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  • 7/21/2019 Otxotorena Juan Art Modelo

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    ACTAS PRELIMINARES

    Pamplona, 25/26 marzo 2004

    Escuela Tcnica Superior de Arquitectura Universidad de Navarra

    Modelos alemanes e italianos para Espaa

    en los aos de la postguerra

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    ACTAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL

    Modelos alemanes e italianos para Espaa

    en los aos de la posteguerraSe celebr en Pamplona los das 25 y 26 de marzo de 2004

    en la Escuela Tcnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra

    Comit Cientfico

    Secretario

    Coordinacin

    MaquetacinEdicin

    FotomecnicaImpresin

    Depsito legalISBN

    Juan Jos LahuertaJuan Miguel OchotorenaJos Manuel PozoCarlos SambricioCarlos Chocarro

    Jos Manuel Pozo

    Ignasi Lpez TruebaIzaskun GarcaT6) Ediciones S.L.Contacto Grfico, S.L.Eurograf Navarra, S.L.966/200484-89713-79-0

    T6) Ediciones 2004Escuela Tcnica Superior de Arquitectura. Universidad de Navarra31080 Pamplona. Espaa. Tel. 948 425600. Fax 948 425629. E-mail: [email protected]

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    NDICE

    JUAN MIGUEL OTXOTORENAPresentacin 5

    PONENCIAS

    ALBERTO GRIJALBAEquvocos, amigos y dos puentes. Italia/Espaa 13

    JOAQUN MEDINA WARMBURGIrredentos y conversos. Presencias e influencias alemanas: de la neutralidad a la postguerraespaola (1914-1943) 21

    MARCO MULAZZANIRealt e rappresentazione. Considerazioni su alcune architetture italiane degli anni cinquanta 39

    GIORGIO MURATORELarchitettura italiana del secondo dopoguerra: occasioni di continuit, dalla ricostruzioneallespansione 49

    MARIA ISABEL NAVARROLa crtica italiana y la arquitectura espaola de los aos 50. Pasajes de la arquitectura espaolaen la segunda modernidad 61

    JOS MANUEL POZOLa presencia del expresionismo alemn en la gnesis de la arquitectura espaola moderna 101

    ASIER SANTAS1950: Una norma espaola, una arquitectura internacional 123

    COMUNICACIONES

    JOS MANUEL ALADRO PRIETO

    Siedlung perifrica, o la traduccin de modelos alemanes al sur de Espaa: la barriada de LaPlata en Jerez de la Frontera 137

    RUBN A. ALCOLEAKindel en Cao Roto, sobre el fondo de una sntesis panormica de la arquitectura moderna espaola 147

    IAKI BERGERADe Libia a Vegaviana: una mirada a la colonizacin italiana del norte de frica 161

    ANA ESTEBAN MALUENDALa difusin de la arquitectura moderna en Espaa a travs de sus revistas especializadas.Los casos alemn e italiano 171

    NADIA FAVAContemporaneidades y la reconquista del tiempo: Alemania y Espaa en los aos sesenta 181

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    MARTA GARCA ALONSOAquellos maravillosos aos. Experiencias de Vzquez Molezn en Roma 189

    GEMMA MEDINAPedro Massieu, una mirada desde el Atlntico 197

    JOS NGEL MEDINA MURUALa libreta de Labayen y Aizpurua. Un antecedente de la influencia alemana en la arquitecturaespaola 207

    PABLO RABASCO POZUELOLa vivienda mnima en Rafael de la Hoz. Ejemplos extremos 215

    JOS LUIS SINZ GUERRALa vivienda masiva en Alemania durante la postguerra y su influencia en los modelos espaoles 225

    PAOLO SUSTERSICEd il naufragar m dolce in questo mare... 235

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    Presentacin

    LA INFLUENCIA ALEMANA E ITALIANA EN LAARQUITECTURA DE LA POSTGUERRA ESPAOLA:ENTRE LA FASCINACIN ACOMPLEJADA Y LAEVENTUAL EMULACIN AUTODIDACTA

    Juan Miguel Otxotorena

    I

    La peculiar historia de la incorporacin de la arquitectura espaola a lamodernidad, con todo lo que esta palabra significa en nuestro mbito, merece

    ser estudiada con detenimiento; siquiera por dos motivos fundamentales: enprimer trmino, porque no ha sido an suficientemente esclarecida, debido aun conjunto de razones entre las que se incluyen cierto desinters histrico poresta tarea, su relativa dificultad, y la aparente falta de proyeccin exterior desus eventuales figuras y episodios destacables; y, en segundo lugar, porque sinduda hay que referirse a ella para entender el inmediato advenimiento del per-odo de feliz reconocimiento y celebracin internacional de su frescura, creati-vidad y pujanza, perodo en el que todava parecemos encontrarnos inmersos.

    De entrada, pues, la historia de la asuncin de los aires y los lenguajes dela modernidad por parte de la arquitectura espaola precisa de una profundi-

    zacin sistemtica. No es cuestin de que existan todava claves e implicacio-nes interpretativas o sucesos ocultos y trascendentes que no hayan salido a laluz. Pero tampoco se trata ya slo de la necesidad de superar aquellas visionesreduccionistas e interesadas compuestas en su da, en trminos combativos,por las crticas militantes amparadas en la situacin poltica, o embarcadas enla promocin de posturas o tendencias ideolgicamente comprometidas y rele-vantes. El asunto es ms global y, en todo caso, apunta a la explicacin de lascondiciones de posibilidad de esas mismas visiones.

    Si se mira bien, la historia de la arquitectura espaola de la parte centraldel siglo XX es algo sobre lo que no hemos hecho, hasta el momento, sino ape-

    nas pasar de puntillas. Sabemos del tema bastante menos de lo que a menu-do creemos, y quiz hay que empezar por preguntarse por qu.

    Este hecho, sin duda, tiene mucho que ver con algo que afecta al conjuntode la evolucin de la arquitectura moderna y contempornea, uno de cuyosingredientes y aun propulsores bsicos ha venido siendo justo su actitud msbien reactiva hacia la historia. Pero puede que haya tambin algunas explica-ciones especficas para el caso determinado de la arquitectura moderna enEspaa, explicaciones que se impone buscar y desarrollar de una manera por-menorizada.

    Ha de apelarse, en primer trmino, al efecto, a la constatacin de un cier-to desinters histrico por la investigacin en profundidad del perodo, ligadoa la aparente falta de proyeccin exterior de sus presuntos protagonistas y epi-

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    Juan Miguel Otxotorena

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    sodios reseables. En el marco de nuestra actual atencin a la fascinacin dela arquitectura espaola de la poca por la experiencia alemana e italiana, pre-cisamente, quiz hay que hablar incluso de un claro complejo de inferioridad,eventualmente asociado al invariante y atvico derrotismo escptico y pormomentos autodestructivo de la idiosincrasia caracterolgica clsicamente

    vinculada, por quienes han credo posible hablar de ellas, a las esenciaspatrias. La depresin finisecular de la denominada Generacin del 98, el irre-primible sentimiento de consternacin y vergenza debido a la rudeza culturaly la incapacidad de dilogo que abocara al pas a una tan cruenta Guerra Civil,o los todava vigentes ecos del clebre y desanimante lema Que inventenellos!, laten sin duda bajo las actitudes que cabra imaginar afectadas por esafascinacin histrica, y tambin bajo los posibles signos de cierto persistentedesdn de nuestra profesin hacia su propia historia reciente.

    Ahora bien, hay que atender a los hechos y proponerse alcanzar una posi-cin intelectual tan ambiciosa y desapasionada como verdaderamente sensible

    a toda su irreductible complejidad. Las obvias limitaciones del debate tericoen el mbito de la arquitectura de la Espaa del perodo, y la propia inexisten-cia de figuras del relumbrn de los grandes maestros modernos de Centroeu-ropa y Amrica, constituyen datos indisociables de la discusin relativa a ladimensin del aludido complejo, y de la enorme fascinacin causada en ellapor la arquitectura moderna alemana e italiana; pero tambin de un cierto rea-lismo inmediato, y si se quiere ingenuo o burdo, forzado por las circunstanciasy no exento de eficacia preventiva frente a tantos idealismos utpicos y exce-sos programticos generalizados, en diversos mbitos, en los crculos de lasvanguardias de allende nuestras fronteras. Estos datos perfilan, en relacin conel panorama profesional, una imagen dominada por las urgencias sociales, la

    escasez y el autodidactismo de toda una generacin forzada a hacer de la nece-sidad virtud, echando mano de su ilusin y su ingenio; y han de enmarcarse enlas consecuencias de todo orden de la revolucin tecnolgica y cultural aso-ciada a la modernizacin de la sociedad que explica, en ltimo extremo, el pro-pio advenimiento del Movimiento Moderno en arquitectura. Son todos estosargumentos los que componen la urdimbre real de una poca de extraordinariointers en s y de notable proyeccin, en la medida en que la historia no sedetiene y no cabe entender el presente sin atender con rigor a lo ocurrido en elpasado inmediato.

    Y es que, segn lo dicho, la peculiar historia de la incorporacin de la

    arquitectura espaola a la modernidad subyace ciertamente en su brillantetriunfo del final del siglo XX. El xito internacional de la arquitectura espa-ola tiene que ver, desde luego, con la configuracin del marco jurdico, socialy operativo de nuestro ejercicio profesional. Se explica en buena medida a laluz de la singular fortaleza del perfil tcnico y el papel ejecutivo y directivo delarquitecto espaol; y vive de cierto punto de retraso en la reestructuracin yreorganizacin de la tarea edificatoria que parece demandar, a la postre, esoque hemos venido a llamar ltimamente el mercado evolucionado. Con carc-ter general, el arquitecto espaol ha sido y sigue siendo todava un artista yautor singular en una medida mayor que el de otros muchos pases de nuestroentorno. Ha recibido una formacin extraordinariamente abarcante y comple-

    ta y est habituado a asumir unas responsabilidades globales de muy largoalcance, correlativas de las consiguientes atribuciones y competencias legales.Su grado de control sobre el proceso edificatorio ha sido siempre muy alto. No

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    Presentacin

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    1. El marco de esta consideracin no es otro queel de las entrevistas y las declaraciones en la pren-sa diaria; y se refiere, sin duda, a un cmulo defactores entre los que se incluye un menor gradode sistematizacin operativa del conjunto del sec-tor inmobiliario (estructuracin de la oferta y la

    demanda, seriacin y convencionalizacin delproducto, disponibilidad y homologacin demateriales y procedimientos tcnicos, etc.), y unasactitudes ms abiertas y menos desconfiadas yescarmentadas en el terreno de las polticas urba-nsticas, al tiempo que un desarrollo ms modera-do de las normativas y los dispositivos de control.2. Los autores que han participado en esta activi-dad en los ltimos aos son los siguientes: JavierCarvajal (el texto de su serie de conferencias sepublic posteriormente, en Pamplona, como volu-men 1 de la coleccin Lecciones/ Documentos dela firma T6) Ediciones: Sobre la gnesis del proyec-to. A propsito del nuevo edificio de Bibliotecas dela Universidad de Navarra, 1997), Julio Cano Las-so (vol. 2: Mi visin de la arquitectura, 1997), Fer-nando Redn (vol. 3: El oficio del arquitecto,

    1997), Carlos Sobrini (vol. 4: Dos conferenciassobre mi obra, 1997), Jos Antonio Corrales (vol. 5:Obra construida, 1998), Csar Ortiz-Echage (vol.6: Cincuenta aos despus, 1999), Federico Correa(vol. 7: Una visin de la arquitectura, 2000), OriolBohigas (vol. 8: Realismo, urbanidad y fracasos,1999), Leopoldo Gil Nebot (vol. 9: Hablando afuturos arquitectos, 2001), Antonio FernndezAlba (2002) y Francisco Coello de Portugal (2003).3. Los volmenes de la coleccin AACC/Arquitec-turas Contemporneas aparecidos hasta elmomento son los correspondientes a: Regino yJos Borobio: Edificio de la Confederacin Hidro-grfica del Ebro, Zaragoza 1933 (AACC vol. 1,Pamplona 1999), Ortiz-Echage, De la Joya y Bar-bero: Comedores de la SEAT, Barcelona 1956(AACCvol. 2, Pamplona 1999), Francisco Cabrero:

    Casa Cabrero en Puerta de Hierro, Madrid 1961(AACC vol. 3, 2002), Rafael Aburto: Viviendas enNeguri (Vizcaya), 1966 (AACC vol. 5, Pamplona2002), y Julio Cano Lasso: Universidad Laboral deOurense, 1975 (AACCvol. 6, Pamplona 2003).

    obstante, en realidad, la vigencia de este modelo profesional explica y justifi-ca tanto los recientes xitos internacionales de la arquitectura espaola como,a la vez, su lenta y tmida incorporacin a los ideales y los lenguajes del Movi-miento Moderno que, entre otras cosas, seguramente fue tambin mucho mscrtica y constructiva.

    No habra razn, en fin, para no dejar de entender como entidades separa-das la experiencia de la arquitectura espaola del segundo tercio del siglo XXy la del ltimo, sa que incluso llega hasta hoy.

    Acaso estemos ya viviendo la hora de entonar el canto del cisne definitivode aquel peculiar modelo profesional que las recorre, al hilo de la triste cons-tatacin de tantos grandes arquitectos contemporneos que no han dudado enconcluir que es ms fcil hacer arquitectura de calidad en los pases en desa-rrollo1. En todo caso, y en el supuesto de que eso es al final lo que interesa eso que podramos convenir en denominar la arquitectura de calidad, e incluso

    la posibilidad de debatir sobre la pertinencia y el alcance del concepto,importa mucho estudiar el fenmeno y tratar de extraer de su comprensinconsecuencias tiles tambin para nuestros das.

    II

    Se impone, pues, avanzar en el conocimiento de la historia de la incorpora-cin de la arquitectura espaola a la modernidad, entendiendo este concepto a laluz de su manejo a propsito de la ambiciosa y singular aventura de las ltimasvanguardias. Tal es el propsito de los Congresos Internacionales de Historia de

    la Arquitectura Moderna en Espaa que, con periodicidad bianual, organiza laEscuela Tcnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra.

    Con esta iniciativa, la Escuela pretende sumarse a tantas otras existentes enesta lnea, muchas de ellas ya maduras y ms que consolidadas. Y lo hace conla conviccin de que el tema an da de s y ofrece todava importantes filones,apenas explotados, de decisivo inters en relacin con las posibilidades decomprender el presente y, consecuentemente, de encarar nuestro propio futu-ro. Adems, ella compone con otras iniciativas puestas en marcha en la mismaEscuela como el desarrollo de un buen nmero de tesis doctorales y de suce-sivos proyectos de investigacin merecedores de diverso soporte institucional,

    los ciclos de conferencias tituladosLecciones de arquitectura que traen anual-mente a nuestras aulas la voz de los maestros de las generaciones profesiona-les precedentes2, la serie de publicaciones denominada ArquitecturasContemporneas (AACC) y dedicada al estudio de edificios significados yrepresentativos de la historia de la arquitectura de nuestro pasado reciente 3, ola creacin delArchivo de Historia de la Arquitectura Moderna en Espaa,un conjunto de acciones encaminadas a aglutinar e impulsar la tarea investiga-dora ntimamente ligada a su misin docente. Una parte significativa de lacapacidad y potencia del centro en este terreno se orienta de este modo, con uncriterio inevitablemente interdisciplinar, en una direccin no menos obligada einsoslayable que, a la vez, acotada y definida: en torno a una materia ntima-

    mente asociada a su propia funcin didctica, que vale la pena estudiar y pre-cisa ser abordada con la perspectiva que proporciona la cercana a la profesin,en el sentido ms amplio de la palabra.

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    Juan Miguel Otxotorena

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    4. Cfr. LYOTARD, J. F. La condition postmoderne.Rapport sur le savoir. Editions de Minuit, Pars1979; o tambin, del mismo autor: "Reescribir lamodernidad", Revista de Occidente, n. 66, 1986,

    pp. 23-33.5. Cfr. TAFURI, M. Teoras e historia de la arquitec-tura. Laia, Barcelona, 1972, pp. 29 y ss.; y tambin,del mismo autor: La esfera y el laberinto. G. Gili,Barcelona, 1980.

    Conviene, en fin, subrayar esta idea. Ms all del mero debate de opinio-nes mejor o peor fundadas, y sin perjuicio de su indudable utilidad e inters,estos Congresos quieren constituir verdaderos foros de intercambio y divulga-cin de resultados de investigacin: de los resultados de la investigacin dequienes, casi siempre en el mbito acadmico, se interesan directamente por la

    materia. Y hay que agradecer su valiosa contribucin a los ponentes y a losautores de comunicaciones, sin cuya presencia y participacin la actividad per-dera sentido y alcance.

    A lo largo o al ritmo de sus sucesivas ediciones, estos Congresos han idoaportando perspectivas, a veces novedosas y siempre enriquecedoras, que vanforjando poco a poco una imagen cada vez ms perfilada y articulada de loshechos que componen la experiencia de la arquitectura espaola de la pocaobjeto de estudio, as como de sus posibles significados y consecuencias.

    No es preciso ya, a estas alturas, explicar las vicisitudes de las opciones

    metodolgicas en los dominios de la historia que han venido a primar, desdehace ya bastante tiempo, la paciente y paulatina composicin de sucesivas pers-pectivas parciales, llamadas a ir enriqueciendo la imagen de un mosaico enocasiones un tanto impresionista capaz de reflejar cada vez con ms fideli-dad y precisin la realidad de una poca. Al hilo de esta decantacin de alter-nativas en lo relativo al mtodo, vemos ya los anlisis globales y las tentativasde sntesis como algo eminentemente asociado a las manipulaciones y tergiver-saciones ms ingenuas que necesariamente malintencionadas de lo que ensu da Lyotard denomin los grandes relatos4 y Tafuri identific como la cr-tica operativa5. Aparecen ms como algo frente a lo que hay que estar preve-nidos que como el directo precipitado lgico del esfuerzo por avanzar en el

    conocimiento riguroso de la historia; y han ido a todas luces cediendo protago-nismo en beneficio de las aproximaciones sectoriales y las iluminaciones enfo-cadas, eventualmente laterales y aun manifiestamente subjetivas.

    Un dato nuevo es a menudo capaz de sensibilizar la totalidad de lo que sesabe sobre algo determinado; con lo cual, las posiciones adquiridas en el terre-no del conocimiento histrico se encuentran llamadas a reconocerse siempreprovisionales, y necesitadas de ser confrontadas con las luces que pudiera arro-jar sobre ellas toda posible revisin de angulaciones imprevistas.

    El avance en el conocimiento histrico se obtendra, en definitiva, de la

    interminable acumulacin de perspectivas complementarias. En consecuencia,se impone buscar siempre nuevos puntos de vista a partir de los cuales relan-zar nuestro anlisis, cuando menos para pulir y aquilatar sus eventuales con-clusiones. Este es el fondo sobre el que se originan y mantienen nuestrosCongresos Internacionales de Historia de la Arquitectura Moderna Espaola,centrados en aspectos complementarios del gran tema que constituye la incor-poracin de la arquitectura espaola a la aventura de la modernidad, con el sen-tido que el trmino adquiere en el mbito de nuestra disciplina.

    III

    En este caso, el del IV Congreso Internacional de Historia de la ArquitecturaModerna Espaola, y en el marco de las consideraciones precedentes, se ha

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    visto oportuno fijar la atencin en los Modelos alemanes e italianos paraEspaa en los aos de la postguerra. Y, por tanto, en la influencia de la arqui-tectura alemana e italiana en la espaola del momento, que la observ conindudable fascinacin.

    Este IV Congreso sucede a los acogidos, respectivamente, a los ttulos: DeRoma a Nueva York: itinerarios de la nueva arquitectura espaola, 1950-1965(I Congreso, 29-30 de octubre de 1998),Los aos 50: la arquitectura espao-la y su compromiso con la historia (II Congreso, 16-17 de marzo de 2000), yArquitectura, ciudad e ideologa antiurbana (III Congreso, 14-15 de marzo de2002). Y pretende continuar la tarea de la que pretenden constituirse en hitossignificativos6.

    La aludida fascinacin suscitada por la experiencia de la arquitectura ale-mana e italiana en la espaola de la poca la del tercio central del sigloXX se refiere con todo, obviamente, a dos momentos relativamente diferen-

    ciados, marcados por el antes y el despus de los aos correspondientes a lasrespectivas confrontaciones blicas.

    El primero de esos dos momentos sera el del perodo que va de 1920 a1940. Y es: por un lado, el de la influencia del expresionismo, el impacto dela codificacin lingstica y la difusin del andamiaje terico y la paraferna-lia intencional y publicstica de los manif iestos fundacionales del Movimien-to Moderno, la brillantez de la experiencia de las Siedlungen alemanas o laafanosa e intensa ejecutoria de la Bauhaus; y, por otro, el del surrealismo y elhipottico, y en todo caso exquisito y refinado clasicismo moderno deTerragni o Libera.

    El segundo, no menos denso e influyente, vendra a ser el de los aos cin-cuenta y sesenta, marcados: por un lado, por la espectacularidad de los resul-tados de la reconstruccin material y espiritual de la Alemania postblica, porsus brillantes conquistas en el campo metodolgico y en el terreno del desa-rrollo industrial; y por otro, por el impacto de fenmenos y movimientos cul-turales y profesionales italianos como los amparados en conceptos tan sonoroscomo el del neorrealismo, el organicismo o el regionalismo.

    Sin embargo, se trata de dos momentos bien diversos en el panorama delas referencias italogermanas y menos diferenciados en el caso de la experien-

    cia de la arquitectura espaola. Hay que tener en cuenta tanto lo exiguo de laproduccin anterior a la Guerra Civil en lo relativo a la incorporacin de laarquitectura espaola a los principios metodolgicos y los cnones de lengua-je del Movimiento Moderno, cuanto la timidez y lentitud de su consolidacinen las dcadas posteriores a ella. Es slo en los aos cincuenta y sesenta cuan-do la arquitectura espaola abraza abiertamente o de lleno los postulados de lanueva visin de la visin moderna de la tarea edificatoria; y acaso es pre-cisamente esto, junto con las duras condiciones que determinan la escasezmaterial y el retraso tecnolgico, lo que lleva a que segn lo dicho acasolo haga de una manera menos lineal y acrtica.

    De ah que el Congreso proponga una atencin global y unificada a la fas-cinacin de la arquitectura espaola de la poca por la experiencia alemana eitaliana, sin referirla a perodos diversos que, a pesar del dramtico corte que

    Presentacin

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    6. Los volmenes de las Actas correspondientes aestos Congresos fueron editados por la firma T6)Ediciones, en Pamplona, correlativamente con lasfechas de su celebracin.

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    imponen los conflictos blicos, ni tiene tanto sentido ni realmente cabe sepa-rar en nuestro caso.

    Dicha fascinacin es real y hay muestras fehacientes de ella en la trayec-toria concreta de arquitectos destacados, de Csar Ortiz-Echage a Ass Cabre-

    ro o Jos Antonio Coderch, y en el planteamiento institucional de operacionesde relativa entidad o escala: desde la inversin en infraestructuras hasta lareconstruccin de los ncleos urbanos, las ampliaciones urgentes y siempreinsuficientes de su parque residencial, y la creacin de colonias rurales.

    En todo caso, es claro que el panorama de la arquitectura contemporneade Italia y Alemania ocupa el primer lugar entre las influencias exteriores enla ejecutoria de los arquitectos espaoles de esos aos. Cualquier mnima pros-peccin muestra la extraordinaria avidez e inmediatez con que stos seguan lasucesin de las innovaciones en esos pases. Puede que sorprenda el nmerode los arquitectos espaoles suscritos en la poca a revistas suizas, holandesas

    y alemanas; y no cabe minusvalorar la intensa medida en que la influencia ita-liana se hace presente en el trabajo de sus ms que notables embajadores.

    El mito del solipsismo cultural entre ignorante y pacato puede dejar paso,a la vista de hechos tan elocuentes y ampliamente constatables, a una imagenms rica y articulada de la realidad de la arquitectura espaola de la poca, fun-damentalmente condicionada por el aislamiento econmico y las agudas con-diciones materiales del ejercicio de la profesin. Y, de la misma manera, lasgeneralizaciones abusivas de signo distante y desdeoso pueden verse obliga-das a retroceder en beneficio del reconocimiento de la complejidad desestruc-turada y heterognea de un activismo febril y bastante ms fecundo de lo que

    parece: el de una no demasiado exigua nmina de profesionales, tan vidos yansiosos como a menudo extraordinariamente dotados, protagonistas de unaetapa de nuestra historia de la arquitectura digna de titularse con maysculas yde la que no parece haber, ni mucho menos, motivo para avergonzarse.

    Juan Miguel Otxotorena

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    PONENCIAS

    ALBERTO GRIJALBAEquvocos, amigos y dos puentes. Italia/Espaa

    JOAQUN MEDINA WARMBURGIrredentos y conversos. Presencias e influencias alemanas: de la neutralidad a la postguerra espaola (1914-1943)

    MARCO MULAZZANI

    Realt e rappresentazione. Considerazioni su alcune architetture italiane degli anni cinquanta

    GIORGIO MURATORELarchitettura italiana del secondo dopoguerra: occasioni di continuit, dalla ricostruzione allespansione

    MARIA ISABEL NAVARROLa crtica italiana y la arquitectura espaola de los aos 50. Pasajes de la arquitectura espaola en la segunda modernidad

    JOS MANUEL POZOLa presencia del expresionismo alemn en la gnesis de la arquitectura espaola moderna

    ASIER SANTAS1950: Una norma espaola, una arquitectura internacional

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    A quien hoy estudia las condiciones presentes y el reciente pasado de la arquitectura leparece que sta ha ido articulndose siempre ms por el encuentro de las diversas perso-nalidades que en la confrontacin de tendencias.La causa de esto se encuentra en la carencia de crtica especializada o en el perdurar de

    aquella retrica provinciana que habra acabado por malograr las ms vlidas corrientesde nuestra arquitectura...... acusacin de no haber sido capaz de crear una nueva cultura edificatoria, de haberse reple-gado sobre todo en la labor individual y haber elaborado soluciones ms que nociones 1.

    No nos confundamos!stas no son palabras de ningn arquitecto espaol sino que pertenecen al

    prembulo crtico-reivindicativo, con el que Cannella y Rossi comienzan en1956 su artculo sobre Mario Ridolfi arquitecto italiano en la revista Crono-espazio. En l, demandan el cambio de la arquitectura italiana que, tras losaos de control de la produccin estatal, se encuentra con un nuevo marco de

    investigacin y reflexin.

    Su similitud con las palabras de Antonio Fernndez Alba: El desarrollo delos temas de la arquitecta contempornea que tuvo lugar en Espaa en el dece-nio 50-60 fue parcial, pues el fenmeno es ms mimtico que de concepto, msde esquemas y formalismos que de anlisis del medio...2, nos hace pensar has-ta qu punto la relectura de la historia de la arquitectura espaola de los aoscincuenta y su relacin con la arquitectura italiana est llena de amigos equ-vocos3.

    Italia, en los aos cuarenta y principios de los cincuenta, est en plena efer-

    vescencia terica4 y se presenta en el contexto internacional con las exposicio-nes Arquitectura Italiana en el RIBA de Londres (1951) eItaly Builds en elMoMA de Nueva York (1955). Las nuevas y polmicas propuestas, elaboradasen continuidad de los aos treinta5 hasta su nueva concepcin de relacin conla historia y las tradiciones locales del Movimiento Moderno que ejercernun papel destacado en la imaginera internacional desde sus conocidas revistasMetron,Domus o Casabella llevan a Reyner Banham en 1958 a proponer suexclusin de la cultura moderna.

    En oposicin a esta realidad, la arquitectura espaola est en un callejnsin salida tras la etapa de autarqua. Por un lado, nos encontramos ante la frus-

    tracin de no haber hallado una arquitectura nacional propia por parte de lamayora de los arquitectos que han participado en la aventura de su bsqueday; por otro lado, ante la reflexin que produjeron las primeras noticias que del

    EQUVOCOS, AMIGOS Y DOS PUENTES.ITALIA/ESPAA

    Alberto Grijalba Bengoetxea

    Modelos alemanes e italianos para Espaa en los aos de la postguerra

    1. CANELLA, G.; ROSSI, A. Architectti italiani:Mario Ridolfi, Comunitan. 41 1956. Texto publi-

    cado en: AA.VV. Mario Ridolfi. La arquitectura deRidolfi y Frankl, pp, 135-140. Ministerio de obraspblicas y Transportes, Madrid, 1991.2. Cfr. Antonio Fernndez Alba "Para una localiza-cin de postguerra...", Arquitectura, n. 26. p. 21.3. Traduccin libre del concepto britnico falsefriends, usado para definir una similitud formalentre elementos de dos culturas que lleva a equ-vocos semnticos.4. El debate que desde las revistas Casabella-con-tinuita, Metron y Domus, Ponti, Rogers y Zeviconfiguraron el nuevo panorama que cambio laarquitectura italiana en tres dcadas. Cfr L. Moli-nari Entre la Continuidad y la Crisis, 2G n. 15.Numero monogrfico Arquitectura italiana de lapostguerra sobre la crtica y las revistas de arqui-tetura Italianas. AAVV. Il Debatino. Architettonico

    in Italia 1945-1976. Bulzoni, Roma, 1977.5. En la exposicin del MoMA la arquitectura ita-liana era presentada como una continuidad desdeTrerragn,i Ligueri o pagano a Albini, Gardella, DeCarlo o el BBPR.

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    extranjero traan los arquitectos como denuncia, con toda crudeza, Juan deZabala a sus compaeros esto se revela simplemente con ojear las revistasextranjeras que nos llegan: parece que no slo el texto, sino la imgenes hablanen otro idioma6. Esta situacin llevar a los arquitectos espaoles en los fre-nticos cincuenta a buscar una modernidad que realmente les corresponda

    haber heredado. As, Fisac reconoce que la arquitectura espaola ha conse-guido una unidad total, o casi total, pero tambin es verdad que por este cami-no no llegamos a ninguna parte7 y Gabriel Alomar muestra a sus compaerosun camino a seguir propio, no exento del determinismo del Zeitgeist, debe-mos empezar a hacernos a la idea que el periodo vivido por la arquitecturaespaola en el pasado decenio ha sido excepcional, del cual ser pronto horade salir para incorporarnos a las corrientes que arrastran a la cultura humana,pues no podemos renegar de la poca en que vivimos8.

    De este modo los amigos y los equvocos se suceden, al igual que en nues-tros idiomas.

    Amigos, pues las conocidas palabras de Ponti en la V Asamblea de Arqui-tectos: Quiero tener con mis compaeros una confidencia. Encuentro entrevosotros incertidumbre y desorientacin, se convirtieron en uno de los pun-tos de inflexin de una realidad que ya haba explicitado Cabrero9 y poste-riormente se ratific en el Congreso Panamericano de Arquitectura. Amigos,en el descubrimiento de los esfuerzos de un grupo de arquitectos Coderchrecibi el Premio internacional de la nueva arquitectura espaola en la IXTrienal de Miln en 1951 que inici un recorrido internacional de la arqui-tectura espaola. Amigos, puesto que los artculos de Rogers en Casabellaalimentaron la necesidad de una teora de la arquitectura catalana10 y la mira-

    da italiana del Grupo R11. Amigos, en cuanto a la existencia de una comuni-dad de ideas e intereses en busca de la tradicin constructiva y los valoresculturales tradicionales del Mediterrneo en contraposicin con los tecnol-gicos de Centroeuropa. Amigos, en el sincretismo, en la necesidad de la bue-na obra y de un sistema codificado constructivo eficaz que permitieraconstruir en el sur de Europa como el Manual del arquitecto12 (Ridolfi1946), reeditado en el 53 y 62, y libro de consulta de los arquitectos espao-les por las soluciones constructivas tan prximas a su saber tecnolgico.En definitiva, amigos hasta en las sentidas despedidas, reconociendo influen-cias y dbitos de los editoriales de Rogers en Casabella-continuit, como lohizo Bohigas en Serra dOr.

    Los equvocos se debern a errneas identificaciones, culturales, socialeso polticas entre ambos pases. As, una parte de la crtica asimil la arquitec-tura espaola en la inmediata postguerra con la arquitectura italiana durante elfascismo. Mas la ausencia de una ideologa arquitectnica del Rgimen, queno supo como los italianos valerse en un principio del Futurismo como el ide-al de cambio sobre un nuevo orden o un nuevo hombre13 y que, tras el debateentre los novecentistas y Gruppo 7, confi en el grupo de conciliacin y com-promiso RAMI Raggruppamento Architetti Moderni Italiani. Equvocosde igualdad, que no confundirn a dos de los arquitectos espaoles que msafinidad demostraron con el debate italiano, pues como exclamar Cabrero:

    Yo he visto en Italia una cosa distinta o el mismo Bohigas reconocer en1952 seguir los pasos de Speer o Piaccentini lleg a ser entre nosotros, en uncierto momento una posicin avanzada...14.

    Alberto Grijalba Bengoetxea

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    6. Orientaciones estticas de la actual arquitec-

    tura" en la V Asamblea Nacional de Arquitectos.Cita extrada de B. Giner de los Ros, 50 aos dearquitectura espaola. Volumen II. Archivos yDocumentos, Adir editores, Madrid, 1980, p. 16.7. Cfr. FISAC, M. "De lo clsico y lo espaol" RNA,n. 78, Madrid, 1948, pp. 197-198.8. Cfr. ALOMAR, G. Sobre las tendencias estilsti-cas de la arquitectura espaola actual. BDGA, n.7, Madrid, 1948.9. Hay crisis, por tanto, en la arquitectura actualen Espaa, por lo cual es peligroso exponerla en elextranjero. Esta crisis, mucho tiene que decir, tra-duce las preocupaciones nuevas que se presentanen el pueblo espaol; por tanto, es sincero, res-ponde al estado actual de las cosas". Cfr. F. Cabre-ro "Comentario a las tendencias..." BDGA, n. 7,Madrid, junio de 1948, art. cit. p. 17. Posterior-

    mente Gutirrez Soto relat las protestas en con-tra de la delegacin espaola en el CongresoPanamericano.10. Cfr. PIZZA, A. Italia y la necesidad de la teoraen la arquitectura catalana de la postguerra,AA.VV. De Roma a N. Y.: Itinerarios de la nuevaarquitectura espaola 1950-1965. T6) Ediciones yETSAUN, Pamplona, 1998, p. 99.11. Cfr. J. Torres Cueco la Mirada Italiana, AA.VV.Los aos cincuenta: La arquitectura espaola y sucompromiso con la historia. D. G. De InvestigacinCientfica y Enseanza superior y ETSAUN, pp. 99-295-301 pamplona 2000. Cfr tambin tesis doc-toral indita Italia y Catalunya. Relaciones einfluencias en la arquitectura 1945-1968. ETSAV1991.12. Cfr. G. Murtore. Lesperiencia del manuale,

    Cronoespazio, septiembre, 1974, pp. 82-91.13. Antonio SantElia en su Manifiesto Futurista,Miln 20 de Mayo de 1914, proclam la ruptura:"no se trata de encontrar unas nuevas molduras,nuevos marcos y puertas, para sustituir columnaso caritides.. ni de dejar el ladrillo visto, revocarloo aplacarlo de piedra, no se trata de unas nuevasdiferencias formales... Esta arquitectura no puedeestar sujeta a ninguna ley de continuidad histri-ca... La arquitectura se separa de la tradicin;vuelve a empezar desde el principio a la fuerza" G.Bernasconi "Il messaggio de Antonio SantElia del20 de maggio de 1914", en Rivista tecnica de laSvizzera italiana, julio de 1956. Cfr. BENEVOLO, L.Historia de la arquitectura moderna. GG, Barcelo-na, 1977, p. 438.14. Cfr. BOHIGAS, O. Nuestros arquitectos jve-

    nes se defienden. Destino, Barcelona, 21 de junio1952. Cit. en J. M. Rovia Es hora de abandonar elsilencio en AA.VV. La arquitectura de los aos cin-cuenta en Barcelona, COAC, Barcelona 1987, p.200.

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    LA TERCERA GENERACIN. LA NICA FORMA DE TENER CONTINUIDADES CAMBIAR. LA CONTINUIDAD NO CONSISTE EN EL INMOVILISMO15

    Con el cambio de dcada, tras el fin del bloqueo internacional a Espaa yla incipiente apertura de nuestra economa al exterior, comenzar la aventuramoderna de la arquitectura espaola. En Madrid, tras el concurso de la CasaSindical, acta fundacional de la llamada Escuela de Madrid, un nuevo grupode arquitectos en oposicin al Grupo de Madrid16 encarnar la bsqueda de lanueva arquitectura, esta vez ya moderna. En Barcelona, Jos Antonio Coderch,junto con el Grupo R en 1951 entre el atinado juicio crtico de J. M. Sostresy el espritu polmico de O. Bohigas dominarn el proceso de cambio.

    Pero, cul era la modernidad en los aos cincuenta?

    Atendiendo a la distincin de tres etapas en los CIAM y su desarrollo 17, enla ltima que comenzar en 1949 con el VII Congreso en Bergamo hasta elltimo celebrado en 1966 en Dubrovnik en el 56 se declararn los conflic-tos que desembocarn en el TEAM X al que postreramente se incorporCoderch en 1962 y la aparicin de la Tercera Generacin18. Una TerceraGeneracin ya no pretenda como sus predecesores cambiar las costumbres,modos de vida y los medios de produccin sino asumir los valores de la tradi-cin, las preexistencias ambientales y el contexto urbano, el lugar y las refe-rencias vernculas que legitimarn su produccin, haciendo hincapi en elmtodo y no tanto en las agotadas referencias del Movimiento Moderno y su

    unidad, como reconoci Gropius en 1969, la batalla por la unidad est casi deltodo perdida.

    De este modo, los arquitectos espaoles tienen un doble trabajo: por unlado, fundar e instaurar una modernidad negada y deseada hasta en momentocomo Alomar reivindicaba en su comentado artculo labor titnica de pors; y, por otro, encontrar el arcano de la modernidad en continuo cambio y sinuna referencia clara en el panorama internacional, para acertar debemos pre-cisamente olvidar todo, casi todo lo poco que sabemos19.

    En esta bsqueda, las referencias a la arquitectura internacional, los nue-

    vos referentes encontrados, sern comentados y puestos en comn en las revis-tas. Carlos de Miguel inaugura las Sesiones Crticas de Arquitectura(1950-1964). Las conferencias de Zevi (1950), de Aalto (tres en 1951), de

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    15. Cfr. AA.VV. Ignacio Gardella. Arquitectura atravs de un siglo. Electa, Madrid, 1999.16. Sin ser grupo organizado y coherente, es msen su dispersin y heterogenia, probablemente sinsaberlo, este conjunto de arquitectos jvenes,como Cabrero, Sota, Fisac, Corrales, Molezn,Fdez. del Amo, Oza... desarroll la arquitecturamoderna en Espaa.17. Cfr. FRAMPTON, K. Historia Crtica de la arqui-tectura moderna. GG , Barcelona, 1987. Y Cfr.tambin TAFURI, M.; DAL CO, F. Arquitectura Con-tempornea. Aguilar, 1978.

    18. Cfr. MONTANER, J. Despus del Movimientomoderno. GG, Barcelona, 1999.19. Frase atribuida a Alejandro de la Sota por L.Domnech. Arquitectura de siempre. Los aos 40en Espaa. Tusquets, Barcelona, 1978, p. 25.

    Grupo R: Josep Pratmars, Manuel Valls,Josep M. Sostres, Antoni de Moragas y OriolBohigas.

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    Pevsner (1953) y la de Neutra (1954) servirn de revulsivo. La apertura al exte-rior significa un mayor contacto con las corrientes internacionales. Las revis-tas internacionales comienzan a llegar sin trabas, las espaolas empiezan apublicar artculos de arquitectura internacional y los arquitectos espaoles via-jan al extranjero con mayor asiduidad. Las noticias que ellos traern de prime-

    ra mano de sus viajes y estancias, la aportacin de los nuevos titulados y lapublicacin de sus primeras obras, harn el resto20.

    En este contexto, con un debate si se quiere tibio, intuido tan slo por unaminora, reconoce Cabrero: hoy en da en Espaa, estamos muy influenciadospor las corrientes arquitectnicas universales. Lo que pasa es que es difcilaprehenderlas acertadamente, y se hacen entre nosotros cosas no muy bue-nas, hay que situar la produccin arquitectnica e intelectual de los arqui-tectos espaoles. La mayora de los actores de la modernidad espaolapertenecern a la Tercera Generacin y durante los cincuenta se irn contami-nando de sus caractersticas formales.

    El moderno pasado inmediato estar presente por primera vez en la V Asam-blea de Arquitectos, donde se retoman criterios del GATEPAC e incluso se citana sus arquitectos como ejemplo. Al mismo tiempo, en el funcionalismo y lanueva plstica21, Sostres certeramente nos advierte que el tiempo de la van-guardia ya pas, reivindica una nueva tradicin constructiva que se ajuste a larealidad ms que una repeticin manierista de los maestros del MovimientoModerno. Por otra parte, Mitjans, ironizando sobre la efervescencia tradiciona-lista, se pregunta comentando un dibujo de Llimona dnde est el compro-miso entre arquitecto y su arquitectura?, mientras que Fisac en Esttica de laarquitectura plantea la necesidad de otros modelos posibles: Copiar el arte

    popular o el clsico espaol conduce al folclore o a la espaolada. Extraer suesencia, saber sacar esos ingredientes de verdad, de modestia, de alegra, debelleza que tiene sera encontrar el camino de la nueva arquitectura22.

    Alberto Grijalba Bengoetxea

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    20. Los galardones ms importantes de los arqui-tectos espaoles en el extranjero son, en 1951,Coderch y Valls, premio en la IX Trienal de Miln;en 1954, Miguel Fisac, Medalla de Oro en la Expo-sicin de Arquitectura Religiosa de Viena; en 1957Premio Reynolds para Ortiz de Echage, Barbero yde La Joya; en 1957, Carvajal y Garca de Paredes,Primer premio en la XII Trienal de Miln; y en 1958Corrales y Molezn, Medalla de Oro al Pabelln deEspaa en la Feria internacional de Bruselas.

    21. Publicado en BDGA, julio 1950 y reeditado en:SOSTRES, J. M. Opiniones sobre arquitectura.Valencia, 1983.22. M. Fisac Esttica de la arquitectura, BDGA, n.11. Madrid, 1949.

    Dibujo de E. Llimona.

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    En su necesidad de incorporarse al debate, conscientes de la incomunica-cin que les impide leer en el ms estricto sentido que comentaba Zabalala arquitectura internacional, los arquitectos espaoles se imbuyen en el estu-dio de la arquitectura de nuestro entorno. Alemania, Norteamrica, Holanda,Gran Bretaa y el eje Bltico Mediterrneo pases perifricos, donde la tra-

    dicin y los sistemas constructivos vernculos junto con la modernidad sirvie-ron de punto de inflexin y tensionaron la ortodoxia moderna centroeuropease convirtieron en los nuevos puntos de referencia.

    MOVIMIENTO MODERNO. TRADICIN Y REALIDAD Y DOS PUENTES

    Crisis o continuidad23. Ya al final de la dcada, este titular annimo refle-ja el hecho de que en Espaa se tiene conocimiento de cmo el MovimientoModerno ha cambiado desde su ortodoxia, mediante caminos heterodoxos, auna nueva realidad. El especialmente fructfero debate heterodoxo italiano, se

    interpreta directamente, aunque algunas veces sin demasiado rigor, en la pro-duccin arquitectnica nacional, como reconoce Rodrguez-Aguilera24. De estemodo, se tienden unos puentes de conocimiento en busca de una reinterpre-tacin de lo moderno desde Espaa hacia Italia.

    Puentes, por la demanda de comunicacin que tiene la arquitectura espa-ola, descontextualizada en el tiempo y en el espacio a principios de la dca-da. Puentes, por unir puntos prximos topogrficamente con distintaorientacin, puesto que pese a mantener en comn lo mediterrneo, cada unoconserva la necesidad de una tradicin y realidad propia. Puentes, por unirdos puntos con distinta altimetra, en funcin del desarrollo de sus dos socie-

    dades, una en pleno milagro econmico mientras que la otra despus de latransicin, desde la autarqua a una economa de mercado.

    De la relacin de los arquitectos espaoles con Italia, tanto por sus viajescomo los de Cabrero, Moragas, Sostres o los organizados por las escuelas,hasta los pensionados en Roma como Corrales, Garca de Paredes y Carva-jal, como del conocimiento de sus publicaciones como demuestran tantoCuadernos de arquitectura como Arquitectura los arquitectos espaolesaspirarn a las certezas universales, inherentes y constantes en la arquitecturade todos los tiempos, a la realidad y a las preexistencias rogersianas y a la tra-dicin ridolfiana frente a los historicismos como fuente de inspiracin.

    De este modo, arquitectos como Cabrero y Coderch en sus propuestas parael concurso de la Casa Sindical (1949), en un principio descubrirn en losarquitectos italianos valores tradicionales alternativos en el MovimientoModerno. Quiz en ellos haya todava un recuerdo acadmico pero el ambien-te25, la correspondencia entre forma y construccin, y la estructura portantecomo imagen, recuerdan al Palazzo Mazzoto (1939) de Ponti o la arquitecturade Libera.

    Tras estos primeros ejercicios, tanto Cabrero como De la Sota, ya desdeuna potica decididamente moderna y atendiendo a la frialdad de la razn,

    reinterpretarn la Baslica de Terragni (1943) en el concurso de la Catedral deMadrid (1950) o las palazzinas milanesas, respectivamente. Aunque ste lti-mo nos dar a todos un leccin con su propuesta para el Gobierno Civil de

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    23. Editorial sin firma de Cuadernos de arquitec-tura, n. 32, Barcelona, 1958; De igual ttulo que elpublicado por Rogers en Casabella-continuit, n.215, Miln, 1957.24. Cfr. RODRGUEZ, C.; TORRES, J. Grupo R. GG,Barcelona, 1994, p. 27.25. Cabrero introduce este concepto en su cama-lenico edificio, donde cada elemento es lo uno ylo otro. Cfr. CABRERO, F. "Resumen de la memoria

    del anteproyecto de Francisco Cabrero, arquitec-to". Revista Nacional de Arquitectura, n. 97, enerode 1956, p. 5. Cfr. GRIJALBA, A. La arquitectura deF. Cabrero. CoACYLE y Universidad de Valladolid,

    Valladolid, 2002.

    Croquis de la Casa Sindical, 1949. F. Cabrero.

    Palazzo Mazzoto, 1939. G. Ponti.

    Ilustracin crtica del Ministerio del Aire. A.de la Sota.

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    Tarragona, en cuyo croquis explicativo de la propuesta encontramos la defini-cin del mtodo exigido tanto por Rogers como por la Tercera Generacin, enel que lo funcional, lo reconocible por la tradicin, lo vernculo y lo especula-tivo se funden; pues, como Sostres afirmaba, las formas se encuentran, no se

    buscan.

    ASPIRACIN DE REALIDAD

    La aspiracin de realidad, como define Gregotti el periodo de la arquitec-tura italiana entre 1951-58, pronto se comunicar a este otro lado del puente.Pero el trmino realidad se entender no slo como la arcadia neorrealistaque comunicaba la filmografa Italia tambin presente en Espaa con ElPisito, del director italiano M. Ferreri o la picaresca realidad de un pas a espe-ra conBienvenido Mister Marshall, oEl jueves Milagro, de Berlanga, sino

    como una necesidad de encontrar, de un modo crtico, la realidad entre el his-toricismo clasicista imperante y los idealismos y utopas figurativas y produc-tivas del Movimiento Moderno.

    La vivienda presente en los concursos que tanto el Instituto Torrojacomo los Colegios de Arquitectos de Barcelona, Vizcaya y Madrid, comouna de las carencias, se plantea desde un momento desde la realidad tcnicoconstructiva en un pas con escasos recursos y una mano de obra sin cualifi-car. La ocupacin del territorio, haciendo que el campo se integre en la ciudad,como recomienda el COUM de Madrid26, definir un compromiso de los arqui-tectos con una realidad profesional.

    Una realidad que en su caso ms extremo llevar a Bohigas al elogiar labarraca, pero que la mayora de los arquitectos interpretarn como el uso de

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    26. Cfr. SAMBRICIO, C. Desarrollo del GranMadrid. AA.VV. Arquitectura Espaola del S. XX,Tanais, 2000, pp. 168.

    Croquis analtico del Gobierno Civil deTarragona, 1957. A. de la Sota.

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    todos los medios expresivos para representar la realidad, como define Rossi aRidolfi. Realidad que diferir segn autores y proyectos, pero que entroncarcon la necesidad de la Tercera Generacin de una arquitectura al servicio de lasnecesidades psicolgico-sociales del hombre.

    Cao Roto, de iguez de Onzoo y Vzquez de Castro, Entrevas deOza, Alvear y Sierra, se nos presentarn como una realidad moderna, urbana,escalada y perfectamente reconocible para sus moradores. O, por otro lado, elbarrio Juan XXII, de Ferrn, Mangada y Romany, o el bloque de la CallePallards, de Oriol Bohigas y Martorell, nos proponen con sus cubiertas incli-nadas la articulacin de sus alzados; los corredores y sus texturas nos retrotra-en a otra realidad cercana en el tiempo de la arquitectura sin arquitectos comopropuso De Carlo en Spine Bianche (1954).

    TRADICIN. LO VERNCULO FRENTE A LOS HISTORICISMOS

    En continuidad con el GATEPAC que incorpor en sus obras desde loscontenidos de la Carta de Atenas y de la Bauhaus hasta elementos tradiciona-les como la bveda de ladrillo, la estructura urbana de los ensanches o la refle-xin en torno a los centros histricos27, los aos cincuenta revisarn latradicin como punto de tensin entre el Estilo Internacional y los falsos his-toricismos. La normalizacin de lo vernculo, de la obra de Gardella28, y labsqueda de un no estilo de Ridolfi, dedicado ms a la calidad material quea estilemas impuestos, se convertir junto con la obra de De Carlo, en los expo-nentes del uso de la tradicin en Espaa.

    Desde que Pagano, en 1943, manifestara el futuro de la arquitectura ita-liana en los recursos regionales, las condiciones ambientales, la racional

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    27. Cfr. BOHIGAS, O. en AA.VV. La arquitectura...Op. cit., p. 103.28. Cfr. SAMBRICIO, C. En torno a 1949: Garde-lla, del Msa y la reconstruccin, a la modernaarquitectura. Op. cit.

    Fotomontaje de la Casa alle Zattere, conla imagen del primer proyecto reflejada.I. Gardella.

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    necesidad de nuestras necesidades psicolgicas y justificadas tradicionestcnicas29, la reconstruccin y las nuevas propuestas buscarn una tradicinpropia.

    La arquitectura espaola, desde elManifiesto de la Alhambra hasta las pro-puestas de Fisac, Cabrero, De la Sota, Bohigas, Coderch o Fernndez del Amo,no dejar de buscar el mestizaje de la arquitectura tradicional con el Movi-miento Moderno. Sin un slido conocimiento de la modernidad en compa-

    racin con Italia s creo que es una manera personal de bsqueda de unamodernidad en continuo cambio, ms que un entendimiento epitelial de lainfluencia italiana. As, Fernndez del Amo moderniza la tradicin en sinto-na con De Carlo, mientras que Coderch, tradicionaliza la modernidad. Unatradicin, que en aspiracin de Bohigas, quiere ser realidad, en su articulacinde pieles, referencias histricas y potencias urbanas, como busca la TerceraGeneracin.

    Acaso el debate se entendi tan fcilmente por los arquitectos espaolespor ser el constante debate espaol, entre la tradicin y modernidad. Todo esespecular.

    Pocas veces en nuestro pas, cuando se hable de experiencias europeas, se tiene un pro-fundo conocimiento de cunto las grandes naciones de Europa han producido en la histo-ria moderna, prefirindose la referencia a la simplificacin que por nosotros, en variosmomentos y por diversos motivos, se ha dado de aquellos movimientos30.

    Alberto Grijalba Bengoetxea

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    29. Cfr. MOLINARI, L. Op. cit., p. 7.30. Cfr. CANELLA, G.; ROSSI, A. Op. cit., p. 137.

    Dcha. Casa Garriga-Nogues, 1948. J. A.Coderch.

    Viviendas en la Barceloneta. Barcelona,1955. J. A. Coderch. Foto: Catal-Roca.

    La Vereda. Crdoba, 1954. J. L. Fernndezdel Amo.

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    A comienzos de 1941 daba Otto Bartning cuenta de la emocin que leembargaba ante la inminencia de su primer viaje a Espaa, donde sospechabaun mundo entre goyesco y wagneriano:

    Oscuro, extrao, lgubre, casi amenazador era el misterio. E incomprensible si se lleva-ba en las venas claridad y prisa europeas. Lentamente se crea penetrar, ms aun, serarrastrado por brazos invisibles hacia el misterio. El talante del paisaje, de los muros y las

    personas se presentaba severo y hermtico. Pero llamaba el misterio. (...) Al penetrar enel misterio de Espaa superando la barrera de los Pirineos o las costas acantiladas, cuan-to ms profundo se penetraba, tanto ms peligroso, atrayente y oscuramente placentero setornaba: porque se avanzaba hasta el ltimo abismo del propio yo, all donde se ha refu-giado el orgulloso espritu a salvo del laborioso, comerciante, urgente, trabajador y deses-

    perado trajinar europeo. As era Espaa, nica en Europa, nica en el mundo, elescarpado, amenazador, inaccesible Montsalvat del alma europea1.

    La descripcin confirmaba el tpico sobre aquel raro reducto ajeno a lasiluminaciones de la modernidad llamado Espaa. El viaje se anunciaba comouna romntica fantasa de regresin. Sin embargo, Bartning cerraba sus ilu-sionadas lneas, entre perplejo y receloso, retornando bruscamente a la reali-dad de 1941 con una inquietante reflexin:

    Que un da pisara esta Espaa cruzando el puente de Irn entre un pues-to fronterizo alemn y otro espaol!.

    As pudo interpretarse: con Francia ocupada, Espaa y Alemania com-partieron frontera. Pero esta contigidad no fue slo geogrfica. Hubo, sobre

    todo, un acercamiento poltico. Y de la mano de ste se pretendi retomaralgunos de los intensos vnculos culturales hispano-alemanes previos al esta-blecimiento de los respectivos regmenes fascistas. En el caso de Espaa,parece una irona del destino que culminaran de esta forma los esfuerzos rea-lizados en las dcadas anteriores a la Guerra Civil por entablar un dilogo conla cultura alemana, protagonizados tanto por instituciones sobre todo aqu-llas vinculadas al Krausismo como desde iniciativas individuales del cali-bre de las de un Jos Ortega y Gasset sin duda el ms destacado y eficientede los germanfilos espaoles en la primera mitad del siglo XX. Ellos senta-ron las bases de una influencia alemana que florecera con singular intensidaden los campos de la arquitectura y el urbanismo. Resulta imprescindible traer

    a la memoria estos antecedentes del acercamiento hispano-alemn si real-mente aspiramos a entender en su correcta dimensin la presencia alemana enla postguerra espaola. Nuestro argumento ser, pues, la lectura de estas refe-

    IRREDENTOS Y CONVERSOS. PRESENCIAS EINFLUENCIAS ALEMANAS: DE LA NEUTRALIDAD

    A LA POSTGUERRA ESPAOLA (1914-1943)

    Joaqun Medina Warmburg

    Modelos alemanes e italianos para Espaa en los aos de la postguerra

    1. BARTNING, Otto. Zur Spanienreise. Notas indi-tas. Archiv der TU Darmstadt. Traduccin J.M.W.

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    rencias en clave de transformacin de unos entrelazamientos establecidosantes de 1936.

    I. MODERNIDAD COMO REDENCIN E INTERDEPENDENCIA (1914-1936)

    La arquitectura y el urbanismo, atendiendo a sus implicaciones de ordenpoltico, econmico, tecnolgico y social, constituyen disciplinas culturalesen el sentido ms amplio del trmino. Conviene por ello no restringir el estu-dio de las influencias al rastreo del debate profesional, asumiendo la rele-vancia de aspectos relativos a, por ejemplo, el grado de penetracineconmica o los programas de la poltica cultural exterior. Pero ya la consi-deracin del medio profesional, con sus revistas, concursos, viajes, exposi-ciones, conferencias, cursos, etctera, permite apreciar sobradamente elcosmopolitismo de la arquitectura espaola de la primera mitad del siglo XX.sta reflej influencias de muy diverso origen y nada justificara una mini-

    mizacin de ninguna de ellas. Sin embargo, puede y debe destacarse el extra-ordinario alcance del influjo alemn. Cmo se explica el particular atractivode esta referencia? Sobre todo, por el hecho de no haber estado supeditada aideas o modelos especficos: proporcion soluciones aplicables tanto a lavivienda mnima como a la planificacin territorial, del mobiliario al urba-nismo, de las modas ms efmeras al tradicionalismo esencialista. Los arqui-tectos espaoles que promovieron la referencia alemana no pasaron por altoesta pluralidad. Pero es sintomtico que cada uno de ellos encontrara en Ale-mania una propia y coherente nocin de modernidad. As, por ejemplo, enMadrid, Luis Lacasa y Fernando Garca Mercadal se declararon respectiva-mente admiradores de Heinrich Tessenow y Hans Poelzig, dos figuras anta-

    gnicas. Sin embargo, coincidieron en una actitud autocrtica afn alpesimismo cultural del 98 en su vertiente europesta; aqulla, para la que lamodernidad del norte representaba una promesa de redencin del problemaespaol. Lacasa habl de una necesaria fase de autocolonizacin de laarquitectura nacional y Mercadal, al dar noticia de la moderna arquitecturaeuropea, no dud en localizar el epicentro y la principal referencia en Berln.Ambos se ocuparon de propagar las diversas teoras y prcticas arquitectni-cas alemanas entre sus colegas espaoles.

    A diferencia de estas declaraciones de fe en la fuerza redentora del dilo-go, en Alemania la arquitectura espaola no despert sino extraeza y hasta

    hilaridad. Incluso en revistas de reconocido prestigio como Das Neue Frank-furtyBauwelt. Una asimetra flagrante: a primera vista todo hace pensar queen ningn momento se pudo entablar un dilogo entre iguales. Ms bien con-vendra hablar de un unvoco monlogo en el que a la parte alemana le habracorrespondido el papel emisor frente a la manifiesta dependencia de susasombrados interlocutores espaoles. Pero no fue as. Lacasa lo dej claro en1930 al describir cmo era muy til seguir dejndose influir del extranjero,no con la boca abierta ante todo, sino con gran atencin a lo que verdadera-mente representan valores positivos2. En este sentido hay que tomar nota deque el influjo alemn no siempre fue recibido de forma acrtica. Al contrario:el principal inters de estas transferencias radica en los controvertidos deba-

    tes que generaron. Ni puede pasarse por alto que fueron a menudo las expec-tativas espaolas las que dictaron la ndole y el alcance de las diversaspresencias alemanas. As lo delatan las experiencias concretas de arquitectos

    Joaqun Medina Warmburg

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    2. LACASA NAVARRO, Luis. Arquitectura impopu-lar. Arquitectura, n. 12, 1930, n. 1.3. El presente texto resea temas tratados en mitesis doctoral Dialog, Abhngigkeit, Polemik.Deutschsprachige Architekten und Stdtebauer inSpanien (RWTH Aachen 2002), algunos de loscuales han sido objeto de artculos dispersos en

    publicaciones espaolas: MEDINA WARMBURG,Joaqun. R.E. Oppel: la Casa Weidtman, Blankene-se 1931. Basa 20/21, 1998, p. 140-145; Imgenesde la ciudad hansetica. R.E. Oppel, arquitectoentre Hamburgo y Canarias. Basa 23, 2001. Pp.121-137; La fbrica, la casa y el palacio: FranzRank y Alfredo Baeschlin, dos Heimatschtzeren Espaa. En: Arquitectura, ciudad e ideologaantiurbana. Pamplona, 2002, pp. 133-138; Escue-las modernas: Konrad Wachsmann en Granada.En: Tercer Seminario Docomomo: equipamientose infraestructuras culturales (1925-1965), Barce-lona, 2002, pp. 49-56; Reflejos y autocolonizacio-nes. Arquitectos alemanes en Madrid. En:SAMBRICIO, Carlos (ed.). Manuel Snchez Arcas,Arquitecto. Madrid, 2003, pp. 50-63; Superficie yprofundidad. Walter Gropius, sus viajes a Espaa

    y la moderna aspiracin de objetividad. En: Arqui-tectos 166, 2/2003, pp. 53-60; Paul Linder: arqui-tecto, crtico, educador. Del Bauhaus a la EscuelaNacional de Ingenieros del Per. En: Ra6, ETS dela Universidad de Navarra, Pamplona, 2004.

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    y urbanistas alemanes que al desembarcar en Espaa debieron remozar surepertorio profesional y su bagaje intelectual en respuesta a las expectativascon las que fueron recibidos en el nuevo medio. Del mismo modo, cabe cons-tatar que fueron los intereses espaoles los que determinaron cules de entrelas presencias alemanas merecieron trascender, elevndolas a la categora de

    influencias, y cules simplemente pasaron inadvertidas. En resumen, msque de una disposicin dialogante debera hablarse de un fuego cruzado depresunciones, algunas benvolas y otras abiertamente polmicas. Veamosalgunos ejemplos3.

    1. Entre las figuras recurrentes de los entrelazamientos hispano-alemanesdestacan las presuntas afinidades electivas con las que se pretendi vincularlos respectivos estereotipos nacionales. Ya durante la Primera Guerra Mundialel historiador Albrecht Haupt, un erudito en temas ibricos de extraordinariarelevancia para Portugal, se vali de la Deutsche Bauzeitung como plataformadesde la cual proclamar, en las once entregas de sus Spanische Architekturstu-

    dien (1917-1920), la afinidad esencial de los pueblos de Espaa y Alemania.Como prueba remita a la profunda e hidalga neutralidad espaola queexplicaba aduciendo argumentos abiertamente racistas. Su chauvinismo debeentenderse en el marco de una poltica cultural degradada durante la contien-da a mero instrumento de propaganda.

    No es casual que los artculos de Haupt coincidieran con la creacin denumerosas asociaciones culturales hispano-alemanas, muchas de ellas promo-vidas desde el mundo empresarial. Uno de los industriales empeados en estaslabores fue Ludwig Rank, fundador deHermanos Rank-Construcciones Indus-triales, una empresa que ya con anterioridad a la guerra haba realizado impor-

    tantes trabajos en Espaa. Uno de los pocos que no se cieron a la temticaindustrial fue publicado por la Deutsche Bauzeitung en 1924, si bien databa de1913-15: la fachada del Palacio Bermejillo en Madrid, cuyo autor, Franz Rank,era un arquitecto comprometido con las ideas delHeimatschutz, el movimien-to alemn de defensa de las culturas locales. En buena lgica, aspir a realizarun obra esencialmente espaola, cosechando un paradjico xito: CabelloLapiedra celebr en su libroLa Casa Espaola (1920) un programa de resis-tencia contra las contaminaciones forneas la intensidad artstica espao-la de las vestiduras ornamentales del Palacio Bermejillo, pasando por alto elexotismo de su autor. Mientras, la arquitectura industrial realizada por loshermanos Rank en Espaa pasaba desapercibida. Teodoro Anasagasti tuvo que

    viajar en 1914 a Dresde para percatarse del inters de las construcciones indus-triales de los hermanos Rank y desde all sealar su ejemplaridad, nombrn-dolas junto a los trabajos de Peter Behrens. La referencia de Anasagasti y suinters por la arquitectura industrial alemana del entorno del Werkbundtrae ala memoria el caso de la madrilea Casa Kocherthaler (1921). Tambin en estaocasin el arquitecto, el berlins Alfred Breslauer, opt por la puesta en obrade un modo de entender lo espaol. Con la diferencia, que en esta ocasin lainterpretacin desornamentada se situaba a medio camino entre el clasicismoherreriano y el prusiano. La decisin de Breslauer un antiguo colaboradorde Messel puede interpretarse como respuesta a la identidad del cliente, unode los concesionarios de la AEG en Madrid. Su representacin remitira as a

    los programas polticos con los que desde el Werkbundse quiso monumentali-zar en trminos culturales la fabulosa expansin econmica de la Alemaniaguillermina.

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    Casa Kocherthaler. Madrid, 1921. AlfredBreslauer.

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    2. Rank y Breslauer proyectaron sobre sus obras madrileas la presuntaexpresin de lo genuinamente espaol. Con dispar resultado. Sus apropiacio-nes pudieran considerarse intentos frustrados, pero en ningn caso aislados, decolonizacin intelectual. A modo de circunstancia atenuante pudiera aducirseque la bsqueda de la especificidad nacional de la arquitectura constituy uno

    de los puntos comunes de los debates tanto en Alemania, sumida hasta 1918en sueos imperiales, como en Espaa, donde ni los ms renovadores perdie-ron de vista el problema espaol. Un ejemplo: los agradecimientos que reci-bi Otto Schubert de parte de Lacasa en 1923 por haberse acordado denuestra olvidada Espaa en su Geschichte des Barock in Spanien (1908), unestudio divulgador de esa modalidad del arte hispano, tan genuinamentenuestra, que bien la podramos llamar arte nacional4.

    Uno de los pocos casos en los que por parte de arquitectos alemanes setuvo en cuenta la convivencia de mltiples identidades nacionales dentro delterritorio espaol nos remite al primerBauhaus: Paul Linder y Ernst Neufert,

    miembros de la primera promocin de alumnos formados en Weimar comoarquitectos, iniciaron en 1920 un viaje por Espaa. En el transcurso del mismollevaron a cabo levantamientos de la arquitectura gtica catalana por encargodelInstitut dEstudis Catalans, en una sorprendente comunin de dos proyec-tos de identidad colectiva sobre la base de un arte medieval idealizado: por unlado, la redentora imagen de la catedral gtica como obra de arte integral; delotro, la reivindicacin de una nacionalidad desde la legitimidad otorgada porel patrimonio cultural.

    Neufert y Linder viajaron por recomendacin de Gropius, cuya relacincon Espaa merece mencin especial: su periplo de un ao por la Pennsula

    Ibrica (1907-08) le vali no slo para especializarse en las tcnicas de losbarros vidriados sino, asimismo, para desarrollar una singular teora de Espa-a. En su ensayo Consideraciones sobre el Castillo de Coca, cerca de Sego-via hizo suyos los conceptos de los historiadores Alois Riegl y WilhelmWorringer para caracterizar la voluntad artstica espaola (su especficoKunst-wollen) como el excepcional equilibrio entre la voluntad de abstraccin deoccidente y la voluntad emptica del oriental. A partir de ah desarroll suLey del Envolvente, deduciendo de los postulados tericos delKunstwollenun criterio esttico dirigido contra el materialismo tcnico, como quedarareflejado en la ambivalencia formal de obras como la Fbrica Fagus (1911-1914).

    Si rastreamos en los escritos de Gropius la evolucin del Kunstwollen, lle-gamos sin demasiados rodeos al concepto del Gestaltungswille. ste le servi-r para, sin sacrificar el relativismo cultural que implicaba el Kunstwollen,diagnosticar en 1925 la existencia de una voluntad figurativa comn(gemein-samer Gestaltungswille). Lo hara en suInternationale Architektur (1925) en elintento de explicar desde dentro es decir, como afinidad espiritual el evi-dente consenso formal de la nueva arquitectura. Gropius entendi la interna-cionalidad no como una anulacin de voluntades individuales y nacionales sinocomo una interdependencia de las mismas condicionada por los factores exter-nos del trfico y la tcnica globales (Weltverkehry Welttechnik).

    3. En los debates sostenidos en Alemania durante los aos veinte entre losarquitectos modernos sobre la internacionalidad, algunos la elogiaron como

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    4. LACASA NAVARRO, Luis. Arquitectura Extranje-ra Contempornea: Otto Schubert. En: Arquitec-

    tura5, 1923, n. 3, pp. 72-76. Al ao siguiente senombrara a Schubert Miembro de Honor de laSociedad Central de Arquitectos coincidiendo conla traduccin de su Historia del Barroco en Espa-a, Madrid, 1924.

    Levantamientos de arquitectura gticacatalana. 1920. Paul Linder y Ernst Neufert.

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    fiel reflejo de un impulso universalizador de base racional y cientfica, mien-tras que otros, como Bruno Taut, en lugar de un movimiento emancipadordetectaron sencillamente un nuevo colonialismo.

    La nueva arquitectura poda entenderse como expresin de una homogenei-zadora expansin econmica, poltica y cultural de occidente que tuvo en lasExposiciones Universales uno de sus escenarios predilectos. El caso de la Expo-sicin Internacional de Barcelona (1929) es significativo. Frente a los lengua-jes eclcticos e historicistas de que hicieron uso los arquitectos locales, LudwigMies van der Rohe pudo optar para el Pabelln de Representacin del Reich(Pabelln Alemn o Barcelona-Pavillon) por una arquitectura cuyas propie-dades afirmaban la renovada esencia nacional de una Alemania democrtica:claridad, sencillez, franqueza5. Lo hacan con la esperanza puesta en los anpujantes mercados de latinoamrica. La manifestacin de la nueva identidad

    nacional abarc lo que desde el WerkbundMies era su vicepresidente venatradicionalmente considerndose los dos polos de la vida y cultura alemanas:Wohnung und Werkraum, la vivienda y el taller. Si, como ha destacado JosepQuetglas, elReprsentationspavillon escenificaba una casa abstracta, no puedepasarse por alto el Pabelln del Suministro de Electricidad en Alemania, tam-bin de Mies, que constitua su complemento fabril. A su vez, al hablar de estapareja de obras, son referencia obligada dos proyectos alemanes de mitad de losaos veinte para la capital catalana que, sin duda, Mies conoci: el Club Ale-mn de Carl Fieger (1926) y la nave industrial de los astilleros Vulcano (unafilial de Krupp) de Peter Behrens en el puerto de Barcelona (1924). El prime-ro, porque reinterpretaba una villa suburbana de Gropius y optaba as por el

    programa y la escala domsticas como marco de una representacin alemana;el segundo, porque retomaba para Barcelona temas de la arquitectura industrialpara la AEG con la que Mies se haba formado.

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    5. L.S.M. Die Weltausstellung Barcelona 1929. En:Der Querschnitt9, 1929, n. 8, p. 583.

    Club Alemn de Barcelona (1926). Carl Fie-ger.

    Nave para los astilleros Vulcano en el puer-to de Barcelona. 1924. Peter Behrens.

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    Para lo que nos ocupa, el Pabelln Alemn es de sumo inters por las inte-rrogantes que plantea: pese a constituir un hito del siglo XX su influenciasobre la arquitectura espaola de aquellos aos fue nula6. Cules fueron pueslos modelos transferidos y de qu factores dependi su implementabilidad?

    4. Existe un dato curioso en relacin con la presencia alemana en la Expo-sicin Internacional de Barcelona: en la Semana Alemana (19-25 de octubre)se celebraron tres conferencias. Las dos primeras trataron temas previsiblescomo fueron La industria alemana de electricidad y El nitrgeno, sus cua-lidades fertilizantes y su importancia para la agricultura espaola. No as latercera. sta corri a cargo de Martin Elsaesser, Stadtbaurat de Francfort,quien disert sobre la Arquitectura moderna para ciudades7. El caso pone derelieve cmo a finales de los aos veinte desde Alemania se entendi el urba-nismo como una tcnica exportable incluso existi una oficina para la repre-sentacin exterior del urbanismo alemn (laAuslandsvertretung des DeutschenStdtebaus en Essen), mientras que en Espaa, quienes en los aos veinte

    pretendieron sentar las bases de un nuevo urbanismo nacional apostaron por laprestigiosa ciencia alemana como principal referencia.

    Es significativo el escaso aprecio demostrado por los pioneros del urba-nismo alemn hacia la labor de colegas espaoles como Ildefonso Cerd oArturo Soria. Las ideas de estos diferan fundamentalmente de los f ines e ins-trumentos descritos, por ejemplo, por Joseph Stbben en Der Stdtebau(1890). Pese a haber recorrido la Pennsula Ibrica en 1893 y conocer desdeentonces sus principales ciudades, la segunda edicin de su manual (1907)omiti cualquier referencia a las tempranas aportaciones urbansticas espao-las. Este hecho quiz sorprenda menos si tenemos en cuenta que tampoco en

    Barcelona y Madrid las teoras de Cerd y Soria obtuvieron la debida consi-deracin. Sus ideales urbansticos fueron relegados a un segundo plano por unpragmatismo tcnico con ambiciones de artisticidad afn al postulado por laDeutsche Stadtbaukunst. As, en la administracin de la capital catalana no tar-d en hacer aparicin una nueva generacin de funcionarios urbansticos for-mados en Alemania, como el arquitecto Guillem Busquets o el economistaMiquel Vidal i Guardiola. Su ascenso se vio favorecido por los debates en tor-no al modelo de una ciudad ordenada y monumental como alternativa al plande Cerd8. Este rechazo de los trazados urbanos rgidamente geomtricos ydescentralizados debe entenderse en su dimensin ideolgica: quienes clama-ban desde la izquierda o la derecha por una ciudad segregada y centralizada

    atacaban ante todo los presupuestos del liberalismo decimonnico. Frente aeste, la Stadtbaukunstasuma la tarea de reunir en una misma disciplina el cul-turalismo burgus con los valores sociales del reformismo. Valgan como ejem-plos la atencin prestada desde el entorno de Civitas y de la Sociedad deConstruccin Cvica La Ciudad Jardn (sobre todo Cebri Montoliu y Jero-ni Martorell) al urbanismo alemn, que el ayuntamiento barcelons invitar en1914 a Stbben a pronunciar dos conferencias (La Construccin Cvica enFrancia y Alemania, Intervencin del Municipio en el problema de la habi-tacin) as como a redactar un informe crtico sobre el Plan de Enlaces deJaussely, o que, ya en 1920, la misma administracin se dirigiera a varias ciu-dades alemanas con la peticin de envo de proyectos de urbanizacin9.

    5. Sin embargo, los encuentros ms relevantes entre urbanistas espaolesy alemanes se produjeron en Madrid. Ya en 1907 Oskar Jrgens un alumno

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    6. Sorprende sobre todo el escaso eco del pabellnen las revistas profesionales, que contrasta con laatencin prestada poco ms tarde en las nuevas

    revistas barcelonesas a otras obras de Mies comola Casa Tugendhat. Vase: La evolucin del rasca-cielos. En: AC2 (1932), n. 6, pp. 36-38. GATCPAC:El que hauria desser un interior de casa moderna.En: DAci i DAlla21 (1933), n. 173. Villa a Brnn -Mies van der Rohe, arquitecto. En: AC4 (1934), n.14, pp. 30-33. La labor actual de Mies van derRohe. En: AC4(1934), n. 14, p. 34.7. Programa de la Semana Alemana. En: DiarioOficial de la Exposicin Internacional de Barcelo-na, n. 33, 19.10.1929.8. Vase: SOL-MORALES, Ignasi: Ciudad ordena-da y monumental... La arquitectura de JosepPuig i Cadafalch en la poca de la Mancomuni-dad. En: Puig i Cadafalch, la arquitectura entre lacasa y la ciudad, Barcelona, 1989.9. Deutsche Stdtebaukunst in Spanien. En:

    Deutsche Bauzeitung 54 (1920), n. 65, p. 332. Almismo tiempo, tras su segunda estancia en Bar-celona, Stbben recogi en la tercera edicin desu manual (1923) toda una serie de referencias alurbanismo espaol.

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    de Stbben afincado en Espaa, autor de Ciudades Espaolas (1926), el pri-

    mer anlisis sistemtico de la tradicin urbanstica espaola haba propues-to reformar el centro de la capital mediante una monumental Plaza de laConstitucin. El proyecto no se publicara hasta 1920, ocasin que Jrgensaprovech para hablar a sus compatriotas de Espaa como prometedor merca-do10. Al mismo tiempo, en la versin castellana del artculo, instaba a sus cole-gas espaoles a que convocaran concursos internacionales con el fin deobtener los indispensables planes de extensin de las principales ciudades dela Pennsula Ibrica11. Los certmenes llegaran de la mano del Estatuto Muni-cipal de 1924. Dos aos ms tarde Joseph Stbben ganaba el concurso de ante-proyectos para la extensin de Bilbao, la nica ciudad espaola que desde suprimer viaje de 1893 consideraba verdaderamente moderna. Stbben mismo

    calific su propuesta de nuevo viario para la ciudad vasca como un primer planverdaderamente orgnico de ciudad, empleando un ambiguo trmino al queya no dejarn de recurrir los urbanistas alemanes llegados a Espaa12.

    En Bilbao concursaron igualmente Otto Bnz y Fernando Garca Merca-dal en colaboracin. stos se haban conocido en el Seminario Urbanstico dela TH Berln-Charlottenburg, donde Bnz imparta clases como asistente deHermann Jansen13. Mercadal, convencido de la ejemplaridad del mtododidctico all empleado trat de divulgarlo en Espaa con la fe puesta en lacreacin de un nuevo y moderno urbanismo patrio14. Con ese fin tradujo doscompendios de JansenLa metrpoli moderna, 1926) y de Bnz Urbanizacin

    y Plan Regional, 1930)15. La relacin culmin al dirigirse Jansen a Mercadalcon la intencin de participar en el concurso para la extensin de Madrid 16. Deesta forma surgi la extraa colaboracin de Jansen y Secundino Zuazo, quie-nes a priori compartan un escaso inters por las elucubraciones tericas, aun-que desde presupuestos enfrentados: el primero, porque consideraba necesarioconstruir la metrpoli moderna partiendo de los valores de la pequea ciudad(en el sentido de su admirado Sitte); el segundo, por hacer gala de una actitudde empresario inmobiliario. Sin embargo, su esquemtico proyecto comnpara Madrid se alejaba del pragmatismo habitual en ambos y reflejaba lavoluntad por formular un modelo ideal de ciudad articulada orgnicamente.Una posible explicacin reside en el hecho que junto a Jansen y Zuazo con sus

    respectivos equipos hubo una tercera persona involucrada en el proyecto: OttoBlum, un prestigioso ingeniero que vena colaborando habitualmente con Jan-sen en temas de ordenacin de trfico (por ejemplo, para la capital turca) y

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    10. JRGENS, Oskar. Bearbeitung eines stdte-baulichen Entwurfes fr Madrid. En: Stadtbau-kunst alter und neuer Zeit 1(1920), pp. 347-350.11. JRGENS, Oskar. Proyecto de un grupomonumental y nuevo edificio de Parlamento. En:Arquitectura6(1922), n. 8, pp. 327-330.12. STBBEN, Joseph. Kraftwagenverkehr undStadtgestaltung. En: Deutsche Bauzeitung 63(1929), Beilage Stadt und Siedlung, n. 8, p. 88.13. Bebauungsplan fr Bilbao. Architekt OttoBnz-Berlin, Mitarbeiter Architekt Mercadal-Madrid. En: Stdtebau22 (1927), p. 112.14. GARCIA MERCADAL, Fernando. La enseanza

    del urbanismo. En: XI Congreso Nacional deArquitectura, primero de Urbanismo. Madrid1926; El urbanismo, nueva tcnica del siglo XX.En: Arquitectura16 (1934), n. 5, p.119; La vivien-da en Europa y otras cuestiones, Zaragoza, 1998.

    Propuesta para el concurso de extensin de

    Bilbao. 1926. Fernando Garca Mercadal yOtto Bnz.

    Spanische Stdte. Hamburgo, 1926. OskarJrgens.

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    que, a diferencia de sus colegas, s que haba dado cuenta de su ideario ennumerosas publicaciones17. Curiosamente, pese a declararse enemigo del rigo-rismo geomtrico de soluciones como la Bandstadt (ciudad lineal), en una delas ideas centrales de su Stdtebau (1921) estableci un vnculo con los or-genes espaoles del urbanismo europeo al exigir el restablecimiento de un

    equilibrio entre el espacio rural y la gran ciudad.

    6. A riesgo de forzar la analoga puede afirmarse que los trabajos de las nue-vas generaciones de urbanistas y arquitectos alemanes demostraron la actuali-dad de los modelos urbanos postulados por Cerd y Soria, tanto en lo referentea la aplicacin de instrumentarios cientficos como en relacin al ideal de unaciudad ruralizada y su complemento, un campo urbanizado. Esta evolucintuvo consecuencias tambin en Espaa, donde una nueva generacin de arqui-tectos encabezara los debates urbansticos de los aos treinta. En Madrid cabedestacar nuevamente a Lacasa y Mercadal, quienes tras sus respectivas estanciasen Dresde y Berln divulgaran algunos de los conceptos sociales de la arquitec-

    tura alemana (de Muthesius a Taut o Gropius), incidiendo en el inters del socia-lismo espaol por la poltica de vivienda presuntamente obrera materializada enlassiedlungen y losHfe18.

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    15. JANSEN; Hermann. Die Grostadt der Neuzeit.Konstantinopel 1917 / La metrpoli moderna. En:Arquitectura8 (1926), pp. 427-442. BNZ, Otto:Stdtebau und Landesplanung. Wegweiser frFortgeschrittene und Praktiker. Berlin 1928 /Urbanizacin y Plan Regional. Madrid 1930 (Tra-duccin Fernando Garca Mercadal y Otto Czeke-lius). GARCIA MERCADAL, Fernando. LaArquitectura en Alemania: El arquitecto OttoBnz. En: Arquitectura8 (1926), n. 8, pp. 318-326.16. Vase, al respecto, la reciente introduccin de

    Carlos Sambricio a las memorias de Zuazo: SAM-BRICIO, Carlos (ed.). Madrid y sus anhelos urbans-ticos. Memrias inditas de Secundino Zuazo.Madrid, 2003, pp. 13-154. Y del mismo autor:Hermann Jansen y el concurso de Madrid de1929. En: Arquitectura303, 1995, pp. 8-15.17. No era la primer vez que Blum proyectaba enEspaa: ya en 1927 haba obtenido el segundopremio en el concurso para la zona franca delPuerto de Barcelona. Vase: PROETEL, H.:

    Vorschlge fr den Ausbau des Freihafens in Bar-celona nach den beim internationalen Wettbe-werb 1927 preisgekrnten deutschen Entwrfen.En: Jahrbuch der Hafenbautechnischen Gesells-chaft 11(1928/29), pp. 339-367.18. Vanse por ejemplo los artculos publicadossobre esta temtica en Tiempos Nuevos, revista

    quincenal de estudios socialistas municipales, quelleg incluso a reproducir en una de sus portadas(n. 39) una imgen de la Weissenhofsiedlung,induciendo al error de pensar que se tratara deuna colonia de casas baratas.

    Propuesta general para el concurso deextensin de Madrid. 1930. Hermann Jan-sen y Secundino Zuazo.

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    En Barcelona fue el grupo del GATCPAC el que busc dar respuesta a losproblemas de la ciudad contempornea en el contexto de los proyectos repu-blicanos de modernizacin. Un marco poltico y social en el que se localizarontambin los proyectos delBauatelier Gropiuspara unas casas de fin de sema-na en Barcelona (1932) y las escuelas de Konrad Wachsmann en Granada

    (1932-1933). El reposo y la educacin fueron dos temas centrales en las pgi-nas de la revistaACa la hora de formular la idea de una ciudad funcional quecubriera las necesidades de las masas metropolitanas.

    Tampoco en este contexto faltaron las referencias alemanas, aunque fueranmotivo de polmicos distanciamientos: en 1934, dos aos tras la reunin pre-paratoria del cuarto CIAM celebrada en Barcelona, la revistaACatac abier-tamente las trasnochadas ideas de la vieja Stadtbaukunst. Concretamente, elacademicismo de Sitte y los arabescos de Stbben, en apariencia tan dis-tantes de propuestas como la extensin de Madrid (en el que tambin partici-p Stbben) o el Pla Maci19. La crtica no iba tanto dirigida contra los autores

    de teoras consideradas obsoletas, como contra la generacin de discpulosespaoles que copaban los puestos clave de la administracin y las escuelas.Entre estos figuraban los catalanes Emilio Canosa, traductor de Sitte en 1926,o Ricard Giralt Casadess, traductor de Paul Wolf en 1933. Ambos fueron des-de mediados de los aos veinte miembros de la Freie Deutsche Akademie desStdtebaus. Una consecuencia directa fue la publicacin de algunos trabajoscatalanes en Alemania20. La otra que, sobre todo Giralt, en su condicin de fun-dador de la Revista del Cuerpo de Arquitectos Municipales de Espaa, seimplicara en la divulgacin de los idearios urbansticos alemanes, los conser-vadores y los innovadores21. Se ocup, por ejemplo, de resear las ordenanzasmunicipales de Berln, de dar a conocer las obras de Elsaesser, de divulgar las

    ltimas teoras de Gropius, y sobre todo de traducir las voces crticas de la vie-ja guardia de la Stadtbaukunst, como el conocido alegato del veterano Corne-lius Gurlitt contra el dogmatismo geomtrico de Le Corbusier22. Este ltimo nofue un argumento exclusivo de crticos conservadores sino tambin de un fun-cionalista radical como Hugo Hring, quien plante en trminos culturales lacomplementariedad de la ciudad orgnica y la ciudad geomtrica, enfren-tndolas como propias de, respectivamente, lo nrdico y lo mediterrneo.

    7. La revistaAC(1931-1936), el rgano oficial del GATEPAC, se mostrdesde sus inicios cercano a Le Corbusier, haciendo suya la delimitacin delgrupo mediterrneo del CIRPAC frente al de los alemanes y eslavos. El

    mediterraneismo del franco-suizo tenda un puente hacia las tradiciones delNoucentisme en Catalua. Incluso las crticas de Sert contra la arquitecturamiserable de lassiedlungen alemanas puede entenderse desde la defensa deunos ideales estticos clasicistas, de f iliacin mediterrnea. El orden, la racio-nalidad, la claridad o la pureza llegaron a considerarse propiedades originariasdel mar latino (Sert), como parecan demostrar las ejemplares formas de laarquitectura verncula.ACno tard en dar con una nueva isla Utopa: Ibiza,que no pareca necesitar una renovacin antiacadmica porque sencillamenteignoraba la existencia de los estilos histricos. Curiosamente, los artculos queanalizaron enACla arquitectura rural ibicenca fueron redactados no slo pormiembros del GATCPAC sino tambin por emigrantes alemanes afincados en

    las Baleares, como Erwin Heilbronner y Raoul Hausmann. Al igual que a Wal-ter Segal y Walter Benjamin el estudio de la arquitectura rural y sus arcaicasformas de vida les vali para calibrar sus respectivos modos de entender el

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    19. Lo que se ensea en las escuelas superioresde arquitectura. En: AC4 (1934), n.13, p. 13.20. GIRALT CASADESUS, Ricard. Der Platz Catalu-na in Barcelona. En: Stadtbaukunst alter undneuer Zeit6 (1925), n. 6, pp. 81-82; Die Stadter-weiterung von Lerida. En: Stadtbaukunst alterund neuer Zeit6 (1925), n. 12, pp. 177-178.21. COLOMINA, Beatriz. Giralt Casadess urba-nista: un esquema interpretativo. En: RicardGiralt Casadess, Girona, 1982.22. GURLITT, Cornelius: Le Corbusier y el caminode los asnos. En: Revista del Cuerpo de Arquitec-tos Municipales de Espaa2(1930), n. 15, pp. 41-44. Normas modernas de urbanizacin. WalterGropius, el eminente arquitecto alemn, expone

    teoras muy interesantes. En: Revista del Cuerpode Arquitectos Municipales de Espaa 4(1932), n.36, pp. 33-34. Casa baja, casa mediana, casa alta.En: Revista del Cuerpo de Arquitectos Municipalesde Espaa4 (1932), n. 43, pp. 147-152.

    AC 21, (1936). Portada con fotografa deErwin Broner (Heilbronner).

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    progresoincluso en oposicin a las ideas defendidas por buena parte de losarquitectos y urbanistas modernos, ya fueran nrdicos o mediterrneos.

    Si Ibiza poda an representar un mundo arcaico a partir del cual imaginarmodernidades alternativas, Mallorca era ya objeto de los deseos de una munda-na clientela turista. As lo confirman las mltiples propuestas desarrolladas porarquitectos alemanes para la isla a comienzos de los aos treinta, entre los que

    destacan las de Heinz Mritz, Kurt Wolf, Fritz August Breuhaus de Groot oMax Sume. ste ltimo, tras haber trabajado para Hermann Jansen desde1924, se instal en 1932 en Espaa y fue en 1933 autor, junto al constructor,promotor y polemista pro-metrpoli Heinrich Mendelssohn, del proyecto deurbanizacin de la nueva ciudad de Santa Ponsa, al sur de Palma23. Su plan,deudor de las prcticas de Jansen, hace patente cmo en la moderna sociedadde consumo el reclamo turstico de la metrpoli y de la isla no responda ya ala existencia de mundos antagnicos sino a la representacin de escenariosalternativos de una misma cultura global del ocio y los servicios.

    8. Las revistas constituyeron los principales foros de debate sobre los valo-

    res de la nueva arquitectura, como ilustran las publicaciones programticas dela Espaa republicana, entre las que, junto a la barcelonesa AC, destaca lacanaria Gaceta de arte (1932-1936). Pese a que ambas se entendieron como

    Joaqun Medina Warmburg

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    23. Vase: SEGU AZNAR, Miquel. La arquitecturadel ocio en Baleares. La incidencia del turismo enla arquitectura y el urbanismo. Palma de Mallorca,

    2001, pp. 58-63. Para datos sobre Sume y Men-delssohn: MEDINA WARMBURG, Joaqun. GranTurismo. En: Actas del cuarto seminario Docomo-mo Ibrico, Arquitectura Moderna y Turismo,1925-1965. Valencia. 2003.

    Plan General de la nueva ciudad de SantaPona. Mallorca, 1933. Max Sume, Hein-rich Mendelssohn.

  • 7/21/2019 Otxotorena Juan Art Modelo

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    agentes del proceso modernizador del pas, apoyndose recprocamente en esteempeo, llegaron a propagar ideas diametralmente opuestas. La revista cana-ria Gaceta de arte (G.a.) defendi un programa internacionalista condiciona-do por la posicin geogrfica del archipilago, cuyos puertos eran importantesescalas en las rutas comerciales transatlnticas. Desde las pginas de la revis-

    ta se combati el regionalismo y se lanzaron varios manifiestos racionalistascon el fin de difundir las que se consideraban ltimas y ms acertadas expe-riencias centroeuropeas. Uno de los modelos a seguir al menos en opininde Eduardo Westerdahl, el iniciador de la revista era el sealado por lassied-lungen alemanas. Pero, curiosamente, las fotografas publicadas no correspon-dieron a las modernas barriadas de Berln o Francfort, sino a las de Hamburgo,en las que, bajo la batuta de Fritz Schumacher, se trat de otorgar, mediante elKlinker, una impronta local a la nueva arquitectura de la gran ciudad. Una dis-crepancia si cabe ms llamativa se dio entre las aspiraciones polticas de G.a.y el medio social del archipilago, puesta de manifiesto por la labor de losarquitectos alemanes establecidos en aquellos aos en Canarias, que no se

    desarroll en el campo de la vivienda social sino sobre todo en la construccinde residencias suburbanas. El caso ms conocido es el de Richard Ernst Oppel,quien, tras haber participado precisamente en los programas de ref