nocontrol, un fanzine arquitectónico. capítulo 5

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nocontrol es una publicación de la cátedra de arquitectura 5B Taller Mediterráneo de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño , de la Universidad Nacional de Córdoba. Es un medio impreso y digital que refleja algo del hacer y del pensar de todos los que conformamos el taller: alumnos, ayudantes, adscriptos y docentes. Capítulo 5: el proyecto urbano

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Arquitectura 5BTaller Mediterráneo FAUD - UNCnocontrol, un fanzine arquitectónicocapítulo 5: el proyecto urbanojunio 2015

ELPROYECTO

COMOGENERADOR

DECIUDAD

ELPROYECTO

COMOGENERADOR

DECIUDAD

Toda ciudad anhela un orden imaginario y responde a un orden real en el espacio. Entre la tensión de lo real y lo imagina-rio, se desencadenan los procesos de transformación de la ciudad. El urbanismo como disciplina específica, bien se podría definir como un sueño instrumental de orden sobre el territorio de la ciudad.

La ciudad, la latinoamericana en particu-lar, nunca fue algo abordable desde un relato lineal inscripta bajo un modelo totalizador. Allí el fracaso del anhelo moderno de alcanzar a partir de la plani-ficación como instrumento de antici-pación un orden armónico de funcio-nes segregadas en el espacio, asignando roles y sincronías a las piezas inscriptas sobre el soporte territorial. Esa voluntad e imaginacion maquinista no fueron suficientes para prevalecer u ordenar ese organismo de multiplicación expansiva que emanci-pado de la voluntad de planificación y liberado a sus propias leyes y dinámi-cas relaciones entre actores, territo-rios e intereses; emerge como un paisaje compulsivo entre acciones formales e informales, entre fuerzas endógenas y exógenas a su geografía y que se debate cíclicamente entre control y nocontrol, y que algunos llamamos ciudad.

Ese sueño de orden atraviesa todas las escalas del proyecto, del detalle al territo-rio, de la arquitectura al urbanismo. La arquitectura empieza y termina en la ciudad, como un diálogo que se retroali-menta continuamente entre la parte y el todo. La ciudad está dentro de la arquitec-tura. La arquitectura tomó el afuera. La complejidad, extensión y dinámica contemporánea diluyen los límites entre ciudad y arquitectura. La arquitectura construye y cualifica el paisaje de la tecnoestructura, ese gran magma vivo, cuya naturaleza radica en la organiza-ción, intensificación, diversificación, multiplicación y superposición de programas, contactos y flujos; llevan-do a explorar la condición de reversibi-lidad de los conceptos: arquitectura y ciudad, uno dentro del otro y vicever-sa.

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La noción de proyecto urbano define una concepción de hacer urbanismo, donde el binomio arquitectura/ciudad son determinantes para desencadenar una transformación radical en una zona, generalmente degradada u obso-leta de la ciudad, no invalidando la arquitectura objeto, pero teniendo un alcance mucho más integral y comple-jo en las relaciones e intercambios que el proyecto construye con y a partir del contexto. Pensar la arquitectura desde la ciudad que la integra, abre el campo de acción a innumerables variables que nutren el pensamiento del proyecto, condiciones técnicas, sociales, culturales, que definirán rasgos más profundos en las decisiones y sentido de la arquitectura propuesta.

La noción y alcance de proyecto urbano no remplaza a la planificación urbana tradicional, ni tampoco refiere sólo a las grandes obras emblemáticas, se trata y nos interesa estudiar y ensayar aque-llas operaciones urbanas, a veces de gran escala, que asumen en muchos casos la forma de programas mixtura-dos de intervención, a través de un conjunto de acciones urbanas articula-das de nivel intermedio , con diversi-dad de actores, públicos y privados, que por su alcance e integración, tienen un profundo impacto en la ciudad.

El proceso de globalización económica instaló nuevos principios, redes y funcio-nes en la organización de la ciudad y el territorio, llevando implícito una escalada en la competitividad urbana, con el objeti-vo de ofrecer ventajas diferenciales y atractivas al fluctuante capital global. La configuración de un nuevo atlas económico/político mundial, desencade-nó la urgencia de reconversión de las funciones y estructuras económicas, en general declinantes, de la mayoría de las grandes metrópolis y ciudades interme-dias, para adaptarse y subsistir en ese nuevo orden internacional.

En éste marco se expandió la noción de proyecto urbano, como un instru-mento eficaz para pensar a la ciudad por partes, desarrollándose múltiples

Despiece

Comprendiendo su funcionamiento como una partede un sistema (estrategia de intervención)

Recorte territorial (agenda de temas para piezas/partesespecificas)

Recorte Sectorial (temas o problemas que impactanfísicamente sobre la ciudad)

La clave está en comprender cual, como funciona y aislarla-intervenirla y volver a insertarla en la totalidad

Intervenirla

Separar una pieza clave

acciones

Efectos urbanos en cadena

Plan

acci

ones

acciones

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modalidades, concepciones y operato-rias en torno a una forma de actuación urbana, que se comprobó muy eficaz sincronizando acciones, objetivos e intereses, para la rápida redefinición de la dinámica y las funciones regiona-les o globales de una ciudad, a partir de la transformación radical de sus áreas estratégicas garantizando en tiempo y forma un escenario propicio donde conciliar intereses públicos y privados, consensuar los alcances de las reglas y de las excepciones, valori-zar áreas degradadas u obsoletas, y viabilizar un andamiaje económico propicio para atraer capitales e inver-siones.

Con todo lo discutible que implica la impo-sición de reglas de juego económicas, por parte del proceso de globalización a los efectos del desarrollo urbano local y regional, y partiendo de la voluntad de formación de un sentido crítico de este tipo de operaciones, nos interesa desta-car del proyecto urbano, su capacidad inductiva de transformación a partir del diseño y localización de piezas, en lugares claves de una ciudad. Comprendiendo a la pieza urbana, como una mixtura de programas articulados público / privados, con la incorporación de un soporte de espacio público, infraes-tructuras, equipamientos de diversa índole, sistemas masivos de transporte, vivienda colectiva con densidad, entre otros, lo cual demanda una comprensión acabada del funcionamiento del sistema urbano. La noción de pieza urbana, en tanto parte constitutiva de un todo, connota la expresión física de la ciudad, como la materialización de un sistema de relaciones sociales articu-ladas. La pieza refiere al todo, el todo, comprendido como dinámica urbana, está conformado por la totalidad de las piezas vinculadas. Distinta a la noción de fragmento urbano, como una parte escindida y autónoma del todo, por haber roto los vínculos que lo relacionan a este.

El Proyecto urbano promueve núcleos de ciudad con intensidad, densidad, diversidad y congestión, transforman-do áreas obsoletas pero estratégicas, en centralidades o ejes gravitatorios

(texto) Arq. Cristián Nanzer Titular Arquitectura 5B(esquemas) Conferencia Alfredo Garay FAUD UNC 2014

en torno a los cuales la ciudad redefine y direcciona sus funciones y servicios, a nivel urbano, regional o global.

Pensar la arquitectura desde y para la ciudad de la cual formará parte, atendien-do las demandas y direccionamientos del desarrollo de la región, haciendo uso de esa doble condición potencial que tiene un proyecto, de integrarse y a su vez transformar lo dado. Abre el campo de acción a innumerables variables que nutren el pensamiento del proyecto, condiciones técnicas, sociales, culturales, que definirán rasgos más profundos y trascendentes en las decisiones y sentido de la arquitectura propuesta.

Arquitectura 5B se organiza para expe-rimentar la complejidad de la ciudad y el desarrollo de un pensamiento operativo, ensayando, desde la noción de Proyecto Urbano, la multipli-cidad de relaciones entre variables y actores involucrados, las nuevas dinámicas urbanas y los intereses en juego, considerando en todo momen-to, los impactos de diferente orden y escala, que un proyecto de esta naturaleza desencadena. Internalizan-do conceptos e instrumentos, desde la práctica del proyecto, permitiendo a los estudiantes de quinto año, evolu-cionar hacia un dominio de los facto-res intervinientes a la hora de propo-ner un nuevo orden urbano para un sector de la ciudad. Lo que significa alcanzar una dimensión más compleja del pensamiento proyectual, al mani-pular como material de proyecto, las sinergias que siempre fluctúan entre arquitectura, ciudad y territorio, yendo de la parte al todo y del todo a la parte, resolviendo la transformación de la realidad tensionado por el horizonte de la utopía.

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(imagen)Muhammad Ali vs. Sonny Liston, 1965

Las piezas son una parte de un sistema, de un mecanismo.Tienen entre si interrelaciones (condiciones mutuas)

y que pese a su propia autonomía poseen un conjunto devínculos que las hacen funcionar como una totalidad

Los fragmentos son partes desprendidas (aisladas) de unmecanismo con una fuerte ruptura de los vínculos que loarticulan (unidades autónomas de una totalidad destruida)

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Recuperación de centros históricos y/o areas de valor patrimonial.

Recuperación de tierras intersticiales y áreas degradadas

Rehabilitación de grandes áreas de vivienda degradadas, villas y asentamientos

Nuevas centralidades

Nuevas urbanizaciones/densificaciones

Re funcionalización de grandes vacíos

Obras públicas (vialidad, transporte , infraestructuras)

Refuncionalización de infraestructuras obsoletas

Nuevos parques industriales

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(Cartografía) Habituales intervenciones que alcanza la noción de proyecto urbano)(imagen) Windmill Lane Studios, Dublin, Irlanda

Construcción de sistemas de transporte públicos masivos

Tratamiento ambiental de ríos, cuentas y frentes costeros

Reconversión de antiguas zonas industriales / ferroviarias / portuarias / militares/ aeroportuarias

Construcción de nuevas zonas turísticas o recreativas

Rehabilitación y consolidación de centros ysubcentros urbanos

Recuperación de áreas de valor ambiental

Cualificación/creación de espacio público

Consolidación de bordes y límites

cartografia de acciones

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Como primer abordaje a la complejidad del territorio de La Reserva del Este,

propusimos el desafío de proyectar una pasarela peatonal que interpele un paisaje de

más de 200 ha; un sistema de vínculos peatonales que incluya un puente, estratégicamente

emplazado, para salvar la depresión topográfica del valle del cauce del río, sortear la ruta 9, salvar el

desnivel de la barranca o cualquier hipótesis que surgiera de la lectura interpretativa del lugar.

Buscamos desarrollar la capacidad de pensamiento multiescalar propio de nuestra disciplina, el

adiestramiento en los barridos escalares, propiciando la reflexión a través del proyecto sobre:

1)La interpretación crítica del paisaje: La capacidad de comprensión del territorio, el descubri-

miento no solo de aquello que puede expresarse en términos mensurables (extensión, topografía,

hidrografía, diversidad de especies, etc.) sino sus cualidades intangibles (sus componentes estructu-

rantes, sus huellas, sus mutaciones, su geometría invisible, su imaginario colectivo). Ese “descubri-

miento” del territorio involucra una interpretación (una lectura crítica) que encierra en sí misma el

germen del propio proyecto, de la acción sobre el territorio. El proyecto traduce, decodifica el

paisaje: internaliza la lógica de aquel como lógica propia. El proyecto deberá centrarse en la

máxima comprensión de la complejidad de ese vasto territorio, para decantar una intervención

mínima (mínima acción para un máximo resultado). El puente peatonal deberá integrar funcional-

mente el área, vinculando fragmentos aislados funcional y físicamente, cualificar el acceso este a la

ciudad de Córdoba, interpelar el paisaje.

2)Definición técnica/ material: La lectura interpretativa del territorio (dimensión conceptual) deberá

transferirse con rigurosidad a un proyecto de máxima definición material (dimensión técnica del

proyecto) ya que es en su especificidad material donde el proyecto adquiere su complejidad (en este

caso la complejidad no está en la superficie del programa sino en su espesor técnico). No diseñar lo

especifico (la estructura, su superficie, su lógica constructiva, de montaje, etc) es caer en la retórica

del gesto. La consistencia de la forma se logra con un apetito por los argumentos técnicos, donde la

forma no es ya la meta sino el resultado. Es en esa definición material donde el proyecto interpe-

la al paisaje, donde el pensamiento proyectual es develado. La materialidad encierra una

dimensión interpretativa, es el medio para revelar que la internalización crítica del territorio

ha sido transferida a la arquitectura.

3)La estructura como insumo de proyecto: El diseño de la pasarela peatonal pone en el pensa-

miento estructural (su concepto, orden, modulación, matriz geométrico) la génesis del proyecto. La

propuesta estructural no es una variable a posteriori, sino que define por si sola quizá el argumento

más definitorio del proyecto; la expresión final del proyecto, su tectónica, es la expresión de su

estructura.

4)El detalle como medio para abordar el proyecto: Un pensamiento modular, sistémico, de repeti-

ción, que resuelva la pasarela, pone en el diseño del detalle el desafío de concentrar mucha

reflexión, para que este no sea el fin sino el medio para abordar el proyecto en su totalidad; es un

ejercicio de máxima síntesis, donde quizá el detalle pueda considerarse un silencio que pone de

manifiesto el proyecto, y el proyecto un silencio que pone de manifiesto el territorio.

Autores de los trabajos seleccionados: #1 Amaya+Díaz+Pesci - #2 Zampieri-Patiño - #3

Romagnoli - Pont - #4 Puertas-De Pizol - #5 Atala+Gonzalez Martinez+Mellado - #6

Crovella+Reynoso - #7 Bardin+Lobato+Von Everan - #

8 Campos-Genne Pérez-

Nieto - #9 Cortes-Gamba - Gianooni - #10 Bozián+Ponce+Flores - #11

Moyano+Peralta+Travisan - #12 Brizzio+San Juan - #13

Argüello+Romero - #14 Prieto+Saillen+Varea

M.D.Fiorito en...

4 CLAVES PARA INTERPELAR

EL TERRITORIO

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EL PROYECTOURBANO

Un modo deconocimiento

de la ciudady el territorio

(imagen) Sayonara 1957 Marlon Brando y Miyoshi Umeki

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Desde hace más de dos décadas el Proyec-to Urbano (PU) se encuentra integrado al instrumental urbanístico que vino a dar un nuevo impulso a la planificación de las ciudades. Como mecanismo innovador para la transformación de la ciudad tiene por objetivo brindar ciertas garantías de concreción de las ideas que se formulan sobre aquella. En ese sentido, proyecto como prefiguración del futuro, proceso de concreción y producto visible son tres nocio-nes que el proyecto urbano pareciera reunir.

Sin embargo, el uso profuso de la noción PU, la generalidad con que se aplica y el escaso anclaje histórico evidencian que, como tal, es más que un instrumento urbanístico: es una manera de concebir la construcción de la ciudad. Diferentes autores como Portas, Campos Venuti o el mismo Alfredo Garay coinciden en destacar ciertas características que hacen al PU y lo diferencian de otras operaciones: por un lado una apuesta a la dimensión proyec-tual del fenómeno urbano (en tanto el proyecto como fuente insustituible en la generación de teorías y de prácticas); y por otro una reconceptualización de la escala de intervención, la del fragmento urbano, que alude a complejidades espe-cíficas pero, a la vez, elocuentes del funcionamiento conjunto de la ciudad. Precisamente, la escala intermedia, inheren-te del PU, reúne la doble condición de particularidad y generalidad, necesarias de balancear en las operaciones sobre la ciudad, en el sentido que se hace fundamen-tal relacionar las lógicas más generales de la organización urbana con las configuraciones espaciales singulares y las edificaciones de una porción acotada de ciudad. El PU no interviene sobre una totalidad urbana, ni tampoco en términos exclusi-vos sobre el objeto arquitectónico, pero tiene la capacidad de afectar a lo primero y el imperativo de resolver lo segundo, concentrando las acciones en un sector de la ciudad para transformar su fisono-mía, su comportamiento y su significado en el imaginario colectivo, con conse-

cuencias en su área inmediata y en el desarrollo de tendencias que impactarán sobre la estructura general, detrás de una idea de ciudad que admite ciertos niveles de autonomía de las partes, pero que también se entiende como articulación de las mismas, identificando a cada pieza como parte constitutiva de un todo(1).

En ello reside, en parte, la nueva relación entre Plan y Proyecto, reactualizada a partir de nuevas articulaciones entre ciudad y arquitectura. En su condición de instru-mento técnico, el PU es una herramienta de conocimiento sobre el modo de operar en situaciones urbanas y territo-riales, que trasciende el propio ámbito de intervención, con programas en los que domina el interés público y lapsos de tiempo, lógicos y pautados, para su materialización(2). Debe tener, asimismo, la capacidad de dar respuesta a las condi-ciones del lugar y del programa, y de ser flexible frente a la contingencia y las deman-das cambiantes.

La incorporación de la noción de temporali-dad en las actuaciones urbanas es una derivación del imperativo de concretar lo que se proyecta, que a su vez exige definir objetivos, etapas y actores que conduzcan el proceso de formalización de la ciudad. Asimismo, el nuevo rol de la gestión (que define los aspectos económicos en el tiempo y los criterios de inversión que aseguren la viabilidad financiera) queda asumido dentro del urbanismo y pasa a integrar las cuestiones clave de la confor-mación material de ciudad. De esta manera, la nueva relación entre plan y proyecto se presenta como un encade-namiento de instancias que conforman un adecuado mecanismo de transforma-ción y de control de grandes áreas urba-nas, reuniendo planteos teóricos, proce-sos de consulta y participación ciudada-na, promotores y arquitectos. En esta dimensión compleja del proyecto urbano convergen espacialidad y temporalidad, es decir, la relación dialéctica entre horizontes de espera y espacios de experiencia(3).

Ahora bien, el PU (y el másterplan que lo contiene) opera sobre una porción de

añade un nuevo conocimiento acerca del territorio, a la información sobre él ya existente, y en dicho proceso va definiendo su posible reformulación.

Es necesario documentar gráficamente el territorio a intervenir en las diversas escalas involucradas. La guía práctica de instru-mentos urbanísticos del MIyT de la Nación, propone los siguientes registros: marco urbanístico, considerando la inserción y vinculación con la trama urbana existente; accesos con jerarquización y las vías para diferentes tipos de movilidad y los modos de ésta; usos privados de todo tipo, incluyendo volúmenes y alturas edificadas; equipamien-tos urbanos y su distribución; áreas verdes y espacio público; usos hídricos (ríos, arroyos, canales, etc.); ubicación y distribución de los diferentes usos, contemplando centros, subcentros, con densidades y accesos; áreas y elementos patrimoniales, sean arqui-tectónicos o paisajísticos, culturales o naturales; y parcelario privado y público. Todo ello, además de graficar las distintas etapas del desarrollo del proyecto. A este listado, cabría agregar la utilidad de ciertas piezas gráficas no mencionadas: un recono-cimiento preciso del soporte natural del área a intervenir (en caso de que haya constituido un condicionante de su desarrollo posterior: relieve, recorrido de escorrentías, relictos de bosques naturales, etc.) y la confección de un muy detallado “plano de cota cero”, puesto que uno de los aportes sustancia-les de un PU es, precisamente, el proyec-to del suelo.

Finalmente, hay otros tipos de recursos gráficos que ordenan tanto el registro, como la propuesta. Un ejemplo es el método de “capas”, consistente en trabajar con los estratos del territorio, tanto en las lecturas espaciales de los entornos de actuación, como en el propio proceso de proyectación. Su utilidad radica en lo siguiente: 1) como abordaje que permite acceder a la compleji-dad de la construcción del territorio, habili-tando su comprensión y sugiriendo, en simultáneo, pautas de proyectuales; 2) como

contribución a detectar componentes del territorio, ordenarlos y jerarquizarlos, poniéndolos en relación entre sí; 3) por introducir una cualidad narrativa, puesto que cada capa puede traducir una dimensión temporal del espacio; y 4) como recurso organizativo del proyecto y un instrumento didáctico para su comunicación.

En definitiva, se trata de que la descrip-ción interpretativa gráfica revele un conocimiento nuevo sobre el territorio a intervenir o, en otros términos, descubra un “nuevo territorio” como requisito previo a cualquier propuesta y como insumo fundamental de la misma. Por ello, la insistencia en que describir para interpretar, interpretar para conocer y conocer para proponer es poner en práctica un proceso intrínseco a la plani-ficación urbana, atento a las particulari-dades del territorio, que alude a aborda-jes, instrumentos y propuestas ajustados a una realidad espacial específica.

territorio específico. Aquí emerge otro aspecto central que relaciona el territorio con el proyecto: el reconocimiento minucioso del espacio a reproyectar. En su proceso de construcción, el PU abre la posibilidad de descubrir las vocaciones, retos y oportunidades que subyacen en el territorio, en su estructura y preexistencias, y en la propia historia de su proceso de configuración espacial. Y en ese sentido, se trata de develar los atributos particulares de un territorio que lo diferencian de otros.

En palabras de André Corboz (El territorio como palimpsesto) los paisajes que habitamos son territorios a descifrar, que emergen de procesos que se extienden en el tiempo y que respon-den a lógicas no siempre posibles de ser leídas a primera vista, ni ser aprehendidas simplemen-te por la experiencia directa. Tampoco su estructura y morfología son siempre visibles, ni sus elementos constitutivos son irrefutables en su importancia; en esa línea, un registro detallado de su realidad espacial adquiere valor como insumo del proyecto.

En esta instancia, el recurso gráfico es clave como mecanismo que nos permite acceder a una descripción del territorio. La descripción siempre constituyó una forma de conocer la ciudad y uno de los recursos predilectos del urbanismo. El problema reside cuando se cae, como señala Bernardo Secchi (Descriptive City Planning), en un “descriptivismo improductivo”, un vicio de muchos que consiste en reunir datos sin fines específicos y sin utilidad aparente. Por el contrario, lejos de la neutralidad, la descripción debe ser intencionada, indagando sobre aquella información que se intuye relevante, tanto para comprender de manera profunda los procesos que modelaron el territorio, como para reconocer en su estructu-ra física posibles hipótesis de proyectos futuros y nuevos criterios de ordenación. De esta manera, bajo el recurso gráfico, la descripción se torna en interpretación, puesto que

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Desde hace más de dos décadas el Proyec-to Urbano (PU) se encuentra integrado al instrumental urbanístico que vino a dar un nuevo impulso a la planificación de las ciudades. Como mecanismo innovador para la transformación de la ciudad tiene por objetivo brindar ciertas garantías de concreción de las ideas que se formulan sobre aquella. En ese sentido, proyecto como prefiguración del futuro, proceso de concreción y producto visible son tres nocio-nes que el proyecto urbano pareciera reunir.

Sin embargo, el uso profuso de la noción PU, la generalidad con que se aplica y el escaso anclaje histórico evidencian que, como tal, es más que un instrumento urbanístico: es una manera de concebir la construcción de la ciudad. Diferentes autores como Portas, Campos Venuti o el mismo Alfredo Garay coinciden en destacar ciertas características que hacen al PU y lo diferencian de otras operaciones: por un lado una apuesta a la dimensión proyec-tual del fenómeno urbano (en tanto el proyecto como fuente insustituible en la generación de teorías y de prácticas); y por otro una reconceptualización de la escala de intervención, la del fragmento urbano, que alude a complejidades espe-cíficas pero, a la vez, elocuentes del funcionamiento conjunto de la ciudad. Precisamente, la escala intermedia, inheren-te del PU, reúne la doble condición de particularidad y generalidad, necesarias de balancear en las operaciones sobre la ciudad, en el sentido que se hace fundamen-tal relacionar las lógicas más generales de la organización urbana con las configuraciones espaciales singulares y las edificaciones de una porción acotada de ciudad. El PU no interviene sobre una totalidad urbana, ni tampoco en términos exclusi-vos sobre el objeto arquitectónico, pero tiene la capacidad de afectar a lo primero y el imperativo de resolver lo segundo, concentrando las acciones en un sector de la ciudad para transformar su fisono-mía, su comportamiento y su significado en el imaginario colectivo, con conse-

cuencias en su área inmediata y en el desarrollo de tendencias que impactarán sobre la estructura general, detrás de una idea de ciudad que admite ciertos niveles de autonomía de las partes, pero que también se entiende como articula-ción de las mismas, identificando a cada pieza como parte constitutiva de un todo.

En ello reside, en parte, la nueva relación entre Plan y Proyecto, reactualizada a partir de nuevas articulaciones entre ciudad y arquitectura. En su condición de instru-mento técnico, el PU es una herramienta de conocimiento sobre el modo de operar en situaciones urbanas y territo-riales, que trasciende el propio ámbito de intervención, con programas en los que domina el interés público y lapsos de tiempo, lógicos y pautados, para su materialización. Debe tener, asimismo, la capacidad de dar respuesta a las condicio-nes del lugar y del programa, y de ser flexible frente a la contingencia y las deman-das cambiantes.

La incorporación de la noción de temporali-dad en las actuaciones urbanas es una derivación del imperativo de concretar lo que se proyecta, que a su vez exige definir objetivos, etapas y actores que conduzcan el proceso de formalización de la ciudad. Asimismo, el nuevo rol de la gestión (que define los aspectos económicos en el tiempo y los criterios de inversión que aseguren la viabilidad financiera) queda asumido dentro del urbanismo y pasa a integrar las cuestiones clave de la confor-mación material de ciudad. De esta manera, la nueva relación entre plan y proyecto se presenta como un encade-namiento de instancias que conforman un adecuado mecanismo de transforma-ción y de control de grandes áreas urba-nas, reuniendo planteos teóricos, proce-sos de consulta y participación ciudada-na, promotores y arquitectos. En esta dimensión compleja del proyecto urbano convergen espacialidad y temporalidad, es decir, la relación dialéctica entre horizontes de espera y espacios de experiencia.

Ahora bien, el PU (y el másterplan que lo contiene) opera sobre una porción de

añade un nuevo conocimiento acerca del territorio, a la información sobre él ya existente, y en dicho proceso va definiendo su posible reformulación.

Es necesario documentar gráficamente el territorio a intervenir en las diversas escalas involucradas. La guía práctica de instru-mentos urbanísticos del MIyT de la Nación, propone los siguientes registros: marco urbanístico, considerando la inserción y vinculación con la trama urbana existente; accesos con jerarquización y las vías para diferentes tipos de movilidad y los modos de ésta; usos privados de todo tipo, incluyendo volúmenes y alturas edificadas; equipamien-tos urbanos y su distribución; áreas verdes y espacio público; usos hídricos (ríos, arroyos, canales, etc.); ubicación y distribución de los diferentes usos, contemplando centros, subcentros, con densidades y accesos; áreas y elementos patrimoniales, sean arqui-tectónicos o paisajísticos, culturales o naturales; y parcelario privado y público. Todo ello, además de graficar las distintas etapas del desarrollo del proyecto. A este listado, cabría agregar la utilidad de ciertas piezas gráficas no mencionadas: un recono-cimiento preciso del soporte natural del área a intervenir (en caso de que haya constituido un condicionante de su desarrollo posterior: relieve, recorrido de escorrentías, relictos de bosques naturales, etc.) y la confección de un muy detallado “plano de cota cero”, puesto que uno de los aportes sustancia-les de un PU es, precisamente, el proyec-to del suelo.

Finalmente, hay otros tipos de recursos gráficos que ordenan tanto el registro, como la propuesta. Un ejemplo es el método de “capas”, consistente en trabajar con los estratos del territorio, tanto en las lecturas espaciales de los entornos de actuación, como en el propio proceso de proyectación. Su utilidad radica en lo siguiente: 1) como abordaje que permite acceder a la compleji-dad de la construcción del territorio, habili-tando su comprensión y sugiriendo, en simultáneo, pautas de proyectuales; 2) como

contribución a detectar componentes del territorio, ordenarlos y jerarquizarlos, poniéndolos en relación entre sí; 3) por introducir una cualidad narrativa, puesto que cada capa puede traducir una dimensión temporal del espacio; y 4) como recurso organizativo del proyecto y un instrumento didáctico para su comunicación.

En definitiva, se trata de que la descrip-ción interpretativa gráfica revele un conocimiento nuevo sobre el territorio a intervenir o, en otros términos, descubra un “nuevo territorio” como requisito previo a cualquier propuesta y como insumo fundamental de la misma. Por ello, la insistencia en que describir para interpretar, interpretar para conocer y conocer para proponer es poner en práctica un proceso intrínseco a la plani-ficación urbana, atento a las particulari-dades del territorio, que alude a aborda-jes, instrumentos y propuestas ajustados a una realidad espacial específica.

territorio específico. Aquí emerge otro aspecto central que relaciona el territorio con el proyecto: el reconocimiento minucioso del espacio a reproyectar. En su proceso de construcción, el PU abre la posibilidad de descubrir las vocaciones, retos y oportunidades que subyacen en el territorio, en su estructura y preexistencias, y en la propia historia de su proceso de configuración espacial. Y en ese sentido, se trata de develar los atributos particulares de un territorio que lo diferencian de otros.

En palabras de André Corboz (El territorio como palimpsesto) los paisajes que habitamos son territorios a descifrar, que emergen de procesos que se extienden en el tiempo y que respon-den a lógicas no siempre posibles de ser leídas a primera vista, ni ser aprehendidas simplemen-te por la experiencia directa. Tampoco su estructura y morfología son siempre visibles, ni sus elementos constitutivos son irrefutables en su importancia; en esa línea, un registro detallado de su realidad espacial adquiere valor como insumo del proyecto.

En esta instancia, el recurso gráfico es clave como mecanismo que nos permite acceder a una descripción del territorio. La descripción siempre constituyó una forma de conocer la ciudad y uno de los recursos predilectos del urbanismo. El problema reside cuando se cae, como señala Bernardo Secchi (Descriptive City Planning), en un “descriptivismo improductivo”, un vicio de muchos que consiste en reunir datos sin fines específicos y sin utilidad aparente. Por el contrario, lejos de la neutralidad, la descripción debe ser intencionada, indagando sobre aquella información que se intuye relevante, tanto para comprender de manera profunda los procesos que modelaron el territorio, como para reconocer en su estructu-ra física posibles hipótesis de proyectos futuros y nuevos criterios de ordenación. De esta manera, bajo el recurso gráfico, la descripción se torna en interpretación, puesto que

(imagen) Con una sola línea horizontal la trilogía operativa:describir, interpretar, proponer.Propuestas para Rio de Janeiro, Le Corbusier 1929

La noción de “trilogía operativa” se desarrolla en Constelaciones rurales serranas. Lógicas de ocupación del territorio y modelos de orden, Tesis, Doctorado en Urbanismo, ETSAB, UPC, Barcelona, 2013.

Fernando Días Terreno

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Desde hace más de dos décadas el Proyec-to Urbano (PU) se encuentra integrado al instrumental urbanístico que vino a dar un nuevo impulso a la planificación de las ciudades. Como mecanismo innovador para la transformación de la ciudad tiene por objetivo brindar ciertas garantías de concreción de las ideas que se formulan sobre aquella. En ese sentido, proyecto como prefiguración del futuro, proceso de concreción y producto visible son tres nocio-nes que el proyecto urbano pareciera reunir.

Sin embargo, el uso profuso de la noción PU, la generalidad con que se aplica y el escaso anclaje histórico evidencian que, como tal, es más que un instrumento urbanístico: es una manera de concebir la construcción de la ciudad. Diferentes autores como Portas, Campos Venuti o el mismo Alfredo Garay coinciden en destacar ciertas características que hacen al PU y lo diferencian de otras operaciones: por un lado una apuesta a la dimensión proyec-tual del fenómeno urbano (en tanto el proyecto como fuente insustituible en la generación de teorías y de prácticas); y por otro una reconceptualización de la escala de intervención, la del fragmento urbano, que alude a complejidades espe-cíficas pero, a la vez, elocuentes del funcionamiento conjunto de la ciudad. Precisamente, la escala intermedia, inheren-te del PU, reúne la doble condición de particularidad y generalidad, necesarias de balancear en las operaciones sobre la ciudad, en el sentido que se hace fundamen-tal relacionar las lógicas más generales de la organización urbana con las configuraciones espaciales singulares y las edificaciones de una porción acotada de ciudad. El PU no interviene sobre una totalidad urbana, ni tampoco en términos exclusi-vos sobre el objeto arquitectónico, pero tiene la capacidad de afectar a lo primero y el imperativo de resolver lo segundo, concentrando las acciones en un sector de la ciudad para transformar su fisono-mía, su comportamiento y su significado en el imaginario colectivo, con conse-

cuencias en su área inmediata y en el desarrollo de tendencias que impactarán sobre la estructura general, detrás de una idea de ciudad que admite ciertos niveles de autonomía de las partes, pero que también se entiende como articula-ción de las mismas, identificando a cada pieza como parte constitutiva de un todo.

En ello reside, en parte, la nueva relación entre Plan y Proyecto, reactualizada a partir de nuevas articulaciones entre ciudad y arquitectura. En su condición de instru-mento técnico, el PU es una herramienta de conocimiento sobre el modo de operar en situaciones urbanas y territo-riales, que trasciende el propio ámbito de intervención, con programas en los que domina el interés público y lapsos de tiempo, lógicos y pautados, para su materialización. Debe tener, asimismo, la capacidad de dar respuesta a las condicio-nes del lugar y del programa, y de ser flexible frente a la contingencia y las deman-das cambiantes.

La incorporación de la noción de temporali-dad en las actuaciones urbanas es una derivación del imperativo de concretar lo que se proyecta, que a su vez exige definir objetivos, etapas y actores que conduzcan el proceso de formalización de la ciudad. Asimismo, el nuevo rol de la gestión (que define los aspectos económicos en el tiempo y los criterios de inversión que aseguren la viabilidad financiera) queda asumido dentro del urbanismo y pasa a integrar las cuestiones clave de la confor-mación material de ciudad. De esta manera, la nueva relación entre plan y proyecto se presenta como un encade-namiento de instancias que conforman un adecuado mecanismo de transforma-ción y de control de grandes áreas urba-nas, reuniendo planteos teóricos, proce-sos de consulta y participación ciudada-na, promotores y arquitectos. En esta dimensión compleja del proyecto urbano convergen espacialidad y temporalidad, es decir, la relación dialéctica entre horizontes de espera y espacios de experiencia.

Ahora bien, el PU (y el másterplan que lo contiene) opera sobre una porción de

añade un nuevo conocimiento acerca del territorio, a la información sobre él ya existente, y en dicho proceso va definiendo su posible reformulación.

Es necesario documentar gráficamente el territorio a intervenir en las diversas escalas involucradas. La guía práctica de instru-mentos urbanísticos del MIyT de la Nación, propone los siguientes registros: marco urbanístico, considerando la inserción y vinculación con la trama urbana existente; accesos con jerarquización y las vías para diferentes tipos de movilidad y los modos de ésta; usos privados de todo tipo, incluyendo volúmenes y alturas edificadas; equipamien-tos urbanos y su distribución; áreas verdes y espacio público; usos hídricos (ríos, arroyos, canales, etc.); ubicación y distribución de los diferentes usos, contemplando centros, subcentros, con densidades y accesos; áreas y elementos patrimoniales, sean arqui-tectónicos o paisajísticos, culturales o naturales; y parcelario privado y público. Todo ello, además de graficar las distintas etapas del desarrollo del proyecto. A este listado, cabría agregar la utilidad de ciertas piezas gráficas no mencionadas: un recono-cimiento preciso del soporte natural del área a intervenir (en caso de que haya constituido un condicionante de su desarrollo posterior: relieve, recorrido de escorrentías, relictos de bosques naturales, etc.) y la confección de un muy detallado “plano de cota cero”, puesto que uno de los aportes sustancia-les de un PU es, precisamente, el proyec-to del suelo.

Finalmente, hay otros tipos de recursos gráficos que ordenan tanto el registro, como la propuesta. Un ejemplo es el método de “capas”, consistente en trabajar con los estratos del territorio, tanto en las lecturas espaciales de los entornos de actuación, como en el propio proceso de proyectación. Su utilidad radica en lo siguiente: 1) como abordaje que permite acceder a la compleji-dad de la construcción del territorio, habili-tando su comprensión y sugiriendo, en simultáneo, pautas de proyectuales; 2) como

contribución a detectar componentes del territorio, ordenarlos y jerarquizarlos, poniéndolos en relación entre sí; 3) por introducir una cualidad narrativa, puesto que cada capa puede traducir una dimensión temporal del espacio; y 4) como recurso organizativo del proyecto y un instrumento didáctico para su comunicación.

En definitiva, se trata de que la descrip-ción interpretativa gráfica revele un conocimiento nuevo sobre el territorio a intervenir o, en otros términos, descubra un “nuevo territorio” como requisito previo a cualquier propuesta y como insumo fundamental de la misma. Por ello, la insistencia en que describir para interpretar, interpretar para conocer y conocer para proponer es poner en práctica un proceso intrínseco a la plani-ficación urbana, atento a las particulari-dades del territorio, que alude a aborda-jes, instrumentos y propuestas ajustados a una realidad espacial específica.

territorio específico. Aquí emerge otro aspecto central que relaciona el territorio con el proyecto: el reconocimiento minucioso del espacio a reproyectar. En su proceso de construcción, el PU abre la posibilidad de descubrir las vocaciones, retos y oportunidades que subyacen en el territorio, en su estructura y preexistencias, y en la propia historia de su proceso de configuración espacial. Y en ese sentido, se trata de develar los atributos particulares de un territorio que lo diferencian de otros.

En palabras de André Corboz (El territorio como palimpsesto) los paisajes que habitamos son territorios a descifrar, que emergen de procesos que se extienden en el tiempo y que respon-den a lógicas no siempre posibles de ser leídas a primera vista, ni ser aprehendidas simplemen-te por la experiencia directa. Tampoco su estructura y morfología son siempre visibles, ni sus elementos constitutivos son irrefutables en su importancia; en esa línea, un registro detallado de su realidad espacial adquiere valor como insumo del proyecto.

En esta instancia, el recurso gráfico es clave como mecanismo que nos permite acceder a una descripción del territorio. La descripción siempre constituyó una forma de conocer la ciudad y uno de los recursos predilectos del urbanismo. El problema reside cuando se cae, como señala Bernardo Secchi (Descriptive City Planning), en un “descriptivismo improductivo”, un vicio de muchos que consiste en reunir datos sin fines específicos y sin utilidad aparente. Por el contrario, lejos de la neutralidad, la descripción debe ser intencionada, indagando sobre aquella información que se intuye relevante, tanto para comprender de manera profunda los procesos que modelaron el territorio, como para reconocer en su estructu-ra física posibles hipótesis de proyectos futuros y nuevos criterios de ordenación. De esta manera, bajo el recurso gráfico, la descripción se torna en interpretación, puesto que

Dr. Arq. Fernando Díaz TerrenoProf. Titular Urbanismo 2BAsesor de Urbanismo en Arquitectura6A-6B / FAUD UNCMiembro fundador de Estudio Estrategias

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Figura 5: Huella Ecológica per cápita por país, 2010 E st a comparació n incluy e t odos los paí ses con poblaciones superiores a 1 milló n y para los cuales habí a informació n complet a disponible ( G lobal F oot print N et w ork , 2014 ) .

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Habitar el mundo es difícil, y hacerlo bien mucho más. Durante muchísimos siglos, habitar era construir, y por ello la trilogía “ser-habitar-construir” constituyó históricamente la condición de la vida humana. Sin construir no habito, y sin habitar no soy; pero de tanto construir hoy nos cuestionamos la sostenibilidad de ese proceder. Hemos sido capaces de construir nuestra propia forma de habitar, desarrollan-do ciudades que albergan mas del 50% de la población mundial.

Estamos urbanizando el planeta, sin medir las consecuencias de ello. La ciudad comprendida como consecuencia de un hecho social es la que retratan la mayoría de los pensadores desde sus orígenes. Desde las primeras manifestaciones cuyos resultados fueron las aldeas, los objetivos comunes fueron siempre el crecimiento como comunidad. Los atenienses de la Grecia antigua destacaban el papel de sus espacios públicos, el ágora, los templos, el teatro y sus conectores como catalizadores de la cultura y la democracia. El compromiso hacia la interdependencia de la forma construida y los ideales quedaba reflejado en el juramento prestado por los nuevos ciudadanos: “dejaremos la ciudad mayor, mejor y más hermosa de cómo la hemos heredado”. Ciertamente como la define Lewis Mumford “La ciudad es la forma y el símbolo de una relación social integrada”.

La historia sumó nuevas miradas sobre la ciudad y; Vitrubio, Leonardo Da Vinci, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, entre otros; idearon ciudades ideales para sociedades ideales que alentarían una mejor ciudadanía. Tales visiones reduccio-nistas han distanciado a los ideales demo-cráticos igualitarios de la planificación urbana. Poco a poco nuestras ciudades se transformaron en el espejo de una sociedad que fomenta la mirada individualista, con la riqueza como meta y no como medio para alcanzar sociedades más justas. De allí se desprende la lectura de la ciudad actual y nada mejor que lo dicho por Milton Santos “La ciudad es una sucesión de tiempos desiguales”.

Lo que para los griegos era un privilegio, hoy es una carga y en cierta manera nos asusta. Erich Fromm afirma que nuestra sociedad tiene miedo a tomar decisiones y adquirir responsabilidades: el miedo a la libertad. La participación es algo que tenemos que re-aprender, porque las relaciones que mantenemos con nuestro entorno social son la medida de nuestra libertad. Esa participación nos devolverá la identidad colectiva; nos devolverá el control a los ciudadanos; nos permitirá el vernos el uno al otro.

Esta sensación de una ciudad con todos sus ingredientes; personas, recursos y medio ambiente que nunca logran combinar-se, termina siendo un producto organizado, pero no orgánico. Sin pensamiento. Sin identidad. La ciudad necesita que reconec-temos sus partes aisladas, que con peque-ñas operaciones sume a las personas. A los ciudadanos. Esa conciencia grupal motori-zará el nexo entre partes hoy disociadas.

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La biocapacidad media mundial por persona fue de 1,7 hag en 2010.

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La biocapacidad media mundial por persona fue de 1,7 hag en 2010.

El S

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Leyenda

(gráfico) WWF Internacional (http://www.wwf.es)

Informe Planeta Vivo 2014(texto)

Pablo Oshiro

Huella acumulada

Huella pesquera

Huella de productos forestales

Huella del pastoreo

Huella de los cultivosHuella de carbonoHuella Ecológica Mundial

Huella Ecológica per cápita por país de másde 1 millón de habitantes (dato año 2010)

Una hectárea global (hag) es una medida que se obtiene tomando toda la superficie biológica-mente productiva del planeta (13.4 miles de millones de hectáreas globales en el año 2005) y se divide por el número de habitantes del plane-ta (6.5 miles de millones, también en el 2005) dando como dato cuantas hectáreas necesita cada ser humano para vivir sin reducir la capaci-dad de biogeneración de la Tierra.

Por ejemplo si todas las personas del planeta tuviesen la Huella promedio de un residente de Qatar, necesitaríamos 4,8 planetas. Si tuviéra-mos el estilo de vida de un residente típico de los EE.UU, necesitaríamos 3,9 planetas. La cifra para un residente típico de Corea del Sur sería 2,5 planetas, mientras que para los argentinos es de 1,5 planetas.

Habitar el mundo es difícil, y hacerlo bien mucho más. Durante muchísimos siglos, habitar era construir, y por ello la trilogía “ser-habitar-construir” constituyó históricamente la condición de la vida humana. Sin construir no habito, y sin habitar no soy; pero de tanto construir hoy nos cuestionamos la sostenibilidad de ese proceder. Hemos sido capaces de construir nuestra propia forma de habitar, desarrollan-do ciudades que albergan mas del 50% de la población mundial.

Estamos urbanizando el planeta, sin medir las consecuencias de ello. La ciudad comprendida como consecuencia de un hecho social es la que retratan la mayoría de los pensadores desde sus orígenes. Desde las primeras manifestaciones cuyos resultados fueron las aldeas, los objetivos comunes fueron siempre el crecimiento como comunidad. Los atenienses de la Grecia antigua destacaban el papel de sus espacios públicos, el ágora, los templos, el teatro y sus conectores como catalizadores de la cultura y la democracia. El compromiso hacia la interdependencia de la forma construida y los ideales quedaba reflejado en el juramento prestado por los nuevos ciudadanos: “dejaremos la ciudad mayor, mejor y más hermosa de cómo la hemos heredado”. Ciertamente como la define Lewis Mumford “La ciudad es la forma y el símbolo de una relación social integrada”.

La historia sumó nuevas miradas sobre la ciudad y; Vitrubio, Leonardo Da Vinci, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, entre otros; idearon ciudades ideales para sociedades ideales que alentarían una mejor ciudadanía. Tales visiones reduccio-nistas han distanciado a los ideales demo-cráticos igualitarios de la planificación urbana. Poco a poco nuestras ciudades se transformaron en el espejo de una sociedad que fomenta la mirada individualista, con la riqueza como meta y no como medio para alcanzar sociedades más justas. De allí se desprende la lectura de la ciudad actual y nada mejor que lo dicho por Milton Santos “La ciudad es una sucesión de tiempos desiguales”.

Lo que para los griegos era un privilegio, hoy es una carga y en cierta manera nos asusta. Erich Fromm afirma que nuestra sociedad tiene miedo a tomar decisiones y adquirir responsabilidades: el miedo a la libertad. La participación es algo que tenemos que re-aprender, porque las relaciones que mantenemos con nuestro entorno social son la medida de nuestra libertad. Esa participación nos devolverá la identidad colectiva; nos devolverá el control a los ciudadanos; nos permitirá el vernos el uno al otro.

Esta sensación de una ciudad con todos sus ingredientes; personas, recursos y medio ambiente que nunca logran combinar-se, termina siendo un producto organizado, pero no orgánico. Sin pensamiento. Sin identidad. La ciudad necesita que reconec-temos sus partes aisladas, que con peque-ñas operaciones sume a las personas. A los ciudadanos. Esa conciencia grupal motori-zará el nexo entre partes hoy disociadas.

Page 18: nocontrol, un fanzine arquitectónico. capítulo 5

Para ello se plantearon 5 enfoques o líneas de investigación programática/proyectuales que los equipos liderados por arquitectos y urbanistas invitados desarrollaron en una semana de intenso trabajo: proyectos sobre las infraestructuras de soporte (conectivas, de servicios); arquitecturas de la producción, el ocio y el consumo (inserción de nuevas actividades); arquitectura del paisaje y del espacio público (parque urbano/parque metropolitano); nuevos tejidos/paisajes habitativos y por último, proyectos enfocados en infraestructuras ecoló-gicas metropolitanas (arquitecturas y equipamientos de remediación

ambiental).

En esta ocasión en nocontrol presentamos el trabajo del equipo coordinado por los arqs.: Goncalves, Monteiro, Tissot

y yo (German Margherit).

Un mapeo y diagnostico proyectual arrojó 5 problematicas:Segregación, Discontinuidad, Desuso, Informalidad y el Vacío Urbano, las cuales fueron atacadas con 5 claras

propuestas...

Territorios en movimiento fue seminario/taller realizado en el taller de Arquitectura 6A (TM) en septiembre del 2012 que desarrolló el fragmento conformado por los terrenos aledaños e incluidos en Reserva Verde

Parque del Este de la ciudad de Córdoba como campo operativo de proyectos urbanos.

1+2+3:ACCIONES DESDE LO PUBLICO

4+5:reACCIONES

mixtas: PUBLICas y

privadas

accion 1infraestructura -accesibilidad

accion 2Parque de la barranca

accion 3Parque del rio

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IMAGINARIOS...

toda ACCION tiene su REACCION...

Y con el proyecto urbano tambien REPERCUSION!!!

reaccion 4Re-definicion del tejido residencial

reaccion 5plataformas programaticas (nuevos usos)

Page 20: nocontrol, un fanzine arquitectónico. capítulo 5

Intentamos enseñar arquitectura, ó más precisamente compartir nuestros aprendizajes de investigación proyectual. Somos un poco activistas culturales: circulamos ideas. La ciudad es nuestro objeto didáctico. Y nos preguntamos: ¿Se puede conciliar la construcción de la ciudad con la construcción y ejercicio efectivo de la ciudadanía? Nos gusta pensar el mundo desde el proyecto. Toda nuestra praxis, rizomática por necesidad, está tensada en explorar la conciencia del límite. Últimamente nos interesan las infraestructuras como arquitecturas y el espe-sor del suelo como material de proyecto.

En nuestras ciudades, en la de Córdoba en particular, la noción de Proyecto Urbano, expresa realidades y concepciones sobre la ciudad absolutamente contradictorias, según se trate de operaciones públicas, privadas o de gestión mixta. Así, podemos registrar Proyectos Urba-nos de inclusión y de exclusión. Y básicamente una práctica de Proyectos Urbanos inconclusos. Es más, la noción misma de Proyecto Urbano no está instalada en nuestro medio, salvo como sinónimo de un gran emprendimiento, las más de las veces de enclave selectivo o de un tipo de obra pública. De hecho, el debate implícito tanto en las oficinas de planificación urbana, como en los propios ámbitos académicos, muchas veces pareció ser, confusamente, entre plan y proyecto, entre regulación pública y desregulación privatista. En esta época compleja para la gestión de la ciudad es necesario que las políticas públicas corrijan las “asimetrías” de segregación socio espacial y los “daños colaterales” de la ciudad cómo sólo mercado.

(imagen) 1964 Bobby Fischer contra 50 oponentes en simultaneo, ganó 47, empató 2, perdió 1

porAlejandro Cohen

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ParqueParque

Parque

ParqueParqueParque

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INSTRUCCIONES PARA JUGAR

Según se mire, la ciudad es un perma-nente conflicto por la posición en el espacio, por su valor de uso, por su valor de cambio y por su valor simbó-lico. La disputa puede tener motivos comer-ciales, inmobiliarios, culturales, de acceso a ciertos servicios, simbólicos, políticos y sociales. Y se va a expresar también en el valor que esos actores le confieren a las piezas, esto es a los contenedores arquitectónicos y a los soportes urbanos de espacios públi-cos de la movilidad y el ocio, sean calles, plazas, y tramas conectivas diversas que configuran la fisonomía esencial de la ciudad. Desde aquí se establecen las tácticas y estrategias de operación de los actores en movimien-tos defensivos (proteger valores y atributos) y ofensivos (modificar una condición dada y proceder a la transfor-mación). El ajedrez urbano es un juego que se basa en la interrela-ción del espacio, las reglas y los actores. En ese espacio pueden suceder infinitas cosas, mediadas por ciertas reglas y ciertas lógicas del espacio público y las dinámicas fluctuantes del mercado inmobi-liario. Interesa aquí captar las distintas lógicas de los actores, simplificados en la tríada sociedad civil, estado y mercado. Este ajedrez urbano, de espacios estables en un sentido y de comportamiento aleatorio en otros, con infinidad de micro estrategias de actuación y la permanente fricción entre esos mismos actores y sus intereses nos llevó a un enfoque de layers a la manera del sistema operativo Windows. Layers históri-cos, conceptuales, políticos y proyectua-les en paralelo. También le llamamos multicapas (huellas y soportes; tejido e identidad; movilidad y accesibilidad; mercado y poder; memoria e imagina-rios).

Espesores a la espera y proyectos urbanos inconclusos. Nudo vial Rafael Núñez

Municipalidad de Córdoba, 2007

Page 22: nocontrol, un fanzine arquitectónico. capítulo 5

PROYECTO URBANO:UN MODO DE ENTENDER TANTO LA CIUDAD CÓMO EL PROYECTO

La emergencia del concepto de proyecto urbano tiene que ver tanto con una realidad ubicada en el campo de las actuaciones concretas, en las ciudades reales (objeto de intervención – políticas urbanas públicas y del mercado inmobiliario), como en el territorio más difuso de la enseñanza de la arquitectura, el urbanismo y las disciplinas concurrentes a la construcción del ambiente (objeto didáctico/prácticas académicas de grado/posgrado e investigación). La problemática del proyecto urbano supone órdenes de problemas fuertemente relaciona-dos, hoy puestos en cuestión por la complejidad de la situación contemporánea. Con esto nos referimos a tres ordenes de problemas:

1.Los cambios en la producción de la ciudad y los paradigmas urbanos.2.La crisis de la articulación entre producción y control de la ciudad. 3.Las posibilidades que tendría el concepto de proyecto urbano para configurarse como nueva unidad o módulo de gestión, promoción y control de la producción de la ciudad.

La novedad: comprender el funcionamiento de la ciudad como sistema de piezas urbanas, abre la posibilidad de aislar determinadas piezas, intervenir sobre ellas, y volverlas a insertar esperando que estos cambios induzcan mejoras en el com-portamiento de la totalidad. Recordemos que la noción de pieza urbana es absolutamente diferente de la de fragmento, usada para identificar una parte desprendida de un todo, a partir de la ruptura de los vínculos que la articulan cada parte con las otras conformando una totalidad.

Inicio de la democracia: proyectos estratégicos integrados como la Recuperación de la Costanera del Suquía, la ampliación de la Cañada y la creación de los CPC.

(croquis) estrategias para el espacio público y equipamientos, Miguel Ángel Roca 1980-1990

Page 23: nocontrol, un fanzine arquitectónico. capítulo 5

La ciudad es:1.Soporte natural

2.Tejido3.Espacio público4.Infraestructuras5.Equipamientos

Es una plataforma técnica, cultural y de oportunidades.

Una construcción colectiva y conflictiva, es un mercado regulado sobre los espacios y los usos.

Por eso hacer ciudad es ir constru-yendo acuerdos, nunca estáticos, sobre los conflictos que la mezcla genera, donde el Estado tiene un rol fundamental, porque lo que enhebra todas las mezclas es el espacio público

Y se produce con:1.Densificaciones selectivas

2.Equipamientos urbanos3.Recuperación del patrimonio

4.Recuperación ambiental y paisajística

5.Infraestructuras territoriales6.Expansiones urbanas

¿Qué quiere decir esto?

Que estas variables de producción suelen expresar en el mejor de los casos políticas sectoriales, pero que es difícil armonizarlas, por eso hay que ponerlas en sinergia mediante planes urbanos por áreas geográficas acotadas y/o mediante proyectos urbanos que las articulen. Se trata en consecuencia de construir miradas integradoras e instrumentos de

gestión que las hagan viables.

(imagen) Artista Armelle Caron, Cities in Pieces: París en 35.000 bloques de madera (www.armellecaron.fr)

ROMPECABEZAS:

La realidad urbana y la propia evolución de las disciplinas ligadas a la producción del ambiente y el espacio de las ciuda-des, la arquitectura y el urbanismo, no dejan dudas sobre el rol protagónico del espacio real que se maneja en el marco del proyecto urbano.

Las disciplinas concurrentes a la formación del proyecto urbano, deben hacerlo bajo la concepción de un resultado final en el que el espacio y la definición física de las propuestas son elementos clave del éxito o fracaso de la intervención y, consecuentemen-te, de la calidad final de una ciudad. En este sentido el proyecto urbano puede ser contributivo para prefi-gurar nuevos escenarios para la transfor-mación de la ciudad en general y/o para algunas de sus partes significativas en particular.

Así, reconocemos piezas del mecanismo mayor que es la ciudad toda: las áreas centra-les, las primeras expansiones ó barrios pericentrales, el espacio público, las infraes-tructuras diversas, las áreas vacantes u obsoletas, las diversas periferias interiores y exteriores, las fronteras metro-politanas, el patrimonio cons-truido y las nuevas necesida-des de mejorar la ciudad y garantizar su sustentabilidad social y ambiental.

El proyecto urbano opera como un instrumento de investigación prospectiva, de modelización de escenarios probables según como interactúen los diferentes operadores de la organización material del territorio.

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Urbanidad: elementos como centralidad, accesibilidad, conectividad e infraestructuras.

Análisis de mercado: una interpretación del mercado posible que daría o no curso a las ideas.

Impacto urbano/ambiental: control del IU de tipo ambiental.

Innovaciones funcionales: reelaboración tipológica y nuevos programas. Lógicas de mix de usos. Relaciones público/privado.

Viabilidad: existencia de ideas generatrices y condiciones de desarrollo de las mismas.

Procesualidad: etapabilidad o criterios de desarrollo procesual de los emprendimientos.

Autonomía funcional: independencia relativa de cada proyecto respecto de la ciudad.

Arquitecturabilidad: grado de resolución arquitectónica del proyecto urbano.

Conectividad y anclajes: arraigo formal, funcional e infraestructural con lo existente.

VARIABLES DE EVALUACIÓN OLÓGICAS DE LOS

PROYECTOS URBANOS

UNIVERSIDAD/CIUDAD:UN PROYECTO COMÚN

Siempre nos ha parecido que desde la Universidad Pública se debe contribuir a repensar la ciudad, a través de propuestas concretas, proyectos urbanos les llamamos, a este formato de interpe-lar demandas, prefigurar nuevos escenarios para la transformación de la ciudad en general y/o para algunas de sus partes significativas: el centro, los barrios pueblos, el espa-cio público, las áreas vacantes u obsoletas, las periferias olvidadas, sus fronteras metropolitanas, el patrimonio construido y las nuevas necesidades de mejorar la ciudad. Investigamos a través de los propios proyec-tos, que son cómo “previews” de lo que podría suceder si se actúa de determinada manera.

No se trata de que todos estos ensayos se materialicen. Se trata de que se ensaye, se pruebe, se analice, se expongan a la luz pública ideas y propuestas que faciliten luego la discusión pública, y saquen estos temas de la opacidad y las sorpresas. Los proyectos que nos interesan deben siempre interpelar el interés público, aunque por cierto el trabajo desde las instituciones de la ciudad sea siempre articular lo público con lo privado, lo colectivo con lo individual.

En el caso de este año en Arquitectu-ra 5B nuestra acción/reflexión en el Borde Este de la ciudad es un com-promiso concreto desde la FAUD hacia la ciudad que nos alberga.

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(imagen) Paul Klee, Pedagogical Sketchbook 1925.

LA AGENDA CONTEMPORÁNEALa concepción que sustenta nuestro convenio académico es que las “agendas” temáticas las pone la sociedad. Reconocemos una coyuntura contemporánea provocadora y desafiante que se interpreta como un aliento a la investigación proyectual y a la experimentación innovadora. Lo que queremos inferir de ello es la posibilidad de la reflexión, la crítica y la capacidad de respuesta proyectual. Hablamos de la “opción preferencial por la ciudad”. Es el primer territorio del proyecto, nuestra segunda naturaleza. Nuestra plataforma técnica, económica, cultural y de oportunidades para la vida social. El soporte territorial de nuestras ciudades, en el contexto de la región sudamericana, se comprenden cómo un cuerpo único atravesado y modelado por las fuerzas del devenir histórico, globales y regionales, entendido como un proceso de interacciones múltiples, donde inciden variables geopolíticas, socio-económicas,

culturales y ambientales de larga duración y transformación constante en el tiempo.

Desde una perspectiva histórica, se puede llevar adelante una lectura a través de las “marcas” y trazas que las infraestructuras van dibujando en el territorio, relevando la voluntad política de ejercer un determinado control y explotación del mismo, es así que se desnuda un mapa de tensiones e intenciones de los distintos estados intervinientes impreso en el territorio común, se leen estratos de períodos coloniales, gestiones de autodeterminación política y neo colonialismos sofisticados y corporativos del capitalismo avanzado, enmarcados en el mundo globalizado de fronteras disueltas a los empujes del libre mercado. Como si se tratase de estratos de capas geológicas, las infraestructuras se superponen en el territorio y la ciudad, delineando órdenes y voluntades precisas de control y estructuración espacial. Se trata de poder abordar las lógicas interactivas entre proyecto urbano y proyecto arquitectónico. Vemos fronteras más difusas entre arquitecturas e infraestructuras territoriales. Y las nuevas territorialidades están ancladas en estas nuevas relaciones, que requieren una

indagación creativa y crítica.

EJERCITAR LAIMAGINACIÓN CRÍTICA:

EL PUNTO, LA LÍNEA Y EL PLANO

El punto, la línea y el plano del Curso Preliminar de Paul Klee y Wassily Kandins-

ky en el Bauhaus pueden ser parte de la secreta inspiración para recrear un

pensamiento analógico que nos permita debatir una estrategia urbana de

nodos (centralidades), ejes estruc-turantes (conectividades y movilida-

des) y áreas (de remediación y de oportunidad) como tardía y tal vez

romántica nostalgia disciplinar de reconci-liarnos con la mirada del arte, o sea de la

cultura, o sea de la vida. Un juego de imaginarios (proyectos), estrategias

(política) y cultura (critica social).

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capítulo 5: el proyecto urbanocapítulo 4: el programacapítulo 3: la ciudad en el límitecapítulo 2: nuevos tejidos urbanoscapítulo 1: biblioteca y patrimonio

distribución:350 ejemplares

exponen:36 estudiantes

precio:ninguno

escriben:Cristian NanzerMarcelo FioritoFernando Díaz TerrenoGerman MargheritPablo OshiroAlejando Cohen

diseño y edición:LGA Leandro Giraudo [email protected]

impresión:28 páginas A5ilustración 90 g B/Nrealizada en Gaudíindependencia [email protected](0351) 4604806

web:issuu.comfacebook.com/tallermediterraneo5b

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