padawer territorio y experiencias formativas

22
1 4ta Reunión del Grupo de Estudios Rurales y Desarrollo (GERD) Propuesta de ponencia para el eje temático: Conflictos y disputas por la apropiación y el uso de recursos naturales Ocupación y uso del territorio para la producción familiar-doméstica en San Ignacio: las restricciones en el acceso a los recursos naturales y los límites en la transmisión intergeneracional de conocimiento local Dra. Ana Padawer CONICET-ICA (FFyL-UBA) [email protected] 1. Presentación En esta ponencia se presentan algunos resultados de un trabajo de investigación -iniciado a mediados de 2008- sobre el carácter formativo de las experiencias involucradas en la participación de niños y jóvenes en actividades productivas, las que se analizan en relación a los procesos de transmisión intergeneracional de conocimiento local. En particular, se hará referencia a la ocupación y uso del territorio para la producción familiar-doméstica en las proximidades de San Ignacio (Misiones, Argentina); se trata de una zona donde se localizan varios núcleos mbyà-guaraní y pobladores que se autoidentifican como colonos, quienes comparten un limitado acceso a recursos naturales que opera como condicionante para la garantizar la reproducción de ambos grupos sociales. Como parte de este proceso las experiencias formativas se restringen significativamente, no obstante lo cual es posible observar demandas, reflexiones críticas e intentos para ampliar las actividades productivas y acceder a los recursos naturales por parte de la población. 2. La ocupación del territorio y la producción familiar-doméstica en San Ignacio San Ignacio es uno de los 17 departamentos en que se divide la provincia de Misiones y se trata de la jurisdicción del país donde, en la actualidad, se concentran mayoritariamente los núcleos poblacionales que se reconocen como mbyà-guaraní. La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas, efectuada en 2004-2005 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, muestra que en esta provincia las personas que se reconocen y/o descienden en primera generación del pueblo mbyà-guaraní son 4.083 (INDEC 2010); este valor puede operar como referencia advirtiendo que distintos investigadores señalan las limitaciones de los relevamientos estadísticos sobre poblaciones indígenas en latinoamérica, donde en particular el registro poblacional de los mbyà guaraní enfrenta dificultades que se derivan de las migraciones que caracterizan a esta población transfronteriza (Melia, 2004; Ladeira, 1997). Con ocupaciones previas datadas en 2000 años A.P. (Noeli 2004: 31-32), se considera que los mbyà actuales son los descendientes de aquellos indígenas que lograron permanecer al margen del experimento colonial desarrollado por los jesuitas entre los siglos XVI y XVIII, a través de la constitución de pequeñas comunidades refugiadas en la selva que supusieron la construcción de una identificación social definida por la confrontación y el contraste con

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  • 1

    4ta Reunin del Grupo de Estudios Rurales y Desarrollo (GERD)

    Propuesta de ponencia para el eje temtico: Conflictos y disputas por la apropiacin y el

    uso de recursos naturales

    Ocupacin y uso del territorio para la produccin familiar-domstica en San Ignacio: las

    restricciones en el acceso a los recursos naturales y los lmites en la transmisin

    intergeneracional de conocimiento local

    Dra. Ana Padawer

    CONICET-ICA (FFyL-UBA)

    [email protected]

    1. Presentacin

    En esta ponencia se presentan algunos resultados de un trabajo de investigacin -iniciado a

    mediados de 2008- sobre el carcter formativo de las experiencias involucradas en la

    participacin de nios y jvenes en actividades productivas, las que se analizan en relacin

    a los procesos de transmisin intergeneracional de conocimiento local. En particular, se

    har referencia a la ocupacin y uso del territorio para la produccin familiar-domstica en

    las proximidades de San Ignacio (Misiones, Argentina); se trata de una zona donde se

    localizan varios ncleos mby-guaran y pobladores que se autoidentifican como colonos,

    quienes comparten un limitado acceso a recursos naturales que opera como condicionante

    para la garantizar la reproduccin de ambos grupos sociales. Como parte de este proceso las

    experiencias formativas se restringen significativamente, no obstante lo cual es posible

    observar demandas, reflexiones crticas e intentos para ampliar las actividades productivas

    y acceder a los recursos naturales por parte de la poblacin.

    2. La ocupacin del territorio y la produccin familiar-domstica en San Ignacio

    San Ignacio es uno de los 17 departamentos en que se divide la provincia de Misiones y se

    trata de la jurisdiccin del pas donde, en la actualidad, se concentran mayoritariamente los

    ncleos poblacionales que se reconocen como mby-guaran. La Encuesta Complementaria

    de Pueblos Indgenas, efectuada en 2004-2005 por el Instituto Nacional de Estadsticas y

    Censos, muestra que en esta provincia las personas que se reconocen y/o descienden en

    primera generacin del pueblo mby-guaran son 4.083 (INDEC 2010); este valor puede

    operar como referencia advirtiendo que distintos investigadores sealan las limitaciones de

    los relevamientos estadsticos sobre poblaciones indgenas en latinoamrica, donde en

    particular el registro poblacional de los mby guaran enfrenta dificultades que se derivan

    de las migraciones que caracterizan a esta poblacin transfronteriza (Melia, 2004; Ladeira,

    1997).

    Con ocupaciones previas datadas en 2000 aos A.P. (Noeli 2004: 31-32), se considera que

    los mby actuales son los descendientes de aquellos indgenas que lograron permanecer al

    margen del experimento colonial desarrollado por los jesuitas entre los siglos XVI y XVIII,

    a travs de la constitucin de pequeas comunidades refugiadas en la selva que supusieron

    la construccin de una identificacin social definida por la confrontacin y el contraste con

  • 2

    el mundo de los extranjeros, primero blancos y luego de sus descendientes mestizos

    (Bartolom 2004).

    Posteriormente, el establecimiento de los mby en el actual territorio argentino se defini en

    interrelacin al avance de las fronteras de poblamiento de la sociedad nacional durante el

    siglo XIX y primeras dcadas del siglo XX, provocando con el tiempo una progresiva

    dispersin y desgranamiento de las aldeas, aunque an es posible en algunas jefaturas

    reconocer un acatamiento poltico a una autoridad distante (Gorosito 2006). Esta dimensin

    poltica se vincula estrechamente con los condicionamientos econmicos para la

    reproduccin de las familias y, por ende, en la transmisin intergeneracional de esos

    recursos: como se ver ms adelante, en la zona de San Ignacio se observa actualmente un

    proceso dinmico de creacin de pequeos ncleos poblacionales mby que surgen como

    desmembramiento de otros de mayores dimensiones, los que se asientan en terrenos cada

    vez ms pequeos y generan nuevos liderazgos polticos.

    De acuerdo al mapa elaborado por organismos de Argentina, Brasil y Paraguay y

    coordinado por el Centro de Trabalho Indigenista en 2008, la mayor cantidad de ncleos

    poblacionales mby en la provincia de Misiones se encuentra localizada en los

    departamentos de San Ignacio y Libertador General San Martn, ubicndose en el primero

    unos 16 ncleos o comunidades, los que estn asentados mayoritariamente en el lmite sur

    del departamento, en proximidades de su cabecera (CTI 2008).

    La zona a la que se refiere este trabajo fue delimitada, en principio, por ser aquella donde se

    encuentra la mayor concentracin de ncleos mby en el departamento de San Ignacio, que

    incluye a 9 de los 16 identificados por el CTI en el 2008. La razn por la cual se ha

    definido esta zona radica en que se trata de aquellos ncleos que se encuentran ms

    prximos a la ciudad cabecera y los que, en principio, viven en un espacio rural con

    mayores transformaciones producto de la explotacin econmica del entorno, con mayores

    dificultades de acceso a recursos naturales de subsistencia.

    Hasta el momento se dispone de informacin heterognea de 8 de los 9 ncleos: Andresito,

    San Ignacio Min, Katupyry, Kokuerei, Pindoju (Pindoity), u Por, El Tacuaral y Ivy Poty. Como ya se anticip, uno de ellos Katupyry- se destaca por contar con ms de 100 pobladores mientras que en el resto de los ncleos viven entre 20 y 50 personas. El espacio

    disponible por las comunidades oscila entre las 10 y las 450 hectreas, siendo el ncleo ms

    grande el que tiene acceso a una mayor extensin territorial y, a la vez, de la situacin legal

    ms estable respecto de la propiedad de la tierra -de acuerdo a los referentes mby

    consultados.

    Los nios de Andresito y San Ignacio Min asisten una escuela rural ubicada a 4 Km de la

    ciudad cabecera, mientras que los de Katupyry, Kokuerei y Pindoju (Pindoity) disponen de escuelas en sus comunidades, asistiendo a ellas los nios de u Por, El Tacuaral y Ivy

    Poty. Dado que la mayora de las escuelas estn ubicadas en comunidades y asisten con

    exclusividad nios mby, el establecimiento rural al que concurren los nios de Andresito y

    San Ignacio Min se destaca por su matrcula heterognea, compuesta casi en proporciones

    similares por nios mby y nios cuyas familias se identifican como colonos.

  • 3

    Como se anticip al hacer referencia a la expansin de las fronteras de poblamiento de la

    sociedad nacional, en las ltimas dcadas del siglo XIX comenz en el territorio de

    Misiones un proceso de colonizacin organizada principalmente por el Estado, la que se

    realiz sobre las tierras remanentes de una venta a 40 grandes compradores. El proceso de

    colonizacin se extendi hasta casi la mitad del siglo XX, y como resultado de ambos

    procesos venta a grandes compradores y colonizacin-, se gener una estructura de la propiedad de la tierra en la que coexisten grandes latifundios y un nmero importante de

    propiedades familiares surgidas del padrn de colonizacin, fijado este ltimo en 25 has por

    familia. Los colonos deban plantar el 20% de su parcela de tierra con yerba mate

    (anteriormente se produca con plantas del monte nativo) y el resto lo dedicaron a la

    produccin de maz, porotos, mandioca y animales de granja, los que se destinaban al

    consumo familiar y la venta de excedentes (Ricotto y Almeida 2002).

    Sin embargo, el proceso de ocupacin y explotacin iniciado como frontera agraria no se

    llev a cabo solamente mediante la colonizacin organizada desde el Estado sino que

    asumi a la vez un carcter espontneo, y en este caso la ocupacin del territorio se efectu

    asociada a las explotaciones forestales. Hasta 1930, los colonos se dedicaron

    exclusivamente a la produccin de yerba mate, incorporando sucesivamente el tung, el

    tabaco y el t, producciones que se dieron simultneamente a la explotacin forestal,

    primero de especies nativas y luego de exticas. De esta forma se conform durante el siglo

    XX una sociedad agraria misionera compuesta por el ocupante o campesino -agricultor

    familiar con 1 a 10 has, de origen criollo o inmigrante brasilero y paraguayo1-; el colono -

    agricultor familiar con 25 a 50 has, en su mayora de origen inmigrante del norte y este

    europeos-2; el estanciero -productor ganadero con terrenos entre 100 y 1.000 has- y el

    latifundista extractivista (Reboratti 1979; Jaume et al 1989; Bartolom 2000; Krautstofl

    2005; Baranger 2008; Otero 2008).

    Del mismo modo que con los ncleos mby, para la poblacin que se autoidentifica como

    colonos se ha delimitado un espacio de estudio en las proximidades de la cabecera

    departamental. Como se observa en el cuadro que se incluye a continuacin, pese a que es

    sede departamental y municipal, la localidad de San Ignacio ocupa hoy el segundo lugar en

    trminos poblacionales y econmicos. En total hay 8 ciudades cabecera de municipios en el

    departamento de San Ignacio, la mayora de los cuales fueron fundados en la dcada del 50:

    San Ignacio fue fundado en 1693, Corpus en 1882, Hiplito Yrigoyen en 1953, Gral

    Urquiza en 1954, Colonia Polana, Jardn Amrica, Santo Pip y Gobernador Roca en 1957

    (Gobierno de Misiones, 2008).

    1 La categora de los ocupantes incluye una significativa heterogeneidad interna, ya que si bien un sector

    minoritario se asemeja a los colonos, la mayora pueden definirse como campesinos escasamente integrados al

    sistema econmico, y un nmero de ellos son semiproletarios que combinan un trabajo asalariado con una

    mnima agricultura de subsistencia (Baranger 2008). 2 La categora de colono ha sido objeto de discusin de la antropologa sobre la regin desde ya hace varias

    dcadas. Los estudios de E. Archetti y K. A. Stolen en el norte de Santa F (1974) y de L. Bartolom en

    Misiones (1975) problematizaron el carcter no campesino de los productores agrcolas de la zona recurriendo

    al trmino farmer en ocasiones traducido como granjero-. Esta forma de produccin, caracterizada por el empleo de la fuerza de trabajo domstica pero donde es posible cierta acumulacin del capital, condujo a que

    los reclamos polticos de los colonos se centraran en el acceso al crdito, la comercializacin y distribucin de

    mercancas (Baranger 2008).

  • 4

    Poblacin urbana y rural por municipio

    Departamento de San Ignacio- Misiones

    Total Urbana Rural

    Colonia Polana 924 0 924

    Gral. Urquiza 1.335 0 1.335

    Hipolito Yrigoyen 2.187 0 2.187

    Corpus 3.384 2.031 1.353

    Santo Pip 5.447 3.152 2.295

    Gral. Roca 6.315 2.450 3.865

    San Ignacio 10.541 6.312 4.229

    Jardn Amrica 24.905 21.189 3.716

    Departamento 55.038 35.134 19.904

    Fuente: Anuario Estadstico. Instituto Provincial de Estadsticas y Censos. Gobierno de Misiones. 2008.

    Como surge del cuadro anterior, casi el 60% de la poblacin del municipio de San Ignacio

    es urbana. Este trabajo se centra en las zonas identificadas como colonias: Aparicio Cue,

    Invernada, Pastoreo Chico y Grande, Villa Ema, Teyu Cuar, Santo Domingo, Alberdi,

    Mara Antonia, Puerto Viejo, Puerto Nuevo e Isolina (la ms distante, a 40 km de la

    ciudad).

    Del trabajo de campo realizado hasta el momento surge que tanto las familias de los

    colonos como los ncleos mby prximos a la cabecera del departamento de San Ignacio

    disponen de pequeas huertas, animales de granja y reciben alguna asistencia del Estado.

    En la zona se destaca una planta de procesamiento de yerba mate (cuya sede comercial est

    localizada en otra provincia y que actualmente se encuentra funcionando espordicamente)

    y dos secaderos (uno de los cuales est en funcionamiento parcial, orientndose al turismo).

    Asimismo se observan importantes plantaciones de pinos, atribuidas por los pobladores a

    propietarios que viven en San Ignacio, en Posadas, y tambin se menciona la presencia en

    la zona de dos grandes empresas.

    Si bien an no se ha podido realizar una reconstruccin precisa de la propiedad de la tierra

    en base al registro catastral, puede hipotetizarse de manera provisoria que el contexto

    inmediato a la cabecera departamental de San Ignacio se destaca por mostrar rasgos de

    transformacin del espacio social rural que afectan las condiciones de reproduccin de

    colonos y ncleos mby, ya de por si precarias. Es as como en las entrevistas realizadas se

    menciona como el transcurso de una o dos generaciones se ha restringido la produccin

    yerbatera (fuente de trabajo para mano de obra local as como parte de la diversificacin

    productiva de los colonos), se ha incrementado la forestacin de especies no autctonas, se

    han verificado ventas de propiedades de colonos, traslados de comunidades indgenas en la

    bsqueda de tierras disponibles, intentos poco fructferos de diversificacin productiva de

    los pequeos propietarios.

    Para analizar estos procesos desde una perspectiva ms estructural, los datos estadsticos

    del Censo Nacional Agropecuario (CNA) brindan informacin relevante. Dado que la

    misma se proporciona a nivel departamental -y por ende con un mayor nivel de agregacin,

    es necesario relacionar estos datos con aquellos obtenidos en el trabajo de campo y en los

    estudios que desde distintas disciplinas han abordado la estructura productiva de la zona.

  • 5

    Este anlisis permite considerar cmo los cambios registrados por las poblaciones locales

    en los procesos de reproduccin social, se vinculan con una configuracin socio-histrica

    de importantes transformaciones en el modelo econmico predominante en la regin.

    Si se utiliza esta reconstruccin para analizar la informacin proporcionada por el CNA

    efectuado en el 2002, se observa que en la provincia de Misiones casi el 25% de la

    superficie productiva corresponda a explotaciones tpicas de colonos y ocupantes -502.818

    has en explotaciones de 50 has o menos-, ms del 30% se corresponda con parcelas

    definidas como estancias3 -648.058 has en explotaciones entre 50 y 1000 has- y casi el 45%

    con latifundios -916.926 has en explotaciones de ms de 1.000 hs-. Esta concentracin en la

    explotacin de la tierra que se observaba en la provincia se verificaba en el departamento

    de San Ignacio, pero con una magnitud menor: casi el 30% de la superficie productiva

    corresponda en 2002 a explotaciones tpicas de colonos y ocupantes -30.131,8 has en

    explotaciones de 50 has o menos-, ms del 45% con explotaciones definidas como estancias

    -49.781,9 has en explotaciones entre 50 y 1.000 has- y poco ms del 25% corresponda con

    latifundios -28.396 has en explotaciones de ms de 1.000 has- (Gobierno de Misiones 2008:

    340 y 341).

    Si bien est cimentada en la estructura de la sociedad agraria misionera consolidada durante

    todo el siglo XX, la situacin actual refleja los cambios que se verificaron en las ltimas

    dcadas. Distintos estudios expresan que los mismos se debieron al quiebre en la estructura

    poltica institucional y en las modalidades del proceso de acumulacin de la sociedad

    argentina inaugurado en 1976, el que produjo una crisis agrcola y un deterioro de la

    economa campesina junto con cambios en la concentracin de la propiedad de la tierra,

    acelerndose el proceso de descampesinizacin (Manzanal y Rofman 1989; Cragnolino

    2006). En los ltimos aos, con el reposicionamiento de los productos agrcolas en el

    mercado mundial, en las distintas regiones del pas se producen nuevas transformaciones

    en el modelo econmico predominante que se orienta a la produccin agroindustrial y

    afecta diferencialmente a pequeos productores y poblaciones indgenas en sus formas de

    acceso a los recursos, empleo y sobrevivencia (Ramos 2006; Sili 2005; Neiman et al. 2002;

    Bidaseca y Mariotti 2001; Gordillo 1995).

    En Misiones, especialmente el complejo agroindustrial tabacalero es aquel que se vena

    expandiendo significativamente desde la dcada de los 80, integrando en su cadena a los

    colonos y ocupantes que, actualmente, se dedican a la produccin de tabaco manteniendo

    cierta diversificacin productiva -ganadera, forestacin, produccin de yerba mate y

    horticultura. Pese al crecimiento del sector, estos productores se han empobrecido debido al

    proceso de concentracin de la manufactura y comercializacin de los cultivos en manos de

    acopiadores y molineros. En los ltimos veinte aos, asimismo, se multiplicaron los

    conflictos con los propietarios de bosques nativos, quienes en su momento haban facilitado

    el usufructo de los colonos y ocupantes pero con el desarrollo de explotaciones forestales

    3 De la tipologa, solamente la categora de hacendado presenta problemas para ajustarse a los rangos del

    CNA ya que tericamente se debera incluir unidades productivas entre 100 y 1.000 hectreas, mientras que el

    censo establece dos categoras parcialmente superpuestas con esta: EAP entre 50 y 200 hectreas, y entre 200

    y 1000 hectreas. Dada esta dificultad y con la informacin disponible, a los fines de este trabajo se ha optado

    por sumarlas.

  • 6

    de especies exticas por parte de capitales concentrados, reclaman las tierras ahora

    altamente valorizadas (Schiavoni 1995 y 2008; Ferrero 2006; Schvorer 2003; Otero 2008).

    Estos procesos verificados en los ltimos 30 aos afectaron tambin a las comunidades

    mby: mientras los asentamientos pudieron mantenerse en sectores relativamente poco

    explotados de la masa selvtica, pudieron articular sus relaciones de intercambio con la

    sociedad regional y conservar relativamente el control de sus propios procesos

    organizativos y movilidad. Los cambios acontecidos en la estructura social y econmica de

    la provincia en este perodo, as como las relaciones establecidas con el Estado en las

    ltimas dos dcadas, condujeron a una significativa multiplicacin de unidades

    residenciales autnomas relativamente establecidas, con alianzas dbiles de organizacin

    poltica (Gorosito 2006).

    Dependiendo de la proximidad con las poblaciones no indgenas, actualmente las

    comunidades mby localizadas en territorio misionero pueden realizar diversas actividades

    de subsistencia mediante caza de pequeos animales, pesca, recoleccin estacional,

    produccin de huertas y cra de aves de corral y cerdos. En algunas comunidades tambin

    se verifica trabajo asalariado en la agricultura y actividades ligadas al turismo -venta de

    artesanas, guas por el monte y visitas a los ncleos- (Sero Kowalski 1993; Cebolla Badie

    2005). En el caso de la zona de San Ignacio que se encuentra bajo estudio, como se anticip

    y se desarrollar ms adelante, el acceso al monte nativo es muy escaso y se destina

    especialmente a la provisin de materia prima para artesanas.

    Pese a que la dispersin debilita la organizacin poltica, en los ltimos aos se evidencia

    un progresivo reconocimiento de las comunidades indgenas, que reclaman y ejercitan

    derechos ciudadanos desde sus particularidades como comunidad poltica, lo que produce

    transformaciones en las actividades econmicas, polticas y formativas de las jvenes

    generaciones en los grupos de referencia. Entre estas transformaciones, Wilde (2007)

    advierte cmo el ambientalismo y el indigenismo como articulaciones polticas plantean

    tensiones que son observables en el contexto misionero.

    Quizs la ms relevante a los fines de este artculo sea la incongruencia entre el estereotipo

    del buen salvaje ecolgico defendido por el discurso ambientalista y el proceso inevitable de insercin de muchos grupos indgenas en el mercado, lo que se articula con la suposicin

    de que las comunidades son un todo homogneo representado por lderes cuya legitimidad

    no es cuestionada. En Misiones, la adopcin mby de ciertos lugares comunes del discurso

    ecologista bsicamente la idea de la vida en armona con la naturaleza-, es un eficaz recurso meditico que se da an en el caso de dirigentes de comunidades que desarrollan

    una explotacin de recursos naturales que van en sentido contrario. En este sentido, la

    autorizacin de algunos lderes para que en sus predios se realice la explotacin forestal -

    sea originada en las presiones que genera la escasez o la atraccin del dinero y los bienes

    simblicos blancos-, genera disputas internas que en ocasiones horadan la legitimidad de

    estos lderes dentro de su comunidad, aunque conserven eventualmente apoyo fuera de ella

    (Wilde 2007).

    Es por lo anterior que, adems de los reclamos de tierras sobre los que no es posible extenderse aqu, y que son en s mismos procesos complejos que incluyen dimensiones

  • 7

    formativas-, una de las principales demandas de estas poblaciones indgenas es la

    limitacin de la explotacin forestal, ya que su caracterstica ms distintiva en los ltimos

    aos radica en la concentracin de grandes extensiones de tierra, que fue acompaada de un

    proceso de desforestacin de especies nativas (lapachos, cedros, canela, timb, frutales).

    Luego de este proceso extractivo, los terrenos generalmente son tratados con herbicidas y

    se procede a la plantacin de pinos.

    Estos procesos afectan a los pobladores indgenas, colonos y ocupantes por la

    contaminacin de los cursos de agua y porque el progresivo desmonte limita las actividades

    de caza y recoleccin que realizan los primeros. Asimismo, las actividades productivas a

    gran escala emplean escasa mano de obra, por lo que el empleo asalariado como recurso de

    supervivencia es limitado. Al analizar la relacin de las poblaciones con el mercado debe

    asimismo advertirse que, en esta zona, el turismo se ha convertido en importante generador

    de empleo: si bien no son actividades tradicionales, sus posibilidades formativas son

    asimismo amplias por lo que aqu se abren nuevos interrogantes a ser explorados en la

    relacin entre actividades econmicas y educativas.

    3. Las experiencias formativas de las jvenes generaciones en el campo

    Las experiencias formativas involucradas en la participacin de los nios en la produccin

    familiar domstica refieren al aprendizaje que se produce mediante comunidades de

    prctica y participacin perifrica legtima (Lave y Wanger 2007). Este ltimo concepto

    est estrechamente vinculado al de participacin guiada (Rogoff y otros 1993), que

    apoyado en los desarrollos de Vygotsky, ha permitido reformular el estudio del

    conocimiento infantil en distintos contextos socioculturales. Desde su perspectiva, los nios

    avanzan en el entendimiento en un proceso creativo mediante el cual transforman aquello

    que conocen y el propio mundo, al tiempo en que se vuelven progresivamente participantes

    de las actividades de su comunidad.

    El concepto de participacin perifrica legtima se refiere ms directamente al

    conocimiento desde el hacer, a partir de una reformulacin del trmino apprenticeship, que

    puede traducirse como adiestramiento. Esta formulacin proviene del debate sobre la

    naturaleza del aprendizaje de fines de los 80, y supone que el mismo es siempre situado:

    esto no implica solamente entender que se realiza en el tiempo y el espacio, con otras

    personas, o dependiente del contexto en que se produce, sino enfatizar su carcter de

    actividad situada. En este sentido la participacin perifrica legtima es un concepto que

    describe el involucramiento en prcticas sociales que estn constituidas por procesos de

    aprendizaje y no viceversa (Lave y Wanger 2007: 33).

    La nocin de adiestramiento utilizada por Lave y Wagner se distancia de las

    aproximaciones clsicas al concepto, mucho ms restringido en sus alcances, y que fue

    entendido como una actividad ligada a la produccin artesanal, individual y en pequeos

    grupos, la utilizacin de herramientas simples y conocimiento tcito, la divisin del trabajo

    basada en la adaptacin individual y la prevalencia de cdigos de proteccin tradicionales:

    para estos autores el adiestramiento asume diversas formas histricas, tradiciones culturales

    y puede encontrarse en diversos modos de produccin; no es inherentemente igualitario ni

    explotador, sino que debe analizarse bajo que forma de organizacin poltica y social se

  • 8

    desarrolla en cada contexto, bajo que principios formativos se articula y se realiza (2007:

    62-63).

    Las tareas que los nios y jvenes realizan mediante su participacin perifrica en

    actividades para la reproduccin familiar domstica pueden constituir experiencias

    formativas pero, tambin, constituir modalidades de trabajo infantil. Es as como el cuidado

    de la huerta familiar, la alimentacin de animales o la bsqueda de fibras vegetales para

    artesanas pueden distinguirse del empleo rural para el desmonte, por ejemplo. De acuerdo

    a la normativa que regula el trabajo infantil (Padawer, e/p), las tres primeras tareas son

    condicin para la transmisin de un patrimonio de saberes y la construccin de sucesores en

    la actividad desarrollada por los adultos del grupo domstico, y se vinculan con las

    expectativas de formacin de las unidades familiares; la ltima implica la venta de la fuerza

    de trabajo y la consecuente extraccin de un plusvalor por parte del adulto, situaciones de

    riesgo y escasas o nulas situaciones de aprendizaje de un oficio o habilidades (Leite de

    Sousa 2004; Neves 1999; Jacquemin 2004).

    En particular, la transmisin de un patrimonio de saberes que forma parte de la definicin

    de las experiencias formativas en contextos indgenas involucra un debate sobre la nocin

    de tradicin, la que implica contemplar las estructuras productivas en cada zona de manera

    de precisar las actividades que se identifican como tales para los mby: como se ver mas

    adelante, dependiendo de la movilidad de las comunidades y la ocupacin del territorio en

    cada regin es posible identificar ciertas actividades que se llevaban adelante en una

    generacin y que no se puedan continuar en las siguientes, por lo que la nocin de tradicin

    resulta problemtica en trminos de continuidad temporal. En este sentido, la revisin de

    este concepto permite superar este requisito de antigedad y permanencia en el tiempo

    (Hobsbawm y Ranger 1983), lo que posibilita analizar el carcter formativo de la

    participacin en actividades productivas de manera que nuevas o renovadas actividades podran tambin ser validadas y reconocidas por su contenido educativo.

    Distintos estudios han abordado el aprendizaje en comunidades guaranes recientemente, y

    han advertido sobre la centralidad que adquieren los procesos de observacin, imitacin y

    experimentacin como parte de la constitucin de una autonoma e individualidades de los

    nios en tanto personas que se reconocen como parte de un colectivo. Como seala

    Bergamaschi (2007), ms que la enseanza lo que pudo observar en la localidad de Lomba

    do Pinheiro (Rio Grande do Sul, Brasil) fue una bsqueda de aprender por parte de nios y

    jvenes, quienes acompaaban a los mayores y en ese dejar hacer por parte de los adultos -donde el consejo es diferido en el tiempo-, se proporciona un espacio para que los sujetos

    experimenten y establezcan por si mismos los lmites de sus acciones, aunque por ello -

    advierte la autora- se vean expuestos en ocasiones a ciertos trastornos menores, que

    errneamente han sido interpretados por algunos funcionarios e investigadores como una

    falta de cuidado.

    Coincidentemente, en las aldeas Palmito y Marangat (Departamento Guaran, Misiones,

    Argentina) Larricq (1993) explor aquellas situaciones de juego que, a edades muy

    tempranas como los 4 o 5 aos, configuraban escenificaciones de trabajo adulto macheteo, cocina, carpida, recoleccin-. Si bien se trataba de tareas habituales de los mayores que los

    nios realizaban conscientes de que se trataba de imitaciones, implican una observacin

  • 9

    detallada y una repeticin seriada de operaciones a la vez que se adquieren competencias

    motoras, intelectivas y lingsticas.

    Larricq (1993) indica que la realizacin obligada de tareas hogareas fundadas en estas

    escenificaciones -tales como el acarreo de agua, el cuidado de animales, la preparacin de

    alimentos- comenzaban a los 6 o 7 aos (dependiendo de la composicin de los grupos

    domsticos y la divisin sexual de trabajo); en otras actividades del monte o la huerta, en

    cambio, colaboraban en forma intermitente y sin obligacin hasta los 11, 12 o 13 aos, si

    bien desde unos aos antes los nios acompaaban a sus padres en la jornada laboral y

    realizaban entonces este mismo proceso de aproximacin progresiva a la prctica por

    imitacin.

    En virtud de lo anterior, an las obligaciones domsticas que los nios realizan desde

    temprana edad acarreo de agua, limpieza de enseres- pueden ser entendidas como experiencias formativas en trminos de conocimiento socio-cultural, donde su

    cumplimiento es parte de la comprensin y ejercicio de procesos de colaboracin para el

    sostenimiento de los grupos domsticos. Esto no implica ignorar las relaciones de poder

    que se producen en su seno, sino enfatizar que el trabajo domstico es necesario para la

    reproduccin de los grupos sociales (Schiavoni 2003).

    Finalmente, es importante advertir que los conocimientos que se producen fuera de la

    escuela no se definen en s mismos sino en relacin a la institucin legitimada por los

    estados nacionales para la transmisin intergeneracional de saberes: la escuela. En el caso

    de las poblaciones mby, as como se ha verificado para otras poblaciones indgenas, es

    posible observar como, por ejemplo, la predominancia de la forma escolar, y en particular

    la separacin de adultos y nios, confronta con la educacin en contextos comunitarios en

    los que ambos grupos de edad comparten las actividades: el hecho de la escuela sea un

    espacio social que se especializ en la enseanza y el aprendizaje y que no prev la libre

    circulacin entre los diferentes grupos de edad (as como los lugares de trabajo no estn

    preparados para recibir nios o personas que no estn directamente implicadas en el

    mismo) proviene de la gnesis urbana de la escuela, y por lo tanto atiende a las exigencias

    de organizacin de las familias en dicho mbito, producidas histricamente (Gomes y

    Pereyra, 2005). Si bien no es posible detenernos en estos procesos aqu, es importante

    advertir que estos contrastes contribuyen a que la relacin de las poblaciones indgenas con

    la escuela sea compleja: por un lado se reconoce la importancia de acceder a la lectura,

    escritura y el dominio del castellano; al mismo tiempo, se confronta con la forma que esta

    adquiere.

    En el caso de las poblaciones campesinas, el trabajo de Cragnolino (2001 y 2006) permite

    reconstruir los cambios en las estrategias formativas de las familias de pequeos

    productores del norte cordobs durante el siglo XX; si bien se trata de otro contexto

    regional, las poblaciones rurales actuales de ambas regiones presentan interesantes

    semejanzas a nivel estructural, por lo que su anlisis resulta de utilidad para este trabajo.

    Cragnolino (2006) advierte que histricamente los nios campesinos se han incorporado a

    tareas en la unidad domstica; esta vinculacin se produce de manera progresiva,

    participando en tareas de complejidad y exigencia fsica crecientes. Los aprendizajes

  • 10

    tempranos acerca del trabajo domstico y predial se realizan a travs la observacin y luego

    la imitacin, lo que permite la apropiacin paulatina del repertorio de conocimientos

    especializados tiles para resolver problemas prcticos -conocimiento de los ciclos

    climticos, operaciones necesarias para el cultivo, manejo de instrumentos, ciclo de vida de

    animales y vegetales-.

    Como se ha dicho, el conocimiento que se adquiere fuera de la escuela es definido en

    articulacin con ella; para las poblaciones rurales as como para las indigenas- han ocurrido cambios significativos en este siglo: es as como, a diferencia de otras

    generaciones, la asistencia a la escuela primaria es una actividad prioritaria de los nios de

    las familias campesinas en la actualidad. Es reconocida su importancia en tanto habilita a

    sus miembros para la bsqueda del trabajo y la vida social fuera del predio familiar, por lo

    tanto la escuela primaria no se presenta actualmente como una opcin o una posibilidad

    sino como un problema a resolver: implica la aceptacin de que estos aprendizajes tendrn

    una utilidad diferida, as como la preservacin del trabajo domstico y predial -o su

    redefinicin de manera que no interfiera con las tareas escolares (Cragnolino, 2001).

    En el caso de los jvenes adolescentes y la escuela secundaria, la relacin entre los

    conocimientos escolares y las experiencias formativas fuera de la institucin es diferente:

    en un contexto de pauperizacin y descampesinizacin, las labores del campo que se

    proponen como contenido curricular de las escuelas secundarias agrotcnicas puede resultar

    desvalorizado en tanto las proyecciones de futuro de varios de los miembros de la unidad

    domstica sean urbanas. Al mismo tiempo, el aprendizaje de oficios por parte de los

    varones jvenes (albailera, electricidad, mecnica) puede ser valorado en su carcter

    formativo: permite resolver problemas prcticos y facilita la reproduccin del trabajo a

    travs de un empleo asalariado o un desempeo cuentapropista. No obstante, es importante

    advertir que estos aprendizajes vinculados a la accin se adquieren tambin en la unidad

    domstica y predial; en los grupos de parientes y redes familiares en situacin de trabajo

    productivo; en equipos de trabajo especializados y, durante la migracin, en cadenas que

    operan en la capacitacin e incorporacin al trabajo en oficios (Cragnolino, 2001).

    De estas definiciones surge que la referencia a la participacin de los nios en la

    produccin familiar domstica incluye a todos los miembros que desempean ms o menos

    sistemticamente una labor para la produccin y/o reproduccin del grupo familiar. Esto

    permite analizar reemplazos, diferenciaciones genricas, de edad y de posicin en la escala

    de hermanos ya no como mandatos culturales fijos sino en su proceso de construccin

    sociohistrica. El tipo de tareas realizadas, su frecuencia y distribucin merecen ser

    descriptas empricamente y analizadas conceptualmente para poder precisar los alcances de

    la participacin perifrica legtima de los nios en la produccin domstica, en cada

    contexto social e histrico particular en el que se lo aplique.

    4. Los cultivos y la cra de animales en San Ignacio

    El departamento de San Ignacio ocupa un lugar de relevancia a nivel provincial en la

    produccin de cultivos industriales, especialmente de yerba mate y en menor medida de t.

    Por la superficie dedicada a estos productos posee respectivamente el 3ero y 4to lugar en la

  • 11

    provincia, siendo la proporcin de la superficie del departamento destinada a cada producto

    el 18% y el 2% respectivamente (INDEC 2010. Cuadro 4.10 CNA 2002)4.

    En ambos cultivos, la superficie promedio por productor en San Ignacio es un poco mayor a

    los valores provinciales en el caso de la yerba mate, 14 y 10 has; en el caso del t, 25 y 4 has respectivamente- (Gobierno de Misiones 2008: 351, 352 y 358)

    5. Esta informacin

    permite concluir que la plantacin de yerba mate y t contina siendo producto de colonos

    y ocupantes en toda la provincia, si bien en el departamento considerado tiende a haber

    comparativamente mayores extensiones; por otra parte, esta produccin se integra en una

    cadena agroindustrial significativamente concentrada, ya que la primera venta se realiza sin

    procesamientos y directamente a la industria en un 60% en el caso de la yerba mate y en un

    70% en el caso del t (INDEC 2010. Cuadro 12.1. CNA 2002)

    Asimismo, el departamento de San Ignacio ocupa el primer lugar provincial en la

    produccin hortcola bajo cubierta -41.250 m2, representando ms del 23% de la superficie

    provincial destinada a este tipo de productos-, siendo tambin relevante el cultivo de

    mandioca -747,5 has sobre 9.097,7 has en la provincia- (INDEC 2010. Cuadro 4.18. CNA

    2002). En el caso de los cereales, la produccin provincial se concentra fundamentalmente

    en el maz, pero el departamento de San Ignacio no se destaca por su produccin es de solamente 653,5 has por sobre las 33.523 a nivel provincial (INDEC 2010. Cuadro 4.6.

    CNA 2002).-; este ltimo producto reviste especial relevancia, ya que se trata de una

    especie que se reconoce como tradicionalmente cultivada por los mby, como se ver ms

    adelante. Finalmente, de los datos estadsticos surge que la cra de animales no es

    significativa en San Ignacio si se la compara con otros departamentos de la provincia,

    destacndose el ganado bovino en rodeos predominantemente pequeos -6.658 cabezas

    sobre 345.648 en 2002-. Un proceso similar se verifica con los porcinos -959 cabezas sobre

    125.128- en piaras tambin de nmero reducido (Gobierno de Misiones 2008: 366, 380 y

    382).

    Las actividades de horticultura y cra de animales relevadas en los ncleos mby y en las

    explotaciones de las familias de colonos localizadas en las proximidades de San Ignacio

    son coincidentes con el panorama descripto para el departamento, si bien pueden sealarse

    asimismo algunas particularidades. En principio, la produccin vegetal y animal que se

    observa en las comunidades mby no es muy amplia, proceso en el que probablemente

    incida en hecho de que el turismo y las relaciones con el Estado son fuente complementaria

    de ingresos para las familias. No obstante, es posible advertir que la produccin vegetal -al

    menos en Katupiry, Andresito y Pindoity, donde se pudo abordar con mayor detalle-

    responde a los cultivos tradicionales en las comunidades mby tales como mandioca, maz,

    batata, porotos, zapallo (sobre todo de los dos primeros productos) y se puede observar

    4 Estos productos experimentaron variaciones en el periodo 2002-2007: en el caso de la yerba mate, la

    superficie destinada a la produccin provincial disminuy -de 167.300,3 has a 161.180 has- mientras que en el

    departamento San Ignacio ascendi levemente -19.160 has a 19.394 has-. En el caso del t, en cambio, se

    verific un incremento de la superficie destinada a la produccin a nivel provincial -de 34.843 has a 44.801

    has- as como en el departamento San Ignacio -de 2.140 has a 7.738 has- (Gobierno de Misiones 2008: 350 y

    352). 5 Se trata de un promedio terico obtenido en base a datos de cantidad de productores y superficie cultivada

    por departamento, que son los datos proporcionados en las fuentes mencionadas.

  • 12

    asimismo la presencia de huertas, una mnima cra de animales de granja cerdos y gallinas-, y proyectos espordicos de apicultura. En las familias de colonos se observa una

    importante heterogeneidad: aquellos que disponen de terrenos ms amplios (100-200 has)

    despliegan una diversidad de actividades que van de la forestacin, la cra de porcinos,

    bovinos y aves de corral, la apicultura, la huerta y las plantaciones de mandioca y caa de

    azcar (esta ltima para forraje); algunos de los que cuentan con menores extensiones han

    desarrollado viveros y cra mnima de animales de granja, mientras que quienes solamente

    disponen de unas pocas hectreas se dedican a la huerta y sobreviven principalmente de la

    asistencia estatal.

    Del trabajo de campo realizado hasta el momento se deriva que los nios mby de las

    comunidades anteriormente mencionadas pueden interaccionar con animales domsticos y

    de granja, pero su intensidad es menor si se lo compara con las oportunidades que derivan

    de las responsabilidades cotidianas de algunos nios de la colonia cuyas familias registran una mayor actividad productiva de crianza de porcinos y aves de corral-, quienes se ocupan

    de mover animales para alimentarlos, en tanto los nios mayores participan incluso del faenamiento. Es importante detenerse en este punto porque de la cra de animales se

    desprende un complejo conocimiento sobre el mundo natural y su interaccin con las

    poblaciones humanas: analizando las prcticas cotidianas de cuidado de los cerdos en una

    familia de colonos se ha podido concluir cmo disponer de conocimiento sobre los

    vegetales que sirven de alimento a cierto animal permite la articulacin con saberes

    respecto de la reproduccin de dichas plantas, la vinculacin entre la alimentacin animal y

    la humana, o las capacidades de alimentacin de los animales en las distintas etapas de su

    vida. Es decir: no se trata de un conocimiento sobre una especie en particular, plausible de

    ser expresado con exhaustividad, sino ms bien del conocimiento de relaciones entre

    especies que son relevantes para necesidades inmediatas.

    En relacin a la produccin vegetal, los nios mby tienen oportunidad de acompaar a los

    mayores a la chacra, observando y ayudando. En las comunidades analizadas se

    reconstruy que las plantaciones ocupan de 1 a 5 hectreas, donde se plantan mandioca y

    porotos en septiembre u octubre, que entre marzo y abril los pueden empezar a consumir.

    Respecto del maz, algunas comunidades plantan variedades de tres y seis meses

    comenzando en el mismo perodo. Las actividades hortcolas de subsistencia estn

    presentes en la mayora de las comunidades y hogares de colonos; pero del trabajo de

    campo surge que las agencias gubernamentales ligadas a la agricultura no logran, pese a

    disponer de un cuerpo profesional especfico y varios documentos sobre las actividades

    productivas de la regin de San Ignacio, interaccionar con los colonos y ocupantes que se

    encuentran en posiciones ms marginalizadas. Por su parte, da la impresin de que los

    mby de la zona no son considerados una poblacin objeto de estas polticas, cuestin que

    en si misma requiere de reflexin: quizs debido a que los mby reclaman

    fundamentalmente por sus actividades extractivas en el monte, las tareas agrcolas no son

    habitualmente consideradas como tradicionales de sus comunidades, e incluso pueden ser asociadas a una sedentarizacin forzada

    6. Ante esta situacin, y teniendo en cuenta las

    6 Para analizar las actividades de la poblacin mby en Misiones en relacin a huertas y cra de animales

    desde una perspectiva ms diacrnica es interesante recurrir al anlisis de Enriz (2008), quien reconstruy

  • 13

    discontinuidades en las actividades productivas en el transcurso de las generaciones

    sealado precedentemente, el interrogante consiste en establecer cmo ciertas actividades

    nuevas son apropiadas o incluso potencialmente reivindicadas por algunas comunidades.

    Este argumento se refuerza si se compara la situacin de los mby de San Ignacio con otros

    contextos donde la produccin hortcola de las comunidades es ms abundante. Es el caso

    de la aldea Tekoa Maragatu (municipio de Umarui, Estado de Santa Catarina, Brasil),

    donde Utermoehl y Nunes (2006) pudieron registrar un uso amplio de prcticas

    tradicionales de cultivo que les permitan a los mby sortear algunos problemas de la

    agricultura occidental tales como la dependencia de insumos (semillas y fertilizantes), el

    monocultivo y la homogeneizacin de las especies que provocan la degradacin ambiental.

    La utilizacin de variedades de maz, plantadas en asociacin con porotos, mandioca,

    batata, man y zapallo, contribua as a la preservacin del suelo y la mejora gentica.

    Por otra parte, el estudio de Perez Felipim y Queda (2005) es particularmente importante

    porque analiza actividades agrcolas en relacin a la movilidad espacial mbya. Se releva en

    la comunidad indgena Guarani Yvyty (Ilha do Cardoso, municipio de Canania, Estado de

    San Pablo, Brasil) la conservacin de los cultivos del maz, considerando cmo diversos

    mecanismos que componen el sistema agrcola favorecen la manutencin y el aumento de

    la variabilidad gentica de sus cultivos. Los autores subrayan que el maz acompaa los

    sucesivos traslados de las comunidades y su produccin que no es solo destinada a la alimentacin sino que tiene importancia ritual- se mantiene a partir de la reserva de semillas

    que garantiza su plantacin donde quiera que la comunidad se desplace. Esto es

    particularmente importante dado que el maz cultivado y domesticado no dispone de un

    mecanismo de propagacin y dispersin natural, dependiendo totalmente de la accin

    humana para su sobrevivencia, siendo las tcnicas de conservacin fundamentales para tal

    propsito.

    Las diez variedades de maz que Perez Felipim y Queda (2005) identificaron como

    presentes en el sur de Brasil constituyen insumos para un amplio repertorio de formas de

    preparacin como alimento y bebida. Las familias nucleares y/o extensas realizan el corte y

    quema de no ms de 1 hectrea para plantar cultivos "tradicionales" y "no tradicionales" en

    un mismo espacio, siendo los segundos aquellos que son considerados por los propios mbya

    como "cultivos del blanco" y adquiridos por compra, trueque o donacin. La permanente

    distincin de productos tradicionales es en s mismo relevante a los fines de este estudio,

    como ya se dijo; sin embargo, analizadas desde las tareas involucradas esta diferencia entre

    productos que se sostiene desde las creencias religiosas se vuelve relativa.

    Como se anticip, en la produccin vegetal de los colonos se ha observado hasta el

    momento una heterogeneidad similar a la que se verifica respecto de la cra de animales. Es

    as como en la chacra de algunas familias se han logrado instalar viveros bajo cubierta que

    complementan la cra de animales para la subsistencia, mientras otros tienen una

    produccin vegetal intermitente, generalmente asociada a la entrega peridica de semillas

    por parte del INTA y/o el municipio. Los viveros distinguen a unas pocas familias que han

    acciones externas en pos de la sedentarizacin, en el perodo 1978-1988, a cargo del Instituto Superior

    Antonio Ruiz de Montoya con apoyo gubernamental.

  • 14

    logrado enviar a sus hijos a escuelas agrarias o interaccionar intensivamente con el Estado;

    en trminos formativos de las jvenes generaciones resulta una actividad de singular inters

    ya que se ha observado como los estudiantes permiten ampliar los horizontes de la

    produccin familiar, generando demandas a sus padres y poniendo en relacin

    conocimientos escolares y comunitarios. En estas situaciones, por otra parte, es donde las

    limitaciones estructurales se expresan con claridad: se han relevado as distintas

    trayectorias de jvenes de familias de la colonia que no han podido terminar sus estudios

    secundarios por problemas econmicos, y cuyos proyectos productivos presentan

    innumerables obstculos por falta de crdito o incentivos para la produccin; de manera

    similar, iniciativas de produccin agrcola de auxiliares o referentes indgenas se truncan

    por la provisionalidad de los terrenos que ocupan o la falta de insumos para iniciar una

    actividad econmicamente sostenible.

    5. El monte y la explotacin forestal en San Ignacio

    Como se seal, en San Ignacio se verifica una menor proporcin de latifundios en relacin

    al promedio provincial -25% y 45% respectivamente-, y existe un nmero significativo de

    pequeos productores que se dedican al cultivo de yerba mate, te y viveros hortcolas. Esta

    descripcin podra dar la impresin de que la produccin agrcola a pequea escala podra

    caracterizar a San Ignacio.

    Sin embargo, al analizar los datos de la produccin forestal, se observa que este

    departamento ocupaba en 2002 el tercer lugar en la produccin provincial en relacin a la

    superficie de bosques de pinos implantados: coincidentemente, las 21.144 has identificadas

    en el CNA como destinadas a la produccin de esta especie no autctona en el

    departamento correspondan a casi el 20% de su superficie bajo explotacin agrcola,

    mientras que en la provincia la extensin de este producto era del 14% (Gobierno de

    Misiones 2008: 392). Asimismo, analizando la produccin de los ltimos aos, puede

    observarse que a nivel provincial se triplic la produccin de rollos de madera proveniente

    de montes implantados desde el 2002 al 2007, lo que permite suponer que este

    departamento ha participado de ese crecimiento, dada la importancia que ocupa en la

    produccin a nivel jurisdiccional (Gobierno de Misiones 2008: 389).

    Dado que las comunidades mby prximas a San Ignacio son de tamaos diversos y se

    encuentran a diferentes distancias respecto de la ciudad cabecera del departamento, las

    posibilidades de acceder al monte para realizar actividades extractivas son en general

    limitadas pero asimismo heterogneas. La vida en proximidades del monte hace que los

    nios pequeos, desde los 3 o 4 aos, aprendan como manipular o evitar pequeos animales

    que encuentran en las inmediaciones de sus viviendas; al mismo tiempo, las crecientes

    restricciones de accesibilidad hacen que los nios mayores no dispongan de un contexto

    para la apropiacin de los conocimientos sobre las actividades extractivas asociadas al

    monte que los adultos jvenes podran proporcionarles.

    Aun con estas condiciones contextuales desfavorables, los varones jvenes de estas

    comunidades pueden dar cuenta de la transmisin intergeneracional de conocimientos sobre

    trampas para pequeos animales y pjaros, aunque la actividad diste de ser cotidiana. Se

    mencionan especialmente la posibilidad de apresar a especies como ararakay (loritos),

  • 15

    zorzales, yeruti (trtolas), urracas (akae), uru i, ynambu (perdices), yaku (pavos monteses); tambin a veces salen a melar, buscando jatei (abejas largas). El relato de un auxiliar da cuenta de experiencias de restriccin en el acceso al monte en el transcurso de su propia

    generacin: hijo del cacique de Tekoa Arand, una comunidad ubicada a 150 km. hacia el

    Noreste, se acompaa con la hija del cacique de Katu Piry y tras instalarse all -tras realizar

    un curso de ADI en 2008-, comienza a desempearse en la escuela prxima a Andresito.

    Este auxiliar mby recuerda que en su infancia en Tekoa Arand disponan de un vasto

    territorio, ya que como resultado de una donacin ocurrida a principios de los 90 la comunidad cuenta legalmente con ms de 4000 hectreas. Sin embargo, en los ltimos aos

    la zona se pobl de pequeos productores de tabaco, y han sufrido asimismo intrusiones

    para la extraccin de madera que provocaron litigios judiciales. Siendo nio, acompaaba a

    su padre y as aprendi a cazar venados, tat, a recolectar pakuri (rbol frutal similar a la

    naranja) y miel; la aldea de Katu Piry, donde vive actualmente, est rodeada de

    plantaciones de pino destinado a la elaboracin de papel y las familias se dedican al cultivo

    en la chacra, y la realizacin de artesanas, por lo que el contraste con sus experiencias

    infantiles es significativo.

    Es interesante comparar la perspectiva de este auxiliar con la de un colega, ya que ambos

    viven en Katu Piry pero analizan el escenario con distintos parmetros: mientras para el

    primero las limitaciones en el acceso al monte son evidentes en relacin a su infancia en

    Tekoa Arand, para el segundo son relativas, ya que las compara con su infancia en

    Andresito. Es as como en su relato este segundo auxiliar valora las 300 hectreas de monte

    en Katu Piry, donde pueden encontrar numerosos rboles frutales como aratiku

    (chirimoya), guaporaity (guapoy: higuera), guavira y gemb mientras que en Andresito,

    en cambio, fue posible observar durante el trabajo de campo como la tala de rboles se

    realizaba cotidianamente a menos de 100 metros de las viviendas.

    Las actividades del monte que estos adultos jvenes relatan como propias de su infancia

    son similares a las reconstruidas en Palmito y Marangat (Misiones, Argentina) a fines de

    los 80 por Larricq (1993). Este autor describi como los varones, a partir de los 6 o 7 aos,

    acompaaban a los mayores en actividades del monte cercano, participando

    progresivamente de un conocimiento amplio del ambiente natural asociado con relatos

    mticos a los que los nios tambin accedan paulatinamente. En estudios ms recientes,

    estas actividades tambin fueron registradas por Enriz, quien en una aldea localizada en la

    reserva de biosfera Yabot (Misiones, Argentina), pudo observar cmo los varones desde

    los 10 aos podan ocuparse en situaciones especiales, de la revisin de trampas para

    animales (Enriz y Palacios 2008; Enriz y Padawer, 2008).

    Aprovechamientos del monte similares pudo reconstruir Cebolla Badie (2005) con el

    trabajo de campo en Takuap, Jejy y Fortn Mboror (Misiones, Argentina), donde pudo

    analizar el conocimiento mby sobre las especies de abejas y avispas que permite el uso de

    la miel en la dieta, la medicina y prcticas religiosas. Estas prcticas de recoleccin se

    realizaban de acuerdo a un patrn reconocido como tradicional, por el cual esta tarea era realizada por varones que podan eventualmente ser acompaados por mujeres. Esta

    actividad implicaba disponer de la habilidad para la deteccin de los nidos, distinguir

    distintas especies de abejas y avispas, as como de las especies arbreas de las que los

    insectos retiraban resina y libaban las flores. Asimismo, este conocimiento implicaba

  • 16

    reconocer las formas y estructuras internas de los panales de cada especie, y los perodos en

    los cuales convena recolectar la miel. En su trabajo, Cebolla Badie (2005) advirti que,

    pese a la amplitud de conocimientos implicados, en los ltimos tiempos estas prcticas

    comenzaron a reducirse por la desforestacin, extincin de la fauna y la prdida del acceso

    a territorios donde se realizaban estas actividades7.

    Es importante advertir, finalmente, que la relacin con el monte nativo es problemtica

    asimismo para las familias de colonos y campesinos. Como ya se seal, la explotacin

    forestal tiene consecuencias importantes en las oportunidades de empleo y en el acceso a

    recursos, ya que los terrenos ocupados pueden ser reclamados para la plantacin de pinos,

    por ejemplo. Asimismo, del trabajo de campo surge que los vnculos de los grupos

    familiares con el monte nativo son procesos dinmicos atravesados por definiciones tnicas,

    polticas y de clase: es as como los nios de la colonia conocen usos teraputicos de

    plantas, pero establecen lmites a la captura y consumo de animales del monte, que

    consideran una actividad propia de los mby e indirectamente cuestionable. Dado que

    algunos nios comparten espacios escolares, es interesante observar cmo, si bien los nios

    potencialmente podran concluir sobre el carcter socialmente construido de las prcticas

    alimentarias por el contraste entre las prcticas de las distintas familias, la definicin de

    animales que son de consumo humano es en este contexto social e histrico de diversidad

    sociocultural y desigualdad social precisa y diferencial, lo que impide que se suscitan

    interrogantes sobre su transformacin

    6. La produccin de artesanas y el turismo en San Ignacio

    Como es sabido, el Parque Nacional Iguaz es el primer destino turstico de la provincia de

    Misiones. Dispone de aeropuerto propio, 75 establecimientos para alojamiento y de acuerdo

    a los datos oficiales recibi en 2007 a 1.020.529 visitantes, siendo el crecimiento constante

    en los ltimos aos hasta llegar a duplicar los valores del ao 2000, con la sola excepcin

    del perodo 2001-2002, cuando la crisis econmica y poltica que atraves el pas tuvo su

    impacto tambin aqu (Gobierno de Misiones 2008: 430).

    El departamento de San Ignacio, y especficamente las Ruinas de San Ignacio Mini,

    constituyen el segundo destino turstico de la provincia. Los 60 km de distancia respecto de

    la ciudad capital provincial permiten los traslados diarios, por lo que cuenta con un nmero

    significativamente menor de posibilidades de alojamiento -13 ofertas-. Asimismo recibe

    una menor afluencia turstica, con 233.785 accesos a las Ruinas en 2007, siendo su

    crecimiento respecto del ao 2000 de un 65%. El crecimiento del turismo en San Ignacio

    implica que en los meses de mayor y menor afluencia ingresen a las Ruinas diariamente y

    en promedio entre 1.000 y 250 personas respectivamente (Gobierno de Misiones 2008: 430

    y 434).

    7 Un cambio significativo en los saberes vinculados con esta prctica lo constituy la introduccin de una

    especie europea hace aproximadamente un siglo -ei kuaapyreey: abeja desconocida o ei rem; abeja alemana-, que se expandi invadiendo nichos de otras especies. Asimismo, los mby expusieron sus reclamos

    acerca del uso indiscriminado de insecticidas y pesticidas en las plantaciones comerciales cercanas a sus

    asentamientos, que contaminan las aguas de los arroyos y exterminan a los insectos melferos o vuelven

    txica la miel que producen (Cebolla Badie, 2005).

  • 17

    Si consideramos que el municipio de San Ignacio contaba en 2001 con 10.541 habitantes

    (INDEC, 2010. Cuadro 11.1. Censo 2001), el nmero de visitantes a las Ruinas

    seguramente impactar en las actividades econmicas y, en general, en distintas

    dimensiones de la vida local. En el caso de las aldeas mby de la zona, como se anticip,

    una consecuencia identificable consiste en la creciente ocupacin de los nios, jvenes y

    adultos en la bsqueda de materiales para artesanas, su confeccin y venta. Los productos

    se comercializan a partir de las visitas de turistas a las comunidades y especialmente en los

    puestos localizados alrededor de las Ruinas de San Ignacio Min, o incluso por viajes

    espordicos a otras localidades tursticas de la provincia (Cataratas del Iguaz) o del pas

    (Sierras de Crdoba).

    De los testimonios obtenidos y de la observacin del mercado prximo a las Ruinas de San

    Ignacio, es posible establecer que los nios de las comunidades ms prximas aprenden a

    hacer tallas en madera a partir de los 8 o 10 aos aproximadamente, habindose

    estandarizado 5 tamaos bsicos de figuras, que oscilan entre 3$ y hasta 50$ en la venta al

    pblico. Las nias y las mujeres confeccionan collares (con kapiia), anillos y pulseras que se venden a 2$ y 3$, y tambin elaboran cestera utilizando takuara, takuaremb y

    gembepy; con los mismos materiales se confeccionan coberturas para botellas, mates o

    termos, las que se venden entre 5$ y 20$.

    Esta actividad intensiva preocupa a los miembros de las comunidades ya que cada vez

    resulta ms difcil obtener la materia prima: segn relata el segundo cacique de Andresito,

    para conseguir madera de kurupi para elaborar las tallas debe recorrer casi 10 km; uno de

    los ADI, que ha perfeccionado la elaboracin de coberturas para botellas, termos y mates,

    adviertendo que si la raz del gembepi se puede recolectar cada dos meses, el takuarembo

    est disponible solamente dos veces al ao, mientras que la takuara (utilizada como base de

    cestera y adornos) es de ms fcil acceso.

    En esta relacin entre la produccin artesanal y el turismo, una cuestin pendiente de

    indagacin es el vnculo que se establece entre las comunidades localizadas en

    proximidades a San Ignacio y el emprendimiento cultural y turstico de las Ruinas de San

    Ignacio Mini, que viene siendo en las ltimas dcadas objeto de distintas polticas

    culturales (establecimiento y renovacin del Museo, recientemente la organizacin de un

    espectculo de Imagen y Sonido). Si bien del trabajo de campo surge que algunos indgenas

    se desempean como personal del establecimiento en la actualidad, la insercin es

    cuestionada tanto por indgenas como por habitantes del pueblo: dado que la parcialidad

    mby se distingue por ser aquella que no particip de las misiones jesuticas, su

    involucramiento actual se plantea como problemtico en trminos de continuidades

    histricas.

    En el caso de las familias de los colonos, por otra parte, las actividades vinculadas al

    turismo y la artesana no parecen tener impacto: como ya se seal, actualmente San

    Ignacio es un destino turstico urbano y de paso, por ende el empleo asociado a sus

    servicios es escaso. Existen otros atractivos de menor importancia: un parque provincial,

    una zona de balneario y recreo en la ribera del ro, un secadero y la casa de Horacio

    Quiroga, pero asimismo se trata de recursos que son propiedad de unas pocas familias.

  • 18

    7. La reproduccin del conocimiento y el conflicto por los recursos

    en un espacio social rural

    En este trabajo se ha procurado mostrar de qu manera la ocupacin y uso del territorio por

    parte de las familias autoidentificadas como colonos y ncleos mby localizados en las

    inmediaciones de San Ignacio est vinculada con su proximidad con la ciudad cabecera del

    departamento, donde el acceso a los recursos del monte es limitado y controvertido, y

    donde las posibilidades para realizar actividades de cra de animales y huerta tambin son

    restringidas.

    La cercana de ambas poblaciones, con condiciones similares de acceso a la tierra, genera

    interacciones que asumen sus particularidades en y entre las distintas generaciones. Si los

    nios de la mayora de las comunidades asisten a escuelas propias, un establecimiento se

    distingue por su matrcula heterognea, producindose relaciones novedosas para los nios

    mby y colonos entre s y en relacin a los procesos de conocimiento. Del mismo modo,

    jvenes y adultos de algunos de los ncleos entablan crecientes vnculos con funcionarios y

    polticas del Estado, especialmente a travs de la escuela.

    En este espacio social rural, caracterizado por la coexistencia de propiedades de grandes

    extensiones, estancias, y pequeas propiedades de colonos y ocupantes, se han producido

    importantes transformaciones en los ltimos aos, ya que se ha incrementado la produccin

    forestal, se ha reducido la produccin de yerba mate que caracterizaba a los colonos, ha

    crecido la produccin de t histricamente una industria ms concentrada-, y se han generado algunas alternativas de produccin hortcola en viveros, cra de cerdos y

    actividades ligadas al turismo. Los reclamos de los sectores ms perjudicados se han

    orientado, con contradicciones, en dos direcciones bsicas: en el caso de los mby en el

    acceso al monte, y en el de colonos y ocupantes al control y ayuda estatal en la

    comercializacin de sus productos.

    Para las poblaciones rurales, las economas domsticas de subsistencia vinculadas a

    procesos de produccin y reproduccin capitalista han implicado histricamente una

    incorporacin relativamente temprana de nios y jvenes a las tareas productivas -si se la

    compara con un patrn urbano de clase media-. De esta manera, la escolaridad obligatoria

    de los nios coexiste con tareas cotidianas en la unidad domstica, de la cual se han

    relevado cambios a lo largo del tiempo. Los aprendizajes tempranos acerca del trabajo

    domstico y predial, como ya se ha sistematizado para otros contextos, se realizan a travs

    la observacin e imitacin, lo que permite la apropiacin paulatina del repertorio de

    conocimientos especializados tiles para resolver problemas prcticos.

    Del trabajo realizado surge que el carcter formativo de las experiencias involucradas en la

    participacin de los nios en actividades productivas no puede darse por descontado, pero

    tampoco eludirse en sus consideraciones conceptuales y empricas. Si la participacin de

    las jvenes generaciones en la cra de animales y la huerta no es especialmente significativa

    en San Ignacio, el contraste con otros contextos permite ms bien problematizar las escasas

    oportunidades de los adultos de realizar estas actividades, las que seguramente podran

    mejorar considerablemente las condiciones de vida de las familias adems de proporcionar

    vas para el conocimiento del mundo vegetal y animal a travs de la experiencia a los nios

  • 19

    y jvenes. Debe reiterarse, no obstante, que estas potencialidades se distinguen de la

    incorporacin de los nios indgenas en la produccin de cultivos industriales: estas

    relaciones, mediadas directa o indirectamente por un salario, no permiten desarrollar

    comunidades de prctica porque conllevan la realizacin de tareas mecnicas aisladas, y el

    agotamiento de los trabajadores conspira con la escolarizacin.

    Al igual que la huerta y la cra de animales para ambos conjuntos, las actividades

    extractivas en el monte son poco frecuentes en las comunidades mby de San Ignacio pese

    a lo cual se observa una cierta continuidad de las tareas en las sucesivas generaciones: esta

    se expresa en la limitada pero aun vigente participacin de nios y jvenes-adolescentes en

    la caza de aves, la recoleccin de frutos y materiales para artesana fundamentalmente.

    Estas tareas conllevan un importante conocimiento del mundo natural, social y

    competencias lingsticas sobre las que los jvenes y adultos mby reconocen un retroceso:

    la tarea de los auxiliares docentes indgenas parece incipiente pero clave para desarrollar

    estrategias de registro y produccin cultural en esta rea, las que solo podrn fructificar si

    los reclamos por el acceso a la tierra son atendidos desde la incipiente tarea de demarcacin

    emprendida por el Estado.

    Finalmente, la produccin de artesanas requiere una mencin especial dado que las tareas

    que los nios pueden aprender implican destreza manual y desarrollo artstico, los que

    involucran asimismo competencias cognitivas. Del trabajo realizado surge que en la zona

    de San Ignacio las artesanas estn en gran medida estandarizadas y simplificadas en pos de

    su comercializacin a bajo precio, lo que no impide que en el futuro puedan elaborarse y

    desarrollarse piezas nicas que involucren una mayor complejidad tcnica y elaboracin,

    as como un mayor precio de venta en el mercado. Si la produccin de objetos artesanales

    es por definicin una actividad tradicional indgena y su potencialidad como experiencia

    formativa es significativa, cabe preguntarse si la participacin de los nios en la

    comercializacin de los productos no constituira una actividad en la que deberan poder

    estar protegidos, ya que eventualmente implican traslados agotadores e interaccin en

    contextos de riesgopresencia de grandes vehculos y circulacin masiva de personas.

    Las polticas estatales de erradicacin del trabajo infantil en la Argentina, acordes con las

    recomendaciones de los organismos internacionales, tienden a reconocer de manera

    declarativa la importancia que asume la participacin de los nios en el trabajo familiar

    como parte de la produccin y reproduccin del conocimiento tradicional indgena. Si su

    prioridad es garantizar la escolaridad de los nios como un derecho universal, debe

    advertirse sobre la necesidad de orientar acciones estatales para garantizar, asimismo,

    aquellos derechos particulares que estn implicados en el acceso a formas de conocimiento

    que no son mediadas habitualmente a travs de la escuela. El reconocimiento de las

    experiencias formativas de los nios indgenas y campesinos plantea, en definitiva, desafos

    conceptuales y polticos a los derechos universales de la infancia: si el derecho a la

    educacin se traduce habitualmente en reclamos por la garanta de acceso a la forma escolar

    hegemnica; sin renunciar a ellos debera poder exigirse de manera similar el cumplimiento

    de otras formas, particulares y propias de distintas comunidades indgenas y rurales, de

    formacin en el conocimiento del mundo.

  • 20

    Si la produccin de conocimiento es continua y contingente a oportunidades locales de

    experiencia, observacin y reflexin, es posible postular que para la profundizacin de las

    declaraciones y acciones de proteccin de derechos de la infancia, el Estado debera

    garantizar de maneras precisas que ese conocimiento local sea asimismo recreado a travs

    de las generaciones. Para que esto suceda, la discusin que se plantea a continuacin refiere

    al acceso a los recursos naturales y la oportunidad de llevar adelante actividades

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