998, p. 85). Esta

circunstancia provoca que a la hora de generar iniciativas ambientalmente amigables sea

imposible implementarlas de manera sencilla, “… la circunstancia tiene dos caras, por una

parte las autoridades municipales deben actuar como marca la ley, pero se encuentran con

un doble enfrentamiento: político y social. Político porque no se enfrenan a un grupo de

pepenadores, sino a un sindicato… es por ello que las autoridades han recurrido a

convenios con los líderes de los sindicatos o los representantes de pepenadores, para no

cerrar los basureros y permitir que trabajen bajo ciertas condiciones” (Bernache et al., 1998,

p.126).

Los tiraderos de la Ciudad de México plantean una serie de situaciones

paradigmáticas, ya que en éstos lugares se manejan grandes dimensiones de basura y por lo

tanto la fuerza de trabajo (sobre todo informal) tiende a rebasar toda medida imaginable.

75

Tras revisar la situación de carácter político-social, se revela un campo en el que los

pepenadores han sido utilizados como recurso político. Se les ha manejado a cambio de otro

tipo de recursos, que no han ayudado a elevar su nivel de vida, es como si la propia

estructura política a la que se someten, por la que obtienen beneficios determinara, de la

misma forma, la condición perene de su marginalidad.

Los proyectos que tratan de apoyar la permanencia del trabajo de la pepena bajo las

condiciones actuales en las que se da este trabajo pueden llegar a fomentar la persistencia

de un sistema político paternalista, la estructuración social de la que han sido producto. Por

otro lado, dentro de la dimensión ambientalista, un inconveniente más que aparece al

defender la subsistencia de estos trabajos es que alienta la persistencia de prácticas poco

saludables y desfavorables para el ecosistema.

El desempeño de su labor en la forma en la que se ha dado se contrapone en cierta

manera a las tendencias actuales sobre el manejo de los residuos sólidos. En este sentido los

pepenadores constituyen una rémora para la modernización o la implementación de

estrategias o modelos de gestión de los residuos sólidos. En la misma perspectiva, las

formas de organización social que buscan la defensa y preservación de este espacio laboral,

constituyen no solo expresiones particulares e históricas de la cultura política mexicana y

sus expresiones regionales en situación urbano-rural; sino patrones recurrentes de acción

que permiten o posibilitan un cierto tipo de gestión que puede ser bueno, malo, insuficiente

o contraproducente pero que de hecho funciona o simula un tipo de funcionamiento.

Las organizaciones que se conforman dentro del sector informal se suelen negar a la

modernización (regularmente se hace por vía de la subrogación del servicio) de los sistemas

de aseo urbano, ya que representa una perdida de un modelo en el que han contado con

privilegios (beneficios de los gobiernos que los cooptan, libertad absoluta en el desempeño

76

de su trabajo y control sobre su trabajo y los beneficios que les aporta) y la extinción de una

forma de trabajo que vienen realizando ya desde hace décadas

La intención sería, acabar con esta negativa. La alternativa de erradicar a este sector

y borrarlo del mapa, es inviables, socialmente problemática y compleja, ya que se

despojaría de una forma de vida a miles de personas. Las soluciones a plantear serían

diversas, pero se debe procurar no dejar de implementar los cambios necesarios para lograr

un mejor manejo de los desechos, incorporando la mano de obra especializada que ofrece el

sector informal. E incluso se podrían mejorar las condiciones con las que desempeñan su

trabajo, ya que las propias condiciones del sistema se optimizarían.

Conclusión capítulo II.

En México el sector público ha sido considerado como el prestador natural de los

servicios de aseo urbano, recolección y disposición final de desechos sólidos.

Evidentemente estas funciones no han sido llevadas enteramente por él, otros actores han

participado en diferentes fases de un proceso complejo tanto por los desafíos técnicos como

por las implicaciones políticas y económicas involucradas.

Por muchos años el sector informal ha ayudado (no únicamente en el manejo de los

desechos), pero con resultados insuficientes y en ocasiones contraproducentes. Lo que a su

vez ha abierto el terreno para la incursión de otros actores en la prestación del servicio. En

años recientes, en nuestro país, ha cobrado fuerza la participación del sector privado quien

se desempeña en la gestión de los residuos sólidos con resultados mixtos y no tan claros

como podrían resultar en países del primer mundo. En países en vías de desarrollo este

tema genera sospechas por la forma en la que se lleva a cabo, quiénes son los que ofrecen

estos servicios y especialmente, cuáles son las intenciones reales al brindarlos. Es decir, se

privatizan en nombre de mejores logros y bajo el respaldo de normas ecológicas, pero con

77

ello se violentan intereses gremiales (formal e informal) ofreciéndoles alternativas laborales

que no les son tan favorables.

Por el otro lado, se descubre que las licitaciones favorecen a empresas que no están

plenamente facultadas para cumplir con los compromisos básicos en los modernos sistemas

de gestión de residuos sólidos, o que no tienen la intención de hacerlo porque su interés de

participar responde a contemplar en este servicio una veta muy rica de ganancia. De ahí la

importancia de sentar bases de licitación claras, pero flexibles que se ajusten a los procesos

y realidades cambiantes. Y sobre todo, que prevean la participación de todos los sectores de

la sociedad, donde además de asumir la responsabilidad en la generación de residuos,

puedan intervenir en la propuesta de soluciones y mejoras, con los canales para vigilar y

denunciar aquellos que esté perjudicando al medio ambiente y a la sociedad. Como se ha

visto a lo largo de los años, el gobierno también ha fallado en esta tarea, lo mismo sucede

en la vigilancia, por ello cobra mayor importancia la cogestión, incluyente de varios

sectores de la población.

Aunque en ciertos contextos lo deseable sería respetar la regla de que el que

contamina paga, lo cierto es que existen una serie de contradicciones entre los propios

modelos de gestión de las ciudades y el proceso de producción-consumo de mercancías que

impide, en primer lugar, asumir una cultura de mínima generación de residuos. Al

contrario, los modelos y estilos de vida resultan ser formas disociadas de sus subproductos.

La basura es por definición lo que en su origen perteneció a alguien pero que una vez usado

y despejado, no es “nada”, ni de nadie más, pero entonces de todos. En esta complicidad, el

ciudadano común, rehúye a pagar por algo que ha sido pagado de antemano. Bajo esta

óptica la privatización aún tendría que resultar en una propuesta adecuada a las formas y

78

ritmos de cada sociedad y no solamente un modelo altamente lucrativo para el sector que

pueda aprovecharlo.

Ante las alternativas que ofrece la iniciativa privada no hay que olvidar que el manejo

de los residuos es un bien público puro o colectivo26, es decir, un servicio que al que todos

los ciudadanos deben de tener acceso y obtener sus beneficios. No puede dejar de ser

brindado a todos (si mi vecino no tiene los recursos económicos para pagar la recolección

de su basura y la conserva por semanas acumulándose fuera de su casa, los afectados

seremos todos sus vecinos), ya que resulta ser una obligación social, ambiental y que exige

el respeto a la integridad humana.

La incorporación tanto del sector informal como privado no responde exclusivamente

a estrategias disímiles de tratar los residuos sólidos, sería ingenuo pensar eso. Entorno al

manejo de los residuos sólidos municipales hay una confluencia de actores con intereses

generalmente encontrados que movilizan su fuerza para alcanzar sus propios intereses más

allá del bienestar público. Hernández agrega, sobre algunas variables que las

municipalidades no toman en cuenta para su gestión, pero que intervienen directamente en

ella: “liderazgo político, coordinación de intereses, agencias donde se dirimen posconflictos

y confrontaciones grupales, espacios de interrelación social con capacidad de decisión, etc.”

(1994, p. 2).

Se hace necesario contemplar que todo proyecto encaminado a la mejora de los

servicios de aseo público, se debe construir no sólo con miras a la “optimización de

recursos”, lo que puede ocasionar que se obvie o se omitan otros factores que van más allá

26 El bien público puro o colectivo referiría a aquellos que “…son consumidos en conjunto por todos y no son exclusivos” (Cointreau-Levine, 1994, p. 15).

79

de los recursos materiales y que involucran cuestiones históricas, políticas y sociales, así

como el desempeño de los actores que intervienen en los procesos, otro fuerte determinante

en la forma en que se hacen las cosas. Como proponen Mendoza y García del Castillo “…

parecería necesario impulsar más todavía la transición hacia modelos de planeación

estratégica y hacia métodos de planeación más centrados en la interacción con actores,

agencias y estructuras de poder, que en los prerrequisitos funcionales de un desarrollo

urbano si bien técnicamente apropiado, poco factible en las condiciones de los actores y

agencias involucrados” (1994, p. 3).

Como ya planteé en el capítulo previo, se requiere como condición un gobierno

autónomo y fortalecido, con la voluntad política de mejorar los servicios de aseo público y

el poder para hacer frente a la situación histórica que el manejo de los residuos sólidos

viene arrastrando. Un gobierno con estas características ayudará a su vez a ejerce

plenamente su autoridad frente a la iniciativa privada a la hora de monitorear y hacer

cumplir los contratos. Si esto no sucede, por más que las propuestas del sector privado

resulten ser más eficientes y menos costosas, es poco probable que las empresas cumplan

los compromisos adquiridos.

El caso del manejo de los desechos sólidos marcan una especial responsabilidad por

parte del sector privado, la responsabilidad social y ambiental, ya que no es cualquier otro

rubro (comercio, turismo, etc.), un mal manejo puede afectar directamente a la población y

al medio ambiente, incluso permanentemente. Por ello la responsabilidad del gobierno que

los emplea o contrata, no termina en esta acción, además de vigilar se hace indispensable

80

trabajar conjuntamente27 para diseñar proyectos que tomen en cuenta todos los aspectos que

involucran la gestión de los residuos, que trabajen en la búsqueda del beneficio social, en

pro de mejores condiciones para la sociedad y el medio ambiente. Asimismo, para lograr un

desarrollo sustentable en el manejo de los residuos sólidos es necesario alentar la

participación e involucrar a todos los sectores de la sociedad para resolver de manera

integral y equilibrada este problema.

En particular en el caso de México, se tiene que lidiar con la herencia de un Estado

tradicional, caciquil, desigual. Un ejemplo claro se observa en el caso de Rafael Gutiérrez,

quien controló los antiguos tiraderos de la Ciudad de México hasta el día de su asesinato, si

este hecho no se hubiera dado posiblemente continuaría su dominio sobre los sitios de

disposición final en México (aunque actualmente existen residuos de esa influencia). Los

proyectos de integración de los pepenadores a los sistemas formales de manejo de residuos

sólidos generalmente reconocen el trabajo importante de éstos en el tratamiento de los

desechos. Algunos de los proyectos exitosos que se documentaron en el capítulo muestran

que hay posibilidades de incorporar al sector informal en el tratamiento formal de los

desechos sólidos, pero en muchos de los casos manteniendo la estructura y dinámica

política fomentada en el pasado.

En los siguiente capítulo expondré la situación concreta del tiradero de Peñasco

ubicado en la capital del estado, el que en años recientes ha visto la confluencia de ambos

sectores. Por un lado, el sector informal conformado por los pepenadores agrupados en la

27 Como lo afirma Grierson y Brown (1999, p. 195), tres características de las sociedades público-privadas han surgido: 1 synergy (private sector capital, capacity and efficiency) 2 combined with public sector policy and administrative oversight in order to meet the

3 public sector responsibility to provide efficient, equitable, environmentally sound municipal waste management services.

81

organización Sindicato Único de Pepenadores, que ha operado por más de veinte años, bajo

condiciones parecidas a las que en el presente capítulo expuse. Y por otro lado, el sector

privado que a partir de 2007 participa en el tiradero de Peñasco, como un intento de

remediar el sitio y así cumplir con las normas ambientales vigentes.

A lo largo del capítulo cuatro y cinco trataré de exponer la dinámica interna del sector

informal para entender su situación hoy en día, su relación con los demás actores que

intervienen en el manejo de los residuos sólidos, y los resultados que esto tiene en los

servicios de aseo urbano, especialmente frente a los retos que imponen las actuales

tendencias sobre manejo de residuos y la intervención de la iniciativa privada.

La actual preocupación por qué hacer con la basura que desechamos no debe de

orillar a las autoridades a poner en marcha, de modo apresurado, leyes o proyectos que

tengan la intención de mejorar el manejo de los residuos municipales, ya que se corre el

riesgo de no ver de manera más amplia el panorama en el que se insertan estas acciones y

sus repercusiones. San Luis Potosí, a pesar de ser una ciudad pequeña ha crecido

apresuradamente en lo últimos diez años, su expansión ha llegado a tocar zonas que antes

eran rurales o incluso a otros municipios, quedando rebasados los sistemas tradicionales de

aseo público.

Por un lado, la población exigen mejores servicios (o por lo menos tener acceso al

ellos); y por el otro, existe una normatividad y tendencias que pugnan por un manejo

ambientalmente responsable de los residuos sólidos. A este panorama hay que agregar una

arraigada participación del sector informal en la recolección y tratamiento de desechos

sólidos en los tiraderos municipales. En este contexto las estrategias implementadas para el

manejo de los residuos no sólo tiene repercusiones sobre la basura, también sobre todo un

conjunto de actores que intervienen en el manejo de los residuos sólidos municipales. En el

82

siguiente capítulo expondré el panorama de la generación y manejo de residuos sólidos

urbanos en San Luis Potosí, para entender como se inserta localmente el sector informal, en

particular los pepenadores.

83

Introducción capítulo III. Generación y gestión de los residuos sólidos en San Luis

Potosí.

A partir de lo dicho acerca de la generación de los residuos sólidos alrededor del

mundo, y en particular en México, es claro que esta situación va de la mano del acelerado

crecimiento urbano28. En los años ’70 México experimentó un rápido crecimiento

poblacional, en el lapso de 1970 a 1990 creció un promedio de 3.31 por ciento (Aguilar y

Vázquez, 2000). En el estado de San Luis Potosí de 1970 a 2005 la población de la entidad

se incrementó casi al doble (INEGI, 2008). Hacia principios del siglo XXI la proporción de

crecimiento urbano incluso ha sido mayor que la del crecimiento poblacional de todo el

Estado29. En el caso de San Luis Potosí capital y su zona metropolitana, el municipio de

Soledad de Graciano Sánchez, ambas concentran aproximadamente un tercio de la

población de todo el Estado. Estos datos hacen evidente el desbalance entre la población

rural y urbana; una tendencia de expansión urbana desmesurada que se da en todo el país, y

en otras partes del mundo.

En San Luis Potosí, particularmente se ha dado una disminución de la población rural

de 26,494 habitantes en el periodos comprendido del 2000 al 2005 (Oviedo, Villasís y

Vázquez, 2009). Para 2005, a nivel estatal, tres cuartos de las personas viven en áreas

urbanas y el resto en zonas rurales (INEGI, 2008). Los años ’70 fueron también una década

importante para la zona metropolitana más grande de esta entidad, ya que el crecimiento

económico, favorecido por la diversificación e incremento de la industria30, la creación de

28 “La urbanización es un proceso económico con una dimensión espacial…” (Aguilar y Vázquez, 2000, p. 89). 29 “La tasa de crecimiento estatal fue del 4.8 % en el período 2000- 2005; y la tasa de crecimiento urbano fue del 10.06% con relación al mismo período” (Oviedo, Villasís y Vázquez, 2009, ¶ 10). 30 “… para 2004, en ambas zonas industriales se encontraban operando un total de 326 empresas, medio centenar de ellas consideradas como exportadoras importantes, sobro todo hacia los

84

empresas de servicios y su consecuente atracción de personal, ayudó al crecimiento de la

mancha urbana. “A su expansión contribuyó también el patrón de crecimiento que pasó de

ser radial concéntrico a polinuclear” (Moreno, 2002 en El Colegio de San Luis, 2008, p. 5).

El crecimiento urbano en la ciudad se dio sobre tierras baldías, pero principalmente sobre

tierras que eran utilizadas para la agricultura.

5) Ciudad de San Luis Potosí, 1970 (INEGI, 1995).

Estados Unidos y Canadá. Las principales industrias, por su volumen de producción y aportación al producto interno bruto, son de las ramas de alimentos, automotriz, química, textil, papel, acero y metalmecánica” (El Colegio de San Luis, 2008, p. 8-9)

85

6) Ciudad de San Luis Potosí, 1993 (INEGI, 1995).

7) Ciudad de San Luis Potosí 2005 (INEGI, b2005).

86

A pesar de que la ciudad de San Luis Potosí es considerada media, su área

metropolitana ocupa el décimo lugar en la lista de las principales áreas metropolitana de la

Republica Mexicana (lista encabezada por la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey).

Se ha convertido en “… el mayor centro de producción industrial del estado, así como el

principal núcleo comercial y de servicios regionales” (Moreno, 1995 en Rangel, 2003, p.

58). Bajo este contexto la producción de residuos sólidos ha crecido, conforme los centros

urbanos con ricas fuentes de empleo y servicios que también lo han hecho. En el caso de la

ciudad capital en poco más de cuarenta años, las poblaciones de la periferia, incluso

comunidades rurales, han quedado absorbidas por la mancha urbana, convirtiéndose en

fraccionamientos o zonas residenciales urbanas. Igualmente ha sido el caso de los sitios de

disposición final o de transferencia, situación que trataré en el presente capítulo.

Las urbes como la ciudad de San Luis Potosí afrontan retos especiales en el manejo

de los residuos sólidos puesto que dos fenómenos íntimamente ligados, la expansión urbana

y la generación de mayores volúmenes de basura, no han sido apropiadamente

dimensionados. Uno de los aspectos de la expansión urbana refiere a la presión que ejerce

el mercado inmobiliario sobre áreas agrícolas, pero también a su marginalización al

descontextualizar los estilos de vida campesino, y en cierta forma estrangularlos modos de

vida rural que dependen del mercado laboral urbano (la basura no deja de ser una de estas

nuevas alternativas laborales).

El objetivo de este capítulo es exponer el contexto de la generación y tratamiento de

los residuos sólidos, con la finalidad de ayudar a entender el panorama en el que se trata de

implementar nuevos proyectos de manejo de residuos (con intervención de la iniciativa

privada), particularmente en el proceso de disposición final. Pero sobre todo entender como

se inserta el sector informal, particularmente los pepenadores, en un trabajo que depende

87

directamente de la generación y manejo de los residuos sólidos. Actividad que ha

trastocado la dimensión familiar y la relación laboral rural-urbana para cientos de personas

que viven en zonas aledañas a sitios que tradicionalmente se han utilizado para confinar los

desechos del área metropolitana de San Luis Potosí.

3. Generación y gestión de los residuos sólidos en San Luis Potosí.

El ritmo de crecimiento urbano ha cambiado drásticamente en los últimos 50 años, así

también lo ha hecho la generación de los residuos sólidos en San Luis Potosí. Para la

década de los ‘50 se generaban en promedio per capita de 300 gramos de residuos sólidos

al día (Rangel, 2003), cantidad que aumentó para el año 2000 en un promedio de 865

gramos. Según cifras expuestas en el estudio Situación Actual en el Manejo de los Residuos

Sólidos Urbanos (SEDESOL, 2006), en el estado de San Luis Potosí, para el 2005 se

generaban 1770 toneladas de basura al día. SEDESOL pública que para el 2004 la tasa de

generación de residuos sólidos en la capital del Estado era de 1.276 kg/hab/día (2005 en

Loredo, 2008). Las autoridades municipales manejan un rango poco preciso, “al tanteo” (ya

que no han hecho estudios al respecto), que va de 700 gramos a un kilo de residuos sólidos

al día, generados por una persona en la ciudad de San Luis Potosí.

Una buena parte de los residuos generados en San Luis Potosí siguen siendo residuos

sólidos orgánicos. “Según la Dirección de Ecología del Municipio de San Luis Potosí, del

100 por ciento de generación de basura, 46 por ciento tiene origen doméstico; 43 por ciento

proviene del área de servicios (restaurantes, bares, parques, mercados, etcétera) y 11 por

ciento del área de comercio” (Rangel, 2003, p. 80). Las cifras revelan que la ciudad ha

crecido en infraestructura, pero también en generación de desechos, por ello hay una

urgencia por poner en práctica proyectos de manejo integral de residuos sólidos más

eficientes, que prevengan la generación de un daño ambiental. Estas cifras brindan un

88

panorama global de lo que experimenta diariamente la gestión de los residuos sólidos en

San Luis Potosí, pero además de estas cifras hay que considerar la larga red de actores,

procesos y situaciones particulares que rodean el manejo de los desechos municipales y que

hacen de ella una cuestión compleja.

Breve revisión histórica de la gestión de los residuos sólidos en la capital de San Luis

Potosí.

En la historia reciente de San Luis Potosí la principal preocupación de los gobiernos

locales en cuanto al manejo de los residuos sólidos municipales ha sido el aseo público y la

recolección. Incluso se le ha dado mayor atención a ésta última, servicio particularmente

difícil de llevar a cabo. En el año de 1971 comienza una preocupación por los sistemas de

recolección en la ciudad (López, 2007). Por mucho tiempo las acciones implementadas para

resolver la insuficiencia del servicio se limitaron a ampliar el parque vehicular para dar más

abasto. Igualmente hubo intentos fallidos de concesionar el servicio de recolección, incluso

una propuesta para instalar una planta de tratamiento de basura en el periodo del presidente

municipal Guillermo Medina de los Santos (1985-1988), que igualmente no se logró.

Durante la administración de Guillermo Pizzuto Zamanillo (1988-1991) inicia el uso

de contenedores como una alternativa para la recolección de basura (López, 2007, p. 25).

Los contenedores funcionaron por muchos años, distribuidos en varias zonas de la ciudad,

ahí los vecinos de las colonias podían depositar la basura para que más tarde los sistemas de

recolección los vaciaran y trasladaran los desechos a los sitio de disposición final. Los

contenedores provocaban muchas veces la acumulación de basura al intemperie, con

constantes quejas de los vecinos.

En dicha administración se dio una acción importante para el sector informal que

intervenía en el manejo de los residuos sólidos, se reconoció la participación de los

89

camioneteros y carretoneros para efectuar la recolección de los residuos sólidos, como lo

comenta Margarito Sánchez, antiguo líder de los pepenadores del tiradero de Peñasco:

“cuando se convocó… llegamos al acuerdo de que entrara la participación ciudadana en la

recolección de los residuos… hay alrededor de 300 unidades de carretoneros y camionetas

que hacen la recolección privada, particular o si quiere decirle ilegal… pero hay que admitir

que ellos recolectan la mayor parte de basura… ellos trabajan por una cuota libre y

voluntaria… por hábito ya han llegado a establecerse y el hábito hace historia…” (Diario de

Campo, 19 de junio de 2008).

En 1992, durante la administración de Mario Leal Campos (1991-1994), se torna más

preocupante la situación de la recolección, formándose un patronato para generar

soluciones al servicio. Se propone una vez más concesionar el servicio, esta vez a la

empresa BFI International. La propuesta no se concretó y, de nuevo, tan sólo se resolvió

aumentar el parque vehicular del ayuntamiento para la recolección de desechos (López,

2007). También en su administración se da otro reconocimiento a las Uniones de

Recolección Voluntaria al repartirse entre ellas31 y los vehículos del ayuntamiento, la

recolección de los residuos en la ciudad. Hubo varios intentos de definir y estructurar las

zonas que le correspondía tanto a las uniones como al sistema de recolección del

ayuntamiento, pero los planes nunca llegaron a concretarse. El Ayuntamiento afirma que

los propios recolectores voluntarios “son muy conflictivos” y existían fuertes negativas

porque se disputaban zonas privilegiadas de recolección. Así como en todo México,

consecuentemente las zonas mas pobres son desatendidas o el servicio es precario.

31 Hasta 1995 eran tan sólo 4 (Sol de San Luis, 19 de mayo de 1995, sección 8A)., pero con el transcurso del tiempo se conformaron otras más y con más agremiados. “… para 1996 eran seis las UVRB que existían, con un total de 1300 personas extendidas en la mancha urbana” (López, 2007, p. 40).

90

Durante ese conflicto, se dieron mesas de trabajo para tratar de resolver el asunto.

Margarito Sánchez, recuerda que el presidente municipal, Mario Leal, “nos trataba muy mal

un día a uno le dijo ‘bruto’. Nos trataba como basura” (Diario de Campo, 23 de junio de

2008). Expresa que en ese periodo fueron difíciles las negociaciones con el gobierno local

por la actitud que el presidente municipal mostraba hacia ellos. Posteriormente se dieron

controversias con el ayuntamiento para que se les permitiera entrar a zonas en las que se

ubicaban contenedores o la zona industrial (El Sol de San Luis, 15 de julio de 1995) donde

existe una mayor posibilidad de recolectar más materiales. Las disputas no permitieron que

se organizara nunca la “repartición” de la ciudad.

Para 1995, en la administración de Luis García Julián (1994-1997), el parque

vehicular de recolección estaba en muy malas condiciones y no se podía llevar a cabo un

buen servicio (López, 2007). En ese mismo año, fue abierto el tiradero de Peñasco, que

funciona hasta nuestros días y al que describiré a profundidad más adelante. Para 1996 ya

existía un reconocimiento pleno de la participación, de otros sectores como el informal y el

privado, en la recolección de residuos sólidos:“el ayuntamiento alcanzó un porcentaje del

60% de la captación y tratamiento de residuos no peligrosos que generan la ciudad y sus

áreas rurales y con la participación de las organizaciones de recolectores voluntarios, se

cubre otro 35%, el restante 5% es atendido por instituciones, empresas y particulares. El

sistema de contenedores instalado en el sector poniente de la ciudad, cubre el 90% de las

necesidades y en el centro histórico, mercados y tianguis populosos, se recolecta el mismo

porcentaje. En el resto de la ciudad, tenemos una cobertura, apenas del 45% de la basura

generada, es ahí en donde organizaciones de recolectores voluntarios apoyan la prestación

de este servicio, lo cual resulta de alguna manera, una solución al problema” (AAMSLP

1995-1996, tomo IV, acta núm. 54, en fecha del 20 de 1996, pp. 3-4 en López, 2007, p. 30).

91

Fue en 1997, durante la administración de Alejandro Zapata Perogordo (1997-2000),

que se inician los tramites para la construcción del relleno sanitario de Santa Rita. Se

comienzan a dar indicios de una preocupación no exclusivamente hacia la recolección,

también de la disposición final. El 18 de septiembre de 2002 se firmó el contrato con la

empresa Plastic Omnium Sistemas Urbanos a cargo de 3 mil papeleras urbanas distribuidas

en la ciudad (Pulso Diario de San Luis, 4 de agosto de 2007). La empresa sería la

responsable de limpiarlas, darles mantenimiento y de recolectar la basura contenida en

ellas. Hoy en día las papeleras siguen operando.

En la administración de Marcelo de los Santos Fraga (2000-2003) “se firmó un

registro para mantener un control de las personas que trabajaban al interior de las UVRB

[Uniones Voluntarias de Recolección de Basura], en el que se enumeran las camionetas y

las carretas que recorrían la ciudad” (López, 2007, p. 40).

X. Uniones de Recolección Voluntaria. En la actualidad el Ayuntamiento de San Luis Potosí tiene registradas siete organizaciones

de camioneteros: • Frente Recolector Urbano (FRU), • Recolectores Libres (RL), • Federación de Prestadores de Servicios Únicos y Similares (FEPSUS), • Confederación de Trabajadores de Mantenimiento Limpia (CTML), • Unión de Servidores de Limpieza Público (USERLIP), • Prestadores de Servicios (PRESER), • Unión Independiente (UI);

Y tres uniones de carretoneros: • La Francisco Villa y • Dos que el Ayuntamiento reporta que no tienen nombre, una de ellas conocida como Unión

de Carretoneros Benito Juárez. Tan sólo los camioneteros o carretonero que forman parte de estas uniones son los que

pueden ingresar a depositar al tiradero de Peñasco. Cada unión cuenta con un representa o líder, y estos son Carmelo Martínez (Unión Independiente), Gustavo Aguilar (FEPSUS), José González (PRESER), Francisco Alfaro (FRU), Domingo Camacho (CTML), Juan Reyna (RL), Miguel Ramírez (USERLIP). Hay otro par de camionetas que ingresa al tiradero con una calcomanía que dice SERLIP, está no es propiamente una unión ya que es una pequeña empresa que recolecta desechos en la zona industrial.

92

En el periodo de gobierno de Octavio Pedroza Gaitán (2003-2006) se dieron varias

acciones que modificaron muchos de los programas de manejo de residuos sólidos, tanto en

la recolección como en su disposición final. Durante el 2005, se aumentaron las rutas de

recolección “en tres turnos: matutino, vespertino, nocturno, cubriendo un 95% de la mancha

urbana” (López, 2007, p. 33) y se retiraron los contenedores32, generándose descontrol en la

ciudadanía por el desconocimiento de las nuevas rutas y horarios, ocasionando a su vez que

la ciudadanía recurriera más a los recolectores voluntarios.

El Director de Ecología y Aseo Público Municipal de aquella época, Carlos Guevara

Llinas, afirmó que con esta acción se mejoraba la imagen urbana y se hacía más eficiente el

servicio de aseo público con la recolección casa por casa, cuestión que nunca acabó de

funcionar por la incapacidad para cubrir todas las áreas de la capital. Cabe destacar, como

lo menciona López (2007) en su trabajo, existe una tendencia en los gobiernos municipales

de afiliación panista a privatizar el servicio de manejo de residuos, mientras que los

gobiernos del PRI tendieron a solucionar parte del problema de los servicios, como la

recolección apoyados por los recolectores voluntarios.

Manejo municipal de los residuos sólidos.

Actualmente, a nivel local, la autoridad encargada del manejo de residuos sólidos es

la Dirección de Ecología y Aseo Público. La Dirección de Ecología fue creada apenas en la

administración de 2000-2003, con anterioridad ésta era la Dirección de Aseo Público,

dependiente de la Dirección de Servicios Municipales, lo que ocasionaba que su

presupuesto fuera dividido con otras direcciones a cargo de ésta última. La Dirección

Ecología y Aseo Público se divide a su vez en dos áreas. Por un lado, la Jefatura de

32 Pocos contenedores siguieron funcionando como los ubicados en la calle Fray Diego de la Magdalena y otro afuera del Parque Tangamanga II (López, 2007).

93

Ecología, quien se encarga de los rellenos sanitarios o disposición final, de la inspección

para el cumplimiento de la normatividad con respecto a los residuos sólidos y de la

educación ambiental. Por otro lado, la Jefatura de Aseo Público33, que se encarga del

barrido manual y mecánico, la recolección urbana y de los contenedores que estaban

dispuestos en la ciudad (cuando operaban).

Según declaraciones de la administración de dicha Dirección, se recolectan un

promedio de 700 toneladas diarias34 de basura doméstica de entre 146 a 148 rutas de

recolección programadas, “así como en los 49 contenedores ubicados fuera de la mancha

urbana de la ciudad” (La Jornada San Luis, 3 de octubre de 2007, ¶ 3). Actualmente operan

tan sólo las rutas de recolección35. El servicio de recolección y trasporte trabaja en tres

turnos: matutinos, vespertinos y nocturno, con una infraestructura de 35 a 38 camiones de

recolección, con un personal de 280 personas (La Jornada San Luis, 3 de octubre de 2007),

de este parque vehicular regularmente 15 camiones están fuera de servicio (Rodríguez, 4 de

septiembre de 2008). Según declaraciones del actual director de Ecología y Aseo Público,

Jorge Aguilar González, como de su predecesor, la cobertura del servicio de recolección en

San Luis Potosí cubre el 97%, cifra que evidentemente no es exacta. Aun en muchas zonas

de la ciudad trabajan “recolectores voluntarios”, para prestar el servicio que el

ayuntamiento no logra cubrir, además, cada vez existen más empresas privadas de

33La jefatura de Aseo Público concentra casi el 90 por ciento del personal de la dirección. 34 “El Director de Ecología [Carlos Guevara] del municipio de San Luis Potosí manifiesta que el promedio de 800 toneladas que se generan diariamente en la ciudad cabecera, 510 son recolectadas por la instancia pública que dirige, 280 particulares, permisionarios y carretoneros, y 10 quedan sin ningún control” (Rangel, 2003, p. 82). 35 Rutas organizadas en: “52 rutas en el turno matutino, 26 para los días lunes, miércoles y viernes, 26 para los días martes y jueves; 50 rutas en el turno vespertino, 25 para los días lunes, miércoles y viernes, 25 para los días martes y jueves; 36 rutas para el turno nocturno, 20 para los días lunes, miércoles y viernes, 16 para los días martes, jueves y sábado” (Loredo, 2008, p. 11).

94

recolección que prestan sus servicios a grandes empresas o a la industria, en la recogida de

residuos no peligrosos.

Con respecto a los recolectores voluntarios, éstos recogen aproximadamente entre 75

a 100 ton/día de residuos urbanos de la ciudad de San Luis Potosí (Loredo, 2008, p. 11).

Además de los recolectores voluntarios registrados por el ayuntamiento operan otros que no

están propiamente afiliados a ninguna unión y por lo tanto, no están registrados por el

ayuntamiento. Trabajaban de manera independiente y los desechos que recolectan van a

parar a los tiraderos clandestinos, ya que para entrar a los sitios de disposición final del

Municipio es necesario un permiso emitido por esta institución.

En cuanto al servicio de disposición final, en el año 2000 comenzó la operación del

relleno sanitario Santa Rita, que funcionó hasta finales del año 2006 cuando fue cerrado. El

relleno sanitario estaba ubicado en la delegación de Villa de Pozos, y era el único que

cumplía con las normas ecológicas en cuanto a diseño y construcción en materia de manejo

de residuos sólidos en todo el estado, según las propias declaraciones del entonces delegado

de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Martínez, 12 de septiembre de

2006). Abarcaba de 37 a 38 hectáreas, llegando 250 toneladas de basura diariamente

(Rangel, 2003). Recibía residuos de los municipios de Cerro de San Pedro, Santa María del

Río, Villa de Reyes, Soledad de Graciano Sánchez y San Luis Potosí. “Se planean dividir

en varias celdas destinadas al confinamiento de RSM [residuos sólidos municipales]… La

celda está cubierta con una geomembrana, pozo para lixiviados, ventilación para le biogás,

control de acceso y báscula” (Rangel, 2003, p. 89). En el relleno no había pepenadores

trabajando. Se calculaba un tiempo estimado de vida de 2 a 5 años, según diferentes

fuentes. El relleno sanitario fue cerrado por demandas de los colonos y vecinos al relleno,

quienes desde el gobierno del presidente municipal Octavio Pedroza Gaitán, le exigieron el

95

cierre del mismo, manifestándose a las afueras del sitios e incluso impidiendo la entrada de

más residuos (Pulso, Diario de San Luis, 10 de noviembre de 2006).

Hoy en día también opera una estación de transferencia, los Salazares (para el 2003,

todavía existía una estación camino a la Presa de San José, luego dejó de operar para

instalarla en los Salazares). El otro lugar destinado para la disposición final municipal36 es

el tiradero de Peñasco, cuando se inauguró no tenía ningún diseño ni planeación para su

funcionamiento. En cuanto al tratamiento formal de los residuos sólidos no se aplica ningún

método, con excepción de la recuperación de materiales que realizan los pepenadores en el

tiradero de Peñasco de forma libre. No existe una cifra exacta de la cantidad de material que

se recupera, pero la cifra aproximada fluctúa entre el uno y dos por ciento de los residuos

sólidos que se generan al día.

Por otro lado, hay que resaltar que en la zona norte de la ciudad, en las inmediaciones

del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, con el que conforma el área metropolitana,

es en donde se han concentrado los tiraderos clandestinos. Para el año del 2007 el titular de

la Dirección de Ecología y Aseo Público calculaba entre 4 y 8 el número de tiraderos en la

capital del Estado, mientras que en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez 15

(Rodríguez, 16 de agosto de 2007). La dirección ha reconocido su incapacidad para hacerle

frente a este problema porque “no cuenta con los suficientes elementos para hacerlo” (La

Jornada San Luis, 17 de septiembre de 2007). En la pasada administración (2000-2003) se

contaba con la Policía Ecológica (encargada de vigilar que no se realizara ningún “acto que

36 Las empresas, el comercio y la industria generan residuos de manejo especial, es decir aquellos que no son considerados como peligrosos pero requieren un manejo diferente a los residuos sólidos municipales, “la empresa Asistencia Ambiental S.A. de C.V. maneja un relleno privado para dicho tipo de residuos, el cual está ubicado a camino a Peñasco 3.5 km. Los residuos de materiales para construcción, son depositados en sitios especiales ubicados en la colonia El Aguaje, en los Salazares y en el Ejido Libertad.” (Rangel, 2003, p. 13-14).

96

atentara” contra el medio ambiente), pero es difícil el control de los tiraderos clandestinos,

además de que en general el gobierno municipal no cuenta con el poder suficiente para

sancionar estas prácticas.

Bajo la administración de Jorge Lozano Armengol se ha puesto particular interés en

el tema ambiental. Lo ha utilizado como una de sus cartas de presentación, con una acción

inicial a la que se le dio gran énfasis: las obras de remediación en el tiradero a cielo abierto

de Peñasco. Uno de los programas que continuó en su administración fue “Ponte las Pilas”,

campaña para acopio de baterías en establecimientos comerciales e instituciones con la

finalidad de darles una disposición final especial, evitando la contaminación de las aguas

(aunque la iniciativa de este programa fue hecha por un grupo ambientalista). Igualmente

promocionó de otros programas como “El Perro es Tuyo, la Ciudad de Todos”, para

promover la recolección de las heces fecales de los perros a través de la repartición de

bolsas y material de información. Otro programa es “Todo Terreno”, en el que se limpia y

recolectan basura de forma extraordinaria en zonas específicas.

Surgieron iniciativas para realizar la verificación vehicular y la renovación de la

policía ecológica, no concretadas durante la presente administración. Uno más que fue

anunciado por las autoridades, pero sin ser puesta en práctica, es “Basura Separada es

Nuestra Tirada” con la finalidad de que desde los hogares se separe la basura, a pesar de

que esta acción resulta inútil si no existen mecanismos para mantenerla separada en el

traslado y para posteriormente poder tratarla. Igualmente se impartieron pláticas de

educación ambiental a niños de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato. Por otro

97

lado, a principios de 2009 se firmó la Carta de la Tierra37. Estas acciones lo convirtieron en

el autodenominado gobierno “Ecológicamente Responsable”.

Logo “Ecologicamente Responsable” del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí.

Ante las condiciones tan precarias de funcionamiento del tiradero de Peñasco, en

febrero de 2007 el pleno de Cabildo aprobó por unanimidad conceder a la empresa

regiomontana VIGUE, Relleno Sanitario S.A. de C.V. la remediación del sitio.

XI. Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V. Vigue es parte del grupo empresarial Red Ambiental originario del estado de Nuevo León,

que ofrece servicios para el manejo integral de residuos sólidos, desde su flete, hasta su tratamiento y confinamiento.

Vigue surgió en 1999 “Con el fin de completar el ciclo en cuestión de manejo de residuos… [con la apertura del] centro de disposición final de residuos no peligrosos ubicado en el municipio de Salinas Victoria, Nuevo León” Se enfoca en el diseño, desarrollo y operación de sitios de disposición final, con miras a crear rellenos sanitarios o sanear tiraderos a cielo abierto para crear mejor condiciones de confinamiento (sistema integral de saneamiento).

Dentro de los servicios y tipos de residuos sólidos que maneja están los residuos domésticos, residuos industriales no peligrosos y la destrucción final, de material fiscal o físico para evitar su consumo.

Red Ambiental, 2008. El primero de agosto de 2007 comenzó a trabajar en forma provisional en una celda

de relleno sanitario, con una estimación de vida útil de 18 meses (aunque con ello más bien

se refería a la duración del contracto firmado). De acuerdo al contrato, la empresa debía de

acabar sus trabajos en agosto de 2008, pero aplazó el contrato, primordialmente porque no

existía otro sitio para seguir confinando.

37 Jorge Lozano afirmó “en el Gobierno Municipal nos comprometemos a utilizar esta carta como guía y marco ético para la toma de decisiones en el desarrollo de planes y políticas y como instrumento educativo para el desarrollo sustentable bajo la visión y las metas de este documento que busca un mundo ecológicamente mejor con un crecimiento sostenible”(Comunicación Social Ayuntamiento de San Luis Potosí, 10 de septiembre de 2008, ¶2).

98

Ante la cercanía de la conclusión del contrato y la escasa capacidad del tiradero de

seguir recibiendo basura en correctas condiciones, ya que una nueva celda que se hizo

(tratando de seguir las normas oficiales) estaba ya a su máxima capacidad. Un nuevo

panorama de incertidumbre se vislumbra para el tiradero de Peñasco. Hay que agregar que

la Dirección de Ecología y Aseo Público se declaró incapacitada para seguir

proporcionando el servicio de aseo público, proponiendo subrogarlo.

El proyecto fue aprobado por el Cabildo por mayoría, con las abstenciones de Claudia

Galina (regidora por el PAN), y Fernando Díaz de León (regidor por el PRI), y el voto en

contra de Carlos Covarrubias Rendón (regidor por el PRD). La iniciativa fue promovida por

el director de Ecología Jorge Aguilar González argumentando que representaría un costo

menor de lo que actualmente se gasta en el servicio de recolección, con una mejor calidad

del servicio y que no representaría un costo adicional a los ciudadanos (ya que no se les

cobraría por este servicio).

Aprobada la propuesta se envió para ser tomada a consideración por el Congreso del

Estado. La medida de “privatizar” los servicios de aseo público levantaron gran

controversia entre la opinión pública, regidores de oposición y sobre todo, entre los

recolectores voluntarios y los pepenadores, quienes vieron en riesgo su fuente de trabajo. El

contexto en el que se dio la “privatización” del manejo de la basura, según la denuncia de

algunos trabajadores del ayuntamiento de San Luis Potosí, fue propiciada precisamente

porque el ayuntamiento descuidó está función, ignorando, por ejemplo, el debido

mantenimiento del equipo de recolección38. A pesar de la controversia y varias

38 Jorge Aguilar “… señaló que estos son ya muy viejos, puesto que el periodo de vida de tales vehículos es de cuatro años, y los que están parados y algunos otros que aún circulan, tienen ya nueve años. ‘Ya excedieron el doble su periodo de vida, si un vehículo normal me gasto tres o

99

manifestaciones que realizaron tanto los recolectores voluntarios como los pepenadores, e

incluso organizaciones civiles39, el Congreso del Estado aprobó la privatización de

recolección, transporte y disposición final a la empresa privada Red Ambiental, grupo

empresarial del que se desprende Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V.

XII. Empresas particulares que participan en el manejo de desechos en San Luis Potosí. Actualmente en San Luis Potosí operan varias empresas del sector privado, dedicadas al manejo de los desechos, principalmente a la recolección. Una de ellas es Promotora Ambiental S.A.B. de C.V., o mejor conocida como GEN. Esta empresa opera desde 1991, con servicios de recolección privada, recolección doméstica (casos en que los municipios licitan su servicio de recolección municipal) y la disposición final de desechos municipales e industriales a nivel nacional (Promotora Ambiental, 2009). En San Luis Potosí, ofrecen recolección privada a empresas e industria local. Igualmente el Grupo Red Ambiental S.A. de C.V., que además de Vigue, cuenta con las empresas Red Recolector y Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V. Red Recolector se crea en 1997, en la Ciudad de Monterrey, y se especializa en la recolección, tratamiento y flete de residuos peligrosos y no peligrosos en varios estados de la República como Torreón, Toluca y Tijuana. En San Luis Potosí, opera servicios de recolección privada y remediación del sitio de disposición final de Peñasco. Por otro lado, también existe la presencia de la iniciativa privada en la concesión de las papeleras que se dispusieron entorno a las principales vías públicas de la ciudad. Este servicio lo otorga la empresa Plastic Omnium Sistemas Urbanos, que se encuentra en varios países como Chile, Panamá, Santo Domingo, España y Francia. La empresa se dedica a la venta y mantenimiento de mobiliario urbano (papeleras, contenedores) (Plastic Omnium Servicios Urbanos, 2009). En San Luis Potosí está encargada del mantenimiento, la recolección y traslado de los desechos contenidos en las papeleras instaladas alrededor de la ciudad.

La situación de la disposición final. El caso del tiradero de Peñasco.

Por muchos años el confinamiento de la basura no representó un problema o una

preocupación para el ayuntamiento, siendo el servicio de la recolección el mayor tema de

discusión en la Dirección de Aseo. Fue hace poco cuando se puesó mayor atención a este

proceso. De ahí la propuesta de remediación del sitio de disposición final de Peñasco, por

cuatro mil pesos en arreglarlo, me va a salir en siete, ocho mil pesos casi el doble, entonces ahí es un poco la problemática” (Ambríz, 22 de agosto de 2008, ¶ 2). 39 Como el Frente Ciudadano contra la Privatización de la Basura, dirigido por Guillermo Luevano Sáenz y Lourdes Alemán Cadena, quienes mostraron su inconformidad, afirmando que el sector más afectado es el de los recolectores y los pepenadores (El Sol de San Luis, 1 de septiembre de 2009).

100

parte de una empresa privada, el primer intento concretado de intervención de la iniciativa

privada en el manejo local de los residuos sólidos.

La actual administración afirma que no existen fechas precisas de la apertura del

tiradero de Peñasco, pero a través de la prensa y por declaraciones recolectadas de algunos

trabajadores de ayuntamiento, se afirma que este sitio comenzó a operar en enero de 1995

(Diario de Campo, 28 de noviembre de 2007, El Sol de San Luis, 14 de enero de 1995, p.

3A). El inicio de operaciones del tiradero de Peñasco fue improvisado40 y sin ningún tipo

de planeación para la prevención de daños colaterales al ambiente. Su apresurada apertura

se dio ante la falta de capacidad del antiguo tiradero San Juanico (localizado en Soledad de

Graciano Sánchez ), y la necesidad de un nuevo lugar para depositar la basura municipal.

Fernando Rojas Diez Gutiérrez, director de los Servicios Municipales, señaló que esto se

dio debido a la falta de recursos financieros por parte del ayuntamiento (El Sol de San

Luis, 14 de enero de 1995).

Existe información poco precisa de la extensión y capacidad del lugar, pero en

promedio se reconoce que el terreno tenía una extensión de cuatro a seis hectáreas, y que el

hoyo donde se enterraban los desechos tenía una profundidad de entre 15 a 20 metros (El

Sol de San Luis,14 de enero de 1995; Loredo, 2008). Bajo estas condiciones la profundidad

del hoyo garantizaría su uso al menos por cuatro años. El terreno fue adquirido con un costo

de más de 300 mil nuevos pesos (El Sol de San Luis,14 de enero de 1995). Ya desde un

principio fue notorio un procedimiento rústico y que en nada contemplaba innovaciones

tecnológicas, como en el relleno sanitario de Santa Rita.

40 “… esto lo reconoció … el licenciado Fernando Rojas Diez Gutiérrez, al señalar que este depósito carece de dispositivos especiales para canalizar los lexibiados como una chimenea para el gas metano que desprende la basura” (El Sol de San Luis,14 de enero de 1995).

101

Encima de una primera capa de basura se colocaba otra de tierra arcillosa, pero

generalmente mucha de la basura quedaba expuesta la intemperie. La tierra con la que se

cubría la basura se obtenía, y se sigue consiguiendo, de los alrededores del tiradero. No

había báscula para saber cuanta cantidad de residuos ingresaban al sitio, ni malla ciclónica

para delimitar el perímetro del tiradero. Con el transcurso de los años el hoyo de basura se

llenó, pero no dejó de funcionar. Sobrepasó por mucho la vida útil que se le había

calculado. Se siguió depositando en él hasta convertirse en un cerro. Era el único tiradero

municipal oficial, mas seguían existiendo basureros clandestinos.

Para aliviar la carga del tiradero de Peñasco, y como uno de los primeros intentos por

cumplir las normas ambientales en México, el Ayuntamiento de San Luis Potosí abrió el

relleno sanitario de Santa Rita. Simultáneamente, a finales de 2005, implantó un programa

piloto con la intención de convertir al tiradero de Peñasco en “estación de transferencia

modificada”. El propósito era que en Peñasco no se confinara más basura, para así cumplir

con la norma NOM-083-SEMARNAT-2003. Se complementó el proyecto despejando un

área que se denominó plancha de pepena, ahí los camiones descargarían la basura,

permitiéndole a los pepenadores tomar los materiales útiles, y el resto de desechos

transpórtalos hasta el relleno sanitario. Santa Rita operó hasta finales del 2006 cuando fue

cerrado, por lo que se siguió confinando desechos en el tiradero de Peñasco.

Para estas fechas el cerro de basura en Peñasco ya alcanzaba una altura de 22 metros

de alto. Ante el vacío que provocó el cierre de Santa Rita y frente a las condiciones que ya

venía agudizando en Peñasco, la nueva administración municipal se vio obligada a tomar

medidas urgentes para solucionar el problema concentrado en el principal tiradero de la

zona metropolitana de San Luis Potosí. La administración municipal 2007-2009, bajo el

argumento de que había una fuerte preocupación por el daño ambiental en el estado, optó

102

por contratar a una empresa privada para la remediación de tiradero de Peñasco, Vigue,

Relleno Sanitario, S.A. de C.V, como ya indicamos en el apartado anterior.

En este caso especifico la idea de remediación constaba de varios puntos. En primer

lugar, el “resolver las características constructivas y operativas del sitio” (Vigue, Relleno

Sanitario S.A. de C.V., 2007, p. 2), como la compactación de la basura depositada en el

cerro de basura, la construcción de una red de pozos de captación y conducción del biogás,

así como de un sistema de captación y conducción de lixiviados. La intención inicial era

clausurar la parte en la que se confinaba y que operaba de forma irregular, para más

adelante utilizar un área aledaña adquirida como una nueva celda de disposición final de

residuos diseñada bajo la norma NOM-083-SEMARNAT-2003.

Jorge Aguilar González, recién nombrado Director de Ecología y Aseo Público,

declaró que en la elección de la empresa encargada de la remediación, participaron varias

instituciones y organismos públicos reconocidos como la Universidad Autónoma de San

Luis Potosí, la Semarnat, así como las comisiones de Ecología y Servicios Públicos, aunque

nunca se dieron a conocer a la opinión pública estos documentos. Estas declaraciones

tenían la finalidad de dar claridad a los procesos de elección de Vigue, y pretendían

contener las declaraciones de aquellos que sospechaban o criticaban su elección. En marzo

de 2007 la empresa comenzó a trabajar en el tiradero bajo un contrato que abarcaba 18

meses y con el principal proposito de remediar el sitio de disposición final de Peñasco.

La Dirección de Ecología y Aseo Público, a través de datos recabados en el año de

2007 afirman que anualmente recolecta 157,677 toneladas de residuos sólidos urbanos, a

través del sistema de aseo público municipal. Las autoridades y la empresa coinciden es que

actualmente se recibe un promedio de mil toneladas diarias de residuos sólidos urbanos y

de manejo especial en el tiradero de Peñasco. La empresa monitorea y hace estadísticas

103

(con los datos que recibe de la báscula) en dónde recaba información del tipo de empresa o

particular que deposita, así como la frecuencias de fechas y horas de afluencia de camiones

que entran (aun cuando uno de los empleados de la empresa afirma que Ayuntamiento no

les solicita estos datos). La empresa tiene personal en todo el tiradero para dar

mantenimiento al inmueble (limpieza de la entrada, diseño de jardineras, etc.), pero las

zonas que formalmente son de su jurisdicción son exclusivamente las coronas (la parte

superior del cerro de basura) y la nueva celda de depósito.

En la caseta de vigilancia de la empresa que se encuentra en la entrada al tiradero, de

forma oficial se tiene que llevar un control y un reporte de los visitantes que ingresan. A

partir de octubre de 2007, se encuentra en la entrada un trabajador de la Dirección de

Tesorería Municipal, que revisa si los vehículos poseen el permiso para entrar. De acuerdo

a algunos documentos de esta Dirección, existe el listado de 170 camionetas y 70 carretas,

que tienen permitido el paso al tiradero. A los carretoneros y camioneteros, se les cobra

$5.00 para entrar a descargar (por viaje de descarga).

Al sitio entran a depositar mayormente: los camiones del sistema de limpia del

Ayuntamiento (conocidos como ECOS); de las delegaciones Villa de Pozos y La Pila; de

otros municipios como Ahualulco, Santa María del Río e incluso algunos de Villa Reyes;

de empresas privadas dedicadas a la recolección como GEN y Red Recolector S.A. de C.

V.; y otros grandes particulares como Grd de Metales, Prensados Argoza (MABE), la

Papelera (Villa de Reyes). Dentro de esta categoría también entran los camiones de la

empresa Plastic Omnium, probablemente por tener un contrato concedido por

Ayuntamiento. Son 138 los pequeños particulares que Ayuntamiento tiene registrados para

acceder a Peñasco a depositar basura. Como ya mencioné, gracias al permiso que es

otorgado por el Ayuntamiento de San Luis Potosí también descargan las uniones de

104

recolección voluntaria reconocidas por el ayuntamiento. Ellos como carretoneros y

“camioneteros” pagan por un permiso con un costo de 500 pesos, el cual les permite entrar

al tiradero, además se necesita pagar al ayuntamiento 40 pesos mensuales.

Una vez dentro, los camiones de empresas privadas y particulares tienen que pesarse

en la báscula. Se pesan tanto a su entrada como a su salida, para ver el peso total de la

carga, según el tonelaje se les cobra mensualmente en Tesorería: “La Ley de Ingresos

establece un costo por tonelada de 166 pesos más IVA” (Pulso Diario de San Luis, 3 de

agosto de 2007). A los que no se pesa como los camiones de recolección de municipio, a

los camioneteros y a los carretoneros, se les hace un calculo promedio. Las unidades que

llegan de la ciudad capital, las delegaciones de Villa de Pozos, La Pila y una empresa que

recolecta en la zona llamada Lomas, corren con la tarifa de Ayuntamiento. Mientras que

Cerro de San Pedro, Santa María del Río, Villa de Reyes y Ahualulco tienen otra tarifa

especial. Con esta información, la empresa Vigue le cobra a Ayuntamiento $90.00 por cada

tonelada que entra al tiradero, bajo el concepto de manejo de residuos.

El proceso de pesado de los camiones cambió periódicamente desde que la báscula

fue instalada hasta mediados de 2008. En los primeros meses todos los camiones de

recolección, con excepción de los camioneteros y los carretoneros, pasaban por él pero en

los horarios críticos en los que entraban muchos camiones recolectores (principalmente

ECOS), para ser pesados en la báscula se formaba una cola que llegaba más allá de la

caseta de vigilancia de tiradero, esta situación no duró mucho tiempo. Luego, se resolvió

promediar el tonelaje de los camiones recolectores. Más tarde, uno de los ingenieros de la

empresa contó que un funcionario de la Dirección de Ecología, que apenas se había

incorporado a ese departamento, “recién llegó no se que comenzó a elucubrar en su mente,

nos pidió que volviéramos a pesar cada camión” (Diario de Campo, 18 de junio de 2008),

105

pronto se dio cuenta que no era un proceso muy práctico y se retomó el promediar el peso

de los camiones. Por lo que observé, a partir de la 13:00 hrs. comienzan a llegar más viajes

de camiones. Al parecer la mayor concentración de camiones de recolección, en horas

especificas, obedece a los horarios de las rutas de recolección de los ECOS.

El depósito de la basura se hace bajo la siguiente lógica: para satisfacer las

necesidades de los pepenadores se reparten los camiones que llegan equitativamente en la

parte de las coronas y en la plancha. Un ingeniero empleado del municipio, me comentó

que se intenta que los camiones que llevan material aprovechable descarguen en la plancha,

pero realmente no hay una regla que asegure esto. En la parte de las coronas, por ejemplo,

cuando dejan de subir camiones, pronto los pepenadores solicitan, o exigen, que se les

envíen para seguir pepenando. La falta de espacio suficiente para la descarga de varios

camiones al mismo tiempo entorpece las actividades de los pepenadores.

Plancha de pepena. Adriana Carrillo (La Jornada San Luis, 4 de mayo de 2007).

Los vehículos de recolección voluntaria por lo general no suben a descargar al cerro

de basura (coronas), sino que lo hacen en el área de la plancha de pepena, aunque está

tampoco es una regla general. Cuando los chóferes quieren rescatar algo de su carga, suben

a las coronas porque ahí hay más espacio y es menos la presión de descargar rápido. En las

mañanas y tardes, los camiones de recolección privada y voluntaria, así como los camiones

de municipio depositan en la plancha, aunque los camiones recolectores de municipio es

106

más común que sean enviados directamente a depositar en las coronas, cuando hay mucha

afluencia de camiones descargando en la plancha. Las pequeñas camionetas de la Plactic

Omnium descargan siempre en la plancha de pepena. Por las noches todos ellos dejan la

basura en la plancha, o simplemente en la parte baja del tiradero, porque es complicado

subir el cerro de basura en total obscuridad. De 6:00 a 9:00 am hay mucho movimiento, a

esas horas la maquinaria de la empresa tiene que despejar la plancha para que los camiones

puedan acceder a las coronas.

8) Vista de planta del proyecto (Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V., 2007 p. 8).

107

De forma general hay cuatro procesos que se realizan en el tiradero: recepción,

recuperación de materiales, transferencia y disposición final. El ayuntamiento se encargar

de la recepción y transferencia. Los pepenadores de la recuperación. En la disposición final

participación conjuntamente la empresa y el ayuntamiento. El trabajo para el que fue

contratada la empresa fue la remediación de las coronas y la construcción de la nueva celda.

El trabajo de los pepenadores no se ve afectado de ninguna forma, ya que ni la

empresa ni el ayuntamiento intervienen en determinar el orden, la frecuencia o los procesos

de la recuperación. Las discrepancias y los problemas se hacen evidentes en las funciones

de la empresa y el ayuntamiento. A pesar de que las funciones de cada una de las

autoridades parecieran estar bien delimitada, los momentos de colaboración y encuentro

laboral provocan asperezas, críticas de uno y otro lado. De alguna forma esto se ha resuelto,

según pude observar en mi segundo periodo de trabajo de campo; a los trabajadores de

ayuntamiento los vi exclusivamente trabajando en la plancha, confinados casi a estar

solamente en este espacio, incluso a la vista parecían menos que los trabajadores de Vigue,

que ahora se encontraban trabajando en todo el tiradero. Por su parte, la experiencia de

ambos frente a los pepenadores también es complicada, pero en ésta ambos han tenido que

enfrentarse a los pepenadores, cuestión que exploraré en el siguiente capítulo.

La fecha de termino de contrato de la empresa en el lugar se ha ido recorriendo desde

agosto de 2008, extendiéndose a finales de 2008 y luego oficialmente hasta principios de

2009. Hasta esta fecha no se había dejado de depositar basura en el tiradero de Peñasco,

aunque había informes donde se declaraba concluido el proyecto de remediación, y que ya

no se depositaban desechos en el lugar. Vigue, tras la “clausura” del tiradero, comenzó a

emitir anuncios en radio y televisión local donde señalaba como un gran logro el haber

108

dado “solución a un espacio que contenía 65 millones de toneladas, un cerro de 25 metros

de altura en un sitio que funcionó por 15 años”.

A mediados de 2008, en este contexto se da la propuesta de privatizar los servicios de

aseo municipal, la acción provocó incertidumbre entre los recolectores voluntarios y los

pepenadores de Peñasco, al verse desplazados y amenazados por la propuesta. Se suscitaron

varias manifestaciones de los recolectores y los pepenadores, apostándose en las

instalaciones del Ayuntamiento y el Congreso del Estado, en plazas públicas y en el propio

tiradero de Peñasco, acontecimientos que trataré en el capítulo 5.

Durante los primeros meses de 2009, circuló en medios impresos la versión de que se

estaría proyectando un nuevo sitio de disposición final para prestar el servicio que demanda

la zona metropolitana de San Luis Potosí y sus municipios conurbados, pero sin declararse

nada de manera oficial, ni presentarse un proyecto concreto. En cierta forma, la

privatización de los servicios de disposición final inaugurará otra fase o capítulo sobre la

historia de la basura en San Luis Potosí, pero desde luego nada se puede afirmar a priori

sobre los beneficios que está medida pueda generar a largo plazo.

Conclusión capítulo III.

En los últimos veinte años la zona metropolitana de San Luis Potosí ha mostrado un

crecimiento económico y poblacional acelerado que inevitablemente se refleja en el

aumento de los residuos sólidos. Este problema ha sido percibido por las autoridades

municipales pero es innegable que las medidas y proyectos impulsados han resultado

insuficientes. Si observamos detenidamente cada una de las fases (recolección, transporte,

tratamiento y disposición final) arrastran sus propios problemas, pero al parecer la

recolección (aunque precaria e insuficiente) ha recibido más atención.

La preocupación por el manejo de los residuos sólidos ha respondido más a un

109

problema de imagen estética (como lo refiere el investigador Rangel) de “tener limpia la

ciudad”, mas que de gestión integral de los residuos sólidos municipales, con las

implicaciones sociales y ambientales que esto tiene. Por ello el hincapié en la recolección

antes que la disposición final. Hasta hace menos de diez años en la ciudad de San Luis

Potosí se comienzan a dar los primeros indicios de una preocupación ambiental por el

manejo de los residuos, poniendo atención en su disposición final.

Resulta lógico entonces que el tratamiento y la disposición final sean las etapas más

débiles de la estrategia que lleva a cabo el ayuntamiento de San Luis Potosí. Esto se debe

en parte al continuo roce político que genera un evidente desgaste entre instancias

decisorias, pero sobre todo reflejan una falta de capacidades para acotar el problema en su

dimensión técnica y social, es decir que contemple el crecimiento urbano y la generación de

desechos como parte de una planificación en sus diferentes escalas temporales. Esto es

sumamente evidente cuado ni siquiera se puede dar una cifra precisa de la cantidad de

residuos sólidos que generan los habitantes de San Luis Potosí diariamente. Además se

hace elocuente con las disculpas de las autoridades, alegando que la información que cada

administración recaba, ella se la lleva, dejando vacíos y discontinuidades en los procesos de

aprendizaje. El resultado es una carencia de proyectos por parte del gobierno municipal en

cuanto al tratamiento y en una larga historia de llevar la disposición final sin la menor

precaución.

El caso de San Luis es análogo a la mayoría de los municipios urbanos de México, es

una tarea complicada que el municipio vigile, monitoree, haga cumplir las leyes y sancione

en lo que respecta a las normas establecidas a nivel nacional, ya que “carece de todo fuerza

institucional, tanto en lo ambiental como en lo político” (Rangel, 2003, p. 129). Y más

complicado aún si estas no se adaptan a las realidades locales “Se percibe en las normas

110

ambientales para el manejo de los RSM, cierta tendencia a legislar de modo voluntarista, a

expresar en los textos legislativos buenas intenciones, sin darles sustento técnico” (Rangel,

2003 p. 46). Igualmente es claro que existen problemas a nivel operativo en varias fases del

manejo de los residuos, en parte por la falta de infraestructura y recursos humanos.

Por otro lado, ha sido destacada la participación de diversos actores, en la

consecución y puesta en marcha de determinados programas para el manejo de los residuos

sólidos. Hasta el día de hoy son tres los actores principales que participan en el manejo de

los residuos sólidos en la zona metropolitana de San Luis Potosí: la Dirección de Ecología y

Aseo Público, que brinda un servicio gratuito; el sector informal mediante los recolectores

voluntarios y los pepenadores, que recolectan y tratan la basura, respectivamente; y el

sector privado, que desde hace ya tiempo recolecta en pequeña escala para las empresas y la

industria en San Luis, pero que en un futuro tendrán un papel mucho más fuerte en el

manejo de los residuos gracias a la concesión de los servicios de aseo público que le ha

otorgado el ayuntamiento.

En este contexto la privatización suele ser una idea tentadora para subsanar las

deficiencias de los servicios. Además está asociada a la percepción mejor compartida entre

los habitantes de San Luis Potosí capital de que la basura es un problema que requiere

acciones, planificación y la inversión en competencias y tecnologías adecuadas para su

manejo. Los resultados dependerán en gran medida de un modelo de cogestión, o en otras

palabras de gestión compartida entre usuarios, proveedores e intermediarios en el manejo

de la basura, es decir, ciudadanos, autoridades, empresas privadas y pepenadores. La

gestión compartida implica que el ayuntamiento debe fortalecer sus atribuciones de

111

regulación y vigilancia, y no claudicar por completo de su obligación para atenuar y

resolver este problema desde su origen.

Es necesario hacer la precisión de que en este panorama se ha dejado de lado a un

actor muy importante, el ciudadano, actualmente en San Luis Potosí no existe ningún

mecanismo en el que la ciudadanía pueda tomar parte en las decisiones o por lo menos se le

mantenga informada de lo que se hace en materia de residuos sólidos. En la mecánica de

participación en el manejo de los residuos sólidos en San Luis Potosí, los diversos actores

han tenido un desempeño más o menos definido, modificado por los contratos adquiridos

con la iniciativa privada o la propuesta de concesión de los servicios de aseo público41, lo

que trastoca una estructura por años mantenida y que no sólo repercute en las decisiones

que se toman entorno a los residuos sólidos, también en el desempeño de los demás

participantes.

En el siguiente capítulo trataré con detalle el contexto social e institucional bajo el

cual los pepenadores se desempeñan en el tiradero de Peñasco. Me interesa destacar las

condiciones en las que realizan su trabajo, los valores y percepciones producto de su

relación con la basura, a través de una actividad laboral: la pepena. En este capítulo

presentaré mis hallazgos, observaciones y los datos que obtuve en el primer periodo de

trabajo de campo. Mi interés sobre todo fue la forma como realizan su trabajo, cómo y a

qué responden los agrupamientos, alianzas, intereses y conflictos, así como la forma en la

que se adaptan cotidianamente a las normas y disposiciones dictadas por las autoridades del

ayuntamiento y de la empresa privada Vigue.

41 Cómo lo menciona Rangel, hasta antes del 2008 no estaban presentes las modalidades de concesión o convenios intermunicipales, sino que la prestación del servicio se hacía directa o bien, se concede autorización a particulares para participar en la recolección.

112

Introducción capítulo IV. Sitio de Disposición Final de Peñasco.

En los anteriores capítulos hice una descripción y una reseña sobre la problemática de

la basura. He asumido explícitamente que la disposición final de residuos sólidos es un

problema típico de la civilización contemporánea; que emerge en el contexto urbano como

una consecuencia directa de la aglomeración de la población humana y la producción-

consumo de bienes industrializados. Esta característica explica otros problemas asociados,

y que de una u otra manera forman parte de los desafíos actuales de su gestión.

Existe por ejemplo, una tendencia de substitución, donde los desechos ya no son

primordialmente de origen orgánico, sino inorgánico. La mezcla de ambos tiende a generar

dificultades a nivel ambiental. Partes de la cadena que sigue el proceso de manejo de

residuos sólidos, aun son particularmente problemáticos como su tratamiento y disposición

final. Otro ejemplo, a través del que se ha podido subsanar en cierta medida esta

problemática ha sido la recuperación de materiales desechados, que a su vez constituye una

importante actividad generadora de ingresos para diferentes actores.

En este sentido, se puede afirmar que los desechos sólidos no han finalizado su ciclo

una vez que los hemos depositado en el bote o bolsa de basura y que los recolectores han

realizado su servicio. La basura mediante el trabajo de colecta y separación entra en una

nueva fase en el ciclo productivo. Aquí los pepenadores son actores centrales pues de la

eficiencia de su actividad no solo depende el sustento de sus familias sino la reutilización

de una gama impresionante de productos valorados por el mercado: aluminio, metales

varios, vidrio, papel, plástico. Además, otros bienes que recuperan son vueltos a usar para

su beneficio personal, en sus hogares y para su autoconsumo, como los alimentos en un

estado aceptable.

113

El manejo de los residuos sólidos municipales en San Luis Potosí es una especie de

huella de la expansión urbana, productiva y de consumo de las últimas décadas, representa

un rastro bastante elocuente de cómo la basura es un asunto de política ambiental, y por otra

parte, un problema que permite vislumbrar una construcción asimétricas y permeable de la

interrelación entre la urbe y una ruralidad, que en este caso, se transforma viviendo

precisamente de bienes desechados pero que no han concluido su ciclo.

En este capítulo presentaré la información obtenida de primera mano durante mi

primera estancia de trabajo de campo (durante los meses de septiembre a diciembre del

2007) en el tiradero de Peñasco. Desde una perspectiva pragmática mi interés en acercarme

a “la cultura de los pepenadores” ha sido rebasar el lugar común en el que todos hemos

caído, acerca de este sector de la población, que trabaja y sobrevive precisamente de

aquello que la sociedad dispensa.

Pero sobre todo, entender dicha gestión desde la perspectiva de los actores que se

desarrollan en uno de los procesos más importantes en el manejo de los desechos en San

Luis Potosí, la disposición final en el tiradero de Peñasco. El sentido e importancia que

posee para ellos el laborar en un trabajo tan particular y menospreciado por la sociedad.

Cómo se apropian de su espacio laboral, cuáles son las prácticas que le dan sentido y que

contribuyen a reforzar los lazos afectivos, lazos que a su vez permiten la identificación no

como una masa indiferenciada de pepenadores, sino personas que encaran e interpelan a su

modo la política de la basura.

114

4. Sitio de Disposición Final de Peñasco.

9) Mapa de referencia para la ubicación del Tiradero de Peñasco (Google Earth, 2007).

10) Mapa de ubicación del Tiradero de Peñasco (Google Earth, 2009).

Antecedentes e historia.

En la parte norte de la ciudad de San Luis Potosí, existe desde hace varios años la

práctica ampliamente difundida de utilizar terrenos, antiguamente agrícolas, como sitios de

confinamiento para los desechos producidos en San Luis Potosí capital y municipios

conurbanos como el de Soledad de Graciano Sánchez. Regularmente estos basureros,

115

debido a su falta de control, normas de manejo y gestión, son conocidos como tiraderos

clandestinos. Hoyos o cavidades, ya sean naturales o hechas sobre la superficie terrestre que

posteriormente son utilizadas para depositar basura. En muchos de estos se depositaban los

residuos sólidos municipales, y una vez que terminaron su vida útil, fueron cerrados, pero

sin la menor precaución ni monitoreo.

Los basureros clandestinos no son cosa del pasado. Incluso puedo afirmar que el

carácter de ilegalidad es un reconocimiento tácito de la impracticabilidad o incapacidad

para aplicar las leyes y normativas en relación a la disposición final de residuos sólidos.

Estos sitios continúan funcionando como depósitos ilegales y mal planificados de basura

doméstica y en ocasiones industrial, principalmente por el bajo o nulo costo que representa

para productores y consumidores el despeje final de mercancías.

Por otro lado, la pepena es una actividad estigmatizada socialmente en todo el mundo,

en México y San Luis Potosí no son la excepción. Pero la pepena para las personas que la

desempeñan, es un trabajo honesto y legítimo, y desde cierta óptica, constituye una

tradición laboral, una actividad cuyo reclutamiento sigue una serie de pautas y normas que

si bien no están escritas, existen, son reproducidas y son las que definen su perfil como una

cultura marginal, o como Oscar Lewis la llamaría cultura de la pobreza.

Los pepenadores que han trabajado en el tiradero de Peñasco desde su apertura,

comentan haber laborado en varios tiraderos localizados en esta zona. Los tiraderos tenían

diferentes características. Los que permanecen en su memoria son los que, digámoslo así,

se entrenaron y aprendieron el oficio, pasaron largos periodos y según comentan eran de

considerable tamaño y capacidad. La gente identifica estos tiraderos con los nombres de

donde se ubicaban, en lo que actualmente son colonias urbanas como Las Flores, La

116

Tercera o La Constancia, ésta última ya dentro de los márgenes del municipio de Soledad

de Graciano Sánchez.

Los basureros se localizan hacia el norte de la ciudad de San Luis, a lo largo del anillo

periférico que bordea la ciudad, y otros más en pequeñas comunidades próximas a éste, a

los que se podía acceder por medio de carretas y transporte rústico. Hace 30 años esta zona

todavía estaba fuera de la mancha urbana, los conglomerados poblacionales que existían en

la zona eran de carácter rural, por lo que muchos de estos terrenos estaban (incluso lo

siguen estando) contiguos a áreas agrícolas.

Los espacios utilizados para confinar tenían las características de tiraderos a cielo

abierto. Este fue el caso del tiradero conocido como “Los Graneros” o “La Granera”,

llamado así porque aun existe parte de la estructura de un antiguo granero en el sitio.

Tiradero muy cercano a Peñasco y que funcionó, por mucho tiempo antes que el de

Peñasco, para la disposición de residuos sólidos municipales. Ocupaba grandes

dimensiones y se encontraba justo a las orillas del periférico norte, aproximadamente a

unos 3 kilómetros de Peñasco. En este caso, una vez lleno el hoyo en donde se depositaba,

el Ayuntamiento de San Luis Potosí procedió a su cobertura.

El tiradero de Peñasco comenzó a funcionar en enero de 1995, se ubica a 1.5

kilómetros de la carretera a Peñasco o camino a Peñasco que se conecta al periférico norte

de San Luis Potosí. Las coordenadas geográficas en las que se localiza son de 22º 13´ 37´´

al norte y 100º 58 19´´ al oeste. El tiradero se encuentra dentro de los márgenes de la

fracción de Milpillas y justo al lado del tiradero, está el Río Paisano, protegido por un

decreto nacional. Igualmente a un costado suyo pasan las vías del tren, por lo que es común

que migrantes centroamericanos se encuentren en la zona (e incluso trabajen

temporalmente en el tiradero). Las autoridades municipales en ocasiones denominan al

117

tiradero, relleno sanitario, como un eufemismo o formalismo técnico-burocrático para

indicar una supuesta actitud profesional para encarar el manejo de los desechos de la zona

metropolitana de San Luis Potosí.

En el panorama mundial era ya común hablar de la gestión de los residuos sólidos

desde la década de ‘90, en términos de procesos asociados con un manejo ambientalmente

responsable. Para estas fechas ya existían estudios profundos acerca del diseño correcto y

planeación de los sitios de disposición final, con la intención de que estos lugares no

ocasionaran los perjuicios al ambiente que por décadas se venían acumulando y haciéndose

cada vez más patentes en la salud humana y en la calidad del ambientales (agua, viento). En

la normatividad adoptada por México ya se observaban algunos de estos aspectos.

En el caso de San Luis Potosí, estos estudios ya eran asumidos, así como incorporada

cierta normatividad correspondiente, pero aún era difícil que se emprendieran proyectos

que retomaran estas propuestas, y más complicado aún que se cumpliera la normatividad.

Había algunos funcionarios que conocían la situación que afrontaba el confinamiento de

residuos sólidos municipales, y expresaban su preocupación ante esta situación frente a la

opinión pública. Pero sobre todo predominaban los discursos en los que se exponía la

inquietud por tener un sitio de confinamiento de los residuos municipales que simplemente

asegurara por un largo tiempo la disposición final de éstos. Además de reiteradas

declaraciones ante los medios de información locales acerca de la imposibilidad de seguir

confinando basura en el entonces tiradero de la ciudad ante su inminente saturación.

La saturación del antiguo tiradero municipal propició la respuesta de la

administración municipal del periodo de Luis García Julián (1994-1999), simplemente para

subsanar la urgente necesidad de un sitio para confinar la basura, adquiriendo un terreno

para comenzar a enterrar la basura en él. Autoridades municipales manifestaron

118

abiertamente que éste no contaba con las condiciones mínimas para prevenir los

inconvenientes que puede causar al medio ambiente, más se argumentó que sería la

próxima administración la que se haría cargo del problema. Esto nunca sucedió. No hubo

modificación en el tiradero hasta el 2007 cuando entró a operar la empresa Vigue Relleno

Sanitario, S.A. de C.V. Es decir, pasaron 12 años para que el tiradero de Peñasco fuera

realmente atendido.

Paralelamente al establecimiento del tiradero de Peñasco, en la ciudad de San Luis

Potosí se dio un crecimiento acelerado de la población y del área urbana, la ciudad

comenzó a extenderse hasta esta zona, y varias colonias urbanas se expandieron a las

cercanías del tiradero de Peñasco.

Los pepenadores recuerdan bien como era el tiradero en sus inicios, “era un hoyo bien

grande, la gente se veía chiquita chiquita” (Diario de Campo, 28 de septiembre de 2007).

Comparativamente con los tiraderos que hubo en la zona, no había existido uno de las

dimensiones del recientemente abierto. Ni los burócratas pertenecientes a la actual

Dirección de Ecología y Aseo Público, ni siquiera por medio del Área de Transparencia y

Acceso se pudo rastrear información que revelara datos exactos acerca de la forma de

selección y el procedimiento de adjudicación del terreno, las características del sitio, ni la

fecha exacta de su inauguración. El personal de éstas arguyó una vez más que cada

gobierno trae su información y su gente, también que esa era información de ya hace

muchos años, para esos papeles “te tienes que ir al archivo y para hallar eso está muy difícil

porque todo está revuelto”.

Desde su apertura llegaron personas que se dedicaban, o comenzaron a dedicarse, a la

separación y venta de materiales reciclables. Varios de ellos ya tenían experiencia en este

trabajo, por acudir a los tiraderos que había en la zona. Los pepenadores recuperaban los

119

materiales que se vaciaban en el hoyo, bajando a través de una especie de rampa

zigzageante, hecha de tierra y por la que también descendían los camiones recolectores.

Por la forma en la que ellos llegaron, y permanecieron a lo largo de estos años, se puede

deducir que en aquella época no había restricción alguna por parte de las autoridades de

ayuntamiento para que los pepenadores entraran al sitio. El único que ejercía cierto control

sobre la afluencia de pepenadores en el tiradero era un “encargado”, el que no era

trabajador de la entonces Dirección de Aseo Público. Este encargado les cobraba 5 pesos

por pepenador (a veces a la semana o a veces por mes), para permitirles entrar a trabajar al

tiradero.

Con el tiempo el vertedero creció, se llenó el hoyo y siguió creciendo hasta formar

una montaña de más de 20 metros. En 2000 se abrió el relleno sanitario de Santa Rita42.

Luego, a finales el 2005 se puso en marcha el proyecto para convertir el tiradero en

“estación de transferencia modificada” e instalar la plancha de pepena. El ala derecha de la

plancha sería utilizada para que los camiones de recolección descargaran, y en esa misma

área los pepenadores tendrían un espacio suficiente para recuperar todo tipo de materiales, a

lo que se conoció como la plancha de pepena. Una vez que los pepenadores terminaran con

la separación de los productos útiles, el resto de los desechos, la basura, se arrastraría para

introducirlas a cajas compactadoras, que al ser llenadas se trasladarían en tráilers hasta el

relleno sanitario de Santa Rita. La intención al implementar la plancha de pepena fue que

los pepenadores tuvieran un área en la cual realizar más eficientemente su trabajo, ya que

con anterioridad laboraban entre montones de basura desperdigada.

42 Para diciembre de 2004 se calculaba de manera oficial, que se tenían 20.0 hectáreas de la superficie de la capital destinadas a tiraderos a cielo abierto y 40.0 hectáreas a rellenos sanitarios (INEGI, 2005).

120

En aras de hacer más eficiente la operación tanto del tiradero de Peñasco como del

relleno sanitario de Santa Rita, en el primero tan sólo descargarían los camiones de

recolección de municipio y las unidades de recolección voluntaria; mientras que en Santa

Rita depositarían directamente todos aquellos camiones de servicio privado. La intención

era que se dejara de operar como tiradero a cielo abierto, para así cumplir con la

normatividad NOM-083-ECOL-199643, más esto nunca sucedió por completo. Se instaló la

plancha de pepena y operó en la forma que fue planeada, pero se siguió confiando basura en

Peñasco. Ambas acciones iban encaminadas a coordinar los trabajos tanto de tratamiento

que llevaban a cabo los pepenadores, como de disposición final en un sitio controlado

como era Santa Rita. Fueron varios los factores que no permitieron que se pudiera

transportar toda la basura a Santa Rita. Principalmente, la falta de recursos e infraestructura

para transportar los restos de basura hasta Santa Rita y una deficiente coordinación en el

traslado y recepción.

La transformación del tiradero de Peñasco en estación de transferencia se concretó,

aunque no con los objetivos esperados. A pesar de ello, el Jefe de Ecología de aquella

época, el Sr. Alemán, declaraba con respecto al tiradero “se dio una transformación total, ya

que sólo es una estación de transferencia […] en sí el tiradero queda fuera de circulación”

(La Jornada San Luis, 16 de agosto de 2006, ¶ 2). El proyecto de la plancha de pepena

consistió simplemente en el despeje de basura en un área de alrededor 15 mts de ancho por

25 de largo, espacio extremadamente reducido para aproximadamente 300 pepenadores que

acuden diariamente al tiradero.

43 Norma oficial mexicana que establece las condiciones que deben reunir los sitios destinados a la disposición final de los residuos sólidos municipales, regulado por la Secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.

121

Otro aspecto de este proyecto, la estación de transferencia, trajo una época difícil para

los pepenadores. Los camiones ricos en material susceptible de ser separado, eran enviados

directamente a Santa Rita. Había mucha inconformidad por parte de los pepenadores al

aplicarse esta acción, como lo mencionó el Jefe de Ecología de aquella época, a Santa Rita

se llegaban los camiones de recolección privada como la GEN o Red Recolector con

materiales casi íntegros para su recuperación, además de camiones de empresas de

alimentos, que depositaban sus productos de mala calidad o caducados, los que llegaban a

Peñasco antes del proyecto de estación de transferencia.

Una de las razones para adoptar esta medida fue que en el relleno sanitario había

báscula para poder pesar la carga de los camiones de recolección y más tarde cobrarles a las

empresas según su peso. Productos como enlatados o dulces eran segregados y vendidos

afuera del tiradero por los pepenadores. La falta de acceso de estos camiones a Peñasco fue

un golpe a los ingresos de los pepenadores. En alguna ocasión llegaron a cerrar el relleno

sanitario, exigiendo que se redireccionaran los camiones a Peñasco. Otra circunstancia que

perjudicó el desarrollo de este proyecto fue que la temporada de lluvias, por los meses de

agosto, hizo complicado el traslado de los desechos que quedaban tras la pepena hacia

Santa Rita. Situación que no se previó a pesar de que todos los años se presenta el mismo

escenario. Esta parte del proyecto falló, ya que nunca se dejó de confinar la basura en el

tiradero de Peñasco.

La transformación del tiradero de Peñasco en estación de transferencia modificada,

fue el primer intento de implementación de cambios en el tiradero, en más de diez años de

existencia. A este panorama hay que agregar que rumbo a las elecciones a llevarse a cabo

en 2006, para elegir nuevo alcalde de San Luis Potosí, el entonces candidato del PAN a la

alcaldía, Jorge Lozano Armengol, se comprometió con los vecinos de la zona en la que se

122

ubicaba el relleno sanitario, a clausurarlo si resultaba electo. Durante la administración de

Octavio Pedroza se fue preparando el terreno para este cierre. La clausura se hizo definitiva

una vez que tomó posesión Lozano Armengol. El relleno sanitario fue clausurado, según las

versiones oficiales, por la exigencia de los vecinos. Otra de las versiones, comentada por

algunos empleados del Departamento de sitios de disposición final, es que había

inversionistas que tenían proyectos por llevar a cabo en la zona cercana al relleno sanitario,

y que a favor de que se llevaran a buen término estos proyectos le solicitaron a Lozano

Armengol el cierre del relleno. Caso que abordaré en el siguiente capítulo.

Tras el cierre de Santa Rita, el tiradero de Peñasco se convirtió en el único sitio

municipal para confinar los residuos sólidos. Para esas fechas se calcula que comenzaron a

entrar un promedio diario de mil toneladas de desechos a Peñasco. El vacío originado con

la clausura del relleno sanitario creó las condiciones ideales para resaltar ante la opinión

pública las deficiencias de Peñasco y la situación crítica en que se encontraba la disposición

final de los residuos sólidos en la zona metropolitana de San Luis Potosí. Se dieron

discusiones sobre la conveniencia de detener el confinamiento de los residuos sólidos bajo

las deficientes condiciones que hasta el momento se venían dando. Finalmente en febrero

de 2007 se decidió contratar a la empresa Vigue, Relleno Sanitario, para la remediación de

Peñasco. Por lo pronto, en el siguiente apartado describiré los cambios que hubo en el sitio

y de qué tipo fueron.

Actores y su lugar de trabajo: el tiradero de Peñasco.

Sea cual sea el camino o carretera que se tome para llegar al tiradero de Peñasco, se

vislumbra desde lejos. Un cerro, que evidentemente no es natural, sobresale en el paisaje.

Aún a lo lejos, se alcanza a distinguir que en la parte más alta del cerro hay maquinaria

pesada trabajando, así como uno que otro camión que sube a descargar basura. En el

123

camino a Peñasco hay un pequeño anuncio de Vigue que señala la entrada al Sitio de

Disposición Final de Peñasco. Un camino de tierra conduce a la entrada principal del

tiradero, donde los camioneteros, carretoneros, camiones recolectores del ayuntamiento y

recolectores particulares ingresan a determinadas horas con una constancia solo comparable

a la de un hormiguero.

La zona es casi desértica, si acaso el lugar está rodeado por una maleza escasa y

algunos mezquites. El camino por el que entran los camiones es angosto y accidentado. Por

la vía transitan esporádicamente toda clase de vehículos que van a depositar al tiradero,

desde pequeñas camionetas de recolectores voluntarios (por lo regular camionetas viejas de

carga), carretas o volandas jaladas por mulas hasta grandes camiones de compañías

privadas dedicadas a la recolección.

Hay ocasiones en que estos vehículos no se salvan de alguna ponchadura de llanta por

las condiciones irregulares del paraje. En el camino la tierra siempre está suelta,

constantemente se forman nubes de tierra revuelta cuando los vehículos transitan. El cerro

de basura no era el único sitió donde se confinaban residuos, al parecer había otros hoyos

contiguos en donde también se depositaban desechos, pero estos se llenaron hasta llegar al

nivel del suelo. En aquella época los pepenadores trabajaban tanto en el cerro de basura

como sobre los pequeños montículos de desechos, batallando entre los desechos por lo

inestable del suelo que pisaban.

Anteriormente en la entrada al tiradero existía una pequeña caseta atendida por un

trabajador de ayuntamiento, Don Lupe, que por años fue el encargado de vigilar la entrada

al tiradero y del que se rumoraba cobraba a los camiones para dejarlos entrar a depositar,

dinero que él se quedaba. Pasando está caseta se localizaba un camino más estrecho, de un

solo carril, bordeado por costales llenos de botellas de plástico, muebles viejos, pequeños

124

cuartos improvisados y demás materiales que separaban los pepenadores. El camino

conducía a una caseta de seguridad pública pequeña, sucia y descuidada que marcaba la

entrada al espacio nombrado “plancha de pepena”, que en la actualidad sigue funcionando.

Foto del Tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

Posterior al 2005, dos elementos modificaron la forma en la que operaba y estaba

constituido el tiradero: la introducción de la plancha de pepena y la transformación del

tiradero en estación de transferencia modificada. El simple hecho de despejar un área, para

después llamarla plancha de pepena, les permitió a los pepenadores mayor movilidad para

su trabajo, haciendo más fácil la tarea de identificar el material reciclable. La plancha de

pepena es una explanada formada sobre basura acumulada desde hace muchos años, que

simplemente fue recubierta con tierra, no hay ningún techo, ni ningún tipo de protección o

tecnología que ayude a los pepenadores a separar más fácilmente los desechos.

Alrededor de la plancha hay unas pequeña construcciones, una especie de capilla para

una Virgen de Guadalupe hecha de mármol y de aproximadamente un metro de largo. La

construcción simplemente era una barda con los pilares que sostenían el techo y dentro un

pequeño nicho donde se colocaba la Virgen. La capilla tiene un aspecto un poco sucio por

estar a escasos metros de la basura. Los pepenadores se sientan despreocupadamente

entorno a la capilla, ya que es uno de los pocos sitos donde encuentran sombra y un lugar

para descansar por ratos entre las jornadas de trabajo.

125

Al lado de la capilla, separado por unos cuantos metros, hay un tejabán de unos 5 mts

x 2 mts., hecho de block y con techo de lámina. El único tejabán firmemente levantado en

el que exclusivamente un grupo de pepenadores, conocido como “Los Diablos”, guardan

los materiales que recolectan. El otro extremo de la plancha está delimitado por el camino

que permite el ascenso al cerro de basura. En el que se podría considerar el frente de la

plancha hay un par de tolvas, a través de ellas se empuja la basura para que caiga a una

depresión de 8 a 10 mts. de profundidad. En este espacio descienden los dos tráilers con los

que cuenta ayuntamiento, especiales para carga pesada. Ellos captan los desechos que se

tiran por las tolvas para más tarde confinarla en el cerro de basura.

En los años previos a la entrada de la empresa, era mucho más evidente que el cerro

estaba formado por millones de toneladas de basura, ya que se asomaban de la del cerro

debido al precario recubrimiento que se hacía. Las pocas plantas y árboles que rodeaban al

tiradero eran testigos de ello, entre sus ramas se atoraban bolsas de plástico derruidas y

objetos que por el viento se desprendían de la basura. En la actualidad y como parte

inherente del paisaje, es posible ver gran cantidad de perros que llegan acompañando a los

carretoneros o camioneteros, o simplemente son abandonados por la gente en el tiradero.

A un costado del cerro, conforme se comenzaba a subir, se veía claramente una

especie de lago (el Río Paisano) con un gran mezquite en medio, completamente seco. En

este árbol se posaban una parvada de llamativas aves blancas, parecidas a las garzas. El

entonces encargado de la Dirección de Ecología, en una ocasión comentó que en la

administración de Jongitud Barrios (1979-1985) las trajeron para que “se viera más bonito”,

pero con el tiempo las aves se hicieron carroñeras.

En la parte alta del cerro se hacía más evidente la exposición de la basura. El cerro no

es uniforme, sino que posee dos planicies a diferentes niveles, a las que se les denomina

126

coronas y donde se deposita basura. Las más alta es la corona sur y la más baja la corona

norte, llamadas así por la orientación espacial que tienen. Esta conformación del cerro

propicia que también ahí trabajen pepenadores. En una sección de la montaña se hizo una

“fosa cárnica”, destinada para el confinamiento de restos de animales que provienen del

rastro, con el propósito de que no se mezclen con el resto de los residuos. Desde la parte

alta del cerro se pueden contemplar casas sencillas que están a tan sólo unos cuantos

kilómetros del basurero, e incluso algunas parcelas.

Alrededor del cerro de basura, a nivel del suelo, no hay cerca o delimitación de los

confines del tiradero, en todo caso los árboles y algunas plantas dispersas delimitan el área.

Apenas con la entrada de la empresa se comenzó a demarcar el lugar con malla ciclónica,

pero con varios problemas. Por ejemplo, no se puede cercar en donde pasa el Río Paisanos,

ya que es un lugar protegido por decreto nacional. Una parte del espacio que ocupa el

tiradero no es propiedad del municipio, sino de un particular, la delimitación invadiría

propiedad ajena. Además de que los pepenadores usan los parajes que rodean el tiradero,

para acceder a éste sin tener que pasar por la entrada principal.

En la parte trasera del cerro de basura los pepenadores tenían covachitas o pequeños

tejabanes, había sillas o muebles viejos, en los que a ratos descansaban de las faenas de

trabajo o que utilizaban para tomar sus lonches. Incluso, los pepenadores que laboran en la

noche, se quedaban a dormir en estos sitios entre las jornadas de trabajo. Estas pequeñas

covachas, eran utilizadas para juntar los materiales que separaban. En esta área se

estacionaban algunas camionetas viejas, de redilas, propiedad de los pepenadores y de los

recolectores voluntarios, también de algunos compradores que adquieren los materiales

seleccionados por los pepenadores. Tras la entrada de la empresa, en toda esta parte del

tiradero se retiraron los muebles y las covachas.

127

Foto del Tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

La restricción para depositar basura en el tiradero de Peñasco, en la época que se

intentaba establecer como estación de transferencia, provocó que la situación del tiradero

no cambiara mucho hasta el 2007 cuando la empresa Vigue, Relleno Sanitario, S.A. de

C.V. se hizo cargo del tiradero. Después de marzo de 2007, se comenzaron a dar

paulatinamente otras modificaciones, esencialmente bajo el objetivo de la empresa: la

remediación del tiradero. Aunque también se crearon otras obras que tanto la empresa como

el ayuntamiento argumentaban eran para el beneficio y desarrollo social, “para el

mejoramiento de la calidad de vida de los pepenadores”. Los cambios fueron

principalmente materiales, sobre todo en el paisaje del tiradero.

En fechas más recientes ni la caseta ni Don Lupe se encuentran más. Ahora en

substitución existe una caseta en la entrada principal resguardada por una corporación

privada, para registrar la entrada y salida de las personas ajenas al tiradero. La primera

corporación de seguridad privada que contrató la empresa no cumplía mucho este requisito

y los vigilantes se guiaban por la familiaridad que poco a poco fueron adquiriendo con las

personas que regularmente entraban al tiradero. Para mediados de 2008, la corporación

había cambiado, llevando un registro un poco más riguroso de los vehículos que entran

(aquellos que no son ni camiones de recolección ni los particulares que regularmente

descargan), aunque al igual que sus predecesores, son flexibles en permitir la entrada a la

128

gente que es asidua al tiradero. Ahora el camino continúa hasta una entrada más amplia

delimitada por malla ciclónica.

Enseguida de la entrada al tiradero, del lado izquierdo hay un montículo elevado

donde se construyó un área especial para los pepenadores. Está zona suple el espacio que

era ocupado por muebles viejos y costales llenos de botellas. Sobre este planicie se han

levantado algunas construcciones, las que supuestamente “elevarán el nivel de vida de los

pepenadores”. La primera una pequeña estancia infantil cercada, rodeada por algunos

juegos infantiles sencillos como columpios, una pequeña cancha de futbol y subibajas. Al

lado de ella también hay unos vestidores y baños, tanto para hombres como para mujeres.

Otro de los inmuebles es un espacio de destinado a ser usado como comedor, consiste

en un área despejada de unos 4 x 3 mts., con piso firme y techo de lámina. También hay

una capilla muy pequeña, cerrada, que igual que la antigua capilla, está dedicada a la

Virgen de Guadalupe. En un espacio contiguo hay unas de jaulas de aproximadamente 1.5

mts2, estas funcionan como cubículos. Tres hileras de ellos se extienden a lo largo del

montículo elevado, hasta llegar a la entrada de la plancha de pepena. Estas jaulas son

utilizadas para que los pepenadores puedan guardar ahí los materiales que separan.

Obras para pepenadores (Comunicación Social H. Ayuntamiento de S.L.P., 21 de diciembre de 2007).

129

En el Plan de Remediación, Operación y Clausura que Vigue (2007) presentó a

Municipio se incluye un apartado donde se señalan esta serie de obras para los pepenadores.

En este documento se contempla: la capilla, vestidores, baños, comedor, un área techada44,

cobertizo de descanso y calienta lonches, caseta y báscula, y finalmente una plataforma

para organizar la venta del material. Tras lo observado en el trabajo de campo pude

identificar la caseta y báscula no cómo inmuebles para el uso de los pepenadores sino de

ayuntamiento y la empresa. Para los pepenadores se hizo la capilla, los baños/vestidores y

el comedor/área techada, éste último espacio como un área multifuncional. En el centro de

esta área sobresale el tubo de escape de biogás para la basura que se encuentra debajo de

este montículo. Este tubo debe estar siempre encendido para quemar el gas metano, pero yo

sólo lo vi encendido en dos ocasiones. Las construcciones son pequeñas, hechas de block,

con lámina de techo y pintadas de blanco con una franja verde, los colores de la empresa.

En una parte de esta área está ubicada la báscula que ayuda a pesar los desechos que

ingresan al tiradero, y posteriormente cobrar a las empresas de acuerdo al tonelaje de

residuos que depositan, tarea que hace la Dirección de Tesorería del Municipio. Al lado de

la báscula hay un pequeño tanque de agua que abastece a las pipas que se utilizan dentro del

tiradero, agua para uso exclusivo de la empresa en la operación el tiradero. Del lado

opuesto a la plancha de pepena, se cercó un área especial para funcionar como sede las

oficinas de Vigue. Según las afirmaciones de un ingeniero de la empresa, este terreno no

fue adquirido, simplemente fue rentado para ubicar ahí sus oficinas (la empresa no tiene

oficinas en las ciudad, sólo dentro del tiradero). Esta área, también cercada, es restringida

44 “…el buen uso será de la responsabilidad de los lideres pepenadores” (Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V., 2007, p. 50).

130

sólo al paso de los trabajadores de la empresa, gracias a una pequeña caseta de vigilancia

dentro de esta área.

La zona cercada es grande, cuenta con dos cobertizos, uno para resguardar las

máquinas y el otro para repararlas. La maquinaria pesada que la empresa posee para realizar

el empuje, compactación y recubrimiento de los desechos consiste en compactador de

ruedas metálicas, tractor bulldozer, cargador frontal de neumáticos, retroexcavadora, rodillo

liso vibratorio. También hay un remolque, que sirve de oficina para el gerente de la obra.

Junto a él, un pequeño cuarto hecho de lámina, que funciona como espacio de trabajo para

el personal de la empresa.

11) Representación del interior del Tiradero de Peñasco (elaboración propia, diciembre 2007).

131

Se abrió otro camino que pasa por detrás de la antigua capilla y que va hacia la parte

trasera del tiradero y la nueva celda que la empresa abrió. Como ya mencioné, se limpió la

zona que circundaba el cerro de la basura, se removieron las covachas, y se prohibió el

estacionamiento de vehículos ahí. Ni siquiera en los mezquites contiguos al basurero había

rastros de las bolsas de basura que antes cubrían completamente sus ramas, sobre todo

porque se comenzó a cubrir la basura depositada en las coronas con “arcilla” o mejor

conocido como tepetate, que se extrajo para hacer una nueva celda.

Los trabajos iniciales de la empresa, también incluyeron la construcción de un patio

de lixiviación, un surco de 4 x 4 mts., al que se dirige las sustancias que escurren del cerro

de basura ya existente. Como ya se planteó, tras unos meses de operación en el tiradero, la

empresa adquirió un terreno en la parte trasera del cerro de la basura. La celda se hizo a

partir del hoyo que quedó tras remover la tierra con la que se recubré la basura de las

coronas. La novedad era que está celda contaba con un recubrimiento de geomembrana45,

que impide la filtración de lixiviados en la base de la celda. Por lo que me percaté, por

varios meses, tras la inauguración de la celda en una muy publicitada ceremonia por parte

de Ayuntamiento, ésta no fue utilizada inmediatamente para depositar basura. Por meses

quedó sin la menor vigilancia ni mantenimiento. Una vez que se comenzó a utilizar ya

había rasgaduras y dobleces en la capa de geomembrana, en los que no se tuvo ningún

reparo.

Hacia el último par de meses de trabajo de la empresa, la cobertura de las coronas ya

había avanzada en un 90 por ciento. Después de más de un año de trabajos se colocaron

45 “Polietileno de alta densidad lo cual las hace 100% impermeables” (Red Ambiental, revisado el 4 de noviembre de 2008, ¶ 5).

132

siete chimeneas para el escape del biogás, lo que permitió la cobertura total de las coronas.

Esto no había sido posible con anterioridad porque una vez que se cubre toda la basura con

tierra, se puede correr el riesgo de explosiones o incendios, si no se abren espacios para el

escape del gas. Se cercó la parte de atrás del tiradero con malla ciclónica. Para no interferir

con el paso de agua del río se acortó el camino. Según comentarios de la compañía, se

planeaba a hacer otro pozo de lixiviación. Además de que una vez cubierto todo el cerro se

pretende reforestarlo, según se ha expresado el gerente de operaciones de Vigue, el

ingeniero Héctor Hurtado.

Vista área de los trabajos de remediación del tiradero de Peñasco (Comunicación Social del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 22 de octubre de 2008).

Mientras esto sucedía con el tiradero, el ayuntamiento tardó más de año y medio en

intentar arreglar su caseta de seguridad. La intención era que los trabajadores del

ayuntamiento que laboran en el tiradero, contaran por un lado, con un comedor y un baño, y

que otra parte estuviera destinada para oficina, según lo relatado por el actual Jefe de Sitios

de Disposición Final, el ingeniero Cervantes.

En la plancha de pepena nada cambió ni en diseño ni en operación (explicaré la forma

en la que se trabaja en el siguiente apartado). En algún momento la empresa manifestó

querer emparejar la explanada que ocupaba la plancha, ya que se habían hecho algunos

surcos por la maquinaria pesada y los camiones que descargan en ella (hay que tomar en

133

cuenta que el espacio sobre el que se extiende la plancha está formado por cúmulos de

basura que se cubrieron con tierra para formar una explanada). Vigue tenía intenciones de

tirar la antigua capilla para ampliar el espacio de la plancha, ya que había sido remplazada

por la pequeña capilla que la empresa construyó. La Virgen de cantera fue reacomodada en

la nueva capilla.

Hacia mediados de 2008, en cuanto a la operatividad del tiradero, el único

inconveniente era que la nueva celda construida por la empresa estaba casi al total de su

capacidad y aún no se designaba, ni siquiera se había considerado seriamente, un nuevo

terreno que funcionara como sitio de disposición final, en lugar de Peñasco. Nuevamente se

estaba prolongando la capacidad de vida del tiradero. Para el día 15 de septiembre de 2008,

en sesión extraordinaria de Cabildo, se llegó a la resolución de aprobar la ampliación del

contrato con la empresa hasta por cuatro meses y medio más, lo cual desató polémica, sobre

todo por el trato preferente que se le ha dado a esta empresa. Lo que es innegable es que el

tiradero nunca había sufrido tantas transformaciones en tan corto tiempo.

Operación del tiradero, el encuentro del gobierno municipal y la empresa

Vigue Relleno Sanitario.

En cuanto a un día normal de trabajo en el tiradero, básicamente las funciones se

dividen de la siguiente manera. El ayuntamiento, a través de la Dirección de Ecología y

Aseo Público, se encarga de la recepción, es decir, del acomodo de los camiones y demás

vehículos que descargan en la plancha. Para ello el ingeniero Juárez controla el tráfico y

ubica donde deben depositar los camiones que llegan, auxiliado por 5 o 6 empleados

generales que se van rotando. El Ayuntamiento también se encarga de la transferencia de la

basura. Después de juntar lo que queda en la plancha, se le lleva en camiones hasta el cerro

de basura para depositarla.

134

Por su parte, la principal tarea de Vigue dentro de la operación del tiradero es el

entierro, tanto en el cerro de basura como en la celda que diseñaron. Su horario oficial de

operaciones es de 8:00 am a 17:30, aunque según el trabajo diario lo requiera, se puede

extender el horario de labores. Hacia el final de su contrato trabajaban para la empresa

aproximadamente 40 personas. Conforme pasó el tiempo, la empresa parecía controlar cada

vez más el trabajo en el tiradero, mientras que los trabajadores de ayuntamiento solamente

operaban en la plancha, incluso las visitas del Jefe de Sitios de Disposición Final se

hicieron esporádicas y las de algunos otros ingenieros del ayuntamiento ya tan sólo se

hacían por la tarde/noche. La empresa se fue haciendo cargo de mantener en buen estado

las instalaciones construidas para los pepenadores, la limpieza y orden del tiradero, del

control de la entrada y distribución de los camiones en descargar para el entierro de la

basura.

La planeación conjunta de la operatividad del tiradero es nula. Si en el tiradero se

presenta algún inconveniente como la volcadura de un camión en el cerro de basura, y

coincide con una visita del Jefe de Sitios de Disposición Final, realiza al tiradero, éste y el

personal de Ayuntamiento asumían la responsabilidad de resolver el incidente. El ingeniero

encargado de los Sitios de Disposición Final, tiene su oficina de trabajo en la Unidad

Administrativa Municipal, pero al ser encargado de monitorear y vigilar ambos sitios de

disposición final (también Santa Rita, a pesar de estar clausurado), hacía visitas regulares al

tiradero con el fin de ayudar a resolver problemas técnicos u operativos, e incluso como

intermediario para solucionar conflictos con los pepenadores. El ingeniero conoce bien la

situación de Peñasco ya que ha trabajado en está área desde hace ya 17 años, en diversos

puestos (de coordinador administrativo hasta la coordinación de los sitios de disposición

135

que actualmente desempeña). Conforme los meses pasaron la intervención de los

trabajadores de ayuntamiento se fue haciendo menos visible.

12) Organigrama de la Dirección de Ecología y Aseo Público (Elaboración propia).

La confluencia de actores entorno al tiradero de Peñasco ha generado diferencias

entre ellos. En particular son evidentes los conflictos y discrepancias entre trabajadores

operativos de ayuntamiento y de la empresa. Un proyecto empresarial que tenía como

propósito (en términos de su contrato) “remediar” el tiradero de Peñasco, es decir, corregir

la situación operativa y ambiental dañina del sitio, fue una forma de cuestionar el trabajo

de los empleados de ayuntamiento. Representó una confrontación directa a la forma de

trabajo que venía ejerciendo el ayuntamiento de San Luis Potosí en más de 10 años de

desempeño en el tiradero. Los trabajadores de Vigue particularmente los ingenieros,

poseedores de conocimiento técnico y experiencia en el sector privado, tomaron las riendas

de un espacio de trabajo con un nulo control y aplicación de criterios operativos a

conveniencia. Las decisiones y acciones aplicadas en el tiradero, eran percibidas por ellos

como ineficiente y como producto de intereses personales.

136

Por parte de los trabajadores de ayuntamiento, quienes se vieron desplazados por la

empresa, cualquier aspecto era un punto para atacar y descalificar a la compañía. Un

ingeniero de ayuntamiento, encargado de monitorear el trabajo de Vigue en el tiradero,

siempre hacía notar las deficiencias de las labores de la empresa, en un par de ocasiones

escuché como hacía hincapié en lo que se le había pagado a ésta cuando “antes nosotros

hacíamos lo mismo y mejor, por la mitad de lo que ellos cobran”.

Una experiencia personal me reveló otra faceta de esta confrontación. Para poder

ingresar al tiradero tenía que solicitar un permiso a la Dirección de Ecología y Aseo

Público, esto hice renovándolo regularmente cada seis meses. Posteriormente, sólo tenía

que presentar mi permiso con el gerente de la empresa para que él estuviera al tanto. En

junio previendo esta situación me dirigí nuevamente a la Dirección a solicitar el permiso.

Tuve algunos inconvenientes (con el líder de los pepenadores, experiencia que relataré más

adelante) lo que me llevó a entrevistarme con la subdirectora de la Dirección para resolver

la expedición del permiso. La subdirectora me respondió secamente que eso tenía que verlo

con el gerente del sitio, “antes de marzo (2007) nosotros éramos los que dábamos los

permiso, pero luego de marzo la única responsable de eso es Vigue” (Diario de Campo, 18

de junio de 2008). Esto me mostró más claramente que la actitud frente a Vigue cambió, y

ahora la empresa había ganado más espacio y responsabilidad en el tiradero. Lo anterior no

se debió a una voluntad transparente ni acuerdos previamente estipulados, se fue dando

conforme los intereses y conveniencia del ayuntamiento en ceder espacio a la empresa.

“La basura es pura vida”: pepenadores laborando en el Sitio de Disposición Final de

Peñasco.

La pepena, como cualquier otro trabajo asociada a la manipulación de la basura es

comúnmente estigmatizado por las condiciones en que éste se desarrolla, por ser un trabajo

137

sucio y típicamente asociado a la pobreza. Más allá de las concepciones históricas y

culturales asociadas al la impureza y el desprecio a las personas dedicadas al manejo de los

desechos, en años recientes la discusión se ha dirigido a las condiciones de vida y el tipo de

trabajo derivado de condiciones de pobreza.

Foto del tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

Sobre éste último aspecto, una propuesta para el entendimiento de la pobreza, se dio a

partir de estudios como el de la cultura de la pobreza con las aportaciones de Oscar Lewis,

que intentó desentrañar la forma de vida de estas personas a partir tanto de la influencia

cultural como de personalidad (individual), una cuestión de entender sus problemas y

aspiraciones, particularmente a partir de la observación de la organización familiar (Lewis,

1961). Propuesta determinada por la crítica a la falta de acceso al progreso para todos los

integrantes de la sociedad, a pesar del crecimiento de las sociedades capitalistas. Para

Lewis, la cultura de la pobreza se da en ciertos contextos sociales e históricos “…

predominio del trabajo asalariado y producción para el beneficio, escasa oportunidades para

el trabajo no cualificado y alto nivel de desempleo, salarios reducidos y fracaso en la

consecución de organizaciones económicas, políticas y sociales, predominio de un sistema

bilateral de parentesco frente a uno unilateral y, por último, existencia de una tabla de

valores en la clase dominante que insista en la acumulación de riquezas y propiedades , la

138

posibilidad de una movilidad ascendente y el espíritu ahorrativo, y que explique el bajo

nivel de ingresos como el resultado de la inadecuación o la inferioridad personal” (Lewis, ?,

p. 10 en Monreal, 1996, p. 33-34).

Por otro lado, existen perspectivas recientes que tienden a hacer más fina la

caracterización de estas condiciones de vida y que abren el panorama para observar otras

formas de vida que nacen desde la pobreza material y la exclusión social. De ahí surge la

perspectiva de la marginalización, y su asociación con el trabajo informal. Según la revisión

hecha por Larissa Adler Lomnitz, el origen de la marginalidad se puede rastrear desde la

explosión industrial que trajo consigo la modernidad. La industrialización provocó “un

desarrollo de la oferta de trabajo mucho más rápidamente que el de la demanda“ (Adler

Lomnitz, 1975, p. 95). Los oficios tradicionales que carecían de altos grados de

tecnificación y comprendían métodos más simples comenzaron a no tener cabida en los

procesos de producción compleja. También contribuyó la concentración de población en las

urbes, producto de la migración y la explosión demográfica.

La marginalidad implica que “las personas son ocupadas en labores manuales no

calificadas y devaluadas por el mercado laboral urbano” (falta de vinculación e integración

al sistema económico industrial), y sobre todo, “el trabajo que posen carece de seguridad

social y económica” (Adler Lomnitz, 1975, p. 16), una característica esencial: la

inseguridad económica crónica. Adler Lomnitz señala que la propia palabra margen

referiría a las personas que encuentran en la periferia de los procesos políticos oficiales, de

los procesos económicos formales y de la participación social directa. A diferencia de los

marginados, los pobres aun podrían contar con condiciones mínimas de bienestar social, los

marginados carecen de ello porque ni siquiera poseen una identidad reconocida por la

sociedad.

139

Mas allá de la caracterización que Adler Lomnitz hace de los marginados, la

aportación de su estudio de una barriada de la Ciudad de México, permite abrir las

percepciones que se tiene sobre sectores menospreciados, y observar las estrategias que

formulan para encontrar vías de subsistencia mejores, que los ayuden a lidiar con los

problemas de la vida cotidiana, maniobras que surgen dentro de la vida cotidiana y la

organización familiar.

A pesar del juicio cotidiano y actual de las sociedades modernas y desarrolladas de

actividades como la pepena, trataré de desentrañar el sentido que esta labor tiene para los

mismos pepenadores, ayudándome de estas propuestas. Los pepenadores que laboran en el

tiradero de Peñasco son personas que provienen de comunidades rurales o colonias urbanas

de la periferia de la ciudad de San Luis Potosí, las que anteriormente se dedicaban a

trabajos agrícolas o labores artesanales, pero que con el tiempo se incorporaron a esta

actividad enteramente, con la oportunidad que les abrió la decena de tiraderos que se

ubicaban en la zona. A continuación expondré la forma en la que se incorporaron a la

pepena y algunas de éstas oportunidades que les brinda el oficio.

Rutinas y condiciones de trabajo.

Durante la pasada administración, la Dirección de Ecología y Aseo Público hizo un

registró de los pepenadores que acudían al tiradero: 409 pepenadores fueron registrados. En

el último conteo a cargo de Ayuntamiento y (una credencialización que hizo) la empresa,

Vigue Relleno Sanitario, S.A. de C.V., se registraron 641 pepenadores laborando en

Peñasco. Aunque la cifra que diariamente confluye al tiradero fluctúa entre 200 y 300

pepenadores durante el día (hay personas que asisten también por la noche a rescatar

materiales).

140

Las personas que acuden al tiradero abarcan todas las edades y sin distinción de

sexos (incluso hay mayor presencia de mujeres), en su generalidad provenientes de lugares

que hace no mucho tiempo eran áreas rurales. Comunidades, ranchos y colonias urbanas

muy cercanas al tiradero como: Milpillas, Peñasco, Las Terceras, Las Flores, San Juanico,

San José del Barro, Maravillas, Rinconada Los Vargas, Real Peñasco e incluso de una

comunidad del municipio de Villa de Zaragoza llamada La Esperanza.

13) Zona norte de la capital de San Luis Potosí contigua al Tiradero de Peñasco (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2005).

En este apartado describiré las rutinas cotidianas de los pepenadores a partir del

acercamiento que tuve con una familia proveniente de la comunidad de San José del Barro,

141

en Soledad de Graciano Sánchez. La familia está compuesta por ambos padres, Agustín y

Cristina, que rodean los 50 años quienes no están casados pero han vivido ya muchos años

en unión libre. Tienen 8 hijos, 2 hombres y 6 mujeres. Doña Cristina cuenta que de joven se

dedicaba a hacer macetas en su lugar de origen, Soledad de Graciano Sánchez46, junto con

su madre y su hermano menor. Luego se fue muy joven a vivir con el padre de sus hijos,

pero desde el inicio tuvo problemas con él por su alcoholismo. Eran cinco de familia

cuando Agustín los abandonó, por lo que era muy difícil mantener sola a tantos niños con el

solo ingreso de las macetas.

Doña Cristina cuenta que iba a tirar basura en un tiradero de Soledad, ahí un día el

chofer de un camión recolector le dijo que porqué no se arrimaba a juntar, “mire, junte

vidrio, la chatarra, desperdicio, y va a ver que si saca”. Ella desconocía completamente de

que se trataba esta actividad y era completamente incrédula de que alguien le fuera a

comprar los materiales. En poco tiempo se fue dando cuenta de lo contrario, de ahí

comenzó a “sacar buen dinero”. Primero asistió con su mamá y la acompañaban sus hijos,

que aun eran muy pequeños. Cuando se cerraban un tiradero y se abría otro, generalmente

por la zona, ella y su familia se trasladaban a trabajar en el nuevo lugar de confinamiento.

Eventualmente su mamá enfermó y dejó de acompañarla, pero sus hijos crecieron y

continuaron asistiendo con ella, al igual que su marido. Doña Cristina ya tiene 29 años

pepenando en varios basureros de la zona. La mayoría de sus hijos trabajan en el vertedero 46 La cabecera municipal tiene las siguientes coordenadas: 100º 56’ de longitud oeste y 22º11’ de latitud norte. El municipio se encuentra aproximadamente a 4 kilómetros de la ciudad de San Luis Potosí, con él que se conforma la zona metropolitana de San Luis Potosí. “En esta microrregión se ubica la zona conurbada de la ciudad capital que presenta características de gran potencial, es uno de los centros más importantes de atracción para la inversión extranjera directa y tiene capacidad para mantener niveles significativos de crecimiento económico”. De acuerdo al II Conteo de Población y Vivienda 2005 efectuado INEGI, la población total del municipio es de 226,803 habitantes, lo que representa el 9.40% del territorio del Estado (http://www.municipiosoledad.gob.mx/).

142

junto con sus padres, con excepción de las dos hijas más chicas, quienes estudian la

primaria y secundaria respectivamente. Tanto los padres, como los hijos mayores, al igual

que muchos de los pepenadores de Peñasco, cuentan con muy pocos estudios.

XIII. Analfabetismo presente entre los pepenadores del tiradero de Peñasco. Como el caso de otra familia de pepenadores, quienes ya llevan más de 30 años

realizando esta labor, en un diálogo que sostuvieron el padre, una de sus hijas y una nuera, que también se dedicó a la pepena:

Agapito, el padre, comentó con mucho orgullo “el tiradero nos quitó el hambre”. Lo interrumpe una de sus hijas mayores, y “también nos quitó otra cosa apa, nos quitó el estudio”. Agapito, un hombre de más de 80 años, un tanto incomodo escucha. Prieta aclara que los hermanos más grandes no tuvieron estudio porque iban y venían a trabajar a los basureros de la Ciudad de México. La nuera, Susana quien ronda los 40 años de edad, también interviene y dice “los grandes (hijos de Agapito) no tenían estudio, nada más los chicos, así también pasó con los míos (sus propios hijos)”. Diario de Campo, 16 de julio de 2008.

Similar a la estrategia de reproducción de la unidad doméstica campesina a través de

la pepena se contribuye a la subsistencia de la unidad familiar. Con familias extensas,

emplean la fuerza de trabajo de los hijos mayores para sostener a los miembros más

pequeños hasta que ellos puedan aportar su fuerza de trabajo y contribuir al gasto común.

Por lo que pude observar, esto se ha modificado para las generaciones más jóvenes. El

trabajo de los padres y hermanos mayores no sólo brinda un apoyo para que llegado el

momento los hermanos más jóvenes sigan aportando su fuerza de trabajo, ahora se ha

invertido en la educación de las generaciones más jóvenes, quienes ya no se insertan en la

pepena como única alternativa laboral y de supervivencia, o por lo menos no a tan temprana

edad como sus hermanos mayores.

Los hijos mayores de Doña Cristina aún recuerdan cuando asistían (cuando eran muy

pequeños simplemente la acompañaban) a juntar en los tiraderos con su madre. Una de las

hijas mayores de Doña Cristina, Reyna, me contó porque dejó de ir a la escuela (solamente

acabó tan solo hasta tercero de primaria). Ella se hacía cargo de alistar a sus hermanas

menores ya que su mamá se quedaba trabajando en el tiradero. Se llevaba a dos de sus

143

hermanas en bicicleta hasta la escuela, había veces en las que se le ponchaba la llanta,

pasaba por caminos de tierra que cuando llovía se enlodaban y llegaban sucias, además

siempre llegaba tarde porque les quedaba lejos la escuela. Un día la maestra de Reyna

mandó llamar a Doña Cristina porque siempre la veía cansada y no ponían atención en la

escuela. Doña Cristina dice que le tuvo que explicar que ella trabajaba y que Reyna le

ayudaba con sus hermanas. Reyna, con estas dificultades dejó de estudiar y comenzó a

asistir al tiradero. Cuando recordaban estos episodios en mi presencia, Doña Cristina tan

sólo encogía los hombres y decía “¿pues qué se le va a hacer?”. Reyna se lamenta un poco

de no haber podido seguir estudiando “pero si no nos hubiéramos puesto a trabajar no

hubiéramos podido sacar a Lupita y Rosaura” las hijas más pequeñas de la familia.

En una jornada normal de trabajo, los cuatro hijos mayores (quienes están casados y

viven en unidades domésticas diferentes en San José del Barro) se reúnen por la mañana en

la casa de la madre para ir al tiradero. Cuando esto no es posible, se encuentran en el

vertedero y se ubican en la misma área para trabajar. Doña Cristina y sus hijos se alistan

muy temprano, en ocasiones desde las 4 de la mañana ya que hacen un recorrido de

aproximadamente 45 minutos en volanda47, desde San José del Barro hasta el tiradero.

La forma en la que se visten y las herramientas que utilizan los pepenadores en

Peñasco suele variar. Las mujeres, sobre todo las más jóvenes, son las que más se cubren,

aquellas partes del cuerpo que podrían quedar a la expuestas al sol como los brazos y la

cara, esto para protegerse del sol. Asimismo procuran utilizar guantes, en por lo menos una

de las manos, para cuidarse de cortaduras que les pudieran provocar toda clase de

materiales que recogen como el vidrio o las latas de comida.

47 Especie de carreta o carro jalado por mula o burro.

144

Foto del Tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

Las mujeres mayores, casi todas utilizan falda, a pesar de meterse entre la basura, si

acaso se protegen con medias gruesas, este es el caso de Doña Cristina, a quien nunca vi

utilizar pantalones. Las hijas de Doña Cristina, como otras jóvenes se alistan con su

cachucha además de sudaderas con gorro para que las proteja del sol, también cargan con

cubrebocas y guantes que encuentran en la misma basura, aunque no muchos pepenadores

utilizan guantes. Los hombres no se cubren tanto. Ellos llegan a utilizar playeras de manga

corta, hubo una ocasión en que vi que la mayor parte de los hombres que estaban trabajando

en la plancha traían playeras alusivas a equipos de futbol. En general se protegen la cabeza

con cachuchas. Muchos ni siquiera utilizan guantes, pero si emplean palos para escarbar

entre los desechos.

Los pepenadores con los que conviví me comentaron que no utilizan la misma ropa

para trabajar que para vestir diariamente en sus casas, por las expresiones y comentarios, al

parecer sería algo muy sucio. Expresan que la ropa que es empleada para el trabajo es

lavada diariamente porque concentra mucha suciedad, por lo menos dos días seguidos sin

lavar sería una situación insoportable. Como me decía Reyna, “llegamos directito a

lavarnos”. Igualmente existe una separación de su ambiente de trabajo y su hogar, en tanto

que sus viviendas guardan orden e higiene diferenciado al que prevalece en su lugar de

145

trabajo, y a pesar de que llegan a trasladar a sus hogares algunos de los materiales que

separan, estos son almacenados en un lugar de la unidad doméstica apartando (en la medida

de lo posible) de los lugares de desarrollo cotidiano, en patios o cocheras. En sus hogares se

hace aseo regular, incluso en ocasiones de forma intensiva con la intención de contener la

suciedad que traen desde su lugar de trabajo.

En el caso de la familia de Doña Cristina, antes de partir rumbo al basurero sus hijas

alistan los lonches y garrafones con agua para beber, porque el calor puede ser muy intenso

ya que la pepena se realiza a la intemperie. Cuando trabajan muy de mañana, preparan las

baterías y lámparas, que se cuelgan en la frente para poder separar en la oscuridad. La

familia de Doña Cristina trabaja en la plancha de pepena, pero antes de que esta existiera

separaban en las coronas. La plancha de pepena es un área despejada del tamaño

(aproximado) de una cancha de básquetbol. Área a la que tuve mayor acceso48 y en la que

trabajan por las mañanas alrededor de 300 pepenadores.

El tiradero nunca deja de operar, porque la basura no deja de generarse y por lo tanto

son constantes los “viajes”49 que hacen los camiones recolectores. El trabajo de los

pepenadores se podría dividir en turnos de día, tarde y noche, aunque estas no son rutinas

forzadas. Las personas asisten con una frecuencia que varía según la distancia de su casa al

tiradero sea corta o larga, tengan que cumplir con otro compromiso como ir por los niños a

la escuela, o de acuerdo a sus necesidades de gasto o incluso simplemente si quieren o no ir

a trabajar. La familia de Doña Cristina asiste de lunes a viernes (como la mayoría de los

48 No tuve mucha oportunidad de observar la forma de trabajar en las coronas debido a condiciones de peligro que a continuación comentaré. 49 Forma común de llamar a las corridas de los camiones recolectores, que de vez en vez descargan en el tiradero de Peñasco.

146

pepenadores) aproximadamente de 5 am a 5 pm. El promedio de horas que los pepenadores

asisten al tiradero es de 9 horas (los que trabajan por las mañanas).

En el caso de la familia de Doña Cristina, van planeando a que hora llegar al tiradero

según como vean cuánto material separan el día previo. Si no separan mucho llegan al

tiradero más temprano, desde las 3 o 4 de la mañana, para aprovechar toda la basura de la

noche que llega al tiradero y que se va acumulando en la plancha. Algunos pepenadores que

trabajan en el día dicen que las personas que asisten en la madrugada corren con más suerte.

Varios pueden ser las razones, uno es que las rutas nocturnas vienen de lugares como las

Lomas50, donde la basura es “más limpia” y se pueden encontrar desde ropa hasta

electrodomésticos aún de buena calidad. Otro es que son menos las personas que trabajan

en la madrugada/noche, teniendo más de donde agarrar. Algunas de las precauciones que se

tienen durante el trabajo nocturno es el uso de las lámparas típicas de los mineros, ya que

en el tiradero tan sólo hay tres postes de luz que alumbran la plancha, con las lámparas en

sus frentes pueden maniobrar con más facilidad. El abrigo también es fundamental, porque

hay momentos en los que descansan o duermen en pleno basurero entre jornadas de trabajo.

La pepena en las coronas es diferente, como ya mencioné, se envía cierta cantidad de

camiones recolectores a la parte de arriba, para que la gente que se ubica allá también tenga

material útil que separar. Cuando los pepenadores no ven llegar los camiones, le avisan (e

incluso exigen) a los trabajadores de ayuntamiento para que les envíen. Aunque algunos

trabajadores operativos me comentaron que dan prioridad a que los camiones ricos en

materiales descarguen en la plancha de pepena, ya que para esto fue diseñada, mientras que

los camiones con residuos no aprovechables como los de jardinería son enviados

50 Colonia de la capital en la que habitan personas de clase media alta y alta.

147

directamente al cerro de basura. Asimismo, otra ventaja de pepenar en las coronas puede

resultar de que la máquina que va cubriendo la basura con tierra les aplastaba los “botes”

(botes de aluminio en los que comúnmente se enlata la comida como frijoles, chiles, etc.) lo

que facilita su manipulación y empaque. Arriba son menos los pepenadores que se

concentran (aproximadamente unos 50). Al preguntarle a Reyna por que ya no trabajan en

las coronas me respondió: “ya no nos vamos pa allá porque hay mucho pleito”. Ciertamente

las condiciones de acceso y ubicación de las coronas lo convierten en un lugar distinto a la

plancha, en las coronas tanto los trabajadores de ayuntamiento como los de la empresa son

menos, y el acceso a las coronas es más complicado, por lo que es más difícil el control.

La decisión de quién trabaja en la plancha y quien no, no es del todo arbitraría, más

adelante explicaré a que se debe. Generalmente los pepenadores ubican los materiales que

recogen o sus pertenencias entorno a ésta área. La forma en la que se trabaja en la pepena se

marca según el ritmo de los viajes que hacen los camiones recolectores. Los pepenadores

prefieren trabajar sobre los viajes recién descargados que sobre la basura que está dispersa

en la plancha. Este hecho, lo utilizó el Jefe de Sitios de Disposición final para afirmar que

antes los pepenadores trabajaban más la basura, “le buscaban más” entre los montones que

habían, en cambio como ahora hay más viajes concentrados en una pequeña área sólo

escarpan “por encimita” y rescatan lo que les puede ser útil. Hay lapsos en los que llegan

pocos camiones, algunos pepenadores se amontonan, mientras que otros prefieren esperar al

siguiente viaje.

No hay ningún tipo de coordinación del trabajo, cada pepenador es libre de arrimarse

a cualquier camioneta que descargue, con excepción de algunas camionetas recolectoras

voluntarias, que ya tienen apartada su carga para ciertas personas, a veces hasta familiares

de los pepenadores, para que de ellas separen materiales. También hay otra excepción, el

148

caso de las pequeñas camionetas de Plastic Omnium, que son acaparadas por el grupo, o

mejor dicho, familia conocida como los Diablos. A pesar de que hay un acuerdo tácito entre

los pepenadores de que no se pueden “apartar” los viajes, este grupo a logrado monopolizar

la carga de estas camionetas, ricas en materiales como el PET, gracias a su fama de

violentos, además de otra clase de acuerdos económicos con los recolectores, pero de ellos

también hablaré más adelante.

Como me di cuenta tiempo después de iniciar mis visitas al tiradero, no todos los

pepenadores trabajan igual. Un ingeniero de municipio una vez me dijo “hay unos que van

menos tiempo pero van a lo que van y en un ratito juntan. En cambio hay otros, que no me

lo vas a creer, pero vienen al tiradero como para distraerse… un ratito trabajan y otro rato

se la pasan pajareando” (Diario de Campo, 6 de noviembre de 2007).

Los pepenadores realizan diferente su trabajo, y esto va muy de la mano de la edad y

el género al que pertenecen. Respecto al trabajo en la plancha, las mujeres prefieren no

arrimarse a los camiones grandes, sobre todo aquellos de recolección privadas como la

GEN o Red Recolector, porque los hombres se abalanzan sobre ellos, llegan a los

empujones y se tiran sobre la carga sin ninguna precaución, para rescatar lo más rápido

posible la basura. Lo que representa un riesgo para la seguridad personal de las mujeres.

Los muchachos, ágiles, pueden llegar a trepar los camiones que están en marcha y

van sacando de las cajas de los tráileres los materiales que les sirven. Cuando hacen esto

van tirando al camino los materiales que seleccionaron, los otros pepenadores ya saben que

esos materiales le pertenecen a alguien y son muy contadas las ocasiones en que no se

respeta esta norma, causando riñas o intercambio de insultos cuando hay productos muy

codiciados (por ejemplo el caso de los metales, cuando se encuentran piezas grandes) o

cuando existen diferencias de “quien vio primero” tal o cual objeto. Las mujeres mayores,

149

en particular provenientes de Milpillas, mejor se acercan mejor a las camionetas

recolectoras voluntarias, teniendo mayor oportunidad de recuperar material con más tiempo

y sin tanta gente alrededor.

Mujeres embarazadas y niños pequeños todavía asisten a Peñasco. A lo mucho habrá

una veintena de niños en el lugar, la mayoría de los hijos de pepenadores asisten a la

escuela, con excepción de dos o tres niños, hijos de uno de Los Diablos, quienes no están

matriculados en ninguna escuela. Los niños más pequeños no trabajan propiamente, pero si

les ayudan a sus padres a cargar bolsas o recoger uno que otro material, mientras juguetean

entre la basura.

Foto del Tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

Las mujeres prefieren separar de pequeños montones de basura ya depositados en la

plancha o detrás de la máquina retro excavadora (aunque esto también lo hacen algunos

hombres), cuando está va esparciendo basura sobre la plancha para luego empujarla a las

tolvas. Trabajar detrás de la máquina es peligroso porque se corre el riesgo de ser

atropellado por la máquina, en este caso los pepenadores exhiben su destreza y experiencia

para esquivarla. Reyna suele trabajar detrás de la máquina, lo que en alguna ocasión le ha

traído perjuicios. Una vez la máquina pasó sobre una manguera que se enroscó y terminó

golpeándola en la cara, pegándole fuertemente en un ojo. Como la manguera estaba sucia

150

terminó infectándose. Como no cuenta con ningún tipo de seguro médico, ni siquiera

seguro popular, terminó curándose la inflamación con pomadas, meses pasaron hasta que se

le desinflamó el ojo.

Hay accidentes que son comunes en el tiradero, por las características del trabajo, ya

que no hay un control riguroso de los desechos que llegan e igualmente las personas no

tiene precaución en lo que arrojan a la basura. Previo a la entrada de la empresa, con

frecuencia se depositaban todo tipo de desechos sin ningún control. Antes incluso había un

recolector voluntario que recogía desechos del Instituto Mexicano del Seguro Social y los

depositaba en el tiradero, a pesar de que ellos saben que está prohibido.

A partir de que Vigue entró al tiradero se procuró un mejor monitoreo del material

que ingresa, pero no existe algún proceso que evite completamente el confinamiento de

residuos peligrosos. La única verificación es la ocular, cuando ya se depositó la basura en la

plancha. Las cortaduras por cuchillas o jeringas que vienen revueltas en la basura son los

percances más frecuentes para los pepenadores. Los accidentes son menos comunes de lo

que se podría creer, pero siempre está presente el riesgo de que algo suceda y que los

pepenadores no sean atendidos.

Durante mi estancia en el tiradero sólo en una ocasión presencié un accidente, un

hombre que conducía una camioneta de recolección voluntaria estaba descargando la basura

de su vehículo cuando se encajó un fierro en el muslo. Luego de unos minutos llegó una

ambulancia con un par de paramédicos que lo atendieron, por cierto, con evidente

repugnancia. Los paramédicos se negaron a trasladarlo a un hospital, simplemente le

revisaron la herida y le controlaron la hemorragia. Después lo volvieron a dejar en el

tiradero, algunos pepenadores conocidos del recolector llamaron a sus familiares para que

fueran por él y su camioneta, la que obviamente no podía conducir.

151

En estos casos los trabajadores de ayuntamiento se hacen cargo de llamar a la

ambulancia o a los paramédicos y nada más. Otro caso del que me enteré por mucha gente

fue el de una señora golpeada accidentalmente por la puerta de un camión recolector

privado, al descargar la basura. La señora fue a parar al hospital y duró mucho tiempo ahí;

algunas de las pepenadores dicen que ya no quedó bien, le dolía fuertemente la cabeza y a

veces no recordaba las cosas. En este caso la empresa recolectora se hizo cargo de todos los

gastos del hospital. Estos accidentes suceden porque los pepenadores en la urgencia de

rescatar materiales, se abalanzan en las compuertas y no le dan tiempo a los chóferes para

asegurar las compuertas. Hay otros incidentes más comunes que ni siquiera los pepenadores

les prestan mucha importancia, como ser golpeados por la maquinaria o por los compañeros

a la hora de acercarse a los camiones y empujarse unos a otros, así como cortarse con

cuchillas o pincharse con jeringas que vienen revueltas entre la basura. Como el caso de

Reyna, los pepenadores no cuentan con ninguna clase de seguridad social que les brinde su

trabajo, por lo que no se atienen, tan sólo en los casos de cierta gravedad (como criterio

observé aquellas enfermedades que les impiden ir a trabajar) acuden a obtener asistencia

médica, pagando atención privada.

Generalmente los pepenadores del tiradero Peñasco no se dedican a separar un solo

material, ya sea por la variedad de residuos que llegan o porque las cantidades de los

materiales son muy variables. Se separan de la basura los materiales más susceptibles de ser

comprados en el mercado del reciclaje local (los compradores que acuden al tiradero no

buscan productos muy especializados). Los productos separados incluyen diversos métales

desde el oro, cobre, bronce, aluminio (bote), latón, fierro, hasta el antimonio. Sólo aquellos

más “conocedores” saben reconocer las pequeñas diferencias entre uno u otro metal,

logrando separarlos por tipos y que esta selección más fina sea recompensada con un mejor

152

pago ya que le ahorra a los compradores invertirle más dinero a esta segregación. Los mejor

pagados son el cobre y el bronce. No es común encontrarse oro, pero hubo un caso de un

pepenador, que todavía recuerdan los pepenadores de Peñasco y que él mismo me narró:

“venían como en una petaquita, había puras parejitas de cadenitas, anillos, aretes… Era un

kilo enterito de oro, lo vendí y saqué como 95 mil pesos” (Diario de Campo, 14 de junio de

2008). De ahí que algunos pepenadores digan que el sacar el material no es sólo cosa de ser

muy trabajador, también es cuestión de suerte.

XIV. Materiales recuperados. Un ejemplo de los materiales que les compran y su precio aproximado por kilo:

• Cobre $ 45.00 • Aluminio $ 14.00 • Fierro $ 2.00 • Bote 60 centavos. • Chatarra $ 60.00 • Cartón 70 centavos. • Papel (archivo) 70 centavos. • Botellas de PET $ 2.00 • Hule $ 1.50 • Vidrio 20 centavos. Es más común que se recojan las botellas retornables por las

que se les paga de acuerdo al precio de su importe. • Desperdicio $15.00 por cubeta llena • Por arpillera llena de zapato $ 3.00

Además de las botellas de PET hay otras clases de plástico que se compran y se pagan con diferentes precios, como el plástico del bote de leche y el plástico rígido con el que se hacen por ejemplo cubetas. Otro material que les compran es el que llaman “bote”. El cartón también es separado, esté material se recicla desde mucho tiempo antes que el plástico. Asimismo el papel, al que llaman archivo y que va desde hojas hasta libros. El vidrio es susceptible de ser reciclado, pero los compradores lo pagan muy barato, además de que su manejo es un tanto peligroso por los riesgos de cortaduras y lo pesado que es para cargar en grandes cantidades. Es así que son muy pocos los que lo siguen juntando. Lo que si rescatan son las botellas tanto de refresco como de cerveza retornables y se paga por ellas el precio del importe. Otro material, menos común que también se compran es el zapato. Este se vende empacado en arpillas. Una arpilla llena es comprada en unos tres pesos, y se vende regularmente como combustible para las ladrilleras que existen en la zona. Un producto más que se rescata es el desperdicio, constituido básicamente por desechos orgánicos o restos de comida. El desperdicio se vende tanto a pequeños criaderos de animales o es usado por algunos pepenadores que tiene animales como alimento. Típicamente son las mujeres las que se dedican a la recolecta de desperdicio. De un mercado un poco más especializado, sólo hay un comprador que viene de México, quien se surte de “chacharas”, por lo general botellas de perfume en buen estado y de marcas conocidas, las que resultan buen negocio ya que por una sola pieza puede llegarse a pagar hasta $40.00 pesos. El precio de los materiales varía según las condiciones del mercado. Doña Cristina me llegó a mencionar que el año “cuando tronaron las torres en Estados Unidos, no nos compraron nada de

153

plástico”. Le pregunto porque sucedía eso, me dice que no sabe pero en esa época vendían puro metal. Por aquellos años estaban levantando parte de su casa, lo que tuvieron que suspender. Por otro lado, estos hechos también afectan las subida de precios, como me lo comentó otro pepenador de Peñasco, “no sé a que se deba, pero haga de cuenta que cuando sucedió eso de la mina, la de Conchos (Pasta de Conchos), todo el metal comenzó a subir. Es que en esa época también exploraron otras minas, creo que hasta una en China y a partir de ahí subió el metal. Por ejemplo, antes el cobre costaba 18 pesos, ahora (julio de 2008) cuesta 44”. Para la época de la crisis económica mundial que se avecinó desde finales de 2008, los precios de los materiales bajó bastante, por ejemplo, el cobre por el cual les llegaban a pagar hasta 90 pesos el kilo, para esas fechas se lo pagaban en apenas 15 pesos el kilo, otros ejemplos, por el cartón 40 centavos, incluso había algunos materiales que no les compraban como el “bote”. Doña Cristina me contó que para fin de año de 2008, no tuvieron dinero suficiente para comprar los alimentos con los cuales hacer la tradicional cena de fin de año.

Otro de los materiales generalmente recuperado son las botellas de plástico hechas de

PET51, este producto, por su abundancia, es uno de los más socorridos. Es pagado en

promedio en $2.00 el kilo, si consideramos que en un mañana de trabajo se puede juntar

fácilmente una tonelada de PET, resulta ser un ingreso seguro y constante. Uno de los

ingenieros de la empresa, al tener acceso a los registros de los camiones recolectores que

entran, con qué materiales52 y su peso (gracias a la información conseguida en la báscula),

me dio alguna vez cálculos de lo que se recuperaba y cuánto dinero se sacaba a través de la

separación: “Por ejemplo que en un mes ¿tú sabes cuánto sacan todos ellos de plástico

(PET)?, unas 200 mil toneladas, a 3 pesos, haz cuentas… sacas como unos 600 mil pesos y

eso que a ellos se los pagan barato… y eso es solo con el plástico, luego también separan

cartón, fierro… “ (Diario de Campo, 12 de junio de 2008). Por lo que resultaría un negocio

bastante redituable para cualquiera.

XV. Mecánica de compra del material. Los compradores son individuos o empleados de empresas de recuperación (que los

pepenadores llaman Compras), quienes acuden al tiradero para adquirir materiales. Por lo general, no son compradores especializados dedicados a la adquisición de un solo material, sino que pagan

51 Conocido por sus siglas en inglés Polyethylene Terephtalate, es un tipo de plástico muy popular en las últimas décadas, utilizado principalmente para botellas, sobre todo para contener líquidos de carácter alimentario. 52 Esta información es recabada a través de inspección ocular, por lo que no es precisa. Ni Ayuntamiento, ni la propia empresa, han realizado estudios sobre la composición de los desechos.

154

por toda la carga de un pepenador (cartón, PET, papel). Los compradores usan para cargar una especie de cajas de trailers pero hechos de malla metálica. La empresa más visible que asiste al tiradero es Avangard, dedicada exclusivamente al reciclado de plásticos. Otro comprador muy conocido es un señor al que los pepenadores familiarmente le dicen Jaimito. Este hombre llegaba en un camioneta Lobo, de aspecto nuevo y muy cuidada. Él compra todo tipo de material. En una ocasión que platiqué con él me contó como comenzó a trabajar en este negocio. Me contó que su trabajo es muy difícil porque es muy variable, a veces se le tiene que invertir mucho y la ganancia es poca. Además de la separación que hacen los pepenadores, él en su Compra, todavía tiene que hacer otra separación más fina y checar si por ejemplo, los tipos de plástico coinciden, limpiar los materiales (al ser recogidos de la basura están revueltos con todo tipo de desechos) y molerlos. Algo que me sorprendió fue la fuerte suma de dinero que maneja. Un detalle de esto lo noté cuando sacó un grueso fajo de billetes de $100 y $200 pesos para pagarle a un pepenador por su carga, y más tarde confirmé esta situación cuando me dijo “yo no me levantó a trabajar por menos de 15 mil”(Diario de Campo, 16 de diciembre de 2007). Los compradores no van solos, regularmente llevan chalanes, jóvenes que se encargan de pesar y subir los materiales a los contenedores. Debido a que los desechos que juntan los pepenadores están más sucios y el comprador tiene que invertir más en limpiarlos, a los pepenadores le suelen pagar menos por sus materiales separados, que a cualquier otra persona que los segrega desde su casa y bajo condiciones más controladas.

Tras recoger los materiales, estos tienen que ser empacados. Los diferentes plásticos y

el PET lo juntan en costales muy grandes llamados jumbos, que consiguen entre la propia

basura o que les proporcionan los compradores. Algunos materiales, como los metales, son

mejor pagados fuera del tiradero, es decir, por compradores que no acuden al sitio. A los

pepenadores no se les prohíbe llevarse el material que recogen y venderlo afuera, donde hay

mejores precios, mas no es fácil para todas las personas llevarse los materiales a sus casas o

transportarlos a las chatarreras externas, porque no todos cuentan con vehículos (carros,

camionetas o volandas) para acarrear la carga. En ocasiones les pagan a compañeros que si

cuentan con transporte para que los lleven, o simplemente se ven forzados a vender sus

materiales en el propio tiradero.

Doña Cristina posee con una volanda jalada por un burro. En su casa, al igual que

otros pepenadores, junta materiales para luego venderlos cuando su precio está más alto,

especialmente el metal. Éste lo venden, una vez a la semana o a la quincena, por lo que

funciona como un ingreso extra, una especie de ahorro que se utiliza para gastos especiales

como:composturas en sus hogares, fiestas, enfermedades, etcétera. Llevan a su hogar

155

electrodomésticos y otros artefactos que tengan partes metálicas para desarmarlas y

venderlas junto con otros metales. Los fines de semana que no asisten al tiradero, los

miembros de la familia, incluso aquellos que no trabajan en Peñasco, se reúnen para extraer

las piezas de metal o limpiar cables para extraer el cobre.

XVI. Dinámica familiar del trabajo. Al asistir a diferentes casas de pepenadores pude observar otro aspecto de la dinámica del trabajo dentro de la unidad doméstica. En una ocasión, visité la casa de un pepenador, Felipe de 30 años de edad, proveniente de La Esperanza, Villa de Zaragoza. Él desde muy pequeño acompañaba a sus padres a pepenar en los tiraderos de México. Actualmente concurre al vertedero de Peñasco con sus tres hermanos, además de otros tíos y primos. Él está casado y tiene tan sólo un hijo de aproximadamente 8 años. Su vivienda está ubicada en un amplio terreno en el que también se encuentra la casa de cada uno de sus hermanos y la de su madre. El día que los visité, fue un viernes, día que usualmente se encuentran en el tiradero. La veces en las que no lo hacen es porque los viernes no hay tanta basura para poder rescatar materiales, por lo que no les “sale ni para el pasaje”. Como su comunidad queda mucho más retirada que las de otros pepenadores que trabajan en Peñasco, ellos tiene que llegar al tiradero por medio de una camioneta. En este caso Felipe posee una, en la que se transportan diariamente sus dos hermanos y un primo, les cobra 50 pesos para trasladarlos al tiradero, y un poco más si cada quien trasporta materiales del tiradero a sus casas. Las fechas de esta visita fueron en julio, cundo los niños de las escuelas están de vacaciones y muchos de los padres los llevan al tiradero para que les ayuden, por lo que se amontonan muchos niños entorno a la plancha y es complicado trabajar. Entró y su esposa de Felipe me recibe, me conduce hasta la parte trasera de la casa de su suegra. Del lado otro lado, está una pequeña casa de ladrillo, sin revoco y a la que le están subiendo unas bardas, esa es la casa de Felipe. Al fondo del lugar está Felipe, sentado limpiando unos cables para sacarles el cobre, cerca de él están dos niños (de unos 8 o 10 años) sentados también frente a un montón de alambres. Uno de los niños está pelando cables, mientras que el otro rompe una licuadora con un mazo para quitarle los cables y las partes metálicas, están “limpiando el material”. Uno de ellos es el hijo de Felipe, el otro es uno de sus sobrino. La esposa de Felipe acerca unas sillas y nos sentamos junto a ellos. Con respecto a la situación de los niños que llevan a trabajar durante las vacaciones, aclara “yo no llevo al mío, para qué, a veces lo llevo porque me pide, para conocer o me lo llevo para que no flojie aquí. A veces también me dice que un día quiere dedicarse a eso, pero yo no quiero. Ahorita mejor que estudie, que si hay para darle y que aproveche”. Él por su parte llegó hasta 3º de primaria. Mientras platica, con habilidad pela unos cables, jala el cobre que está dentro y les quita con facilidad el hule que los recubre, desecha el plástico y en un pequeño costal va juntando varias piezas sueltas de cobre. Esta rutina la hacen regularmente los sábados. Una vez que juntan una buena parte de metales, asisten por la tarde a las “chatarreras” que están a lo largo del anillo periférico, a venderlo. Hace algunos años ellos sacaban más material de la basura, “antes encontrábamos harto metal, ahora ya la gente sabe que vale. Ahí donde vamos a vender el material, a la chatarrera, llegan unas camionetas que uno dice, no pues estos no tienen necesidad de venir a vender, y train boilers o train estufas, y si las venden. Es que como que se dan cuenta de que por lo menos para llenar el tanque de gasolina”. Me explica la situación ha cambiado, antes se los pagaban más bajo y ahora encuentran menos, pero se los pagan mejor. Felipe, desde los 18 años fue invitado por uno de sus tíos, ahora coordinador en el tiradero. Por las fechas en que asistí a su casa corrían los rumores de la privatización del sistema completo de

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aseo urbano, por lo que le pregunté su opinión de la situación. Sin perder la seriedad, me comentó que si le preocupa porque no sabía bien que iba a pasar, además “lo que ganamos lo vamos usando para el diario, se nos hace fácil que nos gastamos y ya decimos ‘no pues mañana saco más’, todos nosotros somos así (todos sus familiares que van al ‘tiro’)”. Con ello trata de explicarme que nunca han previsto qué pasaría si ya no pudieran trabajar en la basura. Diario de Campo, 18 de julio de 2008.

Con la ayuda de las tandas y esta inversión de materiales que almacenan y venden en

el momento en el que lo necesitan, los pepenadores han logrado obtener bienes materiales

más ostentosos o de mayor valor como camionetas (una inversión para su propio trabajo ya

que les ayuda a realizarlo con mayor facilidad) o también les ha ayudado a fincar sus casas.

Pero fuera de los gastos especiales para los que se tienen planeados o destinados ciertos

gastos, el ahorro no es una práctica común que haya observado. Una de las cuestiones que

alientan esta situación es la inmediatez y constancia de los ingresos que obtienen a través de

la pepena, trabajan hoy para ganar dinero hoy, sabiendo con certeza que la basura no dejara

de llegar al tiradero y por lo tanto su fuente de ingreso es constante.

Me topé con muchos pepenadores que decían que antes les iba mejor en la pepena

porque llegaba más basura al tiradero. Ellos son concientesentes de que se debe a que ahora

más gente pepena en las calles. Doña Cristina una vez me comentó que hace

aproximadamente unos 6 años llenaba de unos diez a quince jumbos de PET, pero ahora la

situación es más difícil, porque no falta el que recoge en los basureros del centro o los

contenedores, y vaya sacando el aluminio o el plástico, “la basura ya llega muy limpia”.

También es consecuencia de que, como lo expresan los pepenadores, los camiones de las

empresa ya viene “pesados”, es decir que las empresas desde que recolectan la basura van

separando los materiales útiles. Lo que es un hecho, es que ahora les pagan mejor los

materiales que venden.

157

Los pepenadores no están obligados a cumplir horarios o rutinas de trabajo. Hubo un

par de temporadas en las que Doña Cristina, faltó al tiradero. La familia se ponía de

acuerdo para no asistir, a veces hasta una semana completa. Pero como decía Gaby, otra

hija de Doña Cristina y casada con un chalán de una Compra: “na más nos quedamos en la

casa y nos sentimos enfermas, queremos regresar al tiro, trabajar. En la casa nos tullimos”.

Cuando hace falta dinero, es la señal para regresar al tiradero. No todos los días se recibe la

misma cantidad de basura, generalmente los jueves es cuando baja la entrada de basura y

vuelve a subir hasta el lunes, siendo los martes y los miércoles cuando llegan más desechos.

Los pepenadores tienen bien probado este ciclo. Incluso hay algunos que toman ese día

como descanso, cuando les pregunté el porqué me respondieron que ese era el día en que

había menos basura.

Lo mismo sucede con las diferentes épocas del año. De acuerdo a un monitoreo

(hecho por Vigue) de las cantidades de residuos que se reciben en Peñasco, por los meses

de septiembre baja el ingreso de basura y vuelve a subir entre noviembre y diciembre, en

las épocas navideñas. Para enero se presenta el descenso más fuerte de basura en todo el

año (como me comentó un ingeniero de Vigue “aquí también conocimos la cuesta de

enero”), luego en marzo o abril vuelve a subir, y aproximadamente por julio vuelve a bajar,

con una pequeña temporada de repunte asociado al retorno de los niños a las escuelas.

Por otro lado, un elemento que contribuye directamente al acceso de las personas al

trabajo en el tiradero son los patrones ocupacionales. Las personas que llegan a Peñasco lo

han hecho mayormente porque son parientes de los primeros pepenadores que llegaron a

Peñasco, quienes eran vecinos de la zona. El acceso al tiradero y al conocimiento del

trabajo es mucho más fácil cuando se cuenta con un pariente pepenador. Por lo que las

personas que trabajan en Peñasco asisten a trabajar regularmente con sus familiares (o bien

158

con vecinos de su lugar de origen). También gracias a este vinculo parental o de vecindad

han sido incorporados al Sindicato Único de Pepenadores, organización de tipo gremial que

agrupa a los pepenadores de Peñasco, y que a través de su afiliación se obtiene la

autorización y el reconocimiento para entrar al tiradero. En el siguiente capítulo

profundizaré en la mecánica de la afiliación a la organización. En el caso n Doña Cristina,

ella asiste con su marido e hijos, pero realiza por separado la pepena, vendiendo cada quien

por su parte los materiales que recolecta.

Diariamente, a eso de las tres de la tarde se puede observar que algunos pepenadores

se sientan a tomar el lonche. A esas horas llegan los compradores para recoger los

materiales que los pepenadores juntaron en el día. A cada quien se le paga por lo que juntó.

En el caso de Doña Cristina, las dos hijas y el muchacho que todavía viven con ella, venden

su material, ganan su propio dinero, pero le dan una parte de lo que obtienen a su mamá

para contribuir al gasto común. Su marido también recoge, pero lo que gana es

exclusivamente para su gasto personal. En el caso particular de los hijos de Doña Cristina,

le tienen un profundo resentimiento a su padre, por un largo historial de violencia contra su

madre, su nula contribución al gasto en la educación de los hijos y la aversión que tienen

contra ellos la familia de su padre (ellos son hijos de la segunda mujer con la que se juntó

su papá, por lo que son vistos como hijos ilegítimos).

La jornada de trabajo termina cuando los compradores pesan y cargan los materiales,

y en ese momento les pagan a los pepenadores por los productos. Doña Cristina y sus hijos

regresan en la volanda, sólo una de sus hijas regresa en bicicleta, mas no toman el

periférico, a partir de una ocasión en la que el burro se descontroló y casi chocan con una

camioneta. Prefieren por su seguridad tomar algunos parajes y camiones alternos para llegar

a su casa.

159

Condiciones de trabajo: Oportunidades y riesgos.

Haciendo cálculos no es difícil adivinar porque muchas de las personas que se

encuentran en el tiradero se dedican a la pepena. Contrario a la imagen típica que todos nos

formamos en la mente de gente sucia, con ropas derruidas y casas de cartón, los

pepenadores de Peñasco cuando conocen su oficio y son constantes, pueden llegar a tener

acceso a un patrimonio como cualquier asalariado, y en ocasiones de forma más rápida que

éstos. Las condiciones antihigiénicas de trabajo no han sido un prejuicio para ellos, al

contrario, han aprendido a lidiar con ello y ha desarrollar una oficio que, a diferencia de los

trabajos que antiguamente practicaban, les ha permitido construir un patrimonio personal y

asegurando asimismo la cohesión familiar.

Doña Cristina cuenta que hace 14 años, cuando llegó a San José del Barro tras

juntarse de nuevo con su marido, nada más tenían un jacal que su esposo le había hecho. A

los alrededores no había casas, solo jacales. Todo el piso estaba lleno de espinas de nopal,

los niños se dormían en el suelo y siempre amanecían espinados. Con unas láminas hizo un

comal y comían pencas, con tristeza cuenta que en esa época eran muy pobres. Pero poco a

poco y todos juntos (con excepción de la ayuda de su marido) tardaron unos 8 o 9 años en

comprarle un terreno a su suegro y fincar su casa. Una casa amplia, limpia y ordenada, de 5

cuartos y un patio extenso donde limpian y almacenan metales, botellas de vidrio y de PET.

Continuamente me comentaba que todo se lo deben a la basura, por eso ella está muy

agradecida con ese trabajo. En la misma situación se encuentra Chayo, una de sus hijas

mayores. Ella me contó que de chicos su mamá los llevaba al tiradero para que le ayudarán,

porque a diferencia de sus hermanos arribó a éste lugar ya adolescente.

Chayo recuerda que antes no le gustaba ir al basurero, cuando se juntó con el padre de

sus hijos dejó de ir al tiradero. Tras el fracaso de su unión con él, y después de perder su

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trabajo en una tortillería53, regresó al tiradero gracias a su madre mientras encontraba algo

para sostener a sus dos niños pequeños: “pasó un mes y seguí buscando, luego dos, y luego

tres y ya ni buscaba. Es que aquí sacaba bien, ya ni quise buscarle (se ríe). Es que antes en

la tortillería no me puede hacer de nada, y con lo que sacó de aquí sí. Estando acá con puras

tandas saqué mi terreno, saqué las escrituras y ya estoy fincando mi casa” (Diario de

Campo, 25 de junio de 2008).

Las necesidades humanas más básicas que la sociedad no les logra proporcionar a

través de trabajos formales, ellos las han cubierto por medio de la forja de un trabajo como

la pepena. Como menciona Adler Lomntiz con respecto a los marginados, suelen buscar

“nichos ecológicos que resuelvan positivamente el problema de adaptación a un medio

urbano hostil“ (Adler Lomnitz, 1975, p. 26, 30). Asimismo afirma que la red de

intercambio recíproco, producto de la riqueza en recursos sociales como la cercanía física y

la confianza, les brindan una posibilidad de adaptación a ese medio y la seguridad que la

red económica de intercambio formal no les ofrece.

Los pepenadores con los que tuve contacto ganaban en el tiradero entre 700 hasta

3000 pesos semanales. Gracias a la pepena los pepenadores con los que me pude entrevistar

se han podido hacer ya sea de una casa o un vehículo, aparte del sostén diario. Aunque,

como ya se mencioné, no todos los pepenadores trabajan igual y ganan lo mismo, sí les

permite tener un ingreso mayor del que podrían tener como trabajadores asalariados.

Además diariamente ganan dinero, no tienen que esperar a determinados días de paga, este

trabajo proporciona inmediatez en la obtención de recursos económicos. Doña Cristina lo

53 Las generaciones más jóvenes, alrededor de los 20 a 30 años, si se han empleado en algún otro trabajo que no sea la pepena. Las personas mayores han desempeñado en está labor, la mayor parte de sus vidas.

161

expresa así “es un trabajo muy bueno y muy honrado… en comparación si me fuera a

conseguir un trabajo en el centro, pues ahí me tendría que esperar a la quincena… aquí yo

se que vengo y trabajo un rato, pero si quiero sacar más vengo mañana y trabajo más”

(Diario de Campo, 6 de junio de 2008).

Otra virtud que pude percibir es que en cierto sentido el tiradero es fuente constante

de techo, alimento y vestido. Entre la basura encuentran desde materiales para la

construcción o para el arreglo de sus casas (láminas, mosaico e incluso herramienta54),

hasta comida que a pesar de estar caducada, todavía está en buen estado. Algunos

pepenadores la utilizan para autoconsumo, incluso, una familia procedente de la comunidad

de La Esperanza me comentaba que le surtían de embutidos y lácteos55 a su papá, quien

tenía una tiendita en aquella comunidad. Generalmente al preguntar a los pepenadores si

esto no les ha ocasionado alguna enfermedad me respondían que no. También se hacen de

ropa, Delia, una joven mujer que tiene apenas 3 o 4 años trabajando regularmente en el

tiradero, me comentó que cuando se encuentra ropa no tan sucia o que viene en bolsas, y

luego de lavarla bien, se la da a sus dos niños pequeños para que la usen.

A esto hay que agregarle que no todos son beneficios materiales. Griselda madre de

un pequeño niño, destacó una de las ventajas más comunes que las mujeres me reiteraban,

la posibilidad de no estar sujetos a un horario. Al igual que Chayo, sus familia ya llevaba

años dedicándose a la pepena, y ella misma esporádicamente se dedicaba a esto, con

54 En particular los desechos de la empresa Home Depot son muy buscados entre los pepenadores, ya que contienen mucha mercancía todavía en buen estado. Uno de los ingenieros de Vigue en una ocasión comentó que le pedían a la empresa que depositara muy temprano cuando no había tanta gente, y que les informaran que día tenían planeado llegar para preveer la situación en el tiradero, ya que los pepenadores estaban muy al pendiente de su camión. Incluso lo interceptaban en el camino a la plancha, antes de que se detuviera a descargar, lo que implicaba ciertos riesgos. 55 Hay que precisar que algunas empresas desechan sus productos caducos o defectuosos en el tiradero para su confinamiento.

162

anterioridad trabajaba de obrera en fábricas. Apenas hace un año que se dedicaba

completamente a la pepena, después de dar a luz a su bebé. “En el último trabajo (anterior a

la pepena) me pagaban 500 pesos a la semana, trabajando de lunes a sábado y rolando

turnos” (Diario de Campo, 18 de noviembre de 2007). Comenzó a trabajar en Peñasco,

porque no está restringida a pedir permisos o faltar si algo sucede con su niño, incluso

puede ir a su casa si existe algún contratiempo con él ya que vive a pocos kilómetros del

tiradero. La cercanía de sus casas con su centro de trabajo es otra ventaja, en particular para

las madres con niños pequeños quienes pueden ir a dejar a sus hijos a la escuela, llevarles el

lonche o ir a recogerlos, todo con pequeños intervalos de trabajo, sin descuidar a sus hijos y

con la posibilidad de obtener algún ingreso extra de los materiales que separan. Otra

variante es llevar a los niños pequeños al tiradero, cuando no hay la posibilidad de que

alguien los cuide, como no están sujetos a horarios ni normas estrictas, pueden arrimarse a

la plancha de pepena y en momentos vigilarlos mientras pepenan.

Una más de las ventajas que ellos manifiestan es la ausencia de jefes. Hombres y

mujeres valoran el no tener patrones como una alternativa ante el control, la explotación y

los abusos de un trabajo convencional. En una ocasión le pregunté a Reyna porqué no

buscaba otro trabajo, feliz me respondió que aquí no tiene jefes. Me contó una experiencia

que tuvo Gaby, una de sus hermana (de las mayores que alcanzó a terminar la primaria) en

el único trabajo que ha tenido fuera del tiradero. Su hermana trabajó en una dulcería del

centro, pero por poco tiempo, ya que el jefe se le insinuaba. Como ella no le hizo caso, el

jefe comenzó a tratarla mal y al final la corrió bajo el pretexto de que se había robado

dinero. De esta clase de experiencias y otras más que ella misma vivió en otros trabajos que

tuvo, nació su temor por buscar empleo en otro lugar y su preferencia por no tener a nadie

quien la mandara, como en el tiradero.

163

En otra ocasión me relataron, el caso de un joven, Sergio, hijo de otra numerosa

familia que asiste a Peñasco. Él había trabajado en una fábrica de la zona industrial, le

pregunté porque prefería la pepena a ser empleado en fábrica, a pesar de que él mismo

reconocía que este último era más seguro y que le agradaba tener prestaciones. Lo primero

que respondió fue que nadie lo mandaba, “ando por mi cuenta… allá era un trabajo muy

encerrado, ahí tenía que estar a las 5 de la mañana. No te dejaban salirte ni a la tiendita”

(Diario de Campo, 22 de julio de 2008). Repetidamente en las entrevistas que sostuve con

la gente les pregunté si les gustaría trabajar en alguna otra cosa, la mayor parte de las veces

me decían con gusto, entusiasmo y hasta en un tono de obviedad, que preferían la actividad

de la pepena.

No sólo los cuestioné acerca de las ventajas, también por sus inconvenientes. Algunos

de los que mencionaban iban desde quejarse que los trabajadores de la empresa y

ayuntamiento dejaban acumular la basura en la plancha, que la máquina pasaba muy rápido

y no los dejaba juntar, hasta los pleitos o las inclemencias del clima. En el primero de los

casos, cuando la plancha está saturada es más difícil la selección de material, asimismo, los

camiones los mandan directamente a depositar ya sea al cerro o a la celda trasera, porque es

imposible descargar en un área tan pequeña. Un forma que los pepenadores han empleado

para corregir esta situación es ejerciendo presión, cerrando el tiradero a la entrada y salida

de camiones y personal, aunque sea por unos cuantos minutos, en señal de protesta para que

despejen la plancha, lo que generalmente ayuda a que se remueva la basura.

El clima es uno de los factores constantes con los que tienen que lidiar, una de las

peores épocas en el año, que yo misma presencie, son los meses de agosto y septiembre

cuando las lluvias son constantes. En estos meses desde la entrada se ve lo complicado del

terreno, la tierra se convierte en enormes pantanos, las camionetas a veces patinan o se

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atascan en estos parajes. Si el conducir un vehículo es complicado en estos terrenos, más

difícil es para alguien a pie. Recuerdo un ocasión después de una fuerte lluvia que cayó el

día anterior, no había caminado más de dos metros dentro del tiradero cuando ya estaba

completamente salpicada de lodo hasta la cintura. Los pepenadores no sólo tienen que

rescatar los materiales entremezclados con lodo, también tienen que medir el peligro de

resbalarse.

Esta no es la única época del año cuando padecen las inclemencias del clima. De

enero a marzo, cuando los vientos son muy fuertes, además de las molestias de la tierra

suelta, no hay que olvidar que lo que hay en el ambiente es pura basura. El resto del año

tiene que batallar trabajando bajo pleno sol. En épocas de calor la basura desprende un olor

fétido más acentuado que si llega a ser molesto, A pesar de que afirman ya estar

acostumbrados y ni siquiera notarlo los olores emitidos por la basura.

Otro de los inconvenientes que reiteradamente manifiestan, es el ambiente de

inseguridad y continúa violencia que se vive en el tiradero. Dentro Peñasco el uso de droga

y alcohol no son permitidos, al igual que armas (algunos pepenadores llevan “cuchillas”

con las que se ayudan a empacar el material) a partir de un reglamento impuesto por la

empresa. El principal inconveniente es que nadie por parte del ayuntamiento ni de la

empresa está completamente dispuesto a hacer valer estas reglas por el temor que tienen

éstos, así como los propios pepenadores, a ciertas personas identificadas como violentas.

XVII. Reglamento del sitio de disposición final de Peñasco que se ubica a la entrada del tiradero.

Está usted por ingresar al tiradero Controlado de Peñasco, sitio vigilado y administrado por el H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, S.L.P., por lo que deberá respetar las siguientes indicaciones:

1. Prohibido introducir y/o portar armas de cualquier tipo o instrumentos que puedan ser utilizados como armas, para amenazar o hacer daño con ellos. (Art. 12 Fracción I BPBG).

2. Prohibido ingresar en estado de ebriedad o ingerir bebidas alcohólicas al interior del

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sitio. Así como causar molestias, pleitos o escándalo (Art. 12 Fracción II BPBG). 3. Prohibido drogarse mediante la inhalación de solventes, cementos, plásticos, drogas o

cualquier sustancia prohibida por la ley general de salud (Art. 12 Fracción III; Art. 25 BPBG).

4. Prohibido introducir al interior del sitio, bebidas alcohólicas, solventes, drogas y/o cualquier tipo de sustancias tóxicas prohibidas en ley general de salud (Art. 12 BPBG).

5. Prohibido realizar quemas, fogatas, encendido de materiales inflamables o contaminantes al interior del sitio (Art. 12 Fracción V BPBG).

6. Prohibido introducirse sin autorización en zonas o lugares de acceso restringido por el H. Ayuntamiento o la empresa VIGUE Relleno Sanitario, S.A. de C.V. (Art. 12 Fracción VIII BPBG).

7. Prohibido que los niños y mujeres embarazadas trabajen en el interior del sitio o que se ubiquen en al plancha de pepena, además deberán mantenerse a una distancia mínima de 50 metros del equipo o maquinaria en uso.

8. Es obligatorio el uso de las banderas indicadoras en la plancha de pepena. Los pleitos son constantes, derivados en su mayor parte por un grupo en particular:

Los Diablos, que tienen gran fama de peleoneros y buscapleitos entre todos los

pepenadores. Se les han adjudicado desde constantes riñas pasando por robos, violaciones y

hasta asesinatos. La violencia que ellos ejercen no sólo es física, también verbal, mediante

el hostigamiento casi diario a los demás pepenadores. Doña Cristina y su familia ocupan

para descansar y reunir los materiales que juntan un espacio cercano a la covacha donde se

reúnen los Diablos. Las hijas de Doña Cristina en repetidas ocasiones me comentaron del

hostigamiento laboral que los Diablos les infringen a ellas y a todos los pepenadores en

general, no permiten que se arrimen a algunos viajes o les “echan habladas” cuando

interfieren en una descarga en la que están juntando, “por eso preferimos no hacerles caso,

ignorarlos, así estamos mejor”.

Uno de los ingenieros de Vigue platicó que ellos también han sufrido ataques por

parte de Los Diablos, sobre todo cuando comenzaron a trabajar en el tiradero. Meses

después de su inicio de operaciones, a una joven que trabaja para ellos como operadora de

la retroexcavadora la amenazaron que la iban a agredir cierto día, por lo que ese día

evitaron que fuera a trabajar para prevenir algún percance. Igualmente los trabajadores de

166

ayuntamiento han sufrido agresiones de éste grupo, un ingeniero en una ocasión me

comentó que a un compañero suyo, le sacaron unas tijeras y se las pusieron en el cuello,

también a él en otra ocasión lo amanzanaron: “pues bueno tras todo eso nos quejamos con

ayuntamiento, pero ellos prefieren no meterse ni mandarles los de seguridad pública porque

prefieren no tener problemas con los pepenadores, que vayan y se les levanten a

ayuntamiento o les reclamen” (Diario de Campo, 24 de septiembre de 2007). Aunque las

acciones de agresión no se reducen a este grupo, tanto los trabajadores de la empresa como

del ayuntamiento califican de manera general a los pepenadores como problemáticos y

gente ‘difícil”.

Debo aclarar que a pesar de las reconocidas ventajas de este trabajo muchos de los

pepenadores ni siquiera han tenido la posibilidad de elegir otro oficio. El nivel educativo de

muchos de ellos no haría posible pensar en conseguir otro tipo de trabajo. Como ya lo

comenté, los pepenadores que laboran en Peñasco son personas que no tuvieron acceso a la

educación, muchos de ellos con suerte saben leer y escribir, y apenas algunos cuentan con

un par de años de educación primaria. Esto no es algo exclusivo de las personas mayores,

hay jóvenes de veinte y tantos años que no terminaron la educación básica. Apenas las

generaciones de 20 años o menos han tenido acceso a la educación. Actualmente, a muchos

de los padres les gustaría poder acceder a servicios de guardería para no tener que llevar a

sus hijos al basurero.

Contrario a lo que se podría suponer desde la perspectiva de Lewis, la pepena no

necesariamente arrastra a las nuevas generaciones, más educadas que sus padres, a

proseguir con está labor, más si es un trabajo que tiene ciertos atractivos. La esposa y

madre de dos pepenadores me platicó la situación sus dos hijos menores, ambos recién

egresados de la secundaria en su comunidad. Los muchachos acompañan esporádicamente

167

a su padre y hermanos mayores al tiradero, en vacaciones o días feriados, uno de ellos a

veces prefería ir al tiradero que a la escuela. Su madre decía que éste era el que planeaba

seguir yendo al tiradero para trabajar en la pepena, mientras que al otro no le gustaba ir

porque le parecía muy sucio, prefiriendo trabajar de obrero en alguna fábrica. Ninguno de

los dos tenía en sus planes seguir estudiando la preparatoria, porque le resultaría un gasto

más fuerte para sus padres, pero principalmente porque no querían seguir estudiando.

Los pepenadores tampoco manifiestan preocupación por el riesgo que corre su salud

al trabajar en estas condiciones. Frecuentemente les pregunté si sentían que se enfermaban

a causa de trabajar en el basurero, generalmente me respondían que no, con ello refieren a

que no suelen enfermarse de la garganta o del estómago. Mas de las personas que

entrevisté, pocos son los que cuentan con algún tipo de asistencia médica, o por lo menos la

cultura de salud, para que se les pueda hacer estudios y se aseguren de que están sanos o no.

Apropiación del espacio e interacción de los actores en el tiradero.

Para ingresar al tiradero los pepenadores tienen que contar con un permiso que

Ayuntamiento les otorga a través de credenciales emitidas por el Sindicato Único de

Pepenadores, organización a la que están afiliados la mayor parte de los pepenadores en el

tiradero. Aunque las autoridades nunca les han exigido mostrar la credencial para ingresar

al tiradero56, generalmente, aquellos que llegan a pie no ingresan por la entrada principal

del tiradero sino por otros dos caminos: uno es una vereda la que conduce de la carretera a

Peñasco a la parte de atrás de las oficinas de Vigue; y otro más localizado por el desnivel

donde están las tolvas.

56 Esta medida apenas hace poco que fue tomada por la empresa Vigue para tener un control de quien ingresa al tiradero. Aunque sólo ha sido puesta en práctica en contadas ocasiones y tampoco se cumple del todo.

168

Uno de los puntos nodales del tiradero, es la plancha de pepena, donde la mayor parte

de los pepenadores convergen para realizar la separación. Indudablemente este es un

espacio laboral destinado primordialmente a ellos, pero más allá del simple espacio laboral,

los pepenadores se extienden a lo largo del tiradero para localizarse en ciertos puntos de

esta área. Dentro de este espacio no intervienen las autoridades, se limitan a dirigir el

tráfico de camiones que depositan en la plancha pero sin restringir la conducta de los

pepenadores. En ocasiones vi a los maquinistas de las retroexcavadoras esperar ansiosos

para que los pepenadores terminaran de escoger la basura, mientras que éstos con paciencia

seleccionaban de entre la basura los materiales, sin apresurarse y sin prestarle mucha

atención a la máquina. La relación cotidiana que existe entre trabajadores de ayuntamiento

y empresa, sobre todo aquellos de niveles más bajos, mantiene un aire de cierta confianza,

en algunas ocasiones hasta bromeaban con ellos. A veces cuando la plancha se llena, los

pepenadores o sus representantes se dirigen a los empleados operativos de ayuntamiento o

de la empresa con un tono de igual a igual, o incluso autoritario exigiendo que retiren la

basura para que puedan trabajar mejor.

Nadie le dice a los pepenadores como hacer su trabajo. Como ya dije, parece haber un

acuerdo tácito entre ellos para no interferir en la pepena del otro o quitarle lo que ya haya

separado, aunque esto no es una regla y pudiéndose presentar altercados para hacerse de

materiales valiosos. Poco tiempo después de que se comenzó a usar la plancha, se

presentaron algunos problemas porque había señoras que no dejaban que se pepenara en los

camiones de ayuntamiento, ni en las pequeñas camionetas y volandas de recolección

voluntaria, dejando a algunos sin nada que pepenar. Se llegó al acuerdo de que una parte de

los pepenadores, sobre todo señoras mayores, se dedicaran a la pepena de estás camionetas

con carga más ligera, y a los demás se les dejara pepenar tanto de los camiones recolectores

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de ayuntamiento, como de las empresas privadas. A esta lógica responde la actual

disposición en que trabajan los pepenadores.

En la parte más próxima a la caseta depositan camionetas o carretoneros, ahí los

señores y señoras más viejos separan la basura que depositan las camionetas de recolección

voluntarias, camionetas más pequeñas. Su labor la hacen con calma y se ayudan de palos

para escarbar entre la basura. En la parte de en medio se arremolinan principalmente

jóvenes y adultos (entre los 20 y 40 años), y uno que otro hombre mayor, que

apresuradamente revisan por encimita la basura que depositan camiones más grandes como

los de Red Recolector (de recolección privada). En la parte de en medio, en cuanto llega

otro camión, solo algunos se quedan buscando en la basura previamente depositada, el resto

va tras el camión recién llegado.

A veces sucede que el material separado que dejan en el tiradero es robado por algún

otro pepenador. En una de las temporadas de trabajo de campo, me tocó que coincidiera con

la salida de la cárcel de un sobrino del líder (corría el rumor de que lo encarcelaron porque

lo encontraron con marihuana). Era bien sabido por los demás pepenadores que por las

noches llegó a robar varios jumbos, “es que llegó bien hambreado”. La gente denunció el

robo en las reuniones que el Sindicato Único lleva a cabo, mas nadie lo señaló como el

culpable de los robos, por ser sobrino del líder.

En pequeñas áreas sin delimitar, los pepenadores resguardan el material que recogen,

además se reúnen en estos pequeños espacios para descansan, charlar, comer, jugar. Se

acomodan en lugares contiguos a la plancha, porque esta cercanía les permite ver el

momento en que los camiones llegan y el tipo de carga que traen. Es común ver a la gente

separando lo que recogen, el bote, el cartón, etc., entorno a los jumbos, los enormes costales

que utilizan para empacar. Mientras no lleguen viajes los hombres pueden ponerse a jugar

170

“dominadas” en plena plancha de pepena, con balones semi-inflados que encuentran entre

los desechos, mujeres y hombres hojear revistas sucias y medio destrozadas de chismes del

espectáculo o descansar en los pocos sitios de sombra que hay en el tiradero.

Foto del Tiradero de Peñasco (Juan José Gamez, 2004).

Los pepenadores se reúnen en pequeños grupos familiares, de amigos o vecinos

provenientes de la misma comunidad o colonia. Algunos de lo grupos que sobresalen son

las personas provenientes del municipio de Villa de Zaragoza, que se ubican entre la

antigua capilla y el tejabán de los Diablos. Este grupo de parientes proviene de la

comunidad de La Esperanza. Su condición de pepenadores es bastante peculiar, ahondaré

acerca de su situación en el siguiente capiíulo. Basta con explicar que de esa comunidad

asisten al tiradero entre 20 y 30 personas, en su mayoría hombres. En el tiradero son

conocidos como Los Zaragoza, con fama de ser muy trabajadores y “muy movidos”, por lo

observado en campo parecen dominar el oficio por los conocimientos que obtuvieron al

trabajar en tiraderos de México, ellos incluso recolectan materiales que los otros

pepenadores no tienen el conocimiento de que son comercializables (como tinteros o

cartuchos para computadoras que venden en México). Dos de los miembros de esta familia

forman parte del comité que lidera al Sindicato, uno de ellos incluso es el segundo en

autoridad dentro del tiradero, después del líder.

171

Los Diablos, que también son un grupo familiar de alrededor de unos quince

miembros que asisten al tiradero, viven en una colonia popular cercana al tiradero, Las

Terceras. Son los únicos pepenadores que tienen un tejabán de dimensiones considerables

hecho de block y lamina, para descansar, protegerse del sol y resguardar los materiales que

separan, esto representa un privilegio exclusivo. De ellos se comenta que sus padres fueron

de los primeros pepenadores en llegar al tiradero, procedentes de otros basureros

clandestinos de la zona. Siempre han sido identificados como un grupo conflictivo.

Los Diablos son familiares del líder del Sindicato Único, Carmelo Martínez, por línea

materna, pero tienen una añeja tendencia a contraponerse a su líder. Es constante que se

expresan mal del él y de su liderazgo en el Sindicato. Varios de los integrantes de esta

familia tienen antecedentes penales, pero nunca han sido encarcelados por mucho tiempo.

Algunos pepenadores dicen que tiene pacto con el Diablo, por eso no les pasa nada. Entre

las personas provenientes de Zaragoza y los Diablos existe una vieja rencilla. Según

palabras de una de las personas de Zaragoza, muchos años los Diablos los hostigaron al

igual que a otros trabajadores del tiradero. Pero el ambiente de tensión llegó a su límite

cuando los Diablos comenzaron una disputa cotidiana por el material de la plancha.

Comenzaron a agredir a “los Zaragoza” aventándoles botellas de PET, mientras que

otros los amenazaban con unos tubos, “pero nosotros que sacamos unas cuchillas así de

grandes (con los manos me hace unas seña calculando unos 30 cm. de largo) y desde esa

vez nos respetan, ya no nos dicen nada” (Diario de Campo, 28 de septiembre de 2007). Los

demás pepenadores reconocen que los Zaragoza son los únicos que han confrontado

directamente a los Diablos. Otro pequeño conjunto de gente se reúne en la antigua capilla,

ellos son jóvenes de entre 20 y 30 años, de entre ellos los hombres que visiblemente se

172

trepan más a los camiones o se arremolinan rápidamente entorno a los viajes de basura de

los camiones grandes.

En las inmediaciones de las jaulas metálicas, que se construyeron por la empresa

Vigue para que los pepenadores guarden en el material separado, se concentran algunos de

los actuales y viejos coordinadores del Sindicato Único de Pepenadores. El área construida

por la empresa, y apoyada por el ayuntamiento, “para la mejora de la calidad de vida de los

pepenadores” está completamente desierta. Luego de 8 meses de trabajo de la empresa, y

tras la entrega de las instalaciones sólo los perros disfrutan de ellas bajo la sombra del

comedor. Los baños/vestidores, están cerrados, cuando pregunté quien tenía la llaves nadie

me supo responder.

La gente prefiere seguir haciendo sus necesidades a la intemperie en alguna parte del

tiradero fuera de la vista de los demás, a utilizar los baños que la empresa construyó. Las

jaulas que Vigue les construyó casi no son utilizadas porque les queda retirado de su

principal área de trabajo, la plancha. Sólo las jaulas más próximas ésa son ocupadas por

unos cuántas personas, a pesar de que el cubículo más alejado no queda a más de 50 metros.

Cuando le pregunté a un ingeniero porqué creía que los pepenadores no hacían uso de las

instalaciones, me respondió un tanto molestó: “vienen y me dicen que está muy lejos, pues

qué quieren que haga, yo no me voy a estar preocupando de dónde hagan sus necesidades,

ese no es mi trabajo” (Diario de Campo, 12 de junio de 2008).

En mayo de 2008, se inauguró la estancia infantil, coordinada por el DIF pero

administrada por algunos miembros de una iglesia cristiana. Un par de meses más tarde es

poca la concurrencia, una de las jóvenes educadoras que está en la estancia describe el

porqué: “al principio venía muy poquita gente, ahorita tenemos como 12 niños más o

menos, casi todos de la misma familia o conocidos… es que la gente tiene desconfianza,

173

como la estancia es del DIF creen que si los traen se los vamos a quitar y es que la verdad si

hay muchos problemas, hay niños que luego vienen desnutridos o que hay problemas en sus

casas” (Diario de Campo, 13 de junio de 2008). El lugar es muy pequeño y apenas ofrece

el espacio necesario para los niños que atienden.

XVIII. Participación de la Iglesia Cristiana. A partir de la administración del presidente municipal Octavio Pedroza (2004-2006). La asociación civil Extensiones de Amor, que se desprende de una iglesia cristiana, ha realizado varias actividades encaminadas, según sus afirmaciones, a mejorar la vida de los pepenadores. La asociación apoya a los pepenadores desde el 2006, con comidas y festejos, despensas, juguetes, brigadas médicas actualmente operando la estancia infantil ubicada en el tiradero. Pudieron entrar a Peñasco gracias al soporte del Ayuntamiento. La asociación se acercó al municipio para comentarle su interés por asistir al tiradero a brindar apoyo a los pepenadores, concediéndoles el permiso para entrar. Uno de los miembros de la iglesia hizo el primer acercamiento con los pepenadores, ya que cada jueves procuraba ir a predicarles. Él fue el que se coordinó con el ayuntamiento y se puso de acuerdo con el líder del Sindicato Único y sus coordinadores para poder ponerse en contacto con los pepenadores que laboran en Peñasco.

Conclusión capítulo IV.

En San Luis Potosí se ha conformado de una franja dentro de la periferia de la ciudad,

destinada al confinamiento de los desechos municipales. La basura se ha convertido en un

elemento de exclusión y marginalización de un sector de la población con menos

posibilidades de incorporación a la vida urbana.

En discrepancia con lo planteado por Lewis, en donde las normas y valores culturales

de los propios individuos son los que determinan la condición a la vida en pobreza, es

necesario equilibrar la balanza e identificar el peso que tienen un contexto social, político y

económico que ha generado las condiciones para que estas personas no hayan podido salir

de los círculos de pobreza en los que se encuentran. En el caso de los pepenadores, a pesar

del contexto en el que se desenvuelven han sabido aprovechar la condición de esta área de

la ciudad, como una oportunidad.

174

El tiradero se ha convertido en un "nicho ecológico", como lo nombra Adler Lomnitz,

que brinda una fuente de refugio para un sector desplazado en el ámbito económico y

social. Los terrenos que antes ocupaban parcelas fueron utilizados como tiraderos

clandestinos, el trabajo agrícola y los oficios artesanales dejaron de proporcionar la mínima

subsistencia para la reproducción familiar. La gente aprovechó una fuente de empleo

novedosa, a pesar del estigma que la sociedad urbana impone al manejo de sus desechos.

Así los vecinos a esta zona de la ciudad comenzaron a vislumbrar la pepena como un medio

de subsistencia.

Existen ciertas pautas culturales identificadas entorno a la pepena, algunas de ellas se

han asociado comúnmente a las clases bajas. Este sector es identificado, tanto por ellos

mismos como por las personas que convergen en el tiradero de Peñasco, como un grupo

violento y vicioso (con un grave consumo de alcohol y drogas), pero no es posible ver está

violencia ejercida sobre el territorio específico de Peñasco como producto de los mismos

modos de vida. En todo caso si se puede coincidir en que algunas muestras de violencia son

una respuesta para defender su fuente de trabajo, ante la incapacidad de ejercer otros

medios para hacer valer sus derechos, principalmente el acceso al trabajo, una labor ya

legitimada a través de los años.

La manera en la que se trabaja la pepena es similar a la forma de reproducción de la

unidad doméstica que les proporcionaban sus antiguos oficios, como las estrategias de

reproducción de la unidad doméstica campesina, pero en el caso de la pepena, las

estrategias tienen mejores resultados ya que reproducen una actividad productiva y más

eficiente que la actividad agrícola o los oficios artesanales. La pepena rebasa los límites de

la mera subsistencia, suministrándoles una buena cantidad de ingresos extra además de

alimento, vestimenta y fuente de recursos materiales para acondicionar sus hogares. Varios

175

puntos de la organización y coordinación del trabajo giran entorno a la unidad familiar,

propiciando a su vez la cohesión de ésta. Existe una incorporación al trabajo a través de la

familia, generalmente los pepenadores son enrolandos al oficio por los familiares con

mayor experiencia. La pepena es un trabajo altamente valorado, que más allá de los

beneficios materiales, promueve la cohesión familiar y la reproducción de ésta. Y que

además, fuera de las órdenes estrictamente formales (y a la vez restrictivos), les brinda una

fuente de empleo con la libertad propia del autoempleo.

A diferencia de lo que plantea Lewis, las pautas culturales que podrían condenarlos a

la pobreza, han sido empleadas como una estrategia de acceso, en cierta medida, a una

mejor calidad de vida. No como una condena a la vida "pobre", sino como un conocimiento

más, en donde el trabajo de cada miembro de la familia contribuye a la unidad doméstica y

va sacando adelante a los miembros más jóvenes de ésta. No es sólo una cuestión de

escasez de recursos, al contrario, la pepena ha sido una fuente rica de recursos gracias al

conocimiento especializado de los elementos de desechos y el proceso que éstos siguen.

A partir de la discusión de marginación, se puede desentrañar que los pepenadores

forman parte de un sector marginal debido, en primer lugar, a sus condiciones de

inseguridad laboral, pero han podido subsanar los riesgos e incertidumbre (laboral y

económica) mediante el ejercicio del trabajo familiar y la construcción de redes, con la que

contribuyen a la reproducción familiar. Por otro lado, la inseguridad económica ha sido

compensada con las tandas y el “ahorro” o inversión al almacenar materiales para su futura

venta. Es innegable que el trabajo de la pepena está articulado a los procesos económicos

formales a través de la “generación de recursos”: materiales reciclables para reintegrar en la

cadena del mercado.

176

La marginación política, para los pepenadores del tiradero de Peñasco no es absoluta,

no se encuentran del todo relegados en la participación política y social, existe cierto nivel

de representatividad a partir de su afiliación al Sindicato Único de Pepenadores, y que se ve

concretada en la intermediación que realiza el líder de esta organización. Igualmente la

inseguridad crónica labora, es afrontada mediante la misma organización gremial,

cuestiones que en el siguiente capítulo trataré a profundidad.

Por otro lado, hay una actitud cotidiana de desprecio hacia los pepenadores, por parte

de aquellos (ayuntamiento y la empresa) que poseen un conocimiento y experiencia de vida

ajenos a los mundos de vida de los pepenadores, a pesar de que son actores que comparten

un espacio y cierto proyecto entorno al tiradero. Se les juzga severamente, lo que impide un

entendimiento profundo de su situación más allá del trabajo que realizan en el tiradero.

Es importante tomar en cuenta el papel de los mundos de vida de los pepenadores. La

historia familiar, los conocimientos previos y las prácticas íntimamente ligadas a

determinado modo de sustento marcado por estilos de vida rural, influenciado por el escaso

contacto con lo urbano, y afectado por el contexto particular de desenvolvimiento en una

parte de la ciudad donde se ubican los tiraderos, son elementos que se tiene que tomar en

cuenta para no circunscribir meramente a los pepenadores a una cultura de la pobreza en el

sentido de que las personas sean incapaces de salir de estos círculos de actuación.

Los pepenadores, son un grupo de personas que le confiere de nuevo valor a parte los

desechos de la sociedad a través de su trabajo. E incluso su presencia ha ejercido cierta

presión sobre el ayuntamiento de San Luis Potosí y la empresa para que sus necesidades por

materiales para segregar sean satisfechas, influyendo así en la forma de trabajo en el

tiradero. En el siguiente capítulo indago otra dimensión de aquello que se podría entender

como la cultura de los pepenadores, su aspecto organizativo y los momentos de encuentro

177

con otros actores, que en la interacción desde lo cotidiano hasta su articulación con los

niveles de toma de decisiones, van determinando su posición y participación en el tiradero

de Peñasco.

Por otro lado, resulta relevante la intervención de una empresa en un espacio que

había permanecido completamente ajeno a la iniciativa privada, esto a través de un proceso

especifico como la remediación del tiradero. La remediación, es un vocablo que proyecta en

este contexto, una novedosa arena discursiva en el manejo de la basura en este estado, que

se pauta por la presencia de valores y una racionalidad ambientalista y en donde la ganancia

es legitimada por un discurso ecologista. Vigue fue contratada para modernizar el basurero,

hacerlo menos contaminante y sobretodo más lucrativo. Sus intenciones pueden ser

beneficiosas para la sociedad en general, pero para los pepenadores no necesariamente es

así. La modernización representa un proyecto incierto y hasta cierto punto amenazador,

puesto que supone alteraciones en las articulaciones de poder y acuerdo que existen desde

hace muchos años entre pepenadores y municipio.

Como se pudo revisar la pepena es un segmento de un negocio altamente lucrativo,

que propicia fuertes conflictos políticos para mantener el control sobre la basura. De ello, y

de otros enfrentamientos derivados de los intereses regularmente encontrados de actores

que concurren en el tiradero, se hace evidente una dinámica específica y articulada más allá

de la dimensión ambiental, que toca aspectos económicos y políticos que ahondaré a

continuación.

178

Introducción capítulo V. Encuentro de actores y arenas de conflicto: Organización

e intereses colectivos, frente a intereses del sector privado y la política municipal.

En este capítulo me interesa particularmente subrayar las formas y estrategias que los

pepenadores emplean en su organización para hacer patente la “apropiación” del tiradero

como su espacio laboral. A pesar de que la gestión de los residuos sólidos en la principal

metrópoli potosina es responsabilidad del Ayuntamiento y que la pepena está,

aparentemente, subordinada a la normatividad expresa de este órgano de gobierno, lo cierto

es que a través de la organización conocida como el Sindicato Único de Pepenadores, han

logrado maniobrar, negociar y atenuar la aplicación de normas específicas y el propio

desenlace de proyectos.

En los siguientes párrafos trazaré de manera esquemática el perfil del Sindicato, su

estructura y forma de operación. La organización interna y la manera como se establecen

los contactos con otros actores como las autoridades municipales y la empresa privada,

principalmente a través de la intermediación del líder. Expondré la forma en la que los

pepenadores, dentro del dominio de lo político, han conseguido proteger y asegurar su

fuente de trabajo y sustento, incluso recurriendo a evidentes y públicas muestras de su

identidad como gremio, sobre todo en momentos de riesgo cuando su permanencia en el

trabajo se ve en peligro. Esto particularmente descubierto a partir de la entrada en escena de

un actor que interviene directamente en el tiradero de Peñasco, la empresa Vigue. Actor con

características y desempeño específico, propias del sector privado, la que ha adquirido

cierto control sobre el sitio a través del reconocimiento y apoyo concedido por el

Ayuntamiento de San Luis Potosí.

Mi acercamiento al tiradero de Peñasco forma parte de una estrategia para intentar

conocer con más detalle la manera como se gestiona la basura en el municipio de San Luis

179

Potosí. Gestión guiada no sólo por la búsqueda de la eficiencia del manejo de los desechos,

por la vía del conocimiento de esta problemática, el eficiente ejercicio administrativo o la

propiedad tecnológica adecuada. Analizar como la gestión se transforma en un asunto

político configurado por la disputa de intereses de los actores involucrados.

5. Encuentro de actores y arenas de conflicto: Organización e intereses colectivos,

frente a intereses del sector privado y la política municipal.

Los pepenadores que trabajan actualmente en el tiradero de Peñasco, son personas

que han laborado en la separación de materiales desde hace más de 25 años en tiraderos de

la zona anteriores a Peñasco, o bien, hijos, familiares o amigos de aquellos pepenadores

(que antes se desarrollaban como agricultores o pastores, y que ahora se dedican de tiempo

completo a la pepena) que poco a poco han introducido esta labor como una estrategia de

reproducción cultural y económica.

La permanente e interminable generación de basura y la flexibilidad del trabajo les ha

permitido siempre contar con un nicho laboral, que les pertenece de antemano por su

calidad, diría R. Bartra, de proletariados agrícolas en la márgenes de la urbe. La pepena es

una fuente inagotable y bastante competida de recursos. Adicionalmente, separar desechos

reutilizables en un tiradero municipal legalmente reconocido, no es lo mismo que laborar en

un tiradero clandestino. Para empezar porque en los primeros hay un aseguramiento de la

entrada de recursos (los desechos). Por lo que el sitio de disposición de Peñasco se

convierte en un espacio privilegiado (no sólo para los intereses de los pepenadores, ya que

es un sitio clave en el manejo de los residuos sólidos a nivel local). Por otro lado, el valor

de los desechos está condicionado por diferentes factores, pero es obvio que los servicios

mejor establecidos son aquellos que se brindan en las zonas de mejores ingresos. El origen

180

de la basura determina en gran medida el nivel de la ganancia, estos desechos ingresan con

seguridad a Peñasco.

Desde cierta perspectiva se podría decir que los pepenadores le trabajan al municipio

por ser éste un espacio público bajo la responsabilidad del Ayuntamiento de San Luis

Potosí, pero no existe una relación contractual jurídicamente sancionada; y muy a pesar de

que contribuyen, aunque sea con un mínimo porcentaje de materiales recuperados, al

tratamiento de los residuos (tarea que éste órgano de gobierno no ha promovido ni

realizado), los pepenadores se las ven negras con la basura ya que el Ayuntamiento no

brinda los derechos mínimos: salarios, prestaciones, atención médica, seguros, etcétera. La

relación que se establece entre ayuntamiento (y en general todo el sector formal) y los

separadores de basura, es hasta cierto punto simbiótica. Los pepenadores retornan una parte

del producto social, alargan la vida de la materia y dan aliento a una cadena de servicios

ambientales no muy estimados en la sociedad, pero extremadamente importantes. Mientras

que ellos sobreviven gracias al pago que reciben de este servicio.

Muy lejos estamos de asimilar esta interpretación sobre el valor social del trabajo de

la pepena. El pepenador de carne y hueso se empeña en mantener una tradición laboral, una

fuente de ingresos segura y constante, con las ventajas que les ofrece un trabajo “informal”,

y muy a pesar de los prejuicios que puede tener la persona externa a este ambiente. La

organización gremial es una proyección del interés colectivo en afianzar y posibilitar, entre

muchas otras cuestiones, la reproducción familiar. Es una explicación circular, pero

también una hipótesis, descubrir cómo funciona esta tradicional laboral y el por qué de los

esfuerzos por significar y apropiarse del lugar como marcador de identidad.

181

Sindicato Único de Pepenadores. Liderazgo y organización.

El Sindicato tiene su antecedente en la organización llamada Coalición Organizada de

los Pueblos (COP). Formada y dirigida por un fuerte “líder social”, Margarito Sánchez

Silva quien a través de esta organización logró reclutar a diferentes grupos populares de la

capital de San Luis Potosí como comerciantes ambulantes, dueños de vehículos “chocolate”

y los propios pepenadores, en la lucha por cumplir demandas sociales propias de cada

grupo. Hijo de un comerciante en el negocio de los abarrotes, quien “tenía mucha suerte

para los negocios”, su familia, compuesta por sus padres y 15 hermanos, se mudó desde que

era muy pequeño de Tierra Nueva a San Luis Potosí capital. Margarito sólo llegó a terminar

la secundaria, “no se si para bien o para mal, tal vez ahorita pienso que debí de seguir

estudiando” (Diario de Campo, 23 de junio de 2008).

Ya adulto se dedicó al comercio a pequeña escala, con puestos de frutas y verduras en

el Mercado República. Su incursión a la política fue gracias a su hermano, un ingeniero,

quien lo apoyó a lo largo de su vida política. Lo invitó a participar en la campaña de

Guillermo Pizzuto Zamanillo (1988-1991) a alcalde, y a partir de ahí comenzó a moverse

en la política. Cuenta que él tenía facilidad para hablar con la gente, así que lo mandaban a

sitios populosos para que platicara con las personas y las convenciera de unirse a la

campaña. Años más tarde, fue reclutando diversas organizaciones entorno a la Coalición

Organizada de los Pueblos, pero según sus propias palabras la organización más fuerte era

la de los pepenadores. Así fue como construyó una extensa red de relaciones sociales

desiguales, tanto vertical (agremiados de la organización y otras uniones de recolección

voluntaria) como horizontalmente (funcionarios públicos o empresarios), en la que

Margarito, a través de su carisma y capacidad de intermediación, se hacía de recursos

humanos o materiales, desde varios puntos de esta red para los actores de la misma.

182

Narra que su primer acercamiento con los separadores de Peñasco fue gracias a su

esposa, quien vendía comida en un tiradero que el Ayuntamiento utilizaba para depositar

basura, en la colonia Peñasquito. Los pepenadores le preguntaban a su mujer si no conocía

a alguien que les ayudara a resolver problemas, sobre todo saber como podían conseguir

material de construcción para hacer sus casas. Aunque reconoce que previamente “ya tenía

muchos amigos pepenadores”. A través de la organización, y en el caso particular de los

pepenadores, Margarito ayudó a articular dos niveles que hasta ese momento estaban

descoordinados: gobierno y el sector informal.

Él considera que entre los logros más importantes que consiguió para los pepenadores

en Peñasco están obras que a la fecha han desaparecido o están a punto de hacerlo como

una sala de juntas, la ermita a la Virgen de Guadalupe (imagen en cantera que el municipio

les donó) y “el perímetro alambrado” entorno al tiradero. Considera también importante las

visitas que gracias a su negociación logró, como la del arzobispo de San Luis Potosí, Luis

Morales Reyes y del presidente de la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y

Campesinos). Incluso afirma, que éste último los registró en esta organización (no queda

ningún documento que avale sus afirmaciones). De manera general, la intervención de

Margarito, con el apoyo de “su gente”, gestó y negoció con el gobierno así como con

algunos particulares57 objetos materiales (material de construcción, despensas, cobijas,

juguetes), demandas y posturas que le permitieron a los pepenadores mantener segura su

fuente de trabajo y obtener algunos otros beneficios materiales. El otorgamiento de

57 Por ejemplo, el caso de Carlos Hinojosa, un empresario que se dedica a la recolección de desechos en la zona industrial, “apoyaba el movimiento, nos daba mantas, comida, porque él es un hombre importante de negocios y también tenía sus intereses sobre la basura” (Diario de Campo, 23 de junio de 2008)

183

beneficios y la eficacia de su intermediación, generó entre los pepenadores las condiciones

para el otorgamiento de su confianza y apoyo al líder.

XIX. Beneficios que proporciona el líder. Un líder de carretoneros en alguna ocasión contó algunas vivencias que ha tenido cuando la

gente se le acerca a solicitarle cosas. “Como la gente lo conoce y él conoce a gente”, a veces le piden su ayuda, como sacar a personas del Hospital Central. En una ocasión hubo una persona que acudió a él porque tenía una deuda en el hospital de 40 mil pesos. Ya no tenía nada, ni casa, ni dinero, nada. La persona le pidió su ayuda. Él fue con una regidora del Partido Verde Ecologista, quien le preguntó que si el señor “era de su gente”, es decir, de su Unión, a lo que respondió afirmativamente. Ella le propuso que fueran con el entonces Presidente Municipal, Octavio Pedroza, para pedirle su ayuda. Él asegura que Pedroza les dijo que en ese momento no podía atender el asunto pero que la próxima semana se lo tenía resuelto, así sucedió. La persona que tenía la deuda se sintió muy satisfecha con él líder, así que le dijo que nada más tenía una camioneta, que se la regalaba como muestra de agradecimiento. Él afirma que se negó a recibirla porque cuando él hace un favor no busca que lo recompensen o que la gente le pague, pero “cuando la gente es agradecida o buena” buscan darle una retribución. La camioneta no le hacía falta, pero con él tiempo éste líder le consiguió comprador. El dueño del trasporte le dio el dinero que recibió por la venta de la camioneta. Diario de Campo, 18 de septiembre de 2007.

Es de resaltar la importancia de Margarito, como líder. Este tipo de figuras ha sido

ampliamente estudiado en la literatura política, pero en el caso del liderazgo ejercido por

Margarito (y su predecesor) pueden estar cercanos a la figura del cacique: proviene de la

clase populoso, con un liderazgo “tradicionalista”, dominando el campo social local,

haciendo uso de la violencia para alcanzar sus propósitos y cuya mediación le permite

acceder a poder y recursos (Chavalier, 1962, González, 1968 en De la Peña, 1986). En el

caso del cacique “urbano”, Wayne Cornelius (1976 en De la Peña, 1986) identifica que éste

es una figura que sirve al sistema político para hacerse de votos y apoyo, en el caos que él

describe, en beneficio del partido gobernante, el PRI.

En mi estudio, más allá de enfocarme en la descripción de una figura cargada hacia

alguna de las partes, o sirviendo los intereses exclusivos de la unidad dominante, haré

énfasis en su capacidad de mediación, en la articulación de diferentes niveles (entrelazados

entorno al proyecto de la disposición final de residuos sólidos, pero con intereses distintos y

en pugna) y los resultados de éstas negociaciones, traducidos en respuesta de los intereses

184

propios del gremio, como su repercusión en la definición de la forma en que se gestionan

los RSM.

Por otro lado, gracias a la afinidad de intereses en juego que comparten tanto los

pepenadores como los recolectores voluntarios, la mayor parte de estas organizaciones se

han unido situacionalmente, gracias a la coordinación de sus líderes, presentándose como

un bloque mayor ante la autoridad municipal, y anteponiendo las demandas propias de cada

unión ante problemáticas que afectan a todo el sector informal. Las fuerzas centrípetas

ayudan a la cohesión de las unidades o grupos (los pepenadores y las uniones de

recolección voluntaria), articuladas para enfrentar una contingencia mayor que las afecta a

ambas. En otras ocasiones, cuando los intereses entre los miembros del sector informal se

confrontan, el panorama ha sido diferente.

XX. Zonificación. Un ejemplo en el que los intereses de recolectores voluntarios y pepenadores se han visto

confrontados fue la “zonificación”, que se dio durante la administración de Luis García Julián, por el año de 1995. La zonificación planteaba dividir la ciudad en zonas, con la intención de que los recolectores voluntarios tuviera un acceso más equitativo a ciertas áreas de la ciudad como la zona industrial, donde se generan desechos de mayor calidad y con mejores propinas. La organización que lideraba Margarito se opuso al proyecto, a pesar de que el propio Presidente Municipal había dado su visto bueno.

Líderes de las uniones voluntarias que estaban a favor denunciaban que las autoridades detuvieron este proyecto por el temor que le tenían a Sánchez Silva. Los líderes de las organizaciones de recolección de basura FEPSUS y PRESER, Gustavo Aguilar Torres y José Castillo de la Rosa señalaron “… Luis García Julián está actuando por temor a Margarito Sánchez Silva y por ello les está cumpliendo todos sus caprichos” (El Sol de San Luis, 7 de octubre de 1995, 6A).

Para este momento la organización se había convertido en una unidad centralizada con un extenso poder asignado por parte de los agremiados (además de un fuerte reconocimiento por parte del gobierno estatal y local, que lo dotó de cierta legitimidad). El líder entonces tenía un relativo poder independiente, centralizaba la toma de decisiones en él y un pequeño círculo de allegados. Este poder le permitió delegar cierta autoridad a representantes de las diversas organizaciones que agrupaba la COP con los que se ayudaba a coordinar, este fue el caso de Carmelo Martínez.

Durante las pugnas a propósito de la “zonificación” el grupo de pepenadores que apoyaba a Margarito ejercieron acciones hostiles contra sus oponentes. Las camionetas recolectoras de las uniones que se declaraban en contra de Margarito sufrieron ataques (ponchaduras de llantas, quiebre de cristales) por parte de los pepenadores de Peñasco, viéndose forzados a depositar en otros lugares para evitar estos percances (El Sol de San Luis, 11 de octubre de 1995).

La posición de Margarito, dirigente de varias agrupaciones sociales, le permitió crear

185

relaciones con varios políticos y funcionarios públicos58, quienes le concedieron su apoyo en esta y en otras ocasiones. Los dirigentes de las uniones de recolección voluntaria exigieron la intervención del director de los Servicios Municipales, Fernando Díaz de León, así como del jefe de Departamento de Limpia, para que limitaran la participación de algunos regidores de aquella época “deben de sacar las manos de las organizaciones tanto el regidor Francisco Calderón, que vienen protegiendo a varios grupos en busca de tener un respaldo político y que de una vez por todas pongan en su lugar a Margarito Sánchez Silva, que no es trabajador de la basura, sino activista que se vende al mejor postor” (El Sol de San Luis, 11 de octubre de 1995, 3A). La combinación de la adhesión de varias organizaciones, reforzada por el apoyo de personalidades en posiciones de poder, ejercieron mayor presión sobre las autoridades responsables del Área de Aseo Público, que aquella hecha por sus adversarios. Así fue que se echó por tierra el proyecto y no se discutió más el asunto.

A lo largo de los años, el encuentro de actores y proyectos entorno al manejo de los

residuos sólidos ha evidenciado la persecución de intereses particulares de diversos grupos,

las arenas conflictivas se han hecho particularmente reveladoras en las pugnas y eventuales

negociaciones entre las organizaciones del sector informal y el ayuntamiento de San Luis

Potosí. Las discrepancias se han resuelto públicamente, regularmente por la vía del uso de

la fuerza o la amenaza por parte de los pepenadores, una medida de presión que ha

resultado efectiva. Esta estrategia ha obligado al ayuntamiento a sentarse a negociar con las

organizaciones, para tratar de frenar acciones que cuestionan su capacidad de control y de

eficacia en la gobernabilidad que el ayuntamiento ejerce.

A lo largo de los años ha habido propuestas que se generan desde gobierno municipal

con la intención de privatizar el servicio de aseo público, provocando que el se organice

para luchar en contra de ella. Las iniciativas de este tipo generan un ambiente de

incertidumbre y molestia para los pepenadores. Ellos intuyen en la introducción de un

agente extraño al manejo de los residuos sólidos municipales, como la iniciativa privada, el

riesgo de perder el control de su fuente de trabajo. Entonces la máxima demanda que el

58 En una ocasión en que fue encarcelado “El diputado priísta Miguel Ángel Martínez Navarro le hizo una visita de cortesía a Margarito Sánchez Silva a título personal, ‘para refrenarle mi respeto, afecto y apoyo, dijo” (El Sol de San Luis, 20 de octubre de 1995, 2A).

186

líder tiene enfrentar ante las autoridades, es la conservación de su fuente de trabajo. Ante

estas iniciativas, los líderes de las organizaciones del sector informal se han apoyado y

generado conjuntamente acciones de inconformidad como el cierre tiradero municipal,

manifestaciones y plantones frente al Congreso del Estado o Palacio Municipal, o

simplemente la amenaza de llevarlas a cabo.

Otro aspecto de la coordinación de la organización, en contraposición a la afrenta con

las autoridades, se da previo a los tiempos electorales. Gracias a la gestión del líder han

negociado su apoyo a algunos de los candidatos a presidentes municipales, que más tarde

resultaron electos como Luis García Julián, Alejandro Zapata Perogordo, Octavio Pedroza y

Jorge Lozano Armengol. Por su parte éstos en sus promesas de campaña manifiestan

públicamente su compromiso para “mejorar las condiciones de vida” de este sector59.

Puedo afirmar que el gobierno municipal y la propia organización, a través del

discurso del líder, han fomentado el concepto del pepenador como un grupo en extrema

pobreza. El impulso de esta imagen ante la opinión pública, fortalece la posición dominante

del ayuntamiento, el poder hegemónico de la autoridad; además, promueve la idea de una

autoridad protectora y defensora del desvalido. Aunque en los hechos no se ha podido (ni se

ha tenido la voluntad) de modificar las verdaderas raíces de ésta problemática, y con

acciones de “beneficencia” tan sólo se ha seguido alentando la ya añeja forma de operar del

sistema.

59 “El candidato del PAN a la alcaldía capitalina (periodo 2010-2012), Jacobo Payán Latuff, recibió el respaldo de los líderes de organizaciones de recolectores de basura, a quienes prometió generar condiciones para que ellos y sus familias superen las carencias y ofrezcan a sus hijos una mejor calidad de vida. En una emotiva reunión donde el candidato recordó su pasado como recolector en un hotel de Los Angeles en Estados Unidos, Carmelo Martínez Reyna, líder de los pepenadores y de la Unión Independiente de Recolección, Miguel Ramírez de USERLIP, José González de PRESER y Gustavo Aguilar de FEPSUS, señalaron que están felices de que sea su candidato, porque saben que les va a cumplir todos los compromisos para que vivan mejor” (El Sol de San Luis, 17 de mayo de 2009, ¶ 2-3).

187

Los pepenadores, a través del Sindicato Único, brindan su apoyo público a los

candidatos y posteriormente autoridades electas, a cambio primordialmente, de que se

respete su fuente de empleo. El despliegue de discursos públicos, por parte de la autoridad

municipal como de la organización de los pepenadores (tanto declaraciones por parte del

líder que dan muestra de apoyo, como la presencia de pepenadores en mítines políticos o

ceremonias públicas), se ha convertido en una estrategia, un mecanismo de “supervivencia”

desplegado por los pepenadores para obtener beneficios o por lo menos no ser perjudicados

por la autoridad municipal.

El movimiento que lideró Margarito Sánchez Silva, se convirtió en un gran bloque

que agrupó a diversas organizaciones sociales, bajo la percepción de que “La unión hace la

fuerza. Unidos se pueden lograr más cosas”. Reconoce que existieron gobiernos “más

empáticos” a sus necesidades, “con los gobiernos priístas nos iba mejor porque ellos si se

prestaban a la negociación, ellos si nos entendían”. En cambio, “el gobierno panista

siempre ha sido represivo, pregúntele a cualquier líder social si le han hecho algo durante el

período panista y le apuesto lo que sea que a todos les ha pasado algo... a mi cuando

Marcelo de los Santos fue presidente municipal me apresó dos veces con cargos falsos”

(Diario de Campo, 23 de junio de 2008). Medidas que presumiblemente el gobierno

municipal tomó para ejercer de nuevo el control sobre una unidad que cada vez contaba con

mayor poder independiente. En otras ocasiones, el tinte problemático en el que

desembocaban las acciones de la organización, resultaron en el pretexto perfecto para su

detención y encarcelamiento. En estos casos se valía de la COP para obtener su libertad,

amenazando al gobierno con cerrar el tiradero, con las repercusiones sociales y ambientales

que esto acarrearía, si no se le hacía caso a sus exigencias.

188

Por otro lado, esta afinidad que Margarito reconoce hacia ciertos gobiernos, puede

deberse a que, de manera general, los proyectos políticos de cada partido han sido apoyados

por diferentes sectores de la sociedad. Dentro del PRI se puede reconocer un amplio e

histórico apoyo aportado por las clientelas que favoreció; mientras que el PAN ha

privilegiado la incursión del sector privado, por quien se ha visto apoyado (situación que

puede especularse ha sucedido ahora en la intervención de la iniciativa privada en el

manejo de los desechos).

En el tiempo que Sánchez Silva representó a los pepenadores, logró adquirir un

conocimiento extenso acerca del manejo de los residuos sólidos. Su cercanía con

autoridades en la materia, le permitió viajar a otros estados del país para atestiguar como se

hacía el manejo de los residuos sólidos. Aprendió los riesgos ambientales que conlleva la

incorrecta disposición final, obtuvo conocimientos de las normatividades vigentes y de

alternativas para el manejo de los residuos sólidos. Concienteente de los daños que provoca

un tiradero municipal con las características de Peñasco60, su discurso puede entrar en

materia de lo ambiental, pero siempre como un argumento para defender el trabajo del

sector informal en el aseo urbano de San Luis Potosí.

Durante el inicio de operaciones del tiradero Peñasco, era nulo el control que el

ayuntamiento tenía sobre los pepenadores que ingresaban, según las propias palabras de

Margarito “nosotros éramos los que mandábamos en el tiradero”. Hacia los primeros años

de su funcionamiento, existía un coordinador, Abel Martínez, hermano del actual líder de

los pepenadores, Carmelo Martínez. Él era el encargado de vigilar y permitir la entrada al

60 “Ese tiradero desde el diseño está mal, porque hay una ley que dice que no debe de filtrarse agua, y ahí ocurre eso, también hay otra ley que dice que no debe de estar cerca de ríos y ese está a un lado del río Paisano” (Diario de campo 19 de junio de 2008).

189

tiradero, cobrándoles 5 pesos periódicamente. Abel fue asesinado en un pleito en la colonia

donde vivía, Las Terceras (lugar de donde provienen los Diablos), quedando su hermano,

como coordinador en el tiradero. Carmelo nunca trabajó como pepenador, él siempre se ha

dedicado a la recolección voluntaria, por ello tenía contacto directo con el tiradero. Sánchez

Silva explica que cuando él aún era líder, se apoyaba de Carmelo para cuestiones de la

organización de la Coalición. La gente cuenta que Carmelo ayudó a Margarito desde muy

joven en la organización, “estaba muy pegado a él”, llegando a ser “el segundo” después de

Margarito. Gracias al entrenamiento político que recibió de Margarito, mediante esta

cercanía que existía entre ellos, Carmelo llegó a conocer los actores clave, los mecanismos

de negociación y organización, así como el desempeño político necesario para más tarde él

mismo ser el líder de los pepenadores.

Prosiguiendo con los asuntos del ingreso al tiradero, las autoridades no llevaban un

control de quien ingresaba, eran los propios pepenadores que trabajaban ahí quienes

ejercían presión e incluso violencia, sobre aquellas personas que recién entraban a trabajar,

corriéndolas si no se acreditaban mediante la afiliación a la organización. Margarito llevaba

un control de los pepenadores mediante su credencialización, ésta era la forma en la que

certificaban su afiliación a la organización y su permiso para el acceso al tiradero. La

credencial tenía un costo para ser tramitada, el actual líder en un transcurso de dos años

elevó la tarifa de 50 hasta 100 pesos. Para la base de pepenadores, la credencial es un

elemento que les permite prevenir algún altercado o diferencia, es una especie de

protección conferida por la membresía a la organización, sobretodo con aquellos nuevos

pepenadores sin motivos para gozar de la confianza (los que no tenían familiar o conocido

dentro del tiradero) de los demás pepenadores ya reconocidos.

190

La credencial tenía la leyenda: Coalición Organizada de los Pueblos, con dirección en

Milpillas y un número de celular (porque no cuenta con oficinas). Avalada por la firma del

líder Margarito Sánchez y del secretario general en turno, el nombre del pepenador y la

fecha de expedición, además de la leyenda Se acredita ante las autoridades

correspondientes que la persona que porta esa credencial está realizando un trabajo legal.

La credencial tenía validez de hasta 3 años, pero a partir del 2007, con la entrada del la

empresa Vigue las credenciales son validas sólo por un año61.

Margarito dejó de ser líder de los pepenadores hace aproximadamente 5 años. Los

pepenadores afirman que salió de la organización porque no estaban de acuerdo con su

desempeño. Cuando organizaba manifestaciones no les comunicaba “por qué peleaban”.

Doña Cristina dijo en una ocasión “íbamos por las tierras ejidales, por los ambulantes, por

muchas cosas y nos enterábamos hasta que llegábamos ahí” (Diario de Campo, 18 de

noviembre de 2007). Los utilizaba como grupo de apoyo para las otras organizaciones,

descuidando por completo las exigencias del gremio, lo que finalmente provocó que le

retiraran su apoyo. Como agrega una de las personas allegadas al actual líder: “Margarito

nada más iba y pedía de las aguas negras y de los pepenadores no decía ni una palabra.

Cuando quitamos a Margarito nosotros hicimos una junta y le dijimos que no nos gustaba

eso y que queríamos de líder a Carmelo. Él pues dejó el puesto y le dio todos los papeles a

Carmelo” (Diario de Campo, 19 de julio de 2008).

Los pepenadores comentan que hacia el final de su gestión veía más por sus intereses

propios que por los de ellos. Los pepenadores narran esta versión como la causa principal

de su salida, y el propio Margarito admite la fuerza del gremio al aceptar que si este no está

61 Lo mismo sucedió con los recolectores voluntarios, sólo se les certifica un año de permiso para operar en las calcomanías que pegan en sus unidades de recolección.

191

de acuerdo con las disposiciones de su representante “el movimiento rebasa al líder”. Sin la

completa certidumbre de porque se retiró, algunos se lo achacan a su precario estado de

salud, otros a que tal vez llegó a un arreglo con municipio. Por las condiciones de

mediación en las que interviene el líder, la desaprobación del ayuntamiento tuvo que ser

necesariamente prerrequisito para su desconocimiento y retirada, o por lo menos, intervino

en su disminución como figura pública, como el actor clave en la intermediación con los

pepenadores.

Una vez que salió Margarito, entró Carmelo como líder exclusivo del Sindicato Único

de Pepenadores. Aquí debo que hacer un paréntesis y aclarar que el Sindicato no está

jurídicamente constituido como un sindicato, mas el propósito de la organización es la

promoción y defensa de los intereses laborales de sus agremiados, por lo que cumple con el

mismo objetivo que un sindicato formal.

XXI. Situación actual del Margarito Sánchez Silva. Margarito Sánchez Silva dejó de ser el líder de los pepenadores del tiradero de Peñasco, su fuerza como líder político se ha visto mermada en los últimos años, además de su fortaleza física (contando apenas con 50 años de edad), debido a que padece diabetes, dejándolo casi ciego. A pesar de ello, aun colabora con algunos grupos de colonias o un grupo más pequeño de pepenadores del tiradero clandestino de San Marcos, por ello sigue al pendiente de los hechos entorno a la gestión de residuos sólidos en San Luis Potosí, y es evidente que aún tiene cierta injerencia en este tema, aunque su poder se haya visto mermado fuertemente con el retiro del apoyo de los miembros de una organización.

Carmelo continuó con las prácticas que su antecesor había establecido como la

credencialización y las manifestaciones conjuntas con los carretoneros y camioneteros. El

líder de los pepenadores, en conjunto con los líderes de las Uniones Voluntarias de

Recolección, asisten a mesas de trabajo con el ayuntamiento, cuando existen inquietudes o

problemas dentro del sistema de aseo urbano en el que participan, como lo menciona

Carmelo, “es mejor estar junto al gobierno, porque si los dejas tantito ellos te llevan la

192

delantera y luego ya ni te enteras de que están haciendo, por eso insiste que es mejor ir de la

mano” (Diario de Campo, 25 de septiembre de 2007).

A estas reuniones asisten exclusivamente los líderes y algunos de sus colaboradores

más cercanos. Por lo tanto, el líder se convierte en la pieza clave de enlace entre los

pepenadores y las autoridades, en los encuentros que se llevan a cabo en la negociación. La

figura del líder juega una posición clave en el flujo o contención de la circulación de

información y la generación de conocimiento.

XXII. Formas de reuniones. He de dilucidar que existen dos tipos de reuniones, las llamadas “reuniones” que son manifestaciones de protesta que llevan a cabo la Unidad Administrativa Municipal o el Palacio Municipal o simplemente reuniones (mesas) de trabajo con las autoridades; y por otro lado, juntas internas que el líder hace con los pepenadores y que se llevan a cabo en el tiradero, casi siempre de carácter informativo o en donde se tocan asuntos laborales, ninguna de las dos se hacen con una periodicidad determinada, sino que se van programando según las necesidades o la agenda establecida por el líder.

En la relación que se da entre los pepenadores como gremio y las autoridades

municipales, hay un dominio unitario que se ejerce a partir de la figura del líder,

provocando que éste obtenga mayor control sobre las decisiones que atañen a la

organización. Esto le genera al líder cierto poder independiente, ya que posee la capacidad

de manejar y manipular al gremio, tanto a favor como en contra de la propia autoridad, el

caso de Margarito. La dependencia del Ayuntamiento en este personaje, para informar y

controlar a los pepenadores, representa una relación frágil e incluso riesgosa para éste

organismo, porque si el líder cuenta con un poder débil y cuestionado, carecerá del control

que le requiere la autoridad sobre los pepenadores, situación en la que se ha visto Carmelo.

El líder asiste tan sólo entre tres o cuatro días a Peñasco, una par de horas, mientras

descarga el material que recolecta en su camioneta (se dedica a la recolección voluntaria

con dos camionetas que posee) o asiste cuando tiene asuntos específicos por resolver o

193

cuando ha convocado a junta. En estos momentos los pepenadores aprovechan y se le

acercan para comentarle algún problema o para solicitarle que les haga una credencial.

Entre los demás días de la semana que no asiste al tiradero “se los dedico al ayuntamiento,

a asuntos que tengo que ver allá”. Para el resto del tiempo, cuando no se encuentra en

Peñasco, y para los casos en los que se quieren resolver inconformidades o problemas

cotidianos del trabajo dentro del tiradero están los coordinadores o “miembros de la junta”

del Sindicato.

Los miembros de la junta son de cinco a seis personas, parientes del líder (una de

ellas, la secretaria general es su esposa, otra es su cuñada) o gente que ya tiene muchos años

trabajando en el tiradero. Dos ellos, que no son familiares del líder, provienen de Villa de

Zaragoza, afirman que fueron elegidos por los propios pepenadores. Uno me contó cómo

fue elegido: “Él (Carmelo) hizo una reunión y le dijo a la gente que quién quería que fuera

el nuevo encargado, la gente dijo que el Zaragoza. Éramos cuatro y no sabía cuál. Carmelo

me dijo que a mí, Yo no quería pero acepté”. Luego a solas le dijo: “Zaragoza, te conviene,

así ya vas a poder traer a quien quieras y no te van a decir nada. Le dije: pues sí, si es

cierto” (Diario de Campo, 10 de noviembre de 2007).

Otro de los Zaragoza me explicó que una cuestión que les favoreció para ser elegidos

fue que contaban con la simpatía de Abel. Abel tenía problemas con los Diablos. Los

Zaragoza siempre cargaban pistola en el tiradero. Un día le prestaron una pistola a Abel

“para enseñársela a los Diablos, con eso se aplacaron y desde ahí quedó agradecido. Yo una

vez le dije a Carmelo que quería renunciar, pero me dijo que no porque su hermano me

había elegido: Abel fue el que me dijo ‘cuida a estos muchachos, son buenas gentes,

apóyalos’. Le caímos bien a Abel” (Diario de Campo, 19 de julio de 2008).

194

Es claro que a pesar de ser elegidos libremente, no cualquiera puede acceder a la

posición de coordinador o también llamados por los pepenadores, representantes. Entre la

diversidad de cualidades, capacidades y conocimientos que estos poseen se encuentra la

habilidad de lidiar con los problemas (generalmente altercados relacionados con el trabajo),

y su habilidad para imponerse, intervenir y conciliarlos; amplia experiencia en la actividad

de la pepena en el tiradero de Peñasco, que los dota del conocimiento necesario de las

formas de trabajo en el sitio; el reconocimiento entre los demás pepenadores por destacarse

en el desempeño de su oficio; el contar con conocimientos particulares o con los que la

mayoría de los segregadores de Peñasco no poseen (estudios escolares o un caso especifico

y peculiar, el de los pepenadores de Zaragoza quienes cuentan con la experiencia de haber

trabajado en tiraderos de la Ciudad de México). En algunos casos la simple familiaridad

con el líder, el caso de su cuñada y su esposa, poseyendo su absoluta confianza y teniendo

acceso a información que el líder no comparte con los demás coordinadores, muy a pesar de

los conocimientos y habilidades que los demás puedan tener. Por eso, ellas conformarían su

círculo más íntimo de colaboradores.

Los coordinadores operan como mediadores en la resolución de problemas de trabajo

cotidianos. En ocasiones que la gente se les acerca para decirles que los trabajadores de

ayuntamiento no han enviado suficientes camiones a la parte de las coronas, los

coordinadores les avisan y exigen que les envíen más viajes. Cuando entra al tiradero gente

extraña (desde otras personas con la intención de pepenar o hasta periodistas o estudiantes),

ellos intervienen para correrlos o para atenderlos. Cuando son asuntos delicados o

específicos, por ejemplo cuando se les quiere interrogar acerca de su trabajo y ya que son

recelosos a dar información sobre él, especialmente datos sobre su organización, se tienen

que atener a las disposiciones que el propio líder les dé. Más adelante comentaré de este

195

comportamiento lleno de desconfianza por parte del líder. En caso contrario, los

coordinadores resuelven problemas según su criterio. Otras tareas que cubren es dar avisos

o convocar a las reuniones internas en las que se discuten cuestiones del trabajo, la

seguridad en el tiradero, la organización de marchas o para que el líder de a conocer

disposiciones que el ayuntamiento le transmite.

Entre los propios coordinadores hay desacuerdos o enemistades personales, en los que

se desacreditan los unos a los otros, pero nunca llegué a observar que tal trato llegara a

tener impacto en la coordinación. Cotidianamente es poca la interacción entre los

coordinadores, con mayor frecuencia es la relación directa que sostiene cada uno con el

líder, quien les comunica cuándo hacer las juntas o las inquietudes a tratar en las reuniones

con ayuntamiento. Hay mayor grado de intensidad en la relación con ciertos coordinadores,

que dependen de relaciones de confianza que sostenga con cada uno de ellos. Las relaciones

son más intensas comenzando con los miembros de la junta que son sus parientes, hasta ser

más débiles con los coordinadores que solamente lo ayudan en la “logística” (por ejemplo,

dar avisos o recoger las cooperación) de la coordinación.

A diferencia de otros tiraderos del país, aquí el líder no acapara la compra de los

productos, por lo que no se enriquece directamente del trabajo de los pepenadores. Como

una vez el propio Carmelo comentó, “¿ha oído del mentado rey de la basura en México?, lo

rico que era y hasta llego a tener puestos en el gobierno”, pero aclara que él no es como esa

persona, “aquí (en Peñasco) la gente trabaja libremente, no me tienen que rendir cuentas

darme nada, sólo los 40 pesos de ayuntamiento62” (Diario de Campo, 25 de septiembre de

2008). Asegura que lo único que busca es que ayuntamiento respete su trabajo en Peñasco,

62 40 pesos mensuales que los recolectores voluntarios le pagan a Ayuntamiento por lo descargado en el tiradero.

196

porque él también “vive de eso”, es decir depende de esta forma de “trabajo libre”, pero

mediante la reelección voluntaria. Aunque no directamente saca provecho económico del

trabajo de los pepenadores, su intermediación le ha ayudado a obtener una serie de recursos

materiales que más adelante comentaré.

Debo de hacer un paréntesis y aclarar que ante las preguntas que llegué a hacer para

conocer su opinión sobre los cobros o “cooperaciones” que el líder hace para las

credenciales o permisos, los pepenadores expresaban conformidad al ser una aportación

justa ante los servicios que el líder brinda: “ya ve que hacer esos papeleos le ocupan a uno

todo el día y ni chance de comer (Diario de Campo, 1 de octubre de 2007). Otros

pepenadores afirman que estarían más conformes en darle una cuota por sus servicios para

que se dedicara plenamente a las cuestiones de “ayuntamiento”. Al respecto un coordinador

expresó “le hemos propuesto que pues él nada más se dedique a dar la cara a gobierno, que

les cobre semanalmente a la gente y que él nada más se dedique a ver por ellos con el

gobierno, pero na más nos dice que se tendría que ver y que es muy difícil, na más da

largas” (Diario de Campo, 10 de noviembre de 2007).

Este tipo de aportación es un prerrequisito para la afiliación al Sindicato, si no se

coopera monetariamente no se tramita la credencial. Pero los pepenadores son perspicaces

para detectar los abusos en los cobros como la caja de ahorro, el aumento en el trámite para

la credencialización o la aportación semanal que luego se cobró. A pesar de que la mayoría

de los pepenadores son capaces de cubrir estos gastos, son percibidos como abusos bajo

ciertas condiciones, negándose a pagarlos en los casos que no tienen que enfrentarse

directamente al líder, sino a sus coordinadores.

Carmelo es un hombre chaparrito, como de 1.50 mts., moreno, de aproximadamente

unos 50 años, con piezas de oro (o por lo menos de ese color) en los dientes frontales. A

197

pesar de su estatura, proyecta mucha seguridad, su actitud es recia, acompañada de una voz

fuerte y ademanes toscos. Martínez Reyna es una persona extremadamente desconfiada

ante las personas ajenas a su organización (esta clase de actitudes también las percibí de

Margarito Sánchez). La desconfianza llega a ser constante por parte de los pepenadores en

general, aunque presente con mayor frecuencia y suspicacia en los coordinadores (los más

cercanos al líder) y el líder, ante aquellas personas ajenas a este campo social, incluso con

los propios pepenadores si sus acciones o intervención atenta contra la autoridad e intereses

del líder. Condición que se evidenciaba hasta en prácticas cotidianas.

XXIII. Desconfianza de los coordinadores. En una ocasión cuando uno de los ingenieros de la empresa me acompañó a platicar con

algunas pepenadoras para concertar citas en sus casas yo me encontraba anotando los datos y direcciones de estas personas en una pequeña libreta (la única ocasión en la que saqué algo para anotar dentro del tiradero porque percibía cierto recelo de la gente). En esos momentos me topé con una de las coordinadoras del tiradero (cuñada del líder) después de saludarme cordialmente no perdió tiempo en preguntar qué estaba anotando. Tras explicarle que estaba anotando datos de las mujeres para visitarlas en sus casas no tardó en cuestionarme “ahh… y ¿cómo para qué?, tras lo que me limité a decirle que para platicar con ellas ya que a veces ahí no podíamos platicar a gusto porque las interrumpía en su trabajo, cambié de tema y me despedí rápidamente.

En otra ocasión cuando tuve la oportunidad de aplicarle una entrevista sobre la actividad de la pepena, los materiales separados y su ingreso. Con una actitud que la caracterizaba, en la que intentaba ser ingenua me cuestionó “¿y para que son esas preguntas?”, a pesar de reiterarle que eran parte de mi trabajo de la escuela, en preguntas como ¿cuánto ganaba por la separación de materiales? Me daba cifras muy por debajo de lo que otros pepenadores expresaban, otras preguntas simplemente las evadía.

La relación que establecí con el líder en los primeros encuentros que sostuvimos (una

compañera63 y yo), fueron particularmente favorables. Su actitud siempre fue atenta,

haciendo hincapié de su influencia en el tiradero y su control sobre este espacio al

introducirnos personalmente con sus coordinadores y otros actores dentro del tiradero. Se

presentó como un líder comprensivo y defensor del derecho a un trabajo libre (la pepena),

63Estudiante de la Maestría en Antropología Social, que durante el mismo periodo de este trabajo, desarrolló un estudio de género e identidad de las pepenadoras de la fracción Milpillas.

198

tratando de crear una autoimagen de representante tolerante, atento y altamente

comprometido con el gremio. En este breve primer encuentro, con su actitud servicial trató

de definir las bases para un futuro intercambio. En su trato se percibía que nos contempló

como una fuente de apoyo, él concedió su permiso y apertura para que nosotros entráramos

a hacer nuestro trabajo en el tiradero, con la expectativa de que en el futuro nosotros

respondiéramos a sus atenciones. Poco a poco nos puso pruebas con la finalidad de

comprobar nuestra confianza, nuestras lealtades hacia él. Mas adelante relataré uno de los

casos en el que “fallamos”, por lo que no obtuvimos su beneplácito.

Los pepenadores reconocen las debilidades de Carmelo. Irineo, uno de los

representantes (segundo en autoridad en el tiradero después de Carmelo) con respecto a

actitudes de desconfianza y cerrazón que posee el líder: “él así es, allá nada más lo respetan

por lo que es, pero no es un hombre derecho, se deja llevar mucho por los chismes” (Diario

de Campo, 14 de junio de 2008). En mis encuentros con Carmelo, en varias ocasiones

presencié una actitud hostil, llegando a perder los estribos fácilmente. Pocos son los

pepenadores que tienen la ingenuidad de pensar que Carmelo los ayuda con honestidad,

“defendiendo el trabajo de todos”, como él mismo afirma. El propio Sánchez Silva considera

que la impopularidad de Carmelo reside en que “Carmelo no hace nada por su gente, “él es

un líder impositivo”, que meramente “trata de controlar a la gente” (Diario de Campo, 23 de

junio de 2008).

Participación y percepción desde la base de pepenadores.

Todos los pepenadores que accedieron a responder mis preguntas, reconocieron

formar parte de la organización. Y lo expresaban con una fuerte asociación con el líder,

incluso ignorando el nombre de la organización a la que pertenecen y refiriéndose

simplemente “a la de Carmelo”. A pesar del reconocimiento de su afiliación, la base de

199

pepenadores no tiene muy claro cuál es su aportación en términos políticos. Cuando se

expresan de ella, el sentido de sus palabras refiere a algo externo, una entidad a la que no se

sienten filialmente pertenecientes y a la que no están ideológicamente afiliados, y de la que

meramente forman parte porque es el medio con el que aseguran su acceso al trabajo. La

participación del gremio en las juntas no suele ser espontánea, ni por convicción propia.

Doña Cristina me contó de las “reuniones” a las que ha asistido través del tiempo. En

los primeros años de conformación de la organización los pepenadores sólo acudían al

centro histórico de la ciudad donde se encuentra el Palacio de Gobierno, Palacio Municipal

y el Congreso del Estado. En años recientes también acuden a la Unidad Administrativa

Municipal (UAM, que agrupa las oficinas de diferentes áreas de gobierno municipal). Doña

Cristina cuenta que antes, “cuando había reuniones en el ayuntamiento (Carmelo) llevaba

camiones al tiradero para transportarnos hasta allá (el centro histórico)”, ahora ellos tienen

que arreglárselas para llegar. Este es uno más de los detalles que revelan la merma de poder

que ha sufrido la organización con el paso de los años. Los esfuerzos que los pepenadores

hacen por participar en los actos del Sindicato, han dejado de ser patrocinados o ayudados

por la gestión del líder, como lo era anteriormente.

Conforme Doña Crisitina y sus hijas recordaban las reuniones, algunas risas se

escapaban al acordarse del caos presente en estos eventos, “se junta mucha gente allá, luego

los carretoneros van hasta con los burros. Como va mucha gente luego es un gritadero. Se

ve de todo. No falta, unas mujeres hasta comiendo y luego dejan todo sucio, por los

animales y lo que comen que lo dejan ahí tirado” (Diario de Campo, 6 de junio de 2008).

Tomando en cuenta que no son actividades a las que asisten por compromiso propio, y que

hay ocasiones en que ni siquiera saben con que propósito asisten, llegan a ser entretenido

los escándalos y la bulla que se da debido a los ánimos encendidos de tanta gente. Las

200

manifestaciones provocan caos vial y una imagen pública de desorden y desaseo, obligando

al gobierno municipal a responder rápidamente para frenar estas expresiones públicas que

retan su autoridad.

Carmelo trata de forzar la presencia de los agremiados en las manifestaciones o

protestas, si no lo hacen se les “descansa” por una semana, es decir, se les prohíbe la

asistencia a trabajar al tiradero. A pesar de que no hay control sobre los pepenadores en el

ingreso, los coordinadores están atentos a quienes no asisten, pudiendo exigirles que se

retiren. En el caso de no asistir a las manifestaciones “los líderes” (coordinadores) nos

tienen ‘tanteados’. Si no vamos nos llaman la atención y nos descansan” (Diario de Campo,

18 de noviembre de 2007). Este hecho fue repetido por varios pepenadores, aunque tan sólo

conocen el caso de una señora mayor, Doña Chencha, que al no asistir a una junta la

castigaron impidiéndole trabajar en el tiradero por una semana. Más allá de ser una medida

represiva eficaz, funciona como un elemento de advertencia, un signo de poder que tienen

constantemente presente.

A últimas fechas, se les impone un castigo, el pago de 50 pesos por no asistir las

manifestaciones, medida que muchos prefieren pagar a ir a apoyar en dichas reuniones. La

nuera de un pepenador me comentó “Según eso que le dijo Carmelo a mi suegro (uno de los

coordinadores provenientes de Zaragoza) que les pusiera un castigo cuando no fueran a las

juntas, por eso le pagan 50 pesos. Sergio (su esposo) prefiere pagarlos porque dice que

gasta más yendo, es que gasta en el pasaje y luego tienen que comer allá” (Diario de

Campo, 22 de julio de 2008). Este tipo de acciones, que por parte del líder intentan ser

coercitivas, un marcador de su autoridad y un incentivo a la participación. Para los

pepenadores, más allá de ser vistas como un castigo son acciones en las que tienen que

participar para cumplir con los dictámenes de la organización. Una vez replanteada la

201

forma de cumplir con las disposiciones del Sindicato, les es más conveniente acatar el

castigo ya que no interfiere con su desempeño laboral, el que les resulta en mayores

retribuciones a corto plazo.

La base de pepenadores tiene una participación casi nula en la toma de decisiones que

se dan fuera del sitio de disposición final de Peñasco. Apoyan todas las acciones que el

líder tome con el propósito de defender la permanencia de su trabajo, pero intervienen poco

o nada en las decisiones y estrategias de cómo hacerlo. La base de pepenadores carece de

un vínculo directo con los actores que controlan y operan el tiradero, su único enlace con

unidades de mayor jerarquía es el líder que opera como intermediario entre ellos y los

niveles dominantes: autoridades municipales y los encargados de la empresa. La relación

entre estos dos niveles se expresaba bajo un dominio unitario, el vínculo entre pepenadores

y autoridades se da sólo con el filtro del líder. Al igual que como sucedía con Margarito,

hay ocasiones en que los pepenadores desconocen el propósito de las manifestaciones, no

saben a que van cuando los llevan a lugares como Palacio Municipal o el Congreso del

Estado tan sólo asisten y “ahí Carmelo nos dice que estamos pidiendo” (Diario de Campo,

10 de noviembre de 2007).

Pocos son los que tienen conocimiento del juego político (los coordinadores son

algunos de ellos) en el que está involucrado su líder y cómo ha participado en él. Ellos

mismos delegan toda la responsabilidad en informarse, atender y negociar las cuestiones de

“ayuntamiento”, cediéndole su apoyo para la organización de las estrategias y

movilizaciones que tengan como finalidad defender su trabajo.

Igualmente es difícil que expresen claramente cuáles son los beneficios directos que

les aporta el Sindicato, al preguntarles de alguna u otra forma saben que la organización les

permite tener acceso al tiradero (a través de la credencialización) y que en una dimensión

202

mayor los ayuda a “pelear por la basura”. Otros pepenadores esperan que la organización en

algún momento resuelva necesidades como la seguridad social (guarderías o servicios de

salud) si no proporcionándoles directamente los servicios, por lo menos gestionando con las

autoridades o particulares para que se les concedan. Incluso, contemplan que si llega alguna

empresa al tiradero y en el caso de que tome medidas “para sacarlos del negocio”, la

organización se activaría en la defensa de sus intereses. El conocimiento de las medidas en

las que han participado para el cumplimiento de demandas así como la efectividad para su

lograrlas, le ha dado a los pepenadores cierto saber (aunque dificultosamente expresado

verbalmente) de cómo opera la organización, y ha generado expectativas positivas entorno

ella y lo que podría hacer por los pepenadores, por eso el Sindicato ha mantenido su apoyo.

En ocasiones, gracias a la gestión que hace el líder, o por iniciativa propia del

Ayuntamiento (Dirección de Ecología), la empresa Vigue o particulares interesados en la

situación de los pepenadores (como la iglesia cristiana), organizan celebraciones (Día del

Niño, el Día de la Madre o posada a propósito de Navidad). La presencia del líder y los

miembros de la junta del Sindicato en estos eventos, hacen suponer la intervención de éste

en la organización de los festejos, aunque no sea así, lo que contribuye a la construcción de

una imagen pública de un líder preocupado por sus agremiados. Estas prácticas han sido

una forma añeja de ganarse la adhesión y mantener el apoyo de los pepenadores, para los

proyectos e intereses de cada uno de estos actores, ya sean con fines políticos, económicos

o incluso religiosos. Por otro lado, estos eventos tienen una efecto fugaz en la memoria de

los segregadores y no deja una huella profunda en su vida, en parte porque no todos

disfrutan de estas dadivas.

XXIV. Festejos y celebraciones. Tuve la oportunidad de presenciar la celebración de algunas de estas festividades, una de

ellas la conmemoración a la Virgen de Guadalupe, su patrona, y otra un convivio previo a la

203

Navidad. La primera fue organizada en su totalidad por el líder. El festejo fue completamente austero, se ofreció una misa en la nueva capilla, que contó con la presencia de apenas una decena de personas. La capilla se llenó tomando en cuenta que es sumamente pequeña. Ni Carmelo ni su esposa asistieron a la misa, tan sólo dos de las coordinadoras estuvieron presentes. Se contrató a un sonido para que pusiera música popular. Acabada la misa un sonido contratado por Carmelo comenzó a tocar música popular. Se ofreció una comida en el “salón de usos múltiples” que consistió en carne de puerco en salsa y arroz, al parecer preparada por la esposa de Carmelo. Pocas fueron las personas que asistieron a la comida, por lo menos un poco más que a la misa, en cambio había más gente trabajando en la plancha de pepena. La gente no se quedaba a comer o disfrutar de la música, pasaban por su plato, terminaban sus alimentos y regresaban a trabajar. Doña Cristina quien nunca asistía a estas celebraciones (aunque si se percata de ellas porque se hacen a unos cuantos metros de la plancha) o aquellos organizados por ayuntamiento en los que regalan despensas o cobijas, afirmaba que le conviene más pepenar que perder el tiempo en esos festejos “luego ni alcanzamos nada, y si me quedo trabajando saco para comprarme una cobija, hasta más buena”.

Por su parte, el convivio realizado fechas previas a la Navidad fue organizado por la iglesia Cristiana. Los miembros de ésta iglesia corrieron la voz de que el segundo sábado de diciembre iban a organizar un pequeño festejo. Desde temprano había gente esperándolos. No estuvo presente el líder, aunque si un par de coordinadores que estaban preocupados porque Carmelo no llegaba, “anda mucha gente que ni es de aquí”. Esperaban a Carmelo para que los corriera. A diferencia del convivio organizado por el líder, en este además de comida se ofrecieron paletas de hielo para los niños (las que se terminaron rápidamente y tuvieron que ir a buscar más para poder darles a todos) y varias despensas para los pepenadores. Se realizaron algunas actividades como cantos religiosos y un pequeño discurso, acompañado por una oración de agradecimiento. Los pepenadores participaron en los cantos y la oración (a pesar de que la mayoría son católicos) con entusiasmo, respuesta favorable a las atenciones que les otorgó la Iglesia.

Al interior del tiradero hay una sensación de reconocimiento de la importancia que

tiene la credencial, como un medio de asegurar su lugar de trabajo en el tiradero. En algún

momento la credencial se convirtió en algo especialmente importante para los pepenadores,

sobre todo fuera del tiradero. Era utilizada como un medio de identificación con el prestigio

que tenía el estar afiliados a la organización. Un caso en particular que varios pepenadores

llegaron a relatarme era las ocasiones que llegaban a ser detenidos por tránsitos “es que

haga de cuenta que antes teníamos nuestras credenciales que nos daba Carmelo y nos podía

parar un tránsito y nos respetaban. Me preguntaban que a qué me dedicaba, ya decía que a

pepenador y pues nos respetaban y hasta me dejaban ir… Pero como ahorita a uno lo paran

y ya no lo tratan igual, no les importa que seamos pepenadores” (Diario de Campo, 18 de

204

julio de 2008). El valor que tenía esta identificación se fue diluyendo conforme la

organización fue perdiendo fuerza, particularmente a partir de la salida de Margarito,

aunado a la entrada de la empresa al tiradero. Se intentó que estas credenciales fueran

suplidas por las emitidas por la empresa, siendo ahora el ayuntamiento quien proclamara en

varias ocasiones que el acceso al tiradero dependía ya no de la posesión de las

identificaciones del Sindicato, sino de aquellas hechas por Vigue, una medida que anuncia

la retirada del Ayuntamiento en el control del sitio y el desconocimiento de la organización

para estos mismos fines.

Debido a los carentes vínculos con otro tipo de actores que no sea el líder, las

decisiones que toman los pepenadores se basan en la forma que perciben cotidianamente su

trabajo y acontecimientos que puede llegar a modificarlo o afectarlo. El frágil canal de

comunicación que existe entre el representante y la base, provoca que los pepenadores

formen su idea sobre las problemáticas que giran entorno a Peñasco basados en la poca

información que les da Carmelo y en rumores que provienen de diferentes fuentes desde los

recolectores voluntarios hasta los trabajadores de bajo nivel (de ayuntamiento y empresa), a

través de la convivencia diaria que se da a momentos sobre un espacio de trabajo

compartido.

Otra fuente de información puede provenir de chismes de compañeros pepenadores.

Otra información incluso llega de los medios de comunicación local, antes de que el propio

líder les informe. Aquí juegan un papel importante aquellos grupos de choque que

abiertamente se han enfrentado contra Carmelo, los Diablos. Con estos chismes se

desequilibra el poder de éste, con rumores que generalmente refuerzan la imagen negativa

con la que ya cuentan los pepenadores. Los chismes y rumores juegan un papel definitorio

en el comportamiento político tanto del gremio como del líder. Por otro lado, forman parte

205

del discurso oculto de los pepenadores, una alternativa para demostrar las inconformidades

con el líder a través del anonimato.

A pesar de la actitud a momentos apática en la participación del ámbito político y de

la carencia de información proveniente de otras fuentes fuera del líder, los pepenadores

reconocen los riesgos a los que se enfrentarán con la aparición de un nuevo actor en el

manejo de los residuos sólidos: el sector privado. Principalmente porque pone en entredicho

una serie de procesos y dinámicas que han legitimando su actividad. Los pepenadores

brindan su apoyo al líder ya que desde que se creó la organización, las estrategias

propuestas por él se han orientado hacia el fortalecimiento y continuidad de dichos

procesos, hasta el momento con buenos resultados.

Las estrategias que ha desplegado el líder han propiciado enfrentamientos directos

con la autoridad. Este tipo relaciones son naturales en un ambiente en el que la fuerza ha

sido un medio para lidiar con problemáticas cotidianas que afrontan en el tiradero. Algunos

de los episodios violentos que se desatan en el tiradero (como peleas por material separado)

son consecuencia del consumo de alcohol y drogas dentro del sitio, a pesar de no ser

permitidos. Otro tipo de violencia es desplegada para imponer temor y ejercer presión sobre

las autoridades. Los cierres del tiradero, esporádicos e intempestivos, tienen como finalidad

que los trabajadores operativos limpien la plancha para que los pepenadores puedan hacer

su trabajo con mayor facilidad. Hay otros eventos más radicales que también son un

despliegue de actos violentos como el que comentó uno de los ingenieros de la empresa.

Durante la Semana Santa de 2008, hubo un incendio en Peñasco, que “estuvo bien

raro”. Eran las 11 de la mañana y la plancha estaba llena de basura, era un lunes por lo que

había mucha gente. El ingeniero estaba en las oficinas de Vigue cuando le pasaron el

reporte de que cerca de las tolvas, había un “conato de incendio”. Lo apagaron y luego les

206

avisaron que abajo, donde cae la basura de las tolvas, también había fuego. Finalmente

cuando lo apagaron en la cima de un pequeño cúmulo de basura localizado en la plancha se

estaba iniciando el fuego, lo apagaron y de pronto las llantas que rodeaban el camino que

llevan a las coronas se incendiaron. “Se prendieron bien rápido, pero bien raro, como si les

hubieran echado algo… como gasolina o algo para que se prendieran tan rápido” (Diario de

Campo, 12 de junio de 2008). Apagaron el fuego, como a la una de la mañana. El gerente

de operación de la Vigue se quedó ahí, mientras que el ingeniero se fue a su casa. Todavía

en el camino, por la frecuencia de radio oyó que en la parte de la nueva celda, estaba

comenzando otro incendio “aunque allá atrás ya no había nadie”. Él y el gerente de

operaciones sospechan, por las características de los eventos y su repetición, que fueron

provocados. En esos días se estaba discutiendo en Ayuntamiento la propuesta de licitación

del nuevo relleno sanitario, “la gente estaba muy alborotada quejándose de que les querían

privatizar la basura” (Diario de Campo, 12 de junio de 2008), de ahí que las sospechas del

ingeniero se reforzaran. Este tipo de actos anónimos, son una forma segura para demostrar

el descontento, una forma de “cultura política claramente disidente” (Scott, 2000).

Por otro lado, la percepción que tienen los pepenadores acerca de su líder no es del

todo favorable. Hay quienes aseguran que bajo el liderazgo de Margarito la organización

tuvo más logros, ya que era un líder “mucho mejor” que el actual.

XXV. Efectividad del exlíder, Margarito Sánchez. A propósito de que uno de los coordinadores comentó lo efectivo que era Margarito, contó de una ocasión en la que fue encarcelado. Los trabajadores del Ceprereso, “me preguntaron que a qué me dedicaba y les dije que pepenador, me dijeron ‘debías de hablarle a Margarito, él conoce a mucha gente aquí, a varios ha sacado ya’. Pero Margarito ya no era nuestro líder, ni como hablarle” (Diario de Campo, 14 de junio de 2008). Comparativamente, me respondió “No pues si nos hubiera ido mejor con Margarito, Margarito tenía mucho verbo, él conocía a mucha gente en gobierno… mucha gente de arriba”.

207

Juana, una de las mujeres pertenecientes a los Diablos, prima de Carmelo, afirma que

“Margarito si nos defendía, él si venía por nosotros” (Diario de Campo, 24 de noviembre de

2007). De los Diablos provienen las críticas más explícitas y evidentes en contra del actual

líder, difundidos sin temor a sus represalias. Rumores como la dotación de casas en la

colonia Terremoto, que el gobierno le dio para los pepenadores y que no repartió entre ellos

o el acaparamiento fragrante de despensas, juguetes o cobijas, para él y su familia más

cercana: “Carme sólo favorece a los que suyos, en Navidad cuando nos dan despensas y

cobijas los primeros en la lista siempre son Rufina (la esposa de Carmelo), sus hijos (de

Carmelo) y los Zaragoza, y luego no alcanza para todos” (Diario de Campo, 24 de junio de

2007). O el encubrimiento del robo de materiales por parte de sus sobrinos a otros

pepenadores en el tiradero. Rumores que desacreditan a líder y reafirman la mala

percepción que se tiene de Carmelo. Juana asegura que tienen problemas en el tiradero

porque se defienden cuando es necesario, “no somos dejados”, mientras que los otros

pepenadores no le reclaman a su líder “porque le tienen miedo”. Se entiende que este

miedo no es resultado de una represión física directa, sino del temor a las represalias que

pueda tomar como líder de la organización.

Parece claro que el poder y el control no descansan por completo en un sólo actor. El

líder, a pesar de ser una figura clave en este campo político, su poder es frágil ante ciertas

situaciones y actores. Tanto el poder como el control son manipulables y nunca se

concentran en la misma persona, como aparece con mayor claridad ante la incursión de

otros actores en escena, situación que expondré más adelante.

Los pepenadores exigen constantemente seguridad pero el Ayuntamiento no ha

enfrentado esta situación y ha preferido mantenerse al margen, aun cuando sus propios

trabajadores están en riesgo. El gobierno municipal ha preferido desentenderse de este

208

asunto dejando que Carmelo se ocupe, porque son “parte de su gente” (en el sentido

familiar y gremial de la expresión). A pesar de las reiteradas quejas que los pepenadores

tienen de los Diablos y de la confrontación directa que sostienen con el líder, Carmelo no

ha podido controlarlos, “no les ha puesto un alto, cómo les va a poner un alto si son de la

misma familia” (Diario de Campo, 6 de junio de 2008). Tampoco ha podido contar con

ellos para las manifestaciones, a pesar de que el propio Margarito sí lo logró64. Los Diablos

no van a las juntas en Palacio Municipal, a diferencia de los demás pepenadores quienes

pierden su día laboral para ir a manifestarse, ellos se quedan en el tiradero, en alguna

ocasión dijo Doña Cristina “hasta defendemos el trabajo de ellos, y ellos no hacen nada”

(Diario de Campo, 6 de junio de 2008). Generalmente el líder se ha impuesto a los débiles,

pero a grupos de choque como los Diablos, no los ha tocado o ha omitido sus agravios,

incluso cuando han sido contra él o contra la organización.

A pesar de la confrontación directa de ciertos grupos, Carmelo ha logrado ser

reconocido gracias al posicionamiento sostenido de la organización, además de un

fortalecimiento continuo de redes de relaciones entorno círculos de poder, los mínimos para

seguir llevando a cabo su liderazgo e intermediación. Ha creado una base de poder

suficiente que le permite a la organización coordinarse y negociar con otras unidades

operativas en niveles superiores o dominantes.

Respecto al enfrentamiento que el líder sostiene con los Diablos, presentaré un

acontecimiento que sucedió durante la primera etapa de trabajo de campo. Una situación

64 Al preguntarle a Margarito, de cuando era líder de los pepenadores, si había algunos de ellos de los que podía obtener una mayor colaboración, me dice que sí, en ese momento le vienen a la mente el apellido de algunas familias como “los Tovar, los Diablos y los Zaragoza”.

209

que hace despliegue no sólo del conflicto, también de formas de organización, negociación

y manejo del liderazgo que se activaron a partir de una balacera.

El 2 de octubre de 2007, con la empresa plenamente instalada, hubo una “balacera”

en el tiradero de Peñasco, aunque existen varias versiones acerca el hecho. Algunos apuntan

que ese día se desarrolló un operativo a los alrededores del sitio de disposición final de

Peñasco, una especie de retén para localizar a inmigrantes ilegales, entrando luego al sitio

para localizar personas. La versión difundida por la prensa local afirma que se suscitó una

balacera y que la gente del tiradero llamó a la policía para que detuvieran a la persona que

traía el arma65: el Donas, miembro de los Diablos.

Ese día Carmelo estaba con algunos ingenieros de Vigue, revisando los inmuebles

que hizo la empresa. De pronto entraron varias patrullas de la policía tanto local como de

seguridad pública del Estado, comenzando la trifulca. A partir de aquí hay muchas

versiones de lo que sucedió. Algunos afirman que seguridad pública entró directamente al

tejabán en donde se reúnen los Diablos, para llevarse a tres de ellos, mientras que los demás

familiares comenzaron a agredir a los policías con palos y piedras que arrojaron a las

patrullas. Tras detener a dos de los Diablos, entre ellos el Donas, el resto del grupo se fue

contra Carmelo, golpeándolo sin que nadie interviniera para defenderlo. Lo hirieron en la

mano y le fracturaron unas costillas, según dichos del propio Carmelo.

Uno de los ingenieros de ayuntamiento relata que ese día el ambiente en el tiradero

era tenso. Ya había algunos miembros de la policía municipal (no muy común en el

65 “En un operativo junto con los agentes de Seguridad Pública del Estado, los elementos municipales se desplazaron hasta el lugar de los hechos donde después de rondar el lugar, localizaron a los ahora detenidos, el ilegal aparentemente traía la pistola mientras que al otro individuo le salieron cuentas pendientes con la justicia” (Pulso, Diario de San Luis, 3 de octubre de 2007, ¶ 4).

210

tiradero), “ya ni la hacen los de ayuntamiento porque no nos avisaron que iba a pasar algo”

(Diario de Campo, 8 de octubre de 2007). El mismo ingeniero asegura que Carmelo tuvo la

culpa de que lo golpearan, porque le señaló a la policía a quienes detener. El ingeniero

cuenta que luego se enteró porque sucedió este incidente. El hijo de Carmelo navajeó a uno

de los Diablos, por lo que Carmelo fue a la Unidad Administrativa y les pidió que no

detuviera a su hijo. Las autoridades de ayuntamiento estuvieron de acuerdo pero a cambio

de “darles chance” para “agarrar a los Diablos”.

Un día después de este hecho, una compañera y yo fuimos a Peñasco. Aquel día se

sentía un ambiente pesado en el tiradero. Conversando con una de las coordinadoras del

sindicato (una mujer ya anciana procedente de Milpillas) nos contó preocupada y un tanto

enojada, que Carmelo estaba por el área del comedor viendo las obras, cuando en la plancha

empezó la balacera. Carmelo caminó hasta la plancha y fue ahí donde lo golearon los

Diablos. Doña Cristina, quien se ubica dentro del tiradero muy cercana a los Diablos, relata

que el día de la balacera los que sacaron las armas fueron los policías, tratando de dispararle

a uno de los Diablos en los pies.

La esposa de Carmelo y su hermana (otra coordinadora), cuentan sus propias

versiones. Carmelo y su esposa estaba juntos cuando examinaban los inmuebles, de pronto

los Diablos comenzaron a atacarlo “hasta los chiquitos (los hijos más pequeños de la

familia de los Diablos) iban bien enojados con palos”, según dichos de Doña Rufina. La

cuñada de Carmelo se acercó y se interpuso para que no le hicieran nada a Carmelo, le gritó

a la gente para que lo ayudarán pero nadie hizo caso, “me dio un coraje, es que nadie fue

para ayudarlo, la gente si está cuando le conviene, pero en esos casos ni se mete” (Diario de

Campo, 3 de octubre de 2007), expresó la esposa de Carmelo. Tras la detención Juana le

reclamó a Carmelo porque metieron al Donas a la cárcel, aunque Rufina, asegura que no

211

tuvo nada que ver, al contrario, que éste habló con el Donas y le aseguró que no iba a

levantar ninguna denuncia en su contra, el problema fue que el Donas ya estaba acusado

por homicidio y violación, por eso no pudieron sacarlo de la cárcel.

Para aclarar la situación de los Diablos en el tiradero y ante la agresión que sufrió

Carmelo, éste convocó a una reunión. Ahora las reuniones se hacen regularmente en el

comedor. En esta reunión en particular, ante no más de 50 personas Carmelo (flanqueado

por algunos de sus coordinadores), dijo que necesitaba preguntarles a sus coordinadores si

querían seguir ayudándolo, porque él sabe que “es una tarea difícil”, y más por lo sucedido.

Abiertamente le dijo a la gente que una de las coordinadoras (la anciana procedente de

Milpillas) quería retirarse. La llamó por su nombre y le preguntó: “¿segura que ya no quiere

continuar?” Con voz suave le respondió que no. Carmelo volvió a preguntar: “¿alguien más

que se quiera retirar?” Le agradeció a la señora su colaboración y enseguida aclaró que el

puesto estaba vacío, por si alguien de los presentes quería ayudar como coordinador.

Inmediatamente un hombre de mediana edad, en la parte del fondo del comedor levantó la

mano. Carmelo le preguntó su nombre y lo presentó ante los demás pepenadores.

Prosiguió preguntando si había algún otro asunto pendiente. Se tocó el tema de la

próxima credencialización por parte de la empresa a lo que Carmelo respondió “les van a

hacer (a él y los demás pepenadores) una credencial, con los logos de la empresa” y con las

reglas para entrar al basurero. También aprovechó para decirles de la conformación de una

caja de ahorro66, para cuando tuvieran una emergencia o necesidad de dinero, el sindicato

se los iba a prestar. La lógica era que mientras más cooperaran, más se les iba a prestar. El

día de que convocó a cooperar tan sólo una veintena de personas se anotaron para guardar

66 Se les invitó a cooperar con una cantidad a partir de $10.00.

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dinero, sumas pequeñas de diez o veinte pesos. Con el paso de los meses los pocos que

dieron dinero dejaron de aportar y nadie supo que pasó con el dinero de la “caja de ahorro”.

Finalmente convocó a otra junta para el viernes de esa semana.

Al final de la reunión algunas personas se le acercaron a preguntarle de la

cooperación para la caja de ahorro y para entregarle fotos pidiéndole que les hiciera las

credenciales de la organización, con un tono de respeto y una actitud de subordinación

hacia Carmelo. Otras personas con poco tiempo trabajando en el tiradero le pidieron que les

permitiera entrar a pepenar. Carmelo simplemente les indicó que le llevaran fotos y le

dieran el dinero a su esposa, la secretaria general, para que les hiciera la credencial.

La reunión contó con la asistencia de otras personas, un par de hombres que mientras

Carmelo hablaba hacían anotaciones en un block. Al final de la reunión se acercaron con

Carmelo quien nos los presentó como personas de gobernación (los bien conocidos “orejas”

de gobierno). Carmelo se dirigía a ellos con gran familiaridad, y con gran amabilidad nos

dijo que podíamos recurrir a ellos si algo se nos ofrecía en el tiradero. Los hombres

intercambiaron algunas palabras con Carmelo y le preguntaron cuando iba a ser la próxima

reunión para poder asistir.

Llegado el viernes no hubo ninguna reunión, sencillamente algunas personas en el

comedor que se acercaron a Carmelo y su esposa para entregarle la cooperación para la caja

de ahorro, acompañándolos estaban algunos de sus coordinadores. Cuando los pepenadores

que estaban dando su cooperación se retiraron por completo Carmelo con voz firme le

habló a mi compañera “¿usted que haría si hay gente que la ataca, todavía va y lo denuncian

a uno y luego se presenta con usted y le piden que la ayude?” (Diario de Campo, 5 de

octubre de 2007). Contó que los Diablos fueron a la PROFECO y a Derechos Humanos a

denunciarlo, le comentamos que ninguna de esas instituciones tendrían injerencia en el

213

caso. Rápidamente le preguntó a mi compañera qué licenciatura tenemos, respondiéndole

que somos licenciadas en comunicación, “pues como licenciadas y personas educadas que

son, quiero que me ayuden”. Mi compañera le aclaró que si era una asesoría con gusto se la

dábamos, a lo que manifestó con un tono recio que no necesitaba asesorías, lo que nos

pedía es que firmáramos de testigos.

Relató que el padre de los Diablos lo buscó para pedirle que le permita de nuevo la

entrada a sus hijos, “pero a mi que me garantiza qué no me hagan nada, es más, si a mi me

pasó esto (señalando sus costillas) a ustedes qué les puede pasar” (Diario de Campo, 5 de

octubre de 2007). Mi compañera respondió que no podíamos firmar nada porque ni siquiera

fuimos testigos del hecho, a lo que replicó que no tendría nada que ver con ese día. En ese

momento entró al comedor un hombre, dos de las coordinadoras nos hicieron una seña para

que guardáramos silencio, era el padre de los Diablos. El señor le pidió algo a Carmelo con

una actitud un poco lastimera. Carmelo, con un tono amable nos explicó la situación

enfrente del hombre, como si nosotras no supiéramos de que se trataba, “miren muchachas,

el señor me pide que si puedo dejar entrar de nuevo a sus hijos. Él se compromete a que si

vuelve a pasar algo pues él se hace responsable, pero lo que yo necesitaría es que en una

carta él se comprometa a eso y ustedes firmen de testigos, ¿qué les parece?” (Diario de

Campo, 5 de octubre de 2007). Nos quedamos calladas, mientras le explicaba al hombre

que iba a analizar la situación. El padre de los Diablos, quedó conforme e incluso dio

dinero para la caja de ahorro.

Una vez que el hombre se retiró, le reiteramos a Carmelo que no podemos firmar

ningún documento, con una actitud seca nos respondió que lo pensáramos y que el lunes

nos esperaba en el tiradero para ver que decidíamos. En ese momento nos dejó de prestar

atención para seguir atendiendo a otras personas que llevaban su cooperación. El lunes

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nunca apareció. A partir de ese momento, perdí el soporte de Carmelo, pero esta situación y

la actitud del líder me brindó de manera indirecta mucha información sobre su estilo y

forma de conducirse para conseguir sus objetivos.

En las siguientes ocasiones que me llegué a topar con Carmelo en el tiradero, no me

volvió a mencionar nada de la carta, comentó que ya habían soltado a uno (al Donas) y con

cierto tono amedrentador me advirtió que me cuidara, “no le vaya a pasar algo porque mire,

a mi ya me pasó” (Diario de Campo, 23 de noviembre de 2007). En otro par de ocasiones

me hizo referencia a que ya no iban a dejar entrar al tiradero sin credencial y que no iban a

emitir permisos, por lo que no iba a poder entrar al tiradero. Meses después incluso me

acusó de haber motivado un movimiento en contra de él (situación que contaré a

continuación). Por otro lado, a Carmelo no le fue posible prohibirle la entrada al tiradero a

los Diablos y tampoco que dejaran de agredir.

XXVI. El estilo de un líder de pepenadores. Cuando retomé el segundo periodo de campo tuve un breve encuentro con la esposa de Carmelo su trato fue desconfiado y cortante. Una de las primeras cosas que me dijo: ¿no que ya no tenía permiso para entrar?, tras explicarle que me concedieron la renovación para ese año, su actitud seguía siendo la misma. En esos momentos no entendí el porque de su reacción. Días después me topé con Carmelo, mientras descargaba la basura de una de sus camionetas recolectoras. Me acerqué a saludarlo para avisarle que iba a retomar el trabajo de campo. Lo primero que hizo fue preguntarme en un tono seco, qué es lo que hacía ahí, porque a mi y a mi compañera ya nos tenían prohibida la entrada. Sorprendida le expliqué que yo ya había renovado mi permiso, evidentemente molesto reiteró “yo ya había dando ordenes en la Dirección para que ya no las dejaran pasar, ahorita voy a hablar con el vigilante”. Esta actitud en verdad me preocupó y le pregunté que a qué se debía su reacción, pues “uste sabe de que estoy hablando, yo cuando hago algo por lo menos lo reconozco”. Le insistí que me explicara a qué se refería, pero tan sólo soltaba algunas frases inconexas que poco a poco fueron revelando el por qué de su actitud. “Pues no es justo yo les doy la mano derecha y ustedes me la voltean”. Afirma que nosotras estábamos “alebrestando” a las mujeres en contra de él, “yo ya conocía a esas mujeres y son malvadas ya había tenido un problema con ellas a finales del año pasado y en enero me vienen con lo mismo… me quisieron dar un golpe”. Cuatro mujeres pepenadoras, procedentes de Milpillas, le reclamaron el por qué cobra 70 pesos por la credencial, le dijeron “que eso no debía de ser”. Al parecer tiempo después le metieron una demanda. Aseguró que el día que se enteró fue con toda la gente del basurero a preguntar de la demanda. “Fui con Cesáreo (secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública), le dije que me echara la mano. Un día le llamé y me dijo ‘me la estoy curando con estas viejas’ y le dije, qué pasó Cesáreo… dijo que me las iba a aplacar y que no les iba a hacer nada, pero que les advirtiera”. Y según las afirmaciones de Carmelo las mujeres involucradas

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le dijeron “Montse (la compañera que realizaba su trabajo en Milpillas) y Carmela fueron”. Porque según los dichos de Carmelo, nosotras “estábamos metidas en Milpillas”, nos juntábamos en la Casa de Salud de esa comunidad para “meterles ideas a esas mujeres”. Traté de hacerle entender que yo no había tenido nada que ver, que hace un año yo no iba a Milpillas. Le traté de decir que podíamos ir en cualquier momento al Colegio y aclarar las cosas, a lo que respondió alterado “pues si te dan el permiso en la Dirección no dudes que vamos a ir a tu escuela a ver cómo está ahí todo. Yo de veras que les tengo miedo a los estudiantes vienen y roban las ideas y las venden más adelante”. Igualmente aprovechó para reclamarme que la subdirectora de Ecología y Aseo Urbano, le dijo que estábamos solicitando información de la organización (información que solicité a través de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública), “usted fue a pedir información de la organización y eso no se hace, eso es algo muy serio, luego por eso nos andan robando las ideas”. Al insistirle que yo no estaba vinculada con aquellos hechos y que ni siquiera sabía de ellos porque se dio en meses en los que yo no había asistido al tiradero, dijo “hable con la Dirección y ya ellos que me manden llamar. Si ellos le dan chance pues está bien, pero que yo ya no le voy a dar mi apoyo de ningún tipo. Si le sucede algo yo ya no me hago responsable, si le dan permiso pues que manden a alguien de la Dirección para acompañarla”. Hacia el final de la conversación le dije que no quería que se quedara con una mala impresión mía, pero que iría a la Dirección de Ecología para aclarar el malentendido y la cuestión del permiso. Uno de sus coordinadores, el cual estaba cerca de nosotros cuando ocurrió la conversación con el líder, me dijo que no creyó las acusaciones de Camelo, “él así es, allá nada más lo respetan por lo que es, pero no es un hombre derecho, se deja llevar mucho por los chismes. Nosotros (todas las personas del basurero) ya íbamos en camino con Carmelo para ver lo de la orden de aprehensión. En la carretera nos encontramos con el comandante y nos detuvo y Carmelo le dijo que si era cierto que lo andaban buscando y él le dijo que no”. Me explicó el antecedente del pleito que Carmelo tenía con esas mujeres, cuando lo cuestiono de por qué Carmelo no accedió a que fuéramos a hablar con ellas para aclarar las cosas: “no, les tiene miedo a esas mujeres. Ya la traía con ellas, como en enero andaba enfermo y él decía que ellas le habían hecho un embrujo, andaba malo”. A pesar de no haber creído las aseveraciones del líder, y de la buena relación que llevaba con dicho coordinador, no intervino en ningún momento de la conversación sostenida con el líder. Aunque días después intentó interceder por mí con el líder y le insistió en que yo ya tenía permiso de ayuntamiento (me fue emitido por la Dirección en diciembre de 2007 con vigencia al primer semestre del 2008. El coordinador cuenta que le dijo entonces a Carmelo, “cómo le vas a hacer con la muchacha que viene a hacer preguntas, ¿si la vas a dejar entrar? y él me dijo que no, me dijo ‘mira Irineo, no ves que nos está provocando problemas allá en la Dirección’, yo le dije que uste que podía hacer, que uste viene a hacer su trabajo, así como nosotros estamos haciendo el nuestro, pero él me insistió que nos estaba causando problemas allá”. Carmelo desconoció mi permiso, pero agregó, “mira, si quieres que entre pues nada más fírmame un papel en el que tú te haces responsable de ella y ya si pasa algo que todos se vayan contra ti”. No quise poner en esa situación al coordinador así que no insistí más en el asunto. Al compartir este episodio con algunos pepenadores de confianza, me dijeron que al parecer tiempo después esas mujeres andaban trabajando de nuevo en el tiradero, sin la mayor preocupación ni reclamo del líder. Para aclarar la situación de mi presencia en el tiradero, hice una cita con la Subdirectora de la Dirección de Ecología. Al contarle a grandes rasgos los dichos, con seriedad y de forma directa me respondió: “no le hagas caso a Carmelo, la empresa es la única que ahí es responsable, Carmelo no tiene nada que ver con nosotros… Carmelo no entiende que no tenemos nada que ver con él, yo no lo mandó, él no me manda, no existe ninguna relación entre nosotros… si acaso tiene el control de la plancha, pero… pero el tiradero lo controla Vigue”. Por lo que le solicité la renovación de mi permiso, pero dijo que eso ya era asunto de

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la empresa: “antes de marzo (cuando comenzó la remediación por parte de la empresa) nosotros éramos los que dábamos los permisos, pero luego de marzo la única responsable de eso es Vigue”. A pesar de que todavía durante todo 2007 la Dirección fue quien hizo los tramites de mis permisos y fue quien autorizó mi entrada. Cuando me dirigí al gerente de operaciones de la empresa, y le comenté que ya había hablado con la Subdirectora acerca del permiso, respondió que no había ningún problema para la renovación, pero tan sólo se me concedió con una vigencia de 3 meses. Pero esta situación duró poco tiempo. Una semana más tarde, el gerente de operaciones habló conmigo, “tal parece que hay un problema más grave del que yo no tenía conocimiento”, su actitud que siempre fue reservada conmigo pero amable, ahora se torna un tanto molesta. Me contó que Carmelo fue a hablar con él muy enojado y le dijo que ya no me permitiera la entrada al tiradero, “nunca había visto a Carmelo así, o sea si viene y me reclama, pero tenía hasta el rostro desencajado, nunca lo había visto así. No sé porque se puso así, pero no tengo ninguna necesidad de tener problemas con Carmelo por una sola persona”. Tras contarle a grandes rasgos el problema que tuve con Carmelo suavizó su trato y se limitó a decirme “bueno entonces por lo mismo te aconsejaría que ya no vinieras al tiradero, porque a mí que Carmelo venga y haga su alboroto, nada más no le hago caso, pero pues a ti no te vaya a pasar algo. Entonces por tu seguridad yo te aconsejaría que no vinieras” (Diario de Campo, 25 de junio de 2008). Al final este incidente provocó que tuviera que dejar de ir al tiradero, al cual ya no regresé previniendo cualquier inconveniente que con el que me pudiera topar.

Coordinación familiar y participación política. Entre el sindicato y la base de

pepenadores. El caso de los pepenadores de La Esperanza, Villa de Zaragoza.

La familia Fabián Carranza, es un grupo nutrido y con prestigio entre los demás

pepenadores del tiradero de Peñasco, por ser “muy trabajadores y muy movidos”, “los de

Zaragoza son los que más sacan” (Diario de Campo, 18 de noviembre de 2008), lo que les

ha creado tanto buena fama como envidias entre los pepenadores de Peñasco. Los Zaragoza

son un caso muy singular debido a su experiencia como pepenadores en los tiraderos de la

Ciudad de México, que les ofreció un conocimiento profundo tanto del oficio como una

perspectiva diferente respecto a las maniobras políticas que se dan a la hora de “privatizar”

los servicios de aseo público.

Conocidos como los Zaragoza por provenir de una pequeña comunidad semirural

ubicada en La Esperanza (en el municipio de Villa de Zaragoza), esta familia tiene una

larga historia en la practica de la pepena. Los hermanos cuentan que de pequeños su familia

sufrió de mucha pobreza y hambre, siendo 16 hermanos que dependían únicamente del

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sustento de su padre, Don Agapito Fabián. Él se dedicaba al campo ayudando en diversas

labores agrícolas a su padre. Más tarde, al igual que la mayor parte de las personas en la

comunidad, trabajó tallando ixtle y lechugilla. Luego se ocupó haciendo arpilleros, “pero el

patrón era el dueño del trabajo. Él nos vendía el material y él no los compraba como

quería” (Diario de Campo, 16 de julio de 2008).

XXVII. La Esperanza, Villa de Zaragoza. De acuerdo a los resultados del II Conteo de Población y Vivienda del 2005, el municipio de Zaragoza cuenta con un total de 22,425 habitantes. El municipio se encuentra hacia el sureste de la capital del Estado, la distancia aproximada a la capital del Estado es de 31 kilómetros (http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/sanluispotosi/municipios/24055a.htm). Se llega al municipio a través de una carretera a la que se tiene acceso por la carretera 57 y por la carretera que conecta San Luis Potosí con Ciudad Valles. Por su parte, la localidad de La Esperanza, cuenta con 1096 habitantes. Anteriormente una de las actividades primordiales de la comunidad era de carácter agrícola. Hasta hace aproximadamente 30 años, gran parte de las familias se dedicaban a la jarcería hecha con ixtle, hacían peines y escobetas, entre otras cosas. Después se dedicaron a hacer macetas de lechugilla de forma artesanal dentro de las unidades domésticas, para más tarde vender su trabajo a un solo comprador que también pertenecía a la comunidad. Algunas familias poseen vacas, cabras y pocas cuentan con borregos. Actualmente una buena parte de los habitantes de La Esperanza acuden a trabajar de obreros a las empresas de la Zona Industrial de la ciudad de San Luis Potosí, que tras un crecimiento urbano acelerado está muy próxima a la comunidad. Por su parte varias de las mujeres se dedican al trabajo doméstico en casas de Soledad de Graciano Sánchez y de San Luis Potosí. Algunas de las mujeres mayores se dedican a recoger nopales, tunas, quelites y garambullos, que venden en San Luis Potosí. El índice de migración hacia los Estados Unidos aún es bajo. La Esperanza forma parte del asentamiento humano del ejido de Zaragoza. Por su parte en el ejido de La Esperanza hay 5 anexos: Jamay, Las Borrachas, Chilarillo, Ojo de Agua y La Mesita. En los últimos años ha habido varios trámites para la cesión de derechos de los ejidatarios, muchos entusiasmados por el interés que tienen las empresas de la Zona Industrial en adquirir terrenos en la zona. La comunidad cuenta con servicios educativos de jardín de niños, primaria y telesecundaria. La Esperanza se considera Ranchería por los parámetros del IMSS. La comunidad cuenta con IMSS Oportunidades, que brinda medicina preventiva de 1er nivel. La clínica fue fundada en 1992. De las principales enfermedades que atienden son las enfermedades crónico degenerativas como la diabetes y la hipertensión. Todos los hogares cuentan con luz eléctrica, pero muchos de forma irregular. El proceso de entubado del agua aún no se completa del todo, aunque la mayor parte de la comunidad ya cuenta con este servicio. El drenaje ha sido cubierto en aproximadamente un 40 por ciento. No hay servicio telefónico excepto un caseta de teléfono satelital de costo muy elevado, lo que ha hecho común la utilización del celular. Regularmente las viviendas están hechas de cemento y ladrillo rojo, con pisos de piedra y losa. En la mayoría de las casas se cuenta con letrina. Las familias viven en hacinamiento, de cuatro a seis familias llegan a vivir en un mismo terreno en un espacio de poco más de 3 cuartos. Entre las fiestas religiosas que se celebran en La Esperanza está la fiesta de Nuestro Padre Jesús, a finales de julio. Otra fiesta importante es la conmemoración de la Virgen de Guadalupe patrona de la comunidad, el 12 de diciembre. Otra más es el 31 de diciembre, muy importante porque viene

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gente de la comunidad que se ha asentado en otros estados, principalmente la Ciudad de México (personas que aun trabajan “en la basura”), aprovechan esta fiesta para visitar a sus familiares. Asimismo es importante la fiesta de San Antonio de Padua, el 13 de junio, que se realiza en al cabecera municipal. En cuanto a problemáticas sociales y de salud, reconocida por todos se encuentra un grave índice de alcoholismo, que a su vez genera pleitos, particularmente entre ciertas familias (Los Herrera, los Fabián Carranza). Asimismo algunas comunidades de Zaragoza como La Esperanza, El Xoconostle y Cerro Gordo, tienen fama de ser lugares violentos, donde se dan muchos pleitos, fama que incluso trasciende el municipio.

El mayor de los hijos de Don Agapito, Irineo de 46 años, cuenta que un cuñado de su

papá se fue a trabajar a México junto con su esposa. Un día, por la década de los ’70,

cuando Irineo y sus hermanos todavía estaban chicos, su tía y su esposo llegaron de visita a

La Esperanza. El señor le dijo a Don Agapito “que allá había harto jale, que si quería que le

ayudaba allá, que le hacía un espacio allá para dormirse”. Su papá se fue, tras una semana

regresó por sus hijos y su esposa, “yo llegué al basurero como de 8 años, cuando llegamos

allá mi papá nos tenía un costal con un montón de zapatos y ropa, y otro lleno de bolillos

duros (todos objetos recogidos de entre la basura), na mas le dijo a mi mamá que se hiciera

café y metimos los bolillos en el café como para hacer atolito…” (Diario de Campo, 14 de

junio de 2008).

Asegura que la basura fue una bendición para ellos en ese entorno de extrema pobreza,

“Llegamos re hambreados. Nos alivianó mucho, harto” (Diario de Campo, 16 de julio de

2008). Poco a poco, durante varios años otros habitantes de la comunidad, entre ellos varios

parientes de la familia Fabián Carranza, llegaron a los tiraderos de México, ayudados por

los parientes o amigos que ya tenían algo de experiencia trabajando allá (personas de La

Esperanza, la cabecera municipal de Villa de Zaragoza y de otra comunidad de este

municipio, Cerro Gordo).

219

Don Agapito, se iba por temporadas a México, llevando a toda su familia ya que él

líder allá (Gutiérrez Moreno) les prestaba jacales, con todos los servicios67, para que se

alojaran durante su estancia de trabajo. Luego de un tiempo que reunía dinero, regresaba y

trabajaban la tierra de su padre “cuando eran tiempo de aguas nos veníamos a trabajar el

campo” (Diario de Campo, 16 de julio de 2008). En una ocasión compró chivas con el

dinero que juntaba en México, pero no le rindieron y acabó regresando a trabajar a los

basureros. Don Agapito cuenta que estuvo unos quince años allá, yendo y viniendo

intermitentemente, a él no le gustaba México, “no me hallaba, es que yo soy gente de

campo. Mis hijos unos si se quedaron pero ya cuando estaban grandes” (Diario de Campo,

16 de julio de 2008).

La familia Fabián Carranza llegó a trabajar en grandes tiraderos como Santa Cruz

Meyehualco, Santa Fe y Bordo Xochiaca, conforme se fueron cerrando estos tiraderos, los

pepenadores se trasladaban a otros que también controlaba Rafael Gutiérrez Moreno.

Allá la forma de trabajar era diferente a la de aquí. En México eran muy grandes las

cantidades de basura que recibían los vertederos, a cada cierto grupo de gente (cuadrilla), se

le designaban determinados viajes. La gente separaba la basura con ayuda de bielgos (una

especie de palos con tres ganchos) “íbamos extendiendo la basura y así íbamos sacando las

cosas” (Diario de Campo, 28 de julio de 2008). Un pepenador recuerda “dejábamos de la

basura nada más la tierrita, la limpiábamos muy bien, sacábamos todo” (Diario de Campo,

16 de julio de 2008) ya que contaban con el espacio y el tiempo suficiente para escarbarla.

De la basura de allá se sacaban muchas cosas que les compraban (desde trapo, radiografías,

67Un pepenador recuerda “nos daba casa donde quedarnos, con agua [a través de pipas], luz, el gas [biogás generado a partir de la basura] lo sacábamos de ahí, nada más clavábamos un tubo en el suelo y salía el gas, nada más lo prendíamos para que saliera la llama y ya encima le poníamos el comal” (Diario de Campo, 16 de julio de 2008).

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hueso hasta los recipientes de vidrio reutilizados para envasar conservas). Juan, uno de los

hermanos Fabián Carranza, dice que de ahí se sacaban muchas cosas, en tono de broma

agrega “no como aquí, imagínese que basura ha de salir de este rancho. Puro nopal y puras

cacas de vaca” (Diario de Campo, 16 de julio de 2008).

Las ganancias no se las repartían, era para el beneficio individual. Algunas de las

nueras de Doña Nacha, madre de los hermanos Fabián Carranza, la bromeaban

recordándole la época que tenía a todos los hijos solteros, “ella andaba bien billetuda”, ya

que todos contribuían al gasto familiar. En los tiraderos de la Ciudad de México trabajaban

tanto las mujeres como los hombres, en cambio aquellos que todavía pepenan en Peñasco,

son principalmente hombres, tan sólo dos esposas de los hermanos Fabián Carranza, una de

ellas porque su marido está en la cárcel y la otra porque le ayuda a su marido alcohólico.

XXVIII. Machismo en la comunidad. Entre los hombres de la Esperanza con los que tuve oportunidad de convivir, hay un fuerte sentido de machismo. En las conversaciones cotidianas hay expresiones y actitudes en contra del trabajo de las mujeres (en los casos en que el marido es capaz económicamente de sostener a la familia y “no hay necesidad de que trabajen”) o a ciertas características de independencia (“le falta el gobierno de un hombre, porque siempre anda en todos lados, ni ha de atender a su casa ni a sus hijos” Diario de Campo, 18 de julio de 2008). Al respecto la directora del Jardín de Niños de La Esperanza, proveniente de la ciudad de San Luis Potosí, comentaba que hasta hace poco había cierta deserción escolar porque los padres “prefieren sacar a los niños de la escuela a que las mujeres salgan, porque las esposas son las que vienen por ellos, así que prefieren que no traigan a los niños para que no salgan. Pero la gente ya se ha ido educando” (Diario de Campo, 3 de julio de 2008). La concepción que se tienen del rol que la mujer debe de mantener repercute en que las esposas, hermanas y por supuesto la hijas de la familia Fabián Carranza asistan a pepenar en el tiradero de Peñasco. Cuando los interrogaba directamente del porqué ellas no asistían al tiradero de Peñasco, siendo que muchas de ellas pepenaban en los tiraderos de México, sus respuestas favorecían que las mujeres se quedaran a cumplir con las labores del hogar, mientras que ellos pudieran proveer del sustento económico: “a mi no me gustaría traer a mi mujer trabajando detrás de mi. Ella (su esposa) a veces trabaja (haciendo labores domésticas), pero poco, por temporadas porque hay gente con la que ya ha trabajado y la mandan llamar. Pero yo no la tengo trabajando. Es que mientras que con mi trabajo salga. Yo lo único que le digo es que me tenga lista la comida y la ropa, ya con eso”. Este rasgo cultural se pudo haber modificado en las “lejanías” de los tiraderos de la Ciudad de México, donde el resto de la comunidad no juzgaba estas prácticas. Como lo mencionó una vez la esposa de uno de los pepenadores que asiste a Peñasco: “cuando me fui a vivir con él ya no me dejó trabajar. Trabajábamos los dos en la misma fábrica, pero cuando nos fuimos a vivir juntos dijo que me saliera porque no fueran a decir que me tenía trabajando pa’ mantenerlo” (Diario de Campo, 1 de julio de 2008). Asimismo, observé dentro de este grupo familiar cierto desagrado por parte de los

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hombres en compartir su espacio de trabajo con sus mujeres. Los “Zaragoza” eran vistos en su comunidad de origen como los mugrosos. Una cuñada

de Agapito que trabajó en México afirma “si había gente que nos veía feito” (Diario de

Campo, 10 de julio de 2008). Felipe, uno de sus hijos que asiste actualmente al tiradero de

Peñasco agrega “es que como que ellos creen que llegamos así, nos dormimos así, como si

no nos bañáramos y tuviéramos nuestra casa toda cochina, pero no es así… pues la gente

que piensa más eso son los que ni saben, son hasta los más jodidos, lo que ni tienen nada”.

Arturo, sobrino de Irineo, comenta “nos dicen que qué mugrosos, pero no saben que ahí

está la vida” (Diario de Campo, 20 de julio de 2008). Tras más de 30 años de dedicarse a

este oficio, la gente de la Esperanza ya sabe un poco de que se trata la pepena y no los

juzgan por dedicarse a separar.

Por otro lado, en La Esperanza son percibidos como una familia muy problemática y

“pelionera”. Mantienen añejas rencillas con algunas otras familias de La Esperanza, sobre

todo con una a la que pertenece un reconocido miembro de la comunidad quien ha sido

comisariado ejidal, presidente de la mesa de padres de familia y que ha llevado programas de

desarrollo rural (su hermana es la encargada de la organización del programa Oportunidades

junto con otras señoras de la comunidad). Los problemas comenzaron a partir de pleitos de

“borrachera” que con el paso del tiempo devinieron en lesiones a Agapito, la muerte de un

familiar de este destacado personaje y el eventual encarcelamiento de uno de los hermanos

Fabián Carranza. Esta familia, más allá del desprestigio que podrían padecer por su trabajo,

su tendencia hacia los actos violentos hace que no sean bien vistos por la comunidad. En una

ocasión, platicando con uno de los integrantes de la familia con la que tienen añejas rencillas,

y al explicarme las funciones del juez auxiliar me dijo, “se supone que es la persona que se

encarga de vigilar el orden, aquí es un tal Irineo Fabián Carranza, pero su familia es la

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primera en romper el orden” (Diario de Campo, 3 de julio de 2008).

De este puesto Irineo cuenta que de casualidad asistió a la junta en la que se hicieron las

elecciones para el puesto de juez auxiliar. Gente de Zaragoza convocó a la reunión “…ellos le

preguntaron a la gente que quién querían que fuera el juez auxiliar, y alguien dijo que yo.

Luego pos no decían otro nombre y le dijeron a la gente que quien estaba de acuerdo y

muchos levantaron la mano, así fue que me quedé” (Diario de Campo, 5 de julio de 2008).

Pero tanto para él como para su familia este puesto no representa ningún beneficio, al

contrario, lo ha metido en problemas68 y ha sido una molestia, la gente lo busca

frecuentemente para que les haga constancias, siendo que él no sabe leer ni escribir y asiste

ya tarde a su casa. Fuera de éste cargo, los demás integrantes de la familia no tienen mayor

ingerencia en la vida política, ni en la toma de decisiones de la comunidad.

Continuando con su experiencia en la Ciudad de México, llegó un momento en el

que cerraron los tiraderos (tras el asesinato del Rey de la Basura), para convertirlos en

plantas de separación, muchas de ellas en manos de los colaboradores del líder Gutiérrez

Moreno69. Cuando cerraron el vertedero de Santa Cruz Meyehualco, les ofrecieron trabajar

en una planta de separación o bien la opción de darles 30 mil pesos a cada uno como

indemnización si no querían seguir trabajando ahí. La mayoría aceptó el dinero, los que se

quedaron a trabajar renunciaron pronto y regresaron a la comunidad. Les pagaban muy

poco a comparación de lo que trabajando “libres” podían obtener. Aunque algunos si se

68 En una ocasión le hizo una constancia de pertenencia de una res a una persona que se la había robado, sin él saberlo. Cuando la policía descubrió el hecho llevaron a Irineo a la cárcel, aunque luego se aclaró el mal entendido y lo dejaron libre. 69 “Santa Catarina, lo maneja la viuda de Gutiérrez de nombre Guillermina, ahí también lo hicieron planta. También otro lo manejaba un socio de Moreno, al que le decían el Dientón, ahora lo maneja uno al que le dicen el Willo, Juana interrumpe ‘pero si sacan, imagínese cuánto no han de sacar que ahí él es el dueño de la planta” (Diario de Campo, 1 de julio de 2008).

223

quedaron a vivir en México, trabajando tanto en las plantas de recuperación como de

auxiliares de los camiones recolectores, varios de ellos, hijos o nietos de la primera

generación de pepenadores que llegó a México.

El dinero de la indemnización rindió poco tiempo. Con él levantaron parte de sus

casas en La Esperanza, pues previamente vivían en condiciones precarias, algunos apenas

tenían sus propios jacales. De la familia Fabián Carranza pocos eran los que se habían

dedicado a otro oficio que no fuera la pepena (sólo un par tenían experiencia en la

albañilería). Los hijos mayores no tenían ningún estudio porque desde pequeños ayudaban

o acompañaban a sus padres en el tiradero, además de los constantes traslados de La

Esperanza a la Ciudad de México.

Una vez que regresaron a San Luis y el dinero de la liquidación se fue acabando, el

mayor de los hermanos Fabián Carranza, Irineo, buscó otro tiradero para seguir trabajando

en la pepena. Llegó a ir hasta Querétaro “pero ahí el patrón llegaba cada ocho días a

pagarles y pues no me gustaba” (Diario de Campo, 19 de julio de 2008). Por las épocas de

la crisis económica (de 1994), fue al mercado de Abastos de San Luis Potosí y le dijo a un

camión recolector municipal que si lo podía llevar al basurero donde tiraba, así fue como

llegó a Peñasco. Recién llegó iba acompañado de otro de sus familiares, Antonio conocido

como Zorra, primo hermano de Don Agapito. Recién llegados a Peñasco la gente los veía

mal, los ofendía y hasta los llegaron a agredir. Luego de un tiempo de estar yendo Abel el

encargado, lo mandó llamar para decirle que no había problema de que entrara al tiradero

sólo tenía que dar una cooperación de cinco pesos cada semana, pero le advirtió que ya no

llevara a más personas. Irineo le pidió de favor que le permitiera llevar a otros dos de sus

hermanos para que le ayudaran. Abel quedó conformé advirtiéndole que ellos también

tenían que pagar su cooperación.

224

Tras el episodio en el que se hicieron amigos de Abel, éste le dijo a la gente que no

los molestaran. Cuando comenzaron a ir tenían que tomar camión y parte del camino

recorrerlo a pie para llegar al tiradero, hasta que uno de sus hermanos, adquirió una

camioneta. Él les cobraba el pasaje para transportarlos. Poco a poco fueron llevando a otros

de sus hermanos y hasta los hijos de éstos.

Gracias a su experiencia previa en tiraderos tan particulares, no sólo se especializaron

en el oficio de la pepena (qué separar y cómo hacerlo), si no también llegaron a conocer la

forma de desenvolverse en un espacio laboral altamente permeado por el dominio político.

Desde la perspectiva de base, que les ofreció el pertenecer a una organización tan grande e

influyente como la del “Rey de la Basura”, formaron parte de una cultura política clientelar

ampliamente promovida por el gobierno priísta.

Los Zaragoza que trabajaron en México, conocen bien las maniobras del líder y los

beneficios que obtuvieron de ello. Juan recuerda que él comenzó a trabajar pepenando a los

7 años, pero obtuvo la credencial de la organización a los 18. Aún conserva una de las

credenciales del año 1987, donde se lee el lema “Por un trabajo digno”, con el logo del PRI,

el nombre del tiradero dónde trabajaba y la autorización de la viuda de Rafael Gutiérrez. A

él en particular le tocó estar en muchos mítines políticos apoyando a personajes del Partido

Revolucionario Institucional (PRI), “cuando era el cambio de presidente, estuvimos con De

La Madrid, Salinas, Zedillo, nos llevaban a apoyar al gobierno…” (Diario de Campo, 16 de

julio de 2008).

A pesar de los múltiples contrastes en la personalidad de Rafael Gutiérrez70, los

Zaragoza perciben en su liderazgo muchas habilidades de las que incluso están agradecidos.

70 Conocido ante la opinión pública como un líder explotador, represor y un hombre mujeriego.

225

A cambio de su apoyo fueron receptores de varios y muy nutridos beneficios. Susana,

esposa de Irineo (originaria de Tijuana, lo conoció en los tiraderos de México y se casó con

él a los 15 años), cuenta que su mamá71 antes de trabajar en la pepena, le hacia la limpieza a

Gutiérrez Moreno, “era buen patrón, na mas que si no hacía las cosas como él quería si la

regañaba que hasta se iba llorando a la casa. Era muy bueno, nos daba regalos, nos llevaba

a San Juan, a Acapulco. Cuando alguien llegaba nuevo a pedirle trabajo lo ayudaba, si no

tenía casa les hacía por los menos un jacalito” (Diario de Campo, 2 de julio de 2008).

Además que esta experiencia les permitió experimentar directamente todo el proceso

que siguió el termino de esta dinámica de operación de la disposición final. Estos

conocimientos, con él tiempo, les ayudaron a obtener ciertos privilegio y ventajas sobre los

demás pepenadores que laboran en Peñasco. Dos de ellos se convirtieron en coordinadores,

Irineo incluso llegando a ser “el segundo” en autoridad después de Carmelo hacia el interior

del tiradero, por la buena percepción que se tiene de él y la disposición a interceder en la

resolución de problemas cotidianos en el tiradero. Además de que el carácter violento que

se les adjudica, les ha conferido cierto prestigio en su habilidad para imponerse a las

personas más problemáticas como Los Diablos. Ellos mismos consideran que su carácter

les ha ayudado a ser tomados en consideración por el líder, “ya ve que los Diablos no

respetan a Carmelo, pues una vez que traía un pleito con ellos le pidió ayuda a Irineo, y

pues nosotros lo apoyamos (los Zaragoza). A partir de ahí Carmelo lo comenzó a tomar en

cuenta” (Diario de Campo, 25 de julio de 2008).

71 Entre las personas que de la comunidad que llegaron a trabajar en México, se rumoraba que Susana era hija natural de Gutiérrez Moreno, pero con cierto orgullo por el prestigio que tenía el líder entre ellos.

226

Actualmente asisten cinco de los hermanos Fabián Carranza, sus respectivos hijos, y

tan sólo dos de sus esposas, además de otros sobrinos y un par de parientes por parte de su

madre. Cabe aclarar que mientras más cercana es la relación familiar, más la afinidad y

apoyo que parece haber entre con respecto de lo laboral. En general existe una buena

relación entre ellos, ayudándose mutuamente para organizarse y protestar ante las

autoridades en el tiradero frente a algún detalle del trabajo cotidiano (la poca recepción de

camiones recolectores o la limpieza de la plancha), o bien, para salir de los altercados que

se han dado en Peñasco, como el caso que contó Sergio, hijo de Irineo, de un

enfrentamiento directo con los Diablos.

Sergio cuenta que los Diablos apartaban los viajes de basura hasta que un día ellos se

pelearon con los Diablos para que dejaran esta situación cesara, “nos agarramos a

botellazos y la gente alrededor, nada más mirando” (Diario de Campo, 22 de julio de 2008),

la situación le molestó porque ellos defendieron el trabajo de todos, pero nadie más se

involucró, “es que luego la gente dice que nosotros como estamos juntos, pero que a ellos

como vienen solos van (los Diablos) y hasta los sacan de sus casas”.

Los Zaragoza se han destacado entre otros grupos de pepenadores que asisten a

Peñasco por ser una grupo nutrido (hasta 30 personas), todos ellos unidos por un vínculo de

familiaridad y compañerismo que opera más claramente cuando alguien en el tiradero los

confronta, convirtiéndose en un grupo fuerte a la hora de enfrentar a sus oponentes y eficaz

a la hora de imponer su opinión frente a los diversos actores que confluyen en el tiradero.

Por otro lado, algunos de los coordinadores, por su cercanía con el líder, pueden

llegar a influir en quien entra y quien no al tiradero. En el caso de los coordinadores

provenientes de Zaragoza, su posición les ha permitido tener cierto poder, restringiendo

(incluso a su propio círculo familiar) el trabajo en Peñasco y los beneficios que se pueden

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obtener de él. Antonio (Zorra), el pariente más lejano que asiste con ellos al tiradero, y sus

hijos, lo han vivido. Uno de sus hijos más chicos dejó el trabajo en el basurero porque “se

portaban muy mal con él”, prefiriendo irse a trabajar a una fábrica.

Otras personas que se dedicaban a la pepena en México ya no pudieron trabajar en

Peñasco, porque Irineo no los ayudó. Chalo otro pariente de Irineo (por la línea materna),

me explicó cómo entró al tiradero “por mi padrino Zorra. Primero me llevó porque traía una

camioneta nueva y no sabía manejarla, y ya yo medio la movía, pero si me costó trabajo

que me dejaran entrar. Al principio no querían llevarme […] Arturo (sobrino de Irineo)

prosigue “si Irineo le dice a Carmelo que alguien no entra, pues ya no entra. Es que así son,

nada más porque alguien no les cae bien ya lo corren, así Carmelo ha corrido a varios de

Milpillas” (Diario de Campo, 25 de julio de 2008). La cercanía y confianza que tiene Irineo

con el líder le permite ejercer (convalidar) estas acciones, “ellos están muy enganchados. Si

yo le digo a Carmelo algo de Irineo, él va y le cuenta a Irineo. Y luego él me pone en contra

a Carmelo, mejor me la llevo así” (Diario de Campo, 25 de julio de 2008).

Los pepenadores provenientes de La Esperanza, conocidos como Los Zaragoza, se

encuentra en una situación privilegiada frente a la base de pepenadores, gracias a su

conocimiento (manejo político en el que se vieron envueltos, experiencias de privatización

vividas) habilidades (amplia experiencia en actividad la pepena y el trabajo en este

ambiente) y valores (organización familiar y carácter violento) que han sabido desplegar en

el tiradero de Peñasco. Estas características fueron reconocidas por el líder, concediéndoles

la oportunidad de acceder a posiciones clave en el tiradero, delegándoles cierta autoridad

que les permite controlar y manipular algunos recursos y plazas a su favor.

Debo aclarar que ni los coordinadores (en general nadie, con excepción del líder), ni

sus familiares, llegan a ser reconocidos al exterior del tiradero. Como comentó “Zorra”,

228

otro de los miembros de la “junta” cuando hay mesas de trabajo con ayuntamiento o cuando

se firman acuerdos, “nuestros nombres no quedan asentados, ni el de Irineo, nada más los

de los representantes (los líderes de las uniones de recolección voluntaria o del sindicato de

pepenadores). Como quien dice nada más somos coordinadores de nombre, porque ahí (en

Ayuntamiento) no nos conocen. La gente en el basurero si me reconoce” (Diario de

Campo, 25 de julio de 2008). Los coordinadores sólo dentro del tiradero llegan a tener

cierta autoridad, debido a que el propio líder inhibe su participación en las esferas de poder.

Los coordinadores provenientes de la Esperanza tampoco forman parte del círculo

más intimo de Carmelo, este espacio está reservado sólo a aquellos merecedores de la total

confianza del líder. Particularmente en el caso de Irineo quien lo ha aconsejado en

situaciones particulares como la privatización del manejo de los residuos sólidos, asimismo

aportando a Carmelo información sobre la dinámica política y laboral en otros espacios

similares a Peñasco y que incluso es denominado “el segundo después de Carmelo” en el

tiradero, con la autoridad, apoyo y consejo que esta posición conlleva, me pude percatar de

su carente acceso a la información, negociaciones e interacción con las autoridades que

rigen las decisiones en el tiradero de Peñasco. Posiblemente producto de la suspicacia y el

riesgo que Carmelo percibe en el adiestrar del manejo político de la organización frente a

un agente bien dotado de herramientas y conocimientos como Irineo, el cual podría resultar

en un rival político. En el siguiente apartado profundizaré en su desempeño en diferentes

campos de interacción.

Interfaces críticas en la relación Pepenadores/Ayuntamiento/Empresa privada.

En años recientes la incursión de la iniciativa privada en el manejo de los desechos ha

generado expectativas e incertidumbres en esta acción que implicaría la modificación de la

gestión de los residuos sólidos municipales, y su eventual repercusiones en los actores que

229

hasta hoy han estado involucrados en estos procesos incluyendo los pepenadores. Explicaré

cómo se ha construido y retado el mantenimiento de este sistema, desde varios niveles, a

partir de las perspectivas y acciones de los actores que tienen intereses sobre un espacio en

disputa como Peñasco. Para ello retomaré una situación específica: la remediación de la

disposición final por Vigue, Relleno Sanitario, S.A. de C.V., complementada por otros

acontecimientos como los cambios dados en 2005 a partir de la creación de la “estación de

transferencia modificada” y la propuesta de concesionar el sistema de aseo urbano, a

mediados del 2008, que forman parte de un continuum de hechos que reflejan la situación

de Peñasco ante una intervención que busca el cambio.

Durante la administración 2004-2006, se dieron acciones controversiales que fueron

perfilando el rumbo que la nueva administración (2007-2009) tomaría entorno a la

disposición final de residuos sólidos. En el 2005 surgieron rumores sobre la intención de

que una empresa instalara una planta de recuperación, así como iniciativas promovidas por

la Dirección de Ecología y Aseo Público, para aprovechar el biogás que se genera en el

tiradero y producir energía. Ante lo que hubo reacciones prontas en protesta por parte de los

recolectores voluntarios y los pepenadores en contra de esta propuestas, las ya típicas

manifestaciones frente a Palacio de Municipal y el Congreso del Estado, con un número

nutrido de personas que exigían se garantizar su trabajo. A esto hay que agregar un

proyecto que trató de incitar grandes cambios en el antiguo tiradero de Peñasco, su

transformación en “área de estación modificada”, que traería aparentes ventajas para la

gestión de los residuos sólidos municipales y para los pepenadores. La iniciativa fue bien

recibida por ellos, constituía una acción que aseguraban su trabajo en Peñasco y además

planteaba la construcción de un espacio práctico y especialmente “diseñado” para realizar

la separación: la plancha de pepena.

230

Sobre los demás rumores de crear una planta de tratamiento e intenciones de

aprovechamiento del biogás, no había claridad en las intenciones del ayuntamiento. Ante la

presión que ejercieron los pepenadores (en conjunto con otras uniones de recolección

voluntaria), se logró la firma de un acuerdo72 con el ayuntamiento, en donde se establecían

ciertas condiciones laborales propuestas por los pepenadores y que el Ayuntamiento se

comprometía a cumplir. He de señalar que los acuerdos que se firman entre el ayuntamiento

y los pepenadores, para éstos últimos se convierten en un certificado, poseen un sentido de

garantía inquebrantable que obliga la autoridad a respetar y cumplir los compromisos

adquiridos.

En una ocasión, durante la presente administración, solicité información sobre éstos

acuerdos. La Subdirectora de la Dirección de Ecología y Aseo Público me comentó con

cierto tono de descontento que ellos no tenían conocimiento de tales acuerdos, porque no

guardaban esa papelería, cada administración cuando sale se lleva muchos de los

documentos que se hicieron en su período. Esto representa un desconocimiento de los

acuerdos que ha logrado el Sindicato y una carencia de medios auténticos para garantizar su

trabajo, más allá de las acciones presentes y espontáneas que se dan en momentos de

inconformidad en el actuar del gobierno municipal (máxima autoridad que ellos mismos

reconocen al ser al único órgano al que se dirigen a la hora de negociar su situación en el

tiradero).

72 Acuerdos firmados ante notario público, solicitados desde el 1 de septiembre de 2005, que contemplaban y garantizaban: “reanudación de las mesas de trabajo que se realizarían mensualmente, continuar con las obras del centro de transferencia en Milpillas, inclusión en los proyectos que se pretenden llevar a cabo con la empresa que instalará la Planta de Tratamiento, operación de la Plancha de pepena en Peñasco, autorización para que niños de 13 años puedan empezar a trabajar como pepenadores, garantía par el libre desempeño de sus actividades durante toda la administración” (Pulso Diario de San Luis, 2005, p.4)

231

Mesa de Trabajo (Alejandro Guzmán Orta, La Jornada San Luis 11 de noviembre de 2005).

Finalmente se realizó el proyecto de convertir al tiradero en “estación de transferencia

modificada”, aunque esta parte del proyecto nunca operó del todo en las condiciones en las

que se había planeado. Sólo la plancha de pepena tuvo éxito, hay que tomar en cuenta que

los pepenadores pugnaron para que no se dejara de lado su “construcción”. La otra parte de

este proyecto, resultó en perjuicios para los pepenadores ante la restricción de descarga de

camiones recolectores privados en el tiradero de Peñasco.

Los conflictos que se generaron a partir de la puesta en marcha de la iniciativa

desentrañan una dinámica de planeación accidentada, que básicamente trató de cuidar dos

puntos: subsanar un requerimiento de la normatividad vigente de forma rápida, pero sin

afectar todo un sistema complejo de relaciones, intentando prevenir la enemistad de un

grupo numeroso de pepenadores a quienes por años municipio dejó apropiarse de este

espacio. La falta de entendimiento del trabajo diario en el tiradero de Peñasco, por parte de

los diseñadores del proyecto, así como la incapacidad y falta de voluntad para modificar de

manera integral el confinamiento de los desechos municipales, no sólo echaron por tierra el

proyecto, sino que sacaron a la luz otras problemáticas. La única huella que aún queda hasta

nuestros días es la plancha, acción que benefició el trabajo de los pepenadores, por lo que

rápidamente fue apropiada y aprovechada por ellos.

232

En plena campaña electoral, rumbo a las elecciones del periodo 2007-2009, los

discursos y las promesas de campaña con respecto al manejo de los desechos sólidos se

centraron en el cumplimiento de las demandas de los vecinos del relleno sanitario de Santa

Rita quienes exigían su cierre. El entonces candidato del PAN a la Presidencia Municipal,

Jorge Lozano Armengol, reiteró en su campaña darles solución a sus demandas en caso de

ser elegido Presidente Municipal. Entre los trabajadores de ayuntamiento existe una

divergencia en cuanto a las verdaderas razones que llevaron al cierre de un sitio que

confinaba los desechos municipales de una manera óptima y más cercana a lo que

establecen las normas ambientales. Los dichos de trabajadores de ayuntamiento apuntan a

que la causa que provocó el cierre de Santa Rita fueron los acuerdos a los que llegó el

candidato Lozano Armengol con fraccionadotes que tenían intereses sobre los terrenos

colindantes al relleno73.

El candidato resultó ganador, y rápidamente cumplió con su promesa de campaña,

“Subrayó (Lozano Armengol) que respetará el cierre que la ciudadanía hizo al Relleno

Sanitario de Santa Rita, pues advirtió que se trata de una clausura social simbólica y para no

causar un malestar mayor, se buscan otras alternativas para atender de inmediato la

situación” (Comunicación Social del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 4 de enero de

2007, ¶1). El ayuntamiento municipal tuvo la habilidad de revertir una acción que trataba

de beneficiar el interés de particulares, en una cuestión del bienestar público, con la que dio

inicio una campaña en pro del ambiental que alentó a lo largo de toda su administración.

73 El regidor de oposición (PRD), Carlos Covarrubias Rendón: “En Santa Rita lo que sucedió fue que el delegado de Pozos y los fraccionadores habían estado avanzando sobre la privatización del ejido de Villa de Pozos, que era un movimiento artificial para buscar el cierre del tiradero con el objetivo desde luego de que se creara un nuevo tiradero en otra zona que más les conviniera” (La Jornada San Luis, 21 de octubre de 2008, ¶ 4).

233

Desde que resultó ganador en la elección se fue preparando el terreno y en cuanto tomó el

cargo de Presidente Municipal, dentro del Programa Cien Días de Acciones por San Luis

Potosí se contemplara “darle solución a este problema”.

Durante los primeros meses de gobierno, el acento que el ayuntamiento puso a estos

hechos creó un discurso de preocupación ambiental, poniendo énfasis en las precarias

condiciones de la disposición final en el tiradero de Peñasco, ahora único sitio para el

confinamiento de los residuos sólidos municipales. Hubo constantes declaraciones de

funcionarios públicos que hacían hincapié en su situación insostenible, creándose las

condiciones para buscar en la iniciativa privada soluciones, las que al parecer, por años no

había podido brindar el gobierno municipal. La imagen de que el sector privado con

eficiencia (técnica y económica) y rapidez daría solución a añejos problemas como un

rompimiento con el pasado, se manejó como la mejor solución (sino es que única al no

contemplarse otras vías).

Así se fue creando el ambiente para que la opinión pública consintiera en la grave

condición en la que se encontraba el tiradero de Peñasco y aceptara la entrada de un

particular para hacerse cargo de la disposición final. Sin mayor anuncio en febrero de 2007,

el Cabildo de San Luis Potosí aprobó la participación de la empresa Vigue Relleno

Sanitario, S.A. de C.V. para la remediación del tiradero Peñasco. Con esta acción se fue

perfilando el discurso que a lo largo de la administración se reforzaría, la idea de la

administración municipal “Ambientalmente Responsable”, preocupada por nuevos retos

que las antiguas administraciones no habían asumido. Conforme fue avanzando el trabajo

de la remediación, estos conceptos fueron reforzados por una amplia campaña en medios

como espectaculares y parabuses ubicados en los principales puntos de la ciudad y en el

modulo del ayuntamiento capitalino en la Feria del estado.

234

Publicidad de la remediación de Peñasco, Calzada de Guadalupe (agosto de 2007).

Módulo del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, Feria Nacional Potosina (agosto de 2007).

Posterior a la aprobación del contrato, en los medios locales circuló información que

desacreditaba el desempeño de la empresa en la correcta disposición final. En los medios

locales se generó cierta reticencia a la incursión del sector privado en tareas que por años

han correspondido al gobierno local. Circuló la noticia de los malos manejos de

confinamiento en uno de los tiraderos que la empresa operaba en el municipio de Metepec,

235

Estado de México74. La administración de Jorge Lozano, en todo momento respaldó y

animó la participación de la empresa en la remediación.

La empresa, al igual que el gobierno municipal, se manejó ante la opinión pública

como un actor igualmente preocupado por el bienestar ambiental del municipio, haciendo

énfasis en la contribución ambiental e incluso social del proyecto al hacer obras que

ayudarían a “mejorar la calidad de vida de los pepenadores”, distrayendo la atención de sus

intereses particulares, tratando de dejar a un lado el proyecto empresarial que conlleva la

concesión de la disposición final de los RSM.

De las obras que acompañaron la remediación se puede vislumbrar que ante la

constante animosidad que los pepenadores muestran ante este tipo de proyectos, los

inmuebles fueron una respuesta para contener las posibles inconformidades que la incursión

de la empresa hubiera podido generar, e incluso revertir este sentir y transformarlo en una

prerrogativa para los pepenadores. Se supondría que estos inmuebles fueron acordados con

el Sindicato Único, como una muestra de que se les estaba contemplando durante las

labores de la empresa, una garantía de su trabajo a futuro en el tiradero.

Una negociación e intercambio (si no de favores, sí de “accesos”) se tuvo que haber

dado previo a la aprobación de la empresa, ya que en esta ocasión el Sindicato Único no

promovió mayores movilizaciones o protestas de las que en el pasado y en situaciones

74 “… según los informes proporcionados por el mismo municipio de Metepec en su página de internet y por el periódico Reforma de octubre de 2006, la empresa Vigue habría incurrido en acciones no esperadas por los funcionarios de aquella demarcación y ello le valdría la ruptura de relaciones con el ayuntamiento el 8 de septiembre de 2006. Incluso, dentro de las noticias municipales destacadas en materia de gobierno y administración por estado del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (octubre 13, número 216) se da cuenta de que nuevamente el alcalde Oscar González Yáñez responsabilizó a la empresa Vigue, que administraba el basurero ubicado en la comunidad San Jorge Pueblo Nuevo, de contaminación y daños ecológicos provocados por fugas de gases y lixiviados'' (La Jornada San Luis, 16 de marzo de 2007, ¶ 8).

236

similares se habían dado. Existía información encontrada. Los funcionarios de la Dirección

de Ecología, así como los ingenieros de la empresa, comentaban que tras el termino de la

remediación, los pepenadores tendrían que salir del lugar ante el inminente cierre del

tiradero. Otros trabajadores de la misma Dirección y regidores municipales decían lo

contrario, dando certeza de que el proyecto los contemplaba. Las contradicciones en el

discurso y la práctica se revelaban por el encubrimiento de intereses que tenía la iniciativa

privada sobre el tiradero.

Los funcionarios que comentaban la intención de sacar a los pepenadores del tiradero,

lo hacían sin la menor prudencia, a pesar de lo delicado del tema (por rumores de menor

importancia los pepenadores y los recolectores voluntarios organizan protestas que afectan

a las autoridades e incluso a la ciudadanía), como si fuera una condición obvia e incluso

esperada por los propios pepenadores. En una conversación sostenida con un líder de

carretoneros durante las primeras visitas que realicé al tiradero de Peñasco, el líder ya con

“algunas cervezas encima”, comenzó a hablar sobre la incursión de la empresa en el sitio y

sobre la gente que ahí trabaja (con cierto dejo de desprecio sobre el sector informal a pesar

de que él mismo es carretero). Comenzó diciendo que las personas (pepenadores,

camioneteros y carretoneros que asisten a Peñasco) “ni saben, porque ahí lo llaman tiradero

y más bien Peñasco es lugar de transferencia, ese es su nombre oficial”, minutos más tarde

tras una pausa y mirar de reojo los inmuebles que la empresa construyó, comentó “todos

son unos pendejos porque no saben que los van a quitar de Peñasco, (murmura) municipio

ya me ha dicho que cuánto quiero por mi gente”, tras musitar estas palabra se rió, cambió

de tema y no volvió a hablar de eso (Diario de Campo, 18 de septiembre de 2007).

La incursión de la iniciativa privada mediante la concesión del manejo de los residuos

sólidos municipales ha sido un proceso que por décadas se había intentado, pero nunca se

237

había concretado, en parte por la intervención del sector privado quien nunca dudó en

organizarse mediante la Coalición Organizada de los Pueblos o el Sindicato Único de

Pepenadores para oponerse a estas medidas. Este fue un momento clave para la irrupción de

la empresa, ya que se dieron diversas situaciones, algunas reforzadas hasta el punto de ser

insostenibles, como la carga que tuvo que afrontar Peñasco ante el cierre de Santa Rita (un

proceso a punto de reventar), una negociación con el gobierno municipal que autorizó el

ingreso de la empresa al tiradero e indudablemente, si no una “venta” del gremio si la

aceptación de éste (mediante un arreglo con líder) para permitir la entrada a un sitio que fue

fuertemente controlado (y aun restringido) por éste último actor.

Para los pepenadores que trabajan diariamente en el tiradero, las condiciones de la

entrada de la empresa fueron confusas. Por los meses de marzo de 2007, existía poca

información precisa y mucha de ella no se les comunicaba directamente, si acaso a su líder,

único miembro de este sector con el que se llega a tener trato directo.

Para aquellos trabajadores de la Dirección de Ecología, regidores y el propio

Presidente Municipal (en general aquellos que no viven la situación cotidiana del tiradero),

la realidad que viven los pepenadores aparece a la distancia y construida a través de

momentos muy particulares en su interacción, como los estallidos de manifestaciones

(estrepitosas y violentas). No hay una relación ni conocimiento directo de cómo se hace el

trabajo en el tiradero de Peñasco, mucho menos un entendimiento del mundo de vida de los

pepenadores. Los individuos en estos niveles de autoridad poseen una visión interiorizada

de los pepenadores como personas violentas, con las que no se puede sostener un diálogo

por su carácter impulsivo, entregado a las pasiones y negado a la razón. Otro momento de

contacto es en los actos públicos donde el gobierno los provee de dádivas como cobijas o

238

despensas, actos que promueven una vez más una imagen en la que los pepenadores son

seres marginados.

Sin ninguna diferenciación, en todos los niveles de gobierno se menosprecia

continuamente a los pepenadores, además de que se les tiene recelo por el uso de la fuerza y

lo radical de sus acciones. Uno de los regidores de oposición, quién a lo largo de la

administración 2007-2009 apoyó fuertemente la remediación, opina que los pepenadores

son “gente muy difícil, se automarginan”. Repetidamente recibí advertencias sobre la

dificultad de tratar con ellos. El propio Carmelo lo asevera (“traigo personas de todo, malas,

muy malas y más malas”). ÉL utiliza estas afirmaciones como un recurso de intimidación

hacia la gente ajena a este espacio. Es generalizada la opinión entre los trabajadores

operativos que laboran en el tiradero sobre el carácter violento, muchas producto de la

imagen que se tiene de los Diablos, concepción proyectada hacia los demás pepenadores.

Para aquellos que trabajan diariamente con los pepenadores, su actitud no distaba

mucho del menosprecio. Para mi fue muy evidente en momentos cuando conversaba con

personal de la empresa como con trabajadores del ayuntamiento y algún pepenador se

acercaba a mi o me saludaba, mientras que los trabajadores tenían una actitud de franca

distancia e incluso, los ignoraban. Por los pepenadores llegué a saber que si había

interacción entre los trabajadores de ayuntamiento o la empresa, casi siempre empleados de

niveles bajos. Una convivencia que tenía diferentes grados de intensidad desde el simple

saludo parte de la coexistencia diaria, pasando por la amistad (siendo esta la menos

239

frecuente) e incluso el coqueteo75. Al parecer ante mi presencia trataban de guardar cierta

distancia que marcaba la diferenciación social.

Dentro de la propia Dirección existen diferentes proyectos que convergen sobre el

tiradero de Peñasco. Uno de los ingenieros de la empresa lo percibía así con respecto a sus

propias experiencias en Peñasco, “mira hay como grupitos en Ayuntamiento, los que están

con Jorge, los que no están y que apoyan a Vigue… y otro grupo dentro de los que apoyan

a Jorge que nada más quieren el poder” (Diario de Campo, 13 de junio de 2008). Al

preguntarle quienes apoyan a Vigue, él respondió que el actual jefe de Ecología y algunos

regidores como el presidente de la Comisión de Ecología del Cabildo.

He de enfatizar que la tarea del gobierno municipal, a través de la Dirección de

Ecología y Aseo Público, no sólo se limita a la planeación y la toma de decisiones sobre la

gestión de los residuos sólidos municipales. Opera como un actor importante en las

negociaciones y no sólo a favor del bienestar público. La Dirección de Ecología y Aseo

Público, no es una institución con proyectos homogéneos y su actuación no se destaca por

operar bajo una racionalidad tecnoburocrática estricta. Por una lado su desempeño puede

ser ambiguo o contradictorio de acuerdo a las tensiones y demandas que ejercen los demás

actores sociales, pero también porque los funcionarios muestran una tendencia a

posicionarse (comportarse) con cierta distancia en relación a la acción gubernamental e

institucional.

Lo comprobé directamente cuando uno de los trabajadores del ayuntamiento en el

tiradero, al que nombraban “ingeniero” por las funciones que desempeñaban (aunque no lo

75 El caso de Don Lupe, el encargado de la caseta, quien se casó con una pepenadora y de un operador de máquinas, quienes tenían una novia en la plancha de pepena y otra en la parte de la corona.

240

fuera realmente), comentó de un proyecto que estaban desarrollando alternamente un grupo

de trabajadores de la Dirección (ya con la empresa trabajando en el tiradero), en

contraposición al proyecto del encargado de la Dirección de Ecología y Aseo Público. El

ingeniero era el encargado de sacar cifras de los desechos que entran al tiradero, ya que el

municipio no tiene estudios precisos acerca de la composición de los residuos que ingresan.

La intención era desarrollar “un proyecto en el que se eduque a la gente, que valoren la

basura, que desde sus casas vaya separando los materiales que se puedan reutilizar. La

intención sería que desde las casas se hiciera eso para poder eliminar la situación que está

ahorita en el basurero” (Diario de Campo, 6 de noviembre de 2007).

Éste personaje me explicó que el ayuntamiento tiene ahí “un gran problema social” y

la única solución es sacar a los pepenadores, porque al ayuntamiento le es imposible lidiar

con ellos. La intención era que el proyecto “se le venda a alguna sociedad o empresa

externa al ayuntamiento, que ellos sean los que lo promuevan y que si los pepenadores

recurren al ayuntamiento a quejarse pues ellos (ayuntamiento) se lavarían las manos porque

en teoría ellos no tendrían nada que ver”” (Diario de Campo, 6 de enero de 2007). En la

iniciativa no sólo no se contemplaba a los pepenadores, se les trataba de excluir

directamente. La explicación que me dio fue que “los pepenadores no quieren (participar)

porque su situación actual es muy ventajosa para ellos”.

Detalló el porque de su opinión al señalar el caso de Doña Chencha, señora ya muy

mayor y que asiste sola al vertedero: “mira por ejemplo esa señora viene y junta poquito, ha

de juntar como para vivir al día, en cambio la mamá de la Guera (esposa de uno de los

coordinadores de Carmelo) junta desperdicio, se lo pagan 10 pesos la cubeta y mínimo saca

unas 10 diario, imagínate, no es lo mismo. Así que los que podrían estar de acuerdo en que

se les empleara y trabajaran ciertas horas con un sueldo fijo, serían aquellos como Doña

241

Chencha. A los demás no les conviene por eso el proyecto pues no los contempla”. Agregó

el comentario de un compañero en el proyecto, un ingeniero quien dijo “pues mira, después

de esto pongo mi empresa de compra de material, de que se ganen el dinero ellos a

nosotros, pues prefiero ganarme el dinero yo” (Diario de Campo, 6 de enero de 2007).

Dentro de las implicaciones de esta actitud, una que destaca y que parece ser

constante en la administración municipal local, es ceder la ejecución de las acciones a

terceros, imputando abiertamente la responsabilidad de los hechos a éstos para deslindarse

en los momentos que algo sale mal. Algo similar parece suceder con la guardería que

construyó la empresa y que es responsabilidad del DIF. Este último tan sólo proporcionó el

material, más la operación está a cargo de los miembros de una iglesia cristiana. En una

conversación que sostuve con uno de los trabajadores de la Dirección y otro de la Tesorería

Municipal, comentaron que le extrañaba que el DIF no se haya hecho cargo de la estancia

porque si cuentan con personal, a lo que el trabajador de la Dirección replicó con un tono

molesto “si hay, pero no les gusta hacerse cargo de las cosas, para ellos es más fácil que

alguien más se haga cargo y si algo llega a salir mal pues simplemente dicen ‘este era un

servicio social, ellos nos lo solicitaron y por eso les dimos chance, pero pues no es nuestra

responsabilidad porque ellos estaban a cargo’, así el DIF no se hace responsable

directamente y se lava las manos” (Diario de Campo, 6 de julio de 2008).

La discrepancia en los proyectos no sólo tiene que ver con el deslinde de

responsabilidades a nivel institucional, al parecer también a intereses personales de

distintos grupos dentro de la propia Dirección, o del propio ayuntamiento que como agente

no se rige exclusivamente por la implementación de acciones o estrategias que velen por el

interés público. Además más allá del correcto desempeño de la gestión de los residuos,

pone en practican acciones que tratan dar soluciones rápidas y poco planeadas. Al final, el

242

proyecto de recuperación de materiales, en el que laboraban parte de los trabajadores no se

concretó porque la Dirección de Ecología y Aseo Público, a través del encargado de dicha

dirección, una vez que se enteró les llamó la atención a las persona que estaban

desarrollando esta idea.

En los meses que comenzó a operar la empresa en Peñasco, los mensajes y la

información circulante hicieron confundir y provocar un cierto clima de tensión entre los

pepenadores de Peñasco. En un principio la recepción de los empleados de Vigue no fue

muy cordial, como comenta uno de los ingenieros “al principio nadie nos quería, la gente

creía que veníamos a quitarle su fuente de trabajo. Por lo mismo teníamos muchos

problemas, nos gritaban y nos amenazaban” (Diario de Campo, 13 de junio de 2008). Con

el paso del tiempo los pepenadores aprendieron a convivir con la empresa. Hacia el termino

del contrato, el mismo ingeniero me contó la experiencia de otro ingeniero al que habían

contratado recientemente, riéndose cuenta “él es el Jefe de Construcción, a él lo han

acarrillado mucho, sobre todo allá arriba, así es al principio, todos pasamos por eso”.

En su experiencia personal éste ingeniero aseguraba que se supo imponer por su

carácter, “siempre hay que mostrar quien es la autoridad, porque sino te ganan” (Diario de

Campo, 13 de junio de 2008). En el tiradero se da una confrontación constante entre esta

actitud emprendida por los trabajadores operativos de la empresa-ayuntamiento y los

pepenadores, quienes por su parte llenos de desconfianza ante los nuevos actores y

proyectos emprendidos, se desenvuelven con mayor recelo, lo que en ocasiones desemboca

en confrontaciones físicas. Se da una dinámica en donde el personal de la empresa

responsable de la operación del proyecto guardan recelo ante los pepenadores, pero tienen

que negociar y ganarse cotidianamente su respeto para que éstos no interfieran u

obstaculicen las labores del proyecto de remediación.

243

Una vez que entró la empresa al tiradero, los pepenadores con los que más tuvo

dificultad a lo largo de todo su periodo de trabajo fue con los Diablos. Como ya mencioné,

los Diablos, son familiares de Carmelo Martínez por línea materna. A pesar de esta relación

sanguínea con el líder, existen fuertes diferencias entre ellos. Los Diablos afirman que ha

hecho muchas cosas en su beneficio descuidando el interés de quienes lo apoyan (a pesar de

que ellos no participan activamente en el sindicato). Ellos han trabajado “en la basura”

desde hace más de 20 años. Cuenta Doña Cristina que los Diablos llegaron a trabajar al

tiradero de la Constancia, “pero antes eran más tranquilos. La nueva generación es la que ha

hecho tantos alborotos” (Diario de Campo, 18 de noviembre de 2007) e incluso se cuenta

que fueron de los primeros en llegar a Peñasco, hecho que ha convalidado su presencia

(permanencia) en el tiradero.

Su bien conocida agresividad (en particular de los miembros del sexo masculino) se

ve exacerbada por el consumo de drogas y alcohol al interior de Peñasco. Las mujeres que

forman parte de esta familia también participan en las agresiones, en particular una de las

hermanas de los antes mencionados: la Pájara. Hay una importante carencia de seguridad

pública en el tiradero, pero además hay una falta de voluntad para hacer cumplir las normas

de conducta impuestas en el reglamento que la empresa. La misma actitud han sostenido los

trabajadores de ayuntamiento frente a los Diablos en el tiempo que ha operado el tiradero,

prefiriendo ignorarlos para evitar confrontaciones mayores que incluso repercutan en el

orden de todo el tiradero de Peñasco, lo que suele desembocar en llamadas de atención de la

Dirección de Ecología. Los trabajadores de la empresa también han sido blanco de sus

agresiones. Uno de los ingenieros de Vigue, cuenta que una vez el Mono, hermano del

Donas, “estaba ya bien mal y atacó a uno de los operadores de la máquina. Esa vez se lo

244

llevaron y estuvo en la cárcel un mes, lo sacaron y ahora ya está más aplacadito” (Diario de

Campo, 12 de junio de 2008). Pero estos periodos de tranquilidad poco duran. La empresa

entonces prefiere, al igual que los propios pepenadores que se ven molestados por Los

Diablos, tomar una actitud de ignorancia que prevenga la aparición de problemas mayores

que interfieran con la operación del tiradero.

Entre las personas que no son pepenadores, en momentos de confianza expresaban

con cierto sarcasmo, la suerte que tenían los hermanos más conflictivos de la familia:

Donas, El Mono, Julio que a pesar de haber sido acusados no sólo de robo, sino hasta por

los delitos como homicidio y violación, nunca han permanecido por mucho tiempo en la

cárcel. Como dijo uno de los ingenieros: “El Donas es mi ídolo, ni los políticos se salvan

como él” (Diario de Campo, 27 de noviembre de 2007). Los pepenadores (con miedo de

comentarlo) le hachan directamente esta “suerte” de nunca ser castigados a que han hecho

pacto con el diablo. En alguna ocasión la Pájara dijo a propósito de que su rentero quería

correrla a ella y su familia de un cuarto que les alquilaba en la colonia Las Terceras: “la

gente dice que están locos, no están locos, es que ellos (sus hermanos) se defienden cuando

es necesario” (Diario de Campo, 24 de noviembre de 2007). A esta actitud de agresión

constante hay que añadir el hecho de que ni el propio líder puede ejercer control sobre ellos

(si no a través de las vías legales y formales como la empresa o el ayuntamiento, mediante

otra vía de coerción al interior de la organización) porque él también es blanco de sus

agresiones (adelante expondré una situación que ejemplifica este caso y que aconteció

durante la primera estancia en campo).

A pesar de existir un ambiente de flagrante corrupción e injusticia, alentado por la

nula acción de las autoridades, los pepenadores mantienen una relación cotidiana

relativamente tranquila en el espacio laboral (la estrategia para lidiar con Los Diablos es no

245

provocarlos) respetando ciertas normas de convivencia para poder realizar su trabajo

cotidiano, sólo cuando hay momentos de inconformidad éstas tenue línea de tranquilidad se

borra y las pasiones se desbordan para hacerse escuchar.

Con el tiempo la relación que los pepenadores sostenían cotidianamente con la

empresa, si no fue de entendimiento, por lo menos si de respeto. La empresa no intervino

directamente en el desempeño de la pepena, lo que eventualmente les hizo ganar la

confianza de los segregadores. En otro nivel, era evidente que la responsabilidad de las

negociaciones políticas todavía recaían sobre el ayuntamiento de San Luis Potosí, que

dentro del conocimiento de los pepenadores (particularmente el líder) es la autoridad

encargada, además de ser el actor con el que han negociado a lo largo de los años. Esto a

pesar de que el Ayuntamiento trataba de desaparecer del mapa, cediendo la responsabilidad

de la gestión de la disposición final a la empresa.

Más fuerte que la tensión entre pepenadores y la empresa, en el tiradero existía una

constante relación conflictiva entre la empresa y el ayuntamiento. Esporádicamente se

daban cierres del tiradero, por pequeños lapsos de tiempo, acción que los pepenadores

emplean como medida de presión para el despeje de la plancha de pepena. Para los

trabajadores operativos de ayuntamiento estas acciones eran una respuesta al mal

desempeño de Vigue, “aquí hay mucha gente que no quiere a la empresa Vigue por sus

malos manejos. El ingeniero Hurtado (gerente de operaciones de la empresa) es un

prepotente y su gente también trata mal a los pepenadores. Ellos se dan cuenta de todo lo

que está pasando en el tiradero” (Diario de Campo, 29 de septiembre de 2007). A pesar de

que entre trabajadores de ayuntamiento y de la propia empresa, no se tenía una buena

percepción del carácter del ingeniero. De los pepenadores nunca oí una queja hacia el

gerente, sólo hacia algunos de los maquinistas empleados de Vigue (cuando la máquina

246

pasaba muy rápido y no les permitía recoger). Al contrario, en algunas ocasiones presencié

actos por parte de los coordinadores para tratar de congratularse con los empleados de la

empresa, como una ocasión en que la cuñada de Carmelo se acercó a las oficinas de Vigue

para regalarle al gerente unos pollos asados.

Comentarios de este tipo formaban parte de un discurso continuo de desacreditación

hacia los empleados de ayuntamiento que trabajan en el tiradero. La tensión fue producto de

una rivalidad en competencias, formas de trabajo y espacios de control. Y posiblemente un

temor por el futuro de su empleo frente a constante cuestionamientos en su desempeño

laboral, por parte de la empresa y de algunas autoridades de la Dirección de Ecología

(aquellos que apoyaban a la empresa).

Uno de los ingenieros de la empresa comentó que nunca había trabajado en un

proyecto que involucrara la disposición final, pero que rápidamente se dio cuenta que no

era muy difícil sacarlo adelante. En la misma situación se encontraba el gerente de del

proyecto de remediación, “la operación del basurero prácticamente se hace sola”, lo que

más lo ocupaba era el tratar con la gente (ayuntamiento, pepenadores, recolectores,

proveedores) “me la paso recibiendo llamadas y atendiendo gente” (Diario de Campo, 21

de diciembre de 2007). Manejo en el que los trabajadores de ayuntamiento se habían vuelto

expertos a lo largo de años, por ello, cuando sucedía algún percance o incidente entre los

pepenadores o alguna queja sobre algún proceso que interfiriera con la pepena, los

coordinadores acudían primero con los trabajadores de ayuntamiento que con la empresa.

Conforme los trabajadores de ayuntamiento comenzaron a ceder espacios de control y

asistir menos al tiradero, los coordinadores aprendieron rápidamente a recurrir a los

empleados de la empresa para la negociación de problemas cotidianos en el mismo tono y

con resultados similares que los obtenidos con los empleados de ayuntamiento.

247

He de aclarar que esta relación directa entre ingenieros (ayuntamiento-empresa) y

pepenadores, se da con mayor frecuencia con los coordinadores, quienes interceden en toda

clase de situaciones presentes en el trabajo diario. Pero la generalidad de pepenadores no

advierte de forma bien definida las jerarquías entre empleados de la empresa o el

ayuntamiento, porque para ellos no es fundamental en el ejercicio de su labor cotidiana. Los

coordinadores o el líder son los más pertinentes en advertir estas diferencias para saber a

quien acudir (empresa o ayuntamiento), quien lo hace (líder o coordinador) y que clase de

negociación (exigencia, amenaza o dialogo) utilizar para ser escuchados.

Los operadores de Vigue en el tiradero desde un principio tuvieron roces con algunos

de los trabajadores operativos del Ayuntamiento. En particular, uno de los ingenieros de

Vigue, en alguna ocasión me contó una anécdota de una discusión que sostuvo con el jefe

de Ecología. Recién había llegado, hubo una reunión en la Dirección, “el Jefe de Ecología

dijo que Juárez y otros trabajadores que estaban en el tiradero eran muy eficientes” (Diario

de Campo, 12 de junio de 2008), tras la observación hecha él se rió y le respondió que no

sabía como era realmente el trabajo en el Peñasco. Es evidente que existe un profundo

desconocimiento por parte del Ayuntamiento en los procesos y formas en las que opera el

tiradero, pero esta reacción respondía a un enfrentamiento personal entre las prácticas de

uno y otro actor. En este mismo incidente el ingeniero le dio a entender al Jefe del

Departamento que ellos cometían muchas “marrullerías”, provocando las molestias del jefe.

La empresa al llegar al tiradero se dio cuenta acciones que al parecer por años los

empleados de ayuntamiento habían puesto en marcha según su propio criterio e incluso con

la anuencia de algunos administrativos de la Dirección, prácticas que atentaban contra las

normas y disposiciones oficiales que señalan el correcto funcionamiento de un vertedero.

Dicho ingeniero me comentó de algunas experiencias que han tenido con los chóferes de

248

los camiones recolectores, que en algunos casos transportaban desechos peligrosos

(hospitalarios) o simplemente no contaban con el permiso para depositar e ingresaban sin

ningún control a Peñasco.

En estos casos, afirma que el propio ayuntamiento los has hecho batallar, “desde allá

teníamos ordenes, por ejemplo si los camiones no traían permisos para depositar, que no los

dejáramos entrar. Luego ellos (los chóferes de los camiones o los dueños de éstos) llamaban

a municipio para que les dieran chance, así que municipio en ocasiones nos llegaba a llamar

(a Vigue) para que los dejáramos entrar” (Diario de Campo, 12 de junio de 2008). Los

actores involucrados en el manejo de los residuos sólidos son individuos que forman parte

de una red de actores bien conocidos entre ellos (miembros de uniones de recolección

voluntaria, líderes, empresas de recolección privada), por participar activamente, colaborar

y negociar para el funcionamiento de los procesos. Es entonces natural que dentro de esta

red también se presten favores desde uno u otro punto de la red.

El ingeniero alega que la empresa intentaban hacer cumplir las reglas, pero que

ayuntamiento “en ocasiones es muy permisible y eso nos complicaba el trabajo”. Afirma

que ahora ya saben quien viene y que tipo de carga trae, y que en ocasiones él mismo les ha

dado chance de descargar (en el caso de camionetas que no traigan permiso pero que no

transporten residuo sólidos peligrosos), “y luego de descargar me dicen ‘pos aquí tenga

jefe, gracias” y le intentaban ofrecer dinero. Igual pasaba con algún pepenador que dejaba

pasar y que al final de trabajar le trataba dar dinero “me decían aquí tenga jefe. Buen

dinero el que me ofrecían”, él asegura nunca aceptó. Por estas situaciones imagina cómo

era antes para la gente de municipio que trabajaba ahí, “eso explica porque municipio les da

chance, hasta no se que tratos tengan en los niveles altos” (Diario de Campo, 12 de junio de

2008).

249

El mismo ingeniero, al respecto de algunos personajes, empleados de ayuntamiento, y

su desempeño dentro del tiradero me platicó el caso del encargado del área de Sitios de

Disposición Final. En la interacción que se da en este campo social, se identifican

personajes clave en la vinculación entre el ayuntamiento y los pepenadores, más allá de la

relación cotidiana en el área de trabajo. Uno de los ingenieros de Vigue llegó a resaltar el

papel del encargado de Sitios de Disposición final, “yo creo que uno de los más cabrones de

ayuntamiento es Cervantes”. Relata que cuando recién comenzaron a trabajar ahí el jefe de

sitios de Disposición Final, siempre se lo encontraba en la plancha, que incluso lo llegó a

bromear que si no tenía nada mejor que hacer. Cuenta una anécdota de un día que tuvieron

un problema con los pepenadores “ya habían cerrado la entrada, Carmelo estaba aquí y dijo

que quería hablar con Cervantes, ahí estaba Germán, Jorge, gente importante y Carmelo

dijo que no quería hablar con nadie, que quería hablar con Cervantes. Luego llegó

Cervantes muy tranquilo, con una carpetita, habló con Carmelo y todo se arregló rápido”

(Diario de Campo, 12 de junio de 2008). Este personaje, para 2008, cuando la empresa ya

tenía más de un año trabajando en el tiradero, asistía muy poco al sitio, en los momentos

que lo hacía era por las tardes. La intervención de estos personajes ha sido, si no definitoria,

si clave en el curso de las acciones entorno a la disposición final en Peñasco y en la

conformación de una estructura social bien definida que también ha incidido en el tiradero.

Los puntos nodales de la interacción entre el gremio y el ayuntamiento-empresa,

recae en la figura del líder. La propia autoridad legalmente reconocida en el manejo de los

residuos sólidos municipales (ayuntamiento y empresa), en su discurso le conceden al

representante de los pepenadores, la autoridad casi total dentro del espacio tiradero-plancha

de pepena. El líder es una figura clave (virtualmente la única) en la articulación de los

niveles, para las autoridades éste personaje cobra particular importancia al ser el portador

250

de los mensajes y facilitador para convocar al gremio para los fines que el ayuntamiento

proponga (a cambio de beneficios otorgados discrecionalmente como las casas cedidas por

el ayuntamiento). En el caso de la entrada de la empresa al tiradero, su apoyo fue

fundamental para que los pepenadores no actuaran con mayor suspicacia y generara

reacciones violentas, en su discurso incluso manifestó beneplácito de la incursión de este

actor a Peñasco, su aportación ambiental y la conciencia social de la empresa (la obras en

beneficio de los pepenadores).

La actitud de reconocimiento se me reveló más claramente cuando inicié los trámites

para conseguir el permiso de ingreso al tiradero y más tarde su renovación. La propia

subdirectora de la Dirección de Ecología y Aseo Urbano al comentar “si acaso tiene el

control de la plancha, pero… pero el tiradero lo controla Vigue” (Diario de Campo, 18 de

junio de 2008), reconoció el control que se ejerce Carmelo sobre el tiradero. Esta estructura

ha operado por años en el tiradero, Margarito Sánchez estaba plenamente conciente de ello,

y lo utilizaba en su beneficio, “nosotros (él y los pepenadores) éramos los que mandábamos

en el tiradero”. La legitimidad adquirida a partir del reconocimiento de su figura y su papel,

le ha traído problemas al ayuntamiento, quien en ocasiones ha sido incapaz de controlar las

acciones del Sindicato. Carmelo posee una amplia seguridad del poder que tiene sobre la

plancha, esta autoimagen es reafirmada por la actitud consecuente del ayuntamiento ante

muchas de las exigencias del líder, con tal de nos ser blanco de sus amenazas. Al respecto

uno de los trabajadores administrativos de ayuntamiento, que ha trabajado por más de 15

años en el Departamento de Aseo Público dice “lo han dejado crecer mucho y eso es porque

todos en la Dirección lo tratan así” (Diario de Campo, 6 de junio de 2008).

Con un largo historial de reacciones provocadoras existe un trato cauteloso por parte

de la Dirección de Ecología hacia el líder. De ello me di cuenta cuando la Subdirectora de

251

la Dirección de Ecología y Aseo Público, mostró su negativa para otorgarme la renovación

del permiso para entrar al tiradero durante el primer semestre de 2008 (en total solicité

cuatro permisos, uno por cada semestre de los años 2007 y 2008, los que tardaban por lo

menos un mes en dármelos). Supuestamente porque Carmelo habría provocado una

“situación incómoda” para la Dirección protestando y exigiendo se suspendieran este tipo

de permisos. Cuando nos presentamos con el líder y le explicamos que íbamos a realizar un

trabajo sobre los pepenadores de Peñasco, le mostramos la copia de nuestros permisos,

copias que se quedó. En los permisos extendidos por la Dirección, se podía leer en el último

párrafo: “Por último cabe hacer mención que entre los pepenadores y el H. Ayuntamiento,

no existe relación laboral alguna, por lo que, para poder realizar sus entrevistas deberá

contar con el consentimiento de la persona sin intervención de nuestro personal”.

La negativa a reconocer la relación laboral entre ayuntamiento y pepenadores

incomodó a Carmelo “vino e hizo un escándalo”, reclamándoles cómo era que desconocían

la relación entre ambos. La reacción de la Dirección fue culpabilizarnos76 por haberle

mostrado el documento a Carmelo (aunque por ser un oficio expedido por la Dirección, es

de carácter público y puede ser consultado por cualquiera). El líder de los pepenadores

realmente goza de una capacidad reconocida para definir el curso de procesos que desde

una cierta perspectiva solamente serían trámites administrativos, pero que tienen ingerencia

en asuntos públicos.

Con el tiempo, y más evidentemente con la intervención de Vigue en Peñasco, el

control que ejercía Carmelo sobre el tiradero se fue reduciendo tan sólo a la plancha de

76 En cierta forma yo pude entender que mi sola presencia era o representaba otro tipo de preocupación, además de que nuestra negativa en confiarnos como incondicionales del líder, cuando este nos lo propuso, definió en buena medida la relación entablada con él, y consecuentemente la organización, y del ámbito de mi investigación.

252

pepena. En la remediación no se incluía modificar esta área, ni la perturbación de la labor

de los pepenadores, lo que aparentemente proveía de beneficios y el reconocimiento de la

actividad, lo que más tarde reforzó la imagen de una empresa respetuosa de su trabajo.

Más allá de la remediación hecha en el tiradero, hubo otras acciones y discursos que

acompañaron este proyecto y que trataron de reforzar las buenas intenciones del proyecto.

Poco tiempo después de que la empresa entrara a Peñasco se comenzó a realizar las obras

complementarias a la remedición: los inmuebles que la empresa hizo especialmente para los

pepenadores. Éstos no modificaron las condiciones de trabajo de los pepenadores, y mucho

menos su forma de vida, porque ni siquiera los usaban. Al preguntarles directamente porque

no los utilizaban decían escuetamente “quedan muy lejos” (a pesar de que no se tiene que

caminar más de medio kilómetro para llegar a ellos). A pesar de ello el líder manifestó

públicamente su satisfacción ante dichas obras y demás acciones que lo acompañaron,

validando el discurso emitido por el gobierno municipal. Carmelo declaró “… inicialmente,

el anuncio de la remediación del tiradero de Peñasco causó expectación entre los

pepenadores, ‘sin embargo, gracias al diálogo y respeto con la autoridad municipal, no sólo

se ha disminuido la contaminación en este lugar, sino que hoy contamos con una guardería,

sanitarios y salón de usos múltiples, además de un sitio en mejores condiciones para

realizar nuestra labor” (Comunicación Social del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 11

de diciembre de 2008, ¶ 3).

Más allá del desarrollo cotidiano del trabajo en el tiradero, entorno a este sitio existía

una fuerte controversia del desempeño de la empresa y una profunda suspicacia con

respecto a su desempeño en el sitio de disposición final de Peñasco. La controversia nunca

desapareció del todo, pero se acentúo más hacia el termino del contrato de la empresa

(agosto 2008), su eventual extensión (por un periodo extra de 4 meses y medio) y con la

253

propuesta hecha por la Dirección de Ecología y Aseo Municipal de subrogar los servicios

de recolección, traslado y disposición final (julio de 2008).

XXIX. “Privatización” de los servicios de manejo de residuos sólidos. Hacia finales de julio de 2008 surgieron rumores de “privatización” de los servicios que hasta

el momento ofrecía la Dirección de Ecología y Aseo Público. A través de su director, y otros funcionarios públicos como el regidor Pérez Guillen, fueron creando el terreno para hacer notar el punto crítico al que había llegado la Dirección, y su dificultad para cubrir las necesidades de recolección y disposición final de toda la sociedad potosina.

Otro elemento que ayudó a la dramatización del problema, fue el nulo mantenimiento que se le dio al parque vehicular de recolección (algunos manifestaban que era intencional) con el que cuenta el Ayuntamiento, rutas y capacidad de recolección insuficientes. Vigue al hacer revisiones de lo transportado por éstos camiones descubrió que aquellos con capacidad en promedio de 8 a 5 toneladas, tan sólo venían trasportaban 3 toneladas, un ingeniero de la empresa recalcó “no se la razón, sí es que no cubren sus rutas, no pasan por todos los lugares o qué, pero nada más llegan con 3 toneladas” (Diario de Campo, 12 de junio de 2008).

Se alegaba entonces que no se contaba con presupuesto para dar mantenimiento o adquirir unidades nuevas. Estos elementos ayudaron a que la Dirección se declarara imposibilitada para seguir prestando el servicio de aseo público77, argumento clave que abrió el camino a la concesión de éste.

Al igual que en el caso de Santa Rita, hay quienes afirmaron que la condición de la

recolección y disposición final de los desechos municipales en San Luis Potosí, fue una

cuestión simulada. Por su parte, el Sindicato Único de Pepenadores, sostuvo reuniones en

las que se trataban temas del trabajo cotidiano en Peñasco (como la resolución de no

permitir que la gente se subiera a los camiones recolectores en movimiento por el peligro

que implica o el dejar de permitir trabajar a mujeres embarazadas, acuerdos que no se

cumplieron del todo). En ellas Carmelo les explicó a sus agremiados que el ayuntamiento

ya les había asegurado que ante cualquier cambio que se presentara su trabajo en Peñasco

no se iba a ver afectado. La explicación que al parecer se le planteó a Carmelo fue que si se

77 “Este H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, con fundamento en todo lo descrito anteriormente lo establecido en el artículo 151 fracción I de la Ley Orgánica del Municipio Libre de San Luis Potosí determina la imposibilidad de seguir prestando por si mismo los servicios públicos de recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos sólidos urbanos no peligrosos, generados en el Municipio de San Luis Potosí” (Acta de Sesión Ordinaria de Cabildo, No. 42, 20 de junio de 2008, p. 7).

254

abría otro terreno sería para depositar la basura que desecharan los pepenadores de la

plancha, pero que, definitivamente, ellos seguirían trabajando en Peñasco.

Las reuniones llevadas a cabo entre ayuntamiento y pepenadores se hacían en el

tiradero, y al sitio asistían autoridades de la Unidad Administrativa, ya que, como les

comentó el propio Carmelo le dijeron que ya no asistieran a la UAM. Doña Cristina dijo de

esta medida “pues ellos tienen razón, que dijeron que ya no fuéramos porque dejábamos

todo cochino” (Diario de Campo, 6 de junio de 2008). Pero más allá se puede especular que

estaba la intención del ayuntamiento de inhibir las nutridas y llamativas manifestaciones

que los pepenadores despliegan en estas situaciones.

Tres o cuatro meses antes de que comenzaran los rumores de privatización, Carmelo

empezó a cobrarles una cuota semanal de 5 pesos por persona, cooperación que recogían su

cuñada o su esposa. Inicialmente les explicó que tenía sus dos camionetas de recolección

voluntaria (su medio formal de ingresos) descompuestas y “que necesitaba el dinero porque

luego andaba yendo y viniendo a ayuntamiento y que pues también necesitaba papelería…”

Particularmente esta ocasión el cobro fue percibido como un exceso. Doña Cristina dice

“pues está bien, necesita mantenerse y si es cierto que va al ayuntamiento y usa papelería,

pero también… ¿cuánta papelería puede ocupar?” A pesar de que poca era la gente que

daba su aportación, esta practica más tarde levantó suspicacias, “ya pasaron cuatro meses y

nos sigue cobrando, ya era para que hubiera arreglado las camionetas. Ahora ya ni

recolecta, si acaso nada más los sábados, domingos y lunes es cuando trabaja. Ya hasta trae

un carro nuevo ‘muy bueno’” (Diario de Campo, 6 de junio de 2008).

De los pocos pepenadores que apoyaron la decisión fueron los Zaragoza, ellos

aportaban voluntariamente 10 pesos que entregaban puntualmente al representante

“Carmelo dice que somos los únicos con los que no batalla”, acción que es una manera de

255

mantener las simpatías del líder. En las semanas anteriores otros de los colaboradores de

Carmelo eran los que cobraban, pero ya no querían recoger el dinero porque “la gente les

decía de cosas”, así que a partir de junio iba a asistir Carmelo personalmente a recoger el

dinero. Por su parte, Carmelo me explicó “pues tengo gastos, con ese dinero ya tengo para

darle aunque sea 70 pesos a Rufina (su esposa) para el gasto… y también tengo gastos yo,

tengo idas a allá (a la Unidad), por eso hasta ahorita estamos pidiendo 5 pesos de

cooperación”, uno de los coordinadores que estaba junto a él, lo interrumpe y aclara “y así

la gente reclama. Un día traje un carro y ya no lo volvió a traer porque la gente comenzó a

decir que me lo había comprado con su dinero” (Diario de Campo, 12 de junio de 2008).

A finales de mayo y parte de junio de 2008, algunos funcionarios de ayuntamiento,

invitaron a unos cuantos líderes de las organizaciones, para realizar viajes a distintas partes

de la República, con la intención “de ver cómo se trabaja la basura” en otras ciudades,

aunque Carmelo afirmó que también la cooperación iba a ayudar a solventar esos gastos.

En los días que Carmelo estuvo en Monterrey en el marco estos viajes, se le acercaron

unos pepenadores a uno de los coordinadores, a Irineo. Le preguntaron dónde estaba

Carmelo, “y pues yo le dije que estaba yendo a otros tiraderos para ver más armas para

defendernos y me respondió ‘no, te está lavando bien el cerebro, fue porque el gobierno le

dio dos camiones y cinco camionetas nuevas. Yo le dije que para que andaba diciendo eso,

que no era cierto y que nada más se iba a meter en un lío, y él me dijo que era verdad, ‘yo

lo digo porque es cierto y no me importa que se entere Carmelo, pregúntale’. Entonces ayer

también le dije a Carmelo ‘oye y ¿no me vas a dar ni una de las camionetas que te dio el

gobierno (narrándolo con sarcasmo)? y me dijo ‘¿ahora qué andan diciendo?’, pues que te

fuiste a Monterrey porque el gobierno te dio camiones y camionetas, me preguntó que

quién me dijo eso, no Carmelo pues yo no te puedo decir eso…” (Diario de Campo, 19 de

256

junio de 2008). El coordinador no creyó el rumor pero confrontó a Carmelo para saber su

reacción. Irineo asegura que la gente nunca está conforme y que su familia (la de Carmelo)

es la que menos, siempre son los que andan haciendo chismes, comentario que agrega a

propósito de la cooperación de 5 pesos que sus parientes no pagan.

Por junio el Ayuntamiento se acercó a Carmelo ofreciéndole techar la plancha de

pepena para que ya no trabajaran en pleno sol. Se lo comentó a Irineo, éste tras la

experiencia vivida en México le dijo “que cómo se le ocurría, que porqué hacía eso, que así

emperezaban. Luego terminan comprando al líder”. Carmelo replicó que le parecía una

buena idea “para que vean que nos están ayudando”.

Este coordinador cuenta del último tiradero en el que trabajó en México, “ahí se

vendió el líder, primero nos dijeron que nos iban a techar, y pues a nosotros nos pareció

bien. Luego comenzaron a poner bandas, nos dijeron que para que ya no estuviéramos

escarbando, que ahí iba a pasar toda la basura. Luego nos dijeron que para que no

perdiéramos el tiempo nada más recogiéramos una cosa, por ejemplo plástico. Y ya luego

pues empezaron a decirnos que teníamos que llegar a ciertos horarios porque tenían que

cerrar y eso ya no nos gustó” (Diario de Campo, 14 de junio de 2008). Tiempo después les

ofrecieron la liquidación, ahora estos lugares son plantas de recuperación particulares,

donde se les paga un sueldo fijo a los trabajadores. Por este conocimiento previo el

coordinador trató de convencer a Carmelo del grado de compromiso al que se estaba

exponiendo con ayuntamiento, y que encubierto como beneficio, podría perjudicar a largo

plazo al gremio. Lo que estaba en juego era la compra de sus lealtades cambio de ceder

terreno en el control de su fuente de trabajo.

Para estas fechas el camino hacia la privatización de los sistemas de aseo urbano se

iba concretando. La actitud del líder y una serie de medidas adoptadas por éste hacia

257

últimas fechas, como la nula organización de protestas ante el proyecto de privatización, las

nuevas exigencias de cooperación y la aceptación de beneficios ofrecidos por el

ayuntamiento con la posible implicación de la renuncia a la autonomía de su trabajo, daban

señales de su renuncia a la defensa de los derechos laborales de los pepenadores.

El coordinador fue sensible a estas señales, que lo llevaron a especular si Carmelo

renunciaría a los compromisos implícitamente pactados con los pepenadores, “uno sabe

cuando los lideres se venden, la seña de si Carmelo se vende es cuando nos diga que ya son

muchos problemas y que nosotros nos arreglemos”, el desentendimiento de los problemas y

la representación que ejerce ante el Ayuntamiento. “Yo he pensado que pues si eso es lo

que pasa pues entonces que Carmelo y yo nos vayamos parejos. Yo le diría a la gente que

fuéramos a ver con el gobierno que qué es lo que pasa, que qué es lo que está pasando, ya

ellos me dirían que dejara a la gente, que no es mi problema, que ya se arreglaron con

Carmelo, entonces yo le diría a Carmelo que ya sé y que nos fuéramos parejos, que no es

justo que yo soy su segundo nada más para los problemas”. Cuenta que en esos días le dijo

a Carmelo que si se vendía “pos que no me dejara fuera”, a lo que Carmelo le respondió

“pero eso sería gacho para la gente”. Irineo me aclara que no le parece gacho, por la actitud

de la mayoría de las personas, quienes critican estos cobros, “si la gente a cada rato le anda

averiguando, ¿por qué va a ver por la gente?” (Diario de Campo, 14 de junio de 2008). Por

el comportamiento político visto tanto en los tiraderos de la Ciudad de México como lo

percibido en el desempeño de Carmelo en Peñasco, el coordinador ha sabido desentrañar

las formas de negociación de la clase política en México, sacrificando los propios intereses

de la mayoría de los pepenadores, ante una inminente perdida de su fuente de trabajo.

Mientras tanto el viernes 20 de junio de 2008 en sesión extraordinaria de Cabildo, se

aprobó la iniciativa para que el sector privado ofreciera los servicios de manejo de residuos

258

sólidos municipales. La controversia no se hizo esperar. Finalmente Carmelo que al parecer

ya sabía que la propuesta se iba a aprobar, desde el mismo viernes junto con algunos de sus

coordinadores comenzó a movilizar e informar a la gente que se presentarían en

Ayuntamiento el martes. Al final esta reunión se realizó en el tiradero por la negativa de

ayuntamiento de que los pepenadores se presentaran en la Unidad Administrativa

Municipal. Funcionarios de la Dirección de Ecología fueron hasta el vertedero y ante los

pepenadores que se encontraban ahí se aseguró que su trabajo no se vería afectado. Los

pepenadores no quedaron conformes con esta declaración, por lo que Carmelo planeó otra

reunión en los siguientes 15 días. A pesar de que el tema central de la reunión era hablar

sobre la privatización, también se tocaron otros asuntos, como el problema de la

inseguridad en el tiradero. Una joven contó, con el fastidio y el desencanto con el que

muchos de los pepenadores hablan de las juntas “pues dijeron lo que siempre dicen, que ya

no va a haber pleitos, que ya no van a dejar que tomen aquí adentro, y siempre es lo mismo

ya ni les creo” (Diario de Campo, 25 junio de 2008).

Estas opiniones se repetían entre los pepenadores que no tienen oportunidad de

participar activamente en la organización, un señor proveniente de La Esperanza dice que a

él le molesta ir a las reuniones, “siempre dicen lo mismo y luego nada más perdemos el

tiempo, cuando podríamos estar trabajando. Luego uno hasta gasta en lo del pasaje” (el

trasladarse ya sea al tiradero o cualquier otro sitio como el Palacio Municipal, implica pagar

pasaje sin la oportunidad de recupera el gasto, ya que ese día se convierte en un día no

laboral) (Diario de Campo, 26 de julio de 2008). En muchas de las ocasiones es porque los

pepenadores no saben cuál es el propósito de estas reuniones y la intención que se tiene con

que ellos participen, las miras que su participación tiene en el juego político que despliega

el líder. Algunos de los coordinadores son concientesentes de que a la gente no le gusta

259

asistir a las reuniones “hay gente que ni le gusta que se hagan las juntas porque les quita

tiempo para ir a juntar (pepenar). Son gente que no ve que eso se hace para conservar el

trabajo” (Diario de Campo, 19 de julio de 2008).

La propuesta de privatización pasó al Congreso del Estado para ser ratificada.

Igualmente, ahí causó controversia entre algunos diputados locales. Hacia principios de

julio de 2008 se efectuó otra reunión al interior del tiradero, la que ya se había pospuesto en

dos ocasiones. Al igual que en la anterior asistieron autoridades de la Dirección de

Ecología. En ella le expusieron a las autoridades “que si van a meter a alguien quieren que

se queden los de Vigue porque ya los conocemos” (Diario de Campo, 5 de julio de 2008)

… “nosotros ya hablamos con el Ayuntamiento, ya les dijimos que queremos que se quede

la Vigue. Y pues si las cosas van chuecas pues vamos a actuar” (Diario de Campo, 20 de

septiembre de 2008).

La dinámica de trabajo de Vigue trajo cambios, sino estructurales en la dinámica de

acción entorno al tiradero, si en algunas formas y el estado de disposición final en Peñasco,

pero estas maniobras nunca afectaron de ninguna manera el desempeño de la pepena. Es de

especularse que desde un principio la empresa tuvo que acotar sus planes de acción hacia

espacios y actividades en el tiradero periféricas a la plancha. El implementar cambios desde

un principio, sin la confianza y el aval de los pepenadores hubiera resultado no sólo en su

negativa, sino en una consecuente exigencia de la retirada de la empresa. Tras más de un

año de labores de remediación, la percepción inicial que tuvieron los pepenadores de Vigue

fue cambiando. La gente los llegó a conocer, e incluso fueron ganando su apoyo frente al

panorama de una posible privatización, prefiriendo a alguien que ya conocían como Vigue,

a las nuevas expectativas que traería una empresa desconocida.

260

En la reunión de julio de 2008 no concretaron ningún acuerdo, por lo que

programaron otra junta. La intención era pedir “nada más que se nos garantice el trabajo,

que traigan más máquinas y más transporte para cargar la basura. Ya Carmelo no va a pedir

ni tejabán ni nada” (Diario de Campo, 5 de julio de 2008), de acuerdo a lo que comentó uno

de los coordinadores. Entre los pepenadores había una tensa calma frente a lo que se

avecinaba. Ante la posible privatización era natural la pregunta ¿qué va a pasar si nos

quitan el trabajo?

Diversas circunstancias modificaron la forma de percibir y actuar frente a este dilema.

Para aquellos pepenadores que contaban con un oficio, como la albañilería, la posibilidad

de perder su trabajo en Peñasco no era una preocupación tan fuerte ni constante como la de

aquellos que han trabajado toda la vida en la pepena y no contaban con el saber de otro

oficio (el caso de algunos de los pepenadores que provienen de Zaragoza) ni la suficiente

educación para poder obtenerlo. Otros que se verían muy afectados serían los ancianos,

quienes tienen pocas o nulas posibilidades de insertarse en el campo laboral formal. Al

respecto la madre de los Zaragoza y uno de sus hijos me comentaron en una ocasión “yo me

acuerdo que allá en México, cuando dijeron que iban a cerrar el tiradero, había muchos

viejitos nada más llorando porque no sabían que iban a hacer cuando se acabara esto”, su

hijo agregó que sería un problema peder ese trabajo antes de que lleguen a viejos “ahí es

cuando más lo necesitaríamos” (Diario de Campo, 16 de julio de 2008). Algunos veían con

incredulidad que pudieran acabar con su trabajo porque un gran número de pepenadores

laboran en Peñasco, a pesar de ello no se descartaba del todo que sucediera. La esposa de

uno de Los Zaragoza decía que su esposo le comentaba con total convicción “si algo pasa

ellos no dudan en irse, todos juntos, a plantarse en ayuntamiento, con camiones y todo”

(Diario de Campo, 15 de julio de 2008).

261

He de destacar que las capacidades de generar alternativas de organización o reacción

ante medidas que podrían acarrearles una perdida de su empleo, fuera de las propuestas por

el líder, eran pocas. Individuos como los Fabián Carranza que por su experiencia previa y

su cercanía con Carmelo Martínez poseían ciertos conocimientos del campo político, les

resultaba más fácil vislumbrar estrategias de organización y resistencia en caso de que el

líder les fallara. Pero la reacción de la mayor parte de los pepenadores consistía en

depositar su confianza en las propuestas del líder y las maniobras que éste dispusiera.

La incertidumbre que generó la propuesta de privatización fue mayor porque durante

esas semanas la presencia de Carmelo en el tiradero fue menos constante. Cuando platiqué

con uno de los coordinadores proveniente de Zaragoza, me comentó en tono de

preocupación que Carmelo no se había parado en dos semanas a Peñasco. Por aquellos días

algunos medios de información locales fueron al sitio para recabar opiniones entre los

pepenadores sobre las condiciones de su trabajo, en el marco de la cobertura informativa

sobre la privatización. Carmelo no se encontraba en el lugar, pero cuando se enteró que

varias personas respondieron a las preguntas de los reporteros se molestó y le reclamó a

Irineo, “pero por qué les respondes, por qué les das información, no tú no des nada. Yo lo

que dije no fue para afectar a nadie, yo lo dije para proteger nuestro trabajo… pero también

como le hacía si Héctor (gerente de operaciones) fue el que los llevó” (Diario de Campo, 19

de julio de 2008).

Para el resto de los pepenadores, la ausencia de Martínez Reyna fue notoria,

igualmente la moderada participación de otros coordinadores en el tiradero, quienes

llegaron a ausentarse a trabajar por varios días. Cuando el principal coordinador, le llamó

por teléfono para saber porqué no había asistido a Peñasco, Carmelo le respondió

secamente “que tenía cosas mucho más importantes que resolver en la Unidad con los de

262

ayuntamiento”. Al mismo Irineo le pareció extraña la actitud de Carmelo, “hay gente que se

me acerca, hay unos que dicen que Carmelo y yo nos vendimos, pos como me voy a

vender, si yo sigo yendo ahí. Pero luego dicen que voy porque Carmelo ya me dio la mitad.

Ahorita no puedo faltar porque me van a decir que ya me vendí” (Diario de Campo, 19 de

julio de 2008). Ante los temores de que el líder les diera la espalda, hubo rumores entorno

al futuro que el tiradero tendría. Algunos pepenadores decían que se convertiría en planta

de recuperación, donde se contrataría a los pepenadores pagándoseles 400 pesos, otros

comentaban que se les iba a dar una liquidación y que posiblemente la empresa los

contrataría. Había incertidumbre en el ambiente

Finalmente, Carmelo convocó a los pepenadores. El día 22 de julio se dio una nutrida

protesta a la que asistieron pepenadores, camioneteros y carretoneros a la Unidad

Administrativa Municipal. Se reunieron temprano, a las 10 de la mañana, en la Cruz Roja

ubicada en la Calzada de Guadalupe, a un par de kilómetros de la UAM. Uno de los

coordinadores, narró el episodio: “En el tiradero no se quedó nadie, na más dejamos una

patrulla cuidando allá (bromea), luego nos fuimos hasta la Unidad (Administrativa

Municipal) en las camionetas recolectoras. Una vez reunidos en la Cruz Roja y ahí Carmelo

habló con ellos, les dijo según palabras del coordinador “pues hay que aclarar las cosas

porque a mi ya me llegó uno y me dijo que a mi me habían dado 100 mil pesos, luego otro

dijo que 10 mil y aquí Irineo dijo que me habían dado dos camionetas” lo que negó que

fuera cierto. Carmelo, ya más accesible, les explicó simplemente que no había podido ir en

todos estos días porque se la había pasado diario yendo allá (a la UAM) para ‘arreglar’ ”

(Diario de Campo, 22 de julio de 2008). Entre la gente que se reunió en la Cruz Roja,

además de pepenadores y recolectores voluntarios, también estaban medios de información

263

local cubriendo la noticia, “hasta eso el gobierno nos cuidó, nos mandó seguridad”, según

palabras de uno de los coordinadores.

Mientras se dirigían a la Unidad, gritaron consignas exigiendo que se respetara su

trabajo. Los ánimos se encendieron, al llegar a la Unidad ya que el Presidente Municipal no

salía para atenderlos. Según uno de lo coordinadores “Carmelo me mandó enfrente, con

otros 10 para que cerráramos la puerta, para que nadie entrara ni saliera. Yo na más pensé

que nos iban a echar a la policía encima” (Diario de Campo, 25 de julio de 2008). Pero

ninguno de los agentes de la Policía Preventiva Municipal intervino para detener las

agresiones. “Después de haberles pateado las puertas, nos fuimos al salón ese donde nos

reunimos. Luego llegó Jorge (Lozano), estaba hasta sudando de los nervios”, relata Irineo

quien se ríe mientras narra la escena “ni una silla le acercaron. Y acá había otros que se

subieron a la mesa para gritarle y luego ya hasta lo ayudaron para que él también se subiera

a hablarnos” (Diario de Campo, 22 de julio de 2008) .

Protesta en la Unidad Administrativa Municipal en contra de la privatización (Agundis, 23 de julio de 2008).

Al medio día, ya estaban atendiéndolos. El secretario general del Municipio

intervino, y en una reunión con los líderes de las organizaciones acordaron varios puntos,

que se solicitó fuera firmados por el Ayuntamiento ante notario público. Por su parte,

algunos pepenadores, como en otras manifestaciones a las que son convocados, no supieron

264

ni siquiera la finalidad, ni que asuntos se trató o simplemente no les interesó saber de que

hablaron. Uno de los pepenadores me comentó de la reunión “fue que para firmar un papel

pero la verdad no sé, porque donde las hacen no alcanza uno a entrar y ya ni oye de que se

trató” (Diario de Campo, 26 de julio de 2008). Al finalizar la reunión fueron con el notario

público para firmar el acuerdo, Irineo comentó “Carmelo me dijo que si quería ir a la firma

del acuerdo, allá con el notario. Yo le dije que no, que confiaba en él. Para qué me esperaba

si ya hasta tenía harta hambre. Me dijo que entonces mañana me enseñaba el documento.

Ahí na más fueron todos los cabeza, los representantes” (Diario de Campo, 22 de julio e

2008).

Según palabra de este coordinador, pidieron que ampliaran la plancha, más

maquinaría para movilizar la basura, que no dejaran pasar los camiones directamente al

nuevo relleno, sino que todos deben pasar primero por Peñasco (previniendo el caso que se

dio con Santa Rita y la transformación en estación de transferencia). Además, todo lo que

se firmó se debe de hacer válido por 15 años, “es que según eso la empresa que va a entrar

se va a quedar por 15 años, por eso lo pedimos así”. En todo momento que el coordinador

me contó de los acuerdos a los que llegaron su tono se volvió enérgico. En dicha reunión no

se platicó nada de que empresa iba a entrar, “ese ya es problema de nosotros, nosotros na

mas íbamos a asegurar el trabajo… luego habrá que ver en qué condiciones va a entrar la

nueva empresa vamos a tener que ver si van a poder cumplir lo que pedimos, si no adiós”

(Diario de Campo, 22 de julio de 2008).

XXX. Acuerdos firmados a propósito de la privatización. Acuerdos fueron contraídos con las organizaciones el Sindicato Único de Pepenadores, la

Unión Independiente, FEPSUS, USERLIP, PRESER, FRU y la Unión de Carretoneros Francisco Villa. El principalmente de estos puntos fue que se aseguró el trabajo de este sector por 15 años. Algunos otros puntos de acuerdo que se dieron a conocer ante los medios de comunicación: “… la garantía de las rutas que tienen y que sean respetados. Tercero, que el costo que hoy pagan en el tiradero de Peñasco no vaya a aumentar con la nueva empresa concesionada. Así

265

mismo, indicaron, que permanentemente haya mesas de trabajo con la empresa que gane la licitación. Y lo más importante, recalcaron, que se garantice el trabajo por tiempo indefinido y si es de por vida mucho mejor, para que en el futuro no tengan problemas con las próximas administraciones municipales. Otro punto fue el que, la empresa ganadora de la privatización que no vaya ha realizar la recolección en las escuelas, centros comerciales o empresas, donde ellos lo hacen. Quizás porque en esos lugares es donde ellos obtienen mejores resultados con los cartones, plásticos y papeles” (La Jornada, San Luis, 23 de julio de 2008, ¶ 1).

A diferencia de otras ocasiones donde los carretoneros y pepenadores hacen un frente

común para afrontar iniciativas que ponen en peligro su fuente de trabajo, en esta ocasión

hubo una división entre las organizaciones. La discrepancia entre algunas organizaciones se

hizo evidente, ya que las organizaciones que firmaron el acuerdo aceptaban la entrada de la

iniciativa privada en el sistema de aseo urbano, mientras se les garantizara su trabajo; en

cambio otras uniones de recolección voluntaria, se negaban rotundamente a permitir su

participación en el manejo de los residuos sólidos. Esto representó no sólo un choque contra

el Ayuntamiento de San Luis Potosí, sino contra todo aquel que cediera espacios o apoyara

directamente la incursión de la iniciativa privada, como fue el caso del Sindicato Único de

Pepenadores (generando agresiones directas entre ambos grupos).

Durante estos meses, los regidores Carlos Covarrubias y Beatriz Benavente trataron

de evitar que procediera la iniciativa de privatización, debido al riesgo que representaba

para el trabajo del sector informal y a la situación de la disposición final en Peñasco.

Ambos regidores señalaron irregularidades en los trabajos de remediación, como la falta de

recubrimiento total de las coronas y la inundación de la nueva celda construida. En

septiembre de 2008 se dio un episodio en el que ambos regidores acudieron al tiradero para

tratar de verificar las obras de remediación realizadas. A través de la prensa ambos

regidores denunciaron que una veintena de pepenadores trataron de impedir su entrada al

tiradero, suscitándose un incidente en el que los propios regidores declararon que los

pepenadores los atacaron. Covarrubias Rendón no responsabilizó a los pepenadores, sino a

266

la empresa a incitarlos de impedirles el ingreso (Pulso, Diario de San Luis, 19 de

septiembre de 2008).

Doña Cristina estuvo presente ese día en el tiradero, relató con franqueza que ellos no

les habían hecho nada a los regidores. Cuenta que corrió el rumor de que eran personas que

iban avisar del cierre el tiradero y que eran gente de otra empresa, que quería correr a

Vigue. Ella especula que ya se esperaba la visita de esta gente “porque los de la puerta ya

tenían ordenes de no dejar pasar a nadie extraño, y los Zaragoza se supone tenían que estar

en la puerta, pero ellos andaban pepenando” (Diario de Campo, 20 de septiembre de 2008).

Relata que Doña Vanesa, otra de las coordinadoras, se acercó a la entrada del tiradero a

preguntarles quienes eran y que querían, “Doña Vane, le llamó rápido a Carmelo, y no se si

para bien o para mal traía apagado su celular. Porque si llega él se hubiera hecho toda más

grande”. Tras aclarar las cosas con la intervención del gerente de operaciones de la

empresa, se les permitió la entrada e hicieron un recorrido. Con lo que pudieron observar

criticaron los trabajos de la empresa. La presencia de los regidores en el tiradero le valió

más tarde al regidor agudas acusaciones78 por parte de Carmelo Martínez.

El comportamiento de Carmelo ante estos hechos fue ambivalente. Por un lado la

convocatoria a manifestarse para exigir acuerdos que garantizaran su trabajo fue una

respuesta a la incertidumbre del gremio y la inquietud por aclarar su situación laboral en el

tiradero. Pero su ausencia del tiradero, el permitir proyectos que ceden terreno a actores

extraños en un sitio donde por años los pepenadores han mantenido cierto control y la

78 Tras un enfrentamiento violento a las afueras del tiradero entre uniones de recolección voluntaria (CTML, FRU y la Unión de carretoneros Benito Juárez) y los pepenadores de Peñasco (los primeros acusaban a Carmelo de manipular a los pepenadores y estar a favor de la privatización) Carmelo acusó al regidor Covarrubias de estar detrás de este problema, al estar aliado con los líderes de las uniones (Plano Informativo, 6 de noviembre de 2008).

267

confrontación directa con actores (regidores) que trataron de contribuir a su causa

desacreditando el papel de la empresa (incluso agrediéndolos bajo posibles incitaciones de

Carmelo), mostraron un líder con objetivos poco claros e intereses dudosos, en los que el

gremio se vería más afectado que favorecido.

Doña Cristina también se enteró de que los regidores estaban en desacuerdo con los

trabajos que ha hecho Vigue y que la acusaban de incumplimiento de contrato, “que dizque

no han puesto grava en el camino pa arriba, pero también está bien difícil si todo es tierra

suelta, como dice el dicho ‘una cosa es decir y otra cumplir’. También dicen que hay mucha

basura suelta, pero pues la lluvia también dificulta mucho los trabajos, luego las máquinas

no pueden subir con todo enlodado y ya ve que el agua del Paisanos (el río) se mete a la

entrada del tiradero cuando llueve” (Diario de Campo, 20 de septiembre de 2008). Ella

reiteraba que los pepenadores estaban a gusto con la empresa, y reconocía que si han

habido cambios en Peñasco en comparación como estaba antes de que entrara Vigue. Por

estas razones apoyaban a la empresa.

En una ocasión, cuando el trabajo de la empresa estaba ya avanzado, pero mucho

antes de que los rumores de la privatización y estos conflictos se suscitaran, sostuve una

conversación con el ingeniero encargado de la los Sitios de Disposición Final por parte del

Ayuntamiento. Él declaraba francamente sobre los trabajos de Vigue “no ha habido un

cambio estructural, puede ser que ahora ya haya mas maquinaria y que ahora haya entrado

una empresa a remediar, pero la situación de la gente que trabaja aquí (los pepenadores) no

ha cambiado, hasta creo que ha empeorado, porque ahora ya son más generaciones las que

vienen a trabajar aquí” (Diario de Campo, 28 de noviembre de 2007). En los comentarios

de los trabajadores de ayuntamiento, se leía cierto reconocimiento del poco progreso en

materia de gestión de los residuos, específicamente la deposición final. Pero también un

268

impedimento para implementar más cambios o siquiera la posibilidad de una intervención

mayor en el proceso de disposición final debido a la presencia de los pepenadores en el

tiradero con todas las estrategias, maniobras y resistencia que esto implica.

Retomando, el acta notariada que asentaba el respeto al trabajo de los pepenadores

puso fin a los reclamos por poco tiempo. Meses después de la resolución, entre el gremio

aún existía inseguridad de cómo se darían las cosas ahora que la empresa tomara el control

total de la gestión de los desechos. Por parte de las uniones de recolección “disidentes”, el

tema no fue hecho a un lado y hubo manifestaciones por parte de varias uniones de

recolección y del propio Sindicato Único, frente al Congreso y en Palacio Municipal. A

pesar de las protestas a principios de diciembre de 2008, el Congreso del Estado aprobó la

concesión del manejo de los RSM. Para el 4 de febrero de 2009, en sesión de Cabildo se

definieron los requisitos que debería de cumplir la empresa ganadora. Dos organizaciones,

una de carretoneros de la Delegación de Villa de Pozos y la organización de Carmelo

Martínez, estuvieron presentes durante la sesión, “solicitando” que se garantizara no perder

su fuente de trabajo. En las bases de la licitación se incluyó un apartado para que la

empresa se comprometiera a “respetar los usos y costumbres de los carretoneros y

camioneteros que prestan su servicio de manera particular” (La Jornada San Luis, 4 de

febrero de 2009, ¶ 1).

El 13 de febrero de 2009, en sesión extraordinaria de Cabildo se concluyó otorgar la

concesión del servicio de recolección, tratamiento y disposición final de los desechos

municipales, por un periodo de 15 años, a la empresa Red Recolector, S.A. de C.V., grupo

empresarial al que pertenece Vigue Relleno Sanitario. Hubo una fuerte controversia entorno

a la elección de Red Recolector, las demás empresas que participaron en el concurso se

quejaron de que no se dieron condiciones para una competencia “limpia” y justa.

269

XXXI. Hechos relevantes en el proceso de “privatización” de los residuos sólidos. 20 de junio de 2008 Presentación ante Cabildo de la propuesta para subrogar los servicios

de recolección, traslado y disposición final de residuos sólidos municipales.

22 de julio de 2008 Firman con notario entre ayuntamiento y pepenadores asegurando la fuente de trabajo.

4 de noviembre de 2008 Pleito entre grupo de recolectores voluntarios y pepenadores de Peñasco, a causa de las diferencias en el proceso de concesión.

4 de febrero de 2009 Se definen los requisitos para la licitación del servicio. 2 de diciembre de 2009 Aprobación por parte del Congreso del Estado de la concesión del

manejo de desechos sólidos municipales. 13 de febrero de 2009 Se elige en sesión de Cabildo, a la empresa Red Recolector como

ganador de la concesión. En marzo de 2009 se firmó el contrato para la concesión del manejo de los desechos

municipales, con un plazo de 180 días para comenzar a operar. A finales de mayo de 2009

se dio a conocer la conclusión de los trabajos de remediación del sitio de disposición final

de Peñasco, a pesar de que el tiradero seguía operando a falta de otro espacio para la

disposición final. A últimas fechas el Director de Ecología y Aseo Público, comentó que

todo estaba listo para emprender la segunda etapa tras la remediación: el aprovechamiento

del biogás en los sitios de disposición final de Peñasco y Santa Rita, para producir energía a

cargo de la empresa Energreen, quien ganó la licitación a finales de enero.

El líder ha mostrado una actitud poco clara e incluso cargada a favorecer los intereses

del ayuntamiento, al respaldar su decisión de ceder las responsabilidades del manejo de los

desechos sólidos a la iniciativa privada; y los de la empresa, al proponer y apoyar a ésta

como único actor autorizado por el gremio para participar en el manejo de los desechos. A

pesar de existir reiteradas afirmaciones de que se contemplará a los pepenadores que

trabajan en Peñasco en los proyectos futuros de manejo de desechos, no existe una garantía

total de que esto ocurra y tampoco en que condiciones se dé. El desconocimiento de

acuerdos firmados ya se ha dado en el pasado, un elemento significativo para los

pepenadores en la negociación y defensa de su trabajo. El líder, muestra un comportamiento

270

ambiguo ante los hechos, por lo que la base de pepenadores es el grupo más frágil y el que

resultaría más afectado ante procesos que ponen en duda su participación en el tiradero de

Peñasco.

Conclusión capítulo V.

El tiradero de Peñasco es, desde una perspectiva antropológica, un entramado de

actores sociales heterogéneos en relación a su perspectiva de vida y posición en la

estructura social. Los pepenadores se encuentran en una posición que por momentos puede

parecer frágil, como un sector sin poder; ellos realizan un trabajo que a la vista de muchos

parecería infame o degradante, pero que por ellos mismos no es vista así. La pepena

representa una mejor opción laboral y económica que sus anteriores oficios, y a las

posibilidades laborales a las que podrían tener acceso en el presente. Por ello su continúa

lucha para tratar de sostener esta actividad.

Por más de 20 años el sector informal, en particular, los pepenadores han intervenido

en la gestión de los residuos sólidos municipales, se ha formado una relación clientelar

enraizada, promovida por el gobierno municipal de San Luis Potosí. Esta relación tiene sus

orígenes en una estructura históricamente legitimada de los tres órdenes de gobierno. Los

pepenadores han sido funcionales al sistema, porque son parte importante de la gestión de

los residuos sólidos municipales, dentro de una política deficiente de manejo de los

desechos; pero también, son cruciales como gremio y botín político de los diputados,

regidores y presidentes municipales. El gobierno ha mantenido el apoyo del gremio de

pepenadores mediante el cumplimiento de sus demandas, entre ellas la principal: respetar su

fuente de trabajo bajo condiciones que le permitan ejercer un suficiente control sobre la

basura, o por lo menos, generando expectativas positivas entorno a ellas.

271

Los conflictos y contradicciones aparecen cuando el gobierno municipal se ve

obligado a cumplir con condiciones ambientalmente correctas para el manejo de los

residuos sólidos, según lo dispuesto por tendencias actuales, acuerdos y leyes vigentes; así

como la propia presión que ejerce la población en su necesidad por contar con los servicios

de manejo de residuos sólidos que tengan mayor alcance y sean mejores. Por su parte la

subrogación de los servicios de manejo de residuos sólidos municipales, es una de las

alternativas a las que se ha recurrido para cumplir con estas exigencias.

Bajo el discurso de una medida de modernización de los servicios de aseo y manejo

de residuo sólidos, la subrogación hace evidentes todas las contradicciones de este mal

manejo y de la cultura política clientelar en la que se han apoyado las autoridades locales al

paso de los años.

La privatización es en definitiva un intento de subordinar al gremio en tanto

trabajadores “libres” para convertirlos en “trabajadores asalariados”, lo que de paso

reforzaría el discurso público de pretendida preocupación por la mejora de la calidad de

vida de estas personas ya que repercutirían en sus condiciones laborales (al igual que las

acciones cosméticas implementadas en Peñasco y que argumentaban tener la misma

finalidad). La privatización ha sido un proceso, que dentro del dominio de lo ambiental y

bajo la pretendida transformación de los servicios de aseo urbano de forma más eficiente y

adecuadas, se quedan en un intento por cubrir parcialmente las deficiencias actuales, y más

bien, responden a los intereses de la iniciativa privada por incursionar en una veta más del

mercado, rica en recursos económicos.

La privatización supone que el ayuntamiento se retira, pero esta retirada nunca es

definitiva; la llegada de Vigue trae nuevas formas de gestión, pero en los hechos los

funcionarios de esta empresa tienen que negociar y ganarse cotidianamente el respeto y su

272

autoridad, principalmente ante los pepenadores para poder realizar su trabajo con ciertos

márgenes de libertad. El papel de la empresa en este proceso, ha sido dejar la negociación

política directamente entre el Ayuntamiento y los pepenadores. Estos últimos, tras una

añeja dinámica de negociación con las autoridades de gobierno, dejan fuera del mapa a la

empresa, quien tiene que vérselas directamente con el ayuntamiento, quedando tan sólo una

interacción cotidiana en el trabajo en Peñasco, con resultados favorables para ambos.

Otro punto importante es la figura del líder como un elemento clave, que a lo largo de

los años ha reforzado al sistema. Procurando apoyos y adhesiones (aunque más

eficientemente por parte de Margarito que de Carmelo). Para el actual líder el poder

asignado que obtiene del gremio se ve mermado a momentos. El líder ha construido redes

horizontales (con otras uniones de recolectores) y verticales (regidores, funcionarios

municipales, diputados locales), no sólo en busca de la defensa de los modos de sustento de

los pepenadores, asimismo con miras a la satisfacción de intereses personales, para ello se

ha valido de la violencia, la fuerza y la amenaza o del apoyo de la masa de pepenadores que

afiliados al sindicato operan como fiel clientela.

El líder es un especialista de la mediación, concentra información y distribuye

beneficios de acuerdo con las fidelidades y pactos con sus representados y con los actores

dominantes. Carmelo Martínez, aparentemente tiene el poder de congregar los intereses de

todos; su legitimidad, no obstante depende de la asignación de poder que le han hecho sus

seguidores, nada impide que en un momento dado su influencia sea minada. Su posición y

actuación resulta vulnerable en ciertas circunstancias, agravado frente al panorama de la

privatización (el posible retiro de apoyo y reconocimiento por parte del ayuntamiento para

cederlo a la empresa privada) convirtiéndolo en un líder malhumorado con suficientes

recursos y apoyos pero al fin y al cabo precarios. Más aún posee una significativa

273

ingerencia en asuntos que aparentemente no ameritarían mayores forcejeos o

demostraciones de autoridad.

La incursión reciente de la iniciativa privada en la gestión de los residuos sólidos

municipales, se puede explicar desde varios ángulos. La ausencia de una gestión eficaz de

la administración municipal ha permitido la incursión de actores como los pepenadores.

Ahora con la iniciativa privada ésta le ha conferido un beneficio económico o por lo menos

ha aligerado el gasto del manejo de los residuos; asimismo lo ha librado de las

responsabilidades no sólo administrativas del sistema de aseo urbano, también social, y en

el caso de no ejercer una correcta operación el Ayuntamiento podría deslindarse de los

errores que la empresa pueda cometer.

Por su parte los pepenadores, a pesar de la inconformidad ante la privatización han

concretado negociaciones (a través del líder) cediendo su postura regularmente radical ante

el Ayuntamiento. Han permitido, e incluso validando, la entrada de la iniciativa privada a la

estructura, a cambio de un respeto mínimo a su fuente de trabajo y al acceso de un recurso

altamente significativo para ellos, la basura, en un sitio privilegiado como Peñasco. Con el

riesgo que representa (concientemente en mayor o menor medida para los propios

pepenadores) la incursión de un actor con intenciones de subordinar al gremio en tanto

trabajadores “libres” a “trabajadores asalariados”.

El tiradero de Peñasco es un espacio en disputa, donde convergen una diversidad de

actores con proyectos más o menos definidos, visiones e intereses propios que tratan de

dominar la escena unos sobre otros. Pero que en la convivencia diaria tiene que ceder

terreno y consentir de alguna u otra forma a la co-existencia de los demás actores, para

poder conseguir, aunque de manera parcial la consecución de sus propios objetivos. El

poder y el control son manipulables y nunca están en las mismas personas. El resultado es

274

la afectación de la disposición final bajo la acción determinada por los intereses de los

actores involucrados, sobre los intereses del bienestar público.

275

Conclusión general.

El tiradero municipal de Peñasco es un ejemplo típico de la administración, procesos

y organización entorno a la disposición final de residuos sólidos municipales en las

metrópolis de nuestro país. Específicamente en el caso de San Luis Potosí capital y

municipios conurbados, el sitio de disposición final de Peñasco encarna los retos y

dificultades que a nivel local se tienen que afrontar para confinar los desechos. El tiradero

de Peñasco es un lugar clave en la disposición final de residuos sólidos de una ciudad

media como San Luis Potosí y su área metropolitana. Esta zona ha sufrido un acelerado

desarrollo demográfico, urbano y económico, particularmente en los últimos 30 años,

concentrando ambas aproximadamente un tercio de la población de todo el estado. A este

crecimiento hay que calcular el resultante incremento en la generación de residuos sólidos,

que en los años ’50 era de aproximadamente 300 gramos per capita, hasta lo que

actualmente alcanza el kilogramo.

El tiradero de Peñasco, con un terreno inicial de 4 hectáreas, un hoyo de 15 a 20

metros de profundidad y una montaña de basura que alcanzó los 22 metros, es además un

sitio de particular interés por ser el único lugar de confinamiento formal que el

Ayuntamiento de San Luis Potosí administra actualmente. El sitio recibe un promedio de

mil toneladas diarias de desechos provenientes de hogares, comercios e industria (que

tienen su origen en calles, restaurantes, parques, fábricas, etcétera) con toda la variedad en

su composición que esto implica. Desechos recolectados y trasladados por los camiones

recolectores de ayuntamiento, recolectores voluntarios, empresas privadas y particulares,

tanto de San Luis Potosí capital, dos delegaciones (Villa de Pozos y La Pila) y otros

municipios (como Ahualulco, Santa María del Río y Villa de Reyes). El tiradero nunca ha

cumplido con las normas oficiales mexicanas que abordan el adecuado manejo de residuos

276

sólidos, su funcionamiento conlleva un riesgo para el medio ambiente y la salud de las

personas que habitan o laboran en y cerca de Peñasco.

Ante un panorama mundial de gestión de residuos sólidos pujante hacia tendencias

más eficientes y ambientalmente adecuadas que a su vez han influido en la normatividad

nacional sobre el tema, la administración local ha tenido que adoptar formas de manejo de

los residuos sólidos municipales que satisfagan no sólo la prestación de los servicios de

aseo público, igualmente que cumplan con las disposiciones para lograr prevenir daños al

entorno. Bajo estas determinaciones, el ayuntamiento de San Luis Potosí, particularmente

en la última administración municipal (2007-2009), en su discurso público dio muestras de

preocupación para cumplir con estos preceptos.

Por décadas el Ayuntamiento de San Luis Potosí ha sido la autoridad a cargo del

manejo de los residuos sólidos. La poca autonomía, deficiente capacidad administrativa,

techos financieros insuficientes, la carencia de planes a largo plazo y la falta de voluntad

política por parte del gobierno local para hacerse cargo de la gestión de los residuos sólidos

municipales, ha abierto el espacio para la intervención de otros actores. Fue entonces que

para poner en práctica acciones que darían solución a la problemática ambiental urgentes y

para hacerle frente a la pesada carga que representa el manejo de los residuos sólidos

municipales (en este caso el confinamiento), se abrió el camino a la incursión de la

iniciativa privada. El Ayuntamiento de San Luis Potosí apoyó esta propuesta argumentando

que el sector privado aportaría beneficios, que al parecer, él estaba incapacitado para

satisfacer: una disminución en el gasto público, la introducción de tecnología especializada

y propia, mano de obra capaz, y puesta en marcha de proyectos acordes a la normatividad

en materia ambiental.

277

Pero en este proyecto se tomó poco en cuenta el papel que jugarían en el futuro un

sector que por más de 30 años ha colaborado en la ejecución de los servicios de aseo

público municipal (recolección, traslado y tratamiento): el sector informal. Recolectores

voluntarios y pepenadores han subsanado la falta de capacidad para la recolección urbana y

el tratamiento de los residuos sólidos municipales (mediante la segregación de materiales

en el tiradero municipal de Peñasco). A la par de ésta colaboración en la gestión, con los

años se construyó una relación clientelar, con la que se legitimó la participación de estas

personas en el manejo de los residuos. En este contexto la legitimidad es un estado de

reconocimiento por parte de los actores clave y concedido tras un considerable lapso de

tiempo de lucha para obtenerla. El sector informal tuvo gran capacidad de

autoorganización, conformando grupos ampliamente reconocidos por el gobierno municipal

como el Sindicato Único de Pepenadores, que actualmente agrupa a los más de 600

pepenadores que trabajan en el tiradero de Peñasco.

A lo largo de los años se dieron propuestas para permitir la participación del sector

privado por medio del contrato o la concesión de alguno de los servicios de aseo urbano,

pero esto nunca se concretó, en parte por la presión que ejercieron las organizaciones del

sector informal para evitar la incursión de actores que pusieran en riesgo su fuente de

empleo, y sobre todo, un sistema en el que mantenían fuertemente controladas sus

condiciones de trabajo. Resalta el caso de los pepenadores del tiradero de Peñasco, quienes

lograron tener una fuerte presencia como organización social, principalmente gracias a la

consolidación que consiguieron con el liderazgo de Margarito Sánchez Silva, quien se

destacó por su habilidad en las negociaciones y la construcción de redes de relaciones para

hacer (y hacerse) de recursos, igualmente su destreza en el manejo del gremio a través de

estrategias como la agrupación y articulación de diversas organizaciones, la coordinación

278

en manifestaciones, el uso de la amenaza y actos de violencia, estrategias que consiguieron

la permanencia inalterable de su trabajo.

Debido a su importancia para la disposición final de los desechos municipales y a las

ventajas que ofrece a los pepenadores (además de los beneficios que aporta a otros actores),

el tiradero de Peñasco ha sido un lugar altamente politizado por los intereses que entorno a

él se han gestado por más de una década. Por un lado, para ayuntamiento ha sido un medio

para cooptar una clientela como el gremio de pepenadores (con los que no sostiene ninguna

clase de relación laboral) manteniendo cierto control sobre ellos al permitirles trabajar con

un recurso significativo (la basura), al que de otra manera no podrían tener acceso. Por su

parte Vigue Relleno Sanitario, que al intentar participar en un negocio altamente rentable se

ve obligado a interactuar con los demás actores, involucrándose también en las disputas

entorno al sitio.

Es así que el propósito de este estudio fue dilucidar las estrategias de resistencia y

negociación, que generan los pepenadores en el marco de su vida cotidiana, para mantener

su fuente de empleo en el tiradero de Peñasco, en un contexto particular como la

introducción de la iniciativa privada (Vigue, Relleno Sanitario) y sus respectivos proyectos,

formas de trabajo y articulación con el Ayuntamiento de San Luis Potosí. Esclarecer las

acciones que los pepenadores llevan a cabo en esferas públicas en el ámbito de lo político, y

que a su vez repercuten en la puesta en marcha de formas específicas de gestión de residuos

sólidos. De la presente investigación se desprende:

En primera instancia el valor que tiene esta actividad para la gente que labora en la

pepena. El valor de los objetos caduca rápidamente para las sociedades modernas-urbanas

inmersas en la dinámica de producción-consumo, y consecuentemente se producen

diariamente cientos de toneladas de desechos. En San Luis Potosí la necesidad de hacer

279

algo con los residuos sólidos que se generan, ha originado zonas de confinamiento de

residuos sólidos, particularmente hacia el norte de la ciudad en la periferia. La basura se ha

vuelto un elemento de exclusión de un sector de la población habitante de la zona,

quedando atrapada entre la vida rural y la urbana, pero con menos posibilidades de

incorporación a ésta última. Esta parte de la sociedad, denominada comúnmente marginal

(debido a la relación limítrofe rural-urbana), ha sabido sacar ventaja de su situación.

Los modos de sustento de los pepenadores están marcados por un antecedente en la

vida rural, sabiendo aprovechar este conocimiento para incorporarse a una nueva actividad

laboral. Aprovechan los desechos de los estilos de vida urbana (a la que difícilmente tienen

acceso), confiriéndoles un nuevo sentido a través de la segregación y reinsertarlos (al

margen de las relaciones formales de trabajo y hacendarias) en la cadena de producción.

Ésta no sólo es un beneficio para el ciclo económico y para la presión ejercida en el

ambiente (la proporcional disminución en el uso de materias primas nuevas), si no que se

ha convertido en una fuente rica de empleos, entorno a la que han construido una cultura.

El trabajo de la pepena a pesar de estar recubierto por un sentido amplio de pobreza

(para aquellos que no están familiarizados con ella), para los pepenadores del tiradero de

Peñasco es una fuente constante de ingresos económicos y materiales. Además les permite

una reproducción familiar flexible, similar a las estrategias de reproducción de la unidad

doméstica campesina o los trabajos artesanales familiares, antecedentes “laborales” de los

primeros pepenadores que aún realizan esta actividad en Peñasco. Estos además han ido

enrolando a su descendencia en la pepena, convirtiéndose en una tradición familiar, pero

con ciertas mejoras en calidad de vida en comparación de las primeras generaciones

introducidas a la labor.

280

La pepena en el tiradero de Peñasco es una fuente de empleo que les da libertad y

flexibilidad para combinar el trabajo con la vida familiar, lo que a su vez genera cierta

cohesión familiar. La pepena se ha convertido en una opción de empleo que ha resultado

mucho más eficiente en términos de subsistencia, que aquellos oficios que antiguamente

practicaban. Por ello, desde la perspectiva de los pepenadores, el tiradero de Peñasco es un

lugar privilegiado por la continuidad (prácticamente durante todo el día), cantidad

(aproximadamente mil toneladas), calidad (diversidad en la composición de desechos) y el

aseguramiento (por ser un tiradero oficial y público que recibe los desechos de la capital y

varios municipios conurbados) de los residuos sólidos que ahí se confinan.

Por otro lado, se encuentra el ámbito organizacional, a través del cual aseguran su

trabajo en el Sitio de Disposición de Peñasco. El Sindicato Único de Pepenadores es el

único órgano entorno al que se agrupan, más que en un sentido ideológico, como el sentido

que la propia palabra sindicato refiere: con la intención de promover y defender sus

intereses como trabajadores. Es un órgano en el que pueden expresar sus inconformidades

laborales cotidianas, con la expectativa de que los coordinadores y el líder gestionen con las

autoridades correspondientes para que resuelvan las problemáticas. Además de velar por el

principal objetivo: buscar “el respeto por su fuente de trabajo”, es decir, el reconocimiento

e inalterabilidad de sus condiciones de trabajo, las que hasta hoy se han caracterizado por

un amplio rango de autonomía.

La organización de los pepenadores contaba con un buen margen de poder

conseguido por el antiguo líder a través del control de varias organizaciones que agrupaba

la Coalición Organizada de los Pueblos, aunado a su carisma y a la red de relaciones que

construyó tanto a nivel estatal como local. El líder utilizó al gremio como un importante

recurso político de apoyo (o confrontación) para ciertas demandas. A pesar de su eficacia

281

en las negociaciones, los pepenadores le retiraron su apoyo porque dejó de satisfacer las

necesidades de la organización, en pos de las suyas personales y de otras agrupaciones

ajenas a ellos.

La eficacia del Sindicato, íntimamente ligada a la actuación del líder, ha ido en

detrimento. Carmelo Martínez ejerce un deficiente control sobre todos los agremiados

debido a la insuficiencia de las medidas de sanción física o material (no todos cumplen con

las cooperaciones), la escasez de sanciones simbólicas (pocos son los ejemplos como los

“descansos” en el caso de que se falte a las juntas), la incapacidad para someter a los grupos

facciosos (en el caso de Los Diablos) y sobre todo, la forma en que ha conseguido cumplir

las demandas. A diferencia del liderazgo de Margarito, Carmelo ha cumplido las

principales demandas de los pepenadores (la garantía de su trabajo) pero de forma parcial,

condicionada, teniendo como resultando con un control menor sobre la fuente de trabajo.

Las limitantes que ha enfrentado el Sindicato han dejado un espacio en el que se ha podido

colar la iniciativa privada en el manejo de los desechos.

La cultura política de los pepenadores está empapada por el uso de las movilizaciones,

la fuerza, el rumor y el chisme, inmersos en un ambiente de profunda desconfianza. Los

pepenadores no cuentan con mayores medios de participación que la afiliación a la

organización. No hay algún otro medio de contribución directa en las negociaciones con las

unidades dominantes que aquellas que el líder les ofrece, ya que es el único dotado con el

reconocimiento de la autoridad, además de que posee el conocimiento de los procesos de

articulación con las unidades dominantes, cuenta el apoyo asignado de la base, así como las

redes sociales necesarias para gestionar. En este sentido el poder que se obtiene a partir del

consenso es fruto del acuerdo entorno a puntos clave de interés o demanda (más allá de las

formas de lograrlas o intereses específicos del gremio), ya que la insuficiente oportunidad

282

de participación con la que cuentan los pepenadores, hace imposible generar otras vías de

consenso. Las movilizaciones (manifestaciones, marchas, cierre del tiradero) son la forma

más común, pero decisiva de intervenir en las prácticas que como organización se

implementan.

En las expresiones cotidianas acerca de las manifestaciones, los pepenadores se

refieren a ellas como reuniones, donde al parecer hay una idea subyacente de negociación

entre unidades, si no iguales, si bien articuladas. En el espacio de trabajo diario, la actitud

de los pepenadores es incluso de reclamo, de exigencia.Han aprendido con los años que las

manifestaciones públicas de inconformidad (que pueden desembocar en actos violentos),

son una estrategia eficaz para que las autoridades respondan con prontitud a sus reclamos.

Desde la base son una forma de contrarrestar o por lo menos equilibrar las circunstancias de

desigualdad de poder ante las autoridades. El uso que le ha dado el líder a las

manifestaciones empapadas de expresiones impetuosas, son una estrategia para legitimarse

como intermediario político. Las expresiones violentas han resultado en una vía eficaz para

la expresión de sus demandas, pero también los hace blanco de críticas, repudio y posible

represión, ya que son vistos como un grupo con la capacidad de ejercer acciones que

podrían atentar contra cualquiera.

La fuente de la desconfianza del líder (que en ocasiones raya en la paranoia) se

encuentra en que vive bajo presión constante por el peligro que representa la perdida de la

ostentación de su liderazgo (el poder, control, autoridad y prestigio que este conlleva), tanto

dentro de la organización (frente a grupos facciosos) como hacia al exterior (ante otros

actores como la empresa que pone en riesgo su posición y control en el basurero). Los

pepenadores también se mueven en un ambiente de desconfianza ante la incertidumbre que

provoca el futuro de su labor (un trabajo informal que depende de actores, situaciones y

283

negociaciones que escapan de sus manos), desconfianza activada primordialmente ante la

presencia de actores y procesos extraños que encarnan lo desconocido y que pueden

conllevar la perdida de su fuente de trabajo.

Los chismes son una estrategia anónima por parte de los subordinados (con respecto

que al líder), en la que desahogan su inconformidad con las acciones que éste emprende,

retan su autoridad y desestabilizan su liderazgo. Los rumores son usados por el líder para

apelar a los sentimientos del gremio, promoviendo a su conveniencia adhesiones,

aversiones y en general un clima de incertidumbre frente a actores o acciones que no son

favorables a los intereses del líder, todo de manera indirecta y protegiéndose en el

anonimato ante posibles reclamos de los afectados.

El ámbito familiar es un espacio importante desde el que se formulan, deciden y ponen

en práctica estrategias para apoyar esta forma de subsistencia. Asimismo son importantes las

redes que estos grupos familiares tejen entorno a los líderes o coordinadores del Sindicato

Único, ya que los pueden favorecer en aspectos del trabajo cotidiano, como la obtención de

beneficios que ofrecen las autoridades (por ejemplo, despensas) o información de primera

mano a partir de la cual tomar decisiones pertinentes. En su vida cotidiana los estallidos de

violencia son conductas que despliegan para confrontar los problemas que diariamente se les

presentan en el tiradero.

En cuanto a la situación que se enfrentó con la entrada de la empresa al tiradero de

Peñasco, para el Ayuntamiento de San Luis Potosí la promoción en el discurso público de la

remediación del tiradero jugó una papel importante para la autoafirmación y promoción del

gobierno como un ente comprometido con el ambiente, e incluso con la sociedad al elevar la

calidad de vida de los pepenadores. Situación que en la realidad no se modificó en lo

absoluto, pero que el propio líder convalidó para ganarse una vez más el respaldo de la

284

autoridad municipal. El Ayuntamiento alienta la imagen de los pepenadores como personas

en extremo marginales, como un eufemismo del discurso público en el que él es salvaguarda

y protector de los sectores más desprotegidos. Por su parte, el Sindicato, en actos públicos,

entra en la dinámica de la subordinación, de aceptación de esta imagen, en la búsqueda de

favores, por lo que siguen el protocolo del discurso público.

La empresa entró a un espacio bastante restringido a los desconocidos, particularmente

a aquellos que pueden atentar contra las condiciones de trabajo de los pepenadores. Por lo que

se generó un ambiente de tensión ante la presencia de un actor aprobado por el ayuntamiento,

pero no por ellos, actores que día tras día convergen y actúan sobre el tiradero. La empresa

tuvo que ganarse la confianza de los pepenadores para disfrutar de un buen margen de acción

sin tener que confrontarlos diariamente.

En cuanto al ejercicio de los trabajos de disposición final, los discursos y las prácticas

emprendidas por los trabajadores adscritos tanto al Ayuntamiento como a la empresa, no

coinciden por completo con el discurso institucional (promoción y salvaguarda de la

protección ambiental). La situación en el tiradero de Peñasco requiere la participación de

actores con la capacidad de responder de forma inmediata y dispuestos a negociar cara a cara

con otros actores para la solución de problemas. El personal que labora en Peñasco ha tenido

que desarrollar esta habilidad para poder lograr el cumplimiento del trabajo diario.

Para los trabajadores operativos de ayuntamiento-empresa, el lidiar con gente “que no

entiende razones” promueve una práctica añeja de manejo y confinamiento, en donde se trata

de administrar prontamente, intentando evitar los roces con los pepenadores, aunque en

ocasiones esto implique un incorrecto manejo de los residuos sólidos. Este tipo de prácticas,

corresponden a un reajuste cotidiano del manejo de los desechos, en donde se tiene que echar

mano de los pocos recursos con los que se dota a los trabajadores operativos, en ocasiones

285

contrapuestos a las exigencias de los funcionarios municipales de mayor rango.

Como ya indiqué, la percepción y discurso en el que se "enmarca" a los pepenadores, es

uno lleno de violencia, analfabetismo y desconocimiento. Se les juzga y se les observa sin la

capacidad de formar parte de un proyecto planeado, “racional”, de manejo de residuos

sólidos, negándoseles la oportunidad de participar de él. Las discontinuidades de repertorios

culturales bastante disímiles y la percepción poco favorecida del otro (ya sea ayuntamiento,

empresa o pepenadores) generan inevitablemente conflictos. Resulta entonces que los

pepenadores son un grupo con el que es difícil establecer un auténtico diálogo.

A pesar de ello, el control sobre el tiradero de Peñasco resulta de una negociación, una

autorización, o por lo menos concesión, por parte de los actores que convergen en este sito

hacia el actuar de los demás. El poder por lo tanto resulta fluido y depende de la capacidad

que se tenga para conseguir las adhesiones de los actores entorno a un proyecto en particular.

Por su parte, en este contexto la autoridad, al ser derivada de cierta concentración de poder, es

una posición que aparece poco clara, por ello hay una serie de contradicciones e

incertidumbres que repercuten en las percepciones y consecución del manejo de los desechos.

Dada la convergencia de proyectos y mundos de vida (empresa, ayuntamiento,

pepenadores), las discontinuidades sociales tan sólo permiten intervenir en puntos

específicos y acordados de la disposición final en Peñasco. Las interfaces que observé

demuestran que la aplicación de las normas y resoluciones pueden ser negociadas, y es aquí

donde los pepenadores ejercen su agencia al definir quienes entran y quienes no en este

espacio.

El tiradero de Peñasco se ha convertido en un laboratorio donde se evidencia la

ineficiencia de la gestión municipal de los residuos sólidos. La intervención de la iniciativa

privada es tan sólo una herramienta para subsanar el ejercicio de un servicio que el

286

ayuntamiento de San Luis Potosí no ha podido ser capaz de enfrentar (éste último ha

promovido la participación de la empresa como única vía de solución). La intervención de

la empresa Vigue se ha justificado a través del discurso público, haciendo énfasis en la

importancia que tiene el ofrecimiento del servicio para la ciudadanía y su relevancia al

llevarlo a cabo en términos ambientalmente amigables.

Con los trabajos hechos por la empresa, nunca se eliminó por completo las

condiciones inadecuadas en las que venía operando el tiradero, pero si hubo cambios en el

estado observable del tiradero (incluso reconocido por los pepenadores y que gracias a ello

les concedió cierto apoyo), ayudando en la imagen de una empresa con un buen desempeño

en la operación del tiradero. Las propuestas de un manejo más adecuado de los residuos

sólidos en San Luis Potosí, sólo han podido incidir en ciertas partes del manejo de éstos,

por la presión que ejercen otros actores que poseen intereses sobre el tiradero y que si

dejaran el campo libre a la iniciativa privada, ésta podría obtener el control total de este

espacio, sobre actores en desventaja como los pepenadores.

A través del presente trabajo, pude observar una serie de interfaces con la presencia

latente del conflicto, generada de la convergencia en el tiradero de varios actores, con

diversidad de proyectos y donde la negociación es necesaria para conciliar los intereses

entorno al manejo de los residuos sólidos. La diferencia de proyectos entrelazados y la

agencia con la que están dotados los actores que confluyen en el proceso de confinamiento,

van determinando la gestión de los residuos sólidos a nivel municipal, particularmente en el

tratamiento y la disposición final.

Traté de analizar a un sector que comúnmente es descrito meramente en términos de

“asociación mafiosa”, de botín político, clientela o análisis que se centran en la figura del

líder y que poco contemplan las miradas de los propios pepenadores. En cambio, mediante

287

la presente investigación dilucidé el valor económico, social y cultural de un trabajo

estigmatizado para la sociedad moderna. Este trabajo ayuda a entender desde una mirada

más amplia, el trabajo de la pepena como una estrategia de subsistencia sumamente eficaz

para la reproducción familiar.

Fue así que descubrí la gestación de una forma de defensa de los modos de sustento,

tanto individual como colectiva, mediante la mirada de los propios pepenadores, en su

percepción sobre el trabajo cotidiano y en su organización a través de diferentes facetas de

su vida: la gremial y familiar. Entender como los pepenadores se organizan, participan y

perciben las estrategias políticas encaminadas principalmente a la defensa de un trabajo

altamente estimado en un espacio privilegiado como resulta el tiradero de Peñasco.

Igualmente esta investigación intentó evidenciar que la capacidad de agencia ejercida

por los pepenadores juega un papel muy importante, a veces determinante, en la planeación

y proyección sobre la disposición final en San Luis Potosí. Analizando la importancia de su

desempeño en estos procesos y demostrando que los pepenadores no son simplemente los

últimos actores en la cadena del largo proceso que siguen los residuos sólidos.

Los retos se plantean ahora en el futuro del tiradero. En este contexto de continua

tensión y propensión al conflicto, producto de la incertidumbre e incluso desconocimiento

de las competencias y procesos por los que transita el tiradero de Peñasco, la injerencia de

la iniciativa privada en el manejo de los residuos sólidos no resulta oportuna. La

intervención del sector privado en este proceso no implica el deslinde de responsabilidades

del gobierno local, mas el papel ambiguo que hasta el momento el ayuntamiento ha

desempeñado hace que se corra el riesgo de no pedir cuentas del actuar de la empresa, o

que descargue todas las responsabilidades en ésta sin tomar su parte de compromisos.

288

El manejo oscuro de las negociaciones no da claridad a ninguno de los sectores. El

exhorto iría dirigido a sugerir esquemas de co-gestión, en el que la sociedad potosina

pudiera participar para vigilar y corregir los pasos dados por cualquiera de los actores que

intervengan. Una gestión que propicie la negociación clara y plenamente avalada por los

diversos actores que de una u otra manera se ven afectados por el incorrecto confinamiento

de los desechos. Un manejo de los desechos sólidos municipales en donde se evite la

especulación y las amenazas de pérdida de fuentes laborales especialmente de los

pepenadores, sector que resultaría más afectado.

Los nuevos esquemas de gestión de residuos sólidos en San Luis Potosí, ponen en

riesgo el trabajo de más 600 personas involucradas directamente en la pepena, a las que

además hay que sumar las familias que dependen de ellos. Queda como pendiente generar

vías de articulación con los pepenadores en formas ambientalmente adecuadas de gestión

de los residuos sólidos, a través del entendimiento mutuo, y con condiciones más

ventajosas para los pepenadores y no tan sólo para ciertos grupos allegados a los círculos de

toma de decisiones. La intención sería entonces diseñar formas de intervención planeada

eficaces e incluyentes.

289

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