partería en oaxaca

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E n Oaxaca hay decenas de munici- pios de muy alta marginación, con mala calidad alimentaria y alto grado de analfabetismo. Araceli Gil: “Las mujeres tienen una anemia permanente desde que fueron niñas. Son las últimas en comer y además hay una alimenta- ción cada vez peor en las comunidades, por los productos industriales, con quí- micos. La anemia es un precursor de un embarazo y parto complicado, un reejo clave de la pobreza. Además, comentan las parteras indígenas que los recursos naturales están desapareciendo. Depen- den más de recursos externos y comen demasiados carbohidratos.” Cristina Galante: “Mientras la calidad de la ali- mentación está empeorando, las señoras también están cada vez más en contacto con agroquímicos, cloro y –aún en las co- munidades- con aire contaminado. Ade- más, desde hace unos veinte años, está el uso generalizado de antibióticos, que hasta vendedores ambulantes te pueden vender, de tal manera que la resisten- cia contra enfermedades ha bajado. Me gustaría enfatizar la subordinación de muchas mujeres, la falta de poder para decidir sobre su cuerpo. La maternidad casi se da por mandato, sin poder de de- cidir cuándo, cómo y con quién. En una situación de salud precaria, el número de embarazos no deseados, la imposición de relaciones sexuales, y el poco espacio entre uno y otro embarazo dejan poco espacio de recuperación. Todo eso hace que la salud de las mujeres es precaria. Una mujer fuerte puede sobrellevar con mayor facilidad una complicación en el embarazo.” Curiosamente, la mortalidad materna ha bajado más en el campo que en las ciudades. Araceli: Ahí entra la calidad de la atención. La Secretaría de Salud lleva como dé de lugar la salud alópata hacia las comunidades. Busca una cobertura total, sin tomar en cuenta los factores étnicos y culturales. Hay culturas don- de las mujeres rechazan este servicio de salud, porque no están de acuerdo a sus formas de atención. Más grave aún, a las localidades mandan a pasantes de medi- cina. Muchas parteras nos han comenta- do que no saben nada, no entienden su cultura, no tienen experiencia con par- tos. Usan prácticas de atención poco fa- vorables, acuestan a las mujeres y hasta las amarran. Es una posición que genera complicaciones.” Cristina: “Contrasta con el reconoci- miento de la medicina tradicional. Ahí el discurso es distinto. Como que no se ve la medicina tradicional como competencia a la alópata, porque cura el alma, ‘enfer- medades culturales.’ Las parteras ‘com- piten’ con los médicos. El parto se ha ido de las manos de mujeres hacía las manos de los hombres (que en su mayoría son los médicos). No hay ninguna partera en los centros de salud que atiende partos. Pueden venir de acompañante, pero tie- nen que adecuarse a las reglas del centro. No hay reconocimiento real de ellas, y eso que las parteras son un enlace ecaz como proveedoras de información sobre salud y enfermedades.” Cristina y Araceli son parteras profe- sionales, pero aún con título han tenido circunstancias inseguras, cuando atien- den partos complicados. Cristina: “En México, la única manera ocial para ser partera es la carrera de enfermera-parte- ra. No atienden partos, sólo ayudan al gi- necólogo. En las culturas indígenas hay otros caminos, pero nos une esta falta de reconocimiento. Ni se usa la palabra ‘partera’ en el sistema de salud. Araceli: “El principio de la partería desde hace miles de años es el acompañamiento de una mujer en todo el proceso de emba- razo, parto y post-parto, pero también a su bebé y a su familia. La partera nunca es protagonista, sino acompañante. En el sistema dominante actual es lo con- trario, con el médico como experto que resuelve todo.” Estudios de la OMS muestran la casa como un lugar seguro. En Canadá y unos países europeos es una práctica aceptada por el sistema de salud, más económico y más ecaz. En Holanda, el 40% de los partos se lleva a cabo en casa. En Oaxaca quizás se llega a cifras superiores, pero la Secretaría de Salud trata de convencer a las mujeres a acudir a las clínicas, aun- que en su mayoría no están equipadas para un parto. Cristina: “Vemos el parto más seguro en casa que en un hospital donde llega todo tipo de enfermos, con el riesgo de contagiarse. Es recomendable separar el parto -un evento siológico- de asuntos patológicos.” En contraste con las tendencias en Europa, aquí se está ‘medicalizando´ el parto, aunque de acuerdo a la OMS sólo el 10, 15% de los partos tiende a generar complicaciones. En una investigación que hizo Nueve Lu- nas de 21 centros de salud, todos man- daron a las mujeres a clínicas de segun- do nivel. El tema de la muerte materna es tan fuerte, que los centros locales ya no quieren atender partos, Por lo mis- mo también el Hospital Civil en Oaxaca siempre está saturado. Es una explica- ción porque se han elevado las cifras de muerte materna en las ciudades, y baja- do en las zonas rurales. En la actualidad muchos médicos tradicionales están aprendiendo algo de la medicina alopática y canalizan un embarazo complicado a un médico del sistema ocial, pero muy poco ‘del otro lado’ están dispuestos de integrar otras visiones. Cristina y Araceli: “En Capu- lalpam, no sólo integran a los médicos tradicionales, sino también aplican un modelo de atención que existe en todo el mundo, recomendado por la OMS. Fuera de ahí, no vemos que un mundo se acerca al otro. Claro que el mundo in- dígena tampoco es jo, menos con tanta migración. Doña Angelina, una parte- ra de Morelos, nos contaba que es tan fuerte la presión de “póngame algo para ayudarme a parir”, porque en los centros de salud siempre les dan un suero, una inyección. Entonces ella da unas vitami- nas. Encontró un camino para satisfacer a sus pacientes. Con treinta partos al mes ella busca una manera de evitar medici- nas, pero sí de tranquilizar a mujeres que han cambiado. Está permeando una cul- tura de fuera, que impone otros alimen- tos y bebidas, todo esto se ha reejado en el tipo de enfermedades que tienen. Los médicos tradicionales tienen que lidiar con esto, y con las decisiones de la gente. Las parteras tradicionales siempre de- penden del reconocimiento de la comu- nidad, entonces también de sus valores y costumbres.” Las propuestas de Nueve Lunas en sus cursos de partería toman como punto de partida el reconocimiento de que el parir y nacer son procesos naturales, con alto grado de fuerza cultural, y sagrado para cada familia. Son hechos familiares y so- ciales. Nueve Lunas busca que la partería forme parte de la medicina tradicional, dinamizar este puente con este mundo ancestral, para que los jóvenes conozcan esta herencia, pero también con elemen- tos de la partería mundial. Deben cono- cer herramientas de alopatía, y de otras medicinas complementarias, siempre con una visión multicultural y ecológica de la vida, de género, de derechos huma- nos. Habla de alimentación, de pobreza, de los hábitos que se están formando, y de cómo se relaciona todo esto con su cuerpo, con su pareja, con sus hijos y sus familias. No es nada más el emba- razo y el parto. Ahora, Nueve Lunas está iniciando una campaña entre círculos urbanos para hacer conciencia sobre el parto, basados en las recomendaciones de la OMS, para que las mujeres tengan elementos cuando vayan a un centro de salud o un ginecólogo. No busca recono- cimiento ocial, sino que la misma par- tera se fuera ubicando en su comunidad como líder, y que se esté reconociendo su trabajo. Desde hace tres años, la Secretaría de Salud pretende reconocer a las parteras tradicionales. Se les hace un examen y da una certicación por un año. Sin em- bargo, Nueve Lunas no ve mucha clari- dad sobre el estatus de las parteras. En el sistema de salud no existen. Además, las parteras tienen que pagar $350, sólo por un año. Fueron los médicos, quienes diseñaron el examen. Por lo mismo, en Oaxaca no ha prosperado. Sigue el men- saje que los partos deben ser atendidos en centros de salud. La beca de Opor- tunidades será suspendida si la mujer va con una partera. Entonces ¿para qué certicar a las parteras? Cristina: “Las parteras urbanas están más desprotegi- das aún. De todos modos en las comu- nidades existe el reconocimiento local. El trabajo de las parteras, incluyendo a nosotras, es un acto de tolerancia, no de reconocimiento. Por eso, ninguna mujer quería pagar estos 350 pesos.” Ustedes tienen oro”, opinó el médico brasileño Marco Leite en referencia a la medicina tradicional en Oaxaca y la costumbre de parir en casa, con una partera de confianza. Por ley (estatal), la medicina tradicional ha sido reconocida, poniendo con ella a Oaxaca en la vanguardia del país. Sin embargo, la cruda realidad es distinta. El estado se encuentra entre los de mayor índice de mortalidad materna. De acuerdo a las parteras Araceli Gil y Cristina Galante, integrantes de la sociedad civil Nueve Luna, influyen fuertemente la pobreza generalizada y la dispersión de las 11 mil localidades en el estado. Estos factores hacen complicado cualquier servicio social. Pero también influye la calidad de la atención al parto. Recomienda la OMS: Que la atención al parto no sea medicalizada. Debe ser multidisciplinaria e integral, tomando en cuenta las necesidades intelectuales, emocionales, sociales y culturales de las mujeres y sus familias; que esté centrada no sólo de la mujer y su hijo, sino de su pareja; tomando en cuenta pautas culturales y la toma de decisión de las mujeres, respetando su privacidad, dignidad y confidencialidad. Las parteras tradicionales siempre de- CON CIENCIA TRADICIONES NUEVE LUNAS, S.C.: PARTO A unque México estaba entre los primeros países en anunciar la disminución de la mortalidad materna como prioridad nacional, de acuerdo a los Objetivos del Milenio que aprobó la Organización de las Naciones Unidas en 2000, la cruda realidad dista mucho de las metas aceptadas. Esta es un reflejo de las desigualdades socio-económicas dentro del país, que está entre las peores del mundo, sino además indica errores en la atención a la salud materna. Sin embargo, las cifras nacionales no muestran los contrastes regionales dentro del país. Tres de los estados Y MORTALIDAD MATERNA más marginales –Guerrero, Oaxaca y Chiapas- tienen índices de mortalidad materna que se acercan a los de varios países africanos, mientras que varios estados en el Norte se acercan a los de países europeos, aunque también albergan regiones indígenas –como las de Raramuris- que están entre las peores del mundo. La mortalidad materna es un tema sensible, porque más allá de desigualdades sabemos que en parte es evitable y nos lleva a la otra cara de la moneda: la atención al parto y la falta de un reconocimiento real para actores claves en este proceso, las parteras. A pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de las aportaciones de la Medicina Basada en Evidencias (MBE) y a pesar de la impresionante cultura milenaria de la medicina tradicional, la práctica de parir en casa con la atención de una partera sigue siendo marginada en la política mexicana de salud. En palabras, su importancia es reconocida, pero la práctica institucional tiende eliminarla. Además, la partería en clínicas tampoco cumple con las recomendaciones de la OMS, lo que explica en parte porque en varios centros urbanos del país los índices de la mortalidad materna tienden a aumentar, en lugar de bajar. Por lo mismo, la sociedad civil Nueve Lunas –en coordinación con el Comité Promotor por una Maternidad sin Riesgos en Oaxaca- invitó al médico brasileño Marco Leite dos Santos para hablar sobre la atención humanizada al parto e inició una campaña de sensibilización entre la población oaxaqueña sobre el tema de muerte materna. de Medios por el Instituto Registro no. 222/10 Y DESARROLLO SUPLEMENTO 205 NOTICIAS Viernes 16 de Octubre de 2009 Año 31 No. 11,779 Oaxaca, Oax.

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Artículo sobre la importancia de impulsar y consolidar programas de partería en Oaxaca

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Page 1: Partería en Oaxaca

En Oaxaca hay decenas de munici-pios de muy alta marginación, con mala calidad alimentaria y alto

grado de analfabetismo. Araceli Gil: “Las mujeres tienen una anemia permanente desde que fueron niñas. Son las últimas en comer y además hay una alimenta-ción cada vez peor en las comunidades, por los productos industriales, con quí-micos. La anemia es un precursor de un embarazo y parto complicado, un refl ejo clave de la pobreza. Además, comentan las parteras indígenas que los recursos naturales están desapareciendo. Depen-den más de recursos externos y comen demasiados carbohidratos.” Cristina Galante: “Mientras la calidad de la ali-mentación está empeorando, las señoras también están cada vez más en contacto con agroquímicos, cloro y –aún en las co-munidades- con aire contaminado. Ade-más, desde hace unos veinte años, está el uso generalizado de antibióticos, que hasta vendedores ambulantes te pueden vender, de tal manera que la resisten-cia contra enfermedades ha bajado. Me gustaría enfatizar la subordinación de muchas mujeres, la falta de poder para decidir sobre su cuerpo. La maternidad casi se da por mandato, sin poder de de-cidir cuándo, cómo y con quién. En una situación de salud precaria, el número de embarazos no deseados, la imposición de relaciones sexuales, y el poco espacio entre uno y otro embarazo dejan poco espacio de recuperación. Todo eso hace que la salud de las mujeres es precaria. Una mujer fuerte puede sobrellevar con mayor facilidad una complicación en el embarazo.”

Curiosamente, la mortalidad materna ha bajado más en el campo que en las ciudades. Araceli: Ahí entra la calidad de la atención. La Secretaría de Salud lleva como dé de lugar la salud alópata hacia las comunidades. Busca una cobertura total, sin tomar en cuenta los factores étnicos y culturales. Hay culturas don-de las mujeres rechazan este servicio de salud, porque no están de acuerdo a sus formas de atención. Más grave aún, a las localidades mandan a pasantes de medi-cina. Muchas parteras nos han comenta-do que no saben nada, no entienden su cultura, no tienen experiencia con par-tos. Usan prácticas de atención poco fa-vorables, acuestan a las mujeres y hasta las amarran. Es una posición que genera complicaciones.”

Cristina: “Contrasta con el reconoci-miento de la medicina tradicional. Ahí el discurso es distinto. Como que no se ve la medicina tradicional como competencia a la alópata, porque cura el alma, ‘enfer-medades culturales.’ Las parteras ‘com-piten’ con los médicos. El parto se ha ido de las manos de mujeres hacía las manos de los hombres (que en su mayoría son los médicos). No hay ninguna partera en los centros de salud que atiende partos. Pueden venir de acompañante, pero tie-nen que adecuarse a las reglas del centro. No hay reconocimiento real de ellas, y eso que las parteras son un enlace efi caz como proveedoras de información sobre salud y enfermedades.”

Cristina y Araceli son parteras profe-sionales, pero aún con título han tenido circunstancias inseguras, cuando atien-den partos complicados. Cristina: “En México, la única manera ofi cial para ser partera es la carrera de enfermera-parte-ra. No atienden partos, sólo ayudan al gi-necólogo. En las culturas indígenas hay otros caminos, pero nos une esta falta de reconocimiento. Ni se usa la palabra ‘partera’ en el sistema de salud. Araceli: “El principio de la partería desde hace miles de años es el acompañamiento de una mujer en todo el proceso de emba-razo, parto y post-parto, pero también a su bebé y a su familia. La partera nunca

es protagonista, sino acompañante. En el sistema dominante actual es lo con-trario, con el médico como experto que resuelve todo.”

Estudios de la OMS muestran la casa como un lugar seguro. En Canadá y unos países europeos es una práctica aceptada por el sistema de salud, más económico y más efi caz. En Holanda, el 40% de los partos se lleva a cabo en casa. En Oaxaca quizás se llega a cifras superiores, pero la Secretaría de Salud trata de convencer a las mujeres a acudir a las clínicas, aun-que en su mayoría no están equipadas para un parto. Cristina: “Vemos el parto más seguro en casa que en un hospital donde llega todo tipo de enfermos, con el riesgo de contagiarse. Es recomendable separar el parto -un evento fi siológico- de asuntos patológicos.” En contraste con las tendencias en Europa, aquí se está ‘medicalizando´ el parto, aunque de acuerdo a la OMS sólo el 10, 15% de los partos tiende a generar complicaciones. En una investigación que hizo Nueve Lu-nas de 21 centros de salud, todos man-daron a las mujeres a clínicas de segun-do nivel. El tema de la muerte materna es tan fuerte, que los centros locales ya

no quieren atender partos, Por lo mis-mo también el Hospital Civil en Oaxaca siempre está saturado. Es una explica-ción porque se han elevado las cifras de muerte materna en las ciudades, y baja-do en las zonas rurales.

En la actualidad muchos médicos

tradicionales están aprendiendo algo de la medicina alopática y canalizan un embarazo complicado a un médico del sistema ofi cial, pero muy poco ‘del otro lado’ están dispuestos de integrar otras visiones. Cristina y Araceli: “En Capu-lalpam, no sólo integran a los médicos tradicionales, sino también aplican un modelo de atención que existe en todo el mundo, recomendado por la OMS. Fuera de ahí, no vemos que un mundo se acerca al otro. Claro que el mundo in-dígena tampoco es fi jo, menos con tanta migración. Doña Angelina, una parte-ra de Morelos, nos contaba que es tan fuerte la presión de “póngame algo para ayudarme a parir”, porque en los centros de salud siempre les dan un suero, una inyección. Entonces ella da unas vitami-nas. Encontró un camino para satisfacer a sus pacientes. Con treinta partos al mes ella busca una manera de evitar medici-nas, pero sí de tranquilizar a mujeres que han cambiado. Está permeando una cul-tura de fuera, que impone otros alimen-tos y bebidas, todo esto se ha refl ejado en el tipo de enfermedades que tienen. Los médicos tradicionales tienen que lidiar con esto, y con las decisiones de la gente.

Las parteras tradicionales siempre de-penden del reconocimiento de la comu-nidad, entonces también de sus valores y costumbres.”

Las propuestas de Nueve Lunas en sus cursos de partería toman como punto de partida el reconocimiento de que el parir y nacer son procesos naturales, con alto grado de fuerza cultural, y sagrado para cada familia. Son hechos familiares y so-ciales. Nueve Lunas busca que la partería forme parte de la medicina tradicional, dinamizar este puente con este mundo ancestral, para que los jóvenes conozcan esta herencia, pero también con elemen-tos de la partería mundial. Deben cono-cer herramientas de alopatía, y de otras medicinas complementarias, siempre con una visión multicultural y ecológica de la vida, de género, de derechos huma-nos. Habla de alimentación, de pobreza, de los hábitos que se están formando, y de cómo se relaciona todo esto con su cuerpo, con su pareja, con sus hijos y sus familias. No es nada más el emba-razo y el parto. Ahora, Nueve Lunas está iniciando una campaña entre círculos urbanos para hacer conciencia sobre el parto, basados en las recomendaciones de la OMS, para que las mujeres tengan elementos cuando vayan a un centro de salud o un ginecólogo. No busca recono-cimiento ofi cial, sino que la misma par-tera se fuera ubicando en su comunidad como líder, y que se esté reconociendo su trabajo.

Desde hace tres años, la Secretaría de Salud pretende reconocer a las parteras tradicionales. Se les hace un examen y da una certifi cación por un año. Sin em-bargo, Nueve Lunas no ve mucha clari-dad sobre el estatus de las parteras. En el sistema de salud no existen. Además, las parteras tienen que pagar $350, sólo por un año. Fueron los médicos, quienes diseñaron el examen. Por lo mismo, en Oaxaca no ha prosperado. Sigue el men-saje que los partos deben ser atendidos en centros de salud. La beca de Opor-tunidades será suspendida si la mujer va con una partera. Entonces ¿para qué certifi car a las parteras? Cristina: “Las parteras urbanas están más desprotegi-das aún. De todos modos en las comu-nidades existe el reconocimiento local. El trabajo de las parteras, incluyendo a nosotras, es un acto de tolerancia, no de reconocimiento. Por eso, ninguna mujer quería pagar estos 350 pesos.”

Ustedes tienen oro”, opinó el médico brasileño Marco Leite en referencia a la medicina tradicional en Oaxaca y la costumbre de parir en casa, con una partera de confi anza. Por ley (estatal), la medicina tradicional ha sido reconocida, poniendo con ella a Oaxaca en la vanguardia del país. Sin embargo, la cruda realidad es distinta. El estado se encuentra entre los de mayor índice de mortalidad materna. De acuerdo a las parteras Araceli Gil y Cristina Galante, integrantes de la sociedad civil Nueve Luna, infl uyen fuertemente la pobreza generalizada y la dispersión de las 11 mil localidades en el estado. Estos factores hacen complicado cualquier servicio social. Pero también infl uye la calidad de la atención al parto.

Recomienda la OMS:

Que la atención al parto no sea medicalizada. Debe ser multidisciplinaria e integral, tomando en cuenta las necesidades intelectuales, emocionales, sociales y culturales de las mujeres y sus familias; que esté centrada no sólo de la mujer y su hijo, sino de su pareja; tomando en cuenta pautas culturales y la toma de decisión de las mujeres, respetando su privacidad, dignidad y confi dencialidad.

Las parteras tradicionales siempre de-

CON CIENCIA

TRADICIONESNUEVE LUNAS, S.C.:

PARTO

Aunque México estaba entre los primeros países en anunciar la disminución de la mortalidad

materna como prioridad nacional, de acuerdo a los Objetivos del Milenio que aprobó la Organización de las Naciones Unidas en 2000, la cruda realidad dista mucho de las metas aceptadas. Esta es un refl ejo de las desigualdades socio-económicas dentro del país, que está entre las peores del mundo, sino además indica errores en la atención a la salud materna.

Sin embargo, las cifras nacionales no muestran los contrastes regionales dentro del país. Tres de los estados

Y MORTALIDAD MATERNA

más marginales –Guerrero, Oaxaca y Chiapas- tienen índices de mortalidad materna que se acercan a los de varios países africanos, mientras que varios estados en el Norte se acercan a los de países europeos, aunque también albergan regiones indígenas –como las de Raramuris- que están entre las peores del mundo.

La mortalidad materna es un tema sensible, porque más allá de desigualdades sabemos que en parte es evitable y nos lleva a la otra cara de la moneda: la atención al parto y la falta de un reconocimiento real para actores claves en este proceso, las parteras. A pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de las aportaciones de la Medicina Basada en Evidencias (MBE) y a pesar de la impresionante cultura milenaria de la medicina tradicional, la práctica de parir en casa con la atención de una partera sigue siendo marginada en la política mexicana de salud. En palabras, su importancia es reconocida, pero la práctica institucional tiende eliminarla. Además, la partería en clínicas tampoco cumple con las recomendaciones de la OMS, lo que explica en parte porque en varios centros urbanos del país los índices de la mortalidad materna tienden a aumentar, en lugar de bajar. Por lo mismo, la sociedad civil Nueve Lunas –en coordinación con el Comité Promotor por una Maternidad sin Riesgos en Oaxaca- invitó al médico brasileño Marco Leite dos Santos para hablar sobre la atención humanizada al parto e inició una campaña de sensibilización entre la población oaxaqueña sobre el tema de muerte materna.

de Medios

por el Instituto

Registro no. 222/10

Y DESARROLLO

SUPLEMENTO 205NOTICIAS

Viernes 16 de Octubre de 2009 Año 31 No. 11,779 Oaxaca, Oax.