parques nacionales, naturales y rurales de canarias · 2015-03-27 · parques nacionales, naturales...

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Parques Nacionales, Naturales y Rurales de Canarias El primer parque nacional fue creado por los norteamericanos en el valle del río Yellowston, hace ya más de 200 años. Todos conocían los parques ajardinados de las ciudades, lugares de esparcimiento público para la población. Lo novedoso de la idea del parque nacional, consistía en que ahora se trataba de un área natural, de enormes dimensiones y para nada o muy poco intervenido por el hombre. Un parque, eso sí, hecho para el hombre, para que pudiera contemplar la naturaleza tal como es, y para gozar e inspirarse en su grandeza. Los creadores de Yellowstone no podían concebir que un particular llegara a apropiarse en exclusiva de algo tan magnífico, algo que debería pertenecer a todo el pueblo norteamericano, y así para siempre. La idea tuvo éxito y en la actualidad no hay nación que no se precie de mostrar al mundo un elenco más o menos variado de parques nacionales; lo mejor de la naturaleza de su territorio; un orgullo para sus ciudadanos. El registro mundial de áreas protegidas que lleva Naciones Unidas arrojaba en 2003 la cifra de 3.881 parques nacionales. Estos son los parques que siguen manteniendo vivo el espíritu de Yellowstone; parques de naturaleza para el goce y recreo del hombre, siempre que de su uso no se derive deterioro de los valores naturales que albergan. Este concepto combinado de ocio y conservación, es el que inspira a los cuatro parques nacionales y once parques naturales que existen en Canarias. Los primeros son más antiguos (El Teide, La Caldera de Taburiente, Garajonay y Timanfaya) y fueron creados con anterioridad al Estatuto de Autonomía de Canarias (1982); además, hasta ahora los ha venido gestionando la Administración central del Estado. Los parques naturales fueron establecidos por el Parlamento canario, persiguen los mismos fines y son, en esencia, el mismo tipo de área protegida que el parque nacional, solo que bajo jurisdicción canaria. Muy pronto todos ellos serán integrados en una única red de la Comunidad Autónoma Canaria y serán gestionados bajo los mismos principios (eso esperamos, al menos). Debemos ser conscientes de lo que significa contar con parques naturales en nuestro entorno inmediato. La Constitución garantiza a los españoles el derecho a un medio ambiente digno para el desarrollo de las personas. Para muchos, ese medio ambiente digno ha de incluir naturaleza en un estado no alterado por el hombre; un ambiente donde retomar los ritmos naturales, donde recuperar el principio de armonía y estética que es consustancial con el orden natural. Resulta difícil concebir una civilización mínimamente atractiva y con perspectivas de futuro, que no disponga de algo de naturaleza virgen como patrón de orden y estética. Por muchas comodidades que nos ofrezcan las tecnologías, no podemos desligarnos del todo de nuestra condición animal. Hay quienes ven los parques como sanatorios para el espíritu. Y razón no les falta, por cuanto en los países desarrollados del primer mundo, la naturaleza empieza a ser un bien muy escaso, escasísimo, y, por tanto, de creciente valor y con necesidad de ser protegido. Los parques naturales y nacionales los ha creado el hombre para el hombre, aunque deban ser protegidos del propio hombre. Así ha de ser y así lo entienden las Administraciones públicas que se vienen ocupando de ello. En Canarias existen, además, otros tipos de parques, los llamados “parques rurales”. Difieren bastante de los anteriores, aunque son, desde luego, áreas muy extensas e igualmente ricas en biodiversidad y valores naturales, pero en ellos el hombre es parte integral del ecosistema y configura los paisajes con su presencia permanente, así como con sus actividades agrícolas y ganaderas. En este tipo de parques (Frontera, Valle Gran Rey, Anaga, Teno, del Nublo, Doramas, y Betancuria) la conservación y el ocio son temas prioritarios, pero también lo es el desarrollo socioeconómico de la población local, bajo ciertos condicionantes. La tradicional relación hombre-naturaleza es objeto de fomento, pero evitándose la irrupción de modelos extraños y ajenos a la cultura canaria que transformarían la esencia de nuestros paisajes y costumbres. Es así que, el conjunto de parques de Canarias, con un 28,6 % de la superficie del archipiélago, constituye un patrimonio natural y cultural sin parangón en otras Comunidades autónomas. Los canarios deberíamos sentir legítimo orgullo de este logro. Podremos dejar en herencia a nuestros descendientes algo de cómo fueron las islas antes de la vorágine del desarrollo. Hay que desarrollarse, no cabe duda, pero no es necesario hacerlo a costa de transformar todo el entorno, de convertirse en un consumidor amorfo rodeado por la fealdad o por paisajes estereotipados difundidos por la globalización. No, lo inteligente es alcanzar y mantener el bienestar social sin perder las señas de identidad propias, por mucho y bueno que decidamos importar. Los parques de Canarias son parte de esa identidad. Nunca dejes que los intereses privados los transformen y exploten en beneficio propio. El derecho a poder sentirnos canarios estaría en juego. www.cajacanarias.es Dr. Antonio Machado Carrillo. Premio César Manrique de Medio Ambiente 2005 “Parques para los canarios”

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Page 1: Parques Nacionales, Naturales y Rurales de Canarias · 2015-03-27 · Parques Nacionales, Naturales y Rurales de Canarias El primer parque nacional fue creado por los norteamericanos

Parques Nacionales, Naturalesy Rurales de Canarias

El primer parque nacional fue creado por los norteamericanos en el valle del río Yellowston, hace ya más de 200 años. Todos conocían los parques ajardinados de las ciudades, lugares de esparcimiento público para la población. Lo novedoso de la idea del parque nacional, consistía en que ahora se trataba de un área natural, de enormes dimensiones y para nada o muy poco intervenido por el hombre. Un parque, eso sí, hecho para el hombre, para que pudiera contemplar la naturaleza tal como es, y para gozar e inspirarse en su grandeza. Los creadores de Yellowstone no podían concebir que un

particular llegara a apropiarse en exclusiva de algo tan magnífi co, algo que debería pertenecer a todo el pueblo norteamericano, y así para siempre.

La idea tuvo éxito y en la actualidad no hay nación que no se precie de mostrar al mundo un elenco más o menos variado de parques nacionales; lo mejor de la naturaleza de su territorio; un orgullo para sus ciudadanos. El registro mundial de áreas protegidas que lleva Naciones Unidas arrojaba en 2003 la cifra de 3.881 parques nacionales. Estos son los parques que siguen manteniendo vivo el espíritu de Yellowstone; parques de naturaleza para el

goce y recreo del hombre, siempre que de su uso no se derive deterioro de los valores naturales que albergan.

Este concepto combinado de ocio y conservación, es el que inspira a los cuatro parques nacionales y once parques naturales que existen en Canarias. Los primeros son más antiguos (El Teide, La Caldera de Taburiente, Garajonay y Timanfaya) y fueron creados con anterioridad al Estatuto de Autonomía de Canarias (1982); además, hasta ahora los ha venido gestionando la Administración central del Estado. Los parques naturales fueron establecidos por el Parlamento canario, persiguen los mismos fi nes y son, en esencia, el mismo tipo de área protegida que el parque nacional, solo que bajo jurisdicción canaria. Muy pronto todos ellos serán integrados en una única red de la Comunidad Autónoma Canaria y serán gestionados bajo los

mismos principios (eso esperamos, al menos).

Debemos ser conscientes de lo que signifi ca contar con parques naturales en nuestro entorno inmediato. La Constitución garantiza a los españoles el derecho a un medio ambiente digno para el desarrollo de las personas. Para muchos, ese medio ambiente digno ha de incluir naturaleza en un estado no alterado por el hombre; un ambiente donde retomar los ritmos naturales, donde recuperar el principio de armonía y estética que es consustancial con el orden natural. Resulta difícil concebir una civilización mínimamente atractiva y con perspectivas de futuro, que no disponga de algo de naturaleza virgen como patrón de orden y estética. Por muchas comodidades que nos ofrezcan las tecnologías, no podemos desligarnos del todo de nuestra condición animal. Hay quienes ven los parques como sanatorios para el espíritu. Y razón no les falta, por cuanto en los países desarrollados del primer

mundo, la naturaleza empieza a ser un bien muy escaso, escasísimo, y, por tanto, de creciente valor y con necesidad de ser protegido.

Los parques naturales y nacionales los ha creado el hombre para el hombre, aunque deban ser protegidos del propio hombre. Así ha de ser y así lo entienden las Administraciones públicas que se vienen ocupando de ello.

En Canarias existen, además, otros tipos de parques, los llamados “parques rurales”. Difi eren bastante de los anteriores, aunque son, desde luego, áreas muy extensas e igualmente ricas en biodiversidad y valores naturales, pero en ellos el hombre es parte integral del ecosistema y confi gura los paisajes con su presencia permanente, así como con sus actividades agrícolas y ganaderas. En este tipo de parques (Frontera, Valle Gran Rey, Anaga, Teno, del Nublo, Doramas, y Betancuria) la conservación y el ocio son temas prioritarios, pero también lo es el desarrollo socioeconómico de la población local, bajo ciertos condicionantes. La tradicional relación hombre-naturaleza es objeto de fomento, pero evitándose la irrupción de modelos

extraños y ajenos a la cultura canaria que transformarían la esencia de nuestros paisajes y costumbres.

Es así que, el conjunto de parques de Canarias, con un 28,6 % de la superfi cie del archipiélago, constituye un patrimonio natural y cultural sin parangón en otras Comunidades autónomas. Los canarios deberíamos sentir legítimo orgullo de este logro. Podremos dejar en herencia a nuestros descendientes algo de cómo fueron las islas antes de la vorágine del desarrollo. Hay que desarrollarse, no cabe duda, pero no es necesario hacerlo a costa de transformar todo el entorno, de convertirse en un consumidor amorfo rodeado por la fealdad o por paisajes estereotipados difundidos por la globalización. No, lo inteligente es alcanzar y mantener el bienestar social sin perder las señas de identidad propias, por mucho y bueno que decidamos importar. Los parques de Canarias son parte de esa identidad. Nunca dejes que los intereses privados los transformen y exploten en benefi cio propio.

El derecho a poder sentirnos canarios estaría en juego.

www.cajacanarias.es

Dr. Antonio Machado Carrillo.Premio César Manrique de Medio Ambiente 2005

“Parques para los canarios”

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