no me condenes

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“LA TIERRA BALDÍA” JAIME SEPTIÉN No me condenes... H ay un tema fundamental que marca el “espíritu” del Vaticano II y que hoy recoge en sus primeras prédicas el Papa Francisco: la ausencia de condenas. Durante muchos años, alguna parte significativa de la Iglesia ha procurado no abandonar su zona de confort mediante el sencillísimo (y estéril) método de condenar al mundo. Unos días antes de la apertura del Concilio, el 23 de septiembre de 1962, al Papa Juan le fue comunicado que tenía cáncer. Nombró a su confesor, monseñor Cavagna, asesor en los trabajos previos y en las primeras sesiones del Concilio. Una ocasión, le llevó un borrador y el Papa sacó su regla de doble decímetro. Midió la longitud de condenas y de alabanzas que el borrador contenía. Y le dijo a monseñor Cavagna: – Aquí se contienen quince centímetros de condenas y sólo dos de alabanzas. ¿Así es como vamos a entendernos con el mundo? Desde el punto de vista de la comunicación de la fe, esta intuición genial del Papa Juan XXIII es “la madre del cordero”: el mensaje no se queda en un club oculto de poseedores de “la verdad”, sino que sale, como Cristo, al encuentro de los otros; la expansión de las comunicaciones sociales hace posible que el mensaje toque el corazón de cada uno de los hombres, y se hace patente la inclusión de la Redención de Cristo, no solamente a los 144 mil, sino al infinito número de seres en la Tierra. Esta directriz de Juan XXII es retomada por el Papa Francisco. Los dos son grandes. Porque comenzaron por no condenar; por anteponer la primacía de la Iglesia de Roma en la caridad. Porque representan la verdadera fuerza de la civilización: el amor. 45

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"¿Así es como vamos a entendernos con el mundo?"

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Page 1: No me condenes

“LA TIERRA BALDÍA”

JAIME SEPTIÉN

“LA TIERRA BALDÍA”

No me condenes...

Hay un tema fundamental que marca el “espíritu” del Vaticano II y que hoy

recoge en sus primeras prédicas el Papa Francisco: la ausencia de condenas. Durante muchos años, alguna parte signi� cativa de la Iglesia ha procurado no abandonar su zona de confort mediante el sencillísimo (y estéril) método de condenar al mundo. Unos días antes de la apertura del Concilio, el 23 de septiembre de 1962, al Papa Juan le fue comunicado que tenía cáncer. Nombró a su confesor, monseñor Cavagna, asesor en los trabajos previos y en las primeras sesiones del Concilio. Una ocasión, le llevó un borrador y el Papa sacó su regla de doble decímetro. Midió la longitud de condenas y de alabanzas que el borrador contenía. Y le dijo a monseñor Cavagna:– Aquí se contienen quince centímetros de condenas y sólo dos de alabanzas. ¿Así es como vamos a entendernos con el mundo?Desde el punto de vista de la comunicación de la fe, esta intuición genial del Papa Juan XXIII es “la madre del cordero”: el mensaje no se queda en un club oculto de poseedores de “la verdad”, sino que sale, como Cristo, al encuentro de los otros; la expansión de las comunicaciones sociales hace posible que el mensaje toque el corazón de cada uno de los hombres, y se hace patente la inclusión de la Redención de Cristo, no solamente a los 144 mil, sino al in� nito número de seres en la Tierra. Esta directriz de Juan XXII es retomada por el Papa Francisco. Los dos son grandes. Porque comenzaron por no condenar; por anteponer la primacía de la Iglesia de Roma en la caridad. Porque representan la verdadera fuerza de la civilización: el amor.

Hermano sol, hermana luna es una película llena de color, belleza y poesía sobre la vida de San Francisco de Asís (1181-1226). En poco más de dos horas podemos contemplar a Francis-co cuando regresa enfermo y arrastrando los pies después de una guerra, cuando recuerda su vida llena de lujos, cuando baja a la tintorería de su padre y se conmueve hasta las lágrimas de la miseria de los obreros, cuando empieza su conversión y se despoja de su ropa para vivir en pobreza y con más libertad, cuando se va al campo y recons-truye una vieja iglesia, cuando inspira a muchos jóvenes a vivir el Evangelio. Francisco (Herma-no sol) y Clara (Hermana luna) son dos grandes santos que pue-den darnos mucha luz, color y esperanza a nuestra Iglesia en este inicio del pontifi cado del Papa Francisco.

5) Rosa de LimaDirección: José María ElorrietaReparto: María Mahor, Frank La-timore, Virgilio Teixeira, Tota Alba, Manuel de Blas País: EspañaAño: 1961

Esta película relata la vida de Isabel Flores de Oliva (1586-1617), quien más tarde fue conocida como Rosa de Lima y fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671. Una mujer excepcional, de bellas facciones

dio de profundas crisis al interior de la Iglesia, apa-rece Felipe Neri (1515-1595): un hombre alegre y lleno de fe que reúne a un gru-po de niños, con quienes canta, juega y les ha-bla de la Buena Nueva de Jesús. En 1544 Felipe buscó a Ignacio de Loyola para ofrecerse a ir como misionero a Asia.

Después de-sistió para abo-carse de tiempo completo a ree-

vangelizar la ciudad de Roma: predicando en los mercados y las plazas, visitando a los enfer-mos induciendo a otros a acom-pañarlo. Por este motivo se le llamaría más tarde el Apóstol de Roma. La película está bien llevada e insiste en predicar el Evangelio. Por supuesto pueden resonar en nosotros aquellas pa-labras de Pablo a los fi lipenses: “Estén siempre alegres en el Se-ñor; les repito, estén alegres”.

SERGIO GUZMÁN

y gran corazón. A través de con-movedoras imágenes, diálogos profundos y la atinada interpre-tación de María Mahor; descu-brimos la fe tan grande de esta seglar, miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo, que no hizo otra cosa que orar en la ermita de su huerto y ver por las necesidades de los pobres: ahí donde encontraba a Cristo. Al fi nal del día resuenan aquellas palabras de Mateo: “Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogie-ron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y acudieron a mí”.

6) San Felipe NeriDirección: Giacomo CampiottiReparto: Gigi Proietti, Francesco Salvi, Fran-cesca ChillemiPaís: ItaliaAño: 2010

En el siglo XVI, en pleno Renacimiento, pero también en me-

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Esta serie de películas religiosas suscitan, celebran o acrecientan la certeza en Jesús que nos hermanan y sostienen en la vida en este Año de la Fe proclamado por el Papa Emérito Benedicto XVI

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