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MONAR EN

PABLO FERN.~NDEZ ALBALADEJO

Coordinador

.QU~A, IMPERIO Y PUEBLOS LA ESPARA MODERNA

Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española

de Historia Moderna

Alicante, 27-30 de mayo de 1996

CAJA DE AHORROS DEL MEDITERRÁNEO UNIVERSIDAD DE ALICANTE

A. E. H. M. 1997

O Caja de Ahorros del Mediterráneo Publicaciones de la Universidad de Alicante A. E. H. M.

ISBN Obra Completa: 84-7908-370-0 Tomo 1: 84-7908-371-9 Depósito Legal: A-1679-1997

Fotocomposición: ~ ~ s ~ a ~ a f i c Aries, 7 . 0 511 47 58 - 51 1 47 94 Fax 511 50 13

Imprime: INGRA Impresores. Avda. del Zodíaco, 15. O 528 25 44

Encuadernaciones Alicante. Políg. Ind. Pla de la Vallonga, C 4, nave 11

Civiles y militares en la alta administración española del siglo XVIII: la Secrehría de Estado y del Despacho de Marina

GLORIA A. FRANCO RUBIO U,ziversir lad Coinpluterzse d e Madrid

Con este trabajo me gustaría aportar algunas reflexiones al sugerente debate que la historio- grafía inodernista mantiene sobre el carácter civilista/~nilitarista de la sociedad española desde la implantación de la dinastía borbónica en España. No se trataría tanto de abordar esta cuestión de manera conceptual, que ya ha sido estudiada en brillantes investigaciones (1) sino de mostrar, una vez más, la presencia creciente y el enonne peso que irán cobrando los militares profesionales en la Administración borbónica, no solo en las instituciones referidas al ejército y la armada o en las de una cierta impronta militar, sino también en las que podríamos considerar como claramente p o -

l i t icas y a sea de carácter territorial, local o. cent ra l relegando o equiparándose al letrado, hasta ahora el burócrata por excelencia. Rastrear los orígenes de ese proceso y seguir la evolución de ambas tendencias, a veces en abierto antagonismo y respaldado o combatido por importantes gru-

l.-Aunqiie las aportaciones al debatc son múltiples y todas ellas interesantes quiero resaltiir sobre todo Lis siguientes: AND~IAR, F, «Poder cnilitar y poder civil cti la Espaíia dcl siglo XVIII. Reflenioncs para un debatc~, Meliiiigcs <le 10 Cnsci de VL.l/izqriez, XXVIII, 2, 1992. CEPEDA G ~ M E Z , J.. R ejircilo eii In polilic<r csl~ofioiri 11787-1843). Madrid, 1990. CIIRISTIANSEN, E., LOS o~. ige~~es del (>or(ei. iitilifoi eit D(~o!io. 1800-1854, Madrid, 1974. FAYARD, J., «Los Ministros del Real Consejo de Castilla (1746-1788)», Ciiodeir>os (le Iiii,esrigacids Hislói im, Madrid 11" 6, 1982. FERNÁNDEZ AL~ALADEJO, P., «La Monarquía-, en VV. AA., Cnrlos I I l g In Ilirstr<icióii, Madrid, 1989 (Tomo 1, p. 1- 89). GMENEZ LÓPEZ, E., «Caballeros y letrados. La aportación civilista a la administración corregiincntal valenciana durante los reinados de Carlos 111 y Carlos 1V», Rcsisrn cle Histoiir~ Mo<le[ersn. Ai~riles de In Uiiiseisidiid de Aliciiiile, no 8-9, Alicante, 1992; y «El debate civilismo-militarismo y el Régimen de Nueva Planta en la España del siglo XVIIIn, Ciiadenios de Hisloriu Modeiria, Madrid, no 15, 1994.

pos afines al poder sigiiifica, en definitiva, resaltar las distintas modificacioiies producidas tanto en la concepción del poder y el aparato del Estado, como en la propia opiiiión de los contetnporá- neos acerca del papel que debería jugar el militar en la sociedad.

En esa línea he centrado mi investigación en las S e c r e t a r í a s cle Estcrdo y del Despaclzo, los órga~ios de gobierno más poderosos del momento y, si11 duda, los más representativos de los Borbones en la España del siglo XVIII; iio será un estudio institucioiial sino de carácter social, pro- sopográfico, acerca de las personas que trabajaron a su servicio desarrollando una carrera admi- nistrativa que les convertiría en un tipo de burócrata muy característico del periodo, diferente al que existía en tiempos de los Austrias; desde que estos organismos se convirtieron en los más sig- iiificativos de la monarquía, sus empleados se coiivertirían también en una de las elites inás claras de la administración española, lo que aumentó el prestigio de sus plazas y de los privilegios que comportaban. De las seis existentes he elegido la de Marina, a causa del carácter mixto de sus competencias -administrativas y militares- y por incorporar a su oficina a personas procedentes de la administración militar, lo que añade una cierta peculiaridad a este grupo de la alta burocra- cia española; además de incidir en esos aspectos que caracterizan esta nueva elite burocrático-mi- litar intentaré resaltar alguiias similitudes y diferencias con el personal de otras instituciones (2), mediante un análisis pormenorizado de estos oficiales para tratar de establecer un perfil socioló- gico del mismo.

OR~GENES Y EVOLUCI~N DE LA INSTITUCI~N La aparición de esta Secretaría data de 1714 (3), cuando Felipe V, acabada la Guerra de

Sucesióii, decide reorganizar el aiiterior esquema gubernatneiital, basacio e11 la divisióii de la anti- gua Secretaría del Despacho Universal, distribuyendo las coinpetencias guberiiamentales en cua- tro organismos ministeriales, uno de ellos Marina e Indias; tras sucesivas rernodelaciones (4), es- ta organización no se haría definitiva hasta el decreto de 1721 que sanciona ya con carácter esta- ble un aparato de gobieriio compuesto de cinco departamentos, en el cual la Secretaría de Marina permanece unida a la de Indias, y así se mantendría durante la primera mitad de la centuria. En aquel momento se fijaron las atribuciones ejecutivas del titular y se desarrollaroii claramente sus competencias tanto en cuestiones militares como indianas, de las que únicamente se exceptuaban los asuntos eclesiásticos de Indias, asi como todo lo relacionado con asientos y provisiones de em- pleos, que serían tramitados a través de la Secretaría de Hacienda; aunque estabati unidas bajo la direccióii de un mismo titular, muy proiito fueron adquirieiido autonomía interna, haciendo que

2.-LOPEZ CORDÓN, M. V., «Las Secretarías del Despacho Universal: características y problemas». ponencia presentada al SeiifNinrio Iiiren>ncioiinl L<t/igiiir hislnriqric d e l'odr,iiiiisriureiii; Univcnidiid del País Vasco, septiembre 1992; y «Poder real y poder administrativo en la España del siglo XVIII: las Secretarías de Estado y del Despaclio», ponen- cia presentada al 1 Siiiiposirii,~ Iiirci,tncioii<il del griilio E A. P. E Granada, septiembre 1994. LOPEZ CORDÓN, M. V., FRANCO Rusio, G. A:. y NAVA ROORIGUEZ, T., «Pcrfilcs socioprofcsionales de lii biirocracia española eii el siglo XVIII: las Secretarias de Estado y del Dcspaclio, colaboriiciún presenliirla al Cortgi.eso sobre La B~i~i ies Í r i eii /n E s I ~ s l > " ~ ~ o d e r , i o , Madrid, dicieinbre 1990. Esios trabajos forinan partc de iin proyecto de iiivestigación dirigido por la Dra. Lopez-Cordóii sobre Los Seci-etorÍcrs <Ic Esrndo ). del Dcs/>oclio e,, E.s/>oiín (1705-1833). financiado IJor la C. 1. C. Y. T.

3.-Real Decreto 30 noviembre 1714. Novisima Recopilación, 111, VI, IV.

4.-La dcsaparicióli de Orry y la llegada de Alberoni irajcron nuevos cambios: el 28 de abril de 1715 la Secretaría de Marina e Indias desaparcce y sus competencias distribuidas entre la Secretaría de Giierra y la Iiitendencia Universal de Hacienda. E l 2 do abril de 1717 otro Real Decreto refundió en tres las Secretarías del Despacho, qiierlando uiiidas Guerra y Marina, con una plantilla de diez oficiales y tres escribientes.

poco a poco se fuera constituyelid0 una doble vía de gobieino iiiterior que acaba en la formación de dos oficinas con sus correspondientes oficiales (5); esto significa que el departamento, en la prácti- ca, funcionaría de manera independiente de Indias desde finales de los años veinte por lo qiie en 1754 Fernaiido VI decidió separarlas defiiiivamente (6). Los posteriores cambios en el organigrama mi- iiisterial no le afectaron demasiado, ni siquiera tras la creación de la Junta de Estado, ya que conti- nuaría siempre fi~ncionando de forma independiente hasta la Guerra de la Independencia (7).

Aunque eii 1717 se asignó a cada Secretaría del Despacho uiia plniztilla de seis oficiales, en realidad su número fue variable de unas a otras y así Estado, Guerra y Hacienda contaron siempre con un numero superior, tnieiitras ésta que nos ocupa junto a Indias y Gracia y Justicia tendrían una reducida plantilla, sobre todo eii la primera mitad de siglo (8); desde 1721 coiitaba coi1 cuatro oficiales y un escribiente, número que permaneció prácticamente invariable hasta los años seseii- ta al ser dotada con un oficial más y un archivero, coino el resto de las Secretarías, dada la cre- ciente y prolija docuineiitación que se manejaba y la necesidad de disponer de una persona espe- cializada para hacerse cargo de su organización; esta categoría, además, implicaba la posibilidad de ir ascendiendo internaine~ite como oficial del número (9). En los años setenta se observa un ma- yor dinamismo en el departamento, lo que se plasma eii el aitineiito de su plantilla creándose en 1775 una plaza de oficial cuarto seguiido, y otra de oficial sexto un ailo después; en 1777 se des- dobla la oficialía mayor en dos, primera y segunda, duplicidad que se hace general para todas las categorías hacía 1782. Tras la supresión definitiva de la Secretaría de Indias, al absorber Marina parte de sus coinpetencias, la oficina fue necesitando más personal, lo que hizo crecer las dota- ciones del oficial sexto -el puesto más bajo y por lo tanto el más barato para la Real Hacienda- llegando a contar con once oficiales y un archivero en 1798, de los cuales cuatro eran de la cate- goría sexta; a esto hay que añadir dos o más supernuinerarios en expectativa de empleo y opción a la primera plaza vacante desde 1784. Apartir de 1800 encontramos varios cambios en sus dota- ciones y, tras una efímera reducción a ocho oficiales en 1800, dos años después se volvió a los do- ce; al iniciarse la Guerra de la Independencia sólo conservaba ocho oficiales y el archivero, nú- mero más o menos fijo durante la contienda (10). El aumento de personal y la complejidad de sus categorías dotó a la oficina de una gran inovilidad interna, siendo normal un período de diez o do-

5.-Gótv1~~ GOMEZ, M., Fonitn )' e.v~~ediciU~~ del </ocl~~>e,tlo de /<! Secln<lría de Esrnrlo y del D~.s/>r,clio Uriii~eisnl (le hidicrs, Sevilla, 1993.

6.-Real Dccreto 26 asoslo 1754. Novísima Recopilación, 111, VI, IX.

7.-Uti Real Decreto de 22 de octubre de 1799 determinó la estrecha uiiión dc esta Secretaría a la de Giicria, con A. Cornel como único titular, permaneciendo así hasta 1802 en qiie D. Grandallaiia se convierte cii cl iiuevo Secretario de Mxina, siistiiuyendo a J. A. Caballero. Para iina mayor información, vid. ESCUDERO, J. A,, Los origer>rs rkl Consejo de Miitisrias eii Espaiio, Madrid, 1979; y Los coiiibios iriirtiiler.i<rles rifitiiies del Atirigiio RégNiteii, Sevilla, 1975.

8.-En enero de 1740 las Secretarias de Estado y Giicrra tenían ya niieve oficiales cada una, la de Hiciendii ocho, Gracia y Justicia c Indias cinco y Marina únicamente cuatro, la plantilla más pequeña en aquel momento. A. G. P., Sección Histórica, Esiado, cwa 94.

9.-Real Orden de ~iovieinbrc de 1767.

10.-Esc (mismo crcciinicnto sc obscrva también en las demás Secretarías del Desoaclio: Giierrii Ilcró a tcner dieciséis ofi-

da al ISiiii/>oritrrii liirciriocioi~rildc~ giril>o P. A. P E, Granada, s~ptieinbrc 1994, y &rkr de ~ornSreias, 1788.

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Para redondear esos salarios gozaban de alguiios privilegios, econótnicos y fiscales, coino el relevo del pago de la inedia annata al cambiar de categoría, siempre que implicara el mismo suel- do; percibían determinados suplementos, como los llamados gajes, casa de aposetito, propinas, lu- minarias, y candelarias, cantidades que ascendían a cien mil tnaravedíes de plata en el primer ca-

ce años para recorrer íntegamente el escalafón, cuando en tiempos de Felipe V se necesitabati has- ta veinte, y alrededor de quince con Fertiando VI.

Además de los cambios en la composicióii interna del departamento, hay que resaltar una se- rie de normas que afectar011 a todo el persotial de las Secretarías que redundó en beneficio de su estabilidad y profesionalización; ine refiero sobre todo a los dos decretos protnulgados en 1721, uno regulando la cprovisióiz de oficiales de las Secretnrias del Despacho y sil reiizocióiz» y otro sancionando la fijeza del personal de las Secretarías del Despacho con títulos firmados por el Rey sin que el Secretario de Estado pudiera destituirlos, lo que pertnitía un cursus honosuni a través de una jerarquización interna de base piramidal; al que habría que añadir un real decreto de 1717 so- bre dobles empleos y dobles sueldos, declarando la incompatibilidad de trabajar en varios cargos a la vez, lo que también repercutiría en la especialización de estos funcionarios. En clianto a la pro- gresiva iticosporación de los tnilitares a estas oficinas fue decisiva la Orden Real, recogida en la Ordenanzas Militares, de mantenerles la graduación y las posibilidades de ascenso eti la escala tni- litar aunque no se encontraran en activo, por desempeñar tareas burocráticas en estos departa- tnentos (11).

Las retribiicioizes asignadas a esta oficialidad no eran muy elevadas aunque en el conjunto de la burocracia revela una cierta superioridad, si lo cotnparatnos, por ejemplo con las Secretarías de los Consejos, y además se mantuvieron prácticamente invariables a lo largo de la centuria, co- mo en toda la administración española coino podeinos ver a contitiuacióti :

11.-PRADO Y ROZAS, A,, Reglnspriia ofici<ile.s (12 Secirioi.íns, Madrid. 1755.

12.-Por ejemplo, en las Secretarias de los Consejos los aficialcs mayores cobmhan ciitre 16-18.000 reales anuales y los oliciales últimos 4.000, en 1717; (sid. Escuo~~o, J . A,, Los oi-ígeites ... Tomo 1, pp. 142-144). En el conjlinto de las Secretarías del Desp?clio los salarios eran muy similares: para los oficisles de Guerra ivi<l. FRANCO RUBIO, G. A,, O~IIIS

cit. Para los dc Gracia y Justicia iid LÓPEZ CORDÚN, M. V., «Los oficiales IILI~YUS: 12, Secretaria de Gracia y Justicia», ponencia presentada al Seiiiiiiiiiio litrci-i>ncioi~nl Elnt, poiiwirs el Nisriii~lio~~~ eri Espogiie ei eii Aii~ei'iqire <liiiis le XVIII siecle, Burdcos. Maison des Pays lberiqucs, scpticmhre 1992. Para los de Indias \vid G o ~ a GOblEZ, M., O~IIIS

cit. La única exccpcibn so11 los oficiales de la Sccrctaiia de Estiido ya que en 1760 sii oficial inayor percibía 42.000 n./a. mientras sus tres últimos oficiales todavia cobraban 15.000, y en vísl>ci.as de la Guerra de la Independencia su abanico salarial se liahia situado cntre los 30.000 del oficiiil último y los 57.000 del rnayor (vi</. LOPEZ C O R D ~ N , M. V., «La Primcra Secretaria de Estado. La Institucibn, los Iiombres y su entorno (1714-1833)», Resisiri de In Uiiiver.si<lnd Coiiil~liifeiise, Madrid 1980, pp. 15-44). En el Consejo de Castilla los ministros togados estuvieron co- brando 44.000 reales al año hasta 1763, mientras que los fiscalcs dc la C6inan de Castilla pcrcibkin ya 50.000 (\'id FAYARD, J., nl~iis cit. y Los inieriibrns del Coiiscjo rle Cnstill<i (1621-1746). M'drid, 1979.

so o cuatro mil por los segundos; aunque en principio eran cobrados por todos los oficiales que ha- bían recibido el título de Secretarios del rey, en 1739 se restringió su cobro a los oficiales mayo- res, pero en la práctica debió continuar, coino consta en los decretos correspondientes a ascensos y cambios de situación en el escalafón. En 1794, debido a las iiecesidades de la guerra el Rey de- claró una detracción de haberes en todos los funcionarios, consistente en un descuento del cuatro por ciento en todos los salarios públicos, por lo que verían recortadas sus retribuciones en aquel momento (13).

La condición de oficial de una Secretaría del Despacho implicaba el goce de ciertos honores como el título de Secretario del Re)! expedido por la Cámara de Castilla, que venía a sancionar el carácter público de su etnpleo; el de Criados de Sli Majestcrcl, siendo inscritos en los Libros de la Real Casa; o el uso de unifonne desde 1744. Otra situación privilegiada la constituía la adscrip- cióti al Montepio de Kiidas y Piipilos, creado por Real Cédula de 8 de noviembre de 1763, según el modelo del Montepío Militas, para prestar cobertura asistencia1 tanto al funcionario en cuestión, por jubilación, cotno a su familia -viuda e hijos en caso de falleciiniento. Para ingresar en él el unico requisito existente era haber contraído matrimonio con la debida licencia y aittorización del Secretario del Despacho del que se depetidía, lo que daba derecho a la muerte del funcionario a cobrar petisión de viudedad y orfandad.

1787

42.000 30.000 25.000 20.000 15.000 (12)

2. LA OFICIALIDAD DE LA SECRETAR~A DE MARINA Gracias a los diferentes fondos documentales consultados hemos podido hacer un segui-

miento y una cltrrntificnción de todos los oficiales que trabajaron para esta Secretaría desde 1721 hasta 1808, un total de 62 repartidos entre las diversas categorías existentes (14); la gran mayoría realizó su carrera cotnpleta en el departamento, siguiendo el escalafón desde los escalones más ba- jos hasta llegar a su puesto máxitno, oficial primero o mayor, y desde allí ascender a alguna de las itistituciones tnás prestigiadas de la época, dotide culminaban su carrera administrativa coi1 todos los honores; hay algunos casos de oficiales en las categorías tnás bajas que abandonan la oficina al ser propuestos para otros destinos tnilitares, optando por seguir su carrera fuera de ella; también se detectati algunos casos de jubilación, casi siempre por motivos de salud o incapacidad, cuando todavía se estaba eti activo.

1772

35.000 30.000 25.000 20.000 15.000

En primer lugar, analizaremos la procedencia laboral de estos hombres que, antes de ingre- sar en la oficitia que nos ocupa habían desarrollado previamente y de manera generalizada una ac- tividad profesional en otros campos de la adiniiiistración civil ylo militar. Los que se incorporaron eti su primera época fueron reclutados en las Secretarías de los Consejos (15); era el momento de poner en marcha estas nuevas instituciones y lo que itnportaba era contar con gente experimenta- da cti el manejo de papeles y docutnentación oficial, que tuviera conocimiento del tema que iba a tratar en el departamento, por eso siempre provienen de las Secretarías del Consejo de Indias -Nueva España y P e r ú aunque hemos encontrado tres casos distiiitos: A. Sopeña había sido Cotnisario Getieral de Ctuzada, Juan F. Heredia Secretario de la Iiiquisición en Toledo y Francisco Velasco de la Cámara de Castilla. A partir de 1725 los oficiales que se van reclutatido no vieneti

1733

35.000 30.000 25.000 20.000 15.000

Categori:~

oficial 1" oficial 2" oficial 3" oficial 4" escribiente

13.-Reiil Decreto 17 dc agosto dc 1794. 14.-Ver apéndice documental donde sc incluye una relación de todos ellos según frieron ingrcsando cn el departamento. 15.-Asi pasó en la Secretaría de Guerra y Hacienda en 1705, y en todas las dctnás en los primeros años de existencia,

Iiasta que cn los anos veinte las de Guerra y Marina empiezan a incorporar mayoritariamente a militares.

1717

35.000 30.000 25.000 20.000 15.000

ya de 10s Consejos sino que ha11 tenido su formación en instituciones relacionadas con el Ejército, la Armada o la Hacienda, es decir, antiguos oficiales de Contadurías o Tesorerías diversas o algu- nos Comisarios de provincia de Marina, que desplazan a esos burócratas tradicionales, con for- tnación casi siempre jurídica. Desde el reinado de Carlos 111 son todos militares de carrera, mari- nos profesionales: diecisiete tenientes de navío, ocho Comisarios de Provincia, tres Capitanes de fragata, un alférez de fragata, cinco tenientes de fragata y un ingeniero de Marina, que, además vaii ascendiendo en la escala militar al tiempo que en la oficina. Una evolución similar se registra también en la Secretaría del Despacho de Guerra (16), de donde podemos deducir que de las seis institiicioiies más significativas de la monarquía, dos están en manos de militares y otra -Indias- acoge muchos de ellos, mientras que para las restantes el personal burocrático se ajusta tnás al per- fil clásico, del jurista, sobre todo en la de Gracia y Justicia que fue la que menos evolucionó en el conjuiito (17).

En cuanto a la pemzclnencicr dentro de la oficina, lo normal era seguir en ella la carrera com- pleta para después obtener un puesto de mayor prestigio; pero, coino hetnos señalado anterior- mente, hubo cilntro casos de jilbilacióiz (2,48%) doiide se alegaba11 trastornos y falta de salud: Juaii F. Heredia hizo su petición cuando era oficial mayor, debido a su «quebizlnt~~dc~ sali td~ y su inca- pacidad para «trabajo considerable», y tras haber intentado en vano una colocación en las Secretarías de Obras y Bosques, Milloiies y Cruzada -a su juicio oficinas más «desccrnsackis»-; Nicolás Cevallos como oficial quinto; Adrián García Castro cuando era oficial sexto tercero, y a pesar de haberle correspondido únicameiite la initad del sueldo, lo que no debía ser uiia situación desahogada; y José Reinoso ciiando era oficial cuarto. También ociirrieron !?lleve iizliei.tes estando en activo (S,%%): el oficial tercero Francisco Velasco; Francisco Barquinero, Pedro Alonso Enríquez, Jose A. Areales y José Reinoso siendo oficiales segundos; Juan A. Rodríguez Arias y Joaquíii Heriiández Ortega como oficiales mayores; Felipe García Aleson oficial mayor segundo y Ciriaco García de Prado como oficial quinto.

No esperaron a seguir la carrera en este departamento qliince personas (9,30%): Pedro Yáñez Saavedra desde su puesto de oficial cuarto pasó a la oficina de Indias; lo mismo hizo el escribieii- te Gabriel Valenciano y Juan Chindurza, que pasó a la de Estado; José Zubiaurre sólo estuvo co- mo entreteiiido, pasando luego a la Secretaría de Juntas y Bosques; Juan Ruesga trabajó como es- cribieiite y luego pasó a la Contaduría Mayor de Cuentas; Miguel Páez de la Cadena, estuvo de ar- chivero unos años y de allí pasó a Nueva España corno Supesititendente de las Aduanas de Méjico; Pedro Barrientos sólo ocupó el puesto de oficial quinto, que dejó para volverse al Ejército como Comisario de Marina, lo mismo hicieron Julián Fuertes cuando era oficial tercero y el archivero Florentino Rozo al ser nombrado Comisario Ordenador; Vicente Ruiz Apodaca era oficial sexto cuatido fue noinbrado Comisario Ordenador de Marina desde donde llegaría a Intendente; Eusebio Herrera era también oficial sexto segundo cuando prefirió volverse de lleno a su carrera tnilitar as- cendiendo a Mariscal de Campo; J. Flórez Varela, oficial segundo, y Pedro Verdugo, tercero pri- mero, dejaron sus respectivos puestos al ser nombrados Intendentes de Marina de Cartagena y Ferrol, respectivamente. Felipe Campuzano era oficial tercero pritnero cuaiido fue nombrado Gobernador y Juez subdelegado de las Aduanas de Cantabria.

I~.-FRANCO RUBIO, G. A , OPUS cil,. y «Reforma administrativa y nuevas institiiciones: las Secretarías de Guerra y Marin e11 la España dcl siglo XVIII*, comunicación presentada iil Coloqtiio h,lrrnacioiial Urii(1~1dy ~l i i~ers i~ lc~d eit cl iili - do Iiis,>óiiico del siglo XVIII, Salarnanca, junio 1994.

17.-Esta del personal de Gnc ia y Justicia lha sido esriidiada por LÓPEZ CORDÓN, M. V.: "LOS oficial

Tras haber llegado a la cúspide del departamento, en la categoría de oficial tnayor, cargo que entrañaba una enorme capacidad organizativa y decisoria, lo normal era la pi.onzociórz a 10s Consejos u otros organismos del Estado; de hecho, en la primera época solía hacerse hacia el Consejo de Indias, y poco a poco se le fueron abriendo el Consejo de Guerra, el Almirantazgo 11 otros departainentos de la Armada, algunos relacionados con la Hacienda y las Intendencias, ade- más de detectarse cuatro casos (2,48%) de antiguos oficiales que llegaron a detentar la titularidad de la Secretaría. No hubo una normativa fija y regularizada de los ascensos hasta 1785 cuaiido se determinó que sus oficiales mayores se alternarían con los de la Secretaría de Guerra para ocupar las Secretarías del Consejo de Guerra, dos plazas de capa y espada en dicho Consejo, dos Intendencias y una plaza en el Consejo de Indias (18).

En el conjunto de estos oficiales que nos ocupa, hetnos podido reconstmir el siguiente es- quetna de ascensos fuera del departamento:

OllGANISMO TOTAL % NOMBRE Y APELLIDOS

Secretarios de 4 2,48 A. Sopeiia, P. Varela, Luis M. Salazas Estado y Despacho y J. Vázqitez Figueroa

Consejo de Iiidias 6 3,72 J. V. Maturana, S. Moro Torre, J.A. Valenciano, F. de la Riva, A. Gámiz y J. J. Aleson

Consejo de Giierra 5 3,10 M. Cuentas Zayas, A. L. Real Lombardón, Pedro Varela, A. Sesma y J. Ibáñez de Rentería

.- 1 Intendencias 4 2,48 A. Pérez Delgado, A. Gómez de la Vega,

V. Ritiz Apodaca y L.M. Salazar

Consejo Hacienda 4 2,48 J. M. Legarra, M.

Cámara de Castilla 1 0,62 P. García Mayoral

Armada: Brigadier 2 1,24 A. L. Real Lombardón, A. Sesma Jefe de Escuadra 2 1,24 A. L. Real Lombardón y J. Mastín Retamosa Mariscal campo 1 0,62 E. Herrera Alinirantazgo 5 3,10 J. Ibáñez de Rentería, L. M. Salazar,

M. Fernández Navarrete, D. Mesa y A. Cuéllar Intendente Marina 4 2,48 P. Barrientos, A. Terán, J. Flórez Varela,

y P. Verdugo Comisario Marina J. Fuentes y F. Rozo Comisario Ordetiador V. Ruiz Apodaca y F. Rozo (19)

18.-Real Decreto 31 de mayo de 1785. Idéntica prornoción y distinciones se estipularon para las oficiales mayores de las demás Secretarías: los de Estado recibían plazaen el Coiisejii de Estado, Guerra e Indias; los de Graciii y Justicia en la Cdmara y Consejo de Ordenes; los de Indias en el Consejo de Indias y los de Hacienda en e l Conscjo de Hacienda y Junta de Comercio. El superior rango de la Secretaría de Estado se plasma en la reserva del Consejo de igual Inom- bre para sus oficiales.

- . líticos y decisorios del cargo asi corno la proximidad al monarca, el máximo honor en aquel momento. Las Intendencias, casi siernpre con Corregimiento, cra uno de los cargos más prestigioso de la Adrnitiistración territorial

En cuanto a la prnce(1encin geogrificn, solo hemos encontrado datos de 22 oficiales, lo que significa un porcentaje muy pequeño (13,64%) pero que puede ser indicativo para conocer la mo- vilidad espacial -interprovincial, endocéntrica y periférica- y laboral de la población en aquella época; sabemos que Aizdcrl~icia es la provincia de donde procede la mayoria: cinco de Cádiz (Andrés Gómez de la Vega, Miguel Páez de la Cadena, Vicente Ruiz de Apodaca, José Vázqnez Figueroa y A. Van Halen) y dos de Sevilla (Secundino Salamanca y Adrián García Castro). Vascos había varios, dos de Vitoria (Juan V. Maturana y Luis M" Salazar), uno de Tudela (A. Sesma) y uno de Bilbao (J. Ibáñez de Rentería). De Casfilla hay tres, dos de Madrid (J. Fuertes y Antoiiio Gámiz) y uno de Valladolid (P. Alonso Enríquez). Dos gcrllegos, Flórez Varela de Pontevedra y F. Roldán de La Coruña. De la zona del Levante otros dos: J. J. Alesón de Gandía y F. Riva de Cartagena. Además de los citados, Julián de Somodevilla era originario de la provincia de Logroño, Pedro Varela de San Pedro de Villareda, Felipe Campuzano de Briviesca, A. A. Terán de San Vicente, y la familia paterna de A. Vati Halen era oriunda del Ducado de Güeldres, eii Austria, pero afincada en Andalucía donde se dedicaba al coinercio.

La estraccióiz social de este grupo era, generalmente, la nobleza hidalga y aunque no era muy corriente eiicontrar a nobles titulados entre este tipo de empleados públicos, sabemos que tainpo- co rechazabati estos empleos, a pesar de ingresar por la escala más baja y tener que adaptarse al sistema jerarquizado de ascensos como todos los demás. Pedro García Mayoral obtuvo en su fa- vor la creación del título de Conde de Valdellano en 1772; Aiitolíii Cuéllar heredó de su padre el Condado de la Estrella en 1784, y Juan José Aleson al casarse se convirtió en Barón co~isorte de Casa-Dabalillo (20).

En cuanto a las redes fntizilicrres desplegadas, tan frecuentes entre los servidores públicos, lo común era hacer valer los cargos y prebendas de los ascendientes, utilizando el patroiiazgo y el clientelismo, para lograr el relevo del gmpo familiar eii los puestos ya conseguidos en la Administración a través de hermanos, hijos, yernos, sobri~ios y nietos, y se diseñaban unas estra- tegias matrimoniales casi siempre dentro del colectivo, lo que favorecía la endogainia, para perpe- tuar el nivel y la posición socio-economica del grupo familiar dentro de la sociedad. Hemos en contrado numerosos casos de parentesco entse el personal de las diversas secretarías del Despacho Juan F. HerediaTorres era hermano de Manuel Heredia, que hizo carrera en la Secretaría de Estado donde Ilegó a oficial mayor y luego Secretario de la Junta de obras y Bosques. Julián de Sornodevilla era uno de los cuatro hermanos del Marqués de la Ensenada, que hizo la carrera coin-

l pleta en este departamento antes de que su hennano se convirtiera eii Secretario del Despacho del

por lo que se coiisideraba también 1111 honor desempeñarlas ( v i d A ~ n x o , E y OZANAM, D., Les Iiilciirlrii~ls Esp(igii dir XVlll siccle, Madrid, 1992. El Almirantazgo, creado en 1737 era un departamento que representaba un con punta al poder del Secretario del Despacho y asu oficina; de Iieclio,en los períodos de su existencia(1737-48 y 18 8) la autoridad deaquél sobre el conjunto de la Arrnada y sobre las Ihombres quc rlisfrutabiin del fuero militar minuyó notablemente (vid. LÓPEZ CORDÓN, M. V., «Las Secretarías del despacho Universal...») lo que hace dc nue- vo significativo que estos hombres, tan ligados a la Secretaría por los años pasiidos en ella, y vinculados a su titular por lazos de fidelidad y clientelismo luesen colocados en este organisino, cuyas variadas atribuciones (militares, ad- iniiiistrativas, financieras y judiciales) tenían un amplio margen de acción.

20.-Antolín Cuéllar, Conde de la estrella siguió la carrera militar y en 1802 sieiiduTeniente de Navío ingrcsó en esta oiicinn donde llegó a ser oficial mayor durante tres años (1815-1818), sicndo ~iombrado entonces Secretario del Consejo y CBmara del Almirantiizgo, y recibiendo la gran Cruz de ia Orden de Carlos III y el título de Comendador de Isabel la Católica. Jum José Aleson se convirtió en Barón cuando era oficial sexto, desde donde colitiriuó esca- lando ouestos hasta llegar a oficiiil mayor primero en 1805 y de allí pasar al Consejo de Indias como Consejero de capa y espada.

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mismo. Juan Antonio Valeiiciano tenía un hermano que ingresó en esta oficina como escribiente aunque luego se pasó a la de Indias. Miguel Páez de la Cadena tenía a su hermano en la Secretaría de Indias donde Ilegó a oficial mayor. El tío de Nicolás Cevallos era Pedro Cevallos, Secretario del Despacho de Estado. José Flórez Varela era sobrino de Pedro Varela Ulloa, oficial de esta inis- ma Secretaría y después Secretario del Despacho. El hijo de Felipe Campuzano hizo carrera en la Secretaría de Estado y recibió un hábito de la Orden de Carlos 111. El abuelo de Secundiiio Salamanca era Matías de Huinara, oficial de la Secretaría de Giierra. Por últiino, la tnadre de Francisco Gil Roldán era herinaiia del Secretario del Despacho de Marina Francisco Gil de Lemus.

Igualmente, hemos encontrado muchas conexiones familiares con el personal de otras iiisti- tucioiies y organismos de la administración: el padre de Andrés Gómez de la Vega había sido tam- bién marino, coiicretameiite Alférez. Alberto Sesina tenía un hermano Ilainado Ferinín, que era Capitán de navío y Caballero de Santiago. El padre de Felipe García Aleson había desempeñado el cargo de oidor en la Chancillería de Valladolid. El padre y el abuelo de J. Ibáñez de Rentería de- tentaron cargos públicos municipales. El abuelo de A. A. Teráii fue Abogado de los Reales Consejos y Teniente de Gobernador. El padre de J. J. Aleson era Alcalde y su hermano Diego Director de pilotos en Cartagena. El padre de Adriáii García Castro había sido Alcalde de la Santa Hermandad.

Era frecuente también que entre lo: honores familiares a destacar existieran muchas conce- siones de hábito o encomiendas de las Ordenes Militares; adeinh de los casos ya citados hemos visto que el abuelo paterno de Miguel Páez de la Cadena había sido investido caballero de Santiago y su bisabuelo caballero de Calatrava. Juan Ibáñez de Rentería tenía nii hermano que era Caballero de Calatrava y Julián Fuertes otro caballero de Carlos DI. Un hermano de Vicente Ruiz Apodaca era el Conde de Benadito, Teniente General del Ejército y Caballero de Carlos III. Los abuelos de Luis M" Salazar eran caballeros de Saiitiago y de Calatrava, respectivaineiite. El sue- gro de Felipe Campuzano era Caballero de Carlos 111 y el padre de Secundino Salatnatica, de Saiitiago. Siguiendo esta tradicióii familiar, mmiichos de nuestros oficiales también se hicieron me- recedores de algiinos de estos honores y distinciones como Iiáliitos y encomiendas de las órdenes i~iilitnirs; eii la primera mitad del siglo lo corriente era obieiierlos de las Órdenes tradicionales y desde la creación de la Gran Orden de Carlos 111 de ésta. Hay tres concesiones de la Orden de Saiitiago (Juan A. Valeticiano, Felipe García Aleson, y Atitonio Real Loinbardón); una de Calatrava (Andrés Gómez de la Vega) y de San Juan (Mariano Lobera) y dieciocho de la de Carlos 111 (Pedro Alonso Enríquez, Pedro Varela, Fulgeiicio de la Riva, Alberto Sesina, Juan Ibáñez de Rentería, Julián Fuertes, Luis MTalazar, Secundino Salamanca, Felipe Campuzano, Juan José Aleson, Alejandro A. Terán, José Flórez Varela, Mariano Lovera, Adrián García Castro, José Vázquez Figueroa, Aiitolín Cuellar, A. Van Haleii y Francisco Roldáii Gil). En total veintidós ca- sos, lo que representa un 13,64% del total, porcentaje no muy elevado si lo comparamos con obas Secretarías (21).

Otra cuestióii interesante a tener en cuenta sería intentar establecer la fomznciún crrlt~rrul de estas personas, los estudios que habían seguido, o si tuvieron alguna relevancia en el inuiido inte-

21.-En la Secretaria del Despacho de Hacicnda. entre 1766-86 dc los 38 oficiales contabilizados, quince se convirtieron en Caballeros de la Orden de Carlos 111, un porcentaje mucho mis elevado que en el caso que nos oculia (i>i,l. NAVA RODnicuez, T., «La Secretaría de Hibcieiida cli el setecienlos espaóol: una aproxirnaciólh prosapogrifica». comiiiiica- cióti presentada al Coloqriio Iiif~.rnucioiial: Uiiidad y <iii,eiri<lrid en cl iiiiiiiilo hisl>diiicu del siglo XVIII, Salamanca, junio, 1992). En la de Estado a finales del siglo XVlll consiguieron hábito de Carlos 111 el 80% de sus oficiales (no el1 vano esta Secretaría tenía un nngo superior) micntras que en Gracia y Justicia sólo lo hizo el 60% (vi</. LOPEZ CORDON, M. V., «Poder real y poder adininistrativo ... 9).

lectual de la época, participando en Academias, Sociedades ecoiióinicas u otras instituciones cien- tíficas, colaborando en la prensa erudita, en obras de carácter militar etc.; a pesar del enorme in- terés debo confesar que es una tarea verdaderamente difícil al no aparecer tales datos en sus ex- pedientes personales u hojas de servicios, sino de manera aleatoria; no obstante la dificultad apun- tada, señalaremos varios casos que hemos podido reconstsuir: Pedro Varela Ulloa ingresó eii la Academia de la Historia en 1790; Andrés Gómez de la Vega escribió una obra titulada Auto sobre la Seda en 1764. A Isidro Granja se le considera presunto autor de una especie de memoria titula- da Idea del estado de la Mcrrirzci de España donde criticaba a Castejón y las nuevas Ordenanzas Militares de 1776, dirigida a Floridablanca (22). Vicente Ruiz de Apodaca antes de entrar en el Ejército había estudiado diversos cursos de Filosofía, iiecesarios para ingresar en la iglesia, pero al final los abandonó al optar por la carrera militar; posteriormente, en 1806 publicó en la Isla de León un Infor~ize sobre surtiiizento (le efectos parn los Reales Arsenales, Por último, Alberto Sesina escribió una Menzo~irr sobre los difereiztes estados de la Marina española )S de la respectiva in- fluencia en la pmsperidcid nacional, editada en Cádiz en 1813.

3. CONCLUSIONES Para termiiiar, habría que hacer hincapié en dos cuestiones bastante significativas sin las cua-

les no podríainos entender las conclusiones. La primera hace referencia al colectivo de funciona- rios de las Secretarías del Despacho, al que pertenece nuestros oficiales, y que podríamos sinteti- zar en tres puntos:

a) Estainos ante una nueva burocracia, heredera de los pluinistas, covachuelistas y ama- nuenses del sistema polisinodial, de los que se distingne claramente por haberse convertido en un personal especializado, tecnificado, con clara conciencia profesional, que no sólo transcribe iin do- cumento sino que lo interpreta y manipula en pro de la eficacia administrativa, que es sometido a un proceso de selección para ingresar en la oficina, teniendo que demostrar sil preparación y valía para poder promocionarse internamente.

O) Desarrolla su trabajo en instituciones nuevas, estructuradas de forma racional y moderna, siguiendo criterios objetivos en la orgaiiización del perso~ial y en los asuntos a despacliar. Son ofi- cinas que proporcionan empleos estables y fijos, sometidos a una estricta reglamentación de acce- so y promoción, que permite a sus titulares una carrera administrativa completa y la posibilidad de una jubilación, además de ser un verdadero trainpolín para acceder a los ináxiinos honores o al en- noblecimiento.

c ) Las competencias de estas instituciones y el despacho con el monarca hizo que estos de- partamentos realizaran su cometido muy cerca del Rey y de los centros de poder, dotándolas de u11 gran prestigio social.

La segunda consideración a tener eii cuenta se refiere a las circunstancias específicas de es- ta oficialidad:

a) Al primar la especialización como criterio básico de esta nueva burocracia, los asuntos re- lacionados con el ejército o la armada se pondrán en manos de los inilitares, los más competentes en ambas materias por lo que, en adelante, su «qficio» revestirá siempre un carácter diial, militar y administrativo.

22.-MERMO N ~ ~ V A R R O . J . P., ki Annorlri es,~.l>nriolri eii el siglo XVIII, Madrid, 1981.

b) Debido a los privilegios y honores que comportaban estos cargos, el inilitar ocupado en las Secretarías del Despacho comenzó a suscitar un gran atractivo en el seno del propio ejército, mereciéndole igual respeto el servicio civil como la condición castrense, lo que es sumamente interesante al posibilitar un cambio sutil de mentalidad en el militar profesional del siglo XVIII.

c ) Estos oficiales, integrados ya en los centros de decisión política, establecerá11 estrechos vínculos con la facción dirigente a través de la endogamia:en esta época se generaliza el matri- monio entre los altos casgos de la Adininistración con hijas de militares cuyas dotes, por otra par- te, no debfan ser nada despreciables, y de militares con hijas de aquéllos. Este proceso amplió las relaciones de parentesco del grupo militar al conjunto de la sociedad, hasta ahora bastante restrin- gidas al propio cuerpo.

Todo ello se traduciría en tres importantes consecuencias, a modo de conclusiones: 1- La creación de tina burocracia moderna en el siglo XVIII no dejó al margen a los inilita-

res, incluidos en las diversas instituciones desde el primer momento. Poco a poco este personal mi- litar cumpliría un papel similar a los civiles en la administración del estado, lo que contribuyó ple- namente; su inserción dentro de la sociedad.

2-Al acceder los militares a los órganos de dirección política, antes reservados a los civiles, y aumentar los vínculos de parentesco y de sociabilidad entre ellos, el rnilitar fue gauando un pres- tigio social que acabó equiparándose con el qiie disfrutaba el civil.

3- Su participación activa en los centros de poder les irá dotando, al principio de manera im- perceptible pero poco a poco de inanera consciente, de una conciencia política qiie les hará tornar partido en deterininados momentos y coyunturas históricas (Guerra de la Independencia) adelan- tando lo que sería su gran participación política el1 las historia española del siglo XIX.

APÉNDICE Oficialidad de la Secretaría de Marina durante el siglo XVlII expresando el tiempo de per-

manencia en ella desde su ingreso:

1717-20. Bartolomé Másquez. 1717-23. Antonio Sopeiia. 1717.29. Juan Martín Legarra. 1721-32. Juan Ventura Maturana. 1721-37. Simón Moro de IaToire. 1722-28. Francisco Velasco. 1724-43. Juan Francisco Heredia.

1725-28. Julián Somodevilla.

1728-? Pedro Yáñez Saavedra. ~1730-39? Manuel de Mesa.

1732-36. Jose Zubiaurre. 1733-48. Juan Antonio Valenciano Arce. 1737-47. Francisco Basquinero. 1737-40. Gabriel Velenciano Arce.

AIonso Pérez Delgado.

Andrés Gómez de la Vega.

Jiiaii Chindurza Goitia. Juan Antonio Rodríguez Arias.

Juan Ruesca Crespo. Pedro Gnrcía Romero Mayoral.

Fernando Senra Losada.

Joaquín Heniández Ortega.

Isidro Granja. Felipe García Aleson.

Miguel Sebastián Páez Cadena Ponce de León.

Pedro Barrientos.

Pedro Alonso Enríquez.

1775-91. Manuel Cuentas Zayas. 1776-88. Antonio Luis Real Loinbardón. 1776-91. Pedro Varela Ulloa.

1776-93. Fulgencio de la Riva Agoero.

1779-95. Julián Martín Retamosa. 1781-95. Alberto Sesma. 1782-97. Juan Ibáííez Rentería.

1784-96. Jose Antonio Areales. 1786-89. Ciriaco García Prado. 1786-96. Julián Fuertes Sánchez. 1786-93. Vicente Ruiz Apodaca. 1789.1801, Antonio Gá~niz Espinosa. 1789-93. Eusebio Herrera.

1791-97. Florentino Rozo.

1793-1803. Luis María Salazai: 1793-1 807. Juan José Alesson.

1793-1805. Secundino Salatnanca Huinara. 1793-1804. Francisco Campuzano Salazac

1796-97. Alejandro Antoiiio Terán. 1796-99. Nicolás Cevallos. 1796-1906. Jose Flórez Varela. 1796-? Mariano Lovera. 1797-1806. Martín Fernández de Navan.ete

1798-191 5. Diego de Mesa. 1798-1800. Adrián Garcia Castro. 1799.1 807. Pedro Vdugo . 1801-1 802. Rafael Carasa. 1802-1805. José Reinoso. 1802-1 81 1. José Vázquez Figueroa. 1802-1 81 8. Antolín Cuéllar Beladiez. 1803-?. José Romero.

1804-? Antonio Van-Halen Muiphy. 1805-?. Francisco Roldáti Gil. 1805-? Fernando Govantes. 1806.15. Fsailcisco de Paula Escudero.