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“para que no olvidemos” 

 

 MEMORIA HISTÓRICA: 

 UNA RECOPILACIÓN DE TESTIMONIOS 

SOBRE EL SURGIMIENTO DE ORGANIZACIONES POPULARES SALVADOREÑAS  Y SUS LUCHAS DURANTE  LOS AÑOS 1970 y 1980 

   

2008   

DOCUMENTO DE INVESTIGACION REALIZADO.                

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COLABORADORES DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE MEMORIA HISTÓRICA

“para que no olvidemos”

Coordinador equipo de investigación: Jorge Palencia.

1. TRANSCRIPCIÓN:

• Olga Lidia Fernández Sande • Jorge Farid Palencia Fernández • María Erlínda Romero Umaña • Félix Lorenzo Esteban • Karla Sofía Zamora • Patricio Rivas • Carmen Arroyo Guadalajara • Arcadio Rodríguez • Francisca Góngora

2. INVESTIGACIÓN

• Patricio Rivas • Marisol Briones • Karla Sofía Zamora

3. CORRECCIÓN DE ESTILO

• Rafael Rodríguez Díaz

4. FOTOGRAFÍAS

• “Imágenes Libres”

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TITULO DEL LIBRO 

 

“para que no olvidemos” 

 

 

 

 

          

              

 

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INDICE

1. Prólogo • Rafael Rodríguez Díaz

2. Introducción

• Jorge Palencia

3. Homilía de Monseñor Romero

4. Antecedentes del Movimiento Popular de Masas. Papel del Partido Comunista, antes y después de los 70

• Domingo Santa Cruz

5. Partidos Político Militares • Lorena Peña • Gerson Martínez • Jorge Meléndez • Eugenio Chicas • Francisco Jovel • Nidia Díaz • José Luis Merino

6. MOVIMIENTO NACIONAL REVOUCIONARIO (MNR)

• José Francisco Marroquín

7. Trabajo Cristiano de Base • Trinidad de Jesús Nieto • Rutilio Sánchez • David Rodríguez

8. Movimiento Campesino

• Alberto Enríquez • Hernán Rodríguez • María Ofelia Navarrete • Pablo Alvarenga

9. Una Experiencia Obrera

• Rosa Rivas

10. Aporte de los Estudiantes Universitarios al Proceso de Lucha Popular • Ricardo Mena

11. El Papel de los Artistas en las luchas del Movimiento de Masas

• Roberto Quezada • Julio Molina

12. Testimonio de Salvadoreños no Incorporados a las Organizaciones de Masas de los 70

• Carlos García • Tomás Minero

13. El Papel Jurídico de la Iglesia en los Conflictos Sociales de la Década de los 70

• Benjamín Cuellar

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HOMILÍA DE MONSEÑOR ROMERO

“Monseñor Romero y el Derecho a la Organización”

“En mucho de justicia que se pide ahora, y lo apoyamos como iglesia, como Cristo lo apoyó, el derecho de organización nadie lo puede violar. La represión que quieren deshacer los grupos organizados, hace muy mal, porque la organización es un derecho humano que nadie lo puede violar. Las reivindicaciones que esas organizaciones piden cuando son justas, hay que oírlas. No está el asunto en reprimir una manifestación que va pidiendo tal vez cosas justas, sino en oír que dicen, para saber atender por el bien común, el clamor de un gran sector del pueblo. Por eso Cristo también apoya lo justo, defiende todo aquello que el derecho humano que Dios le ha dado, tiene que ser defendido…”

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PROLOGO

UN MOVIMIENTO QUE HUNDE SUS RAICES MUY HONDO EN NUESTRA TIERRA

Hay varios mitos que las Derechas han esgrimido para explicar el comportamiento de ciertos fenómenos sociales y económicos. Uno de ellos, es de la indefectibilidad del sistema capitalista. Porque difícil es contener ya el calentamiento acelerado de nuestro planeta, a resultas de la brutal explotación de los recursos naturales. Y está a la vista de todos, esa monumental crisis económica que va arrasando como una marejada, fábricas y empresas, con el consiguiente aumento del desempleo en el mundo. Sin embargo, todavía hay quienes ven esos hechos como manejables a largo o mediano plazo, sin tener que cambiar radicalmente los esquemas de explotación de los recursos naturales y humanos. “Cuestión de reajustes que habrá de hacer el mismo Sistema Capitalista para salir fortalecido’”, dicen los ilusos, adosando mito sobre mito, con tal de no ver las evidencias que les presenta la realidad.

El otro mito que ha sido muy socorrido en nuestro medio salvadoreño, y que seguirá manejando nuestra Derecha hasta el fin de los siglos es, que la Insurgencia salvadoreña, tanto en su vertiente de Movimientos de Masas, como en la de la lucha armada, ha sido resultado de una implantación descarada de ideas foráneas. Rusia, Cuba y Nicaragua, según eso, fueron los responsables de aquella implantación de los años 70 y 80, y Venezuela es el coco que esgrime nuestra aterrorizada Derecha para explicar porque se le está cayendo en pedazos su proyecto de nación y de ‘’¡Patria si, Comunismo no!’’. Venezuela es el monstruo terrible que ha sacado no sus uñitas sino sus garras, y está esperando la menor oportunidad para caerle a la ingenua e indefensa presa, la pobre población salvadoreña.

Pero en algo tiene razón esta Derecha al intentar seguir propalando esos mitos. Hay entre nuestra gente mucho de ingenuidad y de ignorancia, campo propicio para que se difunda el pánico. Basta ver los resultados de las elecciones de los últimos años y darse cuenta de que donde siempre ha tenido adeptos nuestra Derecha es precisamente en el agro y en los núcleos mas apartados de nuestra población, allá donde campea la pobreza y la ignorancia, allá donde es más temeroso a los cambios y donde proliferan y se enraízan como malas hierbas las ideas religiosas que invitan a la resignación y a ver la pobreza y las marginaciones sociales como una bendición de Dios.

Sin embargo, las cosas están cambiando aceleradamente, y así como ahora es ya casi imposible negar que el planeta Tierra se esta sobrecalentando a resulta de tantos gases de efecto invernadero emitidos por las ‘’exitosas empresas capitalistas’’, así también es harto difícil ocultar las metidas de pata de nuestros últimos gobiernos derechistas en materia económica y social. Basta abrir un poco los ojos a la televisión, a los periódicos, y la realidad penetra como un alud indetenible. También hasta los últimos rincones del país está llegando la buena nueva de que es posible un cambio de rumbo, y de que en las manos de todos, ricos y pobres, cultos e ignorantes está el lograrlo. Siempre y cuando no se siga uno haciendo el ciego, el sordo o el loco ante los datos chocantes de la realidad.

El material que ahora nos presenta Jorge Palencia es valiosísimo bajo varios respectos. En primer lugar, porque supone salvar del olvido tantos recuerdos y testimonios de hombres y mujeres que expusieron sus vidas por unas ideas y una causas que valieron y siguen valiendo la pena. Aquella causa que se propuso y se ha propuesto mejorar radicalmente las condiciones de vida (y de muerte) de nuestra población más necesitada. En segundo lugar, esta serie de entrevistas que nos ofrece Jorge, es enormemente valiosa, porque ayuda a desbaratar uno de los mitos que con mas éxito ha propagado nuestra Derecha criolla: el de la inspiración ‘’extranjera’’ en la aparición y desarrollo de los movimientos insurgentes. Nada más ajeno a la verdad que fueron los cubanos o los rusos o los nicaragüenses quienes

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calentaron las cabezas a los campesinos, a los obreros y a los estudiantes, hasta convencerlos de que se hicieran ‘’comunistas’’, y de que se levantaran en huelgas o en armas para protestar y confrontar las injusticias sociales y económicas. Porque si algo se desprende de las páginas que recogen los testimonios de los entrevistados, es el hecho de que los movimientos insurgentes se fueron gestando paso a paso en el duro suelo nuestro. Y digo duro suelo, porque aun entre la población marginada y explotada, había suspicacias y temores, precisamente por las razones que señalábamos anteriormente: ignorancia y desconocimiento de la propia realidad. Y duro también, un medio social y político donde el ejército regular contaba con todos los medios a su alcance para aniquilar cualquier brote insurgente.

Sin embargo, como hierba silvestre se fueron extendiendo las voces y las acciones contestatarias. Es cierto que hubo ayudas logísticas y apoyos económicos provenientes de países ‘’extranjeros’’ como México, Cuba, algunos países europeos o Nicaragua, pero esas ayudas no habrían tenido mayor repercusión sino hubiera habido un campo fértil y ya ‘’cultivado’’, donde esos ‘’abonos’’ se implantaron.

Algo que llama sobremanera la atención acerca de lo ocurrido durante los años 70 y 80, en que se ubican mayormente los testimonios, es la enorme creatividad desplegada por quienes se fueron involucrando directa o indirectamente en la gestación y consolidación de los movimientos insurgentes. Todas las formas del camuflaje y del disimulo se ensayaban para pasar desapercibidos, u ocultar las labores de proselitismo, propaganda y aprovisionamiento. Y ya durante la guerra era impresionante el despliegue propositivo en armas caseras, en tácticas aparecidas sobre la marcha; la concepción misma de guerra en movimiento y no principalmente de guerra de posiciones -se daba un golpe y al poco tiempo ya estaban los comandos a kilómetros de distancia- tenían locos al oficialismo y sus aliados. Verdaderamente, se habían encontrado múltiples maneras de ponerle el cascabel al gato y de raparle las barbas al tigre.

Una tesis que he manejado en otras ocasiones y que vuelvo a exponer ahora, es que en El Salvador la Izquierda rebelde fue más creativa en la época de la guerra que en los años que se han seguido después de los Acuerdos de Paz.

Durante los 70 y 80, la izquierda levantada en armas inspiraba a propios y ajenos, dentro y fuera del país. Había teatro producido en el seno mismo de las comunidades campesinas y no solo en las universidades y colegios. En las dos radios rebeldes sonaba música de protesta no solo sudamericana, nicaragüense o cubana, sino canciones originales de grupos como Los Torogoces, Yolocamba I Ta, Quinto Sol, y muchos otros. La literatura testimonial estaba a la orden del día en libros como Guazapa, Nunca estuve sola, Las cárceles clandestinas, Las mil y una historias de Radio Venceremos, Por los caminos de Chalatenango, Muerte y vida en Morazán, etc. Hasta había cine salvadoreño compitiendo y exhibiéndose en festivales internacionales. Todo el mundo quería decir algo, quería dejar constancia de lo ilusionado que estaba por contribuir a cambiar radicalmente las estructuras económicas y sociales.

Un ámbito realmente emotivo fue el de la poesía y del género epistolar. ‘’Poetas’’ espontáneos que corrían por las veredas de los montes o por las callejuelas oscuras, propagando su pirotecnia terrible, se esforzaban también por escribir unas cuantas estrofas, algunos poemas sencillos pero cargados de nostalgias e ilusiones. Y esa poesía rebelde que viajaba en las mochilas, muchas veces se quedaba ahí, en el tatú o escondida bajo la hojarasca, porque la urgencia de la guinda no daba tiempo para otra cosa. Ahí quedaron esos poemas como semillas enterradas al lado de los caminos, esperando mejores tiempos para germinar. Y ahí quizás se van a quedar en embrión esos tiempos mejores, si no le damos conveniente salida quienes podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas y de la historia.

El género epistolar también se vio enriquecido por las experiencias de quienes desde los campamentos rebeldes mandaban misivas y cartas a sus familiares. ‘’Cuando estoy solo, recostado sobre el tronco de un árbol, veo las hileras de zompopos y me traslado a los años de infancia, cuando en las noches

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salíamos a buscar, a la luz de una lámpara, los zompopos que estaban dejando sin hojas nuestro palo de limón. Y lloro de nostalgia, porque quisiera estar otra vez al lado de ustedes, mis papás y mis hermanos’’. Había cartas que eran verdaderos poemas en prosa, o trozos de textos casi místicos. ‘’Antes, los árboles, los ríos, eran como mis enemigos. Detrás, en las sombras podría estar esperándome una emboscada. Ahora, después de meses y años en el monte, cada árbol, cada vereda es como mi hermano. El me protege o me indica amoroso el camino. Me siento unido al agua que fluye en las quebradas o al viento que sopla haciendo danzar las hojas del árbol. Soy uno con ellos, soy parte de ellos. Me siento protegido y seguro en esta montaña que es ya Mi Montaña’’.

Pero algo pasó en el camino. Una grieta enorme apareció en esta tierra sacudida por continuos sismos, y aquella creatividad quedó atrás; allá en la lejanía, materia de románticas recordaciones de gestas pasadas, pero ya no etiqueta distintiva de las acciones del presente. Creo que todo eso es manifestación de la idiosincrasia nuestra, y ojalá que los tiempos que vienen contradigan mi tesis.

Con los Acuerdos de Paz, el país entró en un periodo de relax, un ‘’¡Ufff!’’ expresión del cansancio provocado por tantos años de tensión debida a la guerra. Y se cayó entonces en el acomodo, en la inercia.

Porque hay un hecho incontestable: si aquella chispa e iniciativa desplegadas en la época de la guerra hubieran seguido en funcionamientos en la época de la paz, muchos de los problemas sociales y económicos que aun tenemos, ya estarían solucionados, o en vías de solución.

Si toda aquella capacidad organizativa, conspirativa estuviera estudiando ahora como en la época de los 70 y 80, muchos problemas de inseguridad ciudadana, por ejemplo, quizás no existirían. Ya algunos han señalado que la organización tan eficiente que tenían las maras en ciertas zonas del país es como un reflejo especular en negativo de lo que fue antes el movimiento insurgente organizado; pero es un reflejo también de los vacios de poder que ahora se dan en amplias zonas del país, y que deberían estar colmados por la población convenientemente organizada y en conexión con las autoridades encargadas del orden (ese fue el espíritu –si no me equivoco- con que fue creada la Policía Nacional Civil).

Si algo queda en claro a lo largo de los testimonios recopilados por Jorge Palencia, es la profunda conexión del accionar político-militar con las masas, con las bases, con la población como simpatizantes, colaboradores o militantes. Ellos constituyeron la verdadera tierra fértil; el nutriente básico sin el cual cualquier brote insurgente pudo haber sido rápidamente exterminado. Y si no lo fue, eso se debió, pues, a que las raíces de la planta habían calado hondo en esa tierra abonada y rica en nutrientes.

Yo creo que no está de más insistir en este hecho, ahora que tiempos nuevos están llamando a la puerta otra vez en nuestra reciente historia. No se puede, no se debe olvidar a la gente, y sobre todo la gente sencilla, la gente privada de los medios más básicos de subsistencia. En aquellos años 70 y 80, personas como Polín, María Chichilco y tantos otros, motivaron acciones heroicas, porque ellos mismos se entregaron sin reservas a ayudar a otros, a vivir y morir por la causa de sus hermanos de infortunio. Así fue también como ellos ‘’inspiraron’’ poemas, canciones y aun películas y documentales. Tenemos la oportunidad de nuevo de ‘’revolucionarlo’’ todo: desde las acciones políticas y sociales a favor de las masas mas necesitadas del país, hasta el arte, música, cine y teatro, así como la literatura que se produzcan de aquí en adelante. Ellos, los que por estar en la ‘’base’’ de la pirámide pasan casi siempre ignorados, manipulados, despreciados, extorsionados (y todos los ‘’ados’’ que podrían escribirse en otro ‘’Poema de Amor’’ a lo Roque Dalton) deben remover nuestras vísceras y entrañas; y despertarnos del letargo para hacer que nos pongamos de nuevo a caminar.

La lección que nos legaron personas como Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría y sus compañeros jesuitas muertos en 1989 es que vale la pena amar sin reservas a la gente. El profundo amor al otro, al

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despreciado y desprotegido, motivó todo el accionar insurgente de los años 70 y 80, y debe ‘’inspirar’’ las acciones que todos los salvadoreños emprendamos en el futuro que se nos avecina.

Rafael Rodríguez Díaz Nejapa, 10 de Diciembre 2008

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo sobre memoria histórica, relativa a la década de los años 70 y principios de 1981, nace de la necesidad de rescatar parte de nuestro pasado de lucha social. Fue una década muy rica en creatividad, porque la situación de ese momento así lo exigía.

Entre los años 1970 y 1981, se desarrolló en El Salvador, un inmenso Movimiento de Masas, motivado por una creciente crisis económica que afectaba directamente a la población salvadoreña, particularmente a los sectores más pobres y medios de la sociedad.

Ante la falta de medidas para la búsqueda de soluciones a los problemas más sentidos de los salvadoreños por parte de los sucesivos gobiernos y los sempiternos grupos de poder, y del incremento de la represión por parte de la dictadura, como forma de contención del auge popular, en su afán por reivindicar mejores condiciones de vida, comenzó a surgir, desarrollarse y potenciarse, un importante número de organizaciones populares, conformadas por sectores campesinos, obreros, magisteriales, estudiantiles, marginados, artísticos, cristianos y trabajadores en general. Heroica fue la lucha del Comité de Madres de Presos y Desparecidos Políticos y el papel que jugaron las organizaciones de Derechos Humanos. Apreciable fue también el aporte de los sectores medios de la sociedad, de grupos o personas de la pequeña burguesía y casos particulares de la burguesía -como el de Enrique Álvarez Córdoba-, que colaboraron e incluso se incorporaron directamente a la lucha, sacrificando sus intereses personales y entregando sus vidas por una causa que también consideraron justa.

La iglesia popular jugó un papel importante en la educación y concientización de los salvadoreños en esa década. Muchos sacerdotes renunciaron a sus privilegios personales y a las normas jerárquicas, para acompañar al pueblo sufrido y adormecido por su ignorancia y sus tradicionales creencias divinas que les ataba a un equivocado concepto de “Que se haga la voluntad de Dios”. Miles de cristianos se incorporaron a las organizaciones de masas y contribuyeron también con sus nuevos valores de justicia y dignidad, a darle sentido humano y solidario al trabajo combativo que realizaban las organizaciones populares en sus luchas reivindicativas y por el poder. El mayor ejemplo fue Monseñor Romero, quien con su voz profética condenó las injusticias e iluminó la mente de los salvadoreños y salvadoreñas.

De esa década ya se recuerda muy poco o nada. Se ha ido perdiendo la memoria de ese pasado heroico cargado de sueños, sacrificios y esperanzas colectivas. Sin embargo, nuestro presente es consecuencia de ese ayer. Pero insisto ¿Dónde están los elementos originales que contribuyeron a la construcción de esa arquitectura que hoy disfrutamos, aún con todas sus debilidades?

Muchos de esos cuadros políticos y miembros de las organizaciones de masa fueron desaparecidos o murieron en la lucha, otros de enfermedad después de terminar la guerra, y los que aún viven, unos continúan luchando por los cambios sociales a través de su participación en la vida política del país, y la mayoría de ellos deambulando de un lugar a otro en búsqueda de condiciones que les permitan sobrevivir.

“para que no olvidemos” pretende rescatar el recuerdo de las organizaciones de masa, sus nombres, las razones o causas por las que surgieron, sus métodos, sus luchas y sus mártires, hombres, mujeres y niños que se sacrificaron para conquistar una vida justa y digna para sus familias y la población entera.

Como he tratado de ser fiel a la memoria de nuestra historia, particularmente a la década de los 70 y parte de los 80, he recurrido a los protagonistas de la misma, hombres y mujeres que desde su temprana edad y desde su precocidad, supieron diseñar y ejecutar un proyecto de libertad que necesariamente tuvo que romper las estructuras de poder de esa época. Por ello, fui de uno en uno, entrevistando y

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compartiendo muchas horas de recuerdos buenos y dolorosos, pero al fin y al cabo, recuerdos de todo un pueblo que demostró inteligencia, capacidad organizativa y mucha combatividad.

Los testimonios recabados son sobre la realidad que vivimos durante los años 70 y parte de los 80, y aunque todos los entrevistados hablan de los mismos temas, el conocimiento de la época se va enriqueciendo en la medida que vamos entrando en la lectura, porque, por un lado son diferentes puntos de vista y por otro, son diferentes escenarios.

Aunque el presente trabajo trata sobre la lucha de masas de los años 70, fue necesario tomar en cuenta parte de la historia de la lucha de masas de la década anterior y a veces un poco más atrás, ya que las luchas obreras y campesinas del pasado, inspiraron, motivaron y fueron una herramienta política importante para la construcción de un gigantesco movimiento social, que en la década de los 70 puso en jaque las estructuras de poder de la oligarquía y de la dictadura militar.

“para que no olvidemos”, es un trabajo que recopila las memorias de algunos dirigentes fundadores de partidos político-militares y de las organizaciones de masas de esa época. No podían faltar los testimonios de cuadros políticos que en el proceso se incorporaron a la lucha, y los recuerdos de algunos ciudadanos que no estando incorporados al movimiento revolucionario, miraban desde la “distancia” o leían en los periódicos el acontecer diario de un pueblo que ya organizado, luchaba en las calles, en las fábricas, en el campo y la ciudad por sus derechos, y por otro lado sufrían las criminales matanzas que los cuerpos represivos cometían contra los salvadoreños organizados y no organizados. También esos salvadoreños terminaron siendo víctimas de la barbarie del régimen.

Como he tenido que resumir y sintetizar muchas horas de entrevistas, y para ser congruente con la fidelidad de los datos históricos aportados, he presentado el trabajo final a los entrevistados, para que constataran la veracidad de su testimonio o para que le agregaran aspectos olvidados. Este es el trabajo que hoy les presentamos, con la esperanza de que sea un aporte al conocimiento de las actuales y nuevas generaciones, “para que no olvidemos” que el pueblo salvadoreño tiene un pasado y una tradición de lucha, y para que se sepa que el presente que vivimos ha sido construido sobre los cimientos de una valentía colectiva que luchó sin descanso para construir un país justo, democrático y solidario.

Mi papá decía: “Una persona que no conozca a sus abuelos, a sus bisabuelos, tatarabuelos y a su familia del pasado, es como un sompopo sin hoyo”. Yo era muy pequeño y no comprendía la razón de sus sencillas palabras, pero con el tiempo fui haciendo la analogía, relacionada a observaciones que otras personas han hecho, respecto a que “Un pueblo que no conozca su historia, es un pueblo sin carácter y sin rumbo”.

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ANTECEDENTES DEL MOVIMIENTO POPULAR DE MASAS Y PAPEL DE PARTIDO COMUNISTA EN LAS LUCHAS POLÍTICAS Y POPULARES ANTES 

Y DESPUÉS DE 1970  

 

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ANTECEDENTES DEL MOVIMIENTO DE MASAS DE 1970

Domingo Santa Cruz Castro

Miembro del Partido Comunista Salvadoreño, Testigo de muchos acontecimientos históricos

Anteriores a 1970 y durante esa década ____________________________________________________________________________

Lucha Contra la Dictadura de Martínez y su Caída el 9 de mayo de 1944

Antes de 1970 se dieron algunos hechos históricos que nos pueden ayudar a comprender los acontecimientos de esa década y la de los años 80. Nada fue casualidad, espontaneidad, resentimientos políticos o aventurerismo de grupos aislados, como lo han manejado y continúan manejando los políticos de derecha. Razones para luchar siempre hemos tenido y por ello, la lucha del pueblo salvadoreño siempre ha sido justa y rica en participación popular, motivo por el cual es importante conocerla en su integralidad. Trataré de recordar algunos datos que sucedieron antes de los años 70, para desgranar posteriormente los correspondientes a los de la década de la lucha de masas o lucha popular de los años 1970 a 1981.

La lucha del pueblo salvadoreño irrumpe con mayor énfasis, en un proceso que vino orientándose contra la dictadura militar iniciada por el General Maximiliano Hernández Martínez, el 2 de diciembre de 1931 y que termina el 9 de Mayo de 1944 con la Huelga General Política de Brazos Caídos, gracias a la amplia participación de los y las ciudadanas del país. Los estudiantes universitarios organizaron el Comité Secreto Estudiantil, que tomó la dirección de las acciones huelguísticas a principios de mayo. A ellos se sumaron los estudiantes de secundaria, profesionales, intelectuales, pequeños y medianos empresarios y trabajadores en general. La gesta heroica del 2 de Abril de 1944 culminó con la renuncia del dictador, el 8 de mayo -aunque él se fuga el 9 de mayo-.

Cuando la conspiración contra Martínez se hizo irreversible, el Comité Central del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) decidió, que en el caso de una hipotética victoria de la rebelión militar con participación popular, se crearía un partido de masas, que sería un frente abierto dirigido por el PCS, pero los comunistas conservarían siempre la clandestinidad. En la misma noche del 9 de mayo de 1944, según relatos de Daniel Castaneda -un viejo dirigente comunista- “se celebró una sesión del Comité Central en San Salvador, en la que se eligió la directiva provisional del Partido Unión Nacional de Trabajadores (UNT). De igual manera se procedió en Santa Ana; las personas involucradas en la rebelión del 2 de abril, junto con el pueblo santaneco alborozado, fundaron -la noche del 10 de Mayo- el Partido Demócrata Nacional. El domingo siguiente se celebró una gigantesca manifestación en honor a los estudiantes universitarios, por su valiosa aportación en la lucha por derribar al tirano”. Se inicia así un proceso de transición de mando, de un militar a otro militar, o sea, una continuidad del martinismo sin Martínez. Es decir, Martínez deposita el gobierno en su incondicional Ministro de Guerra Andrés Ignacio Menéndez. Todo el aparato de gobierno quedaba intacto. Osmín Aguirre y Salinas da el contra golpe a Ignacio Menéndez y éste a su vez es derrocado por Castaneda Castro. Luego viene el “Golpe de Estado de los Mayores” que le pone fin a la vieja modalidad de dictadura, para pasar a la fase de la “Nueva Forma”, cuyo inicio se caracteriza por presentarse como la “fórmula de aproximación” con la “reforma democrática”, queriendo con ello, inaugurar un proyecto tipo social demócrata. Sin embargo, como era de esperarse, la oligarquía se encargó de recordarles “sus deberes” a los militares y a obligarles a definirse como un ejército defensor de los intereses oligárquicos.

Con el nuevo régimen, ya en los años 1948-1950, llega una nueva Constitución Política de la República. Se aprueba la Ley de Sindicatos de Trabajadores, limitada a sindicatos de empresa y de gremios. Dicha

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Ley no permitió la organización de sindicatos de la industria, ni de federaciones y confederaciones obreras. El Concejo Revolucionario de Gobierno (CROS) fue declarado fuera de la ley por el gobierno militar y sus dirigentes fueron perseguidos, algunos detenidos y expulsados del país, y los sindicatos independientes comunistas fueron disueltos.

La Asamblea Legislativa emitió la “Ley de Defensa del Orden Democrático y Constitucional”, que fue conocida como “Ley Anticomunista”. Al amparo de esta nueva ley y alegando un supuesto complot de los comunistas, en marzo de 1952, más de 2000 obreros, estudiantes universitarios y ciudadanos en general, fueron encarcelados, exilados y muchos muertos a base de torturas. En septiembre de ese mismo año -en el marco de la gran represión- también fueron capturados Salvador Cayetano Carpio, Celestino Castro y una cantidad de intelectuales, profesionales y trabajadores.

Gobierno de José María Lemus y el Papel de los EE.UU. Contra el Sindicalismo

La ORIT fue creada en 1951, financiada y dirigida por el Departamento de Estado de los EE. UU. y la CIA, con el apoyo de elementos corruptos del movimiento sindical, quienes fueron sobornados para intensificar el control de la dirección de algunos sindicatos. Por esa razón, buena parte de la base sindical, indignada por la traición, decidió abandonar los sindicatos.

Como ya hemos señalado, el CROS había sido puesto fuera de la ley y sus dirigentes y activistas perseguidos por el gobierno de Oscar Osorio.

Cuando Osorio termina su gobierno en 1956, llega el Presidente José María Lemus, quien por razones de conveniencia política, trató de presentar una cara diferente a los regímenes anteriores; porque Lemus conocía muy bien el fracaso de los proyectos reformistas de Osorio, ya que había sido su Ministro de Interior. Incluso Osorio y Lemus fueron responsables -a finales de 1951 y durante 1952- de una brutal represión contra los principales dirigentes del movimiento sindical, capturando, encarcelando y torturando a muchos trabajadores y dirigentes, medida que correspondía a la aplicación, por primera vez, de la Ley de Defensa del Orden Democrático y Constitucional.

Al llegar Lemus a la presidencia del gobierno, deroga la ley anticomunista (Ley de Defensa del Orden Constitucional), por lo que comenzaron a regresar los exiliados políticos de Chile, Argentina y Centroamérica; aunque por otro lado, se agravaron -durante toda esa década- las condiciones sociales y económicas del país, lo que obligó, de nuevo, al pueblo salvadoreño a recurrir a la organización orientada por el

Partido Comunista y algunas personas con pensamiento democrático, como por ejemplo el doctor Salvador Ricardo Merlos, el Dr. Rodríguez Ruiz, Raúl Castellanos Figueroa, Fabio Castillo Figueroa y el Dr. José María Méndez, quienes terminaron formando el Partido Radical Democrático (PRD). El PC organizó en 1959, el Partido Revolucionario Abril y Mayo (PRAM).

Como ya he dicho antes, Lemus conocía el pasado de los anteriores gobiernos, y estaba convencido y obstinado de que podía controlar a las masas trabajadoras desde la estructura de su modelo de gobierno; confiaba en los resultados de sus leyes reformistas, a tal grado que en cierta ocasión se dispuso a participar en los actos de inauguración del Congreso Sindical, permitiendo que fueran invitadas todas las organizaciones sindicales.

Sin embargo, el presidente y los dirigentes obreros oportunistas, se llevaron una tremenda sorpresa cuando constataron que no habían preparado bien la farsa para tomar el control del Congreso. No fue difícil para las y los trabajadores llegar a la conclusión de que su asistencia para inaugurar el Congreso era parte de un plan demagógico con miras a presentar una imagen democrática del gobierno militar. La

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reacción de la mayoría de los trabajadores fue de rechazo, dejando muy mal a los organizadores que se habían vendido al gobierno. Las delegaciones sindicales no sólo repudiaron y denunciaron a los corruptos en dicho evento, sino que los obligaron a abandonar el Congreso.

Así, en esas condiciones de represión gubernamental y ante el boicot a los dirigentes corruptos, surge -en su congreso de constitución los días 24 y 25 de Agosto de 1957- la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS).

La ORIT (Organización Regional Interamericana de Trabajadores) y la AFL-CIO (Federación Americana del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) no aceptaron los resultados del Congreso, por lo que activaron sus planes para rechazar la decisión democrática de los delegados y miembros de la CGTS. No tardaron en pasar a las acciones divisionistas para debilitar o liquidar ese esfuerzo sindical; por supuesto, apoyados por cinco pequeños sindicatos de Santa Tecla, de Santa Ana y otros de Sonsonate. Los seudo dirigentes Oritianos (ORIT) procedieron a ejecutar el plan alternativo: amenazar a los dirigentes de los sindicatos menos firmes, al tiempo que les ofrecían sobornos; mientras tanto, el gobierno ejecutaba e intensificaba la línea represiva en contra de los dirigentes y activistas independientes, con el objetivo de debilitar a la oposición sindical. Ya sin mayor oposición, la ORIT pasó abiertamente a formar -en 1958- la Confederación General de Sindicatos (CGS), una organización paralela al sindicalismo consecuente.

Lucha Contra la Penetración Imperialista en el Sindicalismo Revolucionario. Caída de Lemus

Una de las tareas del Comité de Unidad Sindical Salvadoreño (CUSS), fue la lucha contra la penetración del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) y contra la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), así como el desenmascaramiento de los elementos oportunistas y corruptos en las filas sindicales, quienes aprovechándose de las ventajas y del apoyo gubernamental, conspiraban para llevarse a los sindicatos más importantes de la CGTS y a la Confederación General de Sindicatos (CGS) que había sido creada por ellos en 1958.

Durante los años 1959 y 1960, fue necesario el trabajo del Frente Nacional de Orientación Cívica (FNOC) para derrotar los planes de la dictadura y provocar su caída, acción que se realizó mediante una amplia alianza de fuerzas democráticas y populares, lo cual permitió la instauración de un nuevo régimen democrático. Se realizaron decenas de movilizaciones combativas durante ese año 1959, que llegaron a tener expresiones casi insurreccionales. Las masas populares no le dieron tregua a la dictadura, al grado que el 26 de Octubre de 1960 Lemus fue derrocado, instaurándose una Junta Cívico Militar, integrada por tres militares y tres civiles. El movimiento popular y revolucionario no tuvo -lamentablemente- la fuerza suficiente, ni la experiencia para incidir en el nuevo gobierno, cuyos integrantes, con excepción del Dr. Fabio Castillo Figueroa, eran elementos de transición para la continuidad del sistema militar.

Leyes Demagógicas y Lucha Popular

La experiencia alcanzada en esas luchas derivó en la integración del Frente Nacional de Orientación Cívica (FNOC), el cual se puso en marcha con una importante capacidad de movilización, profundizándose la organización social, popular y política. El FNOC contribuyó en el desarrollo del pensamiento político de las amplias masas y por tanto, en la acumulación de una nueva experiencia. Pero por los resultados obtenidos, quedó en evidencia que los niveles de desarrollo en los diferentes aspectos del movimiento popular y revolucionario, no fueron suficientes para incidir en el cambio de poder político del Estado.

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Con el triunfo antiimperialista de la gloriosa revolución popular cubana, se puso muy en alto la efervescencia revolucionaria en nuestro país. El PCS, con el apoyo de los sectores populares, reactivó el Partido Revolucionario Abril y Mayo (PRAM), que por la misma situación del poder dominante no pudo legalizarse.

El 22 de Diciembre de 1960, la Junta dictó algunas leyes: “Ley de creación de los Tribunales de Trabajo”, “Ley Procesal del Trabajo” y “Ley Orgánica del Departamento Nacional del Trabajo”, pero ninguna de ellas tocaba las reformas electorales. Esas leyes provocaron mucho malestar en los grupos del gran capital y en los militares reaccionarios, por lo que el 25 de enero de 1961, los sectores reaccionarios de la cúpula militar, respaldada por el grupo económico dominante, derrocaron al Gobierno de la Junta Cívico Militar, desatando una vez más, la represión contra el movimiento popular y democrático del país.

El Directorio surgido de ese golpe de estado, emitió algunas leyes por las que el movimiento popular venía luchando y presionando desde hacía mucho tiempo, solo que ellos lo hacían de manera demagógica, con el propósito de neutralizar y atraer apoyos. Se trataba de varias leyes: “Ley de Descanso Semanal Remunerado para Trabajadores del Campo” (27-02-1961), “Ley de Protección del Salario” (25-04-1961), “Ley del Estatuto Protector de los Trabajadores del Campo” (26-06.61), “Ley Transitoria de Fijación de Salarios Mínimos para Empleados del Comercio” (1º.-06-612) y “Ley de Aprendizaje” (7-11- 61). Los finqueros y terratenientes se habían resistido por muchos años a estas leyes, y el Directorio de Gobierno no fue capaz de convencerlos, ni siquiera con esos objetivos demagógicos; por el contrario, la oligarquía reaccionó de manera furibunda, con despidos de trabajadores, asaltos y saqueos a los locales de las organizaciones, los que fueron cerrados inmediatamente.

La Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS) fue creada en Octubre de 1965, y contribuyó fuertemente a la lucha contra la intervención imperialista yanqui en el campo sindical, para lo cual contó con la fuerza de otros sindicatos independientes que fueron surgiendo en ese marco de profundización de la crisis social y económica, y de la aplicación de políticas anti-obreras por parte del gobierno del Partido de Conciliación Nacional (PCN).

Era una época de generación de conciencia social y de lucha, lo que nos llevaba a una cada vez más grande organización de la gente para reivindicar sus derechos como trabajadores, motivación que permitió el aceleramiento de un proceso combativo de paros laborales y huelgas generales, como las que se hicieron en la fábrica de Acero, S.A., Industrias Unidas Sociedad Anónima (IUSA), Tren de Aseo Municipal de San Salvador, Industria del Pan, Cines y Teatros, Textiles, Construcción, etc. La mayoría de esas huelgas y paros tuvieron éxitos importantes al lograr las reivindicaciones laborales.

Las orientaciones para la organización social en esos años, incluían también el trabajo hacia las y los trabajadores del magisterio, ya que sus condiciones laborales y los maltratos no eran diferentes a las de los demás trabajadores en general, razón que llevó a la creación -en Junio de 1965- de la Asociación del Gremio Magisterial, adoptando el nombre de ANDES 21 de Junio. Los maestros comenzaron con fuerza a reivindicar sus derechos laborales ante el Ministerio de Educación, que con su obstinada y prepotente actitud de no querer resolver los problemas magisteriales, les obligó a realizar la primera huelga general, de octubre de 1967 a enero-febrero de 1968. Aunque la huelga no logró los objetivos laborales completos, más de 75.000 mil personas, de diferentes sectores sociales, apoyaron al magisterio nacional.

Los conflictos adquirieron dimensiones políticas, cuando el régimen capturó a centenares de dirigentes y activistas políticos y sindicales, llegando al colmo de asesinar a dirigentes obreros como Saúl Santiago Contreras y a Oscar Gilberto Martínez Carranza, así como al estudiante Balmore Saca y al militante comunista Dr. Alberto Vásquez Cárcamo -en Sonsonate-.

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Nuevas Organizaciones

En 1956 ya se había constituido la Federación de Mujeres Salvadoreñas (FMS), que vino a sustituir a La Liga Femenina, surgida en 1948. Posteriormente continuaron naciendo muchas más organizaciones, como las asociaciones juveniles: la Asociación Tazumal, la Asociación 5 de Noviembre -que dieron origen a Vanguardia de la Juventud Salvadoreña (VJS) en octubre de 1960-, y en esos días también se estructuró la Federación de Estudiantes de Educación Media (FEEM). En la Universidad estaba la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS). O sea, que el trabajo de masas había adquirido una importante presencia combativa.

En 1959 se constituyó, con todas estas organizaciones, el Frente Nacional de Orientación Cívica (FNOC), el cual tuvo realmente una aceptación y un tremendo impacto. Yo conservo fotografías de esos centenares de miles que se organizaron y movilizaron en la lucha contra la dictadura militar, llegando a derrocar a la dictadura de Lemus el 26 de octubre de 1960, dando lugar a la Junta Cívico Militar en la que participaron Fabio Castillo Figueroa, aunque aquella solo duró tres meses, ya que el 25 de enero de 1961 el Directorio Militar dio un contragolpe.

Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR)

La represión contra el movimiento popular, el movimiento social y político, especialmente contra los comunistas y contra los principales activistas del movimiento de masas era persistente; no cesaban la persecución, las capturas, las torturas, los asesinatos y el exilio. La respuesta del Partido Comunista y de las organizaciones de masas fue la creación, en marzo de 1961, del Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR). Las organizaciones de masas crearon sus columnas: el PRAM creó la columna “9 de Mayo”, AGEUS la Columna Estudiantil universitaria; Vanguardia de la Juventud se convirtió en una columna juvenil, Fraternidad de Mujeres dio la columna Femenina, la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS) creó la columna obrera y -de manera independiente- el PCS creó el Movimiento Revolucionario “Dos de Abril”, que originó la columna “MR-24”. Se generó, por primera vez en El Salvador, un movimiento de tipo político militar, con la idea y línea de hacer un ejercicio militar. En este tiempo ya había triunfado la revolución cubana, lo que estaba generando un ambiente revolucionario favorable en América Latina, y que desde luego, en El Salvador contagió a los diferentes sectores.

El FUAR inicia sus actividades desarrollando modalidades como la autodefensa pasiva y activa, propaganda armada y agitación con acompañamiento de grupos de autodefensa armada. Este accionar asustó a Cayetano Carpio, quien dijo que esa era una línea equivocada.

Schafik fue designado por el PCS, desde su fundación hasta mediados de 1963, para dirigir el FUAR. Este frente se destacó por su lucha política de confrontación con la dictadura. En la 3ª Plenaria Nacional del 20 de Mayo de 1962, el balance arrojó la cifra de 2180 combatientes organizados en los Grupos de Acción Revolucionaria (GAR).

Cayetano Carpio incidió mucho para que la Comisión Política relevara a Schafik de la dirección del FUAR, y al mismo tiempo, auto proponiéndose para sustituirlo, razón por la cual Carpio pasó a ser el coordinador general. En ese tiempo yo era miembro de la dirección nacional del FUAR, pero no era militante del Partido Comunista; fui uno de los fundadores del Movimiento Revolucionario “2 de Abril”, movimiento con pensamiento revolucionario y línea propia -con influencias de la Revolución Cubana-, que luego se convirtió en una columna del FUAR.

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Cayetano Carpio propuso disolver el FUAR y pasar a la construcción de un movimiento sindical de nuevo tipo, con una nueva clase obrera, surgida en el marco del Mercado Común Centroamericano. Eran momentos de una intensa penetración del IADSL.

Nueva Estrategia del PC hacia los Sindicatos

La CGTS pasaba por malos momentos, de manera que el PCS orientó la organización del Comité de Unidad Sindical Salvadoreño (CUSS), al que se le dieron importantes tareas: arrancarle a la CGS la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS), orientar a la organización de ANDES 21 de Junio y recuperar a otras federaciones como FENASTRAS que había quedado bajo la bandera de la Confederación General de Sindicatos (CGS), que era la representante de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT).

A esas alturas, el régimen estaba aprobando una nueva Ley sindical para obligar la disolución de la CGTS, por no contar con el número de federaciones ni los sindicatos necesarios. Por tanto, la CGTS pasó a ser una bandera política de clara oposición a la dictadura y de desenmascaramiento de la penetración imperialista; sin embargo no pudo mantenerse, por lo que el PCS orientó la reelaboración de una nueva estrategia sindical bajo la dirección de Salvador Cayetano Carpio.

La Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS) surgió el 25 o 26 de agosto de 1957, producto de un acuerdo del Primer Congreso Nacional Sindical –en marzo de ese mismo año- y que fue inaugurado por el entonces presidente del país, José María Lemus, orientado por el imperialismo norteamericano a través del IADSL, el cual estaba financiado por el Departamento de Estado y por la CIA. En este campo de confrontación sindical contra la Federación Sindical Mundial, no se desconoce el aporte de las corrientes social demócratas del movimiento europeo de aquellos años, que estaban al lado de la política imperial de los EE UU. Desde el surgimiento del CIOLS en 1949 en Londres, y del surgimiento de la ORIT en México, muchos dirigentes obreros se corrompieron, fueron comprados y sobornados. En esta parte Cayetano Carpio jugó un papel importante, ya que fue el primer cuadro formado en el instituto de Ciencias Sociales de Moscú -del PCUS- y traía toda esa información. Personalmente recibí de Carpio esa formación política.

Muchos sindicatos se recuperaron, otros se desprendieron de la CGS y algunos quedaron como independientes.

La represión contra los sindicatos, líderes, dirigentes y comunistas nunca paró; era un asedio y persecución constante, con asaltos militares a los locales, capturas, etc. En las empresas que surgieron al calor del Mercado Común Centroamericano, los trabajadores tenían mucho miedo a organizarse en los sindicatos; sin embargo, aun con todo y eso, continuaban formándose nuevas organizaciones independientes como los Sindicatos del Seguro Social, el de ANDA (Agua), el de ANTEL (Telecomunicaciones), la CEL (industria eléctrica), el Sindicato del Ministerio de Obras Públicas, el de la Universidad Nacional y hasta la iglesia forma en 1967 la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS).

El trabajo de organización estaba orientado principalmente por Cayetano Carpio, él fue el profesor que orientó la creación de las escuelas sindicales y dirigió la formación e instrucción de nuevos cuadros, que luego fueron su apoyo para convertirse en el nuevo Secretario General del Partido Comunista, durante el V Congreso de 1964. Sus principales apoyos fueron Carlos Hidalgo, Quijano, Julio Cesar Castro Belloso, Hipólito Calle -Secretario General de la UTS- y otros. Yo no era miembro del Partido Comunista en ese tiempo. Cayetano Carpio me reclutó después del V congreso, el 15 de mayo de 1964.

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El movimiento sindical continuó avanzando, con sindicatos contagiados de ideas de tipo reformista y obreristas, con el planteamiento de que los intelectuales estaban muy apoltronados ideológica y económicamente y de que, por lo tanto, eran susceptibles a orientaciones pequeño burguesas. Ese era el enfoque de Carpio. No era el único que pensaba así, ya que en ese tiempo circulaba una especie de visión obrerista, supuestamente proletaria. Esta fue una de las razones que frenaron el crecimiento y desarrollo del Partido Comunista, especialmente en las filas intelectuales y profesionales. Aun así, el PC creció, pero con una capacidad relativamente débil.

La Primera Huelga de ANDES 21 de Junio

Durante esa década de los años 60, se agudizó la crisis social, misma que desembocó en una racha de conflictos laborales con una serie de problemas como las huelgas de abril de los trabajadores de la fábrica IUSA (Industrias Unidas Sociedad Anónima), la Fábrica de Aceros SA, la huelga del Tren de Aseo y la inconsulta huelga de hambre de Cayetano Carpio.

La primera huelga de los maestros, en el año 1967-68, no logró todos sus objetivos, porque los maestros acababan de desprenderse de la débil y dividida Federación Magisterial; estaban muy golpeados por la crisis y divididos en diferentes grupos. Por ello prendió la idea de aglutinarse en la Asociación ANDES 21 de Junio, en 1965. Era una organización nueva, con muchas divergencias y posiciones políticas, desde progubernamentales y reformistas, hasta las del Partido Comunista. Los primeros cuadros comunistas en ANDES eran Mario Medrano -que posteriormente pasó a trabajar con las FPL-, Arnoldo Vaquerano -que ya era miembro del PC-, Mario López, simpatizante del PC, Laura Siliézar del PC y Mélida Anaya Montes, que se fue desprendiendo poco del gobierno al no encontrar en él una posición consecuente, razón que la llevó a tomar posiciones revolucionarias, llegando incluso a incorporándose más tarde a las FPL, partido en el que militó hasta su muerte en 1983.

Es importante destacar esta huelga magisterial, por varias razones: por la cantidad de maestros que se involucró, por haber iniciado un proceso de desarrollo de la conciencia política en el magisterio, y por la participación de más de 75.000 personas, entre organizados y simpatizantes. La huelga tuvo una gran importancia política, porque el impacto de su resonancia, atrajo al pueblo salvadoreño a una lucha popular más abierta y dinámica. Claro, la respuesta del gobierno y los militares fue la represión y el asesinato de varios cuadros políticos entre los que estaban Oscar Gilberto Martínez, Jaime Hernández de San Miguel y, entre otros más, Saúl Santiago Contreras, cuyo delito fue haber impulsado actos de solidaridad a favor de los maestros, movilizando a los trabajadores de la FUSS y de otros sindicatos.

Se levantó un oleaje de huelgas que terminaron obligando a negociar a Fidel Sánchez Hernández, Presidente de la República en ese tiempo. Eran momentos de auge del movimiento huelguístico, lo cual era importante además, porque rompía con el ambiente reformista de algunos dirigentes sindicales, quienes en su mayoría eran miembros del Partido Comunista. Con Cayetano Carpio coincidíamos plenamente en la necesidad de declararles la guerra ideológica a todos ellos.

En ese tiempo estábamos en plenos preparativos para la segunda jornada electoral, la cual que se estaba desarrollando en medio de una tremenda crisis social, económica y política, que luego se agravó con la guerra contra Honduras.

El Papel de la Iglesia y el Surgimiento de Jóvenes Vanguardia En 1962 es inaugurado el Concilio Vaticano II por Juan XXIII, y por fin aparecen condiciones para que en la iglesia -no solamente católica- surgiera un amplio movimiento social cristiano. Sobre la base de esta nueva Doctrina Social de la Iglesia nacen algunos partidos, sobre la base del esfuerzo de algunas personas con pensamiento democrático, entre los que se destacan Guillermo Manuel Ungo, Abrahán

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Rodríguez, Rodrigo Velásquez Gamero y José Napoleón Duarte, quienes forman el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con el planteamiento y bandera política de ser la “Revolución de los Pobres” y una “Revolución sin Sangre”. Posteriormente, Guillermo Ungo y el Gordo Gamero, se separan del PDC para fundar el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).

La Doctrina Social de la Iglesia contribuyó a que muchos sectores que no estaban todavía con una opción revolucionaria, desde la teoría de la revolución marxista, llegaran por la vía de la Teología de la Liberación, que aún no estaba definida, pero que predicaba la “Opción Preferencial por los Pobres”. Fue importante la cantidad de jóvenes que surgieron alrededor de esa doctrina. Pero ¿a dónde se iban a asociar?… pues al Partido Demócrata Cristiano, porque era el partido que predicaba la revolución de los pobres, la revolución sin sangre, la revolución verde.

Había tanto entusiasmo que incluso, en esas primeras elecciones, mucha gente de izquierda votó por el Partido Demócrata Cristiano porque no había otra opción. La Democracia Cristiana obtuvo más de 20 diputados, pero rápidamente fueron sacando las uñas, ya que inmediatamente se pusieron al servicio de la derecha y a la defensa del sistema; nada de revolución y cambios estructurales como habían prometido.

Ante el cambio de intereses del PDC, hubo mucho descontento y desilusión, al grado de que una buena parte de su juventud, que ya estaba radicalizada, se les fue, como es el caso de Edgar Alejandro Rivas Mira, Fernando Alfonso Rivas Mira, Lil Milagro Ramírez Hueso, Jorge Cáceres Prendes, Carlos Menjívar, Guillermo Antonio Aldana, Ricardo Sol Arriaza, María Linares Olivo de Menjívar, Mario Vladimir Rogel, y una cantidad de personas que terminaron formando -a finales del año 1966- la organización Acción Revolucionaria Salvadoreña (ARS), y después formaron “El Grupo”, que fue autor del secuestro y ajusticiamiento del industrial Ernesto Regalado Dueñas a principios de 1971.

De la organización juvenil Vanguardia de la Juventud Salvadoreña surge, por orientación del Partido Comunista, la Unión de Jóvenes Patriotas (UJP), un movimiento político mucho más amplio, que tenía el objetivo de atraer a otros sectores de pensamiento democrático. Fue de esa creación como llegaron el costarricense Eduardo Sancho (“Fermán Cienfuegos”), Francisco Jovel y un par de compañeras que luego serían miembros del ERP como Mariana y una de las hermanas Letona. El Partido Comunista no tenía en esos momentos, de manera clara, el viraje hacia la lucha armada. Ya que en 1961, Salvador Cayetano Carpio se enfrentó a Raúl Castellanos, porque Raúl había propuesto la creación de las FUAR con una visión político-militar. Cayetano Carpio acababa de regresar de la Unión Soviética, y venia con la idea de la coexistencia pacifica. En ese debate Schafik adoptó su posición a favor de Raúl Castellanos, quien a partir de ese momento estuvo en plena confrontación con Carpio.

Mercado Común Centroamericano y Guerra Contra Honduras

A finales de los años 60 la situación económica y social del país se agravó, y el Mercado Común Centroamericano (MCCA) entró en crisis. La primera expresión de esa crisis fue la guerra con Honduras en 1969, cuya consecuencia para El Salvador fue el regreso de más de 200.000 salvadoreños, lo que vino a agudizar mucho más la crisis social, especialmente por el problema del desempleo, ya que el Mercado Común no tenía capacidad de dar una respuesta positiva a la masa obrera y trabajadora. A esa situación debemos agregarle que con la crisis del Mercado Común Centroamericano y por supuesto la guerra, se incrementaron las presiones para impulsar las reformas estructurales en El Salvador, particularmente la reforma agraria.

En 1967, el sacerdote Inocencio Alas (Chencho) y su hermano Higinio Alas tuvieron problemas, precisamente por presionar para que se impulsara la reforma agraria. En 1970, Chencho Alas fue

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secuestrado, torturado y dado por desaparecido. La Guardia Nacional quiso asesinarlo y al darlo por muerto, lo dejaron tirado en un basurero.

Durante esa época, también el Partido Acción Renovadora (PAR) desarrolló, a nivel nacional, una campaña de presión para que el Gobierno aplicara la reforma agraria. Se organizaron muchos pequeños agrupamientos de campesinos sin una estructura específica; eran comisiones rurales y departamentales.

Cuando se dio la Guerra con Honduras yo estaba estudiando en la URSS, pero sí tuve acceso a documentación parcial sobre la posición del PC, y cuando regresé a El Salvador recopilé más información y me pregunté: ¿Qué fue lo que realmente pasó? No hubo una posición oficial del Partido Comunista para brindarle apoyo al Gobierno en esa guerra, pero sí mucho cuestionamiento por ese supuesto apoyo. Lo que realmente pasó es que un compañero de la dirección del Partido, que después se apartó de la dirección, elaboró un pronunciamiento en nombre de la dirección del Partido en el que se apoyaba la guerra. El documento fue llevado a la Universidad Nacional en donde él trabajaba. De inmediato, Schafik y Raúl Castellanos se fueron a la plaza pública a desmentir y denunciar el falso pronunciamiento pero ya era tarde, porque el documento había circulado y una parte importante de la base del Partido había empezado a apoyar esa posición. Schafik y Raúl informaron a la base del Partido que ese comunicado había sido un bandazo. Tuvimos que pagar una factura por un error que no debió haberse cometido.

Luchas Reivindicativas Campesinas

Para organizar a los trabajadores del campo, se dieron orientaciones precisas de trabajar con las asociaciones comunales rurales, cooperativas de producción agropecuaria, sindicatos de los beneficios de café, ingenios azucareros, empresas agroindustriales (pescado, granjas avícolas, henequén, algodón), etc. Producto de este esfuerzo fue la creación de la Federación Sindical de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos (FESTIAVTSCES), organización que elaboró su proyecto y plan reivindicativo en torno a sus demandas laborales como por ejemplo que el salario se subieran a 2.25 colones con comida, o a 3.00 colones sin comida. Sin embargo el PCS orientó para que los trabajadores exigieran 5.00 colones de salario con comida y buen trato y que, además, las mujeres debían ganar lo mismo y recibir las mismas prestaciones que tenían los hombres, incluyendo un trato justo en los estados de embarazo y parto.

La consigna para esas luchas reivindicativas era “¡Alto al mal trato de las mujeres trabajadoras del campo!”. La lista de demandas eran: “los niños trabajadores del campo y de la ciudad deben ser protegidos por la ley, que tienen el mismo derecho a ser apuntados para el trabajo, que se les dé trabajos menos pesados, que se les pague y se les dé su ración de comida; deben recibir por lo menos un vaso de leche. Las y los trabajadores agrícolas deben contar con viviendas donde descansar y dormir, deben ser protegidos e impedir que duerman bajo los árboles, ramadas, en barracas o en las orillas de los caminos; las y los trabajadores de las haciendas y fincas de café, algodón u otras ramas de la producción, deben tener derecho a crear sus sindicatos y derecho a paros y a huelgas laborales. Los patrones deben pagar el séptimo día”.

La lista de demandas incluía también a los colonos, pequeños arrendatarios y pequeños propietarios, a quienes se les exigía que pusieran fin a los desalojos y que aumentaran los terrajes. Se les pedía que las tierras que no se cultivaban en las haciendas debieran ser entregadas a los campesinos para que sembraran sus productos alimenticios, o en todo caso, obtenerlas en arrendamiento barato. Las consignas eran: “Por una reforma agraria verdadera”, “Dar la tierra a quien la trabaja”. Porque claro, el campesino sin tierra es como un pez sin agua. La lucha era, sobre todo contra los acaparadores latifundistas.

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Quisiera transcribir un breve testimonio del veterano dirigente comunista Raúl Vargas:

“En 1963 fui incorporado a la Comisión Rural del Partido, que contaba entre sus miembros -además de Miguel Mármol y Daniel Castaneda-, a los camaradas Modesto Ramírez, originario del cantón El Limón, jurisdicción de Soyapango y Segundo Ramírez -venido de Sonsonate-, ambos sobrevivientes de la insurrección campesina de 1932. También estaban Fidel -un hijo político de Segundo- y un compañero sastre llamado Alfonso Martínez. Este fue el núcleo organizativo campesino del Partido, cuya gran responsabilidad fue la de incorporar a su seno a elementos provenientes del campesinado y en general de los trabajadores agrícolas, siendo ésta una de las tareas más determinantes de su estrategia por alcanzar la toma del poder en nuestro país. La organización campesina del Partido, existente en aquel entonces, constaba de pequeños grupos y algunas células partidarias -remanentes de la insurrección de 1932, en los departamentos de Sonsonate, San Salvador, La Paz y La Libertad-, a las que los camaradas Modesto y Segundo venían dándoles atención. En este trabajo también participaba otro compañero campesino, quien residía en un cantón jurisdicción del municipio de Sonsonate y que era miembro del Comité Central del Partido, cuyo nombre no recuerdo. También existían grupos de reciente formación en el departamento de Santa Ana y en cantones del municipio de Santiago Nonualco.

En sus reuniones semanales la Comisión distribuía entre sus miembros la atención política a la organización existente en los lugares mencionados. Particularmente me correspondió visitar el municipio de Santiago Nonualco, actividad que realizaba los fines de semana, y para la cual me auxiliaba de una pequeña memoria, cuidadosamente elaborada a máquina por Miguel Mármol, y que contenía los asuntos a tratar en cada reunión. Realizaba reuniones con los miembros de un grupo de simpatizantes del Partido, que funcionaba en la ciudad de Santiago y después partía para alguno de los cantones de ese municipio, en los que había cierto grado de organización.

Uno de los lugares que más se destacaba por la cantidad de personas deseosas de incorporarse a la organización era el Cantón Las Ánimas. Las reuniones casi siempre las llevábamos a cabo en los lugares muy apartados, en zonas boscosas y nunca en las casas de los compañeros, para evadir la acción de los informadores que en todas partes tenía el gobierno, por medio de su organización ORDEN. Nos reuníamos en aquellos sitios en que los compañeros afirmaban eran los lugares en donde permanecía el indio Anastasio Aquino durante la guerra que libró contra el gobierno salvadoreño, pocos años después de proclamarse la independencia de España. Eran asambleas muy numerosas de campesinos jóvenes y adultos, deseosos de conocer la realidad del país y con grandes deseos de participar en la lucha por conquistar un régimen que les garantizara un nivel de vida que superara la pobreza en que vivían.

El cantón Las Ánimas se convirtió para la Comisión Rural, en el punto de referencia para el desarrollo del trabajo en la zona, pues desde ahí, conducidos por los Crespín, salíamos hacia otros lugares para extender la organización, llegando incluso hasta los caseríos de la costa, como San Marcelino, Los Blancos, Hojas de Sal y otros en los que me movilicé, llevando la propaganda y la orientación en las numerosas asambleas que se efectuaron en aquella época.

Ese año 1963, para darle cohesión a la labor organizativa en los lugares mencionados y contar con dirigentes campesinos locales, se abrió en Soyapango la Escuelita Rural o Escuelita Campesina, en donde se impartió conocimientos sobre organización: derechos laborales de los trabajadores del campo, sobre el nivel de vida de los trabajadores campesinos en Cuba y temas sobre la política nacional. Los instructores eran los compañeros Daniel Castaneda -entonces Secretario General del PCS-, Miguel Mármol, miembro del CC y mi persona, que a esas alturas era un miembro más del PCS, recién incorporado a la Comisión Rural. Durante una semana permanecían los compañeros alumnos venidos de las diferentes bases campesinas”.

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Maniobras del Gobierno Para Detener el Avance del Movimiento Popular

Raúl Vargas detalla algunos momentos del trabajo del PCS en el campo, sin embargo, hay que reconocer que la entidad que más avanzó en ese esfuerzo organizativo en los años 70 fue FECCAS, por la cobertura política que tuvo de la iglesia católica. Los esfuerzos que realizaba el Partido Comunista, con los antecedentes de 1932, fueron más difíciles. Pero de todas maneras, el trabajo avanzó, y el esfuerzo del trabajo con el PAR que penetró en muchos lugares, en los se formaron pequeñas asociaciones de fincas y municipios, sirvió posteriormente para la creación de ATACES (Asociación de Trabajadores del Campo de El Salvador). En cambio, la derecha a través del Partido de Conciliación Nacional (PCN), crea en 1961-62, la Unión Campesina Salvadoreña (UCS) y una organización paramilitar llamada ORDEN (Organización Democrática Nacionalista), que acompañados de la estructura militar, con sus comandancias cantonales y comisionados, tenían como objetivo controlar a la población del campo. Por supuesto, esto nos llevó a un encarnizado enfrentamiento con esa política de terror.

El proyecto de parar el proceso de organización popular tenía, como elemento estratégico, el apoyo del Instituto Americano para el Desarrollo (AID), organismo del Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos, creado en 1962, y cuyo coordinador para el Sindicalismo Libre de América Latina era Serafino Rumaldi, quien estuvo en El Salvador trabajando para dividir a los sindicatos, comprando y sobornando a dirigentes sindicales, con lo que favorecía a la CGS, a FESINSCONTRANS y a la UCS. Eran años difíciles de represión y persecución policial, lo que impedía desarrollar el trabajo organizativo. El Partido no estaba preparado para tal situación, no contaba con lineamientos claros ni con cuadros fogueados ideológica y políticamente; no existía una estrategia organizativa y de movilización, ni recursos materiales para ese tipo de jugadas tácticas. Cayetano Carpio y otros cuadros ayudaron en algo, pero no fue suficiente, por lo que fue necesario que algunos cuadros fueran a realizar estudios al exterior, particularmente a la Unión Soviética, y aun así, no se daba abasto para contrarrestar la avalancha imperialista anti sindical.

Salida de Salvador Cayetano Carpio del Partido Comunista

En el marco de la crisis y su profundización por la guerra con Honduras, surge al interior de la Comisión Política del Partido Comunista, una situación muy aguda que termina con la separación de Cayetano Carpio, quien ya tenía por lo menos dos años, un trabajo paralelo al interior del Partido, logrando formar tres agrupamientos: el grupo los Nonualcos, el Anastasio Aquino y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Salvadoreñas (FARS); pero al no lograr que el Partido y sus diferentes estructuras departamentales y celulares lo acompañaran en ese esfuerzo, decidió, el 30 de marzo de 1970, renunciar a su militancia y a los cargos del Partido Comunista.

El problema estalló después de los actos de celebración del centenario del nacimiento de Lenin, donde Cayetano Carpio pasó a denunciar públicamente a la dirección del PC, por lo que algunos de nosotros exigimos que se le aplicaran los estatutos, ya que de acuerdo a estos no se podían denunciar problemas internos de manera pública, especialmente de un partido clandestino que no tenia posibilidad de defenderse, y porque además, esos problemas debían ventilarse en las instancias del Partido. Sin embargo, con todo y eso, Carpio gozaba de bastante prestigio y simpatía al interior de las bases del Partido.

A esas alturas, mientras Carpio había pasado a ser cuestionado por buena parte de la militancia del PC, la dirigencia de la Revolución Cubana denunciaba públicamente la posición de algunos Partidos Comunistas de América Latina.

Schafik y varios miembros del PCS, entre los cuales recuerdo a Renán Rodas Lazo, Domingo Mira, Salvador Menéndez Linares, Federico Baires, Américo Mauro Araujo, Américo Durán, Roque Dalton y mi

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persona, integrábamos la delegación que tomamos parte en la Conferencia Continental Latinoamericana y del Caribe, para la creación de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). En ese evento se debatieron las diferentes concepciones sobre la estrategia y tácticas revolucionarias, para combatir al imperialismo norteamericano.

Por ese tiempo –julio-agosto de 1967-, Cayetano Carpio mantenía su oposición a las organizaciones guerrilleras; era bastante sumiso a las orientaciones emanadas del Movimiento Comunista Internacional liderado por el PCUS. Carpio Criticaba las posiciones aventureras de Roque Dalton, delegado del Partido en la Revista Internacional, hasta julio de ese año. Hay que tener en cuenta que Roque y Domingo Mira se apartaron de la delegación del PCS, durante el evento de OLAS. Ambos se retiraron del evento sin discutir y sin cuestionar; sobre todo Roque, que simplemente se apartó porque no compartía la posición del PC. Su amistad con algunos delegados del PC incidió mucho para tomar la decisión. Desde entonces defendió la idea de que la lucha armada era correcta.

Carpio no compartía la idea de violentar procesos con focos guerrilleros, porque eso, ni teórica ni prácticamente era posible, ya que podríamos exponer recursos revolucionarios valiosos que podían ser destruidos por el enemigo. A esas alturas el Che Guevara ya había decidido marcharse a Bolivia.

Nuestra delegación en OLAS cerró filas a favor de debatir internamente sin sacar acusaciones públicas. No estábamos cuestionando al Che ni mucho menos, porque el Che era un representante de una posición honesta y honrada, tal como lo demostró con su coherencia y consecuencia hasta el final, con la entrega de su vida, lo que le convierte en un símbolo de la revolución latinoamericana y mundial. Nuestra posición como PCS, expresada y defendida especialmente por Schafik, consistía en sostener como inevitable la lucha armada; por lo tanto, era correcta la posición critica contra algunos Partidos Comunistas que no se abrían a dar los virajes necesarios, al menos para combinar la lucha política de masas y cualquier otra forma de lucha con la lucha armada, pero no compartíamos el método de atacarles y menos públicamente.

Participación del Partido Comunista en las Elecciones Y Pactos con los Partidos Democráticos

 Por el año 1972, el Partido propuso una alianza con los partidos Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con el objetivo de crear un pacto político electoral. A esas alturas habíamos perdido al Partido Acción Renovadora (PAR), ilegalizado por el gobierno del PCN después de haber obtenido importantes resultados en las primeras elecciones del 66-67, con nuestra fórmula electoral compuesta por los doctores Fabio Castillo Figueroa y Ángel Góchez Castro. Entonces, el Partido Comunista tomó la decisión de formar un nuevo partido que se llamó Partido Revolucionario “9 de Mayo” (PR), del cual Schafik Handal fue su Secretario General. Con este nuevo instrumento, propusimos el pacto a la dirigencia del PDC -encabezada por José Napoleón Duarte y Abraham Rodríguez-, y a la dirigencia del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), encabezada por el Dr. Guillermo Manuel Ungo, Rodrigo Velásquez Gamero y otros. La respuesta del PDC fue que no podían pactar con un partido ilegal. Con el MNR no hubo ningún problema.

Como la negociación con el PDC no fue posible, nos fuimos a hablar con Chico Lima, Álvaro Magaña y Mario Rodríguez Inclán, fundadores del Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN). Chico Lima había sido Vicepresidente del gobierno del Coronel Julio Adalberto Rivera en 1962-67, cargo que había aceptado porque le prometieron realizar cambios sociales importantes, y que al final no se cumplieron, razón por la cual se apartó descontento con el gobierno y se fue a formar un partido con perspectivas democráticas.

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Luego de haber convenido el acuerdo de participar con el partido UDN, nos pusimos de acuerdo en convocar una Convención Nacional para ponernos a tono con los Estatutos. Desde entonces, los miembros del PC quedamos organizados en el UDN compartiendo con los nuevos amigos. No hubo manera de evitar quedar en mayoría. Pasamos a controlar al UDN y, ya con ello y junto al MNR, fuimos a negociar con Napoleón Duarte y su gente del PDC, para proponerle el pacto de la Unión Nacional Opositora (UNO), que finalmente fue firmado más o menos en agosto de 1971, al filo de la campaña electoral.

En las primeras conversaciones con el PAR en 1966, el mismo Cayetano Carpio tomó parte, pero guardando cierta distancia con la idea de participar en la lucha electoral. En varias reuniones antes de marcharse del PC, Carpio manifestó estar en contra de la lucha electoral.

Por la experiencia de ese proceso, las bases de la Democracia Cristiana –de alguna manera radicalizada-, se vincularon a ese esfuerzo electoral, sumándose a la gran cantidad de gente que se movilizó a nivel nacional, en concentraciones de más de 100.000 personas. Ante este auge popular, el Gobierno decide impulsar una campaña para impedir que la UNO ganara las elecciones.

Yo había salido a una gira por Europa en ese tiempo; fui a un congreso a Varsovia, Polonia, a finales de noviembre de 1971. Al regresar, el 30 de enero de 1972, fui capturado por la INTERPOL en el aeropuerto Internacional Benito Juárez de México; me introdujeron en un avión y me trajeron secuestrado a El Salvador. Desde esa fecha hasta finales de Abril de ese año, fui objeto de interrogatorios y torturas salvajes. Los interrogadores estaban muy interesados en comprometerme, ya que creían que mi viaje a Europa había sido para buscar y traer financiamiento para la UNO, la cual ya había demostrado tener el triunfo seguro.

La alianza expresada en el pacto electoral era temporal y según el PDC finalizaría hasta que pasaran las elecciones. Las primeras conversaciones en 1969 fueron fuertemente criticadas por Cayetano Carpio y algunos de los compañeros que se fueron y otros que no se fueron con él, porque no estaban de acuerdo con ese esfuerzo. Nosotros, en todas las valoraciones que hicimos, creíamos que era absolutamente necesario dar un paso en ese terreno que prácticamente no habíamos pisado bien. Era necesario hacerlo, porque buena parte de la organización sindical, además de reformista era débil; el porcentaje de sindicatos controlados por la izquierda era muy poco, en relación a la cantidad de sindicatos que había registrados en el Ministerio de Trabajo. El porcentaje de la clase obrera organizada no pasaba del 9% a nivel nacional, y el movimiento estudiantil aún era pequeño. Entonces, la campaña electoral significaba la oportunidad de incorporar a miles y miles de estudiantes de secundaria, universitarios, a trabajadores de la ciudad y del campo, a la juventud en general y a la intelectualidad progresista.

La campaña electoral tuvo tremendo impacto político en los amplios sectores del pueblo, logrando objetivos políticos como el de contribuir al desarrollo de la conciencia política, elevar la radicalización del pensamiento de las masas y llevar este planteamiento de cambio a todos los municipios del país. No era posible hacer todo ese trabajo solo como Partido Comunista ni como sindicatos, ni como AGEUS; de manera que teníamos que aprovechar esa campaña electoral para iniciar los contactos y hacer las relaciones que nos permitieran organizar al pueblo. Las relaciones con la iglesia católica fueron excelentes; yo tenía asambleas hasta con 60 sacerdotes. También nos reuníamos con profesionales, lo que permitió la incorporación de diferentes colegios de profesionales que vieron una oportunidad muy útil para derrotar a la derecha.

La UNO ganó las elecciones ese año de 1972. Todo el mundo quedó claro de los resultados del escrutinio final, pero ese esfuerzo se frustró por el descarado fraude electoral del Gobierno del PCN. Hubo un intento de golpe de estado por parte de algunos militares honestos como Mincho Mejía, Pedro

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Guardado y el Ingeniero Manuel Reyes, pero no prosperó; fue un movimiento de militares jóvenes que tampoco tuvieron el valor de lanzarse e ir más lejos. Las elecciones fueron una frustración muy grande para el pueblo, y mucha gente llegó a pensar que la dictadura militar había cerrado el camino democrático. Tuvimos muchas discusiones para valorar la experiencia, pero al final se llegó a la conclusión de que si esa mala experiencia había lesionado la vía electoral como acceso al poder, las perspectivas no estaban totalmente agotadas, por lo que debía dársele otra oportunidad. No compartimos la posición de Marcial ni de las organizaciones que sacaron la conclusión apresurada de que las elecciones de 1972 habían agotado la vía electoral.

Nosotros continuamos participando en las elecciones, no siempre con candidaturas, sino saboteándolas, denunciando las maniobras y fraudes electorales, llamando a la gente a abstenerse, a no votar y a realizar movilizaciones con reparto de propaganda y a programar y hacer acciones de visita de casa por casa, mítines relámpago en los cantones, en los caseríos, en los barrios, en las colonias, tomas de fábrica, etc. Eran formas diferentes de participar en la lucha electoral.

El Partido Comunista seguía siendo un partido estructuralmente pequeño, un partido de cuadros, de militantes. Teníamos la tesis de que la fuerza de un partido está más en las ideas, en su estructura ideológica, en su convicción de lo que quiere y para dónde quiere marchar y no tanto en afiliar y afiliar; pensábamos que esa tarea era para un partido como el PAR y la UDN o para un movimiento político de masas, pero no para un partido como el comunista, que seguía siendo clandestino, perseguido y objeto de planes de penetración por parte del enemigo, razón por la que no debía exponer a la gente.

La represión después de las elecciones de 1972 fue brutal, tanto en la ciudad como en el campo. La iglesia católica y la evangélica fueron perseguidas y muchos cristianos fueron reprimidos, desaparecidos y torturados, como es el caso del sacerdote Chencho Alas. Hubo cerca de 600 presos, muchos de los cuales eran dirigentes sindicales que apoyaron masivamente la lucha electoral.

La respuesta popular se profundizó con más organización. Pero ¿cómo entender esta nueva situación, sin haber pasado por la experiencia de la participación en las elecciones? Sin esa experiencia era imposible llegar a la conclusión de que la lucha electoral no era suficiente. Poco a poco fue calando en el PC la necesidad de dar el viraje a la lucha armada. Se necesitaba una respuesta política más allá de la lucha política electoral. Carpio y otros compañeros social cristianos ya se habían retirado y logrado organizar los nuevos instrumentos políticos de izquierda.

El Partido Comunista convocó al pleno del Comité Central en abril de 1972, en donde se propuso dar el viraje hacia la lucha armada; pero la idea no prosperó, porque internamente no estaban dadas las condiciones para ese paso. En 1973 hubo otra reafirmación del Comité Central, pero tampoco prosperó.

La crisis política y social continuó profundizándose, y la respuesta del régimen fue la escalada fascista. Ya no era solamente persecuciones, capturas ni torturas individuales y selectivas, sino un accionar masivo con niveles brutales y salvajes de represión, lo que llevó a que se generalizaran y extendieran las manifestaciones que al mismo tiempo eran masacradas. Fue un período muy doloroso y difícil de soportar; pero las organizaciones continuaban surgiendo como respuesta. “A más represión más organización”, era una de las consignas que a la vez motivaba a una mayor actividad popular, y a la creación y fortalecimiento de las organizaciones estudiantiles, campesinas, obreras y, por tanto, mayor incorporación del pueblo a la lucha.

En el marco de ese fragor popular, nace en 1974 el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), como un frente político único de masas y expresión democrática de los diferentes sectores ahí representados: Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) -que aún no se había dividido-, el Partido Comunista, las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), los maestros y otros sectores. Los cuadros del PC al frente de

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ese esfuerzo no le dieron mucha importancia al FAPU, por lo que al final terminó predominando la línea del ERP; pero con su ruptura del 10 de mayo de 1975 a causa del asesinato del poeta Roque Dalton, Armando Arteaga, “Pancho” y de otros compañeros, también el FAPU terminó rompiéndose, naciendo de esa crisis la Resistencia Nacional (RN) con la tendencia encabezada por Neto Jovel. El ERP se replegó y fue la RN la que finalmente se quedó con el FAPU.

La represión se incrementaba cada día con expresiones criminales como la represión a los estudiantes en Santa Ana el 25 de junio de 1975; aunque la del 30 de julio de ese mismo año fue la más grave, dado que ello fue la más clara demostración de la decisión del régimen de profundizar la línea represiva contra el pueblo salvadoreño. La respuesta popular fue el incremento de la lucha, creando y potenciando la formación de otras organizaciones. El Partido Comunista, aun cuando tenía masas, no tuvo la capacidad para aprovechar ese aguacero, pero poco a poco y con la experiencia de las elecciones de 1972, fuimos madurando teóricamente las condiciones para la posibilidad de la insurrección armada popular, aunque no de la lucha guerrillera.

La escalada fascista del gobierno terminó convirtiendo al ejercito salvadoreño en un instrumento para la represión contra el pueblo, todo eso acompañado de organizaciones paramilitares entre las que se encontraban la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), la Patrullas Cantonales, Pirámide, la Mano Blanca, la Unión Guerrera Blanca (UGB) y por último los Escuadrones de la Muerte “Maximiliano H. Martínez”. Es importante aclarar que ORDEN se apoyaba estratégicamente en las Patrullas Cantonales, que estaban en más de dos mil caseríos y cantones, y cada una se componía de hasta 22 miembros; o sea que estamos hablando de más de 120 mil efectivos organizados para controlar a la población rural.

Las FPL hicieron un trabajo importante con los sacerdotes y comunidades de base de la iglesia católica y sus diferentes estructuras, lo que les sirvió de cobertura para la creación de organizaciones como Universitarios Revolucionarios (UR-19), Fuerzas Universitarias 30 de Julio (FUR 30), Unión de Pobladores de los Tugurios (UPT), Movimiento Estudiantil Revolucionario Salvadoreño (MERS) y Comité Coordinador de Sindicatos “José Guillermo Rivas”. Ese esfuerzo organizativo tuvo como fruto la unión de todos ellos en el Bloque Popular Revolucionario (BPR). La formación del BPR vino a sumarse a un movimiento popular que adquirió el carácter de un ejército político de masas, capaz de cumplir cualquier tarea que le fuera encomendada. Fue una respuesta popular que aceleró el desarrollo de la conciencia política revolucionaria y permitió el acercamiento a las posibilidades de la lucha armada. De ahí es de donde posteriormente surge el Ejército Revolucionario, como una respuesta popular que se había demorado un poco por la falta de confianza entre las mismas organizaciones de masas, dadas las divergencias ideológicas que existían.

Los principales dirigentes del ERP despreciaban en ese tiempo el papel determinante del enfoque político; no consideraban que lo político era lo predominante y que lo militar debía subordinarse a lo político. No estaban de acuerdo con las tesis de Clausewits acerca de que la lucha militar era la continuidad de la lucha política y, si teóricamente lo sabían, en la práctica las decisiones eran verticales desde su estructura militar. Jorge Arce Zablah concibió el partido político en el año 1975 antes de morir, pero su concreción quedó relegada hasta años después, cuando al fin, por presiones de sus bases o por necesidad, terminaron aceptando de palabra la idea del partido para impulsar, de alguna manera, la democratización y la toma de decisiones políticas. Pero, realmente llegaron hasta el final con la concepción militar y militarista, en la que predominaron las tesis de Alejandro Rivas Mira, de Joaquín Villalobos, Vladimir Rogel, Jonás y otros. El asesinato de Roque Dalton se debió precisamente a esas mismas concepciones militaristas, porque vieron en Roque Dalton una gran amenaza, un gran peligro de que se impusiera en el ERP la concepción política, y que las decisiones se tomaran políticamente y no desde la visión militar.

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Por esas contradicciones internas, el ERP tuvo otra escisión el 26 de enero de 1976, con el desprendimiento de otro grupo importante de compañeros, el que después de llamarse (ORT) y Ligas para la Liberación, terminó convirtiéndose en el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), cuyo primer responsable fue Fabio Castillo Figueroa, que posteriormente fue sustituido por Francisco Jovel (Comandante Roca).

A finales de 1976, por las valoraciones que habíamos hecho sobre la crisis social, económica y política, y por las informaciones que teníamos acerca de las contradicciones internas de los grupos de poder oligárquicos, además de las muchas propuestas y sugerencias de diferentes agrupamientos de profesionales, intelectuales, militares y algunos empresarios, llegamos a la conclusión de que era necesario hacer una nueva experiencia electoral con la Unión Nacional Opositora (UNO), pero con un candidato militar que permitiera crear a su alrededor un movimiento de militares progresistas. Pusimos en marcha el proyecto, sin perder de vista la experiencia de 1972, incluso previendo una posible ofensiva represiva contra la dirección de la UNO. Nos reunimos con el Movimiento de Unidad Nacional (MUN), que estaba guiado por los Coroneles Mariano Castro Morán, Marianito Munguía Payés -papá del actual Coronel Munguía Payés- y Ernesto Claramount -hijo del viejo Ernesto Claramount Lucero-. Hablamos también con las Ligas para la Liberación, concretamente con Manuel Castillo, con Mario López y con amigos del FAPU. Todos ellos estuvieron de acuerdo con la propuesta, pero en cambio el ERP y las FPL la rechazaron completamente.

Creíamos que era necesario realizar otra experiencia electoral para el año 1977, porque además, si no lo hacíamos nosotros, surgirían otros grupos que lo harían, y era preferible hacerlo nosotros con el resto de hermanos y aliados para llegar hasta donde pudiéramos.

Elaboramos una nueva propuesta de plataforma programática, que fue la que nos llevó a una victoria electoral contundente, completamente probada y demostrada por las mismas personas que estuvieron en las juntas receptoras de votos. Sin embargo, el Gobierno y la derecha decidieron arrebatarnos el triunfo una vez más.

Nosotros, para protestar y denunciar el boicot a este nuevo triunfo electoral, orientamos a la gente a tomarnos la Plaza Libertad durante una semana. La tomamos y la Plaza se convirtió en una tribuna abierta de denuncia, en donde todo el mundo tuvo la oportunidad de participar, mientras de vez en cuando lo trasmitíamos por radio. Llegaron los sindicatos, las organizaciones estudiantiles universitarias y de secundaria, profesionales, campesinos y trabajadores de los distintos sectores. Los medios de prensa internacionales cubrieron esas actividades de denuncia, por lo que la situación se le llegó a complicar al Gobierno, que tomó de inmediato la medida de asaltar militarmente la Plaza el 28 de febrero de 1977. Los resultados y consecuencias fueron una terrible masacre; en ella murieron muchos compañeros y hubo decenas de capturados, desaparecidos y exiliados que se fueron a Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Guatemala y a diferentes países.

Las elecciones de 1972 no agotaron esa vía, pero sí las del 77. Seguir hablando de la alternativa electoral habría sido una estupidez de nuestra parte, de tal manera que inmediatamente se convocó al Comité Central, en abril de ese año, tiempo en el que yo continuaba secuestrado por los cuerpos represivos de la dictadura militar.

En marzo de 1979 convocamos al VII Congreso, en el que por unanimidad se ratificó la lucha armada como vía hacia el poder. Empezamos a estructurar las primeras unidades militares. Al principio tuvimos dificultades para la obtención de los medios y para el entrenamiento, pero durante todo ese año logramos hacerlo.

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La UNO, el Foro Popular y el Golpe de Estado de 1979

El régimen pasaba por una crisis política muy aguda, y la escalada represiva se había elevado tremendamente; sin embargo, la revolución contó en esos momentos, con el estímulo del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua, el 19 de Julio, y se percibían movimientos golpistas en el seno del ejército salvadoreño.

En agosto de ese año 1979, vino un proceso de alianzas que permitió la construcción del Foro Popular, con la participación de los tres partidos de la UNO, varios sindicatos independientes y algunas federaciones sindicales, incluyendo a FENASTRAS, que estaba con el FAPU. También participaron las federaciones de la Micro y Pequeña empresa, la Universidad Nacional y la Universidad Centroamericana (UCA). A este esfuerzo se sumó un considerable número de fuerzas, con miras a la búsqueda de soluciones a los problemas del país y también preocupadas por la formulación de una plataforma de Unidad Nacional de la derecha.

La formación del Foro Popular era un último intento para impedir que se llegara a consecuencias puramente armadas, porque la situación empeoraba cada día con represiones al Bloque Popular Revolucionario y al FAPU, organizaciones que ya en ese tiempo estaban calentando la situación con tomas de fincas, fabricas, tomas de carreteras, etc. O sea que ellos iban a otro ritmo, con un kilometraje mucho más adelantado, y a un paso con el que no podíamos marchar el resto de fuerzas. Pero por otro lado, no había por parte de las FPL ni del ERP, una posición favorable para construir una alianza con los sectores democráticos; por el contrario, más bien había de parte de Marcial (Cayetano Carpio) y Mélida Anaya Montes, la idea de que las fuerzas democráticas debían aceptar incondicionalmente la ideología marxista leninista -la ideología revolucionaria-, si querían ser parte de una alianza histórica para lograr un gobierno democrático revolucionario.

El Foro Popular se organizó a finales de Agosto. En ese tiempo todo indicaba que vendría una crisis al interior de la Fuerza Armada, porque las contradicciones entre los cuerpos de seguridad y el ejército así lo indicaban; de manera que el 15 de octubre llega el golpe de estado de la Juventud Militar, organizada en el COPREFA. Nuestra sorpresa fue el llamamiento que los militares golpistas le hacen al Foro Popular y a la izquierda en general, para que se integraran al Gobierno de la Junta Revolucionaria. Dentro del PC había algunos compañeros que estaban un poco encariñados con la idea de poder evitar la línea militar, por lo que hicieron la propuesta de apoyar a la Junta. Shafik no se encontraba en el país en ese momento, porque estaba curándose en la URSS; tampoco en esos días estaba Marcial, quien también andaba curándose. Sin embargo, hablamos con los militares y encontramos en ellos la garantía de que efectivamente había un nuevo movimiento militar con clara expresión de un descontento al interior de los militares; lo cual animaba y sugería no descartar salir a su encuentro, y considerar sacarle algún provecho político. De la posibilidad de participar no nos quedaba ninguna duda; la cuestión era cómo hacerlo y, al mismo tiempo, no afectar los incipientes acercamientos con las FPL, con la cual ya habíamos tenido un primer encuentro el 6 de agosto de ese año 1979, precisamente el día del cumpleaños de Marcial. El problema era que las FPL iban a aparecer en octubre con otro proyecto, lo que podía haber afectado la nueva situación. Pero de todas maneras, valoramos y lo discutimos con las fuerzas democráticas, llegando a la conclusión de que era bueno participar en el nuevo panorama político. Nosotros como PC, decidimos acompañar ese nuevo proceso, conscientes de que eso podía pasarnos una factura política.

Con nuestras valoraciones por la información que recibíamos, por la calidad de la gente que buscamos para integrar el Gabinete de Gobierno, y por las pláticas que tuvimos con Enrique Álvarez Córdoba, decidimos hacer una propuesta radical, relativa a la reforma agraria, a la reforma del sistema financiero y a la nacionalización del comercio exterior. Estábamos claros de que la derecha y la oligarquía no iban a

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tolerar esos planteamientos. Schafik, quien estaba fuera del país, mandaba a preguntar que “qué diablos estaba pasando”. Al interior de las otras organizaciones se estaba valorando la revisión de las relaciones con el PC, o sea que el tema era de connotación política. Estábamos jugando un alfil adelantado, con la esperanza de que los objetivos que nos proponíamos contribuirían a profundizar la descomposición de los grupos de poder y, de esa manera, profundizar la crisis al interior del Gobierno.

Coordinadora Político Militar y Coordinadora Revolucionaria de Masas

Con la creación de la Coordinadora Político Militar en diciembre, Schafik se vio obligado a firmar unas condiciones escritas por el propio Marcial, que decían algo así como: “Habrá unidad si salen del Gobierno”. El 19 de diciembre, ignorando las condiciones escritas por Carpio -el 17 de Diciembre-, la Comisión Política del PC tomó el acuerdo de salir del Gabinete de Gobierno. Nos salimos acompañados del MNR y de los profesionales; también nos reunimos con los 21 miembros del Gabinete, y la verdad es que todo el mundo estaba de acuerdo en la necesidad de salirse. Guillermo Ungo, Rubén y Mario Zamora pidieron que les diéramos unos días más, porque creían que aún era posible trabajar y crear una correlación de fuerzas favorable. Les dimos ese espacio, pero cuando Schafik regresó del exterior y después de informarse y ponerse al día de la situación, comenzó a presionar para obligar a nuestra gente a que saliera del Gobierno. El 26 de diciembre fue el día tope para salirnos y respetamos a los amigos que no quisieron hacerlo. Los social cristianos se quedaron, pero poco a poco se fueron retirando.

Nuestro pueblo salvadoreño con sus organizaciones políticas de masas, continuó configurando su planteamiento político militar, alrededor de las banderas del Bloque Popular Revolucionario (BPR), del Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), de la Unión Democrática Nacionalista (UDN), del Movimiento de Liberación Popular (MLP) y de las Ligas Populares 28 de febrero (LP-28). Teníamos aproximadamente unas 118 organizaciones. Con esta suma de fuerzas surgió, el 11 de enero de 1980, la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), con la representación de las cinco grandes organizaciones político militares: Fuerzas Populares de Liberación (FPL), Partido Comunista de El Salvador (PCS), la Resistencia Nacional (RN), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), que se hizo representar por su organización MLP, dado su carácter centroamericano. Todo ese esfuerzo popular se debía a un acuerdo de la Coordinadora Político Militar, hecho que fue recibido con gran entusiasmo, ya que era un paso estratégico e histórico en el proceso de unidad de la izquierda político militar.

Una clara expresión de fuerza de la CRM, orientada por la Coordinadora Político Militar, fue la movilización del 22 de enero de 1980, la cual tenía dos propósitos: conmemorar la insurrección popular campesina de 1932, y la otra, saludar el proceso de unidad de la izquierda revolucionaria. En esa manifestación participaron entre 300.000 y 350.000 personas. Fue la movilización de masas más grande de toda la historia de la lucha política en El Salvador. Por supuesto, fue reprimida militarmente, incluso con avionetas regando veneno. Hubo muchos muertos y capturados, pero con ello quedó clara la maduración de una situación revolucionaria y las condiciones objetivas, para un triunfo revolucionario.

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Principales Organizaciones Patronales Creadas por los Estados Unidos

1.- Unión Comunal Salvadoreña (UCS)

La UCS nace en 1962 con el apoyo del IADSL, que era la contrapartida de la AFL-CIO (sindicatos norteamericanos) en el país, y fue creada con claros objetivos de apoyar las orientaciones políticas de los EE UU. La fuerza principal de la UCS estaba afincada en los campesinos sin tierra, ganados a base de engaño, regalándoles cualquier cosa.

Con la Reforma agraria de 1980, la UCS se convierte en una organización con cerca de 100.000 afiliados -otros le adjudicaban 75.000-. Esta organización no pudo fortalecerse con la reforma agraria como esperaban, a pesar de que supuestamente contaba con el apoyo gringo. La verdad es, que hablando con algunos de sus dirigentes, nunca lograron agrupar a más de 40 cooperativas del Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA). En una conversación sostenida con uno de los dirigentes a finales de 1985 -en los días del terremoto del 20 de Noviembre-, manifestó que la UCS tenía su caudal en los campesinos sin tierra, y en los campesinos favorecidos de la Tercera Fase de la Reforma agraria.

2.- Federación Salvadoreña de Cooperativas de la Reforma Agraria (FESACORA)

La FESACORA estaba apoyada por el IADSL y fue la organización que mayor provecho sacó de la Reforma Agraria por decisión de los gringos. En ella quedaron afiliadas las principales fincas cafetaleras, algodoneras, cañeras y ganaderas reformadas. Precisamente por ello, FESACORA, más que una asociación de carácter reivindicativa, se convirtió en un instrumento empresarial. Los amigos que teníamos al interior de esa federación, nos informaron que a esas alturas del informe, FESACORA contaba con más de 200 cooperativas de la Fase I y por tanto era la más grande en materia de recursos económicos. Un poco más tarde tuvimos otros informes y efectivamente nos confirmaron que esta federación ya contaba con 250 cooperativas y una población afiliada de aproximadamente 25.000 campesinos.

Por supuesto, el IADSL y USAID le estaban pagando el favor al PDC por haber aceptado la alianza con la Fuerza Armada (FAES), y servir de instrumento político para la estrategia de contrainsurgencia de la administración norteamericana.

3.- Asociación de Cooperativas de Producción Agropecuaria Integradas (ACOPAI)

ACOPAI surge de las divergencias al interior de UCS, cuando varios dirigentes campesinos y su principal dirigente Jorge Ruiz Camacho, entraron en confrontaciones fuertes en 1978 con Samuel Maldonado y otros dirigentes de la organización matriz. Según los informes que recibimos de algunos de sus dirigentes, una de las causas de las disputas internas, tenían a la base el reparto de las propiedades que debían distribuirse entre las organizaciones. Claro, los principales dirigentes tenían asegurados los cargos principales en la dirección del Banco de Fomento Agropecuario (BFA), el ISTA y FINATA. Estas disputas se trasladaron al interior de ACOPAI, cuando Ruiz Camacho, habiendo aceptado el Vice ministerio de Agricultura, no hizo lo convenido para garantizar los intereses de sus asociados. Por tanto, Ruiz Camacho fue separado de la Dirección de ACOPAI en 1985.

ACOPAI inicia su organización, afiliando casi exclusivamente a campesinos sin tierras. Con la Reforma Agraria se dedicaron a organizar a los campesinos beneficiarios del Decreto 207. Uno de los dirigentes principales, Orlando Arévalo, por órdenes del IADSL, debía afiliarse en el Partido Demócrata Cristiano, ya que los gringos necesitaban controlar a ese partido, para lo que tenían que introducir en su interior a elementos incondicionales. Como parte de los arreglos, le tenían reservado a Arévalo el puesto de Presidente de FINATA. A pesar de que ese individuo se vestía con camiseta verde y discurso de pescado

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(democristiano), en el fondo seguía siendo un elemento comprado por el IADSL. Al hablar con él y otros de su nivel, preferían identificarse con una ideología de izquierda socialdemócrata.

Esa Asociación de Cooperativas decía poseer una afiliación aproximada de 75.000 campesinos; pero de acuerdo a informes posteriores, solo manejan de 20.000 a 25.000 miembros, provenientes principalmente de grupos solidarios o pre-cooperativos de la Tercera Fase de la Reforma Agraria.

4.- Asociación Nacional Indígena Salvadoreña (ANIS)

A lo largo de los años 70 y 80, los indígenas se fueron organizando en varias asociaciones; la principal de ellas fue la Asociación Nacional Indígena Salvadoreña, liderada por el cacique Esquino Lisco. Según cálculos de personas amigas pertenecientes a dicha organización, los elementos asociados llegaban a 2.000, aunque Esquino se jactaba de manejar a más de 4.000.

5.- Unión Popular Democrática (UPD)

La UPD también fue creada por el IADSL, como parte de su estrategia de disputa de las masas asalariadas de la ciudad y del campo, proyecto presentado como una especie de central integradora de todas las organizaciones gremiales, sindicales, campesinas e indígenas. Además -y ese era el principal propósito del IADSL-, necesitaba esa fuerza para fortalecer la influencia y el carácter popular de su estrategia de guerra de contrainsurgencia. Según algunos dirigentes informantes que teníamos en esa organización, el gobierno de los EE UU no le tenía suficiente confianza al PDC, incluso al propio José Napoleón Duarte, por lo que los gringos necesitaban colocar a su gente de UPD, como aliados del PDC para el futuro gobierno de la Democracia Cristiana. Así se explica el pacto social suscrito entre el PDC y UPD antes de las elecciones de 1984 -por si ganaban el gobierno-, basado en 19 puntos: profundizar la Reforma Agraria ejecutando la Segunda Fase, darles cargos de responsabilidad en varias áreas del sector agropecuario a FINATA, ISTA, BFA, IRA, MAG. etc. Varios de los cargos sí fueron entregados pero no todos, porque tampoco se ejecutaría la Segunda Fase de la Reforma Agraria.

La oligarquía negoció con la administración norteamericana, poniéndole la condición de no tocar las propiedades cafetaleras, que precisamente estaban contempladas en la Segunda Fase de la Reforma Agraria. Los gringos cedieron y Duarte y su partido no querían enfrentarse a los oligarcas, porque además de no estar en condiciones de convencerlos, eran unos aliados que no respondían a sus orientaciones.

Después de las elecciones presidenciales de 1984, habiendo ganado el PDC, dos de las organizaciones de la UPD -ACOPAI y ANIS-, mostraron su desacuerdo por la falta de cumplimiento de los puntos pactados entre el Instituto Americano y el PDC; protestaron y amenazaron con denunciar la supuesta traición. En respuesta, la USAID y el IADSL les cortaron el financiamiento de su presupuesto mensual, de manera que ya ahogados por falta de recursos, Orlando Arévalo y el ex-Viceministro de agricultura Simón Parada, decidieron buscar al FMLN, porque sabían que al interior de su organización había ojos y oídos de la guerrilla. Propusieron un encuentro en México para evitar riesgos a su seguridad personal. Los dirigentes cañeros recibieron de nuestra parte -en un posterior encuentro- la cantidad de cuatro mil dólares.

6.- El IADSL apoyó el surgimiento del sector reformado y a las federaciones FECORASAL, FECORACEN, FECORAPCEN y FECORAO.

7.- La UNOC agrupó a las organizaciones FESACORA, UCS, ACOPAI, SUTC, CIPES, CGT, CTS y surgió como respuesta a lo que los gringos consideraban como una política de penetración de la “ultra izquierda”. Realmente era un agrupamiento de las principales fuerzas organizadas por el IADSL-ORIT y

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AFL-CIO, que supuestamente estarían respaldadas por el nuevo poder surgido de la Reforma Agraria. Tenían un gran poder y poseían 340.000 hectáreas -de acuerdo al Decreto 207-, cuyo valor se aproximaba a los 2,000.000.000 de colones, sin incluir las instalaciones de infraestructura de los beneficios, ingenios, plantas agroindustriales, etc.

Los principales dirigentes progubernamentales y pro-imperialistas fueron: Rodolfo Viera, Samuel Maldonado, Jorge Ruiz Camacho, Carlos Ramírez, Simón Parada, Orlando Arévalo, Adrián Esquino Lisco, José Luís Grande Preza, Miguel Vásquez (“EL Mico”), El “Cuche” Zaldívar, etc. Controlaban a más de 322 cooperativas grandes.

Respuesta Democrática Ante la Envestida Imperialista Con sus Proyectos Antipopulares

Las fuerzas independientes, democráticas y revolucionarias decidieron responder a la contrapartida anti-imperialista, creando -en 1985- a organizaciones como la UNTS, la cual agrupó a COACES, FEDECOPADES, FUNPROCOOP, ACOPAI, ANIS, ANC, FUSS, FESTIAVTSCES, FEASIES, ANDES 21 DE JUNIO, FRS, IUSA, STISSS, ATACES, FENACOA y ANTA.

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PARTIDOS POLÍTICO‐ MILITARES DE LA DÉCADA DE LOS 70, CREADORES E IMPULSORES DEL MOVIMIENTO DE MASAS 

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UNA CONCEPCIÓN DEL TRABAJO DE MASAS: “BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO”

Lorena Peña Mendoza

Miembro de la dirección de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Y una de las más importantes impulsoras del movimiento de masas

Y de la lucha por los derechos de la mujer

Formación Política y Toma de Conciencia Social

Me incorporé a la lucha política militar en 1973, como culminación de un proceso de consciencia iniciado en el movimiento católico progresista de finales de los años 60 y principios de los 70. Cuando estaba en la secundaria con 15 años, yo militaba en la Juventud Estudiantil Católica, un movimiento orientado al servicios de las comunidades de escasos recurso, tanto de la cuidad como del campo. Ahí desarrollábamos procesos de alfabetización y concientización con el método de Paulo Freire.

En mi formación y toma de conciencia, tuve dos vertientes, basadas en el movimiento al que pertenecía, por un lado, el viraje de la iglesia católica hacia la Teología de la Liberación, y la influencia de Pablo Freire con su “Pedagogía del Oprimido”, y por otro, el conocimiento que adquiría durante el trabajo de concientización que realizaba en las comunidades. Mientras aún no estaba organizara tenía varios nichos, por un lado, era misionera del colegio Sagrado Corazón en donde estudiaba, y trabajaba con el padre Eliseo Bravo -que aparentemente era muy reaccionario- en San Luis del Carmen, Chalatenango. Por otra parte, desarrollaba trabajo de alfabetización en la colonia Tutunichapa de San Salvador, siempre con el método de Freire, y en vacaciones, como Juventud Estudiantil Católica, también tenía trabajo de alfabetización y concientización en el cantón Jirón de Quezaltepeque y en la colonia 22 de abril con el padre Leonel Cruz. De esta manera fui forjando mi conciencia de lucha.

Yo venía de una familia de clase media, pero en el contacto con la gente me fui dando cuenta que los problemas de pobreza y opresión no se resolvían con esas formas de educación con las que yo trabajaba, porque además en el cantón Jirón, la Guardia Nacional nos buscaba y perseguía. Todo eso me hizo pensar y reflexionar, que por un lado contribuíamos a la educación de la gente, pero por otro, los guardias perseguían a los que realizábamos esas labores educativas.

Pero ya en mi familia, mis hermanos estaban organizados en la Universidad y tenían un nivel de formación política avanzado, por lo que me miraban como a la hermana menor que andaba en todo. De repente, Felipe mi hermano mayor me dijo: “Tu educas a la gente ¿Y para que la educas?”. “Para que tomen conciencia” le dije. “¿Y para que toman conciencia?” Me preguntó de nuevo, “Para cambiar” le dije. “Pero ¿nunca has pensado que si ellos no tienen poder no van a cambiar nada? ¿No te has planteado el problema del poder?” Yo estaba asustada, porque realmente no había pensado en ello. Me fui corriendo a ver al padre Cruz y le dije: “Mirá, nosotros no estamos haciendo nada, no hemos pensado en el problema del poder”. Los dos nos quedamos como babosos, pensando en que no estábamos tocando el problema del poder. Ese fue un campanazo en mi cabeza para comenzar a estudiar el aparato de denominación y a reflexionar sobre que no bastaba la educación y la concientización, sino que también tenía que buscarse el empoderamiento de la gente mediante la organización, para derrotar a la dictadura militar y el poder de la oligarquía criolla y de esa manera cambiar el país.

Se fue configurando claramente en mi conciencia, que mi vocación de servicio cristiano para contribuir a una vida mejor de la gente, en los términos que planteaba la Conferencia Episcopal de Medellín del 68, pasaba por acercarme más a posiciones de mayor militancia revolucionaria. Ya no se trataba de ayudar a

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los pobres, sino también de ser sujeto comprometido, subordinada a una estructura de lucha para derrotar a la dictadura.

Mi desarrollo como el de muchos otros, no se podía ver al margen de mi familia y del ambiente político que estaba ocurriendo en el país, porque en el 68-72, se dio la primera huelga en la fábrica de acero de la Paz, la huelga de los maestros y la huelga de hambre de Salvador Cayetano Carpió. Todo esto influyó mucho en todo el país, aunque fueron huelgas reprimidas, en las que cayeron obreros valiosos como Santiago Contreras. Pero aquel movimiento logró algunas victorias en sus reivindicaciones y desató una gran solidaridad obrero estudiantil. A la dictadura –después de 3 años- se le empezaba a escapar de las manos el control de la situación. Después vinieron las huelgas magisteriales, encabezadas por Mélida Anaya Montes, Mario López, Salvador Sánchez Cerén y muchos otros. Eran huelgas que reivindicaban la dignificación del trabajo en la educación y, al mismo tiempo, proponían una reforma educativa que quebrara el modelo educativo del capitalismo.

La Universidad y su Papel en la Formación de Jóvenes Revolucionarios

Diría que entre el 68 y el 72 se dio una gran primavera revolucionaria. La huelga de los maestros desató una alianza muy importante entre los estudiantes de secundaria de AES y los universitarios de AGEUS. Se sumaron muchos movimientos a esas luchas y generaron un vastísimo y combativo movimiento artístico. Era un ambiente de mucha creatividad y cambio. Las consignas en los afiches eran: “Todo lo que existe merece perecer”, o “Abre tu mente, sácate los prejuicios”, “desabotónate el cerebro”.

Para esa época, la Universidad Nacional era muy elitista –no tan popular como ahora-. Los estudiantes eran una élite pequeña burguesa, pero ya en ese tiempo estaban dispuestos a romper una serie de estereotipos. Entre esos jóvenes estudiantes estaban Rafael Arce Zablah, Paco Montes -médico que cayó en combate-, Sebastián Vaquerano, Eva, Francisco, Héctor Silba, Marina Avalos y otros compañeros. Toda esa gente venía del movimiento estudiantil, unos eran marxistas y otros no marxistas; todos eran personas muy buenas, positivas y con unas ganas terribles de asaltar el cielo. Algunos estaban vinculados a las comunidades cristianas o al Partido Comunista, por eso la lucha ideológica en el seno de la universidad era sumamente rica. Eran aires de transformación en todos los sentidos, incluso las mujeres comenzaron a fumar, pero no eran cosas superficiales, eran tiempos de una persistente búsqueda de libertad, de liberación. Además de la inspiración en los problemas propios de nuestro país, incidían en esa juventud otros fenómenos como la lucha de los países sudamericanos, la lucha de los norteamericanos contra la guerra en Vietnam, la gran revuelta de los estudiantes franceses durante el año 1968, en donde Sartre era todo un símbolo.

Los aires de compromiso y cambio de esa época, penetraban por todas las ventanas de mi casa, y en el caso de mi familia, nos afectó positivamente a todos. A esto debo sumarle, que mi papá era un ex militar -que lo de “ex” se lo ganó a mucha honra, por sus constantes luchas contra el tirano Martínez-. Mi papá era un hombre avanzado para su época, con ideas claras sobre la justicia y la dignidad de las personas y muy duro contra la corrupción. Tenían sus propios principios pedagógicos, con lo que nos ayudó a desplegar nuestros propios criterios. A sus amigos y demás personas les decía que no quería que sus hijos fueran copia de él en papel carbón.

Mis hermanos estaban incorporados a la universidad y yo era la menor que iba un poco a la saga de ellos, por lo que me miraban como la cipota que no iba muy al paso; sin embargo, a pesar de que Felipe, Ana Virginia y Margarita ya estaban mas organizados, siempre tuve un buen intercambio con ellos, llegando a ser un punto importante para mis decisiones posteriores como fue mi incorporación a la guerrilla en 1973.

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A mi casa llegaban compañeros de muchas organizaciones, porque ahí era un punto de encuentro de jóvenes universitarios como Rafael Arce, Joaquín Villalobos, Montes, Sebastián Vaquerano, Roberto Cañas, Nidia Díaz y otros. Se pasaban horas discutiendo sobre la situación del país y sobre las posibilidades del futuro, sobre el materialismo histórico y dialéctico, sobre los documentos del Concilio Vaticano II y Medellín y leían los poemas de “Taberna y Otros Lugares” de Roque Dalton, etc. Yo disfrutaba de esas discusiones y aprendía mucho de ellos.

Elecciones Fraudulentas de 1972 y mi Incorporación a la Lucha Político-Militar

Lo que me marcó más fuertemente para tomar conciencia, y sentir la necesidad de organizarme clandestinamente, fue el golpe de estado de 1972; porque Napoleón Duarte había ganado las elecciones y se las habían arrebatado con un descarado fraude, acompañado de una gran masacre. En mi casa nadie votaba, porque no creíamos en las elecciones, pero mi papá se incorporó militarmente junto a otros militares, para dar un golpe de estado que le permitiera a Duarte asumir la presidencia. El golpe de estado fracasó, y los demás militares se asilaron en las embajadas, pero mi papá fue el último militar que se quedó defendiendo el edificio de telecomunicaciones de ANTEL, y solo se rindió después de negociar la situación de los soldados que le acompañaban, para que no fueran encarcelados o represaliados; en cambio él fue encarcelado y torturado salvajemente.

Mi papá estuvo preso nueve meses, y cuando íbamos a visitarlo, pudimos darnos cuenta de las injusticias y de las torturas en la cárcel, porque en las horas de visita se escuchaban los gritos de las personas que estaban torturando, y a la par de uno el torturador pasaba riéndose, mientras arrastraba por el pasillo a sus víctimas casi muriéndose de las palizas recibidas. Todas esas cosas me iban forjando el carácter y las ganas de incorporarme a la guerrilla.

Como todos mis hermanos ya estaban clandestinos, me empecé a pegar más a mi hermano Felipe para hacerle preguntas, pero él desconfiaba un poco, porque decía que yo era algo indisciplinada. Para hablar de los temas que yo le preguntaba, me ponía contactos en el Parque Centenario. Vivíamos en la misma casa, pero él decía que así me iba a disciplinar. Me ponía las horas de contacto, y decía que si yo llegaba pasada tres minutos tarde, no me esperaría y ya no hablaríamos del asunto. Me daba folletos de estudio y yo le pedía permiso para dárselo a mi novio que era Dimas Rodríguez, con lo que estuvo de acuerdo; pero me dijo que no le dijera quien me los pasaba. Yo estudiaba con mi hermano y después estudiaba en el jardín con Dimas, por lo que prácticamente nos reclutó en cadena. Mi hermano me ponía pequeñas pruebas, y yo se las ponía a Dimas. Primero me reclutó y yo le pasaba informes de Dimas, hasta que me dijo que lo reclutara.

Dimas y yo fuimos atendidos por separado. Después de haberme preparado mi hermano Felipe, mi primer responsable de las FPL fue Rafael Avalos –de seudónimo Félix-, un compañero universitario muy linda gente -cayó en el 77-. Yo creo estar viva por Rafael, porque él era muy disciplinado y hasta cuadrado con las normas de seguridad; en cambio yo era más relajada y si él no me hubiera educado como me educó, ya me hubieran matado. Era curioso, porque Rafael, además de ser guitarrista, tenía una formación teórica muy buena. Fue un excelente guerrillero.

Así me incorpore a la guerrilla, lo que cambio en gran parte mi vida, ya que no tenía que andar en grupos y por otro lado, debía apartarme de ambientes revolucionarios públicos para poder sumergirme en la formación político militar. Eso fue en el primer momento, del 73 hasta el 75. Mi trabajo guerrillero comenzó como apoyo a los comandos urbanos, haciendo observaciones a objetivos militares, económicos, bancos, a policías y guardias, etc. De ahí es que conseguíamos las armas y todos los recursos para ir armando lo que después llegaría a ser un ejército guerrillero.

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Concepción Política de las FPL Respecto al Movimiento de Masas

Las FPL desde sus inicios, tuvo la virtud de prever su línea de desarrollo, realizando en cada momento las transformaciones que fueran necesarias de acuerdo a la realidad que vivíamos. Las FPL era una guerrilla, pero se definía político-militar, con un eje principal que era la lucha armada, siempre manteniendo lo político como concepción central, porque nosotros no éramos un grupo guerrillero por ser guerrilleros. La lucha se miraba en el marco de la estrategia del pueblo, una guerra popular y prolongada. El partido revolucionario y un amplio movimiento de masas revolucionario eran las herramientas. Ya en 1975 completamos el proceso con el ejército revolucionario, como instrumento del movimiento social, y el partido FPL en su misión de coordinar la estructura. El otro elemento era, que considerábamos que las fuerzas nutrientes de la revolución eran los obreros y los campesinos y que hacia ellos teníamos que ir, pero teníamos que empezar por los sectores medios, los estudiantes y maestros. Dijimos: “Primero organizamos a estos sectores y después vamos a los campesinos y a los obreros, a las clases populares”.

Esa proyección la cumplimos al centavo. Hubo una columna de un buen nivel intelectual y académico, de bachillerato y de las universidades, compañeros que después volcaron sus conocimientos aportando métodos, análisis, técnica y su contribución a la búsqueda de colaboradores para la organización. Lo de los colaboradores lo hacíamos despacio y con mucho cuidado, tratando de que su aporte o colaboración se diera con plena conciencia; porque como no éramos populistas, nos cuidábamos de las concepciones y enfoques populistas, ya que ellos se concebían como “la elite pensante”, con capacidad –de esos grupos- de conducir al movimiento. Esa deformación había que evitarla y si se daba, había que cortarla de raíz, porque podía matar la dinámica dialéctica del desarrollo colectivo, participativo e intercomunicativo del movimiento.

Ciertamente partimos con un trabajo hacia los niveles medios, pero luego nos volcarnos a la organización de los sectores populares, cediéndoles la conducción y el protagonismo; y eso lo cumplimos al pie de la letra, promoviendo cuadros obreros como Juan Chacón, José Guillermo Rivas, o cuadros campesinos como Polín, Facundo, Ticha, y muchos otros, compañeros que de inmediato llegaron a ser dirigentes que asumieron la conducción del movimiento revolucionario, pero siempre con la participación de los sectores medios. Esa fue una constante en el concepto global de la FPL respecto al papel de las clases en todo el proceso, no solo hacia movimiento de masas, sino hacia todos los sectores.

En los años 74 decidimos especializar a todas las células de la FPL, para lo que se creó una comisión que se especializaría en el trabajo de masas. Así surgen los colectivos o células especializadas en el trabajo obrero, campesino, estudiantil, en el trabajo magisterial, cristiano de base y de las zonas marginales a través de la UPT (Unión de Pobladores de los Tugurios). Creamos dentro de esos sectores, una red político-militar básica que permitiera ampliar el trabajo de las organizaciones sociales y crear nuevas organizaciones en donde no las hubiera. Nuestro propósito era siempre el mismo: luchar por las reivindicaciones de los trabajadores y del pueblo, y fortalecernos para la toma del poder.

La lucha de masas tenía una dinámica distinta, unas reglas de desarrollo diferentes y una política de participación también distinta. Como FPL teníamos que estar abiertos a que fuera de esa manera y a respetar la lógica propia de las masas, porque ellas habían ido adquiriendo sus propias formas de trabajar, de organizarse y luchar. Aunque la guerrilla y las masas éramos prácticamente lo mismo, no podíamos como organización guerrillera anteponernos a ellos. Nuestra estrategia político-militar era clara, pero algunos compañeros llegaron a plantear, que trabajar con las masas era un problema de seguridad, porque ellas trabajaban en lo abierto y nosotros en lo secreto. Esta situación estuvo a punto de llevarnos al traste, sin embargo logramos controlarla diciendo: “Bueno, la revolución es del pueblo y el pueblo no es elite y sin embargo el pueblo hace la revolución, así es que vamos a seguir trabajando con las masa”.

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Para promover la participación protagónica de masas, fue necesario emprender un proceso, que por un lado implicara la preparación de la gente y, por otro, articular en un proyecto a todos los sectores sociales. Ahora se ve fácil, pero en ese tiempo había que establecer coordinaciones que a todos nos permitiera caminar juntos, y tener la claridad de lo que estábamos haciendo. Por otro lado, había que resolver todas las contradicciones secundarias que en el seno de esas organizaciones se daban. Porque a nadie se le ocurrió meter a todos en mismo saco, ya que cada una de esas organizaciones tenían sus propias proyecciones, actividades y también sus propios problemas, pero eran ellas mismas las que les daban su debida y oportuna solución. Nosotros como FPL lo que hacíamos era promover discusiones y motivar a la solución de esas contradicciones, por ejemplo entre los estudiantes y maestros, entre docentes y estudiantes universitarios, entre obreros y campesinos, entre jornaleros y cooperativistas.

Nuestra concepción política hacia el trabajo de masas era, que el movimiento social no se crea por orden o línea de un partido, o porque a alguien se le ocurrió, sino, generando la participación consciente, cediendo protagonismo para articular finalmente en un solo proyecto todo el esfuerzo.

Cuando hubo el acercamiento del movimiento estudiantil (MERS) y los maestros, Mélida fue clara con los estudiantes y les dijo: “Si ustedes vienen a ANDES, aquí no me ensucien, porque a los maestros no nos gusta lo sucio, y también quiero decirles que a mí no me pidan vacaciones; cada vez que quieran ir a hacer pintas, los maestros no les vamos a dar vacación. Ustedes tienen que ir a clases, y si quieren hacer pintas las hacen después de clases”. Los estudiantes le replicaron: “Eso no es revolucionario”. “Como no, esto es revolucionario –les decía Mélida- y si los estudiantes de secundaria y los maestros vamos a hacer alianza, pongamos claras las reglas”. “A estos autoritarios no los vamos a aceptar como aliados”, decían los estudiantes. Esas contradicciones pequeñas se discutían hasta llegar a un entendimiento que nos permitiera estar juntos, trabajar juntos. Así era con todas las organizaciones, todo se discutía en el seno del pueblo.

Trabajo de las FPL con las Organizaciones Campesinas UTC y FECCAS

A nivel campesino comenzamos a trabajar con la Unión de Trabajadores del Campo (UTC). Partíamos del principio de no dividir el movimiento del pueblo, por lo que trabajábamos en donde no hubiera organización campesina, para no disputarle terreno a nadie. Por eso comenzamos a trabajar la UTC en Santa Ana, San Vicente, San Miguel y un poco en Usulután. Hacíamos nuestra actividad de organización en donde la Federación Cristina de Campesinos Salvadoreña (FECCAS) no tenía trabajo. FECCAS ya tenía su territorio en Aguilares, El Paisnal, Suchitoto, Cerro de Guazapa, y nosotros sabíamos que era una buena organización campesina, por lo que no debíamos debilitar y arruinar su labor; por eso íbamos a donde no estaban ellos. Con el tiempo vimos la necesidad de que tenía que haber una alianza entre la UTC y FECCAS.

Era chistoso, porque el padre David Rodríguez (Chele David) era uno de los fundadores de la UTC, y la UTC por definición no era cristiana, en cambio FECCAS si lo era definidamente.

Uno de los debates que estuvo en la base de nuestra política hacia FECCAS era su populismo de esos tiempos, porque era una organización progresista que había dado pasos cualitativos, ya que venían de una posición demócrata cristiana y que luego pasaron a una posición demócrata social cristiana más avanzada. Luego supimos que la nueva FECCAS estaba siendo conducida por un grupo de estudiantes jesuitas y diocesanos que se llamaba MOVIMIENTO, y le decían “El Movi”, en donde estaban Jesús Rojas, Alberto Enríquez, Fernando, Azcoli, Ana María Castillo (de seudónimo Eugenia), Carlos Enríquez, Antonio Cardoza y, en cierto modo, otros curas como el padre Rafael Moreno. Estos compañeros estaban tratando de darle una perspectiva revolucionaria a FECCAS.

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En el documento Estrella Roja número 2 de las FPL, definía su política hacia los sectores cristianos, y nos lo hacían estudiar a todos para que no metiéramos la pata en un tema tan sensible como ese. El documento planteaba que éramos marxistas, pero que la revolución es como el río Lempa que tiene muchas vertientes, y que el movimiento de cristianos comprometidos debía ser un afluente de la revolución; se planteaba también, que debíamos tener alianzas con todos los sectores que van a la revolución.

Así es como nos aliamos al “Movi”, llegando a tener un intercambio fraterno y muy interesante, porque discutíamos las estrategias, y precisamente, de acuerdo a la nuestra, les cuestionábamos que ellos eran populistas. Les hacíamos la observación de que ellos, a diferencia de nosotros, eran una élite pensante que dirigía a los campesinos, cuando en el MOVIMIENTO no había campesinos. Era una lucha ideológica muy fraterna y enriquecedora.

Lo cierto es que el “Movi” contribuyó con una buena metodología, que poco a poco se fue generalizando a todo el movimiento social; porque hay que reconocer que ellos tenían una metodología súper interesantes, ya que venían de una formación integral jesuita y de las experiencias metodológicas de Pablo Freire. Nosotros, al interior de la guerrilla no practicábamos esas teorías, porque éramos más cuadraditos, sin embargo valorábamos y aceptábamos su aporte en esas formas de educación.

El “Movi” tenía un buen trabajo con los campesinos, incluso ya habían contactado con Polín, Patricia Puertas, con Félix y otros compañeros. En relación a las FPL decían: “Los compañeros –refiriéndose a los campesinos- pueden estar con la guerrilla, pero lo nuestro es otra cosa”. Alberto Enríquez y compañía no estaban plenamente con las FPL, aún no habían sido reclutados. Después manifestaron su interés por incorporarse a las “F”, pero no era fácil, porque las FPL no aceptaban la incorporación de grupos o movimientos, ya que eso podía significar la negociación de cuotas o espacios de poder; por eso el reclutamiento era solo de personas o individuos. Cuando el “Movi” vio que como grupo no podían ingresar a las FPL, se disolvieron y se fueron incorporando poco a poco e individualmente. Nunca hubo resquemores hacia ellos y la experiencia de su trabajo en el Partido fue satisfactoria cien por ciento, porque todos esos compañeros, compañeras y los que estaban a su alrededor, se sumaron a los esfuerzos de la organización, aceptando trabajar en donde les tocara o fuera necesario.

Las FPL, siempre dentro de su concepción de trabajo político-militar, supieron orientar a la mayoría de esos compañeros que venían del “Movi”, ubicándoles en las distintas tareas que requería el movimiento de masas. Su incorporación a las “F” vino a fortalecer con su experiencia organizacional y sus métodos, no solo al sector agrario, sino a los demás sectores como el obrero, el magisterial, el estudiantil y las demás áreas. Por otro lado, ese trabajo les permitía dibujar la idea original que ellos tenían respecto a ser un grupo que la craneaba para lograr sus propósitos de lucha integral para buscar los cambios en nuestro país.

De ese grupo del “Movi” y gente que trabajaba con ellos, Fernando Ascoli pasó al movimiento obrero -yo trabajé con el-, Alberto Enríquez y Antonio cardenal se quedaron en el movimiento campesino, Antonio Cardoza (Nelson) pasó a educación conmigo, Lorena Cuellar y Bernardo, pasaron al movimiento obrero, Jorge Palencia en el sector campesino, Carlos Aragón (Tamba), que venían de los sectores cristianos juveniles, también se quedó en el campo. Y así, todos ellos se ubicaron en las distintas organizaciones de masas, lo cual vino a fortalecer a todos esos sectores.

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El Huevo o la Gallina: ¿FPL o Bloque Popular Revolucionario?

El Bloque Popular Revolucionario era como un abanico o entramado de organizaciones: Federación de campesinos, movimiento sindical obrero, movimiento magisterial, estudiantes de la Universidad Nacional y de la Universidad Católica, movimiento de pobladores de tugurios y movimiento de artistas y trabajadores de la cultura. El funcionamiento y coordinación de ese movimiento de masas no era mecánico ni vertical, sino que era una interacción natural de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, un movimiento sumamente dinámico que enriquecía tanto al movimiento de masas como a las FPL que, al fin y al cabo, era una síntesis de todo ese caudal. La participación y accionar de los organizaciones de masa tenía un sentido fundamentalmente protagonista, pero no el protagonismo de ser yo el que está en una tarima y desde aquí controlo todo y a todos, sino un protagonismo de clase, de carácter de clase. Eran los campesinos, los obreros, los maestros y los pobladores de Tugurios los que conscientes de su realidad y sus necesidades, asumían como sector y con responsabilidad su propia lucha.

Entre las FPL y el movimiento de masas pasaba como pasa como lo de quien fue primero, si el huevo o la gallina, porque ya no se sabía quién orientaba a quien, ya que los sectores, al asumir ese protagonismo, participaban más activamente en la solución de sus problemas, y participaban en todas las actividades del Bloque, lo cual les proporcionaba un rico conocimiento de todo el panorama y eso les permitía aportar ideas al esfuerzo de interacción e interlocución entre las dos partes, el sujeto organizaciones revolucionarias de masas y el sujeto FPL.

El movimiento revolucionario de masas tenía sus propias reglas y las FPL las suyas, por lo que no era el Partido que daba la línea mecánicamente, sino, que nuestros militantes informaban de su trabajo y proponían aspectos. La dirección de las FPL también opinaba y proponía. Por eso, cada acción que se hacía era sobre la base de una decisión colectiva, mancomunada. Discutíamos y a veces nos peleábamos porque una de las dos partes no estaba de acuerdo con el planteamiento o la propuesta del otro, pero esa era la dialéctica que nos hacía crecer y desarrollarnos. Sin embargo, el Partido orientaba y enmarcaba en un proyecto global para tratar de incidir en la táctica y casi siempre lográbamos una sintonía.

En medio de esa complejidad uno parecía hijo del otro, porque en el fondo éramos lo mismo, ya que los cuadros y militantes del las FPL estaban en el movimiento de masas y los del movimiento de masas estaban en las FPL. Este esquema permitía, que en situaciones difíciles las organizaciones de masas hicieran sus propias valoraciones y tomaran sus medidas. Recuerdo que en cierta ocasión, los cuerpos represivos realizaron una gran masacre, la respuesta inmediata de la gente fue tomarse un lugar que ahora no recuerdo. En esas situaciones no queda tiempo de hacer consultas ni pedir permiso al Partido. A nosotros lo que nos tocaba era preguntarnos si esa actividad tenía armas y periféricas, que canal de negociación van a tener, cuando tiempo va a durar la toma, o si va a ser indefinida. Aquí llegaba nuestra parte, porque si esa toma no tenía milicia, mandábamos a nuestros guerrilleros.

Respecto a la toma de decisiones en esas situaciones de emergencia, yo no me atrevería preguntar quien dio la orden, porque siempre son valoraciones tomadas sobre la base de la realidad misma y por otro lado, ahí estaban nuestros dirigentes, inmersos en el movimiento de organización social y eran compañeros cuadros, con madurez y capacidad para tomar decisiones en el momento que fuera necesario. Así pudo haber pasado con la toma de catedral después de la masacre del 30 de julio de 1975. Con la formación del Bloque Popular Revolucionario si ya fue una decisión de las FPL, valoración que hicimos junto a los compañeros, llegando a concluir que ya era el momento de presentar un solo frente.

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Concepción del Frente de Masas

En esos momentos ya estaba el debate de los frentes de masa, o sea que no fue a nosotros que se nos ocurrió eso de “Frentes de Masas”, porque además ya estaba el FAFU. Lo que si se discutía era, si nuestro frente iba a ser como el FAFU o como otros que habíamos leído. Después de las valoraciones los compañeros decidieron ponerle Bloque Popular Revolucionario. Para formalizar este proyecto, todas las organizaciones hicieron sus congresos nacionales, para que las bases opinaran si estaban de acuerdo con la formación del BPR. Finalmente, a principios del mes de agosto de 1975 nace el Bloque. Lo mismo pasaba cuando las organizaciones iban a establecer sus alianzas; siempre realizaban sus congresos. Eso pasó con ANDES, MERS, UR-19. El FUR-30 hizo su congreso para consultar su ingreso al BPR y fue en el congreso del Bloque realizado en Cinquera que fueron aceptados.

Nadie se incorporaba al BPR porque se le ocurría al Secretario General o a un grupo de cualquiera de esos movimientos, los que llegaban era porque su congreso así lo había aprobado.

Para discutir la unificación de FECCAS y la UTC, cada una de esas organizaciones realizaron sus propios congresos, y después otro para fundar la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) y de ellos salió un solo representante para el BPR.

En las FPL no emitíamos acuerdos desde arriba hacia las organizaciones.

Durante un tiempo el FAFU era el brazo político del ERP. Nosotros las FPL no compartíamos la concepción de brazo político, porque eso hacía suponer que uno era el cerebro y el otro el brazo. Nosotros partíamos de la concepción de desarrollar, en el marco la guerra de todo un pueblo, el movimiento de masas como gran sujeto de la revolución, y no estrictamente como brazo político. Valga decir que el FAFU logró una gran incidencia en el movimiento obrero, en los sectores públicos y en las palancas de la economía del país; desarrolló mucha conciencia revolucionaria en el sector sindical obrero –de ahí sale Elizabeth Velázquez-. Ellos también trabajaron a un importante sector universitario y campesino, sobre todo en Sonsonate y algo en San Vicente, pero el fuerte de ellos era el sector obrero y estudiantil.

Posteriormente apareció la Liga para la Liberación, que tuvo un gran peso entre los estudiantes y en el sector campesino del PRTC. Las LP-28 que eran un trabajo del ERP, aparecieron en 1977 y tuvieron trabajo en Usulután, Morazán y San Salvador. La matriz de ese trabajo de masas eran las organizaciones político- militares.

Las organizaciones teníamos los territorios de trabajo muy bien delimitados, gracias a la madurez y sabiduría de respetarnos mutuamente y no meternos en las zonas en donde ya estaban las otras organizaciones. En la Universidad Nacional sí coincidíamos todos, porque esa era una batalla campal.

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APORTE DE LA ORGANIZACIÓN ESTUDIANTIL DE SECUNDARIA AL MOVIMIENTO DE MASAS

Gerson Martínez

Miembro de la dirección de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Y uno de los importantes pilares del trabajo de masas

E Internacional de la década de los 70

Antecedentes Mediatos e Inmediatos de las Luchas Populares de los años 70

Cuando se trata de fenómenos y procesos sociales, hay que ir a los antecedentes, y si se trata de los movimientos sociales de los 70 y 80, entonces tenemos que ir a sus antecedentes inmediatos y mediatos. El antecedente mediato más significativo fue la coyuntura general de los años 59 al 62, que tiene factores internos y también factores principalmente latinoamericanos que contribuyeron e incidieron en el derrocamiento del Gobierno de José María Lemus, lo que dio paso a que se instalara una Junta Cívica, precedida por movimientos sociales opositores, seguida también por una coyuntura de grandes luchas sociales, impactadas por el triunfo de la Revolución Cubana.

Los antecedentes inmediatos fueron las grandes luchas sociales del 67 al 69, que arrancaron con la gran huelga de Aceros S. A. de Zacatecoluca, la huelga de los panificadores, de los maestros, de los trabajadores de la construcción y de los trabajadores del transporte público. Es en la cresta social de esta época en donde podemos encontrar la semilla de lo que serían los movimientos sociales de los años 70; caracterizándose este período por tener un espíritu crítico y un sentido crecientemente organizativo, proveniente de su insatisfacción por tanta injusticia en nuestro país; era un espíritu diferente al de las metodologías tradicionales que se habían venido utilizando. Porque para ese tiempo los canales legales, cívicos y pacíficos se venían cerrando cada día más, lo que impulsaba al enfrentamiento con todas las formas de represión, ya que el país había entrado en el marco de una “Guerra Preventiva”, según la cual, y de acuerdo a los manuales del General Maxwell Taylor, el objetivo era reprimir a los movimientos sociales a sangre y fuego para descabezarlos, y de esa manera impedir el brote guerrillero. Se trataba de una represión intensiva, masiva y selectiva.

En los años 70, estos movimientos sociales sufren una inflexión, porque es justamente en su seno que se da el debate sobre cuál es la vía para desmilitarizar la sociedad, para lograr interrumpir el avance de la dictadura.

Una primera raíz que motivó el surgimiento de la lucha popular fue el económico-social, porque los esquemas económicos ahogaban las aspiraciones del bienestar de la gente, generaban exclusión y un empobrecimiento muy grande y creciente, especialmente en los sectores campesinos, obreros y de la clase media –porque en esa época ya había una clase media emergente-.

La segunda gran raíz era de orden político, porque cincuenta años de dictadura habían logrado convencer a muchísima gente de que debían buscarse otras formas de lucha, otra alternativa democrática para llegar el poder mediante unas elecciones limpias, con respeto al voto popular y sin fraudes electorales. Eran luchas por el pan, por la libertad y por los derechos cívicos; actitud patriótica que nos hizo entrar en una situación de mayores y crecientes niveles de politización y radicalización. Por supuesto incidieron fuertemente algunos factores externos o internacionales, como es el caso del impacto de la Revolución Cubana en América Latina, la cruzada de Ernesto Che Guevara, los Concilios Vaticano II y Medellín -con su posterior Teología de la Liberación- y otros tan importantes como los sucesos de mayo del 68 en Paris, y las movilizaciones de las juventudes en Estados Unidos.

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Surgimiento de las FPL con Pensamiento Político-Militar Y Metodología de Trabajo de Masas

En 1970 se creó un pequeño núcleo de cuatro obreros y cuatro médicos, encabezados por Salvador Cayetano Carpio, que tenían el objetivo de forjar una nueva alternativa de lucha revolucionaria. Las condiciones en que comenzaron a desarrollarse eran extremadamente adversas, porque partían de cero, solo con la firme determinación de forjar una nueva calidad de revolucionarios y de organización popular, para lo que diseñaron una estrategia política y militar que partía “de lo simple a lo complejo”, “de lo pequeño a lo grande”. Este periodo inicial o “periodo de la supervivencia” -con visión política y militar- tenía la línea inquebrantable de trabajar con la gente, con las masas; planteamiento que en 1972 comenzó a dar sus frutos con la organización popular, a partir del reclutamiento e incorporación de los primeros grupos de apoyo, que tenían la tarea de organizar al pueblo, realizando un trabajo con la aplicación de un método que partía de estudiar y analizar colectivamente la realidad del país, con lo cual se llegaba a la identificación de sus propias necesidades y sufrimientos. Este trabajo estimuló la organización del pueblo, que se fue incorporando poco a poco, mediante el esquema de formación de grupos de simpatizantes, grupos semisecretos, grupos secretos, células y comités de Partido y, a partir de esta concepción, el impulso creativo de la expansión del movimiento, con la participación de todos los sectores sociales. Así surge el Movimiento de Masas, acompañado de una fuerte actividad de propaganda.

Con la aplicación de esa metodología nació en 1972, el movimiento estudiantil revolucionario de secundaria, formado por pequeños núcleos, con directivas de curso o de grado, que a su vez formaban consejos estudiantiles estrictamente dedicados a luchar por los pliegos reivindicatorios de los estudiantes de 7º, 9º grado y bachillerato.

Dos años más tarde, en 1974, la línea hacia las masas ya se había agotado, por lo que se pasa a la línea de masas, con la idea de masificar -en el buen sentido de la palabra- y de imprimirle masividad a los movimientos sociales. Lo primero que se hizo en este esfuerzo fue reorientar y desarrollar al movimiento magisterial (ANDES 21 de Junio), a crear organizaciones como la Unión de Trabajadores del Campo (UTC), la Unión de Pobladores de Tugurios (UPT) y trabajar con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreña (FECCAS). Posteriormente estas organizaciones se fundieron en el Bloque Popular Revolucionario (BPR).

La idea original fue crear -en 1974- un frente amplio de unidad revolucionaria, con organizaciones sociales de las FPL y del ERP, pero ese esfuerzo no prosperó, porque el ERP lanzó primero al FAPU. Las FPL decidieron ir madurando más el planteamiento, buscando formas organizativas con un concepto de red y combinación de un trabajo abierto, legal y con funcionamiento de equipos semiclandestinos, dado que en esa época de la dictadura, las organizaciones sociales eran consideradas como subversivas, por lo que sufrían brutalmente la represión. Pero como ya había fracasado la estrategia de “Guerra Preventiva” -porque la guerrilla se había consolidado-, el gobierno y los militares pasaron -en 1974- a la primera etapa de la “Guerra de Contrainsurgencia” o guerra especial.

Importante Papel del Movimiento Estudiantil En la Etapa de “Guerra Preventiva”

En la etapa de la “Guerra Preventiva”, el movimiento estudiantil jugó un importante papel con su trabajo organizativo de redes; eran unas membranas semiclandestinas o grupos de apoyo que en la superficie se movían con legalidad para poder activar a sus juntas directivas de grado y a los consejos estudiantiles. Operaban mediante un programa social y político de lucha contra la dictadura y principalmente de solidaridad con los otros movimientos sociales, como por ejemplo con el magisterio, con el cual había una mutua cooperación, ya que ANDES contribuyó al nacimiento y crecimiento del Movimiento Estudiantil

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Revolucionario Salvadoreño (MERS), ayudando a la identificación de muchachos avanzados para luego pasar los contactos de casi todo el país. En 1975, la dirección de las FPL pasó un contingente de los mejores cuadros del MERS a reforzar a ANDES 21 de Junio.

En 1975 se crearon dos movimientos universitarios, uno era UR-19 y el otro el FUR-30, pero sucedía que en aquel en momento, debido a que la Universidad Nacional había pasado mucho tiempo intervenida por los militares -rodeada por tanquetas-, los estudiantes habían caído en un recogimiento o enconchamiento; no salían a la calle a luchar por sus reivindicaciones. Con Felipe Peña hablamos de este problema y vimos que era necesario unir a las brigadas de secundaria con las universitarias, para que salieran a movilizarse a las calles, a hacer pintas, a repartir volantes, a pegar afiches y a realizar cualquier tipo de acciones que les hiciera recobrar la combatividad. La confianza era que el MERS estaba en las calles desde 1974, a partir de su primera gran lucha contra el alza de los precios de los pasajes. Su consigna en esas luchas fue “10 sí, 15 no” (10 centavos sí, 15 centavos no).

Las redes clandestinas y semiclandestinas sacábamos un periódico para la secundaria que se llamaba “El Guerrillero”, y para la universidad sacábamos uno que se llamaba “Juventud Rebelde”. Pero para el nivel abierto de secundaria habíamos creado un periódico que se llamaba “Ya Es Hora”, elaborado directamente por el MERS. “Ya Es Hora” daba el mensaje de que “ya es hora de que luchemos, de que cambiemos las cosas”. En ese tiempo yo era el responsable de propaganda del MERS y también de propaganda de las FPL.

El movimiento estudiantil de secundaria se politizó inmediatamente, y tuvo una clara definición de objetivos sectoriales nacionales, basados en el cambio social, con gran sentido de solidaridad y valores morales. Tenían una carta de principios por lo que fueron criticados de “principistas” y “puristas”; sin embargo, de lo que se trataba era de alejar a la juventud de los vicios, las drogas, licores, etc. Incluso, el no fumar era sustentado no desde lo moral, sino desde las carencias económicas familiares. El MERS era un movimiento bastante sano, con principios de servicio al pueblo, tanto era así, que lo llegué a caracterizar como “Guevarista”, por su alto sentido de sacrificio, su elevado contenido ético, social y político, llevado a sus últimas consecuencias. El principio más importante era el de la renunciación, casi como aquel principio cristiano primitivo de renunciar a cualquier interés personal, familiar, amistoso o de grupo; subordinaban sus intereses a los sagrados intereses del pueblo y de la revolución. Estos valores se reproducían entre ellos, ya sea a través de la formación político-ideológica, con el estudio de métodos y otros documentos de las FPL, o de su propio ejemplo, a partir de la seriedad y responsabilidad con que realizaban sus múltiples actividades. Era una total e incondicional entrega que nos hacía pensar que muy pocos de ese primer núcleo podríamos sobrevivir. Decíamos: “Miren, si duramos tres años es bastante”, pero con la idea de que otros -como decía el Che- tomarían las banderas de lucha. La verdad es que la mayoría de ellos murieron heroicamente.

La crisis nacional se profundizó por el incremento de la lucha y actividades del Movimiento de Masas del Bloque Popular Revolucionario, el FAPU, las Ligas Populares 28, la Liga Para la Liberación y el Partido Comunista, a través del UDN -que tenía un movimiento social de organizaciones sindicales-. Este accionar popular hizo estremecer y tambalear a la dictadura del General Romero, la cual ya no se podía sostener, por lo que en octubre de 1979 vino el golpe de estado.

 

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PROCESO DE DESARROLLO, FORTALECIMIENTO Y COMPROMISO REVOLUCIONARIO DEL ERP

Jorge Meléndez

Miembro de la dirección  Del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) 

Y uno de los más importantes cuadros político‐ militares  De la revolución salvadoreña 

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Causas que Motivan el Inicio la Lucha Popular en El Salvador

Nuestro país siempre ha sido un continuo país de pobres y con grandes desigualdades sociales. Antes y después de 1970, nuestra economía se caracterizaba por la producción y exportación de sus principales productos agrícolas como el café, la caña de azúcar, el algodón y una incipiente industria. En lo político, nuestra historia estaba plagada de golpes de estado, lo que hacía imposible llegar al gobierno por la vía electoral dados los constantes fraudes; los regímenes de gobierno eran dictaduras militares, que en asambleas de oficiales elegían a un militar como su candidato para Presidente, y ya sabíamos que este sería el presidente de la república. Al tener ese predominio militar, la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda y la Policía Nacional –que no eran respetados, sino odiados y muy temidos-, actuaban impunemente, asesinando, cometiendo fechorías, y por sus vínculos con los ladrones, defendían la corrupción a la que estaban muy ligados. Reprimían al movimiento popular y por tan solo una hoja volante de propaganda que le encontraran a una persona, o por pasar frente a una huelga, le detenían y propinaban una buena golpiza.

Como antecedentes de la lucha de masas y armada de 1970, tenemos la gran huelga de los panificadores del año 1966, la huelga general de los maestros en 1968, que implicó a la ciudad y al campo. En 1970 tuvimos unas elecciones fraudulentas, en las que participó un partido de izquierda llamado Partido Acción Renovadora (PAR) -muy cercano al Partido comunista-. En 1971 hubo una nueva huelga general de ANDES, que adquirió un carácter nacional. En esta huelga reprimieron a muchos manifestantes y asesinaron a mucha gente, entre ellos a líderes del movimiento de masas. En 1972 se realizan nuevamente unas elecciones presidenciales que fueron ganadas por el Partido Demócrata Cristiano, pero se repite el fraude, solo que ahora, con la respuesta de un golpe de estado de los mismos militares, que tiene como consecuencia la captura del triunfador Ingeniero Napoleón Duarte, a quien torturan y expulsan del país. Esta situación genera un ambiente muy tenso de violencia social y represión institucionalizada. Hasta ese momento en el país existía un solo partido de izquierda, que era el Partido Comunista de El Salvador, pero era clandestino. La universidad de El Salvador era un foco de vida política, de ideas y circulaban todo tipo de materiales y literatura de carácter político; es ahí donde llegan las ideas maoístas, marxistas y libros de la guerrilla de Brasil, Paraguay, Uruguay, Guatemala, Nicaragua y de Cuba. Todo esto permitía un debate sobre la necesidad de que teníamos que enfrentamos a la dictadura militar con las armas, ya que no era posible lograr el cambio por la vía pacífica y electoral. Mientras tanto, la situación económica y social era angustiosa.

En resumen, las causas que generaron el inicio de la lucha popular y la organización de un gigantesco movimiento de masas fueron básicamente, que teníamos un país subdesarrollado casi selvático, que vivía del café, de la caña de azúcar y del algodón, con el agravante de lo sacrificado que es el trabajo de esas cortas, y la gente pobre tenían muy poca tierra, o no tenía nada; por otro lado, nuestra economía era de subsistencia, y la gran contradicción era, que quienes trabajan la tierra no la poseían y vivían en condiciones de extrema pobreza.

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En las ciudades, la gente venía del campo en busca de empleo, lo que vino a crear las comunidades marginales. Con esta situación, golpeaba el hecho de que en la Colonia Escalón vivían las “14 familias”, personas ricas o muy ricas que disfrutaban de flamantes mansiones, construidas en amplias tierras de varias manzanas de extensión, lo cual era insultante, si lo comparamos con la pobreza de los campesinos, jornaleros y los marginados de la capital.

En el plano político, teníamos un modelo que estaba en crisis y no generaba crecimiento económico, por tanto se incrementaba el alto costo de la vida y agudizaba la demanda de empleo.

La desigualdad social, la falta de oportunidades para la búsqueda de soluciones por la vía política, la represión al movimiento de masas, al sindicalismo, a los campesinos, los fraudes electorales y, en fin, la dictadura militar, es lo que da origen a los conflictos que vivimos durante todos esos años. La lucha de masas y la lucha armada son la consecuencia de todos esos atropellos.

Guerra Contra Honduras en 1969

En medio es esa situación crítica, económica y social, se da la guerra con Honduras en 1969, conflicto que le permitió ganar prestigio al ejército y convertir en héroe al General Medrano (“Chele Medrano”) un represor asesino, que siendo director de la Guardia Nacional, impulsó e institucionalizó la tortura a los presos políticos. Sin embargo, ante los ojos de la gente, el “Chele Medrano” era el gran héroe militar, que había ido a defender a nuestros compatriotas y a conquistar Honduras. Al regresar de la guerra, el ejército marchó por las calles vitoreado por muchísima gente.

El Partido Comunista no fue claro en condenar la guerra contra Honduras, por el contrario, nos hizo un llamado a participar directamente, planteándonos con un argumento simplista: “Tenemos que ir nosotros, y ustedes los jóvenes, a luchar y cuando caiga un compañero soldado díganle que esto es contra los ricos oligarcas, que nosotros no tenemos nada que ver en esta guerra, ya que esta guerra es injusta”. Por supuesto este planteamiento era para ganarse y organizar a los soldados hacia la causa de la izquierda, porque yo especulo que estaban pensando en lo que sucedió en la URSS cuando la Primera Guerra Mundial, que lograron organizar a los marineros.

Quiero destacar, que esa posición del Partido ante la guerra nos desencantó, porque pensábamos que ¿Cómo era posible que nos mandaran a una cosa que no era correcta? Este hecho determinó precisamente la separación de un importante grupo de la juventud comunista. En el sector de la juventud en que yo estaba, sacaron un comunicado en contra de la guerra, igual que lo hizo la AGEUS de la Universidad. Por ese comunicado, el PC convocó a los dirigentes de ese sector, para hacerles una reprimenda muy fuerte, diciendo que era muy grave lo que se había hecho. El único dirigente que nos respaldó, diciendo que teníamos la razón, fue Salvador Cayetano Carpio.

Ahora, con el tiempo puedo comprender, que lo que el PC buscaba era no quedarse aislado del sentimiento nacional, porque temía, posiblemente, a la represión y a la destrucción, ya que la dictadura había logrado manipular a la opinión pública, creando un espíritu chauvinista.

En Busca de Otras Formas de Lucha

Ante esta situación, se hacía necesario un cambio de modelo, sin embargo, la izquierda estaba inmersa en un debate político ideológico interno, que también era consecuencia del debate que se estaba dando a nivel mundial, relacionado con las propuestas de los dos modelos, el soviético y el chino. Por otro lado, en América Latina ya existía la experiencia de la revolución cubana y el llamado del Che Guevara -en la reunión de Olas en 1966- a crear muchos Vietnam en todas partes. La izquierda, con la existencia de una sola línea de pensamiento, a través de los partidos comunistas, estaba cuestionada, primero por Cuba,

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ya que quien hizo la revolución no fue el Partido Comunista, sino el Movimiento 26 de Julio; en Guatemala la lucha armada la realizaba las Fuerzas Armadas Rebeldes -FAR Rebelde- no el Partido Comunista. El “Che” ya había fallecido para esa época y se decía que fue a causa de la traición del Partido Comunista Boliviano.

Con ese panorama era lógico iniciar otras formas de lucha. Los que participábamos en la conformación de los primero núcleos de la lucha armada, veníamos del movimiento popular, unos del movimiento estudiantil y sindical y otros de las comunidades cristianas eclesiales de base. Cuando se plantea la lucha armada, no se hace con la idea de organizar un grupo de héroes que van a tomar el poder, sino con la concepción y necesidad de dar un salto de calidad hacia una lucha de clases más completa y con capacidad real de cuestionar el poder dictatorial.

En América Latina ya había guerrilla por todos lados, lo que agudizaba el debate de ideas sobre los dos planteamientos, que eran fundamentalmente los siguientes: primero, que no era posible cuestionar el poder político burgués sin una visión de poder y sin un aparato militar, y segundo, los partidos comunistas proponían la búsqueda de una acumulación de fuerzas por la vía electoral y reformista, para hacer la revolución democrática burguesa.

Para la toma de decisiones y definiciones políticas de los movimientos de los años 70, partíamos de un solo pensamiento: todo nos denominábamos marxistas leninistas o comunistas revolucionarios. Lo que nos separó a todos fue simplemente, la contradicción principal de si optar por la lucha armada o no.

Surgimiento del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)

En ese momento las nuevas organizaciones eran básicamente dos, las FPL -fundadas por Salvador Cayetano Carpio- y el ERP. En su publicación oficial “El Rebelde”, las FPL planteaban su estrategia de “Guerra Popular Prolongada”, una concepción política militar lineal, que implicaba mantener la lucha de masas, y por otro lado, la formación de una guerrilla, que a largo plazo se convirtiera en un aparato militar, con la suficiente fuerza para derrotar al ejercito de la dictadura.

Nosotros como ERP, surgimos de tres grupos diferentes: un grupo que provenía de la juventud comunista, de la cual yo formaba parte. En este grupo estábamos totalmente convencidos de que era necesaria la lucha armada para enfrentar la represión. El otro grupo venia de la Universidad de El Salvador y eran dirigentes del sector medio. El tercer grupo venía de comunidades cristianas de base, pero ligados al movimiento estudiantil universitario; es de este último que proviene Joaquín Villalobos y su grupo. El otro grupo de líderes de clase media, de donde viene Rivas Mira, el Tierno Sol y otra cantidad de personas de clase alta, ya tenía conformado un esfuerzo que se denomino “El grupo”, el cual fue responsable del el secuestro de Ernesto Regalado Dueñas. “El Grupo” tenía, a su vez, la participación de las FAR rebelde de Guatemala, pero después del secuestro de Ernesto Regalado Dueñas, esta incipiente organización casi se desbarata, porque la acción que realizaron era desproporcionada. Nunca antes en este país se había atentado contra la seguridad de un miembro de las familias más poderosas del país -las llamadas “14 Grandes”-, por lo que la represión y persecución fue implacable; sin embargo lograron recomponerse y continuar. Nosotros los jóvenes vimos que ellos fueron capaces de atreverse a tocar el poder económico más fuerte, lo cual fue como un imán, hasta el punto que algunos de nosotros dijimos: “Esta es la guerrilla, esta gente sí sabe, son una real alternativa armada que puede derrocar a la dictadura”, y así fue como nos fuimos acercando y conectando con ellos. Digo esto, porque lo normal, al menos en el caso mío, era que hubiéramos sido atraídos al núcleo de Cayetano Carpio, ya que había sido Secretario General del Partido Comunista. Obviamente muchos compañeros fueron atraídos al “Grupo”, pero otros se acercaron más a la propuesta de Cayetano Carpio.

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En el caso particular nuestro de la Juventud, no nos acercamos al grupo de Cayetano Carpio, simplemente porque no tuvimos tiempo de enlazarnos, en cambio, el acercamiento con “El Grupo” fue una mera casualidad y lo hicimos a través de que yo contacté con Mario Vigil y este me comunicó con Vladimir Rogel, quien ya estaba incorporado con dicha grupo armado. Era lógico que termináramos vinculados a ellos, ya que para cuando se conformó Acción Revolucionada Salvadoreña (ARS) - primera organización armada que surgió en el país-, ellos dos y yo éramos miembros de la “Unión de Jóvenes Patriotas” –la organización de juventud del partido comunista- y propugnábamos por la necesidad de organizar la lucha armada. Mario Vladimir Rogel era nuestro responsable en la “Juventud”. En el proyecto de la ARS se involucro Mario Vigil. Pero la ARS fue infiltrada por los órganos de inteligencia de la Policía de Hacienda (PH) y la mayor parte de los miembros de dirección fueron capturados. No obstante por esas mismas fechas, el compañero llamado el “Chele Raúl”, jefe de dicha organización, murió cerca de la antigua casa presidencial en San Jacinto; fue perseguido por tres guardias que murieron al intentar lanzarle una granada que les explotó. El “Chele” fue rodeado en una casa de la colonia Manzano para capturarlo, sin embargo, él optó por suicidarse. Este hecho que fue informado y descrito por los medios de comunicación nos impactó a todos, porque vimos un claro ejemplo de cómo no debíamos rendirnos nunca, ni dejarnos capturar. Quizás hoy eso no tenga gran impacto, pero en aquel entonces, que éramos un país que nunca había visto lucha armada de esa manera, los jóvenes teníamos miedo a usar las armas. Hoy se puede ver a tanto joven en actos de violencia, que tiran granadas y usan pistolas, pero en aquel entonces, las armas eran totalmente privativas y sólo las usaban los cuerpos policiales y la gente que tenía poder. De guerra solo habíamos visto la de El Salvador contra Honduras en 1969,

El ERP surgió por tanto, de los compañeros que se fueron articulando en torno a “El Grupo”. En su publicación “Prensa Comunista”, el ERP planteaba su estrategia de “Guerra Revolucionaria del Pueblo”, concepción que conllevaba el componente de lograr una acumulación política para la insurrección armada del pueblo, ya que solo de esa manera se podía derrotar al poder burgués. En fin, todos los discursos eran radicalizados y todas las estrategias consideraban el desarrollo de la “lucha de masas”.

En los primeros años creamos un movimiento estudiantil que se llamaba Asociación de Estudiantes Salvadoreños (AES), sector consciente –una réplica de AES, la organización tradicional que había sido respaldada por el Partido Comunista-. La AES, sector consciente, tuvo mucha capacidad de movilización, a partir de plataformas reivindicativas inmediatas, como forma de acercase a las necesidades más sentidas de la gente. No eran planteamientos muy lejanos al Partido Comunista, con la diferencia que la estrategia del PC se orientaba hacia la acumulación electoral, con menos audacia y énfasis en las movilizaciones y menos capacidad de enfrentar la represión. Nosotros creamos un movimiento sindical trabajando desde la clandestinidad; contactábamos a los líderes, sobre todo de la industria de la construcción, de la maquinaria pesada, del trasporte y otros. Por esos mismos años de 1970, 1971, 1972, también teníamos trabajo con las comunidades cristianas, sobre todo campesinas. Sin embargo, esas organizaciones no tuvieron carácter de frente político, sino de organizaciones de masa, pero cuando había necesidad, los líderes se enfrentaban a la represión.

El ERP era una mezcla de un sector de la Juventud Comunista, gente del sector cristiano, personas con ideas de izquierda, y por otro lado, con un líder un tanto anarquista -Sebastián Urquilla-. Más que líderes formados, fuimos una organización de compañeros que no teníamos una formación política terminada, y lo que aprendimos lo hicimos haciendo, es decir, aprendiendo en la práctica. No se puede decir que había una escuela de orden escolástico u ortodoxo. La primera propuesta con la que surge la educación en el ERP, fue el análisis de la realidad del país, en donde jugó un papel muy importante el compañero Rafael Arce Zablah, quien se metió de cabeza a estudiar la economía salvadoreña; de dicho esfuerzo se elaboró un documento fundamental para la interpretación de la realidad nacional que se llamó “El Grano de Oro”. Después hubo un segundo documento llamado “La Revolución Salvadoreña”. Los militantes del ERP se educaron con “El Grano de Oro” y algunos textos marxistas, sin embargo, el énfasis estaba más

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en los documentos propios que en los textos generales de la teoría marxista. La educación, desde el punto de vista marxista era menos sólida, menos ortodoxa, aunque los que proveníamos del sector de la Juventud Comunista, teníamos más formación de ese tipo y éramos más ideológicos. La gente de las FAR Rebelde, al menos la que conocí, también tenían formación marxista leninista.

Éramos una organización con virtudes y defectos; quizá una de esas virtudes era la capacidad del uso de la coyuntura, del manejo apegado a las situaciones políticas, pero en el plano ideológico. Otras organizaciones como el Partido Comunista y las FPL tuvieron una formación más ortodoxa y más conceptual desde el punto de vista marxista.

Concepción del Trabajo de Masas del ERP

La aspiración del ERP no era tener una estructura armada o ejército, sino una estructura político-militar –aspiración común de todas las organizaciones-, con visión de cambio hacia un sistema socialista y luego llegar a una sociedad comunista. La lucha de masas era el factor fundamental para avanzar hasta la lucha armada, ahora bien, como interpretaba la lucha armada cada quien, era otra cosa. Lo cierto es, que para nosotros la lucha armada era un instrumento político, que conjugado con la lucha social nos potenciaría para la toma del poder político. En esas tesis se afirmaba la existencia de un sector constitucionalista en el seno del ejército de nuestro país, y se avizoraba la posibilidad de construir alianzas con dicho sector, en la concepción hipotética de que podía tomar una posición en contra de la dictadura. Pero sería mentir que había claridad sobre esta concepción, más bien existía la visión de una alianza fundamental de obreros y campesinos, con el componente de impulsar la lucha armada hacia la toma del poder. Con nuestras acciones militares también buscábamos, en cierta medida, un impacto publicitario para señalar un camino. Originalmente teníamos un planteamiento de desarrollo de la lucha política, combinando la lucha de masas y la lucha militar, la cual se manejaba de acuerdo a la coyuntura política.

Nosotros ya veníamos con la experiencia de las luchas políticas de los años 70. En ese tiempo se crearon movimientos populares como el estudiantil de AES, el sindical, etc. y realizábamos actividades reivindicativas inmediatas, como por ejemplo, ante el aumento de las cuotas en los colegios y el incrementó del pasaje del transporte público, nuestra respuesta fue la movilización estudiantil, y por parte de los comandos guerrilleros fue la quema de autobuses; eran actividades que además generaba una identificación de los estudiantes con la guerrilla.

Otra de nuestras experiencias había sido la actividad con las organización campesinas -en la que incidió mucho la Teología de la Liberación-, ya que sus luchas reivindicativas contribuyeron grandemente al fortalecimiento del movimiento de masas, que con su accionar ayudaron a la toma de conciencia de clase y a la determinación de de luchar, aspectos fundamentales que incrementaron las actividades en las calles y en las fábricas. Muy importante fue la huelga de maquinaria pesada en la construcción de la carretera de Santa Ana.

Respecto a nuestra metodología de trabajo hacia las masas, a principios de los 70, de lo que se trataba era básicamente, de reclutar a los líderes de las comunidades y de los sectores, y con ellos estructurábamos una organización abierta, con el objetivo de luchar por las reivindicaciones más inmediatas, como el aumento del salario, la lucha contra el aumento de los pasajes de los autobuses, etc. La convocatoria y reclutamiento a la lucha armada vino después, cuando la situación del país comenzó a agravarse con la represión. Entonces si comenzamos a utilizar un discurso político, con análisis e información sobre la dictadura y haciendo conciencia de la necesidad de que el pueblo se organizara para lograr un cambio que permitiera mejorar las condiciones de vida de la población, y para poder enfrentar la represión. Este trabajo lo hacíamos acompañado de propaganda; distribuíamos

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comunicados, volantes, periódicos y hacíamos pintas en las paredes y muros, dando a conocer a nuestra organización armada.

En 1972 el gobierno de Arturo Armando Molina intervino la Universidad de El Salvador; las únicas marchas de protesta que se hicieron fueron realizadas por AES Sector consciente. A partir de esta intervención se intensificó la represión, situación que nos llevó a ver la urgente necesidad de un cambio de gobierno y de modelo; pero para ello también se necesitaba otro tipo de concepto y de lucha. Para nosotros duro relativamente poco ese período, porque luego, en 1974, pasamos a formar el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), en el que participamos todas las fuerzas políticas de izquierda de ese momento, ya que necesitábamos unificar al movimiento popular. Con la creación del FAPU, el movimiento estudiantil dejó de ser AES Sector consciente y se creó el Frente Revolucionario de Estudiantes “Luis Moreno”; también se crearon las Ligas -si mal no recuerdo el 14 de Abril- y el movimiento sindical.

En 1973, el ERP ya había tenido una escisión, que posteriormente se denominó PRTC, y más tarde, en 1975, se dio la separación de la RN, a causa del caso Roque Dalton, un episodio bastante duro y negativo en nuestra historia.

Con la escisión de la RN, Sebastián Urquílla (Rivas Mira) planteó a la dirección del ERP, su análisis sobre la situación política coyuntural, señalando, que de acuerdo a informes de inteligencia, se sabía que en el seno del ejército se estaban exacerbando las contradicciones, por lo que había que diseñar un plan estratégico y táctico, que permitiera incidir en la posibilidad de un golpe de estado, o al menos, en un hipotético enfrentamiento cruento entre los diferentes sectores del ejercito; para que ello fuera posible, teníamos que buscar algunos contactos con militares del sector constitucionalista. En todo caso, se planteó la estrategia de hacer el llamado a la insurrección, y a la creación de Comités Militares, de tal manera que ese contexto generara una reacción en el sector derechista del ejército, en el sentido de que interpretaran que el golpe de estado fuese una expresión de esa estrategia. Esa adecuación táctica tuvo sus implicaciones.

De la Concepción de Lucha de Masas al Militarismo

En 1975, el ERP valoró que la lucha de masas era algo que no tenía posibilidades, y que lo único que lograba era la represión y los asesinatos; por tanto, se orientó para que el movimiento de masas -en su gran mayoría-, pasara a formar parte de los Comités Militares. Así fue como el ERP se convirtió en una organización con mucha estructura y desarrollo militar, logrando una importante coordinación de acciones militares a nivel nacional; pero también se redujo enormemente nuestro movimiento organizativo de masas.

Pasamos un año con una línea francamente marcada por el militarismo y muchos conflictos internos. Los cuadros estábamos formados con la concepción de que la lucha de masas era lo más importante, y que la lucha armada era solo un instrumento, por tanto, no estábamos satisfechos con esa línea. No obstante se planteó que esa medida solo era un movimiento táctico en función de una estrategia de incidencia en una coyuntura; pero pasó todo el año 1975 y 1976 y lo táctico se estaba convirtiendo en una estrategia. Entonces, a finales del 1976 se toma la decisión de recuperar la concepción del movimiento social y político, con lo cual se retoma la organización de masas. Así es como se crean las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28), se fortalece de nuevo el FRELM y se recupera el trabajo con las Ligas Obreras, las Ligas Campesinas, la Liga Estudiantil y las Ligas Magisteriales. Recuperamos el movimiento de masas, no obstante, a esas alturas el movimiento popular masivo era el Bloque Popular Revolucionario –FPL-, y también existían, con menor desarrollo, el FAPU –RN-, las Ligas para la Liberación –PRTC- y el Partido

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Comunista con sus organizaciones tradicionales como la FUSS, la UDN, y en el campo ya habían creado ATACES.

Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS)-Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) Y su Inmersión en la Población

 Nosotros como Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), teníamos una estructura de masas y una estructura militar que era el ERP; por otro lado teníamos una estructura de milicias y los milicianos se sentían parte de la estructura política, pero muchos de ellos eran guerrilleros, miembros de los Comités Militares, con lo cual hacían la doble función: como Comités Militares participaban en las operaciones del ERP y como milicianos participaban como instructores de las milicias. La milicia se capacitaba y aprendía a utilizar armas, no para realizar operaciones militares, sino para aprender tácticas que les cualificara mejor para la defensa de las movilizaciones, de tomas de iglesias, ministerios, tomas de tierra, etc.

El PRS era la fuente de orientación política al ejército o a los frentes políticos (organizaciones de masas) y a los milicianos y se fue convirtiendo en una estructura más compleja. También teníamos una estructura de masas que era nuestra base social de apoyo, tanto con sus viviendas, como en los aspectos de información e inteligencia; eran la garantía de la existencia de la estructura guerrillera urbana. Quizá esto explique algunas dudas y acusaciones que había sobre el ERP, como por ejemplo que éramos agentes de la CIA o infiltrados por la inteligencia enemiga. Una de las cosas por las que se nos acusaba era, porque durante los años de 1974 al 77, todas las organizaciones militares tuvieron “casas de seguridad” que eran lugares de vivienda de células guerrilleras. Una buena cantidad de esas casas cayeron a manos del enemigo, con el agravante de que ahí murieron varios compañeros dirigentes, entre ellos Felipe Peña Mendoza. El ERP también tuvo casas que fueron rodeadas y cayeron, al menos en la ciudad; yo estuve en dos de ellas (1972 y 1975).

Después de esas experiencias negativas de allanamientos y capturas en nuestras casas y de compañeros de otros partidos y organizaciones, planteamos que nosotros éramos un partido político y la lucha armada era un instrumento, por lo que ya no podíamos seguir funcionando con grandes y sofisticadas estructuras, sino que debíamos vivir en medio del pueblo. Por eso, en 1976, el ERP desarmó absolutamente toda su infraestructura de casas y solo se mantuvieron, en todo el país, aproximadamente cinco casas, una por cada región – en San Salvador teníamos dos con capacidad para hacer algunas reuniones-. Todo afiliado y combatiente tuvo como orientación, que debía reclutar a familias para vivir con ellas. Uno dormía el lunes en una casa, el martes en otra y así toda la semana hasta volver hacer el mismo recorrido. En la medida que se organizaron más redes, sí podíamos permanecer hasta una semana en la misma casa, o nos trasladábamos a otras zonas en donde teníamos base social. Se generó una organización de familias de todo tipo: casas en comunidades marginales, barrios, colonias de clase media y media alta. A estos colaboradores les llamábamos “bases de apoyo”, que eran compañeros muy comprometidos; sus casas eran prácticamente nuestros cuarteles.

Para ese tiempo, el ejército y la inteligencia del gobierno tenían una tipificación del guerrillero: gente joven que no se relacionaba con nadie, que no tenían hijos, que no estudiaban ni trabajaban y que eran muy reservados. Esta percepción les sirvió para detectar muchas casas, partiendo de la observación y el seguimiento. De esta manera cayeron muchas casas de las organizaciones guerrilleras y muchos compañeros fueron desaparecidos o asesinados.

Esta vinculación a la base social nos permitía tener como una antena, ya que estábamos en medio de la población, lo que además nos permitía saber lo que pensaba, opinaba y sentía la gente; con ello lográbamos también, reorientar el discurso y el análisis político. Para ese tiempo nuestra organización ya contemplaba a varios cientos de colaboradores. Las bases de apoyo y milicias si eran muchísimas. En

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ese ambiente que vivíamos era como tener un termómetro. Antes de esta experiencia, nosotros habíamos comenzado a combatir el uso fácil de la frase “El pueblo piensa”. Para comprobarlo dijimos: “Investiguemos que piensa la gente”, y es eso lo que hicimos.

Uno de los defectos que pudo haber tenido el ERP era, que la educación filosófica de su gente no era totalmente marxista, pero una de sus virtudes era, estar abiertos totalmente a la reflexión; funcionábamos con el hacer, reflexionar y sacar conclusiones. Eso permitió al ERP dar respuestas a una estructura que se diluyó y desapareció, una estructura profesional de “casas de seguridad” que desapareció y se diseminó en la población; creo que fue como el símil de lo que fue el Bloque Popular Revolucionario, solo que el BPR tuvo la visión de organizar a las masas en gran cantidad, y el ERP fue la guerrillera diseminada en la población. Estoy hablando de los años 1975, 1976. Afortunadamente recuperamos el movimiento político de masas, ya que haberlo descuidado fue uno de nuestros grandes errores, aunque por otro lado, eso permitió crear un aparato político militar que en la guerra fue muy importante, pero nos hizo quedar menos fuertes políticamente a nivel de masas.

Algunos periodistas decían: “En El Salvador no hay montañas ni selvas, las montañas son las masas, y la guerrilla se desarrolla en el contexto de esa lucha social”. Lo cierto era, que la identidad de la población con la lucha armada, legitimaba su existencia como ciudadanos.

Las FPL crearon un movimiento extraordinariamente enorme que fue el Bloque Popular Revolucionario militante, con una clara postura política, tanto que para destruir a las FPL, había que destruir al Bloque y eso era prácticamente destruir a la población. La RN, el FAPU y el PRTC tenían un movimiento de menor magnitud, pero significativo e importante para su existencia y aporte a la lucha. El Partido Comunista seguía teniendo su movimiento de masas y político. El ERP llegó a tener una base social de la guerrilla y un movimiento de masas. Destruir entonces a esa guerrilla, era destruir las casas, las viviendas y a la población misma.

Creación de ORDEN y la UCS por Parte del Gobierno y los EE.UU. Como Respuesta al Movimiento Popular

Como contrapartida al movimiento de masas de esa época, el gobierno, bajo la orientación de la AID de Estados Unidos, creó la Unión Comunal Salvadoreña (UCS) -impulsada por Viera Altamirano-, que llegó a ser una organización campesina nacional muy poderosa, ya que con la iniciativa de la Reforma Agraria del gobierno de Arturo Armando Molina se potenció, a tal grado, que si hubiera llegado a consolidarse, pudo haberse convertido en la contra parte del Bloque Popular Revolucionario, y llegar a ser otra opción para los campesinos; hubiera hecho mucho daño a la organización campesina de base, pero sobre todo, la historia hubiera sido totalmente diferente para la guerrilla, porque le hubiera restado apoyo social en el campo.

También crearon la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), que era la estructura de poder social de dominio civil, al servicio de la dictadura; eran los famosos “orejas”. Las temibles patrullas militares eran civiles que tenían privilegios respecto la posibilidad de tener empleo en las instituciones públicas y acceso a la corrupción. Estamos hablando de más o menos 150,000 miembros, un verdadero y decisivo instrumento de la dictadura militar para ejercer el control civil y la represión, ya que ellos eran los ojos y oídos de la dictadura en el seno de la población. A principio, cuando eran patrullas cantonales no eran tan peligrosos, pero cuando se recrudeció la guerra, se apropiaban de los terrenos y negocios de los campesinos y eran los responsables de auténticas matanzas contra la población. Eran un verdadero terror.

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“Anécdota de la Vaca de UCS”

Respecto a la UCS hay una “Anécdota de la Vaca”, que además de ser simpática es dramática, porque refleja la ideología de los poderosos y la mentalidad que se había generado en el país. Me cuenta un amigo -Leonel Gómez-, que durante una visita que hizo a su tío -que era cafetalero-, presenció una discusión entre cafetaleros terratenientes y campesinos miembros de UCS.

“Resulta que la Unión Comunal Salvadoreña cumplía dos años y los querían celebrar a lo grande, de manera que deseaban matar tres novillas para hacer una fiesta y repartir carne a la gente, pero ellos solo tenían dos novillas, por lo que decidieron ir a la cafetalera. Por primera vez en la historia, los campesinos entraban a la sala de reuniones de los patronos que eran miembros dueños de la cafetalera -porque en el país, un campesino y un miembro prominente, no se daban la mano ni se sentaban juntos en la misma mesa; lo usual era que los peones y jornaleros se quedaban fuera de la casa principal de la hacienda-. Pues ahí entraron los campesinos y se sentaron en la misma mesa junto a los patronos, para solicitarles la vaquita y así poder celebrar su segundo aniversario. Los cafetaleros los atendieron y los oyeron, pero luego los sacaron; cuando ya salieron los campesinos, los cafetaleros dijeron: Bueno ¿Qué es esto? ¿Cómo es que estos jinchos pelados se quieren sentar en la misma mesa con nosotros y a pedir una vaca? Eso es peligrosísimo. A esta gente le das la mano y te agarran el codo”.

La lectura de esa anécdota es, que si con esas pequeñas cosas, como la famosa vaca, y otras de mayor importancia, los campesinos de la UCS hubieran sido apoyados, probablemente se hubieran compactado y crecido mucho más, al grado de haber podido hacer un incalculable daño a nuestro movimiento de masas y a la guerrilla. Sin embargo, la mentalidad absurda y recalcitrante de los ricos poderosos no les permitía aprovechar esos espacios de diálogo y concordia con sus propios trabajadores, incluso en beneficio de sus propios intereses. Ellos tenían sus propios métodos: mandar, explotar, robar y reprimir, todo ello con un profundo menosprecio a los pobres. Son esta suma de aspectos los que fueron marcando poco a poco un rumbo inevitable en nuestra historia, porque la gente finalmente termina cansándose de humillaciones y sometimientos.

Determinación de la Oligarquía y la Dictadura De Acabar con el Movimiento Popular

Con la masacre del 30 de julio de 1975, en la que los militares usaron tanquetas y ametralladores 50 contra la marcha de estudiantes universitarios, ya vimos la determinación de la dictadura de querer parar al movimiento popular a sangre y fuego; sin embargo, a partir de ese doloroso episodio, las organizaciones de masas comenzaron a conformarse en frentes políticos. Además de la organización gremial, eran organizaciones masivas de militantes políticos, con una idea clara de luchar por la liberación. Todas las organizaciones teníamos milicias de autodefensa. Por supuesto el régimen sabía y conocía las intenciones liberadoras de nuestro pueblo, por lo que arremetía con mayor contundencia represiva cualquier movilización, tal es el caso de la masacre del 28 de febrero del 77 en Parque Libertad.

Luego, en octubre de 1979, vino el golpe de estado de la Juventud Militar y de nuevo se da otra masacre en el centro de la capital San Salvador. En 1980 asesinaron a casi toda la dirección del Frente Democrático Revolucionario, e incluso a Monseñor Romero. Durante el entierro de Monseñor cometieron otra masacre con ataque de francotiradores.

Pese a los propósitos de exterminio de la derecha, nuestro pueblo se fortalecía con un ánimo de lucha cada vez más combativo, de manera que de 1975 a 1980, en El Salvador tuvimos prácticamente una guerra civil de características impresionantes; éramos un pueblo organizado, con clara conciencia política y concepción de un proyecto político. Teníamos una lucha combinada de movilizaciones de masa y lucha armada.

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Después de la masacre a los estudiantes en Julio de 1975, las movilizaciones de masas comenzaron ser acompañadas por los comités de autodefensa, porque las organizaciones populares, tanto a nivel nacional como regional y departamental, tenían paralelamente sus propias milicias y los milicianos eran entrenados por instructores que eran miembros de las organizaciones armadas. Los miembros de dirección de las organizaciones de masas, de los frentes políticos, eran miembros de organismos partidarios político-militares, y así uno podía pertenecer a un organismo de dirección nacional, dirección departamental, regional, municipal, célula de base, célula de apoyo, colaborador o simpatizante.

Nosotros en ese período excepcional volvimos, más que al movimiento gremial, al movimiento político, al frente político, pero la guerra desnaturalizó prácticamente al movimiento social. En 1980, la derecha asumió una estrategia de genocidio y comenzó a asesinar de manera masiva a los líderes del movimiento social. Recuerdo uno de los hechos macabros. Un día en Santa Ana apareció un volcán de 60 cadáveres en uno de los cruces de las calles, más claramente, en el cruce de la calle que va de Santa Ana al volcán de Santa Ana y la calle que va para Ahuachapán. Luego en San Salvador amanecíamos contando 11, 12 o 13 cadáveres a lo largo de cualquier calle, con la característica de haber sido degollados. La tortura y la barbarie de todo tipo eran cosas espantosas.

El ejército tomó una línea de no tener presos políticos y como no les convenía, porque les traía problemas políticos por las movilizaciones populares, se deshacían de ellos. El Capitán Mena Sandoval -un ex militar del ejército que después se incorporó a la guerrilla- me contó que vinieron a El Salvador unos expertos uruguayos a través de los gringos, a enseñarles las últimas técnicas que consistían en capturar, torturar y matar, de esa manera no habría presos políticos. Comenzaron a haber muchísimos muertos a manos de las estructuras militares del estado, entre ellos los escuadrones de la muerte.

Después del asesinato de Monseñor Romero, el 24 de marzo de 1980, la gente decía: “Si los muchachos no hacen nada ahora ya fracasaron”, y nosotros seguíamos desunidos. Ese mismo año se comenzaron a hacer esfuerzos para lograr la unidad, creándose primero la Dirección Revolucionaria Unitaria (DRU), después la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) y luego el FMLN.

Para la Ofensiva del 10 de Enero de 1981, se incorporó a la lucha armada todo lo que se pudo del movimiento popular, y aunque esa medida fortaleció el esfuerzo militar, también tenemos que reconocer que eso debilitó enormemente al movimiento de las organizaciones sociales de masas.

Los Valores, el Sacrificio y la Determinación de Lucha del Pueblo

Durante el proceso de lucha de masas de la década del 70, hubo muchos desaparecidos y caídos, pero hablar de ellos, además de ser fuerte y doloroso, es casi imposible, porque uno empieza a ver desfilar por la mente a miles de personas: mujeres, hombres, ancianos, jovencitos y niños. La represión era terrible, pero la gente estaba decidida a continuar con la lucha; iban a las marchas o manifestaciones y los militares mataban a las personas, las comunidades las lloraban y las enterraban y ahí mismo organizaban en respuesta otra manifestación. Los que estábamos en la guerrilla con las armas en la mano, pensábamos que la lucha era difícil, pero ¿Cómo podía uno explicarse, que las personas que estaban desarmadas pudieran demandar sus reivindicaciones y hacer sus manifestaciones sin casi nada para defenderse? Solo se puede explicar por el cansancio de la dura situación que en ese tiempo se vivía, y al compromiso de sangre con la lucha por lograr un cambio estructural, con justicia y respeto a la dignidad humana. A esta actitud contribuyó mucho la iglesia popular que jugó un papel importante con el trabajo de muchos sacerdotes, catequistas, comunidades eclesiales de base e incluso, el mensaje profético de las homilías dominicales en la radio YSAX de Monseñor Romero. Todos los barrios y clases medias escuchaban sus homilías. Seguramente no lo hacían los habitantes de la Colonia Escalón.

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La participación de los cristianos y del movimiento de comunidades eclesiales de base fue vital para el desarrollo de la lucha de masas. La Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) fue la organización más grande del Bloque Popular Revolucionario

Era una lucha popular con valores, que no buscaba logros ni intereses personales, por el contrario, uno daba, se entregaba y se sacrificaba. En el caso de la guerrilla, los compañeros pensaban que la guerra iba a durar 20, 30 o 40 años y que no íbamos a ver la victoria final, sin embargo nadie se rendía, y no temo a equivocarme, que no había un tan solo guerrillero que no pensara en la posibilidad de que en cualquier momento podía morir en la guerra.

Murieron muchos compañeros valiosos, entre ellos campesinos, obreros, maestros, estudiantes y en general, ciudadanos del pueblo. Una muerte sentida nacional e internacionalmente fue la de Monseñor Romero, asesinado por los Escuadrones de la Muerte. Monseñor Romero es una figura universal, con un mensaje claro y analítico sobre las causas de la pobreza y la injusticia de nuestro país y del mundo; no era un hombre de izquierda ni perseguía la revolución, sin embargo iluminaba la mente de los salvadoreños con su sabiduría profética y sus críticas a los ricos y al gobierno.

Monseñor Romero era y continúa siendo la cúspide del compromiso con los pobres y la justicia; fue -y aún sigue siendo- un baluarte de los derechos universales del hombre.

Hoy, después de los Acuerdos de Paz, mucha gente me pregunta “Mire, usted que estuvo en el conflicto armado y después negociaron la paz, ¿Cree que valió la pena la guerra?” La gente que pregunta eso es porque no conoció en qué tipo de país vivíamos en esos tiempos. Hoy es increíble, porque en las calles y en todos lados se siente una gran tención por la situación de inseguridad, a causa de las pandillas llamadas maras. La delincuencia es grave. Yo les respondo a esas personas: “Piensen en la tensión que vivimos ahora en nuestro país y multiplíquela por 10, o por 20, entonces van a entender lo que era vivir bajo una dictadura. Lo de las maras es un abuso; nosotros sufrimos el agravante y la situación indigna de que los cuerpos policiales represivos mataban a la gente por pensar”.

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CONCEPCIÓN FRENTISTAS DE LA RESISTENCIA NACIONAL (RN) UN APORTE A LA LUCHA DE MASAS

Eugenio Chicas

Miembro de la dirección de la Resistencia Nacional (RN)

La lucha por las Tierras de los Indígenas y Campesinos Salvadoreños

Creo que hablar del origen del movimiento social, es hablar del origen del conflicto, en el sentido que en buena medida, la organización social de esa época, fue una reacción al estado de injusticias económicas, políticas y sociales imperantes. Hasta donde yo recuerdo, los orígenes de la lucha social de la década de los 70, tiene sus raíces en hechos históricos que dejan muy marcada a nuestra sociedad. Ello se da en dos tipos de entornos: uno, los hechos propios dados por el estado de injusticia en nuestro país, y dos, algunos hechos internacionales, que a lo largo de la historia, y en particular en la década de los 70, incidieron decisivamente en el pensamiento, en el debate y en la orientación de la lucha social.

Al buscar las raíces de nuestra lucha, y si investigamos detenidamente, encontramos la gesta heroica de Anastasio Aquino y los Nonualcos –hechos ocurridos inmediatamente después de alcanzada la independencia--, empeñados por recuperar sus tierras que fueron arrebatadas durante la colonia. Su objetivo central era el acceso a la tierra, una lucha muy sentida, causada por la estrechez territorial y la mala distribución de la misma en nuestro país, y además, agravada por una alta densidad poblacional, por lo que siempre, a lo largo de nuestra historia -como lo han afirmado distintos historiadores-, encontraremos ésta contradicción de manera muy recurrente: mucha población y poca tierra mal distribuida. Esta historia de lucha por el acceso a la tierra, se continuó manifestando siempre de manera trágica en distintas épocas, y coincidentemente en los mismos territorios.

En los mismos escenarios encontramos las batallas de Francisco Morazán; era la misma lucha social y reivindicativa, en este caso, con el objetivo de alcanzar la unidad regional y la patria grande, en los mismos lugares y territorios de Cabañas, Morazán, Guazapa, porque seguía siendo la misma historia y cultura, la misma gente, los mismos pobres. Los problemas seguían siendo los mismos y cada vez más graves, en la medida que aumentaba la población y disminuían los recursos naturales: el problema sensible del acceso a la tierra para el sustento y la vivienda, el tema de las libertades y la democracia, el profundo abandono social manifiesto en el analfabetismo, y el nulo acceso a la salud entre otros.

Remitiéndome a una raíz más cercana, es importante traer a la memoria los hechos de la insurrección de 1932, cuando los campesinos e indígenas se levantan para recuperar las mismas tierras de antaño, de las que habían sido desprovistos y recordaban en cada ayuno familiar.

Ya a esas alturas la sociedad salvadoreña estaba afectada por una profunda crisis económica, causada por un modelo que no fue capaz de resolver sus necesidades, en este caso, el mono cultivo de café, agravado por la depresión económica de los años 20 y afectada también por la falta de libertades democráticas. En este contexto también hubo hechos internacionales significativos, que contribuyeron al desarrollo nuestra propia historia, tal es caso de la revolución Mexicana y la revolución Rusa en 1917. Las repercusiones inmediatas de éstos fenómenos, fue el auge de un incipiente pero activo movimiento obrero en 1920, que a su vez culminó con la organización de los partidos Comunistas en El Salvador, Honduras y Guatemala. En esos tres hechos históricos estuvo involucrado Farabundo Martí, lo cual dio un nuevo impulso al movimiento social.

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Acontecimientos Nacionales e Internacionales que Inspiraron el Inicio de las Luchas Populares de la Década de los 70

Los fenómenos mundiales de 1932, también incidieron en los aspectos internos del país, lo que tiene como repercusión trascendental, el ascenso y posterior caída del dictador Maximiliano Hernández Martínez, entre 1931 y 1944. También es muy importante analizar los hechos ocurridos durante el año 1944, que es cuando se produce un nuevo auge social, que culmina con el derrocamiento del dictador Hernández Martínez, con lo que se abre un breve proceso democrático que dura muy poco, ya que luego se continua en el camino de las dictaduras.

Quizá sea importante señalar, que uno de los aspectos relevantes de esa historia es, que el dictador Martínez apoyó a los fascistas en el marco de la Segunda Guerra Mundial -1939-1945- y que fueron oficiales alemanes quienes formaron a la Guardia Nacional de nuestro país, hecho político que lo volvió vulnerable y abrió un espacio que fue aprovechado por el movimiento social de la época, para luchar por el derrocamiento del dictador mediante una huelga de brazos caídos. Este episodio es muy importante para poder interpretar mejor el fenómeno político y social de los años 70, porque estos están ligados a sucesos internacionales, que fueron significativos para el rumbo que nuestro país tomaría en el futuro. Por ejemplo, Costa Rica hace su forma de revolución en 1948 y asume importantes transformaciones; luego los conflictos en el resto Centroamérica -Guatemala, Nicaragua y en sentido diferente Honduras-. Hay que sumarle otros hechos históricos, paralelos desde el contexto internacional, como la Segunda Guerra Mundial y la caída del fascismo alemán. En éste mismo periodo se da la derrota de los colonialistas franceses en la batalla de Dien Bien Fu el año 1945, que conllevó la liberación de Vietnam del norte, y al inicio de un largo proceso de lucha heroica, que culminó con la liberación de Viet Nam del sur y la derrota de las tropas de ocupación norteamericana.

Otros hechos que incidieron en nuestro ánimo de lucha fueron, el triunfo de la revolución china en el año 50, la guerra de Corea también en el año 50 y un poco más adelante -en el año 59- el triunfo de la revolución cubana y la gesta del Ché a finales de los años 60, que culmina en el 67. No podemos olvidar otros fenómenos latinoamericanos como las luchas del ERP argentino y la de los Tupamaros en Uruguay.

Todos estos acontecimientos fueron muy significativos, se convirtieron en un espejo comparativo de nuestra propia realidad, porque abrieron el debate en la izquierda salvadoreña, alrededor de dos grandes temas: uno, salir de la lucha política electoral a la lucha militar –este cuestionamiento de fondo se da dentro del Partido Comunista en los años 1966, 67, hasta la salida de su seno de un grupo en 1968-. El segundo gran tema era, pasar de la lucha pacífica del movimiento social, a una lucha más activa y de auto defensa, que incorporaba acciones milicianas. Para definir ese debate fueron determinantes dos acontecimientos: la lucha de los panaderos del año 67-68 y las luchas de ANDES 21 de julio, así como las acciones campesinas, nuevamente por la tierra.

Entonces, estamos hablando de que ya había un concepto y practica internacional, que cuestionaba los métodos tradicionales de lucha política y social que se venían aplicando en nuestro país, los cuales estaban muy marcados por el trauma y fatal desenlace de la insurrección campesina e indígena de 1932, que terminó en una brutal masacre a manos de la criminal dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, lo que conllevó a la idea de que en El Salvador no había condiciones para otras formas de lucha, y menos para la guerra de guerrillas. Esto pudo limitar la visión de la izquierda de esa época, respecto a las posibilidades y limitaciones de lo que se podía hacer en El Salvador.

Con ese contexto es que ingresamos en la lucha integral de los 70.

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Reacomodo de la Izquierda. Nuevos Métodos de Lucha Política y Social

Es conocido pues, que en los 70 surge, en su primera etapa - entre 1970, 75, y 76-, un proceso de transición muy importante en nuestro país, que es el período de recomposición de la fuerza revolucionaria y de la aparición de nuevos métodos de lucha. En ese período se da la fractura en el Partido Comunista con la salida de Marcial -quien pasa a formar las FPL- y asume el debate respecto a los temas que ya hemos planteado. De esa ruptura también salen del PC algunos miembros de la Juventud Comunista, entre ellos Fermán Cienfuegos, mas una parte la Juventud Demócrata Cristiana, entre los que están Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez, que inmediatamente se involucran en la formación de “El Grupo” en 1970, que luego, en 1972, se transforman en el ERP. En 1975, luego de la ruptura del ERP, tras el asesinato de Roque Dalton, surge la Resistencia Nacional. Este período se cierra con la formación del PRTC el año 1976.

Esta época de los años 67 al 77, es la que marca todo el reacomodo de la izquierda salvadoreña, ya que el país, durante los años posteriores al 44, no había podido encontrar un camino que orientara la democratización mediante un proyecto alternativo, por el contrario, la dictadura se fortalecía y profundizaba la represión. Estamos por tanto, ante el surgimiento de una nueva etapa, en la que se fortalece la lucha política y lucha social. Es el poder oligárquico y sanguinario lo que lleva a plantear una acción revolucionaria diferente, en ascenso y más cualificada.

La Concepción Frentista de Roque Dalton y la RN

En 1972 ocurre un hecho histórico sumamente importante, y es el regreso a nuestro país del poeta Roque Dalton - por 1972-, quien traía en su bolsón un cúmulo de ideas nuevas, relacionadas, en su mayoría, a las luchas de Cuba, de Vietnam, de las luchas que se estaban dando en Europa y en otras partes de América Latina. Roque era un hombre muy sistematizado y con gran capacidad investigativa, lo que le permitió asimilar otras experiencias de lucha popular. De ahí que es él quien trae la tesis frentista, relativa a que el triunfo y la victoria popular solo podían ser posibles, si se lograban combinar dos grandes elementos, uno era, la lucha guerrillera o lucha militar, y el otro –paralelo-, la construcción de un frente político o frente social, que incorporara de manera activa la auto-defensa del pueblo y aglutinara a importantes contingentes que dieran un vuelco a la situación; en otras palabras, planteaba trabajar la guerra revolucionaria y la insurrección, por la vía de la lucha social y política de masas. En síntesis, de lo que se trataba era de organizar por un lado, grupos guerrilleros y por otro, organizar grupos de masas luchando por sus reivindicaciones, pero con banderas políticas y de auto-defensa, en una articulación armoniosa con la vanguardia política. Roque llevó este planteamiento y debate al interior del ERP, pero su tesis chocó frontalmente con las posiciones militaristas de Sebastián Urquílla, que tenía otra visión de la realidad y de la lucha. Esta confrontación llevó al asesinato de Roque y al aceleramiento de la ruptura del ERP en el año 1975. Sin embargo, los motivos de la ruptura ya venían gestándose desde antes, cuando la Resistencia Nacional antifascista constituida dentro del ERP, a través del Frente Popular Unificado (FAPU) -frente abierto de la Resistencia Nacional, que tiene sus orígenes en 1974- ya planteaba un esquema de lucha social; no era un planteamiento solo guerrillero, sino una concepción frentista, abierta, una forma de cómo organizar la resistencia nacional antifascista mediante la lucha organizada de amplios sectores, porque se creía que el fascismo era el esquema de poder que en esos momentos se estaba instaurando en el país. Entonces, la Resistencia Nacional no surge como un planteamiento solo guerrillero, sino como un planteamiento integral de lucha social, política y militar, que combina lo abierto y lo clandestino.

En ese momento ya había claras diferencias en el análisis y puntos de vista muy pronunciados, respecto a las formas de lucha por parte de todas las organizaciones. Las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) hablaban de que había una escalada fascista, que el fascismo se iba construyendo en el país y que había

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que enfrentarlo con una lucha más desde el punto de vista clasista y con una composición clara de obreros y campesinos. En cambio, la Resistencia Nacional (RN) planteaba, que no, que ya había un gobierno fascista, y que por lo tanto, lo que procedía era la organización de una resistencia antifascista, una resistencia nacional con un enfoque plural. El análisis del momento era, que en El Salvador ya estaba instaurado el fascismo y que lo que correspondía no era una lucha radical desde el punto de vista clasista político-ideológico, sino la organización amplia de todos los sectores sociales -no necesariamente de izquierdas- para derrotar al fascismo. Este concepto es muy importante, porque eso explica los contactos que se tuvieron con la juventud militar el año 1975; y también explica las consiguientes desconfianzas que en el seno de la izquierda de esa época causaba éste planteamiento muy plural.

Es importante analizar ese fenómeno, o pensamiento de La RN que se gestaba dentro del ERP. Roque Dalton y Carlos Arias explicaban, que el trabajo con la juventud militar, aunque era visto como un tema polémico, en el sentido de que, si bien el ejército no era, en ese momento, un instrumento de represión como lo eran los cuerpos de seguridad (Guardia Nacional, Policía de Hacienda, Policía Nacional, Policía de Aduanas.), lo podría llegar a ser. Pero que había un espacio para hacer trabajo dentro de un sector del ejército, desde el punto de vista de lucha nacional -no necesariamente de izquierda-, con sentido patriótico para oponerse al fascismo. Esta búsqueda de contactos con el ejército, podría lindar, en algún punto, también con las tesis militaristas de Sebastián Urquílla, sobre que al fascismo se le puede derrotar por la vía militar y no socialmente, dadas las características topográficas, geográficas y poblacionales de El Salvador. De aquí viene la concepción de la creación de los famosos Comités Militares del ERP en el año 1975, los cuales tenían la estricta tarea de derrotar militarmente a la dictadura. En cambio la tesis de Roque, Lil Milagro, Fermán, Ernesto Jovel y Carlos Arias era, que la lucha antifascista no tenía que ser una lucha radical desde el punto de vista clasista, sino el agrupamiento de contingentes amplios de masas multisectoriales, en donde participaran la capa media, la burguesía, el ejército, etc. para organizadamente enfrentar al fascismo. Esta concepción estratégica es la que le crea la desconfianza a Sebastián Urquílla, planteando que lo que Roque está haciendo es descomponer la fuerza guerrillera; incluso, surge el elemento de que Roque se había unido a personeros de la Embajada Norteamericana, para meter la quinta columna dentro de la organización y dividir al ERP.

Con la sospecha de Sebastián Urquílla y su camarilla, de que Roque Dalton estaba haciendo un trabajo enemigo al interior del ERP para quebrar la organización guerrillera, le montan un juicio en el que Fermán Cienfuegos fue su defensor. El juicio fue manejado por esa camarilla y concluyó con el asesinato de Roque y de Pancho (Armando Arteaga).

Separación de la RN del ERP. Proyecto FAPU

A partir de esa crisis es que la Resistencia Nacional se separa del ERP. La RN era un agrupamiento más político y social, con una visión antifascista y, para ese tiempo, ya tenía como brazo más publico al Frente de Acción Popular Unificado (FAPU). Se empieza a crear una organización con una red de otras organizaciones, en donde estaban Vanguardia Proletaria (VP) –de obreros-, que a su vez tenía como núcleo abierto a FENASTRAS, al Movimiento Revolucionario Campesino (MRC), al Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios “Salvador Allende” (FUERZA), que a su vez aglutinaba a la sociedad de estudiantes de medicina “Raúl Hernández”, a la AED (Asociación de Estudiantes de Derecho “Roque Dalton”) y Acción Revolucionaria de Estudiantes de Secundaria (ARDES). Todas estas organizaciones estaban en el mismo nivel jerárquico y dependían del FAPU que las unía todas.

El FAPU tenía su propio periódico que se llamaba “Pueblo”, pero había distintas publicaciones, entre ellas una publicación mensual del movimiento campesino que se llamaba “Las Cartas de Domingo Beltrán”. Domingo Beltrán era un campesino imaginario que escribía a los campesinos. La Resistencia

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Nacional, como partido, tenía “La revista Polémica”, un material de debate político-ideológico, y el periódico mensual “Por La Causa Proletaria”.

Entre los éxitos más importantes de la Resistencia Nacional de este periodo fue, el haber Incidido en FENASTRAS como agrupamiento obrero y símbolo importante de lucha del movimiento obrero. FENASTRAS tenía como expresiones más sólidas, todo el trabajo del sindicalismo en la empresa privada y en la estatal, trabajo en el Sindicado de la energía eléctrica, en la fábrica Diana, en el Sindicato de la Industria de la Construcción, etc.

Desde el año 1975, también se vino configurando una organización campesina muy fuerte en Guazapa, era el Frente Obrero Campesino (FOC), una organización que situaba su trabajo fundamentalmente en la zona de Cuscatlán y principalmente en Suchitoto. Este frente venia constituyéndose como un esfuerzo político-militar, paralelo a las otras organizaciones, y fue en el año 1976 que lo absorbimos como RN. Del FOC provienen importantes cuadros campesinos que llegaron a ser dirigentes, como es el caso de Chano Guevara y Salvador Renderos -desaparecido el año 1982-, que llego a ser miembro de la Comisión Política de la RN. Un importante dirigente en esa época fue el médico Juan Hércules, que murió en Apopa durante un enfrentamiento con los militares a finales de 1976. Otro médico de ese grupo fue Elías Vásquez, caído mientras defendía la retirada del pueblo en una movilización sobre el Bulevar del Ejército a finales del 77. También en esa época, estuvieron vinculados al movimiento campesino, los curas Chencho Alas e Higinio Alas, promoviendo el trabajo desde su proyecto cristiano. Era un esfuerzo cristiano-campesino.

En 1977 también se integró a la RN, la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), con su brazo armado Frente Revolucionario Armado del Pueblo (FRAP), de donde vienen el médico Eduardo Solórzano, el compañero Medico Ramón (seudónimo) que murió en Usulután -1982-, la compañera Irma Najarro, de seudónimo María -fue representante de la RN en Cuba-. Otros líderes sociales de destacada trayectoria y participación política han sido Héctor Bernabé Recinos –que fue Secretario General de FENASTRAS-, Alberto Ramos, que fue secretario general del FAPU y que venía de la división del ERP; Napoleón Rodríguez Ruiz –de seudónimo Feliciano-, que fue miembro del Frente Democrático Revolucionario (FDR) y que milagrosamente se salvó, junto a Leoncio Pichinte –LP-28- de la matanza perpetrada por los militares del gobierno en 1980.

Recordando a Algunos Compañeros Cuadros de la Resistencia Nacional

De la gesta social de esa época, tenemos que recordar también a grandes compañeros que jugaron un papel muy destacado en la lucha gremial, social, política, militar y diplomática, como a Roberto Cañas, al Chino José Luís Quan, a Julia Rodríguez, a Ricardo Vázquez (su seudónimo era Leo Cabrales), a Oscar Acevedo, a Salvador Sili (Santiaguito), al Poeta Alfonso Hernández (Gonzalo) y a Misael Gallardo, entre otros. En mi caso, provengo de sectores cristianos de la iglesia evangélica y tuve participación en la lucha estudiantil de secundaria desde 1974, hasta que fui designado a la lucha guerrillera a finales de 1976 y de ahí todo el período de la guerra.

Como RN tuvimos momentos angustiosos, propios de los que se vivían en la clandestinidad y en ese período de la represión. En 1982, la Policía de Hacienda montó un operativo militar sobre una casa clandestina que teníamos en la colonia Miralvalle; ahí capturaron y después desaparecieron a los compañeros Raúl Villalta -que era abogado laboralista-, a su compañera de vida América Fernanda -dirigente de la Comisión de Derechos Humanos- y a la esposa de Bernabé Recinos con su hija, de la que nunca se supo más. En ese mismo evento desaparecieron al compañero Salvador Renderos que estaba de paso por la ciudad.

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Como anécdota a parte, quiero decir que hace cuatro años –por el 2004- apareció la hija de Bernabé Recinos. Bernabé me dijo: “Mirá hermano, mi hija apareció, el problema es que no quiere hablar de nada del pasado. Yo he hablado con ella y rechaza toda conversación sobre ese tema -ella era una niña cuando fueron desaparecidos-; no quiere saber de nada y en alguna medida me culpa de lo que le pasó. Ahora ella es una mujer casada y con hijos. Pero ¿qué pasó con ella durante todos esos años? Ella fue una niña testigo de los desaparecidos’’. Es muy doloroso, porque Bernabé perdió a su familia mientras estaba en la cárcel.

Otro caso doloroso es la captura de Doroteo Gómez Arias, en una oficina clandestina que teníamos en el Condominio Cuscatlán –en frente del Parque Cuscatlán-. Ahí capturaron a otro compañero –no recuerdo su nombre- que era responsable de la oficina; lo esposaron, pero él, consciente de su compromiso revolucionario y sabedor de que nosotros íbamos a llegar a una reunión a esa casa, se tiró de la tercera planta y se mató, supongo que para generar un escándalo que nos alertara y de esa manera evitar que fuéramos capturados.

Durante el mes de noviembre de 1989, en los preparativos de la “Ofensiva Hasta el Tope”, los oficiales de la Policía Nacional pusieron una poderosa bomba en la sede de FENASTRAS, que destruyó toralmente el edificio. Ahí murieron los compañeros Febe Elizabeth Velásquez, una mujer joven y luchadora, y el Secretario de la Industria de la Construcción. Fueron pérdidas irreparables.

Una de las operaciones muy importantes del FAPU fue la toma de la iglesia San Francisco, el 28 de enero de 1979. Esta acción fue para exigir la libertad del compañero Romel Bonilla, un dirigente estudiantil que en esos momentos estaba preso en San Miguel. Era una toma claramente armada, por lo que fue cercada por la Guardia Nacional; el combate duró más de 24 horas. Ahí murieron un hermano de Eduardo Solórzano, Carlos Alberto Ramírez –un primo mío- y muchos compañeros. Hay datos periodísticos que revelan, que cuando el juez hizo la inspección de los cuerpos, todos murieron, nadie sobrevivió; estaban las armas pero no había ni un solo tiro, ni un solo cartucho. La Guardia masacró a todos los compañeros.

En esa misma época, se hicieron tomas simultaneas de iglesias, tanto la de Suchitoto, como la de Ilobasco y otras de San Salvador, solo que estas eran tomas con objetivos reivindicativos. Pero por la escalada de represión que existía, no podían ser tomas pacificas, sino armadas.

Funcionamiento y Métodos

Muchos de esos compañeros que dirigían el trabajo social y se involucraban directamente con los trabajadores en la organización y en las actividades, eran miembros de la dirección de la RN, como es el caso de Alberto Ramos, miembro de la Comisión Política de la Resistencia Nacional, y que en lo abierto era el Secretario General del FAPU. O sea, cada uno de los secretarios de las diferentes organizaciones, formaban parte de la dirección del FAPU. Así como Alberto Ramos, Bernabé Recinos también era dirigente general para la lucha obrera; Salvador Renderos y otros compañeros, estaban en el agrupamiento campesino. Por la lucha estudiantil universitaria -la Sociedad de Estudiantes de Medicina-, estaba el compañero Marcos (Raúl Hernández), que después fue desaparecido en el occidente del país. En ese núcleo de dirigentes obreros del FAPU, que trabajaban en lo abierto, estaba también el compañero Sergio Hernández, que fue capturado en las inmediaciones del Palacio Nacional en 1982, y luego desaparecido.

El FAPU fue producto de una inyección de importantes cuadros que trabajaban con los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, y con los profesionales. Era una actividad compleja, porque eran cuadros de dirección, que por un lado tenían una vida clandestina, y por otro, daban la cara haciendo trabajo en lo social de manera abierta, como es el caso de Alberto Ramos -y muchos otros compañeros-

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que daba conferencias en los distintos espacios de la Universidad y luego vivían como el gato y el ratón, escondidos en cualquier lugar y saliendo a sus tareas. La dinámica del trabajo lo exigía así, porque la represión era cada vez más fuerte, y si esos métodos de compartimentación y seguridad no se cumplían, se ponía en riesgo la vida de uno, la de los demás y, en general, de la organización. Lo que siempre se procuraba era, que no tuvieran armas en sus casas ni propaganda de la RN, porque la inteligencia del enemigo sabía que la lucha social y la lucha armada eran la misma cosa. Gracias a esos métodos fue que pudimos proteger nuestra estructura de dirección, a nuestros cuadros y todo el trabajo de masas, lo cual nos permitió llegar con capacidad al inicio de la ofensiva del 10 de enero de 1981 y continuar con fuerza todo el período de lucha armada de la década de los 80.

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APORTE DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS AL SURGIMIENTO Y FORTALECIMIENTO DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

Francisco Jovel Secretario General

Del Partido de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) __________________________________________________________________

Toma de Conciencia del Pueblo

Y el Papel Contrainsurgente de los EE.UU. El movimiento de masas tuvo como principales impulsores a elementos jóvenes, fundamentalmente estudiantes, sin menospreciar el papel que pudieron haber jugado jóvenes obreros. El papel más dinámico, mas evidente, lo jugaron estudiantes, sobre todo, estudiantes universitarios provenientes de sectores medios de la sociedad y otros jóvenes de extracción muy popular, los cuáles habían podido acceder a los estudios universitarios, gracias al proceso de reforma universitaria que durante los años 60 había impulsado la Universidad Nacional de El Salvador, durante la rectoría del Dr. Fabio Castillo Figueroa, quien -hay que recordarlo- había sido candidato presidencial en la segunda mitad de los años 60, y que por cierto, fue la primera candidatura auténticamente de izquierdas presentada por el Partido Acción Renovadora (PAR), que obtuvo una cantidad significativa de votos, a pesar del carácter autoritario del Régimen. Ahora, ¿Qué es lo que hace posible el movimiento de masas? Hay que tomar en consideración que el Gobierno de Estados Unidos había forzado a las dictaduras militares de América Latina, y particularmente en Centro América, a impulsar ciertos procesos de democratización restringida, como mecanismo político para intentar contrarrestar el impacto y el influjo internacional que la revolución cubana estaba experimentando en América Latina. No podemos perder de vista que en Venezuela, Nicaragua, Guatemala y otros países de América Latina, habían surgido movimientos guerrilleros de gran importancia, inspirados por el éxito político militar de la revolución cubana. En Centro América las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Guatemala (FARG) tuvo un papel destacado durante los años 60 y lo mismo puede decirse del impacto que experimentó el surgimiento del Frente Sandinista en Nicaragua. Además de las “aperturas democráticas”, la Alianza para el Progreso -que era parte de la política de contrainsurgencia norteamericana- tenía el propósito de impulsar ciertas formas de asistencia económica y social, que aliviara de alguna manera, los seculares esquemas que tenían profundamente empobrecida y desnutrida a la población de América Latina. Había programas por ejemplo, de distribución de leche en las escuelas, para la gente de escasos recursos, como un complemento alimenticio para el desayuno; distribución de ropa, víveres y algunos artículos o piezas para cocinar. Todo ello acompañado -como siempre sucede con este tipo de programas cuando los impulsan los Estados Unidos y los Gobiernos anti populares- de una gran propaganda política anti comunista y anti revolución cubana. Recuerdo algunos pequeños folletos que nos repartían en las escuelas, en donde en Cuba –supuestamente- les quitaban los niños a las familias y el Estado se hacía cargo de ellos, los indoctrinaba y les sacaba a Dios de la cabeza. Por supuesto, este tipo de propaganda, de mala propaganda, da risa a estas alturas. A finales de los 60, con los graves problemas económicos y políticos del país, más las motivaciones de las luchas revolucionarias internacionales, la situación política había madurado; el pueblo salvadoreño había tomado conciencia de la lucha popular para los cambios y estaba a la orden del día la búsqueda de la reforma agraria y la reforma urbana. Incluso en el libro “El Salvador la Tierra y el Hombre”, escrito por David Browning -catedrático de Oxford- desde una perspectiva académica, objetiva e imparcial, se

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deduce que propone o sugiere al Gobierno, que promueva una serie de transformaciones, sobre todo en el agro, de manera que le sirvieran como medida correctiva y, además, preventiva de un posible alzamiento o levantamiento popular.

Reformas del Gobierno y Surgimiento del Movimiento de Masas

El Gobierno, en vez de tomar medidas correctas para superar la situación crítica que vivía el país, comenzó a impulsar reformas como la Educativa y la Urbana, con el propósito de impedir la proliferación de tugurios y la creación de un cinturón de miseria en las ciudades, ya que en ese período estaba muy dinámico el flujo migratorio del campo hacía la ciudad. Estas reformas del Gobierno y sus acciones anti populares, motivaban el resurgimiento del movimiento de masas y la organización, con la participación de los estudiantes universitarios y el gremio magisterial, con maestros de secundaria y de primaria, que ya para 1968 realizaron la primera huelga de ANDES y si no me equivoco, la segunda fue en 1972. A la cabeza de esas huelgas y movimiento de masas estaban el profesor Mario López y la profesora Mélida Anaya Monte. Mario fue posteriormente miembro de la Comisión Política del PRTC, y Mélida Segunda Responsable de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Ambos fueron secretarios generales de ANDES 21 de Junio. Este movimiento tuvo un impacto muy significativo en los estudiantes de bachillerato, que después, al incorporarse a la Universidad Nacional y a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), jugaron un papel importante en el desarrollo y crecimiento del movimiento estudiantil y de masas. La UCA era vista en ese período de los años 60, como una Universidad de elite; posteriormente se fue transformando y adoptando un enfoque de mayor compromiso social y político en sus planteamientos, ya que el terreno de las cuotas para estudiar seguía siendo elitista, aunque también incorporó una política de cuotas diferenciadas, tipo becas, para estudiantes de escasos recursos. La incorporación de los maestros a la lucha de masas fue muy importante, porque debemos recordar que el profesor tiene un impacto muy grande en la Comunidad. Existen cuatro tipo de personas que inciden y son respetadas en la Comunidad: el maestro, el cura, el médico y los militares; y estos últimos, porque nuestro país ya sufría, para mediados de los sesenta, más de treinta y cinco años de dictadura militar, en donde los jefes de destacamentos, los comandantes, y en general los militares, ejercían un poder absoluto en la población. Pero sucede que con las huelgas de los maestros de ANDES, se da una ruptura en el relativo acuerdo tácito de complicidad entre esos cuatro grandes sectores de la sociedad. El gremio magisterial dejó de ser un gremio dócil para el Gobierno, los sacerdotes también empezaron a experimentar un proceso de importantes cambios, dejando poco a poco la docilidad que los había caracterizado y pasando a jugar un papel más crítico y activo en favor de los cambios sociales y de justicia que necesitaba el país. Todo esto creó una brecha o fisura, entre el sector conservador del clero y el sector cada vez más progresista y radicalizado de la iglesia, llegando -a finales de los 70- a su máxima expresión con la testimonial y ejemplar vida de compromiso de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que llegó a convertirse en la “voz de los sin voz”. Los médicos en ese período, en su mayoría seguían siendo un gremio que actuaba con una actitud muy servil, tolerante e indiferente frente a la problemática política del país, dada su situación de ser un sector muy privilegiado de la sociedad. Los militares por supuesto, continuaban siendo un sector comprometido y ligado directamente con el proceso autoritario y represivo del gobierno y a favor de los intereses oligárquicos. Dicho de otra manera, tres sectores experimentaron una gran crisis de ruptura con lo que había sido su papel tradicional en el País: los maestros, los sacerdotes y, además, los médicos, que empezaron a experimentar la existencia de un grupo de personas con posiciones un poco más críticas, y que en la Universidad de El Salvador fueron promotores de la Reforma Universitaria en la cátedra de medicina pública, esfuerzo que generaba conciencia del papel que el Estado debía jugar respecto a la medicina preventiva y curativa, dados los grandes y graves problemas de salud pública que padecía el País.

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Ante la efervescencia de la organización popular y la creciente conciencia de lucha, la dictadura arreció sus medidas represivas y autoritarias, y para contrarrestar preventivamente el auge de la organización campesina, creó la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), que era prácticamente la institucionalización de todo un sistema de represión paramilitar en el campo y que abarcaba todo el territorio nacional. Esa organización se confrontó rápidamente con el trabajo que las religiosas y religiosos hacían en el campo, organizando a los campesinos en el movimiento cooperativista y concientizándolos de acuerdo a las recomendaciones de la Doctrina Social de la Iglesia. Incluso, en esos años 70, se comenzó a incrementar la represión y persecución a los sacerdotes, como por ejemplo el caso de la captura e intento de asesinato del padre Chencho Alas, quien promovía la organización de las cooperativas campesinas en Suchitoto y el Cerro de Guazapa. Posteriormente Chencho se incorporó al movimiento de masas del PRTC.

Aporte de los Estudiantes Universitarios Al Proceso de Concientización y Organización Popular

Los hechos de agresión militar en contra de los campesinos, más el trabajo de concientización que los estudiantes universitarios realizábamos en esas zonas del campo, profundizaron la toma de conciencia política y social. A finales de los 60 y parte de los 70, yo iba con un grupo de estudiantes universitarios a la zona de Suchitoto, a visitar los cantones de Mirandilla, Palo Grande y otro lugares del Cerro de Guazapa, con la tarea de dar charlas políticas y a realizar consultas médicas, al mismo tiempo que distribuíamos gratuitamente la dotación de medicamentos que llevábamos, ya que la situación económica y de salud era absolutamente precaria. La situación de pobreza y represión generalizada, dio lugar a que los estudiantes y profesores se pusieran a la cabeza del movimiento, para organizar a los sectores populares. Fue un proceso de concientización que les llevó a una motivación fundamentalmente política más que económica. No se trataba del surgimiento de un sindicato, ya que estos surgen a veces, más presionados por las necesidades económicas, dado su carácter fundamentalmente economicista, porque están oprimidos por el sistema económico y social y se ven forzados a luchar por preservar para sí una parte cada vez más justa del valor que su trabajo agrega a lo producido. En cambio, en el caso salvadoreño, cuando hablamos sobre todo de los estudiantes, estamos hablando de un sector cuya motivación fundamental era, más que de carácter económico, de carácter eminentemente político.

Cuestionamiento a las Formas Tradicionales de Lucha Política ¿Cuáles son los efectos que tiene la participación de los estudiantes y maestros en el movimiento de masas? En mi análisis, concepción y conclusión, el trabajo político campesino y estudiantil dio lugar a un rápido cuestionamiento del movimiento político tradicional, vinculado sobre todo a la lucha electoral y lucha sindical. Hay que reconocer que la lucha electoral requería de una terrible batalla contra los esfuerzos del régimen por mediatizarla, por reprimirla y por mantenerla dentro de sus parámetros, en los cuales solo se permitía algún tipo de participación por medio del voto, pero sin la posibilidad de acceder al poder, sobre todo a nivel del ejecutivo. La presidencia de la república o de cualquier otro órgano fundamental del Estado, estaba reservada para los poderosos. Por supuesto que hubo algún tipo de participación en alcaldías, como fue el caso de la Democracia Cristiana, que durante los años 60 y 70 tenía el control de la alcaldía de San Salvador y habían ganado algunos diputados vinculados a los sectores más radicales de la Democracia Cristiana y al Partido Comunista (PC), a través de la Unión Democrática Nacionalista (UDN). Rafael Aguiñada Carranza y Dagoberto Gutiérrez fueron diputados del Partido Comunista (PCS) vía UDN. El primero fue asesinado por sicarios de la derecha y, el segundo fue comandante guerrillero y es uno de los firmantes de los acuerdos de paz; actualmente está fuera del FMLN actuando como analista independiente y académico. Posteriormente, la UDN en alianza con el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Movimiento Nacional Revolucionario MNR), junto a otras fuerzas no partidistas, formarían la Unión Nacional Opositora (UNO). Es cierto que en ese período -finales de los 60 y principios de los 70- la ebullición política en El Salvador había llevado la lucha electoral a su nivel de máxima expresión, lo que dio lugar a que la alianza Partido

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Demócrata Cristiano, el MNR (Social Demócrata) y el Partido Comunista ganaran las elecciones presidenciales en 1972, aunque la derecha les arrebato fraudulentamente la victoria. El Partido Comunista, desde 1931 con el golpe de estado de Maximiliano Hernández Martínez, y sobre todo después de la matanza de indígenas de 1932, había estado sometido a la ilegalidad y la clandestinidad, pero había logrado, a través de una serie de formas indirectas de participación política, conducir a un buen sector del movimiento gremial y sindical y sobre todo, no dejar de participar indirectamente en la lucha electoral. No obstante, el PC -de hecho aunque no de palabra- se había venido oponiendo de forma sistemática al ejercicio de las formas de lucha radicalizada y sobre todo de lucha armada. Pero, para los años setenta esos sectores de estudiantes y maestros a que me he referido, y personas escindidas del PCS, habían sometido a cuestionamiento esos métodos privilegiados por el Partido Comunista; se planteaban la interrogante de si estos métodos y formas de lucha eran realmente los que harían posible, en el caso particular de El Salvador, propiciar, promover y conquistar las transformaciones políticas, económicas y sociales de contenido verdaderamente revolucionario.

Lucha Ideológica y Ruptura del Partido Comunista Durante los primeros diez años -del 68 al 78-, en la izquierda salvadoreña estuvo a la orden del día la lucha ideológica, relacionada justamente a ese tipo de debate, que también se estaba dando a nivel internacional, en torno a la guerra en Viet Nam, la lucha anticolonialista en África, la muerte del Che Guevara, el mayo del 68 en París y el auge de la guerrilla urbana en el cono sur de América Latina; eran temas y sensibilidades que se confrontaban con la política de coexistencia pacífica de la URSS y su línea de apoyar la “Transición pacífica a formas no capitalistas de desarrollo” en el tercer mundo. Por otro lado teníamos los planteamientos del eurocomunismo, triunfo de Salvador Allende en Chile y el movimiento Hippy con su lema de “Paz y amor”. Esa lucha adquirió desde luego, entre maestros y estudiantes universitarios, un dinamismo muchísimo más grande, lo que acompañado al fenómeno de la guerra con Honduras en el 69 y al papel político que el PC había sostenido respecto a ese conflicto, destapó una lucha ideológica más abierta, lo que contribuyó a la ruptura del Partido Comunista, dando lugar a la renuncia y escisión de su Secretario General y, posteriormente fundador de las FPL, Salvador Cayetano Carpio. A partir de ese fenómeno, surgió un debate cada vez más intenso, teniendo su expresión más evidente en la Universidad Nacional, dado que en el Movimiento Sindical, el control formal continuaba estando en manos de la Dictadura Militar y de la dirección del Partido Comunista. Pero un elemento que contribuyó al debate, fue la promoción de discusiones públicas sobre los acontecimientos de 1932, en donde jugó un papel importante el libro “Miguel Mármol” de Roque Dalton, basado en el testimonio de ese legendario comunista sobre la insurrección campesina de 1932.

Miguel Mármol  Miguel Mármol fue miembro del PCS hasta su muerte, acaecida después de la firma de los Acuerdos de Paz de 1992. Miguel, para principios de los setentas estaba, de alguna manera, como menospreciado dentro del Partido Comunista. Muchos estudiantes llevábamos a Miguelito a las reuniones y clases para que nos explicara su versión de los hechos del 32, ya que en nuestro país ha sido tan secular la tendencia del régimen a que se olviden los acontecimientos históricos, para lo cual han creado una barrera a la memoria histórica. A esas reuniones asistíamos estudiantes y profesores que conocíamos más de Europa, Medio Oriente, algo de Sandino, de Francisco Morazán, de Centroamérica, pero desconocíamos nuestra propia historia, en particular la de los sucesos del 32. Yo vivía en la Residencia Universitaria, y junto a otros compañeros dirigíamos el Movimiento de Residentes en la Universidad, y el de Becarios -aunque yo no era becario- y allí alojamos, entre 1970 y 1971, por varios meses, a Miguelito Mármol, organizándole actividades y charlas. Miguelito, no obstante ser menospreciado, nunca dejó de ser un comunista disciplinado. Me decía: “la diferencia fundamental entre tú y yo es, que tu eres cheyista y yo soy leninista”. Yo le decía: “a veces no necesariamente eso es

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contradictorio”, “a veces sí” me decía. Yo le replicaba que era contrario al estalinismo; el siempre justificaba a Stalin.

Diferentes Concepciones Respecto a la Búsqueda de Nuevas Formas de Lucha

El fenómeno era, que el Partido Comunista, quiérase o no, en la medida en que estaba alineado con lo que se llamaban las posiciones pro soviéticas, promovía a través de su lucha -más que una confrontación abierta para cambiar el sistema- la búsqueda de una apertura democrática, que algunos de ellos le llamaban “La Revolución Democrática Burguesa”, “La Vía no Capitalista para el Socialismo”, y otros le llamaban “La Transición Pacífica al Socialismo”; consideraban también la posibilidad de introducir esas vías no capitalistas hacia el Socialismo a través de golpes militares, concibiendo que en Centroamérica en particular, los militares progresistas podrían promover golpes de estado que sirvieran a esta estrategia. Incluso había libros promovidos por autores auspiciados por la Unión Soviética para teorizar al respecto. Abonaban a esas posiciones del Partido Comunista, el hecho de que ya se habían dado acontecimientos golpistas en Bolivia, en Panamá con Torrijos y estaba cercana la experiencia del Gobierno de Jacobo Arbens en Guatemala, incluso la participación de militares revolucionarios en la fundación de las FAR en ese país. En cambio había otro sector que abogábamos por una organización surgida propiamente del seno popular, independiente de las instituciones tradicionales del Estado; priorizábamos el trabajo de una organización enteramente nueva. Esto dio lugar a cosas como las siguientes: Cayetano Carpio -de las FPL- me planteó, que aquellos estudiantes que se quisieran incorporar a esas nuevas formas de lucha, tenían que renunciar a sus estudios universitarios para sumergirse completamente en la clandestinidad. Por supuesto que no estábamos de acuerdo con esa posición, y esta fue una de las primeras diferencias que tuvimos con Cayetano, porque nosotros considerábamos que había que promover aquellas formas de luchas nuevas, sin abandonar necesariamente las instituciones en donde estábamos, ya que era ahí en donde tenías que hacer trabajo para influir y preparar la cantera adecuada de esa nueva organización ciudadana. Otro sector, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), también tenía una visión más o menos semejante, pero con una variante, mientras las FPL no menospreciaban la posibilidad de incidir en el movimiento de masas, como el movimiento magisterial, el movimiento obrero y el movimiento campesino para que fuera un movimiento de masas, no necesariamente de unidades guerrilleras, el ERP privilegiaba solo la organización de los Comités Militares del Pueblo, considerando que el trabajo hacia los sindicatos, el movimiento estudiantil o el movimiento de masas, tenía que estar sujeto o sometido a esa visión de radicalismo militarista. Esta concepción y trabajo del ERP -Comités Militares del Pueblo- llegó hasta 1978; por eso es que ellos fueron la última de las organizaciones de la nueva izquierda, en crear su movimiento de masas, el cual nace en febrero de 1978, como Ligas Populares (LP-28), inmediatamente después de la masacre en la Plaza Libertad. No obstante, dentro del ERP también había una discusión respecto a su estrategia militarista, lo cual les llevó a la ruptura con el sector Resistencia Nacional (RN). Pero todas estas contradicciones y luchas ideológicas internas de los partidos y organizaciones político militares, hay que verlas como el resultado de un esfuerzo permanente por alcanzar una organización de nuevo tipo en cuanto a movimiento de masas. Entre los promotores de ese movimiento de masas podemos encontrar a gente como Cayetano Carpio, que venía de sectores obreros, pero que era un funcionario reconocido del Partido Comunista y que siguió siendo revolucionario profesional durante el resto de su vida; a Mélida Anaya Montes -una profesora reconocida-, a Mario López, a los sacerdotes Chencho Alas, Higinio Alas, a algunos curas de San Vicente como los padres Matías y David Rodríguez, y por supuesto a Rutilio Grande y Monseñor Romero, el más simbólico de todos.

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Por el lado universitario, entre los promotores del movimiento de masas -y sólo mencionaré algunos- podemos encontrar a Felipe Peña Mendoza y sus hermanas Virginia (Susana), Lorena (Rebeca), Margarita (Julia) y a Lito Arce, fundador del ERP -todos ellos hijos de militares de alto rango-; a los becarios Adán Díaz que murió en Guatemala en 1972 incorporado a las FAR, y su hermano Luis Alberto Díaz, que fue secuestrado y desaparecido en 1980 cuando era Secretario General del MLP del PRTC; a Paco Montes, también de extracción popular -capturado y asesinado por la dictadura en 1980 cuando ejercía la medicina en Santa Ana-, Eduardo Rico - hijo de un profesor -fue dirigente del núcleo inicial de lo que llegó a ser el PRTC y después de la RN y murió el 2006 a causa de una larga enfermedad- y mi persona (Francisco Jovel) hijo de maestro y de familia de maestros y abogados -fundador del PRTC y miembro de la Comandancia General del FMLN durante toda la guerra-; a Eduardo Sancho, hijo de un médico -poeta y promotor del movimiento cultural comprometido, también fue miembro del la Comandancia General del FMLN durante toda la guerra-. Dentro de los profesionales hay que destacar a Fabio Castillo Figueroa -Médico de renombre, Rector de la UES y uno de los impulsores de la lucha armada- y a Rafael Menjivar, que también fue Rector de la UES.

Obligados a Dejar la Universidad y Asumir la clandestinidad

Quiero recordar un acontecimiento que a nivel universitario fue clave en la promoción de esta generación de cuadros revolucionarios, que posteriormente tuvieron destacado papel en la conducción de la lucha político militar de los años 70 y 80. Me refiero a la huelga general de Áreas Comunes que se realizo a finales de los años 70 y principios del 71; fue una larga jornada de huelga estudiantil en la Universidad, cuyo objetivo era llevar a nuevos niveles de profundidad el proceso de reforma educativa. Todos los estudiantes antes mencionados, surgieron al fragor de esa jornada. Después de la ocupación de la Universidad Nacional por el ejército en 1972, muchos, si no la mayoría, se incorporaron a la lucha guerrillera, y llegaron a ser destacados dirigentes. En todas esas luchas se promovía decididamente la organización gremial, profesional y comunitaria del estudiantado, para que se pudiese hacer realidad el compromiso de los estudiantes con la sociedad; era como una forma de saldar la deuda que los estudiantes universitario teníamos con la sociedad. Hay una fotografía publicada en la contraportada del Diario Latino a principios de 1971, en la que aparecemos los estudiantes que dirigíamos esas huelgas universitarias. Resulta que posteriormente, después de finalizada esa huelga, y sobre todo después de que la UES fue reabierta, algunos estudiantes comenzaron a promover reivindicaciones meramente “gangueras”, como por ejemplo que las promociones en la Facultad de Derecho fueran automáticas. Había un tipo -de apellido Chafoya-, que creó un movimiento muy personalista al que se le llamaba el “chafoyismo” y que ganaba las elecciones estudiantiles cada vez que se presentaba a ellas, pero que por su “ganguerismo”, los mismos estudiantes le obligaban a renunciar al poco tiempo. Hubo muchos oportunistas de ese tipo, lo mismo que elementos sectarios, fanáticos e intolerantes, que a nombre de la izquierda echaban a perder muchas luchas de los estudiantes. Pero estaban los estudiantes realmente comprometidos que sí reivindicaban demandas de interés común y colectivo como, en primer lugar, mejoras estudiantiles y el mantenimiento de la excelencia educativa, buscando un proceso de relación cada vez más estrecha entre la Universidad y el Pueblo, a través de los programas de extensión universitaria; en segundo lugar, demandaban la incorporación en prácticamente todas las carreras, del estudio de la realidad nacional, con una visión independiente, es decir, que no fuera la repetición del discurso oficial, ni la promoción de un planteamiento dogmático. A partir de 1971, después de finalizada la huelga de Áreas Comunes, se hizo mucho más dinámica, permanente y sistemática, la presencia de los dirigentes de esa huelga en las organizaciones campesinas y obreras. Cuando hablo de organizaciones campesinas me estoy refiriendo sobre todo, a los gérmenes de esas organizaciones campesinas, o sea, a la organización de cooperativas, en donde algunos campesinos se organizaban por motivos religiosos y sociales; pero también hablo de nuestro trabajo en los sectores obreros desatendidos por el movimiento sindical antimilitarista y anti oligárquico tradicional y por los sindicatos oportunistas que prevalecían en esos momentos, aunque tengo que reconocer el heroísmo de muchas de esas gentes del movimiento sindical tradicional, que incluso entregaron sus vidas en la primera huelga de ANDES y otras luchas.

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Esa dinámica dio lugar a un acercamiento mas sustantivo entre estudiantes, obreros, maestros y cuadros potenciales del campo, movidos fundamentalmente por la conciencia política, lo cual hizo surgir un movimiento muy grande de autoformación política y autogestión en todos los sentidos. Eran nuevas formas de lucha en las que se entregaba completamente la vida, porque no era cualquier cosa lo que se estaba jugando, ya que estábamos ante una Dictadura Militar cada vez más feroz. Toda esta gente asumió una actitud, que en múltiples ocasiones he llamado de sacerdocio, porque era una especie de entrega completa sin condiciones ni intereses personales. Estudiar la teoría política, y particularmente la teoría revolucionaria, era vista como una forma de lucha imprescindible, porque era fundamental librarla y ganarla en el terreno de la lucha intelectual, científica, social e ideológica. Como a principios de 1972 la dictadura continuó implementando la represión con sus diferentes modalidades, ya no era fácil hacer reuniones en cualquier lugar, por lo que uno de los pocos reductos que nos quedaban para las discusiones políticas públicas era la Universidad Nacional, razón por la que fue ocupada militarmente después de un intento de golpe de estado -levantamiento de los militares progresistas encabezado por el Coronel “Mincho” Mejía-, detrás del cual, de una u otra forma, estaban algunos sectores de la izquierda, que veían en esa posibilidad una alternativa de un cambio o transformación, ya que por la vía de las elecciones no eran posibles los cambios, tal fue el caso de la frustrada victoria de Napoleón Duarte y Memo Ungo, promovida por la UNO en ese mismo año. No podemos perder de vista que hubo tres grandes acontecimientos políticos que sentaron la pauta para un proceso de radicalización acelerado del sector de la juventud y de otros sectores sociales: primero fue el evidente fraude electoral, segundo el golpe de estado de Mincho Mejía -comandante de la Primera Brigada del Cuartel San Carlos, cercano a la Universidad- y tercero, la ocupación de la Universidad, que fue cercada, ocupada militarmente y cerrada. Cuando reabrieron la Universidad después de más de un año, el movimiento estaba igualmente vivo y dinámico, con nuevos brillos y mayor fuerza. Los anteriores dirigentes estudiantiles, ya liberados de las responsabilidades académicas universitarias, pasaron a ser luchadores sociales con plena entrega y a tiempo completo para la lucha. Este salto de calidad permitió la formación de nuevos y potentes cuadros políticos. Los dirigentes universitarios que fuimos perseguidos de forma sistemática, nos vimos obligados a sumergirnos en la más estricta clandestinidad; la gran mayoría nos quedamos en el país, pero una minoría se tuvo que marchar al extranjero, ya sea a incorporarse a la lucha armada en Guatemala en donde murieron, como es el caso de Manuel Rivera -que había sido Presidente de AGEUS-, o de Federico Baires que se fue a estudiar a Chile, aprovechando la apertura democrática del Gobierno de Salvador Allende, pero también expulsado posteriormente por la Dictadura de Pinochet. Cambiamos la Universidad por la clandestinidad, nuestras reuniones eran con las células conformadas por obreros y campesinos; nos reuníamos en el campo, en el Cerro de Guazapa, en Suchitoto, en San Vicente, en Usulután, Chalatenango, Morazán, etc. Era complicado el trabajo en el campo, porque la vida nos demostró que el pretender darle forma a organizaciones sindicales o asociaciones campesinas, hacía más vulnerables a los campesinos, dada la represión que existía. Por ejemplo, en san Vicente, yo estaba organizando una asociación de trabajadores de varias lecherías de las haciendas ganaderas; ahí despidieron a mucha gente -que posteriormente se comprometieron con la lucha clandestina-. Por suerte, con ayuda de un estudiante de derecho que había sido guardia nacional, logramos arrancarle al patrón de una de las lecherías, una importante indemnización para la gente que había trabajado 12, 15 o más años. Para mí siempre fue muy significativo el hecho de que, aún dentro de los sectores de la Guardia Nacional había posibilidades de trabajo. Después esta idea se esclareció mucho mas, porque si bien es cierto que hubo enfrentamientos sangrientos y mucha muerte de gente en los cantones que estaban vinculados a las organizaciones políticas populares, también es cierto que mucha gente de ORDEN se incorporó posteriormente a la guerrilla. Sucedía que cuando la gran mayoría de las comunidades se liberaba de la dependencia de los militares, se incorporaban a la lucha político militar.

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Una Metodología con Disciplina y Compartimentación Para Poder Ampliar y Sostener el Movimiento de Masas y la Lucha Armada

En ese tiempo, cuando las organizaciones que se estaban forjando y que después dieron lugar al movimiento guerrillero y al FMLN, tenían la consigna de “Electoreros al basurero”, lo cual era una forma de confrontación ideológica, que trataba de desmontar las formas que algunos políticos empleaban para corromper la conciencia de los salvadoreños, limitando la lucha popular al simple plano electoral. Algunas organizaciones, siguiendo los planteamientos tradicionales del movimiento revolucionario a nivel mundial y marxista-leninista en particular, sosteníamos que ninguna forma de lucha era despreciable y que había que participar en todas las formas de lucha, incluida la electoral, pero que en ese marco de la realidad salvadoreña -de dictadura militar y monopolización económica de la oligarquía- no podíamos cometer el error de considerar la lucha electoral como la forma de lucha fundamental. Las otras formas de organización eran la ilegal no armada, y la ilegal armada, es decir, la lucha insurreccional o insurgente armada. Para la realidad de nuestro país, la lucha fundamental era la armada, la secundaria era la electoral y la sindical, y la terciaria eran las otras formas de lucha que solo podían ser concebidas como un esfuerzo a realizar, en la medida en que podían ser parte de los escalones que tenía que subir una persona para llegar a la forma fundamental. Estoy hablando de que se trataba de aplicar una metodología que partía de organizar pequeños colectivos conformados por personas de absoluta confianza, como los adoradores de la palabra o promotores de la palabra que venían del trabajo religioso o de las asociaciones comunitarias en las colonias, los tugurios, los cantones y caseríos o de grupos de amigos que se conocían de largo tiempo, etc. Se concebía que el método era necesario para que muchas gentes se formaran poco a poco, paso a paso, con mucha disciplina y compartimentación. Era un proceso gradual que permitía formar la contextura de los militantes para prepararnos y prepararlos para la lucha que estábamos viviendo y para la que nos faltaba. Para la seguridad del incipiente movimiento revolucionario y para las inmensas tareas que nos deparaba el futuro, esos métodos fueron necesarios y respetados a raja tabla. Todas las organizaciones aplicamos esa metodología, aunque con sus diferentes modalidades, de acuerdo a nuestros propios “estilos”, estrategias y tácticas. A quien más le costó comprender ese proceso y necesidad de incorporación gradual fue al ERP, lo que dio lugar a que en 1975 se diera la gran ruptura entre RN y el ERP, porque Roque Dalton promovía que justamente ese era el proceso correcto, mientras gente como Alejandro Rivas Mira y Vladimir Rogel, consideraban que no, que la lucha había que hacerse incorporando a la gente a los Comités Militares del Pueblo y que esa tenía que ser la organización de masas y militar al mismo tiempo. A las alturas de 1975 todas las organizaciones -excepto el ERP- teníamos una organización de masas: el Partido Comunista tenía a sus organizaciones como la UDN -partido electoral- y al movimiento sindical tradicional con la FUSS, las FPL tenían al Bloque Popular Revolucionario: Como el ERP había roto con la RN, estos se quedaron con el FAPU; el PRTC ya teníamos a las Ligas para la Liberación. El ERP creó a las LP 28.solo hasta 1977. No obstante mucha gente del ERP, al margen de su dirección, se incorporaba a las luchas concretas que se promovían desde el movimiento estudiantil, como por ejemplo en las manifestaciones del 30 de Julio que fue masacrada por la dictadura. Hay que reconocer, que desde su fundación, las LP-28 pasaron a jugar un papel muy dinámico. Todas eran organizaciones en las que participaban el sector obrero, campesino, magisterial, estudiantil secundario y universitario. En la segunda mitad de los años 70, particularmente a partir de 1978, las Ligas para la Liberación del PRTC experimentaron un proceso de conversión hacia el Movimiento de Liberación Popular (MLP), que se cristaliza en 1979 con la incorporación de las Brigadas Revolucionarias de Estudiantes de Secundaria (BRES), las Brigadas Obreras (BO), las Brigadas de Trabajadores del Campo (BTC), las Brigadas de Pobladores de Tugurios (BTC) y un sector del movimiento magisterial que nunca adoptó un nombre específico. Las FPL tenían a su movimiento revolucionario de masas con el Bloque Popular Revolucionario, conformado por la UTC, el UR-19 -de estudiantes universitarios-, el MERS -estudiantes de secundaria-,

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FECCAS-UTC que eran organización de campesinos, FUR-30 -estudiantes de la UCA-, UPT -organización de pobladores de tugurios-, Comité Coordinar de Sindicatos –de obreros-, ANDES -de maestros-. La RN tenía al FAPU y el ERP a las LP-28, que también tenían organizaciones sectoriales en su seno.

Formas Artesanales de Propaganda

En cuanto a la propaganda hay que considerar, en primer lugar, que en El Salvador hay un método de propaganda que ha sido efectivo siempre y es la propaganda de boca en boca, la cual se aplicó durante todos esos años; para nosotros era una propaganda clandestina, que decía cosas que la prensa y el régimen ocultaba sobre la realidad nacional, y sobre todo del avance de nuestro movimiento revolucionario; en segundo lugar, empleábamos las octavillas, con las que hacíamos una distribución de hojas de manera masiva. Todas las organizaciones empleábamos esos métodos precarios, con impresiones en mimeógrafos –hechos a mano-, con marcos de madera y una tela delgada de esas que se usan en serigrafía y al que se le pegaba con la tinta el extensil. A ese aparato le llamábamos “Paula”. ¿Por qué hacíamos así la propaganda? Porque en ese período todavía las fotocopiadoras eran muy caras, y por otro lado, porque solo usaban papel químico. Claro que quien pudiera usar el mimeógrafo electrónico lo hacía, pero en el caso nuestro y de otras organizaciones, cada célula o grupito en sus comunidades, reproducía en esos aparatitos los comunicados y propaganda para el desarrollo de nuestro trabajo. Con las Ligas para la Liberación (LL), usando mimeógrafos modificados, logramos por más de un año editar un periódico quincenario llamado “Posición Revolucionaria” -yo era su director- y en el que trabajábamos un equipo de 5 personas, entre ellas Roberto Galeano -que murió en 1993 ejerciendo como médico- y Humberto Mendoza que fue capturado y asesinado junto con los demás dirigentes del Frente Democrático Revolucionario (FDR) en 1980. El resultado de esa mística de propaganda era fabuloso, porque la gente recogía esos papelitos, los leía y los compartían por lo menos con diez personas más y después los guardaban o los escondían. Era un método multiplicador. Otra forma de propaganda que terminó siendo la más evidente y útil, fue la aplicación de las famosas pintas y mini pintas -con plumones o espray- en los muros de las calles, en los autobuses, en los baños, paredes de las escuelas y universidades o en cualquier lugar en donde se pudieran leer. Eran mensajes acordes a las luchas o huelgas que se libraban en cualquier momento, coyuntura política o simplemente dejar el nombre de nuestras siglas guerrilleras. El plumón era una cosa buena, porque se trataba de una pintura difícil de borrar y la gente lo apreciaba, porque además de informarse, les animaba a la lucha. La dictadura no tenía control de lo que hacíamos. La pinta artesanal primitiva se convirtió en un verdadero y nunca antes visto fenómeno social de masas. En nuestro país, el afiche tuvo menos impacto, justamente por el carácter ilegal de la lucha, pero además era muy caro, por lo que se limitaba, a veces, a las organizaciones y actividades legales. Fue muy útil para promover la solidaridad internacional. Las manifestaciones populares de calle eran otra forma de hacer propaganda, ya que en esas actividades se distribuía una buena cantidad de hojas y escritos de denuncia y conocimiento de la realidad nacional, aquí fueron muy útiles las mantas publicitaria hechas con métodos artesanales, los cuales llegaron a tener gran impacto nacional cuando la T.V. empezó a proyectar imágenes de las movilizaciones. Llegó un momento, en que además del trabajo propagandístico del movimiento de masas, las unidades militares guerrilleras intensificaron su accionar poniendo “bombitas de propaganda”, las cuales eran pequeños mecanismos de explosivos que esparcían los papeles o boletines en un parque o en una zona de relativa concentración de la población; eran petardos explosivos que no hacían daño alguno, pero creaban tensión y hacían bulla. La gente recogía la propaganda, pero cuando llegaba la policía, la tiraban o simplemente se la llevaban para leerla en sus casas o en lugares más o menos seguros. Ese trabajo era importante para la moral de todos nosotros, como por ejemplo, que las células planificaban su trabajo de propaganda, midiendo la eficiencia y capacidad de las otras células, de

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acuerdo al número de pintas que hacían en sus territorios. “Mirá, aquella célula hizo 30 pintas y ustedes solo 10 ¿Qué les pasa?”. Eso generaba un proceso de emulación muy grande. Los métodos utilizados por las organizaciones de masas y la guerrilla eran casi los mismos, lo que sucede es que era menos grave que a alguien lo llegaran a capturar haciendo una pinta del BPR, las LL, el FAPU o las LP-28 que haciendo una pinta de las FPL, del PRTC, del PC, de la RN o del ERP, porque el contenido de las pintas era distinto. Las pintas del movimiento guerrillero llamaban a la lucha armada, y las del movimiento de masas llamaban a otras formas de confrontación política. Aunque en realidad, rápido llegó el momento en que era tan peligroso hacer lo uno o lo otro. A partir del año 1978, con la reorganización del movimiento obrero y gremial, empezamos a introducir otras formas de propaganda que tenían un carácter más masivo; comenzamos a mandar comunicados a los periódicos y a las radios, pero este esfuerzo era mucho más caro económicamente y solo la organización sindical y gremial podía asumir esos costos. Pero en poco tiempo se dio el fenómeno que evidenciaba el absoluto no control de la situación por parte de la dictadura, y es que incluso los medios televisivos comenzaron a participaban en las conferencias de prensa, que disfrazados de una u otra forma, dábamos en los centros sindicales, en la universidad o en cualquier lugar en donde se presentara un acontecimiento novedoso. El noticiero “Teleprensa de El Salvador”, fue uno de los pioneros en incorporar en su programación la difusión de hechos políticos que ya no podían ocultarse, porque no tenía sentido ocultar información que de todas maneras era o sería conocida. De esa manera se fueron dando a conocer cada día más los acontecimientos que revelaban el carácter represivo del régimen: los desaparecidos, los asesinatos de obreros, campesinos, sacerdotes, maestros, estudiantes y en fin, la cruda barbarie del régimen dictatorial contra nuestro pueblo. En resumen, el movimiento cívico, político, ilegal y de movilización masiva organizado por el PRTC, primero conocido como Ligas para la Liberación y luego como Movimiento de Liberación Popular (MLP), se desarrollo, al igual que el resto de organizaciones que llegamos a integrar el FMLN, de lo simple a lo complejo; aprendimos a combatir lo tecnológicamente sofisticado, con lo simple y artesanal. El movimiento guerrillero sólo pudo desarrollarse -hasta formar poderosas organizaciones militares-, gracias a que era una expresión del más alto nivel de organización del pueblo salvadoreño, la más grande e importante del siglo XX.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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UNA EXPERIENCIA Y APORTE PERSONAL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO DE MASAS

 

María Marta Valladares

Miembro de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC)

Y una de las más grandes impulsoras Del trabajo internacional del FMLN

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Inicios del Trabajo Político e Incorporación al ERP

Comencé a colaborar en las estructuras clandestinas de Resistencia Nacional-ERP, en el año 1971, y al mismo tiempo participaba en ACUS (Acción Católica Universitaria Salvadoreña) y en el Movimiento Estudiantil Político (MEP), con el que empecé a participar en la reestructuración de la Universidad, durante el rectorado del Dr. Rafael Menjívar, con el objetivo de ponerla al servicio del pueblo. Las actividades que hacíamos eran círculos de estudio, alfabetización en zonas marginales, marchas de solidaridad con maestros y otros sectores sociales; además realizábamos acciones que eran medidas de presión, como por ejemplo, tomas de los edificios y huelgas en la Facultad de Humanidades -siendo decano el Dr. Fabio Castillo Figueroa-. La dictadura terminó cerrando la Universidad el 19 de julio de 1972, por lo que a las fueras de la Universidad comenzó a funcionar un fuerte movimiento de lucha.

En marzo de 1972 habíamos participamos como ERP-Resistencia Nacional en la campaña electoral de Napoleón Duarte, en la que estuve como secretaria de una junta receptora de votos, porque nosotros creíamos en todas las formas combinadas de lucha y que una de ellas, como era la electoral, ya se estaba agotada. Eran elecciones bajo la bota militar, por lo que la Guardia Nacional nos reprimió a golpes. Terminaron imponiendo como presidente al Coronel Arturo Armando Molina.

La disciplina en esos inicios de incorporación al movimiento revolucionario era muy difícil, uno se templaba como el acero, por ejemplo, cuando ingresé en el ERP y pasé de colaboradora a militante, en el año 1971, me dijeron que me fuera de mi casa, que renunciara a todo. Mi expectativa personal como estudiante era ser una profesional, por lo que cuando entré a la Universidad Nacional (UES), quería ser Psiquiatra, pues creía que los problemas estaban principalmente en la mente de la gente y que de ahí venía el egoísmo, la maldad, etc. Cuando Paco Montes me pidió que me incorporara a tiempo completo a la Revolución, me pusieron la prueba de que a las 5 de la mañana me esperarían en un punto determinado. Le dejé una carta de despedida a mi mamá y me fui al contacto. El compañero comenzó a preguntarme sobre si realmente yo quería irme a la guerrilla, que si estaba dispuesta a dar la vida por la gente pobre y por el pueblo. Yo a todo le decía que sí. “Vas a sufrir” me dijo, y le respondí que con el amor que sentía por la gente no podía sufrir, porque “yo sé que es necesario ese sacrificio”. A las 5:45 de la mañana me dijo: “regrésate a tu casa, esto es solo una prueba para ver tu decisión y determinación”. Le dije que no tenía dinero para irme en un taxi y llegar a la casa antes de que mi mamá leyera la carta. Me dio dinero y regresé a mi casa. Eran métodos guerrilleros necesarios que formaban a los militantes en sus convicciones, nos templaban, nos enseñaban que lo primero, y sobre todo, era la lucha de Liberación Nacional, la transformación de nuestro país, la recuperación de la Patria. Para poder llevar adelante esa lucha sin tregua, era necesario conservar nuestras estructuras y cuadros políticos, para lo cual teníamos que prepararnos y formarnos con métodos conspirativos, lo cual era garantía, protección y seguridad para el naciente movimiento revolucionario. Por esas razones practicábamos el chequeo y el contra chequeo, por si nos seguía el enemigo. Todos teníamos seudónimo; yo tuve muchos: Hilda -por la carta del Che a su hija-, Alegría, Argelia, Esther, Maria del Carmen Montes, Gabriela, Celia, Nidia, etc.

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Teníamos estrictas normas de clandestinidad y compartimentación; era una disciplina militar, con horas exactas de llegadas a los contactos y cumplimiento de tareas. Perdí mi legalidad catorce años después, hasta el momento de mi captura, ya que en el primer dialogo con el Gobierno en la ciudad de La Palma –Chalatenango-, solo había salido mi rostro públicamente, mas no mi nombre legal.

Salida del ERP por Diferencias en la Concepción la Lucha

Después que yo colaboraba con la guerrilla, ingrese a una célula clandestina y luego me incorporaron a un nivel superior, empezando a trabajar en lo que después fueron las bases del FAPU. En 1973, cuando se reabre la Universidad Nacional, se crea el Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios “Salvador Allende” (FUERZA), pero en ese mismo año se da una lucha ideológica en el seno de algunos núcleos de la Resistencia-ERP y nos terminamos separando, porque no coincidíamos en la concepción de “partido vanguardia” y de sus formas de lucha a partir de una dirección vertical, en donde el ejército mandaba en la política. Nosotros sosteníamos que era el partido quien debía dirigir todas las formas de lucha, entre ellas la lucha armada, y que esta era la forma de hacer política. Por esa razón, el Dr. Fabio Castillo Figueroa, Francisco Jovel, Francisco Montes, el poeta Alfonso Hernández, entre otras personas, nos salimos del ERP para crear en la clandestinidad la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT). Mientras tanto, seguíamos dentro del FAPU con Mario López, vinculado a ANDES, los padres Chencho Alas, Higinio Alas y Jorge Acosta, quienes estaban vinculados a la promoción campesina.

La Construcción de un Frente Amplio: FAPU

Es importante detallar, que la necesidad de construir un Frente Amplio se debió a la concepción de aglutinar y organizar al pueblo en un frente y combinar todas las formas de lucha, sobre la base del análisis de que la dictadura del gobierno del Coronel Arturo Armando Molina, era de carácter fascistoide o fascista y que con su estado de sitio pretendía anular el accionar popular, por lo que nosotros teníamos que responder con un planteamiento que nos permitiera continuar el trabajo con diferentes modalidades o formas.

La lucha política electoral era todavía dominante para esa época, pero como la guerrilla aún se estaba desarrollando, y por tanto éramos pocos, concebimos la idea de crear las condiciones sociales que nos permitieran continuar con nuestro desarrollo y expansión. A partir de ahí comenzamos a aplicar la táctica de “ponerle agua al pez para que nadara en sus aguas” (las masas eran el agua y la guerrilla el pez). Coherentes con ese pensamiento nos propusimos construir un ejército de masas, a imagen y semejanza de la experiencia del marxismo vietnamita, el cual nos daba luces para construir el ejército armado de las masas; es decir, un ejército político de cara a la lucha de Liberación Nacional y a la construcción de la Democracia Popular.

En 1974 empezamos a poner los cimientos para la construcción del Frente Amplio Popular Unificado (FAPU), que nace con la participación de maestros, campesinos y con varias corrientes procedentes de las organizaciones guerrilleras que estábamos en esa misma dirección y concepción política. Nosotros continuamos militando en el FUERZA, pero en marzo de 1975 se profundiza una lucha ideológica interna, relacionada con el cuestionamiento de si el FAPU era de varias tendencias o sobre quién lo conducía, concluyéndose en que realmente estaba conducido solo por la Resistencia Nacional-ERP. Pero en el seno de la ORT se daba, simultáneamente otra lucha de ideas sobre cuándo comenzar a construir el partido de carácter regional; discutimos sobre si primero teníamos que consolidar la estructura en El Salvador, o empezar de inmediato por Centroamérica. Aquí tuvimos otra ruptura, los que se quedaron para consolidar primero el trabajo en El Salvador y que se sumaron a la Resistencia Nacional, y los que nos fuimos a construir el trabajo regional del PRTC. Así es como El FAPU se quedó con los compañeros de la Resistencia Nacional-ERP; un núcleo de la ORT y nosotros nos fuimos en el mes de mayo de ese

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año a construir una organización multisectorial, con el apoyo del esfuerzo que habíamos capitalizado y acumulado con nuestro trabajo en el FAPU, o sea, con el sector campesino, magisterial, estudiantil y obrero. Así surge la Liga para la Liberación, una organización multisectorial.

Para ese tiempo yo tenía más o menos un año de estar trabajando en el norte de San Vicente, porque ya en los años del 68-69 -cuando era una estudiante de bachillerato-, había pertenecido al “Movimiento Por un Mundo Mejor”, en donde conocí al padre Alirio Macías.

El año 1974, me reencontré de nuevo con el Padre Macías, en un encuentro de religiosos, religiosas y delegados de la palabra de la diócesis de San Vicente. Asistí a esa reunión de San Sebastián con el padre Chencho Alas, quien aún estaba en el FAPU, y yo continuaba trabajando para FECCAS (Federación Cristiana Campesina Salvadoreños). En esa oportunidad el padre Macías me invitó a visitar San Estevan Catarina, a un dialogo con las y los delegados de la palabra, con quienes él trabajaba desde la perspectiva de la Teología de la Liberación. Me propuso hablar sobre la coyuntura política de aquel momento y por supuesto acepté y fui a San Esteban Catarina. Así es como iniciamos el trabajo de organización, concientización y movilización en el norte de San Vicente, trabajo que posteriormente se transformaría en un frente de batalla. A esas alturas ya se estaba construyendo la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) en el sur de San Vicente.

En 1974 participamos como FECCAS –yo aún estaba FAPU- en las luchas contra la construcción de la represa hidroeléctrica del Cerrón Grande, ya que ese proyecto iba a inundar todas las zonas campesinas de Suchitoto y de Chalatenango. En protesta y denuncia por esa barbarie ecológica y humana, hicimos movilizaciones de calle y mucha propaganda.

Construcción del PRTC

Al darse la lucha ideología en el seno de las estructuras clandestinas y al irnos del FAPU, retomé el trabajo que venía realizando con FECCAS, para convertirlo en sector campesino de la Liga para la Liberación. En mayo de 1975 empezamos a reclutar campesinos para PRTC, que ya estaba en pleno proceso de construcción a nivel regional. En lo teórico teníamos el mejor planteamiento en cuanto a la estrategia, la táctica y en el sentido de combinar todas las formas de lucha; pero internamente teníamos el problema de que en las Ligas (PRTC en construcción) había un sector muy ortodoxo que decía que no podían haber cristianos dentro del partido, lo que generó mucha discusión. Ante esta situación, los estudiantes jesuitas Fernando Ascoli, Alberto Enríquez y Antonio Cardenal, solicitaron una reunión a la Liga para la Liberación para conocer nuestro planteamiento. Por nuestra parte estuvimos en la reunión Francisco Véliz, Francisco Jovel, y yo. Nuestro planteamiento fue excluyente, ratificamos nuestra posición respecto a la incompatibilidad entre el marxismo y el cristianismo, razón por la que los estudiantes jesuitas se retiraron, y a partir de ahí, ellos comenzaron a trabajar por la construcción del BPR.

Yo continué con la responsabilidad del trabajo con los estudiantes y con el sector campesino. Para ese tiempo, el PRTC ya tenía su primera estructura: el compañero Manuel Federico Castillo (hijo de Fabio Castillo Figueroa) -quien murió luchando en Nicaragua el año 1979-, era el responsable de masas; Mario López (Venancio Salvatierra) era el coordinador del PRTC en El Salvador, Fabio estaba en Costa Rica en el exilio, Francisco Jovel aún estaba en El Salvador, pero tenía trabajo en Costa Rica, y para ese tiempo ya teníamos representación en la zona de Honduras.

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La RN se Queda con el FAPU

En mayo de 1975 se da la otra ruptura en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), a causa del asesinato del poeta Roque Dalton a manos del sector militarista, hecho que obliga la separación de toda la Resistencia Nacional, llevándose consigo al FAPU. El ERP se queda sin expresión de masas e impulsan, en plena coyuntura de la toma de catedral, la construcción de los Círculos Militares. Dos años después, con la masacre del 28 de febrero de 1977 y de la imposición del Coronel Molina como presidente del país, surgieron las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28), en honor a las personas asesinadas. Las LP-28 llegaron a ser un movimiento de masas muy importante.

Toma de Catedral en Agosto de 1975

El 1º de agosto de 1975, cuando vino la toma de catedral después de la masacre del 30 de julio, Federico Castillo me dijo “mira, quédate que se va a tomar la catedral hasta que se esclarezca este crimen y el paradero de los desaparecidos”. Me quedé como representante de la Liga para la Liberación, junto a los estudiantes del UR19, y otros compañeros como Antonio Uribe por el FAU y Roberto Viera de PDC. En esa toma había dirigentes campesinos de gran importancia como Polín, Cirilo, Héctor y otros que eran de FECCAS. La coordinación de la toma de catedral fue muy discutida y votada. Tony, como el representante estudiantil, y Roberto se aliaron para lograr estar en la coordinación. Al ser desconocidos por el resto de estudiantes, los compañeros de FECCAS me eligieron para formar parte de la coordinación interna. Fue la primera toma radical de la catedral, en la que participamos más de cien personas. Ahí nació el Bloque Popular Revolucionario (BPR).

Conversión de las Ligas para la Liberación en Movimiento de Liberación Popular

En el caso concreto del PRTC, la Liga para la Liberación veníamos trabajando durante los años 75, 76, 77, en la creación de una organización por sectores; pero cuando vino el periodo del dictador Romero, que impuso el Estado de Sitio permanente, comenzamos a cambiar el tipo y forma de organización, hasta transformarnos en el Movimiento de Liberación Popular (MLP), con una estructura de brigadas de trabajadores del campo, brigadas de obreros, brigadas estudiantiles y de otros sectores.

El primer dirigente que tuvimos fue Luis Díaz, a quien la policía capturó e hizo desaparecer el 15 de octubre de 1980. Nuestro segundo dirigente fue Humberto Mendoza, quien fuera asesinado por los escuadrones de la muerte, junto al resto de la dirección del Frente Democrático Revolucionario (FDR), como es el caso de los compañeros Enrique Álvarez Córdova, Juan Chacón, Manuel Franco y otros valiosos cuadros históricos.

Nuestros objetivos inmediatos eran -en los años de las Ligas- luchar por la tierras, por la reforma agraria; hacíamos cursos de formación para la población en general, con temáticas y un mensaje más cristiano, a través de los delegados de la palabra que venían de la Teología de la Liberación, ya que el abnegado trabajo de la iglesia de base generaba una cantera de cuadros preparados para la organización campesina. Casi todos los lideres venían de los delegados de la palabra, pero también de otras vertientes como la Unión Comunal Salvadoreña (UCS), la que formó gente más ligada a la reforma agraria que no venia del cristianismo. Pero la inmensa mayoría de compañeros que militaban en organizaciones populares como la UTC, FECCAS y las Ligas para la Liberación (sector campesino), venían del trabajo de promoción que hacía la iglesia popular o de base.

Las brigadas del MLP empezaron a fungir como milicias, con la participación de todos los sectores organizados que teníamos en el norte de San Vicente, Guazapa, Usulután, norte de San Miguel, San Salvador. Fue con esa acumulación de fuerza o soporte estratégico, con el contribuimos a la formación

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de un ejército guerrillero y con el que llegamos a 1980 a participar en la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) e inmediatamente a participar en el Frente Democrático Revolucionario (FDR)-.

Incremento de la Represión. Inicios de la Lucha Armada el 10 de Enero de 1981

Desde 1980, el gobierno fascista había incrementado la represión y el genocidio; en el campo nadie podía vivir en sus casas -solo en los montes-, porque estaban asesinando a los campesinos y a sus líderes. A nosotros como PRTC nos asesinaron a valiosos compañeros dirigentes que habíamos reclutado a principios de los años 70, como por ejemplo a los compañeros Marcelino Rivas, Inocencio Baires, a Carlos Fonseca -el 30 de julio-, Manuel Hernández, un dirigente campesino de Verapaz y a su mujer Adriana Reyes –la asesinaron delante de sus hijos-, Elías Acosta -un campesino de Mirandilla-, Gladis Meardi, Toño Balta, Marcelino Rivas, Inocente Alvarado, Humberto Mendoza. A Luis Díaz lo hicieron desaparecer en 1980. Muchos compañeros de gran valor y profunda sensibilidad humana murieron asesinados o fueron desaparecidos por la dictadura.

Ante ese panorama de represión y abusos a nuestra gente, se hacía necesaria la lucha armada del pueblo, pero sucedía que en esos momentos no había un concepto claro de un ejército popular; lo que teníamos eran unas milicias territoriales encargadas de defender -de alguna manera- a la población. Para empezar, la misma Comandancia General del FMLN, cuando define hacer el gran esfuerzo de Ofensiva General del 10 de enero, no tenía un concepto claro de cuánto iba a durar ese la guerra, aunque en algunos compañeros predominaba la visión insurreccionalcita y en otros una estrategia más a largo plazo. Lo cierto es que en vez de abrirse la posibilidad del diálogo para la concertación de un pacto político entre los sectores de poder y el FMLN, la salida militar se impuso y estalló la guerra civil.

En 1981 comenzamos el reclutamiento masivo para lanzar una ofensiva general, con el objetivo de cambiar la correlación de fuerzas y abrir la posibilidad del entendimiento con la Junta de Gobierno. En lo estratégico buscábamos superar las causas que habían generado la conflictividad social y que no eran otras que la excesiva concentración de la riqueza en pocas manos, la explotación, la represión y la exclusión política.

La guerra comenzó y se recrudeció. La dictadura nos quería aniquilar y nosotros teníamos muy pocas unidades militares, y el poco armamento que poseíamos, lo empleábamos únicamente para defender a la población, ya que en ese tiempo comenzaron las famosas “guindas” (correr), lo cual era otra forma de resistir que tenía el movimiento de las masas. La población organizada era vista por el enemigo como una masa simplemente amorfa, a quien el ejército reprimía y mataba en criminales masacres.

A diferencia de Carter, que en 1979 suspendió la ayuda a El Salvador por ser un país violador de los derechos humanos, el presidente Reagan, que ganó la presidencia de Estados Unidos el mes de noviembre de 1980, restableció la ayuda y cerró la posibilidad de entendimiento. Por su lado, la oligarquía salvadoreña, veía el Dialogo como traición y se opusieron a toda posibilidad de salida político negociada al conflicto armado. Por esa razón la guerra continuó durante toda la década de los 80 y terminó a principios de los 90.

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LA JUVENTUD COMUNISTA EN EL TRABAJO DE MASAS Y EN LA PROYECCIÓN DE LA LUCHA ARMADA

José Luis Merino

Miembro de la dirección del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) Y un legendario guerrillero

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Concepción Insurreccionalista del PCS

Es importante registrar que al Partido Comunista lo dirigía una visión insurreccionalista; su forma principal de lucha y la vía para tomar el poder esta expresada e identificada en la insurrección como camino fundamental, para lo que el elemento dominante y determinante era la movilización social, la lucha de masas. Esta visión política está en el propio origen del Partido Comunista (PC), en sus relaciones con la Internacional Comunista, el movimiento comunista internacional con la Unión Soviética y con el movimiento revolucionario internacional de la época.

Con la insurrección campesina e indígena de 1932, el PC fue arrinconado y debilitado, prácticamente reducido a su mínima expresión, y su reorganización tuvo que hacerse en las duras condiciones de las luchas para derrocar al dictador Maximiliano Hernández Martínez. Solo hasta los años 50 y 60, el PC comienza a recuperase y desarrollarse; y lo hace en el marco de unas dictaduras militares que le obligaron a forjarse con una visión de absoluta y profunda clandestinidad, situación que contribuyó a la formación de importantes liderazgos como la del compañero Shafik Handall.

Frente Unido de Acción Revolucionaria

El PC creó el Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR), influenciado por la victoria de la revolución cubana, fenómeno que encendió los ánimos y que hacía ver las cosas más relativamente fáciles de lo realmente que eran, aspecto que fortaleció la convicción militar. Shafik Handall dirigía al FUAR y su conducción permitió formar e instruir militarmente a las primeras unidades de decenas de compañeros, que luego fueron a solidarizarse y a experimentarse a Cuba, con el objetivo de apoyar la lucha contra las bandas contrarrevolucionarias que operaban en la Sierra del Escambray. Los compañeros regresaron muy entusiasmados de Cuba. Curiosamente, por la creación de este esfuerzo militar, el compañero Marcial se enfrentó a Shafik, porque no entendía los objetivos y el planteamiento estratégico. Ese proyecto militar de las FUAR terminó con la captura de Shafik en la escuela de la colonia “La Campiña”, hecho que los diarios aprovecharon para sacar fotografías de Shafik con las armas que se empleaban para las instrucciones militares.

Contradicciones al interior del PC y Salida de Salvador Cayetano Carpio

Por los años 67, la lucha electoral irrumpe con la aparición del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). El PDC comenzó a ganar alcaldías, incluida la capital San Salvador, pero luego vinieron las huelgas y la guerra del 69 contra Honduras, y en este marco comenzaron a surgir las primeras contradicciones al interior del PC, concretamente cuando Marcial regresó de una gira por la Unión Soviética. Marcial comenzó a plantear que había que cambiar el fusil de hombro, o sea, que en vez pelear contra los hondureños teníamos que hacer un llamado a los soldados para luchar contra la oligarquía. Pienso que esa fue una discusión innecesaria, porque el Partido estaba identificado con las huelgas y luchas de los trabajadores, en las que habían muerto los primeros dirigentes del PC como los compañeros Oscar Gilberto Martín Carranza -hermano mayor de Mario Aguiñada- y el compañero Morales, ambos capturados y torturados por el “Chele” Medrano -un militar

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fascista que siendo Director de la Guardia Nacional, intensificó y tecnificó la tortura- y después de asesinarlos, fueron tirados al mar. Para ese tiempo el Partido ya estaba discutiendo sobre la posibilidad de la lucha armada.

La ruptura de Marcial con el PC se produjo casi en seco. Ese hecho me hizo reflexionar y expresar a los compañeros, que hubiera sido muy bueno que a finales de los 60 o principio de los 70, se hubiera podido sintetizar una visión de la lucha político militar en El Salvador, como la experiencia de los vietnamitas que tenían un proceso revolucionario con participación de lucha de masas, lucha militar y una sola conducción, planteamiento que les hacía fuertes y les daba una estratégica capacidad para enfrentarse al imperio norteamericano. Si al interior del partido Comunista se hubiera podido producir esa visión de lucha política y militar, los pasos hubieran sido más cortos y no tan costosos como los que tuvimos en el transcurso de los posteriores años.

El PC siempre estuvo vinculado a la idea del trabajo con el movimiento social, con los trabajadores -obreros y campesinos-, con el objetivo de concientizarlos sobre la injusta realidad que vivía el país, y luego organizarlos para la lucha revolucionaria por la vía de la insurrección; pero solo hasta los años 70 es que comienza a marcarse una tendencia más clara para desarrollar un trabajo sistemático hacia el movimiento de masas.

Movilizaciones de Masas, Huelgas y Toma de Conciencia de lucha

En la década de los 70, las organizaciones de trabajadores desarrollaron enormes movilizaciones, las que en 1977 incidieron positivamente en la campaña presidencial de Fabio Castillo Figueroa. La bandera de lucha en esa campaña era la reforma agraria, logrando difundir por todos los rincones del país, una valiosa información sobre la tenencia de la tierra y la denuncia de los grandes latifundios en manos de tan solo 14 familias oligarcas. Por supuesto, estas luchas permitieron incrementar -entre los años 70 y 80- el conocimiento de los enormes desajustes sociales y económicos que había en el país, creando así una enorme conciencia de lucha que se cristalizaba en una cada vez más fuerte organización campesina.

En 1978 vinieron las jornadas de las grandes huelgas, como por ejemplo la de trabajadores del acero, la de los maestros, de los buseros, transportistas y motoristas. Estas actividades reivindicativas creaban conciencia de lucha en los salvadoreños; era la semilla para el desarrollo de otras modalidades de organización, lo que, en la concepción del Partido Comunista, era el esfuerzo de la construcción de un poderoso movimiento social, de un movimiento político en cuyo interior se estaba desarrollando la conciencia de clase, con el propósito de llevarlo al enfrentamiento político y de ahí a la insurrección. Se valoraba que en El Salvador ya no era posible otra forma de lucha que no fuera la insurrección a través de la lucha armada, pero claro, todo esto como resultado de un proceso de acumulación de fuerzas.

Las Elecciones, Una Herramienta de Movilización Social del PCS

En el Partido Comunista se produjo una mayor visión e interés por el desarrollo de la lucha política, poniendo más énfasis en lo electoral, que no estaba concebido así, pero de hecho, en esos primeros años de los 70 hasta el 72, se volvió dominante por el entusiasmo que se produjo en la sociedad y en las masas salvadoreñas sobre la posibilidad una victoria electoral, porque se había creado la coaliciones entre los partidos el PDC de Duarte, el MNR del Dr. Ungo y de los comunistas a través de la UDN. A pesar de las reglas de la dictadura, la coalición ganó las elecciones, pero la derecha impuso a su presidente, desatando una feroz represión en la que hubieron muertos, heridos, capturados y muchos exiliados.

En el año 1977 la UNO se presenta nuevamente a las elecciones con Claramont como candidato a la presidencia, solo que en esta oportunidad, ya fuimos con una orientación más clara del Partido y de la

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UNO; nos planteamos crear un ambiente de confrontación, con la consigna de que si nos hacían fraude, como en el 72, “nos vamos a romper la madre”, y como de nuevo nos hicieron fraude robándonos el triunfo electoral, la consigna encendió los ánimos de la gente, que inmediatamente salió a la calle a tomarse la Plaza Libertad durante una semana. El gobierno reprimió esa manifestación popular con la masacre del 28 de febrero en el centro de San Salvador.

La decisión del PC de buscar las elecciones como una herramienta de movilización social fue correcta, porque miles de hombres y mujeres lucharon por lo que creían, y al verse defraudados por la maniobra electoral de la derecha, tomaron conciencia y optaron por otra vía, lo que les llevó a incorporarse a las diferentes organizaciones político-militares que tiempo después pasaron a ser parte del FMLN.

La incapacidad de los comunistas en ese momento post-electoral fue, no haber sabido absorber a los miles y miles de salvadoreños que votaron por la UNO en el 77, y que fueron a la Plaza Libertad a protestar de muchísimas maneras en contra del fraude electoral, porque no teníamos desarrolladas las estructuras políticas y militares que nos permitieran asimilar a todo ese torrente humano que tenía ganas de luchar a través de otras vías más concretas para cambiar las cosas.

Tímidos Esfuerzos Para el Inicio de la Lucha Armada

A partir de esa nueva experiencia electoral, se da un fenómeno complicado en las filas del PC. Los compañeros sentían que efectivamente la lucha electoral atraía y permitía movilizar a la gente, pero al mismo tiempo se veía que el mecanismo era obsoleto, que no permitía el desarrollo de las otras piernas o patas de la estrategia, por lo que a partir de ahí, se escogió a mucha gente para prepararla y capacitarla, con el objetivo de comenzar a desarrollar un trabajo político con las fuerzas sociales y al mismo tiempo, formar un aparato militar, con la concepción de que, para que el cuadro militar no se sintiera militarista, terrorista y aventurero, tenía que ser, a su vez, militante del movimiento obrero o del movimiento social. Yo viví esa experiencia; me formé militarmente, pero a la vez trabajaba en la dirección de los sindicatos en donde la lucha sindical se volvió más viva y más activa. Pero ahí no termina la cosa; resulta que se daba otro fenómeno y es que no había línea militar ni acción alguna. Recuerdo una vez -en 1971- cuando terminamos el curso de preparación militar con Carlos Ruiz (el Diablito), Guillermo Ramírez -esposo de Norma-, Víctor Manuel -que le decíamos “El Niño”- y Lucio -creo que era el segundo responsable de la comisión militar del partido-. Nos ordenaron la preparación de una operación; hicimos los estudios, la planificamos y la montamos, pero el día de la realización de la misma, fuimos a recibir las armas y situamos el dispositivo para operar. Todo esto lo estábamos haciendo con los temores normales que se tienen ante una primera operación militar; no habíamos dormido toda la noche pensando en lo que íbamos hacer el día siguiente. Nos temblaban las piernas y el corazón nos latía a gran velocidad, pero a las 5 de la mañana salimos, nos subimos al carro para dirigirnos al lugar de la operación y ya estando ahí, el compañero responsable nos dijo “ya está, esto era solo una prueba”.

Luego supimos que no había planes militares, pero para mientras, con mi grupo corríamos todos los días a las 5 de la mañana alrededor de la Universidad Católica (UCA). Yo era un obrero mal comido, pero así se forjaba la mística: con disciplina, con entusiasmo, con sacrificio, con instrucción -y para nuestro caso concreto-, con la practica del reconocimiento de la capital, tarea de la que se encargaba el compañero Víctor Manuel Sánchez, quien nos levantaba todos los domingos a las 5 de la mañana a correr por los callejones de la Garita y los mesones de todo San Salvador. De lo que se trataba era de estar preparados para cualquier momento que fuera necesario entrar en combate. Víctor Manuel Sánchez -que creo era el responsable de la comisión militar- fue capturado y asesinado en la Unión en 1975.

La actividad política y militar se concentraba en las mismas personas, pero sin dinámica alguna, porque no había línea de acción para la realización de operaciones -si así hubiera sido no estaría hoy contando

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el cuento-, carencia que no le permitió al PC desarrollar sus dos piernas. Sin embargo, la corrección vino después de las elecciones de 1977 con la realización del 7º Congreso del partido, en el cual, después de analizar la situación, se da el viraje hacia la lucha armada, adoptando líneas concretas, con orientaciones específicas para conjugar la lucha política con la lucha militar. Al mismo tiempo, miles de miles de hombres y mujeres habían tomado conciencia de que en El Salvador ya no se podían conquistar los cambios por la vía democrática y pacifica, de manera que la gente comenzó a organizarse en las organizaciones revolucionarias que estaban surgiendo, como por ejemplo el ERP, la RN, el trabajo del PC y las FPL. Nosotros como Juventud Comunistas, siempre reconocimos el trabajo que realizaron las FPL, ya que ellos lograron con su concepción político-militar, el desarrollo de un movimiento de masas muy radicalizado, porque combinaban la lucha de masas con la lucha armada.

En general, estoy hablando de una época en la que se dio una importante acumulación factores, que vienen desde la herencia de lucha de Farabundo Martí y continúan con el esfuerzo organizativo de todas las organizaciones, que poco a poco fuimos conformando uno de los movimientos de masas más grandes y combativos de América Latina.

Quisiera sintetizar, que la visión del movimiento de masas del Partido Comunista era correcta: hacer trabajo con las masas, organizarlas, educarlas, concientizarlas y llevarlas a la lucha para la toma del poder. Lo que le afectaba a esta concepción era la falta de una línea de acción militar que nos llevara a la insurrección. Pero, repito, el PC tenía su aparato militar, pero sin accionar, porque estábamos siendo víctimas de las contradicciones y enfrentamientos que en ese momento se estaban dando entre la Unión Soviética y la China. Los chinos respaldaban a los movimientos armados que impulsaran la lucha armada popular prolongada y los soviéticos, que después de estar cincuenta años en el poder -y con una visión pacifista-, apoyaban el planteamiento de lucha insurreccional; porque casi todos los cuadros que asumieron la dirección del PC cuando Marcial deja el Partido, venían de las escuelas políticas del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), por lo que estaban empapados de ese enfrentamiento Chino-URSS. Lo que pasa es que esos compañeros llegaron a ejercer su labor de conducción en un partido que tenia una línea que planteaba la lucha armada, aunque para esos momentos los esfuerzos estaban más dedicados al desarrollo de la lucha política.

Autocrítica y Viraje Hacia la Lucha Armada

En el mes de abril de 1977, después del fraude electoral y de que, a pesar del descontento popular no fuimos capaces de motivar y conducir la insurrección, comenzamos a ver nuestras debilidades, muchas de ellas relacionadas con el hecho de que algunos cuadros que, conciente o inconscientemente, tenían en la practica una actitud de negación de la lucha armada, razón por la que no le dedicaban recursos ni tiempo. Aquí es donde el Partido decide dar el viraje hacia la lucha armada, creando estructuras, medios y cuadros para ser especializados militarmente, como es el caso, entre otros, del compañero “Chespirito”.

Regresando un poco al pasado, quisiera recordar que en el PC hubo algunas separaciones de cuadros y militantes, algunos por motivos personales, producto de las frustraciones, ya que la gente se las ingeniaba para sobrevivir y salir adelante con su vida y la de sus familias, y quizá no encontraban respuestas en el Partido, pera la separación más importante fue la de Marcial. Sobre este hecho logré discutir con Shafik y con otros compañeros que estaban en la Convención del Partido cuando Marcial renunció, y concluimos que sus razones no fueron relativas a la lucha armada, sino por las diferencias respecto a los métodos y estilos de trabajo. Con Marcial se fue un importante contingente de compañeros, fundamentalmente de la Juventud Comunista, como es el caso de los compañeros Ernesto Morales, Mayo, David Bautista, Ayala, Dimas Alas, Salvador Moncada y otros.

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A principios de los 70 había una maduración del pensamiento político en la juventud, motivado también por el triunfo de la revolución cubana y la experiencia del “Che” -que había muerto en Bolivia el año 67- y la lucha del pueblo vietnamita. Y como en las filas del Partido -aunque estaba planteada la idea- no había una línea continua del desarrollo de la lucha armada, algunos compañeros tomaron otros caminos y se fueron a formar organizaciones como “El Grupo”, que luego se convierte en ERP, y de estos se desprenden la RN y compañeros que después formaron el PRTC.

Solo como anécdota, Milton Méndez –actual Coordinador General del FMLN- estuvo siendo tratado por una cedula de la Juventud Comunista para incorporarse al movimiento comunista.

Los militantes de la Juventud Comunista, y yo personalmente, teníamos amistad con esos antiguos compañeros, como por ejemplo con Mayo y David, quien a menudo nos buscaba para hablar del trabajo. Éramos amigos de Sonia Aguiñada que fue fundadora de la Juventud Comunista, y que luego pasó a ser miembro del ERP. Sonia nos hablaba para contarnos sus historias de trabajo. Había una fuerte identidad en el pensamiento y lo que queríamos. Creo que estas relaciones fueron correctas, porque esos intercambios de experiencias posibilitaron, entre otras cosas, que el Partido Comunista diera el viraje hacia la lucha armada, ya que hasta ese momento -sin enjuiciar a nadie- habíamos estado equivocados, no estábamos haciendo bien las cosas. Ese viraje fue un mérito de Shafik y la dirección del Partido.

Trabajo de Masas del PCS

El centro fundamental de la actividad de masas del Partido Comunista era el movimiento sindical, la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS), en la que estaban una parte del sindicato de la industria mecánica, del mueble, los sindicatos de la industria del vestido, de alimentos, de bebidas; eran federaciones hermanas que estaban en el mismo local y que eran expresión política con perfil comunista. Fue un movimiento obrero que había alcanzado estatura en las jornadas huelguistas de los años 70. La FUSS fue un escenario en donde había actuado Marcial, y un instrumento o soporte que sirvió para el desarrollo y creación de otras organizaciones como la Central Única de los Trabajadores (CUT) y FENASTRAS. Fui dirigente sindical de los mecánicos y dirigente de la Juventud Obrera Salvadoreña (JOS), una organización creada al interior de los sindicatos de la FUSS. Participamos en el proceso de creación del FAPU, en donde -entre otros compañeros- estaba Carlos Arias; yo participé como Secretario General de las JOS.

Las actividades que caracterizaron ese periodo fueron las grandes o largas huelgas, aunque nosotros los comunistas, durante un tiempo rechazamos la idea de tomar rehenes en las tomas, pero después de la toma del Ministerio de Trabajo hecha por los compañeros del Bloque Popular Revolucionario, y la que apoyamos en solidaridad con una marcha de la juventud -una brigada de la juventud se quedó con los compas ahí en el Ministerio-, nos dimos cuenta de que esa vía sí era posible. Como resultado de nuestra participación en esa toma, hubo una crisis interna en el Partido porque nos decían “¿Qué diablos andábamos haciendo ahí?”, Dijimos que esa era una lucha limpia. Shafik intervino a favor de nosotros diciendo: “Los compas tienen razón”. Días después hicimos la primera toma en una fábrica de Soyapango; era una maquiladora de abrigos de los Estados Unidos. Nos tomamos la planta antes de que llegara el dueño, agarramos al gerente y fuimos con él a traer al dueño; llegamos a su casa, le tocamos la puerta y al salir lo metimos al carro y lo llevamos a la fábrica.

El sindicato estaba recién organizado en la fabrica y los miembros de la célula éramos casi unos cipotes de 18 - 19 años, y aún no éramos de la directiva sindical, pero tuvimos que hacer la toma porque nos habían despido a un compañero que además, la policía quería capturar. La patrulla que llegó a sacar al compañero quedó encerrada con los trabajadores y los dueños. Ya con la operación montada cogí el teléfono y llamé al compañero Cecilio -que era Secretario General de los Sindicatos- y le dije: “Mire

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compa, necesitamos ayuda, nos han despedido a un compañero y tenemos problemas”. Me dijo: “Mire, tómele los datos al compañero, número de cedula, todos los datos de cuando entró a trabajar, cuanto es su salario…”. “No mano, nosotros necesitamos ayuda ya, porque el problema es que nos hemos tomado la fabrica y aquí está la policía, y un camión con guardias…”. No sentimos el respaldo de nuestra conducción sindical y terminaron echando sin indemnización al compañero, pero al menos no se lo llevaron preso. La verdad es que fue una toma espontánea, una reacción solidaria y una acción positiva que nos dejó una rica experiencia.

Nosotros desde la Juventud Comunista y del Movimiento Sindical, aprendimos de las acciones del Bloque, que las hacían planificadas y obtenían sus logros. En nosotros pesaba mucho el hecho de tener una conducción que había dirigido el movimiento sindical durante los años 60 y 70 y en la que predominaba una visión institucional y pacifica. De esos viejos dirigentes sindicales -Julio Cesar Castro, Quijano, Hidalgo, que después fue asesinado por los Escuadrones de la Muerte-, el que siempre respaldó a la Juventud Comunista fue el “Chele” Aguiñada.

Al igual que las FPL, la Juventud Comunista teníamos un trabajo de actividad propagandista organizada y planificada; la capital de San Salvador la teníamos dividida en territorios para la distribución de las hojas volantes, de las pintas con plumones -incluso lo hacíamos hasta con carbón-. Teníamos un aparato propagandístico, con el que cada tres días de la semana cubríamos toda la capital.

Una Metodología con Disciplina Para Proteger y Desarrollar Las Estructuras del Trabajo Revolucionario

Para fortalecer el trabajo de expansión y, sobre todo, para la formación de cuadros sólidos y seguros, el Partido y la Juventud Comunista, actuamos con la concepción de que para insertarnos en la sociedad con plenas garantías de avanzar para el triunfo, teníamos que forjarnos y forjar a los militantes, con una plena conciencia de que lo que estábamos haciendo era para conquistar el poder e instaurar la justicia en nuestro pueblo. Por esa razón, los reclutamientos no eran fáciles; en el Partido y la Juventud no entraban los que querían, sino los que nosotros decidíamos, de acuerdo a su perfil de credibilidad. Al igual que las FPL, nosotros teníamos una estructura altamente disciplinada, con unas formas de reclutamiento realmente ortodoxas, que para ingresar al Partido primero teníamos que dar nuestra hoja de vida: “¿Tienes parientes en el ejército?” “¿Tienes parientes en el partido de gobierno o en el gobierno?”, “¿Quien es tu novia o tu novio?” -“Yo estaba jodido porque mi familia, por el lado de mi padre, eran del PCN”-. Ya chequeados y contra chequeados, los aspirantes pasábamos a los círculos de estudio y a los entrenamientos correspondientes para la lucha política y militar. Por supuesto que era un criterio de selección riguroso y sacrificado; pero además, dependiendo del compañero que te atendiera o fuera tu responsable, así podías pasar un año o cinco, hasta que te promovieran a niveles de direcciones intermedias o superiores. Mientras tanto te jugabas la vida diariamente, ya sea en operaciones de propaganda, políticas o militares. Esta metodología fue un factor determinante para la protección de nuestras estructuras de trabajo abierto y clandestino en esos tiempos de impune represión. Esa fue la formación de miles de hombres y mujeres de todos los partidos y organizaciones del FMLN que entregaron sus vidas por el sueño de unas mejores y dignas condiciones económicas, políticas y sociales para el futuro de sus familias y el pueblo salvadoreño en general.

Esa formación y métodos no venían de las escuelas de Moscú, ni de Cuba, nacieron de la propia experiencia de la lucha cotidiana que vivíamos en esa cruda realidad de injusticia y represión que sufríamos los salvadoreños, y de las escuelas de estudio y análisis que todas las organizaciones teníamos en las fábricas, en los potreros, en los locales clandestinos y en cualquier rincón en donde fuera posible prepararse para buscar cambios en nuestro país. Así se forjó la generación que logró, de alguna manera, los cambios en este país.

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Pienso que todas esas experiencia y enseñanzas de lucha, o al menos algunas cosas como el espíritu de lucha, los métodos, la creatividad, la combatividad, el carácter de clase trabajadora y sobre todo, la dignidad de saber defender los propios derechos como personas y colectivos sociales, deberíamos retomarlas e implementarlas en nuestro partido FMLN, porque son los aspectos que conforman la identidad de nuestro pueblo, de nuestra historia.

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MOVIMIENTO NACIONAL REVOLUCIONARIO (MNR)

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APORTE DEL MNR AL TRABAJO POLÍTICO Y AL MOVIMIENTO SOCIAL EN LA DÉCADA DE LOS 70 Y AL POLÍTICO-DIPLÓMATICO (FMLN-FDR) DE LOS AÑOS 80

José Francisco Marroquín Miembro de Movimiento Nacional Revolucionario (MNR)

En la década de los 70 ____________________________________________________________________________

Nacimiento del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR)

El Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, se fundó en 1968 si mal no recuerdo, y se denominó de manera similar al de Bolivia. Se registró en ese mismo año y surgió como consecuencia de varios intentos por formar un partido de izquierda democrática, que venían desde 1930, con el movimiento del Ingeniero Arturo Araujo, pero que cobraron fuerza hacia los años 50, después de la lucha cívica en contra de la dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez. Hubo dos intentos, uno se llamaba Partido Radical Democrático (PRD), y el otro esfuerzo fue el Partido Social Demócrata (PSD), con gente proveniente del movimiento de la Reforma Universitaria, que solo cristalizó el año 1960, alimentado por la onda de la revolución popular latinoamericana, del APRA de Perú, y de los movimientos revolucionarios de Bolivia, Argentina y México. El MNR fue fundado por gente que estuvo vinculada a los grupos estudiantiles de mediados de los años 60, cuando también se fundó el Partido de Conciliación Nacional PCN), quien después de un golpe de estado, en el año 1962, ganó las elecciones presidenciales, pero al mismo tiempo generó movimientos de oposición entre los que estaban el Partido Auténtico Constitucional (PAC) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Pero había un grupo de personas que no encontraban sitio en esos partidos, por lo que decidieron crear el MNR, liderados por el señor Rodrigo Antonio Velásquez Gamero, el primer diputado que el Partido tuvo en la Asamblea Nacional Legislativa. Velásquez Gamero estaba rodeado de muchas personas de las zonas oriental y occidental del país, como por ejemplo el Dr. Marco Antonio Vásquez, el Dr. Obelio Velásquez, el señor Rogelio Salinas –un caficultor de Ahuachapán-, el Dr. Daniel Ríos Lazo y el Dr. Antonio Rosa -de San Miguel-, el Dr. Pablo Cerna de Usulután; de San Salvador estaban el Ing. Raúl Valiente Argueta, el Ing. Hugo Navarrete, el Dr. Julio César Oliva, el Dr. Jorge Sol Castellanos, el Lic. Rafael Glower Valdivieso, y no estoy seguro si estaba el Dr. Amílcar Martínez Arguera. Como perdimos muchos archivos, no se con exactitud si todos ellos estaban en el acta de fundación del MNR, sin embargo jugaron un papel político importante en esa época. El MNR fue un partido reformista, a pesar de su nombre revolucionario, pero consecuente con sus métodos de lucha; la organización de grupos de elite contribuía al cabildeo y a la conspiración entre los grupos militares y civiles democráticos, con el objetivo de revertir los procesos que la oligarquía tenía muy bien controlados. Lo que el MNR pretendía era la instauración de un gobierno democrático, amplio, que hiciera las reformas que el país necesitaba, que permitiera la libertad de expresión, de organización política, la libertad de organización sindical y campesina. Era un trabajo que animaba el MNR, cuya estrategia desde el principio fue electoral parlamentaria, para lo que organizaba a los sectores de manera que pudieran incidir en la realidad salvadoreña y participar en las elecciones. Al principio, el MNR no tenía una posición social demócrata muy clara, muy precisa; lo que si dominaba en su interior, era un sentimiento antimilitarista, antiimposición y, hasta cierto punto, un sentimiento antiimperialista. En este primer grupo no todos tenían preocupación por aclarar o definir las ideas en el contexto de una ideología social demócrata, aunque existían elementos de esa ideología. EL MNR se identificó como social demócrata hasta la crisis de mediados de los años 70.

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Integrantes y composición social del MNR

Las ideas del MNR confluían con las de cierto grupo de militares democráticos en situación de retiro, entre ellos el Coronel Mariano Castro Morán, el Coronel Mariano Munguía Payés, el Coronel Armando Mena Molina, el Tte. Sermeño, el Tte. José Belisario Peña -papá de Felipe, Virginia, Margarita y Lorena Peña-, y habían otros que no recuerdo y que eran del MUN (Movimiento de Unidad Nacional). Así fue como en 1977 el Coronel Ernesto Claramount llegó como candidato a la presidencia por parte de la Unión Nacional Opositora (UNO). La mayoría de los integrantes del MNR eran profesionales, de capas medias, caficultores, pequeños terratenientes y profesionales liberales; era el típico partido de la pequeña burguesía, como se le llamaba en esos tiempos; por supuesto, tenía entre sus filas a gente de la clase obrera y trabajadora, de los sectores medios del gobierno, aunque su liderazgo era eminentemente profesional, con dirigentes que eran abogados, médicos, economistas e intelectuales como Italo López Vallecillos, que pertenecía a la dirección del MNR. También el MNR se nutrió mucho de gente que perteneció al movimiento estudiantil, principalmente de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS), pero en aquel momento, lo que distinguía a esta posición política dentro de la Universidad de El Salvador era, lo que se llamaba ampliamente el Movimiento de Izquierda Democrática (MID). Este movimiento tenía referentes principalmente en las Facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería, pero con el correr del tiempo, esto dio origen -a finales de los años 60 y hasta el cierre de la Universidad de El Salvador en 1972- a la Federación Socialista Democrática (FSD), integrada por frentes estudiantiles que eran claramente social demócratas. El MID ya estaba ahí, pero los demás que vinieron posteriormente se llamaron Movimiento Demócrata Revolucionario (MDR), Movimiento Social Demócrata (MSD) o Acción Progresista de Estudiantes de Química (APEQ)- Este último era un movimiento integrado por gente de pensamiento liberal demócrata y social demócrata. Con los maestros o el magisterio también teníamos contactos, porque el Dr. Guillermo Manuel Ungo fue miembro del Tribunal de la Carrera Docente, propuesto por los maestros entre 1967-1972 -si no estoy equivocado-, trabajo que tenía sus bases en las huelgas de ANDES que fueron apoyadas por el MNR, tanto la de 1968 como la de 1971.

Aporte Social del MNR a la Lucha del Pueblo Salvadoreño

En el ámbito del campesinado, el MNR logró vínculos con la Unión Comunal Salvadoreña (UCS), fundada en 1968, como parte de un proyecto de contrainsurgencia norteamericano en respuesta a la revolución cubana. La Alianza Para el Progreso y Los Cuerpos de Paz, eran parte de esos programas norteamericanos que se desarrollaron y dieron origen a estructuras que muy pronto fueron reprimidas también, lo que les obligó a buscar un referente político al cual vincularse, y terminaron contactando a la Democracia Cristina o al MNR. Nuestro aporte a la lucha social para el cambio en nuestro país -ya la definí al principio de esta entrevista- consistió en la participación electoral, pero no solo fue eso, porque el MNR tuvo dos ideas acertadas; una de ellas fue la creación de una Escuela de Capacitación Sindical en el Sindicato de Industrias Unidas Sociedad Anónima (IUSA), con el apoyo de FENASTRAS, y la otra fue la de crear el Centro de Estudios Políticos “Dr. Marco Antonio Vázquez”, en cooperación con la fundación Friedrich Ebert, vinculada al Partido Socialdemócrata Alemán. En esas escuelas se desarrollaban programas políticos, de derecho laboral, de capacitación política, las cuales eran materias fuertes con las que el MNR capacitaba permanentemente con estudios, publicación de análisis de la realidad nacional y posiciones relativas a la búsqueda de salidas a la crítica situación que vivía nuestro país. Por nuestra Escuela Sindical vi pasar a Febe Elizabeth Velásquez, que después fue asesinada en una operación terrorista de la policía que dinamitó la sede de los sindicatos de FENASTRAS; vi pasar a gente del sindicato del transporte, cuando los sindicalistas eran los propios motoristas y no los empresarios que hay ahora, porque en ese tiempo el movimiento sindical era de los obreros del transporte.

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Participación del MNR en los Procesos Electorales

En 1968 el MNR participó en las elecciones y ganó un diputado que fue el Dr. Ángel Gochez Castro y su suplente el bachiller Velázquez Gamero. En 1970 volvió a tener participación legislativa, y creo que ganó la alcaldía de San Miguel; participó en las elecciones para la alcaldía de San Salvador, llevando como candidato al Dr. Melitón Barba, y también participó en las elecciones para la alcaldía de Zacatecoluca. Con el PCN no tuvimos ninguna relación, aunque el MNR respetaba la institucionalidad hasta donde fuera posible, pero ocurrió que en las elecciones de 1967, en la que participó de una manera destacada el Partido Acción Renovadora (PAR), que llevó en su planilla presidencial al Dr. Fabio Castillo Figueroa -quien despertó muchas expectativas-, el MNR fue crítico al principio, pero luego terminó apoyándolos. El PAR fue cancelado como consecuencia de su éxito, y los intentos de revivirlo tampoco fueron aceptados por el Consejo Central de Elecciones que era progubernamental. Entonces, el partido Unión Democrática Nacionalista (UDN), creado por el Dr. Francisco Roberto Lima y por el Dr. Magaña Menéndez, gente vinculada a los sectores del capital nacional, vino a facilitar las cosas, posibilitando la incorporación a ese partido, de mucha gente que venía del PAR y del Partido Comunista. Obviamente, la base del UDN era del Partido Comunista. Toda la gente que dirigía al PC estaba vinculada al UDN: Shafick Jorge Handal, Raúl Castellanos Figueroa, Salvador Cayetano Carpio, Mario Aguiñada, Carranza, etc. A partir de ahí, se generó una relación entre el UDN y el MNR, con el objetivo de atraer al Partido Demócrata Cristiano (PDC), porque este era un partido conservador con mucho peso adicional al que ya tenían los otros dos. El PDC llegó a tener, él solo, a más de 20 diputados en la Asamblea Legislativa, porque era la fuerza en la que se aglutinaban maestros, campesinos y estudiantes. El movimiento estudiantil socialcristiano era tan fuerte, que la Federación Socialista Democrática nuestra y la Federación de Estudiantes Universitarios Revolucionarios, apoyados por el PC, teníamos que aliarnos para ganarle las elecciones a la Federación Revolucionaria de Estudiantes Socialcristianos que era muy fuerte. Así se formó la Unión Nacional Opositora (UNO), con la participación del PDC, el MNR y el UDN, con los objetivos de competir en las elecciones desde 1972 hasta 1977–78 y para generar un movimiento de desgaste electoral impresionante, agrupamiento solo comparable al que había tenido el Perú con la participación de los comunistas, los demócratas cristianos y los social demócratas. Todos contra la dictadura. Resumiendo, el MNR participó en las elecciones de 1968, en las que ganó un diputado, en 1970 ganó algunas alcaldías y algunos diputados, y en 1972 con la UNO, perdió las elecciones presidenciales mediante el fraude, pero se afianzó en la Asamblea Legislativa con algunos diputados y en algunas alcaldías en coalición. Participó en coalición con la Unión Nacional Opositora en las elecciones municipales y legislativas de 1974, 1976, y en las presidenciales de 1977 -que fraudulentamente ganó el General Carlos Humberto Romero-, y no estoy seguro si en las municipales y legislativas de 1978.

Relación del MNR con el Movimiento de Masas Y Organizaciones Político-Militar de la década de los 70

Teníamos muy buenas relaciones con las estructuras sindicales, estudiantiles, campesinas, las comunidades eclesiales de base y, por supuesto, con las FPL y el ERP, organizaciones político-militares que en ese tiempo nutrieron los acontecimientos con mucha actividad de todo tipo. Nuestras relaciones con esos nuevos partidos eran cordiales, por el hecho de conocer a sus dirigentes, lo que facilitó el intercambio de opiniones a lo largo de toda esa década de los 70. Por eso, cuando vinieron las rupturas del ERP y surgieron el PRTC y la RN, el MNR siguió cultivando la amistad con esas organizaciones y siempre las mantuvo con el PC, a titulo del proyecto de la UNO y en la coordinación de propuestas en la Asamblea Legislativa, trabajo que el MNR hacía junto al UDN y el PDC en contra del PCN que tenía muchos más diputados. Las relaciones fueron un espacio de intercambio y de crítica durante toda la década de los años 70, hasta el golpe de Estado de 1979. Por ello, la conformación de una alianza FMLN-FDR, es consecuencia de una década de trabajo en la que hubo una relación de intercambio, y a veces de colaboración en términos de análisis, de contactos con las organizaciones armadas y organizaciones de base. Estas relaciones no eran fortuitas o de simple surgimiento espontáneo, venían de contactos estudiantiles universitarios, de compartir preocupaciones sociales, y de haber visto el surgimiento de estructuras políticas más complejas, creadas por amigos y compañeros que fundaron organizaciones como el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU) de la RN; el Bloque Popular

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Revolucionario (BPR) -que era el frente de masas de las FPL-, las Brigadas Populares (BP) del PRTC, las Ligas Populares 28 de Febrero del ERP y las organizaciones que ya tenía el PC como la UDN. Sin embargo el MNR tenía una relación crítica en determinados momentos, porque fue una época de acumulación de poder, pero también de secuestros, asesinatos, etc.

El Importante Papel del Movimiento de Masas

El movimiento de masas jugó un rol importantísimo en el desgaste de los gobiernos militares antidemocráticos de esa época y además preparó las condiciones para ascender en calidad hacia la lucha popular, lo cual veíamos como una enorme virtud, porque era un movimiento popular de masas que no se había visto antes. Nosotros habíamos organizado grandes movilizaciones a favor de los maestros, de los trabajadores del transporte, de obreros del acero, pero nunca como las movilizaciones que posteriormente realizaron las organizaciones de masas, sobre todo la del 22 Enero de 1980, organizada y dirigida por la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), conformada por el Bloque Popular Revolucionario (BPR), Las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28), Las Brigadas populares (BP), el FAPU y la UDN. Esa fue quizás, la concentración humana más grande que ha habido en El Salvador de preguerra y postguerra. Este movimiento, aunque disperso –dado que es un periodo en el que se da una intensa batalla ideológica-, porque unos eran más marxistas que otros, maoístas, gramscianos, cristianos, socialdemócratas, humanistas, militaristas, etc.-, fue importante porque marcó un periodo de crecimiento de la sociedad salvadoreña, de ir rompiendo muchos esquemas y propiciando la maduración de unas condiciones que permitieron la unidad de cinco organizaciones político-militares, que en 1980 formaron el FMLN. Ese movimiento de masas le insufló al país una dinámica diferente y esperanzadora; era el resultado y consecuencia de dos décadas de acumulación de esfuerzos populares.

Persecución y Represión Contra Nuestro Trabajo y Compañeros Militantes

El MNR siempre fue visto como un partido de la inteligencia, por el seguimiento que los compañeros le daban a la situación política, económica y social del país. De ahí que nuestra gente de dirección fuera objeto de persecución por parte de la policía, o de la dirección de investigaciones de ésta. El MNR fue objeto del bloqueo sistemático de sus iniciativas ante el Consejo Central de Elecciones; era constante la persecución, las amenazas a los dirigentes y quizás el que más sufrió esos desmanes y atropellos fue Ítalo López Vallecillos, porque él, como muchos de nosotros, trabajaba en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) -de los jesuitas-. Le pusieron bombas a la casa y a la editorial de la UCA donde Ítalo laboraba. La casa del Dr. Luis Alonso Posada -ex Alcalde de Santa Tecla- fue ametrallada y destruida parcialmente por una bomba que pusieron en la cochera. La presión política y militar era muy fuerte, tanto así que después de la toma de la Universidad de El Salvador en 1972 por parte de las fuerzas represivas, los compañeros que no cayeron presos se fueron exilados a Venezuela o a otros países. De igual manera que las demás organizaciones y movimientos sociales de la época, sufrimos la represión y las consecuencias de ese embate dictatorial. Por ejemplo, la juventud del MNR participó activamente en la marcha por la autonomía universitaria del 30 de julio de 1975, la cual fue reprimida brutalmente a la altura del Hospital del Seguro Social en San Salvador. Ahí fue asesinado Roberto Miranda López. Ese día casi se termina la juventud del MNR; sin embargo, hasta donde recuerdo, entre los fallecidos no hubo nadie de la juventud del MNR; solo algunos golpeados y fracturados, pero varios compañeros optaron por la lucha armada desde aquel día, y se fueron a engrosar las filas del PRTC y del ERP. Nosotros tuvimos que reorganizarnos, porque en las alcaldías y oficinas a las que tenía acceso el MNR, se empezaron a perder las armas, ya que los jóvenes se las estaban llevando para aumentar los arsenales de las nacientes organizaciones guerrilleras de los años 70. El MNR fue objeto de mucha persecución y represión. Un caso particular fue cuando a principios de 1980 vino a El Salvador una comisión de la Internacional Socialista dirigida por Lord Chitnis -ciudadano británico de origen hindú-, con el objetivo de realizar un informe sobre el subdesarrollo en nuestro país, lo que por supuesto tenía mucho que ver con la constatación de la pobreza, la situación de las zonas

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marginales, de los sindicatos obreros y de las organizaciones campesinas, estudiantiles y la represión hacia el pueblo salvadoreño. Como esa comisión fue atendida y apoyada por el MNR, tuvimos como consecuencia el asesinato del Dr. Fernando Martín Espinoza Altamirano, médico, que era, hasta donde supimos, pariente del señor Enrique Altamirano Madriz, actual dueño de El Diario de Hoy. A partir de ahí, se desató una permanente persecución contra varios de nuestros compañeros de Ahuachapán, Sonsonate, San Salvador y San Miguel, hecho que obligó a los compañeros a esconderse permanentemente en diferentes casas y de casa en casa. En septiembre de ese año, el compañero Enrique Barrera Escobar fue atacado a tiros y herido mientras transitaba por el Paseo General Escalón en San Salvador. Dos meses después, en noviembre de 1980, caía asesinado junto a los demás miembros de la dirigencia del FDR. En esa lucha social y popular de los años 80 tuvimos varias bajas; yo perdí de vista a varios compañeros y compañeras que se incorporaron al movimiento guerrillero y a otros que se fueron al exilio. Personalmente sufrí ese acoso y represión junto a David Mena, porque éramos profesores de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), y por la sencilla razón de tener posiciones políticas de apoyo y compromiso con la lucha por el cambio hacia una sociedad más justa. Fuimos amenazados de muerte y tuvimos que salir del país el 22 de diciembre de 1980. Pero los dos golpes más fuertes y dolorosos que tuvimos como partido, fueron el asesinato en Guatemala del Dr. Héctor Oquelí Colindres -a manos de sicarios derechistas que poseían información de la CIA-, mientras se dirigía a una reunión regional de la Internacional Socialista que se habría de realizar en Costa Rica, y al hacer escala en Guatemala lo secuestraron y asesinaron. Un año después sufrimos la muerte del Dr. Guillermo Manuel Ungo a causa de un tumor cerebral. La desaparición de estos dos importantes cuadros limitó las posibilidades de mantenimiento y desarrollo del MNR.

Golpe de Estado de 1979 y Nuestra Participación en la Junta de Gobierno

En octubre del año 1979, el golpe de Estado de la juventud militar nos tomó en una situación de relativa sorpresa. Pese a que teníamos indicios de que el golpe venía, no lo creíamos; no le veíamos coherencia, aunque las fuentes eran los doctores Ricardo Navarro y Julio Cesar Oliva, ambos militantes del MNR en ese tiempo y miembros del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA). Lo creímos hasta que la información comenzó a venir directamente de los sectores militares, sobre todo del Coronel René Guerra y Guerra, el militar que más relaciones tenía con nosotros, y que por cierto fue a uno de los primeros que llamaron a formar parte de la nueva Junta de Gobierno. Para presidir la Junta de Gobierno llamaron también al Ingeniero Román Mayorga Quirós -que en ese tiempo era rector de la UCA-, quien para aceptar puso como condición que participara el Foro Popular (FP), organización que surgió como consecuencia del fraude electoral de 1977. El Foro convocó a una reunión para nombrar a su representante en la Junta de Gobierno y salieron dos candidatos: el PDC propuso al Ingeniero José Napoleón Duarte -que a esas alturas todavía estaba en el exilio en Venezuela- y el MNR y la UDN propusieron al Dr. Guillermo Manuel Ungo. El Ing. Duarte solamente sacó un voto -el de Rubén Zamora- y los demás representantes del Foro Popular votaron por el Dr. Ungo. Para la negociación de la formación del gabinete de ese gobierno, participamos el MNR, la UDN, el PDC, la UCA, el Foro Popular y otras fuerzas. Finalmente el Gabinete de Gobierno se constituyó con cuadros valiosos como Héctor Dada, Raúl Valiente y otros grandes personajes como Enrique Álvarez Córdova. Lamentablemente solo duró tres meses, porque vino el contragolpe dirigido por el Coronel Guillermo García y el Coronel Nicolás Carranza, por supuesto acompañado de una represión que no pudieron parar ni la Junta ni los militares golpistas, ya que eran 14 jefes militares de cuarteles departamentales que se oponían a ese intento de cambio progresista. Esa fue la razón por la que decidimos salirnos del gobierno. Pero la decisión de salirnos se tomó en consulta con Monseñor Romero, con Joaquín Villalobos, con Fermán Cienfuegos, con Salvador Cayetano Carpio y Gerson Martínez entre otros, quienes pidieron 30 días de chance para tener un espacio que permitiera no ser objetos de la represión militar. Monseñor Romero también pidió 30 días para que las organizaciones populares de base no fueran aplastadas

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brutalmente por la represión. Pero en ese corto tiempo, el Gobierno Norteamericano logró que la Democracia Cristiana asumiera el nuevo gobierno, pactado con los militares contragolpistas. Hasta ahí llegó la UNO. Se rompió la unión.

Formación del Frente Democrático Revolucionario

Con el pacto militar demócrata cristiano, después del fracaso de la Junta Revolucionaria de Gobierno, se terminó la Unión Nacional Opositora, pero en la medida en que se incrementó la represión en 1980, también se fragmentó el PDC y surgió de ahí el Movimiento Popular Socialcristiano (MPSC), formado por Jorge Villacorta y Rubén Zamora; pero tanto estos como el MNR se habían quedado sin el UDN, que entonces formaba parte de la Coordinadora Revolucionaria de Masas. Sin embargo, el Ingeniero Enrique Álvarez Córdova -que había sido Ministro de Agricultura de ese fallido gobierno-, fundó el Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos de El Salvador (MIPTES), el cual se rodeó de gente que no quería involucrarse con las demás organizaciones de masas, ni con las organizaciones político-militares. Entonces, el MIPTES con el MPSC y el MNR fundaron el Frente Democrático (FD) allá por febrero o marzo de 1980. Este frente estaba prácticamente a la par de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, y ya con la cristalización del FMLN, se hizo necesario tener una expresión más abierta. Surgió así la necesidad de cohesionar en un solo esfuerzo a la CRM y al FD, y de esta alianza resultó el Frente Democrático Revolucionario (FDR), dirigido por la representación y liderazgo de Juan Chacón del BPR, Leoncio Pichinte de las LP-28, el Dr. José Napoleón Rodríguez Ruiz del FAPU, Manuel Franco de la UDN, Humberto Mendoza de las Brigadas Populares, el Ing. Enrique Álvarez Córdova del MIPTES -Presidente del FDR-, Juan José Martel del MPSC, y Enrique Barrera Escobar, nuestro compañero del MNR. Infelizmente los cuerpos policiales asesinaron -a finales de noviembre de 1980- a casi todos esos compañeros de dirección, salvándose únicamente los que por una u otra razón llegaron tarde a los puntos de contacto, o los que como norma de precaución tenían que salir cada hora, tal fue el caso de Pichinte, del Dr. Rodríguez Ruiz y de Martel. Al asesinar a Enrique Álvarez Córdova, la representación de ese esfuerzo democrático nombró por unanimidad al Dr. Guillermo Manuel Ungo -Secretario General del MNR- para la coordinación general, tarea que le permitió tener una gran labor internacional.

Comisión Político Diplomática del FMLN-FDR

Cuando dio inicio la Ofensiva General del 10 de enero de 1981, se hizo necesario el trabajo político en el exterior, de manera que la alianza FMLN-FDR decidió crear una Comisión Política Diplomática (CPD). Esta comisión tenía a tres representantes del FMLN: Salvador Samayoa, Ana Guadalupe Martínez y Mario Aguiñada Carranza y por el lado del FDR estaban el Dr. Ungo y Rubén Zamora, pero el Secretario Ejecutivo de todos ellos era el Dr. Héctor Oquelí Colindres del MNR. El nombramiento de Héctor para ese cargo se debió a varios factores: había sido Vicecanciller durante el gobierno de la Junta, tenía una formación integral por sus estudios de postgrado en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, tenía viejos y estrechos vínculos con la Internacional Socialista, conocía a la Internacional Demócrata Cristiana y a la Internacional Liberal. Desde estudiantes teníamos el necesario conocimiento del movimiento político estudiantil internacional; Héctor fue a un congreso de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) que se celebró en Praga, Checoslovaquia, así como al Congreso Latinoamericano de Estudiantes (CLAE) en la Habana, y yo fui delegado de la AGEUS al IX Congreso de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), celebrado en Ulan Bator, Mongolia. Teníamos muchísima participación en el mundo estudiantil, lo que nos permitió conocer a compañeros del movimiento estudiantil que posteriormente llegaron a ser ministros o altos funcionarios en Suecia, Inglaterra, Francia, Austria, Estados Unidos, Canadá, Méjico, etc. Esos contactos le abrieron puertas al movimiento democrático revolucionario salvadoreño, concretamente al FMLN y al FDR, aspecto que contribuyó a que los compañeros de la CPD proyectaran e hicieran una labor impresionante, tanto en Naciones Unidas (ONU), como en la COPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina), etc. La Comisión Político-Diplomática fue la cara visible del movimiento democrático revolucionario salvadoreño, con la ventaja de que el Doctor Ungo había sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno de El Salvador y era Presidente del FDR, lo que le habría puertas en todas partes, dándole un

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trato de ex Jefe de Estado y a su vez, le permitía el acceso a distintos foros, así como a miembros o asesores de gabinetes de seguridad de diferentes estados, para discutir con los Secretarios de Estado, con senadores y jefes de comisiones. Estos espacios eran importantes, porque daban la posibilidad de informar sobre la situación salvadoreña, y además, era una forma de hacer labor en provecho de las posiciones del movimiento revolucionario y democrático salvadoreño. Desde principios de los años 80, existía una propuesta de solución política negociada al conflicto armado salvadoreño y de formación de un gobierno de amplia participación. Este trabajo exigía una labor intensa y permanente en el campo internacional, de manera que la Comisión Político-Diplomática fue como la cancillería del movimiento revolucionario en ese ámbito político diplomático mundial.

Declaración Franco Mejicana, Primer Reconocimiento Internacional A la lucha del Pueblo Salvadoreño

Un hecho importante y relevante en la historia de la lucha del pueblo salvadoreño, en 1981, fue la “Declaración Franco Mejicana”, una manifestación de reconocimiento internacional a la legitimidad de la lucha del pueblo salvadoreño, encabezada por el FMLN y el FDR. Por supuesto, en ese momento, las relaciones entre la comandancia general del FMLN y el directorio del FDR eran de una extraordinaria armonía, de mucha comprensión, comunicación y apoyo mutuo. A ello contribuyó que en esos años, en Francia estuviera como presidente el socialista Francois Miterrand y en México el presidente José López Portillo, quienes con sus flamantes cancilleres Don Jorge Castañeda y H. Cheysson, nos apoyaban en todo sentido. Es de ahí que resulta una declaración de apoyo al pueblo salvadoreño en lucha, lo que por otro lado, era un pronunciamiento en contra de la política exterior norteamericana, en claro desafío a la hegemonía de Estados Unidos en la Región Centroamericana. El aporte de los compañeros Dr. Ungo y Dr. Oquelí para hacer realidad la “Declaración Franco Mejicana”, fue en el cabildeo político y diplomático, en las conversaciones preliminares, en la elaboración del texto, en las aclaraciones que había que hacerle a muchos partidos, cancillerías y gobiernos, sobre la legitimidad de nuestra lucha. Este trabajo tuvo repercusiones positivas en las Naciones Unidas, porque además, la alianza FMLN-FDR tenía un estatus importante en Nueva York, dado que el FMLN era una fuerza armada beligerante que tenía que respetarse, realidad indiscutible que hizo ganarse el reconocimiento internacional y llegar finalmente a la solución negociada.

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TRABAJO CRISTIANO DE BASES PARTICIPACIÓN DE SACERDOTES Y COMUNIDADES CRISTIANAS EN EL 

PROCESO DE LUCHA POPULAR 

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LA IGLESIA POPULAR COMPROMETIDA CON LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

(Mi experiencia con FECCAS)

Padre Trinidad Nieto

Sacerdote diocesano en la década de los 70 Y uno de los importes impulsores del trabajo cristiano de base.

Iglesia del Pueblo de Dios: Iglesia de los Pobres

El Concilio Vaticano vino a dar otra visión de la iglesia, un nuevo concepto de iglesia como pueblo de Dios, pero primero, lograr que ese pueblo tomara conciencia de ser pueblo y luego pueblo de Dios y a partir de aquí, ir logrando la concientización. Luego vinieron los documentos del Concilio Medellín, que ya fueron como la aplicación en América Latina del Vaticano II, lo cual abrió una nueva fase que permitió el acceso de las gentes a la Biblia, a la lectura colectiva de la Biblia. La gente comenzó a sentirse parte ya no de una iglesia jerárquica, vertical e institucional, sino de una iglesia más horizontal, con una visión de que los cristianos tienen la responsabilidad de decidir por esta nueva iglesia que ya comenzaba a identificarse como la iglesia del pueblo de Dios o iglesia de los pobres.

Esos nuevos documentos -Vaticano II y Medellín- definen claramente que el trabajo de la iglesia va dirigido a los pobres. Es la opción preferencial por los pobres, porque son ellos los protagonistas dentro de la iglesia y dentro del contexto social y político. Es con esta concepción que surgen las comunidades cristianas, las que después se llamaron comunidades eclesiales de base y que no es lo mismo que eclesiásticas, porque eclesiástico es lo que depende de la jerarquía, y eclesial es lo que tiene más carácter popular; por eso el lema de Monseñor Romero era “sentir con la iglesia”, es decir, sentir con ese pueblo de Dios que se ha descubierto a sí mismo como responsable de forjar el destino propio como persona y el destino de la historia.

Hubo un importante acercamiento de la gente a la lectura de la Biblia. No hacíamos una lectura de la Biblia y del Evangelio en el aire, sino desde la perspectiva de la realidad de los pobres, porque Jesús se hizo pobre, nació pobre y se identificó con los pobres, y desde esa realidad comenzó a decir su palabra; entonces ya no es una palabra de Dios neutral, sino con un destinatario concreto que son los pobres. Con esa motivación, la gente empezó a entrar en las comunidades y a identificarse como pueblo pobre, porque sentían que ese era su espacio, en el cual descubrían que el pueblo pobre no es pobre por voluntad de Dios, sino por el resultado de una organización social, económica y política, en donde solo unos pocos deciden la distribución del poder y la riqueza, mientras la mayoría del pueblo no participa ni es tomada en cuenta para nada en los aspectos estratégicos. Por tanto, la pobreza es consecuencia de la injustica. De esta manera la gente va descubriendo que los procesos electorales solo sirven para lograr cambios de gobiernos, pero no para el bienestar del país; no traen nada nuevo y el pueblo solo es utilizado para que vaya a votar, hecho que les permite justificar que hay democracia, mientras ya han decidido quién será el gobernante.

La Construcción del Reino de Dios Mediante la Transformación de la Realidad Para la Conquista de una Vida más digna

La gente aprendió a analizar la realidad, a descubrir las causas de la pobreza y a encontrarse con su propia responsabilidad de luchar por los cambios. Este es el caso de la experiencia que tuve en la Colonia Santa Lucia, una zona industrial, de muchas fábricas, en donde los obreros, a principio de los años 70, comenzaron a concientizarse de la explotación -a causa de los malos salarios y malos tratos- y de que tenían el derecho a denunciar y a reivindicar mejores salarios y condiciones laborales; pero, sobre

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todo, de que hay cosas que solo se van a conquistar a base de que el pueblo las defienda y luche por conquistarlas, ya que los cambios no van a venir de arriba, porque de arriba solo viene la explotación, la opresión, la dominación y el autoritarismo; los trabajadores descubrieron que es el pueblo el que va a romper ese esquema, buscando el Reino de Dios mediante la transformación de esa realidad opresora y la construcción de otra que les permita mejores sus condiciones humanas, dignas, justas, equitativas y fraternas.

Estamos hablando de una iglesia popular, comprometida en la defensa de los derechos de los obreros, campesinos, estudiantes, maestros y trabajadores en general, pero sobre la base de que la población se organice, como lo hizo la gente de FECCAS en el norte de San Salvador, zona que incluye Aguilares, Guazapa, Nejapa, Apopa, Quezaltepeque, Chalatenango, parte de la zona de La Libertad y otras regiones.

Una Semana Pastoral con el “Grupo de los 30 Rojos”

El trabajo eclesial de base comenzó a fortalecerse con la coordinación que surgió de la primera semana pastoral realizada –en 1970- en el Seminario San José de la Montaña, y en donde participaron los sacerdotes de San Miguel, Santa Ana, San Vicente y los de San Salvador, que trabajábamos, más o menos, en consonancia con el arzobispo Monseñor Luis Chávez y González, a quien invitamos junto a su auxiliar Monseñor Rivera. No invitamos a Monseñor Romero, que en ese tiempo era Secretario de la Conferencia Episcopal. En ese encuentro estábamos los sacerdotes que habíamos asumido el compromiso social de la iglesia, de acuerdo a los dos concilios Vaticano II y Medellín.

De esa semana pastoral salimos fortalecidos, porque las conclusiones que sacamos fueron para proyectar un trabajo con mayor visión de base, con protagonismo de los pobres; nos dio mucha más claridad de las medidas que teníamos que tomar para organizar a las comunidades de base, incorporando la participación de los laicos y de las mujeres. Lo de los laicos y mujeres era nuevo, aunque la participación de las mujeres fue escandaloso y problemático, dado el carácter tradicional con que se había venido realizando el trabajo pastoral, pero sobre todo, porque hasta ese momento, recordemos, los protagonistas de la iglesia habían sido los obispos y los curas.

Monseñor Romero, quien todavía no acababa de asimilar lo del Concilio Vaticano II y Medellín, se sorprendió de las conclusiones y resultados de esa semana pastoral, a los que les hizo unas observaciones que luego mandó al Vaticano, porque veía en ellas una nueva y peligrosa fuerza dentro de la iglesia. Sin embargo, logramos que se diera el surgimiento de lo que nosotros le llamamos la Coordinadora Nacional de Comunidades Cristianas, con la participación de todos los sacerdotes que estábamos en este trabajo: Miguel Ventura, Dionisio, David Rodríguez, Napoleón Macías, Porfirio Martínez, Rutilio Sánchez, Ernesto Barrera, Octavio Ortiz, Octavio Cruz, Benito Tobar, Alfonso Navarro, Ricardo Ayala, el padre Amado Molina, los padres Rogelio, Pedro y Walter Guerra. Monseñor Chávez y González apoyaba y defendía el derecho de organización y de las cooperativas, pero en ese tiempo Monseñor Romero nos identificó como “El Grupo de los 30 Rojos”.

La Coordinadora Nacional tuvo su propio carácter y posición crítica ante la realidad del país y la situación que nuestro pueblo vivía en esos momentos; por ejemplo, cuestionamos abiertamente y por diferentes medios, el Plan de Transformación Agraria del gobierno de Arturo Armando Molina, lo cual nos trajo como consecuencia, el secuestro y tortura del padre Inocencio Alas. Igualmente, cuestionamos el golpe de estado del 15 de octubre de 1979 -con el que derrocaron al General Romero-, porque la constitución de esa Junta Revolucionaria se hizo de espaldas al pueblo y en este país hay que tenerle desconfianza a todo movimiento que se haga sin la participación del pueblo.

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El Importante Papel de Sacerdotes Extranjeros En el Trabajo Cristiano de Base

Es importante resaltar el valioso papel que jugaron algunos sacerdotes extranjeros, que acompañaron el surgimiento de todo este esfuerzo de la iglesia popular. Entre ellos estaban el padre Plácido Erdosainz, un español vasco que contribuyó a la formación de las comunidades cristianas en San Salvador y en algunas zonas como Soyapango, y que trabajó con algunos estudiantes, de donde surge Piquín y otras personas valiosas. Plácido tenía un programa en la televisión que se llamaba “El Minuto de Dios” y otro en una radio que no recuerdo, desde donde contribuía, con sus reflexiones bíblicas, a conocer la realidad del país y a crear conciencia para la organización popular y para la lucha, trabajo que por supuesto le generó serios problemas de seguridad, por los que se vio obligado a abandonar el país.

Otros sacerdotes valiosos fueron dos franceses, uno se llama Juan Luis Genoud, que vino a hacer un importante trabajo sobre las Juventudes Obreras Cristianas (JOC) y que felizmente sigue en El Salvador, trabajando con las comunidades. Fue él quien captó en ese trabajo a Juan Chacón, quien después fue Secretario General del BPR. Neto Barrera y Octavio Ortiz también iniciaron su trabajo obrero a través de las JOC. El otro sacerdote francés fue Bernardo Bourland, a quien nosotros vimos como si fuera un misionero, porque andaba haciendo trabajo por los cantones de Suchitoto, Guazapa, Tenancingo y Cojutepeque. Bernardo era un hombre sencillo y muy sacrificado, no le importaba dormir mal en cualquier lugar y que se lo comieran las pulgas; lo que le importaba era formar a la gente a través de sus seminarios y charlas. Nos ayudó mucho con sus métodos de trabajo en la organización de las comunidades de base.

Mi Experiencia con Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreña

Es importante hablar un poco de la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños. FECCAS viene desde el año 1965, junto con Unión Nacional de Obreros del Campo (UNOC), ambas vinculadas a la Democracia Cristiana, que en ese tiempo era una alternativa de lucha apoyada por la iglesia, con el objetivo de que la Democracia Cristiana se desarrollara y si fuera posible, llegara al gobierno para que, a partir de ahí, hiciera algunas transformaciones en cuanto a la tenencia de la tierra y algunas reformas que abrieran espacio a la formación de las cooperativas campesinas. Era una alternativa positiva, pero no cambiaba de raíz la realidad de los campesinos; no iban más allá de lograr algunas reivindicaciones para los trabajadores del campo. Los sectores de FECCAS reflexionaron respecto a que las elecciones no eran el proyecto que definiría los cambios en el país, razón por la que rompen con la Democracia Cristiana, que termina quedándose únicamente con la UNOC.

Con esa ruptura, FECCAS inicia un proceso de redescubrimiento de su papel como organización campesina, pero al asumir su autogestión entró en crisis, por lo que las comunidades cristianas y el trabajo cristiano, en el sector campesino, vimos importante hacer un llamado a la Coordinadora Nacional de Comunidades Cristianas, para que apoyara el nuevo esfuerzo y proyección de FECCAS. Todos le apoyamos de diferentes maneras y como podíamos; yo por ejemplo, estando de párroco en la Colonia Santa Lucía, me puse una cuota; el padre Ernesto Barrera, en su parroquia de San Antonio, puso otra alcancía, y como San Antonio tiene muchos devotos, recogía muchas más moneditas. En Ciudad Arce Josefina Núñez, una religiosa hondureña del Sagrado Corazón -que trabajaba con las comunidades cristianas de base-, tenía una alcancía de barro y le decía a la gente “mirá, no te vayás sin echarle una monedita a la alcancía, porque es para apoyar a los compañeros de FECCAS en su trabajito”. El encargado de finanzas, a quien le decíamos “Alacrán” -no recuerdo el nombre-, recogía periódicamente las colectas de cada parroquia. Eran los años 70-71, período en que FECCAS ya se estaba fortaleciendo hasta llegar ser una organización muy grande, con la participación de importantes cuadros campesinos como Apolinario Serrano (Polín), La Ticha y su esposo Félix, Juan Resinos, su hermano y otros más.

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Cuando yo estaba de párroco en Nejapa, llegaron dos compañeros de FECCAS llamados Fito y Toñito Leiva, y me dijeron: “Fíjate que nos han mandado a organizar a los campesinos, para ver cómo vamos ampliando la organización con los trabajadores que están en la zafra, así que hoy vamos a dormir aquí en la parroquia, pero mañana nos vamos a ir a anotar para que nos inscriban como trabajadores, porque para hacer este trabajo hay que estar ahí donde están los trabajadores, y como muchos se quedan a dormir en el ingenio y en la hacienda, pues ahí nos vamos a quedar también nosotros a dormir. A ver cómo le hacemos, porque el momento más oportuno de hablar con las gente es después que han salido del trabajo, cuando están descansando”. Yo les dije que era difícil trabajar en esa zona, porque en Nejapa había grandes terratenientes latifundistas que tenían mucho poder y control de todo; que ahí no se podía crecer ni para el norte ni para el sur, ni hacia el poniente ni hacia el oriente, porque en el norte estaba la Hacienda Mapilapa y otras haciendas de los Bustamante y que por el poniente estaba el ingenio del Castaño de Amparo Vilanova. En el norte también estaban las grandes fincas de café, en las que gran parte de la población eran colonos de las haciendas y fincas de café; de modo que al no ser propietarios de sus viviendas, estaban expuestos a la represión y a la expulsión de esas haciendas. Les dije que los patronos y administradores -que en algunos casos eran militares-, tenían a su disposición a la Policía de Hacienda y a la Guardia Nacional para que les cuidaran, como por ejemplo en la Hacienda Mapilapa.

Lo admirable fue, que en ese ambiente de represión militar, la gente se fue organizando, perdió el miedo y comenzó a reivindicar sus derechos laborales, haciendo paros, huelgas y tomas de tierras y haciendas, lo que trajo como consecuencia muchas víctimas, muertos y desaparecidos en Quezaltepeque, El Jocote, Agulilares, San Jorge, en los Ingenios de La Cabaña, San Francisco y Santa Bárbara. Sin embargo la organización crecía permanentemente sin parar.

Para alcanzar los logros de este trabajo fue muy importante el aporte de los compañeros padre Benito Tobar en Chalatenango, Andrés Torres, Elías Acosta y otros campesinos que ahora no recuerdo su nombre.

Federación de Trabajadores del Campo

La Federación de Trabajadores del Campo (FTC) surgió de la unión de FECCAS y la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) -que había nacido el año 1970-, ya que ambas organizaciones coincidían en sus objetivos de lucha y tenían casi los mismos métodos: se metían con la gente, trabajaban y vivían con los campesinos, luchaban juntos para lograr sus reivindicaciones y, en fin, eran como una sola comunidad; se unían para sembrar las milpas, hacían colectas para pagar los pasajes de los compañeros que iba a hacer trabajo de organización a otras comunidades, cuidaban y vigilaban a sus familias, etc. Eran como una gran familia, con principios y valores que habían adquirido en la formación y práctica que dábamos en las comunidades cristianas. La FTC se fortaleció con su trabajo y proyección política dentro del Bloque Popular Revolucionario y la coordinación con otras organizaciones.

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COMPROMISO SOCIAL DE LOS SACERDOTES CON EL PUEBLO DE DIOS, CON LOS BIENAVENTURADOS

Padre Rutilio Sánchez

 Sacerdote en la década de los 70 Y uno de los más importantes impulsores del trabajo cristiano de base

Pueblo de Dios y un Jesús que Vivió con la Gente

Cuando se habla de iglesia hay que empezar por distinguir pueblo de Dios y jerarquía, normalmente se habla mas de la jerarquía que del pueblo de Dios, pero quien hace avanzar las cosas porque las practica, aunque las haya dictado la jerarquía, es el pueblo de Dios. La jerarquía siempre va atrasada con relación a la determinación del pueblo de Dios; es el pueblo de Dios que va condicionando a la jerarquía para que ella dicte normas, leyes o haga avanzar el proceso, ya sea litúrgico, pastoral, de compromiso social o de otras índoles. Por ejemplo, el mismo Monseñor Romero fue producto de la reeducación del pueblo, quien le enseñó con su pobreza, sacrifico y lucha; recibió el mensaje del pueblo y luego lo hizo avanzar.

La pregunta base es ¿Como se involucra el cristiano en las luchas del pueblo? El cristiano tiene un principio básico de fe, que puede ser religiosa o sobre la base de los ritos y mitos, o esa fe se puede ir más a la práctica. Dichosamente Jesús se fue mas por la práctica, no fue un hombre de ritos y de mitos, fue un hombre que vivió constantemente con sus congéneres, desde que nace hasta que muere; convivió con su gente como un ser humano y por eso es que nadie se dio cuenta que era hijo de Dios. Hablo de los cristianos como podrían ser también los musulmanes, budistas, hindúes, etc. religiones que también han tenido revolucionarios, porque los grandes maestros siempre han señalado el camino. Jesús no fundó una religión, Jesús fundó una fe que mueve montañas, una fe que educa, forma y el cristiano aprende desde los pobres, débiles y necesitados. Jesús hace mucho énfasis en los Diez Mandamientos de Moisés -que no necesariamente son religiosos sino de convivencia junto a los hermanos con los que se convive-. Los Cuatro Evangelios son medulares para ver a ese Jesús humano, con un código filosófico, teológico y político en el Sermón de la Montaña, que ayuda a comprender que lo importante no es lo superfluo de la vida, sino la esencia, la sustancia. Dice con mucha simplicidad: “Bienaventurados los pobres, los humildes, los que lloran, los que se meten en la causa…dichosos ustedes cuando los persigan, los maten y los torturen por mi causa”. Ese es el programa social de Jesús, darle de comer al hambriento, darle de beber al sediento, aconsejar al que hierra, consolar al triste. Es la doctrina social de la iglesia que por si sola nunca aterriza, pero las bases, las parroquias, los pobres la hacen aterrizar.

Siempre me he maravillado como nosotros los sacerdotes tomamos un párrafo del Evangelio y pasamos tres horas hablando, como si hubiera necesidad de explicarlo. El Evangelio se explica así mismo cuando se practica. Así es como el pueblo empieza a practicar y a conocer que el Reino de Dios comienza en esta tierra, y que el sindicato es como un templo, como una gasolinera en donde vamos a llenar el tanque de combustible. El Evangelio es una lectura que nos da esperanza y fuerza para caminar, organizarnos y meternos en los sindicatos para luchar por nuestros derechos y defender al hermano que ha sido desalojado de sus tierras, de su casa, que no tiene medicinas, etc. Por supuesto, la práctica de leer e imitar a Jesús siempre conllevó riesgos, peligros y persecuciones, “porque el que se mete a redentor sale crucificado”.

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La Doctrina Social de la Iglesia

A Juan XXIII se le ocurrió hacer un Concilio Vaticano, que era el segundo después de tantos siglos; de ahí nace La Doctrina Social de la Iglesia, con lo que se abren puertas, se renuevan cosas. La jerarquía católica prohibió durante largos siglos que el pueblo leyera directamente la Biblia, pero el Vaticano II vino a abrir puertas y ventanas desde donde se ven nuevos caminos y esperanzas. Después vino el Concilio Medellín y este abrió más puertas de las esperadas, preocupándose más por los pobres y poniendo medidas concretas para la organización de los campesinos y trabajadores, formas que proponían alternativas económicas y políticas para salir de la pobreza. Todo ello tomó de sorpresa a los obispos, que de inmediato convocaron a otro concilio en Puebla (Méjico), para intentar remediar el asunto. Porque desgraciadamente los jerarcas siempre han creído que son ellos los propietarios de la iglesia, los defensores del camino y la palabra del Señor; no se dan cuenta que son conductores, administradores y servidores de la feligresía y del pueblo.

Los obispos en Roma, con el Concilio Vaticano II, abrieron un poquito la puerta a las comunidades, fue como si un pequeño rayo de luz saliera de adentro para afuera y otro de afuera para adentro; fue como que los obispos hubieran sembrado un granito de mostaza por equivocación y el granito llegó a multiplicarse. Cuando los cristianos leyeron un poquito los documentos de esos concilios, aprendieron, enseñaron y practicaron; es de esa manera que nacen las comunidades cristianas de base, a las que en algunas parroquias les decíamos Comunidades Cristianas Eclesiales de Base, pero en el fondo eran Comunidades Clericales de Base, las cuales tenían un espíritu libre y fantástico.

La Doctrina Social de la Iglesia tiene muchos valores, pero no tiene toda la dimensión de llegar hasta el cambio del poder a favor de los pobres, porque los cambios de poder siempre han sido a favor de los ricos. Por esa razón, los campesinos empezaron a reunirse, ya no solo para rezar el rosario, sino para hablar en nombre de Jesús, y reforzados por su fe, también empezaron a discutir como comprar abono y semillas entre todos y como compartirlas, entre todos. Así es como nace FECCAS -a pesar de la jerarquía-, llegando a ser como la primera práctica de las comunidades cristianas primitivas.

Compromiso Social de las Nuevas Generaciones de Sacerdotes

En mi caso personal fui un seminarista creado y formado como todos los seminaristas, con una línea conservadora, litúrgica, devocional, y metido en una esquinita. Dichosamente las bases de la crianza e historia familiar, la formación litúrgica, filosófica, teológica y el contacto con las necesidades de la gente, hacen que un sacerdote se vaya formando y algunos tomemos conciencia de la realidad dolorosa que vive el pueblo sufrido. Así surgieron muchos sacerdotes comprometidos en toda América Latina, renunciando a las comodidades -como Moisés-, no viviendo en el palacio, sino viviendo y trabajando con la gente, conociendo sus necesidades y sufrimientos como el hambre y las enfermedades. Todas esas cosas hacen tomar conciencia.

Nosotros, la nueva generación de sacerdotes, trabajamos con los campesinos de FECCAS, y compartimos sus problemas y discusiones sobre de que el abono estaba caro, de que ya no tienen semillas para sembrar, de que el salario era precario, de que ellos sembraban el frijol y otros le ponían los precios y así, siempre buscándole soluciones colectivas a sus problemas. Los campesinos se daban cuenta de que los problemas con el patrón, el abono caro, los malos salarios y la represión de la Guardia Nacional, no eran solo de una persona, sino de todas las comunidades. Los campesinos se organizaban por zonas y se reunían en las parroquias. A esta actitud solidaria, orgánica y con espíritu cristiano, el obispo conservador de San Vicente Pedro Arnoldo Aparicio Quintanilla, le llamaba despectivamente “comunista”. También era una preocupación de algunos sacerdotes que decían con temor, que la organización campesina (FECCAS) “se estaba pasando de la raya”. Lo que pasa en la realidad es que, el

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pueblo se sale de las casillas porque las casillas que les ofrece la jerarquía son limitadas; si la jerarquía actuara y fuera como Monseñor Romero, Pedro Casaldáliga o como Samuel Ruiz, la situación sería diferente.

Nunca voy a olvidar una anécdota sobre Monseñor Romero, relativa a las consecuencias del trabajo pastoral. Cuando asesinaron a un catequista, analfabeta y humilde trabajador de 45 años -que vivía en un ranchito de paja-, acusado de ser un “gran comunista”, llegó Monseñor Romero de noche al velatorio, porque no tenía tiempo durante el día, y cuando Monseñor levantó la sabana que lo cubría, vio aquellos pies realmente llagados de tanto caminar y al salir de la casa dijo: “¿Como puede ser posible que un hombre analfabeto que nunca cumplió años porque nunca los celebró, que fue tan humilde y trabajador, pueda ser marxista-leninista?”.

En el seminario, los padres jesuitas me dijeron que tenía que defender a los pobres, predicar la verdad, ser valiente y profeta, pero el día que lo hice me quisieron matar, lo que por supuesto me llenó de miedo. Fui a buscar refugio al Arzobispado y a contarle a Monseñor Chávez y González lo que me estaba pasando -que no se si me creyó o no quiso darle importancia-. Monseñor me dijo: “Mira hijo, no seas tonto, habla de las cosas de la iglesia, no te metas con los campesinos porque jamás te lo van a agradecer”. Claro, esa era la interpretación y pensamiento de la iglesia jerárquica, pero mientras tanto estaban asesinando a los sacerdotes que predicaban la verdad, consolaban al triste, daban de comer al hambriento y organizaban al pueblo. Daba la casualidad que estos señores explotadores, represores y responsables del hambre que padecían los campesinos, eran amigos de la jerarquía.

Dolorosamente asesinaron a muchos sacerdotes. A mi siempre quisieron matarme e infelizmente, por asesinarme, se ensañaron en el padre Nicolás Rodríguez, y posteriormente lo hicieron con el padre Alfonso Navarro, un hombre sencillo que denunció las injusticias y las masacres; asesinaron al padre Palacios, al jesuita padre Rutilio Grande, al padre Ernesto Barrera Moto -que trabajaba con los sindicatos-, al padre Marcial Serrano y a otros valiosos sacerdotes comprometidos con la justicia y un futuro mejor para los pobres.

Nosotros seguíamos las enseñanzas del Evangelio, no predicábamos la violencia, sino la defensa de los derechos de los pobres, de las mayorías explotadas y oprimidas. A Jesús no se le puede acusar de violento por haber agarrado el látigo en el templo en contra de los mercaderes, lo hizo para combatir la hipocresía, la mentira y la explotación. Defenderse no es violencia, porque el mismo rifle que viene aquí para matarme es el mismo rifle con que puedo defenderme, igual que la misma llave que cierra la cárcel, es la misma que sirve para abrirla.

Polín, Un Campesino Ejemplar

El trabajo pastoral campesino formó, a conciencia, a verdaderos líderes, gente integral, sin intereses personales, ricos en el conocimiento de la realidad y determinados a luchar por la construcción de un país libre, justo y en el que se pudiera vivir con dignidad. De esos dirigentes campesinos tengo un recuerdo precioso de Apolinario Serrano (Polín), un huérfano que de niño fue criado por su abuela -a quien solo conocí como “la mamá de Polín”-, una señora rezadora de rezos de muertos o velatorios y que vivía en el caserío El Líbano, cerca de Aguilares. Fue de su abuela que Polín aprendió las 45 letanías cuando aún tenía nueve o diez años de edad, lo que le sirvió para acompañar los rezos de esas comunidades, cantones y caseríos del Cerro de Guazapa y algunos de Suchitoto. Fue en los cursillos parroquiales que impartía Chencho Alas en Suchitoto y el trabajo de los jesuitas en Mirandía y el Zapote, en donde Polín comenzó a concientizarse para el trabajo social, incorporándose casi de inmediato a FECCAS. Es en esta organización donde tuve la suerte de conocerle, cuando él ya tenía 18 ó 19 años. Polín era una persona muy querida en esas zonas, porque su carácter era alegre, creativo, simpático, y como predicador de la

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palabra, era claro, brillante, motivador y con gran poder de convencimiento. Daba gusto escuchar sus charlas, sus discursos, sus anécdotas personales y colectivas, porque su lenguaje campesino era metodológico y didáctico, cualidades limpias que le llevaron a asumir responsabilidades cada vez mayores, hasta llegar a ser Secretario General del Bloque Popular Revolucionario, el movimiento popular más grande que ha habido en toda la historia de nuestro país.

Salvador Cayetano Carpio (Comandante Marcial), que andaba buscando líderes con esa calidad humana y con poder de convicción, reclutó a Polín para las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), en donde dio un inmenso aporte a la lucha popular. Infelizmente lo asesinaron en 1979, junto a otros valiosos cuadros campesinos cuando venían de una importante reunión en la zona occidental.

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EL PLAN PARROQUIAL DE TECOLUCA Y SU ESTRATETÉGICA INCIDENCIA EN EL MOVIMIENTO DE MASAS

David Rodríguez

Sacerdote en la década de los 70 Y uno de los más grandes impulsores del trabajo cristiano de base

Y de la Unión de Trabajadores del Campo. _____________________________________________________________________

Mi Toma de Conciencia en la Parroquia de Tecoluca

Para hablar del aporte de la iglesia a la lucha por la justicia de nuestro pueblo, comenzaré a contar sobre la organización de los cristianos, de lo cual dependió mi desarrollo y evolución como sacerdote hacia el compromiso social y político de esa década de los 70 y de los años posteriores, incluido el trabajo que hoy realizamos de otra manera, pero con los mismos objetivos.

Fui ordenado el año 1963, según el Concilio de Trenton; soy de las últimas camadas de ese Concilio, cuando la misa se aprendía en latín y se daba de espaldas a las gentes. Casi inmediatamente fui a estudiar tres años a España -a la Universidad de Comillas-. Regresé a El Salvador el año 1967 y comencé a trabajar en mi primera parroquia de Santo Domingo, una parroquia pequeña con tres cantoncitos. Aquí tuve cuatro responsabilidades más: capellán de las religiosas fundadas por Monseñor Aparicio, obispo de San Vicente, Secretario Privado del Obispo, capellán de la Quinta Brigada de Infantería de San Vicente y responsable de los cursillos de cristiandad, tarea que me dio la posibilidad de conocer a Monseñor Romero, ya que él era el responsable de los cursillos de cristiandad de San Miguel. Walter Guerra era responsable de Santa Ana, Chencho Alas de San Salvador y yo de San Vicente, lo que nos permitía tener reuniones periódicamente.

El año 1968 fui trasladado a la parroquia del Pilar -en San Vicente-, siempre con las mismas responsabilidades. En 1969 me trasladaron a Tecoluca. Para esa fecha ya había sucedido el Concilio Vaticano Segundo -1963- y el de Medellín -1968-, pero como yo había sido formado de manera conservadora, no le di mucha importancia a esos eventos y documentos de la iglesia. Pese a ello, en Tecoluca comenzó a cambiar mi mentalidad y a pensar un poco en el pueblo.

Tecoluca era una parroquia muy prospera en el sentido económico, por lo que ser nombrado párroco en esa plaza era un premio, ya que Tecoluca estaba dividida en tres zonas: las de las fincas de café en el volcán, la zona costera con siembras de algodón, caña de azúcar y ganado; y la zona del centro, donde había muchos pequeños propietarios que se dedicaban a la siembra de hortalizas y cereales. Todas esas haciendas y fincas tenían su ermita a donde el párroco llegaba a celebrar la misa. Los hacendados y finqueros eran los que sostenían y colaboraban con la parroquia. Pero me comenzó a llamar la atención el trato que ellos daban a los trabajadores y, por otro lado, que no había básculas para pesar el café. Los trabajadores que venían de distintas partes del país -Cabañas, Chalatenango, Morazán, etc.-, se quejaban porque les robaban en las pesas y porque la comida era malísima, además de que las ollas en que cocían los frijoles tenían ratas y cucarachas.

Abusos Contra los Campesinos en las Haciendas y Fincas. Mis Primeros Problemas

Durante las temporadas de las cortas de algodón y café se duplicaba la población de la parroquia de Tecoluca, situación de la que se aprovechaban los hacendados y caporales, haciendo esperar a los cortadores hasta ocho días para darles trabajo, mientras sufrían a la intemperie la falta de comida y otras necesidades vitales, razón por la que terminaban trabajando tan solo por la comida. Había una hacienda

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famosa que le decían la hacienda de la “Chenga Sola”, porque solo les daban tortillas de maíz. Todo eso me llamó la atención, porque mi padre también fue dueño de cañales y de moliendas de caña, solo que en mi casa la comida que comíamos nosotros la comían los mozos.

En las algodoneras el trato a los trabajadores era similar, con el agravante de que las avionetas rociaban con veneno los campos de algodón, volando sobre los ranchos de los campesinos; por supuesto, terminaban matando a sus animales domésticos y el pescado de los ríos, lo que dejaba sin alimentos a la gente pobre. Las quejas iban a parar a la parroquia y eso nos hizo comenzar a organizar a la gente, para buscarle soluciones a sus problemas.

A causa de ese trabajo inicial de organización desde la parroquia de Tecoluca, tuve mi primer problema en la Hacienda Santa Teresa, de la cual era dueño el doctor Carballo -que además era Ministro de Justicia-, con quien yo tenía muy buena amistad, porque él también tocaba la guitarra. Después de las celebraciones de las misas en el casco de la hacienda, me iba a su casa a platicar y tocar la guitarra con el doctor. Pero sucedió que un día, el hacendado decidió cerrar el río para regar sus potreros que estaban en el cantón llamado, paradójicamente “El Regadío”, dejando sin agua a los campesinos para la siembra de sus hortalizas; además, cortó la calle para que la gente no pasara por su potrero, obligándoles a dar la vuelta por el Playón. Las comunidades estaban muy descontentas, por lo que un día que llegué a celebrar la misa de cada 15 del mes, me estaban esperando para informarme del problema. Les dije que no se preocuparan, que yo era amigo del doctor y que iba a hablar con él. Después de cada misa el doctor me daba, por costumbre, un chequecito de 200 colones para la parroquia. Cuando le expuse el problema no se enojó, simplemente me aconsejó diciéndome: “Tú estás joven, tenés que aprender a vivir; no te metás en esas cosas, en esos problemas” e inmediatamente me extendió un cheque de 500 colones. Le regresé el cheque y le dije que lo que nosotros le pedíamos era que abriera el río. Decidí entonces no ir a celebrar la misa a la hacienda, y comenzamos a celebrarla en una ramada.

Otro problema que tuve fue en la Hacienda la “Chenga Sola”. Fui a celebrar una misa del día de San Isidro. Durante todo el año no le daban de comer a los trabajadores, pero en esa fiesta les daban de todo a los campesinos: guaro, tamales, gallinas, música, etc. Después de la misa, la dueña de la hacienda me dijo que le fuera a bendecir los potreros; le pregunté que cómo se hacía eso, y me dijo que el padre que llegaba antes, se montaba en el Jeep y mientras ella manejaba, el padre iba bendiciendo los potreros. Yo le dije que lo haría, pero solo si ella le daba buena comida a los campesinos; pero la señora, que ya estaba prejuiciada por lo que le habían contado de mí, me dijo: “Mire Padre, usted métase en las cosas de la iglesia, porque en mi hacienda mando yo”. Le dije: “Entonces no se van a bendecir los potreros”. Me dijo que no me asomara más por su hacienda, que ya iba a llamar a otro padre. A partir de ahí comenzaron a llamar a los padres franciscanos de Zacatecoluca. Todas estas informaciones comenzaron a llegar al obispo, quien me mando a llamar para regañarme y decirme “Usted está dañando la imagen de la parroquia y de la iglesia”.

Semana Pastoral Para Buscar las Formas de Aplicación De las Recomendaciones de los Concilios Vaticano II y Medellín

En esos tiempos comencé a tener relación con Juan Macho, de los padres españoles pasionistas de Jiquilisco, porque el límite entre Tecoluca y Jiquilisco era el rió Lempa. El cantón que queda a la orilla del río Lempa de Tecoluca se llama San Nicolás Lempa, y el que queda en la otra orilla, al otro lado del río Lempa, después del puente de Oro, ya es San Marcos Lempa. Cuando yo celebraba misa en San Nicolás, venía la gente de San Marcos, y cuando los padres pasionistas celebraban misa iba la gente de San Nicolás. La misma gente nos unió. Decían por ejemplo “¿Por qué no va usted a celebrar misa allá en San Marcos? Le vamos a pedir permiso al padre Juan o al padre Pedro, o al padre Sacarías” Éramos un equipo, tanto así que fueron ellos los que me invitaron a la primera semana pastoral celebrada en la

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archidiócesis en enero de 1970. Por mi parte invité a los sacerdotes de la diócesis de San Vicente, a los padres Ramiro, Macías, Porfirio, Paco Mejía y a mi hermano Benigno Rodríguez. En ese evento sucedieron tres cosas: primero, me di cuenta de que los problemas que yo estaba teniendo en Tecoluca los tenían los padres de Jiquilisco, y los tenían muchos padres a nivel nacional, o sea, eran las mismas injusticias sociales contra los campesinos. Teníamos problemas en común. En segundo lugar, esa semana pastoral fue para estudiar los documentos de los concilios Vaticano II y Medellín y para reflexionar sobre cómo podríamos aplicarlos aquí en El Salvador. En tercero lugar, las conclusiones que sacamos de esa semana pastoral fueron: primero, que teníamos que formar dirigentes laicos, que el trabajo pastoral no estuviera basado solamente en los sacerdotes y religiosos, sino también en los laicos, por lo que había que formar dirigentes laicos. Segundo, que teníamos que trabajar para conformar comunidades eclesiales de base, para que el núcleo primario de la iglesia no fuera el individuo, sino la comunidad eclesial de base. La tercera conclusión fue que era necesario trabajar en el conocimiento de la biblia de los laicos, por lo que teníamos que difundir la Biblia Latinoamericana, a partir de la Celebración de la Palabra de Dios, dando más protagonismo a los laicos. La cuarta conclusión fue, que con el ejemplo de algunos sacerdotes como Chencho Alas, Monseñor Romero y el padre Romero, teníamos que trabajar con la radio, hacer programas de radio, difundir nuestro mensaje a través de esos programas. Y la quinta conclusión fue, que teníamos que crear centros de formación campesina.

Inmediatamente, después de esa semana pastoral, formamos con los padres de Jiquilisco, el Centro de Formación Campesina “Los Naranjos”. En ese tiempo ya estaba funcionando el Centro “El Castaño” con los padres de Mariknoll, quienes nos trasmitieron esa experiencia. En Santa Ana, el padre Walter Guerra ya tenía el Centro “La Divina Providencia”, y el padre Chencho Alas tenía en Las Bermudas –Suchitoto- el “Centro de Formación Campesina”.

Una Nueva Metodología que Educaba y Concientizaba

Comencé a trabajar en las ideas propuestas en esa semana pastoral, implementando el método de la celebración de la misa en los cantones. Al terminar la misa le pedía a los feligreses, que quien quisiera quedarse se quedara voluntariamente para reflexionar un poco más sobre el Evangelio. La gente se quedaba y de esa manera comenzamos a formar los Círculos Bíblicos. Estos métodos y experiencias eran intercambiados entre los sacerdotes que estábamos trabajando en ese esfuerzo eclesial de base. Pero quien nos ayudó muchísimo con sus métodos de educación popular, fue el famoso padre francés Bernardo Bourland. Su método era sencillo: celebrar la misa y después de leerse la Biblia, estimulaba a la gente a participar con sus comentarios sobre el Evangelio y, a partir de ello, analizar la realidad nacional, que no era otra cosa más que hablar de los problemas que vivía el pueblo, como por ejemplo la reforma agraria, el alto costo de la vida, la explotación de los trabajadores en las haciendas y fincas de café. Después se reunían en grupos, para que la misma gente descubriera y buscara las formas de organización que les permitieran encontrar salidas reales a sus problemas.

Reivindicación de Tierras Desde el Plan Parroquial de Tecoluca

Con esas motivaciones sociales, en Tecoluca teníamos un Plan Parroquial en torno a los problemas e injusticias que se daban en las fincas de café y las haciendas algodoneras. Hacíamos acciones con objetivos y medidas concretas; por ejemplo, el caso de La Cayetana en 1974, aunque el problema comenzó el año 1972 cuando la familia Angulo, dueños de la hacienda de Paz Opico y Teguatiguacán, decidieron ya no alquilarle las tierras a los campesinos de Paz Opico, León de Piedra, La Cayetana y el Coyolito. Eran tierras del volcán, buenas para la siembra de frijoles, maíz y otros frutos alimenticios. El proyecto de los hacendados era alquilar las tierras a un militar que las emplearía para la siembra de algodón, lo que significaba deforestar la zona. Los campesinos no protestaron al principio, al darse cuenta de que quien alquiló esas tierras era un militar de Usulután. El algodón se sembró y para los

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meses de noviembre y diciembre de 1972, cuando comenzó la corta, los dueños no contrataron a ninguna gente de la zona, sino que llevaron camionadas de gente de Usulután y otras partes, porque eran trabajadores que le convenían al Coronel. Los campesinos miraban con tristeza cómo la tierra se estaba erosionando con las lluvias.

En 1973, los Círculos Bíblicos de la parroquia, reivindicamos trabajo para los habitantes de la zona. Los responsables de ese movimiento eran los catequistas, los celebradores de la palabra, las Hijas de María; todas las organizaciones parroquiales. Pero el problema se agravó más cuando ya en el año 74, la gente decidió no sembrar más algodón y organizarse para impedir que los trabajadores de fuera vinieran a trabajar. Se unieron los cantones de San Luis la Loma, León de Piedra, la Cayetana, Paz Opico, el Coyolito y la India. Los campesinos midieron las tierras, reunieron el dinero y mandaron a una comisión a hablar con la dueña de la hacienda, para decirle que ese año no iban a sembrar algodón, sino maíz y frijoles como todos los años, y que le iban a pagar el arrendamiento. La dueña no quiso aceptar la propuesta y llamó a la Guardia Nacional que de inmediato llegó a reprimir y capturar a varios campesinos, a quienes les quitaron la ropa, los dejaron en calzoncillos y los acostaron en el suelo, parándose en ellos mientras les preguntaban: “¿Donde está el cura David Rodríguez para que los venga a defender?”. Pero luego de recibirles el dinero, les dijeron que estaban haciendo una usurpación, porque esa tierra estaba arrendada a un coronel, y que por lo tanto no podían sembrar frijoles y maíz.

Inicio de la Persecución Contra los Dirigentes Campesinos Y Represión Contra las Comunidades

En noviembre de 1974, los campesinos estaban recogiendo los frijolares y el maíz, cuando llegó un Jeep con guardias nacionales a buscar a los líderes, concretamente a Víctor Hernández quien era el presidente de la cooperativa de Tecoluca y presidente de la comunidad de La Cayetana; era el líder máximo que organizaba a las gentes de esa zona. Como no encontraron a Víctor, capturaron a su hermano Johnson, pero la gente se organizó y no dejó salir a Johnson ni a la guardia, sino que les desinflaron las llantas del jeep, razón por la cual tuvieron que salir a pie, amenazando con que iban a regresar. Y realmente regresaron con varios camiones llenos con guardias nacionales a reprimir y a capturar a muchos campesinos; pero las comunidades ya los estaban esperando más abajo para no dejarlos pasar. Los guardias dispararon y mataron a seis campesinos que al instante se llevaron para ir a tirarlos a la estación “La Joya”. Nosotros respondimos con acciones desde el Plan Parroquial, pero nos dimos cuenta de que esa organización parroquial ya no daba para más, porque tanto en nuestra zona, como en otras partes del país, se estaban sucediendo hechos de represión sangrienta, como la masacre en el cantón La Cayetana.

El Plan Parroquial Ante las Elecciones Fraudulentas de 1972

El gobierno y la oligarquía hacían lo que les daba la gana, como por ejemplo en las elecciones municipales y presidenciales del año 1972, cuando mucha gente del Plan Parroquial apoyó a Toño Navarro, candidato para alcalde de Tecoluca, que terminó ganando las elecciones, de igual forma que las había ganado Napoleón Duarte, pero que le fueron arrebatadas por Arturo Armando Molina, del Partido de Conciliación Nacional (PCN), quien se nombró Presidente de la República. En todo el país pasó lo mismo, nos impusieron a los alcaldes que la derecha quería. La gente se organizó y ese día hubo un levantamiento, pero la Guardia Nacional logró desarticular el movimiento de oposición a esas elecciones fraudulentas, imponiéndonos como alcalde a Atilio Cañas.

Con su programa de “Gobierno Móvil”, Molina empezó a visitar los pueblos. El alcalde de Tecoluca me mandó una carta en la que me decía que el Presidente iba a visitar a nuestro pueblo -en donde tenía familiares-, por lo que nos pedía que abriéramos la iglesia, repicáramos las campanas y le diéramos la

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bienvenida, ya que además iba a dejar una colaboración para la parroquia. Nos reunimos y como Plan Parroquial tomamos la decisión de sacar una carta abierta en donde decíamos que la iglesia iba estar abierta, pero que no iba a haber repique de campanas, ni palabras de bienvenida, porque considerábamos que era un gobierno y un alcalde impuesto, y porque solo se acordaban de la parroquia únicamente para las elecciones.

La queja llegó al Obispo y de nuevo me mandó a llamar para decirme que yo había irrespetado a la autoridad, y que por tanto tenía que trasladarme a la parroquia de Olocuilta. La población comenzó a realizar manifestaciones masivas con la imagen de San Lorenzo, saliendo de Tecoluca para llegar a la catedral de San Vicente. En el camino se fueron sumando a la actividad todas las comunidades y líderes de la zona, con el objetivo de pedir al Obispo que no me trasladaran de Tecoluca a Olocuilta, y para que el obispo se incorporara, junto al Plan Parroquial, a la lucha que teníamos contra las injusticias en las fincas de café y en las haciendas algodoneras. En ese momento ya había una organización naciente, compuesta por los Círculos Bíblicos, los Caballeros de Cristo Rey, la Legión de María, las Hijas de María, los catequistas y un grupo juvenil que habíamos formado.

Búsqueda de Contactos con Organizaciones Político-Militares

Para ese tiempo, algunos campesinos ya habían comenzado a tener contacto con organizaciones político militares que estaban surgiendo en el país. Fue en esa época que tuve mi primer contacto con Shafik Handall, quien llegó a visitarme a la parroquia, para informarme que había un movimiento de campesinos que se llamaba ATACES (Asociación de Trabajadores Agrícolas de El Salvador), y para proponerme que trabajáramos con ellos. El primer contacto que tuvimos fue con ATACES. Nos reunimos tres veces con esta organización, pero después de algunas experiencias con ellos, decidimos romper la relación, porque no coincidían con los métodos de disciplina y el respeto a los líderes que nosotros implementábamos.

Los dirigentes de la zona nos reuníamos todos los viernes por la noche, y los sábados todo el día, para evaluar y analizar la realidad local y nacional. Los domingos, después de la misa de las 6 de la mañana, los líderes salían para las comunidades. En cambio, las personas con las que habíamos tenido esos primeros encuentros eran indisciplinados, llegaban tarde a las reuniones o no llegaban, y por otro lado, desconocían, ignoraban y menospreciaban el trabajo bíblico y parroquial de la iglesia. En una de estas reuniones, algunos compañeros informaron que habían tenido contacto con otros dirigentes y que les habían parecido sus métodos, porque ellos no los mandaban a llamar a San Salvador, sino que venían a reunirse con los dirigentes a la zona de Paz Opico. El contacto era el famoso Felipe Peña de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), quien ya había comenzado a trabajar con Víctor Hernández.

El método que yo descubrí de la organización de Felipe Peña era, que ellos buscaban a un grupo pequeño de compañeros disciplinados, responsables y comprometidos; no hacían asambleas grandes, sino que se reunían con esos grupos, y luego estos salían a hacer asambleas con las comunidades, para hablar de la problemática local y nacional. Fue así como comenzó el debate en el Plan Parroquial, valorando que ese trabajo ya era para una organización que nos podía ayudar a responder a las exigencias cada vez mayores, y con la que podíamos fortalecer una organización aún más fuerte y con mayor claridad de lucha, para poder enfrentar con capacidad las jornadas reivindicativas en las fincas de café y en las haciendas de algodón.

También empezamos a tener otra relación con el padre Chencho Alas, que pertenecía a la famosa organización del FAPU, y con él hicimos la primera manifestación fuerte en protesta por la masacre de la Cayetana, el 29 de noviembre de 1974. Pero a todo esto, ya existían contactos con la organización de Felipe Peña, quien ya estaba consolidando el trabajo con los líderes de la zona, pero que quizás no había considerado el momento para salir como una organización abierta. Lo que pasaba era, que andábamos

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buscando alternativas más efectivas, y por eso contactamos con ATACES y luego con el FAPU; pero cada vez que nos reuníamos para hacer evaluaciones y discutir el rumbo a seguir, salían unos compañeros con otras orientaciones. Yo no entendía de dónde venían esas ideas y cuestionamientos, pero luego me percaté que venían del grupo que se reunía con Felipe Peña. Ellos cuestionaban los métodos y las formas de lucha que aplicábamos en la Parroquia, como por ejemplo, que las decisiones las tomábamos de arriba para abajo y no de abajo hacia arriba. Esos compañeros avanzados criticaban que las orientaciones no venían desde las comunidades.

Unión de Trabajadores del Campo Vizantino (UTCV)

El 29 de diciembre de 1974, un grupo de compañeros me invitaron a celebrar una misa en las Cuevas de Anastasio Aquino, y al terminar la misa nos reunimos para tomar el compromiso de vengar la sangre de los compañeros de la Cayetana. La actividad estaba organizada por el movimiento campesino de Tecoluca llamado, en esos momentos, Unión de Trabajadores del Campo Vizantino (UTCV), el cual era producto de todo el trabajo que habíamos hecho en los cantones del Volcán. Era nuestra propia organización, con el dinamismo, liderazgo y carácter propio de unos líderes que en Tecoluca que se habían formado y destacado en las acciones reivindicativas y combativas. Es con ellos que comenzó a surgir un movimiento que tocaba la problemática integral, que no entraba en contradicción con el plan parroquial y que tomaba en cuenta a los líderes de cada comunidad, preocupándose por la problemática propia de la zona y de cada una de las comunidades.

La Unión de Trabajadores del Campo tuvo la sabiduría de no entrar en contradicción con el plan parroquial, por el contrario, la fortalecía, porque los dirigentes tenían el método, la dinámica y la mística de nuestro trabajo; llevaban la conducción desde la base, desde abajo, preocupados y cuestionando permanentemente para que los que estábamos dirigiendo el trabajo no nos olvidáramos de la problemática de la gente. La UTC era como un equilibrio en todo el trabajo. Personalmente me ayudaron mucho, porque me criticaban; como por ejemplo, cuando en las misas yo hacía algunas predicaciones que no les gustaban, Víctor Hernández me llamaba aparte y me decía: “yo no estoy de acuerdo en esto que vos dijiste”, y me empezaba a cuestionar. Entonces yo me decía: ¿De dónde le viene la sabiduría a esta gente? Personalmente les respetaba y admiraba mucho, hasta que un día me dieron a conocer de dónde les venía esa sabiduría. Descubrí que les venía de tres cosas: primero, ellos habían adquirido todos los conocimientos del plan parroquial, el cual no habían abandonado porque seguían con la celebración de la palabra; segundo, ya estaban trabajando con las Fuerzas Populares de Liberación, como es el caso de Víctor Hernández, quien siendo dirigente pastoral y presidente de las cooperativas, era miembro de las FPL, y tercero, ellos tenían la costumbre de reunirse para escuchar la Radio Habana Cuba, para lo cual tenían una antena allá arriba, en la Paz Opico. Yo, de vez en cuando, y aunque estaba de acuerdo con las luchas de los pueblos, tenía algunos deslices hablando mal de Fidel Castro, porque en el seminario nos habían enseñado que Fidel Castro era un monstruo. Cuando descubrí que ellos conocían mejor a Cuba y a Fidel a través de la Radio Habana Cuba, comencé también a escuchar la radio con ellos.

La Disciplina y los Métodos de la UTC, Claves Para el Desarrollo del Trabajo de Masas en San Vicente

Lo que más admiré del movimiento campesino fue su capacidad de que a través del plan parroquial luchaban por erradicar las “chiviaderas” (juego de dados), las chicherías de aguardiente, los homicidios, las rencillas que había entre familias de las zonas costeras. El otro grave problema de los campesinos era, que cuando cometían un crimen en los departamentos de San Vicente, Chalatenango o Cabañas, huían o a la Costa Norte -frontera con Honduras- o a la Costa Sur. Había muchos criminales en las costas de San Marcos Lempa, pero la UTC con sus métodos, fue erradicando esa problemática,

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incorporando a esa gente rebelde a su organización. Estos logros alimentaban la cohesión de los cantones, por lo que los ciudadanos le fueron agarrando el gusto. Y es que la UTCV estaba en todos lados, resolviendo problemas de todo tipo, como por ejemplo los de la Costa y Paz Opico, en donde los finqueros cobraban un colón por la rama quebrada de café, y reivindicando que a los trabajadores se les pagara 11 colones y se le dieran de comer arroz, tortilla y fríjol bien cocidos. Vimos que de esta manera, y si luchábamos unidos, podíamos resolver los problemas. Por supuesto que esas luchas y logros motivaron el nacimiento de una organización consistente, como pasó en el cantón La Cayetana, en donde se organizaron hombres, niños y mujeres, todos con una sola voz, resolviendo problemas de carácter comunal, social o reivindicativo. Este trabajo y sus logros, era producto de la relación que los campesinos tenían con las FPL, partido con el cual además ya estaban vinculados los núcleos políticos de cada una de las comunidades, los cuales habían profundizado en el conocimiento de la realidad, la raíz de los problemas y las formas de combatirlos.

La disciplina, los métodos clandestinos y la seriedad de las FPL era lo que estaba sirviendo de orientación y rumbo a ese movimiento de masas que estaba surgiendo en Tecoluca. Yo siempre mantuve la línea pastoral, pero a esas alturas, después de la toma de la catedral, en julio de 1975, Isabel Hernández del cantón Perical -- un campesino que no sabía leer ni escribir y quien me reclutó para las FPL--, me contactó con el compañero Felipe Peña, que ya me había mandado un mensaje de que quería platicar conmigo.

Toma de la Catedral y Nacimiento del Bloque Popular Revolucionario

Un acontecimiento importante y doloroso en la historia de nuestro país, fue la masacre del 30 de julio de 1975, en la que murieron muchos estudiantes. Para ese tiempo, la organización en Tecoluca ya estaba bastante fuerte, porque teníamos al movimiento campesino UTCB y al movimiento de los curas; por lo tanto, decidimos participar en la famosa primera toma de la Catedral de San Salvador, como respuesta contundente a la masacre y a la avalancha de crímenes fascistas del régimen.

La toma de Catedral me dejó una gran experiencia y muchas lecciones. Los que entramos ahí sabíamos, que pasara lo que pasara, nadie podía salir hasta que cumpliéramos los objetivos y saliéramos todos o ninguno, vivos o muertos. Aunque era una actividad de protesta por la masacre a los estudiantes del 30 de julio del 75 -y que quizá hubieran objetivos ocultos por parte de los organizadores-, el entusiasmo, actividad y alegría que teníamos ahí dentro, era consecuencia de nuestra confianza en la dirección política de la toma, porque además, todo estaba organizado: alimentación, primeros auxilios, aseos, seguridad en las puertas para que nadie saliera de esa actividad y entretenimientos como actividades artísticas. También se dieron problemas serios, como los que sucedieron con algunos curas, en concreto con el padre Chencho Alas, que se quería salir de la actividad junto a un grupo de la juventud cristiana y de unas monjitas, justificando que se consideraban traicionados. La razón era que ahí estaba naciendo el Bloque Popular Revolucionario (BPR), cosa con la que él no estaba de acuerdo, porque ellos seguían más la línea del Papa y porque no compartía la línea y el rumbo que le dimos a la toma de la Catedral. Por tanto, se apartaron a hacer oración ante el santísimo, y ahí pasaron todo el tiempo, mientras los demás nos reuníamos, cantábamos y hacíamos actividades de propaganda y denuncia. Por cierto, en esa toma de catedral estaban el padre Tilo Sánchez y Benito Tobar. Benito tuvo un problema y es que él no tenía que estar dentro de la catedral, sin embargo se quedó para conocer el plan para luego apoyar desde fuera, pero una vez conocido el plan, ya no lo dejaron salir, no por problemas ideológicos o desconfianzas, sino por problemas de seguridad, porque si lo capturaban podía peligrar el plan que teníamos ahí dentro.

El Bloque Popular Revolucionario nació en la Catedral de San Salvador, a principios de agosto de 1975, formado por la Asociación Nacional de Educadores de El Salvador “21 de Junio” (ANDES 21), la

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Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), la Unión de Trabajadores del Campo (UTC), Universitarios Revolucionarios 19 (UR-19), el Movimiento Estudiantil Revolucionario de Secundaria (MERS) y la Unión de Pobladores de Tugurios (UPT). Este trabajo estaba coordinado por las FPL.

La UTC en las Tomas de Tierra y en la Movilización Social de Todo el País

Con esa calidad de organización que teníamos, participamos en las primeras tomas de tierras, en 1977. Para entonces ya la UTCV se llamaba solo UTC, y estábamos coordinando trabajo con los campesinos de Chalatenango, Suchitoto, San Esteban Catarina -de San Vicente- y otros departamentos, con los que planificamos algunas tomas de tierras, como las que hicimos en Platanares, Azacualpa, Cinquera, El Paisnal, Aguilares y otras a nivel nacional. Esto nos obligaba a tener un intercambio de información permanente. Dichas actividades y otras tareas generaban un gran entusiasmo y solidaridad. Ya para esa época teníamos una profunda relación con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) de Suchitoto y Aguilares, tanto así que participamos en su Congreso de Tres Ceibas, en el cerro de Guazapa.

La Cayetana fue una de las primeras comunidades que se organizaron en San Vicente; después surgieron muchos dirigentes que ampliaron el trabajo de organización en las comunidades de Paz Opico, El Perical y El Coyolito –en la zona del Volcán-. Esos dirigentes se dedicaron después al trabajo de expansión en todo Tecoluca, en San Esteban Catarina, en Villa Dolores, en Santiago Nunualco, en Santa Clara, Las Pampas, y así, en todo el departamento de San Vicente. Eran dirigentes con gran sensibilidad, que sabían llegar y gustar a la gente, como es el caso de la Minguita, una joven dirigente que tocaba guitarra y cantaba bonitas canciones, don que le permitía organizar a mucha gente. Para los años 77, la UTC llegó a tener un movimiento de solidaridad muy fuerte, con capacidad de realizar acciones en las comunidades y unirse a las manifestaciones en cualquier lugar del país. La UTC estaba en todo y sus métodos eran efectivos, no entraban en contradicción con lo que no les sirviera para el trabajo de acumulación, por el contrario, trataban de sumar, incluso de ganarse al enemigo si era necesario, como pasó en Paz Opico durante una fiesta de celebración a la que me habían invitado a celebrar una misa en acción de gracias, por haber logrado que se pusiera una báscula. Ocurrió que los compañeros de seguridad detectaron que afuera de la fiesta estaba la Patrulla Cantonal, controlando a quienes estábamos ahí y para capturar a los dirigentes y personas señaladas. Polín, el Secretario General del Bloque Popular Revolucionario, les dijo: “No hombre, invítenlos al baile, denle tamales, denle comida, invítenlos que pasen adelante”. De esa manera se iban ganando incluso a los cuerpos represivos cantonales, que luego se convertían en nuestros informadores.

El Aporte de la Iglesia de Base de Tecoluca en la Formación De Dirigentes Campesinos y en la Organización del Trabajo de Masas

Respecto al modesto aporte de Tecoluca para la zona de San Vicente y posiblemente a nivel nacional, hay que recordar que en ese movimiento hubo dirigentes valiosísimos que dedicaron y dieron su vida por la justicia y el proceso de lucha popular para la liberación de nuestro pueblo; todos ellos fueron formados como catequistas en el plan parroquial y en los Centros de Formación Campesina de La Cayetana, y posteriormente se incorporaron a la organización FPL, pero continuaron haciendo trabajo pastoral. Muchos de esos compañeros murieron y otros aún viven luchando por la misma causa.

De los compañeros desaparecidos y asesinados en nuestra zona, quiero recordar, con particular cariño y homenaje por su valor humano, y sobre todo por su compromiso con el pueblo, a Víctor Hernández -quien murió peleando-, a Fernando Panameño –que murió en la tomas de tierras-, a Francisco Romero, a

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don Jesús Morataya, a Benedicto Morataya -de León de Piedra-, a Diego Hernández, a Miriam Rodríguez, a Fidelina, a Ángela Montano y tantos compañeros valiosos.

La iglesia dio un gran aporte a la organización del Movimiento de Masas, promoviendo dirigentes y dándoles formación integral, no solo en lo espiritual, sino también en el compromiso con la realidad, según el Concilio Vaticano II y el Concilio Medellín. Era una iglesia comprometida con los pobres, predicando y haciendo trabajo para construir el Reino de Dios entre nosotros; una iglesia de dar de comer y beber al sediento, no con limosnas, sino involucrándole para resolver los problemas de injusticia social.

Con los programas radiales, la iglesia potenciaba el esfuerzo de organización y solidaridad, a través de la radio YSAX. Eran programas como la “Escuela Radiofónica”, en la cual se daban clases de alfabetización, para enseñar a leer y a escribir a los campesinos; además, hacían análisis sobre la realidad que estaba viviendo nuestro país. Esta labor radiofónica contribuía a generar conciencia en los campesinos, como en el caso de Tecoluca, en donde además de los círculos bíblicos, seguíamos esas escuelas con una pizarra y una lámpara Coleman donada por esas radios.

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MOVIMIENTO CAMPESINO LAS EXPERIENCIAS DE FECCAS Y UTC 

    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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AGUILARES: VIVERO DE CUADROS CAMPESINOS QUE CONTRIBUYERON A CAMBIAR LA HISTORIA DE EL SALVADFOR

  Alberto Enríquez Villacorta

Miembro de la dirección de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) A finales de la década de los 70 y uno de los grandes aportes al trabajo

De organización campesina y del movimiento popular ______________________________________________________________________________________________ 

 

Tratando de hacer memoria:

“Algunos cantan victoria, Porque el pueblo paga vidas, Pero esas muertes queridas

Van construyendo la historia….”

De Guatemala a El Salvador a Estudiar Teología en la UCA Llegué a El Salvador en marzo de 1974, porque iba a iniciar mi etapa de estudio de teología en la Compañía de Jesús, y lo iba a hacer junto con un grupo de compañeros en El Salvador, donde bajo la dirección del padre Ignacio Ellacuría, se abriría el Centro de Reflexión Teológica (CRT) en la Universidad Católica José Simón Cañas, UCA.

Nosotros veníamos de vivir en la ciudad de Guatemala, en una comunidad jesuita ubicada en una zona popular de la zona 5, que se hizo muy famosa entre otras razones, por su ubicación, pues la zona 5 se asocia a comunidades marginales y no habían existido antes grupos de jesuitas centroamericanos viviendo en “ese tipo” de lugares. Para sectores de las clases altas y medias guatemaltecas, la zona 5 era la comunidad de los jesuitas “comunistas”.

Yo había llegado a Guatemala a finales de 1972, después de terminar mi carrera de filosofía en México. En 1973, formamos la comunidad de la Zona 5, en donde estábamos César Jerez, Juan Hernández Pico, Ricardo Falla, Carlos Cabarrús, Enrique Corral, Fernando Hoyos, Eduardo Valdés, y durante un tiempo llegó a vivir con nosotros Fernando Ascoli.

El grupo de estudiantes jesuitas que veníamos de Guatemala a El Salvador para iniciar el estudio de teología en el CRT, había tomado la decisión de no vivir en la ciudad de San Salvador, sino en una zona pobre del campo. Queríamos compartir, en la medida de lo posible, las condiciones de campesinos y campesinas salvadoreños. No teníamos un lugar previamente escogido, por lo que vivimos los primeros meses en la comunidad jesuita de Santa Tecla. En aquel momento había también otra comunidad de estudiantes jesuitas en Antiguo Cuscatlán, donde vivían compañeros, entre los que se encontraban Fernando Ascoli, Emilio Baltodano, Rodolfo Cardenal, Antonio Cardenal, Napoleón Alvarado y otros.

La Experiencia del Trabajo Social en Guatemala. Opción de un Compromiso Más Concreto

Yo venía con la experiencia de haber organizado en Guatemala varios grupos de estudiantes universitarios. Muchos de ellos, hombres y mujeres, habían militado en Acción Católica Universitaria y ahí se comenzaron a plantear con fuerza la problemática de la relación entre marxismo y cristianismo y de si la lucha armada era compatible o no con los principios cristianos. Llegó un momento en que los sacerdotes que dirigían la acción católica juvenil y universitaria en Guatemala, ya no podían dar respuesta a tantas preguntas que les planteaban los estudiantes; estaban completamente desbordados.

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A partir de esta búsqueda de respuestas y opciones, hubo gente que quedó suelta. En enero de 1973, participé –no recuerdo quién me invitó- en una reunión en la Universidad de San Carlos y ahí conocí a varios de estos jóvenes; comenzamos a platicar sobre sus inquietudes. Les propuse que formáramos un grupo para trabajar con los indígenas en el Quiché. Aceptaron. Y fue el jesuita y antropólogo guatemalteco, Ricardo Falla, que trabajaba en esas zonas indígenas, quien nos conectó con los sacerdotes del Corazón de María, que vivían y trabajaban en el Quiché. La experiencia de trabajo en el Quiché, que posteriormente se ampliaría a Chimaltenango y que se combinó con nuestra intensa vida jesuítica comunitaria de la zona 5, y la evaluación que hice de un Programa del Centro de Adiestramiento de Promotores Sociales (CAPS) de la Universidad Rafael Landívar, que me llevó visitar múltiples comunidades indígenas del occidente y norte del país, marcaría mi vida muy profundamente.

La experiencia con grupos integrados por universitarios, universitarias y jesuitas trabajando desde una perspectiva motivada por el evangelio, el cristianismo entendido y vivido como compromiso con los pobres, lo que implicaba enfrentar la injusticia, la exclusión y todas las formas de represión, de acuerdo a los planteamientos nacidos en el Concilio Vaticano II, hechos como la reunión de los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín, Colombia; la teología de la liberación y el Movimiento de Cristianos por el Socialismo -con todas las corrientes mezclándose e interactuando dentro de la Compañía de Jesús-, nos impulsó a optar por un compromiso más concreto, incluido el voto de pobreza, no tanto como la renuncia a las cosas materiales, sino más bien cómo compartir la suerte de los pobres, comprometerse en serio con ellos, asumiendo las consecuencias y los riesgos que ello implicaba. No se trataba de no tener, sino de poner lo que se tenía en función de los pobres y comprometerse con ellos; no se trataba de ser “un pobrecito más”, sino de generar las condiciones para que la pobreza desapareciera.

La lucha contra la injusticia estructural en los países nuestros, comenzó a incrementarse a principios de los años 70. Era algo que se sentía por todas partes. Pero aunque era una corriente muy fuerte que fue asumida por amplios sectores de la iglesia católica y de la Compañía de Jesús, la manera de cómo ese compromiso con los pobres y los excluidos, con los más débiles y pequeños, se traducía a la vida y al trabajo concreto de maneras muy diversas. Podía ser a través de una línea muy pastoral, de una actividad parroquial o de una vía más explícitamente organizativa, social o política.

“La Casa de los Teológos” en Aguilares:

Una Reflexión Hacia el Compromiso Social

Después de explorar varios lugares, tomamos la decisión de vivir en la ciudad de Aguilares, a 36 KM de San Salvador, donde la parroquia estaba dirigida por los jesuitas, bajo la orientación del padre Rutilio Grande, que años después, en marzo de 1977, sería asesinado. Encontramos una casa relativamente grande en el centro del pueblo y nos fuimos a vivir ahí. Habíamos propuesto como Padre Superior –así se llamaba el responsable- de la comunidad, al jesuita mexicano Rafael Moreno, que había sido Superior del grupo de jesuitas centroamericanos en México y que llegó a Aguilares a mediados de 1974.

La “Casa de los Teólogos”, como le decía la gente a nuestra comunidad, estaba formada por Carlos Cabarrús -guatemalteco-, Jorge Sarsanedas -Panameño-, Eduardo Valdés (“el Negro”) -Panameño-, José María Andrés -español-, el “Cuache” Pellecer -guatemalteco-Roberto Sáenz –nicaraguense- y yo.

En ese grupo, como ya dije antes, había la decisión de venir a estudiar teología a El Salvador y de vivir en el campo. La idea era simplemente vivir en un lugar en el que pudiéramos asumir compromisos con los campesinos y combinar este propósito con nuestros estudios de teología. Queríamos también hacer una reflexión teológica desde la realidad de injusticia y pobreza que vivían las mayorías en nuestros países, y concretamente en El Salvador.

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Sin embargo, en la comunidad habían dos vertientes o dos maneras de ver las cosas, un grupo que se planteaba el compromiso con los campesinos, desde una perspectiva pastoral y religiosa, que, por cierto se vinculó estrechamente con la parroquia; y el otro grupo en el que estábamos Eduardo Pellecer y yo, que queríamos trabajar directamente con las organizaciones de los campesinos, desde una perspectiva más social y política, porque considerábamos que era la mejor manera de enfrentar el tema de la pobreza y la injusticia. Yo venía absolutamente convencido -por mi experiencia en Guatemala- que solo la misma gente pobre -obreros, jornaleros o campesinos-, organizada, sería capaz de cambiar la situación. De ahí mi propósito e ilusión de contribuir a que la misma gente en el campo salvadoreño se organizara y fortaleciera sus instrumentos de lucha. No éramos nosotros los que íbamos a resolver sus problemas, eran ellos mismos. Pero tanto en Guatemala como en El Salvador, la injusticia estructural, la pobreza y exclusión, así como la represión, eran muy profundas. En el fondo, yo venía ya bastante convencido de que la opción de la lucha armada era una alternativa que no se podía descartar ni para la gente ni para nosotros, porque no quedaban muchos caminos ni muchos espacios abiertos.

Con esos pensamientos y determinaciones empezamos a vivir en Aguilares, una zona cañera, con grandes ingenios azucareros como La Cabaña y San Francisco (“San Chico”), pero también con mucha gente viviendo en condiciones de mucha pobreza y exclusión, y fuertemente acosada por la represión a través de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, la Policía Nacional y hasta el mismo Ejército. Recién llegados nosotros a Aguilares, empezó una gran huelga de los trabajadores en el ingenio La Cabaña. Fue ahí donde conocí a Marianela García Villas, una abogada demócrata cristiana que más tarde sería una gran defensora de los derechos humanos y moriría a manos del ejército en Guazapa a principios de 1983 cuando investigaba el uso de napalm por parte de la fuerza aérea salvadoreña.

Un Núcleo Inicial Para el Trabajo Campesino

Para dar inicio a la proyección del trabajo con la organización campesina en Aguilares, Antonio Cardenal, Fernando Áscoli y yo, convocamos a una reunión en la casa jesuita de Antiguo Cuscatlán, a algunos estudiantes de la UCA, varios de los cuales militaban en el Movimiento Universitario Socialista (MUS) del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). En esa reunión estuvieron, entre otros compañeros, Ana María Castillo, Yanet Zamour, Margarita Cruz, Oscar Miranda, y por el lado de los jesuitas estábamos Antonio, Fernando yo. Allí les preguntamos si querían comprometerse con el trabajo campesino en la zona de Aguilares, explicándoles que se trataba de asumir un compromiso serio, que no se trataba de un simple trabajo asistencial o de caridad. Buscábamos un compromiso a fondo. La respuesta fue positiva y partir de ahí comenzamos a trabajar para que se sumaran otros compañeros, incorporándose en primer momento, los seminaristas que vivían y trabajaban en la Colonia Santa Lucía, del municipio de Soyapango. Ellos apoyaban en ese tiempo el trabajo del padre Trinidad Nieto. En ese grupo estaban los compañeros Antonio Cardoza, Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Jorge Palencia, Guillermo Cortez y Oscar, que después se fueron a trabajar al municipio de San Martín con el padre Rutilio Sánchez, que en ese entonces era el párroco en aquel lugar.

Nuestros Primeros Contactos con FECCAS a Través de Polín

Unas semanas antes de irnos a vivir a Aguilares, hablando con Toño Cardenal, le comenté mi interés de trabajar de manera directa con una organización campesina y las razones que tenía para ello. Toño se entusiasmó y me dijo, “Yo conozco a la persona indicada con la que podés hablar de esto claramente, te la voy a presentar, es un dirigente campesino muy joven, pero inteligente y visionario, con mucho carisma; él se llama Apolinario Serrano y le dicen Polín”. Así es como en abril de 1974 llegué a conocer a Polín en Aguilares.

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Una vez instalados en Aguilares, continuamos estudiando diariamente nuestra materia de Teología en la UCA, y al mismo tiempo, fortaleciendo nuestras relaciones con la parroquia de Aguilares. Algunos comenzamos a trabajar con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), una organización campesina de origen demócrata cristiano que estaba de capa caída, pero que con la llegada de Polín y el apoyo de algunos dirigentes, comenzaría el trabajo de revitalización para darle una nueva visión. En abril de 1974, FECCAS era una organización muy desgastada y debilitada, tenía una dirección pasiva en todos los sentidos, con un pensamiento caduco y conformista. Parecía una organización en proceso de agonía.

Como queríamos contribuir a la renovación de FECCAS, Ana María Castillo y yo nos reunimos con Polín para plantearle que teníamos un grupo de jesuitas, universitarios y universitarias que quería trabajar con el movimiento campesino. Recuerdo casi textualmente lo que Polín nos dijo en aquella ocasión: “Sí, esa canción ya la he oído muchas veces, los universitarios llegan, se entusiasman, prometen trabajar brazo a brazo con los campesinos, pero luego, con el primer problemita que aparece, se van corriendo y ya no los volvemos a ver. ¿Ustedes se quieren comprometer de verdad? ¿Ya lo pensaron bien?” Obviamente, le contestamos que sí, que nos queríamos comprometer de verdad, que ya lo habíamos reflexionado y que era una promesa en firme. Se nos quedó mirando fijamente un buen rato y con una sonrisa que después me sería muy familiar, nos dijo “Entonces los invito a que tengamos una reunión en el cantón El Líbano”.

Poco tiempo después, fuimos a la reunión que fue en la casa de Polín, donde vivía con su abuelita, en el caserío El Líbano, en el camino que va de Aguilares a Suchitoto. Polín nos recibió en la puerta. Estaba descalzo y con su pantalón arremangado hasta las rodillas. La casa era muy pobre, con piso de tierra bruta, paredes de adobe y techo de teja. Polín había convocado a la comunidad. Habría unas 25 personas entre hombres y mujeres, sentadas en banquitas de madera e iluminadas por la luz de dos candiles. Después de dar las buenas noches, Polín comenzó diciendo: “Les presento a Ana María Castillo que es una estudiante de la UCA y a Alberto Enríquez que también estudia en la UCA y es jesuita. Ellos están aquí porque dicen que se quieren comprometerse con nosotros y ayudar a nuestra lucha, pero yo lo que quiero es que ellos se comprometan aquí delante de ustedes, para que ustedes sean testigos de su compromiso”. No hubo nada parecido al acostumbrado “Bienvenidos”. Por supuesto, les reiteramos –como ya le habíamos dicho a Polín- que nuestro compromiso iba en serio, que realmente queríamos trabajar con ellos. Polín dijo que para trabajar con FECCAS, había que hacerlo yendo a los cantones: “Hay que trabajar con la gente. Si ustedes quieren trabajar, vamos a comenzar a trabajar las bases, cantón por cantón”.

Así es como comenzamos, con todo el grupo, a trabajar en la zona de Aguilares y Suchitoto, en cantones y caseríos como El Líbano, Tres Ceibas, Mirandilla, El Zapote, Los Gramales, el ICR, Platanares, Los Almendros, La Cabaña, Amayo, El Jicarón, el Tablón y todos los cantones del cerro de Guazapa.

Para poder cubrir todo ese trabajo, nos distribuimos las visitas y atención de cada uno de esos cantones y caseríos. Al principio comenzamos con parte de los compañeros teólogos de Aguilares, Toño Cardenal y Fernando Ascoli -de la comunidad de Antiguo Cuscatlán-, Ana María, Janet Samur y Margarita Cruz, pero casi inmediatamente se fueron incorporando otros compañeros como Tamba Aragón, Julio Molina, y algunos seminaristas de San Martín como Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Antonio Cardoza y Jorge Palencia (“El Viejo”).

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Un Ritmo de Trabajo Frenético Conviviendo con los Campesinos

Teníamos un ritmo de trabajo muy intenso. Por la mañana, de lunes a viernes, salíamos de Aguilares para llegar a la UCA a las 8:00 de la mañana, y de la Universidad salíamos a las 12:00, para estar de regreso en nuestra casa, a eso de las 13:30 PM. Al menos tres días a la semana, almorzábamos, nos cambiábamos de ropa y salíamos a eso de las cuatro o cinco de la tarde hacia los distintos cantones. Dependiendo de la distancia –hacíamos el recorrido caminando- llegábamos hacia las siete u ocho de la noche a los cantones. A esa hora teníamos las reuniones con los campesinos, siempre en casas o ermitas, a la luz de los candiles. En las reuniones hablábamos de la realidad del país, de las condiciones de los trabajadores, de la importancia de la organización, de FECCCAS y la necesidad de fortalecerla, del movimiento popular, etc. Dormíamos en casas de compañeros de cada cantón, generalmente de los que se iban perfilando como dirigentes o líderes. Recuerdo bien las casas de “Chanito” en El Jicarón –tenía 11 hijos a quienes había bautizado con los nombres de los seleccionados brasileños de aquel momento-, de Numas Escobar en El Tablón, de Cirilo García y Gabina Dubón, Félix García y Patricia Puertas en Amayo, de Juan Recinos en Los Gramales, de José López cerca de Tres Ceibas y de otros compañeros. El hecho de quedarnos en sus casas nos permitió que poco a poco nos fuéramos conociendo mejor, y de esa manera compartir con ellos y sus familias nuestras propias preocupaciones, las suyas y, en general, las que vivía nuestra gente en todo el país. Así es como comenzamos a desarrollar una relación de verdaderos compañeros y hermanos. Para nosotros todo eso era una verdadera escuela que nos iba transformando lenta y profundamente. Alrededor de las cuatro de la mañana nos levantábamos para emprender el regreso a nuestra casa, para bañarnos rápidamente, agarrar nuestros libros y rodar los 36 kilómetros que nos llevaban a la universidad para continuar la reflexión teológica, que cada vez más estaba marcada por lo que vivíamos en Aguilares.

Los estudiantes que trabajaban con nosotros también entraron en ese ritmo de vida y trabajo. Ana María, por ejemplo, estaba terminando su tesis de licenciatura en Sicología y daba clases toda la mañana en el Colegio Notredam. Por eso, los tres o cuatro días que visitaba los cantones para trabajar con las bases de FECCCAS, llegaba a nuestra casa donde dejaba su carro, de ahí se iba al cantón correspondiente y en la madrugada siguiente, se bañaba, se cambiaba y se iba directo al colegio a dar sus clases. Lo increíble era la alegría, el entusiasmo y la entrega con que vivíamos el compromiso con los campesinos, lo cual se fue convirtiendo en algo central en nuestras vidas. Lo que aún no captábamos en toda su dimensión era, que hacíamos aquello en medio de la gestación de un vigoroso movimiento popular que comenzaba a gestarse y que estallaría pocos años más tarde con la toma de Catedral en 1975.

“La Casa de los Teólogos” de Aguilares: Un Centro Dinamizador y Creador de Conciencia 

 A partir de las múltiples relaciones con los campesinos y campesinas de la zona, nuestra casa de Aguilares se convierte rápidamente en un verdadero centro de encuentro y de trabajo, tanto de celebradores de la palabra, como de integrantes de FECCAS. Ahí dormían los campesinos y campesinas cuando regresaban del cantón antes de irse a San Salvador; se quedaban en el patio de la casa o en los cuartos nuestros, pero además, había una sala grande que servía de dormitorio. “La casa de los teólogos” jugaba el papel de centro dinamizador, donde habían reuniones de mil cosas distintas, donde se planificaban actividades, se escribían comunicados, se organizaban festejos, etc. Esa era la mejor muestra de que nuestras relaciones con aquella gente trabajadora y luchadora eran unas relaciones de verdad.

El padre jesuita Rutilio Grande era el párroco de Aguilares, una parroquia con gran dinamismo, en donde a partir de la lectura del evangelio se conocía y analizaba la realidad nacional. La misas de los domingos del padre Grande se abarrotaban, eran como las del padre Rutilio Sánchez en San Martín o David

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Rodríguez en Tecoluca, porque sus homilías, con lenguaje sencillo, campesino y campechano, tenían una gran profundidad, que no solo ayudaban a la gente a hacer una mejor lectura de la injusta realidad y opresión que vivíamos, sino que sobre todo, transmitían un mensaje, que por una parte denunciaba las injusticias, y por otra, alentaba la esperanza y fundamentaba la necesidad de luchar para cambiar las estructuras económicas, sociales y políticas que las producían.

Aguilares era un centro de concientización, donde se formaban campesinos y campesinas con una nueva visión, con una nueva conciencia, con un profundo sentido de responsabilidad, gracias a la inmensa labor que realizaban los celebradores de la palabra y los dirigentes de FECCAS cantón por cantón, complementado por el arduo trabajo que realizábamos nosotros los jesuitas y colectivo de estudiantes.

Para ese tiempo, 1974, los campesinos no tenían instrumentos para pelear por sus derechos, pero con el trabajo pastoral de los celebradores de la palabra –esto no sucedió solo en Aguilares, sino en distintas partes del país-, comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de organizarse y buscarle salida a sus problemas más sentidos. De esta manera, FECCAS toma cartas en el asunto, fortaleciendo la organización campesina, con el objetivo inicial de mejorar los salarios y que a los trabajadores se les diera mejor alimentación en las haciendas de caña, café y algodón, con pan, frijoles y tortillas.

A los pocos meses de estar en Aguilares, se tensionó un poco la relación entre parte de la comunidad de teólogos y la parroquia, especialmente con el padre Salvador Carranza, porque la parroquia tenía temor de que el trabajo pastoral se politizara, aunque la parroquia respaldaba fuertemente a FECCAS. El problema estaba en que a nosotros nos veían con un pensamiento más radical y trabajando en lo que ellos consideraban una dimensión más directamente política y a eso, justamente, le temían. Personalmente, tuve siempre una relación crítica, aunque buena y de mucho respeto con la parroquia.

Posteriormente, el Padre Rutilio Grande me comentó, que él, desde mediados de 1975, sospechó que algunos de nosotros teníamos relación directa con alguna de las organizaciones político militares, cosa que siempre respetó.

Cursos de Formación y Surgimiento De Importantes Cuadros Dirigentes Campesinos

Para el segundo semestre del 74, empezamos una etapa con Polín, en la que al mismo tiempo que trabajábamos con la gente en los cantones, preparábamos los primeros cursos de formación para los campesinos y campesinas que se estaban afiliando a FECCAS. De esta manera se pondría en marcha un proceso que en adelante caracterizaría a la organización: la articulación del trabajo de base, con la formación y la movilización. Eran tres factores fundamentales en la estructuración y desarrollo de una organización más fuerte.

Con Toño Cardenal y Ana María, ideamos y estructuramos el primer curso de formación de cuadros intermedios y formamos el primer grupo –lo llamábamos el Grupo “A”- que éramos 26 personas -incluidos nosotros-, de los cuales estamos vivos solo tres. Este grupo, entre otras cosas, fue el responsable de formar en Aguijares y Suchitoto a muchos campesinos. Todos los y las integrantes del grupo pasaron después a tareas y organismos de dirección nacional de FECCAS y de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) que FECCAS formó con la UTC (Unión de Trabajadores del Campo) en 1975. En poco tiempo algunos campesinos se hicieron dirigentes del Bloque Popular Revolucionario (BPR) y de ahí se fueron a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) “Farabundo Martí”, a desempeñar tareas militares o de dirección del movimiento popular. Todo ese grupo de dirigentes que alcanzaron niveles muy altos de responsabilidad en el movimiento revolucionario salvadoreño, que cambiaría la historia del país, se inició desde los cantones; fue creciendo poco a poco -desde abajo hacia arriba-, se fue forjando mediante un compromiso cotidiano y un trabajo tenaz. Ello es una muestra de las transformaciones que pueden sufrir

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las personas cuando encuentran las oportunidades y las condiciones para crecer y desplegar sus potencialidades.

La formación fue adquiriendo una gran complejidad con el tiempo. Se multiplicaron los cursos que eran reproducidos a todos los niveles y que incluían desde temas como la situación internacional y el capitalismo dependiente en El Salvador, hasta métodos de trabajo y dirección, o formas para analizar la realidad nacional y elaborar documentos como la misma Carta de Principios o los Estatutos de FECCAS.

Si alguna lección nos ha dejado la historia de FECCAS vivida entre 1974 y 1979, es que la diversidad y calidad de dirigentes que se formaron en los ámbitos local, intermedio y nacional, y que aportaron no solo al movimiento campesino, sino al movimiento popular y al movimiento revolucionario en su conjunto, fueron resultado de la acertada combinación de un trabajo organizativo desde la base, una formación sistemática de cuadros desde la base y a nivel intermedio y nacional, la movilización para reclamar sus derechos y buscar soluciones a sus necesidades más sentidas y a la construcción de la organización como el gran instrumento en el que todo lo anterior se ensamblaba.

Reuniones con el Naciente Movimiento de Religiosos y Religiosas

El mismo año 1974, empezamos a tener contacto con varios seminaristas y con el naciente movimiento de sacerdotes, religiosos y religiosas que ya en ese tiempo se reunían a nivel nacional para analizar la realidad del país, intercambiar experiencias y reflexionar sobre su compromiso sacerdotal o religioso. Algunos domingos nos reuníamos en Santa Tecla, en el noviciado de los jesuitas, con los padres David Rodríguez, Trinidad Nieto, Tilo Sánchez, Ricardo Navarro, Neto Barrera y otros; participaban también algunas religiosas cuyos nombres no recuerdo. Entre otros objetivos, estaba el formar grupos de apoyo al trabajo del movimiento campesino; sin embargo esto no llegó a estructurarse, porque la represión hacia la iglesia, específicamente hacia algunos sacerdotes y religiosas, empezó a incrementarse a través de la Guardia y la Policía Nacional. Muchas de sus casas y parroquias comenzaron a ser vigiladas de manera sistemática y se incrementaron las acusaciones de que eran teólogos y curas “comunistas”.

Toma de Catedral: Un Gran Aprendizaje Para Continuar la Lucha

En 1975 se da un acontecimiento que marca un salto cualitativo en el movimiento popular salvadoreño: la toma de la Catedral como protesta por la masacre de estudiantes realizada en San Salvador por el ejército salvadoreño el 30 de julio. Nuestra participación en este hecho político de gran alcance nacional e internacional fue total. No es la ocasión para profundizar en esto, pero vale la pena señalar, que la participación de los principales dirigentes de FECCAS y de nosotros – los jesuitas y estudiantes que colaborábamos con ellos-, que a esas alturas nos habíamos convertido en un “Movimiento” –le decíamos “el Movi”- junto a otros dirigentes populares, sacerdotes, religiosas, etc. nos permitió un enorme aprendizaje político, una toma de conciencia de la fuerza y la dimensión que ya tenía el movimiento popular en El Salvador y adquirir mejores condiciones para continuar aportando en las nuevas etapas de lucha revolucionaria que se avecinaban.

De Aguilares a Antiguo Cuscatlán, Una Comunidad Comprometida

Para 1976, en la comunidad de Aguilares se comenzó a presumir que yo estaba vinculado a las FPL, por lo que se provocó una reflexión sobre los riesgos que esto implicaba para mis demás compañeros. La tensión fue subiendo de grado, hasta que una noche hablé con Rafael Moreno en su calidad de responsable de la comunidad, y como él era el único que sabía a ciencia cierta que efectivamente yo estaba militando en las FPL, reflexionamos sobre el tema y concluimos que dados los crecientes temores de varios de nuestros compañeros, lo mejor era salir de Aguilares. Me fui entonces a vivir a la comunidad de Antiguo Cuscatlán con Toño Cardenal y Fernando Áscoli, que además eran con quienes yo trabajaba.

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En esa comunidad también se repetía el fenómeno de convivencia entre jesuitas con dos tipos de pensamiento y de práctica, unos más involucrados en el trabajo organizativo de las organizaciones populares y otros más vinculados a los esfuerzos pastorales o académicos tradicionales de la Compañía de Jesús.

Eduardo Pellecer (“El Cuache”) trabajaba en un programa de alfabetización con un grupo de estudiantes del colegio Externado San José –el principal colegio de los jesuitas en El Salvador-, enseñando a leer y escribir a grupos de campesinos mediante una metodología inspirada en el educador brasileño Paulo Freire, que hacía de la alfabetización un proceso de aprendizaje sobre la situación del país y las causas de la pobreza e injusticia. Este trabajo complementaba y respaldaba, tanto los esfuerzos pastorales de los celebradores de la palabra, como los avances orgánicos y políticos de FECCAS.

La represión en esa época era constante y creciente. Pero en la medida en que crecía, mayor era la incorporación de la gente a las distintas organizaciones populares, y FECCAS no era la excepción. En ese contexto, nosotros vivimos varias experiencias difíciles, aparte del hostigamiento y vigilancia sobre nuestra casa por parte de diferentes cuerpos de seguridad. Un ejemplo fue, cuando cerca de El Líbano la Guardia Nacional capturó a dos de los estudiantes que trabajaban con Eduardo Pellecer y fueron llevados a las cárceles de Suchitoto. Según el análisis posterior que hicimos, todo indicaba que a quien pensaban capturar era a mí, porque yo iba a ir justamente en esa dirección, pero a última hora cambiamos y me fui para Amayo. Poco después, también fue capturado Jorge Sarsanedas en los alrededores de la terminal de oriente en San Salvador. En ambos casos, los compañeros fueron torturados y golpeados.

Un Grupo de Trabajo que Pasó a Llamarse “Movimiento” (El Movi)

Ante la creciente oleada represiva, quienes trabajábamos con FECCAS y otras organizaciones populares -poco a poco el grupo inicial de jóvenes y estudiantes había ido creciendo y ampliando nuestro trabajo, tanto con FECCAS y la UTC en el campo, como a organizaciones obreras y de pobladores de tugurios-, tuvimos que tomar medidas de seguridad más drásticas, y comenzamos a emplear métodos semi-clandestinos de trabajo, que nos permitieran continuar funcionando e impulsando el movimiento popular. La naturaleza de nuestro trabajo que consistía en apoyar a las organizaciones populares en su organización, formación y movilización, era pública y abierta. Eso no lo podíamos cambiar. Además, éramos bastante conocidos y por supuesto, estábamos bien identificados por los órganos de inteligencia de los cuerpos de seguridad. Por eso, lo que hicimos fue estructurarnos en pequeños grupos que llamamos “células”, para evitar las reuniones del grupo completo. Cada célula tenía un responsable que era parte de un equipo pequeño de dirección. Ya bajo esa estructura, bautizamos al grupo como “El Movimiento” y cariñosamente le decíamos “el movi”.

Yo estaba en una célula con Ana María, Carlos Aragón (Tamba) y Estephan Turcios. La composición era bonita: una estudiante, un cantante, un seminarista y un jesuita. Expresaba bien la composición del “Movimiento”. El que formaba parte del equipo de dirección era yo.

Al principio no tratábamos de ocultar nuestras reuniones, sino el contenido de las mismas. Por eso, muchas veces, nuestra célula salía de la UCA con libros de sicología para reunirse en los jardines de la Basílica de Guadalupe, donde llegaban familias, niños y niñas a jugar y otros estudiantes. En medio de los libros llevábamos los documentos políticos y los materiales que nos servían para analizar la situación nacional y para la planificación del trabajo. También nos reuníamos en casa de Ana María o en Comasagua, en la casa de la mamá de Estephan Turcios. Como anécdota, allí estábamos reunidos cuando fue el terremoto de Guatemala en 1976. El temblor se sintió muy fuerte y nos regresamos muy temprano para investigar si había pasado algo serio en San Salvador u otra parte.

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Apoyo del “Movimiento” a las Movilizaciones de FECCAS

La primera movilización de FECCAS -a nivel nacional-, que apoyamos, fue la que se hizo en solidaridad con una comunidad campesina de Garita Palmera -departamento de Ahuachapán-, que querían desalojar para construir un centro turístico. La noche antes la pasamos con Janet Samur y otros compañeros en casa de Ana María, hasta las cuatro de la mañana, haciendo panes con frijoles y café para toda la gente que venía. Fue muy divertido trasladar las ollas de café y los panes hasta la Iglesia El Rosario, para repartirlos entre quienes habían venido a la marcha.

Otra movilización que recuerdo –aunque no recuerdo ni el motivo ni la fecha- fue cuando FECCAS entró por primera vez a la Asamblea Legislativa. Nosotros apoyamos todos los preparativos y la coordinación que se hizo con el entonces diputado de la Democracia Cristiana, Mario Zamora -que años más tarde sería asesinado por escuadrones de la muerte en su casa-, hermano de Rubén Zamora. Mario dio la señal de entrada de los campesinos y campesinas a la Asamblea Legislativa. Esta experiencia dejó una mayor conciencia en los dirigentes de FECCCAS -y en nosotros-, sobre su poder y responsabilidad para continuar luchando por los derechos y las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras del campo.

Construcción de Organizaciones y Cuadros Históricos Desde el Trabajo de Base

El movimiento popular siguió creciendo de manera acelerada, contando cada vez con más colaboradores y colaboradoras, entre ellos, una estructura bien organizada como que el “Movimiento”, que trabajaba con una metodología férreamente compartimentada y una disciplina estricta que la cumplíamos a rajatabla, desde el equipo de dirección hasta cada una de las células, al punto que a partir de cierto momento, ya no todo el mundo sabía lo que hacían los demás.

Con ese espíritu de construir organizaciones desde las bases, con una conciencia cada vez más clara de que había que combinar la lucha por resolver las necesidades inmediatas –lucha reivindicativa-, con la lucha por cambiar el sistema capitalista por uno socialista –lucha revolucionaria-, con una profunda visión y mística colectivas, con dinámicas de movilización y programas de formación de dirigentes a todos los niveles, empieza a emerger y a tejerse un inmenso movimiento popular que en aquel entonces llamábamos “de masas”, del que FECCAS, junto a la UTC era parte importante. FECCAS y la UTC no solo constituyeron la organización de trabajadores y trabajadoras del campo más amplia y sólida en la historia del país, sino que además forjaron en su seno a destacados cuadros que de inmediato comenzaron a dar un invaluable aporte al movimiento popular y revolucionario en su conjunto.

Una reflexión desde el presente es, que en aquellos momentos no se había desarrollado aún el enfoque de género, no había una organización de mujeres como tal, aunque la participación de mujeres en todas las organizaciones populares era impresionante. Sin embargo, en el campo era muy difícil la participación de las mujeres. La cultura machista era muy profunda. Los hombres muy pocas veces y con gran dificultad “dejaban” participar a las mujeres en las reuniones y actividades. A pesar de ello, hubo mujeres del campo que se destacaron como dirigentes importantes; un ejemplo de ello fueron las compañeras Patricia Puertas (Ticha) y Gabina Dubón (Gaby).

Aguilares Generó Organización y Cuadros Dirigentes

No cabe duda, pues, que Aguilares, entendido aquí como la zona que formaban pueblos, cantones y caseríos a sus alrededores y que abarcaban los municipios de Suchitoto y San Salvador, fue uno de los centros más importantes de generación de organización y de cuadros de dirección, que pasaron de ser dirigentes campesinos, a ser dirigentes populares y luego dirigentes revolucionarios político-militares. Fue un vivero de hombres y mujeres revolucionarios ejemplares, que se entregaron en cuerpo y alma a esa

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batalla gigantesca del pueblo salvadoreño por transformar el país en un lugar donde desaparecieran la pobreza, la exclusión, la dictadura militar y se instaurara una sociedad solidaria, justa y en paz.

Para quienes éramos estudiantes jesuitas e integramos el “Movimiento” -me refiero aquí a Toño Cardenal, Fernando Áscoli y yo-, esta experiencia marcaría y determinaría el resto de nuestras vidas. Cuando yo tomé la decisión de venir a El Salvador a estudiar teología, luego la de vivir en Aguilares y después la de trabajar con FECCAS, jamás imaginé los alcances que estas decisiones tendrían. Entre marzo de 1974, cuando llegué a El Salvador por segunda vez –había vivido en Santa Tecla mi primera etapa en la Compañía de Jesús en 1967 y 1968- y febrero de 1976 cuando, junto con Ana María, pasé a la clandestinidad en las FPL, viví una de las etapas más intensas, apasionadas y hermosas de mi vida, a pesar de las condiciones en que me tocó hacerlo. Fue ante todo una escuela de compromiso y solidaridad, de lucha y fraternidad, donde el dolor refrescaba la ternura y se transformaba en convicción renovada y donde comprendí mejor y para siempre, que el sentido de la vida cobra toda su plenitud, cuando nos despegamos de nosotros mismos, y junto con otros y otras a quienes queremos, nos hacemos cargo de la historia y nos entregamos a crear las condiciones que permitan ir borrando las causas de la injusticia y la exclusión, y construyendo sociedades cimentadas en la solidaridad, el mutuo reconocimiento, el amor, donde hombres y mujeres encuentren con facilidad el sentido de sus propias vidas y la ilusión de forjarlas y proyectarlas.

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UNIÓN DE TRABAJADORES DEL CAMPO UN ESFUERZO ACOMPAÑADO DESDE LA PARROQUIA DE TECOLUCA

Hernán Rodríguez

Miembro fundador de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) Y uno de los veteranos de las luchas campesinas y populares de los años 70 y 80.

Aún continúa su lucha desde San Vicente, investigando casos de asesinatos Y desaparecidos durante la guerra.

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Inicios de la Organización de la Comunidades Eclesiales

Voy a contar un poco la historia sobre el Movimiento de Masas y los movimientos armados en los Departamentos de San Vicente, La Paz, Usulután y otros lugares de nuestro país.

Después de la guerra de El Salvador con Honduras, en el año 1969, se rompió el Mercado Común Centroamericano (MCCA), lo que hizo fracasar la industrialización. Aunque la verdad es que con el MCCA ya habían desaparecido los productos manufacturados que se construían con manos campesinas, jornaleras, hojalateras, y los productos de plástico desplazaron a la mano de obra que hacía los cántaros de lata, los canastos de vara de bambú, los zapatos a medida y otros productos; desaparecieron los sastres, porque todo ya venía hecho, hasta los zapatos eran de hule.

Con la industrialización en el país la mano de obra sufrió un duro golpe, porque en las fincas cafetaleras, en los campamentos algodoneros, en las haciendas cañeras y ganaderas, comenzaron a trabajar con maquinaria agrícola, productos químicos como el gramoxone, el etanol y otros. Los tractores sustituyeron el trabajo animal y ya no se ocupaban bueyes para arar, ni a los hombres para tapiscar el maíz y cortar la caña, ya que las máquinas lo hacían todo. La gente del campo se desesperaba porque todavía no estaba organizada y no podía defenderse de la avalancha de los ricos hacendados que no les permitían a los campesinos la oportunidad de cultivar un pedazo de tierra, ni comprado ni por censo, como le llamaban ellos. El censo significaba, que si me daban una manzana de tierra, yo la cultivaba y le daba la mitad del producto cosechado al patrono, como por ejemplo el maíz, el frijol y el maicillo, que luego el patrono ocupaba para darle la comida a los mismos cortadores de café, algodón y caña en sus fincas y haciendas.

Luego se vio que no había otra alternativa, que el campesino no podía soportar más esa situación; por eso el movimiento social apareció como una chispa y así las comunidades comenzaron a organizarse en el movimiento de las comunidades eclesiales de base, un movimiento cristiano apoyado por el padre David Rodríguez, párroco de Tecoluca en ese tiempo.

Centro de Formación Campesina “El Castaño”: Un Vivero de Cuadros Campesinos

Después de la guerra contra Honduras en 1969 -un 6 de agosto de 1970-, se eligen a seis líderes de diferentes comunidades para que fueran a sacar un cursillo en el Centro de Formación Campesina de “El Castaño”, ubicado en el cantón El Delirio, departamento de San Miguel. Los compañeros seleccionados fueron Antonio Rodríguez del Perical, Alfredo Panameño de la Paz Opico, Luis Mejía del Puente, Manuel Belloso, de San Luis la Loma, Víctor Manuel, de la Cayetana y Nicolás Muñoz, del cantón “El Regadío”. En ese cursillo se habló de la Teología de la Liberación y de que el Año Santo se celebraría en 1975. Con esa formación y esas ideas, los compañeros llegaron a las comunidades a hacer trabajo de organización,

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y esas organizaciones pasaron después a formar parte del movimiento popular, que luego se engrandeció en los años de 1971, 72. La concientización y la conciencia de lucha de las comunidades creció y se multiplicaron los líderes.

Desde Tecoluca pudimos organizar, durante esos tres años, a 35 comunidades, bajo la orientación del Plan Parroquial o comunidades cristianas de base. La Cayetana fue la comunidad que más se accionó, con trabajo encabezado por de los compañeros Víctor Manuel Hernández, Francisca Clímaco y Leoncio Hernández, quienes llevaron a cabo la coordinación de las tomas pacíficas de tierras, en donde la gente utilizó una vara de medir para repartirse el terreno que iban a utilizar para sus cultivos. Todo esto no era tan ilegal, porque había una negociación con los propietarios de las tierras, a quienes se les ofrecía pagarles el alquiler. Este trabajo dio vida -en 1973- al proceso de solidaridad de las comunidades.

En 1974, en la comunidad de El Perical, nos propusimos con los nuevos líderes Felipe Ramírez, Juan Aragón, Antonio Rodríguez y con Isabel Hernández, llevar a cabo una toma de tierra en la finca Iberia, de Rodolfo Cristales Alfaro. Nos tomamos la tierra, y empezamos a producir, obteniendo buenos resultados. Las comunidades circunvecinas vieron que nuestro trabajo era bueno y se animaron a hacer lo mismo, porque en ese tiempo había que buscar la forma de salir adelante de cualquier manera. La crisis económica era terrible; por ejemplo, antes de 1969 el medio de maíz valía 60 centavos y al poco tiempo, después de la guerra, ya valía cinco colones. Encontrar trabajo era difícil y cuando los pocos jornaleros lo conseguían, terminaban aceptando el trato de esclavo que les daban los patronos, con trabajo de todo el día tan solo por 2 colones con 25 centavos para los hombres, y 1 colón con 75 centavos para las mujeres.

Nacimiento de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) Y su Trabajo Desde el Plan Parroquial

A partir del trabajo parroquial nació, en la zona de Tecoluca, la Unión de Trabajadores del Campo Vicentino, mejor dicho, al trabajo parroquial que teníamos, solo se le puso la viñeta de UTCV, que después quedó únicamente en UTC. La gente necesitaba organización, formación política y mucho trabajo, por lo que la organización campesina llegó a una grandísima efervescencia, con capacidad de hacer tomas de tierras y movilizaciones, como la que hicimos en Tecoluca el 1º de mayo ese año 1974. Entre más crecía la organización, más aumentaba la represión y la persecución a los dirigentes y organizados. En ese tiempo el gobierno ya tenía a la criminal Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), una estructura paramilitar compuesta por campesinos de las mismas comunidades, que tenían el objetivo de combatir el “comunismo”, que en ese tiempo estaba satanizado.

El 1º de mayo de 1974, los militares masacraron a seis compañeros en Chinamequita, durante una manifestación en la que estábamos peleando el triunfo del partido UDN en ese pueblo, porque el Partido de Conciliación Nacional (PCN), había hecho fraude electoral, de la misma manera que la oligarquía burgués terrateniente y la dictadura militar lo habían hecho en 1972, cuando el Ingeniero Duarte ganó las elecciones con la Democracia Cristiana. El 22 de julio del año 1974, los militares y ORDEN nos asesinaron a Víctor Manuel Hernández, líder del cantón La Cayetana y después, el 29 noviembre de ese mismo año, los militares hicieron un operativo para desalojar las tierras que la comunidad de La Cayetana se había tomado para sembrar sus granos; el resultado fue una masacre en la que murieron los campesinos Jesús Morataya, su hijo Benedicto Morataya, Jorge García, Miguel Ángel García, Diego Hernández y Hernán Hernández.

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Luchas Reivindicativas y Políticas de la UTC

Mientras tanto, la organización popular crecía y el poder del pueblo se iba consolidando. Por ejemplo, un 21 de junio de 1975, participamos con la UTC en la primera manifestación campesina más grande -después de la que hubo en 1944-, según la historia. Miles de campesinos viajamos en tren desde San Vicente, Zacatecoluca, Usulután y de otros lugares, a participar en esa grandiosa manifestación en San Salvador, con el objetivo de exigir a la burguesía que nos dieran tierras para trabajar, salarios justos y mejor alimentación para los trabajadores. Al siguiente día de esa manifestación, tuvimos como respuesta de parte de las fuerzas armadas, la masacre de 6 campesinos de la familia Astorga en el Cantón Tres Calles, jurisdicción de San Agustín, Departamento de Usulután.

Nosotros seguimos luchando y trabajando, haciendo paros en los centros de trabajo, y manifestaciones como la que hicimos en las fincas del volcán de San Vicente, para reivindicar que la arroba de café -que en ese tiempo la pagaban a 30 centavos al cortador-, se pagara a 50 centavo; y el siguiente año 1976, logramos que se pagara a 75 centavos. Luchamos también para que se pusieran botiquines en los centros de trabajo y para que a los trabajadores se les pagaran 30 centavos en concepto de alimentación. Estas conquistas eran migajas que se le iban arrancando a la burguesía terrateniente, pero penetraban significativamente en la moral de los trabajadores para continuar la lucha. La respuesta de la burguesía, el gobierno y los militares era la misma: a más lucha, más represión; no soportaban nuestros logros y por eso, en una manifestación del 10 de septiembre de 1976, para exigir que se nos pagaran salarios justos en las cortas de café que se nos avecinaban, nos asesinan a Ángela Montano, una señora de la comunidad de Paz Opico. Luego en el año 77, nos tomamos las tierras de la costa en “La Hacienda de la Mora” -que era de la Nicolasa Quintanilla- y las tierras del cantón Los Platanales, de una finca que se llamaba “La San Faustino”, propiedad del señor Ramón López. Por supuesto, las tomas fueron desalojadas el 24 de diciembre de ese mismo año 1977, y ahí el ejército y las fuerzas armadas sustrajeron y se robaron la producción de maíz y frijoles que habíamos cosechado.

Nacimiento del Bloque Popular Revolucionario y de la FTC Y Fortalecimiento del Trabajo de Masas

Es importante recordar que también éramos fuertes, porque en 1975, después de la toma de catedral, en protesta por la masacre de 25 estudiantes el 30 de julio, surgió una alianza entre la Unión de Trabajadores del Campo y la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), que pasó a llamarse Federación de Trabajadores del Campo (FTC), con lo cual unimos Chalatetenango, San Vicente, Suchitoto, Guazapa, El Paisnal, Aguilares, Sensuntepeque, Apopa, Quezaltepeque y muchas otras zonas. También en esa coyuntura nació la organización Fuerzas Universitarias 30 de Julio (FUR 30), con los estudiantes de la UCA.

Pero la organización estratégica que nació inmediatamente después del 30 de Julio fue el Bloque Popular Revolucionario (BPR), con lo que llegamos a tener mayor capacidad para hacer todo tipo de actividades, y así en cualquier lugar en donde fuera necesario, presionar para reivindicar los derechos de los trabajadores, pero fundamentalmente para ir ganando espacios políticos que nos permitieran impulsar nuestro proyecto revolucionario.

El Bloque Popular Revolucionario tenía una mística organizativa completa, con sus razones, sus principios y determinación de lucha inquebrantable; sus métodos y disciplina eran férreos por cuestiones de seguridad, pero sobre todo, había una sensibilidad humana muy grande y solidaria. Eran virtudes que nos hacían grandes y nos daban capacidad moral para seguir luchando con fuerza y seguridad para alcanzar la victoria.

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Un 1º de mayo de 1977, íbamos a manifestarnos a San Salvador, pero el ejército nos ametralló. En esa masacre murieron los compañeros Hipólito Álvarez -del Perical- Miriam Rodríguez, René Rodríguez, José María Rodríguez -tres jóvenes hermanos de la comunidad de Arcatao- y también los compañeros de La Cayetana: Francisco Serna, Epifanio Clímaco, Ricardo Clímaco y Eusebio Hernández.

Ya en 1978, la organización campesina era muy fuerte y seguía creciendo; las comunidades avanzaban en su lucha reivindicativa y en su lucha revolucionaria. Me refiero a la lucha político-militar, porque ya teníamos milicias populares y comandos de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Por un lado estaba el movimiento popular UTC y por otro las FPL. Ambas organizaciones hacían por separado sus propias actividades de propaganda y volanteo. Ya era una política definida hacia la revolución popular.

El año 1979 tuvimos una lucha combativa muy seria, con manifestaciones en Tecoluca, Usulután, Ilobasco, Sunsuntepeque, San Miguel, Santa Ana, Aguilares y otras ciudades y pueblos; eran actividades con gran demostración de fuerza, porque se hacían dentro del estado de sitio impuesto por el Coronel Carlos Humberto Romero, quien había sustituido al Presidente Molina. Nosotros estábamos determinados a impulsar una lucha reivindicativa, pasara lo que pasara, como si estuviéramos midiendo fuerzas; a tal grado que en noviembre de ese año nos tomamos durante quince días el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Economía en San Salvador. Miles de campesinos mantuvimos la toma, hasta que llegamos a la negociación para mejorar las condiciones de trabajo de los campesinos. Nuestras demandas eran que los hacendados y el gobierno aumentaran el salario a 11 colones por jornada de trabajo, que la arroba de café se pagara a 5 colones, que el quintal de algodón cortado se pagara a 14 colones, la tonelada de caña cortada a 14 colones, y la tarea -que era de 6 brazadas por surco- se pagara a 11 colones. Además exigíamos que se diera una alimentación digna, con desayuno de dos tortillas, frijoles fritos, un huevo duro, un pedazo de queso y una taza de café; para el almuerzo pedíamos tres tortillas, sopa de cualquier tipo -carne de pollo o de res- y un vaso de fresco. Para la cena demandábamos que nos dieran plátanos fritos, frijoles, queso y una taza de café. Pero también les ofrecíamos la alternativa de que el hacendado que no quisiera dar esa comida, pagara por lo menos un colón con cincuenta centavos diarios -50 centavos el tiempo de comida- y tres colones las horas extras. La mayoría de los hacendados prefirieron pagar el dinero.

Nuestras demandas fueron firmadas, pero el gobierno no sacó ningún decreto para legalizar el cumplimiento de esos compromisos respecto a nuestras reivindicaciones. Ante ese comportamiento oficial negativo, se nos creció la moral a los trabajadores para continuar organizándonos y seguir luchando por nuestros derechos.

Poder del Movimiento de Masas y Ofensiva Militar de 1981

El 22 de enero de 1980 participamos en una grandiosa manifestación que puso a temblar a la oligarquía, porque veían peligrar sus intereses económicos. Éramos más de 500.000 personas metidas en San Salvador. Por supuesto, en el Parque Cuscatlán nos reprimieron con sus ametralladoras, fuimos bombardeados y nos tiraron veneno con sus avionetas. En la esquina del Hospital Rosales nos mataron a 22 compañeros. Ante tanta represión nos retiramos a la Universidad Nacional, en donde fuimos cercados y hostigados durante toda la noche, sin dejarnos salir. Aquí jugó un papel importante Monseñor Romero, quien hizo presión para que los militares se retiraran y abrieran las puertas de la Universidad, y pudiéramos salir. Todo esto nos alimentaba las ganas de continuar luchando, de ir sumando poquito a poco -de lo simple a lo complejo- a muchos más revolucionarios y todas las formas posibles que nos permitieran cambiar el país. Fue en ese año que definimos la estrategia de lucha para pasar a trabajar directamente con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el cual ya había sido fundado el 10 de octubre de 1980.

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La ofensiva del 10 de enero de 1981 definió la estrategia político y militar de nuestro movimiento popular, porque el movimiento guerrillero había crecido y seguía creciendo con el trabajo de las comunidades y todos los sectores sociales, solo que ya dentro del esquema de la lucha armada.

En San Vicente continuamos luchando por el cumplimiento de nuestras reivindicaciones campesinas, y como ya estábamos en el marco de la Ofensiva General de 1981, el ejército nos lanzó una invasión, el día 4 de junio, en las comunidades de San Juan Nonualco, San Rafael Obrajuelo y Tecoluca, de donde fuimos desalojados y perseguidos, aunque lo más grave fue la masacre en la finca “Peñas Arriba”, en donde masacraron a más de 600 personas e hicieron desaparecer a muchos niños. Ahí capturaron a la señora Blanca Vázquez del cantón El Palo Grande y la subieron en un helicóptero para ir a tirararla a la finca “La Virtud”.

Las lecciones que nos dejaron esas organizaciones del pasado para defendernos de los poderosos, deberían servirnos ahora para luchar por nuestros derechos respecto a todas las anomalías y atropellos que las empresas y el gobierno cometen contra los trabajadores y pueblo en general.

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LA UTC EN CHALATENANGO: UN TRABAJO COMBATIVO Y SOLIDARIO

María Ofelia Navarrete

(María Chichilco)

Miembro de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) Y una legendaria luchadora campesina

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De Empleada Doméstica a Militante del PDC

Las primeras ideas de oposición al gobierno las escuché e la casa en donde yo trabajaba como domestica. Recuerdo que el hijo mayor de la familia, ponía todos los días al levantarse, un programa de la Radio Habana Cuba que se llamaba “Voces de la Revolución”, en el que siempre informaban y daban un discurso al que yo le podían mucha atención. Después me di cuenta que el muchacho era del Partido Demócrata Cristiano (PDC), que en ese tiempo estaba en la oposición.

El muchacho me pidió varias veces, a escondidas de su mamá, que le hiciera engrudo. Como en esa casa había una tienda, yo le sacaba una libra de almidón y le hacía el bote de engrudo, que luego, al cerrar la tienda por la noche, se lo entregaba, y él salía con otros cipotes –en los que él influía mucho- a pegar propaganda política.

Por esos años de 1963-64, ser pescado (PDC), era ser objetivo militar de la Guardia Nacional, pero era muy emocionante andar pegando propaganda con esos cipotes y otros mayores.

Cuando llego Julio Alberto Rivera en campaña electoral a Arcatao, la gente lo estaba esperando con una pancarta del PDC dándole la bienvenida, porque él sólito era candidato a presidente, no había otros candidatos. Yo fui con un grupo de cipotas a escuchar su discurso.

Poco tiempo después me casé, pero seguía siendo militante activa del PDC, solo que con las amarras de una mujer con oficios en la casa; sin embargo, para las elecciones fui varias veces a las mesas receptoras de votos. En aquel tiempo el “pescado” (PDC) era la izquierda, pero yo no entendía qué era la izquierda.

En 1972 fuimos como PDC a las elecciones, pero tuvimos la gran desilusion de que ganamos las elecciones, pero la derecha nos hizo un monumental y descarado fraude. Cerca de las mesas electorales, yo tenía de vecinos a los guardias que estaban vigilando, y según avanzaba el recuento de votos, yo salían y les decía “Les vamos a dar duro”. Pero la derecha comenzó a contar al revés, y como el fraude fue tan claro, ni siquiera tomaron represalias contra mí. Fue entonces que dije “No me vuelvo a meter en las elecciones, porque todo eso un montón de mentiras”

Mi Incorporación a la Unión de Trabajadores del Campo (UTC)

En 1974 llegó Facundo Guardado a Arcatao, con la tarea de organizar a los campesinos, y así es como fui a caer de nuevo a esos asuntos, buscando ver si se podía hacer algo para cambiar la situación terrible en la que vivíamos. Así me hice de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC). Vi que la incorporación era voluntaria y no había nada de formalismos, y eso me gustó, pero sobre todo, porque era una organización que el esfuerzo estaba basado sobre las capacidades de nosotros mismos.

Recuerdo que nos enseñaban que los ricos nos explotaban y que tenían un ejército para golpearnos, y que lo más terrible era, que nosotros mismos nos maltratábamos. Entonces, así fuimos desarrollando el

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conocimiento sobre la realidad y sobre todo, una gran solidaridad entre los campesinos. Cuando un compañero estaba enfermo, todos íbamos a tapiscarle la milpa, y en un rato hacíamos lo que él no podía hacer en un mes. Así es como le fuimos ganando el corazón a la población.

Después de Facundo, los primeros compañeros que llegaron a trabajar con nosotros en Arcatao fueron Andrés Torres, y después Daniel, que en realidad se llamaba Carlos Borroneo Navarro.

Para avanzar en el trabajo, salíamos a los cantones a organizar a los campesinos y campesinas, y como nuestra formación era altamente cristiana, los principios y valores que aprendimos y abrazamos, también se los enseñábamos a la población, Así es como fuimos levantando el movimiento de los campesinos en la zona de Chalatenango, por lo nuestra organización crecía rápidamente.

Un día llegó un niño a una reunión que teníamos como UTC, y nos dijo que su papá estaba enfermo de fiebre y que nos pedía el favor de ayudarle a desyerbar la milpa. El papa de este niño era del PCN -partido de derecha en el Gobierno y contrario a los revolucionarios y a la UTC-. Nosotros sabíamos que si las milpas no se desyerban a tiempo, no producían maíz, y para nosotros los campesinos, esa es la vida junto a los frijolitos. Por eso el compañero responsable de la UTC en esa zona, dijo: “Vamos todos a desyerbarle la milpa a esta familia para que tengan su maicito”: Ese mismo día le desyerbamos la milpa. El muchacho nos contó que llegó a la casa y le dijo al papá: “Ya desyerbé la milpa”, “¿Cómo es que ya desyerbaste la milpa?”, le dijo el papá, “Es que todos los utecianos (UTC) me fueron a ayudar”. “Ahora si me voy a ser de la UTC”, dijo el señor. A partir de ahí, se organizó él y toda su familia, y durante toda la lucha fueron muy comprometidos con la causa.

Nuestra organización ayudó a toda la gente de las comunidades, con medicinas, con alimentos, con dinero que juntábamos entre todos los de la UTC, y a veces, llevando a los hospitales a los enfermos, etc. Lo hacíamos fueron o no organizados.

Esas ayudas y apoyos lo hacíamos como método para organizar a la gente, pero la solidaridad no se inventa solo por el simple interés político o de otro tipo, la verdad es que nos veíamos en la necesidad de ayudarnos y ayudar, porque eran gentes pobres y desgraciados, y en el fondo, porque siempre es necesario dar y recibir cariñito, porque la solidaridad es lo más hermoso que uno puede dar a los demás.

Gracias a todo ese trabajo, pude conocer a importantes líderes campesinos como a los compañeros Justo Mejilla -originario de la Ceiba-que fue uno de los precursores de la UTC, a Abrahán Guardado –del Conacaste-, Don José Santos –que ahora vive en Guarjila- y a Facundo Guardado. Posteriormente se fueron incorporando otros jóvenes como Ana Elsi, Félix Castro y Rutilio Enamorado, que después fue Secretario de las FTC. Ya con ese trabajo y esos cuadros, nosotros hicimos muchos reclutamientos, entre ellos, a la gente civil que eran como los jefes de patrullas cantonales (cuerpos paramilitares). Lo que pasaba era, que la gente miraba en nosotros un buen comportamiento, gran compañerismo y mucha solidaridad.

La Represión en el Campo

La represión se fue agudizando y yo vivía una situación difícil, porque vivía pegada a la casa de un guardia. Fue hasta 1979 que tuvimos que salir de la casa y fuimos a huir a un cantoncito cerca de un pueblo que quedaba a una hora de Honduras, un gran país hermano; pero también allá hubo alguien que nos fue a poder el dedo, y como recibimos amenazas de que nos iban a capturar y entregar al Ejército Salvadoreño, volvimos a huir y fuimos a parar de nuevo a un cantón de Arcatao, en una zona alta que se llama la Cañada.

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Ya viviendo en la Cañada, unos compañeros estudiantes que eran cipotes de Arcatao, nos reclutaron para ser militantes de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) “Farabundo Martí”. Antes yo no conocía a esa organización, pero sí tenía el espíritu de amor por todos los que luchaban, ya que la represión era cruel y las desgraciadas necesidades de la gente, que eran un montón y también eran mías. Pues resulta que yo me había casado con un campesino, y más o menos tenía resuelta la situación de la comida para mis hijas. Pero como decía, así es como llegamos a la guerrilla.

A partir de ese año 1979, nos volvimos a ir de la casa, por un lado por la persecución, pero sobre todo por los compromisos revolucionarios que cada vez eran mayores.

La verdad es que, tanto la situación de pobreza que vivíamos, como la represión militar, nos obligaban a incorporarnos en las organizaciones de masas y en la guerrilla, porque los campesinos ya no aguantábamos el maltrato que nos daban en todos lados. En mi pueblo, cuando la guardia paraba a la gente, nunca le preguntaban: “¿Cómo se llama usted?”, sino “¿Cómo te llamas tal por cual?”, y en seguida iba el culatazo en el pecho. Una vez pararon a un hermano mío y le pidieron los papeles, pero primero le preguntaron: “¿Cómo te llamas?” y mi hermano les dijo: “¿Que no están leyendo ahí pues?” Para los guardias eso fue una gran ofensa, por lo que le pegaron por todos lados, de manera que mi hermano llegó a la casa todo morado por los golpes.

Al final he llegado a la conclusión, que las razones por las que nosotros luchábamos no era tanto por la comida, aunque por la comida hasta los zompopos y las hormigas luchan; pero en el caso de nosotros, yo siento que la lucha era por algo más grande, era la lucha por reivindicar nuestra dignidad humana, porque estábamos cansados de que nos atropellaran en todo. En las cortas de café nos atropellaban haciéndonos dormir en las galeras, en nuestra propia cara nos robaban el trabajo; porque si el café que cortábamos pesaba en la báscula 8 arrobas, el patrón decía: “póngale 6 arrobas”. No podíamos decir nada, porque si protestábamos, nos echaban a la guardia.

En ese tiempo yo no entendía muchas cosas, pero ahora ya de vieja, he leído que la Guardia Nacional fue creada por decreto de ley, para no permitir la sindicación campesina. Hoy, hasta en los libros de estudios sociales de las escuelas, informan y relatan todos esos atropellos y abusos a los trabajadores. Después de tantas batallas que tuvimos en el pasado no tan lejano para lograr el respeto a nuestros derechos, han tenido que reconocer su indignidad hacia el pueblo salvadoreño. Ahí están los libros de texto, para que las nuevas generaciones conozcan la historia, aunque por supuesto no toda, porque seguramente no les conviene que muchas otras cosas se conozcan.

El Importante Papel de los Sacerdotes Progresistas en la Concientización Y Organización del Pueblo

Recuerdo que en una ocasión, que yo iba llegando a la casa de dejar el almuerzo del campo a mi compañero José, me encontré sentado en la acera, cerca de la puerta, al padre Inocencio Alas (Chencho), que era uno de los padres de Suchitoto. En otra ocasión, también llegó a Arcatao el padre Higinio Alas, porque ellos tenían mucha coordinación con el padre Benito Tobar, quien fue un bastión importante para la UTS Yo creo que usaban metodologías iguales o similares, porque a través de la luz del Evangelio, influían en la población, haciéndonos conciencia de la situación ingrata en la que vivíamos y de la que éramos víctimas de los engaños y explotaciones. Así es como íbamos tomando conciencia de la necesidad de luchar y de nuestro compromiso para cambiar esa realidad. Hasta ese entonces, nosotros estábamos dormidos, porque fuimos educados con una religiosidad tradicional que no nos llevaba a cambiar nada.

Esos sacerdotes y compañeros que llegaban a organizarnos eran personas que trabajaban duro y daban ejemplo, por lo que uno no tenia más remedio que imitarles. Si no hubiera sido así, no hubiéramos podido

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levantar un movimiento tan grande y con semejante contextura; porque en esa lucha apostábamos la vida, el corazón y hacíamos todos los esfuerzos por lograr que nuestros propósitos, por difíciles que fueran, se realizaran. Ya no teníamos miedo, o mejor dicho, teníamos miedo, pero la conciencia iba más allá del miedo, no porque fuéramos los grandes valiente inmortales, sino porque no estábamos solos, éramos muchos y muchos con conciencia y determinación de vencer. Ese era el poder y la fuerza de nuestra organización.

La UTC fue una organización del pueblo que se desarrolló, y creció mucho más cuando se unió a la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) y formaron la Federación de Trabajadores del Campo (FTC). En este trabajo de fortalecimiento de las organizaciones campesinas, no podemos negarle a la iglesia comprometida su papel fundamental en la concientización de todos nosotros, porque como cristianos nos metieron la idea de que el Reino de Dios había que construirlo desde aquí en la tierra, y que no hay que esperar a morirse para crearlo a saber adónde.

Las Huelgas, Toma del Ministerio de Trabajo y Tomas de Tierras

Bueno, en el accionar de la lucha social, una cosa tan maravillosa fue la huelga de los maestros con su plataforma reivindicativa. Ahí estuvimos presentes todas las organizaciones sociales; los campesinos marchamos defendiendo las demandas de los maestros. Cuando la UTC planteó sus demandas reivindicativas sobre la rebaja de los insumos agrícolas, ahí estuvieron los maestros luchando junto a nosotros. Todo eso nos hacía más fuertes.

Como UTC hacíamos actividades en las cortas de café, en las cortas de algodón y las rosas de caña de azúcar. Me acuerdo que hicimos una canción que se llamaba la “Temporada” y dice así: “Ya llega la temporada ya nos vamos a cortar/ a comer como animales/ y a dormir en el cafetal” Porque en esos trabajos de cortas no había ni champas para dormir, y a veces en noviembre, se vienen unas grandes tormentas de agua y de gran frio, porque los cafetales están en las zonas altas. Pero la canción seguía: “Los de FECCAS Y UTC/ les tenemos que exigir/ comida para los cortadores/ y lugar donde dormir”. Eran reivindicaciones chiquitas, que también las poníamos en canciones que los cortadores cantábamos con mucha pasión.

Una vez hicimos una huelga y un gran paro en la hacienda cañera de Santa Bárbara, pero ahí nos echaron a la policía y se dio un enfrentamiento en el que hubo muertos y muchos capturados. Esas fueron las primeras actividades en las que los campesinos demostramos que podíamos defendernos; porque antes de estar organizados, cualquier pareja de guardia nos paraba y decía: “Manos arriba tales por cuales” y después nos pescoceaban. Hacían lo que querían con nosotros, porque nos trataban como animales. Pero en la medida que nos fuimos organizando, fuimos superando el miedo y el terror. También fuimos entendiendo que ellos eran seres humanos como nosotros, seres de de carne y hueso que igual podían sufrir, ser explotados y morir.

La explotación a los campesinos era tremenda, en las cortas de caña nos medían las tareas con varas –más largas como les convenía- y el café cortado no lo pesaban, sino que lo medían con pullas, nada de básculas. La comida era una chenga, tortilla mal molida y frijoles con ratones y calcetines. Eran crueles. Mi mamá llevaba a tres cipotes a las cortas: mi hermano, mi hermana menor y yo, pero a la única que apuntaban como trabajadora era a mi mamá. O sea, los dueños de las fincas de café, algodón y caña de azúcar, para ganar más dinero, mejor dicho para robar, lo que hacían era apuntar solo a una persona y lo demás eran “agregados”, porque de esa manera solo le daban comida a una sola persona –que la compartía con los “agregados”- y de esa manera se evitaban pagar a los demás, el pago del séptimo día -que era el sábado-. Por eso es que hacíamos las huelgas y paros de labores, para reclamar el pago

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correcto y mejor comida a los trabajadores. Esas fueron también las razones por las que nos tomábamos las tierras y hasta el Ministerio de Trabajo.

Antes de la toma del Ministerio de Trabajo nos tomamos unas tierras en el cantón Conacaste, en donde sembramos sandías y otros productos, porque eran tierras buenas que estaban a la orilla del río Lempa y del Lago. Nos echaron a la Policía de hacienda que era un cuerpo represivo criminal. Fue ahí que requisamos el primer fusil checo. Estas tomas se hicieron simultaneas con otras de Cinquera, Azacualpa, Aguilares, El Paisnal y otras. Eran tomas coordinadas por FECCAS y UTC, y lo hacíamos porque los dueños de las tierras no querían alquilar sus tierras a los que estábamos organizados. La verdad es que necesitábamos cultivar y cosechar nuestros alimentos.

Aprendimos a tener un gran espíritu solidario, hasta para con las cosas más pequeñas. Por ejemplo, una vez estábamos en el Parque Cuscatlán, porque de ahí iba a arrancar la marcha; pero nos echaron a la guardia y a la policía que llegaron a reprimir. Mataron a varios compañeros que quedaron tirados ahí en la esquina; nosotros agarramos carrera por las calles de San Salvador, hasta que nos subimos a un bus que era manejado por un motorista malvado, que cuando entró una viejita que no tenía para pagar el pasaje, le dijo al cobrador: “Bajá a esa vieja que no quiere pagar”; entonces mi compa sacó el corbo y le dijo: “Mirá hijo de tal por cual, el bus no es tuyo y la viejita no tiene como pagar, así es que la vas a llevar”.

Las Movilizaciones Populares Moralizaba a la Gente Para Continuar Luchando

La toma del Ministerio de Trabajo, para reivindicar nuestras demandas laborales y mejor trato a los trabajadores, fue algo maravilloso, porque ahí estábamos los campesinos acompañados de todas las organizaciones populares. También se dieron gestos solidarios de mucha gente, como por ejemplo, el de un hombre de Arcatao, que era sastre y se había venido con su familia a San Salvador; pues ahí llegó de repente el hombre a dejar un canasto lleno de tortillas para que comiéramos todos los que estábamos ahí. En esa toma del Ministerio cantábamos todas las noches una canción que decía así: “Acérquese compañero/ A reclamar su salario/ Porque es lo que exigimos/ Todos los revolucionarios/ Nosotros lo que exigimos/ Salario de 11 colones/ Y también lo que exigimos/ Arroz tortilla y frijoles/ Los señores de la finca/ Han llamado hasta la guardia/ Para que no reclamemos/ El aumento de salario/ Mira mira a la tiranía/ tiembla tiembla ante la guerrilla/”. De esa toma logramos arrancar algunos logros, aunque se comprometieron a cumplir con todo. Lo que pasaba es que los patrones y el gobierno tenían las leyes y la fuerza, por lo que terminaban haciendo lo que les daba la gana. Nosotros también estábamos levantando nuestro poder y teníamos a la guerrilla para presionar.

Cuando íbamos a las manifestaciones de San Salvador y a otras que se realizaban en los distintos lugares, uno se llenaba de mucha moral, de un entusiasmo elevadísimo, como si fuera una llama por dentro; con esa fuerza nadie nos detenía, y tampoco nos importaba que nos mataran cuando metían las grandes represiones.

Canciones y Consignas en las Actividades Reivindicativas y Movilizaciones

Hacíamos muchas actividades, como reuniones, charlas, manifestaciones, etc. pero a la par de todo, hacíamos propaganda, pintábamos con tile o carbón sobre las piedras, en las paredes y sobre todo en los puestos claves. Nuestras consignas en las manifestaciones eran combativas y teníamos muchas y muy bonitas que coreábamos con muchas miles de voces: “Las calles se conquistan con lucha organizada, Guerra Popular Prolongada”. Gritábamos con todo el pecho: “La tiranía militar fascistoide morirá con la revolución, ¡che!”, “Muerte al imperialismo yanquis”, “Viva el pueblo organizado”, “Con tanques y metrallas el pueblo no se calla”, “Alerta que camina, la lucha organizada por América Latina”, “Si

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Nicaragua venció, El Salvador vencerá”, “Pueblo únete, pueblo únete”, “El Pueblo Unido Jamás será Vencido”. La consigna “Vivimos para luchar, luchamos para vencer”, venía de allá de por Usulután, pero a mí no me decía nada y por eso no la coreaba. Los estudiantes de la Universidad y secundaria tenían una consigna que decía: “Gorilas hijos de puta, los estudiantes somos bergones”, y eso les hacía vibrar con un gran gusto, porque era contra los militares.

En las marchas y todas las actividades que hacíamos cantábamos la canción del Bloque: “Que viva que viva/ Que viva el Bloque Popular/ Ae, ae, ae, que viva el Bloque Popular/ y había una estrofa que decía: “El imperialismo, con la burguesía y la tiranía/ quisieron parar/ Parar todo el movimiento de la lucha popular/ Ae, ae, ae, que viva el Bloque Popular/”.

En la huelga del Sindicato de la fábrica Diana, que fue poderosa, cantábamos la canción que decía: “Cuando yo llegué a la huelga/ Me decían los obreros/ Como le vamos a hacer/ Para hacernos guerrilleros/ Ya me voy pa`la la guerra y no vuelvo más/ A la tiranía voy a matar…”

Muchas de esa canciones y muchas otras las hacían los compañeros campesinos músicos de Aguilares y del Cerro de Guazapa y yo les ayudaba un poquito. En ese tiempo todo el mundo producía algo: canciones, poemas, teatro; porque también teníamos obras de teatro campesino –que sobre todo eran del Cerro de Guazapa-, en la que reflejaban la dura realidad que vivíamos, dejando siempre un mensaje de lucha. En todas las actividades había una parte artística por parte de los campesinos y de los compañeros y compañeras del Movimiento de la Cultura Popular (MCP), que siempre nos acompañó con su arte alegre y combativo.

El Poder de las Organizaciones de Masa y de la Unidad Para Lograr los Cambios en Nuestro País

Las organizaciones de masas jugaron un papel fundamental en la lucha por la justicia en nuestro país; de ese gigantesco movimiento salieron valiosos cuadros políticos y militares, que en todo el proceso de los años 70 hasta el 81, fueron dando nuevas ideas, más gente y más organización. Y así fue por parte de todas las organizaciones, porque todos sumábamos un poquito a ese inmenso torrente que se convirtió en Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) que hizo estremecer a la oligarquía y a la dictadura con la gran movilización del 22 de enero de 1980, en la cual ya no pude participar, porque andaba huyendo fuera de la casa.

El esfuerzo de unidad de todas las organizaciones populares, sectores sociales, la iglesia, y de los salvadoreños, fue muy importante, porque yo sentía que la unión nos daba otra sicología como persona y como movimiento; nos daba un poder que nos empujaba para llegar hasta el final, hasta lograr los objetivos de libertad, democracia y dignidad, por lo que habíamos sufrido y luchado durante tantos años. Así llegamos a esa gran batalla de guerra revolucionaria que nos duro 12 años y que culmino con los Acuerdos de Paz firmados en 1992.

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FECCAS DE CINQUERA: TRABAJO EN LAS FINCAS DE CAFÉ Y EN LAS TOMAS DE TIERRAS

Pablo Alvarenga

Miembro de la Federación Cristiana de Campesinos (FECCAS) En la zona de Cinquera, Cabañas. Un viejo veterano de las luchas campesinas.

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Una Comunidad de Campesinos Cristianos con Amenazas de Represión Por Parte del Gobierno

Para mi están muy vivos los recuerdos de esa década de los 70, porque eran los años que habíamos empezado a trabajar con una consciencia nueva y liberadora, a partir de una formación cristiana, inspirada en la Biblia y en los documentos de Medellín. Logramos caminar bastante, despojándonos de muchas cosas que le impiden a uno vivir como la gente; o sea, que logramos ver con claridad todas las desgracias con las que vivíamos y que durante muchos años nos habían dicho que era “la voluntad Dios” y que era él quien nos iba a recompensar si sufríamos con total paciencia. En el pueblo de Cinquera ya habíamos caminado un buen rato -como 2 o 3 años- en ese esfuerzo cristiano, y la participación de la gente, hombres, mujeres, jóvenes y niños, era muy alta; podemos decir que era masiva. La gente estaba emocionada de saber, que la pobreza y la miseria en la que vivíamos, tenía una salida. Después de participar esos años –a principios de los 70- en la comunidad cristiana, el año 73 comenzamos a oír unos rumores y acusaciones de que nuestra comunidad no era cristiana, sino “comunista”. Esta campaña de desprestigio se arreció en 1974, por lo que el párroco que nos atendía nos llevó el periódico El Diario de Hoy, y en la reunión de capacitación bíblica, el padre nos dijo: “Miren hermanas y hermanos de lo que les acusan en el periódico”. En la primera página aparecía un titular grande que decía: “El comunismo de El Salvador ocupa de punta de lanza a la Iglesia Católica”. Nosotros le preguntamos: “Padre ¿qué es comunismo?” “Miren –nos dijo-, eso no sé los puedo explicar, porque ese no es mi trabajo y ustedes lo saben, lo que si les puedo decir es, que esto se va a poner más difícil. He platicado con el padre Alirio Napoleón Macías, de San Sebastián Catarina y con los padres de de Suchitoto -Inocencio Alas (Chencho) e Higinio Alas, y de vez en cuando, por el mismo trabajo, nos comunicamos con la gente de las bases de la comunidad cristiana de Aguilares y del Cerro Grande, y todos ellos ya han empezaba a sentir esa misma inquietud y preocupación por esa campaña de calumnias”. Lo que pasaba es que por el año 1974, el Coronel Medrano ya había organizado la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) de la que todos los campesinos éramos miembros en ese tiempo; pero resulta que cuando fuimos conociendo que eso era un proyecto ideológico para intereses que no eran nuestros, fuimos a entregar el carnet. Los jefes no estuvieron de acuerdo y quisieron poner mano dura, pero como nos habíamos presentado bastantes campesinos, no pudieron detenernos y eso si puso en preocupación a las autoridades. Después nos llegó la noticia de que las autoridades habían citado a todos esos jefes de ORDEN a una reunión a Sensuntepeque, para orientarlos de que tuvieran cuidado con nosotros, porque solo éramos una fachada cristiana del comunismo.

Primeros Contactos con las Organizaciones de Masa Y Comienzos del Trabajo con FECCAS

Poco después, el padre nos llamó a otra reunión, pero solo con poquita gente, con los que teníamos más conciencia y ahí nos dijo:”Miren, esto lleva cara de ponerse más difícil, pero yo no quiero que lo sepa toda la gente, solo quiero que sean ustedes los que empiecen a saberlo. Lo que les quiero decir es, que hemos tenido información de que la cosa se va a poner más seria y podemos llegar a ser víctimas, por lo que no podemos tener un trabajo muy aislado como comunidad cristiana”. Ya preocupados nosotros, le pregunté: “¿Y qué podemos hacer padre?”. Él nos dijo: “Yo propongo una cosa, en este momentito se escucha que hay otras organizaciones políticas reivindicativas como el FAPU y otras que andan por ahí,

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pero yo quisiera que ustedes vieran más directamente eso, para que por su propia cuenta decidan donde es que se quieren unir al movimiento, para que no estén solos” Entonces, el padre comenzó a convocar a algunos dirigentes de esas organizaciones que empezaron a llegar a la zona de tres en tres y cada semana. Los compañeros que llegaban exponían sus ideas, planes y estrategias. La primera organización que nos visitó fue el FAPU, después llegaron tres más y la última que llegó fue FECCAS. El padre nos decía: “Bueno, ya escucharon a tres o cuatro organizaciones, métanse a una de ellas, no pierdan tiempo. Yo no me quiero meter en sus cosas, prefiero que sean ustedes los que vean por donde van; yo solo les he aportado los contactos”. Finalmente nos reunimos con FECCAS, quien además nos invitó a otra reunión en una iglesia de San Salvador. Nos hicieron de nuevo el planteamiento y les escuchamos. Valoramos que FECCAS era la línea con la que podíamos trabajar, porque nos pareció muy consecuente con lo que queríamos. El compañero que llegó a la primera reunión con nosotros fue Cirilo Félix García. Ahí decidimos organizar el primer grupo de trabajo en Cinquera, pero todavía no le informábamos a la gente que el peligro ya se estaba sintiendo, para no asustarla; solo se lo fuimos diciendo gradualmente y de acuerdo a como se iban organizando. Así es como llegamos a formar las primeras bases de FECCAS en todos los cantones y caseríos de Cinquera. La amenaza de peligro fue verdad, porque la Guardia Nacional y la Policía de Hacienda empezaron a llegar a la iglesia con sus fusiles en la mano, se posicionaban de las puertas a intimidar a la gente para que desistiera de la organización, pero la gente estaba muy compenetrada del contenido bíblico que hablaba de los profetas, desde Moisés hasta Santiago 5º. Cuando nos querían capturar, la gente le decía a la guardia: “Si nos quieren capturar, no es el primero que muere”. Como no podían con nosotros los del pueblo, se fueron a las casas de los cantones y caseríos, a decirles a los catequistas que si tanto deseo tenían de leer la biblia, que la leyeran en su casa y que dejaran de reunirse con los comunistas, porque si insistían, les iban a volar la cabeza. La gente les decía:”Si ustedes quieren volarme la cabeza no me importa, porque Jesucristo es nuestro ejemplo de sacrificio”. Como se vieron frustrados porque no podían con nosotros, entonces empezaron las capturas, comenzando con la del compañero Eliseo Valle a quien se llevaron para Cojutepeque al puesto de la guardia. Para liberar a Eliseo, nos reunimos cinco compañeros, y a la 5 de la tarde salimos a pie para Aguilares a informar lo que estaba pasando. Después de hablar con los compañeros de la dirección de FECCAS, comimos y salimos de regreso para Cinquera, a donde llegamos de madrugada a intentar rescatar al compañero de las garras de la guardia, pero no lo logramos. Esa fue una de las primeras intentonas de enfrentarnos con los cuerpos represivos. Como ORDEN ya comenzaba a entrar a las casas y reuniones de las bases de FECCAS, empezamos a sentir que aquello no era tan confiable, por lo que desistimos de hacer reuniones abiertas y nos fuimos a hacerlas a los montes. Para que no nos agarraran en esos encuentros, poníamos seguridad por todos lados, y nuestro sistema era de que un compañero se subía a un árbol para vigilar, otro en un peñón bien alto y otros por allá a una gran distancia; poníamos en varios puntos a unos cipotes que cuando detectaba la presencia de los guardias nos avisaban reventando cuetes. Así fuimos aprendiendo a cuidarnos, logrando también que algunos compañeros, que habían sido patrulleros, se infiltraran en ORDEN y en la guardia, diciendo que no eran organizados, que no les gustaban esas reuniones de los comunistas y haciéndose amigos del comandante. El Comandante se ponía muy contento, porque pensaba que no toda la gente se les había ido del todo. Llegaron a tener tanta confianza, que el Comandante les decía los planes que tenía contra nosotros. Esos compañeros no tenían ninguna relación con nosotros ni iban a la iglesia, solo se relacionaban con otros intermedios que tampoco iban a la iglesia, por lo que no eran sospechosos de nada y eso les permitía estar en todos lados: en la casa del Comandante, en las casas de ORDEN y se metían en todas partes; aparentemente no eran ni chicha ni limonada. Ese método daba efecto, porque nosotros sabíamos todo lo que ellos querían hacer en contra de nuestro movimiento. Por eso decían que nosotros éramos brujos.

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Nuestras Reivindicaciones Combativas en las Fincas de Café Crecíamos rápido como organización, y hasta llegamos a las actividades de las fincas de café. A mí me dejaron la tarea y la orientación, de ir a las cortas en el mes de noviembre de 1974, junto a otros compañeros de nuestra base de FECCAS. Fuimos a la finca San Cayetano -que era de la familia Gil-, cerca de Ciudad Arce. En esas fincas de café, el trato a los trabajadores era inútil e inhumano: los frijoles eran cocinados con ratas enteras y cucarachas; el agua era escasa, por lo que después de 15 o 20 días trabajando y sin bañarnos, al dormir en los galerones uno se quitaba los zapatos, los pantalones y la camisa y echábamos una peste de la gran madre; era un olor insoportable, tanto de los pies, como de los sobacos y de todos lados. Casi siempre teníamos diarreas por la mala comida. En otra oportunidad me tocó ir a trabajar a San Cayetano, en donde había una iglesia muy bonita, con unas imágenes que tenía un físico precioso -como los españoles-, con unos ojos azules y mirando hacia arriba. Como la gente me conocía como miembro de la comunidad cristiana, yo les decía que fuéramos a rezar la oración. Un día les dije: “Hermanos, vamos a rezar el rosario para darle gracias a Dios que hemos cortado y trabajado este día y tenemos trabajo gracias a los patrones”. Así empecé al principio, rezando el rosario y hablando en el nombre de Dios. A la gente le fue gustando bastante esas imágenes de vírgenes y santos tan bonitos, y que yo les hablara de los profetas que denunciaban el pecado social. De esa manera, poco a poco se les fue quitando el miedo a los campesinos. Una vez les dije en una de esa oraciones:”Miren hermanos, ¡Que imágenes tan bonitas, tan bellas! ¿Creen que se parecen a nuestros hijos?” La gente se miraba entre ellos, y con seguridad pensaban por dentro, que sus hijos estaban en los puros huesitos. Así empezaba mi mensaje, de cómo la iglesia nos ha estado engañando durante muchos años. Sucedía que algunas noches llovía a cantaradas, a pesar de ser verano, y siempre que pasaba eso, el café maduro se caía, por lo que los caporales nos levantaron temprano a pepenar o recoger el café que se había caído. Comenzamos la pepena a las 7:30 y la terminamos a las 11.00, pero lo que cortábamos era bien poquito, pero lo más grave era, que con el tiempo, esos sacos de café mojados nos empezaron a criar hongos y problemas pulmonares, por lo que la gente se quedaba con fiebre en los galerones y ya se empezaban a morir algunos. Si no se trabajaba, no se pagaba, aunque uno estuviera enfermo. Una vez llegó el caporal gritando a decirnos: “Se les avisa de parte de los patrones, que no se les va a pagar el sábado”. La gente desesperada por el salario de miseria, de que siempre les robaran media o una arroba de lo cortado, y de que no se les pagara el séptimo día –que era el sábado-, quería regresarse a sus casas, a pesar de que habían llegado a la finca con dinero prestado para sus pasajes. Al ver esa situación, empecé a trabajar con la base y la gente que estaba ahí, para que fuéramos a exigirle al administrador que nos pagara la quincena completa. Les dije que yo iba a tomar la palabra, pero les pedí que me apoyaran. Y así pasó: cuando el administrador –que tenía una pistola 38 a la altura de la rodilla y rodeando de tiros- pasó por la cuadrilla catorce, que era la mía, y el caporal empezó a medir mi saco con una puya –porque no la hacían con báscula-, le dije: “Quiero hablarle en nombre de los trabajadores que están acá”. “¿Que querés?” -me dijo- “Que nosotros queremos exigirle que nos pague el sábado próximo, porque si no, muchas de esta gente quiere irse”, le dije. Y me dijo: “¿Donde está la gente que pide eso?”.Yo les dije: “Valla compañeros…”, y ninguno de casi esos 2.000 trabajadores se puso de pie, por el contrario, simularon que estaban cortando café o trasegando. El patrón me dijo: “Esas son puras mentiras tuyas ¿Dónde está esa gente que dices?”. Fue un momento muy cruel y horrible para mí. ¿Y yo qué iba a decir, si nadie me apoyó? Pero bueno, cuando yo iba adelante por la otra cuadrilla cortando café, se viene un hombre pechito (delgado), como de unos 22 años, con su sombrerito y su corbo envainado en el cincho y me dijo: “Puta chelito, de verdad que ese hijo de puta lo ahuevó. ¡Pero hombre!, es que esas cosas no se hacen así. Mire, lo primero que uno debe hacer es ponerse de acuerdo con la gente para que no pase eso que a usted le pasó. Lo que pasa es que a mí se me bajaron los ánimos con esa clase de gente con la que anda usted. Pues mire, nos hubiera dicho a nosotros”. “¿Y quiénes son ustedes? le dije. “Nosotros somos de Chalatenango, somos del cantón los Guillenes, y los que estamos aquí somos 60 del mismo cantón y si usted hubiera acordado con nosotros, hubiera visto oye, nosotros sí lo hubiéramos defendido. Pero oiga chelito -me dijo-, usted le habló bien al hombre ese y eso no es fácil. ¿No cree que si volviera otra vez a reclamarle lo mismo, nosotros le podríamos apoyar?

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¿Y cuántos son ustedes? le dije. De verdad de verdad, somos como 60, entre hombres y mujeres, pero si usted quiere lo intentamos de nuevo”. “Pues lo vamos a intentar”, le dije. “Mire chelito, después que saquemos el corte y estemos comiendo chimbolos secos con las tortillas tostadas y con el café, nos vamos a reunir”. Para esa reunión fui a comprar un cuadernito y un lápiz, y cuando estábamos comiendo, llegó el chalateco magnífico, con quien nos pusimos debajo de un foco a planificar. De pronto comenzó a llegar mucha gente a preguntarnos que qué estábamos haciendo ahí; yo les dije que estábamos apuntando a los que querían el pago del sábado. La bola se regó tanto, que en pocos minutos teníamos a los casi dos mil trabajadores apuntándose alrededor mío. Yo no daba abasto y ya estaba cansado de tanto escribir, pero logramos encausar nuestro objetivo. El chalateco me dijo: “Vamos hacer de un modo con esos hijo de tantas, porque aquel caporal que tienen la cara cortada que está allá, ha dicho que a usted lo va a hacer picadito de veras; y aquel otro vigilante que está al otro lado, ha dicho que a usted lo van a recoger en pedazos. Pero usted no se ahueve chelito, solo deme un segundito”. Al ratito venia con 6 mujeres y nos fuimos a donde estaban tostando tortillas los 60 chalatecos, que ya estaban preparando la planilla para la otra semana. “No –dijimos-, vamos ahora mismo a las oficinas de la finca”. Yo sentía una emoción extraña por primera vez y me imaginaba hasta que era Moisés dirigiendo a la gente. “Vamos ya -me dijo el chalateco-, usted toque la puerta”. Yo empecé a tocar, pero solo se escuchaba el teclear de las maquinas, pero toqué más fuerte con el puño, hasta que alguien contestó y preguntaron: “¿Qué quieren?” Sobraron las voces que gritaron: “¿Cómo de que qué quieren? Somos los trabajadores que queremos hablar con ustedes, así que abran la puerta”. Cuando sintieron la presión, abrieron un poquito la puerta, pero los chalatecos la terminaron de abrir a patadas y les dijeron: “Venimos a hablar con ustedes para que nos paguen la próxima semana”. “Nosotros no podemos, porque los patrones no están aquí”, dijeron los empleados. “Pues agarre el teléfono y llámelos a sus oficinas de San Salvador” le dije. Mientras tanto, los chalatecos estaban esperando con sus machetes y a hasta las mujeres tenían sus mechas (pistolas) en las bolsas de sus delantales. Los empleados dijeron:”Ya hablamos con los patrones, les vamos a pagar”. Este fue un gran triunfo de FECCAS.

Métodos de FECCAS Para Ayudar a Resolver Nuestros Propios Problemas Por esos años del 75 al 80, FECCAS resolvía muchos problemas que daba la explotación, como los robos descarados que hacían los patrones en todas esas fincas y haciendas en las que trabajábamos los campesinos. Pero lo más importante es, que aprendíamos a pelear para resolver los problemas de manera colectiva, y lo hacíamos enfrentando directamente a los patrones y a las autoridades. Un ejemplo de esto es un caso -de los que se repetían siempre- de abusos en el pago del terraje. El terraje es la parte de la cosecha que los campesinos dan a cambio de sembrar las tierras de los terratenientes, porque los campesinos no teníamos dinero para pagar el alquiler de las tierras y de esto se aprovechaba el patrón para exigir mayor terraje, pero abusando como le daba la gana. Como se sembraba caña de azúcar, frijoles y maíz, el patrón llegaba en noviembre, diciembre o en enero a pedir el terraje, que podía ser en dulce de panela, frijoles o maíz; pero si se hacía el olvidado, podía llegar a pedir lo mismo en el mes de agosto. Así nos contó un campesino lo que le había pasado. Dice que en el mes de agosto llegó el patrón a su casa. “Buenos días patroncito ¿A qué se debe su visita? No, solo vengo por un rato. Y ¿En qué le puedo servir? -le dijo el campesino- No hombre, vengo a llevarme el terraje del dulce de panela que me debés. El campesino le dijo: No patroncito ¿Que no se acuerda que el día del trapiche se lo entregué? No –le dijo el patrón- te has confundido ¿No te acordás que les dije que en agosto les iba a venir a cobrar?” Y así, una y otra vez, no nos quedaba de otra que volver a pagarle. Lo que pasaba es, que los campesinos vivían en los terrenos de los hacendados y finqueros y sus hijos habían nacido y creciendo ahí, por lo que tenían un gran pánico y terror de que los echaran de esas tierras, por tanto, terminaban pagándole a regañadientes y demostrando una gran sonrisa, pero en el fondo con un gran dolor, ya que lo que le estaban entregando era la comida de sus hijos, de su familia. Por ese caso que he contado, y otros que se daban muy seguidos, es que una vez los campesinos llegaron a ver a los coordinadores de FECCAS de la zona, para informarles y quejarse de que el patrón

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les obligaba a trabajar 17 horas al día, les cobraba dos veces el terraje y abusaban de sus hijas. Nos dijeron: “Compañeros venimos a ver qué es lo que podemos hacer, a ver que nos pueden orientar, porque ya no aguantamos tanto atropello”. Nos comprometimos en dar los pasos necesarios para ver cómo podíamos apoyarlos y lo primero que hicimos fue, comunicar el problema a la dirección de FECCAS de Aguilares y estos nos mandaron de inmediato a la zona de Cinquera, a los compañeros Félix García y su hermano. Tuvimos una reunión con ellos –escondidos en una vereda- y nos dijeron: “Miren compañeros, aquí lo que procede es, como primer paso, ir a poner una denuncia al Ministerio de Trabajo, pero lo tienen que hacer usted personalmente, y uno de nosotros les va a acompañar para conducirles y ayudarles, para que expongan bien su denuncia y sus reivindicaciones”. “Pero yo nunca he hablado”, decían algunos compañeros; “No importa -decían los de FECCAS-, así van a aprender poco a poco”. La verdad es que en esos tiempos, a nosotros los campesinos nos daba pena hablar en público o ante otros, y cuando lo hacíamos nos tapábamos la boca. Se llego el día y fuimos al Ministerio de Trabajo; ahí nos reunimos con un señor a quien le planteamos la denuncia y nuestras reivindicaciones, y después de escucharnos, nos dijo que fuéramos todos a la casa del patrón, pero que solo estuviéramos cuatro compañeros, pero como todos estábamos muy ansiosos, nos fuimos el tumbo de gente. Llegamos a la casa y don Beto, el patrón, estaba meciéndose en una hamaca. Los delegados del Ministerio de Trabajo le dijeron a don Beto: “Queremos hablar con usted, porque usted está infringiendo la ley y el código de trabajo, por lo que tendrá que pagar una multa de 25,000 colones en un plazo tal”. No sé si don Beto pagaría la multa, lo que si se es, que después de ese reclamo, el patrón contrató a cinco agentes de la Guardia Nacional bien armados y se fueron en un Pick Up para la zona de Ilobasco, a decirle a los campesinos que tenían que abandonar sus casas. La gente le pedía de favor que no les echara, pero el patrón les dijo que no, que ya tenía a otras personas para que vivieran en esas casas. El sufrimiento de las mujeres, niños y jóvenes era grande, porque no tenían para donde ir. A esa alturas ya estaban arrepentidos de haber ido a reclamar al patrón, y nosotros los de FECCAS no sabíamos que hacer, ya que por la falta de experiencia, no teníamos respuesta y estábamos haciendo de tripas corazón y rascándonos la cabeza. Nos fuimos de nuevo –a pie- para Aguilares, a informar a la dirección de FECCAS sobre lo que estaba pasando en nuestra zona. Los desalojados que estaban desesperados y sin alternativas, comenzaron a llegar a las reuniones de FECCAS.

Las Tomas de Tierras, Una Lección de Formación en Todos los Sentidos

En esa situación estábamos, cuando la dirección general de FECCAS mandó una circular que distribuimos en las bases de Cinquera, Jutiapa, Azacualpa y Tejutepeque. En la circular FECCAS llamaba a realizar unas cuantas tomas de tierras, programadas para la media noche del 5 de abril de 1977. Las tomas tenían que ser sincronizadas, y debíamos entrar por diferentes rumbos para no ser detectados. Esas tomas eran las primeras acciones fuertes, por lo que le llamamos el primer “bombazo”. Nosotros sentíamos que la vida se nos retorcía, sobre todo al pensar que teníamos que ir de frente dando la cara; ese temor nos empujaba a muchas dudas y hasta nos daban ganas de arrepentirnos, pero cuando vimos que la gente de las bases respondieron, se nos fue quitando la timidez y fuimos recuperando el espíritu, de manera que comenzamos a levantar la cabeza. Pero ese 5 de abril, como que los de ORDEN olfatearon lo que estaba pasando, porque al ser más de quinientos los que íbamos a participar de Cinquera, comenzamos a realizar movimientos anormales, ya que estábamos preparando los peroles para cocer maíz, comprando azúcar, frijoles, cal, sal, arroz y todo lo que nos pudiera servir para vivir en esas tierras que nos íbamos a tomar. También ya se corrían muchos rumores de que nosotros habíamos creado los grupos de autodefensa, lo cual era verdad, pero que solo consistía en tener grupos de vigilancia que se subían a los árboles o se ponían en las alturas para cuidar que ORDEN y la guardia no nos sorprendiera en las reuniones y actividades. Todos salimos a las 7.30 p.m. de las casas y por diferentes rumbos, llevando todas las cosas que habíamos preparado, hasta los chuchos iban con nosotros. Cuando ya eran las 12.00 de la noche y la luna estaba en el centro del cielo y daba luz como si fuera de día, nos dieron la orden de entrar a las tierras. Todos entramos. La hacienda estaba cultivada de plantillas de caña, pero los coordinadores de la toma dieron la orden de arrancarlas: “Compañeros, todos a arrancar caña, porque la caña es para la

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canela del patrón, nosotros lo que queremos es maíz, maicillo y frijoles para comer”. Uno de los que más animaba las actividades de esa toma era un compañero universitario que le llamábamos “Chile Verde” y era muy alto –nunca supe su nombre y jamás lo volví a ver-. Nos informaron que el patrón tenía 10 agentes de la guardia y muy armados, cosa que nos dio cierto temorcito y algunos hasta queríamos chiviarnos, pero “Chile Verde” agarró una barita y se puso a hacer una línea recta en medio del terreno y dijo: “Nadie se va de aquí, los compañeros que tengan huevos revolucionarios, que den un paso al otro lado de la raya”. La decisión era maldita, pero el primero que dio un paso y cruzó la raya, fue un viejito de 70 años y sus hijos. Ese fue un reto bien jodido, porque ¿Quién diablos se iba a quedar atrás cuando el viejito ya había dado un paso adelante? Todos, o algunos, estábamos temblado, pero ahí estábamos. “Chile Verde” y otros compañeros nos orientaron para que fuéramos a cortar varas de bambú y ramas para hacer las ramadas. Así es como caímos en la cuenta de que la toma no era para un ratito, sino para más tiempo del que pensábamos. Nosotros seguíamos en esa crisis, porque decíamos: “Aquí nos van a matar”. En medio de esas dudas estábamos cuando se escuchó una ráfaga de tiros; eran dos guardias que dispararon a los compañeros que andaban cortando ramas de bambú, pero ellos se defendieron. Un guardia murió en el acto y otro en el hospital. Los compañeros de autodefensa de esa toma solo tenían unas pistolas 32-20, una 38, una pistolita 22 y una botella que era una bombita molotov. Como los patrones de la hacienda ya tenían 30 guardias, nosotros mandábamos a comprar al pueblo de Ilobasco, algunas canastadas enteras de cuetes y unas bombas que en ese tiempo valían un colón, pero que eran de esas que se revientan en las fiestas. A las 5.00 de la tarde, todos los días, reventábamos unas bombas en los alrededores de la toma. Por la información que teníamos, dicen que los guardias, al oír esos bombazos, decían: “Estos si están bien organizados, las milicias que tienen han minado las faldas de todos esos cerros”. A partir de ahí, la guardia no permitía que nadie pusiera un tan solo pie en los cerros y mucho menos en la toma de tierra. Durante ese año que nos mantuvimos en esas tierras tomadas, sembramos maíz, frijoles y todo tipo de hortalizas, y hasta llegamos a tener talleres de formación. En esa toma también tenían talleres los sindicatos, los estudiantes de la Universidad, de secundaria, los maestros y los religiosos. Era una experiencia educativa en todos los sentidos. Tan importante fue nuestra actividad en esas tomas, que hasta llegaba gente de otros países a querer conocer la experiencia. Pero el gobierno y los militares siempre nos asediaban y hasta mandaban avionetas que volaban sobre nosotros, tirándonos panfletos y propaganda para hacernos guerra psicológica y que nos diera miedo para que nos fuéramos de esas tierras. Al final de ese año de habernos tomado la tierra, en 1978, cuando ya casi todo se había calmado, comenzó a escucharse el rumor de que los cuerpos represivos nos iban a invadir. La Radio YSKL era la más ponzoñosa en contra de nosotros y ese señor Raúl Beltrán Bonilla, era uno de los grandes envenenadores en esa su radio, dirigiendo programas hacia los cristianos, en los que decía que los de FECCAS éramos unos tontos útiles, que éramos verdes por fuera y rojos por dentro y que estábamos manipulados por Cuba, China y la Unión Soviética. La toma terminó, pero nosotros seguimos trabajando para reivindicar nuestros derechos.

Un Naci en Cinquera

En Cinquera vivía un hombre que se llamaba Alexander Stran, un inglés originario de una isla que no me acuerdo el nombre; el señor ese, decía que en la Segunda Guerra Mundial había combatido como piloto en el bando de los nacis, que tenía la mitad del cuerpo perforado a balazos y que había obtenido el grado de capitán. Yo creo que era cierto lo que él decía, porque cuando iba a las reuniones del Estado Mayor de la Fuerza Armada, se vestía al estilo inglés, con guantes blancos y flecos amarillos. Pues ese hombre era muy amigo de la Guardia Nacional y le daba informes de todos nosotros, lo que hizo que aumentaran las persecuciones y las capturas, pero, aunque la represión era angustiosa y terrible, el pueblo no se intimidaba y participaba cada vez más en concentraciones y manifestaciones populares. Eran actos de solidaridad entre nosotros mismos y por otro lado, sabíamos que solo unidos, organizados y luchando de esa manera, podíamos vencer y llegar a un final de justicia.

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UNA EXPERIENCIA OBRERA 

‐ Sobre José Guillermo Rivas 

 

 

 

 

 

 

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JOSÉ GUILLERMO RIVAS, UN OBRERO EJEMPLAR

Rosa Rivas

Una de las primeras dirigentes y cuadros obreros. Hermana de José Guillermo Rivas,

Un ejemplar dirigente obrero  

 Proceso de Incorporación a la Lucha de José Guillermo Rivas

 Soy hermana de José Guillermo Rivas y me incorporé al movimiento popular a partir de 1975, a raíz de la matanza de estudiantes que hubo el 30 julio de 1975. En ese entonces, ya tenía conocimiento de que mi hermano participaba en el movimiento obrero.

Mi hermano vivía en el Caserío “Los Rivas”, Jurisdicción de Santa Ana. Como la situación económica era tan difícil, ya no pudo seguir estudiando, por lo que se tuvo que ir a San Salvador a buscar trabajo, logrando incorporarse en la fábrica la Coca-Cola, cuando aún tenía escasos 16 años. Ahí trabajó 6 meses, pero no le pagaban el salario mínimo porque no tenía los 18 años. Mi papá requería del apoyo de él para los cultivos en la tierra, por lo que regresó al caserío, en donde se quedó trabajando por un tiempo.

Antes de 1975, un grupo de estudiantes de San Salvador y Santa Ana llegaron al Caserío los Rivas para organizar, orientar y motivar a los jóvenes; es entonces que mi hermano empieza participando en el Comité Juvenil, pero nuevamente sintió la necesidad de trabajar por sus propios medios, para ayudar a mis papás con otros ingresos. Por este motivo tuvo que emigrar a Santa Ana a trabajar, primeramente en un taller mecánico como ayudante, y luego en la fábrica INCA, que producía calcetines, gorros y ese tipo de tejidos sintéticos.

Los jóvenes que llegaron a realizar trabajo organizativo en el caserío “Los Rivas”, eran estudiantes ligados a la Universidad Católica y a la Universidad Nacional, entre los que estaban Oscar Bonilla y otros que coordinaban a las comunidades cristianas, llevando el mensaje de justicia y motivando la incorporación de los jóvenes al movimiento, que después llegó a llamarse Bloque Popular Revolucionario (BPR). Hasta esa época sólo sabía que mi hermano estaba participando en la lucha sindical, llegando a ser presidente del sindicato de la fábrica INCA, en donde sufrió una serie de discriminaciones por parte de la empresa. De su militancia en las FPL solo me enteré, cuando lo asesinaron el 2 de septiembre de 1978.

Huelgas y Toma del Ministerio de Trabajo

El año 1977 hubo una serie de huelgas a raíz de los malos tratos, de los bajos salarios y de un montón de injusticias que había en el interior de las fábricas. Recuerdo que el sindicato de la fábrica textil de El León se fueron a huelga, como también lo hicieron el sindicato de la INCO -una fábrica de pastas alimenticias que quedaba en el Plan de la Laguna- y el sindicato de la INCA en Santa Ana.

A pesar de tantas negociaciones con el Ministerio de Trabajo y las Patronales, los obreros no lograron resolver el pliego de demandas, por lo que al final los sindicatos optaron por tomarse el Ministerio de Trabajo; por supuesto, con la participación estratégica de la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) y de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) -que para ese tiempo ya eran Federación de Trabajadores del Campo (FTC)- y con el apoyo de las organizaciones de estudiantes, maestros, artistas y gente de la población. En esa toma quedó recluido el Ministro y los empleados del Ministerio. No recuerdo cuantos días duró esa toma, lo que sí recuerdo es, que fuimos solidarios con esa

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lucha. En cuanto salíamos de trabajar de las fábricas por la tarde, íbamos a la toma a dar apoya a los obreros. Nuestro apoyo consistía en animar con canciones, bailes, y otras actividades artístico culturales, así como “la cinquiada” ó “cumbiada”, es decir, nos organizábamos en comisiones y pedíamos colaboración económica a las personas que pasaban cerca o en los buses. Este dinero se utilizaba para alimentar a la gente que se mantenía dentro y fuera del Ministerio de Trabajo; mientras tanto, el equipo de negociación se mantuvo adentro con el personal del Ministerio. Continuamos así varios días, presionando para que se resolviera el pliego de demandas. Durante esa ocupación pacífica, aprovechábamos para informar a la población, o denunciar lo que estaba pasando, y lo hacíamos por medio de megáfonos o propaganda escrita. Durante toda la toma, siempre estuvo presente la Policía Nacional y los policías de civil, parados en las esquinas y en posición de intimidarnos.

En las afueras del Ministerio, en la calle, era una plena fiesta, nos juntábamos con grupos de amigos campesinos, obreros, estudiantes y maestros; bailábamos y cantábamos con la música de los compañeros artistas. Siempre tuvimos comida con frijoles, tortillas y café. La organización de las comisiones para dar mantenimiento a esa actividad era muy buena, no faltaba nada, porque había comisiones de abastecimientos, de seguridad, de salud, de entretenimiento y recreación. Una de esas noches tuvimos que sacar a una empleada del Ministerio que estaba embarazada y la llevamos al hospital.

Uno de los coordinadores de esa toma era Apolinario Serrano (Polín), un dirigente campesino joven y brillante, que siempre estaba animando a la gente, ofreciendo café en la madrugada para que no descuidáramos la combatividad y dinamismo de la actividad; incluso tomaba el megáfono para despertarnos a las 4 de la madrugada y para saludar al Ministro con sus “Buenos días Señor Ministro”, a lo que éste respondía: “Ahí están otra vez esos hijos de puta que no dejan dormir”. Nosotros nos reíamos, porque todo eso era parte de la presión para que el Ministro de Trabajo terminara firmando las peticiones de los obreros y campesinos.

Después de varios días en esa ocupación, el Ministerio y las patronales aceptaron finalmente la mayoría de los puntos del pliego de demandas: aumento salarial, mejores condiciones laborales y mejor alimentación para los trabajadores del campo. Para celebrar ese triunfo, salimos en manifestación del Ministerio de Trabajo hacia la fábrica El León, y como todos teníamos hambre y sed, las obreras comenzaron a hacer comida para las 400 personas que llegamos, Incluso, con Mélida Anaya Montes nos incorporamos a hacer tortillas y a dar apoyo en la cocina.

Trabajo con los Sindicatos Obreros y de la Banca

Yo trabajaba en la fábrica IUSA (Industrias Unidas Sociedad Anónima), en donde pretendía incidir en el sindicato, es decir, orientar para que se convirtiera en un sindicato auténtico y al servicio de los trabajadores, porque este se había hecho bastante “amarillista” y muy patronal; nosotros queríamos rescatarlo, imprimiéndole nuestras ideas de lucha para motivar a los obreros a reivindicar sus derechos y de esa manera fortalecer la organización sindical. Para ese año 1977, yo formaba parte de un equipo que trabajaba con los sindicatos textiles; de ese equipo también era miembro René Canjura y, en lo particular me tocaba coordinar y asesorar a las comisiones de obreras y obreros que mantenían negociaciones con el Ministerio de Trabajo, para resolver sus pliegos de demandas. Entre estos sindicatos estaba el de la fábrica INSINCA. Otros compañeros atendían los sindicatos metalúrgicos y municipales.

Para finales de 1979, ya existía la Federación Sindical Revolucionaria (FSR), porque era un período de mucha organización y actividades. Contaré una anécdota que se refiere a lo que hacíamos en esta etapa de trabajo. “Estábamos acompañando una asamblea con unos 350 empleados de los bancos, promovida

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por el Comité Coordinador de Sindicatos, en el local del Sindicato de Bebidas y Gaseosas, ubicada en el barrio Concepción. Ese día iban a elegir a la junta directiva de su Sindicato SITRABICS (Sindicato De Trabajadores Bancarios Salvadoreños), actividad que para el grupo de poder en este país era nefasta, por tratarse de un sector estratégico. En esa época del 79 la represión era terrible, pero a pesar de eso, los trabajadores estaban ahí, dispuestos a constituir su sindicato. El presidente del Comité Coordinador de Sindicatos “José Guillermo Rivas”, le pidió a un joven de 14 ó 15 años que siempre estaba en ese local -y del que todo el mundo decía que era retrasado mental, pero que siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que fuera necesario-, que se quedara en la ventana viendo a la calle y que avisara si detectaba alguna cosa anormal. Estábamos en plena reunión, cuando el muchacho vio pasar un camión lleno de soldados, seguido de un Pik Up con hombres de civil; éste último se detuvo frente al local sindical. Dos hombres se bajaron y uno de ellos colocó una bomba de 70 candelas de dinamita en la entrada del edificio. Cuando el cipote vio eso, corrió a una pila a recoger agua en un cumbo de lata para apagar la mecha de la bomba. Gracias a la heroicidad de ese muchacho se evitó un desastre que pudo haber acabado con la vida de muchas personas, incluyendo mi hija Eva, de escasos 8 meses, que estaba conmigo. Por el miedo creado ante esa situación, varios empleados se fueron de la reunión, quedando solo unos 200 trabajadores, pero el sindicato de bancos terminó fundándose”.

Luchas Reivindicativas y Represión

Las luchas de 1979 eran contundentes y todos los sectores tenían sus pliegos de reivindicaciones: los trabajadores del campo por su aumento salarial y mejor alimentación, los obreros luchábamos también por aumentos salariales y contra el alto costo de la vida. Existía mucha solidaridad y colaboración, por lo que siempre teníamos el apoyo de los estudiantes del MERS, UR-19 y FUR-30. Como parte de las luchas, de ese período, un grupo de compañeros del BPR realizaron una toma pacífica de la embajada de Venezuela para exigir la liberación de los presos políticos. Juan Chacón, -Secretario General del BPR-, llegó al sindicato a informarnos que iba a haber una marcha de solidaridad hacia la Embajada, para llevarles comida a los compañeros que estaban dentro cercados por la policía nacional. La marcha fue reprimida por la policía, capturando y asesinando a 14 compañeros, entre ellos a Toño Girón del grupo musical “Aguijares 17” y Guadalupe, una hija de Salvador Cayetano Carpio (Marcial) que era maestra.

Juan Chacón fue un obrero que trabajó en la fábrica de Cajas y Bolsas y que muy pronto se fue destacando como líder en el sindicato, hasta llegar a ser dirigente del BPR y miembro de la dirección del Frente Democrático Revolucionario (FDR). En 1980 fue asesinado junto a casi toda la dirección del FDR, entre los que estaba el compañero Enrique Álvarez Córdoba, un cafetalero de Santa Ana que abandonó todos sus bienes para pasar a formar parte de las FPL. También estaba Manuel Franco como representante PCS.

Un Poco Más Sobre mi Hermano José Guillermo:

A partir de las huelgas y la toma del Ministerio de Trabajo de 1977, la patronales y dueños de las fábricas, entre ellos la familia Saade de la fábrica INCA, comenzaron a preparase y tomar medidas para destruir a los sindicatos, empezando con las capturas y torturas de algunos dirigentes; la patronal desató una intensa represión. Para mi hermano hubo tres intentos de captura de parte de la Policía Nacional pero siempre se les escapaba, incluida una ocasión en la que se encontraba en la casa de la novia, pero logró escaparse por el techo. Además de eso, la patronal realizó una serie de medidas contra mi hermano. Al principio lo aislaron en un cuarto pequeño, separándolo de las obreras y obreros, lo cual era una guerra sicológica para acosarlo emocionalmente y desesperarlo. Posteriormente lo pusieron como ordenanza para hacer la limpieza de la fábrica y después como jardinero.

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Recuerdo uno de esos días que sonriente me dijo: “Mirá, la patronal cree que sufro con el machete en la mano, pero lo que no saben es que me gustan las rosas, ya que en esto me he criado, trabajando en el campo, cultivando la tierra “.

La persecución se amplió en Santa Ana contra los compañeros del Bloque Popular Revolucionario, con los que coordinaba mi hermano, razón por la que la dirección optó por pedirles que se fueran a San Salvador para proteger sus vidas. Mi hermano se quedó en Santa Ana y ocho días antes de su asesinato, logré platicar con él en la oficina del sindicato que estaba cerca del Parque Centenario. Le pregunté: “¿Por qué no te venís para San Salvador”? y me respondió: “Por el maldito dinero, por la maldita pobreza. No tengo dinero y necesito cobrar la quincena; esta semana cumplo la quincena y yo me vengo”. Desgraciadamente el siguiente sábado lo asesinaron, justo cuando él venía de la fábrica que quedaba en la carretera hacia Chalchuapa. Cuando él se bajó del autobús en la terminal de Santa Ana, ya lo estaban esperando unos hombres armados, que eran policías vestidos de civil y quienes lo siguieron en un Pik Up. Mi hermano se dio cuenta que lo iban persiguiendo, por lo que al llegar a la esquina donde había un molino, tocó la puerta y gritó para que le abrieran y de esa manera poder escaparse de nuevo por el techo, pero el señor del molino asustado, había serrado la puerta, creyendo que perseguían a un ladrón. Fue ahí donde lo ametrallaron.

La hermana de Oscar Dueñas lo acompañó en una ambulancia, pero no alcanzó a llegar al hospital. Lo que si me contó es, que en la ambulancia mi hermano, ya en su agonía, iba diciendo la consigna de las FPL: “Revolución o Muerte, El Pueblo Armado Vencerá”. Otra viejecita, que vendía jocotes cerca del molino en donde ametrallaron a mi hermano, me contó más detalles de lo que pasó ese día, como por ejemplo, que en esa misma balacera murió un muchacho que casualmente cruzaba la calle con unas cajas de cartón, y que un señor que pasaba le preguntó a mi hermano quien le había disparado y que mi hermano le dijo: “Fueron los esbirros”.

José Guillermo fue velado en el local de sindicatos de la FUSS, en Santa Ana, con guardia de honor de todos los obreros. El día del entierro hubo hostigamiento de la policía, incluso un carro patrulla quiso capturar al padre Neto Barrera, pero todos nos unimos en cadena para evitar su captura. El entierro de mi hermano fue único, no igual como el de Monseñor Romero, porque no se puede comparar, pero fue masivo; llegó gente de todas partes del país. Durante el entierro pasamos frente a la casa de la familia Saade, que era una mansión. Muchos manifestantes indignados querían subirse a los muros y meterse a la casa. Ahí frente a esa mansión, había un camión de soldados en posición de ataque, pero algunos compañeros, entre ellos Oscar Dueñas, intercedieron ante los soldados pidiéndoles que comprendieran la situación, explicándoles que la gente estaba dolida, pues habían matado a uno de sus dirigentes. La misa fúnebre fue celebrada por el padre Ernesto Barrera Moto, quien posteriormente, el 28 de noviembre de ese mismo año, también sería asesinado junto a los obreros Valentín, Isidro y Rafael, en la colonia Divina Providencia de San Salvador.

Luego empezó la persecución contra toda mi familia: A mi me despidieron de la fábrica IUSA, sin darme ninguna explicación ni razones, solo sé que una obrera informó al supervisor sobre que yo era hermana de José Guillermo Rivas, y por otro lado, las FPL también ya habían sacado campos pagados en la prensa y distribuido muchos afiches reivindicando la militancia de mi hermano.

Mi hermano José Guillermo, cuando cipote, trabajaba de sol a sol en el campo, acompañaba a mi papá en los guatales, cultivando frijol y maíz. Porque hubo una época en que José Guillermo dejo de estudiar, aunque mi papá siempre nos decía: “Miren, yo no sé leer ni escribir, pero a ustedes les voy a dar aunque sea hasta el 6º grado”; es por eso que mi hermano comenzó a trabajar hasta el mediodía y por la tarde estudiaba. Cuando trabajaba en la fábrica INCA, viajaba cada ocho o quince días al cantón, y como mi mamá a penas tenía frijoles para comer, mi hermano le decía. “Hoy no quiero comer solo frijolitos”,

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entonces agarraba la atarraya y se iba al rió Lempa a pescar, para luego comer feliz sus pescaditos con frijoles y tortillas. También tenía la costumbre de regalarle a mi hermano Alex, -el más pequeño- todos los centavitos, que eran parte de la paga de cada quincena.

Aún ahora, a los 30 años de su asesinato, recuerdo el llanto de mis hermanos, especialmente de Alex con 7 años de edad, diciendo: “¡Malditos, mataron a mi hermano!”. Esa situación me conmovió, tanto por mi propio sufrimiento, como por el de mi familia, pero tuve que ahogar mi llanto y mostrarme fuerte ante ellos, creyendo que eso les ayudaría a resignarse y aceptar su ausencia.

El ejemplo que mi hermano dejó como luchador fue muy grande. La patronal siempre lo quiso chantajear, sobornar y hasta intimidar, pero él nunca aceptó las provocaciones y amenazas, por el contrario, continuó denunciando las injusticias de la fábrica INCA y las demás del país, dando moral y ánimo para mantener y potenciar la combatividad de los trabajadores. Era leal a su partido (FPL), por el que luchó y murió, convencido de que las razones y causas por las que luchaban él y sus compañeros, eran justas, tan así que murió gritando las consignas de su partido. Por todo esto, al crearse el Comité Coordinador de Sindicatos, se le puso su nombre “José Guillermo Rivas” y me pidieron que yo formara parte de ese Comité, del cual fui la encargada de Educación y propaganda durante una temporada. En ese tiempo las luchas obreras tuvieron un gran auge y desde luego continuaron los asesinatos contra los obreros que luchaban por mejores condiciones de vida para sus familias y para todos los trabajadores en general.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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APORTE DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS AL PROCESO DE LUCHA POPULAR

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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FUERZAS UNIVERSITARIAS REVOLUCVIONARIAS 30 DE JULIO (FUR-30) Una Experiencia Personal de Lucha

Ricardo Mena

Secretario General del FUR-30 Y uno de los aportes importantes

A las Relacione Internacionales del FMLN _____________________________________________________________________

Una Formación Política Personal Para la Lucha Revolucionaria

Mi actividad política inicia en 1972 -apenas tenía 15 años-, pero mi vida militante comenzó en 1976. Empecé a involucrarme en actividades de ayuda a comunidades marginales en la capital, específicamente en la zona de la Quebrada, conocida como Tutunichapa. Trabajamos en tres sectores: 25 avenida norte, Colonia Centroamérica y Colonia Escalón. Nuestra actividad se enfocaba en la alfabetización, y desde allí desarrollábamos un componente inductor para la organización comunitaria y sindical. Había muchos obreros que vivían en esos lugares. Me inicié en técnicas de Dinámicas de Grupo en un curso impartido en 1972 por los sacerdotes de una iglesia contigua al Redondel de la Avenida Olímpica, entre la actual funeraria La Auxiliadora y Edificio de Telefónica.

Posteriormente trabajé con algunos de los grupos que se dedicaban a la alfabetización en la zona de Aguilares; di clases a los alumnos de una Escuela que se encuentra en la Colonia Zacamil, que posteriormente fue convertida en cuartel de la Policía para reprimir al movimiento popular local. A muchas de estas actividades me acompañaron diversos compañeros y amigos. La mayoría de ellos fue quedándose en el camino o asumieron colaborar desde lejos con pequeños aportes ocasionales. Recuerdo a Rolando Castro con quien tuvimos una entrañable amistad; él me acompañó a lo largo de muchos años, hasta que la 2ª. Brigada de Infantería lo capturó y desapareció en agosto de 1981.

Con algunos de estos compañeros decidimos profundizar más en el conocimiento de los debates teóricos e ideológicos que ya escuchábamos en esos tiempos. Formamos círculos de estudio para estudiar “Los Conceptos Fundamentales del Materialismo Histórico” de Marta Harnecker y posteriormente la “La Pedagogía del Oprimido” de Paulo Freire. Estos estudios, junto a las dinámicas de grupos y otras lecturas, nos ayudó a mejorar la técnica de aprendizaje de la lectura, la escritura y los métodos de alfabetización, pero sobre todo, a ir tomando poco a poco la conciencia de clase, gracias a la claridad y combatividad adquirida de la gente con la que trabajábamos. Tiempo después, en mi círculo de estudio, empezamos a estudiar a Ortega, Cardoso, Faletto, Marx, Engels, Hegel, David Ricardo, Owen, Feuerbach y leíamos apasionadamente el libro “Las Venas Abiertas de América Latina”.

A principios de 1973, pasé frente a la puerta de Humanidades de la Universidad Nacional y vi tirado un folleto que de inmediato recogí. En dicho folleto se hacía un breve pero interesante análisis político de la situación nacional, y en otro artículo se exponía una tesis muy interesante: “La Estrategia de Guerra Popular Prolongada”. Era una de las primeras publicaciones de las FPL. Lo importante es que ese hecho me hizo pensar y tomar la decisión sobre adónde quería hacer mi actividad política militante.

El 30 de julio de 1975, estando en el Externado de San José –aún no participaba en el movimiento organizado- vimos pasar una manifestación de de estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador, que protestaban contra el concurso de Miss Universo que estaba por celebrarse en esos días. Un compañero y yo, cuando vimos que los “muchachos” caminaban frente al colegio, sobre la 25 avenida norte, nos acercamos a observar, con más curiosidad que ganas de incorporarnos. De pronto comenzaron las detonaciones, y la calle se inundó de gases lacrimógenos y de pánico. Asustado corrí

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hacia el edificio del colegio y me refugié. La masacre se había perpetrado con lujo de barbarie. No olvido la avioneta que sobrevoló en esa zona, rociando sustancias irritantes -posiblemente veneno-, que al poco tiempo nos hizo arder los ojos y la piel.

Ese año 1975 comencé a colaborar activamente con los compañeros que trabajan con FECCAS en la zona de Aguilares, aunque no estaba integrado a ninguna estructura organizada formal. Finalmente en 1976, trabajando con Leonel Menéndez (de seudónimo Otto) -entonces Jefe del Departamento de Letras de la Universidad Católica “José Simeón Cañas” (UCA)-, terminé apoyando a los militantes de FECCAS; pero estos recibieron indicaciones de la “dirección superior”, de dejarme libre para que me pudiera incorporar a la naciente organización estudiantil de la UCA, Fuerzas Universitarias Revolucionarias 30 de Julio (FUR-30).

Surgimiento del FUR Primeras Actividades Centradas en el Apoyo Logístico de Otras Organizaciones

Fue durante la ocupación de Catedral, después de la masacre del 30 de julio de 1975, que un grupo de estudiantes decidieron formar el FUR-30 la organización de la UCA. Por la naturaleza de la extracción social de los estudiantes, era muy difícil el trabajo organizacional, sin embargo, los compañeros persistieron en su empeño y poco a poco fueron adhiriéndose más estudiantes. Su actividad estaba más bien orientada a colaborar en la logística del trabajo en otros sectores como el campesino, el obrero y el magisterial. Algunos de los compañeros fundadores fueron: Serafina Rodríguez –que ahora trabaja como profesional independiente-, Luis Navarro –asesinado en 1981 por los escuadrones de la muerte en Guatemala-, Francisco García -secuestrado y desaparecido por la Inteligencia norteamericana y el ejército de Honduras en 1982--, y el “Tigre”, quien cayó combatiendo durante la guerra. Ellos encabezaron una serie de protestas en torno al nuevo ingreso de estudiantes en 1976 y terminaron siendo expulsados de la UCA. Para entonces, estaba dándose un cambio en la orientación del movimiento estudiantil y se intentaba convertirlo en un movimiento reivindicativo y político, para lo cual se hizo el esfuerzo de buscar formas creativas para la concientización y organización de los estudiantes. En ese período es que Hugo, “el Pelón” Ramírez, quien había estado preso el año anterior por sus actividades en Aguilares, tomó contacto conmigo y me presentó a Serafina Rodríguez como mi nueva responsable. El primer encuentro no fue muy amistoso, porque yo había sido muy crítico de las actividades que realizaban los compañeros, debido a sus métodos; sin embargo, muy responsablemente me integré al trabajo. En 1977 ya era de la Dirección del FUR y responsable de Formación Política. Rolando Castro, también de la dirección del FUR-30, me acompañó en todo ese proceso. Ese año 1977 tuvimos nuevos compañeros que venían del Externado de San José y que ya desarrollaban su militancia en el MERS, haciendo trabajo de organización de secundaria en el colegio. El movimiento comenzó a crecer y en la Facultad de Economía tuvimos a Tono Morales, en la de Ciencias del Hombre y de la Naturaleza a Carlos Lara y Luis Córdova, por mencionar solamente a los que llegaban de nuestro mismo centro de estudios de bachillerato.

El FUR-30 tenía sus estatutos, en los que se definía como una organización social, política y reivindicativa. La base ideológica era el Marxismo-Leninismo y como estudiantes éramos más “radicales” en nuestro pensamiento que el resto de organizaciones sociales. La disciplina interna estaba normada por los principios del Centralismo Democrático, un concepto difícil de comprender si no se practica. Los espacios para la discusión se abrían siempre que era posible, pero debido a las condiciones de represión en la que vivíamos, la dirección de la organización se delegaba en los órganos centrales, particularmente en el secretariado del Consejo Ejecutivo, y en la cadena de mando correspondiente: Secretarios de Seccional y Secretarios de área.

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Escuela de Formación Política del FUR-30

Mi primer trabajo como Secretario de Formación Político-Ideológica, fue crear la Escuela de Formación Político-Ideológica en memoria de un estudiante de la UCA, que fue uno de los primeros en integrarse a la guerrilla -Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo Martí- y uno de los primeros héroes que cayó en combate.

Como FUR teníamos escuela política, todos los sábados impartíamos charlas sobre diversos temas: Análisis sobre la situación política, económica y social del país, estudiábamos los conceptos, categorías y las leyes de la dialéctica, los conceptos de economía política y análisis sobre la formación socioeconómica salvadoreña; analizábamos los planteamientos políticos y estratégicos de otras organizaciones políticas salvadoreñas y los discutíamos críticamente. Estudiamos las experiencias revolucionarias de otros países como la Revolución Cubana, la Guerrilla del Che en Bolivia, la experiencia de los Tupamaros en Uruguay, la gestión de Allende y el Golpe de Estado de 1973 en Chile, la experiencia de los Montoneros de Argentina y el MIR de Chile, las experiencias de la Guerrilla Venezolana, la represión en Brasil, el derrocamiento del presidente brasileño. Nos llamó particularmente la atención un documento de una organización brasileña que se titulaba algo así como: “La Lucha Revolucionaria es una Lucha de Masas”. Conocimos la historia de Arbenz en Guatemala y el posterior desarrollo de la lucha armada en ese hermano país. En fin, nuestra escuela se convirtió en un verdadero centro de estudios políticos.

El estudio lo acompañamos con publicaciones, para lo que trabajábamos hasta muy tarde de la noche, seleccionando y sintetizando textos de diversos libros y revistas; otros compañeros y compañeras redactaban nuevos textos. Luego con algunas compañeras expertas mecanógrafas, levantábamos los textos en esténciles para su impresión en mimeógrafos, o para su envío a impresoras Offset. Recuerdo particularmente a Delfina Góchez, nadie la superaba en la máquina de escribir; trabajaba jornadas interminables después de su actividad laboral y de sus estudios. Delfi fue de las heroínas que cayó rescatando a los compañeros que habían tomado la embajada de Venezuela el 22 de mayo de 1979.

Para financiar la elaboración y publicación de los materiales de estudio y la propaganda, frecuentemente debíamos poner dinero de nuestros raquíticos sueldos, o de mesadas que nos daban nuestros padres, y a veces de actividades varias que realizábamos. De esos fondos colectivos comprábamos la tinta del mimeógrafo, la pintura para las mantas, la pintura el spray, etc.

Del Radicalismo, a Una Metodología Adecuada Para los Estudiantes de la UCA

Los primeros compañeros, fundadores del movimiento eran sumamente radicales, por lo que sus planteamientos y posiciones políticas y “reivindicativas” no eran muy atractivos para la masa estudiantil. Había mucho dogmatismo en la aplicación de ciertos principios de la lucha, pero poco a poco fuimos comprendiendo, que para que la gente llegue a entender y asumir ciertos intereses políticos de clase como propios, era necesario marchar de lo simple a lo complejo. No es fácil que la gente tenga conciencia de clase sin haber comprendido su lugar dentro de la sociedad y el futuro que le espera, si no ha comprendido que los que más se alegran y ganan con su tarjeta de crédito son los financistas que manejan los hilos de Wall Street, del índice Nikkei, y otro, si no ha comprendido que el trabajo de sus manos es el que produce la riqueza y que ésta no es devuelta a sus manos por la inequidad e injusticia del sistema. Es decir, si no ha comprendido que luchando colectivamente es como resolverá sus problemas de carácter inmediato. Luego viene la conciencia política.

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Es así que comenzamos a trabajar en serio en la lucha reivindicativa estudiantil, tarea en la que, en la Facultad de Ingeniería tuvieron una destacada participación compañeros como Juan Carlos Lara y Rolando Castro, “Tono” Morales en Economía y Verónica Solana en Ciencias del Hombre. A finales de 1978, la organización había crecido, pasamos de un par de decenas de estudiantes reconocidos como militantes, a un par de cientos. La militancia era un estatus de identificación plena, con los principios político ideológicos y con la disciplina interna de la organización. Tras estos militantes, habría otros trescientos o cuatrocientos estudiantes y profesores que colaboraban con el movimiento de diversas formas. Recuerdo especialmente a “Crucita”, docente de Psicología, que en 1987 murió en San Vicente.

Las principales actividades que se realizaban eran en torno a las luchas por buscarle solución a los problemas de los estudiantes con los docentes, por el aumento de cupos para nuevos ingreso, por las cuotas escolares, etc. Desarrollábamos un intenso trabajo de apoyo a los estudiantes que lo necesitaban, tanto en la edición de folletos, como en el convencimiento a los docentes para que impartieran clases o cursos de refuerzo a estudiantes que lo necesitaban.

Las actividades que realizábamos, se hacían sobre la base de identificar primero las necesidades o problemas más sentidos de los estudiantes, siempre relacionados a su sector de estudios universitarios. A partir de ello, promovíamos reuniones de los estudiantes para discutir qué hacer frente a los problemas, y como encontrar soluciones satisfactorias a los mismos. Poco a poco, ello nos llevó a convertirnos en facilitadores de la acción propia de los estudiantes, más que en promotores de las mismas.

Pero quizás el centro de nuestro trabajo, sin definirlo como tal, era servir como base de apoyo al movimiento popular. En nuestros locales imprimíamos hojas volantes, periódicos, libros que luego se distribuían en las calles de las ciudades y en los campos y montañas más remotas del país. Pintábamos mantas que luego colocábamos en las calles, hacíamos carteles, serigrafías, almacenábamos alimentos y diversos artículos, etc. Cuando la Universidad Nacional (UES) fue cerrada y la Casa del Maestro sometida a una dura y extrema vigilancia y represión, mantuvimos a la UCA como el espacio donde el movimiento popular podía realizar sus actividades, como reuniones, seminarios, etc. Era un trabajo sumamente arriesgado y sufrimos más de algún atentado. Colocaron bombas en nuestros locales causando mucho daño.

El FUR-30 no realizó actividades espectaculares al interior de la UCA, nos cuidábamos de no dar excusa para una intervención militar del campus universitario, como había ocurrido con la Universidad Nacional. Por esta actitud, fuimos acusados de “aguados” y hasta de “cobardes”; sin embargo se realizaron modestas “tomas” simbólicas de aulas y dependencias administrativas, incluido del edificio administrativo. En las calles sí hubo una considerable, fuerte y combativa participación de los militantes del FUR. El responsable de la Seguridad del BPR era un militante del FUR. En 1979 muchos de nuestros compañeros tuvieron que salir al exilio por haberse tomado algunas embajadas.

Uno de los grandes logros de nuestro trabajo, fue haber contribuido a despertar la conciencia social de muchos estudiantes, sobre todo de aquellos muchachos y muchachas que vivían en una burbuja de comodidad, aislados de la cruda realidad de miseria y represión que vivía y aún vive la mayoría de la población.

Ante la Violencia Institucionalizada: Más Organización Y Lucha Popular

Ante el crecimiento de la organización popular, la respuesta de la dictadura era la represión, que incluso llegó a institucionalizarse jurídicamente con el decreto legislativo: “Ley de Defensa y Garantía del Orden Público”, la cual legitimaba el secuestro, la persecución política, la desaparición y la tortura. El primero de sus escalones era coartar la libertad de expresión, de movilización y de organización. De ahí en adelante,

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se implantó el terror, con los asesinatos selectivos y masacres como las que hicieron en Platanares, el Corozal, la Sabana y tantos otros.

Ante la violencia institucionalizada, decidimos enfrentar la represión con más lucha y más organización. En vez de amedrentarnos con las amenazas y asesinatos de compañeros, más nos entregábamos a la batalla cotidiana de enfrentar las balas con coraje, pancartas, movilizaciones, reparto de propaganda, mítines y más organización.

El régimen del General Romero presidente del país, por el Partido de Conciliación Nacional, no dudó en profundizar la represión, y en ese ambiente de enfrentamiento, comenzamos también a potenciar las acciones combativas. Tuvimos una destacada participación en diferentes escenarios, uno de los más memorables fue la toma del Ministerio de Trabajo, en protesta por los salarios de hambre, las condiciones laborales de aquél entonces y la represión.

Entre los dirigentes del Bloque Popular Revolucionario de esa época estaban Apolinario Serrano -líder campesino muy popular y carismático-, Mélida Anaya Montes -dirigente magisterial que se mantuvo en el trabajo abierto de masas hasta el Congreso del Bloque popular Revolucionario realizado en Guazapa en 1977-, Juanón -líder campesino-, el Chino “Mao” –del MERS-. Luego vino otra generación: Juan Chacón -del movimiento obrero que en 1979 se convirtió en el Secretario General del BPR-, Pedro Bran -de ANDES-, Félix -de la UPT-, “Carabina” -Secretario de Organización de la FTC-, la “Ticha”, Elena -hermana de Galia del MERS, que fue secretaria de Marcial por mucho tiempo-, Oscar Bonilla, Arnoldo Bernal del UR-19, el “Cacho Eduardo” -de la FTC-, Facundo Guardado -quien luego fue Secretario General del BPR en la elección realizada en Guazapa en 1977-. En este período, varios de los dirigentes fundadores del Bloque Popular Revolucionario o de sus organizaciones, pasaron a la clandestinidad, como Medardo González (Milton), Salvador Sánchez Cerén (Leonel), etc.

Muchos compañeros fueron secuestrados y asesinados, como es el caso de Polín, Ticha, Félix y tantos otros. En 1980 asesinaron a toda la dirección del Frente Democrático Revolucionario, entre ellos, Enrique Álvarez Córdova, Juan Chacón, Manuel Franco y otros que seguramente deben aparecer en los anales de la lucha revolucionaria. Ese día, yo debía participar en la reunión para rendir un informe del trabajo de Relaciones Internacionales en el que participaba junto a Manuel Franco, quien era el Secretario de Relaciones Internacionales del entonces FDR. Participaban también compañeros como Marisol Galindo y Oscar Acevedo entre otros. Ese día, a primera hora de la mañana, recibí un mensaje en el que me convocaban a una reunión de emergencia, pero por otras tareas también de importancia, no pude llegar a la reunión. Esa fue la razón por la que no fui asesinado.

Planificación de la Movilización del 1º de Mayo de 1979 Y Captura de Facundo Guardado

El día 22 de abril de 1979, se realizaba una mini manifestación en la Colonia Amatepec, Soyapango. Había sido organizada por la Dirección Metropolitana del BPR. Para ese entonces, una de mis principales tareas era, velar por la exactitud de los planes de actividades que se desarrollaban en San Salvador. Me habían encomendado la capacitación de compañeros obreros, que estaban formándose para ser dirigentes de las nuevas organizaciones sindicales combativas, que habían abandonado el enfoque revisionista y de cascarón que le habían inyectado al movimiento obrero en la década anterior y en la de los 70.

Yo no debía haber participado en dicha manifestación, ni siquiera conocí el plan. Pero decidí llegar a presenciarla. Fue un desastre. Los compañeros de la seguridad reaccionaron muy bien cuando comenzó la agresión de los escuadroneros, pero muchos compañeros, especialmente del MERS, fueron capturados.

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Después de esa actividad, realizamos una reunión con los militantes del FUR-30, en la que dimos las orientaciones para la realización de la marcha del 1° de Mayo. La planificación nos había llevado mucho tiempo y pretendíamos movilizar a varias decenas de miles de compañeros de todos los sectores: campesinos, obreros, estudiantes, maestros, pobladores de tugurios, empleados públicos, etc.

Uno de los compañeros que se sentó adelante, en el transcurso de la reunión, fue Baires. Escuchó muy atento las indicaciones y le puso mucha atención a mis palabras, en las que ratificaba que pasara lo que pasara, la manifestación del 1° de mayo la realizaríamos aún cuando fuera en medio de las balas.

El día 29 de abril estaba prevista la realización de una asamblea para la constitución de la Federación Sindical Revolucionaria (FSR), nuestra organización obrera que tanto sacrificio y esfuerzo había costado a lo largo de esos años. Estuve presente en calidad de Secretario General del FUR. Después de una noche de trabajo con otros compañeros para ultimar los detalles de la movilización del 1 de mayo, fui al local del Sindicato de Bebidas y Gaseosas que se encontraba inmediato a la Iglesia Concepción. Llegué a las 7.55 a.m. y a los pocos minutos -a eso de las 8.25- llegó un compañero con la noticia de que habían capturado a Facundo Guardado -Secretario General del BPR- a la altura del Almacén Simán, en el centro de San Salvador. Inmediatamente hicimos una reunión de emergencia, coordinada por Julio Flores, un maestro que era Secretario de Organización del BPR. La primera tarea era la denuncia pública y la realización de acciones de protesta en diferentes lugares del país. A mí me encomendaron organizar la campaña de denuncia, tanto por medios de comunicación popular -octavillas, mantas colgantes, pegatinas, etc.-, como la publicación de campos pagados en los medios de prensa, para lo cual me dieron 9,000 colones. El centro de operaciones de ese día sería la Universidad de El Salvador.

Mi Captura y Torturas con Policía Bueno - Policía Malo

Por la urgencia de realizar la tarea de denuncia y propaganda que me habían encomendado, y por la preocupación de andar en el bolsillo cerca de 10,000 colones –porque tenía otros 950 colones que eran de los fondos del FUR-30-, me descuidé en la salida del local sindical. A la altura del cruce de la Calle Concepción con la 10ª Avenida Norte, me interceptaron 4 vehículos con hombres vestidos de civil y apertrechados con toda clase de armas. Me redujeron instantáneamente, ya que en ese momento no disponía de de armas. En el operativo participó el entonces jefe de la Sección de Investigaciones Criminales (SIC), quien revisó los documentos que yo portaba, pero quiso la suerte que ese día llevaba un librito llamado “Las Actas del Comité Central del Partido Bolchevique durante la Insurrección de Octubre”. El jefe de la SIC hojeaba el libro, y mientras lo hacía, me miraba que por el rabillo del ojo. Dieron la orden de capturarme y meterme en un vehículo. Me condujeron al “Castillo”, cuartel de la Policía Nacional y entramos por la puerta sur. Me bajaron del carro y me llevaron a unos excusados en donde me vendaron y obligaron a permanecer con la cabeza metida dentro de una de las tazas. En ese lapsus llegó alguien quien me sacó la billetera, en donde tenía mi cédula de identidad y cerca de 950 colones. No volví a ver los documentos y mucho menos el dinero.

Después me condujeron a un lugar donde me despojaron de todo, incluso de las cintas de los zapatos, tomaron el dinero, libros, etc. y anotaron los objetos. Luego me llevaron a una celda. Después de unas pocas horas, iniciaron los “tratamientos”: me llevaron a una habitación -siempre vendado de los ojos-, y comenzaron los interrogatorios con la técnica del policía bueno y el policía malo. Me golpearon sin demasiada violencia, ya que lo que querían era amedrentarme. Así transcurrió el día. Pude percatarme que cuando me capturaron, también capturaron a otros dos compañeros, entre ellos a Ninfa Castellanos -quien al parecer vive actualmente en Canadá- y a otro joven que pertenecía al Movimiento de la Cultura Popular (MCP), un movimiento de los artistas revolucionarios afiliados al BPR. Al compañero del MCP, lo encerraron en una celda contigua a la mía, en el sector que –luego me enteré- le llamaban la “Media Luna”. Estábamos en celdas individuales, pero desde el primer momento comenzamos a conversar sobre

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muchos y variados temas; jugábamos al ajedrez diciéndonos las jugadas a gritos y de esa manera tratábamos de mantener el ánimo. Estuve doce días en ese lugar, y cada mañana antes del amanecer, me despertaba cantando. Los policías me mandaban a callar y yo seguía haciéndolo. Terminé convenciendo a mi vecino que también él cantara. Es una anécdota interesante, pues la canción que le brotó del corazón fue una que lleva estos versos: “Esta maldita pared / Que separa tu vida y la mía…”. Al otro lado de esa pared, me retorcía de la risa pensando en la jugada que el subconsciente le hacía a mi compañero de prisión.

Al día siguiente de haber sido encerrado, pude ver que llevaban a Facundo, vendado y con golpes muy marcados en la cabeza. Me alegró verlo con vida y tuve que hacer un gran esfuerzo para simular no conocerlo. Lo encerraron a cinco celdas de distancia de la mía. Poco a poco fuimos comunicándonos sobre nuestro estado físico y anímico, tratando de no dar pistas sobre nuestra relación. También convencí a Facundo de que cantara y se decidió por la canción de Mocedades “El Vendedor”.

Al cuarto día de golpizas, me llegaron a sacar de la celda y me llevaron sin vendajes a la azotea del edificio; ahí pude ver a varios de los estudiantes del MERS que habían sido capturados una semana antes. Me metieron a un cuartucho con paredes de madera y con una sección que estaba cerrada tras un vidrio polarizado. No podía ver a los que estaban dentro, pero vi las paredes manchadas de sangre y vómito, así como el instrumental con el que torturaban. El hecho de poder ver a los torturadores y que no me taparan los ojos, me llevó a concluir que habían tomado la decisión de liquidarme, de manera que me preparé para lo peor. Decidí hacer todo el teatro posible y fingir que la tortura me dolía más de lo que realmente sentía. Me sentaron en un “zancudo” y comenzó la fiesta de golpes, pero no me dejaban caer al suelo; cuando perdía el equilibrio me hacían recuperarlo con golpes en la dirección contraria –yo estaba esposado con las manos atrás-. Después de ese primer masaje y de las correspondientes preguntas, me ataron los cables y comenzaron las descargas eléctricas. No recuerdo cuánto tiempo duró eso, pero después, al ver que tampoco funcionaba para obtener información, comenzó una combinación de golpes y choques eléctricos.

Finalmente me quitaron las esposas y me sentaron frente a una mesa, me dieron bolígrafo y papel y me obligaron escribir una carta para mi mamá, contándole que estaba bien. Debo decir que cuando me capturaron, tenía una libreta con varios apuntes, y en un papel había anotaciones en clave que solo yo podía descifrar, porque eran abreviaturas de uso único, además de ser simbólicas; materialmente era imposible descifrarlas si no se cuenta con la colaboración del que las escribió. Yo había negado rotundamente que esos papeles eran míos, aunque no pude dar una explicación totalmente sólida sobre porqué estaban en mis manos. Mi estrategia fue negar todo. Golpes, preguntas y negaba, Choques eléctricos, golpes y preguntas, negaba. Asfixia, golpes, electricidad y preguntas, negaba.

Soy diestro, y casi nunca había ejercitado mi mano izquierda para actividades que normalmente hago con la derecha, sin embargo, con toda naturalidad tomé el bolígrafo con mi mano izquierda y comencé a escribir como si toda mi vida lo hubiera hecho. Transformé intencionalmente el estilo de mi letra y solo un experto grafólogo podría determinar si era o no la misma letra del papel que intentaban descifrar.

Luego de eso me sacaron del cuartito y me sentaron en la parte de afuera sobre la azotea. Habían dejado a dos policías vestidos de civil vigilándome, uno se retiró brevemente y mientras no estaba, el otro sacó algo de su bolsa, miró para todos lados y rápidamente abrió una cajita y me ofreció dos pastillas de chicles y me dijo: “Mastica con cuidado, para que se mantengan en su lugar los dientes flojos”. Los acepté y los mastiqué muy lentamente. Luego regresó el otro policía y me condujeron de nuevo a la celda.

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Todavía por la tarde tuve una nueva sesión de policía bueno y policía malo. Me hicieron aguantar hambre algún par de días; otros días nos daban una tortilla y frijoles “chuqueados”. En la celda no había otra cosa más que una especie de letrina que constaba de un agujero con barrotes para defecar y nada más. Dormíamos sobre el adoquín desigual del que estaba hecho el piso. En algunas ocasiones llegaron a arrojarnos agua fría. Un día metieron a dos supuestos ladrones en celdas contiguas, y desde que llegaron comenzaron a hacernos preguntas. Yo me divertí respondiéndoles cualquier cosa e inventando historias.

Con Facundo no podíamos comunicarnos mucho, porque durante los interrogatorios yo había mantenido una versión sobre mis actividades académicas, de manera que no podíamos hablar de otra cosa más que trivialidades.

Yo no tenía esperanzas de salir vivo, pero al octavo día dejaron de golpearme, y de pronto me llevaron alimentos y mi ropa. Al siguiente día me sacaron y me llevaron por un pasillo hasta la puerta trasera de una oficina, donde pude ver a mi papá con el coronel Oscar Fiallos -un vecino de mi casa-, que conversaban con un oficial de la policía.

La esperanza de vivir volvió a mi espíritu, aunque nunca había perdido el optimismo. La verdad es que no esperaba salir vivo de ahí. Finalmente, el 10 de mayo, me sacaron de la celda, y me hicieron dar un paseo esposado por todos los pasillos y pisos del cuartel. Había policías por doquier, recostados en las paredes; me observaban y murmuraban “¡Con que este es Ricardo Mena!”.

Salida de la Cárcel con Presencia de Periodistas

Luego me llevaron a un cuartucho donde un pequeño “ser”, de apellido Morataya y con el cargo de Juez de la Policía o algo semejante, se dispuso a leer un acta frente a un grupo de personas que se identificaron como periodistas. Yo los miraba y no podía creer que eso fuera cierto. ¿Cómo era posible que después de haber estado en calidad de prisionero político, me fueran a dejar en libertad frente a un puño de periodistas? Con tan enorme duda, pensé que era una trampa más. Así que el juez leyó el acta en la que se me acusaba de haber causado desórdenes en la vía pública por estar ebrio, razón por la cual me habían capturado y retenido, y que por alguna razón cualquiera me dejaban en libertad.

Los periodistas me hicieron muchas preguntas, a las que respondía solo incoherencias. Sin embargo, por el tipo de preguntas, pude percibir que algo grave había ocurrido en las calles mientras estuve preso. Decepcionados, dieron por finalizada la conferencia de prensa y comenzaron a levantarse. El Juez me dijo: “Bueno, ya está libre, váyase” Al ver esto les dije: “Si son periodistas de verdad, esperen a que llame a mi familia y que vengan a recogerme”. Se miraron unos a otros y se excusaron balbuceando cualquier cosa. Pero al final, se quedaron el reportero del Diario El Mundo y el del Diario de Hoy. Pedí que me proporcionaran un teléfono para llamar a la familia y me indicaron que utilizara el teléfono público que estaba situado en la entrada principal, al lado norte del edificio. No tenía monedas así que pedía que me prestaran alguna. Todos, incluido el juez, dijeron que no tenían monedas, y comenzaron a retirarse dejándome sólo con los dos periodistas. Al fin, alguien se atrevió, sacó una moneda y me la dio. Telefoneé a casa y me respondió mi hermana. Le pregunté por mi papá y me dijo que había salido. Le dije que ya me habían dejado salir y que me mandaran a traer. Se acabó el tiempo de la moneda.

Al cabo de un par de horas llegó mi papá, acompañado de mi tío Luis, que me dio un abrazo. El único periodista que se había quedado hasta el final, fotografió aquel instante. Al día siguiente apareció en el periódico.

Me llevaron a una sección donde me dijeron que reclamara las cosas que me habían decomisado. Me devolvieron todo, excepto las cintas de los zapatos, los libros, los apuntes y la billetera. ¡Me entregaron los nueve mil colones! Yo no salía de mi asombro.

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El 10 de mayo de 1979 me sacaron del cuartel y me llevaron a mi casa. Al llegar me esperaban todos y yo entré cantando la canción “Ya vine de donde andaba / se me concedió volver”, y sabiendo que era el día de las madres, le dije: “Felicidades mamá”. Mi mamá se puso a llorar; era la primera vez que lo hacía, en todo el tiempo que estuve desaparecido.

Me bañé y aseé rápidamente, mientras tanto mis padres buscaban a alguien que pudiera tenerme esa noche en su casa. Antonio y Gladys Isart no dudaron en ofrecer su casa para guarecerme. Esa noche cené una comida decente y me confortó la compañía de mi amigo de la infancia y compañero de colegio Fernando Isart.

Al día siguiente de haber sido puesto en libertad, fui a Catedral y di un breve discurso ante los compañeros que se encontraban ahí, luchando con actividades para exigir la liberad de Facundo y la mía. Luego vino un largo éxodo de varios meses, durmiendo una noche en un lugar y otra en otro. En algunos lugares estuve encerrado por varios días. Una de las cosas que más me dolió es, que el 22 de mayo me encontraba en la casa de la familia Escafini, ubicada en las cercanías del Cuartel San Carlos, y de pronto recibimos la noticia de que una manifestación había sido masacrada. Cuando comenzamos a ver las imágenes pudimos percatarnos que el joven que me había ofrecido refugio en su casa Mauricio Escafini, había sido asesinado y yacía en la calle ensangrentado. Fue un schock terrible para mí, y por supuesto, tuve que abandonar la casa de inmediato.

Facundo Guardado fue puesto en libertad al día siguiente. Él sí pudo dar la conferencia de prensa que yo no me atreví.

Mayo Heroico del 79 Demostración de Fuerza y Capacidad del Movimiento Popular

Así, en medio de una gesta de miles de héroes que arriesgaron sus vidas y la de decenas que la perdieron por nuestra libertad, y la de otros tres líderes del movimiento popular revolucionario que nunca aparecieron: Oscar López, -Secretario General de la Unión de Pobladores de Tugurios (UPT)-, Numas Escobar -Secretario de Formación Política de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC)- y Marciano Meléndez -Secretario de Seguridad de la Federación de Trabajadores del Campo, pude volver a incorporarme a la lucha de todo el pueblo. El curso de la historia del país, y no solo la mía, habían cambiado para siempre. En una asamblea de los estudiantes del FUR-30, en la que participé poco después, me dijo un sonriente Baires -que habían participado en la manifestación del 1° de mayo, a pesar de las amenazas de represión-, que él siempre tuvo presente lo que les había dicho sobre que “pasara lo que pasara, la actividad debía realizarse”. Era un parte de misión cumplida.

Fueron muchos estudiantes universitarios, de secundaria, pobladores de tugurios, campesinos y obreros que murieron en las Gradas de Catedral ese 8 de mayo, y muchos otros que se habían tomado las embajadas de Costa Rica y Francia y que fueron a parar a un largo exilio.

Fueron las primeras pruebas políticas de fuerza popular contra el aparato armado del estado. Por todos lados había tomas de iglesias y embajadas, manifestaciones, mítines, concentraciones y reparto de propaganda. El país entero se llenó de indignación popular y miles de voces y brazos salieron a las calles a protestar contra la represión. Mayo Heroico de 1979, fue el inicio del derrumbamiento final de los regímenes militares, que habían gobernado al país desde 1932 y que culminó el 15 de octubre de 1979 con el golpe de estado de la juventud militar.

El FUR-30 sacó un comunicado denunciando el golpe y la maniobra intervencionista norteamericana y haciendo un análisis de la situación de ese momento. Nuestra iniciativa fue ratificada por la dirección nacional del BPR. Después nos enteramos que en esa jugada de los militares jóvenes, había hilos del

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Partido Comunista y otras personas. Pronto se demostró, que quien asumiría el control definitivo sería la inteligencia norteamericana.

Eran tiempos de acumulación y madurez de nuestra lucha, producto de muchos años de enfrentamientos políticos e ideológicos, que en muchos momentos llegó a la agresión violenta y armada. Por tanto, el golpe de estado del 79 fue otro estimulo fundamental para que las organizaciones de izquierda iniciaran un proceso de acercamiento, que culminó con importantes encuentros entre las principales agrupaciones o frentes de masas de aquel entonces: El BPR, el FAPU, la UDN, las LP-28 y posteriormente se incorporó el Movimiento Popular de Liberación (MLP). Así nació la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM).

Después de este agitado período de jugar al escondite públicamente -nunca me clandestinicé-, en noviembre de 1979 me relevan de la dirección del FUR-30 y me integran a la Comisión de Relaciones Internacionales de la CRM. Me tocaba una doble función, pues con un pequeño colectivo de compañeros, seguíamos siendo los responsables de las estructuras secretas al interior de las organizaciones universitarias. En la nueva tarea me tocó trabajar con Francisco García, René Oviedo, Arnoldo Bernal y Oscar Bonilla, todos integrantes de la subcomisión de relaciones que le llamábamos “Herradura”, y que estaba coordinada por el “Ronco”, tristemente célebre por su traición, ya que unos años más tarde -en 1985-, al ser capturado, “destapó” nuestras redes en varias zonas, especialmente en el área metropolitana, lo que costó muchas vidas y logística.

Una Reflexión Sobre los Principios, los Valores y la Solidaridad

Las dificultades por las que pasamos para marchar en el camino de la unidad de las fuerzas revolucionarias, se refleja en la siguiente anécdota. En una oportunidad, tuve una breve discusión con Julio Flores, fue durante una ocasión en que el BPR tenía ocupadas la Catedral Metropolitana y otras iglesias. Las LP-28 también tenían ocupada la Iglesia El Rosario. Nosotros teníamos planificada una manifestación, para sacar a los compañeros de las iglesias que ocupábamos; propuse que la misma manifestación marchara hasta la Iglesia El Rosario para que los compañeros de la LP-28 pudieran salir con mayor seguridad. Julio se opuso a toda costa, hasta llegar a calificarme de flojo ideológicamente, ya que según él, hacer ese movimiento sería un gran error de “línea”. Nunca he sido muy reverente de mis superiores, sobre todo cuando cometen una injusticia, por lo que en esa ocasión le rebatí fuertemente a Julio, hasta que él abandonó la discusión, reafirmando que la autoridad era él y que las cosas se iban a hacer como él las decía. Sacamos a nuestros compañeros, pero me dolió mucho haber dejado a los compañeros de las LP-28 solos en la iglesia,

Algunos compañeros me preguntan si guardo resentimientos de la guerra. La primera vez que me hicieron esa pregunta, me di cuenta con sorpresa que no tenía ningún resentimiento personal ni siquiera con los que me torturaron. Eran las reglas de la guerra y estábamos en guerra. Pero no puedo decir lo mismo de aquéllos que se decían compañeros de lucha y cometieron injusticias, alegando línea de partido, para además, imponer sus personales criterios con soberbia e irrespeto a los auténticos valores del partido. Ese es el caso que he relatado respecto a la actitud de Julio ante los compañeros de las LP-28 en El Rosario. No podré perdonarle ese error, porque faltó a los más profundos principios de solidaridad, equidad y justicia.

Nunca podré anteponer un interés coyuntural, al derecho a la vida de los inocentes, al derecho a la integridad física y espiritual de la gente, al derecho a pensar y expresarse libremente. Todo lo demás son excusas para justificar la incapacidad de ser consecuentes con los principios y valores. No estoy resentido, pero sí puedo juzgar con serenidad los graves errores de principios, las graves faltas a los fundamentos de nuestra esencia humana. La solidaridad es la base, el punto de partida de la filosofía

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cristiana, con la que nos hemos formado durante siglos. El Cristianismo reivindica la muerte de Jesús como la más alta expresión de solidaridad con la humanidad.

La lucha revolucionaria es una lucha de masas. Esa fue la esencia de nuestra lucha. Marcial es el arquitecto fundador de este pensamiento en nuestro país, y Ana María (Mélida Anaya Montes), la que supo conducir con maestría el proceso de su materialización. Fueron auténticos líderes y maestros en el desarrollo de este gigantesco esfuerzo por la articulación y construcción del verdadero sujeto histórico, de los cambios profundos que nuestra sociedad necesitaba y necesita.

La débil democracia que gozamos ahora, aún en transición después de 16 años de finalizada formalmente la guerra, es algo que muchos jóvenes toman como algo natural. Pero es el producto de este multitudinario esfuerzo de heroínas y héroes anónimos que dejaron sus vidas o trozos de ellas, en las calles, en las quebradas y en las montañas.

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EL PAPEL DE LOS ARTISTAS EN LAS LUCHAS DE MASAS  

• MOVIMIENTO DE LA CULTURA POPULAR (MCP) • JULIO MOLINA, SOBRE TAMBA ARAGÓN 

                          

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PAPEL DEL MOVIMIENTO DE LA CULTURA POPULAR EN EL PROCESO DE LUCHA DEL MOVIMIENTO DE MASAS

 Roberto Quezada

Integrante del grupo musical YOLOCAMBA I TA Y Miembro de la dirección del

Movimiento de la Cultura Popular (MCP) ____________________________________________________________________________

El Aporte de Yolocamba I Ta a la Búsqueda de una Música con Raíces Populares

Los integrantes del grupo de música Yolocamba I Ta, vivimos las fases previas al Movimiento de la Cultura Popular (MCP), como niños y jóvenes de finales de los 60 y principios de los 70, que directa o indirectamente participábamos, de alguna manera, en la actividad política de esa época. Mis hermanos y yo nos vimos vinculados al movimiento del magisterio nacional por muchas razones: Como estudiantes de secundaria vivimos en carne propia la situación crítica del magisterio, ya que también, al ser hijos de maestros, nos vimos obligados a entrar en contacto con las situaciones más críticas de la sociedad de aquel momento, realidad que nos hizo buscar alternativas para una participación más concreta que contribuyera a dar un aporte a las luchas sociales que se estaban dando a principios de esa década. Elegimos, entre otras formas de compromiso, el arte, la guitarra, nuestra voz y en mi caso, también la literatura.

Como Yolocamba comenzamos a buscar expresiones musicales y literarias, con temáticas nacionales, tratando de hacer nuestras propias composiciones, basadas en las raíces culturales de nuestro pueblo. Desde los orígenes de la fundación del grupo, nos planteamos como una de las cuestiones más importantes, hacer canciones con contenidos populares, procedentes de la tradición “indígena”, de corte “folklórico” y que dijeran cosas con elementos críticos de nuestra realidad. Comencé componiendo canciones como la de “El compadre Guarumo”, “La Siguanaba”, “Los Caites de mi Compadre”, “la Molienda”, “los Toritos de Fuego” -canción con la que ganamos el primer lugar como la Mejor Canción y Mejor Interpretación, en el “I Festival de la Canción de Fe y Alegría”-, o canciones como la del “Cipitío” que, entre otras cosas decía: “Es bien chiquito es fello/ Barrigón el cipitío / No le gusta ni el chaparro / No le Gusta ni el café…/ Y las viejas fufurufas / No lo quieren ni mirar / Porque ahí andan los rumores / Que es del Bloque Popular”.

Manuel Gómez -otro de los fundadores del esfuerzo que iniciamos con mi hermano Franklin Quezada y Paulino Espinoza-, le cambió la letra a la canción “tradicional” de “El Carbonero” para cantar lo que nosotros llamamos “El Verdadero Carbonero”, una especie de sátira en contra de las elecciones y que era una forma de lucha. Recuerdo que en una estrofa -en referencia a los militares- decía: “A mí que me dieran güisqui / Gasolina y hospital / No me importara que al pobre / Le vaya siempre muy mal / Si mi señor, esto es así / En mi país, El Salvador”.

Músicos y Cantores Populares Asociados Salvadoreños (MUCAPAS) Un Primer Esfuerzo de Organización de los Artistas Populares

Empezamos con el primer esfuerzo organizativo en 1976, con MUCAPAS (Músicos y Cantores Populares Asociados Salvadoreños). Éramos cantores y músicos que, en su mayoría hacíamos canciones con crítica social o canción contestataria, y que veíamos necesaria una vinculación orgánica para la incorporación a la lucha del movimiento social y político, que en esos momentos.se estaba viviendo. La masacre a la movilización de estudiantes del 30 de julio de 1975 -movilización en la que participé como estudiante de secundaria-, creó un ambiente generalizado de descontento, organización y combatividad. Por cierto, Yolocamba I Ta surgió un mes después de esa masacre.

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MUCAPAS fue un importante esfuerzo, el problema fue, que quisieron convertir el movimiento en un aliado que sirviera de apoyo a la campaña electoral de Claramount, con lo que un considerado número de artistas no estuvimos de acuerdo, porque considerábamos que las elecciones eran otra forma de dominación concreta, que no resolvían los problemas reales de los salvadoreños. Nosotros creíamos que era necesario impulsar otro tipo de movimiento, con otras formas de lucha, un movimiento que en realidad luchara para cambiar las condiciones de miseria e injusticia del país. Sin embargo, accedimos a tocar en los conciertos, siempre y cuando nos dejaran tocar las canciones que nosotros queríamos cantar, y lo hacíamos criticando las elecciones como forma de dominación. MUCAPAS terminó precisamente el 28 de febrero, inmediatamente después de la masacre a la población que protestaba por el fraude electoral que robó la presidencia a Claramount.

El “Taller de Los Vagos” Un Centro Libre de Artistas Reprimido por D´aubuisson

Tuvimos la suerte y el tino de encontrarnos con otros compañeros con los que compartíamos ideales y planteamientos, por lo que juntos comenzamos a articular una idea diferente de organización. Jorge Palencia (El Viejo) fue el principal protagonista de este encuentro de Yolocamba con artistas y trabajadores de la cultura, como el Grupo Maíz, Roberto Franco (La Rana), Dimas Castellón, Mariano Espinosa, Saúl López, Donald Paz Monje, Joaquín Meza (poeta), Humberto Acevedo (actor), David Méndez (el Papo, fotógrafo), Patricia (la Chinita), Toño Girón, del dúo “Aguijares 17” y muchos otros.

En ese encuentro se nos destapó la idea de hacer un esfuerzo estratégico para llevar adelante la articulación de un proyecto cultural más general, en la que participaran muchos más trabajadores de la cultura. Norman Douglas -un actor y director de teatro, inteligente y dinámico- fue un gran aporte a este esfuerzo, porque él tenía un apartamento en la Quinta Calle Oriente, local en el que funcionaba el esfuerzo teatral llamado “El Taller de Los Vagos”. En ese local nos reuníamos los artistas que luego llegamos a formar el “Centro Libre de Artistas Nacionales (CLAN)” y en donde nació la idea de crear un movimiento u organización con mayor compromiso social. El CLAN es la semilla, la génesis del “Movimiento de la Cultura Popular (MCP)”. En “El Taller de Los Vagos” tuvimos los primeros encuentros con dirigentes de esa época, como Facundo Guardado, Apolinario Serrano (Polín), la Ticha y Juan Cachón. Como consecuencia de la represión de aquellos días, el local fue cateado y cerrado directamente por el Mayor Roberto D`aubuisson y capturados varios compañeros artistas. Norman Douglas fue amenazado de muerte, por lo que tuvo que exiliarse en Panamá.

Movimiento de la Cultura Popular (MCP) Y su Compromiso con las Luchas Populares

Los artistas quedamos desarticulados y sin local para reunirnos, pero como sabíamos la importancia de nuestro trabajo, empezamos a buscar las formas de organizar un movimiento que nos mantuviera unidos y ligados al trabajo social. Así nace el “Movimiento de la Cultura Popular (MCP)”, una organización artística y cultural con mayor compromiso político y social. Nos desarrollamos y crecimos rápidamente; de 25 artistas al principio, pasamos a tener en la estructura a cientos de trabajadores de la cultura: músicos, teatreros, pintores, cineastas, trabajadores de artes gráficas, periodistas, escritores, artistas circenses, tramoyistas del Teatro Nacional, etc. Incluso, Jorge Palencia -Coordinador del MCP- fue Director de Arte de la Universidad Nacional, Director del Centro Nacional de Arte (CENAR), y después Director Nacional de Arte del Ministerio de Educación. Todo ese trabajo era planificado desde el MCP, porque creíamos necesario tener espacios estratégicos, humanos y físicos, para mejorar las condiciones instrumentales, técnicas y económicas, que permitieran a los artistas y trabajadores de la cultura, elevar los niveles de calidad, y por otro lado, potenciar el aspecto organizativo en todos los sentidos, incluso, abrir locales al movimiento revolucionario de masas, para que pudieran hacer sus reuniones de planificación. La

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justificación o “leyenda” que teníamos para que las reuniones de las organizaciones populares se realizaran en esos centros oficiales era, que esas reuniones obedecían a las exigencias de trabajo de las políticas del Ministerio de Educación. De esa manera, con Jorge Palencia, como director de esas instituciones, llegamos a tener incidencia en algunas de las estructuras educativas y culturales del estado, las que si mal no recuerdo eran: Teatro Nacional, Editorial del Ministerio de Educación, Sinfónica Nacional, Coro Nacional, Escuela Nacional de Danza, Biblioteca Nacional, Sala Nacional de Exposiciones, Escuela Nacional de Música y Centro Nacional de Arte (CENAR). Por cierto, esos espacios físicos se continuaron manteniendo para reuniones y encuentros del movimiento revolucionario, hasta mediados de 1980.

Llegamos a tener una gran capacidad de convocatoria y de movilización, con acciones propias y en apoyo a las organizaciones de masa, porque los artistas supimos asumir un compromiso estratégico con el arte y la realidad nacional, y por supuesto, con la lucha de nuestro pueblo, siempre dispuestos a dar la vida cantando si fuera necesario, que era la mayor parte de las veces. Nuestras reflexiones y pensamientos eran, que los artistas también somos pueblo, sufrimos las mismas injusticias del poder oligárquico y militar, y recibíamos las mismas balas que disparaban a la población. El elemento central para nuestra incorporación a la lucha, fue nuestra gente humilde, nuestra gente trabajadora, sacrificada y jodida, es decir, la misma situación social y política que llevó a Monseñor Romero a optar por los pobres. La represión nos condujo a tomar esa decisión de compromiso y llevarnos a niveles de tener la disposición de sacrificar la propia vida para buscar la transformación de nuestro país, más allá de la guitarra, más allá de los poemas y de nuestros particulares sueños; porque al final de cuentas, los artistas somos sensibles en todo, independiente de los prejuicios y de aquel concepto que nos estereotipa como piezas frágiles de vidrio, bohemios, peludos, mariguaneros y borrachos sin oficio.

En el local del MCP -las cabañas de la Universidad- teníamos un pizarrón, con una planificación de actividades artísticas diarias para todos los lugares, ya fuera para las fábricas, universidades, sindicatos, teatros, el campo, colegios, y para las calles. Todos estábamos programados y cumplíamos los compromisos con disciplina y muchas ganas. En 1979, si mal no recuerdo, con la imposición de la “Ley de garantías del orden público”, la represión a las manifestaciones populares se recrudeció sangrientamente y muchos compañeros fueron asesinados en la ciudad y en el campo; sin embargo, nuestro movimiento cultural no se rindió, y haciendo uso de la creatividad, nos las ingeniamos para continuar con la denuncia. No paramos, floreció un derroche de ingenio y creatividad que inventábamos cualquier cosa para protestar y ser escuchados. Así surgen los famosos llamados “Minimítines”, que eran actividades rápidas en las que denunciábamos y hacíamos llamados a la incorporación a la lucha del pueblo. Los “Minimítines” duraban un máximo de 15 minutos y en ellos aprovechábamos para pegar con engrudo los “Murales Pega”. Como en 15 minutos no se podía pintar un mural, los pintábamos antes en los locales, y lo hacíamos en 6 u 8 pliegos de papel, que luego pegábamos en las paredes o lugares visibles en el menor tiempo posible. Para esos días el MCP contaba ya con su “Comisión de Seguridad” -un grupo de compañeros artistas armados de viejas pistolas y revolvers oxidados-, que apoyaba dando seguridad a los grupos que pegaban los murales o hacían pintas.

También, para ese tiempo programamos y dimos cursos a los sindicatos para enseñarles a pintar mantas bonitas, con las letras en perspectiva y colores adecuados, aporte que contribuyó a cambiar la dinámica del lenguaje en la calle. Para 1979 y 80, rescatamos los “Desfiles Bufos” que habían desaparecido de la Universidad Nacional desde 1973.

Continuamos ampliando el trabajo, y para 1980 ya habíamos incorporado al movimiento a “Chirajito” -el famoso payaso de la Televisión-, con quien comenzamos a organizar a otros payasos y circos. En una manifestación “Chirajito” desfiló con sus hijos llevando una pancarta que decía: “En el año Internacional

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del Niño, mis hijos no tienen zapatos”. Este trabajo lo atendía “La Hormiga”, un compañero de teatro que fue asesinado en 1980. También en ese mismo año ya estábamos haciendo trabajo con los mariachis.

¿Calidad Artística o Panfleto?

Mucho se ha dicho y cuestionado sobre la producción artística de esa década de los 70.

Quiero compartir con ustedes esta memoria, sin justificar nuestras debilidades o aciertos; simplemente contar lo que éramos y como lo hacíamos.

En los colectivos del MCP, nuestra agenda contemplaba informes de trabajo, análisis, programación de actividades, y algunas veces, reflexiones y discusiones sobre nuestro quehacer artístico en las condiciones que estábamos viviendo. Concluíamos, que a pesar de los tiempos de estudios de la mayoría de compañeros y de los tantos compromisos que teníamos en nuestra programación de actividades, debíamos esforzarnos por producir obras de calidad artística; elaborar nuestros trabajos lo mejor que pudiéramos, tanto en el contenido como en la forma, porque nuestra gente sencilla, y en general el pueblo salvadoreño, tenía derecho a disfrutar de un arte de calidad estética notoria. Partíamos de que muchos de los artistas de nuestro movimiento, eran de escuela, sabían música, pintura, fotografía, eran poetas, etc. Muchos de nuestros compañeros eran profesionales o estudiantes de arte, y los que no, hacíamos un esfuerzo grande para estar a la altura de esas relativas exigencias o “llamados”, aunque no era un requisito para estar en el MCP.

Siempre sostuve que entre el compromiso social y la calidad estética no existía contradicción. La preocupación de los niveles de las poéticas de una estética emergente, dadas por las condiciones en las que nos tocó producir, me condujo en cierta ocasión a preguntarle a la cantante cubana Sara González, sobre qué pensaba de nuestras canciones, me respondió: “Oye chico, lo que yo pienso es que la canción panfleto ya no tiene sentido, porque a pesar de las condiciones con que ustedes están haciendo este trabajo, hay una calidad estética a la vista, hay calidad poética”. El maestro Alberto Hijar decía: “Cuando yo escucho las canciones de Yolocamba, que penetran y hacen llorar, pienso que ese es el reflejo de un movimiento social poderoso”. Podría dar infinidad de ejemplos en la poesía, en la pintura, en la fotografía, en el teatro, etc. pero por hoy me quedaría con el planteamiento escénico de Roberto Franco (Tapia) y su famoso títere “La Rana Aurora” (“La Rana del Bloque”). Franco tenía un gran dominio del escenario, dominio de la conciencia social, de la psicología social y de la psicología infantil y, sobre todo, era impresionante su capacidad de improvisación, su ingenio, su pedagogía y la claridad de su mensaje. “La Rana Aurora” cautivaba a todos los públicos, porque su trabajo era simplemente maravilloso.

El maestro Alberto Híjar dijo un día, que “El parámetro de todo gran movimiento verdaderamente popular es, cuando canta, cuando se empiezan a escuchar canciones de sus procesos… Cuando un movimiento canta, es un movimiento que tiene algo que aportar a la historia universal”. El movimiento revolucionario salvadoreño tuvo voz en el canto de los obreros, de los estudiantes y de los campesinos y campesinas, que con sus rancheras y corridos hacían crónicas de sus lucha y esperanzas. El Movimiento de la Cultura Popular aprendió, asimiló y supo expresar ese variado canto que era vida y esperanza para nuestro pueblo en lucha.

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Crecimiento Político Basado en el Compromiso con el Trabajo Los miembros del MCP habíamos tenido muchas experiencias de lucha con los obreros y campesinos, tanto en las fábricas como en el campo, compartiendo actividades con los dirigentes Juan Chacón, Facundo Guardado, La Ticha, Carabina, Apolinario Serrano (Polín) y otros compañeros. Participamos en el Pre-congreso de BPR -en el volcán de San Vicente-, en las tomas de tierras de Aguijares y El Paisnal, en la tomas de las fábricas de Bebidas y Gaseosas La Tropical, en la de Sacos Sintéticos y en la toma del Ministerio de Trabajo; hacíamos actividades en las zonas marginales, en las gradas de la Catedral para exigir la liberación de Facundo Guardado y Ricardo Mena -Secretario del FUR 30-, cuando éstos fueron capturados, o para protestar y denunciar las permanentes masacres de los militares. Todas las actividades implicaban un gran riesgo, porque siempre estábamos cercados por los militares; pero a nosotros no nos intimidaban, era más fuerte la conciencia, el deseo y la necesidad de acompañar y aportar todo lo que pudiéramos, para fortalecer las luchas reivindicativas de los trabajadores y estudiantes. Los artistas estábamos en donde fuera necesario, incluso, en 1977, salimos como Yolocamba a Chimaltenango (Guatemala), a la fundación de la CUC (Comité de Unidad Campesina), y en 1988 a Costa Rica, junto a una delegación del BPR, a realizar trabajo político y artístico a nivel internacional. Estábamos conscientes de la posibilidad de que al regresar al país podíamos ser capturados o desaparecidos.

En esos años 1979 y 1980 las organizaciones populares teníamos forzadamente una actividad semiclandestina, por lo que como Dirección Nacional del MCP, nos reuníamos frecuentemente en mi casa a puertas cerradas, entrando y saliendo de dos en dos y siempre haciendo un “chequeo y contra chequeo”, por si alguien nos pudiera seguir. No éramos de la estructura militar, y sin embargo teníamos que dormir con unan pistola debajo de la almohada, porque la cosa iba en serio; el gobierno, la oligarquía, el ejército y los Escuadrones de la Muerte, habían tomado la determinación, con las consiguientes medidas represivas, de decapitar a las organizaciones revolucionarias. Vivimos una cruenta represión.

Como MCP perdimos a valiosos compañeros, como a Mauricio Vallejo –un gran poeta-, al poeta obrero “Chele” Góngora, a Ildefonso “King Kong” -miembro de la Dirección Nacional del MCP-, a mi hermano Nelson Quezada, a “El Pollo” -hermano de Humberto Acevedo-, a Roberto Franco y a La Hormiga, entre otros.

Con nuestro trabajo llegamos a ganarnos el respeto de la dirección política del BPR, una dirección que tenía a muchos compañeros que apenas sabían leer y escribir, pero tenían la sabiduría de entender y conducir el trabajo -incluido el nuestro-, dejándonos la libertad de crear y hacer nuestro trabajo; era gente que orientaba y dejaba hacer las cosas con nuestra creatividad. Por la sencillez, calidad humana y respeto a los demás, de los dirigentes de aquellos años, es que se desarrolló rápidamente el movimiento de masas.

Incorporación del MCP a la Lucha Político Militar

Era justo y urgente luchar y luchamos. Durante la preparación del reclutamiento masivo, a principios del año 80, llegó un compañero de la estructura militar de las FPL a preguntarme: “¿Cuantos compañeros del MCP están en la disposición de tomar las armas e irse a la guerrilla?” Yo le respondí que todos. “Todos los compañeros están en la disposición de irse a la guerrilla, porque yo he estado con ellos en las calles, han salido a las manifestaciones, a sabiendas de que podrían ser reprimidos y hasta asesinados; los compañeros han estado dispuestos a dar su vida por esta causa del pueblo y preferirían mil veces morir peleando a morir corriendo”. Y de hecho, cuando se da el reclutamiento masivo, todos los compañeros

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asumieron el compromiso de pasar a otro escenario político, que ya era de carácter militar, con la ilusión de cambiar la situación del país.

A principios del año 1980, al Yolocamba I Ta se nos delega la tarea de hacer trabajo en el campo internacional, para lo que teníamos que salir a promover el desarrollo de la solidaridad con la lucha de nuestro pueblo. La solidaridad era necesaria y urgente.

A principios de 1981 desaparecimos como MCP, igual que las demás organizaciones de masa. La balanza se había sobrecargado hacia el fortalecimiento del planteamiento estratégico de lucha armada para derrotar al gobierno “fascistoide” y a la oligarquía, e impulsar un cambio estructural que permitiera mejores condiciones de vida para las mayorías pobres de nuestro país. Creo que fue un error de la dirección el abandono del trabajo de masas. Sus razones tendrían para dar ese paso estratégico.

Reconocimiento a Otros Artistas que Aportaron a la Conciencia Social

Antes del MCP ya habían existido, aunque de manera individual, otros artistas magníficos, con mucha fuerza y calidad, como es el caso del grupo de musical “La Banda del Sol” -de Tamba Aragón-, el grupo de teatro “Sol del Río 32”, el cantor William Armijo, el grupo musical “Mahucutá”, el músico y cantor Diky Andino y otros que dieron un gran aporte a la formación de la conciencia social y a la cultura de nuestro pueblo.

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CONSTANTE BÚSQUEDA DE UN COMPROMISO REVOLUCIONARIO Una Experiencia Personal

Julio Molina

Músico, poeta, amigo de Tamba. Siempre estuvo ligado a las luchas populares,

Particularmente a las campesina con FECCAS _____________________________________________________________________________ 

 Muestra Participación en las “Jornadas de Vida Cristiana”

 A principios y mediados de los años 70, muchos jóvenes de la capital nos incorporamos, de alguna manera, a las luchas populares de los campesinos, los obreros, los maestros y estudiantes. Todos llegábamos por alguna vía o espacio que nos permitiera estar en la onda de nuestras ideas y las del pueblo. En ese tiempo la situación era complicada para los pobres y marginados del sistema burgués. Los sectores pobres se incorporaban a la lucha, pero también las clases medias, sensibles a las injusticias y a maldad de los poderosos y la dictadura. Ese es mi caso, como el de Carlos Francisco Aragón Cabrera, más conocido por “Tamba”, un músico y poeta admirador de Bob Dylan, que con sus dudas, sus debilidades, sus temores, sus tormentos humanos y sus sueños, siempre estuvo en la búsqueda del sentido de su vida. Los movimientos juveniles, y en este caso el movimiento cristiano, fue un factor importante para unir a jóvenes que estábamos buscando alguna alternativa para nuestro desarrollo personal, la realización de nuestros sueños, y lo que esto implica para el cambio social, que al fin y al cabo, son los mismos sueños que nuestro pueblo quiere para una vida mejor con justicia social. Las “Jornadas de Vida Cristiana” era un concepto amplio de participación y formación juvenil, desarrollado por el padre Chencho Alas, un cura muy inteligente que impulsaba un trabajo importante en la iglesia Basílica del Sagrado Corazón -que está enfrente del Ministerio de Salud-. Resulta que Chencho Alas desapareció de ese movimiento. No sé qué es lo que pasó, pero con la salida de él, casi desaparece ese trabajo; lo que si se, es que de repente me veo involucrado con unos amigos, en las Jornadas de Vida Cristiana. Yo vengo del barrio Santa Anita, en donde nací, y ahí me reunía con Francisco Rosas -hermano de Monseñor Rosa Chávez-, Guillermo Melara y Tony Martínez, entre otros, con quien habíamos formado una especie de sucursal del movimiento de Jornadas de Vida Cristiana en el barrio, esfuerzo que posteriormente desapareció también, por lo que nos vimos forzados a buscar otra alternativa, que luego encontramos en la Iglesia El Rosario. Aquí montamos de nuevo las Jornadas de Vida Cristiana. Ya en esta nueva etapa –yo continuaba junto con los compañeros ya mencionados-, apareció Oscar Emilio Dada Hutt (el Chele Dada) que un día me dijo: “Te voy a presentar a un chero, que con ese si vas a ser Chero”. Una noche Carlos se me acercó y me preguntó si yo era Julio; me dijo que Oscar Dada le había hablado de mí. Carlos Aragón (“Tamba”) andaba en su búsqueda, y esto lo llevó a las Jornadas de Vida Cristiana. Carlos había salido de bachiller del colegio Externado de San José, en la época en que este colegio estaba mayoritariamente ocupado por estudiantes del sector más pudiente del país, por lo que inevitablemente sus amigos eran de su misma clase social o de mayor clase que él. Ahí en el colegio, Tamba formó su primer grupo musical que se llamó “Los Blue Souls”, compuesto por Toto Archer (bajo) -sobrino de Toño Díaz-, Manuel Antonio Martínez Daglio (teclado), Guillermo González (batería) -primo de Carlos Zepeda (El Pirrus)- y como cantantes estaban Eduardo -El Ciego Cáder- y por supuesto, Carlos Aragón, que también era guitarra.

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Tengo entendido que por ondas y recomendación de su padre, Tamba se va a estudiar economía a la Universidad Católica (UCA), y de ese período hace una canción que se llama “El Caminante”, en la que dice que ya sabe sumar, que sabe restar, pero él lo que quiere es volar. Finalmente termina abandonando la UCA y continua su constante búsqueda; todo eso en una inmensa locura de hacer muchas cosas a la vez, mezclando música, buscando gente afín a sus sueños y proyectos sociales que le ayudaran a encontrar el punto perdido, o simplemente que le indicaran el camino.

“La Banda del Sol” Alrededor de 1970, Tamba ya comienza a hacer música con “La Banda el Sol”. Es en ese tiempo que se realiza el inolvidable concierto de Woodstock, el cual marcó mundialmente a toda una generación de jóvenes inquietos que estábamos buscando una forma de vida más justa y pacífica. Tamba era un admirador irremediable de Bob Dylan y en ese tiempo sus canciones y poemas estaban influenciados por la filosofía y el estilo de ese gran poeta y músico. La Banda del Sol estaba integrada por Carlos Aragón (guitarra, compositor y voz), Manuel Antonio Martínez Daglio (compositor y teclados), Toto Archer (bajo), Fernando Llort (voz) y Max Martínez, (guitarra líder). Maximiliano Hernández Martínez III -nieto del dictador Hernández Martínez, que asesinó a más de 30.000 campesinos e indígenas en 1932)-, regresó a El Salvador con una gran pálida, porque al vivir y estudiar en Estados Unidos, fue reclutado por el US Army para ir a la guerra de Vietnam, en donde estuvo destacado en las enfermerías de los hospitales del Ejército Norteamericano, pero que por influencias y gestiones de su papá, logró salir de la guerra para regresar a los EE.UU. Por la conciencia y sensibilidad adquirida de las barbaries de esa guerra, Max se incorpora al movimiento pacifista hippie y es de esa manera que viene a El Salvador. La Banda del Sol también era un montón de gente alrededor de ellos, siempre estaban acompañados de jóvenes, hombres y mujeres, que coreaban sus canciones, porque su música y letra tenían un carácter místico y contestatario, incluso tenían una canción dura contra los militares, que se llama “El Planeta de los Cerdos” y dice así: “Estamos dominados/ Por los cerdos disfrazados/ Con armas y garrotes/ Para poder asustar/ No son cerditos simples/ Hasta saben pensar/ Saben que no conviene/ Que el hombre vaya a despertar/ Y así nos dan estadios/ Les gusta veros jugar/ Les gusta el maquillaje/ El whisky, la maternidad/ Y por los cerdos rubios/ Se dejan impresionar/ Y gritan y prometen/ No son más que bla, bla, bla…/ Izquier, dos, tres, cuatro…/ Ahora está pasando lo que el cerdo no vio/ Que el hombre está cansado/ De jugar al ratón/ Estamos despertando/ Con la luz del amor/ Estamos despertando/ Juntos tenemos que estar”. Esa canción fue un éxito en El Salvador y en toda Centroamérica, pero La Banda del Sol se desintegra, porque los padres ven un riesgo para sus hijos, de seguir en esa agrupación. Antes de separarse, la Banda del Sol grabó, por suerte, tres canciones en un disco llamado UNIDAD: “Abriendo Camino”, “El Planeta de los Cerdos” y “El Perdedor”.

De la “Banda del Sol” a las Artesanías de la Palma En esa desbandada, Manuel Martínez y Toto Archer se fueron a estudiar a Inglaterra, Fernando Llort, Max Martínez, Oscar Sosa, Guillermo Hueso y otros que no recuerdo, se fueron a vivir al pueblo La Palma, Departamento de Chalatenango. Ahí formaron una comunidad estilo hippie, que respetando el estilo de vida de los campesinos, transformaron al pueblo. Con la llegada de Fernando y Max a esa zona, la comunidad comenzó a dinamizarse, ya que ellos -sobre todo Fernando- comenzaron a crear una línea de artesanías y a dar cursos a los campesinos para tecnificar esas pinturitas. Yo conocí el proyecto de esos locos; digo locos porque en ese tiempo había que estar loco para emprender un proyecto con esas dimensiones humanas, artísticas, personales, colectivas y con ese montón de ondas. Era hermoso ver a los campesinos aprendiendo la técnica y trabajando las semillas, la madera o cualquier objeto que se dejara transformar en arte. Lo cierto es, que aquello se convirtió en un movimiento artístico y cultural, que logró crear una pintura primitiva con estilo y carácter, que ahora son las famosas pinturas y artesanías de la Palma y que llevan el sello y la firma de Fernando

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Llort. Tenemos que reconocer, que esas pinturas han pasado a ser parte de nuestra historia cultural y, sobre todo, de nuestra identidad nacional, razón por la que ahora son objeto de estudio. Carlos Aragón (Tamba) se quedó solo, haciéndole huevos en su irremediable búsqueda.

Una Comunidad de Dos y Siempre la Música Como Tamba quería ser músico, entró al Bachillerato en Artes, en donde conoció a los profesores norteamericanos, entre ellos, a los Wesbi y los Kesner, quienes le enseñaron mucho en el aspecto musical. Todo eso era parte importante en su vida, sin embargo en su casa paterna no recibía el apoyo para su proyecto musical y de vida. Por eso él continuaba en contacto con el movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, en donde estaban Tony Martínez, Oscar Dada, Carlos Francisco, Ricardo Andino y otros músicos con quienes posteriormente decidimos formar una comuna. Buscamos casa pero nunca concretizamos la idea. Después de tantos experimentos, Tamba me propuso hacer una comunidad de dos, para comenzar. Yo le dije que no tenía trabajo ni un tan solo centavo, pero me dijo que no me preocupara, que en esos días comenzaría a trabajar de disc jockey en una discoteca que iba a abrir Josefina Gómez, sobre la Avenida Roosevelt, y que se llamaría “El Bigote”, que por cierto fue conocida después como “El Mostacho”. Así fue como compartimos la primera casa en la colonia Flor Blanca, a la que llegaban cientos de estudiantes del Bachillerato en Artes y que le pusieron de nombre “Tohil”. Carlos continúa con la idea de realizarse como músico y en esa búsqueda decide temporalmente ir a La Palma con Fernando y Max. Luego regresa de nuevo a San Salvador a Tohil, y formó parte de varios grupos, entre ellos “Cameba-O” y “Frijol Rojo”. Después nos fuimos a vivir a San Patricio, en la colonia Costa Rica, época en la cual Carlos inicia su relación con un naciente movimiento social de estudiantes de la UCA y estudiantes jesuitas.

Primeros Contactos y Actividades Inicio de un Mayor Compromiso Político

En esa búsqueda, Tamba se va acercando a lo que yo creo era el inicio de su incorporación a la verdadera lucha del pueblo, siempre con el sentido profundo de encontrar las letras adecuadas para su música. De esa manera toma contacto con los compañeros Cuache Pellecer, Alberto Henríquez, Antonio Cardenal, Ricardo Gutiérrez (Fernando Ascoli) y el Padre Rutilio Grande, quienes ya habían iniciado un compromiso de trabajo social con los campesinos de la zona de Aguilares.

Es interesante, porque aunque ya comenzaba a asumir ciertos compromisos políticos, continuaba con la urgencia de prepararse de verdad en la música, por lo que comenzamos a recibir clase con el maestro Cándido Pérez y después con el maestro Cardona Lazo, quien era muy exigente.

La situación del país se fue poniendo caliente y el 30 de julio de 1975 los militares masacraron a decenas de estudiantes que se manifestaban en contra de las condiciones de vida de la población y reivindicando sus derechos estudiantiles. Al siguiente día, un grupo de campesinos, estudiantes, sacerdotes, obreros y otras gentes, se tomaron la catedral en protesta por la masacre. Ahí estaba Tamba, con su música, sus canciones y sus sueños.

Según me han contado, la situación dentro de la catedral era de armonía y combatividad completa; todos sabían que habían entrado, pero no sabían si iban a salir vivos, porque la represión en ese momento era feroz y completamente desalmada. En esa toma, en la que se estaban denunciando al régimen autoritario y criminal, Tamba vio una oportunidad de oro para ver como lograba un contacto que le permitiera incorporase a la guerrilla.

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Por la misma información que me dieron, supe que dentro de la catedral había de todo, y posiblemente también uno o muchos guerrilleros. Nadie sabía quien estaba metido hasta el codo con la lucha armada; dicen que todos se miraban entre sí preguntándose en el fondo ¿será o no será? pero de buena onda, más como un gesto de complicidad y quizá también de sospecha, pero en silencio, como mandaban las normas de clandestinidad de la época. Sin embargo, según me han contado, había un compañero chelito que se llamaba Gerson, muy listo y con unos análisis profundos de economía y de la realidad; muy claro de que la lucha del pueblo tenía que tener los componentes político y militares. Dicen que a Tamba se le ponían los ojos cuadrados cuando lo escuchaba; estaba como hipnotizado y que en una de esa noches, en la azotea de catedral le dijo: “Mirá chelito, no me jodás, vos sos de las FPL, a mi no me des paja, si querés reclutar a alguien contá conmigo”. “No”, le dijo Gerson, “yo soy del UR-19 y estoy aquí como parte de la delegación de estudiantes universitarios”. “De todas maneras me gustaría que me des un chance para hablar más tarde con vos”, le dijo Tamba.

Después supe por fuentes fidedignas, que ciertamente Gerson era de las FPL y que posteriormente llegó a ser el primer responsable militar del COCEN (Comando Central de las FPL). Lo que no supe jamás fue, si Gerson había reclutado a Tamba para las FPL. Por cierto, me refiero al primer Gerson, no a Gerson Martínez, a quien también hay que valorar su calidad por el papel que jugó en la guerra.

Me di cuenta de algunos compañeros que estaban en la toma, porque cuando fui varias veces a apoyar esa actividad, escuché cantar a Tamba y a Jorge Palencia.

Después de la toma de catedral, formamos un grupo musical en el que estábamos Carlos Aragón, (Tamba), Jorge Palencia -El Viejo-, Estefan Turcios -que ahora es Monseñor Turcios-, Carlos -el Pirrus Zepeda- y tu servidor Julio Molina. Era un grupo muy potente, con calidad en lo musical, en las voces y en las canciones políticas que cantábamos. El nombre que teníamos era “Nuevo Amanecer”, nombre que los campesinos nos pusieron durante una asamblea en donde se estaba formando la Federación de Trabajadores del Campo (FTC), actividad que se estaba realizando en la más estricta clandestinidad -en una iglesia de Mejicanos- y a la que nosotros tuvimos el gusto y el lujo de haber sido invitados a tocar y cantar.

Los ensayos los hacíamos en la casa de los seminaristas de San Martín y en la casa de Carlos Zepeda. El grupo tuvo corta vida, porque en ese tiempo ya todos los integrantes nos habíamos ido insertándonos gradualmente en el trabajo político con las organizaciones revolucionarias de masa y viajábamos permanentemente al campo a trabajar con los campesinos. Si hubiéramos continuado como profesionales, nuestro grupo se hubiera forrado de pisto, porque realmente teníamos mucha calidad musical; pero nosotros no andábamos en ese rollo.

Inicio de Nuestro Trabajo con FECCAS

Después de vivir en la colonia Costa Rica, Carlos y yo nos fuimos a vivir a la colonia Minerva; luego, nos fuimos a vivir al cantón el Limón en Soyapango y después nos separamos, Carlos se fue no sé adónde y yo me fui a vivir a la casa de mi papá en Cuscatancingo. Poquito después apareció Carlos en mi casa y de nuevo comenzamos a compartir un cuarto y a vivir juntos.

Por su trabajo loco y sin parar, Tamba llegaba a la casa solo a bañarse y cambiarse, pero un día apareció y me dijo que tenía un chero que no tenía en donde quedarse y que si le podíamos dar chance pare estar un ratito con nosotros; resultó ser el famoso Hugo -El Pelón- Ramírez. Al poco tiempo llevó al compañero Numas Escobar; todos ellos eran dirigentes campesinos o guerrilleros. Lo cierto es que la casa se convirtió en un gran jolgorio, porque además, llegaban otros compañeros con los que Carlos trabajaba. Por cierto, fue Numas quien me propuso mi incorporación definitiva al movimiento revolucionario.

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Ya incorporado a la lucha, mi primer trabajo fue con el movimiento obrero, pero como este fue prácticamente descabezado, me tuve que ir a Santa Ana a trabajar con la Federación Cristiana de Campesinos (FECCAS) y para sorpresa mía, ahí me encontré de nuevo con Carlos. En buena hora comenzamos a compartir ese trabajo, contribuyendo al empuje del movimiento revolucionario en esa zona. De repente Carlos desaparece y a mí me mandaron a levantar el movimiento de masas en Metapán. Yo estaba muy empilado y disfrutaba de ese trabajo, pero un día de esos llegó un compañero a decirme que tenía que preparar mis papeles para salir del país a sacar un curso militar.

Cuando andaba arreglando mis papeles para el viaje, me bajé en una parada de bus en la 25° Av. Norte, cerca de la Embajada de los Estados Unidos y ahí me encontré con Carlos; le conté que iba a salir del país y él me dijo que se alegraba mucho y que también él estaba recién llegado de esos cursos. Era el año 1979 y creo que para ese tiempo Tamba ya estaba en los comandos urbanos de las FPL.

Ofensiva Militar de 1981. Nuevas Responsabilidades

A mi regreso de ese viaje, en 1980 me encuentro de nuevo con Carlos y me cuenta que su novia era Marily Ávila, una mujer a quien siempre he admirado, porque es una gran mujer, una troncho de mujer. Aquí es donde nos despedimos, porque los dos salíamos para los frentes de guerra a la ofensiva del 10 de enero de 1981. Ni el me dijo para donde iba, ni yo se lo dije, porque así eran las normas de compartimentación.

Yo pasé la Ofensiva Militar -de enero de 1981- en Santa Ana y a Carlos le dieron la misión de atacar el Hospital Militar de Chalatenango. En esa operación el ejército hace retroceder a nuestras unidades, pero Carlos se queda combatiendo, hasta que un socorrista de la Cruz Roja le dijo: “Mire maestro, váyase de aquí, ya todos sus compañeros se fueron, solo usted está aquí con su grupito”. Tamba se retiró un poco ahuevado, pero los compañeros se alegraron de que regresara vivo con su gente.

En Santa Ana fui a un taller nacional en donde el jefe había sido Gustavo Palencia, hermano del “Viejo Palencia”. Gustavo Palencia había muerto hacía poco tiempo, haciendo prácticas con armamento popular.

Al terminar la ofensiva, el personal de esta unidad fue distribuido hacia los distintos frentes de guerra; en lo personal me tocó ir al Frente “Apolinario Serrano” en Chalatenango y ahí me vuelvo a encontrar a “Tamba” -que era jefe del campamento de la Cañada en Arcatao- y a Carlos Pirrus. Me sentí súper bien, porque tanto Carlos “Pirrus”, como Carlos “Tamba”, son de esos amigos con los que se puede hablar en absoluta confianza de todos los aspectos humanos y familiares, y no sólo de la parte militante. Todas estas cosas pasaron en los preciosos y combativos cerros de La Cañada, los Filos y la Montañona, cercanos a Honduras.

En ese movimiento militar guerrillero de cambios y recambios, me mandan para El Portillo a cumplir una tarea importante, y a Tamba lo nombran responsable del germen de las Fuerzas Especiales que las FPL estaba organizando en Chalatenango, ya que el que estaba designado a ser jefe de esas unidades élite -el famoso Felipito- no llegaba. La base de esos comandos estaba en El Cascajal. Por cierto, el Batallón Atlacatl se inauguró en esa zona con una operación contrainsurgente que nos obligó retíranos a Patamera.

Nos volvimos a encontrar en “La Montañona” y es aquí que a Carlos le cambian de responsabilidad, nombrándole jefe del pelotón número 1 de las Unidades de Vanguardia (UV), que era como el ejército regular del movimiento guerrillero. Tamba fue el primer jefe de esas primeras unidades formadas en Chalatenango. Quienes saben al detalle de esta historia son Douglas Santamaría y Chamba Guerra -que era el jefe militar-.

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En septiembre de 1981, si no me equivoco, mandaron a Carlos a realizar una operación militar con sus unidades en San Fernando, al Nor-Poniente de “La Montañona”. Según cuentan los compañeros, ese fue un combate muy importante contra las fuerzas militares y paramilitares, porque se dieron reata con ganas. La operación salió perfecta, los compañeros lograron aniquilar a una buena parte de las fuerzas enemigas y requisaron armas y pertrechos. El problema fue, que en la retirada, después de la operación, los militares del gobierno los estaban esperando con una emboscada en la que cae el compañero que va adelante (vanguardia), pero al darse cuenta Carlos, se mete a la línea de fuego a intentar rescatar al compañero, o por lo menos su cuerpo, pero ya no pudo salir.

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TESTIMONIOS DE SALVADOREÑOS NO INCORPORADOS A LAS ORGANIZACIONES POPULARES

EN LA DÉCADA DE LOS 70

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TESTIGO DE LA LUCHA DE UN PUEBLO ORGANIZADO

Una Experiencia Personal desde San Martín

Carlos García

Habitante del pueblo San Martín. No se incorporó a ninguna organización en los años 70,

Pero él y su familia sufrieron la salvaje represión de la dictadura. Carlos es periodista y escritor. Actualmente reside en Barcelona.

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Hechos que Comenzaron a Incidir en mi Toma de Conciencia

Yo pertenecía a una familia de clase media que vivía en San Martín, una pequeña ciudad cercana a San Salvador. Mi padre era un funcionario que trabajaba en las oficinas del IRA (Instituto Regulador de Abastecimientos), que era una institución del Gobierno. Lleguemos a la ciudad, porque a mi papá lo trasladaron desde la planta del IRA en la ciudad de Usulután. Así que mi hermana pequeña tendría 2 años, mi hermano mayor 6 y yo unos 4 años. La verdad, es que nunca nos faltó lo más elemental, que eran educación, casa, comida y estudios. Pero a mí alrededor, sí que había signos de cierta pobreza y eso lo experimenté cuando ya me tocó ir a la escuela, donde muchos de mis compañeros y compañeras de clase iban descalzos y sin comer. Eso me impresionó, porque fue el primer signo de diferencias sociales del que tuve cierta conciencia. Yo era un niño de primaria, pero aún así, comprendí que no vivía en igualdad de condiciones. En mi casa se hablaba algunas veces, de los acontecimientos de 1932, que fue la era criminal del General Martínez, porque mi papá era originario de Armenia, Sonsonate. Desde niño había recibido esa historia oral a través de las gentes de la zona, pero siempre fue una visión muy negativa sobre la figura de los campesinos, a los que en casa nos enseñaron a ver como gente peligrosa y sin sentimientos. Así que cuando yo veía pasar por mi casa a un grupo de colonos que trabajaban en las fincas de café, no podía evitar tenerles miedo e imaginar que nos podían hacer daño.

En mi casa como en la de la mayoría de familias, no había muchos libros, pero sí se compraban los periódicos, así que comencé a leer las poesías que se publicaban y a recortarlas, para luego pegarlas en un mis cuadernos. Algunos versos, que eran de poetas de la “Generación Comprometida”, comenzaron a incidir y crear en mí, una conciencia humanista, que luego me ayudaría a ver de otra manera las cosas.

Pero lo que realmente me impactó y despertó a una conciencia social, fueron unos acontecimientos que se dieron en San Martín, a principio de los años 70, cuando era alcalde un hombre llamado Lino Guzmán, que representaba al Partido de Conciliación Nacional (PCN) y fue reelegido por varios períodos. Este alcalde tenía la idea de reformar el parque que está frente a la iglesia y a la alcaldía de la ciudad. Así que lo primero que hizo fue desalojar unas pupuserías que entonces rodeaban la plaza y que eran muy populares. Pero en el centro de ese lugar existía una pila pública, donde la gente con escasos recursos económico iba a recoger agua en sus cántaros de barro. Era agua potable y la única de la que podían disponer en esos tiempos para abastecerse. De modo que la gente protestó y se organizó para que no la echaran abajo. Esa fue la primera vez que me di cuenta que la gente podía organizarse y defender sus derechos. Los hombres, hacían guardia alrededor de la pila durante la noche, para evitar que llegaran a destruirla cuando ellos dormían. Así que si uno pasaba de madrugada, podía verlos ahí, sentados con sus machetes y palos, fumando cigarrillos. Por esa época, yo tendría unos 10 u 11 años, pero comencé a sentir simpatía por todos esos luchadores de sus derechos.

Luego, según supe con los años, que un joven estudiante les explicó a los pobladores, que además de tratarse de una pila pública, se trataba de un patrimonio cultural, pues al parecer aquella era de construcción muy antigua. Así que cuando el alcalde ofreció unas fuentes de agua en otro punto, ya no se

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trataba sólo del agua, sino también de algo insustituible: el patrimonio cultural, que aquellos hombres y mujeres humildes estaban dispuestos a defender con todas sus consecuencias. Pero también es cierto, que al tratarse de gente pobre, estaban solos, pues la población en general solo observaba sin brindarles su apoyo.

Una mañana, mientras me dirigía a la escuela, me encontré con un gran número guardias nacionales, que sólo hacía unas horas habían desalojado por la fuerza a los que guardaban la pila pública, y que según se decía, los encerraron en los calabozos de la alcaldía. La gente, incluso la que tenía agua potable en sus casas, se había reunido con palos, piedras, lejía, cal y todo lo que pudiera servirles para exigir a los esbirros que se marcharan. En medio de aquel enfrentamiento, el comandante local arrastró a una señora embarazada a la que el mismo -según decían- llegó a golpear, provocándole el aborto.

Aquella batalla campal se saldó con un buen número de civiles contusionados, y otros tantos detenidos y encarcelados. La pila fue derribada ante la mirada atónita de la gente. A los pocos meses de todo eso, se supo que el joven estudiante universitario, que era también originario de San Martín, fue encontrado muerto con claras señales de tortura.

Padre Rutilio Sánchez: Un Nuevo Estilo de Trabajo con las Comunidades

Al poco tiempo, llegó en sustitución del padre Vega, un cura llamado Rutilio Sánchez, a quien pronto todos conocerían como el “Padre Tilo”. Su presencia en San Martín, despertó una nueva idea sobre la manera en que tenía que leerse la Biblia. Él comenzó a desarrollar un trabajo con visión social a través de los jóvenes cristianos, que pronto constituirían la semilla de los cristianos de base, y que no tardaría en despertar antipatías entre los sectores más conservadores de San Martín, quienes dejaron de asistir a misa y comenzaron a levantar calumnias contra el nuevo sacerdote. El Padre Tilo, con su nuevo estilo de trabajo, comenzó a visitar los cantones, y no aceptaba ningún tipo de prebendas de los campesinos, a quienes se acercaba cuando le solicitaban sus servicios como sacerdote. Así que dejó de verse a los campesinos que a menudo llegaban desde los cantones transportando en hamacas a sus amigos o familiares moribundos, para que, con suerte, recibieran la extremaunción. Yo diría que ese fue otro momento que recuerdo como importante en mi despertar a la conciencia social.

El alcalde Lino Guzmán, instaló entonces una cámara fotográfica en su despacho, que quedaba en lo alto del edificio de la alcaldía, desde donde captaba las imágenes de las personas que visitaban la casa parroquial y aquello, al poco tiempo, coincidió con la aparición, cada vez más frecuente, de campesinos que habían sido encontrados muertos con señales de haber sido lesionados con arma blanca, hasta el punto, en la mayoría de casos, de sufrir importantes amputaciones en sus extremidades. Los cadáveres eran expuestos en un pequeño corredor de la alcaldía, de manera que los transeúntes pudieran verlos desde la calle. Al principio se rumoreaba que estos cuerpos habían sido encontrados sobre la línea del ferrocarril, donde debido a su borrachera se habían quedado “dormidos” y, por ello, arrollados por el tren. Pero cada vez eran más “accidentes”, hasta que la gente dejó de creer esa leyenda.

Yo me asomo a lo que fueron en su día los primeros núcleos organizativos de masas, a finales de la primera mitad de los años 70. Para entonces yo tenía entre 14 y 15 años, más o menos. Eso coincide con la llegada de gente que sí estaba organizada en ese momento, pero que yo no lo sabía. Así que me integro de manera emotiva, llevado por la simpatía que despertaban en mí, no sólo sus ideas, de las que se hablaba entonces a través de la Biblia, sino por su mística. Su manera sencilla de vida, pero también su sentido del sacrificio, porque con ellos nos íbamos a meter por los cantones cercanos a San Martín y regresábamos ya bien entrada la noche. En esos encuentros con el campesinado fue que entendí donde estaba el sentido de toda aquella lucha. Con Rutilio Sánchez andábamos también por todos esos rincones, y fue él quien más influyó en mi manera de pensar, porque en los viajes que hacíamos, había

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mucho tiempo para charlar. Aunque yo no era de ir a la iglesia, la verdad es que cuando Tilo comenzaba a hablar en el pulpito, veía a esas gentes humildes como le escuchaban con gran atención, porque les hablaba de sus problemas y en su propio lenguaje, con palabras que les eran fáciles de entender. También comencé a ver, que el respeto que le profesaban aquellos campesinos, no emanaba del servilismo, sino del sentimiento de compañerismo, y eso fue una lección muy importante en mi vida.

Pero quizá, para no comprometerme, el Padre Tilo jamás me habló de que debía organizarme políticamente. No sé si es que él pensaría, que al acompañarle en sus visitas a los cantones, yo ya estaba, de alguna manera, sirviendo a los ideales del pueblo. Sólo con el tiempo supe el gran riesgo que corría al andar con él. Pero eso entonces, yo no lo podía medir. Aunque estoy convencido de que aquello no habría cambiado en nada mi actitud, porque estaba convencido de la justeza de su labor pastoral y política. Creo que de esos años me vino el gusto por la música ranchera, porque Tilo siempre andaba escuchando a Pedro Infante, a Jorge Negrete, a Cuco Sánchez, a la Lucha Villa y al Antonio Aguilar, que eran sus mariachis preferidos.

En ese tiempo, el padre Tilo Sánchez había creado un grupo parroquial con los jóvenes de San Martín, pero no estaban organizados propiamente dicho. Eran más un club social que otra cosa. Aún recuerdo que en una oportunidad, me encontré en San Salvador con una compita que sí estaba organizada; me manifestó sus críticas al trabajo de jóvenes que se estaba haciendo en la parroquia de San Martín, porque entendía que se estaba perdiendo el tiempo si no se organizaba a la gente que estaba cerca de la parroquia. Con el tiempo entendí, que quizá ese trabajo era una especie de tapadera que Tilo buscaba tener en torno a su verdadero trabajo político.

Dos Momentos Importantes en mi Vida

En aquellos años hubo dos momentos en mi vida. Uno que tenía que ver con un muchacho que tenía resueltas sus necesidades básicas, que a mi entender, algunas de las principales causas que generaron la lucha popular. Hasta los 13 ó 14 años, como cualquier otro niño en esas condiciones, no tenía muy claro el significado de las huelgas y la lucha en la calle que se traducía en marchas populares. Digamos que de eso fui tomando conciencia con el pasar de los años, y gracias, repito a ese contacto que tomé con quienes, sin yo saberlo entonces, ya estaban plenamente dentro de las primeras organizaciones político militares y de masas. En ese tiempo -coincide con que fui, en alguna medida, un muchacho precoz-, salía con sus amigos, que me sobrepasaban en edad y con quienes nunca se hablaba de política.

A mis 15 ó 16 años, empecé a trabajar y a ganar dinero. Creo que ese fue el momento en que comenzó mi lucha interior, respecto a que tenía que enfrentarme a unos valores sociales muy diferentes a los se me habían inculcado en la escuela y en la familia. Nace mi simpatía por la lucha popular y una nueva concepción del mundo, pero no logro sumarme de la manera organizada en que me habría gustado, por lo que mi aportación se traduce al mero acompañamiento de las marchas y mítines que se hacían a menudo en la capital.

El otro elemento importante fue, mi acercamiento a un grupo de jóvenes que habían llegado a San Martín y se hacían pasar por seminaristas, a quien siempre admiré y aún recuerdo con especial afecto. Me refiero a Carlos Enríquez (el Bigotes) y a Gustavo Palencia (Tavito) –que cayó en la lucha-, a Polito -que le decían así porque venía de un pueblo del norte de oriente llamado Polorós-, a Juan Martínez (Juanón) a Jorge Palencia (el Viejo), que tocaba la guitarra y por quien conocí a cantantes como Víctor Jara, Daniel Viglietti, los Guaraguao y otros, pero que también me enseñó los primeros acordes en guitarra y un par de canciones, que pronto andaba yo cantando por los cantones. Una de ellas, era “El Cristo de

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Palacagüina” de Carlos Mejía Godoy, que en esos años era una canción que pegaba mucho entre los campesinos que ya comenzaban a comprender cuál era el mensaje de la Teología de Liberación.

Yo sabía que esos jóvenes “seminaristas” -que se quedaron en mí como una gran familia- eran guerrilleros, aunque nunca los vi armados. Lo sabía por su mística, por su manera de comportarse, de trabajar en comunidad. Pero además, constaté que eran guerrilleros, una noche en que me encontraba en casa de un amigo, y pude ver como los cuerpos militares rodeaban la casa donde vivían. Cuando vi a todos aquellos uniformados, sentí mucho temor por los “muchachos” -que es como les llamábamos afectuosamente-. La verdad es que no sabría decir de cuántos esbirros se componía aquel operativo, pero a mí me dio la impresión de que serían al menos unos 40, 50 o más militares y todos iban bien equipados con sus fusiles G-3, granadas, machete al cinto, etc. Luego supe que no habían logrado atrapar a ninguno de ellos y que se les habían escapado en sus propias narices. Pero ya no volví a verlos más, salvo a Juanón, que me lo encontré un día en un bus, pero sólo nos saludamos con un gesto en la mirada.

Participación en las Movilizaciones de Masa: “Un Ser Humano Puede ser Insignificante si no Lucha Junto a los Demás”

Siempre creí en la justeza de la lucha del pueblo salvadoreño, y me sentí al lado de quienes protestaban en las calles, de quienes realizaban tomas de tierras en el campo, de aquellos trabajadores que se unían a las huelgas en las fábricas, etc. Quizá de manera romántica si se quiere, pero yo me sentía parte de ese movimiento, como creo que les pasó a muchas personas que se solidarizaban, porque sentíamos que vivíamos en un país en donde la represión cada vez nos dejaba menos espacios como simples ciudadanos. A veces siento mucho no haberme integrado de manera más directa a las organizaciones, pero es que tampoco era tan fácil como se pueda pensar ahora.

Nunca me imaginé ni me detuve a pensar, cuanta gente podía estar organizada en el movimiento de masas, lo que yo medía era su capacidad de accionar y movilización popular, que por lo general era muy efectivo.

Participé en pocas actividades de masas, pero para alguien de mi edad, era muy significativo viajar a San Salvador y acompañar las manifestaciones. Recuerdo que en 1979, hubo una movilización, mejor dicho, aquello no fue una marcha, sino más bien, una demostración de fuerza política que se le ganó al gobierno, y en respuesta, los cuerpos represivos cometieron una gran masacre contra los estudiantes, en donde murieron varios jóvenes en la Plazuela Morazán. El colmo de su cinismo fue, que trasmitieron por la televisión aquella barbarie.

Ese mismo día de la masacre, yo había quedado de ver en San Salvador -a las 6.00 de la tarde-, a un amigo, ahí por el parque San José. La ciudad estaba completamente vacía y sólo pasaban algún que otro taxi, autobús o radio-patrulla. Era muy peligroso, pues yo era joven y podía resultarles sospechoso. Menos mal que mi amigo llegó a su hora y nos dirigimos con rumbo al parque Ula Ula; y al pasar por la Plazuela Morazán, pudimos ver a los jóvenes tirados enfrente del McDonald, cubiertos con mantas blancas. Me impresionó ver toda aquella sangre que corría por la cuneta hasta dar con la cloaca. Nosotros íbamos a pie y un guardia nos silbó para darnos el alto mientras nos apuntaba con su fusil G-3; nos hicimos los locos, como si no lo hubiéramos visto ni oído y seguimos caminando. Pero más adelante, una patrulla nos dio el alto, y después de hostigarnos un poco, nos ordenó volver atrás. Por suerte cuando volvimos a pasar, el guardia que nos había silbado ya no estaba. Aprovechamos para desviarnos siempre con rumbo al Ula Ula y cuando estábamos a esa altura, vimos en medio de la oscuridad -porque todo parecía más oscuro que de costumbre- como venía una tanqueta que nos comenzó a disparar sin más. Los pocos transeúntes que andábamos cerca, corrimos en todas las direcciones. En medio de esa

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locura y desesperación, nos encontramos con unos guerrilleros que comenzaron a salir por distintos puntos y comenzaron a disparar. Como pudimos llegamos al parque Gerardo Barrios, que está delante de la catedral, y al igual que muchas otras personas, nos tiramos al suelo. Éramos como una gran alfombra humana.

Vimos como unos policías nacionales, parapetados en su coche patrulla, disparaban a la parte de arriba de la catedral, desde donde les respondían. Como pudimos nos subimos en un taxi que nos condujo hasta la colonia Zacamil, pero en el camino pudimos ver un par de autobuses ardiendo frente a la Universidad Nacional.

En 1980, participé en la gran marcha del 22 enero, convocada por la Coordinadora Revolucionaria de Masas. Desde muy temprano se veía a los campesinos en los alrededores de los grandes almacenes, con sus cachucas de papel periódico. Ese día comprendí que la lucha no la paraba nadie y me sentí muy orgulloso de poder estar presente en medio de aquel acontecimiento histórico. Aquella era la expresión más grande que se pueda conocer en la historia de nuestro país: era la decisión y la determinación de todo un pueblo. Ahí sentí que se juntaban voluntades y sobre todo, una gran indignación popular. Ese día llegué a otra conclusión: lo insignificante que puede ser un ser humano si no se une a la lucha con los demás. Para mí fue una gran lección.

Interrogatorio del Sargento en el Puesto de la Guardia Nacional

En esos días, resultó que una tarde al llegar a mí casa, mi mamá me dijo, que un sargento de la Guardia Nacional me había llegado a buscar, pues quería hablar conmigo. Yo sabía que si no me presentaba al puesto, ellos me irían a buscar. Podía irme o fugarme del pueblo, porque en esos días aquello ya era muy peligroso, pero si me iba, dejaría a mi familia en peligro, ya que podrían tomar represalias contra ellos. Así que me armé de valor y me fui a ver qué es lo que querían de mí. Aún recuerdo que cuando iba por la calle y saludé a algún conocido, tenía la sensación de ser la última vez que nos veríamos. Era como ir a la muerte directamente. Lo mismo me pasaba con las cosas por donde iba pasando. Todo me resultó muy triste en ese sentido, pero también sabía que no podía hacer otra cosa más que presentarme al puesto de la Guardia.

Al llegar, un agente que estaba en la entrada con su G-3 me condujo hasta el interior, donde había unas celdas. Entré a la oficina en donde el sargento ya me estaba esperando sentado sobre la mesa. Se encontraba sacándole punta a un palo con su machete, y lo primero que hizo fue extenderme una botella de licor, ordenándome para que bebiera de ella. Me hizo ponerme delante de él, al tiempo que me comenzó a preguntar por mi relación personal con distintas personas, entre ellos, Rutilio Sánchez y mencionó a los “seminaristas”, con quienes decían haberme visto. Sabía que se sentían frustrados por no haberles capturado y que mi situación era complicada. Así que no negué conocerlos, pero sí negué tener relación alguna con ellos. Luego comencé a darme cuenta que no sabían demasiado y que más bien, se trataba de faroles suyos. Eso no significa que no siguiera corriendo peligro, pues cada vez que sacaba punta al palo, el machete me lo pasaba a la altura de la garganta de manera amenazante, pero continué sin perder el control.

Después de un buen rato, al ver que no sacaba nada en claro de mí, decidió dejarme marchar, pero no sin antes advertir que me seguirían observando.

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Represión y Asesinatos Contra mi Familia

Personalmente sufrí la represión en dos momentos muy distintos de mi vida. La primera vez, cuando yo trabajaba en las oficinas del Instituto Regulador de Abastecimientos (IRA), cuando apenas tenía unos 16 años. Yo contaba en mi trabajo con un mimeógrafo y cuando me quedaba solo, aprovechaba para imprimir unos poemas de Roque Dalton, que yo mismo escribía a máquina y luego los pasaba a esténcil, para sacar copias que inmediatamente repartía por las distintas plantas del edificio, pero como quien no quiere, mejor dicho, los dejaba regados, para que al regresar de comer, fueran leídos por los trabajadores. Cuando esto llegó a oídos de los guardias nacionales que estaba en el puesto que estaba en la planta, me golpearon con las culatas de sus fusiles G-3 delante de los trabajadores. Por suerte, apareció el que entonces era el gerente de la planta, un amigo de mi papá de apellido Vidal, quien intervino en mi favor.

La segunda vez, fue una noche de mediados de junio de 1980, cuando yo me encontraba con mi papá terminando un trabajo del colegio. Sería sobre las 10 de la noche, cuando de repente vimos en la calle la luz de un coche que aparecía. Sabíamos bien que a esa hora no podía circular libremente ningún vehículo, sin correr el peligro de que le dispararan, así que rápido pensamos que aquello era algo muy curioso. Apagamos las luces de la casa y nos fuimos a la habitación de mis padres, desde donde se podía ver lo que pasaba en la calle. Vimos como aquel coche regresaba nuevamente, pasando de largo para luego regresar y detenerse delante de nuestra casa. Era un coche deportivo rojo, del que al instante bajó un grupo de hombres en camisetas blancas, que se cubrieron el rostro con un pañuelo rojo. Sacaron unas metralletas Uzi y se dirigieron con paso sereno hasta la puerta de nuestra vivienda. Tocaron y preguntaron directamente por mí; entonces, mi padre me hizo una señal con la mano para que saliera de casa.

Mi mamá que en ese momento se encontraba dormida y ajena a todo lo que estaba pasando, apenas reaccionó. Pasé por la habitación de mi hermana, que en ese momento se encontraba haciendo un trabajo del colegio a máquina, y me subí al techo a través de las ramas de árbol de capulín que había en el patio. Mi papá abrió la puerta y comencé a escuchar gritos, insultos, disparos y llanto, mientras que una parte de aquellos sujetos entraban a las habitaciones buscándome. Incluso, pude verlos en el patio, hasta casi tocar sus cabezas, pues me encontraba inmóvil en el tapial. Al no encontrarme, regresaron hasta el salón de la casa y escuché otros impactos de bala y como se marchaban apresuradamente.

Sabía que era peligroso bajar, así que me quedé sobre el techo mientras caía una lluvia fina. Pasados unos minutos, me asomé a la casa del vecino, quien lo había escuchado todo. Me pidió que bajara por un árbol que tenía. Luego me recomendó que me quitara el uniforme del colegio Liceo Salvadoreño que aún llevaba y me prestó ropa oscura. Ellos tenían una tienda, así es que dispusieron esconderme hasta que llegaba el amanecer. Como era de suponer, al rato se presentaron unos agentes de la Guardia Nacional llamando a la puerta. Don Oscar -que es como se llama aquel vecino-, me había escondido dentro del frízer, del que habíamos sacado todas las bebidas. El agente que conducía el interrogatorio se sentó justo encima de donde yo estaba oculto, pero al ver que no conseguía ninguna información, tras hacer algunas amenazas, se marchó.

A las cinco de la mañana, comenzaron a pasar algunas personas que iban a sus trabajos, y yo, caminando en dirección contraria, pude alejarme de la casa. Me topé con una patrulla que me comenzó a perseguir y dispar, pero logré escaparme por unos cafetales, hasta que pude esconderme en casa de un amigo carpintero, quien me informó de que aquella noche, los escuadrones de la muerte habían asesinados a varias personas del pueblo, la mayoría de ellos estudiantes.

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Más tarde se presentó un compañero, que al igual que yo, había perdido a su hermana en el transcurso de la noche. Me entregó una pistola mientras me acompañaba a las afueras de San Martín, y durante el camino por el monte, vimos brillar los cascos de los guardias y soldados que patrullaban en medio de los maizales, pero felizmente pudimos salir hasta la calle que lleva a Tonacatepeque. Nunca olvidaré que al subir al autobús, el conductor me dio el pésame por la muerte de mi papá y de mi hermana. En el camino encontramos algunos retenes, pero me hice pasar por revisor y no me obligaron a que presentara documentación. Al llegar al destino final, entregué el arma al conductor y buscándose en los bolsillos, sacó un billete de cinco colones que me obsequió. Atrás quedaba mi familia asesinada, pero también otras personas a quienes yo conocía. Todas víctimas de la represión.

Así salí de una ciudad donde viví mi niñez y mi adolescencia. Con el tiempo he sabido, que a todos los asesinados se los llevaron en ropa interior y atados de las manos, para ir a tirarlos al puente del cantón La Palma, en los límites de San Martín.

Una Lucha de Masas que Valió la Pena

Estoy completamente convencido de que, a pesar de tanto sacrificio, la lucha revolucionaria de masas valió la pena, porque aunque muchas cosas no se pudieron conseguir con los Acuerdos de Paz, otras sí se lograron. Ahora el pueblo salvadoreño tiene una mayor capacidad de participación en la vida política, derecho que antes le fue negado. La sola disolución de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, ORDEN y la creación de la Policía Nacional Civil, fue un gran logro, y todo eso no ha sido gratis; el precio pagado por el pueblo ha sido muy alto, pero si no hubiera sido así, ahora estaríamos en una situación completamente insostenible.

Contactos en Méjico y España con las Representaciones del FMLN (1980-81)

Tras salir del país, a mediados de 1980 e intentar mi incorporación a la lucha revolucionaria salvadoreña a través de unos compañeros que se encontraban en México D.F. fui víctima de otro atentado contra mi vida en mi casa de habitación de San Cristóbal, en el Estado de México, por lo que debí salir del país, instalándome a partir de entonces en España. Al principio, en la casa del FMLN, en Madrid, concretamente en la calle Ercilla, cercana a la Plaza de Embajadores, nos reunimos en navidad con los poetas Roberto Armijo, Claribel Alegría, Leandro “El chele” Eusquiano, Marianela García, Jorge Arias Gómez, Rutilio Sánchez, Luis de Sebastián y otros compañeros. Aquella reunión fue en vísperas de la Ofensiva Final del 10 de enero de 1981. Yo estaba en esa reunión, como responsable del teléfono, por lo que recibí una llamada desde México del Coronel Majano, que buscaba incorporarse al movimiento revolucionario a última hora. Para mí fue una llamada extraña, pero el Coronel fue atendido por Rutilio Sánchez. Posteriormente, ya en Barcelona, ciudad en la que vivo desde finales de 1980, me convertí en responsable para España -en calidad de miembro de la Coordinadora Europea- del Sistema Radio Venceremos.

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COMPROMISO NACIDO DESDE LOS VALORES CRISTIANOS

Tomás Minero

Era muy joven durante la década de los 70, Pero terminó incorporándose a la lucha a principios de 1980.

Actualmente es Alcalde de Ciudad Delgado ____________________________________________________________________________________

Una Familia Cristiana

En la década de los 70, mi familia estaba ligada a la iglesia católica, concretamente a la parroquia de San Jacinto, la que en ese momento era muy conservadora --pertenecía a la Legión de María-. Yo era parte de los acólitos y catequistas que atendían al sacerdote. Personalmente estuve más cerca del trabajo que hacía el padre Rogelio Poncel.

El cambio en la vida de nosotros comenzó a llegar, a partir de la represión contra la iglesia, con el asesinato de los padres Alfonso Navarro, Ernesto Barrera y Octavio Ortiz. Mi familia era muy conservadora, pero ahí comienza a abrirse nuestra conciencia, alimentada también con el aporte de las prédicas pastorales de Monseñor Romero, porque su mensaje nos tocaba a todos los cristianos; era un sentimiento que nos provocó el rompimiento de lo que creíamos del estado. Como niños, naturalmente teníamos aspecto de rebeldía, pero no nos atraía ni nos metíamos en la lucha que en ese momento desarrollaba el movimiento social. Estábamos más metidos con la iglesia.

Nuestra conciencia inicia su viraje en 1977. Mi familia optó por votar la izquierda, o sea por la UNO. Las elecciones fueron ganadas, pero la derecha se las robó con un inmenso fraude, lo que llevó a la gente a organizarse para protestar en el Parque Libertad el 28 de febrero. Esa actividad fue reprimida por el gobierno con una gran matanza. A mi familia le entró un sentimiento de frustración muy grande, porque veíamos en las elecciones la única salida democrática que teníamos.

Recuerdo que en la Plaza Libertad, los manifestantes pusieron un tendido verde en donde estaban todos los dirigentes reclamando el derecho que tenían a la presidencia, porque habían ganado las elecciones.

Nosotros estuvimos en todo el proceso de apoyo a la candidatura del Coronel Ernesto Claramount, por lo que después del 28 de febrero del 77, mi tío se quedó un poco más comprometido y participando combativamente en la lucha popular.

Esas duras realidades fueron profundizando los cambios de conciencia en mi familia, que poco a poco nos lleva a tener posiciones más radicales. Como consecuencia de todas esas situaciones que se estaban dando, entre otras, la persecución de la iglesia y el asesinato de Monseñor Romero, comenzamos a participar en movilizaciones, como por ejemplo en la marcha del 22 de enero de 1980, a la que nos llevó un tío mío, cuando apenas teníamos la corta edad de 12 o 13 años. Mi tío se llamaba Antonio Minero, y era trabajador del Ministerio de Obras Públicas -de los que arreglan caminos-, al ver tanta injusticia, comenzó a participar en las marchas y en las huelgas; iba a todas las manifestaciones populares que hacían los del Bloque (BPR).

Mi familia era gente del pueblo, que colaborábamos de muchas maneras con el movimiento de masas, y en concreto, hacíamos las pañoletas para las manifestaciones, como por ejemplo las del 22 de enero de 1980, ya que teníamos un taller familiar.

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El asesinato de Monseñor Romero Clave Para Nuestra Incorporación a la Lucha

Pero fue el asesinato de Monseñor Romero -y su entierro al que fuimos y en donde hubo una terrible matanza-, lo que nos creó un sentimiento más combativo y la decisión de incorporarnos al conflicto armado. Ese fue el hecho o punto clave que marcó la decisión de muchas personas que como yo, no veníamos de una tradición de familias revolucionarias, con trayectoria de lucha; ni tan poco entendíamos esas tesis políticas de la izquierda. Simplemente surgimos de la conmoción social que había en ese momento, por lo que la decisión la tomamos a la luz de la dura represión que estaba viviendo nuestro pueblo. En mi caso -y de otros compañeros míos-, la decisión de incorporarme a la lucha armada, y a la insurrección misma del 10 de enero de 1981, deriva del asesinato de varios niños con los que yo trabajaba de catequista en ese tiempo.

El inicio de la lucha armada en 1981, fue el resultado de un proceso de acumulación de conciencia, que empieza a finales de los años 60; pero en mi caso particular, lo que me ayudó a acelerar la conciencia de lucha fue, la persecución de la iglesia católica, el trabajo pastoral, social o eclesial de base -trabajo que hacía la generación de sacerdotes de los años 67 al 79-, y el sabio mensaje de Monseñor Romero, quien me ayudó a abrir los ojos y, en general, a la nación entera.

Nosotros nos incorporamos sin entender mucho de política; lo que nos llevó a ese proceso de lucha, fue nuestra vocación cristiana y nuestra creencia en el Concilio Vaticano Segundo, en el de Medellín, en las Cartas de Puebla y en la Teología de la Liberación. En el camino fuimos conociendo lo demás, que fue a través de nuestra formación política ideológica.

En el barrio de San Jacinto, las dos organizaciones más fuertes eran la RN y el ERP, y ahí se disputaban el trabajo social y el reclutamiento de la gente, por lo que uno no sabía con quien andaba. A mí quien me convenció y reclutó para irme a la lucha con la guerrilla -el 9 de Enero del 81- fue la RN, pero quien se aprovechó del viaje fue el ERP, porque fueron ellos los que nos llegaron a recoger para llevarnos a los campamentos.

Un dato curioso es, que mi madre de crianza María Eustaquia Minero, estaba de acuerdo con que nos fuéramos a la guerra, incluso nos dio la bendición antes de irnos a la guerrilla y nos fuimos pensando que eso iba a durar tres días.

Una Guerrilla en la que Cabíamos Todos: Creyentes y Ateos

La verdad es que no me daba cuenta en que organización andaba, hasta que llegamos al cerro de Guazapa; porque para mí, el FMLN era uno solo. Yo era muy jovencito y gente del pueblo, que no conocía los problemas internos de la izquierda, y solo sabía que el FMLN era el único instrumento de lucha militar del pueblo. Entonces, cuando yo llego a Guazapa -al “Naranjalito”-, el compañero Iván, que era el político, me comunica que estábamos ahí como combatientes del ERP. Ahí estaban también algunos compañeros conocidos como William, el Chele Duran, Alejandro y Andrés, que eran comandantes del ERP.

En mi familia todos orábamos y rezábamos, porque creíamos en Dios, pero cuando me fui a la guerra, a los campamentos guerrilleros, a la edad de los 14 años, me topé con la propia realidad. Estuve bien jodido, porque como yo era cristiano, llevaba en mi mochila un montón de medallitas de la “Milagrosa” y el “Santo Rosario”, pero algunos compañeros no creían en Dios; eran blasfemos e irrespetuosos con los valores de la fe cristiana. Para mí fue un choque ese contraste de confrontar lo que yo creía y el ateísmo

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de mis compañeros, porque yo me incorporé a la lucha gracias a mi creencia en Dios y su poder de justicia, principios que había aprendido de los sacerdotes comprometidos con la liberación de nuestro pueblo. Finalmente comprendí que la lucha era del pueblo y que en el pueblo cavemos todos: católicos, cristianos, ateos y todo el mundo que lucha por la libertad. Pensé que no tenía derecho a criticar a la gente por ser liberales socialmente; incluso, a pesar de ese encuentro doloroso, llegué a pensar y sentir, que era yo el que estaba equivocado. Soporté con paciencia esa situación, porque en el fondo sabía que ese era el único camino y el único instrumento que teníamos para lograr la liberación de nuestro pueblo.

Ya metidos en la guerra, a mí me tocó estar en la zona de Cuscatancingo, en el punto 24, en donde tuve mi primer enfrentamiento, aunque realmente, no podemos decir que a principios de 1981 combatimos; tan solo eran las primeras refriegas, porque no teníamos experiencia ni armamento suficiente. En esos momentos de arranque no me dieron una tan sola pistola, solo hasta que llegamos al cerro de Guazapa, porque es entonces cuando empezaron a llegar las armas.

                                      

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EL PAPEL JURIDICO DE LA IGLESIA EN LOS CONFLICTOS SOCIALES DE LA DECADA DE LOS 70 

   

                       

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RELACIÓN DEL SOCORRO JURÍDICO CRISTIANO CON LAS ORGANIZACIONES DE MASAS

 Benjamín Cuellar

A mediados de los años 70 apoyó el trabajo De la Unión de Pobladores de Tugurios (UPT).

Actualmente es Director del Instituto de Derechos Humanos De la Universidad Católica (IDHUCA)

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Movimiento de Masas: Nueva Vía para Superar la Exclusión Social

Pienso que el movimiento de masas en El Salvador en los años 1970, fue motivado por las condiciones de exclusión, sobre todo en materia de derechos económicos y sociales de la población; la política, la pobreza, la desigualdad y la iniquidad, realidades que pueden ser cambiadas en la medida que la gente tenga bases o herramientas para hacerlo, tal fue el caso de las elecciones de 1972, con lo que se quería cambiar una propuesta que no le convenía a la población, por otra con mejores perspectivas, como en esos momentos proponía la Unión Nacional Opositora (UNO). Infelizmente le fue arrebatado el triunfo electoral a la coalición y se empezaron a cerrar los espacios para el cambio.

Esa situación hizo buscar otras vías, otras formas de lucha que muy pronto se cristalizaron con la participación ciudadana, en una organización que llegó a combinar la lucha armada incipiente, con la lucha de calle -lucha popular- y que generó, en esa década de los 70, el surgimiento de uno de los movimientos de masas más grandes de América Latina.

Las organizaciones de masas y sus dirigentes comenzaron a ser reprimidos de manera más sistemática, deliberada y planificada, a partir de 1968, a raíz de algunos hechos políticos como la huelga de ACEROS, la huelga de ANDES, y después, en 1970, con el surgimiento de las organizaciones político militares, o el movimiento de masas como el FAPU, y un año después el BPR. Se fue generando una espiral de persecución y violencia política que terminó con el estallido de la guerra a principio de los 80.

Pensamiento de la Iglesia Respecto a las Organizaciones Populares

Creo que el Concilio Vaticano II -1962- y la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín -1968-, que hoy cumple 40 años, incidieron, de alguna manera, en el surgimiento de la organización popular en El Salvador, porque tocaban fibras sensibles de los problemas de la región. Por sí mismos, ambos eventos –Vaticano II y Medellín- no hubieran impactado tanto en la realidad de nuestro país como lo hicieron, si no hubiera existido un arzobispo como Luis Chávez y González, porque no fue un obispo cerrado, sino que abrió la posibilidad para que la gente conociera y trabajara Medellín, aplicándolo a la realidad salvadoreña.

Monseñor Romero decía, que la Iglesia tenía las cuatro características que planteaba el Papa León XIII: tenía que ser católica, apostólica, romana y perseguida. Creo que con esas cuatro características, la iglesia no tuvo que ver en la organización de esos movimientos populares, pero sí tuvo que ver en la sensibilización de la gente a partir de esos documentos, y en contribuir a despertar la conciencia, no como iglesia oficial en sí. La iglesia oficial hizo lo que tenía que hacer con monseñor Chávez y con Monseñor Romero. Ya a Monseñor Rivera y Damas le tocó el conflicto político violento y la propia guerra. De esa manera en una realidad como la salvadoreña, la iglesia contribuyó a que la gente viera en la organización, el camino para su liberación, para la construcción de un mundo distinto. Hay que recordar que Monseñor Romero, en su última carta pastoral, condenó la absolutización de la organización, porque era convertida en un fin en sí misma y no en un “medio para”. La cuarta característica que le agregó León

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XIII precisamente fue producto de esa contribución a no formar organizaciones, sino a despertar la conciencia de la gente.

La iglesia salvadoreña era una de las más lúcidas en América Latina y en el mundo.

Relación de Monseñor Romero con el Socorro Jurídico Cristiano

El Socorro Jurídico Cristiano fue fundado en el Externado de San José, en agosto de 1975, por el padre Segundo Montes y un grupo de jóvenes abogados, estudiantes de derecho –como Roberto Cuéllar, que ahora es director del Instituto Interamericano de Derechos Humanos– y también por algunos profesionales con experiencia, como es el caso del Dr. Fernando Méndez y el Dr. Lara Velado. Casualmente, el BPR surge casi en ese mismo momento, después de la masacre del 30 de julio de 1975 en la pasarela del Seguro Social.

El Socorro Jurídico Cristiano, nace con claros objetivos de defender los derechos humanos, de ser un medio de asistencia legal gratuita, para las personas que por su condición social y económica, no tenían recursos para pagar a un abogado; dar servicio de asesoría jurídica y acompañamiento en litigios a personas desamparadas. Pero la dinámica de los acontecimientos no permitió desarrollar tanto esa faceta, más allá del acompañamiento a sindicatos en sus demandas. De ahí en adelante, el Socorro Jurídico se fue convirtiendo en la oficina pionera en materia de casos con notable connotación política, como asesinatos y detenciones arbitrarias. Como la espiral de violencia era tremenda, el Socorro Jurídico estuvo en la primera línea de la defensa de derechos humanos de presos políticos, capturados, desaparecidos, perseguidos y de personas ejecutadas. Por ejemplo, el SJ asumió el caso de Carlos Mauricio Carballo, desaparecido en 1975 -más o menos por la época de la creación del SJ- y que fue uno de los que se tomaron los terrenos cerca de la colonia Lamatepec, una zona marginal que ahora es la colonia 22 de abril. Terminó siendo desaparecido.

Antes de que muriera Monseñor Romero, el SJ recibió a un campesino a quien habían dejado como muerto, pero hubo miles de casos que el Socorro registró y que demandó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Monseñor Romero utilizó los Servicio Jurídico para el caso del asesinato del padre Rutilio Grande, porque no encontraba a ningún abogado dispuesto a llevar el proceso, ni por cualquier suma de dinero que se les pagara. En su Diario, Monseñor Romero narra que se fue a reunir con Roberto Cuéllar del SJ, y da a entender -lo dice explícitamente e implícitamente- que “esos muchachos” no le generaban mucha confianza como abogados, pero que “no había de otra”. Para Monseñor Romero, los abogados del SJ eran jóvenes e inexpertos para llevar un caso de esa envergadura.

A partir de ahí es que Monseñor Romero negoció con los Jesuitas, y se llevó el Socorro Jurídico al Arzobispado. Fue hasta la formación de Tutela Legal del Arzobispado, que el Socorro Jurídico regresó al Externado San José -colegio de los Jesuitas- y retomó su nombre de Socorro Jurídico Cristiano, pero agregándole “Monseñor Óscar Arnulfo Romero”.

Monseñor Romero cambió su opinión inicial, de pensar que el SJ era un grupito de jóvenes inexpertos, a verlos como una institución importante; incluso llegó a recomendarles que cada caso tenía que ser investigado lo más profesional y rigurosamente posible, para no caer en denuncias falsas que pudieran deslegitimar el trabajo de derechos humanos. Pedía que cada caso fuera el caso más importante, independientemente de las condiciones sociales, políticas y económicas de las víctimas.

La confianza llegó a tal grado, que entre otras formas de trabajo, el equipo del Socorro Jurídico le trabajaba parte de los discursos que incluía en sus homilías dominicales.

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Defensa de los Derechos de los Trabajadores: Defensa de los Derechos Humanos

La relación del SJ con las organizaciones de masas era exclusivamente en la prestación de servicios, como por ejemplo en el conflicto del Ministerio de Trabajo, el cual fue llevado por Roberto Cuellar, como representante legal de los trabajadores, de la misma manera que lo hizo como abogado, en las demandas de la huelga del sindicato de la fábrica León. Creo que ese fue un antecedente importante para entender cómo se debe trabajar respecto a los derechos humanos.

Más o menos por esa época de las tomas del Ministerio de Trabajo, conocí a Apolinario Serrano (Polín); era un tipo simpático, que conectaba fácilmente con la gente sin necesidad de poses, un poco como Juan Chacón, solo que Juan no tenía el carisma y la simpatía de Polín, porque Polín era un campesino con una gran agilidad mental -lo que no quiere decir que Juan no fuera inteligente-. Por ejemplo, Roberto me contaba que Monseñor Romero invitaba a desayunar a Polín, y este le contaba a Monseñor las atrocidades de los crímenes y asesinatos de los militares, y después le decía a Monseñor: “Bueno, ahora hagamos el análisis de la reunión”.

Yo estuve bastante cerca de Polín, no por razones de trabajo, pero bastante cerca, sobre todo, unos días antes de que lo mataran -un mes de septiembre- junto a la Ticha, también campesina.

De la primera mitad de los 70 en adelante, la lucha de masas era constante, a diario, pero de igual manera, la represión se incrementaba con capturas y asesinatos. El SJ actuó en la defensa de muchos casos de personas, que si no las desaparecían, las remitían a los tribunales. En los pasillos de esas instalaciones jurídicas, los guardias nacionales o los policías decían delante de los abogados: “Tanto que nos costó capturar a este hijo de…y viene este abogadito y lo saca; entonces al que hay que matar es al abogado”.

Los abogados del SJ no eran militantes de ninguna de las organizaciones populares o guerrilleras, pero se arriesgaban, porque realizaban una actividad pública, con el agravante de ser acusados por el régimen, de ser revolucionarios o guerrilleros y ello significaba un grave peligro, porque el gobierno y los cuerpos represivos actuaban como lo siguen haciendo ahora, o sea, acusando a las organizaciones de defensa de los derechos humanos como organizaciones de fachada para la izquierda, lo cual ya era motivo de persecución. El SJ tuvo varios casos concretos de asedio y agresión militar, por ejemplo, mi hermano Roberto Cuellar vivía de casa en casa, porque recibía permanentemente amenazas de muerte. El otro caso es el de mi prima Patricia Cuellar, que trabajaba en el Socorro Jurídico; fue capturada y desaparecida. Las oficinas fueron allanadas varias veces, y una de las últimas fue cuando capturaron a los dirigentes del FDR, que estaban reunidos precisamente en las oficinas del Socorro. A plena luz del día, un contingente de la Policía de Hacienda se tomó el Externado San José y sus alrededores. Los dirigentes fueron capturados y asesinados.

La idea del Socorro Jurídico Cristiano del padre Segundo Montes -que once años después plasmó con la fundación de la Oficina de Asistencia Legal en el Instituto de Derechos Humanos de la UCA-, fue genial y adelantada. Por eso yo sostengo que Segundo Montes es un personaje visionario y vigente, porque no sólo vio el problema de los derechos humanos de esos momentos, sino que también previó el fenómeno de la inmigración y las remesas.

Para terminar este apartado, quizá es bueno recordar, que el Socorro Jurídico es, incluso, anterior a la Vicaría de la Solidaridad en Chile; es, sino la primera, una de las primeras instituciones de Derechos Humanos en América Latina.

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Conclusión…

A manera de conclusión, quisiera decir que todos los esfuerzos de lucha popular, de la iglesia, los esfuerzos que se hicieron desde el SJ por la defensa de los derechos humanos y aportes de muchos sectores, valieron la pena; fue una suma de grandes aportes y sacrificios, pero yo creo que hay que tener claro, que el cambio radical de lo que ha vivido el pueblo salvadoreño de exclusión e inequidad, no se logra en una carrera de 100 metros, como dice Andrés Domínguez -asesor chileno-, sino que se logra en una maratón. El que se mete, creyendo que es una carrera de 100 metros, a los 101 cae fundido, porque no se ha preparado para más. Y yo le dije a Andrés, que no es una maratón normal, sino una maratón con obstáculos, de grandes obstáculos –incluso, de los que se dicen de izquierda– y de relevos. Por eso, hay que trabajar en el cambio generacional, para alcanzar la sostenibilidad de la lucha por la causa más hermosa del mundo, la de los derechos humanos, más allá de la misión y la visión de la organización, con la emoción y la pasión por las víctimas.

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