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ABCcultursl sÁBADo. leDE MARzo r:ir.:l 11 Ífue\osliterorios enjWÓn Lacatastrofe se ha ensañado conJ apón- Si es cierto que los japoneses construyenpara desaparecetr, nopuede decirselomismo de su milenarialiteratura Por And"res lbanez oyun gato, pero todavÍano ten- go nombre. ED ss Libro de al- mohada, escrilohace unos mil años, Sei Shonagon me descri- be así: «Un día. cerca de la ba- laustrada, delante de un corti- naje de ceremonia de un color espléndido vi un gato muy bonito con un collar rojo guarnecido con un marbete blanco. Cami- naba tirando de un cordón atado a su cue- 11o, que habfa sido unido a algún objeio pa! m impedir que huyera. ¡Qué encantador!» A pesar de todo escapé. AparecÍ frente a los aposentos de la dama Sarashina, que me tomó por la reencarnación de la hija de Su Excelencia el Consejero Mayor (lo cuenta en Sueños y ensoñaciones de una dama de Heion). Me trataba muy bienyme daba bien de comer, pero cuando la hermana de lada- ma Sarashina enfermó, me encerraron en los aposentos de los criados. Siempre termino por.escapar. Soy un gato, y me gusta hacer lo que me plazca. Salgo por la ventana y camino por las te- jas rojas del tejado. Un poco más allá hay un estanque, en cuyo borde Matsuo Basho medita con un grupo de discipulos. Esto su- -^A1A ^- 1.oÉ está al otro lado de la eternidad, donde se sitúa el tiempo eterno...» Muy bonito, muy bonito. Yved este otro, de Masahide: «Ardió mi casa/ nada me impide ya / gozar la luna,. ¡Bravo! Esto es pensar como un gato. Salto de cornisa en cornisa, cu- rioseando los patios de las cass. En uno de ellos veo algo singular: el molde en cemen- to de unos pies femeninos. La historia de este molde, que imitalas «huellas de Buda», proüene de un caso de obsesión erótica se trata de ¡¡n hombre anciano y enfermo que se excita sexualmente con sujoven nuera Satsuko, y adora de tal modo sus pies que ha pedido que hagan esos moldes paracolo- carlos sobre su tumba. Lo cuentaJunichiro Tmizaki en Diario d.e un u iejo loco. un libr o muy divertÍdo. Y no lo digo porque yo sea un gato: también hace reír a las personas. Colina arriba está la escuela rural donde daba clase Botchan. Miradle, saliendo de un restaurante de anguila. muy nervioso. pensando que podrá ser descubierto. Ayer sus alumnos, que son brutales e ignoran- tes chicos de pueblo, le llenaron la cama de langostas üvas. ¡Se dio un susto de muer- te! Más allá hay una casa aislada con dos faroles en la puerta. La llamm «La casa de Ias bellas durmientes», y en ella, cuenta Yasunari Kawabata, los hombres ancimos pagan para dormir al lado de muchachas narcotizadas. Mimd, el ancimo entra ahora en la casa y pregunta a Ia señora que re- genta a las niñas: «¿Qué es Io máx¡mo que puede lograrse en esta casa?» Castigos contra Ia maldad Yukio Mishima dice enLecciones espiritua- les para jóuenes samurdis: «La verdade¡a literatura, mediante fr6es y descripciones encantadoras que arrebatan el espíritu, nos revela que la üda humana no tiene sÍgnifi- cado alguno y que en el hombre se oculta una maldad que jamás será perdonada». Algunos han buscado castigos para esa maldad. pero en el mundo de Ia imagina- - +^- ^-,^t^- ^^ñ^ ót arró DEAYERAHOY Arriba, ejemplar de «Kojiki», el libro histórico japonés más antiguo, fechado en el año 22. A la izquierda" Yukio Mishima. Abajo, el Premio Nobel Kenzaburo Oé, Haruki Murakamiy BananaYoshimoto gran autor de libros de niños, qlJe en EI ferrocarril de la uía ftÍcteo sueña con un tren que va llevando a los fallecidos a diversos paraisos. El tren termina en la nada, que es adonde van los budistas... Por lo demás, a mis compatriotas les gusta lo tenue, lo inconcluso. «Los occiden- tales construimos para perdurar», escribe Lafcadio Hearn. «Losjaponeses, para des- aparecer.» En la entrada de una easa veo unas sandalias de esparto desechables y unas esteras de las que se cambian cada otoño. ¿Será cierto que en Japón se cons- truye para desaparecet? Er.El elogio de Ia sombra,Tanizakí afirma que enJapón no nos agradan los objetos brillantes ni el cris- tal transparente. sino más bien el jade, lo turbio, la penumbra. Lo que sucedió el día anterior Llegb a 1o alto de la colina. Hay una man- sión, y en el jardÍn un pequeño pabellón oculto tras un seto de photinias. El viejo profesor de matemáticas üve alli. Su úni. ca compañÍa son su asistenta y el hijo de esta, al que él llama Root. Lo cuenta Yoko Ogawa en Lofórmula predilecta del profe- sof. El prcfesor tiene amnesia, y todos los dÍas olvida lo que sucedió el día anterior y olvida también el nombre de su asisten- ta. Es un caso triste. ¡Uf, qué asco! En el tejado hay posado uno de esos páiaros horrendos, un «gorrión pene», salido de Hombres salmonela en el planeta porno, de Yasutaka Tsutsui. Tsutsui está loco. Es un sinvergüenza. Soy un gato, perotodavía no tengo nom- bre. Asi comienza§oy un goto. de Natsumé Soseki, una de las más célebres nbvelas iaponesas. En Kdlkd en ld. orilla, d,e Haru- ki Murakami, hay un hombre viejo y algo retrasado que tiene la capacidad de hablar con nosotros, los galos.En Sueño profun- do, Banana Yoshimoto dice de un perso- naje que vivía en Ia casa éin pertenecer a la familia «como Doraemon». Lo traigo a ^^¡n^iÁñ ñ^r^,,^

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  • ABCculturslsÁBADo. leDE MARzo r:ir.:l

    11

    Ífue\osliteroriosenjWÓn

    Lacatastrofe se haensañado conJ apón- Si escierto que los japonesesconstruyenparadesaparecetr, nopuededecirselomismo de sumilenarialiteratura

    Por And"res lbanez

    oyun gato, pero todavÍano ten-go nombre. ED ss Libro de al-mohada, escrilohace unos milaños, Sei Shonagon me descri-be así: «Un día. cerca de la ba-laustrada, delante de un corti-

    naje de ceremonia de un color espléndidovi un gato muy bonito con un collar rojoguarnecido con un marbete blanco. Cami-naba tirando de un cordón atado a su cue-11o, que habfa sido unido a algún objeio pa!m impedir que huyera. ¡Qué encantador!»A pesar de todo escapé. AparecÍ frente a losaposentos de la dama Sarashina, que metomó por la reencarnación de la hija de SuExcelencia el Consejero Mayor (lo cuentaen Sueños y ensoñaciones de una dama deHeion). Me trataba muy bienyme daba biende comer, pero cuando la hermana de lada-ma Sarashina enfermó, me encerraron enlos aposentos de los criados.

    Siempre termino por.escapar. Soy ungato, y me gusta hacer lo que me plazca.Salgo por la ventana y camino por las te-jas rojas del tejado. Un poco más allá hayun estanque, en cuyo borde Matsuo Bashomedita con un grupo de discipulos. Esto su--^A1A ^- 1.oÉ

    está al otro lado de la eternidad,donde se sitúa el tiempo eterno...»Muy bonito, muy bonito. Yved esteotro, de Masahide: «Ardió mi casa/nada me impide ya / gozar la luna,.¡Bravo! Esto es pensar como ungato.

    Salto de cornisa en cornisa, cu-rioseando los patios de las cass. En uno deellos veo algo singular: el molde en cemen-to de unos pies femeninos. La historia deeste molde, que imitalas «huellas de Buda»,proüene de un caso de obsesión erótica setrata de ¡¡n hombre anciano y enfermo quese excita sexualmente con sujoven nueraSatsuko, y adora de tal modo sus pies queha pedido que hagan esos moldes paracolo-carlos sobre su tumba. Lo cuentaJunichiroTmizaki en Diario d.e un u iejo loco. un libr omuy divertÍdo. Y no lo digo porque yo seaun gato: también hace reír a las personas.

    Colina arriba está la escuela rural dondedaba clase Botchan. Miradle, saliendo deun restaurante de anguila. muy nervioso.pensando que podrá ser descubierto. Ayersus alumnos, que son brutales e ignoran-tes chicos de pueblo, le llenaron la cama delangostas üvas. ¡Se dio un susto de muer-te! Más allá hay una casa aislada con dosfaroles en la puerta. La llamm «La casa deIas bellas durmientes», y en ella, cuentaYasunari Kawabata, los hombres ancimospagan para dormir al lado de muchachasnarcotizadas. Mimd, el ancimo entra ahoraen la casa y pregunta a Ia señora que re-genta a las niñas: «¿Qué es Io máx¡mo quepuede lograrse en esta casa?»

    Castigos contra Ia maldadYukio Mishima dice enLecciones espiritua-les para jóuenes samurdis: «La verdade¡aliteratura, mediante fr6es y descripcionesencantadoras que arrebatan el espíritu, nosrevela que la üda humana no tiene sÍgnifi-cado alguno y que en el hombre se ocultauna maldad que jamás será perdonada».Algunos han buscado castigos para esamaldad. pero en el mundo de Ia imagina-

    - +^- ^-,^t^- ^^ñ^ ót arró

    DEAYERAHOYArriba, ejemplar de

    «Kojiki», el librohistórico japonés

    más antiguo,fechado en el año

    22. A la izquierda"Yukio Mishima.Abajo, el PremioNobel Kenzaburo

    Oé, HarukiMurakamiy

    BananaYoshimoto

    gran autor de libros de niños,qlJe en EI ferrocarril de la uíaftÍcteo sueña con un tren queva llevando a los fallecidosa diversos paraisos. El trentermina en la nada, que esadonde van los budistas...

    Por lo demás, a mis compatriotas lesgusta lo tenue, lo inconcluso. «Los occiden-tales construimos para perdurar», escribeLafcadio Hearn. «Losjaponeses, para des-aparecer.» En la entrada de una easa veounas sandalias de esparto desechables yunas esteras de las que se cambian cadaotoño. ¿Será cierto que en Japón se cons-truye para desaparecet? Er.El elogio de Iasombra,Tanizakí afirma que enJapón nonos agradan los objetos brillantes ni el cris-tal transparente. sino más bien el jade, loturbio, la penumbra.

    Lo que sucedió el día anteriorLlegb a 1o alto de la colina. Hay una man-sión, y en el jardÍn un pequeño pabellónoculto tras un seto de photinias. El viejoprofesor de matemáticas üve alli. Su úni.ca compañÍa son su asistenta y el hijo deesta, al que él llama Root. Lo cuenta YokoOgawa en Lofórmula predilecta del profe-sof. El prcfesor tiene amnesia, y todos losdÍas olvida lo que sucedió el día anteriory olvida también el nombre de su asisten-ta. Es un caso triste. ¡Uf, qué asco! En eltejado hay posado uno de esos páiaroshorrendos, un «gorrión pene», salido deHombres salmonela en el planeta porno, deYasutaka Tsutsui. Tsutsui está loco. Es unsinvergüenza.

    Soy un gato, perotodavía no tengo nom-bre. Asi comienza§oy un goto. de NatsuméSoseki, una de las más célebres nbvelasiaponesas. En Kdlkd en ld. orilla, d,e Haru-ki Murakami, hay un hombre viejo y algoretrasado que tiene la capacidad de hablarcon nosotros, los galos.En Sueño profun-do, Banana Yoshimoto dice de un perso-naje que vivía en Ia casa éin pertenecer ala familia «como Doraemon». Lo traigo a^^¡n^iÁñ ñ^r^,,^