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1 PARADOJAS Y GESTIÓN DE CONTRADICCIONES EN LAS ORGANIZACIONES Leonardo Solarte Pazos 1 RESUMEN Las paradojas son una forma de contradicción que no responde a los enfoques clásicos de la gerencia y que la teoría organizacional analiza de manera tangencial. Sin embargo, tanto en la vida cotidiana como en las organizaciones, contradicciones y paradojas ocurren con mayor frecuencia de lo esperado. Están asociadas con las tensiones y la ambigüedad organizacional y representan un desafío para los directivos, debido a la imposibilidad de resolverlas de modo racional.. Si bien las paradojas son consideradas como proposiciones que no tienen que ser resueltas por la contradicción inexplicable que encarnan, en la realidad de las organizaciones los directivos y empleados se enfrentan ante disyuntivas paradoxales que deben resolver, situación que conduce en muchos casos a escenarios de “doble vínculo” que no pueden ser atendidas mediante la lógica racional de las herramientas manageriales. En este documento, abordamos la presencia de contradicciones y paradojas en la teoría organizacional, sus consecuencias para los individuos y recogemos cuatro perspectivas a partir de la literatura: 1. como una anomalía que debe corregirse, 2. como una cualidad que enriquece la organización plural, 3.como un elemento dialectico que debe resolverse, y 4. como paradoja permanente. Palavras-chaves: administración, organizaciones, paradojas, contradicciones, tensiones, dialéctica. 1. Introducción Una perspectiva idealizada del management, muy común, entre los estudiantes de primeros años de Administración, es la de garantizar el “orden” y reducir la incertidumbre en las organizaciones. La idea de una organización ambigua y contradictoria, sin posibilidad de control, es irritante para las escuelas de administración, que tratan de proveer a los managers, fórmulas, que les permitan conducir de manera cierta y ordenada el futuro de la organización. Sin embargo, tanto la literatura organizacional, como la realidad gerencial misma, indican que las organizaciones se ven abocadas permanente, -y más de lo que pareciera conveniente- , a situaciones de contradicción y ambigüedad. Éstas generan retos a los dirigentes y ponen en entredicho, algunos, de los postulados clásicos de la planeación y el control. Aunque, la 1 [email protected]

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PARADOJAS Y GESTIÓN DE CONTRADICCIONES EN LAS

ORGANIZACIONES

Leonardo Solarte Pazos 1

RESUMEN

Las paradojas son una forma de contradicción que no responde a los enfoques clásicos de la

gerencia y que la teoría organizacional analiza de manera tangencial. Sin embargo, tanto en

la vida cotidiana como en las organizaciones, contradicciones y paradojas ocurren con

mayor frecuencia de lo esperado. Están asociadas con las tensiones y la ambigüedad

organizacional y representan un desafío para los directivos, debido a la imposibilidad de

resolverlas de modo racional.. Si bien las paradojas son consideradas como proposiciones

que no tienen que ser resueltas por la contradicción inexplicable que encarnan, en la realidad

de las organizaciones los directivos y empleados se enfrentan ante disyuntivas paradoxales

que deben resolver, situación que conduce en muchos casos a escenarios de “doble vínculo”

que no pueden ser atendidas mediante la lógica racional de las herramientas manageriales.

En este documento, abordamos la presencia de contradicciones y paradojas en la teoría

organizacional, sus consecuencias para los individuos y recogemos cuatro perspectivas a

partir de la literatura: 1. como una anomalía que debe corregirse, 2. como una cualidad que

enriquece la organización plural, 3.como un elemento dialectico que debe resolverse, y 4.

como paradoja permanente.

Palavras-chaves: administración, organizaciones, paradojas, contradicciones, tensiones,

dialéctica.

1. Introducción

Una perspectiva idealizada del management, muy común, entre los estudiantes de primeros

años de Administración, es la de garantizar el “orden” y reducir la incertidumbre en las

organizaciones. La idea de una organización ambigua y contradictoria, sin posibilidad de

control, es irritante para las escuelas de administración, que tratan de proveer a los

managers, “fórmulas”, que les permitan conducir de manera cierta y ordenada el futuro de

la organización.

Sin embargo, tanto la literatura organizacional, como la realidad gerencial misma, indican

que las organizaciones se ven abocadas permanente, -y más de lo que pareciera conveniente-

, a situaciones de contradicción y ambigüedad. Éstas generan retos a los dirigentes y ponen

en entredicho, algunos, de los postulados clásicos de la planeación y el control. Aunque, la

1 [email protected]

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contradicción es un concepto relevante en las ciencias sociales, no tiene la misma

importancia para el management, e incluso, para las ciencias organizacionales, a pesar de

que se nutren de las mismas fuentes de conocimiento.

La tensión entre el individuo y el medio social es central en las ciencias sociales. En el

“Malestar de la cultura”, el individuo somete sus impulsos primarios y deseos a la

imposición de otros, como costo, para poder vivir en sociedad (Freud, 1973). La sociología

ha abordado la presencia de contradicciones, a modo de característica de las organizaciones

humanas. En la dialéctica marxista, p. ej., la contradicción es central en la comprensión de

la sociedad. Weber plantea por su parte, la presencia de contradicciones, entre la necesidad

de burocracia y los fines del estado (Weber, 1964); tarde, advierte sobre la naturaleza

contradictoria de muchas de las instituciones sociales.

Particularmente, el estructural-funcionalismo se ha concentrado en este fenómeno, en sus

diferentes vertientes; Merton (2002) propone lo que denomina: “ambivalencias sociales”,

relacionadas con la existencia de contra-normas, establecidas por los individuos, como

mecanismos para compensar el aspecto restrictivo de las normas organizacionales, lo cual,

necesariamente conduce hacia la relativización de los códigos de conducta.

Ahora bien, en el caso del Estado-Nación, la aparición de la ciudad como tal, da origen a

una contradicción estructural con respecto al individuo, dado que ésta se afirma, en una

sociedad divida en clases, que a su vez, es capitalista (Giddens, 1984). Esta contradicción

primaria expresa la tensión entre la esfera pública y la privada, y deriva en múltiples

contradicciones secundarias.

En cuanto al capitalismo, la contradicción primaria se fundamenta, en que la supervivencia

del Estado estriba en factores que son contradictorios, con respecto, a los principios mismos

del capitalismo (Giddens, 1979, 1984). P. ej., el Estado que representa el poder político,

depende, de la acumulación de riqueza individual, sobre la cual, no tiene incidencia directa

porque no hace parte de su esfera de acción. Por esta razón, quien llegue al ejercicio del

poder debe promover la acumulación para sobrevivir. Así, la apropiación privada requiere

producción socializada, en una relación, que la fomenta y la niega simultáneamente

(Giddens, 1984, p. 315). En este sentido, las contradicciones primarias y secundarias se

originan porque la reproducción de la estructura, depende, de propiedades estructurales, que

actúan en rechazo de sus principios establecidos.

La literatura organizacional utiliza la teoría de Giddens, básicamente, en lo que respecta, a

los conceptos de dualidad y agencia de la estructura, para identificar los momentos de

transformación y ruptura (Barley & Tolbert, 1997; Jarzabkowski, 2008; Orlikowski, 1996;

Pozzebon, 2004; Whittington, 1992).

2. La presencia de contradicciones y ambigüedad en las organizaciones2.

2 Este aparte se encuentra desarrollado en el texto: (Solarte, 2016, págs. 37-41); Gestión de Contradicciones.

2016, Ed. Universidad del Valle. Cali

3

Si bien, la presencia de ambigüedad y de incertidumbre -relacionadas con contradicciones

y tensiones- en el medio ambiente externo e interno de las organizaciones, ha llegado a ser

aceptada en el management, la literatura refleja diversas posiciones frente a ellas.

De una parte, existe una visión normativa que se concentra en desarrollar modelos y

enfoques, los cuales, permiten la reducción de la incertidumbre y la resolución de los

conflictos motivados por la oposición de las partes (Pondy, Boland, & Thomas, 1988).

Dentro de este grupo, podemos incluir la denominada teoría de los “stakeholders” (Freeman,

1984). Una explicación de fondo de esta tendencia (presente en el management y en los

dirigentes), puede rastrearse en el denominado Ritualismo, definido por Merton (2002)

como una anomalía social, que se relaciona con la intolerancia hacia la ambigüedad, creando

individuos moderados y conformistas, quienes prefieren el orden institucional.

Coexiste otra visión descriptiva, que busca comprender y explicar las lógicas que gobiernan

y orientan la construcción de los acuerdos sociales y organizacionales: la teoría del orden

negociado (Day & Day, 1977; Strauss, 1993), las lógicas de convenciones (Boltanski &

Thévenot, 1991), la teoría de los tres componentes culturales desde la antropología (Martin,

2002), y la sociología de la ¨asociación¨ (Laville & Nyssens, 2000) (Laville & Sainsaulieu,

1997).

La idea de una organización como escenario de influencias e intereses provenientes de

diferentes componentes (constituencies), ha sido bastante utilizada en la teoría

organizacional. Concretamente, los modelos de efectividad organizacional han empleado el

concepto de constituencies, para analizar la presencia de intereses diferentes, que deben ser

atendidos por una organización (Connolly, Conlon, & Deutsch, 1980; Keeley, 1978; Pfeffer

& Salancik, 1978; Zammuto, 1984).

Algunas de las contradicciones generadas por los valores en competencia, representan

dilemas clásicos en la administración, p. ej., el modelo de valores de Quinn y Rohbaugh

(Quinn & Rohrbaugh, 1981, 1983) para la eficacia organizacional, identifica tres tipos de

tensiones producidas por valores en competencia, al interior de la organización: la

organización centrada en la persona, en oposición, a una preocupada por ella misma; la

flexibilidad vs. la estabilidad y la orientación hacia los fines o resultados, frente a los medios.

En realidad se configuran cuatro tipos de valores organizacionales: la organización centrada

hacia la gente (relaciones humanas), en contraste, con aquella guiada externamente (modelo

de metas racional) y la organización concentrada en los procesos internos vs. una, con

orientación externa (sistema abierto).

El neo-institucionalismo se ha ocupado, por su parte, de las contradicciones entre valores e

intereses sociales externos y la necesidad de eficiencia organizacional. Las organizaciones

se mantienen en virtud de la legitimidad, ésta les confiere la visión o imagen que proyectan,

la cual, se sustenta en creencias sociales, o en reglas institucionales. El manager usa la

racionalidad para construir una imagen organizacional, que le permita ganar legitimidad a

la organización, aunque ésta, no necesariamente coincide con la perspectiva económica bajo

la cual, la racionalidad conduce a la eficiencia o desde la perspectiva política, a fin de

garantizar el control de recursos. (Euske & Euske, 1991).

4

La imagen de una organización que responde a múltiples expectativas, ha llevado al

desarrollo de visiones organizacionales basadas en valores, así como, al desarrollo del

concepto de responsabilidad social. El escenario de contradicción que se presenta entre las

diferentes partes involucradas, debe ser resuelto por la organización, su board o manager.

Dos preocupaciones han sido planteadas desde el institucionalismo, respecto a la variedad

de intereses sociales y económicos. La primera es ¿Cómo dominar los poderes individuales

de los participantes?, y la segunda, ¿Cómo lograr la colaboración?

Es así, que las organizaciones terminan moviéndose entre la necesidad de responder a los

mitos institucionales (que demanda la legitimidad) y la de ser eficientes ante la racionalidad

técnica (Meyer & Rowan, 1977). En caso de incompatibilidades, las organizaciones echan

mano de los dispositivos de elusión, que pueden incluir: la delegación; la creación de climas

de ambigüedad en sus metas (eludiendo comprometerse con resultados específicos) y la

profesionalización (buscando generar una imagen interna y externa de confianza que la

proteja). Meyer y Rowan ponen como ejemplos, las construcciones semánticas de las

escuelas, que hablan de “producir profesionales” no de “aprender” o en el caso de los

hospitales, que dicen tratar pacientes, no curarlos (Meyer & Rowan, 1977, p. 357).

En las organizaciones, la presencia de diversidad y de ambigüedad, ha sido analizada como

la coexistencia de perspectivas culturales contradictorias. Éstas reflejan de múltiples

maneras las prácticas y los artefactos organizacionales. Por tal motivo, una organización

convive con tensiones naturales en su interior, que son el producto de fuerzas integradoras,

diferenciadoras y desintegradoras, cada una de las cuales, hace parte de la identidad y de la

cultura de la organización (Martin, 2002).

Por lo que se refiere a la ambigüedad, ésta es definida como la presencia de diversas

explicaciones simultáneas, producidas por falta de claridad, complicaciones o paradojas

(Martin, 2002). Situaciones comunes de ambigüedad, son producidas, entre otros aspectos,

por la posibilidad de interpretaciones contradictorias y conflictivas, disparidad en la

orientación de valores, contradicciones, paradojas y confusión de los roles (McCaskey,

1982).

Según lo señalado por la literatura, la presencia de las tensiones y contradicciones al interior

de las organizaciones genera incertidumbres para la toma de decisiones organizacionales.

Para explicar cómo la organización resuelve contradicciones causadas por preferencias

opuestas, tradicionalmente se han planteado explicaciones, tales como: la selección de

alternativas satisfactorias en vez de óptimas (March & Simon, 1958); la búsqueda de

objetivos secuenciales (Cyert & March, 1963); el incrementalismo (Lindblom, 1968)

(Cameron, 1986), entre otros. La presencia de intereses y conflictos en las organizaciones,

así como, su incidencia en la toma de decisiones, ha conducido a la idea de la organización

como una entidad política, sujeta a las relaciones de poder y negociaciones entre sus actores

(Crozier & Friedberg, 1977) (Pfeffer, 1992).

Las teorías de la decisión, indican, que las organizaciones resuelven los conflictos de interés

entre sus grupos, evocando objetivos compartidos, que permitan un acuerdo o mediante

negociaciones, cuando no es posible encontrar intereses comunes (March & Simon, 1958).

La relativización en la toma de decisiones fue profundizada por March, al describir que

éstas, eran explicadas, sobre todo, por la presencia de intereses en conflicto, las relaciones

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internas entre los empleados y los grupos, las creencias organizaciones, los grados de

activismo, la presión ejercida, así como, por factores coyunturales, y no por la justificación

o la experiencia individual de los decisores (March & Olsen, 1975). Las organizaciones

conviven con la incertidumbre y los conflictos de intereses, persiguiendo metas simultáneas

y muchas veces ambiguas, que representan los valores de los distintos participantes (March,

Olsen, & Christensen, 1976) (Crozier & Friedberg, 1977) (March, 1978).

Algo similar ocurre con la interpretación del medio ambiente, éste depende de valores

organizacionales y del grado de integración del individuo a la organización. De ahí que, el

aprendizaje se logra, por lo tanto, en un ambiente ambiguo, en el que las explicaciones son

asignadas, en función de la interpretación y de los intereses personales de cada quien (March

& Olsen, 1975).

Un aspecto importante, relacionado con la ambigüedad y la incertidumbre organizacional

es la construcción de sentido “sensemaking”, que aporta elementos para la interpretación

organizacional (Weick, 1995), de forma retrospectiva, cuya labor es esencialmente del líder.

En efecto, la construcción de sentido, también fue descrita por March inicialmente, cuando

señaló, que ante los riesgos de conclusiones individuales, distintas a los hechos, por parte

de los empleados, se imponía un mecanismo formal que redujera la incertidumbre y

facilitara las conclusiones oficiales. La decisión, por lo tanto, contribuye a dar sentido a la

organización, poner en cuestión o reacomodar creencias compartidas, las cuales, se

manifiestan mediante, mitos e historias, ritos. Las decisiones tienen resultados tangibles,

pero también, simbólicos. (March et al., 1976).

Las decisiones se convierten en un medio para evaluar los objetivos y la planificación es,

igualmente, una forma de reinterpretar el pasado. La ambigüedad de las decisiones puede

ser por lo tanto, una forma de mejorarla (March et al., 1976), la racionalización a posteriori

da sentido a los actos realizados, y obliga a hacer explícitos los valores y las creencias que

los justifican.

¿Cómo la organización da sentido a la acción en un mundo de múltiples realidades? Sucede

pues, que la construcción de una forma de entendimiento, a nivel de interacciones

individuales, que explica las acciones y que llega a conformar una idea de ¨ nosotros ¨, sin

que se pierda la noción de individuo, representa un tipo de subjetividad que algunos autores

(Wiley, 1988) han llamado como subjetividad interactiva. El diálogo y la argumentación

son los vehículos de la construcción de sentido, mediante éstos, se establecen las

significaciones compartidas. Por esto, la existencia de un pequeño grado de significados

compartidos, es indispensable, para que exista organización (Ford & Backoff, 1988).

Esta subjetividad es transformada en genérica, a nivel organizacional, cuando intenta ser

reproducida, para ser captada, por quienes no participan en el proceso de construcción de

los hechos; este nivel representa un segundo tipo de subjetividad genérica, que se asimila a

la construcción de una estructura social, en el cual, los individuos son reemplazados por

roles y un yo genérico (Weick, 1995).

6

De acuerdo con lo anterior, las pérdidas de significado que ocurren al hacer el paso entre

los dos niveles de subjetividad, y que tienden a deformar la construcción genérica, son

asimiladas mediante dispositivos de control organizacional. En la organización conviven los

dos tipos de intersubjetividad, en tensiones que corresponden a la oposición entre

creatividad y control. Las discontinuidades se producen cuando se trata de poner en

interacción social, la realidad imaginada o cuando los individuos son reemplazados, lo que

produce giros y saltos, entre la autonomía y control, así como, en la dependencia e

interdependencia. El manejo de estas transiciones es parte del rol de las organizaciones

(Weick, 1995).

Debe existir una garantía de reforzamiento de las creencias, valores, supuestos y del sentido

compartido, entre los participantes, para que subsista el concepto de organización (Weick,

1995). A nivel de las personas, esto se logra mediante la intersubjetividad y, al nivel de las

referencias con otros, en un plano más impersonal, a través de la subjetividad genérica. Esta

calidad de interacción y reforzamiento debe ser lo suficientemente fuerte, para garantizar su

permanencia, cuando suceda el reemplazo de los actores, de tal manera que el sentido de

organización persista.

La relación entre ambigüedad y construcción de sentido (sensemaking) es por tanto,

estrecha. La construcción de sentido reduce la ambigüedad, y a su la vez, la ambigüedad es

una fuente permanente de construcción de sentido (March et al., 1976) (Martin, 2002;

McCaskey, 1979; Van de Ven & Pool, 1988; Weick, 1995). Esta influencia es similar a la

interrelación expresada en la teoría de la estructuración: las estructuras sociales son creadas

mediante procesos de construcción de sentido, pero a la vez, las significaciones creadas

reducen y restringen las estructuras sociales (Giddens, 1979).

3. Paradojas, una forma de contradicción.

Existe una estrecha relación entre los conceptos tensión, contradicción y paradoja. Todos

coinciden en ser el producto de fuerzas en pugna o de situaciones opuestas o inconsistentes.

Etimológicamente, la palabra tensión significa “un estado o condición de estrés resultante

de fuerzas que actúan en oposición entre sí”, también, es definida como “una relación entre

ideas o cualidades con demandas o implicaciones en conflicto” (Oxford Dictionary)3

Por su parte, contradicción significa “una combinación de ideas o declaraciones que se

oponen unas con otras, una persona, cosa o situación que presenta elementos inconsistentes”

(Oxford Dictionary)4; oposición, “situación de incompatibilidad de dos cosas” (Larousse

francés)5.

3 https://en.oxforddictionaries.com/definition/tension (Acceso: 30 Enero 2017)

4 https://en.oxforddictionaries.com/definition/contradiction (Acceso: 30 Enero 2017).

5 http://www.larousse.fr/dictionnaires/francais/contradiction/18660?q=contradiction#18555 (Acceso: 30

Enero 2017)

7

Desde el punto de vista, de la lógica clásica, existen diversas definiciones del concepto

contradicción (Grim, 2006, pp. 51-52)6:

“Es la relación entre declaraciones que son opuestos exactos en el sentido de

que juntas no pueden ser ni verdaderas ni falsas (A.N. Prior, 1967).

Un par de oraciones en las cuales la una es la negación de la otra (Kalish,

Montague, and Mar, 1980).

Proposiciones en las cuales una debe ser verdad y la otra falsa (Augustus De

Morgan, 1986).

Dos proposiciones son contradictorias si y sólo si es lógicamente imposible para

ambas ser verdad y lógicamente imposible para ambas ser falsas (R.M

Sainsbury – 1991)”.

En el debate filosófico con respecto a la naturaleza de las contradicciones y sobre todo, a la

validez de la denominada ley de la no contradicción, formulada por Aristóteles, se pueden

mencionar cinco objeciones típicas a la presencia de contradicciones (Priest, 2006, p. 23):

“- (Creer en)…Las contradicciones implica creer en todo.

- Las contradicciones no pueden ser verdad.

- Las contradicciones no pueden ser creídas racionalmente.

- Si las contradicciones fuesen aceptables, la gente no podría ser criticada

racionalmente.

- Si las contradicciones fuesen aceptables, nadie podría rechazar nada”.

En términos de lógica clásica, una contradicción implica la presencia de una conjugación y

su negación: A ^ (¬ A), las cuales, no pueden existir simultáneamente como verdades. En

términos de lógica para-consistente, sin embargo, ambas pueden coexistir, aunque tal

corriente filosófica no hace parte de la lógica formal y es aceptada por una minoría en el

campo científico (Priest, Beall, & Armour-Garb, 2006).

Las paradojas son un caso especial de contradicciones, que se aplica tanto a proposiciones

como a cosas: “Una declaración o proposición aparentemente absurda o contradictoria que

al ser investigada puede probar estar bien fundada o ser verdad”. “Una persona o cosa que

combina características o cualidades contradictorias” (Oxford Dictionary)7

Así, éstas se definen como la presencia simultánea de dos condiciones inconsistentes

(Eisenhardt, 2000), contradictorias y mutuamente excluyentes, que operan al mismo tiempo,

en un escenario determinado. Una característica distintiva de las paradojas es que no

requieren hacer una escogencia entre las alternativas (aunque es posible hacerlo), ya que, se

acepta que operen simultáneamente (Cameron & Quinn, 1988). Las paradojas son

construidas por los individuos, cuando encaran de manera próxima, tendencias opuestas,

mediante la reflexión o la interacción (Ford & Backoff, 1988); se trata de construcciones

sociales que aparecen cuando elementos del pensamiento (que de manera aislada son

6 Traducción libre 7 https://en.oxforddictionaries.com/definition/paradox (Acceso: 30 Enero 2017)

8

independientes), al yuxtaponerse, se presentan como mutuamente excluyentes (Luscher,

Lewis, & Ingram, 2006).

4. Paradojas y organizaciones.

Obsérvese que las paradojas abundan tanto en la vida cotidiana como en las organizaciones;

la disyuntiva de los bancos entre promover el ahorro, pero a la vez, asegurar que sus clientes

gasten el dinero; la educación de los niños que requiere transmitir valores externos, y

generar a la vez, autonomía; la violencia juvenil, cuyo control se debate entre la educación

y la represión.

La relación entre paradojas y tensiones organizacionales es estrecha en la literatura, aunque

insuficientemente explícita, encontrándose que si bien las tensiones generan paradojas,

como en el caso del modelo de Lewis (Lewis, 2000), también, se considera que las tensiones

son manifestaciones de paradojas organizacionales de fondo. La complejidad de las

tensiones p. ej., puede conducir a paradojas de actuación (mensajes contradictorios);

pertenencia (ciclos recursivos8) y de organización (sistemas contradictorios) Lüscher &

Lewis (2008). Asimismo, las paradojas pueden utilizarse para analizar las tensiones

organizacionales, la reacción y su manejo. Algunos autores intentan explicar o producir

fenómenos de cambio, utilizando el concepto de paradojas en las organizaciones (Fiol,

2002) (Poole & van de Ven, 1989). Los síntomas de las paradojas, revelan tensiones que

surgen a partir de la interacción entre sus miembros (p. ej., la competencia / colaboración,

eficiencia / innovación, cambio / continuidad) (Eisenhardt, 2000).

Existen algunos intentos de clasificación de las paradojas organizacionales: paradojas de

desempeño, de pertenencia, de “organizing” (Luscher et al., 2006), cada una, con patrones

comunicativos específicos. Stohl & Cheney, 2001, citados por Martin, 2004 plantean otra

clasificación de paradojas organizacionales, relacionadas con la confrontación entre la

jerarquía vs participación y democracia; agencia (modos organizacionales, vs modos

individuales de hacer las cosas); identidad (individuo vs organización) en este sentido: poder

(subordinación vs empoderamiento).

En el campo del aprendizaje, la tensión paradoxal es del carácter “viejo versus nuevo”, en

el campo del "organizing" entre control y flexibilidad y en los estudios de pertenencia a

grupos, la dicotomía es entre sí mismo y los otros (Lewis, 2000). Esto conduce

inevitablemente a dilemas entre la novedad y la continuidad en la innovación, así como

también, entre la transferencia y la imitación. Por lo visto, la organización se ve abocada a

encontrar soluciones, que le permitan garantizar el aprendizaje en su interior, y la vez,

controlar potenciales emulaciones de los competidores. Mejor dicho, debe aprovechar las

capacidades y rutinas existentes sin descuidar la innovación. (Vera & Crossant, 2007).

El siguiente aspecto trata del dilema entre competencia y cooperación, éste es de vieja data

en los estudios organizacionales y en la economía, como en el caso de los análisis de

8 Según Putnam (1986), los ciclos recursivos denotan un doble enlace donde, los actores se sienten atrapados

en un ciclo emocional de interacciones sociales. P. ej., cada vez que los actores se mueven hacia un grupo,

temen perder su individualidad.

9

Williamson sobre jerarquía y cooperación. (Williamson, 2002). Más recientemente, la

aparición del término “coopetición” refleja la paradoja de competir y cooperar

simultáneamente entre organizaciones. Sin embargo, este concepto se extiende también al

interior de la organización, en el plano de sus miembros, como individuos con intereses

propios en competencia con sus colegas, pero a la vez, cooperando por una meta común.

Esta dicotomía ha sido documentada en la literatura, mencionando que puede originar

estados emocionales inconsistentes en los empleados (Raza-Ullah, Bengtsson, & Kock,

2014), crear conflictos o incluso llegar a disolver las relaciones, si no se gestionan

correctamente (Gnyawali, Madhavan, & Bengtsson, , 2016).

También el management está lleno de lugares comunes, que reflejan paradojas que

aparentemente no son identificadas como tales, véase a los gerentes, a quienes se les impulsa

a pensar globalmente y a actuar localmente; a aumentar eficiencia pero a la vez ser creativos;

a controlar pero a la vez delegar (Lewis, 2000). La gestión confronta tensiones a partir de

las sigs. dicotomías: la dirección y la autonomía, el orden y la flexibilidad; el

empoderamiento y el control; el otro y el yo; la unidad y la división; la calidad versus los

costos, entre otros. A pesar de su frecuencia, el management tradicional considera la

paradoja como un estado disfuncional que debe ser eliminado (Clegg, da Cunha & Cunha,

2002).

Smith, Binns & Tushman, (2010) estiman que cada vez más, el éxito depende de la gestión

de las estrategias paradójicas, donde, la gestión eficaz estriba en el liderazgo, cuyas

estructuras estarán centradas en el líder o los equipos.

Los líderes enfrentan, sin racionalizarlo necesariamente, desafíos, por cuanto deben

administrar paradojas en diversos frentes. En la innovación, mencionada anteriormente, el

líder debe establecer por sí mismo, cuál es el balance que debe establecer entre el

pensamiento convergente o divergente; la motivación proactiva o reactiva; la adaptación o

innovación; aspectos fundamentales para gerenciar el mercado en su organización

(Andriopoulos, Lewis, 2009) (Cropley, Cropey, 2012).

4. Los individuos enfrentando paradojas: “la obligación de ser espontáneo”

La exigencia de actuar o decidir frente a una paradoja, implica para los individuos, una

situación por fuera de lo aceptado socialmente. Una situación ilógica e insostenible, sin

aparente solución racional y que pone al individuo literalmente entre “la espada y la pared”.

Los efectos de la paradoja sobre el comportamiento en la comunicación humana fueron

estudiados inicialmente por Bateson, que lo condujo a la formulación de su teoría de la

esquizofrenia (Bateson, 1956).

El efecto de la paradoja sobre la comunicación humana equivale al que se crea bajo la

condición de intercambio de mensaje con la estructura: ¡sea espontáneo! (o sus variantes

posibles). Una orden que exige un comportamiento, que por su carácter, es imposible

cumplir de manera espontánea.

10

Watzalawick menciona el caso de una madre que se encuentra inconforme, porque cree,

que su hijo no realiza sus deberes de manera espontánea, sino, porque ella le exige hacerlas.

De esta manera, ella se encuentra presa de la paradoja y pone a su hijo en la misma situación,

es decir, ninguno de los dos sabe, si la acción realizada es satisfactoria. Ella, porque no tiene

forma de dilucidar, si su hijo hace los deberes de manera responsable o solamente por

obedecerle a ella, y él porque nota, que a pesar de que hace lo que se le ordena, su madre no

parece satisfecha. En este caso, ella desea que “él desee” hacer las cosas, aunque, también

cree que él debe aprender a partir de su enseñanza (Watzlawick, Weakland, & Fisch, 1975,

p. 82).

Una situación comunicacional del tipo “yo deseo que ud. desee”, que equivale a requerir de

alguien que “sea espontáneo”, puede ser bastante frecuente en la vida cotidiana. Es el caso,

p. ej., del saludo afectuoso de un amigo hacia nosotros. Éste sólo es válido, si consideramos

que se hace de manera espontánea, lo que corresponde, a desear que las palabras expresadas

sean sentidas de verdad por nuestro interlocutor, y no por la simple obligación de saludarnos.

Si llegara a existir alguna duda al respecto, es probable, que nuestra mente se enfrente a la

necesidad de buscar una explicación satisfactoria, que, nos permita decidir cómo actuar ante

el saludo que nos hacen.

Existen muchos actos comunicativos que implican la exigencia de espontaneidad, para

poder ser comprendidos cabalmente. Incluso, las expresiones complementarias que

acompañan las palabras, tales como los gestos y los ademanes, son fundamentalmente

medios de corroboración de la sinceridad en la expresión. Una incoherencia entre gestos y

palabras genera señales contradictorias.

Este tipo de paradoja hace parte de lo que sería una forma de “comunicación patológica”

(Watzlawick et al., 1975, p. 83) del mismo tipo de la que conforma la “teoría de la

esquizofrenia” basada en la denominada Teoría de los Tipos Lógicos (Bateson, 1956, 1977).

En el caso de la paradoja de espontaneidad, los individuos se encuentran presos en una doble

restricción, expresada, por un intercambio de mensajes con la estructura: “sea espontáneo”.

Este tipo de expresión conlleva dos mensajes contradictorios entre sí que son imposibles de

descifrar por quien lo recibe.

Los casos en los cuales está implicado el cambio de comportamiento social en contextos de

dominación, de aprendizaje o de relaciones sociales, imponen muchas veces la exigencia de

espontaneidad que asegure un verdadero cambio en los esquemas interpretativos y en la

forma de pensar. Obsérvese que el éxito en la rehabilitación de un individuo en un programa

de tratamiento del alcoholismo, radica en que su cambio de comportamiento se debe a su

sincero convencimiento de no beber, y no, simplemente por obedecimiento a las

instrucciones del programa. Watzlawick (1975, p. 89) menciona cómo los regímenes

dictatoriales exigen obediencia, no por temor sino porque quieren un cambio en las

convicciones y formas de pensar de los ciudadanos, que los lleven a respaldar sinceramente

las actuaciones del régimen. Igual situación se presenta en el caso de los tratamientos

psiquiátricos, en los cuales, el paciente debe prácticamente “convencer” a sus médicos, de

que su acción es espontánea, producto de su curación, y no, una hábil actuación histriónica

que encubre su enfermedad.

11

De acuerdo con Bateson, un patrón prolongado de exposición temprana en la infancia del

individuo a este tipo de contradicción, en su relación con la madre, en el sentido de “si hace

X hay castigo y si no lo hace también”, conforma las causas de una potencial esquizofrenia.

El individuo será incapaz de extraer del contexto, el sentido apropiado, que le permita

diferenciar lo metafórico de lo literal, y será incapaz, de comentar acerca del mensaje que

está recibiendo con el objeto de corregir la contradicción (es decir, de construir una

declaración de “meta comunicación”).

En la vida cotidiana, generalmente, podemos eludir o superar la contradicción, construyendo

otro nivel comunicacional que la supere, p. ej., hablando sobre ella para hacerla evidente o

echando mano del humor o la ironía. Ahora bien, cuando los individuos sorprendidos ante

esta situación, no pueden comentar con otros, la presencia de la contradicción, dicho de otro

modo, si no pueden sobrepasar su nivel comunicacional, reaccionarán defensivamente y de

una manera similar al esquizofrénico, p. ej., tomaran de forma literal una metáfora, como

respuesta.

5. Formas de concebir las paradojas en la organización.

Mientras que algunos autores ven las paradojas como disfunciones y promueven, por lo

general, la necesidad de eliminarlas (lógica o dialécticamente; como mecanismo para

resolver las contradicciones en juego), en determinados esquemas, la presencia de tensiones

entre elementos opuestos, puede ser necesaria, para evitar auto reforzamientos dañinos y la

destrucción del sistema (Bateson 1936 citado en (Cameron & Quinn, 1988)). Tal es el caso,

de la oposición de fuerzas sociales o las relaciones de poder entre actores, que mantienen

equilibrios relativos, que les permiten coexistir gracias a la presencia de sus fuerzas

contrarias. En caso del debilitamiento de uno de ellos, la dominación del otro puede crear

ciclos de reforzamiento de dependencia (schismogenesis) que terminan destruyendo a los

dos actores (Cameron, 1986). En las ciencias sociales, algunas corrientes teóricas, conciben

la coexistencia de los opuestos (cuyos argumentos, sirven para defender la diversidad),

como medio de conservación de la sociedad.

Frente a las paradojas, hay diversas propuestas sobre cómo abordarlas. Lewis (Lewis, 2000)

menciona tres posiciones, citando diversos investigadores. La aceptación, que permite

disminuir tensiones y vivir con ellas. La confrontación, que propone enfrentarlas y hacerlas

explícitas, discutiéndolas, entendiéndolas como medio para construir socialmente formas de

asumirlas y de reaccionar frente a ellas. El humor, p. ej., como mecanismo para disminuir

las confrontaciones a bajo riesgo. Finalmente, la tercera proposición habla de la

trascendencia, que anima a pensar paradójicamente, de tal forma, que se puedan

reconsiderar supuestos y marcos de referencia para asumir procesos creativos.

Para algunos, las paradojas son construcciones individuales o sociales, y por lo tanto,

pueden ser resueltas mediante el cambio de los marcos de referencia de los individuos

(reframing) (Bartunek, 1988) o mediante su trascendencia, cambiando los esquemas

conceptuales.

12

En síntesis, de acuerdo con la revisión de la literatura y la experiencia investigativa frente

al tema, se proponen a continuación, cuatro puntos de vista al respecto. El primero asume

la paradoja como una anomalía que debe ser corregida de manera radical, esto es,

eliminando uno de los opuestos; la segunda como una cualidad organizacional que debe ser

asumida como natural por los managers, balanceando la contradicción, que permita

aprovechar lo mejor de cada alternativa. Una tercera posición es dialéctica, en el sentido de

aceptar la presencia de contrarios, pero maniobrándolos convenientemente, para generar

cambios que permitan obtener un tercer estado, mucho más ventajoso y diferente que los

anteriores. Finalmente, es posible identificar una perspectiva radical, donde, la presencia

de contradicciones paradoxales sean el estado normal de las organizaciones, ante las cuales,

no se puede operar, ya que, corresponderían a mecanismos de permanente reconstrucción

organizacional, independientemente, de la intervención managerial.

5.1 Como anomalía que debe corregirse.

La lógica y la filosofía aristotélica han establecido la construcción de categorías y

taxonomías como un requisito básico del entendimiento del mundo material, y la

diferenciación de los atributos de los objetos, ha conducido a la separación en opuestos. Esta

creación subjetiva de la realidad, ha terminado en la práctica, construyendo, reforzando y

reafirmando, la existencia social de una oposición entre las categorías de objetos

construidos: bueno, malo; hombre, mujer; profesor, alumno; blanco, negro, entre otros

(Ozmon & Craver, 2003). De esta manera, y como lo señalan los análisis sociales

concebidos bajo el paradigma de la teoría crítica, esta perspectiva ha favorecido la

construcción de valores, relaciones de poder, control de recursos etc., a favor de la

reafirmación de las diferencias.

La lógica aristotélica se basa en la escogencia de uno de los polos, cuya implicación, es la

muerte del otro. En las teorías organizacionales y en el management, la implicación

inmediata de las categorías identificadas como negativas, es que generan una demanda de

cambio y son reemplazadas, por aquellas, que se consideran adecuadas. El cambio, luego,

es producto de una sucesión de lo inadecuado (Ford & Backoff, 1988), la sustitución de la

estructura, el relevo de objetivos, entre otros.

Desde esta óptica, la organización, particularmente, el management, asumen las tensiones y

contradicciones, como anomalías que deben ser resueltas, en la misma vía del pensamiento

científico lógico, basado en el razonamiento de exclusión, que deriva de la ley de la no-

contradicción de Aristóteles. Esta perspectiva, especialmente, adscrita al “management

ciencia”, privilegia la planificación en el presente y el control, como una forma de asegurar

futuros controlados; de igual manera, optimiza cursos de acción -encontrando siempre el

que se considera más adecuado-, conforme a la premisa de que el razonamiento científico –

técnico permite seleccionar el verdadero. Frente a la presencia de ambigüedad y diversidad

se presume que éstas deben desaparecer, logrando unidad de criterios, a partir de la

aplicación de secuencias analíticas, que diluciden apuestas seguras, en función de la

maximización esperada.

13

5.2 Como una cualidad que enriquece la organización plural.

Algunos estudiosos consideran la ambigüedad y el conflicto como una cualidad presente en

las organizaciones que les permite sobrevivir. Lejos de ser una condición negativa, la

ambigüedad es fuente de cambio positivo y condición para generar decisiones y procesos

de creatividad. En este sentido, se ha señalado cómo las organizaciones efectivas presentan

contradicciones importantes en su funcionamiento, así como atributos divergentes, que en

ocasiones son mutuamente excluyentes (Cameron & Quinn, 1988). Estos atributos, les

permiten la flexibilidad necesaria, y al ser contradictorios, reflejan que organizaciones son

innovadoras y a la vez, estables. Otra característica de tales organizaciones, es su orientación

hacia el medio externo y su ambiente interno, además, se presentan como defensoras de la

tradición, promoviendo al mismo tiempo, la renovación de ideas, asumiendo una defensa

férrea ante las fuerzas externas, mientras, desarrollan estrategias de ataque pro activas. De

este modo, sus líderes dan atención simultánea tanto a la sustancia como a la imagen

organizacional (Cameron, 1986).

Se puede notar presencia de señales contradictorias en las organizaciones, a través de las

palabras y los actos, como elementos positivos para generar cambios y adaptaciones en el

largo plazo. Aquellos escenarios que reflejan inestabilidad en la forma tradicional de hacer

las cosas, exitosos en el pasado, y a la vez, desacreditadas en el presente, no deben evitarse.

Lejos de ser vistos como amenazantes, deben ser valorados y buscados por las

organizaciones, porque dicha ambigüedad invita a dudar de las interpretaciones claras del

medio ambiente, las cuales, son la verdadera amenaza que conduce a conclusiones

equivocadas. Esto implica reexaminar hacia atrás las experiencias y sus significados,

interpretándolas desde las nuevas perspectivas (Weick, 1977).

Incluso, se ha planteado la existencia de regularidades en las paradojas de las

organizaciones, evidenciando la presencia simultánea de opuestos, como práctica cotidiana

de la gestión (Clegg, da Cunha, & Cunha, 2002). Las tensiones organizacionales pueden ser

vistas como dialécticas complementarias, contradicciones simples o paradojas pragmáticas,

donde, las organizaciones puedan crear estructuras, facilitándoles a los empleados el

encuentro del sentido, y evitar reacciones asociadas al doble enlace (Tracy, 2004).

5.3 Como elemento dialectico que debe resolverse en un nuevo estado.

De otra parte, la filosofía ha abordado también el problema de la oposición, bajo el concepto

dialéctico, que permite la convivencia de opuestos, en la medida en que éstos, como tesis y

antítesis, deben ser resueltos mediante el ejercicio de la razón (reflexión, diálogo) en una

síntesis (Ozmon & Craver, 2003). Esta última, en realidad, es una nueva construcción que

elimina la diferencia preexistente, para construir una nueva categoría social. En la

perspectiva dialéctica se acepta la coexistencia de la estabilidad y el cambio, de la

centralización y la descentralización, vistas como contradicciones que generan tensiones

incrementales, que a su vez, producen crisis que se resuelven en la síntesis. El cambio aquí

es un proceso que ocurre en el tiempo, lo cual, lleva a concebir las organizaciones como

sujetas a cambios dinámicos permanentes (Ford & Backoff, 1988). En este caso, se

considera que la contradicción debe ser resuelta, para lo cual, se utiliza un mecanismo de

asimilación que permite eliminar la diversidad y construir una nueva categoría como

14

“solución” al problema de la divergencia.

Una forma alternativa (Ford & Backoff, 1988) ve la coexistencia en la organización como

aparentes opuestos en un equilibrio. El cambio se da de manera repentina y drástica,

cuántica, ya que, al romperse el equilibrio sobrevienen nuevos niveles de éste, sin necesidad

de aparentes condiciones previas.

Como ejemplo de esta visión dialéctica, se puede mencionar la escuela de la configuración,

la cual, asume el cambio, como una serie de saltos revolucionarios, donde, cada nuevo

estado difiere de los anteriores en contradicción. Incluso, una organización puede asumir

diferentes configuraciones a lo largo su vida, por lo cual, se percibe el pluralismo como el

resultado de sus diversas configuraciones (Pels, J., & Saren, M, 2006).

5.4 Como paradoja permanente

Desde el postmodernismo se ha criticado la visión integradora de la organización, que busca

ordenar y categorizar sus componentes, arrastrando al análisis organizacional a aquella

visión “compartimentada”, hacia la búsqueda de un significado único “compartido” que

defina la cultura organizacional. En cambio, la aceptación de la presencia de una

organización con múltiples constituyentes, en permanente construcción, que contempla la

fragmentación cultural (Martin, 2002), como paradoxales de su naturaleza (Linstead, 1993).

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