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PARA UNA ISLA: EL PASADO DE PASCUA-RAPANUI A PARTIR DE SUS TOPÓNIMOS Resumen Salvador Bernabéu Albert Investigador del CSIC Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Sevilla Paasch Eyland, San Carlos, ile de Paques, Easter Island, Te Pito o Te Henua, Rapa Nui La Rosa Separada ... son algunos de los nombres dados a la isla de Pascua (Chile) durante el proceso de reconocimiento y colonización por parte de las potencias europeas. Estos topónimos occidentales y nativos nos servirán de guía para adentrarnos en el pasado de la isla. Palabras clave: Pascua, Rapanui, Mar del Sur, Expediciones Científicas, Escla- \itud . . \bstract Paasch Eyland, San Carlos, ¡le de Paques, Easter Island, Te Pito o Te Henua, Rapa Nui, La Rosa Separada ... were sorne of the names given lO Easter Island during the survey and colonization by the Europeans. These Western and native toponyms will guide us get into the past of the island. Ieywords: Pascua, Rapanui, Mar del Sur, Scientific Explorations, Slavery. 275

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~OMBRES PARA UNA ISLA: EL PASADO DE PASCUA-RAPANUI A PARTIR DE SUS TOPÓNIMOS

Resumen

Salvador Bernabéu Albert Investigador del CSIC

Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Sevilla

Paasch Eyland, San Carlos, ile de Paques, Easter Island, Te Pito o Te Henua, ~Iatakiterangi, Rapa Nui La Rosa Separada ... son algunos de los nombres dados a la isla de Pascua (Chile) durante el proceso de reconocimiento y colonización por parte de las potencias europeas. Estos topónimos occidentales y nativos nos servirán de guía para adentrarnos en el pasado de la isla.

Palabras clave: Pascua, Rapanui, Mar del Sur, Expediciones Científicas, Escla­\itud .

. \bstract Paasch Eyland, San Carlos, ¡le de Paques, Easter Island, Te Pito o Te Henua, ~{atakiterangi , Rapa Nui, La Rosa Separada ... were sorne of the names given lO Easter Island during the survey and colonization by the Europeans. These Western and native toponyms will guide us get into the past of the island.

Ieywords: Pascua, Rapanui, Mar del Sur, Scientific Explorations, Slavery.

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Salvador Bernabéu Albert Nombres para una isla: El pasado de Pascua-Rapanui a partir de .. .

Introducción

"Solo los hechos pueden expresar un sentido, un conjunto de nombres no puede"

Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus: 3142

La isla de Pascua-Rapanui es el punto del planeta más alejado de otra comunidad humana. Ese aislamiento le ha otorgado unas características que explican tanto el interés apasionado de los viajeros como el recelo y el miedo por "el mundo insular, cerrado en sí mismo [ ... ] perturbador para un hombre nacido en tierra firme" (Gil, 2005:58). En este trabajo, que forma parte de una investigación más amplia, I me he servido de los sucesivos topónimos occidentales y nativos como guía para adentrarme en el pasado de la isla, demostrando que, a pesar de su aislamiento, participó plenamente de las luces y las sombras de los siglos XVIII y XIX, transitando de una imagen exótica a un mundo sórdido y violento que estuvo a punto de masacrar a una de las culturas que más interés despierta en este mundo global.

Los primeros barcos occidentales que avistaron la isla de Pascua iban buscando otra distinta: la isla de Davis o isla de David en los escritos de los españoles. Su descubridor fue el filibustero inglés Edward Davis, quien supuestamente la divisó el año 1687 por los 27° 20' S en el transcurso de una de sus campañas en contra de las posesiones hispanas en el océano Pacífico. Tiempo después, Davis contó su descubrimiento al navegante y escritor William Dampier (1652-1715), quien tendría gran influencia en los viajeros del Mar del Sur por sus libros y mapas. Se trataba de una ínsula "small, low and sandy" (pequeña, baja y arenosa) --que podemos identificar con una de las miles de islas coralinas que salpican el Pacífico-- y, más al este, de una cadena montañosa que imaginó que formaba parte de un continente o gran isla que recibió el nombre de Tierra de Davis.

Dampier, que narró sus experiencias en A New Voyage round the World (1697) ,2 incluyó los hallazgos de Edward Davis, apoyando su suposición de que las altas montañas por él observadas formaban parte del continente austral. Su tesis fue sustentada por otros marinos y geógrafos que convirtieron la isla de Davis en la mejor referencia, en el inmenso océano, para encontrar el citado continente. La Terra Australis Incognita, uno de los mitos más buscados en el

I Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Excelencia "El Pacífico Hispano: imágenes, conocimiento y poder" (P09-HUM-5392), aprobado y financiado por la Junta de Andalucía (2010-2013). 2 El título completo en la bibliografía final. Dos años más tarde apareció un segundo volumen, donde narra sus correrías por Campeche (London, James Knapton, 1699). Las ediciones se sucedieron a lo largo del siglo XVIII, así como las traducciones al francés (muy temprana, 1698), al holandés (del mismo año) y al alemán (1702).

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Pacífico hasta finales del Siglo de las Luces, hundía sus raíces en los filósofos pitagóricos, quienes formularon la esfericidad de la tierra y la existencia de un continente en las antípodas para contrabalancear la oekoumene (la tierra habitada). Para los griegos era preciso que existiera un continente simétrico en el hemisferio sur para equilibrar el planeta, el que recibió el nombre de Antiartkos por oposición a Artkos (Ártico), nombre de la estrella polar de la constelación de la Osa.

Varios autores desde la Antigüedad se hicieron eco del mítico continente, siendo uno de los más influyentes Aristóteles, que defendió la existencia de las antípodas en su Metereológicos. Y en cuanto a las cartas, hay que destacar la basada en la obra Commentarii in Somnium Scipionis, realizada por Ambrosio de Macrobio en el siglo V de nuestra era, que fue reproducida hasta el Renacimiento. El mito, de larga duración, atravesó siglos, fronteras, universidades, academias y cortes, siendo representado de diferentes formas y buscado por numerosos exploradores. Uno de ellos fue el ingeniero militar Amédée Fran<;ois Frézier, que viajó a Chile y Perú en una campaña de exploración y espionaje entre 1712 y 1714. Sus observaciones le permitieron diseñar uno de los mejores mapas del Pacífico y la influyente Relation du voyage de la Mer du Sud aux cótes du Chily et du Perou (1716), con 14 láminas y 23 mapas y planos,3 que fueron utilizados por numerosos viajeros.

En busca de la isla de David partieron las expediciones capitaneadas por Jacob Roggeveen (1721-1722), Felipe González de Haedo (1770-1771), James Cook (1772-1775) y Jean-Fran<;ois de Galaup, conde de Laperouse (1785-1787). No es casual que representaran a las cuatro naciones con más actividad descubridora en el Pacífico: Holanda, España, Inglaterra y Francia, respectivamente, hasta la llegada de rusos y estadounidenses en el último cuarto del siglo XVIII. Los dos primeros buscaban Davis cuando se toparon con una isla a la que Roggeveen bautizó con la festividad del día de su avistamiento: Pascua, que los españoles renombraron San Carlos en honor del monarca del imperio hispánico Carlos III. Sin embargo, el topónimo holandés se fue imponiendo y traduciendo a las diversas lenguas, aunque el inglés James Cook, convencido de que existía la isla de Davis, quiso buscarla para resolver el enigma, si bien la falta de víveres y la escasa aguada que embarcó durante su visita a Pascua lo hicieron desistir del intento.

Los primeros nombres occidentales: Pascua y San Carlos (1722-1770)

Con el fin de hallar el continente austral y su "puerta de entrada" (la isla de Davis), la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales había organizado una expedición, integrada por tres naves: el Arend, el Thienhoven y el Afrikaansche

; Paris, Chez Jean-GeotTroy Nyon, Etienne Ganneau et Jacques Quillau, 1716.

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Ga ley , bajo el mando del capitán Jacob Roggeveen.4 La expedición partió de Holanda el 16 de julio de 1721 en busca de las costas chilenas. Tras doblar el Cabo de Hornos, los holandeses iniciaron las exploraciones. Primero avistaron la isla de Juan Fernández el 16 de marzo de 1722 y, a continuación, el capitán mandó virar al oeste, en una región desconocida del Pacífico, apartada de las rutas habituales, que el profesor Fernández-Armesto ha calificado como "un agujero negro de la navegación" (Fernández-Armesto, 2006:378).

Roggeveen esperaba encontrar la tierra de Davis en los 280 de latitud S y 251 0 de longitud 0, pero, a pesar de sus pesquisas, nunca la encontró, por lo que siguió rumbo al oeste, recorriendo una larga distancia: hasta doce grados. Entonces, precedida de varias jornadas viendo multitud de pájaros, avistaron una isla en la madrugada del domingo al lunes 3 de abril de 1722, Pascua de Resurrección, a la que se acercaron. Por la noche, varias hogueras revelaron que la isla estaba habitada, lo que quedó confirmado al día siguiente, cuando el capitán Bouman invitó a un isleño que se había acercado en su barca. Este sería el primer encuentro de un pascuense con la cultura occidental, iniciándose los mutuos asombros: los holandeses por la desnudez del hombre y la pobreza de sus útiles, yel nativo por la robustez del barco, la tirantez de la ropa, la forma de los cañones, etcétera.

Durante los siguientes días, los isleños visitaron los barcos europeos, correspondiéndoles los neerlandeses bajando a tierra e internándose en la isla. Los visitantes quedaron admirados por las descomunales estatuas de piedra (los moais), la pobreza de sus cultivos, la fragilidad de sus cabañas, la deforestación, etcétera. También pudieron comprobar la afición de los nativos por coger todo 10 que les llamaba su atención, desde gorros a armas, lo que provocó un desafortunado incidente cuando unos cuantos marinos, que se habían quedado rezagados, se vieron atacados con piedras ante la negativa de entregarles un fusil. Nerviosos, los hombres de Roggeveen abrieron fuego y mataron a diez o doce isleños, además de dejar heridos a otros tantos, lo que precipitó la marcha_

El viernes 10 de abril de 1722, reunidos los comandantes de las tres naves de la expedición a bordo del Arend, bautizaron la isla con el nombre de Paasch Eyland, tras reflexionar que se trataba de una ínsula nueva y distinta de la que iban buscando. s Un día después, el 11 de abril, iniciaron las maniobras para 4 Jakob Roggeveen nació en Middelburg (Holanda) el 14 de enero de 1659 y murió en la misma . ciudad el 31 de enero de 1729. Antes de partir al Pacífico Sur, era un experimentado magistrado que ejerció su labor en Batavia (Jakarta , Indonesia) tras ingresar en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en 1706. En 1714 renunció a su trabajo y regresó a su ciudad natal, recuperando el proyecto de su padre, Arent Roggeveen, famoso astrónomo y geógrafo, de descubrir la Terra Australis, llegando a lograr una patente para ida a buscar, aunque finalmente no se pudo hacer a la mar y fue su hijo quien protagonizó el proyecto paterno. s Roggeveen , Jacob (2004) . "Extract from the official voyage of mynheer .. , in the ships De. , Arend, Thienhoven and De Afrikaansche Galey, in 1721-2, in so far as it relates of the discovery of EASTER ISLAND". En Ruiz-Tagle, E., ed. Easter Island: The First Three Expeditions. Rapa Nui: RAPANUI PRESS, pp. 13-42. 36-38.

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seguir el viaje. La isla de Pascua quedó situada en los 28° 30' S Y 239° 0, si bien su representación en los mapas del Pacífico fue muy lenta, pues como escribió el geógrafo francés Charles de Brosses: "si cela est vrai, ce peut etre une des iles autrefois vues par Fernand de Quiros" (Brosses, 1I:230). Es decir, que podía tratarse de una isla ya descubierta por los españoles a principios del siglo XVlI,6 lo que era inexacto.

Cuarenta y ocho años después de la llegada a Pascua de Roggeveen, el navío San Lorenzo, capitaneado por Felipe González de Haedo, y la fragata Santa Rosalía, por Antonio Domonte, fueron enviados por el virrey del Perú don Manuel Amat en busca de la isla y Tierra de David. El virrey había trazado la ruta tras consultar numerosos mapas y cartas, lográndose un viaje lleno de aciertos: las naves, que habían salido del puerto del Callao ellO de octubre de 1770, se dirigieron hacia el suroeste hasta alcanzar los 27° S, y en este paralelo se mantuvieron, con pequeñas variaciones, rumbo el oeste, estimando que se toparían con la supuesta isla de David. Así sucedió el 15 de noviembre, cuando la luz disipó la neblina que cubría el horizonte entre las siete y las siete y media de la mañana. Inmediatamente, Felipe González de Haedo bautizó la solitaria insula como San Carlos en honor de Carlos lII. 7

La primera impresión que tuvieron los expedicionarios fue muy positiva: San Carlos estaba formada por varias montañas de mediana altura, fértiles y frondosas, sin quebradas ni pedregales, sino, por el contrario, vegas y llanuras cubiertas de vegetación hasta la orilla del mar. Así la describió el piloto Agüera tras avistarla, aunque en los días posteriores, tras penetrar en el interior de la isla y circunnavegarla, los elogios fueron matizados (Agüera, 1771:21v). No divisaron árboles, sólo ramazón, a excepción de unos troncos alineados frente a la costa, que el piloto Agüero dibujó en su diario por lo extraño del fenómeno, resultando al final que eran los célebres moais.

Ya próximos a la costa, los expedicionarios vieron "hasta 27 personas que caminaban con precipitación por su cumbre, en donde, unidas, se sentaron interin pasamos a su vista" (Agüera, 1771:22). Al día siguiente, 16 de noviembre, los dos barcos dieron fondo en una ensenada, bautizada de González en honor del capitán de la expedición, en donde permanecieron anclados hasta la partida d 21 de noviembre. En este paraje se produjeron los primeros contactos con los

• Señala Fernández-Armesto que el holandés "siguió la ruta de los grandes viajes polinesios a la lD\'ersa, vía las islas de la Sociedad y Samoa, de cuya existencia ningún europeo había informado lDasta entonces, hasta Batavia." (Fernández-Armesto, 2006:378). El viaje terminó en la isla de T~el el 11 de junio de 1723. Del viaje se hicieron dos relaciones, que contienen imprecisiones y agunas contradicciones. Ninguna de ellas está firmada por el capitán Roggeveen, que se convirtió en el decimosexto marino en completar la vuelta al globo. . Esta temprana apropiación de la isla demuestra la voluntad de reclamar su pertenencia legítima ~ la Corona de España por su cercanía a América. La principal documentación sobre la expedición !la sido editada en Mellén, 1986.

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isleños. Algunos subieron a los barcos, mostrando gran alegría. Los capitanes los obsequiaron, mientras el resto de los nativos, unos cuatrocientos hombres, permanecieron sentados en la costa: "los más estaban vestidos con ponchos o mantas de colores y algunos cubiertas las cabezas con una especie de turbante o plumaje sin haber observado en ellos indicio alguno de sobresalto ni aparato de guerra" (Agüera, 1771 :24).

Al mediodía del 16 de noviembre, las lanchas de ambos barcos partieron de la ensenada de González con el fin de dar la vuelta a la isla y "demarcar su verdadera situación y examinar prolijamente todos sus puertos, ensenadas y caletas; experimentar la calidad de su fondo y promover aquellas operaciones marítimas que conduzcan a fijar el más perfecto y cabal conocimiento del terreno, sus circunstancias y calidades" (Mellén, 1986:214). Los resultados fueron extraordinarios, pues fruto de las observaciones y sondajes realizados por ambas lanchas se levantó el primer plano de la isla de Pascua y se bautizaron con nombres castellanos los principales accidentes de la costa. Hasta veintidós topónimos se pusieron durante las tres jornadas de trabajo, además de los ya existentes en la ensenada de González.

Carta de la isla de Pascua dibujada por el piloto Juan Herué. Museo Naval de Madrid

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La última actividad de los expedicionarios antes de abandonar Pascua fue la toma de posesión de la isla en nombre del rey de España. Felipe González de Haedo y sus compañeros planearon el levantamiento de tres cruces, que situaron en la ladera norte del volcán Paukatiki, visibles desde la ensenada donde estaban anclados los dos barcos españoles. La solemne ceremonia, que fue certificada por el contador Antonio Romero, tuvo lugar el18 de noviembre, siendo testigos numerosos pascuenses que ayudaron a los marinos a subir los maderos:

"Certifico: Que por disposición de don Felipe González Haedo, capitán de fragata de la Real Armada y comandante de este buque y fragata Santa Rosalía, que navega en su conserva, a quien el excelentísimo señor virrey, gobernador y capitán general del reino del Perú, don Manuel de Amat, bajo de cuyas órdenes está, ha destinado al reconocimiento de esta isla, que vulgarmente ponen en las cartas con el nombre de David, hoy día de la fecha se ha registrado así por mar como por tierra, y hecho les saber y reconocer a sus moradores en el modo posible en su legítimo soberano y poderoso brazo para patrocinarlos y defenderlos de las hostilidades de los extranjeros, lo que han admitido y celebrado con muchas demostraciones de regocijo y alegría, y en celebridad de tan feliz suceso se han erigido y colocado, con su consentimiento, en este monte que está de la banda del noroeste tres cruces, y puéstole a dicha isla el nombre de San Carlos, con asistencia de los naturales, cuyo número ascendería a 800 que concurrieron, además de toda la oficialidad, tripulación y guarnición que a este acto se destinó, al mando de don José Bustillos, caballero del Orden de Santiago y capitán de fragata de la Real Armada, y, erigidas y colocadas las citadas tres cruces, se rezó la letanía y, acabada, se hizo triple saludo de fusilería por dicha tripulación y guarnición, y otro de 21 cañonazos por el navío y fragata. Y para que conste y sea notoria esta solemne posesión, doy esta en la isla de San Carlos a 20 de noviembre de 1770. D. Antonio Romero" (Mellén, 1986: 230).

Este certificado ha adquirido un especial valor al estar ratificado por tres naturales de la isla con caracteres nativos (escritura rongo-rongo), tal y como Felipe González ordenó de oficio a José Bustillo el 19 noviembre: "como que aquellos isleños que se reconozcan son Superiores o Caciques rubriquen en forma de sus caracteres el hecho, mucho gusto y general condescendencia con que todos 10 han abrazado y admitido".8 Tres isleños firmaron el documento

, Oficio de González a Bustillos, San Lorenzo, 19 de noviembre de 1770, en Mellén, 1986:229.

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de toma de poseSlOll de la isla,9 mediante unos símbolos o glifos de difícil interpretación, que siguen despertando el interés de numerosos investigadores.

La visita de las expediciones de Cook y Lapérouse o la magia de los moais.

La visita de James Cook a la isla de Pascua se realizó en el trascurso de su segundo viaje al Pacífico (1772-1775). La campaña oceánica se inició el 11 de julio de 1772 desde el puerto de Plymouth. Su principal objetivo era averiguar la existencia o no del continente austral, para 10 cual el capitán inglés proyectó una ruta distinta a la realizada en su primera visita al Mar del Sur: entrando por el Cabo de Buena Esperanza con el fin de recorrer el océano austral lo más al sur que pudiese.

Los preparativos de la nueva empresa fueron muy minuciosos: Cook eligió dos barcos iguales para el viaje, la Resolution, que él mismo mandaría, y la Adventure, confiado a Tobías Furneaux. La tripulación del primero la formaron ciento doce marinos, más cuatro civiles, y la de este último, ochenta y uno. El equipo científico contó con los naturalistas Johann Reinhold Forster, su hijo Georg Forster y Anders Sparrman, el botánico Francis Masson, el pintor paisajista William Hodges y los astrónomos William Bayly y William Wales, quienes llevaron los mejores instrumentos del momento para las observaciones y experiencias náuticas y astronómicas.

Los barcos hicieron escala en las islas de Madeira y Cabo Verde y en el Cabo de Buena Esperanza, donde repusieron agua y alimentos frescos. Durante los tres meses siguientes, la expedición inglesa atravesó mares fríos y borrascosos, grandes tormentas y zonas de gran peligro por la presencia de trozos de hielo. El 17 de enero de 1773, las corbetas Resolution y Adventure atravesaron el círculo polar antártico, pero al día siguiente, ante la vasta extensión de hielo que se divisaba desde los barcos, el capitán ordenó retroceder. A causa de una intensa niebla, las corbetas se separaron, dirigiéndose al punto de encuentro acordado: el canal de la Reina Carlota (Nueva Zelanda), sin dejar de hacer exploraciones en el tiempo que ambas naves viajaron en solitario. Tras el encuentro (18 de mayo), los expedicionarios partieron rumbo a Tahití, en donde permanecieron entre el16 de agosto y el17 de septiembre de 1773. A continuación anclaron en las islas de la Amistad y de nuevo visitaron Nueva Zelanda, donde los barcos de nuevo se separaron a causa de una tempestad, poniendo el Adventure rumbo a Inglaterra.

9 Conocemos esas firmas gracias a la lámina XXVII publicada por el sacerdote limeño Manuel Toribio González de la Rosa en el Journal o/ Ihe Royal Anthropological lnstitule o/ London, vol. 3, 1874. Está incluida en un trabajo en el que el citado religioso replicaba la ponencia de J. Park Harrison, "The Hieroplyphics of Easter Island". Artículo y contestación fueron vertidos al castellano y editados en Chile en los Anales de la Universidad, tomo 47, julio de 1875, pp. 424-444.

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Por su parte, la Resolution volvió a navegar por las regiones meridionales en busca de la Terra Australis. Las condiciones de vida fueron muy duras, si bien los naturalistas describieron animales desconocidos. Finalmente, el 6 de febrero de 1774, Cook decidió ascender hasta las latitudes tropicales para pasar el invierno austral. Ell1 de marzo de 1773, a las ocho de la mañana, divisaron una isla como a doce leguas de distancia. "No dudé que ésta sería la Tierra de Davis o isla de Pascua -- escribió Cook de su diario-o, pues su aparición en esta posición concuerda con la asignada por Wafer. Esperábamos haber visto la isla baja arenosa qlle encontró Davis, lo que nos hubiera servido de confirmación; mas en este caso tlll'imos una decepción" (Cook, 2012:275). Más adelante, el capitán volvió a insistir en que se trataba, sin duda, de la misma donde ancló Jacob Roggeveen, pues "cuando se observa desde el E, responde muy bien a la descripción de Wafer [. .. j En una palabra: si ésta no fuera dicha tierra, ese descubrimiento no puede estar lejos de la costa de América, pues esta latitud ha sido muy bien explorada desde el meridiano de 80° al de 1100

. El capitán Carteret llegó mucho más lejos; pero su derrotero parece haber sido un poco más meridional" (Cook, 2012:283).

En conclusión, Cook hizo todo lo posible para identificar a Pascua con d descubrimiento de Edward Davis, pero al no coincidir con las características dadas por el filibustero inglés, confirmó que la isla avistada era la descubierta por Roggeveen, mostrándose dispuesto a continuar la búsqueda de "la isla baja arenosa en que Davis toco", campaña que no emprendió al no encontrar suficiente agua dulce y bastimentos en Paasch Eyland (Cook, 2012:283). Pero antes de dejar la isla, el célebre navegante sentenció que: "Ninguna nación debe ambicionar el honor de haber descubierto esta isla, pues pocos sitios hay que tan mal se presten para el abastecimiento de buques" (Cook, 2012:284).

Para James Cook, que situó Easter Island (traducción al inglés de Isla de Pascua) en los 27° 5' 30" de latitud S y 109° 46' 20" de longitud 0 , la naturaleza había sido excesivamente parca en animales, plantas yagua con este lejano y aislado punto del planeta, por lo que no recomendaba su visita salvo en caso de extrema necesidad. Y sobre sus habitantes, hizo constar la pobreza en la que ,i',·ían. No obstante, los científicos realizaron notables observaciones, mientras d pintor William Hodges, seducido por los moais, realizó la primera pintura ~bre los mismos, rodeándolos de misterio. Sobre las grandes estatuas de piedra, d capitán escribió: "Las gigantescas estatuas tan a menudo mencionadas no ~n ídolos, nada indica que 10 sean por el modo como son hoy día consideradas por los habitantes de la isla, aunque pudieran serlo en el momento en que los holandeses visitaron la isla. Creo más bien que se trata de las sepulturas de ciertas tribus y familias" (Cook, 2012:68).

A la misma conclusión llegó otro gran marino de la Ilustración, el francés Jean-Franc;ois Galaup, conde de Lapérouse, quien visitó la isla de Pascua

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el 9 de abril de 1786 con las fragatas La Boussole y DAs/rolabe. lO A pesar de la brevedad de su estancia, los científicos que participaron en la expedición realizaron interesantes reconocimientos astronómicos y geográficos. Una de las aportaciones más interesantes fue un recorrido por la parte sureste de la isla, pues habían divisado desde las naves que en esta zona de la isla se levantaban varias construcciones con estatuas.

Encabezados por el propio conde de Lapérouse, los viajeros visitaron siete plataformas distintas, sorprendiéndose de que los moais estaban tirados en unas y de pie en otras, siempre de espaldas al mar. Algunas de las plataformas estaban medio derruidas, sin que nadie se ocupase de arreglarlas o de levantar las estatuas caídas. La más grande que midieron alcanzó dieciséis pies y diez pulgadas de altura, incluyendo el capitel de tres pies y una pulgada, de una piedra volcánica porosa, mientras la anchura alcanzaba las seis y siete pulgadas. En algunas partes de las construcciones existían huecos tapados de piedras, especulando Lapérouse con que podían ser tumbas. Un indio les explicó de forma expresiva que allí los enterraban y luego subían al cielo.

Los expedicionarios franceses también describieron otras construcciones, pero me interesa resaltar la cordialidad que presidió las relaciones. Los viajeros entregaron semillas y animales para que crecieran en la isla, en un gesto de humanidad, lo que no evitó que varios visitantes fueran objetos de sustracciones, como hábilmente inmortalizó el dibujante Duché de Vancy.

Lapérouse y sus subalternos no tuvieron dudas de que la ¡le de Paques era una ínsula distinta a la descrita por el pirata Edward Davis y que, por tanto, había que atribuirle su descubrimiento -- occidental- al holandés Jacob Roggeveen. A partir de sus descripciones, unidas a las de Cook y los holandeses, ya que los diarios españoles quedaron guardados por las autoridades, Pascua se convirtió en una isla singular por su alejamiento de otros puntos habitados, por la pobreza de su tierra, tanto en alimentos como en agua dulce, y admirable por las enormes construcciones pétreas que la ceñían. Las cavilaciones de los expedicionarios y de los geógrafos de salón fueron los precedentes de unas prolongadas y caleidoscópicas reflexiones sobre el pasado pascuense que han alimentado los libros en el siglo XIX y los nuevos medios de comunicación en el XX y XXI.

10 Ambas fragatas habían salido del puerto de Brest el primero de agosto de 1785 y, tras atravesar el Atlántico, alcanzaron el cabo de Hornos elide abril de 1786. Tras superarlo, ascendieron la costa sudamericana, anclando en la proximidad de la villa chilena de Concepción el 23 de febrero, realizando una escala donde fueron bien recibidos por las autoridades españolas. A continuación, rumbo al oeste, alcanzaron la isla de Pascua el 9 abril de 1786, anclando en la misma bahía donde habían estado los barcos comandados por Felipe González de Haedo.

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Grabado de la isla de Pascua realizado por Duché de Vancy. Atlas del viaje de Lapérouse

Los nombres nativos y la adopción de Rapa Nui

La primera mitad del siglo XIX fue funesta para la población y la cultura insular. Los ataques a los isleños se iniciaron en 1805, cuando el schooner americano Nancy arribó a Pascua con el fin de capturar a un grupo de nativos y trasladarlos a las islas de Juan Fernández para emplearlos en la caza de focas. Los pascuenses se resistieron con destreza al ataque, aunque los invasores lograron cautivar a doce hombres y diez mujeres. Tras dos o tres días de navegación, los hombres se echaron al agua, consiguiendo volver uno sólo. Sin embargo, los isleños no olvidaron esta acción criminal y, un año más tarde, cuando el schooner regresó a la isla, mataron a varios de sus marineros.

El Nancy inauguró una larga lista de barcos balleneros y esclavistas que asesinaron, capturaron y se llevaron a la fuerza a buena parte de los nativos, provocando su disminución, la destrucción de los campos y la introducción de enfermedades desconocidas por los isleños. Una de las etapas más trágicas se extiende desde 1859 a 1861, cuando varios barcos procedentes del Callao y Paita lograron un buen botín humano para venderlo en el Perú. Este despreciable comercio, que dejaba buenas utilidades, alentó a una flotilla de ocho barcos, mandada por el catalán Joan Maristany i Galcerán, a dirigirse a la isla de

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Pascua. Ochenta hombres desembarcaron y lograron capturar a casi trescientos cincuenta nativos, matando a los que se resistieron. Esta tragedia, sucedida el 23 de diciembre de 1862, pudo repetirse el día de Navidad, pero los supervivientes quemaron puntos estratégicos y se escondieron en grutas y cavernas secretas. No obstante, las detenciones siguieron al año siguiente, protestando el gobierno francés ante las razias esclavistas y exigiendo la repatriación de los isleños." En esta acción diplomática tuvo un destacado papel el obispo de Tahití, monseñor Tepano Jaussen.

En tres años, las matanzas y capturas redujeron la población de 4.500 o 5.000 pascuenses a sólo 1.500. De los llevados al Perú, regresaron a Pascua quince personas, algunas portando enfermedades tan terribles como la viruela, la tuberculosis y la lepra. 12 Además de las pérdidas humanas, otra de las consecuencias fue la desaparición de buena parte de la cultura isleña. Para proteger a los supervivientes, Pascua quedó incorporada al estado chileno el 8 de septiembre de 1888 gracias al capitán de corbeta Policarpo Toro Hurtado, culminando una iniciativa diplomática que había contado con la anuencia de las autoridades francesas.

Sin embargo, hay que subrayar que para la preservación de la cultura pascuense fue fundamental la presencia del misionero francés Eugenio Eyraud desde 1864, quien aprendió el idioma nativo y defendió a sus neófitos. Vuelto al continente a causa de la hostilidad de un grupo de isleños, regresó definitivamente el 23 de marzo de 1866 en compañía del padre Hippolyte Russel, uniéndose nuevos hermanos meses más tarde, quienes levantaron la primera capilla en la isla. Este grupo, perteneciente a la Orden de los Padres del Espíritu Santo, logró la cristianización de los pascuenses, a los que se unieron paulatinamente varios colonos llegados del continente.

En los documentos de los barcos que hicieron escala en la isla de Pascua para apresar personas y venderlas en el continente aparecieron topónimos falsos para ocultar el lugar de origen de los esclavos. Algunos de esos nombres son: Baijee, Oroa, Estea, Paipay, Hyaram, Independencia, Necua y TypicY Pero sería en esta coyuntura --en este baile de topónimos--, cuando la isla recibió un nombre polinésico que logró consolidarse con gran rapidez. Hacia mediados del siglo XIX, la isla de Pascua fue renombrada Rapa Nui, topónimo que fue adoptado por los isleños, extendiéndose el neologismo para designar la lengua y la cultura nativas.

11 Sobre las razias esclavistas de los peruanos en los diversos archipiélagos e islas del Pacífico. véase Ma ude, 1981. 12 Muchos de estos indios fueron destinados a las guaneras de las islas Chinchas, mientras otros eran enviados a las minas. Se ha calculado que los capturados fueron más de mil quinientos. 13 Cante Oliveros, 1994:33. El único de estos nombres que tienen antecedentes en la isla es Typic, pues en el mapa realizado por A. Arrowsmith en 1798 aparecen juntos los topónimos Daviss Land y el aparentemente nativo Teapy.

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El origen del topónimo hay que buscarlo en otra isla no muy lejana. Itapa. llamada también Oparo (nombre de su principal bahía) es una pequeña ÍlSUla, de poco más de cuarenta kilómetros cuadrados, situada al sur de las islas Australes. Habitada por unos dos mil polinesios, su número se fue reduciendo por las enfermedades y por las capturas de los barcos esclavistas hasta llegar a unas setenta personas. En 1867, la isla quedó bajo protectorado francés, tiendo anexionada el6 de marzo de 1881 e integrada en la Polinesia Francesa. 14

Actualmente, también se la llama Rapa !ti (la pequeña Rapa) para distinguirla 4e Rapa Nui, (la gran Rapa).

Sin duda, resulta muy interesante la adopción de los nativos del término &1pa Nui para designar a su isla, pues se trata de un término tahitiano que no cristía en su lengua. Sobre el proceso de adopción existen dos teorías. Según CharHn Ojeda, el primero en usar el topónimo fue el misionero Eugenio Reynaud para diferenciar la misión de la isla de Pascua de la que tenía su orden en Rapa Iti (Charlín, 1947: 185). Si fuera así, sería un caso raro de nombre indígena introducido por un europeo. Pero conozcamos la segunda teoría, que señala que fueron los marinos tahitianos que visitaban reiteradamente Pascua, a mediados del siglo XIX, en buques balleneros, los que generalizaron el topónimo por las :semejanzas de ambas islas: montañosas, escarpadas y de litorales acantilados .Englert, 1948:20).

Finalmente, estudios recientes señalan que Rapa !ti sería Hiva: mítica isla de donde salieron los ancestros de los pascuenses. Según una antigua tradición -recogida por el padre Sebastián Englert--, la isla citada sería el lugar de procedencia de Hotu Matu'a, el primer rey pascuense, quien, tras el hundimiento de su tierra, condujo a su pueblo, como un Moisés del Pacífico, hasta su nuevo bogar: la isla Te Pito o Te Henua, ombligo o centro de la Tierra (Pascua). Según Englert, el nombre aparece en una de las versiones nativas sobre el cataclismo que fue recogida por los misioneros. Ahora bien, el propio religioso matiza que d nombre no debió de haber sido usado en el lenguaje común para diferenciar la isla de otras, "sino que se mantenía más bien en la tradición, en forma literaria, por decirlo así, en los cantos y recuerdos del pasado" (Englert, 1948:21). Algo similar ocurrió con otras dos denominaciones también procedentes de las leyendas nativas: Mate-ki-te rangi, isla cuyos ojos hablan al cielo y Tamariki, isla de los nobles, que según Charlín Ojeda fueron poco utilizadas (Charlín, 1947:147 y 190).

Quizás sea interesante recordar una información, también recogida por d padre Englert, que explicaría la notoriedad que pronto adquirió el topónimo Rapa Nui. Al parecer, el misionero Hippolyte Roussel preguntó a los nativos

~ La isla, descubierta por el inglés George Vancouver en 1791, se encuentra a 1.240 km al sur de Tahití. Su situación es: 270 38' S Y 1440 20' O.

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acerca del nombre general de la isla, contestándoles que no se acordaban de ninguno (Englert, 1948:21). Así, al adoptar el nuevo topónimo, aunque venido de fuera, los isleños quisieron dar visibilidad a su identidad (los rapanui), frenar su desaparición y consolidar sus tradiciones, memoria colectiva, lengua y formas de vida. En consecuencia, Rapa Nui fue un estandarte hacia el futuro, un camino de recuperación y de orgullo frente a las continuas persecuciones y masacres, que les ayudaría a levantarse como comunidad y a reforzar su identidad a partir del último tercio del siglo XIX. No es causal, por tanto, que por esos años aparezca el nombre de isla Rapa Nuijunto al de Pascua "como alternativo y con carácter casi oficial" (Latorre, 2001:131). El mapa más antiguo en el que aparece el nuevo topónimo es: "Rapa Nuí o Isla de Pascua. Levantado de orden del Capitán de Navío D. José Anac1eto Goñi, 1870. Atlas Hidrográfico". En el siglo XX y al iniciarse el XXI, el nombre va ganando terreno, al mismo tiempo que la cultura rapanui se consolida en la isla. De hecho, los topónimos impuestos por los europeos en el siglo XVIII casi han desaparecido en beneficio de los nativos.

Por ejemplo, un estudio del "Mapa de la Isla de Pascua", editado en 1991 por el Servicio Aerofotogramétrico de la Fuerza Aérea de Chile, sólo recoge catorce topónimos no nativos, todos ellos situados en la costa: ocho puntas (Redonda, Cuidado, Angamos, Rosalía, Islotes, Espolón, Cook y Baquedano), cinco cabos (Norte, O'Higgins, Cumming, Roggeveen y Sur) y una bahía (La Pérouse) . El único recuerdo de la expedición española de 1770 es la punta de Santa Rosalía.

Pascua-Rapa Nui: la "rosa separada" de Pablo Neruda

El último nombre que ha recibido la isla es de naturaleza poética: "La rosa separada". Su autor es el poeta chileno y Premio Nobel Pablo Neruda, quien tituló con esas tres palabras un poemario que publicó póstumamente la editorial Losada en 1973. 15 Los versos recogen sus experiencias y sensaciones tras la visita que realizó a la isla de Pascua, durante diez días, en enero de 1971. El principal motivo del viaje era la filmación de un episodio de la serie Historia y Geografía de Pablo Neruda, que dirigió Hugo Arévalo para el Canal 13 de la Universidad Católica de Chile. Los diversos documentales programados querían mostrar la riqueza y la variedad de la geografía física y humana de Chile a través de la obra del poeta. 16

15 Pablo Neruda falleció en Santiago de Chile el 23 de septiembre de 1973, mientras la impresión del libro se terminó el 28 de noviembre siguiente en Buenos Aires. El poeta dejó al morir ocho libros inéditos: La rosa separada, Jardín de invierno, 2000, El corazón amarillo , Libro de las preguntas. Elegía, El mar y las campanas y Defectos escogidos. Aparte de la edición comercial de Losada, hay que citar una impresión anterior, en francés, de cien ejemplares, editada en 1972 con grabados de Enrique Zañartu. Pablo Neruda, La rose separée, Paris, Éditions du Dragon, 1972. La obra se terminó de imprimir en la capital francesa el 16 de octubre de 1972. 16 Otros capítulos de la serie fueron dedicados a la Estación Mapocho , Volcanes, Trenes , Valparaíso. M ercado, etcétera.

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Antes de pisar suelo pascuense, Neruda ya había escrito varios poemas dedicados a la lejana isla incorporada a Chile en 1888. Hacia 1948, mientras el poeta vivía en la clandestinidad perseguido por el gobierno de Gabriel González Videla, escribió tres composiciones que formaron parte de su magna obra Canto General, editada en México en 1950. Los poemas, titulados "Rapa Nui", "Las estatuas y el hombre" y "La tercera" --incluidos en la sección que bautizó "El gran océano" --, nacieron de un viaje imaginativo, si bien Neruda pudo leer algunos libros y artículos sobre el pasado de la isla y sobre su historia natural, temáticas a las que era muy aficionado.

En cuanto a La rosa separada, Neruda adelantó uno de los temas principales del poemario en una interesante declaración sobre el desciframiento del misterio de la isla de Pascua, que el poeta leyó durante la filmación del capítulo para el Canal 13 y que más tarde el director, Hugo Arévalo, transcribió:

"Rapa Nui, Isla de Pascua, Tepito-Te-Henúa, costó mucho llegar, por siglos, por estos lados. Costó llegar y ahora es difícil salir. El gran silencio de la isla está sobre nosotros. Nos rodea el espacio azul del océano. Sin embargo, el antiguo misterio que parecía subsistir debe por fin ser aclarado. Debe tener, esa interrogación, una respuesta. Por eso he declarado esta Declaración solemne.

Hoy, 16 de enero de 1971, doy por descifrado el misterio de la Isla de Pascua. Antes que Hotu Matúa, aquí se estableció el viento. Esta isla era, en verdad, el corazón del viento. El verdadero ombligo del mundo. El viento llegaba desde lejos, de Oceanía, de Micronesia y Melanesia, de Tonga y de Samoa, de Tuamotu y Mangareva.

El viento creador se detuvo a reposar en esta isla. Estaba ocioso. El cielo y el mar vivían en paz. Entonces el viento recogió con furia las piedras volcánicas. Las amontonó, las sembró, jugó con ellas, las diseminó por la isla. Pero no se quedó contento. Aquí debía vivir. Yasí fue la historia. Existieron las culturas del trigo, de los metales. Existió la edad de piedra, la cultura del maíz. Esta fue la cultura del viento. Mucho antes que los navegantes de Polinesia. Antes de los reyes. Antes de los descubridores. Antes de los dioses. Antes del fundador.' Hotu Matúa. Antes de todos ellosfue el viento." (Neruda, 2002:320-321)

Efectivamente, en uno de los poemas, el premio Nobel insiste en el carácter esencial y original de la isla oceánica, germen y principio de todos los vientos planetarios:

Todas las islas del mar las hizo el viento. Pero aquí, el coronado, el viento vivo, el primero, fundó su casa, cerró las alas, vivió:

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desde la mínima Rapa Nui repartió sus dominios, sopló, inundó, manifestó sus dones hacia el Oeste, hacia el Este, hacia el espacio unido hasta que estableció gérmenes puros, hasta que comenzaron las raíces. (Neruda, 1973:31-32)

La idea de situar en Pascua el centro de todos los vientos, puede llevarnos a pensar que "la rosa" del título también esté inspirada en "la rosa de los vientos"~ invención atribuida al filósofo mallorquín Raimundo Lulio. Unos vientos que imagina como constructores de "las estatuas rodeadas por el silencio azul":

Polinesia: pimienta verde, esparcida en el área del mar por los dedos errantes del dueño de Rapa Nui, el Señor Viento. La primera estatuafue de arena mojada, él la formó y la deshizo alegremente. La segunda estatua la construyó de sal y el mar hostil la derribó cantando. Pero la tercera estatua que hizo el Señor Viento fue un moai de granito, y éste sobrevivió. (Neruda, 1973:36)

En las veinticuatro composiciones del poemario, la palabra "rosa" aparece en cuatro ocasiones. En la primera de ellas, se refiere a los moai que quedaron sin terminar, "durmientes, acostados aún en la rosa calcárea, sin levantar los ojos hacia el mar" (VII, pp. 40-41). Aquí, rosa sería una metáfora de roca, de tierra. Idea que viene a ratificar el poema XVII, donde aparece desarrollada la imagen metafórica que da titulo al poemario: "rosa separada del tronco del rosal despedazado. "

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Oh torre de la luz, triste hermosura que dilató en el mar estatuas y collares, ojo calcáreo, insignia del agua extensa, grito de petrel enlutado, diente del mar, esposa del viento de Oceanía, oh rosa separada del tronco del rosal despedazado que la profundidad convirtió en archipiélago, oh estrella natural, diadema verde, sola en tu solitaria dinastía, inalcanzable aún, evasiva, desierta como una gota, como una uva, como el mar. (Neruda, 1973: 81-82)

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El "rosal despedazado" sería el territorio de Chile, en especial el sur chileno, de donde se habría separado "la rosa" (Pascua). Pero también hay que señalar que, a partir de los 41 0 S, la estrecha franja de tierra entre el Pacífico ~ los Andes, que caracteriza a la nación austral, se quiebra en miles de islas, islotes y farallones que se suceden ordenados de norte a sur hasta el Cabo de Hornos. Esta misma idea de "rosa", como islote de soberanía chilena perdido en el inmenso océano, vuelve a aparecer en la antepenúltima composición, en donde la voz del poeta se convierte en una plegaria de Chile:

Amor, amor, oh separada mía por tantas veces mar como nieve y distancia, mínima y misteriosa, rodeada de eternidad, agradezco no sólo tu mirada de doncella, tu blancura escondida, rosa secreta, sino el resplandor moral de tus estatuas, la paz abandonada que impusiste en mis manos: el día detenido en tu garganta. (Neruda, 1973:101-102)

Finalmente, es muy interesante los primeros versos del poema que cierra la obra: "Adiós, adiós, isla secreta, rosa / de purificación, ombligo de oro: volvemos lUlOS y otros a las obligaciones / de nuestras enlutadas profesiones y oficios. / Adiós, que el gran océano te guarde / lejos de nuestra estéril aspereza!" (Neruda, 1973:109). Acaba así su viaje literario a Pascua, donde los turistas y los hombres de negocios del continente, esclavos de la contemporaneidad, se encuentran con una isla mitológica, luminosa, eterna, hogar de la soledad redonda, ombligo del mundo, que les interroga sobre sus vidas, sobre sus míseras existencias. Aunque ~eruda, que se confiesa "burgués de las ciudades", exclama: " Oh Isla de Pascua, no me atrapes, / hay demasiada luz, estás muy lejos, / y cuánta piedra yagua: / too muchfor me! Nos vamos!" (Neruda, 1973:74).

En conclusión, la rosa separada hace alusión a la insularidad y lejanía Ino sólo geográfica) de Pascua en relación al territorio chileno continental, pero Neruda, amante de barcos, mascarones, navegaciones y objetos marinos, también jugó con la rosa de los vientos, transformando el mito rapanui de ser el ombligo del mundo para convertir la isla en el hogar y origen de todos los "ientos. Por tanto, en el título confluyen la condición geográfica y política de Pascua (rosa separada), con su dimensión mitológica (rosa de los vientos) y su carácter de fractura de nuestro ser y nuestro futuro (rosa de purificación). Y

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todo ello en un lenguaje nuevo en la poesía de Neruda, que los críticos literarios han calificado de postmoderno, con una impresionante creatividad de imágenes y de interrogantes. 17

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17 Siguiendo las ideas que propone Gilles Deleuze, Marisol Galilea ha analizado el poemario con sugerentes propuestas que recomiendo, aunque se alejan de mis objetivos. Véase Galilea, 2009.

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