pablo pineau-sobre el sentido de la ed popular

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De sueños y pesadillas historia de la educación popular Desde “La Educación Popular” de Sarmiento a hoy, distintas posturas han definido lo popular de la escuela. Una “revisadita” histórica puede aportar elementos para el debate Revista La Educación en nuestras manos, N°64, Julio - Agosto de 2001 Reportaje a: Pablo Pineau, Universidad Nacional de Luján La Educación en nuestras manos: ¿Cómo surge el concepto de educación popular? Pablo Pineau: La primera referencia histórica podemos ubicarla en el libro de Sarmiento “La Educación Popular” de 1849. En este trabajo, resultado de los viajes que él hace buscando experiencias educativas en el mundo, plantea la educación popular como la educación escolar. Este lo posiciona en el fuerte debate que se da en el siglo XIX, entre los escolarizadores, que plantean que la mejor forma educativa es la que es posible en la escuela (que son los que van a terminar imponiéndose) y aquellos otros -algunos caudillos, Rosas, Alberdi- que plantean que quizás haya otras formas posibles de educar tanto o más eficaces que la escuela. Sarmiento sostiene que la mejor estrategia moderna de educación es la escuela, pensando en una educación basada en la formación de un sujeto político, el ciudadano; en una educación homogeneizante que legitime la sociedad liberal, que difunda los deberes, los derechos, el capitalismo, la igualdad de oportunidades. EM: ¿A qué se refiere Sarmiento cuando habla de “popular”? P. P.: Sarmiento piensa siempre en formar al pueblo, que es lo que a él le importaba. La educación popular era, para él, la escuela primaria, donde deben ir todos, y la escuela normal cuya función es alimentar de docentes a la escuela primaria. La educación de elites se articulaba por otro lado, y a Sarmiento le va a importar muy poco. Este concepto de educación popular como pueblo que va a la escuela, como formación de la ciudadanía, está impregnada de una visión de pueblo fuertemente despreciativa, un pueblo a quien se le debe infundir una cantidad de saberes para que pueda actuarlos, pero que no porta una cultura previa. Y en caso de que sí los porten, esos saberes deben ser arrasados, eliminados. Esto era la Barbarie que debía ser vencida por la Civilización. 1

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Page 1: Pablo Pineau-Sobre El Sentido de La Ed Popular

De sueños y pesadillas historia de la educación popular

Desde “La Educación Popular” de Sarmiento a hoy, distintas posturas han definido lo popular de la escuela. Una “revisadita” histórica puede aportar elementos para el debate

Revista La Educación en nuestras manos, N°64, Julio - Agosto de 2001

Reportaje a: Pablo Pineau, Universidad Nacional de Luján

La Educación en nuestras manos: ¿Cómo surge el concepto de educación popular?Pablo Pineau: La primera referencia histórica podemos ubicarla en el libro de Sarmiento “La Educación Popular” de 1849. En este trabajo, resultado de los viajes que él hace buscando experiencias educativas en el mundo, plantea la educación popular como la educación escolar. Este lo posiciona en el fuerte debate que se da en el siglo XIX, entre los escolarizadores, que plantean que la mejor forma educativa es la que es posible en la escuela (que son los que van a terminar imponiéndose) y aquellos otros -algunos caudillos, Rosas, Alberdi- que plantean que quizás haya otras formas posibles de educar tanto o más eficaces que la escuela. Sarmiento sostiene que la mejor estrategia moderna de educación es la escuela, pensando en una educación basada en la formación de un sujeto político, el ciudadano; en una educación homogeneizante que legitime la sociedad liberal, que difunda los deberes, los derechos, el capitalismo, la igualdad de oportunidades.

EM: ¿A qué se refiere Sarmiento cuando habla de “popular”?P. P.: Sarmiento piensa siempre en formar al pueblo, que es lo que a él le importaba. La educación popular era, para él, la escuela primaria, donde deben ir todos, y la escuela normal cuya función es alimentar de docentes a la escuela primaria. La educación de elites se articulaba por otro lado, y a Sarmiento le va a importar muy poco. Este concepto de educación popular como pueblo que va a la escuela, como formación de la ciudadanía, está impregnada de una visión de pueblo fuertemente despreciativa, un pueblo a quien se le debe infundir una cantidad de saberes para que pueda actuarlos, pero que no porta una cultura previa. Y en caso de que sí los porten, esos saberes deben ser arrasados, eliminados. Esto era la Barbarie que debía ser vencida por la Civilización.

EM ¿Qué otras ideas de educación popular aparecen en nuestra historia?P. P.: Un concepto que va a empezar a cobrar fuerza a comienzos del XX, es el de educación popular entendida como no oficial. Se va a desarrollar con las Sociedades Populares de Educación, con las prácticas del movimiento obrero, las asociaciones de inmigrantes, las asociaciones vecinales, etc. Son instituciones que se van a hacer cargo de los sujetos educativos que no concurren a la escuela común o de las dimensiones de estos sujetos que no entran en la escuela. Mientras en la educación popular escolar, la sarmientina, en manos del Estado, con el modelo de civilización liberal, discriminadora de la cultura popular, a estos sujetos se les enseña ciertos saberes, en estas otras instituciones se les va a enseñar aquello que la escuela no puede o no quiere enseñar. No se le cuestiona su legitimidad cultural a la escuela, sino, más bien, se plantea como una educación complementaria de saberes de algún modo degradados o que, en la jerarquía cultural argentina, no se consideraban saberes. Por ejemplo, la enseñanza de saberes ligados al trabajo, el deporte, o la formación sindical. O, en el caso de las mujeres, los vinculados con la ginecología. Las enfermeras socialistas son las primeras que van a empezar a enseñar estas cuestiones que estaban prohibidas en la escuela. Porque si un profesor de biología intentaba hablar de algo relacionado con esto, era inmediatamente expulsado por intentar pervertir menores.

EM ¿Qué sucede en el peronismo?P. P.: El peronismo va a rescatar fuertemente lo popular, aunque yo preferiría llamar “lo plebeyo”.

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Porque cultura plebeya sería aquella que para un momento social determinado es de menor valor con respecto a una cultura “alta”; mientras que el término “cultura popular” me parece que generalmente es lo que los sectores de cultura alta consideran que es bueno rescatar de la cultura plebeya. El sujeto popular, que para Sarmiento era el que había que extirpar, para el peronismo es el que hay que promover. Pero, paradójicamente, como señala Puiggrós, el sueño de Sarmiento de un país lleno de escuelas, donde todo el mundo concurriera para formarse como sujeto político, lo realiza Perón. Tal vez entonces más que de sueño correspondería hablar de pesadilla. Los saberes de corte plebeyo, popular, que circulaban por fuera de la escuela van a empezar a entrar en ella, o al menos van a convertirse en cultura oficial. La cultura que el Estado va a difundir es aquella que hasta ese momento no era la oficial, en una lógica muchas veces autoritaria. La formación para el trabajo, el deporte, los conocimientos sobre los medios de comunicación, lo político, lo militar, lo técnico, son saberes que van entrando a la escuela. No sólo es que el pueblo tiene derecho a educarse, sino que se empieza a pensar la cultura popular como lo que debe enseñarse dentro de la escuela. Es como un intento de fundir los enfoques previos, es decir la educación popular como escuela y la educación popular como los saberes bajos que circulan por otro lado. Lo nuevo, en el peronismo, es que eso que era de menor jerarquía cultural pasa a primer lugar. Hay, por ejemplo, y siguiendo a Cucuzza, un rescate muy fuerte de la cultura oral. Para el modelo sarmientino, de los dos portadores de texto -la página y la voz-, la primera se consideraba más eficiente. Si se analiza el funcionamiento de la política peronista aparece, en cambio, como mucho más importante la palabra que el libro. Los sectores que están avalando el peronismo, aún cuando estén alfabetizados, son sectores donde prima lo oral. Se desarrollan así formas de comunicación popular basadas en la oralidad. Cualquier frase de Perón o de Eva Perón, con haberla escuchado una vez, ya alcanza para recordarla toda la vida. A duras penas podemos recordar una frase de Palacios, por ejemplo, porque Palacios escribía y eso era para ser analizado, no para ser recordado. La incorporación de esta lógica de cultura popular en la escuela va a producir en ésta una conmoción. Cuando los maestros tenían que enseñar “La razón de mi vida” sentían que eran violados Esta fue la experiencia del peronismo. Si antes popular y oficial eran dos cosas distintas, en el peronismo popular y oficial pasan a ser sinónimos.

EM ¿En qué momento surge la idea de educación popular tal como la conocemos por Paulo Freire?P. P.: En los 60 y 70 los enfoques reproductivistas, Ivan Ilich, y otros, acusan a la escuela de todos los males y plantean otra lógica: la educación popular no es la escuela, ni es lo complementario, ni deben fundirse ambas cosas, sino que es lo contrario a la escuela. Aparecen, así, formas educativas supuestamente más eficientes o mejores que la escuela: la educación no formal, informal, permanente, la ciudad educativa, los medios audiovisuales, etc.En este clima, atravesado por la teología de la liberación y la teoría de la dependencia, Paulo Freire plantea la educación popular como la forma educativa del pueblo en contra de la forma educativa de los sectores de la dominación; es decir, como todo se da en términos de liberación o dependencia, la escuela es ubicada como la forma educativa de la dependencia. Por eso se piensa que ahí hay muy poco que hacer y la educación para la liberación tiene que pasar específicamente por fuera de la escuela. Se piensa desde categorías antagónicas: educación bancaria en la escuela, educación dialógica en la reunión del barrio, la reflexión en contra de la transmisión, etc. Cabe aclarar que esto aparece en los planteos, porque en la realidad concreta son los mismos docentes que laburan de maestros todos los días en las escuelas y que supuestamente sirven al imperialismo transmitiendo contenidos de la cultura dominante, los que por la tarde, los sábados y en otros lugares, desarrollan actividades de educación popular.

EM ¿Cuál ha sido el planteo desde la vuelta al sistema democrático en los 80 a hoy?P. P.: Vale primero revisar lo que planteamos hasta aquí. Se puede ver que lo “popular” de la

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“educación popular” se entendió de distintas formas. Tenés ahí tres posiciones. Está la postura ilustrada sarmientina, donde la escuela es popular porque el pueblo ocupa el lugar del que aprende; el modelo freiriano donde lo popular está garantizado porque el pueblo ocupa el lugar del que enseña -y esto implicó la generación de una metodología específica de corte participativo-; y, por otro lado el modelo peronista y de las asociaciones de educación popular, donde lo popular pasa principalmente por lo que se enseña. En los 80 y 90 se reforzó la primera postura, cuyo mejor ejemplo es la teoría de los “saberes socialmente válidos”, que de alguna manera va a terminar, mutantis mutandi, en los CBC.En función de esto, creo que vale la pena cerrar con una pregunta: ¿cuándo la escuela es popular o, por lo menos, democrática? ¿Cuando permite a los sectores populares tener acceso a saberes que de otra forma no tendrían acceso o cuando le permite a la cultura popular tener el mismo status de reconocimiento social que tiene la cultura no popular?.Voy a un ejemplo concreto: ¿La escuela es más democrática cuando enseña inglés o cuando enseña guaraní?, es decir, cuando le permite al pibe aprender un idioma que de otra forma no aprendería o cuando le dice “tu lengua nativa, tu lengua casera, la que se habla en tu barrio, tiene tanto derecho a ser enseñada en la escuela como la lengua del español o del inglés”? ¿Cuáles son los riesgos de cada una de estas dos posiciones? La postura de los saberes socialmente válidos permite que los alumnos accedan a nuevas cosas, pero a la vez genera discriminación, racismo, deserción, ya que los sectores populares no pueden reconocerse en la cultura escolar; y por otro lado cabe preguntarse si rescatar la cultura de los chicos implica que no haya distancia entre la escuela y su casa, entonces ¿cómo cumple la escuela su función democratizadora de ampliación del universo cultural?Este es un debate importante, que no se soluciona con la respuesta enciclopedista -y de compromiso- de “un poco de cada cosa”, porque en las prácticas concretas se opta por alguna de las dos posiciones. Creo que vale la pena que nos detengamos un poco a discutir estos temas, a lo mejor una revisadita histórica nos tira algunas puntas.

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