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Jesús ha puesto su mirada en nosotros y nos dice que seamos sal de la tierra. Sal para dar sentido a la vida, para hacer ver que la vida “sabe” mejor si la vivimos con los valores de Jesús. Jesús ha puesto su mirada en nosotros y nos dice que seamos luz del mundo. Luz para iluminar el camino de los que andan sin rumbo, para que con nuestra vida seamos un ejemplo y cada vez más quieran seguirle. Gloria al PadrePeticiones Oración Jóvenes (21-oct-16) “Qué quieres de mí” Evangelio Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Palabra del Señor Parroquia Ntra. Sra. del Camino Hoy nos juntamos para tener un momento de oración personal con Jesús… A lo largo del día, compartimos muchos momentos entre nosotros, pero la oración no suele ser uno de ellos. Aprovechemos este momento de encuentro en Comunidad y sintamos la invitación de Jesús a estar con Él, como invitó a sus amigos a subir al monte a orar. Debemos tomar conciencia ante todo de su presencia, por lo tanto, esta oración debe ser un diálogo y no un monólogo… un rato para caer en la cuenta de que el Señor está aquí… y, lentamente, sin prisas ni carreras, saboreando cada frase, escuchamos la Palabra de Dios. Me genera dolor encontrar a jóvenes que parecen haberse jubilado antes de tiempo. Me preocupa ver a jóvenes que tiraron la toalla antes de empezar el partido. Que están entregados sin haber comenzado a jugar. Que caminan con rostros tristes, como si su vida no valiera. Son jóvenes esencialmente aburridos y aburridores. Es difícil y, a su vez, cuestionador, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el vértigo o esa sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan pagando… y pagando caro; jóvenes que pierden hermosos años de su vida y sus energías, corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones, vendedores de humo, que les roban lo mejor de ellos mismos. (Papa Francisco JMJ 2016). Tú has venido a la orilla no has buscado ni a sabios, ni a ricos. Tan solo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a las ojos, sonriendo, has dicho mi nombre. En la arena, he dejado mi barca junto a ti, buscaré otro mar. Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas tan solo redes y mi trabajo. Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando. Tú, pescador de otros lagos ansia eterna de hombres que esperan. Amigo bueno que así me llamas.

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Page 1: Parroquia Ntra. Sra. del Caminoñoradelcamino.es/wp-content/uploads/2016/10/Oración... · Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio,

Jesús ha puesto su mirada en nosotros y nos dice que seamos sal de la tierra.

Sal para dar sentido a la vida, para hacer ver que la vida “sabe” mejor si la vivimos con los valores de Jesús.

Jesús ha puesto su mirada en nosotros y nos dice que seamos luz del mundo.

Luz para iluminar el camino de los que andan sin rumbo, para que con nuestra vida seamos un ejemplo

y cada vez más quieran seguirle. Gloria al Padre…

• Peticiones

Oración Jóvenes (21-oct-16)

“Qué quieres de mí”

Evangelio Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Palabra del Señor

Parroquia

Ntra. Sra. del Camino

Hoy nos juntamos para tener un momento de oración personal con Jesús… A lo largo del día, compartimos muchos momentos entre nosotros, pero la oración no suele ser uno de ellos. Aprovechemos este momento de encuentro en Comunidad y sintamos la invitación de Jesús a estar con Él, como invitó a sus amigos a subir al monte a orar. Debemos tomar conciencia ante todo de su presencia, por lo tanto, esta oración debe ser un diálogo y no un monólogo… un rato para caer en la cuenta de que el Señor está aquí… y, lentamente, sin prisas ni carreras, saboreando cada frase, escuchamos la Palabra de Dios.

Me genera dolor encontrar a jóvenes que parecen haberse jubilado antes de tiempo. Me preocupa ver a jóvenes que tiraron la toalla antes de empezar el partido. Que están entregados sin haber comenzado a jugar. Que caminan con rostros tristes, como si su vida no valiera. Son jóvenes esencialmente aburridos y aburridores.

Es difícil y, a su vez, cuestionador, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el vértigo o esa sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan pagando… y pagando caro; jóvenes que pierden hermosos años de su vida y sus energías, corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones, vendedores de humo, que les roban lo mejor de ellos mismos. (Papa Francisco JMJ 2016).

Tú has venido a la orilla no has buscado ni a sabios, ni a ricos.

Tan solo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a las ojos, sonriendo, has dicho mi nombre. En la arena, he dejado mi barca

junto a ti, buscaré otro mar.

Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas

tan solo redes y mi trabajo.

Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse,

amor que quiera seguir amando.

Tú, pescador de otros lagos ansia eterna de hombres que esperan.

Amigo bueno que así me llamas.

Page 2: Parroquia Ntra. Sra. del Caminoñoradelcamino.es/wp-content/uploads/2016/10/Oración... · Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio,

HOMILIA SOBRE EL EVANGELIO DEL FARISEO Y EL PUBLICANO El evangelio que hemos proclamado plantea algo muy importante para cada uno de nosotros como discípulos de Jesús: “Ay de aquellos que creyéndose justos y seguros de sí mismos desprecian a los demás”. El que quiera ser discípulo de Jesús no puede tener en sí mismo sus seguridades, sino en Dios, y mucho menos despreciar a los demás por creerlos inferiores. Es la enseñanza que nos deja hoy este evangelio en la parábola del fariseo y el publicano. Te doy gracias, porque no soy como los demás. La parábola quiere desenmascarar el criterio de los fariseos que se tenían por justos, cumplidores, estrictos de la Ley, observadores de la Escritura, a la que tenían gran aprecio. Puede parecernos que tenían una actitud muy piadosa, pero no era así porque tenían el corazón endurecido. Eran orgullosos y despreciaban a los demás, no practicaban la misericordia con aquellos que no actuaban como ellos decían. Por eso el mensaje de Jesús les irritaba porque acogía a todos, incluso a los pecadores dando así un mensaje de perdón, de amor y de misericordia. Ellos creían estar cargados de méritos ante Dios por sus obras y no podían entender el perdón y la misericordia gratuitos de Dios. Realmente no conocían a ese Dios a quien se dirigían. ¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador. Aparece un publicano, un pecador público, consciente de sus muchos pecados que no se atreva a levantar la cabeza, se queda atrás y sólo repite: “Oh, Dios ten compasión de este pecador”. Él tiene conciencia de lo único que puede ofrecer a Dios es una vida de pecado y por eso solo puede humillarse con las palabras del miserere: “Por tu inmensa compasión borra mi culpa”. Se presenta ante Dios con “un corazón contrito y humillado” y así en su humillación es como descubrió al Dios Padre de Jesús, un Padre de amor y misericordia, un Dios que es amor. Fariseos y publicanos de hoy. Esta parábola es también una llamada de atención para nosotros hoy. No debemos creernos mejores que los demás y despreciar a los que no piensan como nosotros, negándoles la palabra porque les consideramos pecadores o que no me hacen bien, porque nosotros no somos menos pecadores y también estamos necesitados de la misericordia de Dios. No podemos caer en la tentación de querer estar sin pecado para empezar a arrojar piedras pues el único que puede juzgar es Dios y su juicio es de amor y misericordia.

Pidámosle hoy al Señor que sepamos caminar en la vida saliendo de nuestra tierra, de nuestro intimismo para caminar en la vida con humildad y sencillez sin creernos superiores a los demás y al final de la vida podamos decir con san Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hacia la meta, he mantenido la fe.” Quién salió de su tierra, el fariseo o el publicano. Quién de nosotros se abre a la misericordia del Padre.

Ha puesto su mirada en nosotros

El Señor ha puesto su mirada en nosotros; ha puesto su confianza y su esperanza en nosotros;

el Señor nos llama por nuestro nombre y cuenta con nosotros.

Jesús cuenta con nosotros para construir entre todos la civilización del amor

que donde haya egoísmo pongamos solidaridad, que donde haya tristeza pongamos alegría,

que donde haya angustia pongamos esperanza.

Jesús cuenta con nosotros para sembrar paz allá donde nos encontremos,

para ser mensajeros de su palabra, para proteger a los débiles de las injusticias,

para servir desde los últimos puestos.

Los salmos son oración. Rezarlos, permite que haya un eco en nuestro corazón… es rezar con Dios. Mientras recitamos los salmos, pensamos cuántas veces Jesús habrá rezado este mismo salmo. Los salmos han sido oración de la Iglesia y hoy son, para cada uno de nosotros, un modo de orar, de alabar, de expresar a Dios nuestro agradecimiento, nuestro arrepentimiento, nuestra alegría, nuestra súplica.