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Pensando Sociologicamente "-Entonces debes decir lo que piensas -prosiguió la Liebre de Marzo. -Lo hago -replicó Alicia apresuradamente-; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo. -¡Ni mucho menos! -dijo el Sombrerero-. iVamos, es como si dijeses que "veo lo que como" es lo mismo que "como lo que veo"! -¡Es como si dijeses! -añadió la Liebre de Marzo- ¡que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"! -¡Es como si dijeses! -añadió el Lirón, que pareció hablar en sueños- ique "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"! -Será lo mismo para ti -dijo el Sombrerero; y aquí cesó la conversación, y el grupo se quedó en silencio durante un minuto, mientras Alicia repasaba todo lo que recordaba sobre cuervos y escritorios, lo cual no era mucho." (Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas) Retomemos el hilo de la clase... pero les puedo asegurar que el Reverendo Dogson, más conocido por Lewis Carroll escribió cosas muy sugerentes para un sociólogo. Lástima que siempre se lo haya visto como literatura infantil (cosa de la cual él también tiene su parte de responsabilidad). En la clase anterior transcribimos un comentario que no se presentaba precisamente como un cuento para infantes. En él se invita a formar una cadena para distribuir una lista de recomendaciones destinadas a provocar el mejoramiento individual y de paso el nacional. El texto decía literalmente: "La diferencia radica en la actitud de las personas" Dicho así la afirmación puede tomar la apariencia de una invocación algo mística, tipo "new age". Y quizá resulte incomprendido el sociólogo que responda con mal humor (como

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PENSANDO SOCIOLOGICAMENTE

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Pensando Sociologicamente

"-Entonces debes decir lo que piensas -prosiguió la Liebre de Marzo. -Lo hago -replicó Alicia apresuradamente-; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo. -¡Ni mucho menos! -dijo el Sombrerero-. iVamos, es como si dijeses que "veo lo que como" es lo mismo que "como lo que veo"! -¡Es como si dijeses! -añadió la Liebre de Marzo- ¡que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"! -¡Es como si dijeses! -añadió el Lirón, que pareció hablar en sueños- ique "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"! -Será lo mismo para ti -dijo el Sombrerero; y aquí cesó la conversación, y el grupo se quedó en silencio durante un minuto, mientras Alicia repasaba todo lo que recordaba sobre cuervos y escritorios, lo cual no era mucho." (Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas)

Retomemos el hilo de la clase... pero les puedo asegurar que el Reverendo Dogson, más conocido por Lewis Carroll escribió cosas muy sugerentes para un sociólogo. Lástima que siempre se lo haya visto como literatura infantil (cosa de la cual él también tiene su parte de responsabilidad).

En la clase anterior transcribimos un comentario que no se presentaba precisamente como un cuento para infantes. En él se invita a formar una cadena para distribuir una lista de recomendaciones destinadas a provocar el mejoramiento individual y de paso el nacional. El texto decía literalmente:

"La diferencia radica en la actitud de las personas"

Dicho así la afirmación puede tomar la apariencia de una invocación algo mística, tipo "new age". Y quizá resulte incomprendido el sociólogo que responda con mal humor (como si careciera de sensibilidad frente a los problemas humanos inmediatos). Sin embargo no es oro todo lo que reluce; el sociólogo ha detectado un brusco salto de "nivel", un paso ilegítimo desde lo individual a lo colectivo. Algo que puede parecer razonable, pero sólo por su forma; en realidad a un entendido le suena tan estúpido como afirmar que si todos lo cuadrados fueran redondos, el mundo tendría una cosa menos de que preocuparse.

Y ello es porque las "actitudes" no pueden provocar cambios en la sociedad global... simplemente el concepto *no ha sido construido El concepto de "actitud" es una buena herramienta para el análisis individual y mantiene su eficacia en el

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análisis de pequeños grupos; pero a medida que aumenta el número de interacciones los fenómenos emergentes empiezan a ser endemoniadamente intratables. Es, como un bisturí, apto para una operación quirúrgica, pero absolutamente ineficaz como cuchillo de carnicero.

Sin embargo los "logos" en sociología no advierten el salto, así como los que no tienen "oído" no perciben cuando alguien cantando, desafina.

Es perfectamente posible, y así sucede, que en perspectiva "macro", (el que abarca todo un país), se siga hablando de "actitudes". Pero en todo caso se pensará a éstas como el resultado de un estado de cosas, no lo que provoca ese estado, su causa. Las "actitudes" son, así, un indicador de una situación; una variable dependiente.

Una persona inexperta en fenómenos sociales (aunque sea un experto en otras materias) se inclina por pensar los hechos sociales conforme al modelo del dominó: Si una ficha cae, arrastra en su caída a cualquier otra que se encuentra en su trayectoria. Y se puede empujar la fila de fichas por cualquier extremo, todas caerán igual aunque la dirección sea inversa.

Con el dominó se pueden crear bonitos juegos. Miles de fichas desplomándose lentamente y al hacerlo van creando insólitas figuras sobre un plano. Pero una sociedad humana no funciona igual.

Cualquiera que disfrute con la historia puede seguir los sinuosos senderos que van desde que se crea una fuerza política hasta que ella, en algunos casos, conquista el poder. Y lo que pasa después puede ser muy variado, pero casi nunca tiene relación con los objetivos iníciales. Los cambios sociales son producidos por personas, pero ellos resultan de la suma geométrica de millones de interacciones; de acciones y reacciones tan complejas que cualquier previsión es simplemente eso: una previsión. Y las previsiones suelen tener cierto prestigio... *porque no se lleva cuenta de las que han fallado. Si así fuera, diríamos como aquel político "cuando yo digo siempre... me refiero a lo que sostendré esta semana".

Lo que debe quedar claro, para evitar los errores típicos del razonamiento no adiestrado, es que resulta imposible prever un cambio social, pero si resulta posible saber lo que no provocará un cambio social de envergadura. Hay aquí una asimetría que parece ilógica; pero piénsese que no sabemos como provocar cambios meteorológicos de envergadura, en cambio *síno se puede producir un cambio de tiempo de tiempo abriendo el paraguas.

Es verdad que no conocemos realmente el proceso; pero también es cierto que algo de conocimiento se ha venido acumulando en estos últimos siglos de estudios sociológicos. Suficientes conocimientos como para advertir una secuencia, un proceso, que no resulta arbitrario aunque sí sea imprevisible en su desarrollo.

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Para la teoría sociológica el mensaje contenido en la exhortación enunciada es una triste caricatura de los esfuerzos que lleva la ciencia social desde hace muchas décadas para entender el porqué del retraso de algunas sociedades (el "subdesarrollo") y que se puede hacer para ayudarlas.

Quizá ha llegado el momento de tratar un tema árido: ¿qué estudia la Sociología? ¿A qué se dedican los sociólogos? ¿Sólo a hacer encuestas? Con este asunto acostumbran a llenar las páginas del primer capítulo los manuales introductorios y yo me limitaría a resolver el trámite con una definición más (copiada de algún manual), si no fuera que éstas ni son realistas, ni son metodológicamente interesantes. Sólo tienen a su favor que las entiende todo el mundo.

Un manual dirá que la sociología estudia a los fenómenos sociales; o los grupos humanos y el comportamiento individual en situaciones de interacción; o los patrones de comportamiento que explican el comportamiento social; o las fuerzas sociales; o los hechos sociales...

Pero no es esto lo que investiga el sociólogo. Mejor dicho es todo esto... y mucho más.

La Sociología no estudia una clase de objetos (como los arriba mencionados), sino que estudia todos los objetos que se ponga a tiro (entendiendo como "objetos": temas o cuestiones que merezcan ser investigadas). El sociólogo estudia todo lo que pasa por delante de sus narices, suponiendo, claro, que tenga ganas de hacerlo y recursos económicos para intentarlo.

Como sociólogo uno puede estudiar un teorema matemático, una letra de cambio, un tumor canceroso, el comportamiento de Dios (tal como lo registran los libros sagrados), o el liderazgo.

Pero no se fijará en las mismas cosas que un matemático (es más probable que le interese que hace el matemático con ese conocimiento, por ejemplo, situarse mejor en su departamento universitario). También el tumor tendrá una lectura diferente que para el médico, porque su vista se orientará inconscientemente hacia las consecuencias que provoca en el enfermo y su entorno; como cambian las relaciones familiares cuando el fenómeno se descubre y como se introducen nuevos miembros significativos (el médico) en ese grupo primario donde el enfermo participa.

En el caso de Dios (el Dios de los texto sagrados) observará cómo reacciona frente a su grey; si se comunica y en qué circunstancias; que deberes impone y como responde frente a los usuales errores humanos. En realidad Dios pasará a ser un personaje importante, pero no será el mismo Dios que estudia el teólogo. Se parecerá a un jefe supremo de una tribu problemática, no al hacedor del Universo.

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Y lo mismo en cualquier otro caso que se nos ocurra.

Un sociólogo se fijará en cualquier cosa que esté a su alcance, si realmente es un sociólogo de vocación y no ha elegido la carrera simplemente porque el autobús pasaba cerca de su casa y daba la casualidad que también por la facultad de Ciencia Políticas y Sociales.

Todos los objetos son libremente visitables, observables y pensables por cualquier científico. No existen "corrales virtuales" donde pacen tranquilamente los objetos específicos de una ciencia. Todo está abierto a todos, pero cada uno se lleva de la realidad estudiada, lo que sus teorías y métodos le permiten... Aquí está la diferencia, las ciencias se construyen con hilos invisibles (los conceptos) que forman una telaraña maravillosa (las teorías). Allí se quedan enganchados los fenómenos reales. A veces son tan grandes y extraños... que rompen la tela tan trabajosamente urdida.

Sí se me permite la metáfora, un investigador que tenga una mochila rectangular se llevará sólo objetos cuadrados y rectangulares. En cambio el que tenga una mochila elástica, se llevará todo lo que pueda, no importando su forma... aunque sí su peso. Un modelo de análisis que recoja muchos fenómenos heterogéneos se asemeja a esa mochila elástica. Pero su debilidad está en lo poco que puede decir de cada objeto observado.

Vamos a dar carpetazo al asunto (provisionalmente, se entiende) resumiendo lo anterior en pocas palabras: *un científico puede estudiar, y de hecho así lo hace, cualquier fenómeno, cualquier objeto de la realidad pero atendiendo a las cuestiones que sus "teorías" le permiten ver como importantes.

Las teorías centrales de cada ciencia son lo que hace la diferencia, las que filtran las nuevas herramientas, y las que crean las dificultades de relación con las interpretaciones que surgen de otras disciplinas. *Las teorías unen y por ello también separan.

Si no tenemos una teoría, o un modelo (que sería un nivel más bajo, menos abstracto) que trate el cambio social, el concepto de "actitud" permanece estrictamente como un descriptor. Describe una pauta, algo que se observa, pero sin asignarle un papel causal; en otras palabras, es una consecuencia del estado de cosas registrado.

Es difícil que un psicólogo, un sociólogo, un economista y un antropólogo se entiendan... porque hablan idiomas diferentes; idiomas que están perfectamente diseñados para "hablar" de sus teorías... pero que no casan bien. Es como un ordenador que habla en windows y el otro, más beneficiado por la suerte, sólo entiende el linux. No hay forma de entenderse a menos que...

Tengo la esperanza que alguno de los que van siguiendo estas reflexiones se les haya ocurrido lo mismo. ¡Sí...! hasta... que se posea una teoría unificada de lo

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humano (para seguir con la metáfora de los ordenadores sería un lenguaje tipo "html" que permita a cualquier ordenador leer, independientemente del ordenador de origen).

Una teoría que genere modelos donde se pueda ver lo que funciona desde cualquier ángulo, y que todos resulten coherentes, ofreciendo una visión polifacética, empero unificada.

La parte triste de la historia es que no se ha encontrado todavía. No ha llegado ese feliz día. Así que no queda más remedio que establecer puentes, puentes frágiles que interconecten lo que las teorías separan. Esta clase de puentes existen, son las que abarcan una gran variedad de fenómenos explicándolos a partir de principios comunes.

Un ejemplo de ello podría ser la "teoría del caos", o el "materialismo histórico" (la visión marxista de la sociedad), aunque ésta última esté muy desacreditada por razones políticas notorias. Hoy por hoy no existe una teoría de teorías que alcance aceptación plena en la comunidad científica.

Personalmente considero que la teoría del caos es muy fructífera, pero sus aplicaciones en el campo de la sociología están aun en pañales.

Volvamos al mensaje; al que hemos usado "de entrenamiento" para agilizar las neuronas hurgando en un clásico esquema de sociología "de café".

Ya comenté que implica un salto ilegal entre la descripción de algunos hechos y la receta que ofrece. Afirma cosas que si bien tienen realidad no son representativas de una sociedad puntera (ni de una sociedad subdesarrollada), y a partir de esos elementos reales pero poco representativos, se proponen, ilegitimamente (desde una perspectiva coherente), conductas destinadas a provocar cambios sociales de envergadura.

Suena a mistificación, a engaño. Algo así como recomendar que, dado que las personas en las sociedades ricas suelen ir bien vestidas, la mejor manera de alcanzar un desarrollo similar en un país, es que todo el mundo salga a la calle... "bien vestido".

Sin embargo el mensaje tiene, también, su interés sociológico (para un sociólogo los "errores" científicos tienen un gran interés, sobre todo cuando hay gente que se los cree).

Muestra como una visión superficial de los fenómenos sociales puede dar "el gatazo". Muestra cómo se puede influir en las personas a partir de esquemas sencillos de razonamiento. Muestra como el modelo del "dominó", si bien falso, puede ser movilizador porque simplifica la realidad y permite verla como un proceso lineal de "acción-reacción". Muestra como la demagogia política para ser

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eficaz tiene que apoyarse en razonamientos del mismo tipo: nuestros males son provocados por x, luego eliminemos x, y todo funcionará de maravillas.

Muestra todo eso... si tenemos elementos conceptuales para verlo; si no, no muestra nada más allá de su texto literal

Aquí hagamos un paréntesis, una reflexión de tipo más general: Las ideas falsas, aunque falsas pueden ser un efectivo motor de cambio social, si se sintonizan con los anhelos de mucha gente. Lo típico de las grandes revoluciones es que las ideas que se agitan toman formas tan sencillas... que hasta un niño de cinco años puede entenderlas. Por supuesto que luego pasa lo que pasa; pero sólo los historiadores son los que advierten las contradicciones. La gente que vive un proceso tan convulso como una revolución, apenas tiene energías para mantenerse sobre el tablero ¡como se le va a pedir que reflexionen sobre el curso general del proceso!

Volviendo al tema principal: la inteligencia es la capacidad de ver lo invisible; las ciencias hacen a las personas más inteligentes. Lástima que sólo en un campo, sólo en la banda estrecha que esa ciencia puede dominar. Más allá de la barca, está el hondo mar.

Como dice el neurofisiólogo William H. Calvin:

"La inteligencia implica una capacidad para escapar a las servidumbres del instinto y producir nuevas soluciones a los problemas planteados"

(Véase. "Más allá de las cisuras y los surcos". Mundo Científico, feb. 2000, pág. 45).

El poder de cada ciencia se encuentra en la potencia de sus teorías centrales. En su capacidad de predicción sobre los fenómenos que estudia. Su debilidad estaría, del mismo modo, en usarla para cosas que no fue diseñada. Intentar curar una neurosis aplicando teorías sociológicas sería un caso de flagrante error. También, lo inverso, aplicar una teoría de la neurosis a un fenómeno social. Cuanta más envergadura tenga este fenómeno... más ridícula y absurda puede llegar a ser la interpretación.