nosotras

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NOSOTRAS Abro los ojos. El dorado color del sol me ciega. Miró hacia la puerta y puedo escuchar el ruido ahogado del agua cayendo. La cama está abierta en tu lado. Me revuelvo entre las sábanas y al abrazar la almohada siento el calor dejado por tu cuerpo. El olor dulce de tu perfume las ha impregnado también. Cuando abro los ojos otra vez y me incorporo noto tu presencia a mi lado. Llevas el pelo mojado y la toalla ceñida. Me miras a los ojos y me coges de la mano, como tantas veces hemos hecho y tantas más haremos. Siento un estremecimiento en el alma que disimulo con un abrazo. Siento el amor entre nosotras. Sí, eso es. Un recuerdo de nuestra historia. Un pequeño gesto que nos ha unido desde el principio. ¿Recuerdas? Era de noche la primera vez que nos vimos en aquella sala de fiestas, abarrotada de gente. Cruzamos la mirada y supimos que habría algo entre nosotras. Yo estaba con un chico mayor que yo pero no te importó. Me cogiste de la mano y me apartaste de allí. En un rincón me confesaste tu nombre y me deslumbraste con tus sueños. Serían míos algún día también. Las pirámides las hicimos nuestras cuando nos besamos en el atardecer. La isla de Kawaii, nuestra noche interminable. Si hubiéramos sabido que estaríamos juntas tanto tiempo tal vez no nos hubiéramos atrevido. Eran otros tiempos aquellos. Fumamos un cigarrillo compartido y dejamos que las olas nos separaran y juntaran en la costa otra vez. Me cogiste de la mano también en aquel mercado de Estambul y en medio de las nieves resplandecientes de Noruega. Incluso en la calurosa sauna, fuimos inseparables. Nuestras manos se abrazaron en tantas ocasiones que tal vez ellas sean las únicas capaces de recordarlas todas.

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NOSOTRAS

NOSOTRAS

Abro los ojos. El dorado color del sol me ciega. Mir hacia la puerta y puedo escuchar el ruido ahogado del agua cayendo. La cama est abierta en tu lado. Me revuelvo entre las sbanas y al abrazar la almohada siento el calor dejado por tu cuerpo. El olor dulce de tu perfume las ha impregnado tambin. Cuando abro los ojos otra vez y me incorporo noto tu presencia a mi lado.

Llevas el pelo mojado y la toalla ceida. Me miras a los ojos y me coges de la mano, como tantas veces hemos hecho y tantas ms haremos. Siento un estremecimiento en el alma que disimulo con un abrazo. Siento el amor entre nosotras.

S, eso es. Un recuerdo de nuestra historia. Un pequeo gesto que nos ha unido desde el principio. Recuerdas?

Era de noche la primera vez que nos vimos en aquella sala de fiestas, abarrotada de gente. Cruzamos la mirada y supimos que habra algo entre nosotras. Yo estaba con un chico mayor que yo pero no te import. Me cogiste de la mano y me apartaste de all. En un rincn me confesaste tu nombre y me deslumbraste con tus sueos. Seran mos algn da tambin. Las pirmides las hicimos nuestras cuando nos besamos en el atardecer. La isla de Kawaii, nuestra noche interminable. Si hubiramos sabido que estaramos juntas tanto tiempo tal vez no nos hubiramos atrevido. Eran otros tiempos aquellos. Fumamos un cigarrillo compartido y dejamos que las olas nos separaran y juntaran en la costa otra vez. Me cogiste de la mano tambin en aquel mercado de Estambul y en medio de las nieves resplandecientes de Noruega. Incluso en la calurosa sauna, fuimos inseparables. Nuestras manos se abrazaron en tantas ocasiones que tal vez ellas sean las nicas capaces de recordarlas todas.

Cuando decidimos volver y enfrentarnos al mundo del que habamos huido Recuerdo que aquella vez salamos del cine con lgrimas en los ojos. Esa vez, sin embargo, nuestras manos se rechazaron prudentemente y el prximo contacto fue fro y distante. No sabamos porque, pero algo nos ocurra. No eran aquellos los mismos dedos que nos haban enamorado. Estaban ahora envueltos en telas de colores oscuros, estremecedores, crueles. Las palabras de mi madre, la indiferencia de tus padres, las miradas de nuestros antiguos amigos, eran cosas que compartamos pero que aun no ramos capaces de combatir. El amor nunca debera exigir dejar de amar a alguien, ni conllevar el rechazo de lo que sienten los corazones. Pero el tiempo pas y aprendimos a luchar por lo que queramos. Nos reconocimos individualmente y aceptamos lo que se nos vena encima. Y entonces fue como si la niebla se hubiera esparcido. Eran los tiempos que cambiaban o habamos cambiado los tiempos?

Nuestras manos se buscaron una vez ms, pero no se soltaron. Haba nuevas marcas en ellas. Tal vez ya no eran las suaves palmas de dos chicas jvenes, pero eran mucho ms clidas y fuertes. Llova con intensidad esa noche, pero la habitacin estaba llena de luz, de esa luz que nunca se apagaba y que iluminaba nuestras vidas cuando estbamos juntas. Por ti me acostumbr a todo, incluso a ser yo misma y a reconocerme aunque no estuvieras conmigo en el espejo. Senta que habamos llegado a un momento sin tiempo. Me apoyaste en la bsqueda de mi vocacin y por ms intentos fallidos por los que pasara siempre tena all un hombro en el que apoyar mi cabeza llorona. Y una mano a la que enlazar mis dedos.

S, lo s. Mis dedos eran lo que ms te gustaba de m. Unos dedos largos, manchados de colores oscuros que resaltaban mi piel blanquecina y que recorran tu espalda como araas cuando dormas y tenas que despertar. Esos dedos que te entretenan cuando te preocupaba que te echaran y tuviramos que irnos de ese pequeo apartamento al que llambamos casa. Me senta tan nia cuando te encargabas de los asuntos del mundo real. No quiero que te preocupes por eso me decas. Con tu sonrisa a mi lado, puedo encontrar la solucin a cualquier problema, pero sin ella Y entonces yo te besaba y te acallaba. Sabamos que no era cierto. Ahora ya no ramos jvenes inocentes. El amor lo poda casi todo, pero no nos permitira vivir en mundos separados. Cuando me decid a abrir esa peluquera, me cogiste de la mano tan fuerte que poda sentirla al final del da mientras secaba la tercera nuca. Pocas mujeres se atrevieron a venir. Al principio. Esos fueron aos felices de temblores excitados y la comodidad de haber abandonado toda lucha innecesaria. Si hubiramos viajado habramos sentido cuan semejante era a lo que habamos vivido los primeros aos, pero tambin cuanto habamos madurado. Pero no haba lugar para ello ni lo necesitbamos. Ni siquiera nos arrepentamos de los errores, de las copas rotas y los vestidos desgarrados de otros tiempos. El cansancio no poda con nuestras noches anhelando la luna. ramos felices.

Y entonces apareci l. Treinta aos amando a una mujer y nos cruzamos con el hombre que te haba de enamorar. No fui honesta contigo esa vez. No te dej ir porque te quisiera.

Te dej ir porque pensaba que cuando te hubiera hecho dao reconoceras que me necesitabas y volveras a m. Pero no lo hizo y te perd. Y an as se lo agradezco, porque tuviste lo que nunca hubieras podido obtener de m. Incluso ahora, me pregunto si no sera eso y no solo el amor que sentiste por l lo que nos distanci. Al fin y al cabo, una amistad era posible entre nosotras.

Creo que esa noche de invierno, cuando me encontraste en la calle y me cogiste de la mano otra vez, empec a intuir la verdadera razn. Haba sido tan terca y estaba tan segura de que te conoca al cien por cien, que no haba comprendido que podas tener unas necesidades que no poda entender.

Nunca quise hacerte dao.dijiste con la cabeza baja. Pero haba un camino que aun tena que recorrer antes de comprometerme contigo para siempre. Te quiero y siempre te querr.

Nos besamos all, en medio de la Plaza Mayor, sin recordar los miedos que nos haban acechado una y mil veces en ocasiones pasadas. Este era un beso fuera del tiempo.

No se volvi a repetir y las lgrimas me acompaaron todo el trayecto de vuelta a casa. A mi casa. A mi solitaria casa. Solo tu presencia me haba dado alguna vez un hogar.

No fue hasta dos meses despus que descubr la razn de tu visita a una ciudad que no era la tuya ni la nuestra. Solo ma y de mi orgullo herido. Aquel fue el da ms lamentable de mi vida. Una despedida! Aquello haba sido una despedida, una promesa que no poda ser cumplida. Y yo no poda comprenderlo. Romp jarrones, hojas, y media vajilla en un ataque de furia. Si me hubieras visto te abras echado unas buenas risas. Yo, que tanto procuraba mantenerme fra y serena, desmelenada, roja y con los ojos hinchados!

Pero t lo supiste cuando te visit en el hospital. El cncer te haba debilitado y solo los medicamentos te permitan estar despierta con un dolor soportable, aunque no lo fuera para los que te acompabamos. Y a pesar de que tu familia estaba contigo y tu hija te miraba sin comprender mucho, o eso crea yo, me cogiste de la mano como tantas otras veces. Nuestros dedos se entrelazaron. Ahora los tuyos parecan ms pequeos y ms blancos que los mos. Muy a pesar de mi yo resentido que haba empezado a desvanecerse en nuestro ltimo beso, me habra enfrentado a la muerte y habra intercambiado mi vida por la tuya.

T sabes cmo hay que vivir la vida mejor que yo. te digo al ver como te vistes y te preparas para salir a buscar el almuerzo. Pienso en como te lanzas a por lo que quieres, en tus decisiones temerarias que siempre terminan en emocionantes ancdotas. Y te envidio. Te envidio porque s que nunca me pertenecers, porque por ms unidas que estemos, somos almas distintas que se han encontrado esta vez. Te agarro del brazo y te quito las llaves.

T te quedas conmigo hasta que vuelva a salir la luna. Y si antes nos morimos de hambre, que nos encuentren juntas en esta cama.- Digo, decidida a no soltarte jams.

De dnde sacas tanto dramatismo, chica? No te parece ms divertido quedarte sola un rato? Anda, arame un poco y as me sentirs con ms intensidad cuando vuelva.

No muy convencida te dejo ir. Porque te quiero. Te quiero conmigo y sin m. Te quiero tal cual eres, libre. Y no por eso dejo de sentir que te pierdo sin t contacto, que no debera haber permitido que te alejaras. Un fro helado me recorre hasta salir por mis ojos, pero t ya no ests para verlo. Y me quedo esperando. Sola. Con ansias. En silencio.

En silencio no. Escucho algo. Es una cancin. Suena a m alrededor como el familiar ruido del agua de tus duchas matinales y ya no te siento lejos. Nuestros corazones se han unido en algn momento, demasiado lentamente como para darnos cuenta, demasiado rpido para acostumbrarnos.

Suspiro. Tendremos que volver a empezar. Te veo Sonres. Sabes mejor que yo cmo hay que vivir la vida.