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  • 8/13/2019 Nota Le Monde

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  • 8/13/2019 Nota Le Monde

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    un estudio de la Organizacin Mundial dela Salud [OMS], para el 2020 el 25% de losproblemas de salud sern de salud mental.Segn esta proyeccin, los Estados debe-ran aumentar el presupuesto destinado aeste campo. Por el contrario, la Ciudad deBuenos Aires lo baja. Pero tambin resul-ta importante analizar cmo se gasta esa

    partida. Actualmente casi el 90% se invier-te en los cuatro manicomios que posee laCiudad: el Borda, el Moyano, el HospitalAlvear y el Tobar Garca. Y slo el 10% res-tante se destina a otro tipo de dispositivos.

    En efecto, el trabajo realizado por elCELS atestigua que el tiempo de interna-cin en la Ciudad de Buenos Aires es unode los ms largos y va desde los tres meseshasta los sesenta y seis aos. Slo para citarun ejemplo, de las 1.700 mujeres interna-das en el Hospital Moyano unas 1.500 per-manecen en los pabellones crnicos. Larazn de muchas? Simplemente porque notienen adnde ir.

    Una construccin colectivaYa lo dijo Michel Foucault hace ms de 50

    aos. La historia de la locura es una his-toria de fronteras, de la produccin de lomarginal que permite la definicin socialde lo comn. La aparicin en Europa delas primeras instituciones de encierro na-da tiene que ver con la salud. Se inscribenen un discurso legitimante del orden y lamoral pblica. De ah en ms, la estigma-tizacin ser un camino prcticamenteimposible de desandar.

    Argentina, que como buen fiel al cultoeuropesta import la institucin, prota-goniz, sin embargo, algunas experienciasinteresantes. La primera de ellas puedeadjudicarse al mdico psiquiatra Domin-go Cabred, quien en 1897 cre la Colonia

    Nacional de Alienados en Lujn, basadapor entonces en un novedoso sistema dehospitalizacin. Si bien la instalacin deuna comunidad teraputica a varios kil-metros de la ciudad reproduca una prc-tica aislacionista y excluyente, la polticade puertas abiertas y la puesta en funcio-namiento de una unidad productiva agr-

    cola como mecanismo de reintegracinsocial plantearon un desafo cultural en supoca. Otra experiencia que se debe resca-

    tar es la de Mauricio Goldenberg al frentedel servicio de psicopatologa del Hospitalde Lans en 1956. La iniciativa admita laexistencia de hospitales psiquitricos re-formados, pero el eje del programa estuvopuesto en la creacin de servicios de psico-patologa en hospitales generales y en la in-corporacin del hospital de da, inspiradoen la experiencia estadounidense.

    Con el retorno de la democracia, la pro-vincia de Ro Negro fue la primera en enca-rar un proceso de desmanicomializacin.Hasta entonces, la provincia contaba concuatro servicios en hospitales generales,algunos especialistas en hospitales provin-

    ciales y el Hospital Psiquitrico en la ciu-dad de Alln. En 1985, por decisin del mi-nistro de Salud provincial, se cre el Pro-grama Provincial de Salud Mental, a partirdel cual se adoptaron diversas medidas.Entre ellas, se crearon equipos de agentessanitarios no profesionales cuya funcinbsica era realizar rondas domiciliarias pa-

    ra llevar un seguimiento de la poblacin eidentificar a aquellas personas en riesgo.sta se volvi una herramienta esencial,no slo como prevencin sino tambin co-mo poltica de asistencia social, en tantoestos equipos llegaron a brindar todo tipode ayuda. En los casos ms crticos, inclusoacompaaban a los usuarios en la gestinde un subsidio o en los juzgados, mediandoante los curadores y jueces. Pero uno de lospasos ms importantes de esta reforma fuela capacitacin de los profesionales, tantomdicos clnicos como especialistas en sa-lud mental cuya formacin distaba bastan-te de un enfoque de salud comunitario.

    Esta cuestin resulta fundamental y es-t muy lejos de circunscribirse solamen-te al caso de Ro Negro. Hoy la formacin

    en salud mental en nuestro pas enfatiza elpsicoanlisis como enfoque privilegiado,el cual centra su modalidad de tratamien-to en la terapia individual ms que en larehabilitacin social. Esto conduce a unapregunta central en torno a las posibilida-des de un proceso de transformacin enserio. Hasta qu punto se puede avanzarcon la desmanicomializacin cuando lasprcticas y residencias mdicas se siguenrealizando en las instituciones psiquitri-cas? En este sentido, el compromiso e in-volucramiento de universidades, espaciosde formacin y organismos profesionalesen el proceso resulta fundamental, pero setrata slo de un aspecto del problema.

    Tal como revela un breve repaso hist-rico, el modelo manicomial es una cons-truccin social, de manera que cualquierintento por desandar dicho paradigmaimplica encarar un profundo cambio cul-tural. A esta altura resulta evidente que lainvisibilizacin del tema no es slo res-ponsabilidad de los medios de comunica-

    cin y que an existe en la sociedad argen-tina un estigma fuertemente arraigadoque sirve como base para el mantenimien-to de las instituciones de encierro. En es-te contexto, resulta importante comenzara entender que la salud mental afecta alconjunto de la sociedad. Segn la OMS,una de cada cuatro personas padece uno oms trastornos mentales o del comporta-miento a lo largo de su vida.

    La ley constituye un punto de partidaimportante: formaliza un marco de ac-cin que aspira a trascender los lmites delas prcticas alternativas que hasta ahorase venan desarrollando de manera margi-nal en todo el pas. No obstante, para que setraduzca en un movimiento de reforma esnecesario un compromiso colectivo. Per-

    mitirnos pensar de manera diferente aque-llo que es distinto es un primer paso.g

    1.CELS, Vidas arrasadas. Informe sobre

    derechos humanos y salud mental en

    Argentina, Buenos Aires, 2007.

    2.Para mayor informacin, vase Carmen M. Cceres,

    Ivana Druetta, Marisel Hartfiel y Mara Rosa Riva

    Roure, El PREA, una experiencia alternativa a

    las lgicas manicomiales, Buenos Aires, 2009.

    3.Ministerio de Salud de la Nacin, Boletines

    1 y 2, Sistema de Vigilancia Epidemiolgica

    en Salud Mental y Adicciones de la Direccin

    Nacional de Salud Mental y Adicciones.

    *Periodista.Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    Se busca

    reemplazar la

    vieja lgica tutelar,

    que se rige por el

    inters primordial

    de preservar el

    orden social.