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19301 PALUDISMO 1107 más result,ados negativos, viniendo después las infiltraciones. Los nódulos no se modificaron. Los ésteres etilicos yodados rindieron mejores resultados que el aceite purificado. El tratamiento com- binado parece ser más efica.z que la vía intramuscular aislada, y puede ser aplicado en la mayoría de los casos. Efecto de BCG sobre Za lepra murina.-Valtis y Marbianos5” han observado que las inyecciones de BCG ejercen un influjo favorable sobre la evolución de la lepra murina, acelerando la cicatriza,ción de las lesiones cutáneas ulceradas y retardando la generalización. Tetrodofoxina.-Wilson 57 declara que en los casos de neuritis leprosa prueba la adrenalina primero, y si no surte efecto, la tetrodoto-xina. Una o dos dosis por lo común proporcionan tanto alivio como una buena dosis de morfina. La tetrodotoxina es un extra&0 preparado de la toxina de un pez. PALUDISMO Centroamérica, L4ntillns y Panamá.-De 1904 a 1919 se realizaron en Ancón, en la Zona del Canal, 5,713 autopsias, o sea en 70 a 90 por ciento de los cadáveres que pasaban cada mes por el laboratorio de la Junta de Sanidad.58 Las principales causas de muerte fueron éstas: neumonía, 928; tuberculosis, 917; traumatismo, 381; paludismo y fiebre hemoglobinúrica, 355; nefrit,is y fiebre crónica, 333; beriberi, 26; fiebre amarilla, 23; uncinariasis, 20; tétano, 18; infecciones in- fantiles, 19; peste 3; y ofidismo, 1. El paludismo es la única enferme- dad tropical que figuró entre las primeras 5 càusas de muerte de la serie, pero es excedido por el traumatismo, lo cual sería de esperar en un período de construcción corno en el Canal de Panamá. La mortalidad no refleja forzosamente la frecuencia de las enfermedades económicament,e más importantes, como sucede con el paludismo. En las investigaciones del autor en los países cercanos al Mar de los Caribes, ha descubierto las siguientes cifras de frecuencia del paludismo : Tela (Honduras), en 1936, 23.9; en 1927, 24.3; y en 1928, 18.6; en Trujillo (Honduras), 21.0, 33.5 y 35.0, respectivament#e; en Chiriquí (Panamá), 26.7 en 1927 y 35.6 en 1928; en Costa Rica, 29.5 en 1926, 34.9 in 1927, y 19.0 en 1928; en Colombia, 21.0, 21.3 y 15.2, respect,i- vamente; en Guatemala, 40.1 en 1926 y 27.6 en 1928; en Qlmirante (Panamá), 27.1 en 1926, 21.9 en 1927, y 22.9 en 1928; en Preston (Cuba), 34.8 en 1926 y 24.2 en 1927; y en Banes (Cuba), 35.9 y 24.3, respectivamente. En Haití, el coeficiente es más o menos el mismo que en tierra firme, y en Jamaica, en los peores focos llega a 15 por 66 Valtis, J., Markianos, J.: Gaz. Hôp. 103: y 301 (fbro. 26) 1930, 67 Wilson: Lepr. Rev. 1: 20 (ab.) 1930. 68 Clark, H. C.: Sur& Gymc. & Obs. 50: 329 (eno.) 1930.

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19301 PALUDISMO 1107

más result,ados negativos, viniendo después las infiltraciones. Los nódulos no se modificaron. Los ésteres etilicos yodados rindieron mejores resultados que el aceite purificado. El tratamiento com- binado parece ser más efica.z que la vía intramuscular aislada, y puede ser aplicado en la mayoría de los casos.

Efecto de BCG sobre Za lepra murina.-Valtis y Marbianos5” han observado que las inyecciones de BCG ejercen un influjo favorable

L sobre la evolución de la lepra murina, acelerando la cicatriza,ción de las lesiones cutáneas ulceradas y retardando la generalización.

Tetrodofoxina.-Wilson 57 declara que en los casos de neuritis leprosa prueba la adrenalina primero, y si no surte efecto, la tetrodoto-xina. Una o dos dosis por lo común proporcionan tanto alivio como una buena dosis de morfina. La tetrodotoxina es un extra&0 preparado de la toxina de un pez.

PALUDISMO

Centroamérica, L4ntillns y Panamá.-De 1904 a 1919 se realizaron en Ancón, en la Zona del Canal, 5,713 autopsias, o sea en 70 a 90 por ciento de los cadáveres que pasaban cada mes por el laboratorio de la Junta de Sanidad.58 Las principales causas de muerte fueron éstas: neumonía, 928; tuberculosis, 917; traumatismo, 381; paludismo y fiebre hemoglobinúrica, 355; nefrit,is y fiebre crónica, 333; beriberi, 26; fiebre amarilla, 23; uncinariasis, 20; tétano, 18; infecciones in- fantiles, 19; peste 3; y ofidismo, 1. El paludismo es la única enferme- dad tropical que figuró entre las primeras 5 càusas de muerte de la serie, pero es excedido por el traumatismo, lo cual sería de esperar en un período de construcción corno en el Canal de Panamá. La mortalidad no refleja forzosamente la frecuencia de las enfermedades económicament,e más importantes, como sucede con el paludismo. En las investigaciones del autor en los países cercanos al Mar de los Caribes, ha descubierto las siguientes cifras de frecuencia del paludismo : Tela (Honduras), en 1936, 23.9; en 1927, 24.3; y en 1928, 18.6; en Trujillo (Honduras), 21.0, 33.5 y 35.0, respectivament#e; en Chiriquí (Panamá), 26.7 en 1927 y 35.6 en 1928; en Costa Rica, 29.5 en 1926, 34.9 in 1927, y 19.0 en 1928; en Colombia, 21.0, 21.3 y 15.2, respect,i- vamente; en Guatemala, 40.1 en 1926 y 27.6 en 1928; en Qlmirante (Panamá), 27.1 en 1926, 21.9 en 1927, y 22.9 en 1928; en Preston (Cuba), 34.8 en 1926 y 24.2 en 1927; y en Banes (Cuba), 35.9 y 24.3, respectivamente. En Haití, el coeficiente es más o menos el mismo que en tierra firme, y en Jamaica, en los peores focos llega a 15 por

66 Valtis, J., Markianos, J.: Gaz. Hôp. 103: y 301 (fbro. 26) 1930, 67 Wilson: Lepr. Rev. 1: 20 (ab.) 1930. 68 Clark, H. C.: Sur& Gymc. & Obs. 50: 329 (eno.) 1930.

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cient,o. Al calcular la hemoglobina en 5,501 personas, se deswbrió un índice de 30 por ciento en 0.23 por ciento; de 40 por ciento en 0.67 por ciento; de 50 por ciento en 2.9 por ciento; de 60 por ciento en 18.3 por ciento ; de 70 por ciento en 41.3 por ciento; de SO por ciento en 29.1 por ciento; de 90 por ciento en 7.4 por ciento; y de 100 por ciento en 0.09 por ciento. Es difícil hacer comprender, a menudo hasta a los médicos locales, cuánt,o paludismo queda aún por tratar, y cuántos individuos son portadores que revelan muy pocos o ningunos síntomas. En 126 campamentos de trabajadores en tres zonas, había 26 casos de paludismo en los hospitales. En 24 de esos campamentos, el autor descubrió 555 parasitizados, y 137 de ellos tan intensamente como los 26 casos hospitahzados. La tolerancia es marcada en esas razas, pero el paludismo cobra su tributo en mayor o menor grado a todos los individuos afectados. Para Clark, a pesar del papel trágico desem- peñado en el pasado por las epidemias de fiebre amarilla y peste, el paludismo ha sido y es todavía el gran problema económico de las costas de los trópicos.

San Cayetano, Colombia.--En agosto de 1928 se denunció de San Cayetano el hecho de haberse presentado 9 defunciones con caracteres fulminantes, a consecuencia de una enfermedad extraña.5g Una investigación realizada por Patiño reveló que se trataba de formas gastrointestinales, muy malignas, de paludismo pernicioso. El 23 de agosto, el Director Nacional de Higiene creó una campaña anti- palúdica en dicha región, poniendo a Patiño a dirigirla. Las pobla- ciones de San Cayetano y Zulia y los caseríos cercanos, están situados al occidente de la ciudad de Cúcuta, a una altura de 238 a 300 metros sobre el nivel del mar, y con temperaturas medias muy altas. Son focos palúdicos, donde con frecuencia se presentan brotes epidémicos de suma gravedad. En las dos escuelas de la población el porcentaje de niños palúdicos fué de 25 a 32 por ciento. En los meses de julio y agosto la mortalidad palúdica fue c.asi de 50 por ciento, descendiendo a 0 en el mes de la campaña, pero al suspenderse ésta, volviendo a subir a 50 por ciento. En la primera inspección de los domicilios el índice larvario era de 70 por ciento. Los criaderos quedan en los domicilios en los árboles de totuno, los rodetes de las plantas de los jardines, y vasijas de agua, y otros son rurales: en los charcos y lagune- tas para cerdos, potreros, tomas de regadío, y caños y cienegas. A 351 personas se les suministró tratamiento. El índice esplénico fué de 51.8 por ciento, y el hemoparasitario de 29.8 por ciento. El índice larvario a la t,ercera visita había disminufdo a 0 por ciento, después de llevar a cabo obras de desecación, drenaje, terraplenes y desmontes. En conjunto, se realizaron 145 exámenes de sangre en toda la región, y la infestación infantil (31.85) resultó muchísimo mayor que la adulta (14.2). aproximadamente un 62 por ciento

10 Pntiño Camargo, L.: Rep. Med. & Cir. 21: 5 (eno.) 1930.

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eran portadores de Plasmodium vivax, 29 por ciento de P.falciparum, y 9 por ciento de mixtos, sin encontrarse en ninguno el P. makriae. En 752 enfermos de toda la región, el coeficiente esplénico varió de 82 a 42.8. El distrito puede ser considerado fácilmente saneable de paludismo, por la naturaleza de los terrenos. Es de capitalimportancia el saneamiento de la zona, para consolidar la obra realizada en la ciudad de Cúeuta, prácticamente exent,a de mosquitos (Cúcuta es el puerto obligatorio del interior del país), y para iniciar allí la gran campaña nacional contra el paludismo.

,

La quinina, del Estado en el Ecuador.-Espinoza Tamayo 6o afirma que el paludismo es una de las enfermedades más graves que azotan a las regiones del litoral ecuatoriano y algunos valles cálidos de la sierra. Por esa razón, recomienda a los poderes públicos el establecimiento del monopolio y estanco de la quinina por cuenta del Estado, para venderla a precios bajos o repartirla gratuitamente. Agrega que en la Argentina existe el mismo proyecto, importando la sustancia de Bolivia para más tarde cultivar la planta en el país. 61 En el Ecuador es más fácil realizar el proyecto, pues el país produce las mejores variedades de quinina (Cinchona succiruba y Cinchona cocicnea o rubra), aunque no cultivadas, pero que contienen suficiente alcaloide (alrededor de 1 por ciento) para servir a la extracción. Para la organización del estanco, bastaría prohibir la exportación de la corteza de quina y establecer en Puerto Bolívar y Guayaquil oficinas encargadas de comprarla. En la actualidad, es mínima la cantidad exportada (unos 80,000 kilos anuales por un valor aproximado de $90,000), comparada con la que puede producir el país. Luego se establecería la fábrica en Guayaquil, por ser un lugar estratégico para recibir la materia prima y repartir el producto. Por ahora se podrían tratar unos 200,000 kilos de corteza al año, que darían unos 2,000 kilos de quinina, que importados corno sulfato, representarían unos $160,000 anuales. El costo de la fábrica vendría a ser a lo mas de $100,000.

Esplenomegalia en Guaya+.-Tras la observación de unos 5,000 casos de paludismo en el Hospital General de Guayaquil, Valenzuela 62 declara que la distribución de los varios hematozoarios en su país es más 0 menos ésta: Plasmodium praecox (falciparum) puro, 50 por ciento, y asociado, 10 por ciento; P. vivaz, 22 por ciento; P. malariae, 6 por ciento; P. vivaz y P. malariae asociados, 4 por ciento. En la estación lluviosa la proporción del P. praecox es todavía mayor, en tanto que disminuye en la seca; pero las cifras ant,eriores representan el promedio. El falciparum es el más resistente a la quinina. El autor lo ha encontrado con relativa facilidad en la sangre, sobre todo en la gota gruesa, y para él, el P.fa,lciparum y el P. malariae son más difíciles

60 Espinoza Tamayo, L.: Ecuador Agríe. 2: 397 (dbre.) 1929. 61 Vhse tambih el BOLETÍN de enero, 1930, pp. 24-25. 62 Valenzuela, M. A.-J.: Notes sur la significetion des splénomégalies dans les pap chauds üun. 30) 1929.

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de encontrar en esos casos. El dolor, ya espontáneo o provocado, del bazo, posee grandísimo valor por presentarse mucho más temprana- ment’e que la esplenomegalia; pero por desgracia, en los accesos perniciosos convulsivos o comatosos, tan frecuentes en la malaria tropical, no es siempre fkil buscar un signo subjet’ivo de ese género. En cambio, en las fiebres entéricas la palpación del bazo es más tardía, después de una semana en la mayor parte de los casos, y el órgano es mucho menos sensible, de no haber allí una localización inflamatoria del bacilo causante. El signo de Pagniello es menos constante en los casos crónicos que en los primarios y agudos, pero se encuentra en 90 por ciento, sobre todo cuando hay una recrudescencia febril. Para la esplenomegalia sin hepatomegalia, ictericia o ascitis, las cifras fueron éstas en los casos del aut,or: esplenomegalia que desapareció comple- tamente tras la quininot’erapia, 74 por ciento; esplenomegalia muy grande, que no desapareció, pero sí se atenuó tras la quininoterapia, 8 por ciento; total de esplenomegalias palúdicas, 82 por ciento ; espleno- megalias sifilfticas, 12 por ciento; esplenomegalias provenientes de otras causas, como tuberwlosis, abscesos y leucemia, 4 por ciento; y esplenomegalias de origen indeterminado, 2 por ciento. Como se verá, 66 por ciento de las esplenomegalias no palúdicas son sifilíticas. Para el autor, cuando se generalice la Wassermann cefalorraquídea, se encontrará más frecuentemente la sífilis esplénica. En el pafs, a pesar de la abundancia de sífilis, la parálisis general y la tabes son sumamente raras, y en los palúdicos esplénicos crónicos la parasífilis, las encefalopatías, los aneurismas, y en general las manifestaciones viscerales de la sífilis, casi excepcionales.

Cambio de estacionea en El Salz,ador.-Para poner en evidencia el influjo de la salida del invierno sobre el paludismo, Dfaz Nuila 63 publica algunos datos obtenidos de enfermos hospitalizados en el Hospital de Niños Benjamin Bloom. De los 51 enfermos del servicio de medicina, 20, es decir 40 por ciento, estaban atacados de paludismo, y 16 de éstos tenían el bazo hipert,rofiado y 17 acusaban fiebre. El

’ hematozoario también fué encontrado en 17, siendo en 16 Plasmodium fakciparum y sólo en uno P. vivax. El paludismo, a pesar de ser endémico en El Salvador, sufre a la salida del invierno, es decir en diciembre, una activa recrudescencia.

Santa Cruz, Is1a.s I,Tírgenes.-Además del problema uncinárico crea- do por la inmigración de los puertorriqueños en Santa Cruz (véase el BOLETfN de junio, 1929, p. 587), surgió también un problema palúdico.a4 Antes de eso, los casos en la isla eran esporádicos y muy alejados. Poco después de llegar los puertorriqueños, comenzó a aparecer una serie de casos de paludismo en los indígenas. Hoy día todos los puertorriqueños que llegan al hospital son examinados en

,

oa Dlaz Nuila, N : An. Hosp. Benj. Bloom 1 64, 1929. 04 Hayes, T. H.: U. S. Nav. Med. Bull. 28:194 (eno.) 1930.

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cuanto al paludismo, y todos los que revelan parásitos trat,ados a fondo y mantenidos en observación después. Después de eso, se realizó un estudio a fin de eliminar posibles criaderos de mosquitos. En la isla se han encontrado los siguientes mosquitos: dnopheles albi- manus, A. grabhamii, Culez quinquefasciatus, Aedes aegypti, Aedes porto- ricen&, Uranotoenia socialis, y Anopheles tarsimaculata. El A. albi- manus está reconocido como el vector palúdico por excelencia. En Puerto Rico se ha demostrado que el A. albimanus y el A. grabhamii prefieren la sangre de los animales inferiores, en particular, bueyes y caballos, a la del hombre, y así se ha confirmado también en Santa Cruz. Mientras mas se estudian los tres mosquitos predominantes en las Islas Vírgenes, mejor se comprende el perfecto conocimiento que poseen de los hábitos humanos. El Aedes aegypti, está al tanto, casi increíblemente, de los movimientos diarios alrededor de una habitación humana, escoge los receptáculos que guardan agua más tiempo y los sitios que retendrán seguramente agua, y revela de muchos otros modos un juicio admirable en lo tocante a completar el desarrollo de un máximum de huevos. En San Tomás el pro- blema es muy distinto que en Santa Cruz, pues no existe una vasta zona rural, ni hay corrientes de agua tan largas. En San Tomás, el Anopheles grabhamii resultó ser más frecuente que en Santa Cruz, pero el A. albimanus también fué el anofelino predominante. Ade- más de los peces larvífagos, deberían buscarse otros enemigos naturales del mosquito, y probar por ejemplo, el alga australiana, y otras plantas como lemnas y ciertas derris. Otros insectos como disticidas e hidrofilidas, quizás también ayudarán. En algunas zonas se necesi- tará petróleo, aunque en Puerto Rico lo han abandonado en favor del verde de París mezclado con polvo del camino (1 por ciento). Por supuesto, hay que destruir o cubrir todos los posibles criaderos, y en particular los pequeños. Con respecto a telas metálicas, la más eficaz es la No. 16.

Guatemala.-Como uno de los puntos del programa de prevención de la malaria que ha implantado la Dirección General de Salubridad Pública de Guatemala, se están estableciendo estaciones antimaláricas en las zonas del país más azotadas por el paludismo. También ya se encuentra funcionando la nueva Oficina de la Quinina del Estado. (Nota del Dr. Luis Guitán, Director General de Salubridad Pública.)

Campaña en Tampico.-El 26 de enero de 1929 tomó posesión del cargo de Jefe del Servicio Antilarvario en Tampico el Dr. G. Ormae- chea, quien procedió a dividir la ciudad en 3 distritos y 35 zonas, para controlar mejor la inspección del servicio domiciliario contra fiebre amarilla. Una vez organizado el servicio antiamarílico (petroliza- ción), reorganizó el de paludismo y de saneamiento rural, colocándolos bajo un inspector general. Una vez iniciadas las dos campañas, el jefe dedicó su atención a extinguir los grandes criaderos de anófeles,

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usando para el caso medios radicales. A las márgenes de la laguna del Chairel se construyó un muro de 450 metros de largo, por 3 de altura y 5 de ancho, a fin de sanear una extensión de 20,000 metros cuadrados en dicha laguna. A las márgenes de la laguna del Carpin- tero, rellenáronse 3 calles casi en el centro de la ciudad, en una exten- sión de 4,000 metros cuadrados, haciendo así desaparecer inmensos pantanos. En los bajos de la Colonia El Aguila y también en las márgenes de la laguna del Chairel, se rellenó y canalizó una extensión de 50,000 metros cuadrados, saneando así dicha parte de la ciudad. En okas partes junto a la laguna, efectuáronse obras de canalización y rellenos, y en el resto de la ciudad construyéronse 250 canales de desagüe en los sitios pantanosos. El desmonte efectuado puede ser apreciado en 1,500,OOO metros cuadrados. Durante el año el total de casas inspeccionadas por el Servicio Antilarvario contra la fiebre amarilla llegó a 1,611,306, y el índice estegómico al cerrar el año era de 0.03 por ciento. El total de charcos petrolizados fué de 79,332, y el petróleo gastado ascendió a 274,145 litros. Con el objeto de intensificar la campaña en el interior del Estado de Tamaulipas y contando con el apoyo del gobernador, invitóse a todos los president,es municipales a establecer servicios ant(ilarvarios, a lo cual todos con- testaron de conformidad. En la capital del Estado cuéntase con un buen servicio antilarvario costeado por el gobierno en cooperación con la Jefatura Antilarvaria, y el total de casas inspeccionadas durante el año llegó allí a 160,000, habiéndose extinguido 1,005 criaderos estegómicos. Para el año entrante espérase poder extender el Servicio Antilarvario a todos los municipios del Estado. (Informe Anual del Dr. G. Ormaechea, Jefe del Serv. Antilarvario, Tampico, dbre. 31, 1929.)

En el año 1929-30, se inspeccionaron 1,787,688 casas, con un índice estegómico de 0.02 por ciento; 71,996 charcos y 7,497,280 depósitos de agua. Las obras ya alcanzan una extensión de 435,000 metros cuadrados. En el Chairel las obras verificadas representan un valor ma.yor de 100,000 pesos. En 1929 se gastaron 110,000 pesos, o sea 40,000 menos que en 1928, y el total pasa de 400,000 pesos. En 1925 hubo 150 defunciones de paludismo; en 1926, 216; en 1927, 303; en 1928, sólo 187; en 1929, 198; y en junio de 1930, sólo 5. Con las obras radicales efectuadas espérase una disminución aún mayor. Mww!o, mzo. 10, y jul. 13, 1930.)

(El * I

BoZkrr.-Benarroch65 realizó una investigación del paludismo en el Estado Bolívar, de Venezuela. Verificó 400 hemanálisis y 490 deter- minaciones del :ndice esplénico. El paludismo se halla distribuido muy irregularmente en el Estado, sólo alcanzando intensa endemicidad en la pequeña región de San Félix. No se halló en Ciudad Bolívar ni en Upata. Las otras poblaciones están medianamente infect,adas.

0s Benarroch, E. 1.: Reimpreso de Cult. Ven., No. 98 (obre.) 1929.

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Se encontraron 5 especies anofelinas; 3 de ellas del subgénero Nysso- rhynchus y 2 del subgénero anopheles, a saber: Anopheles tarsimacula- tus, A. albitarsis, A. argyritnrsis, A. pseudopunctipennk, y A. apici- macula. Las dos primeras fueron las más comunes. De los hemaná- lisis, 6 por ciento fueron positivos, y de los exámenes esplénicos, principalmente en niños, 14 por ciento.

España.-En España las defunciones por paludismo hsn descendido de 9.7 por 100,000 en 1920, a 3.3 en 1928, o sea de 2,025 a 736. Con

i el fin de intensificar la lucha antipalúdica, en el último presupuesto se consignan para ello unas 500,000 pesetas. Se dedicarán 46 médicos a la campaña, y se dedicará también a ésta el superávit del presupuesto último, que se elevó a 450,000 pesetas. Un real decreto de fecha re- ciente obliga a los propietarios de fincas a realizar, a su costa, el sanea- miento antipalúdico bajo la dirección técnica de la Comisión Central de Trabajos Antipalúdicos, y recabando el auxilio del Estado si no pudieren sufragar los gastos. Además, se establece un enlace entre los ministerios de Gobernación y Fomento para que el primero indique, y el segundo obligue a realizar, trabajos antipalúdicos en las zonas actualmente en preparación para el regadío.

AMaya.--Watson 66 calcula que el paludismo representa para el

, Imperio Británico un costo total de $240,000,000 a $280,000,000. Los drenajes extensos corno medida antianofélica fueron iniciados en Malaya en 1901, o sea 3 años después de hacer Ross su descubri- mient,o, limitándose al principio a las ciudades, pero luego (1905) estendiéndose al campo. La quininización fué abandonada en favor del llamado control biológico, que ha sido aplicado con todo éxito. (Por control biológico se sobreentiende el mantenimiento o creación de condiciones que impidan la cría de los mosquitos malaríferos, mediante la aplicación de los conocimientos biológicos que poseemos.- RED.) El autor declara que en la campaña contra la fiebre amarilla en Cuba, los americanos en 1901 extinguieron de paso algún paludismo. (En Cuba, como consta en la hteratura, las obras palúdicas fueron emprendidas absolutamente por separado de la campaña contra la fiebre amarilla, y sólo hubo entre ambas el contacto que es de esperar cuando se combaten enfermedades transmitidas por el mosquito.- RED.)

Infecciones secundarias.-Trigueros 67 sostiene que en los casos de fiebres palustres remitentes, prolongadas y rebeldes a la quinina hay, además de la infección palúdica, una infección secundaria que no es tributaria de la quinina, pero que cede al yodo y los fermentos metá- licos. Cita algunos casos en prueba de ello. Para el autor, la anemia de los uncináricos no solamente se debe a ese parásito, sino también al hematozoario. (Véase el BOLET~W de enero, 1930, página 35.)

66 Watson, M.: Jan. Trop. Med. & Hyg. 32: 337 (dbre. 2) 1929.

61 Trigueros, G.: Salvador Méd. 8’ 10 (sbre..obre.) 1929.

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A consecuencia de los terremotos se present,aron algunas epidemias en San Salvador, sin falt,ar la del paludismo, y la Cruz Roja Salva- doreña fundó un dispensario infantil, a cuyo frente fué puesto el autor. Observó allí una estrecha asociación entre los dos parasitismos citados. En muchisimos niños con manifest’aciones uncináricas y ninguna febril, al ceder la uncinariasia al tratamiento aparecían fuert,es fiebres con características palúdicas que cedcan perfec,tament’e a la quinina. También hay neurosis en que parece influir directament,e el paludismo. En El Salvador, como en otras partes, los port,adores del virus son en gran parte los niños y la lucha antipalúdica debe dirigirse a ellos. En varias ciudades de El Salvador hay magníficos edificios que no con mas que receptáculos lujosos de zancudos. Para emprender la

’ campaña antipalúdica hay urgente necesidad de conocer primero el indice endémico determinado por el esplénico o el parasitario en menores de 5 años. Para el autor, la lucha antipalúdica sin la quinina del estado es una utopía. (Véase el BOTJTÍY de enero, 1930, paginas 24-25 .)

Infancia.-Funes 6s estudia 67 casos de paludismo infantil. La fiebre fué intermitente cotidiana en 33, remitente en 12, apirética en 7, intermitente terciana en 4, irregular en 4, continua en 3, leve en 1, e intermitente remitente en 1. En 60 casos se buscó la esplenome- galia, encontrándose en 51. De los 9 no palpables, en 4 se encontró el hematozoario en la sangre periférica. De 32 casos en qrre se examinó el hígado, en 12 era palpable patológicamente. Hubo espleno y hepatomegalia concomitantes en 10 casos; espleno sin hepatomegalia en 15 ; y hepato sin esplenomegalia en 2 casos. De 35 exámenes de sangre, 19 (54.2 por ciento) fueron positivos. De 40 ninos en que se practicó la cutirreacción con tuberculina, resultaron positivos 9.

Accidente del tra,bajo.-Como resumen de su trabajo, Hernández Donayre Gg sostiene las siguientes conclusiones: 1. Las enfermedades profesionales deben ingresar al contenido sustantivo de la legislación social, constituyendo junto con la ley de accidentes del trabajo, la legislación del riesgo profesional. 2. Debe reconocerse al paludismo, en las zonas agrícolas, como enfermedad profesional y calificarlo como entidad indemnizable. 3. El seguro de enfermedad cubriría los riesgos de esta endemo-epidemia, en las zonas palustres. 4. La ley que determine al paludismo como accidente del trabajo debe salva- guardar el interés del asalariado, del lat,ifundista y del Estado. 5. Convendría crear un impuesto sanitario para la agricultura, a fin de que represente la contribu&ón patronal en defensa del obrero contra cl paludismo.

Quininización y e.jercicio.-En la Argentina, la Quinta División del Ejército, constituída por las provincias de .Juj~ry, Salta, Tucuman,

08 Funes. A. G.: hn. Hosp. Benjamín Bloom 1: 45, 1929 60 tiernández Donayre, P.: Crón Med. 47: 153 (mayo) 1930.

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Catamarca y Santiago del Estero, está comprendida en la zona palú- dica. Fundándose en sus observaciones en los conscriptos, López 7o declara que, en todo joven de dicha zona, ya sea o no el hemanálisis positivo en cuanto a paludismo, siempre que se presenten sínt,omas sospechosos, si desea dedicarse al ejercicio físico, hay que mostrarse alerta, examinando con cuidado .y atención el estado de los pulmones. De ser negativo ese examen, debe administrarse quinina para que el ejercicio resulte saludable y la capacidad pulmonar aumente y con- tribuya a despertar la robustez. En dicha división militar la quinini- zación obligatoria ha resultado eficacísima en ese sentido.

Idiosincrasia a la quinina.-En un caso de idiosincrasia quinínica en uno de los autores 71 observóse que tenían lugar varios cambios en la molécula. Esa idiosincrasia puede extenderse a otros alcaloides levógiros, tales como la etilhidrocupreína y la cinconidina, pero no forzosamente a sus isómeros dextrógiros como la quinidina, la opto- quidina y la cinconina. Esto reviste importancia en el tratamiento, pues de haber idiosincrasia a la quinina, pueden emplearse los últimos. Una reacción de Boerner positiva probablemente indica una adminis- tración tormentosa de quinina. Un resultado negativo no excluye la posibilidad de urticaria.

Administración rectal de la quinina.-Los Rigby 72 recomiendan el goteo rectal para administrar la quinina en ciertos casos de paludismo. Disuelven 2 gms. de sulfato o clorhidrato en 1,000 CC. de suero fisio- lógico, e inyectan la solución en el transcurso de 24 horas. También han probado la disolución de la quinina en agua destilada con la adición de dextrosa, lo cual posee la ventaja de que el azúcar nutre al enfermo. El goteo rectal, además de permitir administrar la quinina, constituye un buen modo para suministrar líquido a un enfermo deshidratado.

Plasmoquina y quinina.-Sinton y sus colaboradores 73 advierten que no debe utilizarse la plasmoquina más que bajo vigilancia médica, y tampoco más que combinada con la quinina. La dosis de ésta no debe ser menor de 1.25 gms. diarios. El trat,amient#o continuo con plasmoquina combinada con quinina, logra más curaciones perma- nentes que las dosis mayores interrumpidas. No debe administrarse la plasmoquina a más de 0.04 gm. diarios, y quizás ni a más de 0.03 gm. Una serie prolongada de tratamiento con dosis pequeñas de plasmo- quina parecería ser mejor que una serie cort,a con dosis mayores. A la menor sospecha de toxicosis, debe suspenderse la plasmoquina. Precisa la mayor cautela si hay lesiones hepáticas, renales, o circu- latorias, y lo mismo si exist,e anemia 0 extenuación.

70 López, J. A.: Semana Méd. 37: 248 (eno. 23) 1930. 71 Damon, W. T., y Garbade, F. A.: Jonr. Am. Med. Assn. 94: 704 (mm. 8) 1930. 72 Rigby, H. C., y Rigby, C.: S. C. Med. Assn. Jour 25: 579 (dbre.) 1929. il Sinton, J. A., Smith, S., y Pottinger, D.: Indian Jour. Med. Res. 17: í93 (eno.) 1930.

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Para Smith,74 en Africa la plasmoquina a dosis pequeñas (0.04 gm. diarios) administrada continuamente durante 21 días junta con quinina, es el mejor trat’amiento para la terciana benigna. Sin embargo, el margen de seguridad que separa la dosis terapéut,ica de la tóxica es sumamente pequeño, y no se debe expedir el medica- mento para empleo general hasta probarlo más tiempo. De todos modos, la vigilancia médica diana es de rigor en los enfermos que reciben plasmoquina.

Cacodilato sódico.-Los autores, 75 que ejercen en Macedonia donde abunda el paludismo crónico y maligno, después de ver fracasar la quinina, ensayaron sin resultado las inyecciones intravenosas de neosalvarsán. Después probaron, por la misma vía, el cacodilat,o sódico a dosis de 0.50 a 1 gm. Durante los diez primeros días de tratamiento, administraron de 1.5 a 2 gms. de quinina por vía bucal. Un tratamiento terminó, no solamente los accesos, sino también la esplenomegalia y la enfermedad. Ya han trat’ado así centenares de casos durante diez años. Primer día: 0.50 gm. de cacodilato intra- venoso, un miligramo de estricnina subcutáneo y 1.50 gms. de quinina bucal; segundo día y hasta el séptimo, 1 gm. de cacodilato, 2 miligramos y hasta 5, de estricnina y la misma dosis de quinina. De no haber accidentes, el séptimo día se aumenta el cacodilat,o a 1.50 gms. La serie comprende, pues, de 15 a 18 gms. de cacodilato. Después de un descanso de 10 días comienza otra serie idéntica a la primera, seguida de un reposo de 20 días. La tercera serie, si es necesaria, va seguida de un mes de reposo, y por último, de la cuarta serie. En 3 a 5 por ciento de los enfermos, tras la quinta o sexta inyección de cacodilat’o, se present’a una erupción generalizada, acompañada de hinchazón facial, y en 10 a 15 por ciento, diarrea. Esos accidentes obligan a suspender el tratamiento hasta que desa- parezcan.

Cacciapuoti ‘13 ha probado el método de los Apostolon deduciendo que no puede suplantar a los salvarsanes en la terciana benigna, pues el último es un verdadero plasmodicida, y el cacodilato no. Siu embargo, el cacodilat’o resulta excelente en el paludismo crónico.

Tratamiento de la$ebre hemoglobinúrica.-Según Harper,77 la quinina es curativa en la fiebre hemoglobinúrica, pero muy pocos médicos comprenden bien la dosificación y duración del t,ratamiento. Para él, la fiebre hemoglobinúrica es una t,oxemia palúdica producida por la muerte del parasito, que sobreviene cuando la toxina producida es mayor que la que pueden eliminar los emunctorios. -41 principio de la fiebre hemoglobinúrica no debe administrarse quinina. Los en- fermos no deben ser mudados de sit’io. En el acto debe administrarse

7* Smith, S.: Jour. Roy. Army Med. Cps. 53: No. 3 (sbre.) 1929 ‘5 Apostolon-Ullmann, R., y Apostolon, 0.: Presse Med. 37 (apto. 31) 1929. 70 Cacciapuoti, 0.: Riforma Med. 46: 452 (mzo. 24) 1930. 77 Harper, J.: So. Afr. Med. Assn. Jour. 3: 707 (dbre. 28) 1929.

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un buen purgante y limpiarse bien el recto; luego adminístrese por vía rectal medio litro de suero fisiológico y repítase cada 4 horas hasta que se aclare la orina; aplíquense fomentos a los riñones y cúbrase bien al enfermo con mantas. Puede administrarse agua de cebada y leche en abundancia, y si lo hay a mano, algún champaña helado. Para combatir los vómitos da resultado un sinapismo en el estómago. Si hay anuria, se han obtenido magníficos resultados con exametilena- mina.

Para det,erminar la utilidad de la plasmoquina en la hemoglobinuria, Torrioli 78 estudió su efecto en el suero sanguíneo de loe hemoglobi- núricos. Preparó dos series de 10 tubos cada una. En. los de la pri- mera colocó 20 gotas de plasmoquina en solución del 1 a 0.10 por ciento y dos gotas de suspensione!: de hematíes de palúdicos. Después de 5 minutos de calefacción en la estufa a 37’ C. agregó dos gotas de suero hemoglobinúrico. En la segunda serie hizo lo mismo, pero en vez de plasmoquina, agregó clorhidrato de quinina. Coloc ambas series en la estufa a ~7~ C. y observó la hemolisis cada 10 minutos. Juzgando por sus resultados, declara que la plasmoquina es inocua en la hemoglobinuria quinínica si se toma después de terminar el acceso. /

Riddau ig comunica un caso de fiebre ícterohemoglobinúrica, que se curó con la plasmoquina simple, sin ningún otro remedio. Ya ha observado 4 casos de graves trastornos hemorrágicos postquinínicos, entre ellos uno hemoglobinúrico, todos los cuales se curaron con la plasmoquina. Para el autor, la etiología de la fiebre hemoglobinúrica se liga con dos factores : malaria y quinina, y el mecanismo de un shoclr anafiláctico. La plasmoquina ya ha demostrado su eficacia contra dicha fiebre en forma de inyecciones, truncando en brevísimo tiempo los accesos, siendo superior a todos los medicamentos utilizados hasta ahora, y obrando no sólo sobre la fiebre, sino sobre el índice parasitario y el bazo.

En la Clínica Médica de Roma de 1919 a marzo de 1929 han es- tudiado 8o 20 casos de hemoglobinuria en palúdicos, siempre secundaria a la ingestión de productos quininkeos (17 al bisulfato de quinina, 2 al sulfato de quinidina y 1 al sulfato de cinconina). No se pudo establecer cuál fué la dosis mfnima de quinina que produjo la enferme- dad, pero una vez había sido casi seguramente provocada por la ingestión de 0.50 gm. de quinidina, suministrados en 2 dosis iguales. La pesquisa del parásito indicó que 4 veces se trataba cie terciana benigna, 8 de terciana maligna, y 8 veces resultó negativa, pero pudo clfnicamente corroborarse que se trataba de formas mixtas o de ter- ciana maligna. Entre los 20 hubo 6 muertes, o sea una mortalidad

78 Tomoli, M.: Policlinico 36: 1311 (sbre. 16) 1929.

79 Biddau, 1.: Riv Mal. 9: 53 (ena-fbro.) 1930. 80 Liverani, E.: Riv. Malar. 8: 674 (nbm-dbre.) 1929.

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de 30 por ciento. Como criterio pronóstico, bien poco valen la ini- ciación y duración del acceso. El médico debe concentrar toda su atención en el estado renal. Otros elementos pronósticos son: el estado sensorial y la azoemia. La última no sobrepasa 1 por 1,000 si el caso no es grave. En efecto, todos los que murieron acusaron cifras de 2 por 1,000 ó más. El proceso hemolítico en la hemoglobinuria quinínica parece hallarse íntimamente ligado con una hemolisina existente en el suero, una propiedad de los glóbulos rojos maláricos y el alcaloide. La unión de esos tres factores puede producir la enorme destrucción de hematíes, y quizás también intervengan ciertos factores individuales: el uso prolongado de la quinina, la repetición de los accesos y de los daños del parásito palúdico, y quizás más del .faEciparum. La terapéut’ica debe ser sintomática, y si algunos enfer- mos toleran mal las dosis pequeñas de quinina y quinidina, es preferible atenerse en ellos a la cinconina que resguarda mejor contra la repeti- ción de la hemoglobinuria.

C[edrina.-Nauck y Picado T.81 estudian las propiedades de los granos de Simaba cedrón, árbol de la familia de las simarubáceas, que abunda en las costas del Pacifico de Centroamérica y Colombia, en donde los campesinos emplean las semillas contra las calenturas y las mordeduras de culebras. Picado hizo el estudio experimental con un extracto alcohólico desecado, comprobando la facultad anti- tóxica contra el veneno de cobra. Después, los autores estudiaron la acción antipalúdica. Obtuvieron por fin un glucósido, “cedrina,” que diluído al 10 por ciento y esterilizado en el autoclave, fué empleado por ellos experimentalmente in vitre e in aico en los animales de laboratorio y en el hombre. Deducen que la cedrina a ciertas dosis es una sustancia tóxica que obra probablemente por lesiones centrales, sin producir lesiones apreciables sobre los órganos parenquimatosos o el aparato digestivo. En los envenenamientos crónicos, observaron degeneraciones de menor grado en los riñones. En el hombre notaron muchas veces cilindruria, por lo cual prefieren comenzar con dosis pequeñas que aumentan gradualmente, analizando todos los días la orina. Los parásitos palúdicos desaparecieron casi siempre tras algunos días de tratamiento, y la fiebre después de las primeras 3 ó 4 dosis. Hubo algunas recidivas parecidas a las que se observan con la quininoterapia. El medicamento es bastante bien t’olerado, salvo por malestar o vómitos. De las distintas vías, hay que descartar la digestiva por ser el medicamento mal tolerado así. Prefieren, pues, las inyecciones subcutáneas, intramusculares o, de preferencia, intravenosas, que son bien t,olerada.s hasta dosis cotidianas crecientes de 1 a 6 CC. de la solución al 5 por ciento. Publican 17 historias clínicas de palúdicos tratados con ese método.

81 Nnuck, E., y Picado T , C.. Rw. MEd. Lat.-Am. 15: 80 (dbre.) 1929

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Ilesurrollo de los parásitos en el mosquito.-King 8z estudió los efectos nocivos del parásito palúdico sobre el mosquito. Distinguió muy poc,a nocividad, pues de 145 mosquitos casi muertos al disecarlos hubo muy poca diferencia en el promedio de vida de los infectados y los otros, siendo de 16.5 dfas para los primeros y 15.2 para los últimos. Tampoco notó marcada disminución de la vitalidad en los más infectados. El tiempo necesario para el desarrollo completo de los parásitos en los anofelinos es por lo común de ocho a nueve días, pero varía según la temperatura. En los experimentos del autor el período más breve desde la ingestión de la sangre a la invasión ,esporozoitaria de las glándulas salivares fué 12 dfas con parásitos estivoautumnales a una temperatura media de 26’ C., y 14 dfas con parásitos tercianos a una temperatura media de 23’ C.

La reactil~ación, como gufa en el pronóstico.-Chantriot 83 ha aplicado en 8 casos de paludismo un principio semejante al utilizado en la reactivación de la sífilis. Sin embargo, hay que comprobar la hiper- termia por medio de hemanálisis, para que no se deba a la medicación. El autor prosigue sus inve.stigaciones del valor de esa reacción como prueba terapéutica y pronóstica.

Estudio de In terciana benigna experimental.--De su estudio clínico y experimental realizado en Tacna, García Valenzuela 84 deduce que el período de incubación de la terciana benigna experiment,al en la neurosífilis varía según la vía de inoculación empleada: ll a 12 días para la subcutánea (7 casos), 9 a 10 para la intramuscular (7 casos) y 7 a 8 para la endovenosa (5 casos). Durante la incubación es posible observar hipotensión arterial y monocitosis. El Plasmodium &XZX es identificable, durante la incubación, en la sangre periférica más precozmente de lo que en general se cree, aún sin acudir a métodos de concentración (gota gruesa). Existen diferencias entre el acceso febril de una terciana natural y artificial, principalmente en lo que se refiere a sensaciones subjetivas durante el escalofrío (entumecimiento menor) y a la forma en que se hace el descenso al final del acceso (seudolisis). La esplenomegalia es un síntoma frecuente, ya desde el tercer y cuarto acceso así como las com- plicaciones hepáticas, de intensidad variable. La terciana benigna inoculada es capaz de despertar una tuberculosis pulmonar latente. Un cuadro hematológico único no e‘nste en la malaria experimental. La fórmula leucocitaria ofrece numerosas variaciones, estrechamente ligadas a la curva térmica. Las fases de defensa y curación de Schilling se encuentran muy frecuentemente fusionadas. En la apirexia del paciente existe siempre monocitosis. La terciana benigna inoculada con fin terapéutico es extremadamente sensible al tratamiento y no en pocos casos tiene tendencia a la curación

52 King, W. V.: Am. Jour. Hyg. 10: 5ûO (nbre). 1929. 83 Chantriot: Pa& MGd. 2: 466 (nbre. 30) 1929. 6’ García Valenzuela, René: Contrib. Estudm Terc. Ben. Exper. (obre. 30) 1929.

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esponthnea. Se cree que esta benignidad depende en gran parte de la acumulación de las reacciones inmunitarias en las inoculaciones seriadas. El P. vivaz parece ser ligeramente más sensihle a la qui- nina que a la plasmoquina. La anemia secundaria que SP produce en el curso de una malaria experimental es muy benigna. La regene- ración sanguínea es rápida y no demora nunca más de un mes. Tanto en los casos de disminución espontánea como en los de dis- minución terapéutica de los parásitos visibles en las preparaciones, el citoplasma de éstos se presenta esc,otado o fragmentado en granulos. Puede avanzarse la hipótesis de la existencia de dos razas diferentes de P. vivaz: una condrógena capaz de provocar la formación de granulaciones de Schüffner en el glóbulo rojo parasitado y otra acondrógena, incapaz de producir est’e estigma globular.

Tentativa de transmisión al mono y a los conejos.--Resumiendo sus experiencias, Marginesu 85 deduce que una simia y 3 conejos tratados con glóbulos rojos humanos hasta la producción de hemolisinas específicas en discret,as cantidades, 3 conejos pequeños de 15 dias, 3 conejos sometidos al bloqueo del sist’ema retículoendotelial, 2 conejos esplenectomizados y uno esplenectomizado y bloqueado, no revelaron formas parasitarias en la sangre circulante en un período de pocas horas a unos 20 días después de haberles inoculado, bien intraveno- samente o intravenosa y subcut8hneamente, unos 5 CC. de sangre rica en plasmodios palúdicos (P. viwr, esquizontes y gametos). La san- gre de los conejos, extraída a plazos de pocas horas y de 5 a 10 días después de la inoculación, o inyectada a 15 parahticos generales y esquizofrénicos, también resultó constantemente inactiva. El resul- tado parece demostrar que el Macucus rhesus y los conejos no se in- fectan de paludismo, y parece refutar la hipótesis de Xlesnil y Rou- baud, según la cual las hemolisinas antihumanas de esos animales favorecen la infección malárica. Estos experimentos parecen poner en duda la experiencia única de Massa.

MOSQUITOS

Antillas.-En su viaje de San Juan a Aruba, Hoffman R6 encontró en St. Thomas el Anopheles albimanus y el ,4. grabhamii, los dos anofelinos más comunes de las Grandes Antillas y en la costa el Culicoides furew. En Santa Cruz encontró un Culex. En Tórtola abundaban las larvas de A. albimanus y sitios ideales para criaderos. En San Martín encontró el Aedes aegypti en un agujero en un árbol. En San Barts tanto el Culex fatigans como el ,4edes aegypti fueron encontrados en barriles de agua. En San Kitts abundan las dos especies domésticas: Culeca fatigans y Aedes aegypti. En la parte

~3 Marginesu, P.: Riv. Malar. 8:685 (nbre.-dbre ) 1929. ~8 Hoffman, W. A.: P. R. Jour. Pub. 134th & Trop. Med. 5:357 Cmo.) 1930.