«nuestra américa», vindicación del ensayo · si trato de esquivar el modo de lectura que más...

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Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). OSMAR SÁNCHEZ AGUILERA. «Nuestra América», vindicación del ensayo - "NUESTRA AMÉRICA", VINDICACIÓN DEL ENSAYO Acaso el ensayo más citado de José Martí, "Nuestra América" es, desde hace mucho, un clásico del pensamiento hispanoamericano. Tal proceso de canonización se ha acompañado de un modelo de lectura sin el que no pareciera concebible ya ese texto. Marcas distintivas de la misma, como el latinoamericanismo (no poco idealizado) y el antiimperialismo (sin matices), de los que el ensayo y su autor serían paladines o pioneros emblemáticos, han devenido, a fuerza de repetirse, marcos confirmadores de la misma. Sería comprensible entonces que el solo anuncio de otra visita (guiada) a esa joya del portentoso museo de la escritura martiana hiciera gravitar a priori, en torno suyo, el fantasma de la rutina. Sin desconocer ni escamotear la fuerte resonancia política de "Nuestra América", esta nueva visita desea llamar la atención menos sobre los puntos fuertes del programa latinoamericanista o antiimperialista inscrito en ese ensayo, que sobre otros, quizá débiles, indicadores de algunas de las tensiones que lo recorren; y menos sobre la tópica vigencia de su diagnosis política, que sobre la urdimbre semiolingüística sostenedora ( indisociable) de aquel programa y de cualquier otra inscripción suya. Si trato de esquivar el modo de lectura que más usualmente ha acompañado la canonización de este ensayo no es porque me mueva el despropósito de ignorar o escamotear la valencia política del mismo, sino porque tal elusión o, más bien, suspensión, me ha parecido de momento la única estrategia practicable en aras de sortear el escollo que ha supuesto ese modo de lectura para otros posibles acercamientos más interesados en explorar la riqueza y complejidad de este ensayo. Precisamente, una de las grandes desventajas del modo de lectura eludido consiste en su tendencia a concebir ese texto como una especie de depósito de principios listos para ser usados cada vez que se necesite ilustrar o legitimar ciertas "verdades" de índole política a propósito de Hispanoamérica y de su relación con Estados Unidos en las que cree su lector. Consciente o no, tal lectura de "Nuestra América" lo hace funcionar, más que como el ensayo que (todavía) es, como una especie de panfleto, programa o manifiesto político, con la consiguiente pérdida de buena parte de su carga política, -11- Centro Virtual Cervantes

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Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). OSMAR SÁNCHEZ AGUILERA. «Nuestra América», vindicación del ensayo-

"NUESTRA AMÉRICA", VINDICACIÓN DEL ENSAYO

Acaso el ensayo más citado de José Martí, "Nuestra América" es, desde hace mucho, un clásico del pensamiento hispanoamericano. Tal proceso de canonización se ha acompañado de un modelo de lectura sin el que no pareciera concebible ya ese texto. Marcas distintivas de la misma, como el latinoamericanismo (no poco idealizado) y el antiimperialismo (sin matices), de los que el ensayo y su autor serían paladines o pioneros emblemáticos, han devenido, a fuerza de repetirse, marcos confirmadores de la misma. Sería comprensible entonces que el solo anuncio de otra visita (guiada) a esa joya del portentoso museo de la escritura martiana hiciera gravitar a priori, en torno suyo, el fantasma de la rutina.

Sin desconocer ni escamotear la fuerte resonancia política de "Nuestra América", esta nueva visita desea llamar la atención menos sobre los puntos fuertes del programa latinoamericanista o antiimperialista inscrito en ese ensayo, que sobre otros, quizá débiles, indicadores de algunas de las tensiones que lo recorren; y menos sobre la tópica vigencia de su diagnosis política, que sobre la urdimbre semiolingüística sostenedora ( indisociable) de aquel programa y de cualquier otra inscripción suya.

Si trato de esquivar el modo de lectura que más usualmente ha acompañado la canonización de este ensayo no es porque me mueva el despropósito de ignorar o escamotear la valencia política del mismo, sino porque tal elusión o, más bien, suspensión, me ha parecido de momento la única estrategia practicable en aras de sortear el escollo que ha supuesto ese modo de lectura para otros posibles acercamientos más interesados en explorar la riqueza y complejidad de este ensayo. Precisamente, una de las grandes desventajas del modo de lectura eludido consiste en su tendencia a concebir ese texto como una especie de depósito de principios listos para ser usados cada vez que se necesite ilustrar o legitimar ciertas "verdades" de índole política a propósito de Hispanoamérica y de su relación con Estados Unidos en las que cree su lector. Consciente o no, tal lectura de "Nuestra América" lo hace funcionar, más que como el ensayo que (todavía) es, como una especie de panfleto, programa o manifiesto político, con la consiguiente pérdida de buena parte de su carga política,

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proveniente de la formalización adoptada, invisible o inasible desde esa lectura1

Marca inconfundible de ensayo, en "Nuestra América" su autor, a la vez que busca develar (o propiciar la combinación que permita develar) "la clave de [ese] enigma hispano-americana2" que no han podido descifrar ni "el libro europeo" ni "el libro yankee" por los que otros se han guiado, explora (ensaya) la forma adecuada a la expresión de ese develamiento:1•

El lenguaje en que va cristalizando la búsqueda deviene así inseparable del éxito de ella, acaso porque el lenguaje mismo es parte de lo que se busca. La singularidad del objeto exige, para su (re-)presentación cabal, de la singularidad del lenguaje con el que se le construye/explora De manera análoga a como no es posible "regir pueblos originales" (p. 14) sin originalidad, según lo declara ahí el sujeto ensayístico, pen-sar/representar ese objeto como le corresponde no es posible sin un lenguaje de proporcional singularidad. Al problema cognoscitivo que ha supuesto desde sus orígenes y todavía a finales del siglo XIX nuestra América ("el enigma hispano-americano"), no corresponde sino el ensayo; esto es, ensayar, creativamente. La aguda expresión de Arciniegas "nuestra América

1 Al respecto, es muy ilustrativa y provechosa la intuición de que en ese ensayo "la forma misma cumple una función política fundamental", JULIO RAMOS, Desencuentros de la modernidad en América Latina. (Literatura y política en el siglo XIX), F .e.E., México, 1989, p. 241.

2 JOSÉ MARTÍ, Nuestra América, ed. Cintio Vitier, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2000, p. 13. Todas las citas del ensayo se atienen a esta edición, en lo sucesivo sólo pondré entre paréntesis el número de página.

3 En un acercamiento previo a este ensayo ("De la creación como étimo ensayístico. Algunas variaciones a propósito de Nuestra América") he explorado algunas definiciones teóricas del ensayo en busca del papel que ellas conceden a la creación, tanto en la producción como en la recepción, de ese tipo de texto. De ahí que ahora mi interés se concentre en profundizar en otras implicaciones de esos hallazgos a propósito de este ensayo. Las definiciones consideradas entonces fueron las de Medardo Vitier, Carlos Real de Azúa, Arturo Souto y José Luis Gómez-Martínez. Ejemplo reciente del relieve que ha solido reconocerse a ese aspecto en la ensayística de José Martí es el estudio de CARLOS JAVIER MORALES, "José Martí, creador del ensayo moderno en la literatura hispánica'', en LUIS T. GONZÁLEZ DEL VALLE (ed.), José Martí. Estudios en conmemoración del sesquicentenario de su natalicio (7853-2003), Society of Spanish and Spanish-American Studies, Boulder, 2003, pp. 27-53.

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es un ensayo" vale también para el texto analizado de Martí, en el que, por cierto, pareciera inspirarse, por más que no lo mencione4

En ese sentido, puede sostenerse que la palabra "creación" concentra el étimo del ensayo, pues la creación que éste postula como llave para enfrentar y superar los problemas irresueltos de la América hispana ("Crear, es la palabra de pase de esta generación", p. 24).Simultáneamente está siendo puesta en escena en el trabajo del lenguaje mismo con que se postula. Ahora bien, si la creatividad así potenciada activa de suyo la asociación con la literatura, hay que precisar de inmediato que ella no limita su alcance al radio de la literatura. Creación ahí significa e implica mucho más. Creación es la cifra de un proyecto de América alternativo a otros en cuya lógica axial el papel de esa América se ha limitado a ser copia de otros mundos, mientras que el de su intelligentzia se ha reducido a consumidor pasivo o deslumbrado de las ideas generadas a propósito de esos mundos5

• De ahí que, en el proyecto americano de Martí condensado en este ensayo, la creación pueda aplicarse al campesino o al buen gobernante, en lugar de a los agentes distintivos de la cultura letrada. Para fungir como étimo de un ensayo que lo es también de solución al problema referido, creación comienza por ser creativa. Muy notable, en efecto, resulta el sesgo etimologista con que Martí emplea la palabra creación en su ensayo: tal sesgo es homólogo de la revalorización propuesta de los elementos socioculturales de las comunidades originarias de la región y también de la voluntad de inclusión de los sectores marginados por otros proyectos.

Pero, por mucho que desborde el radio de la literatura, creación no puede, en ese ensayo, disociarse de la literatura, de donde proviene. Acaso ésa es la manera de Martí de poner en función de un proyecto eminente-mente político su indeclinable.vocación por la literatura, su inocultable afición a la belleza con que él la identifica. Belleza, para él, pasa a llamarse justicia en terreno más ceñidamente político. Esta doble o aun múltiple resonancia que conserva ahí la palabra creación concentra uno de los

4 GERMÁN ARCINIEGAS, "Nuestra América es un ensayo", en Ideas en torno de Latinoamérica, pres. de Leopoldo Zea, UNAM, México, 1986, t. 1, pp. 732-743. Ideas del ensayo martiano como, por ejemplo, que la verdadera independencia política no es posible sin la independencia de las ideas, o que el conocimiento es un instrumento de la independencia, resultan centrales en la visión de Arciniegas.

5 Huella central de esa idea en el ensayo es la relación de contraste que se activa entre 'crear' y 'creer', tan cercanas entre sí en su morfología como distantes en la orientación semántica-intencional que portan ahí.

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dilemas más decisivos de todo el pensamiento martiano, acorde con su movimiento entre dos campos simbólico-discursivos (el literario, el político), de difícil conciliación. En ese sentido, si expresiones de "Nuestra América" como "redentores bibliógenos", "pensadores canijos" o "falsa erudición", permiten avalar la observación en él de "cierto antintelectualismo"6

, por el lado más apegado al campo literario; más numerosas son, por el lado más apegado al campo político, las que permitirían señalar la distancia que guarda Martí con respecto a métodos y soluciones que han sido habituales en éste, como, por ejemplo, los de corte militar: "el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso, que el de la guerra"; "al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden" (p. 19). Reticente con los letrados, Martí no parece convencido tampoco de la viabilidad de la solución militar más allá de la guerra inevitable.

La creación defendida se orienta a servir entonces como puente entre ambos. Así, de paso, se justifica su raigal presencia en un proyecto que pareciera deber su razón de ser a la obtención de los mismos objetivos de otros proyectos, sin embargo, muy distintos.

Palabra cifra del ensayo, la presencia de la creación hay que buscarla no sólo en la superficie del texto. Ella, como esos otros datos axiales del proyecto ensayístico para la salvación de Hispanoamérica, como el equilibrio (la moderación) o la unidad, tiene su más fiel correlato en el modo mismo en que se ha tejido el tramado semiolingüístico del texto. Esto es, lo que se propone en ese proyecto tiene su eco, su refuerzo y/o su anticipo en cómo se ha construido lingüísticamente eso que se propone. Si, por ejemplo, un dato como el equilibrio, necesario en el interior de la América hispana, en las relaciones de ésta con la otra América y en las de ambas con "el mundo de las naciones", alcanza tanto relieve en el texto, mucho se debe al espíritu armónico o armonizador que preside las construcciones de todo ese tramado. De tal manera que, aun cuando no figure ningún elemento léxico-semántico que designe o refiera equilibrio, la construcción (sintáctica, de la composición, etc.) puede encargarse de sugerirlo o insinuarlo.

Repárese en ese efecto, apoyado no en sus elementos léxicos por separado, sino en su modelo morfosintáctico, en un enunciado como: "Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra" (p. 17), el cual anda muy próximo al quiasmo (pronombre posesivo "nuestra"+ sustantivo "Grecia"// sustantivo "Grecia" + pronombre posesivo negado "no ... nuestra"). En lugar del adjetivo tal vez más cómodo 'ajena', el ensayista

6 JULIO RAMOS, op. cit., p. 238.

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que así re flexiona sobre (y desde) la encrucijada histórica de Hispanoaméri-ca de finales del XIX prefiere la solución del pronombre posesivo negado ('no nuestra'}; con la que, además de aceptar a la cultura griega clásica como una de las raíces legítimas de "nuestra América" (de la que él mismo no podría renegar}, contribuye a realzar lo que tienen en común las culturas aborígenes de los territorios que luego se conocerían como América y aquella otra cultura reconocida como fundacional de Occidente. Tal aproximación por vía morfosintáctica y tropológica realza el mérito de la "Grecia" metaforizada, o sea, de "nuestra Grecia". En ese mismo enunciado la sensación de equilibrio que le viene del aspecto morfosintácti-co resulta favorecida también por la similar cantidad silábica de cada uno de sus miembros: "Nuestra Grecia es preferible/ a la Grecia que no es nuestra"; ambos, en torno al metro octosilábico7

En el caso del enunciado: "Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos" {p. 28), el modelo sintáctico establece un paralelismo como de espejos inversos entre los componentes de cada oración. Iniciadas ambas con un complemento circunstancial de causa {"por ignorancia"/ "por codicia"), disponen las dos sus verbos de manera muy parecida ("llegaría"/ "sacaría"}, lo cual intensifica la divergencia semántica entre los mismos. E iniciadas ambas oraciones con igual tipo de complemento, finalizan las dos con sustantivos que guardan entre sí una relación metonímica: "la codicia"/ "las manos". Cuando lo estima pertinente, el ensayista no teme repetir elementos léxicos o sintácticos; cuando no, apela con similar virtuosismo a la omisión o elipsis de esos mismos elementos8

En el tercer apartado o movimiento de los seis en que apareció subdividido el ensayo en su primera edición la sugerencia del equilibrio llega a cubrir en su despliegue una estructura más amplia, por cuanto la pregunta con que éste se inicia("¿ Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América ... ?"{p. 13),

7 Muy semejante al ejemplo analizado es este otro que lo amplifica y complementa: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas" (p. 17), donde los sustantivos "mundo" y "tronco" devienen puntos nodales sobre los que gira el sintagma "nuestras repúblicas". O también: " .. .la revolución que triunfó con el alma de la tierra desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar. .. " (p. 20).

8 Un ejemplo conciso de elipsis (verbal, en este caso) es el que ofrece el enunciado: "El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!" (p. 24), metáfora extrema, por demás, de la autoctonía y de la creatividad defendidas como recursos de salvación para "nuestra América".

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reaparece, casi íntegra, páginas después, cuando en la salida de ese mismo apartado se le da respuesta: "Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas" (p. 18). De manera aún más amplia, podría invocarse como otro indicio favorecedor de esa voluntad de equilibrio de todo el ensayo la relación contrastiva entre "el aldeano vanidoso" con que el texto comienza y "el Gran Semí" con que se cierra éste: histórico uno, mítico el otro; a ras de suelo uno, suspendido sobre el suelo el otro; creído uno en que el mundo se termina en su aldea, creador el otro de una "América nueva".

El lenguaje, sabemos, porta las huellas de la situación comunicativa en que se actualiza cada vez: ¿en qué circunstancias particulares se emplea?; ¿para compartir qué/ con quién?, etc. El 'nosotros' delineado por el ensayo ayuda a esclarecer con quién y en nombre de quién se dialoga desde él. Al respecto, ha de observarse que el radio delimitado por ese pronombre (personal: 'nosotros'; posesivo: 'nuestra') de la primera persona en plural no es uno solo o no está fijado de una sola vez en todo el recorrido ensayístico. Como sucede en otros planos del texto, también el 'nosotros' participa de lo real y de lo ideal, del ser y del deber-ser9

A partir del título salta a la vista uno de los sistemas referenciales que contribuyen a precisar el alcance semántico de ese pronombre: la América "nuestra" se distingue de otra América que no es la que el sujeto emisor sobreentiende como suya y del auditorio previsto por él. La América de "hombres biliosos y trigueños" recorta su identidad en contraposición a otra América, la del "pueblo rubio del continente", que además habla otro idioma. En el espacio de ese "pueblo", por cierto, se delimita el lugar de enunciación del sujeto ensayístico ("el Washington que les hizo esta tierra"). Su ubicación concede a éste el privilegio equívoco de estar informado de primera mano sobre el comportamiento allí de algunos hispanoamericanos

9 Las marcas lingüísticas del 'nosotros' en todo el ensayo pueden subdividirse, según las categorías gramaticales que ellas adoptan, en cuatro grupos: i) verbos: "ya no podemos ser" {p. 10), "hemos de andar" {p. 11), "éramos" {pp. 22, 23), "vinimos" (p. 18), "salimos" (p. 18), "vemos" (p. 29); ii) pronombre posesivo: "nuestra América" {pp. 12, 19, 21, 26, 27), "nuestras repúblicas dolorosas de América" (p. 13), "nuestra Grecia" (p. 17), "Grecia que no es nuestra" (p. 17), "nuestras repúblicas" {pp. 17, 18), "nuestros dueños" (p. 28), "nuestro vino" (p. 24 ), "nuestro idioma" (p. 29); iii) partícula pronominal correspondiente: "nos daba vueltas alrededor" (p. 22), "nos quedó el oidor" (p. 23), "nos dejaron picadas" (p. 28), "no se nos parece" (p. 29); iv) pronombre personal: "nosotros" {p. 29).

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que tal vez no merezcan entrar en el radio del 'nosotros', a pesar del derecho de facto que les aseguraría su nacimiento1º.

Menos evidente, otro sistema referencial que sirve para identificar la valencia semántica del 'nosotros' ensayístico se configura ya no entre las dos regiones (o "factores") del continente, sino en el interior de la región designada por el sintagma "nuestraAmérica". Es un 'nosotros' que, aunque por principio se orienta a abarcar a todos los sectores del heterogéneo mosaico sociocultural de la región así designada, no oculta sus desacuerdos con el 'nosotros' construido por otros proyectos y discursos, simultáneos o anteriores. Así, por ejemplo, el 'nosotros' ensayístico incorpora en su representación la otredad indisociable de la identidad latinoamericana, una otredad que, por no corresponder a los modelos de Europa o de Estados Unidos a través de los cuales se ha intentado explicar "el enigma hispano-americano", ha sido vista como anómala o degradada y se le ha intentado escamotear. Notable es su interés por sectores que han estado en los márgenes del 'nosotros' con el que dialoga. Ejemplos de sectores socioculturales marginados del 'nosotros' hispanoamericano de otros proyectos son los indios, los negros, los campesinos, en nombre de los cuales se habla:

El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura (pp. 22-23).

La partícula pronominal "nos" permite reconstruir una imagen de comunidad de la que el sujeto emisor se reconoce parte, si no en sincronía, en diacronía. En los márgenes espaciales y discursivos de ella han estado esos otros suyos que son el indio, el negro y el campesino. Este pasaje concentra como pocos el peculiar punto de vista que asume el ensayista, quien, habilitado culturalmente para formar parte de ese 'nosotros', decide, sin embargo, valerse de ese privilegio para hablar a ese 'nosotros' en nombre de los excluidos por él. O sea, el propio sujeto emisor se asume como puente entre esos dos sectores enfrentados: conocedor de ambos,

10 Mucho ayuda a percibir esa mirada crítica sobre la actuación de otros latinoamericanos en Estados Unidos el conjunto de documentos reunidos en]osé Martí, Dos congresos. Las razones ocultas, sel. y pres. del CEM, estudios complementarios de Ángel Augier y Paul Estrade, Ciencias Sociales, La Habana, 1985.

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trata de hacer escuchar la voz (tamizada por la suya) de los marginados del poder político y silenciados en ese otro muy emparentado con él que es el simbólico-discursivo, incluso después de la independencia. (Este dato permite ver a otra luz la existencia misma de Versos sencillos, poemario que retomaré luego).

En cambio, materia inerte de ese 'nosotros' son otros sectores o acaso más bien representantes de conductas sociopolíticas que, por el lastre que han aportado a la deseada salvación de Hispanoamérica, son echados a un lado. Ejemplo del tipo de conducta sociopolítica que se desearía fuera, por indigno, del 'nosotros' así reconfigurado es el que se concentra bajo el término "sietemesinos", como uno de los peligros internos.

A propósito de los peligros que ha de sortear para salvarse la América nuestra de José Martí, no deja de ser significativo que la reflexión dedicada a ellos esté concentrada sobre los peligros internos. En efecto, de las seis partes del texto original de "Nuestra América", cuatro se destinan a reflexionar sobre múltiples problemas que no logró resolver la independen-cia política de España, ni ha logrado tampoco la institucionalización republicana. El otro peligro de nuestra América, el que representa su vecindad con Estados Unidos ("gigante" y "tigre"), aparece tratado de manera explícita y concentrada sólo al principio y al final del ensayo.

Por otra parte, no son menos dignas de observación las comunidades que Martí advíerte entre ambos peligros, los vasos comunicantes entre ellos, como lo adelanta, v. gr., el hecho de que ambos sean representados mediante un mismo símbolo: el tigre; "tigre de adentro" es el uno, y el otro "tigre de afuera". La elipsis de uno de los verbos en la oración: "El tigre de adentro se entra por la hendija, y el tigre de afuera" (pp. 24-25) despeja ya cualquier duda sobre la comentada comunidad de fondo entre los peligros internos y externos que obstaculizan la salvación de Hispanoaméri-ca. Otro indicio de los vasos comunicantes que Martí percibe o intuye entre ambos peligros víene dado por la comunidad numérica de otra designación de esos dos tipos de peligro: mientras que al de afuera se le identifica como "gigantes que llevan siete leguas en las botas" o "el gigante de las botas de siete leguas", al más emblemático de los peligros internos se le identifica como "sietemesinos" u "hombres de siete meses".

Cuando se compara el ensayo con otro texto (o macrotexto) clave de Martí publicado en ese mismo año se torna más perceptible cuál es el auditorio privilegiado en el ensayo, y acaso también la extraordinaria relevancia de la creación en el ensayo. Me refiero, desde luego, a Versos sencillos, poemario desde cuyo prólogo Martí remite a las circunstancias

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que rodearon la producción de esos versos, y en gran medida también la del ensayo:

Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos. ¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el escudo en que el águila de Monterrey y Chapultepec, el águila de López y de Walter, apretaba en sus garras los pabellones todos de la América?11

En conocimiento de ese trasfondo de resonancias en el que se produce "Nuestra América" se está en mejores condiciones para entender las líneas maestras de su entramado. La unidad hispanoamericana que él propone discrepa en motivos, métodos y funciones de la unidad hispanoamericana estimulada por Estados Unidos desde foros como el Congreso Internacional Americano efectuado en Washington durante varios meses entre 1889 y 1890. Por otros documentos de esas fechas, como sus cartas a determinados amigos o su correspondencia periodística con La Nación de Buenos Aires, pueden seguirse sus temores y sobresaltos por la actuación que pudieran tener las delegaciones de los países latinoamericanos ante las pretensiones embozadas del gobierno del país anfitrión 12

Más allá de estas referencias al trasfondo sociodiscursivo que comparte Versos sencillos con "Nuestra América", los poemas mismos ofrecen otros indicios de pertenencia a una misma matriz que el ensayo, lo cual facilita la tarea de observar las diferencias comunicativas a partir de los auditorios previstos en cada caso. Repárese, primero, en algunas marcas textuales de esa matriz ideológica compartida entre el ensayo y el poemario, para que luego pueda procederse a la comparación entre las respectivas soluciones expresivas en que ella cuaja. Así, tenemos que al enunciado ensayístico: "Con los oprimidos había que hacer causa común ... " (p. 20), corresponde en el poemario: "Con los pobres de la tierra/ Quiero yo mi suerte echar"; y al enunciado del ensayo: "La poesía se corta la melena zorrillesca, y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado" (p. 25) corresponde en el poemario: "Cuelgo de un árbol marchito/ Mi muceta de doctor" (p. 236). En ambos casos el hablante de los versos asume como

11 JOSÉ MAR TÍ, Prólogo a Versos sencillos, en Poesía completa, eds. Cin tio Vitier, Fina García Marruz y Emilio de Armas, 2 ts., Letras Cubanas, La Habana, 1985, t. 1, p. 233.

12 Cf. JOSÉ MAR TÍ, Dos congresos. Las razones ocu/J;as, ed. cit.

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distintivo de su personal conducta lo que en el ensayo se presenta como discurso del deber-ser o como una tendencia general de los tiempos 13

Los enunciados que tratan de la poesía resultan singulares en uno y otro texto. Por la referencia autoirónica, en el caso de Versos sencillos (el hablante, que se ha presentado ahí como "hombre sincero" y sencillo, depone cualquiera de sus saberes reconocidos por las instituciones de la cultura letrada que pueda interferir en su comunicación con el auditorio eminentemente popular privilegiado por él). Y, en el caso de "Nuestra América", por la observación de que están en vías de superación, si no superados, los códigos románticos de la poesía, incluso en medio de esa abrumada reflexión sobre la suerte de la América hispana que es todo el ensayo. El adjetivo "zorrillesca" apunta al romanticismo por medio del nombre de uno de sus agentes más emblemáticos en la tradición española. El acto de cortarse "la melena zorrillesca" indica una orientación al orden o más bien un ordenamiento, que, tras la disolución de la borrasca romántica española, el propio Martí ha considerado indicio distintivo de la renovación literaria hispanoamericana de finales del XIX. Como distintivo también de esa renovación, según Martí, es la creciente voluntad de deslinde de la literatura respecto de otros discursos o motivos temáticos (filosofía, sociología, política, etc.) que durante el romanticismo pudieron circular bajo el nombre de literatura. A eso podría referirse "el chaleco colorado" (motivos de orientación épica) del que la poesía se ha estado deshaciendo por entonces, a tenor de la muy cambiada circunstancia del escritor hispanoamericano. Y a eso podría referirse, asimismo, la mención de la oda14

, en tanto especie compositiva muy del gusto romántico. Conocidas esas marcas textuales que ponen más a la vista el hecho de

que ambos macrotextos comparten una misma matriz, cae de suyo la percepción de las diferencias concernientes a la formalización de esa matriz en cada uno. Las comunidades ideológicas entre "Nuestra América" y Versos sencillos hacen más notable que ellos no están concebidos para un mismo público o tipo de público: uno, en prosa muy dependiente de los dispositivos de la escritura, el otro, en verso de fuerte resonancia oral; uno, activando

13 Aún cabría considerar la metáfora del coche que aparece en ambos textos, si bien con orientaciones semánticas distintas: "Otras [repúblicas], olvidando que J uárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento, y de cochero a una bomba de jabón" (p. 26), se afirma en "Nuestra América"; mientras que en Versos sencillos, el obispo "Monta, callado, en su coche,/ Que es la piña de un pinar.// Las jacas de su carroza/ Son dos pájaros azules" (p. 238).

14 "El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive" (pp. 16-17).

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toda una memoria libresca, el otro, contando con una memoria de ascendencia popular. Mientras que en Versos sencillos el sujeto del discurso dialoga con los sectores populares en los que cifra la médula identitaria de Hispanoamérica, marginados por lo común de los proyectos moderniza-dores de la región, en "Nuestra América" el emisor correspondiente habla en nombre de esos "elementos naturales desdeñados", mas no con ellos.

El discurso ensayístico se dirige a los sectores sociales que fungen como cantera de dirigentes y líderes políticos y de opinión en Hispanoamérica; ellos son los "elementos cultos" que pueden contribuir a cambiar elstatu quo de la región; ellos representan "la inteligencia superior". Ellos son los que podrían, con el ejercicio del "gobierno lógico", evitar respuestas violentas a los problemas que ni la independencia política ni la institucionalización de las repúblicas han podido solucionar. Si en Versos sencillos su hablante lírico comparte un cúmulo de saberes y valores con el auditorio ideal de su discurso y en un lenguaje con mucha resonancia de la tradición oral que le ha servido de depósito; en "Nuestra América", su emisor se dispone a entablar un diálogo con un público de cuya actuación histórica no se siente satisfecho y sobre un asunto de mucha urgencia acerca del cual no tiene él mismo la palabra final, la definitiva. Esta combinación de factores, al par que potencia las ramificaciones de la creación en el ensayo, deja al descubierto la ineludible resonancia política de su muy estilizado lenguaje literario.

ÜSMAR SÁNCHEZ AG VILERA

Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México

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