Órgano formativo e informativo del seminario...
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La generosidaden la vida
del Ministrodel Ministrodel Ministro
El Sacerdocio
Creyentesde todos los
“A Él le toca crecer, y a mí
menguar.”
“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2
ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO
FEBRERO / 2013
“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2
DIRECTORIO
Director y Editor: Misael Pascual López
Diseño Editorial: Adán R. Fuentes Barrera
Distribución y Publicidad:Edgar A. López De la Paz
Lizbeth J. Azcorra Robledo
DIRECTORIO DEL S.T.B.M.
Presidente de la C.N.B.M.: José Trinidad Bonilla Morales
Vicepresidente de Educación Teológica: Elías Salvador Ramírez López
Presidente de CoEducate: Susana Irene Blake de Ramírez
Director: Daniel Jiménez TorijaDecano Académico: Misael Pascual López
Administrador: Fernando Hernández Zepeda
Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria
de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y
Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia
en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo...porque ellos mismos cuentan
de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo,
al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1 Tesalonicenses 1:2-3, 9-10
ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO
FEBRERO / 2013
EDITORIAL Por Misael Pascual
Misael Pascual López
El Liderazgo Cristiano
“...el “hombre de Dios” cuya correcta relación con su Señor le permite un carácter de cualidades morales y espirituales
que le integran en una relación sana con su prójimo.
Desde mi percepción personal, observo que en general hay dos formas más o menos divergentes de concebir el liderazgo cristiano: La primera es la concepción del líder desde la perspectiva de un administrador; la segunda es la conceptualización del hombre maduro cuya vida influye sobre otros y sirve de modelo porque se ha desarrollado hacia la imagen de Cristo.
La primera enfatiza los conocimientos y habilidades administrativas, en tanto que la segunda se centra en el carácter. La primera visualiza al líder como el hombre que va a la vanguardia, concibe la visión, establece las estrategias, administra los recursos, tiene un alto poder de persuasión y posee una personalidad carismática. La segunda, focaliza su imagen en el “hombre de Dios” cuya correcta relación con su Señor le permite un carácter de cualidades morales y espirituales que le integran en una relación sana con su prójimo.
Respecto al tema del liderazgo, he tenido mayormente la oportunidad de escuchar conferencias, predicaciones y charlas, así como leer artículos y libros enfocados en el modelo del líder administrador. Cuando imparto la asignatura de Liderazgo Espiritual, durante el curso más de un estudiante me ha comentado de su expectativa en relación a temas sobre cómo vislumbrar la visión, o cuáles son las estrategias que es necesario implementar para el logro de las metas. Esto me da la impresión de que el concepto de líder más popular es de este tipo. En cambio, el segundo modelo, el del hombre maduro u “hombre de Dios”, parece no tener suficiente acogida porque corre el riesgo de no captar la atención por no tener resonancia al estilo del primer modelo. Esto parece explicar su menor énfasis en la literatura y en las exposiciones verbales.
El segundo modelo es puesto de relieve por escritores como Gene A. Getz, en sus libros La Medida del Cristiano,
de la Mujer, de la Iglesia, de Una Familia, y del Líder. En todos ellos permea el concepto de que el carácter es vital para ser de influencia espiritual, y el mismo es producto de todo un proceso donde la puesta en práctica de los principios éticos y morales contenidos en la Biblia es ineludible. De hecho, el último de los libros citados es una exposición de veinte cualidades de carácter que distinguen al hombre maduro tomadas de 1 Timoteo 3 y Tito 1, donde el apóstol Pablo relaciona los requisitos de los obispos.
Debido al desmedido énfasis en las habilidades y el impacto de la personalidad que están hallando amplia cabida aún entre líderes cristianos soslayando el papel clave del carácter para el desarrollo de un ministerio piadoso, se vuelve tarea urgente recuperar la imagen del hombre de Dios que se conforme como medida mínima a cualidades que se encuentran en forma de catálogos, además de los que analiza Getz, en diversas partes de la Biblia como los Salmo 15 y 24, las bienaventuranzas del Sermón del Monte y Gálatas 5:22-23.
Pero es necesario decir una palabra más sobre las dos perspectivas acerca del liderazgo cristiano. Aunque no debieran serlo, ambas propuestas no sólo parecen divergentes, sino aún polarizadas y hasta mutuamente excluyentes. Lo cierto es que es posible adoptar una postura ecléctica que concilie los dos modelos. Esto, debido a que no es deseable un líder que evidencie altas características administrativas aunque su carácter sea deplorable, pero tampoco puede serlo el líder con excelentes cualidades morales y espirituales pero sin las habilidades para dirigir. Así, las cualidades administrativas pueden coexistir perfectamente con las del carácter en el ministerio del líder cristiano eficaz. Esta última parece ser la imagen del líder representada por personajes como Moisés, Josué, David, Nehemías y Pablo, por citar sólo algunos ejemplos de la Biblia. Personalmente, esta es la postura que asumo. Estoy convencido que el pueblo de Dios y el mundo anhelan ministros con amplias capacidades administrativas pero de un carácter fincado poderosamente en los valores bíblicos.
Que el Dios que ha guiado a muchos gigantes de la fe pueda llevarnos a ejercer un verdadero liderazgo cristiano.
¡Bendiciones!
Para que la iglesia cumpla su misión debe aprender a adorar y para esto es necesario conocer más íntimamente al Dios que adoramos. De este modo, para que el creyente tenga un corazón adorador requiere centrarse en la persona de Dios.
El sacerdociode todos los
CreyentesSacerdocio
Daniel Jiménez T.
Sus implicaciones para nosotros hoy
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. ”. (1 Pedro 2:4-5)
“Cuando el futuro nos alcance” fue el título de aquella película de hace décadas. Pues el vaticinio de este nombre se ha hecho realidad: el futuro ya nos alcanzó. Hemos entrado plenamente al nuevo siglo y al nuevo milenio. Al cumplir 200 años de independencia y 100 años de Revolución, nos percatamos que este nuevo siglo nos ha alcanzado con varias revoluciones más: la mediática, la cibernética, la sexual, la político-social. Y como toda revolución, éstas están enmarcadas por un clima de violencia rampante.
En medio de todo ello se hace necesario liderar al pueblo de Dios para que ejerza su misión. Usando un emblema del libro de Apocalipsis, este pueblo debe ser candelero en medio del mundo, luz de testimonio. Debe encarnar un servicio efectivo, y constituirse en modelo de adoración y auténtica espiritualidad. Todo ello porque la confusión imperante del mundo deviene en un estado en el que, en palabras de Harold Segura, “Al mismo tiempo que se venden fórmulas para tranquilizar la vida por medio de variadas recetas de espiritualidad exótica, se ofrecen técnicas para hacer más “productiva” la vida (de la iglesia) para poder gerenciar el desorden de la existencia. La tranquilidad del alma y eficiencia de la vida: He ahí el cielo de esta nueva religión.”
Ante esto, debemos cuidarnos de practicar modelos de liderazgo gerenciales enfocados en la productividad y eficiencia de la iglesia, y de ofrecer m o d e l o s d e e s p i r i t u a l i d a d a t ra c t i vo s , individualistas y hedonistas. Por ello, si hemos de dirigir a la iglesia en este futuro, debemos hacerlo sin olvidar la esencia de este pueblo, Real Sacerdocio (Apocalipsis 1:6) y sin abandonar el modelo de Liderazgo de Servicio que nos dejó Jesús (Juan 13). Dado lo anterior, propongo dos aspectos importantes a desarrollar en nuestro ministerio que describo en las siguientes líneas.
I.- LIDERAZGO EN UN MUNDO GLOBALIZADO
El escritor Italiano Humberto Eco, en una entrevista sobre globalización, al cuestionársele sobre cuál podría ser el perfil del hombre globalizado, el perfil del ciudadano del siglo XXI, respondió: “Mire usted, yo creo que el perfil ideal del hombre ideal del siglo XXI será el del apóstol Pablo: de madre judía, de padre griego, nacido en Persia, afincado en Jerusalén, educado en la escuela rabínica, profundo conocedor de la cultura helénica, hablaba arameo, leía la Torá en hebreo, escribía en griego, y cuando le solicitaban pasaporte, se declaraba ciudadano romano, esto es un hombre globalizado”. La globalización llegó desde hace 2000 años. Lo cierto es que el liderazgo que ejerció Pablo en su tiempo fue en un ambiente semejante al nuestro.
Si Humberto Eco identifica a Pablo como el prototipo con el perfil del ciudadano del siglo XXI, creo que debemos recuperar la personalidad de él para los líderes del futuro, los que han entrado de lleno al siglo XXI. Entre esos rasgos ministeriales que debemos de cultivar están:
“...este pueblo debe ser candelero en medio del mundo, luz de testimonio. Debe encarnar un servicio efectivo, y constituirse en modelo de adoración y auténtica espiritualidad.”.
El sacerdociode todos los
CreyentesSacerdocio
Sus implicaciones para nosotros hoy
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;...”. (1 Pedro 2:9)
A. La sencillez soteriológica (1 Corintios 1:23-24)
Cuando un líder tiene claro cuál es el contenido de su predicación, sencilla pero profundamente podrá expresar el mensaje de una manera clara y contundente. En un mundo pluralizado no podemos “vender” nuestra primogenitura de la singularidad de Jesucristo como Soberano y como Salvador. Jesucristo no es un señor, sino Él Señor por su divinidad eterna y por su humanidad adquirida y mantenida para siempre a raíz de su encarnación.
B. El realismo escatológico (1 Corintios 15:54)
Cristo resucitó de entre los muertos. Esta es nuestra esperanza. Si hay algo que da esperanza y seguridad a la predicación del evangelio es la realidad escatológica que trajo la resurrección de Jesús. Esto, entendiendo la resurrección como la persona transformada de Jesús de Nazaret. A la misma persona y la misma identidad, la resurrección le otorgó un cuerpo transfigurado o glorificado.
El proceso natural de descomposición y desintegración fue detenido definitivamente y el cuerpo adoptó una nueva naturaleza. Este fue un acontecimiento histórico objetivo; un hecho físico. A Jesús se le colocó en un nuevo plano de existencia.
Ahora bien, la resurrección es el evento escatológico eterno por antonomasia, y la resurrección de Jesucristo es la prueba fehaciente que el futuro, no el del siglo XXI o XXII, sino el futuro eterno de Dios ha invadido nuestra historia dándole a todas las realidades de la misma un carácter de realidad penúltima y no definitiva.
C. La Talla Ministerial
Debemos anhelar al modelo ministerial del apóstol Pablo; nos corresponde aspirar a su talla intelectual y espiritual. Necesitamos ser imitadores de él y hacernos notar, sin descuidar nuestra relación con Cristo.
Necesitamos ser líderes que encarguen el ministerio a las nuevas generaciones habiéndoles dado ejemplo de lo que es servir a Cristo (2 Timoteo 4:1-8).
Necesitamos ser líderes que encarguen el ministerio a las nuevas generaciones habiéndoles dado ejemplo de lo que es servir a Cristo.
“...vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. ”. (1 Pedro 2:10)
En cuanto a lo intelectual, vale recordar la exhortación de Eliseo Vila, director de Editorial Clíe, quien en el 2005 impartió en la ciudad de México la conferencia “Globalización y posmodernismo”. En dicha conferencia urge a los cristianos de este siglo a que sean lectores asiduos de obras serias y de hábitos espirituales consistentes para que puedan dar razón de su fe en medio de los tiempos actuales.
Si hubo alguien que se cuidó de la ignorancia de su contexto histórico tanto en el ámbito local como internacional, fue precisamente el apóstol de los gentiles. Y si hubo alguien que cultivó una relación viva con Jesucristo cuyos efectos se hicieron evidentes en su vivir cotidiano, lo fue también él.
Intelectualidad y espiritualidad no están divorciadas. En cuanto a esa doble cualidad debemos recordar que las grandes almas piadosas, que reformaron con una renovada fuerza espiritual al cristianismo en momentos de crisis, fueron personas que cultivaron su vida intelectual. “La fe cristiana mantiene una primacía del intelecto y a la misma vez una primacía del corazón. Consideremos a los grandes maestros de la historia de la Iglesia. Entre estos gigantes tenemos las figuras de San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Martín Lutero, Juan Calvino y Jonathan Edwards. No hubo más intelectos prodigiosos que hayan embellecido la escena teológica como estos hombres. Aunque cada uno difiere de los otros en uno o en otro punto de la teología, los escritos de estos hombres revelan un alma apasionada de Dios. Lo de ellos no es una especulación árida, indiferencia académica, ni posturas arrogantes. Ellos son hombres de pasión quienes desplegaron un notable equilibrio de las dos primacías –la de la mente y la del corazón. Muchos teólogos han instruido pero pocos los que además han inspirado. Estos gigantes de la fe conmocionan nuestros corazones y estimulan nuestras mentes. Ellos han encontrado descanso para sus almas y son capaces de comunicar ese descanso a una iglesia.”
En lo que a lo espiritual toca, el Dr. Chong Moon Park señaló, en una conferencia sobre teología de la Misión impartida en un seminario de la ciudad en el 2007, que dos cosas han de tomarse en cuenta para los líderes de estos tiempos. En primer término está la fuerza espiritual, aspecto en el que puntualiza que en América Latina actualmente hay muchos pastores, pero sin fuerza (espiritual), y que en el pasado había pocos pastores pero con mucha fuerza. Necesitamos personas (maestros y
pastores) con la fuerza del Espíritu Santo. En segundo término está la acción discipuladora. De esta forma, señala él que necesitamos como líderes evangelizar y enseñar. Park pregunta: ¿por qué no hay pastores con fuerza?, porque no se está llevando a cabo la acción de hacer discípulos con intencionalidad y con profundidad. El discípulo es un paso más adelante de ser creyente en Jesucristo. Hacer discípulos, pues, es un imperativo para los líderes cristianos.
II.- ESPIRTUALIDAD EN MEDIO DE LA VIOLENCIA
Todos somos testigos del clima de violencia que se ha vivido en prácticamente por todo el país en el transcurso de varios años consecutivos. ¿Cómo cultivar la espiritualidad en medio de un mundo violento? Recordando la esencia del pueblo de Dios, debemos tomar en cuenta que antes de ejercer el sacerdocio de todos los creyentes, debemos ser un auténtico Real Sacerdocio. Nótese esto último en el hecho de que la frase “Real Sacerdocio” aplicado a la iglesia, sucede en libros que tienen como trasfondo la persecución y el sufrimiento, como 1 Pedro y Apocalipsis
“Sacerdocio” es una palabra que nos ubica en el plano de la espiritualidad y de la adoración. El apóstol Juan, estando en el “día del Señor” (Apocalipsis 1:10), en el día del culto, envía el mensaje del libro de Apocalipsis a las iglesias de Asia, para que recobren su papel de Candelero (1:20). El llamado es a que aprendan a cultivar la espiritualidad de un sacerdocio genuino en medio de la fascinación de una sociedad cómoda y peligrosa para quienes no se alinean a ella.
Muchos teólogos han instruido peropocos los que además han inspirado.
“Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”. (Apocalipsis 1:4-6)
Hablar de espiritualidad y sufrimiento se hace necesario en un mundo amenazador como el que vivimos hoy. Pues bien, este enigmático libro de Apocalipsis se escribió con el fin de afianzar la espiritualidad de los cristianos que experimentaron tiempos difíciles. ¿Cuáles eras las dificultades que experimentaban aquellos creyentes? ¿Cuáles eran sus necesidades más profundas? ¿Cómo es que pudieron afianzar su espiritualidad y mantener la fe, pasión y la entrega renovada durante los primeros 300 años de la historia del cristianismo? La verdad es que el último libro de la Biblia reveló a la iglesia de aquellos tiempos algunas verdades a las que también nosotros debiéramos atender hoy. Verdades fundamentales de la historia y de la vida de la iglesia. En los capítulos 1 al 3 encontramos por lo menos las siguientes tres:
A. Abrir la conciencia (Apocalipsis 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14)
Las cartas comienzan con la misma frase: “escribe al ángel de la iglesia…”. Esta puede interpretarse como un ángel representante en el cielo por cada congregación, o el pastor o el líder de la iglesia. Estos ángeles en el capítulo 1 están representados por las estrellas que Jesús tiene en las manos. Aunque no podemos ser rígidos en el significado de las estrellas-ángeles, si podemos afirmar que es válido entender que el ángel-estrella representa la dimensión espiritual de la iglesia. Así como el candelero representa la dimensión terrenal de la iglesia (su testimonio es adoración), el ángel-estrella representa la dimensión espiritual de la iglesia, el corazón de la comunidad. La frase se vuelve una sacudida a la consciencia y un llamado a la voluntad. Al ángel se le impele a darse cuenta de lo que pasa y a restaurar o afirmar lo que es necesario en cada congregación. Así, las primeras frases se vuelven un llamado a cobrar consciencia y a asumir como Reyes y Sacerdotes tres responsabilidades:
La responsabilidad ante el Jesús resucitado. Conocedor, poderoso, vencedor de la muerte. Esas son las virtudes del Jesús resucitado. Siete veces resuena esa verdad. Jesús sabe y conoce. ¿A quién pretendemos engañar? Debemos ser conscientes de que Jesús lo sabe todo. Él tiene en su mano nuestras mentes y corazones. Saber quién y cómo es Jesús nos pone en la línea de su protección. Pero también en la de su escrutinio.
La responsabilidad ante la iglesia. Esto por encima de sus defectos y virtudes. Hay que notar que a dos iglesias no se les reprocha nada y a dos no se les elogia nada. En conjunto las iglesias muestran lo que es la iglesia. Iglesias imperfectas, pero transformándose por la acción de Jesús. Diferentes cada una de ellas, pero todas amadas por Cristo. Con aspectos buenos y malos. Con lados oscuros, muy oscuros y luminosos muy luminosos. La verdad es que no hay iglesia absolutamente perfecta, ni tampoco hay iglesia absolutamente imperfecta. Siempre hay algo que debe cultivarse más, y algo que debe ser erradicado porque ofende al Señor. ¿Por qué se nos muestran estas iglesias tal cual son? Para amarlas tal cual son, como las ama Jesús. Tal vez iglesias como la de Sardis o Laodicea no inspiren amor, pero sí podemos amarlas cuando comprendemos que Jesús las ama y las tiene en su mano y se pasea entre ellas. La iglesia es imperfecta e infiel -por eso recibe censuras- pero su Salvador la ama. No las ha desechado, ni las desechará. La iglesia es el ámbito, el espacio donde se manifiesta y habla el Hijo del Hombre. La iglesia es la casa donde Jesús decide mostrar su gloria. Aunque han pasado más de 70 años desde que Jesucristo había partido, y la iglesia se ha movido entre la fidelidad e infidelidad, Él no ha cambiado de idea, no ha dejado a su novia, a pesar de su infidelidad. Nosotros deberíamos imitarle también.
Responsabilidad ante el conflicto. La iglesia debe encarar a Satanás con su trono (2:13), entendido este último como el mundo con su influencia que se expresa en seducción hacia una vida fácil, egoísta y rebelde, y una vida centrada en la auto indulgencia y el hedonismo; con su sinagoga (2:9; 3:9), entiéndase creencias que mueven al orgullo, a una fe egocéntrica en donde lo único que vale es el punto de vista personal; y, con sus profundidades (2:23), es decir, enseñanzas cristianas desvirtuadas que promovían la laxitud ética y una pasividad que tendía a abaratar la gracia.
La iglesia es el ámbito, el espacio donde se manifiesta y habla el Hijo del Hombre. La iglesia es la casa donde Jesús decide mostrar su gloria.
“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”. (Apocalipsis 5:9-10)
B. Convertirse
A cinco de las siete iglesias Jesús se les presenta como viniendo a ellas (1:7; 2:5, 16, 25, 3:3, 20); como visitándolas. Por ello les invita a que se preparen para esa visita. En cada momento de dificultad o de peligro, es espiritual recordar que Jesús nos llama a alistarnos para su venida. Y la correcta manera de alistarnos es arrepintiéndonos (Isaías 30: 15 y ss.) ¿Por qué los convertidos deben convertirse? En primer término porque deben ser modelo. Si testificamos el arrepentimiento, debemos ser modelo de ese arrepentimiento.
En segundo lugar, porque es necesario. Lo cierto es que tenemos que cambiar y debemos cambiar mucho de nosotros. Debe haber un descontento santo con nuestra propia vida; es decir, debemos sentirnos incómodos por aquellas cosas que están mal, y debemos rogar que Cristo las identifique y las erradique, aunque sea de manera dolorosa y violenta. Necesitamos ser mejores esposos, amigos, miembros de la iglesia, testigos de Jesús, servidores, padres, etc.
La palabra matanoia, “arrepentimiento”, literalmente significa “mente hacia arriba”. Y es que es hacia arriba donde debemos dirigir nuestros pensamientos, anhelos, pretensiones y deseos. El arrepentimiento nos hace mejores, y es que en realidad se requiere de personas mejores. Arrepentirse es la única posibilidad de mejorar para mejorar este mundo. Ser mejor es lo que esta sociedad y las iglesias necesitan. Del suelo al cielo. De lo mundano a lo excelso.
C. Permanecer (2:10; 3:9, 11)
A las iglesias se les dice que venzan y permanezcan en dos aspectos. Primero, es vital que mantengan el testimonio. Ante las dificultades y amenazas de nuestro tiempo, como iglesias debemos mantener n u e st ro t e s t i m o n i o h a sta l a s ú l t i m a s consecuencias. Hoy en día se suele entender el testimonio como el acto de presentar el plan de
salvación y hablar de Cristo, lo cual no está en discusión. Pero en Apocalipsis, hablar de testimonio es algo más profundo y con implicaciones de alto costo. Testificar es vivir la fe y la ética con total integridad, entrega y disposición a ir hasta la muerte (2:20). Pero cuando queremos hacer las cosas sin que nos cuesten nada, entonces no es testimonio, es sólo que queremos deslumbrar y no alumbrar. La iglesia fue hecha para iluminar, no para deslumbrar ni para iluminarse a sí misma.
Dios quiere que su iglesia a través de su carácter y de sus obras muestre a Jesucristo, al Cordero inmolado, al Salvador y Redentor, al que ha vencido la muerte. En segundo lugar, a estas iglesias también se les manda mantener la fe. La fe es mucho más que creencia; es entrega, es osadía, es gozo, es tenacidad. La fe no se arrastra, se yergue. La fe no se lamenta, testifica. La fe no pide, da. La fe no llora, canta. La fe no atemoriza, infunde valor. La fe no presagia males, disipa temores. La fe no nos arrincona, nos saca al campo de batalla. La fe no siembra el derrotismo, siembra la victoria.
Juan en el Apocalipsis toma muy en serio la realidad de las dificultades, de la tribulación y la muerte. En ningún momento ofrece una esperanza escapista de poder “salir a tiempo” antes de la pruebas, más bien llama a todo cristiano a cultivar la espiritualidad en medio de la tribulación y los sinsabores de la vida. Para poder ser vencedores en medio del sufrimiento como lo fueron aquellos millones de creyentes que cantaban mientras morían por su Señor, debemos abrir nuestra conciencia, convertirnos genuinamente y permanecer en la fe que hemos abrazado.
Conclusión
Pablo es el modelo a seguir, porque un mundo globalizado no requiere de iglesias-empresas ni de pastores-gerentes, sino de iglesias integradas por sacerdotes y líderes que sean siervos de talla paulina. La espiritualidad enseñada por Juan y el liderazgo modelado de Pablo son la mancuerna adecuada para que las iglesias y sus pastores cumplan con eficacia su misión en este nuevo milenio.
Debe haber un descontento santo con nuestra propia vida; es decir, debemos sentirnos incómodos por aquellas cosas que están mal, y debemos rogar
que Cristo las identifique y las erradique, aunque sea de manera dolorosa y violenta.
“A Él le toca crecer, y a mí
menguar.”Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que él crezca, pero que yo mengue.
menguar
Liderazgo, teología, Biblia, iglesia son términos muy relacionados con un Seminario. Desde los inicios del siglo pasado el Seminario Teológico Bautista Mexicano ha sido usado por Dios para formar en sus fundamentos bíblicos y teológicos a un buen número de líderes de nuestras iglesias. Hablamos de muchos años, pero los resultados de esta formación se han expresado también a lo largo del tiempo. Paulatina y modestamente, pero con la fidelidad, un buen número de siervos egresados de esta Institución han estado realizando su ministerio de manera eficaz en los diversos campos del servicio a Dios.
No es sencilla la labor de una institución de formación en el ministerio como lo es el STBM. Las demandas y expectativas de las iglesias, de los mismos alumnos, y aún de quienes laboran en la institución, son altas y exigentes. Se espera que un seminario provea de todo lo que un líder requiere para llevar al éxito a la congregación o ministerio que habrá de desarrollar. Se espera que el egresado sea un teólogo como Juan, un evangelista como Felipe, un pastor como Bernabé, un misionero
como Pablo, un líder como Nehemías, un administrador como José, un predicador como Apolos, un innovador como Esteban, y un conservador como Gamaliel… ¡Menuda tarea! ¿Verdad?
A la luz de las palabras de Jesús “les digo que entre los mortales no ha habido nadie más grande que Juan”, y de las pretensiones del mismo bautista “A Él le toca crecer, y a mí menguar”, podemos decir que el Seminario ha de proveer los fundamentos para la formación que los siervos de Dios deben tener para que su vida sea una continua entrega. Dicha entrega ha de ser con el único fin de que Jesucristo sea glorificado en la iglesia y en el mundo.
“Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”. (Tito 1:7-9)
“A Él le toca crecer, y a mí
menguar.”menguarPalabras del Director del STBM con motivo del CXI Aniversario de esta Institución
Las demandas y expectativas de las iglesias, de los mismos alumnos,
y aún de quienes laboran en la institución, son altas y exigentes.
El Seminario debe proveer de las experiencias educativas, en el más amplio sentido de la expresión, que ayuden al egresado a captar la seriedad del llamamiento que el Padre le ha hecho. El Seminario ha de promover la firmeza en la convicción y en el carácter para que el egresado influya, con el poder del Espíritu Santo y el sustento en la Palabra de Dios a quienes le rodeen para sean discípulos del Señor Jesucristo en cualquier ambiente y lugar donde Dios le coloque sin exceptuar los más peligrosos como el que terminó con la vida Juan el Bautista.
Si Jesús reconoció esa labor en Juan como la más grande en el tiempo de la promesa, también nos ha garantizado su respaldo: “sin embargo el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”.
Finalmente, vale la pena rememorar las palabras de un ex-alumno en relación con la labor del Seminario: “El Seminario no me enseñó todo lo que necesito para el ministerio, pero todo lo que me enseñó lo necesito”.
En consonancia con ello, es nuestra oración que lo que aprendamos aquí, incluidos alumnos, profesores y administrativos, sea para fundamentar en la Palabra de Dios una actitud de excelencia en el servicio, teniendo como único fin el mismo de Juan el Bautista: que el Señor Jesús crezca y sea glorificado,… y nosotros, sólo nos dispongamos a menguar.
Gracias por estar con nosotros hoy.
Lomas Verdes, México; 21 de octubre del 2012.Pr. Daniel Jiménez T.
Director
“Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.”. (Tito 2:6-8)
La Generosidaden la vida de un ministro
de Jesucristo
LUCAS 12:32-48 Por Daniel Álvarez Martínez
Jesucristo
al morir entramos al cielo; para algunos más el reino es la iglesia. Creo que la mejor manera de entender la naturaleza del Reino es examinar lo que el mismo Jesús dijo sobre el Reino. “Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo había de venir el Reino de Dios, les respondió diciendo: El Reino de Dios no vendrá con advertencia. No dirán: “¡Miren aquí está! o “¡Allí está!”. Porque el Reino está en medio de ustedes” (Lucas 17:20-22). Esta afirmación tiene dos implicaciones importantes: primero, que el reino no es un evento futuro sino que ya fue establecido en el primer advenimiento de Cristo; y segundo, que el reino no es algo sino alguien. El Reino no es otro que el mismo Jesús.
Pero esto no es todo lo que Jesús enseñó sobre la naturaleza del reino. En la famosa oración modelo Jesús instruye a sus discípulos a pedir "venga tu reino”, petición que se explica en el mismo texto: “sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). El reino de Dios es hacer la voluntad de Cristo aquí en la tierra de la misma manera que los ángeles hacen la voluntad de Dios en el cielo. El Reino es el gobierno Mesiánico en la vida del ser humano, pero es importante puntualizar que el reino es algo más que la obediencia a los mandatos de Dios. La obediencia puede darse en función del miedo a un castigo o al interés de una recompensa, pero ninguna de las dos es la clase de obediencia que caracteriza al reino.
Para una comprensión exacta de la naturaleza del reino hay que considerar la manera como se hace la voluntad de Dios en el cielo. Lo único que motiva la obediencia de los ángeles es el amor. El reino de Dios es un régimen de amor, es una vida gobernada por el amor de Cristo a tal grado que la persona adquiere la capacidad de despojarse de sus bienes para llenar las necesidades de su prójimo.
“...Esto es lo que Jehová ha mandado: Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro, plata, bronce, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras,...”. (Éxodo 35:4-6)
¿Qué está viendo el mundo en los ministros de Cristo? Si usted es pastor de una iglesia cristiana, esta pregunta debiera inquietarle seriamente. Creo en lo personal que la imagen que el mundo contempla cuando entra en contacto con un pastor, es la imagen de alguien que está para recibir no para dar. Lo trágico de esta realidad, es que en la mayoría de los casos, el pastor tiene la misma perspectiva de sí mismo y de su ministerio.
Es tiempo de que este deterioro en la imagen del ministro cambie, pero este cambio tiene que darse primeramente en la mentalidad del propio pastor. El pastor debe adquirir una perspectiva correcta del ministerio y de su propio estilo de vida como ministro de Jesucristo y vivir congruentemente con esa perspectiva; esto se logra adquiriendo un nuevo enfoque, a partir de una comprensión exacta del evangelio del reino de Dios.
El evangelio del reino fue el mensaje central en la predicación y enseñanza de Cristo (Marcos 1:14-15); es el núcleo del testimonio de la iglesia ante el mundo a lo largo de todos los tiempos, hasta que Cristo venga (Mateo 24:14); por lo que es, todos los aspectos de la vida cristiana debieran entenderse a la luz del Evangelio del reino. La cosmovisión del ministro sobre su propia vida debe cambiar a partir de tres consideraciones sobre el Reino:
1. LA NATURALEZA DEL REINO
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna…” (Lucas 12:32-33) ¿Qué es el Reino de Dios? Las ideas que vienen a la mente en nuestros tiempos, cuando se menciona el reino son diversas. Para algunos el reino es un bonito paraíso en el que se ha de convertir nuestro planeta al final de los tiempos; para otros es el momento en el que
El reino de Dios es hacer la voluntad de Cristo aquí en la tierra de la misma manera que los ángeles hacen la voluntad de Dios en el cielo.
La Generosidaden la vida de un ministro
de JesucristoJesucristo
¿Cuáles debieran ser los valores del Ministro? Los valores del mundo han llegado a ser los valores de muchos ministros de Cristo: poder, dinero, comodidad, popularidad, etc. La teología de la prosperidad es la gran herejía de los tiempos modernos. Esta teología está conduciendo a las iglesias de Cristo y a sus ministros a postrarse ante “Mamon”, el dios de la riqueza, según la mitología griega (Lucas 16:13; Mateo 6:24).
¿Quién está detrás de la teología de la prosperidad? Líderes religiosos que se hacen llamar “Apóstoles de Cristo” que manipulan las promesas de la Biblia para explotar la generosidad de la iglesia de Cristo para enriquecerse, ofreciendo al pueblo de Dios falsas expectativas económicas y contagiando a los ministros de Cristo de la misma falacia. Es tiempo que recordemos que las riquezas del reino no tienen nada que ver con los bienes temporales de este mundo, que nuestro carácter es el de un administrador, por lo que todas las cosas materiales de las que el ministro dispone, le han sido conferidas en custodia para su administración, no son su propiedad, son bienes de Dios. Él los ha puesto estos bienes en las manos de sus ministros, para que ellos a su vez, den el alimento a tiempo a la familia de Dios (Lucas 12:41-44). “Tuve hambre y me diste de comer” (Mateo 25:35). Es el resultado del régimen del amor, es la realización del reino Mesiánico, son las obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).
“Y respondiendo Ezequías, dijo: Vosotros os habéis consagrado ahora a Jehová; acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud presentó sacrificios y alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos.”. (2 Crónicas 29:31)
¿Cuál fue la expectativa de los apóstoles cuando Jesús les anuncio: “A vuestro Padre le ha placido daros el reino”? El concepto que los apóstoles tenían del reino mesiánico era el que había heredado de la influencia social de su tiempo; para los judíos en el tiempo de Jesús, el concepto del reino era muy limitado, tenía una idea puramente materialista del reino. En su perspectiva, el reino no era otra cosa que un estado de poder, riquezas y bienestar nacional en el que el pueblo judío sería libertado por el Mesías de la opresión extranjera y se convertía en una potencia dominante en el mundo.
En este sentido el Mesías debía ser un rey al estilo de Salomón, rico y poderoso. Así que cuando Jesús anuncia a sus discípulos que ha llegado el momento de recibir el reino, en la mente de los apóstoles la expectativa de bienestar material se ilumina, pero lo que Jesús, a continuación les pide que hagan, no es lo que ellos esperan escuchar: “vended lo que poseéis y dad limosna…” Jesús los coloca frente a lo que podemos llamar “la paradoja del reino”. Recibir el reino, no es otra cosa que darse por entero en bien de los demás, una paradoja que sin lugar a dudas desconcertó a los discípulos, quienes no estaban en el grupo mesiánico para dar sino para recibir.
Es triste en nuestros días, que en la mentalidad de la gran mayoría de los ministros de Cristo exista la misma cosmovisión errónea que tenían los apóstoles; la idea de que el ministro no está para dar sino para recibir. Cuando se predica o se enseña sobre la generosidad se sobrentiende que esta es una responsabilidad propia de la iglesia pero que el ministro, dada su condición de “siervo” de Cristo está exento de ella.
2. LOS VALORES DEL REINO
“…haceos bolsas que no se envanezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón”. (Lucas 12:33-34).
“Recibir el reino, no es otra cosa que darse por entero en bien de los demás,...”
“Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna. ”. (1 Timoteo 6:18-19)
que trabajando así, se debe ayudar a los necesitados y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:33-35).
Esta es la luz que debe alumbrar al mundo, para que todos glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16); por lo que éste debiera ser nuestro tesoro, “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón”.
3. LA MISIÓN EN EL REINO
“Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su Señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les de su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su Señor venga, le halle haciéndose así” (Lucas 12:42).
¿Cuál es la misión de un ministro de Cristo? y ¿Cuáles son las cosas que son un estorbo para cumplir la misión? La tarea del ministro y de la iglesia no es remediar la pobreza material del mundo, no se trata de exaltar la beneficencia como la misión suprema del evangelio. La misión de la iglesia y del ministro es cumplir con la gran comisión (Mateo 28:19-20); es poner al mundo en contacto con el evangelio del reino (Mateo 24:14). Esta es la tarea suprema de la iglesia; sin embargo, hoy el pueblo de Dios incluyendo a sus miembros está caminando en pos de “otro evangelio”, el evangelio de la prosperidad. Esta distorsión está desviando a las iglesias y especialmente a los ministros de la misión que Cristo encomendó. Esto no significa que no hay predicación; si la hay, el problema está en lo que se predica y los motivos que hay detrás de esa predicación.
En el discurso de despedida que el Apóstol Pablo dirige a los ministros de la iglesia de Éfeso (Hechos 20:17-35) se distinguen claramente dos rasgos sobresalientes en el concepto que el gran apóstol tenía sobre el ministerio pastoral y que los resalta como ejemplos de su vida personal para ser imitados. Primero, una profunda conciencia de la naturaleza de su misión: La predicación del reino como una responsabilidad ante Dios y los hombres (Hechos 20:19-27); y segundo, el costo de la misión “Ni plata, ni oro, ni vestido de nadie he codiciado, antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado
importaba el bienestar de las pobres viudas, sino obtener un beneficio económico de ellas. Por esto Jesús fue muy claro en las instrucciones que dio a sus discípulos “Den de Gracia, lo que de gracia han recibido” (Mateo 10:8).
El ministro de Dios debe ser ejemplo de trabajo, honradez y generosidad; el ministro no debe estar en la búsqueda de lo que la iglesia le puede dar, sino mas bien a la búsqueda de aquello en lo que él puede servir y especialmente a la gente más vulnerable de la iglesia. Esto es exactamente lo que significa “buscar el Reino de Dios y su justicia”.
Finalizamos esta reflexión con la pregunta con la que empezamos, pero personalizada. ¿Qué está viendo el mundo en mí como ministro de Cristo? Es mi anhelo que el mundo pueda ver en nosotros la luz de una vida que se ofrenda ante Dios, en bien de la humanidad y para Gloria y alabanza de Dios nuestro Padre y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”. (2 Corintios 9:6-7)
Es evidente que en el Apóstol Pablo había una profunda conciencia de su misión y de lo que implicaba llevarla a cabo. Muchos ministros realizan su ministerio en función de un salario, y les parece aceptable tal forma de ver su ministerio. Deberíamos empezar a ver las cosas de manera distinta y tener conciencia que lo más importante en la vida es saber para qué estamos en este mundo e invertir toda la vida en ello.
Si pensáramos así veríamos que el ministerio de la palabra no puede estar en función de un sueldo, sino que todo en nuestra vida incluyendo nuestro ingreso económico, debe estar en función del cumplimiento de nuestra misión. No estoy diciendo que esté mal que una persona se dedique de tiempo completo al ministerio y que sea sostenido económicamente por una iglesia. Lo que está mal es que el ministro condicione el ejercicio de su función pastoral a la dimensión del salario. Jesús dijo a los ministros de la palabra de su tiempo: “¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos hipócritas porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación!” (Mateo 23:14). ¿Tenían derecho los maestros de la ley de recibir el diezmo de la gente a la que instruían? Es claro que si. En este pasaje, Jesús no condena la generosidad de las viudas, sino la actitud siniestra de los ministros a quienes no les
Daniel Álvarez Martínez es egresado del STBM
en 1997 y ha pastoreado por poco más de
25 años la Primera Iglesia Bautista de Teziutlán,
Puebla.
