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Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). SABRINA SEDLMAYER. Borges y la comunidad ordinaria - BORGES Y LA COMUNIDAD ORDINARIA Al analizar O homem sem qualidades,J ean Lyotard mostró cómo Musil utilizó a Ulrich, el protagonista de la novela, como ejemplo de la derrisión del singular, de la fractura en la concepción del sujeto como portador físico de las propiedades avaladas por la ontología. Musil corroboró, según el teórico francés, para el surgimiento de un "apocalipse mdioso" al endosar el coro de pensadores que cuestionaron el concepto tradicional del yo, como Wittgenstein, Nietzsche, Freud y Hoffmansthal, entre otros. En el título de la novela ya encontramos la ambigüedad y el cuestiona- miento de la ausencia de las cualidades del hombre, pues eigenschaft 1 , término latino traducido a la lengua alemana por el místico Eckhart, significa propiedad, atributo, particularidad. La falta de propiedades, de atributos esenciales y permanentes, de dispositivos psicológicos de ese hombre sería responsable por el deceso del sujeto, que ya no es portador de cualidades interiores. Utilizando ese mismo título como una especie de paradigma para la configuración de esa subjetividad, Maurice Blanchot propone traducirlo a la lengua francesa como "El hombre sin particularidades" justamente para reafirmar que el hombre en cuestión no tiene ni cualidades ni sustancias que le sean propias. Es un hombre cualquiera que no se deja cristalizar en un carácter o congelarse en una personalidad estable, porque está privado de sí. El texto que les presento ahora desea mostrar cómo Borges aprovecha este recurso para presentar un hombre sin particularidades a través de la creación de personajes que carecen de virtudes, son infames o demasiado mediocres, dado que no poseen ninguna característica particular. En La historia universal de la infamia se puede observar como el escritor argentino en cuanto aparece desarrolla un linaje modernista -que es el de tomar la ciudad como un objeto privilegiado de observación y de composición ficcional y testimonial, a través de la angustia, del sufrimiento y de la abulia, la soledad impuesta por la vivencia citadina- también se distancia de esa 1 WAHRIG. Deutsches Worterbuch, Mosaik Verlag, München, 1980. Hay que observar que eigenschaftswort es un adjetivo cuya raíz eigen significa lo que es particular a un hombre o a una cosa, inherente (como particularidad); extraño (wunderlich), especial, notable, inherente, particular, singular; meticulosamente exacto, especialmente cuidadoso. -11- Centro Virtual Cervantes

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Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). SABRINA SEDLMAYER. Borges y la comunidad ordinaria-

BORGES Y LA COMUNIDAD ORDINARIA

Al analizar O homem sem qualidades,J ean Lyotard mostró cómo Musil utilizó a Ulrich, el protagonista de la novela, como ejemplo de la derrisión del singular, de la fractura en la concepción del sujeto como portador físico de las propiedades avaladas por la ontología. Musil corroboró, según el teórico francés, para el surgimiento de un "apocalipse mdioso" al endosar el coro de pensadores que cuestionaron el concepto tradicional del yo, como Wittgenstein, Nietzsche, Freud y Hoffmansthal, entre otros.

En el título de la novela ya encontramos la ambigüedad y el cuestiona-miento de la ausencia de las cualidades del hombre, pues eigenschaft1

, término latino traducido a la lengua alemana por el místico Eckhart, significa propiedad, atributo, particularidad. La falta de propiedades, de atributos esenciales y permanentes, de dispositivos psicológicos de ese hombre sería responsable por el deceso del sujeto, que ya no es portador de cualidades interiores.

Utilizando ese mismo título como una especie de paradigma para la configuración de esa subjetividad, Maurice Blanchot propone traducirlo a la lengua francesa como "El hombre sin particularidades" justamente para reafirmar que el hombre en cuestión no tiene ni cualidades ni sustancias que le sean propias. Es un hombre cualquiera que no se deja cristalizar en un carácter o congelarse en una personalidad estable, porque está privado de sí.

El texto que les presento ahora desea mostrar cómo Borges aprovecha este recurso para presentar un hombre sin particularidades a través de la creación de personajes que carecen de virtudes, son infames o demasiado mediocres, dado que no poseen ninguna característica particular. En La historia universal de la infamia se puede observar como el escritor argentino en cuanto aparece desarrolla un linaje modernista -que es el de tomar la ciudad como un objeto privilegiado de observación y de composición ficcional y testimonial, a través de la angustia, del sufrimiento y de la abulia, la soledad impuesta por la vivencia citadina- también se distancia de esa

1 WAHRIG. Deutsches Worterbuch, Mosaik Verlag, München, 1980. Hay que observar que eigenschaftswort es un adjetivo cuya raíz eigen significa lo que es particular a un hombre o a una cosa, inherente (como particularidad); extraño (wunderlich), especial, notable, inherente, particular, singular; meticulosamente exacto, especialmente cuidadoso.

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matriz inspiradora al imprimir en el texto una mirada de una persona inmensamente derrotada, crepuscular y monótona, una mirada anónima del hombre ordinario, especie distinta del hombre de la multitud de Poe o delfláneur baudelariano.

En País del Segundo Imperio2, Walter Benjamin muestra la necesidad de

volver siempre a Poe para explicar el hombre de la multitud, y a Baudelaire para explicar el lazo entre la literatura y la ciudad, y por qué ésta se transformó en el laberinto moderno, la morada de lo colectivo. De esta manera se demarca una diferencia radical entre el hombre que "asume rasgos de un lobisón inquieto vagando en la selva social" (El hombre de la multitud de Poe) y la figura del poeta errante que va a la feria no más para simplemente mirar, sino más bien para ofrecerse como mercancía (el melancólico fláneurde Baudelaire). Benjamin demuestra que, el París del Segundo Imperio, no cabe más un personaje como Fausto, de Goethe, que, recién disociado de la fe, celebra con gran entusiasmo la ruptura con la autoridad de la tradición, creyendo que todo se puede saber con la ciencia, el conocimiento, los fundamentos.

Los personajes borgeanos, sin embargo, no poseen parentesco con dandi, ni con el héroe decadente baudelariano, tampoco puede ser descrito en términos de parodia como los ya consagrados anti-héroes, o héroes sin ningún carácter, tan presentes en la literatura modernista brasileña. La especificidad de los trazos de ese hombre está en el hecho de que él no está inserto en la masa indistinta de la multitud y, aún menos, en los parajes de lo extraordinario, en la figura del héroe. Al elaborar ese hombre común, Borges se aleja de los clichés habituales, como podemos comprobar, por ejemplo, en el criollismo, que no constituye rescate del saber popular o tentativa de ofrecer color local en sus escritos, sino una nueva estética, la de las orillas, que desde el inicio ya trae la desconfianza en el utopismo rural de algunos escritores argentinos. Es decir que, Martín Fierro era un desertor para Borges, que le imprime un desplazamiento y una fuerza de creación diferente del compadrito. El hombre ordinario borgiano víve en las márgenes de la ciudad, lugar frecuentado por los cuchilleros. Y no hay escarnio, ni burla, ni caricatura en el proyecto pessoano de escribir el desasosiego humano según el punto de vista de un miserable ayudante de guarda libros, de la misma manera que en Borges, cuando coloca peones leyendo Güiraldes, o en la vasta galería de rostros de la historia anónima, vil y universal de la infamia.

2 W AL TER BENJAMIN, Obras escolhidas. T. 3: Charles Baudeúiire: Um lírico no auge do capitalismo, Editora Brasiliense, Sao Paulo, 1989.

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Borges canta la ciudad, sin embargo sólo consigue inventar Buenos Aires cuando desiste de cantarla. Tras algunos años, cuando las calles dejaron de ser promesas de escritura capaces de proporcionar una segura filiación a una tradición literaria nacional, cuando él pasó a escribir sobre patios sombríos, a transfigurar la luz de la tarde, a alterar nombres de plazas, deformando alusiones locales y comentarios folclóricos, y decide contar en prosa porque ahora son las montañas que convergen hacia el moderno Maomé. Así, Buenos Aires fue densamente presentada como un topos capaz de reflejar todo el Occidente y también el pampa, los criollos y los europeos, Macedonio y Arlt, lo local y lo nacional. Solamente cuando el sueño fue transformado en pesadilla, el mito en ficción, o mejor, cuando la poesía fue vencida por la prosa es que Borges describió "el sabor, la esencia de los barrios extremos de Buenos Aires"3

Se hizo necesaria, antes, una mudanza en el cierne de su escritura. Al llegar a la ciudad, después de siete años de ausencia, aun desconociendo que el olvido era condición necesaria para su pensamiento, parte hacia Palermo, a la Recoleta, a la plaza San Martín, y no encuentra, ahí, los signos del pasado. En sus primeros versos de la década de los años 20, Buenos Aires es descrita como una ciudad llana y llena de luz. En versos alejandrinos, dísticos silogísticos y, en algunos momentos, en salmos contaminados de Whitman, la fisionomía de la capital escenificada enFervordeBuenosAires, publicado en 1923, parte de imágenes artificiales y pegadas a la convención modernista. Artificio, palabra tan cara para Borges, no estaba, aún en ese tiempo, asociada a la condición, por excelencia, de hacer literatura, y sin una creencia en un proyecto literario convencional: el del caminante solitario que quiere descubrir la ciudad -luego, metonímicamente, la nación.

Fue en 1935, sin embargo, antes de haber llegado a la teorización expuesta en "O escritor argentino e a tradic;ao", que Borges creó lo que llamó de "ejercicios de prosa narrativa", un cruce entre lo popular y lo erudito, lo nacional y lo global, en un libro que, probablemente, es el proyecto más vanguardista de toda su obra. Según Beatriz Sarlo:

Trabajando con materiales de segunda mano, traducciones europeas de relatos orientales, falsificaciones, artículos de enciclopedia, vidas de bandidos, episodios insignificantes de historias mayores, Borges va

3 BORGES, Discusión, p. 292. (Cito a Borges por sus Obras completas, Emecé, Buenos Aires, 1989.)

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marcando la propiedad de estos territorios marginales a las grandes tradiciones4

Borges recopiló artículos que había publicado en el periódico Crítica, entre 1933 y 1934, en un popular periódico de Buenos Aires donde había trabajado, y había escrito narrativas policíacas y de aventuras, sustentadas por un tenue hilo entre lo ordinario y lo extraordinario. Tras haber dejado de ser lector de los signos de la ciudad, sino de textos escritos por otros, Borges inventa una estética original que, a partir de ahí, será una marca de su estilo personal. En Historia universal de la infamia, Borges transforma el aliento heroico en tiranía, en traición, en farsa. Jugando con la excepcionalización de lo banal, de lo menor, ese texto señala su primer cuento sobre los cuchilleros. Pero, como destaca Emir Rodríguez Monegal, hasta la espada, símbolo tradicional de los héroes de la lucha de la independencia y de las guerras civiles, reaparece en Hombre de la esquina rosada transformada en cuchillo, en puñal, representando aspectos "menos nobles del coraje: la bravura asesina del compadrito, del trapacero, del valentón"5

Cual cisne tenebroso y singular, Borges efectúa, en esos textos, lo que constituye su estética: la literatura como producto de una escritura de lectura, y no de invención. En estas narrativas publicadas en el periódico, acompañadas de coloridos diseños sangrientos, Borges descortina, para más allá de Boedo y Florida, para más allá de la idea nacionalista de los criollos y de los gauchos, una comunidad ordinaria, menor, marginal y universal:

Más arriba, a la altura del Arkansas y del Ohio, se alargan tierras bajas también. Las habita una estirpe amarillenta de hombres escuálidos, propensos a la fiebre, que miran con avidez las piedras y el hierro, porque entre ellos no hay otra cosa que arena y leña y agua turbiaº.

Estos hombres escuálidos, de los cuales muchos tenían nombre "pero podían prescindir de los apellidos" son, en su gran mayoría, copias, colaciones de lecturas de Stevenson, Chesterton, como también de la biografía de Carriego y de algunas películas de Von Sternberg. Además de haberse

4 BEATRIZ SARLO, Borges: Un escritor en las orillas, Ariel, Buenos Aires, 1995, p. 115.

5 E. RODRÍGUEZ MONEGAL, Borges por Borges, Monte Ávila, Caracas, 1980, p. 87.

6 BORGES, Historia universal de la infamia, en OC, Emecé, Buenos Aires, p. 320.

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desprendido por la cuestión de ser o no nacionalista, pues colocó la tradición argentina pegada a la occidental, Borges revela, en esa obra, la creencia de que es posible hacer literatura por medio de un imbricado juego intertextual. Además de eso demuestr~ que bastan dos o tres líneas para componer toda la vida de un hombre:

Unos cien héroes vagamente distintos de las fotografías que estarán desvaneciéndose en los prontuarios, unos cien héroes saturados de humo de tabaco y de alcohol, unos cien héroes de sombrero de paja con cinta de colores, unos cien héroes afectados quién más quién menos de enfermedades vergonzosas, de caries de dolencias de vías respiratorias o del riñón, unos cien héroes tan insignificantes o espléndidos como los de Troya o J unín, libraron ese renegrido hecho de armas en la sombra de los arcos del Elevated7

La tarea de Borges es reverter Billy the Kid, el héroe, en el furtivo hombre común, Bill Harrigan. Es transformar la soberbia y la valentía de los hombres, en cuerpos muertos cercados de moscas o acompañados por la figura solitaria de un gato. El origen del valiente Billy es rasurado y recibe la tremenda caracterización: "Dicen que lo parió un fatigado vientre irlandés, pero se crió entre negros. En ese caos de catinga y de motas gozó el primado que conceden las pecas y una crencha rojiza"8

• Al poner, lado a lado, hombres atroces, impostores, piratas, asesinos, inciviles, y rasgos esencialmente nacionales como la milonga, el tango, el duelo de compadritos, Borges rompe con la frontera, con la celebración de la topografía, y hace del patrimonio argentino el universo, o, de la fama, pura infamia, como dice Davi Arrigucci:

Assim, Borges estava lendo as propostas do meio literário argentino num sentido diverso, inesperado ali. Ao reinvindicar, ironicamente, o universo contra a afirma<;:ao nacionalista do tra<;:o diferencial, reordenava a dire<;:ao para o entendimento do problema, como se estivesse reagrupando dados singulares e fragmentários do contexto em constela<;:6es novas de sentido. Ele praticava, deste modo, urna leitura inventiva da questao. E é nesse sentido que ele le, efetivamente, a tradi<;:ao local, renovando-a e superando-a.

En Blanchot, por ejemplo, en Le livre a venir, encontramos la defensa de una cierta singularidad ordinaria presente en el referido texto de Musil,

7 BORGES, op. cit., p. 341. 8 BORGES, Historia universal de la infamia, p. 344.

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que representaría, según el crítico, toda sociedad moderna cuyas particularidades están siempre perdiéndose en la impersonalidad de las grandes masas colectivas. El protagonista es un hombre sin particularidades porque vive en un mundo de posibilidades, no más de acontecimientos, donde no hay nada más que contar. De esta manera, las peripecias vivenciadas por el clásico héroe son completamente desconstruidas, y nada se puede esperar en términos de acción, movimiento y suspense. Para el crítico, ese libro marca el principio de una nova moral y el surgimiento de un hombre nuevo:

O homem sem particularidades nao é, pois, urna hipótese pouco a pouco encarnada. É antes o contrário: urna presenc;:a viva que se torna um pensamento, urna realidade que se torna utopia, um ser particular que descobre progressivamente a sua particularidade, que é carecer de particularidade, e tenta assumir essa ausencia, elevando-a a urna busca que o transforma num ser novo, talvez o homem do futuro, o homem teórico, que deixa finalmente de ser para ser automaticamente o que é: um ser possível, mas aberto a todos os possíveis9

Lo que hace que sea rara tal afirmación es que si anteriormente Blanchot había afirmado que el hombre sin particularidades represen ta el hombre cuya casa de U sher fue demolida-aquella que abrigaba las ilusiones humanas antes de la Guerra-, Ulrich, como representante del hombre de la primera mitad del siglo, sería aquel que, necesariamente, tiene que vivir con los criterios de exactitud e impersonalidad de la modernidad, pero que, también, sólo tendría una existencia posible en un tiempo por venir. En otras palabras: ese hombre existe, la ficción demostró su existencia, él es el hombre moderno; sin embargo, es solamente posibilidad, una ausencia, una especie de utopía, un pensamiento, que, en un futuro, puede que sea encarnado en la figura del "teórico".

Gilles Deleuze parece compartir de esa misma opinión, analizando Bartleby, de Melville, dice:

Todo o século XIX será atravessado por essa busca do homem sem nome, regicida e parricida, Ulisses dos tempos modernos ("sou Ninguém"): o homem esmagado e mecanizado das grandes metrópoles, mas de onde se espera, talvez, que saia o Homem do futuro ou de um mundo novo 10

9 MAURICE BLANCHOT, O livro por vir, en O espai;o literário, Rocco, Rio de Jane~o, 1987,p. 150.

lO GILLES DELEUZE, Crítica e clínica, Ed. 34, Sao Paulo, 1997, p. 86.

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Bartleby, otro hombre sin cualidades, sería, según Deleuze, un hombre sin referencias, sin posesiones, ni propiedades. Demasiado llano para poseer cualquier caracterización, no tenía pasado, y menos aún futuro. Sería un hombre instantáneo. De su frase agramatical "I prefer not to" se debería leer lo contrario: "I am not particular". Así, Melville, escritor visionario que anticipó Wall Street y creó la impersonalidad ordinaria de Bartleby, hombre de puro presente, también seria responsable de arrojar la teorización del hombre ordinario para el futuro. Este pertenecería, en las palabras del filósofo contemporáneo Giorgio Agaben, a una comunidad que viene. Tal agrupamiento sería formado por un ser cualquiera, materna de una singularidad pura. Utilizándose de una enunciación escolástica-quodlibet ens est unum, verum, bonumseu perfectum-, Agabem demuestra cómo el adjetivo quodlibet es el término que condiciona el significado de todos los demás. Mientras tanto si, en la traducción tradicional, este puede ser entendido como "uno cualquiera, indiferentemente", el pensador italiano propone exactamente lo contrario al invertir la frase latina para "el ser que, como sea, no es indiferente". Para Agabem, el ser que viene es el ser cualquiera, pero en la palabra quodlibet encontramos el suftjo libet, que significa voluntad, deseo, lo que demuestra que el ser cual-quiera, no como un ser pasivo y, menos aún, indiferente.

La comunidad que viene sería constituida por un ser tal cual es, dice Agaben, como ciertos personajes ordinarios de Walser, y no una singularidad en la indiferencia en relación con una propiedad común, ya que lo inteligible no sería visto como universal ni como un individuo separado, o incluido dentro de una serie, sino más bien "la singularidad como una singularidad cualquiera", libertándose, de esta forma, la elección entre el individuo y lo universal. Esa comunidad sería formada de singularidades cualesquiera que no estarían presas a la identidad individual, sino que a una ética y a una política regidas por hombres comunes:

Qualquer é a figura da singularidade pura. A singularidad e qualquer nao tem identidade, nao é determinada relativamente a um conceito, mas tampouco é simplesmente indeterminada; ela é determinada apenas através da sua relayao com urna idéia, isto é, coma totalidade das suas possibilidades11

11 GIORGIOAGABEN,A comunidade que vem, Editorial Presenta, Lisboa, 1993, p. 53.

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Podemos observar que De Certeau, Blanchot, Deleuze y Agaben, cuando tratan del tema, se utilizan de determinadas ficciones para comprobar la existencia del hombre sin particularidades. Pero los cuatro teóricos lo aprisionaron a una existencia futura. Si la masa es incapturable, y lo ordinario es indecible-según Michel de Certeau para quien ciertas obras de Freud y Michelet fueron responsables de conjugar el discurso del hombre ordinario al de la masa y al del pueblo-y si solamente en la generalización los campos científicos instituidos garantizan la legibilidad, tal vez pudiéramos afirmar con Wittgenstein (filósofo que más se dedicó a la cuestión del lenguaje ordinario y que intentó sacarlo del uso estrictamente filosófico y devolverlo al everyday use) que la filosofía no puede exprimir lo todo. En el célebre aforismo que resume el Tractatus Logico-Phüosophicus -"lo que es todo exprimible es exprimible claramente; y aquello del que no se puede hablar se guarda en silencio" 12

- es probable que resida una de las posibilidades de lectura sobre la cuestión, o sea que, ningún discurso puede salir de la realidad del lenguaje y ponerse a distancia para observar y decir, desde fuera, su sentido. Para Wittgenstein, todo lo que extrapola la competencia lingüística ya estaría en el ramo de la metafísica o de la ética, permitiendo decir sólo lo que se puede decir, motivo por el que el mundo consistiría en hechos que, strictu sensu, no pueden ser definidos. Filosófico pertenece al que sólo puede ser mostrado, a lo que es común entre el facto y su imagen lógica. De ahí resulta que nada de correcto se pueda decir en Filosofía. Toda la proposición filosófica es falla de la Gramática, y lo mejor que se puede esperar alcanzar con discusiones filosóficas, es llevar a las personas a ver que la discusión filosófica es un equívoco ... El objecto de la Filosofía es la elucidación lógica de los pensamientos. La Filosofia no es una teoría sino una actividad13

La existencia, en el presente, de ese hombre ordinario formaría parte, de esta manera, de lo que se puede mostrar pero que no se puede decir. Para Agaben, Blanchot, De Certeau y Deleuze sería una cuestión ética, pero, para Wittegenstein, estaría fuera de los juegos del lenguaje colocar la existencia de tal hombre en un tiempo futuro, pues sería una ilusión trascendental. De esta manera, en el cuerpo anónimo atropellado por la máquina, en la primera escena descrita en El hombre sin cualidades-texto que parece consagrar en la ficción la ausencia de las cualidades y de las

12 Según Wittgenstein, los problemas de la Filosofía residen en una compresión equivocada de la lógica del lenguaje. En el prólogo de Tractatus, él intenta resumir el contenido de su exposición teórica por la frase citada, p. 27.

13 RUSSELL, Introdui;ao ao Tractatus, p. 6.

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particularidades de ese hombre ordinario que intentamos diseñar-encontramos la denuncia de que la literatura, diferentemente del saber científico, no trata con el hombre común como una figura de un universal abstracto. En Pessoa y en Borges encontramos lo que, muchas veces, escapa de la Doxa, pues ambos intentan mostrar, al buscar el umbral de las sintaxis vigentes, cómo el texto literario estructura la experiencia de lo real.

Se funden así en Historia Universal de la infamia, personajes anónimos movidos por un heroico sentimiento, y personajes heroicos movidos por sentimientos poco humanos. Sin embargo, lo que más se destaca es el proyecto estético de colocar en primer plan hombres de diferentes épocas, de diferentes sitios, que, carentes de virtudes, se agrupan en una comunidad de hombres sin cualidad, integrada por Bartleby, Ulrich, Bernardo So ares, y centenas de otros:

Éste es el final de la historia de los cuarenta y siete hombres leales -salvo que no tiene final, porque los otros hombres, que no somos leales tal vez, pero que nunca perderemos del todo la esperanza de serlo, seguiremos honrándolos con palabras14 •

Borges honra a los ordinarios por las palabras. Narra la ciudad pero, en prosa, consigue enmascararla transformando, así, Paseo Colón en Rue de Toulon, Chácaras de Adrogué en Triste-le-Roy. No concede descendientes a Martín Fierro que, por cierto, fue aun desfavorecido en nombre de anónimos bandidos, amorales e infieles. Se vuelve, de esta forma, extremamente estéril la designación de fases entre un primer Borges, crédulo cantante bonaerense, un segundo Borges, aquel que lee sus propias obras y denuncia las máscaras de las construcciones vanguardistas que trataron de lo nacional, y un tercer Borges, el ensayista cosmopolita que atingió la madurez formal con la creación de un estilo absolutamente singular.

Buenos Aires -Benares- sigue siendo la imaginada urbe en toda su ficción, sin embargo Borges, a cierta altura, resolvió atentar para "puntos más importantes", como dice Musil: se olvidó de la ciudad, hizo de ella un lugar cualquiera, inclusive un topos que podría ser -dependiendo de la lectura-un aleph, un laberinto, un espejo; y del hombre, uno cualquiera.

SABRINA SEDLMAYER

Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil

14 BORGES, Historia universal de la infamia, p. 323.

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