noviembre diciembre 2020 núm. 572

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1 CONTENIDO... Noviembre—Diciembre 2020 Núm. 572 «QUERIDA AMAZONIA» (3)

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Page 1: Noviembre Diciembre 2020 Núm. 572

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Noviembre—Diciembre 2020 Núm. 572

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NUESTRO TEMPLO SIGUE RECUPERÁNDOSE DESPUÉS DEL CONFINAMIENTO

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TIBIDABO Publicación bimestral

del Templo del Tibidabo

Época II. Número 572 Noviembre — Diciembre 2020

Dirección y equipo Francesc RIU, director

Joan Codina Giol Francesc Grabulosa

Xavier Matoses

Revista TIBIDABO Subscripción anual:

Ordinaria: 18€ Bienhechor: 30€ Benemérito: 60€

Cuenta corriente donativos Obra Salesiana del Tibidabo

ES97-2100-3006-9822-0040-2025 de CaixaBank

Cuenta corriente donativos

Iluminación del Templo ES97-2100-3006-9822-0040-2025

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Redacción y Administración Templo del Tibidabo

08035 Barcelona Tel.: 934 175 686 – 934 174 904

[email protected]

http://www.templotibidabo.es

Impresión Escuela Gráfica Salesiana- EGS

Rosari, 2 08017 Barcelona

Depósito legal B. 15642, 19961

Portada EL TEMPLO DEL TIBIDABO,

ICONO DE LA CIUDAD DE BARCELONA

CAMBIO DE ÉPOCA:

UN NUEVO RETO PARA LA IGLESIA Debemos reconocer que hoy la humanidad se encuentra en una situación que va a marcar profundamente su fu-turo. Sí, no solo el futuro de nuestro país, sino el futuro de toda la humanidad, fuertemente sacudida por la pande-mia del Covid-19. Se trata de una pandemia que no conoce fronteras ni distingue entre ricos y pobres, entre jóvenes y ancianos, entre asiáticos y americanos, entre la gente del Norte y la gente del Sur. Con razón algunos subrayan que está teniendo lugar un cambio de época, y que, dentro de unos pocos años, todos deberemos reconocer que habremos dejado atrás costumbres, tradiciones y formas de comportamiento que hasta hace unos meses nos parecían intocables. Por ello, ojalá aceptemos de una vez que el futuro de la humanidad va a requerir más solidaridad y más fraternidad entre unos y otros que las que hemos vivido hasta el presente.

En las páginas de este número de nuestra Revista vas a tener la oportunidad de encontrar reflexiones que hace escasos meses no eran habituales entre nosotros, y que ahora se han hecho totalmente necesarias e im-prescindibles. Todos nos hemos sorprendido al obser-var que las autoridades civiles y las sanitarias, en todos los países, han tenido que afrontar unas situaciones iné-ditas, y que a menudo han tardado semanas en descu-brir cómo debían afrontar unos nuevos retos sin la pre-paración necesaria y sin los recursos adecuados. Por todo ello, no dudemos en reconocer que, en estos últimos meses del año 2020, debemos ir pen-sando en pertrecharnos de las actitudes y los métodos que nos capaciten para afrontar un futuro que todavía no estamos en condiciones de imaginar. Esta reflexión también deberemos hacerla desde la perspectiva de la misión encomendada a la Iglesia. En este sentido va a sernos muy útil el estudio compartido de la reciente Encíclica del papa Francisco. ¿Seremos ca-paces de sentirnos ‘hermanos’ porque ‘todos’ somos hi-jos de un mismo Dios que es AMOR?

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CONTENIDO EDITORIAL CAMBIO DE ÉPOCA: UN NUEVO RETO PARA LA IGLESIA ................................................ 3

A LA PALABRA DEL PAPA FRANCISCO

1. EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL «QUERIDA AMAZONIA» (3) ............................................................ 5

2. REFLEXIONES SOBRE LA PANDEMIA DEL COVID-19 EN LAS CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO .................................... 12

B IGLESIA EN EL MUNDO

3. EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA EN EL 75 ANIVERSARIO DE LAS NACIONES UNIDAS ...................... 18

C FAMILIA SALESIANA

4. PENSANDO EN EL AGUINALDO 2021 NOS MUEVE LA ESPERANZA: «Quiero hacer nuevas todas las cosas» (Ap 21, 5) ...................... 21

D TEMPLO DEL TIBIDABO

5. ‘ADORAR’ A JESÚS en el Santísimo Sacramento del Altar .......... 27

6. UNA PLEGARIA. «Cuando siento que me tratan injustamente» ............................ 28

7 LA ILUMINACIÓN DEL TEMPLO DEL TIBIDABO ............................. 30

CELEBRACIONES Y DONATIVOS ......................................................................................... 31

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Exhortación apostólica postsinodal QUERIDA AMAZONIA (3)

El trabajo realizado en el Sínodo de los Obispos sobre la Amazonia, que concluyó en el Vaticano en octubre de 2019,

va a tener una incidencia muy grande en la renovación de la Iglesia impulsada por el papa Francisco.

De ahí la relevancia que el contenido de la Exhortación apostólica Querida Amazonia

va a tener en la vida de la Iglesia a lo largo de los próximos años.

En este número vamos a fijar la atención en el tercero de los cuatro grandes ‘sueños’ en los que Francisco

expone la valoración que él ha hecho del trabajo realizado a lo largo de todo el trabajo sinodal:

“UN SUEÑO ECOLÓGICO”.

En el próximo número daremos un rápido repaso al sueño cuarto, de particular importancia para toda la Iglesia: “Un sueño eclesial”.

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CAPÍTULO TERCERO: UN SUEÑO ECOLÓGICO «En una realidad cultural como la Amazonia, donde existe una relación tan estrecha del ser humano con la naturaleza, la existencia cotidiana es siempre cósmica. Liberar a los demás de sus esclavitudes implica ciertamente cuidar su ambiente y defenderlo, pero todavía más ayudar al corazón del hombre a abrirse confiadamente a aquel Dios que, no solo ha creado todo lo que existe, sino que también se nos ha dado a sí mismo en Jesucristo. El Señor, que primero cuida de nosotros, nos enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que Él nos regala cada día. Esta es la primera ecología que necesitamos. En la Amazonia se comprenden me-jor las palabras de Benedicto XVI cuando decía que «además de la ecología de la natu-raleza hay una ecología que podemos llamar ‘humana’, y que a su vez requiere una ‘ecología social’. Esto comporta que la humanidad […] debe tener siempre presente la interrelación ente la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana» (Benedicto XVI). Esa insistencia en que ‘todo está conectado’ vale especial-mente para un territorio como la Amazonia (Cf. Laudato Si’)». (41) «Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde la selva no es un recurso para ex-plotar; es un ser, o varios seres con quienes relacionarse. La sabiduría de los pueblos originarios de la Amazonia inspira el cuidado y el res-peto por la creación, con conciencia clara de sus límites, prohibiendo su abuso. Abusar de la naturaleza es abusar de los ancestros, de los hermanos y hermanas, de la crea-ción, y del Creador, hipotecando el futuro. Los indígenas, cuando permanecen en sus territorios, son precisamente los que mejor los cuidan, siempre que no se dejen atra-par por los cantos de sirena y por las ofertas interesadas de grupos de poder». (42)

Este sueño hecho de agua «En la Amazonia el agua es la reina, los ríos y arroyos son como venas, y toda forma de vida está determinada por el agua: “Allí, en la plenitud de los estíos ardientes, cuando se diluyen, muertas en los aires inmóviles, las últimas ráfagas del este, el termómetro es substituido por el higrómetro en la definición del clima. Las existencias derivan de una alternativa dolorosa de ba-jantes y crecientes de los grandes ríos. Estos se elevan siempre de una manera asom-brosa. El Amazonas, repleto, sale de su lecho, levanta en pocos días el nivel de sus aguas” (Euclides da Cunha)». (43)

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«El agua deslumbra en el gran Amazonas, que recoge y vivifica todo a su alrededor: “Amazonas, capital de las sílabas del agua, padre patriarca, eres la eternidad secreta de las fecundaciones, te caen ríos como aves…” (Pablo Neruda)». (44)

«Además el Amazonas es la columna vertebral que armoniza y une: El río no nos separa, nos une, nos ayuda a convivir entre diferentes culturas y lenguas. Si bien es verdad que en este territorio hay muchas ‘Amazonias’, su eje principal es el gran río, hijo de muchos ríos: “De la altura extrema de la cordillera, donde las nieves son eternas, el agua se desprende y traza un esbozo trémulo en la piel antigua de la piedra: el Amazonas acaba de nacer. Nace a cada instante. Desciende lenta, si-nuosa luz, para crecer en la tierra. Espantando verdes, inventa su camino y se acre-cienta. Aguas subterráneas afloran para abrazarse con el agua que desciende de Los Andes” (Amadeo Thiago de Mello)». (45).

«Los poetas populares, que se enamoraron de su inmensa belleza, han tratado de expresar lo que este río les hace sentir y la vida que él regala a su paso, en una danza de delfines, anacondas, árboles y canoas. Pero también lamentan los peligros que lo amenazan. Estos poetas, contemplati-vos y proféticos, nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza y que nos deja sin una existencia realmente digna». (46)

El grito de la Amazonia «La poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que hoy muchos compartimos. La verdad insoslayable es que, en las actuales condiciones, con este modo de tra-tar a la Amazonia, tanta vida y tanta hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran seguir creyendo que no pasa nada». (47)

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«El equilibrio planetario depende también de la salud de la Amazonia. “Junto con el bioma del Congo y del Borneo, deslumbra por la diversidad de sus bosques, de los cuales también dependen los ciclos de las lluvias, el equilibrio del clima y una gran variedad de seres vivos. Funciona como un gran filtro del dióxido de carbo-no, que ayuda a evitar el calentamiento de la tierra. En gran parte, su suelo es pobre en humus, por lo cual la selva «crece realmente sobre el suelo y no del suelo” (Harald Sioli)». (48)

«No es suficiente prestar atención al cuidado de las especies más visibles en riesgo de extinción. Es crucial tener en cuenta que en «el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el equi-librio de un lugar. Esto fácilmente es ignorado en la evaluación del impacto ambiental de los proyectos económicos de industrias extractivas, energéticas, madereras y otras que destruyen y contaminan. Por otra parte, el agua, que abunda en la Amazonia, es un bien esencial para la sobrevivencia humana, pero las fuentes de contaminación son cada vez mayores (Cf. Laudato Si’)». (49) «Es verdad que, además de los intereses económicos de empresarios y políticos lo-cales, están también los enormes intereses económicos internacionales. La solución no está, entonces, en una ‘internacionalización’ de la Amazonia, pero se vuelve más grave la responsabilidad de los gobiernos nacionales. Por esta misma razón, es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la so-ciedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utili-zando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales». (50) «Para cuidar la Amazonia es bueno articular los saberes ancestrales con los conoci-mientos técnicos contemporáneos, pero siempre procurando un manejo sustentable del territorio que al mismo tiempo preserve el estilo de vida y los sistemas de valores de los pobladores. A ellos, de manera especial a los pueblos originarios, corresponde recibir —ade-más de la formación básica— la información completa y transparente de los proyectos, de su alcance, de sus efectos y riesgos, para poder relacionar esta información con sus intereses y con su propio conocimiento del lugar, y así poder dar o no su consenti-miento, o bien proponer alternativas». (51) «Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen, y los recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico y tecnológico.

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Por ello todos deberíamos insistir en la urgencia de «crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia». (52)

La profecía de la contemplación «Muchas veces dejamos cauterizar la conciencia, porque la distracción constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo limitado y finito. Si se mira la superficie quizás parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este compor-tamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, poster-gando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera». (53)

«Más allá de todo esto, quiero recordar que cada una de las distintas especies tiene un valor en sí misma, pero cada año desaparecen miles de especies vegetales y ani-males que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver; se habrán perdido para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna ac-ción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho». (54)

«Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la Amazonia y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera.

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Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor despierte un interés hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos íntimamente unidos a ella y no sólo defenderla, y entonces la Amazonia se volverá nuestra como una madre. Porque el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres». (55).

«Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar. Recordemos que cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso sin es-crúpulos. En cambio, si entramos en comunión con la selva, fácilmente nuestra voz se unirá a la suya y se convertirá en oración: “Recostados a la sombra de un viejo euca-lipto nuestra plegaria de luz se sumerge en el canto del follaje eterno” (Laudato Si’). Esta conversión interior es lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante el Señor». (56)

«Jesús decía: “¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Pues bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc 12, 6). El Padre Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonia. Si acudimos ante ese clamor desgarrador, podrá manifestarse que las creaturas de la Amazonia no han sido olvidadas por el Padre del cielo. […] Los creyentes encontramos en la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos». (57)

Educación y hábitos ecológicos «Así podemos dar un paso más y recordar que una ecología integral no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas, jurídicas y sociales. La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarro-llo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos. No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso, más fraterno». (58) «Porque mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. No pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en gran-des desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, por-que la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca». (59)

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«La Iglesia, con su larga experiencia espiritual, con su renovada consciencia sobre el valor de la creación, con su preocupación por la justicia, con su opción por los últi-mos, con su tradición educativa y con su historia de encarnación en culturas tan di-versas de todo el mundo, también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonia. Esto da lugar al siguiente sueño, que quiero compartir más directamente con los pastores y fieles católicos». (60)

■ La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos. No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso, más fra-terno». (58)

— Al reflexionar sobre el modo de comportarme ante la naturaleza que es la casa común de todos los seres humanos, ¿siento la necesidad de cambiar mi estilo de vida y el uso que hago de los bienes que me ofrece la acción creadora de Dios? ¿Soy capaz de tomar alguna decisión al respecto?

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REFLEXIONES sobre la pandèmia del Covid-19 EN LAS CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO

El papa Francisco no se ha mostrado indiferente ante el Covid-19. Desde el primer momento comprendió que sus consecuencias

afectarían a toda la humanidad y que era preciso afrontar esa pandemia con el Evangelio en una mano y la solidaridad en la otra.

Recordemos algunas de las reflexiones propuestas en sus Catequesis.

CATEQUESIS PRIMERA .

«Debemos fijar la mirada en el Evangelio de Jesús» La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestra vulnera-bilidad. Son muchos los difuntos, muchísimos los enfermos, en todos los continentes. Muchas personas y muchas familias viven un tiempo de incertidumbre, a causa de los problemas socio-económicos, que afectan especialmente a los más pobres. Por eso,

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debemos fijar la mirada en el Evangelio de Jesús, y con esta fe abrazar la esperanza del Reino de Dios que el mismo Jesús nos da. Un nuevo encuentro con el Evangelio de la fe, de la esperanza y del amor nos invita a asumir un espíritu creativo y renovado. De esta manera, seremos capaces de transformar las raíces de nuestras enfermedades físicas, espirituales y sociales. Podre-mos sanar en profundidad las estructuras injustas y sus prácticas destructivas que nos separan los unos de los otros, amenazando la familia humana y nuestro planeta.

Pensemos en el bellísimo pasaje de la curación del paralítico de Cafarnaúm. ¡Qué maravilloso ejemplo de curación! La acción de Cristo es una respuesta directa a la fe de los que acompañaron al paralítico, a la esperanza que depositan en Él, al amor que demuestran tener los unos por los otros. Y por tanto Jesús sana, pero no sana simple-mente la parálisis, sana todo, perdona los pecados, renueva la vida del paralítico y de sus amigos. Podemos afirmar que hace nacer de nuevo. Una sanación física y espiritual, todo junto, fruto de un encuentro personal y social. Imaginamos cómo esta amistad, y la fe de todos los presentes en esa casa, hayan crecido gracias al gesto de Jesús. ¡El encuentro sanador con Jesús!

Y ahora nos preguntamos: ¿de qué modo podemos ayudar a sanar nuestro mundo, hoy? Como discípulos del Señor Jesús, que es médico de las almas y de los cuerpos, estamos llamados a continuar su obra de curación y de salvación en sentido físico, social y espiritual». (Catequesis del día 05-08-2020)

● ¿Me he sentido vulnerable ante el coronavirus? ¿Cómo he mostrado mi solidaridad con otras personas que han sido víctimas de la pandemia?

● Como nos ha propuesto el papa Francisco, ¿estoy dispuesto a afrontar las consecuencias de esta pandemia con espíritu creativo y renovado?

CATEQUESIS SEGUNDA .

«El coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir» «La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos los unos de los otros y también de la creación, no podemos sanar el mundo. Es loable el compromiso de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos poniendo también en riesgo su propia salud. ¡Son héroes!

Sin embargo, el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Una de estas

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es la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carác-ter relacional. A veces miramos a los otros como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada ciega fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo. Sin embargo, a la luz de la fe sabemos que Dios mira al hombre y a la mujer de otra manera. Él nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar; nos ha creado a su imagen y semejanza.

Pidamos al Señor que nos dé ojos atentos a los demás, especialmente a que sufren. Como discípulos de Jesús no queremos ser ni indiferentes ni individualistas, estas son las dos actitudes malas contra la armonía necesaria. Indiferente: yo miro a otro lado. Individualista: yo miro solamente el propio interés. La armonía creada por Dios nos pide mirar a los otros, las necesidades de los otros, los problemas de los otros, estar en comunión con los otros. Queremos reconocer la dignidad humana en cada persona, cualquiera que sea su raza, lengua o condición. […]

Esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano tiene serias impli-caciones sociales, económicas y políticas. Mirar al hermano y a toda la creación como don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento de atención, de cuidado y de amor. El creyente, contemplando al prójimo como un hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad. Y contem-plando el mundo a la luz de la fe, se esfuerza por desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia. […]

Mientras trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indi-ferencia ante las violaciones de la dignidad humana». (Catequesis del día 12-08-2020)

● ¿Estoy convencido de que el coronavirus no es la única enfermedad que debemos combatir en este mundo? ¿Puedo citar otras enfermedades que son tan peligrosas o más que el Covid-19?

● ¿Me muestro indiferente ante las violaciones de la dignidad humana?

CATEQUESIS TERCERA .

«La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad» La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran de-sigualdad que reina en el mundo. Y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discrimi-nación. ¡Y las ha incrementado!

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Por tanto, la respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, es indispensable encon-trar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres, que está en el centro del Evangelio.

Los seguidores de Jesús se reconocen por su cercanía a los pobres, a los peque-ños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está pri-vado de alimento y ropa. Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser ins-trumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres.

La fe, la esperanza y el amor nos empujan necesariamente hacia esta preferen-cia por los más necesitados, que va más allá de la pura necesaria asistencia. Implica caminar juntos, dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, de-jarse “contagiar” por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad.

Compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructu-ras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas. A esto conduce el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo y llega hasta los confines, a los márgenes, a las fronteras existencia-les. Llevar las periferias al centro significa centrar nuestra vida en Cristo. […]

Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. To-dos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas.

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Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la de-gradación del ambiente. Hoy tenemos la oportunidad de construir algo diferente. […]

La opción preferencial por los pobres fundada en el amor de Dios, nos mueve a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro. Y nos anima también a proyectar la cura del virus privilegiando a aquellos que más lo necesitan. ¡Sería triste si, en la vacuna para el Covid-19 se diera la prioridad a los ricos! […]

Qué escándalo si toda la asistencia económica que estamos viendo —la mayor parte con dinero público— se concentrase en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común o al cui-dado de la creación. Hay cuatro criterios para elegir cuáles serán las industrias para ayudar: las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últi-mos, al bien común y al cuidado de la creación. (Catequesis del día 19-08-2020)

● ¿Me preocupan las consecuencias sociales de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus? ¿Solo me preocupa la cuestión sanitaria?

● ¿He fijado mi atención en la incidencia de esta crisis en los más pobres? ¿En qué hago consistir mi solidaridad?

CATEQUESIS CUARTA .

«El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza» Ante de la pandemia y sus consecuencias sociales, muchos corren el riesgo de perder la esperanza. En este tiempo de incertidumbre y de angustia, invito a todos a acoger el don de la esperanza que viene de Cristo.

La pandemia ha puesto de relieve y agravado problemas sociales, sobre todo la desigualdad, que se manifiesta de muchas maneras. Los síntomas de desigualdad re-velan una enfermedad social; es un virus que viene de una economía enferma. Tene-mos que decirlo sencillamente: la economía está enferma. Es el fruto de un creci-miento económico injusto que prescinde de los valores humanos fundamentales. En el mundo de hoy, unos pocos muy ricos poseen más que el resto de la humanidad. Unos pocos, muy ricos, poseen más que todo el resto de la humanidad. Esto es esta-dística pura. ¡Es una injusticia que clama al cielo!

Este modelo económico ignora los daños infligidos a la casa común. No cuida de la casa común. Estamos cerca de superar muchos de los límites de nuestro maravilloso planeta, con consecuencias graves e irreversibles: de la pérdida de biodiversidad y del

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cambio climático hasta el aumento del nivel de los mares y a la destrucción de los bos-ques tropicales. La desigualdad social y el degrado ambiental van de la mano y tienen la misma raíz: la del pecado de querer poseer, de querer dominar a los hermanos y las hermanas, de querer poseer y dominar la naturaleza y al mismo Dios. Pero este no es el diseño de la creación.

Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos. […] De hecho, la tierra nos precede y ha sido dada por Dios a toda la humanidad. Por tanto, es nuestro deber hacer que sus frutos lleguen a todos, no solo a algunos. Y este es un elemento-clave de nuestra relación con los bienes terrenos. Nosotros somos administradores de los bienes, no dueños. […]

Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que lacera el tejido social; y cuando la dependencia de un progreso material ilimitado amenaza la casa común, no podemos quedarnos mirando. No, esto es desolador. ¡No podemos quedarnos mirando! […]

La pandemia nos ha puesto a todos en crisis. Pero recordad: de una crisis no po-demos salir iguales, o salimos mejores, o salimos peores. Esta es nuestra opción. Des-pués de la crisis, ¿seguiremos con este sistema económico de injusticia social y de des-precio por el cuidado del ambiente, de la creación, de la casa común? Pensémoslo. […]

Y para finalizar, pensemos en los niños. Leed las estadísticas: cuántos niños, hoy, mueren de hambre por una no buena distribución de las riquezas; y cuántos niños no tienen derecho a la escuela, por el mismo motivo. Que esta imagen, de los niños nece-sitados por hambre y por falta de educación, nos ayude a entender que después de esta crisis debemos salir mejores. Gracias. (Catequesis del día 26-08-2020)

● ¿Qué valoración hago de las situaciones de desigualdad que el modelo económico vigente ha provocado en el conjunto de la humanidad? ¿En qué aspectos no puedo estar de acuerdo?

● ¿Qué pienso hacer para salir de esta crisis habiendo mejorado en algunos aspectos de mi vida como ciudadano del mundo y como cristiano?

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EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA EN EL 75 ANIVERSARIO DE LAS NACIONES UNIDAS

En la celebración del 75 aniversario de las Naciones Unidas, el pasado 25 de sep-tiembre el papa Francisco envió un videomensaje dirigido al secretario general, Antonio Guterres, así como a los jefes de Estado y de Gobierno participantes, y a todos aquellos que están siguiendo el debate general.

Los efectos de la pandemia por COVID-19 en la humanidad, garantizar los de-rechos humanos, pero también unir esfuerzos ante el cambio climático y hacer frente a la cultura del descarte: estos son los principales dramas que ha enfrentado el Papa Francisco en su mensaje. Esta es la segunda vez que el papa Francisco se dirige a la Asamblea General de la ONU. La primera vez fue en persona, hace exactamente cinco años, el 25 de septiembre de 2015. Será la sexta vez que un pontífice se dirige a la ONU, después de Pablo VI en 1964, Juan Pablo II en 1979 y 1995, y Benedicto XVI en 2008. He aquí algunos de los pensamientos más significativos que el papa Francisco ha incluido en su mensaje a las ‘NACIONES UNIDAS’.

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1. La pandemia del COVID-19 y sus consecuencias

«Actualmente, nuestro mundo se ve afectado por la pandemia del COVID-19, que ha causado la pérdida de muchas vidas. Esta crisis está cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y poniendo de ma-nifiesto nuestra fragilidad como criaturas».

2. Dos caminos son posibles

«Debemos optar por uno de los dos caminos posibles: un camino conduce al fortale-cimiento del multilateralismo, que comporta una renovada corresponsabilidad mun-dial, una solidaridad fundamentada en la justicia y el cumplimiento de la paz y la uni-dad de la familia humana; el otro camino da preferencia a actitudes de autosuficien-cia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, abandonando los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales».

3. El riesgo de la cultura del descarte

«Si quiere avanzar, la humanidad debe cambiar de dirección, y para esto ya tenemos los recursos y tenemos los medios culturales, tecnológicos y también la conciencia so-cial. Pero, este cambio necesita un marco ético más robusto, capaz de superar la tan difundida e inconscientemente consolidada cultura del descarte».

4. El riesgo de la violación de derechos fundamentales

«Es doloroso observar que muchos derechos fundamentales continúan siendo viola-dos con impunidad. La lista de estas violaciones es muy larga y nos hace llegar la terri-ble imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo. También debemos admitir que las crisis humanitarias se han convertido en el statu quo, donde los derechos a la vida, a la libertad y a la se-guridad personales no están garantizados».

5. La urgencia de un compromiso compartido

«Una nueva ética supone que todos asumamos el compromiso de trabajar juntos para cerrar las guaridas fiscales y lograr que, en todas las naciones, la justicia y el bien común prevalezcan sobre los intereses de las empresas multinacionales más podero-sas. Este es el tiempo propicio para renovar la arquitectura financiera internacional».

6. La urgencia de frenar el cambio climático

«No debemos cargar a las próximas generaciones con los problemas causados por las anteriores. Debemos preguntarnos seriamente si existe, entre nosotros, la volun-tad política para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para ayu-dar a las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las más afectadas».

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7. La tragedia de los refugiados, los migrantes y los desplazados

«Hoy muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Con frecuencia, los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de origen, tránsito y destino, son abandonados a su suerte, sin oportunidad de mejorar su situación. Peor aún, miles son interceptados en el mar y devueltos a la fuerza a campos de refugiados donde sufren torturas y abusos de todo tipo. ¡Esto que es intolerable! Sin embargo, es hoy una realidad que muchos prefieren ignorar».

8. Opción preferente por la infancia

«Imploro a las autoridades civiles que presten especial atención a los niños y no les nieguen sus derechos fundamentales y su dignidad, en particular su derecho a la vida y a la educación. Los primeros educadores del niño son su mamá y su papá, es decir, la familia que la Declaración Universal de los Derechos Humanos describe como el ele-mento natural y fundamental de la sociedad».

9. Las consecuencias de la carrera armamentista

«Debemos preguntarnos si las principales amenazas a la paz y a la seguridad, como son la pobreza, las epidemias y el terrorismo, entre otras, pueden ser afrontadas efectivamente cuando la carrera armamentista, incluyendo las armas nucleares, con-tinúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del desa-rrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural».

10. La necesaria y urgente promoción de la mujer

«La promoción de la mujer debe ser un objetivo fundamental en toda sociedad. Este año se cumple el vigésimo quinto aniversario de la Conferencia de Beijing sobre la Mu-jer. En todos los niveles de la sociedad las mujeres están jugando un papel importante y su contribución es imprescindible.

Sin embargo, muchas mujeres son víctimas de la esclavitud, la trata, la violencia, la explotación y las relaciones degradantes. A todas ellas les expreso mi fraternal cer-canía, a la vez que vuelvo a reclamar un compromiso más eficaz en la lucha contra esas prácticas perversas que denigran no solo a las mujeres sino a toda la humanidad que, con su silencio y su inacción, se hace cómplice de esa injusticia».

En el mensaje del papa Francisco ha expresado muy claramente pensamiento de la Iglesia sobre la situación en que hoy se encuentra la humanidad.

● ¿Comparto sus sentimientos? ¿Está a mi alcance llevar a la práctica al-guna de sus recomendaciones? ¿Deseo hacerlo?

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PENSANDO EN EL AGUINALDO 2021

NOS MUEVE LA ESPERANZA: “Quiero hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5)”

En el conjunto de la Familia Salesiana, el nuevo año civil 2021 llegará marcado por la propuesta de un Aguinaldo

por parte del Rector Mayor de la Congregación Salesiana, en esta ocasión Ángel Fernández Artime,

que fue reelegido en el Capítulo General celebrado en este año 2020. Se ha hecho habitual que el mismo Rector Mayor

anuncie con tiempo el carácter que piensa dar al Aguinaldo del próximo año, con el fin de que toda la Familia Salesiana se vaya preparando,

consciente de que habrá que dar una respuesta adecuada a la situación en que se encuentra en la actualidad.

Por ello, el nuevo Aguinaldo comportará una invitación a la creatividad.

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He aquí unes reflexiones inspiradas en los pensamientos que el mismo Rector Mayor ha sometido a nuestra consideración para que nos preparemos y acojamos el Agui-naldo del año 2021 con esperanza y osadía.

Un título que nos ‘inquieta’ y nos ‘despierta’ En pleno mes de agosto, cuando toda la humanidad se sentía abrumada por la fuerte sacudida provocada por la pandemia del COVID-19, nuestro Rector Mayor ya nos ad-virtió que no podríamos ignorar esta realidad al pensar en el contenido y la finalidad del Aguinaldo de la Familia Salesiana para el año 2021.

Fue tan intensa y violenta esa sacudida que todos deberíamos ser conscientes del profundo cambio que produciría en la sociedad en general y en cada una de las familias en particular. Y esto, en todo el mundo, ignorando tanto las fronteras que separan unos países de otros como la diversidad de culturas que el rápido proceso de globali-zación tiende a desdibujar. Por ello, el título propuesto para el nuevo Aguinaldo ya nos indica hacia dónde pretende conducirnos y con qué actitud deberemos responder a los cambios que se avecinan. En primer lugar, una vez recuperada la paz interior alterada por la pandemia, a todos se nos va a exigir que dejemos de mirar hacia atrás con nostalgia y nos dispon-gamos a discernir el camino que deberemos seguir para poder adentrarnos en un fu-turo distinto que entre todos vamos a construir. Dando por hecho que un futuro posterior al COVID-19 no podrá consistir en una simple reconstrucción del pasado, va a ser urgente adoptar una actitud creativa que nos aleje de recuerdos y rutinas y despierte nuestra capacidad de ‘innovar’. Sí, he dicho ‘innovar’.

Es decir, no podemos engañarnos y pretender recuperar lo que la pandemia habrá destruido: nuestro futuro deberá ser distinto del pasado, y esto requiere echar mano de nuestra capacidad de ‘innovación’. Esta opción justifica el título propuesto para el Aguinaldo del año 2021, sacado de Apocalipsis; un título que no debe asustar ni escan-dalizar a nadie: «Quiero hacer nuevas todas las cosas».

Necesaria superación de la ‘anestesia’ provocada por el COVID-19 A lo largo de los últimos meses todos, sin excepción alguna, hemos sido víctimas del coronavirus, aunque el resultado las pruebas PCR hayan dado negativo y, por ello, quizá en ningún momento hayamos corrido el riesgo de ser hospitalizados. De algún modo, todos hemos experimentado las consecuencias de algún tipo de confinamiento y de la correspondiente inactividad.

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En efecto, de algún modo en todos los países del mundo se han paralizado muchas iniciativas habituales, se han cerrado temporalmente los lugares de trabajo, se han postergado actividades y eventos de todo tipo, se han suprimido viajes y fiestas, se han clausurado templos y centros educativos y se ha impedido la celebración de encuen-tros, congresos y actos culturales o recreativos. El resultado de todo ello no era desea-ble pero sí previsible: el conjunto de la sociedad ha sufrido las consecuencias de un cierto grado de ‘anestesia’ a la que nadie estaba acostumbrado. Además, la misma pandemia ha fomentado el aislamiento de las familias, los pueblos, las ciudades y los países, en la medida en que el afán por evitar los riesgos de contagio dificultaba las relaciones interpersonales, los viajes no necesarios y los inter-cambios de todo tipo, en ámbitos nacionales, internacionales y mundiales. A esta situación cabe añadir que la pérdida de los lugares de trabajo deja familias a la intemperie y con numerosas dudas respecto al futuro de los hijos. Por todo ello, debemos aceptar la realidad, pero no dejar de reaccionar con va-lentía con el fin de superar la tendencia al desaliento y la consiguiente inactividad. Para ello, abramos nuestro corazón a la esperanza, confiando en el amor de un Dios que nos ayudará a «hacer nuevas todas las cosas». Así responderemos a la llamada del papa Francisco, que nos ha invitado con insistencia a contagiarnos con «los anticuer-pos de la justicia, la caridad y la solidaridad”, para la reconstrucción de un nuevo mundo después de la pandemia.

Con el espíritu con que Don Bosco afrontó las situaciones adversas A lo largo de toda su vida nuestro padre Don Bosco tuvo que afrontar tantas situacio-nes, tantas tragedias y tantos dolores, y es un buen maestro que nos va a enseñar cómo transformar las realidades adversas en oportunidades que favorecerán el ejerci-cio de nuestra misión evangelizadora. Él se distinguió por su tenacidad y su coraje, y n dejó de alentar a sus muchachos para que salieran al paso de los pobres afectados por el cólera que se hizo presente en los suburbios de Turín. Don Bosco y sus jóvenes, como otros muchos, en aquel tiempo se entregaron con generosidad a ayudar a quienes más necesitaban la superación de la enfermedad. Esta opción por la entrega generosa a los demás no era nada nuevo para quien había tenido que abandonar el hogar familiar y dejar a su madre afrontando la soledad y la escasez de recursos materiales para ‘ganarse la vida’ y poder prepararse para poderla poner al servicio de los jóvenes que años más tarde encontraría abandonados y ociosos en las calles de Turín. A lo largo de toda su vida, para muchos Don Bosco fue un modelo de creatividad y osadía en su apostolado, movido por una fe y una esperanza que siempre le arro-paron en su entrega amorosa a los demás.

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«Comprometidos en el afán por ‘hacer nuevas todas las cosas’» En respuesta a las consecuencias negativas de la pandemia del Covid-19, la Iglesia y todos los que la formamos, deberemos comprometer nuestras vidas en el esfuerzo por superar la tentación de dejar las cosas como están. Sí, esta es una tentación en la que muchos han caído a lo largo de la historia de la Iglesia y de todas sus comunidades e instituciones, incluida la Familia Salesiana.

En este sentido, una vez más deberemos atender la llamada insistente que el papa Francisco nos ha dirigido en su Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, en la que él presentó el programa de su Pontificado: «Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una ‘simple ges-tión administrativa’. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un ‘estado permanente de misión’».

«Hacer una ‘lectura salesiana’ de la realidad y comprometernos» Son muchísimas las lecturas que hoy se hacen del momento histórico que nos ha to-cado vivir, un momento ‘nuevo’ en la historia de la humanidad. Ni las guerras más cruentas han sido tan ‘mundiales’ como lo es la situación en que nos encontramos hoy,

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pero ¿cómo debemos afrontarla?; ¿qué contribución podemos hacer como Familia Sa-lesiana?; ¿qué valores evangélicos debemos practicar y proponer a los demás?; si ha-cemos una ‘lectura salesiana’ de la realidad, ¿cómo podemos invitarnos e invitar a los jóvenes a mirar hacia el futuro con ilusión y esperanza? He aquí la propuesta de algunas opciones constructivas:

De la cultura del descarte a la cultura de la solidaridad. Del egoísmo suicida al altruismo generoso. Del individualismo que empobrece a la fraternidad que enriquece. Del aislamiento en el ‘yo’ al encuentro solidario con los demás. De la división entre unos y otros a la unidad y la comunión. Del pesimismo a la ilusión y la esperanza. Del vacío interior a la trascendencia. Añadamos una reflexión muy oportuna que el papa Francisco nos ha ofrecido para

que superemos la tentación del egoísmo que esteriliza: «Si algo hemos podido apren-der en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todos los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi im-perceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos… Es el soplo del Es-píritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir “aquí estoy” ante la enorme e inaplazable tarea que nos espera. Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritu para impulsar junto a otros las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor quiere generar en este momento concreto de la historia» (cf. Un plan para resucitar a la humanidad tras el coronavirus).

Echar mano de estrategias que favorezcan la práctica de la esperanza No podemos esperar pasivamente que los problemas se resuelvan solos y que la paz y la convivencia se logren sin esfuerzo alguno. La ayuda de Dios no nos faltará si pone-mos a su servicio todo lo que somos y todo lo que podemos. He aquí algunas pistas que pueden ayudarnos a llevar a la práctica nuestros com-promisos: ● Comoquiera que la fe y la esperanza caminan juntas, propongámonos lograr que las dos nos acompañen a lo largo de la aventura que nos espera, porque no debe-mos permitir que nuestra fe y nuestra esperanza se debiliten. ● Uno de los recursos que tenemos a nuestro alcance es la oración, que es escuela de esperanza y lugar de encuentro con el Amor de Jesús que nos salva. ● La misión que tenemos entre manos y que exige nuestro esfuerzo creativo va a ser el ámbito en el que haremos cuanto esté a nuestro alcance para transformar la realidad en el nuevo contexto sociocultural y religioso en el que nos vamos a encon-trar en el próximo futuro.

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● En todo este proceso, no perdamos de vista que el sufrimiento y el dolor siempre nos acompañarán. Pero ello no debe hacerlos perder la ilusión por el cons-tante servicio a los demás. El sufrimiento y el dolor siempre pueden ayudarnos a en-contrar el sentido de la vida. ● Y no olvidemos que la Familia Salesiana se ha comprometido en mantener viva la opción preferente por los pobres y los excluidos, que van a ser los que más van a sufrir en la nueva época que estamos iniciando.

MARÍA de Nazaret, Madre de Dios, Estrella de la Esperanza Ella, la Madre, sabe bien lo que es confiar y esperar contra toda esperanza, en el nom-bre de Dios. Su ‘Sí’ a Dios despertó todas las esperanzas para la humanidad. Ella expe-rimentó la soledad en el nacimiento de su Hijo, guardó en su corazón el anuncio de la espada que traspasaría su corazón; ella experimentó el dolor y el sufrimiento de ver a su hijo como ‘signo de contradicción’ incomprendido, repudiado, ella conoció la hosti-lidad y el rechazo a su Hijo hasta el final, a los pies de su Cruz en el Gólgota.

Pero la Esperanza no había muerto. Y por eso permaneció con los discípulos en el cenáculo como madre, porque así lo había querido manifestar Jesús desde lo alto de la Cruz; ella siempre ha sido y es Madre de la Esperanza.

“Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino” (Benedicto XVI en su Carta Encíclica Spe salvi, 32). Amén.

Reflexión de FRANCESC RIU, SDB,

a partir del texto del Rector Mayor (Roma 1 de agosto del 2020.

En las reflexiones que propone el Rector Mayor de la Familia Salesiana da por supuesto que la pandemia del CÓVID-19 va a comportar cambios muy pro-fundos en todos los países de los cinco continentes. Por ello, debemos pre-pararnos para poder dar respuestas eficaces a los nuevos retos que debere-mos afrontar en nuestro entorno social, cultural y, también, religioso.

■ ¿Me parece bien el título que el Rector Mayor ha pensado dar al Agui-naldo correspondiente al próximo año 2021? ¿Es exagerado afirmar que será preciso ‘hacer nuevas todas las cosas’?

■ ¿Cómo pienso prepararme para ser útil en la nueva situación en que me voy a encontrar? ¿Qué criterios de actuación deberé cambiar?

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‘ADORAR’ A JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

He aquí una hermosa reflexión que el papa Francisco expuso en la homilía de la Fiesta de la Epifanía de este año 2020.

«La adoración es una exigencia de nuestra fe. Si sabemos arrodillarnos ante Jesús, venceremos la tentación de ir cada uno por su camino. De hecho, adorar es liberarse de la esclavitud más grande, la de ser esclavo de uno mismo.

Adorar es poner al Señor en el centro para no estar más centrados en nosotros mismos. Es poner cada cosa en su lugar, dejando el primer puesto a Dios.

Adorar es poner los planes de Dios antes que mi tiempo, que mis derechos, que mis espacios. Es aceptar la enseñanza de la Escritura: «Al Señor, tu Dios, adorarás».

Adorar es experimentar que, con Dios, nos pertenecemos recíprocamente. Es darle del “tú” en la intimidad, es presentarle la vida y permitirle entrar en nuestras vidas. Es hacer descender su consuelo al mundo.

Adorar es descubrir que para rezar basta con decir: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28), y dejarnos llenar de su ternura.

Adorar es encontrarse con Jesús sin una lista de peticiones y con la única solicitud de estar con Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de gracias. Cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie. Al adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestra oscuridad, de darnos fuerza en la debilidad y valentía en las pruebas.

Adorar es ir a lo esencial: es la forma de desintoxicarse de muchas cosas inútiles, de adicciones que adormecen el corazón y aturden la mente. De hecho, al adorar uno aprende a rechazar lo que no debe ser adorado: el dios del dinero, el dios del consumo, el dios del placer, el dios del éxito, nuestro yo erigido en dios.

Adorar es hacerse pequeño en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar.

Adorar es redescubrirnos hermanos y hermanas frente al misterio del amor que supera toda distancia: es obtener el bien de la fuente, es encontrar en el Dios cercano la valentía para aproximarnos a los demás.

Adorar es saber guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir pa-labras que no duelen, sino que consuelan.

Por lo general, acudimos al Señor para pedirle lo que deseamos y agradecerle sus dones, pero debemos ir aún más allá con la oración de adoración: debemos cre-cer en la adoración. Es una sabiduría que debemos aprender todos los días.

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UNA PLEGARIA

CUANDO ME SIENTO TRATADO INJUSTAMENTE

En algunos momentos de nuestras vidas, todos hemos pasado por situacio-nes difíciles en las que hemos tenido la sensación de no haber sido tratados como merecíamos, y ello nos ha disgustado profundamente. También esta es una circunstancia oportuna para acudir a Dios en nuestra oración y expre-sar nuestros sentimientos.

No lo merezco. Recuerdo muy bien cómo me han tratado. No podía esperar que personas en las que yo confiaba me iban a tratar como lo han hecho. Ha sido un mal trago para mí, un trago muy amargo. Pongo en Tus manos mi dolor y también mi rabia, mi frustración y mi incapacidad.

Al menos Tú siempre has sido comprensivo y justo. De Ti, solo puedo recibir lo que merezco. ¡Oh, no, Dios mío! ¿Qué acabo de decir? Por favor, ¡no me trates como merezco porque moriría! Tú eres justo, pero no en el modo como te comportas habitualmente.

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Tu justicia es solo una manera de expresar tu inmensa bondad. Tú te mantienes fiel y lleno de ternura, incluso cuando te traicionamos. Tus dones son mucho más grandes que todo lo que yo pueda merecer. ¿Cómo es posible que yo considere injusto todo lo que pueda creer que viola alguno de mis derechos? ¡Con qué facilidad olvido que se me trata mucho mejor de lo que yo merezco! Porque Tu amor es un océano de misericordia que nunca se agota. ¿Quién es capaz de contar los dones que de Ti he recibido, consciente o inconscientemente? Tú me has amado a través de tantas personas, muchas más que las que yo recuerdo. Hoy mismo, en mi trabajo, mucha gente es amable y comprensiva, siempre dispuesta a ayudarme, y siempre presta a sonreír. Gracias a Ti, mi Dios bueno y generoso, por la bondad de esa gente ¡y por la Tuya!

Ante el vasto horizonte de tanta bondad, el daño que yo he podido recibir es minúsculo, a veces imperceptible. Es real y me afecta, es cierto, pero el dolor me fortalece. Se trata de un simple guijarro, no de una montaña; es una pequeña herida que yo puedo soportar fácilmente. Ojalá este dolor me haga reflexionar y me haga más reflexivo, no más amargado. Tras mi dolor yo descubro tu mano amorosa que me modela y me fortalece. Hazme más robusto y más noble, para que yo pueda pasar de la autocompasión a la alegría. Haz que mis heridas no me impidan descubrir las necesidades de los que sufren de verdad y la inagotable belleza de la vida. Haz que ningún sufrimiento cierre mi corazón a la belleza de las flores, o a la bondad de la gente, o a mi propia capacidad de cosechar alegría en el campo del dolor

JOE MANNATH SDB, You Surprised Me

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LA ILUMINACIÓN DEL TEMPLO DEL TIBIDABO

Durante el estado de alarma el Templo se mantuvo cerrado por razones sanita-rias, de tal modo que la adoración nocturna no pudo mantenerse como es habitual. En aquellas circunstancias, los socios de la Adoración Nocturna del Tibidabo garantizaron que el Templo estuviera iluminado hasta las seis de la mañana todos los días. A menudo personas devotas del Sagrado Corazón solicitan información sobre este detalle distintivo de nuestro Templo, o bien manifiestan el deseo de que se mantenga iluminado en una noche determinada y cómo pueden colaborar en lograr que se man-tenga esta hermosa tradición. La iluminación del Templo comporta un coste económico que se cubre con apor-taciones voluntarias de las personas que consideran oportuno que esta ‘presencia del Sagrado Corazón’ en la cumbre del Tibidabo se mantenga todas las noches del año. Una hora de iluminación del Templo comporta un coste aproximado de 15€.

Los donativos inferiores a 100€ contribuyen a mantener la iluminación durante dos-tres horas todas las noches del año, desde que empieza a oscurecer.

Un donativo de 100€ permite que la iluminación se prolongue durante ocho horas en una noche determinada por el mismo donante.

Agradecemos vuestra colaboración. Templo del Tibidabo, 1 de noviembre de 2020

NOTA. Es recomendable solicitar la iluminación del Templo por email ([email protected]), y el donativo puede hacerse mediante la C/C ES97-2100-3006-9822-0040-2025 de CaixaBank, indicando la finalidad.

La iluminación del Templo del Tibidabo es expresión de la presencia amorosa

del Sagrado Corazón de Jesús que nos acompaña día y noche.

Con el paso de los años,

el Templo iluminado se ha convertido en un icono distintivo

de la ciudad de Barcelona, y puede ser visto

desde las comarcas cercanas.

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CELEBRACIONES HABITUALES

Eucaristías días laborables: 8, 12, 17 y 19 horas. Eucaristías días festivos: 9, 11, 12, 17 y 19 horas. Rezo del Rosario, Vísperas y Bendición S.S: 18 horas.

14/07/2020 – 29/09/2020

‘Adorador’ Aguado, Teresa Andreu Serra, Viviana Aznar Martínez, Aitor Baltá, Ignacio Bertrán, Rosa Mª Bosch Fridrin, Miguel Ángel Calvo Litago, Elena Camprubí Ribalta, Montse Castrillo Pérez, José Aurelio Castro Frías, Susana De Albert, Mª Carmen De Muller de Abadal, Rafael De Pedro, JM Díaz Oruzco, Agapito Díaz Rodríguez, Familia Domínguez, Rosario Fernández Bragulat, Mª Dolores Ferrer Falcón, Pilar Gallardo García Nieto, Ángeles Gallego Liso, José Mª

García Figueras, Jaime García Jiménez, Ángel Gil Moreno, Álvaro Gómez Viso, José Janhoer, Eduardo Lacasa, Luís Lladó Leon, Luis Lluís Adell, Manuel Manrique, Consuelo Martí Tous, Cristina Mora Feliu, Josefina Mulet Gisbert, Teresa Olivé Picañol, Mª Dolors Petite, Josefa Pibernat Aymeric, Mª Rosa Puig, Emilia Rio, Juan Antonio Rivero San José, Alfonso Sabrido Quintario, Rosario Santos Olmo, Familia Solé Mandoli, Anna Tellez Felipe, Ismael Felipe Vila, Masachs,Pedro Viscarri, Mª Teresa Vives Tanganelli, Familia Zuazu Villanueva, Ana

17/07/2020 –29/09/2020

Abarca Piedra, Eva María Arqueros Sos, Juan Artigas Gascón, Jordi Borondo-Moreno, Familia Canalda Alfaro, Rosa María Castillo, Amalia De Fortuny, Marta García Pérez, Antonia Laporta Grau, Manuel Llacuna, Santi Janhoer, Eduard Pascual, Mª Pau Porqueras Agut, Ramona Sánchez Figueras, José Vives Tanganelli, Familia

Las intenciones de oración en los meses de noviembre y diciembre 2020

■ NOVIEMBRE. Recemos para que el progreso de la robótica y de la in-teligencia artificial esté siempre al servicio del ser humano.

■ DICIEMBRE. Recemos para que nuestra relación personal con Jesu-cristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración.

DONATIVOS Iluminación Templo T.

DONATIVOS Obra Salesiana Tibidabo

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Detalle del Viacrucis en la Cripta