nueve amigos míos en el señor - javier osuma

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Javier Osuna numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana 59 “NUEVE AMIGOS MIOS EN EL SENOR...” 1 Resumen: Los primeros Amigos en el Señor sellaron una comunión espiritual que les fue dada "de arriba". Primero les unió el amor de Dios. Esta unión la realizaron uniéndose para conformarse juntos en sus pensamientos y deseos y por último por medio de la obediencia. Repitiendo esta misma experiencia, sabemos que el amor de Cristo nos llama, nos une y nos envía en misión. Y se extiende, como dicen las Normas, a los "amigos del Señor", los pobres y los marginados. Hoy el problema es cómo aceptar como un don venido de arriba la amistad que se nos dispensa, extenderla a nuestros compañeros y aun a los pobres a los que somos enviados. “D e París llegaron aquí, mediado enero, nueve amigos míos en el Se- ñor...”. La frase permaneció por más de cuatro siglos olvidada en uno de los volúmenes de Monumenta Ignatiana, hasta que fue felizmente rescatada por Pedro Arrupe e incorporada en los documentos de la Compañía de Jesús, para compendiar la comunión de vida y de trabajo que identifica al cuerpo apostólico disperso por el mundo en servicio de la misión de Jesucristo. “No somos meramente compañeros de trabajo- somos amigos en el Señor”, afirmó la Congregación General 34 2 , consagrando con su autoridad esta manera de definirnos y reconocernos como partícipes de la comunión que Dios creó entre Ignacio y sus primeros compañeros. ¿Pero, en verdad, nos reconocemos los jesuitas plenamente en aquella expresión, “procedente de la pluma de Maestro Ignacio verosímilmente una sola vez y hasta anterior a la fundación de la Compañía”? 3 Esta pregunta la formuló a toda la Compañía el P. General, Peter-Hans Kolvenbach, para las cartas de oficio de 1996. Las respuestas estuvieron lejos de ser unánimes... Una expresión con historia

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San Ignacio de Loyola

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  • Javier Osuna

    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    59

    NUEVE AMIGOS MIOSEN EL SENOR...1

    Resumen: Los primeros Amigos en el Seor sellaron una comunin espiritual que lesfue dada "de arriba". Primero les uni el amor de Dios. Esta unin la realizaron

    unindose para conformarse juntos en sus pensamientos y deseos y por ltimo pormedio de la obediencia. Repitiendo esta misma experiencia, sabemos que el amor de

    Cristo nos llama, nos une y nos enva en misin. Y se extiende, como dicen lasNormas, a los "amigos del Seor", los pobres y los marginados. Hoy el problema es

    cmo aceptar como un don venido de arriba la amistad que se nos dispensa,extenderla a nuestros compaeros y aun a los pobres a los que somos enviados.

    De Pars llegaron aqu, mediado enero, nueve amigos mos en el Se-or.... La frase permaneci por ms de cuatro siglos olvidada en unode los volmenes de Monumenta Ignatiana, hasta que fue felizmente rescatada por PedroArrupe e incorporada en los documentos de la Compaa de Jess, para compendiar lacomunin de vida y de trabajo que identifica al cuerpo apostlico disperso por elmundo en servicio de la misin de Jesucristo. No somos meramente compaeros detrabajo- somos amigos en el Seor, afirm la Congregacin General 342, consagrandocon su autoridad esta manera de definirnos y reconocernos como partcipes de lacomunin que Dios cre entre Ignacio y sus primeros compaeros.

    Pero, en verdad, nos reconocemos los jesuitas plenamente en aquella expresin,procedente de la pluma de Maestro Ignacio verosmilmente una sola vez y hastaanterior a la fundacin de la Compaa?3 Esta pregunta la formul a toda la Compaael P. General, Peter-Hans Kolvenbach, para las cartas de oficio de 1996. Las respuestasestuvieron lejos de ser unnimes...

    Una expresin con historia

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    Revista de Espiritualidad Ignaciana xxix, iii / 1998

    Quizs fue una sencilla expresin salida desprevenidamente de la pluma de Ignacio,en la carta que escribi desde Venecia el 24 de julio de 1537 a su viejo amigo Juan deVerdolay, para darle cuenta de los primeros compaeros con quienes haba conformadodesde Pars una pequea compaa de Jess, comprometida en un proyecto apostlico.No tenemos noticia de que la haya usado otra vez en su correspondencia. Los nueveamigos mos en el Seor, todos maestros en artes y asaz versados en teologa, los cuatrode ellos espaoles, dos franceses, dos de Saboya y uno de Portugal, terminados susestudios universitarios, se han reunido de nuevo con Ignacio, quien los esperaba enVenecia, acaban de recibir la ordenacin sacerdotal, los que an no eran sacerdotes, ypreparan su viaje a Tierra Santa. Ignacio describe a Verdolay la llegada de sus compae-ros y los planes inmediatos que tienen:

    Los cuales todos, pasando por tantas afrentas de guerras y caminos largos a piey en la fuerza del invierno, entraron aqu en dos hospitales, divididos para servira pobres enfermos en los oficios ms bajos y ms contrarios a la carne. Despusque en este ejercicio estuvieron dos meses, fueron a Roma con algunos otros queen los mismos propsitos los seguan, a tener la semana santa; y como ellos sehallasen en pobreza, sin dinero y sin favor de ningunas personas de letras ni deotra cosa alguna, confiando y esperando solamente en el Seor, por quien venan,hallaron, y sin trabajo alguno, mucho ms de lo que ellos queran4.

    Efectivamente, algunos de ellos viajaron a Roma y hablaron al Papa, quien les brindtoda clase de favores, bendicin para peregrinar a Jerusaln, licencia para ser ordenadossacerdotes los que an no lo eran, y hasta al pie de sesenta ducados en limosna,exhortndoles a que perseveraran en sus propsitos. A su regreso a Venecia, siete de ellosse ordenaron y acordaron distribuirse para trabajar por diversos sitios en el Norte deItalia, esperando la oportunidad para emprender su viaje a Tierra Santa, como habanprometido en Montmartre:

    Este ao, por mucho que han esperado pasaje para Jerusalem, no habido naveninguna, ni la hay, por esta armada que el turco hace... escrita sta, otro dasiguiente se parten de aqu de dos en dos, para trabajar en lo que cada unopudiere alcanzar gracia del Seor nuestro, por quien van. As todos andarnrepartidos por esta Italia hasta el otro ao, s podrn pasar en Jerusalem; y siDios N.S. no fuere servido que pasen, no esperarn ms tiempo, ms en lo quecomienzan irn adelante. Ac se nos han querido pegar algunas compaas, y sinfalta de letras suficientes, y tenemos cargo de rehusar ms que de aumentar, portemor de las cadas5.

    La carta de Iigo es un recuento de lo que el grupo reunido en Venecia se proponerealizar para llevar a cabo cuanto haban soado y prometido durante sus aos deestudio en la universidad de Pars: en lo que comienzan irn adelante, expresa confirmeza. Si la peregrinacin a Jerusaln no puede realizarse, al trmino del ao conveni-do se presentarn al Papa, quien tiene visin de las necesidades de toda la cristiandad,para que les seale dnde emplearse mejor en servicio de Dios y ayuda de las nimas.

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    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    no es otra cosaque la vivencia de losprimeros compaeros

    En otra carta de 1539 a su sobrino Beltrn de Loyola, le habla de la Compaa queesperaba y que finalmente: ha placido a Dios nuestro Seor por la su infinita y sumabondad... tener especial providencia de nosotros y de nuestras cosas, o por mejor decirde las suyas (pues las nuestras no buscamos en esta vida)6. Despus de muchas contra-dicciones y juicios varios, el Papa ha aprobado y confirmado su modo de proceder,viviendo con orden y concierto, y les ha dado facultad para hacer constituciones entreellos, segn lo que juzguen ms conveniente a nuestro modo de vivir.

    La expresin con la que Ignacio llama a sus compaeros amigos en el Seor,aunque aparece como una frase aislada, probablemente nunca ms repetida, y escritaantes de la fundacin de la Compaa, se inscribe en el contexto de una relacin quecompendia con gran vigor cuanto el grupo ha vivido en los aos anteriores y lo que sepropone realizar en adelante. Es el relato de un proceso fundacional que sigue adelante.Aunque la fecha oficial de fundacin de la Compaa de Jess puede situarse el 27 deseptiembre de 1540 con la Bula Regimini militantis Ecclesiae, mediante la cual PauloIII aprob y confirm el proyecto apostlico de Ignacio y sus nueve compaeros, ellargo proceso de configuracin de la pequea comunidad que ahora se presentaba enteel Vicario de Cristo para exponerle su propsito y su modo de proceder, haba comen-zado muchos aos antes alrededor de la Universidad, en Pars.

    Cuando Ignacio escribe a Verdolay en 1537, recoge, pues, una historia de ms desiete aos de amistad, de ntimas experiencias personales de Dios, de intensa comunica-cin y discernimiento, de conformidad de nimos en torno a un ideal forjado en losEjercicios y, en fin, de progresiva convergencia en un modo propio de proceder. Lapequea comunidad de amigos en el Seor haba nacido y creca saludable, convocadapor el amor personal con el que Jess haba conquistado a cada uno, conglutinada por

    la fuerza de ese mismo amor que a todos los llamaba susamigos (ver Jn.15,15), alimentada por el deseo de com-prometer sus vidas en seguimiento y servicio de aqul aquien consideraban su nica cabeza y su exclusivo pro-psito. Lo que hace apenas unos aos expres hermosa-mente la Congregacin General 33 sobre nuestro caris-ma: La vida del jesuita tiene su raz en la experiencia deDios, que por medio de Jesucristo, en la Iglesia, nos

    llama, nos une, nos enva7, no es otra cosa que la vivencia que los primeros compaerostraan a su entrada en Italia y que Ignacio comunic desde Venecia sobre sus nueveamigos en el Seor. Ser precisamente por aquellos das, en Vicenza, cuando decidirnidentificarse como Compaa de Jess ante los que les pregunten quines son y a quse dedican. En su pudor y sobriedad, es probable que Ignacio no diera a esa expresinconnotaciones afectivas especiales fuera de las que el uso comn confiere a la palabraamigo en todas las lenguas; pero l y sus compaeros ciertamente vivan en autnticaamistad.

    Amigos en el Seor, frase quizs desprevenidamente construida, pero que compen-dia con exquisitez lo que aquel grupo haba llegado a ser, los propsitos que los unan

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    Revista de Espiritualidad Ignaciana xxix, iii / 1998

    la Compaa enterase reconoce

    en esta expresin

    y las expectativas con que miraban su destino futuro. Cuando en las Deliberaciones de1539 decidirn mantener y consolidar la comunin, reducindose a un cuerpo queninguna divisin por grande que fuese los pudiera separar, el motivo de su opcin es elde que no debamos deshacer la unin y congregacin que Dos ha hecho.

    Es, pues, una expresin preada de historia. Una historia conducida suavemente porla mano providente de Dios, Ignacio confa en su relato autobiogrfico que el Seor lotrataba en su peregrinacin espiritual de la misma manera como trata un maestro deescuela a un nio, ensendole8. Aos ms tarde comentara esplndidamente Nadal estagestacin divina de la Compaa de Jess:

    Durante el tiempo que estuvo en Pars no slo prosigui el estudio de las letras,juntamente encamin su corazn haca donde lo conduca el Espritu la vocacindivina, a la institucin de una orden religiosa; aunque con singular humildadsegua al Espritu, no se le adelantaba. Y as era conducido suavemente a dondeno saba, porque ni pensaba entonces en la fundacin de una orden; y, sinembargo, poco a poco se abra camino haca all, y lo iba recorriendo, sabiamen-te ignorante, con su corazn confiadamente puesto en Cristo9.

    Esta era la conviccin que todos los compaeros tenan acerca de aquel perodo funda-cional. Simn Rodrigues, en su comentario sobre el origen y progreso de la Compaa,escribe as: Todos cuantos estamos congregados en la Compaa, sabemos que fue enaquella grande e ilustre academia parisiense, donde Dios bosquej su primera forma yespecie10.

    Con toda razn el P. General, al constatar la frecuencia con la que esta forma dedesignar y de caracterizar la comunidad de la Compaa viene siendo utilizada en losms recientes documentos de la Orden y en el lenguaje familiar de los jesuitas, haquerido consultar a todas las comunidades hasta qu punto todos nos reconocernos enella. En su reciente Carta a la Compaa sobre la Vida comunitaria hace referencia adicha consulta, despus de anotar que la Compaa es un cuerpo universal del que quiereservirse el Espritu para prolongar la Misin del Hijo entre los hombres y mujeres denuestro tiempo y que la actividad apostlica de este cuerpo enraza su sentido y su

    finalidad, su dinamismo y su vigor, en un movimiento deamor cuya fuente y meta es (segn las mismas palabras deMaestro Ignacio) la Santsima Trinidad (Const.671). Ah,en ese movimiento de amor unitario, es donde nace launin.11

    La respuesta, segn las cartas ex officio, ha sido diversa.Las diferencias de edad y de sensibilidad cultural, comentael P. General, explican que un nmero importante de jesuitas

    comparte el pudor de Maestro respecto al trmino a amigos, aunque l viviera enamistad autntica con sus compaeros12; otros muchos, en cambio, se han reconocidoplenamente en ella y participan de la constatacin de la ltima Congregacin Generalacerca de las amistades maduras entre los jesuitas, como apoyo para el celibato y para

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    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    juntos en el mismoaposento, participando dela misma mesa y de lamisma bolsa

    ahondar la relacin afectiva con Dios13. El mismo P. General en su Carta estimula a todala Compaa a vivir ms plenamente como comunidad de amigos en el Seor.

    Para que la Compaa entera pueda llegar a reconocerse en esta expresin, serpreciso desentraar lo que ella signific para Ignacio y los primeros compaeros y parala Orden naciente, como comunin de vida y misin; y tambin rastrear el proceso quecondujo gradualmente a la conformacin de lo que ellos llamaron en la Deliberacin de1539: la unin y congregacin que Dios ha hecho14

    Hacia la comunidad de amigos en el Seor: las primicias

    Tendremos que remontarnos a aquella tarde de octubre de 1529, cuando dosestudiantes de veintitrs aos que compartan la misma habitacin en Santa Brbara,debieron abrir espacio para acoger a un hombre quince aos mayor que ellos, a quiendon Juan de la Pea, su tutor y ahora nuevo maestro del recin llegado, le haba indicadocompartir aquella estancia.

    Pedro Fabro y Francisco Javier llevaban ya tres aos y medio juntos en aquel austeroaposento y haban trabado una estrecha amistad a pesar de su diferencia de carcter.Fabro era ms silencioso, con tendencias al escrpulo y a la depresin; Javier era alegrey dinmico, joven de rpidas decisiones. Debido a las dificultades de Iigo al iniciar susestudios de Artes, Fabro fue encargado por Juan de la Pea de servirle como repetidor.Rpidamente sintonizaron e Iigo, que ahora haba debido cambiar su nombre por elde Ignacio, se fue convirtiendo gradualmente en confidente, consejero y maestroespiritual de Pedro. Cada uno daba al otro lo que tena, recordar Fabro ms tarde:

    ...habiendo ordenado [Pea] que yo instruyese al varn santo, ya mencionado,consegu gozar de su conversacin en lo exterior y muy pronto tambin de lainterior, viviendo juntos en el mismo aposento, participando de la misma mesay de la misma bolsa; y siendo l mi maestro en las cosas del espritu, dndomemanera de ascender en el conocimiento de la voluntad divina y en elconocimiento propio, terminamos por ser uno en los deseos, en la voluntad y enel firme propsito de elegir esta vida que ahora llevamos los que somos y los quesern de esta Compaa, de la que no soy digno15.

    Fabro le abri pronto su conciencia. Poco a poco fue aprendiendo el examen diario deconciencia, la prctica de la confesin de su vida y de la comunin semanal, en la lneade los Ejercicios. Pero habran de pasar cuatro aos antes de que Ignacio lo aceptara parahacer los Ejercicios completos.

    Con Javier, como sabemos, la relacin fuems complicada. El familiar comentario que seatribuye a Polanco afirma: Yo he odo decir anuestro gran moldeador de hombres, Ignacio,que la ms ruda pasta que l haba manejadojams, fue en los comienzos este joven

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    Francisco Javier. A pesar de que pronto se hicieron amigos, no sintonizaban en lascosas del espritu, ni Javier participaba en las conversaciones piadosas de Fabro conIgnacio; incluso desdeaba y se rea del camino que haba escogido el peregrino. Sussueos e ideales iban por otros rumbos. Ignacio tuvo que trabajar con paciencia,ayudndole incluso pecuniariamente en ocasiones y consiguindole discpulos para lasclases que Javier haba comenzado a dictar. Paso a paso Dios fue conquistando sucorazn, ordenando sus deseos y reanudando su afeccin primera, como rezan losEjercicios, hasta que finalmente se entreg en 1533. La conversacin, arma preferidade Ignacio, lograba una vez ms sus objetivos. El mismo lo recuerda: En este tiempoconversaba con Mro. Fabro y con Mro. Francisco Javier, los cuales despus gan parael servicio de Dios por medio de los Ejercicios17.

    Van llegando los dems

    En 1533 llegaron a Pars dos inseparables amigos, que lo eran desde su adolescencia,Diego Lanez, de 20 aos y Alfonso Salmern, de 17. Provenan de la Universidad deAlcal en donde haban odo hablar mucho de Iigo, el peregrino, y acudieron a l enbusca de alojamiento. Enseguida trabaron familiar conversacin y amistad, comentaLanez. Ambos practicaron los Ejercicios completos aquel mismo ao, cada uno porseparado, y concluyeron en la misma eleccin, asumir el proyecto de vida que hablanadmirado tanto en Ignacio.

    Simn Rodrigues, un joven aristcrata portugus, tenido por sus condiscpuloscomo inquieto y travieso, se encontraba en Pars desde 1527. Estudiaba Artes tambinen Santa Brbara. Aunque conoca a Ignacio, ignoraba sus proyectos y la existencia delpequeo grupo que se haba reunido junto a l. Pero acercndosela para abrirle suconciencia, encontr en aquellas conversaciones la respuesta a las inquietudes queagitaban su espritu acerca de la mejor manera de servir a Dios y pronto se adhiri a losprimeros compaeros.

    Nicols de Bobadilla, castellano, tena veinticuatro aos cuando lleg a SantaBrbara. Como describe Garca-Villoslada, era un joven de

    carcter franco y abierto, alegre y humorista, un poco rstico, bastante desigualy arbitrario, amigo de cantar claras las verdades a cualquiera y enemigo dehipocresas, lisonjas y farisesmos, tena un corazn noble, piadoso y pronto elsacrificio18.

    La manera como Bobadilla se vincul al grupo dice mucho de su personalidad:haciendo recurso a Iigo, como persona que tena fama de ayudar aun temporalmentemuchos estudiantes, fue de l ayudado, procurndose comodidad de poder estar yestudiar en la Universidad19

    Habra de causarle muchos dolores de cabeza a Ignacio, pero sobrevivira a todos suscompaeros, muriendo con ms de ochenta aos tras un fecundo trabajo apostlico enAlemania e Italia.

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    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    un dinamismo deconversin

    les era comn

    Brota la comunin de Amigos en el Seor

    As comenz a crecer aquella clula, alimentada con esmero por quien la cuidabacomo a la nia de sus ojos. Sus ideales y su modo de proceder iban tomando forma entorno a Jesucristo, a quien intentaban conocer ntimamente y amar con pasin, en elespritu de los Ejercicios, y a quien haban decidido entregar su vida para seguirlo yservirle en la misin. Estos primeros siete compaeros estaban unidos gracias a laamistad personal de cada uno a su Seor, que se desbordaba para aglutinarlos entre s;un dinamismo de conversin les era comn. As iba madurando una autntica comuninen el espritu. Durante todo el tiempo que permanecieron en la universidad continuaroncomunicndose, ayudndose en los estudios y en sus necesidades temporales. Noemprendieron especial actividad apostlica, fuera de la conversacin espiritual y tratocon sus condiscpulos, pues estaban seriamente empeados en su tareas acadmicas,

    Todava se les agregaron nuevos compaeros. Fabro, que desde el viaje de Ignacioa Espaa en busca de salud, haba quedado como el hermano mayo, dio los Ejerciciosa los tres que acabaran de completar el grupo de los nueve amigos mos en el Seor-Claudio Jayo, saboyano como Fabro, sacerdote; por intermedio de ste, Pascacio Brot,tambin sacerdote; finalmente Juan Coduri, francs, de veintisiete aos. Ninguno de lostres haba hecho los votos de 1534 en Montmartre, pero en 1535 y 1536 todosacudieron a la colina, unos para renovarlos y los dems para pronunciarlos por primeravez.

    Con la comn decisin de consagrar totalmente sus vidas a Dios en servicio de loshombres y de realizarlo segn el modo de proceder de Ignacio, los compaerospasaron de ser un grupo transitorio de amigos universitarios, destinado a disolverse alabandonar la universidad, a sellar una comunin espiritual en torno a un proyecto devida y de trabajo. Comunin, segn estaban persuadidos, convocada por Jesucristo yapuntalada en virtud de respuestas personales de amistad con su Seor.

    Cmo vivieron los compaeros y cmo caracterizaron la comunidad que habasellado su destino en Montmartre, durante su permanencia en Pars? Los datos de quedisponemos sobre este espacio de tiempo son escasos. Haban tomado la decisin de no

    hacer ningn cambio exterior en sus costumbres, para dedicarseseriamente a sus estudios, que absorban todo su tiempo.Polanco, en sus Sumarios, enumera sobriamente los medios conque los compaeros se establecieron y conservaron en suspropsitos. Los votos pronunciados en Montmartre eran elvnculo que aseguraba la perseverancia y crecimiento de sucomunin: castidad, pobreza (que, sin embargo, slocomenzaran a practicar despus de graduarse), peregrinacin a

    Jerusaln, dedicacin a las tareas universitarias. Una frecuente comunicacin entre ellosalimentaba los ideales. Aunque no vivan todos juntos, las reuniones en la habitacin dealguno para comer en caridad, eran la ocasin para tratar los asuntos del grupo yresolver los pequeos problemas de la vida diaria, ocasionados a veces por las diferencias

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    buscar la beneplcitay perfectavoluntad de Dios

    de naciones, lengua, carcter y cultura. Y as se alimentaba y creca entre ellos laamistad en Cristo20.

    Amigos en el Seor, era en realidad la autntica expresin de algo que se habahecho connatural entre ellos: experimentaban la amistad que les brindaba Jess y que loshaba entrelazado a todos en una comunin que transfiguraba su confraternidad ysuperaba sus diferencias. Este era el pacto que los mantena en una suavsima paz,concordia y amor, comunicacin de todos sus cosas y corazones; se entretenan para iradelante en sus buenos propsitos... y as llegaron a ser diez, todos, aunque de tandiferentes naciones, de un mismo corazn y voluntad21.

    Tan idlica expresin no debe ocultarnos, sin embargo, las dificultades que tuvieronque superar en razn de sus grandes diferencias de carcter, de las que dan testimoniocasi todos los documentos de las consultas y deliberaciones fundacionales. El acta de lasDeliberaciones de 1539 comienza justificando francamente esas diferencias:

    resolvimos tener juntas entre nosotros por muchos das antes de la separacin,y tratar de nuestra vocacin y forma de vivir. Lo cual como hubisemos hechomuchas veces, y unos de nosotros fuesen franceses, otros espaoles, otrossaboyardos y otros cntabros, tenamos acerca de ste nuestro estado variedadde sentencias y opiniones, si bien todos con una misma intencin y voluntad debuscar la beneplcita y perfecta voluntad de Dios, segn el blanco de nuestravocacin22.

    El P. Andr Ravier, S.J. ha estudiado detalladamente el cuadro sobre el sistema derelaciones humanas entre Ignacio y sus primeros compaeros: armoniosas, indiferentes,conflictivas. Se trata, naturalmente, de la armona de los temperamentos naturalesanteriormente a todo acto de la libertad y a toda accin de la gracia, anota el autor23.

    Desde el 2 de febrero de 1528, cuando Ignacio entra a Pars solo y a pie, hasta lallegada a Roma a mediados de noviembre de 1537 de una mnima compaa de Jesscompuesta por diez sacerdotes fuertemente ligados por un propsito y un modo comnde vivir y de proceder, transcurren diez aos de una larga peregrinacin geogrfica yespiritual, atravesada por experiencias cumbres: en Montmartre (1534), Venecia yVicenza (1537, la segunda Manresa, en San Pedro de Vivarolo), La Storta. Lapequea comunidad de amigos en el Seor, conquistadapersona a persona por Ignacio, cooperando con la gracia,surge y va creciendo con el aliento de los Ejercicios,sorteando toda clase de dificultades y penurias. Elproyecto inicial que los condujo a profesar sus primerosvotos en Montmartre con una vehemente decisin deseguir a Jesucristo, su nica cabeza, y con la inspiracinde reproducir en el siglo XVI la comunidad del Seorcon sus apstoles, los cohesiona ahora de manera irrevocable. En la Ciudad Eterna, unavez superadas las contradicciones que amenazan momentneamente su existencia,acabarn de configurar su proyecto.

  • Javier Osuna67

    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    conformanuna comunidad

    para la dispersin

    Las Deliberaciones tomadas durante la cuaresma de 1539 - como instase el tiempoen que convena dividimos y separamos unos de otros (lo cual tambin esperbamos consumos deseos para llegar cuanto antes al fin que tenamos ideado y establecido, y convehemencia deseado)24 -, consolidan su comunin y acogen el voto de obediencia a unode ellos. Recogidas en Cinco Captulos las presentan al Papa para su aprobacin. Lacomunidad de amigos se transforma en un cuerpo apostlico, creado precisamente paraque la dispersin, que se avecina con las misiones que empieza a confiarles el Pontfice,

    no deshaga la unin y congregacin que Dios ha hecho, sinoque la confirme y establezca ms. Los compaeros deciden porunanimidad permanecer de tal suerte unidos entre ellos ycoligados en un cuerpo, que ninguna divisin de cuerpos, porgrande que fuese, nos separase. Conforman una comunidadpara la dispersin. la amistad en el Seor que est a la base deesa comunin, habr de perpetuarse a travs de estrechosvnculos, de modo que reducindonos a un cuerpo, tengancuidado los unos de los otros y mantengan inteligencia para

    mayor fruto de las almas25. Estos vnculos, ms explicitados, pasarn a la Parte Octavade las Constituciones de la Compaa como medios para la unin de los nimos: el amorde Dios nuestro Seor, la comunicacin, la uniformidad, o conformidad de nimos,como la llamaba Francisco Javier, y la obediencia.

    El amor de Dios, vnculo principal de unin

    El vinculo principal de entrambas partes, para la unin de los miembros entres y con su cabeza, es el amor de Dios nuestro Seor. Porque estando el superiory los inferiores muy unidos con la su divina y suma Bondad, se unirn muy fcilentre s mismos, por el mismo amor que de ella descender y se extender atodos prjimos y en especial al cuerpo de la Compaa26.

    La conviccin que nos entregan Ignacio y sus compaeros en este texto de lasConstituciones es de extraordinaria belleza y profundidad teolgica. La comunin enla Compaa es un don recibido de arriba. El amor desciende de Dios y se derrama sobrenosotros por la habitacin vivificante del Espritu; y ese mismo amor, desde nosotros,se extiende a todos los hombres y en especial al cuerpo de la Compaa. Desde aqu seentiende plenamente aquella afirmacin de la Deliberacin de 1539: la unin ycongregacin de la Compaa, la ha hecho Dios con su amor. En su escueta formulacin,el texto es una breve pieza de teologa del amor como comunin. Amor de Dios y amordel prjimo estn indisolublemente ligados: el amor eterno de la Trinidad es la fuentedel gape fraterno, que infundido en nosotros como un don, nos capacita para amar aDios y para vivir en una intima comunin de intercambio y reciprocidad con todos loshombres, a imagen de la misma comunin trinitaria. El texto es una invitacin al jesuitapara unificar su amor personal a Dios, su comunin con los compaeros y su celoapostlico con toda clase de personas.

  • NUEVE AMIGOS MIOS EN EL SENOR...68

    Revista de Espiritualidad Ignaciana xxix, iii / 1998

    la experiencia de Dios enJesucristo...

    Aqu encuentra su nervio la sencilla frase de la amistad en el Seor unidos cada unoa Jesucristo por el amor personal de amistad con que El nos llama (a ustedes no losvengo llamando siervos, sino amigos, ver Jn.15,14-15): ese mismo amor brota denosotros como de un manantial y se desborda, estrechndonos mutuamente comoamigos en el Seor dentro de la Compaa y envindonos a amar y servir a todos loshombres y mujeres. De esta manera, como lo expresa la Congregacin General 33 citadaal comienzo de este trabajo, nuestra raz est en la experiencia de Dios que, en Jesucristo,nos llama, nos rene y nos enva.

    La amistad en el Seor es, pues, el amor de amistad con el que Jess nos llama a cadauno y que, compartido entre nosotros, nos rene en la Compaa. Pero esa amistad nose agota en el estrecho lmite de una comunidad que, por ser apostlica, tiene su centrode gravedad hacia fuera, hacia el prjimo. Somos amigos en el Seor con los laicos,nuestros colaboradores y con quienes nosotros estamos llamados a colaborar. Somosamigos en el Seor con sus preferidos, los pobres, como lo declaran las NormasComplementarias cuando dicen: nuestra sensibilidad frente a esta misin se verfuertemente afectada por el frecuente contacto con esos "amigos del Seor" [los pobresy marginados], de quienes siempre podemos aprender mucho acerca de la fe27.

    Parece que esta realidad se viva ya en la naciente Compaa, casi diez aos despusde que Ignacio escribiera a Verdolay sobre sus amigos en el Seor. Es significativo queen 1546, el propio da de la inesperada muerte de Pedro Fabro, el entonces secretariode la Compaa, Bartolom Ferrao, enviara una comunicacin en la que informaba cmoel primer compaero de Ignacio haba fallecido aquel primero de agosto, rodeado demuchos amigos en el Seor y la Compaa28 A qu amigos se refera el secretario, nolo podemos saber exactamente; pero teniendo en cuenta que la Compaa designabaen aquellos tiempos al grupo de los profesos fundadores, los amigos seran quizs losdos jesuitas, todava novicios o escolares, y aun los amigos y bienhechores ms cercanos.De todos modos, la nota sugiere que poco tiempo despus de fundada la Compaa, yase haba introducido en el lenguaje familiar de los primeros jesuitas aquella espontneaexpresin del Maestro Ignacio.

    Los primeros colegios que Ignacio enviaba a las universidades, compuestos porpequeos grupos de escolares acompaados por un compaero ms experto y familiarcon el espritu de la Compaa, trataban de reproducir el modo de vivir y proceder delos padres fundadores y constituan comunidades en donde la amistad en el Seor eraun ideal y una tarea. La comunidad que se haba gestado en torno a Ignacio en launiversidad parisiense, fue el paradigma de toda otra comunidad de la Compaa quecomenzaba a dispersarse por el mundo. Las cartas escritas desde diversos lugares alGeneral, Ignacio, y las respuestas de ste, atestiguan ese esfuerzo de fidelidad al carisma

    primitivo, a la unin y congregacin que Dios habahecho mediante la amistad en Jesucristo, llamndolos,reunindolos y envindolos a ayudar a todo prjimo.

    La Compaa, renovada y revigorizada en su vida yen su misin, habr de volver su mirada a aquella

  • Javier Osuna69

    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    ... nos llama,nos rene y nos enva

    inspiracin primigenia para traducir a las condiciones, a las diversas culturas, a losdesafos del mundo contemporneo, la mejor manera de vivir y de expresar la amistaden el Seor. El mismo Espritu que se dign comenzarla es el que la conserva, la rige yla lleva adelante en el divino servicio. La Compaa, como Ignacio, se dejar conducirdcilmente por El, para encontrar su ms excelente forma de vida y de servicio. Asnaci y as seguir creciendo: con el aliento vivificante del Espritu.

    El Padre Arrupe, a quien debemos que la Compaa se haya reconocido en la frasede su fundador, deca que hay que reengendrar cada da la Compaa. Ella

    no es un objeto inerte, sino una vida que se transmite y que se abre por smisma camino. Algo que hay que ir haciendo todoslos das y que se va entendiendo en la medida en quese va haciendo. San Ignacio muri haciendo yentendiendo cada vez ms la Compaa. Es unahistoria, en fin, dentro de la historia del hacer deDios con los hombres, una parte de ese hacer29.

    Cuanto ms frgil experimenta la Compaa de Jess sucomunin, cuanto ms complejo sea entender y vivir la amistad en el Seor hoy, ms hade empearse en fortalecer la comunin con El y entre todos los compaeros en El. Paraeso debe apelar incesantemente al carisma originante y leerlo a la luz de los desafosactuales y futuros. Habr de buscar y encontrar su punto de referencia en la comunidad-memoria y en los vnculos de comunin trazados por las Constituciones para mantenervigorosa la unin de los nimos en un cuerpo apostlico disperso por todo el mundo30.

    NOTAS

    1. MI, Epp, I, 118-123, Carta a Mosn Juan de Verdolay, Venecia, 24 de julio 1537. Ver B.Hernndez Montes, Original de la carta de San Ignacio a Mosn Verdolay, Manresa, 56(1984) 321-343.

    2. CG 34, d-26, n. 11.3. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. Carta sobre la Vida comunitaria, marzo 19984 MI, Epp. I, 122.5. MI, Epp. I, 123.6. MI, Epp, I, 149.7 CG 33, d.1 n.11.8. Ver Autob., n.279. Quo tempore Lutetiae fuit, non solum studia literarum sectatus est, sed animum simul

    intendit quo spiritus illum ac divina vocatio ducebat, ad ordinem religiosum instituendum,tametsi singulari animi modestia ducentem Spiritum sequebatur, non praeibat. Ataquededucebatur quo nesciebat suaviter, nec enim de ordinis institutione tunc cogitabat, et tamen

  • NUEVE AMIGOS MIOS EN EL SENOR...70

    Revista de Espiritualidad Ignaciana xxix, iii / 1998

    pendentium ad illum et viam muniebat et iter faciebat qusi sapienter imprudens, insimpicitate cordis sui in Christo. Nadal, V [Commentarii de lnstituto S.I.] Dialogus II, pp.625-628.

    10. Commentarium de origine et progressu Societatis lesu Patris Simonis Roderici, n.2, FN, III,10.

    11. Carta toda la Compaa sobre la Vida comunitaria, nn. 3-4, 12 de marzo de 1998;subrayado nuestro.

    12. Carta sobre la Vida comunitaria, n. 4.13. Ver CG 34, d.8, n. 32.14. MI, Const. I, p. 3.15. Fabro, Memorial, FN, I, 4, 8.16. EE 16.17. Autob., n.82.18. Ricardo Garca-Villoslada, S.J., San Ignacio de Loyola, Nueva Biografa, BAC, 1986, p.

    361.19. Summarium ispanicum, n. 52, ver Bobadilla, 615.20. "Et ita fovebatur et augebatur inter ipsos in Christo dilecto", FN, II, 567; ver Summ. Hisp.,

    n.55; Lanez Epist., n. 30; Ribadeneira, FN, IV, 233.23521. FN, IV, 233-23522. MI, Const., I, pp.1-2. El texto del acta est en latn, Utilizo la traduccin espaola tomada

    de Cartas de San Ignacio de Loyola, tomo I, apndice II, 4, Madrid, 1874.23. A quien est interesado en abundar sobre el tema le recomendamos la lectura del estudio de

    Andr Ravier, S.J., Profils psychologiques d'lgnace de Loyola, de ses premiers compagnonsde Paris Venise et de ses principaux 'hommes de confiance'. - Esquise de leurs relations,publicado como apndice en Les chroniques. Saint lgnace de Loyola. Nouvelle Librairiede France, 1973. Una traduccin de Fernando Garca Escalante, S.J., fue tambin publicadaen las Noticias de la Provincia Mexicana a lo largo de 1997 y 1998, con el ttulo: Perfilespsicolgicos de Ignacio y los primeros compaeros. Los perfiles y el esquema son resultadode los anlisis caractoriolgicos y del estudio literario de los estilos, pero incorporados enla visin global de los comportamientos histricos de ellos, aade en nota el autor. Sesugiere tambin la lectura del artculo de L. Beimaert, L'exprince fondamentale d'lgnacede Loyola et l'exprince psychanalitique, publicado en Le Pychanalyse (vol. III, 1957).Tenemos, adems, en espaol, dos ilustrativos folletos: Javier Ubeda y Juan Lorente, S.J.Ignacio de Loyola y sus primeros amigos, Audiprol, Programas audiovisuales, Madrid,1990; Andr Ravier, S.J. Los diez primeros jesuitas, traducido por Benito Campos yPedro Aguirre, Obra Nacional de la Buena Prensa, Mxico.

    24. MI, Const., I, pp. 1-2.25. MI, Const., I, pp. 1,2.26. Const. 671.27. Normas Complementarias, n.246 &1.28. MHSI, Beati Peti Fabri primi sacerdotis e Societate lesu epistulae, memoriale et progessus,

    pp. 481-482.

  • Javier Osuna71

    numero 89 Revista de Espiritualidad Ignaciana

    29. Pedro Arrupe, S.J. Rengendrar cada da la Compaa, Lima, Per, 31.VII.79, en Laidentidad del jesuita en nuestros tiempos, Sal Terrae, 1981, p.487

    30. Ver Javier Osuna, S.J., Amigos en el Seor. unidos para la dispersin. Coleccin Manresan,18, Mensajero-Sal Terrae, 1998, pp.456-459, El texto de conferencia ha sido tomado apartir de esta obra recientemente publicada.