pandillas en el salvador y centro america

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    volumen 9 nmero 4octubre-diciembre de 2009

    El controlde pandillas en la relacinEl Salvador-Estados Unidos

    Sonja Wolf

    FL A T I N O A M R I C A

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    El controlde pandillas en la relacin

    El Salvador-Estados Unidos

    Sonja Wolf

    nCon una cantidad de miembros que oscila entre 100 000 y 140000, la MaraSalvatrucha (ms o ms-13) y la Calle 18 (Dieciocho) constituyen las pandillascallejeras ms grandes en el norte de Centroamrica (Guatemala, El Salvador yHonduras) y en la comunidad inmigrante centroamericana de Estados Unidos.La expansin geogrfica de estos grupos y su creciente participacin criminal hanllevado a funcionarios pblicos, periodistas y analistas de seguridad a caracterizar-las como pandillas transnacionales que han mutado en bandas del crimen organi-

    zado. Su presunta asociacin con el trfico de drogas, de armas y de personas, yla preocupacin de Estados Unidos de que las pandillas pudieran introducir aterroristas en su territorio, favorecieron el reciente aumento en la cooperacintransnacional antipandillas.

    An siguen sin resolverse algunas preguntas importantes sobre la expansiny la transformacin de estos grupos. Por ejemplo, son organizaciones trans-nacionales que responden a una sola cadena de mando o deberan entendersecomo federaciones de grupos independientes? Cul es la naturaleza de sus

    vnculos con el crimen organizado, especialmente con el narcotrfico? Qu

    tan plausible es su presunta conexin con grupos terroristas? Las agencias poli-ciales de la regin han lanzado una serie de iniciativas que buscan abordar laamenaza de las pandillas desde una perspectiva transnacional y de crimen or-ganizado.

    Sonja Wolf es doctora en Relaciones Internacionales por la AberystwythUniversity. Actualmente, es investigadora del Centro de Estudios y Pro-gramas Interamericanos (cepi) del Instituto Tecnolgico Autnomo de

    Mxico (itam).

    n material original de foreign affairs latinoamrica

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    El presente artculo constituye una aproximacin a la cooperacin antipandi-llas entre El Salvador y Estados Unidos, pases que han mostrado ms inters enimpulsar intervenciones regionales. Inicialmente, se consideran los orgenes del pro-blema del pandillaje en Estados Unidos y la aparicin de la ms-13 y la Dieciochoen El Salvador. Luego, se profundiza sobre las polticas de Mano Dura en estepas centroamericano, y, finalmente, se destacan las principales respuestas trans-nacionales y sus inconvenientes. Este trabajo sostiene que la cooperacin anti-pandillas entre ambos pases no refleja la naturaleza de la amenaza del pandillaje,sino que obedece a intereses polticos mutuos. Estados Unidos busca deshacersede un problema de cosecha propia a travs de las deportaciones y de mecanismos di-rigidos a prevenir el reingreso ilegal de los pandilleros deportados. El gobiernode El Salvador, por su parte, ha aprovechado estos programas para demostrar sucompromiso con la disminucin de un problema que en realidad no ha estadodispuesto a resolver.

    las pandillas callejeras:una mirada histrica

    Estados Unidos cuenta con una larga historia de pandillas callejeras que seremonta al siglo xix. A lo largo de los aos, estos grupos surgieron principalmen-te en comunidades de minoras tnicas y de bajos ingresos, cuyos miembros seenfrentaron a inadecuadas condiciones de vida y a la discriminacin que les im-pidieron conseguir oportunidades educativas y un empleo mejor remunerado.Des-pus de 1920, la inmigracin continua de mexicanos al sur de California y su mar-

    ginacin con respecto al ciudadano medio desempearon un importante papelen el crecimiento de las pandillas. Los mexicanos trajeron consigo la tradicin delas palomillas o bandas de nios, las cuales, luego de los Zoot Suit Riots de 1943, setransformaron en pandillas callejeras. Durante las siguientes dcadas, el perma-nente abandono social y el ostracismo aseguraron que la cultura de las pandillassiguiera siendo un rasgo duradero de la comunidad latina de Los ngeles. En el den-samente poblado y empobrecido barrio de Pico-Union, se form la Dieciochoen los aos sesenta. ste fue tambin el ambiente en el que concurrieron los salva-doreos que estaban huyendo del conflicto armado interno, apoyado por Estado

    Unidos.La mayora de salvadoreos que viajaron hacia el Norte durante los ochentaeran migrantes indocumentados. La poltica de asilo estadounidense durante la erade Reagan permiti a los nicaragenses conseguir estatus legal y, por lo tanto, laposibilidad de mejorar su posicin. Sin embargo, a los salvadoreos se les negsistemticamente el estatus de refugiado, por lo cual se vieron obligados a viviren la clandestinidad. Atrapados en un barrio carente de instalaciones recreativas,plagado de crimen y de actividad de las pandillas, estas familias no slo lucharon porsuperar el trauma de la guerra, sino tambin se enfrentaron a un shock cultural, a

    barreras del idioma, a la discriminacin, al hacinamiento y a empleos mal pagados.

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    Aunadas con el espectro de la deportacin, estas tensiones solan llevar al conflic-to, al descuido de los hijos y al abuso domstico. Como respuesta a circunstanciaspersonales difciles y al hostigamiento de las pandillas, algunos jvenes salvado-reos entraron en los grupos existentes, particularmente a la Dieciocho, o crearonsu propia pandilla, la ms-13. A lo largo de los aos, el nmero de miembros deambos grupos aument, y hoy en da mantienen una presencia en ms de cuaren-ta estados.

    Concretamente, la ms-13 ha cobrado notoriedad ltimamente, debido a algunosincidentes en el rea de Washington, dc, en los que se vieron envueltos pandi-lleros con machetes. Quizs el caso ms sonado fue el de Brenda Paz, una adoles-cente que se convirti en informante de la Oficina Federal de Investigaciones(fbi) y fue brutalmente asesinada por sus compaeros de la ms-13. Los mediosmasivos de comunicacin dieron una amplia difusin a estos acontecimientos demanera sensacionalista y, en parte, estimulada por los sentimientos antimigran-tes en Estados Unidos. La incidencia de la violencia entre pandillas en la capitaldel pas y sus representaciones mediticas influyeron en que las respuestas fede-rales se dieran de una manera ms enrgica de lo que hubieran sido en otras cir-cunstancias. Desde entonces, a la ms-13 se le identifica por su extrema brutalidad

    y se ha vuelto una prioridad para los organismos federales encargados de velarpor el cumplimiento de la ley.

    Nacionalmente, Estados Unidos ha preferido la represin de las pandillas a laprevencin y rehabilitacin para acabar con la violencia de estos grupos. Dadaslas races sociales del problema, no es de extraar que este pas haya sido incapaz de

    contenerlo. Con aproximadamente 30000 pandillas y 800 000 pandilleros, la si-tuacin est ya fuera de control. Por otra parte, las autoridades estadounidensesentienden las deportaciones como un mecanismo para solucionar un problemaconsiderado como importado por los inmigrantes. El razonamiento subyacentees que, luego de la expulsin de los pandilleros de origen extranjero, la sociedadestadounidense no tendr ms problemas. Sin embargo, esta posicin ha contri-buido a difundir la cultura de las pandillas en la regin y a crear un crculo vicio-so que invita al reingreso ilegal de los deportados. Adems, deja de reconocer quelas pandillas surgen como consecuencia de condiciones estructurales y de desor-

    ganizacin social comunitaria que es preciso abordar.En El Salvador, las pandillas aparecieron por primera vez en los aos setenta,pero fueron eclipsadas por la violencia poltica que estaba arrasando al pas. Du-rante dos dcadas, varios grupos territoriales o del barrio permitieron a los jve-nes socialmente marginados pasar el rato, ir a fiestas, pelearse con sus rivales einvolucrarse en un abanico de actividades ilcitas. Sonsacadas por el Frente Fara-bundo Mart para la Liberacin Nacional (fmln) durante su ofensiva de 1989,algunas de estas bandas actuaron como guas para la guerrilla, y posteriormentese sumaron al proceso de desmovilizacin y reinsercin de los combatientes. Otros

    grupos se disolvieron y los dems fueron acogidos por la ms-13 y la Dieciocho,

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    cuya cultura y antagonismo se acentuaron en el pas centroamericano con las prc-ticas de deportacin.

    Una vez que la guerra civil salvadorea lleg a su fin, las autoridades estadouni-denses empezaron a repatriar ms agresivamente a los no ciudadanos delincuentes,

    y los cambios en las leyes migratorias en 1996 facilitaron tambin este proceso. Asu regreso a El Salvador, a menudo los jvenes pandilleros se sintieron desorienta-dos en un pas del cual haban guardado pocos recuerdos y alienados por el hu-milde entorno que los rodeaba. Aunque muchos de ellos esperaban hacer una vidanueva, el descontento y la continua marginacin movieron a algunos de ellos aseguir con lo que mejor supieron hacer. Su ropa comparativamente ms elegan-te, su dinero y las versiones sentimentales de la vida de las pandillas producanuna fascinacin que los adolescentes lugareos difcilmente pudieron resistir.

    La importacin de la cultura de las pandillas estadounidense transform elmundo existente de las pandillas de una forma sin precedentes. Sin embargo, lasdeportaciones no implantaron el problema del pandillaje como tal,y no est del todoclaro hasta qu punto tienen un impacto hoy en da en la situacin de El Salvador.De todos modos, las autoridades de este pas han sostenido que el crimen y la

    violencia de estos grupos se deben, fundamentalmente, a la expulsin masiva demiembros de la ms-13 y de la Dieciocho del territorio estadounidense. De esta ma-nera, ambas naciones se niegan de asumir la responsabilidad de un problema quenaci dentro de sus fronteras y que debe solucionarse mediante respuestas locales.

    Hoy en da sobreviven pocas pandillas territoriales, y su impacto en la seguridadpblica de El Salvador es reducido. Mientras tanto, la ms-13 y la Dieciocho esta-

    blecieron una presencia visible en las zonas metropolitanas marginales. Muchosde sus miembros se han visto involucrados en robos, homicidios, extorsiones y

    venta de drogas. La disposicin de estos jvenes de recurrir a la violencia crea unambiente amenazante en estas reas y una sensacin de aprensin en la sociedaden general. Desde hace mucho tiempo, los residentes de los barrios populareshaban sealado una creciente presencia de pandillas en sus comunidades. Sin em-bargo, las autoridades tardaron muchos aos en desarrollar una estrategia cohe-rente de control.

    mano dura:las limitaciones del populismo punitivo

    En julio de 2003, el entonces presidente salvadoreo Francisco Flores se colocfrente a un enorme grafiti e inform a los periodistas reunidos en el lugar sobreel lanzamiento del Plan Mano Dura. Dado que la Polica Nacional Civil (pnc)haba atribuido a las pandillas la mayora de los crmenes violentos, el mandatarioinsinuaba que la medida no slo iba a desmantelar a dichos grupos, sino tambina reducir las altas tasas de homicidios. En los meses siguientes, y en medio de mu-cha propaganda meditica, las autoridades emprendieron la limpieza de grafitis,

    pelotones policaco-militares patrullaron las calles, y la pnc realiz barridas y de-

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    tenciones masivas de supuestos pandilleros, quienes fueron posteriormente pre-sentados a los medios de comunicacin. Durante esta primera fase, una medidalegislativa temporal, la Ley Antimaras, criminaliz la pertenencia a una pandilla ypermiti a la polica detener a cualquiera que considerara pandillero a partir de susrasgos fsicos, como los tatuajes o la vestimenta.

    Dado que no haba ocurrido un repunte reciente en la violencia de las pandi-llas y que las cifras de homicidios haban ido en descenso en los aos anteriores, lademanda oficial de una estrategia antipandillas fue sorprendente. Para comprenderpor qu el gobierno expres este inusual inters en la represin de estos grupos,hay que tener en cuenta tanto el momento escogido para el lanzamiento del PlanMano Dura como su contexto poltico. Cuando la medida se inici, El Salvadorestaba a 8 meses de las elecciones presidenciales de 2004. Aunque la conserva-dora Alianza Republicana Nacionalista (arena) haba defendido exitosamentela Presidencia de la Repblica desde 1989 y dominaba la Asamblea Legislativa

    junto con otros partidos derechistas, tambin haba experimentado crecientesprdidas a nivel municipal y legislativo. Una progresiva desilusin con la direccineconmica del pas benefici directamente al fmln, que aument de forma cons-tante su cuota en los escaos legislativos y en las municipalidades.

    El primer desplazamiento significativo ocurri cuando, en 1997, la izquierda re-cuper el control de la alcalda capitalina, una tendencia que se ahond con laselecciones de 2000 y 2003, en las cuales el fmln tom la delantera de su principaladversario en la Asamblea Legislativa. Aunque en 2004 la derecha triunfara enlos comicios presidenciales, en los meses anteriores mucha gente crea que los

    recientes ascensos del fmln ofrecan la posibilidad de lograr una alternancia en elpoder. Dado que a la lite salvadorea, polticamente representada por arena,le preocupaba la posible erosin de sus privilegios, el partido gobernante tenaque actuar para retener su influencia sobre el Estado, y la herramienta preferidafue el Plan Mano Dura. Bsicamente, se trat de un populismo punitivo dirigidoa mejorar la imagen electoral del partido oficial, y no de una estrategia diseada parareducir la violencia de las pandillas.

    La medida result muy atractiva para una poblacin que viva con miedo cons-tante de victimizacin. Dado que el control de las pandillas le permiti a arena

    considerables rditos polticos, ste se volvi un tema central de la campaa elec-toral y, en ltima instancia, fue uno de los motivos de la victoria presidencial de laderecha. Sin embargo, las fuertes crticas del plan (particularmente las violacio-nes de derechos humanos y de las normas constitucionales que implic), juntocon la liberacin de la mayora de los pandilleros detenidos arbitrariamente, obli-garon al presidente entrante Antonio Saca a adoptar una poltica revisada.

    El nuevo mandatario opt por seguir otro discurso e incorporar en su llamadoPlan Sper Mano Dura dos programas oficialmente dirigidos a la prevencin y re-habilitacin de las pandillas. As nacieron los planes Mano Amiga y Mano Exten-

    dida, puestos en marcha por la recin creada Secretara de la Juventud y el Consejo

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    Nacional de Seguridad Pblica (cnsp). En la prctica, estos ejes alternativosrecibieron pocos recursos y tuvieron un alcance limitado.

    De hecho, la Secretara de la Juventud no ejecutaba ninguna poltica de pan-dillas, sino que pretenda coordinar las iniciativas ya existentes (tanto privadascomo pblicas), gestionar recursos y evaluar dichos proyectos. En la prctica, laSecretara se vincul con los esfuerzos de otras organizaciones para resaltar suimagen institucional y gast sus pocos recursos principalmente en actividades pro-mocionales: disuelta por el presidente Funes, la Secretara de la Juventud parecano tener ms propsito que demostrar el compromiso del presidente Saca con lasrespuestas alternativas.

    Por otro lado, el cnsp ha dependido en gran parte de la ayuda internacional ytiene poco personal para poder abordar seriamente el problema de las pandillas.Su trabajo preventivo ha mantenido un enfoque limitado a las canchas deporti-

    vas. Adems, excluye ciertas zonas por su peligrosidad y por su falta de organiza-cin comunitaria, a pesar de que sas son las zonas que ms necesitan del apoyodel Estado. El hecho de que el cnsp decidiera abandonar las comunidades ms

    vulnerables hace pensar que no tiene la capacidad tcnica requerida para el con-trol de las pandillas. Por otro lado, su programa de rehabilitacin se centra en lagranja-escuela, un centro de rehabilitacin de pandillas en la parte occidental delpas, que alberga hasta veinte jvenes por turno, inicialmente por 6 meses, y lesbrinda servicios de educacin, capacitacin profesional y remocin de tatuajes,entre otros.

    Sin embargo, una serie de limitaciones, como el reducido nmero de internos,

    la poca duracin del internamiento y la falta de oportunidades laborales dignas(no contrarrestadas por la opcin del autoempleo que promueve el cnsp),convier-ten al programa en una respuesta muy limitada a un problema de gran magnitud.De hecho, la decisin del Consejo de enviar a algunos de los graduados poste-riormente como becarios a un centro privado de rehabilitacin sirve para destacarla debilidad del proyecto.

    Mientras las medidas alternativas se produjeron con un considerable retraso,las autoridades siguieron con su enfoque represivo. Por una parte, se reform unaprovisin del Cdigo Penal (art. 345) para sancionar la pertenencia a una asocia-

    cin ilcita u organizacin cuyo objetivo sea la comisin de delitos. Por otra par-te, se desplegaron ms patrullas militarizadas y la polica continu deteniendomasivamente a supuestos pandilleros con base en su apariencia fsica.

    Es evidente que el gobierno de Saca careci de la voluntad poltica para afron-tar un problema que afecta principalmente a las comunidades marginales; se re-quiere una poltica que, en general, alivie el grave problema de la exclusin social

    y, por lo tanto, mine los intereses de los grupos hegemnicos del pas.Medidos en trminos de detenciones, los resultados de los planes (Sper) Mano

    Dura fueron impresionantes. Por ejemplo, slo en la primera fase, la polica detu-

    vo a un total de 19275 pandilleros (la cifra incluye repetidas detenciones). En la eta-

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    pa posterior, se efectuaron ms de 14 600 detenciones. Sin embargo, en todos losdems sentidos, estas medidas fracasaron de manera espectacular.

    La tasa de homicidios, en particular, ha mantenido un notable ascenso desde2003, cuando alcanz los 33 asesinatos por cada 100000 habitantes, y subi a 68en 2006. Dada esta escalada de crmenes violentos, el Plan Sper Mano Dura seconvirti en una carga poltica. A mediados de 2006, la medida fue retirada si-lenciosamente y reemplazada por un enfoque policial basado en la investigacinde las pandillas como estructuras del crimen organizado y el encarcelamiento de suslderes. Lo nico que lograron dichos planes, mediante la represin indiscrimina-da y la concentracin de las pandillas en las mismas penitenciaras, fue el aumen-to de la cohesin interna y la participacin criminal de estos grupos. No obstanteeste legado, el enfoque represivo sigui no slo a escala nacional, sino tambindesde una perspectiva transnacional.

    la cooperacin transnacional antipandillas:una solucin en bsqueda de un problema?

    En 2005, cuando el Plan Sper Mano Dura estaba en plena marcha, se dieronlos primeros pasos hacia la cooperacin antipandillas entre El Salvador y EstadosUnidos. Para comprender la naturaleza y las limitaciones de las iniciativas que sedesarrollaron desde entonces, hay que tomar en cuenta el nfasis discursivo en lamutacin de las pandillas que sustenta estas medidas.

    Segn versiones oficiales, la expansin de la ms-13 y la Dieciocho en Estados

    Unidos y Centroamrica, sus contactos transfronterizos mediante la tecnologa decomunicacin y sus flujos migratorios regionales implican que estos grupos se hanconvertido en pandillas callejeras transnacionales. Sin embargo, aunque se ha cons-tatado la existencia de algunas conexiones transnacionales, stas son espordicas yno tienen carcter institucional. Ms bien parece que la ms-13 y la Dieciocho estnintegradas por redes de pandillas independientes que comparten una afiliacin sim-blica, identitaria y normativa. Adems, las instancias oficiales sostienen que ambosgrupos se han convertido en una nueva forma de crimen organizado, segn lodemuestran una estructura ms estrecha, el uso de armamento pesado y la partici-

    pacin en el trfico de drogas, de armas y de personas, as como las extorsiones y elsicariato. Sin embargo, aunque las actividades ilegales forman parte de la identidadde las pandillas, no hay pruebas de que la ms-13 y la Dieciocho tengan el tipo demiembros maduros y profesionales con habilidades organizativas, un liderazgo biendefinido, roles grupales especializados y relaciones con instituciones legtimas delmundo empresarial y estatal que caracterizan al crimen organizado. Algunos pan-dilleros o clicas se convirtieron en soldados del crimen organizado, particular-mente de los carteles de droga, pero stas no parecen ser las pautas dominantes.

    La representacin de las pandillas como grupos transnacionales del crimen orga-

    nizado tiene implicaciones significativas, ya que el foco de atencin se aleja de

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    los factores locales que propician el surgimiento de estas agrupaciones y se legiti-ma la represin. A pesar de su dudosa naturaleza, esta argumentacin alimenta lasiniciativas de cooperacin en materia de pandillas callejeras. Actualmente existencinco programas principales, cuyos objetivos y limitaciones se revisarn de maneraresumida.

    La primera iniciativa es una conferencia anual antipandillas que la pnc de ElSalvador ha estado organizando desde 2005. Estos encuentros renen a los policasde varios pases del hemisferio occidental (y ltimamente tambin de Europa) y vanencaminados a compartir informacin y mejores prcticas, as como a establecer es-trategias para frenar la expansin de la ms-13 y de la Dieciocho. Aunque el pro-grama de conferencias ha llegado a incluir una discusin de enfoques alternati-

    vos, los acuerdos finales suelen orientarse hacia el intercambio de informacin yotras actividades policiales. Por ejemplo, en el foro de 2007, se decidi crear unCentro Antipandillas Transnacional y un sistema regional de huellas digitalespara facilitar la identificacin y detencin de pandilleros.

    La segunda iniciativa gira en torno a los esfuerzos antipandillas dirigidos por elfbi, tanto en Estados Unidos como en El Salvador. En respuesta a la expansin dela ms-13 y a algunos sucesos relacionados con este grupo en el rea de Washing-ton, dc, en diciembre de 2004 el fbi form el ms-13 National Gang Task Force(ngtf) para la coordinacin de investigaciones y el desmantelamiento de la queconsidera la pandilla ms extendida y peligrosa. La cooperacin antipandillas en-tre ambos pases se intensific cuando, en 2005, el fbi cre una oficina de enlaceen San Salvador con el fin de acelerar el intercambio de datos y coordinar el con-

    trol de pandillas con las fuerzas policiales de la regin. El fbi considera que laspandillas callejeras surgen para cometer crmenes y las percibe como bandas delcrimen organizado. Su tcnica, utilizada anteriormente para desmantelar a la Ma-fia y ahora aplicada a las pandillas callejeras, supone concentrarse en los lderes delas pandillas para inducir la disolucin del grupo entero. Luego de la desaparicindel Plan Mano Dura, la poltica de pandillas de El Salvador ha estado inspiradaen el enfoque del fbi.

    La tercera iniciativa que se debera mencionar es la Academia Internacionalpara la Aplicacin de la Ley (International Law Enforcement Academy, ilea),

    apoyada por Estados Unidos, que abri en San Salvador en 2005. La ilea bus-ca fortalecer a las instituciones de justicia criminal y la cooperacin regionalen materia de aplicacin de la ley. Est diseada para capacitar a policas, jue-ces y fiscales de Latinoamrica en el combate de crmenes transnacionales,sobre todo el trfico de drogas y personas, el terrorismo y el lavado de dinero.El currculo tambin incluye clases de derechos humanos y un programa decapacitacin antipandillas. Los instructores estn afiliados al fbi, al Depar-tamento de Seguridad de la Patria y a otras agencias federales estadouniden-ses, y abordan el tema de las pandillas callejeras desde una perspectiva de cri-

    men organizado.

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    El cuarto proyecto concierne al Centro Antipandillas Transnacional (cat) y ala asociada Iniciativa Centroamericana para la Explotacin de Huellas Digitales(Central American Fingerprint Exploitation Initiative, caf). Establecido en2007, el cat est integrado por agentes del fbiy de la polica salvadorea, y estdiseado para encarar la actividad de pandillaje transnacional en Estados Unidos,Mxico y Centroamrica, mediante el intercambio de informacin, las investi-gaciones sobre las pandillas desde la ptica de las empresas criminales y las ope-raciones antipandillas. Por otra parte, el programa caf, iniciado por el ms-13National Gang Task Force, implica la creacin de un sistema regional de huellasdigitales para facilitar la identificacin, la localizacin y la detencin de pandi-lleros. Este proyecto tambin incluye un programa de intercambio policial queprev la asignacin temporal de policas salvadoreos a las fuerzas policiales de Losngeles para permitirles participar en actividades de capacitacin y de observa-cin en el tema de las pandillas. En general, el cat investiga casos de homicidios

    y extorsiones cometidos por pandilleros salvadoreos en Estados Unidos o en ElSalvador, y si fueron ordenados por sus homlogos en Estados Unidos.

    Los proyectos mencionados comparten un fuerte nfasis en el establecimientode contactos policiales y el intercambio de informacin. Quedan fuera la prevencin

    y la rehabilitacin de pandillas, pero tambin ponen de manifiesto otras limita-ciones. Primero, estos programas se basan en la exagerada dimensin transnacio-nal de las pandillas. Dado que los contactos y los flujos transnacionales de la ms-13

    y de la Dieciocho son reducidos, esta falta de iniciativas impactar sustancial-mente sobre un problema que tiene un carcter fundamentalmente nacional y

    que requiere una respuesta interna de cada pas afectado. Segundo, es poco proba-ble que el enfoque de crimen organizado permita una reduccin considerable dela violencia de las pandillas. El crimen y la violencia son parte de la identidad de es-tos grupos, porque conceden a los miembros respeto y estatus social. Sin embar-go, las pandillas callejeras no se forman como una conspiracin para cometer cr-menes, sino que los jvenes se afilian a ellas para cubrir necesidades que en otrascircunstancias quedaran insatisfechas. Adems, es errnea la idea de que las me-didas enrgicas en contra de los lderes darn como resultado la disolucin delgrupo entero. El liderazgo dentro de las pandillas, y tambin dentro de la ms-13 y

    la Dieciocho, es ms flexible y cambiante de lo que supone la versin policial.Puesto que el liderazgo en las pandillas no reside en un solo individuo, la detencinde supuestos lderes no tendr ningn efecto en el grupo como tal.

    El quinto y ms reciente proyecto lo constituye la Iniciativa Mrida, el mayorpaquete de ayuda estadounidense para el hemisferio occidental despus del PlanColombia. Anunciado en 2007, este plan de 3 aos busca frenar el narcotrficoen Mxico y la violencia de las pandillas en Centroamrica, mediante la provisinde equipo, la capacitacin y la asistencia tcnica. Es significativo que la IniciativaMrida se base en la idea de que las naciones participantes tienen una responsabi-

    lidad compartida para problemas compartidos. Sin embargo, se pueden identificar

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    por lo menos cuatro limitaciones de este proyecto. Primero, no parece que Esta-dos Unidos est asumiendo su responsabilidad en materia de pandillas callejeras.En vez de aliviar el problema de las pandillas en su territorio y lanzar medidasque complementen las deportaciones y ayuden a El Salvador en la reinsercin de lospandilleros deportados, Estados Unidos parece esperar que El Salvador acabecon un problema que este pas por s solo no puede resolver. Segundo, la asisten-cia tcnica se hace eco del tipo de ayuda que Estados Unidos proporcionaba en elpasado, es decir, la provisin de equipo y la capacitacin a unidades policiales abu-sivas y corruptas. Ms bien se debera abogar por una reforma policial integralque acabe con la corrupcin interna y con el carcter abusivo de la polica salvado-rea, y que fortalezca su capacidad de investigacin. Tercero, aunque la IniciativaMrida dedica una cantidad limitada a la prevencin y rehabilitacin, no ofreceningn incentivo para que el gobierno de El Salvador adopte una poltica alter-nativa que sea de carcter estatal y no dependa de la cooperacin internacional.Cuarto, se trata de una medida temporal que no insta al pas destinatario a desarro-llar una estrategia antipandillas de largo plazo.

    La naturaleza y el alcance de la cooperacin transnacional antipandillas sugie-ren que sta responde a intereses polticos mutuos, lo que permite que EstadosUnidos disminuya el reingreso ilegal de los pandilleros deportados (y un esperadoaumento en actividades de pandillaje) y que El Salvador defina la reciente proli-feracin de iniciativas en su territorio como seal de su profesionalismo y de sucompromiso con la lucha contra las pandillas. Sin embargo, estas medidas dejande potenciar el control de estos grupos. La adopcin y la ejecucin de una pol-

    tica efectiva de pandillas sigue siendo un reto pendiente.

    conclusin

    La ms-13 y la Dieciocho constituyen un serio problema social que tiene que serabordado pronto y de manera efectiva. Una poltica de pandillas tendra que enfren-tarse a los factores individuales, comunitarios y estructurales asociados con el sur-gimiento de las pandillas. Esto, a su vez, requiere una estrategia que integre la pre-

    vencin, la aplicacin de la ley y la rehabilitacin, y que le haga frente a problemas

    como la exclusin social, un sistema educativo deficiente, el desempleo o subempleoy el empoderamiento comunitario. La realizacin de stos y otros objetivos implicacambios tanto de parte de El Salvador como de Estados Unidos. En la nacin cen-troamericana, el principal problema ha sido la falta de voluntad poltica para crearun control integral de pandillas. La reciente eleccin del primer Presidente izquier-dista del pas puede ser clave para el desarrollo de una estrategia alternativa.Efectivamente, Mauricio Funes ha prometido concentrarse en los ejes de la preven-cin y de la rehabilitacin. Sin embargo, esta tarea podr verse obstaculizada por laescasez de fondos pblicos, por la falta de conocimientos en el tema de las pandillas

    y por la dificultad de lograr la necesaria coordinacin interinstitucional.

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    Entretanto, Estados Unidos necesita abordar su propia situacin con las pan-dillas desde un enfoque distinto de lo que actualmente persigue. Adems, deberapensar en la manera de combinar las deportaciones con medidas encaminadas aasistir a El Salvador en la reinsercin de los pandilleros deportados. La eleccinde Barack Obama, comprometido con las transformaciones sociales y con un ma-

    yor multilateralismo,podra significar un cambio en la posicin de Estados Unidos.Sin embargo, hasta la fecha, el gobierno de Obama ha tenido que atender asun-tos ms urgentes, como la economa y las guerras en Iraq y Afganistn. Al otrolado de su frontera sur, lo que ms ha preocupado a Estados Unidos es el narco-trfico en Mxico. Las pandillas callejeras de Centroamrica son un tema quean no ha recibido la debida atencin. Tanto El Salvador como Estados Unidostendrn que hacer un esfuerzo serio y constante para reducir la violencia de laspandillas, sobre todo a travs de una mayor inversin en la prevencin y rehabi-litacin. La puesta en prctica de una poltica alternativa no es fcil ni barata,pero en el largo plazo las sociedades pagarn un mayor precio si continan encar-celando a sus jvenes y si dejan de invertir en su gente.4

    Sonja Wolf

    [ 9 6 ] foreign affairs latinoamrica Volumen 9 Nmero 4