ovni - pioneros r-006 nº075 - mas alla de la ciencia - vicufo2

5
K,re §x&p6Éesñs ex&e" &tr§&s&re §€§bse mr§g*m #*K §Nmx,m&re pesar de que, efl general, la cien- cia ortodoxa acepta una determi- nada teoúa sobre el origen del hombre, lo cierto es que son aún muchas las incógnitas que ésta no ha po- dido -o sabido- resolver; como muchas son también las "huellas" de las que ha quedado constancia y que escapan a las in- terpretaciones convencionales. Son preci- samente estas manifestaciones "inexplica- bles" las que han despertado la curiosidad de numerosos estudiosos, empeñados en la ardua tarca de desvelar, a veces con hipó- tesis tan sugerentes como arriesgadas, los misterios que envuelven la aparición del hombre sobre la "Íierca. TaL vez, en el fu- tuÍo, sean éstas las teorías que contribu- yan a situar al ser humano en el justo lu- gar que debe ocupar en el IJniverso, probablemente muy aleiado del prepoten- te egocentrismo al que históricamente ha estado acostumbrado. La Naturaleza ha empleado millones y millones de años en producir las mutacio- nes genéticas necesarias para que las dis- tintas especies consiguieran adaptarse al medio. Sin embargo, y paradójicamente, sólo han sido necesarios poco más de tres millones de años de evolución para que la especie que, según la ciencia ortodoxa, dio origen al hombre, coÍonara tal misión. Durante ese pequeño lapsus de tiempo -ínfimo si lo compatamos con el emplea- do para el desarrollo de la vida en nuestro planeta- se produieron mutaciones tan sorprendentemente rápidas que dieron lu- gar a que un primate de la familia de los pdngid.os, con un volumen encefálico de al- rededor de 500 centímetros cúbicos de peso, se convirtiera en un ser con capaci- dades cognitivas suficientes -1.500 centí- metros cúbicos de masa encefálica aproxi- madamente- como para explorar con sus naves el espacio que le rodea más allá de las fronteras de su propio planeta. A Io largo de los siglos, este hecho ha provocado una gran cantidad de contro- versias, suscitadas fundamentalmente por la diferente visión que sobre el tema tení- an ciencia y religión. En la actualidad, so- bre todo a partir de principios de siglo, las teorías basadas en descubrimientos ar- queológicos han dado lugar a la constitu- ción de una secuencia filogenética que, comúnmente aceptada por la antropolo- gía, asegura que el hombre procede direc- tamente de los primates. Sin embargo, es- ta teotía no ha logrado esclarecer aún algunas incógnitas sobre Ia evolución hu- mana; de hecho, el misterio envuelve to- davía a los denominados eslabones perdidos. Y es precisamente la existencia de esos eslabone¡ perdidos 1o que llevó a inquietos investigadores, alejados de los foros cien- tíficos tradicionales, a buscar respuestas sin someterse a los estrechos corsés que imponían *y aórt imponen- los guardianes de la verdad científica, en cuyas mesas de trabaio ocultan pruebas irrefutables de que la historia no es exactamente como nos Ia han contado. Pruebas que han veni- do a conformar las llamadas buellas erráti- I f ¡- L. I

Upload: victor

Post on 11-Dec-2015

235 views

Category:

Documents


6 download

DESCRIPTION

TEMARIO

TRANSCRIPT

K,re §x&p6Éesñs ex&e" &tr§&s&re§€§bse e§ mr§g*m #*K §Nmx,m&re

pesar de que, efl general, la cien-cia ortodoxa acepta una determi-nada teoúa sobre el origen delhombre, lo cierto es que son aún

muchas las incógnitas que ésta no ha po-dido -o sabido- resolver; como muchasson también las "huellas" de las que haquedado constancia y que escapan a las in-terpretaciones convencionales. Son preci-samente estas manifestaciones "inexplica-bles" las que han despertado la curiosidadde numerosos estudiosos, empeñados en laardua tarca de desvelar, a veces con hipó-tesis tan sugerentes como arriesgadas, losmisterios que envuelven la aparición delhombre sobre la "Íierca. TaL vez, en el fu-tuÍo, sean éstas las teorías que contribu-yan a situar al ser humano en el justo lu-gar que debe ocupar en el IJniverso,probablemente muy aleiado del prepoten-te egocentrismo al que históricamente ha

estado acostumbrado.La Naturaleza ha empleado millones y

millones de años en producir las mutacio-nes genéticas necesarias para que las dis-tintas especies consiguieran adaptarse almedio. Sin embargo, y paradójicamente,sólo han sido necesarios poco más de tresmillones de años de evolución para que laespecie que, según la ciencia ortodoxa, dioorigen al hombre, coÍonara tal misión.Durante ese pequeño lapsus de tiempo

-ínfimo si lo compatamos con el emplea-do para el desarrollo de la vida en nuestroplaneta- se produieron mutaciones tansorprendentemente rápidas que dieron lu-

gar a que un primate de la familia de lospdngid.os, con un volumen encefálico de al-rededor de 500 centímetros cúbicos depeso, se convirtiera en un ser con capaci-dades cognitivas suficientes -1.500 centí-metros cúbicos de masa encefálica aproxi-madamente- como para explorar con sus

naves el espacio que le rodea más allá delas fronteras de su propio planeta.

A Io largo de los siglos, este hecho haprovocado una gran cantidad de contro-versias, suscitadas fundamentalmente porla diferente visión que sobre el tema tení-an ciencia y religión. En la actualidad, so-

bre todo a partir de principios de siglo,las teorías basadas en descubrimientos ar-queológicos han dado lugar a la constitu-ción de una secuencia filogenética que,comúnmente aceptada por la antropolo-gía, asegura que el hombre procede direc-tamente de los primates. Sin embargo, es-

ta teotía no ha logrado esclarecer aúnalgunas incógnitas sobre Ia evolución hu-mana; de hecho, el misterio envuelve to-davía a los denominados eslabones perdidos.

Y es precisamente la existencia de esos

eslabone¡ perdidos 1o que llevó a inquietosinvestigadores, alejados de los foros cien-tíficos tradicionales, a buscar respuestas

sin someterse a los estrechos corsés queimponían *y aórt imponen- los guardianes

de la verdad científica, en cuyas mesas detrabaio ocultan pruebas irrefutables deque la historia no es exactamente comonos Ia han contado. Pruebas que han veni-do a conformar las llamadas buellas erráti-

If¡-L.

I

cds, yestigios así denominados porque noguardan relación alguna -ni geográftca, nitemporal- con las huellas aceptadas comoválidas por la antropología.

Es por eso por lo que muchos investiga-dores se han aventurado a plantear la deno-minada "hipótesis extraterrestre". En efec-

to, la posible relación del hombre concivilizaciones venidas de las estrellas haquedado rc{lejada en obras de marcado ca-

ráctet anuopológico que han tenido la va-lentía de poner sobre el tapete hipótesisque no deberían dejar indiferentes a quie-nes, de verdad, buscan respuestas alternati-vas a las propugnadas por Ia ciencia con-vencional sobre nuestro origen comohumanidad. Todo ello sin contar con Ia ex-haustiva cantidad de información que fi-g:a al respecto en los libros sagrados co-mo la Biblia, los Vedas o el Popol Vub.

En esta línea se enmarcan investigadorescomo Robert Charroux, autor de obrascomo NuesÍros arulepasados extrateruestres o Elenignr.a de los Andu; Leo Talamonti, artífr-ce de E/ uniuerso probibido o Paul Póessoncon su llbro El lestamentl de I'{oá. Por su-puesto. además de los mencionados tam-bién ha habido otros "exploradores" que

han tratado de arcojar un poco de luz en laoscura historia de nuestro pasado y nos hanlegado apasionantes relatos cargados de hi-pótesis a cuál más atrayente. Entre ellos se

encuentran Eugenio Dayans con Platillosuolantes en la antigiiedad, Pedro Guiraocon La protobistoria o Marius Lleget conNosotros los extraterrestres y Guía exlrl¿lerres-

tre del planeta Tierua, aunque este último tí-rulo fuera firmado con el pseudónimo de

Harius Alexander.Lejos de pertenecer al género de la

ciencia ficción, la hipótesis extraterrestreadquiere hoy por hoy una creciente credi-biiidad por cuanto no son sólo locos, vi-sionarios o autores literarios quienes la

plantean. Muy al contrario, entre sus par-tidarios nos encontramos con especialistasen áreas relacionadas con la astronáutica yla física aplicada a proyectos espaciales.Es el caso de Maurice Chatelain, inge-niero de la NA.!A y participante del Pro-gratnd. Apolo, que en Nuestros ascendientes

llegados del Co¡ntos aporta una visión exce-lentemente documentada acerca de nues-tro posible "parenresco" con habitantes de

otros mundos.De la misma manera, han sido también

muchos Ios investigadores que han rela-cionado algunos de los más antiguos -yenigmáticos- hallazgos arqueológicos conla visita a la Tierra de civilizaciones extra-terrestres hace miles de años. Su inquie-tud acerca de las construcciones megalíti'cas legadas desde tiempos remotos porcivilizaciones que -según estos autores-bebieron del conocimiento puesto a su

disposición por seres venidos de los confi-nes del universo, ha dado lugar a obras co-mo El eruignta de la Gran Pirámide, de An-dré Pochan; La luz de los faraones, dePeter Krassa; Ezequiel aio una nd.ae extra-Íerrestre, de Joseph Blumrich; La bistoriaempieza en Bímini, de Pierre Caroac; Esca-

lera al cielo y El duodéciruo planeta, de Ze-charia Sitchin, o Existió otra bumanidad,d" J.J. Benítez.

En el tintero -que no en el olvido- hanquedado otros muchos nombres. En cual-quier caso, todos ellos han dejado los sufi-cientes puntos de conexión con nuestrodesconocido origen como para que un día,quizá desde foros más importantes que eI

nuestro, sea reconocida una labor que hatratado de abrir las fronteras cósmicas a

una humanidad que, desde que tiene me-moria, ha tratado de saber quiénes fueronen realidad sus "primeros padres".

§"q¡ás.&rrá&as

wAá

req

É')"K.