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Opinión pública, proceso de paz y cooptación

del Estado

Estudios desde los medios de comunicación

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Observatorio de Medios

de Comunicación, Obsemed

Bogotá, D. C., 2016

Opinión pública, proceso de paz y cooptación

del Estado

Estudios desde los medios de comunicación

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Opinión pública, proceso de paz y cooptación del Estado.

Estudios desde los medios de comunicación

© Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales

Vicedecanatura de Investigación y Extensión

© Editor, 2016

Pablo Ignacio Reyes Beltrán

© Autores, 2016

Óscar Mejía Quintana, Ivonne Patricia León, Germán Darío Rodríguez González, Juan Manuel

Bañol Arias, Michael Stiven Reyes Barreto, Carlos Andrés Ramírez González, Juanita Camila

Triana Quimbaya, y Augusto Federico Padilla Piedrahíta.

Primera edición, 2016

ISBN (papel): 978-958-775-842-9

ISBN (digital): 978-958-775-843-6

ISBN (ibd): 978-958-775-844-3

Este libro fue producido por el Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed.

Preparación editorial

Vicedecanatura de Investigación y Extensión

Corrección de estilo: Angélica Ávila y Juan Solano

Diseño, diagramación e imagen de portada: Melissa Ruano Chacón

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización

del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en Bogotá, D. C., Colombia.

catalogación en la publicación universidad nacional de colombia

Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y

Sociales. Observatorio de Medios de Comunicación (Obsemed)

Opinión pública, proceso de paz y cooptación del Estado : estudios desde los medios de

comunicación / Observatorio de Medios de Comunicación ; editor, Pablo Ignacio Reyes.

-- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de

Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Vicedecanatura de Investigación y Extensión, 2016.

194 páginas : ilustraciones a blanco y negro, diagramas

Incluye referencias bibliográficas

ISBN 978-958-775-842-9 (rústica). -- ISBN 978-958-775-843-6 (e-book). –

ISBN 978-958-775-844-3 (impresión bajo demanda)

1. Medios de comunicación masiva y opinión pública -- Colombia 2. Política y medios de

comunicación de masas 3. Medios de comunicación masiva y paz 4. Sociedad de masas

5. Medios de comunicación de masas en procesos de paz -- Colombia 6. Cooptación 7.

Comunicación en política I. Reyes Beltrán, Pablo Ignacio, 1970-, editor II. Título

CDD-21 302.23 / 2016

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Contenido

Sobre el Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed 13

Introducción. Los mass media y la opinión pública

Óscar Mejía Quintana e Ivonne Patricia León

La opinión pública como concepto 16

La evanescencia de la política y lo político y la opinión pública 20

Los mass media, la crisis del sistema democrático

y la opinión pública 23

Referencias 26

Kant como antecedente de la opinión pública y su relación con el concepto de ciudadanía

Germán Darío Rodríguez González

Introducción 28

Constitución republicana y ciudadanía 29

Sobre la teoría kantiana del Estado republicano 29

Moralidad kantiana y ciudadanía 33

Relaciones entre opinión pública y ciudadanía en Kant 37

El uso público de la razón y el principio de publicidad

en Kant como aproximación a la opinión pública 38

Conclusión: ciudadanía y opinión pública kantiana 41

Referencias 43

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Sobre ideología, sociedad de masas y medios de comunicación como formadores de cultura

Juan Manuel Bañol Arias

Introducción 46

Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno, ideología

y sociedad de masas 47

Theodor Adorno y la industria cultural 50

La publicidad y su influencia en la industria cultural 53

Escuela de Birmingham: historiografía cultural

y el pensamiento utópico 54

Medios de comunicación: industria cultural, ideología

y sociedad de masas 58

Reproductibilidad técnica de los medios de comunicación 58

Conclusión 59

Referencias 61

El nuevo papel de la diosa Eris en los medios de comunicaciónMichael Stiven Reyes Barreto

Introducción 64

Agenda del día 65

Propaganda 68

Modelo de propaganda del enemigo 70

¿Cómo reacciona la audiencia frente a la propaganda? 72

¿Es Colombia una sociedad líquida? 76

mira: ¿victimarios o víctimas? 77

Conclusión 80

Referencias 81

Los medios como fines: una mirada a la politización de los medios de comunicación

Carlos Andrés Ramírez González

Introducción 86

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La naturaleza de los medios de comunicación 87

Modernidad y posmodernidad, los medios de comunicación

de la mano de los cambios sociales 90

Comunicación política y la politización directa 93

Conclusiones 95

Referencias 96

Medios de comunicación en Colombia: corrupción, captura y cooptación del Estado

Juanita Camila Triana Quimbaya

Introducción 100

Corrupción, captura del Estado y reconfiguración

cooptada del Estado 101

Corrupción 101

Aproximaciones a la captura y reconfiguración

cooptada del Estado 104

Captura del Estado 105

Reconfiguración cooptada del Estado 107

Corrupción en Colombia 108

Percepción de la corrupción en Colombia 110

La corrupción en Colombia a través de los mass media 114

La corrupción en Colombia a través de los medios 117

Conclusión 121

Referencias 122

Comunicación política: de la sala del gabinete a las mentes de los ciudadanosAugusto Federico Padilla Piedrahíta

Introducción 126

La comunicación en términos generales 128

Los medios masivos de comunicación 129

La noticia 130

Teorías y prácticas al servicio del comunicador político 131

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Comprensión de la política a través de la comunicación política 133

La política en términos mediáticos 134

Los escenarios de la comunicación política 135

El escenario electoral 136

Socialización e interiorización del ejercicio del poder 139

Comunicación en la comunicación política 140

El enfrentamiento entre los actores

de la comunicación política 141

Estudio de caso: Gobierno Santos, el gobierno de la paz

como plan de comunicación política 142

Campaña Santos Presidente 142

Resultados de la campaña 143

Cubrimiento noticioso a la gestión del gobierno 144

Conclusiones 146

Referencias 146

Medición cuantitativa y cualitativaEquipo investigativo del Observatorio

de Medios de Comunicación, Obsemed

Instrumento de la medición 152

Variables de la medición 152

Análisis cuantitativo 157

Análisis según los temas de trabajo 162

Cooptación del Estado-corrupción 162

Elecciones-balance de Gobierno 163

Proceso de paz-conflicto 164

Análisis cruzado 165

Medición cualitativa 166

El Gobierno y el proceso de paz 166

¿Opinión pública sobre el conflicto en Colombia? 167

La realidad nacional vs. el Mundial de fútbol 169

Los medios y la captura del Estado 170

El poder de definición 171

Cultura mafiosa y cooptación del Estado 173

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¿Y medios de comunicación para las víctimas? 174

Los medios y el proceso de paz en La Habana 175

El cambio de opinión ante el proceso de paz en La Habana 176

Política y redes sociales 178

El noticiero rcn y su postura gubernamental 179

Proceso de paz: reflejos de deudas históricas

de la academia jurídica 180

Sobre el delito político y sus delitos conexos 181

Paz y comunidad internacional: más allá

de los espaldarazos económicos 183

El debate sobre el delito político: muestra del etiquetamiento

mediático como obstáculo para la solución del conflicto 184

Impresiones generales 186

La historia en las noticias 187

¿Usted no sabe quién soy yo? 188

Referencias 189

Los autores 191

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Sobre el Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

El Observatorio de Medios de Comunicación —en adelante, Obsemed— se creó en el año 2009 con la financiación de la Dirección de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá —en adelante, dib—. Desde el año 2010, se viene desarrollando con el apoyo finan-ciero de la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Desde ese mismo año, el Obsemed se ha presentado a las convocatorias de observatorios de la Vicedecanatura de Investigación. Ha consolidado año tras años un arduo trabajo de seguimiento a los me-dios escritos, hablados y visuales colombianos y ha contribuido a la for-mación de nuevos investigadores en los niveles de posgrado y pregrado de las disciplinas de Derecho y Ciencia Política.

El Observatorio de Medios de Comunicación, en un primer mo-mento llamado Medios para Ver, surge como resultado de la investi-gación en medios de comunicación realizada por el entonces grupo de investigación Cultura Política, Instituciones y Globalización del depar-tamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. El propósito de esta iniciativa académica era estudiar la información que circulaba en los medios masivos de comunicación en Colombia, con el ánimo de identificar los patrones de índole social, política y económica a los que respondían, así como los rasgos que imprimían en la cultura política colombiana y su incidencia en la formación de públicos delibe-rativos y democráticos o audiencias pasivas y autoritarias.

Desde el año 2010, con el apoyo financiero de la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, el Observatorio de Medios de Comunicación avanza en su consolidación, adoptando como

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parte del nombre sus siglas Obsemed. Ha cambiado su enfoque inves-tigativo hacia el seguimiento permanente de los medios de comunica-ción colombianos, con el fin de registrar el impacto que tiene la infor-mación de carácter político, económico y judicial presentada por los medios de comunicación. Esta exploración se ha realizado en términos jurídico-políticos y socioculturales, de acuerdo a un manejo integral, imparcial y equilibrado de la información y con el manejo de las fuentes que garanticen en las audiencias la maduración de elementos de juicio suficientes para la formación de flujos de opinión pública.

En la actualidad, el Obsemed cuenta con el apoyo de estudiantes de los programas de Derecho y Ciencia Política, así como de egresa-dos de la Universidad Nacional de Colombia. Con la financiación de la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, el Obsemed ha avanzado en su propósito de consolidarse como un grupo interdisciplinar que impacte sobre los medios de comunicación en favor de su responsabilidad social y el fo-mento de una cultura política crítica.

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Sobre el Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

Óscar Mejía Quintana*

Ivonne Patricia León**

* Profesor titular de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la

Universidad Nacional de Colombia. Filósofo de la misma universidad, maestría (M. A.)

en Filosofía Moral y Doctorado (Ph. D.) en Filosofía Política (Pacific W. University, Los

Ángeles). Director del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y

Globalización. Contacto: [email protected].

** Docente del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

Magíster en Derecho y politóloga de la Universidad Nacional de Colombia.

Coordinadora del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y

Globalización. Contacto: [email protected].

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

La opinión pública como concepto

El punto de inicio para ubicar la opinión pública debe situarse en el siglo xix, en el ámbito privado, en las opiniones que emiten los particulares sobre los asuntos de interés general o público. La opinión pública se ubi-ca en la sociedad civil y dado su carácter de unidad y universalidad será el mejor medio para llegar a la verdad. Cuando todos participan en el diálogo público, las opiniones derivadas de estos discursos y opiniones dejarán de ser un conocimiento probable, para convertirse en una vía de acceso a la verdad por parte de los ciudadanos. La opinión pública se presenta como la herramienta para liberar la razón individual de las pa-siones, tensiones, conflictos y prejuicios y, así, alcanzar ascensos relacio-nados con la verdad. De esta manera, quienes ejercen el interés de toda la población centrada en construir una opinión pública siempre tendrán un interlocutor: el Estado.

Desde sus orígenes en el siglo xix el concepto de opinión pública es político y así es entendido en el siglo xx. Como hombres se pertenece a la sociedad civil y como ciudadanos se participa en la vida pública; por tanto, los liberales son conscientes de una comunicación política donde debe oírse la voz de la opinión pública para ejercer funciones de control y crítica frente al poder. La opinión pública se convierte en la voz de la razón, que expresa y defiende el orden natural y le dice al poder dónde debe estar y cómo debe actuar (Monzón, 2006, p. 94).

Desde la Revolución francesa, la edificación de la opinión pública se relaciona con el pensamiento ilustrado liberal. Para el pensamiento libe-ral, la opinión pública debe ser permanente en la población, al participar continuamente en los asuntos de interés público, manteniendo una ac-titud crítica frente al poder. El público demandará al poder público los medios necesarios para hacer oír su voz y entre esos medios se destaca la educación, el acceso a la información, la articulación con la vida política y la participación constante en los asuntos públicos, lo que debe articularse con una ciudadanía participativa. El derecho a la información está relacio-nado con un periodismo independiente y con el hecho de que al público se le debe proporcionar los medios necesarios para ser informado, donde la opinión pública de los ciudadanos encontrará en la información y en los medios de comunicación el mejor vehículo de expresión de sus demandas.

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Óscar Mejía Quintana - Ivonne Patricia León

Es en el siglo xix donde la opinión pública se convertirá en un tó-pico de interés social y cada grupo o sector de la sociedad la entenderá desde los intereses que defiende, su ubicación en la sociedad, la ideolo-gía que identifica sus planteamientos y, finalmente, la perspectiva cien-tífica utilizada en su investigación. En este sentido, las diferentes pers-pectivas que la estudian y dilucidan son: liberalismo versus marxismo o la tradición racional ilustrada y la sociología del conocimiento frente a los psicólogos de las multitudes y los teóricos de la sociedad de masas. Estas diferentes perspectivas sostienen que la opinión pública es un pro-ducto de la razón, la racionalización de un impulso colectivo; en unos el sujeto es el público, en otros es la opinión de las élites o gobernantes; en unos es la expresión de la sociedad, mientras en otros se sostiene que es la opinión de la clase dominante. Este abanico de perspectivas ha transformado la opinión pública en un concepto polisémico y abierto (Monzón, 2006, pp. 95-96).

De otro lado, desde una perspectiva democrática deliberativa de do-ble vía, Jürgen Habermas articula el concepto de espacio político públi-co, concebido como una estructura de comunicación que, a través de la base representada en la sociedad civil, queda enraizada en el mundo de la vida (Habermas, 1998). El espacio político público es una caja de re-sonancia que permite el desplazamiento de los problemas presentes en el mundo de la vida (vida cotidiana), no solucionados en las instancias pertinentes, a la esfera de discusión del sistema político, donde les debe ser encontrada la solución. Estos problemas son detectados por una se-rie de sensores que se encuentran al servicio del espacio político público y que están dispersos a lo largo de todo el entramado social. Para llevar a cabo dicha función los sensores deben cumplir unas características básicas: primero, no ser especializados, lo que favorece su distribución a lo largo de todos los subsistemas que existen en la sociedad y, segun-do, tener la capacidad de transmitir sus impresiones a lo largo y ancho de toda la red.

Con estos sensores el espacio político público realiza dos funciones: de un lado detectar el lugar y las causas que originan estos problemas y, de otro lado, organizarlos de tal manera que representen un elemen-to de verdadera presión para las instituciones que operan en el espacio político. El espacio político público tiene sus raíces y conexiones con el

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

mundo de la vida en la esfera de la opinión pública, que es entendida por Habermas como la red comunicacional de contenidos y opiniones amarradas a temas específicos, dirigida hacia cuestiones políticamente relevantes, que se caracteriza por poseer un horizonte abierto. Su origen se encuentra en la acción comunicativa, ejercida por medio del lenguaje natural (Habermas, 1998, pp. 232-239).

En esta misma perspectiva, Nancy Fraser avanza sobre la idea de construir una esfera pública posburguesa. La autora explora formas hí-bridas de esferas públicas donde se construye la opinión pública, y la ar-ticulación de públicos débiles y públicos fuertes, en los que la opinión y la decisión puedan encontrar formas de negociar y recombinar sus rela-ciones. Fraser introduce el concepto de contrapúblicos subalternos, para referirse a los “espacios discursivos paralelos donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y hacen circular contradiscur-sos, lo que a su vez les permite formular interpretaciones opuestas de sus identidades, intereses y necesidades”. Y añade

[…] en las sociedades estratificadas, los contrapúblicos subalternos tienen un doble carácter. Por un lado, funcionan como espacios de reti-ro y reagrupamiento; por el otro funcionan también como bases y cam-pos de entrenamiento para actividades de agitación dirigidas a públicos más amplios. Es precisamente en la dialéctica entre estas dos funciones donde reside su potencial emancipatorio. (Fraser, 1997, pp. 115-117)

En este último punto, tal exploración sobre los contrapúblicos con-duce a una esfera pública posburguesa, que no debe identificarse nece-sariamente con la concepción liberal de la opinión pública y su relación con el Estado, edificada desde el siglo xix. Hoy podemos reconocer sín-tomas de la aparición de esferas públicas no estatales surgidas de iniciati-vas de la sociedad civil que, con el apoyo de las redes sociales difundidas por el internet, se organizan para realizar oposición, resistencia o des-obedecer a los gobiernos de turno, criticar políticas o hacer visibles ac-tos de corrupción o malos manejos de los dineros públicos, entre otros.

En el contexto del surgimiento de unos contrapúblicos subalternos u opinión pública posliberal, aparecen las redes sociales por el desarro-llo del internet a finales del siglo xx. A la vez que las redes sociales son un vehículo para informar a la opinión pública, también condicionan

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el ejercicio de la ciudadanía, ya que se convierten en un mecanismo de homogeneización y culturización, pues los medios —hablados, escritos y radiales— emiten mensajes banales y de confort de la existencia hu-mana, como es el desmedido cubrimiento de noticias de la farándula, donde la vida privada del otro —político, funcionario o artistas de la fa-rándula, entre otros— se convierte en el plato más atractivo de consumo del espectador o demandante de la noticia. Al respecto, las palabras de Rubén Jaramillo (2004) son muy elocuentes sobre el asunto: “banalidad y democracia deberían ser incompatibles” (p. 144).

En este sentido, autores como Enrique Sánchez han postulado que la opinión pública está totalmente deformada, desinformada y su reali-dad mediada, ya que:

La gran mayoría de mensajes que fluyen en nuestra sociedad con-temporánea son mensajes de entretenimiento que, si bien no son “co-municación política”, sí tienen en su inmensa mayoría alguna implica-ción o determinación política. Independientemente del flujo concreto de los mensajes mediáticos, mientras más concentrado y discrecional sea el manejo y/o control externo e interno de las organizaciones com-plejas que constituyen los medios de comunicación, menos probabilida-des habrá de que éstos operen en un entorno democratizante y, vicever-sa. Es decir, a menor control centralizado, más posibilidades para una contribución democrática. (Sánchez, 2005, p. 73)

Así, los mass media han convertido el entretenimiento en el escena-rio predilecto y necesario para el ejercicio de la política y el poder. Por tanto, se han constituido en la infraestructura funcional que los políticos utilizan para comunicarse con el público y desarrollar su actividad, de-formando la opinión pública, adaptándola a las necesidades de los políti-cos de turno o el modelo económico a imponer. Lo anterior se produce en el escenario de la alta credibilidad de los medios de comunicación y su eficacia en crear realidades, ya que es normal que la gente del común mantenga opiniones sobre la política según el mensaje trasmitido por el comentarista o analista de turno, y sostenga vehementemente que es así porque lo dijeron en televisión o en la radio y ellos “dicen la verdad”. De esta manera, los medios masivos se convierten en los intermediarios entre la clase política y los funcionarios del Estado con los ciudadanos.

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

La relación de los medios de comunicación con la democracia en las sociedades contemporáneas resulta innegable puesto que, como se señaló anteriormente, estos inciden sobre la construcción de realidades y, por ende, en la percepción de la ciudadanía sobre la democracia. En virtud de esta situación, los medios se sirven de su capacidad de otorgar visibilidad a ciertos hechos o actores mientras que invisibilizan otros, y de asignar significados a lo que sucede, donde lo que prima es el rating (televisión y radio) o la compra del periódico y la revista (escritos). La forma en la que los mass media decidan realizar tales ejercicios permite que los ciudadanos tengan acceso a información clara y precisa (no de-formada) con la que puedan crear sus propias opiniones sobre lo que su-cede para actuar en escenarios de deliberación pública y construir, junto con otros ciudadanos igualmente informados, circuitos de socialización donde, sin suprimir las diferencias, se puedan generar consensos sobre los asuntos públicos.

La evanescencia de la política y lo político y la opinión pública

Después de haber realizado una pequeña introducción al concepto de opinión pública y su deformación, estas posturas posliberales suelen ser el escenario común en las discusiones recientes sobre lo político y la política en la cual se ubican los partidos políticos, donde un fenómeno reciente es la supuesta crisis de representación. Sin embargo, si bien el sistema ha sufrido un conjunto de modificaciones, los cuatro principios del gobierno representativo instalados desde la consolidación de las re-públicas americanas y la Revolución francesa, siguen siendo actuales, los cuales son: 1) elección de gobernantes por parte de los gobernados; 2) autonomía de los gobernantes respecto de los gobernados, en opo-sición al mandato imperativo; 3) independencia de la opinión pública respecto de los gobernantes; y 4) decisión colectiva como producto de la deliberación (Manin, 1998).

A lo que asistimos, entonces, es a un proceso de transformación en los estilos y estrategias que caracterizaban los vínculos entre represen-tantes y representados, los cuales son reconfigurados en el marco de una

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creciente incidencia de los mass media en la definición de los procesos políticos. Autores como Bernard Manin (1988) han identificado estas mutaciones con el tránsito de la democracia de partidos a la denominada democracia de audiencias, donde el escenario de la política ahora son las grandes cadenas televisivas y radiales, incluso los medios impresos han entrado en la misma tónica.

En reemplazo de las formas que asumía el vínculo representativo en la democracia de masas —donde los partidos políticos desempeñaban un rol fundamental en la construcción de voluntades, y las preferencias electorales eran estables—, en la democracia de audiencias la represen-tación adquiere un formato personalizado, estableciéndose un vínculo directo y volátil entre la élite gobernante —experta, ahora, en medios de comunicación e imagen— y el electorado —transformado, ahora, en audiencia expresada a través de los sondeos de opinión o encuestas so-bre los candidatos de turno, que realizan empresas expertas en analizar al electorado—. De esta suerte, los candidatos tienden a prescindir de los partidos políticos y enfocar su atención en los mass media como los interlocutores más creíbles de los programas de los candidatos a ser ele-gidos para cargos en el Estado.

Ya no necesitan de los programas partidarios ni de los militantes. Ahora, la personalización de la política hace que los electores se incli-nen a apoyar líderes según su habilidad mediática y estos, por medio de los medios de comunicación, entran en contacto directamente con el electorado sin hacer uso de las tramas sociales construidas por los par-tidos políticos, como era la plaza pública o las bases electorales (Manin, 1998). En estas circunstancias, tal como asevera Óscar Landi (1991),

los medios no sólo potencian la llegada masiva del político sino tam-bién imponen transformaciones en las formas de hacer política, producen efectos sobre la misma estructura política que lo enuncia. La primacía de aparecer, del mostrarse, clasifica de por sí a la clase política en “televisa-ble” y “no televisable”. El televisable no responde a un modelo único y fijo, depende de los ejes de demandas, simpatías y expectativas que prevalecen en la cultura política del país en una etapa dada. (pp. 24-35)

A la vez, los medios despliegan un proceso de desterritorialización de la política:

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

la singularidad y personalización de la imagen televisiva posibili-ta trasladar a la escena nacional la imagen de políticos que no están en los tradicionales centros urbanos de canje político, donde se hacen las alianzas, se forman los lobbys, se seleccionan candidatos y repartían puestos en el aparato del Estado. (Landi, 1991)

El político de hoy tiene a su favor los medios tecnológicos como el internet o el satélite, que se salen del control de los centros geográficos donde tradicionalmente habitaba la clase política. Para el caso de los partidos políticos, lo que parece evidenciarse es que —en ausencia de un razonable grado de institucionalización de estos, con poco perfil e influencia ideológica sobre la realidad, ante débiles lealtades partida-rias y pocos votantes cautivos— se genera un espacio abierto en el que el poder del video se extiende con pocos contrapoderes a la vista. Se consolida así el tránsito hacia las democracias de audiencias, carac-terizadas por una alta volatilidad electoral, un reducido compromiso ideológico y un sistema político que interpela a los electores en tan-to consumidores y no como actores políticos participativos. Estos he-chos son los que, para algunos analistas, provocarían el debilitamien-to de los lazos entre los partidos políticos y la sociedad civil, ruptura que se evidencia en la desafección o desconfianza de la ciudadanía, en un principio del político y, posteriormente, del funcionario elegido (Rodríguez, 2011, pp. 36-53).

De este modo, como lo sostiene Gina Rodríguez, si bien los partidos continúan siendo actores indispensables para comprender la dinámica que signa los procesos políticos, el papel predominante que otrora te-nían en la constitución de las identidades políticas es desplazado por la centralidad que adquieren los candidatos en el proceso de interpelación de los representados. Esto supone, entonces, el relativo debilitamiento de los canales institucionales y formales de representación política junto con la creciente importancia de mecanismos más informales y directos de interpelación —imágenes, estilos, discursos—. Por ello, en las demo-cracias actuales, las identidades políticas se vuelven más directamente tributarias y dependientes del espacio público en el cual se escenifica y pone en forma la representación (Rodríguez, 2011, pp. 40-45).

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Óscar Mejía Quintana - Ivonne Patricia León

Los mass media, la crisis del sistema democrático y la opinión pública

Los medios de comunicación han logrado un papel importante en la formación de la opinión pública en tiempos de la globalización tecnoló-gica y económica. Es así que anteriormente los partidos políticos utili-zaban la plaza pública para ganar adeptos electorales, ahora lo hacen a través de los grandes medios de comunicación de masas, especialmente la televisión, la radio y los medios escritos. De esta manera, la imagen, la visibilidad, la posibilidad de ser interlocutor válido ante la ciudadanía se amplió hacía los políticos no profesionales denominados ousiders, que disputan la preferencia del electorado (Varela, 2007), como es el caso de algunos candidatos a las alcaldías de Medellín, Cali y Bogotá, los cuales se alejan de cualquier postura partidista para tener una mayor acepta-ción o demanda por parte de la ciudadanía. En Colombia son muchos los empresarios de la industria y los servicios que saltan del campo de los negocios a la política. Políticos que provienen de los mass media: figuras de la presentación, el periodismo, actuación o el cine, desplaza-ron a los políticos tradicionales, y llegaron a cargos de elección popular: legislativo, gobernaciones e incluso alcaldías, entre otros (López, 2000, pp. 125-127).

En este mismo sentido, las nuevas tecnologías han posibilitado una nueva organización de los ciudadanos a través de las redes sociales, crean-do una nueva dimensión de la opinión pública. Así, en este nuevo esquema político y de participación surgen nuevas utopías tales como el ciudadano que interroga, interviene, organiza, participa, crítica y debate con lo que se pretende positivizar el papel democrático de los mass media y los nuevos medios electrónicos como son las redes sociales. La ficción de la participa-ción ha quedado completa cuando los usuarios de los medios electrónicos de comunicación creen que están participando en el quehacer político de-trás de una silla, en el escritorio o desde su oficina, abandonando la plaza o la vía pública, desde donde anteriormente se realizaban las exigencias o presiones por garantizar derechos a los gobiernos o políticos de turno.

De otro lado, pero manteniendo la misma línea del debate sobre la opinión pública, es interesante observar cómo la oposición partidista o el

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

control fiscal de los Gobiernos no la realizan los partidos políticos, sino que ahora son los medios de comunicación los que reclaman este papel, al tener la capacidad de controlar al Gobierno, manipular la opinión públi-ca o influir en las decisiones de política pública de los gobernantes nacio-nales, regionales o locales de un país (Varela, 2007, pp. 21-22).

Lo anterior se logra con la creciente centralización o transnaciona-lización de los grandes conglomerados económicos mundiales, que a través de fusiones o compras de mass media nacionales (canales de tele-visión, prensa, revistas, o servidores de internet), inciden directamente en las decisiones de los gobernantes o la promulgación de leyes por par-te de los legislativos, afectando la política pública, la promulgación de leyes o las decisiones de jueces y magistrados de las altas cortes, todo lo cual está en creciente contravía de los intereses de la población. De esta manera, se consolidan las democracias de audiencias, caracterizadas por una alta volatilidad electoral, un reducido compromiso ideológico y un sistema de partidos políticos que interpela a los electores en tanto consumidores y no como actores políticos participativos o conscientes de su actividad en una democracia (Rodríguez, 2011, p. 46).

A la par con los anteriores elementos señalados, uno de los princi-pales síntomas del cambio de época es la enorme apatía de la población frente a la política. Los ciudadanos escasamente participan en el debate público, desconfían enormemente de los políticos ya que los relacio-nan con la corrupción, el clientelismo, la depredación de los fondos del Estado o cooptación de los asuntos públicos. Al contrario, grandes sec-tores de las poblaciones de la sociedad colombiana globalizada mani-fiestan el resurgimiento de lo privado al buscar reconocimiento y afir-mación personal en el consumo, en las prácticas lúdicas, en el abandono de lo político al priorizar la individualización de sus proyectos de vida, destruyendo cualquier posibilidad de fortalecer lazos solidarios, dando paso a formas de vida de narcisos (Varela, 2007, pp. 22-23). Los trabajos de Gilles Lipovetsky sobre la sociedad del consumo y el narciso a fina-les del siglo xx son muy concluyentes sobre las últimas orientaciones del capitalismo. El sistema económico se ha dedicado a la estimulación perpetua de la demanda, a la multiplicación y comercialización infini-ta de las necesidades del cuerpo, lo que condujo a que el capitalismo de consumo ocupe el lugar de la política, como escenario de debate, crítica

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Óscar Mejía Quintana - Ivonne Patricia León

y participación ciudadana. Los ciudadanos de la era del consumo han trastocado los estilos de vida y las costumbres y ponen en marcha una nueva jerarquía de objetivos: relacionarse con las cosas, con el tiempo, con el cuerpo y con los demás (Lipovetsky, 2007, pp. 41-46).

En este sentido, una ciudadanía hiperinformada —que desvía su atención hacia el consumo o el confort, con unos partidos políticos des-acreditados, una clase política corrupta y unos medios de comunicación preformando la opinión pública— ocasiona una crisis profunda de la democracia liberal, la decadencia de las ideologías como referente de lo político, la crisis profunda de los partidos políticos como mediadores de los intereses de la sociedad y una degradación profunda de la política. Se trata del dominio del principio según el cual los ciudadanos a través de la democracia pueden tener la opción de elegir distintos modelos de sociedad y de gobierno. Todas las anteriores manifestaciones solo están produciendo la apatía o alejamiento de los ciudadanos de la política, lo que implica un debilitamiento de la esfera público-política edificada desde el siglo xix, a partir de las revoluciones burguesas.

Por ello, la crisis de la opinión pública es un elemento fundamental del desplome de los sistemas políticos —a lo cual se suma la vincula-ción de la clase política con las mafias o grupos delincuenciales, la co-rrupción del aparato político y la vinculación de la clase política con los grandes conglomerados empresariales, y ahora con grupos delincuen-ciales organizados— de modo que el ejercicio de la política fundamen-tada en la deliberación pública a partir de la participación de los ciu-dadanos —con una opinión pública informada sin ninguna mediación este en una profunda crisis— y la definición de las políticas públicas quedan por fuera de la deliberación y participación política de los ciu-dadanos (Varela, 2007, pp. 77-83).

Opinión pública, proceso de paz y cooptación del Estado. Estudios desde los medios de comunicación, del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed, muestra cómo los medios de comunicación son parte importante en los procesos de formación de la opinión públi-ca y por ello tienen un papel determinante en la política. Al desarrollar-se en los medios de comunicación, la acción política ha pasado a identi-ficarse con el espectáculo, la sociedad del consumo y la vida confortable del ciudadano, pues, según las palabras de Jesús Martín-Barbero (1997),

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Introducción. Los mass media y la opinión pública

“el medio no se limita a transmitir o traducir las representaciones exis-tentes, ni puede tampoco sustituirlas, sino que ha entrado a constituir una escena fundamental de la vida pública. En los medios se hace, y no solo se dice la política” (p. 50). La política está sujeta a los escenarios que ofrecen los medios de comunicación, en donde la contienda ideológica es cada vez menor, los programas son menos visibles, se preforma la opinión de los futuros votantes y donde las necesidades de la sociedad son trasmitidas al Gobierno a través de ellos.

Referencias

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Kant como antecedente de

la opinión pública y su relación

con el concepto de ciudadanía

Germán Darío Rodríguez González*

* Estudiante de Derecho, Universidad

Nacional de Colombia y miembro del grupo

de investigación Cultura Jurídico-Política,

Instituciones y Globalización. Contacto:

[email protected]

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Kant como antecedente de la opinión pública y su relación con el concepto de ciudadanía

Introducción

Sobre el concepto de opinión pública, ha sido uniforme la perspecti-va teórica de catalogarlo como polisémico. De ahí que autores como Cándido Monzón señalen sobre este término que siempre “se muestra confuso, complejo y fuertemente condicionado por las distintas pers-pectivas en las que se sitúan los estudiosos del tema” (Monzón, 2006, p. 21). No obstante, al margen de estas condiciones complejas que nos llevan a aventurarnos en el estudio de esta temática, el presente escrito no tiene como propósito establecer una conceptualización de la opinión pública. Más bien, hace una exploración sobre los presupuestos teóricos kantianos que pueden constituir un antecedente paradigmático sobre la importancia de los mismos dentro del esquema constitucional trazado por este filósofo alemán.

Resulta importante señalar que se parte de una aproximación al pensamiento de Kant en atención a su reconocimiento como precursor del Estado moderno, sobre quien se ha dicho, en relación con el tema que nos ocupa, que en él se “encuentra el primer fundamento socioló-gico de la tendencia privada hacia la conducta pública” (Lagos, 2007, p. 386). Norberto Bobbio (1986) ha señalado, en su obra El futuro de la democracia, que “quien más que cualquier otro contribuyó a aclarar el nexo entre opinión pública y publicidad del poder fue Kant, que jus-tamente puede ser considerado como el punto de partida de cualquier discurso sobre la necesidad de visibilidad del poder” (p. 70).

Así, a continuación se busca establecer la relación entre la teoría de la ciudadanía desde el Estado republicano kantiano con la opinión pú-blica derivada del principio de publicidad del poder. Para ello, se divide la exposición en dos momentos, a saber: en primer lugar, una aproxima-ción a la teoría de la ciudadanía desde la Constitución republicana; para lo cual será necesario hacer una breve aproximación a la teoría kan-tiana del Estado y, posteriormente, a la teoría de la ciudadanía deriva-da de esta propuesta constitucional, sustentada desde la idea moral del contrato social. En segundo lugar, se hará referencia, inicialmente, a los elementos conceptuales que permiten entender la formulación del uso público de la razón como criterio propio de la Ilustración dentro de la teoría del autor; para, desde allí, acercarse a la importancia del conocido

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principio de publicidad del poder, desde el cual será posible vislumbrar el papel de la opinión pública dentro del Estado republicano. Finalmente, se señalarán, a modo de conclusión, las relaciones que pueden ser iden-tificadas entre la ciudadanía y la opinión pública en la obra de Kant, ob-servando cómo la segunda, respectivamente, constituye una forma de ejercer la primera.

Constitución republicana y ciudadanía

Para adentrarse en el concepto de ciudadanía que Kant desarrolla, como máximo representante del neorepublicanismo, resulta necesario hallar su fundamentación en la formulación contractualista del filósofo alemán. Para luego, aproximarse a lo que podría ser la teoría ciudadana dentro de esta formulación. Con este propósito, en un primer momento, se ex-pondrán los aspectos más elementales del planteamiento constitucio-nal del autor, tendiente a la consolidación del Estado republicano como propuesta racional de organización social.

En un segundo momento, se hará un acercamiento a la fundamen-tación moral del Estado como criterio estructurante del planteamiento kantiano del contrato social. Desde allí, se presentará la teorización que el autor desarrolla respecto del ciudadano como habitante y miembro de la unión social fundada a través de la llamada Constitución republicana.

Sobre la teoría kantiana del Estado republicano

Kant es considerado por muchos como el último de los contractualis-tas clásicos y precursor del Estado moderno. Su propuesta deviene en la consolidación republicana del Estado, metodológicamente ideada des-de la perspectiva epistemológica de lo trascendental, cuyo desarrollo se ubica, principalmente, en su obra Para la paz perpetua. En la que se construye la idea de la Constitución republicana, sobre la cual se afirma:

[...] es aquella establecida de conformidad con los principios, 1.° de la libertad de los miembros de una sociedad (en cuanto hombres), 2.° de la dependencia de todos respecto a una única legislación común (en

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cuanto súbditos) y 3.° de conformidad con la ley de la igualdad de todos los súbditos (en cuanto ciudadanos): es la única que deriva de la idea del contrato originario y sobre la que deben fundarse todas las normas jurídicas del pueblo. (Kant, 1998, p. 15)(cursivas mías).

Así, esta Constitución se presenta como evidencia de la teoría kantia-na de la metodología trascendentalista del conocimiento1. Se halla fun-dada en estos tres principios que, por ser orientadores de la carga de uni-versalidad, son determinados a priori, en respuesta a la idea de la razón como “norma ordenadora de la sociedad con plena autoridad de derecho” (Mejía, 1997, pp. 31-32). Presente en medio de un estado natural en don-de reina la ausencia regulativa y, por tanto, la incertidumbre jurídica.

Sobre este estado de naturaleza, debe entenderse que, a diferencia de los demás contractualistas clásicos como Hobbes, Locke y Rousseau, tal y como lo explica el profesor Juan José Botero (2006), “para Kant […] es una pura construcción conceptual, libre de supuestos antropológicos y empíricos” (p. 222). De ahí que el concepto encuentre, sobre todo, una vinculación directa con el denominado derecho privado, referido a las directrices instintivas por las que el individuo se guía en este estado na-tural, lo que significa la consolidación de la violencia entre los mismos.

De esta forma, la Constitución republicana es el medio racional para el logro de la paz perpetua. Kant —cercano a la concepción de Hobbes— relaciona el alcance de este propósito constitucional a través de conside-raciones de incentivo eminentemente pragmáticas para el abandono de la violencia, reducidas a criterios de costo-beneficio.

Esto se explica cuando se expone que:Si es preciso el consentimiento de los ciudadanos (como no pue-

de ser de otro modo en esta Constitución) para decidir si debe haber guerra o no, nada es más natural que se piense mucho el comenzar un juego tan maligno, puesto que ellos tendrían que decidir para sí mismos todos los sufrimientos de la guerra (como combatir, costear los gastos

1 Sobre la epistemología trascendentalista formulada por Kant, Magdalena Holguín (2007) hace un claro desarrollo en su artículo El esquematismo trascendental, en el que se refiere al proyecto trascendentalista como una metodología que permite “de-mostrar que hay algo que corresponde, en nuestra experiencia, a conceptos puros del entendimiento” (p. 130).

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de la guerra con su propio patrimonio, reconstruir penosamente la de-vastación que deja tras sí la guerra y, por último y para colmo de males, hacerse cargo de las deudas que se transfieren a la paz misma y que no desaparecerán nunca (por nuevas y próximas guerras): por el contrario, en una constitución en la que el súbdito no es ciudadano, en una cons-titución que no es, por tanto, republicana, la guerra es la cosa más sen-cilla del mundo, porque el jefe del Estado no es un miembro del Estado, sino su propietario, la guerra no le hace perder lo más mínimo de sus banquetes, cacerías, palacios de recreo, fiestas cortesanas, etc., y puede, por tanto, decidir la guerra como una especie de juego, por causas insig-nificantes y encomendar indiferentemente la justificación de la misma. (Botero, 2006, p. 17) (cursivas mías).

Como se advierte a inicios del párrafo precitado, para Kant el consen-timiento frente a la ley es un elemento fundamental en el planteamiento constitucional, pues esto permite, al hacerse parte directa de la formula-ción de la misma, que los ciudadanos proyecten una legitimidad tal que deban dar cumplimiento a esta de forma plena. De ahí que el proyecto contractual del autor se rotule, por autores como Óscar Mejía Quintana (2013), desde una categoría consensual, emprendiendo con su formula-ción la “búsqueda del principio de legitimidad democrática” (p. 96).

Bajo esta perspectiva, se espera entonces que, siendo la constitu-ción el “acto de voluntad general por el que una masa se convierte en un pueblo” (Kant, 1998, p. 18), el derecho privado, propio de los intereses individuales del estado natural, dé paso a la existencia del denominado derecho de gentes o derecho público. El cual es instituido como “comple-mento de la paz perpetua, al constituirse en condición para una conti-nua aproximación a ella” (Kant, 1998, p. 30).

Sobre la noción de Derecho Público, esta halla su desarrollo, espe-cialmente, en la obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres, a través de la cual, en palabras de Miguel Rossi (2000), se define como:

El conjunto de leyes que precisan ser universalmente promulga-das para producir un estado jurídico [...] Este es, por tanto, un sistema de leyes para un pueblo, es decir, para un conjunto de hombres, o para un conjunto de pueblos que, encontrándose entre sí en una relación de influencia mutua, necesitan un estado jurídico bajo una voluntad

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que los unifique, bajo una constitución, para participar de aquello que es derecho. (p. 193)

Así pues, sobre los aspectos más elementales de la formulación, se podría sintetizar lo hasta aquí señalado que en razón de los tres funda-mentos apriorísticos que dan soporte a la Constitución republicana, y movidos por incentivos pragmáticos para pretender la paz perpetua, se consolida, a través del derecho público, un estado jurídico que rezaga la violencia egoísta del estado de naturaleza.

Si bien se parte de la idea según la cual los beneficiarios del Estado republicano connotan una naturaleza individualista y violenta, para el filósofo alemán, ello podría hacer pensar en la imposibilidad de dar lu-gar a un Estado tan ideal, asimilándose, más bien, a una formulación para un pueblo de ángeles. Sin embargo, el mismo autor señala que, de hecho, se trata de una constitución destinada hacia lo que él describe como un pueblo de demonios. Por lo cual, por medio de la razón como elemento significativo de lo humano, debe hacerse uso de la voluntad para permitir la consolidación del Estado republicado, atendiendo, so-bre todo, a su necesidad de supervivencia.

Al respecto, explica:[...] llega entonces la naturaleza en ayuda de la voluntad general,

fundada en la razón, respetada pero impotente en la práctica, y viene precisamente a través de aquellas tendencias egoístas, de modo que de-penda sólo de una buena organización del Estado (lo que efectivamente está en manos de los hombres) la orientación de sus fuerzas, de manera que unas contengan los efectos destructores de las otras o los eliminen: el resultado para la razón es como si esas tendencias no existieran y el hombre está obligado a ser un buen ciudadano aunque no esté obligado a ser moralmente un hombre bueno. (Kant, 1998, p. 38)

La consolidación del estado jurídico es entonces, como bien lo alude el profesor Botero (2006), una necesidad, por lo que:

El contrato originario no es un contrato común, sino un contrato sui generis. Es la necesidad legal de abandonar el estado de naturaleza y unirse en una comunidad legislativa lo que implica la necesidad legal de un contrato que organice esta unión. (p. 223) (cursivas mías).

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Moralidad kantiana y ciudadanía

Bajo la perspectiva clara de buscar en el individuo la consolidación de un buen ciudadano, el autor se aparta de considerar la construcción o modificación moral del mismo a través de la ley o la Constitución. Esta es una manifestación de lo que autores como Mejía Quintana (1997), en Justicia y democracia consensual, han denominado la “fundamentación moral del contrato”, en atención al planteamiento filosófico de la mora-lidad que realiza el pensador alemán (p. 32).

Así, en Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant (2002) sustenta esta empresa moral, la cual da cuenta de la totalidad del planteamiento de la Constitución republicana. Su criterio estruc-turante es, como ya se ha dicho, la manifestación de voluntad afirma-tiva sobre la ley.

Debe recordarse que, sobre el principio de la autonomía de la volun-tad, el filósofo expone:

La autonomía de la voluntad es aquella modalidad de la voluntad por la que ella es una ley para sí misma (independientemente de cual-quier modalidad de los objetos del querer). El principio de autonomía es por lo tanto éste: no elegir sino de tal modo que las máximas de su elec-ción estén simultáneamente comprendidas en el mismo querer como ley universal. Que esta regla sea un imperativo, es decir, que la voluntad de todo ser racional esté vinculada necesariamente a ella como condición. (Kant, 2002, pp. 131-132)

La legitimidad del ordenamiento no está representada en el efecto que sobre la conducta del individuo causa la ley, sino que, por el con-trario, esta legitimidad se estructura en la medida en que el individuo la consienta. Ello quiere decir que el propósito nunca es hacer mejores a los individuos a través de un ordenamiento jurídico-constitucional im-puesto, pues ello sería propio de lo que en la obra Kantiana se denomi-na la heteronomía. Implica con ello la presencia de una voluntad que ha dejado de ser ley en sí misma, para dar paso a su fundamentación basada en imperativos hipotéticos, como por ejemplo, hacer algo por el simple hecho de querer hacerlo. De manera que se aparta del imperativo universal o categórico, sobre el cual más adelante se hará alusión.

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De esta forma, pretender la transformación del comportamiento a través de la ley sería el reflejo de la heteronomía por fundamentarse en el imperativo hipotético de la obediencia basada en la imposición. Esto constituye una oposición al concepto de autonomía como reflejo de la libertad, en los términos que ya fue señalado.

El buen ciudadano, en tanto miembro del Estado republicano que manifiesta su voluntad sobre la ley y por tanto la obedece, no está rotu-lado, como pareciera, desde una visión individual, casi sin considera-ción del otro. Y así lo advierte el profesor Óscar Mejía (2013), quien al respecto manifiesta que “[e]l segundo imperativo señala ese horizonte contractual y, eventualmente, dialógico de la moralidad, que permite fisurar las murallas del sujeto monológico, aislado y encerrado en una racionalidad abstracta” (p. 98).

El segundo imperativo, también denominado imperativo práctico, enseña: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio” (Kant, 2002, p. 116).

Respeto de esta máxima, Alejandro Rosas (2006) explica cómo en Kant:

Esto equivale a tratar a los seres humanos como objetos de respeto, o como teniendo dignidad y no precio. Dijo también que tratar a otros como fines en sí mismos equivale a tomar sus fines (los fines que ellos propongan) como si fueran también los míos. (p. 165)

De esta forma logra, en apoyo al imperativo categórico, una signifi-cación moral del comportamiento que fundamenta el logro del tránsito del pueblo de demonios —en su estado natural— al de buen ciudadano. Pues atiende al reconocimiento del otro como titular de dignidad, sien-do plausible una formulación de naturaleza contractual al considerar al individuo en relación con sus semejantes.

En atención a lo descrito y tal como se expone en Metafísica de las costumbres, para Kant (1989), el Estado “es la unión de un conjunto hombres bajo leyes jurídicas. En cuanto éstas, como leyes a priori, son necesarias” (p. 142). De esta forma los hombres, en tanto partícipes de la unión, se connotan bajo la calidad de ciudadano, respecto al cual se identifican tres propiedades fundamentales:

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[...] Sus atributos jurídicos, inseparables de su esencia son los siguien-tes: la libertad legal de no obedecer a ninguna otra ley más que aquella a la que ha dado su consentimiento; la igualdad civil, es decir, no reconocer ningún superior en el pueblo, sólo a aquel al que tiene la capacidad moral de obligar jurídicamente del mismo modo que éste puede obligarle a él; en tercer lugar, el atributo de la independencia civil, es decir, no agradecer la propia existencia y conservación al atributo de otro en el pueblo, sino a sus propios derechos y facultades como miembro de la comunidad, por consiguiente, la personalidad civil que consiste en no poder ser represen-tado por ningún otro en los asuntos jurídicos. (Kant, 1989, pp. 143-144)

Estos tres pilares del ciudadano, como se recordará, tienen una es-trecha relación con los principios universales del Estado republicano, caracterizados por su condición apriorística, en razón a la fundamen-tación racional de esta organización social. Estos han sido identifica-dos, tal y como sucede en la lectura que al respecto realiza el profesor Rodolfo Arango (2007), como “los principios de toda organización de-mocráticamente estructurada” (p. 310).

Un aspecto cardinal en la acreditación del individuo como ciuda-dano, según Kant, es su capacidad para votar, pues esta representa la única condición que lo cualifica como tal. No obstante, respecto de esta condición, el pensador alemán diferencia entre aquellos individuos que, siendo ciudadanos, pretenden ser simplemente habitantes o parte de la comunidad, frente a aquellos que se presentan con aspiraciones de ser miembros, lo que equivale a tener una participación directa dentro del Estado. De esta descripción emana la clasificación que el autor refiere para distinguir entre ciudadanos pasivos y ciudadanos activos, aludien-do respectivamente a los dos tipos de participación que, como se señaló, se identifican dentro de la comunidad (Kant, 1989, p. 144).

La diferenciación entre estas dos clases de ciudadanos está relacionada, sobre todo, con el tercero de los atributos esenciales del ciudadano genéri-camente considerado, esto es, el principio de la independencia civil. Para Kant los ciudadanos son pasivos siempre que su participación dependa de la voluntad o de la participación misma de los demás para lograr el ejerci-cio de su actividad dentro de la sociedad (Kant, 1989, p. 145). De ahí que se identifiquen como carentes de este atributo —el de la independencia—.

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Como se observa, el planteamiento parte de considerar un estudio del ciudadano que en un primer momento presenta una visión general del mis-mo, en virtud de la cual se identifican los tres atributos apriorísticos ya men-cionados. Sin embargo, en un segundo momento, se presenta una aproxi-mación que deviene en una reducción de esta formulación genérica. Esto limita, mediante la bifurcación de la sociedad, los principios ciudadanos de-finidos como muestra de la racionalidad en la estructuración de orden so-cial, concretamente respecto de los individuos como partícipes del mismo.

Desde esta lectura, es fácil concluir que existe una aparente contra-dicción. Presenta, por un lado, una caracterización del ciudadano a par-tir de conceptos universales y, por otro, una en la que esta universaliza-ción no es tan cierta, al verse proyectada en su plenitud únicamente en relación con ciertos individuos participantes del Estado. Esta situación, en efecto, fue considerada por Kant. Su solución no logra eliminar el problema, pues justifica la reducción en la aplicación de estos criterios —presentados como evidencia de la racionalidad— a través de la dife-renciación entre la simple participación de los hombres como “compo-nentes del Estado” (Kant, 1989, p. 145) y aquella realizada por quienes se cualifican como ciudadanos con un mejor derecho dentro del mismo.

Para vislumbrar el sentido de esta formulación, el pensador ale-mán expone:

[...] del hecho de que puedan exigir ser tratados por todos los de-más como partes pasivas del Estado, según leyes de la libertad natural y la igualdad, no se infiere el derecho a actuar con respecto al Estado mis-mo, a organizarlo o a colaborar en la introducción de ciertas leyes, como miembros activos. (Kant, 1989, p. 145) (cursivas mías).

Hacer depender la participación ciudadana a una cualificación res-ponde, ya no a una formulación puramente racional, sino más bien a si-tuaciones condicionales que acreditan ese mejor derecho. De ahí que se haya señalado el fracaso en el intento por justificar esta diferenciación, pues al parecer la caracterización del ciudadano a través de principios universales responde más a lógicas formales de participación. Lo que deja la concreción material de estos componentes, específicamente el de la igualdad y la libertad, a ciertos individuos asociados.

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No debe olvidarse, además, la anulación absoluta de la indepen-dencia civil sobre aquellos que no corresponden al grupo de miembros —no simples partes o habitantes— del Estado. Al respecto, el profesor José Botero (1986) explica cómo frente a este principio universal de la ciudadanía, como lo es la independencia, se anteponen circunstancias materiales que relativizan esta concepción:

El requisito para ser ciudadano pleno es no estar al servicio de na-die (excepto del Estado), y esto significa, para Kant, el hecho de que la persona en cuestión viva de algo que no sea su propio trabajo, que tenga para vender ‘algo de su propiedad’, distinto a su propio trabajo. En otras palabras, para ser ciudadano pleno, activo, el individuo debe disponer de propiedades alienables para vender, y disponer de la sola garantía de su capacidad para trabajar no es una propiedad alienable. Para Kant, como ya se vio, parece ser muy importante el que solamente puedan participar en la elaboración de las leyes, mediante el voto, las personas que sean realmente independientes, para evitar que los legisladores es-tén sometidos a la coacción de otros. Sin embargo, solamente considera como independientes a quienes tienen alguna habilidad especial o algu-na propiedad para vender. (p. 120)

Así las cosas, se observa cómo en la idea kantiana de ciudadanía, aún cuando se identifican aspectos rotulados bajo la perspectiva de lo a priori —con todas las implicaciones que ello significa en la formulación epistemológica trascendental, y que fueron previamente sintetizadas—, en realidad se termina concretando una perspectiva del ciudadano. Esta perspectiva se da en virtud del reconocimiento de circunstancias empí-ricamente relevantes, de las cuales se hace depender la verdadera parti-cipación activa dentro del Estado.

Relaciones entre opinión pública y ciudadanía en Kant

Identificar de manera explícita una teorización de la opinión pública en Kant no es sencillo, pues no fue esta concretamente la empresa que

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buscó desarrollar. Sin embargo, al encontrar elementos que resultan fundamentales para la conceptualización de la opinión pública dentro de su obra, a continuación se pretende, en un primer momento, hacer una aproximación a lo que podrían ser dichos elementos. De esta for-ma, en una segunda oportunidad, será posible establecer, a manera de conclusión, las relaciones que pueden existir entre el ciudadano como sujeto estructurante del Estado republicano y la opinión pública como aspecto que permite la materialización de la concepción ciudadana.

El uso público de la razón y el principio de publicidad en Kant como aproximación a la opinión pública

El concepto de mayoría de edad en Kant se reconoce como fundamental en su prospectiva sobre el pensamiento de la modernidad. De esta forma, desde el inicio de su obra ¿Qué es la Ilustración?, se señala: “Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo” (Kant, 2004, p. 83) (cursivas mías). Él concibe por minoría de edad la “incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro” (Kant, 2004, p. 83) y asume como atri-butos propios de este estado la pereza y la cobardía para relacionarse de manera autónoma —como criterio cardinal— con lo circundante.

Téngase en cuenta que en Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant (2002) expone el vínculo necesario entre la libertad y la autonomía de la voluntad, señalando que:

La necesidad natural era una heteronomía de las causas eficientes; pues todo efecto no era posible sino según la ley de que alguna otra cosa determine a la causalidad la causa eficiente. ¿Qué puede ser, pues, la li-bertad de la voluntad sino autonomía, esto es, propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? Pero la proposición: “la voluntad es, en todas las acciones, una ley de sí misma”, caracteriza tan sólo el principio de no obrar según ninguna otra máxima que la que pueda ser objeto de sí misma, como ley universal. Ésta es justamente la fórmula del impera-tivo categórico y el principio de la moralidad; así, pues, voluntad libre y voluntad sometida a leyes morales son exactamente lo mismo. (p. 141)

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La libertad es entonces propiedad de la voluntad, y se alcanza de ma-nera efectiva al momento de actuar autónomamente en atención al im-perativo moral, sin determinaciones ajenas y/o externas: es ostentar la mayoría de edad. En esos términos, Kant también presenta a la libertad como un presupuesto esencial de la Ilustración, materializado a través de lo que él denomina el uso público de la propia razón (Kant, 2004, p. 85).

Para este pensador:El uso público de su razón tiene que ser siempre libre y es el úni-

co que puede procurar ilustración entre los hombres; en cambio muy a menudo cabe restringir su uso privado, sin que por ello quede particu-larmente obstaculizado el progreso de la ilustración. (Kant, 2004, p. 86) (cursivas mías).

El ejercicio del uso público se restringe a los que él denomina los doctos, y que autores como Jürgen Habermas (1994) en Historia y crítica de la opinión pública han relacionado con los filósofos, quienes razonan en comunicación con el público constituyente de un “universo de lecto-res” (Kant, 2004, p. 86).

El uso privado de la razón, por el contrario, se relaciona con aquel que es ejercido en virtud del desarrollo de funciones específicas dentro de la organización social. Esto imposibilita, como es apenas obvio, su razonamiento de manera abierta al público.

Es la publicidad entonces el escenario práctico de la razón. Es nece-sario aclarar, tal y como lo hace Habermas, que en definitiva no son los sabios o filósofos consagrados los únicos llamados al uso público, sino “todos aquellos que acierten en ese uso. Evidentemente tienen que re-basar los límites de su esfera privada como si fueran sabios” (Habermas, 1994, p. 139) (cursivas mías).

Comprender desde esta perspectiva abierta el uso público de la ra-zón da lugar a concebir una forma mucho más activa de participación mediante el dominio ilustrado de la razón. Sería claramente desacerta-do atribuir tales facultades únicamente a los doctos, ya que ello sería el reflejo del mantenimiento de una aristocracia ilustrada o similar; de ahí que se señale que “[e]l proyecto kantiano, pues no radica solamente en pasar a un estado civil, sino también en el poder expresarse y desarro-llar toda la racionalidad posible en el hombre” (Villafuente, 2006, p. 93).

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Kant como antecedente de la opinión pública y su relación con el concepto de ciudadanía

Se insiste en hacer referencia aquí a las palabras de Habermas, pues es en quien se observa uno de los desarrollos más importantes respecto de la perspectiva kantiana de la publicidad. Así, este pensador contem-poráneo expresa:

Esa publicidad políticamente activa se convierte, bajo la “Constitución republicana”, en principio organizativo del Estado liberal del derecho. En el marco que ella ofrece se establece la sociedad bur-guesa como esfera de la autonomía privada (todos deben buscar su “fe-licidad” por el camino que se les antoje más provechoso). Las libertades burguesas son garantizadas por leyes generales; la libertad de los “hom-bres” coincide con la igualdad de los ciudadanos ante la ley (abolición de todos los “derechos de nacimiento”). La legislación misma cede a la “voluntad popular procedente de la razón”; porque las leyes tienen su origen empírico en la “coincidencia pública” del público raciocinante; por eso las llama Kant también leyes públicas, diferenciándolas de las privadas, que, al igual que el uso y la costumbre, tienen un valor inex-presable. (Habermas, 1994, p. 352) (comillas y paréntesis míos)

Se convierte así la publicidad en un principio sustancial de la re-pública, siendo obligatorio referir la máxima kantiana expresada en Sobre la paz perpetua, según la cual “[S]on injustas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres cuyos principios no sopor-tan ser publicados” (Kant, 1998, pp. 61-62). Esta es explicada por Norberto Bobbio (1986) señalando “que una máxima que no es sus-ceptible de volverse pública es una máxima que, si fuese hecha pú-blica, provocaría tal reacción en el público que haría imposible su realización” (p. 70).

Se trata entonces de hacer público el poder a través de la publicidad y/o de la visibilidad. Ello constituye un principio de justicia que funda-menta el tránsito del derecho privado al derecho público o de gentes, tal y como se exponía en los apartados iniciales de este escrito, cuando se hacía alusión a la moralización kantiana del contrato social.

El ejercicio de este principio de publicidad no solo tiene como ele-mento la exposición abierta del poder, sino también la facultad de los ciudadanos de manifestar su opinión pública respecto de dicho poder. Para hacer evidente esta idea, Kant (2004) enseña:

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Por lo tanto, puesto que todo hombre tiene, sin embargo, sus dere-chos inalienables, a los que ni puede renunciar aunque quiera y sobre los cuales él mismo está facultado para juzgar, y puesto que, por otro lado, la injusticia que en su opinión sufre proviene, según esa hipótesis, del error o del desconocimiento de ciertas consecuencias de las leyes por parte del poder supremo, resulta que se ha de otorgar al ciudadano —y ade-más con permiso del propio soberano— la facultad de dar a conocer pú-blicamente su opinión acerca de lo que en las disposiciones de ese sobe-rano le parece haber de injusto para con la comunidad. Pues admitir que el soberano ni siquiera puede equivocarse o ignorar alguna cosa sería imaginarlo como un ser sobrehumano dotado de inspiración celestial. Por consiguiente, la libertad de pluma es el único paladín de los derechos del pueblo (siempre que se mantenga dentro de los límites del respeto y el amor a la constitución en que se vive, gracias al modo de pensar libe-ral de los súbditos, también inculcado por esa constitución, para lo cual las plumas se limitan además mutuamente por sí mismas con objeto de no perder su libertad). (p. 226) (cursivas y paréntesis míos)

El concepto de libertad pluma es muy representativo, pues enmarca el empoderamiento concreto de los ciudadanos respecto de los derechos que, desde la perspectiva del contrato originario, tuvieron como causa la manifestación de voluntad en tanto propiedad de la libertad. De allí que, tal y como lo expone Adela Cortina (1997), “la existencia de esa esfera pública es conditio sine qua non de la ilustración de la ciudadanía y de la crítica al poder político” (p. 165).

De esta forma, el principio de publicidad del poder resulta absoluta-mente relevante en el Estado moderno, pues permite ejercer la califica-ción del mismo mediante la recriminación y/o el ejercicio de la opinión pública en contra de los actos constitucional y legalmente reprochables.

Conclusión: ciudadanía y opinión pública kantiana

Este apartado tendrá como fin, más que hacer una ampliación del con-tenido anteriormente expuesto, presentar las ideas que constituyen las

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conclusiones primarias del propósito que tuvo este escrito: establecer las relaciones entre la ciudadanía y la opinión pública en la obra de Kant:1. Indudablemente el concepto de mayoría de edad tiene una gran re-

lación con el concepto de buen ciudadano, lo que se vislumbra, por lo menos inicialmente, desde el principio de la autonomía de la vo-luntad. Pues el individuo se entenderá miembro de la estructura so-cial organizada a través de la Constitución republicana, siempre que haya manifestado asertivamente su voluntad. Esto solo resulta loa-ble en la medida en que se cuente con una autonomía en estado puro, esto es, contar con la capacidad de autodeterminarse en uso de su propio entendimiento, lo cual redunda, precisamente, con os-tentar la mayoría de edad.De esta manera, ser mayor de edad sería un requisito indispensable para dar lugar al uso público de la razón, del que es titular un ciuda-dano, en los términos señalados en el párrafo anterior.

2. El uso público de la razón exige una concatenación con los elemen-tos de la teoría de la ciudadanía kantiana que fueron señalados en su oportunidad. Se presenta así otro punto de relación entre la teo-ría de la ciudadanía kantiana y el uso público de la razón: si bien en algún momento se aclaró que para realizar tal uso no se exigía explí-citamente una calidad especial de ilustración, como el hecho de ser sabio, sí se dijo que cualquier individuo podría ejercerlo, siempre que actuara como tal —como sabio—.Desde esa perspectiva, es claro que para establecer tal uso público de la razón, es necesario que el ciudadano no sea uno caracterizado en la teoría kantiana como pasivo. Necesariamente debe tratarse de un sujeto activo dentro de la unión social, propio de los que fueron representados en su oportunidad como los de mejor derecho, al ser poseedores del atributo de la independencia.

3. Finalmente, si se observa el acercamiento que se hizo en relación con la opinión pública dentro del Estado republicano, es evidente que allí se disgrega los condicionamientos que hacen diferenciar las dos categorías de ciudadano, pues únicamente se exige contar con la condición genérica de tal. Es decir, el ejercicio de la opinión pú-blica respecto de la calificación del poder del soberano puede ser realizado por aquel sujeto que al momento de participar en el con-

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trato social manifestó su voluntad de manera racional y afirmativa. Se sometió así a la obediencia autónoma del ordenamiento, y, por tanto, conoció su contenido; constituyéndose así un acercamiento muy importante en la vinculación de la opinión pública con el pleno ejercicio de la libertad de expresión.Se consolida entonces la opinión pública como una forma de ejercer la ciudadanía dentro del Estado republicano, ciertamente vigente en el punto de aceptar el principio de publicidad del poder como crite-rio esencial de la democracia.

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Sobre ideología, sociedad de masas

y medios de comunicación

como formadores de cultura

Juan Manuel Bañol Arias*

* Estudiante de Derecho de la Universidad

Nacional de Colombia y miembro del grupo

de investigación Cultura Jurídico-Política,

Instituciones y Globalización. Contacto:

[email protected].

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Sobre ideología, sociedad de masas y medios de comunicación como formadores de cultura

Introducción

Este texto intentará contextualizar la sociedad posindustrial planteada principalmente por los teóricos de la escuela de Frankfurt y la escuela de Birmingham. Se parte del principio de que el ser humano tiene la nece-sidad de comunicarse y dar información que pasa por un sinfín de pro-cesos, cambios y evoluciones enmarcados dentro de los medios masivos de comunicación o mass media. Estos actúan como creadores de ideolo-gías a partir de una masificación y fetichizarían de la cultura.

La forma como se trasmite la información es muy importante y se requiere que esta sea cada vez más completa. Los medios de comunica-ción difunden y comparten comunicados y mensajes de manera masi-va, lo que permite mayor eficiencia en las relaciones humanas. Sin em-bargo, la cultura y la información se forjan a través del tiempo por las ideologías hegemónicas que los medios difunden. Las diferentes escue-las aquí estudiadas proponen un análisis de la sociedad en total cercanía física a dichas ideologías y que además se ve expuesta y desarrollada a través de construcciones masivas de realidad, que pueden ser encausa-das y dan pie a que los seres humanos se puedan reflejar en ellas.

En la actualidad, el individuo se ve expuesto a opiniones masivas que los medios dan a conocer de manera impersonal y casi impercepti-ble, pues en todo momento se está en contacto con imágenes y sonidos que acuden al individuo y no lo abandonan, dejando claro el importante papel que la información masiva cumple sobre él. Por lo tanto, el obje-tivo principal de este artículo es el análisis global de las dos principales escuelas teóricas que se preocuparon por dar una mirada hacia la masi-ficación del individuo desde múltiples panoramas, y resaltar principal-mente, para el desarrollo de la investigación propuesta por el observato-rio, su relación directa con los medios de comunicación.

Partiendo de un debate filosófico dialéctico, la escuela de Frankfurt, en especial la labor de Theodor Adorno, desengloba, las causas y posi-bles consecuencias de una industria cultural gobernada por medios en una sociedad posindustrial. Es allí donde este trabajo encuentra senti-do: se busca analizar dicho debate dialéctico partiendo de la dualidad planteada por Georg W. Hegel sobre objetividad y subjetividad, o indi-viduo-sociedad. Esta dualidad proporcionó los distintos paradigmas de

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discusión de los elementos dialécticos que la componen, la reflejan y, en casos de análisis como este, la encausan.

A partir de lo desarrollado por la escuela de Frankfurt, se presen-tará el debate sobre la ideología y los modelos culturales relacionados, empezando desde lo que se constituyó como sociedad de masas y la industria cultural en el pensamiento crítico hasta una teoría sociopo-lítica de la cultura planteada por el pensamiento utópico de la escuela de Birmingham como respuesta a un actual modelo cultural. Este reco-rrido por las diversas escuelas y teorías que alimentaron el debate entre cultura y globalización tiene como fin dar un breve panorama del con-texto de los medios de comunicación y de su papel transformador de es-tructuras sociopolíticas, económicas e ideológicas, transformación que concluiría en el restablecimiento de nuevas relaciones sociales, políticas y psicológicas enfocadas hacia una deconstrucción cultural.

A partir de lo anterior, intentaremos exponer el necesario replan-teamiento de los términos de la industria cultural, concebida como una interpretación ideal de la objetividad en una relación individuo socie-dad y su relación con los medios de comunicación en las diferentes es-cuelas, ya que a lo largo de la historia la interpretación sociopolítica de los modelos culturales se ha visto enmarcada y determinada a raíz de un constante cambio y evolución técnica de la reproducción comunicativa.

Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno, ideología y sociedad de masas

Es importante aclarar lo que los teóricos de Frankfurt entendían como el ciclo de la racionalidad. Para esta escuela, el establecimiento de unas formas de pensamiento consideradas por sí mismas como objetivas surge con tal fuerza que impide a otras formas y modelos de pensa-miento tomar valor una vez se edifica su hegemonía. Es decir, todos los factores que componen un proceso ideológico racional pueden ser generados artificialmente a partir de intereses particulares. En pala-bras de Karl Mannheim,

la ideología es la razón fortificada en intereses y está en contrapo-sición con la utopía que sería entonces el origen del pensamiento de los

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dominados, mientras que la ideología se convierte en el pensamiento defensivo de quienes dominan el sistema del poder y de sus privilegios. (Mannheim, 2004, pp. 129-130)

Una de las preocupaciones de Theodor Adorno, como uno de los miembros de la primera escuela de Frankfurt, fue el análisis del funcio-namiento específico de la irracionalidad. Empezaré, entonces, a desa-rrollar el debate filosófico que la escuela dentro de su completitud es-tablece para la determinación de la sociedad de masas y la industria cultural como precursora de esta.

En primera instancia, Adorno planteó su proyecto teórico desde dos vertientes: la primera, la conexión ser y sujeto, y la segunda, la interrela-ción entre sujeto y objeto, en donde este último se entiende como la de-terminación general del sujeto, el cual pierde en Adorno, citando a Marx, su significado abstracto. Entonces, la evolución de la teoría de la escuela de Frankfurt se resumirá en una necesaria e inevitable síntesis entre filo-sofía y sociología que desemboca, a su vez, en el estudio de la sociedad y de la cultura de masas como compendio y unión de lo trascendental con lo cotidiano. Según lo anterior, la cultura de masas, en consecuencia, se convertirá en el puente temático desde el cual estos autores comenzaron su debate filosófico a partir de la dialéctica hegeliana. Es así que, según Adorno y Horkheimer, la modernidad “comienza en el momento en el que los Mitos se transforman en símbolos y afirma que el individuo par-ticular deviene del prototipo de lo humano, y al hacerse prototipo su existencia concreta desaparece” (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 147).

Es así como se rompe con la posición según la cual las circunstan-cias ajenas a la voluntad humana son las únicas que condicionan la con-ciencia del pensamiento, enmarcados en el mismo sentido sujeto y obje-to. En vez de eso, también el ser social incide y determina efectivamente la percepción de la realidad. Entonces, aparece el concepto de “masa”, que dentro del concepto de ideología, en definición marxista, resulta en el ocultamiento de los nexos causales que actúan en los procesos econó-micos y sociopolíticos, cuyos resultados finales suponen la creación de una mentalidad homogeneizadora. Así surge una dialéctica en la que los mecanismos de control se acentúan, permaneciendo inconscientes para la mayoría de la población, elaborados por un pequeño sector intelec-

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tual-tecnocrático que apoya a los grupos de poder y espera beneficios (Muñoz, 2000, p. 78).

La imposición de la ideología de los sectores dominantes se trans-forma en conocimiento organizado por sí mismo como “sentido co-mún”, el cual, a su vez, se vuelve opinión pública encauzada. Sin embar-go, no hay que tomar el concepto de opinión pública como algo aislado, sino como una dualidad junto a las relaciones de poder, ya que estas po-sibilitan las dimensiones y las imposiciones ideológicas. La mayoría de subsistemas —ya sean económicos, políticos o culturales— descansan sobre una cosmovisión en la que los valores, los símbolos y los códigos tienden a la unificación: una cultura de masas. En ese sentido, el cono-cimiento colectivo puede ser modificado mediante complejas técnicas psicosociológicas en direcciones prefijadas y planificadas. La escuela de Frankfurt sitúa como foco excepcional de su indagación no solo los me-canismos de control social, sino las estrategias cognoscitivas que alteran la percepción de la sociedad, es decir, un estado de conciencia actual (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 80).

Theodor Adorno afirmó quela ideología contemporánea es el estado de conciencia y no de co-

nocimiento de las masas como espíritu objetivo, y no los artefactos que imitan ese estado y lo repiten empeorado, para asegurar su reproduc-ción. La ideología, en sentido estricto, se da donde rigen relaciones de poder no transparentes en sí mismas, mediatas, y en ese sentido, in-clusive atenuadas. Pero por todo ello, la sociedad actual erróneamente acusada de excesiva complejidad se ha vuelto demasiado transparente. (Adorno, 1969, p. 192)

Adorno también plantea que la ideología debe ser concebida con sus transformaciones históricas y le da una importancia monumental den-tro de la sociedad posindustrial. Es en este punto donde en la categoría de masas surgen mecanismos estructurales específicos de la sociedad capitalista. Esta sociedad, organizada en una tajante división de clases, distribuye el poder y el privilegio de acuerdo con el lugar ocupado en los procesos productivos y su propiedad. Entonces,

el capitalismo de masas introduce los procesos de distribución fren-te a los de producción, se pretende entonces unificar a las diferentes y

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asimétricas clases sociales a partir de unos modelos de estilo de vida que no sólo incentiven la demanda económica, sino que, sobre todo, supon-gan la creación de una mentalidad en la que prevalezca una tendencia a la homogenización ideológica. (Muñoz, 2000, p. 79)

Aparece, entonces, el concepto de capitalismo planificado, ya antes acuñado por Weber, en donde la ciencia y la tecnología no se aplican meramente a la producción de mercancías, sino que tienen como ob-jetivo básico la acomodación de las psicologías y conductas colectivas a esos procesos de fabricación, ya que resulta más económico asimilar la conciencia al objeto que modificar las materias primas o el grado de elaboración del producto. En términos marxistas, se produce un feti-chismo de las mercancías. La escuela de Frankfurt, en razón a estas ac-tividades técnicas, introduce la idea de “la capacidad de elaboración de tipo técnico-científica con la que se pueden producir percepciones e in-terpretaciones de la realidad contrarios al mismo sujeto que las detenta” (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 81).

En palabras de Theodor Adorno,la conciencia actual, socialmente condicionada, ya no es espíritu ob-

jetivo, inclusive en el sentido de que ya no se cristaliza ciega y anónima-mente sobre la base del proceso social. Por el contrario, se trata de algo científicamente adaptado a la sociedad. Ésta adaptación se realiza me-diante los productos de la industria cultural: cine, revistas, periódicos, radio, televisión, literatura de gran difusión. Resulta demasiado evidente que los elementos de que se compone esta ideología, con frecuencia al revés de las técnicas con las que se difunde, no son nuevos, y a menudo inclusive se hallan inmovilizados y petrificados. (Adorno, 1969, p. 202)

Theodor Adorno y la industria cultural

La industria cultural nace como la capacidad para promover una pro-ducción serializada de creaciones culturales con métodos y técnicas para desarrollar mercancías de índole cultural y el posterior some-timiento de esas producciones a las leyes de oferta y demanda en el mercado capitalista.

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Respecto a los sistemas culturales de producción en masa, Adorno argumenta, según la interpretación de Blanca Muñoz, que

la fabricación y producción de los productos culturales no son valo-rados por sus costes sino por su acción sobre los receptores. Los medios técnicos a los que se ven expuestos no son los que valorizan un producto desde el punto de vista de que estos tienden a una creciente uniformi-dad recíproca. (Muñoz, 2000, p. 92)

Si la visión es la de rentabilidad ideológica, la industria cultural actúa como realizadora del esquematismo de las ideas como primer servicio al cliente, es decir, la industria cultural trata igual al todo y a las partes. El ideal consistirá en que la vida no pueda distinguirse de las películas y los programas de televisión. En este sentido, la indus-tria cultural forma una nueva esfera de producción cuyas categorías ordenadoras tienen que entenderse en términos del funcionamiento de la ideología considerada como “integración de la población en los valores del capitalismo postindustrial” (Muñoz, 2000, p. 92). Así, la industria cultural actuaría como la institución que difunde y organi-za la ideología necesaria para la permanencia del resto de estructuras económicas y sociopolíticas.

Los medios de comunicación se han convertido cada vez más en una actividad económica donde ya no es importante la opinión y la participación de las personas. En cambio, se impone arbitrariamente la comunicación brindada por los emisores para fines propios. Todo esto conduce inevitablemente al conformismo, en donde el público utiliza los medios de comunicación masivos (una de las principales fuentes de contacto con el mundo y la realidad social y cultural) como satisfacción de necesidades banales y estándar.

La producción de estas supuestas necesidades y productos está rigu-rosamente controlada, hasta el punto en que cualquier cosa que no esté vinculada es fácilmente desechada y negada a producirse. La llamada variedad en programas y distintos emisores como la radio, la televisión, la música, el cine y el arte simplemente es estrategia para clasificar y or-ganizar las distintas formas de pensamiento del público y, de esta mane-ra, normalizarlo y sacar provecho de él. A través de los distintos medios de comunicación masivos se esparce una realidad fabricada en donde

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todos los elementos sensibles mostrados allí son ciertos. Sin embargo, su intención es, simplemente, el control popular para lucrarse.

En esta producción de elementos sensibles aparecen los “clichés” (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 147), que cumplen con acostumbrar al público; de esta manera los detalles se vuelven fungibles, pues la indus-tria productiva no los reconoce como únicos, sino que trata a todos los elementos igual, reproduciendo con exactitud este mundo perceptivo. Los clichés han llegado a ser tan naturales y familiares que la sociedad los consume sin darse cuenta, forjando su percepción a través de ellos, convirtiéndolos enteramente en industria cultural.

A través de la normalización implantada por los medios en el dia-rio vivir, todo puede ser controlado: la actitud del público, su forma de pensar, qué hacer y hasta su lenguaje, con la amenaza de quedar aislado si no se adapta correctamente. Debido a esta regularización, lo monó-tono se da a relucir, lo nuevo es excluido y se descarta como un riesgo inútil algo que aún no se ha experimentado, encasillando y forjando al público a conveniencia de un pequeño grupo para que los receptores de información no piensen por sí mismos sino que su vida sea guiada por situaciones homogeneizadas, donde no sea posible dar al consumidor la sensación de oponer resistencia ante este régimen. Sobre este tema, se hablará más adelante.

Para la industria cultural, el interés mayoritario es considerar a los hombres como sus propios productores, empleados y clientes, de modo que se formen ciertos protocolos inquebrantables que mantengan esta situación. Esta hace parecer que la realidad no es formulada explícita-mente sino solo sugerida. Sin embargo, al tratar de mostrarse “real”, esa situación se repite cínicamente con la excusa de reproducir la vida co-tidiana, hasta el punto de ya no reconocerla. “La industria cultural se presenta misericordiosa en donde el dolor y lo trágico no tiene lugar preciso, en fin de obtener un interés en la actitud del público” (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 150), creando una falsa conciencia.

Es así como en relación con la sociedad la industria cultural ha arre-metido en su contra y la ha esclavizado, pues el valor cultural que tienen sus obras desaparecen y son sustituidos por valores económicos de inter-cambio que no aumentan su comprensión sino el prestigio, con el fun-damento de que todo tiene valor solo en la medida que se pueda inter-

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cambiar y, en palabras de Walter Benjamin, convirtiendo el arte como las personas y la cultura en mercancía, volviendo otra vez a la monotonía.

La publicidad y su influencia en la industria cultural

Antes de continuar la línea de modelos culturales y la evolución de la concepción ideológica, es necesario detenerse un momento en el pa-pel de la publicidad dentro de los procesos semióticos y comunicativos creadores de falsa conciencia, planteados por los miembros de la escue-la de Frankfurt. En textos como La dialéctica de la ilustración, Theodor Adorno y Max Horkheimer se introducen en el debate de nuevos con-ceptos que permitirían una visión más amplia de la ideología como in-dustria cultural. En el caso de industria cultural, la publicidad es una parte fundamental de donde el gusto dominante toma su ideal, de la be-lleza del uso, en donde lo bello es lo útil y se elogia de forma individual. La publicidad permite la idealización de un producto que dé al público la sensación de poder tener las cosas imposibles de tan fácil manera.

Según Adorno, la publicidad supone la manifestación más clara de la manipulación que lleva a cabo la industria cultural, transmitida di-rectamente a través de los medios de comunicación, pues la mayoría de sus beneficios provienen de ella, por lo que la publicidad tiene una función determinadora. Es en la industria cultural donde la publicidad configura el éxito o fracaso dentro del ámbito de los medios masivos. En otros términos, la publicidad faculta el fetichismo de las mercancías en una sociedad que las produce. Estas aparentan tener una voluntad inde-pendiente de sus productores, es decir, irreal e impersonal, permitiendo así el ocultamiento de la explotación de la cual son objeto los obreros al presentarse las mercancías ante los consumidores sin que ellos lo vean.

De esta forma, la industria cultural normativiza la sociedad, la cul-tura, el lenguaje y nuestra forma de actuar y pensar, creando reproduc-ciones idénticas de ideologías producto de sistemas políticos hegemó-nicos ya establecidos y encauzados, garantizando una división absoluta entre sometidos y poderosos a través de su carácter de fabricación sin-tética de productos, ocio y hasta realidad.

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Escuela de Birmingham: historiografía cultural y el pensamiento utópico

En relación con el concepto de ideología, existe una evolución históri-ca del concepto de cultura de masas, en comparación con lo planteado por la escuela de Frankfurt en su primera generación. En su momento surgieron nuevas teorías que retomaron dicho debate como, por ejemplo, el enfoque sociocultural de la escuela de Birmingham. Esta planteó una comprensión diferente de la teoría marxista continental, acuñando nue-vas variables de interpretación dentro de cultura popular, como los pro-cesos de autodeterminación en los diferentes grupos sociales, a propósito de la formación de ideologías, y nuevos elementos que, en muchos casos, contrastan con lo planteado en su momento por la escuela de Frankfurt.

En ese sentido, la teoría crítica enmarca la sociedad en fenómenos en los que el fetichismo y la cosificación remiten a una nueva formu-lación de las interacciones entre objeto y sujeto. Desde la posición crí-tico-dialéctica, adecuando en términos marxistas, la alienación me-dia entre estructuras objetivas y acciones individuales. A partir de este concepto mediador, se reconstruiría el de ideología como la “concien-tización” masiva efectuada desde las estructuras comunicativas indus-trialmente planificadas, donde la inversión de un modelo marxista de infraestructura-superestructura explicará los fenómenos de un posin-dustrialismo en el que la conciencia colectiva se inserta y da origen a la industria de la conciencia estadísticamente cuantificada en forma de audiencias (Schiller, 1993, p. 183).

En este sentido, la escuela de Birmingham optó por introducir, den-tro la misma dicotomía acción-estructura y superestructura-infraes-tructura, el enfoque microestructural frente al macroestructural, es de-cir, el marxismo inglés optó por el individuo en vez de la estructura. En consecuencia, el modelo histórico interpretativo sustituye paulatina-mente al de carácter estructural, por ello los distintos autores tratarán de resituar lo cotidiano en lo social.

Empezaré entonces por referirme brevemente a John B. Thompson (autor que se retomará más adelante), quien desde una perspectiva so-ciológica de la historia da continuidad al debate marxista que pretende-

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ría adecuar los procesos históricos con la cotidianidad, para ser así for-mador de cultura política. Desde el principio Thompson da un vuelco total a la interpretación sobre las ideologías encausadas en la sociedad de masas y valora las pequeñas estructuras como las verdaderas forma-doras de cultura política que deben luchar contra las nuevas formas de alienación dentro de una sociedad posindustrial. Thompson da un nue-vo valor al individuo, privilegiándose al sujeto como eje central y trans-formador de las estructuras. Dará pie entonces, a una investigación de la vida cotidiana ligada en su completitud a la conciencia social, que a su vez está determinada por los procesos históricos que se materializan de forma subjetiva en la cotidianidad de cada individuo.

Estos procesos de autodeterminación ideológica que hacen par-te del sujeto están enmarcados dentro de un conflicto permanente con las nuevas formas de alienación que, como mediaciones simbólicas e imaginarias, toman formas de tradiciones e influyen en las actitudes vivenciales. Sin embargo, desde una perspectiva optimista, Thompson definiría esta autodeterminación histórica plagada de resistencias y di-sidencias como única herramienta que puede hacer frente ante la domi-nación social, al tiempo que defiende la cultura popular y su autonomía.

Es necesario en esta parte del escrito referirse a lo que se gestó como el marxismo inglés a la cabeza de John B. Thompson que, por su parte, dio pie para desarrollar el problema fundamental de la posmodernidad y dar vida a los estudios críticos y de la historiografía de la cotidianidad, característicos de la escuela de Birmingham. Partieron del supuesto se-gún el cual la cultura industrializada de masas requiere una transforma-ción de los instrumentos conceptuales y de las estrategias metodológi-cas como inicio de la historiografía cultural como teoría bandera.

Para Raymond Williams, otro representante del análisis británico de la cultura, los medios masivos de comunicación transforman las estruc-turas de la vida en estructuras de dispersión. La dispersión se constituye en uno de los conceptos determinantes de la penetración de la comuni-cación mediada en las existencias concretas de los ciudadanos. Williams retoma el concepto de hegemonías culturales, entendido por Gramsci como “la capacidad que posee un grupo o clase de ejercer la dirección intelectual y moral sobre la totalidad de la sociedad y que sintetiza el

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difícil tema de la dominación económica con la dominación política” (Muñoz, 2009, p. 38).

Sin embargo, a diferencia de otros autores representantes de la es-cuela de Birmingham, enmarcados en un plano de concepción de la cul-tura en relación con una economía política, Williams plantea su modelo cultural como nada más que relaciones semióticas entre unos sistemas significantes y sus respectivos procesos de comunicación simbólica que definirían la dinámica ideológica que el bloque hegemónico tratará de definir como lo cotidiano, propiciando, de esta manera, unos procesos de formación de cultura de masas y en las formaciones y deformaciones de la opinión pública. En consecuencia, si Thompson centró su concep-ción cultural en lo cotidiano, en las resistencias populares frente a la do-minación; Williams, por su parte, “mantendrá una posición en la que lo simbólico remite a instituciones colectivas organizadas por un bloque minoritario de poder que mantiene a la población en una minoría de edad permanente” (Muñoz, 2005, p. 176).

Por otro lado, los procesos semióticos dentro de una relación comu-nicativa casi despersonalizada se construyen y se hacen masivos por un sector minoritario de la sociedad, al cual se le llamaría hegemonía. Son igual de importantes que las relaciones políticas que influyen en la cons-trucción o deconstrucción de la “cultura de la cotidianidad”. F. Jameson argumentó que la superficialidad se erige como la guía conceptual en un mundo que queda desprovisto de emoción y de sentimiento. Lo insigni-ficante pasa a sustituir lo fundamental y el objeto sustituye al sujeto en una pérdida radical de lo que históricamente se ha considerado como lo humano. Jameson acuña el término de escisión del sujeto, que signi-ficaría la adaptación del sujeto a un orden de cosas, en el que no cabe la distinción entre el significado y el significante. Es allí donde actúa “la impersonalidad planteada en la línea comunicativa de una sociedad posindustrial llena de medios masivos, en definitiva, constituiría una deconstrucción de cualquier tipo de expresión que no sea acorde con los dictados de la moda” (Muñoz, 2005, p. 142). La desaparición de una subjetividad individual también conllevaría a la desintegración del pa-sado, complejizando una percepción del ahora en un concepto racional, sustituyéndose por una reproducción del ahora cosificado.

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Por último, Stuart Hall definió la “cultura” como recursos y valo-res que surgen en los grupos sociales a partir de relaciones concretas, así como las condiciones históricas mediante las cuales se manejan y reaccionan las condiciones de la existencia, oponiéndose así al papel residual y meramente “reflejo” asignado a lo cultural. Hall concibió la cultura como formas normales del comportamiento humano, mientas que evita formular relaciones entre fuerzas espirituales y materiales según el modelo base-superestructura, especialmente cuando la base es determinada por lo económico en sentido simplista. Stuart Hall se concentró, desde un aspecto meramente sociológico, en la determina-ción del individuo a partir de los procesos histórico-sociales (como Thompson lo planteó anteriormente). Hall comprendió el conflicto ideológico como el sustrato de la cotidianidad posindustrial, en don-de, en mi interpretación, confluirían dos distintas variables: 1) unos procesos de autodeterminación subjetiva en donde se juntan factores como la etnia, la clase y el género que, con las distintas experiencias, constituiría una multiplicidad compleja para la formación de subjeti-vidad e identidad; 2) unos procesos provenientes de una macroestruc-tura cultural propia de las hegemonías, que son responsables de crea-ción de ideología, y esta última como la negación del libre desarrollo del individuo, confluyendo en una deconstrucción del pensamiento individual y de la cultura como una colectividad.

Como conclusión de este artículo, es necesario resaltar que la es-cuela de Birmingham no solo continuó con la interpretación marxista sobre la cultura y en la relación superestructura-infraestructura, sino que también replanteó de buena forma el debate sobre la objetividad. No solo los elementos acuñados por la escuela de Frankfurt bastan para determinar la relación entre individuo-sociedad, en donde la realidad histórica y la realidad social habían sido demarcadas por un materialis-mo histórico mecanicista, establecido de una manera artificial. Dichos replanteamientos versan sobre los marcos de la cotidianidad en la acti-vidad de que existen unos ciudadanos a los que se les reconocen unos derechos políticos como elementos básicos de su ciudadanía, pero con la paradoja de que, a la par, se desarrollan unas industrias de la ideología que socializan despolitizadamente a la población (Muñoz, 2005, p. 140).

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Medios de comunicación: industria cultural, ideología y sociedad de masas

Reproductibilidad técnica de los medios de comunicación

La institución de los medios de comunicación es considerada una par-te del sistema económico, aunque estrechamente vinculada al sistema político. Los medios de comunicación, bajo la presión de expandir sus mercados e impulsados por los intereses económicos de fondo de los propietarios, generan la necesidad de obtener beneficios, propiciando tendencias monopólicas de integración vertical y horizontal. En conse-cuencia, se reducen las fuentes independientes y se marginan sectores minoritarios y de bajo nivel adquisitivo.

Es importante traer a colación la concepción del teórico alemán Walter Benjamin sobre los productos de la industria cultural, en relación con el debate filosófico ya planteado por la escuela de Frankfurt. La rela-ción sujeto-objeto planteada por Hegel, no acuñaba los elementos necesa-rios para una correcta interpretación dialéctica, sino que la objetividad en la sociedad debía ser replanteada y verificada desde diferentes elementos que la componían y la mutaban, por ejemplo, el arte. Benjamin entendía el arte como algo innovador y tecnológico y planteó cómo este siempre ha sido fundamentalmente susceptible de reproducción, presentando el aura “como la manifestación irrepetible de una lejanía” (Benjamin, 2013, p. 54). Por otro lado, argumenta que la pérdida de del aura en un objeto es algo fijo y regresivo que permite acercar el objeto a su destinatario e impi-de que adquiera un valor cultural, extático y ritual.

Se plantea así la reproductibilidad como el sustrayendo de la auten-ticidad de algo que genera la pérdida del aura y, por lo tanto, su valor al ser objeto único y original. A partir de esta se crean copias iguales, es decir, la reproducción técnica cancela a la autenticidad y no permite al objeto dirigirse a su destinatario completamente.

La interpretación de Walter Benjamin es la que se desarrollara como referencia a los medios de comunicación, permitiéndome hacer una analogía. El arte y su reproductibilidad técnica actuarán de la mis-ma manera en los medios de comunicación, en donde a partir de una

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concepción de la realidad estos desarrollan una conciencia con valor de cotidianidad, produciendo un acercamiento de la colectividad a la expresión estética.

Se plantea la recepción limitada por la orientación de la realidad, además de tener dos polaridades: un acento cultural y otro simbólico o exhibitivo (Benjamin, 2013, p. 59) que se convertirían en estereotipos o imágenes mentales que luego serán reproducidas por el individuo. Allí propone una disputa entre estos valores, del “arte por el arte”, donde la reproductibilidad técnica despoja al arte de su fundamento cultural, causando grandes modificaciones en su aura.

Conclusión

Intentaremos agrupar lo planteado por la escuela de Frankfurt y la es-cuela de Birmingham en relación con los medios de comunicación, ya que estas, con sus principales autores, le dieron un papel fundamental a los mass media en su análisis cultural de la sociedad.

Para Stuart Hall, la cotidianidad contemporánea planteada por los medios de comunicación o mass media se articula sobre los efec-tos ideológicos de los medios de comunicación tecnológicos. Al tiempo, plantea que la cultura se refiere a la disposición y las formas asumidas por la existencia social bajo determinadas condiciones históricas. El tér-mino de existencia social se refiere solo al contenido de las relaciones en que entran involuntariamente los hombres de cualquier formación social. Por lo tanto, la cultura surgiría cuando el hombre concreto se de-fine bajo condiciones concretas y cuando estas condiciones se apropian de las producciones de la naturaleza de un modo adaptado a sus propias necesidades e imprimen ese trabajo como exclusivamente del humano (Hall, 1981, pp. 357-380).

Los medios de comunicación masivos son una elaborada textura autorreforzada que se entreteje a sí misma donde estos atienden a una función de la sociedad moderna, de la realidad que concierne a una au-todescripción de estos, es decir, una autorreproducción. En términos de la escuela de Frankfurt, a partir de la capacidad nominativa, el lenguaje tiene las facultades para establecer y fundar un mundo. Como una es-

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trategia de transparencia, los medios comunican sobre algo distinto a ellos o sobre ellos mismos, una autorreferencia y una heterorreferencia, ya que, en consecuencia, se ven obligados a construir una realidad dis-tinta a la suya y se produce una construcción para todo conocimiento que no puede llevarse a cabo en el entorno. Allí, los medios de comuni-cación constituyen un sistema que se reproduce a sí mismo, el sistema se observa cuando es únicamente capaz de autorreferenciarse o de hete-rorreferenciarse (Briggs y Burke, 2006, p. 244).

Por lo tanto, aquí hay una coincidencia teórica entre las dos es-cuelas, ya que ambas conciben a los medios de comunicación en masa como todas aquellas disposiciones de la sociedad que sirven para pro-pagar la comunicación de medios técnicos de reproducción masiva. Estos canales de información son dirigidos a receptores desconocidos, se genera una despersonalización en la comunicación, allí no debe ha-ber integración entre el emisor y el receptor, pues esta quedara exclui-da por el intercalamiento de la técnica. Debido a este rompimiento de interacciones, se producen excedentes de comunicación cuando este se puede identificar y que solo se controlan en el interior del sistema mediante la autorganización de la ideología hegemónica y una cons-trucción propia de la realidad, conduciendo a una estandarización en la comunicación.

En cuanto a la tecnificación de la comunicación, ambas escuelas afirman que el proceso de expansión comunicativa es solo posible a cau-sa de la tecnología, pues esta la estructura y delimita. Sin embargo, ellos no son los que participan en la comunicación como tal, pues esta se lle-va a cabo únicamente cuando alguien emite y percibe. Thompson defi-niría esta despersonalización de la comunicación así:

Debido a que la cuasi interacción mediática tiene un carácter mo-nológico y comprende la producción de formas simbólicas para un con-junto indefinido de receptores potenciales, se la entiende mejor como cuasi interacción. No tiene el grado de reciprocidad ni la particularidad interpersonal de otras formas de interacción, sea ésta mediática o cara a cara. La cuasi interacción mediática es, con todo, una forma de inte-racción. Ella genera una situación social en la que los individuos están vinculados mediante un proceso de comunicación e intercambio sim-bólico. (Thompson, 1998, p. 276)

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Queda claro, entonces, como lo definiría Benjamin, que los medios de comunicación, al igual que el arte, se reproducen a sí mismos en un sistema, procurando un público experimentado con posibilidades, don-de la realidad de estos se convierte en una secuencia de operaciones que observan a diario.

Sin embargo, y como una diferencia clara entre las escuelas, los teó-ricos de Birmingham plantearon una nueva concepción de las ideologías encausadas, a diferencia de la escuela abanderada de Adorno. Gramsci avanza en el esquema de infraestructura económica y superestructura ideológica, colocando las instituciones de la sociedad civil en el cen-tro de una nueva forma de dominación que obtiene el consentimiento mediante la creación unificadora de valores, símbolos o mentalidades. Estas serían las nuevas formas de alienación con las que los teóricos de Birmingham intentaban combatir, con una nueva variable de la objeti-vidad, la autodeterminación individual a partir de los procesos históri-co-sociales de clases. De esta forma, proponían la autodeterminación y la historiografía como mecanismos de lucha ante esa industria cultural y estado de inconciencia que, de cierto modo, había condenado la escuela de Frankfurt.

Por lo tanto, en los medios lo que se designa por realidad puede ser únicamente un correlato interno a la operación de un sistema, no una cualidad que les adviene a los objetos del conocimiento. La realidad que ellos muestran no es más que un indicador de las pruebas de consisten-cia del sistema donde se procesa internamente, dotándose de sentido.

Referencias

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Adorno, T. y Horkheimer, M. (2007). Dialéctica de la ilustración. Madrid: Ediciones Akal.

Benjamin, W. (2013). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Madrid: Casimiro Libros.

Briggs, A. y Burke, P. (2006). De Gutenberg a internet. Una historia social de los medios de comunicación. Madrid: Santillana.

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Hall, S. (1981). La cultura, los medios de comunicación y el “efecto ideo-lógico”. En J. Curran y J. Woollacot (eds.), Sociedad y comunicación de masas (pp. 357-380). México: Fondo de Cultura Económica.

Mannheim, K. (2004). Ideología y utopía. México: Fondo de Cultura Económica.

Muñoz, B. (2000). Theodor W. Adorno. Teoría crítica y cultura de masas. Madrid: Editorial Fundamentos.

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Muñoz, B. (2009). La escuela de Birmingham: la sintaxis de la cotidiani-dad como producción social de la conciencia. I/C. Revista Científica de Información y Comunicación 6, 21-68. Recuperado de http://ins-titucional.us.es/revistas/comunicacion/6/1.1%20Munoz.pdf

Schiller, H. (1993). La apropiación corporativa de la expresión pública. México: Editorial Cultura.

Thompson, J. B. (1998). Los media y la modernidad: una teoría de los me-dios de la comunicación. Barcelona: Paidós, 1998.

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El nuevo papel de la diosa Eris

en los medios de comunicación

Michael Stiven Reyes Barreto*

* Estudiante de Derecho de la Universidad

Nacional de Colombia y miembro del grupo

de investigación Cultura Jurídico-Política,

Instituciones y Globalización. Contacto:

[email protected].

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El nuevo papel de la diosa Eris en los medios de comunicación

Introducción

A finales del siglo xx, los trabajos de Gianni Vattimo (1990, pp. 76-78) sostienen cómo los medios de comunicación fueron esenciales para pa-sar de la modernidad al posmodernismo. Rompieron con la idea de que la historia se orienta en un solo sentido, al mostrar los distintos puntos de vista y discursos que se presentan en el mundo. Según Vattimo (1990, p. 79), la apertura de este horizonte hizo posible el conocimiento de di-versas culturas, historia y cosmovisiones sobre la realidad, lo que posi-bilitó a los individuos el afianzamiento de sus tradiciones y la aceptación de diversas formas de percibir la vida.

Vattimo (1990), al hacer la anterior observación, no tuvo en cuenta que la gran cantidad de información disponible no lleva a los individuos a aceptar al otro, sino al vértigo en la audiencia, dado que la gran oferta de noticias no facilita una elección racional. Por el contrario, obliga a la audiencia a buscar los medios tradicionales, los cuales desempeñan un gran papel en la sociedad, ya que por medio de las noticias que emiten, los ciudadanos se forman una idea de la realidad. Es así, que este escri-to pretende realizar un acercamiento a cómo los medios de comunica-ción están sumergidos en un modelo de propaganda del enemigo, lo que genera en la sociedad reacciones violentas contra la parte antagonista. Además imposibilita un desarrollo crítico por parte de los individuos, dado que las noticias emitidas por los medios están sometidas a estric-tos filtros, manteniendo las críticas del individuo en el marco de lo con-veniente para el poder.

Para desarrollar este escrito, mostraré cómo reaccionan las masas frente a la propaganda, valiéndome de un estudio realizado en 1894 por Gustave Le Bon sobre el comportamiento de las mismas. Para esto, aterrizaré analizando el tipo de masas que se presentan en la moder-nidad líquida, categoría construida por Bauman (2004) para definir la posmodernidad. Posteriormente, intentaré explorar si este es el caso de Colombia, utilizando los estudios de Óscar Mejía (2011) sobre la temporalidad colombiana. En un segundo momento, a partir de una investigación elaborada por Noam Chomsky (2007) sobre los medios de comunicación junto a los trabajos sobre la propaganda de Edward Bernays (2008), responderé ¿por qué los mass media tienen una agen-

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da? Así mismo, develaré la forma propagandística como son mostra-das las noticias. Finalmente, a través del análisis de las noticias que fueron objeto de observación por parte del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed, se tratará de evidenciar cómo los medios de comunicación en Colombia están sumergidos en un modelo de propa-ganda del enemigo.

Agenda del día

Noam Chomsky y Edward Herman (2000), conocidos intelectuales nor-teamericanos, partiendo de la pregunta acerca del funcionamiento de los medios de comunicación, llegaron a unas conclusiones bastante po-lémicas, pues develaron gran parte del modelo propagandístico mane-jado por el gobierno invisible de Norteamérica (poder económico). A pesar de ser un estudio realizado en otro país, este se acomoda muy bien a la realidad colombiana, la cual continuamente ha implementado el modelo neoliberal estadounidense. Según los autores, los mass media manejan la opinión pública a través del diseño de una agenda (noticias del día), la cual cuenta con filtros para excluir de los medios todas las noticias que no sean útiles o estén en contra del poder económico y es-tatal (Chomsky y Herman, 2000, p. 20).

En primer lugar, Chomsky (2000, p. 23) afirma que la transforma-ción de los medios de comunicación en empresas comerciales generó sobrecostos al mantenimiento del medio informativo, obligando a los canales a asociarse para poder ser competitivos en el mercado, de ahí que los canales independientes, cada vez más, se vean minorizados. Esta vinculación de los medios en el sector comercial, trajo consigo la dismi-nución de las voces independientes, además de impregnar a la comuni-cación con un matiz comercial.

En Colombia, esa reflexión se hace visible con la concentración y oligopolización1 de los medios de comunicación por parte de la Organización Ardila Lülle, grupo empresarial que tiene una considera-

1 Una situación en la que se controla un mercado determinado por un grupo reducido de empresas. Un oligopolio es muy similar a un monopolio, en el que solo una empre-sa ejerce el control sobre la mayor parte de un mercado.

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ble preponderancia en el mercado colombiano, tal como se informa en su página web (s. f.). Este grupo es partícipe de gran parte del sector co-mercial: medios (rcn televisión, rcn radio, ntn24), bebidas (Postobón, Iberplast, Productora de jugos), automotriz (Los Coches, Los Autos), deportes (Nacional, Liga Postobón), agroindustria (Incauca, Ingenio Providencia, Núcleos de Madera), entre otros. Otros ejemplos, los pode-mos encontrar en el Grupo Valorem (s. f.) y en el Grupo Prisa (s. f.). En el caso de Valorem grandes marcas rodean su nombre: Cine Colombia, Caracol Televisión, El Espectador, Cromos, entre otros. Por el lado del Grupo Prisa, nos encontramos ante un magnate de la comunicación, este grupo extranjero se hizo dueño de Caracol Radio, y es evidente que las políticas con las que maneja el canal no pretenden contradecir al es-tablishment, lo que generaría grandes barreras a su actividad comercial en el país.

Es así que Chomsky y Herman (2000, pp. 24-25) consideran que la vinculación de los medios en el sector comercial es negativa, puesto que la visión de los empresarios impregna todo el contenido noticio-so. Esto conlleva acallar aquellas noticias que puedan ser incómodas para el sector empresarial, y dar mayor cobertura a aquellas que no lo afecten. Eso se demostró con el especial cubrimiento que tuvo la refor-ma tributaria —debates, entrevistas y críticas por parte de expertos, con los matices que impulsaron los medios de comunicación en el país— y con el tono negativo con el que Caracol Radio la transmitió: “Una re-forma tributaria que no gusta” (Calderón, 27 de noviembre de 2014), “¿Qué esperar de la reforma tributaria?” (Calderón, 13 de noviembre de 2014), “Es confusa la reforma tributaria: ex Min. Agricultura Juan Camilo Restrepo” (Caracol Radio, 28 de septiembre de 2014).

En segundo lugar, la publicidad constituye un pilar fundamental para los medios de comunicación, dado que es una de las fuentes prin-cipales de financiación. Para mantener el interés de los anunciantes los medios deben valerse de estrategias que capten la atención de la audien-cia, la cual debe ser selecta, ya que los anunciantes desean una audiencia con poder adquisitivo. Al ser la publicidad una fuente principal de fi-nanciación, los medios deben contar con una buena imagen frente a los anunciantes, quienes suelen tener prejuicios y preferencias al momento de elegir el canal adecuado para transmitir sus anuncios. Estos prejui-

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cios recaen sobre canales que se muestran críticos al sector empresarial, lo que lleva a los medios a moldear su programación en búsqueda del beneplácito de los anunciantes.

El poder de los anunciantes se vio reflejado en un estudio realizado por la Asociación Nacional de Medios de Comunicación (Asomedios) (2014), que mostró que en el tercer trimestre de 2014 en Colombia se invirtió aproximadamente 442 008 millones de pesos en publicidad, sin incluir medios locales ni revistas: periódicos, 125 717; radio, 95 342; y, televisión, 220 949.

En tercer lugar, los autores afirman que la adquisición de noticias está sumergida en una lógica comercial, dado que los medios entien-den la necesidad de información por parte de la audiencia como la de-manda, y la información, como la oferta (Chomsky y Herman, 2000, p. 26). Sumergidos en esa lógica comercial, los medios buscan reducir los costos de la adquisición de noticias, acudiendo a las fuentes regu-lares, las cuales cuentan con el respaldo de una autoridad. Existen dos tipos de fuentes: fuentes regulares, son las fuentes que constantemente están generando noticias, estas cuentan con departamentos especia-lizados en comunicación (gobierno, sectores empresariales). Fuentes irregulares son el otro tipo de fuentes, se presentan a menudo en cir-cunscripciones territoriales, la importancia que los medios les dan es reducida. Estas fuentes no representan bajos costos, y sí pueden repre-sentar un aumento, debido a que los medios deben comprobar la ve-racidad de sus noticias.

En el caso de que un medio de comunicación quisiera contradecir a una fuente principal, tendría que asumir los gastos que tiene investigar la veracidad de una noticia, además se vería expuesto a enemistarse con una de las causas principales de la reducción de costos. Esta dependen-cia que genera el medio se manifiesta en la timidez con la que emite sus noticias, pues sus emisiones no deben molestar a sus dos grandes pro-veedores. En cuanto a los medios de comunicación con recursos esca-sos, se puede decir que su papel en la opinión pública es limitado, por-que, por lo general, siguen la tendencia impuesta por los medios que tienen preponderancia y acceso a las fuentes principales. Esto explica la uniformidad al momento de la emisión de noticias.

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Por último, suponiendo que el poder económico y el poder estatal no sean uno solo, estos deben contar con buenas relaciones que permi-tan mantener en equilibrio sus intereses. Eso se ve reflejado en la pru-dencia con la que los medios de comunicación transmiten sus noticias, dado que necesitan concesiones del gobierno para hacer posible su fun-cionamiento. En Colombia, un claro ejemplo de la buena relación en-tre los poderes se encuentra con el saliente director de noticias rcn, Rafael Pardo. Este director de noticias cuenta con un gran recorrido en el gobierno: ministro de relaciones exteriores, embajador en Venezuela y presidió la legalización diplomática de Colombia en Francia (Osío, 31 de julio de 2009).

Una vez sometida la agenda del noticiero a los filtros anteriormente mencionados, las noticias emitidas reflejarán una realidad conveniente para los sectores poderosos del país. Esa información contará con foca-lizaciones a los temas útiles para el poder y la supresión de noticias que puedan incomodarlo. La agenda mencionada a su vez está dentro del marco de un modelo de propaganda, pero ¿qué es la propaganda?

Propaganda

El papel del lenguaje es fundamental para la constitución y permanencia de los grupos sociales. A través de este, las opiniones que en el interior de la sociedad se producen, tienden a diseminarse conforme a los medios existentes. En ese transcurso, el lenguaje sufre los cambios de la sociedad a medida que las ideas permean el pensamiento colectivo y la opinión pública. El cambio constante del lenguaje —significado— hace difusa la comprensión de los términos que han tenido un largo recorrido, es por esto que a partir de una breve descripción de los cambios que ha sufrido la palabra propaganda, intentaré reducir su campo semántico.

En 1884 por propaganda (Real Academia Española, s.f.) se entendía la congregación de cardenales con el fin de difundir la religión católica. Basándose en este concepto inicial y en la función de los cardenales (di-fundir ideas), el término fue utilizado en otros campos y pasó a signifi-car la asociación con el fin de propagar ideas o doctrinas. Según Ingrid Schulze (2013, p. 16), es en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial,

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en donde esta palabra se impregnó de un matiz negativo. Los países comprometidos en la guerra estuvieron sometidos a una carga emocio-nal inesperada para sus ciudadanos y, por lo tanto, se vieron obligados a manipularlos por medio de la propaganda, lo que generó un senti-miento de nacionalismo y seguridad. Sentimientos que posteriormente fueron desenmascarados y develaron la tragedia que habían conseguido soportar por la manipulación.

Edward Bernays (2008, p. 209), padre de la comunicación, quiso limpiar esta concepción de propaganda analizándola desde otros pun-tos de vista: económico, cultural y político. Bernays (2008, p. 210), al ser consciente de que el cambio político en las sociedades modernas exigía la conformidad de la sociedad con las decisiones políticas y al no-tar también la amplia variedad de productos comerciales ofrecidos en el mercado, estudió el comportamiento de los grupos sociales y las re-acciones de estos frente a la propaganda. Según Bernays (2008, p. 212), una de las características principales de la sociedad es la complejidad y por tanto el deseo de las personas de simplificar la realidad, lo cual libe-raría del desasosiego a las personas que se sienten perdidas frente a un grupo de ideas tan amplio que resulta imposible de elegir racionalmen-te. El autor, con este objetivo, comenzó analizando los distintos grupos sociales al interior de la sociedad y observó que los medios de comuni-cación habían desligado a los grupos sociales de un sector territorial, creando un tipo de comunidad virtual. La creación de este tipo de co-munidades borró las fronteras tan marcadas entre los distintos grupos. Esto develó que la pluralidad en una sociedad en sí está dentro de una estructura y se dirige hacia unos mismos intereses.

Partiendo de esa premisa, el autor concluyó que sería posible la ma-nipulación de las masas relacionando los valores, prejuicios e intereses que comparten los distintos grupos de la sociedad con las ideas que se quisieran implantar. Además, a partir de una observación a los líderes que se presentaban en cada grupo, dedujo que los argumentos de estos serían tomados de forma emocional y no racionalmente. Los líderes no precisamente tendrían que estar de acuerdo o ser cómplices de la cam-paña propagandística, ya que al tocar temas arraigados en la sociedad, estos apoyarían el cometido, porque los valores que se reivindicarían se-rían de su interés. La implementación de estas ideas debe ser por medio

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de canales con gran prestigio en la sociedad, lo que ocasiona la amplia-ción de las ideas emitidas en este por parte de los canales menores que siempre siguen la tendencia.

Al igual que una entrevista de trabajo o una cita, las noticias tam-bién nos dejan una impresión que prontamente convertiremos en una idea, así no esté relacionada con el contenido de la noticia. La propagan-da muy a menudo se sirve de esa estrategia, quedando plasmada en dia-rios nacionales: “Santos ordena discutir cese bilateral al fuego” (Semana, 14 de enero de 2015). Este titular deja la impresión en los lectores que el presidente lleva el control de la situación, ya que tiene la suficien-te autoridad como para ordenar a la otra parte el orden de la agenda. Por su lado, el titular “¿Le volverá hacer ‘conejo’ Uribe a Pacho Santos?” (Semana, 16 de enero de 2015) deja la impresión de la inestabilidad al interior del Centro Democrático. Lleva a sus lectores a desconfiar de ese partido, ya que si no consiguen la estabilidad en el partido, mucho me-nos la conseguirán en el país.

Una objeción válida a este planteamiento sería que la reacción de todos los lectores no es la misma frente a la noticia, dado que unos re-forzarían sus creencias y otros teniendo sólidas bases de su grupo recha-zarían el postulado. Visto desde ese punto, las impresiones no tendrían gran efecto en la sociedad, pero se debe ver como una de las tantas he-rramientas con las que se nutre la propaganda. Una vez conseguida la implementación de ideas al interior de la sociedad, la propaganda debe continuar reafirmándose, disciplinando constantemente el pensamien-to de la sociedad. Esto con el fin de capturar el pensamiento de la mente pública en beneficio de una idea, o un artículo pasado de moda.

Modelo de propaganda del enemigo

El siglo xx fue el epicentro de grandes cambios políticos, económi-cos y culturales. En 1933 Adolf Hitler llegó al poder como canciller de Alemania. Se basó en la teoría política de Carl Schmitt (1999) para ins-taurar un régimen autoritario en el cual el poder ejecutivo era el po-der principal, dado que definía la situación de excepcionalidad. Hitler, siguiendo con su programa autoritario, aspiró a la conformación de

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una sociedad homogénea, realizando la distinción amigo-enemigo. Ese programa incluía como enemigos del régimen a los gitanos, testigos de Jehová, antisociales y, principalmente, a los judíos. En su política de ho-mogeneización, emprendió proyectos tales como los campos de concen-tración en Polonia —Auschwitz, Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor, Treblinka—. Se dice que aproximadamente la cifra de muertos judíos se acercó a 5 860 000 (Holocaust Museum Houston, s.f.).

Según Emma Rodero (2000, pp. 4-5), para poder lograr esa bar-barie, Hitler se valió de su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, quien a través de un programa propagandístico logró el consenso en la sociedad. Goebbels, guiándose por la humillación sufrida por Alemania tras la Primera Guerra Mundial, quiso implantar un sentimiento na-cionalista, que le pretermitiera al Reich desarrollar sus políticas autori-tarias. Este ministro de propaganda logró manipular a la sociedad ale-mana, valiéndose de varias estrategias: en primer lugar, se apoderó de los medios de comunicación y emitió masivamente noticias que giraban sobre una misma idea, ya que, según él, así conseguiría la implantación de la idea en la sociedad. En segundo lugar, acudió a los prejuicios y emociones arraigados en el corazón de Alemania, con el fin de crear un enemigo en común (los judíos), al cual culparían de los problemas por los que pasaba el país. En tercer lugar, Goebbels aseguró que en el caso de que una noticia pudiera afectar la imagen del partido, esta tendría que ser callada y darle importancia a un hecho que afectara al adversario o que beneficiara al partido por más insignificante que fuera el hecho.

Actualmente, Chomsky y Herman (2000, pp. 50-52) advirtieron las focalizaciones que hacen los medios a las noticias que convienen al po-der establecido. Para los mass media existen tres tipos de noticias: las noticias dignas, las noticias indignas y las noticias perjudiciales. Las no-ticias dignas son las que merecen mayor atención por parte de los me-dios, puesto que a través de estas se logra la manipulación de las masas. Las noticias indignas son las que, en el caso de emitirse con mayor fre-cuencia, se imposibilitaría los planes del poder establecido. Las noticias perjudiciales son las que por ningún motivo los medios publicarían, ya que podrían llegar a generar conciencia social. Según estos autores, des-de el punto de vista de los medios, la mayor diferencia entre las noticias es el tratamiento que reciben. Eso queda demostrado en la matización

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de aspectos emocionales y en la constante repetición de las noticias úti-les para el poder dominante (Chomsky y Herman, 2000, p. 54).

Analizando en conjunto el análisis de Chomsky y Herman de los medios de comunicación y las estrategias de manipulación de Goebbels, es claro que ambos se están refiriendo al mismo tipo de modelo de pro-paganda, el cual concibe a la sociedad desde una postura maniqueísta, puesto que su máximo propósito es exaltar una de las partes en conflicto de la sociedad. El resultado de este análisis genera una duda: ¿por qué manejan el mismo modelo de propaganda si se trata de dos modelos con una organización política diferente? Ignorando el aspecto económico, se puede afirmar que el modelo de propaganda es el mismo debido a que la diferencia entre el autoritarismo y el neoliberalismo reposa en la visi-bilidad del jefe de gobierno. Mientras que en aquel el jefe es visible, en este el gobierno es invisible, puesto que su verdadero gobierno se oculta detrás de un modelo de supuestas libertades.

¿Cómo reacciona la audiencia frente a la propaganda?

En el interior de la sociedad se forman diversos grupos sociales, los cua-les están determinados por la cultura y los imaginarios sociales. Gustave Le Bon (2005), interesado en las agrupaciones sociales, observó que en una misma sociedad estas comparten en casi todos los casos las mis-mas bases —creencias, prejuicios, ideales—. A partir de esa observación se interesó en la estructura y en el comportamiento de las masas. Las masas, según él, se pueden definir como cuerpos autónomos que gene-ran un pensamiento y comportamiento distinto al de los individuos (Le Bon, 2005, p. 99).

Esta desvinculación de la mente del individuo y la mente de la masa se debe a que al incorporar gran cantidad de personas, la masa solo puede girar alrededor de unas ideas y creencias básicas, las cua-les debe entender y asimilar hasta el menos entendido del grupo. Esto lleva a que la masa pierda toda su capacidad crítica, pasando a ser evi-dentemente emocional y por tanto quede propensa a la sugestión. En 1794 la Revolución francesa estaba en todo su esplendor y, con ella,

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Maximilien Robespierre. Para los seguidores del régimen, el poder in-controlado de Robespierre se hacía cada vez más insoportable y, más aún, la incertidumbre de que fueranlos próximos en la lista de guilloti-nados. Cansado del miedo, alguien corrió el rumor de que Maximilien tenía una lista con los próximos condenados a muerte. La respuesta no se hizo esperar, al día siguiente la cabeza del incorruptible rodaba por las calles de parís.

Este es un claro ejemplo de cómo se pueden afectar las ideas en el pensamiento de la masa, la cual siempre está atenta para arremeter con-tra cualquiera que esté en contra de sus intereses. La fidelidad a sus inte-reses provee a la masa de una fuerza incontenible, que se alimenta de los individuos que se sienten respaldados y suponen que su responsabilidad individual se ha diluido. Según el autor, la lealtad de las masas se nutre de dos factores: el factor lejano, para que una idea pueda ser implantada en la sociedad, primeramente se debe preparar el campo (generar nece-sidades, crear situaciones); y el factor inmediato, una vez preparado el terreno se le da forma a la idea con el fin de incitar una reacción en la masa (Le Bon, 2005, p. 104).

Estos factores son controlados por los líderes de las masas y es aquí en donde entran los medios de comunicación, ya que al ser un gran me-dio de difusión de opiniones cuentan con gran influencia en medio de la sociedad. Esto los lleva a convertirse en líderes y, en vista de que la masa es una entidad netamente emocional, les facilita la implantación de ideas mediante la asociación de valores centrales de la masa con otros que quisiera implantar, los cuales pueden generar reacciones violentas o heroicas. En cuanto al liderazgo de los medios, es claro que este papel no le corresponde, dado que los mass media deben tener una postura neutral frente a los hechos.

El anterior análisis lo realizó Gustave Le Bon (2005) en el marco de la modernidad, mientras las masas estaban sufriendo una transfor-mación esencial, ya que el cambio de mentalidad política al interior de Europa había develado la importancia que tiene la masa para el sosteni-miento y orientación de la sociedad. Es evidente entonces que los con-ceptos del autor están impregnados de su temporalidad, lo que nos obli-ga a aterrizarlos a nuestro tiempo y a nuestro país: ¿en qué temporalidad estamos? ¿Cómo afecta la temporalidad al comportamiento de la masa?

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En este sentido, Zigmunt Bauman (2004, pp. 4-5) afirma que la so-ciedad contemporánea está viviendo en la modernidad líquida, que se diferencia de la modernidad por su fluidez, su imprecisión y la ausencia de un futuro marcado. Bauman, considera que la modernidad se carac-terizó por su solidez, por los proyectos en conjunto de un mejor futuro y por las constantes peleas al interior de la sociedad por definir cuál era el tipo ideal de sociedad. Según el autor, el individuo en la sociedad só-lida se autoafirma por la pertenencia a una colectividad (estamentos en la premodernidad, clases sociales en la modernidad), la cual dotaba de identidad al individuo, además de guiarlo en sus propósitos. Al estar el individuo constantemente sumergido en una colectividad y en una es-tructura, los intelectuales se preocuparon por la pérdida de libertad del individuo y estudiaron las distintas formas de la pérdida de conciencia (Bauman, 2004, p. 10). Este estudio estuvo acompañado de un cambio político y económico trascendental.

Como lo manifiesta Carlos Aguirre (2007-2008), el cambio econó-mico se produce con el modelo de producción que Ford implementó en las primeras décadas del siglo xx en su empresa de automóviles. El cual relata cómo en 1930 Henry Ford, basado en el taylorismo, tuvo en cuenta que para aumentar las ganancias se necesitaría aumentar la demanda, lo que se conseguiría disminuyendo los costos del producto. Ford propuso un modelo de producción (fordismo) que incrementaba la productividad: la producción en cadena, la cual especializa las labo-res, le quita el manejo del tiempo al trabajador y hace mecánica y me-dible la actividad. Este modelo de producción fue llevado al cine por Charles Chaplin en la película Tiempos modernos, que dirigió una vivaz crítica a la reducción y alienación del hombre, visto como medio más no como fin.

El cambio de modelo económico significó un cambio cultural, ya que la producción en masa permitió a la sociedad en general el acceso a las mercancías, generó una cultura de masas y un prototipo de vida: american way. Es en este contexto donde surge la crítica de Adorno y Horkheimer (1988, p. 25), quienes observaron que la razón que se con-solidó en la sociedad es el reflejo de la interiorización de los prototipos impuestos por el sistema político-económico, prototipos que han sido transferidos a la sociedad por medio de los medios de comunicación, y

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aceptados acriticamente. Adorno y Horkheimer (1988, p. 26), a partir de una observación del sistema económico, notó la formación de dos tipos de razón: la razón objetiva y la razón instrumental. El predomi-nio de la razón objetiva en la sociedad significaría un progreso humano constante, ya que la sociedad se orientaría por principios que den cuen-ta de sus rasgos distintivos. Sin embargo, es la razón instrumental la que predomina en la sociedad, que desvincula al individuo de un significado colectivo, para interiorizarle los intereses técnicos del sistema.

Según Enrique Ureña (1978, p. 47), este nuevo tipo de razón vino acompañada de la sacralización de las ciencias positivas, lo que estigma-tizó a las ciencias del espíritu, por considerarlas una simple ideología. Como consecuencia, la orientación política y económica de la socie-dad excluyó los criterios morales, permitiendo solamente los criterios científicos. Adorno va a ser influenciado en gran manera por el filósofo Hegel, pues estudió los fenómenos económicos desde el punto de vista del principio de identidad y concluyó que a través de la identificación del desarrollo económico con el desarrollo de la sociedad, el individuo va a perder todo vínculo con su realidad (Adorno, 1965, p. 35). Para de-velar esta situación, Adorno utilizó ciertos conceptos hegelianos, como el de ideología, dado que el sentimiento de identidad de la sociedad ha-cia el sistema económico se debe a la representación de una estado de cosas falso. En conclusión, la teoría crítica tiene como fin sacar al indi-viduo de la estructura en que se encuentra sumergido, estructura que es alimentada por la cultura de masas y el uso irresponsable de los medios de comunicación.

Adorno y Horkheimer (1988, p. 40) encarnan la principal preocu-pación de la modernidad: la pérdida de la libertad. El significado de li-bertad puede ser un buen punto de partida para reconocer la escisión entre modernidad y modernidad líquida. La libertad en la sociedad só-lida era posible si se contaba con la participación de un Estado fuerte que la garantizara, ya que la única forma de garantizarla, era regulando el temperamento de los individuos para conseguir el consenso en la so-ciedad. En la modernidad líquida, tras haber roto todos los metarrelatos y haber aterrizado la dirección del mundo en el individuo, la libertad es vista como la capacidad que tiene un individuo de darle dirección a su vida. Según Bauman (2004, p. 12), los individuos actualmente son indi-

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viduos iure, lo que los arroja al mundo con la tarea de asumir su propia dirección, esto causa en los seres el vértigo de lo desconocido. El rompi-miento con los metarrelatos ubicó al individuo en la nada y lo obligó a comprarse un espejo para poder definirse, puesto que ya no se sentía in-teresado en integrar una colectividad, ni unos intereses en común, sino en darle un rumbo a su propia vida.

¿Es Colombia una sociedad líquida?

En este aspecto, Óscar Mejía (2011, p. 15) sostiene que la sociedad co-lombiana tiene un carácter híbrido, ya que en su interior aguarda di-versas tensiones, desde el punto de vista de los tipos de sociedad. Se enfrentan tres tipos: la sociedad tradicional, la moderna y la global. La primera se caracteriza por estar integrada alrededor de la figura de un líder, el sistema legal en este modelo no es un límite al poder sino una herramienta; la segunda trata de guiarse por la razón, su funcionamien-to es orientado por la ley; y la última, es excelentemente sintetizada por Lyotard (1987) en su expresión la condición posmoderna.

A su vez, Mejía (2011) sostiene que coexisten tres tipos de tempora-lidades en la sociedad colombiana: premodernidad, modernidad y pos-modernismo. En la sociedad descrita por el autorel análisis de la teoría crítica de Adorno aún tiene vigencia, así como el sentimiento de deso-lación descrito por Bauman que también tiene cabida. De lo anterior se deduce que Colombia no es una sociedad líquida y, siguiendo la termi-nología de Bauman (2004, p. 14), podemos afirmar que estamos en una sociedad gelatinosa, dado que no guarda rigidez pero sí tiene una for-ma, la cual es dada por el poder.

En cuanto al comportamiento de las masas, no hay una gran dife-rencia entre la sociedad descrita por Bauman y la descrita por Mejía: tanto en la sociedad de Bauman como en la sociedad colombiana se presentan masas que no tienen un carácter permanente, dado que estas solo se agrupan cuando una gran conmoción estremece a la sociedad, lo que lleva a los individuos a sentirse movidos hacia una misma causa. A este tipo de masa la podemos denominar masa temporal, puesto que su duración se extiende hasta el término de la conmoción. El compor-

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tamiento de las masas temporales no se aleja del descrito por Le Bon (2005, p. 101), la diferencia se encuentra en su carácter momentáneo, el cual no da tiempo a la parte afectada por la conmoción de responder a las críticas, quedando en el imaginario social las impresiones negati-vas generadas por los medios. Estos medios implementan un modelo de propaganda maniqueísta, que genera en las masas temporales sen-timientos parecidos a los del fanatismo religioso. Pues la parte que es criticada por los medios, pasa a ser vista como el enemigo de la socie-dad, llevando en muchas ocasiones a que sean agredidos por parte de las masas.

mira: ¿victimarios o víctimas?

A principios de 2014 una noticia conmocionó al país: la pastora de la iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional (idmji), María Luisa Piraquive, apareció en un video en el cual declaraba supuesta-mente su postura discriminadora frente a las personas con discapaci-dades (La Patria, 17 de enero de 2014). Esta noticia tuvo un gran cu-brimiento por parte de los medios y rápidamente contó con la opinión de diversos sectores. Esto demostró el poder que tienen los medios para transformar la opinión pública, dado que las personas pertene-cientes a esa religión sufrieron constantes ataques, los cuales fueron ignorados por los mass media. La forma en cómo se presentó esta no-ticia nos permite hacer un análisis detenido de los medios y su modelo de propaganda del enemigo. El análisis lo orientaré a partir de cuatro variables.

En primera instancia, tenemos la focalización, donde los medios de comunicación dominantes presentaron la noticia, al parecer, si-guiendo los preceptos teóricos de Bernays (2008), ya que se valieron de armas emocionales. Esto quedó demostrado en “Especiales Pirry” (Prieto, s.f.), un programa que no se caracterizaba por la genialidad de su presentador, sino por su buena edición. Primeramente, el programa comenzó mostrando los esfuerzos que diariamente tienen que hacer las personas con limitaciones para llevar el día a día, también mostró cómo personas con discapacidades habían roto barreras impensables,

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como Nelson Cardona, quien ascendió a la cima del Everest. Después de haber provocado en los televidentes la solidaridad, respeto y admi-ración hacia las personas que basan su vida en el esfuerzo, presentaron un segmento del video en donde aparecía la pastora María Luisa dan-do declaraciones que agredían a los discapacitados. Evidentemente, la relación entre las emociones provocadas por los héroes del día a día y las emociones generadas por el video de la idmji incitó en los tele-videntes un sentimiento de indignación, del cual los medios aprove-charon, para dirigirlo al movimiento político mira. Sin embargo, ¿la presentación de los hechos fue objetiva? Partiendo del primer video mostrado por los medios, me interesé por indagar el contexto en el cual se encontraba.

La segunda parte del video (Collazos, 26 de agosto de 2014), total-mente ignorada por los noticieros, le da un sentido completamente dife-rente a las palabras de la señora Piraquive: vistos en conjunto, muestran la indignación que siente esa congregación cristiana por la intervención estatal en los reglamentos internos de la iglesia. Muchos países exigen una participación mínima a las personas con limitaciones físicas, lo que llevó a que algunos discapacitados presentaran demandas para ser pre-dicadores sin tener el consentimiento de las autoridades de esa iglesia. En cuanto al manejo que los medios le dieron a la relación mira-idmji fue notoriamente malintencionada, pues solo basaron sus comentarios acerca del movimiento, en la primera parte del video. Ignoraron las le-yes producidas por el movimiento, entre las cuales se encuentra paradó-jicamente la ley antidiscriminación o la ley que imponía elevadas multas a los conductores ebrios —ley que afecta a un poderoso sector empre-sarial en el país—.

La segunda variable es medios de comunicación esnobistas. Como anteriormente recalcaba Chomsky (2000, pp. 63-65), la obtención de noticias genera un costo adicional para los medios, lo que lleva a que los medios dominantes tengan buenas relaciones con las fuentes principa-les: gobierno y sectores empresariales. Estas fuentes cargan a las noticias de autoridad, lo que evita a los medios la comprobación de su veracidad, disminuyendo los costos, es por esto que los medios con escasos recur-sos siguen la tendencia. Esto se vio demostrado en la prensa, radio y te-

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levisión locales, los cuales dieron un especial cubrimiento a la noticia de moda: la primera parte del video de la idmji.

En tercera instancia, está la variable Intelectuales Cromos, que como se mostró en el anterior análisis de Bernays (2008), se concluye que la conmoción genera discípulos, quienes no precisamente deben compartir la campaña propagandística. Mauricio García Villegas es un claro ejemplo de un adepto ciego (24 de enero de 2014). En la co-lumna publicada para El Espectador, Al pie de la letra, García muestra una postura de superioridad racional, dando argumentos que lo hacen merecedor del título monaguillo de Robespierre: “Tres siglos de avan-ces científicos no han impedido que estos predicadores sigan consi-guiendo adeptos” (24 de enero de 2014). Lo preocupante de los razo-namientos de García no es su sinceridad racional, la cual es vista con muy buenos ojos, sino la falta de investigación y de premisas que lo sustenten, dado que se basan en impresiones generadas por la prensa. Al igual que García, muchos intelectuales del país hacen sus críticas a partir de la agenda de los noticieros, dejando a un lado los temas incó-modos para el poder dominante.

Finalmente, tenemos la variable Víctimas indignas. Noam Chomsky, preocupado por las guerras internacionales y la forma como las mostra-ban los medios, descubrió que los medios de comunicación tienen víc-timas dignas e indignas, aquellas cuentan con un especial cubrimiento mientras que estas son ignoradas o presentadas sin los mismos adjeti-vos. Los medios de comunicación colombianos, al manejar un modelo de propaganda del enemigo, conciben la sociedad como un campo de batalla donde coexisten buenos y malos. Las víctimas de los malos no tienen cubrimiento, ni consideración. Esto quedó reflejado con el desin-terés de los medios en publicar con el mismo enfoque las amenazas y las agresiones recibidas por idmji, quien tuvo que presentar una demanda a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh), para con-seguir la tutela a sus derechos.

El anterior análisis muestra claramente cómo mediante un modelo de propaganda maniqueísta, los medios de comunicación desprestigian a una de las partes de la sociedad, generando discordia, la cual es acre-centada por la falta de tolerancia y respeto por las ideas ajenas.

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Conclusiones

La difusión de noticias por parte de los medios de comunicación cuenta con filtros con el fin de impedir la emisión de noticias que puedan ge-nerar inconvenientes al poder. Estas noticias están presentadas de una forma propagandística que en vez de presentar hechos, producen ideas. A su vez, la dirección de los mass media está sumergida en un modelo de propaganda del enemigo que incita al odio, afectando a ciertos sectores, quienes son víctimas de constantes burlas, rechazos y hasta agresiones.

Esta mala utilización de los medios de comunicación, se debe prin-cipalmente a la asociación de los medios con el capital económico, lo cual produce una adaptación de los noticieros a las lógicas del mercado. Una posible solución sería la desvinculación del sector privado de los mass media, solución inútil, ya que la constitución protege la libertad de empresa. Entonces ¿deben los noticieros manejarse con la misma lógica del neoliberalismo?

Esta pregunta nos obliga a cuestionar el artículo 20 de la Constitución Política:

Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios de comunicación. Estos son libres y tie-nen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura. (Constitución, artículo 20)

Pareciera que esta norma se hubiera hecho con el fin de agradar a todos los actores sociales, puesto que es demasiado amplia. La amplitud de la norma y la inexistencia de garantías aseguran un manejo total de los medios por parte de los empresarios, los cuales no pueden ser cen-surados —por mandato constitucional—, ni tienen responsabilidades sociales, pues el Estado no cuenta con mecanismos eficaces que protejan al más débil en la relación mass media-individuo.

Por último, es claro que uno de los grandes méritos de la Constitución del 91 fue instaurar un Estado social de derecho, el cual ha tenido un constante desarrollo al interior del país. Este desarrollo que se ha limi-tado por el mal manejo que han tenido los medios de comunicación, quienes imposibilitan un consenso en la sociedad. Mientras los medios

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estén manejados al capricho del sector empresarial, los individuos ten-drán una imagen de la realidad distorsionada, la cual imposibilitará la conformación de ciudadanos para la paz.

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Los medios como fines: una mirada a la politización

de los medios de comunicación

Carlos Andrés Ramírez González*

* Profesional en Política y Relaciones Internacionales

de la Universidad Sergio Arboleda. Integrante del

grupo de investigación Cultura Jurídico-Política,

Instituciones y Globalización de la Universidad

Nacional de Colombia.

Contacto: [email protected].

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Introducción

La relación entre los medios de comunicación y el mundo de lo político se ha venido estrechando durante las últimas décadas. La aparición de los llamados mass media ha transformado totalmente el panorama de lo político, transgrediendo la forma tradicional de abordar estos eventos. Los medios digitales, impresos, televisados o radio transmitidos cada vez cumplen un papel más central en la sociedad y han llegado a tener un poder tan grande que deben ser entendidos como una apuesta del mundo político por transmitir ideas o posturas. Sin embargo, esta visión politizada de los medios de comunicación solo vino a descubrirse bajo la óptica de estudios especializados sobre medios y sobre la psicología que está íntimamente relacionada con su lectura o visualización.

Dentro de varias disciplinas de las ciencias sociales, incluso, se han creado variados términos que explican determinados aspectos o com-portamientos de los editores o de las noticias mismas. La primera plana de un periódico, las noticias de última hora dentro de las emisiones tele-visivas y lo debatido dentro un programa radial tienen un trasfondo que los encadena con otro tipo de propósitos sobre todo de orden político. En uno de los estudios más importantes sobre medios de comunica-ción, John Thompson (1998, pp. 14-15) argumenta que este auge de los medios tiene que ver directamente con la etapa histórica y filosófica co-nocida como modernidad. En ese sentido, el nuevo papel de los medios se vería directamente influenciado por el concepto de racionalización, planteado por primera vez por Max Weber, y por una íntima influencia con los valores occidentales. Esta influencia, en un sentido amplio, con-figura medios de comunicación dirigidos por determinados parámetros de conducta, si se quiere.

En ello puede hallarse la inherente importancia de los centros de pensamiento en el abordaje de los medios de comunicación como ma-nifestación de orden político. Lo que se ha querido en el Obsemed es abordar el tema político y jurídico a la luz de los medios de comunica-ción. Mediante diferentes instrumentos y variables se ha realizado una extensiva medición de los medios de comunicación de mayor difusión en Colombia. Más adelante en este trabajo se encontrarán los resultados de dicha medición de los cuales este artículo es una introducción teóri-

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ca. Lo que se debe destacar, más allá de los datos encontrados, es la cla-ra necesidad de encontrar el trasfondo de lo plasmado por los medios y entenderlo desde un punto de vista contextual con diferentes variables temáticas. Entender los medios de comunicación como una manifesta-ción política, allí yace el meollo del asunto y la importancia de su estudio.

Por todo lo anterior, lo que quiere este artículo es mostrar que los medios de comunicación han pasado por un proceso de politización donde sus contenidos y noticias necesariamente tienen una justifica-ción de orden político. Para ello se analizarán de manera somera tres procesos o realidades que han determinado la postura y evolución ac-tual de los medios masivos de comunicación. El primer proceso está identificado en el estudio de la naturaleza misma de los medios de co-municación, indagando por sus motivaciones y causas, junto con algu-nas teorías que han nacido en aras de explicar dicha naturaleza. En un segundo momento se pondrá de manifiesto el debate entre modernidad y posmodernidad que lleva a ver el tema mediático desde puntos de vis-ta diversos y, a la vez, conducen a un mismo punto en la explicación. Finalmente, se hará referencia a la comunicación política como una va-riante del estudio de los medios que permite entender dicha politización y sus consecuencias dentro de la sociedad. De esta manera, se quiere in-dicar que bajo estos tres procesos los medios de comunicación asumen diferentes roles dentro de la sociedad que, sin embargo, conducen todos a reclamar los medios masivos como terreno de lo meramente político.

La naturaleza de los medios de comunicación

Si bien el mismo hecho de comunicarse está íntimamente ligado con el desarrollo y evolución de la humanidad, cada etapa histórica ha traído nuevas características para dicha acción. La construcción de símbolos y canales de comunicación debe entenderse como parte del proceso evo-lutivo que, a la postre, termina siendo una acción masiva identificada con la democracia y las libertades inherentes a esta (Habermas, 1999, p. 15). Para Thompson:

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En todas las sociedades, los seres humanos se dedican a la produc-ción e intercambio de información y contenido simbólico. Desde las más tempranas formas de gestualidad y uso de lenguaje hasta los de-sarrollos más recientes de la tecnología informática, la producción, al-macenamiento y circulación de información y contenido simbólico ha constituido una característica central de la vida social. Sin embargo, con la proliferación de las instituciones mediáticas desde finales del siglo xv hasta el día de hoy, los procesos de producción, almacenamiento y cir-culación han estado transformándose en varios sentidos. Estos procesos han quedado atrapados en una serie de desarrollos institucionales pro-pios de la época moderna. (Thomson, 1998, p. 25)

En ese sentido, la naturaleza de los medios de comunicación ne-cesariamente debe entenderse desde un punto de vista evolutivo dado que es un accionar antropológico. Así mismo, la creación de símbolos y códigos hace pensar, necesariamente, en la transmisión de información encaminada bien sea al solo hecho de informar o, incluso, al de persua-dir al receptor respecto de determinadas afirmaciones o noticias. Como bien lo reseñó Thompson, la comunicación implica necesariamente un intercambio de información, por lo tanto existe un mensaje, un emisor y un receptor. La interacción entre estas tres variables (dos sujetos y un objeto) genera en sí misma la acción de comunicar. A partir de ello, se han creado una gran variedad de teorías que intentan explicar la manera y aquello que comunica el emisor y recibe el receptor. La teoría semio-lógica, en ese sentido, ha intentado indagar por todos los símbolos y la forma de transmitirlos que vienen muchas veces implícitos en los cana-les de comunicación. Estos códigos responden a unas reglas de comuni-cación y transmisión que son conocidas y compartidas tanto por el emi-sor, que codifica el mensaje, como por el receptor, que trata de indagar por esa codificación (Vidales, 2010, p. 11-12). Esta visión interconecta-da lleva a pensar necesariamente en que los mensajes no son motivados de manera espontánea, sino que tienen un panorama y trasfondo que las motiva. Esta interacción y reglas de comunicación, además, determinan variadas instituciones de orden público dentro de una sociedad.

La información destinada al conjunto de la comunidad es un fenó-meno de producción social a partir del momento que se institucionaliza

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el tratamiento y uso de la comunicación pública. Esa institucionaliza-ción se logra creando una institución más o menos compleja especiali-zada en esa tarea, a la que se le asignan recursos humanos y materiales. Las mutuas afectaciones existentes entre el cambio de la sociedad y la transformación de la comunicación podrán observarse en todas las co-munidades del pasado y del presente que hayan institucionalizado algu-na forma de operar con la información de interés común. Por tanto, el campo de estudio abarca desde algunas sociedades todavía primitivas hasta las más desarrolladas (Serrano, 2004, p. 19).

La institucionalización de los canales de comunicación, los men-sajes enviados y las reglas que regulan esta comunicación generan una total masificación del mensaje transmitido y, por ende, también de las normas que lo estructuran. Es por ello que los medios de comunicación masiva han tendido a ser el caldo de cultivo de muchos de los mensa-jes políticos más radicales. En el 2015, por ejemplo, el semanario fran-cés Charlie Hebdo fue atacado por presuntos integrantes de una célula de Al Qaeda en Yemen, dejando como saldo 12 muertos (Espinosa y Gutiérrez, 2015). El hecho, además de ser un ataque directo a un medio de comunicación masivo, se hizo a plena luz del día y ante los ojos de varias personas junto con sus dispositivos móviles. El mensaje no solo se materializó en el ataque, sino también en el movimiento masivo de los videos enviados por los testigos del evento. El mensaje claramente político, bajo esos parámetros, hizo eco de los medios para generalizarse y politizar los contenidos que de manera general, estos junto con la opi-nión pública, rechazaron los ataques y sus perpetradores.

Si además de la versión semiológica, se analiza la teoría crítica de los medios de comunicación, se tiene una visión mucho más amplia de la naturaleza de los mismos. Esta teoría es heredera de los postulados de la Escuela de Frankfurt que se cristaliza como una crítica profunda y epistemológica a la sociedad y cultura moderna (Sierra, 2011, p. 350-351). Hablando de los postulados de la Escuela respecto a los medios de comunicación, Sierra aduce al hecho de que:

Si Marx apuntó, de forma preclara, en sus escritos periodísticos de juventud, que la primera libertad de prensa consiste en no ser una in-dustria, no es sino con Adorno y Horkheimer cuando, por vez prime-ra en la historia, se funda un programa de investigación original, sen-

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tando las bases de la crítica de la Comunicación como Dominio y una nueva epistemología con la que resolver el llamado “agujero negro” del marxismo. El célebre texto sobre la industria cultural de la Escuela de Frankfurt es, por lo mismo, reconocido como el documento fundacio-nal de la Escuela Crítica en Comunicación, en la justa medida que supo-ne un giro copernicano en el campo científico, hasta entonces casi total-mente hegemonizado por la Mass Communication Research y la visión positiva de la Comunicología Posible. (Sierra, 2011, p. 349)

Esta visión de los medios agrega varios aspectos al tradicional es-quema. Además de que el mensaje transmitido de emisor a receptor ten-ga unos símbolos y unos parámetros a seguir, también tiene nuevas mo-tivaciones nacidas específicamente de los intereses de orden económico y, sobre todo, de orden político. Así las cosas, los mensajes e incluso las normas que los regulan son creados y masificados por los grandes ca-pitales y los más poderosos desde un punto de vista político. El capital y el poder, por ende, se convierten en distorsionadores y creadores de comunicación paralela que tiene el mismo efecto masificador que la in-formación vista desde un punto de vista tradicional (Valqui y Pastor, 2009, pp. 13-14). Bajo esta nueva manera de ver los medios se puede argumentar que de una u otra manera estos han tendido a politizar sus contenidos (visión semiológica) o politizar sus motivaciones (visión crí-tica) y así crear un entramado únicamente pensado para hacer de ellos una industria con clientes, dueños e intereses.

Modernidad y posmodernidad, los medios de comunicación de la mano de los cambios sociales

Para Bauman (2000, p. 31), son cinco las principales características de la modernidad, a saber: el fordismo, la burocracia, el panóptico, el Gran Hermano y el Konzlager. La primera de las características alude a una nueva forma de producción que cambiará las dinámicas sociales en el largo plazo, la segunda característica hace referencia a la manera como se organiza el Estado, el panóptico es pensando por Bentham como una

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forma donde los pocos miran a los muchos muy cercana a la visión to-talizante del Gran Hermano y el Konzlager hace referencia a los lugares en que la condición humana tiende a llevarse a un límite establecido.

Estas características, además, han convivido con un capitalismo pe-sado que tiende a cambiar las estructuras de la vida cotidiana convir-tiendo la realidad en algo más cercano a un estado de perpetuo inter-cambio, producción y lucro. Los medios de comunicación no han estado ajenos a estos hechos y se ha convertido en una representación clara de al menos cuatro de estas características: nacieron los medios masivos dada la relación fordista de producción, cada vez más la burocracia tie-ne mayor incidencia o espacio en los mensajes transmitidos, los medios han servido de puente entre posibles denunciantes y crímenes o hechos socialmente no aceptados como en el panóptico, y la visión totalizan-te del mundo consignado en los mensajes muy en consonancia con la pesadilla Orwelliana del Gran Hermano. De esa manera, más que solo información, los medios están transmitiendo síntomas referentes a las formas de producción, las relaciones sociales y la manera cómo sus edi-tores, y demás controladores de la información, ven el mundo. Al res-pecto Bauman (2000) afirma que “el matrimonio entre el conocimiento y el poder, una mera fantasía en tiempos de Platón, se ha vuelto rutina y es prácticamente el postulado axiomático de la filosofía y un reclamo común y cotidiano de la política” (p. 51).

Este nuevo punto de toque, evidenciado en el poder mismo que ge-nera controlar los medios de comunicación, se introduce entonces en un contexto caracterizado por las variables anteriormente dichas y, ade-más, por un cambio social constante debido a la aparición de la clase media y el retorno del liberalismo (Hobsbawm, 1995, p. 116). Sin em-bargo, acorde con los cambios sociales, el cambio de los medios de co-municación se ve claramente influido en el postulado de la posmoder-nidad, una postura de orden filosófico en la cual los grandes relatos y estructuras de la modernidad resultan quebradas o, al menos, agrieta-das (Vásquez, 2009, p. 15). Para el ya mencionado Bauman, el posfordis-mo y el pospanóptico son dos de varias características que configuran la época actual. El posfordismo habla de una producción personalizada, dejando de lado la visión en masa, y centrada en la capitalización de los gustos de los consumidores (Bauman, 2000, p. 54). El pospanóptico in-

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vierte la proposición hecha por Bentham y generalizada por Foucault, en donde la sociedad funciona en orden a vigilar a la muchedumbre res-pecto de un grupo reducido de carceleros (Foucault, 2006, p. 68). Ahora son los muchos quienes miran a los pocos y ponen en evidencia las his-torias individuales, los comportamientos aislados y la reaparición forza-da del individuo clásico (Bauman, 2000, p. 16).

Claramente, y como se verá más adelante en las mediciones de me-dios, los medios han sido receptores de estos cambios y han tendido a involucrarse aún más con grupos más reducidos de la población que serán vistos y analizados por segmentos más grandes1. Así mismo, los medios afectados por las nuevas dinámicas del posfordismo han creado una nueva manera de crear la realidad de los mensajes fijándolos me-diante estudios de mercado enfocados a mejorar las ganancias, pero no a mejorar la calidad del mensaje.

En otro de sus textos, Bauman (1999, p. 25) argumenta que la so-ciedad actual ha dejado de ver la política de la manera tradicional, me-diante la democracia, el voto o la participación, y ha pasado a configu-rarla dentro de otras herramientas como los medios de comunicación y demás expresiones culturales o sociales. Es un proceso de politización que, de manera tal vez paradójica, se subsume a un proceso de despoli-tización de la sociedad. No es una premisa única de Bauman, sino que también autores como Lipovetsky (1986, p. 50) han llamado la deserción de las masas al proceso por el cual la política precede al miedo y el mie-do a la total indiferencia. Así las cosas, y en consonancia con la prime-ra parte de este texto, puede decirse que politizar los medios ha sido la herramienta usada por los dueños del capital y los más poderosos para transmitir su mensaje dado que la legitimidad y apoyo de las institucio-nes ha estado minado por el ánimo propio de la época.

Como puede apreciarse, dentro del debate entre modernidad y pos-modernidad se puede delinear un claro cambio en el papel de los me-dios y, en general, cómo este termina siendo delineado por los cambios sociales que acontecen a cambios en la manera en que se visualiza y entiende el mundo. Solo en esas transformaciones tanto políticas como culturales es que se entiende en qué sentido los medios de comunica-ción en efecto han tenido un proceso de politización que afecta la reali-

1 Un ejemplo puede evidenciarse también en el caso Miss Tanguita analizado más adelante.

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dad espacial y temporal del emisor y el receptor junto con el contenido mismo del mensaje. De nuevo, la única forma de cerciorarse de ello son los datos consignados en la medición mensual hecha por el observatorio y su correspondencia con lo planteado en las grandes teorías de la co-municación. Los medios, la cultura y los cambios sociales están en una constante interrelación que solo puede evidenciarse en debates como el de la modernidad y la posmodernidad.

Comunicación política y la politización directa

A principios del año 2015, los medios de comunicación colombianos denunciaron un reinado de belleza que se realizaba en la población de Barbosa, departamento de Santander (Unidad Investigativa, 19 de enero de 2015). Este escándalo se generó al conocer que las concursantes ape-nas eran niñas que debían realizar exhibiciones públicas de su cuerpo. El escándalo, como dato no menos importante, alcanzó rápidamente al esposo de la alcaldesa del municipio, Marco Cortés sindicado de organi-zar y apoyar el evento. Lo que resulta interesante de este caso, además del escándalo propio del reinado, es que este se venía realizando por más de 25 años dentro del municipio santandereano. No podía ser coincidencia que el escándalo saltara a la luz pública justamente en el 2015, año electo-ral para gobernadores y alcaldes en las diferentes regiones del país.

Este caso no resulta aislado si se profundiza en el área de estudio de la Comunicación Política, dado que el mundo mediático está plagado de diferentes estrategias y maneras de ganar, hacer ganar o hacer perder. El caso de Miss Tanguita debe entenderse dentro de las dinámicas pro-pias del mundo político que, necesariamente, ha tenido una influencia creciente en los medios de comunicación. De hecho, este tipo de inte-racciones ha creado todo un nuevo campo de estudio en el cual deben destacarse los trabajos fundados en Norteamérica, así como trabajados en otras latitudes sobre la opinión pública y las campañas electorales (Carretón y Ramos, 2009, pp. 9-11).

En ese sentido, puede decirse que parte esencial de las campañas po-líticas depende de la capacidad que se tenga al usar de manera correcta

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los medios masivos y específicos. Como argumenta Pérez (2007, p. 30) las campañas de tipo electoral no solo dependen de la imagen inicial de un candidato sino, más bien, de la imagen que se pueda construir me-diante las herramientas de comunicación disponibles. Así, es esencial para el equipo de medios de la campaña encontrar un nicho viable de comunicación (canal de comunicación) mostrar determinados puntos fuertes del candidato (emisor) y tratar en lo posible de multiplicar la gente que pueda ver y posteriormente votar por él (receptor).

Según lo anterior, los medios de comunicación y la política encuen-tran un claro punto de beneficio mutuo. Para los primeros se generan ingresos importantes que luego servirán en el mantenimiento del ca-nal de comunicación y, para la segunda, se logra concretar una manera de generar mensajes masivos en aras de aumentar la cantidad de votos de determinado candidato o simplemente posicionarlo en el imagina-rio de los receptores. Este hecho se ve claramente exacerbado en el caso estadounidense, donde los candidatos y sus campañas no solo quieren generar mensajes para aumentar adeptos, sino también mensajes para quitárselos al contrario.

En todo caso, esta relación no siempre termina con mensajes ma-sivos y públicos. Dentro de la Comunicación Política y el tema de los asuntos públicos existe otra manera de cooptar los medios de comuni-cación y monopolizar la transmisión de los intereses: el lobby. En tér-minos generales y para efectos de este texto, el lobby puede entenderse como la lucha por los canales de comunicación internos dentro de ins-tituciones de orden público como el Parlamento o el mismo ejecutivo en aras de sobreponer determinados intereses respecto a otros (Leech, 2010, p. 50). Esta acción también debe considerarse como un proceso de politización de medios de comunicación en la medida de que, si bien no es pública, sí tratan de usar y hacer exclusivos los canales de comunica-ción en aras de enviar determinados mensajes a determinados recepto-res (Grant, 2009, p. 63). Alrededor de esta realidad política se han crea-do grupos de expertos en el lobby e, incluso, técnicas específicas para que los intereses que se quieren imponer resulten ejecutados de la mejor manera posible por parte de los legisladores o, incluso, el presidente.

Estas acciones terminan configurando una relación muy estrecha entre el mundo político y los medios de comunicación. Desde el punto

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de vista de la teoría de nodos (Castells, 2009, p. 74), podría decirse que el nodo político (bien sea desde cualquiera de los debates reseñados) y el nodo de la comunicación están íntimamente ligados y, tal vez, con un enlace de subordinación del primer nodo respecto al segundo. La ven-taja de subordinar el nodo de comunicación es que su capacidad de re-producción masiva permite entregar mensajes de manera acelerada y a muchos más nodos de los que tradicionalmente se pensaba.

En términos generales se puede afirmar que la búsqueda del poder o la necesidad de influir en él, tiene una clara relación con los medios de comunicación tanto públicos como privados. El control de los medios y de los mensajes que estos transmiten, representan necesariamente una ventaja para las campañas electorales y los grupos interesados en hacer prevalecer sus intereses frente a otros.

Conclusiones

En la primera parte del texto se mostró como la misma naturaleza de los medios de comunicación llevan necesariamente a pensar en una po-litización. Desde la teoría semiológica, se argumentó que la creación de símbolos y la institucionalización de las normas que regulan estos cana-les de comunicación son cuestiones que, de ser politizadas, pueden cau-sar un impacto amplio y profundo dentro de la opinión pública como se mostró con el ejemplo de Charlie Hebdo y los atentados terroristas en París. Además de ello, profundizando en la teoría crítica, se agregó a la ecuación una profunda duda por la imparcialidad de las noticias y de los mensajes que según lo planteado por varios autores pueden estar mani-pulados por los grandes capitales y por aquellos ubicados en importan-tes posiciones de poder. Ahora bien, en líneas posteriores se consideró el debate entre la modernidad y la posmodernidad como eje explicati-vo de otras variables de la politización de los medios de comunicación. Siguiendo a Bauman, se mostró de qué manera las características de una sociedad suelen configurar también la manera como se constituyen los medios de comunicación y de qué manera estos terminan confluyendo en cuestiones de orden político. Dentro de la posmodernidad, el énfasis dado al poder y la información convierten a los medios en un objetivo

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claro dentro de todas las cuestiones políticas. Dentro de este debate filo-sófico, además, se argumenta que la política ha migrado de canales tra-dicionales como el voto o la simple participación ciudadana, hacia los medios de comunicación y todas las variables referentes a estos.

En el tercer apartado del texto se mostró otro punto de toque entre los medios de comunicación y el mundo político. Mediante los me-dios masivos, las campañas electorales han logrado generar mensajes de apoyo a determinado candidato e incluso mensajes negativos hacia candidatos contrarios. El ejemplo usado para mostrar este punto fue el reinado Miss Tanguita que a pesar de realizarse por más de 25 años ininterrumpidos, solo fue mostrado como un escándalo hasta el 2015, un año electoral para las regiones de Colombia. Así mismo, la existen-cia de canales más restrictivos y privados ha generado la necesidad de usar técnicas y expertos en lograr controlar los medios de transmisión de mensajes directos hacia las personas que legislan y llevan las rien-das del Gobierno. El lobby se convierte en otra actividad que ejempli-fica la politización de los medios de comunicación a nivel público y a nivel privado.

La teoría de nodos, finalmente, logra explicar la relación estrecha entre los intereses políticos y los medios masivos en la medida que opti-mizan el tiempo de envío de determinado mensaje y la cantidad de per-sonas que tienen acceso a este. Por todo lo anterior, es posible afirmar que, en efecto, los medios de comunicación han sufrido un proceso de constante politización ya sea desde el punto de vista de su propia natu-raleza, por los cambios sociales y filosóficos que terminan afectando la manera de entenderlos o por la creación de prácticas políticas propias de la democracia. Esta realidad no hace sino afirmar la necesidad de ir más allá de lo escrito o mostrado por los medios y encontrar las motiva-ciones de orden político que determinan o no su publicación. Los me-dios ya no son medios, son fines en sí mismos.

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Medios de comunicación en Colombia:

corrupción, captura y cooptación

del Estado

Juanita Camila Triana Quimbaya*

* Estudiante de Derecho de la Universidad

Nacional de Colombia y miembro del grupo

de investigación Cultura Jurídico-Política

Instituciones y Globalización.

Contacto: [email protected].

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Medios de comunicación en Colombia: corrupción, captura y cooptación del Estado

Introducción

En Colombia, diversos factores como el narcotráfico, la corrupción, el conflicto armado —en el que participan grupos guerrilleros y paramili-tares— y otras actividades delictivas han distorsionado el accionar po-lítico en el Estado y la sociedad, en los ámbitos tanto morales como le-gales. Actores ilegales han alcanzado legitimidad regional y nacional, e incluso han tenido la capacidad para llegar al Congreso o a otras institu-ciones democráticas, que en principio sirven al interés general. El clien-telismo, la corrupción y la debilidad institucional han alcanzado niveles intolerables. Los actores ilegales no son los únicos que buscan alinear o realizar sus intereses personales a través del Estado, también los grupos legales pueden infiltrase en distintas instituciones estatales, generando, entre otras cosas, distorsiones en la economía.

Las confrontaciones entre los distintos actores legales e ilegales han generado espacios de violencia. Igualmente, los grupos armados y las redes criminales han colaborado con actores políticos y otros agentes sociales legales con fines políticos. Así, los fenómenos relacionados con la corrupción han alcanzado altísimos niveles de complejidad que di-ficultan un diagnóstico acertado sobre su estado actual. Por lo ante-rior, es necesario apelar a conceptos como “cooptación”, “captura del Estado” y “reconfiguración cooptada del Estado”, que han sido utiliza-dos por diferentes autores, para describir e identificar diferentes esce-narios de corrupción.

La corrupción en Colombia no parece ser un secreto para nadie. En el primer periodo del gobierno de Juan Manuel Santos se legisló para fortalecer “la lucha contra la corrupción”, e igualmente muchas cam-pañas políticas mencionan este problema como uno de sus principales ejes. En este sentido, los medios de comunicación han tenido un im-portante papel, ya que han “destapado” escándalos que generan indig-nación en la opinión pública, donde el control ejercido por la ciudada-nía es un elemento clave en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, estos recurrentes escándalos de corrupción parecen formar parte del paisaje cotidiano. La ciudadanía es apática, lo que permite, o al menos facilita, que este fenómeno prolifere y se manifieste de formas cada vez más complejas.

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Una sociedad que acepta como normal esta situación, afronta un serio problema que acarrea consecuencias sobre sus áreas más sensibles, en especial las relacionadas con el desarrollo. Además, casi que por iner-cia, posibilita ser atrapada por redes cada vez más complejas que ponen a su servicio los intereses sociales del Estado. (Gómez, 2012, p. 5)

El “sancionar electoralmente a los políticos corruptos o aliados con grupos armados” (Revelo y García, 2010, p. 217) es un reto de la ciuda-danía, que se dificulta por la legitimación, ilegalidad o impunidad que los actores ilegales o corruptos adquieren al capturar el Estado. La co-rrupción institucionalizada también deteriora la moral de la sociedad, lo que abre espacio a prácticas clientelistas en escenarios electorales. También es importante “el papel fiscalizador de la ciudadanía y, sobre todo, el de los medios de comunicación es fundamental para garanti-zar la transparencia de las acciones estatales” (Revelo y García, 2010, p. 217). Por esto se debe definir y entender el “escándalo político” que pre-sentan los medios de comunicación.

Este artículo traerá algunas definiciones indispensables para el lec-tor sobre corrupción, captura del Estado y reconfiguración cooptada del Estado, para luego mencionar la ocurrencia de estos fenómenos en Colombia, teniendo en cuenta la percepción de la ciudadanía ante tales fenómenos. Posteriormente, nos aproximaremos al papel de los medios de comunicación y el manejo dado a los continuos actos de corrup-ción realizados en las diferentes instancias de la administración pública, exponiendo algunos casos en Colombia que fueron objeto de observa-ción y análisis por parte de del observatorio Obsemed (Observatorio de Medios de Comunicación), durante el 2014.

Corrupción, captura del Estado y reconfiguración cooptada del Estado

Corrupción

Los análisis y teorizaciones sobre la corrupción han sido desarrollados desde diferentes perspectivas, por lo que existen múltiples definiciones

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y abundante bibliografía. Uno de los conceptos más aceptados es el pro-puesto por el Banco Mundial, que define la corrupción como “el abuso de un cargo público para la ganancia privada” (Kauffman, 2002). Esta definición limita la corrupción a las acciones de quienes ocupan cargos públicos, dejando de lado las relaciones deshonestas que se establecen entre lo público y lo privado.

De otro lado, la corrupción también se ha definido como “un con-junto de actividades que implican la violación de un deber posicional, la transgresión del sistema normativo de referencia, la expectativa de obtener una ganancia extraposicional, no necesariamente económica, y un intento por ocultar la acción” (Peña, Bazzani y Gómez, 2012, p. 30). O, “como aquellos actos que constituyen la violación, activa o pasiva, de un deber posicional o del incumplimiento de alguna función específica realizados en un marco de discreción con el objeto de obtener un be-neficio extraposicional, cualquiera sea su naturaleza” (Malem, 2002, p. 20). Estas definiciones incorporan otros elementos importantes, como la violación a un deber posicional y la trasgresión al sistema normativo de referencia por parte de los funcionarios que ocupan cargos en una entidad estatal.

Otros autores buscan con sus definiciones no ceñir lo público a lo estrictamente estatal, con el fin de abarcar otras acciones u omisiones que se originan en el sector privado, pero afectan lo público: “toda ac-ción u omisión de un actor, que confunda lo público con lo privado, a los efectos de obtener algún beneficio personal” (Estévez, 2005, p. 47). El interés general también se ha entendido como un importante ele-mento para definir la corrupción. Se ha definido como “prácticas abu-sivas que privilegian intereses particulares y afectan el interés general” (Peña et al., 2012, p. 155).

La corrupción trae consigo numerosos efectos nocivos a la socie-dad: “destroza la fibra moral, mina el respeto por la ley y al final, la fe mutua de los miembros de esa comunidad. La corrupción lleva a nive-les bajos de crecimiento económico y a gobiernos inefectivos” (Eslava, 2014, p. 244). El Estado pierde legitimidad, se deteriora la capacidad y grado de compromiso del Gobierno, cambia la manera de defender los intereses privados y la forma en que interviene la ciudadanía. Además,

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se deteriora la moral social, haciendo que prácticas ilegales o ilegitimas se instalen como formas corrientes de conseguir un determinado bene-ficio. El deterioro de la moral propicia el desarrollo y la expansión de la corrupción, lo que a su vez debilita la moral de los ciudadanos.

Con el auge de la corrupción social y su institucionalización no sólo se agravan las implicaciones y efectos negativos sobre el sistema social sino que se amplían las instancias de afectación 1) morales (el malestar producto de la apatía), 2) políticos (el cuestionamiento de la democracia parlamentaria y la avanzada del populismo o de la extrema derecha), 3) económicos (el despilfarro de los fondos públicos y el desarrollo de ren-tas parasitarias, costosas para las empresas excluidas de las redes y para los contribuyentes) y 4) sociales (desigualdad en el tratamiento de los actores). (Garay, Salcedo, De León y Guerrero, 2008, p. 16)

Otros factores que también generan un ambiente propicio para la corrupción son

el clientelismo, el tutelaje, el creciente costo de vida política (finan-ciación de campañas, por ejemplo), un débil concepto de la legalidad y la autoridad, la poca transparencia, la falta de alternancia política, la descentralización acelerada y, en general, las debilidades del sistema de-mocrático. (Eslava, 2014, p. 88)

La corrupción genera círculos viciosos en los que se perpetúa. Por ello, es importante dirigir esfuerzos para mermarla. La educación y la toma de conciencia, junto a espacios de participación equitativos y transparentes pueden ayudar a “sentar las bases para una cultura de in-tegridad, rendición de cuentas y transparencia [que sea] de importancia capital para que las personas digan ‘no’ a la corrupción” (Transparency International, 2010).

Algunas conductas son catalogadas como típicos casos de co-rrupción, como lo son el peculado, el cohecho, la apropiación inde-bida u otras formas de desviación de bienes públicos. Sin embargo, la complejidad de la realidad ha hecho necesario el uso de otros con-ceptos para explicar formas de corrupción que se distancian de los casos tradicionales.

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Aproximaciones a la captura y reconfiguración cooptada del Estado

La corrupción en Colombia avanza cada vez más, haciéndose sistemá-tica, bajo modalidades complejas que incluyen múltiples actores legales e ilegales, mecanismos e instancias que dificultan la comprensión de las actuales prácticas corruptas. Por lo anterior, es necesario definir la re-configuración cooptada del Estado y su captura por particulares.

Para empezar, es necesario aclarar el concepto cooptación. Este significa “la selección y elección de una persona por un órgano cole-giado” (Peña et al., 2012, p. 163). Sin embargo, “en los últimos tiempos se ha venido dando otro sentido a la palabra cooptación porque se ha tomado en algunos eventos como una forma de penetrar cierta corpo-ración” (164). La cooptación en un sentido económico y político, que actualmente es ampliamente aceptado se refiere “al sometimiento sis-temático de la voluntad del Estado o parte de él para obtener benefi-cios particulares con afectación del interés general” (7). La cooptación puede entenderse como una forma sofisticada de corrupción:

El concepto de cooptación ha sido utilizado en las ciencias sociales y por los tratadistas para referirse a la intromisión indebida de un actor sobre otro reduciendo su autonomía y discrecionalidad, sea practicado por el Estado sobre la comunidad, un partido político sobre la admi-nistración pública, un grupo delincuencial sobre la justicia, el sector justicia sobre el ejecutivo, una multinacional sobre el Estado, un parti-do o grupo político sobre el Estado, de manera que no se circunscribe exclusivamente a lo estatal sino que también cobija la esfera privada. (Peña et al., 2012, p. 168)

Este concepto comprende actores que pueden ser legales e ilegales, públicos o privados, individuales o mediante redes y grupos organiza-dos, que inclusive institucionalizan normas mafiosas en sus relaciones. Los mecanismos podrían ser lícitos o ilícitos y deben estar encamina-dos favorecer un interés particular que puede ir en detrimento del in-terés común.

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Captura del Estado

Los conceptos de cooptación y corrupción son necesarios para definir la captura del Estado y la reconfiguración cooptada del Estado. En primer lugar, la captura del Estado debe entenderse como una etapa más comple-ja de corrupción que se diferencia de la simple corrupción administrativa.

La captura del Estado se ha concebido usualmente como una for-ma de corrupción a gran escala que debilita la estructura económica de un país porque distorsiona la formulación de leyes, normas, decretos, reglas y regulaciones. Cuando la formulación de leyes y regulaciones tiene el propósito de favorecer intereses que contradicen el bienestar general, se generan fuertes distorsiones culturales, sociales y económi-cas. (Garay et al., 2008, p. 5)

Algunas diferencias entre corrupción administrativa y captura del Estado son: que la primera se refiere a distorsiones en el ejercicio de un determinado cargo o posición, es decir, contempla principalmente la aplicación fraudulenta de las normas y no la intervención en su for-mulación. Además, la corrupción puede referirse a hechos aislados que generan beneficios económicos esporádicos, mientras que la captura del Estado es sistemática y consigue beneficios económicos sostenidos. Influir en decisiones de las altas Cortes cuando implica la formación de jurisprudencia, también se entiende como captura del Estado.

La captura del Estado trae consigo el deterioro del sistema demo-crático, pues se impone el interés particular, deformando las instancias legislativas y judiciales. Igualmente, afecta la concepción de legalidad, pues las normas pueden llegar a ser ilegitimas y su cumplimiento sig-nificaría favorecer el interés particular sobre el general. La captura del Estado genera mala gestión del Gobierno, pues distorsiona diferentes ámbitos como el económico o el social y quebranta el derecho a la igual-dad. Su efecto más preocupante es “la imposibilidad real de consolidar la seguridad nacional, la convivencia y, en general, la democracia y el Estado de derecho” (Garay y Salcedo, 2012a, p. 21).

La captura genera círculos viciosos en donde se debilita el Estado y, paralelamente, se fortalece quien lo captura, facilitando que la situación se extienda en el tiempo.

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Las reformas de las políticas e instituciones, necesarias para mejo-rar la gestión de gobierno, se ven obstaculizadas por una colusión en-tre empresas poderosas y funcionarios públicos o líderes políticos que cosechan enormes ganancias privadas si se mantiene la administración deficiente. (Hellman y Kauffman, 2001, p. 32)

Los actores que participan de la captura del Estado pueden ser lega-les, como es el caso de las empresas privadas, o ilegales, como las orga-nizaciones mafiosas. Incluso, puede tratarse de grupos ilegales que tra-bajan en conjunto con otros legales.

En el proceso de consolidación del Estado de Derecho podrán sur-gir diversos tipos de actores, algunas veces incluso tanto o más fuertes que el mismo Estado en el nivel central o en los niveles territoriales y locales, interesados en suplantarlo y dominar el aparato estatal en ins-tancias decisivas para el logro de los intereses particulares de los actores captores y no necesariamente para el bienestar colectivo. Algunos de estos actores pueden ser mafias, carteles ilegales, organizaciones crimi-nales, grupos paramilitares y grupos subversivos, entre otros. Incluso, como se verá más adelante, estos grupos pueden trabajar con grupos legales como partidos políticos y empresarios. (Garay et al., 2008, p. 34)

Igualmente, los mecanismos para la captura del Estado son variados y no se refieren únicamente al soborno o el uso de la fuerza. Los cap-tores pueden utilizar otros mecanismos sofisticados en los que pueden actuar sin necesidad de violar la ley. La captura o fundación de partidos políticos es uno de los medios que pueden utilizar para luego influir en la formación de normas:

en una primera etapa de la CdE [captura del Estado], los agentes captores, incluyendo los ilegales, buscan capturar a los partidos políti-cos como medio para ingresar a la maquinaria estatal y, posteriormente, manipular dicha maquinaria para lograr sus fines particulares. (Garay et al., 2008, p. 42)

Igualmente, los mecanismos de captura del Estado pueden contar con mayor o menor exposición penal y buscar objetivos de corto o largo

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plazo. Estas prácticas son difíciles de identificar y corregir, lo que resulta en una progresiva degradación del sistema democrático.

Es así que distintas características de los Estados propician su captu-ra, entre ellas la debilidad institucional, la consolidación de monopolios, el fortalecimiento de grupos ilegales, la falta de mecanismos de partici-pación, entre otros.

Se ha llegado a un cierto acuerdo entre especialistas, acerca de la existencia de algunas condiciones de entorno que favorecen la constitu-ción de prácticas para capturar el Estado, tales como: 1) opacidad de los procesos de formulación de proyectos de ley por parte del Gobierno y tramitación por el Legislativo; 2) escaso uso de mecanismos de control ciudadano como las audiencias públicas; 3) ausencia de mecanismos efectivos de petición y rendición de cuentas; 4) debilidad de los parti-dos políticos como entes representativos y tramitadores de pertenencias ideológicas en la sociedad y 5) fragilidad y falta de representación de las agremiaciones. (Garay et al., 2008, p. 27)

Manipular la formulación de diferentes normas puede generar si-tuaciones de impunidad o, incluso, de legitimación social, sobre todo cuando se habla de actores ilegales, pues los intereses particulares que favorecen pueden ser igualmente legales o ilegales y se pueden referir a acciones precedentes o futuras del grupo captor.

Reconfiguración cooptada del Estado

En situaciones de corrupción sistemática y generalizada de captura del Estado, puede hablarse de reconfiguración cooptada del Estado. Es este caso participan actores legales e ilegales, tanto del sector público como del privado, que pueden ser nacionales o también empresas trasnaciona-les. La reconfiguración cooptada del Estado debe afectar distintas insti-tuciones estatales en varios niveles y lograr beneficios económicos dura-deros, poder político, impunidad y legitimación social. La manipulación plena del Estado para suplantar sus intereses y reconfigurarlos a favor de un grupo de interés es el peor y más complejo escenario de corrupción.

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La reconfiguración cooptada del Estado consiste en la acción de or-ganizaciones legales o ilegales que mediante prácticas ilegítimas, legales e ilegales, influyen en la formación, implantación de normas y políticas públicas para obtener beneficio económico, político y social perdurable y lograr que sus intereses sean validados legal y políticamente, y en el largo plazo institucionalizados, aunque éstos no obedezcan al interés rector del bienestar social. (Garay et al., 2008, p. 60)

Otra definición que ilumina el asunto es “la institucionalización del sometimiento de la voluntad del Estado o parte de él que atiende a los intereses del reconfigurador o promotor, materializada a través de la in-terpretación e implementación normativa y la adecuación de las estruc-turas estatales” (Peña et al., 2012, p. 125).

Corrupción en Colombia

Los fenómenos mencionados en el acápite anterior existen en Colombia, país que ha sido escenario propicio para el nacimiento y desarrollo de complejas prácticas de corrupción. Es de resaltar que para algunos au-tores (Fajardo, 2012), la corrupción en Colombia data de la época de la Colonia, pues el interés general no parece haber sido nunca el objetivo principal del Estado. En el desarrollo de toda la historia nacional se en-cuentran casos de manipulación del Estado para lograr los intereses per-sonales de quienes acceden al poder. El problema está relacionado con la dificultad para la consolidación estatal, la debilidad de las instituciones y su reducida presencia en zonas periféricas del territorio nacional e in-cluso en aquellas donde históricamente se habla de legitimidad estatal.

En la historia reciente, distintos autores han caracterizado el pro-blema de la corrupción e identificado algunos de sus principales acto-res. En este sentido, Gustavo Duncan explica cómo a principios de los ochentas existía una “regulación monopólica de la sociedad periférica por grupos armados ilegales” (2014, p. 100). Las instituciones del Estado eran débiles o inexistentes en muchas regiones del país y, ante esta au-sencia, surgieron nuevas instituciones al margen de la ley, que respon-dían a la economía política ilegal ligada a actividades del narcotráfico.

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Muchos espacios periféricos eran controlados por grupos armados ilegales, que más tarde se vieron enfrentados al incremento del pie de fuerza militar. Refiriéndose al caso de Medellín, el autor explica cómo inicialmente el Estado y los grupos armados se enfrentaban, sin lograr con esto mayor expansión de la autoridad de las instituciones estatales. Sin embargo, eventualmente, llegaron a trabajar conjuntamente, lo que representó “un paso enorme desde el punto de vista de la expansión de la capacidad regulatoria del Estado. Así fuera en asocio con unos criminales [...]” (Duncan, 2014, pp. 101-102). Las inversiones sociales también tuvieron un importante papel en el debilitamiento del poder de las mafias.

Este caso se repite de forma similar en distintas regiones con predo-minio de grupos paramilitares, Bacrim o guerrilleros, donde el Estado ha conseguido compartir la soberanía y dominación de las diferentes poblaciones con los grupos ilegales, favoreciendo el incremento de su capacidad coercitiva. Es así, que “las fuerzas armadas pasaron de tre-cientos mil a cuatrocientos cuarenta y seis mil miembros entre 2001 y 2012” (Duncan, 2014, p. 154). En ese periodo se duplicó el gasto militar, se modernizaron las Fuerzas Armadas con la ayuda de Estados Unidos, todo esto con el objetivo de imponer u legitimar las instituciones del Estado en todo el territorio nacional.

Es importante mencionar cómo Luis Jorge Garay y otros autores han hecho esfuerzos por describir el alcance de organizaciones crimi-nales como las paramilitares en diferentes esferas del Estado. Para ello, han descrito la corrupción en los departamentos de Sucre y Bolívar, que inició desde el ingreso de las Autodefensas Unidas de Colombia (auc) en los noventas, evidenciando la cercanía a los sectores políticos de la región. Los políticos y empresarios locales que participaron en la crea-ción de grupos paramilitares buscaban “establecer una estructura políti-co-militar que pusiera a su servicio la administración pública del depar-tamento” (Garay y Salcedo, 2012b, p. 54). Un caso evidente tratado por los medios de comunicación fue el de Álvaro García, quien ocupó todos los cargos de elección popular en Sucre, llegó al Senado de la Republica y está condenado actualmente por hechos delictivos que cometió en asocio con las fuerzas paramilitares. Garay advierte sobre el poder po-lítico que personajes como este conservan y usan aún desde la cárcel.

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Departamentos como Bolívar, Atlántico, Magdalena, Córdoba y Sucre sufrieron la expansión de las auc, la cual se realizó a través de es-trategias violentas “orientadas a realizar no sólo intereses económicos, sino procesos de captura del Estado y de reconfiguración cooptada del Estado en los niveles locales y regionales, con claras intenciones de bus-car el nivel nacional” (Garay y Salcedo, 2012b, pp. 51-59). El municipio de Soledad, Atlántico, es un ejemplo de los efectos de la corrupción. Se caracteriza por “problemas fiscales, dificultades en el manejo de las ba-suras, damnificados cada vez que hay un fuerte invierno, mallas viales en pésimo estado, atención hospitalaria precaria e infraestructuras defi-cientes en escuelas y colegios” (p. 59).

Otro caso evidente de corrupción en todos los niveles de la admi-nistración pública y su alianza con grupos delincuenciales organizados es Arauca, pues es escenario de otro caso de reconfiguración cooptada a manos del Ejército de Liberación Nacional (eln), donde el grupo gue-rrillero utilizó métodos sin recurrir a la violencia armada, como lo sos-tiene el mismo Garay:

el grupo guerrillero buscó cooptar no solo funcionarios públicos y líderes políticos, sino amplios sectores sociales mediante la creación de fundaciones y distintas formas de asociación. Gracias a estos procedi-mientos, el eln alcanzó cierto nivel de legitimidad social que le permi-tió operar no solo desde el interior de la administración pública, sino desde las mismas bases sociales (Garay y Salcedo, 2012a, p. 43)

Autores como De León (2014), Koessel (2015), González (2015) y García (2013) han documentado la corrupción administrativa que se vive al interior de muchas entidades públicas, aunque sin implicaciones de captura, cooptación o reconfiguración cooptada. La jurisprudencia y los informes de los organismos de control cuentan con un amplio catá-logo los casos de corrupción administrativa.

Percepción de la corrupción en Colombia

La desconfianza en las instituciones públicas es una de las consecuen-cias de los escándalos de corrupción y de captura del Estado, que son

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difundidos diariamente en los medios de comunicación. Sobre esto, Transparency International (ti) publica encuestas de opinión pública sobre la percepción de la corrupción en los distintos países. En el in-forme de 2013 del Barómetro Global de Corrupción para Colombia se reveló que

la opinión de los encuestados tiende hacia el pesimismo, por la gra-vedad del problema, la capacidad de los Gobiernos para luchar contra este fenómeno y la afectación de instancias de gestión pública tan graves como los partidos políticos, el Congreso y los Gobiernos nacionales y sub-nacionales. (Restrepo, 2013, p. 5)

La mayoría de los colombianos encuestados considera que la co-rrupción ha aumentado en los últimos años, lo cual responde a los nu-merosos escándalos de corrupción que han sido expuestos a través de los medios de comunicación, aunque se mantiene dentro de la tenden-cia regional (figura 1).

Figura 1. En los últimos 2 años ¿cómo ha cambiado el nivel de corrupción en el país?

Fuente: Restrepo (2013, p. 6).

Igualmente, los colombianos encuestados respondieron mayorita-riamente que es importante o muy importante “tener contactos perso-nales para poder acceder a bienes y servicios o adelantar algún procedi-miento con el Estado” (Restrepo, 2013, p. 9). Esto se debe a la distorsión

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que la corrupción genera en la percepción que tienen los ciudadanos sobre la manera en que deben relacionarse con el Estado, en donde se rompe la confianza en la igualdad y la imparcialidad de este (figura 2).

Figura 2. En sus relaciones con el sector público, ¿qué tan importantes son los contactos

personales para que se puedan hacer las cosas?

Fuente: Restrepo (2013, p. 9).

Además, un 22 % de los encuestados aceptó haber recurrido al so-borno; de estos un 49 % lo hizo para acelerar el proceso y un 38 % lo hizo porque era “la única manera”. Aunque las cifras se mantienen den-tro de la tendencia mundial, es preocupante que la ciudadanía recurra al soborno y que parte de ella considere que es la única manera de ob-tener un servicio del Estado, pues esto refleja erosión en la moral social (figura 3).

Figura 3. ¿Cuál fue la razón más común para pagar el soborno/s?

Fuente: Restrepo (2013, p. 15).

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La encuesta también revela que para los colombianos “las prácticas corruptas están más asociadas a la incidencia indebida de los intereses corporativos en el Gobierno que al soborno para acceder a servicios públicos” (Restrepo, 2013, p. 13), lo que demuestra que los procesos de captura del Estado son evidentes y que la ciudadanía no cree que el in-terés general guíe el actuar del Gobierno (figura 4).

Figura 4. ¿Hasta qué punto el Gobierno de este país es dirigido por un número reducido

de grandes entidades que actúan para su propio interés?

Fuente: Restrepo (2013, p. 13).

El 56 % de los colombianos encuestados considera que las acciones anticorrupción del Estado son ineficientes, a pesar de algunos esfuerzos legislativos como el estatuto anticorrupción del año 2011 y otras medi-das que buscó implementar el Gobierno. Además, el 97 % de “las per-sonas están dispuestas a involucrarse en la lucha contra la corrupción” (Restrepo, 2013, p. 18). La disposición de los encuestados a participar de la “lucha contra la corrupción” contrasta con los bajos índices de parti-cipación ciudadana.

En Colombia existen números mecanismos de participación. Estos se pueden clasificar en mecanismos de participación para la adopción de decisiones y mecanismo para el control. En el primer grupo se en-cuentra, por ejemplo “el plebiscito, el referendo, el cabildo abierto, la iniciativa popular y la consulta popular” (Pardo, 2011, p. 71). Algunos

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mecanismos de control son “las veedurías ciudadanas, las acciones po-pulares y la acción de cumplimento, la revocatoria del mandato […]” (p. 71). Sin embargo, se observa muy baja participación ciudadana. La cultura política del país ha sido descrita como predominantemente súbdito-parroquial.

La corrupción en Colombia a través de los mass media

Los medios de comunicación son parte importante de los procesos de formación de la opinión pública y, por ello, tienen un papel determi-nante en la política. Al desarrollarse la acción política en los medios de comunicación, esta ha pasado a identificarse con el espectáculo. Lo an-terior se evidencia

porque el medio no se limita a transmitir o traducir las representa-ciones existentes, ni puede tampoco sustituirlas, sino que ha entrado a constituir una escena fundamental de la vida pública. En los medios se hace, y no solo se dice, la política. (Martín-Barbero, 1997, p. 50)

La política se encuentra sujeta a los escenarios que ofrecen los medios de comunicación en donde la contienda ideológica es cada vez menor. “Los temas cobran oportunidad de ser discutidos sólo cuando los medios de comunicación los propagan al público” (Mejía Quintana, 2003, p. 25). Los actores políticos y los movimientos sociales buscan espacio en los me-dios de comunicación, que a su vez buscan noticias. Las necesidades de la sociedad son trasmitidas al Gobierno a través de los medios.

En este escenario, la política se dirige a conseguir puntos estadís-ticos y posibles votantes, más que a la adhesión e identificación ideo-lógica. La mayoría de los partidos políticos ha adoptado el formato de profesional-electorales, o de partidos-cartel (Katz y Mair, 2004), que se caracteriza por contar con profesionales y expertos en distintos campos, especializados en conseguir los objetivos electorales. Esto se desarrolla frente a públicos o contrapúblicos fragmentados y diversos que obser-van la política a través de los medios de comunicación, sin necesidad de congregarse en la plaza, ya que

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si los públicos de la política casi no tienen rostro y son cada vez más una estadística, ese es un cambio que no produce la televisión sino la sociedad, y que la televisión se limita a catalizar [...] [Así,] la frag-mentación de la ciudadanía es tomada a cargo por el mercado que, mediante el rating, se ofrece a la política como su mediador. (Martín-Barbero, 1997, p. 52)

Los medios de comunicación han hecho visibles otros aspectos de la política, como la vida personal de los líderes, sus convicciones morales y creencias religiosas. La noticia revela y oculta. Igualmente, en los me-dios se hace visible la crisis de la democracia, la corrupción y captura del Estado, la perdida de representatividad de los partidos políticos y de las instituciones estatales, el deterioro de la justicia, entre otras cosas. “Sin la visibilidad que los medios le han dado al proceso la crisis producida en la política hubiera sido mucho menor o quizá inexistente” (Martín-Barbero, 1997, p. 55).

De la visibilización de la corrupción que se da a través de los medios de comunicación, surge el escándalo político, definido como “una reac-ción de indignación del público contra un agente político al que se ads-cribe una conducta que es percibida como un abuso de poder o como una deslealtad hacia las reglas que regulan el cargo que ejerce” (Malem, 1997, p. 34). La indignación de la opinión pública es necesaria para que se pueda hablar de escándalo político, y esta se da con la reiteración de los hechos de corrupción en los medios.

Los escándalos políticos no se limitan a trasmitir hechos de corrup-ción, por el contrario, producen formas simbólicas que reproducen va-lores y crean realidades políticas. “Los medios ocupan un papel de ‘filtro simbólico’, adoptando un determinado discurso o enfoque en su repre-sentación de los acontecimientos” (Zamora y Marín, 2010, p. 4). Las noticias incluyen expectativas y convenciones propias de la cultura y valores, formas y marcos propios de la actividad periodística. “El medio actúa como un espejo que refleja la realidad social y, al mismo tiempo, es el lugar en el que se crea ésta” (Castillo, 2011).

Además, los medios producen enfoques o marcos de “personifica-ción”, “comparación”, “corrupción generalizada”, “depuración de respon-sabilidades” (Zamora y Marín, 2010) y otros más, que ordenan el dis-

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curso noticioso y persuaden al público. Las reacciones de indignación y desconfianza dependen en gran medida del enfoque dado a la noticia, debido al “papel que tienen los medios como transmisores de conteni-do simbólico y en la generación de discurso moral” (Zamora y Marín, 2010, p. 8). Así, un escándalo de corrupción que sea presentado con una excesiva generalización, puede contribuir a que el público desconfíe completamente de una institución o, por el contrario, los medios pue-den influir en que se perciba a una persona como la encarnación de todo el escándalo de corrupción.

El poder simbólico se puede definir como “la capacidad para in-tervenir en el curso de los acontecimientos, influir en las acciones y creencias de otras personas y de hecho poder crear así, mediante la producción y transmisión de formas simbólicas, ciertos tipos de acontecimientos” (Thompson, 2001, p. 28). Con el escándalo políti-co se persuade a la opinión pública y se expresa su indignación hacia los Gobiernos.

De ahí que el escándalo político sea determinante en las contien-das electorales, en la percepción sobre la corrupción y en la confian-za en las instituciones. “Las personas se preocupan más del carácter y confiabilidad de quienes son o pueden llegar a ser sus líderes [...] porque las condiciones sociales que antes aseguraban su credibili-dad han sido erosionadas” (Thompson, 2003, p. 293). Las contiendas ideológicas y la pertenencia a un determinado partido son cada vez menos importantes.

De esta manera, la política y la corrupción se convierten en espec-táculos, de reducida complejidad, que representan la realidad respon-diendo a las exigencias del mercado. Los escándalos de corrupción son presentados como historias que refuerzan un discurso moral, con per-sonajes que pueden ser villanos —además de un inicio, un argumento y un desenlace—, ya que mediante el escándalo político se estigmatizan o idealizan los individuos, pues

la representación simbólica de la corrupción política a través de los medios de comunicación está determinada por el carácter “dramático” que adopta el escándalo, con un esquema en el que se polarizan las po-siciones de los personajes y cobra fuerza, junto a un discurso técnico o jurídico, un discurso moral. (Zamora y Marín, 2010, p. 22)

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Los medios de comunicación influyen en la opinión pública e inclu-so pueden manipularla, aunque no pueden determinarla completamen-te, como lo manifiesta Margarita Boladeras:

El espacio de la opinión pública, como mejor puede describirse es como una red para la comunicación de contenidos y tomas de postura, es decir, de opiniones, y en él los flujos de comunicación quedan filtra-dos y sintetizados de tal suerte que se condensan en opiniones públicas agavilladas en torno a temas específicos. (Boladeras, 2001, p. 66)

La corrupción en Colombia a través de los medios

En Colombia, las noticias visibilizan diferentes problemas de corrup-ción, entre ellos, se observan casos de captura del Estado y de simple co-rrupción administrativa. Los hechos de corrupción, presentados por los medios de comunicación en forma de espectáculo, generan los escánda-los políticos. Estos producen formas simbólicas que reproducen valores y crean realidades políticas.

Los efectos de las complejas situaciones de corrupción que afron-ta el país —como distorsiones en la economía a favor de determinados grupos, la expansión de grupos y redes criminales, la desigualdad en el tratamiento de los actores que acuden al Estado, el despilfarro de los re-cursos públicos, entre muchos otros— se complementan con aquellos efectos que dependen en alguna medida de la forma en que los medios de comunicación presentan u ocultan las noticias.

La crisis de legitimidad del sistema político, la desconfianza en las instituciones, el deterioro de la moral, entre otros fenómenos, dependen en gran medida de la presentación de las noticias que se refieren a estos asuntos. La percepción de corrupción parece evidenciar estos efectos negativos. Los medios de comunicación se han atribuido el papel de fis-calizador de estos actos, por lo que suelen reiterarlos y dramatizarlos. Igualmente, la complejidad en la relaciones de los distintos actores, que incluyen a los medios de comunicación, pueden generar que estos rei-teren o generen escándalos de corrupción que favorezcan determinados intereses políticos. De esta manera, durante el periodo de julio a diciem-bre de 2014, el Observatorio de Medios de Comunicación,Obsemed, re-

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gistró numerosas noticias relacionadas con casos de corrupción, coop-tación o captura del Estado. Algunas se refirieron al Ejército Nacional, foco de varios escándalos que resurgieron después de varios años y que evidencian su captura por actores ilegales. El coronel Plazas Acevedo apareció repetidas veces en las noticias durante el periodo medido por el Obsemed. Él fue presentado como personaje determinante en críme-nes como el asesinato de Jaime Garzón, la masacre de Mapiripán y el asesinato de los investigadores del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). Su captura fue exhibida como un ataque a los crimina-les dedicados al sicariato y otros actos delictivos en los Llanos Orientales. Plazas Acevedo, además, llevaba consigo al momento de su captura un estatuto de las autodefensas “Movimiento de Autodefensas Libertadoras de los Llanos Orientales de Colombia” del que él afirmaba ser miembro para obtener los beneficios de la Ley de Justicia y Paz1.

El que un miembro del Ejército afirmara pertenecer a un grupo ilegal, y que esta situación se presentara como un mecanismo para buscar impunidad, genera cuestionamientos a la Ley de Justicia y Paz, lo que es un ejemplo de los efectos de la captura del Estado en el de-bilitamiento de la legitimidad de la ley. La mención que los medios de comunicación hicieron de la Ley de Justicia y Paz acentúa la indigna-ción que genera en la opinión pública la relación entre Plazas Acevedo y el grupo paramilitar.

Cuando ejercía como alto mando dentro del Ejército, Plazas se vio implicado en la comisión de gravísimos delitos que solo se pueden de-sarrollar en un escenario de captura del Estado, con participación de agentes ilegales, como grupos paramilitares y nexos con el narcotrá-fico. Así, debido al alto cargo que Plazas Acevedo tuvo en el Ejército Nacional, y con el que fue identificado por las noticias, esta institución fue relacionada ante la opinión pública no solo con los crímenes come-tidos, sino también con el grupo paramilitar.

Otra persona que hizo parte de la agenda noticiosa durante el perio-do observado fue el expresidente y actual senador Álvaro Uribe Vélez, quien no solo expresó su opinión sobre distintos temas, como el proce-

1 Medición del Obsemed, periódico El Tiempo: noticias relacionadas con Plazas Acevedo 01/08/2014, 02/08/2014, 08/08/2014, 09/08/2014, 10/08/2014. Medición del Obsemed, noticiero rcn, emisión 7 p. m.: 01/08/2014, 12/08/2014, 27/08/2014.

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so de paz a través de los medios, sino que también fue relacionado con el paramilitarismo y con los hechos delictivos cometidos por Andrés Sepúlveda, el hacker2.

La presentación de estas noticias durante la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga parece haber tenido un efecto negativo sobre los resultados electorales de este candidato. Igualmente, durante el periodo medido por el Obsemed se registraron noticias en donde los medios pa-recían favorecer al actual presidente como aquellas en que desmentían las acusaciones de Uribe a favor de Santos. También se observó la dra-matización y simplificación del panorama político al mantener a Uribe como líder de la oposición, desconociendo a otros actores políticos.

El debate de control político a Uribe por nexos con el paramilita-rismo, protagonizado por el senador Iván Cepeda, recibió un amplio seguimiento. Sobre esto, se resaltó el rechazo del expresidente al de-bate y su intención de evitarlo. Igualmente, cuando el debate se llevó a cabo, se evidenció cómo evadió las preguntas. Con ello, se generó una desconfianza en el líder político, relacionado con el defecto de la cobardía, lo que se contrapone a la confianza que su “liderazgo y franqueza” producía durante su mandato. En este escenario, se desva-nece la importancia de las ideas políticas, e incluso de las preocupan-tes relaciones entre el expresidente y el paramilitarismo, para exaltar el carácter de Uribe y de Santos. La posible captura o cooptación del Estado que pudo existir en la presidencia de Uribe no trascendió en los medios.

Igualmente, las declaraciones del hacker Andrés Sepúlveda rela-cionaron a Álvaro Uribe con los hechos delictivos que estructuraron la campaña del candidato presidencial Zuluaga. En la presentación de la noticia, se incluyeron declaraciones del actual presidente Santos.

2 Medición del Obsemed, periódico El Tiempo: noticias relacionadas con Álvaro Uribe y Andrés Sepúlveda: 06/08/2014, 15/08/2014, 21/08/2014, 25/08/2014, 26/08/2014, 27/08/2014, 30/08/2014, 02/09/2014, 04/09/2014, 10/09/2014, 13/09/2014, 14/09/2014, 11/12/2014, 22/11/2014, 20/12/2014. Medición del Obsemed, no-ticiero rcn, emisión 7 p. m.: noticias relacionadas con Álvaro Uribe y Andrés Sepúlveda: 01/08/2014, 04/08/2014, 05/08/2014, 06/08/2014, 08/08/2014, 12/08/2014, 14/08/2014, 21/08/2014, 25/08/2014, 27/08/2014, 01/09/2014,09/09/2014, 12/09/2014, 17/09/2014, 23/09/2014, 02/10/2014, 03/10/2014, 06/10/2014, 07/10/2014, 14/10/2014, 20/10/2014, 21/10/2014, 28/10/2014, 13/11/2014, 20/11/2014, 29/12/2014.

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Sepúlveda confiaba en acabar con el proceso de paz mediante la cam-paña de desprestigio, debido a la importancia de la opinión pública en este tema. Con esto, Santos asumió el personaje de defensor de la paz, que lucha contra el uribismo, su mayor enemigo. Este tema fue seguido durante el periodo observado, que no cobijó el posterior escándalo de María del Pilar Hurtado.

También se han presentado casos de simple corrupción adminis-trativa, como las noticias relacionadas con Sandra Morelli. Esta situa-ción contó con amplio seguimiento por parte de los medios nacionales e incluyó entrevistas con la excontralora. Las noticias se presentan cen-trándose en la responsabilidad de Morelli en los delitos de peculado y contratación indebida, sin referirse a otros involucrados o a la corrup-ción al interior de la institución. Incluso, algunos medios sugieren que no se trata de hechos de corrupción, sino de un enfrentamiento perso-nal entre el actual fiscal general y la excontralora. Esta forma de presen-tar la noticia simplifica posibles delitos de corrupción que han genera-do altos costos y dificultades en el funcionamiento de la Contraloría. También se presentó la salida de Morelli del país al ser investigada, como una práctica común entre los políticos corruptos, mencionando también, casos como el de Andrés Felipe Arias, entre otros, que difícil-mente serán juzgados3.

En este caso se aprecian algunos de los efectos de la corrupción, pues generó ineficiencia en el funcionamiento de la Contraloría y des-pilfarro de los recursos públicos. Se puede ver el carácter dramático de la noticia al enfrentar a la excontralora con el fiscal. Además, la presen-tación de la noticia parece encaminarse al debilitamiento de la confian-za de la sociedad en la capacidad del sistema judicial, reforzando la idea de que “la justicia es para los de ruana”.

3 Medición del Obsemed, periódico El Tiempo: noticias relacionadas con Sandra Morelli: 14/08/2014, 16/08/2014, 29/08/2014, 03/09/2014, 04/09/2014, 05/09/2014, 07/09/2014, 08/09/2014, 12/09/2014, 03/12/2014, 04/12/2014, 10/12/2014, 13/12/2014, 16/12/2014. Medición del Obsemed, noticiero rcn emisión 7 p.m.: noticias relaciona-das con Sandra Morelli: 18/07/2014, 30/07/2014, 13/08/2014, 14/08/2014, 15/08/2014, 02/09/2014, 04/09/2014, 11/09/2014, 16/09/2014, 17/09/2014, 19/09/2014, 02/12/2014, 09/12/2014, 23/12/2014, 26/12/2014.

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Conclusión

Los fenómenos de corrupción, captura y reconfiguración cooptada del Estado, junto a los efectos y consecuencias que traen para la socie-dad, han sido objeto de estudios y definiciones de especial utilidad en Colombia, debido a los altos niveles de complejidad que las acciones criminales han alcanzado al interior del Estado. La erosión de la mo-ral, la imposibilidad de procurar el respeto por la ley y la legalidad, las distorsiones en la economía y en el ámbito social, la inefectividad de los Gobiernos, la perdida de legitimidad del Estado son algunas de las consecuencias negativas que se le atribuyen a los complejos fenómenos de corrupción, que se entienden como un obstáculo infranqueable para consolidar un verdadero Estado de derecho.

La sociedad civil parece encontrarse sumida en un círculo vicioso en donde el Estado se entiende como un medio para realizar el interés particular de quienes acceden a sus instituciones, por lo que las prácticas corruptas son corrientes y los espacios de participación parecen inútiles, a menos que puedan ser aprovechados mediante prácticas clientelistas para un interés personal. Las practicas ilegitimas se han convertido en un mecanismo común con el que cuenta la ciudadanía para relacionarse con el Estado, mientras que en los mecanismo de participación triunfa el abstencionismo.

Los medios de comunicación difunden constantemente escándalos políticos y de corrupción que el público atomizado y heterogéneo ob-serva, sin necesidad de salir de casa. El escándalo político se percibe como un drama en donde el presunto delincuente es estigmatizado y asume el papel de villano, opuesto a la bondad de la sociedad que expía y justifica sus propias practicas con las sanciones que procede a impo-ner el Estado. Los grandes escándalos relacionan a toda la clase política con la idea de corrupción, crean la realidad política de la corrupción, lo que genera una desconfianza en todas las instituciones del Estado. La parapolítica, el carrusel de la contratación y muchos otros escándalos han sido reiterados y son recordados por los ciudadanos y, sin embargo, la sociedad civil desorganizada no parece tomar acciones al respecto.

Igualmente, es importante aquello que los medios de comunicación ocultan, ya que en la complejidad de relaciones entre los distintos actores

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que giran alrededor de la captura del Estado, los medios eventualmente también se pueden encontrar cooptados. Además, parecen favorecer los intereses del Gobierno nacional con la presentación de las noticias.

Finalmente, surgen interrogantes sobre el papel que cumplen los me-dios en la formación de una cultura política participativa en Colombia, teniendo en cuenta su incidencia en la política, en la fiscalización de los fenómenos de corrupción y en la formación de la opinión pública.

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Comunicación política: de la

sala del gabinete a las mentes

de los ciudadanos

Augusto Federico Padilla Piedrahíta*

* Estudiante de Derecho de la Universidad

Nacional de Colombia. Miembro del grupo

de investigación Cultura Jurídico-Política,

Instituciones y Globalización.

Contacto: [email protected].

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Comunicación política: de la sala del gabinete a las mentes de los ciudadanos

Introducción

El manejo de los contenidos mediáticos es uno de los escenarios de ac-ción de la política. Teóricos como Laswell (1948, p. 25) sostienen que la práctica de los medios de comunicación implica un proceso de inter-pretación y reconstrucción de la información, en el que la opinión de los comunicadores y periodistas queda, en alguna medida, plasmada en los productos informativos. De esta forma, el comunicador que trabaja temas relacionados con la política se convierte en un agente transforma-dor de la política misma.

En las sociedades contemporáneas, la comunicación política es ne-cesaria desde las etapas iniciales de la actividad política formal, toda vez que asegura la dinámica de elección del gobernante. Todos los sistemas electorales deben, en alguna medida, recurrir a la figura de la campaña electoral, que hace uso de los medios de comunicación para acortar la brecha entre el candidato, sus ideas y contenidos programáticos, y los electores que necesitan información para la toma de decisiones a la hora de votar.

Posteriormente, la socialización e interiorización de las decisiones del funcionario electo se concretaran en tanto lleguen a conocimiento de sus gobernados. Prohibiciones, permisiones y mandatos dados por un gobernante solo serán acatadas por un ciudadano si tiene conoci-miento de ellas, lo cual implica un proceso de comunicación. En este sentido, el ejercicio de poder involucra tanto los actos de gobierno en sus diversas manifestaciones y acepciones, como la comunicación efec-tiva y asertiva de dichos actos, puesto que el poder y la legitimidad de-penden de la capacidad de trasformación tanto de la realidad social, como de una opinión pública acorde a dicha realidad social. Desfases en una u otra cara de la moneda significan pérdida de legitimidad y, a la larga, de poder.

Debemos contemplar, además, que la opinión pública es una rea-lidad móvil que se transforma con la sociedad de la que es reflejo (Monzón, 2006, p. 30), y a su vez, el ejercicio del poder se ve influencia-do por la opinión pública. Por tanto, la política implica tanto un ámbito de acción frente a la sociedad como un ámbito de comunicación frente a la opinión pública. De manera que la influencia de doble vía entre la

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Augusto Federico Padilla Piedrahita

opinión pública y la realidad social tenga como resultado poder y legi-timidad para los gobernantes. El papel de la opinión pública, en el de-sarrollo jurídico-político de las sociedades, se expresa con claridad por Hans Speier (1950), para quien esta se encuentra formada por:

las opiniones sobre cuestiones de interés para la nación expresada libre y públicamente por gentes ajenas al gobierno, que pretenden tener el derecho de que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura de su gobierno. (p. 18)

Los medios masivos de comunicación juegan un papel protagónico en la difusión de todo tipo de información, incluida toda aquella que sirve de insumo en la formación de la opinión pública. De esta forma, sobre los medios recae la responsabilidad: de un lado, de informar ade-cuadamente a la ciudadanía aportando en la consolidación de una opi-nión pública capaz de responder a la realidad (Corte Constitucional, Sentencia C-650 de 2003), y de otro lado, de permitir al gobernante el ejercicio del poder al comunicar información que le haga posible man-tener el control sobre la opinión pública (Castells, 2009, p. 156).

Finalmente, la comunicación política es fundamental en los proce-sos de organización de la sociedad y es indispensable para la formu-lación de consensos en todo nivel, ya que permite la socialización de objetivos e intereses, la identificación de problemas y la solución de con-flictos (Canel, 2007, p. 24). Es así que la comunicación política se pue-de comprender como un mecanismo de doble vía, que posibilita el co-nocimiento del gobernante por los gobernados a través de sus planes y avances, y de los gobernados por el gobernante bajo el supuesto de que el comunicador político es reflejo de la opinión pública que alimenta.

La comunicación de temas políticos no es solo una sección más de los noticieros, aquí pretendemos demostrar que se trata de una prácti-ca autónoma, en la que entran en juego teorías, técnicas, tácticas que la convierten en una de las principales herramientas de la política. Un efectivo plan de comunicación política determina que todo el actuar de un gobierno pase de la sala privada del gabinete a la opinión pública y la mente de los ciudadanos.

En este sentido, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, en especial en su segundo periodo, puede comprenderse desde la lógica de

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la comunicación política como un gobierno centrado en el proceso de paz como principal estrategia de comunicación política. Se aseguró, de esta forma, de que la opinión pública recordara a Juan Manuel Santos como el presidente de la paz, aspecto que le llevo a ganar las elecciones de 2014, como se evidenciara en la última parte de este documento.

La comunicación en términos generales

Como base fundamental de la presente disertación sobre la comunica-ción política, partimos de la propuesta de Harold Lasswell (1948), pio-nero de las teorías modernas de la comunicación y exponente del fun-cionalismo comunicativo. Para él la comunicación es una relación entre:

a. Quién: “Quién” es el emisor, es decir, el origen de la fuente de toda comunicación. Un sujeto que comunica, el periodista por ejemplo […]

b. Dice qué: Se trata aquí del mensaje. Un análisis de la información contenida en el mensaje en términos estadísticos, a una clasificación sistemática y cuantitativa de los datos informativos del mensaje.

c. Por cuál canal: Se trata de los medios usados para transmitir el men-saje. La investigación de este “cuál” incluye la pregunta por cuales son los mejores canales capaces de vehiculizar el mensaje a los receptores.

d. A quién: el análisis de receptores es sobre todo cuantitativo. Procura medir en términos de cantidad el universo a alcanzar para aislar una o varias partes.

e. Con qué efecto: el estímulo contenido en un mensaje dado, vehiculi-zado por tal medio, dirigido a una población o segmento de mercado de tal volumen dando tal resultado. Por ejemplo, el análisis del im-pacto de un mensaje publicitario en determinada región del mercado en términos de volumen de ventas, imagen, posicionamiento, etcéte-ra. (Lasswell, 1948, c.p. Galeano, 1997, p. 30)

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Según Lasswell, Paul Lazarsfeld, Bernard Berelson y Hazel Gaudet y Eliku Katz (1948, p. 36-40) incorporan a los modelos de comunica-ción la figura de la opinión del líder, clave para justificar la selección de medios o líderes relevantes en toda investigación. Lo que, si bien solo es una muestra de la evolución académica en el debate sobre la función de los medios y del comunicador como agentes, aporta elementos para avanzar en el estudio de su responsabilidad en la sociedad. Así, se da paso a la discusión que se desarrollará a continuación sobre la manera en que estos agentes traducen su poder en acciones concretas.

Los medios masivos de comunicación

Puede entenderse por medios masivos de comunicación o mass media aquellos que se diferencian de cualquier otro medio de comunicación por ser recibidos por una audiencia masiva. Aunque inicialmente se ca-racterizó solo en términos de la cantidad de receptores de la informa-ción, teóricos como Max Horkheimer y Theodor Adorno (1988, p. 12) plantearon que la sociedad de masas era un concepto complejo que su-peraba la consideración de una cuestión aritmética. La audiencia masi-va está conformada por sujetos sin identidad, pasivos y dominados por emisores que predeterminan la información con la finalidad de mante-ner controlada la población.

Las dos características centrales de la comunicación masiva son: primero que se genera dentro de una estructura organizacional estable-cida, como lo son las llamadas industrias mediáticas contemporáneas; segundo, que es un ejercicio comunicativo resultado del trabajo de mu-chos individuos, quienes entregan un mensaje sofisticado y complejo a una audiencia que decide ser espectadora de sus procesos y contenidos. Por otra parte, existe una posibilidad de retroalimentación dentro del sistema medios masivos-individuo, que es en principio reducida ya que el flujo de la información es unidireccional (Smith, 2004, p. 239).

Desde esta visión, el objetivo de los medios de comunicación se en-cuadra en cuatro roles básicos, estos son vigilar, interpretar, socializar y entretener:

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Vigilar hace referencia al papel de la información y las noticias. Ésta puede ser de aviso (de amenazas por venir como inundaciones, crisis económicas, etc.) o instrumental (hablar sobre los valores del mercado, etc). El beneficio de esto es la alerta inmediata que desatan gracias a la velocidad de la información, sin embargo, por el mismo motivo es un riesgo para el control de información falsa y no verificada.

Interpretar: se trata de dar contexto a la información instrumental que transmite el mismo medio u otra fuente, entregar su verdadero significado. Sin embargo, esto puede convertirse en una forma de persuasión del público.

Socializar: es el rol que tienen los medios de poner en común los valores de la sociedad, de lo apropiado e inapropiado.

Entretener está relacionado con divertir o distraer la atención de los espectadores a través de la generación de diferentes experiencias. (Padilla y Cortés, 2013, p. 85)

La noticia

Los objetivos de vigilar, interpretar, socializar y entretener se cumplen en mayor medida en la emisión de contenidos noticiosos (noticieros). La noticia es la difusión de un suceso, la construcción o reconstrucción de lo que sucedió, perspectiva en la cual lo que sucede son acontecimien-tos que se tornan noticia al ser reconocidos. Así, para Ted Turner (2009) la noticia es “lo que está sucediendo” (p. 23), frase que se ha convertido en el motor de los medios masivos de comunicación. Ha llegado, inclu-so, a convertirse en el slogan de la Cable News Network (cnn).

En este sentido, se debe resaltar la importancia de conceptos como acontecimiento y reconocimiento. El primero caracteriza una ruptura, un cambio transformador, un nuevo estado de cosas que se impone so-bre un fondo antes uniforme, redefiniendo el espacio y tiempo en el que ocurre. El acontecimiento, por otra parte, cobra significado en el mo-mento en que es percibido como transformador por el entorno social. Se dice entonces que el acontecimiento lo es en tanto se reconoce por un

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sujeto, y este a su vez otorga reconocimiento cuando es afectado por esta ruptura, aun cuando sea de manera pasiva. La clasificación del aconteci-miento depende del marco de pertinencia definido por el entorno social que otorga el reconocimiento (Martini, 2000, p. 30).

La selección y clasificación de los acontecimientos que serán noticia se apoya en los ejes información-sociedad, en términos de necesidades y expectativas, y de reconocimiento-realidad, en términos de verosímiles que constituyen la realidad cotidiana, y tiene que ver con los valores de noticiabilidad de los que se carga en cada situación y en cada medio en particular. (Martini, 2000, p. 32 cp. Melchiori, 2009)

Los acontecimientos se tornan noticias cuando un comunicador juzga que se cumplen los siguientes criterios:

Ӳ La frecuencia con la que ocurre un evento: si es un evento rutinario tiene menos posibilidades de llamar la atención del público. Se rela-ciona también con lo inesperado.

Ӳ La cercanía geográfica del evento con el público: en la medida en que los individuos se sientan más relacionados con el lugar, más in-terés tienen en informarse sobre sus centros de vivienda o recreo.

Ӳ La precisión: los eventos que son complejos de explicar, entender, y tienen mucho campo a la interpretación no tienen tanto efecto en el público, por lo que no sirven para captar su atención en la platafor-ma: de esta manera el medio tiene que tomar medidas para ajustarse (en el caso de la televisión es dedicarle más tiempo al cubrimiento de la noticia, tratarlo en otros espacios, etc.).

Ӳ La personalización de la noticia: si la noticia se relaciona con los in-dividuos en lugar de hablar de instituciones, o hablar de individuos de alto perfil, despertarán el interés humanitario y por tanto le gene-ran más impacto a los espectadores (Padilla y Cortés, 2013, p. 86).

Teorías y prácticas al servicio del comunicador político

Las limitaciones de espacio y tiempo de los medios hacen necesario priorizar entre noticias, lo cual implica desarrollar métodos para defi-nir entre todas las noticias las más importantes. Con este fin surgió el

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priming, propuesto por los norteamericanos Iyengar y Kinder (1987, p. 90) como una práctica mediante la cual se escogen contenidos que su-gieren al público, de manera intencionada, reacciones basadas en ele-mentos ya prefijados por otras informaciones. Siguiendo a Scheufele y Tewksbury (2007), el priming se produce “cuando el contenido de las noticas sugiere a las audiencias que deben usar asuntos específicos como indicadores comparativos para evaluar el desempeño de sus líde-res y gobiernos” (p. 11; Cf. Castells, 2009, p. 217).

En el mismo sentido, el gatekeeping o filtro de la red, ampliamente estudiado por Castells (2009), es una dimensión fundamental para el funcionamiento de la comunicación política, ya que ayuda a redirigir o apuntar la dirección del mensaje que se envía desde la selección de los hechos recogidos en el proceso. Castells (2009, pp. 268-275) resume una amplia bibliografía al respecto cuando señala cuatro factores que inci-den en el gatekeeping:1. Los intereses de las organizaciones.2. Las decisiones editoriales.3. Las decisiones de los periodistas.4. La discrecionalidad del medio en caracterizar los criterios de

noticiabilidad.El equilibrio entre estos factores y la predominancia de alguno so-

bre otro es lo que generará la percepción de la audiencia sobre el medio mismo. En otras palabras, alguno de los cuatro factores siempre estará presente, y de su manejo y frecuencia depende la legitimidad del medio como institución frente a los consumidores de su producto.

Gatekeeping es, por lo tanto, un fenómeno en doble vía que alimenta al medio con información seleccionada por un sinnúmero de actores e in-tenciones, y que a su vez, impide que a la audiencia le llegue una cantidad de información cruda tan insorteable como la realidad misma. Castells (2009) explica que el mensaje mismo debe venir, o al menos aparentar venir, de un origen que resulte “entretenido” para la audiencia, pues de lo contrario no será consumido en su totalidad. Así el gatekeeping integra el concepto del lenguaje utilizado para entregar el mensaje: “una audiencia masiva requiere un mensaje simple” (Castells, 2009, p. 271). Se conside-ra entonces que la noticia que sale en el medio no es solo el resultado de un hecho, es un producto cuidadosamente manipulado para su consumo.

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El arte de contar los hechos por medio de herramientas narrativas más próximas a representaciones culturales y no en infomensajes ha sido llamado storytelling, y es otro de los términos más utilizados en la comunicación política actualmente. La palabra deviene del arte de con-tar historias en las que se necesita presentar un personaje, un escenario, un antagonista, y otros elementos de la poética aristotélica. Para poder recrearse necesita unos ingredientes claramente demarcados y seleccio-nados (gatekeeping) y una intención establecida por el encuadre en el que se cuenta dicha historia (framing) (Arrollo, 2012, p. 48).

La forma de presentar la información y los filtros mismos con que los medios determinan los contenidos a comunicar son muestras más o menos evidentes de la influencia que tiene el comunicador en la realidad social por medio del control de la información. Ya admitida esa influencia natural al quehacer de los medios, no es muy grande el salto conceptual a pensar de que los comunicadores tienen no solo una propiedad que los hace transformar la información que comunican y que desde luego sirve de insumo para la opinión pública, sino también una facultad para ello.

A través de la agenda-setting, o establecimiento de la agenda, se pre-tende explicar la influencia de los medios de comunicación en la forma-ción de opinión pública. Los estudios sobre la agenda-setting se desa-rrollan en torno a los temas que se ponen en circulación en los medios de comunicación y los aspectos de los hechos que son enfatizados por los periodistas, bajo la consideración de que los mass media establecen de esta forma lo que se debe pensar. McCombs (1994) expande la dis-cusión en su libro La comunicación de masas en las campañas políticas: información, gratificación y persuasión. En este, el autor deduce que los elementos prominentes en la imagen del mundo que señalan los medios de comunicación influyen en la prominencia de aquellos elementos en la imagen del mundo que se forma la audiencia.

Comprensión de la política a través de la comunicación política

La comprensión de la política pasa por la comprensión de la comunica-ción política. En las sociedades modernas la función de comunicación

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interconecta a gobernados y gobernantes a través de la dinámica elec-toral, puesto que en esta se requiere la socialización e interiorización de los planes, programas y proyectos del gobernante por parte de los gobernados. Así mismo, la comunicación política se puede compren-der como un mecanismo de doble vía, ya que no solo permite el cono-cimiento de las propuestas del gobernante por los gobernados sino que el comunicador político se evidencia como reflejo de la opinión pública que alimenta.

La política en términos mediáticos

Las voces de la opinión pública, ajenas al gobierno y que lo juzgan y evalúan (Spier, 1950, p. 38), hablan principalmente por los medios ma-sivos, y en este canal, la noticia es el empaque básico de la información. Como señala Stella Martini (2000), “[s]i se toman en cuenta los valores que rigen la noticiabilidad, la noticia puede ser definida como la cons-trucción periodística de un acontecimiento cuya novedad, imprevisibi-lidad y efectos futuros sobre la sociedad lo ubican públicamente para su reconocimiento” (p. 40).

En este caso específico, las noticias se emiten en dos momentos cul-minantes que nos permiten diferenciar los dos ámbitos generales de la comunicación política. La comunicación política se realiza principal-mente en dos escenarios: en primer lugar, el de la comunicación elec-toral, y en segundo lugar está el espacio propio de la comunicación política, entendida como el elemento más importante para la toma de decisiones, y a la vez el más amplio, pues abarca todos los otros momen-tos en los cuales la comunicación es un escenario de la política.

Considerando lo anterior, vemos que en ambos escenarios los me-dios de comunicación juegan un papel fundamental en la emisión de información que es utilizada por los individuos para la toma de sus de-cisiones, los medios de comunicación tienen una dinámica que acerca lo político al común de las personas (Lippmann, 2003, p. 56). Como se expuso anteriormente, la opinión pública a través de los medios de co-municación no se forma en una sola vía. Octavio Islas (25 de marzo de 2008) complementa la dimensión ciudadana al ver al individuo como

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un productor y consumidor. El prosumidor es un sujeto que produce y consume mensajes políticos que aseguran los intereses de los actores que convergen en el espacio público. Es decir, es el mismo individuo, en su calidad de ciudadano, que genera los mensajes, los medios y simultá-neamente los consume (Islas, 25 de marzo de 2008).

Este prosumidor, a la luz de la tendencia creciente a ver a los medios masivos como industrias de la comunicación, complejiza el estudio de la comunicación política, pues los espectadores pueden ser analizados y tratados en términos de mercadeo, gracias a su dimensión de consumi-dores. Por ejemplo, abren paso al uso de prácticas de segmentación de mercados para caracterizar a los electores.

Por otra parte, la dimensión productora del prosumidor lo lleva a ser crítico con la información que recibe, suele retraerse de lo político al ver-se bombardeado con tanta información como la que ofrecen en este mo-mento los medios, y termina desconfiando de la política y pasando a la movilización social convocada desde los mismos medios (Capella, 1997, p. 54). De modo que al final, el prosumidor de la comunicación política, como sujeto receptor del ejercicio comunicativo, es un Quién que des-borda los límites usuales de la comunicación masiva y demanda entonces que esta se piense en una dimensión propia como comunicación política.

Los escenarios de la comunicación política

Como se mencionó con anterioridad, la comunicación política tiene dos escenarios básicos, cada uno de los cuales puede ser desglosado en múltiples categorías autónomas y/o interrelacionadas. No obstante, am-bos escenarios de aplicación de la comunicación política, son tendientes a la difusión de información pertinente para la toma de decisiones en el ámbito político. La diferencia entre los dos ámbitos de la comunicación política, son entonces la incidencia directa o indirecta de esta toma de decisiones (Arrollo, 2012, p. 40).

En el escenario electoral, se observa una incidencia directa en tér-minos de la democracia representativa: la comunicación electoral ayu-da a decantar las intenciones de voto y a tomar entonces las decisiones correspondientes al ámbito electoral, la opinión pública se manifiesta

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expresamente en el sufragio (López, 2001, pp. 51-58). Mientras que por otra parte, el ámbito general de la comunicación política se mani-fiesta en la difusión del desarrollo de los contenidos programáticos del gobierno, es decir, la comunicación política en este ámbito se ocupa de difundir lo que ha o no ha hecho el gobierno. Como la toma de de-cisiones al respecto no es siempre observable expresamente, decimos entonces que el impacto de la comunicación política en este escenario es indirecto.

El escenario electoral

La Constitución colombiana en sus Artículos 40 y 103 (Constitución, 1991), desarrollados en la ley 134 de 1994 (Congreso de la República, 1994) sobre “mecanismos de participación ciudadana”, buscan ser el medio entre la democracia representativa y la democracia directa. En dicha ley se instituyeron en total seis vías que permitirían la participa-ción o intervención de los ciudadanos en la toma de decisiones que los afectan, estos son: el plebiscito, el referendo, la revocatoria del mandato, la consulta popular, la iniciativa popular legislativa y normativa y el ca-bildo abierto. Todos ellos complementarios al voto.

La mecánica fundamental que pone en marcha estos mecanismos es la convocatoria de ciudadanos. Para cada uno existe un límite mínimo de ciudadanos a convocar para el ejercicio efectivo del mecanismo de participación política, por lo que el ejercicio de lo mismo está estrecha-mente ligado a los mismos medios de convocatoria masiva y popular que el voto mismo.

La comunicación política en su escenario electoral se convierte en-tonces en la herramienta principal para la convocatoria de ciudadanos y es necesaria para poner en marcha todos los mecanismos de participa-ción política en el país. La participación política depende en la práctica, de un ejercicio adecuado de campaña política.

El instituto internacional para la democracia y la asistencia electoral establece que:

El objetivo Central de toda campaña Política es ganar las elecciones. Este objetivo debe ser claramente establecido pues, en el estallido de una

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campaña, el candidato presidencial, el jefe de campaña, y los voceros y los candidatos al congreso suelen olvidarse de él perdiendo valiosísimo tiempo en actividades secundarias.

En una campaña política democrática la comunicación esta-rá siempre presidida por una estrategia que busca ganar la elección. (International idea, 2006, p. 7)

En la misma publicación el Instituto señala que dado que la campa-ña buscará trasmitir un mensaje para ganar votos, para el diseño de ese mensaje, es necesario esclarecer los cuatro elementos fundamentales de la comunicación enunciados anteriormente. De tal manera, que la cam-paña inicia previamente a la emisión de cualquier contenido comunica-tivo, con la delimitación de los factores propios del ejercicio comunica-tivo deseado (International idea, 2006, p. 9).

Uno de los elementos más importantes a precisar es el receptor, al que se busca persuadir para que vote. De modo que los comunicadores políticos que trabajan en el diseño de campaña recurren a estrategias ya probadas de segmentación del público para la emisión de mensajes, herramientas que en la actualidad suelen provenir del mercadeo y otros campos afines a lo privado y económico, que en principio resultarían contra intuitivos para hablar de política (Costa, 1994, p. 122).

La segmentación de mercados en materia de campaña política su-pone dividir a los electores en grupos de acuerdo a su histórico en vo-taciones anteriores (International idea, 2006, p. 11). De modo que se distingan entre:

Ӳ Voto duro: el voto militante del partido del candidato que hace la campaña.

Ӳ Voto indeciso: correspondiente al voto posible y voto fácil, como aquel a quien es necesario persuadir para que incline su intención de voto haca el candidato.

Ӳ Voto blando: que el voto que ya se encuentra interesado en el candi-dato, pero que aún no se ha definido.

Ӳ Voto imposible: que corresponde al voto duro del opositor.Establecidos los sectores de mercado en que hay que trabajar, el co-

municador o equipo de comunicaciones que diseña la campaña puede

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plantear en forma la estrategia de campaña. Para lo cual es fundamental el siguiente esquema:

a. El diagnóstico estratégico: es decir, tener definidos los principales problemas de la sociedad y las alternativas de solución.

b. Las etapas de la campaña: manejar este punto es clave porque la cam-paña electoral está definida por dos tiempos: el tiempo calendario y el tiempo político. El primero lo establece la ley y los organismos electorales, el segundo —que se denomina “tempos”— está definido por factores objetivos y subjetivos, es decir momentos, situaciones y coyunturas que van definiendo a los actores políticos.

c. Los escenarios: el candidato es un actor que está en escenarios que puede y debe escoger. Definir los escenarios es clave y forma parte del plan estratégico.

d. El mapa político: es el conjunto de actores que integran el escenario político (otros candidatos, electorado, potenciales alianzas, medios de comunicación).

e. El análisis del voto: esto permite analizar las motivaciones de los elec-tores, latentes y manifiestas. Nos permite identificar los distintos ti-pos de voto; duro, blando, indeciso e imposible. Es importante saber que en países como el Perú los electores definen su voto en los últi-mos días. Para las elecciones presidenciales de abril del 2006, el 25 % de los electores definió su voto el último día.

f. La estrategia de posicionamiento: tener este tipo de estrategia ayuda a definir la mejor manera de posicionar al candidato, teniendo en cuenta sus fortalezas y debilidades y las de sus contrincantes.

g. La estrategia de medios: esta estrategia es clave, pues permitirá saber a través de qué medios se realizará la campaña.

h. Los recursos: definitivamente, sin recursos no hay campaña. Sin em-bargo, una buena estrategia permite agenciarse de recursos.

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i. El análisis internacional: este punto permite enmarcar el proceso en el contexto internacional que condiciona al elector. (International idea, 2006, pp. 16-17)

Toda la estrategia, en últimas, lo que busca es diseñar un mensaje o conjunto de mensajes que pueda ser difundido por los canales necesa-rios, para generar una imagen suficientemente idealizada del candidato como para manipular la intención de voto de los electores. Hay que con-siderar que ninguna campaña tiene en sí misma el alcance de difusión suficiente, por lo cual debe ser efectiva tanto en términos de persuadir al elector, como persuadir a los otros medios de que ayuden voluntaria-mente o no a la difusión de sus mensajes (Costa, 1994, p. 58).

Socialización e interiorización del ejercicio del poder

En su texto Comunicación política: una guía para su estudio y práctica, la investigadora María José Canel (2007) expone una afirmación tajan-te: “no hay política sin comunicación” (pp. 18-19), tesis que sostiene en tres argumentos centrales. Por una parte, indica la necesidad básica de información para la toma de toda decisión en el más mínimo nivel. Quien toma una decisión debe saber que lo está haciendo y en ello me-dia el acceso a esa información. Tanto gobernantes como gobernados toman decisiones políticas en el ámbito de lo público, excediendo las posibilidades de recolección de información autónomas, por lo que deben apoyarse en la información aportada por otros mediante even-tos comunicativos.

Por otra parte, Canel (2007) señala la necesidad de conocer las deci-siones adoptadas por otros para poder actuar en concordancia con ellas. Así, si los ciudadanos no conocen las determinaciones de los gobernan-tes, de ninguna manera podrán verse vinculados a sus actuaciones. El ejercicio de poder depende de procesos exitosos de comunicación y a su vez, un candidato puede llegar a él solo si los electores lo perciben en los medios y sean cumplidas prerrogativas del gobernante de las cuales los ciudadanos no tienen noticia.

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El argumento final de Canel (2007) es que la organización social es imposible sin la identificación de objetivos y problemas sociales, y el consenso en su dimensión más básica, entendido como las sensacio-nes compartidas, es imposible sin eventos comunicativos que permitan compartir públicamente lo percibido privadamente. En una línea muy similar Castells (2009) señala que la política depende del “proceso de asignación de poder a las instituciones” (p. 272). Para este autor, es fun-damental la construcción de significados para la asignación misma de poder, el poder de las instituciones depende de imágenes conceptuales de que en efecto detentan dicho poder. Bien sea que el poder reside en la administración del mismo o en su ejercicio, su mantenimiento depende para Castells de un ejercicio comunicativo que lo legitime.

De otra parte, la escala e impacto de las medidas adoptadas por un gobernante es directamente proporcional a la escala del plan de comu-nicaciones con que se difunda. Castells (2009) incluso señala que los medios con lo que se ejerce la comunicación hoy en día son de naturale-za y escala de organizaciones y tecnologías de alcance global, por lo que la política en la actualidad es fundamentalmente una política mediática (Castells, 2009, p. 275).

Comunicación en la comunicación política

La comunicación, en su acepción más básica, es la difusión de un men-saje entre un emisor y un receptor, pero el acto comunicativo solo está completo con la interiorización del mensaje por el receptor. Esto supone un efecto en ese receptor, efecto que se convierte a su vez en un nuevo mensaje en donde se intercambian receptor y emisor. Es decir, la comu-nicación real es un ejercicio de doble vía donde cada sujeto hace tanto de emisor como de receptor de mensajes trasmitidos por uno o más me-dios de difusión.

El campo específico de la comunicación política involucra al menos tres sujetos básicos: los políticos, los periodistas, y los sondeos (Canel, 2007, p. 22) Por cada uno debe entenderse, los sujetos en los cargos de gobierno y otras personas de alto impacto e influencia en el mundo de la política, los comunicadores que trabajan temas de política en los medios

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masivos de comunicación y la opinión pública en sus diferentes mani-festaciones captadas por los otros dos sujetos.

El enfrentamiento entre los actores de la comunicación política

El experto francés en medios de comunicación Dominique Wolton (2006), comentado por Canel (2007), resalta que la comunicación po-lítica no puede reducirse al juego tradicional de la emisión del mensaje dirigido a cambiar la intención de voto de la ciudadanía (Canel, 2007, p. 30). Para ambos autores, la democracia contemporánea requiere de la interrelación de tres factores: la información, la política y la opinión pública (Canel, 2007, p. 23).

No es erróneo afirmar que el fin de la comunicación política es in-fluenciar la toma de decisiones (International idea, 2006, p. 13). El error está en reducir esas decisiones al acto electoral únicamente. Las decisio-nes en la política no se agotan en el ejercicio de las elecciones y no solo son tomadas por el electorado, de hecho, las decisiones de mayor impac-to son las de los políticos y gobernantes. Estos deben decidir entre otras por asuntos de:

Presupuesto (hay que tomar decisiones para la distribución de re-cursos), el control (las elecciones no son otra cosa que depositar la con-fianza en otro para que controle el poder), la aprobación (se adoptan medidas, leyes, decretos, proyectos, etc., para lo que se requiere la apro-bación de los sectores políticos) y el significado (además de legislar hay que trasmitir los significados de las cosas). (Canel, 2007, p. 30)

De modo que tenemos un escenario en que el elector requiere una gran cantidad de información para tomar su decisión. Información que en últimas reside en el candidato y sus planes de campaña y eventual go-bierno. Así mismo, el funcionario electo requiere también de gran can-tidad de información para las decisiones propias de su cargo y mucha de ella se encuentra en el medio social expresado a través de la opinión pública. El flujo cruzado de información es entonces vital para el ejerci-cio de la política en ambos extremos.

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Estudio de caso: gobierno Santos, el gobierno de la paz como plan de comunicación política

Expuestos los presupuestos de la comunicación política en sus dos ejes principales: la campaña política y la socialización e interiorización del ejercicio del poder y en el marco de las labores investigativas del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed, se analizó la co-bertura al periodo electoral, y se realizó un seguimiento al gobierno pre-sidencial electo en 2014. Las observaciones recopiladas indican un plan de comunicaciones puesto en marcha por la campaña Santos Presidente, centrado fundamentalmente en el proceso de paz como principal ges-tión que se desarrolla luego por el gobierno, convirtiéndolo en “el go-bierno de la paz”.

Campaña Santos Presidente

La coyuntura electoral en 2014 presentó el escenario de campaña con miras a la reelección del presidente Juan Manuel Santos que contendía principalmente contra el candidato Óscar Iván Zuluaga. En este esce-nario las campañas polarizaron al país en dos perspectivas, por un lado el presidente candidato desarrollo una campaña centrada en darle con-tinuidad a los diálogos de paz de La Habana (Santos Presidente, s.f.). Mientras que su contendor Zuluaga se centró en retomar las políticas de seguridad de su principal aliado político (Álvaro Uribe), en espe-cial la seguridad democrática, por lo que aparecería retratado como escéptico y detractor de los diálogos de paz de La Habana (Óscar Iván Zuluaga, s.f.).

En campaña, Santos explotó la posibilidad de terminar con la lucha contra las Farc y con un conflicto de más de 60 años. El mensaje prin-cipal de su campaña sería “Unidos por la Paz” (Neira, 14 de febrero de 2014). La propaganda mediática expuso constantemente mensajes del tipo: “¿Y si fuera su hijo?” (Santos, 2014), en donde se planteaba que los muertos puestos por el conflicto eran hijos de los colombianos. El men-

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saje subalterno sería que continuar el conflicto sacrificando a los hijos de Colombia no era deseable.

En su página oficial de campaña, el candidato planteó el resumen de su plan de gobierno dando continuidad a las políticas de su primer periodo presidencial. Resaltaba por una parte el éxito de su gestión pa-sada y por otro el reto a futuro de consolidar la paz. De modo que, aunque mencionaba asuntos como el desempleo, los colombianos que salieron del umbral de pobreza y la construcción de viviendas, entre otros, el énfasis se centraba en lograr un acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc.

Sin embargo, aún no hemos terminado la ambiciosa tarea de transformar radicalmente para bien la realidad de la vida colombiana. Hemos avanzado como nunca antes en el proceso de paz con las Farc, pero nos falta concluir la negociación que acabe el doloroso y costoso conflicto que ha desangrado a nuestra nación por más de medio siglo. Confío en poder completar esa trascendental tarea en el primer año de mi segundo mandato, ojalá antes de terminar el 2014, para dar a luz a la primera generación de la paz en Colombia. (Santos Presidente, Plan de Gobierno, s.f.)

El paso final fue plantear un discurso en el cual se mostrara el proceso de paz como antecedente necesario e indispensable para el progreso del país. Desde la inversión extranjera hasta las políticas de salud y educación, los aspectos políticos y económicos se mostraban como asuntos limitados en su desarrollo debido al conflicto, haciendo parecer que la firma del acuerdo de paz sería la salida a todos los pro-blemas del país.

Resultados de la campaña

La constatación del éxito del plan de campaña centrado en la consecu-ción de la paz y su influencia en la intención de voto de los colombianos es un tema que sobrepasa nuestra investigación. No obstante, el segui-miento a las comunicaciones del equipo de campaña y su acople a las

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comunicaciones del gobierno reelecto muestran un ejercicio de conti-nuidad con la tendencia de la campaña. Antes de la elección, se leían en los diarios mensajes del tipo: “Este 25 de mayo cambiemos la guerra por la paz, Santos Presidente” (Santos, 2014) que fueron seguidos de mensa-jes del tipo: “Ganó Colombia, ganó la Paz. Gracias Colombia” (Santos, 2014), muestra clara de la intención comunicativa de la campaña y lue-go del gobierno.

Cubrimiento noticioso a la gestión del gobierno

El recuento cuantitativo de las noticias cubiertas por Obsemed para el periodo comprendido entre 2014 y 2015 entregó las siguientes ci-fras: de un total de 2 443 noticias evaluadas, 459 correspondieron al eje de cooptación del Estado —corrupción—, 712 correspondieron al balance de gobierno y 1.272 al proceso de paz-conflicto. Lo anterior muestra que un 52,06 % de las noticias evaluadas por el observatorio se centraron en temas relacionados con el proceso de paz-conflicto. El rendimiento general de los medios en dichos temas fue de 0,75, lo que le otorga una ponderación total de alto, como lo indica el figura 1. Lo cual:

Indica un manejo equilibrado y neutral de la información con plu-ralidad de fuentes donde no se influye en la opinión de la audiencia, propiciando una cultura participante, edificando una relación activa del ciudadano frente al sistema político, una ciudadanía madura, con au-diencias activas cuyos sentimientos y evaluaciones pueden oscilar entre el rechazo y la aceptación del sistema político. (Mejía, 2012, p. 267)

Se observa, entonces, que más de la mitad de las noticias evaluadas se centraron en el tema de la paz, evidenciando la especial atención que los medios pusieron en ello y la consecuente importancia que la opinión pública otorgó a las negociaciones de La Habana.

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Augusto Federico Padilla Piedrahita

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De modo que al recoger los postulados de Martini (2000) y Castells (2009), se pude sostener que la actuación y gestión visible del gobierno Santos tuvo como eje central la gestión de paz. Esto, por un lado, hace imposible visualizar con claridad la gestión en otros temas, y por otro genera que la información insumo de la opinión pública sea suficiente casi que exclusamente para concebir un gobierno que trabaja para la paz.

Conclusiones

La construcción de imaginarios en los medios de comunicación es tan-to o más importante que las acciones transformadoras de la realidad. La percepción de la realidad y por tanto la realidad ante la que responde la opción publica depende del insumo informativo que recibe de los me-dios de comunicación, por lo que un gobernante debe al tiempo gober-nar en la realidad y en el imaginario mediático.

En esta medida, se funden en uno la política y la comunicación, convirtiendo al comunicador político en piedra angular que sostiene todo puente de doble vía entre las decisiones del gobierno y las conse-cuentes decisiones de los ciudadanos. La difusión de contenidos en los medios de comunicación, enfocados al cubrimiento de un tema especí-fico, es entonces muestra de un esfuerzo tanto de direccionar la políti-ca en ese sentido, como de mantener la atención de la opinión publica en dicho tópico, tal como lo muestra la gestión mediática del gobierno Santos centrada en la imagen de un gobierno para la paz.

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Medición cuantitativa y cualitativa

Equipo investigativo

del Observatorio de Medios

de Comunicación, Obsemed

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Medición cuantitativa y cualitativa

Instrumento de medición

El Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed, lleva cinco años desarrollando su labor académica, monitoreando el cubrimiento noticioso de los principales medios de comunicación de Colombia so-bre diversos temas coyunturales o de pertinencia permanente para el estudio de la cultura jurídico-política del país.

En el 2012, este proceso terminó con la elaboración de un instru-mento de investigación y medición de contenidos noticiosos, descrito a profundidad en el texto Medios de comunicación: cultura jurídica en Colombia. Haciendo uso de este instrumento, en periodos de 6 meses por año, el Obsemed realizó el seguimiento y correspondiente observa-ción de los contenidos noticiosos, enfocándose año tras año en líneas de estudio específicas.

En el 2014 la ventana de observación comprendió los meses de julio a diciembre con las siguientes líneas de trabajo:

Ӳ Proceso de paz y conflicto armado. Fueron seguidos los contenidos noticiosos relativos a los diálogos de paz en La Habana y las noticias que tratasen temas propios del conflicto que allí se trata.

Ӳ Elecciones y Gobierno. En medio del periodo de medición tuvieron lugar las elecciones presidenciales de 2014. El Obsemed hizo segui-miento a los procesos electorales y a los procesos de consolidación del Gobierno electo.

Ӳ Cooptación del Estado-corrupción. Fueron seguidas las noticias re-lacionadas con los nexos de grupos ilegales organizados y la relación de estos con funcionarios del Estado, así como procesos y actos de corrupción en su interior y alrededor.

Variables de la medición

Como parte de su proceso de continua autoevaluación, el Obsemed rea-lizó modificaciones menores al instrumento de medición propuesto en 2012, las cuales se mantuvieron para el 2013 y 2014. Una vez más, eva-luadas en intervalos discretos entre 0 y 1, las variables utilizadas fueron:

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

Ӳ Jerarquía. Es la importancia o prelación dada a la noticia dentro de la emisión del medio. Es decir, según la valoración interna del medio sobre la importancia de sus diferentes espacios, construida a partir del conocimiento que el medio tiene de sí mismo y de su audiencia, se considera positivo que un medio ubique los conteni-dos noticiosos evaluados en los espacios que se han determinado de mayor importancia. Por ejemplo, en las noticias de televisión la aparición de un tema dentro del espacio de los titulares (es decir, los enunciados al comienzo de la emisión en que se anuncian los temas que se desarrollarán a lo largo del programa). Se considera positivo que el medio otorgue a una noticia una jerarquía tal que esta apa-rezca en los titulares del noticiero y que sea seguida en él. Se consi-derara negativo lo contrario.

Ӳ Extensión. Conscientes de las limitaciones espacio-temporales —re-feridas aquí como las limitaciones de tiempo en una cierta emisión (de radio o de televisión) y las limitaciones de espacio en una deter-minada edición escrita—, la eficiencia comunicativa de un periodis-ta se pone a prueba al procurar ser mesurado en la administración de sus recursos, de modo que pueda destinarlos al cubrimiento de un mayor número de noticias.

Ӳ Posición. Es la ubicación que el periodista asigna a la información dentro de la presentación de las noticias, según las características del medio. En televisión, por ejemplo, se considera positivo que la información se transmita dentro de las primeras tres noticias narra-das, ya que cualquier ubicación posterior será más dada a ser olvida-da por la audiencia o, incluso, a ser ignorada por la audiencia deser-tora que cambia de canal antes que finalice el programa. En prensa, estudios del barrido visual que hacen los lectores han demostrado que la ubicación de la información de acuerdo a parámetros de dia-gramación causa que ciertas áreas del periódico impreso sean con-sideradas más favorables para el impacto que tendrá en la audiencia (Fernández, 2010, pp. 135-158; Krippendorff, 1990, p. 28; Gómez, Mena, Señedo y Turci, 2000, pp. 261-266).

Ӳ Grado de la fuente. Si se reconoce la importancia de la informa-ción, su calidad dependerá en gran medida de las fuentes de dicha

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Medición cuantitativa y cualitativa

información. Se trata de que el medio o el periodista aclaren que ellos no son los creadores de una información falsa y, por ello, citen sus fuentes (incluso en los casos de reserva de la fuente se mencio-na que la hubo) y muestren su interés en que sea una fuente fiable. Después de todo, el periodista o comunicador es la persona a la cual la sociedad ha delegado la responsabilidad de buscar la información que los individuos necesitan para tomar sus decisiones individuales o colectivas.

Ӳ Orientación. Se refiere al tratamiento neutral de la información o al uso de adjetivos, opinión directa gestual, imágenes y entrecomilla-dos que hacen explícita una inclinación favorable o desfavorable de los periodistas o presentadores frente al hecho noticioso.

Ӳ Relación encabezado-contenido. Se refiere a la pertenencia del título o encabezado de una noticia con su contenido, es decir, que en efecto el encabezado o el título en cuestión permita co-nocer de antemano algo de información sobre el contenido de la noticia misma.Para el periodo 2014, se usaron los siguientes instrumentos de

acuerdo a cada medio (tablas 1, 2 y 3):

Tabla 1. Valores de las variables de la medición de radio, 2014

VariableNombre de

variableValor 1 Valor 0,5 Valor 0

1 JerarquíaTitulares y seguimiento

No aplica Alguno

2 ExtensiónMenos de 10 minutos

No aplicaMás de 10 minutos

3 PosiciónNoticia de 6 a 7 am

No aplicaNoticia de 7 a 8 am

4Grado de la fuente

Primer gradoSegundo grado

Tercer grado

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

VariableNombre de

variableValor 1 Valor 0,5 Valor 0

5 Orientación Manejo neutral No aplica

Adjetivación, opinión directa, gesticulación corporal o de voz

6Relación de encabezado-contenido

Correspondiente ParcialNo correspondiente

Tabla 2. Valores de las variables de la medición de televisión, 2014

VariableNombre de

variableValor 1 Valor 0,5 Valor 0

1 JerarquíaTitulares y seguimiento

No aplica Alguno

2 Extensión2 minutos o menos

De 1 a 2 minutos

Menos de 1 minuto

3 Posición Primer bloqueSegundo bloque

Tercer bloque

4Grado de la fuente

Primer grado y otros

Primer grado

Segundo grado o inferior

5 Orientación Manejo neutral No aplica

Adjetivación, opinión directa, gesticulación corporal o de voz

6Relación de encabezado-contenido

Correspondiente ParcialNo correspondiente

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Medición cuantitativa y cualitativa

Tabla 3. Valores de las variables de la medición de prensa, 2014

VariableNombre de

variableValor 1 Valor 0,7 Valor 0,4 Valor 0

1 Jerarquía Primera página No aplica No aplica Interiores

2 Extensión 1 página o más Media página

4 párrafos

a media

página

1 a 4 párrafos

3 PosiciónPágina impar

superior

Página impar

inferior

Página par

superior

Página par

inferior

4Grado de

la fuente

Primer grado

verificablePrimer grado

Segundo

gradoTercer grado

5 Orientación Manejo neutralOpinión

fundamentadaOpinión Manejo parcial

6

Relación de

encabezado-

contenido

Correspondiente Parcial No aplicaNo

correspondiente

Las variables evaluadas se promedian para entregar un balance del desempeño del medio en la forma en que comunica los contenidos eva-luados, este balance se pondera de la siguiente manera:

Ӳ Bajo (entre 0 y 0,25). Indica un manejo de la información sesga-do y desequilibrado, que incide en la formación de audiencias pasi-vas, consolidando una cultura parroquial donde prima la tradición cultural frente al sistema político, caracterizada por individuos con orientaciones sociales difusas, con poca o ninguna conciencia frente al sistema político.

Ӳ Moderado bajo (entre 0,26 y 0,5). Indica un manejo de la informa-ción equilibrado pero sesgado, con un adecuado seguimiento del hecho noticioso que, sin embargo, incide en la opinión de las au-

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

diencias al presentar juicios de valor mediante imágenes, adjeti-vos y opinión directa gestual, construyendo una cultura de súbdi-to, caracterizada por individuos con conciencia del sistema político, orientados hacia productos como el bienestar y los beneficios y con una relación pasiva frente al sistema.

Ӳ Moderado alto (entre 0,51 y 0,75). Indica un manejo equilibrado de la información, pero sesgado, donde pese al adecuado seguimiento del hecho noticioso se busca favorecer intereses de grupos políti-cos, económicos o de sectores sociales particulares, promoviendo la construcción de una cultura súbdito-participante, donde los indivi-duos se identifiquen con dichos intereses, fomentando una idea de lealtad hacia estos grupos y de obediencia hacia las regulaciones de la autoridad central.

Ӳ Alto (entre 0,76 y 1). Indica un manejo equilibrado y neutral de la información con pluralidad de fuentes, donde no se influye en la opinión de la audiencia, propiciando una cultura participante, edi-ficando una relación activa del ciudadano frente al sistema político, una ciudadanía madura, con audiencias activas cuyos sentimientos y evaluaciones pueden oscilar entre el rechazo y la aceptación del sistema político.

Análisis cuantitativo

Lo primero que se resalta al analizar la cantidad de noticias evaluadas en prensa es la notable diferencia de registros entre los dos medios pro-puestos. Durante la ventana de observación se registraron casi cuatro veces más noticias en El Tiempo que en El Espectador. Los volúmenes de páginas de un diario y el otro se compaginan con estos resultados. Como se observa en la tabla 4, mientras El Tiempo registró un total de 620 noticias sobre los temas observados, en El Espectador solo se logró la captura de 158 noticias, por lo que podemos afirmar que los periódi-cos no solo se diferencian ampliamente en la cantidad de noticias pu-blicadas de las líneas de análisis, sino que además son ampliamente dis-tintos en cuanto a la constancia que muestran en el volumen de dichas publicaciones (tabla 4).

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Medición cuantitativa y cualitativa

Tabla 4. Cantidad de noticias en prensa evaluadas por mes

Mes El Espectador El Tiempo Total

Julio 36 125 141

Agosto 21 74 95

Septiembre 25 69 94

Octubre 22 100 121

Noviembre 23 136 141

Diciembre 31 116 147

Total 158 620 739

Promedio 26,33 103,33 123,17

Aunque no tan manifiesta como en prensa, el análisis de la cantidad de noticias en radio muestra una notable diferencia entre ambos medios observados. De manera consistente, Caracol Radio emitió más noticias de los temas de análisis trabajados que La W, salvo en el mes de octubre, donde hay una clara ruptura en la tendencia del medio. Esta ruptura se evidencia en que, sin contar el mes de octubre, La W mostró un aumento considerable con respecto a Caracol Radio, registrando 72 noticias, mien-tras en la segunda se alcanzó la captura de 60 noticias. En el resto del pe-riodo medido la constante fue el mayor número de noticias relacionadas con las líneas de investigación por parte de Caracol, con un promedio de 54,17 %, con respecto a La W y su 38,33 %. De lo anterior se deduce el mejor manejo y cubrimiento de las noticias por parte de Caracol Radio en los temas y líneas de investigación en el periodo observado (tabla 5).

Tabla 5. Cantidad de noticias en radio evaluadas por mes

Mes Caracol Radio La W Total

Julio 39 25 64

Agosto 64 35 99

Septiembre 59 39 98

Octubre 60 72 132

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

Mes Caracol Radio La W Total

Noviembre 53 25 78

Diciembre 50 34 84

Total 325 230 555

Promedio 54,17 38,33 92,50

Una vez más, encontramos una marcada diferencia en la cantidad de noticias emitidas en cada noticiero de televisión en los temas traba-jados. Desde luego, la observación se centra en la emisión central de ambos medios, por lo que la diferencia podría explicarse por la dife-rencia en tiempo al aire en cada emisión, así como por la tendencia a centrarse en temas políticos por parte de cm& frente a una tendencia mucho más general en rcn. En septiembre ambos noticieros emitie-ron más noticias que en los demás meses. Al ser en ambos medios, el aumento no es necesariamente una anomalía en las tendencias, sino el resultado directo de un aumento en los acontecimientos noticiables. Hay que señalar que los registros de julio se vieron afectados por un cambio en el investigador encargado, de manera que los datos de di-cho mes no pueden ser totalmente tenidos en cuenta, sobre todo en términos comparativos.

Tabla 6. Cantidad de noticias en televisión evaluadas por mes

Mes CM& RCN Total

Julio 36 62 98

Agosto 93 69 162

Septiembre 179 77 256

Octubre 119 54 173

Noviembre 94 46 140

Diciembre 110 49 159

Total 631,00 357,00 988,00

Promedio 105,17 59,50 164,67

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Medición cuantitativa y cualitativa

En la ventana de observación propuesta el medio con más noti-cias registradas en los temas trabajados fue cm&, con un total de 631 registros, seguido muy de cerca por El Tiempo, con 620 registros. Por otro lado, el medio con menor cantidad de noticias registradas fue El Espectador, con 158 registros, seguido por La W, con 230. En cuanto a términos temporales, el mes con más noticias registradas fue septiem-bre, con 448, mientras el mes con menor cantidad fue julio, con 323; no obstante, hay que resaltar que debido a los inconvenientes presentados en dicho mes, este dato no resulta representativo, en consecuencia debe destacarse a agosto con 356 registros (figura 1).Figura 1. Cantidad de noticias evaluadas por cada medio por mes.

Durante la ventana de observación propuesta se registraron un total de 2 242 noticias, divididas en: cooptación del Estado-corrupción, 459; elecciones-balance de Gobierno, 712; proceso de paz-Conflicto armado, 1 271. El último tema observado, proceso de paz y conflicto armado, el que mayor cantidad de noticias reportó, con un 52,5 % de las noticias registradas, frente a un 29,16 % de elecciones-balance de Gobierno y un 18,80 % de cooptación del Estado-corrupción. Esto muestra una cla-ra tendencia de los medios a retratar la situación jurídica y política del país, como un asunto que orbita alrededor de los diálogos de paz en La Habana, entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las Farc (tabla 7).

200180160140120100806040200

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

Tabla 7. Cantidad de noticias evaluadas según tema trabajado por mes

MesCooptación del Estado-corrupción

Elecciones-balance de Gobierno

Proceso de paz-conflicto

Julio 76 94 133

Agosto 73 101 181

Septiembre 101 195 183

Octubre 96 144 258

Noviembre 38 101 278

Diciembre 75 77 238

El desempeño promedio final del consolidado de toda la ventana de observación, ubica a los medios en una ponderación de moderado alto, lo que indica un manejo de la información equilibrado, pero sesgado. En esa ponderación, pese al adecuado seguimiento del hecho noticioso, se busca favorecer intereses de grupos políticos.

Septiembre y octubre fueron los meses de mejor desempeño de los medios estudiados, con una ponderación de alto, no obstante los valles marcados a la baja en la tendencia de los meses de julio y diciembre mantienen a los medios en la ponderación enunciada.

La variable en que mejor se desempeñaron los medios fue relación encabezado-contenido, lo cual nos habla de una gestión clara de los me-dios, donde no se evidencian intentos de distraer a la audiencia expo-niendo titulares que no se compaginen con los contenidos emitidos.

De otro lado, la ponderación de moderado bajo en la variable de jerarquía posiciona a esta variable como la de peor desempeño en los medios evaluados. Los anteriores resultados indican que a pesar de la buena gestión general de los medios en la comunicación de los temas trabajados por el Obsemed, los medios no son consistentes en la prima-cía que dan a estos temas (tabla 8).

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Medición cuantitativa y cualitativa

Análisis según los temas de trabajo

Cooptación del Estado-corrupción

El desempeño general de los medios evaluados en este eje de trabajo los ubica en una ponderación alta, lo que indica un manejo equilibrado y neutral de la información con pluralidad de fuentes, donde no se influ-ye en la opinión de la audiencia. Solo en las mediciones de julio salió de este rango de ponderación, por lo que puede afirmarse que los medios fueron consistentes en la calidad de la información que emitieron rela-tiva a este tema.

El manejo según variable es consistente con los resultados generales, solo resaltan los resultados de la variable jerarquía, que con un 0,67 se ubicó en la parte baja del rango de ponderación de moderado alto, ma-nifestando de nuevo que, a pesar de la buena gestión en el manejo de la información, los medios no son consistentes en la priorización que dan a los temas relativos a este tema (tabla 9).

Tabla 8. Desempeño de cada variable de medición de los medios por mes

Mes Jerarquía Extensión PosiciónGrado de

la fuenteOrientación

Relación

encabezado

-contenido

Promedio

Julio 0,52 0,75 0,62 0,60 0,79 0,93 0,70

Agosto 0,65 0,68 0,70 0,75 0,79 0,96 0,76

Septiembre 0,68 0,68 0,64 0,83 0,86 1,00 0,78

Octubre 0,62 0,67 0,74 0,77 0,89 0,99 0,78

Noviembre 0,54 0,65 0,64 0,80 0,85 0,98 0,74

Diciembre 0,52 0,65 0,63 0,75 0,86 0,98 0,73

Promedio 0,59 0,68 0,66 0,75 0,84 0,97 0,75

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Tabla 9. Desempeño de cada variable de medición según mes en el tema

cooptación del Estado-corrupción

Mes Jerarquía Extensión PosiciónGrado de

la fuenteOrientación

Relación

encabezado

-contenido

Promedio

Julio 0,55 0,86 0,73 0,59 0,83 0,92 0,75

Agosto 0,81 0,70 0,77 0,72 0,82 0,98 0,80

Septiembre 0,78 0,81 0,77 0,80 0,81 1,00 0,83

Octubre 0,65 0,75 0,81 0,78 0,89 1,00 0,81

Noviembre 0,66 0,66 0,67 0,78 0,79 1,00 0,76

Diciembre 0,60 0,76 0,73 0,68 0,93 0,97 0,78

Promedio 0,67 0,76 0,75 0,73 0,85 0,98 0,79

Elecciones-balance de Gobierno

El desempeño de los medios evaluados en el tema de elecciones-balance de Gobierno, los ubica en la ponderación de moderado alto, lo que indi-ca un manejo de la información equilibrado, pero sesgado, donde, pese al adecuado seguimiento del hecho noticioso, se busca favorecer intere-ses de grupos políticos.

Consistentemente con los resultados generales, la variable en que los medios tuvieron el mejor desempeño fue relación encabezado-con-tenido, mientras que, de nuevo, la variable con los peores resultados fue jerarquía. Esto consolida un análisis que resalta la gestión de la infor-mación hecha por los medios, al tiempo que se critica la relevancia o primacía que dan a estos temas (tabla 10).

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Medición cuantitativa y cualitativa

Proceso de paz-conflicto

Los resultados de medición de este tema son consistentes con los resul-tados generales de la observación. Los medios tuvieron un desempeño alto en el margen del rango de ponderación moderado alto, presentando como variable con el mejor desempeño relación encabezado-contenido y con el peor desempeño en la variable jerarquía (tabla 11).

Tabla 10. Desempeño de cada variable de medición según mes en el tema

elecciones-balance de Gobierno

Mes Jerarquía Extensión PosiciónGrado de

la fuenteOrientación

Relación

encabezado

-contenido

Promedio

Julio 0,47 0,64 0,46 0,59 0,78 0,91 0,64

Agosto 0,53 0,61 0,63 0,77 0,84 0,97 0,72

Septiembre 0,72 0,60 0,55 0,89 0,88 0,99 0,77

Octubre 0,58 0,61 0,71 0,78 0,86 0,98 0,75

Noviembre 0,55 0,68 0,68 0,75 0,82 1,00 0,75

Diciembre 0,30 0,41 0,35 0,87 0,84 0,98 0,63

Promedio 0,53 0,59 0,56 0,78 0,84 0,97 0,71

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Análisis cruzado

Los medios se desempeñaron con mayor diligencia en el tratamien-to y emisión de los asuntos relacionados con cooptación del Estado-corrupción, seguido de proceso de paz-conflicto armado y, finalmente, elecciones-balance de Gobierno. En general, los resultados en la parte alta del rango de ponderación moderado alto y alto hablan de un trata-miento cuidadoso y dedicado de la información. No obstante, como lo hemos reiterado durante el análisis del periodo observado, los resulta-dos de la variable jerarquía indican que no hay una intención clara de mantener estos temas entre aquellos que encuadren en el priming de tra-bajo de los medios (tabla 12).

Tabla 11. Desempeño de cada variable de medición según mes en el tema

proceso de paz-conflicto armado

Mes Jerarquía Extensión PosiciónGrado de

la fuenteOrientación

Relación

encabezado

-contenido

Promedio

Julio 0,55 0,77 0,67 0,61 0,77 0,95 0,72

Agosto 0,66 0,71 0,71 0,75 0,76 0,95 0,76

Septiembre 0,59 0,69 0,67 0,79 0,85 1,00 0,76

Octubre 0,63 0,68 0,74 0,76 0,90 0,99 0,78

Noviembre 0,56 0,67 0,66 0,81 0,84 0,98 0,75

Diciembre 0,52 0,66 0,65 0,74 0,87 0,98 0,74

Promedio 0,58 0,70 0,68 0,74 0,83 0,98 0,75

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Medición cuantitativa y cualitativa

Medición cualitativa

El Gobierno y el proceso de paz

15 de julio de 2014Durante el mes de julio, sin duda alguna, el tema más repetido den-

tro de las emisiones de prensa diarias de El Espectador fue el balance de Gobierno y la conformación del nuevo gabinete. Luego de la reelección del presidente Santos, el enfoque de los medios de comunicación se ha puesto en cómo se organizará el nuevo Gobierno y qué temas esenciales deberá atender. Asimismo, los temas preponderantes del periódico se enmarcan en la necesidad de poner de manifiesto los temas álgidos en la agenda, como la inclusión de las víctimas dentro del proceso de paz y los continuos juicios a servidores públicos al servicio de bandas criminales o de grupos al margen de la ley.

¿Qué se puede decir en un somero balance? Por un lado, varias de las noticias encontradas responden a una relación directa con el Gobierno, es decir, con la reciente reelección. Siguiendo varias teorías en materia de medios de comunicación, el periódico ha tomado dicho tema como un marco de referencia para el análisis o la simple exposición de las no-

Tabla 12. Análisis cruzado de los diferentes temas trabajados en el periodo de medición

Tema /

VariableJerarquía Extensión Posición

Grado de

la fuenteOrientación

Relación

encabezado

-contenido

Promedio

Cooptación

del Estado-

corrupción

0,68 0,77 0,75 0,73 0,85 0,98 0,79

Elecciones-

balance de

Gobierno

0,56 0,60 0,58 0,79 0,84 0,98 0,72

Proceso de

paz-con-

flicto

0,58 0,69 0,68 0,76 0,84 0,98 0,75

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ticias. El enfoque dado a los temas dados de los diálogos de paz o del balance de Gobierno da al lector una idea sobre qué pensar, pero no del cómo hacerlo.

Otro punto a tener a en cuenta es la baja cantidad de artículos de opinión referentes a los temas focales de la investigación. Dado que el manejo de varios de los artículos fue clasificado como neutral, sí se ex-traña algo de opinión dentro del tabloide, lo que infiere una clara nece-sidad de simplemente informar sobre los puntos focales de la investi-gación. No puede perderse de vista el hecho de que El Espectador sigue teniendo un enfoque definido hacia determinados temas (una visión no desde la prensa sino desde los medios como centro de pensamiento) en el cual los temas de materia energética y de negocios priman sobre otros de orden mucho más político y de análisis.

Finalmente, debe decirse que en los artículos encontrados sobre el proceso de paz prevaleció una visión mucho más enfocada hacia las víc-timas, no solo por ser un tema de coyuntura, sino también como un tema estructural del tabloide que, incluso, trasciende y se interconecta con otras noticias y artículos de opinión. La transversalidad de los temas dentro de todo el espacio noticioso deberá ser abordada con más pro-fundidad y análisis en próximas editoriales.

¿Opinión pública sobre el conflicto en Colombia?

15 de julio de 2014El pasado 15 de junio se vivió la más cercana jornada de eleccio-

nes presidenciales, en la que se observó como principal característi-ca y punto de definición las posturas radicalmente opuestas respecto a la eventual solución que puede generarse al denominado “conflicto en Colombia”, que, para efectos del momento, se ha reducido a la con-frontación bélica entre los grupos insurgentes más tradicionales (Farc y eln) y el Estado colombiano.

Dicho momento electoral resulta especialmente interesante por el fenómeno de empoderamiento de los electores sobre el conflicto, lo cual puede entenderse por las duras amenazas a las que fue sometida la po-blación por parte de las dos campañas presidenciales, en las que se puso

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Medición cuantitativa y cualitativa

de presente los dilemas retóricos de la paz vs. la guerra o la impunidad vs. la justicia.

Al respecto, es importante afirmar que la responsabilidad en la ge-neración de este fenómeno ha sido, en gran parte, de los medios de co-municación, los cuales han sabido desarrollar un énfasis empedernido en la solución del conflicto como el principal problema de la sociedad colombiana, lo cual puede ser en algún sentido cierto, pero cuyo plan-teamiento ha sido usado para convencer a los receptores sobre la nece-sidad de tener que someterse a una decisión entre los (falsos) dilemas ya planteados.

Desde este punto de vista, siendo los medios de comunicación los principales productores de perspectiva social en relación con la solu-ción del conflicto y, por ende, de su compresión —por lo menos en las personas alejadas de los territorios históricamente azotados por la vio-lencia sociopolítica de manera directa—, resulta difícil identificar una construcción y una existencia real de opinión pública en relación con el conflicto en Colombia por parte de los nacionales. Entendiendo el con-cepto de opinión pública, desarrollado por Jürgen Habermas en su co-nocida obra Facticidad y validez, como una “red para la comunicación de contenidos y tomas de postura, es decir, de opiniones, [...] [donde] los flujos de comunicación quedan filtrados y sintetizados de tal suerte que se condensan en opiniones públicas agavilladas en torno a temas específicos” (1998, p. 440), cabe entender la opinión pública como un escenario de exploración abierto y sin límites normativos o de sistema precisos; lo cual es contrario a la indudable determinación que los dife-rentes medios de comunicación del país han impuesto a la construcción de juicio sobre el conflicto.

Como ya se ha dicho, esta situación puede identificarse especial-mente en los sujetos pertenecientes a territorios golpeados por el con-flicto, pues en estos puede decirse que existe una construcción distinta y, por qué no, real de opinión pública, al tratarse de circunstancias empíri-cas que dan cuenta de un contacto “descontaminado” con el catalogado “tema específico” al que hacía referencia Habermas.

Así las cosas, si bien es cierto que se ha presentado un interés gene-ralizado por parte de los ciudadanos por el conflicto armado, se puede observar cómo dicho interés ha estado íntimamente ligado con los cri-

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terios institucionales de los diferentes medios de comunicación y, por tanto, se concluye la ausencia de opinión pública como verdadera de-terminadora en la construcción de juicio sobre la solución del problema convertido en centro de decisión electoral.

La realidad nacional vs. el Mundial de fútbol

15 de julio de 2014El Mundial de fútbol 2014 opacó durante los primeros días del mes

de julio la difusión de noticias y escándalos relevantes en el plano políti-co colombiano. El medio televisivo de rcn dedicó la mayor parte de su emisión al seguimiento de este evento deportivo. Sin embargo, se realizó cubrimiento noticioso de las acciones que la justicia colombiana ade-lanta frente a dos gravísimos casos de corrupción a gran escala: el caso de Andrés Felipe Arias y el caso de María del Pilar Hurtado, quienes se esconden en otros países.

El exministro de agricultura Andrés Felipe Arias, condenado a 17 años de cárcel, salió del país hace ya un mes, según lo informó rcn noti-cias. En breves notas se recordó que este político logró beneficiar tanto a grupos paramilitares como a familias adineradas con el programa Agro Ingreso Seguro. El despliegue de la noticia, que incluye declaraciones de parte del Ejecutivo, en las que se pide a Andrés Felipe Arias que se entre-gue a la justicia, parece expiar la responsabilidad de otros actores, como también pretende subrayar las buenas intenciones de la justicia colom-biana, ignorando la compleja red de corrupción que permite a los grupos paramilitares direccionar políticas y bienes públicos a su favor.

En el caso de María del Pilar Hurtado, quien se asiló en Panamá, la noticia enfatizó la expectativa de que responda ante la justicia colombia-na por crímenes relacionados con las interceptaciones ilegales o “chuza-das” que se realizaron mientras fue directora del das. El canal presenta en más de una emisión este caso, sin embargo, no menciona aspectos que contextualicen la noticia, distorsionando la compresión de la actua-ción de esta exfuncionaria y en general del das.

Ambos casos, presentados por el canal de televisión rcn, retratan fracciones del complejo escenario de corrupción que sufrió el Estado

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Medición cuantitativa y cualitativa

colombiano durante el gobierno anterior, en donde se utilizaron impor-tantes instituciones, como el das y el Ministerio de Agricultura para fi-nes delictivos.

Es de resaltar que en ninguna de las emisiones en las que se trataron estos casos se mencionó el nombre del expresidente Uribe, quien difí-cilmente puede dejar de relacionarse con lo acontecido. Su popularidad entre la población colombiana y el poder que aún ostenta posibilita que se evite relacionarlo con algunos crímenes en donde no se encuentra probada su actuación.

Los medios y la captura del Estado

15 de agosto de 2014En lo corrido del mes, la emisión del noticiero de rcn de las 7 p. m.

dedicó la mayor parte del tiempo al aire a las noticias relacionadas con el conflicto y el proceso de paz. Los avances del proceso, las víctimas que van a La Habana, los atentados terroristas del eln y las Farc, las pérdi-das económicas y los daños ambientales causadas por estos, fueron los temas sobre los que se hizo énfasis.

También informaron sobre algunos casos de corrupción, entre los que sobresale el escándalo por la contratación indebida que se le imputa a la excontralora Sandra Morelli, por la nueva sede de la entidad. Esta noticia fue acompañada por dudas acerca de las garantías para la rea-lización adecuada de ese proceso ante la justicia. Por un lado, se habló de la posibilidad de que Morelli abandone el país para evadir la justicia, como lo hicieron otros funcionarios investigados, como María del Pilar Hurtado hace un mes o Andrés Felipe Arias. Por otra parte, se mencio-naron las denuncias que la excontralora hizo al fiscal general, a quien acusa de estar parcializado por una “enemistad personal”.

Otra noticia que vale la pena mencionar es la recaptura del exco-ronel Jorge Eliécer Plazas, quien estaría involucrado en el asesinato de Jaime Garzón. Mientras se desempeñó como coronel, Plazas parti-cipó en otros crímenes por los que fue condenado, aunque se escapó de un establecimiento carcelario en 2003. No es la primera vez que las Fuerzas Militares colaboran con el paramilitarismo para realizar críme-

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Equipo investigativo del Observatorio de Medios de Comunicación, Obsemed

nes que marcan la memoria del país. En este caso se investiga el apoyo del Ejército Nacional a una de las bandas de Carlos Castaño para acabar con la vida del humorista. La noticia fue presentada en el marco de un homenaje a Jaime Garzón, que se llevó a cabo con motivo del aniver-sario número quince de su muerte. En esta se individualizó la relación entre los jefes paramilitares y el coronel Plazas, sin relacionar al Ejército Nacional como institución, con dichas colaboraciones.

Los escándalos de corrupción en Colombia, que son mencionados día a día en diferentes medios de alto impacto, como el noticiero de rcn, ponen en duda a la gran mayoría de las instituciones y con ellas al Estado en general. Tanto los actores ilegales como los legales pueden in-fluir en las decisiones y acciones del Estado. La trágica muerte de Jaime Garzón recuerda el peligro que representa el debilitamiento de los prin-cipios y fines que deben orientar las acciones militares. Igualmente, la corrupción que favorece intereses particulares y que no necesariamente involucra actores ilegales, como la celebración indebida de contratos es-tatales, menoscaba el patrimonio del Estado y evidencia el debilitamien-to de las instituciones. El bien común y el interés general que orienta la acción del Estado parecen haber cedido su lugar a intereses particulares. La presentación de este problema culpa a los individuos que protagoni-zan el escándalo, sin involucrar a la institución que representan; sin em-bargo, es tan frecuente que termina por debilitar la imagen del Estado en su totalidad.

El poder de definición

15 de agosto de 2014Los diálogos de paz en La Habana han estado expuestos a la crítica

y al rechazo de importantes sectores de la opinión pública. Ya concreta-dos tres puntos en la agenda, el cuarto (reparación y reconocimiento de víctimas) no ha estado exento de discusión, más cuando se trata de un tema tan sensible por la cantidad de víctimas que ha dejado el conflicto. Los negociadores del Gobierno y las Farc acordaron que para este punto es indispensable contar con la presencia de representantes de las vícti-mas, con el fin de alcanzar una verdadera reparación y reconciliación.

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Medición cuantitativa y cualitativa

Con ese propósito encargaron a la onu y al Centro de Pensamiento y de Seguimiento al Conflicto de la Universidad Nacional elegir a los repre-sentantes. Por esta razón, se organizaron tres foros en donde se trató re-unir la mayor parte de víctimas para recoger las propuestas y opiniones de estas. Los foros tuvieron un desarrollo controvertido, ya que los asis-tentes afirmaban que el dolor de las víctimas no podía ser representado porque la elección estaría viciada.

La ley de víctimas brindó un concepto muy amplio acerca de las personas que deben ser consideradas como víctimas del conflicto arma-do. Esta ambigüedad trajo consigo discusiones acerca de quién debería ir en representación de las víctimas, tanto así que los militares y poli-cías exigieron representación en los diálogos. Siendo consciente de esta situación, Fabrizio Hochschild, coordinador de Naciones Unidas en Colombia, aclaró que las víctimas civiles deben contar con una impor-tante representación dado que sufrieron la mayor parte de violaciones en contra de los derechos humanos. Esta declaración dejó inconforme a muchos sectores que se consideran víctimas del conflicto, entre ellos: Jaime Ruiz, presidente de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (Acore), salió en defensa de los militares, señalando a los organizadores de “amañados”, “marxistas” y otros calificativos que deslegitiman el proceso. Además, afirmó que la Fuerza Pública cuenta con el apoyo de la Procuraduría y del defensor del pueblo, quienes ase-guran que los militares y policías también hacen parte de las víctimas.

Asumiendo el control político, el Congreso recogió todas las quejas de las víctimas y el 6 de agosto citó a los voceros del Gobierno. Ante la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, el jefe negociador de paz, Humberto de la Calle, asumió como suyas las palabras del coor-dinador de la onu, finalizando así la discusión. Finalmente, el 15 de agosto se pasó por alto esa tensión, cuando el presidente Juan Manuel Santos salió en defensa de la Comisión de Víctimas, manifestando que la delegación que partió a La Habana es equilibrada y trata de encerrar los intereses de todas las víctimas.

Los titulares acerca de la representación de las víctimas hacen que el escepticismo en la sociedad se acreciente, dado que la imagen que brindan es equivocada. Gustavo Gómez da un manejo irresponsable a la noticia, manipulando la opinión con comentarios como: “yo no le veo

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ningún impedimento que los militares participen como víctimas, y si se lo ven las Farc, pues problema de ellos”. Si bien es cierto que la función del periodista es proporcionar distintos puntos de vista de la noticia, no es conveniente que este tome postura por uno de ellos pues estaría rompiendo con la pretensión de objetividad. Además las entrevistas que aportó el medio de comunicación no estuvieron equilibradas, pues se trasmitió principalmente a los simpatizantes de los militares como víc-timas. Por último, cabe afirmar la información tuvo un tratamiento des-equilibrado, incidiendo en la formación de audiencias pasivas.

Cultura mafiosa y cooptación del Estado

15 de agosto de 2014Dado el clima actual de la cuestión política en Colombia, hay ciertos

temas que han resultado preponderantes en el último mes. Claramente, la posesión del presidente de la República y la entrada en labores de un nuevo Congreso marcan la parada de las noticias más relevantes dentro de El Espectador.

¿Qué inferencia se puede sacar de esto? El Espectador ha tenido una marcada línea editorial estructurada para mostrar la cuestión del tema sobre “balance de Gobierno”, tendencia que ha sido sumamente mar-cada desde la reelección de Juan Manuel Santos. Paradójicamente, las noticias y reportajes sobre el tema no suelen tener la primera plana del periódico —con salvadas excepciones obvias, como la ya mencionada posesión— por lo que son temas tratados en el interior del periódico y, por ende, respecto a la medición, pierden importancia para el lector.

Ahora bien, un tema que ha sido sumamente tratado dentro del pe-riódico el último mes es el de las víctimas del conflicto armado colom-biano. Incluso desde antes del anuncio de que una delegación iría a La Habana en su representación, se pueden encontrar varios artículos y noticias respecto a las organizaciones de víctimas y las expectativas que tenían en ese momento frente al proceso de paz.

De nuevo, al igual que lo descrito en la editorial anterior, el tema de cultura mafiosa y la cooptación del Estado no tiene una preponderancia clara dentro de las noticias mostradas y reproducidas por El Espectador.

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Medición cuantitativa y cualitativa

Para agosto, incluso, y a la fecha, aún no se encuentra unas noticias re-lacionada con el tema.

En los próximos meses debe ponerse especial atención a los proyec-tos de ley clave dentro de esta legislatura, tales como el de educación y la nueva reforma a la justicia que, hoy por hoy, son temas discutidos den-tro del Congreso y dentro del ejecutivo.

¿Y medios de comunicación para las víctimas?

15 de agosto de 2014Sin duda, lo que va corrido del mes de agosto se ha constituido en

uno de los momentos más activos en lo que respecta al proceso de paz. De esta forma, hemos visto diversas noticias que se derivan desde el mismo discurso de posesión presidencial —como el anuncio de nego-ciar el cese bilateral de hostilidades—, hasta temas propios del desarro-llo de la negociación, que para este momento de la agenda se centra en las víctimas.

De esta forma, uno de los temas más complejos y de mayor discu-sión por parte de los diferentes sectores ha sido el definir quiénes de-ben ser considerados como víctimas y, por esta vía, determinar quiénes deben participar de manera activa en la mesa de conversaciones de La Habana. Sin embargo, ha sido el mismo Gobierno nacional, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, quien a través de una de las decla-raciones rendidas el pasado 15 de agosto, sentenció que “el conflicto es uno y la solución es una. Por eso se deben escuchar a todas las víctimas”. Con esta afirmación, se aclara entonces que la condición de víctima del conflicto para la negociación, no tiene como criterio la naturaleza del victimario, sino más bien el marco del conflicto armado nacional, por lo que habría lugar a la participación de víctimas de los diferentes actores, con lo que se incluirían aquellos casos en los que el victimario no solo ha sido la insurgencia, sino también el Estado y el paramilitarismo.

Esta situación desencadena un gran reto para la sociedad colom-biana: lograr dimensionar el momento actual por el que cursa la nego-ciación y entender por qué es tan importante escuchar a las víctimas de todos los sectores del conflicto político-social colombiano.

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Sobre ese punto, el papel de los medios de comunicación resulta de vital importancia, pues, desde el punto de vista de la responsabilidad so-cial que implica su labor —además del principio de neutralidad—, estos tienen el deber de hacer escuchar a todas las víctimas y no planear la in-diferencia sobre algunas de ellas. Así, por ejemplo, no puede permitirse situaciones como las denunciadas por parte de quienes participaron en el pasado Foro de Víctimas celebrado en Cali, en donde se puso de presente la invisibilización deliberada de las víctimas del Estado por parte de los medios de comunicación. De igual forma, no puede dejarse sin importan-cia las actividades igualmente denunciadas, en las que periodistas se han encargado de publicar listas de víctimas supuestamente atribuidas a la in-surgencia, cuando en realidad se trataba de víctimas del paramilitarismo.

De esta forma, en un momento en el que se ha trazado un am-plio rasero para la participación de víctimas del conflicto por parte del Gobierno, urge una vinculación responsable de los medios de comuni-cación en pro de visibilizar a todas las víctimas de una forma igualita-ria, sin condición política del victimario. El objetivo debe ser impedir que los medios de comunicación desempeñen un papel conveniente a algún grupo beligerante sobre la determinación de qué víctimas hacer escuchar ante la sociedad y cuáles ignorar, lo cual se ha orquestado en aprovechamiento de la incapacidad que se ha evidenciado en los meca-nismos y programas gubernamentales dispuestos para tal labor —como lo ha sido el programa de Foros de Víctimas liderado por la onu y la Universidad Nacional de Colombia—.

Los medios y el proceso de paz en La Habana

15 de septiembre de 2014Sin duda alguna, la posición de las noticias encontradas durante el

mes de septiembre mantiene la tendencia encontrada en los meses an-teriores. Una fuerte mediatización del proceso de paz y una clara ten-dencia gubernamental caracteriza la postura de lo plasmado dentro del tabloide. Esta tendencia, acompañada de la aparición de varias campa-ñas publicitarias a favor de la paz, habla claramente de una posición del diario de El Espectador frente al proceso en cuestión.

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Medición cuantitativa y cualitativa

Por otro lado, han imperado noticias cortas sin mayor análisis. Sin embargo, de nuevo, la sección de opinión también estuvo dirigi-da principalmente hacia el tema de los diálogos de paz. La opinión de los columnistas también podría verse muy encaminada determinar el proceso de La Habana como positivo o necesario para el país. Incluso, aquellos autores que se han mostrado contrarios al proceso en otros medios, terminan hablando positivamente o al menos neutralmente del proceso de paz. Es evidente que la política editorial del periódico está encaminada a un apoyo a los diálogos de paz, haciendo un especial énfasis en el tema de las víctimas, juntando las noticias con entrevistas y análisis especiales.

Ahora bien, a pesar de mostrarse como un diario que está apoyando el proceso de paz, también ha realizado críticas bastante fuertes respec-to a otras políticas del gobierno Santos. El tema de los escándalos por regulación financiera y por corrupción en varios organismos del Estado ha tomado gran relevancia a tal punto que en la edición de los domin-gos gran parte de la versión más larga del periódico habla sobre el tema.

Finalmente, debe decirse que el tema internacional ha cobrado una importancia clara dentro del periódico, sobre todo por los sucesivos ata-ques mediáticos del Estado Islámico (ei) y la crisis dentro de Irak y Siria.

El cambio de opinión ante el proceso de paz en La Habana

15 de septiembre de 2014En lo corrido del mes, el noticiero rcn, en su emisión de las 7 p. m.,

ha dedicado la mayor parte del tiempo al aire a las noticias relacionadas con el proceso de paz, dejando ver una opinión favorable a este. Esto denota un cambio, pues en las emisiones de los meses pasados el noti-ciero presentó especiales como “Niños de la Guerra”, donde reiteraban la crueldad de las acciones de las Farc y presentaban opiniones de los opositores al proceso de paz. El enfoque se ha suavizado, pues en los úl-timos días la mayoría de los testimonios y entrevistas son a víctimas que hablan del perdón y del deseo de paz, como fue la entrevista a Cristian

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Rusa quien perdió las piernas en combate y dijo que perdonaba a sus victimarios. También fueron presentadas noticias sobre las víctimas que acudieron al proceso de paz en La Habana, y se promovió en distintas oportunidades la campaña “Soy Capaz”.

Otro tema presentado por el noticiero fue lo relativo al debate de control político a Álvaro Uribe, propuesto por el congresista Iván Cepeda, en el que se buscaba esclarecer la relación del expresidente con los grupos paramilitares a lo largo de su carrera política. El noticiero reprodujo segmentos del debate en donde se le acusaba de potenciar a los grupos paramilitares, dando permisos a la Convivir, mientras ejercía el cargo de gobernador de Antioquia y, asimismo, de facilitar al narco-tráfico los permisos necesarios para volar aeronaves utilizadas para el transporte de drogas, mientras fue director de la Aeronáutica Civil, por lo que fue relacionado con Pablo Escobar. Luego, el noticiero dedicó un espacio a la intervención de Uribe en el debate, donde lanzó acusaciones en contra de Iván Cepeda, Juan Fernando Cristo y Jimmy Chamorro. También presentó la opinión de otros senadores frente a la actitud del expresidente, pues al retirarse sin escuchar las acusaciones de su colega, generó fuertes reacciones.

El debate de control político al senador y expresidente Álvaro Uribe recuerda a los colombianos las atrocidades con las que se relaciona a grandes personajes de la vida pública, en especial a quienes han sido congresistas, ya que varios de ellos, a través de organizaciones delin-cuenciales con poder político y económico, han logrado alcanzar los más altos cargos. En estos, muy lejos de propender por el bien común, consiguen favorecer intereses ocultos y en muchos casos ilegales, pro-pios de organizaciones al margen de la ley.

El sonado proyecto de reforma a la justicia sobre el que también in-formó rcn noticias, tras su paso por el Congreso, demostró la facilidad con la que los fines rectores del Estado dejan de ser la guía para el órga-no legislativo. Según el medio noticioso, el hundimiento de este proyec-to fue celebrado incluso por Santos, su promotor, tras verificar los “mi-cos” que les habían sido introducidos, en beneficio de la impunidad a los congresistas. Noticias como la anterior guían la opinión pública hacia la desconfianza al Congreso y fortalecen la imagen del ejecutivo.

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Política y redes sociales

15 de septiembre de 2014Las redes sociales se han vuelto un mecanismo para que los altos

políticos y personajes públicos puedan manifestar su opinión de forma directa y masiva a la vez, sin necesidad de un debate, entrevista o un me-dio de comunicación tradicional. Sin embargo, este uso político de las redes ha dado pie a múltiples escándalos como los trinos en Twitter del senador Álvaro Uribe o hasta las fotos de los hijos del presidente Santos en la campaña “Soy Capaz”. Lo cierto es que todos estos movimientos virtuales los pueden situar fácilmente en la boca de la opinión pública.

Es importante resaltar que en el panorama colombiano las redes so-ciales, al igual que cualquier otro medio de comunicación, han tenido como protagonizadas a los mismos actores. Los bloques de quienes es-tán a favor de Uribe y quienes están a favor del presidente Santos son totalmente conscientes de que las redes sociales pueden forjar opinión a veces de mejor manera que los medios de comunicación tradicionales, por la mayor cercanía que pueden tener a la población. Entonces, redes sociales como Twitter pueden simplificar y normalizar opiniones, ha-ciéndolas masivas, reproduciendo hechos que no necesariamente deben ser fieles a la verdad, pues esto se puede hacer de forma rápida e imper-sonal. El caso del hacker Andrés Sepúlveda es un ejemplo de ello: en de-claraciones en una entrevista con la revista Semana declaró que, aparte de filtrar información del proceso de paz, una de sus funciones era des-legitimar y bombardear con noticias y desinformación a través de las re-des sociales a los opositores del Centro Democrático, además de ayudar a que escándalos como los de María Fernanda Cabal quedaran poco a poco en el olvido, filtrando comentarios en su cuenta.

Otro punto de gran relevancia en la relación política-internet es el aumento en la cantidad de información política en razón de propagan-da, proselitismo y, en este caso, deslegitimación y desinformación direc-ta que se puede encontrar en internet, a diferencia de otro medio de co-municación. La regulación para este medio no ha sido desarrollada y la ley es joven al respecto, por lo tanto aparecen casos como la denuncia de la Fiscalía por injuria y calumnia a María Fernanda Cabal por una foto en la red. Es necesaria una regulación, pero no con los mismos esque-

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mas y formas de la ley penal ya existente, pues se habla de situaciones muy diferentes a las que estas viejas formas desarrollan generalmente.

Lo cierto es que el internet se ha convertido en uno de los meca-nismos más fuertes de formación y normalización de opinión, el cual tiene una relación directa con la participación política y la motivación a hacerlo, tanto de quienes ejercen el poder como de quienes son gober-nados por estos. De esta manera, es necesario que se vuelque la mirada a este nuevo medio masivo, se identifiquen sus principales malestares y se potencien sus mejoras y ventajas como la posibilidad de asociación y difusión de información, que no necesariamente debe pertenecer a un bloque político tradicional.

El noticiero RCN y su postura gubernamental

15 de octubre de 2014En su emisión de las 7 p. m., el noticiero rcn presentó principal-

mente temas relacionados con el proceso de paz, lo cual ha sido una constante durante los últimos meses. Además, en numerosas emisiones se dio a conocer la opinión del senador Álvaro Uribe, representando a la oposición sobre los diferentes eventos en los que el proceso de paz fue noticia, incluyendo opiniones sobre las víctimas, los negociadores y los guerrilleros que viajaron a Cuba. Con un toque gobiernista, el noticiero expuso los diferentes “enfrentamientos” entre Santos y Uribe en espa-cios como “La Cosa Política”, donde se aprecia claramente la posición del comunicador, reduciendo la controversia política a estos polos. El expresidente Uribe, además, fue el protagonista de numerosas noticias que no le son favorables, como investigaciones que lo vinculan por las chuzadas y las pruebas de que su Gobierno intentó entablar un proceso de paz con las Farc.

Otra noticia de gran importancia fue el seguimiento a las reformas propuestas por el ejecutivo. Se habló de la necesaria reforma política para el equilibrio de poderes y se presentó al actual Congreso como un cuerpo incapaz de sacar adelante este proyecto en beneficio del país. Entre otras cosas, se informó del elevado número de congresistas que se declararon impedidos y de los “micos” que fueron propuestos para com-

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plementar el proyecto. También, se presentaron videos del presidente Santos pidiéndole al Congreso que deje de incluir nuevos artículos al proyecto. Durante varios días, con el seguimiento a esta noticia, se debi-litó la imagen del Congreso y se fortaleció la del ejecutivo.

En cuanto a los temas de corrupción, el noticiero realizó algunos es-peciales acerca de la inversión de regalías en distintas regiones del país. Principalmente, se habló del porcentaje de contratación de obras y de los resultados, teniendo en cuenta las obras terminadas. Aunque el noticiero revelo cifras escandalosas, no se mencionaron a los posibles responsables.

Proceso de paz: reflejos de deudas históricas de la academia jurídica

15 de octubre de 2014En relación con el proceso de paz, durante el mes de octubre pudi-

mos observar una alta actividad noticiosa, logrando evidenciar la con-solidación de divisiones institucionales sobre varios aspectos, respecto de los cuales ha tenido mayor visibilidad las divergencias existentes en-tre el fiscal general y el procurador general de la nación.

Esta situación no solo resulta de interés por el hecho de constituir un aspecto estructural del proceso de paz, sino porque las posiciones irre-conciliables entre estos dos funcionarios —más allá del interés político que la opinión pública pueda concluir de estas discusiones—, pone en el plano público una discusión académica que de vieja data se ha conocido al interior de las cátedras de derecho penal, relacionada con una flexibili-zación de la función penal orientada únicamente hacia el castigo.

De esta forma, en relación con el tipo de justicia que debe aplicar-se para garantizar los derechos de las víctimas, en el marco del proceso que se adelanta, se ha expuesto una propuesta claramente liberal por parte del fiscal, quien insistentemente ha manifestado la necesidad de activar mecanismos alternativos, apartándose de los criterios ordina-rios que procuran por respuestas sancionatorias maximalistas, y optan-do por una aplicación plena de un modelo transicional que propenda por la persecución de los dirigentes y que responda a criterios propios de la justicia restaurativa.

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Por su parte, el procurador ha expuesto, y de hecho como posición institucional, la necesidad de ejecutar un modelo de justicia que sancio-ne con cárcel a los miembros de las Farc, oponiéndose abiertamente a las propuestas del fiscal general de la nación, como ocurrió a inicios de este mes, cuando manifestó su total rechazo a la idea de prescindir de la extradición de los integrantes de las Farc para evitar un obstáculo en la superación del conflicto, así como a la propuesta que el fiscal dejó ver, durante este mes, en relación la posibilidad de asumir el delito de narco-tráfico como conexo al delito político, en el caso de la guerrilla.

Quienes nos hemos formado en las escuelas del Derecho hemos sido testigos de la antigüedad de esta discusión, insuperable, a veces, por la intransigencia que en ocasiones caracteriza a la academia y que se refleja en los dos funcionarios mencionados. Sin embargo, este proceso, que ha dado lugar a la inmersión en discusiones jurídicas fundamenta-les, tiene que enriquecer la educación jurídica en el país, principalmen-te del derecho penal. Es necesario que las facultades de Derecho dejen de llenar al estudiante de contenidos a través de instituciones abstrac-tas que datan hasta de dos siglos atrás, para que, de una vez por todas, consideren el contexto particular que constituye Colombia, abriendo la puerta para aterrizar sus reflexiones académicas en el proceso de paz y que hoy demanda una propuesta articulada del derecho penal que be-neficie realmente a la sociedad, sobre la cual hay una deuda eterna al no poder proyectar los discursos liberales de la función de la pena en la realidad del modelo en nuestro país.

Sobre el delito político y sus delitos conexos

15 de noviembre de 2014El delito político ha sido considerado como aquellas acciones tipi-

ficadas que atentan contra el Estado como bien jurídico tutelado. En Colombia estos delitos solo contemplan tres modalidades: rebelión, se-dición y asonada. Sin embargo, funcionarios y aliados del Gobierno, y hasta el mismo presidente Santos, han dado sus opiniones y han invita-do al debate sobre la discusión de delitos conexos a los políticos, en el sentido de que es necesario ampliar el panorama de estos tipos penales

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para alcanzar la paz en La Habana. Los delitos políticos como acciones contra el Estado admiten indultos y amnistías mientras que otros que son usuales en las acciones de las Farc, como el narcotráfico o el porte ilegal de armas, son delitos comunes y no admiten las mismas modali-dades que los puramente políticos.

Ampliar el alcance de los delitos políticos y conexos tiene un fin esencial dentro del proceso de paz en La Habana: permitir que los gue-rrilleros responsables de conductas penales (hoy delitos comunes como el narcotráfico) puedan llegar a cargos de elección popular y, más im-portante aún, no ser extraditados. Después de las declaraciones del Gobierno nacional en torno a este tema, muchas opiniones en el pano-rama político del país han salido a la luz, ya sea de acuerdo con la pos-tura de modificar el alcance o considerarlo un total golpe en contra de la democracia, la verdad, la justicia y la reparación.

Algunas posiciones controversiales como la del procurador Alejandro Ordóñez —quien afirma que delitos como el narcotráfico y el secuestro no pueden ir de la mano con el proceso de paz y ni siquie-ra ser discutibles—chocan con otras debido a que, como el Gobierno lo ha afirmado, los diálogos deben realizarse dentro del marco del Estado de derecho y de la Constitución. Por otro lado, como personaje político, el fiscal general Eduardo Montealegre reitera su disposición a que los miembros de la guerrilla, incluidos sus líderes, tengan la oportunidad de participar en política en el futuro. Sin embargo, afirma que esto no se trata de indultos ni amnistías sino que dicha ampliación modificaría las sanciones absolutas de participación política, donde sí deben existir condenas para los guerrilleros que hayan cometido en el pasado varias violaciones de los derechos humanos.

Dicha ampliación no implica necesariamente blindar contra la ex-tradición a los capos de la cocaína de las Farc y darles el derecho de go-bernar a Colombia a través de la participación política, como lo afirma el procurador Ordóñez, ni tampoco encaja en las realizaciones de indul-tos y amnistías a crímenes de lesa humanidad que han sido realizados por organizaciones al margen de la ley y que se han visto inmiscuidas dentro del conflicto armado. Por el contrario, debe discutirse la posible ampliación y tipificación conexa de delitos relacionados en el conflicto para el financiamiento de actividades de las Farc y que en situaciones

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como un proceso de paz debe ser revaluada la vigencia de un delito po-lítico en un momento de transición, en razón de un diálogo bilateral entre dos bloques armados y no simplemente como una acción estatal destinada a cortar de raíz movimientos de insurgencia cuyo único fin es acabar con el aparato estatal.

Paz y comunidad internacional: más allá de los espaldarazos económicos

15 de noviembre de 2014Durante el mes de noviembre fueron reiteradas las noticias que ha-

cían seguimiento a la visita que el presidente de la república emprendió hacia la comunidad internacional, con el fin, según informaron los me-dios, de obtener un respaldo económico para el desarrollo del poscon-flicto en Colombia. De esta forma, a inicios de este mes, se anunció el apoyo de la Unión Europea, a través de la constitución de un fondo que tendrá como destino la financiación de este escenario, logrando pos-teriormente la confirmación del apoyo por parte de los Gobiernos de Portugal, Francia, España y Estados Unidos, entre otros.

De esta forma, tal vez este ha sido el mes en el que explícitamente el Gobierno nacional ha dado una atención concentrada a la comunidad internacional para vincularla con el proceso de paz, la cual tuvo una importante inauguración desde la participación de Juan Manuel Santos en la edición 69 de la Cumbre de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al respecto, los resultados que los Gobiernos han manifestado a partir de estas visitas es más que positivo, al lograr vincularlos direc-tamente con el proceso que hoy se adelanta en La Habana, lo cual no solo significa un alcance fundamental para las exigencias económicas del posconflicto, sino que implica un gran avance en el desarrollo de la política exterior, cuyo restablecimiento y priorización ha sido un punto central desde el primer mandato del Gobierno actual, en respuesta a las insignificantes actuaciones que este heredaba.

Sin embargo, más allá de los propósitos obtenidos en materia eco-nómica y de gestión pública, claramente con este despliegue diplomá-tico el Gobierno ha logrado una legitimidad política internacional del

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proceso de negociación, necesaria para blindarlo de fuertes oposiciones que sectores internos han emprendido, con casi la misma intensidad, en escenarios extraterritoriales. Así, por ejemplo, debe recordarse que des-de el mes de diciembre del año 2013, el procurador general de la nación ha acudido ante la Corte Penal Internacional para solicitar su interven-ción en este proceso, al momento en que se activen los procedimientos para lograr los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, lo cual ha tenido cierta acogida por parte de la Fiscalía de este mecanismo internacional, al manifestar la necesidad de imponer penas privativas de la libertad en cumplimiento de los criterios que este tribu-nal ha desarrollado en su escasa jurisprudencia.

En caso de consolidarse una discrepancia entre el modelo de jus-ticia que se ejecute en razón del proceso de paz, y las apreciaciones de la Fiscalía de la Corte, es claro que el fortalecimiento de la comunidad internacional va a resultar clave para solucionar esta situación, pues ob-tenida la legitimidad que se ha venido gestando, el papel político de esta comunidad resultaría fundamental para la activar las funciones que el Estatuto de Roma le otorga al Consejo de Seguridad para la suspen-sión de investigaciones y enjuiciamientos que se inicien en el seno de la Corte Penal Internacional.

El debate sobre el delito político: muestra del etiquetamiento mediático como obstáculo para la solución del conflicto

15 de diciembre de 2014La discusión a la que el fiscal general dio apertura en el mes pasado,

referida al narcotráfico como conexo al delito político, ha tenido mayor eco durante este último mes del año 2014, en el cual desde el Gobierno se ha anunciado la necesidad de aceptar esta conexidad para los even-tos de participación política de los eventuales desmovilizados. Mientras tanto, el procurador general se ha empeñado en reiterar públicamente que el delito de narcotráfico nunca puede ser conexo al delito de rebe-lión, por tener fines de delincuencia común.

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En ese sentido, el mayor representante del Ministerio Público ha in-sistido en que el delito de narcotráfico no tiene la funcionalidad altruis-ta que exige el catalogar un delito como político. No obstante, se olvida de la explícita enunciación de conexidad, la cual implica subordinar la existencia del delito que se pretende “conectar” al delito político, el cual, tradicionalmente, ha tenido asimilación con la rebelión.

Desde esa perspectiva, adquiere suficiente sentido el planteamien-to del fiscal y, posteriormente, del presidente de la república, pues, lue-go de observar la historia del surgimiento del grupo guerrillero de las Farc, claramente se desprende la relación entre la comisión del tráfico de drogas como propósito de financiación del proyecto beligerante, hallando así la conexidad que parece difícil de asumir por parte del sector opositor.

Sin embargo, es entendible que esta discusión en Colombia signifi-que una gran dificultad, justificable a través de, por lo menos, dos situa-ciones claras: 1) la dolorosa historia del narcotráfico en nuestro país, y 2) el patrocinio que los medios de comunicación ha dado a la califica-ción contemporánea del opositor como “terrorista”.

La primera de estas causas no tiene mayor explicación, pues se trata de acontecimientos notorios con responsables directos; sin embargo, el tratamiento de la rebelión como terrorismo sí tiene como causa una ma-nipulación constante del lenguaje reproducido masivamente por parte de los medios de comunicación, generando un gran daño en la com-prensión analítica de los fenómenos sociales, que ha dado lugar a sem-brar en la opinión pública una versión que pretende la paridad entre los eventos de delincuencia narcotraficante y los procesos de rebeldía, lo cual se vuelve particularmente complejo cuando estos coinciden en un mismo escenario, como ocurre en la actualidad.

Evidentemente, una situación de esta magnitud exige un análisis de tipo jurídico-político muy estricto, y es este análisis el que es sobresal-tado por parte de los medios de comunicación, los cuales, gracias a los juicios valorativos que se irradian hacia el receptor, proyectan irrespon-sablemente una visión soportada con estrategias mediáticas de manejo de cierta información, como lo es el uso histórico de la etiqueta “terro-rista”. Así han conseguido en la masa social una negación de posiciones

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divergentes, como la que se ha hecho alusión desde los párrafos iniciales de este escrito, sobre la posibilidad de aceptar conexidad del tráfico de drogas como medio para la ejecución del delito político.

Impresiones generales

15 de diciembre de 2014En el transcurso de la medición he notado las características princi-

pales del medio de comunicación analizado (Caracol Radio) y las falen-cias del instrumento de medición:

En cuanto al medio de comunicación, puedo afirmar que el manejo que le han dado los periodistas a las noticias en ciertos aspectos ha sido amañado, dado que a las noticias que tocaban temas que los afectaban, las comunicaban con un matiz negativo. Por ejemplo, frente a la reforma tributaria —la cual obliga a tributar a las personas naturales o jurídicas que tengan un patrimonio por encima de los mil millones de pesos—, Darío Arizmendi se mostró bastante molesto, afirmando que sería un estancamiento a la economía. Culturalmente, el medio de comunica-ción se inclinó por ideas conservadores, como se hizo evidente, cuando Arizmendi y su equipo de trabajo se mostraron visiblemente molestos por la implementación de políticas que impedían utilizar la plaza de to-ros con fines taurinos.

Por último, políticamente el medio no está definido claramente, ya que cambia constantemente sus posturas según cambien las del po-der ejecutivo. Sin embargo, es notorio el ataque constante a las políti-cas del alcalde Petro, puesto que lo tildan de incompetente y populista. Respondiendo a la pregunta: ¿Caracol Radio transforma la cultura po-lítica en Colombia? Me atrevo a responder que no la transforma sino la afirma, pues basándome en la clasificación que hizo el profesor Óscar Mejía de la cultura política en Colombia (cultura súbdito-parroquial), encuentro al medio sumergido en una sociedad petrificada por la cos-tumbre y el poder económico.

Respecto al instrumento de medición, puedo afirmar que sus tres lí-neas de observación: proceso de paz, cooptación del Estado y continui-dad de gobierno, son muy amplias. Esto trae considerables problemas al

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momento de analizar el material estudiado por los observadores, dado que al ser tan amplias las líneas, el investigador tiene bastante discreción al momento de elegir qué noticias deben ser analizadas. Por lo tanto, sería conveniente especificar cada línea con el fin de obtener resultados más concretos, que permitan dar un veredicto más preciso del medio de comunicación analizado.

La historia en las noticias

15 de diciembre de 2014La noticia a la que rcn dedicó mayor tiempo al aire durante el mes

de noviembre fue el secuestro del general Rodrigo Álzate y sus acom-pañantes, una abogada y un cabo. Este hecho llevó al presidente Santos a suspender los diálogos en La Habana, lo que ha sido calificado como la mayor crisis que ha afrontado el actual proceso de paz. El despliegue mediático de esta noticia se caracterizó por plantear múltiples interro-gantes sobre la situación que permitió que el general fuera secuestrado.

Además de esta, fueron relevantes otras noticias sobre de corrup-ción. En dos emisiones se recordó el proceso 8 mil y la grave situación de captura del Estado que se afrontó en el país. En una entrevista, William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel Rodríguez Orejuela, describió la in-fluencia que alcanzó el Cartel de Cali en el Congreso y en la campaña presidencial de Ernesto Samper.

El polémico proceso 8 mil sigue siendo una fuente de desconfianza hacia la justicia colombiana, pues el escándalo que significó aún es recor-dado en los medios de comunicación. Durante la entrevista, Rodríguez Abadía explicó que el Cartel de Cali financió la campaña presidencial de Samper, como fruto de un acuerdo en el que este se comprometía a favorecer el narcotráfico. El “hijo del Cartel de Cali” afirmó que a pesar de la inmensa suma de dinero que entró en la campaña de Samper, él no cumplió los acuerdos. También aseguró que el Cartel de Cali influyó en el desarrollo de las investigaciones y del proceso 8 mil.

William Rodríguez Abadía afirmó que el Cartel de Cali intervino en más de una ocasión en las decisiones del Congreso. El mecanismo más usado por esta organización fue el soborno, incluso explicó que existían

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tarifas estandarizadas para los diferentes congresistas, lo que demuestra el carácter sistemático que llegó a adquirir dicha conducta. En la entre-vista mencionó una reunión en la que acordó con Horacio Serpa impe-dir que el proyecto de ley de “extinción de dominio” fuera sancionado. Serpa negó esos señalamientos y argumentó que en el proceso 8 mil ya se aclaró y estudió completamente el tema.

El proceso 8 mil ha sido objeto de múltiples cuestionamientos que se han extendido en el tiempo, pues caló en la memoria de los colom-bianos como un claro ejemplo de impunidad. El noticiero rcn presentó una completa entrevista de más de 9 minutos en la que se contradice lo concluido tras ese proceso, presentando la debilidad de las instituciones, como algo que no es nuevo y complementando los actuales escándalos de corrupción.

¿Usted no sabe quién soy yo?

15 de diciembre de 2014El pasado 24 de octubre el hijo del presidente de la Corte Suprema

de Justicia fue sorprendido por la Policía mientras realizaba actos obs-cenos al interior de un vehículo oficial, frente al llamado de atención de las autoridades, el joven respondió impetuosamente asegurando ser hijo de un alto funcionario. La Policía, en cumplimiento de su labor procedió a revisar el vehículo y llevar posteriormente al joven al cai de Bavaria. Ese procedimiento estuvo lleno de contratiempos, ya que el hijo del presidente de la Corte, Luis Gabriel Mirando, insultó a los poli-cías tratándolos de bandidos. Una vez en el cai, el presidente de la Corte arrimó, exigiendo la inmediata liberación de su hijo y, violando todos los procedimientos, lo sacó de la estación.

En una entrevista para Caracol Radio, el presidente de la Corte ase-guró haber actuado como cualquier otro padre lo hubiera hecho en una situación similar, además de actuar como ciudadano mas no como ma-gistrado de la Corte. La opinión pública no se hizo esperar, puesto que las declaraciones de este alto funcionario fueron contradictorias, pues por un lado aseguró que actuó como padre, pero por el otro prestó un carro oficial y violó los procedimientos policiales.

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La historia de Colombia está llena de lamentables episodios como el anterior. Recientemente el exsenador Eduardo Merlano ocupó todas las portadas del país con su famosa frase: ¿Usted no sabe quién soy yo? Frase muy habitual en este país, donde las instituciones no importan, ya que solo son mecanismos nominales, mas no determinan la realidad.

Respecto al manejo que le ha dado el medio de comunicación a la noticia, se puede decir que ha sido responsable, dado que los periodistas se esmeran por develar una realidad de la que somos conscientes pero pasivos, a través de críticas dirigidas a la forma como los altos funciona-rios evaden la justicia. Caracol Radio, a pesar de sus falencias, se esfuer-za por construir una visión crítica de la realidad, y para eso cuestiona las declaraciones que dan los altos funcionarios, develando lo contradicto-rias que puedan llegar a ser.

Referencias

Fernández, J. (2010). Fuentes de análisis para el estudio de la prensa dia-ria. Anales de Documentación, 13, 135-158. Recuperado de http://revistas.um.es/analesdoc/article/view/107101/101791

Gómez, S., Mena, E., Señedo A. y Turci, I. (2000). Análisis de contenido aplicado a prensa semanal. Psicothema, 12 (2), 261-266. Recuperado de http://www.psicothema.com/pdf/561.pdf

Habermas, J. (1998). Facticidad y validez. Madrid: Trotta.Krippendorff, K. (1990). Metodología de análisis de contenido. Barcelona:

Paidós.

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Los autores

Óscar Mejía QuintanaProfesor titular (Generación 125 Años) de la Facultad de Derecho,

Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, con Tenencia del Cargo. Fue profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia, magíster en Filosofía Moral y doctor en Filosofía Política de Pacific W. University, Los Ángeles. Adelantó un segundo posdoc-torado en Filosofía del Derecho en el Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, bajo la dirección del profesor Guillermo Hoyos Vásquez. Ha sido decano encargado, vicedecano, di-rector del Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina (Unijus) de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia y director del Departamento de Ciencia Política en la misma Universidad. Director del grupo de in-vestigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización, adscrito a Unijus y al Área Curricular de Derecho. Autor, entre otros libros, de Teoría consensual del Derecho (Universidad Nacional de Colombia, 2016), Curso de filosofía política (Universidad Nacional de Colombia, 2013), Teoría política, democracia radical y filosofía del de-recho (Temis, 2005), Democracia y filosofía de la historia en América Latina (Ediciones Jurídicas, 2005), El posestructuralismo en la filosofía política francesa contemporánea (Universidad Nacional de Colombia, 2004), Problemática iusfilosófica de la obediencia al derecho y la justifi-cación constitucional de la desobediencia civil (Universidad Nacional de Colombia, 2001), Derecho, legitimidad y democracia deliberativa (Temis, 1998), Justicia y democracia consensual (Siglo del Hombre, 1997), El hu-

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Los autores

manismo crítico latinoamericano (M&T Editores, 1993), Cultura y de-mocracia en América Latina (M&T Editores, 1992).

Ivonne Patricia LeónMagíster en Derecho y Politóloga de la Universidad Nacional de

Colombia. Coordinadora del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización. Ha participado en las siguientes publicaciones de la Universidad Nacional de Colombia: Identidad y pen-samiento latinoamericano (2012), Teoría crítica de los medios de comuni-cación (2010), ¿Estado y cultura mafiosa en Colombia? (2010), Estatuto epistemológico de la cultura política (2008), Una mirada hermenéutica a la cultura política en Latinoamérica y Colombia (2008), Capitalismo cri-minal. Ensayos críticos (2007).

Carlos Andrés Ramírez GonzálezProfesional en Política y Relaciones Internacionales de la Universidad

Sergio Arboleda. Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización. Autor de Videojuegos, la colonia-lidad y la omisión del subalterno, publicada en Journal of Emergent Socio Legal Studies (2013).

Juanita Camila Triana QuimbayaEstudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización.

Augusto Federico Padilla PiedrahítaEstudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización. Participó en la publicación Medios de co-municación: cultura jurídica en Colombia (2013).

Juan Manuel Bañol AriasEstudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización.

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Los autores

Michael Stiven Reyes BarretoEstudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.

Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización.

Germán Darío Rodríguez GonzálezAbogado con doble titulación en Filosofía de la Universidad

Nacional de Colombia. Miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización.

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Opinión pública, proceso de paz y cooptación del Estado.

Estudios desde los medios de comunicación

Fue editado por la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad

Nacional de Colombia. El texto de las páginas interiores fue compuesto en

caracteres Minion Pro y Aleo. Se usó papel Bulkye de 59,2 gramos y en la

carátula, papel propalcote de 300 gramos. El tiraje de esta edición fue de

300 ejemplares. El libro se terminó de imprimir en Bogotá en los talleres de

Digiprint Editores S.A.S. en el año 2016.