navegar en uruguay #4

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Navegar I 1 Enero 2015 - Nº4 Crucero Regal Fun En otoño se realizó el sexto Crucero Regal Descubriendo Croacia Navegamos por la espectacular Costa Dalmata Madurez sobre la tabla Beatriz y Mónica salieron a navegar después de los 40 con Julio Bocca Navegando un Dufour 380

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La revista náutica de Uruguay con contenido técnico, de actualidad, notas de interés periodístico, deportivo, boat tests, humor, y mucho más....

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Page 1: Navegar en Uruguay #4

Navegar I 1

Enero 2015 - Nº4

Crucero Regal Fun En otoño se realizó el sexto Crucero Regal

Descubriendo CroaciaNavegamos por la espectacular Costa Dalmata

Madurez sobre la tablaBeatriz y Mónica salieron a navegar después de los 40

con Julio Bocca

Navegando un

Dufour 380

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2 I

Foto: Manlio Ferrari

bitácora03 Editorial

06 Dufour 380 Grand Large: Un barco a pedir de Bocca

18 Navegando por la Costa Dálmata de Croacia

24 Crucero Regal Fun

32 Emergencias a bordo

34 Madurez sobre la tabla

staffDirectores

Álvaro Bermúdez - Manlio Ferrari

Producción Periodística

ArtePerdigón Diseño

ColaboradoresFabián Werner, Ignacio Guani, Tomás López.

Navegar en Uruguay es editada por Navegar S.R.L., inscripta en el Registro de Educación y Cultura

(ley Nro 16.099) 18131

Navegar es una marca registrada en Uruguay (DNPI).

Las opiniones expuestas en los artículos son de en-tera responsabilidad de los autores. Las fotografías son propiedad de Navegar S.R.L. o en algunos ca-

sos de los responsables de los artículos publicados.

DirecciónFco. Muñoz 3147 Apt 101

Webwww.navegar.com.uy

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I 3

editorial

Alvaro BermúdezDirector

Editar la revista Navegar ha sido una experiencia muy grata, a través de la cual intentamos hacer

un aporte periodístico apuntado a difundir la náutica y el aprendizaje de las artes marineras.

Lamentablemente, no hemos logrado el equilibro comercial que la revista necesitaba para cubrir

su presupuesto, por lo cual no se seguirá imprimiendo.

A modo de despedida, compartimos con ustedes en esta edición digital, la Revista Navegar nro 4.

En adelante, seguiremos intentando contagiar nuestra pasión por este deporte y estilo de vida, y

compartiendo nuestra experiencia, a través de la página web de Bermúdez Náutica, www.nautica.

com.uy, y otros medios digitales e impresos, ya que el objetivo de aportar nuestro grano de arena

sigue tan vivo como siempre.

Cordialmente,

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4 I

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Dufour 380 GRAND LARGE:

de BoccaUn barco a pedir

Es un amante del mar, al cual considera “una necesidad” en su vida cotidiana. Navegó por varios mares, y aunque es evidente que disfruta del espacio abierto, su vida profesional la construyó en escenarios cerrados, bajo la atenta mirada de los miles y miles de personas que durante años disfrutaron de verlo bailar. Julio Bocca es uno de los bailarines más reconocidos en la historia del Ballet. Respetado y admi-rado por los conocedores, logra despertar el entusiasmo de cualquier neófito en un arte al que insiste en convertir en una actividad más popular y masiva.

6 I

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8 I

del Sodre (…) Se fueron dando las cosas por

suerte muy bien. Y ya instalado. Igual mi idea

es siempre irme un poquito más a la tranquili-

dad. Mi idea es poder buscar casa para este

lado”, señala en alusión al este del país.

Asegura que le gusta, y “mucho”, la playa de

Chihuahua. “Una vez pasé vacaciones en La

Pedrera. Tiene unas playas muy lindas. Una

vez fui a Punta del Diablo. Tiene lugares ma-

ravillosos Uruguay y totalmente diferentes. Y

lo que más me gusta es esa cosa de playas

vírgenes, de mantener esa naturaleza que hace

que uno lo pueda disfrutar mejor. No encontrar

tanta gente para mí es muy importante”, ase-

guró entre risas.

Y es que, buscada o no, la fama lo persigue,

de la mano de su talento arriba y abajo de los

escenarios.

Julio Bocca ha logrado hacer del ballet una

actividad obligatoria en el calendario cultural

uruguayo. Y eso lo logró no solo por sus cono-

Los escenarios del mundo seguro extrañan sus pasos y la elegancia que desplegó durante décadas de arduo trabajo y férrea disciplina. Pero al ballet, no lo dejó. Eligió instalarse en Montevideo, donde dirige la compañía del Sodre. Su decisión tiene que ver con una forma de vida tranquila que persigue luego de años de viajar por el mundo entero. Y también, tiene que ver con su pasión por el mar.

Navegar invitó a Julio Bocca a probar el recién llegado velero, y aprovechó -¿cómo no hacerlo?- para conocer algo más de este argentino al que, sin duda, los uruguayos han adoptado.

“Una de las cosas que me impulsó más fue la

tranquilidad. Y también el contacto con el agua.

Para mí el contacto con el agua es muy impor-

tante. Es una necesidad. Caminar por la Ram-

bla o estar mirando el agua (...) me da mucha

tranquilidad, me da energía, me pone bien”,

explica Bocca a bordo del velero en el puerto

de Punta del Este.

“Llegué porque necesitaba estar en un lugar

tranquilo y después se fueron dando las cosas.

Conocí a mi pareja, el ofrecimiento de trabajo

La venida a Uruguay

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10 I

cimientos y experiencia, sino y particularmen-

te, por una disciplina de trabajo que para él

es clave.

“Desde el comienzo fue todo (desafío) porque

fue como haber hecho una nueva compañía. La

compañía casi no existía, no estaba. Fue volver

a montar una nueva compañía. El desafío de

poder trabajar en el sistema que a mí me gusta.

Con la libertad y el apoyo que por suerte tuve

y seguimos teniendo. Tener libertad de poder

programar. Ya tenemos programado hasta fines

de 2015. Hemos hecho grandes producciones.

El público viene y siempre tenemos agotado…

El Lago (de los Cisnes) fueron 20.000 entra-

das. Cosas impensables”, dice orgulloso.

Veinte mil entradas para un espectáculo de ba-

llet. Es una cifra difícil de asimilar, y digna de

aplaudir. Y como Navegar nació con el objetivo

de difundir la Náutica, de hacer de esta acti-

vidad una más popular en un país con costas

maravillosas, la pregunta a Bocca era ineludi-

ble: ¿cuál es el secreto para convertir el ballet

en Uruguay en algo tan popular como llegó a

serlo hoy en día?

“Acá lo que fue clave fue informar a la gente. Publi-

cidad. Yo me preocupo porque salga en todos los

periódicos un aviso. Que en las paradas de colec-

tivo (ómnibus) esté un aviso. A veces en los colec-

tivos que esté el aviso. Hacer entrevistas. Tener in-

formación hacia la gente. Y eso ayuda muchísimo

para que la gente esté informada y que sepa lo que

se está haciendo y también que esté acostumbra-

da. Que se acostumbrara a sacar las entradas con

anticipación. Se fue acostumbrando porque si no

lo hacían se iban agotando las entradas”.

Al momento de la prueba del barco, en el mes

de setiembre, iban 5.600 entradas vendidas

para un espectáculo que tendría lugar a partir

del 5 de diciembre.

“Cuando transmitís una forma de trabajo y la

respetás, eso también ayuda. Nosotros nunca

cancelamos una función. Saben que se dice

tal día y se empieza tal día. Poco a poco va

teniendo confianza en lo que va pasando. En-

tonces bueno, (el público) se larga a tener una

entrada ahora para diciembre. Eso creo que es

muy importante: el informar en general lo que

se está por hacer. Eso a mí me ayudó muchísi-

mo. Empezamos a incorporar Facebook, twit-

ter, que a mí me cuesta. Eso yo no lo manejo

porque no tengo idea y no me gusta. Pero si

no era muy difícil también que la gente llegara

a ver”, resumió

Page 11: Navegar en Uruguay #4

I 11

apoya muchísimo lo que estamos haciendo”,

sostuvo.

Y al bailarín, le gana el director.

“A mí me fascina que haya otra compañía en la

región. Que bailarines jóvenes tengan la posibi-

lidad de trabajar donde les gusta dentro de la

región. Ahora hay otra compañía más, clásica.

Siempre hay más compañías contemporáneas,

pero clásicas, de repertorio, es muy difícil. Te-

nés la municipal de Rio, la de Chile, el Colón

como grandes compañías y después nada más.

Ahora está también la de Uruguay, la del Ballet

Nacional del Sodre, que en una época ya era

dentro de la región una de las más importan-

tes, y ahora volvió a estar dentro de las mejores

compañías de la región”, explica.

“Pasaron un montón de cosas de volver a ge-

nerar”, rememora Bocca al repasar su trabajo

al frente del ballet del Sodre y su apuesta a la

gente del país.

“Los telones de El Lago (de los Cisnes) se pin-

taron todos acá. Todos los años (se hace) un

concurso internacional (para) que venga gente

de diferentes países. Que la compañía salga

de gira nacional, que nunca lo hizo. (La com-

pañía) lo hacía así muy puntualmente pero no

así como nosotros todos los años. Salir afuera

(...) y poco a poco subir el nivel de trabajo y de

calidad, que una compañía lo necesita. Fue-

ron muchas cosas que se hicieron. Y faltan

muchas más para hacer. Pero creo que fue un

cambio y eso el público lo ve y por eso tam-

bién nos responde de esa forma. El público

Nueva vida para una compañía

- ¿Si tuvieras un barco cómo le pondrías de nombre?

(Si tuviera un barco) le pon-dría “Nando”, en honor a mi abuelo. A él le gustaban los barcos y le gustaba el agua. Era amante de todo lo que era la náutica. Yo lo disfruto mucho. (...) Tiene algo mági-co conmigo el agua”.

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- ¿Cómo te llevás con el mar?

- “Siempre de chico iba al mar. Con mis abue-

los y mi familia. A mí el mar me provoca paz,

libertad, tranquilidad, me provoca estar en el

mar. Es como una necesidad. Es difícil con

palabras, pero es lo que uno va sintiendo o

necesitando. Es como hoy. Como que me re-

lajé. Toda la tensión que tenía, del trabajo, de

todo, como que en un segundo (desapareció).

Es rara la sensación, porque es placentera…

Es como una necesidad de estar, de estar en

contacto, de verlo, de mirarlo, de estar. No hay

en sí una palabra”.

- ¿Habías navegado antes? ¿A motor,

a vela?

“A motor sí. La mayoría de veces. Como siempre de

vacaciones de chico las hacía en Mar de Ajó, que

no tenemos nada, eran playa todo el tiempo. Y des-

pués cuando empecé a trabajar, a viajar, siempre

alquilaba un barco en el Caribe, y la mayor parte ha

sido siempre en el Caribe. Pero también he hecho

vacaciones en Grecia, he navegado en Turquía. (...)

Y acá en Punta del Este.

A vela es la primera vez. Sin motor. Sin escuchar

nada. Ese placer que se tiene de no escuchar

nada simplemente el ruido del agua. Nos tocó un

día perfecto.”

- ¿Cómo fue esa primera sensación de ir

a vela entonces?

Era como deslizarse. Una cosa que nunca pude

hacer y que siempre tuve ganas, que no tiene

nada que ver con el agua, es patinaje artístico

sobre hielo. (...) Por el deslizarse. Es una super-

ficie plana que va, que te da esa cosa... que te da

como un masaje. Me imagino que la sensación

(del patinaje) debe ser como la que tuve ahí” en

el velero.

- ¿Cuál fue tu impresión del barco?

“Me resultó cómodo. Siempre fui a los yates por

una cuestión de comodidad, de confort. Apenas

me fui a la escalera me resultó como muy cómo-

do, muy manejable y al mismo tiempo tiene un

diseño, una línea muy pura. Me gustó la estética.

No soy un experto. Aparte también es una estéti-

ca muy moderna y también es muy simple, no es

nada rebuscado, y es cálido al mismo tiempo. No

es una estética fría”.

- ¿Encontrás alguna similitud de navegar

a vela con el ballet?

“(Exige) un control del cuerpo. La sensación que

me dio es que el velero es como un cuerpo. Tenés

que ir acomodándote tu equilibrio, y tenés que ir

buscando ese equilibrio para poder navegar. No

tenemos la sensación de deslizarse. Nosotros

tenemos la sensación de volar, del salto, de sos-

tenerse en el aire. Es muy difícil tener esa sensa-

ción, pero sí la sensación del control del cuerpo.

(...) Sentía que si tenía que ir a la derecha, auto-

máticamente mi cuerpo tiende a corregirlo”.

Julio Bocca tomó el timón del “Windseeker” du-

rante largo rato en un espectacular sábado de

primavera. Instintivamente se adaptó al barco y

comprendió las señales que el mar y el viento le

enviaban. Tal como hizo con el público uruguayo,

para llevar al ballet del Sodre al éxito regional que

indiscutiblemente es hoy en día.

Su relación con el mar

12 I

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Foto: Nacho Guani

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En un día casi veraniego a principios de

setiembre, Navegar probó el nuevo Dufour

380 Grand Large, recién llegado de Francia.

Como siempre, a bordo estaba un invitado

especial para la ocasión: en este caso, Julio

Bocca, quien vino acompañado por María

Noel Riccetto y sus respectivas parejas.

El “Windseeker” aguardaba para la prueba de

navegación en la marina 3 del Puerto de Punta

del Este. La armonía de sus líneas lo hace in-

confundible, mostrando la prioridad que otorga

a la estética el estudio de Umberto Felci. No

falta ninguna de las tendencias actuales de

diseño que aparecían en la edición Nro 2 de

Navegar: francobordo alto, proa recta, manga

generosa en popa, doble timonera y espejo re-

batible que se convierte en plataforma de baño.

Sin embargo en Dufour, estas características ya

presentes en todos los diseños modernos, se

conjugan con una fineza y una elegancia que lo

destacan del resto.

El abordaje se hizo por popa, y de inmediato se

encuentra un cockpit muy amplio, con la sen-

sación de estar en un barco de bastante mayor

eslora, con la protección de un gran bimini y

chubasquera en un color beige muy poco visto

fuera de la marca.

Las timoneras tienen a mano todo lo necesario

para controlar el barco, con el instrumental dis-

cretamente empotrado, los molinetes de genoa,

el comando del motor, compás y buena visión

y acceso al GPS/plotter que descansa bajo la

mesa de teka del cockpit. Desde allí se extrae y

pivota hacia la timonera de estribor o la de ba-

bor. Entre ambas, hay un lugar específico para

la balsa salvavidas. En la tapa se estiban las

puertas de acceso a la cabina. En esta versión

de dos camarotes, el pañol principal es gigan-

tesco, aprovechando casi todo el volumen de lo

que sería el tercer camarote de la otra versión

disponible.

El interior de este Dufour combina la calidez y

elegancia clásica de la madera rojiza, con un

diseño moderno, limpio y con abundancia de luz

Boat Test

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I 15

natural. Las ventanas del casco están a la altu-

ra exacta para gozar de la mejor vista sentado

en el salón, un privilegio que hasta hace pocos

años no se conocía en los veleros.

Abrir placares, y levantar pisos de la sentina, es

una buena manera de comprobar, a bordo del

Dufour 380, el gusto por el detalle y calidad de

terminaciones de este astillero.

La bodega es generosa, y los depósitos de re-

siduos organizados para clasificarlos. La alace-

na presenta recipientes plásticos a medida, y

numerosas sorpresas más. La gran heladera,

la cocina y los lugares de estiba, hacen muy

atractivo este modelo para la vida a bordo en

largas vacaciones y cruceros. Y el baño en esta

versión, realmente impresiona por su tamaño y

comodidad, especialmente en el duchero.

Al zarpar no tomó mucho tiempo darse a las

maniobras ya que el entusiasmo por aprovechar

un día magnífico para navegar era grande. El

“Windseeker” mostró su buena maniobrabili-

dad a motor al salir de la marina, y la potencia

del Volvo Penta de 40 hp. El “saildrive” llevó el

barco sin vibraciones y con muy bajo nivel de

ruido hasta la Isla Gorriti. Allí, mientras el gru-

po esperaba que levantara algo de viento, fue

sencillo comprobar una vez más la comodidad

del cockpit con sushi y champagne, disfrutando

también de conocer un poco más a los célebres

invitados.

Por suerte la brisa no faltó a la cita, y el D380

zarpó de Gorriti estrenando el spinnaker asimé-

trico, amurado en un botalón retráctil. El timón

se mostró siempre muy sensible y equilibrado

y la trasluchada resultó muy sencilla. Luego

probamos el enrollador de asimétrico Selden,

un invento genial que permite enrollar el spi al-

rededor de un cabo anti torsión, desde el tope

hacia abajo, tirando de un cabo sin fin desde

la seguridad del cockpit, dejando la maniobra

de arriado e izado para hacerla en puerto, sin

apuro alguno.

En la ceñida con tan poco viento (unos 6 nudos)

la mayoría de los veleros de cruceros apenas se

arrastran, pero el Dufour 380 se disfruta como

un barco de regata, por su performance y por lo

agradable que resulta de timonear.

Tanto en las piernas que navegamos de spi,

como al regresar ciñendo, Navegar pidió a Julio

que probara a timonear. Y la sorpresa fue gran-

de: se lo vio acompañando los borneos como si

hubiera navegado a vela toda su vida, combi-

nando sin duda alguna su gran sensibilidad, con

la agilidad y balance óptimos del Dufour 380.

Navegar agradece muy especialmente

a Horacio García Terra y a su esposa

Florencia, por permitirnos estrenar con

ellos el “Windseeker” y por acompañarnos

también en la prueba.

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Características Dufour 380 GRAND LARGE Length overall.......................................

Eslora de casco....................................

Eslora de línea de flotación..................

Manga...................................................

Desplazamiento....................................

Calado...................................................

Superficie vélica..................................

Capacidad de agua...............................

Capacidad de carburante.....................

Motor.....................................................

Certificación CE....................................

380 L

200 L

30 cv

Catgoría A

11.19 m

10.9 m

9.89 m

3.85 m

Quillote corto = 7160kg Quillote largo = 7060kg

Quillote corto = 1.90 m Quillote largo = 1.60 m

Mayor = 31m2 Genoa 140% = 35m2 Spi = 90 m2

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I 17

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18 I

Croa

cia

NAVEGANDO POR LA COSTA DÁLMATA DE

Probablemente fue al desembarcar lue-

go de la increíble experiencia en la costa

mediterránea de Turquía (ver nota en revista

Navegar #2) que comenzamos a planificar

en dónde sería la siguiente aventura. Y la

elección, que a la postre demostró ser todo

un acierto, fue Croacia.

Usaríamos la misma compañía de chárter,

que nos había brindado un servicio de primera

calidad, profesional y amigable, y el mismo

tipo de barco: un catamarán de 40 pies con

capacidad máxima para 10 personas, que ya

había probado ser muy confortable para las

dos familias viajeras.

Y casi sin darnos cuenta, ya nos encon-

trábamos en el puerto deportivo de la ciudad

de Dubrovnik, listos para recibir el barco y el

briefing, ansiosos por comenzar nuestra se-

mana de chárter.

Esta vez, ya conocíamos al detalle los

aspectos técnicos del catamarán, de nombre

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I 19

“Mitsou”. Igualmente, pudimos comprobar su

impecable estado, aspecto y confort. Por lo

tanto, el briefing o charla preliminar se con-

centró en el itinerario sugerido y las reco-

mendaciones de posibles puntos de fondeo y

paseo en la zona.

Una vez aprovisionados en el super-

mercado ubicado dentro del puerto de-

portivo, y alistado el barco para zarpar a

la mañana siguiente, partimos a conocer

Dubrovnik.

Esta pequeña y encantadora ciudad es co-

nocida como la “Perla del Adriático”, y dentro

del programa de hermanamiento de ciudades,

esta hermanada entre otras, con nuestra Punta

del Este.

No imaginamos encontrarnos con un lugar

tan espectacular. Dubrovnik impresiona con sus

murallas rodeando el casco antiguo peatonal,

declarado Patrimonio de la Humanidad. Es un

placer caminarla y perderse por ese entramado

de callejuelas medievales, apreciando su arqui-

tectura, sus palacios de aspecto veneciano y su

ambiente descontracturado. Disfrutar una cena

en uno de sus innumerables restaurantes con

mesas al aire libre es una delicia.

A la mañana siguiente estábamos descan-

sados y listos para zarpar. Rápidamente nos

encontrábamos navegando por el mar Adriá-

tico, a través de la llamada costa Dalmata.

Esta zona montañosa y poblada por rocas y

pinos cae a pique sobre un agua de color azul

intenso. Está compuesta por una serie de is-

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20 I

las alargadas, cuya vegetación es exuberante

y combina paisajes fascinantes con pueblos

encantadores.

Pronto llegó el momento del primer cha-

puzón y paseo en los stand-up paddle boards,

tiempo de comprobar el progreso en las acro-

bacias, especialmente de los chicos.

Durante los siguientes días, la mañana comen-

zaba con un buen desayuno, seguido de acti-

vidades acuáticas y navegación hacia nuestro

siguiente destino.

La zona se caracteriza por contar con innu-

merables sitios para fondear, tan privados y es-

pectaculares como se quiera. Luego de un buen

almuerzo y descanso, parte de la diversión con-

sistía en explorar la zona, escalar las desafian-

tes rocas hasta encontrar vistas únicas y por

supuesto, disfrutar del mar. Luego, era hora de

continuar la navegación hacia la zona de fondeo

para la tarde. Las alternativas son generalmente

pequeñas marinas pertenecientes a restauran-

tes, que a cambio de una reserva para cenar

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I 21

ofrecen su lugar, o bien la tranquilidad de un

fondeo más alejado, para disfrutar el silencio de

la noche y las estrellas.

El itinerario sugerido nos llevó a lugares in-

creíbles. Uno de los que vale la pena resaltar es

la isla de Mjlet, donde alquilamos bicicletas para

pasear entre bosques de pinos y lagos, y donde

vimos ruinas romanas del siglo II.

Mención aparte merece la mágica ciudad fortifi-

cada de Korcula, también conocida como “Little

Dubrovnik”, lugar donde nació Marco Polo.

Y así, entre navegadas, chapuzones, pa-

seos, cenas y estrellas, la semana se fue en un

abrir y cerrar de ojos. Ya estábamos de vuelta

en la base de Dubrovnik, con la satisfacción de

una semana de chárter increíble, y listos para

contar esta historia.

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Crucero REGAL FUN

La propuesta en estos cruceros, organizados por Bermúdez Náutica, es mostrar a sus clientes de lanchas y cruceros Regal otra forma de disfrutar sus embarcaciones, aprovechando el encanto de los ríos uruguayos, fue-ra de la temporada estival. Este año incorporaron un ingrediente más al programa, con dos animadores profe-sionales que le dieron un toque más lúdico, y garantizaron la diversión lue-go de cada puesta de sol.

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Navegar I 25

Durante el pasado otoño se realizó el sexto Crucero Regal, aprovechando lo que fue probablemente el último fin de

semana de calor antes del invierno.

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El primer destino de esta edición fue el

arroyo Cufré, luego de una larga navegada para

los que partieron de Punta del Este, y un paseíto

menos exigente para los que se sumaron desde

Marina Santa Lucía. Allí la gente del Yacht Club,

junto al equipo de tierra del crucero, esperaban

a las tripulaciones con una picada de quesos y

fiambres de la zona, ensaladas y unos exquisi-

tos corderos a las brasas. Las embarcaciones

zarparon luego río arriba, en un recorrido de va-

rios kilómetros, que cautiva por lo silvestre de la

costa, y el colorido reflejo del atardecer en sus

aguas calmas.

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I 27

Esa primera noche el alojamiento fue en la

Estancia Don Joaquín, donde empezó la com-

petencia entre embarcaciones, con distintas

actividades pensadas para todas las edades.

Absolutamente todos los participantes se en-

gancharon con las propuestas, que variaron

desde concursos de cultura general y conoci-

mientos náuticos, hasta un partido de Frisbee

nocturno, con disco con leds y pulseras fluores-

centes incluidas.

A la mañana siguiente, el grupo navegó

hasta Bocas del Rosario, donde los esperaba

el almuerzo preparado por Angelito y su familia,

los “locatarios” de este hermoso puerto natural.

La navegada de la tarde hacia Riachuelo fue la

ocasión de probar la potencia de los motores y

de lucirse a máxima velocidad, gracias a la cal-

ma chicha, alcanzando las Regal más rápidas

unos 48 nudos. Antes de ingresar al arroyo, los

fanáticos del wakeboard “estriraron” el verano

aprovechando el agua planchada frente a las

playas de Riachuelo.

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Regal 46 Sport Coupe .............................................“Gran Bacán”

Regal 35 Sport Coupe .............................................“Chi.Lit”

Regal 28 Express ....................................................“Cruz del Sur”

Regal 27 Fasdeck ...................................................“Mosquito Blue”

Regal 27 Fasdeck ...................................................“Maroma”

Regal 2700 .............................................................“Serena”

Regal 2500 .............................................................“Motilon”

Embarcaciones participantes

Una vez amarrados en el embarcadero de

yates, río arriba, las tripulaciones se traslada-

ron al hotel Days Inn de Colonia, donde conti-

nuaron las competencias, juegos y concursos,

que luego de un reñido final, entre poker y ping

pong, coronó a la tripulación de la Regal 2500

“Motilon”, que se llevó los aplausos y un GPS de

recuerdo.

El domingo, nuevamente con excelentes

condiciones de navegación, se hizo el regreso

sin escalas, cada barco a su puerto base, Mari-

na Santa Lucía, Balleneros y Punta del Este.

Crucero REGAL FUN

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Page 31: Navegar en Uruguay #4

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32 I

Identificando posibles escenarios, Navegar pone en la mesa de navegación un tema muy am-plio para el cual esperamos las consultas de nuestros lectores y así abordar los tópicos más votados en nuestra próxima edición.

Todos reaccionamos diferente frente a las

emergencias. Algunos tienden a quedar parali-

zados, otros a pedir ayuda, otros a ayudar, otros

se iluminan y gozan de una lucidez o una fuerza

sobrehumana. Pero más allá de la naturaleza

de cada uno, prever las circunstancias adversas

a las que nos podríamos enfrentar, y sus mejo-

res soluciones, nos ayudan a todos a reaccionar

de la mejor manera posible. Eso nos hará sentir

más seguros, y evitará dudas que nos podrían

hacer perder tiempo valioso o tomar decisiones

equivocadas.

Lógicamente, lo mejor es que las emergen-

cias no lleguen a suceder. La gran mayoría de

ellas, si no todas, podrían se evitadas revisando

previamente todos los sistemas de a bordo y

planificando los viajes para evitar condiciones

climáticas adversas. Pero en la práctica, tarde

o temprano tendremos que enfrentarnos a si-

tuaciones de emergencia, y seguramente cuan-

do menos se lo espere. Y cuando esto suceda,

necesitaremos reaccionar en forma rápida, sin

titubeos, y sabiendo lo que hacer. Para eso,

nada mejor que haber previsto la posible situa-

ción, imaginado su solución y entonces no hay

más que seguir el libreto ya preparado.

Por ejemplo, si navegamos en un velero a motor

por un canal angosto y se apaga el motor, un

capitán poco previsor, seguramente tenga la

mayor arriada y la funda puesta, mientras que

otro más cauto, o nutrido por sus millas de ex-

periencia, lleve la mayor izada, y una vela de

proa lista para izar, o enrollada, haciendo de la

emergencia una simple anécdota.

Nada más agradable para la tripulación y los

invitados, que contar con un capitán democrá-

tico, tolerante, servicial y que sea un gran anfi-

trión. Pero cuando hay una emergencia, lo que

se requiere de él es que reaccione rápidamente,

sepa lo que hacer, indique a cada tripulante

como debe ayudar y que al mismo tiempo con-

tagie calma y tranquilidad.

Detallar cada una de las posibles emergencias,

en los distintos tipos de barco, y sus mejores

soluciones, sería demasiado extenso para tra-

tarlas en una sola edición de Navegar, por lo

cual limitaremos este artículo a crear conscien-

cia sobre la importancia de estar preparado.

A continuación, listaremos las emergencias más

comunes, para que cada capitán las considere y

planifique su reacción frente a ellas. Y en caso de

dudar sobre la solución más adecuada, invitamos

a los lectores a consultar a Navegar, vía email

([email protected]), y con gusto le responde-

remos con nuestros consejos y sugerencias.

EMERGENCIAS

a bordoTextos: Alvaro Bermúdez

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• Alarma en motor • Se apaga el motor (o los motores) • No alcanza el combustible para llegar a puerto • El motor no arranca • Se enreda un cabo en la hélice • Ancla garreando con costa a sotavento • Varadura • Temporal

EMERGENCIAS COMUNES A VELA Y MOTOR

• Hombre al agua • Fuego • Mucha agua en la sentina • Emergencias médicas • Posible hundimiento: abandono del barco • Rotura de timón • Rotura en jarcia • Rotura de mástil

Tampoco es raro que dos o más de estas emer-

gencias se encadenen, complicando mucho

más la situación. A veces esto es la conse-

cuencia de una mala resolución de la emergen-

cia primaria, y otras veces una consecuencia

inevitable.

Estar preparado, conocer al “enemigo”, en este

caso las posibles emergencias, es una respon-

sabilidad que debe asumir todo capitán. No

significa ser pesimista ni fatalista, pero tener

consciencia de que las cosas pasan, y vivirlas

cada tanto en la imaginación, cambian total-

mente el resultado cuando nos toca vivirlas en

la realidad. Uno siente que está preparado para

afrontar la adversidad y que sabrá cómo supe-

rar los obstáculos. Eso nos dará la seguridad

y la confianza para disfrutar plenamente de

la navegación deportiva, y a la vez proteger a

quienes navegan con nosotros, que suelen ser

nuestros seres más queridos.

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Equilibrio, estabilidad, potencia en brazos

y piernas, resistencia. Estas son algunas de las

características que deben tener quienes decidan

practicar windsurf, uno de los deportes náuticos

más técnicos. Por esa razón, cualquiera que se

acerque a la costa y vea las velas surcando el

Río de la Plata a gran velocidad podría pensar

que es una disciplina exclusiva para personas jó-

venes y atléticas. Sin embargo, en Uruguay hay

gente que desmiente esa idea, se calza su traje

de neopreno y sale sin complejos a desafiar el

viento a bordo de una tabla.

Beatriz y Mónica salieron a navegar después de los 40

Madurez sobre la tabla

Fue a mediados de los años 30 cuando

el pionero del surf Tom Blake tuvo la idea

de insertar un aparejo en su tabla, luego

de un buen rato de “remar” en busca de

olas para surfear. Llamó a su invento “sai-

ling surfboard”, pero la ocurrencia no tuvo

aceptación hasta 30 años después. Fue

Newman Darby a mediados de los 60 quien

diseñó en Pennsylvania la primera tabla a

vela y junto a su hermano Ken decidieron

crear una empresa que comercializara los

nuevos equipos.

Desde aquellos primeros días del wind-

surf hasta hoy el deporte progresó muchísimo

y hasta se ha convertido en disciplina olímpi-

ca. Quizás por eso persiste la idea de que es

un deporte de alta exigencia, destinado sólo a

personas jóvenes con un entrenamiento físico

exigente. Pero eso no es del todo cierto.

Del consultorio a la tabla

A los 50 años Beatriz Gatti estaba dedicada

a su trabajo como odontóloga, a terminar un

posgrado universitario y a acompañar los es-

Textos: Fabián Werner / Fotos: Tomás López

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tudios de sus tres hijos adolescentes. Durante

un caluroso verano a finales de los 90 decidió

cambiar la rutina y en lugar de estudiar en su

apartamento decidió agarrar una reposera y su

montón de apuntes para leer al aire libre, en la

cercana playa Malvín de Montevideo. Después

de algunos minutos de lectura, levantó la vista

hacia el mar y vio una vela en el horizonte.

Aquel paisaje le despertó la curiosidad y

se arrimó a uno de los profesores para pregun-

tarle si daba clases de windsurf. “¿Querés ave-

riguar para tu hijo?”, le preguntó el instructor,

sin sospechar que en realidad la interesada en

tomar clases era Beatriz. Por timidez ella con-

testó que sí y el profesor le dijo que lo trajera al

día siguiente a las 11 de la mañana.

A ella le gustaba el agua desde chica,

cuando acompañaba a su padre a pescar en

la playa La Mulata, aunque le tenía “cierto te-

mor”. Empezó a nadar a los 15 años junto a su

hermana gemela en la Asociación Cristiana de

Jóvenes y recién allí empezó a ganar confianza.

Dejando de lado aquellos temores, y sin

comentar nada en su casa, Beatriz se presen-

tó al día siguiente a la hora convenida para la

primera clase de windsurf de su vida. Marcelo,

el instructor, le preguntó por su hijo y ella le

contestó que estaba en el interior y si ella podía

tomar la clase en su lugar para no perderla.

“Me miró de arriba abajo y me dijo ‘yo

no sé si usted podrá’, y yo le dije ‘y bueno,

con tal de probar’. Y ese día me di cuenta

que tenía bastante estabilidad y así em-

pecé”, recuerda Beatriz. Como el profesor

“era bastante faltador”, ese verano la nueva

alumna apenas pudo tomar cinco o seis cla-

ses, pero fueron suficientes para conquistar

una nueva fanática.

Un día de viento y olas Al invierno siguiente María Eugenia, la hija

menor de Beatriz, había cumplido 15 años y

el regalo había sido un viaje a Estados Unidos.

Desde Miami la llamó para contarle que había

una oferta de equipos de neopreno a un precio

mucho menor que en Uruguay y le preguntó si

no quería aprovechar la oportunidad para tener

su primer equipo.

Era un traje con cierre al frente, más ade-

cuado para buceo, pero a Beatriz le calzó como

un guante. Así que con los primeros calores de

octubre se dispuso a retomar sus clases, pero

las semanas pasaban sin que el profesor apare-

ciera. Una tarde de diciembre, aburrida por una

nueva desilusión, decidió seguir en la bicicleta

hasta el Puerto del Buceo para comprar pescado

y cuando llegó a la playita vio unas banderas que

decían “Escuela de Windsurf”, dos gomones,

tres tablas y dos profesores, Marcos y Tomás.

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“Ahí salí el primer día. Yo me subía por un

lado de la tabla y me caía por el otro, era un

día de viento y olas. Pero como estaba estre-

nando mi traje nuevo no me importaba, estaba

chocha”, relata.

Por aquellos días no había más de veinte

velas en la costa de Montevideo, y todos eran

“unos capos”, recuerda Beatriz. Después de

varias clases y con un dominio bastante mayor

de la tabla y la vela, aceptó una invitación de

Tomás para asistir a una regata en Piriápolis.

“Allá llegué yo, solita en el ómnibus. Y lo que

vi me encantó. Estaban todos los amigos de

ellos, los clubes de Paysandú, de Colonia, de

Salto. Se juntaban más de veinte tablas y los

chicos del Nautilus. Y por suerte había dos

chicas también”.

Pasó el primer verano entre tablas y velas,

y así llegó la invitación del Yacht Club para que

empezara a salir desde allí, lo cual le permitió

practicar con mucha más regularidad. El paso

de los meses y la participación en algunas re-

gatas sirvieron para que Beatriz consolidara su

gusto por la tabla pero también para despertar

un espíritu competitivo que desconocía.

Su primera tabla propia fue una Bic con

una vela 6.8. “Gracias a las regatas que se

hacían cada mes y medio o dos meses pude

conocer el interior, que conocía muy poco. Yo

me quedaba en hoteles y los muchachos en

los clubes, pero ellos me iban a buscar y me

llevaban al lugar donde fuera la regata”.

Una de las alegrías de la vida El deporte náutico no sólo se convirtió en una

pasión para Beatriz. También la ayudó a su-

perar momentos difíciles de su vida, como la

etapa de recuperación del síndrome de Gui-

llain Barré, un trastorno autoinmunitario que

genera –entre otras dificultades– debilidad

o la pérdida de la función muscular. Sin em-

bargo, el ejercicio en los años anteriores le

había dado la posibilidad de tener una mayor

resistencia al avance de la enfermedad y a sus

consecuencias.

Incluso la visita de su instructor de vela

durante su convalecencia, a instancias de sus

hijos, también fue un elemento importante de

la recuperación. “Ellos sabían que yo moría por

el windsurf y las regatas”, dice Beatriz. Ni dos

meses de recuperación habían pasado cuando

volvió al Yacht a buscar su Starboard Rio –una

tabla que había comprado poco tiempo antes

de la enfermedad– y volvió a salir al Río de la

Plata.

“Todo eso me lo dio el deporte de los 50 años

en adelante. Por eso digo que todo el que pue-

da hacerlo, que lo haga, porque es fabuloso.

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Hasta el 2007 aproveché el windsurf, fue una de

las alegrías de mi vida. Y después me sirvió para

rehabilitarme de la enfermedad”, cuenta hoy en

uno de los salones del club que la recibe hace

más de diez años.

Beatriz no es la única que comenzó a dis-

frutar del windsurf siendo adulta. Hoy muchas

de sus salidas las comparte con Mónica, quien

también descubrió este deporte náutico gracias

a sus hijos.

Sensación de libertadMaría Clara tenía 10 años y Juan Manuel 7.

Mónica Rodríguez, su madre, decidió llevarlos a

practicar Optimist en el club Nautilus después

de la invitación de Rodrigo, el profesor. Con el

paso de las clases de sus hijos Mónica le fue

agarrando el gusto a la tabla, pero nunca ha-

bía subido a una, por lo que logró reunir el valor

suficiente para pedirle al instructor que le diera

unas clases también a ella. Tenía 40 años y a

pesar del escepticismo inicial el profesor aceptó

el desafío.

“Empecé a probar y a probar y la verdad que

me encantó. He probado con barcos grandes,

tipo J24, y no me gusta tanto como la tabla”,

cuenta Mónica, 10 años después de la primera

experiencia, que se dio sin haber tenido ningu-

na relación anterior con el mar. “Iba a nadar y

me encanta la playa pero nunca había tenido un

vínculo deportivo con el agua. Al llevar todos los

fines de semana a mis hijos para que naveguen

en Optimist me empecé a interesar”, recuerda.

Las primeras salidas fueron con una ta-

bla de la escuela y una vela chica, pero ahora

Mónica ya utiliza una 5.8 durante todo el año.

Para ella la vela es una pasión pero prefiere no

meterse en competencias. Disfruta de navegar

bordeando de la costa y cerca de otros aficiona-

dos como ella que puedan ayudarla en caso de

cansancio u algún otro inconveniente.

“Lo que más me gusta es estar en el mar

y depender de mí misma. (…) La sensación de

libertad que tenés en el mar sobre la tabla es

mucho mayor, todo depende de vos, tomes las

decisiones que tomes estás ‘gobernando el bar-

co’. A mí me encanta porque te desenchufás, es

como depurador, además de lo bueno que es el

ejercicio”, cuenta Mónica.

A ella siempre le gustó el deporte, andar en

bicicleta y pasar por el gimnasio, pero cuando

empezó con el windsurf adaptó sus ejercicios

para fortalecer algunos músculos necesarios

para disfrutar más de la tabla, sobre todo a par-

tir del uso de una vela más grande. “Yo con la

vela chica no tenía tanta exigencia de fuerza y

no me preocupaba pero después que empecé a

hacer más fuerza el cambio es brutal”.

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De espaldas al mar Al igual que Beatriz, Mónica lamenta

que los montevideanos vivan “de espaldas

al mar” y no disfruten la costa para prac-

ticar más deportes náuticos. “Hay una idea

de que es un deporte muy caro, pero en

otras partes del mundo es mucho más caro

que acá. Si vos vas a hacer un deporte es

caro todo, si caminás los championes para

eso son caros y si andás en bicicleta mucho

más”, reflexiona.

El problema, señala Mónica, es que la

gente “le tiene miedo al agua porque acá no

se enseña a los chicos a nadar. En algunos

lugares ahora los jóvenes aprenden a nadar

Beatriz y Mónica asistieron al mundial de windsurf de la clase Formula Expe-rience, que tuvo lugar en la laguna de Araruama, en el Estado de Rio de Ja-neiro, entre el 14 y el 17 de noviembre. Beatriz (URU 55) compitió en la catego-ría Grand Master mientras que Mónica (URU 61) lo hizo en Master. En la tabla general Beatriz calificó en el lugar 59 y Mónica en el 65.

El uruguayo mejor calificado fue Gui-llermo Ahlig (URU 7) quien compitió en la categoría Senior y quedó en el undé-cimo lugar y luego Federico Vanni (URU 26) se ubicó en el lugar 33.

El campeón mundial de la categoría Se-nior masculino fue el argentino Gonzalo Costa Hoevel, segundo se ubicó el bra-sileño Paulo dos Reis y tercero el espa-ñol Pablo Ania.

Entre las mujeres la campeona mundial Senior fue la argentina Jazmen López, mientras que las brasileñas Patricia Freitas y Bruna Mello se ubicaron se-gunda y tercera respectivamente.

en los colegios pero en la mayoría no van

y no aprenden, a pesar de que es algo tan

importante con las playas que hay”, lamenta.

También considera que en los clubes

náuticos no hay una política para adultos,

que les permita combinar sus rutinas labo-

rales con el deporte. “Por ejemplo en verano,

que es la época que más podrías navegar,

tenés clases tres veces por semana pero son

a la 1 de la tarde y yo trabajo. Y después los

fines de semana no hay. El resto del año sólo

hay los fines de semana, lo cual está bueno,

pero si en invierno llueve tres fines de sema-

na seguidos o te agarra alguna enfermedad

perdés el ritmo”, sostiene.

Mónica reconoce que debido a la falta de

adultos que practiquen deportes náuticos no es

posible que los clubes destinen recursos para

ellos, por lo que resulta difícil que la situación

cambie. “No somos un proyecto para los clu-

bes, no hay 100 adultos que salgan a navegar

entonces no hay una política para que la gente

como yo salga a navegar. Otro tipo de cosas sí

hay, si tenés tu velero es diferente, pero de la

otra manera no es posible”.

Más allá de estos inconvenientes, ella

piensa seguir saliendo todo el año. “Yo pienso

seguir y dedicarle cada vez más tiempo. Seguir

navegando por muchos años y mejorar”, anun-

cia con entusiasmo.

Mundial en Rio

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Far East

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