padecer crisis que afectan al psiquismo y la existencia lola arrieta

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Page 1: Padecer Crisis Que Afectan Al Psiquismo y La Existencia Lola Arrieta

• , - C,apítulo 4.2. ­

Padecer crisis que afectan al psiquisrno y la existencia.

Son tantas las experiencias de cri­sis acompañadas en estos años, y tanta también la trivialidad sobre el tema, que voy a explicitar algunas ideas para comprenderlas bien y enfocar adecua­damente su . discernimiento. Las crisis son un problema de existencia global en el que se juega la vida y la fe.

Tienen todavía mala prensa en nuestra sociedad -y mucho más en algunos sectores de Iglesia-, se atribu­yen a la falta de perseverancia en la oración, o a la tibieza de una vida ale­jada de Dios. Mucha ceguera o mucho miedo tiene quien así opina. Tratar las crisis de fOlIDa reduccionista empeora la situación de quien las padece. A la crisis misma, la despojamos de toda su densidad existencial.

Las crisis encierran desajustes afec­tivo-sexuales importantes. Ponen de manifiesto condiciones de vida represo­ras, autoengaños o una vida empobreci­da en cuanto a proyecto y relaciones auténticas.Lo peor es pretender taparlas por miedo o por dejarse llevar de orien­taciones falsas: cuando algo se tamba­lea es mejor no pensar y distraerse.

No pueden interpretarse como capricho o debilidad de quien no es

suficientemente fuerte y duro para sobre­llevar con voluntad y empeño las dificul­tades de la vida. Las crisis son manifes­tación clara de que una herida, quizá vieja, está sangrando, y hay que tratarla.

Se empieza a sentir como situación insoportable ante la que no se encuen­tra fác~l salida: cargas excesivamente pesadas, enfermedades, heridas písi­quicas tapadas desde hace muchos años, épocas críticas, muertes de las que uno :no se repone, desengaños pro­fundos, cambios de dirección en la vida, etc. Suelen dar la cara por medio de la ansiedad o la depresión; o por un agotamiento o vacío padecido que entorpece la vida y no deja avanzar.

La crisis invitan a replantearse hábi­tos, costumbres, valores consolidados para darles una nueva orientación. Ayudan a tocar fondo y reflotar desde ahí, ¿cómo no intuir, pues, que el Espíritu siempre tiene algo que hacer en ellas?

No es verdad que algunas fases de la vida sean más susceptibles de crisis que otras, en cada edad pueden ocurrir sucesos que las desencadenen. No hay ninguna época invulnerable a las ten­siones, como ninguna situación que no pueda llenarse de sentido. Toda crisis

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encierra un potencial de salu~ y de Gracia impresionante. Ser el comienzo de una vida nueva. Algunas pueden dañar profundamente, la persona queda marcada para siempre. La crisis se caracteriza por el nivel de intensi­dad objetiva y subjetiva con que se vive. Ante crisis semejantes encontra­mos reacciones diferentes

Quiero traer aquí un testimonio de un Superior General, que después de padecer una profunda depresión y

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decidirse a pedir ayuda, tuvo el valor de escribir a sus hermanos para comunicar su experiencia. Siempre que he presentado este testimonio he percibido el impacto causado. Qtle cada uno se deje resonar ante él. Trascribo algunos párrafos de la carta del P. Barrete73 • Este documento me llegó de manos de un amigo que· murió prematuramente. Por él conocí lo que es encarar la muerte con la cer­teza confiada de abrirse al amor de Dios.

"He realizado un largo viaje. He estado ausente casi un año. Siento el deseo y la necesi­

dad de compartir con ustedes lo sucedido. El Señor no acaba de sorprenderme al ver que '\

se sirve de los medios más insospechados e inverosímiles para cumplir el bien que Él

quiere.

Desde los tiempos de mi ordenación, he sufrido siempre más y más de ataques de

ansia y periodos de depresión. En una circunstancia, poco después de mi ordena­

ción me sentía agotado e incapaz de hacer frente al compromiso de cualquier tra·

bajo. ¿Las causas? ¡Muchas! La principal la de querer irrealistamente hacenne todo

a todos, sin ser capaz de decir un "no" a cualquier pedido, y poniéndome a mí

mismo en condiciones exorbitantes. Así, con altos y bajos fui pasando los años ( ... )

hasta que fui elegido Superior General. Los que estaban presentes saben cuántas

lágrimas derramé. Brotaban del conocimiento de mis limitaciones ( ... ) y de sentir, a

pesar de todo, la llamada de Dios de manera muy fuerte. Fue una experiencia humi·

llante y gozosa al tiempo.

Pronto comencé a pensar en desempeñarme como General confiando sobre todo en

mis fuerzas. Traté de olvidar mi yo limitado, rehusé reconocer y aceptar aquel yo.

y así no pasó mucho tiempo hasta que perdí de vista el hecho de que Dios me había

escogido para cumplir su obra y a su manera, y comencé a pensar que realizaría su

obra, pero a mi manera. Perdiendo el contacto con la realidad tan vivameute vivida

al momento de la elección, poco a poco comencé a perder de vista y de control la

73. BARRETE, G., Cómo logré salir de la depresión. Revista Testimonio. N° 114. Santíago de Chile 1987, p.86.

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persona que yo realmente soy y ~quello que efectivamente soy ca.paz de hacer. Perdí

la confianza en Dios y naturalmente no tenía nada de confianza en mi mismo. ( ...)

Alguno de ustedes podría preguntarse: "la oración, ¿no habría podido ser una

ayuda?". Llegado a este punto, la oración era un acto de desesperación. Mis jor­

nadas estaban hechas de minutos desesperados o de horas pasadas en pedir a Dios #

que cambiara las cosas, que me librara del sufrimiento y del pánico, que colmara

mi vacío, que calmara mis miedos e imprimiera un vuelco a la situación. (. ..)

A pesar de que a veces pensara que Dios me hubiese abandonado, mi ser profon­

do me decía que no era verdad. Al final, por fin admití que estaba completamente

quebrado. Necesitaba ayuda".

La crisis psíquica tiene fases, pas­ retirarse de la comunicación por miedo toralmente es muy importante cono­ a tener, más líos y problemas, etc. cerlas, Kaplan74 , señala las siguientes:

Si persiste el malestar recurre a La crisis amenaza. Ante las pri­ soluciones irreales e irracionales.

meras molestias se suele recurrir Muchas conductas como: bebida, bús­espontáneamente a soluciones de cos­ queda desosegante de compañía, aisla­tumbre. Cuando percibe que lo que en miento, nacen ahora. Así se llega al otro momento servía ahora no vale, agotamiento psíquico insostenible para aumenta el miedo. Crece el sentimien­ sí mismo y visible para quienes convi­to de desamparo, soledad e impoten­ ven con la persona. cia., incluso la sensación de inferiori­dad; resurgen viejas culpas, o escrúpu­ La crisis estalla. Un altercado tri­los si es que alguna vez los hubo. vial, una frustración como tantas, una

dificultad; algo objetivamente sencillo Se buscan soluciones de emergen­ y cotidiano desencadena una reacción

cia revolviendo en el baúl interior de absolutamente desproporcionada. los recuerdos, es como si la persona se También puede ocurrir con experien­dijera: ¿qué puedo hacer que hasta cias de mayor densidad: una enferme­ahora no he hecho? A veces la perso­ dad, una muerte, el fracaso -o final- de na se arriesga a comportamientos poco un proyecto muy querido; todo puede frecuentes en ella: desahogarse más, ser desencadenante de la crisis.

74. KAPLAN. Citado por BAUNMOARTNER, 1., El proceso de las crisis psíquicas, En Psicología Pastoral. EdiL DDB 1997. pp. 187",199.

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La crisis se afronta, pero, hace padecer. ¿Cómo acompañar las cri­sis y duelos?: Erika Schuchardt75, ha explicado con mucho acierto los senti­mientos y vivencias secuenciadas de aquellos que padecen la crisis.

a) La incertidumbre e.s la reacción primera: "¿qué es lo que pasa en con­

. creto?". Más que buscar respuestas la persona se queda en el aire, como sí prefiriera no enterarse_ Cuando se decide a consultar, llega l.a certeza. Las evidencias se imponen. Ante hechos consumados, la paz y el miedo se experimentan conjuntamente, ¡menu­da lo que se me viene encima!

b) Ahora entra en escena la agresi­vidad, surgen las resistencias: "sí, pero... ¿por qué va a ser verdad que estoy mal y tengo que hacer algo dis­tinto a lo que hasta ahora he hecho? Esto no puede ser. .. n.

Aquí existe el riesgo de malas compañías: la tendencia social a reforzar las defensas en situaciones dificiles en vez de alentarlo a afrontar de cara la situación; contribuyen a poner más obstáculos. Este momento es crucial. Muchas personas interrum­pen aquí el proceso de aprendizaje de la transfoflnación de la crisis en opor­tunidades de Gracia por falta de una

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palabra reiterada de aliento para afrontarla.

Cuesta mucho aceptar que uno está mal y necesita ayuda; más cuesta aúh cuando las reacciones de alrededor son hostiles, de juicio condenatorio, o de indiferencia: "él se lo ha buscado", "está así porque quiere",

No ha llegado el sentimiento más hondo: cuando se rinde a la evidencia pero cuesta aceptar. Resistencia y rabia desenC¡:idenan reacciones agresivas en direcciones muy diversas, siempre per­cibidas como desproporcionadas para un observador externo. "¿Por qué yo... ?, ¿Por qué a mi?". Echarse la culpa, echar la culpa a otros, al destino, a Dios. Todo, menos acogerlo.

Siempre he dicho que ésta es una de las situaciones más dolorosas y humillantes de la crisis; porque cuando estamos mal, sale lo peor de nosotros en los malos momentos y a la vista de todos. No es fácil encontrar compren­sión y contención en climas comunita­rios que, de por sí, ya están a veces bastante crispados o muy bloqueados en su comunicación. Aquí se repite la historia de Job con sus amigos.

Este círculo vicioso de agresiones y contraataques pone en funciona­

75. SCHUCHARDT, E. En.: BAUMGARTNER. Ob, cít. p. 188.

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miento una espiral de violencia que daña a las personas y carga a cada uno con sentimientos de culpa de matices muy diversos.

c) No se puede hacer otra cosa: hay quei,~uscar salida a, la situación. Comienza una aceptación al tiempo resignada y esperanzadora. Ya no puede quedarse donde está, por eso busca salida. Es el momento de con­sultar con alguien que inspire con­fianza a sí o a otros que a su vez a ella se la inspiran. Aquí hay otro punto delicado del camino. No siempre se tiene suerte con el interlocutor que se escoge; de nuevo el riesgo de estanca­miento, pero ahora no por falta de voluntad de quien padece la crisis, sí por falta de honestidad o de lucidez de quien escucha.

d) Cuando ya hay certeza de lo que ocurre, la reacción es inmedia­ta: "Sí, de acuerdo, esto pasa, pero ante esto qué puedo hacer. .. ?". Y es un momento duro porque hay que poner los medios adecuados, -de carácter funcional-, . que permitan afrontarlo en toda su hondura y dejar­se ayudar. Hay que afrontar presiones sociales, socializar -en parte la crisis, ajustar horarios, hacer el camino de la sanación, etc.

e) Comienza el lento trabajo del despojo, del adentramiento en la pro­pia herida, no como quien se da vuel­

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tas a sí mismo sino bajando al fondo hasta que de la herida pueda brotar toda la sangre acumulada, todo lo que afecta a la vida y al alma. Es una etapa inevitable de depresión y tristeza. •

Revivir y evocar historia pasada, mover sentimientos ... duele y paradóji­camente hiere, pero, si se sabe permane­cer, y se está debidamente acompañado, poco a poco emerge el misterio de la vida que grita en el fondo porque desea ser liberada. Enseguida la depresión da paso a.la paz. Y mucho más cuando pue­den darse nuevas significaciones a lo vivido hasta abará como pura maldición.

f) Así se llega a la aceptación. Es como poder decir, "ahora, porprimera vez reconozco que ... ", y se dispusiera a hacer un camino de recomposición con lo que "todavía existe", o de lo nuevo que emeIje con una fuerza jamás sos­pechada. Ahora es el momento de rele­er el acontecimiento a la luz de Dios. Esto no sólo será posible sino que la persona creyente lo deseará con inten­sidad. Privar de este paso es como des­preciar la fe y su mensaje de liberación.

g) Comienza una nueva actividad, el discernimiento sobre las decisiones a tomar en esta nueva situación de vida: ''puedo con ello, puedo hacerlo, se abre un nuevo proyecto para mí". Aparecen posibilidades mmca puestas en juego. La persona comienza a sentirse distinta, nueva, como si la vida, -y Dios mismo-,

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le hubiera descubierto; otro rostro qj,le Así termina el testimonio de hasta el momento sólo conocía 'de oídas, Barrerte sobre su proceso de sanación:

"Nuestra formación y cultura piden enmascarar lo más posible nuestra vulnerabili-Jt

dad, nuestra necesidad. Nos han enseñado a mostrar siempre la imagen de la fuer­

za, a no dejamos emocionar, a tener el control de nosotros mismos, a ser indepen­dientes y a no tener necesidad de nadie ( ... ).

Un aspecto de la gracia recibida es el reconocimiento de la capacidad, fruto de la

misma gracia, de mostrar nuestra vulnerabilidad. Sólo entonces sentiremos aque­

lla necesidad de Dios que conduce a la conversión. Sólo entonces experimentare­mos la necesidad los unos de los otros que lleva a la comunión. ( ... ) Después de

haberme dado cuenta cuán alienado estaba de mí mismo, ahora soy más sensible a la alienación que descubro alrededor de mí y que. lleva a la desconcertante alie­

nación de los otros y en definitiva, evidentemente, de la fuente de toda reconci­liación, Dios mismo" 76.

En todo el trabajo de elaboración cología . espiritualidad sin marcos de de las crisis la comunicación juega un referencia claros, Cada cosa a su papel fundamental. Mucha gente se momento, con todo rigor, -y con quien sorprende de su capacidad y profundi­ competentemente pueda ayudar en dad de comunicarse. Su poner nombre ello-, pero tenerlo en cuenta. a las cosas, como coloquialmente se dice, le ha llevado a dimensiones Lo que se le pide al acompañante insospechadas de sí mismo, abandonar es tener capacidad de discernimiento unos falsos nombres, descubrir otros para decidir con lucidez qué tiene que nuevos, primar en cada momento y cómo ofre­

cerlo al que se acompaña. A veces, Igualmente importante es trabajar aquí es dónde tiene pleno sentido un

las crisis a la luz misteriosa de Dios. trabajo en equipo, utilizando media­No quiero decir con ello que hagamos ciones humanas diversas que puedan una mezcla casera y perjudicial de psi- ofrecer luz en ambas dimensiones.

76. Obr. Cit p. 93_

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Taller de reflexión 10.

1. Lee con atención el tema de las crisis. ¿Qué opinión tienes tú de las crisis? ¿Qué se te ilumina desde lo que aquí exponemos?

2. ¿Por qué crisis has pasado? ¿Cómo las has encarado? ¿Cuál ha sido tu experiencia después de la crisis?

3. Lee el testimonio del P. Barrete. Date cuenta de todo lo que se te sugie­re. ¿Te sentirlas capaz de dar un testimonio como éste en una situación semejante?, ¿has dado testimonio de alguna situación de crisis dificil para ti? ¿cuándo?, ¿a quién?

4. Lee con atención las fases metodológicas para ayudar a otros a supe­rar las crisis. ¿Qué pasos de estos tienes incorporados en tu Pastoral de

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acompañamiento?, ¿cuáles no? Date cuenta de la importancia secuen­cial de cada uno de ellos.