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Director:

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS

Comité de Redacción:AMÉRICA BUSTAMANTE PIEDRAGIL

VANDARI MANUEL MENDOZA SOLÍS

CARLOS ALBERTO RÍOS GORDILLO

KARINA VÁZQUEZ BERNAL

NORBERTO ZÚÑIGA MENDOZA

Difusión y Relaciones:LAURA TORT VELASCO

COMITÉ CIENTÍFICO INTERNACIONAL:

Bolívar Echeverría Andrade (UNAM),Carlo Ginzburg (UCLA / Universita diSienna), Immanuel Wallerstein (Yale Uni-versity / Fernand Braudel Center), Edeli-berto Cifuentes Medina (Universidad deSan Carlos de Guatemala), Miguel ÁngelBeltrán (Universidad de Antioquia), Juran-dir Malerba (CNPQ, Brasil), ClaudiaWasserman (Universidade Federal de RioGrande do Sul), Darío G. Barriera (Uni-versidad Nacional de Rosario), Pablo Pa-checo (Centro de Investigación y Desarro-llo de la cultura cubana «Juan Marinello»),Francisco Vázquez (Universidad de Cádiz),Ofelia Rey Castelao (Universidad de San-tiago de Compostela), Ricardo García Cár-cel (Universidad Autónoma de Barcelona)Massimo Mastrogregori, (Revista Storio-grafia), Steffen Sammler (Leipzig Univer-sitaet), Maurice Aymard, (Maison desSciences de l’Homme), Lorina Repina(Instituto de Historia Universal, Academiade Ciencias de Rusia), Chen Qineng (Ins-tituto de Historia Universal, Academia deCiencias de China).

Contrahistorias. La otra mirada de ClíoRevista semestral, No. 7,

Septiembre de 2006 - Febrero de 2007.e-mail: [email protected]

ISSN: 1665-8965Contrahistorias es una Reserva para uso exclusivootorgada por la Dirección de Resevas del InstitutoNacional del Derecho de Autor, bajo el Número:

04-2004-041411062500-102

Se autoriza la reproducción de los materialesúnicamente con el permiso de la Dirección y del

Comité de Redacción de Contrahistorias.Los textos aquí publicados son responsabilidad

exclusiva de sus autores.

Edición, tipografía, diseño interior y de portada:jitanjáfora Morelia Editorial / RED UTOPÍA A.C.

Corregidora #712, 58000, Centro Histórico. Morelia, Michoacán, México.Página Web: www.prodigyweb.net.mx/redutac

e-mail: [email protected] / [email protected] reservados sobre la edición jitanjáfora Morelia Editorial.

CARLO GINZBURGReflexiones sobre una hipótesis:el paradigma indiciario, veinticinco años después.

CARLO GINZBURGSemejanzas de familia y árboles de familia:dos metáforas cognoscitivas.

CARLOS A. AGUIRRE ROJASIndicios, lecturas indiciarias, estrategia indiciaria ysaberes populares. Una hipótesis sobre los límites de laracionalidad burguesa moderna.

ITALO CALVINOLa oreja, el cazador y el chismoso.

MIJAÍL MIJÁILOVICH BAJTÍNRabelais en la historia del Realismo.

CARLOS A. AGUIRRE ROJAS

Presentación del número 6 de la revistaContrahistorias. La otra mirada de Clío.

RAMSÉS CRUZ ARENAS

Una aproximación a La Otra Campaña. Entrevista aCarlos Antonio Aguirre Rojas.

NOTICIAS DIVERSAS

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C Sontrahistoriala otra mirada de Clío

Imágenes del Mundo, Weltanschauung, Concepciones del Mun-do, Cosmovisiones, Visiones del Mundo, Percepciones del Uni-verso, Maneras de Ver y Entender la Realidad... En esta sec-

ción, queremos multiplicar todo el tiempo las distintasmiradas que admite el análisis de los problemas realmente

importantes y fundamentales que hoy enfrentan la historiogra-fía mundial en general, y las historiografías

latinoamericana y mexicana en particular, pero también lahistoria y la sociedad en México, en América Latina, y en el

Mundo entero. Recoger siempre las miradas críticas, abrir nue-vas entradas a los problemas, explorar incesantemente explica-

ciones nuevas e inéditas de viejos temas, a la vez que ensancha-mos todo el tiempo la nueva agenda de los asuntos que hacefalta debatir en el plano historiográfico, pero también en los

ámbitos sociales, políticos y de todo orden en general.

Porque una ‘Imagen del Mundo’, cuando es realmente crítica,heurística y compleja, sólo puede serlo a contracorriente de los

lugares comunes dominantes, y por ello sólo como cómplice obli-gada de las miles de Contrahistorias que cada día tocan con

más fuerza a la puerta del presente, para liberarradicalmente los futuros de emancipación que esas mismas

Contrahistorias encierran.

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Quisiera comenzar agradeciéndo-les por ofrecerme esta posibilidad

de discutir públicamente en torno a la hi-pótesis del paradigma indiciario, que heplanteado en un ensayo que apareció en1979. Veinticinco años es mucho tiempo.Así que me gustaría poder hablar de estaspáginas, como si las leyera por primera vez:pero me doy cuenta de que esto es imposi-ble. Y no se trata solamente de esa compli-cidad inevitable que nos vincula a lo quehemos escrito, sino también de una ciertacosa más particular. Tres niveles constitu-yen este ensayo: dos niveles evidentes, y untercero que está encubierto. De manera ex-plícita y en la superficie, el ensayo se pre-sentó como una reconstrucción históricaentrelazada a una propuesta teórica (y deboconfesar que no pronuncio esta gran pala-bra de teoría, sin dudar un poco). Pero al

mismo tiempo, y de una manera implícita,se trataba también de proponer una re-flexión sobre mi trabajo anterior: una es-pecie de cripto-autobiografía intelectual,por lo tanto.1

Volveré más adelante sobre la re-lación que tienen entre sí estos ele-

mentos personales e impersonales. Peroquisiera, para comenzar, evocar los tres ni-veles que acabo de identificar: el nivel his-tórico, el nivel teórico, y el nivel autobio-gráfico. El ensayo, que se titulaba Spie enitaliano (una palabra ambigua, que en estalengua italiana significa al mismo tiempoindicios y también espías) comenzaba porla reconstrucción de un contexto preciso,que puede ser resumido por la triada Mo-relli-Freud-Sherlock Holmes. De este con-

* Este texto fue presentado recientemente en el Coloquio “À la trace. Enquête sur le paradigme indiciaire”organizado por la Universidad de Lille, en Francia, y celebrado entre el 13 y el 15 de octubre de 2005. Laprimera intervención, correspondiente a Carlo Ginzburg, fue justamente este texto, que deberá ser publicadomuy pronto, en su versión en francés, en las Actas de ese mismo Coloquio. Y ha sido el propio Carlo Ginzburg,miembro de nuestro Comité Científico Internacional, quien nos ha enviado este texto, autorizándonos apublicarlo en español dentro de este dossier de Contrahistorias, dedicado justamente al tema del paradigmaindiciario. Agradecemos entonces enormemente esta autorización, así como todo el apoyo en general que elpropio Carlo Ginzburg nos ha dado para la composición de este número 6 de nuestra revista Contrahistorias.La traducción del francés al español es obra de Carlos Antonio Aguirre Rojas.1 He corregido, ampliándola un poco, mi intervención presentada en el Coloquio de Lille, tanto a la luz deldebate que esta intervención suscitó, y que fue muy rico, como también de las observaciones críticas que me haplanteado mi amigo Carlos Aguirre Rojas. Otro amigo mío, Martín Rueff, ha traducido el texto al francés, consu habitual gran habilidad, razón por la cual le agradezco calurosamente (nota de Carlo Ginzburg).

CARLO GINZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO... CARLO GINZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO...

CONTRA

HISTORIAS

CARLO GINZBURG

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Reflexiones sobre una hipótesis:el paradigma indiciario, veinticinco años después*

CONTRA

HISTORIAS

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texto, que podríamos llamar horizontal, sepasaba por medio de un movimiento deflash-back un poco brutal, a un contextovertical, que remontaba hasta los propioscazadores de la etapa neolítica. ¿Se encon-traba esto, todavía, dentro del terreno dela historia? Yo respondería que sí, pensan-do sobre todo en la historia coyuntural delsiglo XVIII: pero las etiquetas no tienengran importancia.

Ciertamente, explotaba entonces las po-sibilidades de aceleración y de enlenteci-miento que me ofrecía la forma literaria delensayo, para poner juntos, dentro de unanarración fragmentada por bruscas discon-tinuidades, algunos fenómenos separadosdentro de un arco que cubría varios mile-nios: la adivinación de los babilonios, lapráctica de los connaisseurs y los principiosde la paleografía en la Roma del siglo XVII,el uso de las huellas digitales como instru-mento de identificación utilizado por la ad-ministración inglesa en la India a finalesdel siglo XIX, y así por el estilo. Era la hi-pótesis formulada al principio del ensayo,y que se resumía en la fórmula del “para-digma indiciario”, la que permitía mante-ner el conjunto de toda esta serie de fenó-menos tan heterogéneos. Esta hipótesis al-bergaba las ambiciones teóricas de aquelloque se presentaba como un ensayo históri-co —si bien se habría tratado de una histo-ria un tanto cuanto particular.

Una propuesta teórica muy gene-ral, planteada de una manera que

ignoraba decididamente, no sólo las divi-siones entre las disciplinas, sino también lasjerarquías etnocéntricas habituales: he aquíalgunos de los elementos en los que estoytentado a encontrar hoy, las razones deléxito de mi ensayo. Este texto fue inme-diatamente recibido con un intenso inte-

rés, y en muchas ocasiones, fue también in-tensamente discutido. Si dijera que he per-manecido indiferente a este éxito, menti-ría. Y sin embargo, en la rapidez de estareacción, había algunos elementos que nodejaban de inquietarme. Me daba muy biencuenta de que había sido capaz de atraparalguna cosa que estaba flotando en el aire,en la atmósfera de esa época, y que le habíadado voz a ciertos temas difusos y que seencontraban entonces en estado de reposo,bajo una forma latente. Así que tuve enaquellos tiempos el temor de que la apre-ciación y el reconocimiento inmediato quehabían acogido a mi texto, pudiesen deberseal hecho de la banalidad de aquello quehabía escrito. Y tenía miedo, sobre todo,de convertirme en prisionero de esta felizfórmula: el “paradigma indiciario”.

Porque debo decir que desconfío de lasfórmulas como de los slogans, en la medidaen que pueden provocar la búsqueda de ata-jos. Obviamente, el proceso de conocimien-to debe recomenzar en cada nueva ocasión,volviendo a poner en discusión nuestrospropios presupuestos. Y es esta la razón porla cual evité deliberadamente utilizar laexpresión “paradigma indiciario” duranteveinticinco años. Pero no obstante la au-sencia de su utilización como término, estahipótesis ha orientado mi trabajo en pro-fundidad, y eso de dos maneras. De unaparte, creo haber permanecido fiel a estamanera de llevar a cabo la investigación, dela cual había subrayado la enorme fecundi-dad; y de otra parte he intentado, muchasveces sin darme completamente cuenta yen cada uno de los casos, de profundizartoda una serie de temas que ocupaban, den-tro de este ensayo, una posición marginal,o incluso que estaban dentro de él comple-tamente ausentes.

Y es de este segundo aspecto del que megustaría hablar ahora.

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En el transcurso de estos veinti-cinco años, he desarrollado la hi-

pótesis fundada sobre el paradigma indi-ciario en tres direcciones diferentes, peroque se encuentran interconectadas entre sí:la cuestión de la prueba, el problema de laserie, y el tema del caso. Los abordaré se-paradamente.

Mis reflexiones sobre los indicios nacie-ron de una experiencia de investigación,llevada a cabo desde finales de los años cin-cuentas, sobre los procesos de Inquisición.Desde que comencé mis investigaciones, mepropuse descifrar las creencias y las actitudesde los campesi-nos, hombres ymujeres, acusa-dos de brujería,estudiando di-chas creencias yactitudes másallá de los este-reotipos derivados de la formación teológicade los jueces. Esta elección previa, de la cualhe intentado analizar retrospectivamente lasinfluencias y los efectos, ha orientado todomi trabajo ulterior. 2 El esfuerzo de leer en-tre líneas, para lograr captar las reaccioneshuidizas de los acusados, así como sus acti-tudes encubiertas, muy frecuentemente de-formadas por los inquisidores, me llevó aotorgarle a los indicios un rol central den-tro de mi práctica como investigador. Peroquien dice indicio, dice también prueba.En mi primer libro sobre los benandanti deFriul, era conciente de que el procedimientooblicuo que me había sido impuesto por

los documentos con los que trabajaba, im-plicaba un esfuerzo y un cuidado suplemen-tario respecto de la demostración.3 Y noobstante todo esto, me impresiona muchoel hecho de que no ha existido la menordiscusión en torno de la cuestión de la prue-ba en el ensayo de 1979 —es decir, sobrelos procedimientos formulados histórica-mente, y negociables históricamente, quepermiten distinguir una conjetura verdade-ra de una conjetura falsa. Y digo muy bienfalsa, y no ficticia o inventada.

Todavía hoy, estaría dispuesto a presen-tar nuevamente aquella conjetura (que tan-to le gustó a Italo Calvino), y que atribuía a

los cazadores elorigen de la na-rración, la quehabría nacidocomo una des-cripción de la se-cuencia de lashuellas dejadas

por un animal. Pero dentro de la economíade mi ensayo (que en tanto que tal, no teníaninguna pretensión de formar un todo com-pleto), no había lugar para una discusión so-bre las conjeturas que habrían podido, másadelante, revelarse como falaces. Y me con-tentaba entonces, por ejemplo, haciendouna rápida alusión, que por otra parte ubi-caba solamente en las notas, al conocimien-to grafológico experto, que Alphonse Ber-tillon había propuesto de la famosa minu-ta, y que había sido exhibido como la prue-ba irrefutable de la culpabilidad de Dreyfus.Pero hoy, esta alusión apresurada me pare-ce sintomática. Evidentemente, las posibi-

CARLO GINZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO... CARLO GINZBURG / R EFLEXIONES SOBRE UNA HIPÓTESIS: EL PARADIGMA INDICIARIO...

2 Véase mi ensayo, “Brujas y chamanes” en la revista Historias, núm. 37, México, octubre de 1996 -marzo de 1997, pp. 3-13.3 Los benandanti. Brujería y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII, Ed. Universidad de Guadalajara,Guadalajara, 2005.

...Mis reflexiones sobre los indicios nacieronde una experiencia de investigación,

llevada a cabo desde finales de los añoscincuentas, sobre los procesos

de Inquisición...

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lidades y el éxito del paradigma indiciario,me parecían más importantes que los pro-cedimientos que permitían atribuir a ese pa-radigma una cientificidad en sí misma, esdecir, una cientificidad que no estaría mo-delada sobre las ciencias duras, o conside-radas como tales.

Pero mi euforia fue de corta duración.El ensayo “Indicios” apareció en 1979, den-tro de una compilación de textos tituladaCrisis de la razón.4 Algunos meses más tar-de, Luciano Cánfora organizó en Milán unadiscusión pública sobre mi ensayo, cuyosresultados debían publicarse más tarde enla revista Quaderni di Storia, la revista dehistoria de la Antigüedad que el propioCánfora dirige.5 En aquella discusión, quefue muy viva, Cánfora me invitaba a re-flexionar sobre el término griego de tekme-rion dentro de la obra de Tucídides: ¿cómohabía que traducir este término?, ¿cómo“indicio” o como “prueba”? Tenían quepasar veinte años, antes de que me decidie-se a responder a la invitación de Cánfora.Pero en aquel momento he debido respon-der sin asumir el desafío implícito que es-taba ligado a la noción de la prueba (¿“hedebido”, o “he elegido responder”? Posible-mente las dos).

El libro sobre Piero della Francesca, quepubliqué en 1981, estaba construido sobrela aproximación estrecha entre datos esti-lísticos y datos extraestilísticos.6 Se trataba

de reducir los márgenes de incertidumbreen torno a las investigaciones sobre Piero,—y en particular, sobre aquellas que con-cernían a la cuestión extremadamente dis-cutida de la cronología de sus obras. Creíaentonces haberme ocupado de una cuestiónque concernía esencialmente a los estudiosde historia del arte, incluso si ella no se li-mitaba a dichos estudios, pero me equivo-caba. Porque la atmósfera intelectual esta-ba entonces cambiando. Con la difusión delpostmodernismo, y de su corolario histo-riográfico (la imposibilidad reiterada dedistinguir, de manera rigurosa, entre lasnarraciones históricas y las narraciones deficción), la cuestión de la prueba desapare-cía de un golpe de toda la escena. Entoncesse volvió más urgente que nunca, ocuparsede este tema de la prueba. Y tanto más,cuanto que las implicaciones morales y po-líticas, en el sentido más amplio, y no pu-ramente intelectuales de este postmodernis-mo deconstruccionista, habían sido ya in-dicadas con mucho vigor por Arnaldo Mo-migliano.

Además, un elemento que me afectabade manera personal debía entonces inmis-cuirse en esta discusión. Mi amigo Adria-no Sofri acababa de ser condenado a 22años de prisión, bajo la acusación de que élhabría ordenado un asesinato político. Sucondena debía ser confirmada al final deuna interminable epopeya judicial, comen-

4 “Spie. Radici di un paradigma indiziario” en el libro coordinado por A. Gargani, Crisi della ragioni.Nuovi modelli nel rapporto tra sapere e attività umane, Turín, Ed. Einaudi, 1979, pp. 59-106. En español,“Huellas. Raíces de un paradigma indiciario” en el libro Tentativas, Ed. Universidad Michoacana, More-lia, 2003, pp. 93-155.5 “Paradigma indiziario e conoscenza storica: dibattito su Spie di Carlo Ginzburg” en la revista Quaderni diStoria, núm. 12, julio-diciembre de 1980, pp. 3-54. (Las dos intervenciones de Carlo Ginzburg dentro de estedebate, se han publicado ya en el libro Tentativas, recién citado, y se reproducen también en este mismonúmero de Contrahistorias, bajo el título de “Intervención sobre el paradigma indiciario”. Nota del Comité deContrahistorias).6 Pesquisa sobre Piero, Ed. Muchnik, Barcelona, 1984.

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zada a finales de los años ochenta. Así, eldeseo de demostrar la inocencia de mi ami-go me empujó a escribir un pequeño libro(El juez y el historiador), que discutía deindicios y de pruebas en el seno de una pers-pectiva que no era académica.7 Por prime-ra vez, y hasta este momento por últimavez en mi vida, la investigación y la demos-tración de la verdad no se me presentabancomo fines en sí mismos, (una expresiónque para mí tiene el más alto valor), sinocomo instrumentos subordinados a un finpráctico: se trataba de convencer a los jue-ces del proceso en curso, de que las prue-bas que habían sido producidas para de-mostrar la culpabilidad de Adriano Sofri notenían ninguna consistencia. Mi esfuerzofracasó, como han fracasado ulteriormentetodos aquellos que han intentado volver aponer en discusión una condena cuya in-justicia salta a la vista de todo el mundo.Adriano Sofri purga su condena desde haceocho años.

Es posiblemente esta experiencia de in-vestigación, impuesta por las circunstan-cias, la que me condujo a descubrir la exis-tencia de una antigua retórica fundada so-bre las pruebas, en contra de la retóricamoderna y postmoderna opuesta a esasmismas pruebas: para decirlo más breve-mente, Aristóteles en contra de Nietzschey de sus epígonos. Los ensayos compiladosbajo el título Rapporti di forza parten deesta oposición para proponer, a través deuna serie de ejemplos, la posibilidad de leeruna serie de indicios como si fuesen otrastantas pruebas (por ejemplo, el famoso es-pacio en blanco del libro La educación senti-mental).8 Pero tengo la impresión de que

queda todavía mucho por hacer, en estemismo sentido.

Como lo he dicho ya, la prueba es-taba prácticamente ausente de mi

ensayo sobre los indicios. La serie, por elcontrario, estaba muy presente, pero comoun simple hecho que no había sido someti-do al análisis. Por ejemplo, yo subrayabaque Morelli identificaba los indicios que leinteresaban, como desviaciones diferencia-les al interior de series homogéneas, com-puestas por las uñas pintadas, por los ló-bulos de la oreja que habían sido pintados,etc..., pero no discutía acerca de los proce-dimientos que habían podido conducirlo aconstruir tal tipo de series. Pero una re-flexión sobre la noción misma de serie seme impuso, ulteriormente, en dos frentes:primero en el frente de la historia del arte,a través de mis investigaciones sobre Pierodella Francesca, y después en el frente delfolklor y de la historia de las religiones, através de mis investigaciones sobre el Aque-larre de las brujas. Había sido llevado a pre-guntarme, de una parte, qué era lo que ha-cía posible la construcción de una serie fun-dada sobre datos estilísticos (por ejemplo,las obras atribuidas a Piero); y de otra par-te, lo que hacía posible la construcción deuna serie de mitos o de ritos análogos, in-dependientemente de su contexto y de sufisonomía más manifiesta.

Tanto en un caso como en el otro, se tra-taba de reflexionar sobre la noción de se-mejanza, superando los datos superficiales,para tratar de captar los elementos más pro-fundos. Hoy, me parece que este giro en

7 El juez y el historiador, Ed. Muchnik, Barcelona, 1993.8 Rapporti di forza. Storia, retorica, prova, Milán, Ed. Feltrinelli, 2000.

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dirección de la morfología, estaba ya con-tenido implícitamente en la hipótesis delparadigma indiciario. Porque el procedi-miento epistemológico que consistía en po-ner el acento sobre las anomalías, debía ine-vitablemente conducirme a reflexionar so-bre las series, e inversamente. Además, ha-bía otra dicotomía que venía a conectarsecon esta oposición entre la anomalía y laserie: la que oponía el proceso de mostrar yel de demostrar (para retomar el título conel que había respondido a uno de mis críti-cos). En mis consideraciones sobre el temade la prueba, mehabía concen-trado sobre lacuestión de lademostración.Pero es claro queestas dos vías notienen, cierta-mente, nada de incompatibles. Muy al con-trario: ellas pueden incluso reforzarse recí-procamente. De modo que he intentado re-correr las dos vías juntas: tanto en mi librosobre Piero, como en mi libro El juez y elhistoriador. Sin embargo, las articulacionesde estos dos caminos, al interior de la in-vestigación concreta y de la demostra-ción, me parecen un tema de reflexióninagotable.

Regreso ahora sobre otra pareja de tér-minos, que he evocado antes rápidamente:el de la serie y la anomalía (o mejor aún, delas anomalías, en plural). Dentro de las in-vestigaciones que he llevado a cabo en elcurso de estos años, en torno de temas fre-cuentemente muy alejados los unos de losotros, la relación entre las series y las ano-malías tiene una importancia decisiva, dela cual no encuentro ningún otro equiva-lente en el seno de mi trabajo, más que enmi propio interés por la relación entremorfología e historia.

Una de las críticas que me ha sido diri-gida frecuentemente, es la de haberme con-centrado sobre personajes o sobre fenóme-nos anormales, que no permitirían derivarde ellos, en tanto que tales, ninguna gene-ralización. Y me parece que aflora aquí unaposible ambigüedad, que considero impor-tante aclarar. Algunos han leído mi ensayosobre el paradigma indiciario como un elo-gio del fragmento, del detalle aislado, de laanomalía en tanto que opuesta a la serie.Pero nada está más lejos de mis intencio-nes, tanto implícitas como explícitas. Pues

es preciso recor-dar que al finalde este ensayo,declaraba queera necesariopartir de deta-lles aparente-mente margi-

nales para ser capaces de captar el sentido glo-bal de una realidad, que se hallaba encu-bierta y oscurecida por las nubes negras dela ideología. Y reitero que sigo recono-ciéndome todavía dentro de esta mismaambición.

La significación, los procedimientos, loslímites de la generalización me parecen, másque nunca, estar en el centro del trabajo delos historiadores. Pero la idea de que no po-dríamos generalizar más que a partir decasos promedio, de casos normales (o, porlo menos, considerados como tales), nosolamente me parece una idea perezosa: meparece incluso insensata. Ya que muy fre-cuentemente los historiadores confundenla documentación que ellos conocen contoda la documentación disponible, y des-pués la documentación disponible con todala que ha sido producida, e incluso esta úl-tima con la realidad social entera que haproducido dicha documentación. Encambio, la noción de “excepcional nor-

...La significación, los procedimientos,los límites de la generalizaciónme parecen, más que nunca,

estar en el centro del trabajo de loshistoriadores...

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mal” —según el oxymorón particularmen-te eficaz propuesto por Edoardo Grendi—subraya la posibilidad de que un documen-to raro, desde el punto de vista estadístico,es decir “excepcional”, pueda esclarecer unfenómeno social difundido y “normal”.9

Pero la generalización histórica puede tam-bién tomar otros caminos.

Mi libro El queso y los gusanos ha sidoobjeto de numerosas críticas, porque suprotagonista, el molinero friulano Dome-nico Scandella apodado Menocchio, erauna figura anómala, no representativa, y ala cual se podría entonces simplemente ig-norar. Pero debo decir que no estoy deacuerdo más que con la primera parte deesta secuencia argumentativa, (o que in-tenta hacerse valer como tal). Pues yo fuiel primero en subrayar el carácter excep-cional de la figura de Menocchio. Perociertos aspectos de su comportamiento,me parecía que estaban ligados a fenó-menos mucho más generales. Por ejem-plo, la desviación inconsciente entre losrecuerdos que Menocchio conservaba desus lecturas, y las páginas de los librosque él había efectivamente leído, nospermitían comprender el bagaje de espe-ranzas, de presupuestos, etc., con el cuallos hombres y las mujeres ligados a unacul tura esencia lmente ora l , podíanaproximarse a los libros impresos.10 Si nome equivoco, esta hipótesis, formuladaa partir del caso de Menocchio, ha atraí-do la atención de los investigadores so-bre la dimensión históricamente cam-biante de un fenómeno que, hasta esemomento, había sido considerado, sin

decirlo, como una realidad invariante: elfenómeno de la lectura.11

La posibilidad de pasar desde un caso ais-lado hacia la generalización, parte de unahipótesis que ha ido ganando en claridad através del tiempo. Hoy propondría consi-derar a un individuo como el punto de in-tersección de toda una serie de conjuntosdiferentes, que tienen cada uno dimensio-nes variables. Porque un individuo perte-nece a una especie animal (homo sapienssapiens), y también a un género sexual, y auna comunidad lingüística, política, pro-fesional, y así por el estilo. Y entre todosesos conjuntos, hay también el que se fun-da sobre las huellas digitales, y que en estecaso comprende a un solo individuo. Peroidentificar a un individuo exclusivamentepor sus huellas digitales no es lícito, másque dentro de una óptica policíaca.

El historiador debe partir de la hipóte-sis de que en todo individuo, sea cual sea, eincluso el más anómalo (y posiblementetodo individuo es anómalo, o por lo me-nos puede aparecer como tal), en todo in-dividuo coexisten elementos más o menosgeneralizables. Con lo cual, la anomalía seráentonces el resultado de las reacciones re-cíprocas entre todos estos elementos. Asíque hablar de anomalía de una manera ab-soluta no tiene ningún sentido. Lo que tie-ne sentido, por el contrario, es evocar lasanomalías o las desviaciones en relación auna cierta perspectiva. Por eso, en un ensa-yo reciente titulado “Semejanzas de fami-lia y árboles de familia: dos metáforas cog-noscitivas”, he intentado ilustrar las poten-cialidades cognoscitivas de la anomalía en

9 Carlo Ginzburg y Carlo Poni, “El nombre y el cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico” en larevista Historia Social, núm. 10, Valencia, 1991, pp. 63-70.10 El queso y los gusanos, Ed. Océano, México, 1998.11 Pienso sobre todo en los trabajos de Roger Chartier, que han renovado este particular campo de investigación.

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el seno de distintos sectores.12 Y es claro quela hipótesis del paradigma indiciario me haayudado a introducir este tema dentro deldebate, desde una perspectiva histórica,tema al cual me siento muy vinculado.

Evocando hace unos momentos elcaso de Menocchio, he anticipado

el tercer punto que había anunciado: lacuestión del caso. Desde hace aproxima-damente unos veinte años, la casuística seha puesto (o havuelto a ponerse)de moda, graciasa los desarrollosde la biología y ala emergencia dela bioética. Den-tro de una com-pilación reciente de artículos, titulada Pensara través del caso, Jean-Claude Passeron y Jac-ques Revel han vuelto a traer a colación entorno de este tema, mi ensayo sobre el pa-radigma indiciario.13 No obstante esto, hacesolamente algunos pocos años que me heocupado específicamente de la casuística, ysobre todo en su relación con la obra deMaquiavelo.14

Y ahora me doy cuenta, una vez más, deque trabajo dentro de una perspectiva queentrecruza al mismo tiempo la teoría conla historia. Esto quizá se debe, sobre todo,a mis límites personales: soy incapaz de lan-zarme dentro de una reflexión puramente

teórica. Pero me pregunto, de otra parte, siincluso aunque fuese capaz, tendría ganasde hacerlo. Pues tengo la impresión de quesalvo muy raras excepciones, la teoría im-plícita es más rica que la teoría explícita.Al final de su Ensayo sobre las variacionesestacionales de las sociedades esquimales de1906, Marcel Mauss afirmó que un casobien elegido y estudiado en profundidad,es suficiente para sentar las bases de la com-paración.15 Y yo agregaría, pensando en losensayos que Aby Warburg redactó durante

esos mismosaños: un casobien elegido yestudiado enprofundidad,es suficientepara sentar lasbases de una

reflexión teórica. Pero, ¿qué significa en-tonces “un caso bien elegido”? Y más radi-calmente ¿qué es, precisamente, un “caso”?

Quisiera dar una respuesta provisional aestas cuestiones, remitiéndome a un texto queme sorprende que no sea evocado, dentro dela vasta discusión que hoy suscita este renaci-miento de la casuística. Se trata del capítuloque André Jolles consagra a este problema delcaso, en su libro Einfache Formen (Formas sim-ples): una investigación de morfología litera-ria muy original, publicada en 1930, y redes-cubierta a principios de los años setenta, gra-cias a la traducción francesa publicada en lasEdiciones du Seuil, en la colección Poétique.16

12 “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas”, texto incluido en este mismonúmero de Contrahistorias.13 Jean-Claude Passeron y Jacques Revel (editores), Penser par cas, París, 2005.14 “Machiavelli, l’eccezione e la regola. Linee di una ricerca in corso” en Quaderni Storici, núm. 112,2003, pp. 195-213.15 Marcel Mauss, Essai sur les variations saisonnières des sociétés eskimo. Etude de morphologie sociale, en el libroSociologie et Antropologhie, Ed. PUF, París, 1966, pp. 389-477.16 A. Jolles, Einfache Formen, Halle (Saale), 1930, pp. 171-199.

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...Desde hace aproximadamenteunos veinte años, la casuística se ha puesto

(o ha vuelto a ponerse) de moda,gracias a los desarrollos de la biología

y a la emergencia de la bioética...

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Jolles distinguía el caso (Kasus), de lailustración (Beispiel) de una norma prácti-ca, lo mismo que del ejemplo (Exempel),basado sobre un concepto de carácter ge-neral. De modo que el caso es una narra-ción, la mayor parte de las veces muy brevey muy densa, que subraya las contradiccio-nes internas de una norma, o las contra-dicciones entre dos sistemas normativos.“Lo que constituye la particularidad de laforma del caso”, concluye Jolles, “es que élplantea una pregunta sin poder darnos larespuesta, que nos impone la obligación dedecidir pero sin incluir la decisión misma,que es el lugar en el que se efectúa la apues-ta, pero no su propio resultado” (p. 151).Jolles subrayaba la potencialidad crítica delcaso en relación a las normas jurídicas o mo-rales. Siguiendo sus pasos, observaré que sise constituye en el objeto de una investiga-ción circunscrita, el caso propiamente dicho,puede conducirnos a poner nuevamente endiscusión los paradigmas epistemológicos do-minantes, al denunciar sus puntos débiles. Demodo que entre los desarrollos posibles de lahipótesis fundada sobre el paradigma indi-ciario, me parece que este tema del caso esuno de los más promisorios.

Como lo había indicado en el co-mienzo, llego ahora al último de los

tres elementos presentes dentro de mi en-sayo “Indicios”: el elemento autobiográfi-co. Se trataba en verdad de una cripto-au-tobiografía, evocada con mucha discreción.Quisiera ahora expresarme de manera másexplícita, esperando que estas breves re-flexiones no les parezcan a ustedes dictadaspor el narcisismo. La actitud que consisteen preguntarse cómo ha nacido una idea,

no me parece que implique un juicio sobresu valor o sobre su originalidad.

El primer ensayo que publiqué, “Bruje-ría y piedad popular. Notas a propósito deun proceso de 1519 en Módena”, se termi-naba con estas palabras: “(…) incluso has-ta en sus aspectos más irreductiblemente in-dividuales, el caso de Chiara Signorini [elpersonaje principal de este proceso], pue-de adquirir una significación por decirlo así,paradigmática”. El ensayo fue publicado en1961. El libro de Thomas Kuhn, La estructurade las revoluciones científicas, que debía in-troducir de una manera estable el términode “paradigma” en el léxico intelectual in-ternacional, apareció el año siguiente. El re-descubrimiento de la casuística estaba enton-ces, todavía varios años adelante de nosotros.Pero el contexto pertinente de esta frase debeser buscado en otro lado: en mi ambivalenciafrente a este elemento “irreductiblemente in-dividual”. De un lado, lo consideraba comoun límite, pero de otra parte, veía un límiteque permitía la generalización.

Encuentro una explicación a esta ambi-valencia, en un pasaje del Prefacio de milibro Mitos, Emblemas, Indicios: un libroque era una compilación de textos, y quecomenzaba recuperando este primer ensa-yo, “Brujería y piedad popular”. En ese Pre-facio, y para explicar la continuidad de mistrabajos con las lecturas que había hecho amediados de los años cincuenta, poco an-tes de entrar a la Universidad, proponía unalista de nombres: “Croce y Gramsci (Cro-ce leído a través de Gramsci); Spitzer, Auer-bach, Contini”.17 Subrayaba entonces quese trataba de autores propuestos en esosaños por la revista Officina, dirigida entreotras personas por Pier Paolo Pasolini y porFranco Fortini. Me separaban diecisiete

17 Mitos, Emblemas, Indicios, Ed. Gedisa, Barcelona, 1994, p. 11.

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años del primero, y veintidós años del se-gundo. Pero igual que ellos, yo había leídoa Croce a través de Gramsci para alejarmede Croce, de quien, sin embargo, habíapermanecido deudor (como, de otra parte,el propio Gramsci, pero también como todala generación de intelectuales que debíansufrir su influencia).

Había en mi lectura un elemento muypersonal: mi padre, muerto cuando yo te-nía cinco años, había estado muy ligado aCroce. (El ejemplar del libro Historia deEuropa en el siglo XIX, que yo había leído,tenía escritas en la primera página algunaspalabras de agradecimiento, dirigidas porCroce a mi padre, que le había indicadoalgunos errores dentro de la parte consa-grada a la historia rusa). Y hoy comprendoque la importancia acordada al elementoindividual me venía de la estética de Cro-ce, pero que la necesidad de superar ese ele-mento individual mediante una generali-zación, me venía de parte de Gramsci. Asíque aquí están los anteojos a través de loscuales he debido leer, poco después, el li-

bro de Mínima Moralia de TheodorAdorno, la Psicopatología de la vida coti-diana de Freud, Los Reyes Taumaturgos deMarc Bloch, los ensayos de Aby Warburg,y así por el estilo.

Tal es, me parece, el camino que me hallevado hacia la formulación del paradig-ma indiciario. Pero para nuestras discusio-nes, un tal itinerario no tiene gran interés.Por definición, el contexto de un descubri-miento y su justificación no coinciden en-tre sí. El contexto tiene siempre una raízsubjetiva (y esto es válido, incluso si la for-mulación de dicho descubrimiento, verda-dero o no, emana de un grupo). Pero lajustificación es siempre intersubjetiva. Y elgrado de fecundidad (por mi parte, yo di-ría más bien de traducibilidad interna)18 deuna hipótesis, consiste en la posibilidad deque seamos capaces de insertarla en el senode diferentes subjetividades, al interior decontextos distintos, dentro de proyectos deinvestigación diversos. El programa de esteColoquio, nos invita a un verdadero ban-quete de dichas diferencias.

18 Releyendo este texto, me doy cuenta de que aquí se encuentra un eco inconsciente de una idea expresada porGianfranco Contini, en su libro Un’idea di Dante, Turín, 2001, p. 72 (en el que habla de la poesía).

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En su ensayo juvenil e inconcluso “Sobre la verdad y las mentiras enun sentido no moral”, Nietzsche disuelve de manera agresiva la verdaden toda una serie de figuras retóricas. Aquí está el principio de unpasaje frecuentemente citado: “¿Qué es entonces la verdad? Una cam-biante multitud de metáforas y de metonimias”.1 Los lingüistas y losfilósofos de la ciencia, inspirados frecuentemente de una manera indi-recta por esta anotación de Nietzsche, han argüido repetidamente quelas metáforas moldean nuestro pensamiento.2 Pero en su versión am-plia, el argumento en realidad es muy simple. Las metáforas cognosci-tivas no trabajan dentro de un vacío; ellas interactúan con la evidenciaempírica, con las circunstancias sociales y biográficas, y con todo tipode objetivos y de restricciones —sean estas estéticas, morales y políti-cas. Mi estudio de caso, basado en dos metáforas cognoscitivas relacio-nadas muy de cerca con las imágenes —figuren, en el doble sentido,tanto literal como metafórico—, podríamos esperar que arroje algunaluz sobre este proceso y sobre sus diversas complicaciones.

* El presente texto es una versión revisada de una ponencia que leí en Berlín, en Padua y en Chicago. Agradez-co mucho a Gian Antonio Danieli, Andrea G. de Marchi y a Giovanni Ricci por sus útiles comentarios (Notade Carlo Ginzburg). ** Este texto fue publicado inicialmente en inglés en la revista Critical Inquiry, núm. 30, de la primavera de2004. En él, Ginzburg retoma el complejo y fundamental problema de la relación o la dialéctica entre loselementos singulares y los elementos generales, uno de los ejes esenciales de su ensayo sobre el paradigmaindiciario. Por eso, lo hemos incluido en este dossier de Contrahistorias, con la autorización del propio CarloGinzburg, a quien agradecemos enormemente esta autorización, así como su apoyo en general para la compo-sición de este número 7 de nuestra revista Contrahistorias. La traducción del inglés al español es obra deCarlos Antonio Aguirre Rojas.1 Friedrich Nietzsche, “Über Wahrheit und Lüge im aussermoralischen Sinne”, Werke: Kritische Gesamtausga-be, edición de Giorgio Colli y Mazzino Montinari, 9 volúmenes en 33 (Berlín, 1973), 3.2.374: “Was ist alsoWahrheit? Ein bewegliches Heer von Metaphern, Metonymien”. Véase también, Carlo Ginzburg, History,Rethoric, and Proof, (Hanover, N.H., 1999), p.8.2 Véase R. S Wells, “The Life and Growth of Language: Metaphors in Biology and Linguistics”, en BiologicalMetaphor and Cladistic Classification, editado por Henry M. Hoenigswald y Linda F. Wiener (Philadelphia,1987), pp. 39-80.

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CONTRA

HISTORIAS

CARLO GINZBURG*

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Semejanzas de familia y árboles de familia:dos metáforas cognoscitivas**

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— 1 —

Hoy la expresión semejanzas de familia comouna metáfora cognoscitiva se encuentra ge-neralmente asociada con el nombre de Lud-wig Wittgenstein.3 En un muy bien conoci-do pasaje, incluido en su libro InvestigacionesFilosóficas y escrito durante los años treinta,Wittgenstein trata de saber cómo es que unopuede avanzar si se plantea la cuestión de de-finir el término de juego. Después de haberintentado varias definiciones, ninguna de lascuales es capaz de captar las semejanzas elusi-vas compartidas por todo tipo de los diferen-tes juegos, Wittgenstein escribe:

Puedo pensar que no existe una ex-presión mejor para caracterizar estassimilitudes que el término de “seme-janzas de familia”; y estoy hablandode las diferentes semejanzas que se danentre los miembros de una familia: tipode construcción, facciones, color delos ojos, porte, temperamento, etc.,etc., superpuestas entre sí y entrecru-zadas en el mismo sentido. —Y en-tonces diría, en esta misma línea: “losjuegos” forman una familia.4

En una conferencia sobre la ética —suúnica conferencia pública, dada en Cambrid-ge en noviembre de 1929—, Wittgenstein hausado la misma metáfora, refiriéndose explí-citamente al experimento que había desenca-denado sus propias reflexiones:

Y para tratar de aclararles tanto comome es posible lo que estoy tratandode entender bajo el tema de la ética,puedo poner frente a ustedes un cier-to número de expresiones, más o me-nos sinónimas, de este último térmi-no… y al enumerarlas todas ellas, loque trataría es de producir la mismasuerte de efecto que Galton intentaproducir cuando toma una serie defotos de diferentes caras y las ubica enla misma placa fotográfica, para tratarde darnos un cuadro de los rasgos tí-picos que tienen todas esas fotogra-fías en común. Y mostrando entoncesesta foto colectiva, puedo tratar demostrarles cuál es por ejemplo, diga-mos, la cara típica china; entonces, siobservan a través de esta lista de sinó-nimos que voy a exponerles, ustedespodrán, así lo espero, ser capaces dever los rasgos característicos que to-das tienen en común, y que son losrasgos característicos de la ética.5

La metáfora y la referencia son las mismas,pero las conclusiones de los dos pasajes cita-dos son diferentes; e incluso uno podría de-cir que son hasta opuestas. Una ulterior re-flexión sobre los experimentos de Galton, lle-vó a Wittgenstein a descartar “lo típico”, los“rasgos característicos” compartidos por to-dos los miembros de una familia metafórica—los sinónimos de la ética, por ejemplo—para poner en su lugar una mucho más laxanoción de semejanzas de familia. El pasaje que

3 Véase Renford Bambrough, “Universals and Family Resemblances”, en The Philosophy of Wittgenstein, edita-do por John V. Canfield, 15 vols. (New York, 1986), 5:197-214, especialmente página 197. Véase tambiénHubert Schwyzer, “Essence without Universals” e Ilham Dilman, “Universals: Bambrough on Wittgenstein”,en The Philosophy of Wittgenstein, pp. 295-304, 305-28. La noción de Wittgenstein de semejanzas de familia esel punto de partida de George Lakoff, Women, Fire, and Dangerous Things: What Categories Reveal about theMind (Chicago, 1987). Véase también Marinela Andronico, Antropologia e metodo morfologico: Studio su Witt-genstein (Nápoles, 1988). Agradezco a Arnold Davidson por haberme proporcionado esta referencia.4 Ludwig Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen-Philosophical Investigations, traducción de G. E. M.Anscombe, segunda edición (1958; Oxford, 1998), §67, p. 32.5 Wittgenstein, “A Lecture on Ethics”, The Philosophical Review 74 (enero 1965): 4-5. Para la fecha véase RayMonk, Ludwig Wittgenstein: The Duty of Genius (Londres, 1990), p. 277.

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continúa al que hemos citado más arriba, enel mismo libro de Investigaciones Filosóficas,dice lo siguiente:

Y, por ejemplo, los tipos de númeroforman una familia en el mismo sen-tido. ¿Por qué llamamos nosotros aalgo un “número”? Bueno, tal vez por-que tiene una relación —directa—con varias cosas que hasta ese momen-to han sido llamadas número; y estomismo puede ser dicho para otorgar-le también una relación indirecta conotras cosas que llamamos bajo el mis-mo nombre. De este modo, extende-mos nuestro concepto de númerocomo si estuviésemos tejiendo un hiloque vamos entrelazando fibra tras fi-bra. Y la fuerza del tejido no reside enel hecho de que alguna de las fibrascorra a lo largo de todo el tejido, sinomás bien en el entrecruzamiento delas muchas fibras.6

Las últimas frases aluden a un pasaje saca-do del libro de Goethe, y titulado AfinidadesElectivas, en el que se introduce una parte deldiario de Otilia: “Existe una curiosa costum-

bre en la marina británica; toda la cordeleríade la Armada Real, sea pesada o ligera, estátejida de tal modo que un hilo rojo corre através de toda la soga, por medio de la cual,incluso la más pequeña pieza puede ser reco-nocida como una propiedad de la Corona”.7

La referencia implícita de Wittgenstein a estepasaje implica una subversión de su signifi-cado. Y, como voy ahora a mostrarlo, la in-terpretación de Wittgenstein respecto de losexperimentos de Galton con la fotografía esigualmente subversiva, respecto de su objeti-vo original.

— 2 —

Entre 1878 y 1888, una década dentro de unalarga y productiva vida, Francis Galton (1822-1911) trabajó intensivamente en varios retra-tos “compuestos” o “genéricos”.8 John May-nard Keynes escribió una vez, respecto deGalton, que era un científico autodidacta yque encarnaba en el más alto grado “el espíri-tu de la curiosidad científica universal”.9 Perodetrás de una versatilidad intelectual que in-

6 Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen-Philosophical Investigations, §67, p. 32.7 Johann Wolfgang von Goethe, Elective Affinities, traducción de Elizabeth Mayer y Louise Bogan (SouthBend, Ind., 1963), p. 157. Freud se refiere a este pasaje en su libro sobre el chiste; véase Sigmund Freud, Jokesand Their Relation to the Unconscious, en The Standard Edition of the Complete Psychological Works of SigmundFreud, traducción y edición de James Strachey, 24 vols. (Londres, 1953-74), 8:23-24.8 Aquí hay una lista parcial de las contribuciones de Galton al respecto: Francis Galton, “Composite Portraits,Made by Combining Those of Many Different Persons into a Single Resultant Figure”, Journal of the Antrho-pological Institute of Great Britain and Ireland 8, núm. 2 (1879): 132-44; “Generic Images”, Proceedings of theRoyal Institution 9 (Abril 1879): 167-70; “Composite Portraiture”, Photographic Journal 5 (1881): 140-46;“Composite Portraiture”, Photographic News 25 (1881): 316-17; Inquiries into Human Faculty and Develop-ment (Londres, 1883), con un apéndice sobre “composite portraiture”, pp. 221-40; y “Photographic Compo-sites”, Amateur Photographer and Photographic News 29, (Abril 1885): 243-45. Véase también Allan Sekula,“The Body and the Archive”, October, núm. 39 (1986): 3-64 (sobre Galton, véanse las páginas 18, 40, y 51-52); y Meter Saurisse, “Portraits composites: La Photographie des types physionomiques à la fin du XIXesiècle”, Histoire de l’art 37-38 (Mayo 1997): 69-78. No me ha sido posible revisar el texto de David Green,“Veins of Resemblance: Photography and Eugenics”, en Photography/Politics:Two, editado por Patricia Ho-lland, Jo Spence, and Simon Watney (Londres, 1986), pp. 9-21.9 Citado en Milo Keynes, “Sir Francis Galton —A man with a Universal Scientific Curiosity”, en Sir FrancisGalton, FRS: The Legacy of His Ideas, editado por Keynes (Londres, 1993), p. 1.

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cluía mapas y huellas digitales, estadísticasy eugenesia, y muchas otras cosas más,emergen sin embargo algunos patrones másdefinidos.10

En 1877 Charles Darwin reenvió a Gal-ton, que era su medio primo, una carta quehabía recibido desde Invercargill en NuevaZelanda. El autor de esta carta, un tal A. L.Austin, describía un pequeño descubrimien-to que había hecho al superponer dos foto-grafías mediante un estereoscopio: “las doscaras se degradan hasta convertirse en una solade una manera notable, produciendo en elcaso de algunos retratos de mujer, en cadaejemplo, un decidido mejoramiento en cuan-to a su belleza”. El invento, afirmaba Austin,podría ser mejorado y utilizado para una granvariedad de propósitos:

Si tomamos una cámara binocularpara estos propósitos, y cada personaes fotografiada en una mitad del ne-gativo, estoy seguro de que los resul-tados podrían ser todavía más sor-prendentes. Quizás algo podría ha-cerse en este sentido respecto a laexpresión de las emociones en loshombres y en los animales inferiores,etc.. Yo no tengo tiempo ni oportu-nidades para hacer estos experimen-tos, pero me parece que algo podríahacerse con todo esto, por ejemplo,fotografiando las caras de diferentesanimales y de diferentes razas de se-res humanos, etc.. Pienso que unavista estroboscópica de un simio quesea miembro de una tribu, y de unacara de un ser humano que sea miem-bro de las clases inferiores, podría

producir una muy curiosa mezcla;también en cuanto a la cuestión decruzar animales y las imágenes de susdescendientes. Y me parece que algopodría resultar, igualmente, de la com-paración de fotos de un marido o desu mujer respecto de sus hijos, etc.11

Excepto por lo que corresponde a la alu-sión al trabajo de Darwin respecto de la ex-presión de las emociones en los hombres y enlos animales, que él prácticamente ignoró demanera tácita, Galton siguió muy de cerca lacarta y el espíritu de las observaciones deAustin. Desde el punto de vista técnico, de-sarrolló una sugestión hecha por HerbertSpencer, y proyectó varios retratos sobre lamisma placa fotográfica, mucho más queyuxtaponerlos entre ellos. Y al comentar losretratos compuestos resultantes, Galton es-cribió que cada uno de ellos era:

Una imagen generalizada; imagen queno representa a ningún hombre enparticular, sino que son más bien comoretratos de una figura imaginaria queposeería los rasgos promedio de ungrupo dado de hombres. Estas carasideales tienen un sorprendente aire derealidad. Nadie que mire alguna deellas por primera vez, podría dudar deque es algo que se parece mucho auna persona viviente, aún cuando,como lo he dicho, este no es el caso;se trata más bien del retrato de un tipoy no de un individuo.12

“Un grupo dado de hombres” —pero exac-tamente, ¿qué tipo de grupos eran los exami-

10 Véase Nicholas W. Gillham, Sir Francis Galton: From African Exploration to the Birth of Eugenics (Oxford,2001). La sección que trata sobre los debates entre los seguidores de Galton es especialmente valiosa; la secciónsobre los “retratos compuestos”, pp. 215-20, es más descriptiva.11 Citado en Galton, “Composite Portraits”, p. 137. Véase también Galton, Inquiries into Human Faculty andDevelopment, pp. 345-46.12 Galton, “Composite Portraits”, p. 132.

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nados? La lógica que inspiró el trabajo deGalton emerge claramente a partir de la si-guiente muestra.

La primera fotografía (figura 1), está ba-sada en el archivo criminal compilado por SirEdmund Du Cane, director general de pri-siones.13 En su esfuerzo para identificar dife-rentes géneros de tipos criminales, Galtonopone a los “hombres convictos por robo (sinviolencia)” con, de otra parte, “la PoblaciónNormal. Oficiales y Hombres del Departa-mento de Ingenieros Reales”. Otro experi-mento (figura 2), contrapone a los “cuadroscompuestos de población de enfermos dehospitales, de un lado tísicos, y del otro notísicos”. Un tercero busca la reconstituciónde “el tipo judío” (figura 3).14 Y la figura 4,muestra el experimento en retratos compues-tos que proveen el género para series enteras.

Esta imagen sorprendente debe ser reubi-cada en su contexto. Galton, el autor de untrabajo titulado Genio hereditario, estaba pro-fundamente involucrado con aquello que mástarde fue llamado “eugenesia”, una palabraque según él mismo explica:

Es igualmente aplicable a los hom-bres, a las bestias y a las plantas. Nosgustaría mucho tener una palabracorta para expresar esta ciencia dellinaje mejorado, que para nada está

limitada a los problemas de un sensa-to apareamiento, sino que más bien,y especialmente en el caso de loshombres, toma conocimiento de todoaquél tipo de influencias que puedantender, incluso en el más remoto gra-do, a darle a las más deseables razas oestirpes de sangre una mejor posibi-lidad de prevalecer rápidamente so-bre las menos deseables, mejor opor-tunidad de las que ellas habrían teni-do en otras condiciones.15

¿Era Galton un racista? Un estudioso hacomentado, recientemente, que esta pregun-ta carece de sentido, porque la actitud de Gal-ton era muy común durante el tiempo de supropia vida.16 Puede que se tratase de unaactitud muy difundida, pero que no debehacernos olvidar el hecho de que no todoslos ingleses de estos finales del siglo XIX seencontraban involucrados, como sí lo estabaGalton, en la construcción de una ciencia delmejoramiento del linaje racial, que podía pro-ducir imágenes como las de los “compuestosde ejemplares pura raza” (figura 5): una elec-ción particularmente apropiada de palabras,porque la etimología de la palabra raza (lomismo que los términos vinculados a ella,como race (en francés), razza (en italiano) yrace (en inglés)), deriva de haras, una palabravinculada a la crianza de caballos.17

13 Véase Galton, Memories of My Life (Londres, 1908), pp. 259-61.14 Galton, “Photographic Composites”, Photographic News 29 (1885), pp. 243-245. En este y en otros casosreferidos más adelante, me he apoyado en el libro de Karl Pearson, The Life, Letters, and Labours of FrancisGalton, 3 vols. (Cambridge, 1914-30), 2:283-98, cuyas ilustraciones (provenientes de los Archivos de Galton)son muy superiores a los originales. La fotografía compuesta de Galton se reproduce y comenta en DanielPick, Svengali’s Web: The Alien Enchanter in Modern Culture (Londres, 2000), pp. 183-84.15 Galton, Inquiries into Human Faculty and Development, pp. 24-25 n.1. Véase Galton, Hereditary Genius: AnInquiry into Its Laws and Consequences (Londres, 1869).16 Véase Michael Banton, “Galton’s Conception of Race in Historical Perspective”, en Sir Francis Galton, FRS,pp. 170-79, especialmente p. 178 (lleno de juiciosas observaciones, a pesar de sus conclusiones).17 Un punto señalado por G. Contini, quien refuta a Leo Spitzer en su temprana hipótesis que conectaba lapalabra raza y sus sinónimos con el término ratio. Véase G. Contini, “I più antichi esempi di’razza”, Studi difilologia italiana 17 (1959): 319-27.

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FIGURA 1.

Tipos prevalecientesde características

entre hombresconvictos por robo

(sin violencia).Población normal.

Oficiales y hombresde Ingenieros Reales.

FIGURA 2.

Compuestos depoblaciones de

hospitales tísicasy no tísicas.

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FIGURA 3.

El tipo judío.

FIGURA 4.

Compuestos de losmiembros de unafamilia.

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C Sontrahistoriala otra mirada de Clío

En su autobiografía, Galton deja muy cla-ro que él no está abogando por matrimoniosestablecidos compulsivamente: “como en lacrianza de animales. No se trata de esto. Yopienso más bien, que una severa compulsióndebería de ser ejercida para prevenir la librepropagación de los linajes de aquellos que es-tán seriamente afectados por la locura, por la

debilidad mental, por la criminalidad habi-tual y por el pauperismo”. Y concluye: “nopuedo dudar para nada, de que nuestra de-mocracia rechazará finalmente el seguirconsintiendo esta libertad de propagaciónde niños que hoy le es permitida a las cla-ses indeseables, pero para eso el populachonecesita todavía ser aleccionado, y se le ne-

FIGURA 5.

Compuestos de caballos pura raza.

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cesita aún enseñar el verdadero estado deestas cuestiones”.18

Los retratos compuestos de Galton sobrecriminales o individuos afectados por la tisis,y sus retratos de judíos, no pueden ser sepa-rados de su enérgica campaña en pro de una“severa compulsión” —esto quiere decir es-terilización— de las “menos deseables” razasy linajes de sangre.19 Las familias saludables,cuyos rasgos físicos él también se esforzabapor identificar, deberían ser protegidas decasamientos indeseables con individuos afec-tados por enfermedades como la locura o elpauperismo. En las tempranas décadas delsiglo XX, este tipo de propaganda se volviómuy popular, porque apelaba tanto a los na-cionalistas como a los socialistas —dos ideo-logías que estaban lejos de ser incompatiblesentre sí. A este respecto mencionaré solamenteun ejemplo. En un artículo publicado en1909, en la revista The Eugenics Review, Maxi-milian Rügge abogaba por “una ciencia ra-cial y una religión racial”, las que habían sidofundadas, respectivamente, por Galton y porNietzsche (y fue el propio Rügge quien tra-dujo al inglés los trabajos de este último). Elsuperhombre de Nietzsche era, según insistíaRügge, “un ideal racial”.20 Mientras que KarlPearson, el director de The Eugenics Review ybiógrafo de Galton, era un socialista.21

Ni Galton ni tampoco sus contemporá-neos, podían prever que treinta años más tar-de el régimen Nacional Socialista iría a llevara cabo un asesinato sistemático de ciertos gru-pos minoritarios, excluidos solamente por ra-zones eugenésicas.22 Así que mirar a Galtoncomo un precursor del nazismo sería algoabsurdo; la propia noción de precursor es,desde mi punto de vista, finalmente muy su-perficial. Pero mirar a la eugenesia nazi en uncontexto más amplio, podría arrojar muchamás luz respecto de su especificidad. Comolo ha sugerido Primo Levi, solamente unaaproximación comparativa puede ayudarnosa entender la singularidad y unicidad del na-zismo.23

— 3 —

La aproximación normativa de Galton haciael tema de la conducta social, explica su recu-rrente combinación de los “rasgos promedio”y de las “caras ideales”. Comentando acercade los retratos de los criminales escribió:

Debe ser observado que los rasgos delos cuadros compuestos lucen muchomejor que los de sus distintos com-ponentes. Las irregularidades especial-mente viles en los últimos han des-

18 Galton, Memories of My Life, p. 311.19 No pude revisar “Eugenics and the Jews”, una carta que Galton envió a The Jewish Chronicle, 30 de juliode 1910 (y que es uno de sus últimos textos publicados). Si no me equivoco, la conexión entre los retratoscompuestos de Galton y su involucramiento con la eugenesia ha sido frecuentemente subestimada o hastaignorada; véase por ejemplo Pearson, The Life, Letters, and Labours of Francis Galton, 2:283-98; CharlesPaton Blacker, Eugenics: Galton and After (Londres, 1952), pp. 46-47; y Derek William Forrest, FrancisGalton: The Life and Work of a Victorian Genius (Londres, 1974), pp. 138-42. Pero véanse los pertinentescomentarios de Sekula en “The Body and the Archive”, pp. 51-52.20 Maximillian A. Rügge, “Eugenics and the Superman: A Racial Science and a Racial Religión”, The Euge-nics Review 1, núm. 3 (1909): 187.21 Véase Anna Davin, “Imperialism and Motherhood”, History Workshop 5 (Spring 1978): 9-65.22 Véase Gillham, Sir Francis Galton, pp. 345-47.23 Véase Primo Levi, I sommersi e i salvati (Turín, 1986); traducción de Raymond Rosenthal, bajo el títuloThe Drowned and the Saved (New York, 1988).

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aparecido, y la común humanidad quesubyace a todos ellos ha prevalecido.De modo que esos cuadros compues-tos representan no al criminal, sino másbien al hombre que está expuesto acaer en el crimen. Todos los cuadroscompuestos lucen mejor que sus com-ponentes, porque el retrato promediode muchas personas está libre de lasirregularidades que, de distintas y va-riadas maneras, deforman la imagende cada uno de ellos.24

Esta mezcla de promedio estadístico e idea-lismo vago está muy lejos del impacto dura-dero y de largo plazo que tuvieron los retratoscompuestos de Galton, —un capítulo de lahistoria intelectual que ha sido escrito sólomuy parcialmente. Unos pocos ejemplos po-drán darnos una idea del amplio rango de in-terpretaciones y reflexiones suscitados por es-tas imágenes. En 1900, Jacob Cooper publi-có en la revista The Methodist Review un ensa-yo intitulado “La idea platónica esclarecidapor la fotografía compuesta”, arguyendo quelas invenciones de Galton daban “apoyo al sis-tema de la religión revelada” y refutaban lasteorías de Darwin.25 Un año antes, en su li-

bro Interpretación de los sueños, Freud se habíareferido reiteradamente a los retratos com-puestos de Galton, para ilustrar un rasgo es-pecífico del trabajo de elaboración del sueño:el proceso de la condensación.26 (De una ma-nera más indirecta, la permanente fascinaciónde Freud con las ambiguas imágenes de Gal-ton, reaparece otra vez en el comienzo de sulibro sobre el chiste, donde discute las “pala-bras mezcladas”, como por ejemplo el térmi-no Familionär de Heine).27 En 1936, GregoryBateson realizó un implícito (y posiblementeambivalente) homenaje al experimento deGalton, en el subtítulo de su obra maestra deantropología: Naven: una investigación sobrelos problemas sugeridos por una imagen com-puesta de la cultura de la tribu de Nueva Gui-nea definida a partir de tres puntos de vista.28

El padre de Gregory, William Bateson, unoriginal y polémico discípulo de Francis Gal-ton, había contribuido al redescubrimiento deltrabajo revolucionario de Gregor Mendel, yhabía jugado un importante papel en la funda-ción de la genética en tanto que disciplina.29

Todos los lectores que he mencionado enesta lista, omitieron el objetivo de los experi-mentos de Galton en el campo de la fotogra-

24 Galton, Inquiries into Human Faculty and Development, p. 343.25 Jacob Cooper, “The Platonic Idea Elucidated by the Composite Photograph”, Methodist Review 82 (July1900): 579.26 “The face that I saw in the dream was at once my friend R’s and my uncle’s. It was like one of Galton’scomposite photographs. In order to bring out family likenesses, Galton used to photograph several faces onthe same plate. So there could be no doubt that I really did mean that my friend R. was a simpleton —like myUncle Josef ” (Freud, The Interpretation of Dreams, in The Standard Edition of the Complete Psychological Worksof Sigmund Freud, 4:139; véase 4:293,320-21). Véase también Maurizio Giuffredi and Rodolphe Töpffer,Fisiognomica: Arte e psicologia tra Ottocento e Novecento (Bologna, 2001), pp. 195-209.27 Freud, Jokes and Their Relation to the Unconscious, p. 41.28 Véase Gregory Bateson, Naven: A Survey of the Problems Suggested by a Composite Picture of the Culture of aNew Guinea Tribe Drawn from Three Points of View, segunda edición (Stanford, California, 1958). En lastraducciones francesa e italiana de este libro de Naven el subtítulo ha sido omitido. Gregory Bateson fuenominado después de Gregor Mendel.29 Sobre la polémica científica que opuso a mendelianos y a defensores de la estadística biológica o biométri-cos, véase Donald Mackenzie, “Sociobiologies in Competition: The Biometrician-Mendelian Debate”, enBiology, Medicine, and Society (1840-1940), editado por Charles Webster (Cambridge, 1981), pp. 242-88(sobre el cual se apoya ampliamente Gillham, Sir Francis Galton, pp. 286-323).

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fía: ubicar grupos específicos pero tambiénmejorar los mecanismos del control social.Por el contrario, estos retratos compuestos loshicieron a todos ellos pensar, así que las imá-genes de Galton adquirieron una vida por símismas, abriéndose a nuevos espacios de re-flexión. El caso de Bateson es en este sentidoejemplar. Hasta donde yo sé, la alusión a Gal-ton en el subtítulo de su libro titulado Na-ven… ha pasado hasta hoy inadvertida. Deacuerdo al biógrafo de Bateson, las palabras“imagen compuesta” significan una “confi-guración holística” —lo que me parece unainterpretación que ignora completamente estepunto central.30 Por mi parte, creo que Bate-son nombró su descripción de los ritualesNaven una “imagen compuesta”, para enfa-tizar el hecho de que los tres puntos de vistaque había seleccionado —el del ethos, el dela estructura y el del funcionamiento prag-mático— se superponían solamente de unamanera parcial. En un nivel más general, losretratos compuestos de Galton, al comprimiruna secuencia cronológica —por ejemplo,varias generaciones de una misma familia—en una imagen singular, reforzaban el sesgoantihistórico de Bateson. En el primer capí-tulo de su libro, intitulado “Métodos de pre-sentación”, Bateson expresó poderosamentesu disgusto con la historia, tanto como, másen general, con las presentaciones verbales li-neales y secuenciales:

Dado que (…) es imposible presentarla totalidad de una cultura simultánea-mente y en un simple flash, entoncesdebo comenzar con algún punto ar-bitrariamente elegido dentro del aná-lisis; y puesto que las palabras debenser necesariamente organizadas en lí-neas, entonces debo presentar a la cul-

tura, que como cualquier otra culturaes en realidad una muy elaborada re-tícula de causas y efectos interrelacio-nados, no como una red de palabras,sino más bien como palabras ordena-das en una serie lineal. El orden en elcual una descripción es establecida esentonces necesariamente arbitrario yartificial (…) a través de este análisis,debo limitarme a mí mismo a expli-caciones sincrónicas de los fenóme-nos, es decir, a explicaciones que in-vocan solamente a otros fenómenostal y como ellos se encuentran ahorapresentes dentro de la cultura Iatmul(…) Yo entonces no preguntaré cuáles la figura que ciertas ceremonias desu bagaje cultural han podido teneren el pasado. En el uso de la termino-logía causal, tendré entonces que re-ferirme mucho más a las causas condi-cionantes que a las causas precipitantes.Lo cual, por ejemplo en un estudiosincrónico del fuego, significa que ten-dría que decir que el fuego arde por-que hay oxígeno dentro del cuarto,etc., pero no me preguntaría cómoes que ese fuego fue inicialmente en-cendido.31

— 4 —

Esta larga cita puede servirnos para introdu-cir una comparación con un texto diferente,el texto póstumamente publicado de Witt-genstein Observaciones sobre La Rama Dora-da de Frazer, escritas en Cambridge a partirde 1931 y en adelante. En 1930 Bateson, queentonces tenía algo más de 20 años, regresóde Nueva Guinea y pasó algún tiempo enCambridge. No existe ninguna evidenciaempírica de que él y Wittgenstein se hayanencontrado, pero la convergencia de sus res-

30 David Lipset, Gregory Bateson: The Legacy of a Scientist (Boston, 1980), p. 141.31 Bateson, Naven, p. 3.

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C Sontrahistoriala otra mirada de Clío

pectivas orientaciones intelectuales en los añostreinta es impresionante, y especialmente a laluz de sus diferentes antecedentes intelectua-les y de sus respectivas edades (Wittgensteintenía quince años más que Bateson).

“Una explicación histórica”, escribióWittgenstein, “una explicación pre-sentada como una hipótesis del desa-rrollo, es solamente una manera deresumir el conjunto de los datos o dellevar a cabo su sinopsis. Nosotros po-demos muy bien, igualmente, obser-var estos datos en las relaciones quetienen los unos con los otros, y en-tonces construir un resumen de ellosdentro de un cuadro general, y sinponerlos a todos bajo la forma de unahipótesis construida desde el punto devista de su desarrollo temporal (…) ‘ytodos estos puntos como si estuvie-sen sometidos a una ley desconocida’[(Goethe:) Und so deutet das Chorauf ein geheimes Gesetz] es lo que yoquiero decir respecto del material queFrazer ha compilado. Yo puedo plan-tear esta ley en una hipótesis de desa-rrollo, pero también y una vez más, yvaliéndome de la analogía con el es-quema de una planta, podría plantearesta ley en el esquema de una cere-monia religiosa, pero puedo tambiénhacerlo sólo arreglando todo el mate-rial factual de manera que nosotrospodamos fácilmente pasar de un ele-mento a otro, de una parte a otra, ytener entonces una vista clara de todoesto, mostrado dentro de una forma“perspicua”.

Para nosotros, la concepción de unapresentación perspicua es fundamen-tal. Eso indica la forma en la cual es-cribimos de las cosas, la manera en lacual vemos esas cosas (…) Esta pre-sentación perspicua [übersichtlicheDarstellung] hace posible que la com-prensión consista justamente en elhecho de que nosotros somos capacesde “ver las conexiones”. Y he aquí laimportancia de encontrar vínculos in-termedios (…) de manera que puedover la hipótesis del desarrollo comoalgo que no es otra cosa más que unmodo de expresión de una conexiónformal.32

De modo que estas observaciones de Witt-genstein sobre Frazer, que constituyen el “másolvidado” de sus trabajos, de acuerdo a unode los recientes intérpretes de este mismoWittgenstein,33 fueron en un cierto sentidouna ruptura intelectual que le abrió el cami-no hacia su filosofía posterior. El papel juga-do por la morfología de Goethe en esta etapaes explícito, y además de ello crucial. Lapreferencia de Wittgenstein por la sincronía,y su disgusto frente a las hipótesis causales ya las explicaciones históricas, son coherentescon su orientación general. Pero desde mipunto de vista, el énfasis de Wittgenstein enlos modos alternativos de presentación de loshechos, sea cuando esto se hacía de acuerdo asu “desarrollo temporal”, o en otro caso, comoun “cuadro general”, estaba alimentado tam-bién por una reflexión sostenida en torno alas fotografías compuestas de Galton, re-

32 Wittgenstein, Remarks on Frazer’s “Golden Bough”, traducción de A. C. Miles (Londres, 1979), pp. 8-9.Véase Brian C. Clack, Wittgenstein, Frazer, and Religion (Oxford, 1999), pp.43-54. Véase también Wittgens-tein, “Bemerkungen über Frazer’s The Golden Bough”, en Synthese 17, (septiembre 1967): 233-253. Para mipropia deuda respecto de este escrito de Wittgenstein sobre La Rama Dorada de Frazer, lo mismo que para unacrítica de este ensayo, véase mi libro, Ginzburg, Ecstasies: Deciphering the Witches’Sabbath (New York, 1991),p. 15. Clack, en su obra Wittgenstein, Frazer, and Religion, p. 73, se refiere a mis comentarios, aludiendosolamente a mis críticas.33 Clack, Wittgenstein, Frazer, and Religion, p. 6.

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flexión que continuó más allá de los añostreinta. Como ha sido referido antes, los re-tratos de familia de Galton condensaban unasecuencia genealógica dentro de una imagen—de modo que uno podría decir que la con-densaban en una imagen perspicua. Y unaforma similar de leer los retratos compuestosde Galton fue la que inspiró la obra de Na-ven, es decir, el altamente heterodoxo ex-perimento de Bateson en el campo de laantropología.

Wittgenstein, primero en su Libro Azul(1933-34), y más tarde en sus InvestigacionesFilosóficas se refiere explícitamente a los ex-perimentos de Galton en el campo de la fo-tografía, como algo similar al proceso de re-formulación de los conceptos en términos noesencialistas.34 Mucho más que concentrarseexclusivamente en los trazos más evidentesque se encontraban en todas las fotografías,Wittgenstein tomó en cuenta la presencia enellas de ciertos límites borrosos, vinculados atrazos poco comunes o incluso excepciona-les. Y este cambio le permitió reformular lanoción de “semejanzas de familia”, en térmi-nos de un complejo entrecruzamiento de si-militudes entre los miembros de una clasedada.35 Al final de los años veinte, L. S.Vygotskii, el psicólogo ruso, llegó —de ma-nera independiente o no— a una conclusión

similar: la formación de conceptos abstrac-tos entre los niños no coincide con el experi-mento de Galton. De hecho, no coincide conla lectura que el mismo Galton hizo de suspropios experimentos; pero como lo señalópor primera vez Stephen Toulmin, sí coinci-de con el punto de vista de Wittgenstein; másprecisamente, coincide en última instanciacon ese punto de vista de Wittgenstein.36

Como hemos visto, los experimentos deGalton en el campo de la fotografía perse-guían borrar las diferencias individuales conel objetivo de hacer emerger ciertos tipos ge-néricos de individuos. Pero en el largo plazo,entre finales del siglo XIX y principios delsiglo XX, los retratos compuestos de Galtontuvieron un impacto muy diferente. Ellos ayu-daron a articular una nueva noción del pro-blema de lo individual: como algo flexible,borroso, de límites abiertos, algo así como loscaracteres elusivos que encontramos en lanovela de Marcel Proust. Proust, como se locomentó André Gide a Walter Benjamin,había basado su personaje del Barón de Char-lus en dos diferentes individuos. “Gide hablade una imagen compuesta, de un elementorefundido” escribió después Benjamin.“Como en el caso de una película, un perso-naje se disuelve imperceptiblemente hastaconvertirse en otro personaje diferente”.37

34 Véase Wittgenstein, Libro blu e libro marrone, edición de Amedeo G. Conte (Turín, 1983), pp. 27 y 115-116; traducción publicada bajo el título The Blue and Brown Books: Preliminary Studies for “The PhilosophicalInvestigations” (New York, 1958).35 Sobre este descubrimiento (o redescubrimiento) de Wittgenstein, véase el brillante ensayo de Rodney Nee-dham, “Polythetic Classification”, en Against the Tranquility of Axioms, editado por Needham (Berkeley, 1983),pp. 36-65.36 Véase Stephen Toulmin, “Ludwig Wittgenstein”, Encounter 32 (enero 1969), especialmente págs. 71-72, yNeedham, “Polythetic Classification”, p. 37. Para una perspectiva diferente de este mismo punto, véase An-drea Ginzburg, “Sraffa e l’analisi sociale: Alcune note metodologiche”, en Piero Straffa: Contributi a unabiografia intellettuale, edición de Máximo Pivetti (Roma, 2000), pp.109-41, especialmente pp. 122-25.37 Walter Benjamin, “Conversation with André Gide” (1928), traducción de Livingstone, Selected Writings,editor Michael W. Jenningts et al., 4 vols. publicados hasta hoy (Cambridge, Mass., 1999-...), 2:94. Sobre lapeculiar construcción del personaje de Charlus, véase Carlo Ginzburg, Wooden Eyes: Nine Reflections on Dis-tance (New York, 2001), p. 20.

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La noción de semejanzas de familia de Witt-genstein retrabajó esta misma noción en un ni-vel más abstracto, llevándola hasta el extremo.

— 5 —

Como lo sugiere mi lectura de Wittgenstein,los retratos compuestos de Galton, en los cua-les él yuxtapuso los retratos de diferentes ge-neraciones dentro de la misma familia, sonsolamente una manera de presentar los he-chos. Otras imágenes sinópticas serían capa-ces de conducirnos hacia esa misma realidad.En un reciente y muy ricamente documenta-do libro —La sombra de los ancestros: ensayosobre el imaginario medieval del parentesco—Christiane Klapisch ha reconstruido la histo-ria de la más difundida de estas imágenes: losárboles de familia. Como lo señala Klapisch,no hay nada de natural en el uso de los árbo-les para representar a la descendencia bioló-gica.38 Pero la imagen se convirtió en algo tanexitoso, que el uso de árboles de familia comouna invención clasificatoria se extendió pri-mero a las especies animales, y después seconvirtió en un fenómeno cultural. Dentrode estos últimos, se encuentra el árbol de fa-milia de las lenguas, construido en 1863 porAugust Schleicher quien se había inspiradoen Darwin. Pero un mucho más tempranoárbol de familia de las lenguas asiáticas había

sido incluido por Julius Klaproth en su libroAsia polyglotta (1823).39 En esta misma línea,el filólogo suizo Johann Caspar Orelli, en suedición de los trabajos de Cicerón (1826),planteó la necesidad de reconstruir “familias,y por decirlo así filiaciones de manuscritos yde ediciones” (citado en G. página 49). Comoestas metáforas lo muestran claramente, el usode árboles de familia como una invencióneditorial se encontraba mucho más difundi-do dentro de esa específica atmósfera —unaetapa que coincide con (y hasta un ciertopunto que acelera también), una serie de de-sarrollos coyunturales en el campo de la críti-ca textual.

En 1827, posiblemente por primera vez,Carl Johan Schlyter, el editor sueco del pri-mer volumen del Corpus iuris suevo-gothorumantiqui, utilizó un árbol de familia para re-presentar las relaciones entre diferentes ma-nuscritos. Pero hasta hoy, no ha sido señala-do que Schlyter tal vez se vio animado a usarun diagrama arbóreo, apoyándose en el pro-pio contenido del texto medieval que él esta-ba comentando. El “primer” stemma codicum,llamado “Schema cognationis codicum ma-nuscriptorum“ en la página 100r, seguía a una“tabula consanguineitatis in cod. B”, en lapágina 99v: un árbol de familia representan-do la intrincada red de las relaciones de fami-lia que emergían del texto legal reproducidoen las páginas previas (figura 6).40

38 Christiane Klapisch, L’Ombre des ancêtres: Essai sur l’imaginaire medieval de la parenté (París, 2000), p. 9.Algunos ejemplos de finales del siglo XIX están en Mary Bouquet, “Family Trees and Their Affinities: TheVisual Imperative of the Genealogical Diagram”, Journal of the Royal Anthropological Institute of London, n.s.,2 (Marzo 1996): 43-66.39 Véase A. Morpurgo Davies, “Language Classification in the Nineteenth Century”, en Current Trends inLinguistics, editor Thomas A. Sebeok, 14 vols. (The Hague, 1975), 13:636 n.53, y Sebastiano Timpanaro, Lagenesi del metodo del Lachmann, edición revisada (Padua, 1981), p. 84 n. 6; a partir de este momento abreviaday referida en el texto como G.40 Confróntese G. Holm, “Carl Johan Schlyter and Textual Scholarship”, in Saga och Sed (1972), pp. 48-80, yparticularmente p. 74; véase la p. 53 para el detalle de H. S. Collin y C. J. Schlyter, Codex iuris vestrogotici, cumnotis criticis, variis lectionibus, glosariis locupletissimis ac indicibus nominum propriorum (Estocolmo, 1827), fol.100r, mostrando el stemma codicum. Véase también Timpanaro, La genesi del metodo del Lachmann, p. 52 n.8.

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Mucho trabajo ha sido hecho respecto dela difusión de los diagramas o stemmata, parapoder expresar en una forma elegante y níti-da las relaciones que conectan a los diferen-tes manuscritos o grupos de manuscritos. Peroel criterio usado para diseñar estos diagramasera, obviamente, mucho más relevante que lainvención misma. Como es bien conocido,

la crítica textual moderna está apoyada en unescrutinio sistemático de la tradición existen-te, sea en el caso de un manuscrito o de unimpreso. Y un paso crucial en este escrutinio,es la eliminación de los manuscritos que soncopias de otros manuscritos (eliminatio codi-cum descriptorum). Los manuscritos que seencuentran vinculados (o las familias de ma-

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FIGURA 6.

Corpus iuris suevo-gothorumantiqui, I, c. 99 v.Corpus iuris suevo-gothorumantiqui, I, c. 100 r.

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nuscritos vinculados entre sí) han sido iden-tificados sobre la base de sus errores conver-gentes —si es que estos últimos no son tri-viales. Las razones para utilizar estos errorescomo indicios han sido expresadas de unamanera tersa por Sebastiano Timpanaro:“Una coincidencia en una lectura correcta noprueba absolutamente nada, siendo solamen-te un fenómeno conservador, que puede tam-bién ocurrir en manuscritos que no tienenrelación entre sí” (G., pág. 48 nota 18).41 PaulMaas llama a estos “errores coincidentes” Lei-tfehler, haciéndose eco de la palabra técnicade los geólogos Leitfossilien.42 Ha sido argu-mentado que el principio basado en los erro-res comunes había sido articulado totalmentepor primera vez por Paul Lejay en 1888.43 Perolos errores coincidentes en su forma más no-toria —es decir, los huecos que resultan deuna ausencia física— han sido usados ocasio-nalmente como un argumento autoevidentedesde el tiempo de Poliziano y en adelante.44

La emergencia de una crítica textual cien-tífica se asocia tradicionalmente con el traba-jo de Karl Lachmann, y especialmente con suedición de los trabajos de Lucrecio (1850).Pero Timpanaro, en su ahora clásico libro Lagénesis del método de Lachmann (1963) nos

presenta un cuadro mucho más amplio ymucho más complejo. El método de Lach-mann, lejos de ser una empresa aislada, habíasido precedido por un largo esfuerzo que in-volucraba a varias generaciones de filologis-tas, desde Poliziano y en adelante. Uno de losmás brillantes y (hasta épocas recientes) másmenospreciados fue Jacob Bernays, un estu-dioso de una originalidad intelectual muypoco común y de una gran energía moral, querenunció a una carrera universitaria que lohabría obligado a abjurar de su fe judía. En1847, Bernays publicó en la revista Rheinis-ches Museum su disertación sobre el texto deLucrecio, la que de acuerdo con Timpanaro,era en muchos niveles superior a la recons-trucción planteada más adelante por Lach-mann, tres años después, en una introduccióna su famosa edición del libro de Lucrecio Dererum natura.45 “El método de Lachmann”,escribe Arnaldo Momigliano en su brillanteensayo referido a Bernays, en el que asumetambién las conclusiones de Timpanaro, “eraen realidad una gran prolongación de ‘El mé-todo de Bernays’”.46 Un estudioso que disien-te de este punto de vista, ha señalado que elpropio Bernays se vinculaba con métodos quehabían sido probados ya por sus antecesores.47

41 Véase también p. 25 (sobre Bengel) así como Giorgio Pasquali, Storia della tradizione e critica del testo(1952; Milan, 1974), p. 190.42 Véase Paul Maas, “Appendice: Errori-Guida e tipi stemmatici” (1937), Crítica del testo, traducción NelloMartinelli (Florence, 1966), p. 53.43 Véase Michael D. Reeve, “Shared Innovations, Dichotomies, and Evolution”, in Filologia classica e filologiaromanza: Esperienze ecdotiche a confronto, edición Anna Ferrari (Spoleto, 1998), pp. 445-505, especialmentepp. 451-52; basado en Jacques Froger, La Critique des textes et son automatisation (París, 1968), pp. 41-42.44 Véase H. Don Cameron, “The Upside-down Cladogram: Problems in Manuscript Affiliation”, en BiologicalMetaphor and Cladistic Classification, p. 231, refiriéndose a la demostración de Hermann Sauppe de que todoslos manuscritos de Lysias dependen del Codex Palatinus 88; véase Hermann Sauppe, Epistola critica ad Godo-fredum Hermannum (Leipzig, 1841). Timpanaro iguala a los errores coniunctivi de Maas, con la “coincidenze incorruttela veramente significative o, meglio, in lacune” (Timpanaro, Filologia classica e filologia romanza, p. 8).45 Véase Jacob Bernays, “De emendatione Lucretti”, Rheinisches Museum für philologie, núm. 5 (1847): 533.46 Arnaldo Momigliano, “Jacob Bernays” (1969), Quinto contributo alla storia degli studi classici e del mondoantico, 2 vols. (Roma, 1975), 1:134.47 Véase John Glucker, “Lachmann’s Method —Bernays, Madvig, Lachmann, and Others”, en Jacob Bernaysun philologue juif, edición de Glucker y André Laks (Villeneuve d’Ascq, 1996), pp. 45-56.

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Entre estos métodos, la identificación del Leit-fehler era probablemente el más importante.Ya que Bernays corregía y desarrollaba unensayo revolucionario de Johan Nicolai Mad-vig sobre los huecos en los textos de Lucrecio(1832), quien a su vez corregía una anota-ción hecha por Orelli (1827).48 El resultadode todo este esfuerzo conjunto, fue la recons-trucción realizada por Bernays de un Stem-ma codicum, un árbol de familia que mostra-ba las relaciones entre los distintos manuscri-tos existentes de Lucrecio (figura 7).

— 6 —

Hasta este momento me he aproximado a losretratos compuestos y a los árboles de familiacomo dos cosas distintas, como dos fenóme-nos históricos sin relación entre sí —lo quequizá ellos han sido—, aunque con una posi-ble y muy relevante excepción. Freud, quien(como ya lo he dicho) se encontraba familia-rizado con los experimentos de Galton enfotografía, y los utilizó para clarificar el tra-bajo de elaboración de los sueños, se casó conuna sobrina de Jacob Bernays, con Martha.Y en una carta dirigida a su prometida, Freudse refiere admirativamente al recuerdo de Ja-cob.49 Una selección de las cartas de JacobBernays —publicadas en Breslau en 1932, enlo que constituyó un significativo gesto del

orgullo judío—, estaba dedicada a Freud,cuyo apoyo financiero hizo posible esta pu-blicación.50

Pero esta devoción final de Freud hacia unmiembro prominente de la familia de su es-posa, podría quizá estar también vinculada auna deuda intelectual. La expresión “métodocatártico”, usada por Freud y Breuer en susEstudios sobre la histeria, ha sido conectada,tentativamente, a los trabajos de Bernays so-bre Aristóteles. “Me sorprendería mucho”,comenta Momigliano, “si la famosa memo-ria escrita por Bernays sobre Aristóteles y ti-tulada Catarsis [aunque interpretada en tér-minos médicos, mucho más que en términosmorales] hubiese sido desconocida para Freuden sus años de formación”.51 Aunque, pro-longar en cambio esta observación, hacia losmucho más técnicos textos de Bernays sobrela transmisión textual de Lucrecio, podríaparecer algo sin fundamento. Pero existenrazones para asumir que Freud podría haberestado interesado en ambos, tanto en el temacomo también en el método de la disertaciónde Bernays.

Algunos lectores del libro La interpretaciónde los sueños, nos han recordado una larga citade un poema de Lucrecio, acerca de la cerca-na relación entre los sueños y las preocupa-ciones de la vida despierta.52 Freud deberíade haber sentido una profunda simpatía conla teoría materialista del conocimiento de

48 Véase Johan Nicolai Madvig, “De aliquot lacunis codicum Lucretti”, Opuscula academica (Copenhage,1887), pp.248-62. El argumento basado en los errores convergentes es aquí presentado como algo evidentepor sí mismo: “Sed horum utrumque, et ex uno codice omnes etiam meliores esse derivatos et illum nonintegerrimum et ad legendum difficilem fuisse, maxime apparet ex eo, quod iisdem in locis omnes, qui notisunt, codices lacunas habent” (p.252). Sobre Orelli y Madvig, véase G, p. 49, y especialmente pp. 63-64.49 Véase Momigliano, “Jacob Bernays”, p. 145.50 Véase Jacob Bernays, Ein Lebensbild in Briefen, editor Michael Fraenkel (Breslau, 1932); dedicado a “HerrnProfessor Dr. Sigmund Freud». Véase también Martin Treml, “Zum Verhältnis von Jacob Bernays und Sig-mund Freud”, Luzifer-Amor 19 (1997): 7-32.51 Momigliano, “Jacob Bernays”, p. 145. Véase también Juan Dalma, “La catarsis en Aristóteles, Bernays yFreud”, Revista de psiquiatría y psicología médica 6 (Oct. 1963): 253-69.52 Véase Freud, The Interpretation of Dreams, 4:8.

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Lucrecio, lo mismo que con su aproxima-ción, para nada sentimental, respecto delsexo y de la muerte, igual que con su des-tructiva crítica frente a la religión. Más aún,

la comparación de Freud entre los sueñosde una parte, y de la otra, los textos semi-borrados, interpolados y corrompidos, nosevoca la crítica textual.53

53 Véase Ibid., 5:489. Yosef H. Yerushalmi, Freud’s Moses: Judaism Terminable and Interminable (New Haven,Conn., 1991), p. 23, subraya el hecho de que la afirmación de Freud sobre los sueños, cuando dice que son‘como un texto sagrado’ (wie einen heiligen Text) ha sido incorrectamente traducida en la versión inglesa de

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FIGURA 7.

Jacob Bernays,Lucretiu’s stemma codicum.

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“Me parece”, escribe Freud en un famosopasaje en el que reconoce su deuda respectode los escritos de Giovanni Morelli, el granconnaisseur italiano, “que su método de in-vestigación se encuentra muy cercanamentevinculado a la técnica del psicoanálisis. Tam-bién este último suele deducir cosas secretasu ocultas, basándose en elementos poco apre-ciados o inadvertidos, en los detritus y dese-chos de nuestras observaciones”.54 La críticatextual de Bernays, y su uso de los huecos yde los errores como indicios, podría suscitarun comentario muy similar.

— 7 —

Freud parecería estarnos invitando a explo-rar la convergencia entre semejanzas de fa-milia y árboles de familia, en un nivel morfo-lógico. Podría ser fácil encontrar ejemplos deárboles de familia que podrían ser vistos comotraducciones, hechas en un espíritu emparen-tado, de los retratos compuestos de Galton(figura 8).55

El movimiento opuesto —es decir, tradu-cir árboles de familia en un equivalente de lasimágenes de Galton—, podría requerir encambio un esfuerzo adicional. Pero si noso-tros podemos transferir las páginas de un textodado en un conjunto de pantallas transpa-rentes, podríamos obtener más que un stem-ma codicum, un retrato compuesto del texto.

Las computadoras han transformado esta hi-pótesis silvestre en una posibilidad. Y el lentomejoramiento de los traductores artificiales,nos muestra que algunos avances pueden seralcanzados en esta misma vía. Pero estamostodavía bastante lejos de poder tener al “filó-logo artificial”, que podría ser capaz de dis-tinguir una lectura correcta de los errores (G.pág. 48 nota 18).

— 8 —

Cuando era estudiante, asistí una vez a unSeminario impartido por Gianfranco Conti-ni, el gran filólogo de las novelas: fue una ex-periencia verdaderamente inolvidable. A lamitad de una serie de pasmosas construccio-nes intelectuales, Contini súbitamente se pa-raba, para contarnos una anécdota. Había dosfilólogos franceses, nos decía él. El primero,un hombre con una larga barba, que era apa-sionado de las anomalías de todo tipo —gra-maticales, morfológicas, sintácticas. Él lasubicaba, las miraba, y entonces murmurabaacariciándose su larga barba: esto es extraño”.El segundo, un hombre con una cabeza calvay una mente lúcida, era un cartesiano. Él noparaba hasta que todas esas anomalías —gra-maticales y todas las demás— habían sidosometidas a una ley general. Entonces restre-gaba sus manos, diciendo: “esto es algo muysatisfactorio para el espíritu”.

James Strachey como “Holy Writ”. Véase también Stefano Brugnolo, La letterarietà dei discorsi scientifici(Roma, 2000), p. 274, quien puntualiza que Freud estaba particularmente apasionado con las analogías detextos mutilados, interpolados y censurados.54 Freud, “The Moses of Michelangelo”, en Collected Papers, traducción Joan Rivere, 4 vols. (Londres, 1949),4:271; véase también Ginzburg, “Clues”, en el libro Clues, Myths, and the Historical Method, traducción deJohn y Anne Tedeschi (Baltimore, 1989), pp. 96-125. Timpanaro, que replanteó la contribución de Bernay ensu libro La genesi del metodo del Lachmann, no menciona a este mismo Bernays en su último libro The Freu-dian Slip, traducción Kate Soper (Londres, 1976).55 Véase Jeff Rosen, “Of Monsters and Fossils: The Making of Racial Difference in Malvina Hoffman’s Hall ofthe Races of Mankind” en History and Anthropology 12 (2001): 101-58, especialmente p. 132, fig. 15: “FamilyTree of Man’s Racial Types by Henry Field”.

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C Sontrahistoriala otra mirada de Clío

Cuando yo escuché por primera vez estaanécdota, me identifiqué inmediatamentecon el filólogo barbado. Pero, después de untiempo, me di cuenta de que no estaba inte-resado en lo “extraño” considerado por símismo; y que más bien pensaba que las dosformas de aproximación se complementabanla una a la otra. Pero más recientemente, hecambiado una vez más mi opinión a este res-pecto. Porque creo que la relación entre nor-mas y elementos de trasgresión es —por lomenos desde un punto de vista cognosciti-

vo—, una relación asimétrica. Ninguna nor-ma es capaz de predecir el entero abanico desus posibles elementos transgresores o de sustransgresiones; mientras que, en cambio, esoselementos transgresores o transgresiones, y lasanomalías, siempre implican a la norma, ypor lo tanto nos obligan a tomarla necesaria-mente en cuenta. De modo que es esta la ra-zón por la cual, una estrategia de investiga-ción basada en contornos difusos, en erroresy en anomalías, me parece potencialmentemucho más promisoria y gratificante.

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FIGURA 8.

Árbol genealógico delos tipos raciales delhombre creado por

Henry Field en 1933para el Salón de las

Razas de laHumanidad, Museo

Local de HistoriaNatural, Chicago.

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Imago MundiCARLOS A. AGUIRRE ROJAS

Indicios, lecturas indiciarias,estrategia indiciaria y saberes populares.

Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi Imago Mundi

Una hipótesis sobre los límites de la racionalidadburguesa moderna

CONTRA

HISTORIAS

HISTORIAS

CONTRA

— I —

El conocimiento de todos los hechoshumanos en el pasado, y de la mayoría de

ellos en el presente, tiene como primeracaracterística la de ser (según la feliz

expresión de François Simiand) unconocimiento por medio de indicios.

Marc Bloch, Versión de la «RedacciónDefinitiva» de la Apología para la historia o

el Oficio de Historiador, c. 1941-1943.

El hoy célebre ensayo metodológicoescrito por Carlo Ginzburg, y titula-

do “Spie. Radici di un paradigma indiziario”,fue gestado y madurado intelectualmente en-tre los años de 1976 y 1978, es decir, inme-diatamente después de la publicación del li-bro El queso y los gusanos, que habiendo sidopublicado en italiano en 1976, es hoy, sin duda

alguna, el libro más leído, comentado, criti-cado y difundido de Carlo Ginzburg en todoel mundo.1 Ubicado entonces, en un primernivel, como un ensayo que extrae a nivel epis-temológico general, algunas de las principaleslecciones de método derivadas de esta mismaobra El queso y los gusanos, pero al mismo tiem-po y de modo más general, como una reflexiónglobal acerca del método y la perspectivaaprendidas y desarrolladas por el propio Ginz-burg, a lo largo de todo su periplo intelectualrecorrido hasta ese momento, este ensayo de“Indicios” estaba destinado, desde su primerapublicación, a una fortuna que es, en muchossentidos, realmente excepcional.

Así, este texto apareció por vez primera en1978 en la Rivista di Storia Contemporánea,para luego ser republicado en 1979, en unaversión considerablemente más amplia y de-sarrollada, en el libro Crisi della Ragione.2 Y

1 Sobre la contribución que El queso y los gusanos representa para el campo de la historia cultural, cfr. nuestroensayo, Carlos Antonio Aguirre Rojas, “El queso y los gusanos: un modelo de historia crítica para el análisis de lacultura de las clases subalternas”, incluido en nuestro libro Retratos para la Historia. Ensayos de ContrahistoriaIntelectual, Ed. Contrahistorias, México, 2006.2 Las referencias precisas de estas ediciones son: bajo el título “Spie. Radici di un paradigma scientífico”, fuepublicado en la Rivista di Storia Contemporánea, vol. 7, 1978, pp. 1-14, y bajo el título “Spie. Radici di unparadigma indiziario” en el libro colectivo Crisi de la Ragione, Ed. Einaudi, 1979, pp. 59-106. Vale la penasubrayar el hecho de que después de esa primera edición italiana, más reducida, se publicó también la versiónrecién mencionada del libro, mucho más amplia, aunque sin notas, en una revista italiana de gran circulación,Ombre Rosse, lo que amplió la difusión de este ensayo entre el gran público italiano, y coadyuvó a su mayor y másinmediato impacto intelectual, dentro de los círculos académicos y culturales en general, de la Italia de esos años.

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desde estas primeras ediciones italianas, esteensayo de Ginzburg despertó un enorme in-terés y toda una serie de vivas polémicas, pri-mero en todo el ámbito intelectual italiano,pero después y mediante sus sucesivas traduc-ciones a otras lenguas, también en todo elmundo académico europeo, e incluso entoda la historiografía y las ciencias socialesdel mundo entero, para terminar convir-tiéndose hoy, en este año de 2006, en elmás importante ensayo de metodología his-tórica escrito en los últimos cuarenta y cin-co años, sólo comparable por su relevanciay sus profundos impactos intelectuales,dentro de la historiografía y las cienciassociales del siglo XX, con el también ex-cepcional ensayo de Fernand Braudel so-bre “Historia y ciencias sociales. La largaduración”, publicado en 1958.

Porque desde su primera aparición, esteartículo comenzó a suscitar de inmediatomúltiples comentarios, tanto críticos comoinquisitivos o laudatorios, generando unaverdadera lluvia de iniciativas en las que Car-lo Ginzburg era invitado a exponer, debatir,

ahondar o defender las tesis de su ensayo, lomismo en Mesas Redondas, Conferencias oSeminarios de las más diversas Universida-des Italianas, que en los más distintos forosacadémicos e intelectuales.

Vivo interés y enorme difusión de esteensayo que, más adelante, adquirió una di-mensión europea y luego mundial, mediantelas distintas traducciones del texto en dife-rentes idiomas, a lo que hay que agregar lasreediciones de este mismo artículo, deriva-das del hecho de que en 1986, fue incluidodentro del libro Mitos, Emblemas, Indicios,libro que a su vez ha sido ya traducido a onceidiomas en todo el mundo.3

Así, mediante estas múltiples traduccionesy reediciones, este ensayo de Carlo Ginzburg“ha hecho mundo”, difundiéndose en el senode todas las historiografías nacionales del pla-neta y provocando, también en escala plane-taria, las más diversas lecturas y las más va-riadas interpretaciones —y en muchas oca-siones, las más absurdas y estrambóticas ma-las interpretaciones—, para convertirse en untexto que hoy es uno de los referentes metodo-

3 La lista precisa de estas traducciones del ensayo es la siguiente: de la primera versión del ensayo, la de 1978,hay una traducción holandesa de 1978, y una inglesa de 1979. De la versión más amplia, la del libro de 1979,hay dos traducciones al inglés (1980 y 1983), al alemán (1980), al francés (1980), dos al holandés (ambas en1981), al sueco (1983), seis al español (1982, 1983, 1989, 1995, 2003, 2004), dos al japonés (1986 y 1990),al danés (1986), al ruso (1994), dos al coreano (1994 y 2000) y al griego (1996). Todas estas, sin contar lasversiones incluidas en las distintas traducciones del libro Mitos, Emblemas, Indicios, que fue publicado enitaliano en 1986 y que incluye también este ensayo de “Indicios”, traducciones que abarcan dos ediciones enalemán (la primera de 1983, anterior a la propia edición italiana de 1986, y otra edición de 1995), al japonés(1988), al holandés (1988), al francés (1989), al portugués (1989), al español (1989), al sueco (1989), dos alinglés (1989 y 1999), al finlandés (1996), al danés (1999) y al ruso (2004). Es decir que este ensayo de CarloGinzburg ha conocido, en versiones reducidas o extensas, cuatro distintas ediciones en italiano y treinta ycinco ediciones en trece otras diferentes lenguas (aunque ello, sin contar las reediciones de cada uno de loslibros mencionados en esta lista). A partir de esto es lógico, aunque importante de subrayar, el hecho de queeste ensayo de “Spie” es, sin duda alguna, el más traducido y el más difundido de entre todos los artículos queha escrito Carlo Ginzburg hasta el día de hoy. Para todos estos datos, cfr. el libro coordinado por Aldo Colon-nello y Andrea del Col, Uno storico, un mugnaio, un libro. Carlo Ginzburg. Il formaggio e i vermi, 1976-2002,Ed. Università di Trieste, Trieste, 2003, específicamente la ‘Bibliografía de Carlo Ginzburg’, incluida en laspáginas 167-191, y también el fascículo titulado Premi “Antonio Feltrinelli” 2005. Estratto, Ed. AccademiaNazionale dei Lincei, 2005, pp. 34-44.

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lógicos imprescindibles, dentro de la formaciónde todo historiador que esté mínimamenteactualizado respecto de los desarrollos prin-cipales de la historiografía mundial actual.

Escrito que ha tenido entonces un impac-to mundial tan extraordinario, y un abanicode ecos y reacciones tan multifacético, queexplica el hecho de que, sólo dentro del mun-do hispanoparlante, haya ya conocido sietediferentes ediciones,4 además de contar entresus innumerables lectores y comentadores,nada más y nada menos que al propio Sub-comandante Insurgente Marcos, vocerooficial del digno movimiento indígena neo-zapatista mexicano.5

Ecos e irradiación realmente excepciona-les, que están a tono con la propia reacciónque suscitó, en su mismo autor, este enormeéxito de su ensayo “Indicios”. Como lo hadeclarado en varias ocasiones, y marchandoen este punto una vez más a contracorrientede los hábitos tradicionales y mayoritarios del

mundo académico, la respuesta de CarloGinzburg frente a esta amplísima e inusitadarecepción de su artículo, fue la de tomar dis-tancia radicalmente respecto del término de“paradigma indiciario”, negándose a utilizar-lo nuevamente durante más de veinte años, yrechazando explícitamente el convertirse enel “padre” o “especialista” o “teórico” mun-dial de ese mismo paradigma indiciario.

Lo que sin embargo, no impidió como élmismo lo reconoce, que las tesis e hipótesisde dicho ensayo siguieran animando en pro-fundidad todo su trabajo intelectual poste-rior, pero también, y más allá de su propiavoluntad, el hecho de que en el mundo ente-ro, la tesis de este paradigma indiciario se aso-cie inevitable y recurrentemente con el nom-bre del también autor del igualmente célebrey difundido libro El queso y los gusanos.6

Éxito inusitado y periplos excepcionales deeste fundamental ensayo de “Indicios”, quenos llevan a preguntarnos acerca de las razo-

4 Estas siete traducciones son: en la revista El Viejo Topo, num. 68, 1982; en el libro Crisis de la razón, Ed. SigloXXI, México, 1983; en el libro Mitos, Emblemas, Indicios, Ed. Gedisa, Barcelona, 1989; en el libro El signo delos tres, Ed. Lumen, Barcelona, 1989; en el libro Discusión sobre la historia, Ed. Taurus, México, 1995; en ellibro Tentativas, Ed. Universidad Michoacana, Morelia, 2003; y en este mismo libro Tentativas, Ed. Prohisto-ria, Rosario, 2004. Vale la pena subrayar el hecho de que la traducción incluida en las dos versiones de estelibro de Tentativas fue revisada y aceptada directamente por el propio Carlo Ginzburg, además de haber tenidoen cuenta todas las traducciones anteriores.5 La lectura del Subcomandante Marcos del ensayo de Carlo Ginzburg, se debió a que el mismo le fue enviadopor Adolfo Gilly. Ello suscitó varias interesantes críticas de Marcos al ensayo, y una larga respuesta de AdolfoGilly, las que fueron inicialmente publicadas en la revista Viento del Sur, núm. 8, México, 1995, y luegoreeditadas en el libro Discusión sobre la historia antes mencionado.6 Después de 1979, Ginzburg no volverá a utilizar el término de paradigma indiciario hasta el año 2000, cuandovuelve a referirlo en la Introducción de su libro No Island is an Island, Ed. Columbia University Press, New York,2000, p. XIII. Existe traducción al español: Ninguna Isla es una Isla, UJAT, Villahermosa, 2003. Su distancia-miento explícito del término, se había manifestado ya en la entrevista que le concedió a su gran amigo AdrianoSofri en 1982, y que fue publicada en el diario Lotta Continua del 17 de febrero de 1982 (y en español, en el libroEnsayos sobre microhistoria, Ed. Jitanjáfora, Morelia, 2002, y en la revista Ruptura, num. 10-11, Villahermosa,2002. Véase también su ensayo “Reflexiones sobre una hipótesis. El paradigma indiciario veinticinco años des-pués”, incluido en este mismo número de Contrahistorias. En la entrevista de 1982, Ginzburg le responde aAdriano Sofri, que afirma que este ensayo de “Indicios” ha convertido al propio Ginzburg en un verdadero‘Maitre à penser’ lo siguiente: “Me he dado cuenta, es verdad, de que existía una cierta presión, proveniente demuchas partes, y que era a veces declarada y a veces no, para que me transformase en el ideólogo oficial del‘paradigma indiciario’. Esta idea no me gustaba para nada, y he tratado de escabullirme hacia otra parte, movién-dome un poco, y entonces me he puesto a escribir el libro sobre Piero”. (Cfr. Ensayo sobre microhistoria, p. 223).

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nes específicas de esta misma difusión plane-taria y de estos prolongados ecos intelectua-les, tanto dentro de la historiografía mundialcontemporánea, como también dentro de unsector importante de la comunidad interna-cional de científicos sociales, que incluye lomismo a psicólogos que a filósofos, pasandopor antropólogos, teóricos de la literatura,epistemólogos y lingüistas, entre otros varios.Razones del singular éxito intelectual de estetexto de “Indicios”, que vale la pena revisarcon más detalle ahora.

Si queremos comprender cabalmen-te, estas razones esenciales de esos vas-

tos ecos y de ese enorme impacto exitoso de“Indicios”, resulta útil compararlo nuevamen-te, con el igualmente célebre ensayo braude-liano sobre “Historia y ciencias sociales. Lalarga duración”. Pues una primera razón im-portante del hondo efecto de ambos ensayos,estriba en que en ellos se hace conciente y ex-plícito todo un específico modo de aproxima-ción y luego de conocimiento de la realidad,modo que al ser teorizado y establecido ensus implicaciones principales, por vez prime-ra dentro de la historia, revela entonces todassus grandes potencialidades cognoscitivas yheurísticas.

Porque el mérito tanto de Fernand Brau-del en 1958, como y luego de Carlo Ginz-

burg en 1978-79, no está en haber “descu-bierto”, o “inventado”, o “creado” por vezprimera esos específicos modos de conoci-miento de la realidad o estrategias epistemoló-gicas de aprehensión de lo real, sino más bienen haber hecho explícitos y en haber teorizadodichos modos o estrategias, incorporándolos,aquí sí por vez primera, dentro del abanicoconsciente de las posibles formas de cognosci-bilidad de la realidad objetiva, en este casohistórica y social en general.7 Es decir, en ha-ber llevado a cabo, dentro de las ciencias so-ciales, algo equivalente a lo que sucedió en elmomento en que Cristóbal Colón descubrióAmérica. Pues si bien los hombres habitabanya este Continente desde hacía siglos y mile-nios, y si incluso las tierras de América ha-bían sido ya antes conocidas tanto por loseuropeos como por los chinos antes de la lle-gada de Colón a América, sin embargo, essolamente después de los viajes de Colón queva a asumirse el hecho elemental pero funda-mental de que la Tierra es redonda, y con ello,todas las múltiples, complejas y esencialesimplicaciones de esta redondez. Del mismomodo en que, gracias al texto de FernandBraudel, los hombres asumirán por primeravez de manera consciente y orgánica la diver-sidad y la multiplicidad de los distintos tiem-pos históricos y sociales, lo mismo que des-pués de Carlo Ginzburg, asumirán también

7 Y es esto lo que lleva a Braudel, por ejemplo, a decir que ha sido Marx “el primero en fabricar verdaderosmodelos sociales a partir de la larga duración histórica”, lo que también hicieron, según el mismo Braudelautores como Michelet, entre otros. Sobre este punto, cfr. el ensayo “Historia y Ciencias Sociales. La largaduración”, incluido en el libro Escritos sobre historia, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1991, p. 72,y también nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Fernand Braudel et les sciences humaines, Ed. L’Harmattan,París, 2004, y nuestro ensayo “Between Marx and Braudel: Making history, knowing history” en la revistaReview, vol. 15, num. 2, 1992. Y también es por eso que Carlo Ginzburg afirma, con un tono en parte serio yen parte claramente irónico, que al explicitar el paradigma indiciario, había quizá afirmado una “banalidad”, odespués, que había dicho cosas que estaban ya en el aire o atmósfera de esa época (cfr. “Intervención sobre elparadigma indiciario”, y también “Reflexiones sobre una hipótesis. El paradigma indiciario 25 años después”,ambos ensayos incluidos en este mismo número de Contrahistorias). Pero, en nuestra opinión, justamente sumérito esencial reside en haber llevado a cabo esa explicitación y teorización de dichos modos del conocimientohumano, esa verdadera “toma de conciencia” de dichas estrategias cognoscitivas fundamentales.

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consciente y sistemáticamente la existencia,los usos, la riqueza y las implicaciones de laaplicación del paradigma y de la estrategia in-diciarios, dentro de las formas del conoci-miento humano de la realidad.

Entonces, lo que el texto de “Indicios” rea-liza es el proceso de explicitación y teorizaciónde una estrategia cognoscitiva de existenciamilenaria y de efectos múltiples a todo lo lar-go y ancho de la historia. Estrategia vincula-da de un modo privilegiado con el vasto uni-verso de los saberes populares nacidos de laexperiencia directa, que posee entonces alcan-ces estrictamenteuniversales, tantoen lo que respecta asu duración y a suextensión geográfi-co-espacial, comotambién a la varie-dad y riqueza de susmanifestaciones.

Pues ese conocimiento a través de “Indi-cios” o “Huellas” ha existido desde los tiem-pos de los más antiguos cazadores y hastanuestras épocas características de los másmodernos psicoanalistas, pero también lomismo en China, Rusia, Europa o Japón, queen las montañas del Sureste mexicano, enÁfrica o en toda América Latina. E igualmen-te, manifestándose lo mismo como saber delcampesino indígena rebelde que escapa a lospoderosos, que como método detectivesco enla novela británica, pero también como mé-todo policiaco de control en la India, o comoapoyo logístico de los ejércitos de la contra-insurgencia colombiana, o salvadoreña, omexicana o norteamericana.

Extensión universal en términos tempo-rales, espaciales y dimensionales de este co-nocimiento indiciario que, sin embargo, nohabía sido explicitada y teorizada de modoorgánico y sistemático antes del ensayo de CarloGinzburg. Lo que este último hará, desarro-

llando además algunas de sus principales im-plicaciones, en primer lugar para la cienciahistórica, y luego para las ciencias sociales engeneral, pero también y finalmente, para elpropio conocimiento humano en general.

Asumir de manera orgánica esas im-plicaciones del conocimiento apoya-

do en los indicios, nos lleva entonces a modi-ficar, de manera sustantiva y fundamental,nuestras concepciones habituales respecto delo que es, por ejemplo, el objeto general deestudio de la ciencia histórica —y por esta vía,

el objeto mismo delas ciencias socialesen general—, perotambién respecto delos modos de, enprimer lugar, obser-var y analizar la rea-lidad histórica ytambién social, pero

en segundo lugar e íntimamente correlacio-nado con esto, de los modos de razonar ypensar sobre estas realidades, así como de lasformas de explicar y explicarse las mismas. Eigualmente, nos obliga a cambiar nuestrarelación hacia los posibles resultados de esteconocimiento social e histórico —e inclu-so, quizá, también del mundo natural— co-nocimiento renovado por estas ampliacio-nes de los objetos y por estas transforma-ciones de los modos de acercamiento a lahistoria y a la sociedad, asumiendo tam-bién el cambio radical del estatuto generalmismo que posee ahora ese conocimientohistórico social y en general. Expliquemosesto con más detalle.

A partir del rescate de los indicios, comofuente esencial de la generación del conoci-miento humano, va a ensancharse enorme-mente el objeto de estudio mismo de las cien-cias sociales y de la historia en general, paraquedarnos por ahora dentro de este universo

A partir del rescate de los indicios,como fuente esencial de la generación delconocimiento humano, va a ensancharseenormemente el objeto de estudio mismode las ciencias sociales y de la historia...

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de lo social-humano en el tiempo, y va a en-sancharse de una doble manera.

Primero, porque a través de esos “espías”que son los “indicios”,8 se nos abre el acceso atodo un conjunto de realidades que antes, yhasta hace muy poco tiempo, habían sido sim-ple y llanamente ignoradas por la historia ypor las ciencias sociales anteriores. Realida-des ignoradas, a veces por su carácter huidizoo inaccesible, o por las dificultades que im-plicaba la escasez de testimonios, de fuentes,o de puntos de apoyo para su conocimiento,pero en otras ocasiones ignoradas también porser realidades abiertamente despreciadas,marginadas, reprimidas y silenciadas por lospoderes dominantes y por los discursos he-gemónicos que les corresponden.

Realidades ocultas y marginales, que noeran ni visibles ni evidentes a primera vista yde modo inmediato, y a las que ahora nos esposible penetrar mediante esa estrategia epis-temológica de la búsqueda y desciframientode los indicios. Por ejemplo, la realidad de lacultura de las clases subalternas, cultura quesiendo durante siglos y milenios una culturapredominantemente oral, no ha dejado en-tonces como testimonio de su propia existen-cia y de sus características principales, otracosa que diferentes ruinas —en el sentidobenjaminiano de este último término9 —, esdecir, elementos sólo fragmentarios, incom-pletos y parciales, al modo de simples huellaso rastros, deformados, distorsionados, indi-rectos y sólo legibles con dificultad.

Una cultura subalterna que sólo puede sercaptada de manera oblicua, y desde esos ras-tros o indicios que aún sobreviven de ella,10

cuyo estudio y escudriñamiento minuciosospor parte de Carlo Ginzburg lo llevaron pre-cisamente, entre otros caminos, hacia estaexplicitación del paradigma indiciario. Por-que recuperando en torno de este descifra-miento y explicación de la cultura popular,las lecciones aprendidas de Leo Spitzer, EricAuerbach, Theodor Adorno, Sigmund Freudo Marc Bloch, entre otros, Carlo Ginzburgha logrado, mediante esos métodos spitzeria-nos y auerbachianos de la lectura intensivade los textos, del adorniano desciframientode los densos epigramas que condensan rea-lidades ocultas y profundas, de la explicaciónfreudiana de los síntomas y los signos revela-dores, y de la blochiana interpretación de loscontenidos que revelan involuntariamente lostestimonios voluntarios e involuntarios, halogrado reconstruir las estructuras principa-les constitutivas de la cultura campesina y dela cultura popular de Italia y de Europa en elsingular “largo siglo XVI”.

Porque allí donde el objeto que estudia-mos se nos escapa de las manos por su fragi-lidad, y por su sobrevivencia sólo ruinosa yfragmentaria —como en el caso de estas cul-turas de las clases subalternas—, allí se impo-ne el uso de esta búsqueda de los indicios, losque como un mecanismo indirecto y alterna-tivo, nos dan acceso a esas realidades de difí-cil captación y aprehensión.

8 El término italiano “spie” tiene ese doble significado que no se repite en otras lenguas, de espía, es decir dealguien que busca saber lo que oficialmente está prohibido conocer, pero también de “indicio” o pista que daacceso a una realidad de otro modo difícilmente accesible.9 Sobre este punto, cfr. Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Ed. Contrahistorias, México,2005, y Carlos Antonio Aguirre Rojas, “Walter Benjamin y las lecciones de la historia a contrapelo” en larevista UNAULA, núm. 24, Medellín, 2004.10 Sobre este punto, vale la pena releer una vez más la brillante obra de Carlo Ginzburg El queso y los gusanos,Ed. Océano, México, 1998, y también nuestro ensayo, Carlos Antonio Aguirre Rojas, “El queso y los gusanos:un modelo de historia crítica para el análisis de las culturas de las clases subalternas” antes citado.

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Acceso a un vasto universo de temas y pro-blemas históricos fundamentales, peroabandonados por esa dificultad intrínseca desu reconstrucción, que a partir de esta teori-zación y explicitación del paradigma indicia-rio se vuelven ahora accesibles al trabajo delhistoriador, ampliando con ello enormementeel campo u objeto general de los territoriosque abarca la propia ciencia de la historia.

Pero también y en segundo lugar, el para-digma indiciario va a ensanchar el objeto dela ciencia histórica al superar un viejo y per-sistente debate inaugurado en el último ter-cio del siglo XIX, y que recorre casi todo elsiglo XX cronológico: el debate entre, de unlado la postura del historicismo, y de otra par-te, la postura de los defensores de la cienciahistórica como “ciencia de lo general”, res-pecto de este mismo objeto de los estudioshistóricos. Pues frente a esta tenaz división,de quienes defienden que el objeto de la his-toria está constituido centralmente por loshechos y dimensiones únicos, singulares e irre-petibles de los procesos humanos, en contrade quienes afirman que “sólo hay ciencia delo general”, y que el objeto de la historia sonprecisamente esos hechos comunes, genera-les y universales del hacer humano en el tiem-po, frente a ambas posturas, el paradigmaindiciario va a reivindicar en cambio la abso-luta necesidad de abarcar ambas dimensiones,recuperando tanto las tendencias, procesos yelementos generales, como también e igual-mente los hechos, dimensiones y caracte-res específicamente individuales y singula-res de la historia.

Porque si los indicios son espías que per-miten el acceso a realidades ruinosas y de di-fícil aprehensión, también son herramientasprivilegiadas que hacen posible la captaciónde la singularidad individual, específica e irre-petible, de cada “caso” histórico respecto delas correlativas normas o leyes de orden ge-neral que le corresponden. Ya que el indicio

sólo adquiere sentido en tanto tal “indicio”,si es capaz de revestirse de un significado re-velador de estructuras profundas, y por lo tan-to, de procesos y tendencias generales y uni-versales, es decir, si se afirma como un ciertohecho que es sólo aparentemente secundarioe intrascendente, pero realmente revelador deesas estructuras esenciales y profundas, paralas miradas especialmente entrenadas en esadetección y explicación de dichos indicios.

Con lo cual, el paradigma indiciario poneen el centro de su atención esta compleja dia-léctica entre norma, o ley, o tendencia, o pro-ceso generales, y de otro lado el caso, o la rea-lidad, o la manifestación, o la expresión es-pecífica y estrictamente individuales y singu-lares de dichas dimensiones generales. Y conello, no sólo supera simultáneamente los lí-mites de la estrecha postura historicista, y lasposibles malas interpretaciones y deformacio-nes de la postura “generalista” o “universalis-ta”, sino que también replantea en nuevostérminos esa importante dialéctica entre logeneral y lo particular dentro de la historia.

Pues si los indicios dan acceso a la singula-ridad irrepetible del caso, lo hacen sólo den-tro de una lógica que considera a este casoinvestigado, como el caso de una norma, y porlo tanto, el elemento “revelador” de la especí-fica totalidad de la que forma parte dichocaso. O como lo dice el propio Ginzburg: “silas pretensiones de conocimiento sistemáti-co parecen cada vez más inconstantes, no porello debe ser abandonada la idea de totali-dad. Por el contrario: la existencia de unaconexión profunda que explica los fenóme-nos superficiales es reafirmada en el momen-to mismo en que se sostiene que un conoci-miento directo de tal conexión no es posible.Si la realidad es opaca, existen ciertos puntosprivilegiados —señales, indicios— que nospermiten descifrarla”. Para rematar: “Estaidea, que constituye el núcleo del paradigmaindiciario o sintomatológico, se ha abierto

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camino en los ámbitos cognoscitivos más va-riados, modelando en profundidad a las cien-cias humanas”.11

Ampliando así el objeto de la historia —ytambién de las ciencias sociales en general—, al incluir tanto a los elementos y dimensio-nes generales como a las realidades y hechosparticulares del hacer humano-social, el pa-radigma indiciario nos permite dar cuenta delcaso individual en su especificidad, pero tam-bién desde lo universal y como lección esen-cial para la construcción y definición de esemismo universal. Lo que además de recupe-rar y dar sentido a la oportuna exigencia deMarx, de incorporar como uno de los nivelesdel análisis de la totalidad, también a este ni-vel del análisis de las dimensiones histórico-concretas de la realidad investigada, empa-renta y vincula justamente a la historia conotras disciplinas de estudio de lo social, e in-cluso más allá, las que cada vez asumen másconscientemente la tesis de que el buen juezextrae siempre lecciones generales de cadanuevo caso particular juzgado, así como elmédico enriquece su visión general de unaenfermedad con cada nuevo paciente indivi-dual tratado, mientras que el buen detectiveafina y perfecciona su conocimiento de lospatrones criminales generales con cada nue-vo crimen singular que resuelve, del mismomodo en que el buen historiador forma y

desarrolla su concepción y su capacidad ge-neral de explicación de la historia, a partir decada nuevo estudio de un suceso, un fenó-meno o un proceso históricos investigados.

Porque si todos padecemos de gripe, cadacuerpo la vive y la sufre de un modo único ysingular, igual que el hecho de que todos es-tamos sometidos a las leyes del inconscientey de los complejos universales, pero cada unode nosotros actualiza y escenifica esos com-plejos y esa vigencia del inconsciente de unmodo completamente personal e irrepetible.Y es justo a través del desciframiento de losindicios que se restituyen, tanto esa singula-ridad particular del caso individual, comotambién esa obvia e ineludible presencia ymanifestación de la norma o del patrón ge-neral y universal dentro del caso en cuestión.

De este modo, la explicitación del paradig-ma indiciario ensancha las fronteras del obje-to de la ciencia histórica en un doble sentido:primero, al darnos acceso a toda una serie derealidades de difícil aprehensión, por habersido marginadas, reprimidas o silenciadas, opor haber sobrevivido sólo en estado de rui-nas y fragmentos, y segundo, al incluir porigual las dimensiones tanto generales comoparticulares de los procesos históricos, replan-teándolas y concibiéndolas de un modo no-vedoso y original, pero también superador delas viejas visiones basadas en antinomias sim-

11 Cfr. Carlo Ginzburg, “Huellas. Raíces de un paradigma indiciario”, en el libro Tentativas, citado, Morelia,pp. 151-152. Más recientemente, Ginzburg ha insistido en esta compleja relación entre normas y casos, y eneste punto entre normas y casos anómalos, en su ensayo “Family Resemblances and Family Trees: Two Cogni-tive Methapors” en la revista Critical Inquiry, núm. 30, Chicago, 2004, Pág. 556 (texto cuya versión enespañol se incluye en este mismo número de Contrahistorias), en donde afirma la mayor riqueza de partir delas anomalías para llegar a dichas normas. Y justamente, una de las virtudes del paradigma indiciario reside enpermitir el acceso a ese caso —anómalo o no— para a través de él llegar finalmente a la norma y a la totalidad,y con ello a esta dialéctica entre lo general y lo particular, tema por lo demás, igualmente central para todos losautores de la importante corriente de la microhistoria italiana. Sobre esta última, y sobre este problema men-cionado, cfr. nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Contribución a la historia de la microhistoria italia-na, Ed. Prohistoria, Rosario, 2003 y también nuestro ensayo “Invitación a otra microhistoria: la microhistoriaitaliana”, en la revista Histórica, vol. XXVII, núm. 2, Perú, 2003.

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plistas y excluyentes.12 Visión más amplia ymás adecuada de los objetos a estudiar porparte de la disciplina histórica, que se corres-ponde además con una clara asunción del ver-dadero estatuto del conocimiento histórico, yhasta del conocimiento de lo social en gene-ral, asunción que abre e inaugura el reto de lafutura edificación global de un nuevo para-digma epistemológico general, exclusivamen-te característico de todo este conjunto de lasciencias sociales consideradas en su totalidad.

Los vastos alcances generales y el va-lor universal del paradigma indiciario,

se revelan también cuando asumimos que elmismo representa una clara y radical “tomade conciencia” del específico estatuto episte-mológico que poseen las ciencias humanas o so-ciales en general, como un estatuto que es, demodo necesario, algo radicalmente diferenteal estatuto cognoscitivo de las ciencias natu-rales. Porque si todavía en el siglo XIX, e in-cluso durante un buen segmento del siglo XX,la historia vivió bajo la ilusión de compartirel mismo paradigma de cientificidad que lasciencias naturales, eso la llevó siempre a ca-llejones sin salida, que la conducían a la al-

ternativa de elección entre construir verda-des exactas pero irrelevantes, o en el otro ex-tremo la de establecer verdades cualitativas yprofundas pero sólo conjeturales, inciertas yaproximativas. Y todo ello, por tratar de imi-tar, fallidamente, un paradigma galileano quees esencialmente cuantificante, generalizadory abstracto, y que sacrificaba y marginaba alo cualitativo, a lo individual y a lo concretode los específicos fenómenos estudiados.

Pero si, como nos lo recordó Marx, siguien-do a Vico, “la historia de la humanidad sediferencia de la historia natural en que la pri-mera la hemos hecho nosotros y la otra no”,13

entonces es claro que el paradigma epistemo-lógico general de una y otra historia no puedeser el mismo, y por lo tanto, esa historia de lahumanidad, y con ello las distintas cienciassociales que la estudian, deberán construir susingular y exclusivo paradigma epistemoló-gico, diverso del paradigma que intenta apre-hender al mundo de la naturaleza, y sólo co-rrespondiente a esta indagación de la obra delos hombres en el tiempo.

Ya que en el vasto campo de ese hacer hu-mano en el tiempo, que es el objeto de todaslas llamadas ciencias sociales, aparecen facto-

12 En este sentido, el paradigma indiciario se inscribe en toda la tradición de la historiografía y de las cienciassociales genuinamente críticas, las que desde Marx y hasta hoy, han tratado también por muy diversas vías desuperar y dialectizar estas falsas antinomias rígidas y simplistas, que oponen por ejemplo al individuo y a lasociedad, al personaje y al contexto, al actor social y a las estructuras, a la macrohistoria con la microhistoria,a lo global con lo local, a lo material con lo espiritual, a lo económico con lo cultural, y un largo etcéteraposible. Pero autores tan brillantes como el propio Marx, o Walter Benjamin, o Norbert Elias, o Marc Bloch,o Fernand Braudel, han criticado y superado siempre estas visiones dicotómicas rígidas, falsas y esquemáticas.Al respecto y sólo para el ámbito de la historia, cfr. nuestros libros, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Antimanualdel mal historiador, 8ª. edición, Ed. Contrahistorias, México, 2005, Corrientes, Temas y Autores de la historio-grafía contemporánea, Ed. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, 2002, La historiografía enel siglo XX, Ed. Montesinos, Barcelona, 2004, y Retratos para la Historía, Ed. Contrahistorias, México, 2006,ya antes mencionado.13 Cfr. Carlos Marx, El Capital, Tomo I, vol. 2, pág.. 453, nota 89, donde Marx plantea que, hasta esemomento en que él escribe, no existe todavía dentro de este campo de las ciencias sociales humanas, un trabajoequivalente al que Carlos Darwin realizó para el campo de las ciencias naturales. Ausencia que precisamente haintentado colmar, el complejo aunque lamentablemente no totalmente completado proyecto crítico del pro-pio Carlos Marx.

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res que no están presentes enel mundo de la naturaleza,como la libertad humana, y lavoluntad y la conciencia de loshombres, junto a la intencio-nalidad y la creatividad del gé-nero humano, entre otros ele-mentos, lo que genera unarealidad que, para ser explica-da, requiere de otras y muy di-ferentes estrategias cognosciti-vas a las que empleamos paraaprehender y explicar el mun-do natural. Estrategias cognos-citivas divergentes de las utili-zadas por las ciencias natura-les, entre las que se incluye sinduda la estrategia del paradigma indiciario.

Porque al introducir dentro de la realidadde lo social todos esos elementos derivadosde la presencia e influencia de lo humano, nosólo construimos un nivel de fenómenos deuna mayor complejidad que el de los fenóme-nos del mundo natural, sino también todo ununiverso de elementos que funcionan con otralógica, otro sentido y otros modos de funcio-namiento distintos a los puramente natura-les. Lo que entonces, complica y limita la apli-cación del paradigma galileano para el estu-dio de estas realidades sociales, al mostrarcomo demasiado estrechos a la cuantificaciónrigurosa, la matematización del mundo, lageneralización permanente y la constante re-ducción de lo concreto a lo abstracto, propiasde este modelo de cientificidad. Estrechez deesta estrategia y modelo galileanos, frente a lacual se legitima y reivindica el paradigma in-

diciario, mucho más elásticoy flexible, y por ende, más ca-paz de captar lo cualitativo, loindividual, lo concreto y losingular, si bien desde una es-trategia que aún hoy está me-nos formalizada, establecida yprecisa que la delineada por Ga-lileo hace aproximadamentemedio milenio.

Y si las ciencias sociales sonprofundamente distintas delas ciencias naturales, no sóloporque en las primeras el su-jeto que conoce coincide conel objeto a conocer —siendoen ambos casos, como es ob-

vio, la humanidad misma—, sino tambiénporque, como bien lo ha señalado Marc Blo-ch, en el campo de las ciencias sociales la ex-perimentación, entendida como la reproduc-ción consciente, voluntaria y regulada del fe-nómeno estudiado, simplemente no existe.14

Lo que implica que tanto la verificación comola prueba sean muy diferentes a las de las cien-cias naturales, pero también que el tipo deverdades que elaboran estas ciencias socialessea cualitativamente distinto de las verdadessobre el mundo natural o sobre el universohasta ahora conocido.

Conocimiento de lo social que alude a unarealidad que no es reproducible de maneraexperimental, y que en la mayoría de los ca-sos sólo se conoce por vías “indirectas”, queen consecuencia tendrá que apoyarse para suconstrucción, en distintos tipos de testimo-nios y fuentes, pero también y reiteradamen-

14 Cfr. Marc Bloch, Apología para la Historia o el Oficio de Historiador, Ed. Fondo de Cultura Económica,México, 1996, págs. 129-132 y 159-168, que contienen muy agudas reflexiones sobre este estatuto específicodel conocimiento histórico, pero también con relativizaciones importantes del supuesto conocimiento ‘exacto’de las ciencias naturales y de la imagen general acerca de estas, ideas que recientemente han venido a serconfirmadas tanto por la teoría del caos como también por las llamadas ciencias de la complejidad, punto queveremos un poco más adelante.

...como bien lo haseñalado Marc Bloch,

en el campo de lasciencias sociales laexperimentación,entendida como la

reproducciónconsciente, voluntaria

y regulada delfenómeno estudiado,

simplemente noexiste...

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te en la búsqueda y el desciframiento de todotipo de huellas, vestigios, rastros, signos, se-ñales, síntomas o indicios.

Pero si este conocimiento de lo social esradicalmente diverso del conocimiento de lonatural, y si utiliza otras lógicas y otras estra-tegias cognoscitivas, siendo además un cono-cimiento no experimental y muchas vecesindirecto y apoyado en los indicios, entonceses comprensible que también sea distinto suprincipal resultado intelectual, es decir el tipode verdad que él mismo genera. Pues las ver-dades que se establecen en el ámbito de losocial no serán verdades exactas, rigurosas,comprobables y precisamente mensurables,sino más bien verdades conjeturales, aproxi-mativas, hipotéticas y más bien cualitativas,aunque igualmente serias, razonadas y fun-damentadas. Porque en su inmensa mayoría,los “hechos duros” de la historia —y tambiénde la economía, la sociología, la psicología,etcétera—, que son hechos ciertos y compro-bables, son generalmente los hechos más su-perficiales y menos importantes, mientras quelas estructuras profundas y los procesos esen-ciales de esa misma historia y de esas distin-tas realidades sociales, son los que sólo pode-mos conocer de ese modo vinculado más quea lo cierto y a lo exacto, a lo “infinitamenteprobable” o enormemente verosímil.

Flexibilizando así la noción misma de ver-dad, para abrir el abanico de su definición, yabarcar en esta última la gradación que vadesde lo cierto hacia lo verdadero, de este úl-timo hacia lo verosímil, y luego hacia lo pro-bable y hasta lo simplemente posible, entreotros varios, el paradigma indiciario cambia

también totalmente la noción, el rol y el esta-tuto de la prueba en la historia y en las cien-cias sociales, al mismo tiempo en que incor-pora, junto a la deducción y la inducción, ala abducción de Charles Peirce, legitimandoel razonamiento probabilístico y la compara-ción analógica dentro de las actuales vías deconstrucción de las ciencias sociales más con-temporáneas.15

— II —

Elías Contreras, como la mayoría de loszapatistas, era un cazador. Y como tal sabía

‘huellar’ al animal. Es decir, sabía seguirleel rastro. El rastro, la huella, el vestigio,la pista. Entre el cazador y el detective

hay este hilo común.

Subcomandante Insurgente Marcos,“En memoria de Bertold Brecht”,

5 de junio de 2006.

A tono con esta “explosión” y dilata-ción del objeto de la ciencia histórica,

y esta reivindicación del estatuto singular delconocimiento sobre lo social humano en lahistoria, y de la concomitante transformaciónde las nociones de verdad, de prueba y delmodo de la inferencia cognoscitiva en juego,van a ensancharse y a trastocarse también, tan-to las jerarquías particulares como las clasifi-caciones específicas y hasta los límites deter-minados de los modos del saber hoy todavíavigentes. Pues dado el estatuto no experimen-tal y muchas veces indirecto y conjetural delconocimiento de lo histórico y de lo social, y

15 Por eso, no es una casualidad que una de las vías que ha sido recorrida por Carlo Ginzburg en los añosposteriores a la publicación de este texto de “Indicios”, sea precisamente esta de la tematización del estatuto dela verdad, de la prueba, de las formas de control de los resultados, y de los procedimientos oblicuos de lecturade los testimonios dentro de la ciencia histórica. Al respecto cfr. los libros Tentativas, citado antes, y en especiallos capítulos 5, 7 y 10; Rapporti di forza, Ed. Feltrinelli, Milán, 2000, especialmente la introducción y loscapítulos 1 y 2, y el libro Il filo e le tracce. Vero, falso, finto, Ed. Feltrinelli, Milán, 2006.

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dados también los problemas a resolver poreste paradigma indiciario, de esas realidadesdifícilmente aprehensibles y de esos casos in-dividuales en su conexión singular con la leyo norma general, va a replantearse nuevamenteel problema de los límites específicos de losmodos del saber burgués-moderno, hoy todavíaampliamente extendido y aún dominante.

Saber burgués característico de la moder-nidad, condensado ejemplarmente en el pa-radigma galileano de la cientificidad, cuyosrasgos principales son la reivindicación de losprocesos racionales formalizables, que llevana cabo operaciones lógicas como la induccióny la deducción, y que apoyados tanto en elconocimiento libresco y en el trabajo del ce-rebro, como también en el experimento y enla comprobación práctica y empírica, estable-cen verdades ciertas, exactas, rigurosas y ten-dencialmente mensurables de modo cada vezmás preciso. Un saber que, en consecuencia,no es capaz de abarcar ni de comprender otrosmodos diversos del saber y del conocer, tanricos, variados y complejos como el saber delbuen catador de vino, o el del conocedor dela obra de arte, o el del fino y agudo psicoa-nalista, o el buen médico, pero tampoco eldel verdadero líder popular, el del buen car-pintero o marinero, el del detective experto,o el del historiador realmente capaz de des-cubrir y de descifrar los distintos “indicios”del tema de historia que investiga.

Límites e incapacidad de aprehensión deeste saber moderno-burgués, que serán evi-

denciados por el paradigma indiciario, el quesi bien utiliza igualmente ciertos mecanismosde ese mismo saber moderno dominante, nodescarta sin embargo a esos otros modos ge-neradores del saber que son la abducción, elrazonamiento probabilístico, el razonamien-to fulmineo, el descubrimiento intelectual deraíces aún inexplicadas, pero incluso tambiénel golpe de vista, la corazonada o hasta la in-tuición (estos últimos, mecanismos que aúnno sabemos explicar racionalmente, pero quemuy posiblemente se vinculan con la memo-ria y el razonamiento instantáneos, con unconocimiento semiconsciente que aflora depronto, o con certezas o verdades latentes queemergen de pronto y en ciertas circunstan-cias dadas).

Y ello, no para reivindicar un absurdo yridículo nuevo irracionalismo moderno,como hacen todas las posiciones del postmo-dernismo en la historia y en las ciencias so-ciales, sino más bien para poner en cuestióny asumir con todas sus consecuencias, esoslímites cada vez más obvios y cada vez másparalizantes de ese saber burgués dominante,que hoy está en su clara etapa de crisis termi-nal y definitiva.16

Crisis y límites que se manifiestan hoy agu-damente, en el ámbito de las ciencias natura-les, como la crítica radical y la superación teó-rica frente a los modelos rígidos y simplistasbasados en la afirmación de un determinis-mo lineal y predecible, y en una reversibili-dad que ignora olímpicamente los efectos de

16 Una crisis múltiple de todas las estructuras del saber moderno-burgués, que se manifiesta lo mismo en elámbito de las ciencias naturales, con el surgimiento de la teoría del caos y de las ciencias de la complejidad, queen el ámbito de las humanidades y de las artes, lo mismo que en todo el territorio de las modernas cienciassociales. Sobre este punto, al que volveremos más adelante, cfr. Ilya Prigogine e Isabelle Stengers, La nuevaalianza, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1997, y también Ilya Prigogine, El fin de las certidumbres, Ed. AndrésBello, Santiago de Chile, 1996 y Las leyes del caos, Ed. Crítica, Barcelona, 1997; Wolf Lepenies, Las tres culturas,Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1994, e Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, Ed. SigloXXI, México, 1996, Impensar las ciencias sociales, Ed. Siglo XXI, México, 1998, Conocer el mundo, saber elmundo, Ed. Siglo XXI, México, 2001, y también Las incertidumbres del saber, Ed. Gedisa, Barcelona, 2005.

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la flecha del tiempo, a la vez que concibe alos sistemas siempre como sistemas en con-diciones de equilibrio, y que persigue la ma-yor precisión cuantitativa de sus posibles re-sultados. Lo que, en el ámbito de las cienciassociales, se reproduce como la crítica a las es-tructuras “disciplinares” de este mismo cono-cimiento de lo social, y a las falsas y fallidaspropuestas totalmente erróneas aunque hoymuy de moda, de la interdisciplinariedad,multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad otransdisciplinariedad. Lo que, también a sumanera, se repite igualmente en el ámbito delas humanidades y las artes, como crítica desu artificial e infundada separación de las cien-cias sociales, y como exigencia de historiza-ción y explicación crítica de los distintos cá-nones de lo bello y de lo artístico, a lo largode los tiempos de la historia humana.17

Crisis entonces global de los saberes bur-gueses y modernos hoy dominantes, que nosólo legitima la validez y pertinencia de la rei-vindicación del paradigma indiciario, sinotambién y más allá de este último, nos abre ala revaloración y al rescate de todos aquellossaberes y estrategias cognoscitivas que la mo-dernidad burguesa despreció y marginó du-rante cinco siglos, y que hoy retornan nueva-mente como saberes y estrategias igualmente

legítimas, e igualmente rescatables y fructífe-ras para la aprehensión más fina, completa yorgánica de nuestras múltiples realidades y denuestros diversos mundos y universos.

Y en primer lugar, la reivindicación delsaber y de la cultura populares, los que cadavez más son reconocidos como saberes y cul-turas que son diferentes pero no inferiores a lacultura y al saber dominantes, siendo estu-diados y revalorados para descubrir su carác-ter dinámico, innovador, creativo y constan-temente generador de nuevas formas y con-tenidos, a partir de su vínculo privilegiadocon el mundo de la experiencia, y de su con-dición como cultura y saber originales y ori-ginarios de toda otra posible cultura y de todootro posible saber.

Y si bien es claro que el paradigma indi-ciario no es un elemento o un patrimonioexclusivo de las culturas subalternas o de lossaberes populares, pues igualmente ha sido ypuede ser reapropiado por las clases domi-nantes y por los saberes hegemónicos, tam-bién es claro que dichas clases y culturas sub-alternas se encuentran más cercanos de ese sa-ber a través de indicios, que las clases domi-nantes. Porque mientras que las clases some-tidas y explotadas aprehenden siempre elmundo desde la base de sus experiencias di-

17 Las manifestaciones de estos límites del moderno saber burgués son cada vez más diversas y evidentes: porejemplo, es claro que la racionalidad burguesa, totalmente adialéctica, no puede aún resolver hoy en términosde su propia ciencia lógica las paradojas de Zenón de Elea, sobre cómo es posible recorrer un número infinitode puntos en un tiempo finito. Pero igual no tiene solución a la pregunta de si Dios, que supuestamente estodopoderoso, podría entonces crear una piedra tan pesada que ni él mismo fuese capaz de levantarla. Ytambién estos límites se hacen evidentes en la empobrecida concepción burguesa moderna del tiempo, quesigue aún pensándolo bajo la estrecha tripartición de pasado/presente/futuro, criticada mil veces por los másdistintos analistas de todo el siglo XX. Y es claro que sólo un pensamiento genuinamente crítico y genuina-mente dialéctico, y por lo tanto forzosamente trascendente del saber moderno burgués, puede superar estoslímites y resolver estos impasses de ese mismo saber burgués hoy todavía dominante. A este respecto, y a títulode simples ilustraciones de estos límites, cfr. Norbert Elías, Sobre el tiempo, Ed. Fondo de Cultura Económica,Madrid, 1989, Carlos Antonio Aguirre Rojas, “La larga duración: in illo tempore et nunc”, en el libro Ensayosbraudelianos, Ed. Prohistoria, Rosario, 2000, y también la breve nota titulada “Aprendiendo a pensar” incluidaen la revista Memoria, num. 161, México, pág. 62, en donde se narra una muy curiosa pero interesanteanécdota de Niels Bohr y de Ernest Rutherford.

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rectas, y por tanto asimilan pronto y directa-mente este saber indiciario de los cazadores,los marineros, los carpinteros o los verdade-ros líderes populares, entre otros, las clasesdominantes en cambio, que aprehenden elmundo muchas veces desde un conocimien-to libresco, y bajo los marcos estrechos delparadigma de cientificidad, primero platóni-co, y luego galileano, tienen en cambio quedesaprender parte de lo aprendido, y abrirsemás allá de sus propios límites, para ser capa-ces de asimilar y practicar dicho paradigmaindiciario. Lo que, lógicamente, explica ennuestra opinión, el hecho de que haya sidoCarlo Ginzburg, estudioso asiduo y puntillo-so de dichas culturas y saberes populares, res-pecto de las cuales manifiesta una clara y abier-ta simpatía, el que logró teorizar y explicitareste mismo paradigma epistemológico de lalectura y desciframiento de los indicios.

¿Existe realmente el famoso “espíritude la época”, el Zeitgeist reivindicado

por los autores alemanes? Quizá si o quizáno, pero lo que sin duda si existe, son con-textos culturales específicos de cada coyun-tura histórica, que plantean problemas simi-lares a los distintos investigadores y científi-cos de todo orden que trabajan dentro de es-tos contextos y estas coyunturas determina-das. Lo que, naturalmente, provoca que au-tores e investigadores situados en países dife-rentes, y en disciplinas y campos de estudiotambién diversos, lleguen a proponer en oca-siones tesis y planteamientos coincidentes, oconvergentes, o simplemente cercanos y si-milares.

Y no es para nada una casualidad el hechode que el paradigma indiciario haya sido teo-rizado y explicitado en 1978-79, es decir enla coyuntura cultural y social que se creó anivel mundial, como resultado de las múlti-ples revoluciones culturales simbolizadas enel emblemático año de 1968, pero también y

más en general, en la coyuntura social globalposterior a 1972-73, que abre el periodo dela crisis terminal y definitiva del actual siste-ma capitalista mundial. Coyuntura múltipley global, que junto a la crisis civilizatoria quetodavía hoy padecemos en todo el planeta —y que se expresa lo mismo en la catástrofeecológica hacia la que lentamente caminamos,junto a la crisis económica indetenible que sehace evidente, por ejemplo, en el florecimien-to ilimitado y mundial de las economías “sub-terráneas”, o “informales”, o “ilegales” o “pa-ralelas”, al lado de la crisis social que exudauna nueva violencia social incontrolada, y ala debacle de todos los Estados y de todo elnivel de la política y de lo político modernos,entre otros síntomas—, va a manifestarse tam-bién en el plano cultural como crisis globalde la entera configuración de la racionalidadburguesa moderna, y con ello, de todo el con-junto de sus principales estructuras de saber.

Por eso, no es fortuita la coincidencia tem-poral del desarrollo de la propuesta del para-digma indiciario, y su crítica frontal al para-digma galileano, con el nacimiento de la teo-ría del caos y el desarrollo de los estudios delas ciencias de la complejidad, paralelamenteal desarrollo de la perspectiva desarrollada porImmanuel Wallerstein del “análisis de los sis-temas-mundo” y su propuesta de “impensarlas ciencias sociales actuales”, o a la afirma-ción y difusión de la corriente historiográficade la microhistoria italiana, lo mismo que ala popularización y enorme difusión de lostrabajos de autores anteriores como NorbertElías o Walter Benjamin, entre otros.

Coincidencia no sólo temporal sino deciertas preguntas y de ciertas respuestas, quemás allá del hecho de que en todos estos ca-sos citados se trata de distintos acosos críticosa las formas de la racionalidad burguesa im-perante, y también de la búsqueda de otrosmodos de pensar y razonar, modos realmentealternativos a esa racionalidad burguesa, se

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prolonga incluso en la similitud de ciertas tesisy análisis más específicos y particulares. Porejemplo, en el énfasis que este paradigma in-diciario asume respecto de la gran relevanciaque poseen los aspectos cualitativos e irreduc-tiblemente indivi-duales de los hechoshistóricos o socialesinvestigados, énfasisque estando presen-te también en todala corriente de lamicrohistoria italia-na —a la que el pro-pio Carlo Ginzburg pertenece—, nos conec-ta igualmente con la crítica que los estudioscomplejos realizan al objetivo reiterado de lasciencias naturales, de lograr siempre la ma-yor precisión cuantitativa posible en la expli-cación y reproducción intelectual de la reali-dad estudiada.

Pero ya Mandelbrot ha demostrado que noexiste una sola representación exacta y rigu-rosa de la Costa de Bretaña, porque los ma-pas posibles de esa Costa son infinitos, y va-rían según la escala elegida de su construc-ción. Entonces ¿cuál es el mapa más exacto yriguroso de la Costa de Bretaña?, es una pre-gunta que no tiene respuesta, e incluso ni si-quiera la del mapa que, como en el cuento deJorge Luis Borges, mediría exactamente lomismo que la propia realidad geográfica queintenta reproducir, pues esta última cambiatodo el tiempo por la erosión, las mareas, eldesgaste terrestre, etcétera.18 Con lo cual eseobjetivo de la mayor precisión cuantitativa yel máximo rigor medible se desvanece, para

ceder su lugar a reproducciones más cualitati-vas y aproximativas, pero también más indi-vidualizadas y específicas, en tanto que cons-cientes de la escala elegida en función de losobjetivos cualitativos de la representación o re-

producción elegida.Y junto a esta

convergencia en di-cho énfasis sobre laimportancia de loindividual y lo cua-litativo, que sin em-bargo no olvida nisuprime al nivel ge-

neral y a la dimensión cuantitativa, estaría lareivindicación del necesario grado de incerti-dumbre ineliminable que poseen las verdadeshistóricas y también muchas verdades socia-les. Incertidumbre que da fundamento y le-gitimidad al razonamiento conjetural y a laabducción, y que reaparece también en laconcepción global de la teoría del caos, la queentre sus postulados centrales afirma que, enla vasta inmensidad del universo, lo que pre-domina mayoritariamente no son los sistemasen situación de equilibrio, sino por el contra-rio, los sistemas en situación de bifurcación.

Lo que, además de romper con la creenciasostenida durante cinco siglos por el modelobaconiano-newtoniano de la ciencia, intro-duce entonces el carácter ampliamente vigentedel elemento estocástico dentro del estudio yexplicación de dicho universo, y con ello, nosólo el “fin de las certidumbres” antes adqui-ridas, sino también el reconocimiento delcarácter parcial, fragmentario, acotado y tam-bién incierto de las verdades hasta hoy obte-

18 Sobre este punto cfr. Benoit Mandelbrot The fractal geometry of nature, Ed. W. H. Freeman, Nueva York,1983, y también Bernard Lepetit “Architecture, Geógraphie, Histoire: Usages de l’echelle” en la revista Gène-ses, núm. 13, 1993, Immanuel Wallerstein “The challenge of maturity. Weather social science?” en Review, vol.15, núm. 1, Binghamton, 1992, y Carlos Antonio Aguirre Rojas “Una perspectiva global del análisis de lossistemas-mundo” en el libro Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema-mundo capitalista, Ed. Era, México (2aedición), 2004, pp. 111-135.

...el énfasis que este paradigma indiciarioasume respecto de la gran relevancia que

poseen los aspectos cualitativos eirreductiblemente individuales de los

hechos históricos o sociales investigados...

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nidas dentro de las ciencias naturales, tam-bién llamadas, lo que hoy parece una ciertaironía, “ciencias exactas”.

Pero si esas verdades de las ciencias natu-rales se encuentran también sometidas a lavigencia de la flecha del tiempo, y circunscri-tas a esos espacios restringidos del universoque son los sistemas en equilibrio, entoncesel paradigma indiciario que alude a realida-des difícilmente accesibles y de comporta-mientos y trayectorias inciertas, quizá tam-bién tiene algo que aportar en el desciframien-to y análisis todavía en curso de esa otra vastaparte del universo que no está en equilibrio,sino más bien en condiciones de constantebifurcación, y de un caos gobernado por cier-tas leyes —a pesar del carácter paradójico deesta última afirmación.

E igualmente resulta interesante la coinci-dencia entre la tesis del paradigma indiciario,que reivindica la necesidad de vincular siem-pre el caso con la norma, y por esta vía el ni-vel microhistórico con el nivel macrohistóri-co —tema también central de todo el enfo-que de la microhistoria italiana—, buscandolos modos complejos de su articulación, de sudialéctica y de su síntesis, con el similar es-fuerzo que plantea Ilya Prigogine en su teoríadel caos, de buscar también las conexiones,los juegos recíprocos y las interacciones di-versas entre las realidades macroscópicas denuestro mundo cotidiano, teorizado y expli-cado por Newton, y de otra parte las realida-des microscópicas estudiadas por la mecánicacuántica y por la física de los átomos. Perotambién y en sentido inverso, los múltiplesvínculos y la dialéctica específica entre nues-

tro newtoniano universo mejor conocido, aquíconsiderado como un nivel microscópico, yel más vasto y lejano universo de las estrellas,los hoyos negros y las diversas realidades cós-mico-globales, las que en esta nueva articula-ción funcionan como el nivel macroscópico.

Un movimiento a través de distintas esca-las del universo, que no sólo revela los límitesde nuestras capacidades humanas de obser-vación y de análisis, y por ende el caráctertodavía incipiente, inicial y provisional detodos nuestros conocimientos sobre el mun-do natural y sobre el universo —otro claropunto de coincidencia con el paradigma in-diciario y con la perspectiva de la microhis-toria italiana, en este caso en lo que se refierea dicha fragilidad, incertidumbre y provisio-nalidad de nuestros conocimientos de la his-toria y de la sociedad—, sino que hace evi-dente, una vez más, el todavía muy largo ca-mino que nos falta recorrer para alcanzar unamás adecuada y certera comprehensión deluniverso y de la naturaleza, pero también dela historia humana y de sus múltiples socie-dades desplegadas a lo largo del tiempo.

Pues igual que una mirada macroscópica,que ve mezclarse una gota de tinta con otragota de agua, cree percibir que el agua se havuelto gris, mientras que un análisis micros-cópico revela que las moléculas del agua y dela tinta solamente se han fragmentado y dis-persado para combinarse, pero sin mezclarserealmente, así un estudio microscópico y apo-yado en la aplicación del paradigma indicia-rio, es capaz de revelar realidades y verdadeshistóricas imperceptibles desde el sólo nivelmacrohistórico tradicional.19

19 Sobre este punto, cfr. Carlo Ginzburg, “Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella”, en la revista Ruptura,núm. 10-11, Villahermosa, 2002, y también “Details, gros plans, microanalyse. Reflexions sur un livre deSigfried Kracauer”, en la revista electrónica Theomai, núm. 11, abril de 2005, en el sitio: http://www.unq.edu.ar/revista-theomai.htm, y también Carlos Antonio Aguirre Rojas, “Invitación a otra microhistoria: la microhis-toria italiana” en la revista Histórica, antes citado.

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Así, creemos que es por estas coinciden-cias señaladas, y por otras que aquí no hemosdesarrollado, por las cuales Carlo Ginzburgtiene la impresión, desde el momento mismode la primera edición del ensayo de “Indicios”,de estar publicando un “ensayo que no dicecosas demasiado nuevas”, o también de haberexpresado algo “que estaba ya en la atmósferade ese momento”, “dando voz a temas difu-sos que se mantenían en estado latente”. Puesdicha atmósfera de la época no es otra que lade la crisis terminal, definitiva e irreversiblede la limitada racionalidad burguesa moder-na, junto a todos los saberes y a todas las cien-cias que ella ha engendrado, crisis que se ex-presa en las múltiples respuestas e intentos desalida a ella que son, lo mismo la teoría delcaos que la microhistoria italiana, los estudioscomplejos igual que la perspectiva del análisisde los sistemas-mundo, las obras de la másradical y más crítica historiografía marxistabritánica o también en la tesis del paradigmaindiciario que ahora comentamos.

Paradigma indiciario que, lejos de ser “unabanalidad”, constituye más bien una peque-ña revolución epistemológica, equiparable a laque significó en su momento el artículo sobrela larga duración histórica de Fernand Brau-del.20 Pequeña revolución epistemológica que,con este aporte del paradigma indiciario, en-riquece y ensancha de manera importantenuestras posibilidades generales de aprehen-sión y de conocimiento de la historia y de losocial-humano, al hacer explícito y al teorizartodo un nuevo modo de conocimiento de lohistórico-social —y quizá más allá—, todauna nueva estrategia epistemológico-cognos-citiva que se suma al acervo importante de

las nuevas formas de la racionalidad que, enun futuro no muy lejano, deberán de susti-tuir a las estructuras de saber y a las cienciasburguesas modernas hoy todavía dominan-tes, formas nuevas de la racionalidad que hoyse encuentran en proceso de construcción yafirmación definitivas.

Al mismo tiempo en que este impor-tante ensayo de “Indicios” se ha ido di-

fundiendo en escala planetaria, y ha ido afir-mándose como uno de los textos hoy ya “clá-sicos” de la metodología histórica y de la me-todología de las ciencias sociales, se han co-menzado a desarrollar también múltiplesmalas interpretaciones de sus principales te-sis, junto a claras simplificaciones de sus pro-puestas centrales, pero también al lado deextrañas exageraciones de su alcance y de susposibilidades cognoscitivas específicas.

Pues de la misma manera que muchas delas tesis centrales del marxismo original, otambién del ensayo braudeliano sobre “la lar-ga duración”, así también este texto sobre los“Indicios” ha sido objeto de las más diversaslecturas y análisis, y con ello de dichas defor-maciones, simplificaciones y extrañas y des-mesuradas interpretaciones. Por ejemplo, laidea de que absolutamente todos los hechoshistóricos constituyen “indicios” en un sen-tido estricto, o también la ilusión de que elparadigma indiciario constituye un métodouniversal de conocimiento de absolutamentetodas las realidades históricas, e incluso socia-les, y tal vez hasta naturales y cósmicas, es decirque es una especie de llave que abre todas laspuertas de absolutamente todos los proble-mas que aborda el conocimiento humano.

20 Y no está demás agregar que, del mismo modo en que el célebre ensayo braudeliano constituye una claveesencial para comprender la entera obra del gran autor de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la épocade Felipe II, y también de Civilización material, economía y capitalismo, así también este ensayo de “Indicios”,es una clave fundamental para entender la entera obra de Carlo Ginzburg hasta hoy concretada.

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Pero igualmente, la idea de que el para-digma indiciario es necesariamente subversi-vo en sí mismo, y que los “indicios” son fataly obligadamente revolucionarios. Aunque, yen el otro extremo, también la peregrina tesisde que la perspectiva de Carlo Ginzburg se-ría una de las tantas expresiones de la histo-riografía postmoderna, y con ello, que estetexto de “Indicios” sería una crítica radical alparadigma de cientificidad moderno, y porende, una defensa de los puntos de vista post-modernos dentro de la historiografía. O tam-bién, la afirmación de que estos “Indicios” sevinculan exclusivamente y de modo forzosocon la historia de los marginados, o con eluniverso de la cultura popular o de las cultu-ras subalternas. Y ello, entre muchas otrasraras y a veces difícilmente imaginables ex-plicaciones o visiones sobre estos “indicios” yeste paradigma indiciario.21

Toda una serie de malas interpretaciones odeformaciones de las tesis del paradigma in-diciario que, en nuestra opinión, se explicansin duda a partir de la novedad y de la com-plejidad intrínsecas de este ensayo —suertede palimpsesto que, para argumentar y expli-citar sus hipótesis centrales, recorre un arcotemporal que abarca a toda la historia del hom-bre, y a una enorme variedad de casos quecubren las más variadas formas del conocerhumano en la historia—, pero también, y demodo importante, a partir del hecho de queen tanto que formulación y teorización detoda una estrategia cognoscitiva humana, que

es explicitada de manera orgánica por prime-ra vez en la historia, imbrica varios niveles yvarias posibles definiciones, que es necesariodistinguir y separar claramente, para ser ca-paces de comprender mejor y más adecuada-mente a este mismo paradigma indiciario.

Niveles y definiciones que, en una prime-ra aproximación más detenida y puntual, de-berían diferenciar entre, primero, el recono-cimiento y desciframiento riguroso de losindicios, es decir la definición de los indiciosen su sentido estricto; en segundo término, laposible lectura indiciaria de hechos que porsí mismos no son indicios, o la definición deuna suerte de indicios en sentido amplio olaxo, y en tercer lugar, la asunción y configu-ración explícita de una estrategia indiciariade conocimiento de la realidad, o la defini-ción precisa del paradigma indiciario en ge-neral. Veamos esto con más detalle.

Si releemos con cuidado el ensayo de“Indicios”, veremos que en todos los

casos que Carlo Ginzburg refiere como ejem-plo de conformación o de aplicación del pa-radigma indiciario, se repiten ciertos trazos oelementos que, en su conjunto, nos permitenintentar una definición más puntual de lo queson dichos “Indicios”, concebidos en su sen-tido más estricto y riguroso. Definición quesiendo aplicable a todas esas estrategias cog-noscitivas puestas en acción por los cazado-res, los adivinadores, los médicos, los carpin-teros, los jueces, los marineros, los políticos,

21 Sobre estas varias y muy diversas interpretaciones del paradigma indiciario, entre las que se incluyen todoslos ejemplos recién mencionados, cfr. los ensayos de Andrea Carandini y Mario Vegetti, incluidos en Quadernidi Storia, núm. 11, 1980, de Mario Vegetti, Gianni Vatimo y Pierre Aldo Rovatti, en la revista Aut-Aut, núm.175, 1980, la transcripción del debate sobre el paradigma indiciario —donde participa el propio Carlo Ginz-burg, junto a nueve otros autores—, en Quaderni di Storia, núm. 12, 1980, los ensayos de Albino Cánfora, yotro ensayo colectivo, en Quaderni di Storia, núm. 14, 1981, y el ensayo de Melti Peltonen “Indicios, márge-nes, mónadas. Acerca del advenimiento de la ‘nueva microhistoria’”, en el libro Ensayos sobre microhistoria,antes citado. A varias de estas malas interpretaciones ha aludido el mismo Ginzburg en su texto “Intervenciónsobre el paradigma indiciario”, incluido también en este mismo número de Contrahistorias.

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los alfareros, los críticos pic-tóricos, los psicoanalistas o losdetectives, pero también porlos historiadores, nos aclara al-gunas de las más recurrentes yerróneas interpretaciones deeste paradigma basado en eldesciframiento de los indicios.

Así, un indicio en sentidoestricto es una huella, o ras-tro, o síntoma, o trazo, o ves-tigio, o señal, o signo, o ele-mento, que siendo el resulta-do involuntario, o del desplie-gue y existencia de un ciertoproceso o de una cierta reali-dad, o a veces de una creación inconsciente desu propio autor, se constituye en un dato quesólo aparentemente es marginal o intrascen-dente, pero que analizado con más cuidado,se muestra como un dato revelador de unarealidad oculta, más profunda y esencial, reali-dad que no siendo accesible de un modo di-recto y evidente, y que poseyendo un compor-tamiento histórico que es incierto, no previsi-ble y no deducible a partir de su propio pasa-do, sólo se revela mediante esos datos singu-lares y privilegiados, mediante esos ‘indicios’,a aquellas miradas especialmente entrenadasy educadas para descifrar y escudriñar estosmismos datos reveladores.

Definición del “indicio” en su acepciónmás estricta, que derriba entonces la falsa ideade que todo hecho histórico o social es un “in-dicio”, y de que toda realidad o proceso his-tórico social puede y hasta debe ser explicadamediante este paradigma indiciario. Pues esclaro que en la sociedad y en la historia exis-

ten amplias zonas y vastosconjuntos de hechos eviden-tes y de realidades obvias y deacceso directo e inmediato ala mirada y al análisis del ob-servador, lo que en este casohace inútil y hasta ocioso elesfuerzo de detectar indicios,o de aplicar una estrategia in-diciaria para su conocimientoo desciframiento específicos.

Pero también se hace claroque, incluso cuando estamosfrente a realidades ocultas y dedifícil acceso, no cualquiera desus manifestaciones o expre-

siones se constituye como un “indicio”, sinosolamente aquellas que, constituyendo expre-siones privilegiadas o especialmente singula-res de dichas realidades, se conforman comoesos datos agudamente reveladores de la esen-cia y de la dialéctica profunda de esas realida-des. Pues lo real profundo se manifiesta lomismo en rasgos intrascendentes y realmenteaccidentales y secundarios, que en otros ras-gos más importantes y significativos, los queal condensar en sí mismos la expresión de di-mensiones centrales o estructurantes de dichonivel de lo real profundo, se constituyen enverdaderas llaves de acceso o puntos privile-giados de entrada a dichos núcleos esencialesde la realidad. Y si la microhistoria italiana hainsistido tanto en que los casos que ella eligepara investigar como microuniversos históri-cos, no son los casos estadísticamente “más re-presentativos”, sino más bien aquellos casosespecialmente reveladores de las realidadesesenciales macrohistóricas,22 así también los

22 Sobre este punto, cfr. Carlo Ginzburg “Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella”, antes citado, GiovanniLevi, “Sobre Microhistoria”, en el libro Formas de hacer la historia, Alianza Editorial, Madrid, 1993, EdoardoGrendi “Microanalisi e storia sociale” en Quaderni Storici, núm. 35, 1977, y nuestros textos, Carlos AntonioAguirre Rojas, “Invitación a otra microhistoria: la microhistoria italiana” y Contribución a la historia de lamicrohistoria italiana, ambos anteriormente mencionados.

Definición del“indicio” [...] quederriba entonces la

falsa idea de que todohecho histórico o sociales un “indicio”, y deque toda realidad o

proceso histórico socialpuede y hasta debe serexplicada medianteeste paradigma...

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indicios en sentido estricto son sólo esos ras-gos igualmente reveladores de la realidad ocul-ta, aunque muchas veces estén revestidos deun carácter que sólo en apariencia los presen-ta como rasgos marginales, accidentales e in-trascendentes.

Mas sólo en apariencia, lo que significa quela habilidad para descubrir, ubicar, descifrary luego interpretar esos indicios no es una fa-cultad innata en los hombres, ni tampoco enlos historiadores y científicos sociales, sino quees una capacidad que sólo se adquiere me-diante un difícil y complejo entrenamiento,es decir, mediante un claro proceso de edu-cación de los sentidos, de la razón, de la per-cepción y de la asociación de todas estas di-versas destrezas humanas. Porque del mismomodo en que Engels había ya señalado quenadie nace con la aptitud innata para el pen-samiento dialéctico, pensamiento que debede aprenderse y desarrollarse conscientemen-te, e igual que la capacidad de detección delas estructuras de la larga duración históricaha sido una habilidad que Fernand Braudelha cultivado y ejercitado a lo largo de déca-das, así también el hallazgo y la elucidaciónde los indicios es una capacidad que es nece-sario desarrollar y cultivar paciente y siste-máticamente.

Cultivo y educación que, por lo demás, yen lo que se refiere a este desciframiento osuerte de lectura de los indicios, no implicasólo el conocimiento teórico o el razonamien-to general de lo que ellos son y de los rasgosque los definen, sino también y de un modoesencial e imprescindible, la experiencia prác-

tica reiterada de su búsqueda, su ubicación,su desmontaje y su explicación. Pues no bastala sola vía teórica para adquirir las capacida-des de identificación de la autoría de un cua-dro, del descubrimiento del criminal, de la de-tección de la enfermedad en cuestión, o de laaprehensión de la realidad histórica que se nosescapa y esconde al análisis y a la comprensión.

Y si es claro que el saber de las clases do-minantes ha tendido siempre más hacia laabstracción y la generalización, y con ellohacia la teoría, mientras que el saber de lasclases subalternas, que nace y se recrea cons-tantemente desde ese mundo específico de laexperiencia directa, tiende más hacia lo con-creto, y lo individual, y con ello hacia las di-mensiones prácticas de la realidad, resultalógico que dicho saber indiciario esté más cercay tenga una mayor afinidad con la culturapopular que con la cultura hegemónica, sinser sin embargo para nada patrimonio exclu-sivo de esa cultura y saber subalternos.23

Mayor cercanía del paradigma indiciariocon esos saberes de las clases subalternas, quese refuerza por el hecho de que las realidadesque son reveladas por los indicios en sentidoestricto, no son sólo realidades ocultas y dedifícil aprehensión, sino también realidadesque se comportan y afirman de maneras in-ciertas, no predecibles a partir de sus formasde manifestación y de sus itinerarios específi-cos pasados. Pues a diferencia de ciertas reali-dades del mundo físico o natural, que repi-ten y reiteran sus comportamientos mientrasse mantienen constantes ciertas condicionesde su equilibrio, las realidades estudiadas por

23 ¿Quién conoce mejor a la naturaleza, en sus dimensiones concretas y singulares, que el campesino que convivecon ella a diario?, ¿y quién sabe más sobre los modos y comportamientos singulares del material y de los objetosfabricados, que sus propios creadores, los obreros de las fábricas? ¿Y quién conoce mejor la ciudad que sus clasespopulares, que la viven, la sufren, la gozan, y la crean y recrean cada día sin cesar? Lo que no impide, naturalmen-te, que ese conocimiento de la naturaleza, de los productos o de la ciudad pueda ser parcial, incompleto y hastaen parte erróneo, pero igualmente legítimo y fundamental para, como dice Norbert Elias, “orientarse de manerafuncional y práctica dentro del mundo”, por parte de esas mismas clases subalternas.

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los saberes indiciarios, están en cambio mar-cadas por una buena dosis de incertidumbreineliminable. ¿Cómo reaccionarán las masaspopulares frente a una nueva medida represi-va del poder?, o ¿cómo responderá el cuerpoal tratamiento y a las nuevas medicinas su-ministradas? Pero también, ¿cómo estará lapesca o la caza de este día, y cómo responde-rán la madera o el barro, al trabajo del hábilcarpintero o del avezado alfarero que los uti-lizan y moldean?, y ¿cómo juzgar el nuevocaso, pero también como analizar la nuevaexperiencia histórica bajo examen? Gracias alos indicios en sentido estricto, pueden res-ponder con buena probabilidad de acertar, elverdadero líder popular o el médico bienadiestrado, lo mismo que el cazador, el pes-cador, el carpintero, el alfarero, el juez o elhistoriador, adecuadamente entrenados yeducados en la aplicación inteligente y en eluso creativo del paradigma indiciario.

Pero si la definición del indicio en sen-tido estricto es clara, y presenta los

rasgos y elementos que ya hemos definido,también es un hecho que es posible hablar deuna segunda acepción de este mismo térmi-no de indicios, acepción que por lo demás hasido igualmente utilizada por Carlo Ginzburg,y que nos llevaría entonces a hablar de indi-cios en un sentido amplio o laxo. Segunda de-finición posible de los indicios, que siguien-do las lecciones de Marc Bloch, puede expli-

carse a partir de lo que podríamos llamar laposible lectura indiciaria de la realidad histó-rica o social, lectura que conecta directamen-te al paradigma indiciario con el más vastouniverso de la tradición del pensamiento so-cial crítico del “largo siglo XX”, es decir delos últimos ciento cincuenta años transcurri-dos,24 y que es la que lleva a Marc Bloch aafirmar la tesis de que el conocimiento de to-dos los hechos humanos del pasado y de mu-chos de los hechos del presente se hace “pormedio de indicios”, y a Carlo Ginzburg la ideade que “...todos los historiadores trabajan so-bre huellas o indicios, e incluso el historiadorque escribe una historia política a partir de lasactas parlamentarias”.25 Expliquemos esto.

En el concepto de los indicios en sentidoamplio, subyace la idea de que nosotros, loshistoriadores o científicos sociales, podemosintentar leer e interpretar la realidad que in-vestigamos, y con ello a todos los hechos yfenómenos que nos son accesibles de esa rea-lidad bajo estudio, como si se tratara de indi-cios en sentido estricto, es decir como otrostantos signos o huellas que ocultan y a la vezrevelan a una realidad más profunda. Con locual, asumimos que todos los hechos, suce-sos y elementos que conocemos y que se ma-nifiestan a nosotros, son en su conjunto todauna serie de diversos “enigmas” por descifrar,y por lo tanto señales, o huellas, o vestigiosque nos permitirán acceder a esas realidadesocultas, estructurales y más profundas que

24 Sobre este punto, cfr. nuestros libros, Carlos Antonio Aguirre Rojas, La historiografía del siglo XX, Ed.Montesinos, Barcelona, 2004, Itinerarios de la historiografía del siglo XX, Ed. Centro Juan Marinelo, La Haba-na, 1999, y Corrientes, Temas y Autores de la historiografía del siglo XX, antes citado.25 La cita de Marc Bloch referida, está en el texto del manuscrito titulado “La redacción definitiva”, de laApología para la Historia o el Oficio de Historiador, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pág. 164(aunque el epígrafe de todo nuestro ensayo, en donde reproducimos la cita de Marc Bloch sobre este punto, esuna traducción nuestra, directa del texto en francés Apologie pour l’Histoire ou Metier d’historien, Ed. ArmandColin, París, 1993, pág. 103). La cita de Carlo Ginzburg proviene de su texto “Intervención sobre el paradig-ma indiciario”, en el libro Tentativas, Morelia, ya citado, pág. 161, texto también incluido en este mismonúmero de Contrahistorias.

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intentamos igualmente captar y atrapar. Loque entonces, convierte en un cierto sentidoa todo hecho humano —del pasado o delpresente, lo mismo que a todo hecho de cual-quier tipo de orden de que se trate, sea políti-co, económico, social, o cultural, lo mismoque geográfico, cósmico, o natural—, en unposible “vestigio” o huella a ser escudriñada einterpretada, es decir en indicios, si bien in-dicios en un sentido amplio, a los que podráaplicarse del mismo modo la estrategia cog-noscitiva del paradigma indiciario.

Aunque en este caso, es claro que se tratade una suerte de “forzamiento” de la propiarealidad, forzamiento que siendo total y ab-solutamente legítimo como mecanismo cog-noscitivo humano, aplica a esa realidad unaestrategia de acercamiento y de aprehensiónque persigue obligarla a “decir más” sobre símisma de lo que en principio, o en unaaproximación más simple y directa, esta rea-lidad parecería querer mostrar de sí. Forza-miento que asume a cualquier hecho huma-no como si fuese un verdadero “indicio”, yque sigue sin duda los pasos de las leccionesde Marc Bloch en torno de este punto.

Pues en su brillante e inconclusa obra dela Apología para la Historia, Bloch había ex-plicado ya la diferencia entre testimonios his-tóricos voluntarios e involuntarios, señalan-do como los primeros habían sido directa-mente producidos o creados para servir comofuentes de un posible futuro historiador,mientras los segundos eran frutos del hacerhumano, fabricados para otros fines, prácti-cos o sociales, pero que al paso del tiempoeran rescatados por esos mismos cultivadoresde Clío como posibles fuentes de sus recons-trucciones históricas específicas.

Pero luego de hacer esta distinción, obviapero importante, entre testimonios volunta-rios e involuntarios, Marc Bloch daba audaz-mente un paso adelante, y planteaba tambiénla idea de que la historia se construía cada vezmás mediante una lectura que podríamos lla-mar lectura explicitadora de los contenidosimplícitos, tanto de los testimonios volunta-rios como de los involuntarios. Lectura queinterrogando de manera oblicua a esos testi-monios, estaba concentrada sobre todo en loque estos últimos “nos dejan entender sinquererlo decir”, o dicho en otros términos, unalectura que construida a partir de un cuestiona-rio o encuesta inteligentemente planteados ha-brían logrado, “saber de él [del pasado a travésde sus diversos testimonios] mucho más de loque había tenido a bien darnos a conocer”.26

Entonces, y prolongando esta misma lí-nea blochiana de acercamiento a los hechoshistóricos y a los hechos sociales, del pasadoy del presente, Carlo Ginzburg va a postularlo que podríamos llamar una lectura indicia-ria de la realidad, que igual que la lectura ex-plicitadora de Marc Bloch, pretende forzar ala realidad estudiada para obligarla a darnosmás de sí misma, y a dejarse explorar y cono-cer mejor, aunque en este caso, a través deasumir todos los hechos sociales e históricosanalizados como si fuesen indicios, o tambiéncomo indicios en su sentido lato o amplio.

Lo que sin embargo, no impide que Ginz-burg perciba claramente la radical diferenciaentre trabajar con indicios en sentido estric-to, o trabajar con indicios en sentido amplio,al aclarar que los indicios con los que él hatrabajado, y a través de los cuales reconstru-yó la cultura popular y las creencias campesi-nas de los Benandanti o la cosmovisión del

26 Para estas referencias, cfr. Marc Bloch, Apología para la Historia o el Oficio de Historiador, citado, pág. 171,y más en general pp. 168-176. Véase también nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, La ‘escuela’ de losAnnales, (7ª edición), Ed. Contrahistorias, México, 2005.

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molinero Menocchio, son indicios “más in-diciarios que las actas parlamentarias” de lahistoria política, cuya mención hemos referi-do ya antes.27 Indicios en sentido amplio, des-de los cuales sí es posible afirmar que todoslos historiadores trabajan con indicios, lo queconstituye en parteel origen de la con-fusión y de algunasmalas interpretacio-nes del paradigmaindiciario.

Pero también, yes importante su-brayarlo, el desple-gar esta lectura indiciaria de la realidad, asu-miendo todo hecho humano como indicio,vincula directamente al paradigma indiciariocon toda la tradición del pensamiento socialcrítico contemporáneo, tradición que arrancan-do con Marx, se prolonga hasta el día de hoy.Pues asumir todo hecho humano como “enig-ma” o “indicio” a descifrar es asumir frente aél una actitud de “extrañamiento” o de dis-tancia crítica, que rechazando lo evidente y lainterpretación habitual y trillada, por obvia,de dicho hecho humano, se pregunta másbien por sus otros posibles significados, porsus mensajes diversos y ocultos, por lo que élpuede mostrar o desencubrir de modo alter-nativo a su inmediatez y obviedad, en suma,por lo que ese hecho social humano puederevelarnos de esas realidades ocultas y profun-

das, cuando lo abordamos en esa condiciónde “espía” o “indicio” de dichas realidades.

Actitud del “extrañamiento” que es, ni másni menos, la actitud crítica ante la realidad, yque al desplazarse de las miradas y visioneshabituales de lo real, propias siempre del pen-

samiento dominan-te en cada épocahistórica, son lasque observan loshechos de la socie-dad y de la historia“a contrapelo” y acontracorriente delas formas tradicio-

nales y tersas de los discursos hegemónicos,haciendo aflorar los pasados vencidos y sub-terráneos, las causalidades múltiples, las visio-nes complejas, pero también las explicacio-nes nuevas, inéditas y radicalmente distintasde las mismas realidades estudiadas. Actitudcrítica que ha sido la de Marx, lo mismo quela de Walter Benjamin, Norbert Elias, MarcBloch, Fernand Braudel, Edward P. Thomp-son, o Immanuel Wallerstein, entre otros, yque no casualmente ha sido también teoriza-da recientemente por Carlo Ginzburg.28

Punto de vista radicalmente crítico frentea la realidad, que entonces, entre sus múlti-ples expresiones posibles, tiene también a estade dicha eventual “lectura indiciaria” de loreal, y por esta vía, la del propio paradigma oestrategia indiciaria del conocimiento.

27 Cfr. Carlo Ginzburg, “Intervención sobre el paradigma indiciario”, en Tentativas, Morelia, ya citado, pág. 163,y en este mismo número de Contrahistorias.28 Cfr. Carlo Ginzburg, “Extrañamiento. Prehistoria de un procedimiento literario” en el libro Ojazos de madera,Ed. Península, Barcelona, 2000, y también “Tolerancia y comercio. Auerbach lee a Voltaire”, en Contrahistorias,núm. 1, México, septiembre de 2003. Sólo como posibles ejemplos para esta misma actitud crítica en Marx, a laque puede vincularse además esta lectura indiciaria, cfr. el ensayo de Bolívar Echeverría, “La historia comodesencubrimiento”, en Contrahistorias, núm. 1, recién citada. Y para el caso de esta perspectiva crítica, presenteigualmente en la obra de Fernand Braudel, cfr. nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Fernand Braudel y lasciencias humanas, Ed. Montesinos, Barcelona, 1996 (del que existe ahora una versión ampliada en francés, conbibliografía actualizada: Fernand Braudel et les sciences humaines, que ya hemos citado anteriormente).

Actitud crítica que ha sido la de Marx,lo mismo que la de Walter Benjamin,Norbert Elias, Marc Bloch, Fernand

Braudel, Edward P. Thompson, oImmanuel Wallerstein, entre otros...

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Junto al desciframiento de los in-dicios en sentido estricto, y a la

lectura indiciaria, crítica e intencionada, delos indicios en sentido amplio o laxo, se cons-tituye también, como su prolongación natu-ral y a la vez como su síntesis específica, unaverdadera estrategia indiciaria del conocimien-to humano de la realidad. Estrategia indicia-ria que en su esencia, lo que hace es reivindi-car esta vía o camino cognoscitivos de apre-hensión de las realidades ocultas y profundasmediante el desciframiento y la lectura de esos“indicios”, como un camino tan legítimo,fructífero, válido y productivo, como lo hasido el camino representado por el paradig-ma galileano o racionalista del conocimien-to, y antes de este último, por el paradigma“platónico” del mismo.

Camino tan válido y pertinente como esteúltimo, cuya fuerza y posibilidades heurísti-cas y cognoscitivas se refuerzan mucho másen la situación que actualmente atravesamosa nivel mundial, en la que los límites de di-cho paradigma galileano se hacen cada vezmás evidentes, y en la que todas las formas dela racionalidad y del pensar moderno-burguésque corresponden a dicho paradigma racio-nalista-galileano han entrado en una aguda eirreversible crisis terminal de su propia vigen-cia, e incluso de su misma existencia y legiti-midad históricas.

Pues con la emergencia radical del marxis-mo, y luego y complementariamente, tam-bién del psicoanálisis de Freud, y tras ellos delas múltiples vertientes del pensamiento so-cial genuinamente crítico desarrolladas a todolo largo del siglo XX, se ha ido haciendo evi-dente el altísimo precio que la humanidaddebió pagar, para afirmar y consolidar a esteparadigma de la racionalidad burguesa mo-derna que tiene en Galileo a su figura emble-mática, precio que incluyó la negación delsueño y del deseo, pero también de los ins-tintos, de la afectividad humana, de las emo-

ciones, de la sexualidad, y de toda la entera“economía psíquica” de los seres humanos.

Lo mismo que la marginación, el despre-cio, la negación y luego la cooptación castra-da y deformada de todos los saberes popula-res y de la riquísima y vasta cultura de las cla-ses subalternas, represión y negación que “des-acralizó” brutalmente el mundo para volver-lo un mundo poblado sólo de objetos prácti-cos e instrumentales, pero que también rom-pió el diálogo, el respeto y el amor del hom-bre hacia la naturaleza, para degradar a estaúltima a la vil condición de locus standi y desupuesto reservorio o almacén inagotable dematerias primas para el uso y disfrute del su-puesto “amo y señor de la naturaleza” que erael hombre. Degradación múltiple de la sexua-lidad humana, de la economía afectiva delgénero humano, de las culturas y saberes po-pulares, de la naturaleza, y de todo el mundopráctico de los objetos, que también correpareja con la marginación y desplazamientode todas aquellas culturas y saberes no occi-dentales, no cristianos y no europeos, cultu-ras y saberes que al ser esencialmente disfun-cionales al nuevo orden moderno-burgués envías de mundialización y globalización pla-netaria, desde el siglo XVI y en adelante, fue-ron directamente descalificados, combatidos,reprimidos y masacrados, y en algunos pocoscasos excepcionales, simplemente ignoradosy olvidados.

Y es claro que el paradigma indiciario, entanto dicha estrategia indiciaria del conoci-miento humano, forma parte de esta vastafamilia de realidades negadas por el capitalis-mo planetario, que ahora cumple ya más decinco siglos cronológicos de existencia.

Pero cuando este capitalismo entra en sucrisis terminal, definitiva e irreversible, lo queha acontecido después del doble quiebre his-tórico que representan, tanto la revolucióncultural mundial de 1968, como la crisis eco-nómica internacional de 1972-73, entonces

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es lógico que vuelvan a irrumpir con fuerzatodas esas múltiples realidades negadas y re-primidas por el capitalismo durante el mediomilenio de su existencia histórica.29 Realida-des que al desquebrajarse y aflojarse las estruc-turas económicas, sociales, políticas y cultu-rales de la modernidad burguesa, pero tam-bién y junto a estas, sus estructuras afectivas,familiares, patriarcales, sexistas, racistas y euro-céntricas, van a conocer un verdadero renaci-miento y refloración impresionantes, que nosólo las legitiman y revalidan en términos his-tórico-generales, sino que incluso las relanzanal primer plano de la escena, presentándolasnuevamente como otras tantas formas o rutasposibles de la expresión, de la manifestación,del conocimiento, del vínculo, del acercamien-to o de la aprehensión humanos en general.

Revalidación y relegitimación de esos sa-beres, culturas, actitudes y modalidades delcomportamiento no occidentales, no euro-peas, no cristianas y no dominantes, entre lascuales se encuentra esta reivindicación yreasunción cognoscitiva de las posibilidades yde los frutos de ese paradigma indiciario, deese saber indiciario de los cazadores, los adi-vinadores, los marineros, los carpinteros, losmédicos, o los jueces y también los historia-dores, pero igualmente de las clases popularessometidas y explotadas, de los subalternos engeneral, de los reprimidos y silenciados pordistintas razones, lo mismo que de los rebel-des y los luchadores sociales que se insubor-dinan y que se rebelan en contra de esta ab-surda lógica, de esta absurda racionalidad, y

de este absurdo orden del capitalismo mun-dial contemporáneo hoy todavía vigente.

Reivindicación y reasunción del paradig-ma indiciario que abre entonces todo un com-plejo universo de preguntas y de temas toda-vía abiertos, y que apenas afloran hoy para susolución por parte de los historiadores y delos científicos sociales actuales: ¿cómo se co-nectan en general, y cómo se han vinculadohistóricamente y de modo concreto, este des-ciframiento de los indicios estrictos, esta lec-tura indiciaria de los hechos sociales, y eseparadigma indiciario, con ese saber y esa cul-tura de las clases subalternas y oprimidas den-tro de la historia?, ¿y cómo este desciframien-to, lectura y paradigma han sido también ex-propiados y reapropiados por las clases do-minantes, para usarlos en contra de dichasclases sometidas y explotadas? Pero también,¿cómo es posible hacer dialogar y quizá hastaintegrar las conquistas y los avances que im-plica este paradigma indiciario, con los lo-gros y desarrollos de esa otra forma de racio-nalidad que es el paradigma galileano? O másampliamente: ¿cómo recuperar los aportes delparadigma indiciario, más allá del saber y dela cultura populares, sin renunciar a los ele-mentos aún rescatables y legítimos del sabermoderno burgués de los últimos quinientosaños, en la lógica de la construcción de nue-vos saberes y nuevas formas de la cultura hu-mana? ¿Y cómo asimilar dentro de estos nue-vos saberes y culturas, hoy de urgente cons-trucción, a los saberes prehispánicos de Amé-rica Latina,30 a los saberes orientales, a los sa-

29 Sobre este punto de dicha crisis terminal del capitalismo, y sobre sus múltiples consecuencias, cfr. ImmanuelWallerstein, La crisis estructural del capitalismo, Ed. Contrahistorias, México, 2005, Después del liberalismo, Ed.Siglo XXI, México, 1996, y Utopística, Ed. Siglo XXI, México, 1998. También nuestros libros, Carlos AntonioAguirre Rojas, Para comprender el siglo XXI, Ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2005, América Latina en la encrucija-da, Ed. Contrahistorias, México, 2005, e Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema-mundo capitalista, antes citado.30 Sobre este punto, y a título de simple ejemplo, recomendamos ver los libros de Carlos Lenkersdorf, Loshombres verdaderos, Ed. Siglo XXI, México, 1996, y Filosofar en clave tojolabal, Ed. Miguel Ángel Porrúa,México, 2002, libros en donde se muestra la enorme riqueza y complejidad de la concepción del mundo de los

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beres africanos, a los saberes musulmanes,entre otros, de todas las civilizaciones y pue-blos avasallados y negados por dicho sabereurocéntrico hoy todavía dominante?

Preguntas vastas y complejas, que derivanclaramente de las implicaciones de una lec-tura seria y atenta del ensayo de Carlo Ginz-burg sobre los “Indicios”. Y que para su ade-cuada solución requerirían tal vez, de la es-critura no sólo de un ensayo sino de todo unlibro. Lo que, en nuestra opinión, explica elhecho de que Carlo Ginzburg hubiese anun-ciado su texto sobre estos “Indicios”, publi-cado en 1979, sólo como una “versión provi-sional” de una futura versión definitiva, en-fatizando que esta era una “versión amplia-da” de su texto publicado en 1978, pero queestaba “todavía muy lejos de ser definitiva”.Y aunque Carlo Ginzburg no ha publicadodespués y hasta hoy dicha versión “definiti-va” de su ensayo, sin embargo, y como élmismo lo ha subrayado recientemente, las lí-neas argumentales principales de este mismotexto del paradigma indiciario, han continua-do alimentando y potenciando todo su tra-bajo posterior hasta ahora concretado.

Si queremos entonces, para terminar, tra-tar de aplicar en algún sentido este paradig-ma indiciario para la explicación de la redac-ción, y luego del impacto mundial del texto“Indicios o espías. Raíces de un paradigmaindiciario”, quizá podamos preguntarnos: ¿dequé es ‘indicio’ el texto metodológico de CarloGinzburg, publicado primero en 1978 y lue-go en 1979, y que versa justamente sobre elparadigma indiciario? Para entonces respon-der: sin duda, es un ‘indicio’ de la crisis glo-bal de las estructuras generales del saber mo-derno burgués hoy todavía dominante, perotambién es una clara ‘huella’ o ‘indicio’ de losmúltiples acosos y esfuerzos que, tanto loshistoriadores realmente críticos, como loscientíficos sociales que aún intentan pensarla realidad a contrapelo de los discursos he-gemónicos, llevan a cabo, en el plano de lahistoriografía y de las ciencias sociales actua-les, para generar y reconstruir las urgentes ynuevas formas del saber y del conocer humanosque requerirá y desarrollará esa nueva socie-dad, no capitalista, que ya se vislumbra clara-mente en nuestro cercano y todavía incierto,pero aún altamente esperanzador futuro.

indígenas mayas tojolabales, concepción sin la cual es imposible entender de manera adecuada y completa aldigno movimiento indígena neozapatista mexicano. Concepción rica y elaborada que, como lo muestra variasveces el autor, y como lo demuestra este digno movimiento neozapatista, puede muchas veces convertirse enuna real alternativa de superación frente a la terrible crisis actual de la política moderna, o frente al recalcitran-te egoísmo capitalista de las más modernas sociedades contemporáneas, o al caos económico y ecológico queproducimos y reproducimos cada vez más peligrosamente, o a la grave destrucción del tejido social caracterís-tica de la inmensa mayoría de los países, etcétera, en suma, a la actual crisis terminal del capitalismo mundialque antes hemos referido.

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Todos somos como una suerte de Teseos modernos, cuando nosenfrentamos al laberinto complejo del verdadero análisis

crítico de la realidad histórica y del mundo de lo social. Y si loque queremos, es entender esa realidad no solamente en su

limitada y superficial positividad inmediata, sino también ensu siempre inquieta y creadora negatividad, nos hace falta esehilo de Ariadna de la perspectiva crítica y a contrapelo de los

hechos, fenómenos y procesos que el Minotauro del poder,el sometimiento y la dominación, resguarda para

que se mantenga igual el injusto ordensocial existente.

Por eso esta sección será una cantera siempre abierta denuevas pistas, de permanentes búsquedas, de audaces tentativasy de constantes ensayos para poder acercarnos a ese ‘lado malode la historia’ por el que irrumpe siempre el cambio, y por el

que se cuelan todo el tiempo esas Contrahistoriassubversivas que aquí habrán de encontrar tanto su foro,

como también uno de los mejores lugares de cultivoy de vasta proyección.

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i cuando pensamos en la racionalidad lógico-matemática, laimagen que nos viene a la mente es la de una esfera, o la de loscinco sólidos platónicos que pueden inscribirse dentro de ella,

el saber indiciario e individualizante se nos aparece hoy bajo la imagende una oreja, e incluso y más allá, de toda una colección de orejascompletamente distintas. Como en el cuadro en el que Giovanni Mo-relli catalogaba los detalles que le servían para reconocer el estilo de losgrandes pintores, o como en el cuadro en el que Alphonse Bertillon,antropólogo criminal, proponía un método de clasificación para llevara cabo las investigaciones policíacas; o también y sobre todo, las dosorejas, cortadas y enviadas en un paquete postal, cuyo misterio sóloSherlock Holmes sabe resolver al primer golpe de vista.

pintores, porque cada artista tiene su pro-pio modo personal de dibujar la oreja,modo que se expresa inconscientemente,dado que se trata de detalles sobre los cua-les no se reflexiona particularmente. Enton-ces, a la galaxia de orejas que abre este en-sayo —con el joven Freud, que se entusias-

* Este texto ha sido publicado originalmente en el diario italiano La Repubblica, del 20-21 deenero de 1980. Constituye sin duda uno de los más inteligentes comentarios que suscitó laaparición del ensayo de Carlo Ginzburg ‘Spie. Radici di un paradigma indiziario’, razón por lacual lo incluimos en este dossier de Contrahistorias. Además, se trata de un comentario quetambién ha sido muy apreciado por el propio Carlo Ginzburg, quien lo ha declarado en variasocasiones. La traducción del italiano al español es obra de Carlos Antonio Aguirre Rojas.

En el ensayo de Carlo Ginzburg, Hue-llas: raíces de un paradigma indiciario, es adoble título que la oreja nos reenvía haciaeste carácter único individual: en términosfísico-naturales, por la variedad de las for-mas de los pabellones y de los lóbulos de laoreja; y de otra parte, en el cuadro de los

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ma por los descubrimientos de Morelli—le hace eco, combinándose en la parte finaldel ensayo, todo un torbellino de huellasdigitales, con la historia del descubrimien-to de este verdadero trazo de la individua-lidad y de su utilización como método decontrol social generalizado —trazo, por lodemás, derivado de una costumbre bengalí(tal vez con fines adivinatorios), que des-pués será adoptado por parte de un fun-cionario colonial inglés.

De este ensayo de Carlo Ginzburg se hahablado ya bastante, y se continuará toda-vía hablando, sea por el gran número deideas que vienen aquí entrelazadas como loshilos de un tapete (en un orden que es to-davía provisional, —según advierte el au-tor—, y en el que probablemente veremostodavía hacerse más densos y complejos aesos mismo hilos), sea también por la de-clarada intención de representar un para-digma epistemológico, que estaría contra-puesto al de la ciencia llamada galileana,basada sobre la generalización, la cuantifi-cación y la repetibilidad de los fenómenos.Y no es precisamente por azar que este en-sayo está incluido dentro del volumen co-lectivo titulado Crisis de la razón, publica-do por la Editorial Einaudi y coordinadopor Aldo Gargani, quien nos ha dado tam-bién un estimulante ensayo sobre la crisisdel modelo lógico-matemático de la racio-nalidad tradicional.

¿Pero será entonces totalmente pertinen-te esta contraposición? Incluso el nombrede Galileo nos advierte respecto al hechode que las cosas no son tan simples. El ob-servador de las manchas del sol y de la luna,de la irregularidad en el movimiento de losplanetas, el pensador que no tenía ningúnescrúpulo en acumular pruebas para redu-cir a la Tierra al simple rango de un plane-ta en medio de tantos otros, ¿cuál era elobjetivo que planteaba a la ciencia, sino el

de dar cuenta de la singularidad, en contrade aquello que pretendía ser la norma, enel caso macroscópico del sistema solar vis-to por primera vez en su individualidad deconjunto, de objetos corruptibles y asimé-tricos, y todo ello en contra de un paradig-ma racional y armónico de un equilibrioperfecto en múltiples niveles, como lo erael paradigma aristotélico-tolemaico? Cier-tamente, de aquí derivaba la necesidad paraGalileo de “comprender la lengua” en lacual estaba escrito “el libro del universo”,es decir la matemática (y muy correctamen-te, Ginzburg pone de relieve en esta metá-fora el reclamo a la filología, con su idea deuna legibilidad no inmediata, para fundarla investigación de un lenguaje no antro-pocéntrico ni antropomórfico). ¿Pero no eseste quizá el movimiento propio de todosaber? Reconocimiento de la singularidadque escapa al modelo normativo; construc-ción de un modelo más sofisticado capazde estar en concordancia con una reali-dad más accidentada y multifacética;nueva ruptura de las redes del sistema; yvuelta a comenzar.

Las cosas no son muy diferentes en loque respecta a otra metodología que Ginz-burg reivindica reiteradamente: la del na-rrador.

Durante milenios el hombre fuecazador. En el curso de persecucio-nes innumerables aprendió a re-construir las formas y los movi-mientos de presas invisibles, par-tiendo de huellas en el fango, ra-mas rotas, bolas de estiércol, me-chones de pelo, plumas enredadas,olores estancados […] así aprendióa realizar operaciones mentalescomplejas con rapidez fulminea, enla espesura del bosque o en un cla-ro lleno de traicioneras amenazas.

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Con la rapidez asocia-tiva digna de un antiguocazador, Ginzburg vincu-la esta actividad de la cazacon los orígenes del artede narrar. Un rastro de laconciencia metodológicadel buscador de rastros oindicios, es reconocidapor él en una antigua fá-bula oriental del camello(o del caballo) perdido,que un personaje sagaz (oen otro caso, tres herma-nos) saben describir sinhaberlo visto; acusado derobo, y para defenderse,demuestra haber obteni-do todos los detalles que élmencionó de los simples rastros o huellasdejados por ese animal en el propio terre-no. Voltaire hará de esta historia un episo-dio de su cuento Zadig; y de ahí derivarátodo Sherlock Holmes, e incluso muchasteorizaciones del método inductivo.

Pero Ginzburg tiene razón en un sen-tido todavía más general; el arco del cualél ha fijado algunos puntos, desde la fá-bula hasta la novela (que “provee a laburguesía un sustituto y al mismo tiem-po una reformulación de los ritos de ini-ciación —es decir el acceso a la experien-cia en general”—, y luego hasta Proust,que construye su novela “desde un riguro-so paradigma indiciario”, todo este arco seapoya sobre una forma mental “venatoria”en su propia esencia; el narrar es una ope-ración mediante la cual, entre los innume-rables hechos que forman el tejido conti-nuo de la vida humana, se escoge una seriedentro de la cual se supone que existe unsentido y un proyecto: es decir, que los in-dicios y los rastros de esta serie forman unahistoria con un principio y un fin, de un

itinerario existencial deter-minado, de un destino.

Esto es válido para lasnarraciones más primitivasy lineales, lo mismo quepara la novela, que está lle-na de detalles inesencialesy de matices de atmósfe-ra, indicios también es-tos, que son más indis-pensables en la medida enque se trata de una estra-tegia narrativa que hacecoincidir su efecto de ver-dad con la singularidadpeculiar de la experienciavivida. En la fábula (quees la historia de una pér-dida y de una recupera-

ción), los indicios que la narración re-gistra son usualmente (y en este sentidoel “caso Zadig” es una excepción) no losdel objeto perdido sino más bien los delas razones de la pérdida, (es decir, de unainterdicción que no ha sido respetada), ylos de las vías de la recuperación (las accio-nes mágicas reparatorias). Y aquí, este artede narrar imbrica sus caminos con el arteadivinatorio, el que a su vez se encuentraentrelazado con la semiótica médica, y másen general con la inducción científica delas causas y de los efectos, (como Ginzburglo subraya bien, siguiendo en este puntolos pasos de los estudios mesopotámicos deJean Bottéro).

Pero lo que me importa subrayar ahoraes que la narración (a diferencia de la per-secución del cazador, para el cual existe so-lamente la singularidad del episodio y dela experiencia), propone al mismo tiemposingularidad y geometría: se da una narra-ción solamente cuando la singularidad delos hechos se compone dentro de un esque-ma, sea este último rígido o fluido.

...Con la rapidezasociativa digna de un

antiguo cazador,Ginzburg vincula esta

actividad de la caza conlos orígenes del arte denarrar. Un rastro de laconciencia metodológicadel buscador de rastros

o indicios, es reconocidapor él...

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Cada nueva narración es una victoria dela singularidad sobre el esquema ya osifi-cado, aunque un conjunto de excepcionesrespecto de un cierto esquema no necesa-riamente se configuran como otro esque-ma en sí mismo. En resumen, reencuentroen esta práctica de la narración, las mismasfases de movimiento que he intentado de-linear anteriormente al hablar de la cienciagalileana. Y es por este motivo que la críti-ca literaria termina siempre oscilando en-tre dos operaciones fundamentales: de unlado, la de valorizar la singularidad en eltexto más obediente a las reglas de un gé-nero, y de otra parte, la de revelar el esque-ma, la estructura arcaica, el topos tradicio-nal, el arquetipo colectivo oculto en el tex-to, aparentemente motivado sólo por el ca-pricho individual y por la innovación ex-temporánea.

En cuanto al objeto del saber indiciario,Ginzburg distingue entre naturaleza y cul-tura. En realidad, los ejemplos se refierensobre todo a ciertos rasgos de la esponta-neidad (el modo de dibujar las orejas, o lostrazos de una pluma interpretados por elgrafólogo, o el lapsus investigado por lospsicoanalistas); estamos entonces más dellado de la naturaleza, o mejor aún, de es-tratos más cercanos a la naturaleza yocultos bajo ciertos estratos culturales.Pero la discriminación, según yo, es másbien entre la actividad cuyo valor está enlos rasgos individuales, y de otra parte,en aquella actividad cuyo valor está enla impersonalidad. La idea de “estilo”como sello personal, mucho más quecomo regla de uniformidad, es algo rela-tivamente reciente. En muchas produc-ciones artesanas, así como en la “obramaestra” que hasta hace poco era reque-rida a los aprendices en la industria me-talmecánica, lo que contaba era el sercapaz de crear un objeto que fuese in-

distinguible respecto de los otros. De modoque para subdividir el vasto campo cubier-to por el “paradigma indiciario”, se debepartir de una clasificación de los valores queson el objeto de la investigación. O de losdisvalores, de las rupturas.

Con lo cual llegamos a la preocupa-ción que atraviesa todo el ensayo deGinzburg, primero de manera implícitay después de manera declarada, hasta laangustiosa evocación final del archivocriminal, al cual ninguno es capaz de es-capar. El saber indiciario, individualiza-do y concreto, o mejor aún, este “cuerpode saberes locales” transmisibles sólo através de la experiencia práctica, y aleja-dos de la abstracción de las reglas escri-tas, suscita ciertamente en Ginzburg unaadhesión, compuesta tanto a partir deuna simpatía instintiva y de una pasiónprofesional (es decir, su vínculo con eloficio de historiador), como de un invo-lucramiento ideológico (porque viene“de abajo” y porque está “lejanísimo detoda forma de conocimiento superior,que es el privilegio de unos pocos elegi-dos”). (¿Pero, será esto último realmentecierto? En lo que corresponde a la demo-craticidad epistemológica, ¿la universalidaddel yo cartesiano y kantiano, y la imperso-nalidad de la ciencia experimental, no se-rán tal vez las grandes premisas de la igual-dad y de la comunidad del lenguaje?). Peroal mismo tiempo, Ginzburg no se ocultapara nada que lo “indiciario” puede rápi-damente convertirse en lo “policiaco”, y ellono sólo en las novelas de Conan Doyle,porque el espiar indicios de una verdadoculta, puede rápidamente transformarseen una práctica de control basada en el es-pionaje generalizado.

Ciertamente, la valoración del saber“venatorio” cambia si uno se coloca des-de el punto de vista del cazador, que si

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en cambio se ubica en elpunto de vista del cazado:pero el punto fundamen-tal es el resorte de los in-tereses vitales que empu-jan al cazador (y pensamossiempre en el cazador pa-leolítico) hacia la captura—pero también hacia laperpetuación— de la pre-sa. Un ejemplo más cerca-no a la caza, como perse-cución de una singulari-dad que se manifiesta através de ciertos rasgosque es preciso descifrar, esel caso del amor. EscribeGinzburg:

Alguien ha dicho que el enamora-miento es la sobrevaloración de lasdiferencias marginales que existenentre una mujer y otra (o entre unhombre y otro).

Pero entonces, ¿el poder que quiere es-tablecer un control capilar sobre todos losmiembros singulares, cada vez más amena-zante hoy, en esta era de los ficheros elec-trónicos, acaso está movido por un excesode amor hacia los ciudadanos? Pero la bús-queda del cazador y del enamorado persi-guen los trazos de una forma del ser de al-guna cosa, que bien podría también no sertal cosa. En cambio, el saber policíaco bus-ca los indicios de una culpa. La maldiciónde nuestro siglo es que todo interés cog-noscitivo se transforma en culpabilización.Y esto no solamente por parte del Estadohacia los miembros singulares; es tambiénla mirada intelectual la que está siempre ala búsqueda de un delito que procesar, deuna vergüenza a ser denunciada, de un se-creto para ser violado. Y si reflexionamosun momento sobre todo esto, debemos re-

conocer que no es precisa-mente una vocación de lacual podemos estar muyorgullosos.

Recuerdo el desahogode un escritor que se iba encontra de toda la críticacontemporánea, en blo-que, porque sea refiriéndo-se al marxismo, o sea al psi-coanálisis, no era capaz,según él, de otra cosa quede estar enjuiciando y debuscar motivaciones ocul-tas y culpables. Se tratabade un escritor polaco, y siesto puede explicar unpoco su alergia a sentirsebajo vigilancia, su crítica

tiene un sentido también allí donde la mi-rada que te observa se encuentra menos ins-titucionalizada.

En un libro del cual he hablado en estemismo periódico, recientemente, (el librode Marvin Harris, Caníbales y reyes, edita-do por la Editorial Feltrinelli) hay una pá-gina que se vincula con el ensayo de Ginz-burg, y es aquella en la que ilustra el pasode la vida nómada de los cazadores hacia elestablecimiento dentro de una aldea.

Así, de un estudio sobre los indios Me-hinacu del Brasil, resulta que la actitud ve-natoria de tratar de descubrir los mínimosindicios, conduce dentro de la vida comu-nitaria a más desventajas que ventajas, por-que destruye toda privacidad: las huellas deun talón o de una asentadera, indican elpunto en el cual una pareja se ha salido delcamino y ha tenido una relación sexual. Lasflechas perdidas revelan el lugar de pescapreferido del propietario de dichas flechas.Un hacha que se encuentra apoyada contraun árbol revela que el trabajo ha sido inte-rrumpido. Nadie puede entrar o salir de la

...¿el poder que quiereestablecer un controlcapilar sobre todos losmiembros singulares,

cada vez másamenazante hoy,

en esta era de los ficheroselectrónicos, acaso

está movido por un excesode amor hacia los

ciudadanos?

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aldea sin ser visto. Para conversar de ma-nera privada, es necesario murmurar entreparedes de paja, y no hay puerta cerradaque mantenga los secretos. “La aldea estállena de chismosos malignos, que denun-cian a los hombres que son impotentes oque eyaculan demasiado rápido, o que des-criben los comportamientos de las mujeresdurante el coito…”.

Nos damos cuenta de inmediato que,respecto a la agudeza de las observacio-

nes realizadas en el campo, estas que sedesarrollan en la aldea tienen un com-ponente adicional, que es la culpabiliza-ción del prójimo, aquí bajo la forma dela maldad chismosa, de una maldad ge-neralizada. Y podemos decir que la civi-lización metropolitana de los grandes nú-meros y de la muy difundida concienciaindividual inquisidora, presenta muchasanalogías con esta aldea de los indiosMehinacu.

Fernado Botero. El cazador (1997)DONA CIÓN BOTERO DEL BANCO DE LA REPÚBLICA, COLOMBIA

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CAMARADA SHISHMAREV:Camaradas, declaro abierta la sesión de esteComité. En esta ocasión escucharemos la di-sertación que, para obtener el grado de Can-didato en Ciencias Filológicas, presenta Mi-jaíl Mijáilovich Bajtín, con el tema “Rabelais

en la historia del Realismo”. Sus oponentesoficiales serán los Doctores en Ciencias Fi-lológicas, camaradas Smirnov, Nusinov yDzhivelegov. ¿Existe alguna duda u obser-vación? Permítanme entonces ceder la pa-labra al examinado.

l presente texto es la trascripción de la defensa que realizó MijaílBajtín de su Tesis Doctoral, en la Unión Soviética, el 15 de no-viembre de 1946. Como es bien sabido, esta Tesis fue la primera

versión de su libro, ulteriormente publicado y hoy célebre, titulado La culturapopular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais,libro ya traducido al español. Este texto que hoy rescata Contrahistorias parasus lectores, ha sido traducido directamente del ruso, habiendo sido publi-cado sólo recientemente en el libro compilado por K. G. Isupov, M. M.BAJTÍN: Pro et Contra. Evaluaciones de la Personalidad y la obra de M. M.Bajtín dentro del pensamiento humanista ruso y mundial. Tomo I. EditorialRHGI, San Petersburgo, 2001, pp. 325–390. La traducción del ruso alespañol es obra de Norberto Zuñiga Mendoza, quien a su vez agradeceprofundamente el apoyo y las aclaraciones que para esta traducción le hadado la Dra. Lorina P. Repina.

* El texto que se reproduce a continuación es la versión estenográfica de la Sesión del ComitéCientífico del Instituto de Literatura Universal “A. M. Gorki”, correspondiente al Examen dela Tesis Doctoral de Mijaíl Mijáilovich Bajtín, con el tema “Rabelais en la historia del realis-mo”, reunión celebrada el 15 de noviembre de 1946. De ahí, la forma que, en algunos pasajes,presenta este texto, forma de un diálogo entre Mijaíl Bajtín y sus distintos examinadores.

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CAMARADA M. M. BAJTÍN:No voy a entretener demasiado la atenciónde este Honorable Comité con la exposi-ción completa de mi trabajo, debido a suextensión. He presentado de antemano unaserie de tesis muy detalladas, e inclusiveéstas ocupan ya unas 20 páginas, que ape-nas han sido suficientes para abarcar su con-tenido en forma muy abstracta y parcial.Por eso, no abordaré realmente con plenaprofundidad mis ideas, aunque sí estoyobligado a brindar algunas aclaracionessobre ciertas particularidades de estas mis-mas ideas.

Mi trabajo puede ser considerado comouna monografía. Pero se trata de una mo-nografía poco común, y es inútil tratar deencontrar en ella respuestas como las queusualmente se encuentran en toda mono-grafía. En este trabajo, no me he dedicadode manera particular a las cuestiones sobrela biografía de Rabelais, ni tampoco sobrela historia intelectual de su novela. Mi obra,en su planteamiento y estructura, es osten-siblemente diferente de los trabajos comu-nes. Le he dedicado más de 10 años, y estose ve reflejado en sus referencias.

Cuando inicié este trabajo, mi objetivono era el estudio de Rabelais consideradoen sí mismo. Más bien, y al investigar du-rante muchos años el tema de la historia yde la teoría de la novela, me encontré conun fenómeno particular: que la mayoría delos conceptos utilizados en los estudios li-terarios disponibles, no se adaptaban, niteórica ni históricamente, al concepto denovela. Este último género es imposible dereducir, teórica o históricamente, a los lí-mites del “lecho de Procusto” de los actua-les estudios literarios.

De ese modo, encontré dentro del desa-rrollo de la novela universal toda una seriede formas antiguas pertenecientes a éste fe-nómeno, y entre ellas, a la Novela de Hipó-

crates o a las Clementinas, formas que sonhasta hoy, completamente desconocidas. Eincluso en las más amplias monografías es-pecializadas ni siquiera son mencionadas.

Baste con señalar cualquier célebre librode texto de historia de la novela. A las Cle-mentinas se le dedican muy pocas páginas;pero en cambio, la Novela de Hipócrates noes mencionada ni por casualidad. Por aña-didura, en las investigaciones históricas so-bre la novela antigua, éstas obras son pasa-das por alto, siendo la Novela de Hipócratescompletamente ignorada.

De modo que mi intento por recuperaresta forma de la novela, no es fortuito. Exis-ten incluso obras que poseen un caráctermás secundario, y que desde posiciones teó-ricas e históricas contemporáneas han sidorevisadas profunda y detalladamente. Perono es así, por lo que corresponde a las quehe mencionado anteriormente.

De esta manera, y en el curso de mis in-vestigaciones sobre la teoría y la historia dela novela, llegué a una conclusión que, entérminos muy generales, puede ser formu-lada de la siguiente forma: los estudios li-terarios han sido orientados fundamental-mente, tanto en términos teóricos comohistóricos, hacia lo que yo llamo la formaclásica en la literatura, esto es, hacia la for-ma acabada y completa del ser, mientrasque en el ámbito de la literatura no oficial,poco distinguida, anónima, popular y se-mipopular, imperan sobre todo formascompletamente opuestas, inversas, a las queyo llamo formas grotescas.

Entonces, el principal propósito de ta-les formas se centra de algún modo en apre-hender íntegramente el ser en su devenir,en su condición inacabada e incompleta,en su máxima extensión, imperfecta y pro-hibida. De ahí su aspecto contradictorio ybifacético, que no concuerda con los cáno-nes predominantes que dan cuerpo a los

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estudios sobre la literatura clásica y sobrela historia de la literatura, orientados bási-camente hacia el conocimiento de una an-tigüedad clásica, y en donde no tienen ca-bida ni la Novela de Hipócrates ni las Cle-mentinas, aún cuando ésta última sea fun-damental para la historia de la literatura.

En particular creo que el género de lasátira es magnífico, por su capacidad únicapara explicartoda una seriede fenómenosrelevantes de lahistoria de lasnovelas de lossiglos posterio-res, fenómenosque han sidocompletamente olvidados. Y realmente esmuy contada la cantidad de páginas que sehan dedicado a la historia de este génerotan singular, a pesar de que entre nosotroscontamos con un perfecto representante deestas tradiciones milenarias, como lo esDostoievski. En toda la literatura escrita so-bre Dostoievski, no he tenido aún la opor-tunidad de encontrar estudios sobre obrassuyas como Bobok o Sueño de un hombreordinario, las que reproducen exactamentelos rasgos técnicos de este género.

Cuando al abordar la gran cantidad demateriales a mi disposición, me aproximéa Dostoievski, quedé sorprendido por sumodo de recrear este excepcional género.Me adentré entonces en este terreno com-pletamente desconocido, siempre desde unaperspectiva puramente histórica. Y al va-gar por este sendero me topé con Rabelais,cuyo universo de este ser inacabado e im-perfecto de las formas grotescas, se encuen-tra tranquilamente al descubierto en el pun-to de transición entre dos épocas, entre laépoca nuestra, la de la conciencia moder-na, y la época del pasado, del cual la novela

de Rabelais es al mismo tiempo la conti-nuación, el desarrollo y la conclusión.

Por eso su novela nos es útil, en gran me-dida, como clave de acceso hacia este mun-do de las formas grotescas. Este mundo paranosotros sombrío, que nos es dado casi enel umbral de nuestra propia época, la de laconciencia moderna. Por eso el lenguaje deRabelais es al mismo tiempo el nuestro y el

de la plaza pú-blica de la callemedieval. Y pordetrás de éstos,yo alcanzo a es-cuchar tambiénel lenguaje os-curo de las Sa-turnales roma-

nas. Desde las Saturnales romanas hasta laplaza pública medieval, y desde aquí y pa-sando por la plaza pública renacentista has-ta Rabelais, se extiende una tradición úni-ca y común del modo singular de este serinacabado e imperfecto. Esta tradición sehace presente ante todo en la vasta y gran-diosa tradición medieval, anónima, semi-popular y popular, llamada tradición festi-vo-popular. Al individuo moderno le es co-nocida sólo bajo la forma del carnaval, quea su vez, es la que más ha sido reconocida yestudiada. En nuestros días, el carnaval estan sólo el fragmento más conocido de eseenorme, interesente y muy complejo mun-do: el de las formas festivo-populares queperduran hasta hoy como patrones o pro-totipos grotescos. Los que se encuentran to-davía presentes, todos aunque quizá de unmodo alterado, pero que nos basta con sa-lir a la calle para escucharlos a cada paso enel habla popular.

Hoy pueden ustedes escuchar aún talesformas singulares de diálogo: todo tipo deinsultos, obscenidades, maldiciones, etcé-tera. Todo esto, por raro que parezca, son

...Y al vagar por este sendero me topé conRabelais, cuyo universo de este ser inacabado e

imperfecto de las formas grotescas, se encuentratranquilamente al descubierto en el punto de

transición entre dos épocas...

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residuos que se conservan y que viven den-tro de nuestra conversación, residuos deaquel enorme mundo que se despliega contoda su fuerza en Rabelais, siendo este últi-mo su más completo y evidente exponen-te. Y es en este sentido que decidí convertira Rabelais en objeto de mi investigación,aunque no en mi personaje principal, des-pués de todo. Porque para mí, él es única-mente el mejor y el más claramente com-prensible exponente de todo este universo.De tal manera que el personaje principalde mi monografía no es Rabelais, sino másbien esas formas populares, esas tradicio-nes festivo-grotescas que nos son reveladasa través de su obra.

Así, cuando comencé el estudio de Ra-belais bajo esta perspectiva, entonces estu-ve obligado a abrir brecha a cada paso quedaba. Y en este trabajo, que he tenido elhonor de presentar a ustedes, según miscálculos menos de la mitad del material quehe utilizado, ha figurado anteriormente entrabajo alguno que haya sido escrito sobreRabelais. He tenido que recurrir comple-tamente a materiales que comúnmente sonpasados por alto al abordar esta temática.

Cualquiera que conozca los estudios so-bre Rabelais, estará seguramente de acuer-do con la siguiente impresión: una cosa esleer toda esta literatura en donde todo esamablemente inteligible y claro, y otra cosacompletamente diferente es leer directa-mente a Rabelais. Estos estudios nos mues-tran sólo la superficie de Rabelais, sus re-sonancias. Pero los tonos fundamentales, ysobre todo la melodía principal de Rabe-lais nunca han sido abordados seriamente:la melodía de las imágenes grotescas, esamelodía fundamentalmente imperfecta, ola singular imagen del cuerpo que desarro-lla Rabelais, la idea de la bicorporalidad ode un cuerpo imperfecto del que se despren-de al mismo tiempo otro cuerpo, y esa idea

también de dos cuerpos —uno moribundoy el otro naciente—, que conforman unmundo enteramente único y singular. Demodo que los especialistas sobre Rabelaisse han ocupado solamente de lo aparente,de lo que se acomoda al “lecho de Procus-to”, y nunca de los conceptos históricos yfilosóficos que nos permiten un análisisprofundo de lo grotesco.

Entonces, y con la finalidad de poderdescifrar cabalmente esa melodía principalde Rabelais, tuve que remitirme necesaria-mente a la literatura medieval. Rabelais po-dría ser considerado también como un au-tor medieval, pero este aspecto de su obracorresponde completamente a otra proble-mática. La literatura medieval anónima memostró todo un universo repleto y formi-dable de parodias latinas. Pero este tipo dematerial es demasiado extenso, y yo sólopude abarcar una parte muy insignifican-te, aquella que apenas y por casualidad pu-diera estar trabajada desde una perspectivafilológica. Y en las condiciones prevalecien-tes, en las que no existía la posibilidad deviajar fuera de mi país, sólo me fue accesi-ble una parte relativamente pequeña de lohasta ahora publicado. Así que muchos ma-nuscritos necesarios e importantes queda-ron fuera de mi alcance. Y fue en estas cir-cunstancias como desarrollé todo mi tra-bajo y todos los conceptos que están inclui-dos en él.

Para ejemplificar el significado que tieneneste tipo de problemas (y me parece que asílo di a entender en mi trabajo), señalaré algoque aconteció recientemente: anteayer, meencontré con el segundo tomo del libro LaEdad Media, editado por la Academia deCiencias. Ahí se encuentra un artículo deFortunatov, excelente en cuanto a su conte-nido, y dedicado a Virgilius Morus Gramma-ticus, en donde justamente señala que sobreeste personaje encontró muy poca informa-

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ción. A este respecto y sólo de pasada, lesmencionaré que mi trabajo fue terminado yentregado cinco ó seis años atrás, y que allípodemos encontrar una página entera dedi-cada a Grammaticus.

Pero volviendo al citado texto de Fortu-natov, les diré que en él hay mucha infor-mación valiosa, pero que refleja exclusiva-mente la vida formal de la escuela en el pe-riodo de transición de la Antigüedad a laEdad Media: sobre el empleo serio de las12 lenguas latinas, sobre los intensos deba-tes en torno a las diversas formas gramati-cales, o las discusiones más acaloradas rea-lizadas en nombre del caso vocativo de ego;y en todo esto, claro, tomaba parte un cir-culo muy reducido de personas. Todo estematerial de época que tenemos en el ejem-plo de Virgilius Morus Grammaticus, o enlas extraordinarias Saturnales, el juego conla forma gramatical y con la gramática deDonato, se prolonga a través de todo elmedioevo y continúa presente en la vidaescolar occidental de nuestros días. Toda-vía, en la actualidad, se confieren a los ca-sos gramaticales todos los significados po-sibles. Es una tradición continua, presenteaún en todas las escuelas de Occidente. Perolo que está presente no es la escuela en símisma, tal y como se desarrolló en los lí-mites de la Antigüedad, sino más bien elalegre juego que encontramos dentro de lasSaturnales. Y la gramática de Donato es unaclara representante de ello.

De modo que estas obras desconocidasnos brindan una idea más cercana y másclara de lo que es esta tradición. Si las in-cluyéramos, no en la tradición formal, sinoen la tradición de la literatura grotesca, ten-dríamos entonces también dentro de estalista a la Biblia y a algunas obras más. Y esde esta manera que descubrimos su verda-dero significado, hasta hoy completamen-te ignorado y escasamente estudiado.

Pero dirán ustedes, ¿cómo se puede ju-gar con esto, descartando la gran erudición,lo que sería como jugar con la ciencia? Y larespuesta a esta pregunta nos resultará máscomprensible, solamente si la abordamosdesde la perspectiva de este estudio de lastradiciones saturnales y del carnaval, lo mis-mo que de la risa monacal del medioevo.Esta última, es también una tradición queme ví obligado a indagar. Aunque sólo cum-plí con esta tarea en forma insuficiente, yaque me fue imposible conseguir una grancantidad de materiales. Así que pude reco-rrer un poco este rincón de la investigación,pero no fui demasiado lejos.

Desde el término de mi investigaciónhan transcurrido ya seis años. La concluí yentregué en la primavera de 1940, pero misestudios posteriores han consolidado misconocimientos sobre el enorme valor de es-tas formas, y ahora estoy más convencidode su importancia de lo que entonces esta-ba. Porque también he encontrado estasformas y fenómenos de aquella risa tan sin-gular dentro de la literatura rusa. Esta risa,que ha sonado no sólo en la colina del Pa-latino en Roma, o en la colina de SantaGenoveva en París, sino que ha sido igual-mente escuchada en las montañas de Kiev:el divertido juego monacal —presente enla Pecherskaya Lavra— del Risus Paschalis,risa cuyas tradiciones puedo palpar tambiénclaramente en nuestras crónicas y en nues-tros sermones. Por eso, lo que estudio ac-tualmente es el problema de la tradicióngrotesca en la risa gogoliana, cuyas parti-cularidades es posible entender a través dela risa seminarista.

Por todo lo que he expuesto hasta aquíes que he reducido tanto mi tema. Por esomi monografía sobre Rabelais no dejará sa-tisfecho a aquél que busque un cuadro com-pleto de su biografía y de su lugar dentrodel contexto que le ha sido más cercano: el

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del Renacimiento francés del siglo XVI. Enestos puntos mi trabajo no les parecerá su-ficiente. Aunque esta temática ya ha sidoampliamente abordada en la literatura con-temporánea, y particularmente en los tra-bajos de AbelLefranc, quienha elaboradouna muy buenabiografía. Ennuestras condi-ciones, estandoal margen delos acervos bi-bliográficos occidentales, lo único que po-dría haber hecho en esta línea era una es-pecie de resumen. Y es por eso que decidíabandonar esta problemática por comple-to, mientras que, en cambio, el papel de latradición grotesca dentro de la obra de Ra-belais, si logré reflejarlo en mi trabajo. Yprecisamente es esta tradición, la que cons-tituye el personaje principal de mi mono-grafía, como ya lo he mencionado antes.

Aunque entiendo perfectamente que eneste trabajo novedoso mío, en donde en lamayoría de los casos he tenido que iniciarun camino, hay demasiadas palabras. Y séque mucho de esto puede parecer inclusivecontradictorio, y más en particular mis con-ceptos sobre el cuerpo grotesco, y sobre labicorporeidad; o aquellas conclusiones bas-tante atrevidas sobre la representación pri-mitiva del cuerpo, basadas originalmenteen esta bicorporeidad, y que he descubier-to singularmente en Rabelais, en su com-binación de un elogio y un insulto conte-nidos en una sola palabra. En la palabra,cuya forma singular de funcionamientodescubre este universo inacabado y en pro-ceso de formación: ¡Al diablo y que viva!...lo que es un particular modo de elogio einsulto, del insulto y el elogio callejeros, quepude deducir cuando investigué esta tradi-

ción. Y en este punto, me fue esclarecedorese fenómeno mucho más antiguo que esel de la palabra metafórica. Ya que la histo-ria de nuestra literatura comienza cuandoel insulto panegírico —que es a un tiempo

alabanza y sáti-ra— se distin-guen, y cuandodespués de estaseparación seconsolida y esti-pula un objetodeterminado.Pero Rabelais

nos muestra aquella etapa en la que alaban-za e insulto están aún contradictoriamentedirigidos hacia un mismo objeto.

Todos estos momentos y argumentos losreforcé con este gran material, aunque porla forma tan abstracta en que están formu-lados, pueden parecer a veces como fanta-sías e hipótesis contradictorias.

Pero considero que, en cualquier caso,todo este material que ofrezco en mi traba-jo, es digno de atención y de investigaciónposterior. Pues aunque sin duda pudieranser discutibles algunos de los desarrollos quehe esbozado aquí, sin embargo hay algo delo que estoy firmemente convencido: de quesi bien es posible que el resultado de mitrabajo sea incompleto, por lo menos de-mostré que aquí existe un problema dignode atención, y que esta área de investiga-ción es fundamental y muy atractiva, y quepor lo tanto debemos abordarla.

Y si puedo convencer a mis lectores deque este es un tema sobre el que debemosreflexionar, y que vale la pena continuarnuestras investigaciones dentro de este cam-po, eso será suficiente para mí. Aquél quetenga más habilidades y que esté más capaci-tado para ello, seguramente hará mucho máscuando trabaje estos mismos materiales. Por-que yo he hecho en realidad muy poco. Pero

...si bien es posible que el resultado de mitrabajo sea incompleto, por lo menos demostré

que aquí existe un problema digno deatención, y que esta área de investigación es

fundamental y muy atractiva...

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si logré atraer su atención y su interés respec-to de este universo de problemas, y si he po-dido mostrarles su gran valor y su importan-cia, considero entonces que mi tarea ha sidocumplida cabalmente.1

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Quisiera comenzar mi intervención finalexpresando un profundo agradecimiento amis examinadores-oponentes, tanto a losoficiales como a los externos. Aleksei Kar-povich dice que soy un testarudo, con locual, estoy de acuerdo. Me considero un in-novador testarudo, muy pequeño y humil-de posiblemente, pero un innovador testa-rudo. A los innovadores testarudos pocasveces se les comprende, y pocas veces en-frentan una crítica seria, de fondo, siendomás bien tratados con indiferencia en la ma-yoría de las veces.

Estuve muy complacido al escuchar laparticipación de mis examinadores-opo-nentes oficiales, ya que encontré en ellosuna profunda comprensión y mucha bene-volencia, en la medida en que me doy cuen-ta totalmente de que mi trabajo puede re-sultar provocador e impresionar por su ra-reza, por su planteamiento en sí mismo, asícomo por sus ideas, entre otras cosas. Enmi intervención inicial, subrayé que haymuchas cosas que pueden parecer contra-dictorias y paradójicas. Más aún, cuando

concluí mi trabajo, hace mucho tiempo,consulté con Aleksei Karpovich acerca decómo se podría elaborar la introducción. Yhablando específicamente de esto, seis añosatrás, llegamos a la conclusión de que misideas sólo resultarían convincentes si eranplanteadas en 600 ó 700 páginas, ya que silas presentábamos únicamente de manerasintetizada parecerían contradictorias, y noconvencerían a nadie, además de no apor-tar nada en absoluto.

Por eso, circunscribir y resumir mi pen-samiento en un menor número de páginasme fue imposible. Mis conceptos e ideaspodrían parecer extraños y desatinados, ypor eso me vi en la necesidad de utilizarmuchos materiales para poder presentarlos dela forma más convincente posible, sobre todoy en primera instancia, a mí mismo.

Así que no he venido aquí con una pro-puesta definitiva y acabada. Más bien heinvestigado y sigo investigando, y me heconvencido y continúo convenciéndomeacerca de todo esto. Entonces, en los jui-cios de mis oponentes oficiales encontréuna profunda comprensión. Y por parte demis oponentes externos, hallé un gran in-terés y objeciones bien fundamentadas, locual me anima bastante, de modo que enforma alguna puedo reclamar a mis opo-nentes externos por sus críticas, las que noobstante, me dejan muy satisfecho.

Porque mencioné que mi tarea princi-pal consistía en llamar la atención en tor-no de este nuevo mundo de problemas, deeste nuevo campo de investigación: en mos-

1 Aquí concluye la exposición inicial de Mijaíl Bajtín, sobre los contenidos y la contribución desu Tesis Doctoral. Siguen a continuación los comentarios y preguntas del Comité Examinadorde dicha Tesis, los que omitimos aquí, pero que pueden ser consultados, eventualmente, en ellibro citado en la nota 1, de donde hemos extraído este material. Después de dichas interven-ciones del Jurado de Tesis, viene la respuesta o intervención final de Bajtín, la que tambiéntranscribimos a continuación.

Y* * * *

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trarlo, hacerlo evidente, e incitar al reco-nocimiento de su existencia. Y de antema-no, naturalmente, sabía que habría dudaso recelo. Esto no me inmuta ni preocupaen lo absoluto. Y cualquier cuestionamientou objeción serán bienvenidos con mucho gus-to. Lo realmente malo hubiera sido la indife-rencia, que es algo a lo que temía enorme-mente, y que por fortuna no ocurrió.

Debo aclarar que ahora estoy muy fati-gado, y que me será muy difícil respondersatisfactoriamente a todos. Por eso, y antetodo, quiero expresarles mi más sinceroagradecimiento, y les ruego me disculpensi a alguno de ustedes no le contesto ade-cuadamente.

Para comenzar, responderé a la observa-ción de Aleksandr Aleksandrovich acercadel sistema festivo-popular grotesco consi-derado como una totalidad, pero no así entodas sus partes, existiendo dentro de él lovivo junto a lo moribundo, y en donde estoúltimo, lo moribundo, se transforma en uncomplemento divertido.

Considero que la objeción de AleksandrAleksandrovich es esencial, muy acertada eimportante. Es cierto que debí sopesar másdetalladamente el grado de vivacidad queposeen aquellos elementos tradicionales queentran en el sistema de Rabelais. Pero nosiempre lo hice así, y posiblemente en aque-llos episodios que señala Aleksandr Alek-sandrovich cometí algún error, al sobreva-lorar la vivacidad de aquello que tal vez eraya tradición muerta, y que se convirtió en-tonces tan sólo en un momento divertidode la obra.

Sin embargo, continúa inquietándomeel problema acerca del asador. El asador, enla percepción de Rabelais, está asociado alcarnaval. El asador está presente en toda sunovela. Lo encontramos en el capítulo don-de incineran a los caballeros en la hoguera,y posteriormente asan a las presas, y aquí

sobresale el asador. También aparece cuan-do arrastran las columnas triunfales, e igual-mente sucede con otro gran número de ca-racteres carnavalescos. En este episodio,aunque quizá no en la medida en que lo hemostrado en mi trabajo, estaba todavía vivala conciencia carnavalesca de la representa-ción, y de muchas imágenes vivas en el car-naval. Aunque reitero que estas objecioneslas acepto por completo y que estoy dis-puesto a reconocer su inconsistencia.

En lo concerniente a la observación deAleksandr Aleksandrovich acerca del barrilde Diógenes, creo que me hizo falta ofre-cer algunos párrafos más que hubieran acla-rado cualquier otro significado. Me refieroa que aquí tenemos no sólo una apologíade la risa simple, sino también y ante todo,de la risa combativa. Y esto no lo destaquésuficientemente.

En tercer término, lo referente al “Ca-ballero avaro”. Tal vez no debí evocar laimagen del “Caballero avaro”, aunque yaque la mencioné, debí quizá desarrollar laidea con más detalle. Así como la he ex-puesto, provoca justas objeciones, que sonlas que provocó en Aleksandr Aleksandro-vich y en Isaac Markovich.

Pero finalmente la idea es mía, y de to-das maneras la defiendo. No obstante, con-sidero que mi perspectiva demuestra unnuevo matiz, puede ser que no del todoevidente, pero sí de algún modo, demues-tra una nueva faceta de la imagen del “Caba-llero avaro”: la de la representación de la eter-na senectud, senectud en todos los aspectos,que se aferra a la vida, que odia a la juventudy ante todo al hijo. Y estoy plenamente con-vencido de que este es un matiz muy impor-tante. Ya que si abordamos el tema de la ava-ricia en la literatura universal, observamos quese fusiona siempre con la senectud.

Pues el avaro es siempre la imagen de unanciano adversario de la juventud. Así era

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tanto en la comedia romana como en laCommedia dell’Arte. Y no es casual que laimagen del tipo avaro, hasta nuestros días,sea la de un viejo en confrontación con lajuventud. Este momento es muy significa-tivo, y no es casual que en cierto grado nospermita delinear en lo general, la dificul-tad de las relaciones padre/hijo o madre/hija. Aquí estamos frente a uno de los te-mas fundamentales de la literatura. Lasgrandes obras de la literatura universal deque disponemos, están dedicadas a esta pro-blemática. Los mejores modelos de la tra-gedia antigua también abordan este aspec-to. Lo encontramos en dondequiera. Y porsupuesto, un muy importante matiz deesta específica problemática puede serobservado a través del estudio de la tra-dición grotesca.

Porque la cuestión central no está en larelación casual, sino en un momento sus-tancial y muy importante que debemos en-tender: el de la relación recíproca de ene-mistad del padre hacia el hijo y del hijo ha-cia el padre. Este es un material interesantey fundamental, porque se trata de momen-tos históricamente trascendentales. Pero in-sisto en que yo no le otorgo este significa-do en el ejemplo del “Caballero avaro”, yque son sólo variaciones posibles que de-ben ser descubiertas. Esto es muy intere-sante e importante, y nos permite elaborarconclusiones más audaces, pero que debenser más detalladas y fundamentadas, lo queyo no pude hacer en mi trabajo. Y aclaroesto mediante una analogía. El oro es la su-plantación del trono, esto es, que hace re-ferencia al heredero al trono: “Yo gobierno.Que brillo tan extraordinario…”. He aquíun momento de la tradición que debe serrevelado, ya que nos muestra y nos aclaraalgo importante.

Aleksandr Aleksandrovich discute conjusta razón, sobre el hecho de que la risa,

todavía en el siglo XVIII, tuviera aún unsignificado universal en todo un conjuntode fenómenos. Yo señalaba que la tradicióngrotesca tiene sin duda una continuidad,pero por supuesto que se fue debilitando,y para todo el desarrollo ulterior de la risadentro de la literatura oficial es muy evi-dente el proceso de su escisión, que creapor un lado la simple y llana sátira, mien-tras por el otro crea la risa divertida.

Es común que en ciertas circunstancias,como por ejemplo en la miseria, en dondela risa se vuelve reiteradamente ambivalen-te, e incluso destructora, se trate de unaexcepción y no de la regla, algo que seríapreciso investigar más. En tales situaciones,podemos hacer todo un conjunto de con-jeturas históricas sobre el significado quetiene esta risa. En particular, y en lo queconcierne al significado de la doble tradi-ción de la risa en Gogol, me permití ape-nas elaborar algunos planteamientos muypuntuales en mi trabajo, aunque tomandoen cuenta lo siguiente: que la risa huma-nista estaba emparentada con la risa góti-ca, y también con la risa de las Saturnales,y con la risa del carnaval. Lo estaba, pero lalínea de esta tradición nos conduce a la risaliteraria en Erasmo de Rótterdam. Pero éstaúltima es tan sólo una reproducción artifi-cial y de gabinete de la risa antigua. Y sibien no quisiera exagerar, pienso que la deRabelais es la verdadera risa humanista.Porque ella está salpicada por el agua vivade la risa callejera, y por eso no podemosdecir que sea una risa de gabinete, ya queno es la risa académica en el sentido huma-nista moderno. Más bien, considero que enla risa de Rabelais, la tradición humanistay la tradición gótica se funden orgánica-mente, y eso precisamente porque en suesencia, la raíz de ambas está emparentada,en la medida en que ambas salieron de losmismos orígenes populares.

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En lo referente a las observaciones sobreJean y Panurgo, creo que efectivamente nopresento una formulación clara. Presenté al-gunos matices, pero los plasmé de maneraconfusa. Así que corregiré estos detalles yagradezco estas observaciones.

Continúo ahora con las objeciones deIsaac Markovich. En primera instancia, laque alude al hecho de que en mi trabajopresté poca atención al contexto literarioinmediato de Rabelais, haciendo escasa re-ferencia a sus predecesores cercanos y con-temporáneos y también a la de que no ubi-co a Rabelais en la atmósfera del Renaci-miento francés. Es verdad, no lo hice, yaque sobre esto hay demasiado material, yaquí yo hubiera aparecido como un merocompilador o hacedor de resúmenes. Peropienso que no había necesidad de haceresto, y sobre todo si tales materiales están ala mano. Puede ser que esto haya restadovalor a mi trabajo, en virtud de que los es-tudiantes generalmente esperan de unamonografía sobre Rabelais que esté comple-ta, y la mía en ese sentido no es abundante.De manera que si llegara a imprimir el libro,sin duda seguiré su consejo y también el deAleksei Karpovich, completando mi trabajocon estos materiales, aunque con la concien-cia de que no podría aportar nada nuevo, másallá de un sólido resumen de los problemasque ya han sido estudiados y trabajados.

Se ha hablado aquí también acerca de lapoca atención que he puesto al tema de lalucha con la escolástica. Es verdad, pero noporque este problema me sea de poco inte-rés. Por supuesto que es atractivo, pero estacuestión es ya tan conocida, que el repetir-la sería como tratar de forzar una puertaque ya se encuentra abierta. Porque cuan-do le hablamos a una persona, que ademásdel nombre nada sabe sobre Rabelais, y queha presentado examen de admisión al Ins-tituto de Pedagogía, sólo nos contestará de

modo muy elemental aludiendo justamen-te a este punto anterior, pero sin agregarnada más. Así que insisto en que quizá paracompletar la monografía sería conveniente in-cluir estos detalles, que considero muy ele-mentales, pero que tal vez habría que volver arecordar, aclarando entonces que si partimosde lo mencionado por Isaac Markovich, nodebemos pensar que no les doy la suficienteimportancia, sino que, por el contrario, sondetalles que para mí son muy relevantes.

Respecto a la risa gogoliana no podemosafirmar que su fuente primaria sea el góti-co. La risa de Gogol se alimentó de la pro-pia realidad ucraniana, y no de las influen-cias literarias introducidas desde Occiden-te. Aunque no puedo asegurar que la risagogoliana no pueda relacionarse tambiéncon esas tradiciones góticas. Estoy comple-tamente convencido de que la risa gogolia-na está definida por toda la realidad ucra-niana, aunque considero igualmente que enla composición de sus principales elemen-tos existen también ciertos prototipos lati-nos y ciertas tradiciones góticas. Y mien-tras que los elementos ucranianos han sidobien estudiados, los demás elementos hansido pasados por alto, con la excepción dealgunos detalles completamente casuales yfragmentarios. Pero está establecido que lastradiciones góticas, como parte fundamen-tal de la tradición ucraniana, definierontambién el perfil gogoliano. ¿O acaso po-demos atrevernos a eliminar de esta reali-dad ucraniana a la Academia clerical deKiev, la del Seminario, y a toda esta sabi-duría escolar latina? Por mi parte, conside-ro que no debemos despreciar el peso espe-cífico de este elemento. Y si me he aplica-do en este punto, ha sido sólo porque esteelemento no está del todo comprendido yestudiado, lo que me hizo detenerme en él.

Y a la vez, no considero que esto sea algointroducido completamente desde el Oc-

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cidente. En general, pensaría que al abor-dar aquellos siglos, durante los cuales seconformó esta tradición, se debe ser meto-dológicamente riguroso y entonces diferen-ciar, creo yo, el hecho de que esta tradicióngótica estaba tan en su casa dentro de lasmontañas de Kiev, como podía estarlo tam-bién en la colina de Santa Genoveva o encualquier otra ciudad de Francia o de Ale-mania. ¿Por qué debería ser esta tradiciónalgo ajeno o extraño a nosotros? Pues es cla-ro que la en-contramos, porejemplo, comoun elementoque forma par-te de la canciónucraniana. Porlo tanto, nocreo que en estecaso debamos referirnos de ningún modoa ciertas influencias extrañas de carácter in-esperado. Más bien estamos ante un ele-mento muy importante que puede ayudar-nos a dar seguimiento, finalmente, al desa-rrollo de esta tradición tanto en la tierrarusa como en la tierra ucraniana.

Y es posible que entonces se me acusarárespecto de esta última tesis de proponer unaherejía terrible, pero me atrevo a aseverar queencuentro aquí a esa tradición gótica, y tam-bién me atrevo a demostrar que la misma exis-te, en cierta medida, dentro del clasicismo deBelynski y de Chernichevski, y también enDobroliubov. Pero no veo en esto nada dehumillante, sino todo lo contrario. ¿Que te-nemos entonces? La idea de que la esencia detodo pensamiento, y con mayor razón delpensamiento revolucionario, no está en su ais-lamiento, en su ruptura con todo el resto delmundo, sino por el contrario, en su profun-do vínculo orgánico con todo lo avanzado quepueda existir en el mundo. ¿En dónde estáentonces, el problema?

En consecuencia, no puedo admitir laobjeción de Isaac Markovich, aunque deboaceptar que no expresé claramente mi te-sis, y que por eso Isaac Markovich pudopensar que me referiría a la risa gogolianacomo parte de la tradición gótica, mien-tras que lo que yo intento destacar aquí esmás bien su carácter inédito.

De otra parte, estoy de acuerdo con Alek-sei Karpovich, y además los debates del díade hoy me convencieron de que es necesario

agregar no sóloun noveno,sino incluso undécimo capítu-lo dentro deltrabajo. Esto lohará más valio-so. Pero si hu-biera hecho

esto antes, quizá lo hubiera despojado delestilo con el que lo he elaborado, aunquetambién no habría recibido muchas de lasobjeciones que he escuchado hoy.

Seguramente, no he dejado totalmentesatisfechos a todos mis examinadores-opo-nentes con mis respuestas.

De cualquier modo, ahora responderé amis examinadores-oponentes externos. Ypara agilizar el orden de las observacionesy mis respuestas, me permitiré para comen-zar detenerme en la réplica de Nikolai Kir-yakovich.

En mi intervención inicial, advertí quemi trabajo podría provocar una inminenteconfusión y parecer contradictorio. Tam-bién advertí sobre el hecho de que si hace 8o 9 años atrás me hubieran presentado lastesis tal y como yo las expuse, cuando nohabía procesado aún todo este material, esindudable que me habría expresado tal ycomo lo hizo Nikolai Kiryakovich, ya queestas tesis no dan una idea completa de mitrabajo. Pero ahora me es muy delicado juz-

...Todo mi trabajo ha sido dirigido hacia elencuentro de las raíces que dan forma a la obra

de Rabelais y a sus rabelesiadas. Por esomuestro a Rabelais dentro de la

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gar sobre esto, debido a que he manipula-do este material por mucho tiempo, y en-tonces para mí resulta convincente algo quepara otro puede parecer como extraño. Asíque entiendo que mi concepción debió al-terar a Nikolai Kiryakovich, aunque aclaroque su afirmación acerca de que Rabelaisdebe ser ubicado, remitiéndolo hacia unaépoca anterior, no la acepto. Acaso cuandologramos establecer la raíz de algún hechohistórico o de alguna tradición, ¿lo remiti-mos entonces hacia atrás para ubicarlo enuna etapa anterior? Porque ningún fenóme-no ha sido resuelto cuando solamente hemosrevelado las raíces folklóricas de su produc-ción. ¿Y acaso para resolverlo lo ubicamosy remitimos hacia atrás?

Todo mi trabajo ha sido dirigido haciael encuentro de las raíces que dan forma ala obra de Rabelais y a sus rabelesiadas. Poreso muestro a Rabelais dentro de la histo-ria del realismo. Indudablemente me pue-do equivocar, pero tengo la impresión deque con mi trabajo he añadido una nuevapágina a la historia de la literatura. Ya queen la literatura francesa y rusa no existíaantes el término de “realismo gótico”. Na-die puede señalar dónde, por quién y cuán-do, se ha escrito anteriormente sobre este“realismo gótico”.

De modo que he enriquecido la historiadel realismo, y agrego además que la cues-tión no estriba tan sólo en la invención deltérmino: estoy convencido de que no se me

puede acusar de no haber ofrecido una ex-plicación personal y también distinta deesta historia del realismo. Porque mi ver-sión de esta última no es una simple repe-tición de aquella historia tan conocida pornosotros… y que yo habría solamente con-tinuado. Mi trabajo significa más bien laaportación de algo nuevo.

Ahora bien, ¿por qué toda historia delrealismo se apoya en el Renacimiento? Pa-recería como si de la nada y de pronto senos apareciera el realismo...2

EL EXAMINADOR:Pero la utilización del término “realismo gó-tico” existe también en la literatura moder-na. Con éste término —“realismo gótico”—podemos denominar por ejemplo a la novelade Dostoievski. Y en este caso dicho realismotiene una procedencia social muy inferior.

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Aclaro que de una muy baja procedencia so-cial es todo aquello que tiene relación con lanovela gótica de la segunda mitad del sigloXVIII. Así, Dostoievski contemplaba…

EL EXAMINADOR:Consideren que esta traspolación típica delmedioevo hacia la literatura moderna 3 [...]

2 En este punto del discurso de Mijaíl Bajtín, él es interrumpido por uno de sus examinadores,por Nikolai Kiryakovich, quien glosa la afirmación que acaba de enunciar el mismo Bajtin,glosa o comentario que nosotros transcribimos en letras cursivas, para distinguirla del discursobajtiniano, y para una mejor comprensión de los giros de su propio argumento, forzados hastacierto punto por estas glosas. Más adelante se repetirán, en tres ocasiones más, estas glosaspuntuales o comentarios breves del mismo examinador, respecto de los que seguiremos la mis-ma práctica aquí enunciada, salvo con una excepción.3 En este caso, el comentario del examinador es más largo, y no especialmente sustancial, porlo que hemos decidido omitir una buena parte del mismo, abreviándolo, en la medida en que

Y* * * *

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con ese mismo término son nombradas lasnovelas de Balzac…

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Pero es una perspectiva absolutamente erró-nea considerar que mi obra está dedicada aeste tema. Si tengo la osada pretensión deque por lo menos he agregado un párrafonuevo en esa historia del realismo, eso sedebe al hecho de que, habitualmente, todala historia del realismo se terminaba en elRenacimiento, y además en un Renaci-miento muy mal comprendido, siendo in-capaz de ir más allá. De modo que mi ta-rea, en general, consistió en ampliar sig-nificativamente la configuración anteriorque presentaban nuestros estudios literariossoviéticos, lo mismo que ampliar igualmen-te la perspectiva extremadamente limitadade los estudios literarios europeos. Pues creoque estamos obligados a ampliarlos. Ya quecontinuar reduciéndonos a seguir trabajan-do a la sombra de los especialistas occiden-tales es algo que debemos evitar, y piensoademás que no existe ningún motivo paraseguir haciendo esto.

Por eso mismo me he atrevido a desglo-sar y desarrollar el papel de Rabelais den-tro de esta historia del realismo. Y hastaaquí ha llegado mi cometido. Y si bien enlos capítulos del trabajo en donde hablosobre la influencia posterior de Rabelais seencuentran algunas indicaciones que po-drían ser ulteriormente desarrolladas, esclaro que dichos desarrollos no estabanentre mis objetivos. No obstante, insisto enla idea de que todo el gótico está presenteen la historia del realismo. Así que estaríade acuerdo en que mi trabajo no es un li-

bro sobre Rabelais, sino un libro sobre lahistoria del realismo, e incluso sobre la his-toria del realismo prerenacentista. ¿Pero esque acaso no vale la pena estudiar este tema?Yo considero que se trata de una tarea no-vedosa y en extremo actual. Considero en-tonces que ustedes no han captado apro-piadamente mis ideas, pero eso no me sor-prende, en la medida en que sólo conocie-ron las tesis planteadas en una forma muygeneral, desafortunadamente.

EL EXAMINADOR:Pero de acuerdo a su discurso...

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Evidentemente mi discurso no ha sido muyacertado, y me he visto en grandes aprietosal estar obligado a exponer en 20 minutosaquello a lo que me he dedicado durantediez años. Posiblemente cualquier otro lohubiera hecho mejor y más convincente-mente, pero no era mi deseo el simplificarideas y salir del paso con verdades que sondel dominio público. Así que soy culpablepor no darme a entender completamente,pero en un lapso tan breve de tiempo meera imposible... Entonces considero que lastesis son un reflejo inexacto de mi trabajo,además de que mi participación inicial fuealgo confusa, y lo mismo sucedió con miparticipación final, debido a que estoy can-sado y a que la mente a estas alturas res-ponde mal.

Por eso, y en consecuencia, pido que seme juzgue menos por lo dicho y por estasdesafortunadas formulaciones resumidasque presenté. Y no considero en lo másmínimo que la risa medieval sea una risa

lo que nos interesa es más bien la perspectiva y la concepción específica de Mijaíl Bajtín. Ellector interesado puede, eventualmente, consultarlo en el material original citado en la nota 1,de donde hemos extraído este texto.

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la otra mirada de Clío

alegre, despreocupada y feliz. La risa fueuno de los más poderosos medios de lucha.El pueblo luchaba no sólo con la risa, sinotambién y abiertamente con las armas: congarrotes, con los puños, etcétera. Y estepueblo, que es el leitmotiv de mi trabajo,no es exclusiva-mente sonrien-te, sino que esde igual modoun pueblo quepuede organizarrevueltas. Y am-bos aspectos es-tán íntimamen-te relacionadosy coexisten recíprocamente. Porque aquí setrata de la risa de la plaza, de la calle, de esarisa popular que nada tiene de divertido.Es más bien una risa excepcional, de otro or-den, una risa destructiva en donde la muerteestá siempre presente. Por eso yo ofrezco unanálisis detalladísimo de las representacionesde los curas, y del sentido oculto que tienenlas disputas en la literatura, y también deltema de hacia quién están dirigidas las riñas:a tratar de golpear al rey. Y he aquí el sentidofundamental de mi libro.

Por lo tanto, no se trata de la risa alegreque evade la lucha, sino de la risa involu-crada en esa misma lucha, ya que su objeti-vo y destinatario es ese mismo mundo quedebe ser desechado, y que al desaparecercederá su lugar a una nueva risa, esa sí másalegre. Un risa comprometida con la lucha,cuyo principal entusiasmo es el del regoci-jo cuando se produce el cambio, y el de ladisputa en contra de todo aquello que quie-re inmortalizarse, que pretende ser eternoy que no quiere ceder. Tal es el significadode esta risa, que por su naturaleza es pro-fundamente revolucionaria.

Pero no convierto a esta risa en un ele-mento eterno y subyacente. Tanto la risa

antigua como la risa gótica son categoríashistóricamente determinadas, que en la ca-lle, jurídicamente hablando, gozaban deuna suerte de derechos de extraterritoriali-dad. Porque es un hecho claramente históri-co y conspicuo, el hecho de que la plaza pú-

blica y la callefuncionan prác-ticamente comouna especie deEstado dentrode otro Estado.

Por otra par-te, en ningúnmomento heafirmado que la

razón de ser de Rabelais se encuentre en laEdad Media. Pero, ¿por qué he elegido pre-cisamente a Rabelais? Porque él se expresaen nuestro lenguaje, y es parte de nuestraconciencia moderna, aunque al mismotiempo nos permite descubrir tradicionesque nos son oscuras e incomprensibles. Asíque no solamente ubico a Rabelais en el Re-nacimiento, sino que por ese mismo moti-vo sostengo que su época es una época desuma importancia.

Nikolai Kiryakovich sostiene que reduzcoa Rabelais a las supervivencias del pasado. Su-pongo entonces que se puede llamar a cual-quier pasado una supervivencia. Las raíces deRabelais son profundamente revolucionarias,pero ¿por qué no llamarlas una superviven-cia? Porque entonces tendríamos que negartoda la historia de la literatura, y tambiéncualquier tipo de explicación histórica. Pues-to que si cualquier fenómeno tiene una ex-plicación histórica, entonces por lo tanto seconvierte en una supervivencia del pasado.De modo que si un autor obtiene algo de suspredecesores, y si es capaz de continuarlos, ysi no se ha aislado levantando una MurallaChina ante todo el mundo, entonces él mis-mo es a su vez una supervivencia, una simple

...no considero en lo más mínimo que la risamedieval sea una risa alegre, despreocupada y

feliz. La risa fue uno de los más poderososmedios de lucha. El pueblo luchaba no sólo con

la risa, sino también y abiertamente con lasarmas: con garrotes, con los puños, etcétera...

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persistencia del pasado. Pero actuar de modoinverso sería erróneo, intensa y orgánicamentecontrario a los fundamentos de nuestra per-cepción del mundo, de nuestra cosmovisión.Ni en las relaciones entre países encontramostales y tan completas Murallas chinas…

EL EXAMINADOR:Pero hay un pasado profundo y un pasado su-perficial, y es necesario diferenciar.

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Si concebimos al pasado medieval como unpasado superficial…

EL EXAMINADOR:Pero el pueblo ha llevado a cabo actos revolu-cionarios.

CAMARADA M. M. BAJTÍN:Pero no siempre ha podido. ¿Y acaso puedenser los hechos separados de la conciencia, dela palabra, del pensamiento? ¿Son acaso po-sibles los hechos revolucionarios separados dela palabra? Porque resulta que es necesario re-volucionar también la conciencia. ¿Y qué re-voluciona mejor la conciencia del hombremedieval, que esa misma risa? Nikolai Kir-yakovich, de ningún modo tengo algún re-clamo hacia sus réplicas, ya que mis tesis hansido desafortunadas y tiene usted todo el de-recho de no comprenderme.

Pero la risa tiene un papel fundamental,tanto para el hombre medieval como para elhombre de la Antigüedad. Porque la seriedadpara el hombre de la Antigüedad no es la se-riedad habitual, sino que ella pertenece a unacategoría específica. ¿Qué es una cara seria?En una cara seria podemos ver o la intenciónde ataque, o de otra parte la intención de de-fensa. De modo que la seriedad significa ame-naza o temor, pero cuando no le temo a na-die o a nadie amenazo, entonces la cara se metorna ligera y leve. Y esto es muy ilustrativo.

Por que aquí encajan perfectamente la risa yla alegría; pero también la muerte, o las exha-laciones agonizantes antes de la muerte, y unavez más la risa. Resulta esta una situación in-teresante y muy curiosa, además de muy pro-pia de la Edad Media: la de la desconfianzahacia la seriedad y la creencia en la fuerza dela risa, ya que ésta no amenaza a nadie. Larisa nos libera del miedo, y esta es una premi-sa siempre obligada en la consideración de laconciencia renacentista. Para poder observarel mundo sensatamente, me es preciso dejarde temer. Y aquí la risa tiene un papel funda-mental. Por lo cual, yo intento revelar y mos-trar el enorme significado que posee la risa,su carácter preventivo…

En este mismo recinto, participé con unaponencia sobre la teoría de la novela, y allíseñalé la enorme fuerza que tenía la risa en laAntigüedad, en particular para el estableci-miento de la primera conciencia crítica so-crática. Ya que la risa preparaba a la inteli-gencia para concebir más allá de su capaci-dad de palpar burdamente cualquier cosa, alinvertir esa primera percepción por comple-to. Pues tal relación familiar, alegre hacia lascosas, es la premisa para su estudio, para sumejor exploración y análisis. Porque mien-tras solamente tengo una percepción dictadapor la creencia, me es imposible analizar oasumir con plena conciencia, tanto al mun-do como a las cosas. Y en este sentido, la risarevoluciona también al individuo. La fuerzarevolucionaria de la risa medieval es en miobra el héroe principal.

En mi trabajo ofrezco la estructura de lasimágenes más simples de la risa. Allí conside-ro a la imagen fenoménica de la risa alegre. Ylo que encuentro en estos materiales es lo si-guiente: a un rostro perfilándose de espaldas,en dirección hacia ese trasfondo extraordina-rio de la luz primordial de esa misma risa.Por eso no puedo aceptar las observacionesde Nikolai Kiryakovich, aunque al ver mis

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tesis que han sido expuestas de forma incom-pleta, es natural que esas observaciones se ha-yan planteado de este modo.

EL EXAMINADOR:La risa es formidablemente revolucionaria, dijoHerzen.

CAMARADA M. M. BAJTÍN:En general esta frase es una frase muy cono-cida, pero lo verdaderamente importante noes simplemente mencionarla, sino más bienel ser capaces de demostrarla y de escribir esademostración.

Yo distingo dos tipos de realismo: el rea-lismo clásico y el realismo gótico, pero de nin-guna manera opongo el realismo gótico al rea-lismo crítico. Considero que Balzac es incom-prensible sin Rabelais. Aunque en general,sobre estos diversos matices no hablé.

Con respecto al carnaval, aclaro que no mereferí a él como algo alegre. De ninguna ma-nera. Ya que en cada representación del car-naval está presente la muerte. Así que hablan-do en sus términos, se trata más bien de unatragedia. Sólo que es importante subrayar quela tragedia no es la última palabra.

Y cuando mencionaba que Bobok y Sueñode un hombre ordinario son una maravillosasátira, tenía en mente no al realismo góticosino a la gran sátira, la cual ha sido muy pocoabordada en los estudios literarios. Además,no deja de sorprenderme la forma en quepudo reproducirse esta forma tan poco co-nocida dentro de la sátira eudemonista. Peroestos son aspectos completamente diferentes.

Ahora paso a las objeciones de Teryaeva.Debo decir que estas objeciones me han deja-do un poco sorprendido. Pues tuve la impre-sión de que la camarada Teryaeva estaría com-pletamente a gusto si hubiera encontrado enmi trabajo sólo aquello que ella ha estudiadomuy bien. Al no haberlo encontrado, ha cri-ticado fuertemente mi trabajo y lo ha recha-

zado terriblemente. Pero es necesario reiterarque evité lo más que pude el hecho de dedicarmi trabajo a escribir sobre cosas que estuvie-ran ya dichas o inventadas. Partí siempre deeste principio. De modo que puede ocurrirque algo, en la práctica, no está bien estable-cido, pero si algo ya está establecido y escrito,¿para qué reiterarlo? Hay aficionados que re-piten lo mismo, lo ya conocido, y de esos hayya demasiados, pero yo no quisiera pertene-cer a su grupo. Entonces, si para usted no hayelementos en mi trabajo, creo que se me acu-sa de crímenes que no he cometido.

En primer lugar, todo mi trabajo está de-dicado a la historia del realismo, y en esta his-toria del realismo he descubierto algo nuevo.Entonces, ¿de qué se me acusa?, ¿de no escri-bir nada en él sobre Chernichevsky? Cherni-chevsky, en tanto que autor llegó lejos, e in-cluso muy lejos. Si usted ha leído su tesis,podrá recordar su oposición frente a la re-latividad del concepto acerca de lo bello,concebido como la oposición del canon en-tre lo clásico y lo grotesco. Le recomiendoque relea esa tesis, y entonces seguramentenada le parecerá demasiado extraño dentrode mi trabajo.

También se me acusó de que mi trabajo,escrito hace seis años, no reflejó las posicio-nes que han sido planteadas este último año.Pero les recuerdo que mi trabajo fue escrito yentregado entonces, y que me fue imposiblecorregirlo. Pero ahora, como están las cosas,debo decir que si me propusieran revisar mitrabajo desde esta posición actual, estaríaigualmente convencido de que nada hay querevisarle, y de que ostenta principios esencial-mente profundos, porque mi trabajo es revo-lucionario, y es innovador, ya que ofrece algonuevo. Pues todo mi trabajo habla acerca deun autor que ha sido inmensamente revolu-cionario: Rabelais; y ustedes no han podidoencontrar en él nada de esto. Ese espíritu re-volucionario de Rabelais lo he demostrado

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amplia e intensamente, y de manera muchomás profunda y sustancial de lo que hastaahora se había hecho. Sobre esto hay bastan-te dentro de mi trabajo, solamente que hayque saber leerlo y encontrarlo.

Me imagino que ustedes desearían, muyprobablemente, que de cada cuatro palabrasdentro de mi escrito, una fuera revolución. Yel término aparece muy frecuentemente enmi trabajo, así que inclusive desde una lectu-ra muy rigurosa podría satisfacerlos. Perodebo decirles que aún cuando aparecieran fre-cuentemente los términos “revolucionario”,“revolución”, y otros derivados, mi trabajo nosería mejor. Porque considero que mi trabajoes revolucionario más bien en la medida enque verdaderamente rompe los esquemas, yen el grado en que pretende crear y proponeralgo nuevo, en que avanza por el caminopreciso y en una dirección progresista, y nosimplemente por usar y repetir el términode ‘revolución’.

Así que me atrevo a afirmar que mi traba-jo si es revolucionario. Porque puedo ser unrevolucionario en tanto que científico. ¿Endonde está el espíritu revolucionario para uncientífico que se ha dado a la tarea específicade estudiar a Rabelais? ¿En qué se basa miespíritu revolucionario? En que este tema deestudio lo resolví por la vía revolucionaria.

Y si el resultado adquirió tal forma, quizáspor un error mío, al intentar demostrar quelo blanco es negro, entonces por esta formadel resultado les pido disculpas, por no habersabido como explicar mejor dicho resultado.

Sobre Khoma Brut intento dar un análisisclasista de su perfil, pero sin abordar la obraen su conjunto. Si la hubiera abordado, talvez no hubiera llegado a tal interpretación.Pannochka ahorcó a Khoma Brut, y podemosllamar a esto una interpretación clasista delrelato Viy, y es así como ha sido interpretadoeste hecho desde una perspectiva clasista. Peroyo he tocado esta imagen solamente de paso,

aunque si creo que he descubierto correcta-mente su naturaleza clasista.

Además, me han acusado al final de dospecados de Rabelais, quien como ningún otroluchó precisamente en contra de la falta declaridad, de la falta de entendimiento y encontra de la desconfianza; pues Rabelais de-seaba precisamente extirpar todo esto, parahacer al mundo más accesible al entendimien-to y a la transformación: así, me han acusadoprimeramente de que arruiné toda poesía, yen segundo lugar, de que introduzco al lectordentro de un supuesto terreno místico. Peroa mi vez yo pregunto si la risa y lo místico, larisa y el misterio, ¿no son acaso entidadescompatibles?

Por último, me detendré únicamente enlas objeciones de Valery Yakovlevich. Sus ob-jeciones son muy valiosas, pero no puedoaceptarlas completamente. Tal vez sólo una.La de que he sostenido, por supuesto, algu-nas formulaciones desafortunadas, y de queentonces tal vez lo mejor sería elaborar algu-nos textos complementarios. Sin embargo,aclaro que considero que el pueblo en sus tra-diciones, ese pueblo que ha sido revelado porRabelais, es intensamente progresista. Preci-samente, es por eso que la risa no es en sutotalidad un eterno carnaval. Ya que es claroque el carnaval tiene lugar, comparativamen-te, en raras ocasiones, sólo una vez al año. Yentiendo perfectamente que el carnaval es algomás amplio: en las ferias anuales, la plaza en-tera vivía el carnaval. Pero es claro que el asun-to no es ese, porque el pueblo tenía ademásotra vida. De modo que a mi me interesa-ban, tanto esta otra vida, intensamente pro-gresista y revolucionaria, como también la risacarnavalesca, que libera al mundo del miedo.Por ello, en mi trabajo he citado íntegramen-te el texto original de Goethe que contieneuna descripción detallada del carnaval. Y meparece que ahí pude mostrar intensamente elcarácter progresista y revolucionario de la con-

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ciencia del carnaval, de la conciencia de la uni-dad del tiempo físico. Por lo tanto, no estoyde acuerdo con esta parte de las objeciones.Pero sobre la crítica de que debí dar mejoresexplicaciones, creo que eso es indudable, yen ese punto si estoy de acuerdo.

Disculpen que no los haya satisfecho conmis respuestas, pero se debe en parte a queestoy muy fatigado y creo que es notorio.

Para concluir, permítanme agradecer denuevo a todos mis examinadores-oponentespor sus críticas y por su benevolente com-prensión.

CAMARADA KIRPOTIN:El Comité Científico, debe resolver de acuer-do al protocolo. Permítanme para ello, de-clarar terminada la sesión.4

4 Al concluir esta parte del Examen de Tesis de Mijaíl Bajtín, se reunió a deliberar el ComitéCientífico. Debían deliberar y luego votar 13 miembros, en dos tiempos, primero para darle elgrado de ‘Candidato en Ciencias Filológicas’ y después para otorgarle el grado de ‘Doctor enCiencias Filológicas’. En la primera votación se decidió otorgarle el grado de ‘Candidato enCiencias Filológicas’ por trece votos contra cero, es decir por absoluta unanimidad, pero en lasegunda votación hubo siete votos a favor de otorgarle el grado de ‘Doctor en Ciencias Filoló-gicas’ y seis votos en contra, de modo que Bajtín obtuvo su Doctorado de manera apretada ypor el más estrecho margen posible. Lo que, una vez más, demuestra la miopía y la pobreza delmundo académico, frente a las obras teóricas realmente innovadoras y revolucionarias, como lade Mijaíl Bajtín. Por último, vale la pena referir el dato curioso, señalado en las notas publica-das en el Boletín de la Academia de Ciencias de la URSS de que “La discusión se prolongó pormás de siete horas” (véase AH CCCP, 1947, núm 5, pág 123), lo que, una vez más, no requierede más comentarios.

Gustave DoréRabelais dissecting society and writing his book (1894)

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Los hechos dignos de ser recordados y atesorados en lacontramemoria de los que no estamos satisfechos con el mundoactual en el que vivimos, los documentos que a pesar del poder

y de la ideología dominante han traspasado la prueba delolvido, las cosas y acontecimientos memorables en tanto quemerecedores de ser incorporados en la única tradición que

reivindicamos: la tradición de la lucha, de la rebeldía, de laresistencia permanente en contra de toda forma de

explotación, de opresión y de dominio.

Por eso, esta sección tratará de guardar esos textos y noticiasque reclamamos como dignos de sobrevivir a las modas

y a los efímeros brillos del momento, al falso protagonismoy a los fuegos fatuos de la gloria fácil y de la

fama artificialmente creada.

Porque en esta guerra permanente entre el olvido siempreinteresado y selectivo de las clases dominantes, y lascontramemorias populares de las clases subalternas,

Contrahistorias apuesta sin dudar, en esta suerte deApomnemoneúmata periódica, por el rescate y la conservación

de dichas contramemorias de la inagotable y siempre vivacultura popular.

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Imago Mundi

Déjenme decirles que estar en esta Mesame produce sentimientos muy ambivalen-tes. Y creo que esta ambivalencia no haceotra cosa más que llevar al extremo, el es-tado cotidiano permanente que implicavivir dentro de este sistema capitalista.Tengo sentimientos ambivalentes, porquede un lado estoy naturalmente muy con-tento de que todos ustedes hayan venidoaquí. Y estoy especialmente contento deque mi hijo José Carlos, que está aquí en

el Auditorio haya venido, y de que estéaquí mi hermano, y quizá mi papá, al queno pude ver pero que quizá está por ahí.También de que esté aquí América Busta-mante, que es miembro del Comité deRedacción de Contrahistorias. Y natural-mente, por estar aquí con los presentado-res, a los que agradezco muy especialmen-te el haber aceptado participar en esteActo. Estoy igualmente muy contento por-que se cumplen tres años de nuestra revis-

CARLOS A. AGUIRRE ROJAS

PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 6 DE LA REVISTA

Contrahistorias. La otra mirada de Clío

l presente texto es la versión transcrita y ligeramente corregidade la intervención de Carlos Antonio Aguirre Rojas, en el Acto

de Presentación del número 6 de nuestra revista Contrahistorias.Esta Presentación se realizó dentro del ‘Acto Político-Cultural por laLibertad de los Presos de Atenco’ realizado en la Escuela Nacionalde Antropología e Historia, el lunes 26 de junio de 2006. Los pre-sentadores, además de Carlos Aguirre Rojas, fueron el Subcoman-dante Insurgente Marcos (cuya participación puede consultarse enel sitio de ‘Enlace Zapatista’, en la dirección electrónica: http://www.ezln.org.mx, bajo el título ‘En la Mesa Redonda de la revistaContrahistorias. 26 de junio’), Adolfo Gilly y Sergio Rodríguez Las-cano, siendo moderado ese Acto por Carlos Alberto Ríos Gordillo.A ese acto asistieron alrededor de 1200 personas, siendo además re-señado y difundido por distintos periódicos alternativos de Italia,Argentina, Chile o Estados Unidos, entre otros, además de en LeMonde, en Francia, y naturalmente en La Jornada, con una intere-sante entrevista de Mónica Mateos-Vega publicada el mismo 26 dejunio, y con una muy buena crónica de Hermann Bellinghausenque apareció el 27 de junio de 2006.

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ta, y porque hayan venido tantas personasa esta presentación.

Pero al mismo tiempo estoy muy pre-ocupado, y tengo un gran descontento porla coyuntura política que vive ahora el país.Y estoy muy preocupado por los compa-ñeros de Atenco, que están todavía injus-tamente presos, y porque todos los esce-narios que pueden preverse de lo que va aacontecer después del 2 de julio son igual-mente duros, terribles, y en un cierto sen-tido descorazonadores. Así que tengo estesentimiento de ambivalencia, que WalterBenjamin expresó cuando dijo, —y voy avolver después a este punto—: “...en estasociedad capitalista, desgarrada y dividi-da en clases sociales, todo documento decultura es necesariamente un documentode barbarie”. Es exactamente lo mismo quehabía dicho Federico Engels cuando afir-mó que “...en esta sociedad capitalista todoprogreso es un retroceso relativo, y todoretroceso implica, sin embargo, tambiénuna cierta forma de progreso”.

Y es la gran lección de la Escuela deFrankfurt, que nos explica cómo en estasociedad capitalista no existe positividadalguna que no lleve implícita su propia ne-gatividad, que nos demuestra cómo siem-pre al morder la manzana, inevitablemen-te encontraremos al gusano que la corroe,y empezaremos a comerlo también, juntoal fruto dulce de la propia manzana. Ten-go entonces este sentimiento de ambiva-lencia porque este Acto es un acto doble:de un lado, es la presentación de la revistaContrahistorias, y eso me da mucho gusto,pero de otro lado, es también un ActoPolítico Cultural de Protesta por la Liber-tad de los Presos de Atenco. Y que esoscompañeros estén todavía presos me cau-sa bastante desazón.

Déjenme insistir entonces en unas po-cas ideas que derivan de este carácter con-

tradictorio, y de este sentimiento ambiva-lente que creo nosotros arrastramos siem-pre, mientras vivimos en este sistema ca-pitalista. Nos han criticado porque handicho que este número 6 de la revista Con-trahistorias no es tan académico como lofueron los números anteriores. Y déjenmedecirles que creo que no podría habermejor elogio que esa crítica que nos estánhaciendo, porque nosotros concebimosdesde el principio de nuestro proyecto ala historia, (y les podría leer sobre esto unpequeño texto de la ‘Presentación’, delPrograma - Manifiesto que abre el núme-ro 1 de Contrahistorias), dijimos que con-cebíamos a esa historia no como la cienciaque estudia el pasado, sino también, y si-guiendo aquí las lecciones de Marx, y deWalter Benjamin, de Marc Bloch, y de laEscuela de los Annales, como la ciencia queestudia el más actual presente, es decir, comouna ciencia que no tiene miedo de diagnos-ticar, con la densidad de las herramientas delanálisis histórico, el más absoluto presente,y que no tiene miedo de oponerse a los po-deres actualmente existentes.

Así que este es un gran elogio, porquesiguiendo la tesis de Benjamin, concebi-mos que todo documento de cultura es undocumento de barbarie. Y Walter Benja-min lo explica diciendo que todos los ‘bie-nes culturales’ que nosotros presenciamos,y frente a los cuales nos extasiamos, no sonfruto solamente de la fatiga y del esfuerzode los genios que fueron sus creadores, sinotambién y en la misma medida, son el fru-to del sacrificio de la inmensa mayoría delos seres humanos, en una sociedad queestá dividida en clases sociales. Entonces,para que pueda haber artistas, para quealgunos pocos puedan dedicarse a la cien-cia, para que algunos pocos de nosotrospodamos estar elaborando revistas y lue-go presentándolas, y luego discutiendo,

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Imago Mundi

tiene que haber una inmensa mayoría degente que trabaja en el campo, en las fá-bricas, que rehace y reconstruye todos losdías las ciudades, que hace moverse efecti-vamente a este mundo.

Así que todo documento de cultura,como bien cultural, lleva esa marca de quenecesariamente se construye sobre la basedel sacrificio de la inmensa mayoría de lapoblación. Y de aquí, lo que derivamos noes ninguna culpa social, no es cuestión desentirnos culpables por el privilegio querepresenta poder dedicarnos a las laboresacadémicas, o al trabajo intelectual. Lo quede aquí derivamos es que la ciencia socialno puede existir sin un claro compromisosocial. La ciencia social no debe ser unprivilegio que nimba en las nubes, sino una

campo de batalla. Y si la cultura es un cam-po de batalla, necesitamos realmente to-mar partido, y la ciencia social tiene en-tonces que cumplir esta tarea fundamen-tal de ser una herramienta de emancipa-ción de los propios oprimidos. En este sen-tido concebimos la tarea de nuestra revis-ta Contrahistorias.

Déjenme contarles una pequeña histo-ria, la de cómo surgió este número que hoyestamos presentando, el número 6 de Con-trahistorias. Resulta que asistí a la Plenariade San Cristóbal de las Casas, que se reali-zó allá el 2 de enero de 2006. Ahí partici-pé públicamente y ofrecí el foro que re-presenta la revista Contrahistorias a loscompañeros de La Otra Campaña. Fue asícomo publicamos este número. Los pri-

...LA CIENCIA SOCIAL NO PUEDE EXISTIR SIN UN CLARO COMPROMISO SOCIAL. LA

CIENCIA SOCIAL NO DEBE SER UN PRIVILEGIO QUE NIMBA EN LAS NUBES, SINO UNA

HERRAMIENTA DE LAS LUCHAS DE LOS SECTORES EXPLOTADOS, DE LOS SECTORES

OPRIMIDOS Y DISCRIMINADOS DE ESTA SOCIEDAD...

herramienta de las luchas de los sectoresexplotados, de los sectores oprimidos ydiscriminados de esta sociedad. La cienciasocial tiene que ser también un arma en elcombate cotidiano por la emancipación delas clases oprimidas.

Esto era evidente cuando yo era estu-diante, como los son ahora muchos de us-tedes, en los años setenta, pero se fue olvi-dando un poco en los años ochenta y no-venta, cuando de pronto se empezó a de-fender la absurda idea de la neutralidad delos intelectuales. Cuando se decía que laciencia social tenía que ser objetiva, y porser objetiva quería decir que no tenía quetomar partido abiertamente en el conflic-to social. Pero como nos lo han explicadoWalter Benjamin y Carlo Ginzburg, yMarc Bloch, y tantos otros autores, y elpropio Marx, la cultura es también un

meros tres mil ejemplares están ya agota-dos, y hemos reimpreso mil más, que es-pero pronto empezarán a circular. Así queaprovecho esta ocasión para decirles queel número 7 estará circulando en septiem-bre próximo, pero también para reiterarmi oferta a los compañeros de La OtraCampaña, y decirles que el foro que re-presenta la revista Contrahistorias, y el es-pacio que tenemos como editorial, abso-lutamente marginal, está también abiertoa las propuestas que los compañeros de LaOtra Campaña puedan hacer. Y seguiremostratando de tomar otras iniciativas paraayudar, para impulsar, para promover a LaOtra Campaña, de la que nosotros somostambién adherentes.

Concebimos entonces a esta ciencia so-cial como algo que tiene que construirsesiempre a contracorriente de los discursos

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la otra mirada de Clío

dominantes, en sentido contrario de las vi-siones establecidas. Y antes de que existie-ra La Otra Campaña, para que no nos acu-sen de plagio, nosotros le pusimos a nues-tra revista Contrahistorias el subtítulo de‘La Otra Mirada de Clío’. Y la otra mira-da de Clío que defendemos, es precisamen-te esa mirada a contrapelo que Walter Ben-jamin defiende. No la que los compañe-ros zapatistas llaman la ‘mirada del poder’,sino precisamente la ‘mirada desde abajo’.Mirar las cosas a contrapelo, observar losprocesos a contracorriente, ese es el senti-do de nuestra revista, y ese es el sentidoque debe animar en nuestra opinión a to-das las ciencias sociales.

Y desde esa mirada las cosas muestranotras dimensiones, que no muestran des-de el punto de vista de los análisis de lasclases dominantes. Por ejemplo, el caso deAtenco. Este caso es efectivamente unoprobio, una herida todavía abierta en elcuerpo de las clases subalternas de Méxi-co. Y es de manera muy clara una vengan-za que Vicente Fox realizó en contra delos heroicos compañeros del Frente dePueblos en Defensa de la Tierra, que de-tuvieron el megaproyecto del aeropuerto.Vicente Fox, del PAN, realizó una vengan-za con el operativo de Atenco. Pero Aten-co es, cuando se ve desde abajo, y no des-de las miradas de las clases dominantes,sino a contrapelo, también un acto de laprepotencia de ese gobernador infame yverdaderamente títere de otros poderes, delGrupo Atlacomulco, que es Enrique PeñaNieto, del PRI. Pero también Atenco esun síntoma, una manifestación más de laestupidez y del oportunismo de ese presi-dente municipal del PRD, cuyo nombreno recuerdo, y cuyo nombre no tengo nin-gún interés en recordar.

Pero Atenco es también, al mismo tiem-po, una señal de las clases dominantes, en

este momento de exacerbación y de cris-pación que se produce en vísperas del 2 dejulio. Estoy convencido de que Atenco esuna señal para los propios sectores de laclase dominante, una señal que el grupoen el poder está enviando, en el sentido deque están dispuestos a ir por todo y a cual-quier precio, Y esto ha provocado ya unareacción de esas otras clases dominantes.Entonces, lo que vamos a vivir en estoscuatro o cinco días que faltan para el 2 dejulio, es la absoluta y extrema exacerba-ción de esa disputa interna entre las pro-pias clases dominantes, cuyo resultado va-mos a saber el día 2, y quizá el 3, y posi-blemente más allá del propio 3 de julio.Porque no excluyo la posibilidad de unfraude cibernético, montado por El Yun-que, y por el propio gobierno de VicenteFox. Es probable que no logren su objeti-vo, porque los otros sectores de las clasesdominantes no están tampoco durmien-do, pero eso es lo que vamos a ver de aquíal 2 de julio.

Pero claramente, Atenco es igualmenteuna señal de las clases dominantes en con-tra del conjunto de las clases subalternasmexicanas. Es el modo de decir: así escomo vamos a tratar las formas de su pro-pia insubordinación. Y es, naturalmente,también un mensaje a La Otra Campaña.Porque no es una casualidad que uno delos grupos que se adhirió a La Otra Cam-paña fue el Frente de Pueblos en Defensade la Tierra, y entonces este es un mensajea La Otra Campaña para decirle: si uste-des están peleando de una manera civil ypacífica, la respuesta que van a encontrarde parte nuestra no será ni civil ni pacífi-ca. Si ustedes están tratando de cambiareste país de una manera civilizada y toda-vía racional, lo que van a encontrar ennosotros por respuesta, es la irracionali-dad y la violencia. Y tenemos que tomar

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en cuenta esto, porque como todos sabe-mos, nosotros, La Otra Campaña, les res-pondemos a estos grupos que promovie-ron lo de Atenco, que los compañeros pre-sos de Atenco no están solos. Afirmamosaquí claramente que los compañeros tie-nen la razón, y que deben de salir libres, yque La Otra Campaña no cejará hasta quesalgan libres todos los compañeros deAtenco, y hasta que sean castigados todoslos responsables de este crimen de Estado,de este crimen perpetrado desde el poder.

Así que La Otra Campaña, que se mue-ve en otra lógica, absolutamente distintade la lógica electoral, ¿qué cosa es lo queva a hacer esta Otra Campaña después del2 de julio? Después del 2 de julio, ganequien gane, nosotros, La Otra Campaña,

no celebraremos. Y no vamos a cambiarnuestra posición, porque la lógica de LaOtra Campaña no depende del resultadodel 2 de julio, ni de esta coyuntura electo-ral. Lo que nosotros vamos a hacer, ganequien gane, es seguir peleando por la li-bertad de los presos de Atenco, por el cas-tigo a todos los responsables. Pero tam-bién vamos a seguir avanzando en las ta-reas generales de La Otra Campaña, la quetiene que seguir, creando esa red de rebel-días que agrupa a la gente más decente,más inteligente, más noble, y más valiosaque tiene este país, es decir, a la gente queefectivamente es de izquierda y que tomaposición por las víctimas, que toma posi-ción por los de abajo.

Todos esos grupos, sectores, organiza-ciones, partidos, individuos que se auto-declaran como anticapitalistas y de izquier-

da, deben seguir construyendo esta rednacional de rebeldías, este movimiento an-ticapitalista de escala nacional. Y tambiéntenemos que seguir trabajando para im-pulsar, a partir de vincular todas esas lu-chas sociales, a ese frente amplio de masasanticapitalista. Porque la red de rebeldíasno es más que el elemento que fermenta aesa suerte de levadura general que son lasclases subalternas mexicanas, es decir, esevasto movimiento de un frente amplio demasas anticapitalista.

Y deberemos seguir también promo-viendo, impulsando, un movimiento demovimientos en escala planetaria. Porquecomo lo dicen los compañeros neozapa-tistas, nuestra tarea es muy sencilla: nues-tra tarea es simple y sencillamente cam-

biar el mundo. Y esto, naturalmente, nolo vamos a hacer nosotros solitos, es decirsolamente La Otra Campaña, sino con ayu-da de muchos otros que son como La OtraCampaña a todo lo largo y ancho del pla-neta. Y para seguir impulsando esto, lo quetenemos que hacer después del 2 de julio,gane quien gane, pase lo que pase, es em-pezar a construir el Programa Nacional deLucha, a definir esas grandes demandasfundamentales del pueblo mexicano. Em-pezar a construir ese vasto movimientosocial de los de abajo, que tendrá que pre-sionar al próximo Presidente de la Repú-blica después del 2 de diciembre, sea quiensea, para que esas demandas, esos proble-mas centrales del pueblo mexicano, em-piecen a ser realmente atendidos y real-mente resueltos. Esto me parece que es im-portante tenerlo claro.

...DEBEREMOS SEGUIR TAMBIÉN PROMOVIENDO, IMPULSANDO, UN MOVIMIENTO DE

MOVIMIENTOS EN ESCALA PLANETARIA. PORQUE COMO LO DICEN LOS COMPAÑEROS

NEOZAPATISTAS, NUESTRA TAREA ES MUY SENCILLA: NUESTRA TAREA ES SIMPLE YSENCILLAMENTE CAMBIAR EL MUNDO....

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la otra mirada de Clío

Voy a terminar entonces en el mismolugar en el que empecé: tengo un senti-miento muy ambivalente, y quiero termi-nar entonces cediéndole la palabra a ungran poeta, un poeta español cuyos poe-mas, en los años en que yo era mucho másjoven de lo que ahora soy, fueron musica-lizados por un cantautor español que sellamaba Paco Ibáñez. Voy a terminar di-ciendo algo que él decía: “Maldigo la poe-sía, concebida como un lujo cultural porlos neutrales, que lavándose las manos, sedesentienden y evaden, maldigo la poesíade quien no toma partido, partido hastamancharse”. Esto lo decía Gabriel Celaya.Y después, agregaba algo que según yo va

en el exacto espíritu de La Otra Campaña,y que lo voy a decir, y después voy a para-frasearlo. Decía: “Porque vivimos a golpes,porque apenas y nos dejan decir que so-mos quien somos, nuestros cantares nopueden ser sin pecado un adorno”. Nues-tros cantares, nuestros textos, nuestros ar-tículos, nuestras revistas, nuestros libros,nuestro trabajo intelectual, nuestra prácticacotidiana, nuestra vida toda, no puede sersin pecado un simple adorno. Y por eso, con-cluye Gabriel Celaya, “Estamos tocandoel fondo, ya estamos tocando el fondo”.Nosotros, La Otra Campaña, la dignidadrebelde de México, ¡Ya estamos tocandoel fondo!... Gracias.

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Imago MundiRAMSÉS CRUZ ARENAS

UNA APROXIMACIÓN A LA OTRA CAMPAÑA

Entrevista a Carlos Antonio Aguirre Rojas*

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Buenas tardes y gracias, Doctor Carlos Anto-nio Aguirre Rojas, por concedernos esta entre-vista. Como le había comentado, esta entrevis-ta abarca dos problemas: el primero de ellos, esque me gustaría rescatar la cuestión de cómoha sido el acercamiento que ha tenido ustedcon el EZLN, desde su nacimiento como mo-vimiento social público, y cuál ha sido, en suopinión, la evolución que ha tenido el EZLNdesde entonces y hasta hoy. Y el segundo pro-blema es el de su evaluación de la significaciónactual de este mismo movimiento neozapatis-ta, a partir del lanzamiento de la Sexta Decla-ración de la Selva Lacandona. Así que paracomenzar con el primer problema, me gusta-ría saber ¿cómo se enteró usted del movimientozapatista, y dónde se encontraba cuando se hizopúblico, en aquél 1 de enero de 1994?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Me enteré de este movimiento, como creoque lo hizo todo el mundo, como la inmen-sa mayoría de los mexicanos: por la prensa.

Estaba aquí, en la Ciudad de México, y creoque fue el 2 de enero que la prensa empezó adar la noticia. No recuerdo exactamente,pero quizá desde el propio primero de eneroen la tarde, los noticieros de la televisión y elradio empezaron a hablar un poco del le-vantamiento. Y me enteré como todo elmundo, por esos noticieros de la televisióny el radio, y por la prensa. Fundamentalmen-te por medio de La Jornada.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Frente al levantamiento hubo muchas posicio-nes políticas, algunas de aprobación hacia elmovimiento, y otras de rechazo, e incluso algu-nas muy duras que decían que había que ex-terminar al movimiento. ¿Cuál fue la posiciónque usted adoptó frente a esto?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Al principio no me quedaba muy claro cuálera el sentido de este proceso, pero natural-mente, desde el inicio, sentí una enorme sim-patía respecto del movimiento, y además

* La siguiente entrevista fue realizada en abril de 2006, es decir, antes de los sangrientos y

brutales sucesos de la represión de San Salvador Atenco. Por eso no menciona para nadaeste trágico evento, ni sus implicaciones principales. Publicamos esta entrevista, en estaséptima entrega de nuestra revista Contrahistorias, para darle seguimiento a los temas delnúmero 6, sobre La Otra Campaña, temas que consideramos necesario continuar deba-tiendo y reflexionando de manera seria, colectiva y sostenida.

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pensé que era un movimiento totalmentejusto. Porque desde los primeros datos quese conocieron, desde la Primera Declaraciónde la Selva Lacandona, que se conoció demanera inmediata, era obvio que este levan-tamiento cuestionaba radicalmente la situa-ción que vivían los indígenas, y como sabía-mos todos los mexicanos mínimamente in-formados, esas condiciones de la pobreza enChiapas, y del trato racista hacia los indíge-nas, eran verdaderamente infames y opro-biosas. Así que a partir de que irrumpió elmovimiento, sentí sin duda alguna una gransimpatía hacia él, y al mismo tiempo, unagran curiosidad.

Como decía, al principio no entendíamuy bien de qué se trataba, porque tú debesrecordar que la Primera Declaración de laSelva Lacandona, afirmaba que iban a mar-char sobre la Ciudad de México, y a derro-car al usurpador, o sea a Carlos Salinas deGortari, y que no se iban a detener hasta lo-grar este objetivo. Entonces daba la impre-sión de que era un movimiento que funcio-naba bajo el esquema de las guerrillas tradi-cionales, y este punto fue algo que se deba-tió en los primeros meses del conflicto, unmovimiento que intentaba luchar contra elejército en términos militares, vencerlo, y asítratar de llegar a la ciudad de México y to-mar el poder. Esa fue la primera impresiónque muchos tuvimos, aunque muy rápida-mente los mismos compañeros neozapatis-tas fueron aclarando que ese no era el senti-do general de su lucha.

Además, hay que recordar una cosa quees importante: a partir del 12 de enero de1994, creo que hubo un viraje de su posi-ción que fue fundamental. Porque ellos mis-mos, frente al hecho de que toda la sociedadcivil salió a la calle, y de que todo el mundoempezó a decir que no querían la vía arma-da, y no querían que hubiese derramamien-to de sangre, ni víctimas, presionó fuerte-

mente al gobierno de Carlos Salinas de Gor-tari, y obligó al alto al fuego. Y creo que comolos mismos neozapatistas han reconocido enmuchos de sus documentos, y en visionesretrospectivas, ellos dijeron: ‘Bueno, enton-ces vamos a parar este camino o vía militar,y vamos a intentar un camino pacífico’, elque en mi opinión se ha mantenido hasta eldía de hoy.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Evidentemente, había un poco de confusión alprincipio frente al levantamiento. Y usted, ¿hacambiado sustancialmente su posición frente alEZLN?, ¿ha tenido un mayor acercamiento odistanciamiento?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Mi posición de simpatía respecto del movi-miento no ha cambiado para nada. Desde elprincipio pensé que era una lucha absoluta-mente justa y completamente legítima, y sen-tí una gran simpatía hacia ella. Esto no hacambiado, desde el principio hasta hoy. Loque en cambio quizá si ha cambiado, es miconocimiento del propio proceso. Porque yo,igual que creo mucha gente, no estaba alprincipio bien informado de lo que era estemovimiento neozapatista, de cómo se habíagestado, etcétera, y eso sólo lo empecé a co-nocer recién después de 1994, pero poco apoco. Entonces creo que lo que si ha cam-biado, es que he podido adentrarme más, araíz del levantamiento, en el conocimientode lo que era la situación de Chiapas previaal 1 de enero de 1994, en el conocimientode lo que fue la coyuntura que se creó enChiapas a partir del primer Congreso Na-cional Indígena. Creo que esa es una fechafundamental de la historia cercana inmedia-ta, la fecha de 1974.

Y he podido conocer más el contexto, elpapel que ha tenido el desarrollo del capita-lismo específicamente en Chiapas, la mane-

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...NO ME SENTIRÍA UN ‘APOLOGISTA’ DEL MOVIMIENTO DEL EZLN. MÁS BIEN,CREO QUE HE TENIDO, NATURALMENTE, ESTA SIMPATÍA, QUE HA AUMENTADO CON MI

PROPIO CONOCIMIENTO DEL SENTIDO DE ESTE MOVIMIENTO...

ra en que los indígenas han sobrevivido, sinser totalmente sometidos, de alguna mane-ra, al proyecto de la modernidad occidental.Y de cómo han logrado, en este sentido,mantener espacios de autonomía, y salva-guardar su propio proyecto, o su propio ca-mino hacia la modernidad, de una maneradistinta. Todo esto lo empecé a conocer des-pués de 1994, y creo que en ese sentido sí hahabido un cambio importante, el de no sa-ber digamos mucho sobre Chiapas, a ir co-nociendo mucho más. Pero mi posición desimpatía y de la idea de la legitimidad delmovimiento no ha cambiado.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:En estos términos, ¿solamente se trata de dichasimpatía hacia el EZLN o ha tenido otro tipo

de acercamiento? Es decir, nos menciona queha tenido un mayor conocimiento de la reali-dad chiapaneca, específicamente de la situa-ción indígena previa al levantamiento, y deldesarrollo que esta situación ha tenido. Enton-ces, ¿solamente es el acercamiento en términosde simpatía? Porque usted ha publicado algu-nos artículos sobre el movimiento neozapatis-ta, sobre el levantamiento, mostrando una sim-patía no sólo implícita, sino bastante explíci-ta, y hasta un cierto tipo de apología del movi-miento. Así que creo que los términos cambian,pues no solamente sería simpatía, sino que us-ted es más proactivo del movimiento.

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:No, creo que lo que sucede más bien es esto:en primer lugar corregiría una parte de laexpresión que tú usas, pues no estoy muyseguro de si el término que hay que usar esel de apología. Porque apología, más allá de

su sentido estricto como defensa o alabanzade una cosa, tiende muchas veces a interpre-tarse como un elogio o propaganda de algo,que se hace sin demasiado fundamento y sindemasiado conocimiento de causa. Y en esteúltimo sentido, no me sentiría un ‘apologis-ta’ del movimiento del EZLN. Más bien,creo que he tenido, naturalmente, esta sim-patía, que ha aumentado con mi propio co-nocimiento del sentido de este movimiento,y también que a partir del lanzamiento de laSexta Declaración de la Selva Lacandona, helogrado insertarme de una manera más acti-va en apoyo a este movimiento.

Pues durante toda esa primera fase quecubre los primeros doce años, mis contactoscon el movimiento fueron más bien no in-mediatos, ni prácticos, sino más mediados y

teóricos, en la lógica de conocer mejor a estemovimiento, de leer con atención todo loque ellos publicaban, y de tratar de utilizarlas herramientas que poseo como historia-dor, como científico social, como intelectualcrítico, para explicar la enorme cantidad deproblemas novedosos que planteaba estemovimiento del EZLN, pero sin involucrar-me en términos prácticos más activamente.Y es verdad que me hubiera gustado muchoasistir a la Convención Nacional Democráti-ca, o participar en el Primer Encuentro Inter-galáctico, pero como sabes, soy una personaque viaja mucho, que sale mucho de Méxi-co, y que da muchos cursos en provincia.

Incluso, alguna vez, llegué a ser invitadoa participar en una reunión preparatoria delIntergaláctico, pero desafortunadamentecoincidía con que tenía que hacer otras co-sas que no podía eludir, o que estaba fuerade México, etcétera, y no pude asistir mu-

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cho a estos encuentros, lo cual lamento evi-dentemente. En cambio ahora, cuando ellosestán saliendo y están tratando de hacer esterecorrido a nivel nacional, y organizan unmovimiento que como ellos mismos handicho, es en escala nacional, he tenido feliz-mente mejores condiciones para poder in-volucrarme más en términos prácticos, yeso es lo que he estado tratando de hacerrecientemente, porque respaldo totalmenteesta iniciativa.

Entonces no me sentiría tanto un apolo-gista. Me sentiría más bien un analista com-prometido del propio movimiento y con elmovimiento, que aprovechando las herra-mientas intelectuales que he aprendido, so-bre todo de la historiografía crítica del sigloXX y de las tradiciones del pensamiento so-cial igualmente crítico de los últimos cientocincuenta años, es decir de ese pensamientoque arranca con Marx, y que se prolonga enpersonajes como Gramsci, la Escuela deFrankfurt, Lenin, Rosa Luxemburgo, etc., ydespués y en otro ámbito intelectual, apro-vechando también las lecciones de por ejem-plo la Escuela de los Annales, o la Microhis-toria italiana, o la perspectiva de ImmanuelWallerstein, un analista que apoyándose entodo este bagaje intelectual ha tratado deaplicarlo para entender lo que ha pasado ylo que hoy sucede en Chiapas, y cual es elsentido del propio movimiento neozapatis-ta, y sobre todo, ya que esto es lo que meparece lo más importante, cuales son lasnuevas aportaciones que en términos políti-cos, y en términos sociales, ha estado crean-do este digno movimiento indígena.

Pues creo que los científicos sociales, deMéxico y de otras partes del mundo, no nosdamos muy bien cuenta, suficientemente, delo que en términos prácticos está producien-do este movimiento. Porque él está produ-ciendo no solamente muchas ideas nuevas,que también lo está haciendo, sino que está

generando igualmente nuevas formas de ha-cer política, nuevos modos de organizar yestructurar un movimiento social antisisté-mico. Está creando, y ha estado creando des-de hace 12 años, nuevas maneras de relacio-narse con la sociedad civil, nuevas tácticas,nuevas estrategias, nuevas formas de acciónsocial y de organización interna, además denuevos modos de articular la protesta y eldescontento social. Además, el movimientoneozapatista, ha gestado un nuevo lenguaje,nuevos símbolos, nuevos métodos de luchay nuevas formas de solidaridad internacio-nal hacia un movimiento determinado y lo-cal, y un nuevo modo de pensamiento so-cial, junto a toda la riqueza que, de por sí,un verdadero movimiento social profun-do produce.

Y yo creo que todas estas fundamentaleslecciones del neozapatismo mexicano no es-tán siendo bien teorizadas o suficientemen-te teorizadas por los científicos sociales mexi-canos, y más en general por los científicossociales de todo el mundo. Por lo demás,considero que esto mismo es aplicable nosólo al neozapatismo, sino también al Mo-vimiento de los Sin Tierra en Brasil y a mo-vimientos como el de Los Piqueteros en Ar-gentina, o al movimiento de los indígenasrebeldes de Ecuador o Bolivia, entre otros.Pero nosotros, que estamos aquí y que com-partimos y conocemos mejor el contextomexicano del movimiento neozapatista, creoque es parte de nuestro deber el de ser capa-ces de reflexionar, teorizar, analizar y pensarseriamente sobre todas estas cosas.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Entre la Primera y la Sexta Declaración de laSelva Lacandona ha pasado un largo trecho,doce años. ¿Cuál cree que sea la diferencia fun-damental, y cómo ha sido el avance duranteeste lapso de tiempo? En este sentido, ya hamencionado un poco al respecto con lo que nos

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acaba de responder. Pero más ampliamente,¿cuál es la diferencia entre las propuestas con-tenidas en esas seis Declaraciones de la SelvaLacandona, y cómo ha ido evolucionando elpensamiento del EZLN a lo largo de ellas?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Creo que el EZLN es un movimiento que,entre muchas otras de sus virtudes, tiene tam-bién la de que, de manera muy inteligente,se ha sabido adaptar a las distintas coyuntu-ras políticas que hemos vivido, primero enel Estado de Chiapas, en segundo lugar enMéxico, en tercer lugar en América Latina,y en cuarto lugar en el mundo. Y diría que laperiodización, con los cambios entre las seisdistintas Declaraciones de la Selva Lacando-na que mencionas, es en un primer momen-to, la que deriva de la misma diferencia queexiste entre las etapas que el propio EZLNha atravesado en su vida en general. Porquecreo que habría una primera etapa que vadesde sus orígenes, o sea desde 1984, y quellega hasta el 12 de enero de 1994. Esa esuna primera etapa del EZLN. Una segundaetapa, es la que va desde el 13 de enero de1994 hasta junio de 2005, es decir, hasta elmomento en que se hace pública la SextaDeclaración. Y creo que una tercera etapaes la que se ha desarrollado a partir de ju-nio de 2005 y hasta hoy, y que se ve quetodavía tendrá un cierto tiempo hacia elfuturo para desplegarse.

¿En qué son diferentes estas tres etapas, ycomo eso hace la diferencia entre esas dis-tintas Declaraciones de la Selva Lacandona?Creo que la primera etapa es una etapa en laque, como ellos mismos lo han contado, yproviniendo de las tradiciones de la izquier-da mexicana de los años setentas, tradicio-nes que son hijas de la gran ruptura de 1968,llegaron a implantarse en Chiapas para ge-nerar un movimiento que tenía todavía laidea de ser un movimiento militar. Por eso,

ellos dicen: ‘nos preparamos durante diezaños para hacer la guerra al Estado mexica-no’, y creo que esa etapa se ha mantenidodesde 1984, desde sus orígenes, y desde elcomienzo del proceso de ir gestando un nue-vo movimiento social amplio entre las co-munidades indígenas chiapanecas, hasta el12 de enero de 1994, es decir incluyendo elmomento en el que ellos, el primero de ene-ro de este mismo año, irrumpen en la vidapública aún con la idea de que su combateva a ser fundamentalmente militar.

Pienso que ellos mismos comparten estaperiodización que estoy ahora proponiendo,ya que al cumplir veinte años, fue editadoun libro que se titula El fuego y la palabra, enel que la idea de este título sería que hubodiez años de una etapa marcada por el fuego,en donde lo militar tenía predominancia, yque se acaba precisamente el 12 de enero de1994, cuando la sociedad civil le impone algobierno, pero también a ellos, y ellos mis-mos son los que lo han dicho así, una salidapacífica, diciéndoles un claro ‘no a la gue-rra’, y no a la vía militar. Entonces, muy in-teligentemente, ellos abren una segunda eta-pa, y de manera muy rápida se adaptan alcontexto, se dan cuenta de que la sociedadcivil mexicana no quiere la vía militar, y en-tonces optan por la vía pacífica, siguiendo laopinión de esta sociedad civil.

Conocemos bastante mejor toda esta se-gunda etapa del neozapatismo, que cubriríala Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta De-claraciones, y en donde creo que todo el in-tento es, como ellos mismos lo han dicho, elde estar tratando de convocar a la sociedadcivil, para que se constituya en un movimien-to fuerte que se solidarice de manera perma-nente con su lucha, y que eso les permitasobrevivir. Y creo que en esta convocatoriafueron exitosos en un sentido, aunque enotro sentido se hizo evidente un gran pro-blema. Fueron exitosos, porque la presencia

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de la sociedad civil, mexicana e internacio-nal, fue lo bastante fuerte como para impe-dir que el gobierno los masacrara y los eli-minara militarmente. Pero no fue suficien-temente exitosa en el sentido de que la par-ticipación de esa sociedad civil ha sido espo-rádica, y muy inconstante, ya que solamen-te se hacía presente cuando había momen-tos o situaciones de crisis, o cuando los za-patistas salieron de Chiapas, es decir cuan-do la salida de los 1,111 comandantes, ocuando la consulta de los 5,000 zapatistasque salieron a todo el territorio de México,o cuando la Marcha del Color de la Tie-rra. Entonces, esa convocatoria a la socie-dad civil fue exitosa en el sentido de per-mitirle al movimiento neozapatista indí-gena sobrevivir, desarrollarse, y afianzarsedentro del Estado de Chiapas, pero no fueexitosa en el sentido de lograr que esa so-ciedad civil se constituyera en un actorsocial permanente.

¿Cuál es, en esta misma lógica, el sentidode la Sexta Declaración, según mi opinión?Creo que después de esto, y ellos lo han di-cho muy claramente, a pesar de toda la enor-me simpatía y del respaldo de millones depersonas, de trece o quince millones de mexi-canos que apoyaron y secundaron a la Mar-cha del Color de la Tierra, los tres partidospolíticos actuales, los más importantes, y hayque decirlo claramente, el PRD en primerlugar, y luego el PAN y el PRI, votaron unacontrarreforma indígena y no acataron losAcuerdos de San Andrés.

De modo que los neozapatistas se decep-cionaron, con razón, de estos partidos y detoda la clase política en su conjunto, y en-traron en un proceso de reorganización in-terna y de rediscusión que tomó cuatro años.Esto es importante subrayarlo: la Sexta De-claración de la Selva Lacandona no es frutode un debate de dos días, o de tres meses,sino que se tardaron cuatro años en decir,

que los últimos doce años habían estado con-vocando a la sociedad civil, y que habíantriunfado en lo que se refiere a consolidar elmovimiento dentro de Chiapas, pero que sinembargo no habían logrado que se constitu-yera ese actor social fuerte, activo, participa-tivo, crítico y permanente, al que apelabany convocaban durante todo este tiempo devida pública del EZLN.

Frente a esto ¿qué debían hacer? Creo quela respuesta a esta pregunta nos conecta di-rectamente con el sentido profundo queimplica la Sexta Declaración, la que se dis-tingue claramente de las cuatro Declaracio-nes anteriores, de la Segunda, Tercera, Cuartay Quinta Declaraciones, tal y como estas sehabían diferenciado también de la PrimeraDeclaración. Así que vuelvo a mi periodiza-ción original: creo que con esta Sexta Decla-ración se abre una tercera etapa, en dondelos compañeros indígenas neozapatistas di-cen: ‘vamos a volver a poner en juego todolo que hemos conquistado, en Chiapas, y engeneral, lo que no es poco’. Porque ellos es-tán arriesgando perder todo lo que en Chia-pas, a nivel local, conquistaron en estos doceaños de la segunda fase.

Pues ellos son, a nivel del territorio chia-paneco, sin duda un actor de primer orden,al que en Chiapas nadie puede ignorar. Elgobierno de Pablo Salazar se define, en granmedida, como un proyecto de contrainsur-gencia, que intenta de alguna manera acotary detener la fuerza creciente del movimien-to neozapatista, pues los neozapatistas pasa-ron de ser decenas de miles de indígenas, aser centenas de miles en estos doce años desu vida pública.

Y también creo que hoy se vive mejor queen cualquier otra parte de Chiapas, dentrode los Caracoles neozapatistas. Mucha gen-te, de dentro y de fuera de México lo ha com-probado, y yo lo he vivido directamente,cuando he estado en esos Caracoles. Ahí uno

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puede ver, que en el mismo lugar en dondeantes la gente se moría de hambre, o porenfermedades curables, ahora hay, dentro delos cinco Caracoles, clínicas de salud quecuentan con la medicina experimental másavanzada del mundo, y con médicos inteli-gentes de todas partes del planeta. Pues ahíse están tratando de aplicar nuevas formasde medicinas alternativas, que combinan lomejor de la alopatía con lo mejor de la ho-meopatía, junto a la acupuntura y a los últi-mos avances de la medicina china, al lado dela herbolaria y la medicina tradicional indí-gena, y todo ello de un modo creativo ymuy experimental. Hay en esos Caraco-les, clínicas de salud que intentan recupe-rar parte de los elementos de la medicinamás avanzada que hoy existe.

Y también tienen escuelas que son muynovedosas, porque ahí no se enseña la histo-ria de manera tradicional, abstracta y sin re-lación alguna con su contexto específico, sinoque se enseña la historia como algo vincula-do a los procesos locales que hoy están acon-teciendo en Chiapas. Algo que en mi opi-nión se debería extender a todo el país, e in-cluso a todo el mundo, esos experimentoseducativos y pedagógicos interesantísimos.Pues ahí se enseña la historia universal deuna manera no eurocéntrica, como en cam-bio no se enseña en otros lugares de Méxicoo de América Latina.

Además, la atmósfera que se percibe y res-pira en esos Caracoles, es una atmósfera desolidaridad, de fraternidad, que uno no en-cuentra en otras partes: ahí la gente no fun-ciona con la lógica mercantil, ni con la acti-tud egoísta de obtener el mayor provecho

individual, sino con una lógica de ayudar alprójimo y de servir y apoyar a la comunidaden su conjunto y al proyecto colectivo de to-dos. Y al mismo, eso no obsta para que ahí seapliquen las tecnologías agrícolas más avan-zadas que hoy existen en el mundo, y que losestudiantes de la Universidad de Chapingotransmiten y adaptan en esas comunidadesneozapatistas cuando realizan sus ‘prácticasde campo’ y visitas a Chiapas. Así que estosCaracoles se han convertido hoy en lugaresmuy avanzados, en términos económicos,tecnológicos, productivos, sociales, políticos,pedagógicos y culturales, dentro de una at-mósfera que es extraordinaria, y en donde lagente va a trabajar sin buscar recompensamaterial, y sin buscar la autoafirmación egoís-ta, lugares fantásticos para trabajar y vivir.

Volviendo entonces a mi argumento an-terior, te diría que ellos están poniendo todoesto en juego, porque quieren lograr lo queaún no lograron en estos doce años: que lasociedad civil mexicana, el pueblo mexica-no, o para ser más precisos, el conjunto delas clases subalternas mexicanas, se organicecomo un actor potente y permanente. Y en-tonces una de las apuestas de la Sexta Decla-ración y de La Otra Campaña, es que estasociedad civil mexicana, o conjunto de lasclases subalternas mexicanas, se convierta enese actor movilizado, activo y crítico quepueda cambiar las cosas en nuestro país. Enun cierto sentido están asumiendo que, dadoque su primer experiencia a nivel local hasido tan exitosa, vale la pena intentar pro-yectarla a nivel nacional. Pero si en ese nivellocal el elemento indígena era central y defi-nitivo, a nivel general ya no puede serlo: aho-

...UNA DE LAS APUESTAS DE LA SEXTA DECLARACIÓN Y DE LA OTRA CAMPAÑA,ES QUE ESTA SOCIEDAD CIVIL MEXICANA, O CONJUNTO DE LAS CLASES SUBALTERNAS

MEXICANAS, SE CONVIERTA EN ESE ACTOR MOVILIZADO, ACTIVO Y CRÍTICO QUE

PUEDA CAMBIAR LAS COSAS EN NUESTRO PAÍS...

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ra necesitan incluir las demandas de los obre-ros, de los campesinos, de las mujeres, de losjóvenes, de los estudiantes, de los emplea-dos, de los homosexuales, de todo tipo deminorías, de los prisioneros, etcétera. Y esoes lo que están haciendo, y ese es el sentidode La Otra Campaña.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Ha mencionado que durante este tiempo, sibien se logró un gran impacto, no se alcanzó aconsolidar como agente activo permanente aesa sociedad civil. La apuesta de la Sexta De-claración es esta. ¿Cuáles cree que sean las ra-zones por las cuales, durante estos primeros doceaños, no se logró conformar de ese modo a esasociedad civil, lo que ahora se pretende con estaSexta Declaración? Más allá, ¿cuáles son loselementos fuertes o débiles del levantamiento,y más allá del levantamiento armado, que eshasta el doce de enero, cuales son las debilida-des y las fortalezas del propio movimiento delEZLN? ¿cuáles son los elementos que consideraque le ha faltado a este último, al EZLN, reto-mar o proyectar con mayor fuerza, no sólo ha-cia la sociedad civil, sino también hacia otrosdiferentes sectores que podrían considerarse?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Creo que hay un problema desde la maneramisma en que formulas la pregunta, que esnecesario aclarar. Pues al preguntar sobre loselementos fuertes y débiles del EZLN, y desu acción hacia la sociedad civil, parece quepreguntas quién tiene, por así decirlo, la ‘cul-pa’ de que esa sociedad civil no haya aún cris-talizado como una agente sólido y perma-nente en el escenario social mexicano, insi-nuando que serían esas ‘fortalezas’ y ‘debili-dades’ de los neozapatistas las responsablesde esta situación, y también de que esa ini-ciativa que duró doce años no haya sido to-talmente exitosa. Pero creo que estos no sonquizá los términos adecuados.

Pues pienso que, si hablamos de quién fueel responsable de que este proceso no hubie-ra fructificado, ese responsable no fue en loesencial el propio EZLN, ni sus ‘debilida-des’ o ‘fortalezas’ sino que el posible ‘respon-sable’ fue esa sociedad civil mexicana mis-ma. Y aunque no me gusta mucho plantearel problema en estos términos, es claro sinembargo que el EZLN convocó una y otravez a esa sociedad civil, y organizó foros yreuniones de todo tipo, y dio vida a la Con-vención Nacional Democrática, y vino a laciudad de México cuatro o cinco veces, ade-más de organizar el Primer Encuentro In-tergaláctico, y al Frente Zapatista de Libera-ción Nacional, entre muchas otras iniciati-vas. De modo que el EZLN se la ha pasadoconvocando, tendiendo puentes, apelandoe interpelando, y quien no siempre ha res-pondido a esos llamados e iniciativas ha sidomás bien esa sociedad civil mexicana. Aun-que también hay que decir que, en muchasotras ocasiones, ha sido justamente esta so-ciedad civil, nacional e internacional, la queha apoyado, protegido y salvaguardado, demanera importante, al propio movimientoy al proyecto neozapatista en general.

Entonces creo que esa falta de cristaliza-ción como actor permanente y potente de lasociedad civil de México, no se debe tanto aciertos errores del EZLN, o a sus ‘debilida-des’, insuficiencias o limitaciones, sino queesto más bien obedece al hecho de que esteno es un proceso sencillo: organizar a unconjunto tan variado y tan complejo de sec-tores, grupos y clases sociales, de tan dife-rentes grupos subalternos, como los queconstituyen a nuestro país, y como los queconforman a cualquier otro país, es algo quepuede enunciarse con facilidad, pero que nose hace y se construye realmente de unamanera sencilla. Pues la gente estaba dispues-ta en general a salir a la calle, a hacer mani-festaciones, a organizar Comités de apoyo y

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de movilización cuando venían los zapatis-tas a la ciudad de México o a otra ciudadfuera de Chiapas, y cuando había algunamovilización general. Y también, y vale lapena subrayarlo, cuando estuvimos en situa-ciones de crisis, como cuando la masacre deActeal, o cuando el Ejército intentó en 1995capturar a la comandancia neozapatista. Perotambién es cierto que después de que pasa-ba la crisis, y la situación volvía más o me-nos a la normalidad, mucha gente se reple-gaba y desmovilizaba, y volvía a recluirse ensus propias rutinas cotidianas, etc.

Así que pienso que se trata más bien deuna cierta inconstancia de la propia socie-dad civil, lo que en parte se explica por lacomplejidad que implica esa organizaciónactiva y permanente, como actor central yconstante, de esa misma sociedad. De otrolado, está el efecto de las políticas neoli-berales, que son las que destruyen la eco-nomía familiar, las que rompen el tejidosocial, y hacen que la violencia social aflo-re por todos los poros de la sociedad. Es-tos efectos se han seguido agudizando enestos últimos doce años, y la gente hoy estámucho más harta del gobierno y de la cla-se política en su conjunto, de lo que esta-ba hace doce años.

Aquí podríamos suponer que quizá losneozapatistas compartieron parte de las ilu-siones que aún tenía un vasto sector del pue-blo mexicano, pues hubo mucha gente, eincluso un sector de la izquierda, que creyóque la apuesta correcta era fundar el PRD yapoyarlo. Y ellos mismos dicen que duranteun tiempo todavía creían que podían esta-blecer ciertos acuerdos con CuauhtémocCárdenas, por lo cual vale la pena recordarque, todavía en 1995, los propios neozapa-tistas le propusieron a Cárdenas fundar jun-tos un Movimiento de Liberación Nacional,que sería abanderado por el propio Cárde-nas. Ellos lo han recordado hace poco, y es

importante recordarlo ahora, porque su des-linde reciente respecto del PRD, y de toda laizquierda electoral, no brotó de una posiciónradical a ultranza, ni del deseo de hacersenotar, ni de la nada, etc., como dicen ahoraalgunos pésimos ‘analistas políticos’, sino quebrotó de la experiencia concreta de la relacióndel EZLN con el PRD.

El PRD, luego de haber sido un proyectoque nació de una movilización ciudadanaextraordinaria en 1988, siguió un triste ca-mino, en el cual se fue separando cada vezmás de las tibias posiciones de izquierda queaún cobijó en sus principios, para irse co-rriendo cada vez más a posiciones y tambiéna prácticas políticas de centro, e incluso abier-tamente de derecha. Pues se trata de un par-tido que, a pesar de haber nacido, entre otrasfuentes, también de ciertas organizacionesrealmente populares y de resistencia popu-lar, como por ejemplo el Comité de Defen-sa Popular de Durango o el de Monterrey,o etc., fue muy rápidamente corrompién-dose, y reproduciendo cada vez más en suinterior a las añejas prácticas priístas, lasprácticas tradicionales de la clase políticamexicana, etc.

Así que, si en un momento dado huboun diálogo interesante entre el EZLN y elPRD, es claro ahora que el PRD no tieneabsolutamente nada que ofrecer, en térmi-nos de un verdadero cambio social en Méxi-co. Aunque, naturalmente, al afirmar estono estoy pensando tanto en las bases socia-les del PRD, en sus militantes comunes ycorrientes, sino sobre todo en su corruptacúpula dirigente. Aunque sin olvidar queparte de la responsabilidad de tolerar a esacúpula, recae sin duda en esos mismos mili-tantes de base. Y en este sentido, tal vez unade las insuficiencias del EZLN, y es algo queellos mismos han dicho de manera autocrí-tica, es el hecho de que quizá fueron un pocoingenuos, al pensar que el PRD, efectivamen-

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te estaba más a la izquierda de lo que en rea-lidad estaba. Quizá creyeron que este Parti-do podía caminar en una vía más radical dela que finalmente transitó. Pero hay que re-cordar que esa apuesta y esa ilusión la tuvomuchísima gente, porque todo esto es partedel proceso de conciencia y de maduraciónpolítica que hemos vivido todos en los últi-mos 15 ó 20 años. Fuera de esta cierta inge-nuidad, creo que la estrategia que en generalha seguido el EZLN ha sido bastante correc-ta. Y creo, como dije antes, que es extraordi-naria la manera en que se ha sabido adaptar,muy inteligentemente, a los cambios socia-les que se han venido dando en el país, enAmérica Latina y en el mundo, a lo largo deestos últimos doce años.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Y en términos de esta adaptación, ¿a qué leapuesta el EZLN con esta Sexta Declaración?¿Cuál es la propuesta, y cómo vislumbra usteden un futuro inmediato al EZLN?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Creo que el sentido de La Otra Campaña,como ellos mismos lo han dicho, es en gene-ral el de crear ese vasto movimiento social,fuerte y bien organizado, que sea capaz deimponerle a la clase política mexicana, esdecir, al próximo Presidente que resulte elec-to el 2 de julio, y a los próximos Goberna-dores y Presidentes Municipales, etc, el re-conocimiento de su existencia, de sus deman-das, de su voluntad y de sus distintas exi-gencias. Y ello a todos los miembros de esadecadente y corrupta clase política mexica-na, sean de derecha, de centro, o de izquier-da, provenientes del PAN, del PRI, del PRD,o de cualquiera de los partidos enanos. Loque La Otra Campaña persigue, en un pri-mer momento, es construir ese movimientosocial que sea tan fuerte y tan bien organiza-do, que pueda en lo inmediato obligar a es-

tos gobernantes a tomar en cuenta la opi-nión de la gente común y corriente, de losciudadanos de a pie, es decir, crear un pode-roso movimiento social organizado de todaslas clases subalternas de México, tal y comoexiste ya, por ejemplo, en Bolivia o en Ecua-dor. En mi opinión, esa es la apuesta funda-mental inmediata de la Sexta Declaración.

Y pienso que este proceso se ha comenza-do a desarrollar en dos líneas distintas ycomplementarias. Primero, los neozapatis-tas están diciendo que quieren tratar de uni-ficar a toda la gente que es verdaderamentede izquierda y anticapitalista, a todos los ac-tivistas de esa izquierda genuina y crítica, atodos los que han estado haciendo trabajopolítico desde una perspectiva realmente ra-dical y realmente de izquierda, desde hacecinco, diez, quince, veinte, treinta años, yello dentro de todos los estratos sociales. Site fijas, ese fue el sentido de las reuniones enla Selva Lacandona de agosto y septiembrede 2005. Porque allí, debemos preguntarnosquiénes fueron los convocados, y hay querecordar que los interpelados fueron las or-ganizaciones políticas de izquierda, las orga-nizaciones sociales de izquierda, los movi-mientos indígenas de todo el país, los movi-mientos sociales de todo México, los colec-tivos críticos de todo tipo, como ONG’s,colectivos culturales, revistas independien-tes, centros de investigación, etc., y por últi-mo a los individuos.

Y todos ellos se reunieron bajo una solacondición: la de que aceptaran ser anticapi-talistas y de izquierda. Es decir, toda esa genteque está clara respecto al hecho de que nues-tro enemigo principal no es tal presidente,tal personaje, tal individuo, o tal partido po-lítico, etc., sino el sistema capitalista en suconjunto. Por eso ellos han insistido, y laSexta Declaración lo repite, que somos unmovimiento anticapitalista y de izquierda, yque queremos organizar a los de abajo, así

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que es ‘abajo y a la izquierda’ en donde hayque ubicarse y organizarse todos. Por esoreitero que esta iniciativa de La Otra Cam-paña se mueve en dos niveles, el primero quepretende unir a toda esta red de rebeldías,de sujetos rebeldes que son activistas de iz-quierda, que son ya anticapitalistas declara-dos, y que tienen claro quién es el enemigocentral, es decir el sistema capitalista, acti-vistas que han estado trabajando hace tiem-po, o que quieren comenzar a trabajar ahoramismo, pero siempre asumiendo ya este ho-rizonte de izquierda y anticapitalista.

En segundo plano, La Otra Campañaquiere, a partir de esta especie de mediaciónque sería esa red de sujetos rebeldes, organi-zar a todas las masas populares, a todas lasclases subalternas de este país, a los obreros,

los campesinos, las mujeres, los jóvenes, losindígenas, los presos políticos, los estudian-tes, las lesbianas, los transgéneros, etcétera,es decir, a todos los grupos que están en al-guna condición de subalternidad. E insistoen este concepto de subalterno, porque creoque plasma muy bien la idea de los neoza-patistas. Ya no se trata solamente de la viejaidea de los movimientos pre68, que decían‘vamos a organizar a los explotados’, y enespecial, si no es que únicamente, a la claseobrera mexicana. A diferencia de esto, losneozapatistas no sólo quieren incluir a to-dos los obreros mexicanos, a los que sin dudacontinúan considerando como centrales,sino que también quieren incluir a todos losque sufren, de diversas formas, cualquier tipode explotación económica, pero igualmentea los que son discriminados socialmente, porel color de su piel o por su lengua, o por su

condición femenina o su preferencia sexual,etc., y también a los que son avasallados po-líticamente, por ser solamente ciudadanoscomunes y corrientes, y no miembros de lacorrupta clase política actual.

Subalterno quiere decir entonces el queestá en una condición de inferioridad res-pecto a otro. Eso es literalmente subalterno,sub, es abajo, y alterno, significa otro, demodo que los subalternos son los que estánen una condición de jerarquía inferior res-pecto de cualquier otro, sea por razones eco-nómicas y entonces son explotados, sea porrazones sociales, con lo cual son discrimina-dos, por ejemplo porque visten diferente,porque tienen la piel morena, porque sonhomosexuales en vez de heterosexuales, por-que son mujeres y no hombres, porque son

jóvenes y no maduros o viejos, ya que cual-quier forma de discriminación social se apoyaen una cierta condición de subalternidad. Ylos neozapatistas están también en contra detodas estas formas de discriminación social,y de toda forma de avasallamiento y de des-potismo político. Porque nosotros somosciudadanos normales, y los políticos actua-les se sienten y se comportan como diosesbajados sobre la tierra: los miembros de laclase política son prepotentes con nosotrosy no nos escuchan, nos usan solamente comomasa de maniobra cuando hay elecciones,para obtener sus propios votos, y después seolvidan de nosotros.

Todas estas formas de subalternidad queengendran y reproducen el despotismo po-lítico, y la desigualdad social, o la discrimi-nación social, o la discriminación cultural,son cuestionadas por igual por parte de La

...TODAS ESTAS FORMAS DE SUBALTERNIDAD QUE ENGENDRAN YREPRODUCEN EL DESPOTISMO POLÍTICO, Y LA DESIGUALDAD SOCIAL, O LA

DISCRIMINACIÓN SOCIAL, O LA DISCRIMINACIÓN CULTURAL, SON CUESTIONADAS

POR IGUAL POR PARTE DE LA OTRA CAMPAÑA...

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Otra Campaña. Porque existe también unadiscriminación cultural, en contra de los quecultivan y defienden la cultura underground,o de los que les gusta el rock y son punk, oson anarcopunk y usan rastas, etc., y sonigualmente discriminados. Todas estas per-sonas que son discriminadas, o reprimidas,o explotadas, por razones culturales, políti-cas, sociales o económicas, es ese vasto gru-po de las clases subalternas y grupos subal-ternos que quiere ser organizado, medianteesta red de sujetos rebeldes, como un frentede masas anticapitalista, para conformar aese potente y constante actor social que sehaga oír, y que obligue precisamente a lospolíticos a tomarlo seriamente en cuenta.

Y para entender mejor esto, me remitiríaa un referente que es importante, al caso deBolivia o al de Ecuador, en donde el poderque tienen los indígenas organizados es tanfuerte, que es capaz de derrocar presidentes.Ese poder es tan grande, que es capaz deobligar a que se convoque una AsambleaConstituyente, y es un poder de tal magni-tud que es capaz de paralizar a un país com-pleto. Me tocó estar en Bolivia en mayo yjunio de 2005, y ver cuando los indígenasbolivianos decidieron la táctica del cierre derutas. Ese cierre de rutas no era solamenteaislar a la ciudad de La Paz, sino que se dabacomo bloqueo de las carreteras de todo elpaís, en por ejemplo 85 puntos distintos detoda la geografía boliviana, y recuerdo quelos periódicos bolivianos hasta llegaron apublicar un mapa donde mostraban comotodas las principales vías de comunicacióndel país, estaban paralizadas por ese blo-queo indígena.

Llegó un momento en que el turismo, yel comercio, y la gente en general no podíamoverse fácilmente. Iba a ir a una visita tu-rística a Potosí, estando en la ciudad de Su-cre, pero todo el mundo me decía que si lo-graba pasar y llegar, podía correr el riesgo de

quedarme en Potosí una semana, o más, en-cerrado sin poder volver. Porque el turismose paraliza, lo mismo que los flujos de bie-nes económicos, y los flujos de los asuntossociales, y la gente no puede moverse. Y cuan-do eso sucede, cualquier gobierno que no escapaz de resolver las demandas de la gente,termina por entrar en crisis y caer. O si no,se ve obligado a ceder y a acatar esas reivin-dicaciones populares, y a comenzar a escu-char y hasta a obedecer al pueblo. Y yo creoque es a esto a lo que están apostando losneozapatistas, a crear un actor social tan po-deroso, que sea capaz de imponerle a las cla-ses políticas el respeto y el reconocimientode su voluntad y de sus intereses, esa es unade las primeras apuestas. Y esto, mientras lle-ga el momento en que el gobierno sea direc-tamente puesto por el pueblo, y funcionesegún el principio de ‘mandar obedeciendo’de una manera integral.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Bien, retomó la frase que plantea ahora elEZLN, de ‘abajo y a la izquierda’. Y recuerdoque una frase de Salvador Allende decía, ‘elcorazón de Chile aún late a la izquierda’. PeroAllende era el presidente de Chile. Y existenmuchos que dicen que el EZLN no le apuestaa la toma del poder. Aunque usted ha sido undefensor de que, en realidad, ellos no excluyeneste punto de la toma del poder, y que inclusoya han hecho uso de ese poder en escala local.Pero, en un futuro, ¿como los ve actuando eneste sentido? ¿Cree que La Otra Campaña ten-ga posibilidades reales de acometer esta tomadel poder? Y pensando nuevamente en el textode la Primera Declaración de la Selva Lacan-dona, ¿cree que los objetivos de los neozapatis-tas hayan cambiado en este sentido?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Creo que respecto a esta pregunta hay mu-chos puntos que aclarar, porque desafortu-

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nadamente, sí se ha creado mucha confu-sión respecto de este problema de la tomadel poder o de su rechazo por principio. Por-que además, hay un libro que pienso que haalimentado mucho esta confusión, al preten-der que los neozapatistas lo que quieren es‘cambiar el mundo sin tomar el poder’. Aquíhay que aclarar dos cosas: primero, es cómose entiende ese término de ‘la toma del po-der’. Y aquí, recomendaría que hay que vol-ver a leer un libro fundamental y maravillo-so de Marx, que se llama La Guerra Civil enFrancia. Ahí Marx plantea, cuando habla dela experiencia de la Comuna de París, y desus principales lecciones, que está muy claroque los obreros, y que cualquier movimien-to que está en contra del sistema capitalista,no puede simplemente ‘tomar el poder delEstado tal y como existe’ y valerse de él pararealizar un cambio social. Eso lo decía Marxya desde hace mucho, que el viejo Estadoburgués, burocrático, lleno de funcionariosdel ‘antiguo régimen’, y lleno de inercias, derutinas, de venalidades y de corrupción, etc.,no sirve para promover un cambio social.

Y decía también claramente, que la Co-muna de París demostró que si los obrerosllegan al poder, lo que tienen que hacer esdestruir la vieja máquina burguesa, destruirese viejo Estado, y poner en su lugar unanueva forma de ejercicio del poder, un nue-vo poder, y por lo tanto un nuevo ‘Estado’,que funciona con otra lógica y con otros prin-cipios. Marx decía, y esto es muy interesan-te como argumento polémico y heurísticoen contra de la clase política actual, que cuan-do la Comuna de París accede al poder, loque hace es disolver la policía y el ejército,todas las fuerzas armadas de la ciudad deParís son disueltas y en vez de esa policía yejército se pone al pueblo armado. Era elpueblo mismo el que se encargaba de man-tener el orden, la vigilancia, y el buen fun-cionamiento de la ciudad.

Luego, otra medida esencial, era que losfuncionarios de la Comuna eran personasque no podían tener un salario más alto queel de un obrero promedio, y con eso se eli-minaba toda la venalidad y la corrupción delos distintos cargos del Estado. Y si todos lospolíticos, en México o en cualquier otra partedel mundo, ganaran solamente el salario deun obrero promedio, nadie se estaría matan-do por ser diputado, o senador, o etc. Todoslos funcionarios públicos en el mundo, des-de el presidente hasta el último de los buró-cratas, deberían ganar un salario de obrero,lo que sanearía enormemente a todos losEstados del planeta.

Además, otra lección de la Comuna esque todas las personas que ocupan esoscargos de representación política, son re-vocables inmediatamente y en cualquiermomento. En cuanto sus representadossienten que aquél que eligieron para talpuesto, no está cumpliendo bien su tareale revocan el mandato, y eso sucedía lomismo en la Comuna de París, que ahoraen las Juntas de Buen Gobierno neozapa-tistas. Si te das cuenta, esta coincidenciaes muy interesante, pues esas Juntas deBuen Gobierno funcionan, sin saberlonecesariamente o tal vez sabiéndolo, bajoun modelo muy similar al de esa Comunade París. E incluso, ahí las personas nocobran ningún sueldo por ser funciona-rios de las Juntas de Buen Gobierno, y sontambién inmediatamente revocables, encuanto la comunidad piensa que no estáncumpliendo bien sus tareas. Allí todas lastareas las resuelven las propias personas, yno hay ni policía, ni ejército como cuer-pos separados y opuestos a los propios ele-mentos de la comunidad indígena. Porqueallí el EZLN funciona solamente comoguardián y apoyo eventual de dichas Jun-tas, frente al riesgo de un posible ataquede parte del gobierno.

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Entonces, tomar el poder del Estado noes tomar la vieja máquina y ponerla a fun-cionar otra vez sólo que ahora con otras per-sonas, sino que es destruir el viejo Estado ycrear uno nuevo, que quizá ya no deberíaincluso llamarse ‘Estado’. Por otra parte, loque el propio EZLN ha dicho, y aquí su ori-gen y su matriz indígena es fundamental, loque ha afirmado claramente y hace sólo unosmeses el Subcomandante Marcos, cuando sereunió con las organizaciones políticas deizquierda, es que se ha discutido mucho estode la toma del poder. Y frente a eso, lo quedice el EZLN es que ellos en lo particular,como movimiento indígena y como EZLN,no luchan por la toma del poder, no estánbuscando como su objetivo propio dichatoma del poder, pero para aclarar de inme-diato que eso no significa que ellos, por prin-cipio, se opongan a la toma del poder.

Y abunda que si otros compañeros de LaOtra Campaña, luchan por tomar el poder,eso al EZLN le parece muy bien, pues si nofuera así, ellos no hubieran invitado a esasorganizaciones de izquierda, que en su pro-grama tienen a la conquista del poder comouno de sus objetivos. Si se opusieran porprincipio a este objetivo, no habrían invita-do a esas organizaciones a venir a platicarcon el EZLN y no los aceptarían dentro deLa Otra Campaña. E incluso agrega que siesas otras organizaciones de La Otra lograntomar el poder, y construyen un poder po-pular que realmente sirva al pueblo, esoserá bienvenido, y perfectamente acepta-do. Así que el EZLN lo que dice es sola-mente que ellos, como tal EZLN, no es-tán caminando por esta vía de la toma delpoder por parte de ellos.

Ahora, la pregunta que hay que hacersees por qué ellos, en lo particular, no estánespecialmente interesados en esta toma delpoder, y la respuesta, en mi opinión, es queen la cosmovisión de la comunidad indíge-

na, la idea misma de que el poder políticosea algo separado y autónomo, diferente delpropio poder social es en cierta forma uncontrasentido. Tú conoces los libros deCarlos Lekensdorf, en donde se explica quelos indígenas mayas en general, y por lotanto también los indígenas neozapatistas,no piensan el mundo y la realidad en tér-minos del ‘yo’, sino que lo piensan en tér-minos del ‘nosotros’. Entonces, si su cos-movisión del mundo y de la realidad seconstruye siempre desde ese ‘nosotros’, laidea por ejemplo de tener un líder fuerte,que decide en lugar de ellos no puede exis-tir, porque sus ‘líderes’ son parte del no-sotros y lo expresan, y por ende ese ‘lider’tiene siempre que acatar el punto de vistacolectivo, la idea dominante o consensualde la comunidad misma.

Ahora, si proyectas este mismo principioa la esfera de lo que es el poder político, ve-rás porqué a los neozapatistas no les interesaen particular ese objetivo de la ‘toma delpoder político’. El poder político es, en lasdefiniciones clásicas, el conjunto de apara-tos e instituciones que concentran y mono-polizan esa capacidad de decisión y de ges-tión de los asuntos públicos. Pero para losindígenas mayas, la idea de que exista unórgano que, separado y al margen de la co-munidad, decide sobre los asuntos de estamisma comunidad, es una idea absurda y sinsentido. Ya que cuando la comunidad se re-úne en asamblea, en cierto modo ‘actualiza’su presencia y su vigencia como poder deci-sorio fundamental, y es así que ella ejerce deesta manera y directamente el ‘poder políti-co’, bajo una forma que no necesita de in-termediarios, ni de aparatos, instituciones,policías, o burócratas, etc. A lo sumo exis-ten representantes o delegados de esta co-munidad, que cumplen los mandatos de esasasambleas, pero siempre desde el principiodel ‘mandar obedeciendo’.

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...PIENSO QUE LAS JUNTAS DE BUEN GOBIERNO Y LOS MUNICIPIOS AUTÓNOMOS

NEOZAPATISTAS, SON YA UNA ESPECIE DE ‘TOMA DEL PODER’ O DE RECONSTRUCCIÓN

DEL PODER DESDE ABAJO, EN ESTA PERSPECTIVA NEOZAPATISTA,DENTRO DE UNA ESCALA LOCAL....

Por eso, creo que en su propia concep-ción, la idea misma de que exista un poderpolítico separado de las personas y del colec-tivo mismo es un poco una idea sin sentido.Y es en esta lógica que, desde su cosmovi-sión indígena, afirman que no están intere-sados en ‘tomar el poder’, y que no estánpeleando por ese objetivo en particular. Peroeso no quiere decir, ni mucho menos, queellos se opongan por principio a la toma delpoder, o que quieran cambiar el mundo sintomar el poder. Pues ellos le dicen claramentea los otros grupos de La Otra Campaña, quesi reivindican esa toma del poder: “si ustedessí están interesados en tomar el poder, esta-mos de acuerdo, y lo único que les vamos apedir, e incluso a exigir, es que ese poderpolítico trabaje y actúe en función de los

intereses de la comunidad, es decir, que fun-cione sobre el principio de mandar obede-ciendo”, principio que es el que emana delas propias prácticas y tradiciones de las co-munidades indígenas neozapatistas.

Pues esa idea de mandar obedeciendo, esla idea de que los responsables lo son sólopor delegación y eso es lo que dicen las Jun-tas de Buen Gobierno. Tú llegas a cualquierJunta de Buen Gobierno en Chiapas, y en laentrada misma hay un letrero que dice: “Aquíel pueblo manda y el gobierno obedece”. Yes eso lo que ellos están pidiendo. Entonces,ellos en lo individual, como indígenas ycomo EZLN, no están peleando por la tomadel poder, pero no se oponen a la toma delpoder por principio. Y además, postulan queinteligentemente interpretada, esa toma delpoder lo que quiere decir es destruir el poderburgués antiguo, y crear un nuevo poder real-

mente popular, e incluso más bien una es-pecie de contrapoder, que es lo que tambiénpersigue ahora generar este movimiento so-cial en formación que es La Otra Campaña.

Como lo he dicho también en varios tex-tos anteriores, pienso que las Juntas de BuenGobierno y los Municipios Autónomos neo-zapatistas, son ya una especie de ‘toma delpoder’ o de reconstrucción del poder desdeabajo, en esta perspectiva neozapatista, den-tro de una escala local. Así que lo que habríaque plantear como apuesta ahora, es la pre-gunta de cómo podemos organizar un po-der, en este caso a nivel nacional, que sea jus-tamente una suerte de ‘equivalente’ o de ré-plica, con sus especificidades propias, de es-tas mismas Juntas de Buen Gobierno hoylocales. Se dice muy fácil, aunque tengo ple-

na conciencia de que no es fácil hacerlo enla práctica. Pero estoy convencido de que espor ahí, por donde tenemos que explorar, yaquí las experiencias de la Comuna de París,y de los Soviets y de la propia revolución rusa,antes de que degenerara y de que la burocra-cia se impusiera sobre el poder popular, o laexperiencia de los Consejos Italianos, o lade la Revolución Cultural China me pareceque tienen muchos elementos para pensarcómo se puede construir este contrapoder opoder alternativo, que habría que construiry generar en el lugar del poder actual.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Si en 1994, la reacción inmediata del Estadomexicano fue la de enviar al ejército, ¿cuál hasido, en su interpretación, la reacción del Esta-do frente a esta Sexta Declaración de la SelvaLacandona?

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CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Considero que el Estado mexicano está hoyen una crisis verdaderamente terrible, pueslos seis años de desgobierno de Fox, han pro-fundizado enormemente la crisis del Estadocomo institución, y la de toda la clase políti-ca en su conjunto. Tengo la impresión deque Vicente Fox está en la lógica de que loúnico que él quiere ya es irse, lo más prontoposible. Pienso que el balance que hace deestos seis años de su propio desgobierno, esque gobernar a este país tan complejo y contantos problemas que es México, es una ta-rea que le quedó grande. Quizá no lo digaabiertamente, pero en el fondo creo que yalo ha asumido, de un modo u otro.

Así que lo que Fox quiere ya, es irse. Aun-que como todos sabemos, él está envueltoen escándalos de corrupción muy fuertes,desde los Amigos de Fox, donde se triangu-ló dinero y se recibió dinero del exterior, locual es absolutamente ilegal, hasta los escán-dalos de sus hijastros, los hijos de MarthaSahagún, a los que él ha protegido impune-mente. Entonces, Fox está tratando de cu-brirse las espaldas, y es por eso que está apo-yando descaradamente a Calderón. Pero creoque frente a la iniciativa de la Sexta Declara-ción y La Otra Campaña, el Estado mexica-no no tiene ninguna contrapropuesta po-lítica que ofrecer, y lo único que ha hechoes inducir una especie de conspiración delsilencio que intenta hacerle el vacío a LaOtra Campaña.

Pues me llama mucho la atención quesiendo este último un proceso tan impor-tante, y que ha convocado tal cantidad degente, los periódicos en general no hablende él, y las revistas no hablen tampoco de LaOtra Campaña. La única excepción a esto esel diario La Jornada, pero incluso la revistaProceso no ha hablado casi de esta importan-te iniciativa neozapatista. Lo cual me pareceuna unanimidad sumamente extraña, y me

hace pensar que sea una reacción coordina-da por parte del Estado mexicano. Porquealgo que es claro, es que La Otra Campaña yel Subcomandante Marcos, lograron convo-car, en muchos lugares, más asistentes a susmitines públicos, que los que convocó Ló-pez Obrador, o también Madrazo, o natu-ralmente Calderón. Y entonces, que los pe-riódicos no mencionen para nada este pro-ceso en marcha de La Otra Campaña meparece verdaderamente escandaloso. Elúnico periódico que en cambio si ha se-guido este proceso es La Jornada, en don-de las crónicas de Hermann Bellinghau-sen constituyen un material y un trabajoimportantísimo.

La reacción del gobierno ha sido enton-ces esta conspiración del silencio. Y del ladode los candidatos creo que es también sinto-mático el mismo silencio hacia este procesode La Otra Campaña, como si todos ellostemieran pronunciarse sobre ella.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Sobre estos tres candidatos, ¿cuál es su opinión?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Creo que en México, como en toda Améri-ca Latina y en el mundo, se está viviendohoy una clara crisis de la clase política en suconjunto. No sólo en México, sino en todoel planeta, los políticos están cada vez másdesprestigiados. La gente cree cada vez me-nos en la política, y el partido universal quegana todas las elecciones, en todos los nive-les, local, estatal, nacional, en todos los paí-ses del mundo, y con muy contadas excep-ciones, ese partido que ha estado ganandopor doquier las elecciones en los últimosveinte años, es el partido de la abstención.La pregunta es: ¿por qué la gente cree cadavez menos en los políticos y en toda la clasepolítica? Porque los políticos han caído enuna perversión terrible, lo cual, por lo de-

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más, no es más que otro de los tantos sínto-mas múltiples de la crisis terminal del capi-talismo. Como parte de la crisis terminal delcapitalismo, hay también una crisis de la es-fera de la política, y ésta se manifiesta en quelos políticos viven perversamente sólo entorno del poder y para él, porque los parti-dos políticos se han cerrado sobre sí mismos,se han separado de sus bases sociales y de losmovimientos sociales, de los actores y fuer-zas sociales reales, y han comenzado a girarcomo un carrusel, en donde el poder existepor el poder mismo.

Entonces, mi opinión es que ninguno delos tres candidatos tiene idea de los verdade-ros problemas reales que están aconteciendoen este país. Ninguno de ellos está enfren-tando, y quizá ni siquiera viendo con clari-dad la agenda de los problemas urgentes queeste país necesita resolver, si quiere seguirsiendo viable como tal país. Y esto se aplicaa los tres, a Andrés Manuel López Obrador,a Calderón y al propio Madrazo. Sin em-bargo, es claro que los tres no son lo mismo,porque Calderón representa a la vieja dere-cha conservadora, y a la ultraderecha del gru-po El Yunque, así que su gobierno sería másde lo mismo, un gobierno muy conserva-dor, con políticas ultraneoliberales, y con lamisma corrupción política que padecimoslos últimos seis años, junto al conservadu-rismo anticultural acentuado, etc. Es decir,el gobierno de la derecha y la ultraderechaconservadora, muy similar al de Fox.

Madrazo creo que es el viejo PRI, pero enuna modalidad que es muy peligrosa, por-que es el viejo PRI pero ahora penetrado yen parte controlado por los grupos del nar-cotráfico. Es decir, creo que Madrazo puederepresentar, si es que llegara al poder, lo cualse ve bastante difícil, una especie de Estadoabsolutamente penetrado por las mafias delnarcotráfico, las que entonces definiríanen mucho las practicas y el comportamien-

to general de la vida pública mexicana, taly como sucedió en Colombia hace algu-nas décadas.

Y pienso que Andrés Manuel López Obra-dor, lo que representa, es simplemente a esesector de la burguesía nacional que todavíaestá peleando por promover y defender losespacios del mercado interno nacional. Poreso no me parece que sea casual la alianzaque estableció López Obrador, en el proyec-to de reconstrucción del Centro Históricode la Ciudad de México, con Carlos Slim,quien creo que representa a ese sector de loscapitalistas que están todavía interesados enseguir fomentando el mercado interno mexi-cano, y que son esa burguesía nacional quesí se ve afectada directamente por la inva-sión de los capitales extranjeros. Por eso, esesector de la burguesía nacional, sí quiere queel salario real no se deprima demasiado, paraque pueda continuar expandiéndose dichomercado interno. Y también ese sector estápreocupado de que las industrias naciona-les, las pequeñas y medianas industrias nomueran ni sucumban frente a la competen-cia de las empresas norteamericanas o extran-jeras en general.

En este sentido López Obrador es tam-bién un proyecto económico neoliberal, y élmismo ha dicho que va a mantener los equi-librios macroeconómicos, lo que quiere de-cir las hoy vigentes políticas neoliberales.Sólo que con el matiz, importante, de queva a tratar de proteger e impulsar a ese mer-cado interno nacional y a esa burguesía na-cional mexicana. Además, él continuaría conesa especie de asistencialismo social genera-lizado que desarrolló ya en la ciudad deMéxico, a través de los programas de pen-siones que le dio a las madres solteras y a laspersonas de la tercera edad, las que ahora seextenderían a nivel nacional. Porque él im-pulsa una cierta redistribución del gasto so-cial, que precisamente permite mantener

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activo y creciente a ese mercado interno,además de paliar en alguna medida los peo-res efectos de la pobreza extrema que el neo-liberalismo produce.

Entonces López Obrador es igualmenteneoliberal, pero un poco al estilo de lo quehoy es Lula en Brasil, con ciertas políticassociales compensatorias de los efectos terri-bles del neoliberalismo, en donde se usa elgasto social para tratar de atenuar las condi-ciones de la pobreza extrema de grandes gru-pos y sectores sociales, y de otro lado se de-fiende a los capitalistas nacionales, que vi-ven y prosperan del mercado nacional. Poreso, su posición política es más bien social-demócrata, y es menos de derecha que la deFox y Calderón, y que la de Madrazo. Peroen esencia, es idéntica en términos de acep-tar y continuar con el proyecto neoliberal, yde arrasar entonces con los grupos socialesque se opongan. Por eso López Obradorplantea implementar el mismo Plan Puebla-Panamá, que ahora tiene otro nombre y sellama Proyecto Transístmico, pero que es algomuy similar al Plan Puebla-Panamá.

Es decir que López Obrador representa unproyecto también neoliberal, aunque atenua-do levemente por el incremento del gastosocial y por el asistencialismo social, proyec-to que además mira sobre todo hacia el sec-tor de la burguesía nacional y hacia la pro-moción del mercado interno mexicano, ytodo ello en contra del sector de la burguesíatrasnacional, la que, en cambio, está repre-sentada claramente por Fox y por Calderón.

RAMSÉS CRUZ ARENAS:Creo que ha sido una interesante exposiciónsobre el EZLN y sobre La Otra Campaña.¿Algún otro comentario que guste agregar?

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS:Quizá solamente insistir un poco en algo quehan dicho ellos mismos, y que me parece

importante remarcar. El contexto en el quese da esta iniciativa de la Sexta Declaración yLa Otra Campaña es un contexto que es ex-cepcional. Porque, y aquí es ya mi interpre-tación, lo que ahora estamos viviendo, comoplantea Immanuel Wallerstein, y estoy ab-solutamente convencido de que en este pun-to tiene razón, es la crisis terminal del siste-ma capitalista mundial. Esto, en los paísespobres o de la periferia, se manifiesta de unamanera más dramática y más aguda que enlos países centrales, porque al ser países de laperiferia capitalista, son lógicamente los paí-ses más pobres, más polarizados socialmen-te, y más desgarrados en términos de su teji-do social, etc. Y entonces creo que estamosllegando a una situación de emergencia,como la que diagnosticaba Walter Benjamin,cuando en el transcurso de la Segunda Gue-rra Mundial hablaba de Europa. Europa es-taba entonces sumergida en esa SegundaGuerra Mundial, y Benjamin decía que setrataba de una situación de incendio, deemergencia total.

Pienso que ahora vivimos, a nivel plane-tario, una similar situación de emergenciageneral, en donde muchas estructuras y re-ferentes que parecían ser muy sólidos se es-tán cayendo a pedazos. No sólo la clase polí-tica y el nivel de la política en general estánen crisis y totalmente deslegitimados. Sinoque también, por ejemplo, la idea misma denación se está haciendo pedazos, y todas esasestructuras nacionales que se crearon hacequinientos, seiscientos, setecientos años entodo el mundo, se están viniendo abajo. Y laescala de valores de la gente, que tuvo fuerzay vigencia durante décadas y siglos, está tam-bién colapsando. Por eso, no es una casuali-dad que haya, comparativamente a otrasépocas pasadas, tantos jóvenes que se suici-dan, que no creen en nada, y que se hayadesarrollado en toda la sociedad un egoísmoferoz, en donde predomina la lógica de ‘sál-

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vese quien pueda’, y donde todo el mundopiensa en sí mismo, luego en sí mismo, y enel último lugar quizá en el otro, y muchasveces sólo como medio de sí mismo.

Creo que vivimos ahora una situaciónmuy complicada y difícil, porque la situa-ción económica se está deteriorando paratodo el mundo, y los jóvenes estudian unacarrera universitaria, y a veces hasta unaMaestría y un Doctorado, y no encuen-tran un empleo decente. La gente se tieneque esforzar y trabajar cada vez más, paratener cada vez más magros salarios. Esta-mos viviendo una situación muy dura ymuy complicada en México, en AméricaLatina, en todo el mundo. Y eso es lo queexplica, por ejemplo, el reciente y vastomovimiento social en Francia contra el

dad de salvar algo del naufragio, y de iredificando desde ahora algunos elementospara reconstruirlo todo, cuando todo elsistema se derrumbe.

Ese es el valor de La Otra Campaña, queinsisto, va más allá de México, a nivel de todaAmérica Latina y del mundo. Y ellos son muyconscientes de esto. Porque en un texto querecientemente publicó el SubcomandanteMarcos, y que se llama ¿Qué tan grande es elmundo?, ellos plantean muy conscientementeeste problema, cuando dicen que La OtraCampaña es una iniciativa local de México,pero que sólo adquiere su pleno sentido den-tro de un proyecto mucho más global y real-mente de escala planetaria. Y es por eso quese va a organizar muy pronto el SegundoEncuentro Intergaláctico. Porque si no em-

...ESTAMOS VIVIENDO UNA SITUACIÓN MUY CONFLICTIVA, Y ESO TANTO A NIVEL

ECONÓMICO, COMO SOCIAL, POLÍTICO Y CULTURAL. ¿QUÉ NOS DICE ESTO?QUE EL SISTEMA CAPITALISTA QUE COMENZÓ HACE QUINIENTOS AÑOS

SE ESTÁ DERRUMBANDO....

Contrato del Primer Empleo, lo mismoque las enormes manifestaciones de los mi-grantes en Estados Unidos.

Estamos viviendo una situación muy con-flictiva, y eso tanto a nivel económico, comosocial, político y cultural. ¿Qué nos dice esto?Que el sistema capitalista que comenzó hacequinientos años se está derrumbando. Y creoque en ese sentido la iniciativa de La OtraCampaña tiene una relevancia que no espuramente mexicana, y ni siquiera latinoa-mericana, sino realmente mundial. Consi-dero que es una iniciativa muy inteligente, yque de manera muy consciente, está tratan-do de decirnos que si todos juntos no hace-mos algo frente a esta situación de emer-gencia que vivimos, el país se nos va a caeren pedacitos, y todos nos vamos a hundircon él. Y ellos están tratando de decirnosque quizá esta sea nuestra última posibili-

piezan a multiplicarse y a consolidarse ini-ciativas como la de La Otra Campaña en to-das partes del mundo, el sistema se nos va avenir abajo y puede ser que la catástrofe noshunda a todos sin salida.

Felizmente, estas iniciativas ya existen aveces, pues creo que es por una ruta cercanaa la de los neozapatistas mexicanos, por laque ahora transitan el Movimiento de los SinTierra en Brasil, o las comunidades indíge-nas en Bolivia y Ecuador, o los Piqueterosen Argentina, etc. Pero si no multiplicamosestas iniciativas, para crear o para consolidarlos equivalentes de La Otra Campaña en todaAmérica Latina, y también en todo el plane-ta, el colapso final del capitalismo puede sertambién el colapso final de la humanidad. Ypara que eso no suceda, tenemos que empe-zar a reconstruir desde ahora los tejidos so-ciales, y generar movimientos sociales anti-

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sistémicos fuertes, y actores sociales realmen-te activos, y gente participativa, ciudadanosinformados, y gente que no deja la políticaen manos de los políticos, sino que se la re-apropia directamente, etc.

Este es, en mi opinión, el sentido pro-fundo de La Otra Campaña. Y por eso surelevancia y significación no es solamentechiapaneca, ni solamente mexicana, sino la-tinoamericana y mundial. Pues subrayaríaque frente a una situación de crisis global, yen una situación de emergencia nacional,

latinoamericana y mundial, La Otra Cam-paña se muestra ya y desde ahora como unposible camino de salida, como una vía in-teligente para estar mejor preparados paraenfrentar esa debacle del sistema capitalistamundial. Habría que pensar más en este sen-tido, porque insisto en que las lecciones y elvalor de La Otra Campaña son mundiales, yesta es una idea que habrá que trabajar y res-catar más profundamente en el futuro cer-cano, y también en el Segundo EncuentroIntergaláctico de próxima realización.

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Ha sido publicado el libro de ImmanuelWallerstein, European Universalism, por laEditorial New Press de Nueva York. Estelibro será publicado en español, próxima-mente, por la Editorial Era de México.

Fue publicado en China, en idioma chi-no, el libro de Carlos Antonio Aguirre Ro-jas, titulado América Latina: crisis global ycultura plural, por la Editorial ShandongUniversity Press, de Shandong.

Se desarrolló en Guatemala, dentro del VIIICongreso Centroamericano de Historiado-res, la Mesa de Historia Crítica, que fue lamás concurrida de todo el Congreso, y quefue organizada y coordinada por el Profe-sor Edeliberto Cifuentes Medina, miembrode nuestro COMITÉ CIENTÍFICO INTERNACIONAL,además de por el Profesor Yan Yanin Ló-pez. En ella participaron, de nuestro COLEC-

TIVO, y como ponentes, América Bustaman-te Piedragil, Carlos A. Ríos Gordillo y CarlosA. Aguirre Rojas. También asistió como po-nente Ramsés Cruz Arenas, de la red deamigos de Contrahistorias. Como parte delos trabajos de esta Mesa, se presentó nues-tra revista Contrahistorias número 6, so-bre el tema de La Otra Campaña, con unaconcurrencia nutrida y entusiasta.

Como uno de los frutos de esta Mesa,se elaboró una Declaración Pública, en laque todos los participantes reivindicamosla centralidad de la historia crítica dentrode los futuros Congresos Centroamerica-nos de Historiadores, el estudio del másactual presente centroamericano, y el com-promiso social ineludible del historiador.

Acaba de ser editado en Argentina, porparte de la Editorial Prohistoria, el libro deCarlos Antonio Aguirre Rojas, América La-tina en la Encrucijada. La primera ediciónmexicana se agotó en menos de seis me-ses, por lo que ahora está circulando ya la

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segunda edición mexicana, editada pornuestra EDITORIAL CONTRAHISTORIAS.

En octubre próximo se celebrará el XXIXEncuentro Nacional de Estudiantes deHistoria, en la ciudad de Culiacán, Sina-loa. En el participarán, como Conferen-cistas Magistrales, tanto Giovanni Levi,como también Carlos Antonio AguirreRojas. Allí será presentado este número7 de nuestra revista Contrahistorias queel lector tiene ahora entre sus manos.

Acaba de ser editado en Rusia, en len-gua rusa, el libro de Carlos AntonioAguirre Rojas, Para una historia críticade la corriente de los Annales, por laEditorial Krugh, de Moscú, Rusia.

El número 6 de Contrahistorias fuepresentado el 26 de junio de 2006, enla Escuela Nacional de Antropología eHistoria, en una Mesa en la que partici-paron el Subcomandante InsurgenteMarcos, Sergio Rodríguez Lascano,Adolfo Gilly y Carlos Antonio AguirreRojas, siendo moderada por Carlos A.Ríos Gordillo. Hubo alrededor de 1200personas, y el acto fue reseñado en LaJornada, de México, además de en LeMonde de Francia, y en diarios alterna-tivos de Italia, Chile, Estados Unidos,Argentina, etc. El texto de la interven-ción del Subcomandante Marcos en esaPresentación puede consultarse en elsitio en Internet de ‘Enlace Zapatista’,en http://www.ezln.org.mx, mientrasque el texto de Carlos Aguirre Rojas seincluye en este mismo número de Con-trahistorias. La edición inicial de esenúmero 6, de 3000 ejemplares, se ago-tó en menos de dos meses, dando lu-

gar a una primera reimpresión de 1000 ejem-plares más, que está prácticamente agotada.

Han comenzado a circular, dos nuevos librosde Carlos Antonio Aguirre Rojas, editados pornuestra EDITORIAL CONTRAHISTORIAS. El primero deellos, Retratos para la Historia. Ensayos de Con-trahistoria Intelectual, recoge los esbozos bio-gráfico-intelectuales de ocho esenciales pen-sadores críticos de los últimos ciento cincuen-ta años, cuya obra continúa aún plenamentevigente. Y el segundo, Chiapas, Planeta Tie-rra, compila varios ensayos de diagnóstico crí-tico sobre la relevancia nacional, latinoameri-cana y mundial, del digno movimiento indí-gena neozapatista. Invitamos a nuestros lec-tores a buscar estas nuevas publicaciones denuestra serie Los libros de Contrahistorias.

Fue publicado recientemente, por la EditorialFeltrinelli de Milán, Italia, el libro de Carlo Ginz-burg, Il filo e le tracce. Vero falso finto, quereúne varios interesantes artículos en torno alestatuto de la verdad histórica, pero tambiénrespecto de la recuperación de lo falso y de lofingido o simulado, como fuente de construc-ción y de descubrimiento de esa misma ver-dad en historia.

Estuvo trabajando, en el CENTRO IMMANUEL WA-LLERSTEIN, de San Cristóbal de Las Casas, Chia-pas, un ‘Taller de Análisis de la Sexta Declara-ción y de La Otra Campaña’, coordinado enparte por Rosario Aguilar Arguello, y que sereunió semanalmente entre marzo y junio deeste año. Ahora ha comenzado una segundaetapa de dicho Taller, a la que invitamos a parti-cipar a todos los compañeros adherentes de LaOtra Campaña de San Cristóbal de Las Casas.

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En virtud de la reiterada demanda de los números iniciales deContrahistorias, que se agotaron desde hace mucho tiempo, he-mos decidido abrir el sitio en Internet de Contrahistorias. Allí po-drán encontrar, por ahora, los números 1 y 2 de nuestra serie, ade-más de noticias sobre algunos de nuestros eventos, nuestras publi-caciones y el modo de contactarnos más ágil y directamente. Ladirección es: www.contrahistorias.com. Invitamos a todos nuestroslectores a visitar este nuevo sitio de nuestra revista en Internet.

La difusión de Contrahistorias continúa expandiéndose y conso-lidándose cada día más, gracias al apoyo de nuestra creciente, ysiempre espontánea, red de amigos. Ahora, en Guatemala, se halanzado la iniciativa de crear, de manera más estructurada y for-mal, la ‘Red Guatemalteca de Amigos de Contrahistorias’, la queno sólo divulgaría más extensamente nuestra revista y nuestroslibros en Guatemala, sino que también proyecta, eventualmente,crear su propia revista local, y organizar sus propias actividades.Saludamos cordialmente esta feliz iniciativa, que nos refuerza ennuestra convicción de seguir impulsando la historia y el pensa-miento social genuinamente críticos, y a contrapelo de los discur-sos y del pensamiento dominantes.

EL COLECTIVO CONTRAHISTORIAS se suma a la enérgica protesta socialen contra de la brutal represión que sufrieron los compañeros, enel pueblo de San Salvador Atenco, el 3 y 4 de mayo pasados.Protestando en contra de este verdadero crimen de Estado, apo-yado por el gobierno federal del PAN, el gobierno estatal del PRI,y el gobierno municipal del PRD, nuestro COLECTIVO hace suya tam-bién la exigencia de la liberación de todos los presos injustamentedetenidos en esas sangrientas jornadas, así como el reclamo delcastigo a todos los responsables de este crimen.

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Contrahistorias. La otra mirada de Clío

Precio en librerías: 35 pesos.Precio venta directa: 30 pesos.