novelistas y etnógrafos en el infierno de la casa arana - reseña
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Foto: Caballeros Andantes. http://www.caballerosandantes.net/
Pineda Camacho, Roberto. “Novelistas y etnógrafos en el infierno de la Casa
Arana”. Boletín de Historia y Antigüedades 826 (2004): 485-522.
En este artículo del ámbito de la antropología histórica, Pineda Camacho parte
de un corpus hibrido de textos relativos a la representación de la explotación de
los indígenas del Putumayo, como parte de la economía del caucho en la
Amazonia de principios del siglo XX1. Lo especialmente sugestivo del análisis de
1 Algunos de los textos a los que Camacho Pineda le dedica más atención son: novelas y relatos
como José Eustasio Rivera. La vorágine (Bogotá: Cromos, 1924), Julio Quiñones. Au coeur de
l'Amérique vierge (Paris: J. Peyronnet, 1924; tr. como En el corazón de la selva virgen. Bogotá:
Editorial ABC, 1948), César Uribe Piedrahita. Toá: narraciones de cauchería (Manizales: Arturo
Zapata editor, 1933), Pedro Gómez Valderrama. Los infiernos del Jerarca Brown (Bogotá:
Fundación Simón y Lola Guberek, 1984); relatos de viaje etnográfico como Eugenio Robuchon. El
2
esas novelas, crónicas de misioneros, relatos de viaje, documentos legales, etc. -
en consonancia con el giro posmoderno iniciado con la “crisis de los grandes
relatos de la modernidad”, sostenida por Jean-François Lyotard en La condición
postmoderna (1979)- es que todos los textos son colocados en igualdad de
condición epistemológica como respuesta a la situación de que: “No podemos
explicar la realidad sin dar cuenta además de la fantasía, sin una etnografía del
sueño y del ensueño, y de los imaginarios que recreamos en el encuentro de
etnógrafos y comunidades; sin percibir no sólo el adentro y el afuera, sino también
el lado de la realidad de la ficción y la ficción de la realidad, como nos los
enseñaran los novelistas de la selva” (Pineda Camacho 519)2. En consecuencia se
Putumayo y sus afluentes (Ed. Carlos Rey de Castro. Lima: s. n., 1907), Thomas Whiffen. The
Northwest Amazon: Notes of some months spent among cannibal tribes (London: Constable &
Company, 1915) y Konrad Theodor Preuss. Religion und Mythologie der Uitoto (2 vols. Göttingen:
Vandenhoeck & Ruprecht, 1926); crónicas de misioneros Fray Jacinto María de Quito. Relación de
viaje en los ríos Putumayo, Caraparaná y Caquetá y entre las tribus guitotas (Bogotá: Imprenta de
La Luz, 1908 y los testimonios del propio capitán Whiffen ante el parlamento británico (Great Britain
House of Commons. Parliaments. Select Committe on Putumayo. Report and Special Report from
Select Committee on Putumayo. Together with this Proceedings of the Committee. Minutes of
Evidence and Appendices. London: His Majesty Stationary Office, 1913. 565 ss., No. 12974-
13310).
2 El aparato teórico-crítico que sustenta el giro posmoderno en este artículo está compuesto por:
Joseph Hayden. Tropics of Discourse: Essays in Cultural Criticism (Baltimore: John Hopkins
University Press, 1985); Dominick Lacapra. History & Criticism (Ithaca, NY: Cornell University
Press, 1985); James Clifford (1988). Dilemas de la cultura: antropología, literatura y arte en la
perspectiva posmoderna (tr. Carlos Reynoso. Barcelona: Editorial Gedisa, 1995); Clifford Geertz
(1988). El antropólogo como autor (Barcelona: Paidós, 1989) y Nigel Rapport. Transcendent
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emplea La vorágine (1924) como eje estructurador, presentando las estrategias de
la novela para configurar la “verosimilitud del relato como historia” ([485]). La
crítica bogotana no sería de la misma opinión, obviando, en opinión de Rivera, la
“trascendencia sociológica” de su obra (Rivera, nov., 25, 1926. Cit. en Ordoñez 69-
70)3. Algo similar sucedería años después con Los infiernos del Jerarca Brown,
reafirmando el “fracaso de la mediación” (Walde, cit. Pineda Camacho 489) de
estos textos literarios en su propósito de denuncia social contra los crímenes de la
explotación cauchera en la Amazonia4.
Esta problemática se enmarcaría en la más amplia de la representación de la
situación de los indígenas del Putumayo durante los siglos XVIII y XIX, lo que
resultaba más agudo para el territorio entre los ríos Caquetá y Putumayo, para el
que habrá que esperar al XX para tener los primeros registros. El Putumayo y sus
afluentes (1907), del explorador francés Eugenio Robuchon, es uno de esos
registros, signado por la circunstancia de haber sido escrito bajo contrato con la
Casa Arana – responsable de los crímenes- y por la inexplicada desaparición de
su autor. El capitán del ejército inglés Thomas Whiffen deja con The Northwest
Amazon: Notes of some months spent among cannibal tribes (1915), por su parte,
Individual: Towards a Literary and Liberal Anthropology (London: Routledge, 1997), entre otros.
3 Ordoñez Vila, Montserrat. La vorágine: textos críticos. Bogotá: Alianza Editorial Colombiana,
1987.
4 Von der Walde, Erna. “La vorágine: una mediación fracasada”. Bogotá. Capítulo de tesis de grado
sin publicar.
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la que se considera como “la primera gran etnografía de las culturas y sociedades
de esta región” (Pineda Camacho 495). El libro de Whiffen, publicado poco más de
un año después de que su propio autor fuera llamado a declarar por el Parlamento
británico en el juicio sobre el Putumayo, “…deja de lado en su descripción la letal
malla de la economía del caucho que se engullía, como una boa, a los hombres y
mujeres nativos” (496), plantea Pineda Camacho, contagiado el mismo de la
metaforización selvática. Tras esta breve exposición etnográfica, se regresa a la
novela, como una manera de complejizar la “historia de la producción etnográfica
sobre la selva” (501). En el corazón de la selva virgen (1924) -cuyo título hace
alusión a Heart of Darkness, de Joseph Conrad- ha tenido una recepción muy
distinta a La vorágine. Julio Quiñones, que ubica la trama de la novela en una
sociedad indígena del río Caraparaná, calla sobre los crímenes de la Casa Arana
que le son contemporáneos. Por el contrario, Toá: narraciones de cauchería
(1933), de César Uribe Piedrahita, ubica parte de su narración en los barracones
de la Casa Arana, dialoga con La vorágine e interactúa con textos etno-históricos
al hacer del desaparecido Robuchon un tema de la novela.
El artículo de Pineda Camacho entona un mea culpa en que el discurso
etnográfico es otra vez inculpado por su silencio cómplice, al no intentar - por
respeto a las convenciones disciplinares o por menos beatíficos intereses-, poner
a dialogar la realidad de los “pueblos primitivos” con la denuncia de su
incorporación forzada a los procesos de modernización industrial desde la
condiciones complejas de las regiones periféricas de la Modernidad-Mundo5,
5 Sobre este término véase: J. Chesnaux. La Modernité-Monde. París: La Découverte, 1989 y R.
Ortiz. Mundializão e Cultura. Sao Paulo: Brasiliense, 1994 (traducido al español como:
5
ámbito en el que también fracasa, aunque con mejores intenciones, la “novela
etnográfica” o “novela de la selva” atrapada en su marco de recepción como texto
ficcional que impidió la activación de su propósito de denuncia testimonial.
Kevin Sedeño Guillén
Universidad Nacional de Colombia
Mundialización y cultura. Buenos Aires, Alianza, 1996).