otras batallas en el alto cenepa

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Pedro Saad Herrera

Las otras batallas en el alto Cenepa

Quito, 2005

Las otras batallas. pg. 2

Las otras batallas 1.- Antes de la Guerra Agosto 10 de 1992. Hay cambio presidencial en Ecuador. Al entregar el poder, Rodrigo Borja, quien ha cumplido sin mayores sobresaltos cuatro aos de ejercicio, le dice a Sixto Durn-Balln, su sucesor en la Presidencia, que le deja un pas en marcha. El espigado (1.87 m) nuevo presidente acepta con su silencio la frase del mandatario saliente. La sala del Congreso Nacional prorrumpe en aplausos. La democracia y la civilizacin parecen garantizadas en Ecuador. Pero no se ha cumplido un mes del nuevo gobierno cuando, el 3 de septiembre de 1992, las diferencias ideolgicas se ponen de manifiesto en el campo econmico. Al gradualismo socialdemcrata de Borja le sigue una dramtica poltica de ajustes econmicos, que todo el mundo atribuye a la autora del vicepresidente Alberto Dahik. El tipo de cambio, importante ndice en una economa de creciente dolarizacin, salta en un 35%, creando un ancla de cambio oficial a 2,000 sucres por dlar. El impacto deja anonadado al pas; pero la credibilidad del nuevo gobierno (que triunf con bastante amplitud en las elecciones del mes de junio) le permite un margen operativo. Tiempo despus, en su Memoria Anual de 1995, la presidenta de la Junta Monetaria, Ana Luca Armijos, definir los cambios como mejoras sustanciales en sistema de diseo y seguimiento de la programacin monetaria.1 Para los opositores de izquierda, el nuevo gobierno dio paso a una gestin aparentemente coherente: se habl y se practic el neoliberalismo.2 El pas est en shock. De poco consuelo sirve que, el 25 de octubre, sea beatificada Narcisa de Jess Martillo Morn, una de las figuras religiosas ms reverenciadas, especialmente en la Costa. El 28 de noviembre, Sixto decidi adelantar una hora el reloj oficial. Las burlas y comentarios irnicos hicieron que la medida, supuestamente destinada al ahorro de energa, durara muy poco. Lo cierto es que Ecuador sigue siendo un pas muy pobre. Y mal alimentado. A fines de ao, el Instituto Nacional de Estadsticas y Censos establece que el consumo promedio de leche al ao es de slo 64 litros por persona, aproximadamente la mitad de los 125 recomendados por la FAO. En los hogares de ingresos bajos, ese consumo es de slo 21 litros. Apenas el 16.8% de la norma internacional. Sin embargo, a pesar de las crticas, el anclaje diseado por la dupla Dahik/Armijos parece dar resultado. La inflacin anual, que en julio fue de 48.9%, se elev bruscamente a 79.4 como resultado de las medidas de septiembre; pero, al concluir el ao haba cado hasta 71.9 y pareca mantener su descenso.3 El optimismo retornaba. Slo dur hasta el 29 de marzo de 1993, cuando una mezcla de catstrofe natural y falta de previsin produjo un violento derrumbe en la zona austral, en el sector conocido como La Josefina, amenazando la indispensable represa de la central hidroelctrica de Paute con un gigantesco desbordamiento de las aguas. Los inteligentes y perspicaces grafiteros de Quito pintarrajearon rpidamente la avenida 6 de diciembre de la capital, con una frase que pareca sintetizar la malevolencia tpica de la oposicin poltica ecuatoriana: No es que las aguas suban -escribieron. Es que el pas se hunde. 1994 comenz con otro spero debate nacional. En abril el gobierno present un proyecto que, con el nombre de Ley de Libertad Educativa, pretenda restablecer en escuelas y colegios pblicos1 2

Banco. Central del Ecuador. Memoria Anual 1995. Pg. 33. A. Acosta: Breve Historia Econmica del Ecuador. Corp. Edit. Ncnal. Quito, 1995. Pg. 156. 3 Banco Central del Ecuador. Memoria Anual 1992. Pg. 73.

Las otras batallas. pg. 3las clases de religin que se haban suprimido desde la revolucin liberal de fines del siglo XIX. En julio se estableci una importante reforma al rgimen salarial, fijando los ingresos en 112,000 sucres mensuales (unos 56 dlares). Pero el mismo mes estall un escndalo que involucraba a la nieta del Presidente de la Repblica, a quien se acusaba de haberse valido de un trfico de influencias para obtener un crdito para su empresa Flores y Miel. De todos modos, 1995 se presentaba promisorio. Fidel Jaramillo, uno de los ms reputados especialistas econmicos, afirmaba que varias son las evidencias que nos hacen pensar en una mayor reactivacin en 1995.4 Jaramillo esperaba un crecimiento del PIB de un 5%, un descenso de la inflacin, de 27.4% a 20.1%, y una brusca cada de las tasas de inters, de 33.5% a un manejable 28.6%.5 Jaramillo no era el nico optimista. La empresa Multiplica estimaba que la inflacin bajara hasta el 15% y pronosticaba un supervit fiscal del 0.5%; el importador de vehculos Nicols Espinosa reconoca que su empresa haba crecido un 38.5% en un ao; el empresario de la construccin Gonzalo Sevilla admita un 40% para la suya; Enrique Escudero, del sector agroindustrial, anunciaba un proyecto de ampliacin, y Andrs Hidalgo, del poderoso Banco del Pichincha, resuma: vemos 1995 con optimismo; hay empresarios con mente positiva y una comunidad internacional que mira al pas con mejores ojos.6 As comenz 1995. En las salas de cine, la muy verstil Meryl Streep se inauguraba como protagonista de un filme de accin, Ro Salvaje, y las jovencitas podan suspirar por partida triple, pues Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas compartan sanguinolentos honores en la Entrevista con el Vampiro. En la pantalla chica, la curvilnea Thala acaparaba el primer lugar del rating en la telenovela Marimar, que aventajaba con mucho a Dulce Tormento, otra telenovela, donde el papel de una mujer caprichosa y malvola corra a cargo de la ecuatoriana Vilma Sotomayor. La poltica nacional se estremeca con un muy cuestionable empleo de los gastos reservados de la Presidencia que, segn se afirmaba, habra destinado 9,158 millones de sucres (ms de cuatro millones y medio de dlares) que fueron entregados a cinco diputados, con el poco encubierto propsito de virarlos de la oposicin al gobiernismo. El sistema era bastante elaborado: los diputados cohechados usaban ese dinero para entregarlo, sin los engorrosos procedimientos legales y con sobreprecios que se estimaron en unos 350 millones de sucres, a 14 cantones, en cinco provincias distintas. Las autoridades municipales declararon: Nos obligaron a aceptar pro formas falsas, a entregar cheques en blanco a cambio de los cheques de la Presidencia, y nos amenazaron con no darnos el dinero si no firmbamos esos contratos.7 Pero el verdadero tema espinoso era una polmica establecida entre el ahora alcalde de Guayaquil y ex-presidente Len Febres-Cordero con el Ministro de Defensa, general Jos Gallardo, a quien Febres-Cordero haba calificado como pequeo de cuerpo y alma.8 Pero, nadie se alarmaba en exceso. No eran ms que las normales vicisitudes de la poltica en un pas del Tercer Mundo que segua siendo la que Rodrigo Borja haba llamado isla de paz, a diferencia de lo que aconteca en Colombia y Per, vecinos desgarrados por violentos enfrentamientos civiles. En esos momentos, cuando 1994 estaba por terminar, nadie poda predecir que aquella isla de paz estaba por concluir.

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Revista Gestin. Diciembre, 1994. Pg. 10. dem. Pg. 11. 6 ibdem. Pg. 16. 7 Vistazo. N 658, enero 19, 1995. Pg. 12. 8 dem. Pg. 5.

Las otras batallas. pg. 42.- La Guerra9 La primera noticia que la poblacin civil ecuatoriana tuvo sobre el conflicto fue el 7 de enero de 1995, y an entonces bajo forma de un tranquilizador informe del Ministerio de Defensa. De hecho, al lado de la noticia publicada en El Comercio haba una foto que recoga un aparte previo al almuerzo de los ministros de Estado, con motivo del saludo protocolario de ao nuevo al presidente. Tanto el Ministro de Defensa, general Jos Gallardo, cuando el de Salud, doctor Alfredo Palacio, an vestan traje formal civil, que pronto canjearan por el uniforme de campaa.10 La noticia de prensa afirmaba que las autoridades militares desmintieron -una vez ms- las versiones de presuntos choques entre tropas ecuatorianas y peruanas. Ms adelante el comunicado reiteraba que no existe ni se ha dado enfrentamiento alguno entre elementos armados en ningn lugar de la frontera. En cuanto al dato de un soldado ecuatoriano muerto el 19 de diciembre, se lo atribua a un accidente mientras se realizaba el abastecimiento a los destacamentos de Gualaquiza y del sector Sur-Oriental11 El comunicado, si bien reflejaba la verdad de los hechos al negar los enfrentamientos armados, no dejaba traslucir la enorme tensin que ya se viva en la zona, donde pronto se desarrollaran los acontecimientos. No es ms que una curiosidad; pero poco tiempo antes, en diciembre de 1994, el general Paco Moncayo haba concedido una entrevista a Vistazo en la que haba afirmado: "ala historia de la humanidad nos ensea que es ms fcil la solucin de un conflicto slo cuando existe un poder similar entre ambos bandos Nunca los pases fuertes han hecho concesiones a los dbiles. As que no creo posible una solucin pacfica al conflicto con el Per en estos momentos. Puede darse a futuro, en una circunstancia en que los intereses comunes sean ms altos que las desaveniencias".12 a.- La tensin previa. La realidad es que, a partir del 12 de diciembre de 1994, en el sector del Alto Cenepa se viva una situacin de tensin extrema. Segn el relato pormenorizado del general Paco Moncayo Gallegos, comandante del teatro de operaciones,13 ese da el teniente coronel peruano (Manuel) Lazarte, comandante del Batalln de Selva Callao, present un ultimtum al teniente coronel (Csar) Aguirre, comandante del Batalln de Selva Gualaquiza, amenazndolo con desalojarlo, por las armas, de sus bases en las cabeceras del ro Cenepa si no se retiraba ese fin de semana14 El 12 de diciembre fue lunes, de modo que Lazarte slo otorgaba hasta el lunes 19 de diciembre. Preocupados por estas actitudes groseras y arrogantes que, se pens, podan deberse a una actitud personal de Lazarte, se recurri a un procedimiento que haba sido usual en los ltimos aos, para evitar indeseables choques armados en la frontera: Conversar telefnicamente con el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas peruanas. El seor General Vctor Manuel Bayas realiz varias llamadas a Lima, pero el General Nicols Hermoza se neg a responderlas.15En otra seccin de este mismo volumen se narran y analizan detalladamente las acciones militares. En esta seccin se incluye un resumen general para no perder coherencia narrativa del captulo. 10 El Comercio. Sbado 7 de enero de 1995. 11 Se trataba del cabo Nelson Patricio Mera Bastidas, mecnico de helicpteros de la aviacin del ejrcito. 12 Vistazo. N 651. 29 de septiembre de 1994. 13 Las citas del Parte de Guerra del general Moncayo estn tomadas de la publicacin de este documento en el vademcum Ecuador Total 1996, edit. Publimprent. Guayaquil, 1996. Pgs. 35 ss. 14 Paco Moncayo. Op. cit. Pg. 37. 15 dem.9

Las otras batallas. pg. 5Se anunciaba tormenta. Sin perder un segundo, se form el Agrupamiento de Selva Miguel Iturralde y se decidi confiar su mando al comandante de la brigada 21, teniente coronel Luis Hernndez Peaherrera, y agregarle el Grupo de Fuerzas N 26, al mando del tnte. crnel. Luis Aguas; el Batalln de Selva Gualaquiza, comandado por el tnte. crnel. Csar Aguirre; el Escuadrn Areo del Ejrcito, cuyo jefe era el mayor Jorge Villegas; una compaa de artillera antiarea, comandada por el capitn Alexander Levoyer y una compaa de transmisiones, al mando del mayor Byron Barriga. El general Moncayo se traslad de inmediato a la zona. A las 10:00 del 16 de diciembre, mientras se encontraba finalizando un curso especializado, Hernndez recibi la orden de presentarse de inmediato ante el Comandante General del Ejrcito, general Jorge Ortega, a quien encontr en el despacho del Ministro de Defensa. Slo all se enter del peligro inminente. Alcanz a dejar una nota para su esposa y su hijo, y march a Gualaquiza. Paco Moncayo ya estaba all. Le tendi el informe de Csar Aguirre, en el que se narraba el encuentro con el peruano Lazarte. Segn los recuerdos de Hernndez no me qued la menor duda de que el ejrcito peruano en el rea nos atacara en cualquier momento en el Alto Cenepa, a la vez que tratara de construir instalaciones en nuestro sector, con el fin de justificar una permanencia que no haba tenido nunca en el rea.16 Utilizando otros trminos, es la misma afirmacin del general Moncayo: Puede ser que existan dobles interpretaciones de la verdad en los trminos histricos; pero hay realidades geogrficas que es necio pretender desconocer. Una de stas es la inexistencia deldivortium aquarum" entre el ro Santiago y el ro Zamora y, por ende, el error geogrfico tanto en el Protocolo como en el Laudo de Daz de Aguiar. Esto implica que no haya el lmite ni la demarcacin en un importante segmento de la frontera; sin embargo, el "modus operandi" del gobierno y de las Fuerzas Armadas peruanos algunas veces slo de stas- ha sido el de imponer suverdad por la fuerza:Yo digo que la frontera es sta, y es as porque yo, que soy ms fuerte, lo digo. Si los ecuatorianos creen lo contrario, que vengan a sacarnos".17 Se mantena una preparacin constante. Se hablaba de la guerra como algo inevitable. Luis Hernndez lo explica de la manera siguiente: Me dirig a todo el Agrupamiento y les dije en pocas palabras que habra guerra y que el tiempo que tuvisemos hasta que ella llegue haba que aprovecharlo para poder enfrentar de la mejor manera posible al enemigo que nos ataque.18 Hernndez, como buena parte de la oficialidad ecuatoriana, haba sido educado en los mejores cursos internacionales de su especialidad, y su Diario est lleno de citas de tratadistas e historiadores de distintos lugares, incluso de poetas, como William Butler Yeats, de quien tom el epgrafe general de su libro (la nacin que insista en trazar una lnea demarcatoria entre el hombre que combate y el hombre que piensa, estar expuesta a que combatan los tontos y piensen los cobardes). Esta sera una guerra entre ejrcitos; pero tambin una confrontacin entre individuos. El choque conceptual entre los comandantes de uno y otro bando sera tan importante como los enfrentamientos armados. b.- Los comandantes. Para comprender las motivaciones polticas y personales que subyacen bajo el conflicto armado de 1995, es indispensable tomar en consideracin que, para el 9 de abril de 1995, estn convocadas en Per elecciones generales y que, de acuerdo con las modificaciones constitucionales introducidas ad hoc por el rgimen, el presidente en ejercicio, en este caso el16 17

Luis Hernndez: Diario de un comandante. Corp. Edit. Ncnal. Quito, 1997. Pg. 19. P. Moncayo. op. cit. Pg. 36. 18 L. Hernndez: op. cit. Pg. 19.

Las otras batallas. pg. 6ingeniero Alberto Fujimori, poda optar por la reeleccin. Muchas voces de la oposicin poltica peruana han aceptado, en distintos momentos y en diversos medios de comunicacin, que por lo menos algunas de las decisiones adoptadas por las instancias polticas limeas estuvieron condicionadas por la proximidad de estas elecciones. Es conveniente tambin recordar que los movimientos insurgentes de Per, notoriamente Sendero Luminoso, forzaron durante los ltimos aos una situacin de virtual guerra civil, que comprometi no solamente a las instancias policiales peruanas, sino igualmente a buena parte de su Fuerza Armada. En el Alto Cenepa iban a chocar un ejrcito altamente profesional, constitucionalista y apoltico, como a la sazn era el ecuatoriano, con su similar de Per, que vena de librar una cruenta lucha interna. Una lucha poltica. Finalmente, ya para 1995, el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), bajo la direccin del muy poderoso asesor presidencial Vladimiro Montesinos, haba adoptado tcnicas y estilos de represin que muchos polticos peruanos consideraban al borde del sistema constitucional. Esta suma de factores influy fuertemente en la organizacin del ejrcito y, al tiempo que se haba mantenido como comandante del mismo por cuatro aos al general Nicols de Bari Hermoza Ros, existi una purga de otros altos oficiales a fines de 1994. Uno de estos oficiales retirados del servicio fue el general Walter Ledesma. Sus compaeros de armas lo calificaban como un oficial brillante. Ledesma ascendi a general de brigada a los 45 aos; y fue comandante general de la 9 Divisin Blindada en Tumbes y jefe de Estado Mayor de la 5 Regin Militar. A continuacin reproducimos fragmentos de una extensa entrevista que el general Ledesma concedi a la prestigiosa revista Caretas, bajo el ttulo general El enemigo del Per se llama Paco Moncayo 19 - Cmo reaccion cuando se enter por las noticias de la ms reciente invasin ecuatoriana? - En 1990 fui el jefe de la Oficina de Informacin del Ejrcito, all tuve acceso a algunos de los escritos y las declaraciones del general ecuatoriano Paco Moncayo, el actual jefe de Estado Mayor General del Ejrcito ecuatoriano y comandante de las Fuerzas Terrestres en la zona del Alto Cenepa. Conozco el pensamiento del actual comandante del Alto Cenepa por el lado de Ecuador porque estuvimos juntos como agregados militares en 1986 en Israel. -Inform usted a sus superiores sobre la personalidad del general Moncayo y el riesgo que implicaban sus declaraciones? - S. Lo hice ante el Estado Mayor General del Ejrcito. Pero la atencin en esos aos estaba fundamentalmente orientada a la guerra interna y esta informacin slo fue un elemento de juicio. - Usted cree que se puede justificar el descuido de nuestras fronteras con la participacin en la guerra interna? - De ninguna manera, el Ejrcito es el responsable de la soberana nacional, esa es su responsabilidad primordial. Los problemas de orden interno pueden ser complementarios a la accin de la Polica Nacional, que por cierto desempe un rol exitoso. La prueba fue la captura de Abimael Guzmn. Eso fue lo que capitaliz el ejrcito ecuatoriano. Sus autoridades han declarado que ellos se han preparado catorce aos para este conflicto.20 Entonces disearon una tctica para poder resistir, creo que se debi tener en cuenta esta premisa. El resultado fue que hubo un bando que modific sus procedimientos, mientras que el otro bando fue al campo de batalla con los procedimientos utilizados en el conflicto anterior y ese bando fue el nuestro. - Hemos perdido o hemos ganado esta guerra? - Mire, uno de los dos bandos en conflicto ha celebrado pomposamente la victoria. EseCaretas. N1356. 30 de marzo de 1995. Es evidente que el general Ledesma hace referencia al conflicto de 1981, en torno a Paquisha y otros puntos fronterizos.20 19

Las otras batallas. pg. 7bando lamentablemente ha sido el ecuatoriano y se ha dado el lujo de hacer alusiones hirientes a nuestra dignidad nacional. - Quin va a terminar por asumir la responsabilidad de esta derrota? - Tendr que ser el gobernante al que le toc conducir este conflicto, junto a su Comando Conjunto. - El comandante general del Ejrcito ha declarado repetidas veces que l ha obedecido las rdenes del Presidente de la Repblica. - Sun Tsu, 500 a.C., deca que ganar una guerra el bando que est preparado militarmente siempre y cuando quien comande ese ejrcito no est interferido por el soberano. - Aqu ni siquiera hemos liberado Tihuinza. - No. - Cul es su anlisis de la estrategia ecuatoriana? - Pienso que Ecuador para llegar a este diseo de guerra prolongada ha desarrollado una estrategia basada en la perseverancia, en la insistencia, trazando un objetivo nacional. Han capacitado a sus cuadros de una manera muy especial. Ese referente, adaptado a las condiciones propias de un pas como Ecuador, que viene educando generacin tras generacin a diferentes ncleos de su sociedad para reclamar lo que ellos llaman sus derechos conculcados por el Per, es el fundamento de su estrategia militar. - El general Moncayo ha trazado esta estrategia? - El ha dirigido al equipo que ha trazado la estrategia. El ao pasado Moncayo fue el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Armada. En ese rol fue el que plante la necesidad de mantener el canon petrolero para las FF. AA., as como todos los presupuestos que demandaban. Ahora comanda la guerra. Entiendo que l ha preparado psicolgica, anmica y doctrinariamente a todos los cuadros, porque sus hombres le tienen un respeto muy grande. Tiene ascendiente no slo en el Ejrcito sino tambin en las Fuerzas Armadas y en la sociedad ecuatoriana, adems de ser doctor en ciencias internacionales. - Cmo es Paco Moncayo? Es un general joven, muy carismtico, simptico, inteligente y enemigo del Per. Capaz de lo que ha hecho y de algo ms. Se ha preparado para enfrentarse al Per desde hace tiempo, fue uno de los ms jvenes asesores del general Levoyer, quien negoci con el almirante peruano Dubois en 1981. Conoce todos los instrumentos jurdicos previos al Protocolo de Ro de Janeiro y ha estudiado profundamente el Protocolo, es un hombre que alimenta de informacin y planteamientos a las Fuerzas Armadas ecuatorianas. El ha dedicado su vida al estudio de la guerra y se ha especializado en los conflictos entre Per y Ecuador.21 Luego del conflicto armado, la prensa peruana estuvo llena de comentarios de esta clase. El penetrante analista Fernando Rospigliosi haca la siguiente reflexin: La imagen que Fujimori trata de vender, es que l lo tena todo previsto y planificado. No slo eso. Afirma que no cometi errores y que, cuando estall el conflicto, todo estaba a punto. Si esto fuera cierto, por qu perdimos entonces?22 Varias semanas antes, ya en febrero de 1995, el mismo Rospigliosi evidenciaba las falacias del rgimen Fujimori en un artculo significativamente titulado La peor derrota desde 1879.23 Aqu algunos fragmentos de ese artculo: No se conoce exactamente el nmero de bajas, pero al parecer son mayores del lado peruano. Eso es plausible, pues nuestras fuerzas armadas tuvieron que atacar, desde posiciones desfavorables, instalaciones protegidas con campos minados y fuertemente defendidas.21 22

Caretas. loc. cit. Caretas. N 1357. Abril 6, 1995. 23 Hace referencia a la llamada Guerra del Pacfico, cuando Per fue derrotado por Chile.

Las otras batallas. pg. 8El Per perdi, comprobadamente, 4 aviones: dos Sukhoi, un A37 y un Canberra, mientras Ecuador slo admite un A37 averiado. Per perdi, comprobadamente, dos helicpteros; podran ser ms y Ecuador, que se sepa, ninguno. Jams nuestra Fuerza Area haba sufrido prdidas de esa envergadura. Y todo esto frente a un adversario al que Per siempre haba derrotado cuando se atrevi a agredirnos, y desalojado cuando se infiltr en nuestro territorio, tanto en 1941 como en 1981, para no hablar de lo ocurrido en el siglo pasado. La batalla propagandstica tambin se perdi, y Ecuador ha logrado que sus tesis sean aceptadas en mucho mayor grado que las peruanas en casi todo el mundo. El Per, que aparece ante los ojos del mundo como el agresor, est en una posicin crtica. Ahora no se puede sacar a las tropas ecuatorianas de nuestro territorio. Y si se intenta desalojarlas por la fuerza ms adelante, la comunidad internacional probablemente reprobar esa accin.24 La misma revista, citando el documento Los principios de la guerra, elaborado por altos oficiales de las FFAA, cuestionaba toda la conduccin militar del conflicto y la subordinacin al mando poltico, y conclua diciendo: La creacin de la 6 Regin Militar es innecesaria y contraproducente y slo obedece a la necesidad de encubrir la falta de profesionalismo demostrada por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas en la conduccin de las operaciones militares.25 Como se dice en los juicios: a confesin de parte, relevo de pruebas. c.- Los primeros combates. La desproporcin en capacidad de fuego de los dos bandos era enorme. Ecuador, sumadas todas sus fuerzas, tena sobre las armas a un total terico de unos 57,500 hombres, frente a unos 124,000 de Per. Algo ms del doble. Tambin el equipamiento era desproporcionado. Ecuador dispona de unos 253 carros de diferente tipo, frente a unos 1,095 de Per. 2 submarinos frente a 8. 12 buques de combate frente a 18, que incluan 2 cruceros. Y un total de unos 63 aviones y 78 helicpteros de diferente tipo, para enfrentar a unos 150 aviones y 88 helicpteros peruanos.26 Como es lgico, una diferencia cuantitativa tan considerable obligaba a Ecuador a privilegiar los valores cualitativos, de preparacin personal y tecnologa, que a la postre resultaron ms eficientes en un teatro de operaciones tan restringido. En los primeros momentos, las fuerzas ecuatorianas trataron de evitar el choque, adhiriendo a la llamada Cartilla de Comportamiento, elaborada en 1991, precisamente con el fin de impedir escaladas de conflictos. El general Moncayo narra detalladamente este perodo: Como se mantenan los contactos a nivel de mando del rea, se instruy al Comandante de la brigada, Jos Grijalva, para que se rena con el General Lpez Trigoso, se exija suspender las actividades hostiles y le plantee los siguientes asuntos: Continuar aplicando la Cartilla de Comportamiento acordada por los dos ejrcitos; mantener el status quo y dejar que sean las cancilleras las que resuelvan el problema, y que se eviten acciones que puedan originar enfrentamientos armados. La respuesta del General peruano fue que el Protocolo de Ro de Janeiro y el laudo arbitral de Daz de Aguiar establecan con claridad que esos territorios eran peruanos y que no haba nada que discutir. Cuando el 9 de enero fue capturada una patrulla peruana, se aplic la Cartilla de Comportamiento. Regresaron los soldados peruanos a Soldado Pstor, el destacamento peruano conocido tambin como Puesto de Vigilancia 1 (PV1). Dos das despus, nuevamente fueCaretas. N 1350. Lima, febrero 16, 1995. Caretas. N 1357. Lima, abril 6, 1995. 26 El diario quiteo Hoy public varias separatas con el ttulo genrico de La epopeya del Cenepa. Estos datos vienen del N 1, Pg. 6.25 24

Las otras batallas. pg. 9interceptada otra patrulla, esta vez de 12 hombres, la cual al ser requerida para que se detenga respondi con fuego. Fue repelida y se dispers, abandonando sus equipos. En la tarde se autoriz y se dio facilidades para que fuerzas peruanas busquen a los soldados dispersos. Pocos das despus pudimos descubrir que todas esas patrullas eran parte de la fuerza mayor que estaba infiltrando el Ejrcito peruano con el fin de crear destacamentos militares muy cerca de la lnea que ellos pretenden imponernos como frontera. Con el afn de evitar que escale la violencia, el mando ecuatoriano dispuso que se evite toda accin que pudiera interpretarse como provocacin. Se orden, entre otras cosas, que los helicpteros no sobrevuelen el rea. Los mandos peruanos malinterpretaron esa actitud como signo de debilidad y comenzaron a sobrevolar con sus helicpteros sobre nuestro territorio.27 Los diarios del viernes, 13 de enero, llevaron las primeras noticias al gran pblico. Incidentes en la frontera sur titulaba la primera pgina de El Comercio, y especificaba que autoridades militares revelaron que en la semana que concluye se produjeron dos incidentes en puestos fronterizos de Ecuador y Per. Cancillera protest. La crnica narraba el encuentro de la tarde del 9 de enero y se refera a que el mircoles 11, cerca de las 13h00, otra vez una patrulla peruana, conformada de (sic) 10 miembros fue sorprendida en territorio nacional. Al recibir la orden de alto, abri fuego contra la patrulla ecuatoriana, que tambin hizo uso de sus armas, sin sufrir bajas.28 En otra nota de la misma edicin, el diario citaba un despacho de la agencia EFE, enviado desde Lima, que daba a conocer que un funcionario de Torre Tagle (Ministerio peruano de RREE) inform que esa dependencia no se pronunciar, al menos por ahora y evit hacer cualquier comentario.29 El domingo 15 de enero, el tnte. crnel. Hernndez anot en su diario: El teniente coronel Luis Aguas me inform que las tropas peruanas desean construir un helipuerto cerca de Cueva de los Tayos, en vista de que existe una reunin con los mandos ecuatorianos. Indiqu al tnte. crnel. Aguas que no es verdad tal reunin y que todo es un engao. Lamentablemente, debido a nuestra posicin de no provocar, no aterrizamos con nuestros helicpteros en el helipuerto que tenemos construido en Cueva de los Tayos, lo cual nos hace ceder iniciativa a los peruanos.30 A la noche del mismo da, Hernndez constataba: La moral del Grupo de Fuerzas Especiales N 26 es muy alta, lo cual demuestra que el tnte. crnel. Luis Aguas ha realizado un gran trabajo como comandante. Cuando estuve en el Batalln de Selva N 63 (comandado por Csar Aguirre) pude constatar tambin que la moral en el batalln era buena.31 El primer encuentro cara a cara parece haber tenido lugar el mircoles 18 de enero. Cerca de Cndor Mirador, en el lugar conocido como Observatorio N 2, dos patrullas se encontraron en lo abrupto de la selva. En la narracin del tnte. crnel. Hernndez, el momento en que las patrullas peruanas tomaron contacto con las ecuatorianas, sus miembros, cubrindose la cabeza con las manos, se lanzaron a los costados de la pica, sin tomar actitud de defensa o de precaucin. El capitn Mauricio Silva, comandante de la patrulla ecuatoriana, explic al comandante peruano que se encontraban en territorio ecuatoriano, ante lo cual los miembros de su patrulla le reclamaron: No ve, mi suboficial? Estamos en territorio ecuatoriano, y usted nos quiere hacer matar de gana .32 Con el laconismo propio de un parte de guerra, el general Moncayo relata: Casi por casualidad, los pilotos de un helicptero que realizaba un vuelo de abastecimiento, descubrieron un desbroce muy cerca de la lnea de cumbre que divide las cuencas hidrogrficas del ro Cenepa y del ro Coangos. Se dispuso un reconocimiento y se detect que estaban desarrollando la infraestructura para instalar un destacamento. Se trataba de una fuerza de alrededor de un27 28

P. Moncayo. op. cit. Pgs. 37/38. El Comercio. 13 de enero de 1995. 29 El Comercio. edic. cit. 30 L. Hernndez. op. cit. Pg. 57. 31 L. Hernndez. op. cit. Pg. 60. 32 L. Hernndez. op. cit. Pg. 65.

Las otras batallas. pg. 10centenar de hombres.33 La pasividad frente a este hecho hubiese tenido un costo estratgico muy alto. El 24 de enero se orden el desalojo. A las 12:00 el general Moncayo lleg a Gualaquiza. A las 14:00 se dirigi a Tiwintza y Coangos. En este ltimo sitio, Luis Aguas inform que se propona reorganizar el dispositivo y salir a efectuar el desalojo de los infiltrados en Base Norte. Moncayo tom la decisin de encomendar la accin de desalojo al capitn Isaac Ochoa, al mando de Tiwintza. A las 18:30, el mayor Jorge Villegas (Tiwintza) inform que los peruanos haban izado su bandera en el helipuerto de la cabecera del Cenepa. La noticia caus la iracundia lgica, y ni siquiera el general Moncayo, un hombre habitualmente mesurado en sus expresiones, pudo contener las palabrotas. Hernndez pens en enviar a la maana un helicptero artillado para lanzar rockets sobre el sitio; pero reconsider, pues se perdera el efecto sorpresa en la operacin terrestre. La guerra era ya irreversible. En Quito, al filo de la medianoche, el Consejo de Seguridad Nacional hizo llegar a la prensa un comunicado que informaba de los incidentes del 9 y el 11 de enero, y daba cuenta de que el seor Presidente de la Repblica convoc ayer (23) en la maana a los embajadores de los pases garantes del Protocolo de Ro, para darles a conocer oficialmente lo sucedido y solicitarles la cooperacin de sus respectivos gobiernos para lograr una solucin de esos problemas.34 Era un gesto importante que Ecuador hablara de pases garantes del Protocolo de Ro y no se refiriera a ellos simplemente como pases amigos, como haba sido la tradicin ecuatoriana para evitar la mencin del Protocolo. Un significativo cambio, que evidenciaba una voluntad de arreglo pacfico. Un gesto que no tuvo respuesta. El mircoles 25 de enero transcurri en medio de la tensin imaginable, a la espera de las comunicaciones del capitn Ochoa, quien guardaba silencio de radio a medida que se aproximaba a las posiciones de la infiltracin peruana. A las 16:30, Aguas comunica que an no tiene informacin de Ochoa, pero que estima que estar muy cerca del objetivo. Jueves 26 de enero. A las 07:00, Hernndez llama a Luis Aguas. - Sol, Sol (tnte. crnel. Luis Aguas) Aqu Zul. Aqu Zul (tnte. crnel. Luis Hernndez), cambio Sol, no te copi. Tu seal es cero. A ver si me repites. Cambio. - Aqu Sol, Zul. Aqu Sol Los que estn al Norte (Ochoa y sus 50 hombres) estn a 400 metros del punto. Cambio. - Han encontrado el lugar donde se pone la Diana? (donde se posa el helicptero) - Ya te indiqu A 400 metros del punto. Cambio. - Afirmativo. Afirmativo, Sol. Nos mantenemos en QAP (a la escucha). Estamos con ustedes. Terminado.35 No fue sino a las 18:00 cuando Sol llam a Zul para anunciarle que haba comenzado la toma de Base Norte. El ataque se haba iniciado con fuego de morteros. En realidad, la operacin haba arrancado a las 17:55, y fue tan intenso y exitoso el ataque que 20 minutos despus todo haba concluido. A la noche se intercept una comunicacin peruana que ya daba cuenta de los hechos. La Guerra del Cenepa haba comenzado. d.- La lucha abierta. A partir del 26 de enero, fecha que seala el inicio de las hostilidades, los acontecimientos se precipitan. De las acciones de los das anteriores haban quedado en claro dos estrategias distintas: Militarmente, Ecuador asuma una postura defensiva; pero, como lo evidenciaba el desalojo del helipuerto, no estaba dispuesto a retirarse de sus posiciones histricas;33 34

P. Moncayo. op. cit. Pg. 38. El Comercio. mircoles, 25 de enero de 1995.. 35 L. Hernndez. op. cit. Pg. 79.

Las otras batallas. pg. 11diplomticamente, estaba presto a la negociacin (incluso aceptando la vigencia del Protocolo de Ro) y solicitaba la intervencin de los pases garantes; en el terreno de la comunicacion se evidenciaba una clara articulacin de centros oficiales y medios privados de prensa, sobre la base de garantizar un flujo informativo veraz y oportuno; muy pronto se pondra de manifiesto un manejo de la crisis absolutamente alejado de la poltica interna. El caso peruano pareca exactamente contrario. Como resultado de la ardorosa campaa electoral, la politizacin era generalizada en Per y, como se desprende de la entrevista con el general Ledesma, ella inclua a las Fuerzas Armadas; la Cancillera peruana, habitualmente considerada entre las mejores de Amrica, corra la misma suerte; la informacin, como hemos visto, careca completamente de credibilidad. Las afirmaciones de Ledesma, de que su bando enfrentaba este conflicto con las mismas caractersticas de 1981, era un hecho. Un hecho que pronto se evidenciara fatal. Cuando las fuerzas ecuatorianas entraron a la destruida Base Norte, hallaron tres cadveres, provisiones para dos semanas y abundante armamento y equipo, abandonados por el resto de hombres que, heridos y asustados, se internaron en una selva desconocida. Nunca ms aparecieron.36 El mismo da 27 se desplegaron acciones en varios frentes. En el terreno militar, a las 06:00 Aguas inform a Hernndez que se haba iniciado el fuego en Cueva de los Tayos. Llova torrencialmente. A las 16:00, los combates continuaban. En su diario, Hernndez registra las primeras dos bajas ecuatorianas: los soldados Vicente Arnulfo Rosero Palacios y Angel Olivo Rivera Surez. A las 16:45 se considera la utilizacin de aviones. En capacidad operativa inmediata hay 2 aparatos A-37 en Macas y 4 en la base de Taura. El coronel Jos Grijalva pide autorizacin a Quito para el empleo de la aviacin y Quito niega el permiso. Todava se estima que el conflicto puede mantenerse a bajo nivel. A las 19:15 llega Paco Moncayo y confirma la negativa para el empleo de la aviacin. Autoriza el empleo de un lanzador de cohetes conocido como BM-21. En el frente diplomtico, la Cancillera ecuatoriana rechaz en su integridad un comunicado de Torre Tagle que acusaba a Ecuador de haber atacado con helicpteros un puesto de vigilancia en la zona del Coango Cenepa. Ser slo ms tarde cuando Per reconocer que fue el ingreso de una patrulla peruana el elemento detonante de las acciones del 26 de enero.37 En el frente informativo, a las 11:00 del 27 de enero se realiza la primera reunin del Consejo Nacional de Comunicacin Social. Asisten: SENACOM (Secretara Nacional de Comunicacin Social), los presidentes de AER (Asociacin Ecuatoriana de Radiodifusin), AEDEP (Asociacin Ecuatoriana de Editores de Peridicos) y AECTV (Asociacin Ecuatoriana de Canales de Televisin), el jefe de Relaciones Pblicas de Cancillera y un representante de la Asociacin de Corresponsales Extranjeros, el director de CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo de Amrica Latina) y el tnte. crnel. Alberto Molina, director de Relaciones Pblicas y Protocolo del Ministerio de Defensa. Preside la reunin el general Jos Villamil. Este Consejo Nacional ser el encargado de difundir la informacin oficial y coordinar todas las acciones de prensa. Es digno de destacar que, desde el primer momento, surge una amplia y fraterna colaboracin entre las instancias pblicas y los medios privados de comunicacin. Es la garanta de la veracidad. El representante de los corresponsales de la prensa extranjera resalta que se lo haya invitado a formar parte de este equipo central. Los primeros datos enviados al exterior resaltan la voluntad ecuatoriana de decir la verdad, toda la verdad y nada ms que la verdad. Todos los frentes de lucha estn de pie.

Diario Hoy. Separata citada. N 1, pg. 10. Tambin diario El Universo public varios fascculos con el nombre genrico de Ni un paso atrs. Estos datos figuran en el N 1, pg. 7.37

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Las otras batallas. pg. 12e.- Cronologa resumida. Por razones diversas, meteorolgicas entre otras, el 28 de enero las operaciones fueron de baja intensidad. Sin embargo, en el Boletn de Informacin (En lo ulterior, BI) 05, emitido a las 18:00 se informa que un avin caza peruano se infiltr unas 9 millas en territorio ecuatoriano a las 12:15. El aparato fue interceptado por la FAE (es decir, se lo registr en los radares), ante cuya presencia huy a su territorio.38 A la maana se report que un helicptero peruano fue averiado sobre Tiwintza.39 El 29 de enero, fecha aniversaria de la suscripcin del nefasto Protocolo de Ro de Janeiro, fueron atacados los destacamentos de Coangos, Teniente Ortiz, Etza y las posiciones organizadas entre la Y y la Cueva de los Tayos. Los ataques fueron repelidos, fueron derribados dos helicpteros enemigos y las bajas ecuatorianas se incrementaron a cinco muertos, cuatro heridos y dos desaparecidos.40 En realidad, este da (domingo) vio el primero de los ataques masivos del ejrcito peruano. A las 10:00 5 helicpteros atacaron Etza, mientras una patrulla presionaba sobre Cueva de los Tayos; en el destacamento de Tnte. Ortiz se registraron al menos 7 bajas peruanas y un ecuatoriano herido. Un helicptero peruano fue derribado. En el Boletn de Informacin de las 16:00 se da cuenta de la muerte del soldado Hctor Pilco. Fue el primer contra-ataque de la aviacin del ejrcito ecuatoriano, que bombarde el destacamento Pachaktik, que no fue desalojado por Per, pese al Pacto de Caballeros de 1991.41 Era evidente que la resistencia ecuatoriana tom por sorpresa al enemigo. Recin el 1 de febrero (mircoles) reiniciaron sus ataques en diversos frentes y, al intentar penetrar hasta Machinaza, las fuerzas peruanas cayeron en un campo minado, con bajas indeterminadas.42 El jueves 2 se mantuvieron los ataques, con resultados similares. El da 3 de febrero volvieron a atacar Base Sur e infiltraron nuevas fuerzas hacia el Norte, que fueron interceptadas en la confluencia del ro Tiwintza con el ro Cenepa. Se emplearon los helicpteros en misiones de ataque en apoyo de las operaciones terrestres. Nuestras bajas acumuladas sumaban 10 muertos y 17 heridos, las peruanas alrededor de un centenar.43 El domingo 5 de febrero fue un da especial, pues el presidente Fujimori lleg al puesto de mando peruano de Ciro Alegra. Para evitar una escalada del conflicto, Ecuador se abstuvo de atacar dicho puesto. El lunes 6 de febrero, Ecuador mantena en su poder todos los puestos de la zona de combate, y a la madrugada Per bombarde Cndor Mirador, fuera del rea de conflicto.44 El 7 de febrero se conocieron repetidos partes informativos peruanos que daban cuenta de la recuperacin de los destacamentos ecuatorianos. El Comando Conjunto ecuatoriano desminti enfticamente esta informacin, as como la falsa noticia de que la aviacin ecuatoriana habra incursionado sobre asentamientos civiles.45 Mientras tanto, como veremos ms adelante en esta misma seccin, el frente diplomtico est buscando una solucin concertada al conflicto. El viernes 3 hubo una reunin bolivariana en Cuman, cuna del mariscal Sucre; pero Fujimori no asisti. De palabra, Per acepta la solicitud de alto al fuego que han presentado los garantes; pero en la prctica continan sus ataques. El domingo 5, Sixto Durn-Balln sale en un viaje relmpago a Brasil, Argentina y Chile. El martes 7, en lo que muchos consideran una bravuconada, Fujimori anuncia que Tiwintza, el ltimo reducto38 39

Boletn de Informacin 05. 28 de enero. dem. 40 P. Moncayo. op. cit. Pg. 38. 41 BI 08. 29 de enero. 42 BI 12. 1 de febrero. 43 P. Moncayo. op. cit. Pg. 39. 44 BI 17. 6 de febrero. 45 BI 18. 7 de febrero.

Las otras batallas. pg. 13ecuatoriano segn Lima, est a punto de caer. Desde Santiago, Durn-Balln desmiente. El jueves 9 de febrero, dos conscriptos que haban sido dados por muertos vuelven, luego de una odisea de 14 das por la selva, a Coangos. El 10 de febrero fue el gran da de la Fuerza Area Ecuatoriana. Como se ha narrado, desde el comienzo del conflicto los peruanos utilizaron su aviacin, empleando helicpteros artillados con finalidades tcticas y vuelos de bombardeo de su poderosa aviacin de ala fija. Por la parte ecuatoriana, ante las masivas incursiones de helicpteros peruanos, los A37-B de la FAE realizaron, entre otras, operaciones disuasivas que impidieron la concentracin de fuego areo sobre nuestros puestos fronterizos.46 Los helicpteros y aviones subsnicos peruanos corrieron una dura suerte en los combates, y su fuerza area opt por emplear los supersnicos Sukhoi-22 (de fabricacin sovitica), que arrojaban bombas de hasta 500 kilogramos. El 10 de febrero, dos aparatos Kfir (de fabricacin israel) se enfrentaron a un grupo peruano compuesto por 2 Sukhoi-22 y un A-37. Los misiles ecuatorianos derribaron a un Sukhoi y el A-37, e impactaron al segundo supersnico, cuyo piloto debi eyectarse en el rea. La victoria ecuatoriana modific la percepcin internacional de todo el conflicto, y la victoria defensiva de las armas nacionales result incontrovertible. El domingo 12 de febrero, las bateras antiareas peruanas impactaron un A-37 ecuatoriano. Inmediatamente la informacin originada en Lima proclam el derribo del aparato nacional, y as hubiera ocurrido de no ser por el temple moral de los pilotos, capitn Rodrigo Rojas y teniente Manolo Camacho. En palabras del capitn Rojas: al regresar de una misin de apoyo a la Fuerza Terrestre, fuimos atacados por cinco misiles. En las maniobras evasivas, uno de ellos nos alcanz y destruy el alern.47 Perdieron el ala derecha y, con ella, la estabilidad de la nave. En cualquier otra circunstancia, hubiesen saltado; pero haba que evitar un golpe moral y resolvieron salvar el aparato, aun a costa de sus vidas. Estabilizaron la nave, descargando el combustible del ala izquierda y aumentando la velocidad, y consiguieron llegar a Macas.48 En un burdo afn por distorsionar la verdad, Lima inform del supuesto abatimiento de dos aviones ecuatorianos, rpidamente desmentido por las fuerzas nacionales, que aprovecharon la ocasin para reafirmar que el Comando Conjunto no se apartar en ningn momento de su lnea de accin trazada; es decir, informar la verdad de los acontecimientos a la opinin pblica del pas.49 La victoria militar ecuatoriana era un hecho indisputable. Por motivaciones evidentemente polticas, Fujimori anunci al mismo tiempo que sus fuerzas haban tomado Tiwintza y que anunciaba un alto al fuego unilateral. El Boletn de Informacin N 27 responda a las dos afirmaciones: El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas desmiente categricamente la expresin del Presidente del Per, que seala que las fuerzas armadas peruanas han tomado Tiwintza. Hace notar que, en varias ocasiones anteriores, el presidente Fujimori hizo igual afirmacin. Aclara que los destacamentos de Coangos, Tiwintza, Base Sur, Cueva de los Tayos y Cndor Mirador permanecen bajo el control de las fuerzas armadas ecuatorianas. Informa que el da de hoy, 13 de febrero, fuerzas peruanas atacaron Base Sur, fracasando rotundamente en su intento y sufriendo numerosas bajas. En este combate perdi la vida un heroico soldado ecuatoriano (el sargento Hctor Eduardo Chica Espinoza) y tres resultaron heridos. Ante la decisin del Per de cesar el fuego, expresa que hasta el momento las fuerzas46 47

diario Hoy. Separata citada. N1. Pg. 4. diario Hoy. op. cit. N 1, pg. 5. 48 dem. 49 BI N 26. 13 de febrero. 18:00.

Las otras batallas. pg. 14armadas ecuatorianas slo han repelido los ataques de las fuerzas peruanas. Exalta el valor y el herosmo del soldado ecuatoriano que, en lucha desigual, mantiene todas sus posiciones en forma victoriosa.50 Aunque de primera instancia la prensa internacional salud el victorioso alto al fuego de Fujimori, no tard en confirmar la versin ecuatoriana. El Pas, de Madrid, acoga un despacho llegado de Lima que deca que miles de peruanos, jubilosos, festejaron en la capital y otras ciudades del interior el anuncio de Fujimori, cuya voz pareci quebrarse cuando, en una intervencin de seis minutos, cit la muerte en combate de 38 compatriotas. Viva el Per, carajo! gritaban muchos limeos. El gobernante peruano aadi una larga y tensa espera ha concluido con el desalojo de tropas ecuatorianas de nuestro territorio.51 Otro diario madrileo, el derechista ABC, en despacho desde Lima informaba: El ejrcito saca las castaas del fuego a Fujimori: Per dice haber tomado Tiwintza.52 24 horas ms tarde, ABC titulaba Fujimori, vencido por primera vez en la guerra de las mentiras y citaba a Durn-Balln diciendo Fujimori miente: Tiwintza sigue en nuestro poder.53 Con esa misma fecha, la revista Ya constataba que en Lima se empieza a tener serias dudas sobre que las tropas peruanas hayan tomado el destacamento ecuatoriano de Tiwintza. Varios periodistas ecuatorianos y extranjeros, desplazados hasta el lugar en aviones del ejrcito de Quito, aseguraron que el fuerte contina en poder de esta nacin, en contra de lo que asegura Fujimori.54 Pero el desmentido final a Fujimori lo dio el brasileo O Estado de S. Paulo, que titul a seis columnas Bandeira do Equador tremula em Tiwintza y cuyo corresponsal, Moiss Rabinovici, informaba desde el sitio que l mismo pudo constatar, equipado con un localizador satelital (GPS), que a los 3 27 57 de latitud Sur y 78 15 de longitud Oeste (Tiwintza) haba estado con 50 soldados ecuatorianos que cantaban el himno nacional. Al final de su vibrante crnica, Rabinovici afirmaba que la guerra de 20 das con Per fue ganada por Ecuador.55 Pero la guerra no haba concluido. La Declaracin de Itamaraty, propuesta por los garantes, no pudo ser firmada el 16 por dilaciones peruanas, y fue slo a las 04:45 (GMT) del 17 cuando se suscribi en el hermoso palacio de Itamaraty, en la capital brasilea. El acuerdo inclua la llegada de una misin de Observadores militares (MOMEP) de los cuatro pases garantes. Pero no todo haba terminado. En el Parte de Guerra del general Moncayo se deja constancia de que como seguan llegando tropas peruanas, el da 18 se reforz el dispositivo de Tiwintza, toda vez que se vea la obstinacin peruana de tomarse dicha base. Ese da se combati a 11/2 kms. de Tiwintza y al Occidente de los Tayos. El 19, la COE-19 recibi la disposicin de bloquear el avance enemigo hacia Tiwintza, en la llamada Avenida de los Cerros, lnea de aproximacin que haban usado los peruanos para continuar acumulando medios. El Agrupamiento Andrade combati en varios lugares en las riberas del Cenepa. El da 21 esperbamos la llegada del grupo precursor, que se hizo presente en horas de la tarde, ese da el Per continu sus ataques contra Tiwintza, que fueron rechazados. Nuestras posiciones seguan slidas en Base Sur, la Y, Tiwintza y en ambas orillas del Cenepa. En la tarde se intercept una orden de ataque del General Lpez, en que se estimulaba a las tropas para que conquisten Tiwintza. En la prensa peruana se anunciaba para el da 22 la batalla final. Todo esto se puso en conocimiento de los Observadores. El 22, los Observadores viajaron a Coangos, mientras se encontraban en nuestro destacamento y con la seguridad de que nosotros no usaramos nuestros medios areos y de50 51

BI N 27. 13 de febrero. El Pas. Madrid, 15 de febrero de 1995. 52 ABC. Madrid, 15 de febrero de 1995. 53 ABC. Madrid, 16 de febrero de 1995. 54 Ya. Jueves, 16 de febrero de 1995. 55 O Estado de S. Paulo. jueves, 16 de febrero de 1995. Pg. A-17.

Las otras batallas. pg. 15artillera, los peruanos atacaron con todos los recursos disponibles a Tiwintza, el Maizal, la Y y Base Norte. Nuestras tropas rechazaron todos esos ataques, pero sufrimos las mayores bajas de la campaa: 13 muertos y 20 heridos. Esa tarde y noche tomamos una dura represalia, utilizando todas nuestras armas de apoyo de fuego. Al da siguiente se not un gran movimiento de evacuacin de bajas enemigas.56 Era evidente que las tropas peruanas, incluso cuando los primeros Observadores militares ya estaban en la zona, intentaban aprovecharse de la relativa calma que haba llegado al sector para lograr sus objetivos. En realidad, los ataques peruanos de los ltimos das de febrero tuvieron una ferocidad mayor que en otros momentos del conflicto. El tnte. crnel. Ramn Enrquez lo resalta: la intensidad de combate del 23 de febrero por la maana fue realmente elevada, furiosa, como si el enemigo tratara de aprovechar su ltima oportunidad de conquistar lo inconquistable, agotando todos sus recursos blicos disponibles y, sobre todo, tratando de alcanzarlo con una tropa psicolgicamente disminuida y afectada.57 El Maizal, como se conoce la ms cruenta de las batallas de la guerra del Cenepa, no era mas que un tambo de abastecimiento, que no llegaba ni siquiera a la categora humilde de helipuerto, ya que los aparatos no podan posarse en tierra, por lo fangoso del terreno. Ubicado ligeramente al Norte de Tiwintza, los helicpteros permanecan estacionarios, a unos dos metros del suelo, para dejar o recoger hombres y materiales. Los peruanos haban infiltrado a unos 30 hombres en ese lugar. Confiando en el alto al fuego decidido en Brasilia, el mando ecuatoriano orden la entrada a la lnea del frente de una patrulla de reservistas, que haban sido rpidamente reinstruidos. A las 10:00, cuando llegaron al sitio, los ecuatorianos fueron sorprendidos por los infiltrados peruanos que abrieron fuego (literalmente, pues usaron lanzallamas) a bocajarro. 14 soldados reservistas y un teniente (Geovanny Calles) perdieron all la vida. Pero los aguerridos y jvenes soldados reaccionaron ferozmente. Una hora sostuvieron el fuego enemigo, y slo dejaron de disparar cuando los 30 militares peruanos fueron abatidos.58 El general Paco Moncayo narra la situacin imperante en los siguientes trminos: El acuerdo alcanzado en Itamaraty sirvi nicamente para maniatar al mando militar y al teatro de operaciones terrestres y para que los peruanos iniciaran una infiltracin en gran escala en el territorio ecuatoriano. Todas las posiciones en las que lograron establecerse fueron alcanzadas sin combatir, con posterioridad al 17 de febrero y no estaban defendidas por nuestras tropas. Evidentemente un rea tan grande de selva de montaa no puede ser controlada en su totalidad. Para ello se necesitaran decenas de miles de hombres. De modo que se dedicaron a introducir nuevas fuerzas con el fin de continuar sus ataques a Tiwintza, con los resultados adversos que ya fueron explicados. Estbamos en un punto muerto, tenamos la sensacin de que los Observadores, engaados por la diplomacia peruana, demoraban su presencia para darle tiempo al Per con el fin de que expulse a nuestras fuerzas del territorio que arbitrariamente reclamaba como suyo. Ellos decan que solamente vendran si cesaban definitivamente los fuegos, lo cual era imposible que suceda sin su presencia. En la madrugada del da 23 una llamada de Quito nos alert de la presencia del Presidente Fujimori en el sector del destacamento Soldado Pstor y la amenaza de que, si sufra algn dao el Per bombardeara Quito. Gracias a las excelentes comunicaciones que habamos establecido y por las cuales mantenamos contacto permanente hasta con los comandantes de las patrullas, se dispone a las cuatro y media de la maana que se suspendan operaciones en el rea en que se presupona poda estar el Presidente. La presencia de los precursores en el destacamento Soldado Pstor fue aprovechada tambin56 57

P. Moncayo. op. cit. Pg. 41. Ramn A. Enrquez: Los shyris en el Cenepa. edit. Ortiz. Quito, 1997. Pg. 56. 58 diario Hoy. loc., cit. N 1. Pg. 12.

Las otras batallas. pg. 16por el Presidente Fujimori en su ltima aparicin en el rea para fotografiarse en alguna parte del ro Cenepa. La situacin militar se haba puesto desagradable por la presencia de las fuerzas peruanas en el interior de nuestro dispositivo y la imposibilidad de desalojarlas, a pesar de que con cada movimiento, en su desesperacin por mostrar una mejor ubicacin a la llegada de los Observadores, solo se introducan a un cerco bajo el fuego de nuestras armas. Desde luego, las acciones de los militares peruanos volvan la situacin muy inestable, con el peligro de que la paz volviese a alterarse. El crculo vicioso de que si primero deba perfeccionarse el alto al fuego y posteriormente deban llegar los Observadores, o viceversa, se logr romper con la presencia de los Agregados Militares de los pases garantes, en la zona del conflicto. Cuando estos ingresaron a Coangos y Soldado Pstor el acuerdo del cese al fuego comenz a ser obedecido.59 Los combates abiertos haban concluido. Los soldados ecuatorianos haban cumplido, con honor y xito, su cometido. El frente principal pasaba ahora a manos de polticos y diplomticos.

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P. Moncayo. op. cit. Pgs. 41/42.

Las otras batallas. pg. 173.- El frente diplomtico. Una nefasta pseudo-tradicin se haba asentado en Ecuador desde los aos cuarenta: de poco importaran las acciones militares fronterizas, pues la anquilosada diplomacia ecuatoriana perdera en la mesa de las negociaciones todo lo que se hubiese conquistado en el campo del honor. Era una visin simplista de lo ocurrido en Ro de Janeiro en enero de 1942. La actuacin del Canciller ecuatoriano, Dr. Julio Tobar Donoso, haba sido calificada en tonos extremadamente duros por la opinin pblica, y el cauto silencio del doctor Tobar haba contribuido a aquella simplificacin. Incluso se lleg a proponer que los miembros de nuestra delegacin fueran declarados traidores a la Patria. No es sta la ocasin para referirse detalladamente a la tragedia de 1941/42; pero s conviene al menos resaltar las palabras del Canciller brasileo Aranha, quien le dijo al doctor Tobar que la firma del Protocolo era la ltima oportunidad que nos quedaba para la salvacin del Ecuador, evitando que Per avanzase en su invasin.60 No fue slo eso. Cada uno de los mediadores presion a los ecuatorianos a suscribir el convenio pues, de no hacerlo, tenan certeza de que Per ocupara Guayaquil.61 Tobar Donoso narra con alta y comprensible emotividad aquellos momentos: Consciente de lo que la gravedad del instante exiga de mi, me desplom, abrumado de dolor, en uno de los sillones del gran saln donde se inmortaliz Rio Branco. La parte fsica de mi ser se negaba ya a sostener, despus de tantos das de inaudita tribulacin, mi conturbado espritu, hecho pedazos por el flujo y reflujo de ideas y sentimientos contrapuestos. Por mi fantasa, aguzada -como dice que sucede en la agona-, pesaban imgenes sagradas que, con la voz inefable de lo eterno, parecan hablarme de la incolumidad de los derechos de la Patria me clamaban que no consintiera en el detrimento de los intereses tradicionales de la nacionalidad Mas, cuando el sentimiento y la imaginacin iban a prorrumpir en gesto indignado, el non possumus, la reflexin rgida, amarga y fra, me constrea a contraria actitud. La cruda realidad me presentaba al pas invlido y hollado por el agresor, en peligro de que se extendiera, de un momento a otro, la ocupacin y de que la Patria misma se desintegrara y, tal vez, desapareciese. No estaba an vibrando, con la intensidad del rayo, la frase admonitoria del seor Aranha: Es la ltima oportunidad.62 Casi 40 aos ms tarde, la experiencia de 1981 (Paquisha) no slo haba servido a nuestros soldados, que extrajeron de ella enormes aprendizajes, sino que esa misma visin se haba transmitido a nuestros diplomticos profesionales. Uno de los ms destacados diplomticos del pas, el Dr. Horacio Sevilla nos lo confirm as: Cmo valoraras la diferencia que tuvimos en el mbito diplomtico entre el conflicto del ao 1981 y el conflicto 1994-1995? El conflicto del ao 1981 nos tom de sorpresa, nosotros no creamos, en esa poca, que con el desarrollo de la vida internacional, con el desarrollo de las instituciones internacionales iba a ser posible una agresin. Lo tenamos casi como una hiptesis no realizable, y nos equivocamos totalmente. Las instituciones internacionales no tenan la fuerza que nosotros cremos para evitar una agresin, para hacer imposible una agresin internacional en nuestra regin y nos tom totalmente de sorpresa, no s si a las FFAA igualmente. No estuvimos preparados ni militar, ni diplomtica, ni internamente para hacer frente a una sorpresa como la que tuvimos en 1981. En el caso del 95 fue distinto, ya esa hiptesis exista, sabamos que poda darse aquello y estuvimos en todos los campos mejor preparados. Nosotros, yo en este caso, formo parte de una generacin que ingres al Servicio Exterior ecuatoriano luego de los aos 60, cuando el Presidente de la Repblica de ese entonces proclamC.A. Arroyo del Ro: Por la pendiente del sacrificio. Edit. Banco Central. Quito, 1999. Pg. 383. dem. 62 Julio Tobar Donoso: La invasin peruana y el Protocolo de Ro. Edit. Ecuatoriana. Quito. Pg. 409.61 60

Las otras batallas. pg. 18la Nulidad del Protocolo de Ro de Janeiro. Ingresamos a la Cancillera fundamentalmente con la misin y con el destino histrico que creamos de cooperar con el Gobierno Nacional, con las FFAA, para que se haga justicia al Ecuador en el campo internacional. Nos dola profundamente lo que haba sucedido con el Ecuador en aos anteriores, en el curso de toda su historia limtrofe con el Per, desde el nacimiento como nacin independiente y veamos angustiados cmo, cada ocasin que tenamos un conflicto con el Per, perdamos y retrocedamos. Haba prdidas en el campo militar, sobre todo prdidas en el campo diplomtico y nosotros creamos que eso no poda seguir adelante y por lo tanto nos preparamos, la generacin, con una conciencia de que tenamos que contribuir definitivamente a una solucin final para este problema. Pero en esa poca, creamos que la solucin poda venir a travs de negociaciones de carcter jurdico, enmarcadas dentro del derecho internacional. Creamos que era el Derecho, es decir, las instituciones jurdicas internacionales las que nos iban a resolver el problema, as se trabaj siempre y as fue la estrategia nuestra desde 1942 en adelante. Distintas tesis jurdicas, siempre creyendo que era el Derecho el que nos iba a ayudar.63 En enero de 1995, era Canciller ecuatoriano el Dr. Galo Leoro Franco, quien haba nombrado, con fecha 5 de enero, Secretario General de la Cancillera (Vicecanciller) al Emb. Marcelo Fernndez de Crdoba, a quien le correspondera jugar un papel destacado en los primeros momentos. La gestin de Cancillera comenz, en realidad, antes que la lucha armada. A fines de diciembre de 1994, la Cancillera ecuatoriana trat de contactarse con Torre Tagle por el ya relatado incidente del coronel Lazarte64 , pero sin lograr respuesta. Luego de los incidentes del 9 y 11 de enero, la Cancillera peruana no recibi al embajador ecuatoriano, Gustavo Ruales, sino a las 18:00 del da 12, y no acept la nota ecuatoriana.65 En rueda de prensa, el Canciller de Per, Efran Goldenberg, comunic que haba entregado una nota de protesta al embajador ecuatoriano, por la que llam una violacin del territorio peruano.66 El 23 de enero, los cancilleres Leoro y Goldenberg se reunieron en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el marco del Consejo Andino, y all el ministro peruano, luego de expresar que su gobierno tena gran disposicin para alcanzar un acuerdo pacfico y satisfactorio, consider que el tema era de carcter tcnico y que retornara a Lima para tratarlo all.67 Era una medida dilatoria. Cuando el Canciller Leoro se comunic telefnicamente desde Quito, Goldenberg reconoci que las gestiones realizadas no dieron resultado alguno.68 Ese mismo da, 23 de enero, marc un hito histrico. Como ya se ha mencionado, Ecuador por su tesis de la nulidad del Protocolo de 1942- evitaba llamar pases garantes a quienes figuraban como tales en el Protocolo, y se recurra al tecnicismo de denominarlos pases amigos. No obstante, cuando el presidente Durn-Balln invit a concurrir a su despacho a los embajadores de Argentina, Brasil, Chile y los Estados Unidos, lo hizo llamndolos representantes de los pases garantes del Protocolo de Ro de Janeiro. Al da siguiente, Sixto reconoci pblicamente la vigencia del Protocolo, aunque cuestionando su validez y, por los vicios con que fue suscrito, su condicin de anulable y su carcter de inejecutabilidad por el error geogrfico que contiene.69 Se trataba de un cambio gigantesco en la posicin ecuatoriana, y una inequvoca seal de buena voluntad, que le acarreara al presidente muy serias crticas al interior del pas. Pero el gesto no pas desapercibido en el mbito internacional. A solicitud del embajador63 64

Emb. Horacio Sevilla. Entrevista personal. Vid Supra. 65 Marcelo Fernndez de Crdoba: Itamaraty. Edit. V&O. Quito, 1998. Pg. 26. 66 Fernndez de Crdoba. op. cit. Pg. 28. 67 dem. Pg. 30. 68 Galo Leoro Franco: Informe a la Nacin 1994/95. Edit. MRREE. Quito, 1995. Vol. 2. Pg. 10. 69 Fernndez de Crdoba. op. cit. Pg. 31.

Las otras batallas. pg. 19ecuatoriano en Brasilia, Csar Valdivieso, el Canciller brasileo, Luiz Felipe Lampreia, convoc a su despacho a los embajadores de los pases garantes y, en un breve comunicado de cuatro prrafos, reiteraron el ofrecimiento de su cooperacin y su satisfaccin al ver que Ecuador y Per privilegiaban la va de la solucin pacfica. El lenguaje diplomtico est concebido como signos llenos de detalles, y que este comunicado incluyera la expresin Pases Garantes en todos y cada uno de sus lacnicos cuatro prrafos era expresin del beneplcito con que haban recibido el cambio de actitud de Ecuador.70 Era o demasiado pronto o demasiado tarde para este beneplcito. Dos das ms tarde, el viernes, 27 de enero, ellos mismos deban deplorar la agravacin de las tensiones que se haban registrado en las ltimas horas.71 Los Garantes iniciaron rpidamente su gestin, con sistemas creativos y complejos, que fueron prontamente calificados por la prensa como 1+1 (cuando eran negociaciones directas entre Ecuador y Per); 4+2, 2+4 (cuando incluan a los Garantes y a los pases directamente involucrados) e incluso 1+4 4+1 (cuando se trataba de slo una de las partes ms los Garantes). El 30 de enero, en Quito, tuvo lugar el primer sistema 1+4, pues Ecuador, en un Comunicado suscrito igualmente por los cuatro embajadores, aceptaba convenir con el Per, por intermedio del seor Viceministro, encargado de la cartera de Relaciones Exteriores del Brasil, embajador Sebastiao do Rego Barros, en que el cese de fuego y de toda actividad, militar o no militar, que pueda ser interpretada como amenaza o provocacin, se lo declare a las 08:00, hora de Quito, del 31 de enero de 1995, debiendo hacerse efectivo a las 12:00 del mismo da.72 Los mismos 1+4 acordaban reunirse con el vicecanciller ecuatoriano el 31 de enero en Ro de Janeiro. Fue un error formal, que pronto evidenciara su enorme peso psicolgico. La capital de Brasil es la ciudad de Brasilia, y cualquier negociacin formal deba tener lugar en esa sede. Trasladar la reunin a Ro, antigua capital de la nacin, era recordar el fatdico Protocolo de 1942. Era, evidentemente, un intento por reproducir la humillacin a la que Adolf Hitler someti a los franceses en 1940, al obligarlos a suscribir su virtual rendicin en la segunda guerra mundial en el mismo vagn de ferrocarril donde haban firmado el armisticio de la primera guerra, en noviembre de 1918. Uno de los integrantes de la delegacin ecuatoriana era el embajador Alfredo Luna Tobar, especialista en temas de soberana y derechos territoriales; pero sobrino de Julio Tobar Donoso, el Canciller de 1942. Fernndez de Crdoba recuerda exactamente aquella situacin: Alfredo Luna Tobar, que usualmente es callado e introvertido, casi palideciendo nos dijo En este saln, mi to Julio tom la decisin, obligado por las circunstancias y para evitar mayores males al Ecuador, de suscribir el Protocolo Es un mal presagio para esta Delegacin que se repita la historia en el mismo lugar en que, en aras de una falsa unidad continental, se le impuso a Ecuador un inmenso sacrificio. Alfredo -le dije-, esta vez no va a ocurrir lo de 1942: el Ecuador de hoy es diferente al de aquella poca No ocurrir lo mismo.73 Y no ocurri. Cuando Per no estuvo presente en la reunin de Ro, se inform a la delegacin ecuatoriana que haba ocurrido un malentendido, y que Per aada nuevas exigencias, las cosas comenzaron a aclararse. Para Fernndez de Crdoba, estaba claro que Brasil haba sido engaado por Per.74 En Ro haba tenido lugar otra reunin 1+4 (esta vez sin Ecuador) y, cuando llegaron, a los ecuatorianos se les present un documento diferente al acordado en Quito. El acuerdo, que los70 71

Galo Leoro. op. cit. Pg. 113. dem. Pg. 114. 72 Galo Leoro: op. cit. Pg. 116/17. 73 Fernndez de Crdoba. op. cit. Pg. 63. 74 dem. Pg. 70.

Las otras batallas. pg. 20Garantes estimaban equilibrado y beneficioso para las dos partes, contena el compromiso de cese de fuego, pero inclua el repliegue de las tropas ecuatorianas unos 8 km., a pretexto de la creacin de una zona desmilitarizada. Las fuerzas peruanas permaneceran en el lugar en que se hallaban.75 Fue en este momento, como en varios otros de los largos meses de negociacin que se acababan de iniciar, cuando se puso de manifiesto el aprendizaje que habamos adquirido desde 1981. Entonces tambin se establecieron posiciones geogrficas precisas para Ecuador en la Cordillera del Cndor, pero no para las tropas peruanas. Y tambin entonces el retiro deba anteceder al cese de fuego. La delegacin ecuatoriana se reuni a solas unos momentos. - Esto no es lo que se acord en Quito -dijo Csar Valdivieso, nuestro embajador en Brasilia. - Por supuesto que no -dijo Fernndez de Crdoba-. Qu hacemos? Alguien sugiri que consultaran a Quito. Fernndez de Crdoba se rehus. Si consultaba, aquello sera interpretado como una falta de autoridad del comisionado y una falta de confianza en l. Sus facultades se veran muy seriamente limitadas. Era el equivalente diplomtico de las infiltraciones en el Cenepa. - Voy a rechazar el proyecto por ser contrario a los intereses del Ecuador -dijo finalmente el Vicecanciller-. Mi rechazo har que la negociacin sea larga y difcil, pero no tengo otra salida. Muchos ecuatorianos y peruanos van a sufrir las consecuencias de este conflicto. Dios quiera que podamos terminarlo prontamente.76 La batalla diplomtica haba comenzado. a.- Los primeros pasos. En su Informe a la Nacin sobre la poltica exterior ecuatoriana, el canciller Galo Leoro Franco divide la gestin inicial en varios frentes: 1.- Gestin directa ante Per; 2.- Gestin ante los Garantes; y 3.- Gestin personal del Presidente de la Repblica. Los primeros pasos de gestin directa han quedado narrados en los prrafos anteriores. En relacin con los Garantes, el presidente, como queda dicho, los convoc el da 23 de enero, tratndolos por primera vez en calidad de tales. Como respuesta a esta gestin, y muy particularmente al hecho ya comentado del reconocimiento ecuatoriano de la vigencia del Protocolo de Ro, los Garantes se reunieron en Brasilia el 25 de enero y emitieron el comunicado de cuatro prrafos que hemos comentado. Luego de las acciones de armas del da 26 (primer desalojo de las fuerzas peruanas infiltradas), los Garantes volvieron a reunirse en Brasilia el 27 de enero. Emitieron un comunicado en el que expresaron su voluntad de constituir de inmediato una comisin compuesta de representantes de cada pas Garante y declararon que esta misin podr desplazarse al rea de los incidentes. 77 Al da siguiente, sbado 28, el Secretario General de la OEA, Csar Gaviria, realiza dos visitas rpidas a Quito y una a Lima, ofreciendo la intervencin del organismo que preside. El presidente Fujimori rechaz dicha participacin. El da 30, en la ya mencionada gestin 1+4, se suscribi en Quito el primer acuerdo previo al cese de fuego. A la tarde del mismo da, Per expres su acuerdo de poner en marcha el mecanismo de los Pases Garantes y declar que el gobierno peruano tomar las medidas necesarias para concretar la pronta suspensin de las operaciones militares en el rea de

75 76

dem. Pag. 71. dem. Pg. 72. 77 Galo Leoro. op. cit. Pg. 114.

Las otras batallas. pg. 21enfrentamiento.78 Luego de adoptar la decisin que se ha narrado, el vicecanciller ecuatoriano declar que, mientras no haya acuerdo de cese de fuego, Ecuador no negociar directamente con el Per.79 Se haca evidente que Per buscaba dilatorias al cese de fuego, lo que slo puede entenderse como la conviccin de que podra forzar una situacin militar que le fuera favorable. Las negociaciones de Brasilia, previstas originalmente para dos das, se prolongaron por 18 das, debiendo revisar 22 proyectos diferentes, que fueron discutidos palabra por palabra, pues Per presentaba objecin tras objecin y presentaba cada vez alternativas de textos inaceptables y, al decir del canciller Leoro en varios casos a conciencia de que la delegacin ecuatoriana jams habra podido acogerlos.80 El 1 de febrero, luego de una agotadora e intil reunin con los Garantes, que se prolong hasta las 06:00, el vicecanciller brasileo -seguramente ya cansado de las dilatorias peruanasllam al vicecanciller ecuatoriano y le plante que recibiera a su colega peruano en su habitacin de hotel, para que negociaran directamente. Fernndez de Crdoba acept. Conoca bien a Eduardo Ponce Vivanco, desde los aos setenta, cuando ste haba sido Secretario de la Misin peruana en Quito, y pudo calibrarlo mejor cuando, aos ms tarde, fue embajador de su pas en el nuestro. Eduardo -le dijo, cuando finalmente lleg, a las 12:00-, t y yo tenemos la posibilidad de detener el conflicto blico El conflicto puede acabar si t cumples con el compromiso que adquiriste con el Canciller del Brasil Haz honor a tu palabra. Ponce permaneci en silencio. Luego dijo: Marcelo, t sabes que cumplo instrucciones, y las instrucciones han cambiado.81 El verdadero motivo de aquella dilacin segua siendo la intil esperanza peruana de lograr una victoria militar en el Cenepa. Y un dato nuevo: la situacin poltica interna en Lima. Un tiempo ms tarde, en agosto de 1995, cuando un miembro de la delegacin peruana, el embajador Antonio Belande Moreyra, escribi el libro Nuestro problema con Ecuador, la verdad salt a la luz. Belande escribi: Lo que se hizo evidente en todo caso es que el frente interno peruano se estaba endureciendo en razn de la coincidencia del conflicto internacional con el proceso electoral en que el propio Presidente era candidato. El principal candidato rival, mi colega mayor, el embajador Javier Prez de Cuellar, ex Secretario General de las Naciones Unidas, hizo esa noche (1 de febrero) una declaracin segn la cual no deba negociarse nada mientras hubiera un solo soldado ecuatoriano en nuestro territorio. Es decir, Prez de Cuellar, que haba sido el mximo dignatario ejecutivo de la organizacin encargada de velar por la paz mundial, exiga la completa victoria militar como condicin de cualquier arreglo destinado justamente a poner fin a los enfrentamientos. Esto era un crculo vicioso porque si se pona fin a los enfrentamientos mediante un xito militar completo, entonces la tarea de la diplomacia y de los Garantes pasaba a segundo plano, y as lo exiga nada menos que un insigne diplomtico, el ms insigne con que al momento contaba el Per. El Gobierno no poda menos que hacerle caso, o era, en todo caso, sumamente difcil que no se lo hiciera.82 En estas tan complejas situaciones, fue slo el 17 de febrero, cuando la realidad militar haba demostrado a los peruanos la absoluta imposibilidad de derrotar en el campo del honor a nuestras tropas, cuando se pudo finalmente suscribir la Declaracin de Paz de Itamaraty DECLARACIN DE PAZ DE ITAMARATY ENTRE ECUADOR Y PER En la Reunin de Alto Nivel Diplomtico de los Pases Garantes del Protocolo de Ro de Janeiro, los Vicecancilleres del Ecuador y del Per, Embajador Marcelo Fernndez de Crdova y el78 79

dem. Pg. 16. ibdem. Pg. 18. 80 ibdem. Pg. 19. 81 Fernndez de Crdoba. op. cit. Pg. 80. 82 Citado por Fernndez de Crdoba. op. cit. Pg.91.

Las otras batallas. pg. 22Embajador Eduardo Ponce Vivanco, en representacin de sus Gobiernos, confirman el cese de hostilidades entre el Ecuador y el Per, conforme los comunicados oficiales divulgados por los dos Gobiernos a partir de las 12:00 -hora de Quito y Lima- del 14 de febrero. Para consolidar el Acuerdo de Cese de Fuego, y a fin de evitar nuevas confrontaciones que alteren las relaciones de paz, amistad y buena vecindad entre Per y Ecuador, LAS DOS PARTES CONVIENEN 1. Aceptar complacidas el ofrecimiento de los Pases Garantes para el envo de una Misin de Observadores, a fin de velar por la estricta aplicacin de los compromisos sealados en los numerales 2, 3 y 5 del presente Acuerdo. Las partes solicitan que el plazo de la Misin sea inicialmente de 90 das, pudiendo ser extendido, en caso necesario, para lo que las Partes y los Pases Garantes harn oportunamente los arreglos pertinentes. La Misin de Observadores de los Pases Garantes empezar sus trabajos al producirse la suspensin de las operaciones militares. Las Partes se comprometen a proveer el apoyo y las facilidades necesarias para que la Misin de Observadores pueda ejercer sus funciones y para asegurar la integridad fsica de sus miembros, lo que oportunamente ser objeto de una "Definicin de Procedimientos" entre las Partes y los Pases Garantes. As mismo, las Partes se comprometen a designar de inmediato a las autoridades militares que servirn de enlace con la Misin de Observadores. 2. Separar inmediata y simultneamente todas las tropas de los dos pases comprometidas en los enfrentamientos, a fin de eliminar cualquier riesgo de reanudacin de las hostilidades, con prioridad en el caso de las fuerzas que estn en contacto directo. En ese sentido, las tropas de Ecuador se concentrarn en el puesto de Coangos (0329'40.9" S 7813'49.67" W) y las del Per en el PV1 - Puesto de Vigilancia No. 1 (0332'00" S 7817'49" W), comprometindose a no efectuar desplazamientos militares en el reas de enfrentamiento. Dada la importancia de este compromiso, las Partes aseguran que la Misin de Observadores tendr las condiciones para verificar su cumplimiento. El proceso de separacin de fuerzas se har con la supervisin de los Pases Garantes. La Misin de Observadores instalar centros de operaciones en los puntos considerados de mayor tensin, como es el caso de Tiwintza y Base Sur. 3. Solicitar a la Misin de Observadores de los Pases Garantes que en el marco del cumplimiento de lo estipulado en el numeral anterior, recomiende a los Gobiernos del Ecuador y Per un rea a ser totalmente desmilitarizada, en cuya determinacin se tendern debidamente en cuanto a las garantas necesarias para la seguridad de las zonas vecinas de ambos pases. 4. Dejar constancia que las referencias geogrficas del numeral (2) tendrn efecto solamente en la aplicacin del citado proceso de desmilitarizacin y separacin de fuerzas. 5. Iniciar de inmediato, como medida de fomento de confianza, en las zonas fronterizas no comprometidas directamente en los enfrentamientos y con supervisin de los Pases Garantes, una desmovilizacin gradual y recproca, con el retomo a sus guarniciones y bases, de las unidades desplegadas en las operaciones militares. 6. Iniciar conversaciones en el contexto del prrafo 4 de la comunicacin dirigida a los Gobiernos de Ecuador y Per por los Pases Garantes del Protocolo de Ro de Janeiro el 27 de enero de 1995 para encontrar una solucin a los impasses subsistentes, tan pronto se cumplan los puntos anteriores y se restablezca un clima de distensin y amistad entre los pases. En fe de lo cual, firman la presente Declaracin los Representantes del Ecuador y del Per en dos ejemplares en espaol, en la ciudad de Brasilia, el da 17 de febrero del ao de 1995, en presencia de los representantes de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos de Amrica, Pases Garantes del Protocolo de Ro de Janeiro. Hecho en el Palacio de Itamaraty, Brasilia 17 de febrero de 1995. Por la Repblica del Ecuador Ma rcelo Fernndez de Crdova Por la Repblica del Per

Las otras batallas. pg. 23uardo Ponce Vvanco Repblica Argentina an Jos Uranga Repblica de Chile Fabio Vio Ugarte Repblica Federativa del Brasil Se bastiao do Rego Barros Estados Unidos de Amrica lvin Levitsky Me Ed

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Pero la que podramos denominar batalla de Itamaraty no era sino uno de los lugares de la confrontacin diplomtica. Otro fue la ONU. El mismo 27 de enero, Cancillera se dirigi al Secretario General de las Naciones Unidas denunciando la agresin de que ramos objeto. Llegamos antes que la nota peruana en el mismo sentido. El 28 de enero, el seor Boutros Boutros-Ghali, Secretario General, expidi un comunicado que expresaba su grave preocupacin y declaraba hallarse listo para que los dos pases, as como aquellos que los estn ayudando pudieran enfrentar este problema de larga duracin.83 El canciller Leoro, en un trabajo constante, inform permanentemente a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el desenvolvimiento de la situacin y particularmente, el 1 de febrero, acerca de la aceptacin por Ecuador del cese al fuego, mientras Per slo acceda a suspender las operaciones militares.84 Igualmente la OEA se moviliz de inmediato. Su Secretario General, el ex-presidente colombiano Csar Gaviria, expidi un comunicado el mismo 27 de enero, anunciando el viaje a Quito y Lima del da siguiente, y en horas de la tarde del mismo 27 dio a conocer un segundo comunicado en el que se exaltaba la participacin de los Garantes y efectuaba un llamado a los dos pases para reabrir los canales de comunicacin y dilogo.85 El 28, el representante permanente de Ecuador ante la OEA, Blasco Peaherrera, solicit al Consejo Permanente de la OEA una Sesin Extraordinaria. Peaherrera present en ella un vibrante alegato de la posicin ecuatoriana, y solicit la convocatoria de la una Reunin de Consulta, a la que se opuso la representacin de Per, pues no se haba agotado la instancia de los Garantes. Desestim la conveniencia de la Reunin de Consulta.86 Fue la primera victoria de la diplomacia ecuatoriana, pues el Consejo Permanente, pese a la oposicin de Per, convoc a la Reunin de Consulta, que se celebr en Washington al da siguiente, 30 de enero, y expidi su Resolucin 642 (1015/95) y convoc al organismo mximo de la organizacin, la Reunin Consultiva de los Ministros de Relaciones Exteriores de los Estados83 84

Leoro. op. cit. Pg. 136. Idem. Pg. 39. 85 Ibdem. Pg. 138. 86 Ibdem. Pg. 42.

Las otras batallas. pg. 24miembros, y recomend tener como sede la ciudad de Montevideo, generosamente ofrecida por el gobierno de Uruguay. En su Informe a la Nacin, el canciller ecuatoriano resalta la importancia que tuvo esta decisin para lograr que Per modificara su actitud original y se viese compelido a acceder a la reunin de Ro de Janeiro.87 En resumen, la estrategia diplomtica de Per, de no convocar a instancias internacionales, en la seguridad que hasta ese momento tenan de su eventual xito militar, fue contenida por la gestin ecuatoriana, que fue vista como la legtima reaccin de un pueblo que se senta agredido. Efectivamente, 1995 ya no era 1942, y hasta cierto punto es legtimo considerar que la opinin continental expresaba con este cambio su comprensin de que Ecuador se haba visto perjudicado en sus intereses en aquel ao, y no se mostraba dispuesta a repetir lo ocurrido en enero de 1942. No fue la nica muestra. El 16 de febrero, Ecuador insisti en la necesidad de celebrar la ya decidida Reunin Consultiva de los Ministros de Relaciones Exteriores de los Estados miembros de la OEA, porque Ecuador no puede confiar en un frgil cese de fuego, en vista de que Per no ha desmontado, y antes ha incrementado, el operativo blico dispuesto en la zona fronteriza.88 Fue en atencin a este renovado pedido ecuatoriano que el Presidente del Consejo Permanente de la OEA convoc a dicho rgano para el da siguiente, 17 de febrero, a fin de determinar la fecha, reglamento y agenda de aquella reunin de cancilleres. Per haba sido derrotado en esta batalla. Su vicecanciller se vio llevado a firmar la ya citada Declaracin de Paz de Itamaraty, y en la reunin de la tarde del mismo 17 de febrero, el representante de Brasil puso nfasis en el punto 6 de la Declaracin de Paz; esto es la decisin de emprender en conversaciones bilaterales a fin de encontrar solucin a los impases subsistentes,89 para lo cual, segn reafirm, contaran con el decidido apoyo de los cuatro Garantes. Esto de los impases subsistentes se convertira en poco tiempo en el eje del siguiente captulo del enfrentamiento diplomtico; pero no sera justo concluir esta parte del recuento sin hacer mencin especialsima de las gestiones personales realizadas por el arq. Sixto Durn-Balln, quien desde los primeros das de febrero inici una serie de contactos personales del ms alto nivel. El mircoles 1 de febrero, Sixto viaj a Cuman, Venezuela, para asistir a las celebraciones del bicentenario del nacimiento del mariscal Antonio Jos de Sucre. Alberto Fujimori no concurri a la cita, seguramente para evitar el asedio de la prensa internacional. Los presidentes de los restantes pases bolivarianos -Bolivia, Colombia, Panam y Venezuelaexpidieron una Declaracin Conjunta el 2 de febrero, la misma que refrendaron, con otra aun ms explcita, al da siguiente, cuando instaron a los Pases Garantes del Protocolo de Ro al envo inmediato de una misin tcnica apropiada. Incluso llegaron a proclamar su voluntad de contribuir con el personal que pudiere requerir tal misin.90 El 28 de febrero, el presidente ecuatoriano realiz otro periplo internacional; esta vez a Montevideo, con ocasin de la posesin presidencial en Uruguay. Sixto aprovech el viaje para desplegar la que algunos medios internacionales de prensa calificaron como ofensiva diplomtica y fue en el marco de esta reunin cuando se produjo el enfrentamiento personal con Fujimori, al que nos referiremos ms adelante. Del 15 al 21 de marzo de 1995 el presidente ecuatoriano viaj as mismo a Europa, donde volvi a desplegar una gran energa en la tarea de divulgacin de la posicin ecuatoriana. b.- Montevideo.

Idem. Pg. 43. Idem. Pg. 44. 89 Impase no figura en el diccionario de la Academia. La palabra surgi en una comunicacin de los Garantes, de 27 de enero de 1995, quiz porque el original fue en portugus. En todo caso, ni Ecuador ni Per hicieron mencin del hecho. Qued como sinnimo de problemas no resueltos (N. de P.S.H.). 90 Leoro. op. cit. Pg. 55.88

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Las otras batallas. pg. 25Como queda expreso, el mismo 17 de febrero, simultneamente con la Declaracin de Paz, los Garantes suscribieron otro documento en el que, luego de expresar su satisfaccin por el acuerdo alcanzado, expresaban la esperanza de que aquella declaracin condujera a la solucin duradera de los impases que subsisten entre los dos pases.91 Lo importante -y urgente- era que haba una fecha tentativa para la conformacin y envo de los Observadores de los Garantes: el 8 de marzo de 1995. Haba un crculo viciado: los Garantes -con todo derecho- consideraban que no podran enviar observadores mientras no tuvieran certeza de que el cese de fuego se cumpla; pero la nica manera de poder garantizar dicho cese de fuego era contando con la presencia de los observadores. Como sabemos, la Declaracin de Itamaraty fue suscrita el 17 de febrero; el 21, la Cancillera ecuatoriana inform a los Garantes que se haban tomado todas las medidas para garantizar la seguridad de los Observadores. Pero fue precisamente entonces cuando, fieles a su conviccin de que podran forzar una solucin militar, las autoridades peruanas desplegaron su mayor ofensiva, que culmin con la feroz batalla de El Maizal. El 22 de febrero, Ecuador volvi a dirigirse a los Garantes. La tensin amenazaba con volver a la regin. Los Garantes decidieron, a propuesta de Chile, celebrar una reunin de cancilleres en Montevideo, donde el 1 de marzo deba posesionarse el nuevo Presidente de Uruguay, don Julio Mara Sanguinetti. En Montevideo se hallaban igualmente los presidentes Durn-Balln y Fujimori, que coincidan por primera vez desde el inicio de las hostilidades. La presencia de los primeros mandatarios de Ecuador y Per gener dos incidentes de distinto carcter. El uno se dio cuando Sixto se neg a saludar con Fujimori, como un legtimo rechazo a la actitud dual y falaz del presidente peruano, que haba antepuesto sus intereses poltico-electorales a las conveniencias de la paz. El otro se produjo en la mesa de las negociaciones entre los cancilleres de la reunin 4+2. Los Garantes haban elaborado un borrador de declaracin, que sometieron a los ministros de Ecuador y Per. El ncleo del documento expresaba el agradecimiento de las Partes a los Pases Garantes por la iniciativa del encuentro de Montevideo, que permitir supervisar el cese de fuego. Por otro lado, los Garantes reiteraban su compromiso de seguir cumpliendo las obligaciones que para ellos emanan del Protocolo de Ro de Janeiro, contribuyendo de esta manera a la plena consolidacin de la paz.92 Fiel a su posicin de buscar la paz del modo ms expedito, Galo Leoro Franco no present objeciones al texto de los Garantes, mientras Efran Goldenberg Schreiber, Canciller de Per, trat de seguir dando dilatorias al proceso y present varias observaciones de detalle, a las que el ministro ecuatoriano se allan, buscando que no se perdiera tiempo. Sorprendido, el Canciller peruano -quien no era diplomtico de carrera- solicit un receso, para ir a consultar con Fujimori. La Secretara ad hoc del encuentro procedi a elaborar el texto que incorporaba las observaciones peruanas, y las reformas estuvieron listas (en seis copias) antes del retorno de Goldenberg. Leoro, zorro viejo en estas lides diplomticas, no perdi tiempo y suscribi la copia que le proporcionaba la Secretara, y tendi su ejemplar al ms cercano de los Garantes, quien probablemente comprendi la maniobra de su colega ecuatoriano; pero, cansado ya de los morosos aplazamientos de Per, firm igualmente. Lo mismo hicieron los restantes Garantes.91 92

Leoro. op. cit. Pg. 26. Leoro: op. cit. Pg. 126/27.

Las otras batallas. pg. 26Cuando Goldenberg volvi a la sala, con nuevas instrucciones de Fujimori, se encontr con que el documento ya estaba suscrito, lo que dejara en evidencia que era Per quien trataba de dar largas a un proceso que haba comenzado a cansar a los Garantes. Finalmente, el texto dela Declaracin de Montevideo qued del modo siguiente: Declaracin de Montevideo "Los cancilleres de los Pases Garantes del Protocolo de Ro de Janeiro, reunidos en Montevideo el 28 de febrero de 1995, mantuvieron conversaciones con los cancilleres del Ecuador y del Per, como consecuencia de las cuales: 1. Las Partes agradecen a los Pases Garantes por la iniciativa de este encuentro en Montevideo cuya realizacin demuestra, por s misma, su disposicin al dilogo constructivo con el objetivo de consolidar la paz mediante el pleno cumplimiento de la Declaracin de Paz de Itamaraty, del 17 de febrero de 1995, en una dinmica de buena fe y fomento de confianza. 2. Las Partes reiteran su compromiso con el inmediato y efectivo cese del fuego formalizado en dicha Declaracin. 3. Las Partes agradecen la iniciativa de los Pases Garantes de disponer la presencia inmediata de sus observadores o representantes en el rea, lo que permitir supervisar el cese del fuego as como la concentracin de fuerzas en los puntos acordados previamente (Coangos y PV1). 4. Los Pases Garantes reiteran su compromiso de seguir cumpliendo las obligaciones que para ellos emanan del Protocolo de Ro de Janeiro, contribuyendo as al acercamiento de las Partes y a la plena consolidacin de la paz entre el Ecuador y el Per. Galo Leoro, Min istro de Relaciones Exteriores de Ecuador. Efran Goldenberg Schreiber, Min istro de Relaciones Exteriores del Per. Guido Di Tella, istro de Relaciones Exteriores de Argentina. Jos Miguel Insulza, istro de Relaciones Exteriores de Chile. Luis Felipe Lampreia, Min istro de Relaciones Exteriores de Brasil. Alexander Watson, Su bsecretario de Asuntos Latinoamericanos de los EE.UU. Lo central de esta Declaracin era el punto 3, que estableca la presencia inmediata de sus observadores o representantes en el rea. El proceso de paz haba ganado esta nueva batalla. c.- La MOMEP. Min

Min

Las otras batallas. pg. 27La MOMEP (Misin de Observadores Militares Ecuador-Per) puede ser considerada tanto en el captulo militar cuanto en el diplomtico. En realidad, aquella presencia inmediata de la que se habl en Montevideo, ya haba comenzado, al menos en lo tocante a Ecuador, pues el 22 de febrero, apenas cin