novela corta de piedra

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CORAZÓN DE PIEDRA CALIENTE Capítulo 1 Sí, ¡Claro que lo entiendo! ¿Acaso creías que yo también te llamaría SEÑOR DE LA MONTAÑA, POETA DE LA MONTAÑA o cómo diablos te llamen todos? Maldito seas. -No maldigas, Emma. -¡Ya estoy harta! -¿Harta de mí? -De esta vida que venimos viviendo desde hace tantos años. -¿Acaso no recordás cuántos son? -¿Para qué? Si ya no los festejamos. -Pues yo sí los recuerdo. Mañana hará diez años que estamos juntos. -Maldito sea el día en que te pedí que nos juntáramos. -No sigas maldiciendo. Te hace mal. -Vos me hacés mal. Vivir juntos me condena a un envejecimiento sin final. En vano trató de detenerla porque ella lo apartó con un brusco empujón y salió casi corriendo de su despacho. Aquellas peleas estaban terminando cada vez más bruscamente. Miró a su alrededor y se sintió tan solo como cuando era pequeño y debía quedarse con su abuela Inés porque sus padres se iban de viaje. No ocurría muy a menudo, pero cuando lo

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CORAZN DE PIEDRA CALIENTECaptulo 1

S, Claro que lo entiendo! Acaso creas que yo tambin te llamara SEOR DE LA MONTAA, POETA DE LA MONTAA o cmo diablos te llamen todos? Maldito seas. -No maldigas, Emma.

-Ya estoy harta!

-Harta de m?

-De esta vida que venimos viviendo desde hace tantos aos.

-Acaso no records cuntos son?

-Para qu? Si ya no los festejamos.

-Pues yo s los recuerdo. Maana har diez aos que estamos juntos.-Maldito sea el da en que te ped que nos juntramos.-No sigas maldiciendo. Te hace mal.

-Vos me hacs mal. Vivir juntos me condena a un envejecimiento sin final.

En vano trat de detenerla porque ella lo apart con un brusco empujn y sali casi corriendo de su despacho. Aquellas peleas estaban terminando cada vez ms bruscamente.

Mir a su alrededor y se sinti tan solo como cuando era pequeo y deba quedarse con su abuela Ins porque sus padres se iban de viaje. No ocurra muy a menudo, pero cuando lo hacan se tardaban demasiados das en regresar. Segn le explicaban, como ambos eran mdicos, necesitaban esas vacaciones para tranquilizarse y reencontrarse a s mismos. l nunca entenda por qu deban marcharse solos dejndolo de la misma manera. Porque por ms que su abuela se esmeraba en entretenerlo, el beso de las buenas noches no era el mismo que el que le daba su mam. Y los cuentos ledos con un total respeto por los puntos y comas no se parecan siquiera a los que le lean entre sus padres un prrafo cada uno, entre las risas de los tres. Ahora ellos estaban ancianos y ya no se atreva a preguntarles el motivo de tantas ausencias sufridas. De todas maneras deba reconocer que durante su infancia haba vivido rodeado de cario y de una verdadera familia. Porque mam trabajaba da por medio para poder estar ms conmigo, se dijo con una media sonrisa a punto de brotar, y pap todas las noches tena ganas y tiempo para jugar conmigo, a pesar de llegar tan cansado del hospital. Tambin deba reconocer que la abuela Ins se haba esmerado en consentir constantemente a su nico y adorado nieto, intentando a la vez llenar el gran hueco dejado por el abuelo al morir demasiado joven. Ella era la nica abuela que haba conocido.

Cuando la conoci a Emma comparti sus cuatro abuelos adoptndolos gustosamente como suyos.

Se frot los ojos. Era tan grande el tiempo transcurrido desde entonces que los recuerdos brotaban algo borrosos en su mente entremezclndose entre ellos. De lo que s estaba bien seguro era de que Emma era la joven ms hermosa que hubiera conocido hasta entonces. Estudiaba diseo de interiores. Cuando se recibi y decidieron casarse la facultad le otorg una beca por tres meses y tuvo que viajar a Italia. Por eso la boda debi posponerse, pero a l no le import porque la amaba tanto que hubiera podido esperarla durante su vida entera.

Mientras ella se deleitaba con sus viajes, por Verona, Venecia y Pisa entre otras regiones de la lejana Europa que la acercaba a sus races, Santino daba clases de Geografa e Historia a la vez que realizaba viajes a un pequeo campo que sus padres le obsequiaran cuando obtuvo su diploma de Profesor. La tierra, la historia y la geografa, le ocupaban el tiempo. Leer noches enteras para conocer ms acerca de esos misteriosos lugares que rodeaban todas las cumbres que l soaba con alcanzar lo elevaba hacindole sentir por momentos el hombre ms libre y ms dichoso de la tierra.

Mir a su alrededor sintiendo una punzada de dolor en el costado izquierdo. Aquel despacho le tiraba encima los recuerdos de demasiados aos y del da en que comenzaron a construir aquella casa con el trabajo de los dos. Emma estaba regresando de Europa y una gran cantidad de personas reclamaban su presencia para decorar casas, hoteles, departamentos y negocios. Y a l, por la gracia del Dios que seguramente premiaba los esfuerzos, el campo le proporcionaba grandes ganancias. Fue por eso que decidi ahorrar el sueldo que reciba por sus clases de Historia y Geografa para comprar un terreno en las afueras de la ciudad, para construir una casa como ambos soaban tener. Emma tambin aportaba parte de las grandes entradas que le proporcionaban sus continuos viajes a las grandes ciudades desde donde era reclamada continuamente y as entre ambos comenzaron a construir alegremente su nidito de amor. Sin ostentaciones pero con la comodidad que les agradaba, en los momentos que disfrutaban juntos. Fueron contemplando paso a paso el crecimiento de su sueo terreno y apenas estuvo acabada pusieron fecha para la boda que, como no poda ser de otra manera, se realizara en ese lugar; en el extenso patio entre las flores y las estatuas griegas que Emma haba hecho instalar.

Y se dieron el s ante un grupo de cincuenta parientes y amigos, todos felices y esperanzados por una eterna vida de amor para aquella pareja tan querida. Las mesas estaban distribuidas por el lado izquierdo del patio y la boda se realiz en un altar de madera que ms adelante se transformara en una glorieta de flores blancas en donde perdurara el recuerdo de aquel da tan especial. Abundaron los buenos deseos, el sol, los regalos y el baile. A las doce en punto, estando ya convertidos en marido y mujer, comenz a servirse el almuerzo todo organizado minuciosamente por Clotilde, una amiga de Emma que tambin era diseadora, y se ocupaba de bodas y cumpleaos.

Todo aquella sumado a la luna de miel entre Venecia y Verona, navegando por canales interminables, comprando disfraces de carnaval con mscaras multicolores, como as tambin visitando la casa de Romeo y Julieta hubiera completado su historia de amor. Pero al regresar los problemas aparecieron demasiado deprisa. Emma viajaba a menudo, la llamaban generalmente para decorar grandes negocios desde diferentes lugares del pas. Poco a poco las demandas se extendieron a Paraguay y Brasil. Estaba en su apogeo y esto los alegraba a ambos porque su amor era verdadero pero, casi sin que se dieran cuenta, las ausencias comenzaron invadirlos. En un primer momento ella el viento fuerte que noche a noche los invada a la vez que Santino se transformaba en la lluvia suave que paraba las tormentas.

Emma amaba viajar y l la acompaaba cuando poda pero poda muy pocas veces, en especial durante la poca de clases cuando deba trabajar; adems adoraba estar en el campo y esto tambin requera gran parte de su tiempo. EL cielo azul adornado con nubes que se asemejaban a enormes bloques de algodn acaramelado, el campo verde, azul o marrn, segn la poca del ao, y sus entrenamientos para la montaa.

Santino escriba mucho durante sus horas de soledad que comenzaron a ser muchas. Y fue durante esos momentos que sinti el primer grito de amor adolescente.