nicolás mareshall - escritores · decir que nicolás mareshall—en rostros en la lluvia— no...
TRANSCRIPT
1
Nicolás Mareshall (2010-2018)
2
A mis hijos: Gigi, Nicolás, Nathalie y Camilo
3
PREFACIO
Con una poesía de adjetivos mesurados y un tono sereno, Nicolás Mareshall habla en este poemario de
las cosas cotidianas, aquello que nos rodea y finalmente nos deja porque las cosas son efímeras, se
rompen, se van. También nos habla de cómo se pasa la vida, y al irse nos va dejando un sentimiento de
pérdida que lo nuevo nunca podrá sustituir.
Examinando estos temas como categoría, es inevitable pensar que gran parte de este poemario es, sobre
todo, una reflexión sobre el tiempo. Parafraseando el poema Arte Poética de Vicente Huidobro, se podría
decir que Nicolás Mareshall—en Rostros en la lluvia— no canta al tiempo, sino que lo hace florecer a
través de reminiscencias, recuerdos, visiones. El embrujo con el tiempo se ve reflejado también en la
división del libro; la primera parte se titula “El día oculta los minutos”, y la segunda “Los minutos ocultan
el día”. Ambas son una reconversión metafórica del conocido refrán “Los árboles no dejan ver el
bosque”. Esta división del poemario revela esa paradoja de nuestra vida en que las ocupaciones diarias
no nos dejan vivir el momento, mientras que la atención al momento, al instante creado cuando miramos
un café humeante, cosas rotas, una ventana abierta, se convierte en una obsesión cuando los hemos
perdido.
La voz poética nos hace ver rostros brumosos bajo la lluvia, que terminan olvidados, pero la
reminiscencia y la atención aguda sobre las cosas no son la única preocupación de este texto. La plazoleta
que parece detenerse en el tiempo meditando en una dialéctica de luces y sombras en “Gorriones en el
mall”, es también una alegoría de la clase obrera en el mundo de las corporaciones; “Tendedero de
mayo”, asimismo, es una reflexión sobre la pobreza.
El lector se encontrará identificado, sin duda, en este poemario, ya que el tiempo es una preocupación
fundamental del ser humano, quien, siendo mortal, va cambiando; todo cambia, excepto el tiempo, que
es la única constante. Se debe aprender que estamos de pasada por este mundo. El cronómetro de la vida
se pone en marcha al nacimiento y se detiene en la muerte. Lo que importa es lo que hacemos o dejamos
hacer en esa carrera contra el desaparecer y el olvido.
Renato Martínez
Fresno, California, julio de 2018
4
5
6
Tiempo
“Hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos
que la liviana melodía, que es sólo tiempo”.
Jorge Luis Borges
Viene
el tiempo
derramándose sobre todas las cosas
entre los bordes de un visillo
por las hilachas de mi suéter
sobre el negro de esta tinta
Llega con su espanto de brumas
empañando los espejos
diluyendo la esencia
y la materia
emplazando las huellas de mi piel
anticipándose al primer
y último latido
No sé si lo vi
ignoro si me vio
tal vez nunca nos vimos…
7
El equilibrista
Solitario
su acto enmudece en el espacio
en la tímida violencia del aire
sobre una cuerda
—horizonte inmediato—
entre la luz y la penumbra
laberinto de puertas
escaleras
sueños de tiempo
de polvo
¿Acaso existe el mundo
más allá
de la cuerda?
8
Oda a las cosas sucias
Allá tras las sillas la mesa se asoman vasos cucharas amontonadas tazas de café y copas sin aliento acumulando olvido en el sombrío silencio del lavaplatos Sucios los utensilios miran a la mesa desnuda sin brindis ni primaveras sin halagos -Todo lo ha engullido la ausencia-
9
Tendedero de mayo
Cuelgan los harapos en el patio
Los hilos se adelgazan
bajo el peso de la ropa usada
hasta el cansancio
La tarde oculta
lentamente
los viejos trapos
en medio de la ciudad
donde la oscuridad cubre
el tendedero empapado
de huellas silenciosas
de voces
que no serán oídas
10
Gorriones en el Mall
Las sombras del First National Bank
se inclinan sofocando la tarde
Los gorriones
-trabajadores del aire-
se toman la calle
y van de luz en luz
de sombra en sombra
El mundo los repartió
en orfandad
para repartirse en bullicio
las migajas
que el día dejó
11
Esta puerta A Marianela Ingrid González
Esta puerta nos ve pasar como pasan las estaciones envueltas en sus hojas taciturnas huérfanas como la ventana ve caer la lluvia perdiéndose en la tierra Esta puerta promesa de sonrisas música de lagrimas mundo que invita a su extraño laberinto de azarosos encuentros Cruzamos el umbral con ojos desnudos sonámbulos a la ilusión para jugar con la forma interminable del misterio Cerrar la puerta es dejar de soñar abrirla soñar despiertos
12
Hotel de paso
La luna entra en mi habitación
tocando sueños olvidados
y la sombra de mis dedos
intenta desposar
esta página
que me espera
inútilmente
vestida de blanco
Todo está en su lugar
Me mira la noche
los zapatos me contemplan
desde su negrura
y los ojos
recién nacidos
de mis calcetines
esperan algo de mi
tirados en el sillón
El tic-tac del reloj golpeando las paredes vuelve intermitente el silencio y la página espera tal vez lo que no puede ser escrito
13
La espera
Los frutos maduran
la noche
de un verano cualquiera
Acaso intuyen
aquello que se avecina
—Algo—
no saben qué…
A veces la espera se dilata
en el fondo de los surcos
y la fría brisa mañanera
gota a gota
acrecienta la ansiedad
A veces
sólo el aire
es el que llega
mientras los frutos yacen
en el altar de los surcos
entre hojas amarillas
y ramas secas
Hoy recuerdo cuando te esperaba cubierto de silencio bajo ese cielo gris que me olvidaba
14
Averiadas
Las cosas rotas danzan
entre las sombras
del olvido
—Todo se pierde—
Los amantes olvidan su fiesta
en un banco deshecho del jardín
tiemblan las polvorientas esferas
de un farol desierto
en la noche sin estrellas
Las cosas averiadas atesoran
en sus disueltas siluetas
de cristal
el eco aturdido que deja
la ausencia
15
Desencanto
El aroma a café se despide de la mesa se aleja en búsqueda de otros crepúsculos El cálido fervor de las tazas se desvanece con el devenir insensible de la tarde De pronto el dulce fruto de la armonía yace lejano sólo queda el eco de las emociones revoloteando sobre la mesa vacía
16
17
Rostros bajo un cielo gris
Las nubes se posan sobre la ciudad
dibujándola como grisalla
Rostros envueltos
por el frío de la calle
de pronto se encienden
brevemente
con el poco de luz
que salpica las veredas
Rostros mudos
apenas
un aleteo de hojas amarillas
gravitando en el aíre
perdiéndose
en el imperio del tiempo
18
El árbol
Entre sus ramas oscuras
secas
palideciendo de frío
se adivina el invierno
Viejo y decrépito el árbol
ya no es árbol
sino la simple imagen
de algo cotidiano
sin belleza ni asombro
como un retrato tomado
a destiempo
en una calle cualquiera
que se alarga y se pierde
en la distancia
19
Bosque
Mediodía en el bosque
Los largos dedos del sol
cruzan el ramaje
y la luz me encuentra
girando
en el aire
como partícula de polvo
danzando ingrávido
entre las sombras
20
Destierro
Los pájaros huyen cansados a sus nidos Al atardecer mis ojos descifran los vestigios del día —Troya ya arde— y la soledad baila como trompo en mis manos
Pienso en los años perdidos mientras -Anochece en Ítaca- y vuelvo inevitablemente a mis orígenes
21
Guanajuato al amanecer
A Guanajuato, Gto. México.
Cantan las campanas
su triste letanía
sobre la escasa luz
de un trasnochado farol
Despierta la ciudad de orfebres
jardines y fuentes
de inocente melodía
vestigios
que en la sombra diurna
se pierden
Las estatuas me ven pasar
con sus ojos borrados
sus labios sellados
-eternamente-
Me sorprenden las casas con sus puertas ventanas retratos que sellan el olvido en paredes piadosas que se derrumban sin estrépitos en un callado cataclismo
¿Acaso fue aquí
dónde la voluntad heroica
mudó su esperanza?
22
Vuelan colibríes ignorando
el duelo del paisaje
mitigando la apatía
del fracaso cotidiano
mientras
un hechizo eterniza
el insomnio de la ciudad
Cantan las campanas
su triste letanía
23
Metro Ciudad Azteca
A Miguel Ángel Ramírez
El alba derrama su tibio fulgor
sobre la antigua Avenida Insurgentes
Abajo
en la semiluz
todos coinciden
El aire se comprime
el vagón se desplaza
abriendo las lúgubres
entrañas de la ciudad
sumergida
Las fachadas huyen
devoradas por la velocidad
Columnas agrietadas
posan entre manchones
de lumbre
Callan los rostros
frente a los cristales
—Ciudad Azteca—
Un ojal no encuentra su botón la suela de un zapato se desgasta inútilmente sobre la fría plataforma de acero y las miradas somnolientas se pierden
Todo se detiene en el andén
24
Las luces incandescentes ciegan las pupilas los ecos desfallecen en el sombrío corredor Todos ascienden del vuelo subterráneo taciturnos en la muchedumbre que se derrama entre las sombras
25
Oda al eucalipto A Felipe Antonio Díaz Yáñez
Afiladas hojas verdes
musitando en la luz
y la sombra
de las estaciones
Entre sus frágiles ramas
alegres revolotean fabulosas
y hechizadas criaturas
que se pierden
en el néctar de sus flores
blancas y amarillas
En oscuras horas de tormenta
un viento norte lo sacude
inclinando su erguida figura
hasta verlo abrazado a sus pares
como amigos en una fiesta
-Posee la fugacidad del viajero-
Humilde habitante de sendas Sombra de caminos postreros Sujeto del universo y su gesta Un rayo de acero invisible lo hace bajar de sus alturas en un desprendimiento de gracia gloria y majestad Después será leño consumido por el fuego y el olvido
26
Armario
A mi grave corazón
viene un niño
de un paisaje lejano
Sus ojos se dilatan
en medio de la ciudad
y sus cansadas estatuas
La suciedad callejera
envuelve su rostro
yo lo abrazo
bajo un vuelo presuroso
de estrellas que se alejan
indiferentes
mientras
la noche sin olvido
nos cubre
27
Bosquejo
Salgo a mi balcón
huyendo de la penumbra
Paredes
que ayer fueron refugio
hoy son fríos muros
que me encierran
Soy un esbozo
en este paisaje gris
que se pierde
tras un crepúsculo
en las sombras
—huyó la esperanza
al mediodía—
y un vuelo presuroso
de pájaros heridos
ha entrado
en esta habitación
poblada de ausencias
28
Seremos
Seremos los mismos
aquellos que al atardecer
se disculpan para conciliar
el sueño
Seremos obreros simplemente
esperando la multiplicación
de los panes
Seremos el aire
flotando en el infinito
esperando la oscuridad
Seremos siluetas
sin voz ni huella
al final del camino
Seremos un llanto permanente
al filo de la locura
un largo suspirar de soledad
y silencio
29
ÍNDICE
Prefacio
El día oculta los minutos
1. Tiempo
2. El equilibrista
3. Oda a las cosas sucias
4. Tendedero de mayo
5. Gorriones en el Mall
6. Esta puerta
7. Hotel de paso
8. La espera
9. Averiadas
10. Desencanto
Los minutos ocultan el día
11. Rostros bajo un cielo gris
12. El árbol
13. Bosque
14. Destierro
15. Guanajuato al amanecer
16. Metro Ciudad Azteca
17. Oda al eucalipto
18. Armario
19. Bosquejo
20. Seremos