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No se lo cuentes a Nadie PERSONAJES Samuel Aníbal Alay Violeta Cristina Lucía Natalia Carlos Camilo Tendero 1 Tendero 2 Sofía Escena 1 - Espejo Violeta y Lucía están en su casa. Violeta juega con unos tubos en la sala mientras su hermana Lucía está frente al tocador, en el espejo vemos a su mamá. Ambas están vestidas de la misma manera, como si fueran la misma persona. Lucía acompaña los movimientos de Cristina de manera automática. Lucía parece inconforme con su imagen, la imagen de su madre. De golpe deja de seguir las acciones de su mamá, se saca la ropa que lleva puesta. Después se queda observando a su madre que se maquilla confundida. Suena el timbre, Lucía sube a su cuarto. Cristina va a abrir la puerta. Escena 2 - Juego de Niños Cristina - Hola Alay ¿cómo estás? Hola Samuel (se acerca a él acariciándole incómodamente la mejilla, Samuel saluda y sonríe). Sigan. Alay - Hola Cristina, yo muy bien ¿Y tú cómo vas? Cristina - Bien. ¿No te demoras mucho verdad? Entran a la casa. Samuel se nota un poco molesto. Hace un esfuerzo por ocultarlo. Samuel se ubica en el centro de la sala. Buscando. Alay - No Cristina, tranquila, no me demoro. Te agradezco mucho por cuidarme al niño. (Mirando a Samuel): Samuel... mi beso. (Samuel no contesta, Alay va hasta él y lo besa para despedirse). Se porta bien Samuel. Samuel - Sí má. Alay sale de la casa. Cristina - ¡Violeta, llegó Samuel! (se oye a violeta corriendo hacía la sala, cuando llega la mamá la para en seco) Hey, espérate. Cuidado con los muebles... Bueno niños, voy a adelantar trabajo. Juiciosos sin hacer mucha bulla (sale).

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Page 1: No se lo cuentes a Nadie - repository.udistrital.edu.corepository.udistrital.edu.co/bitstream/11349/22652/... · Samuel se nota un poco molesto. Hace un esfuerzo por ocultarlo. Samuel

No se lo cuentes a Nadie

PERSONAJES Samuel Aníbal Alay Violeta Cristina Lucía Natalia Carlos Camilo Tendero 1 Tendero 2 Sofía

Escena 1 - Espejo Violeta y Lucía están en su casa. Violeta juega con unos tubos en la sala mientras su hermana Lucía está frente al tocador, en el espejo vemos a su mamá. Ambas están vestidas de la misma manera, como si fueran la misma persona. Lucía acompaña los movimientos de Cristina de manera automática. Lucía parece inconforme con su imagen, la imagen de su madre. De golpe deja de seguir las acciones de su mamá, se saca la ropa que lleva puesta. Después se queda observando a su madre que se maquilla confundida. Suena el timbre, Lucía sube a su cuarto. Cristina va a abrir la puerta.

Escena 2 - Juego de Niños Cristina - Hola Alay ¿cómo estás? Hola Samuel (se acerca a él acariciándole incómodamente la mejilla, Samuel saluda y sonríe). Sigan. Alay - Hola Cristina, yo muy bien ¿Y tú cómo vas? Cristina - Bien. ¿No te demoras mucho verdad? Entran a la casa. Samuel se nota un poco molesto. Hace un esfuerzo por ocultarlo. Samuel se ubica en el centro de la sala. Buscando. Alay - No Cristina, tranquila, no me demoro. Te agradezco mucho por cuidarme al niño. (Mirando a Samuel): Samuel... mi beso. (Samuel no contesta, Alay va hasta él y lo besa para despedirse). Se porta bien Samuel. Samuel - Sí má. Alay sale de la casa. Cristina - ¡Violeta, llegó Samuel! (se oye a violeta corriendo hacía la sala, cuando llega la mamá la para en seco) Hey, espérate. Cuidado con los muebles... Bueno niños, voy a adelantar trabajo. Juiciosos sin hacer mucha bulla (sale).

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Violeta llega con dos tubos y lo mira desde una esquina, se nota que está contenta de verlo pero no quiere que él se de cuenta. Los dos encuentran sus miradas, él tímidamente la quita, se nota nervioso. Empieza un juego de miradas entre los dos. Samuel se pregunta si es con él y al sentir que Violeta lo mira se desliza hasta el suelo y con un bote llega hasta donde está ella. Violeta lo mira, sabe que algo le pasa. Violeta - ¿Qué tiene? Samuel no quiere contestar así que desvía la conversación rápido. Samuel - Nada, ¿A qué juega? Violeta - A mirar los planetas, ¿quiere jugar? Violeta y Samuel empiezan a jugar con los tubos, primero son telescopios con los cuales miran los diferentes planetas, se cuentan cuando ven Marte y cuando ven Plutón. Luego convierten los tubos en caballos intergalácticos y galopan por el universo. El juego cambia, los tubos son armas de fuego. Empieza una lucha entre vaqueros. Samuel mata a Violeta y transforma su tubo en un carro de policía. Se acerca a ella que ahora se ha convertido en una viejita. Samuel - Señora, ¡señora!, (usando el tubo como bocina) ¡SEÑORA! Violeta - Ay, ( golpea a Samuel con su bastón) me asustó... (recomponiendose) Dígame mijito. Samuel - Señora usted ha visto a los ladrones. Violeta - ¿Algodones? Samuel - Nooo, que si vio por dónde se fueron los LA-DRO-NES. Violeta - Ah, los ladrones, ¡sí! yo vi entrar un montón hace un rato. Samuel - ¡Y por donde se fueron! Violeta - (busca entre el público hasta que se decide por un lugar donde señalar) por allá. Los dos niños caen al piso y con los tubos convertidos en carros de policía van a la mitad de la sala. Juegan a encontrar con sus binoculares al culpable en el lugar. (Observan al público, buscando. Se detienen un poco en un par de personas mientras dudan, encuentran al culpable y le disparan finalizando con una explosión que los hace rodar por el suelo en direcciones contrarias. Se miran y se ríen cómplices. Sus miradas empiezan a transformarse en otra cosa… Samuel, un poco intimidado empieza a jugar solo con el tubo. Violeta rompe el silencio, se le ha ocurrido una idea: Violeta - ¿Le cuento un secreto? Samuel - (Muy interesado) Ay sí, cuente. Violeta - ¡Pero no le cuenta a nadie! Samuel - Ay, yo no soy chismoso, eso es de viejas. Violeta - Claro que no, la vez pasada usted le contó a Camila que yo no le quería prestar mis patines. Samuel - Eso no fui yo ya le dije. Violeta - Bueno, pero jureme que no dice nada. Muéstreme las manos y los pies que usted va y cruza los dedos… (Samuel se las muestra) Ahora haga así (Sacude las manos, los brazos y los pies). Y diga, lo juro, lo juro, lo juro, (los dos repiten).

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Finalmente los dos levantan los tubos de cartón, los conectan de oído a oído y Violeta le murmura un secreto. Samuel reacciona sorprendido. Los niños se acercan a un cerrojo y observan detrás de él la sombra de dos mujeres que danzan eróticamente. Los dos niños se acomodan y observan en secreto. Salen murmurando.

ESCENA 3 - LAS VOCES DE MAMÁ Lucía y Sofía están detrás del cerrojo en medio de un juego de seducción. Están en la habitación. Danzan en diferentes costados del cuarto y caminan la una hacia la otra para unirse en el centro, justo hasta que una proyección de Cristina aparece en el lugar atormentando a Lucía en sus pensamientos más profundos como una especie de monstruo que le recrimina sus decisiones y su relación con Sofía. Cristina - ¿Dónde está el espejo Lucía?, Derechita nena, Punta talón, Punta talón, punta talón. Lucía siente la presencia de Cristina y empieza a esquivar a Sofía, Cristina su forma monstruosa y se acerca a la pareja. Sofía- ¿Qué te pasa Lucía? Lucía - No, no… Cristina - Mi princesa, la musa de la moda, la muñeca de mamá. Cristina está encima de Lucía, ella no aguanta y sale a correr, Cristina persigue a Lucía por los extremos del cuarto mientras Sofía se encuentra desubicada en el centro viendo cómo Lucía huye sin aparente razón. Al final del recorrido, Sofía se acerca a Lucía, las tres se encuentran en la esquina derecha. Sofía intenta acercarse pero Lucía la rechaza bruscamente. Sofía - Lucía, ¡Ya basta! Sofía sale del cuarto. Lucía y Cristina quedan agachadas en la esquina derecha, se abrazan. Cristina invita a Lucía a levantarse le da una vuelta para que luzca su belleza, el porte heredado de mamá. Al terminar vuelven a abrazarse, en un momento intimo Cristina arrulla a su hija como si fuera un bebe. De golpe Cristina la suelta hacia el lado izquierdo dándole fin a la ensoñación. Lucía, aturdida percibe que ahora así su mamá entra en la habitación. Cristina - Nena, te estamos esperando para comer. ¿Qué pasa? Lucía - No, nada. Cristina- ¿Y tu amiga? Lucía- No sé mamá, creo que está en el baño, ya bajo... Cristina- Apúrate

Cristina sale del cuarto. Lucía intenta entender lo que está pasando y termina saliendo de escena confundida.

Escena 4 - El Sótano

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Violeta y Samuel entran al sótano que está completamente oscuro. Se quedan en la puerta. Observan el lugar y se observan entre sí con la ayuda de unas linternas. Hay unas telas y unas sillas viejas regadas en el lugar. Samuel carga los dos tubos de cartón. Samuel - Esto está muy oscuro. Violeta - (ilumina el espacio) Ay pero solo un poquito. Samuel - No… ¡no quiero ir! (se devuelve). Violeta: Ay no sea tan niña, ¡vamos! (lo coge de la mano y lo hala para que sigan caminando). Samuel - Yo no soy ninguna niña. ¡Vamos! (coge impulso para pasarla). Violeta - espérese, yo voy primero. No ve que yo sí soy una niña. Samuel - (Alumbrando el espacio) Wash, ¡esto parece la cueva de un pirata! Violeta coge una tela del espacio, se la pone de capa y se sube a una silla. Hace de reina. Samuel mientras tanto esconde los tubos detrás de otra silla. Reina - ¡Así es! y ustedes son mis súbditos y tienen que encontrar mi tesoro. Samuel - Nooooo usted no me puede dar órdenes, usted es una niña... Reina - (Muy seria) Yo no soy ninguna niña, soy una mujer y no cualquier mujer: ¡Soy una Reina! ¡Y las reinas si podemos mandar! Samuel - Ahhh bueno está bien. (ya en actitud de súbito, se inclina para preguntar): Dígame mi reina ¿qué debo hacer para encontrar el tesoro? Reina - (Violeta utiliza la misma capa de la reina como “mapa”) El tesoro está aquí (señala la X del mapa) pero primero hay que atravesar un río por un puente colgante muy viejo, luego hay que enfrentar a unos piratas para cruzar el mar para llegar a la isla del tesoro, que está llena de fantasmas. ¡A por ellos mis súbditos! ¡Porque si no les corto la cabeza! Violeta se une a Samuel como súbdita para empezar el viaje, toman unas sillas del suelo como equipaje. Caminan por el lugar. Samuel - Aish esa reina esta muy loca. Violeta - Si, si no conseguimos el tesoro yo creo que si nos corta la cabeza. Samuel se ríe. Violeta - ya estoy cansada (suelta la silla, Samuel la imita). Samuel - (Viendo las sillas en el suelo que ahora están en fila) Ahí está el puente, ¡vamos! Se suben al puente y Violeta lo empieza a mover para asustar a Samuel. Violeta - Se acuerda lo que dijo la reina Samuel. (pausa) Que este puente es muuuuy viejo y se puede caer en cualquier momento. (lo empuja para hacerlo caer). Samuel - ¡Quieta! ¡No ve que abajo hay pirañas come niñas! A los niños no se los come porque los niños no son cansones! Violeta - ¡Yo no soy cansona! Samuel - Pues usted no tanto... Mire, ya llegamos, deme la mano (la ayuda a bajar del puente y empiezan a caminar por la selva hasta la orilla del mar, donde encuentran unos piratas).

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Violeta - ¡En guardia piratas feos! (Coge una silla como espada y empieza la lucha). Samuel - Hágase detrás mío que yo la defiendo. Violeta - Yo no necesito que nadie me defienda! Más bien tome (agarra una silla y se la da a Samuel) ¡Pelee! Entre los dos atacan a los piratas hasta que los vencen. Clavan las espadas al lado y lado de una silla. Violeta - ¡Yo peleo mejor que usted lero lero! Samuel - ¡Claro que no! (Se sube en una de las sillas) Si yo soy más fuerte. Violeta - (Se sube en otra silla) ¡Pero yo soy mas inteligente! (Coge una silla) Y si es tan fuerte entonces tomé, le toca remar a usted. Samuel toma el remo de mala gana y empieza a navegar. Rema. Los niños se pasan las sillas entre sí para avanzar. Violeta - (como ella misma, suspira) Sabe una cosa... mi sueño siempre ha sido conocer Venecia y navegar con mi esposo y con mis hijos en barquitos de verdad. (suspira). Samuel - (la mira de reojo, un poco nervioso y pensativo) Mire, allá está Venecia (Señalando un punto), si quiere yo la llevo. Violeta - (muy emocionada) ¿Ay enserio!? ¡Ay! ¡Ahora solo me faltan mi esposo y mis hijos! ¡Ya sé! ¡Casemonos para poder tener hijos! ¡Quítese su cordón para intercambiarlos y que todos sepan que somos esposos! (jugando se ubica en el barco, se quita un cordón del zapato). Samuel - Bueno (Se quita el cordón. Lo intercambia con ella). Violeta - (Con el cordón de Samuel en la mano) Y ahora tiene que jurarme amor eterno. Samuel - (Dice pasito): lo juro Violeta - ¡Duro! Samuel - ¡LO JURO! Violeta - Y ahora nos abrazamos. Se abrazan. Cubren con las manos las linternas y al juntarlas se ilumina entre ellos un corazón. Se “des-abrazan” y se miran acercando sus rostros lentamente. Violeta - (De repente grita) ¡Ay! ¡Nos van a cortar la cabeza! Tenemos que llegar rápido al tesoro. Usted si... Samuel refunfuñando busca el tesoro. Se le ocurre una idea, junta una tela tirada en el suelo y se monta en una silla. Samuel hace de fantasma. Fantasma - ¡Niña, qué haces con mi ojo, devuelvemelo! (Violeta le da la linterna al fantasma, él transforma las linternas en los ojos del fantasma detrás de la sabana) Fantasma - Si quieren el tesoro, deben responder: ¿De qué llenas un baúl para que pese menos? Violeta - Eso es muy fácil, de plumas.

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Fantasma - ¿De plumas? (Se quita la sábana y susurra) ¡No, acuerdese! Violeta - Ah pues más fácil, ¡De huecos! Fantasma - Muy bien, y como tienes un amigo muy chévere te vuelvo a prestar mi ojo. Los niños siguen buscando, juntos miran el lugar donde está el tesoro, retiran unas rocas para extraerlo y juntos se abalanzan sobre él. Entre los dos forcejean por el tesoro. Samuel se lo quita con fuerza. Violeta - Ay, usted si es guache, igual se lo tiene que entregar a la reina. Samuel - Pero se lo doy yo. Salen de la cueva y caminan hasta donde está el púlpito de la reina. Violeta se vuelve a subir. Samuel se ubica frente a ella. Reina - ¿Habéis traído mi tesoro? Samuel - (hace una reverencia) Sí mi reina, ya no tiene que cortarnos la cabeza. Reina - ¡Eso lo decido yo, entréguenlo! Samuel entrega los tubos. Violeta, como ella misma, se baja del púlpito. Se sienta y saca dos papeles de los tubos, le da uno a Samuel y el otro lo empieza a enrollar dandole la forma de un cigarrillo. Samuel hace lo mismo y al terminar se lo pasa a Violeta. Ella se lo devuelve indicando que es el de él. Violeta intenta prender el cigarrillo pero no sabe cómo. Samuel - Venga yo le ayudo que yo he visto como mi mamá lo hace. Violeta - Yo pensé que solo su papá fumaba. Samuel - Lo que pasa es que mi mama fuma cuando cree que está sola en la casa... Mire yo prendo el encendedor y usted hace así hacia adentro (hace la demostración) Violeta - ¿Seguro? ¿Hacia adentro? (Samuel asiente) Listo, ¡hágale! (prenden el papel-cigarrillo al tiempo y tosen duro a causa del humo del papel). Violeta - (en medio de la tos): Esto es horrible, (tose) ¿porque lo hacen los adultos? Samuel - Hum no sé (tose). Lucía - (Voz en off) Violeta, llegaron por Samuel. Violeta - Ay, apurese, vamos. Samuel - ¿Yo Huelo a cigarrillo!? Violeta - Ay obvio no, ¡pero no vaya a ser sapo! ¡Con nada! ¡Todo lo que hicimos acá es solo de los dos! (mientras dice esta última parte señala los cordones que intercambiaron). Samuel - Ya le dije que yo no soy sapo. Violeta - Pues más le vale porque el verde no le luce. Vuelven a llamarlos. Violeta jala el brazo de Samuel. Salen del sótano.

Escena 5 - El almuerzo

La casa de Alay es un espacio muy reducido. Anibal y Alay entran con una tela entre sus manos. La cuidan con esmero. Al llegar a su hogar extienden la tela dibujando un corazón. Se miran enamorados. Tras unos segundos su mirada se transforma y empiezan a odiarse. Alay arregla la tela como una mesa mientras Aníbal arma nudos con la tela.

Alay - Aníbal, por favor, no ve que estoy limpiando.

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Aníbal - Ay, no joda, pues limpie después. Alay - Cual después, no ve que voy a servir la comida. Más bien llame al niño para que venga a comer. Aníbal - Samuel (silencio) ¡Samuel! Samuel - (Desde lejos) ¿Señor? Aníbal - Venga a comer. Samuel entra jugando a la sala. Se sienta en la mesa frente a su papá y espera a que su mamá le sirva la comida. Ella se muestra cariñosa con él. Samuel disfruta siendo consentido. Anibal mira con desagrado esas muestras de cariño. Samuel - ¿Qué hay de comer mami? Alay - (Cariñosa) Su plato favorito mi amor, se come todo. Alay vuelve a la mesa con un plato de juguete, todos los utensilios son de juguete. Le sirve primero a su hijo y después le sirve a Aníbal. Aníbal - ¡¿Es eso lo que hay?!, yo no quiero (dice retirando el plato) Tráigame jugo. Alay - No hay frutas, como quiere que le dé si usted no hace mercado. Aníbal - ¿Ya gastó todo lo que compré la vez pasada? Alay - Si eso fue hace más de un mes, acaso quiere que dure una eternidad, ¿usted qué cree? ¿Qué Samuel no come, qué usted no traga? Aníbal - (Empieza a sacudir la mesa) Al menos traigo algo, dígame ¡¿Acaso usted qué hace, qué compra?! ¡Ni mierda cierto, no hace ni mierda, solo joder! Alay - ¿Y usted cree que los oficios en la casa se hacen solos? A ver, lo veo lavando su propia ropa, haciéndose su comida, aseando la casa. Cierto que no, usted no es capaz de hacerlo, usted lo único que sabe hacer es emborracharse y venir acá a montarla. Aníbal - (Se Levanta de golpe. Sacude fuertemente el mantel y caen los platos) Ya va a empezar con la cantaleta... ¡No puedo estar tranquilo en mi propia casa! por eso que me largo. Más bien tráigame mis cigarrillos. Samuel se muestra cada vez más incómodo y nervioso, con los gritos de sus papás se mete debajo de la mesa cubriéndose en el suelo. Alay - (cortante e irritada) No hay. Aníbal - ¿¡Cómo que no hay!? Si yo compre una cajetilla ayer ¿quién se los fumó? Alay - Usted o quien más fuma en esta casa ¿Samuel? eso le pasa por andar borracho ya ni sabe dónde está parado. Aníbal hala con fuerza a Samuel.. Quedan frente a frente. Se miran fijamente. Aníbal - Pues hasta debería fumar, a ver si deja de ser tan ahuevado. Mire como usted lo tiene, todo consentido, lo va a terminar convirtiendo en un marica. Alay - ¿Y entonces qué quiere, que lo trate como usted? ¿A toda hora a los gritos y a las patadas? Entre Aníbal y Samuel aprisionan a Alay con el Mantel, ella pretende liberarse. Samuel coge el mantel con miedo. Anibal con mucha furia. Los tres hace una coreografía con la tela en un ir y venir. Cuando Alay habla hace fuerza al frente para liberarse. Cuando Aníbal habla la tiende con fuerza hacia atrás.

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Anibal - Tiene que aprender a ser un hombre, tiene que despertarse, coger huevas, carácter. Alay - ¿Usted quiere que sea un patán como usted? Anibal - Quiero que deje de malcriarlo. Me da es pena en lo que usted lo está convirtiendo. Alay - Pues en un buen hombre. Yo si quiero que él sea feliz y no vaya a tener esta vida miserable que usted nos da. Anibal - ¿Ah, sí? ¿Y cómo? Alay - Estudiando. Él va a ser un importante abogado. ¡Quizá un gran juez! Anibal - ¿Estudiar para qué? Eso no sirve para nada, cinco años perdidos. Mejor que apenas salga del colegio se ponga a trabajar o que se vaya al ejército que ahí si lo enseñan a ser un varón. Alay - ¡No! él va a ser un gran abogado y va a ayudar a su mamá a salir adelante. Alay rompe la barrera que simbolizaba el mantel. Sale de su realidad y se lleva a los personajes al espacio de su imaginación. La pareja lucha con el mantel en el espacio. Samuel mientras tanto intenta protegerse en medio de la pelea. Sus papás concentrados en su rabia se olvidan del niño. Siguen luchando desde el mantel mientras dicen algunas palabras énfasis de su pelea. Hacen una partitura con el mantel. Anibal - No quiero. Alay - No hay. Anibal - ¿Ya gastó todo? Alay - ¿Usted que cree? Aníbal - No sabe hacer ni mierda, solo joder. Alay - Lo único que sabe hacer es emborracharse y venir acá a montarla. Aníbal - No puedo estar tranquilo en mi propia casa. Alay - No hay. Aníbal - ¿Quién se los fumó? Alay - Ya ni sabe dónde está parado. Anibal - Lo va a terminar convirtiendo en un marica. Alay - ¿Y entonces qué quiere? Aníbal - Tiene que aprender a ser un hombre. Alay - ¿Un patán como usted? Anibal - Me da es pena. Alay - ¡Miserable cerdo! Anibal - Un día a usted le cayó bien este cerdo. Anibal y Alay rompen la estructura temporal. Transforman la atmósfera jugando desde el mantel y van regresando lentamente a la época en la que se enamoraron y son una pareja feliz. Se encuentran en su primera vez. Nace Samuel. Aníbal al comienzo se siente muy feliz por su hijo pero poco a poco se va alejando de esa emoción y se levanta enojado, de nuevo, en el presente. Aníbal rompe el espacio da la imaginación y vuelve a traer a Alay a la realidad. Anibal - ¡Yo voy por los cigarrillos! Vamos Samuel. (Toma al niño del brazo) Alay - No lleve el niño con usted. Aníbal - ¿Por qué no? Alay - Es un niño. No tiene que estar comprando cigarrillos. Tampoco usted debería fumar. Al menos no enfrente de él.

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Anibal - Él tiene que estar con su papá. Camine Samuel. Samuel mira a su Mamá que suspira y le indica con su mirada que vaya con el papá. Los dos salen. Alay respira, mira todo a su alrededor. Arregla lo que está fuera de lugar. Se sienta y saca un cigarrillo del delantal. Lo fuma disfrutando la paz que ahora se siente en el lugar.

ESCENA 6 – La mermelada de la abuela. Violeta está en la sala con un cuaderno haciendo tareas. Lucía entra y empieza a hablar con ella.

Lucía - Oiga ¿qué hace?

Violeta - Tareas

Lucía - ¿De qué?

Violeta – (Contando con las manos responde) De matemáticas… ¡Aish me hizo perder la

cuenta!.

Lucía - Eso le pasa por boba… oiga y ¿dónde está mi mamá?

Violeta – (retomando la tarea) no sé, no está.

Lucía - Pero tan raro, ¿por qué dejó esto? tomando el bolso del maquillaje lo mira y dice:

ella nunca lo deja.

Violeta - ¿Qué es eso? Muéstreme…

Lucía - El bolso del maquillaje

Violeta - (Muy emocionada) ¡Ay yo quiero! ¿¡Me maquilla!? Ahhh no pero verdad que

usted es un niño y nunca se maquilla…

Lucía – (Se molesta un poco pero rápidamente reacciona. Sonríe maliciosamente y mira

a Violeta). Venga que yo sí sé. Mi mamá me enseñó cuando tenía su edad.

Violeta - ¿¡En serio!? ¿Y por qué le enseñó?

Lucía - Pues para salir con mis amigas

Violeta - ¿Y uno por qué se maquilla para verse con las amigas?

Lucía - Pues para estar bonita y salir a bailar… (Lucía saca el maquillaje y empieza a

pintorretear a Violeta) Ponga los ojos así (hace la mímica y Violeta la imita, hacen caras

chistosas y se ríen) Violeta - ¿Y uno también sale con la persona que le gusta? Lucía – (pensando) Pues, si también… Violeta - ¿Y uno cómo sabe cuándo le gusta alguien? Lucía – (Empieza a recordar la primera vez que le gustó alguien, y sonríe, mezclando esa sonrisa con la picardía de estar pintando como payaso a su hermana. Pues… (Habla despacio) porque usted quiere pasar más tiempo con esa persona, sonríe mucho cuando está a su lado, y todo se hace maaaaaás lindo Violeta - ¿Y también le hace caso en todo? Lucía - A veces… ¿Y usted por qué me pregunta eso? Violeta - Ehhh...no, por nada…(pensando) Es que una amiga del colegio me dijo que creía que le gustaba un amigo Lucía - ¿Ah si? y ¿cómo se llama su amiga? Violeta - Ehhh...Vi...Vi…¡Viviana! (suena como el BINGO! de la lotería) Lucia - Ahhhh Viviana…¿y su amigo? Violeta - Eh...Sam…¡Santiago! Lucía - Y la mamá de VI-VIANA no le ha dicho: (remedando a Cristina mientras Violeta se ríe) “Viviana, tú estás muy chiquita para pensar en eso, deberías pensar en otras cosas...

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Violeta se ríe y entra en el juego. Violeta - ¡Si! Y también le dice Y le dice arremedando a Cristina: “VIVIANA tu tienes que esperar a ser grande y ser una princesa y tener tu propio castillo y muchos asistentes. (Violeta se levanta y Lucía la sigue mientras empieza a remedar a Pierre, el asistente de su mamá). Lucía - Si señora, ¿qué necesita? Violeta - Tráeme un café… no, mejor un té para no arrugarme. Y tráeme también los zapatos altos y las telas. Lucía – (Haciendo la mímica de ir por las cosas y entregárselas): Si, si señora. Violeta - Ah y tráeme a mis hijas, pero las dejas lejos que yo las quiero pero no tanto. Lucía - Sí, señora. Aquí están los zapatos… Violeta se emociona y se sale del personaje Violeta - ¡Ay no! Ya sé qué quiero, quiero el vestido azul que le regaló mi mamá… cae en cuenta que se equivocó e intenta arreglarlo rápido: Digo, la mamá de Viviana... Lucía inmediatamente sale del personaje y empieza a molestar a Violeta, intenta hacer que acepte que le gusta Samuel. Lucía - Ahhh! Yo sabía, usted es Viv... (Shhh le dice Violeta) y a usted le gusta Sa… Violeta grita y la interrumpe Violeta - ¡NO! No es cierto, ¡cállese! Ya no quiero jugar más con usted Recoge el cuaderno y las cosas. Se va de la sala. Lucía se queda riéndose de Violeta. De repente se le ocurre una idea. Se asegura de que Violeta no está, de que está sola. Va por una silla y empieza a buscar algo en una despensa. Mientras tanto, desde se escucha gritar a Violeta “¡Lucía! ¿Usted qué me hizo?” Lucía saca un tarro. Cierra rápido la puerta de la despensa e intenta esconder lo que sacó mientras Violeta entra reclamando a Lucía por el maquillaje. Violeta - Mientras entra a la sala ¡Lucía miré como me dejó! Violeta se da cuenta de que Lucía esconde algo y enseguida empieza a preguntar, se le olvida la rabia por el maquillaje. Violeta - ¿Qué tiene ahí? Lucía – (Intentando esquivarla y ocultar lo que sacó). Nada, no sea sapa Violeta - Ya le dije que no soy sapa Lucía - Pero es que esto es un secreto Violeta - Pero yo se guardar secretos, se lo juro. (Muestra las manos para demostrar que no está cruzando ningún dedo). Lucía - Bueno… Lucía le muestra un tarro de mermelada de duraznos. Violeta se emociona mucho Violeta - Ahhh ¿esa es la de mi abuelita? Lucía – (Cambiando un poco el tono, a melancolía y nostalgia). No... ella ya no puede… Las dos se ponen un poco tristes… el ánimo cambia… Lucía lo recupera rápidamente Lucía - Pero es la más parecida que encontré ¡Traiga las cucharas! Violeta va por cucharas mientras Lucía abre el frasco. Se hacen una enfrente de la otra y cada una saca una gran cucharada de mermelada. La prueban al tiempo y las dos cierran los ojos. La disfrutan, la saborean, la sienten… poco a poco empiezan a ponerse de espaldas y apoyadas la una sobre la otra empiezan a deslizarse hacia el suelo hasta quedar acostadas cabeza con cabeza. Lucía - mmm.. como los duraznos de la abuelita… la extraño tanto Ambas suspiran. Mientras Violeta termina de lamer la cuchara dice: Violeta: Si, yo también… Oiga, quiero más Lucía se quita bruscamente haciendo que Violeta se golpee.

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Lucía - No, es mía Violeta - Ay un poquitito, por favooor Lucía - Bueno, diga un número Violeta - emocionada. ¿del 1 al qué? Lucía - Al 2000 Violeta - Ehhh...1984 Lucía - No, que lástima, era 1985 Violeta - ¡Ay pero estuve cerquitita! No sea mala, deme un poquito, porfa porfa… Lucía - Bueno…¡pero un poquito no más! Violeta dice que si pero actúa con picardía. Acerca lentamente su cuchara al frasco y un movimiento brusco y rápido saca una cucharada grande. Lucía - Ay Violeta le dije que un poquito, ya no le doy más, la voy a guardar en mi cuarto Violeta - Ay no perdón, mentiras, no sea así Lucía empieza a salir y Violeta la sigue. Lucía coge la silla para obstaculizar a Violeta y se la tira/entrega. Violeta sale renegando detrás de Lucía.

Escena 7 - El Camino

Aníbal y Samuel caminan por la calle. Ven una tienda. Entran. Aníbal - Me da una cajetilla de cigarrillos. Tendera 1 - ¿De cuál quiere? Aníbal - Del rojo. (Ella le pasa la cajetilla. Aníbal le cancela. Prende el cigarrillo. Mira a Samuel) ¿Usted quiere algo? Samuel - (Que miraba distraído a las cosas de la tienda) No pá… (su mirada es interrumpida por algo extraordinario) ¡Que bonito este oso! ¿Pa, puedo tenerlo? (La tendera le pasa el oso a Samuel que lo mira con ternura). Aníbal - Qué le pasa mijo. Eso es para niñas o para bebés. Usted ya está muy grande. Samuel devuelve el oso. Salen de la tienda y siguen caminando por la calle. El hijo mira atrás. El papá sigue. Samuel va atrás de Aníbal. Los carros pasan en la calle. Aníbal cruza la calle y no se percata que el niño quería que le diera la mano para ayudarlo a cruzar. El chico mira a los dos lados y logra pasar alcanzando a su padre. Ellos siguen caminando en el otro lado. Aníbal - ¿Sí vio la de la tienda? Está buena, ¿no? Samuel no sabe qué decir. Anibal - ¿Y cómo le va en el colegio, muchas novias? Samuel - No. Aníbal - ¿Ninguna? Usted ya tiene edad para eso… Samuel - pues… Aníbal - Yo a su edad tenía cinco novias. Dos en el colegio, dos en el barrio y una en la iglesia, jaja esa era la peor. Ha pasado un tiempo. Aníbal: Por eso mijo, es que usted no se me va a dejar de nadie, ¿oyó? Samuel: ¿Pá, para dónde vamos?

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Aníbal: (cortante) ¿Por qué, tiene afán? Samuel: No… ninguno... Siguen caminando, pasan por una tienda donde venden revistas. El papá se detiene mira a algunas y pide al señor una revista porno. Tendero 2 - ¿Qué se le ofrece? Aníbal - Deme esta de acá. El papá ojea la revista, el niño la mira disimulado, Aníbal se percata de ello, sonríe y se la pasa al niño. Él la recibe y con una mezcla de timidez y felicidad. Como si recibiera un ascenso, una medalla que le reconoce como hombre frente a su papá. Él la revisa con mucha atención. Aníbal - Le gusta, no mijo, Jaja, no cree que ya es hora de prestarle más atención a esto y dejar de jugar con esos ositos. Samuel - Pero es que… Aníbal - Nada. Usted ya es un hombre. Y entonces (bromeando) se va a llevar el osito cuando se lleve a una vieja a la cama (ríe). Silencio, siguen caminando y pasan al frente de un bar, donde está sentado un amigo de Aníbal. Carlos - Aníbal. Aníbal - Carlos, ¿que más? Carlos - Oiga cuanto tiempo. Venga y nos tomamos unas. Aníbal se va a sentar, Samuel le coge por el brazo e intenta decirle en privado.

Samuel - Pa, es que tengo hambre. Aníbal - No era que no quería nada. (Pausa) Pues, pida algo (se acerca a la mesera). Tráiganos dos polas. (A Samuel) ¿usted quiere una gaseosa? Carlos - Más bien que traiga tres cervezas. Aníbal - No, ese todavía no toma. (La mesera se aleja y ellos siguen conversando)

Carlos - ¿Y en qué anda Aníbal? Aníbal - No hombre, la casa está un fastidio. Mi fiera está que jode. La mesera regresa con las bebidas. Las reparte. Los tres se miran. Brindan y Samuel a destiempo los quiere acompañar en el brindis. Los hombres se ríen y vuelven a brindar. Anibal invita a bailar a su amigo. Bailan vallenato con las sillas y salen de la escena. Samuel se queda solo en el lugar.

Escena 8 - Cómplice

Los hombres regresan bailando vallenato. La mesera trae muchas botellas... hacen una coreografía. Pasa el tiempo. Los dos amigos cantan el coro de una canción.

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Carlos - (Borracho) Bueno, ahora sí me voy. Aníbal - ¿Y eso? La última. Carlos - No, ya me toca irme a reportar con la fiscalía. Aníbal - Bueno, hermano, nos vemos luego. El otro hombre se va. El hijo mira fijamente al papá que al principio no lo percibe, tiene una mirada perdida, ya un poco ebrio. El papá se acuerda que el niño está ahí, lo mira. El niño mira al otro lado disimulando.

Aníbal - ¿Y usted qué? Samuel - No, nada… (Silencio). ¿Ya nos vamos? Aníbal - ¡Bah! No aguanto más a su mamá. Nos quedamos acá otro rato. (Hay un silencio perturbador en el aire. Viene la mesera y limpia la mesa mientras. Aníbal pone su botella a propósito. Le mira la cola). ¿Le gusta eso? Samuel - ¿Eso que? Aníbal - (señalando con la boca y la mirada) Mire esa niña, está muy linda. Samuel - Sí (casi dudando). Aníbal - ¿Sabe coquetear? Samuel - ¿Cómo? Aníbal - ¡Seducir, conquistar! Samuel - No... Aníbal - ¿ Y quiere aprender? Samuel - Sí. Aníbal - (A la mesera) Niña, ven acá. (La chica se acerca a la mesa). Mi amor me podría traer otra cervecita (mientras le acaricia el brazo. La chica lo mira seria e intenta controlar una sonrisa. Sale). Ve, mijo, hay que tener un primer contacto, para que la hembra sienta su piel, su olor, su presencia. Pero hay que hacerlo de a poco y con decisión. (Vuelve la chica con la cerveza, ella la destapa y la pone al frente del hombre). Esta no es para mi, es para él. (Ella se la da al chico.) Linda, escucha, con toda la educación, ¿tú cuánto crees que mereces de propina? Mesera - No sé, señor. Usted es el que decide eso. Aníbal - ¿No sabes? (la mira con desconfianza) Sí lo sabes. Usted se la merece. ¿Cierto, hijo? Samuel - Ah… sí, claro que sí. Aníbal - Ves linda, mi hijo sabe de esas cosas. La verdad es que tú mereces mucho más que propina. En serio, ahorita mi hijo preguntaba cómo es que una niña tan linda estaba atrás de la barra. Mesera - (mirando brava al niño) ¿Que hay de malo en eso? Samuel - Nada. Aníbal - (mira a Samuel disgustado) ¿Cómo que nada? Mucho. Primero que usted casi no se ve. Segundo es que sería mucho más agradable que una niña bonita como usted nos hiciera compañía en esta mesa y no solamente como mesera. Mesera - Pues yo me puedo sentar si quiero. Aníbal - ¿Nos darías el honor? La mesera coge una silla y se sienta. Anibal - ¿Tomas algo? Mesera - (Negándose) Gracias. Aníbal - (Mirando a Samuel) Ahh, paila Samuel, es que no la dejan...

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La mesera, sintiéndose desafiada, toma un sorbo largo del vaso de Samuel. Aníbal - (Aplaudiendo) Eso es. Muy bien. ¿Sabes mi amor? mi hijo no ha besado a nadie, hasta hoy. Y, con todo respeto, quisiera decirte que pagaría lo necesario para ver a mi hijo feliz ¿Sí, me hago comprender? Mesera - Digame que es un chiste. Anibal - ¿Chiste? No, es muy enserio. (La chica se levanta en un impulso. El hombre la coge por la mano, mirando muy fijamente sus ojos). Disculpa si te ofendí. Pero el niño es un buen muchacho. Esta de cumple hoy y solo quería un beso tuyo. Mesera - Usted... Aníbal deja un billete en su mano.

Anibal - Tú tienes todo el derecho a decir que no. Ella mira al billete. Mira al niño. Mira a Aníbal y va en dirección a Samuel. Lo tranquiliza y le da un beso. El papá se levanta. Cuando ella se recompone él la coge entre sus brazos diciendo:

Anibal - Nooo… El beso que yo pagué vale más. Mire, es así. (La besa con fuerza ella intenta reaccionar pero está bajo el control de él. Cuando él la suelta ella le da una cachetada. Samuel está muy asustado). Mesera - ¡Atrevido! (Sale corriendo hacia atrás de la barra). Anibal - (Riéndose) Eso también puede ocurrir. Pero aun así las recomiendo, y mucho. Mujeres. (Al fondo donde se fue la muchacha) Gracias, mi reina. Acá dejo la plata. Ya sabes, las vueltas son tuyas, mi amor. Mesera - (Voz en off) ¡Coma mierda! Anibal - Mujeres, mujeres, mujeres… (Mira al niño). ¿Que fue? ¿Por qué está con esa cara? ¿No le gustó la nena? Yo de usted hubiera aprovechado más. Yo no tuve un papá así ¿sabe? (El niño sigue en silencio. El papá lo mira desconfiado) Oiga, usted no le va a contar nada de eso a su mamá ¿cierto? Eso es de nosotros. No hay que dejar que las mujeres dominen su vida. No se deje de nadie mijo. (irritado) ¿Sí o no? Samuel - Sí. Anibal - Y guarde la revista para que ella no la vea. Son nuestros secretos. Ellos van saliendo. El papa sigue caminando. Samuel mira a la mesa y se agacha para recoger la revista, al hacerlo se detiene. Coge la cajetilla de cigarrillos y la esconde en su ropa. Corre para alcanzar el papá.

Escena 9 – Los Duraznos Es un recuerdo. Violeta y Lucía están más pequeñas. Lucía va adelante y empieza a llamar a Violeta para que salgan a jugar. Lucía: ¡Violeta vamos a jugar! Violeta: (mira desde lejos a Lucía y duda un poco) ¡Espere! Lucía: ¡Apúrese! Vamos a jugar, ¡no sea gallina! Violeta reacciona brava y con voz consentida dice Violeta: ¡Yo no soy gallina! !Espéreme! Violeta la alcanza y cuando ya están juntas Lucía empieza a saltar de piedra en piedra, cantando una canción infantil, Violeta la sigue y empieza a saltar como ella, en un salto, Lucía decide salpicar agua de un charco a Violeta, juegan a ensuciarse hasta que, al mismo tiempo, ven un durazno en el piso. Se miran, miran al árbol empezando desde el tronco

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hasta que suben la mirada a las ramas y ven todos los duraznos. Se vuelven a mirar y se emocionan. Violeta: Yo voy primero. (Empieza a trepar el árbol, Lucía va detrás muy emocionada. Cuando va subiendo y mira abajo, le da vértigo y se arrepiente. Se baja del árbol) Mejor vaya usted primero que es la más grande... Lucía: (la empuja) Aish quítese! ¡Si ve que si es gallina! Violeta: ¡Yo no soy gallina solo soy chiquitita! Lucía empieza a subir el árbol muy hábilmente. Violeta la sigue un poco asustada, sube, pero no es capaz de trepar hasta la copa del árbol. Lucía, en cambio, llega hasta la punta y coge un durazno. Lo muerde, está delicioso. Desde el tronco, Violeta puede ver a Lucía comer. Violeta: Páseme uno Lucía: (mientras mastica) Pues venga por él Violeta: Ay Lucía, no sea así, que me da miedo (empieza a hacer berrinche) Porfaaavor, deme uno, no sea mala…. Lucía coge uno y se lo trata de alcanzar con la mano, cuando Violeta lo va a agarrar, Lucía lo suelta a propósito y cae al piso. Violeta hace pucheros y solloza, va a empezar a llorar. Lucía intenta que Violeta pare de llorar y empieza a hacer sonidos a hacer sonidos de micos, a aullar, a gritar, Violeta la imita mientras Lucía juega entre las ramas… de pronto las llama la abuelita “Niñaaas” Las dos se detienen, miran hacia donde viene el sonido y se miran la una a la otra. Contestan al mismo tiempo: -Ya vamos abuelita-. Bajan del árbol tan rápido como pueden. Lucía ayuda a Violeta a bajar del árbol y empiezan a dar vueltas hasta que se caen. Apenas están en el piso, Violeta ve el durazno que su hermana le botó al suelo, lo recoge y se lo muestra, provocándola. Lucía intenta cogerlo, pero Violeta se lo pone en la boca. Lucía lo coge por la boca también y empiezan a dar vueltas unidas por el durazno. La abuelita las vuelve a llamar -Niñaaaas- Con el durazno entre sus bocas nuevamente responden -Ya vamos abuelita-. Dan un par de vueltas hasta que el durazno cae. Lucía se lo roba a Violeta y sale de escena. Violeta: (la persigue): -Ay devuélvamelo! Lucía no sea tramposa…-

Escena 10 - Escritora

Casa de Alay. Ella sigue de pie mientras fuma, mira perdida al espacio. Detiene su mirada en determinado punto, observa la pared que divide su casa del espacio de su imaginación. Deja el cigarrillo y empieza a levantarse muy despacio, mirando siempre al mismo punto con determinación. Empieza a quebrarlo. Encuentra una salida por la cual se escabulle. Alay - No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que se pueda imponer a la libertad de mi miente. Una mano sale del suelo, en uno de sus escondites. Le ofrece una caja. La recoge con sus dos manos. Con la caja alzada en los brazos mira otra vez la línea límite. Mira la caja. La abre y saca unos bloques de papel con sus escritos y un esfero. Alay empieza a escribir y hacer una partitura con su cuerpo que dialoga con lo que dice. I

Recuerdo la primera vez que te ví

Tan tímido, sentado ahí

De pronto me miraste y yo como estatua

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ante tus dulces ojos y tu fuerte mirada

En tus brazos encontré refugio

en tus manos añore el naufragio

zarpar en tu aroma

navegar en tus labios

Gracias a ti mis fronteras vencer,

Sueños por doquier:

Hijos, casa, libros y nortes

Anibal mi hombre

Aparece la sombra de Anibal y se mueve en relación con lo que siente Alay.

II

No se cumplio mi presagio

Mi sueño resultó pesadilla

Las mariposas eran polillas

Un monstruo, una bestia, un caníbal

en mis cobijas

se arrastra con altiva mirada,

me susurra con voz desdeñable

Repudio su aroma,

Me da asco su presencia

Añoro su ausencia

siento miedo tengo miedo... (pausa)

(mientras Alay baja el esfero) No quiero seguir con mis noches.

Aparece la sombra de Samuel, alza su mirada en busca de su madre. Quiere tocarla.

III

Día 824, seis de abril

Nació el amor

oído por los dioses

Restaurador de mi alma

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Amarilla y dorada

Samuel mi sol, el que me guía y me guarda

Lo que no sabes es que aprendí al enseñarte

a ser madre, mujer... a cuidarme.

Tus delgadas manitas, tu corazón galopante

Samuel, nombre de santo.

Por ti, mi amor, aguanto este espanto.

IV

¡NO! No sé cómo llamarte

Vida, angel, o nada

No naciste y salvaste mi vida

No fuiste, y me ayudaste a mirarme

No quiero una vida incesante

No quiero repetir mi historia

Vivir como un ave sin plumas, despojada del canto,

encerrada en mi jaula y ahogando mi llanto.

Seas lo que seas me has dado fuerza para huir

Sé que quiero volar de aquí...

¿Qué es lo que me detiene?

Alay escucha ruidos en la puerta. Precipitada esconde su caja en cualquier lugar y regresa al comedor.

Escena 11 - Duerme Negrito

Aníbal llega a su casa ebrio y en completo silencio. Samuel lo sigue escondiendo la revista y los cigarrillos.

Alay - (preocupada revisa) ¿Samuel, está bien, donde estuvieron? (El niño tratando de evadirla sale corriendo). ¿Donde estaban Aníbal? ¿Por qué se demoraron tanto? ¿Qué estaban haciendo?…¡conteste!

Samuel mira a los dos y sale corriendo a su habitación.

Aníbal - Ay no más por favor (algo cansado) ¿No ve que esta bien el niño? (sale).

Alay deja lo que está haciendo y va detrás de Samuel. El niño entra a su cuarto. Él está solo y esconde la revista y la cajetilla. Coge las cobijas para dormir. Coge su osito y lo

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abraza, pero al mirarlo de nuevo lo rechaza devolviendolo a su lugar. La madre desde afuera lo llama y él se esconde debajo de las cobijas. Alay se acerca a su hijo e intenta acariciarlo. El niño la rechaza, volteandose al otro lado de la cama. Ella empieza a cantar la canción “Duerme duerme negrito” acercándose despacio hasta que lo abraza acogiéndolo en su regazo.

Alay canta apoyada por un coro.

Duerme, duerme, negrito

Que tu mama está en el campo, negrito Duerme, duerme, mobila Que tu mama está en el campo, mobila Te va traer codornices Para ti. Te va a traer rica fruta Para ti Te va a traer carne de cerdo Para ti. Te va a traer muchas cosas Para ti. Y si el negro no se duerme Viene el diablo blanco ¡Y zas! le come la patita Chacapumba, chacapumba, apumba, chacapumba. Duerme, duerme, negrito Que tu mama está en el campo, Negrito, negrito, negrito.

El niño duerme. Alay lo acomoda en su lecho y sale. El niño despierta en su sueño. Entra Violeta de espalda con un osito. Le da de fumar. Él siente como si ella lo llamara y va hasta ella..

Samuel - ¿Violeta? Ella se voltea. Está con una máscara y no se ve su rostro. Sigue dandole de fumar al osito. Violeta - ¿Qué tiene? Samuel- (Asustado) Nada ¿A qué juega? Violeta - ¿Cómo así a qué juego? Esto no es un juego ¡Samuel! Nuestro hijo tiene hambre. Samuel - ¿Nuestro hijo? Violeta - Shhh... Silencio. Pueden escuchar. Samuel - ¿Escuchar qué? Violeta - ¡Usted es muy sapo! ¡Dijo que no le iba decir a nadie! Samuel - Pero yo no dije nada. Violeta - Pero está hablando muy duro y ellos van a escuchar. Samuel - ¿Ellos quienes?

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Violeta - Ellos (Mirando al público). Samuel mira al público sin entender. Asustado. Violeta - ¡Ay! ¡Deprisa, le van a cortar la cabeza! Tiene que llegar rápido al trabajo. Samuel - Nooooooooo. ¿Por qué no seguimos jugando? Violeta - (sacando un atuendo de juez y vistiéndolo) Algún día tiene que aprender a ser un hombre, tiene que despertarse, coger huevas, carácter. Usted tiene que trabajar para hacer mercado, o ¿quiere ser un patán como su papá? Listo. Así está bien bonito. Samuel sin muchas ganas va saliendo. Violeta - ¡Samuel! Samuel - ¿Qué? Violeta - Mi beso. (Él la besa. Ella lo mira con desconfianza) Samuel.... Samuel - ¿Qué!? Violeta - ¿Usted no ha besado a nadie más, cierto? Samuel - (nervioso) No… Violeta - ¿Seguro? Samuel - ¡Sí, seguro! Violeta - Y entonces ¿dónde está el cordón de su zapato? Samuel mira a los pies y ve que está sin zapatos. Samuel - Yo no sé… Violeta - ¡Ah! ¿Cómo que no sabe? No le creo ¿Cómo pudo? (Silencio) Samuel, este es el fin. Ya no estamos juntos. (Camina para salir). Samuel - Pero… Violeta - (Se voltea) Nada. La chica sale con su osito y se escucha un disparo. Samuel va detrás de ella. Aparece un grupo de personas con la cual hacen la partitura de una persecución. Él logra huir un rato, pero en determinado momento el grupo lo arrincona. Cuando no hay más solución Samuel grita convirtiendo la escena en un tribunal donde él es el juez. Aníbal está sentado en el lugar del acusado. Frente a él está Alay dispuesta a iniciar su acusación. Carlos se encuentra en el lugar de la defensa. Los demás personajes, tras escena, son el público del juzgado. Samuel - ¡Silencio, silencio! ¡Orden en la sala! Que pase el acusado (Aníbal se sienta en el puesto del acusado) Puede seguir abogada. Abogada de acusación (Alay) - Señores, el hombre que está acá ha cometido un gran delito. No solo el hecho de ser un mal esposo y un pésimo padre... no contento con esto recientemente ha sido infiel. Ruido en el público. Samuel - ¡Orden, orden! Continúe abogada. Abogada - Y para demostrar lo que digo, que pase la testigo de la acusación.

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Entra la niña del bar. Otra vez ruido en la sala. La chica se sienta en el lugar de los testigos. Samuel queda avergonzado con la presencia de la muchacha. Abogada - (hablándole al público) Señores y señoras, esta muchacha es la prueba de la infidelidad de este hombre. (Hablándole a la testigo) Señorita mesera, ¿usted conoce a este señor? (señalando a Aníbal). Testigo - Ajá (masticando chicle, despreocupada). Ruido en el público. Abogada - ¿En dónde y cómo lo conoció? Samuel, angustiado, mira a su mamá y su papá. Testigo - En el bar que trabajo. Abogada - ¿Cuándo fue la última vez que vio a este hombre? Testigo - Hoy. Este cretino fue allá a jartar. Abogada - Ah, con que se fue a jartar... y con el niño. Dígame señorita, ¿él hizo algo en particular con usted? Testigo - Sí, este imbécil me besó a la fuerza. Ruido en el público. Abogada - No tengo más que decir, señor juez, este hombre es un infiel, un cerdo, un perro, una rata inmunda, rastrero, ¡una bestia animal! No mentiras, que los animales no merecen ser comparados con esta basura, infame, repugnante, repulsivo, asqueroso. No sé cómo pude meterme con alguien como él (Muy seria) Sin más palabras. Mucho ruido en el juzgado. Se levanta el abogado defensor. Abogado - Señores de este juzgado. Honorable señoría. (Dirigiéndose al público) Hombres que me oyen y que todos los días trabajan arduamente por traer la comida a sus hogares. Hombres que aguantan y soportan a mujeres como esta (señalando a Alay). Abogada - ¡¿Como cuáles?! Abogado - Como usted (pausa, se ajusta el traje) No estamos hablando acá de un caso de infidelidad, estamos hablando de un simple besito. O ¿Acaso usted, señor juez, no ha besado también a esta señorita en este mismo día? Alay- (Se levanta) ¿Eso es verdad Samuel? Abogado - Y hay más ¿Ustedes piensan que esto fue un beso de amor? No, la niña lo que no contó fue que le pagaron para besar a nuestra excelentísima señoría, el juez de este tribunal. Ruido en la sala. Alay le reclama a la testigo. Abogado - Pero, (buscando silencio sube la voz) PERO, es importante que todos sepan que este marica es el culpable (señala a Samuel que se empieza a deslizar por la silla del juez.). No la besó de la manera correcta. ¡El papá!, ese gran hombre, ejemplo de la familia colombiana, en un intento de enseñar a su hijo a ser un varón de verdad, hizo una sencilla demostración empírica de cómo se debe tratar a una niña de este escalafón.

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La testigo se muestra alagada. Alay - ¿Mijo, eso es verdad? Mi amor ¿eres marica? Di que no, por favor… Abogado - ¡Diga si es verdad o no! ¿Acaso usted sabe besar a una mujer? Aníbal - No, a él lo que le gustan son los ositos. Qué vergüenza, es un marica. Samuel intercambia el lugar con Aníbal. Samuel pasa a ser el juzgado y Aníbal el juez. Su madre y su padre le empiezan a susurrar que es un marica. Se unen a los susurros de los demás personajes. Todos empiezan a hacer un círculo alrededor de Samuel. Desde el susurro empiezan a decirle marica, cada vez con mayor fuerza le gritan, marica, chupa culos, lame huevas, marica, ¡MARICA! Empieza a sonar una pista dulce, una pista propia de una caja musical; Violeta entra con una cabeza de oso y vestida de bailarina de ballet. Las personas despejan el centro del juzgado. Samuel se acerca con delicadeza y timidez a la bailarina oso. Cae al suelo y desde abajo mira encantado a la bailarina. Siente ganas de tocarla, de a poco se levanta, intenta acariciarla pero no puede. La bailarina le extiende el brazo y lo acerca a él. Juntos empiezan a bailar. Se acercan a la cama de Samuel y la bailarina lo deja en el lecho.

Escena 11 - Casa del árbol + Cigarrillos de Verdad Samuel está en un parque escribiendo en un cuaderno. Llega Camilo. Camilo - Hola, ¿Qué hace? Samuel - Hola, nada. Camilo - ¿Vamos al árbol, no? Samuel - Sí, que chévere que haya venido. Vamos. Camilo - Sí ¿esperamos a Pacho y a Juan? Samuel - No, yo creo que ellos ya están allá. Se mueven hasta ir a la casa del árbol. Ambos - ¡Pacho! ¡Juan! ¡Pacho! ¡Juan! Camilo - Pues yo creo que no están allá arriba porque no veo la escalera. Ambos - ¡JUAN! ¡PACHO! Samuel - No, yo creo que no están. Camilo - ¡JUAN! ¡PACHO! ¿Y ahora cómo hacemos para subir? Samuel - ¿Usted sabe hacer pata gallina? Camilo - Si. Samuel - A las tres. 1, 2, 3, esoo. Camilo - ¿Y ahora yo como subo? Samuel - No sé (risas) Mentiras, salte duro y yo lo agarro. Camilo - Listo, pere, pere. Samuel - 1, 2, 3. Samuel - Listo. Camilo - Deberíamos mirar qué podemos ir haciendole a la casa (Mirándola por dentro). Le traje algo para compartir.

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Samuel - ¿Sí? Yo también. (risas) el otro día estábamos todos todos mis amigos en el parque y yo saque uno de estos dulcecitos que me había regalado mi mamá y lo saque y cuando empecé a comérmelo me atore mucho y todos se empezaron a reír. Jajajaja. Camilo - (Silencio) Samuel - Fue muy chistoso. Camilo - A mi estos dulces si me gustan… Samuel - No, a mí también. Camilo - Creo… que deberíamos arreglar esto, esta como peligroso. Samuel - Yo también le traje algo. Camilo - ¿Si? Yo quiero de eso. Samuel - ¿A usted le gustan las revistas? Camilo - ¿Cómo así que si me gustan las revistas? Samuel - Sí, pues las revistas. Camilo - Pues me gustan los comics, las de pintar. Samuel - Nooo esas no, las de grandes. Amigo - Pero las de grandes son aburridas, no, no me gustan. Samuel - ¿Y luego de cuales dice usted? Camilo - Pues las de noticias. Samuel - Nooo, no sea bobo, esas tampoco, yo traje revistas con señoras. Camilo - ¿Señoras? Samuel - Pues sí, señoras, mujeres ya grandes. Camilo - Aaaah ya entiendo. Samuel - ¿Si sabe de lo que hablo? Camilo - Si, alguna vez vi pero… por televisión. Samuel - ¿Y si le gustan? Camilo - Siiii. Samuel mira a los costados asegurándose de que no hay nadie cerca. Saca la revista con cautela. Los dos niños miran la revista con mucha atención. Cómplices. Camilo - ¿De dónde la sacó? Samuel - Mi papá me la regaló. Camilo - ¿Su papá? Samuel - Sí. Camilo - No le creo. Samuel - Sí, mi papá me la regaló porque yo ya soy grande. Camilo - Pues mi papá no haría eso. Samuel - Ah pues es que mi papá es chevere. Camilo - ¿Me la va a prestar? Samuel - No ¡ja! si usted… Usted no me la devuelve. Si quiere verla me dice y venimos acá a la casa del árbol y la miramos. Camilo - ¿Y le decimos a Pacho y a Juan? Samuel - ¡Ash! Pacho y Juan son todos sapos, no, solo los dos y no sea sapo, solo los dos. Camilo - Digámosle a una amiga. Samuel - ¿A una amiga? Yo tengo una amiga. Camilo - Invítela. Samuel - (Lo piensa un poco) No… no yo creo que a ella no le gusta. Y no le vaya a decir a nadie, no sea sapo, igual esto es un secreto entre mi papá y yo. Camilo - Le voy a decir a mi papa que me compre una. Samuel - Pero no le dice que la vió acá, ni que mi papa me la dió. Camilo - No, yo le digo que la ví en la calle y que la quiero… que la vi en una tienda.

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Violeta - Samuel. Samuel - ¿Señora? (Guardan la revista nerviosos). Violeta - “Señora” (remedándolo) ¡es Violeta! Camilo - (cambiando la voz) ya voy mi amor. Samuel y el amigo se ríen. Samuel golpea a Camilo. Samuel - Ya voy Hablan más duro y hacen ruidos para disimular ante Violeta Camilo - Presteme más madera para arreglar esto. Samuel - Si si, no pero vea eso yo ya lo arregle. Camilo - Arreglémosla otro poquito más. Samuel - No pero yo ya lo hice bien, usted lo hace mal, yo lo hago bien. Violeta - ¡Apurese!. Los niños bajan de la casa del árbol. Violeta - Hola. Samuel - Hola. Violeta - ¿Y ese quién es? Samuel - Un amigo. Camilo estira la mano para saludar a Violeta. Ella rechaza su saludo. Violeta - Pero él no puede venir con nosotros. Samuel - (Cayendo en cuenta, le coge la mano estirada a Camilo). Ah, bueno. Chao. (Se despide de su amigo). Samuel y Violeta salen del luga. Camilo se queda solo, mira la revista y pícaro se va. Vuelven a entrar los niños y buscan donde sentarse, Violeta saca unos dulces y los cuenta para repartirlos, se queda ella con más dulces que Samuel. Samuel - No ¿pero por qué usted coje más? Violeta - Ay porque yo los traje. Samuel - Pero yo quiero ese rojo. Violeta - Bueno, entonces mitad y mitad. (Violeta muerde el caramelo y le da la mitad a Samuel). Samuel - Le traje algo. Violeta - ¿En serio? ¿Qué me trajo? ¡muéstreme! Samuel - Algo que yo creo que le va a gustar. Violeta - ¡Ay! Dígame, qué es. Samuel mirando a un lado y al otro, Violeta lo imita. Saca con mucho cuidado la cajetilla de cigarrillos de su mochila. Violeta - ¿Usted lo compró? Samuel - No exactamente. Violeta - ¿Cómo así?

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Samuel - Mi papá lo olvidó en por ahí y yo lo recogí. Violeta - Osea que se lo robó. Samuel - No... (dudando). Violeta - Claro que sí. O es que si usted deja acá los dulces y yo los cojó y no se los devuelvo, ¿eso no es robar? Samuel - (Dudando) Nooo, pero... Violeta - Pero me alegra que lo haya hecho (lo dice como felicitandolo y complacida con él). Samuel - ¿Qué haya robado a mi papá? Violeta - No, que haya traído unos de verdad para que probemos. Samuel no sabe qué responder. Violeta - ¿Y ahora cómo hacemos? Samuel - No sé, se los traía como un regalo. Violeta - ¿Por qué no se los fuma? Samuel - ¿Acá, en la calle? Violeta - Sí, yo lo haría. Samuel - Entonces hágale usted primero. Violeta - Ehhh… No, no se puede, es que no traje como prenderlos. Samuel - Si, claro. Violeta - Vamos a fumarlos en el sótano de mi casa, ¿sí? Samuel - ¿Ahora? Bueno vamos. Violeta - Ay no, mejor otro día que mi mamá no este en la casa. De pronto siente el olor de estos que son de verdad y ella odia el olor a cigarrillo. Samuel - Bueno… (silencio) Mire, traje el cordón que me dio el otro día (mostrándole el brazo en donde lo lleva como manilla). Violeta - Ehhh, chevere. Samuel - ¿Y el suyo, donde lo tiene? Violeta - Ehhh… es que hoy jugando en el colegio se lo di a otro a niño. Samuel - (Decepcionado) Violeta… ¿En serio? Violeta - Ay, pero no era jugando a casarnos, (Samuel sigue en silencio), estábamos jugando a policías y ladrones y era la única esposa que teníamos. (Samuel sigue en silencio) Él me lo devuelve mañana. Samuel - Está bien. Mi mamá me está esperando en la casa. Violeta - No, no se vaya, vamos un rato y jugamos en mi casa. Samuel - No, ya me tengo que ir. Chao. Violeta - Entonces nos vemos otro día en el sótano y probamos los cigarrillos. Samuel que ya va en camino, hace una pausa y sin mirarla suelta los dulces que le había dado Violeta y se va en silencio. Violeta lo mira triste, va y recoge los dulces y sale dellugar.

Escena 12 - La Caja de Pandora

Samuel está jugando video-juegos con Camilo. Entra Aníbal. Aníbal - ¿Que hubo Samuel? Mire lo que le traje. Samuel - ¿Pa, enserio? (Lo abraza) ¡No lo creo! Gracias, muchas gracias, yo lo quería mucho. Todos lo tienen. Aníbal - Bueno, pruébelo. Después me enseña a jugar.

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Mientras Samuel pone el CD en la consola, Aníbal busca el teléfono y hace una llamada. Samuel progresivamente va aumentando el volumen. Aníbal - ¿Aló, qué hubo hermano? ¿Que hace? ¿Cómo así que yo no lleve los papeles?.... Si yo los llevé la semana pasada. ¿Enserio? Jueputa. Entonces creo que los tengo acá. Espere y los busco. (Llamando a Samuel que no le escucha por el volumen) Samuel, ¡Samuel, Bajale a esa cosa! (El niño se asusta y le contesta). Hágame el favor, ayudeme a buscar unos papeles. (Al teléfono) Espere hermano reviso (Samuel busca los papeles y encuentra la caja de escritos de su mamá. Se la entrega a Anibal) . Samuel esto no es mío, ¡Le dije una carpeta, no una caja! ¡Apague esa mierda! . (El niño va a buscar los otros papeles mientras el papá en el teléfono echa un vistazo en la caja de Alay. El niño entrega los que son). Espere yo le voy a dictar el código, listo anote bien: 11A27BJ31Z02. Sí ese es. Con ese código le entregan el radicado. Uff listo hermano, gracias, nos vemos. Aníbal cuelga el teléfono, abre la caja y empieza a leer fragmentos de los escritos de Alay. Aníbal - Oiga… ¿usted sabía que su mamá escribe? Curioso lee algunos fragmentos para sí, los va tirando al piso. Con unos se conmueve. De otros se burla. Los niños juegan a hacer aviones de papel. Aníbal: (Aníbal abre el diario y encuentra textos más fuertes, su rostro cambia) “No se cumplio mi presagio / Mi sueño resultó pesadilla” ¿Qué? “Un monstruo, una bestia, un caníbal /en mis cobijas” (Piensa, se da cuenta que habla de él) “No sé cómo llamarte / Vida, angel o nada / No naciste y salvaste mi vida / No fuiste, y me ayudaste a mirarme” Entra Alay, de repente nota que tiene su caja de poemas. Aníbal - Llegó la poeta (aplaude lentamente). Alay - ¿Aníbal, usted de dónde sacó eso? Aníbal - Me lo encontré por ahí. Alay - (Un poco asustada por la situación) Aníbal, no más ¡Demelos! Usted no tiene por qué andar leyendo eso. Aníbal - ¿Usted en serio piensa todas esas cosas? ¡¿Usted de verdad hizo eso?! Alay - Esos escritos son solo para mí. Aníbal - Y entonces para que los deja por ahí, si no quiere quelos lea, es más, vamos a ver qué le parece a samuel que su mama le haya eso hecho eso a su hermanito ¡Samuel! Alay - ¡Aníbal, no! ¡Qué le pasa! Samuel - ¿Voy a tener un hermanito? Alay - (Desesperada por recuperar su cuaderno) ¡Démelo ya! ¿Leyó todo? ¿Sí? ¿Leyó que me da asco que me toque? ¿Que no lo soporto? ¿Que cada vez que lo veo me reprocho seguir a su lado? Anibal - ¡Mi hijo no tenía que pagar por su desprecio! Loca. Cómo fue capaz de hacerle eso a un niño, le negó la vida que tenía por delante. Alay - ¿Vida? ¿De qué vida está hablando Anibal? ¡No se da cuenta de que hace rato estamos muertos! Anibal - Y si las cosas siguen difíciles entonces qué, ¿qué va a hacer? también va a matar a Samuel.

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Alay - Samuel, dile a tu amigo que se vaya. (A Anibal) Son cosas muy diferentes. Yo no me iba a arriesgar a traer otro Anibal a este mundo. Anibal - ¿¡Y si tanto me odia por qué no se larga!? Aníbal va a golpearla pero cambia la acción rápidamente por un abrazo y le habla. Aníbal - Dígame que usted no piensa esas cosas, negrita, no me diga eso, yo lo intento una vez más, negrita, yo puedo cambiar, yo la amo. Alay se safa del abrazo y Aníbal mantiene la figura, le arrebata la agenda y la esconde en su pecho dándole la espalda. Alay - No, Aníbal... Aníbal rompe su estatua le quita de nuevo el cuaderno. Aníbal - Pues me importa un culo. Mire lo que hago con sus poemitas de mierda. Empieza a destruir la agenda y bota todo al piso. Alay se siente destrozada, y habla casi llorando. Alay - Usted tiene razón, yo tampoco sé qué hago aquí. Me voy. (Empieza a alistar sus maletas.) Aníbal - (Golpeando a Alay con los papeles del piso) ¡Lárguese! Alay - Vamos Samuel. Aníbal - ¡Cómo que Samuel! la que se quiere ir es usted. Alay - Yo no me voy sin mi hijo. Aníbal - ¡Usted no se va CON MI HIJO! Samuel siga jugando. Alay - Samuel, nos vamos. Aníbal - ¡Vida hijueputa, prenda el Xbox! I (samuel prende el xbox) Alay - Samuel, me tengo que ir. Aníbal - ¿Déjelo, no ve que el se quiere quedar? Alay - ¿Eso es verdad, te quieres quedar con tu papá? Samuel los mira en silencio. No responde. Aníbal - (Intentando tranquilizarse) Mijo, diga a ver ¿Con quien se quiere quedar? Alay - Decide samuel. Aníbal - ¡Decida! Samuel - Con los dos. ¿Por qué no me puedo quedar con los dos? Aníbal se aleja un poco. Alay - Samuel decide. Samuel - ¿Por qué? Él dijo que iba a cambiar. Aníbal en ese momento voltea a mirar a Alay esperando su respuesta también. Samuel mira a sus padres, no sabe qué hacer. Alay lo mira por última vez, se decide en silencio a recoger sus cosas y se empieza a marchar. Samuel la mira inquieto.

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Samuel - Espera má. (Samuel va por un por un osito y un carrito) Ya estoy listo. Papi, usted sabe que lo quiero mucho, yo voy a venir a visitarlo... aquí le dejo mi osito para que lo acompañe (Anibal se pone de rodillas, se abrazan) Papi yo lo quiero muchoo. (Va saliendo. Mirando a Alay) Cierto que vamos a visitar a mi papi. Alay y Samuel salen de la casa. Aníbal mira al oso que le dió su hijo. El oso lo mira y lo saluda, Aníbal responde el saludo muy sorprendido. El oso se acerca lentamente y de golpe le da un abrazo, que hace que Aníbal se desmorone un poco abrazandolo con fuerza, luego lo toma como un bebé entre sus brazos y luego lo pone otra vez frente a frente. El oso le indica que los siga, Aníbal no lo quiere hacer pero el oso insiste. Aníbal entiende que tiene que hacer algo inmediatamente y corre a intentar solucionar lo que pasó.

Escena 13 – La cajetilla de cigarrillos Casa de Cristina. Entra Lucía sentada en una silla, con audífonos y música a todo volumen. Entran Cristina y Violeta cargando compras del mercado. Cristina - ¿Lucía, estás en casa? (Nadie contesta). Lucia Lucía no atiende hasta que Cristina le quita los audífonos. Cristina- ¡Lucía! Ayuda acá tu hermana que está pesado. Cristina sigue a la cocina y Lucía se levanta para ayudarle a Violeta. Violeta - Si, Lucía ayúdeme. (Le entrega una de las bolsas. Lucía la mira mal, coge la bolsa y sale hacia la cocina. Violeta aprovecha y saca la cajetilla de cigarrillos, empieza a buscar donde ponerla y cuando ya escogió un lugar, Lucía la sorprende a entrar buscando algo de ella). Lucía - ¿Oiga ha visto mi maleta azul? Violeta - Nerviosa contesta mal Nada, digo ¿qué? No… Ayúdeme con esto porfa. Le pasa las otras bolsas. Están muy pesadas. Lucía recoge la bolsa y las lleva hasta la cocina. Violeta busca un escondite, escucha la voz de la madre y con prisa pone la cajetilla en medio de los papeles. Cristina - Mis diseños! les he dicho que no me cojan nada, pero no, nunca me escuchan. ¡Violeta, mis diseños! Violeta- (sorprendida) ¿qué? Cristina- ¿Los has visto? Violeta- No mami Cristina- Acá nunca ven nada, pero Cristina esto Cristina lo otro. Violeta, más bien ayuda tu hermana con la cocina. Violeta - Ay no mami, la cocina no porfa…(empieza a hacer berrinche) Cristina - Es que no es un favor, es una orden. Quiero esta cocina en orden, ya! Violeta sale brava. Cristina arregla algunas cosas, buscando unos papeles. Encuentra la cajetilla. Mira espantada. Llama a Lucía un par de veces.

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Cristina - ¡Lucía! ¡Lucía! Entra Lucía. Cristina - (mostrándole los cigarrillos) Quiero una explicación. Lucía - ¿Qué? Cristina - No se haga la desentendida. Qué es eso? Lucía - ¿Cigarrillos? Cristina - ¿“Cigarrillos”, piensas que soy bruta? Lucía - Estás fumando? Cristina - ¡Lucía! Lucía - ¿Qué quieres que te diga? Cristina - No quiero que digas nada. Solo quiero que respetes las reglas de esta casa.mi casa. Acá no hay espacio para fumadores. (Violeta asomase de la puerta). Yo odio los cigarrillos y tu lo sabes. Lucía - Pareces una loca. Enserio Cristina en un ataque de furia saca los cigarrillos, los rompe y los lanza sobre Lucía. Sin comprender Lucía se asusta. Mira la hermana que está en la puerta. Y entonces comprende. Cristina - Me respetas. ¡Yo exijo respeto! Lucía - Bueno ¿Y si sí? ¿Que tiene? ¿Hay humo en la casa, o es de mi salud que te preocupas? ¡Yo no te importo un culo, nunca te importe! Cristina - ¡Cállate! Tienes que ser ejemplo para tu hermana. Es mi casa, mis reglas. Lucía - (Pausa larga. La mira buscando la mujer del espejo) Perfecto mama. Su casa, su imagen. Yo no hago parte de su vida, nunca lo hice. Soy invisible a sus ojos. Pero la vida va pasando mamá. Y mientras tanto usted se convierte en una piedra, sorda y ciega. Lucía sale. Cristina mira a Violeta que está en la puerta. Cristina- ¿Qué?! La niña sale para el cuarto asustada. Cristina mira la casa vacía, tiene un sentimiento de desolación y decepción que se refleja en su caída apoyada en la silla.

Escena 15 – Adios Hermana

Casa de Cristina. Ella está parada en el costado derecho, Violeta se encuentra en el izquierdo. Mientras se ve que Lucía arregla su maleta para irse de la casa para siempre, cargando cosas de un lado a otro. Cristina - Hija, ¿podrías escucharme un momento? Lucía sigue arreglando sus cosas. Cristina - ¡Lucía! Lucía - ¡Escuchar? ¿A usted? Yo siempre la he escuchado. YO NO soy la sorda. (Sigue arreglando la maleta). Cristina - No te doy permiso para salir de esta casa. Lucía - No te lo pedí y No lo necesito

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Cristina - No tendrás la puerta abierta para volver. Lucía - Eso no debería ser un problema solo para mi. Ellas se miran fijamente. Cristina sale. Lucía sigue armando su maleta. Violeta se acerca a la hermana. Violeta - Lucía… Lucía - ¿Qué pasó? Violeta - No se vaya. Lucía - No es tu culpa chiqui Violeta - Perdón por los cigarrillos... Lucía - ¿Qué estabas haciendo con eso? Eres una niña! Violeta - Yo sé... Lucía - Hubiera sido peor si mamá se entera que eran tuyos. Violeta - Gracias… Lucía cierra la maleta. Ellas se miran. Se abrazan. Lucía - Chiquis te portas juiciosa, yo vengo y te visito los fines de semana Violeta - No, usted no va a venir. Por favor no se vaya Lucía - Me tengo que ir Violeta - No me deje sola por favor, no se vaya… Violeta empieza a agarrar y a rogarle que no se vaya. Lucía intenta soltarse, la abraza, le dice que tranquila y sale. Violeta queda sola mirando la puerta unos segundos y sale detrás de ella, llamándola -¡Lucía!-

Escena 16 - Cierre de los Secretos - Niños se reencuentran en el sótano Violeta está de cuclillas la parte frontal del sótano. Está muy oscuro. Ella juega con los fósforos que iluminan diferentes partes de su cuerpo. Samuel baja por las escaleras y se acerca a la niña. Hay una luz sobre ellos muy bajita. Samuel - Hola. (Silencio). Su mamá me dijo que estaba acá. (Silencio). ¿Qué hace? Violeta - Pensando Samuel - ¿En qué? Violeta - En lo que hice. Samuel - ¿Qué hizo? Violeta - Mi hermana se fue de mi casa por culpa mía. Samuel - ¿Por su culpa? Violeta - Mi mamá encontró la cajetilla que usted me regaló. Samuel - ¡Agh, no! Violeta - Y yo dejé que mi hermana se echara la culpa. (Pausa) Sentí miedo. Ahora ella se fue por mi culpa.(Pausa larga) Supe lo que pasó con sus papás. Samuel - ¿Cómo supo? Violeta - Una vecina le contó a mi mamá y yo escuché. (Pausa). Por eso entendí porque hacía rato que no venía. (pausa) Lo extrañé... Samuel - Yo también... Violeta - ¿Cómo están sus papás ahora? Samuel - Bien. Solo que creo que se van a separar y ya no se puede hacer nada. Violeta - ¿Y eso es malo?

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Samuel - Sí y no. Violeta - ¿Cómo así? Samuel - Creo que vamos a ser más felices lejos de mi papi. Y él también. Violeta - ¿Y entonces? Samuel - Entonces que nos vamos a mudar a un pueblo, donde vive una tía de mi mamá. Violeta - ¿Eso quiere decir que usted también se va a ir? Samuel - (Pausa) Sí. Violeta - ¿Por qué la gente que amo se va? ¿Qué es lo que está mal conmigo? Samuel - Nada, yo no me quiero ir. Ella se sienta en el borde, saca los zapatos y mete los pies afuera como si fuera un lago. Samuel se acerca y hace lo mismo. Él alza el brazo sobre los hombros de Violeta. Se besan inocentemente y siguen abrazados balanceando los pies dentro del água. En las sillas se ilumina uno a uno los personajes de la obra. Cristina está sentada sola, con la mirada perdida, su brazo está colgando y carga el celular en la mano y recibe muchos avisos de mensaje, haciendo un ruido constante, ella respira hondo y contesta el telefono saliendo del lugar. Alay entra alzando flores de durazno caminando muy despacito. Aníbal sentado en otra silla toma una cerveza, muy solitario. Lucía entra con Sofía mientras la consiente. Uno a uno todos los personajes desaparecen .

FIN