no. 48 lo que se viene. miradas al futuro del campo

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17 de septiembre de 2011 • Número 48 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada TEMA DEL MES Página 20

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Hace tres años, en estas mismas páginas de La Jornada del Campo, nos preguntamos si tiene futuro el campo mexicano, y respondimos con tres posibles escenarios: 1) el del campo homogéneo de los negocios, 2) el del campo anómico y violento y 3) el del campo diverso, justo y sustentable.

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Page 1: No. 48 Lo que se viene. Miradas al futuro del campo

17 de septiembre de 2011 • Número 48

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

TEMA DEL MES

Página 20

Page 2: No. 48 Lo que se viene. Miradas al futuro del campo

17 de septiembre de 20112

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 17 de septiembre de 2011 • Número 48 • Año IV

EROSIÓN QUE NO CESA

La combinación de cambio climático que hace más erráticas las cosechas, estrangulamiento energético que au-menta sus costos, crisis alimentaria

que encarece la comida y recesión económica que vuelve más pobres a los pobres y debilita la capacidad importadora de granos de las econo-mías frágiles, provocó una emergencia global y la aparente modificación de los paradigmas neoliberales que desde hace tiempo propugna-ban los organismos multilaterales.

Así, en los años recientes no sólo la Organiza-ción de las Naciones Unidas para la Alimenta-ción y la Agricultura (FAO), sino también el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están aconsejando incre-mentar las inversiones en agricultura, involu-crar más al Estado en el fomento agropecua-rio, apoyar la producción interna de alimentos y fortalecer la economía campesina.

Recomendaciones que muchos países han seguido… menos México, que mantiene las añejas recetas mercadócratas. Y el encareci-miento de los granos se vuelve problema gra-ve para un país dependiente como el nuestro, cuyas importaciones alimentarias han elevado notablemente sus costos en los años recientes al extremo de que bordean los 20 mil millones de dólares anuales, monto semejante al de los ingresos por remesas enviadas por los migra-dos, que habían llegado a 24 mil millones pero disminuyeron por la recesión.

Así, importar alimentos estadounidenses cose-chados ahí por mexicanos y “exportar” campe-sinos mexicanos que podrían producir aquí esos mismos alimentos dejó de ser el “buen negocio” que generaba un saldo favorable neto de unos diez mil millones de dólares anuales y hoy em-pieza a ser ruinoso, aun en términos económicos.

Pero el éxodo campesino y la dependencia alimentaria son sólo parte de la erosión genera-lizada del mundo rural. Un curso prolongado y multidimensional de deterioro, degradación y desarticulación que por momentos se agudiza. Erosión en curso que de no rectificarse a tiem-po nos llevará una crisis generalizada y termi-nal provocada por la combinación de múlti-ples conflagraciones puntuales estallando de manera simultánea y retroalimentándose.

Veamos por separado algunas de las dimensio-nes de la debacle:

• Erosión económica, manifiesta en incerti-dumbre, poca rentabilidad y bajo crecimien-to: un sector de la producción que entre 1945 y 1976 se expandió a una tasa promedio anual de 3.8 por ciento y que en los años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) creció sólo 1.8 por ciento al año, además de que se perdieron alrededor de 2.5 millones de empleos rurales.

• Erosión de la seguridad alimentaria, mani-fiesta en la necesidad de importar casi la mitad de lo que comemos.

• Erosión ecológica, manifiesta en pérdida de bosques, degradación de suelos, contami-

nación de aguas, desaparición de especies y desarticulación de ecosistemas.

• Erosión social, manifiesta en debilitamien-to, descomposición y aun necrosis del tejido comunitario, derivados del deterioro de la economía y los servicios, de la imparable migración, de la expansiva narcoeconomía y de la violencia generalizada.

• Erosión demográfica, manifiesta en la despro-porción en los porcentajes de población por género y edad, que ha sido ocasionada por un éxodo en el que aún predominan los varones jóvenes, de modo que el campo se feminiza y envejece.

• Erosión política, manifiesta en que cada vez más gente descree en el Estado de derecho, de modo que consiente, de grado o por fuer-za, al delito o se hace justicia por propia mano, en una ingobernabilidad hormiga que, asociada a la militarización de muchas regiones, pone al campo en virtual Estado de excepción.

• Erosión moral, manifiesta en pérdida de la esperanza de que algún día mejore la vida en el campo, lo que desalienta a los viejos y provoca la deserción casi unánime de los jóvenes que no vislumbran ningún futuro rural deseable.

• Erosión cultural, manifiesta en la pérdida de saberes y prácticas tanto productivas como asociativas y festivas, usos y costumbres que guardan las raíces rústicas de nuestra identidad.

Todas las facetas del desbarajuste en curso son alarmantes pero la más grave es la erosión de las estrategias productivas de solidaridad intergeneracional, con las que ancestralmente los campesinos han buscado asegurar el futuro de familias y comunidades.

Sometidos casi por definición a la incertidum-bre climática, sanitaria y económica, los rústicos toman siempre muy en cuenta el largo plazo me-diante estrategias productivas que, en las buenas y en las malas, garanticen la preservación de la colectividad. Lo que incluye la permanente pre-ocupación por incrementar su patrimonio pro-ductivo: natural, técnico, económico y humano.

Esta visión de futuro, que no rechaza la inno-vación pero es básicamente conservadora por cuanto busca evitar riesgos en los que se ponga en peligro la continuidad del núcleo familiar o comunitario, está hoy en un serio predica-mento por la deserción física y espiritual de los jóvenes rurales. Fractura generacional que se manifiesta en la tendencia creciente a destinar las remesas que envían los migrados no al pa-trimonio productivo sino a bienes de consumo duraderos como la vivienda. Por primera vez de manera generalizada las familias rurales mexicanas están reduciendo el horizonte de sus previsiones a una generación, poniendo en severo riesgo el siguiente eslabón de la cadena que conforma la milenaria historia campesina.

Algunos lo ven como mal menor pues el campo cuenta poco en el México del tercer milenio. Y es que en los años recientes la apor-tación del sector agropecuario al valor de la producción nacional ha sido de alrededor de cuatro por ciento ¿Por qué alarmarse, dicen, ante el desfondamiento de una actividad que genera apenas cuatro de cada cien pesos del Producto Interno Bruto (PIB)?

Pero sucede que si bien sólo el cuatro por cien-to del PIB es agropecuario, el agro aún emplea al 16 por ciento de la población económica-mente activa, y 23 por ciento de los mexicanos sigue viviendo en el medio rural. Es decir que la importancia del campo en el empleo es cua-tro veces mayor que su peso en el valor de la producción y sigue siendo el lugar de residen-cia de uno de cada cuatro compatriotas.

Pero aun esta ponderación es injusta porque la producción económica del agro, en términos de PIB poco relevante, incluye los alimentos, bienes fundamentales cuando la escasez y la carestía de los básicos provocan hambrunas. Además de que, si bien menos de dos de cada diez puestos de trabajo son agropecuarios, és-tos se emplean en labores directamente vincu-ladas con la reproducción social de la natura-leza de modo que se trata del eslabón decisivo en la cadena que vincula a la sociedad con el medioambiente, nexo fundamental en tiem-pos de deterioro ecológico y crisis climática.

El campo, que los tecnócratas consideran económicamente insignificante, nos aporta alimentos pero también aire fresco, tierra fér-til, agua pura, clima benigno, diversidad de especies, paisajes amables... Dones impaga-bles que algunos han querido transformar en “servicios ambientales” a los que se de precio en el mercado, cuando en verdad son las in-apreciables premisas de la vida.

Sólo uno de cada cuatro mexicanos habita en poblaciones de dos mil 500 habitantes o me-nos, pero esta socialidad rural, en estrecha sim-biosis con la urbana, hace de nosotros una co-lectividad: un modo específico de convivencia. Y es que el campo es fuente nutricia de nuestra diversidad cultural, una pluralidad lingüística, pero también plástica, ornamental, musical, canora, dancística, festiva, arquitectónica, in-dumentaria, culinaria y espirituosa. Del cam-po nos vienen modos de ser que nos dotan de identidad y se reproducen en las ciudades.

Nuestro imaginario colectivo huele a campo, pero también en el ámbito del conocimiento y la tecnología el aporte del agro es invaluable. Saberes y haceres heredados pero vivos, impres-cindibles cuando la homogeneidad tecnológica propia del capitalismo muestra el cobre y nos urgen modos alternos de intervenir la realidad, formas virtuosas de humanizar la naturaleza como la holista, biodiversa y sustentable milpa.

La palabra política viene de polis y remite a lo urbano. Pero en México como en otros países latinoamericanos, algunas de las propuestas más sugerentes para renovar nuestra anquilo-sada civilidad vienen las añejas experiencias rurales de los pueblos indios.

Sin olvidar que somos porque fuimos y salvo las páginas más recientes, el libro de nuestra histo-ria se escribió en el campo y es obra del México agrario que éramos, que de algún modo aún somos y que debemos seguir siendo si es que queremos tener futuro, pues la idea de que puede haber sociedades puramente urbano-industriales es un peligroso espejismo.

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ADA:

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPOTe invitamos a que nos envíes tus opiniones, comentarios y dudas a

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Page 3: No. 48 Lo que se viene. Miradas al futuro del campo

EL FUTURO SEGÚN LOS CAMPESINOSQuienes enen una noción del empo unidireccional no admiten la idea del empo cíclico (…) Quienes enen una visión cíclica del em-po no enen gran inconveniente en aceptar la convención del empo histórico, que no es sino la huella de la rueda que gira.(…)Todas las revueltas campesinas espontáneas han tenido como obje -vo la restauración de una sociedad campesina justa e igualitaria. Este sueño no es la visión usual del sueño del paraíso. El paraíso, tal como hoy lo entendemos, fue seguramente la invención de una clase rela- vamente desocupada. En el sueño campesino, el trabajo no deja de

ser necesario. El trabajo es la condición de la igualdad. Los ideales de igualdad marxista y burgués presuponen un mundo de abundancia: exigen la igualdad de derechos para todos delante de una cornucopia: la cornucopia que cons tuirán la ciencia y el desarrollo del conoci-miento. Lo que cada uno de ellos en ende por igualdad de derechos es, por supuesto, muy diferente. El ideal campesino de igualdad, en cambio, cons tuye un mundo de escasez, y su promesa es la de una ayuda mutua fraternal en la lucha contra ésta y un reparto justo del producto del trabajo. Estrechamente relacionado con su aceptación de la escasez, se encuentra su reconocimiento de la rela va ignoran-cia del hombre. Puede admirar el saber y los frutos de éste, pero nun-ca supone que el avance del conocimiento reduzca en modo alguno la extensión de lo desconocido. Esta relación no antagónica entre lo

desconocido y el saber explica por qué parte de su conocimiento se acomoda a lo que desde fuera se defi ne como supers ción o magia.(…)Una clase de supervivientes no puede permi rse el lujo de creer en una meta en la cual la seguridad o el bienestar están asegurados. El único futuro es la supervivencia y éste es ya un gran futuro. El camino del futuro cruzado de futuras emboscadas es la con nuación del otro camino viejo por el que han llegado los supervivientes del pasado. Esta imagen es adecuada por cuanto es siguiendo un camino, cons-truido y mantenido por generaciones de caminantes, como pueden evitarse los peligros de los bosques, las montañas y las marismas cir-cundantes. El camino es la tradición transmi da mediante instruccio-nes, ejemplos y comentarios.(…)Si nos fi jamos en el curso que más posibilidades ene de seguir la his-toria mundial: una lucha prolongada y desigual contra el capitalismo monopolista, una lucha cuya victoria no es segura, puede que la ex-periencia de supervivencia del campesino esté mejor adaptada para esta dura y lejana perspec va que una visión progresiva, con nua-mente reformada, desencantada e impaciente por la victoria fi nal.(…)El papel histórico del capitalismo es destruir la historia, cortar todo vínculo con el pasado y orientar todos los esfuerzos y toda la ima-ginación hacia lo que está a punto de ocurrir. La destrucción de los campesinos podría cons tuir un acto fi nal de eliminación histórica.

John Berger. Puerca erra

EL FUTURO DEL CAMPO A LA LUZ DE LA CRISIS CLIMÁTICA Y ENERGÉTICAEn una era de caos climá co y recursos dis-minuidos, el modelo neoliberal se vuelve inviable. Su dependencia de las exportacio-nes con enormes gastos de transporte y cre-ciente empleo de recursos es insostenible. La viabilidad económica futura demandará un dramá co vuelco hacia las economías locales, reintroducir una versión moderni-zada de la sus tución de importaciones y promover una ordenada re-ruralización y revitalización de las comunidades a través de reforma agraria, educación, métodos agroecológicos de pequeña escala, control de importaciones-exportaciones y énfasis en la democracia local. Todo en preparación de la inevitable desindustrialización de la agricultura que vendrá al declinar la disponi-bilidad de combus bles baratos.

Manifi esto sobre las Transiciones Económicas Globales

PASADO Y FUTURO: CARA Y CRUZ, ÁGUILA Y SOLUna sociedad se defi ne no sólo por su ac -tud ante el futuro sino frente al pasado: sus recuerdos no son menos reveladores que sus proyectos.

Octavio Paz. Sor Juana Inés de la Cruz. Las trampas de la fe.

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17 de septiembre de 20114

Armando Bartra

La economía solidaria y popular es el modo

en que los productores por cuenta propia y los

consumidores pobres nos organizamos para sobrevivir

en el mundo deshumanizado del capital.

Plataforma Campesina Mesoamericana

Nuestra América está en marcha comprometida en una lucha en que los pueblos se enfrentan al imperio y las oligarquías; com-

bate en que chocan colonizados contra co-lonialistas, explotados contra explotadores, oprimidos contra opresores, muy pobres con-tra muy ricos. Pero en otra perspectiva esta es también una disputa entre la economía de mercado y la economía social y solidaria, entre la economía inmoral del capital y la economía moral de los trabajadores.

Y la que estamos librando es una batalla deci-siva, no una confrontación entre dos “modelos de desarrollo”, ni siquiera entre dos “modos de producción”, es decir entre tipos distintos de economía. Es esta una lucha a muerte entre dos tipos opuestos de sociedad, entre dos dife-rentes órdenes civilizatorios: el de ellos donde impera el mercado y el nuestro donde priva la sociedad, el de ellos donde gobiernan las cosas y el nuestro donde mandan las personas.

A la forma fraterna de producir y consumir, a la manera de vivir propiamente humana, la llamamos de muchas maneras. Unos la han bautizado “socialismo del siglo XXI”, otros “socialismo comunitario”. Pero, como quiera que se le designe, deberá sustentarse en una economía asociativa, una economía solidaria, una economía de la gente.

Hoy el mercado lo es todo. Hace algunas centurias la humanidad pasó de vivir socieda-des donde se intercambiaban bienes, es decir sociedades con mercado, a padecer socieda-des sometidas al mercado, es decir sociedades de mercado donde la producción y el inter-cambio funcionan con base en un mecanis-mo impersonal que se pretende automático.

Y desde entonces padecemos la dictadura de la economía. En el mercantilismo absoluto en que vivimos es la economía la que decide si vamos a comer o a pasar hambre; si vamos a andar vestidos o desnudos; si vamos a es-tudiar o seremos ignorantes; si nos vamos a casar o sólo nos vamos a arrejuntar; si vamos a sanar o, como no tenemos para el médico ni para las medicinas, habremos de morir.

Al tiempo que se instauraba la dictadura del mercado, comenzó la resistencia de las co-munidades de productores y consumidores. Desde el nacimiento del capitalismo las co-lectividades solidarias nos rebelamos contra la autoridad de la desalmada máquina de pro-ducir y de consumir. Porque el veneno crea su contraveneno y la oposición a los sistemas injustos los acompaña desde que surgen y no tiene que esperar a que les llegue su ocaso.

En todas las sociedades con división del tra-bajo hay intercambios, hay alguna clase de mercado. Pero hasta que se impuso el capi-talismo, la producción y distribución de los bienes se pactaba socialmente. Casi siempre se negociaba de manera inicua y recurriendo a la fuerza pero en todos los casos se hacía por medio de relaciones sociales, de relaciones entre personas. En cambio en el capitalismo es el mecanismo frío y deshumanizado del mercado el que dizque se encarga de regular la producción y la distribución. Y lo hace sin sujetarse a otro principio que no sea el del lu-cro, el de elevar las ganancias del gran dinero.

¿Economía o sociedad? A la economía inmo-ral del capitalismo las sociedades no capitalis-tas han opuesto lo que podemos llamar una economía moral, es decir regida por la colec-tividad y sus instituciones. En particular, los pueblos y comunidades hemos opuesto a la capitalista una economía moral solidaria que reconoce el valor del trabajo y el derecho de todos a los satisfactores básicos. A este modo fraterno y generoso de producir y distribuir se le llama también economía social.

Pero estos nombres ocultan una contradic-ción, pues la economía, como esfera autóno-ma y como disciplina científica, es producto de la modernidad y se precia de ser un siste-ma automático dotado de sus propias leyes, de modo que la economía no puede ser moral, ni solidaria, pues estos son atributos humanos.

Cuando adjetivamos a la economía de esta manera, lo que hacemos es expresar nuestra voluntad de devolverle a las colectividades el control perdido sobre la producción y distri-

Entendiendo que hay diferentes visiones

del futuro, La Jornada del Campo hizo tres

preguntas a personajes de diversos ámbitos, del aparato público, polí co, empresarial, académico y

de organizaciones sociales:

1) Con las condiciones actuales en el campo

mexicano, ¿hacia dónde se encamina

y cuándo será su momento crí co?

2) ¿Qué quisiera usted para el campo y cómo

se podría lograr?

3) Desde la posición que usted ocupa en la sociedad,

¿qué podría hacer a favor del campo?

He aquí las respuestas:

FRANCISCO MAYORGA CASTAÑEDAT S

A , G , D R , P A (S )

1) Si seguimos la tendencia actual, vamos hacia una polarización en el sector, don-de los productores que han sido exitosos en comercialización, fi nanciamiento y tecnología van a seguir creciendo, van a seguir encontrando mercados dentro y fuera de México, pero los que no han logrado eso, los que siguen marginados de todo este desarrollo, seguramente seguirán empeorando su situación. Y ha-brá regiones que con nuarán avanzando rápidamente en produc vidad y compe- vidad, y otras que seguirán rezagán-

dose, deteriorando sus recursos natu-rales y que fi nalmente serán expulsadas del sector. No hay mucho empo, no po-demos posponer reformas o cambios; lo ideal sería ir cerrando esta brecha, que la tendencia se fuera revir endo.

2) Quisiera que hubiera más fl exibilidad en el marco jurídico. El tema de la erra, y en general los derechos de propie-dad, nos están frenando. La agricultura moderna ende a manejar unidades compactas. El minifundio, la pulveriza-ción de la erra resta muchísima com-pe vidad, y necesitamos desplegar el potencial que se ene en diversidad, de recursos naturales y de capacidad huma-na. Tenemos que considerar esto más seriamente para el siglo XXI. Asimismo, debemos evaluar al sector agroalimen-tario al margen de consideraciones po-lí cas que nos impiden a veces hacer un análisis más sereno; tomar medidas que no estén expuestas a perspec vas sexe-nales o de legislaturas, con una visión a futuro pero no viendo al campo siempre como el lastre de sociedad y de la econo-mía, sino aceptar también que ha habido avances, que hay sectores compe vos, sin eludir fallas ni problemas. Esto es, quitarle algo de carga al sector.

3) Puedo contribuir tratando de cons-truir una visión más a futuro, sobre todo un nuevo arreglo ins tucional. Dentro de la Sagarpa, y esto ha sido bien recibi-do, hemos compactado programas. Los cinco que hoy tenemos nos resultan ú -les para enfrentar los retos y las oportu-nidades del presente. Estamos plantean-do un cambio en el reglamento interior de la Secretaría para reasignar funcio-nes y responsabilidades internas, pues queremos coordinarnos más con otras secretarías para desarrollar una polí ca en materia de alimentación, pues no la tenemos, mientras que en desarrollo ru-ral tenemos una Ley de Desarrollo Rural y una comisión interins tucional y tene-mos los consejos mexicano y estatales de desarrollo rural y los Sistemas Pro-ducto. En breve daremos a conocer un estudio hecho por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económi-cos (OCDE), con este tema de la polí ca de alimentación en México. Esta obra está hecha con la mayor seriedad y por una ins tución de primer nivel, y ayu-dará al diseño de nuevas polí cas en la siguiente administración.

EL FUTURO ES DE LA

ECONOMÍA SOLIDARIA*

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moral, es decir regida por la

colectividad y sus instituciones

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bución, de reintegrarles el dominio sobre la economía. Economía que de esta manera dejaría de ser el monstruo frío, la satánica trituradora en que se convirtió por obra del capitalismo, para volver a ser una esfera de la vida social entre otras, junto con la política, la cultura, la religiosidad…

Aunque a veces lo expresamos así, en el fon-do no queremos otra economía. Lo que que-remos es restaurar el poder de las colectivida-des sobre su trabajo y sobre la satisfacción de sus necesidades.

Recuperar los valores. La economía de mer-cado y la economía que llamamos economía o solidaria no sólo son modos antagónicos de producir, distribuir y consumir, también conllevan formas de pensar, de valorar y de sentir contrapuestas.

La economía capitalista incuba un pensa-miento social, una ideología propia de la mo-dernidad que en gran medida compartió el socialismo del siglo XX. Es esta la ideología del progreso entendido como crecimiento económico, como expansión acelerada y sin límites de la producción y el consumo.

Y el progreso alimenta también una utopía en-gañosa, la utopía de la opulencia. Un mundo de abundancia ilimitada donde se habrá supe-rado por siempre la escasez, se habra dejado atras la carencia que, según esto, es lo que engendra disputas y conflictos. Y así –dicen–, al nadar en riquezas, podremos por fin ser ge-nerosos, solidarios, libres y felices. ¿Será?

La economía social y solidaria no se opone al fomento y la expansión de aquellas acti-vidades productivas que son socialmente ne-

cesarias, pero no hace del crecimiento eco-nómico un objetivo en sí mismo. Y también alimenta sueños: visiones de futuros mejores donde sean menos los obstáculos que traban la convivencia libre y fraterna, y donde la felicidad resulte más frecuente y esté mejor repartida. Pero a diferencia de las utopías capitalistas y socialistas, las que nosotros so-ñamos no son Arcadias opulentas y por ello –sólo por ello– Arcadias solidarias.

Y no apostamos a la opulencia porque sabemos bien que no hay peor egoísmo que el de los ricos que nadan en la abundancia. Y sabemos también por experiencia que la fraternidad es perfectamente compatible con la escasez y que la solidaridad verdadera florece entre los que tienen poco pero lo comparten. No quere-mos ser pobres para siempre pero tampoco ne-cesitamos ser ricos para ser generosos y felices.

La economía social está ahí. La economía moral y solidaria no es descubrimiento aca-démico, ocurrencia de la cooperación inter-nacional, receta de ciertas organizaciones no gubernamentales o invento de los altermun-distas. La economía social se ha practicado desde siempre en las comunidades agrarias que no interiorizaron del todo la lógica inhu-mana del mercado. La economía social es la que anima a los artesanos y demás pequeños y medianos productores urbanos. Y es tam-bién la que rige las actividades que llamamos domésticas o reproductivas que –por la per-sistente inequidad de género– casi siempre se las recargamos a las mujeres.

En realidad la economía netamente capita-lista domina los grandes mercados y controla la riqueza monetaria, pero ocupa un espacio social relativamente pequeño. De modo que si nos ponemos las pilas, pronto podría ser una fortaleza acosada por los miles de mi-llones que practicamos la economía moral.

La diversidad como virtud. En la economía solidaria, realidad y utopía se reconcilian de las más diversas formas, desplegando una pluralidad de pensamiento y acción que no es lastre sino signo de vitalidad. Fortaleza de una economía alternativa que, como las co-munidades campesindias que desde siempre la practican, se niega a encerrarse en recetas: en teorías y modelos únicos.

Por su carácter plural, multiforme, plástico y creativo –que embona bien con nuestras abi-garradas sociedades–, las formas solidarias de producción, distribución y consumo pueden ser eje rector y columna vertebral de las eco-nomías plurales que se están impulsando en los países de Nuestra América enrolados en el cambio libertario y justiciero. Y es que en la economía asociativa está la clave para frenar la dictadura del mercado, pero también para prevenir la dictadura del Estado empresario.

Poner al Estado en su lugar. En la cons-trucción del nuevo mundo que deseamos, el Estado tiene una función económica insos-layable, no sólo debido a que por su escala

y complejidad ciertas actividades requieren de un gestor de gran calado, sino también porque en una sociedad donde el mercado es aún el regulador de los intercambios, las uni-dades familiares o asociativas de producción necesitan para prosperar de regulaciones es-tatales y de servicios económicos operados por instancias públicas.

Pero estas funciones potencialmente virtuo-sas conllevan un riesgo: que el Estado ges-tor y sus aparatos económicos se impongan sobre la sociedad organizada para producir y distribuir, sustituyendo la iniciativa y crea-tividad de la gente.

Como lo puso de manifiesto el llamado “so-cialismo real”, la burocratización autoritaria es uno de los peligros mayores que amena-zan al altermundismo. Riesgo que no está so-lamente en que la burocracia, sus iniciativas y sus instituciones de Estado inhiban y su-planten a los actores económicos de carácter social, sino también en que las figuras aso-ciativas que se adopten en la economía soli-daria limiten la autogestión y se transformen en aparatos sociales coercitivos.

Así por ejemplo, la colectivización impues-ta por decreto en nombre de la eficiencia, y que se presenta como presunta “escuela de solidaridad”, es una pésima receta si de pro-mover la economía solidaria se trata. Sobre todo cuando el colectivismo a ultranza trata de implantarse en el mundo rural y en acti-vidades agropecuarias que –no sólo porque así es la tradición productiva campesina, sino también por su propia naturaleza técni-ca– funcionan mejor combinando el trabajo familiar en la producción primaria con for-mas asociativas en la agro-industrialización y comercialización.

La tecnología no es neutra. En un análisis un poco más profundo, descubrimos que la dictadura de la economía como máquina de producir sorda, ciega y desalmada, no sólo se impone por medio de la gestión empresarial centralizada, sea ésta privada o de Estado; se impone igualmente vía la tecnología y las formas de cooperación. Así como en los orígenes del capitalismo fabril los artesanos proletarizados veían con claridad que el mal del nuevo orden estaba también en las máqui-nas: monstruos de hierro que se comportaban como autómatas y autócratas arrebatándoles su creatividad laboral, así los campesinos y las comunidades agrarias se han enfrenta-do siempre a una presunta modernización que no sólo amenaza con quitarles la tierra y transformarlos en asalariados; también les arrebata sus saberes agrícolas al tratar de im-ponerles formas de cooperación sobre las que no tienen poder. O incluso los acogota me-diante la pura tecnología: un “paquete” que no sólo los pone a trabajar para el capital, tam-bién los pone a trabajar como el capital, aun si formalmente siguen siendo campesinos. *Ponencia leída en un encuentro con repre-sentantes de organizaciones campesinas realizado en Bolivia a mediados de 2011.

PLURALIDAD DE ECONOMÍAS SOLIDARIASPara las personas y organizaciones que consideran la estrategia revolucionaria bajo un paradigma de centralización polí ca y de ruptura histórica abrupta, puede parecer extraño que una revo-lución antagónica al capitalismo pueda ocurrir bajo una estrategia de red don-de lo económico y lo cultural no sean subalternos a lo polí co, y en la cual la realización progresiva y compleja de innumerables redes solidarias sinérgi-camente integradas no sea una ruptu-ra inmediata del sistema capitalista en una determinada sociedad, ni tampoco una mera reforma a tal sistema, sino la expansión efec va de un nuevo sistema económico, polí co y cultural an capi-talista, que crece negándole las estruc-turas y absorbiendo gradualmente las fuerzas produc vas cons tuyéndose el conjunto de estas redes en un nuevo bloque histórico.Euclides André Mance, Redes de cola-boración solidaria.

ROLANDO CORDERA CAMPOSC

S U C S , UNAM1) Estamos en una ruta de deterioro ecológico, de la

erra, del hábitat, con sobre explotación del agua, que no se ha corregido por la apertura del campo mexicano al mercado nacional de erras y de productos y al mercado interna-

cional, sino que se ha agravado, al menos en algunas regiones vinculadas a algunos cul -vos. No se ha rever do la tendencia al aban-dono del campo por parte primero de los jefes de familia y luego de los jóvenes, y en-tonces la feminización del sector es cada vez más evidente, pero estos nuevos actores, las mujeres, carecen del apoyo necesario para hacerse cargo de un campo en producción y no en decadencia. No tenemos resuelto el tema del abasto básico de la alimentación, ni siquiera bajo los criterios neoliberales de intercambiar hortalizas por maíz. Debemos buscar fórmulas de economía mixta en el sec-tor que suponen un gran esfuerzo de transfe-rencia de recursos de la ciudad al campo y de la industria a la agricultura, y una nueva visión en servicios fi nancieros, sobre todo el seguro agrícola. Si la economía sigue comportándose de manera mediocre, la solución clásica, his-tórica, del tránsito del campo a la ciudad y a Estados Unidos, no será solución. El campo se despoblará, las ciudades se sobre-poblarán y generarán sus propios infi ernos, pues habrá más pobreza, más informalidad, más pérdida de la cohesión social. Si no hay una dinamiza-ción de la economía urbano-industrial y de la economía de Estados Unidos que atraiga más mexicanos, el campo se deteriorará y trasla-dará las crisis al resto de la sociedad y quizá al resto del hemisferio. El problema es que en el campo viven 20 millones de personas, que no cons tuyen un mercado interno dinámico porque son muy pobres y producen poco.

2.- Hay que insis r que el campo es uno de los pilares del desarrollo, tanto demo-gráfi ca como socialmente. La sociedad no rural ene que considerar que la sociedad rural no resuelve sus problemas sa sfac-toriamente por sí misma, por su preca-riedad, su debilidad, su heterogeneidad, y entonces se requiere un gran compromiso nacional de recursos, de cooperación que venga de los sectores urbano-industriales, por medio de la polí ca, de una nueva oleada de inversión pública, de rehabilita-ción y ampliación de infraestructura y de la generación de nuevas polí cas a par r de las lecciones que nos lega el pasado. Y no generalizar: el campo es muy diverso, ecológicamente hablando, en términos de suelos, de posibilidades de cul vo, de gente y se requieren polí cas muy especí-fi cas inscritas en una estrategia nacional, y entonces las agencias de desarrollo ya no pueden ser las del pasado en donde se di-vidía el territorio con base en los cul vos que la banca decidía. Deseo que haya una toma de conciencia de que el campo im-porta y que sin él nuestro desarrollo será muy muy desigual y muy precario.

3.- Puedo contribuir a fomentar la inves- gación social, económica, sociológica,

polí ca. Par cipar en la discusión de alterna vas de polí ca para el campo, y en la difusión de sus problemas y de sus perspec vas. Aunque no se quieran ver, hay opciones y caminos alterna vos.

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17 de septiembre de 20116

Víctor M. Quintana S.

Hace tres años, en estas mismas páginas de La Jornada del Campo, nos preguntamos si tiene futuro el campo mexicano, y respon-dimos con tres posibles escenarios: 1) el del campo homogéneo de los negocios, 2) el del campo anómico y violento y 3) el del campo diverso, justo y sustentable.

Ahora reafirmamos lo que entonces decía-mos. El escenario uno es el campo para pocos, el de los monocultivos, de la lógica capitalista, de la ganancia a toda costa, del productivismo. Señalábamos que con la po-blación que tenemos en el medio rural, con la lenta dinámica de la industria y nuestra precaria dotación de recursos naturales, este escenario sería muy inestable y poco sosteni-ble, por lo que derivaría en el segundo, es de-cir, el campo dominado por la violencia y la anomia. Del campo para pocos pasaríamos al campo para nadie, y en muchos sentidos estamos presenciando esta deriva, dado que muchas zonas rurales han sido tomadas por la violencia criminal e institucional en los años recientes.

Entonces, dado que el campo para pocos (los ricos) no es viable, la única alternativa al campo para nadie es el campo para todos. No es el campo para los pobres solamente, pero sí donde se debe atender primero a los pobres para que ellos, los ricos y los clase-medieros puedan vivir en paz en nuestro me-dio rural. No hay de otra.

Sentada esta premisa, creemos que para construir este escenario de un campo justo, diverso y sustentable, un campo para todos, se hace necesario incidir o emprender ac-ciones dramáticas y eficaces en cinco áreas diferentes:

El fortalecimiento de los actores rurales: si no hay familias, comunidades, hombres y mu-jeres fuertes como actores de sus procesos económicos, sociales, políticos y culturales, la concentración del dinero, de los recursos naturales, del poder, del prestigio y la in-fluencia se seguirá dando en el medio rural. En la medida en que la gente del campo de forma individual y colectiva desarrolle com-petencias y actitudes críticas y demandantes; que exija y que rinda cuentas; que acceda a la información pertinente sobre su medio y tome decisiones, sobre todo colectivas, po-drá regular el poder económico, político y social e incidir en la redistribución del mis-mo. Aquí nos referimos primordialmente a las organizaciones de base del medio rural: comunidades, ejidos, colonias y las diversas figuras asociativas locales y regionales.

La reconstrucción del tejido social rural: una precondición para lo anterior es reconstruir las identidades, el entramado de relaciones de cooperación, de colaboración y de convi-vencia en el agro mexicano. Las comunida-des se han ido destruyendo como tales, como resultado de la intensa emigración, del enve-jecimiento de la población y de las familias monoparentales, pero también del temor y de la desconfianza surgidos de la violencia. Son necesarias iniciativas nuevas que, en pri-mer lugar, promuevan la reconciliación en-tre grupos enfrentados, siembren de nuevo la

confianza y vuelvan a cultivar las formas de ayuda mutua y de solidaridad social; que se preocupen de integrar a los históricamente excluidos y más vulnerables, como son los ancianos y los discapacitados.

Un lugar preferente del campo en el proyecto de nación: no basta con fortalecer a los ac-tores comunitarios locales o regionales. Es necesario que las grandes decisiones sobre las prioridades nacionales, que las grandes

opciones sobre la asignación de recursos pongan como una de sus prioridades al campo, pero al campo de los campesinos e indígenas; que tanto dentro de un nuevo mo-delo económico, como en los presupuestos y programas multianuales y anuales, se dé un giro dramático para poner en manos de las agriculturas campesinas e indígenas los recursos y el poder que les permitan trabajar, producir y vivir con dignidad. Es obvio que esto supone que los actores rurales, ya sea

por medio de sus articulaciones horizontales y verticales, ya sea por medio de sus alianzas políticas, puedan exigir que al campo se le haga por fin justicia.

El cambio cuantitativo y cualitativo en la pro-ducción de alimentos. Con el cambio climáti-co, el incremento de los niveles de consumo y la mercantilización de los alimentos a escala global, la escasez en este rubro tenderá a ser crónica. Por lo tanto, es necesario priorizar en todos los sentidos la producción de alimentos básicos, apoyarla con toda la fuerza del Estado, como pilar de la soberanía nacional pero tam-bién de la paz social. Esto implica la transfor-mación de la óptica agroalimentaria del país y de las políticas de precios, de distribución, de abasto, de importaciones y exportaciones.

Las acciones de amortiguamiento del cambio climático: el destino ya nos está alcanzando: la sequía que se ha dejado sentir en todo el norte del país reducirá muy significativamen-te las cosechas de maíz y de frijol, así como lo hizo la drástica helada de principios de febrero. Las presas de esa zona han recibido pocas descargas de agua y será muy difícil que resistan dos ciclos agrícolas más. Han muerto decenas de miles de reses y los pas-tizales se están agotando. Urgen por lo tanto,

acciones sistemáticas gobierno-sociedad para siembra y cosecha de agua y un uso eficiente de la misma, recuperación de suelos, refores-tación, manejo adecuado de agostaderos y disminución de la carga de ganado sobre los mismos, desarrollo de fuentes alternativas de energía y diversificación de cultivos.

Si no queremos que el campo sea tierra de nadie, hagamos realidad un campo para to-dos. Es amenaza, pero también esperanza.

EL CAMPO: FUTURO PARA TODOS O FUTURO PARA NADIEGISELA ESPINOSA DAMIÁN

P -

U A M , X1) Hay un efecto acumu-

lado de mucho empo; sumamos 30 años de polí cas de ajuste neoliberal que nos han llevado a una crisis profunda. El cam-po es uno de los espacios más golpeados y devastados en todos los planos: polí -co, social y económico, y eso se refl eja en la desintegración de familias y comu-nidades por la emigración y la violencia. La crisis ene dimensiones muy grandes, pero aún puede empeorar. La anomia social que se observa en muchos luga-res puede agudizarse. Hay áreas donde todavía hay organizaciones campesinas y respuestas sociales que amor guan un poco, pero si no hay un giro radical, creo que sí pueden empeorar los problemas. Estamos llegando a un límite, o sea que no falta mucho para estar peor.

2) Suena como un sueño. Quisiera que los habitantes rurales que todavía están allí encuentren una forma de trabajar y de vivir dignamente. Que el campo volviera a ser un espacio amable y atrac vo para la juventud. Sabemos que ya muchos y muchas jóvenes no están interesados en trabajar ni vivir en el campo. La migración debería ser una opción libre, pero los mi-llones que se van lo hacen obligados por no tener alterna va. Quisiera que muje-res y hombres vivan con más equidad, que no sólo enfrentemos las desigualda-des sociales, sino también las de género. ¿Cómo lograr esto? Hay dos recursos, dos palancas indispensables: por un lado, el Estado, sus agencias y polí cas públicas. A 30 años de ajuste y neoliberalismo, fra-casado todo esto, es muy obligado rec -fi car. En esto hay viejas demandas, como sacar a los granos básicos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN); una polí ca social en lugar de un combate a la pobreza; polí ca de crédito realmente efec va; todo el tema de equi-dad en los subsidios; polí cas de género en un campo que se está feminizando (a las mujeres del campo se les sigue viendo como amas de casa, cuando viven situa-ciones sociales muy dis ntas); desenmas-carar la falsedad de la ley de las ventajas compara vas; etcétera. Es claro a estas alturas que hay prác cas muy alejadas de la libre competencia. Por otro lado, es importante que organizaciones campesi-nas, de jóvenes, de migrantes, de muje-res, tengan un papel más ac vo y sean efec vamente escuchadas. No es que no se movilicen o que no tengan propuesta o experiencia, sino que son marginales ante un Estado ciego y sordo que man ene su proyecto durante tantos años a pesar de que ya está haciendo agua.

3) Podría apoyar con la formación de es-tudiantes, profesionales comprome dos con el campo. En esto vamos a contra-corriente con las polí cas del gobierno. Y desde la academia, mostrar que el campo no sólo es sinónimo de crisis, sino un espacio donde se generan alterna -vas para el propio campo y para toda la sociedad. Asimismo, realizar yo misma inves gación comprome da a favor del medio rural.

Del campo para pocos

pasaríamos al campo para nadie,

y en muchos sentidos estamos

presenciando esta deriva, dado

que muchas zonas rurales han

sido tomadas por la violencia

criminal e institucional

en los años recientes

El colec vo de

comparte con Enrique y Víctor el dolor por la par da de

Guillermina Suárez CarreraMéxico, D. F., sep embre 2011

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Blanca Rubio

El neoliberalismo fracturó el tejido social,depredó los recursos naturales, devastó la so-beranía alimentaria y destruyó el andamiaje estatal en el campo, pero no logró desapare-cer a los campesinos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura fami-liar produce más del 60 por ciento de los ali-mentos básicos en América Latina.

Ningún sector enfrentó procesos de exclu-sión tan severos como los campesinos e in-dígenas de la región: desvalorización de sus productos, retiro de los subsidios, carencia de compradores, sustitución de su produc-ción por la importada, fin del reparto agra-rio… abandono pues. Pero ningún sector tiene la resistencia y la fuerza para sobrevivir que han demostrado los campesinos. Y por eso siguen ahí, enfrentando ahora al nuevo orden agroalimentario mundial que emerge de la crisis de fase del capital.

Los datos hablan por sí solos: la participación de la pequeña producción agrícola en el va-lor de la producción sectorial en 2007 fue de 38 por ciento en Brasil, 39 en México, 41 en Colombia, 45 en Ecuador, 67 en Nicaragua y 27 por ciento en Chile. En cuanto al empleo sectorial, la economía campesina contribuye con el 77 por ciento en Brasil y el 57 por cien-to en Chile y Colombia, según datos de FAO.

¿Cuáles son las tendencias que se observan para los campesinos e indígenas en la fase de transición que atraviesa el continente? ¿Lo-grarán sobrevivir a la expansión del capital que se impulsa ahora sobre sus tierras y re-cursos naturales?

En la etapa actual se han perfilado dos tenden-cias muy claras en relación a los campesinos. Por un lado, el aumento en el precio de las ma-terias primas ha llevado a una encarnizada ex-pansión del capital sobre los recursos naturales, la tierra, los territorios y el agua de las comuni-dades en el continente. Ello está generando un despiadado despojo que tiende a excluirlos, no sólo de la producción sino del campo.

Por otro lado, la crisis alimentaria y la des-estabilización que ésta trajo a los países más pobres están llevando a las Instituciones mun-diales como el Banco Mundial y la FAO a rei-vindicar a los campesinos como depositarios de la alimentación nacional, mientras que los países desarrollados orientan su producción a los agrocombustibles y reducen la ayuda ali-mentaria. En consecuencia, los gobiernos la-tinoamericanos están siendo presionados para que se hagan cargo de su alimentación, con el fin de evitar nuevos episodios de hambre, como los ocurridos en Haití en 2008.

En este contexto, la nueva fase productiva viene preñada de dos tendencias contradic-torias: una enfocada a integrar a los campesi-nos como los depositarios de la alimentación básica y otra que disputa sus tierras y recur-sos naturales allanando sus territorios. La consabida tendencia a la reproducción/diso-lución de la economía campesina se materia-liza ahora en la síntesis: aliento productivo y despojo, como parte de la configuración del nuevo modelo económico en ciernes.

Se trata de una versión reeditada del modelo primario exportador, al integrarse los países como exportadores de materias primas hoy revaluadas, combinada con una reedición del modelo de sustitución de importaciones, en el cual los campesinos fueron integrados como garantes de alimentos básicos baratos.

¿Cuál de estas dos tendencias se impondrácomo la rectora del avance del capital? y, por tanto, ¿cuál destino del campesino, integra-ción o despojo, será más visible? Depende, desde mi perspectiva, de la fuerza política del capital o de las clases subalternas en la salida de la crisis capitalista.

Hasta ahora se observa que aquellos paí-ses que impulsan un modelo alternativo al neoliberal, a quienes Emir Sader llama postneoliberales, como Venezuela, Ecuador y Bolivia,o progresistas como Brasil, están impulsando políticas serias para fortalecer la soberanía alimentaria con el fin de no de-pender de las encarecidas importaciones, ni

exponer su soberanía política por la vulnera-bilidad alimentaria. Este proceso se expresa en el programa de compras públicas a cam-pesinos impulsado en Ecuador, el Plan de Tierras de Venezuela y Ecuador y la Revolu-ción Agraria de Bolivia; asimismo, en el con-trol en la distribución de alimentos básicos en Venezuela con el impulso del Mercado de Alimentos (Mercal) y la intervención por el gobierno de Hugo Chávez de las trasnacio-nales alimentarias como Gruma, La Polar y Cargill. Ello, además del incremento en la inversión pública en el campo y los procesos de integración regional como la Alianza Bo-livariana para las Américas (Alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Banco del Sur, que contemplan acciones co-munes orientadas, entre otras cuestiones, a la soberanía alimentaria de la región.

A la par con estas acciones, los gobiernos de los países postneoliberales se han apoyado en las actividades extractivas para impul-sar el proyecto redistributivo. Esta apertura al capital trasnacional, sin embargo, no ha podido ser regulada, por lo que ha generado un amplio rechazo de la población. Tal es el caso de la Petrolera Perenco en Ecuador o la Compañía Repsol que despojó al pueblo

Guaraní Itika Guasu, en Bolivia.

En Brasil se ha impulsado fuertemente a los pequeños productores por medio del Progra-ma de Adquisición de Alimentos de la Agri-cultura Familiar que ha beneficiado a 114 mil campesinos. Al mismo tiempo, se ha alenta-do el cultivo de la soya y la caña de azúcar para etanol, lo que ha traído consigo el des-pojo del territorio de múltiples comunidades.

En los países neoliberales como México, Colombia y Chile, en cambio, se abre paso al capital que despoja a las comunidades, como las mineras en México, el caso de los mapuches en Chile, y la palma africana en Colombia, sin que, en contrapartida, se im-pulsen políticas para integrar a los campesi-nos a la producción de alimentos básicos.

Podemos concluir que los campesinos se en-cuentran en esta coyuntura sometidos a dos tendencias opuestas: la que fortalece su rol de productores, que atañe más a los campe-

sinos medios, aquellos que producen para el mercado y sobreviven de su ingreso rural, y la que fortalece el despojo de sus recursos naturales, que atañe en mayor medida a los indígenas y campesinos pobres de la región.

A la vez, las tendencias a la integración son más fuertes en los países postneoliberales y progresistas, mientras que las de exclusión y despojo son más evidentes donde persiste la orientación neoliberal de los gobiernos.

En este contexto, lo que definirá la suerte de los campesinos será sin duda la capacidad que tengan las clases subalternas para imponer su orientación al modelo que surja de la crisis. Por eso es tan importante la cohesión y uni-dad de los movimientos campesinos en esta etapa de transición. Resulta fundamental pre-servar y sostener los proyectos postneoliberales que han germinado en América Latina y en ellos enfrentar las políticas afines a la expan-sión del capital; a la vez, pugnar por encarrilar a los países neoliberales hacia el frente con-trahegemónico que se construye en el sur del continente. Esa es una alternativa que cuenta actualmente con viabilidad histórica y puede abonar hacia una integración productiva y po-lítica de los campesinos de la región.

Los campesinos latinoamericanos frente al cambio mundial

ENTRE LA INTEGRACIÓN Y EL DESPOJO JAVIER USABIAGA ARROYOP ,

C D R C D1.-La sociedad, el espa-cio y la economía rural

son variantes diferentes. En cuanto a la sociedad, la veo menos dependiente de la ac vidad primaria, pero sigue ca-reciendo de los sa sfactores que goza la sociedad urbana, como salud, educa-ción, conec vidad, y por tanto allí debe-mos hacer esfuerzos. En cuanto al espa-cio, el cambio climá co nos ha obligado atender la conservación y ser un poco más conscientes con el uso de los recur-sos naturales. En la economía, veo un desequilibrio, porque no son rentables el minifundio ni los patrones de cul vo. Es imposible que una familia viva con una parcela de cinco o seis hectáreas de maíz. Tenemos que luchar por esa circu-lación de la erra que a la fecha no se ha dado para que se logre la conformación de unidades de producción que sean económicamente viables. En cuanto a la dependencia alimentaria, va a con -nuar; no podemos ser autosufi cientes en algunos productos como el maíz cuan-do nuestros rendimientos por hectárea siguen siendo los más bajos del mundo. Por eso hay que con nuar con los proce-sos tecnológicos que mejoren sustan -vamente la capacidad produc va.

2.- Para el sector rural en su conjunto, quisiera una sociedad más justa, más equita va y más equilibrada. Aspiro también a un espacio rural de respeto, que los recursos naturales se ordenen, que no encontremos quienes siembran en los bordos de los ríos, que no haya quien re cochinadas a nuestras aguas, que sigamos trabajando para recuperar la capacidad produc va de los suelos, que se han erosionado. Aspiro a que en este país haya formalidad, que podamos hablar de unidades produc vas y no de productores. Si seguimos pensando en los productores, nunca vamos a termi-nar de sa sfacer las necesidades de los individuos. Lo que debemos hacer es fortalecer las capacidades de las unida-des de producción. Si bien por otro lado debemos atender productor como un individuo de una sociedad rural que hoy ene carencias y necesidades en seguri-

dad social, carreteras, los drenajes, agua potable, etcétera. Hemos come do el error durante mucho empo de tener a los productores some dos a un pa-trón de cul vos poco rentable y hemos permi do la pulverización de la erra. Hoy tenemos que buscar de qué mane-ra compensamos generacionalmente al productor, que tenga un ingreso digno, que le permita hacer ese cambio tec-nológico hacia la produc vidad. Y algo importan simo: necesitamos que los derechos de propiedad sean reconoci-dos y facilitados y que haya circulación de la erra.

3.- Con ideas. En mi carácter de produc-tor, cambiando y es mulando el cambio tecnológico, generando fuentes de em-pleo por medio del valor agregado y el acceso a los mercados, con escolaridad y capacitando a toda la gente en nuestras comunidades.

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Luis Fernando Haro Encinas

Para entender el supuesto dilema entre la agricultura campesina y la comercial es necesario analizar dife-rentes factores vinculados con las ne-

cesidades y servicios básicos de la población.

Un estudio del Consejo Nacional de Evalua-ción de la Política de Desarrollo Social (Co-neval) en 2008 concluyó que en 25 estados de la República Mexicana entre 4.7 y diez por ciento de los hogares enfrentaban inse-guridad alimentaria; en seis estados, entre diez y 15 por ciento, y en el estado restante, Tabasco, entre 15 y 20 por ciento. Hacia el 2010, nueve entidades mostraron un aumen-to significativo en este porcentaje, mientras que sólo dos registraron disminución. Ade-más, según el Coneval, a partir del 2007 se revirtió la tendencia en la reducción de la pobreza que se venía observando desde 1997.

La pobreza rural casi duplica la registrada en zonas urbanas, según datos de 2008 del Institu-to Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). Adicionalmente, más de 95 por ciento de la población rural tiene al menos una carencia so-cial, de acuerdo con la nueva metodología para la medición de la pobreza del Coneval.

Destaca el rezago educativo, que es una ba-rrera al desarrollo y afecta especialmente a la población rural. Un tercio de los jefes de hogares rurales son analfabetas (el doble que en las zonas urbanas).

Por otra parte, en México 75 por ciento de las unidades de producción rural (UPR) corres-ponden a la pequeña agricultura, misma que utiliza una cantidad importante de recursos productivos, juega un papel fundamental en el abastecimiento de alimentos en los merca-dos locales y contribuye a mitigar los riesgos potenciales de inseguridad alimentaria de mu-chas familias en situación de vulnerabilidad.

Además, en nuestro país la productividad agropecuaria es muy reducida: De acuerdo con el Banco Mundial es de tres mil 22 dólares anuales por trabajador en México, en compa-ración con el rango de 20 a 40 mil dólares en países desarrollados, lo que nos ubica incluso por debajo de naciones de América Latina como Brasil, Costa Rica, Chile y Argentina.

La estructura agraria de México es uno de los principales problemas en materia produc-tiva, agudizado por la escasa organización. La producción en pequeña escala genera dificul-tades para brindar a los campesinos un ingre-so suficiente para satisfacer las necesidades de una familia; de esta manera, ante un campo atomizado y con insuficientes ingresos, los jóvenes emigran quedando una proporción mayor de mujeres y adultos mayores.

Además, el fraccionamiento de la tierra ha continuando con las herencias y con la barrera que implica no contar con el dominio pleno de la propiedad, favoreciendo el seguir sien-do minifundista. Lo anterior conlleva que en México el promedio de área cultivada por uni-dad de producción sea de ocho hectáreas, y de sólo 2.1 en 60 por ciento de las UPR, mientras que en Estados Unidos, que es nuestro princi-pal competidor, es de 176.1 hectáreas.

Asimismo, está el tema de la falta de valor agregado en la producción primaria, la cual está concentrada en los productos de menor aprecio comercial: el 70 por de la superficie cosechada corresponde a cereales y forrajes, y el valor de su producción representa sólo el 42.7 por ciento del total, mientras que la su-perficie cosechada de frutas y hortalizas cubre el 9.9 por ciento del área total, pero el valor de su producción es el 36.2 por ciento del total.

Por otra parte, la baja escala de producción limita la generación de ingresos y la rentabi-lidad y favorece el rentismo: Un estudio de Procampo, hecho en 2007, reveló que 42.2 por ciento de la superficie trabajada es rentada.

Además, parte de la problemática que enfren-tan los sectores productivos del país está ligada a la falta de organización económica ya que, aun cuando algunas empresas cuentan con esquemas organizativos sólidos, son las menos.

Para hacer frente a toda esta problemática se requieren instrumentos diferenciados para la atención de la agricultura campesina y para la comercial. En el caso de los programas gubernamentales de apoyo, se requiere que al-gunos estén orientados al soporte asistencial y otros al fomento productivo. Deben ser priori-tarias las políticas que generen alternativas de empleo en las áreas rurales y las que favorezcan la generación de economías de escala.

Aun cuando el agro es la principal actividad económica del medio rural, es incapaz de ge-nerar suficiente empleo para toda la población que lo habita (casi una cuarta parte del total nacional). En el caso de las economías de es-cala, es necesario adecuar el marco jurídico para tener plena certidumbre de la propiedad.

El insuficiente grado de organización y de compactación de tierras representa un freno. El papel de los esquemas organizativos, parti-cularmente de cara a la concentración en las cadenas de alimentos, es el de generar eco-nomías de escala para el aprovisionamiento de insumos a precios más competitivos y dar mayor poder de negociación en la comercia-lización de la producción. Asimismo, ofertar mayor volumen y con mayor valor agregado, y permitir el acceso al financiamiento a tasas más favorables y la adquisición de bienes de capital y tecnología de punta.

Otras recomendaciones en ámbitos de acción prioritarios de la política pública para atender la agricultura campesina son la dinamización de los mercados internos, por medio del estí-mulo productivo a la pequeña agricultura; el desarrollo de mercados agroalimentarios; la ges-tión de riesgos por medio de apoyos guberna-mentales; el desarrollo de capacidades técnico-productivas y empresariales de los productores rurales, y una política que impulse los servicios de capacitación y asistencia técnica profesional y especializada a los productores y que, por lo tanto, aumente las probabilidades de éxito.

También hace falta una agenda de política pública con atención a la pequeña agricul-tura que refuerce una visión de fomento pro-ductivo y mayor inserción en los mercados.

Y se necesita mejorar el Estado de derecho, debido a que el actual no ofrece certidumbre a las inversiones, afecta el valor de los activos e incentiva los conflictos por la tierra: en Méxi-co existen 22 estados con niveles alto y medio de riesgo de conflictos agrarios, de acuerdo con la Secretaría de Reforma Agraria.

Datos de un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) reflejan que el valor de una hectárea ejidal que no tiene dominio pleno es aproximadamente 15 por ciento inferior a una que sí lo tiene. Además, contrario a lo que se esperaría, y de acuerdo con el Inegi (Censo del 2007), la propiedad social ha estado creciendo y sigue representa-do más del 50 por ciento del total de la tierra.

Por todo lo anterior, es necesario incentivar la escala de producción; definir claramente los derechos de propiedad; bajar costos notaria-les para transitar al dominio pleno y la unifi-cación del Registro Público de la Propiedad.

En general, es necesario atender las restric-ciones tecnológicas, económicas, institucio-nales y ambientales que enfrenta la pequeña agricultura, de modo que ésta contribuya a incrementar la oferta local de alimentos, re-ducir la vulnerabilidad de las familias rurales ante la inseguridad alimentaria, mejorar el ingreso de las familias para superar la pobre-za rural y mitigar los impactos ambientales de la actividad agropecuaria.

En el caso de la agricultura comercial se re-quieren otro tipo de apoyos, orientados al fo-mento productivo y a la productividad, que le permita competir en condiciones más equitati-vas con las importaciones que provienen de otras naciones, principalmente desarrolladas, en las cuales se otorgan apoyos importantes al campo.

Por lo anterior, el tema de las diferentes esca-las de producción no se trata de un dilema en-tre una agricultura y la otra; se trata de iden-tificar las diferentes necesidades de cada uno de ellas, para su debida atención con los ins-trumentos pertinentes y reconociendo que, en primera instancia, se debe dar plena atención a las demandas básicas de la población, como lo es la alimentación, salud y educación.

Habría que decir que las UPR, más que dividir-se en campesina y comercial, se clasifican por lo menos en tres rubros: productores de autocon-sumo; productores con potencial productivo o de transición, con posibilidades de insertarse de lleno en el mercado, y productores plenamente orientados al mercado. Todos son importantes y, como ya se señaló, requieren un tratamiento diferenciado para su atención y apoyo. Director general del Consejo Nacional Agropecuario (CNA)

ABEL BARRERA HERNÁNDEZD C D H M T , P D

H 2011 A I1) En la región de la Montaña de Guerrero, que ha sido una de las más golpeadas del país, en verdad esa forma de mantener en el olvido al campo, y en especial a los pequeños productores, lo que está gene-rando es, primero, una situación de ham-bruna sin precedentes y cada vez mayor; también, una mayor presión de migrantes hacia los campos de Sinaloa e intentos que están haciendo los jóvenes de cruzar la frontera. Todo esto, propiciado por el ol-vido, polí cas priva zadoras y trato discri-minatorio, genera una situación de mayor desesperación y mayor pobreza, pero no hay una esperanza en el corto plazo, no se ven formas de contener esta espiral de muerte que se está dando en el campo. Lo que ocurre es que hay una mayor confron-tación de los pueblos, de las organizacio-nes con las autoridades, con los gobiernos. Cada vez la movilización es más generali-zada; la inconformidad está extendida, aunque los más afectados son los cam-pesinos y los pequeños productores que viven del temporal. La crisis está tocando fondo y puede devenir en estallidos.

2) Hay que volver a ver al campo en térmi-nos de inversión, sobre todo de generar condiciones para el desarrollo autoges vo y para garan zar la autosufi ciencia alimen-taria. Mientras tengamos pueblos que están peleándose por el fer lizante porque no hay maíz; mientras no haya la recuperación de toda la gama de conocimiento y cultura que ene la agricultura campesina, que es auto-

sufi ciente y que es capaz de garan zar una vida digna; mientras no haya una vuelta a la cultura de las capacidades locales, y mien-tras no se apueste por los pequeños produc-tores y ante todo por tener la garan a de que haya alimentos sufi cientes para la gente más pobre, estaremos perdiéndonos en al camino. Seguiremos importando granos y alentando inversiones con tecnología de punta que desplaza los saberes tradiciona-les; seguiremos sin garan zar el primer piso de la subsistencia de los pueblos, y como país estaremos abonando más a una violen-cia que se genera desde el mismo Estado, por polí cas etnocidas y an campesinas.

3) La apuesta que hacemos es por el for-talecimiento de las inicia vas locales, au-toges vas, por el empoderamiento de los pueblos para que sean sujetos de su propio desarrollo; apoyamos la construcción de un país diferente desde lo local. Es inviable que desde arriba y sin la par cipación de los campesinos y los indígenas se pueda cons-truir un país. Lo que estamos haciendo des-de nuestras pequeñas fuerzas es impulsar las inicia vas locales de recuperación de co-nocimientos en siembras tradicionales, en defensa del maíz; apoyamos que la colec vi-dad pueda tener asegurada su erra comu-nal, con la defensa de los territorios, y sobre todo de sus proyectos autoges vos como pueblos, en la lucha contra los megaproyec-tos, en tener varias formas de organización para defender su hábitat, en tener redes de comercialización alterna va para que esto mismo dinamice la economía regional.

AGRICULTURA CAMPESINA

AGRICULTURA COMERCIAL

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17 de septiembre de 2011 9

Adelita San Vicente Tello

Todo mi cariño y esperanza a Enrique Pérez,motor de esta Jornada del Campo,

ante la irreparable pérdida de su madre.

Escuchamos con frecuencia que en los próximos años se requerirá ali-mentar a una población en cons-tante crecimiento.

En esa lógica, Monsanto difunde un anun-cio en varios medios, en donde señala: “Se estima que para el año 2050, la población mundial será de más de nueve mil millones de personas. Expertos pronostican la necesi-dad de duplicar la producción de alimentos para satisfacer a una población creciente”.

Pero la realidad nos demuestra que aun cuando aumenta la producción de alimentos el hambre persiste.

Buen ejemplo en estos días son las dramáti-cas fotografías de niños al borde de la muerte por inanición en Somalia, país que sufre una hambruna creciente y que empeora ante la falta de ayuda internacional. Al tiempo, gol-pea el estudio de este año de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que señala que una tercera parte de los alimentos del mundo se desperdicia. Esto significa toneladas que pa-ran en los tiraderos de basura, o que se tiran al fondo del mar para evitar caídas de pre-cios, lo cual genera problemas de desechos, amén del costo de producción inútil.

Lo lógico sería enviar el excedente de ali-mentos de algunos países hacia aquellos que lo requieran. Pero no ocurre así; en este ex-traño mundo conviven la carencia y la abun-dancia. Crece el hambre y la desnutrición en paralelo a la obesidad. Así, el problema del hambre no se debe a la falta de alimentos sino a la mala distribución.

La situación, que cobra tintes de perversi-dad, se presenta porque los alimentos se han convertido en mercancías que dependen de las reglas del mercado, con lo cual su pro-ducción y distribución están determinadas por los intereses económicos de unos cuan-tos que hoy lucran con una de las necesida-des básicas de la humanidad.

Por ello, es una falacia decir que el proble-ma del hambre se solucionará aumentando la producción con alternativas tecnológicas. Más de medio siglo de revolución verde lo ha demostrado: aun cuando se aumente la pro-ducción, los excedentes se acumulan y no se reparten de manera equitativa.

La forma de producción llamada industrial permitió la aparición de nuevos actores en la producción de variedades híbridas: investiga-dores, instituciones estatales y privadas res-ponsables de su producción. La industria que durante la Segunda Guerra Mundial creó y fabricó explosivos, gases y defoliadores, se transformó en la industria química produc-tora de fertilizantes, plaguicidas y herbicidas. Las compañías Dow, DuPont y Monsanto ingresaron a estos mercados nuevos con una gran potencia económica y política. En tér-minos económicos los beneficiados fueron estas empresas y los intermediarios.

La verdadera revolución ha sido abrir los ojos a la ecología. A partir de la “primavera silenciosa”, se señalaron las graves consecuencias que esta agricultura tenía para los seres vivos del planeta: uso de agroquímicos (se ha demostrado crecien-temente las graves consecuencias que tienen, sobre todo en los embriones y en los niños) y de fertilizantes (causantes de la emisión de gases con efecto invernadero y la eutroficación de los mares y ríos); el uso excesivo de agua dulce, y muchas más situaciones que hoy nos obligan a replantear-nos la llamada agricultura industrializada.

Hoy se señala que este modelo de produc-ción de alimentos es el mayor causante de la

producción de gases con efecto invernadero.

Cuando Monsanto anuncia con una linda foto de una gota de lluvia: “Necesitamos to-mar más de cada gota de agua de riego”. Y dice “En Monsanto estamos desarrollando semillas de alta tecnología, para que el agri-cultor pueda producir más alimento, usando hasta un 33 por ciento menos de agua y así aproveche cada gota de lluvia”, claramente nos demuestra que sus alternativas están ins-critas en el mismo círculo vicioso de la agri-cultura industrial: riego y tecnología.

Pero analicemos sus tan anunciadas va-riedades resistentes a la sequía, que según ellos contenderán con el cambio climático y acabarán el hambre. En principio, es funda-mental comprender que la respuesta de las plantas a condiciones de sequía involucra múltiples genes, es decir es poligénica y es difícil de intervenir con ingeniería sistemas tan complejos. Aún más complejo es el au-mento de rendimientos. Éste responde no sólo a factores genéticos; involucra también variables externas como clima, suelos, prác-ticas agrícolas, etcétera.

Por ello no es de extrañar que en las confe-rencias donde las trasnacionales anuncian sus supuestos avances tecnológicos como aquella en que “Científicos de Monsanto y de BASF anuncian el descubrimiento de un gen que confiere tolerancia a la sequía en plantas de maíz”, al final del boletín de prensa en letras pequeñas dicen “Adverten-cia sobre información respecto de expecta-tivas futuras: (…) como estas declaraciones se basan en factores que involucran riesgos e incertidumbres, el desempeño y los resul-tados reales de la empresa pueden diferir considerablemente de los descritos en dichas declaraciones o implícitos en ellas. Los fac-tores que podrían causar o contribuir a tales diferencias son, entre otros: el éxito de las ac-tividades de investigación de desarrollo de las empresas (….)”. Así lo menciona un comuni-cado de Monsanto de 2009.

Empezamos entonces a entender que más que ser una preocupación, “el hambre es un negocio. El capitalismo (…) ratifica la conti-nuidad de la devastación del medio ambiente, la irracional explotación de los recursos no renovables y la pauperización de la vida de los que son millones. Y, al mismo tiempo, vende productos para saciar el hambre que impulsa y multiplica. La perversión llevada al extre-mo. La creación de masas de empobrecidos para que luego sean los Estados nacionales los clientes que compren productos para res-ponder a esas demandas mínimas. Entre los que piensan el futuro y los negocios del ma-ñana a partir del hambre de los que son más en esta cápsula espacial llamada Tierra, están las grandes multinacionales de la semillas y los agroquímicos, como Monsanto”. (Del Fra-de Carlos, 2011. Los negocios de Monsanto. Agencia de Noticias de Niñez y Juventud Pe-lota de Trapo, http://su.pr/1ad334)

Regresando a su publicidad que recorre el mundo, Monsato dice “La agricultura no irrigada (de temporal para nosotros) produce el 60 por ciento de los alimentos del mundo”.

También es esta agricultura la que ha desa-rrollado las variedades mejor adaptadas a las condiciones extremas, son estos agricultores los que mantienen por vía oral conocimientos milenarios que han generado la biodiversidad que hoy gozamos en nuestra alimentación y en buena parte de la farmacéutica.

Esta agricultura no sólo ha resistido; ha innova-do, ha aprendido a convivir y a utilizar algunas herramientas de la agricultura industrial. Man-tiene sistemas como la milpa y la chinampa que son ejemplos de sistemas sustentables que conviven en un equilibrio ecológico perfecto. Esta agricultura, que a pesar del embate sigue dándonos de comer manteniendo bienes y ser-vicios ambientales, como el agua y el oxígeno, nos dota de insumos básicos: madera, algodón y ahora agrocombustibles. En su entorno se creó, subsiste y se reproduce una cultura que hoy es una alternativa a la crisis que vivimos.

Tal vez, como planteaba una mujer guaraní: “¡Debemos elegir entre ser una República de la soja o una del choclo (maíz)!”. A la huma-nidad nos toca elegir entre ser alimentados por campesinos o por empresas, bajo los pre-ceptos de comunalidad o los del capitalismo, buscando la sustentabilidad o la ganancia, el futuro o el fin del planeta. Semillas de Vida, [email protected]

ALFONSO CEBREROS MURILLOF G M (G )1) El campo enfrenta grandes retos, pero tam-bién ene oportunidades

únicas que debemos aprovechar. Los pre-cios crecientes de alimentos, su mayor de-manda cuando los inventarios mundiales están bajos y la oferta está sujeta a riesgos climá cos, la necesidad de mejorar su ca-lidad e inocuidad, así como la posibilidad que ofrece el comercio internacional ha-cen fac ble e indispensable canalizar ma-yores recursos públicos y privados a este sector. Revalorizar el campo y elevar su produc vidad son parte de la respuesta a la crisis global que enfrentamos.

2) Que se le considere como elemento básico de la estrategia de crecimiento económico y de combate a la pobreza. Esta se reduce más en la medida en que el crecimiento se genere en el sector agroalimentario, lo cual también ofrece mayor estabilidad para enfrentar la vola- lidad que vemos a nivel global. El factor

clave es contar con polí cas públicas de largo plazo, orientadas a crear cadenas de valor efi cientes en el campo, desde el productor primario hasta el consumidor fi nal, formuladas de manera incluyen-te por todos los actores del sector. Tan necesario es producir mejor como dis-tribuir y comercializar los alimentos con una logís ca y mercadotecnia más cer-cana a las necesidades de la población.

3) De empo atrás, en Gruma trabajamos en alianza con los productores, apoyan-do principalmente a los pequeños para que eleven su produc vidad, mejoren sus prác cas agronómicas y de manejo postcosecha. Promovemos esquemas de ganar-ganar para ambas partes, ya que la agroindustria, en una asociación de in-tereses bien entendida, puede dinamizar al campo y conectar con mayor efi cien-cia a productores con los clientes fi nales para mejorar las condiciones de abasto y calidad. Esto cobra mayor relevancia en la medida que persisten problemas de seguridad alimentaria en el mundo.

EL FUTURO DEL

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V íctor Suárez

A Guillermina Suárez Carrera.Una vida plena de trabajo, alegría

y entrega amorosa a los demás.

A casi 50 años de la publicación del Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, me atrevo a retomar la idea central de José Revueltas pero refe-

rida a las clases subalternas en el medio ru-ral, en sentido de que “el campesinado mexi-cano no tiene cabeza” y que es ineludible y urgente abordar y resolver este problema po-lítico central, si es que queremos y debemos cambiar el modelo agroalimentario y de “de-sarrollo” rural neoliberal y sustituirlo por un nuevo paradigma que revalorice la agricultu-ra campesina con equidad y sustentabilidad; recupere la soberanía alimentaria, y reco-nozca plenamente los derechos individuales y colectivos de ejidos, comunidades, pueblos indios, campesinos y campesinas, jornaleros agrícolas y de la población rural en general, estableciendo un nuevo pacto histórico con las fuerzas nacionalistas, democráticas y pro-gresistas de las ciudades, en el marco de la lucha por un nuevo proyecto de nación.

La crítica central de Revueltas a los partidos comunistas existentes en esa época (el Co-munista Mexicano y el Obrero-Campesino Mexicano) estaba dirigida a su falta de inde-pendencia política respecto de la clase en el poder y su alejamiento de un proyecto histó-rico de emancipación del proletariado.

En las tres décadas recientes, el campesina-do mexicano ha sufrido ininterrumpidamen-te una verdadera estrategia de exterminio, despojo, exclusión, empobrecimiento y de-portación, que no solamente se explica por el gigantesco poder de las corporaciones mul-tinacionales, la hegemonía neocolonizadora estadounidense y la complicidad de las élites económicas y políticas nativas, sino también por la ausencia de una resistencia nacional campesina y la debilidad, desorganización, división, inmediatismo y falta de indepen-dencia política –en muchos casos– de los movimientos y organizaciones campesinas de nuestro país. Salvo la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

(EZLN) en enero de 1994 y el Movimiento El Campo no Aguanta más (MECNAM) entre 2002 y 2003, el campesinado mexica-no no ha sido capaz de articular un desafío significativo al neoliberalismo, con movili-zaciones relevantes, con discursos nuevos y con una agenda autónoma, comprensible y de alcance nacional.

El presente artículo tiene como propósito proponer y alentar el debate en torno a cómo dotar al campesinado nacional de un refe-rente nacional amplio, autónomo, genuino, plural, de lucha y con un proyecto históri-co de izquierda, que contribuya al mismo tiempo a la lucha del pueblo mexicano para remover a la oligarquía del poder, recuperar la soberanía nacional y propiciar la transfor-mación del país.

El MECNAM: cuando estuvimos cerca. En el contexto de la continuidad de las po-líticas anticampesinas y de dependencia ali-mentaria impulsadas por el llamado gobierno de la alternancia y el “cambio”, y de cara a la penúltima etapa de liberalización del comer-cio agroalimentario prevista por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN) para el uno de enero de 2003, diver-sas organizaciones campesinas (AMUCSS, ANEC, CCC, CEPCO, CIOAC, CNOC, CNPA, CODUC, FDCCh, Red Mocaf, Unofoc y UNORCA) lanzaron a la nación en octubre de 2002 el manifiesto ¡El campo no aguanta más! Seis propuestas para la sal-vación y revalorización del campo mexicano.

En dicho manifiesto, que posteriormente dio nombre a uno de los movimientos autó-nomos más importantes en las décadas re-

cientes para dotar de cabeza al campesinado mexicano, se estableció lo siguiente: “Somos organizaciones campesinas, somos frentes nacionales y regionales, somos organizacio-nes productivas, somos empresas rurales. Estamos en los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional. Venimos luchando desde hace años para que la agricultura sea un modo digno de vida para las familias del campo. Venimos luchando para que nues-tro país recupere la soberanía alimentaria, para que nuestros compatriotas de la ciudad dispongan de alimentos baratos de buena calidad; para que la industria tenga materia prima suficiente y genere empleos bien re-munerados. Venimos luchando por preservar y mejorar nuestros recursos naturales. Veni-mos luchando por los derechos y la cultura de los pueblos indios”.

Las demandas centrales que enarboló el MECNAM (ver recuadro) representaron no sólo un pliego de reivindicaciones inme-diatas, sino al mismo tiempo una agenda autónoma de cambios de fondo al modelo neoliberal hacia el campo y una propuesta para construcción de alianzas con los movi-mientos urbanos e indígenas del país. Más adelante, el manifiesto del MECNAM sirvió para elaborar con más profundidad y alcan-ce un documento programático denomina-do Propuesta de Acuerdo Nacional para el Campo: Por el desarrollo de la sociedad rural y la seguridad y la soberanía alimentaria con campesin@s, como elementos fundamentales del Proyecto de Nación de México en el siglo XXI, al que Víctor Quintana nombró más sintéticamente y con más tino como Plan campesino siglo XXI.

El MECNAM desarrolló una estrategia de lucha efectiva, innovadora, creativa, descen-tralizada y sin protagonismos para impul-sar sus demandas hasta colocar el tema del campo, por primera vez en décadas, en la agenda política nacional.

Es importante recordar que la Confedera-ción Nacional Campesina (CNC) y el Con-greso Agrario Permanente (CAP) se vieron obligados posteriormente a sumarse a la iniciativa del MECNAM, configurando un bloque campesino amplio y plural.

Estos hechos obligaron al gobierno federal a dialogar y a negociar las demandas del MECNAM al más alto nivel, de tú a tú, des-de la autonomía e iniciativa campesinas, con su propio programa y el respaldo de la opi-nión pública, lo que derivó en la firma del Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) en abril de 2003. Más allá del debate de si de-bió o no firmarse el ANC, lo más relevante

radica en la capacidad de unidad, iniciativa y propuesta del movimiento campesino para representar y luchar por un programa de transformaciones de fondo.

Después de este gran logro, el movimiento campesino se desarticuló y dividió concen-trándose una parte de las organizaciones en las reivindicaciones inmediatas y en el reagrupamiento en torno a las organizacio-nes tradicionales –CAP–, debilitando la co-hesión y movilización permanente para ase-gurar el cumplimiento del ANC y perdiendo una oportunidad histórica para conformar un referente nacional campesino autónomo, antineoliberal y de izquierda, independiente de la CNC y del CAP.

Las lecciones. No obstante que el MEC-NAM representó el máximo avance en la época contemporánea de las luchas campe-sinas en México, el resultado neto fue una derrota estratégica cuya responsabilidad

El campesinado sin cabeza

POR UN REFERENTE CAMPESINO NACIONAL AUTÓNOMO Y DE IZQUIERDA

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corresponde, esencialmente, a las propias organizaciones campesinas al desunirse, des-movilizarse y concentrarse en las reivindica-ciones inmediatas y gremiales, favoreciendo la acción gubernamental de elusión de com-promisos, cooptación y división.

De 2003 a 2011 se profundizó la política neo-liberal hacia el campo con las consecuen-cias de todos conocidas: mayor desigualdad, pobreza y hambre en las zonas rurales, in-dígenas y urbanas; crecimiento de la depen-dencia alimentaria, la migración rural y del deterioro de los recursos naturales; concen-tración de los mercados, inversiones, crédi-tos, subsidios, exenciones fiscales, asistencia técnica y desarrollo tecnológico, etcétera, en un reducido número de grandes corporacio-nes agroalimentarias y agricultores; mayor vulnerabilidad frente a la crisis alimentaria y la volatilidad de los precios; encarecimiento de la canasta alimentaria básica; crecimiento económico sectorial cero, etcétera.

Asimismo, desaparece prácticamente la inter-locución del Estado con las organizaciones campesinas autónomas y se fortalece y con-centra aún más la interlocución con los orga-nismos comprometidos con el modelo neoli-beral y las corporaciones, el CNA y la CNC.

Por su parte, el gobierno panista aprende la lección de las jornadas de movilización del MECNAM: hay que neutralizar y debilitar las expresiones autónomas y genuinas del campe-sinado en México y reproducir las enseñanzas del régimen priista: controlar, cooptar, dividir

y corporativizar a las organizaciones y los mo-vimientos campesinos y crear con los recursos públicos una clientela rural propia.

A continuación, se presenta un apretado recuento de los avances del neocorporati-vismo campesino de derecha en esta etapa (2003-2011):

• Transformación del Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural (CMDRS) en un espacio de control y simulación, inútil para el diálogo, la deliberación, la construcción de propuestas, la concertación y la rendi-ción de cuentas entre las organizaciones campesinas y el propio gobierno federal, con lo cual se incumple el mandato de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y se soslaya algo que se exigiría en cualquier sis-tema democrático.

• Cooptación del CAP, con la oposición de la mitad de sus centrales agremiadas, para respaldar y otorgar “legitimidad campesi-na” a las decisiones gubernamentales anti-campesinas, a favor de las corporaciones y la dependencia del exterior, así como para transformarlo en el brazo electoral cam-pesino del panismo (véase el reciente acto del 4 de septiembre en Morelia en apoyo a la campaña electoral de la hermana de Felipe Calderón para la gubernatura de Michoacán).

• Reclutamiento de un buen número de centrales campesinas priistas e interven-ción en la vida interna de organizaciones campesinas autónomas para dividirlas así como crear organismos filopanistas a modo, con base en sendos cañonazos de recursos públicos.

• Creación, de la noche a la mañana, de cien-tos de siglas y “organizaciones” campesinas, indígenas, de mujeres y jóvenes rurales a lo largo y ancho del país, vía acceso privilegiado y discrecional de abundantes recursos públi-cos, como brazo electoral del PAN, destacán-dose entre otras, Unimoss, la CNC panista.

• La mayor parte de los delegados federales de las dependencias con vinculación al campo no tienen perfil técnico ni de servi-dores públicos; son simplemente operado-res políticos del partido en el poder, nom-brados desde Los Pinos.

• Reconocimiento al representante de las megacorporaciones agroalimentarias mexicanas y trasnacionales –el CNA– como único interlocutor y beneficiario de

las políticas gubernamentales del sector agroalimentario.

Por su parte, la CNC se ha desempeñado en esta época de la alternancia y en especial en el periodo 2003-2011 con un discurso an-tineoliberal y antigubernamental pero en la práctica, junto con el CNA, ha apoyado y le-gitimado a los gobiernos panistas –lo mismo que su partido– que han continuado y pro-fundizado las políticas anticampesinas y de entrega de la soberanía alimentaria del país. Entre los hechos que confirman lo anterior tenemos los siguientes:

• Aprobación de la contrarreforma salinista al artículo 27 constitucional y la negociación del capítulo agropecuario del TLCAN.

• Otorgó el visto bueno en el sexenio pasa-do a la propuesta gubernamental para la desintegración de la Comisión de Segui-miento del ANC (siete representantes cam-pesinos y siete secretarios de Estado coordi-nados por el secretario de Gobernación) y para asignar el “seguimiento del ANC” al secretario de Agricultura, en ese entonces Javier Usabiaga, y al Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural.

• Asociación con Monsanto y participación activa y continuada en la campaña de di-cho monopolio trasnacional para promo-ver la siembra ilegal a escala comercial de maíz transgénico, pese haber firmado junto con la mayoría de las organizaciones cam-pesina de México el manifiesto campesino del 31 de enero de 2008 en el que se com-promete a luchar por una moratoria a la siembra de maíz transgénico.

• Participación en la aprobación de los pre-supuestos rurales enviados por el Ejecuti-vo federal, sin cambios en su orientación anticampesina y cuyos beneficiarios princi-pales han sido los agricultores comerciales del norte y las grandes corporaciones.

• Oposición junto con el CNA a que el Pro-campo tenga una mayor progresividad y beneficie mayoritariamente a los pequeños y medianos productores.

• Aprobación, junto con el CNA, del TLC con Perú siempre y cuando existan ciertos apoyos y fondos “de compensación y para la transición”.

• Ha mantenido sin cambio alguno su sub-ordinación al PRI y a sus gobernadores, desempeñándose como parte de la maqui-naria de control y de utilización político-electoral del campesinado, impidiendo el surgimiento de la ciudadanía y el ejercicio pleno de los derechos de los campesinos y campesinas, retrasando y obstaculizando el empoderamiento y la resistencia de la población rural a las políticas neoliberales.

Lo anterior no significa que la CNC sea ho-mogénea, sin contradicciones internas o que carezca de militancia y dirigentes valiosos. No significa que sea en sí misma una organización antagónica del movimiento campesino autó-nomo. Es posible aliarnos con ella en coyuntu-ras específicas como lo hicimos en las negocia-ciones del ANC y otras luchas puntuales.

La necesidad de construir un referente cam-pesino nacional autónomo y de izquierda. No habrá futuro para el campo sin un actor campesino nacional, sin un sujeto nacional, genuino, autónomo, con proyecto histórico, capaz de articular y conducir la organización y conciencia del campesinado hacia una lu-cha por el cambio del modelo neoliberal y la instauración de un nuevo paradigma agroali-mentario y rural, en el contexto de la lucha por un nuevo proyecto de nación.

En este sentido, consideramos pertinente proponer al conjunto de las organizaciones y movimientos campesinos autónomos, de carácter nacional y regional, la creación de un referente nacional campesino de izquier-da que tenga como propósito central unificar las fuerzas campesinas en torno a la lucha por el cambio del modelo neoliberal agroa-limentario y rural, y la construcción de un nuevo pacto histórico con la sociedad urba-na y el Estado mexicano.

Pensamos que la base de dicho referente po-dría estar constituida por las organizaciones de izquierda de la iniciativa El hambre no es-pera (ANEC, CCC, CIOAC, COCYP, CO-DUC, CNPA, FDCCh, UNORCA y UNTA), organizaciones del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC), que aún no participan en dicha iniciativa (AMUCSS, CNOC, MAIZ y Red Mocaf) así como otras organizaciones y movimientos importantes tales como el Barzón-ANPAP, AMAP y ANAA, entre muchísimos más.

La conmemoración del centenario de la promulgación del Plan de Ayala el 28 de no-viembre próximo podría ser ocasión propicia para proponer al campesinado y a la nación una versión actualizada del Plan campesino siglo XXI y para constituir el 10 de abril de 2012 un espacio nacional de articulación y coordinación, con respeto a las autonomías de sus integrantes, de las organizaciones y movimientos campesinos nacionales y regionales.

Es importante precisar que esta iniciativa pretende construir un escenario en el que quite al CNA y a la CNC el monopolio de la incidencia en el rumbo de las políticas públicas. Y no tendría subordinación a nin-gún partido y/o candidato presidencial de iz-quierda, si bien no sería ajena a la lucha por lograr un gobierno progresista, nacionalista y antineoliberal en las elecciones del 2012, como condición necesaria, si bien no sufi-ciente, para emprender un cambio del para-digma neoliberal en el campo, como parte de un nuevo proyecto de nación.

El campesinado no puede seguir sin cabeza. Sin ella, no habrá futuro. Director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC)

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Olegario Carrillo Meza

El presupuesto rural sufrió una brusca restructuración en los 80s, cuando fueron eliminados los sub-sidios a la producción y se desman-

telaron las instituciones de apoyo al campo. Se trató, en esencia, de un alineamiento de las políticas públicas a las directrices del Tra-tado de Libre Comercio de América del Nor-te (TLCAN) y a los dictados de organismos externos como la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacio-nal y el Banco Mundial.

Con este diseño presupuestal, se concentra-ron los recursos en sólo tres programas eje: Procampo, con el cual los apoyos se des-vincularon de la producción; Pronasol, que concentró el llamado combate a la pobreza, y Procede, al cual se asoció lo agrario. Fue-ron las llamadas tres “P” que en el sexenio de Carlos Salinas transformaron la política pública rural.

Si bien cada sexenio se habla de nuevos pro-gramas, en lo fundamental se trata sólo de cambios para identificar el presupuesto con la administración en turno. Por ejemplo, la Alianza para el Campo de la administración de Zedillo se transformó en Alianza Contigo con Fox y en Adquisición de Activos Produc-tivos con Calderón, y para responder a los cambios del secretario del ramo, ahora se denomina Programa de Inversión e Infraes-tructura Rural.

El Procampo continúa concentrando la ma-yoría de los recursos de la Secretaría de Agri-cultura, con un efecto regresivo en la po-blación rural, ya que otorga más apoyo a los productores más pudientes. Según un estu-dio del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), diez por ciento de los productores –los más grandes– concentran 45 por ciento del Procampo y 80 por ciento del Ingreso Objetivo.

El Pronasol se transformó en Solidaridad y éste en Oportunidades, manteniendo la esencia de una política de apoyos asistencia-lista, y es el programa con más recursos para el campo.

Si bien el presupuesto rural mantiene una tendencia creciente año con año a partir de 1999, y se elevó 150 por ciento al pasar de 117 mil 144 millones de pesos en 2003 a 294 mil 526 millones en 2011, los resultados no son congruentes.

Derivado de una serie de políticas que no están asociadas a metas de producción, te-nemos un considerable incremento en la dependencia alimentaria: 42 por ciento de lo que consumimos es importado, según la Auditoria Superior de la Federación.

Lo grave es que tenemos una gran ineficien-cia en el gasto público del campo. Según Luis Gómez Oliver, consultor externo de la Organi-zación de las Naciones Unidas para la Alimen-tación y la Agricultura (FAO), México ocupa el último lugar en eficiencia del gasto rural en América Latina. Es el país que más invierte y que menos resultados obtiene. Y de acuerdo con el informe del relator de las Naciones Uni-das para el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, el presupuesto rural no está dirigi-do a las zonas más marginadas, los municipios más pobres ni las regiones menos desarrolladas.

Cambiemos el modelo agroimportador de alarmante dependencia alimentaria. Pasa-mos de importar dos mil180 millones de dóla-res antes del TLCAN a 23 mil 362 millones en 2008, esto es diez veces más en sólo 15 años.

Lo grave es que si comparamos esas importa-ciones de 2008 en pesos (292 mil 25 millones) contra el presupuesto total autorizado en el Programa Especial Concurrente para el De-sarrollo Rural (PEC) para ese año (204 mil millones de pesos), resulta que éstas fueron 88 mil 25 millones superiores al presupuesto, in-cluyendo gasto en educación, administración, social, salud, laboral, financiamiento, etcéte-ra. Si realizamos la comparación sólo con el gasto productivo (17 por ciento del PEC), las importaciones fueron casi diez veces mayores.

Para 2010 la situación también fue alarman-te, cuando el PEC fue de 269 mil 79 millo-nes de pesos. De ellos, 47 mil 743 millones fueron de gasto productivo y tuvimos impor-taciones seis veces mayores a ese monto, por 263 mil 450 millones de pesos.

Nuestra propuesta principal es que para 2012 se logre un cambio estructural y cuali-tativo en el presupuesto rural, más allá de un simple incremento de montos.

1.- Es necesario reconocer el derecho consti-tucional a la alimentación en el presupuesto 2012. Ello significa la reorientación de polí-ticas, de programas y montos para atender el grave problema alimentario que vive el país.

2.- Se debe modificar la estructura programá-tica del PEC 2012 con la creación del “progra-

ma nacional de alimentación” (PNA). Sería integrado por los recursos de 13 programas del PEC que se deben fusionar y coordinar.

El PNA es una iniciativa de producción social de alimentos a nivel local, es un cambio de paradigma en torno a la producción y distri-bución de alimentos y busca resolver la gran contradicción de que en el campo se produ-cen los alimentos y ahí es donde se concentra la pobreza alimentaria, la desnutrición y el hambre. El 81 por ciento de la población rural es pobre y en el medio rural viven 20 de los 28 millones de mexicanos que padecen hambre.

Con el PNA se buscaría también reducir en 30 por ciento la dependencia alimentaria, es-tableciendo módulos de producción para el consumo local, pero sobre todo definiendo metas específicas en la aprobación del pre-supuesto rural.

El PNA reactivaría el campo y fomentaría el empleo mediante sus componentes, que son: la incorporación de un promotor alimentario por cada 20 comunidades; campañas de edu-cación alimentaria; un impulso al cambio tecnológico vía la adopción de tecnologías medias; la protección de los recursos natura-les y el ambiente, con tecnologías alternati-vas como la energía solar y cosecha de agua, y brindar opciones a los jóvenes rurales vía los módulos productivos.

3.- Contar con un presupuesto rural que se incremente en términos reales y compense la inflación esperada, llegando a un total de 318 mil 986 millones de pesos.

4.- Crear el “fondo nacional para la alimen-tación rural”, integrado con recursos no apli-cados de ejercicios anteriores o subejercicios, tanto del gobierno federal como de los fidei-comisos estatales.

5.- Crear el “instituto mexicano de la ali-mentación”, como un organismo público autónomo encargado de garantizar una ali-mentación sana, suficiente y de calidad y que permita atender las necesidades nutriciona-les de la población, como instancia encarga-da de instrumentar la reforma constitucional que reconoce el derecho a la alimentación. Esto, en congruencia con otras reformas constitucionales que propiciaron la creación de la Comisión Nacional de Derechos Hu-manos y del Instituto Federal Electoral, y la adecuación de la Comisión para la Atención y Desarrollo de los Pueblos Indios.

Es un tema nodal que los recursos públicos destinados a la atención de la pobreza dejen de ser entregados por la autoridad municipal, estatal o federal incrementando año con año su padrón, pues eso le da un carácter clien-telar y anula la eficiencia del gasto. Necesi-tamos un organismo autónomo, profesional, ajeno a los partidos políticos, con metas espe-cíficas, con padrones definidos de atención.

El instituto permitiría lograr el otro objetivo hasta ahora ignorado por la lógica guberna-mental, que es la concurrencia de recursos y programas. Lo que hay ahora es una desco-ordinación institucional y una competencia entre los diferentes niveles de gobierno.

6.- Y por último, pero no menos importante, es necesario restablecer el Programa de Re-cuperación de Tierras Ejidales y Comunales, iniciado en el 2009. Dirigente de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas y Autónomas

PATRICIA ARENDARD G M1) Lamentablemente lo que le espera al campo es el abandono debido a una polí ca entreguista

de los recursos. En el campo han crecido la pobreza, la violencia y la inseguridad. Con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se abrieron las fronteras a la importación indiscrimi-nada de maíz y frijol de Estados Unidos, lo cual ha minado la producción nacional y nos ha forzado a consumir granos de baja calidad al precio que deciden las trasna-cionales de alimentos. Y funcionarios de Agricultura y Medio Ambiente han busca-do allanar el camino a las corporaciones de transgénicos, poniendo en riesgo de contaminación por fl ujo génico la gran diversidad de maíces que alberga México. Dado que la mayor parte de la producción de maíz en México es de temporal, este cul vo será el más afectado por el cambio climá co, par cularmente en primavera-verano. Según expecta vas de los ins tu-tos Nacional de Ecología y de Inves ga-ciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, entre 2020 y 2025, las lluvias es vales disminuirán, con consecuencias nega vas para la agricultura de temporal, y sobre todo, el maíz. En las décadas posteriores al 2025, se pronos ca una mayor escasez de agua para la producción de cul vos debido a la sequía y la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, y eso ame-nazará seriamente a los cul vos de riego. Los impactos serán seguramente más se-veros en el norte y noroeste, pero habrá una presión creciente sobre los recursos de agua en todo el país.

2) Quisiera cambios radicales en el sec-tor agrícola. Defi ni vamente la respues-ta para incrementar la producción del campo no está en los transgénicos, sino en la diversidad de semillas. Inver r en una tecnología extremadamente costo-sa, como los transgénicos, que no ene ninguna capacidad para enfrentar el reto del cambio climá co, es arriesgado y poco sensato. Ninguna variedad transgénica ha sido creada con una tolerancia más alta al calor, ni tampoco a los estreses hídricos y térmicos. Requerimos adaptar la agri-cultura mexicana a las condiciones del cambio climá co, con miras a preservar la producción alimen cia y de autoconsumo en las áreas rurales. Debemos comba r la dependencia alimentaria y el hambre con una producción campesina e indígena, con polí cas públicas favorables al desarrollo sustentable, de un agro con campesinos.

3) ¿Cómo contribuir? Fortaleciendo nuestra campaña de agricultura, infor-mando y sensibilizando, tanto a produc-tores como a consumidores para formar un gran frente que exija la creación de polí cas públicas a favor de una agri-cultura sustentable basada en la bio-diversidad, que proteja los bosques y otros ecosistemas naturales, reduzca las emisiones de gases de efecto invernade-ro, promueva la salud de los suelos y el agua, use menos fer lizantes y plaguici-das, que sea libre de transgénicos, que promueva un comercio justo y la segu-ridad y soberanía alimentaria para todas y todos.

PRESUPUESTO RURAL

¿CONTINUIDAD O CAMBIOS DE FONDO?

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Luis Meneses Murillo

Como movimiento campesino e indígena, enfrentamos retos:

• Las políticas del gobierno federal, de ori-gen panista y conservador, que no mues-tran una estrategia para el desarrollo rural, ni para enfrentar el problema del hambre, mucho menos para mejorar las condicio-nes de vida de los pequeños productores y de los indígenas. Estos gobiernos no tienen meta alguna de producción de cereales, mucho menos de mejoramiento de los re-cursos naturales.

• Las posiciones de los partidos políticos que, en el caso del PRI y del PRD, consideran a las organizaciones campesinas e indí-genas como estructuras para los procesos electorales; y en el caso del PAN, como un mal necesario que hay que desaparecer, y por eso aplica políticas, desde el gobier-no federal, para fortalecer despachos de servicios y para fragmentar a las propias organizaciones.

• El fortalecimiento del movimiento cam-pesino y de las organizaciones existentes, para permanecer, consolidar sus estructuras locales y regionales y formar nuevos lideraz-gos que conduzcan al movimiento en pro de la producción de alimentos para, prime-ro, erradicar el hambre y superar la pobreza y miseria creciente en los pueblos rurales. Asimismo construir un amplio proceso de convergencia y unidad de acción, al menos con las organizaciones de izquierda.

• Revertir las políticas neoliberales, en cuyo marco se ha agudizado la pobreza en el campo; ha emigrado más de medio millón de mexicanos por año; dependemos de im-portaciones de 50 por ciento de los alimen-tos básicos; y, con la Ley Agraria de 1992, a ejidos y comunidades se les ha despojado de autonomía para controlar sus territorios, se puso en circulación mercantil las tierras rurales y se anularon todos los instrumen-tos gubernamentales para el fomento rural. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es el instrumento que condensa esta situación de dependencia alimentaria, de destrucción económica y de debilitamiento de los ejidos y comuni-dades y de los pequeños productores.

• Impulsar el fortalecimiento de las organi-zaciones y los movimientos campesinos, de mujeres, de jóvenes y de los pueblos in-dígenas, para revertir las políticas públicas que los marginan, a fin de que se convier-tan en actores principales del desarrollo en el campo.

• Construir enlaces horizontales y estructu-rales con organizaciones no gubernamen-tales (ONGs) que quieran estar al servicio del movimiento rural en México.

• Apoyar las expresiones políticas de iz-quierda, que nos conduzcan a instaurar gobiernos locales, estatales y nacional, con carácter progresista y democrático, donde la equidad y la justicia sean una realidad.

Las estadísticas reflejan el abandono que sufre el campo, debido a las políticas guber-namentales de los 28 años recientes. El 57 por ciento de la población padece pobreza y siete de cada diez de éstos viven en el campo; 28 millones de mexicanos padecen hambre y de ellos 20 millones son campesinos e in-dígenas; 40 por ciento de los niños padecen algún tipo de desnutrición; 600 mil mexi-canos emigran cada año a Estados Unidos

(EU). Actualmente importamos 12 millones de toneladas de maíz, y de lo que consumi-mos, viene del exterior 95 por ciento del frijol soya; 80 del arroz, 56 del trigo, 33 del frijol y 40 por ciento de carne de res y cerdo. De 1982 al 2009 el gasto público para el sector agropecuario disminuyó de 9.9 al o.6 por ciento del Producto Interno Bruto, y la in-versión pública, del 1.48 al 0.15 por ciento; en ese mismo lapso las importaciones agrope-cuarias, procedentes principalmente de EU, pasaron de dos mil 756 millones de dólares a 18 mil 400 millones y en 2010 la cifra esti-mada es de casi 25 mil millones de dólares.

Esto evidencia que los gobiernos federales han sido entreguistas, responsables del dete-rioro del campo, provocadores de la pobreza y miseria campesina e indígena y beneficia-dores de los grandes agricultores, agrupados en el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) y de las trasnacionales, como Cargill, la cual se beneficia año tras año con 500 millones de pesos de subsidios (en coberturas) por co-mercializar con cereales en nuestro país.

Hoy el movimiento campesino e indígena y sus organizaciones están disgregados.

En la vertiente de la izquierda se encuen-tran organizaciones que pertenecen al Consejo Nacional de Organismos Rurales y Pesqueros (Conorp); al Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc); la CNPA, UNORCA, El Barzón, la UNTA y la UCD. Asimismo, mayoría de las organizacio-nes locales y regionales que no tienen referen-te nacional, como los pueblos de la sierra y costa chica de Guerrero agrupados en torno a su organismo CRAC, de “policía comunita-ria”; organizaciones populares como la APPO y sus vertientes estatales de este movimiento (Oaxaca, Guerrero y Michoacán) y Afecta-dos Ambientales; también, los Consejos In-dígenas creados después del surgimiento del EZLN. Todos éstos son presionados, en parti-cular en momentos electorales, por los gobier-nos federal y estatales, por los diferentes par-tidos políticos, por las decisiones de alguno de sus dirigentes para ocupar cargos públicos. Tales presiones han reproducido la disgrega-ción del movimiento y limitan la capacidad de respuesta del movimiento para enfrentar a los gobiernos y los retos señalados arriba.

Ante esto proponemos impulsar un amplio movimiento de convergencia, que se base en fortalecer a cada una de las organizacio-nes existentes y a sus agrupamientos nacio-nales; que se fundamente en la organización desde los pueblos rurales; que construya pro-puestas de políticas públicas y que se atreva a implementarlas, aun cuando los gobiernos caminen en sentido contrario; que luche por cambiar los gobiernos conservadores y derechistas a partir de la defensa del sector rural, de la vida campesina e indígena, de sus territorios y recursos naturales y de la pre-servación de las semillas criollas. Un movi-miento que defienda con orgullo el producir en nuestro país los alimentos que requieren sus habitantes. Y para ello, la propuesta de estrategias es:

1.- Construir y consolidar procesos en cada organización ya existente, de fortalecimien-to de la autonomía e independencia de sus organizaciones de base en cada localidad, pueblo o comunidad. Que fortalezcan la producción de alimentos, practiquen la de-

mocracia participativa, discutan y tomen decisiones respecto de las nefastas políticas gubernamentales actuales y construyan una estrategia de amplia convergencia del mo-vimiento rural y con los pobres del país. Es decir construyamos “fuerza rural” desde las comunidades con el objetivo de cambiar el actual rumbo del país.

2.- Convocarnos como organizaciones cam-pesinas e indígenas y rurales, nacionales o regionales, a realizar eventos, foros y mo-vilizaciones, para construir un “programa nacional de los campesino e indígenas”, que oriente nuestras luchas y acciones y que ese sea el motivo para encontrarnos. Pongamos por delante los intereses y necesidades de las mujeres y hombres del campo, de los pueblos rurales, de las comunidades y pueblos indí-genas y dejemos para otro momento nuestras diferencias políticas electorales, de compe-tencia organizativa y de capacidad de gestión. La propuesta es que a más tardar el 28 de no-viembre de 2011 realicemos un gran congreso nacional rural en el que acordemos el pro-grama nacional mencionado. No se trata de fusionar organizaciones; sólo construiremos la propuesta que dé rumbo al movimiento campesino e indígena, para que todos nos fortalezcamos y para combatir las políticas de los gobiernos derechistas y conservadores.

Para iniciar la discusión proponemos los si-guientes ejes temáticos:

• Que el campo y los campesinos e indígenas sean prioridad en el desarrollo nacional.

• Impulsar una reforma rural integral y sus-tentable, que contemple: la agricultura multifuncional; creación y fortalecimiento de instrumentos comerciales, de finanzas rurales populares, de asesoría técnica y transferencia de tecnologías; una política social que enfrente la pobreza, promueva la educación, la salud y el mejoramiento de la vivienda; y una reforma jurídica que garantice la propiedad social de la tierra y de nuestros recursos naturales.

• Reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho; garantizar su autono-mía, su desarrollo propio y su cultura.

• Promover la bioseguridad alimentaria y la protección a la biodiversidad de los recursos naturales. Nos oponernos al uso de semillas transgénicas y a la producción de biocom-bustibles usando alimentos como el maíz.

• Apoyar la organización de los trabajadores migrantes y sus familias, en sus derechos laborales y humanos.

• Fortalecer y fomentar a las organizaciones campesinas e indígenas, con especial én-fasis en la integración de las mujeres y los jóvenes.

• Fortalecer la integración local, comunal, ejidal y de pueblos indígenas como espacio para crear fuerzas rurales para el cambio de rumbo del país.

• Realizar una reforma institucional bajo el diseño de nuevas entidades gubernamenta-les que se coordinen para atender al cam-po, que faciliten el acceso a los recursos públicos y que orienten sus programas al fortalecimiento de los campesino e indíge-nas, de sus pueblos rurales y de sus organi-zaciones locales, estatales y nacionales.

• Establecer un vinculo permanente y de respeto con las ONGs, académicos e inves-tigadores rurales que se comprometan con este movimiento campesino e indígena.

Ex secretario general de la UNORCA

TERCERA VÍA PARA EL MOVIMIENTO RURALCARLOS ZARCO MERA

D O M1) Hay una desatención desde hace décadas y hoy convergen factores globa-les: ambas cosas explican

la crisis rural, que es evidente. En el campo se concentra la pobreza extrema, el im-pacto de los fenómenos climá cos y la mi-gración; allí está haciendo crisis la falta de agua y de oportunidades. Veo una erosión generalizada del campo que no sólo afec-ta la erra, sino la dimensión ambiental, social y económica. Pero hoy también es un momento de gran oportunidad porque mucho de la crisis fi nanciera global tendría en el campo y en la agricultura un meca-nismo de recuperación y de estabilización. Momento de crisis, momento de oportuni-dad, para poderlo aprovechar si se enen las condiciones y las polí cas adecuadas.

2) Quisiera que el campo fuera una priori-dad para la polí ca económica del país, que fuera estratégico porque es la clave para la producción de alimentos, para enfrentar la pobreza y para avanzar en lo que hoy mira el mundo: “una economía verde baja en emisiones de gases de efecto invernade-ro”. El campo es fundamental para lograr un crecimiento sostenible e incluyente y para garan zar lo que hoy en México es ya un derecho cons tucional, el derecho a la alimentación. ¿Cómo lograrlo? En princi-pio, hay que ir fortaleciendo la capacidad produc va de los pequeños y medianos agricultores, y luego universalizar el acceso a las nuevas tecnologías, al crédito y a la capacitación, que son indispensables. Pero esto ene que ver con el desarrollo de ca-denas produc vas regionales, que garan -cen no sólo la reac vación económica del país con la creación de empleos, sino tam-bién la capacidad exportadora y comerciali-zadora, y sobre todo la soberanía alimenta-ria. También es fundamental la inversión en adaptación al cambio climá co, y la regula-ción para evitar la especulación y la vola -lidad de los precios de los alimentos. En el mundo se está hablando de que los Estados cuenten con reservas transparentes.

3) Desarrollamos una campaña global en Oxfam, se llama Crece y ene como foco principal la producción de alimentos en el mundo y la seguridad alimentaria. También estamos fi nanciando en varios estados del país el programa de organización campesi-na, con énfasis en el rol de las mujeres; el programa se orienta a diversos campos de la agricultura, del manejo sustentable de los bosques, del agua y la energía. Estamos desarrollando proyectos específi cos en co-munidades. También apoyamos con recur-sos espacios de confl uencia y discusión de organizaciones campesinas para que iden- fi quen agendas comunes, unan fuerzas en

algunos obje vos y hagan incidencia en po-lí cas públicas. Estamos realizando inves -gaciones que fortalezcan las polí cas de las mismas organizaciones para mostrar sus experiencias e incidir en polí cas públicas. Y estamos promoviendo en el ámbito legal, y en la polí ca específi ca económica, pro-puestas de mayor competencia porque la comercialización de alimentos es el sector donde hay más monopolios y por tanto me-nos competencia y quienes dictan las reglas son unas cuantas empresas. Eso afecta la seguridad alimentaria en el mundo.

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Ana Joaquina Ruiz Guerra

En términos de transparencia y ac-ceso a la información, uno de los grandes problemas que ha presen-tado el seguimiento y monitoreo

de los recursos agrícolas ha sido la inexisten-cia de un padrón único de beneficiarios. La falta de esta información impide a cualquier ciudadano, e incluso a la propia autoridad, conocer con puntualidad qué beneficiarios han recibido apoyos a lo largo del tiempo, por diferentes programas y en diferentes vías. Para el futuro de los programas agrícolas re-sultará prioritario contar con este padrón en aras de lograr la mayor transparencia, evitan-do duplicidad de la información y el mal uso de los recursos.

Este problema ha sido puesto sobre la mesa por el equipo técnico de la página web www.subsidiosalcampo.org.mx, pues, al sistemati-zar la información de los padrones de benefi-ciarios de la Secretaría de Agricultura (Sagar-pa), para colocarlos en un formato amigable a la ciudadanía, se encontraron diversas in-consistencias en los mismos. Particularmente llamaba la atención la dificultad de transpa-rentar los recursos a partir de la existencia de múltiples claves para diversos beneficiarios. Lo cual, impedía conocer si beneficiarios que parecían similares, pero diferenciados por alguna letra o alguna denominación (en caso de ser personas morales) dentro del mis-mo programa, estaban recibiendo recursos duplicados; o bien, si algunos beneficiarios recibían apoyos desde diversos programas.

La existencia de claves múltiples para un mismo productor no sólo es un problema de concentración de recursos en grandes beneficiarios, también impide a la autoridad conocer quiénes son los beneficiarios princi-pales totales de sus programas y cuáles son los beneficios en términos de productividad de esta inversión pública, y le incapacita para frenar los abusos, como el caso de funciona-rios públicos que reciben apoyos.

Así pues, es imperativo el establecimiento de un Padrón Único de Beneficiarios, que, según la obligación establecida en el Presupuesto de Egresos de la Federación (2011), debe estar listo a más tardar el 31 de diciembre de este año. Este padrón es el elemento innovador del sistema pues agrupará a los beneficiarios de 13 dependencias gubernamentales, y se de-tallarán los recursos fiscales destinados a los 11 productos básicos y estratégicos.

Desde 2007 se establecía en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) la obli-gación de establecer el Registro de Benefi-ciarios del Sector Agropecuario y Pesquero, a publicarse en la página electrónica de la Sagarpa, que incorporaría a los beneficiarios de todos los programas del Programa Espe-cial Concurrente para el Desarrollo Rural (PEC). Sin embargo, apenas en el PEF 2011 es que se materializa tal planteamiento a partir del Sistema de Rendición de Cuentas.

Según el decreto del PEF 2011, el Padrón Úni-co de Beneficiarios incorporará los siguientes elementos: clave o número de registro de bene-ficiario; región geográfica (entidad federativa, municipio y localidad); actividad productiva; ciclo agrícola; eslabón de la cadena de valor; concepto de apoyo, y monto fiscal otorgado. Cuando se trate de bienes públicos, se consi-derará beneficiario a aquellas personas con las que se concerte la realización de acciones para alcanzar los objetivos correspondientes.

El primer avance del Sistema de Rendición de Cuentas se ubica dentro de la página electróni-

ca de la Sagarpa, a partir de dar click en el vín-culo de Informes sobre el Sistema de Rendición de Cuentas. En éste, se coloca su presentación general, un apartado que explica cómo leer la información presentada, reportes gráfico-esta-dísticos, un primer avance sobre los padrones de beneficiarios y los catálogos del Sistema.

Es de destacarse el enorme avance que está haciendo la Sagarpa para concentrar en un solo padrón único a los beneficiarios de to-dos los apoyos destinados a la población del medio rural. Sin embargo, aún quedan inte-rrogantes y, esperamos, se subsanen cuando dicho padrón sea presentado en su totalidad.

Por ejemplo, sería interesante saber si se inclui-rán los nombres de los beneficiarios, y si se inte-grará la información en una sola base de datos que pueda ser consultada o si tienen que des-cargarse cada uno de los padrones (como hasta ahora, según el avance presentado). También sería importante conocer si la información per-mitirá que la clave de beneficiario sea la misma para todos los programas, o si tendrá un iden-tificador por programa, lo cual hará que sea distinta en cada caso. Sería destacable conocer también, si se hará un padrón único a partir de 2011 o se hará en retrospectiva también. Una su-gerencia más es la utilización de formatos para un procesamiento más sencillo, en lugar de co-locar la información en formatos PDF.

En términos de rendición de cuentas, tam-bién será fundamental conocer qué pasará con aquellos beneficiarios que concentran el mayor monto de recursos o quienes tengan conflicto de interés. ¿Cuáles serán las con-secuencias efectivas para establecer un claro Sistema de Rendición de Ciuentas? En fin, hay dudas, pero no podemos dejar de reco-nocer el gran avance que representará dicho padrón para el futuro del agro mexicano en términos de transparencia. Investigadora de Fundar-Centro de Análisis e Investigación, AC

JUAN ARTURO LEÓN LÓPEZA D R S

UAM-X1) A par r de la fi rma del Tratado de Libre Comer-

cio de América del Norte (TLCAN) se ge-neró una gravísima crisis social, económi-ca, produc va y medioambiental, y ahora hay una permanente confl ic vidad que se acentúa en varios momentos, como en 2007 con el encarecimiento de la tor lla, o con la helada de principios del año que –por la falta de equidad en la aplicación de subsidios al campo– generó enormes ganancias a quienes han sido benefi ciarios de esta polí ca: un puñado de producto-res de Sinaloa. Hablemos del maíz. Somos autosufi cientes en maíz blanco, con una producción de unos 20 millones de tone-ladas y un consumo de 17 millones, aun-que somos defi citarios en maíz amarillo. Pero cuando analizamos la estructura pro-duc va, vemos que la autosufi ciencia del maíz blanco ocurre porque cuatro estados de la República producen 63 por ciento del grano. Y Sinaloa solo produce el 23 por ciento del total, ene el 79 por ciento de las erras de riego para el maíz blanco y recibe el grueso de los subsidios a pesar de tener sólo 1.8 millones de las unidades de producción rural del país, del total na-cional de cuatro millones. Vemos que las polí cas para el agro, determinadas por el TLCAN, sólo favorecen a los grandes pro-ductores. La producción nacional no es apoyada, sólo la de unos cuantos. Se dice que hay 300 mil productores en México que son excedentarios, pero los subsidios sólo apoyan a cien mil, y 70 por ciento de ellos está en Sinaloa. No sé cuál sería el punto crí co de esto, sería mayor concen-tración, pero lo que hay ya es un exceso.

2) Quisiera una renegociación del TLCAN, pero eso es un sueño guajiro, pues los tra-tados son la polí ca de vanguardia del capi-tal mundial en términos de relación con la acumulación de capital. Habría que nego-ciar, y se requiere la coordinación de fuer-zas sociales que impulsen esto. Además se requiere un fomento real a la agricultura. Pudiera parecer una polí ca trasnochada, arcaica, que la agricultura fuera un factor de desarrollo, pero si uno observa la ex-periencia de la Polí ca Común Europea, es viable apostar por la autosufi ciencia alimentaria y la elevación del nivel de vida de los productores para conver rlos en ciudadanos par cipes de las ganancias, de la acumulación. Hoy la mayoría de los productores mexicanos no ene esa posi-bilidad. Ya ni se les considera productores, sino marginados o consumidores. Por eso la gran migración. Debe también haber una transformación ins tucional, para ejecutar una polí ca de Estado que de verdad bus-que mejorar las condiciones de vida y de producción de mucha gente que hoy re-siste, que está presente en la agricultura y que sobrevive por el arraigo al campo por-que no ene alterna va más que emigrar.

3) Cualquier académico, cualquier ser humano debería tener más cercanía con el campo, inves gar, aportar infor-mación, análisis y propuestas; impulsar organización, y acompañar los procesos sociales, lo cual hemos estado haciendo nosotros desde siempre.

PADRÓN ÚNICO DE

BENEFICIARIOS:

PERSPECTIVA DE LA

TRANSPARENCIA EN EL AGRO

Para el futuro de los

programas agrícolas resultará

prioritario contar con este

padrón en aras de lograr la

mayor transparencia, evitando

duplicidad de la información

y el mal uso de los recursos

ELIMINAR LOS VIEJOS VICIOS DEL CORPORATIVISMOAPUESTA DE LA CNC SI EL PRI GANA LA PRESIDENCIADe recuperar el Par do Revolucionario Ins tucional (PRI) la Presidencia de la Re-pública a par r del 2012, la Confederación Nacional Campesina (CNC) aspira a corregir errores del pasado, “dejar atrás los vicios del corpora vismo”.

Si bien esta central –nacida en 1938 e iden- fi cada históricamente como la base rural

del priismo y la fuente del voto verde clien-telar– man ene y mantendrá su fi delidad al PRI, “tendrá que haber una nueva forma de interlocución polí ca, de entendimiento con el gobierno” y lo mismo deberá ocurrir con otras estructuras, como sindicatos y grupos afi nes al PRI.

De acuerdo con Gerardo Sánchez García, quien preside la CNC desde enero de este año, “cuando regrese el PRI a los Pinos, cuando regresemos a ser gobierno, indis-cu blemente que la CNC va a conservar su independencia, su inicia va proposi- va (…) y podremos detonar algunas ex-

periencias exitosas en benefi cio de los campesinos del país. Creo que di cilmen-te podremos regresar a la etapa del

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Milton Gabriel Hernández García

El futuro de la vida campesina y de los pueblos indígenas de la Sierra Norte de Puebla se avizora incier-to. Ciudades Rurales, invasión de

maíz transgénico, disputa por la custodia de las semillas nativas y transferencia de tecno-logías para la agricultura campesina. La es-trategia de desarrollo que se instrumenta en la región para abatir la “baja productividad” implica un proceso de “modernización sus-tentable de la agricultura tradicional”.

Desde la perspectiva de los sujetos sociales de la región, nos encontramos frente a una dialéctica que se caracteriza por visiones encontradas en torno a la construcción del desarrollo. Una que promueve el desplaza-miento de la agricultura diversificada para orientarse hacia el monocultivo, promovida por las agencias externas de desarrollo. Otra que se afianza en la recuperación de los sa-beres y las tecnologías “nativas”, a partir del manejo indígena y campesino de los “recur-sos naturales” para seguir preservando la agricultura ecológica totonaca y nahua.

Es así que frente a lo que se mira como amenazas a la agrobiodiversidad regional, al territorio compartido y al modo de vida campesino, emergen propuestas desde abajo que no renuncian al pasado. Un ejemplo de ello es lo que se construye en torno a la Uni-dad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona), organización regional que a partir de una experiencia de lucha de diez años se posicio-na de cara al futuro y frente a un cúmulo de adversidades como las ya mencionadas.

En los meses recientes, producto de una serie de talleres comunitarios, así como de asambleas

locales y regionales, la Unitona ha logrado es-tructurar el proyecto “Desarrollo con autode-terminación para la vida digna de los pueblos indígenas de la Sierra Norte de Puebla”, el cual se despliega en varias dimensiones, como de-rechos indígenas, territorio, agrobiodiversidad, prevención de la violencia, cargos comunita-rios, servicios colectivos, educación comunita-ria, economía solidaria, impartición de justicia, recuperación de la memoria histórica, sistemas normativos y medicina tradicional, entre otras. A continuación se describen algunas de ellas:

En lo que respecta al impulso a la productivi-dad, las organizaciones locales que integran a la UNITONA promueven la recuperación de téc-nicas históricas de cultivo y manejo de la milpa. Esto supone la diversificación agroecológica y la asociación complementaria de cultivos, la re-cuperación, conservación y mejoramiento cam-pesino de las semillas nativas y la conservación comunitaria de suelos y agua. Además de la pro-moción de la toma de acuerdos para renunciar a la utilización de agroquímicos, se multiplican de manera vertiginosa a nivel regional los pro-cesos locales de producción de biofertilizantes, de saneamiento y limpieza de ríos, manantiales y de manejo agrosilvopastoril sustentable.

La defensa del “maíz de la vida”, definido como el fundamento de la construcción de la autonomía, es uno de los ejes sustantivos de la plataforma de lucha de la Unitona. A partir de un proceso orientado hacia la “recuperación de la espiritualidad del maíz”, la organización promueve la revaloración de la comunalidad que hasta hace unos 50 años se practicaba en la sierra en torno a la producción colectiva del maíz nativo. Esto se realiza a partir de la pues-ta en marcha de parcelas comunitarias con las distintas variedades de maíz local que los cam-pesinos han mejorado incesantemente a partir

de un proceso histórico de larga duración. La multiplicación de las Ferias Regionales del Sagrado Maíz apuntala la concientización, el intercambio campesino de semillas y sobre todo la preservación de la agrobiodiversidad regional, sustento de la seguridad alimentaria.

Articulando las dimensiones de vivienda y biodiversidad, la Unitona, con el apoyo del Centro Operacional de Vivienda y Pobla-miento, AC (Copevi), ha dedicado importan-tes esfuerzos a la promoción y edificación de “viviendas ecológicas” en distintos munici-pios que son parte de su radio de influencia. Estas viviendas se construyen con materiales y diseños arquitectónicos locales y cuentan con algunas innovaciones ecotecnológicas.

El proyecto histórico de Unitona y de otras organizaciones de la región apuntala pro-cesos de construcción de autonomía desde abajo, desde la articulación de la defensa del territorio, de la biodiversidad y de la política comunalitaria. De tal manera que esta pro-puesta de futuro que se fragua en la región parte de la recuperación de un elemento fun-damental: la memoria histórica.

Tal memoria señala que si “durante muchos soles nuestros pueblos han soportado la car-ga de ser indios, si por muchas lunas hemos estado en la oscuridad que se nos ha impues-to, sumidos en la marginación y la discrimi-nación, si nuestras flores se habían marchi-tado y nuestros cantos habían enmudecido, nuestros pueblos han dicho con firmeza: ¡ya basta! Que nuestros dioses sigan iluminando al pueblo en este camino que nos hará libres. Si con el nombre de indios nos humillaron, con ese nos levantaremos y venceremos”. Profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia

MILTON GABRIEL HERNÁNDEZ.P

A S

E N A

H (ENAH)1) Desde hace mucho empo el cam-po mexicano sufre una profunda cri-sis; ene que ver con la forma como se confi guró la relación del Estado posrevolucionario con el mundo rural, con el campesinado; décadas de polí- cas contradictorias han generado los

efectos que hoy tes fi camos. Han sido polí cas dirigidas desde el Estado sin considerar la perspec va de los suje-tos que viven en el campo, y propician desigualdad social. Hay un empobreci-miento impresionante; migración; vio-lencia; erosión de la diversidad biocul-tural, y fenómenos antes impensables, como el reclutamiento de campesinos y campesinas jóvenes y no tan jóvenes al crimen organizado y al narco. La crisis es por tanto social ambiental, cultural y produc va.

2) Quisiera que no desapareciera la for-ma de vida campesina, y parece que eso ya es mucho decir pues en la actualidad los procesos económicos empujan a la población rural a un exilio forzado por la pobreza y la violencia. Quiero un fu-turo donde haya campesinos y campe-sinas, pero no en el sen do como mu-chos los toman –como los pobres, o los sujetos a los que hay que llevarles el de-sarrollo porque son incapaces de gene-rarlo ellos mismos–. Es decir, que pue-dan seguir reproduciendo su forma de vida de una manera digna. Hoy vemos polí cas que atentan contra el modo de vida campesino, como son las ciuda-des rurales en Chiapas y en Puebla. La dispersión territorial en que viven los campesinos es asociada automá ca-mente con pobreza. Entonces se piensa que la solución para llevarles el “desa-rrollo” es concentrarlos en un núcleo poblacional compacto, con servicios, sin considerar la vinculación que enen con la erra, con sus ancestros, con los panteones, las iglesias, etcétera.

3) Desde la ENAH estamos replantean-do la discusión antropológica en tor-no a la forma de vida campesina. Hay algunos proyectos de inves gación enfocados a eso y a comprender la im-portancia del campesinado en la sobre-vivencia de la humanidad y de cara a la crisis ambiental contemporánea. Hay que seguir discu endo sobre el tema, pues a pesar de toda esta circunstan-cia adversa, persiste y resiste la forma de vida campesina. Necesitamos for-talecer también el debate en dis ntos espacios, en la agenda polí ca, en las academias, en las organizaciones so-ciales, etcétera. En la ENAH tenemos un seminario de inves gación sobre etnoecología: indagamos las formas de relación que enen los pueblos indíge-nas y campesinos con la naturaleza y nos damos cuenta no por la teoría, sino por el trabajo de campo, que evidente-mente ésta es mucho más sustentable, más racional, respecto de la visión do-minante occidental.

sierra norte de puebla

DEFENDER EL FUTURO, LA VIDA Y LA TIERRA

fortalecimiento del corpora vismo, a abdicar a ciertos derechos y a que nuestra organización pierda su independencia.

“Esta vez tenemos la oportunidad de re-defi nir polí cas públicas; modernizar a la organización, como lo estamos haciendo ahora; conservar la independencia, y sobre todo consolidar con claridad lo que debe hacerse en favor de los hombres y las muje-res del campo y donde nuestra organización ene que jugar un rol importante como pro-

tagonista de esta nueva estrategia”.

Según el dirigente –que concibe a la CNC como de izquierda y al PRI de centro-izquierda–, la Confe-deración ha interpretado “lo que nos han dicho los campesinos y campesinas a lo largo y ancho del país” y con ello, en su pasado congreso nacio-nal, en agosto, en el Estado de México, “aproba-mos ya una nueva declaración de principios, un nuevo programa de acción, nuevos estatutos y una nueva plataforma electoral campesina”. En-tonces, “tenemos claridad de lo que queremos, a dónde vamos, cuál es el rol que le corresponde ju-gar a la CNC en este proceso de transición y cómo poner de manifi esto los intereses que estamos defendiendo y que nos exige nuestra gente”.

Entre los elementos de polí ca pública para el campo que impulsa hoy la CNC, está una innovación del programa social Oportuni-dades, para “no apostar los recursos sólo a la dependencia (al asistencialismo); tene-mos que ver cómo involucramos medidas

que nos permitan generar empleo en las zonas de alta y muy alta marginación del país, y que éste a su vez nos permita rom-per con el círculo vicioso de la pobreza y la marginación.

De acuerdo con Sánchez García, se requie-re un cambio radical de la visión guberna-mental del campo. “La CNC ha reiterado la necesidad de replantear las polí cas públi-cas para el agro, en razón de la pulveriza-ción del sector primario del país y de una serie de problemas adicionales. Nos intere-sa que el sector primario pueda contribuir de manera signifi ca va al crecimiento del PIB. Ha sido un batallar constante con el gobierno desde la lucha presupuestal para darle recursos al campo, que año con año tenemos que estar lidiando y defendiendo

un proyecto diferente al que el presidente de la República nos envía”.

–Pero la visión neoliberal, tecnócrata, de desmantelamiento del aparato público de apoyo al agro, de olvido de los campesinos, viene desde gobiernos priistas, de Miguel de la Madrid y de Salinas.

–Desde luego que, como todo un sistema polí co, el mexicano se debilita, se fortale-ce y si perdimos nosotros en su oportunidad la Presidencia de la República, fue conse-cuencia de los errores, del alejamiento del par do respecto de la sociedad, a lo mejor del desgaste del propio modelo económi-co, y esto ene que ser un referente para el PRI, que le permita relanzar su propuesta y desde luego ejercer un gobierno efi ciente, moderno y que responda a los intereses que hoy está demandando la sociedad.

La CNC, dijo, busca “la planeación estratégi-ca; la par cipación decidida de los diferen-tes grupos; el rediseño de la polí ca pública; el que fortalezcamos de verdad –de carne y hueso– los diferentes órganos de decisión del sector agropecuario; que modernice-mos la toma de decisiones, que haya una corresponsabilidad entre gobierno y socie-dad. En la CNC estamos haciendo ejercicios de esta naturaleza que nos han permi do, al interior de nuestra organización, presen-tar una cara diferente y fortalecer nuestra central campesina” (Lourdes Edith Rudiño).

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Leticia López Zepeda

Después de más de 30 años de rigu-rosa aplicación de la política neo-liberal, los efectos destructivos para la agricultura campesina se

han agudizado y profundizado. La persisten-cia de la crisis alimentaria es alarmante. El alto precio de los alimentos y su volatilidad en los mercados, la especulación, la incerti-dumbre y la concentración del poder de los monopolios son una prueba de ello y ponen de manifiesto la gravosa pasividad de un Es-tado que se muestra débil y sin rumbo.

De igual manera, en nuestro país los mode-los hegemónicos de organización campesina que han sobrevivido gracias a prácticas pater-nalistas y clientelares demuestran que están agotados y sin perspectiva al no ser capaces de dar respuesta a la crisis alimentaria y a las necesidades del sector rural. Estos modelos reproducen el autoritarismo y el caudillismo, la pasividad y la dependencia, el individualis-mo, un ambiente de corrupción y, por ende, la erosión de valores, en detrimento de es-trategias organizadas, colectivas y solidarias.

En un contexto de desatención de la organi-zación campesina y de sobrevaloración de los agentes privados como motores del desarrollo, no es de extrañar que las políticas públicas hayan minimizado casi por completo el tema de la educación rural. No sólo hay carencia de presupuesto, sino también de contenidos y propuesta, porque no hay interés en promover el desarrollo de capacidades de los campesi-nos y sus organizaciones, pues sencillamente su desarrollo no es compatible con los intere-ses de los agentes privados del mercado.

La organización campesina como sujeto-ac-tor para enfrentar y superar la crisis, y como promotora del desarrollo rural, se abre paso frente al fracaso de las políticas neoliberales en lo productivo, social y ambiental. Esta si-tuación representa una enorme oportunidad para organizaciones como la Asociación Na-cional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), con mode-los alternativos, autónomos y autogestivos de organización local, regional y estatal que han demostrado el potencial productivo, social y ambiental y con propuestas innovadoras.

Como parte de una estrategia de superviven-cia campesina, la ANEC se propone en su misión “representar los intereses de peque-ños y medianos productores, principalmente de granos básicos, por medio del fomento a la organización autogestiva y la gobernabili-dad campesina, así como del desarrollo de estrategias productivas, comerciales, finan-cieras, de diversificación productiva, agrega-ción de valor y de mejoramiento de la cali-dad de vida, y de la promoción de políticas públicas para la revalorización de la agricul-tura campesina, la soberanía alimentaria y la equidad. La organización campesina, para superar los problemas estructurales.”

Para este fin, el tema educativo está íntima-mente relacionado con la historia y misión de la ANEC y sus estrategias y programas de trabajo. A contracorriente de la visión estatal, el derecho a la educación ha sido una de las propuestas y por ello, desde los orígenes de la Asociación, se han puesto en marcha planes

de capacitación, asesoría y acompañamiento para el desarrollo de capacidades locales direc-tivas, técnicas y gerenciales de sus asociados.

Sin embargo, los diversos problemas que hoy enfrentan las organizaciones en su capacidad para tomar decisiones democráticas y adecua-das, en el control de sus procesos productivos y en la sostenibilidad social y económica, plantean nuevos paradigmas de enfoque y contenido pedagógico. Los problemas de go-bernabilidad han obligado a las organizacio-nes a revisar y replantear sus valores esencia-les. Para ello se ha discutido por largo tiempo y en todos los niveles un Decálogo ANEC, en el que se expresan los valores que deben regir la vida de la organización, acompañado de un código de prácticas de buen gobierno.

“La mayor dificultad a superar se encuen-tra en la capacidad interna de la ANEC para el fortalecimiento de la gobernabili-dad campesina con equidad a todos los ni-veles, el ejercicio interno de la transparencia y rendición de cuentas, el desarrollo de una nueva generación de dirigentes, gerentes y técnicos, el crecimiento con calidad de su membresía. En particular mujeres y jóvenes, así como el alineamiento de todas sus estrate-gias e iniciativas nacionales a la misión, mo-delo organizativo y plan quinquenal ANEC”, dice el Plan estratégico ANEC 2011-2015.

El desarrollo de capacidades locales de diri-gentes, socios y socias en todos los ámbitos de interés de las organizaciones locales, y la forma-ción de una nueva generación de dirigentes y técnicos que incluya mujeres y jóvenes compro-metidos con los valores de la democracia, la so-lidaridad, la equidad de género y generacional, la transparencia y la rendición de cuentas, son

hoy una prioridad. Asimismo se revisan los pro-cedimientos y prácticas de ejercicio de la gober-nabilidad en los diferentes órganos de gobierno.

Los planes educativos son sustanciales en la promoción de prácticas de una agricultura sostenible, diversificada y con agregación de valor, con una visión de desarrollo integral, incluyente, territorial y comunitario y en la construcción de relaciones de mercados lo-cales y regionales alternativos.

Parte de este proceso es la formación de téc-nicos y asesores con un enfoque distinto al de la educación tradicional, que se basa en la “transferencia” de términos y técnicas de maestro a alumno. Incluso es necesario rom-per también con la relación que se establece

entre el técnico (asesor) y los sujetos sociales, ya que observamos con frecuencia una con-centración de poder por quien tiene la “pose-sión” del conocimiento y el resultado ha sido que los equipos técnicos y gerenciales son los que terminan tomando las decisiones.

Los equipos técnicos deben estar al servi-cio de la organización y ser gobernados por ésta, cumpliendo su papel de asesores, facili-tadores y animadores que se incorporan a un proceso organizado de construcción de capa-cidades, y sus conocimientos deben estar al servicio de los sujetos-actores y de sus estrate-gias organizativas para lograr la autonomía y el poder de sus decisiones en forma colectiva, colegiada y democrática.

Para lograr pasar del sujeto adiestrado al ser pensante, crítico, dinámico y autogestivo capaz de transformar conscientemente su realidad, es necesario modificar las formas de enseñanza-aprendizaje. Es indispensable reconocer los conocimientos, habilidades y sistema de valores existentes en los actores sociales y, por medio de nuevas técnicas di-dácticas que combinen práctica y teoría, ha-cer del espacio organizativo un laboratorio de incursión a nuevos conocimientos donde el alumno es el centro, el actor y el sujeto del aprendizaje y el instructor como facilitador y acompañante comprometido. Se entiende que la reconstrucción del tejido social atra-viesa por el acceso a la educación. Coordinadora de Organización y Formación de la ANEC [email protected]

EDUCACIÓN, FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN CAMPESINA: LA EXPERIENCIA DE ANECSERGIO COBO

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M1.- La baja inversión en

el campo, y el modelo rural neoliberal, más centrado en los monocul vos y en los agronegocios, han llevado al campo a una crisis, y estamos en el punto más di cil, donde no se sabe si hay retorno, por la depredación del medio ambiente, y de la economía campesina, que carece de apoyos. Y hay factores que está des-pres giando al trabajo campesino, como es el propio proyecto educa vo. Eso pre-ocupa, pues cuando la gente deja algo es di cil que lo vuelva a retomar. Nos esta-mos encaminando a una dependencia alimentaria. No creo que los principaels afectados, los grupos campesinos, se vayan a levantar, aunque hay condicio-nes obje vas para ello. Pero sí creo que nos encaminamos hacia una polarización cada vez más peligrosa: por un lado los grupos de poder económico, polí co y social, y por otro, grupos de “mayorías minoritarias”. Me explico: aunque la ma-yoría de familias campesinas están afec-tadas, en realidad es una minoría la que está buscando alterna vas. Esto puede conducir al etnocidio o a una sumisión total al sistema que nos están imponien-do. La perspec va es terrible.

2.- Quisiera que hubiera un cambio de mentalidad de los grupos que toman las decisiones polí cas, de ver con otros ojos al campo, a los indígenas; que no los vean como fl ojos que no saben trabajar la erra, cuando casi un millón al año migra a buscar trabajo en donde sea. Se requiere una polí ca similar a la de Bra-sil donde se ve al campo de manera di-ferenciada. Tienen programas diversos: aunque hay proyectos neoliberales (con monocul vos, por ejemplo en el nor-te), también hay trabajo muy efec vo que fortalece a la economía campesina. Debe abandonarse ese juego absurdo del Procampo, de Oportunidades, que nada más man enen un clientelismo y empobrecen a la gente. Se requieren in-versiones de largo plazo que rescaten la economía campesina, que implica a mu-chas regiones de México, de América La- na, del sur, en general del mundo. Hay

experiencias campesinas, sustentables, que demuestran que se puede producir mejor, más sano y más económico, pero, cito la Biblia: estos señores enen ojos que no ven y enen oídos y no oyen. Hay que apoyar a las organizaciones autoges- vas, que cuidan el medio ambiente. El

problema es que cuando empiezan a sur-gir, las hos gan, las quieren corromper con dádivas o las quieren cooptar grupos polí cos.

3.- Acompañar en el sen do más pleno a los grupos campesinos e indígenas que están luchando por mantener y mejorar su economía. Hay muchos esfuerzos, muchos fracasos y avances. Como pro-motores comunitarios debemos estar con ellos, apoyar y revalorar su cosmo-visión indígena que es ecológica, pues consideran sagrada a la madre erra y respetan los recursos.

No sólo hay carencia de

presupuesto, sino también de

contenidos y propuesta, porque

no hay interés en promover el

desarrollo de capacidades de los

campesinos y sus organizaciones,

pues sencillamente su desarrollo

no es compatible con los intereses

de los agentes privados del mercado

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Sonia Comboni Salinas y José Manuel Juárez Núñez

El sistema educativo nacional se man-tiene inamovible en su misión ho-mogeneizadora, occidentalizante y castellanizadora, desconociendo la

estructura heterogénea del país y por lo tanto profundizando las contradicciones frente a las requisitos de construcción de una educación de calidad, culturalmente pertinente y ade-cuada a las necesidades que surgen desde terri-torios distintos en un horizonte de diversidad cultural, étnica y lingüísticamente diferentes.

En este panorama existen dos tipos de pro-puestas educativas: una que se basa en cómo las culturas entienden su mundo y su incorpora-ción al ritmo de sus necesidades, y otra que se da por la vía de la imposición de una cultura ajena que promueve el Estado y violenta las formas de vida. Esta última domina el panorama educati-vo nacional por medio del cual se ha desplaza-do a los indígenas de sus proyectos de vida, con la imposición del pensamiento occidental que se asume como modelo único civilizatorio.

La escuela en el mundo mixe se visualiza como un espacio de disputas y tensiones por los sentidos y contenidos de su enseñanza frente a la vocación civilizatoria y castella-nizante de la educación oficial que entra en contradicción con la percepción de una edu-cación integral comunitaria para la vida bajo la pedagogía del aprender haciendo.

La construcción de este proyecto educativo se basa en la comprensión de la intercultura-lidad como el diálogo horizontal y equivalen-te entre culturas. No se trata de la imposición de ciertas concepciones y prácticas enmasca-radas en la naturalización de una forma de ver y saber en el mundo. La interculturalidad se genera en una relación equivalente y ho-rizontal, empezando por reconocer la condi-ción cultural de igualdad de oportunidades frente a los otros, buscando la comprensión y el respeto de las diferencias en un proce-so de mutuas construcciones de un espacio diferencial reorganizado y caracterizado por tensiones y acuerdos dialógicos en el tiempo.

La interculturalidad es algo que se cons-truye cada día por voluntad de las personas y de la sociedad entera.

En el campo de la educación, la intercultura-lidad debe construirse desde lo local, desde las perspectivas simbólicas y cognitivas de los pro-pios pueblos, desde sus mundos de vida y cos-mogonías. Lo que implica hacerse cargo de la pluralidad cultural y lingüística del país con el fin de aprovecharlas como recurso pedagógico.

No se ha aceptado aún por las políticas públi-cas, ni por los diversos niveles de gobierno, una educación para los indígenas que emerja de su historia y de sus formas de vida y cultura, a fin de resolver las asimetrías caracterizadas por la exclusión, la negación y la invisibilidad. No se ha reconocido aún que para los indígenas es estratégica la educación porque con ella apun-tan a reconstruir retrospectivamente un pasa-do ajustado a las necesidades de un presente.

Para los mixes, el referente del potencial de todo individuo es un concepto poco desarrollado que se denomina Wejën Ka-jën. Se supone que la energía está dentro del ser, pero se requiere del impulso educativo para que esa fuerza se potencie y el individuo empiece a caminar solo. De ahí viene su im-portancia en la escuela mixe porque implica vivir, ser, hacer y aprender. Wejën significa despabilar, despertar; kajën quiere decir des-enredar o desenvolver algo. La escuela, para los mixes, debiera servir de espacio de re-flexión y de análisis sobre la vida en comuni-dad. Las partes que conforman este concep-to son las prácticas que marcan la identidad de la persona en el ambiente comunitario,

como son el trabajo organizado, el respeto a la madre tierra, y la interrelación social.

La idea de educación mixe integra el apren-dizaje que el individuo adquiere en familia y comunidad y lo complementa con el proce-so de formación escolar nacional. Juntando ambos, se busca una educación integral que contemple al individuo como sujeto y como miembro de la comunidad.

Para los mixes, el Wejen Kajën es un proceso complejo de las formas de vida que se cons-truyen desde que el individuo nace, y están relacionadas con las dualidades fundantes y que atraviesan su cotidianidad y cosmogonía: tierra-vida (näxwiiny-jujkäjtën), trabajo-tequio (tunmujkën-amukkë tunk), humano-pueblo (käjp jää`y-äjtën), tres vertientes en las que se forma el individuo. En la reflexión en torno a su realidad emerge la estructura educativa del pueblo que da vida a una forma pedagógica.

Esta concepción de educación, según los mixes, se contrapone a la formación en la escuela oficial. En la cosmogonía mixe no existe la escuela institucionalizada porque el humano-pueblo se forma en la vida cotidiana dando soluciones inmediatas a los problemas complejos, favoreciendo el vivir la vida plena.

Dicen los mixes, “la educación que nosotros tenemos es la que enseña a nuestros hijos el deber del trabajo que beneficia a todos desde la más tierna edad”. En la propuesta mixe, la familia y la comunidad son el corazón del proceso educativo, ya que, por medio de la comunicación, la observación, las relaciones personales, el ejemplo y la participación acti-va, es que los individuos aprenden.

Los jóvenes indígenas aprenden haciendo; sus experiencias son extraídas de la realidad y de esa manera aprenden en la práctica. Aprender haciendo y aprender de la expe-riencia es el eje de la pedagogía mixe. Así cada una de las acciones se construye-re-construye e incorpora por medio de la expe-riencia directa y de esa manera se asegura la continuidad del saber cultural y el apego al territorio así como la identidad compartida.

Para los mixes, aprender haciendo es un acto creativo y productivo, no contemplativo: asumirse como actores de un proceso social; tomar conciencia de que se es parte de una historia: de un territorio con ciertas particu-laridades propias, permite la transmisión, re-construcción y reproducción de esa cultura, historia y cosmogonía. Profesores investigadores de la UAM-Xochimilco, Departamento de Relaciones Sociales. [email protected], [email protected]

EL DISCURSO EDUCATIVO MIXEUN PROYECTO EN CONSTRUCCIÓN FERNANDO CELIS CALLEJAS

A C N O C (CNOC)

1) Los precios agrícolas estuvieron de-primidos en 200-2005, después de eso ha habido una tendencia al alza, y los buenos precios hoy deberían apro-vecharse en México para fomentar la producción de alimentos básicos y garan zar así que se tenga un abasto importante con producción nacional. El riesgo que hay es que, si se presenta una mayor recesión económica a es-cala mundial, ligada a especulación en los mercados fi nancieros, habrá mucha incer dumbre en el comercio y los pre-cios internacionales de materias primas alimentarias. El año próximo podríamos vivir esto, por eso hay que fortalecer la producción interna.

2) La población urbana y los que traba-jan en la industria y los servicios han desvalorizado la producción campesi-na. La gente quiere productos baratos y eso ha sido aprovechado por la gran industria para vender comida chatarra. Eso es una gran tragedia para México y para cualquier país en una situación así y es una tragedia para los campesinos, cuya labor es un aporte muy impor-tante. Esperaría que haya un regreso de la población mayoritaria, que hoy es urbana, a demandar y comprar más directamente los productos del campo, y que éstos sean cul vados en condicio-nes ecológicas, que sean sanos. Lograr esto depende mucho del trabajo que hagan los campesinos y las organizacio-nes para tener una oferta de estos pro-ductos. Pero también es necesario que el gobierno aplique una polí ca amplia de no privilegiar la comida chatarra, por medio de mecanismos de e quetación y fomento a la producción de pequeña y mediana escala. En par cular para la cafi cultura, hay mucha especulación e incer dumbre. Estamos viviendo ac-tualmente un segundo ciclo anual con-secu vo de buenos precios, pero esto deriva en sobreproducción y luego des-plome de los precios. Los productores quisieran más cer dumbre en los pre-cios que reciben y esto se lograría por medio de acuerdos de regulación con los demás países oferentes del po de café que vende México, de variedad arábiga. Con certeza, la producción podría aumentar, pero sobre todo de-beríamos alentar el consumo interno. En una década deberíamos llegar a un consumo de 4.5 millones de sacos (de 60 kilos cada uno), en comparación con 2.2 millones actuales.

3) Debemos aprovechar las experien-cias de las décadas recientes de orga-nización campesina para dar un salto cualita vo y tener estrategias más adecuadas para fortalecer a las or-ganizaciones, y promover una nueva cultura democrá ca y organiza va en el campo y que eso contribuya a una sociedad más democrá ca y más justa en el país.

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Todos sus compañeros y amigos del CONOC lamentamos el sentido fallecimiento de

Guillermina Suárez Carrera, madre y hermana insustituible. Sabemos que atraviesan por un momento muy difícil y queremos expresarles

nuestro apoyo y solidaridad incondicionales para superarlo. Les enviamos un sincero abrazo.

A Enrique Pérez y Víctor Suárez

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Lorena Paz Paredes

Milpas abandonadas, animales sueltos en el monte, casas soli-tarias y comunidades desiertas, así se ve hoy la sierra petatleca,

un lugar donde las amenazas, la inseguridad y la muerte se han vuelto cosa de todos los días.

“En Barranca del Bálsamo –cuenta Delia– había 20 familias y se fueron 17. En El Para-zal, un poblado donde vivían 25 familias, hoy sólo se ve a tres… que ganas de irse no les fal-tan, pero no tienen dónde, no tienen cómo”.

“Antes eran cuatro pero ya sólo una familia está en Parotitas –se lamenta María–. Y más arriba en un caserío de nombre El Zapotillal, cinco familias dejaron todo y se fueron. Ni un alma quedó en el Guamilón, ni en la Florida, ni en otros caseríos de por acá… Si una pasa por ahí, nada se oye… sólo el chiflido del viento”.

La cuenca de Petatlán empezó a despoblarse desde principios de este año, cuando la vio-lencia del narco se ensañó en lugares como La Morena, de la cuenca del río Coyuquilla, y La Laguna, del vecino municipio de Co-yuca de Catalán, hacia el Filo Mayor de la Sierra Madre del Sur.

En la serranía se respira temor. Hay zozo-bra en los que se quedan y desesperanza en los que se van. No es que antes estuvieran bien, pero hoy los petatlecos viven en una pesadilla que ya se prolonga por más de seis meses. Las pasajeras que conectaban la ca-becera municipal con los poblados serranos suspendieron los acostumbrados dos o tres viajes a la semana y ahora únicamente suben de vez en cuando. Los que no quisieron o no pudieron salir, están aislados. “Solos con su espanto”, me dicen.

María explica que la gente se sale porque tiene miedo de que la maten: “Les avisan, nomás, que si se quedan se mueren y apenas tres días les dan para que se retiren. Se va la familia completa, antes se iban los hom-bres pero ora salen todos. Muchos llegan a la cabecera municipal, y si tienen parientes en otros estados –en Jalisco o en Veracruz–, pues para allá agarran camino”.

“La delincuencia que se ha regado por todas las comunidades –dice Delia– nos afecta mucho a nosotras las mujeres y también echa para atrás el trabajo que veníamos haciendo por cuidar el medio ambiente y cultivar alimentos sanos”.

“Yo me traje de Barranca mis 13 gallinas –cuenta María–, pero acá en Petatlán se me fueron muriendo y ya no tengo nada. Esta-mos con un familiar yo y mis hijos y mi ma-rido, que orita somos nomás siete”.

“Las familias que salen huyendo de la sierra y llegan a la cabecera municipal de Petatlán –dice Delia– viven arrimados o en casas prestadas. A veces rentan con el dinero que sacaron vendien-do sus animales antes de venirse. Y así se van aca-bando sus ahorros. ¿Que irán a hacer cuando ya no tengan? A los niños los sacaron de la escuela y perdieron sus clases…Y no hay dinero porque no hay trabajo. Pero además ¿qué pueden hacer aquí en la ciudad si son campesinos...?

“Tener que salir a fuerzas de la comunidad a todos nos duele... Pero yo creo que el mu-jerío sufre más que los hombres –continúa Delia–, porque ellas son las que se preocu-pan de que los hijos coman. Ellas, que siem-pre están viendo cómo se las arreglan para la comida del diario, ¿qué pueden hacer le-jos de su casa? Allá tienen sus gallinas, sus puercos, su maíz, su verdura… su comida de ellas ¿Qué van a hacer si vienen a un pueblo que no conocen, donde tienen que comprar todo, hasta el agua. Y luego, sin dinero...”

Pregunta Delia: “No hay autoridad que apoye… ¿qué hace el gobierno?”, y respon-de María: “A la autoridad municipal no le in-teresa. Ni se dan por enterados los del gobier-no… Pero bien que saben, bien que saben”.

El desplazamiento de tantas familias, “arri-madas en un lugar que no conocemos y don-de no sabemos hasta cuándo nos aguanten”, como dice María, trajo desconsuelo y va a traer hambre.

“Como estamos en una crisis de alimenta-ción, el maíz se escasea y todo está muy caro. En Petatlán el grano vale siete pesos el kilo y la tortilla 14. Y ya no nos queda dinero…”, se lamenta María.

“Me da tristeza –reflexiona Delia– que noso-tras en las comunidades trabajamos mucho para que la gente campesina cultive lo que se come, en vez de comprarlo. Y con esta violen-cia se nos está yendo para atrás lo que había-mos avanzado… Da harta muina que no nos dejen trabajar... La milpa se va a quedar tirada, se va a perder el frijolar, los arrozales... Se viene el hambre. Ya nos llegó la hora del hambre”.

Los jóvenes de esta región –como los de otras zonas rurales de México– de por sí emi-graban bastante. Pero ahora es peor. “Es que, como están la cosas, ellos no tienen futuro –dice Delia–. Huyen de la violencia en la sie-rra y en la cabecera no hay en qué trabajar. Por eso muchos agarran camino a Estados Unidos... Si son casados dejan a la mujer con sus niños, a ver cómo ellas le hacen mientras empiezan a mandar dinero. Así es su vida”.

Hace ya tiempo que la violencia se avecindó en la sierra, pero aun así Delia y María dicen que no todo es desgracia. “Aunque las cosas están feas orita, sí ha habido mucho cambio por acá –dice Delia–. Por nuestro trabajo las mujeres ya se defienden, ya conocen sus derechos. Yen los pueblos de la sierra ya comíamos mejor: tenía-mos las hortalizas, volvíamos a sembrar arroz, costumbre que se había perdido. Porque los es-combrábamos, ya estaban limpios los arroyos…”

“No sé si el futuro será peor… Quiera que no. Tengo esperanzas de que el gobierno tome cartas en el asunto…”, dice María.

“No es que, a ver si quiere, es que es su obli-gación de él… –explica Delia–. El gobierno debe apoyar a las familias desplazadas, ayudar a que los niños vuelvan a la escuela, a que la gente tenga dónde vivir, qué comer… Pero lo que más queremos es regresar. Porque traba-jando en nuestras comunidades, aunque este-mos pobres, podemos vivir. Pero así ¿cómo ha-cemos? Aquí no se puede trabajar y nomás nos hacemos aún más pobres de lo que ya éramos”.

“Yo quisiera un futuro donde no haya tan-ta delincuencia –dice María– Un futuro sin violencia, sin tanta pobreza, sin tanta discri-minación a las mujeres…”

“Que viviéramos mejor, pues… Que ya no nos quiten, aunque no nos den”, remata Delia.

Y ya encarrerada, echa a andar la imagina-ción: “Mi sueño es que la gente del campo siga sembrando sus milpas, que sepa sobrevi-vir de lo propio que produce, que no vuelva a dejar el arroz que aquí se crió, que no de-penda de los mercados… Un futuro donde la gente despierte, reconozca sus derechos, y ya no se deje embaucar con los programas de un gobierno que no se fija en el bienestar de los pueblos, sino en sus campañas electoreras… Queremos que la gente defienda su patrimo-nio, su maíz, las costumbres que tenemos, y que no caiga en las redes de los políticos…

“Para los jóvenes –sueña Delia– me gustaría un futuro donde estudiaran o pudieran traba-jar. Porque orita no hay cómo. Y si no estudian, no trabajan… ¿que hacen?... Pues se meten a lo que se les hace más fácil, a lo que los invitan…”

“Si esta violencia acaba vamos a regresar al campo. Las familias desplazadas traemos ese pensamiento, de que el espanto pase… Varias mujeres me lo dicen: que esto se va a acabar y vamos a volver a nuestros ranchos en paz… Esa es la ilusión que trae la gente: cerrar los ojos y que pare la violencia… Pero quién sabe…” Instituto Maya

Evento: IX Encuentro Nacional de Escuelas Campesinas. Organiza: Varios. Fecha: Del 22 al 24 de sep-tiembre de 2011. Hora: 09:00 horas. Lugar: Inauguración en Chapingo. Informes: UACh: Bernardino Mata García [email protected] / Ma-ría Virginia González Santiago [email protected] Tel: 01 5959521500 ext. 5627 y 5309. Comi-té Organizador Local: Rebeca López Reyes (Coodireción CENTLI) [email protected] / Juan Ma-cedas Jiménez (CENTLI) [email protected] Tel: 5979755287 Red Origen Volcanes: Mayahuel Herrera López [email protected]

Documental: Mind Bomb (40 años en la historia de Greenpeace – 40 años Ambientando el Planeta). Or-ganiza: Greenpeace México. Fecha: 26 de septiembre de 2011. Lugar: Cineteca Nacional (Av. México – Co-yoacán 389). Hora: 18:30 horas. Do-nativo: A partir de 100 pesos (Boletos disponibles en Greenpeace México). Informes: www.greenpeace.org.mx / 56879595 exts. 109, 228 y 230 / 01800 024 0474 y 01800 877 8080.

Evento: Foro Nacional sobre Orga-nismos Genéticamente Modifi ca-dos en la agricultura 2011. Organi-za: Senasica. Fecha: 29 y 30 de sep-tiembre de 2011. Hora: 09:00 horas. Lugar: Hotel Fiesta Inn, ubicado en Avenida Prolongación Anillo Circun-valación Sur Num. 248 Fracciona-miento Santa Elena, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Informes: http://www.senasica.gob.mx/default.asp?id=1777

Evento: Foro – Tianguis Alterna-tivo de la Ciudad de México. Orga-niza: Colectivo Tejiendo Redes entre el Campo y la Ciudad. Hora: 10:00 a 17:00 horas. Fechas: 25 de septiembre y 9 de octubre de 2011. Lugar: Zoo-lógico de los Coyotes, localizado en Av. Escuela Naval Militar, esquina con Calzada de la Virgen, Colonia Ex-Ejido San Pablo Tepetlapa, Delegación Co-yoacán. Informes: Luis Eduardo Pérez llamas <[email protected]

Revista: UANDAKUA, La Voz de las Organizaciones. Editor: Consejo Consultivo de Organizaciones Cam-pesinas de Michoacán (Cococam). Contacto: [email protected]

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CAMPESINAS DE PETATLÁN HABLAN

DEL PRESENTE Y DEL FUTURO

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María Luisa Albores González

Para hablar del futuro de los jóvenes que viven en el campo mexicano, es per-tinente preguntarnos ¿qué está pasan-do con ellos? Partamos de que son la

generación de Oportunidades, pero no porque el sistema les ofrezca oportunidades adecuadas, sino porque son el resultado de uno de los pro-gramas gubernamentales más exitosos en los últimos tres sexenios. Recordemos que inició con Ernesto Zedillo bajo el nombre de Progresa y ha crecido posteriormente. Quienes vivimos en las zonas rurales percibimos que este progra-ma ha dado buenos resultados en cuanto a jalar votos y desarraigar a los jóvenes de las comu-nidades campesinas. No ha sucedido lo mismo con el fin para el que se nos dijo que había sido creado: disminuir o acabar con la pobreza.

Los padres de esta nueva generación son campesinos que en su mayoría sólo aprendie-ron a leer, a escribir y hacer cuentas. Sin em-bargo, se han preocupado porque sus hijos sí tengan acceso a lo que ellos no pudieron te-ner y le han apostado a Oportunidades para que por lo menos concluyan el bachillerato. De esta manera los jóvenes han adquirido conocimientos “científicos” para brincar a las universidades y manejan herramientas tecnológicas (computadora, internet, chat, facebook...) que les permiten estar informa-dos. Pero han dejado de asimilar los cono-

cimientos tradicionales y de utilizar las he-rramientas necesarias para cultivar la tierra.

Lamentablemente cerca de 80 por ciento de estos jóvenes no pueden acceder a los es-tudios universitarios, por lo que, en el mejor de los casos, se han visto obligados a emigrar hacia las grandes ciudades o Estados Unidos, al no encontrar fuentes de empleo en sus propias regiones; en el peor de los casos, han optado por engrosar las filas del ejército o de los carteles del narcotráfico y la extorsión.

En pocas palabras, el sistema educativo formal los encamina a ser migrantes consumidores y ya no productores de alimentos, a ser carne de cañón y ya no sujetos de su propio desarrollo.

Ante esta triste realidad, quienes vivimos en el campo, sobre todo quienes estamos organizados, tenemos la responsabilidad de arraigar a nuestros jóvenes a la tierra que los vio nacer, fomentando en ellos su sentido de pertenencia y permanencia, así como ofre-cerles un mejor futuro apoyándolos con la generación de fuentes de empleo.

Menciono aquí lo que hemos estado hacien-do desde nuestra trinchera: la Cooperativa Tosepan Titataniske, que tiene su sede en Cuetzalan, Puebla. Cuando cumplimos 25 años de trabajo organizado, nos planteamos la estrategia de brindar oportunidades a nues-

tros jóvenes. Una de las primeras acciones fue permitirles el acceso a las responsabilidades de dirección de la cooperativa. Estamos haciendo realidad el relevo generacional, al incorporar a los jóvenes a nuestro consejo de administración.

Más adelante apoyamos a nuestros jóvenes a encontrar alternativas de arraigo y empleo por medio de la constitución de tres nuevas cooperativas: Tosepankali, que ofrece servi-cios de ecoturismo; Tosepan Ojtasentikitini, que preserva y transforma el bambú, y Tose-pantomin, que ofrece servicios financieros.

Tosepankali inició con tres mujeres jóvenesy hoy está constituida por 27 socios (14 mucha-chas y 13 muchachos) que dirigen, administran y ejecutan todas las acciones para garantizar a los visitantes un turismo que respeta la cultu-ra y el medio ambiente de la región. Tosepan Ojtasentikitini está integrada por 15 jóvenes que acopian, preservan y transforman el bam-bú en cabañas, muebles y artesanías. Y Tose-pantomin da empleo a más de 40 jóvenes que se dedican a la promoción de la cultura del aho-rro, del pago y del seguro entre nuestros socios. A todos estos jóvenes, que ya lograron terminar el bachillerato, se les brinda la oportunidad de seguir estudiando en alguna universidad con el compromiso de regresar a su comunidad o a su organización para que contribuyan a construir el futuro deseado para la región.

La Cooperativa Tosepan Titataniske, junto con otras organizaciones sociales, el ayunta-miento de Cuetzalan, el Centro Universita-rio para la Prevención de Desastres Regiona-les (Cupreder) de la Universidad Autónoma de Puebla y la población del municipio, nos dimos a la tarea de diseñar y aprobar el Orde-namiento Territorial Integral del Municipio de Cuetzalan. Este Ordenamiento establece los lineamientos que deberán seguirse para preservar la cultura, para aprovechar los re-cursos naturales, para “producir conservan-do y conservar produciendo” y para ofrecer servicios turísticos sin deterioro del medio ambiente.

El comité técnico del Ordenamiento invitó a jóvenes estudiantes de ocho bachilleratos del municipio a incorporarse a los trabajos. Ellos aceptaron la invitación y decidieron con-vertirse en promotores del Ordenamiento. Cuarenta constituyeron el Comité Juvenil del Ordenamiento de Cuetzalan “Tajpianij” (palabra náhuatl que significa “guardianes”). Este comité se constituyó en marzo de 2011 y de inmediato se puso a trabajar.

Entre las acciones más relevantes que ha he-cho destacan la elaboración de un programa de trabajo para cada uno de los bachillera-tos; la convocatoria a la brigada de limpieza “Cuetzalan limpio”, que involucró a otras escuelas (secundarias y primarias), a organiza-ciones campesinas y sociales, a la presidencia municipal y al comité técnico del Ordena-miento, y la iniciativa de un foro para dar a conocer las actividades que ha realizado y pre-miar a las escuelas ganadoras de los concursos de dibujo, cuento, fotografía, videos y carteles con el tema del cuidado del medio ambiente.

Los “Tajpianij” siguen en acción: han diseña-do su propio blog, se comunican vía el facebo-ok para compartir sus trabajos comunitarios y realizan campañas de concientización en las diferentes escuelas del municipio. En un futu-ro próximo se espera que estos “guardianes del Ordenamiento” sean quienes se inscriban en la licenciatura de Territorio y Bioculturalidad que pondrá en marcha la UAP y en cuyo diseño han estado participando personalidades del mundo académico como Víctor Manuel Toledo, Ec-kart Boege y Andrés Barrera Basols. De esta licenciatura egresarán los futuros diseñadores y ejecutores de los proyectos que surjan de los planteamientos plasmados en el Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan y que le darán vida al Cuetzalan que queremos para nuestros hijos y nietos. Otro mundo es posible para el campo mexicano si desde ya nos atrevemos a preparar a nuestros relevos generacionales. Asesora de la Cooperativa Tosepan Titataniske. Comité de Educación y Ordenamiento Integral de [email protected]

Sofía I. Medellín Urquiaga y Mauricio González González

Conocidas son las voces que destacan una y otra vez el abandono del campo por parte de las ge-neraciones más jóvenes, sea por la búsqueda de mejores condiciones laborales, sea por las con-

diciones de marginación que las políticas gubernamentales han forjado y a las que han condenado a este sector de la po-blación. Lo cierto es que, lugar común, ese supuesto “aban-dono” lo mismo sirve para justificar el inmenso apoyo a em-presas agroindustriales como a la reconversión productiva en aras de apuestas conservacionistas o, de forma mucho más agresiva, para intentar destinar amplios territorios in-dígenas campesinos a megaproyectos petroleros, eólicos, a mineras trasnacionales, construcción de presas o proyectos de “gran turismo”. Argumento afilado en la sala de consejos empresariales que rasga en más de una forma la mirada ha-cia los rústicos pero que, pacientes, ellos devuelven en más de una forma, muchas de ellas silentes, siendo reflejo de un campo vivo que no cesa de insistir que está presente.

Hermelindo Lorenzo, miembro del Centro de Estudios para el Desarrollo del Totonacapan, AC (Cedet), al ver el futuro en el rostro de sus hijos sabe y confía que no podrán dejar de producir maíz, “porque de eso vivimos”. Y aun-que procura que sean muchachos que sepan leer y escribir, que sepan de licenciaturas y agronomía, sabe que habrán de vérselas con el maíz, el saber campesino por excelencia

que, por ejemplo en Ixtepec, Puebla, hace que hoy mismo, en estos instantes, se busquen alternativas para saldar las magras cuentas que la sequía dejó este año, innovando ci-clos cortos y largos en la milpa, estirando y experimentan-do los varios bordes de la temporalidad agrícola, subsanan-do la escasez de dinero con los modos en que los abuelos hicieron, “la mano vuelta está de regreso, así hace la gente ahorita cuando no tiene dinero”.

No obstante, no son ingenuos, tienen presente que el fu-turo en nada es claro y que, a fuerza de malas experiencias y los continuos palos que dan los gobernantes en turno, dentro los mayores retos que se presentan en el horizonte están la pobreza que padecen las familias totonacas y na-huas de la Sierra y la avaricia que de tanto en tanto se deja sentir por líderes políticos que dejan atrás y muy abajo a los mismos que les permitieron subir. Si hay dinero para el campo, no es para el campesino; “se sufre y no hay tierra donde trabajar”, susurra cabizbajo Miguel Morales, tam-bién parte del Cedet, quien desde siempre renta “cachos” de parcela para alimentar a los suyos.

Nadie niega que muchos jóvenes se han ido y se van, pero habrá que enfocar más fino pues muchos también regresan y otros apenas se dan cuenta de cómo es que están. Así, desde chicos todos, niñas y varones, se arriman a la parcela, sea para hacer mandados, sea para limpiar o para ayudar a cargar, sea para llevar “la tortilla”. En este trajín, aprenden y se aprehen-den milperos, quienes de muchachos serán fuerza privilegia-

da de las cuadrillas y faenas comunitarias. Y son los jóvenes los que dan el empuje a muchos de los proyectos que empren-den familias y comunidades enteras, sean éstos productivos, comerciales o culturales. Son ellos los que conquistan la mú-sica y el espíritu de gran parte de las radios comunitarias en todo el país. La mística de la radio se encarna en piel tersa y lúcidas ideas que, explícitamente, aspiran a cubrir no sólo espacios radioeléctricos. El futuro augura medios de comuni-cación masivos desde lo campesino, hechos por campesinos.

Las necesidades educativas día a día se amplían y cada vez más es común encontrar profesionistas de raigambre cam-pesina, aunque eso sí, la gran mayoría viviendo en ciudades. Sin embrago, hoy también son muchos los esfuerzos locales por remediarlo y que, por ejemplo, en la Sierra Norte de Puebla se inspiran en experiencias como la del Centro de Estudios Superiores Indígenas Kgoyom (CESIK), quienes desde 1994 ofrecen un modelo de educación cercana a las necesidades de quienes le constituyen. Las llamadas uni-versidades interculturales aspiran a ello y, no sin tropiezos, por todos lados hay proyectos en curso. Y no sólo son los rurales, pues a pesar de cierto letargo que sufrió la investi-gación, poco a poco vuelve y, tal como sucedió en otras dé-cadas, jóvenes profesionistas fincan aspiraciones junto a los trabajadores de la tierra, ejemplo de ello es el Proyecto de Investigación Formativa Etnoecología, de la Escuela Nacio-nal de Antropología e Historia (ENAH), en el que futuros antropólogos crean el espacio para subvertir espacios, o el diplomado de Perspectivas Antropológicas sobre el Campo y la Ruralidad, que superó toda expectativa. La mano vueltaestá de regreso, el campo no esperó el futuro. CEDICAR / ENAH-INAH

LA MANO VUELTA DE REGRESO

¿QUÉ LES ESPERA

A LOS JÓVENES

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Page 20: No. 48 Lo que se viene. Miradas al futuro del campo

17 de septiembre de 201120

Adelita San Vicente Tello

Así fue: una vez más el viernes 26 de agosto pasado, el brazo maicero de la Confederación Nacional Cam-pesina (CNC), la Confederación

Nacional de Productores de Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM) nos demostró lo alejados que están de quienes libran una lucha por la defensa del maíz.

Ese día fuimos invitados por los compañe-ros del Grupo Vicente Guerrero (GVG) al foro titulado “Por nuestra seguridad y sobe-ranía alimentaria, defendamos nuestro maíz criollo o nativo”. Desde Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Puebla y el Distrito Federal nos transportamos para apoyar la construcción colectiva del reglamento de la Ley de Fo-mento y Protección al Maíz, como Patrimo-nio Originario en Diversificación Constante y Alimentario para el Estado de Tlaxcala, y conocer la situación de los maíces tlaxcal-tecas ante la amenaza de las semillas trans-génicas. Con campesinos de todo el estado, estudiantes, profesionistas, académicos, diputados y ex diputados, nos reunimos en el patio central del Congreso del estado de manera pública y abierta.

Este foro es parte de la larga ruta que el GVG se ha trazado en la defensa del maíz nativo, camino que iniciaron con el resguar-do de sus semillas, el intercambio de las mis-mas en ferias, el reconocimiento a los cam-pesinos que mejores ejemplares presentaban, la defensa legal y muchas otras acciones. Hoy en México y tal vez en otros países, al GVG se le reconoce como pionero y maestro en el resguardo campesino de semillas nativas y en el uso de técnicas agroecológicas.

El camino a Tlaxcala fue en un viaje colecti-vo recogiendo pasajeros en diferentes puntos, lo cual nos dio la oportunidad de entablar un debate sobre el futuro y las posibilidades del campo.

El evento fue inaugurado por el diputado Jorge García Luna, quien nos informó que en la parte superior se realizaba una reunión de la CNPAMM. Varios pensamos: “quién sabe qué aventura tendrán”.

Iniciamos con una charla de Armando Bar-tra, en la que nos recordó que somos gente de milpa y que esto implica una cosmovi-sión, un modo de pensar y concebir al mun-do. Describió la enorme riqueza que signifi-ca la milpa en la que de múltiples maneras el maíz se acompaña con una amplia variedad de plantas en una relación en que se benefi-cian uno y otras. Al decir que somos gente de milpa, hablamos de esta forma de conviven-cia entre los seres humanos y la naturaleza, en una relación armónica, ventajosa para unos y otros.

Relató que las sociedades prehispánicas, si bien eran despóticas y sometían al tri-buto a los pueblos vecinos, eran tolerantes en cuanto a las formas de vivir que estos pueblos tenían. Lo definió como un despo-tismo tributario plural. Pero cuando llega-ron, los españoles impusieron su modo de vivir, de pensar, de creer; homogeneizaron a las sociedades indígenas. Así, la humani-dad ha caminado colocando a todos en el mismo molde buscando “igualar” a todos. La milpa representa la resistencia a este modelo, como una forma diferente de vi-vir, un paradigma en que la diferencia es una virtud.

Finalmente, Bartra señaló que frente a la cri-sis que vivimos en la actualidad, la milpa se convierte en una estrategia que nos permite convivir con la situación, entre nosotros y con la naturaleza, de una manera respetuosa y conveniente para todos. Concluyó con el exhorto: ”¡hagamos del planeta una milpa!”.

Después, don Moisés Angoa Mauricio nos señaló la problemática que enfrentamos por la invasión de semillas genéticamente mo-dificadas. Nos cimbró cuando nos recordó la responsabilidad moral y social que todos tenemos frente a este problema.

Para acabar las exposiciones generales, el abogado que en Tlaxcala transformó en ley las inquietudes de los campesinos por prote-ger su maíz, Rene Sánchez, nos dijo que la ley no es de los abogados, es de todos y es el instrumento que nos iguala.

Nos explicó que la Ley de Protección del Maíz es un instrumento que apoya a los campesinos y así lo señala el artículo pri-mero, que obliga al gobierno de Tlaxcala a convertirse en el abogado defensor de los campesinos ante la Federación.

Estábamos por pasar a las mesas de trabajo, escuchando algunos saludos de comisaria-dos y representantes de otros movimientos presentes, cuando tomó el micrófono Ana Lilia Rivera –quien logró esta Ley siendo di-putada en la anterior legislatura de Tlaxcala.

Dijo que en la parte alta del edificio, a puer-ta cerrada, estaban reunidos el diputado Jorge García Luna, quien había inaugurado el evento, y el secretario de Fomento Agro-pecuario de Tlaxcala, Jaime Bretón Gelea-

zzi, con el representante de la CNPAMM, José Luis Herrera, y el director del Proyecto Maestro Maíces Mexicanos, Samuel Peña. Ella nos transmitió la indignación que sintió al verlos platicar en lo oscurito sobre las ne-cesidades que, según la CNPAMM, tenían para proteger el maíz de Tlaxcala.

Mientras abajo platicábamos y discutíamos más de cien personas de manera abierta y transparente, arriba tres personas solicitaban 82 millones de pesos del presupuesto destinado al campo de Tlaxcala (el presupuesto 2010 fue 123 millones). Personas éstas que ni siquiera son de Tlaxcala, que han firmado un convenio con Monsanto y que no sabemos a quién beneficia-rán los recursos que están pidiendo, ni cuál es el objetivo de Monsanto al querer contar con colecciones de semillas nativas del maíz.

Sabemos mucho de la historia de Monsanto y de la CNPAMM, y por eso sospechamos de malos manejos tanto de los recursos natura-les como de los monetarios.

Todos nos sentimos indignados de esta falta de respeto al trabajo que realizamos, de ver cómo un supuesto representante campesino acom-pañado de profesionistas vendidos a intereses oscuros trabajaban a contra mano de nosotros.

Bajaron los de menor jerarquía: Samuel Peña y Ricardo Gómez, este último con camisa con logotipo CNPAMM que de inmediato cubrió con una chamarra. Les exigimos que hicieran público el Convenio CNC-Mon-santo (ver “Los niños al cuidado de Herodes” en La Jornada del Campo No.1, 9 de octubre de 2007). No respondieron, salieron después de afirmar que ellos nada tenían que ver con Monsanto y se comprometieron a platicar sobre el tema. Ya les contaremos si cumplen.

Seguimos trabajando en grupos amplios de 30 personas, para discutir tres temas: cómo prohibir los transgénicos, cómo proteger los maíces mediante fondos comunitarios de se-millas nativas, y los programas y presupuestos para la implementación de la Ley. Finaliza-mos con los acuerdos y con una emotiva ce-remonia en que los compañeros de Oaxaca entregaron semillas nativas para su resguardo a los compañeros de Ixtenco, Tlaxcala. Semillas de Vida, ACPara ver el video: http://youtu.be/-f8mkpANyG8

DURMIENDO CON EL ENEMIGOCONVENIO CNC-MONSANTO(…) y tú, quién sabe por dónde andarás, quién sabe qué aventura tendrás, que lejos estás de… nosotros

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