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ORIENTACION SOCIOLÓGICA EN LA ESCUELA Por MANUEL GONZALEZ OLACHEA La orientación sociológica de la educación encierra un problema de pedagogía práctica, cuya importancia no puede desconocerse . Decaído el ideal individualista otras normas se imponen a la conciencia humana, La ciencia pura no puede ser el , objeto exclusivo de la escuela. Tam- poco lo es el adiestramiento individual, que se modela contra las sugestiones netas del ambiente, ya que la educación ha de preparar para la vida, acondicionando al hombre de manera que pueda desenvolverse adecuadamente dentro de la realidad social . Si así no aconteciera, la escuela forma- ría para el porvenir desadaptados a quienes la fuerza pre- sionante del medio sometería para convertirlos en elemen- tos pasivos en la lucha social, mediante adaptaciones vio- lentas y precarias, impotentes para producir la coopera- ción y la armonía . De aquí, pues, la conveniencia de fijar la orientación sociológica de la escuela, que no viene a ser otra cosa que su compenetración con el medio ambiente. Hasta ayer era el tipo voluntarista sajón el que se ofrecía como modelo seductor . Los individualismos estaban en auge . Recibían la consagración de sus enormes y aplas- tantes éxitos . Todo era voluntad que en cotejo sugerente de valores triunfaba sobre la inteligencia como mera fa- cultad abstractiva y teórica y también sobre el sentimien- to . Los hombres prácticos a quienes tanto enaltecía Des- molins, oponiéndolos a los líricos y sentimentales latinos, declinaban en prestigio . El ideal voluntarista sajón se

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ORIENTACION SOCIOLÓGICA EN LAESCUELA

Por MANUEL GONZALEZ OLACHEA

La orientación sociológica de la educación encierraun problema de pedagogía práctica, cuya importancia nopuede desconocerse. Decaído el ideal individualista otrasnormas se imponen a la conciencia humana, La cienciapura no puede ser el , objeto exclusivo de la escuela. Tam-poco lo es el adiestramiento individual, que se modela

contra las sugestiones netas del ambiente, ya que la educaciónha de preparar para la vida, acondicionando al hombre demanera que pueda desenvolverse adecuadamente dentro dela realidad social . Si así no aconteciera, la escuela forma-ría para el porvenir desadaptados a quienes la fuerza pre-sionante del medio sometería para convertirlos en elemen-tos pasivos en la lucha social, mediante adaptaciones vio-lentas y precarias, impotentes para producir la coopera-ción y la armonía . De aquí, pues, la conveniencia de fijarla orientación sociológica de la escuela, que no viene a serotra cosa que su compenetración con el medio ambiente.Hasta ayer era el tipo voluntarista sajón el que se ofrecíacomo modelo seductor . Los individualismos estaban enauge. Recibían la consagración de sus enormes y aplas-tantes éxitos . Todo era voluntad que en cotejo sugerentede valores triunfaba sobre la inteligencia como mera fa-cultad abstractiva y teórica y también sobre el sentimien-to. Los hombres prácticos a quienes tanto enaltecía Des-molins, oponiéndolos a los líricos y sentimentales latinos,declinaban en prestigio . El ideal voluntarista sajón se

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imponía como un medio para alcanzar el dominio del mun-do. Era la doctrina de los imperialismos ávidos que pospo-nían el perfeccionamiento moral a la posesión de la riqueza.Bueno era este propósito económico, en cuanto tenía deexclusivo, para enfrentar a los hombres en una lucha egoís-ta. ¿ Ha perdido hoy su valor y eficacia la doctrina edu-cativa sajona? Para contestar a esta interrogación hayque fijarse si las condiciones del medio social han variado,si nuevas preocupaciones agitan hoy a la conciencia hu-mana.

El ideal sajón de bastarse a sí mismo era antídoto de losegoísmos desenfrenados . El individualismo producía unpasmoso desarrollo en las energías creadoras del hombre;pero al mismo tiempo traía al mundo la rivalidad, la luchaterrible y enconada, ya que el propósito económico despo-jador de toda noción ética, en nombre de la libertad, ab-sorbía por igual a las diversas clases sociales . El concep-to de la solidaridad se oponía pues, virtualmente, a las másenérgicas direcciones de la voluntad humana . El ambien-te social era refractario a toda idea de desprendimiento ygenerosidad. Triunfaban en consecuencia en la prácticacon fuerza de ideal los sentimientos antisociales como lafiel encarnación del "struggle for life". Mas he aquí quela guerra sobreviene no para manifestar un estado nuevo,sino para transparentar la hondísima crisis que los egoís-mos producían . Aparece así ante el cataclismo amenaza-dor, la necesidad de la solidaridad como suprema norma deconnivencia social . No es ya el "estruggle for lif e" el másapropiado para traer el progreso, la armonía y la paz.La idea de la cooperación viene a satisfacer esa necesidadde entendimiento entre los hombres empeñados en la furentelucha económica. ¿Y qué orientación debe traer hoy laescuela ante las exigencias de esta nueva realidad social?¿Debe permanecer encastillada dentro de su arcaico pro-pósito individualista, preparando desadaptados o exponien-do a las nuevas generaciones a sufrir la influencia disolven-te de los anarquistas desbordados? Cuál, pues, debe serla orientación sociológica de la escuela moderna? No es

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por cierto la de alcanzar sólo el ideal voluntarista como úl-tima y más completa manifestación de la obra pedagógica.No es únicamente la perfección del hombre lo que la escue-la debe buscar, sino tambien una finalidad de justicia y deperfección social que sólo se encuentra en la paz, en eseestado de entendimiento colectivo, que suaviza las aspere-zas y rigores de la lucha entre los hombres, haciendo posi-ble las grandes síntesis sociales.

No podemos ciertamente concebir la escuela neutra,ante la situación grave del momento . Es preciso que laraíz de la solidaridad futura se prepare en los bancos esco-lares, vinculando las clases, formando el sentimiento de la co-munidad, haciendo concebir en lo social soluciones aleja-das de toda idea catastrófica. Hasta hoy la escuela, poruna errada omisión, prescindió, de esa realidad social, detal manera que al regresar la juventud al medio en quevive, sale desarmada y propicia a las seducciones de la de-magogia revolucionaria . La escuela neutra prepara así elelemento social de neófitos, a quienes ciegos arrastra unapropaganda desquiciadora . La cuestión está en definir ladoctrina que la escuela ha de patrocinar . Debe desde lue-go desecharse toda parcialización extrema, tanto del ladoindividualista que aún no se da por vencido como del ladosocialista que diviniza su utopía . El punto de vista esco-lar debe ser perfectamente ecuánime, tomando los princi-pios que triunfan en el ambiente y que se imponen ya comopostulados definitivos en la ética social . La escuela nece-sita para esto abstraer de la actual realidad las grandes ideasy los grandes sentimientos que aquéllos estimulan, paradarle forma atractiva, calor de sugestión . Las ideas decooperación, de solidaridad, de simpatía, de amor y de jus-ticia, con fundamentos éticos, constituirán los ejes de lanueva dirección sociológica de la escuela moderna que bus-ca para su obra el espíritu que transforme la tierra vin-culando a la especie . Esta sería una dirección netamentesentimental, capaz de imponerse con soberana fuerza, y quehoy reclaman las corrientes en que evoluciona la vida, den-tro de nuevos y desconocidos moldes . La idea colectiva

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que la filosofia social ha hecho triunfar, exige otros puntosde apreciación y rumbos que armonicen con la realidad cir-cundante. El voluntarismo que aisla y lleva a la lucha enal-teció al hombre, afirmó enérgicamente su personalidad, ledió el relieve saltante de su ser ; pero trajo invívita la fuer-za para una sustracción de energías, y en el mejor de los ca-sos, la idea de una cooperación se impuso sólo con finesde interés individual . Y este fué el vicio de esa propagan-da de solidaridad, sin bases éticas, ni sentimentales, quealgunos grandes idealistas iniciaron, y en la que por com-pleto se adulteraba la idea vivificadora . Era aquel uncontubernio inadmisible de egoísmo y solidaridad, que de-rivaba del arraigo altisonante de los ideales voluntaristas yde acción, que los enormes éxitos sajones trajeron a laconciencia de buena parte de la humanidad . Se pretendíaque existieran dos incompatibles estados del alma humana.Otra es la solidaridad y cooperación, que se puede y debehoy preconizar,y de la que la escuela necesita ser el pri-mer centro activo incontaminado, del que partan al mediosocial, brisas de armonía, alientos sinceros de transforma-ción . ¿Es acaso tarde para realizar esta obra? Para elviejo mundo quién sabe, pues las clases ya se agitan allícon fiebre de revolución . La sociedad europea vive lashoras decisivas, en que amenazan hacer crisis las pasionesantisociales de las masas populares . La obra lenta de laescuela no serviría quién sabe para conjurar la tormentaque se desencadena ; pero en América la cuestión varía deaspecto. La lucha de clases se inicia recién . El capital yel trabajo no parten en dos de modo definitivo al organismosocial. Cabe en consecuencia la propagación de una doc-trina que sanee los espíritus y que aplaque pasiones iniciales, preparando asi las vías tranquilas y normales de laevolución económica, eje central hoy de la actividad del hombre.

Se caracterizan dos momentos culminantes en laevolución pedagógica : el intelectualista y el voluntarista . Elsentimental se presenta el último, en estos instantes de lahistoria humana . Es especialmente en la escuela sajonadonde se realizaron los dos primeros momentos educativos

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a que nos referimos. El sentido realista dominante en lospueblos sajones, los puso en mayor contacto con la vida enacción. Al contrario en la escuela latina superó la obrapuramente intelectualista y conceptual, divorciada de lasugerente actividad del medio . Pero sea como fuere, am-bas direcciones dominantes y exclusivas trajeron para el es-píritu la frialdad, el egoísmo, la doctrina o la acción ambassin alma.

En el período intelectual se almacenó en la mente lasgrandes ideas de la cultura humanista . En el período quese consagró a exaltar la voluntad, el selman, las actividadesindividuales hicieron prodigios en una lucha encarnizadade intereses. Esta concentración volutiva, pujante, desvióal hombre del sentimiento generoso y sincero de coopera-ción. La razón y la voluntad eran endiosadas ; pero la sen-sibilidad en cuanto podía ser elemento de vinculación, se leconsideraba como la Cenicienta. Pues bien, el momentosentimental es el que le corresponde cumplir a la escuelamoderna. Es desde luego, el más difícil y al mismo tiempoel más urgente y necesario . Es claro que la escuela siem-pre luchó por formar sentimientos al realizar su labor con-ceptual ; pero en este caso aquéllos se estimulaban sólo parabeneficio de los propios egoísmos. La etapa sentimentalde hoy tiene que verificarse inspirada de abnegación, derenunciación y de amor . Su objetivo final que no quedaen el individuo, implica una acción transeunte, empleandoun término escolástico . El esfuerzo modelador de la es-cuela es, pues, más difícil, y la dificultad aumenta, si comopasa en este caso existen en el ambiente sentimientos con-trarios que el egoísmo y la lucha de clases mantiene . Laescuela está en el caso de iniciar un nuevo apostolado, a finde que junto a la idea de la ciencia y de la voluntad triun-fadoras, surja el amor, el sentimiento, como fuerza de vin-culación y cohesión sociales . El éxito de la inteligenciay de la voluntad, ha tendido, intensamente a la disgregacióncolectiva, a la formación de grandes grupos hostiles, envirtud de una reacción defensiva que se equivoca y extra-limita . Viene por esto el sentimiento como factor de ar-

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movía, como elemento renovador . El sentimiento con sufuerza creadora, integrará el psiquismo superior del hom-bre, restableciendo equilibrios, compensando energías y jun-tando lo que una cultura parcializada separó dentro de lasfrías concepciones de un individualismo olímpico, a fin deque continúe desenvolviéndose la civilización, de acuerdocon la ley que Wundt llama de acrecentamiento.

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CONVERSACIONES Y PASATIEMPOSPor Oc'I'AVIO MENDEZ PEREIRA

«He hecho entrever, por encima del abismo, el grancamino de igualdad, de equivalencia, que los dos sexos aca-barán un día por recorrer juntos armoniosamenteMi Garzona, no es más que una etapa en esta marcha inevi-table del feminismo, hacia la meta magnífica a que ha dellegar».

Al afirmar esto Víctor Margueritte no hace sino plan-tear un problema del feminismo, el más difícil de resolver.En ese camino de igualdad ¿puede la mujer fraternizar conel hombre en el libertinaje y el vicio para alejarlo del éstepor la rivalidad o por los celos? ¿Si nos produce tanta re-pugnancia esa muchacha con pujos de hombre que se llamaMónica Lerbier en la novela de actualidad, es porque no es-tamos acostumbrados a verla moverse con la independenciay el desparpajo del macho dominador, o es porque la mujer,no por costumbre, ni por sometimiento, sino por su natura-leza, no podrá nunca sin ajarse y mancharse y envilecer-se más que el hombre, llegar al fondo de ciertos placeres?Por ahora y a pesar talvez de Víctor Margueritte, Mónica,ya encenegada en todos los vicios, va a contestarnos en la res-puesta a esta pregunta que le hace un indiscreto : ¿«No seencuentra usted ahora igual a los más favorecidos de esoshombres cuyos privilegios encontraba usted antes tan in-justos?

— Qué me importa, puesto que en cambio he perdidola alegría de vivir? Estoy sola y sin rumbo . La humani-dad me repugna hasta el punto de que no tengo el deseo, la

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más leve fuerza para luchar por cualquier objeto! Pero,por fea que encuentre a la humanidad, no hay nada queme asquee tanto como yo misma».

No, mi querido Víctor Margueritte, la venganza por laigualdad en el libertinaje, no parece ser el medio más eficazpara la liberación de la mujer . «Esclava acostumbrada ala resignación y a la sombra», la emancipación y la luz nopueden venirle por el lado del mal, puesto que, usted mismolo ha dicho, la exposición de aquél «no hará más que asquearde antemano a las jóvenes almas, por poco que sean sanas.Es el fanal sobre el abismo».

Ese instinto de sabiduría, de fidelidad, de bondad, esased de justicia innata en la mayor parte de las almas fe-meninas que usted reconoce, se rebelarán siempre, juntocon el egoísmo del hombre, justificado o no, contra estesistema homeopático aplicado a la moralidad humana.

«Todo lo que yo sé, Mónica, es que era usted una altiva,una bella alma, anhelosa de todo lo que exalta la pobre vo-luntad humana» y que ahora, abatida y engrandecida porel sufrimiento, y por el amor, sólo aquellas cualidades hanpodido salvarla.

Pero no siempre sucederá así : el temple de estas ar-mas no se ha hecho para el lodo, para la sombra, sino parala gloria y para la luz . La justicia, el amor, el trabajo, lavirtud, son los únicos lazos que pueden sacar al hombre delabismo y atarlo libremente a su compañera en la lucha porla vida. Y es cínica la impaciencia emancipadora que seatreve a exclamar : «Un mal paso, sí! pero, a pesar de todo,un paso»! Pura y valiente, femeninamente varonil, cadapaso de mujer moderna hacia la conquista de sus derechos,debe ser un buen paso, y debe ser un ejemplo de atracciónpara el hombre.

Por lo demás, Víctor Margueritte, a mí no me ha es-candalizado su bisturí brutal «que pone el mal al descubier-to», porque opino con usted que «la moralidad no está en laspalabras sino en las costumbres».

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GUERRA ,JUNQUEIROPor JOSE FRANCES

Se entierra con Guerra Junqueiro, como en otro tiem-po en las tumbas de los monarcas orientales, todo el tesoroespiritual que le pertenecía por herencia y que acrecentaracon su genio : el impulso idealista de los poetas de su siglo.

Antes de él, Hugo y Carducci . Luego de él, ¿quiénpuede con palabras latinas exaltar el latinismo ardiente,incrédulo y místico de otros? ¿Dónde está el que pudieraarrostrar la suave delicia de expresar rebeldías rotunda-mente ingenuas cuando ya el mundo las realizó sin líricosarrebatos, más allá de todo poema y toda sublevación po-pular?

Guerra Junqueiro al morir nos recuerda que no habíamuerto. Es el acedo reproche de estas existencias recole-tas donde finan refugiadas las turbulencias placeadas ayer.Guerra Junqueiro podía unir a la idea grata de los ecos pro-longados, del rebote de su elocuencia esparcida más alláde su patria, la otra idea consecuente e ingrata de un gransilencio y una soledad sonoros.

Ahora al saber que el aquilino perfil ha sido aguzadomás todavía por la muerte, al presenciar cómo se revuelveen las biografías, los ensayos y las papeletas de diccionariopara repetir fechas, títulos y juicios manoseados muchasveces, la obra del poeta lusitano se actualiza sin perder sudesolador acento anacrónico.

Al principio parece como si ella fuese también senil enla senectud que el año del natalicio desvela bruscamente . Pe-

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ro si entramos a ella, con el deseo de aislarnos de cuanto

nos aturde hoy por la caótica iconoclastia donde los cons-tructores todavía no se presienten, nos dará toda su fra-

gancia intacta, su cordialismo inagotable, su pureza sin

marchitar.

Ciertamente, las Oraciones al paml y a la luz, los após-

trofes cívicos, las sátiras descreídas y, sobre todo, la infi-

nita ternura de Los sencillos, no han perdido su virtuali-

dad emocional . Era que las habíamos olvidado porque es-taban ya muy detrás de las renovaciones sociales que pa-

recían utópicas en la juventud y aun en la madurez de

Guerra Junqueiro.

El propio poeta estuvo a punto de ser Presidente de suRepública, árbitro oficial de la tierra nativa, donde fuera,

con más íntimo y perdurable dominio, árbitro intelectual.Y siéndolo, ya nada le quedaría posible lamentar por impo-sible al poeta del verbalismo revolucionario y la mística

sensibilidad.

Pero estaba en la situación desencantada del peregrinode ilusión de su Poema, a quien sólo la estrella de los vés-peros comprendió el secreto de las pupilas de mendigo, desepulturero y de agonía.

Le cercaban Crucificados de todas las épocas y todoslos estilos en su mansión de Oporto . Mesaba sus barbascomo ciertos reyes de teatro maeterlinckiano y ciertos an-cianos de los poemas de Tagore. Sus lecturas eran en librosdel siglo XIX, los más inmediatos . Forzosamente seden-tario, se le llenaría el alma de crepúsculo al evocar las ra-diantes jornadas por los caminos de España detrás de unborriquillo donde iba cargando las lozas, las telas, las orfe-brerías antiguas, y disfrazaba su grandeza lírica con pi-cardías de mercader rubricadas por su perfil judaico.

Así le ha encontrado la muerte, a la que bendijo en su

Oración a la luz : «Bendita sea la muerte, en cuya esencia

etérea ondula hacia el Señor nuestra hórrida miseria» .

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Algo que nos corroe y se nos gangrenaría si no acu-diéramos a cauterizarlo es la consecuencia de esten acto deenterrar al último poeta civil de Iberia . No bastarán lospensamientos efímeros de los tópicos elegíacos en las gace-tas y en las veladas del Ateneo.

Procuremos restablecer en la conciencia, si no aquelestado de candor civil que hizo factible Os simples como laveraz poematización de una raza y de una ideología acordesentre sí, al menos el culto filial a lo que Guerra Junqueirosignificó y que las generaciones posteriores a la nuestraya no podrán comprender jamás.

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Al ir 1 : urgen he So JalaronA larga del iltrenrlaha unid t111

LA CONFERENCIA DE VASCONCELOS

La conferencia leída la noche del 9 de diciembre delaño pasado por el Licenciado José Vasconcelos, Secretariode Educación Pública en México, en el «Continental Memo-rial Hall» de Washington, hasta hace poco vino a nuestrasmanos, y nos apresuramos a leerla detenidamente con lamira de encontrar opiniones macisas y fundamentales.Si no hubiésemos conocido el plan instructivo y educativoque viene desarrollando en Rusia el famoso Lunackarski,quizás nos habría sorprendido el publicista mexicano ; sinembargo, el hecho de que la reforma no sea original no porello vamos a sentirnos desconsolados ni mucho menos a cri-ticar ese esfuerzo reformista que se inicia en la tierramexicana.

Por desgracia, se nota en el desarrollo de la tesis másentusiasmo patriótico que profundidad de conocimiento.Tratando de la influencia del medio sobre las actividadeshumanas, tema de tanto fuste en asuntos sociológicos, elseñor Vasconcelos se muestra muy por lo bajo de sus as-piraciones y carente de valiosa información . «Escritoresy educadores — escribe — del viejo tipo científico expre-saron, con frecuencia, la opinión de que nuestro pueblo, par-ticularmente el indio y la clase trabajadora, constituían unacasta irredimible, supuesto que siendo el hombre un produc-to de la herencia y el medio, el mexicanq auténtico no te-nía esperanzas de redención, porque su ángulo facial no co-rrespondía a tales o cuales normas propias del tipo esco-cés o noruego, y, además, las circunstancias ambientes enque se verificaba su desarrollo, eran de la peor clase . Peroestos mismos teóricos solían afirmar, así mismo, que todaesta población oprimida era totalmente incapaz de derro-car el despotismo militar y económico de Porfirio Díaz, el

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de la mano de hierro. Y, sin embargo, sucedió que Porfi-rio Díaz, y todo su ejército y todos los aristócratas y oli-garcas de su época, fueron derrotados en el campo de ba-talla, a la vez que sus métodos de gobierno caían en comple-to descrédito. Desde entonces nos hemos dicho, recordan-do el Evangelio, más bien que las largas contradicciones yobtusas afirmaciones de la pedantería científica, que todoslos hombres son hijos de Dios y que todas las razas son opueden llegar a ser aptas . Algunas sobresalen en determi-nadas aptitudes y otras se distinguen por aptitudes diver-sas ; pero importa al progreso y mejoramiento del mundoque todas las razas y todos los hombres sobrevivan y con-quisten libertad económica y política, a fin de que puedanlograr la expresión total de sus almas . De suerte que,apartándonos de las hipótesis sociológico-científicas, y pro-vistos de una buena dosis de sentido común y con algo de ins-piración cristiana, nos hemos dicho a nosotros mismos:este medio que nos rodea es un obstáculo para la salvacióndel pueblo . Sí, la ciencia tiene razón hasta este punto;pero de ello sólamente se deduce que es necesario transfor-mar el medio, y en contradicción de las ideas spencerianas,que ven en el hombre un producto del medio que lo rodea,hemos adoptado la doctrina formulada hace más de cienaños por Simón Bolívar cuando dijo, refiriéndose al porve-nir de las naciones latinas de este Continente : <Si la natura-leza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nosobedezca» . Creemos que hoy, como ayer, el hombre puedeconvertir el medio a sus aspiraciones, ya que la civilización,desde sus comienzos, no es otra cosa que la victoria perió-dica del hombre sobre las circunstancias que lo rodean.En consecuencia, estamos empeñados en cambiar la viejaorganización social para dar lugar al crecimiento de un fu-turo mejor».

Hemos copiado todo el párrafo para que se destaquemejor la argumentación que de sus conceptos se deriva.

Al hablar del cientifismo, el señor Vasconcelos proba-blemente se refiere al de México, que sí fue muy criticable,perverso y pedante . El calificativo de «científicos» se les

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daba en dicho país a los partidarios y colaboradores de donPorfirio Díaz, sin que hasta ahora se conozcan los fundamen-tos de esa denominación tan inadecuada. Parece ser quela influencia extraordinaria que ejerció el financista Li-mantour, a quien se respetaba como el semidiós de lascombinaciones económico-estatales, dió margen a la deno-minación, denominación que, andando el tiempo, ha veni-do también a perjudicar el criterio del reformador mexica-no, haciéndole creer, que el sentido común y la inspiracióncristiana pueden más en el camino de las reformas sociales,que los recursos de la ciencia. Es creencia muy generaliza-da entre nosotros los latino-americanos, la de considerarcomo científicos a los individuos que descuellan en las pro-fesiones liberales, y de semejante equivocación recae sobrela ciencia una responsabilidad que no le pertenece.

Dejemos esto así y pasemos a considerar las afirma-ciones del señor Vasconcelos con respecto a la transforma-ción del medio ambiente . Nosotros entendemos que estatarea no puede realizarse sino al amparo de muchos recursosy de muchos conocimientos, es decir, de ciencia y dinero.En Panamá, por ejemplo, se necesitó para esa transforma-ción de la ciencia de Gorgas y Finlay y de los millones delGobierno Americano . Sin estos recursos, la expresión delGran Bolívar no habría tenido más valor que el de una ba-ladronada. El índice de nuestra mortalidad era superioral de Madras, y hoy, Panamá, es un lugar de salud y con-valescencia.

Transformar el medio ambiente no es, pues, facultadde pueblos empobrecidos e ignorantes, ni tampoco de caudi-llos y reformadores políticos . Sin el saneamiento, aquí enPanamá, todavía estaríamos muriéndonos de fiebre amari-lla y de vómito negro, aun cuando hubiéramos inauguradoantes el régimen comunista más cumplido.

Los escritores y educadores que sostenían la incapa-cidad del indio mexicano para reaccionar en contra de laservidumbre, no eran «científicos del tipo viejo», como noslo dice el señor Vasconcelos en la creencia de que hay cien-cia vieja y ciencia nueva. La ciencia positiva ha demostra-

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do, por el contrario, que la incapacidad no existe, y quea donde quiera que aparentemente se presente, no hay enel fondo sino falta de cultivo, es decir, del recurso científi-co. El pensador norteamericano Ward estudia este pro-blema en forma atrayente y profunda en su tratado desociología dinámica, que debieran consultar todos los re-formadores sociales, para aprender mucho y obrar acertada-mente.

En cuanto a la burla que hace el publicista mexicanoa la antropometría, diciendo que los científicos mexicanossostenían la incapacidad de redención de los aztecas debidoa que «su ángulo facial no correspondía a tales o cualesnormas propias del tipo escocés o noruego», ella misma nosdemuestra la ignorancia al respecto de los tales científicosy el poco conocimiento sobre la materia del señor Vascon-celos .

La antropometría no ha dicho todavía su última pala-bra ; pero promete demasiado, a juzgar por los estudios enque están comprometidos un núcleo considerable de investi-gadores norteamericanos y europeos. El hecho suficien-temente observado, especialmente por el profesor Boas,sobre el crecimiento y decrecimiento de los cráneos en losniños y en los adultos y el cambio de sus formas en relacióncon el medio social, son circunstancias muy llamativas yde cuyo estudio tiene que resultar algo muy ventajoso enel campo sociológico . Esto no lo dice el Evangelio y, porconsiguiente no puede tener valor para el señor Vasconce-los, muy inclinado a creer que la ciencia camina a la reta-guardia de los hombres resueltos y atrevidos y que vale másuna corazonada que un acto reflexivo.

El levantamiento de México contra los regímenes opro-biosos, no ha sido un resurgimiento milagroso, sino el cum-plimiento de un hecho muy comprensible y muy natural, con-sagrado en adagios populares, tales como el de «no hay malque dure cien años, ni cuerpo que lo resista» ; «del exceso delmal, surge el remedio» . Lo propio aconteció en Rusia yestá aconteciendo en la Europa entera .

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El resto de la conferencia tiene muy recomendablesideas, pero abundan las contradicciones y el prurito de unaoriginalidad anticientífica, muy del agrado de los eruditosdel clasicismo, siempre contrariados con el avance de lo nue-vo y de lo positivo . Dice, por ejemplo, que las conclusionesa que llega la observación médica con respecto a los ni-ños anormales, es perfectamente inservible y trivial, y queallá en México han resuelto por esa razón, gastar en panlo que se ahorra en médicos. Esta opinión es inaceptable ycándida ; lo que nos demuestra es que la medicina andamuy descuidada en la tierra mexicana . Si las anormalida-des pudiesen enmendarse con pan, se habría resuelto con lasencillez más grande uno de los problemas más complejos.

No terminaremos sin referirnos a la opinión del señorVasconcelos en lo que se refiere a la fundación de bibliote-cas populares, ya que ese parece ser el asunto de su resorte,en su calidad de cultor literario. «Para formar la colec-ción — escribe — nos regimos por el valor intrínseco dellibro y su importancia práctica. Nuestras colecciones con-tienen volúmenes de Platón, Esquilo, uno o dos clásicos ro-manos, después Dante, Shakespeare y media docena de clá-sicos españoles, como Lope de Vega y Cervantes ; y entrelos modernos, Goethe, Ibsen, Shaw, Pérez Galdós, RomainRolland, Tolstoi y Tagore ; agregamos a todo esto unoscuantos libros sobre cuestiones sociales, compendio de his-toria universal, compendio de geografía de Reclús y ma-nuales de agricultura e industria

En esta selección hay más libros inadecuados que ade-cuados. Nosotros no sabemos qué ventaja pueda obtenerun obrero con la lectura de Platón, Esquilo y los clásicosromanos y españoles . Dichas lecturas son inoficiosas porcuanto suministran conocimientos que ya están requetesa-bidos y comentados por miles de publicistas ; y en puntoa cuestiones instructivas la ley de la división del trabajoes tan ventajosa como en el orden económico . La normade preferir los libros nuevos a los viejos es muy equitativay con tanta más razón cuanto que el progreso nunca camina

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para atrás. Libros nuevos hay admirables, pero no ennuestra lengua, y de ahí probablemente el apego a lo arcai-co, cuando lo mejor sería emprender una campaña de tra-ducciones completas . La síntesis de lo viejo es lo que noso-tros necesitamos, y esa síntesis nos la brindan los comen-taristas.

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Diéramos algo por que la transformación social de Mé-xico, fuese tan prometedora como nos lo dice el señor Vas-concelos .

FEDERICO CALVO.

EUROPA SIN PAZ .—FRANCESCO NITTI .—Edito-

rial Internacional.—Berlín .—Buenos Aires.

De entre ese caos inmenso que es la Europa de post-guerra, nuevo infierno dantesco donde una constelaciónde pueblos atribulados parecen marchar a tientas, comoen profundas tinieblas, surgen de vez en cuando voces queson "resplandores sobre el abismo" al decir de Henry Bar-busse. Algo de una verdad dolorosa, de un gran sufri-miento colectivo revelan las palabras de unos cuantos hom-bres sinceros y veraces, que en esta hora de angustia, deindecisión y de odios mal contenidos, claman con acentosproféticos, dignos de ser escuchados : Anatole France, Bar-husse, Bernard Shaw, Wells y otros más están llevando acabo una labor depuradora, obra que lleva en sí un ger-men inextinguible de fraternidad, de anhelos santos devolver la espalda a organizaciones decadentes, malas, notanto por viejas sino porque no corresponden a situacionesnuevas, producto natural de la época contemporánea yde las generaciones actuales, que, llenas de ideales reno-vadores, bregan sin cesar con fe, y buscan en las lejaníasdel porvenir la luz de justicia y de verdad que ha de alum-brar al fin los términos del mundo!

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Multitud inmensa de escritores, periodistas guerrerosy estadistas, en artículos, libros, memorias, tratan deeludir las responsabilidades que les corresponden, o biende justificar actitudes presentes o futuras, pero cuán po-cos de ellos le rinden leal culto a la verdad . En su mayorparte están todavía influenciados por el apasionamiento

de quienes han visto y sentido de cerca el galope infernalde los cuatro jinetes del Apocalipsis . Un velo sutil, perointraspasable, como el que envolvía a ciertos dioses de la

antigüedad impide, aun a nobles talentos, el ver claro;el odio y el amor y el interés, repeliéndose, d atrayéndoseen inconcebible connubio, son factores que dominan detal suerte a los espíritus, que es inútil creer que haya lle-gado el momento de la sinceridad y del arrepentimientopara los hombres de ese hervidero de pasiones, que es la

Europa de post-guerra . Empero, como esperanzas me-siánicas, de vez en vez, relámpagos deslumbradores desga-rran la tiniebla profunda e iluminan las ruinas de tantos

deshechos ideales ; pero son meteoros : aún no ha sonado lahora del remordimiento y de la paz. He aquí por qué estan difícil orientarse en el pandemonium europeo, si se

quiere hacer justicia a quien lo ha menester. De tal modoestán influenciados, en una forma u otra, los hombres queactuaron en la Gran Hecatombe y que escriben sobre ésta,

que se necesita la obra sedante de unos cuantos años máspara poder apreciar imparcialmente la catástrofe de 1914,y más todavía, sus desgraciadas consecuencias. Una lon-tananza histórica debe separarnos de tales hechos paraque entonces sea posible emitir un juicio definitivo

Europa sin paz, el libro de Francesco Nitti, ex-primerministro italiano es uno de los que más han llamado laatención. Sincero y lleno de los mejores deseos para elporvenir de su patria y de la Europa entera, Nitti ha tra-tado de ser justo y veraz. Casi no es posible exigir más aquien fue primer ministro de una de las naciones belige-rantes. Aun cuando su reconocida germanofilia, pudie-ra restarle algún valor a sus afirmaciones, ellas merecen

ESTUDIOS

687

tenerse en cuenta pues están respaldadas con la autoridadde hechos históricos incontrovertibles, y más aún si se con-sidera que Nitti se dice un amigo sincero de Francia.

No es posible, naturalmente, estar conforme en todocon él, ni con todas sus apreciaciones, especialmente conlas que se refieren a Rusia, ya que, para juzgar los sucesosocurridos en ese grande e infortunado país, no ha tenidola misma alteza de miras, ni el mismo imparcial criterioque ha usado para juzgar la actitud y la situación de lospaíses que tomaron parte en la guerra, y especialmente alos que fueron vencidos.

Se nos ocurre pensar que así como las potencias cen-trales de Europa ya han encontrado en Nitti el enemigofranco y leal que ha tenido para ellos palabras de justiciay de verdad, también para la Rusia de Lenine, inmensocrisol donde se está realizando el más gigantesco ensayosocial que hayan visto los siglos, llegará su hora de repara-ción, como le llegó a la Francia convulsa del 79, y entoncesno faltará quien haga ver la incalculable trascendencia hu-mana de la revolución rusa, depurada ya de las máculascon que ardientes defensores del actual régimen capitalista,de envenenado criterio, según la expresión de Ingenieros,quisieron hacer odioso el titánico esfuerzo de un pueblo ensu marcha cruenta y dolorosa a la conquista de un mejorrégimen de vida.

Seis son los capítulos de Europa sin paz : Europa sinpaz — Los tratados de paz y la continuación de la guerra —Los tratados de paz, su origen y su objeto — Los vencedoresy los vencidos — La indemnización del enemigo vencido ylas preocupaciones de los vencedores — La reconstrucciónde Europa después de la guerra y la política de la paz.

Bien merecen tales capítulos una lectura detenida ycomprensiva. Ellos tienen todo el valor de un esfuerzosincero y bien intencionado . Por el hondo anhelo de paz,por el ferviente deseo de verdad que revelan los párrafosfinales del último capítulo, voy a dar término con su trans-cripción, a esta nota marginal :

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ESTUDIOS

"Si no se quiere que vencedores y vencidos caigan to-dos, uno tras otro, en una sima sin fondo, y que una suertecomún reúna a todos los que por tanto tiempd se odiaron,es preciso una gran palabra de paz.

Austria, Alemania, Italia, Francia, no son fenómenosdiferentes ; son fases distintas de un mismo fenómeno.Toda Europa caerá irremediablemente si no se encuentranlas condiciones de vida indispensables para su restaura-ción y si no se restablece el equilibrio económico que laguerra perturbó de manera tan catastrof al.

Yo intenté decir en este libro con toda sinceridad loque espera Europa, los peligros que la amenazan y cuál esel camino de su verdadera resurrección . Muchas contra-riedades experimenté en mi vida política ; pero jamás meperturbaron las campañas contra mí dirigidas . Yo sé quela prudencia y la vida son hermanas ; nada debo modificarde cuanto hice, ni en mi propaganda ni en mi esfuerzo derenovación humana, convencido, como lo estoy, de servirla causa de mi patria y la de la civilización . La alabanzay el vituperio no me desorientan, y las agitaciones promo-vidas en el interior de mi país en nada modificarán mi con-vencimiento, antes fortalecen mi voluntad firme de conti-nuar en el camino emprendido.

La verdad siempre triunfa ; dejémosla que gane tiem-po. Ahora son harto densas las nubes ; pero no han de tar-dar mucho en disiparse. La crisis que amenaza y turbaprofundamente a Europa lanzó el grito de alarma inclusoa los espíritus más excitados . Todavía se encuentra Eu-ropa poseída por la duda . Pero tras los gritos de odio yde furor, la duda significa un gran progreso ; ¡Y en la

duda se esconde la verdad!"

M. R .

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LA PUERTA, por RUBEN AzocAR.—Santiago,Chile.

Rompo, por esta vez, mi costumbre de no escribir so-bre libros de versos. Es que para mí la poesía tiene un en-canto tan inefable, me despierta tan hondas y sinceras emo-ciones, que no me es posible expresarlas en la forma que qui-siera. Por eso, cada vez que cae en mis manos un librode versos lo leo con delectación, si me agrada, o lo abandonosi no me parece bien. En el silencio y frente al numen delpoeta, en alas de la fantasía o del sentimiento, yo asciendohasta la divina musa que tantas cosas bellas engendrara.Y gozo intensamente y vivo instantes bellos, y egoística-mente, no paso de ahí . Pero hoy, el recuerdo de un soña-dor, del idealista que pisara nuestras playas con su bagajede ilusiones y de grandes esperanzas, me mueve a hablarde La Puerta, el último libro de versos de Rubén Azocar.

Todavía no se ha extinguido el eco de las últimas jor-nadas de Rubén en nuestra tierra . Ingenuo Rubén . Cuántriste sería tu desengaño cuando después de luchar bra-vamente, de exponer al desnudo tu corazón pleno de since-ridades y de verdad sentiste el dardo terrible de la in-justicia que te disparaba el sectarismo intransigente . Pe-ro ah! si hubieran comprendido tu alma ingenua de niñogrande, tu espíritu puro y honrado de soñador empedernido!Si se hubieran asomado a tu conciencia limpia, cómo les do-lería algo íntimo a todos los que ayunos de la misericordiay de la caridad que predicaba el Maestro bajo los remotoscielos de Palestina, alzaron contra ti el guijarro contun-dente! Si hubieran sabido que eres de la escuela de Rodóel nunca bien llorado, de Ingenieros, de Vasconcelos, y dealgunos más, que cual faros inmensos están lanzando mi-riadas de destellos para indicar el sendero que deben reco-rrer los hombres buenos, los hombres libres de América,camino de un grande ideal de amor y de progreso : haciala unión de la América Latina, el magno sueño del videntede Casacoima!

Mas dejemos, por ahora, ciertas consideraciones y

690

PSTUDIOS

abramos La Puerta; contra la tendencia general de creer,

(justificada muchas veces) que el ultraísmo está plagado

de obscuridades, de desafueros literarios y originalidadesvacuas y risibles, este libro contiene poemas sencillos y

de hondo sentir . No pocos llegan a nuestro corazón y le

dicen una canción hecha de amor y sentimiento.

Para qué afirmar que estos poemas de La Puerta noson definitivos, pero que Azócar lleva en sí la divina lla-

ma que lo hará triunfar . Oíd su canto a los árboles

tristes :

"¡ Oh los árboles tristes de esta calle doliday amarga como una mujer desengañada!

¡Oh los árboles, secos y aburridos

de estarse ahí desde cincuenta años,de estarse ahí como viejos soldados,montando guardia frente a la vieja casa!

No hacen caso del solni hacen caso del viento:

son como esos pobres ciegosque se acurrucan en las puertaslas manos alargadas, esperando, esperando.

Antes tuvieron hojas, y ramajes y sombra;y tenían orgullo porque en la primaverase alargaran las ramas, se tupieran las hojas

para echarse a dormir en los días de solsobre la tierra blanda.

Ahora ya no miran al suelo

y si miraran les daría penaver el triste esqueleto de sus troncos

sobre la calle muerta.

Uno de tanto verlos ya no se preocupade su vejez ; pero los pobres árbolesmientras más olvidados más quieren a los hombres ;

ESTUDIOS

691

Y alargan lentamente sus ganchos espantables

para entrarse a la casa por los vidrios abiertos,como buscando a alguien.

La sentida lamentación al camino abandonado, nossugiere tantas cosas:

"El camino se ha vueltopor mirarme partirha de dolerle el alma

más que a mí.

Yo no esperaba hallarlo

El sí que me esperaba.El sí que me esperabacomo cuando me fui.

Y ahí está echado como

un perro enfermo, ahíme está lamiendo los pies,mansamente servil.

Pobre camino viejo,me voy a otro país.¿Volveré a acariciarlo?¿Volveré a acariciarlo?Casi no tengo alma

para dejarlo así.

El camino se ha vueltoy me quiere seguir.

Yo no volveré a verlonunca más ; al partirno he querido decirleadiós. No tengo almapara dejarlo así

Amables recuerdos de la naturaleza, emoción nemo-rosiana : Maestro Fray Lope, idílico Garcilaso, cómo mehace recordaros La Flauta de caña :

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ESTUDIOS

"El sol quedó en un sosiegode luz sobre la montaña.Salud, buen sol, aquí te entregomi flauta rústica de caña.

El viento jugó indecisoy se fue. En el abandonodel fondo rosa, un macizomonte perfiló su cono.

El río besó las ramasdel sauce. Por la vegapasa el rebaño lento.

Un suave olor a retamas,a huerta florida, llegaen el viento.

Ahora leed con detención este poema del Hombre, ydecid si allí no se revela Azúcar, como un espíritu libre ybueno que quiere la liberación de sus semejantes:

"Hombre : no digas que la vida es mala;que la vida no vale la pena de vivirsetu corazón quiere cazar tus alasentre las telarañas de un ensueño imposible.

Hombre triste y sombrío como un muro,abre los párpados y mira al caminoque te está haciendo señas como si fuera un brazoy te apunta cercano un horizonte inmenso.

Yo era así como tú ; pero una nocheme corté las amarrasy me fui mar adentro, como un barco pirata.

Hombre : tú que eres un árbol,crece en una ansia de altura;crece, crece tanto como puedasy llega hasta las nubes convertido en un pájaro.

Desciende después sobre la tierra rudaen una acción de gracias, como la lluvia .

ESTUDIOS

693

Hombre que estás amarrado al hastío,líbrate y échate a huir por los campospor las ciudades y por el mundocomo un preso fugado.

Hombre oscuro . Hombre pequeño,tienes el alma como en un puño cerradoy te dueles a solas de tu resignación,alarga las manos y rompe la amarraque hizo un nudo ciego de tu corazón.

Para qué más? Leámos con cariño, llenos de sinceri-dad comprensiva esos poemas sencillos, pero de hondo sen-tir de La Puerta y esperemos que el nuevo libro de Azócar,próximo a editarse en la capital azteca, le resulte todo unéxito literario y nos haga sentir nuevas y bellas emociones.

M. R.

LA VIDA Y LA OBRA DE MANUEL JOSE HUR-TADO, por JUAN A. SUSTO y SIMON ELIET .Talleres Gráficos .—Panamá.

Lentamente se va haciendo justicia a nuestros grandeshombres . Justo Arosemena el "patriota inmaculado" ymodesto sabio, y Tomás Herrera el Bayardo panameño, yaencontraron quienes los sacaran del olvido y los dierana conocer a las nuevas generaciones en sendos libros, muyvaliosos por cierto : obra de cariño y de reparación llevadaa cabo por dos distinguidos intelectuales panameños.

Ahora le ha tocado el turno a Manuel José Hurtado, elobrero abnegado e infatigable de nuestra instrucción pú-blica, el apóstol de la educación popular en el Istmo . Sino es un libro voluminoso el que los señores Eliet y Sustohan escrito acerca de Hurtado, su folleto sobre él, sinem-bargo contiene todos los detalles, elementos necesarios yapreciaciones justas para que la figura noble y austerade don Manuel José se destaque auroleada con el prestigio

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ESTUDIOS

de sus virtudes ciudadanas, con la lumbre de su apostolado.Vida ejemplar! Digna por mil motivos de admiración,respeto y gratitud . Fue su labor tesonera y desinteresadala que echó las bases firmes sobre que descansa hoy el edi-ficio de nuestra educación popr'ar.

En muchos respectos este Maestro se adelantó a sutiempo y algunas de las medidas que él sugirió al Gobier-no del Departamento de Panamá en materia de instrucciónpública aun pueden considerarse como ideales todavía le-janos, así la independización de la Instrucción Pública consus rentas propias y con Juntas de Educación integradaspor personas bien preparadas y ajenas a la política, es algopor lo que suspiran, como un remedio a ciertos males, algu-nos distinguidos educadores de Panamá.

Bien venido sea este librito sobre Manuel José Hurtado.Bien escrito, y lleno de las mejores intenciones, ojalá fueraleído tanto por maestros y Profesores, como por todos aque-llos ciudadanos que se interesan por el progreso del país.Talvez el ejemplo de Hurtado, el conocimiento de sus ín-timas convicciones, tan nobles, tan generosas, influencien ymuevan a más de uno a laborar por el engrandecimiento dePanamá. Cómo, a ser posible, se iluminaría la faz de aquelvarón excelso si viera que las generaciones de hombres quele han sucedido heredan su dulce anhelo de hacer bien alos demás, de enseñar o de procurar que se enseñe al quelo ha menester .

M. R.

LA MUJER QUE NECESITABA AMAR.—AL-BERTO INsUA.—Renacimiento .—Madrid.

La tendencia general de los novelistas contemporáneoses la de ser originales, retratar tipos y caracteres que seanla representación escrupulosa de ciertos casos típicos. Pro-curan ellos ahondar en el análisis psicológico y tambiéninvadir y utilizar lo poco que sabemos de los misterios fi-

ESTUDIOS 695

Biológicos, y el valor que tienen en las actuaciones de loshombres : pobres polichinelas a quienes mueven las in-fluencias ancestrales e impulsan las glándulas, cuando máslibres se creen.

Tanto Alberto Ins .ía en La Mujer que necesitaba amar,su último libro, como Víctor Margueritte en La Gargonne

y Luis Araquistain en Las Columnas de Hércules, se hanenfrentado al problema, cada vez más interesante, de lasmujeres modernas, a quienes no es posible juzgar basadosúnicamente en austeras reglas éticas, sino con criterioamplio y comprensivo, propio de la nueva filosofía que seestá elaborando en la actualidad al influjo de las corrientesnuevas de pensamiento y de acción, que agitan y conmue-ven a la humanidad entera.

La "Irene Acosta" de Insúa no es la Monique Lerbierde Margueritte, esa mujer-muchacho, de espíritu levanta-do y bueno a pesar de todo, que, ante el engaño de quees objeto levanta su estandarte de rebelión, da en tierracon infinitos prejuicios y decide vivir su propia vida, vidaaccidentada, que la lleva de tumbo en tumbo, sin ser vicio-sa, a través de las siete escalas de los pecados capitales, ysigue así sin más trabas que su voluntad, hasta que en-cuentra su verdadera personalidad bajo la influencia delamor ; entonces, es honrada a la manera como generalmentese concibe la honradez y es feliz.

No es la heroína de la novela de Insúa del todo seme-jante a la Hipólita de "Las Columnas de Hércules" de Ara-quistain, aun cuando es una modalidad nueva del mismocaso. En efecto, Hipólita como Monique es una joven des-prejuiciada completamente, de gran imaginación y de in-teligencia viva y cultivada ; ella, Hipólita, siente gran re-pugnancia por el amor ya que él significa el sometimientode la mujer al hombre, no en el sentido de antaño, puessi la edad moderna ha equiparado a los dos sexos, noha podido cambiar su fisiología. Le exaspera pensar quelas mujeres sean únicamente "incubadoras de hombres,o lo que es aún peor, unas máquinas de sensaciones medu-lares" Rencorosamente protesta del papel secun-

696

ESTUDIOS

dario que le corresponde : "una especie de anónima inmor-talidad biológica" . "Para qué ser madre? pregunta . Porqué sacrificarse integral e innomidamente a la especie? "Va contra la fatalidad que pesa sobre ella, y quiere pres-cindir de su sexo, aun cuando considere que ello es, en lasmujeres "el principio de toda anulación individual" Fiela su credo ideológico ensaya vivir de acuerdo con él, y vade aquí para allá, libremente, con un gran odio genésicoal hombre . Contrariamente a la Garconne permanece im-poluta : conocedora de todos los vicios, pero sin ajar su ex-traña virtud. Y así mantiénese firme en la enhiesta cum-bre de su intelectualismo orgulloso. Pero lentamente elgenio de la especie la domina, el sentimiento resquebrajasus creencias más firmes, y al fin siente y comprende lafelicidad de ser mujer amante y amada, sin renunciar porello a las prerrogativas de su inteligencia . La esfinge lehace su gran revelación y entonces encuentra cuál es elsentido supremo de la vida

Irene Acosta, el personaje principal del último libro deInsúa, es una modalidad nueva de mujer en el campo deladulterio. Escritora de gran renombre, tiene dos hijos aquienes adora, lo mismo que a su esposo, un periodista, queen sus buenos tiempos fue todo un hombre, pero a quien lasfatigas intelectuales y la herencia congenital, lo han llevadoa ser únicamente el marido espiritual de su mujer . En tantoque él decae sexualmente, ella va en ascenso, hacia la cum-bre triunfal de sus gloriosos treinta años : desbordante debelleza la vida canta un himno donisiaco en sus venas ; desu cuerpo estatuario de líneas armoniosas, de contornosrotundos se escapan corrientes magnéticas de atracción.El instinto, padre y señor, le dice bellas y peligrosas pa-labras de placer a su desbordante y potente juventd . Perocomo ella ama con intenso amor a su esposo y a sus hijos,fiera luchan entablan ese sagrado sentimiento y el empu-je indomable del deseo. Cómo anhela en sus largas nochesde insomnio que su Adrián vuelva a ser el hombre vigorosode antes. De ser posible ella estaría siempre con él, loamaría siempre sin cansarse, mas la fatalidad no lo per-

ESTUDIOS

697

mite. Y la mujer inteligente, la mujer de hermosura dediosa, ánfora sedienta, dominada por las fuerzas ocultasde la naturaleza, que la rinden, al fin cae

Ved como surge la tragedia ; se destaca ya claramentedelineada la mujer que necesitaba amar, amor espiritual ymaterial, conjuntamente . Le falta el último por deficien-cia involuntaria de su esposo, y se ve compelida fatalmentea buscarlo en ajenos brazos . Nunca lo creyera! He allíla situación : una alma grande, una gran inteligencia, aquien escuda el amor es sin embargo vencida por el terri-ble mal del deseo, en complicidad con su naturaleza ardoro-sa y exuberante.

Mísera envoltura humana ¿qué pensar ante tu infelizdebilidad? Con qué criterio juzgar a Irene Acosta, diosapor su cuerpo de Diana y su rara inteligencia, mujer muymujer por las tristes victorias de su carne . La condena-remos en nombre de la Moral, o la absolveremos en nombrede la Fisiología . Arduo problema, de trascendentalesconsecuencias!

Hipólita Cacodoro, Monique Lerbier y esta Irene Acos-ta, constituyen una trilogía digna de estudio ; son modali-dades del alma femenina contemporánea, productos de unaeducación de encontradas tendencias, flores magníficas yraras de una civilización decadente.

Queremos ser justos y comprensivos, pero vacilamos an-tes de lanzar un juicio definitivo sobre estos casos de muje-res ultra-civilizadas . Y claro, si de escoger se tratara nosquedaríamos con Hipólita, o con Monique : ellas terminaron,aunque con alguna diferencia en su favor, por donde Irenecomenzara . Esperemos, sinembargo, pues como AlbertoInsúa promete una segunda parte de su obra que se deno-minará La Mujer que agotó el amor, próxima ya a publi-carse, talvez allí encontremos nuevos elementos que nospermitan emitir una opinión ecuánime y sincera acercade Irene, esa mujer de extrañas dualidades . . .

M. R.

000a

INDICE DE LECTURASPor O. M . Y.

He arreglado este índice para los que ya han adquiridouna cultura general apreciable por el estudio y para aque-llos lectores independientes y personales, que pueden in-terpretar y asimilar lo que leen, ensancharlo y completarlo,discutirlo o compararlo, juzgarlo o pesarlo . No quiero de-cir, es claro, que sólo sea útil para los que han alcanzadoun alto grado de desarrollo intelectual ; ello equivaldría aaquella recomendación que recuerda un escritor de «no en-trar en el agua antes de haber aprendido a nadar»

El objeto que me he propuesto es, sencillamente, pre-sentar los fundamentos de una biblioteca enciclopédica quepueda servir para forjar o ayudar a forjar una cultura li-teraria general y amplia.

No se vea, pues, en este índice ningún espíritu sectarioni el deseo de propagar principios o ideas especiales . Pien-so, como Alomar, y en esto está el peligro de las bibliotecas,que «la lectura de un libro, sea la que sea la energía educa-tiva latente en sus páginas, no presupone su legítima y pro-vechosa interpretación, ese criterio eternamente perfecti-ble, sin el cual las más altas producciones del genio resbalansobre las almas no escogidas como el agua sobre el cristal.El más alto libro religioso producirá, según quien lo inter-prete, el misticismo más puro y amoroso, o el odio persegui-dor y sanguinario. La epopeya nacional más bella puede re-solverse en el afán nobilísimo de convertir la patria en fac-tor de la total felicidad humana o en el fanatismo guerreroxenófobo más primitivo» .

ESTUDIOS 699

No pretendo, en fin, que sea este un índice completo,pero no he querido encerrarme tampoco en el marco dehierro, tan socorrido, de «los cien mejores libros de la huma-nidad». En los que aquí señalo, el lector puede estar segu-ro de encontrar siempre páginas fecundas dentro de lasideas o de las materias que lo seduzcan . Desde luego, heprescindido, en cuanto me ha sido posible, de los autores con-temporáneos y de las clasificaciones en casilleros absurdos.

Si contribuyo en algo a despertar la afición a los bue-nos libros, que es mi único propósito, ello será mi mejor re-compensa .

•r•

Himnos VédicosLos NibelungosEl CoránEl SakuntalaEl Pancha TantraLas mil y Una NochesCalla y DimnaEl TalmudLa BibliaEl mío CidConfusio . — AnacletasVyasa . — El MahabarataValmiki . — El RamayanaOrnar Khayyam. — Los Ruba-

ya,taRabindranath Tagore . — Poe-

mas selectos .

Eurípides . — Ifigenia . — Hi-pólito . — Las Troyanas . — Hé-cuba . — Alcestis

Esopo . — FábulasHeródoto. — Las Guerras Mé-

dicasTucídides . — Historia de la

Guerra del PeloponesoAristóteles . -- Moral. — Meta-

físicaPlatón. — La República . —

DiálogosPíndaro. — OdasAristófanes . — ComediasTeócrito. — IdiliosTeofrasto. — Los Caracteres

ra ♦str

Hornero . — La Ilíada . — LaOdisea

Hesíodo . — Teogonías . — LosTrabajos y los días

Sófocles. — Antígona . — Edi-po Rey

Esquilo. — Prometeo . -- Lospersas. — La Orestíada

Marco Aurelio . — Meditacio-nes

Plutarco . --- Vidas ParalelasCicerón. — Discursos . — El

Libro del OradorPlauto y Terenoio . — Comedias.César . — ComentariosTito Livio. — AnalesVirgilio . — La Eneida. — Las

700

ESTUDIOS

GeórgicasHoracio . -- Arte PoéticaRedro. -- FábulasMarcial. — EpigramasJuvenal. -- SátirasTácito. — AnalesSuetonio . — Vida de los doce

CésaresPetronio. — El SatiricónLucano. — La FarsaliaSéneca. — De la Tranquilidad

del alma . — De la Vida FelizAulo Galio. — Noches áticasEpicteto . — ManualSan Agustín. — La ciudad de

Dios. — ConfesionesSanto Tomás . — Summa Theo-

lógica

Dante . — La Divina Comedia.Vita Nuova

Petrarca. -- El Cancionero.(Rimas y Triunfos)

Bocaccio. — El DecamerónFrancisco de Asís . — Floreci-

llasAriosto . — Orlando FuriosoMaquiavelo . — El PríncipeTasso. — Jerusalém LibertadaAlfieri. — Teatro escogidoLeonardo de Vinci. — Tratado

de la PinturaMazzini . — Discursos al pue-

blo ItalianoLeopardi . — PoesíasCarducci . -- PoesíasManzoni . -- Los NoviosSilvio Pellico . — Mis prisionesFóscolo. — Cartas de Jacobo

Ortiz. -- Poemas y TragediasCantú . — Historia UniversalFerrero. — Grandeza y Deca-

dencia de RomaFogazzaro . — El santoCroco . -- EstéticaD ' Annunzio. — El Fuego. —

Las Vírgenes de las RocasDe Amicis . -- CorazónLumbroso . — Antropología y

psiquiatría . — Aplicaciones Ju-diciales y médicas de la antro-pología criminal

Garófalo. — CriminologíaMontegaza . — TestaFerri. — La Escuela Crimina-

lista PositivaNitti . — Europa sin Paz

Rabelais . — Gargantúa y Pan-tagruel

Montaigne . -- EnsayosDescartes . -- Meditación --

Discurso sobre el métodoPascal. — PensamientosCorneille . — El CidRacine . — AndrómacaMoliére . — El Misántropo . —

El Avaro. — El TartufoLa Fontaine. -- FábulasBossuet . — Discurso sobre la

Historia UniversalFondón. — Las Aventuras de

TelémacoLa Bruyére. — Los CaracteresSevigné . — CartasLa Rochefoucault. — MáximasSaint Simón. — MemoriasMontesquieu. — El Espíritu

de las Leyes . — Cartas PersasLe Saga . — Gil Blas de Santi-

llanaVoltaire. -- Cándido . — El Si-

glo de Luis XIVDiderot . — Pensamientos Filo-

ESTUDIOS

701

sóficos. — Interpretación de lanaturaleza

Condillac . — Ensayos sobre elerigen de los conocimientos hu-manos

Rousseau. — El Emilio. —Confesiones. — El Contrato So-cial

Quinet . -- El Espíritu NuevoSaint, Pierre. — Pablo y Vir-

ginia

Chénier . — PoesíasVolney. — Las Ruinas de Pal-

miraChateaubriand. — Los Márti-

res . — El Genio del Cristianismo.El último abencerraje . — Atalay René

Napoleón. -- MemoriasLamartine . -- Meditaciones. —

Historia de los Girondinos. —Rafael y Graciela . — Civilizado-res y Conquistadores

Vigny. — Poemas antiguos ymodernos . — Los Destinos

Musset. — Las NochesConstant . — AdolfoVíctor Hugo . — La Leyenda

de los Siglos . — Los Miserables.Nuestra Señora de París

Balzac . — La Comedia huma-na. --- La Piel de Zapa

Flaubert . — Madame Bovary.Salambó . — La Leyenda de SanJulián el hospitalario

Los Goncourt . — Herminia La-certeux . -- Elisa

Daudet, — Tartarín de Taras-can . — Jack

Zolá . -- Estudios Literarios.Germinal . — Verdad . — Roma.Fecundidad. — Trabajo

Bourget. -- El DiscípuloJorge Sand . — Indiana . — Va-

lentinaFlammmrión. Narraciones

del Infinito . — Pluralidad de losmundos habitados

StendhaL — Rojo y Negro. —

Paseos por RomaPiccard . — La ciencia Moder-

naPayot . -- La educación de la

voluntad

France. -- Jardín de Epicuro.El Crimen de un académico. —Los Evangelios . — Crítica Lite-raria . — La Isla de los Pingüi-nos

Guizot. — Historia de la Civi-lización de Europa

Lamenn.ais . — Palabras de uncreyente.

Toequeville . — La Democra-cia en América

Mignet . — Historia de la Re-volución

Maupassant. — Cuentos

Michelet . — Historia de Fran-

ciaThiera . — Historia de la llevo-

ción Francesa.Renten. — La Vida de Jesús . —

Diálogos Filosóficos . — La Ple-garia sobre la Acrópolis. — Re-cuerdos de Infancia y Juventud

Sainte-Beuve . — Retratos li-terarios

revine .— La Filosofía del Arte.Orígenes de la Francia Contem-poránea . — Historia de la Litera-tura Inglesa

Comte. -- Filosofía Positivista

Poincaré. — La ciencia y el

métodoSeignobs . — Historia de la ci-

vilizaciónI.eroy Beaulieu. — Economía

702

ESTUDIOS

políticaTarde. -- Estudios penales y

socialesFaguet (Emilio), — Los diez

mandamientosJulio Veme . — La isla miste-

riosaLefévre (André) . — Las len-

guas y las razasLe Dantec (Félix) . — Elemen-

tos de filosofía biológica . — Teo-ría nueva de la vida

Feuillée. -- Historia de la fi-losofía moderna

Raudelaire. — Flores del malLe Ron Psicología de la

educación. --- Psicología de lasmultitudes

fluyan . —. El arte desde elpunto de vista sociológico . — Laeducación y la herencia . — En-sayo de una moral sin obligaciónni sanción

Verlaine . - PoesíasMallarme. .— PoesíasMistral . — MireiaLeconte de Lisie. — Poemas

antiguos y poemas bárbarosRostand. -- Cyrano. — Chan-

teclerJosé María de Heredia. — Los

trofeosReclús. — Mis exploraciones

en América . -- La tierra y loshombres

Amiel . — Diario íntimo

Red. — El silencio . — El sen-tido de la vida

Tomás de Kempis . — imita-ción de Cristo

Goethe. --- Fausto. WertherSehiller . — Guillermo TellLeasing . — El LaeoonteHerder. --- Filosofía de la

toriaHeine. — Cantares . — Cuadros

de ViajeErasmo. — Los ColoquiosLeibnitz. --OpúsculosMarx . -- El CapitalHauptmann. — TeatroHumboldt. -- Descubrimiento

de AméricaFroebel. — Educación del Hom-

breGrimm- - CuentosPestalozzi . — Enseñanza de

Gertrudis y sus hijosFiehte . --- La ciencia del cono-

cimientoNietzche . -- Así hablaba Zara-

tustraGroote . — Historia de GreciaSchopenhauer . e- El mundo co-

mo voluntad y representaciónHoffdings. -- Historia de la

filosofía modernaWagner. — Recuerdos de mi

vida . -- Dramas musicalesWundt. — Psicología de los

pueblosEucken . — Los grandes pen-

sadoresZiehen. — Psicología fisiológi-

eaMax Nordau. — Las mentiras

convencionalesMotnm.aem. — Historia de Ro-

ma

ESTUDIOS

703

Chaucer. — CuentosShakespeare, -- Hamlet. — La

Tempestad . — Romeo y Julieta.— Ricardo III . — El Rey Lear.— Macbeth . — Sueño de una no-che de verano . — El Mercader deVenecia

Milton. -- El Paraíso PerdidoSwift . — Viajes de GulliverGoldsmith. — El Vicario de

WaekefieldDe Foe . — Robinson CrusoeSterne . — Viaje sentimentalByron. -- Manfredo. — Childe

HaroldShelley. — PoemasPope . — Ensayos sobre el hom-

breGibbon . — Historia de la De-

cadencia del Imperio RomanoWells . — El descubrimiento

del futuro . — Anticipaciones. —Kipps. — Utopías modernas

Walter Scott . — IvanhoeDickens . -- Piekwick. -- Da-

vid CopperfieldThakeray . —. Feria de las Va-

nidadesGladstone .--Los Grandes Hom-

bresMill . — Autobiografía . -- La

Libertad . — Lógica . -- Estudiossobre Religión

Locke . — Tratado del Gobier-no. — Pensamientos acerca de laEducación

Darwin. -- Autobiografía . —Origen de las especies

Max Müller . -- Historia de lasreligiones . — La ciencia del Len-guaje

Huxtey . — Introducción al es-tudio de las ciencias

Haeckel . — Los enigmas delUniverso . — Las Maravillas dela vida

Spencer, — Los primeros prin-cipios. — La Educación

Bacon. — Novum OrganumTenyson, — Maud. -- La Prin-

cesaMacaulay . — Ensayos . — His-

toria de InglaterraKeats . — Endimión. — Ado-

naisBrewning. — Poesías y Mo-

nólogos . — Paracelso . — Pippapasa

Swinburne . — Poemas y Bala-das . — Atalanta. — Ensayos yEstudios

Mateo Arnold. --- Ensayos ycríticas

Kipling . — El Libro de lasTierras Vírgenes

Lord Chesterfield. — Cartas asu hijo

Moore . (Tomás) . — UtopíaCarlyle, — Los HéroesRuskin. — Las siete lámparas

de la arquitecturaO'Leary . — Memorias de Bo-

lívarWisenucn. -- FabiolaWilde. — Cuentos y parábolasB. Shaw. — Opiniones dra-

máticas y ensayos . — Pigmalión.-- Vencidos . -- Androcles y elLeón . — Hombre y Superhombre.

Fitzmaurice Kelly . — Historiade la Literatura española.

Smiles . — El Ahorro. — Ayú-date . — El Deber.

* * *

704

ESTUDIOS

Ibsen. — Los espectros . — Sold-ness Brand. — Casa de Muñeca

Bjornson . — Leonarda . — Pes-

cadora . — MaryStrinberg . — El viaje de Pedro

el AfortunadoAndersen. — CuentosRodenback. — Poemas . — Mu-

seo de Beguinas. -- El Campane-ro

Verhaarem . — Les Flamanda.— Las Alas Rojas de la Guerra.

Maeterlinck . — El Tesoro delos Humildes . — La Princesa Ma-lana . — La Intrusa. — El PájaroAzul . — Las Abejas . — La Inte-

ligencia de las flores.. .Luis Vives . — Introducción ala Sabiduría

Espinosa. — Etica . — Cartas

YYY

Tolstoy. — Resurrección . — LaGuerra y la Paz

Gorki. — Los exhombres. —En la Prisión

Dostoyeuski. — Memoria dela Casa de los Muertos . — Cri-

men y CastigoPuehkine . — Los Prisioneros

del CáucasoTurguenef . — Diario de un Ca-

zador . — Tierras Vírgenes. —Padres e hijos

Sienkiewiez . — Quo Vadis?Lenín. — La Revolución y el

EstadoTrotzky. — Historia de la Re-

volución rusa

YYY

Poe . — Historias Extraordina-

risaEmerson . — Hombres repre-

sentativos . — Los veinte ensayosLongfellow.

Excelsior. --Evangelio

Mark Twaine. — Autobiogra-

fía burlesca . — Los inocentes enei extranjero

Franklin. — Autobiografía . —El Arte de ser rico

Storwe. -- La Cabaña del TíoTom

Walt Whitman. — Leaves ofgrass

Irving . — CuentosJames.— PsicologíaPrescott. — Historia de la Con-

quista de Méjico. — Historia dela Conquista del Perú

Boocker Washington . — Sa-liendo de la esclavitud

Dewey (John) . — Democraciay educación . — La Escuela y LaSociedad

Ward (Lester) . — Sociología.— Factores Psiquícos de la Civili-zación

Wilson (Woodrow) . — La Nue-

va Sabiduría . — DiscursosManten .— La alegría del vivir

SSS

Camoens . — Los LusíadasEca de Queiroz . — El Manda-

rín . — La ciudad y la sierra . —Los Mafias. -- Epistolario de Fra-dique Méndez

Teófilo Braga. — ArtículosGuerra Junqueiro . — Obras

poéticas

•SA

ESTUDIOS

705

Alfonso el Sabio . — Las sietepartidas

Arcipreste de Hita . — El Librodel Buen Amor

Marqués de Santillana . —Se-rranillas y Vaqueras

Fernando de Rojas . — La Ce-lestina

Jorge Manrique . — Coplas ala muerte de su padre

Hernando del Pulgar . — ClarosVarones de Castilla

Garcilaso. — EglogasFray Luis de León . — Poesías.

— La perfecta CasadaFernando de Herrera. — Can-

cionesLos Argensolas . — SonetosRodrigo Caro . — Canción a las

ruinas de ItálicaRioja . — Epístola moralErcilla . — La AraucanaBernardo de Balbuena . — El

Bernardo

Mariana . — Del Rey y de laInstitución Real

Vélez de Guevara. — El Dia-blo Cojuelo

Hurtado de Mendoza. — ElLazarillo de Tormes

Antonio de Solís . — Historiade la Conquista de Méjico

Quevedo. — LgtrillasHistoria del Gran Tacaño

Góngora . — Romances y Le-trillas

Antonio Pérez . — CartasSan Juan de la Cruz. — No-

che oscura del almaSanta Teresa . — Las Moradas.

— Caritas

Granada. — Guía de PecadoresCervantes . — El Quijote . —

Novelas Ejemplares

Lope de Vega. — El mejor Al-calde el Rey . — Estrella de Se-

villa . — El castigo sin venganzaCalderón . — La Vida es sueño.

— El Alcalde de ZalameaTirso . — El burlador de Sevi-

lla . — Condenado por desconfiadoRuiz de Alarcón . — La verdad

sospechosa

Mareta . — El desdén con eldesdén

Rojas Zorrilla. — García delCastañar

Jovellanos . — ObrasSaavedra Fajardo . — Idea de

un príncipe político cristianoSamaniego. — FábulasTamayo y Baus . — Locura de

amorIriarte . — FábulasEspronceda . — Diablo MundoZorrilla. — Don Juan TenorioNúñez de Arce . — Gritos del

Combate

Campoamor. — Doloras y Poe-mas

Becquer. — Rimas.Menéndez Pelayo. — Los hete-

rodoxos . — Las ideas estéticasPereda. — Sotileza . — Peñas

arriba . — El sabor de la Tierru-ca . — Escenas montañeras

Colonia . — Pequeñeces . — Lec-turas recreativas

Valera . -- Pepita Jiménez —Discursos. — Caritas

Galdós . — Episodios Naciona-les

Fernán Caballero. — La Gavio-ta . — Clemencia . — Cuadros yescenas de costumbres

Echegaray . — El Gran GaleotePardo Harán. — La quimera.La sirena negra . — Estudios

706

ESTUDIOS

críticos . — San Francisco de AsísColl y Vehí . — Diálogos litera-

riosBenavente. — Los intereses

creadosLarra . — Artículos de costum-

bresBalmes . — El criterioPalacio Valdés . — José. — La

Hermana San Sulpicio . — LaAlegría del Capitán Ribot

Maeztu (Ramiro de) . — LaCrisis del Humanismo

Altamiira . — Filosofía de laHistoria

Clarín. — La Regenta . — So-los de Clarín

Costa . — La vida del Derecho.— Estudios jurídicos y políticos.— La generación del Poder.

Cajal . — Recuerdos de mi vidaPosada. — Principios de Dere-

cho Político. — Sociología . —Tratado de Derecho Administra-tivo

Bolívar . -- Discursos y procla-mas

Montalvo. — Los siete trata-dos

Olmedo. — Canto al Liberta-dor

Bello . — ObrasSarmiento. — FacundoAlberdi. — Bases . — La acción

de Europa en AméricaBunge. — La EducaciónLugones. — PoesíasRodríguez Larreta (Enrique).

— Gloria de don RamiroIngenieros . — ObrasMármol. — Amalia

Alma Fuerte. — PoesíasAndrade . — La AtlántidaCaro (M. A .) . — Obras

hartes . — MaríaCuervo. — Apuntaciones crí-

ticas

Torres (C . A .) . — Hola Fori.-- Estudios críticos

Valencia (Gmo.) . — Ritmos

Silva (J . A .) . — PoesíasRené Moreno . — Escritos

Palma (Ricardo) . — Tradicio-nes peruanas

García Calderón. — Profeso-res de Idealismo

Chocano. — Poesías selectasDíaz Rodríguez. — Camino de

Perfección

Blanco Fombona . — El Hom-bre de Hierro

Zorrilla de San Martín . — Ta-haré

Herrera y Reissing (Julio) . —

PoesíasSánchez Florencio. — TeatroRodó. — Cinco Ensayos . —

Motivos de ProteoRoxlo . — Historia Crítica de

la Literatura Uruguaya

Vaz Ferreira . — Lógica VivaJuana de Ibarburu . — PoesíasHostos. — Moral Social . --

Tratado de SociologíaGómez de Avellana (G) . —

PoesíasMerchán. — Estudios CríticosMartí. — Páginas escogidas.

— Los Estados UnidosDel Casal . — Hojas al viento.

— Bustos y rimasEnrique José Varona. — Es-

criytosBlest-Gana. — Los trasplanta-

dos. — Durante la reconquista

ESTUDIOS

707

Letetier. — Filosofía de la e-ducación

González Pedro A . — Ritmos

Lastarria . — La América

Bilbao . — Obras

Víctor Domingo Silva . — Poe-sías

Gabriela Mistral . — Poesías

Donoso (Armando) . — Obrascríticas

Rubén Darío . — Poesías solee-tas

Amado Nervo . -- Poesías se-lectas

Gutiérrrez Nájera . -- Poesíasselectas

Sor Juana Inés de la Cruz . —Poesías

Justo Sierra . — Escritos

Gómez Carrillo. — Crónicas

Fabio Fi.allo . — Versos y cuen-tos

Arosemena justo . — Estudiosconstitucionales

herrera Darío . — lloras Le-janas.

Vasconeelos (José) . — Monis-mo Estético. — Prometeo Ven-cedor

o rucios

CORRECCIONES

El artículo titulado La población del Istmo porel Dr. Eusebio A . Morales ha salido con muchísimoserrores de todo género . El autor confía en que laspersonas que han leído ese estudio comprenderán fá-cilmente que él no podía decir, por ejemplo, son su-ficiente claros para no dar ocasión, etc . etc., comose lee en la línea de la página 474, como tampocoatribuirle los demás errores consistentes en trans-posiciones de palabras, y aún de frases, faltas de con-cordancia y confusiones que nacen de la supresió»de líneas enteras .

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