paseo por el cuento

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    Para en t ender el caracter peculiar del cuento se Ie suelcon la novela, genero mucho mas popular y sobre el cu~las preceptivas. Se sefiala, por ejemplo, que la novel a seen el papel, y por 10 tanto en el tiempo de lectura, sin otque el agotamiento de la materia novelada; por su parte ~parte de la nocion de limite, y en primer termino de ~teal punto que en Francia, cuando un cuento excede de la spaginas, toma ya el nombre de "nouvelle", genero a ...............el cuento y la novela propiamente dicha. En ese sentido, lay el cuento se dejan comparar analogicarnente con el cine ygrafia, en la medida en que una pelicula es en principio unabierto", novelesco, mientras que una fotografia logradauna ceiiida limitacion. No se si ustedes han oido hablar dea un fotografo profesional; a mi siempre me ha sorprendidese exprese tal como podria hacerlo un cuentista en muchosFotografos de la calidad de un Cartier-Bresson 0 de unfinen su arte como una aparente paradoja: la de recortarmento de la realidad, fijandole determinados limites, peronera tal que ese recorte actue como una explosion q~e.,abreen par una realidad mucho mas amplia, como una VISionque trasciende espiritualmente el campo abarcado. 'p0r laMientras en el cine, como en la novela, la captaclOn dedad mas- amplia y multiforme se logra mediante el ae1;arl'~elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, .poruna sintesis que de el "climax" de la obra, en una f~,,_au ...un cuento de gran calidad se procede inversamente, esIotografo 0 el cuentista se yen precisados a escoger Yimagen 0 un acaecimiento que sean significativos, que no elvalgan por si mismos, sino que sean cap aces de actuar ;ntador 0 en el lector como una especie de apertura, e

    s J,. " . Diet a7l0 * julio Cortazar, "Algunos aspectos del cuento en. A 17IlrICtII.vista Casa de las Americas 1960-1970, revista Casa de las60, La Habana, 1970, pp. 180-185.

    la inteligencia Yla sensibilidad hacia algo que va mu-f ' tOyee~~ de Ja anecdota visual 0literaria contenidas en la fotoJ J 1 a s al ato Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, meJ euen .e ese combate que se entabla entre un texto apasionanteue en . . . Iq la novela gana siempre por puntos, mientras que eJectobr, ganar por knock-out. Es cierto, en la medida en quede e . feumuJa progreslvamente sus e ectos en el lector, mien-vela a . .. di .lit 11 0 n buen cuento es incisrvo, mor rente, sin cuartel desde las~ q~~ufrases. ~o se entienda esto dernasiado literalmente, por-

    .otifIleb n cuentlsta es un boxcador muy astuto, y much os de susr- el ue~ . ieiales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad,. : .Jnes Jl1 I " " I'd1""'1'- rninando ya as resistencias mas s~ 1 as del adversario. Tomen; . . . a n eSeualquier gran cuento que prefieran, y analicen su primera~ ... Ke sorprenderia que encontraran elementos gratuitos me-~~- ,ro- te decorativos. EI cuentista sabe que no puede proceder acu-JtI1Ien . I' d I'que no tiene por ala 0 a tiernpo ; su unico recurso

    trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba 0 hacia: a j O del espacio literario. Y esto, que aSI expresado parece una.:......arora, expresa sin embargo 10 esencial del metodo. EI tiempo del

    y el espacio del cuento tienen que estar como condensados,illl:letlldOS una alta presion espiritual y formal para provocar esaa que me referia antes. Basta preguntarse por que un

    ~"nrllll"UU cuento es malo. No es malo por el tern a, porque en li-no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un un mal tratamiento del tema. Tampoco es malo porque

    personajes carecen de interes, ya que hasta una piedra es in-cuando de ella se ocupan un Henry James 0 un Franz

    U~ cuento es malo cuando se 10 escribe sin esa tension quemamfestarse desde las primeras palabras 0 las primeras esce-

    . Y asi podemos adelantar ya que las nociones de significacion,mtensidad y de tension han de permitirnos como se vera acer-. "meJor a la estructura misma del cuento.

    D~ia~os que el cuentista trabaja con un material que califica-e sl .gnificativo. EI elemento significativo del cuento pareceriaI I I i e n . t prmcipalmente en su tema, en el hecho de escoger un acaeci-

    4 ia r ~ real ,0 fingido que posea esa misteriosa propiedad de irra-0 1 . . _ ,a?,o mas alia de SI mismo, al punto que un vulgar episodio;'QIestJco . I dI ' i n e Ma ,.como ocurre en tantos admirables re atos e una Kathe-lIIen' nsfJeld 0 de un Sherwood Anderson, se convierta en el resu-~~rnplacable de una cier~ condicion humana, 0 en el simbolo~ndonte ~e un orden social 0 historico. Un cuento es significativoqUlebra sus propios limites con esa explosion de energia

    PASEO POR EL CUENTOJulio Cortazar *

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    espiritual que ilumina bruscamente algo que va mucho masde la pequefia y a veces miserable anecdota que cuenta. Pienso q i I aejemplo, en el tema de la mayoria de los admirables relatos de' PO rt6n Chejov. ~Que hay alli que no sea tristemente cotidiano, rn ~ll.ere, muchas veces conformista 0 inutilmente rebelde? Lo q~ 10.cuenta en esos relatos es casi 1 0 que de nifios, en las aburridas e seI db' . I hah ter.tu ias que e rarnos compartir con os mayo res, escuc a amostar a los abuelos 0 a las tias ; la pequefia, insignificante cr6 c~n.familiar de ambiciones frustradas, de modestos dramas localesnl~aangustias a la rnedida de una sala, de un piano, de un te con d I~ces Y sin embargo, los cuentos de Katherine Mansfield, de Chej uson significativos, algo estalla en ell os mientras los leemos y ~~~propone una especie de ruptura de 10 cotidiano que va mucho masalla de la anecdota resefiada. Ustedes se han dado ya cuenta de queesa significaci6n misteriosa no reside solamente en el tema del cuen.to, porque en verdad la mayoria de los malos cuentos que todoshemos leido contienen episodios similares a los que tratan los auto.res nombrados. La idea de significaci6n no puede tener sentido sino la relacionamos con las de intensidad y de tension, que ya no serefieren solamente al tema sino al tratamiento literario de ese tema,a la tecnica empleada para desarrollar el tema. Y es aqui donde,bruscamente, se produce el deslinde entre el buen yel mal cuentista.Por eso habremos de detenernos con todo el cuidado posible en estaencrucijada, para tratar de en t ender un poco mas esa extraiia formade vida que es un cuento logrado, y ver por que esta vivo mientrasotros, que aparentemente se le parecen, no son mas que tinta sobrepapel, alimento para el olvido.

    Miremos la cos a desde el angulo del cuentista y en este caso,obligadamente desde mi propia versi6n del asunto. Un cuentista, ~ dcles un hombre que de pronto, rodeado de la inmensa algara l~ dmundo, comprometido en mayor 0 menor grado con la realldabist6rica que 10 contiene, escoge un determinado tema y hace co~el un cuento. Este escoger un tema no es tan sencillo. A vece~ ea. '. 1 I .mpUslefcuentista escoge, y otras veces sientc como SI e tema se e 1 a-irresistiblemente, 10 empujara a escribirlo. En mi caso, la gran J1l nyoria de mis cuentos fueron escritos --c6mo decirlo-- al .warg:_de mi voluntad, por encirna 0por debajo de mi conciencla ra~anante, como si yo no fuera mas que un medium por el cual pas~ery se manifestaba una fuerza ajena. Pero esto, que puede depenque.Iyesdel temperamento de cada uno, no alter a el hecho esencia , Jun-. id vOen un momento dado hay tema, ya sea inventado 0 escogi 0 ad< ltariamente, 0 extranamente impuesto desde un plano donde 11332

    defiuible. Hay tema, repito, y ese tema va a volverse Cuento. An-de que ello ocurra, ~q~e podemos decir del te~a en si? ~Por quetema y no otro? ~Que razones mueven conscienn, 0 inconscien_

    al cuentista a escoger un determinado tema?A rni me parece que el tema ~el que :aldra un buen Cuento esexcepcional, pero no qUlero decir conesto que un tema

    ser extraordinario, fuera de 10 cornun, misterioso 0 ins61ito.al contrario, puede tratarse de una anecdota perfectamentey cotidiana. Lo excepcional reside en una cualidad parecidala del iman ; un buen tema atrae todo un sistema de relaciones

    ".orlexa~,coagula en el autor, y mas tarde en el lector, una inmensade nociones, entrevisiones, sentimientos y hasta ideas quevirtualmente en su- memoria 0 su sensibilidad; un buen

    es como un sol, un astro en torno ~l cual gira un sistema pla-del que much as veces no se tenia conciencia hasta que el

    astronomo de palabras, nos revelasu existencia. 0bien,ser mas modestos y mas actuales a la vez, un buen tema tienede sistema atornico, de nucleo en torno al cual &iran los elec-

    ; y todo esto, al fin y al cabo, ino es ya como una proposici6nvida, una dinarnica que nos insta a salir de nosotros mismos y aen un sistema de relaciones mas complejo y mas hermoso?

    veces me he preguntado cual es la virtud de ciertos cuentos1U(JIIVI.U

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    elige un tema y hace con el un cuento sera un gran cu .. " ., entista .eleccion contiene -a veces sin que el 10 sepa consciente Sl Suf b I d I - h . mentea u osa apertura e 0 pequeno ana 10 grande de I ' - es a, 0md' ,y circunscrito a la esencia misma de la condici6n hu IVldual

    d bl . mana 'rodcuento per ura e es como la semilla donde esta durrni do 0b I . E" len 0 el 'o gigantesco. se .arbol crecera en nosotros dara su ar,nuestra memoria. ,sombra enSin embargo, hay que aclarar mejor esta noci6n de tem . .ficativos. Un mismo tema puede ser profundamente sig~fs. s lg.nl'. di . lcatJvopara un escntor, y ana mo para otro; un mismo tema des '. I de i . pertaraenonnes redsondan~lasen un hector, y ejara mdiferente a otro, Ensum a, pue e ecrrse que no ay temas absolutamente signific tib I ' . if L h a ivoso a so utamente mSIgm icantes, 0 que ayes una alianza m' t

    riosa y compleja entre cierto escritor y cierto tema en un mom~~;-dado, asi como la misma alianza podra darse luego entre ciertos, I Scuentos y ciertos ectores. Por eso, cuando decimos que un tema essignificativo, como en el caso de los cuentos de Chejov, esa signifi-caci6n se ve detenninada en cierta medida por algo que esta fueradel tema en si, por algo que esta antes y despues del tema, Lo queesta antes es el escritor, con su carga de valores humanos y litera-rios, con su voluntad de hacer una obra que tenga un sentido; 1 0que esta despues es el tratamiento literario del tema, la forma en queel cuentista, frente a su tema, 10 ataca y situa verbalmente y estilis-ticamente, 10 estructura en forma de cuento, y 10 proyecta en ultimotermino hacia algo que excede el cuento mismo. Aqui me pareceoportuno mencionar un hecho que me ocurre con frecuencia, y queotros cuentistas amigos conocen tan bien como yo, Es habitual. queen el curso de una conversaci6n, alguien cuente un episodio dlver-tido 0 conmovedor 0 extrafio, y que dirigiendose luego al cuentlst~presente Ie diga: "Ahi tienes un tema formidable para un cuento,te 10 regalo." A mi me han regal ado en esa forma monto~es" detemas, y siempre he contestado amablemente: "Muchas graCIas.' Y. 'h' , S' b rgo Cler-jamas e escnto un cuento con nmguno de ellos. IIIem a , ata vez una amiga me cont6 distraidarnente las aventuras de un. d' ti que eSOcria a suya en Pans Mientras escuchaba su relato, sen 1 'sdi II . d' eran r n apo ia egar a ser un cuento. Para ella esos eplso lOS no de unque anecdotas curiosas; para mi, bruscamente, se cargaban onte-sentido que iba mucho mas alla de su simple y hasta vulgda:t~nguir. C'mo IS 1mdo. Por eso, toda vez que me han preguntado: i 0 'onanteentre un tema insignificante -por mas diverti~o 0 ern~c~scritorque pueda ser- y otro significativo i', he respondldo que ~I dar dees el primero en sufrir ese efecto indefinible pero avasa a334

    temas, Y que precisamente par eso es un escritor. Asi comoMarcel Proust el sabor de una magdalena mojada en t e abria

    un inmenso abanico de recuerdos aparentemente olvi-de manera anaIoga el escritor reacciona ante ciertos temas en

    snisma forma en que su cuento, mas tarde, had reaccionar alTodo ~u~nto esta asi predeterminado por el aura, por la fas-

    irresIstIble que el tema crea en su creador,J,.,~an:lOSasi al fin de esta primera etapa del nacimiento de un

    y tocamos el umbral de su creaci6n propiamente dicha. Heal cuentista, que ha escogido un tema valiendose de esas sutilesque Ie permiten reconocer los elementos que luego habran

    convertirse en obra de arte, El cuentista esta frente a su temaa ese embri6n que ya es su vida, pero que no ha adquiridosu forma, definitiva. P~ra el ese tema tiene sentido, tiene sig-

    Ii6ca

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    todas las ideas 0 situaciones intermedias, de todos los relIe. " ' 1 1 " 1 nos 0 fde transicion que a nove a perrrnte e me usa exige. Ning a s e stedes habra .olvi.dado El tonel de amontillado, de Edgar ~~~a~e U s.Lo extraordinario de este cuento es la brusca prescindenci d Pae.descripci6n del ambiente. A la tercera 0 cuarta frase esta a e todacoraz6n del drama, asistiendo al cumplimiento implacab:no~ en elvenganza. Los asesinos, de Hemingway, es otro ejemplo de. e un adad obtenida mediante la eliminaci6n de todo 10 que no , 1ntensi.. conVer'esencialmente al drama. Pero pensemos' ahora en los Cue t ja

    n os deJoseph Conrad, de D. H. Lawrence, de Kafka. En elIos, Con dlidades tipicas de cada uno, la intensidad es de otro ordenmo aprefiero darle el nombre de tensi6n. Es una intensidad que se'eY yoJerceen la manera con que el autor nos va acercando lentamente 1davi I'd a iocontado. To avia estamos muy ejos e saber 10 que va a ocur .I . d nren e cuento, y sin embargo no po emos sustraemos a su atmos-fera. En el caso de El tonel de amontillado y de Los asesinos, loshechos despojados de toda preparaci6n, saltan sobre nosotros y nosatrapan ; en cambio, en un relato demorado y caudaloso de HenryJames -La lecci6n del maestro, por ejemplo-- se siente de inme-diato que los hechos en si carecen de importancia, que todo estaen las fuerzas que los desencadenaron, en la malla sutil que los pre-cedi6 y los acompafia, Pero tanto la intensidad de la acci6n como latensi6n intema del relato son el producto de 10 que antes Harneel oficio de escritor, y es aqui donde nos vamos acercando al finalde este paseo por el cuento. En mi pais, y ahora en Cuba, he podidoleer cuentos de los autores mas variados: maduros 0 j6venes, de laciudad 0 del campo, entregados a la literatura por razones estetieaso por imperativos sociales del momento, comprometidos 0 no corn-prometidos. Pues bien, y aunque suene a perogrullada, tanto en .laArgentina como aqui los buenos cuentos los estan escribiendo qUle-nes dominan el oficio en el sentido ya indicado. Un ejemplo arg:n~tino aclarara mejor esto. En nuestras provincias centrales y nortenasexiste una larga tradicion de cuentos orales, que los gauchos se trans'miten de noche en tome al fog6n, que los padres siguen co.ntandoa sus hijos, y que de golpe pasan por la pluma de un escnt~r re-. I' b d ' d eonvlertenglOna ista y, en una a ruma ora mayona e casos, se b _en pesimos cuentos. iQue ha sucedido? Los relatos en si son sa r~IS9S , traducen y resumen la experiencia, el sentido del humo~ Y di-fatalismo del hombre de campo; algunos incluso se elevan a de uPmensi6n tragica 0 poetica. Cuando uno los escucha de boc~, e de)viejo eriollo, entre mate y mate, siente como una anuI,acJO~aza_tiempo, y piensa que tarnbien los aedos griegos contaban aSI las336

    de Aquiles para maravilla de pastores y viajeros, Pero endo deberi . H esecuan 0 e eria surgxr un omero que hiciese una lliadaodisea de esa suma de tradiciones orales, en mi pais surge unpara quien la cultura de las ciudades es un signo de decaden-ara quien los cuentistas que todos amamos son estetas que es-

    p para el mere deleite de las clases sociales liquidadas, y eseentiende en cambio que para escribir un cuento 10 unico que{alta es poner por escrito un relato tradicional, conservando10 posible el tono hablado, los giros campesinos, las incorrec-gramaticales, eso que llaman el color local. No se si esa mane-de escribir cuentos populares se cultiva en Cuba; ojala que no,en mi pais no ha dado mas que indigestos volumenes que no

    ..t..resau ni a los hombres de campo, que prefieren seguir escuchan-los c~entos entre dos tragos, ni a los lectores de la ciudad, que

    muy echados a perder pero que se tienen bien leidos a losdel genero. En cambio -y me refiero tambien a la Argen-

    hemos tenido a escritores como un Roberto J. Payro, unGiiiraldes, un Horacio Quiroga y un Benito Lynch que,

    IiLU,,:;lIIUV tambien de ternas muchas veces tradicionales, escuchadosboca de viejos criollos como un Don Segundo Sombra, han sa-

    potenciar ese material y volverlo obra de arte. Pero Quiroga," " , , r " ' " , J , " , s y Lynch conocian a fondo el oficio de escritor, es decirs610 aceptaban temas significativos, enriquecedores, asi como

    debi6 desechar montones de episodios belicos y magicosno dejar mas que aquellos que han llegado hasta nosotros gra-

    a su enorme fuerza mitica, a su resonancia de arquetipos men-de hormonas psiquicas como llamaba Ortega y Gasset a losQuiroga, Giiiraides y Lynch eran escritores de dimensi6n

    sin prejuicios localistaso etn\cos 0 populistas; por eso,de escoger cuidadosamente los terna s de sus relatos, los 50-

    , a una forma literaria, laounica capaz de transmitir al lectorsus valores, todo su fermento, toda su proyecci6n en profun-y en altura. Escribian intensamente. No hay otra manera de

    un cuento sea eficaz, haga blanco en el lector y se clave en suEI ejemplo que he dado puede ser de interes para Cuba. Es evi-

    que las posibilidades que la Revoluci6n ofrece a un cuentistacasi infinitas. La ciudad, el campo, la lucha, el trabajo, los

    tipos psicol6gicos, los conflictos de ideologiay de caracter ;todo eso como exacerbado por el deseo que se ve en ustedes de

    de expresarse, de comunicarse como nunca habian podidoantes. Pero todo eso, ~c6mo ha de traducirse en grand_:s

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    cuentos, en cuentos que lleguen al lector con la fuerza 1 .. Idond taria anli Yaeftc'necesanas? Es aqUl on e me gus ana ap car concretam acla, ente 1he dicho en un terreno mas abstracto. EI entusiasmo I a q U evoluntad no bastan por S1 solos, como tampoco basta ~ af.~uena. 'I 'b' 1 f i a ICla ..1-escntor por Sl so 0para escn ir os cuentos que ijen liter' "I:(es decir, en la admiracion colectiva, en la memoria de u~narnentela grandeza de esta Revoluci6n en marcha. AqU1, mas que ~~ebI~)guna otra parte, se requiere hoy una fusion total de estas d l\J.n_. os fuerzas, la del hombre plenamente comprornetido con su realidad cional y mundial, y la del escritor hicidamente seguro de su Ii ~a.id h - ibl 0 lCIOEn ese senti 0no ay engano POSI e. .

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    IS una obra musical?es una obra musical, como Preludio en Do mayor, de Elbien temperado? Por 10 pronto, se nos aparece como una poi-cubierta de signos que, en virtud de ciertas convenciones,

    Bfijrul'an a los ojos de quien sabe leerlos, un sistema de sonidos.para transformar esos sirnbolos graficos en sonidos es necesariointervenga un personaje llamado "ejecutante", un pianista encaso, e1 cual debe interpretar los signos de acuerdo con dichas

    immcI'cmes. iHelo aqui delante de su instrumentol Toea, 10 queen suma a producir ciertas vibraciones sonoras. Estas me

    y, por un proceso que no captamos, suscitan en mi impre-auditivas, las cuaies dan lugar a su vez a multiples y diversosde conciencia.

    D6nde esta la obra del musico? lQue es 10 que ha compuesto?esta hoja, llena de signos llamados notas? Considerada en 51

    no presenta evidentemente ningun valor, ni para el autornosotros. La funci6n de estos sirnbolos consiste simplemente

    fijar el pensamiento del musico bajo una forma que, al mismoque suministra al ejecutante una serie de sefiales suficiente-precisas, le concede, con todo, una cierta libertad de la que

    ~"'''LUU usa y -por 10 menos aS1nos parece- abusa. lCaptare-entonces la obra en la fase siguiente, la de las vibraciones 50-Ellas tampoco constituyen mas que un intermediario; una vez

    r-"t'UU4 su funci6n, desaparecen. El musico no las tiene en cuenta,el pintor no se preocupa casi de las ondas electrornagneticas.

    , pues, a las sensaciones sonoras. Abandonamos aqui el do-de los fen6menos objetivos para penetrar en la esfera de 10

    de 10 subjetivo, e inmediatamente surgen nuevas difi-(S e dira, al referirse al pensamiento original del autor, que la

    Boris de Schloezer, Introducci6n a Juan Sebastian Bach. Ensayo demusical, EUDEBA, Buenos Aires, 1961, pp. 16-20. ~.j.-26. 28-29,61 y 173-177. Los subt ltulos son nuest ros.

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