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14 15 urante este año, venimos profundizando la invitación del Papa Francisco para descubrir el rostro de la misericordia de Dios que se hizo visible en Jesús. Para ello nos propone ejerci- tarnos en las obras de misericordia corporales y espirituales. En nuestro lenguaje cotidiano, esas obras pueden traducirse en “hacerse cargo del otro”. Son muchos los testimonios recogidos sobre el Padre Kolbe ejercien- do este “hacerse cargo” de los otros. “Numerosos testigos han declarado que en el otoño-invierno 1939/1940 el Padre Kolbe ayudó a muchos pobres sin tener en cuenta si eran cristianos o judíos…”. “En Niepoka- lanów fueron acogidas, durante la guerra 3.500 personas, de las cuales 1.500 eran judíos. La primera llegada de los hebreos a Niepokalanów se remonta al 12 de diciembre de 1939” (Warren P. Green y Daniel Schla- fly). Siendo superior del convento, recibía con corazón franciscano a todos los desdichados y compartía con ellos todo lo que era posible. Tra- taba con gran amor a los judíos y a todos los prófugos. La comida para todos era simple, pero atentamente preparada y en cantidad suficiente para el desayuno, el almuerzo y la cena. Además, los judíos enfermos recibían porciones especiales, según las necesidades que tenían”. Fray Hieronim (muerto el 4 de agosto del 2001) y Fray Juventyn (muerto el 27 de julio de 1997) recordaban las instrucciones del Padre Kolbe: “Tenemos que hacer de todo para aliviar la esclavitud de estas pobres personas, arrancadas del nido de sus familias y privadas hasta de las cosas indispensables. Tenemos que hacernos cargo de nuestros com- patriotas (…). No tienen que existir diferencias por su religión o raza. Son todos polacos, incluso los judíos”. “Para cada uno tenía una palabra de consuelo, se acercaba a quien lloraba para aliviarlo en su situación dolorosa de desterrado”. AÑO KOLBIANO “El Padre Maximiliano, junto a sus hermanos, nos hacían sentir en casa y nos transmitían seguridad y estabilidad. Nos han revestido de acogida y de dignidad, esto lo afirmaban los prisioneros de gue- rra, los sin techo, los huérfanos, los hebreos expulsados de todos lados. Los excluidos de la vida, en la desnudez de su impotencia y miseria, en la humillación y priva- ción de su dignidad, experimenta- ron la belleza de vivir con los frai- les que se hacían cargo de ellos. Maximiliano con sus frailes no organizaron una colecta para ayu- dar y enviar a los necesitados, sino que los recibieron bajo su mismo techo. En el encuentro cara a cara con el pobre nos dio una demos- tración concreta de caridad y gra- tuidad. La persona acogida no se sentía humillada, sino en el centro de una relación de ternura y amor que le devolvió su propia unicidad como persona...” (Señora Zajac, portavoz de los hebreos refugiados en el convento). m D Por Ángela Espósito - MIPK Padre Kolbe: el hombre que “se hace cargo” 1- Importancia del tema Cuando uno conoce algo de lo que fue el ministerio episcopal de Jorge Bergoglio, como arzobispo de Bue- nos Aires, descubre que el tema social, y especialmente la realidad de los pobres, ocupó uno de sus desafíos y ocupaciones pastorales más importante (se podría lle- gar a hablar, quizá, del más desarrollado). El mismo te- nía, por lo menos, dos perspectivas: la realidad humi- llante de todos aquellos que viven indignamente y las causas que llevaban a esta realidad denigrante. Dentro de éstas, siempre, planteaba el tema de la corrupción como una de su más seria, profunda y difícilmente so- lucionable raíz de la pobreza y de la exclusión. DESAFÍOS ACTUALES Por Prof. Pbro. Guillermo Vido La corrupción que todo lo destruye Una misericordia que quiere llegar a todos. ¿Cómo sanar la raíz de la corrupción? 2- La corrupción en la Bula Misericordiae Vultus (MV n.19) No es de extrañar, por lo tanto, que el tema de la corrupción aparezca en este pequeño documento, por la misma lógica del tema: la misericordia de Dios co- municada al hombre y que quiere llegar a todos; y en la lógica que el Papa manifiesta, con un lenguaje con- creto y directo, queriendo mostrar las realidades que están llamadas a ser objeto de este amor de ternura y redención. Todo lo que humanamente es redimible está invitado a descubrir, reconocer y abrirse a esta re- novación de la conversión. Sabiendo que el mal no solo es una realidad personal, sino también social, Francis-

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Page 1: Padre Kolbe: el hombre que “se hace cargo” D La corrupción que … Misionera 3... · 2016-05-04 · ción, tanto de la verdadera imagen de Dios, como el Padre de Misericordia,

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urante este año, venimos profundizando la invitación del Papa Francisco para descubrir el rostro de la misericordia de Dios que se hizo visible en Jesús. Para ello nos propone ejerci-

tarnos en las obras de misericordia corporales y espirituales. En nuestro lenguaje cotidiano, esas obras pueden traducirse en “hacerse cargo del otro”.

Son muchos los testimonios recogidos sobre el Padre Kolbe ejercien-do este “hacerse cargo” de los otros. “Numerosos testigos han declarado que en el otoño-invierno 1939/1940 el Padre Kolbe ayudó a muchos pobres sin tener en cuenta si eran cristianos o judíos…”. “En Niepoka-lanów fueron acogidas, durante la guerra 3.500 personas, de las cuales 1.500 eran judíos. La primera llegada de los hebreos a Niepokalanów se remonta al 12 de diciembre de 1939” (Warren P. Green y Daniel Schla-fly). Siendo superior del convento, recibía con corazón franciscano a todos los desdichados y compartía con ellos todo lo que era posible. Tra-taba con gran amor a los judíos y a todos los prófugos. La comida para todos era simple, pero atentamente preparada y en cantidad suficiente para el desayuno, el almuerzo y la cena. Además, los judíos enfermos recibían porciones especiales, según las necesidades que tenían”.

Fray Hieronim (muerto el 4 de agosto del 2001) y Fray Juventyn (muerto el 27 de julio de 1997) recordaban las instrucciones del Padre Kolbe: “Tenemos que hacer de todo para aliviar la esclavitud de estas pobres personas, arrancadas del nido de sus familias y privadas hasta de las cosas indispensables. Tenemos que hacernos cargo de nuestros com-patriotas (…). No tienen que existir diferencias por su religión o raza. Son todos polacos, incluso los judíos”. “Para cada uno tenía una palabra de consuelo, se acercaba a quien lloraba para aliviarlo en su situación dolorosa de desterrado”.

AÑO KOLBIANO

“El Padre Maximiliano, junto a sus hermanos, nos hacían sentir en casa y nos transmitían seguridad y estabilidad. Nos han revestido de acogida y de dignidad, esto lo afirmaban los prisioneros de gue-rra, los sin techo, los huérfanos, los hebreos expulsados de todos lados. Los excluidos de la vida, en la desnudez de su impotencia y miseria, en la humillación y priva-ción de su dignidad, experimenta-ron la belleza de vivir con los frai-les que se hacían cargo de ellos. Maximiliano con sus frailes no organizaron una colecta para ayu-dar y enviar a los necesitados, sino que los recibieron bajo su mismo techo. En el encuentro cara a cara con el pobre nos dio una demos-tración concreta de caridad y gra-tuidad. La persona acogida no se sentía humillada, sino en el centro de una relación de ternura y amor que le devolvió su propia unicidad como persona...” (Señora Zajac, portavoz de los hebreos refugiados en el convento). m

D

Por Ángela Espósito - MIPK

Padre Kolbe: el hombre que “se hace cargo”

1- Importancia del temaCuando uno conoce algo de lo que fue el ministerio

episcopal de Jorge Bergoglio, como arzobispo de Bue-nos Aires, descubre que el tema social, y especialmente la realidad de los pobres, ocupó uno de sus desafíos y ocupaciones pastorales más importante (se podría lle-gar a hablar, quizá, del más desarrollado). El mismo te-nía, por lo menos, dos perspectivas: la realidad humi-llante de todos aquellos que viven indignamente y las causas que llevaban a esta realidad denigrante. Dentro de éstas, siempre, planteaba el tema de la corrupción como una de su más seria, profunda y difícilmente so-lucionable raíz de la pobreza y de la exclusión.

DESAFÍOS ACTUALESPor Prof. Pbro. Guillermo Vido

La corrupción que todo lo destruye

Una misericordia que quiere llegar a todos. ¿Cómo sanar la raíz de la corrupción?

2- La corrupción en la Bula Misericordiae Vultus (MV n.19)

No es de extrañar, por lo tanto, que el tema de la corrupción aparezca en este pequeño documento, por la misma lógica del tema: la misericordia de Dios co-municada al hombre y que quiere llegar a todos; y en la lógica que el Papa manifiesta, con un lenguaje con-creto y directo, queriendo mostrar las realidades que están llamadas a ser objeto de este amor de ternura y redención. Todo lo que humanamente es redimible está invitado a descubrir, reconocer y abrirse a esta re-novación de la conversión. Sabiendo que el mal no solo es una realidad personal, sino también social, Francis-

Page 2: Padre Kolbe: el hombre que “se hace cargo” D La corrupción que … Misionera 3... · 2016-05-04 · ción, tanto de la verdadera imagen de Dios, como el Padre de Misericordia,

co aborda el tema de la misericordia para grupos y para la realidad des-tructiva del tejido social, como es la corrupción.

2.1- Ubicación del tema en MVInmediatamente después de ha-

blar de la misión misericordiosa del Hijo, descubierta por Jesús al es-cuchar, en la sinagoga de Nazaret, el pasaje de Isaías 61, 1-2 (Cfr. Lc 4, 16-21); después de mostrar a la cuaresma como momento fuerte de esta experiencia de amor mise-ricordioso (17); a continuación de proponer la existencia de los mi-sioneros de la misericordia, como compromiso testimonial y misionero para llegar a todos, llamando a vivir y recibir el perdón y el amor tierno del Padre (18); el paso siguiente es abrir el juego a la realidad del mal organizado, grupal, institucionaliza-do. Es importante remarcar que en la introducción el punto 19 está centrado en la pre-sentación de “los alejados de la gracia de Dios debido a su conducta de vida”, mostrando a la propia existencia como una realidad opuesta al proyecto de Dios; a la misma acción permanente que se apoya en otros va-lores y otras miradas, que se vuelven destructivas del hombre. Aquí aparecen los grupos criminales y el tema de la corrupción.

2.2- ¿Cómo la presenta?“Llaga putrefacta de la sociedad”, así inicia la des-

cripción de esta realidad negativa del hombre y de la sociedad. Es decir, pudre todo lo que toca, arruina lo que está cerca suyo, pervierte el sentido más humano y valioso de la vida de las personas, de las familias, de las sociedades. Habla del peligroso proceso de creci-miento que la misma conlleva: se inicia en pequeñas “corrupciones” para ir deviniendo en un estilo de vida permanente, constante y sobre todo, universal: abarca todo el mundo de la persona y de la institución corrup-ta. Aquí podemos decir que no hay diferencia entre pe-queñas corruptelas y grandes corrupciones, porque, si bien las consecuencias pueden ser muy distintas (y eso evidentemente es importante), desde la perspectiva del mal en sí para la persona/institución que inicia un camino corrupto, difícilmente pueda revertirlo, salvo que produzca un verdadera conversión mental y moral.

2.3- ConsecuenciasAquí nos encontramos con la dimensión más pro-

funda del párrafo porque nos lleva a reconocer que la corrupción “destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres”. Sin negar la importancia y las consecuencias que tiene la corrupción en la mis-ma vida del hombre corrupto, a Francisco le interesa y le preocupan más los efectos sociales que este “estilo de vida, personal y social” provoca en los otros, espe-cialmente en aquellos que están en la pobreza y en la marginalidad. Siempre el corrupto, porque ese es el sentido que la palabra expresa, pervierte el orden, el equilibrio, la justicia a través de la cual a cada uno le corresponde lo suyo. El corrupto corrompe, arruina, destruye lo que a otro/os correspondía. Además cada acción corrupta alimenta un estado de situación social en la cual se hace más habitual (algunos llegan a ha-blar de “normal”, sin distinguir con lo que habría que llamar común, que no es lo mismo).

2.4- Pistas para encontrar salidaEs interesante reconocer que el Papa no quiere de-

jar el tema en la desesperanza de un mal incurable del cual no se encuentra la salida. Francisco ofrece algu-nas pistas. Podríamos hablar primero de las palabras que aquí coloca como caminos de solución: pruden-cia, vigilancia, lealtad, transparencia, denuncia. Valo-

res que hablan de una nueva manera de ver y pensar al hombre. Pero antes habría que hablar de la mirada antropológica que Francisco está queriendo mostrar, que obviamente, no la desarrolla ampliamente, pero que está subsistente detrás del texto. Por eso apare-cen algunas afirmaciones significativas: “la ilusión del dinero como forma de poder”, la realidad del hombre que orienta toda su vida a adquirir poder (con lo que esto significa, con lo que logra y lo que exige de com-promisos personales y sociales). En el fondo esto nos lleva a preguntarnos por los modelos de vida, los pa-radigmas humanos, las figuras a imitar, las líneas de pensamiento, los ideales de felicidad. En esto es donde reconocemos que la propuesta papal no se queda en una superficial oferta de perdón, sino en la recupera-ción, tanto de la verdadera imagen de Dios, como el Padre de Misericordia, como de la imagen del hombre como el ser para los otros (Dios y el prójimo).

3- Una llamada a una renovación evangélicaEl tema, que tiene un valor en sí mismo, nos abre a

una profundísima reflexión y renovación sobre la for-ma de entender, pensar y vivir la vida cristiana. Esta in-sistencia de Francisco tendremos que ubicarla en una prédica constante para que entendamos el verdadero sentido de la existencia según Jesús: lo teologal en la construcción del Reino de Dios. Lo humano, recreado y divinizado desde el Bautismo para vivir el modelo evangélico de un modo encarnacional. Es asumir la opción fundamental por Jesús, el Evangelio y el man-damiento fundamental. Es decir: “El kerigma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mis-mo del Evangelio está la vida comunitaria y el com-promiso con los otros. El contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 177). “Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamen-te debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora. La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y amarlo con el amor que Él mis-mo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás” (Ídem 178).

Cada cristiano, cada comunidad ecle-sial, no puede pensar que Jesús nos propo-ne una vida solo orientada a la experiencia de Dios, sino que Él mismo nos descubre,

con su vida y su Palabra, que el mensaje del Reino es la experiencia de Dios y del hermano, y de tal modo que tendríamos que llegar a vivirlo a Dios en los otros y a los otros en Dios. El mandamiento fundamental es el amor a Dios y al prójimo (Cfr. Mc 12, 28-34; Mt 22, 33-40; Lc 10, 25-28) y Juan llega a la audacia de afir-mar: “…pues si no ama al hermano suyo a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20).

“Yo me acuerdo que en mi patria un joven de 20, 22 años quería dedicarse a la política. Estudiaba en-tusiasmado, iba de un lado para otro. Y consiguió un trabajo en un ministerio. Un día tuvo que decidir sobre qué cosa había que comprar. Y entonces pidió tres pre-supuestos. Los estudió y eligió el más barato. Y fue a la oficina de su jefe para que lo firmara. ‘Y ¿por qué ele-giste este?’. ‘Porque hay que elegir el más conveniente para las finanzas del país’. ‘No, hay que elegir aquel que te dé más para ponerte en el bolsillo’, contestó. Y el joven le respondió a su jefe: ‘Yo vine a hacer política para hacer grande a la patria’. Y el jefe le contesta ‘Yo hago política para robar’”.

“Es como el azúcar, es dulce, gusta, es fácil, pero te come por dentro. Y al final (...) ustedes o su país aca-ban diabéticos”. Cada vez que aceptan y meten un so-borno en sus bolsillos, están destruyendo su corazón y su personalidad, y destruyen su país. Por favor, no de-sarrollen el gusto por ese azúcar llamada corrupción” (Papa Francisco a los jóvenes en Kenia, 27-11-2015).

En este año del Bicentenario de nuestra Indepen-dencia sería bueno, entre otras cosas, leer (y después ver qué hacemos con ello) el documento de los obis-pos argentinos: “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”, del año 2008. En su número 29 aparece el tema de la corrupción, no solo, sino junto a una realidad de desafíos que tendremos que asumir y a los cuales responder. m

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