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1 Nuevas formas de expresión de la opinión ciudadana y la disputa de los poderes por el espacio público INTRODUCCIÓN En este ensayo se buscará indagar en cómo se compondrá el espacio público en las décadas venideras. Para ello, se hará foco en las formas y posibilidades de expresión de la opinión de los principales actores sociales: los ciudadanos, las instituciones y las corporaciones. A partir del sustento teórico de diversos autores (provenientes de los campos de la Sociología, Antropología, Filosofía, las Ciencias Políticas, entre otros) se buscará demostrar que en las próximas décadas la opinión de los ciudadanos se orientará mucho más hacia los intereses propios que hacia los colectivos. Se cree que hoy estamos atravesando por un proceso de individualización de la opinión. Pero este proceso seguirá exacerbándose a lo largo del tiempo. En el siguiente desarrollo, se expondrán ideas de diferentes pensadores que permitirán tener un panorama de hacia dónde se encamina ese proceso. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR ESPACIO PÚBLICO Y CÓMO NOS INFLUYE? EL ESPACIO PÚBLICO El espacio público es aquél lugar de uso y dominio público. Es decir, todas las personas de una sociedad pueden acceder a él porque tienen el derecho a hacerlo. Además, en este espacio se relacionan las personas, es un lugar de socialización y de carácter simbólico, ya que en él se interactúa dando lugar a la construcción de los significados de la vida social. Por otro lado, el espacio público tiene una noción política. Zygmunt Bauman, en su libro “En busca de la política”, habla del espacio público describiendo la concepción que los griegos tenían del ágora. Este espacio público era una tercera esfera que unía a

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El trabajo trata de los cambios del espacio público en la Posmodernidad, haciendo énfasis en la participación de las instituciones, las corporaciones y los ciudadanos en ese espacio.

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Nuevas formas de expresión de la opinión ciudadana y la disputa

de los poderes por el espacio público

INTRODUCCIÓN

En este ensayo se buscará indagar en cómo se compondrá el espacio público en

las décadas venideras. Para ello, se hará foco en las formas y posibilidades de

expresión de la opinión de los principales actores sociales: los ciudadanos, las

instituciones y las corporaciones.

A partir del sustento teórico de diversos autores (provenientes de los campos

de la Sociología, Antropología, Filosofía, las Ciencias Políticas, entre otros) se buscará

demostrar que en las próximas décadas la opinión de los ciudadanos se orientará

mucho más hacia los intereses propios que hacia los colectivos.

Se cree que hoy estamos atravesando por un proceso de individualización de la

opinión. Pero este proceso seguirá exacerbándose a lo largo del tiempo. En el siguiente

desarrollo, se expondrán ideas de diferentes pensadores que permitirán tener un

panorama de hacia dónde se encamina ese proceso.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR ESPACIO PÚBLICO Y CÓMO NOS INFLUYE?

EL ESPACIO PÚBLICO

El espacio público es aquél lugar de uso y dominio público. Es decir, todas las

personas de una sociedad pueden acceder a él porque tienen el derecho a hacerlo.

Además, en este espacio se relacionan las personas, es un lugar de socialización y de

carácter simbólico, ya que en él se interactúa dando lugar a la construcción de los

significados de la vida social.

Por otro lado, el espacio público tiene una noción política. Zygmunt Bauman, en

su libro “En busca de la política”, habla del espacio público describiendo la concepción

que los griegos tenían del ágora. Este espacio público era una tercera esfera que unía a

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las dos primeras esferas sociales: el oikos, el hogar, y la ecclesia, el lugar de la política.

El espacio público es el lugar donde se une el interés privado de los ciudadanos y el

interés público. A través del espacio público, los ciudadanos expresan su opinión y se

discuten los asuntos públicos (los que atañen a todos). Esto permite consensuar las

acciones políticas que se deben llevar a cabo para lograr el bien común (Bauman,

2001).

El principal aspecto a estudiar para conocer cómo se compondrá el espacio

público es la posibilidad y las formas de expresión que tienen los ciudadanos, las

corporaciones y las instituciones en ese espacio donde se presentan sus intereses.

LA IMPORTANCIA DE LA INFORMACIÓN EN NUESTROS COMPORTAMIENTOS

La cultura se construye a través de la interacción de las personas de una

sociedad. Ella nos predetermina comportamientos y nos da una forma de ver al

mundo. Con respecto a esto Geertz (1988), nos dice:

Vivimos, como un autor formuló claramente, en una <<brecha de

información>>. Entre lo que nuestro cuerpo nos dice y lo que tenemos que

saber para funcionar hay un vacío que debemos llenar nosotros mismos, y lo

llenamos con información (o desinformación) suministrada por nuestra cultura

(Geertz, 1988, p.55).

En consonancia con esa idea, el autor citado determina que la cultura es un

mecanismo de control “extragenético” de nuestro comportamiento. Es decir, que la

información que predetermina nuestros comportamientos se encuentra fuera de

nuestro organismo biológico porque nos la proporciona la cultura.

A lo largo de la historia, hubo en la cultura del hombre modelos a seguir que

configuraban a la sociedad y le daban orden. Se trata de aquel “Gran Otro”, al decir de

Dufour (2003). Esos grandes otros eran seres a los cuales los hombres se sometían

para configurar su vida, sus comportamientos y su forma de vivir. Estos seres eran

creaciones ficticias y simbólicas pero que le daban al sujeto un orden moral en toda su

vida. Ejemplos de esos seres son la Naturaleza, las Ideas, Dios, etc.

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Las instituciones eran las que mediaban entre los sujetos y los Grandes Otros.

Por ejemplo, la Iglesia como institución tenía el papel de lograr que los seres humanos

se comporten de acuerdo a ciertos lineamientos morales que se sustentaban en Dios,

como Gran Otro.

Como podrá advertirse el lector, estas líneas se están escribiendo en tiempo

pasado. Esto se debe a que en la Posmodernidad hay un gran quiebre que hace caer la

legitimidad de las instituciones y, por ende, los Grandes Otros. Éstos y las instituciones

que los sustentan, cada vez se deslegitiman más. Asimismo, no se trata de un quiebre

en el cual se extirpa al ser humano de esos Otros, sino que siguen estando en los

vestigios de las generaciones anteriores que todavía buscan convivir en las sociedades

actuales.

Si se observan a las nuevas generaciones, la Posmodernidad está caracterizada

por el agotamiento y desaparición de los grandes relatos de legitimación, como los

discursos religiosos y políticos. Es un contexto que carece de un “enunciador colectivo

creíble”, que pueda establecer referencias morales a los sujetos posmodernos (Dufour,

2003). Las nuevas generaciones responden más al concepto durkheimiano de la

“anomía” pero con un reparo al concepto. No estamos atravesando un proceso de

debilitación moral, que deteriora la posibilidad de poseer un camino a seguir o que

lleva al comportamiento “no social”. Sino que los caminos que marcaban las

instituciones se debilitaron. Hoy los caminos se eligen, excluyendo a las instituciones

como referente para ello (este tema se retomará en el siguiente apartado).

Las sociedades democráticas en general no son anómicas concretamente, es

decir, la situación principal no es que hay objetivos culturales que son inalcanzables

para los sujetos. La situación principal es que hay una gran diversidad cultural o

subculturas dentro de las culturas nacionales, que tienen sus propios caminos a seguir

y sus propios objetivos culturales. Esto genera comportamientos sociales de diversa

índole.

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Si bien la actual crisis europea generó una gran cantidad de “individuos por

defecto” (Castel, 2009), los medios para alcanzar los objetivos culturales en los países

democráticos están al alcance de la mayoría. Siguiendo las ideas de Castel, los

individuos por defecto son los que carecen de los soportes o medios para ser lo que

desean ser. Pero esos medios, según el autor mencionado, también son los que

permiten ejercer su ciudadanía. Desde esta concepción los individuos pueden ejercer

su ciudadanía si poseen capitales privados.

Para Castel, esos capitales son los que menciona Bourdieu (capital simbólico,

capital cultural, capital social, etc.), los cuales son fungibles y puede convertirse en

capital económico. Hoy existe un capital social que permite establecer relaciones en el

ciberespacio. Además, son relaciones que se pueden materializar en el “campo”

(espacio físico). Ese capital social, que proveen las redes sociales, permite ejercer la

ciudadanía a la mayoría de los individuos de los países democráticos, a través de la

expresión de sus opiniones.

Según “Internet World Stats”, las cifras que van hasta el 31/12/2011 Argentina

tiene 67% de usuarios de internet, Chile un 59%, Colombia un 55,9%. En cuanto hasta

el 30 de junio de 2012, Europa el 63,2%, Norteamérica el 78,6% y Oceanía y Australia el

67,6%1. En estas regiones hay posibilidades de ejercer la ciudadanía. Entonces no

estamos en una situación en la cual no hay un camino a seguir. El problema es que

cayeron los grandes relatos y, con ellos, las instituciones y los grandes Otros. Esto

genera que se encuentre una gran diversidad de caminos a seguir, que pueden ser

elegidos y que no se adquieren como herencia de la cultura que nos precede.

Ya no se cree en los relatos de las instituciones, como para configurar la moral a

partir de ellos. Ya no hay una autoridad legitimada en nuestras vidas cotidianas.

Incluso en el trabajo suele no haber autoridades. En las empresas privadas

1 Consultado en: <http://www.internetworldstats.com/stats.htm>.

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principalmente se trabaja en grupos que no tienen una autoridad real que dé órdenes

a cumplir, sino que las decisiones las toman dichos grupos (Sennett, 2006).

Para Lyotard, “se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los

metarrelatos. (…) La función narrativa pierde sus functores, el gran héroe, los

grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito” (Lyotard, 1979, p.4). Ya

no hay relatos legitimados que fomenten grandes propósitos, ni héroes que guíen a las

nuevas generaciones para obrar en función de ellos.

En resumen, esa caída de los grandes relatos de las instituciones que nos

transmitían Grandes Otros, genera que estemos en un nuevo mundo cada vez menos

homogéneo. Es un mundo más individualista y diversificado.

PENSAR EN SÍ MISMO

No es correcto considerar, como se suele decir, que las nuevas generaciones no

tienen valores o lineamientos morales por los cuales juzgan y llevan a cabo sus

comportamientos. Lo que sucede realmente es que las personas comparten cada vez

menos valores comunes con sus pares inmediatos (familias, amigos, vecinos, etc.).

Cada persona comprende las acciones y las lleva a cabo teniendo en cuenta sus

propios valores, pero éstos no son compartidos con los colectivos con los cuales

comparte un espacio común. Ahí radica la idea de una supuesta inmoralidad. Cuanto

más se tienen valores diferentes con respecto a los otros inmediatos, se suele creer

que se es menos moral. Este es el motivo por el cual las generaciones pasadas juzgan

de inmorales a los jóvenes. Sin embargo, el problema de esta Posmodernidad se basa

en preguntarse ¿hasta dónde se comparten valores?

En su texto inédito, “La dictadura del sí mismo”, Tato Contissa nos dice que la

causa de la diferencia del mundo actual con respecto a las épocas pasadas, como la

Modernidad, radica en el proceso de adopción de los valores. Antes, los valores eran

heredados en el lugar en el que uno nacía. Era en aquellos “lugares antropológicos” de

Augé donde se adquirían los valores.

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Según Augé (1993), los lugares antropológicos son identificatorios (otorgan

referencias identitarias, como el lugar de origen), relacionales (los individuos

comparten un lugar común con sus pares) e históricos (los individuos viven en un lugar

construido por antepasados que les dejaron una herencia identitaria, social y cultural).

A partir del lugar social donde se nacía, los individuos modernos ingresaban a un

mundo que poseía una superestructura que organizaba valores que dichos individuos

adquirían como “obligaciones contraídas” (Contissa).

En la Posmodernidad hay múltiples universos de valores individuales. Las

personas organizan sus universos eligiendo los valores por capricho. Los modelos a

seguir que conviven en los sujetos posmodernos se basan en sus preferencias. Según

Contissa, se pasará del proceso de socialización disciplinario moderno a un “proceso de

personalización”. Entonces, las colectividades están disgregándose de a poco y los

individuos siguen sus propios modelos. Es un proceso que puede llevar a que en el

futuro se estudien las sociedades desde la microhistoria, ya que los comportamientos y

costumbres pueden ir cambiando para ser menos compartidos. Entonces, la

microhistoria podrá ayudar a que futuros historiadores comprendan los

comportamientos individualistas o casos atípicos y no comunes de una sociedad

(Ginzburg, 2006).

El mundo de la política que se concebía en la Modernidad está cambiando. La

participación en el espacio público se hace cada vez más diferente. Antes, la presencia

de las colectividades activamente políticas se hacían sentir más. Hoy las colectividades

se redujeron. La militancia en los partidos políticos cada vez es menor, aunque por

momentos puede parecer que dicha participación levanta vuelo. Pero ello es solo parte

de una fluctuación que no dura mucho tiempo. Si se cree que esto no es así hay que

preguntarse entonces: ¿cuántos jóvenes militan en partidos políticos? Y ¿cuánto dura

su militancia? No es muy grande el sentimiento de ideales políticos que antes se tenía

con respecto a hoy.

La expresión de la opinión en el espacio público se lleva a cabo, como dice

Bauman, en las protestas que buscan un escape a la angustia. Esto se puede

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ejemplificar con las marchas en las que se pide “justicia” para que el peso de la ley

caiga sobre un tercero reconocible, como lo puede ser un violador.

Con esa idea de Bauman, se quiere decir que disminuyeron las colectividades

que luchan por una causa o interés común2. El pueblo sólo sale al espacio público

porque hubo hechos reconocibles que violaron los preceptos por los que vela el

Estado. Esos preceptos, según Bauman, son las tres aristas del pacto con el Estado:

protección, seguridad y certidumbre.

Bauman toma el concepto freudiano de “renuncia pulsional” para entender las

protestas. Por el hecho de pertenecer al contrato o pacto que se hace con el Estado,

nosotros renunciamos a nuestra propia felicidad, nuestra absoluta libertad.

Renunciamos a nuestra felicidad a cambio de algo: la seguridad y protección para

salvaguardar nuestras vidas y tener bienestar, y la certidumbre de que eso va a

suceder porque somos parte del contrato.

El problema es que cuando el Estado no garantiza esos preceptos surge la

angustia, porque renunciamos a la felicidad por algo que no recibimos a cambio. Esto

lleva a protestas sociales, en las que se reúnen personas que tienen valores muy

diferentes. Se necesita sólo una cuestión de incumplimiento grave de los tres

preceptos del Estado para que esas personas de universos de valores diferentes se

unan. Ejemplos de esto pueden ser los cacerolazos porque se atienta al bienestar, las

protestas porque hay presos que salen por buen comportamiento, o marchas con

motivo de exigir la captura de asesinos y prófugos que generan inseguridad y

sentimiento de desprotección.

En resumen, en esta Posmodernidad los individuos tienen valores más

individualizados con respecto a sus pares. Esto disgrega a las colectividades y provoca

que la actividad en los espacios públicos (como las plazas en los que antes se reunían

2 Aunque, hay que reconocer que hay grupos como las ONG que suelen manifestarse por una causa y

asociaciones sindicales que hacen uso de sus derechos de manifestación.

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las colectividades para discutir sobre el bien común) se realice mayormente para hacer

protestas sobre un hecho concreto de inseguridad, incertidumbre y desprotección.

LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN: EL ÁGORA DE LOS PODERES

Los medios de comunicación tradicionales (gráficos, radio y televisión)

intervienen en el espacio público de una manera informativa y simbólica. Ellos son los

medios por los cuales los grupos de interés, élites, políticos, instituciones, empresas

locales y grandes corporaciones transnacionales buscan influir en el espacio público.

Para Manuel Castells (2002), en la sociedad hay una disputa por la información

entre los poderes ya que esta es fundamental para la toma de decisiones ciudadanas.

Para influir en esa toma de decisiones ciudadanas, los medios además utilizan tres

mecanismos de construcción del mensaje: establecimiento de agenda, priorización y

enmarcado.

El establecimiento de agenda se basa en que los medios de comunicación

influyen sobre los temas que los ciudadanos consideran como relevantes para la vida

social y política. Básicamente, se trata de la influencia de la agenda mediática en la

agenda pública. Además, la misma teoría, fundada por Maxwell McCombs, establece

que el trato que los medios les dan a esos temas influye en cómo piensan las personas.

Desde esta teoría se puede pensar en que las corporaciones y las instituciones

buscan disputarse el espacio público, en el sentido de que se busca establecer los

temas que son importantes para ellas. Los medios de comunicación le dedican espacio

a los temas que son más relevantes para ellos y de esta manera se lograría impactar en

la agenda pública. Esto está relacionado con la posibilidad de acceso a los medios de

comunicación por partes de los poderes, ya que les permite instalar temas de agenda

como si estuvieran expresando sus propias opiniones a través de periodistas.

Para ser un poco más simple, conviene trasladar al ágora la ecuación de

poderes-espacio público-ciudadanos. En el ágora una persona se paraba frente a los

ciudadanos y esgrimía sus argumentos. El orador presentaba los temas que afectaban

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a su interés propio y se buscaba unirlo al interés público. Se aplicaban todo tipo de

técnicas basadas en la oratoria para persuadir a los pares ciudadanos.

Ahora pensemos en la actualidad. Hoy no hay pocos ciudadanos como sucedía

en Grecia. Hoy no sólo los pocos nacidos con la sangre correcta, mayor de 18 años y

hombre pueden ser ciudadanos. Hoy se cuentan de a millones las personas que tienen

acceso a la ciudadanía. Entonces, ¿Cómo se puede hoy llegar a todos o la mayoría de

los ciudadanos de una determinada sociedad? La respuesta es simple: a través de los

medios de comunicación. Quizás, no sería tan descabellado pensar en los medios de

comunicación como el nuevo ágora.

Hemos llegado aquí a un aspecto fundamental de este trabajo, porque ya

conocemos la posibilidad de expresión de los poderes. Tanto las instituciones como las

corporaciones tienen la posibilidad de expresar sus opiniones en los medios de

comunicación. Además, el acceso a ese espacio está en constante disputa entre ellos.

Para Hallin y Mancini (2004), el control de los medios de comunicación puede adoptar

cuatro diferentes formas de acuerdo a la intervención que ejercen el Estado, las

corporaciones y los grupos sociales. Esos modelos de regulación de los medios de

comunicación son:

Gubernamental: la radiotelevisión pública es controlada principalmente por la

mayoría política que está en el poder.

Profesional: la radiotelevisión es independiente del sistema político.

Parlamentario: el control de los medios está repartido entre los partidos políticos

que están el poder.

Cívico: el control de los medios de comunicación está repartido entre grupos

sociales relevantes.

En la mayoría de los países democráticos, la disputa por el control de los

medios de comunicación se da generalmente entre el Estado y las corporaciones.

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Además, es común que exista una hibridación de estos modelos. Por ejemplo, en

Argentina con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se crea un modelo de

regulación que es principalmente parlamentario pero que tiene un tinte del modelo

cívico, ya que incluye a comunidades aborígenes.

Con respecto a la teoría de la priorización, esta plantea que los mensajes que

transmiten los medios de comunicación sugieren ciertos asuntos para evaluar la

política. “Así, cuanto más frecuentemente se hable de un asunto, con más

probabilidad la gente se basará en la información presentada para realizar sus

evaluaciones políticas” (Castells, 2002, p.217). Por otro lado, el enmarcado implica

resaltar y presentar ciertos aspectos de los asuntos y establecer relaciones entre ellos

para generar una determinada evaluación e interpretación.

Si acceder a los medios de comunicación y presentar los temas de agenda

mediática conforman la posibilidad de la expresión de la opinión, la priorización y la

enmarcación son la forma de expresión. Éstas serían como el empleo del arte de la

retórica que hacían los que se paraban en el ágora para convencer y persuadir al resto

de los ciudadanos.

Seguramente, el estadio de persuasión más elevado es lograr que los demás

vean el mundo como nosotros los vemos. Esto permitiría que los otros hagan lo que

uno quiere pero no solo una vez sino que sería parte de su cotidianidad. Si bien, como

establece la retórica de la Antigua Grecia, apelar a las emociones y, como dijo Nicolás

Maquiavelo, generar miedo y esperanza pueden persuadir a los gobernados,

establecer un marco (Lakoff, 2006) es una herramienta tan eficaz como aquellas. Este

es el juego de la disputa del espacio público, es exponer el punto de vista propio a los

demás y luego hacer que lo apoyen. Es una disputa de poder en sí mismo. Es la disputa

del espacio donde los actores sociales se hacen escuchar para convencer.

Lakoff dice que un “marco” es una estructura mental que conforma nuestro

modo de ver el mundo. Estos marcos son inconscientes, determinan nuestras formas

de razonar y nuestro sentido común. Ellos conforman las metas que nos proponemos,

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nuestra forma de actuar y determinan si las acciones que llevamos a cabo son buenas

o malas. Incluso, hay marcos a través del lenguaje que generan que cuando

escuchamos palabras nuestro cerebro relacione a la misma con los marcos

conceptuales establecidos en la sociedad (Lakoff, 2006).

Un ejemplo de marco en nuestra realidad local puede ser el siguiente. Quien

desarrolla el presente trabajo estaba hablando un día con sus pares. Fue una situación

muy particular porque el marco tuvo una gran fuerza en la opinión de quienes eran

susceptibles a aquel. Tres personas decían que la Ley de Servicios de Comunicación

Audiovisual favorecía al gobierno de turno y que las señales que se le sacaban al Grupo

Clarín se las iba a quedar el gobierno. Cuando se les decía que se abrían señales para

otros grupos sociales como las universidades, ellos decían que eso era mentira y

tampoco comprendían que la ley reduce la cantidad de señales a todo tipo de grupos

de poder. Ellos creían que las señales que le sacan a Clarín eran para el Gobierno y “sus

amigos”. En un momento se les hizo la sugerencia de que busquen y revisen la ley.

Frente a esto uno respondió: “para qué voy a revisar lo que ya sé, el Gobierno le quiere

sacarle señales a Clarín para quedárselas”,… “no hace falta leer la ley para entender

eso”. Si nos ponemos a pensar bien esta cuestión, nos daremos cuenta que ahí

funcionó un marco.

Las ideas de esa ley se acomodaron al marco establecido en esas personas que

no necesitaban revisar dicha ley para saber de qué se trata. Seguramente, “enunciados

performativos” (Lyotard, 1979) como “la ley K” pudieron establecer un marco. Ese

enunciado performativo, siguiendo a Lyotard, genera un efecto sobre el referente

(aquello a lo que se refiere) que coincide con el mismo enunciado. Lo que dice el

enunciado es legitimado por el destinatario en el contexto que se dice y no requiere de

verificación por parte de él. Si vemos el comportamiento de esas personas frente a la

ley, ese enunciado estaba incorporado a ellas y no requerían más información sobre el

asunto.

La performatividad trabaja reduciendo la capacidad crítica y da por entendido

un montón más de información que la expuesta literalmente (Lyotard, 1979). “La ley

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de medios” o “la ley de medios k”, son enunciados performativos que vienen

circulando desde hace mucho tiempo, desde que se hizo pública la cuestión. Esos

enunciados establecieron el marco en esas personas, quienes dan por sobreentendido

lo que la ley representa y no buscan aumentar su capacidad crítica obteniendo más

información sobre el asunto.

Por otro lado, podemos tomar el enunciado “Clarín miente”. Quien escribe

estas líneas escuchó muchas veces “si Clarín miente porque no va a mentir este

medio”. El Gobierno supo establecer un marco en el cual logró disminuir la legitimidad

de los medios o, como diría Rodrigo Alsina (2003), logró romper el “contrato

pragmático fiduciario” con los periodistas. Ahora se sabe que los medios también

tienen intereses al informar. Además, pareciera que hay una polarización marcada

entre oficialismo vs corporaciones mediáticas. Si hay algo que supo hacer el gobierno

de turno es que contagió la falta de credibilidad en los políticos hacia los medios de

comunicación. Asimismo, hay que hacer una salvedad y decir que la elección de los

medios de comunicación por parte de los ciudadanos se basa en las posturas que ellos

tienen en común.

En definitiva, las corporaciones y las instituciones (en especial el Estado) tienen

la posibilidad de expresión en los medios de comunicación y se disputan

constantemente ese espacio. En esa disputa, los ciudadanos quedan fuera de ese

posible espacio de expresión de su opinión. Solo pocas veces el ciudadano accede a los

medios de comunicación, como por ejemplo en las protestas y asuntos que violan

preceptos del pacto con el Estado. Por lo tanto, la gran parte del espacio público se la

reparten los poderes. Por último, la forma de expresión de la opinión que habilitan los

medios de comunicación permite que los poderes puedan establecer una visión del

mundo manipulada en la sociedad para lograr sus propios intereses.

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LA ERA DIGITAL Y UN NUEVO ESPACIO DE EXPRESIÓN DE LA OPINIÓN

CIUDADANA

La Posmodernidad pasó por un proceso de cambio con respecto a la

Modernidad, que principalmente gira en torno a lo económico y la idea de ser libre. La

hegemonía de la ideología occidental se basa en lograr que el mundo sea libre en un

ámbito, que ella considera perfecto para las relaciones entre los hombres. Ese ámbito

es el Mercado, en el cual los hombres son libres porque adquieren e intercambian

bienes por dinero de acuerdo a las capacidades de cada uno de ellos y no interviene

ninguna norma que les diga a los hombres como interactuar en sus relaciones.

Si la Modernidad introdujo la innovación de un imperialismo basado en la

interdependencia con un esquema de centro-periferia, la Posmodernidad dio un paso

más hacia la invasión ideológica-cultural. En esta última etapa, se introdujo una serie

de cambios a partir de estrategias imperialistas, de las cuales podríamos desarrollar

dos.

La primera estrategia imperialista que podemos mencionar se impone por lo

físico y podría llamarse “el capitalismo del desastre” (Klein, 2007). Esa estrategia

permitió que el pensamiento liberal se introduzca en gran parte de Occidente. Desde

lo que dejaron las guerras mundiales en Europa, pasando por las dictaduras en

Latinoamérica y hasta las catástrofes naturales (tsunamis, terremotos, etc.) Estados

Unidos demostró su capacidad maquiavélica de mostrarse como “la esperanza” para

reconstruir las sociedades frente al “miedo” generalizado.

Esta forma de imposición ideológica se presenta como una alternativa para

restaurar los desastres. Frente a un “shock” colectivo se presenta, en la desesperada

situación, la opción de que un Estado se abra al pensamiento liberal para convertirse

en un Estado Corporativista. De esta manera el Estado privatiza parte de los servicios

que ofrecía para que los brinden las corporaciones.

Por otro lado, se puede mencionar otra estrategia imperialista que es más

blanda, de las ideas: el pensamiento “racionalista e individualista” (Mouffe, 2007).

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Durante la etapa posmoderna, surgieron pensadores liberales que no solo teorizaban

sobre las bondades que producía este nuevo régimen para la economía, como lo hizo

Milton Friedman, sino que hicieron del liberalismo toda una filosofía política. Bourdieu

y Wacquant (2000), en “La nueva vulgata planetaria”, escriben que un “caballo de

Troya de dos cabezas” introdujo el nuevo pensamiento neoliberal en Europa. Una

cabeza es la de Tony Blair y, la otra, la de Anthony Giddens. Este último escritor junto

con Ulrich Beck proponen una “democracia dialógica” y “reflexiva” en la que

individuos, y no grupos, deciden sin conflictos.

Desde esta óptica individualista, estos escritores liberales eliminan la

posibilidad de conflicto e identidades colectivas y, por ende, lo que Mouffe denomina

“lo político”. Este concepto establece que la constitución de la sociedad se basa en el

antagonismo y el conflicto, que existe como consecuencia de la diferencia de intereses

entre distintos grupos (Mouffe, 2007).

Mouffe establece que en la actualidad hay una incapacidad de pensar

políticamente. Esto se debe a la hegemonía del pensamiento liberal que, al ser

racionalista e individualista, no reconoce la las identidades colectivas y considera que

existen diversos valores y perspectivas que se vinculan “armoniosamente”.

Esas dos estrategias imperialistas reflejan el pensamiento y la cultura

individualista actual. El individualismo aparejado al sistema liberal generó la

disgregación de las asociaciones y las colectividades. La mayoría de las generaciones

que vivieron las últimas dictaduras argentinas, enseñaron a sus hijos que militar en un

partido político “no es bueno”, que “a las escuelas y universidades se va a estudiar, y

no a protestar”. Además, como se dijo en el apartado anterior, el arraigo a los ideales

políticos actuales no son fuertes como los que se adoptaban en la Modernidad y los

intereses cada vez son más diversos. Por lo tanto, la cantidad de matices de los ideales

de los partidos políticos son enormes y ellos reflejan la heterogeneidad del

pensamiento político y social. Quien quiera refutar esta idea pregúntese: ¿cuánta

cantidad de partidos políticos y afiliados existen en comparación a décadas pasadas? Y

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¿cuánto nivel de arraigo existe en los ideales políticos si hay coaliciones y alianzas de

diversa índole para conseguir un lugar en el poder?

Según dos estadísticas de los años 2008 y 2009 de la Cámara Nacional Electoral

de Argentina se reflejan datos que pueden responder a esas preguntas. En el año 2008

había 8.448.419 afiliados y 686 partidos políticos3. Luego, en el 2009 hubo 746 partidos

políticos y 8.372.167 afiliados4. Es decir, aumentó la cantidad de partidos políticos, por

ende la heterogeneidad, y disminuyó la cantidad de afiliados.

Al haber cada vez más heterogeneidad, parece que estamos yendo por un

camino en el cual las personas tenemos menos cosas, e ideas, en común. Cada vez

somos más diferentes y disminuye la participación en las colectividades para buscar

una causa común en lo que atañe al aspecto político.

Además, la cultura individualista nos invita al consumo para llegar a ser alguien

y ejercer nuestra ciudadanía. Según Castel, en la Posmodernidad surgen “individuos

por exceso”. Estas personas se exceden en su individualismo, son narcisistas y

hedonistas y no poseen referencias ni referentes colectivos o afiliativos. Tienen en sí

mismos soportes (bienes, capitales relacionales, sociales, culturales, etc.) para su

independencia social. (Castel, 2009).

La aparición de individuos en exceso y la falta de referentes colectivos hace que

en esta cultura posmoderna e individualista se piense más en uno mismo. Para

Contissa, el valor más importante de la Posmodernidad es la libertad, el

“ensanchamiento electivo”. Es la libertad de elegir los contenidos con los que el

individuo diseña su propia existencia. Desde esta concepción, los individuos

posmodernos pueden seleccionar sus propios referentes culturales, dando como

resultado una gran diversidad de identidades conformadas por un gran número de

referentes culturales que incluso pueden contradecirse.

3 Ver: <http://www.cij.gov.ar/scp/include/showFile.php> [consultado el 3/12/2012, a las 15:09].

4 Ver: <http://www.pjn.gov.ar/02_Central/ViewDoc.Asp?Doc=35799&CI=INDEX100> [consultado el

3/12/2012, a las 14:48].

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Esta elección es favorecida también por los medios de comunicación y las

nuevas tecnologías asociadas al internet. Los medios masivos de comunicación y la

internet ponen a disposición de los individuos posmodernos toda clase de referentes,

que provienen de distintas partes del mundo.

Además de transmitir referentes culturales, los medios de comunicación, como

ya se hizo mención, muestran la opinión de los poderes que se disputan el espacio

público. La televisión, la radio y los diarios son parte de ese espacio público en el cual

los ciudadanos casi no tienen participación. Pero siempre surge una alternativa para

todo. En este caso la internet es la opción para que los ciudadanos expresen su

opinión, tengan su voz, en el espacio público (el cual pareciera que cada vez es menos

físico).

Según Contissa, el espacio público, como la plaza, donde se expresaba lo

público cesó. Ahora, las nuevas tecnologías cumplen un rol de “embrague” entre lo

público y lo privado. Es un rol similar al espacio público. Si recordamos la concepción

de espacio público que Bauman describe, dicho espacio es el que une lo público con lo

privado. Por lo tanto, se podría pensar que la internet cumpliría la función de espacio

público. Pero en realidad no es una función igual ya que la forma de expresión de la

opinión difiere en la internet.

Por lo expuesto hasta aquí, podemos decir que la internet en general, y en

especial las redes sociales, permiten que los ciudadanos puedan expresar su opinión.

Aquí encontramos una nueva posibilidad de expresión de la opinión de los ciudadanos,

que sería la alternativa a los medios tradicionales de comunicación. Pero hay una gran

diferencia con la expresión de la opinión que se hacía hasta antes de la

Posmodernidad. Hasta la Modernidad, inclusive, la opinión se expresaba en el espacio

público a través de colectividades. Era una opinión homogeneizada de las

colectividades. En cambio hoy, la opinión que se expresa en las redes sociales y en la

internet es más individual que colectiva. Esa opinión no pasa por el filtro de

homogeneización que pueden otorgar las colectividades, sino que ella representa

intereses propios e individuales.

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Siguiendo a Contissa, esta nueva modalidad genera que la expresión individual,

que recorre las redes informáticas, tome el lugar de la expresión colectiva. Por lo

tanto, la nueva forma de expresión de los ciudadanos es la opinión individualizada,

personalizada y no colectiva.

En resumen, las diferentes estrategias imperialistas de pensamiento liberal

lograron imponer una cultura individualista en Occidente. Por lo tanto, la participación

en las colectividades disminuye. El surgimiento de internet permitió la nueva

posibilidad de expresar la opinión ciudadana pero su forma de expresión es

individualista y no colectiva.

CONCLUSIÓN

Como se expuso al presentar este trabajo, el mismo se enfocó en estudiar la

posibilidad y las formas de expresión que tienen los ciudadanos, las corporaciones y las

instituciones en ese espacio. Esto permitiría conocer cómo se compondría el espacio

público en el futuro. Para indagar sobre ese panorama se estudiaron los siguientes

tópicos:

1) En primer lugar, se estudió el rol de las instituciones en la cultura para

comprender los comportamientos del hombre. Esto permitió conocer que la caída de

las instituciones, los grandes relatos y los Grandes Otros reduce la homogeneidad en

cuanto a los aspectos morales de los hombres y los “caminos a seguir” comunes.

2) En segundo lugar, se indagó sobre los valores de los individuos posmodernos

y en cómo ellos se expresan en los espacios públicos. Se encontró que las

colectividades se disgregan porque los individuos tienen valores más individualizados

con respecto a sus pares. Además, la actividad en los espacios públicos físicos se realiza

mayormente para hacer protestas sobre un hecho concreto de inseguridad,

incertidumbre y desprotección, que para debatir y buscar una causa común.

3) En tercer lugar, se analizó quiénes y cómo se expresa la opinión en los

medios de comunicación masivos tradicionales (televisión, radio y medios gráficos). Las

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teorías estudiadas muestran que las corporaciones y las instituciones (en especial el

Estado) tienen la posibilidad de expresión en los medios de comunicación y se disputan

constantemente ese espacio. En esa posibilidad de expresión, los poderes pueden

establecer agendas que poseen temas importantes para estos, a través de los medios

de comunicación. Esto deja afuera parte de la agenda ciudadana y a los ciudadanos

para expresarse en esos medios, a excepción de los casos de protestas y asuntos que

violan preceptos del pacto con el Estado. Por último, este tópico estudiado nos

permitió conocer que la forma de expresión de la opinión que los poderes utilizan

puede establecer una visión del mundo manipulada en la sociedad. Esta visión permite

a los poderes lograr sus propios intereses, y se logra instalar a través de mecanismos

como la priorización y el enmarcado.

4) Por último, se examinaron los cambios políticos, culturales e ideológicos de

la Posmodernidad. Distintos pensadores permitieron dar a conocer que se realizaron

diferentes estrategias imperialistas para imponer el pensamiento liberal en Occidente.

Entre ellas podemos mencionar el “capitalismo del desastre” y el pensamiento

racionalista e individualista. Esto generó que la participación en las colectividades se

disminuyera, dando lugar a una cultura individualista. Esta cultura sumada a la nueva

alternativa que posibilita la expresión de la opinión, a través de las redes sociales y la

internet, componen una nueva forma de expresión individualista y no colectiva.

Para ir terminando, es necesario resaltar que los medios de comunicación

conforman un espacio público no físico porque es un bien público (la señal es gratis) y

de acceso para todos. Ese espacio se los disputan las corporaciones y las instituciones

(principalmente el Estado) quienes tienen la mayor parte de las posibilidades para

expresarse, y lo hacen por medio de mecanismos persuasivos. Por otro lado, los

ciudadanos expresan su opinión por la internet basándose en intereses privados, que

serán más difíciles de conciliar en la política cuanta más diversidad exista en el tiempo.

No hay indicios de que los poderes se queden fuera del espacio de los medios

de comunicación en las siguientes décadas. Si bien pueden aprobarse leyes que

regulen los medios de comunicación, desconcentrando el poder de grupos de interés

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como sucede en Argentina, habrá nuevos poderes y nuevas asociaciones que serán

instancias de poder más grandes que seguirán en la disputa.

Se cree que este proceso de individualización de la expresión de la opinión,

orientada a intereses particulares, se seguirá exacerbando aún más y la opinión de los

ciudadanos se orientará mucho más hacia los intereses propios que hacia los

colectivos.

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Referencias

Libros

Augé, Marc (1993). Los no lugares.

Bauman, Zygmunt (2001). En busca de la política.

Castel, Robert (2009). El ascenso de las incertidumbres.

Castells, Manuel (2002). Comunicación y poder.

Contissa, Tato (inédito). La dictadura del sí mismo.

Dufour, Robert (2003). El arte de reducir cabezas.

Geertz, Clifford (1988). La interpretación de las culturas.

Ginzburg, Carlo (2006). El hilo y las huellas.

Hallin, Daniel y Mancini, Paolo (2004). Sistemas mediáticos comparados.

Klein, Naomi (2007). La doctrina del shock.

Lakoff, George (2006). No pienses en un elefante.

Lyotard, Jean (1979). La condición postmoderna.

Mouffe, Chantall (2007). En torno a lo político.

Sennett, Richard (2006). La corrosión del carácter.

Páginas web

Cámara Nacional Electoral de Argentina. En: <http://www.cij.gov.ar>.

Internet World Stats. En: <http://www.internetworldstats.com/stats.htm>.

Artículo de Revista

Alsina, Rodrigo (2003). Confianza en la información mediática. Revista cidob d'afers

internacionals Universitat Autònoma de Barcelona, pp. 61-62, mayo-junio.