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Ouvrardpinturas y dibujos 1916-1986

***

Editorial Municipal de Rosario / Editorial Ivan Rosadoen página anteriorLuis Ouvrard, diciembre de 1974.Fotografía de Norberto Puzzolo

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Municipalidad de RosarioSecretaría de Cultura y Educación

Año 2016

© Herederos de Luis Ouvrard

© Editorial Municipal de RosarioPlanetario Luis C. Carballo, Parque Urquiza(S2000BMF) Rosario, Santa Fe, [email protected] / www.rosariocultura.gob.ar/emr

© Editorial Ivan [email protected] / www.ivanrosado.com

Proyecto, investigación y cronología: Mónica Castagnotto y Maximiliano Masuelli.Producción ejecutiva: Juan Manuel Alonso y Maximiliano Masuelli.

Fotografía: Laura Glusman y Andrea Ostera.Tratamiento digital: Laureano Falcone.Diseño: Alonso, Lis Mondaini.Edición de textos: D. G. Helder.Corrección: Estefanía Pighin.

Agradecimientos:a Karina y Darío Ouvrard; a Museo Castagnino+macro y Fundación Osde.

Tirada: 1.000 ejemplaresTapa: cartulina 305 grInterior: ilustración 170 grTipografía: Archivo Black, Archivo Narrow y Minion

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723Reservados todos los derechos

ISBN 978-987-1912-51-3

CUIT 30-99900315-6Impreso en la Argentina

Ouvrard, Luis : pinturas y dibujos 1916-1986Luis Ouvrard ; prólogo de Mónica Castagnotto.1a ed. - Rosario : Editorial Municipal de Rosario ; Rosario : Ivan Rosado, 2016.

108 p. ; 25 x 20 cm.

ISBN 978-987-1912-51-3

1. Arte Argentino. I. Castagnotto, Mónica, prolog. II. Título. CDD 709.82

OUVRARDpinturas y dibujos 1916-1986

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Este libro reúne por primera vez una muestra significativa de la obra pictórica de Luis Ouvrard. Fechados entre 1916 y 1986, los más de ochenta óleos, pasteles y dibujos seleccionados —muchos de los cuales no habían sido nunca exhibidos— proceden en su mayoría de la colección de la familia Ouvrard y otra parte de colecciones particulares y del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. El libro cuenta, además, con una cronología de la vida de Ouvrard realizada a partir de artículos periodísticos, ensayos, entrevistas, catálogos y materiales inéditos conservados en el archivo del pintor.

Nota de edición

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A Luis Ouvrard le gustaba hablar de su mundo, de la pintura, de los amigos y de la familia. Tenía buena memoria sobre todo para los lugares y los nombres. Solía contar historias sobre los grupos y proyectos que acompañó, como la revista Pagana, la creación de la filial rosarina de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos y de la Escuela Provincial de Artes Plásticas. En sus prime-ros años de pintor disfrutaba de los encuentros con sus colegas en el Ateneo Popular, las charlas en el Café Social y las esperadas inauguraciones de los salones anuales, de los que participó casi sin interrupciones desde 1918 hasta mediados de la década de 1950. Los que lo conocieron lo recuerdan entusias-ta, dispuesto al diálogo, afectuoso y sereno. Sin embargo con los años Ouvrard se fue apartando para vivir su oficio más orgánica y silenciosamente.

Ya sea como restaurador de pinturas, esculturas, imágenes religiosas y mu-ñecas o como profesor en la cátedra de Color, todas sus actividades lo ligaban de un modo u otro a la pintura. Como restaurador interpretaba la relación que otro artista había entablado con sus materiales: reparar un cuadro suponía descifrar la técnica, la manera o, como él lo llamaba, “el toque del pintor”. Se trataba de poner la destreza al servicio de una tarea que sería exitosa si lograba pasar desapercibida. Así, el pintor aprendió del restaurador el valor del recato. Su relación con el tiempo se formó en la integración de estos dos oficios, na-die conoce mejor la sensación del tiempo suspendido que un restaurador. La percepción del tiempo cronológico se trastorna en su forma de entender los procesos y de concebir el trabajo: recién a los setenta años Ouvrard tuvo su pri-mera muestra individual, con ya cincuenta de pintor. Cuidaba ese tiempo vital en que la obra encuentra la formulación buscada. Elegía volver sobre lo dicho insistiendo en el tratamiento, repitiendo temas y motivos, lo que dio a su tra-bajo un ritmo singular. Pintaba en un tiempo alterado, creando espacios fun-dados tanto en el presente como en las figuras de la memoria: es en esa relación donde el pintor recoge los frutos de su trabajo. Los detalles, las modulaciones suaves del color, el raspado sobre la superficie de la pintura, la repetición de

El tiempo demoradopor Mónica Castagnotto

en página anteriorS/T, hacia 1980, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm.Colección familia Ouvrard

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imágenes similares, a veces idénticas, la insistencia en los mismos encuadres presuponen un espectador que aprecie los juegos con lo imperceptible y se disponga a entrar en un tiempo demorado.

En sus inicios como pintor, Ouvrard presta atención a las variaciones in-finitas del color y a “los trazos tan espontáneos” de la pintura impresionista francesa, sintiendo especial afinidad con la visión lírica del paisaje en Ramón Silva y Walter de Navazio. Admira el color y la delicadeza en la obra de Alfredo Guido, donde encuentra la posibilidad de ir más allá del motivo saliendo de lo real en una apuesta por una pintura más bien sentimental. Las décadas del veinte y treinta conforman un período en el que Ouvrard transita desde una figuración de corte académico atravesada por el impresionismo hacia un

S/T, 1977, pastel sobre papel, 17 x 17 cm. Colección particular

realismo influido por Cézanne y las figuraciones de nuevo cuño. Los retratos de su esposa Esther Vidal realizados en 1928 y 1929 participan de ese clima. Unos años después, a principios de la nueva década, las pinturas de muñecas remedan el hieratismo de aquellos retratos y refieren a un mundo cercano a la pintura metafísica.

La relación cotidiana con estos objetos —Luis, Esther y su hermano Camilo restauraban y realizaban muñecas de terracota y yeso— se cruza con las sugestiones visuales provenientes del Novecento italiano. En las natura-lezas muertas que realiza en este período inaugura algunas constantes de su producción: la dedicada colocación de los objetos, la elevación de un borde de la mesa, el encuadre que acorta la sensación espacial.

A partir de la década del cincuenta, y por casi cuarenta años, los paisajes y las naturalezas muertas van redefiniendo sus límites de manera paulatina: se trata de un juego donde dichos géneros tan propios de la pintura conviven y se desdicen. Ouvrard reinterpreta su visión del campo vinculándolo con na-turalezas muertas que salen del ámbito de la casa para apoyarse directamente sobre el suelo. El paisaje se vuelve mesa para sostener el peso de unos objetos dispuestos a cielo abierto. Como en una especie de gabinete de curiosidades, fija la vida de los objetos del mismo modo que enchinchaba las hojas de plá-tano en las paredes del taller o en su herbario de hojas de tela. En estas confi-guraciones, más confiado y experimentado, Ouvrard encuentra los motivos.

Su versión de la propia tierra enlaza tiempos y lugares remotos: el Périgord, la región de donde vinieron sus padres, con su Rosario natal. Así es como las escenas creadas van a oscilar entre la evocación de la campiña francesa y la alusión a la pampa santafesina, articulando un imaginario compuesto por el paisaje narrado y el paisaje visto con sus propios ojos. Una construcción don-de determinación y fantasía dieron forma a un singular relato sobre el origen. Reafirmando el orgullo de su procedencia, la marca de lo francés aparece en la mesa familiar, en la relación con la naturaleza y el vínculo con la cultura. Ouvrard acepta esa herencia, le da un lugar en su pintura y la hace su tesoro. Las recetas de su madre participan de las naturalezas muertas apoyadas sobre el campo cercano a Rosario. De alguna manera, trufas, hongos, camotes y castañas, los pintores impresionistas y los pasteles que traían los amigos de la familia llevaron al pintor de vuelta a casa.

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1899Luis Agustín Ouvrard nace en Rosa-rio el 28 de agosto de 1899. Sus padres, María Luisa Faubel y Juan Ouvrard, eran oriundos del Périgord, antigua provincia del sudoeste de Francia. Emi-grados a la Argentina a fines del siglo XIX, antes de radicarse en Rosario pa-saron por Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba. Apenas llegados a la ciudad, el padre trabajó en la construcción del puerto y luego en el Mercado Central; posteriormente abrió la tintorería Fran-co-Española en la casa familiar, ubica-da en Urquiza 1225, cerca de los teatros Olimpo, Colón y Politeama.

«Sí, nací en el barrio “Los teatros”, Mitre y Urquiza; los fondos de mi casa daban al Teatro Olimpo. Bajo un enorme parral que había en el patio del fondo se junta-ban a charlar mi madre con la madre de Antonio Berni y comentaban las noticias que recibían de Antonio desde Europa. Antonio Berni había sido becado por el Jockey Club. Recuerdo que había una Trattoria Mondaini atendida por sus dueños, italianos por cierto, a la cual iban a comer casi todos los artistas que llegaban a Rosario. Cerca, en una pen-sión, vivían los padres de Pedrito Quar-tucci. Más allá estaba el Teatro Politea-ma [Mitre entre Córdoba y Santa Fe, donde actualmente está la Fundación

Luis Ouvrard

Astengo], a la entrada había negocios y seguía como antesala un hermoso jardín; recuerdo que allí se encontraba un pelu-quero de apellido Schiavoni (igual que el pintor) que fue muy renombrado. Al Po-liteama iban todos los elencos nacionales y los circos. La Comedia estaba en la cor-tada Ricardone y Mitre. Las principales familias rosarinas estaban afincadas en los alrededores, Astengo, Chiesa, Olivé (los padres del pintor Augusto Olivé). Teníamos una tintorería, la Franco-Es-pañola, que era atendida por mi madre doña Luisa Ouvrard. Vivimos durante cuarenta y un años en ese lugar. (…)

Mi hermana Camila me llevó por primera vez a la escuela, se llamaba Ma-riano Moreno, quedaba en la calle Santa Fe entre Corrientes y Entre Ríos, lugar donde se encontraba en la parte de ade-lante la antigua Asistencia Pública de Rosario. Al costado estaban las vías so-bre las que circulaba un carromato para llevar y traer enfermos, más atrás las aulas. Yo no quería ir, pero allí aprendí las primeras letras. Fui más tarde a otra escuela, también sobre la calle Santa Fe, entre Italia y España. Ahí empecé a dibu-jar, con disgusto de mi maestra, porque decía que era perjudicial, poco estudio y mucho dibujo, por lo cual le dio cuenta a mi padre de la situación. (…)

Tengo presente que el padre de Pedrito Quartucci era escenógrafo y,

en página anteriorS/T, 1950, birome sobre papel, 28 x 21 cm. Colección familia Ouvrard

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entre función y función, aprovechaba para pintar los escenarios. Había unos galpones grandes de una casa cerealista, ubicada en Sarmiento entre Tucumán y Urquiza, con el piso liso, allí extendía los decorados y pintaba, entonces con otros muchachitos le ayudábamos y llenába-mos algunos vacíos con pintura, según las indicaciones. Quizás eso haya influi-do en el comienzo de mi predilección por la pintura.» L. Ouvrard en “Conversando con Luis A. Ouvrard. Pintor frente al pasado y el pre-sente”, entrevista sin firma, revista Guía (primera nota), Rosario, abril de 1982.

1913Comienza a trabajar como ayudante en el taller de la santería de Germa-no Parpagnoli, de Laprida y Córdoba, junto a Nicolás Melfi y Emilio Sánchez Sáez. Al poco tiempo, con su herma-no Camilo instalan en la casa familiar un taller de escultura y restauración de piezas religiosas: imágenes de vír-genes y santos, de pesebres y retablos, en algunos casos con telones esceno-gráficos.

«Mis comienzos fueron como pintor de imágenes religiosas en mi taller de ar-tesano. A los siete años descubrí que el dibujo era mi vocación, así que desde aquella época comencé a dibujar y a sobresalir, especialmente en la escuela. Luego tomé la pintura como algo muy serio y, a medida que profundizaba en ella, con aquellos escasos recursos que te-nía, más la quería.»L. Ouvrard en “Un pintor magistral”, entrevista de Estela Menga de Mariani, La Capital, Rosario, 10 de febrero de 1985.

1914Durante tres meses estudia dibujo en la academia del pintor francés Fernando Gaspary (Corrientes y Rioja), cuya prác-tica consistía en copiar los dibujos de Rafael, Leonardo y Miguel Ángel que venían en las láminas de la Academia

en página siguientePaisaje, 1916, óleo sobre madera, 23 x 19 cm. Colección familia Ouvrard

Julian, de París. Luego asiste a las clases del pintor catalán Eugenio Fornells en el Ateneo Popular, única institución de enseñanza gratuita de la época.

«Me considero autodidacta, ya que todo mi estudio se redujo a unos meses con

Estudio de figura, témpera sobre cartón, 1914.Archivo Ouvrard

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Fernando Gaspary y dos años de dibujo en el Ateneo Popular, una institución de cultura que existía en los altos del anti-guo Mercado Central [San Juan y Barón de Mauá], allá por 1914. El profesor era Eugenio Fornells; entre mis compañeros figuraban Daniel Palau, Ferrer Dode-ro, Pablo Pierre, Domingo Guaragna y Nicolás Melfi. Como digo, me retiré al cumplir los dos años, pues la institución no podía pagar el modelo vivo para pro-seguir los estudios. Continué solo, va-liéndome de mis hermanas [Camila y Ema] y chicos del barrio como modelos. Los domingos salíamos a pintar paisa-jes del natural con Melfi, Sánchez Sáez, Palau y Pierre. De aquel entonces son mis primeros paisajes de Alberdi y del antiguo Vivero Municipal en el parque, de las barrancas rodeando el puerto, lle-nas de ranchos que las hacían muy pin-torescas. Entusiasmados con la pintura impresionista, cuyos primeros atisbos nos llegaban, en la madrugada ya está-bamos sobre la barranca, esperando que el sol saliera y tiñera de oro los árboles y ranchos y se levantara esa bruma tan cara a los maestros impresionistas… Exactamente en donde existe la casa del Dr. Isidoro Slullitel [Alem 1009] nos reuníamos. En aquellos tiempos la ba-rranca alta y los ranchos lo hacían todo muy pintoresco. Con Musto y Schiavoni (ellos residentes en el Saladillo) salíamos también a pintar las quebradas, tan visitadas entonces. El grupo Nexus fue fundado con ellos [en 1925], y surgió de nuestro encuentro casi diario, al atarde-cer, en Córdoba y Mitre. Allí bajaban del tranvía eléctrico, que los traía del Sala-dillo, para encontrarse con sus colegas. A ese lugar, sobre las escalinatas del banco,

actualmente Boston, le llamábamos el “Arco del Triunfo”.» L. Ouvrard en “Ouvrard, o un joven creador de 77 años”, entrevista sin firma, El País, Ro-sario, 3 de junio de 1977.

«Las clases consistían en dibujos al car-bón sobre bustos y bajorrelieves de yeso; recuerdo que había un busto de Goya mo-delado por el escultor español [Mariano] Benllure que era uno de los más difíciles para hacer. (…) Cuando estudiaba en el Ateneo y regresaba a las once de la noche, mis hermanas hacían de modelo para que yo dibujara, y al poco tiempo de dejar em-pecé a hacer mis primeras experiencias en color. Un señor francés que venía a casa me regaló una caja de acuarelas, esa fue la primera caja de colores que tuve; con ella hice variaciones, copias, caritas y co-sas así, después me animé a trabajar con el óleo y empecé a comprar colores en una antigua pinturería artística de la calle Santa Fe y Sarmiento. Así empecé, en mi casa, una casa antigua, que ya tenía sus

años, sin luz eléctrica sino alumbrada a querosene, tal es así que el retrato de mi madre que está en el Museo Castagnino fue pintado con la luz de la lámpara. Al poco tiempo se instaló la luz eléctrica y pude trabajar con más libertad.» L. Ouvrard en “Aproximación a la historia de vidas: conversaciones con Luis Ouvrard”, en-trevista de Guillermo Fantoni, Anuario n° 11,

Escuela de Historia, Facultad de Humanida-des y Artes, Servicio de Publicaciones UNR, Rosario, 1985.

1918 Es admitido en el VIII Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, don-de expone un retrato al óleo llamado Cabecita. A partir de ese año y hasta

Retrato de mi madre, 1924,óleo sobre tela, 132 x 94 cm.Colección Museo Castagnino+macro

Cabecita, 1918, óleo sobre madera, 30 x 26 cm.Colección Norma y Emilio Ghillioni

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mediados de la década de 1950, si bien con algunas interrupciones, participa de salones tanto de Rosario como de Buenos Aires. Esto le permite —ade-más de exhibir sus pinturas y aspirar a alguna premiación— figurar en catá-logos poniendo su obra en circulación con precios de venta. Frecuenta las ter-tulias del Café Social, ubicado en Entre Ríos y Santa Fe, y del bar Joffré, de Rioja y 1° de Mayo, donde se relaciona con grupos de artistas, escritores, músicos y redactores del diario La Capital. Surge de estas reuniones la revista de arte ma-nuscrita Pagana.

«Para mí fue grandioso [participar del Salón Nacional], porque me encontré exponiendo junto a Fernando Fader y Cesáreo Bernaldo de Quirós, que ya eran grandes pintores, y yo era un pin-tor de mi ciudad, que recién se iniciaba. Esa exposición fue un enorme respaldo. En aquellos momentos, para nosotros no existían los ismos. Recién cuando Palau viaja a España, durante la Primera Gue-rra Mundial, recién entonces, por medio de su correspondencia me entero de las novedades de la pintura española y de-más por la revista La Esfera, que una fa-milia de este medio me hacía llegar, pero siempre sobre pintura española. Luego, al poco tiempo, un cerealista de Rosario viaja a París y a su regreso trae un libro que versa sobre la pintura de Cézanne; me lo presta, y así es que tengo otro con-tacto visual con un artista distinto.»L. Ouvrard en “Un pintor magistral”, entre-vista de Estela Menga de Mariani, op. cit.

«En aquel entonces el movimiento pictó-rico era casi desconocido, salvo lo poco

que podía rescatar a través de las críticas de arte de Payró en el suplemento lite-rario de La Nación, Camille Mauclair y Lucien Descaves en La Prensa. De lo nuestro, como yo enviaba todos los años obras al Salón Nacional y visitaba para su inauguración el día 21 de septiembre, tenía ocasión de darme cuenta del pano-rama nacional. Con decirle que por esos días leí en La Prensa que en una galería de la calle Florida se inauguraba una

exposición de los maestros impresionis-tas. Me lancé a Buenos Aires y así, ante mí, la más importante muestra que tuve oportunidad de ver sobre ese período de la historia del arte y me ha quedado grabado hasta el día de hoy una famosa obra de Paul Cézanne, La Route à Au-vers-sur-Oise, pintada en 1873-1874. Luego, muchos años más tarde, conocí la Colección Santamarina.» L. Ouvrard en “Conversando con Luis A. Ouvrard. Pintor frente al pasado y presente”, entrevista sin firma, revista Guía (segunda nota), Rosario, mayo de 1982.

«Seguramente, el deseo de conocer las tradiciones artísticas y las novedades que se producían en las grandes metró-polis del arte era tan importante como mantener un nexo con esa parte del mundo de donde provenían sus familias y en gran medida también su formación cultural. Si bien existían a comienzos de los años veinte algunos casos excepcio-nales como Julio Vanzo que recibía de Alemania una revista de vanguardia como Der Sturm, otros jóvenes como Ouvrard se informaban con recursos más modestos pero no desprovistos de efectividad como las notas aparecidas en los diarios de Buenos Aires como La Na-ción o La Prensa y en publicaciones de carácter político como La Protesta. En el primero de estos medios, las críticas de José León Pagano convivían con las notas enviadas desde Bélgica por Julio Payró y las polémicas intervenciones de su contrafigura, el conservador Camile Mauclair que escribía desde Francia. En La Protesta se publicaban los textos de Alfredo Chiabra Acosta, un crítico de arte peruano conocido como Atalaya

que había ganado una amplia adhesión entre los nuevos artistas.»Guillermo Fantoni, “El Périgord en la pam-pa: la pintura de Luis Ouvrard”, Studi La-tinoamericani n° 3, Centro Internazionale Alti Studi Latinoamericani, Università degli Studi di Udine, Udine, 2007.

«Cuando decidió ser pintor, Ouvrard tuvo gran estímulo de sus familiares, pero él siempre me decía que los padres solamente tenían terror a las agrupa-ciones de los plásticos de entonces, que según ellos eran bebedores, socialistas y tirabombas anarquistas. En 1921 la bo-hemia que se reunía en el Café Social, y que editaba el diario La Protesta, eran todos pintores, escultores, poetas, perio-distas que vivían en altillos, bohardillas, galpones y casas viejas. El grupo era au-ténticamente romántico, nada le ofrecía la ciudad, no había auspicio oficial y el público mostraba absoluto desinterés. Los unía una sola aspiración, su realiza-ción en los aspectos artísticos.» Gustavo Cochet, “Palabras con motivo de la inauguración de la exposición de pintura del artista rosarino Luis A. Ouvrard”, inédito mecanografiado, 1969, archivo Ouvrard.

«El Ateneo Popular de Rosario se cerró y la Municipalidad lo alquiló por parcelas, es decir por piezas, desde San Juan y Ba-rón de Mauá hasta San Luis. Allí tenía su estudio el escultor Daniel Palau, que ha-bía estudiado con Julio Antonio, famoso escultor español, y Victorio Macho. Más allá, Isidro García (pintor y escultor) y An-tonio Martorana, pintor que luego derivó en sastre, porque la pintura no daba para vivir. Con el tiempo Martorana se convir-tió en uno de los primeros coleccionistas,

Luis Ouvrard, hacia 1920.Archivo Ouvrard

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pagaba la adquisición de un cuadro con la hechura y la confección de un traje. Este trato lo había hecho con Guido, Musto y Antoniadis. Yo me hice hacer uno azul que costaba 150 pesos nacionales, es decir de los viejos, que era la envidia de todos. Así Martorana tuvo en su poder una na-turaleza muerta que fue la primera que vendí.

Cerca estaba el Centro de Estudian-tes al cual pertenecían Eduardo Barnes, Ferrer Dodero y Palau. Era costumbre hacer reuniones a fin de año para lo cual se solicitaba el aporte en comestibles y demás a las casas importadoras y las al-macenaban en una pieza bajo llave. Las llaves las tenía Palau y dos por tres hacía sus excursiones y rescataba para nuestro placer y buen gusto conservas especiales de mariscos, pescados y preparados en escabeche que venían de lejanas tierras. Nos reuníamos en el famoso bodegón de Vacelli, frecuentado por los artistas de la época. Al lado, sobre la misma cortada de Barón de Mauá, estaba el de Perona, al cual iban generalmente los italianos. Comíamos al atardecer, una mesa lar-ga que estaba permanentemente para nosotros, bebíamos vinos tinto y blanco traídos de Italia y coronábamos nuestro sibaritismo con anguilas en escabeche que venían en barriles.

Yo gozaba mucho con estos encuen-tros, discutíamos y luchábamos por la expresión artística. Yo participaba de la bohemia de la época, de la jarana, la garufa y los entretelones del momento. Encontrábamos la pintura como una cosa necesaria, la sentíamos realmente. La prueba está que nunca claudiqué y mi trabajo artístico no tenía nada que ver con lo que hacía en el taller para

ganarme la vida. Allí trabajábamos con mi hermano Camilo, pintor y escultor, para hacer esculturas y bajorrelieves con imágenes religiosas que policromába-mos; nos ayudaba Esther, mi mujer, y al-gunos chicos que estaban de aprendices. Yo pintaba en especial los días domingo y me cuidé siempre de no comercializar mi pintura.»L. Ouvrard en “Conversando con Luis A. Ouvrard. Pintor frente al pasado y el presente”, entrevista sin firma, op. cit.

1922Su óleo Retrato de mi padre ingresa a la colección del Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario a través del V Salón de Otoño.

1923 Participa del VI Salón de Otoño con las obras La chica del gorro y Nocturno, esta última adquirida por el Museo.

1924Presenta el Retrato de la niña Sara Lucero al VII Salón de Otoño; al año si-guiente, Rafael Biancofiore lo dona al Museo Castagnino.

1925Fallece su padre, Juan Ouvrard. Recibe la segunda medalla en la sección Figu-ra del VIII Salón Rosario por Retrato de mi madre. Herminio Blotta publica en La Nación “El arte pictórico y escul-tórico”, donde menciona a Ouvrard, Antonio Berni, Daniel Palau, Demetrio Antoniadis, José Beltramino y Enrique Borla como los nuevos pintores dignos de atención dentro de un panorama del arte rosarino presidido por las figuras de Alfredo Guido, Emilia Bertolé, Cé-sar Caggiano, Gustavo Cochet, Manuel Musto y Santiago Minturn Zerva. Es be-cado junto a Berni por el Jockey Club de Rosario para realizar un viaje de forma-ción a Europa, que no llega a concretar por razones económicas y familiares. Mantiene correspondencia con Berni.

«Yo siento que Ud. no pueda venir a es-tas tierras, debe hacerlo aunque llegue viejo, despierta toda la pasta de artis-ta que pueda tener el individuo, es que esas pampas son unas drogas de anes-tesia para el espíritu, en cambio es el lugar para progresar técnicamente, esto se debe a que nuestro país es pobre en cosas emotivas, pobre por supuesto com-parado con la mar que poseen los paí-ses europeos, nosotros los americanos tenemos el porvenir, la prueba me la dan los salones que veo en Madrid, es la constante repetición de lo que ya se hizo estupendamente.»Antonio Berni, carta a Luis Ouvrard fecha-da en Segovia el 2 de junio de 1926, manus-crito inédito, archivo Ouvrard.

«A mí cada trabajo me cuesta una enor-midad. ¿Seré muy exigente? Hago y borro

Nocturno, 1922, óleo sobre tela, 76 x 56 cm.Colección Museo Castagnino+macro

Retrato de la niña Sara Lucero, 1923, óleo sobre tela, 80 x 75 cm.Colección Museo Castagnino+macro

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repetidamente el boceto, luego, ya entran-do a pintar en firme, cuido el menor deta-lle estudiándolo a conciencia.»L. Ouvrard en “Semblanza del pintor Luis Ouvrard”, entrevista de José Marín Torre-jón, revista deportiva semanal Fantoches, Rosario, abril de 1925.

1926El grupo Nexus —formado a finales del año anterior e integrado por Alfredo Guido, Manuel Musto, Demetrio An-toniadis, José Fantín, Manuel Ferrer Dodero, Antonio Daniel Palau, Nicolás Melfi, Eduardo Barnes, Lucio Fontana, Antonio Berni, Emilio Sánchez Sáez, Augusto Schiavoni, José Marín Torrejón

y Luis Ouvrard, entre otros— realiza en la Galería Witcomb el Primer Salón de Artistas Rosarinos. Palau recibe el pri-mer premio de Escultura, Berni el de Paisaje, Musto el de Naturaleza Muerta y Ouvrard el de Figura. En el mismo Salón expone, además del retrato con el que obtiene el premio, una cabeza modelada que es su primera escultura conocida. Además, participa del Tercer Salón Provincial de Arte realizado en el Museo de Bellas Artes de La Plata y de la Exposición de Arte Argentino en La Paz, Bolivia.

«En momentos que la pintura por ex-ceso de soberbia o como consecuencia

Inauguración VIII Salón Rosario, 1925. De pie: Enrique Borla, Lucio Fontana, Pablo Pierre, Eduardo Barnes, Manuel Ferrer Dodero, Demetrio Antoniadis, Daniel Palau, Manuel Musto, Isidoro Mognol, Jesús Palau, Antonio Berni, N. Viduzzi y Nicolás Melfi; sentados: Luis Ouvrard, Fermín Lejarza, Emillia Bertolé, Alfredo Guido, Víctor Torrini y Roldán Batillé. Detrás de ellos, Retrato de mi madre de Luis Ouvrard. Archivo Ouvrard

Página de la revista Caras y Caretas, Buenos Aires, julio de 1926.Archivo Ouvrard

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de experimentaciones inagotables ol-vida que la vida tiene que ser siempre su fuerza inspiradora, viene muy bien recordar que artistas como P. Figari supieron convertir una circunstancia empapada de sentido en constantes pictóricas por encima del tiempo. No es lo mismo servir a modas absolu-

tamente pasajeras que convertir en prodigio admirable lo sentido profun-damente y lo descifrado con evidente universalidad.»

L. Ouvrard, a propósito de una muestra del pintor uruguayo Pedro Figari realizada en Rosario en 1926, texto manuscrito inédito sin fechar, archivo Ouvrard.

1927 Fallece su madre, María Luisa Faubel. Envía al IX Salón de Otoño de Rosario un conjunto de siete obras en el que se destaca la variedad de técnicas: tres es-culturas de yeso patinado (Dolor, Cabeza de niño y Figura decorativa), un dibujo en pastel (El criollito), otro al carbón (Retrato de Pruden Elorza) y dos pintu-ras al óleo (Serenidad y Crisantemos).

1928 Se casa con Esther Vidal. Ese año reali-

za dos retratos de su esposa, uno de los cuales fue donado por Rosa Tiscornia de Castagnino al Museo Municipal de Bellas Artes.

1929 Nace Luis David, su único hijo. Par-ticipa con el óleo El vestido lila del XI Salón de Rosario (Salón de Arte Americano), donde también expu-sieron varios artistas brasileños, en-tre ellos Alberto da Veiga Guignard y Cándido Portinari.

Figura, 1929, óleo sobre tela, 120 x 160 cm. Colección Krass Artes Plásticas

Retrato de Esther Vidal, 1928, óleo sobre tela, 96 x 110 cm. Colección Museo Castagnino+macro

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1930Visita la exposición Novecento Italiano realizada en Amigos del Arte, de Buenos Aires, y se interesa por las obras de Caso-rati, Sironi y de Chirico. En las pinturas de muñecas que realiza en estos años, la severidad de la figura y el carácter auste-ro lo aproximan a la pintura metafísica.

«Sus estudios sobre la obra de Cézanne parecen haber cumplido un papel tan im-portante como la mirada sobre los pinto-res modernos españoles, los representan-tes de la pintura metafísica y los nuevos movimientos italianos. Aunque entre estos últimos Ouvrard destacara específi-camente su fuerte afinidad con las visio-nes contemplativas de Morandi, es muy probable a la luz de los repertorios ico-nográficos señalados, que tanto Casorati como Carrà deben haber actuado como potentes sugestiones visuales. Estas refe-rencias, que operaban a través de lectu-

ras y de muestras presentadas en el país como la del Novecento Italiano, segura-mente fueron reafirmadas por el interés del artista en la obra de los pintores del barrio porteño de La Boca como Víctor Cúnsolo y Fortunato Lacámera.» G. Fantoni, “El Périgord en la pampa: la pin-tura de Luis Ouvrard”, op. cit.

1932Resulta ganador del concurso para rea-lizar un busto de Giuseppe Sgrosso, di-rector del Hospital Italiano Garibaldi entre 1922 y 1932.

Ouvrard junto al busto de Giuseppe Sgrosso, 1932. Archivo Ouvrard

El vestido lila, 1929, óleo sobre tela, 140 x 110 cm.Colección Museo Castagnino+macro

Las muñecas, 1931, óleo sobre tela, 91 x 86 cm. Colección familia Ouvrard

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S/T, hacia 1935, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, hacia 1935, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1930, grafito sobre papel, 21 x 20 cm.Colección famila Ouvrard

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Naturaleza muerta, 1930, óleo sobre arpillera, 90 x 80 cm.Colección Museo Castagnino+macro

Irma, 1931, óleo sobre tela, 47 x 37 cm.Colección familia Ouvrard

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La trilla, 1935, pintura al silicato sobre madera, 155 x 180 cm. Colección familia Ouvrard

1935Participa del XIV Salón de Otoño de Rosario con dos obras de gran for-mato: La trilla y Día de fiesta. Estas pinturas revelan la influencia de las ideas y procedimientos técnicos de David Alfaro Siqueiros y de la obra de Alfredo Guttero, así como la cercanía con las búsquedas de los pintores del

grupo de Berni, la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos, que con-sideraban a Ouvrard un interlocutor.

«De la Mutualidad tengo una anécdota pintoresca; resulta que hacen una fiesta en un salón de la calle Mendoza y 1° de Mayo, Berni y los compañeros alqui-laron ese local y nos invitaron a todos

nosotros, fue Melfi, fue Pierre, fui yo y esta reunión coincidió con la inaugura-ción de un Salón y creo que en esa fecha había venido Uriburu a Rosario. Da la casualidad de que en toda la exposición que hacía unos días que estaba habilita-da se vende un solo cuadro, y ese cuadro era mío [Día de Fiesta, adquirido por un coleccionista]. Entonces Berni hizo una jarana bárbara, Gambartes desde el escenario leía un discurso que era un papel largo largo, me hicieron sentar en el medio del salón y me coronaron con unas ramas que habían puesto de adorno.» L. Ouvrard en “Conversaciones con Luis Ouvrard”, entrevista de G. Fantoni, op. cit.

«La llegada del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, sus polémicas declaraciones y propuestas de un arte de masas habían precipitado una esci-sión en la heterogénea Agrupación de Artistas Plásticos Refugio que desde el año 1932 agrupaba a gran parte de los creadores rosarinos. El sector liderado por Antonio Berni conformó poco des-pués la Mutualidad Popular de Estu-diantes y Artistas Plásticos cuyas obras de formato “heroico” y temática política se pudieron apreciar en el XIV Salón de Otoño que excepcionalmente en 1935 ostentó carácter libre.»G. Fantoni, “El Périgord en la pampa: la pin-tura de Luis Ouvrard”, op. cit.

Tapa y página interior del catálogo de la muestra Los 9, 1936.Archivo Ouvrard

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1936Expone los óleos Pescados y Naturaleza muerta en la muestra colectiva Los 9 or-ganizada por la Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosario.

«Desaparecido Nexus, con otros colegas formamos el grupo de Los 9, compuesto por Demetrio Antoniadis, José Beltra-mino, Eugenio Fornells, Nicolás Melfi, Manuel Musto, Félix Pascual, Pablo Pierre, Augusto Schiavoni y yo. Esto fue en el año 36. Fue entonces que empeza-

la actual sociedad con la presidencia de Eugenio Fornells.» L. Ouvrard en “Ouvrard, o un joven creador de 77 años”, entrevista sin firma, op. cit.

1937Se conforma la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP) filial Rosario, en cuya Comisión Directiva Ouvrard participa activamente en carácter de vo-cal; desde allí enfatiza el carácter libre de la enseñanza del dibujo como una de las actividades principales de la Sociedad.

mos a usar los cartelones, anunciando las exposiciones por todas las calles del cen-tro; eran llevados por hombres sandwich que se paraban en las esquinas y daban vueltas manzana alrededor de la expo-sición. (...) Aprovechando viajes a Bue-nos Aires y conversaciones con el pintor Larrañaga, con Melfi llamamos a reu-nión en casa del pintor Pierre para for-mar la filial de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos. De esa reunión surgió

1941En el tercer número de la revista Paraná que dirigía Ricardo E. Montes i Bradley se presenta a Luis Ouvrard en la sec-ción “Pincelada autobiográfica” con un autorretrato en tinta que acom-paña la biografía y la reproducción del óleo Retrato de Irma. Participa de la fundación de la Escuela Provin-cial de Artes Plásticas junto a Nicolás Melfi, Lucio Fontana, Fausto Hernández,

Izquierda: autorretrato de Luis Ouvrard publicado en la revista Paraná, 1941.

Derecha: Ouvrard y alumnos en la clase de Color. Archivo Escuela Provincial de Artes Visuales General Manuel Belgrano

Naturaleza muerta, 1937, óleo sobre arpillera, 94 x 91 cm. Colección Krass Artes Plásticas

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Félix Pascual, Manuel Ferrer Dodero, Oscar Herrero Miranda y César Ca-ggiano. Desde entonces y hasta 1955 Ouvrard se desempeña como profesor en la cátedra de Color. Hasta 1979 la Escuela funcionaría en un edificio de dos plantas de San Martín 474.

«Yo daba Color, el programa nuestro es-taba basado en el de Falcini, el escultor, que lo había traído a su vez de la Aca-demia de André Lothe. Según como en-señaba Lothe, primero se trabajaba del natural, después venía la memoria y fi-nalmente se hacía una abstracción, y era una cosa que tuvo mucho éxito, vino gen-te de Buenos Aires a ver los resultados. (…) Yo los llevaba con el caballete, la caja y el cartón, íbamos por la Avenida Bel-grano hasta Rioja y pintábamos al aire libre. (…) En Rioja y Avenida Belgrano nos desplazábamos por todo el cabotaje donde venían los barcos naranjeros, ahí todo el mundo nos conocía. Cuando salía con el alumnado a pintar por la avenida Belgrano, Tito Benvenuto, que siempre andaba por los alrededores de la ciudad, solía verse por el puerto con su valijita de cobrador. (…) Cuando él veía que está-bamos se acercaba, miraba lo que hacían las chicas y se iba rápidamente.» L. Ouvrard en “Conversaciones con Luis Ouvrard”, entrevista de G. Fantoni, op. cit.

«La generalidad de la gente cree que ha-cer color es hacer policromía, en cambio no es así; hacer color es tomar un de-terminado color y llevarlo de la luz a la sombra y darle final con el otro color sin que lleguen a chocar.»L. Ouvrard en “Un pintor magistral”, entre-vista de Estela Menga de Mariani, op.cit.

1942Integra la Agrupación de Plásticos In-dependientes con los hermanos Gui-llermo y Godofredo Paino, Anselmo Piccoli, Leónidas Gambartes, Juan Grela y Julio Vanzo. Obtiene el premio “Cecilia Grierson” por la obra Retrato de Lita en el XXXII Salón del Museo Nacional de Bellas Artes. El óleo Irma

recibe el premio “La Capital” en el Primer Salón de Artistas Rosarinos organizado por la SAAP. Cabeza de niño, un dibujo de 1929, es donado por Nicolás Amuchástegui al Museo Castagnino.

Irma, 1942. Archivo Ouvrard

en página siguienteRetrato de mujer, 1943, óleo sobre tela, 70 x 50 cm. Colección Museo Castagnino+macro

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1944El crítico de arte José León Pagano le dedica un apartado en su ensayo sobre pintura argentina.

«Puede y debe ser clasificado entre los intimistas. Lo es, inclusive cuando me-nos lo parece, cuando sitúa un mode-lo femenino au plein air, o cuando lo coloca en pose y lo inmoviliza en esa misma postura. Hay en Ouvrard otras posibilidades. Realizó composiciones decorativas —Día de fiesta, La trilla—

y las denominó imitaciones de frescos: dos temas de costumbres campestres. Pintó naturalezas muertas y se ejer-citó en la escultura. El arte en silencio es, en Ouvrard, otro modo de intimi-dad. Pero esta alcanza sus expresiones más delicadas en los retratos de niños, si exceptuamos algunas efigies mater-nas, tan penetradas de emoción como la exhibida en el certamen del Retiro de 1924. El Retrato de la niña Sara Lucero puede muy bien resumir las cualidades pictóricas de Ouvrard, puede resumirlas

porque converge en ese óleo lo más ca-racterístico del autor: finura expresiva e intensidad constructiva.

Hay suavidad hogareña en todo él. No es tarea leve llegar al alma de la niñez para darnos de esta una imagen dulcificada en la pureza. Son las de Ouvrard agraciadas figuras sedentes, sobre fondos lisos, ya junto a ventanas de luz tamizada por espesas cortinas: así el Retrato de la señorita Elorza, de tan rica vida interior. El color mismo lo es de recato en estos óleos. Las to-

nalidades claras de sus composiciones campestres se modifican en la gama baja de los retratos, si excluimos los de tonalidad gris-azul. En estos prevale-ce también el azul y el gris, pero muy rebajados y como envueltos en una at-mósfera de profundidad. Son ellas las dos gamas dominantes. Dentro de am-bas obtienen no pocos grados, ya en los tonos densos, ya en los matices fluidos. Al volumen llega por suaves medias tintas, rehuyendo contrastes de acen-tuado claroscuro. Determina la calidad

Paisaje, 1940, óleo sobre madera, 19 x 24 cm.Colección familia Ouvrard

S/T, sin fecha, óleo sobre cartón, 21 x 29 cm.Colección familia Ouvrard

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Salta, 1922, óleo sobre madera, 15 x 21 cm.Colección familia Ouvrard

diversificando la materia. Posee un oficio muy seguro y una visión plástica personal. Es el suyo un intimismo muy delicado y suave.»José León Pagano, Historia del arte argenti-no. Desde los aborígenes hasta el momento actual, L’Amateur, Buenos Aires, 1944.

«La figura me interesa con pasión, aun-que he pintado también naturalezas muertas, paisajes y modelado algunas esculturas. Causas diversas han hecho de mí más bien un pintor intimista,

pero confieso que siento mucho nuestro paisaje, al cual no he podido dedicarle hasta ahora el tiempo que anhelo. Pien-so, con todo, volver a él, componiendo con figuras de nuestra campaña, tan llena para mí de interés y color. (…) Por mi parte, estudio, leo y pinto todo el tiempo que me resta de mis actividades diarias, pues no vivo de mis cuadros. Ya he perdido la cuenta de la última obra que vendí, que creo fue en el año trein-ta y cinco. Me parece que no se puede hacer arte auténtico pensando en la

venta. Mis obras las elaboro con lenti-tud, de ahí que mi producción no sea mucha. Repito: no pinto para el paladar de nadie. Confieso con toda franqueza que es más lo que destruyo que lo que expongo.» L. Ouvrard en “Galería de artistas rosari-nos: Luis Ouvrard”, entrevista sin firma, La Acción, Rosario, 9 de marzo de 1944.

«Ni aun en pequeñas zonas extiendo un color determinado, incluso en los bocetos, siempre mezclo, restrego, los franceses

S/T, 1944, tinta y acuarela sobre papel, 35 x 52 cm. Colección familia Ouvrard

tienen un dicho en la pintura que yo lo he traducido al castellano como un res-tregado con el pincel. Entonces sobre eso voy buscando y veo lo que de otra mane-ra no aparece, lo encuentro y así parto de un determinado motivo. A veces el mo-tivo nace de una lectura, de una lectura cualquiera, ya veo el paisaje, veo todo el encuadre y en una cartulina adecuada hago un dibujo, un boceto que por ahí se transforma en un cuadro.»L. Ouvrard en “Conversaciones con Luis Ouvrard”, entrevista de G. Fantoni, op. cit.

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en página siguienteAriadna, 1944, tinta sobre papel, 35 x 25 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, hacia 1944, óleo sobre cartón, 21 x 29 cm. Colección familia Ouvrard

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1950Forma parte de la exposición colecti-va Evocación de una época de Rosario (1910-1930), organizada por la SAAP y el Núcleo Teatral Juvenil La Cortada. La muestra incluye pinturas, diarios y revistas; participan entre otros Her-minio Blotta, Gustavo Cochet, José Luis Fantín, Eugenio Fornells, Nicolás Melfi, Santiago Minturn Zerva, José Marín Torrejón, Alberto Pedrotti, Ma-nuel Musto, Antonio Berni, Alfredo Guido y Emilia Bertolé.

1952Desde mediados de la década de 1940,

mientras en sus pinturas al óleo se-guía concentrado en la figura y el pai-saje, busca en el dibujo una síntesis para la representación que todavía no se manifiesta en su obra pictórica. Es-tos dibujos, principalmente de mujeres, realizados en lápiz, tinta y birome, le per-miten introducir nuevos climas, a veces oníricos, con los que seguirá experimen-tando. En sus habituales viajes a la pro-vincia de Córdoba, donde pasa las vaca-ciones con su familia, realiza bocetos de paisajes y pinta numerosos cartones.

«Tengo terminadas ya cuatro cosas, to-das del motivo que tanto me entusiasma,

S/T, 1944, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm.Colección familia Ouvrard

S/T, 1944, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm.Colección familia Ouvrard

en página siguienteMujer sentada, 1944.Archivo Ouvrard

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o sea, la acequia. En tres de ellas utilizo el negro, al igual que algunas de las co-sas que tengo en casa, y un colorido vivo, creo que le gustarán. Ahora pienso hacer otro motivo más, con la misma acequia, el puente y, no se ría, algunos patos blan-cos como la nieve… que nadan silen-ciosos por ella, acercándose cautelosos hasta donde yo estoy para retirarse pre-cipitadamente a cualquier movimien-to brusco que yo haga. En fin, el tema es cursi, romántico y qué se yo, pero…

precisamente por eso lo quiero hacer, ya que en realidad la anécdota o los temas cursis lo son más bien por la forma como el pintor los encara que por el tema. El resultado me dirá si es cursi o no, vere-mos, para ello tengo que esperar un día nublado, y desgraciadamente aquí el día que se nubla llueve.»

L. Ouvrard, carta a la pintora Ada Raquel Tvarkos fechada en Cosquín el 4 de ene-ro de 1952, manuscrito inédito, archivo Ouvrard.

S/T, 1946, tinta, fibra y lápiz sobre papel, 13 x 20 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1949, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1949, grafito sobre papel, 13 x 18 cm. Colección familia Ouvrard

en página siguiente, arribaS/T, 1947, tinta y acuarela sobre papel, 24 x 30 cm. Colección familia Ouvrard

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en página siguienteS/T, 1949, tinta sobre papel, 30 x 21 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1949, tinta sobre papel, 30 x 21 cm. Colección familia Ouvrard

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en página anteriorS/T, 1949, birome sobre papel, 26 x 20 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1950, birome sobre papel, 20 x 26 cm. Colección familia Ouvrard

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Gorrión, 1949, óleo sobre madera, 13 x 16 cm.Colección familia Ouvrard

Nocturno en la quinta, 1950, óleo sobre chapadur, 45 x 55 cm.Colección familia Ouvrard

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1955 Se jubila como profesor de la Escuela Provincial de Artes Plásticas. Le de-dica mayor tiempo a la pintura y se produce un giro en su trabajo: natu-ralezas muertas y floreros mantienen una relación nueva con el paisaje, a veces en configuraciones sintéticas y geometrizantes, otras en montajes so-bre mesas rebatidas o sobre planos que sobrevuelan el paisaje.

«A partir de 1955 mi pintura sufre un cambio importante que tiene que ver con mi vida particular, con mi trabajo como maestro de pintura. En ese año me jubilo y empiezo a pintar el paisaje argentino que tanto me entusiasmó. Allí aparecen mis primeros paisajes y mis obras van sufriendo una evolución bas-tante acentuada. Eran todas pinturas donde estaba latente cierta serenidad y cierta magia, y era optimista como luego dijeron algunos críticos. Que había en ella juventud.»L. Ouvrard en “Luis Ouvrard y sus sesenta años con los pinceles y los paisajes”, entre-vista sin firma, La Tribuna, Rosario, 3 de noviembre de 1978.

1964En agosto la Galería Carrillo, que fun-cionaba en Sarmiento 633, lo invita a participar de la muestra 25 años de pintura rosarina; expone Naturale-za muerta (1923) y La chacra (1964). En noviembre participa de la expo-sición Doce pintores rosarinos en Ga-lería Ciencia, dirigida por Gilberto Krasniasky y Juan Pablo Monserrat, situada en calle Santa Fe 1284; entre otros, exponen Juan Grela, Gustavo

Cochet, Leónidas Gambartes, Oscar Herrero Miranda, Hugo Ottmann, Pedro Giacaglia, Alberto Pedrotti y Julio Vanzo.

1965Participa con los óleos El trigal, Flores secas, Incendio en la estancia y El cami-no en la Exposición de Pintura Rosari-na. Colección Isidoro Slullitel realizada en el Museo Castagnino; Juan Grela y Pedro Sinópoli firman los textos del catálogo.

en página siguienteFlorero, 1954, óleo sobre tela, 90 x 76 cm. Colección familia Ouvrard

Flores, 1955, óleo sobre cartón, 70 x 50 cm. Colección Norberto Moretti

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1966Expone las obras Interior y Campo de trigo en la muestra Colección de Pintura Argentina de Apolinar Moldes, realizada en el Museo Castagnino. Participa de Panorama 1966. Muestra colectiva de artes plásticas en Galería Carrillo y de la exposición Pinturas de García Carre-ra, Herrero Miranda, Ouvrard, Pedrotti, Real y Traficante en Galería Car de Rosa-rio. Ilustra con la obra El gallo catalán la portada del número 83 de la Revista de la Asociación Rosarina de Cultura Inglesa.

1967 Integra la muestra Primitivos actuales de América realizada en Madrid. Vuel-ve a exponer en Galería Carrillo en la muestra Rosario: siglo XX. Historia de la evolución plástica en la ciudad. Se inaugura en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodrí-guez de la ciudad de Santa Fe la Expo-sición Homenaje Artistas Rosarinos en la que Ouvrard participa con las obras Campo arado, Castañas, Caballo en gris y Castañas en verde.

S/T, 1956, óleo sobre tela, 50 x 70 cm.Colección Krass Artes Plásticas

en página siguienteFlorero, 1955, óleo sobre cartón, 70 x 50 cm.Colección familia Ouvrard

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Camotes, 1958, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. Colección familia Ouvrard

Funes, 1960, óleo sobre cartón, 51 x 64 cm.Colección familia Ouvrard

La chacra, 1964. Catálogo de la muestra 25 años de pintura rosarina, Galería Carrillo, 1964.Archivo Ouvrard

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«Lo que me interesa, por sobre todo, es confesarle mi deslumbramiento por la admirable calidad de su obra expuesta aquí. Si bien no soy el único que gozó con el misticismo cromático que desplie-gan sus obras en el reducido campo del bastidor, pienso sí que soy el más obliga-do de los santafesinos para acercarme a Ud. y hacerle llegar mi voz admirativa. Es Ud. un colorista sutilísimo, un equi-librado sojuzgador de las formas, un lú-cido diseñador del plano, logrando que las partes se armonicen vibrantemen-te en el todo. A fuer de ser justos, sus

cuatro envíos son parejamente intensos, plásticamente vitales, y si bien Campo arado es el que conceptúo de estructu-ración menos compleja, lo hallo igual-mente rico desde el punto de vista de la disección perceptual. (…) Con mi espo-sa desearíamos tener una de sus Casta-ñas en nuestra casa. Le rogaría me haga Ud. saber, en caso de que no tenga otro propietario, el precio que desea por las mismas.»Jorge Taverna Irigoyen, carta fechada en Santa Fe el 28 de agosto de 1967, inédito me-canografiado, archivo Ouvrard.

1968Participa en la muestra 25 años de Pin-tura Rosarina en el Museo Castagnino. Asesora a Isidoro Slullitel para la reali-zación del libro Cronología del Arte en Rosario publicado por Editorial Biblio-teca ese mismo año.

1969En octubre, a los 70 años de edad, rea-liza su primera muestra individual en Galería Renom de Rosario (Córdoba 916). Expone, entre otras, Los caranchos, Caballo en gris, Paja brava, Bajante, Las redes, El bañado, Esponjas, Limones y Hojas de plátano.

«Nadie puede ser encantador, ni siquie-ra algo remotamente parecido a eso, cuando lo acosan el agotamiento y la premura. Pero entonces, en otra parte de la ciudad, no muy lejos, unas cuan-tas cuadras hacia el sur, Ouvrard baja las escaleras de su casa, esas escaleras que muchos de nosotros hemos subido tantas veces, escaleras tan extranjeras y tan familiares. Ouvrard sale a la calle y

Ouvrard en su taller, 1963.Archivo Ouvrard

en página anteriorEl gato, 1965, óleo sobre tela, 70 x 50 cm. Colección Krass Artes Plásticas

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decide venir a visitarme. El día cambia entonces. No solo porque puedo hacer un alto, porque hay un remanso, un rato para mí mismo, sino porque la re-frescante amistad de Ouvrard acaba con el fastidio, con el enojo, con las voces, y creo que hasta con los teléfonos. Los te-léfonos han dejado de existir, todas las cosas que hacen ruido, que chirrían, que tiran de nosotros para todos lados, que nos llenan de cosas que no tenemos para qué ver ni oír, desaparecen en un instan-te. Y allí estamos sentados Ouvrard y yo hablando, claro, no podía ser de otra manera, de pintura.» Isidoro Slullitel, “Palabras con motivo de la inauguración de la exposición de pintura del artista rosarino Luis A. Ouvrard”, inédi-to mecanografiado, 1969, archivo Ouvrard.

«Nunca nadie conocerá más a fondo su oficio de pintor que el restaurador, pues ningún secreto le será desconocido. Sin embargo, imagínense Uds. a un escritor que se pasara toda la vida traduciendo obras ajenas, en las figurillas que se ha-brá de ver cada vez que quiera escribir algo suyo; exactamente eso le pasa al pintor restaurador y ese es su drama. Mas por fortuna, Ouvrard, debido a la pureza de su alma, a su ingenuidad, al mismo tiempo de una honestidad sin mácula como asimismo de un respeto por su arte, una vez frente al caballete y a su tela en blanco en una como ins-tintiva transmutación se transforma en el artista creador y puede despojarse de todas las triquiñuelas necesariamente imprescindibles en la restauración, para

Hongos en azul, 1965, óleo sobre tela, 55 x 67 cm.Colección Museo Castagnino+macro

entregarse limpio de toda impureza ma-terial con la espiritualidad de un monje a la realización de su obra con entera autenticidad y libertad. (…) Su inter-pretación del paisaje pampeano es el que más me ha hecho sentir hasta ahora su verdad cósmica. Su geografía física y es-piritual —o, para decir mejor, su visión

de la pampa— refleja su fisonomía en forma cabal y con emotiva exornación poética. El paisaje ha hallado en él pues un intérprete singular.»Gustavo Cochet, palabras al inaugurarse la muestra en Galería Renom, manuscrito inédito fechado en Funes en octubre de 1969, archivo Ouvrard.

Isidoro Slullitel pronunciando las palabras inaugurales de la primera muestra individual de Luis Ouvrard; a su izquierda, Gustavo Cochet, Galería Renom, 1969.Archivo Ouvrard

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1970 Expone pinturas en la Sociedad Hebrai-ca Argentina de Rosario (Santa Fe 638).

«La evolución de la pintura de Ouvrard es sorprendente: comparar sus primeras y sus últimas obras puede ser toda una experiencia. Su lenguaje ha ido cambian-do, girando, volviendo sobre sus pasos, adelantando otra vez, aclarándose, pu-rificándose, en una búsqueda constante. En una época de la vida en que muchos hombres de mérito se refugian en una especie de placidez en la que solo se afir-man hechos ya investigados, Ouvrard opta por ensayar nuevos caminos.

Su pintura es también una búsque-da de significados en la vida de nuestros campos de donde surgen los motivos para su expresión estética. El trigo, las parvas, la tranquera, el molino, la vizcacha, el gallo, todo transmite con color y líneas personales un lenguaje plástico que de ninguna manera se detiene en el pin-toresquismo. Hay en estos cuadros algo más que una ilustración, hay un ver-dadero mensaje en el plano del idioma estético, hay una necesidad intrínseca de que el cuadro haya sido precisamente así y no de otro modo, de que nos haya ha-blado por medio de los signos del campo y no de otros. Y esta inexorabilidad hace de la obra de Ouvrard un producto aca-bado, íntimo y perfecto.»Dr. Jorge Slullitel, “Palabras en la Sociedad Hebraica”, inédito mecanografiado, 1970, archivo Ouvrard.

1971El Museo Rosa Galisteo de Santa Fe or-ganiza la muestra Seis pintores santafe-sinos, de la que participan Juan Grela,

César López Claro, Luis Ouvrard, Orlando Ruffinengo, Ricardo Supisiche y Julio Vanzo. Ouvrard expone Cosquín, Trufas negras en gris, Las mariposas, Castañas en rojo y La inundación.

1972Obras suyas forman parte de dos expo-siciones colectivas en galerías de la ciu-dad de Rosario, Krass Artes Plásticas y Renom. En Buenos Aires, la Galería de Arte 9 de Julio lo incluye en la muestra Pintores del litoral.

1973Expone en la muestra 20 años de perma-nencia en la pintura organizada en sep-tiembre por Galería Carrillo. El catálogo, con texto de Horacio Correas, reproduce Paisaje de Córdoba, un óleo de 1972.

1974Krass Artes Plásticas lo incluye en la edición especial de la carpeta Pintores de Rosario. Benvenuto, Cochet, Musto, Ouvrard, Schiavoni, Vanzo. Participa de la muestra El paisaje en Sala de la Pe-queña Muestra e integra la Exposición de Artistas Plásticos del Litoral Argenti-no en Galería Raquel Real de Rosario.

1976Expone en Krass Artes Plásticas veinti-dós óleos, entre ellos Granadas en Fu-nes, El gallo, Los camalotes, La esponja, Las gaviotas y Limones.

1977La Galería Génesis, ubicada en Alem 1091, realiza la exposición 8 Pintores del Litoral, donde se exhiben obras de Tito Benvenuto, Juan Grela, Oscar

Herrero Miranda, Manuel Musto, Hugo Ottman, Augusto Schiavoni, Ricardo Supisiche y Luis Ouvrard. En septiembre, los coleccionistas Sara y Alfredo Gárate organizan en Córdoba la muestra Ouvrard, pinturas: homena-je al maestro rosarino, en Galería Me-néndez Pidal; en el mismo mes Krass Artes Plásticas presenta Luis Ouvrard expone pinturas.

«En series sucesivas de la década del 50, el artista se complace en la morbi-

dez de los paños y el juego entrelazado de ramos y flores, cuyo eco en los ja-rrones permite la explosión de una rica sensorialidad barroca, en el fulgor do-rado de los ocres y los ritmos redobla-dos. Luego, ya en la década siguiente, el viraje y el apartamiento. La visión se desvía, y esquivando la subyugante materialidad próxima logra alcanzar en el estilo definitivo la lejanía y el des-pojamiento. La óptica del artista crece, y se torna visión del mundo, de su mun-do litoralense. Si el pintor es la obra,

Páginas del herbario confeccionado por Luis Ouvrard con hojas artificiales. Archivo Ouvrard

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Ouvrard es quietud, más que soledad, silenciosa extensión de llanura, densa de calma grave, ámbito despojado pero no desierto donde el animal meditativo y el arbusto hallan su lugar más propio. La verdad del arte, que en su irrealidad sitúa lo real.» Sin firma, “Luis Ouvrard: el don de la gracia”, Correo de Arte n° 4, Buenos Aires, noviembre de 1977.

1978En noviembre Krass Artes Plásticas realiza una importante retrospectiva de su obra. El óleo Retrato de mi madre, de 1924, pasa a formar parte de la colec-ción del Museo Castagnino.

1979El 28 de agosto Luis Ouvrard y Alberto Pedrotti festejan sus ochenta años. Krass Artes Plásticas realiza la exposición Ouvrard/Pedrotti y edita una carpeta con reproducciones de obras y textos sobre los artistas.

«En sus primeros años, como es natu-ral, vemos que están muy cerca algunos maestros-guía, pero al mirar la natu-raleza —mirarla y vivirla— aquí o en las sierras de Córdoba, va nutriendo su mirada. Desde el ojo a la realidad y des-de la realidad a la abstracción, su obra va creciendo personal, íntima, desde un sentido impresionismo a la valoración

de la línea expresiva y tierna a la vez. (…) Recrea objetos, flores, figuras, ani-males, frutos, paisajes del campo, con un calor que graba en nosotros plena-mente eso que llamamos admiración por el otro, por el artista sensible puro que con la claridad más luminosa existe en Luis Ouvrard. Tuve la suerte de asis-tir al festejo de sus 80 brillantes años, festejo que compartió con los 80 de ese gran pintor rosarino que fue Alberto Pedrotti.» Pedro Giacaglia, “El viejito Luis Ouvrard, el pintor rosarino”, La Capital, 5 de junio de 1983.

«Precisamente porque su pintura busca gravitar como superficie sensibilizada, no necesita de grandes motivos; rostros levemente modelados y francos, algunos frutos distribuidos sobre un plano, ma-riposas, flores, paisajes que no suelen ser más que un lejano horizonte con el adi-tamento de algún menudo detalle. Sin embargo, más allá de estas variantes, siempre tengo la impresión que Ouvrard posee un solo tema: el sereno silencio de las cosas.» Jorge Rassia, “Luis Ouvrard… el silencio de las cosas”, catálogo de la exposición Ouvrard-Pedrotti, Krass Artes Plásticas, Rosario, 1979.

«Ya en los trabajos de más antigua fecha, Ouvrard demostró una tendencia casi obsesiva por la calidad de su pintura. La elaboración paciente de los planos, enri-quecidos sucesivamente en controladas cromatizaciones, otorgan a todas sus realizaciones, una evidente coherencia y unidad. Sus temas, aun cuando encara el paisaje, adquieren a través de la tra-ma de su temperamento una particular intimidad, como si rastreara dentro de

la forma elegida aquellos síntomas me-nos expuestos y de más difícil revelación. Nadie podrá haber olvidado sus casi monocromáticas naturalezas muertas, verdaderas lecciones de oficio y de visión intimista, y sin embargo el reencuentro con cualquiera de ellas proporciona nue-vas sorpresas al espectador a través de un diálogo que no admite agotamiento.» Rubén de la Colina, “Rosario festeja la edad de sus maestros”, La Capital, Rosario, 28 de agosto de 1979.

1980 Se realiza una muestra retrospectiva de su obra en el Museo Castagnino. Posteriormente, en el mismo museo, participa de la exposición colectiva Los maestros y el museo de la ciudad. Forma parte de la exposición Pittori del Litorale Argentino a Roma a la que envía el óleo El remate del campeón.

«Sin retóricas tramposas, sin asaltos en-cubiertos, cada pronunciamiento pictóri-co del maestro es siempre resultado de la meditada elaboración de los medios más simples y más directos. La enriquecida soledad del artista asume realidad visual desde sus primeras obras y se condensa de modo penetrante y profundo en las produ-cidas a lo largo de los últimos veinte años.

Las batatas, los hongos, las casta-ñas y las hojas del otoño fueron reite-radamente elegidos por el maestro para brindar versiones inéditas en las que una solitaria ternura es la dominante común. La misma exquisita ternura con la que animaba sus antiguos retratos y conse-guía describir su amor por las naturale-zas muertas es la que rescata el autor en la etapa de madura lucidez creadora.

Alberto Pedrotti y Luis Ouvrard.Archivo Ouvrard

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Ouvrard en su casa de calle Buenos Aires, hacia 1975.Archivo Ouvrard

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También sus últimos paisajes —re-tratos cabales de nuestro campo— no son más que penetraciones dentro de ese espacio solitario que, pacientemente, va conquistando hasta alcanzar el misterio inalcanzable de un marcado horizonte.

Elaboración minuciosa de una téc-nica rigurosamente perfecta es la que enriquece esa atmósfera de paz absoluta. Casi al oído de cada espectador, dicta el maestro sus verdades incuestionables so-bre la belleza plástica.

Resumen enaltecido de la obra de Luis Ouvrard, la visión de su quehacer artístico constituirá la gran lección éti-ca y estética que solamente los grandes maestros de la pintura están en condicio-nes de poder brindar.»Rubén de la Colina, “Luis Ouvrard”, La Capital, Rosario, 13 de agosto de 1980.

1981El Museo Municipal Sor Josefa Díaz y Clucellas de la ciudad de Santa Fe organi-za una exposición antológica de su obra.

1985 La Municipalidad de Rosario lo decla-ra ciudadano ilustre junto a sus colegas Juan Grela y Carlos Uriarte, las pedago-gas Olga y Leticia Cosettini, el historia-dor Wladimir Mikielevich y el músico Cristián Hernández Larguía. Participa de la exposición Grandes maestros rosarinos: Ciclo homenaje, en Krass Artes Plásticas.

«Ouvrard es un pintor con ciertas aristas misticistas. Llega al motivo, a la carnali-dad del tema, y logra desmaterializarlos sin que por ello pierdan altura y signifi-cado ritual. Los aborda con respeto, casi en un trance de adoración, y logra en

muchos casos jerarquizar debidamente la profundidad de un paisaje o la apa-rente elementalidad de una composición de interior, en mérito a su propio despo-jamiento, a su rigorismo, a su humildad en el juego de los valores.

Jamás recurre a trampas o recursos espurios. Transparente en la sensualidad de una paleta de aquietados registros, sus formas se ubican en el lugar debido dó-cilmente, sin obsecuencias compositivas. Porque su plano (fundamental es advertir-lo a tiempo) se gesta con naturalidad, casi en un espontáneo goce de ensambles. Y también, porque el espacio donde se gene-ran sus energías perceptuales es un área de sonoros vitalismos, de luces claras, de pla-nos articulados como voces en un coro.»Jorge Taverna Irigoyen, “Luis Ouvrard, maestro del color”, La Capital, 2 de junio de 1985.

1987Participa como artista invitado del Salón 50° Aniversario del Museo Castagnino, donde presenta las obras El gato (1982), Campo argentino: el mirasol (1986) y El trigal (1979). Expone junto a Rodolfo Elizalde, Emilio Ghilioni y Norberto Puzzolo en la muestra El paisaje, en el Museo Estévez de Rosario. Se realiza la exposición Ouvrard. El paisaje a través de dos décadas, 1960-1980, en la Sala de Muestras del Centro Municipal de Cultura de Totoras.

«Después una minucia cualquiera, una simple piedrita, una simple hoja, pueden darme el motivo de un cuadro, como se ve en tantos que hice con las hojas, si vos vieras las que tengo, antes tenía todo el estudio lleno de hojas y todavía ahí tengo una de plátano y hojas muy lindas que

Castañas, 1966, óleo sobre madera, 35 x 50 cm.Colección familia Ouvrard

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guardé con la intención de pintarlas, las voy a hacer, no sé cuándo, pero las tengo para que me sirvan de modelo. También me gustan mucho los trigales, las espigas, incluso aquí tengo unas espigas de Sicilia que me trajeron de un viaje y que guardo con el mismo fin.» L. Ouvrard en “Conversaciones con Luis Ouvrard”, entrevista de G. Fantoni, op. cit.

«Es difícil apartar la vista de los magnífi-cos pasteles creados por nuestro maestro Ouvrard sobre el final de su larga vida. Nadie como él encontró tanta inspira-ción en el entorno rural de Rosario. Car-dos, nísperos, ramas de castaño, trigales, hongos, girasoles, tranqueras, animales pastando, nubes de mariposas sobrevo-lando los alfalfares, hojas secas, soles, lu-nas, cielos nublados, pájaros y frutos de la tierra son los protagonistas de sus pe-queñas obras, cada uno de ellos colocado en el sitio preciso, observado y pintado amorosamente.» Lelio Zeno Monserrat, “Homenaje al pin-tor Luis Ouvrard”, Memoria y balance 1989, Banco Monserrat S. A., Rosario, 1989.

1988Fallece en Rosario el 28 de abril de 1988, a la edad de 88 años.

«En Ouvrard todas sus formas, todos sus colores, todos sus planos distorsionados o frontales traducen sentimientos. Él extrajo de esa naturaleza —tan ama-da, tan observada— una esencia que en su pincel cobró vida y personalidad. Esos innumerables paisajes de Cosquín o Funes donde un campo o un cielo ar-gentino de gamas multicolores se opone a un simple plano donde lanzadas a una verídica realidad volumétrica campean cinco o más frutillas, algunas granadas, camotes, un manojo de nísperos, limones o pocos cardos azulinos haciendo en esa oposición un juego único y ouvrardesco de tamaños y colores.» Mele Bruniard y Eduardo Serón, “Luis Ouvrard, un pintor excepcional”, Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario, Rosario, junio de 1988.

Póstumamente se exponen obras de Ouvrard en muestras colectivas e in-dividuales y se le dedican diversos ho-menajes, comenzando por el de Krass Artes Plásticas en 1989 y la disertación de Mele Bruniard en el ciclo Maes-tros de la Pintura del Centro Cultural Bernardino Rivadavia de Rosario. En 1991 forma parte de la exposición Arte Argentino. Colección Gárate en el Cabildo de la Ciudad de Córdoba. En 1998 Krass Artes Plásticas presenta Luis Ouvrard: muestra homenaje. En 2004 es incluido en La sociedad de los artistas: historias y debates de Rosario, mues-tra realizada en el Museo Castagnino. En 2008 se presenta en La Favrika la

Hojas de plátano, 1969, óleo sobre madera, 35 x 50 cm.Colección familia Ouvrard

S/T, 1980. Catálogo de la muestra El paisaje, Museo Firma y Odilo Estévez, 1987.Archivo Ouvrard

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exposición Luis Ouvrard. Recuerdos del Périgord. En 2009 integra las mues-tras colectivas El viento los amontona en Krass Artes Plásticas y Figuras de mujeres. Imaginarios masculinos en Fundación Osde. Ese mismo año, el Museo Urbano Arte a la Vista repro-duce en formato mural su Retrato de Esther Vidal (1928) en la medianera del edificio de Mendoza 864. En 2011 es incluido en las muestras La diversi-dad de lo moderno: arte de Rosario en los años 50 en Fundación Osde y Paisa-jes del Litoral en el Museo Castagnino. En 2013 se presenta la muestra Fruto violeta partido. Pinturas y pasteles de Luis Ouvrard en Club Editorial Río Paraná. En el mismo año obras suyas integran las muestras Diálogo de musas en Fundación Osde; 90 años, 90 artistas en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Santa Fe y Explica en

el Museo Castagnino. En 2014 la pintu-ra al silicato La trilla (1935) se expone en El realismo como vanguardia, Berni y la mutualidad en los 30, en Fundación Osde; también es incluido en la mues-tra realizada por el 77° aniversario de la SAAP filial Rosario. En 2015 su Retra-to de Fausto Hernández (1957) forma parte de la exposición de la Colección Patrimonial de la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario realizada en el Centro Cultural Roberto Fontana-rrosa y la Bolsa de Comercio de Rosa-rio le dedica una muestra individual: La cualidad espiritual del arte.

La laguna, 1970, óleo sobre tela, 50 x 70 cm.Colección Museo Castagnino+macro

Campo anegado, sin fecha, grafito sobre papel, 13 x 18 cm. Colección familia Ouvrard

Ouvrard junto a uno de sus primeros retratos, hacia 1980.Archivo Ouvrard

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Pampa, 1974, óleo sobre madera, 21 x 29 cm.Colección familia Ouvrard

en página anteriorEl camoatí, 1975, pastel sobre papel, 30 x 25 cm. Colección familia Ouvrard

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Perros, 1975, óleo sobre madera, 70 x 100 cm.Colección familia Ouvrard

Périgord, 1975, óleo sobre cartón, 20 x 28 cm.Colección Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli

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Granadas en Funes, 1976, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. Colección familia Ouvrard

Los camalotes, 1976, óleo sobre tela, 50 x 70 cm.Colección familia Ouvrard

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S/T, hacia 1976, óleo sobre cartón, 43 x 38 cm.Colección familia Ouvrard

Peras, 1976, óleo sobre madera, 35 x 50 cm.Colección familia Ouvrard

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Granadas, 1978, óleo sobre cartón, 50 x 70 cm. Colección familia Ouvrard

Trufas, 1979, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección familia Ouvrard

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S/T, 1978, pastel sobre cartón, 30 x 50 cm. Colección Claudia del Río

Camotes, 1979, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección familia Lenardón

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S/T, 1979, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm.Colección particular

en página siguienteS/T, 1979, pastel sobre cartón, 50 x 35 cm.Colección familia Ouvrard

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Lechuza, 1979, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm.Colección familia Ouvrard

Flores de cardo, 1980, óleo sobre madera, 24 x 32 cm.Colección familia Ouvrard

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Mesa con limones, 1982, óleo sobre madera, 50 x 70 cm.Colección particular

Caballo en azul, 1982, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, 1981, óleo sobre madera, 70 x 90 cm.Colección familia Ouvrard

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Nísperos, 1982, óleo sobre chapadur, 35 x 50 cm. Colección familia Ouvrard

Hongos, 1983, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección Edelina Martínez

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S/T, 1985, pastel sobre cartón, 24 x 34 cm. Colección particular

Frutillas, 1984, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección particular

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Campo argentino, 1985, óleo sobre tela, 60 x 80 cm. Colección familia Ouvrard

S/T, sin fecha, óleo sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección familia Ouvrard

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S/T, 1985, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección Mónica Castagnotto

Osamenta, 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli

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S/T, 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli

S/T, 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. Colección familia Ouvrard

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Índice de reproducciones

S/T (hoja), hacia 1980, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm. 8

S/T (tuna), 1977, pastel sobre papel, 17 x 17 cm. 10

S/T (naturaleza muerta), 1950, birome sobre papel, 21 x 28 cm. 12

Paisaje, 1916, óleo sobre madera, 23 x 19 cm. 15

Retrato de mi madre, 1924, óleo sobre tela, 132 x 94 cm. 16

Cabecita, 1918, óleo sobre madera, 30 x 26 cm. 17

Nocturno, 1922, óleo sobre tela, 76 x 56 cm. 20

Retrato de la niña Sara Lucero, 1923, óleo sobre tela, 80 x 75 cm. 21

Retrato de Esther Vidal, 1928, óleo sobre tela, 96 x 110 cm. 24

Figura, 1929, óleo sobre tela, 120 x 160 cm. 25

El vestido lila, 1929, óleo sobre tela, 140 x 110 cm. 26

Las muñecas, 1931, óleo sobre tela, 91 x 86 cm. 27

S/T (macetas), 1930, grafito sobre papel, 21 x 20 cm. 28

S/T (paisaje del puerto), hacia 1935, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. 29

S/T (paisaje del puerto), hacia 1935, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. 29

Naturaleza muerta, 1930, óleo sobre arpillera, 90 x 80 cm. 30

Irma, 1931, óleo sobre tela, 47 x 37 cm. 31

La trilla, 1935, pintura al silicato sobre madera, 155 x 180 cm. 32

Naturaleza muerta, 1937, óleo sobre arpillera, 94 x 91 cm. 35

Retrato de mujer, 1943, óleo sobre tela, 70 x 50 cm. 37

Paisaje, 1940, óleo sobre madera, 19 x 24 cm. 38

S/T (paisaje), sin fecha, óleo sobre cartón, 21 x 29 cm. 39

S/T (hombre dormido), 1944, tinta y acuarela sobre papel, 35 x 52 cm. 40

Salta, 1922, óleo sobre madera, 15 x 21 cm. 41

S/T (bajada Sargento Cabral), hacia 1944, óleo sobre cartón, 21 x 29 cm. 42

Ariadna, 1944, tinta sobre papel, 35 x 25 cm. 43

S/T (naturaleza muerta), 1944, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm. 44

S/T (naturaleza muerta), 1944, óleo sobre cartón, 29 x 21 cm. 44

S/T (árboles), 1946, tinta, fibra y lápiz sobre papel, 13 x 20 cm. 46

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S/T (mujer dormida), 1947, tinta y acuarela sobre papel, 24 x 30 cm. 47

S/T (mujer sentada), 1949, grafito sobre papel, 20 x 30 cm. 47

S/T (paisaje), 1949, grafito sobre papel, 13 x 18 cm. 47

S/T (desnudo), 1949, tinta sobre papel, 30 x 21 cm. 48

S/T (figura), 1949, tinta sobre papel, 30 x 21 cm. 49

S/T (naturaleza muerta), 1949, birome sobre papel, 26 x 20 cm. 50

S/T (naturaleza muerta), 1950, birome sobre papel, 20 x 26 cm. 51

Gorrión, 1949, óleo sobre madera, 13 x 16 cm. 52

Nocturno en la quinta, 1950, óleo sobre chapadur, 45 x 55 cm. 53

Flores, 1955, óleo sobre cartón, 70 x 50 cm. 54

Florero, 1954, óleo sobre tela, 90 x 76 cm. 55

S/T (tunas), 1956, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. 56

Florero, 1955, óleo sobre cartón, 70 x 50 cm. 57

Camotes, 1958, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. 58

Funes, 1960, óleo sobre cartón, 51 x 64 cm. 59

El gato, 1965, óleo sobre tela, 70 x 50 cm. 60

Hongos en azul, 1965, óleo sobre tela, 55 x 67 cm. 63

Castañas, 1966, óleo sobre madera, 35 x 50 cm. 71

Hojas de plátano, 1969, óleo sobre madera, 35 x 50 cm. 72

La laguna, 1970, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. 75

Campo anegado, sin fecha, grafito sobre papel, 13 x 18 cm. 75

El camoatí, 1975, pastel sobre papel, 30 x 25 cm. 76

Pampa, 1974, óleo sobre madera, 21 x 29 cm. 77

Perros, 1975, óleo sobre madera, 70 x 100 cm. 78

Périgord, 1975, óleo sobre cartón, 20 x 28 cm. 79

Granadas en Funes, 1976, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. 80

Los camalotes, 1976, óleo sobre tela, 50 x 70 cm. 81

S/T (camalote), hacia 1976, óleo sobre cartón, 43 x 38 cm. 82

Peras, 1976, óleo sobre madera, 35 x 50 cm. 83

Granadas, 1978, óleo sobre cartón, 50 x 70 cm. 84

Trufas, 1979, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 85

S/T (botas), 1978, pastel sobre cartón, 30 x 50 cm. 86

Camotes, 1979, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 87

S/T (durazneros), 1979, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm. 88

S/T (repollo), 1979, pastel sobre cartón, 50 x 35 cm. 89

Lechuza, 1979, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm. 90

Flores de cardo, 1980, óleo sobre madera, 24 x 32 cm. 91

S/T (cardos), 1981, óleo sobre madera, 70 x 90 cm. 92

Caballo en azul, 1982, pastel sobre cartón, 50 x 70 cm. 92

Mesa con limones, 1982, óleo sobre madera, 50 x 70 cm. 93

Nísperos, 1982, óleo sobre chapadur, 35 x 50 cm. 94

Hongos, 1983, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 95

Frutillas, 1984, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 96

S/T (hongos), 1985, pastel sobre cartón, 24 x 34 cm. 97

Campo argentino, 1985, óleo sobre tela, 60 x 80 cm. 98

S/T (hongos y cuchillo), sin fecha, óleo sobre cartón, 35 x 50 cm. 99

S/T (camotes), 1985, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 100

Osamenta, 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 101

S/T (árboles y hongos), 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 102

S/T (árboles y hongos), 1986, pastel sobre cartón, 35 x 50 cm. 103

Fotografía: Laura Glusman y Andrea Ostera, excepto en páginas 10, 12, 14, 28, 29, 40, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 75 abajo y 76: Mónica Castagnotto;páginas 16 y 20: Museo Castagnino+macro;página 21: Romina Garrido;página 25: Krass Artes Plásticas;páginas 26 y 56: Carla Colombo.

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OUVRARDpinturas y dibujos 1916-1986

se diagramó y compuso en emry se terminó de imprimir en Sudamérica Impresos,

Colón 3063, Rosario, Argentina,en enero de 2016.