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Sobre Simón Rodríguez

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    Una idea de formacin con Simn Rodrguez1

    Licenciada en Educacin Bsica Primaria. Pontificia Universidad JaverianaMagistra en Educacin Pontificia Universidad Javeriana

    Doctorando en Educacin Universidad Pedaggica NacionalCoordinadora Colegio S.E.D.

    [email protected]

    Recepcin: 11 de Junio de 2008Aprobacin: 16 de Septiembre de 2008

    Resumen

    En este artculo se presentan algunas caractersticas de la vida del maestro Simn Rodrguez y su relacin con el discpulo Simn Bolvar, con el fin de revelar unas prcticas de formacin y algunos efectos, dos de ellos de posible utilidad para las reflexiones actuales sobre el tema. De un lado, la lectura como ejercicio para la libertad y de otro, el vnculo entre un maestro y un estudiante. Para el desarrollo de la tesis se toman como textos centrales la biografa elaborada por Alfonso Rumazo sobre Simn Rodrguez y el tomo I de las Obras completas del Maestro del Libertador.

    Palabras ClaveControl, educacin, emancipacin, estudiante, lectu-

    ra, libertad, maestro.

    1 Texto elaborado dentro del seminario doctoral Memoria y ficcin. Recorrido por Amrica Latina, dirigido por la Dra. Mara Lourdes Kory Gonzlez (Universidad de La Laguna) dentro del Doctorado Interinstitucional en Educacin, Universidad Pedaggica Nacional, semestre 1 de 2007.

    ABsTRACT

    This article shows some features in the life of Simn Rodrguez and the relationship with his disciple Simn Bolvar, in order to reveal important educational practices and some of their effects, two of them of possible usefulness in current reflections on the topic. On the one hand, reading as a practice for liberty and, on the other hand, the existing links between a teacher and his pupil. For the development of this article, two texts are taken as core documents: Simn Rodrguez biography, written by Alfonso Rumazo, and Vol.1 of Obras Completas del Maestro del Libertador (Complete Works on the Liberators Teacher).

    Key WordsControl, education, emancipation, pupil, reading, li-

    berty, teacher.

    An educational idea with Simn Rodrguez

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    LA LeCTuRA Como PRCTiCA de foRmACin

    Ensear la doctrina cristiana segn el padre Ripalda, leer y escribir letra grande y pequea, las cuatro reglas principales de la aritmtica con sus quebrados, la regla de tres con distincin de tiempo, multiplicar compuestos, las cuentas relativas a compras y ventas, la de compaa, la de testamentos o participaciones, como lo dems que toca a los ejercicios de la virtud (acta del 22 de diciembre de 1786, Ayuntamiento de Caracas). Esta poltica se aplicaba a la escuela pblica y a las pertenecientes a comunidades religiosas. La idea de la no libertad para leer de todo, de la seleccin del canon de lectura y la privacin de la alfabetidad a ciertos grupos desfavorecidos, procedi de Espaa, negando a la gente de la colonia el acercamiento a la literatura del Siglo de Oro Espaol y de la renaciente en Europa de sembrar y cosechar la libertad a travs de la lectura, en la niez e incluso en la edad universitaria.

    La lectura que se haca corresponda a un canon comn de textos conocidos, prctica que no slo se llevaba a cabo en algunos de nuestros pases sino tambin en Europa central. Se trataba de una lectura concentrada, del orden de lo pblico y lo normativo, repetitiva, en donde los agentes de autoridad poltica y religiosa elegan qu deba leerse.

    En este sentido, y desde siglos anteriores, el libro era

    un instrumento autoritario con una voluntad de

    poder impersonal. Se le tena por factor irrenunciable

    del proceso disciplinador al servicio de las autoridades

    civiles mundanas y eclesisticas2.

    Pero el siglo XVIII trajo consigo la revolucin lectora en donde se dio el paso de una lectura intensiva a otra extensiva, del lector impersonal al autnomo, de contados libros de lectura a una variedad muy extensa y ante todo, de la normatividad sobre el qu leer a la libre posibilidad de satisfacer el deseo de entretencin privada de los sujetos.3 Es decir, que a finales de este siglo la norma cultural dominante fue la lectura extensiva, con ms sentido y pasin para los lectores, quienes se multiplicaron tanto en cantidad como en calidad de lectura. Se empez a reflejar un afn intensivo de perfeccionamiento intelectual soportado en las proclamas de la razn, el humanismo, la virtud, de modo que el estatus heredado por nacimiento es sustituido por la identidad individual4, por una liberacin de la subjetividad y el deseo de comunicacin a travs de la palabra escrita.

    La lectura pasa a desempear una funcin

    emancipatoria y se convierte en fuerza productiva

    social: elevaba el horizonte moral y espiritual, converta

    al lector en un miembro til de la sociedad, le

    permita perfeccionar el dominio de las tareas que se le

    asignaban, y serva adems de ascenso social5.

    2 REINHARD, Wittmann. Hubo una revolucin en la lectura a finales del siglo XVIII?. En: Historia de la lectura en el mundo occidental. Madrid: Taurus, 2001. p. 502.

    3 Ibd., p. 499.

    4 Ibd., p. 501.

    5 Ibd. p. 502.

    No he evocado aqu ni las experiencias que contribuyeron a formarme en mi infancia y primera juventud, ni la impresin

    imborrable que me causaron los cuentos de Andersen, ni aquellas tardes en que escuchbamos cmo nuestra madre nos lea Stromtid, de

    Reuter, o nos cantaba canciones al piano, ni el culto que profesaba a Heine por la poca en que escrib mis primeras poesas, ni las horas

    apacibles y llenas de entusiasmo que, despus de salir de la escuela, pasaba leyendo a Schiller junto a un plato lleno de rebanadas de pan

    untadas con mantequilla. Mas no quiero pasar del todo por alto ciertas experiencias grandes y decisivas, debidas a lecturas que realic por

    los aos a que hemos llegado ya en este relato: me refiero a la experiencia de Nietzsche y a la de Shopenhauer.

    Thomas Mann

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    Dicha revolucin se fue filtrando lentamente en Venezuela, donde los libros empezaron a llegar y circular en forma secreta. Con las producciones francesas especialmente , los venezolanos y los americanos en general se formaron con la dinmica de la autodidaxia. Por su cuenta, a escondidas y en ocasiones en pequeos grupos, fueron leyendo y conversando lo que lean, de modo que se fueron ilustrando con las obras de Voltaire, Rousseau, y Raynal, etc. As consiguieron una visin cultural y poltica distinta a las severas limitaciones existentes en el momento. Muchos de ellos seran los precursores de la independencia de nuestros pases:

    Con esa autodidaxia valerosa fue formndose una

    cultura intelectual de tipo heroico, muy apta para el

    posterior tiranismo de la guerra de independencia6.

    Efecto de esta revolucin sern los libros y peridicos extranjeros que llegaron a Caracas, y que, frente a la prohibicin de su lectura por parte del Consejo de Indias, los Capitanes Generales y la Audiencia, sern fuente de un pensamiento nuevo para los jvenes, entre ellos el de Simn Rodrguez.

    Rodrguez, maestro de Simn Bolvar, fue conocedor del Emilio de Rousseau y, aunque le era vedado hablar directamente de libertad e igualdad y referirse a la Revolucin Francesa que acababa de producirse, con discrecin obr como un liberal al valerse de tal pensador como base para la formacin de Bolvar; y con ms atrevimiento lo hizo al proponer una reforma educativa donde todos los nios pudiesen estudiar y salir del analfabetismo obligatorio, a travs de las Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento7. Tales reflexiones, divididas en dos partes, una crtica y otra propositiva, dejan ver una idea integral de formacin que, para el ao 1794, realmente eran revolucionarias y que hoy, curiosamente, no estn lejos de los problemas y propuestas que se piensan para la escuela (e incluso para la educacin en general) en nuestro pas y dems naciones suramericanas.

    Las crticas presentadas por el maestro Simn Rodr-guez al estado de la escuela en aquel entonces, se sintetizan en seis reparos.

    1. A la escuela no se la ha dado la estimacin

    que merece, al desconocerse que todos los nios

    la necesitan para hacerlos capaces de todas las

    empresas8. 2. Pocos conocen la utilidad de la escuela,

    ya sea por temeridad o por ignorancia. Leer, escribir y

    contar son indispensables principios que dan luces

    para estudiar la Agricultura y las Artes; si algo se

    aprende bien en la primera escuela, no podr olvidarse

    jams. 3. Todos se consideran capaces de desempear

    la labor del maestro (vecinos, vendedores) pero

    slo un verdadero maestro puede ensear con cuidado

    y delicadeza al nio las primeras ideas de una

    cosa9. 4. A la escuela le toca el tiempo ms difcil en

    la edad del hombre, y el ms breve, por la demasiada

    contemplacin e indulgencia que goza en esta edad10;

    tanto la atencin por ilustrarle el entendimiento como

    por la dedicacin para el juego y las diversiones, deben

    ser asumidas por el maestro. 5. Se cree que cualquier

    cosa es suficiente para la enseanza pero es necesario

    saber leer en todos sentidos y dar a cada expresin su

    propio valor11. 6. Hay burlas a la formalidad y reglas de

    la escuela, y poco se atiende al maestro. Los principales

    obligados a la educacin e instruccin de los hijos son

    los padres12 quienes no deben recargar su trabajo al

    maestro y deben ayudarle en cuanto ste necesite.

    En contraste con ello, Rodrguez presenta su propuesta por el aumento de nmero de escuelas, el empleo de maestros autnticos, la provisin de materiales y muebles adecuados, la creacin de premios en lugar de castigos,

    6 RUMAZO G., Alfonso. Simn Rodrguez. Maestro del libertador, Bogot, Intermedio Editores, 2006. p. 24.

    7 RODRGUEZ, Simn. Obras Completas. T.1. Caracas, Presidencia de la Repblica de Venezuela, 2001. p. 199-521. Texto presentado por primera vez al Ayuntamiento el 19 de mayo de 1794.

    8 Ibd. p. 199.

    9 Ibd. p. 203.

    10 Ibd. p. 203.

    11 Ibd. p. 205.

    12 Ibd. p. 207.

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    preceptor es nuestra nodriza. Por eso la palabra

    educacin tena antiguamente un significado que ya ha

    desaparecido; quera decir alimento. Educit obstetrix,

    dice Varrn; educat nutrix, instituit paedagogus,

    docet magister. As la educacin, la institucin v la

    instruccin son tres cosas tan diferentes en su objeto

    como institutriz, preceptor y maestro. Pero estas

    distinciones son mal entendidas, ya que el nio, para

    ser bien conducido, no debe tener ms que un gua.

    Con un gua y unas lecturas apropiadas a determi-nado contexto y sujeto, puede irse formando su sujeto libre. De un lado, porque el gua no adoctrinar en verdades ni-cas, ni moralismos, ni radicalismos; de otro, porque una lectu-ra para la libertad es tambin una lectura para el poder.

    Nuestra sociedad slo otorga a algunos el poder de

    leer; o sea, de acceder ms rica y eficazmente a un

    nuevo poder sobre s mismos y sobre los dems. Hoy

    da, cuando se ha experimentado personalmente el

    poder de leer, es un acto de justicia social trabajar para

    desarrollarlo en quienes estn privados del gusto y la

    necesidad de leer14.

    De ah que est privado de dicho poder

    aquel que no ha aprendido a dominar el sistema

    grfico; el que no dispone del poder de comunicarse

    con el otro en un dilogo autntico aunque implcito;

    el que no sabe comprender un texto con una actitud

    espiritual esencialmente crtica15.

    El caso de Bolvar ilustra dicho poder. Su maestro, una vez que se encontraron en Francia e Italia, luego de siete aos, le orient sobre qu leer. Algunos libros que el joven no haba ledo, y era el momento de estudiarlos y asimilarlos fue-

    una labor diaria de seis horas, y una adecuada remuneracin a los maestros. Este maestro desea que se le tome en serio a la educacin primaria y esa es la gran innovacin para el momento. Segn el recorrido histrico de Rumazo, nadie en Amrica haba pensado en ello todava; la Independencia sera necesaria para tener en cuenta el principio del Emilio de Rousseau:

    La educacin primaria es la que ms importa. Todo

    cuanto nos hace falta al nacer, y cuanto necesitamos

    siendo adultos, eso lo debemos a la educacin.

    Al lado de la gestacin de planes educativos para algunos pases suramericanos, Rodrguez pona en prctica sus ideas en la misma relacin con su discpulo. Con Simn Bolvar, se cumplieron las condiciones del pensador suizo para llevar a cabo una formacin nueva destinada a excepcionales rendimientos; poco a poco Rodrguez fue grabando en la mente de su discpulo las ms liberales doctrinas sociales, no as, los principios de la fe cristiana;

    al libertarse Simn Narciso de lo religioso, fue en

    busca de otras creencias estrictamente intelectuales; dio

    as, por estudio y labra, con lo propio creativo. Cada

    quien construye lo suyo!13.

    Es clara la afirmacin de Rousseau y su idea sobre la formacin:

    Nuestro verdadero estudio es el de la condicin

    humana. Aquel de nosotros que mejor sabe sobrellevar

    los bienes y los males de esta vida es, a mi parecer, el

    ms educado, de donde se deduce que la verdadera

    educacin consiste menos en preceptos que en

    ejercicios. Desde que empezamos a vivir, comienza

    nuestra instruccin; nuestra educacin se inicia

    simultneamente con nosotros; nuestro primer

    13 Ibd. p. 44-45.

    14 JOSETTE, Jolibert y ROBERT, Gloton. El poder de leer, Barcelona, Gedisa, 2003. p. 18.

    15 Ibd. p. 19.

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    ron: Locke, Condillac, Bufn, DAlembert, Helvetius, Montes-quieu, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clsicos de la antigedad (filsofos, oradores, poe-tas, historiadores), y todos los clsicos modernos de Espaa, Francia, Italia y varios de Inglaterra. Para su momento, Bolvar fue uno de los criollos ms ilustrados. Luego la independencia de Amrica, por la influencia libresca, se hizo con las doctri-nas de varios de estos autores16.

    Como lo plantea Roger Chartier17, existe la lectura porque existe un lector que transita, que recorre el texto y le da sentido. Y en ese ir y venir sobre el mismo, con la idea de comprenderlo, descomponerlo, recomponerlo o simplemente dejarse, est la posibilidad a la crtica, a la valoracin, a la pro-puesta, la creacin. Pero no slo al texto, tambin a la propia vida, al sistema poltico y social, a la esperanza y sueo de la libertad de una nacin.

    eL vnCuLo enTRe un mAesTRo y un esTudiAnTe

    Quisiera que el maestro pudiera ser compaero de su

    alumno y granjearse su confianza,

    tomando parte en sus diversiones18.

    Simn Rodrguez conoca muy bien la obra de este pensador y la tuvo como referente esencial para la formacin de Simn Bolvar (y para pedirle luego al Cabildo de Caracas

    En los primeros aos ser claro que no se van a dar o inocular saberes sino que mediante el dilogo constante entre el discpulo y el maestro, se ir formando al nio para que est en disposicin de recibirlos posteriormente. Bolvar ser efecto de este proceso de formacin, que agradecer pblicamente y para la historia: usted form mi corazn para la libertad. Usted fue mi piloto. De algn modo, el mismo maestro Rodrguez vivi lo propio con un sacerdote to suyo, quien contribuy a la formacin de su carcter en la severidad, la disciplina, y en una existencia en ascenso que luego le permitira autoeducarse, leyendo; y posiblemente con el educador de primeras letras, latinidad y elocuencia, Guillermo Pelgrn, de quien fue su ayudante19.

    Bolvar aprendi de Rodrguez:

    los rudimentos de las lenguas espaola y latina,

    aritmtica e historia. Entre ste y el maestro se trab

    luego estrecha y sincera amistad. A pesar de la poca

    aplicacin de Bolvar y del poco adelanto de sus

    estudios, Rodrguez tena alta opinin del talento del

    nio, cuya imaginacin era viva, por no decir potica,

    y sorprenda la originalidad de sus observaciones ()

    Rodrguez tena pocos amigos fuera de su discpulo,

    cuyo cario y confianza se haba captado aparentando

    grande inters en sus entretenimientos infantiles20.

    Llama la atencin esta relacin entre maestro y discpulo, donde el primero tena un plan trazado para su formacin, como ya se dijo, en la idea de un Emilio, y el segundo, desde los 9 aos, hall en aquel complicidad en sus juegos infantiles lo que desemboc en cario y confianza crecientes y duraderos.

    Ahora bien, Rodrguez no fue el nico maestro de Bolvar; estuvieron Andrs Bello y Fernando Vides entre otros. Pero qu tena de particular el primero? Por qu el posesivo mi maestro de Bolvar se refiere con profundo agradecimiento y certeza de una formacin a Rodrguez?: usted, mi maestro, no habr dejado de decirse: yo sembr

    16 RUMAZO G., Op. Cit. p. 72.

    17 CAVALLO, Guglielmo y CHARTIER, Roger. Introduccin. En: Historia de la lectura en el mundo occidental. Barcelona: Taurus, 2001.

    18 ROUSSEAU, J.J. Emilio o de la educacin. Espaa: Alianza, 1997.

    19 RUMAZO G., Op. Cit. p. 26.

    20 OLEARY, Daniel. Memorias, tomo I, Caracas, 1883. p. 5-6. Citado por Alfonso Rumazo. Op.cit. p. 29.

    una reforma de la educacin). En ella, se trata de preparar a un nio de real excepcin y condiciones: rico (pues el pobre puede llegar a ser hombre por s mismo), hurfano (para que el maestro sea el dueo de su sensibilidad), que se eduque en el campo (para tener la ocasin de levantarse muchas veces y volverse a levantar como preparacin para lo que le espera). Bolvar vino a ser como el Emilio para Rodrguez, y en esta lnea le acompa en su formacin: cinco aos en Caracas, tres en Francia e Italia y uno en Per.

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    esa planta, yo la regu, yo la enderec tierna21. En efecto, se trata de un vnculo entre dos. Esto es, un encuentro de fondo en una dimensin humana muy profunda que desdea el ensear en principio, a cambio de la cercana en la palabra con el otro:

    Importa llevarle al educando al mbito de las

    espontaneidades, mediante un dilogo constante22.

    Vnculo que no culmina en la niez y pubertad sino que permanece en los aos de la juventud y madurez, incluso para volver sagrada la palabra en territorio tambin sagrado, como lo expresa el mismo discpulo en carta escrita en Pativilca, enero 19 de 1824:

    Se acuerda usted cuando fuimos juntos al

    Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa

    la Libertad de la Patria? Ciertamente no habr usted

    olvidado aquel da de eterna gloria para nosotros: un da

    que anticip, por decirlo as, un juramento proftico a la

    misma esperanza que no debamos tener23.

    Un vnculo que no deja de ser corporal, de afecto, de encuentro fsico y real, porque cmo puede pensarse una formacin sin tal cercana? Yo desespero por saber qu designio, qu destino tiene usted. Sobre todo, mi impaciencia es mortal no pudiendo estrecharle en mis brazos: ya que no puedo yo volar hacia usted, hgalo usted hacia m24, le escriba Bolvar a Rodrguez.

    Un vnculo que termina haciendo un giro: !el maestro se acoge al discpulo25. Una vez ste ha crecido en altura intelectual y carcter, Rodrguez le acompaar en ese proyecto inmenso por la libertad e independencia hasta el final. Su cercana, que ahora es una amistad profunda, lleva a Bolvar a reconocer sin temor a que se sepa, que las ideas que le distinguen a l, se las debe a su maestro Simn26.

    Qu iluminadoras resultan estas evidencias para el trabajo del maestro en la escuela. Pensar el lugar de la palabra y el dilogo; unos tiempos escolares menos cuadriculados y reducidos a una clase; ms intencionalidad en la relacin con el nio o adolescente; una voz de maestro que tensione polticas gubernamentales como la cobertura con la formacin, y sus posibilidades en unas condiciones propicias para ello; la estrechez corporal para saber del otro su presencia.

    Entonces, ms que ensear, se trata de disponer al otro para conocer, para estar en disposicin de adquirir una instruccin, un conocimiento:

    Emilio posee pocos conocimientos; pero aquellos

    que conoce son verdaderamente suyos. Y nada sabe a

    medias. En el escaso nmero de cosas que sabe bien,

    la ms importante es que hllase seguro de que hay

    muchas cosas que ignora27.

    21 RUMAZO. Op. Cit. p. 30.

    22 Ibd. p 34.

    23 Ibd. p. 105.

    24 Ibd. p. 105.

    25 Ibid. p. 99.

    26 En carta escrita en Pativilca, enero 19 de 1824.

    27 Rousseau, J. Emilio.

    No puede dudarse la riqueza que hay en la aplicacin que hace este maestro Rodrguez del Emilio de Rousseau; queda la apuesta por el dilogo como prctica de formacin y de preparacin al otro para conocer, en esa relacin tan estrecha que ha de haber entre maestro y discpulo.

    En ltimas, las prcticas de la lectura como ejercicio para la libertad y de la relacin del maestro y su discpulo son evidencias de formacin. Una formacin que tuvo el mismo maestro Simn Rodrguez y que luego, y hasta simultneamente slo que en distinto tiempo, tuvo Simn Bolvar. Ambos fueron formados por los libros y la lectura; ambos se formaron en su estrecha relacin con un maestro; ambos, de algn modo como Thomas Mann, fueron tocados ms all de su dimensin intelectual por una pasin humana desbordante que culmin en obras grandes: independencia y literatura. A esto se le suma algo que considero bello y generoso: pudieron reconocer la accin de otros sobre ellos en su propio recorrido de formacin.

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