paria 20 abril

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El paria Sadú 1

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El paria

Sad

esa cadencia exacta que permite que la ira se convierta en caridad sin mella alguna: Pierre Michon

Como todo debe comenzar

Hubiera sido difcil concebirlo en ese momento. Concebir otra realidad. Otra cosa que lo que tena enfrente: una rubia atractiva, de veintisis aos, dndole indirectas para concretar lo nico concebible en esa situacin de apertura y libertad totales. Despus de haber cenado. Despus de haber fumado hierba durante horas. Despus de haber escuchado la msica de Deva Premal y Ravi Shankar. Despus de haber participado en una sesin de yoga y sudado. Despus de haberse quitado la ropa sudada. Despus de ver a los otros quitarse su ropa sudada y permanecer en posiciones al lmite anatmico y de alto contenido ertico. Despus de haber participado en lo que en todos sentidos podra desembocar en una orga y ver poco a poco a las parejas integrarse por olfato e instinto y empezar su danza ntima, su adoracin del momento que perece, desnudos ahora en su totalidad unos frente a otros. Despus de todo eso, era de extraar ahora que Betsy, con su linda naricilla, con sus grandes ojos azules, claros como el agua de las Bahamas, su cabello rubio, su bronceado de chica californiana, su todo armado para profunda apreciacin esttica, para gozo y deleite de quien recibiera el aguijn de esa mirada, lo mirara a l, un tanto extico en el mundo anglosajn, con intenciones de compartir su belleza, convertirlo por esta noche en aclito que celebra a la diosa? No. No era nada extrao. Una comezn renovada le llam a Javier la atencin con su insistente nudillo toc toc. Era el hecho de que, otra vez, en la abundancia, se ofrecieran frutos al ya saciado corazn.Ese era el curso natural de las cosas: una cornucopia, una abundancia obscena que supera la velocidad del consumo, que termina en la mirada impotente, ahta, de quien ya no puede ms, hacia los frutos que tirados en el suelo sobreproductor se van pudriendo. Frente a los saciados ojos atnitos la abundante catarata sensual, y uno con solo dos ojos, una boca, una nariz, dos brazos, un pene, dos piernas, toda una piel que no deja de ser solo una, y tantos suculentos y jugosos frutos alrededor! El pensamiento introduce un absurdo sabor melanclico al momento, una leve insatisfaccin con la vida, pues la vida que tantos aplausos recibe por su ciega habilidad en fractales coordinaciones, no coordinaba los placeres debidamente, espacindolos al ritmo de los apetitos, sino que los lanzaba todos a la vez, cruel y sdica, sabiendo que la mayora caera al suelo, frutos inaprovechados, para convertirse al momento mismo de caer en testigos de una futura carencia, pruebas asincrnicas de la escasez futura. Ese era uno de los argumentos ms fuertes contra la existencia de un dios benvolo, a favor de la propuesta cabalstica que argumentaba la existencia de un sefirot sdico, ser pluripotente que jugaba con los seres humanos como un cientfico juega con ratitas blancas en el laboratorio de un conglomerado farmacutico internacional, digamos J&J, digamos Pfizer.Betsy ofrece sus frutos de la mejor manera que sabe, la ms obvia y lujuriosa, urgida. Luego siente que el mutismo le falla, y con intuicin hormonal disminuye el parco pero intenso mensaje de su fuego y lo adapta al tonto pblico masculino que tiene enfrente. Es decir, recurre a la burda herramienta masculina: el idioma. Declara en forma abierta que los jugos se le estn escurriendo por los muslos, como a un higo su miel, el helado se derrite en el picnic primaveral y nadie se presenta con una cuchara. Javier la mir sin escucharla porque no era necesario, ya saba lo que deca, la mir no supo por cunto tiempo antes de darse cuenta de dnde estaba, pues la hierba le haba bloqueado ciertos receptores del cerebro donde se insertaba el neurotransmisor del tiempo. Mir a su izquierda. Ah estaba Jane, cobijndolo con su leve sonrisa, con su inmensa paciencia, con su mirada de caramelo tibio. Javier, hombre moderno, al fin, preso del tiempo, cronista de su propio paso, pens que la historia pocas veces presentaba una ocasin tan inundada de belleza, y que tanto la apacible renuncia al poder como la bsqueda ansiosa del poder, ambas rara vez desembocaban en una encrucijada de seda como esta, en un edredn de pluma ganso del tamao de la atmsfera, como senta, testigo histrico, el saco testicular de nuestro hroe.Jane tambin haba fumado. Javier no saba con exactitud el contenido de esa mirada, de esa paciencia, de esa sonrisa de misterio budista. Pero saba que contena el amor casi infinito que haba logrado despertar (encontrar?) en esta joven mujer. Los ojos de Jane, grandes, eran de un azul ms oscuro, ms tenebroso que los de Betsy, los cuales en contraste comunicaban una superficie como las aguas claras de un atol del Pacfico: vacaciones, lejana de archipilago, folletos, una pausa de sol en la turbulencia gris. El azul oscuro le prestaba a los ojos de Jane cierta tristeza y cierta seriedad, una hondura de alma, que apoyaban el blanco inclume de sus mejillas, la blancura y orden perfectos de sus dientes, el antdoto de equilibrio en el peso lustroso del cabello y dos pechos turgentes, abundantes, maternales, pornogrficos. Al mirarlos Javier senta siempre un leve sncope, el salto del corazn ante algo brbaro, indomable, abrumador. No hay lrica suficiente para capturar el efecto total que producan la unin en Jane de un aire profundo y solitario, casi meditabundo, y su robusta y atractiva belleza. Crculos de Venn, tormenta perfecta, la descansada figura del smbolo del infinito, la cada de la tarde en un bosque de abetos, un aquelarre, una estatua budista reclinada escondida en la densa profundidad de la selva hmeda. Todo eso evocaba Jane en las circunvoluciones de Javier, pasmadas por el THC.Javier haba conocido a Jane en el estudio de yoga de la rotonda. Uno de tantos estudios, una de tantas rotondas de la ciudad. Podra ser Nueva York. Podra ser Los ngeles, Chicago, Miami, Washington DC, hasta Seattle. No importa. Una de las tantas ciudades norteamericanas donde los mexicanos pululan y socavan y poco a poco penetran la cultura local y a la vez hacen su aprendizaje hegemnico. Luego se quedan, seducidos, o se van, asqueados. En todo caso los aos les permiten asimilar por completo un curso u otro de su relacin con nuestro vecino. Y salen adelante, colonizados o libres, pero eso s, ms viejos.Javier estaba en la fase terminal del mexicano en el pas vecino. Esta fase llega cuando, dentro de los parmetros que se ha marcado para s mismo o dentro de la frontera a la que lo arrincon el movimiento caprichoso y fluido del destino, el mexicano logra triunfar, como se le llama a la ms superficial de las capas de la mitologa del sueo americano: aceptacin social, probada capacidad adquisitiva, acceso al vmito de la industria. Ese invento colectivo del sueo americano, al lograrse, desemboca inevitablemente en el anlisis. Si al tiempo libre, necesario para desmenuzar la realidad, le agregas acceso a todos y cualquier recurso con que encaminar el pensamiento, sumas estos dos y la combinacin es, bien llevada, casi siempre y por completo antisocial. Lo que se revela despus del fro anlisis sustentado en aos frvolos y ociosos, resulta, en trminos escuetos, insulso. Los aos ocupados en franquearse un pedazo del pastel social se desnudan como una casi total prdida de tiempo. Pero estas cosas son viejas, estas conclusiones antiguas. No son propiedad o descubrimiento de los mexicanos en el extranjero, la propia dispora del tricolor azteca. Son parcela de todo ser pensante en la rbita cosmopolita, que, a riesgo de sonar elitista, no es el color de todos los mexicanos, ni de todos los ciudadanos con registro en la ONU y el muy anunciado Nuevo Orden Mundial.Dicho lo anterior, en disculpa de homologacin con el resto de los mortales, en este asunto como en tantas otras cosas, el mexicano llega tarde al proceso de desencanto. Los hinds, los coreanos del sur, los taiwaneses, todos ya tenan la ruta marcada: iban a los Estados Unidos, conseguan algn dinero, volvan a su pas. Con dlares o euros, revitalizaban la economa local, y sacaban al pas en forma rpida de cualquier estancamiento econmico impuesto por la mancuerna metrpoli-periferia. Lo que es bueno. Nos queda enfrentar otra consecuencia, esta inesperada, de dicho proceso de repatriacin lquida. El pas receptor de esta poblacin asimilada al poder hegemnico pierde su carcter nacional y adquiere las caractersticas del modelo norteamericano. Termina sujeto a la ms profunda colonizacin: la subrepticia, la honda, la esencial. Mas ya lo dijo El Eclesiasts: todo es viejo, y este asunto tambin. Fue tratado por Marx en el siglo diecinueve: el pas rico solo le muestra al pobre su futuro.Por otra parte, visto por el microscopio, el mexicano triunfa y entonces se da cuenta que realmente mucho de lo que es como ser humano no es tomado con la seriedad que l requiere, que el esfuerzo requerido para lograr ese triunfo exige. Lo que l exige es seriedad a secas, la que requiere la dignidad de un ser humano, no una mascota. Sufre, pues, de los lmites de la asimilacin cultural, y se siente racialmente rechazado. El diagnstico es, tristemente, exacto, y el mexicano lo descubre, a menos que se haya enterrado como garrapata en alguno de los ghettos posibles. Los chinos tienen el suyo, en San Francisco o Nueva York. Los judos el suyo en Brooklyn, los coreanos el suyo mezclado en los barrios negros, los sikhs de Virginia, los cubanos de Florida, los punyabi de Maryland. Si el mexicano se entierra en Chicago o California, por mencionar dos de los imanes, nunca abre los ojos a esa pesada realidad donde se descubre que la vanidad es la parte ms sensible de la personalidad, y es el otro lado de un espejo. Ese espejo refleja la dignidad. Por un lado, vanidad. Por el otro, dignidad. Por ambos lados el sabor del dukkha.Mucho de lo que el mexicano es, en lo que se ha convertido, la sociedad que lo ha adoptado lo toma como una expresin ms de hbitos forneos an no asimilados o no asimilables. Digamos el color de Mxico, el color del otro, del Otro. Esa otra sociedad no toma sus idiosincrasias como facetas de su compleja personalidad, facetas del diamante aquilatado en que se ha convertido, con tanto esfuerzo. Pero el anlisis que le da el tiempo libre ya mencionado (tiempo ms los recursos analticos es igual a desencanto) le dice que ah donde el adjetivo complejo y el sustantivo personalidad se unen es el mismo ngulo de la vanidad. Algunos giros en su forma de vestir. Vanidad. Su forma de proponer o concluir un negocio, de acompaar las palabras con los gestos equivocados, o que parecieran serlo, o que resultan en el mejor de los casos, ambivalentes, y que en definitiva no ayudan a la claridad del discurso propuesto, de la idea que quera transmitir. Vanidad. Eso s, como ya hemos dicho, todos esos detalles le dan patina misteriosa, se podra decir que hasta peligrosa. Misterio y peligro combinados con lo extico, no dejan de ser muy atractivos para las mujeres de una sociedad tan estable, tan predecible, tan afable, incluso tan aburrida, como la sociedad de nuestros vecinos del norte. Cae entonces en el estereotipo del latin lover, tan fuerte y arquetpico que ni el mismo Carlos Fuentes se libr, siendo como era, very upper class, muy guapo, very well read, y un sinfn de etcteras. Cortado con esa tela de torero anacrnico que le tiene horror a las corridas por ser vegano, Javier sufri el mismo descalabro.Apenas toma conciencia el mexicano de la inevitable superficialidad del triunfo, su notoria impermanencia, su llegada tarda, no apenas siente el ser humano el pjaro en mano, que los cientos que han volado le parecen ms atractivos, y todo aquello que fue abandonado en aras de imponer una huella carbnica honda y slida en la sociedad a cambio de un rdito de liquidez, todo eso flota a la superficie de un espritu ahora libre de la tensin

Doloroso salir de la hipnosis esttica, as como tambin es doloroso cualquier cambio, sea o no bienvenido; como tambin la separacin de lo que amamos, como tambin el acercarse de aquello que detestamos. Haz algo, lector amado, algo ms, en la vida, aparte de copiar tu cdigo gentico en pizarras que borraste o en una matriz que contribuy su propio cdigo, algo ms que encarnar en el mundo una o varias copias de ti, seguro en la idea de que el mundo la(s) requera. Haz, ms bien, algo menos. Este mensaje ha sido patrocinado por la unin de bilogos a favor de la baja densidad poblacional.

de la bsqueda mercenaria y reclama su cuota de atencin, como un grupo de infantes enloquecidos por la aparicin de un conejo en la chistera del mago. Y, como lo sabe todo aquel con experiencia en asuntos de trascendencia, el peso de la sociedad es tal y la fragilidad del alma tal, que sencillamente no se puede, como se dice, chiflar y comer pinole. Si no haba nada ms detrs de la fanfarria del triunfo en la cultura ms poderosa del planeta, si no haba, como era predecible, nada detrs de los eslganes (sus propios creadores lo intuyen: aconsejan no prestar atencin al hombre detrs de la cortina), no haba razn para quedarse. Entonces emergi volcnica en Javier una intencin que no fue tanto as como una venganza cultural. Ni como aficin, o hobby como dicen los colonizados. Tampoco. Las evidentes recompensas intrnsecas le fueron suficientes. Y se dej vivir. Se dej querer, como dice la sabidura femenina. O tal vez lo hizo por tener algo que hacer (el tedio siempre un pasito atrs, un pasitito, de la solucin del problema fundamental del techo y el alimento). Algo que hacer en esta ltima fase de su vida norteamericana. Javier estaba inconscientemente casi decidido en volver a su tierra, a lo que veinte aos atrs haba llamado su patria (revolucin, libertad, todo ese asunto ya anquilosado). Pero antes haba decidido hacer dos cosas. Se puede justificar la frase haba decidido? Decidir parece algo lleno de intencin. Y Javier haba tomado muchas decisiones en su vida, pero ni l ni nadie con media tortilla de razn habra pensado que los pasos que lo llevaron de esta falsa orga indostnica a manos de beldades nrdicas en que empieza nuestra historia, al mundo perifrico mexicano en que termina, se podra llamar una concatenacin de decisiones. Oooops. Revelamos el fin? Foreshadowing, le llaman los tcnicos. Visto de lejos, el zigzagueo de su vida pareca el conjunto de pasos de un borracho, o hasta las meras variaciones brownianas que los especialistas llaman estocsticas. Pareca todo, pareca hasta la improbable virgen de Zapopan, todo, menos un plan. Esta apreciacin solo es evidente con la claridad mental que dan la distancia y el tiempo, y el hecho de ser ajeno a ese destino, un cronista del mismo, digamos, un reportero, un bigrafo del sinpoder. Y tambin: una espiral de luz, un destello, el dibujo de las partculas elementales al chocar dentro del tubo de la CERN, el silencio profundo del desierto, el susurro spero de una serpiente deslizndose por la arena, eso y toda otra imagen que por la tangente proponga el haber dado el salto ms all del lenguaje, de las inflacionarias palabras, para saber, en lo esencial: vanidad de vanidades, etc.Digamos entonces que Javier, arrastrado por la conjuncin de la coyuntura poltico-econmica de su entorno y el cctel hormonal propio de un hombre de su edad, clase social, estilo de vida y temperamento, empez por buscarle un sentido trascendental a la vida: empez a buscar el hilo de la permanencia. En eso, no era distinto de ningn otro miembro de las clases acomodadas. Como los dems miembros ilustrados de todos los pases del mundo, esa clase global de seres agotados, ensimismados y apticos ante la perspectiva de ganar dinero sin el motor idealista que les haba permitido a los cruzados, los gringos, los nazis y los yihadistas, llevar a cabo genocidios con la conciencia tranquila, todos andaban en busca del cliz sagrado. Esa bsqueda del sentido los propulsaba a todos a una laboriosidad absurda, como tumulto de abejas en panal, zumbando in crescendo sin cesar en la colmena. Lo dicen Maslow y Frankl, y ellos sabrn. Es algo fundamental y casi instintivo en el ser humano. Una persona avispada, alguien a quien los suttas del hombre despierto que descubri el camino medio ya hubieran tambin despertado, le hubiera podido informar a Javier que justo ah estara la semilla del error, ese error infinitesimal que con el tiempo se convierte en la distancia csmica que separa a Jpiter de la Tierra: una slaba separa al atman del anatman; pero jams slaba signific tanto. Sin embargo, Javier, como tambin todos nosotros, no hubiramos hecho el mnimo caso. Ya aterrizado, ya con los pies en la divina pashamama, el camino de la trascendencia, la bsqueda de sentido, para la clase ilustrada, est sembrada de adornos, sillones, libros, embadurnarse de lodo y temas del lejano oriente, propios de la esttica new age. Este conjunto de fetiches no tiene, evidentemente no proporciona mucho sentido. Pero permite aplazar cmodamente el encontrarlo. El aplazamiento muchas veces llega hasta la muerte, o la muerte llega antes; en ambos casos esa alma est salva, mamfera y apta para circular en el samsara eterno hasta que se le abran ms los prpados.Javier, como bien asimilado miembro de su clase, a cuyos valores no por nada haba dedicado su vida, animal lento que era, entr con curiosidad y se plant decidido, seducido, en esta propuesta del significado. Y, tpica y tpicamente, recibi masajes, clases de meditacin, sesiones de yoga, adiestramiento en el cbala, hizo algunos viajes que prometan encuentros con el yo profundo. Fue a Per y conoci el ayahuasca. Fue a Rio de Janeiro y estuvo en la iglesia cuya hostia es un hongo alucingeno. Tom algunas clases de yoga con Mestre di Rose. Ley a Coelho en el portugus original, sin duda con la intencin de no ver el mensaje entorpecido por una mala traduccin. Estudi espiritismo, que lo hizo sentirse un colegial anacrnico al sumergirse en el complicado protocolo de los grados espirituales baados en medievalismo a travs de los cuales se acerca uno al dios del Cristo metafsico. Hizo el ridculo en Compostela. Se zambull en lagos clidos rodeados de hielo polar. Por ltimo termin su viaje en esa frontera informe entre Afganistn y la India, donde las faldas del Himalaya marcan el verdadero lmite entre lo humano y un posible lar divino. Ah, en Uttar Pradesh, entre el olor constante a mierda y orines, investig las realidades que haban permanecido ocultas a una vida entregada a la patafsica del consumismo. Ah se le cay la mente y le qued el cerebro puro, vaco de los aprioris kantianos que tanto han entretenido a los universitarios, los abogados y los diputados, y, de una forma inefable que es imposible transmitir lxicamente, alcanz el punto de ebullicin del espritu, y, contrario a lo esperado, no logr nada. Es decir, logr la Nada: anatman. Y al agregar la slaba, le quit el sentido a todo. Y se cur. Pero en general los sistemas vivos son complejos, ecolgicos; y no admiten la separacin del sujeto y su entorno. Realiz una caminata magistral desde la cueva donde haba vivido seis meses sin baarse, sin comer propiamente dicho, sin dormir propiamente dicho (estas aseveraciones chocarn con los hechos clnicos de la medicina basada en la evidencia; pero son reales y cualquiera puede someterlas a prueba en un ao sabtico). De la sucia provincia informe desde donde se vea la inmensidad de los picos nevados, hasta llegar a la inmensa capital del eje asitico, la caminata dur una semana. Segn fue ganando peso e integrndose a la gran ciudad fue perdiendo el acceso a ese estado beatfico que hubiera satisfecho hasta a San Juan de la Cruz. Cuando lleg al DIAL para tomar su vuelo en direccin de la banalidad, ya se haba cortado el pelo, ya se haba baado, ya haba descansado, haba dormido cuarenta y ocho horas seguidas. Salvo por la sombras de los huesos zigomticos, se pareca, ms o menos, a la foto de su pasaporte mexicano. Al abordar el avin con destino a Londres an senta que todos los seres vivos le entregaban su secreto. En Heathrow ya era una persona casi normal. En Picadilly Circus por curiosidad se tom unas cervezas y acab en los brazos de una gorda hind a quien le pareci alucinante (awesome) su estada en el pas de los mil dioses, los mil idiomas. Una persona haba llegado al subcontinente. Otra persona lo abandonaba. Una tercera persona desembarcaba en el JFK. Esa tercera persona nominalmente se llamaba Javier.Es casi innecesario decirlo. Los viajes y el estudio cansan, y naturalmente Javier termin por reducir su dosis de sentido a una sola actividad. Como era vanidoso, escogi el hatha yoga, que prometa un cuerpo adamantino. Al ver muchas fotos de yoguis cincuentones, todos ellos y ellas con cuerpos atlticos, qued convencido. Tampoco fue un obstculo para esa decisin a favor del yoga el recordar, por experiencia propia, que en las clases de yoga que haba tomado en los Estados Unidos y Europa, haba, casi siempre, muy pocos hombres, realmente, muy muy pocos, poqusimos hombres, esto no se puede enfatizar demasiado, no se puede exagerar, es caminar con pies de seda en un paraso terrenal de leche y miel, tal como lo anuncian claro los especialistas de la PNL en el ligue, lo mesmo; y una gran cantidad, una casi totalidad, una abrumadora mayora de mujeres, de jvenes mujeres, de sensibles y generosas y lindas mujeres. Y aqu, con la misma naturalidad con la que la abeja se entrega a su baile frentico al encontrar un campo de flores coloridas que prometen un bao dulce y embriagador, llegamos al segundo asunto (en realidad uno solo) con que Javier haba decidido llenar los aos restantes de su encarnacin terrenal.Recapitulemos. Javier hizo dos cosas con su vida en esta ltima fase de su etapa norteamericana. La primera fue buscarle sentido. La segunda fue buscarse una mujer. Es decir, hizo una sola cosa.Slo que aqu el camino fue menos penoso que en la bsqueda semntica, en el burdel fenomenolgico del planeta globalizado, blogalizado. De forma inevitable lleg un momento en que su espritu se encogi, disminuy a tal punto que caba por el orificio de una cerradura, lo que signific que ya simblicamente el pasillo no tena puertas, sino, llana y soezmente, solo tena agujeros. Aunque su espritu sufri el encogimiento propio de la bsqueda infructfera, Javier hizo gala de fortaleza, no se rindi y continu arremetiendo contra orificios con el bculo diminuto o grueso, habra que preguntarle a las participantes, con el que lo bendijo el salto sacdico de la evolucinm debidamente, por supuesto, circuncidado por baruch adonai. Baste decir que Javier haba llegado al orificio llamado Jane, equipada con sonrisas y unos ojos nostlgicos de algo inasible y dgase de paso, un par de tetas excepcionales, y veinticuatro aos de pasin en busca de un sujeto, un blanco en quien desatar el chorro hormonalcon dichos ingredientes es muy fcil, vas de bajadita, transformar un orificio en toda una puerta, en varias puertas, en el pasillo, en todo el edificio, en todo tipo de metforas e hiprboles permitidas o no por el idioma, por varios idiomas, hasta por el idioma indoeuropeo primigenio, aliento del dios de dioses, el snscrito. As, como un tpico, el clich del chicle pegado en el zapato, Javier haba encontrado el sentido en el torbellino que menos sentido tiene. En compensacin por esa afamada falta, el amor pasional le trajo una inmensa realidad: el hermoso cuerpo de Jane, una bella joven tan reciente en el complicado juego de la vida que Javier la haba acompaado a recoger su ttulo en la universidad. Sea como fuere, el peso palpable de un cuerpo no niega su insoportable levedad, como muchos saben porque ya lo dijo el Seor Kundera. La vanidad de todas formas nos protege a todos, y con lealtad a Javier la suya tambin lo protegi y no pudo o no quiso ver o no le import: se haba convertido en un estereotipo chicloso, de blog y facebook, de whatsapp. Ni siquiera le faltaba el auto deportivo. Daba pena. Por fortuna, o desgracia, segn se vea, todo fenmeno es impermanente, hasta la idiotez.Volvamos al quid. Javier haba conocido a Jane en lo ltimo de su estancia norteamericana, la fase terminal del sueo americano. Jane se haba enamorado de una combinacin interesante que vena produciendo todo imperio desde los romanos: la suma del producto extico de una tierra mestiza y lejana que produce fisiologas cubiertas de piel morena, ms el sistema mental resultado de la interaccin con el paradigma de trabajo serio y meritocrtico. Es decir: se haba enamorado del humo. En cuanto a Javier, no era cuestin nada ms de confiar en que la hierba hubiera aflojado todas las tuercas que sujetan los prejuicios a la placa del corazn. Haban bebido vino. Javier haba aportado algunas botellas que, como buen enlogo en busca del sentido de la vida en los buenos viedos europeos y australianos, eran del tipo que se convierten en terciopelo azul cuando bajan por el paladar y en fuego ventral a la media hora de consumidas. Haban bailado en contorsiones voluptuosas. Haban presenciado la dura y rotunda atraccin de cuerpos atlticos en posiciones de extrema flexibilidad. En fin, que si todo hubiese sido un festn opparo y solo quedara el postre, hubiera sido imposible encontrar al comensal que no estuviera ya convencido de que lo que el anfitrin propona en un bombn no fuera sino otra ms de muchas y asombrosas delicias. As, dirigido por la intuicin, el peligro al borde del precipicio y la simple y desnuda lujuria, Javier le tendi una mano a Betsy, quien le tendi la suya y se dej dirigir. Javier la sent entre de l y Jane. No justo en el medio, sino un poco hacia afuera, como si Besty representara el tercer ngulo en una pirmide cuyo pice apuntara hacia la unin de un beso, adems de la constelacin Casiopea. Jane segua sonriendo, aunque su ceja izquierda se elev un tanto imperceptible, en el preciso momento cuando Betsy se sentaba. Fue un instante opuesto, equilibrador, que detuvo por un segundo la respiracin de Javier. O fue todo algo que no sucedi sino en los disparos sinpticos sin receptor, que disminuan la velocidad del tiempo, provocados por la mezcla de Chateauneuf du Pape y hierba sin semilla.Javier mir los dos rostros uno despus del otro y sin duda eran similares en su belleza, aunque distintos en su peso. El de Betsy pareca ms hecho a la alegra, ms ligero. Sin duda la frescura que trasmita el azul claro de sus ojos provocaba esa sensacin, as como el hecho de su cabellera de un rubio homogneo, como los rayos del sol al medioda. Besty era ms palpable, su peso se poda medir en tres palabras.En contraste, el rostro de Jane, por la posicin de las cejas, por el tono oscuro del azul de los ojos, por el mayor ancho de los labios, por las vetas de rubio y castao claro en el cabello, produca una sensacin sombra, honda, como de un bosque caducifolio en otoo, de un roble sacudido por el viento austral, niebla en montaas distantes. Algo la haca inaprensible. Javier no supo cunto tard en este anlisis, pero de pronto tom conciencia de que estaba sentado en posicin de loto, que pona los dos puos en el suelo y se levantaba como un tullido callejero a quien la moneda le fuera lanzada muy lejos y tuviese que acercarse a recogerla, arrastrndose por la acera. Se acerc a ambas hasta que con cada rodilla tocaba una rodilla de ellas. Dijo: seamos amigos totales durante este presente. Pero estamos traduciendo. En realidad, dijo: lets be friends completely for just this moment.La osada de Javier se fundamentaba en una inspiracin tripartita antes mencionada, sobre cuyo flujo ahora se deslizaba como un pato en el agua. Primero acarici el rostro de Jane, para darle precedencia al amor, y le plant un beso hmedo, hidrodinmico, que dur medio minuto y recrudeci en Besty un deseo que ya la tena atolondrada. Cuando Javier se despeg de Jane, mir en sus pupilas y vio que estaban dilatadas hasta casi hacer desparecer el iris de sus ojos, convertidos en dos anillos finos de un azul casi violeta. Los lejanos anillos de Saturno. Abrumado, Javier baj la mirada. Con la mano izquierda sujet la mano derecha de Jane. Luego busc la mano izquierda de Betsy y la sujet. Al buscar su rostro primero lleg a sus labios entreabiertos, de donde surga apenas el filo de sus dos dientes delanteros. Se qued mirando el contraste del blanco mineral y el rojo orgnico, perdido en la sensacin que le provocaba el choque de esos dos materiales, la dureza blanca, la suavidad roja, el filo blanco, el colchn rojo. Y as hubiera permanecido, en la fuga cromtica de la belleza, si no volviera en s al ver y escuchar la garganta de Betsy bajar y subir en una deglucin nerviosa, involuntaria, sedienta, de hambre ovular. Se acerc a los labios pero fue todo lo que hizo. Betsy se adelant y lo pesc a medio camino, cazador cazado.El beso no tuvo la resonancia csmica que haba sentido con Jane. Igual, la novedad supli la ausencia y Javier qued prendido durante el tiempo que la exploracin de su lengua lo mantuvo inmerso. Volvi en s cuando chocaron los dientes. Entonces volvi a besar a Jane. S, en definitiva ah haba otra cosa. Eran los labios? O era una de esas cosas misteriosas que la fenomenologa no haba dilucidado? Era alguna respuesta puramente qumica? Un vestigio evolutivo? Jane era algn eslabn perdido de su filogenia? Volvi a besar a Betsy. Sin pensarlo, como respuesta natural a la mecnica de los besos, las dos mujeres haban ido acercndose y ahora formaban los tres una pirmide de base estrecha y un pice que se abra y cerraba como una orqudea bajo el peso de gotas de lluvia. Esta vez Javier no fue en busca de los besos, sino que acerc los rostros. Pas de unos labios a otros sin mover mucho el cuello en el plano lateral. Bastaba un giro. Luego levant las manos y con las palmas sujeto el rostro de cada una y las acerc a sus labios. Los tres estuvieron en contacto simultneo, pero sobre todo por las narices. Betsy fue la primera que se ri. Luego Jane. Luego Javier. Al terminar las risas pas un angelito. Metatrn con su espada flamgera. Javier juraba haberlo visto desplazarse desde Betsy hasta Jane. Un ngel o un querubn, o los diez alados potentes que conjuran cada uno de los mandamientos, segn los rabinos ebrios de Tanaj? Un travieso demonio, de esos de bajo nivel, muy pedestres, muy stiros y concupiscentes. Javier hizo uso de un inspirado

Suena el timbre o la cancin y tienes la osada de contestar, tu amante amigo esposo amiga esposa amante te ha revelado el oscuro secreto de su corazn, su intencin de terminar el doctorado en criminalstica para limpiamente asesinar a quien la viol de pequea. Pero t tenas que contestar la llamada, tu amigo quera preguntarte a qu horas comenzaba el partido. Este mensaje patrocinado por la liga contra la dispersin mental.

imperativo ms ligero que la seda: be friends. Y las acerc. Besty y Jane se miraron. El perfil dual que presentaban era algo que los ojos de Javier jams haban visto, esa mancuerna deliciosa, y mucho menos en un contexto tan hormonal. Javier sinti que su cuerpo temblaba. Se mir los dedos de las manos. Le temblaban como los de un alcohlico. Alz la vista justo en el momento preciso, tuvo esa suerte. Ese tipo de suerte el famoso y discreto Odiseo la llamaba Atenea, de los ojos de lechuza. Los labios de Betsy, entreabiertos, se acercaban al montculo hinchado de los labios de Jane, que empezaban a abrirse matinales, receptivos, pacientes. En ese momento Javier se supo enamorado de la callada ternura de esta mujer. O tal vez lo engaaba el recorrido de un neurotransmisor que daba el salto mortal de un nanmetro.Lo que sigui no encuentra palabras dignas de atraparlo. Quien haya visto una pelcula lsbica no tiene la menor idea de lo que surge en el cerebro de un hombre al presenciar este fenmeno. Es tal vez lo ms cercano al nirvana a que llegan los hombres que no han seguido el sendero de los despiertos. En ese momento son testigos de un vnculo sensual que los rebasa, pues es un eslabn de amor desinteresado, estril, y por consiguiente, ldico y libre, viento y rfaga, brisa y tormenta, sol y trueno, superficie del mar y sordo espacio submarino. Javier empez a acariciar la espalda de ambas, los pechos de Betsy, pequeos, los pechos de Jane, grandes, rotundos.Primero levant el top de Betsy. No llevaba sostn y sus ligeros pechos saltaron al ruedo como cabros. El beso se interrumpi pero lo retomaron como el conductor que sale de una curva. Estuvo acariciando los pechos de Betsy, su estmago, que a cada caricia se estremeca y mandaba un temblor a los hombros. Alz el top de Jane y emergieron esos dos bulbos carnosos. Rebotaron, subieron, bajaron, bailaron. Javier los contuvo con sus dos manos y los masaje con cuidado y reverencia. El beso continu.Javier se agach a besar los pechos de Jane. Para darle acceso, Jane levant el brazo. Al hacerlo, expuso la axila. Javier se distrajo de los pechos y bes la axila. La olfate, la lami. Baj la mano hasta el estmago de Jane y lo acarici. Hizo lo mismo con el de Betsy. En forma coordinada, baj ambas manos hasta acariciar los vellos pbicos de ambas. Sinti la humedad de los labios de Jane primero. Hurg hasta encontrar o provocar la humedad de Betsy. Con los besos se mezclaban gemidos guturales, suaves, largos, que poco a poco iban clavando agujas en la espina dorsal de Javier y lo hacan sacudirse con un exquisito temblor sbito. Se coloc atrs de Jane y la acost. Betsy, la ms agresiva, la sigui por arriba y empez a besarle los pechos. Javier se levant, se quit el pantaln y el calzn y su pene erguido dio un salto como un payaso que entra en escena. Se coloc atrs de Betsy, se hinc y empez a lamer los labios hinchados. Betsy dobl las rodillas y peg ms las caderas hacia Javier, que tuvo que detenerlas para poder respirar. Betsy sigui empujando hasta que Javier se quit. Entonces entendi lo que pasaba. Betsy se le haba adelantado y ya chupaba los jugos de Jane, que tena los ojos cerrados, la cabeza vuelta hacia la derecha, los brazos extendidos hacia los lados en completo abandono. Al agacharse para lograr una mejor posicin sobre Jane, Betsy asumi una posicin semejante al perro que se estira, adho mukha svanasana, con las caderas altas. Javier se irgui un poco y la coloc en la entrada. Al sentirlo, Betsy se hizo para atrs y lo tom todo. Javier se sujet de las caderas y se encuadr en un ritmo lento, mirando a Jane. De cosas as est hecha la felicidad.Es suficiente. La idea ha quedado clara. Y suponemos que el prurito del lector o la lectora ha quedado satisfecho. Estas son pginas capaces de despertar el deseo hasta en el matrimonio ms establecido; y son en definitiva al menos capaces de encender una conversacin que puede llevar hasta donde pueden llegar el tipo de conversaciones que se encienden. Para un grupo de lectores, estas pginas ya pagan el costo del libro, pues

En la portada de un libro de Alianza Editorial (Caminos del Bosque, Heidegger, Martin), pasado a formato PDF: La fotocopia mata al libro, pero el libro caro mata al bolsillo honesto y trabajador. Este anuncio patrocinado por el equipo gEt tHeE tO a nUnNerY.

son reciclables (es decir, se les puede mostrar a una serie de otros lectores y encender una serie de conversaciones, serie limitada solo por el tiempo, el esfuerzo, los recursos financieros y fisiolgicos y las reglas del clculo diferencial). Fue un momento de xtasis como pocos logran en la vida, no por el hecho de un logro, sino por el hecho misterioso de la suerte, el momento, el accidente. Estos eslabones caen del cielo en un orden preestablecido por el misterio, pero desconocido por los seres humanos. Esa ha sido la experiencia de los rabinos, algunos de los cuales se han elevado en meditacin cabalstica hasta las academias del cielo, y en ellas, grandes arquetipos celestiales del debate que nos une y separa, han escuchado lo mismo. En un tiempo infinito como el nuestro, multiplicacin de tantos accidentes con una inmensa poblacin, que ocurran tales cosas y otras ms bellas y espeluznantes, no es extrao. Lo extrao es que suceda a una cuadra de nuestra casa, a en la puerta de al lado, o en nuestra puerta, en nuestra cama, en nuestra vida. Ah se entierra la mezcla de mstica y libertad que a veces es imposible encontrar, mucho menos buscndola.

La realidad es a veces otra

Por eso mismo decamos al comienzo del libro, que hubiera sido difcil en tal momento de xtasis hormonal concebir otra cosa. Otra realidad. Por un lado hubiera sido una falta de respeto a la realidad misma, insultarla con la simultnea concepcin de una alternativa que por definicin aminora la enaltecida intensidad del momento lgido y ertico, verdadera cspide del conversar humano, que o est en la cpula o en el proceso o en el post o hablando de ella. Por otro lado, la concentracin del placer prohbe a la mente dejar libre un espacio en el cual entretener la mera posibilidad de algo aparte, sobre todo si ese algo es lo que convencionalmente se conoce como algo menos bueno, algo peor. El placer lo llena todo. sa es su naturaleza. Si no tuviera ese monopolio sobre los sentidos tendra otro nombre, como el de arte o familia o trabajo. No recibira el ttulo encumbrado de placer. El placer es de una potencia de tanta envergadura que todas las religiones se unen en su contra, y pierden. Es difcil, en el momento mismo del placer, concebir otra realidad que no sea perpetuar ese momento de placer. Hasta la muerte.Por eso Javier no hubiera podido imaginarse ni con gran esfuerzo que en lo que el tiempo csmico considerara unos meros segundos despus, como si hubiera sido un sueo, la fantasa sensual de un solitario onanista, en la escala geolgica apenas un abrir y cerrar de prpados, Shiva que bosteza y pasan veinte aos humanos, bastaran para que su vida pasara del exceso burgus al ascetismo extremo y obligatorio de los vagabundos mexicanos. Difcil de concebir, pero as fue.Adelantmonos veinticinco aos. Dos dcadas y media. La vida de un joven adulto, que fcilmente hemos resumido en menos de veinte pginas. Para eso da la vida de un joven. Balzac lo aprueba y recomienda.Javier est ahora con cincuenta aos caminando las avenidas y calzadas de una de las tres grandes ciudades de Mxico, ese Mxico al que saba que iba a volver, al que aspiraba a volver. Camina mucho porque no tiene dnde dormir y esa es una estrategia que aprendi en los libros de quien fuera tambin, como Javier, trotamundos discpulo del hambre y el misterio y el bosque y con el tiempo, tras aparecer varias veces en la afamada lista, recibira un premio Nbel. Javier no est en la lista de nadie, salvo en la de la polica, que de vez en cuando, al verlo circular por un sector popof, bonito y manicurado, donde abundan los rboles en forma de animalitos, verdes esculturas vivientes, lo levantan, le dan una golpiza y lo sueltan en una calle ms apropiada al rastrojo, los harapos, la falta de bao y gente que no tiene mordida y por ello son mordidos. Es un ritual del que ninguno de los dos participantes escapa, y por la cara que ponen los policas al golpearlo, no se sabe quin sufre ms, si ellos al golpear a un indigente a todas vistas un poco tocado por la msica de las esferas, o l, Javier, a quien a veces atacan recuerdos feroces de un pasado vital, un tanto burgus, s, pero en definitiva recuerdos que algunos, no todos, quisiramos tener, haber vivido, al menos haber escuchado de un buen amigo que s los vivi, o por lo menos haber visto la pelcula, pero a condicin de que no fueran tan distantes de nuestro presente, aguijn doloroso de nuestra cada. Haber vivido con intensidad es sin duda importante, no haber desperdiciado una vida. Pero siempre es ms importante estar vivo en el presente. Por ello, la mayora de nosotros prefiere, como un pintor sabio, extender el tubo de la pintura por cuanta superficie de la tela sea posible cubrir, aunque quede un poco rala la capa, en vez de embarrarla toda en un lugar particular, queriendo dar con el volumen la textura que no dio el trazo, y dejar todo lo dems en blanco. Acaso sea ociosa o superflua esa analoga. De todos modos, en la curva de Gauss caben todas las posibilidades. Pero el tubito de pintura es siempre el mismo. Lo usas todo para una obra maestra, digna de la ambicin ms alta, cuyo proceso te coloque msticamente entre los grandes maestros, encarnado y encumbrado en la lite de la creacin, como un arcngel del ejrcito celestial (y si el intento falla tendrs tu cero en conducta y un deambular por el mudo espacio como un meteorito que espera el impacto final en la superficie de un planeta silencioso, sin atmsfera o gravedad); o cuidas el tubito y esparces con gran cuidado la pasta y su color, en telas pequeitas, muchas, con las que te ganas la vida en un rinconcito del mundo cruel, chiquito, annimo, atareado con los quehaceres del mortal, tus alas colgadas en el ropero, apolilladas? En fugaces chispas que le suceden como le sucede el que una paloma lo cague cuando ha decidido descansar en el rbol equivocado, Javier recuerda su pasado. Aunque no deberamos decir recuerda, pues eso lleva implcito un sujeto. Digamos que sus recuerdos lo recuerdan. Como si las neuronas, en poblacin a todas luces superflua para el presente estilo de vida de su poseedor, para desperezarse un poco, se estiraran en esas contorsionadas posiciones de yoga que el cuerpo de Javier ya no puede solventar, y al hacerlo, lanzaran chispas que la arquitectura cerebral de Javier convierte en recuerdos, ya que est incapacitada para convertirlas en inspiraciones, visiones divinas, atisbos cientficos. Se dira que subsiste un componente sdico en la conciencia de Javier, una faceta esquizoide que se ha separado del tronco del yo, cohesionado un antiyo, y ahora lo tortura en su cada, pues este antiyo responde a las necesidades de una epidermis pretrita que reciba inmensidad de estmulos placenteros por todo el cuerpo que ahora se han reducido a los pies, cuando sus caminatas de cuatro horas seguidas terminan en la banca de algn parque con WiFi, servicio que conoce, sabe lo que es, pero ya de nada le sirve, como las otras tantas cosas que conoce, que ya no le sirven, y de donde se amarra el antiyo para castigarlo, como el pulpo gigante de Verne, pulpo y autor que recuerda, pero que tampoco le sirven.Al recorrer las calles de la ciudad se pierde en el centro histrico, siempre laberntico. Recorre cada calle en forma arbitraria, como rata de laboratorio cuyo cerebro ha sido revuelto y batido por mltiples experimentos y ahora permanece ms o menos en penumbras, con la sola intencin de caminar, topar con pared, girar, caminar, hasta que las piernas no respondan al dbil comando del sistema nervioso central. Javier recorre las calles donde tienen sus talleres los impresores. Javier recorre las calles donde tienen sus boticas los herbolarios y

Aqu te escondes, lector, entre renglones inditos, el ojo avaro deseoso de una sorpresa, un disparo ms hacia el hipotlamo, ya que todo lo dems al parecer ha muerto, ya no le tienes gusto ni siquiera al coac, que es un evanescente gusto difcil de superar. Tu madre ha muerto. Tu padre ha muerto. No tuviste hijos. Es el fin de esta lnea arbrea, esta rama ribonucleica est finita. An no estableces la clara conexin entre esos altibajos tan sensuales, tanto en el piso tenebroso como en las altura extticas, y la alberca orgnica en que viven baadas, acuosas, submarinas, las neuronas que componen todo tu yo, evanescente, un etanol perfumado que asciende invisible y se pierde en la atmsfera. Este mensaje patrocinado por lo patriarcas del orden teravada.

homepatas. Javier termina en una calle donde ve una puerta pintada con dos colores. En s, no es cosa rara. Las hay. Pocas, pero las hay. Pero esta extraa configuracin, por estar tan cercana a la del recuerdo reciente, rojo orgnico y blanco mineral, lo detiene. Se detiene ante la puerta que en la diagonal superior est pintada de negro y en la diagonal inferior est pintada de rojo. Rojo y negro. Suenan algunas campanas en su iglesia interior. Pero no hay nadie ya que d misa. Es una iglesia sin feligreses, un museo de arte sacro, murales con temas divinos, pronto murales de grafiti. Igual, los colores, estmulo primitivo, lo amarran a la puerta. Rojo y negro. no hubo una mujer vinculada a esos colores? Severina? Hay un letrero en la puerta. Tal vez eso lo ayude. Lee: centro de documentacin anarquista. Como en una catedral de monjes melmanos y enloquecidos, en la cabeza de Javier suenan varias campanas, grandes y pequeas campanas, una algaraba campanaria. A la rata le estn dando de comer y a la vez le dan pequeas descargas elctricas, su control cerebral ha cesado de funcionar a nivel mamfero. Tiene reacciones puramente reptilianas. Come y acelera el paso. Come y se detiene. Deja de comer y acelera el paso. Deja de comer y se detiene. Recombina conductas, desvincula estmulos: est enloqueciendo o volvindose muy ecunime.El sol y la hora que lee en el letrero no armonizan y sigue caminando, pero tiene la idea de que volver por aqu cuando oscurezca, cuando la hora del letrero y la luz armonicen. Le tiene un horror catalptico a la posibilidad de preguntarle a un transente la hora. Las contadas ocasiones que generaron esta conviccin le hicieron evidente que los transentes albergaban sentimientos recprocos.El sector que ms le gusta, donde a veces pasa y pasa, girando sobre la izquierda tres cuantas veces sea necesario, lo ms cercano al placer puro, alejado de la funcin de detener la marcha y descansar los pies y quedar agradecido por el descanso plantar, lo ms parecido al xtasis que Javier conoce es cuando pasa por el sector de la ciudad donde estn las libreras de viejo. Ver los montones de intiles objetos apilados por doquier como rascacielos enanos de una ciudad destruida, por donde l sobrevuela en inspeccin, habr sobrevivientes?, el apocalipsis fue total, solo polvo, alfabetos indescifrables, imgenes de demonios verdes, tierras puras del Tibet, frmulas o lo que lo parecen, mapas de pases que ya no existen, pases sin mapa, mapas sin pases, y l sobrevolando toda esa esperanza muerta, toda esa documentacin de los intentos que quedaron como l, polvo y estasis, arrumbado por el tiempo, cmo llegu aqu? Repentina, le nace, la pregunta. Pero quin formula la pregunta? El piloto que busca supervivientes entre las ruinas escolsticas? El antiyo que lo tortura? l, Javier? Preguntas en recursin son el medio ms idneo para llegar a un callejn mental. Y pronto la cabeza de Javier se hunde en un silencio que el librero aprovecha para preguntarle: le puedo ayudar a encontrar algo? Es un viejito para quien l, Javier, cincuentn buscador del sentido de la vida, es todava un nio. La rata de laboratorio se detiene. Han dejado de alimentarlo. Han dejado de darle descargas. Todo est en silencio. En un movimiento repentino, la distancia entre Jpiter y la Tierra desparece y se ve el planeta, enano frente a su hermano mayor, siente el abrazo de la fuerza de gravedad potente del gigante mitolgico. Cul era el sentido de la vida? Javier contesta: tiene libros anarquistas? Al viejito se le abren los ojillos. Nieto de espaoles. Metalrgicos. Ah, los recuerdos de los abuelos: lealtad, un mismo derrotero, la claridad de las ideas. Y todo en los libros, tesoros entonces, basura de hoy. Ya nadie compra. Y el viejito ve en el buscador un posible cliente en quien descargar a su Proudhon, su Kropotkin, su Bakunin. Tiene un Chomsky que nunca entendi bien. Lo vino a dejar un estudiante de lingstica haca ya cinco aos. Y no se ha vendido! Venga por aqu, le dice. Y Javier entra. El olor del polvo y la humedad esconden el hecho de que Javier no se ha baado en meses. Pero al acercarse el viejito debe confiar, si no en su olfato, en sus lentes, que so para corregir la miopa y con ellos ve muy bien de cerca. Y entonces lo ve: harapos, cara sucia, pantorrillas sucias, se le ven las ronchas y costras en la zona lumbar, donde el harapo deja ver piel. El viejito se molesta un poco al saber que no habr venta, pero se recupera de inmediato y al siguiente paso en direccin del rea donde conserva los libros polticos. Parece, se dice, que siempre hay alguien ms jodido que t. Y sonre para s. Pero si hay que estar as para estar ms jodido que uno, reflexiona, entonces uno s que est en verdad jodido. Y ahora no solo sonre, sino que se re, hacia afuera, en una carcajadita breve, aguda, que le alumbra por dentro el corazn porque siente que la vida an no lo ha podrido, pues conserva su sentido del humor. Qu ms me queda? La culpa la tiene el internet, se dice, al recorrer los anaqueles en busca de la primera letra, la B de Bakunin. Ya nadie compra libros que puede conseguir en internet. No lo pude creer el da que un nieto me mostr un sitio llamado ebiblioteca.org. Increble todo lo que estaba ah. Sesenta mil y tantos ttulos que nadie vendra a comprarle. Miles y miles. Con un sistema de bsqueda inmediato. Solo cuestin de escribir el ttulo de la obra o el autor y en dos segundos ya est, si lo tienen o no. Yo llevo cinco minutos y apenas he dado con este libro de Bakunin. Sac el libro del estante y se lo alcanz al interesado. Solo as lo poda llamar. No era un posible cliente. Ms que literatura, se dijo el viejito, este tipo necesita alimento. En su caso no es cierto eso de que no solo de pan vive el hombre. Para l, el pan es ahora lo mejor. Nada de literatura. Aunque tal vez el libro le haga compaa.Javier tom el libro y sonri. En algn momento, en algn pasado remoto, l haba ledo este libro, este mismo libro, Editorial Alianza y toda la cosa. Lo recordaba. Y sin embargo, no lo recordaba. Se le qued mirando a la tapa durante un minuto entero. El viejito se puso un tanto nervioso. S, el internet me ha puesto aqu, segua el viejito en su interior. Ahora solo este estrato social me visita. He cado hondo por ti, Minerva. Se permiti esa liturgia helnica como prueba ms de su sentido del humor. Para ser justos, se deca mientras miraba a Javier que miraba la tapa del libro, el internet tambin me dio ese contacto en Manhattan. La gente es cada da ms burra. Ya no lee y se aburre (ahora estaba abusando los retrucanos). Se hace ignorante y los libros les estorban en la casa. Los libros del pap muerto o el abuelo fallecido. Y me los traen. Y entre ediciones de bolsillo me llega algn tesoro, como aquella edicin del quijote del siglo diecinueve. Vaya tesoro. Goldstein me dio novecientos dlares, constantes y sonantes. O aquel Balzac con dibujitos de Dor. En fin, uno no se puede quejar de la tecnologa. Pero qu tanto le mira este tipo a la tapa?Oye, le dijo el viejito. Te lo llevas? (Se prometi que esa sera su ltima, de la presente racha de buen humor.) Javier no contest, pero abri el libro. Al reconocer algunas frases, sonri. Uy, dijo el viejito. Este tipo tiene los dientes peores que los mos.Mira, le dijo y sac un billete de veinte pesos del bolsillo. Te regalo esto. Si fuiste alguna vez un anarquista, te lo doy como un hermano.Javier vio el brazo lnguido extendido en su direccin, y la mano pellejuda sacudiendo un billete azul. Lo tom, levanto el rostro, le dirigi la sonrisa mientras lo mir a los ojos y sintiendo despertar en l lo que antes hubiera llamado modales, emiti un gracias, hermano, que pareci casi humano y que sorprendi mucho al viejito.Era su primera limosna. Tcnicamente, eso lo converta en un mendigo oficial. Algo se arregl en su mente. Algo se acomod. Haba encontrado, al parecer, una profesin.No podemos decir que sali de ah cantando. Pero s diremos que sali dando unos saltitos que delataban felicidad. Sali con rumbo desconocido, listo para que al meterse el sol presentarse a alguien, a cualquiera, como lo que finalmente era: un mendigo.

Karma en equilibrio

Ismael no haba tenido suerte. Eso se deca mientras miraba por la ventana del segundo piso de su apartamento. Enfrente, cruzando la calle, vea el segundo piso del panadero, que justamente en ese momento caminaba de un lado de su comedor al otro, recorrido que Ismael presenci por las dos ventanas abiertas hacia la calle. El panadero llevaba una camiseta blanca a tirantes y mientras se desplazaba se iba poniendo y luego abotonando una camisa, blanca tambin. El primer piso de su edificio, donde estaba ubicada la panadera, estaba cerrado con puertas de hierro. Hoy domingo no habra pan. Al menos no a estas horas, pues Ismael haba comprado pan ah mismo en domingo, pero durante la madrugada, a eso de las cinco de la maana, ltimo turno del panadero. Le habr sido siempre fiel a su mujer el panadero? Habr tenido ms suerte? l, apenas se le ocurre o apenas le sucede por primera vez que una mujer, una joven mujer coqueta, le lance una indirecta para que l se acerque y la conquiste, y apenas se la lleva a un motel y la disfruta, que una serie de sucesos lo llevan, no a la confesin, que muchas veces se le dijo, amigos, su propio padre, jams confieses, la mujer necesita al menos una hebrita donde colgar la esperanza, entonces, no confes, pero s a guardar silencio, posicin que su mujer tom con la filosofa popular del que calla otorga, de que el silencio habla a gritos, y se fue, sin empacar una maletita, y aunque no estaba seguro si volvera o no, si era un berrinche o una mudanza, igual la ansiedad lo estaba matando y no haba dejado de fumar desde que despert con el zapatazo que su mujer le dio antes de irse, despus de haberle preguntado, un smbolo nada ms, pues ya haba tomado una decisin, si realmente le haba sido infiel, si poda decir algo en su propia defensa, pues toda la evidencia apuntaba en su contra: su hora de llegar, tres de la maana, en un martes?, la llamada que ella hizo a Federico, su mejor amigo, amigote, quien confes que no lo haba visto desde haca dos das, que en s no es mucho, cmo estaba recin baado, ella se le haba acercado en la madrugada y ola a limpio, su piel fresca, dnde se ba? por qu?, que tampoco era tanto, tendra su explicacin; y el olor de la ropa, a cigarro, desde cundo fumaba?, ya ms peligroso fue la serie de manchas de lpiz labial en el cuello de su camisa, se puede ser tan bruto?, y an ms, casi condenatorio, la mancha de lpiz labial en su bragueta, pero habr alguien ms bruto?; y la espuma que se derrama del vaso, esa notita doblada en tres, que deca, gracias, Gabriela, 300 17 72. Lo sumas todo y no se puede concluir otra cosa, y su mujer no estaba para melodramas. Y por fin el portazo. Ismael no pudo procesarlo todo tan rpido, pues apenas pasaron treinta segundos desde que su zapato negro de cuero le dio en la frente, dndole un susto tremendo y luego una punzada de dolor, hasta que se escuch la puerta dar un tronido sobre el marco. Mujer blica, haba usado bien el factor sorpresa. Ismael estaba derrotado. Por eso estaba mirando por la ventana del segundo piso de su departamento, por eso husmeaba por las ventanas del piso del panadero y por eso fumaba cuando antes no haba fumado, ni ayer haba fumado, pero otros s, y en definitiva Lorena s, por eso iba impregnado de humo. Pero cmo se le ocurre a la muchacha meterle una nota en el bolsillo del pantaln? Saba poco de l, as que no tena por qu saber que l era casado. Apenas si le dijo su nombre, Ismael, y empezaron a bailar y a tomar como si el mundo se fuera a terminar en uno de esos apocalpticos finales virulentos, con zombis y exterminio. Ya borrachos haba ido discutiendo seriamente cul sera

Tan vulgar y tan todo el placer de los cien mil sensores de la gnada. Mira que acuar, con paciencia de orfebre, en paleontolgica tarea, sin minar el entusiasmo diez mil errores de acoplamiento fallido, seguir con el experimento hasta dar con la obra de arte que sintetiza muerte y vida, pequea muerte para unos, toda una vida en tres segundos para otros. Este mensaje patrocinado por el sindicato de microbilogos desempleados.

el mejor modo de sobrevivir en un mundo infestado por zombis antropfagos, ella todo odos pues era evidente que en momentos as iba a ser necesario tener un hombre al lado, y l, picado en lo ms hondo, alz un brazo y flexion, mostrando un abultado bcep, luego abrazndola, para protegerla, la mano le caa en la bubi, arrg, un zombi te muerde la teta, y Lorena a risa y risa, y l, lo ms peligroso, ms que los zombis, iban a a ser los integrantes de nuestras fuerzas armadas y policiales. Imagnate. Si hoy en da apenas se contienen y mal que bien funciona el estado de derecho, la televisin que a veces, si son de bajo rango, los expone. Imagnate sin ley. Esos tipos van a circular en sus camionetas ametrallando a medio mundo, robndole la comida a todos, las mujeres que se les apetezca, violando las que no quieran, para luego dejrselas a los zombis de cena. No. Peor que los zombis van a ser esos tipos armados y en grupos, como jauras de superlobos. Mucho cuidado con ellos. La mejor estrategia va a ser permanecer lo ms escondido posible, moverse al cobijo de la noche y en pequeas distancias y salirse de la ciudad lo ms pronto posible. Como mnimo, vas a necesitar un machete, un hacha, algo largo y con filo que mantenga lejos al zombi que se te acerque. Pero defenderse de uno va a ser costoso. Un hombre normal no podra defenderse de ms de cinco o seis, y eso seriales. Si llegan todos a la vez, la cosa est perdida. Por eso, disfrutemos ahora mi amor. Cmo iba ella a saber que un tipo que hablara de zombis iba a estar casado? Por cierto, dnde habr dejado su mujer ese papelito? Al menos, ya que la cosa apuntaba a das de soledad, echarse otra canita al aire no le caera mal. No es que no estuviera arrepentido, y con el corazn, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. El amor ac, la carne, all. Y Gabriela tena una carne deliciosa, de esa para morder a dentellada de zombi, hacerla gritar, dejarse caer todo el pelo (no que tuviera mucho que dejarse caer). Eso era una tontera. Lo saba. Mejor otro cigarrillo. Cmo redimirse? Ser cierto lo del karma? Habr algn contador llevando la cuenta de acciones buenas y acciones malas? Fue as como fumando y pensando en actos de redencin Ismael, dejando caer la mirada en la esquina, sin buscar mucho, solo paseando los ojos en forma aleatoria, fue as como su mirada cay en la curiosa pinta de Javier, que, perdido como siempre por las calles de la ciudad, haba entrado a un barrio popular, o lo haban soltado ah los policas? En realidad, no lo recordaba. Le dola la cadera, las costillas y tena sabor a hierro en la boca. Pero eso poda ser el desgaste a secas, la desnutricin y el sangrado de las encas por la putrefaccin de su dentadura, nada de esto, es verdad, menos penoso que una paliza policial. Pero igual, no lo recordaba. Vindolo, Ismael se dijo: no sera una historia fenomenal que contarle a la vieja? Mi amor, me dejaste y me qued tan desamparado que etctera, el hombre de gran corazn que ayuda a un desvalido. No bien se vio en el centro de un episodio heroico, aplaudido por el pequeo pblico que siempre llevaba adentro, listo para presenciar y celebrar su vida, cuando se pregunt si no era un poquito pasado de moda el recoger vagabundos. No fue la ltima pelcula de eso una con Nick Nolte? Hara unos veinte aos de eso. No haba visto otra. Bueno, su vecino le haba mencionado otra, la original, francesa como todo lo bueno, haba dicho el vecino. No recordaba ninguna historia en el peridico, nada de los amigos, ninguna ancdota, que incluyera rescatar a un desvalido. Pero en su grupo inmediato nadie se caracterizaba por ser dadivoso. A decir verdad, eran todos unos cabrones, como su mujer lo haba dicho varias veces. T eres nico, le haba dicho. Eres un dulce, un alma de dios. Ahora no te detengas, que ya casi me vengo, le haba dicho. No sera una comprobacin de que el hombre que ella crea que era segua ah? Haba cometido un error, y tal vez un error fantasma, pues ni se acordaba de lo que haba pasado anoche. No negaba ninguno de los hechos, ni los olores ni la nota. Solo que no recordaba nada de lo sucedido. Haba estado con algunos colegas de la oficina (y aqu tendra que ubicar y prepara a dos o tres: Ral, en contabilidad; Pepe, mensajera; el Lic. Vidriera, en recursos humanos, quien le haba confesado en la peda mil atropellos, ahora sera cmplice perfecto). Haba bebido de lo ms barato. Se le haba subido a la cabeza. Y ms no recordaba, hasta el zapatazo. Cmo haba llegado al departamento? Ni idea.Ismael baj corriendo las escaleras para que no se le escapara su vehculo de redencin. Cuando lleg a la calle el tipo ya iba a media cuadra en direccin sur, por lo que tuvo que mantener un paso rpido para darle alcance. Se habr enterado, por telepata de intencin, de que Ismael quera darle un bao? Ismael se acerca. El vagabundo lleva un libro. Mira qu pas de cultos, se dice Ismael, que hasta los sin techo tienen sus intereses literarios.

Interludio

Pero no nos adelantemos por el solo hecho refrescante de un bao. El agua, fra en el calor, caliente en el fro, que cae como una cascada en miniatura, o para actualizar nuestro lenguaje con los trminos anodinos del comercio, una cascada personalizada. Cae en el rostro y si entramos ms bajo su chorro, cae sobre la cabeza y de inmediato se hacen sobrias las ideas, se ordenan en sus puntos cartesianos, todos los vuelos aterrizan neumticamente, con la nariz un poco hacia arriba, las turbinas absorben la velocidad, el avin se encamina como un gigante cansado hacia su hangar. Los pasajeros han descendido. Luego el agua te cae por la espalda, cubre ambas nalgas. Ser un placer cuya anticipacin desconoce Javier, pues an no sabe que le ser propuesta la ducha, por un recin nacido samaritano cuya transgresin marital pretende borrar con el acto generoso.Javier sale del distrito de los libreros y se topa con una tienda de abarrotes. Mira el inventario en sus coloridas envolturas y, no lo piensa, lo siente: el billete que lleva tendr que convertirse en una bala para acertar con el mejor producto. Tendr que decidir: quiere caloras para continuar sus caminatas? O prefiere protenas para fortalecer un poco esos muslos desgastados? Si evita ambos extremos y se va por el sendero central, es posible que ni obtenga caloras suficientes para sus caminatas ni la protena necesaria para alimentar sus delgados cudriceps. Impulsado por el recuerdo va al refrigerador. Hay mil opciones. El recuerdo lo encamina a una botella de refresco. Es un refresco acaramelado, con gas, con un logotipo en rojo. Es tan natural ver en pelculas el producto de marca que usa la protagonista. Es natural. Cmo podra filmarse una escena sin toparse con la realidad, que es, en nuestro caso contemporneo, una realidad de consumo, de hiperconsumo? Sera imposible, y tal vez hasta ridculo, pues todo el pblico se preguntara, en dnde estn? No se ven anuncios. No se ven marcas. Pierde realismo. No se ve la computadora abierta en el escritorio de la protagonista, la porttil color metal, delgada y elegante, con su logotipo de la manzana en la tapa, la manzana de luz, nunca desde Eva hubo tal profusin de manzanas en la vida diaria. Sin anuncios, el mbito ficticio pierde autoridad moral. A menos que el asunto suceda en el futuro. Entonces podemos inventar marcas nuevas, inexistentes, y as lograr el realismo del consumo y a la vez no hacer uso de ninguna marca presente. Lo que nos lleva al tema de la digresin: cuando en forma natural aparece una marca, lo que tenemos entonces se llama un anuncio. Sera ridculo para nosotros, dentro de la pretensin de altsima cultura, desoxigenada, andina, someternos al juego de los patrocinadores, de ah que no queramos nombrar directamente la marca de la botella que Javier tom del refrigerador, presentacin en vidrio que cualquiera que lo haya visto en su poca sabr que fue

Un joven que se ganaba la vida con el honrado oficio de la bisutera, que venda por la calle, durante el da, con la meta de pagar la renta del cuarto que comparta con un alcohlico y drogadicto lanzafuegos, le dio un consejo sabio para sus aos y muy revelador por su eficacia, a un polglota que pasaba por Mxico en busca del idioma indgena con menos hablantes, para codificar su gramtica, sentar las reglas para la creacin de neologismos que escondieran su procedencia occidental, y as crear un bello sistema criptogrfico, proyecto lingstico y quijotesco que lo haba dejado en la ruina, y vagaba sin mucho dinero, es ms: con una nada de dinero. A este personaje el joven le haba dqdo el consejo siguiente: la soya seca te cuesta 24 pesos el kilo. La soya es cincuenta por ciento protena. Tomas unos limones, tomate, cebolla, cilantro, sal, y lo mezclas con la soya. Un kilo te dura toda una semana. Pura protena, carnal. Este mensaje patrocinado por el Journal of Biological Chemistry.

en aquel entonces la nica presentacin de ese refresco. El primer trago fue una delicia. El segundo igual. Con el tercer trago Javier se termin la mitad del refresco. Durante la pausa se dio cuenta que no podra seguir tomndoselo. Era demasiado dulce. Era un jarabe aguado. Ya lo senta circularle por brazos y piernas y se le habran abierto bien los ojos. Un verdadero remedio. Pero 600 mililitros eran ms de lo necesario. Puso la botella en el mostrador. Puso el billete a un lado. El encargado no haba dejado de mirarlo y estuvo a punto de salir de detrs del mostrador armado con un palo de escoba para espantarlo de ah. No que temiera un robo. Se vea que el tipo no haba robado en mucho tiempo. Pero podra espantar a la clientela. Cuando Javier se acerc al refrigerador y sac el refresco, el encargado solt la escoba y esper. Cuando Javier dio el tercer trago el encargado se haba calmado. Ya se haba olvidado de la transaccin. Se haba dicho a s mismo que el refresco era poco gasto si lograba persuadir al vagabundo que sacara su persona un tanto cochambrosa de su establecimiento, a cambio del importe del refresco que se haba tomado. Al ver el billete de veinte pesos en el mostrador, el encargado los tom tan rpido como pudo, hizo el cambio y lo puso en el mismo lugar de donde haba tomado el billete. Javier supo que la mitad de su dinero haba desaparecido. Su prxima decisin tendra que ser mejor. Mir con melancola lo que quedaba del refresco en la botella, casi la mitad y se dispuso a comprar algo que pudiera terminarse por completo. Entre tantas envolturas coloridas de productos que no conoca tuvo que de nuevo guiarse por el recuerdo. Seal los mazapanes, los que tienen una rosa estampada en la cartula. Le presentaron uno sobre el mostrador y le dieron el precio. Pidi dos. Estaban ms grandes de lo que recordaba, como si hubieran ido al gimnasio o hubiesen tomado esteroides. El encargado retir las monedas del mostrador y dio las gracias. Javier lo mir, tom los mazapanes con la rosa estampada en la cartula y sali de la tienda. Solo entonces el encargado pudo respirar tranquilo.En forma descuidada y porque en una mano ya llevaba un libro y no estaba acostumbrado a cargar nada, le gustaban las manos libres en sus caminatas, Javier puso los dos mazapanes en el bolsillo izquierdo. De haberlas puesto en el bolsillo derecho en algn momento las estara disfrutando, tal vez sentado en la banca de un parque, tal vez por la noche, cuando el fresco y la falta de actividad le despiertan el apetito. Pero puso las dos piezas de mazapn, esos dos gordos discos de azcar y cacahuate, en el bolsillo izquierdo, que estaba agujerado. Cuando Javier cruz la calle, un auto no respet el semforo. Javier tuvo que acelerar el paso, saltar para no ser arrollado, y al hacerlo y con el movimiento brusco y la inyeccin de adrenalina, ni siquiera sinti que los dos mazapanes se le salieron del bolsillo, le bajaron por la pierna y le resbalaron por el tobillo, hasta detenerse en el asfalto de la calle. Fue ah donde los encontr un estudiante hambriento que iba mirando el suelo a la caza de monedas o billetes que la gente en sus prisas siempre deja. Milagrosamente el trfico haba perdonado la integridad fsica de los mazapanes. Cuando el estudiante se agach para recogerlos, uno, dos, gilmente, como bailarn moderno, el mazapn ms cercano a su trayectoria con la mano izquierda, el mazapn ms lejano con un leve desplazamiento de la mano derecha, ambos movimientos apoyados con una flexin de rodillas y cadera, todo llevado a cabo al ritmo ininterrumpido del cruzar de la calle, dentro del fluido grupo de transentes que cruzaban la calle con l. Perdido en la introspeccin desde haca media cuadra, la mano aferrada al libro de Bakunin, Javier no guardaba ya ni el recuerdo de haber comprado los mazapanes, ni el refresco, ni de haber recibido un billete y haberlo gastado. Su energa se desplegaba en pocos vectores: la caminata, el libro, una vorgine huracanada de imgenes que iban estallando en su ojo interior, mudas y fantasmagricas para el mundo externo, un destello orgsmico que Javier lograba contener mientras permaneciera en movimiento.

el buen samaritano

Que viviramos en un mundo en el cual es casi imposible tener un gesto generoso. Un asco, en verdad. Estara el tipo caminando frente a l, sujetando su libro, contaminado por esa idea tambin? Ismael tuvo su momento de duda, como todo buen samaritano, como se dice que lo tuvo tambin el ms famoso de ellos. La duda. Como todo en los bpedos implumes, tanto una condena como una bendicin. Una persona duda y en vez de dar vuelta a la izquierda, se va por la derecha, y en ese momento se descarrila un tren y todo ser vivo del lado izquierdo muere. As, por dudarlo, la persona vive. Otra persona va a una entrevista importante. Un proyecto de ensueo en el distrito financiero. Para alguien como ella, una canonja: pocas horas comprometidas, un suelo generoso, total libertad y discrecin en la asignacin de recursos, puede montar su propio equipo. Se baja del taxi justo enfrente del edificio, una de esas agujas que buscan competir con Dubai en rascarle la pancita a Al. Me voy por el ascensor o la escalera? Surge la duda. No quiere llegar sudada. El ejercicio le inyectara sangre al cerebro, lo que ayudara en la entrevista. Se decide por la escalera. Al quinto descanso se encuentra con un tipo desparramado en el suelo, un brazo an sujeto al pasamanos. Es un tipo de traje. Su portafolios est tirado a dos metros. An tiene el telfono celular en la mano. Nuestra herona se agacha para verificar el pulso en la mueca. Nada. Le pone la oreja al pecho. Nada. Sin pensar ya en la entrevista se dispara en ella el automatismo y le suelta la corbata al seor, le desabrocha el ltimo botn del cuello de la camisa y empuja occipital y alza cervicales para abrir la trquea, pincha la nariz, da tres respiraciones y luego seis presiones justo bajo la caja torcica. Repite ciclo respiracin-presin. Entre una y otra saca el telfono de su bolsa y lo coloca en el suelo. Con la rapidez propia

Una caja de mazapanes con veinte unidades de cincuenta gramos cada una te puede durar diez das y cuesta uno treinta y cinco pesos. El otro noventa por ciento de tu percepcin lo puedes asignar al rito testarudo de no unirse al famoso grupo brasileo os sim teito. Este brevsimo mensaje patrocinado por el consejo de patria o muerte fuimos vencidos.

de un disparo de neurona piensa en lo ridculo que le haba parecido el asunto de la activacin por voz como un punto importante en la estrategia de venta del celular, el vendedor lo haba enfatizado bastante, le haba hecho varias pruebas (el concepto hands-free llevado a su extremo lgico). Ahora que le ha dicho al telfono EMERGENCIA y este ha marcado a la Cruz Roja, no le parece una caracterstica tcnica tan frvola. Por lo dems, el aparato en s, como telfono, le parece una regresin, pues es inmenso. Si fuera una computadora, y en cierto modo lo es, sera bastante pequeo. Pero la tendencia tan solo haca unos aos era que los telfonos se hicieran cada vez ms pequeos. Curiosamente, empezaron a crecer. Y ahora el suyo era ms grande que su mano. Sigui con el ciclo respiracin-presin mientras el tono marcaba. Igual, su instructor de vale tudo le haba dicho que un aparato as representaba grandes ventajas en el momento crucial de la defensa contra un ataque de parte de un contrincante mayor o armado. Ya haba quebrado tres en sus prcticas, que ella, no su instructor, insista fueran realistas por completo. Dicho sea de paso, si el tipo tirado frente a ella se pareciera tan solo un poquito a su instructor de vale tudo, ella podra quedarse aqu dndole respiracin de boca a boca toda la vida, sin problema, y ni siquiera hubiera llamado a la Cruz Roja con tanto apuro, al cabo saba que mientras continuara con el ciclo respiracin-presin, la persona estaba a salvo. Los labios brasileos y los pectorales atlticos del instructor eran un factor importante en la asistencia de tantas mujeres a un curso en realidad violento, intil para la mayora de ellas, pues era tonto pensar que con sus cincuenta kilos de peso promedio, armadas hasta los dientes con artculos que podran convertirse en armas improvisadas (lpiz labial contra un ojo, llavero contra la temple, celular contra la garganta, tacn contra el pie, bolso en golpe bajo), pudieran derrotar a un tipo de noventa kilos que realmente tuviera ganas de hacerles dao o por lo menos unas caricias no solicitadas ni bienvenidas. Ninguna de ellas pensaba provechoso aceptar el ejemplo de Angelina Jolie, delgada casi voltil y en tantas pelculas de espionaje hacindole KO a robustos matones de la intifada, mercenarios israelitas, yihadistas al por mayor, ex sicarios de crteles locales ahora fusionados, etc. En momentos de agresividad durante la clase, varias de ellas se sentan capaz de arremeter contra la bella actriz y salir ganando. La Cruz Roja lleg y se llevaron al tipo, que result ser nada menos que la persona con quien tena la entrevista. Como terminaron las cosas es digno de una pelcula con casi cualquier actriz menos la ya mencionada. La duda abre puertas. Eso es todo. El tipo sale de peligro. Es predecible el ofrecimiento laboral como agradecimiento por haberle salvado la vida. De ah a largas horas en la oficina y una boda relmpago, no es gran salto. Ah se encierra toda una buena historia, cmica o dramtica, pero entretenida, variacin ene de los ciclos samsricos que a tantos ignorantes les gusta recorrer recorrer y recorrer.

Ismael sigui al vagabundo durante una cuadra, estudindolo, asegurndose hasta donde era posible debido a la duda que el caminante no fuera, si no moral, al menos fsicamente peligroso. Era de estatura media, uno ochenta; era evidente que su vida de trashumante haba comenzado haca algn tiempo, pues no se vea en l pizca de grasa. Sera un rgimen as, se pregunt Ismael, extremo, el que tendra que seguir para por fin perder esos kilitos de ms que cargaba como mula paciente y terca, desde la prepa? Se palp el estmago. Tena que apretar fuerte para sentir el abdomen. Ah estaba, s, como en todo el mundo; la pared abdominal con su famoso lavadero. As como las lavadoras automticas hicieron desparecer los cuchicheos y chismes y actividad de los lavaderos, la misma razn tecnolgica se poda usar para explicar la desaparicin de estos otros lavaderos donde se tallaba el xtasis sexual de la mujer. Igual, en su experiencia, que era mucha, a la mujer no le importaba gran cosa un lavadero. Lo admiraban en los actores que vean en el cine, en la tele, en las revistas en venta arriba de los chocolates cuando haca fila en la caja 16, siempre la ms rpida en el sper, lo era? Que fuese la ms rpida haba sido la razn que Ismael le haba dado a su mujer para hacer fila ah. Pero en realidad lo era?Se haba fijado? No. Ella no se haba fijado. En lo que s se haba fijado era en el hecho de que la muchacha que atenda era muy bonita y delgada. Pero a cual de los dos factores habra que atribuir la esbeltez de nuestro vagabundo? A la inanicin o a las largas caminatas? No le caba la menor duda de que el tipo haca largusimas caminatas. Sin tener a dnde ir ni tiempo que perder en ningn lado, qu otra cosa iba a hacer sino caminar? Seguro conoca la ciudad mejor que l, y eso que l haba sido taxista durante cuatro aos. La intencin haba sido ahorrar para la universidad, pues no haba querido entrar en la pblica, nido de anarcos y comunistas, donde te titulabas para el desempleo, pues era sabido que las compaas para las cuales vala la pena trabajar por sus excelentes prestaciones, no te contrataban si habas salido de una universidad pblica. Al final haba conocido a su mujer y se haba casado y la universidad, bien gracias, al cajn. Adems, tena un vecino con un doctorado, nada menos. Que fuera en filosofa no le deca nada a Ismael. Diez aos en la universidad deberan darte los medios para salirte de este barrio. A menos que fuera uno de esos a quienes le gusta revolcarse en el lodo. Muchas veces lo haba visto con mujeres del barrio que su mujer despreciaba. Deca que eran unas putas, unas arrastradas, unas ignorantes. Unas nacas. Y bien: eran morenas, ni siquiera de ese barrio sino de ms lejos, la periferia; eran jvenes, nalgonas. Su mujer no entenda la razn. Un tipo con tan buena educacin, las ocasiones que haba platicado con l, pareca diputado por lo bonito que hablaba. Una mujer no entiende esos asuntos de revolcarse en el lodo. Ismael lo entenda. No tena la costumbre, como no tena la costumbre tampoco de fumar mota, pero lo entenda. La nica vez que fum marihuana pas por lo que todos pasan: gloria, paranoia, los monchis. Luego se qued dormido como un beb. La nica vez que se revolc en el lodo le haba resultado muy cara: su mujer lo dej y ahora estaba siguiendo a un vagabundo para ver si con buenas acciones poda convencer a su mujer de su propia bondad. Tal vez hasta lograra convencerse a s mismo de su propia bondad.Entretanto Javier caminaba sin saber que alguien haba hecho planes con l. As sucede: si no tienes tus propios planes, alguien har planes contigo. Javier no tena sus propios planes. Los haba tenido, pero los haba olvidado. Cuando sinti una punzada de hambre por reflejos hurg en su bolsillo, recordaba el par de mazapanes que llevaba ah y el peso y consistencia de los mismos, tenan la forma de dos pequeas ruedas de queso, esos diminutos quesos gouda que puedes comprar cuando por fin huyes de Europa, en Schipol, y que te dices sern regalo para quien sea que an te espera de este lado del charco, pero que terminas comindote; bajas cada mordida con una miniatura botella de vino tinto, o dos o seis, las que te puedas tomar en el largo viaje de regreso a Mxico. Al no sentirlos a la primera, Javier se detuvo. Ismael se detuvo. Se detuvieron de forma tan sbita que pareca que el primero haba olfateado que el segundo lo segua, como en asunto policiaco o, peor, de espas, en territorio enemigo, donde un error puede costar ms que la vida, cmo puede costar algo ms que la vida? Los del ramo lo saben y sonren: la vida se entrega fcil y generosamente al recibir el impacto de una bala descargada desde un techo por un francotirador experto. Ni lo sientes y tu corazn al ascender al imposible cielo de los catlicos, ni siquiera le guarda rencor a tu asesino, todo tan limpio. Pero si alguien penetra tu fachada inocente de turista extraviado, sea un movimiento tuyo hecho con demasiada precisin, sea por accidente, una base de datos fue explorada, tu foto surgi, y ah ests, enfrente; sea por lo que sea, cuando se bajen de una combi cuatro monos no es cuestin de resistirte mucho cuando una culata te da en la nuca: caes desmayado y tierno te evita el suelo uno de los monigotes y te sube a la combi. La golpiza que vas a recibir, las piezas dentales que vas a perder, los das enteros de tortura hmeda y seca, mecnica o elctrica, brutal o humillante, que vas a recibir te harn desear la muerte como un favor que solo se le hace a los que ms amamos, y no estars entre gente que te estima. Algn recuerdo que no estamos para explorar, que no indagaremos, hizo que Javier, al no encontrar los mazapanes en el bolsillo, volteara para mirar la acera que haba recorrido, esperanzado en encontrar sus dos mazapanes. Pero lo que encontr fue a Ismael, quien lo miraba como se mira a alguien a quien tal vez le tienes miedo, a quien sabes que no debes seguir, en cuyas manos est una parte de tu vida y no sabes cmo proceder. Como hemos dicho, no estamos para revelar antiguas y olvidadas profesiones, pero al ver a Ismael, Javier se volvi y sigui caminando como si nada la cosa. Ismael, por cordura, no se movi. Le quiso dar su espacio. Javier lleg a la esquina y dobl a la izquierda. Entonces Ismael se puso en movimiento y al llegar a la esquina, tambin dobl. Lo que vio fue una mancha de harapos zigzagueando entre el trfico, subindose a la banqueta, dando saltos como gacela. Ismael no haba esperado tamaa agilidad. Sobra decir que no posea nada semejante y la persecucin se volva puramente visual. En la prxima esquina Javier desapareci y con l una oportunidad para demostrar a su mujer su espritu de civismo, su altruismo, su doblegar el orgullo, perdname mujer, fue una tontera, no recuerdo nada, quin te quiere?

Ovejas que son lobos

Hace mucho que circula entre nosotros que la locura es cuestin de perspectiva. En general, podemos decir que si algo tuvo xito, no fue una locura. Fue audacia. Por otro lado, si el fracaso fue estrepitoso, decimos que la decisin que nos llevo a ese momento fue un momento de locura. Dependiendo bastante del tenor de tus simpatas, querido lector, tu juicio sobre el estado presente de Javier, en sus harapos y tizne facial, sus caries y halitosis inatendidas, en su deambular por la ciudad sin direccin, guiada el capricho del plano urbano, tal vez una resonancia, un eco mental que produce el nombre de alguna calle, dependiendo de tu simpata dirs: Javier tuvo xito, o dirs: est loco.No queremos dar una idea equivocada. No quisiramos subirte al tren y luego decirte, ah, por cierto: next stop Treblinka. Muchas modas son ahora colecciones del museo. En el anlisis, como en la alta costura, y la baja, la pretaporter, tambin hay modas. Y ya no est de moda hablar de ciertas cosas. Sin embargo, debido al prurito tico de esta pobre forma artstica que hemos asumido (bien podras haberte ido al cine y quedar mediatizado), diremos que por encima de las modas sigue siendo una monserga cuando una humilde muchacha de veinte aos estudia con ahnco lo que sus profesores le exponen en ctedra, sobre todo cuando ha pasado ya ocho horas trabajando de cajera para un respetable capitalista que le paga un salario justo. Cuando un capitalista dice salario justo, quiere decir justo lo necesario para no morir el trabajador. Su primo es dueo de unos cuartitos con bao en un barrio popular. Lo que le sobra de renta a la humilde muchacha le alcanza para alimentarse con harinas talladas de distintas formas y empaquetadas en bolsas y cajas de alegres colores. Dichas harinas se trabajan en la industria alimentaria cuyos tres grandes participantes han emitido acciones en el mercado burstil, y otro primo o un to, est en el consejo

Son muchos los colores que ves en pasillo destinado a los cereales. Las bolsas en el anaquel ms bajo, los famosos y vistosos cereales azucarados en los anaqueles superiores, como figuritas de disneylandia comestibles. No te llevas una por menos de cincuenta pesos. Con un litro de leche te puedes acabar el contenido, echarte una siesta y tener hambre unas horas despus. Pero compras una botellita de concentrado de vainilla por tres pesos, un kilo de azcar por diez, un litro de leche por diez y trescientos gramos de soya seca por seis pesos. Hechas el litro en un cuenco, le agregas unas gotas de vainilla, unas cucharadas de azcar y los revuelves. Luego agregas la soya seca, con cien gramos basta. Esperas veinte minutos y al meter la cuchara y llevrtelo a la boca tendrs una experiencia pastosa, fibrosa, que resistir a la masticacin y te cansar, dndote la sensacin de que has comido bastante, la mandbula quedar agotada y tendrs en el estmago ms de cincuenta gramos de protena, por unos quince pesos y no sentirs hambre el resto del da. Este mensaje fue patrocinado por el club annimo de los enemigos de Kellogs.

administrativo o es dueo de muchas acciones, algo as que no queda claro pues la estructura fiscal del asunto es compleja, pero se entiende: el dinero solo da vueltas y termina en el mismo lugar. Tampoco olvidemos que la humilde muchacha debe desplazarse del cuartito al trabajo a la universidad, lo que cuesta, aunque sea transporte pblico. Cuesta, ceteris paribus, el equivalente de unos cuarenta gramos de protena. Chankaracharia, el gran filsofo monista del siglo XII, deca que no hay mayor privilegio que haber nacido humano, porque as el ser vivo y humano puede dedicarse al camino de la sabidura. Pero cundo? Sin duda hace mucho que la universidad no atiende esas humansticas necesidades. Es perentorio, para mantenerse relevante, que su oferta acadmica tenga algo que ver con el ciclo productivo y esa obsesin por el siempre creciente PIB. La humilde muchacha estudia unas materias cuyo diseo responde por completo a las necesidades de la clase que mayor presin ejerce sobre el tejemaneje social, y son cosas tcnicas como contabilidad y matemticas financieras, asignaturas que detesta pero ese es el programa, lo pens y arquitectura o letras le hubiera gustado, pero el peridico insiste en que hay un dficit en el mercado laboral, ya que con la globalizacin, etctera, se requiere de personal que sepa manejar varios sistemas contables, y los ya mencionados discpulos de Pluto se renen en Davos para puntualizar una armonizacin en los sistemas contables de las transnacionales en direccin del GAAP y la OMC (WTO en ingls de cepa).Audacia y locura es lo que enciende la mirada de Javier, y eso es lo que ve Ismael ahora que lo tiene enfrente. Cmo dio la vuelta a la cuadra tan rpidamente un vagabundo mal alimentado es conocimiento que Ismael no tiene y tal vez no quiera tener. Sabe, eso s, que es la hora de la verdad. De qu otra forma explica a un loco su persecucin? Dios mismo y nada ms, en su capullo, sabra algo as. Dios sabra las puntas despeinadas de la paranoia que ahora se habrn transformado en cables elctricos con puntas desnudas que lo pueden electrocutar, a l, Ismael, que solo tiene buenas intenciones, que brotan de mala semilla, s, nadie lo niega, pero buenas intenciones al fin. La verdad sera ahora un palo de madera con el cual hacer a un lado el cable de alta tensin, con gran cuidado y lentitud mantener la punta elctrica y chispeante alejada, como cabeza de crtalo venenoso. Ismael abre la boca: Mire seor el asunto es como sigue. Le fui infiel a mi mujer. Mi mujer se enter y me dej. Estaba en la ventana pensando en alguna solucin. Nada se me ocurra que mi mujer no me echara a la cara como algo hipcrita y entonces lo vi pasar. Y lo vi todo. Mi mujer es muy catlica, muy creyente. Y piensa que yo soy un egosta. Al verlo a usted pens, tengo la voluntad de ayudar a ese seor, hacer lo que hizo el buen samaritano. As le mostrar a mi mujer que soy bueno. Y ella volver. Y por eso lo segu a usted, para preguntarle si hay algo en que lo pueda ayudar. Una comida, un bao, una rasurada, ropa nueva, un dinerito para despus y listo. Quedar usted como nuevo. Luego sigue su camino, yo hice mi buena accin, le cuento a mi mujer y todos contentos. Qu le parece?Si uno recorriera el espeso pantano de tiempo, hbitos, troncos muertos, asfixia espiritual, un denso ecosistema de turbulencia mental, musgo y la fetidez de combustiones axiolgicas, uno podra con claridad ver que Javier era un tipo inteligente. Las palabras de Ismael, por su incongruencia, su emocin, revelaban ese signo prstino de la verdad, o, en su defecto, una excelente habilidad histrinica. En ambos casos su efecto en el alma de Javier fue el mismo: encendi una llama de inters que haba estado dormitando como el piloto de un calentn, y con el ruido de tuberas haca tiempo secas y oxidadas, la llama fue haciendo circular el lquido vivo, caliente, del pensamiento pleno. Javier sonri y el dolor placentero que le provoc en la piel del rostro ese movimiento muscular, ese desperezarse de tendones rgidos, cre el ciclo de retroalimentacin positiva que lo condujo a sonrer an ms, hasta que de la garganta empez a salir un como crujido de papel, tronar de chicharrn, un automvil cuyos pistones avanzan la combustin, y Javier solt una carcajada que dur todo un minuto y fue toda la respuesta que Ismael requera. Su matrimonio salvado, razn para darle un poco de crdito al evangelio, estrellita en la frente para este ciudadano, pronto las cosas tomaran su viejo cauce.Cualquier mujer lo hubiera podido decir. Estos dos tontos estaban borrachos como lo estn los hombres que se dan cuenta que no tienen ganas de matarse, y ya se sienten por ello grandes amigos. La buena accin exigira comprobacin. Y cmo pensaba Ismael resolver esto? Le iba a presentar a su mujer a un vagabundo? Mi amor, djame que te presente al Seor VagabundoResultaba fantasioso. Pero el comienzo de toda amistad es un acto de fantasa.

Legalizarla o no, el debate

A menos que en la experiencia del lector est propiamente archivado el recuerdo de no haberse baado durante un mes y luego sentir el agua resbalar su bendicin sobre la piel, y lavar con embriaguez exttica capas de mugre, no va a poder el lector entender en forma emptica la sensacin abrumadora del deslizarse del chorro de agua caliente sobre la piel despus de ocho meses de brutalidad climtica. Javier se qued con los ojos cerrados bajo el agua, y solo empez a untarse jabn cuando empez a sentir que la temperatura del agua bajaba. El lquido lo haba limpiado, de esa forma que algunos vemos espiritual, a veces vemos como un escape hacia donde habita lo apestoso. Montado todo en un juicio maniqueo. l se entenda. Prosigui con el papel asignado en la lotera vital, y fue la mascota de este hombre. Imaginen la situacin trmica del asunto, de ese declive hacia la entropa total, extinta casi la totalidad del significado. El mundo, ahora retrico, pero flotantes sin referentes, pues sus hablantes despus de la era zombi, no lograron recuperar su estatus biolgico y haban devenido simple recuerdo de las ondas sonoras, cuya reverberacin no se detuvo por mucho mucho tiempo durante el cual se supo, en todos los costados del universo, haba existido semejante delirio, Mxico